Silvicultura de Bosques
Silvicultura de Bosques
Silvicultura de Bosques
SILVICULTURA DE BOSQUES
Claudio Zaror Zaror y Biobío.
para energía y los sistemas agroforestales. Los conceptos discutidos poseen una profunda
TEVI - R. Test de vocabulario en imágenes base científica revisada con literatura actualizada, y donde se integra la amplia experien-
Max S. Echeverría - María Olivia Herrera - Juana Teresa Segure
cia práctica de los autores, para configurar un texto en el cual las prácticas silvícolas son
Evolución de la planificación urbana
de Los Ángeles en el siglo XX
Carolina Andaur Fuentealba - Leonel Pérez Bustamante
expuestas en base a los procesos forestales ecológicos y biológicos que las sustentan, así
como también las numerosas cuestiones ambientales, sociales, económicas, legales y de PLANTADOS CON FINES Rafael Rubilar Pons es Ingeniero Forestal,
PhD en Ciencias Forestales (North Carolina
State University, USA), Profesor de Suelos, Nu-
trición y Productividad Forestal Sustentable de
PRODUCTIVOS
política que rodean a la silvicultura en la actualidad y que la hacen cada vez más compleja.
la Facultad de Ciencias Forestales de la Univer-
Este libro tiene un gran valor para los estudiantes de pregrado y postgrado, profesio- sidad de Concepción, Co-Director de la Coope-
nales de la silvicultura, industriales e investigadores que trabajan en Chile y otros países rativa de Productividad Forestal.
del hemisferio sur, en los cuales se reconoce que con la silvicultura intensiva de plan-
taciones se puede satisfacer en forma inteligente y equilibrada la creciente demanda de
productos forestales sin destruir o alterar los ecosistemas naturales.
Universidad de Concepción
MONOGRAFÍAS
SILVICULTURA DE BOSQUES
PLANTADOS CON FINES
PRODUCTIVOS
MONOGRAFÍAS
… Debajo
de la pintura sórdida
adivino tus poros,
ahogada me llamas
y te escucho,
siento
sacudirse
los árboles
que asombraron mi infancia,
veo
salir de ti,
como un vuelo de océano
y palomas,
las alas de los libros,
el papel
de mañana
para el hombre,
el papel puro para el hombre puro
que existirá mañana
y que hoy está naciendo
con un ruido de sierra,
con un desgarramiento
de luz, sonido y sangre…
vi
11 Agua y bosques plantados................................................................................ 305
Rolando Rodríguez
Índice........................................................................................................................ 381
vii
Figuras y Tablas
Figuras Página
1.1. Representación de un régimen silvicultural .............................................. 5
1.2. Ciclo de manejo de una plantación comercial ........................................... 6
2.1. Superficie de bosques naturales y plantados por región (miles de ha) ...... 14
2.2. Sistemas silviculturales aplicables a los diferentes tipos forestales .......... 18
2.3. Tasa promedio anual de plantaciones por periodo .................................... 20
2.4. Evolución de la tasa de plantación de pino radiata y eucalipto, 1980-
2015 ........................................................................................................... 22
2.5. Superficie de bosques plantados de Pinus radiata, Eucalyptus globulus y
E. nitens según rango de edad, a diciembre de 2014 ................................. 23
2.6. Evaluación de las exportaciones del sector forestal en la economía chile-
na (%) ........................................................................................................ 25
2.7. Evolución del consumo de madera en troza industrial (m3) ...................... 26
2.8. Los 10 principales países productores de madera industrial procedente de
plantaciones forestales en 2012 ................................................................. 29
2.9. Evolución de la producción de madera industrial procedente de bosques
plantados en Chile, Nueva Zelandia y Sudáfrica ...................................... 29
2.10. Superficie de bosques plantados en Sudamérica ....................................... 30
2.11. Distribución de la superficie plantada con pino radiata en el mundo ........ 31
3.1. Formación de cárcavas posaplicación de subsolado por una mala evalua-
ción de fragilidad de suelos y factores limitantes. Nótese la formación de
cárcavas asociadas a cada línea de plantación de Eucalyptus globulus .... 38
3.2. Suelos erosionados por uso agrícola intensivo en la zona de Copiulemu
con establecimiento de plantaciones de Pinus radiata .............................. 39
3.3. (A) Infección de áfidos en plántulas de Eucalyptus globulus. (B) Ataque
de larvas de Gonipterus scutellatus en plantaciones forestales de E. glo-
bulus manejadas intensivamente ............................................................... 40
3.4. Ataque de hormigas en plantaciones de Pinus taeda en el noreste argen-
tino; nótese defoliación alcanzada por algunos ejemplares ...................... 40
3.5. (A) Pérdida de crecimiento anual en plantaciones de Eucalyptus nitens
por ataque de Gonipterus scutellatus. (B) Ataque de Dothistroma pini en
plantaciones de Pinus radiata en la zona sur de Chile .............................. 41
3.6. (A) Sensibilidad de genotipos de eucaliptos a heladas críticas a 6 meses
de establecidos. Nótese la mortalidad de uno de los genotipos evaluados
viii
(plantas muertas al centro de la imagen A) comparada a los crecimientos
alcanzados por los genotipos más resistentes al frente de la foto. (B) Mor-
talidad de plantaciones clonales de Eucalyptus grandis en el interior de
Brasil por sequía ........................................................................................ 42
3.7. Mapas de productividad potencial para Pinus taeda en el sudeste de
EE.UU. y para Eucalyptus sp. en Brasil .................................................... 43
3.8. Modelo de intensidad de radiación en el Valle de Cali y Meseta de Popa-
yan en Colombia ........................................................................................ 44
3.9. (A) Daño por viento en rodales de media rotación de Eucalyptus grandis
en Uruguay. (B) Daño por viento al establecimiento descalzando plantas
de 1 año de E. globulus en suelos sedimentarios marinos en la costa de
Arauco, Chile ............................................................................................ 46
3.10. (A) Diagrama explicativo del cálculo de DPV para condiciones dadas de
humedad y temperatura. (B) Efecto del déficit de presión de vapor en la
productividad máxima posible de alcanzar de Pinus radiata a los 36,5º S
en el Valle Central de Chile. Gráfica no considera otros factores ambien-
tales ............................................................................................................ 47
3.11. (A) Sistema radical de Pinus radiata limitado por roca consolidada. (B)
Profundización de sistema radical de Eucalyptus grandis sin limitacio-
nes .............................................................................................................. 48
3.12. Alto nivel de pedregosidad reduciendo el volumen efectivo de almacena-
miento de agua y nutrientes ....................................................................... 48
3.13. Disponibilidad de agua del suelo .............................................................. 49
3.14. Crecimiento de raíces y porosidad de aireación del suelo ........................ 49
3.15. Dinámica estacional de la aireación del suelo y la precipitación .............. 50
3.16. Color del suelo como indicador de condiciones de aireación. (A) Colo-
res grises sugieren malas condiciones de aireación. (B) Colores pardos y
grises sugieren la ausencia de limitaciones de aireación. Observaciones
detalladas y la interpretación de este factor requieren un adecuado cono-
cimiento del material parental del suelo..................................................... 51
3.17. Modelo conceptual de adiciones y remociones principales que afectan la
disponibilidad de nutrientes en plantaciones forestales ............................ 52
3.18. Disponibilidad de nutrientes en suelos minerales (A) y suelos orgánicos
(B) por efecto del pH de la solución del medio de crecimiento ................ 55
3.19. (A) Suelos de ñadi con presencia de hardpan de fierrillo (sur de Chile).
(B) Suelos con presencia de hardpan entre los 20 a 30 cm de profundidad
(Llanos Orientales de Colombia). (C) Suelos Oxisoles con presencia de
ix
hardpan limitante desde los 40 cm de profundidad (Puerto Ordaz, Orino-
co, Venezuela) ........................................................................................... 56
3.20. Contribución de mejoras silvícolas en la productividad de una plantación
para un sitio de productividad promedio de Pinus radiata en Chile con
rotación de 20 años .................................................................................... 57
3.21. (A) Preparación de sitio en fajas en terreno con pendiente. (B) Quema de
desechos de cosecha .................................................................................. 59
3.22. (A) Equipo triturador de desechos de cosecha. (B) Efecto de quema en
fajas en plantaciones de Pinus radiata. (C) Efecto de quema en fajas en
plantaciones de Eucalyptus globulus ......................................................... 60
3.23. (A) Diseño de drenaje en espina de pescado. (B) Maquinaria especializa-
da para limpieza de drenes. (C) Dren principal evacuador de aguas. (D)
Equipo para preparación de camellones .................................................... 61
3.24. (A) Vista aérea con baja supervivencia. (B) Rodales con deficiencias de
microelementos ......................................................................................... 61
3.25. (A) Equipo subsolador de 80 cm de profundidad. (B) Discos de camello-
nado y/o rastraje. (C) Equipo tractor para preparación de suelo ............... 63
3.26. (A) Calidad de preparación de suelo. Preparación de suelo donde se ob-
serva mezcla de suelo con residuos causando problemas de plantación.
(B) Exceso de preparación de suelo superficial afectando su estructura y
estabilidad de la planta. (C) Preparación de suelo con discos superficiales
y mullimiento adecuado del suelo para plantación ................................... 64
3.27. Respuesta porcentual a la duración de control de malezas para Pinus ra-
diata según tipo de suelo ........................................................................... 66
3.28. (A) Respuesta al tercer año de control de malezas total en Pinus radiata
para sitios costeros de la Región del Biobío. (B) Control de malezas de
largo plazo en plantaciones de P. taeda en Florida, EE.UU. ..................... 67
3.29. Respuesta de Pinus taeda al control de malezas en sitios de tendido bajo
y tendido alto y a la combinación de preparación de suelo, control de
malezas y fertilización a los 3 años de edad (derecha) ............................. 67
3.30. Efecto de la fertilización en la disponibilidad de nutrientes del suelo en
sitios de arenales, cenizas volcánicas recientes y cenizas volcánicas anti-
guas (rojos arcillosos) ................................................................................ 71
3.31. (A) Aplicación superficial localizada en bandas. (B) Aplicación al voleo
en la hilera de plantación ........................................................................... 73
3.32. (A) Encostramiento del suelo superficial por efecto de la erosión y pude-
lado del suelo. (B) Compactación y pudelado del suelo. (C) Compacta-
x
ción superficial del suelo ........................................................................... 75
3.33. (A) Sitio con efectos de compactación y remoción de residuos. (B) Sitios
con re-movilización de residuos en fajas .................................................. 76
4.1. Vivero con agua de riego de pozos profundos con sistema de filtros para
riego por aspersión .................................................................................... 94
4.2. Condiciones topográficas planas ideales para el desarrollo de faenas de
producción de plantas de manera intensiva. Nótese la protección por
viento entregada por árboles circundantes y el establecimiento de buffers
con cortinas cortaviento para evitar problemas de menor radiación e irre-
gularidad de desarrollo de plantas.............................................................. 95
4.3. Vivero para producción de plantas a raíz cubierta en contenedores dis-
puestos en mesones con mallas sin bandejas ............................................ 97
4.4. Crecimiento típico a lo largo del año de la altura, diámetro de cuello y
raíces de plantas cultivadas en vivero ....................................................... 105
4.5. Tamaños de contenedor (A: 135 cm3, B: 80 cm3) e influencia en la masa
radicular de la planta. El almacenamiento de agua y nutrientes entregados
en base a programa de riego y nutrición, se deben ajustar en cada caso
a programas específicos al tamaño del contenedor que corresponde tam-
bién con las condiciones de estrés posestablecimiento ............................. 109
4.6. Uso de sombreadores para reducir la evaporación de agua y radiación
sobre el follaje de plantas en desarrollo temprano .................................... 111
4.7. Diferencias morfológicas en biomasa aérea y radicular en el desarrollo de
plantas de Pinus radiata bajo distintos regímenes nutricionales de viveri-
zación. Las plantas sólo difieren en concentraciones nutricionales de los
medios de crecimiento ............................................................................... 114
4.8. Diferencias de crecimiento y expresión de color del follaje en plantas de
semilla de Pinus caribaea manejadas bajo diferentes regímenes nutricio-
nales ........................................................................................................... 115
4.9. Desarrollo de raíces en plantas producidas a raíz cubierta. (A) Sistema
radical con adecuado desarrollo acorde al pan de sustrato. (B) Plantas
con sistema radical suberizado ocupando todo el pan de sustrato. Ambas
plantas de iguales características aéreas tendrán comportamientos muy
diferentes en campo y bajo condiciones de estrés ..................................... 119
5.1. Sistema radical suberizado por larga permanencia de plantas en vivero
con lento desarrollo en campo y baja capacidad de supervivencia y creci-
miento ........................................................................................................ 128
5.2. Diferencias en calidad de plantas que son producidas en el proceso de
xi
viverización. Grandes diferencias de crecimiento posterior pueden ser
esperadas en base al potencial de crecimiento de cada material ............... 130
5.3. Calicata que muestra capa con quiebre textural en suelos volcánicos que
limita la penetración radical y ejerce deformaciones en la configuración
de raíces favoreciendo caída por viento de las plantas .............................. 138
5.4. Planta producida en contenedor con sistema radicular bien establecido,
sin deformaciones ...................................................................................... 141
5.5. Planta con sistema radicular en forma de J por efecto de mala técnica de
plantación .................................................................................................. 142
5.6. Plantas de Pinus caribaea (A) y Acacia mangium (B) sometidas a dife-
rentes regímenes nutricionales con evidencias de fallas en desarrollo y
coloración deficiente ................................................................................. 144
5.7. Desarrollo de plantas observable a través de potencial de crecimiento ra-
dicular ........................................................................................................ 146
6.1. Representación esquemática del peso relativo de la ganancia y de la base
genética en una silvicultura de facetas múltiples ...................................... 157
6.2. Diversos ejemplos de métodos de conservación ex situ: (A) Banco de
germoplasma. (B) Banco clonal. (C) Cultivo de tejidos ........................... 159
6.3. Esquema de un proceso de selección a corto plazo, con obtención sucesi-
va de árboles selectos y árboles élite ......................................................... 161
6.4. Esquema de un programa de mejora a medio y largo plazo ...................... 163
6.5. Ejemplo de distintos tipos de injerto practicados en castaño (Castanea
sativa Mill.) ............................................................................................... 166
6.6. Comparación de dos árboles con el mismo crecimiento en el anillo anual,
pero distinta proporción de madera de verano/madera de primavera ....... 174
6.7. Variación en el peso específico de la madera en función del número de
anillos ........................................................................................................ 174
7.1. Clasificación de copas de árboles de un rodal coetáneo (D: dominantes;
C: codominantes; I: intermedios; S: suprimidos; M: muertos; L: árbol
lobo) .......................................................................................................... 183
7.2. Diferenciación de árboles en clases de copa (D: dominantes; C: codomi-
nantes; I: intermedios; S: suprimidos; M: muertos) a medida que el rodal
aumenta en edad ........................................................................................ 183
7.3. Variación del número de árboles por clase de copa y edad en dos planta-
ciones de Pinus radiata de similar calidad de sitio, en Australia .............. 184
7.4. Representación de la mortalidad en Pinus radiata a diferentes densida-
des, en Isla del Norte, Nueva Zelandia ...................................................... 185
xii
7.5. Relación biomasa - densidad del rodal ...................................................... 185
7.6. Guía de densidad de manejo de un rodal de red alder (Alnus rubra). Línea
A representa raleo natural. La densidad debería mantenerse entre líneas B
(55 por ciento densidad relativa) y C (33 por ciento densidad relativa) ... 186
7.7. Variación de la densidad con la edad en bosques de Abies creciendo en
suelos de diferente calidad ........................................................................ 187
7.8. Producción de madera en el tiempo de rodales con y sin raleo ................. 187
7.9. Razón de copa viva (o longitud de copa viva) expresada como porcentaje
de la altura total ......................................................................................... 189
7.10. Efecto de un raleo oportuno (B) en comparación con un raleo tardío (A)
en un rodal de pino de 21 años de edad ..................................................... 190
7.11. Variación del volumen en pie de una plantación de Eucalyptus nitens
entre los 7 y 15 años de edad según tratamiento ....................................... 193
7.12. Diferentes grados de raleo bajo aplicado simultáneamente a un rodal de
pino de mediana edad ................................................................................ 195
7.13. Rodal de coníferas inmediatamente antes de un raleo de copa (árboles a
extraer se denotan por una línea transversal; árboles de cosecha, por color
gris de copas) y el mismo rodal 20 años después ...................................... 196
7.14. Rodal de coníferas marcado para raleo de selección (línea transversal),
dirigido fundamentalmente a eliminar árboles dominantes defectuosos ... 197
7.15. Rodal de coníferas sometido a raleo sistemático por hileras .................... 198
7.16. Rodal de coníferas que contiene una mezcla de árboles dominantes (D),
codominantes (C), intermedios (I) y suprimidos (S), luego de la aplica-
ción de un raleo bajo, de copas, de dominantes y libre ............................. 198
7.17. Distribución diamétrica de un rodal coetáneo puro según el método de
raleo aplicado (área achurada corresponde a la porción removida del ro-
dal) ............................................................................................................. 199
7.18. Raleo de dominantes (B) y raleo por lo bajo (C) reducen la estructura
vertical de un rodal (A) ............................................................................. 201
7.19. En un rodal (A) la aplicación de un raleo por lo alto crea un dosel abierto
(B) .............................................................................................................. 202
7.20. Representación esquemática del proceso de marcación de árboles para el
raleo (las flechas indican la dirección de avance; las líneas punteadas, la
faja de tres hileras y el color negro, el árbol seleccionado y orientación de
la marca) .................................................................................................... 206
7.21. Espaciamiento entre árboles después de un raleo. Los árboles cosecha
(AC) pueden estar espaciados unos de otros entre 5 m y 12 m. ................ 208
xiii
7.22. Ubicación de parcelas de control de marcación de raleo en trabajo en
fajas ........................................................................................................... 209
7.23. Esquema de raleo mecanizado, en que el ancho de la faja es de 4 m y la
distancia entre fajas de 15 m...................................................................... 210
7.24. Esquema de raleo mecanizado en fajas ..................................................... 211
7.25. Excavadora JCB Modelo JZ 140 ............................................................... 212
8.1. Corte transversal que muestra la relación entre el diámetro sobre muñón
(DOS) y el diámetro de oclusión (DOO) .................................................. 219
8.2. Corte transversal de una troza podada de pino radiata de 9 años de edad,
con un DOS de aproximadamente 12 cm. ................................................. 220
8.3. Ilustración de la ubicación del DOS en la primera poda............................ 221
8.4. Corte transversal y longitudinal de un árbol sin poda (A) y un árbol poda-
do (B), mostrando la capa de madera libre de nudos alrededor del corazón
defectuoso .................................................................................................. 222
8.5. Sección longitudinal que muestra la relación entre el diámetro de oclu-
sión (DOO) y el corazón defectuoso (DCD) ............................................. 223
8.6. Influencia del diámetro menor del trozo y del DOS en (A) el valor de
los trozos puesto aserradero y (B) en el rendimiento de madera libre de
nudos ......................................................................................................... 224
8.7. Distribución de madera libre de nudos en régimen de poda oportuno y
tardío .......................................................................................................... 225
8.8. Efecto en el crecimiento en altura de Pinus resinosa por la remoción de
varios porcentajes de copa viva ................................................................. 232
8.9. Reducción del crecimiento en altura (A) y en diámetro (B) según diferen-
tes intensidades de poda ............................................................................ 233
8.10. Poda en pino radiata con diferentes intensidades. (A) 40% de reducción
de copa viva. (B) 60% de reducción de copa viva .................................... 236
8.11. Poda en tres etapas (A) y en una sola etapa (B). La poda en varias etapas
da como resultado un cilindro nudoso uniforme bajo la madera limpia
(siempre que se mantenga el DOS de la primera poda). La poda en una
sola etapa, más tarde en la vida de un árbol en un rodal, deja un corazón
nudoso en forma cónica (mayor aprovechamiento de madera limpia si los
cortes son paralelos al cambium) .............................................................. 238
8.12. Secuencia de poda en tres etapas: (A) Poda baja: altura del árbol 5-6 m,
altura de poda 2 m; (B) Poda media: altura del árbol 7-8 m, altura de poda
4 m; (C) Poda alta: altura del árbol 9-10 m, altura de poda 6 m. .............. 243
8.13. Incremento de la proporción de madera clear con el aumento del PLI. (Nº
xiv
1 clear corresponde a madera sin defectos; Nº 2 clear a madera libre de
defectos en la mejor cara) .......................................................................... 245
8.14. Certificado para acreditar la calidad de poda en un rodal en Nueva Zelan-
dia. En el anverso se proporciona la información de las podas y levantes;
en el reverso, el plano del predio y del rodal que se certifica ................... 248
8.15. Herramientas más utilizadas en poda en Chile. (1) Tijerón neozelandés
(Prune-Off Lopper). (2) Serrucho cola de zorro. (3) Sierra para epicor-
mios ........................................................................................................... 249
8.16. Poda con escalera ...................................................................................... 250
8.17. Implementos utilizados para poda de altura. (1) Escala de aluminio. (2)
Trepadores. (3) King grip. (4) Rig step ..................................................... 250
8.18. Predicción de la longitud del daño por pudrición por efecto de la poda
(95 por ciento de intervalo de confianza, línea punteada) en función del
diámetro de rama podada en Eucalyptus nitens ........................................ 254
8.19. Desarrollo del índice de área foliar en Eucalyptus grandis con y sin ferti-
lizante ........................................................................................................ 255
8.20. Relación entre el índice de área foliar (IAF) y el porcentaje de luz solar
interceptada por el rodal ............................................................................ 256
9.1. (A) Acopio de residuos de cosecha por excavadora. (B) Transporte pri-
mario de residuos a través de skidder grapple. (C) Enfardado de residuos
de eucaliptos. (D) Astillado de residuos con triturador CBI Magnun Force
8400 ........................................................................................................... 269
9.2. Cultivos de salicáceas para fines energéticos (A) y cosecha de rebrotes
(B) .............................................................................................................. 274
9.3. Eucalyptus nitens creciendo en secano interior (A) y Acacia melanoxylon
creciendo en arenales (B) .......................................................................... 275
9.4. Rendimiento promedio en biomasa total (Mg ha-1), según especie, densi-
dad, edad del cultivo y sitio ....................................................................... 276
10.1. Plantación de pinos afectada por heladas (zona de Campanario, Cabre-
ro) .............................................................................................................. 286
10.2. Plantación de Eucalyptus globulus y árboles aislados afectados por hela-
das (Camino Santa Bárbara a Ralco) ......................................................... 286
10.3. Vivero a raíz desnuda de Eucalyptus globulus afectado por heladas ........ 287
10.4. Enrojecimiento y rajaduras en el tallo subapical en Pinus radiata atribui-
das a heladas .............................................................................................. 287
10.5. Rajadura en base del tallo y daño en el cambium por heladas en Eucalyp-
tus globulus ............................................................................................... 288
xv
10.6. Daño por heladas invernales en Eucalyptus globulus ............................... 288
10.7. Tostado por insolación (alta temperatura) en hojas intermedias de Eu-
calyptus globulus ....................................................................................... 289
10.8. Diversos grados de “estrangulamiento” de plantones de pino en vivero a
raíz desnuda ............................................................................................... 290
10.9. Cancros por insolación en pino radiata ..................................................... 291
10.10. Enrojecimiento de acículas en árboles orilleros. Sector Paraguay, Región
del Biobío (al sur del Río Laja) ................................................................. 291
10.11. Anegamiento por lluvias (año 2008) en una plantación de pino en la zona
de Arenales, Cabrero ................................................................................. 292
10.12. Anegamiento subsuperficial en sector Quella, Región del Maule ............ 293
10.13. Muerte de árboles de pino radiata en sectores anegados en forma subsu-
perficial, con muerte de raíces ................................................................... 293
10.14. Marchitamiento en pino atribuido a sequía (Región del Maule) ............... 294
10.15. Necrosis marginal causada por sequía en eucalipto .................................. 295
10.16. Plantación de pino radiata de un año inclinada por el viento (Quilleco,
Región del Biobío) .................................................................................... 296
10.17. Quebradura del fuste por viento en eucalipto y pino ................................ 297
10.18. Médula excéntrica y madera de compresión en pino radiata .................... 298
10.19. “Abocamiento” causado por viento en eucalipto ...................................... 298
10.20. Daño por granizo en tallo de pino y moteado clorótico en acículas ......... 299
10.21. Eucalipto quebrado por el peso de la nieve ............................................... 300
10.22. Árboles afectados por cloro. Explosión de camión con clorato de sodio en
choque 11/06/2002 en Salto del Laja, Región del Biobío ......................... 301
10.23. Eucaliptos plantados en suelos poco profundos, sector Galvarino, Región
del Biobío .................................................................................................. 302
11.1. Diagrama de representación de los principales componentes del balance
hidrológico ................................................................................................ 306
11.2. Relación entre tipo de cobertura, precipitación y evapotranspiración
anual, de acuerdo a las relaciones establecidas por Holmes y Sinclair
(1986) (línea continua) y Zhang et al. (1999) (línea segmentada) ............ 310
11.3. Características de la evapotranspiración en diferentes rodales, en que se
muestra la tasa de evapotranspiración relativa (k) en función del agua
disponible en el suelo ................................................................................ 313
11.4. Predicción del consumo de agua por bosques plantados de Pinus radiata
y Eucalyptus globulus en comparación con praderas en la cuenca Clem
Creek, Nueva Zelandia .............................................................................. 313
xvi
11.5. Distribución de los bosques plantados según rango de precipitaciones en
la Región del Biobío, Chile ....................................................................... 314
11.6. Curvas de escorrentía anual para distintos tipos de cobertura de la tierra .... 316
11.7. Potencial de reducción de la escorrentía media anual como resultado de
la forestación de praderas con Eucalyptus y Pinus radiata ...................... 317
11.8. Efecto de distintos usos de la tierra en el régimen de caudales máximos ..... 321
11.9. Relación entre la recarga media anual y la precipitación media anual para
coberturas de plantas anuales, plantas perennes y árboles ........................ 323
11.10. Distribución de frecuencia cumulativa de flujos diarios en las cuencas de
Kileys Run (cobertura de praderas) y Tedhill (cobertura de Pinus radiata)
ubicadas cerca de Tumut, Australia, período 1985-1989........................... 326
12.1. Preservación de la calidad del agua en predios forestales mediante cons-
trucción de alcantarillas ............................................................................. 342
12.2. Preservación de la calidad del agua mediante construcción de alcantari-
llas, control de la erosión y del arrastre de sedimentos ............................. 342
12.3. Control de la erosión, del arrastre de sedimentos y de los desmorona-
mientos en caminos forestales mediante programa de mantención .......... 343
12.4. Fotografía aérea ilustrando cómo se puede controlar la erosión mediante
la preservación de franjas de vegetación natural en la orilla de los cursos
de agua y disposición de los desechos de corte siguiendo las curvas de
nivel ........................................................................................................... 343
13.1. (A) Sistema silvoagrícola con plantación de pino radiata y siembra de
trigo intercalado con pradera natural. (B) Maíz creciendo entre hileras de
eucalipto (CMM, Minas Gerais, Brasil) .................................................... 354
13.2. Efecto de la permeabilidad del cortaviento sobre la reducción de la velo-
cidad del viento ......................................................................................... 355
13.3. Sistema silvopastoril formado por eucaliptos y forrajeras leguminosas en
el sur de Brasil, con ovejas pastoreando el sotobosque para producción de
lana ............................................................................................................ 358
13.4. Sistema agrosilvopastoril con álamos híbridos. (A) Siembra de hortali-
zas entre hileras de álamo. (B) Pasto creciendo entre hileras de álamo,
podados hasta una altura de 6 m. Se puede apreciar la cantidad de luz
disponible en el sotobosque. (C) Residuos de cosecha agrícola dejados
entre hileras de álamo (labranza mínima) como medio de protección y
conservación del suelo. (D) Cosecha del álamo como último componente
del sistema agrosilvopastoral. Se puede apreciar la proporción de copa
viva de los árboles (Compañía Agrícola y Forestal El Álamo) ................. 359
xvii
13.5. Sistema silvopastoril rotativo. (A) Eucaliptos plantados en camellones
en el medio del cultivo de arroz. (B) Aplicación de herbicida al suelo
húmedo entre las hileras de eucalipto, antes de sembrar la soja. (C) Soja
formada entre las hileras de eucalipto (CMM, Minas Gerais, Brasil) ....... 360
13.6. (A) Siembra de Brachiaria brizantha entre las hileras de eucaliptos, po-
dados hasta una altura de 4 m desde el suelo. (B) Pasto de Brachiaria bri-
zantha formado entre las hileras de eucaliptos, podados hasta una altura
de 4 m (CMM, Minas Gerais, Brasil) ........................................................ 361
13.7. Inicio del sistema silvopastoril, con bueyes pastoreando forrajeras peren-
nes en una plantación de eucalipto (CMM, Minas Gerais, Brasil) ........... 361
13.8. Parcelas permanentes establecidas en (A) una plantación podada y ralea-
da de Pinus ponderosa (PPP) y (B) un sistema silvopastoral con vacas
Angus Negro pastoreando entre hileras de pino (SPS) ............................. 365
13.9. (A) Cambio en la tasa de captura de C influenciada por un cambio en la
densidad arbórea, desde el establecimiento de una plantación de Pinus
ponderosa en 1991 a una densidad de 1.514 arb ha-1, seguido de un raleo
en 2003 con una densidad resultante de 800 arb ha-1 y 400 arb ha-1 des-
pués de la conversión a un sistema silvopastoral en fajas (PPP). Las ba-
rras verticales indican el error estándar de la media. (B) Distribución de
los stocks de C (kg) por compartimento del árbol antes de ralear y en PPP
y SPS seis años después de ralear. Valores con la misma letra minúscula
en un mismo componente arbóreo y entre tratamientos en 2009 no son
significativamente diferentes (Test t de Student, **P < 0,01) ................... 367
14.1. Tipos de bosques según FAO. ................................................................... 375
14.2. Representación de cinco diferentes estructuras de rodales, mostrando su
distribución en un corte vertical y los correspondientes gráficos de dis-
tribución diamétrica en términos de número de árboles por hectárea. Los
árboles de los tres primeros rodales son todos de la misma especie. El
cuarto contiene varias especies, de igual (clase de) edad, y el quinto de
dos clases de edad ..................................................................................... 379
xviii
pales ........................................................................................................... 15
2.3. Superficie de bosques naturales según tipo de bosque, por región (ha) .... 17
2.4. Principales productos y nivel de exportación (en porcentaje) de la indus-
tria forestal ................................................................................................. 26
2.5. Posición de Chile en el concierto mundial de países exportadores de pro-
ductos forestales (año 2014) ...................................................................... 27
2.6. Ranking global de las principales empresas forestales latinoamericanas
(2008-2014) ............................................................................................... 27
2.7. Indicadores del sector forestal de la Región del Biobío al año 2015 ........ 28
2.8. Contribución del sector forestal al producto interno bruto (%), 1990-
2011 ........................................................................................................... 31
3.1. Matriz estratégica de acción-decisión silvícola ......................................... 44
3.2. Concentración de nutrientes totales en diferentes materiales parentales ... 54
4.1. Estándares de calidad de agua para viveros en contenedores ................... 99
4.2. Porcentaje de los principales macronutrientes en el follaje de plantas de
Eucalyptus globulus durante su cultivo en envase, en Chile ..................... 113
6.1. Principales amenazas a los recursos genéticos forestales ......................... 156
7.1. Tipo de cortas intermedias ........................................................................ 179
7.2. Volumen en pie e incremento periódico (IPA) y medio anual (IMA) de
una plantación de Pinus radiata a la edad de 12 años a diferentes densi-
dades residuales ......................................................................................... 191
7.3. Dap y altura promedio, volumen en pie e incremento periódico (IPA) y
medio anual (IMA) de una plantación de Eucalyptus nitens a la edad de
15 años por tratamiento (densidad) ........................................................... 193
7.4. Métodos de raleo y criterio para identificar los árboles a extraer ............. 194
7.5. Características principales de los distintos tipos de raleo y cómo afectan
al rodal ....................................................................................................... 199
8.1. Evolución del DOS en podas sucesivas bianuales por zona de crecimien-
to: Concepción - Arauco (CA); Arenales (AR) y Malleco (MA) .............. 222
8.2. Altura DOS de la segunda poda y pérdida de volumen libre de nudos
(PVLN) por zona de crecimiento: Concepción - Arauco (CA); Arenales
(AR) y Malleco (MA) ............................................................................... 223
8.3. Efecto del tamaño del trozo y del cilindro defectuoso en el rendimiento
de madera libre de nudos en árboles podados (% del total aserrado) de
Pinus radiata ............................................................................................. 225
8.4. Efecto del tamaño del corazón defectuoso en el porcentaje de recupera-
ción de madera aserrada en Pinus radiata ................................................ 227
xix
8.5. Efecto del espaciamiento en el tamaño de los nudos: características de los
árboles dominantes en una plantación de Pinus resinosa de 20 años de
edad (índice de sitio 70) (plantas 2-1; luego edad total es de 23 años) ..... 227
8.6. Rendimiento promedio de volumen libre de nudos (VLN) y volumen ase-
rrable libre de nudos (VALN) por troza, en un rodal de Pinus radiata de
18 años con poda a 12 m de altura ............................................................ 228
8.7. Proporción de volumen aserrable libre de nudos (VALN) promedio por
troza en un rodal de Pinus radiata de 18 años con poda a 12 m de altura. 228
8.8. Comportamiento del diámetro del verticilo (DOS), diámetro de oclusión
(DOO) y profundidad de cicatrización (PC) a lo largo del fuste podado,
en un rodal de Pinus radiata de 18 años con poda .................................... 228
8.9. Volumen medio (m ) de trozas de pino radiata de 5,4 m a los 25 años de
3
xx
m, respectivamente .................................................................................... 240
8.19. Rendimiento según altura de poda en rodales de Pinus radiata de 5, 8 y 9
años, con tijerón neozelandés, escalera y king grip .................................. 241
8.20. Rendimiento de poda en rodales de Pinus radiata con tijerón neozelandés
y tijera eléctrica ......................................................................................... 242
8.21. Rendimiento y costos de poda con tijerón y escalera según altura de poda
y Dap de los árboles, en rodales de Pseudotsuga menziesii en EE.UU. ... 242
8.22. Rendimientos y costos de poda con tijerón según altura de poda y condi-
ción del terreno, en rodales de Pinus radiata en Nueva Zelandia ............. 242
8.23. Porcentaje de madera libre de defectos según PLI. ................................... 245
8.24. Poda a 6 m en dos etapas en Eucalyptus nitens en diferentes condiciones
de rodal ...................................................................................................... 258
8.25. Esquema de manejo para la producción de madera aserrada en plantacio-
nes de Eucalyptus nitens en Tasmania, Australia ...................................... 259
8.26. Esquema de manejo para trozos aserrables de eucalipto (densidad inicial:
1.000 arb ha-1) en Nueva Zelandia ............................................................ 260
8.27. Esquema de manejo aserrada en plantaciones de Eucalyptus en Aracruz,
Brasil ......................................................................................................... 260
8.28. Esquema de manejo para la producción de madera clear en plantaciones
de Eucalyptus nitens en Chile (densidad inicial: 1.250 o 1.429 arb ha-1,
según calidad de sitio) ............................................................................... 260
11.1. Impacto del uso de la tierra sobre parámetros hídricos, según tamaño de
la cuenca .................................................................................................... 307
11.2. Efecto de la distribución de la precipitación de Pinus radiata y Eucalyp-
tus spp. en cuencas de Australia ................................................................ 310
11.3. Efecto de los bosques plantados en la reducción del régimen de caudales
y el nivel de aguas subterráneas ................................................................ 327
13.1. Concentraciones (%) y stocks (kg arb-1 y kg ha-1) de carbono en diferentes
componentes arbóreos en plantaciones de Pinus ponderosa (PPP) de 18
años y sistemas silvopastorales con pinos en fajas (SPS) en la Patagonia
chilena (promedio ± desviación estándar) ................................................. 366
13.2. Incremento en diámetro altura de pecho (Dap), altura total (Ht) y área
basal (AB) durante un período de dos años en una plantación de Pinus
ponderosa (PPP) y un sistema silvopastoral en fajas (SPS) en la Patago-
nia chilena (media ± desviación estándar) ................................................ 368
xxi
Autores
Nombre Posición
Dr. Eduardo Acuña Universidad de Concepción
Facultad de Ciencias Forestales
Departamento Manejo de Bosques y Medio Ambiente
Concepción, Chile
[email protected]
xxii
Prof. Jaime García Universidad de Concepción
Facultad de Ciencias Forestales
Departamento Manejo de Bosques y Medio Ambiente
Concepción, Chile
[email protected]
xxiii
Prólogo / Prologue
Forestry has been defined as “the scientific management of forests for the continuous
production of goods and services”1, though, as with agriculture, forestry that reflects
the specifics of place as well as the generalities of science necessarily involves art.
Biologic, physical, social, management, and engineering sciences all play an important
role in forestry. Over the past 20 years the scope of biologic and environmental sciences
contributing to forest management has expanded beyond ecophysiology, genetics, and
vegetation management to encompass soil processes, ecosystem structure and dynamics,
hydrology, wildlife biology, fisheries, restoration ecology, conservation biology,
and landscape ecology. The social sciences, once relegated to a backseat (except for
economics), are now an important component. Research into innovative engineering
techniques and the development of a broad array of forest products are essential parts
of the contemporary package, and management science is playing an increasingly
important role in helping to integrate science, economics, and politics. A new dialogue
among science, philosophy, and religion is exploring the esthetic/spiritual dimensions
of forests –and nature as a whole– that have been common to humans for millennia.
Concern with sustainability in forestry dates back to the late seventeenth century; in
fact, Wiersum2 argues forestry was the first science in the western world to explicitly
acknowledge the need to safeguard finite natural resources for future generations.
However, beliefs about exactly what should be sustained have changed radically over
the past few decades. From early on there were competing philosophies about the proper
approach. Aldo Leopold, who once supervised a US National Forest, described two
types of forestry: Type A sees “. . . land as a commodity and trees as cellulose to be
grown much like cabbages”; Type B “. . . treats land as a community of interacting
and interdependent parts, all of which must be cared for”3. Type B, which I refer to as
ecosystem-based forestry, has always had a strong philosophical representation within
the forestry profession; however, Type A predominated throughout the world during
much of the twentieth century. Like modern agriculture, its focus has been on the
properties of individual crop types rather than communities and ecosystems. Type A is
commonly referred to as intensive forestry (where “intensive” refers to cultural inputs).
Intensive forestry had its beginnings in Germany during the mid-1800s. German forest
scientists, motivated by the ideas of the English economist, Adam Smith, formulated an
economic approach called soil rent theory, which held that interest should be earned on
land, timber capital, and silvicultural expenses (in opposition, “forest rent” theory held
1
Baker FS. 1950. The Principles of Silviculture. New York: McGraw-Hill.
2
Wiersum KF. 1995. 200 years of sustainability in forestry: lessons from history. Environ. Manage.
19:321-29.
3
Leopold quote from M. Behan, in Kohm KA, Franklin JF, eds. 1997. Creating a Forestry for the 21st
Century. Washington, DC: Island Press.
xxv
that interest charges against these assets were inappropriate). Plochmann4 describes the
result. “The soil rent method furnished foresters with an ideal planning tool for calculating
the species with the highest monetary return and the financial rotation with the highest
internal rate of interest on a given site. It fit perfectly with classical liberal economic
theory, which set the maximization of profit as the general objective of economic
activities and therefore the general objective for forestry as well”. However, because of
the time value of money, that approach forced short rotations and maximization of fiber
production to the exclusion of other values.
Beginning in the 1960’s, several things came together to start a shift back toward
management of ecosystems rather than stands of trees. Two factors in particular
were instrumental in triggering that change in approach. One was the emergence of
clear evidence that impacts on soils during intensive management were reducing
productivity, violating the basic forestry principle of sustained yields. A second critical
factor was increasing public dissatisfaction with the conversion of forests to tree farms
that were not sustaining either biodiversity or aesthetics, and in some cases altering
hydrology and filling streams with sediments. In the United States, the failure of federal
land management agencies to protect environmental values on federal lands, as was
their legal mandate, eventually brought about a radical change from wood-focused
management to ecosystem-based management. Over time, those changes have spread to
one degree or another to private forest lands, as evidenced by the explosive growth of 3rd
party forest certification, which as of 2008 accounted for approximately 12 percent of
the forest lands in the Americas5, and a much higher percentage of plantations in Chile.
Standards vary among certifying organizations but all include sustaining soils, water,
biodiversity, and productive capacity, as well as including social standards related to
local communities and worker rights.
A factor that has emerged more recently is the role of forests in carbon sequestration.
The world’s forests account for virtually the entire terrestrial carbon sink6, and many
authors have pointed out that expanding the forest base would contribute significantly
to sequestering atmospheric carbon and ameliorating global climate change. There
can be no better place to do that than agricultural lands that were formerly in forest,
and conversion of abandoned agricultural lands to tree plantations in Chile is almost
certainly one of the larger and more successful reforestation efforts of the past few
decades. It is a win-win situation with positive implications for both the economy and
the environment that extend beyond Chile’s borders to the globe as a whole. Zomer and
others7 calculated the global area of lands suitable for afforestation or reforestation to
4
Plochmann R. 1989. The forests of central Europe: a changing view. In Oregon’s Forestry Outlook: An
Uncertain Future. The 1989 Starker Lectures, pp. 1-9. Corvallis, OR: Coll. Forestry.
5
F. Cubbage and others. 2010. Impacts of forest management certification in Argentina and Chile.
Forest Policy and Economics 12(7): 497-504.
6
Pan et al. 2011. A large and persistent carbon sink in the world’s forests. Science 333:988-993.
7
Zomer et al. 2006. A global analysis of the hydrologic dimensions of climate change mitigation
through afforestation/reforestation. Colombo, Sri Lanka: International Water Management Institute. 44p.
(IWMI Research Report 101).
xxvi
be 499 million ha, nearly one-half of which is in South America. There is tremendous
potential in these lands to produce wood that might otherwise be harvested from pristine
forests, while at the same time contributing significantly to sequestering carbon in both
wood and soils, reducing erosion and therefore protecting streams, and providing habitat
for forest-dwelling species.
A major responsibility for meeting the broadening objectives and larger suite of
environmental values to be sustained in forestry falls on silviculturists. Silviculture,
the art and science of growing trees, deals with manipulating the spatial and temporal
structure of forests to achieve desired values. The authors of this timely book have
spent their careers addressing these issues. Their experience has much to offer Chile
and others throughout South America and the world who are managing and restoring
planted forests to meet the needs of the modern world. As always in nature, and as I’m
sure the authors would agree, there is much more to learn, particularly issues having
to do with forest resilience to pests and changing climate, and the role of diversity at
both stand and landscape scales in providing resilience and enhancing productivity. But,
as this book discusses, we have made significant strides toward a more ecologically-
grounded forestry.
David A. Perry
Professor (emeritus)
Department of Forest Ecosystems and Society
Oregon State University
Corvallis, Oregon, USA
xxvii
Prefacio
Los bosques plantados con fines de producción constituyen hoy un recurso muy impor-
tante en varios países. Sin embargo, solo unos pocos de ellos tienen las características
de los establecidos en Chile, en cuanto constituyen un recurso boscoso adicional a sus
bosques naturales, lo que ha permitido en la actualidad que prácticamente el 100 por
ciento del consumo de madera provenga de estos bosques y que el sector forestal se
haya posicionado como el segundo generador de divisas del país. Estas plantaciones,
de relativamente alta productividad, se manejan intensivamente, lo que implica un alto
grado de inversión a lo largo de la vida de la plantación, para optimizar los retornos
económicos de la madera industrial producida.
Pero, ¿cuál es el conocimiento acumulado acerca del manejo de los bosques plantados
en Chile? ¿Qué antecedentes publicados e integrados existen respecto a los principales
factores que inciden en su manejo y productividad? ¿Cuáles son los efectos hidrológicos
de los bosques plantados en un país con limitaciones hídricas? ¿Cómo se compara el
sector forestal a nivel internacional? Este y otros aspectos son tratados en este texto en
el cual participan destacados profesionales del área silvícola. Texto que incluye varios
tópicos relacionados con la silvicultura intensiva aplicada a bosques plantados con fi-
nes productivos. Aun cuando otras formas de bosques plantados –aquellos establecidos
xxix
principalmente para la restauración de la tierra (protección), producción de leña o con
fines recreacionales– son cada vez más importantes para la sociedad, no son el foco
de este texto. Del mismo modo, este documento no pretende plantearse a favor o en
contra de los bosques plantados con especies de rápido crecimiento para la producción
de madera. Su enfoque es estrictamente académico, basado en la experiencia de los
diversos autores y en una exhaustiva revisión de literatura, no solo local, sino también
internacional. Es un documento que presenta los aspectos fundamentales del rol de los
bosques plantados en el ambiente y el paisaje, a efectos de entregar antecedentes para
su adecuada ponderación, en un contexto maduro de planeamiento integral de uso de la
tierra con distintos fines.
El tiempo transcurrido entre la creación y publicación de este libro permitió a los parti-
cipantes desarrollar y presentar nuevas ideas y perspectivas sobre estos temas y a incor-
porar la literatura más reciente. Sin embargo, en el ínterin uno de ellos, nuestro colega
y amigo René Escobar, destacado viverista, falleció en mayo de 2012. Sus hijos nos
hicieron llegar su contribución, la cual también fue publicada por el Consejo Federal de
Inversiones de Argentina.
Este texto está dirigido a estudiantes del área forestal, así como también a administra-
dores y profesionales del sector, que pueden encontrar en sus páginas elementos que
ayuden u orienten a tomar decisiones responsables en términos económicos, ambienta-
les y sociales respecto al manejo de los bosques plantados. El Capítulo 1 presenta los
fundamentos de la silvicultura, los factores que afectan su práctica y su relación con los
bosques plantados; el Capítulo 2, sobre el recurso forestal en Chile, incluyendo el apor-
te del sector forestal en la economía nacional y en el contexto mundial de los bosques
plantados; el Capítulo 3, sobre la disponibilidad de recursos y la capacidad productiva
del sitio, y la relación entre los factores bióticos y la productividad del sitio; los Capí-
tulos 4 y 5 entregan información sobre la producción y el establecimiento de plantas, y
sobre el manejo de las plantas entre el vivero y su establecimiento en terreno; el Capí-
tulo 6, sobre el mejoramiento genético asociado a los bosques plantados; los Capítulos
7 y 8, sobre el raleo y la poda, técnicas silvícolas de manejo aplicables en edades inter-
medias de un rodal; el Capítulo 9, sobre biomasa forestal para energía; el Capítulo 10,
sobre los factores abióticos que afectan a los bosques plantados; el Capítulo 11, acerca
de la relación entre el agua y los bosques plantados; el Capítulo 12, sobre la certifica-
ción ambiental y de manejo sustentable de los bosques plantados; el Capítulo 13 sobre
los sistemas agroforestales, incluyendo un estudio comparativo de productividad entre
sistemas silvopastoriles y bosques plantados y por último, el Capítulo 14, es un glosario
sobre la definición legal e internacional (según FAO) de algunos términos silvícolas.
xxx
este libro, esperamos también mostrar al lector que los bosques plantados, pese a su
simplicidad estructural y a pesar de la alta intensidad de gestión requerida, desempeñan
un papel importante en resolver y mitigar algunos de los problemas globales actuales ta-
les como la creciente demanda de recursos y energía, y, por extensión, sobre la pobreza.
Los editores
xxxi
Agradecimientos
Este libro tuvo una larga gestación, con participación de estudiantes de pre y posgrado
que con su entusiasmo y dedicación contribuyeron en la búsqueda y sistematización de
la información recopilada. Nuestros agradecimientos a todos ellos así como a varios co-
legas que alentaron esta iniciativa y ayudaron en la revisión de los diferentes capítulos
que componen este libro. Capítulos que también fueron revisados por los editores, en
forma independiente. En especial, deseamos agradecer la colaboración del Dr. Fernando
Droppelmann, académico de la Universidad Austral de Chile. A los autores de los dife-
rentes capítulos que componen este libro –principalmente los participantes extranjeros–
por la generosidad de su tiempo y su compromiso voluntario con este trabajo, así como
por su pronta atención a las múltiples solicitudes de revisión editorial. A Soledad Salas,
magíster en Ciencias Forestales, quien contribuyó con gran entusiasmo y dedicación en
la diagramación y edición de los textos, tablas y figuras y las referencias. A la Facultad
de Ciencias Forestales que nos otorgó las facilidades requeridas para escribir este libro.
Al Sello Editorial de la Universidad de Concepción, por la producción, edición y finan-
ciamiento de este texto. Al Dr. David A. Perry, Profesor Emérito de la Facultad Forestal
de la Universidad Estatal de Oregon, Estados Unidos, quien desde la distancia alentó
la elaboración de este libro y accedió gentilmente a prologarlo. Finalmente, a nuestras
familias por su siempre constante apoyo, aliento y paciencia.
Los editores
xxxiii
Dedicatoria
xxxv
1. La silvicultura y los bosques plantados
Miguel Espinosa y Jaime García
Introducción
Fundamentos de la silvicultura
1
mente, mucho más extenso, por lo que el tiempo entre la inversión en silvicultura y los
beneficios potenciales por la venta de los productos que éste genere, es de varios años
o décadas.
El silvicultor debe enfrentarse no sólo a los factores internos que afectan la práctica de
la silvicultura (i.e. suelo, clima, especies), sino también, y quizás en orden de magnitud
mayor, con aquellos que externamente afectan su quehacer. Por ejemplo, a medida que
aumenta la población humana o la calidad de vida de las personas, aumenta la demanda
de productos forestales; pero por otro lado, disminuye la tierra disponible para la pro-
ducción forestal, ya sea por malas prácticas (e.g. deforestación, cosechas no planifica-
das, incendios) o por la habilitación de terrenos para la agricultura o para el desarrollo
urbano. Lo que exige un mejor y más eficiente uso de tierra para el crecimiento de los
árboles.
El cambio experimentado por la actitud del público hacia un mayor respeto y considera-
ción por el medio ambiente, implica un cambio de paradigmas en cómo manejar los bos-
ques y en entender que mantener la integridad ecológica de los ecosistemas forestales
puede ser más importante que la producción de productos básicos. Equilibrar la deman-
da por valores diversos y a veces contradictorios de la sociedad (integridad ecológica y
productos forestales) en un programa de gestión eficaz para un rodal dado, es el desafío
de la silvicultura moderna. En su aplicación, entonces, tanto el o los sistemas silvícolas
establecidos en el plan de manejo, así como las prácticas aplicadas en la operación de la
gestión forestal, deben ser económica y financieramente viables, ecológicamente apro-
piadas a las condiciones del sitio, institucionalmente atractivas y políticamente acepta-
bles, en un contexto de escala de paisaje y de larga duración en el tiempo.
Este nuevo paradigma en el cual se vinculan los intereses de las generaciones futuras
con las acciones para satisfacer las necesidades de hoy –lo que se conoce como desa-
rrollo sustentable–, implica más presión sobre los silvicultores y los científicos para
mejorar continuamente la base de conocimientos de la silvicultura. Encontrar formas
de cultivar árboles de alta calidad y de rápido crecimiento, utilizar con eficacia la pro-
ductividad de la tierra, y hacerlo de forma ambiental, social y económicamente factible
y sustentable, es de gran importancia para el futuro de la industria de los productos
forestales. Los múltiples factores que afectan la práctica de la silvicultura determinan
que ésta sea cada vez más compleja, limitando el área de toma de decisiones y exigiendo
mayor creatividad.
Intensidad de la silvicultura
2
re la renovación del bosque: silvicultura extensiva, silvicultura intensiva y silvicultura
de intensidad media.
Entre estos dos extremos podemos distinguir también niveles intermedios de aplica-
ción de la silvicultura, tanto en bosques naturales como en bosques plantados. Puede
ser el caso de pequeños propietarios de bosques que no tienen los recursos necesarios
para practicar una silvicultura intensiva. Pero a diferencia de la silvicultura extensiva,
se practican algunos tratamientos silviculturales que posibilitan el logro de mayores
volúmenes de madera a la cosecha en menor tiempo. Las plantaciones establecidas con
fines de protección (e.g. de suelos y agua, rehabilitación ecológica), conservación o pro-
pósitos socioeconómicos, son usualmente manejadas bajo esquemas menos intensivos.
3
neración, al igual que las perturbaciones naturales, pueden variar en severidad. Así, los
tratamientos más drásticos, como la tala rasa, que remueve todos los árboles del rodal
en una sola intervención, favorecen a las especies intolerantes a la sombra (o especies de
sucesión temprana). Estas especies son algunas de las coníferas y latifoliadas comercial-
mente más valiosas, como pino radiata y eucalipto. Tratamientos menos severos remue-
ven sólo una porción del rodal original y tienden a favorecer a especies más tolerantes a
la sombra (o especies de sucesión tardía).
4
Figura 1.1. Representación de un régimen silvicultural.
Las prescripciones silvícolas son específicas de cada rodal y deben estar acordes a los
objetivos de manejo establecidos (e.g. producción de madera libre de defectos) median-
te la especificación de los tratamientos silvícolas a seguir para el logro de ellos (e.g.
fertilización, raleo, poda). Pueden incluir una amplia gama de prácticas, desde medidas
para aumentar la tasa de crecimiento, el vigor y el valor de árboles para la producción
de madera, como también aquéllas destinadas a regenerar nuevos rodales, el que los
bosques sean menos susceptibles a irrupción de insectos y enfermedades e incluso para
regular el flujo de agua dentro de una cuenca hidrográfica o proporcionar hábitat para
la vida silvestre.
5
La serie continua de actividades planificadas en un bosque manejado, desde la cosecha
hasta su reposición (reforestación) y los tratamientos intermedios contemplados, ade-
más de la protección contra incendios, enfermedades o insectos, animales, inundacio-
nes, viento y nieve, compone el Ciclo de Manejo Forestal, el que se complementa con
la investigación, piedra angular para la silvicultura sostenible y que proporciona im-
portantes aportes a todas las partes del ciclo. El ciclo incluye el monitoreo permanente
del rodal para detectar posibles enfermedades, ataque de insectos, daños por animales u
otros. La Figura 1.2 muestra el ciclo de manejo forestal de una plantación destinada a la
producción de madera de calidad.
Si bien es cierto el establecimiento de bosques plantados data de hace siglos atrás, sólo
en las últimas décadas ha ido adquiriendo una importancia creciente en los planes de
desarrollo forestal de muchos países. Mientras el área de bosques naturales disminuye,
así como su participación en el aprovisionamiento global de madera (Warman 2014),
los bosques plantados se expanden rápidamente, alcanzando al año 2010 a 264 millones
de hectáreas, que representa aproximadamente un 7 por ciento del área forestal mundial
(FAO 2010, FAO 2011) (Tabla 1.1). Para ello se han conjugado una serie de factores,
entre los cuales la escasez de madera proveniente de los bosques naturales y las crecien-
tes restricciones de uso de éstos, lo que ha sido determinante para que los países busca-
6
ran otras fuentes de aprovisionamiento de madera para satisfacer las demandas internas.
1990 2010
Superficie de bosques (billones de ha) 4,17 4,03
Superficie de plantaciones (millones de ha) 178 264
1990-2000 2000-2010
Pérdida neta anual (millones de ha año )
-1
8,3 5,2
Deforestación anual (millones de ha año-1) 16 13
Incremento de plantaciones (millones de ha año-1) 3,6 4,9
Fuente: FAO (2010), FAO (2011).
7
al. 2008) ha sido también determinante para el auge de este tipo de cultivo.
Pero los bosques plantados no sólo pueden abastecer de madera y fibra, sino también de
bioenergía y de productos forestales no madereros; además de proveer servicios sociales
y ambientales, como protección de suelos y aguas, rehabilitación de tierras degradadas,
secuestro de carbono, mitigación de la desertificación, recreación y diversificación del
paisaje urbano y rural. En muchas regiones, las plantaciones han sido efectivamente
utilizadas para restaurar los ecosistemas forestales (Bohre y Chaubey 2014, Parrotta
et al. 1997, Sayer et al. 2004) y los servicios económicos, sociales y ambientales que
proporcionan (Bauhus y Schmerbeck 2010, Chokkalingam et al. 2006, De Jong 2010,
Updegraff et al. 2004). Según Bohre y Chaubey (2014), la ecorrestauración a través de
bosques plantados es la técnica más eficaz para recuperar los ecosistemas degradados.
Además, los bosques plantados contribuyen a reducir la presión (social, económica y
ecológica) sobre los bosques naturales, a incrementar el bienestar de las comunidades
locales (FAO 2011, Kanninen 2010) y secuestran una importante proporción del car-
bono atmosférico liberado por los seres humanos en los últimos 300 años (Paquette y
Messier 2009).
En Chile (al igual que en Nueva Zelandia), los bosques plantados se han establecido
mayormente en terrenos abandonados, degradados, no aptos para una agricultura/gana-
dería sustentable (Clapp 2001, Estades y Escobar 2005). Situación que contrasta con lo
ocurrido en otros países, en los cuales en muchos casos se reemplazan los bosques na-
turales –y otras áreas de alto valor de conservación, como pastizales y humedales– por
plantaciones (WWF 2009). O bien los bosques naturales se manejan bajo un concepto
de silvicultura intensiva, sin tener claridad acerca de cómo las diferentes prácticas silví-
colas afectan, en el largo plazo, su composición, estructura y procesos ecológicos (Perry
1998). Es entendible, entonces, que estas plantaciones no tengan la diversidad bioló-
gica y la estructura compleja que caracteriza a los bosques naturales. ¿Cómo podrían
tenerla? Por el contrario, contribuyen a incrementar la biodiversidad, si la plantación
se establece bajo condición de abandono o degradación de la tierra (Brockerhoff et al.
8
2008, Paquette et al. 2009, Pawson et al. 2010) y especialmente si se localiza próxima
a bosques naturales, ya que animales, aves e insectos existentes en éstos podrían inva-
dir la plantación; a su vez, la plantación puede contribuir a reducir el efecto de borde,
ampliar el hábitat de algunas especies y aumentar la conectividad entre fragmentos de
bosques (Brockerhoff et al. 2008, Fischer et al. 2006, Marjokorpi y Salo 2007, Norton
1998, Pawson et al. 2013). Sin embargo, también se corre el riesgo de invasión de la
regeneración natural de la especie exótica en el bosque natural, como ha sido documen-
tado por Engelmark et al. (2001) y Pauchard et al. (2009), entre otros.
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julio de 2015.
11
2. El recurso forestal en Chile
Miguel Espinosa y Eduardo Acuña
Introducción
Chile es un país que asienta su territorio en América, Antártica y Oceanía. Está loca-
lizado en el suroeste de América del Sur, entre los 17º30’ de latitud sur en su límite
septentrional hasta los 56º30’ de latitud sur en la parte meridional sudamericana. Limita
al norte con Perú, al este con Argentina y Bolivia, al sur con el Polo Sur y al oeste con
el Océano Pacífico. La superficie de Chile sudamericano es de 756.096 km2. Es un país
largo y estrecho con una longitud de 4.300 km y un ancho promedio de 170 km (Banco
Central 2014), dividido en 15 regiones administrativas. Dada su longitud, presenta una
gran diversidad de ambientes, desde desiertos en el norte a bosques templados lluviosos
en el sur. En el paisaje chileno se distinguen tres unidades morfológicas: la Cordillera de
los Andes, al este, la Cordillera de la Costa, al oeste, y el valle longitudinal, entre ambas
cordilleras. En la región septentrional, casi enteramente desértica, las temperaturas son
moderadas por la corriente de Humboldt. La región central se caracteriza por presentar
un clima templado mediterráneo, con precipitaciones concentradas en los meses de in-
vierno, las cuales no superan los 400 mm. Las lluvias se incrementan en sentido meri-
dional, coincidiendo con un clima más frío, principalmente en el extremo sur, donde las
precipitaciones pueden superar los 5.000 mm anuales (ODEPA 2013).
De la superficie continental de Chile, el 23,2 por ciento está cubierto por bosques (na-
turales, plantados y mixtos); el resto se distribuye entre terrenos agrícolas, praderas y
matorrales, áreas sin vegetación, humedales, nieves y glaciares, áreas urbanas e indus-
triales, cuerpos de agua y áreas no reconocidas (INFOR 2016) (Tabla 2.1).
Superficie Porcentaje
Uso actual
(ha) (%)
Áreas urbanas e industriales 356.987 0,5
Terrenos agrícolas 3.326.387 4,4
Praderas y matorrales 20.511.976 27,1
Bosques 17.520.869 23,2
Humedales 3.592.803 4,7
Áreas sin vegetación 24.561.440 32,4
Nieves y glaciares 4.158.575 5,5
Cuerpos de agua 1.346.207 1,8
Áreas no reconocidas 283.198 0,4
Total 75.658.443 100,0
Fuente: INFOR (2016).
13
Un 19,5 por ciento de su superficie está bajo el Sistema Nacional de Áreas Silvestres
Protegidas (SNASPE), en el cual los bosques naturales están representados solo en un
30 por ciento y localizados fundamentalmente en la zona austral (desde los 44º S). La
superficie con bosques comprende 14,3 millones de ha de bosques naturales –en su
mayoría compuestos de especies endémicas– concentrados en tierras montañosas, par-
ticularmente en la Cordillera de los Andes, y 2,5 millones de ha de bosques plantados
(INFOR 2016). Los bosques naturales se concentran en la zona sur de Chile, a partir de
los 40º S; los bosques plantados con especies no nativas, en la zona centro-sur, prefe-
rentemente entre los 36º y 39º S (Figura 2.1).
Figura 2.1. Superficie de bosques naturales y plantados por región (miles de ha).
Fuente: INFOR (2016).
Bosques naturales
Los bosques nativos de Chile, clasificados como bosques templados, están compuestos,
dado su amplio rango latitudinal, por especies adaptadas a climas secos, como la palma
chilena (Jubaea chilensis) y los bosques esclerófilos, en la zona centro-norte (35º a 37º
S); por los bosques prehistóricos de araucaria (Araucaria araucana) y alerce (Fitzroya
cupressoides) en la zona centro-sur (37º a 40º S), y los bosques templados lluviosos
en el sur, adaptados a climas húmedos y fríos (40º a 55º S). Estos bosques representan
aproximadamente un tercio de los bosques templados relativamente no alterados del
mundo (Bryant et al. 1997). Asimismo, Chile posee alrededor del 25 por ciento de los
bosques templados lluviosos del mundo y la segunda mayor área del bosque lluvioso
templado costero, después de los bosques de la costa del noroeste del Pacífico, que se
14
extienden desde el norte de California al sureste de Alaska (Wilcox 1996).
Tabla 2.2. Tipos forestales del bosque nativo de Chile. Superficie y especies principales.
15
Continuación Tabla 2.2.
16
(o bosques de segundo crecimiento), con una distribución más amplia, que comprende
las regiones desde Valparaíso hasta Magallanes; 1,1 millones de ha de bosque adulto-re-
noval, cuya mayor superficie se localiza en las regiones de Los Lagos y Aysén, y 2,8
millones de ha de bosque achaparrado, concentrado en las regiones más australes del
país, Aysén y Magallanes (INFOR 2016) (Tabla 2.3). Cruz y Schmidt (2007) estiman
que un 30 por ciento de la superficie cubierta por bosques naturales es potencialmente
productiva. No obstante, la superficie efectiva neta debiera ser menor, si se descuenta la
de bosques de difícil acceso, la próxima a cursos de agua, la que ocupa suelos frágiles
y la con bosques fuertemente alterados. Además de la contenida en áreas protegidas,
en pendientes mayores a 45 por ciento –que constituyen bosque de protección, según
la legislación vigente–, el bosque achaparrado, los tipos forestales con prohibición de
corta (Alerce y Araucaria), los compuestos por especies clasificadas como en peligro
de extinción o vulnerable (e.g. Ciprés de la Cordillera, Ciprés de las Guaitecas, Hualo,
Mañío, Ruil) (IUCN 2017) y con prohibición de sustitución (Esclerófilo).
Tabla 2.3. Superficie de bosques naturales según tipo de bosque, por región (ha).
Tipo de Bosque
Región (ha)
Adulto Renoval Adulto-renoval Achaparrado
Arica y Parinacota - - 47.151 -
Tarapacá - 7.300 - -
Antofagasta - - - -
Atacama - - - -
Coquimbo 193 31.073 - -
Valparaíso 1.150 482.013 927 26
Metropolitana 19 346.697 17.239 -
Lib. B. O’Higgins 76.948 434.391 16.903 1.067
Maule 15.021 330.169 24.893 14.631
Biobío 93.978 541.209 63.210 70.155
La Araucanía 275.196 483.275 120.173 85.508
Los Ríos 444.746 289.694 128.678 45.414
Los Lagos 1.418.612 742.423 253.267 413.134
Aysén Gral. C. Ibáñez 2534.750 459.931 245.919 1.158.144
Magallanes y Antártica 1.271.909 234.219 16.827 1.000.639
Total (ha) 6.062.522 4.381.394 1.083.187 2.788.718
Porcentaje (%) (41) (31) (8) (20)
Fuente: INFOR (2016).
17
restales además de Roble-Hualo, Roble-Raulí-Coihue y Coihue-Raulí-Tepa; en ambos
casos se requiere establecer un mínimo de 3.000 plantas ha-1 de las mismas especies ho-
mogéneamente distribuidas. Los sistemas de protección y selección son aplicables a la
mayor parte de los tipos forestales, requiriendo en todos los casos establecer también un
mínimo de 3.000 planta ha-1 (DS 259 1980) (Figura 2.2). Si bien es cierto, la legislación
vigente contempla la aplicación de los sistemas silviculturales descritos, son escasos los
ejemplos de su aplicación y por otro están focalizados sólo a la producción de madera,
sin una visión ecosistémica del recurso para proveer los múltiples servicios y beneficios,
distintos a la madera, que se puede obtener de estos bosques.
18
significativa importancia en el ámbito de la producción dendroenergética (leña) y en los
servicios ecosistémicos que presta, como por ejemplo protección de cuencas, protección
de la biodiversidad, secuestro de carbono, producción de agua, pesca recreativa, salmo-
nicultura y generación hidroeléctrica.
Bosques plantados
19
el género Populus (Bernath 1940); en 1823, Eucalyptus globulus (Navarro 1961) y Pi-
nus radiata desde California, en 1885 (Bernath 1940, Pastor 1936); alrededor de 1890,
Pseudotsuga menziesii y otras especies que se encuentran principalmente en parques
y jardines (Anónimo 1918). A comienzos del siglo 20 el paisaje de la zona centro-sur
de Chile empieza a ser gradualmente ocupado por plantaciones con especies exóticas,
principalmente con pino radiata; a fines de los 80, también con especies del género Eu-
calyptus. A inicios de los 70, la superficie plantada superaba las 300 mil ha (Cerda et al.
1996) producto de franquicias tributarias contempladas en la Ley de Bosques de 1931
(Decreto Supremo 4363), considerada la primera ley forestal que promovió el desarrollo
del sector en Chile. En 1974 se promulga la Ley de Fomento Forestal (DL 701), que
subsidia las actividades de forestación, administración y manejo, dando así un nuevo
impulso al desarrollo del sector. Junto a ello, se implementó una estrategia de gestión
que redujo la participación del Estado, transfiriendo la capacidad industrial y las tierras
forestales a privados. De esta forma, las tasas anuales de plantación que en promedio
alcanzaban a 20 mil ha entre los años 50 a 70 (Cerda et al. 1996), se elevan a 100 mil ha
o más en las décadas siguientes (Figura 2.3). Al año 2015 la superficie plantada asciende
a 2,52 millones de ha, de las cuales 1,48 millones con pino radiata y 0,88 millones con
eucalipto (0,60 millones de ha con E. globulus y 0,27 millones de ha con E. nitens),
plantaciones concentradas en la zona centro-sur (35º a 40º S) (INFOR 2016), ocupando
preferentemente suelos erosionados y marginales para cultivos agrícolas y pecuarios
(Clapp 2001, Estades y Escobar 2005).
20
Las tasas de crecimiento a lo largo del rango de distribución de las plantaciones varía
entre 15 a 25 m3 ha-1 año-1 para pino radiata (Sedjo 1999) y entre 20 a 30 m3 ha-1 año-1
para eucalipto (LIGNUM 2003). La edad promedio de cosecha es entre 20 y 25 años
para pino radiata (Espinosa et al. 2005) y entre 9 y 14 años para eucalipto con objetivo
de producción de pulpa de celulosa (LIGNUM 2003).
En cuanto a los bosque plantados con especies del género Eucalyptus, los cuales ini-
cialmente se manejaban como monte bajo para su utilización en minas y producción
de carbón vegetal, adquieren, a fines de los ochenta, gran importancia como materia
prima para la industria de la celulosa, lo que llevó a incrementar la superficie plantada,
especialmente con E. globulus y E. nitens. A partir de 2002, la tasa de plantación anual
con estas especies tiende a igualarse con la de pino radiata (INFOR 2016) (Figura 2.4).
21
Figura 2.4. Evolución de la tasa de plantación de pino radiata y eucalipto, 1980-2015.
Fuente: INFOR (2016).
La distribución de edad de los bosques plantados con pino radiata y eucalipto muestra
que aproximadamente el 39 por ciento de las plantaciones de pino radiata son menores
a 11 años de edad y que solo un 18 por ciento corresponde a plantaciones mayores a 20
años. En el caso de eucalipto, 27 por ciento de las plantaciones son menores a 6 años de
edad y solo un 13 por ciento mayor a 15 años (INFOR 2016) (Figura 2.5).
22
Figura 2.5. Superficie de bosques plantados de Pinus radiata, Eucalyptus globulus y E.
nitens según rango de edad, a diciembre de 2014.
Fuente: INFOR (2016).
23
plantados con especies exóticas de rápido crecimiento, pero fueron insuficientes para
promover los bosques plantados con especies nativas.
En 1998 se dicta la Ley 19.561 que modifica el D.L. 701. Dicha reforma tuvo como
finalidad incentivar la reforestación por parte de pequeños propietarios forestales y la
recuperación de suelos degradados. Posteriormente, en 2008, se prorroga hasta el 2012
la vigencia del DL 701, y se introducen algunas modificaciones: incorpora la definición
de mediano propietario forestal y establece beneficios para las personas y comunidades
indígenas. A la fecha, los dos proyectos de Ley presentados en el Congreso que amplían
y modifican los incentivos al establecimiento de bosques no han sido acogidos a trami-
tación. A consecuencia de ello, las tasas de forestación han caído desde que expirara el
año 2012 la Ley 19.561, de 17 mil ha a 3 mil ha el año 2015 (CIF 2016).
La Ley 19.300 de 1994 sobre Bases Generales del Medio Ambiente y su reglamento
(D.S. 95), someten al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental a los proyectos de
desarrollo forestal y de la industria derivada, definidos como de dimensiones industria-
les por esta normativa. Se entiende por dimensiones industriales, proyectos de desarro-
llo o explotaciones forestales que abarquen una superficie única o agregada de más de
20 ha año-1 entre las Regiones de Arica y Parinacota a la de Coquimbo; de 200 ha año-1
entre las Regiones de Valparaíso a la del Maule, incluyendo la Metropolitana; de 500
ha año-1 entre las Regiones del Biobío a la de Aysén, o 1.000 ha año-1 en la Región de
Magallanes.
La Ley 20.283, sobre Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal de 2008,
tiene como objetivos la protección, la recuperación y el mejoramiento de los recursos
naturales originarios. Este cuerpo legal establece un sistema de entrega de bonificacio-
nes estatales a través de dos concursos, uno para pequeños propietarios y otro para los
demás interesados. La Ley fomentará a través de bonificaciones tres grandes acciones:
i) actividades que favorezcan la regeneración, recuperación o protección de formacio-
nes xerofíticas de alto valor ecológico o de bosques nativos de preservación, con el fin
de mantener la diversidad biológica, ii) actividades silviculturales dirigidas a la obten-
ción de productos no madereros, y iii) actividades silviculturales destinadas a manejar
y recuperar bosques nativos para fines de producción maderera. También promueve la
investigación sobre el bosque nativo, mediante la entrega de fondos concursables para
financiar proyectos de investigación sobre el bosque nativo. A la fecha esta Ley no ha
incidido en un incremento significativo de la superficie manejada de bosque nativo, no
ha reducido la extracción de leña sin planes de manejo, no ha impulsado una incorpora-
ción del bosque nativo a la economía forestal y ha entregado menos de un 10 por ciento
de los montos disponibles como incentivo al manejo (CIF 2016).
24
logró entre los años 2010-2015 una participación promedio del 7,6 por ciento de las ex-
portaciones (INFOR 2016), por debajo del quinquenio 2000-2004 en que se alcanzó un
máximo promedio de 11,9 por ciento (Figura 2.6). La baja en el quinquenio 2005-2009
se explica por el ciclo económico producto de la crisis subprime en los EE.UU. y la
mayor demanda mundial de cobre, principal commodity de Chile; la del sexenio 2010-
2015, por la desaceleración mundial y por el fin de la época dorada de los commodities
(FAO 2014a).
Figura 2.6. Evaluación de las exportaciones del sector forestal en la economía chilena (%).
Fuente: INFOR (2016).
25
Figura 2.7. Evolución del consumo de madera en troza industrial (m3).
Nota: La Figura no incluye la proporción correspondiente a otras especies, que el año
2015 asciende a 0,4 por ciento.
Fuente: INFOR (2016).
De entre más de 200 productos generados por los bosques plantados, aquellos que apor-
tan mayoritariamente a las exportaciones son celulosa, madera terciada, astillas de ma-
dera y madera aserrada (INFOR 2016) (Tabla 2.4). Bienes en que Chile ocupa un lu-
gar entre los diez principales países exportadores de productos forestales (FAO 2014c)
(Tabla 2.5). La producción está concentrada en tres grandes empresas: Masisa S.A. y
los holdings Arauco y CMPC, empresas que se incluyen dentro de las 100 principales
compañías forestales del mundo, ocupando Arauco y CMPC los dos primeros lugares a
nivel latinoamericano. Al año 2014, nueve compañías latinoamericanas están incluidas
en este ranking, representando sus ventas el 6,68 por ciento de las ventas mundiales de
productos forestales (PwC 2009, PwC 2010, PwC 2011, PwC 2012, PwC 2013, PwC
2014) (Tabla 2.6).
Madera aserrada (miles m3) 3.327 (51) 3.802 (44) 5.698 (51) 8.298 (60) 6.354 (48) 8.372 (47)
Entre paréntesis la cantidad exportada en porcentaje.
Fuente: INFOR (2016).
26
Tabla 2.5. Posición de Chile en el concierto mundial de países exportadores de produc-
tos forestales (año 2014).
Ranking/Ventas (MMUS$)
Compañía País
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Arauco Chile 28 3.689 31 3.113 28 3.788 25 4.374 26 4.280 18 5.146 18 5.328
CMPC Chile 35 2.945 30 3.124 21 4.219 21 4.797 22 4.759 20 4.974 21 4.846
FibriaCelulose
Brasil 53 1.911 34 2.800 30 3.572 29 3.506 29 3.174 33 3.218 36 2.665
(VCP+Aracruz)
Suzano Brasil 46 2.264 44 2.004 37 2.567 33 2.904 40 2.904 40 2.646 34 2.733
Kimberly-Clark México México 51 2.091 1.166 1.828 49 2.075 49 2.158 47 2.227 45 2.327 49 1.972
Klabin Brasil 56 1.725 919 1.601 48 2.083 44 2.329 48 2.140 48 2.139 56 1.841
Masisa S.A. Chile 79 1.054 77 914 82 1.017 82 1.017 73 1.349 72 1.365 61 1.545
Duratex Brasil - - 92 729 60 1.559 56 1.779 57 1.745 75 1.166 73 1.124
Bio Pappel (fr. Grupo
México 94 769 87 761 85 897 86 888 86 912 87 919 82 833
Industrial Durango)
Fuente: PwC (2009), PwC (2010), PwC (2011), PwC (2012), PwC (2013), PwC (2014), PwC (2015).
Las exportaciones de productos forestales del país se realizan preferentemente por los
puertos de la Región del Biobío (Coronel, Lirquén y San Vicente). Esta Región concen-
tra la mayor participación de la actividad forestal de Chile: posee una importante super-
ficie de bosques plantados y reúne gran parte de la capacidad instalada de la industria
forestal nacional (Tabla 2.7). Constituye el principal sector de la economía regional,
contribuyendo en promedio en el periodo 2010-2015 con el 75 por ciento del total ex-
portado por la Región (INE 2011).
27
Tabla 2.7. Indicadores del sector forestal de la Región del Biobío al año 2015.
Ítem Cifras
Superficie regional (ha)1 3.706.000
Superficie de bosque nativo (ha)1 768.552
Superficie de bosques plantados (ha)1 967.257
Plantas de celulosa (nº)1 4 (70% capacidad instalada)
Plantas de tableros y chapas (nº)1 15 (62% capacidad instalada)
Exportaciones por puertos de la Región (%)1 82
Participación exportaciones regionales (%)2 75 (promedio 2010-2015)
Fuente: INFOR (2016)1; INE (2011)2, INE (2013)2, INE (2016)2.
Los bosques plantados han experimentado un sostenido crecimiento a nivel global, al-
canzando al año 2010 unos 264 millones de hectáreas, aproximadamente un 7 por ciento
del área total de bosques –que asciende a 4.033 millones de hectáreas–, superficie que se
espera incremente a 300 millones de hectáreas el 2020 (FAO 2006b). Bosques que con-
tribuyen, dependiendo de la fuente de información, entre un 33 y un 50 por ciento de la
producción mundial de madera. A nivel global, una cuarta parte de la superficie de bos-
ques plantados es con especies introducidas, fundamentalmente de los géneros Pinus,
Eucalyptus y Acacia. Ello es principalmente significativo en Oceanía y en Sudamérica,
en que los bosques plantados con especies introducidas representan un 77 y un 97 por
ciento, respectivamente, de la superficie plantada (FAO 2006b). En Chile, los bosques
plantados explican el 99 por ciento de la producción de madera (INFOR 2016), susten-
tada en una extensa superficie de plantaciones. Al año 2005, Chile se constituía en uno
de los diez países con mayor extensión de bosques plantados con fines productivos, con
un 2 por ciento de la superficie mundial (FAO 2006a), y entre los diez países con mayor
ganancia neta de área de bosques entre los años 1990 y 2000 (FAO 2006b). Situándose,
el año 2012, como el quinto productor a nivel mundial de madera industrial procedente
de bosques plantados (Figura 2.8). Chile muestra, en el periodo 2000-2012, la mayor
evolución de la producción de madera industrial procedentes de bosques plantados en
comparación con Nueva Zelandia y Sudáfrica (Jürgensen et al. 2014) (Figura 2.9).
28
Figura 2.8. Los 10 principales países productores de madera industrial procedente de
plantaciones forestales en 2012.
Fuente: Jürgensen et al. (2014).
29
Si bien Chile tiene una importante superficie de bosques plantados, representa una re-
ducida proporción a nivel global. Sin embargo, en el contexto Sudamericano solo es
superado por Brasil, el que cuenta con más de 7 millones de hectáreas (FAO 2010)
(Figura 2.10).
30
Figura 2.11. Distribución de la superficie plantada con pino radiata en el mundo.
Fuente: ABARES (2013)3, FES (2014)5, INFOR (2016)1, MAF (2011)2, Montero y Serrada (2013)4.
En cuanto a la contribución del sector forestal al producto interno bruto (PIB), ha venido
declinando consistentemente a nivel global desde un 1,4 por ciento en 1990 a menos de
un 1 por ciento el 2011, tendencia a la baja que muestran todas las regiones del mundo.
Sin embargo, su aporte a la economía de algunos países es relativamente elevado, entre
estos, en Chile, Finlandia, Nueva Zelandia y Suecia (Tabla 2.8), países con reconocida
vocación forestal. No obstante, es necesario señalar que el PIB no refleja el verdadero
aporte de los bosques a la economía de los países, ya que no existen mercados para gran
parte de los servicios ecosistémicos prestados por los bosques; por ejemplo, para la
protección de las cuencas hidrográficas, la erosión o la conservación del hábitat (FAO
2014b).
Tabla 2.8. Contribución del sector forestal al producto interno bruto (%), 1990-2011.
Región
1990 1995 2000 2005 2010 2011
(país)
África 1,5 1,5 1,3 1,1 0,9 0,9
Asia 1,5 1,3 1,1 1,0 1,1 1,1
Europa 1,5 1,4 1,2 1,0 0,9 0,9
(Finlandia) (7,2) (8,5) (7,9) (5,1) (4,4) (4,3)
(Suecia) (4,3) (5,1) (4,2) (2,8) (3,1) (2,9)
América Latina y el Caribe 1,6 1,4 1,1 1,1 0,9 0,9
(Brasil) (2,3) (1,8) (1,4) (1,4) (1,1) (1,1)
(Chile) (3,2) (3,8) (3,8) (3,5) (3,1) (3,3)
31
Continuación Tabla 2.8.
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3. Productividad sustentable de sitios forestales
manejados intensivamente
Rafael Rubilar, Lee Allen, Thomas Fox y José Stape
Introducción
37
vechamiento de los recursos disponibles (Allen y Albaugh 1999). Este acercamiento
ecofisiológico considera las características fisiológicas de la planta y los factores bió-
ticos y abióticos que determinan la disponibilidad de cada recurso del sitio, o cómo la
silvicultura es capaz de modificar dichos factores a efectos de maximizar el aprovecha-
miento de los recursos existentes o adicionados para maximizar el crecimiento bioló-
gico de una especie, procedencia o genotipo determinado. Los principales factores que
afectan el crecimiento corresponden a factores bióticos (e.g. plagas, enfermedades, ale-
lopatías) y abióticos (asociados al clima y físico-químicos del medio). Desde un punto
de vista biológico, el adecuado conocimiento de los factores del medio, y la posibilidad
de manipular posibles factores limitantes a través de silvicultura específica al sitio, es
esencial para aumentar la disponibilidad de recursos y aproximar la productividad fo-
restal potencial en un sitio dado. Desde un punto de vista económico, esta productividad
potencial puede no ser rentable si las barreras biológicas son muy complejas o de alto
costo (López et al. 2010).
Es vital además comprender qué efectos negativos en la productividad del sitio pueden
resultar de un desconocimiento, inadecuada comprensión, o mala manipulación de fac-
tores del sitio al implementar técnicas de silvicultura intensiva, lo cual es responsabi-
lidad inherente de la formación del silvicultor en conceptos de índole física, química y
biológica del medio (Figura 3.1).
Figura 3.1. Formación de cárcavas posaplicación de subsolado por una mala evalua-
ción de fragilidad de suelos y factores limitantes. Nótese la formación de cárcavas aso-
ciadas a cada línea de plantación de Eucalyptus globulus.
38
américa (Peralta 1976, Richter et al. 2000). Notables son los procesos de degradación
que surgieron a raíz de la demanda de trigo dada la fiebre del oro en California y Austra-
lia, motivando el uso de la tierra de manera no sustentable. Aún después de más de 100
años es posible observar efectos de estos procesos (Figura 3.2), y donde la forestación
o reforestación con plantaciones de exóticas ha representado la alternativa de mayor
sustentabilidad, dada la conjunción de mejoras físicas, químicas y biológicas del suelo
con una opción productiva económica que asegure un compromiso social de estos bene-
ficios ambientales en el tiempo.
Figura 3.2. Suelos erosionados por uso agrícola intensivo en la zona de Copiulemu con
establecimiento de plantaciones de Pinus radiata.
Plagas y enfermedades
La existencia o reducida presencia de factores bióticos que constituyan barreras biológi-
cas al crecimiento de una especie a cultivar es determinante en el éxito de un programa
de silvicultura sustentable que maximice la productividad del sitio. En el caso de plan-
taciones forestales, la selección de la especie forestal, procedencia o genotipo requiere
una adecuada identificación de potenciales plagas y enfermedades que puedan afectar el
establecimiento, crecimiento y/o calidad de la madera o fibra producida (Abbott et al.
1993, Jackson et al. 2008, Johnson et al. 2005, Jordan et al. 2002). Varios estudios que
han intentado explicar el éxito de especies forestales exóticas en distintos países donde
han sido establecidas, han identificado que el potencial de las mismas se halla expre-
sado por una carencia de barreras ambientales biológicas, logrando reducir niveles de
herbivoría que pueden alcanzar naturalmente hasta un 50 por ciento de la productividad
primaria neta, donde plagas o patógenos existentes o introducidos pueden aumentar los
niveles de pérdida (Kimmins 2004, Waring et al. 1998) (Figura 3.3).
39
A B
Figura 3.3. (A) Infección de áfidos en plántulas de Eucalyptus globulus. (B) Ataque de
larvas de Gonipterus scutellatus en plantaciones forestales de E. globulus manejadas
intensivamente.
40
A B
Figura 3.5. (A) Pérdida de crecimiento anual en plantaciones de Eucalyptus nitens por
ataque de Gonipterus scutellatus. (B) Ataque de Dothistroma pini en plantaciones de
Pinus radiata en la zona sur de Chile.
41
que son: temperaturas mínimas absolutas y precipitación (monto y distribución).
Si bien otras variables climáticas o del medio también son consideradas en progra-
mas de introducción o evaluación de especies o genotipos, esta rara vez determina
la supervivencia de un material seleccionado. Así, un adecuado análisis requiere con-
tar con información precisa acerca de limitaciones por temperatura y precipitación, la
probabilidad de eventos extremos históricos a partir de series de años para asegurar
el adecuado desarrollo en el tiempo de una especie. Al respecto, las clasificaciones de
Holdridge (1947), Holdridge (1967) y Koppen-Geiger (Kottek et al. 2006) son útiles
como primeras aproximaciones a la definición inicial de una selección de la especie y
procedencia al sitio indicado (Landsberg 2003), pero esta información general debe ser
contrastada con información local de registros in situ. Diagramas ombrotérmicos y aná-
lisis de temperaturas absolutas críticas y su probabilidad de ocurrencia son necesarios
para alcanzar adecuadas determinaciones en la selección del genotipo específico para
cada sitio. Desde el punto de vista de estabilidad hídrica, conocido es el caso de pérdidas
mayores por desecamiento de bosques clonales plantados en extensas áreas al interior
de Brasil (Chaves 2004, Mattiello 2009) (Figura 3.6). Nuevas estrategias de selección
clonal consideran posibles determinaciones ecofisiológicas y genómicas para determi-
nar la eficiencia de uso de agua de material genético altamente seleccionado (Forest
Productivity Cooperative 2006, Rubilar 2007).
A B
42
Disponibilidad de recursos, factores abióticos y productividad del sitio
Los recursos que determinan la productividad del sitio corresponden a todos los ele-
mentos que controlan procesos básicos de crecimiento de la planta a nivel fisiológico
y que afectan la capacidad de fijar carbono a través del proceso de fotosíntesis. De esta
manera los factores del medio determinantes en la productividad forestal corresponden
a: luz o radiación fotosintéticamente activa incidente, agua disponible, nutrientes
disponibles, CO2 atmosférico, oxígeno (a nivel radicular) y temperatura. La actual
capacidad de cuantificar la disponibilidad de los factores abióticos con precisión a nivel
territorial ha permitido el desarrollo de estimaciones de productividad actual y potencial
en sitios para los cuales existe un desconocimiento del crecimiento de una especie espe-
cífica por medio de modelos de procesos (Almeida et al. 2004, Landsberg 2003, Makela
et al. 2000). La Figura 3.7 muestra el modelamiento de la productividad potencial para
Pinus taeda en el sudeste de EE.UU. (Forest Productivity Cooperative 2006, Rubilar
2005).
Figura 3.7. Mapas de productividad potencial para Pinus taeda en el sudeste de EE.UU.
y para Eucalyptus sp. en Brasil.
Fuente: Rubilar (2010).
Desde un punto de vista silvicultural, se debe conocer cuáles son los recursos limitantes
que pueden estar afectando la capacidad productiva de un sitio. Estratégicamente, es ne-
cesario comprender cómo la disponibilidad de recursos es afectada por la estabilidad o
variabilidad de factores abióticos en el tiempo durante la rotación del cultivo forestal, lo
cual permite considerar factores fijos y variables; del mismo modo, los factores abió-
ticos pueden ser clasificados en aquellos que son manipulables y no manipulables,
conformando una matriz estratégica de decisión-acción (Tabla 3.1) que permita al
silvicultor identificar, focalizar y priorizar estrategias silvícolas efectivas que aumenten
la productividad por medio de un aumento en la disponibilidad permanente o temporal
de la disponibilidad de un recurso en particular (Forest Productivity Cooperative 2006,
Rubilar 2010).
43
Tabla 3.1. Matriz estratégica de acción-decisión silvícola.
De esta manera para un sitio en particular, muchos factores abióticos limitantes pueden
ser priorizados para ser manipulados a través de diferentes estrategias silvícolas o deben
ser comprendidos en su dinámica para establecer estrategias de captura del potencial
del sitio, incrementando la disponibilidad de recursos limitantes. Una revisión de los
principales factores abióticos y los alcances ecofisiológicos productivos y experiencias
silvícolas en cómo estos pueden ser manipulados efectivamente, son presentados a con-
tinuación:
44
Temperatura y heladas: Las bajas temperaturas y heladas de un sitio pueden ser con-
dicionantes en la selección de una especie y/o genotipo particular. Si bien puede existir
la percepción de que bajas temperaturas y heladas son condiciones sinónimas, ambas
pueden ser muy variables para distintos sitios. De esta manera, sitios que alcanzan muy
bajas temperaturas pueden no contar con eventos de heladas significativos. Condiciones
regionales que favorezcan un descenso lento y pausado de las temperaturas en períodos
invernales, favorecen la mayor resistencia de la planta frente a heladas de otoño por un
fenómeno de aclimatación. Sin embargo, sitios propensos a heladas primaverales, que
se presentan asociadas cuando la planta comienza la formación de tejidos suculentos y
de baja lignificación, pueden producir severos daños en los tejidos de la planta en de-
sarrollo y comprometer el crecimiento anual y/o la sobrevivencia de la especie (Calme
et al. 1993, Kirkpatrick y Gibson 1999). Condiciones de mal drenaje de los suelos y
microtopografías bajas pueden favorecer daños por bajas temperaturas y/o heladas dada
la menor temperatura de los suelos y el mayor peso del aire frío que se deposita en zo-
nas bajas. Del mismo modo, estos problemas son exacerbados en etapas tempranas de
desarrollo de la planta dada su escasa altura y distanciamiento de las bajas temperaturas
a nivel superficial. Si bien las bajas temperaturas y heladas no pueden ser manipuladas
a nivel del sitio, aspectos físicos de los suelos y condiciones de microtopografía pueden
ser manipulados hasta cierto nivel por medio de silvicultura intensiva. Sin embargo, se-
leccionar condiciones de sitio apropiadas para la especie y genotipo específico permite
reducir riesgos que afecten el potencial productivo del sitio.
Viento: Severos daños por viento pueden ser observados en distintas regiones produ-
ciendo la caída o quiebre de árboles. Sus efectos son particularmente dañinos en perío-
dos de invierno cuando estos alcanzan velocidades superiores a los 70 km h-1 (Watson
2000, Watson y Tombleson 2002). Severos problemas están asociados a suelos de alta
capacidad de almacenamiento de humedad, suelos delgados, suelos arcillosos densos
que impiden un adecuado anclaje radicular y suelos arenosos y/o de alta porosidad, que
reducen la resistencia de los mismos y del anclaje del sistema radicular en profundidad.
Pérdidas importantes pueden ser observadas en zonas costeras con alta influencia de
vientos y saturación de agua en suelos con limitaciones de profundización (Knight et al.
2001, Morris y Lowery 1988). Los daños no sólo se circunscriben a la caída temprana
de los árboles sino que además afectan negativamente la calidad de la madera (madera
de contracción) y fibra producida. En Chile es conocido el efecto del viento cordille-
rano denominado “puelche”, que desciende hacia el valle central produciendo severas
pérdidas en plantaciones forestales de Pinus radiata y Eucalyptus, inclusive en etapas
tempranas de la plantación, donde el efecto de la amplia copa y suelos sobresaturados
de alta porosidad (cenizas volcánicas recientes) favorecen la inestabilidad de los árboles
por el escaso arraigamiento radicular (Figura 3.9). Efectos similares han sido reportados
en Nueva Zelandia, donde estudios sobre configuración de raíces, preparación de suelo
y estructura de copa, sugieren que el uso de plantas con menor desarrollo de velamen
(amplitud y densidad de la copa) permiten reducir la caída de árboles (Watson 2000,
Watson y Tombleson 2002). El uso de estacas, que presentan un menor desarrollo de
copa dada la edad fisiológica y ontogenia del tejido de la planta, han sido indicadas
como estrategias importantes en evitar daños por viento (Watson y Tombleson 2002).
45
A B
Figura 3.9. (A) Daño por viento en rodales de media rotación de Eucalyptus grandis
en Uruguay. (B) Daño por viento al establecimiento descalzando plantas de 1 año de E.
globulus en suelos sedimentarios marinos en la costa de Arauco, Chile.
46
Figura 3.10. (A) Diagrama explicativo del cálculo de DPV para condiciones dadas de
humedad y temperatura. (B) Efecto del déficit de presión de vapor en la productividad
máxima posible de alcanzar de Pinus radiata a los 36,5º S en el Valle Central de Chile.
Gráfica no considera otros factores ambientales.
Agua disponible: Sin duda el agua disponible para el crecimiento de una especie vege-
tal es ampliamente reconocida como uno de los principales factores que afectan la selec-
ción de especie y crecimiento de la misma para un sitio dado. Desde un punto de vista
productivo, su rol de factor manipulable es controversial, ya que los montos de preci-
pitación anual para un sitio determinado, en la mayoría de los casos, son relativamente
similares o en sitios de amplia variación anual sus valores mínimos esperables pasan a
ser también determinantes (condición de factor fijo). Productivamente, la relación entre
la disponibilidad de agua y el crecimiento de una plantación puede ser considerada li-
neal en la mayoría de los sitios donde esta se vuelve limitante. Sin embargo, la relación
agua disponible con la productividad suele perderse en muchos casos cuando la dispo-
nibilidad supera la demanda y puede llegar incluso a expresarse negativamente en sitios
donde se produzcan precipitaciones que inunden los suelos y afecten la disponibilidad
de oxígeno para el crecimiento radical.
47
A B
Figura 3.11. (A) Sistema radical de Pinus radiata limitado por roca consolidada. (B)
Profundización de sistema radical de Eucalyptus grandis sin limitaciones.
Relaciones empíricas entre profundidad del suelo y crecimiento de varias especies han
sido establecidas por varios autores en distintas latitudes (Battaglia y Sands 1997, Ger-
ding y Schlatter 1995, Hua et al. 2007, Snowdon y Waring 1984). La evaluación del
sitio para una especie determinada y su potencial productivo debe considerar aspectos
de capacidad de almacenamiento de agua del suelo, definidos por el espesor de cada
horizonte, la capacidad de retención de agua asociada a la textura, contenido de materia
orgánica y la pedregosidad de cada horizonte, que determinan la capacidad de almace-
namiento de agua disponible potencial (Figuras 3.12 y 3.13).
48
Figura 3.13. Disponibilidad de agua del suelo.
Fuente: Brady (1990).
49
De manera similar, fluctuaciones entre condiciones saturadas prolongadas y no satura-
das prolongadas se han relacionado a procesos de inestabilidad de los árboles debido al
desarrollo de raíces en períodos favorables y la muerte del sistema radical en períodos
no favorables (Figura 3.15), causando un desarrollo desbalanceado de tallo y raíz (Kel-
ting et al. 1999). En esta última condición se han observado severos fenómenos de caída
de árboles por viento dada la inestabilidad de los árboles.
Desde un punto de vista práctico, el color del suelo, asociado al estado de oxidación y
reducción del hierro, es un efectivo indicador del grado de limitación en el proceso de
aireación. Colores grises en el perfil de suelo indican periodos prolongados de falta de
oxigenación y representan serias limitaciones para el crecimiento radicular y estableci-
miento de la planta (Figura 3.16, A). Suelos con buena aireación presentan colores roji-
zos y pardos (Figura 3.16, B) y situaciones intermedias presentan usualmente moteados
y concreciones donde se combinan colores amarillentos y rojizos.
50
A B
Figura 3.16. Color del suelo como indicador de condiciones de aireación. (A) Colores
grises sugieren malas condiciones de aireación. (B) Colores pardos y grises sugieren la
ausencia de limitaciones de aireación. Observaciones detalladas y la interpretación de
este factor requieren un adecuado conocimiento del material parental del suelo.
51
Figura 3.17. Modelo conceptual de adiciones y remociones principales que afectan la
disponibilidad de nutrientes en plantaciones forestales.
Fuente: Rubilar (2014).
En adelante se presentan algunos principios críticos que pueden permitir al lector com-
prender algunos aspectos fundamentales de considerar para aproximar la posible exis-
tencia de limitaciones nutricionales y sus posibles causas, en base a una comprensión
de factores críticos del sitio. Desde un punto de vista práctico, la disponibilidad de un
elemento nutricional puede depender de la fase mineral de los suelos (geología y su
grado de meteorización), de la fase orgánica o usualmente de ambas. El grado en que
cada fase (mineral vs orgánica) afecta la disponibilidad de nutrientes está estrechamente
ligado al estado de desarrollo del suelo, además de la acumulación y dinámica de mi-
neralización de la materia orgánica del mismo. También es de considerar la naturaleza
de cada elemento nutricional. Algunos elementos tienen su origen y ciclaje a partir de
los materiales parentales formadores de los suelos (e.g. fósforo, bases de cambio y mi-
croelementos; Tabla 3.2), mientras que otros se han fijado o depositado desde la atmós-
fera a reservorios de la materia orgánica del suelo (nitrógeno) o a reservorios minerales
(e.g. azufre, boro) (Aber et al. 2003, Edwards et al. 1999, Pearson y Stewart 1993).
Algunos flujos, que deben ser considerados respecto a nivel de cada sitio, corresponden
a adiciones por aerosoles, lluvia ácida y polvo que pueden representar aportes impor-
tantes de considerar en la disponibilidad de nutrientes específicos. Estos flujos no son
tratados en este capítulo en detalle, sin embargo, se discuten aspectos críticos de las
fases orgánicas y minerales de los suelos que afectan la disponibilidad de nutrientes.
52
De esta manera, la disponibilidad de nutrientes en una plantación forestal para un sitio
de forestación será muy dependiente de la disponibilidad de nutrientes provenientes del
suelo mineral (orgánicos y minerales), comparado a un sitio de reforestación donde los
remanentes de residuos o del piso forestal del cultivo anterior y su velocidad de descom-
posición dominarán los aportes nutricionales. Por otra parte, suelos con bajos niveles de
materia orgánica en el suelo mineral sin remanentes de residuos o de piso forestal del
cultivo anterior, suelos que hayan perdido su materia orgánica por mal manejo de los
mismos, y suelos con escaso desarrollo (e.g. Entisoles), serán dominados por los aportes
de su fase mineral (más probable en condiciones de forestación). Es por ello que mu-
chos estudios a nivel mundial han demostrado buenas relaciones entre la profundidad
del horizonte A y la productividad del sitio (Jackson y Gifford 1974, Raupach y Clarke
1978, Turner y Holmes 1985, Turvey et al. 1986).
Es importante recordar que las posibles limitaciones nutricionales siempre estarán rela-
cionadas a la tasa de crecimiento potencial del cultivo y las limitantes climáticas de un
sitio. Un sitio infértil para una especie puede no necesariamente serlo para otra dadas
sus menores demandas nutricionales asociadas a una baja tasa de crecimiento. Planta-
ciones de crecimiento rápido usualmente presentan demandas mayores.
53
Rol del material parental y su grado de evolución en la disponibilidad de nutrientes
en suelos forestales
Como se ha indicado precedentemente, la disponibilidad de varios elementos nutri-
cionales se encuentra directamente ligada a fases minerales del suelo. Una manera de
aproximar posibles limitaciones de disponibilidad de nutrientes es conocer la compo-
sición mineral original o material parental de cada tipo de suelo (Tabla 3.2). Esta in-
formación debe representar una guía en el direccionamiento y previsión de posibles
limitantes nutricionales de un sitio. La combinación de esta información con evidencias
sitio-específicas permite realizar un enfoque para el manejo nutricional de plantaciones.
El lector debe preguntarse el porqué de la menor relevancia dada a los análisis de suelo
como medio de determinación de la disponibilidad nutricional. Sin duda que los aná-
lisis de suelo permiten una aproximación comparativa entre suelos para establecer en
54
alguna medida el grado de disponibilidad de nutrientes (Binkley 1984, Binkley 1986,
Fisher et al. 2000, Smethurst 2000). Sin embargo, sólo en el caso de nutrientes con de-
ficiencias severas propias del origen del suelo (material parental y grado de evolución),
éstos pueden representar una adecuada guía en la definición de la disponibilidad de un
nutriente. Como se ha detallado, esta condición está dada por el crítico rol de la materia
orgánica en la determinación de la disponibilidad nutricional en sitios forestales. La-
mentablemente, los análisis de suelo tradicionales no entregan evidencia de la dinámica
de la mineralización de la materia orgánica en el tiempo. Esto aún representa uno de
los mayores desafíos en la predicción de la disponibilidad nutricional sitio-específica
(Battaglia et al. 2004, Binkley 1984, Binkley 1986, Binkley y Fisher 2013, Carlyle y
Nambiar 2001).
55
Otras limitaciones
Otras limitaciones productivas pueden ser observadas en muchas condiciones de sitio
y en especial asociadas a limitantes de los suelos. La presencia de capas duras impe-
netrables, o hardpan, son comunes a muchos suelos reduciendo el desarrollo radical,
la profundidad efectiva del suelo y su drenaje interno. En muchos casos estas capas
se producen por un quiebre textural (texturas contrastantes) entre horizontes o estratas
depositadas de sedimentos (Figura 3.19), causando la formación de fenómenos de “agua
colgada” (lento paso del agua entre estratos) o inversamente por capilaridad desde aguas
subsuperficiales que aumentan la solubilidad de elementos cementantes favoreciendo su
concentración en una zona determinada. Las capas duras más comunes están conforma-
das por cementación con hierro, sílice o aluminio en ambientes húmedos, y con calcio
o sodio en ambientes secos.
A B C
Figura 3.19. (A) Suelos de ñadi con presencia de hardpan de fierrillo (sur de Chile). (B)
Suelos con presencia de hardpan entre los 20 a 30 cm de profundidad (Llanos Orientales
de Colombia). (C) Suelos Oxisoles con presencia de hardpan limitante desde los 40 cm
de profundidad (Puerto Ordaz, Orinoco, Venezuela).
56
rencias de tolerancia a la salinidad han sido establecidas por varios autores para variadas
especies (Benyon et al. 2006, Grattan et al. 1997, Havlin et al. 2013).
57
20 por ciento de aumento de producción en volumen para material familiar (medios
hermanos y hermanos completos) y superiores a 30 por ciento en el caso de material
clonal (Bramlett 1997, Carson et al. 1999, Lambeth et al. 1994, McKeand et al. 2006a,
McKeand y Allen 1984, McKeand et al. 2006b, McKeand et al. 2003). Sin embargo, el
mayor impacto de los programas de mejoramiento genético ha sido en la obtención de
materia prima de alta calidad para procesamiento industrial. Ganancias en la densidad
básica y calidad de fibra pulpable, así como también en las características de las trozas
para aserrío (e.g. rectitud fustal) han generado grandes aumentos de valor de cada uni-
dad producida (McKeand et al. 2006b, Silva et al. 1998).
Producción de plantas
Fases claves en el desarrollo inicial de plantaciones forestales manejadas intensivamen-
te corresponden a la adecuada selección del tipo de planta, el proceso de viverización y
el transporte acorde a la temporalidad y condiciones del sitio donde se planifica estable-
cer la especie (Da Silva et al. 2013, Fernández et al. 2007, Knight et al. 2001, Landis et
al. 1989). Diferentes esquemas de viverización (i.e. raíz desnuda y raíz cubierta) para
material de semilla o proveniente de estacas, generan diferentes estructuras de sistema
radical, masa y suculencia foliar o estatus nutricional. Estas características condicionan
la mayor o menor resistencia de las plantas a ataques de plagas e insectos, condiciones
de estrés hídrico y daños por heladas o viento. Las características del tipo de suelo inci-
den en la selección del tipo de planta a producir, considerando en conjunto los métodos
de preparación de suelo y plantación. En suelos de baja retención de humedad sujetos a
condiciones de estrés hídrico posplantación, es deseable el uso de material vía contene-
dores. En suelos de mejores propiedades físicas, o en sitios sin restricciones hídricas o
de fertilidad, plantas producidas a raíz desnuda o en contenedores son de menor impor-
tancia (Lacey y Ryan 2000, McKay y Mason 2001, Perie y Munson 2000).
Sin duda uno de los aspectos más críticos para lograr un buen desarrollo posterior de las
plantas possalida del vivero, consiste en minimizar el tiempo de transporte y condicio-
nes de estrés de las plantas antes de ser establecidas.
58
nancias entre un 10 a 50 por ciento en volumen a edad de rotación (Adams et al. 2003,
Albaugh et al. 2004a, Allen et al. 2005, Ferreira y Stape 2009, Goncalves et al. 2008,
Rubilar et al. 2013, Snowdon y Waring 1984, Stape et al. 2010). En casos críticos, una
nula o escasa sobrevivencia por problemas de establecimiento puede producir pérdidas
del 100 por ciento de las plantas establecidas, con grandes impactos en la productividad
final de la plantación.
Las estrategias utilizadas para mantener los residuos en el sitio difieren de gran manera
dependiendo del volumen de desechos y de las condiciones de pendiente del sitio (Figu-
ra 3.21). Sitios de pendientes superiores a 25 por ciento, con suelos de mayor fragilidad,
son tratados usualmente con un ordenamiento de desechos de manera perpendicular a
la pendiente dominante. Sitios de menor pendiente presentan diversas alternativas de
agrupación de desechos: i) en fajas entre líneas de plantación o ii) fajas en distancia-
mientos de 15 a 20 m con acumulaciones de 2 a 3 m de ancho. Sin embargo, un alto
volumen de desechos puede limitar la operación y efectividad de la preparación de suelo
y el adecuado desarrollo del sistema radical de las plantas.
A B
Figura 3.21. (A) Preparación de sitio en fajas en terreno con pendiente. (B) Quema de
desechos de cosecha.
59
Las técnicas más empleadas en Chile corresponden al ordenamiento de los desechos en
fajas en sitios con alto volumen de desechos (mayor a 15 t ha-1). Sitios con menor volu-
men de desechos no demandan realizar trabajos especiales de ordenamiento para mejorar
la calidad y rendimiento de la plantación. Los desechos se orientan de manera perpendi-
cular a la pendiente en fajas de menor dimensión (1 a 1,5 m) en pendientes altas (mayor a
40 por ciento) donde el trabajo se realiza manualmente, y en fajas de mayor ancho hasta
15 m en pendientes menores con trabajo mecanizado. En sitios de menor fragilidad la
quema controlada es utilizada como estrategia de reducción de desechos (Figura 3.21).
Sin embargo, dadas las actuales regulaciones ambientales, la quema de desechos no es
considerada una opción extensiva. En suelos de mayor fragilidad, el picado de desechos
por medio de trituración mecánica se ha empleado como una alternativa factible (Figu-
ra 3.22, A). No obstante, complicaciones mecánicas mayores emergen en sitios con un
alto volumen de desechos además de su alto costo, limitando el uso de estas técnicas de
mínimo impacto. Actualmente, el uso de altos volúmenes de desechos como material
energético ha reducido significativamente las necesidades de ordenamiento de desechos.
A B C
Figura 3.22. (A) Equipo triturador de desechos de cosecha. (B) Efecto de quema en
fajas en plantaciones de Pinus radiata. (C) Efecto de quema en fajas en plantaciones de
Eucalyptus globulus.
Drenaje: Obras para mejorar el drenaje del agua en los suelos son imprescindibles en
sitios donde la acumulación excesiva, la textura muy fina de los suelos u otras limitacio-
nes generen problemas de aireación radicular. Usualmente sitios críticos presentan largos
períodos de anegamiento donde la tabla de agua alcanza niveles superficiales (< a 50
cm) y donde se hace necesaria la implementación de canales de drenaje. Los canales de
drenaje deben ser diseñados por medio de estudios topográficos detallados, en particular
en terrenos planos, si se desea lograr una adecuada evacuación de aguas. Existen varias
configuraciones que pueden ser utilizadas para su implementación según sean las condi-
ciones de anegamiento, la textura dominante del suelo y la presencia de capas impermea-
bles. Dentro de los diseños más comunes figura el sistemas de espina de pescado donde
drenes menores (40 - 60 cm de profundidad) confluyen en ángulo agudo hacia drenes
mayores (100 - 120 cm de profundidad) o superiores según sea el volumen de aguas a
evacuar (Figura 3.23). En forma concomitante el drenaje de un área puede conllevar el
subsolado (preparación de suelo en profundidad) o la confección de camellones altos (15
a 50 cm) para el establecimiento de la planta a distancia de condiciones de anegamiento.
60
Serios problemas de supervivencia causantes de grandes pérdidas de área ocupada y vo-
lumen a la edad de cosecha pueden ser observados en áreas con limitaciones de drenaje
(Thiers et al. 2007) (Figuras 3.23 y 3.24). En sitios con alta acumulación de materia
orgánica, deformaciones de los árboles inducidas por deficiencias de microelementos
pueden ser observados en el tiempo en algunas localidades con limitaciones de drenaje
(Figura 3.24).
A B
C D
Figura 3.23. (A) Diseño de drenaje en espina de pescado. (B) Maquinaria especializada
para limpieza de drenes. (C) Dren principal evacuador de aguas. (D) Equipo para
preparación de camellones.
A B
Figura 3.24. (A) Vista aérea con baja supervivencia. (B) Rodales con deficiencias de
microelementos.
61
Preparación de suelo
Los objetivos fundamentales de la preparación de suelo deben estar orientados a re-
solver limitaciones de resistencia del suelo (mayor a 2 Mpa) y porosidad de aireación
(menor a10 por ciento) del sistema radical (Da Silva et al. 2004, Nambiar y Sands 1992,
Sands et al. 1979, Zou et al. 2001, Zou et al. 2000), así como resolver problemas de
capas duras que limiten la profundización del sistema radical. Las principales técnicas
de preparación de suelo utilizadas son:
62
además de combinar plantación y eventualmente fertilización en profundidad. En
sitios de menor pendiente, en áreas de la Cordillera de la Costa y de los Andes en
Chile, se establecen plantaciones con máquinas plantadoras o sistemas de arado de
disco simple, en suelos de menor pendiente y con compactación superficial. El uso
de máquina plantadora es común en sitios de topografía ondulada con suelos no ar-
cillosos y donde la compactación superficial es menor.
f) Pala plantadora, es una alternativa apropiada para condiciones de compactación su-
perficial, especialmente en la modalidad denominada “pala neozelandesa”, donde el
largo de la espada es de 30 cm. Las principales alternativas de preparación de suelo
con pala consisten en casillas de 15 x 15 x 30 cm (sistema de 1 T) y casillas de 30 x
30 x 30 cm (sistema de 2 T). En Chile, en una vasta superficie de la Cordillera de la
Costa y Cordillera de los Andes con pendientes superiores a 40 por ciento, donde no
es factible el ingreso de maquinaria, las plantaciones son establecidas por medio de
“pala neozelandesa”. En Argentina, al igual que en Chile, es común el cultivo de 1T
sobre líneas de preparación de suelo mecanizada (Pezzutti y Caldato 2004).
g) Barra plantadora, es una herramienta propicia para suelos de alta friabilidad donde
no existen riesgos de compactación previa y/o natural del suelo. Esta herramienta no
es comúnmente utilizada en Chile o Argentina, dados las comprobadas ventajas de
un mejor establecimiento por medio de pala plantadora o neozelandesa; sin embargo,
suelos francos y de baja resistencia permiten que esta herramienta sea implementada
sin afectar el desarrollo del sistema radicular.
h) Pottiputki, es una herramienta que ha ganado en popularidad en los últimos años
dada su rapidez en establecimiento de plantas producidas en contenedores, a pesar de
que su uso no ha sido el ideal en muchas situaciones. Esta herramienta está diseñada
para trabajar pospreparación del terreno en suelos de texturas francas u orgánicas
con altos niveles de porosidad y baja densidad aparente (menor a 1,0 g cm-3). Su uso
en suelos arcillosos con baja porosidad produce compactación alrededor de la planta
limitando su crecimiento.
A B C
63
La importancia de una buena preparación de suelo y su retorno económico debe ser con-
siderada en conjunto con las tasas de crecimiento diferencial a alcanzar en las condicio-
nes de sitio. Respuestas en sobrevivencia y uniformidad del rodal son de gran impacto
incluso cuando no existen respuestas en crecimiento (Binkley et al. 2010, Carlson et al.
2006, Goncalves et al. 2008) (Figura 3.26). Significativas reducciones en los costos de
plantación son esenciales en la evaluación económica de las respuestas a la preparación
de sitio. Otros efectos a considerar en la adecuada preparación de suelo son aspectos
de limitaciones por drenaje, heladas y vientos (Cendoya y Muñoz 2002, Geldres et al.
2006). Una intensiva mineralización de la materia orgánica pospreparación de suelo
puede aumentar temporalmente la disponibilidad nutricional, pero no aumentar real-
mente la capacidad productiva del sitio.
A B C
64
tencia en sitios donde la principal limitación es nutricional, no serán de larga duración y
las respuestas esperadas pueden ser decrecientes (tipo B o C). En sitios con limitaciones
hídricas, las respuestas iniciales obtenidas se mantendrán en el tiempo, dependiendo del
nivel de restricción de este recurso en el sitio. En algunos casos estas respuestas pueden
llegar a ser no rentables a la edad de rotación (tipo C). El tipo de respuesta también
puede depender del tipo de vegetación competidora presente. Una clara diferenciación
existe entre pastos, arbustos o especies latifoliadas y las limitaciones por luz, agua y
nutrientes. En cualquier caso, la mantención de un adecuado control de malezas en los
primeros años de desarrollo permite la captura del potencial natural del sitio por parte
de la plantación y su posterior desarrollo libre de mayores interferencias (Albaugh et al.
2004a, Rubilar et al. 2013, Rubilar et al. 2010).
65
Figura 3.27. Respuesta porcentual a la duración de control de malezas para Pinus ra-
diata según tipo de suelo.
Fuente: Adaptado de Toro et al. (1998).
Respecto a la geometría (taza, banda, total) y duración (0, 1 y 2 años) del control de
malezas, Álvarez et al. (2004) determinaron en plantaciones de Pinus radiata evalua-
das durante 6 años desde el establecimiento y para distintos sitios, que los mejores
resultados biológicos se obtuvieron por medio de control de malezas total durante los
primeros dos años (Figura 3.28). Sin embargo, la aplicación de control de malezas en
banda permite obtener las mejores respuestas al menor costo. Resultados similares han
sido obtenidos en Australia, Nueva Zelandia (Mason y Milne 1999, Richardson 1993)
y Estados Unidos (Glover et al. 1989, Zutter et al. 1997). Similares respuestas, pero de
mayor magnitud al control de malezas, son comúnmente observadas en plantaciones de
Eucalyptus sp. (Adams et al. 2003, Aparicio et al. 2010, Dinardo et al. 1998, Goncalves
et al. 2008).
66
A B
Figura 3.28. (A) Respuesta al tercer año de control de malezas total en Pinus radiata
para sitios costeros de la Región del Biobío. (B) Control de malezas de largo plazo en
plantaciones de P. taeda en Florida, EE.UU.
Figura 3.29. Respuesta de Pinus taeda al control de malezas en sitios de tendido bajo y
tendido alto y a la combinación de preparación de suelo, control de malezas y fertiliza-
ción a los 3 años de edad (derecha).
Fuente: Forest Productivity Cooperative (2006), Rubilar (2007).
67
Fertilización
El uso de fertilizantes ha demostrado ser una actividad silvícola que permite aumentar la
productividad de plantaciones forestales manejadas intensivamente. Las instancias que
permiten lograr un aumento de productividad pueden diferenciarse acorde a la necesi-
dad o estrategia de fertilización que sea planificada.
Una fertilización correctiva es aplicada cuando existe una baja disponibilidad natural
del material parental, alta fijación de los minerales secundarios, suelos erosionados y/o
empobrecidos, u otras condiciones que limiten seriamente la disponibilidad de uno o
más elementos. La fertilización correctiva está basada en la adición de nutrientes que
permiten un adecuado establecimiento y desarrollo de la plantación para evitar con-
diciones de deficiencia o reducciones importantes de crecimiento futuro. Este tipo de
fertilización por lo general aplica en el caso de fertilizaciones fosforadas en suelos em-
pobrecidos y/o con serias condiciones de fijación (e.g. Ultisoles en la Planicie Costera
de EE.UU. u Oxisoles en Brasil), boro (e.g. Ultisoles derivados de material granítico
en Chile) u otros microelementos. En muchos casos la respuesta puede duplicar el cre-
cimiento de la plantación sin fertilización y la corrección del elemento limitante suele
ser de alta efectividad. En Chile respuestas de 100 por ciento o más a la fertilización co-
rrectiva con 2 a 3 g de boro por planta al establecimiento, se han reportado ampliamente
(Gerding y Schlatter 1995, Schlatter y Gerding 1985, Tollenar 1969, Toro 1995, Toro
y Gessel 1999). Las mayores deficiencias están asociadas a suelos de origen granítico,
metamórfico y de cenizas volcánicas antiguas, por su bajo contenido de boro. Dada la
movilidad de este elemento por flujo de masas, sus limitaciones se intensifican en años
secos (Schlatter y Gerding 1985, Toro 1995). Similares tipos de respuestas a la fertiliza-
ción fosforada han sido observadas en Brasil para Eucalyptus urograndis y en EE.UU.
para Pinus taeda. En estos casos las respuestas observadas en el tiempo corresponden a
denominadas respuestas de tipo I (Snowdon 2002, Snowdon y Waring 1984) o de tipo
A (Albaugh et al. 2004a, Allen et al. 2005) que permiten respuestas sostenidas en las
tasas de crecimiento anual de la plantación y generalmente no están asociadas a otros
nutrientes distintos de nitrógeno.
Una fertilización de apoyo es aquella que permita a la planta recién establecida contar
con una mayor disponibilidad de nutrientes y que favorezca el desarrollo posestable-
cimiento de la plantación, una reducción del tiempo para lograr el cierre de copas, y
lograr una captura rápida de los factores de crecimiento del sitio que reduzca posibles
interferencias de especies competidoras. Esta fertilización, de no ser aplicada, no limi-
tará seriamente el desarrollo de la plantación, pero podría reducir el crecimiento poten-
cial para el sitio o prolongar la rotación de manera significativa. En muchos casos, esta
fertilización generará ganancias de crecimiento que no superarán el 30 por ciento de
incremento en volumen o reducir la edad de rotación en 1 a 2 años según el grado de
respuesta sitio-específico. En estos casos las respuestas observadas en el tiempo corres-
68
ponden a denominadas respuestas de tipo II (Snowdon 2002) o de tipo B o C (Allen et
al. 2005). Las respuestas de tipo B y C conllevan respuestas iniciales a la fertilización
en tasas de crecimiento, pero éstas decrecen en el tiempo. Sin embargo, en una respuesta
tipo B o tipo II, la respuesta lograda se mantiene constante hasta la edad de rotación.
En la respuesta tipo C, la respuesta inicial decrece continuamente hasta decaer bajo el
tratamiento no fertilizado. Las posibles condiciones en que se presentan estas respuestas
corresponden al caso de adiciones de fertilización nitrogenada con respuestas ʻtransien-
tesʼ, otros elementos que presentan niveles moderados de disponibilidad, o casos en que
las adiciones de nutrientes no son suficientes para lograr respuestas de mayor dimensión.
69
ras 3.27 y 3.28). Respuestas menores en estas condiciones han sido observadas cuando
limitaciones hídricas impiden la construcción, expansión o permanencia prolongada del
área foliar en la planta, o del mismo modo períodos prolongados de cierre estomático
que limitan la captura de CO2.
70
nivel de uso de nutrientes asociado para sostener la misma y el crecimiento del rodal.
Desafortunadamente, uno de los principales vacíos en investigación forestal es la cuan-
tificación de la cantidad de nutrientes requeridos (N, P, Ca, K, entre otros) para producir
1 m3 de madera por superficie de terreno (e.g. hectárea). Esta información de demanda
nutricional, ampliamente tabulada para cultivos agrícolas, es muy limitada en el área
forestal y usualmente, por desconocimiento, se asocia de manera equivocada con las
tasas de acumulación de nutrientes del rodal en su biomasa.
71
nutriente que favorezca condiciones de suculencia, a la tasa y/o temporalidad específica
de aplicación del mismo (e.g. nitrógeno), o al balance de la dosis de fertilización.
Aplicación de fertilizantes
La aplicación de fertilizantes debe considerar principalmente: a) la oportunidad de cap-
tura para la plantación, la cual debe favorecer la solubilización y la absorción del fertili-
zante por parte de la planta objetivo; b) la solubilidad y movilidad de los fertilizantes y
la textura del suelo, que puedan favorecer una movilidad muy alta y conllevar pérdidas
por lixiviación o saturar la zona de enraizamiento y producir problemas de toxicidad; c)
la capacidad de fijación del suelo (especialmente en el caso de P y K); d) la efectividad
del control de malezas y e) la toxicidad del elemento aplicado. Al respecto se puede
diferenciar:
72
apropiada con los elementos adecuados a las condiciones de suelo-sitio es favorecida
por el mullimiento que favorece el crecimiento radical y la absorción del fertilizante.
Dado que el fertilizante es distribuido en una superficie mayor, esta técnica no es usual-
mente recomendada para nutrientes que puedan presentar altas tasas de fijación en el
suelo superficial.
A B
Figura 3.31. (A) Aplicación superficial localizada en bandas. (B) Aplicación al voleo
en la hilera de plantación.
Aplicación al voleo no-localizada, esta técnica consiste en aplicar los fertilizantes dis-
tribuidos en forma superficial pero considerando el área completa que ocupa el rodal
o entre los árboles con distribución homogénea. Esta aplicación es la más eficiente
para rodales cercanos o posteriores al cierre de copas y considera que en esta etapa del
rodal la distribución de raíces presenta una ocupación completa del rodal. Existen mu-
chas posibilidades de mecanizar esta aplicación con sistemas de tractor y distribuidores
(trompos) o inclusive aplicaciones aéreas (helicóptero o avión). Es, sin embargo, crucial
lograr una condición de homogeneidad en la distribución de los fertilizantes.
Desde esta perspectiva, tres temas tienen mayor relevancia respecto a la sustentabilidad
de plantaciones desde el punto de vista de productividad de sitios. Estos corresponden a:
73
a) Extracción y balance de nutrientes en plantaciones de crecimiento rápido manejadas
intensivamente. A pesar de la escasa cantidad de estudios, la mayoría de las investiga-
ciones de largo plazo han demostrado que no existen efectos negativos de las plantacio-
nes manejadas intensivamente en términos de un desbalance de nutrientes del sitio por
efecto de su exportación en la biomasa acumulada cosechada (Burger 2009, Turner et
al. 1999). Estudios de largo plazo que han reportado efectos negativos, están asociados
a suelos de baja capacidad productiva, con carencias nutricionales específicas y por
ende baja disponibilidad de alguno de los elementos removidos, o de escasa capacidad
buffer de las distintas fases (minerales y orgánicas) que permiten restablecer la fertili-
dad del sitio (Hopmans y Elms 2009, Laclau et al. 2010, Leite et al. 2010, McMurtrie y
Dewar 1997, Mendham et al. 2003, Nambiar 1996, Richter et al. 1994).
No deja de ser importante indicar que las plantaciones de crecimiento rápido requieren
de un “adecuado monitoreo” en el balance de nutrientes, para los sitios donde son esta-
blecidas (Boyle y Powers 2001, Burger y Kelting 1999, Turner et al. 1999). Esta infor-
mación debería ser un requisito fundamental para establecer un estándar de certificación
ambiental en el desarrollo futuro del manejo de bosques a nivel mundial, y de esta
manera asegurar su productividad sostenida para la sociedad. Sin duda, considerando
la escasa información existente en estudios de largo plazo, la exigencia de este estándar
debiera estar enfatizada en el caso de especies de corta rotación (menor a 15 años) con
altas tasas de crecimiento (mayor a 25 m3 ha-1 año-1) y en especial en suelos de mediana
a baja fertilidad.
74
A B C
Figura 3.32. (A) Encostramiento del suelo superficial por efecto de la erosión y pude-
lado del suelo. (B) Compactación y pudelado del suelo. (C) Compactación superficial
del suelo.
Suelos de texturas finas a medias deben ser priorizados en períodos de baja precipita-
ción u operados posremoción del agua gravitacional, a efecto de reducir problemas de
largo plazo. La operación de maquinaria en condiciones de no saturación de los suelos
genera problemas de compactación (Figura 3.32, C). En estas condiciones son sólo los
suelos de texturas muy finas los que pueden presentar problemas de corto o mediano
plazo, pero estos problemas pueden ser recuperados naturalmente, o corregidos efecti-
vamente vía preparación de suelo.
A pesar de que los sistemas de torres supuestamente presentan los menores impactos,
la formación de regueros por arrastre de las trozas en pendiente puede provocar serios
daños superficiales de compactación, erosión y remoción de nutrientes del horizonte
superficial, causando severos impactos en la productividad del sitio (Laffan et al. 2001).
c) Efectos de la preparación de sitio. Los efectos de la preparación del sitio son aún
controvertidos para algunos tratamientos silvícolas, dado que son de tipo sitio específi-
co. Sin embargo, existe cierto acuerdo en que aquellas técnicas que pueden reducir los
niveles de materia orgánica superficial, particularmente la presente en el suelo mineral
o materia orgánica de largo plazo, son perjudiciales desde un punto de vista de produc-
75
tividad sostenida (Burger y Kelting 1999, Johnson y Curtis 2001, Johnson et al. 2002)
(Figura 3.33). Las principales técnicas que pueden producir dichos efectos son quemas
de alta intensidad que superan temperaturas de 700oC; técnicas de preparación de sitio
que remueven los primeros centímetros superficiales del suelo mineral por medio de
equipos Bulldozer o equipos más especializados, utilizados con el fin de controlar male-
zas (“Scalping”) o remover desechos remanentes de cosecha y así facilitar la plantación
(Carlson et al. 2006, Tew et al. 1986, Vitousek et al. 1992). Sin embargo, en el caso de
alternativas de preparación de suelo, los resultados pueden ser altamente controversia-
les y las respuestas evidentes sólo en el largo plazo. Sin embargo, los efectos negativos a
la preparación de suelo son más predecibles cuando estas técnicas son usadas sin consi-
derar las propiedades físicas de los suelos y su relación con los niveles de precipitación,
donde procesos de lixiviación intensiva pueden ser favorecidos.
A B
Figura 3.33. (A) Sitio con efectos de compactación y remoción de residuos. (B) Sitios
con re-movilización de residuos en fajas.
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87
4. Producción y establecimiento de plantas*
René Escobar y Alejandra Escobar
Introducción
Los atributos morfológicos y del comportamiento de las plantas son afectados por el
medio ambiente en el cual éstas se desarrollen. Los factores ambientales se dividen en
atmosféricos y edáficos. Los factores atmosféricos más importantes son luz, temperatu-
ra, humedad y dióxido de carbono. Estos son determinados por la ubicación geográfica,
en el caso de viveros que producen plantas a raíz desnuda, y parcialmente manipulables
por la infraestructura de propagación, en el caso de viveros que produzcan plantas a raíz
cubierta.
En este último caso, el clima del sitio en que se establecerá el vivero determina el tipo
de medio ambiente que se requiere para propagar plantas. Si el clima es templado, y
el tiempo de producción o rotación no es una limitante importante, se pueden cultivar
plantas en contenedores al aire libre y con estructuras de bajo costo. Por el contrario, si
el clima es severo, y el cultivo se debe realizar en un corto tiempo, la producción se debe
hacer bajo ambiente totalmente controlado en invernadero.
Los factores edáficos que más influyen en los atributos de las plantas son la disponibi-
lidad de agua y nutrimentos. En el caso de viveros a raíz cubierta, los factores edáficos
son independientes de la ubicación y pueden ser totalmente controlados por el tipo de
contenedor, medio de crecimiento y prácticas culturales que se utilicen. De esta manera,
los factores técnicos a considerar para la elección del sitio en que se establecerá un vi-
vero difieren significativamente si se trata de establecer uno que producirá plantas a raíz
desnuda de otro que las producirá a raíz cubierta.
* Trabajo póstumo editado y revisado por el Dr. Rafael Rubilar. Este trabajo, con algunas modificaciones,
fue publicado por el Consejo Federal de Inversiones, Argentina.
89
Es prácticamente imposible disponer de un sitio perfecto para el establecimiento de un
vivero. Por ello, la elección del lugar debe ser el resultado de la evaluación de diferentes
criterios debidamente ranqueados y revisados por un equipo de trabajo. Actuando de
esta manera, se disminuyen los factores de riesgo en la decisión final, debido a que las
limitantes del sitio elegido son conocidas y de alguna manera, han sido previamente
evaluadas.
Es poco probable que la elección correcta del sitio para establecer un vivero sea el resul-
tado del trabajo de un solo profesional, por cuanto en esta actividad confluyen una serie
de conocimientos propios de diferentes especialistas. La decisión, necesariamente, debe
ser el resultado de la opinión de un equipo interdisciplinario, con la mayor experiencia
posible en el tema, en el cual participen un experto en manejo de viveros, un experto en
plantaciones, un especialista en suelos, un patólogo forestal, un entomólogo, un experto
en riego y un especialista en evaluación de impacto ambiental. En algunas ocasiones
el experto en riego debe ser apoyado por un especialista en hidráulica y el viverista,
por especialistas en equipos y maquinarias de labranzas de suelo. Antes de iniciar su
actividad, el grupo de trabajo debe uniformar criterios respecto de los factores críticos y
secundarios para establecer el vivero en un lugar determinado, para después establecer
la matriz de evaluación para cada sitio analizado.
También es importante conocer los principales factores limitantes que encontrarán las
plantas para establecerse y crecer exitosamente en la plantación. Ello permitirá conocer
las exigencias respecto de los atributos que deben reunir y por lo tanto, los esquemas de
manejo a seguir.
Clima: Se estima que el lugar en el cual se establezca un vivero para producir plantas a
raíz desnuda, debe tener al menos un periodo de crecimiento de 150 días. En Chile, los
principales viveros están ubicados en áreas en que los periodos de crecimiento varían
entre 240 y 150 días. Periodos inferiores a los señalados afectan las tasas de crecimiento
de algunas especies, obligándolas a permanecer por dos o más temporadas en el vivero,
en cuyo caso, es más recomendable producir plantas bajo ambiente controlado. Los
factores climáticos más importantes en la elección del sitio para establecer este tipo de
vivero son: temperatura, precipitación y viento, los que varían con la altitud y latitud.
En un vivero la temperatura promedio del follaje no debe superar los 40ºC por periodos
muy prolongados (tres semanas). La exposición de las plantas a altas temperaturas (ma-
90
yor a 40ºC) por periodos cortos, dañan el follaje de las plantas y afectan negativamen-
te su crecimiento. El crecimiento de muchas especies disminuye a partir de los 32ºC.
Idealmente, para un gran número de especies exóticas y nativas, la temperatura del
follaje, en la etapa de pleno crecimiento se debiera mantener alrededor de los 20-30ºC.
Temperaturas inferiores a las señaladas afectan negativamente el crecimiento de una
gran cantidad de especies y obligan a utilizar más de un periodo vegetativo en su cultivo
(Morby 1984). En los climas templados, al término del periodo de pleno crecimiento las
bajas graduales de temperatura favorecen el proceso de endurecimiento y formación de
yemas terminales de las plantas. Las plantas deben acumular alrededor de 120 noches
con temperaturas cercanas a los 17ºC para lograr su máximo potencial de crecimiento
radicular. Se estima que una planta está adecuadamente endurecida después de vivir
un periodo de alrededor de 300 h con temperaturas que oscilen entre -2 y 4ºC (Ritchie
1984).
En zonas con tres o más meses de sequía, el viverista debe gastar mayor energía en rie-
go. Sin embargo, le es más fácil lograr los atributos que desea para las plantas y puede
mantener, por un periodo más prolongado, el estado de reposo de las mismas.
Viento: Los viveros deben estar ubicados en lugares protegidos de los vientos; si ello no
es posible, se les debe proteger a través de cortinas cortaviento. En la época de riego,
los vientos fuertes de más de 6 km h-1, distorsionan el abanico de dispersión del agua,
91
bajando la eficiencia del sistema de riego por aspersión. En Chile existen problemas
con vientos en diferentes épocas y etapas de cultivo de los viveros. En primavera, en
una amplia zona, son frecuentes los problemas de arrastre de las partículas más finas
de suelos, en las horas de mayor calor, como consecuencia de los vientos sur que se
caracterizan por ser de alta intensidad y muy secantes. En suelos con más de un 20 por
ciento de contenido de arcilla o cuya estructura ha sido destruida debido a un excesivo
laboreo, se produce resecamiento superficial y problemas de encostramiento que afec-
tan la emergencia de las semillas. Durante la misma época, es frecuente ver problemas
de distorsión en el abanico de distribución de agua de los aspersores haciendo que el
sistema de riego pierda eficiencia.
En valles ubicados en la zona precordillerana de la Región del Biobío, cada cierto tiem-
po, en primavera y otoño, se producen daños que pueden llegar a ocasionar la pérdida
completa de la producción de un vivero cuando sopla viento del este (puelche, raco o
puihua).
En otoño e invierno, durante la época de cosecha, en días despejados el efecto del viento
puede ocasionar daños irreversibles a partidas de plantas que han sido cosechadas bajo
condiciones inadecuadas. Se afecta el contenido de agua en la planta y por lo tanto, su
potencial de crecimiento radicular o capacidad de establecimiento en terreno. En época
de bajas temperaturas, velocidades de 4 a 6 km h-1 son deseables para que produzcan
el desplazamiento de las masas de aire frío que se puedan acumular sobre la superficie
del vivero.
Textura: para viveros que producirán plantas a raíz desnuda, son ideales los suelos limo-
sos o limo arenosos. Son suelos livianos, fáciles de trabajar, de buen drenaje y facilitan
el desarrollo del sistema radicular de las plantas. La participación de los contenidos de
arcillas y sedimentos son aceptables, en viveros de coníferas, cuando no superan el 15
a 25 por ciento. Contenidos mayores, hasta un 30 por ciento, se pueden aceptar si la
producción es sólo de plantas de hoja ancha.
92
pH del suelo: La reacción óptima del suelo o pH para la mayoría de las especies, oscila
entre 5 y 6. Suelos con valores de pH más bajos, generalmente presentan problemas en
el manejo nutricional, y suelos con valores superiores, cercanos a 7, presentan proble-
mas de enfermedades fungosas (Morby 1984). Cuando se desea alterar el pH del suelo
se pueden agregar productos al suelo o inyectar productos solubles al sistema de riego.
Agua: Junto con el suelo, es uno de los factores más importantes en la elección del sitio
de un vivero. Jamás se debe iniciar el establecimiento de un vivero si no se cuenta con
la seguridad que se dispone de agua en la cantidad requerida y de calidad adecuada. Se
debe tener presente que el agua en un vivero no sólo se utiliza para que la planta realice
las actividades fisiológicas vitales, sino también es una herramienta importante en el
manejo de los atributos de las mismas.
Fuentes de agua de riego: Numerosas pueden ser las fuentes para abastecer con agua
un vivero, pero se debe cuidar que esté disponible en el momento que se requiera. En la
zona central de Chile se debe evitar el uso de agua de las asociaciones de canalistas, a
las cuales se les puede comprar derechos o acciones de agua debido a que, normalmen-
te, las necesidades de agua en los cultivos agrícolas son diferentes a los momentos más
críticos de un vivero forestal. Generalmente, el agua de estas organizaciones está dispo-
nible demasiado tarde para los requerimientos iniciales y por un periodo muy breve para
las necesidades de un vivero. Sólo pueden usarse, con alguna seguridad, en la etapa de
pleno crecimiento e inicio del endurecimiento.
La mayoría de los ríos y lagos del sur del país pueden ser fuentes adecuadas de agua
para un vivero. En el norte se pueden usar tranques acumuladores. Sin embargo, la ma-
yoría de los viveros prefieren o tienden a utilizar aguas provenientes de punteras o po-
zos profundos, por la seguridad de su disponibilidad y calidad (Figura 4.1). En viveros
pequeños, cercanos a centros poblados, utilizan agua potable.
Calidad del agua: En un vivero que produce plantas a raíz desnuda, la calidad del agua
es de vital importancia, por cuanto la modificación de alguna de sus características es
prácticamente imposible. Se debe evitar utilizar como fuente de agua de riego los ríos
que son afectados por las mareas en las áreas cercanas a la costa, como también la de
aquellos que reciben desechos industriales.
93
Figura 4.1. Vivero con agua de riego de pozos profundos con sistema de filtros para
riego por aspersión.
El agua de riego debe estar libre de sedimentos por cuanto dañan los mecanismos de las
bombas y provocan desgastes en las boquillas de los aspersores, limitando su eficiencia.
También se deben evitar aguas con altas concentraciones de contaminantes químicos,
que provocan daños en los equipos de riego y en el follaje de las plantas.
Cantidad de agua: La cantidad de agua que utiliza un vivero que produce plantas a raíz
desnuda dependerá de la superficie de cultivo, constantes hídricas del suelo, especie cul-
tivada y características climáticas del lugar. Para la zona central, en un vivero de conífe-
ras establecido en un suelo franco limoso, se estima que en un cultivo que permanezca
12 meses en el vivero se requieren alrededor de 20 l de agua por planta. Las necesidades
bajan a 12 l por planta si la permanencia de las plantas se reduce a 8 meses.
Topografía: El área en que se vaya a establecer un vivero debe ser lo más plana posible,
idealmente con pendientes que no superen el 2 por ciento. Si el área presenta pequeñas
depresiones o microrrelieve, se deben eliminar para evitar zonas de encharcamiento o
de acumulación de masas de frío. En lugares con pendientes mayores se pueden cons-
truir terrazas, lo que permite un mejor aprovechamiento de la superficie, pero para ello
es necesario disponer de suelos profundos de manera que no se produzcan disturbios
importantes en las propiedades físicas y químicas del suelo. Además se debe cuidar que
el ancho de las terrazas permita el uso eficiente de los equipos disponibles, tales como
fumigadoras y abonadoras, entre otras (Figura 4.2).
94
Figura 4.2. Condiciones topográficas planas ideales para el desarrollo de faenas de pro-
ducción de plantas de manera intensiva. Nótese la protección por viento entregada por
árboles circundantes y el establecimiento de buffers con cortinas cortaviento para evitar
problemas de menor radiación e irregularidad de desarrollo de plantas.
Mientras más bajas sean las temperaturas del área en la que se establecerá el vivero,
más exigente se debe ser con la topografía para evitar daños por hielo. Nunca un vivero
se debe establecer en las partes inferiores de una pendiente, ni en la parte más alta, por
cuanto los daños por fríos son mayores.
Uso anterior del suelo: Conocer la historia del uso del suelo en el que se va a establecer
un vivero puede ser determinante para que una gestión sea exitosa. Es muy diferente,
por ejemplo, que el cultivo anterior haya sido remolacha azucarera, empastada natural,
papas o arvejas. En el primer caso, por la cantidad de fertilizantes y plaguicidas que usa
el cultivo, la posibilidad de plagas y enfermedades en el vivero es baja. Sin embargo, un
vivero establecido después de un cultivo de papas o tomates es altamente probable que
presente problemas con nematodos. Si el cultivo anterior hubiese sido arvejas, el riesgo
de daños por hongos del suelo (caída de plantas) es mayor. Los viveros establecidos
después de empastadas presentan un alto riesgo de daño por gusanos cortadores.
En todos los suelos que en los últimos dos años hayan tenido cualquier cultivo agrícola,
es muy posible que presenten deficiencias de hongos micorrícicos durante la primera
temporada de cultivo.
95
Valor del suelo y costo: El mejor sitio para establecer un vivero puede no ser convenien-
te por el valor del suelo. En muchos casos, sitios con suelos a valor razonable dejan de
ser una alternativa viable debido a los costos de habilitación que tiene el lugar.
Mano de obra: En un vivero, por altamente tecnificado que sea, existen periodos de alto
requerimiento de mano de obra. Por ello, antes de decidir su ubicación, es importante
analizar la cantidad de mano de obra, su grado de instrucción, ubicación y disponibili-
dad con respecto a los momentos más críticos de requerimientos en el vivero. En la zona
central de Chile, la recolección de mosqueta, de frutas y hongos son actividades com-
petitivas con etapas de alto requerimiento de mano de obra en vivero. El conocimiento
adecuado de esta situación es determinante para planificar el plan de equipamiento de
un vivero. Los viveros ubicados cercanos a centros poblados pueden obtener desde allí
la mano de obra requerida y cancelar su traslado. Si el vivero se instala en lugares aleja-
dos, debe disponer de instalaciones para el alojamiento de personal.
Otros servicios: La distancia del vivero a la conexión con la energía eléctrica es im-
portante, por cuanto ésta es una inversión de alta incidencia en los costos de estableci-
miento. Es deseable que el vivero mantenga conexión permanente con el exterior, por
lo tanto, la facilidad de teléfono u otro medio de comunicación también deben ser con-
siderados. En el vivero, permanentemente se está requiriendo de distintos insumos para
el proceso de producción, por lo tanto se debe evaluar también la distancia a centros de
abastecimiento.
La elección del sitio para establecer viveros que producen plantas en contenedores tie-
ne, en general, menos restricciones que para establecer un vivero a raíz desnuda. Un
vivero en contenedores se puede establecer en un suelo totalmente inadecuado para el
abastecimiento de un vivero que produce plantas a raíz desnuda, debido a que las plan-
tas crecen en un medio artificial, con estructuras y equipos que modifican los factores
ambientales (Figura 4.3).
96
Figura 4.3. Vivero para producción de plantas a raíz cubierta en contenedores dispues-
tos en mesones con mallas sin bandejas.
El objetivo básico de todas las operaciones de este tipo de viveros es modificar el am-
biente natural para producir plantas de manera rápida, eficiente y económica. Los vive-
ros en contenedores ofrecen la alternativa de modificar el medio ambiente, pero se debe
tener presente que los costos de montaje y operaciones aumentan junto con el grado de
modificación de las condiciones naturales. Existe una gran variedad de estructuras de
propagación, las que deben estar acordes con las características del sitio. Por ello, es
necesario un conocimiento previo de los distintos tipos de estructuras y de los equipos
de control ambiental para una adecuada evaluación del sitio.
Para una mejor selección de un sitio para establecer un vivero que produzca plantas
en contenedores, es aconsejable evaluar los factores críticos y los factores deseables
o secundarios que inciden en su elección. Factores críticos son aquellos considerados
fundamentales en el funcionamiento exitoso del vivero; los factores secundarios son
97
aquellos que no son absolutamente indispensables, pero que si están presentes pueden
hacer que el funcionamiento del vivero sea más económico y eficiente.
El área de crecimiento de las plantas no debe ser afectada por la sombra a ninguna
hora del día, por ello es importante evitar cortinas o construcciones cercanas en las
exposiciones este, norte y oeste. Si la especie tiene una larga permanencia en el vivero,
esta situación debe mantenerse durante todo el periodo de cultivo. Las distancias de las
cortinas a las zonas de producción de plantas deben ser calculadas para cada zona en
particular.
Es necesario tener presente que el agua que puede ser considerada como óptima para
uso industrial o doméstico, puede provocar daños severos en las plantas. Para la elec-
ción del sitio de un vivero, la calidad del agua está determinada por la cantidad de par-
tículas en suspensión (pestes o sedimentos) y sales disueltas.
El agua para regar viveros que producen plantas a raíz cubierta puede tener diferentes
orígenes, desde la red de agua potable hasta aguas superficiales de ríos o lagunas. Cual-
quiera sea su origen, deben ser analizadas antes de ser aceptadas para vivero. Si el agua
98
proviene de ríos o lagunas hay que tener presente que las características de ella cambia
con el tiempo, por lo que se requiere hacer análisis periódicos antes de considerar su
uso.
Cuando entre las partículas en suspensión están presentes esporas de hongos, bacterias,
algas y residuos orgánicos, pueden ser eliminados a través de cloración. Concentracio-
nes de 1 ppm son toleradas por la mayoría de las plantas (Ayers y Westcot 1985). El
agua de consumo humano también tiene tratamientos de fluoración. Aunque la mayoría
de las plantas forestales toleran bien concentraciones de 1 ppm, existen algunas orna-
mentales que presentan problemas de toxicidad.
Respecto de la presencia de sales disueltas en el agua, hay que tener presente que mu-
chos iones minerales pueden estar disueltos en el agua que eventualmente vaya a ser uti-
lizada en el riego de un vivero. Es perfectamente posible que aguas muy claras o trans-
parentes contengan niveles de sales dañinas para las plantas. Es frecuente que aguas
superficiales, de pozos semiprofundos (punteras) y de pozos profundos, ubicados cerca
de la costa, presenten niveles de toxicidad de sodio y cloro. También cuando se trata de
aguas duras, pueden existir cationes tales como Ca y Mg, los que dependiendo de su
concentración, pueden ser tóxicos o beneficiosos, en cuyo caso actuarían como nutrien-
tes. Esto puede ser doblemente beneficioso si se tiene presente el grado de dificultad que
ambos elementos presentan para formularlos como fertilizantes líquidos. Otros iones
que pueden ser tóxicos en el cultivo de árboles son B y Fe, que son elementos esenciales
en la nutrición de las plantas, pero que si en el agua están en concentraciones superiores
a las adecuadas pueden actuar como tóxicos (García 2012).
99
Además de la calidad del agua, hay que tener presente la demanda por agua que tendrán
las especies a cultivar, por cuanto éstas tienen diferentes necesidades de agua para rea-
lizar sus procesos fisiológicos en forma eficiente. Por otra parte, los requerimientos de
agua, de una misma especie, cambian según la etapa de desarrollo en que se encuentre
la planta y las características climáticas del lugar en que se localice el vivero. También
hay que tener presente que el volumen o cantidad de agua que se aplica en un riego no
es 100 por ciento aprovechable por las plantas. Una parte se pierde por evaporación,
otra se requiere para consumo en el vivero. En un vivero a raíz cubierta la cantidad de
agua necesaria está determinada por el método de riego, la permanencia del cultivo en
el vivero y por el volumen de los contenedores.
Fuente segura y económica de energía. Los viveros que producen plantas a raíz cubierta
requieren de cantidades importantes de energía para su funcionamiento. Los requeri-
mientos varían con el clima y el tipo de estructuras de propagación, grado de sofistica-
ción de los equipos, del manejo ambiental y tipo de permanencia del cultivo en el vive-
ro. Los invernaderos de ambientes totalmente controlados requieren de un alto consumo
de electricidad para el funcionamiento de los equipos de manejo ambiental. Todos los
viveros requieren energía eléctrica para operar los equipos de riego. Por lo anterior, en la
elección del sitio es importante analizar las diferentes alternativas de energías utilizadas
en el lugar. La elección final debiera estar dada por los costos de operación y seguridad
de contar con ella.
100
Además, se debe tener presente que en un vivero que produce plantas a raíz cubierta
se requiere de espacios para protección (cortinas), almacenaje de insumos y de plantas,
limpiado y desinfección de receptáculos, llenado de receptáculos y siembra, almace-
naje y eventual fabricación de sustrato o medio de crecimiento, servicios y oficinas.
Es importante también considerar eventuales espacios con otros fines, como parques y
jardines.
En zonas o áreas cercanas a centros urbanos puede haber sitios disponibles, pero las
prohibiciones sobre el tipo de construcciones, uso de la tierra, tratamientos de residuos,
etc., pueden hacer impracticable el establecimiento de un vivero. Si se proyecta esta-
blecer un vivero en áreas aledañas a centros poblados, es importante consultar previa-
mente el plan de desarrollo urbanístico de la zona, ubicación de red de alcantarillado y
restricciones de su uso, así como criterios de evaluación del tipo de construcciones que
se utilizarán (temporales o permanentes). La recopilación de este tipo de antecedentes
previenen sobre aspectos de encarecimiento del suelo que pueden llevar a que el cultivo
del vivero no sea posible.
Protección del entorno. Aunque el área de cultivo del vivero no debe ser afectado por
sombra, es también importante considerar que la zona de cultivo debe estar protegida
del viento por problemas en el riego si el vivero es al aire libre o para protección y esta-
bilidad de las construcciones (invernaderos), si el cultivo es bajo cubierta.
Disponibilidad estacional de mano de obra. La demanda por mano de obra varía en los
viveros según la época de cultivo. También influye en ello el grado de equipamiento
de los viveros debido a la competencia por la mano de obra en los periodos de mayor
requerimiento de ésta.
101
En la época de siembra se compite con los cultivos de espárragos y algunos berries; en
la época de endurecimiento de las plantas, con la cosecha de mosqueta; en la época de
cosecha del vivero, con el cultivo de remolacha azucarera y recolección de hongos. Por
ello, es importante averiguar las principales actividades consumidoras de mano de obra
en la zona en que se desea establecer el vivero y, de acuerdo con ello, determinar las
prioridades de mecanización o automatización de algunas actividades.
Accesibilidad. Un vivero debe tener acceso expedito durante las 24 h de los 365 días del
año. En este aspecto, se debe tener presente el estado de los caminos, el tipo de carpeta
de rodado que poseen, las obras de arte (puentes, alcantarillas), número, estado de con-
servación y riesgo de deterioro. En la zona central del país son frecuentes los aumentos
de caudales de esteros y ríos en otoño e invierno. En algunas áreas no están claros los
derechos de servidumbre de los caminos vecinales, razón por la cual se debe averiguar
al respecto antes de tomar la decisión de establecer un vivero.
Introducción
Durante la permanencia de las plantas en el vivero en las dos primeras fases del cultivo,
el manejo está enfocado a proporcionar las mejores condiciones para su establecimiento
y crecimiento en altura; cuando se ha logrado entre un 80 a 90 por ciento de la altura
final deseada, se inicia la fase de endurecimiento la que a su vez se puede dividir en va-
rias etapas, dependiendo del nivel o grado de endurecimiento que las plantas requieran.
Con la información antes indicada estará en condiciones de definir los atributos morfo-
lógicos, fisiológicos y del comportamiento que deberán tener las plantas para asegurar
una buena tasa de supervivencia y crecimiento inicial, en las diferentes áreas edafocli-
máticas a las cuales estarán destinadas. Al respecto, mientras más amplia la diversidad
102
de clima y suelo que deba abastecer con plantas un vivero, generalmente más complejo
y más caro será el manejo en esta fase de viverización de las plantas.
El endurecimiento de las plantas es una fase cuya intensidad de manejo está condicio-
nada por la época o por las características climáticas de la época en la cual se vaya a
realizar la plantación. Si la plantación se hace en verano cuando las plantas aún están
creciendo o en pleno crecimiento, sólo deben ser preparadas para soportar el transporte
hasta el lugar de plantación y no requieren ser endurecidas; en plantaciones de inicios
de otoño, las plantas requieren un proceso de endurecimiento moderado en el cual basta
con la inducción de la dormancia; en plantaciones de invierno e inicios de primavera,
las plantas requieren del proceso completo, porque no sólo deben soportar las inclemen-
cias del clima en el sitio de plantación, sino que además deben ser capaces de soportar
almacenajes refrigerados o frigorizados, según corresponda.
Los factores que tienen mayor influencia sobre las diferentes variables que califican a
las plantas, las labores culturales o de manejo que afectan al proceso de endurecimiento
y algunas de sus interacciones, se discuten a continuación.
En viveros que producen plantas a cielo abierto, el viverista tiene mayor control sobre
el contenido del agua así como también sobre los niveles y relación entre nutrientes.
Cuando se trabaja bajo condiciones de ambiente controlado se ejerce control, además,
sobre las temperaturas ambientales y cantidad de horas luz del cultivo. Factores todos
en los cuales el manejo de su interacción será determinante en los diferentes tipos de
atributos que logren las plantas al final del proceso de producción.
Estrés hídrico. Durante la fase de pleno crecimiento, las plantas se han mantenido bajo
condiciones de contenido de agua, tanto en el sustrato como en el interior de ellas, en
niveles tales que se les proporcionen las mejores condiciones de crecimiento primario.
Generalmente, el riego se repite cuando no se ha perdido más allá del 75 por ciento del
agua aprovechable en el contenedor o el contenido de agua en el tallo de las plantas es
cercano a -0,5 a -0,8 MPa (Mega Pascales). Durante la fase de endurecimiento, el riego
se restringe drásticamente y se someten las plantas a periodos sucesivos y crecientes de
estrés para inducir respuestas de tipo morfológico, fisiológico y del comportamiento,
que les permitirán tolerar diferentes tipos de estrés durante las etapas de cosecha, alma-
cenaje, transporte y establecimiento definitivo en terreno.
103
Fotoperiodo. En la naturaleza, las plantas inician su receso vegetativo cuando las ho-
ras luz a las que está expuesto su follaje disminuye. En vivero, la disminución natural
o artificial de la cantidad de horas luz es un factor importante en el inicio del proceso
de endurecimiento. Acortamientos del fotoperiodo de 12 a 8 h, entre otros, induce una
mayor lignificación en el tallo de las plantas y genera un aumento en el contenido de
carbohidratos solubles totales en el follaje (Zapata 1999, Zapata et al. 2000).
Uno de los aspectos importantes a tener en cuenta para manejar el proceso de endure-
cimiento de plantas en vivero, es conocer detalladamente el comportamiento del creci-
miento en altura, diámetro de cuello y radicular de la especie que se está cultivando. El
patrón de comportamiento siempre será el mismo, en cualquier especie; las diferencias
que puedan ocurrir estarán dadas entre viveros debido a sus diferencias de manejo.
104
de la translocación que experimentan a órganos de reserva (Escobar y González 1987,
Escobar et al. 1984). Al final del periodo de crecimiento suben los niveles de Ca y Mg.
Respecto del crecimiento del diámetro de cuello, éste es constante y creciente logrando
la máxima tasa de incremento después del periodo de máxima tasa de incremento del
crecimiento en altura, lo que ocurre alrededor de la mitad del periodo de endurecimien-
to. Para cada tipo de crecimiento, el viverista dispone de herramientas de manejo para
incrementarlos o controlarlos (Escobar y González 1987).
Figura 4.4. Crecimiento típico a lo largo del año de la altura, diámetro de cuello y raíces
de plantas cultivadas en vivero.
Fuente: Landis et al. (1999).
Detención del crecimiento en altura. Una vez que las plantas han alcanzado, en pro-
medio, alrededor del 80 a 90 por ciento de la altura final deseada, se inicia la primera
etapa del proceso de endurecimiento que consiste en detener el crecimiento en altura.
Como se trata de un proceso gradual, el viverista se debe dar un margen de seguridad
que, dependiendo de la especie y del grado de endurecimiento requerido, puede oscilar
entre un 20 a 10 por ciento de la altura final programada. Para detener el crecimiento
en altura, básicamente se utilizan dos herramientas de manejo: estrés hídrico sucesivo y
creciente a las plantas y disminución del contenido de nitrógeno en la dieta nutritiva. A
lo anterior se puede agregar el manejo de las épocas de siembra pero que, al momento
de detener el crecimiento, es una medida menos eficiente.
Manejo del estrés hídrico: Durante la fase de pleno crecimiento, el cultivo se ha mante-
nido con alta cantidad de agua en el sustrato y en el interior de las plantas. En esta etapa,
normalmente los riegos se repiten cuando el sustrato ha perdido entre un 50 a 75 por
105
ciento del agua aprovechable en el contenedor o cuando la planta ha alcanzado valores
de potencial hídrico, en el tallo, de -0,8 a -1.0 MPa.
Para manejar el nivel de estrés a través de la evaluación del potencial hídrico, se deter-
minan valores de potencial en la planta, a los cuales se volverá a aplicar un riego, el que
siempre debe ser a capacidad de contenedor. Por ejemplo, en Pinus radiata el endureci-
miento es exitoso cuando se utiliza el siguiente esquema:
Posteriormente, los riegos se repiten cuando las plantas logran valores de potencial hí-
drico que oscilan entre -2,0 y -2,3 MPa. Utilizando el mismo criterio de evaluación, se
ha determinado que Eucalyptus globulus con contenidos de agua menores a -1,3 MPa
afectan negativamente su tolerancia al frío (Escobar 2007). Si no se dispone de equipos
especializados para determinar agua en las plantas, un buen método para inducir estrés
hídrico controlado es a través del control del peso de las bandejas o contenedores. Para
ello, se pueden utilizar balanzas de plataforma o básculas, de las cuales se cuelga la
bandeja (dinamómetros). Esta última resulta ser más cómoda, ya que permite el des-
plazamiento del operario a través de las diferentes partes del vivero en las cuales estén
ubicadas las bandejas de control; algunos viveristas construyen estructuras similares a
arneses, con las cuales cuelgan a las bandejas desde el dinamómetro.
106
Por ejemplo, en contenedores de 130 cc con 16 cm de longitud, durante el proceso de
endurecimiento el riego se repite, en las tres primeras semanas, cada vez que se ha per-
dido el 100 por ciento del agua aprovechable en el contenedor; entre la cuarta y sexta
semana de iniciado el endurecimiento, el riego se repite entre 24 hasta 48 horas después
que, en los contenedores, se ha perdido el 100 por ciento del agua aprovechable; entre
la sexta y octava semana, el riego se repite 72 a 96 horas después que el sustrato ha per-
dido el 100 por ciento de agua aprovechable. Posteriormente, los riegos se repiten con
periodicidades que oscilan entre 5 y 7 días después que se ha agotado el 100 por ciento
del agua aprovechable en el contenedor.
La cantidad de días que transcurre entre riegos varía con el volumen y longitud del
contenedor, con las condiciones ambientales del vivero y con la especie que se está cul-
tivando. Contenedores de menor volumen y longitud pierden el agua más rápido, por lo
cual requieren mayor periodicidad de riego; viveros con mayores tasas de evapotranspi-
ración logran antes las condiciones de humedad del sustrato que aquellos con baja tasa
de pérdida de agua en el sustrato y plantas. Las especies tienen diferentes eficiencias a la
absorción y aprovechamiento del agua. Por ejemplo, Eucalyptus globulus consume más
rápidamente el agua en un contenedor de igual volumen y longitud, que Pinus radiata,
pero esta especie es más eficiente en la absorción de nutrientes con menor cantidad de
agua en el sustrato.
Volumen del contenedor: El volumen del contenedor tiene una relación directa con el
crecimiento del diámetro de cuello de las plantas en vivero. Mientras mayor es el vo-
lumen del contenedor más crecimiento en diámetro de cuello experimentan las plantas
(González 1996).
107
logre niveles de saturación, el crecimiento en diámetro es mayor. La especie y condición
de cultivo (cielo abierto o invernadero) son determinantes en cómo manejar el riego
(Pinto 2000). Las especies difieren en cuanto a su eficiencia a la absorción de nutrientes
según la condición de humedad del sustrato. En cuanto al ambiente, en el cultivo a cielo
abierto hay mayor tasa de evapotranspiración que en invernaderos que no regulen la
velocidad del viento en su interior (Donoso 1999).
Manejo del tallo: El manejo de tallo es una labor cultural ampliamente utilizada en la
producción de plantas de rápido crecimiento. La fundamentación fisiológica de su em-
pleo está basada en generar, de manera artificial, un desorden hormonal en las plantas,
al igual que con el manejo radicular. Las plantas, en forma natural, para mantener un
crecimiento armónico tienen una cantidad de auxinas que están en perfecto equilibrio al
interior de ellas. Las zonas de mayor concentración son el ápice caulinar y el radicular:
si se corta o elimina uno de éstos, la planta reacciona redistribuyendo las auxinas re-
manentes para lograr nuevamente el equilibrio en su interior. Durante la translocación,
la planta sufre una serie de cambios físicos y bioquímicos que contribuyen al proceso
de endurecimiento. Por ejemplo, en latifoliadas desaparecen los estomas del haz y dis-
minuyen su número en el envés, aparecen ramas laterales y las hojas, gradualmente, se
van poniendo más coriáceas; en coníferas, crece follaje secundario y desaparecen los
braquiblastos; en ambos casos, aumenta significativamente el diámetro (Escobar 1994).
Poda de ramas laterales: La poda del tallo trae consigo un aumento del área foliar debi-
do a la proliferación de ramas laterales, lo que normalmente provoca problemas de falta
de luz en la base del tallo, fenómeno que se manifiesta a través del inicio de una clorosis
en las hojas basales. Cuando aparece el cambio de color en las hojas basales en latifolia-
das, es el momento para efectuar la eliminación de las ramas laterales; la respuesta más
visible será un aumento significativo en el crecimiento en diámetro de cuello.
108
Incremento del crecimiento radicular. El sistema radicular es la variable morfológica
cuyo crecimiento culmina más tarde en el proceso de viverización, debido a que ocurre
después que las plantas inician el proceso de translocación de solutos desde el follaje
al tallo y raíces. Una vez que culmina el crecimiento en altura, los niveles de nitrógeno
disminuyen en el follaje y aumentan en el tallo y raíces (Escobar y González 1987, Gon-
zález et al. 1988). Para mejorar el crecimiento y volumen radicular, el viverista dispone
de varias herramientas que puede utilizar durante el manejo de plantas en vivero:
Longitud del contenedor: es una de las características que mayor influencia tiene en el
volumen y biomasa radicular (Figura 4.5). Mientras mayor es la longitud del contene-
dor, más biomasa radicular y mejor preparada estará la planta para ser utilizada en zonas
áridas (González 1996, Salgado 1995).
A B
Figura 4.5. Tamaños de contenedor (A: 135 cm3, B: 80 cm3) e influencia en la masa
radicular de la planta. El almacenamiento de agua y nutrientes entregados en base a
programa de riego y nutrición, se deben ajustar en cada caso a programas específicos al
tamaño del contenedor que corresponde también con las condiciones de estrés posesta-
blecimiento.
109
raíz será, anatómicamente, de mayor calidad cuanto más fibrosa sea y cuanto más raíces
finas (menores a 1 mm de diámetro) tenga, y que éstas nazcan desde una raíz principal
claramente diferenciada.
Es usual observar en plantas creciendo en contenedores de plástico, que sus raíces late-
rales lo hacen pegadas a las paredes del contenedor, generando lo que se conoce como
“efecto sauce u hombreras”. Estas plantas cuando son llevadas a terreno que presentan
estrés hídrico estival, tienen problemas de supervivencia, y en suelos expuestos al vien-
to, de estabilidad. Si el contenedor está fabricado de espuma de poliestireno expandido,
el sistema radicular en muchas especies se entrecruza en las cavidades, generando serias
dificultades para su extracción (cosecha). Sin embargo, esto se puede superar utilizando
cobre mezclado con látex acrílico, con el cual se pintan las paredes internas de los con-
tenedores: al entrar en contacto los extremos de las raíces con el cobre adherido a las
paredes, se inhibe su crecimiento generando con ello un sistema radicular secundario
que surge desde un eje central.
Las especies requieren diferentes concentraciones de Cu para lograr una buena poda,
por lo que es recomendable probar diferentes dosis del elemento en la mezcla; la poda
química, en algunas especies, afecta positivamente el diámetro de cuello, biomasa de
tallo y área foliar; en todos los casos, mejora la estructura del sistema radicular y el
comportamiento de las plantas en terreno (Quilodrán 1998). Una buena mezcla para
hacer poda química es utilizar:
•• 8 kg de Sulfato de Cu u Oxicloruro de Cu
•• 19 litros de látex acrílico
•• 75 litros de agua.
Manejo de la luminosidad: En muchos viveros que están ubicados en zonas de alta lu-
minosidad se utilizan sombras sobre el cultivo para disminuir la temperatura del sustrato
o impedir la radiación directa sobre el follaje de las plantas (Figura 4.6). Para ello, nor-
malmente se usan mallas plásticas de diferentes grados de intercepción de la luminosi-
dad, que oscilan entre un 50 y 80 por ciento. En algunos casos, se les utiliza sólo durante
la fase de establecimiento y en otros, hasta el término de la fase de pleno crecimiento;
también hay quienes las utilizan durante todas las fases del vivero. Escobar y Espinosa
(1988) determinaron, en Pinus radiata y Eucalyptus globulus, que bastaba una semana
de exposición del cultivo a la sombra, con 50 por ciento de intercepción de la luz, para
afectar negativamente todos los atributos morfológicos de las plantas de estas especies
y de manera especial, al sistema radicular. En general, las especies colonizadoras son
más sensibles a esta labor de manejo que aquellas que aparecen después en la sucesión
vegetal.
110
Figura 4.6. Uso de sombreadores para reducir la evaporación de agua y radiación sobre
el follaje de plantas en desarrollo temprano.
111
en órganos denominados lignotubérculos; son plantas que normalmente su periodo de
dormancia es muy corto, no más de seis a ocho semanas.
En general, las coníferas y las latifoliadas que crecen en forma natural en climas templa-
dos y climas fríos acumulan una buena parte de sus reservas en las yemas terminales y
laterales del tallo. Las coníferas en las yemas del ápice caulinar y las latifoliadas en las
yemas ubicadas en las axilas de las hojas. Las yemas terminales de una conífera serán
de mejor calidad mientras mayor sea el tamaño de éstas (Zhang et al. 1997).
Para lograr una buena acumulación de reservas en las yemas se requiere que la plan-
ta disponga de las mejores condiciones del sitio para realizar fotosíntesis; por ello es
conveniente realizar siembras tempranas y no estresarlas hídrica ni nutricionalmente
durante la fase de pleno crecimiento; evitar fertilizaciones nitrogenadas tardías y condi-
ciones ambientales, una vez iniciado el proceso de endurecimiento, que desendurezcan
las plantas, como aumentos del fotoperiodo, de la temperatura ambiente y riegos exce-
sivos. También cuidar que las plantas logren acumular una cantidad de horas frío sufi-
ciente para entrar en reposo (Burdett y Simpson 1984). En producciones bajo ambiente
controlado, cuidando las temperaturas nocturnas durante la fase de endurecimiento, se
puede manejar el equilibrio entre tasa de fotosíntesis neta y tasa de respiración tratando
de que sea mayor la primera (Lavender 1984).
Las muestras de tejido de plantas deben ser sometidas al mismo proceso de manipula-
ción e, idealmente, ser analizadas en un mismo laboratorio. El laboratorio entregará en
porcentaje, en relación a materia seca, el N, P, K, Ca, Mg y S (macronutrientes) y en
partes por millón, el Fe, Cu, Mn, Zn, B, Mo y Cl (micronutrientes). Los niveles nutri-
cionales en el follaje permiten:
112
El mejor momento de muestreo del tejido para la determinación de nutrientes es cuando
la mayor cantidad de elementos se encuentran en concentración más alta en el tejido a
muestrear; debido a la función que cumplen los distintos elementos minerales en las
plantas, éstos se movilizan entre sus diferentes órganos en el tiempo, por lo que una
fecha de muestreo inapropiada puede inducir a error a la persona que está interpretan-
do el análisis (Escobar 1993) (Tabla 4.2). Para evaluar los niveles nutricionales de las
plantas en el vivero, normalmente se debe hacer el análisis al término de la fase de en-
durecimiento; los valores obtenidos son los que el viverista debe informar al forestador.
Éste, a su vez, debe saber que análisis posteriores entregarán, seguramente, resultados
distintos, por la movilidad de los nutrientes en las plantas.
Época de muestreo
Elemento
Febrero Marzo Abril Septiembre
N 3,50 2,20 2,00 1,20
P 2,20 0,18 1,60 0,14
K 1,60 1,40 1,50 1,10
Ca 0,30 0,40 0,50 0,61
Mg 0,25 0,30 0,35 0,41
Fuente: Escobar (1993).
En la literatura existen muchas tablas que proporcionan valores de referencia para deter-
minar si algún elemento se encuentra en niveles adecuados. Generalmente, se caracteri-
zan porque entregan, para un mismo elemento, un valor inferior y uno superior; algunas
además entregan valores deficitarios y de consumo de lujo. Antes de utilizar los valores
de una tabla para evaluar el estatus nutricional de una muestra, es necesario saber si ésta
fue confeccionada para plantas de vivero, de plantaciones menores a cinco años o de
plantaciones en estado de latizal o adultas, ya que todas pueden entregar niveles dife-
rentes y los criterios para establecer los rangos o valores de referencia utilizan variables
o criterios distintos. Si son de vivero, es necesario saber si se confeccionó para plantas
producidas a raíz desnuda o cubierta y por último, para qué especie se confeccionó.
113
en crecimiento, pero la segunda es más eficiente en la inducción de la tolerancia al frío
y potencial de crecimiento radicular. En la dieta nutritiva, normalmente, no se mezcla P
con Ca y Mg porque precipita (Landis et al. 1999).
Para llevar a las plantas al rango nutricional de valores adecuados al final de la fase de
pleno crecimiento, éstas deben estar en niveles de consumo de lujo o al menos, en el
rango superior de la tabla de referencia que se utilice, ya que en forma natural bajará el
contenido de algunos de ellos en el tiempo, tendencia que se intensificará con labores de
manejo como podas radiculares, detención del crecimiento en altura, manejo del tallo,
entre otros (Escobar y González 1987, Hernández y Rubilar 2012) (Figura 4.8).
114
Figura 4.8. Diferencias de crecimiento y expresión de color del follaje en plantas de
semilla de Pinus caribaea manejadas bajo diferentes regímenes nutricionales.
Durante las últimas cuatro semanas de la fase de pleno crecimiento se deben realizar
análisis fotoquímicos periódicos y subir o bajar en la dieta nutritiva aquellos elementos
que estén por debajo o por sobre los valores de referencia. Durante el periodo señalado,
se sugiere el empleo de sales con no más de dos elementos para preparar la dieta y evitar
utilizar mezclas comerciales completas, sobre todo cuando se debe bajar alguno de los
nutrientes en la dieta.
Para evitar deficiencias o problemas de consumo de lujo se debe conocer muy bien
el requerimiento de agua o el punto de humedad del contenedor en el cual la especie
cultivada logra la máxima tasa de absorción y en el que pierde eficiencia. Este factor es
propio de cada especie, por lo que el viverista debe estar familiarizado con la interac-
ción riego-fertilización.
Equilibrios nutritivos. Aunque este es un criterio poco utilizado, se estima que cada
vez adquirirá mayor relevancia en la evaluación de calidad de plantas, ya que resuelve
un problema que no es explicado por la simple lectura e interpretación de los niveles
nutricionales que entregan los análisis de laboratorio. Este se expresa a través de un
valor numérico y el que lo interpreta determina, en una tabla de referencia, si está en el
rango establecido. Si el valor es inferior al valor mínimo del rango, se considera que el
elemento es deficitario; por el contrario, si está por sobre el valor máximo, se considera
en consumo de lujo.
115
de Eucalyptus globulus en vivero, con diferentes relaciones, base peso atómico, entre
nitrógeno y potasio, puede tener mejor o peor tolerancia al frío y diferencias importan-
tes en su capacidad para producir nuevas raíces (Acevedo et al. 2010, Chassin 2014,
Escobar 2007).
Para determinar las relaciones binarias base peso atómico, se deben expresar en unida-
des equivalentes, por lo que se transforman los valores porcentuales o las ppm de cada
nutriente en átomo miligramos (Sánchez 1991).
Macronutrientes:
%X x 1000
Átomo miligramo de X =
PA de X
Micronutrientes:
ppm X x 0,1
Átomo miligramo de X =
PA de X
Por ejemplo, si el análisis foliar determina valores de N de 2,0 por ciento y de K de 1,42
por ciento, los pesos atómicos serán de 14,0 y 39,1, respectivamente. La relación:
N → K
79,7% → 20,3%
116
y sacarosa, también en forma de hemicelulosa, proteínas y grasas. Los carbohidratos
solubles totales son aquellos que son acumulados y fácilmente traslocados a otras partes
de la planta para su metabolismo. Entre ellos se distinguen glucosa, sacarosa, fructuosa,
rafinosa y el polisacárido almidón (Jayawickrama et al. 1992).
117
el proceso de transpiración y translocación de solutos; se interrumpe el metabolismo de
carbohidratos y proteínas; aumenta la susceptibilidad al ataque de insectos y patóge-
nos, entre otras. En resumen, todos los aspectos relacionados con el crecimiento de las
plantas son afectados por la carencia de agua (Coopman 2001, Coopman et al. 2008,
Navarrete-Campos et al. 2013).
Mientras la planta permanece en vivero puede tener estrés hídrico porque el esquema
de riego lo determina durante el proceso de endurecimiento. Pero jamás debe entrar en
estrés por otras razones. En forma natural, el contenido de agua de las plantas es varia-
ble durante el día, siendo alrededor del mediodía hasta la media tarde el momento con
menor contenido. Por lo anterior, se debe preferir cosechar durante la primera mitad de
la mañana o después de media tarde. En ambos casos, previamente las plantas deben
ser regadas de manera de asegurar que el contenido de agua sea, al menos, de -0.5 Mpa,
idealmente, de -0,2 Mpa. Durante el proceso de cosecha se debe cuidar la exposición
de las plantas al viento y al sol; al igual que durante el trasporte como también en el
lugar de plantación. Para asegurar un buen contenido de agua al interior de las plantas,
se puede recurrir al empleo de superabsorbentes hidratados y de elementos como film
plástico para el embalaje de los sistemas radiculares. Las plantas deben ir embaladas en
cajas que impidan la pérdida de agua.
118
A B
Figura 4.9. Desarrollo de raíces en plantas producidas a raíz cubierta. (A) Sistema ra-
dical con adecuado desarrollo acorde al pan de sustrato. (B) Plantas con sistema radical
suberizado ocupando todo el pan de sustrato. Ambas plantas de iguales características
aéreas tendrán comportamientos muy diferentes en campo y bajo condiciones de estrés.
El PCR tiene una alta correlación con la tasa de supervivencia y crecimiento inicial de
una partida de plantas en terreno (Decarli 1999). Es una variable que se caracteriza por
ser cambiante en el tiempo debido a la importancia que en ella tiene la cantidad de horas
frío acumuladas por las plantas (Escobar 2004). Es afectada por el estatus nutricional y
la relación N/K en el follaje (Escobar 2007); por la temperatura y contenido de humedad
del sustrato (Barrientos 1999, Mendoza 1997, Peña 1996) y por el potencial hídrico de
las plantas al momento de ser trasplantadas (Acevedo et al. 2010, Escobar 2004, Peña
1996).
Una planta equilibrada nutricionalmente, con adecuada cantidad de horas frío acumu-
ladas (propio de cada especie) y con alto contenido de agua, tendrá siempre mejor po-
119
tencial de crecimiento radicular que aquellas que no presentan estas condiciones. El
equilibrio nutritivo se logra durante los últimos 45 días del endurecimiento; las horas
frío acumuladas son propias del clima en el cual esté ubicado el vivero, de la época de
plantación (Escobar 2007) o de cosecha de plantas; a su vez, la cantidad de agua interna
depende del manejo que se haga del agua de riego 24 h antes de cosechar las plantas,
de las condiciones de almacenaje y de transporte hasta el lugar de plantación (Burdett
y Simpson 1984).
Tolerancia al estrés hídrico. Las plantas presentan dos tipos de respuestas al estrés
hídrico, lo toleran o lo evitan. Para evitarlo, la planta utiliza estrategias para reducir
su impacto como ocurre cuando elongan sus raíces hasta encontrar las napas freáticas
de manera que éstas no permanezcan en el perfil de suelo seco. Algunas especies del
género Eucalyptus utilizan como estrategia eliminar follaje ante situaciones de estrés
hídrico, con el objeto de disminuir la superficie de transpiración (Coopman et al. 2008).
Aclimatar las plantas para que soporten estrés hídrico es un proceso complejo que con-
lleva una serie de cambios de tipo morfofisiológico. Se ha determinado que plantas
que durante el proceso de endurecimiento han sido sometidas a estrés hídrico, soportan
mejor la sequía que aquellas que no lo han sido; actualmente se considera determinante
someter a las plantas, en la última fase de viverización, a este tipo de estrés y dependerá
del grado o intensidad del manejo, la capacidad de resistencia de las plantas a la sequía.
Dado que las especies soportan distintos niveles de estrés, es importante conocer lo que
ocurre con cada especie que se esté cultivando.
Tolerancia al frío. De todos los atributos del comportamiento, este es el que requiere
de un manejo más intenso e integrado durante la fase de endurecimiento de plantas. Se
120
trata de una característica deseada en plantas producidas para establecer plantaciones en
climas templados fríos y en climas fríos, durante el invierno o inicios de primavera. La
tolerancia al frío de las plantas se puede manejar, tanto en plantas que naturalmente so-
portan bajas temperaturas, como es el caso de las coníferas que se plantan en la Patago-
nia, como también en plantas que naturalmente soportan temperaturas bajas moderadas,
como ocurre, por ejemplo, con Eucalyptus globulus el que, en forma natural, soporta
hasta -5ºC y con manejo en vivero puede tolerar hasta -10ºC en plantas a raíz cubierta
y hasta -12ºC, en plantas a raíz desnuda (Costa e Silva et al. 2007, Navarrete-Campos
et al. 2013).
Una misma especie pero de subespecies o variedades ecológicas distintas puede tener
diferentes grados de tolerancia al frío (Moraga et al. 2006). Como la tolerancia al frío
es una labor de manejo silvícola, tiene una duración determinada en el tiempo y no es
permanente, a diferencia de la resistencia al frío, que es una característica perdurable en
el tiempo y que poseen en forma natural algunas especies, como Araucaria araucana,
Nothofagus pumilio y N. antárctica.
Para que una planta sea frío tolerante, debe pasar por todas las etapas descritas del
proceso de endurecimiento. La tolerancia al frío se inicia con la aplicación del estrés
hídrico cuando se produce la detención del crecimiento en altura (Benavente 2005).
También es determinante el manejo de la fertilización nitrogenada. En el follaje de las
plantas este elemento debe quedar en niveles de consumo de lujo al término de la fase
de pleno crecimiento, ya que en forma natural experimentará un descenso; el nivel ideal
mínimo de nitrógeno en el follaje no debiera ser inferior a 1,7 por ciento. Aunque con
valores de hasta 1,4 por ciento las plantas no muestran signos de deficiencia del elemen-
to en el vivero, están en zona de hambre oculta, lo que se observará cuando inicien el
crecimiento radicular en terreno o se determinará en el test de potencial de crecimiento
radicular (Escobar 2007). En la dieta de fertilización, en la fase de endurecimiento, se
debe reducir drásticamente su contenido y su relación base peso atómico con K no debe
ser mayor al 75 por ciento e idealmente, 70 por ciento. La fertilización no debe sobrepa-
sar el término de la fase de endurecimiento, por cuanto fertilizaciones tardías aumentan
la susceptibilidad de las plantas al daño por frío: es preferible quedar con niveles por
debajo del óptimo que tratar de corregirlos tardíamente, ya que el riesgo de daño por frío
aumenta considerablemente (Acuña 1993, Landis et al. 1999, Navarrete-Campos et al.
2013, Velásquez et al. 2001).
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125
5. Manejo de plantas entre el vivero
y su establecimiento en terreno*
René Escobar y Alejandra Escobar
Introducción
Cosecha de plantas
Corresponde a la última fase del proceso de viverización. Las plantas de un vivero están
en condiciones de ser cosechadas una vez que han logrado los atributos morfológicos,
fisiológicos y del comportamiento deseado y se encuentran debidamente endurecidas
o preparadas para ser trasladadas a terreno. El periodo o ventana de cosecha varía con
la especie que se esté cultivando, condiciones climáticas del vivero, nivel de endureci-
miento requerido por las plantas y época de plantación.
Mantener las plantas en el vivero o contenedores más allá del tiempo necesario, gene-
ralmente se hará a costa de daños fisiológicos que afectarán negativamente su compor-
tamiento en terreno. Es común ver, en viveros que producen plantas a raíz cubierta, que
muchas veces éstas permanecen en él hasta fines del periodo invernal o inicios de la
primavera siguiente, en espera de condiciones adecuadas del lugar de plantación. Esta
medida normalmente implica que las plantas reinicien, en el vivero, el crecimiento ra-
dicular o del tallo antes de ser llevadas a terreno, lo que redundará en menores tasas de
supervivencia y crecimiento inicial en la plantación (Figura 5.1). En algunas especies,
basta que sólo reinicien el crecimiento unas pocas raíces en el cepellón para compro-
meter, significativamente, las tasas de supervivencia y crecimiento inicial de las plantas
(Ritchie 1984).
* Trabajo póstumo editado y revisado por el Dr. Rafael Rubilar. Este trabajo, con algunas modificaciones,
fue publicado por el Consejo Federal de Inversiones, Argentina.
127
Figura 5.1. Sistema radical suberizado por larga permanencia de plantas en vivero con
lento desarrollo en campo y baja capacidad de supervivencia y crecimiento.
La cosecha es una faena que se debe realizar en las primeras horas del día hasta media
mañana (10 h) o pasada la media tarde (15 h) por ser los momentos del día en los cuales
las plantas tienen la mayor cantidad de agua en sus tejidos; se debe evitar la cosecha de
plantas a mediodía. Una vez retiradas las plantas del contenedor, en el receptáculo de
embalaje, se les debe aplicar superabsorbente hidratado sobre el sistema radicular para
mantener altos contenidos de agua en el tallo.
128
para plantación inmediata se utiliza en plantaciones realizadas en primavera e inicios de
otoño. Las plantas no requieren de un programa de endurecimiento muy riguroso, sólo
basta que tengan la altura final deseada y se encuentren bien hidratadas.
Selección de plantas
No todas las plantas que se producen en el vivero califican para ser llevadas a plan-
tación. Previo a la cosecha o junto con ella, se deben eliminar todas las que no hayan
logrado el diámetro de cuello y altura mínima establecidas como límites inferiores, para
los diferentes sitios de plantación; también deben ser eliminadas todas las que presenten
mal formaciones en el tallo, daños bióticos en el follaje, pérdidas severas de follaje o
que hayan sufrido daños mecánicos durante la faena de extracción.
Los valores de las diferentes variables que califican a las plantas en el proceso de selec-
ción, se deben determinar en función del comportamiento de diferentes tipos de plantas
en las distintas áreas edafoclimáticas que abastece o cubre el vivero. Al respecto, no
es conveniente utilizar valores determinados o provenientes de zonas, climas o países
diferentes; inicialmente se podrán utilizar como valores referenciales, pero cada vivero
o área de plantación debiera establecer sus propios valores mínimos de cada variable
para calificar a las plantas.
129
Figura 5.2. Diferencias en calidad de plantas que son producidas en el proceso de vive-
rización. Grandes diferencias de crecimiento posterior pueden ser esperadas en base al
potencial de crecimiento de cada material.
Cuando las plantas serán plantadas durante las primeras 48 h después de cosechadas,
pueden ser extraídas y embaladas directamente en las cajas de transporte de plantas o en
130
su defecto, deben ser depositadas en cajas rígidas, de manera tal que se puedan apilar.
En ambos casos, el sistema radicular debe ir suficientemente humedecido y protegido
del viento para lo cual se recomienda regar a goteo antes de la cosecha; hacer paquetes
de 25 plantas cada uno; aplicar superabsorbente hidratado sobre el cepellón y cubrirlo
o embalar con aluza (Merino 1998). Posteriormente, depositar en la caja de transporte
o embalaje según corresponda, debidamente hidratadas (López 1999). Si las plantas
cosechadas están destinadas a almacenaje, deben ser almacenadas en cajas construidas
de material aislante (Correa 1997).
Cuando exista duda sobre un eventual daño de las plantas provocado en alguna de las
etapas entre extracción y plantación, se debe evaluar la conductividad electrolítica re-
lativa (CER); valores superiores a 10 por ciento en coníferas, son indicadoras de even-
tuales problemas al establecimiento y crecimiento inicial; valores por sobre el 20 por
ciento, además de lo anterior, indican problemas severos de supervivencia (Escobar AP
1999, Feijoo 1997, Molina 1999). Esta es una medida que evita poner en terreno plantas
que hayan sufrido daños irreversibles: es preferible perder una partida de plantas y no
perder plantas, mano de obra, preparación y uso del suelo. Es importante tener presen-
te que las especies tienen diferentes valores críticos de CER: mientras para una gran
cantidad de coníferas un 20 por ciento es crítico, para algunas especies de Eucalyptus,
valores del 30 por ciento son de plantas normales y con 50 por ciento se producen daños
severos. Otra herramienta eficaz y rápida para evaluar daños en las plantas durante estas
etapas es la determinación del potencial hídrico en el tallo: potenciales entre -0,2 y -0,5
MPa son ideales (Molina 1999).
Almacenaje de plantas
Muchas veces ocurre que el vivero está ubicado en un sitio con condiciones climáticas
muy distintas al lugar de plantación. Por ejemplo, mientras en el área a plantar el suelo
está cubierto con nieve, en el vivero las plantas están reiniciando el crecimiento radicu-
lar e incluso el del tallo. Cuando esto sucede, una herramienta técnica eficaz a utilizar es
el almacenaje de plantas en frío. Este puede ser refrigerado o frigorizado, dependiendo
del tiempo que las plantas deberán permanecer almacenadas. El objetivo de este tipo de
almacenaje es guardar las plantas sanas con la actividad fisiológica reducida al mínimo
esperando el momento de ser llevadas a terreno para realizar la plantación. En ambos
casos, previo al almacenaje, las plantas deben recibir un golpe de frío a 5ºC por unas
24 h y en condiciones de humedad ambiental alrededor del 90 por ciento (Bustos 1999,
Cea 1993, Escobar AP 2004, Escobar 1999). Durante el almacenaje, la humedad relativa
debe estar siempre por sobre el 85 por ciento e idealmente, entre 90 y 95 por ciento. De
esta manera, se tiene mayor posibilidad de mantener una cantidad de agua al interior de
las plantas, en un valor cercano a -0,05 MPa. Otro aspecto importante y determinante en
el almacenaje en frío, es que las plantas, previo al almacenaje, deben haber acumulado
una cantidad mínima de horas frío a nivel del follaje en el vivero, lo que será determi-
nante en la capacidad de las plantas para soportar las condiciones del almacenaje (Esco-
bar AP 2004, Lazo 2001, Ritchie 2004).
En el almacenaje refrigerado, las plantas permanecen guardadas por periodos que van
desde unos pocos días hasta alrededor de cuatro semanas; tiempos más prolongados son
131
una excepción y se utilizan en plantas de hoja caduca o que en vivero formen yema apical.
Se utiliza, normalmente, cuando se desea evitar que las plantas reinicien el crecimiento
en vivero y/o prolongar el periodo de receso vegetativo; se emplean temperaturas entre
1 y 3ºC, dependiendo de la especie y estado fisiológico de las plantas; temperaturas ma-
yores aumentan el riesgo de daño por hongos en las plantas almacenadas (Edgren 1984).
En el almacenaje frigorizado las plantas pueden permanecer almacenadas entre 2 y 8
meses e incluso por mayor tiempo, bajo temperaturas entre -1 a -3ºC. Una vez finalizado
el almacenaje, las plantas necesitan volver gradualmente a la temperatura ambiente a la
cual se plantarán a inicios de la primavera o verano, según corresponda. El almacenaje
frigorizado requiere de plantas que hayan tenido un intenso proceso de endurecimiento
en el vivero, especialmente lo relacionado con inducción de tolerancia al frío, debido
a que durante el almacenaje las plantas sufrirán una disminución significativa de los
carbohidratos (Escobar 1999). Una forma de evitar este problema es evaluar, previo al
almacenaje, la tolerancia al frío a través de la conductividad electrolítica relativa.
Transporte de plantas
Las plantas durante el transporte desde el vivero o desde la cámara de frío al sitio de
plantación y dentro de éste, están expuestas a sufrir daños fisiológicos que pueden afec-
tar severamente su comportamiento en terreno. El mayor riesgo que corren es el de
deshidratación; es importante recordar que la planta se debe instalar en terreno con un
contenido de agua en el tallo no menor a -0,5 MPa. Por lo tanto, en este eslabón de la
cadena productiva, todo debe estar enfocado a conservar al máximo el agua al interior
de la planta. El transporte debe ser rápido y directo para evitar manipulación innece-
saria; idealmente, las plantas no deben cambiar de medio de transporte y si ello no es
posible, jamás deben ser removidas de su embalaje hasta llegar al lugar de acopio en
terreno. En el transporte hasta el sitio de plantación se debe tener especial cuidado en
la temperatura a la cual viajen las plantas por el efecto de ésta en la transpiración; se
estima que una buena temperatura es entre 5 y 8ºC (Duryea y Brown 1984, Lavender
1984). Pueden viajar en vehículos cubiertos con carpas térmicas; con carpas térmicas
más anhídrido carbónico o en carrocerías refrigeradas (Ramírez 1999). Estas últimas
pueden servir como almacenaje temporal en el sitio de plantación. El ideal es que tanto
la temperatura y humedad a nivel de follaje de las plantas sea monitoreado durante
el viaje, para atenuar la posibilidad de establecer plantas en terreno que hayan estado
expuestas a temperaturas no deseadas y que hayan sido dañadas durante el transporte.
Mejorará la condición del transporte y el riesgo de pérdida de agua en las plantas, el em-
pleo de superabsorbentes hidratados cubriendo sus sistemas radiculares (López 1999).
En el lugar de plantación, las plantas serán transportadas por los plantadores o por los
132
abastecedores de éstas. En este caso, se debe cuidar: 1) que las cajas de transporte de
plantas mantengan los sistemas radiculares protegidos de los efectos directos del sol
(Merino 1998); 2) que las cajas no contengan una cantidad de plantas que demanden
más allá de dos horas de trabajo del plantador; 3) que el tiempo transcurrido entre el
despacho desde el vivero hasta el momento de establecer la planta en terreno no supere
las 48 h y 4) que idealmente se plante en días nublados o con lluvia (Arriagada 1999).
Época de plantación
Como el suelo a plantar debe estar húmedo, siempre la mejor época para realizar la
faena, en un lugar determinado, será cuando se produzca la mayor pluviosidad. Hay
sitios en los cuales ésta ocurre en verano, en otros durante el otoño e invierno. En cada
caso habrá que tener presente, además de la humedad, la temperatura del suelo en los
primeros 15 cm de profundidad.
133
Plantaciones de primavera
En sitios en los cuales la humedad ambiental es alta, como los cercanos al mar y con
suelos que tienen una buena retención de humedad, es factible plantar en primavera. En
este caso, las plantas se establecen, normalmente, en plena actividad fisiológica, por lo
cual son muy sensibles al estrés hídrico durante el transporte. Es un método que se uti-
liza con plantas producidas a raíz cubierta y con especies cuya temperatura óptima, para
iniciar crecimiento radicular, varía entre 17 y 22ºC, como es el caso de algunas especies
del género Eucalyptus en las cuales las tasas de supervivencia son muy altas. También
se utiliza plantar, en esta época del año, en sitios ubicados en áreas de clima frío cuando
la diferencia de condiciones de clima son muy disímiles entre el clima del vivero y el
del lugar de plantación, en este caso, normalmente se planta con plantas que han sido
almacenadas en frío (Edgren 1984).
Para mejorar las condiciones de humedad del suelo, a nivel de rizósfera, se utilizan
superabsorbentes, algunos de los cuales son capaces de absorber agua en una cantidad
equivalente a varias decenas de veces su peso. El superabsorbente se puede poner pre-
viamente hidratado o hidratar en el momento de la plantación; en ambos casos, se debe
mezclar homogéneamente con el suelo (Becerra 2001). Mientras mayor sea la humedad
ambiental y del suelo mayor será el efecto del superabsorbente utilizado. En sitios de baja
humedad ambiental y en suelos que pierden rápidamente la humedad natural, el empleo
de superabsorbentes puede y normalmente es así, ser contraproducente (Mercado 2000).
No se debe olvidar que dosis 2 a 4 g planta-1 que se prescriben, no permiten el almacena-
miento mayor a los 200 g de agua y en el mejor de los casos, utilizando agua destilada, a
800 g planta-1 y la evaporación por m2 puede ser de 4 a 7 l día-1 (López 1999).
Plantaciones de verano
En el altiplano y en algunas áreas subtropicales de Sudamérica, la mayor pluviosidad
ocurre durante el verano y por lo tanto, es la época de mayor humedad ambiental y del
suelo. En este caso, la plantación se realiza durante esta época del año y el método más
apropiado de producción de plantas es a raíz cubierta.
En estas condiciones de clima hay una alta evapotranspiración, por lo cual las plantas
se deben mantener en el cepellón con una humedad de capacidad de contenedor y ser
transportadas, al lugar de plantación, protegidas del viento y del sol. En este caso, las
plantas se establecen en plena actividad fisiológica y es recomendable darles un golpe
de fertilización de pleno crecimiento antes de cosecharlas y enviarlas a terreno (Venegas
2000).
Plantaciones de otoño
En climas templados fríos, en donde las diferentes estaciones del año son muy marca-
134
das, junto con las primeras lluvias importantes de otoño, se realizan plantaciones. En
este caso, la actividad se ve beneficiada porque, normalmente, el suelo aún se encuentra
en rangos de temperaturas de crecimiento de raíces y por lo tanto, la fase de estableci-
miento es muy rápida. Por otra parte, a las plantas que se utilizan en el proceso en vivero
sólo se les ha realizado la primera fase del endurecimiento y aún, normalmente, están
creciendo sus sistemas radiculares y diámetro de cuello. Se debe evitar plantar sitios de
heladas tempranas, con mal drenaje de aire o suelos arenosos, porque el riesgo de daño
por una helada temprana es alto. Una manera de evitar riesgos como el señalado, es ace-
lerar el proceso de endurecimiento para lo cual, en vivero, se debe recurrir a siembras
muy tempranas de manera de asegurar rápido la altura objetivo y acelerar el logro de los
restantes atributos buscados de las plantas. En climas mediterráneos usualmente y en
particular en el hemisferio sur, para especies de rápido crecimiento como las cultivadas
en Chile, las plantaciones de otoño logran mayores alturas y diámetros de cuello que las
realizadas en otras épocas del año, una vez transcurrido el primer periodo vegetativo en
terreno.
Plantaciones de invierno
Climas fríos y templados fríos es la época de mayor pluviosidad y cuando la mayoría
de las especies se encuentran en receso vegetativo, por lo tanto es el periodo en el cual
menos se estresan las plantas durante el proceso de plantación. Fisiológicamente, es el
mejor momento para plantar, ya que el suelo se encuentra con alta humedad, las plantas
están en reposo vegetativo y la humedad ambiental es alta, por lo tanto disminuye el
riesgo de deshidratación por transpiración. El único aspecto negativo es que la fase de
establecimiento de las plantas en terreno es más lento, debido a que las temperaturas
del suelo pueden estar muy por debajo del rango o en la parte inferior de éste, en el cual
crecen sus raíces.
Otro aspecto, no menos importante, es que es la época más dura para que los operadores
o plantadores realicen la faena, ya que ésta se debe ejecutar independientemente de las
condiciones climáticas imperantes. Ello implica que los plantadores requieren de ves-
timentas que les protejan, eficientemente, de la lluvia y del frío. Se debe tener presente
que el consumo energético de un plantador, dependiendo de la herramienta que utilice,
oscila entre 3.500 y 4.800 calorías al día, por lo cual su dieta alimenticia debe tener
presente este aspecto (Arrué y Escobar 1985).
Como meta, usualmente es posible considerar que una plantación es buena cuando logra
tasas de supervivencia por sobre el 95 por ciento y cuando durante el primer periodo
vegetativo, el crecimiento promedio en altura es, al menos, igual o superior al 50 por
ciento de la máxima tasa de incremento en altura en el lugar de plantación. Si ambas
condiciones se cumplen, la plantación es buena; si sólo se produce una de ellas, la plan-
tación es considerada de mala calidad. Para que esto ocurra se debe: 1) utilizar plantas
de la mejor calidad posible para el sitio a plantar; 2) proporcionarles las mejores condi-
ciones de manejo durante los procesos de cosecha, almacenaje y transporte; 3) hacer una
135
preparación del sitio que elimine o controle los factores que limitan su establecimiento
y 4) ser plantadas oportunamente y de forma adecuada.
En el lugar de plantación, los factores que limitan el éxito del establecimiento y com-
portamiento de una plantación pueden ser de diferente índole. Pueden estar relacionados
con condiciones climáticas y fisiográficas, o asociados a la vegetación natural del lugar
y a la potencialidad del sitio; también son importantes los factores edáficos y su relación
con la productividad del sitio:
Respecto de la pluviosidad, se debe cuidar que ésta sea lo más similar posible al lugar
de procedencia de la especie; si la pluviosidad del lugar a plantar es menor, se corre el
riesgo de romper el equilibrio hídrico del sitio, lo que se traduce en el cambio de com-
portamiento de micro y macrocuencas del área plantada. Por otra parte, cada especie
tiene un límite de requerimiento de disponibilidad de agua en el suelo para vivir y tener
un crecimiento equilibrado; bajo éste, la planta podrá vivir pero se estresará y aumen-
tará su sensibilidad a daños por diferentes agentes de enfermedad, además de disminuir
significativamente su potencial de crecimiento. Algo similar ocurre cuando el proceso
es lo contrario, es decir, cuando el agua precipitada es mayor a la del sitio de origen o
precipita de manera diferente.
136
puede ser indicadora de la capacidad productiva de éste, de sus factores limitantes y por
lo tanto, de las labores que se deben realizar antes de efectuar la plantación. En lugares
con baja pluviosidad (menores a 450 mm), generalmente la vegetación arbórea es baja,
con poca diversidad de especies, principalmente especies de hoja caduca, de follaje
escaso; característico de estos lugares son especies de Fabáceae y Cactáceae entre las
arbustivas. Bajo estas condiciones, es muy importante modificar la estructura de los
suelos y controlar la vegetación herbácea antes de plantar, ya que algunas especies re-
quieren de control de malezas durante los dos primeros periodos vegetativos (González
1995, Salgado 1995); la vegetación herbácea es escasa y nace en invierno para morir
temprano en primavera, por ello en suelos de textura liviana funciona bien el control
mecánico realizado en surcos. En suelos pesados se prepara el suelo en surcos y se con-
trola químicamente las malezas herbáceas, al 100 por ciento de la superficie.
En lugares con mayor pluviosidad (entre 500 y 1.200 mm) aumenta la diversidad de
especies arbóreas y arbustivas y emergen especies tolerantes a la sombra; normalmente
hay mezclas de plantas siempre verdes y de hoja caduca. La vegetación es más densa y
logran 100 por ciento de cobertura en el dosel. En áreas con suelos de alta humedad su-
perficial, la vegetación herbácea está constituida por abundantes Ciperaceae y por gran
cantidad de gramíneas y plantas de hoja ancha en los lugares de buen drenaje. En estas
áreas, la vegetación herbácea es el principal factor limitante para establecer plantacio-
nes por su competencia por agua y nutrientes, afectando la tasa de crecimiento inicial.
En áreas bajo los 800 mm de precipitación, también se puede ver afectada la tasa de
supervivencia, por lo cual normalmente el control de la vegetación debe ser total. Bajo
estas condiciones se utilizó históricamente el fuego como herramienta para eliminar
la vegetación competitiva; previamente se cortaban las especies arbóreas y arbustivas
en primavera, se dejaban secar durante el verano y se quemaban a fines de la estación,
después de las primeras lluvias de otoño. Los efectos negativos del fuego sobre el es-
tatus nutricional del suelo de elementos que se volatilizan y los efectos de laterización,
en suelos arcillosos, han hecho que ésta sea en la actualidad una práctica erradicada de
las áreas a repoblar. Hoy en día se corta y pica la vegetación leñosa del lugar y se incor-
pora al suelo durante la fase de modificación de la estructura; con ello ha disminuido
la erosión, la pérdida de nutrientes y se evita la laterización en los suelos arcillosos; las
malezas herbáceas se controlan a través del empleo de herbicidas de pre y posplantación
dependiendo del tipo de malezas presentes en el lugar (González 1999, Mercado 2000).
137
cualquier plantación que se establezca. Son importantes: 1) la profundidad, 2) la textura,
3) la pendiente y 4) la fertilidad. Siempre antes de realizar una plantación se deben hacer
e interpretar calicatas para conocer el perfil del suelo en los primeros 180 cm de profun-
didad (Figura 5.3). Se deben hacer tantas calicatas como tipos de suelo se observen o
sospechen, para lo cual se pueden utilizar como indicadores los cambios vegetacionales.
Figura 5.3. Calicata que muestra capa con quiebre textural en suelos volcánicos que
limita la penetración radical y ejerce deformaciones en la configuración de raíces favo-
reciendo caída por viento de las plantas.
Muchos suelos por erosión o por posición en la pendiente, tienen el material de origen
138
(rocas) a baja profundidad; estos suelos además de limitar la penetración radicular, nor-
malmente presentan problemas de fertilidad, lo que afectará el desarrollo futuro de las
plantas; a su vez, en suelos arenosos cruzados por ríos, por sistemas de regadíos o sim-
plemente con problemas de drenaje o con lagunas o charcos, el agua puede encontrarse
a no más de un metro de profundidad, lo que limitará la profundización de los sistemas
radiculares de las plantas, generándoles severos problemas de estabilidad frente al vien-
to; esta limitante se resuelve con drenajes y subsolados.
Textura: Los suelos de textura arcillosa son los más sensibles a la compactación superfi-
cial; dependiendo del uso anterior, son los que normalmente requieren de modificación
de su estructura antes de plantar. Las labores de preparación se deben realizar en el
momento en que el suelo tenga menos agua en el perfil para lograr una mejor airea-
ción; labores de modificación de la estructura en suelos arcillosos muy húmedos no
son exitosos (Fresard 1992, González 1995). Los suelos de textura limosa y arenosa,
generalmente no presentan problemas para la penetración y crecimiento de las raíces
de las plantas, salvo que estén limitados por napas freáticas o por presencia de escorias
en suelos provenientes de cenizas volcánicas. El principal problema que presenta la
plantación de suelos limosos y arenosos es la baja capacidad de retención de agua, re-
quiriendo, generalmente, controles de malezas más intensivos.
Pendiente: La pendiente del suelo a plantar generalmente afecta los métodos y equipos
de preparación del sitio. En pendientes entre 1 y 15 por ciento se pueden utilizar surcos
con rastras savannas; entre 15 y 30 por ciento arados subsoladores y entre 30 y 50 por
ciento retroexcavadoras; sobre 50 por ciento de pendiente la preparación del suelo se
hace con tracción animal o en forma manual construyendo casillas de 40 x 40 x 40 cm
en el lugar en el cual se depositará cada planta. En España, en la década del 90, se fabri-
có un tractor de alta estabilidad (TAE) que permite trabajar con todos los implementos
anteriores, además de eliminar la vegetación en fajas hasta pendientes de un 60 por
ciento. Una de sus mayores virtudes es que todos los implementos indicados trabajan en
forma perpendicular a la pendiente, a diferencia de los tirados por tractores universales.
En todos los casos en la medida que la pendiente es mayor los rendimientos de las fae-
nas son más bajos.
Fertilidad del suelo y fertilización: En general, los suelos que se forestan o que se
utilizan en plantaciones son aquellos que no son rentables para otro tipo de cultivos o
que con el tiempo, debido a malas prácticas agrícolas se han degradado y han perdido
su fertilidad natural a un punto tal que cualquier cultivo agrícola no es rentable. Por lo
anterior, los suelos destinados a plantaciones por lo general son nutricionalmente pobres
en sus primeros centímetros, en uno o varios elementos esenciales para las plantas.
La fertilidad natural de un suelo, entre otros, está relacionado con su material de origen
139
y con el clima del lugar, por lo tanto, este es un aspecto muy variable según las condi-
ciones edafoclimáticas en las cuales se desee establecer una plantación.
Técnicamente una plantación con plantas a raíz cubierta está bien realizada cuando ha
cumplido con las prescripciones respecto a la distancia entre plantas o densidad inicial
de plantación; las plantas deben estar firmes pero no apretadas en el suelo; rectas y en-
terradas hasta el cuello, uno a dos centímetros por sobre la parte superior del cepellón
(Figura 5.4). Se debe evitar plantas sobreenterradas ya que sufrirán daños en el tallo y
tendrán problemas de supervivencia. Las plantas producidas a raíz desnuda se pueden
enterrar en algunos suelos hasta un 50 por ciento de la longitud del tallo, aunque lo
normal es un 25 a 30 por ciento; pero estas plantas tienen un tallo totalmente diferente a
las producidas a raíz cubierta. Además, se deben evitar cepellones doblados en su parte
inferior y bolsas de aire en la zona del cepellón (Figura 5.5).
Los operarios que participen en el proceso de plantación deben estar debidamente ca-
pacitados en el uso ergonómico de la herramienta a utilizar, en la técnica de plantación
propiamente tal y en los atributos morfológicos que califican a las plantas (Arrué y
Escobar 1985). Cada operario, durante el proceso de plantación, debe ser al menos una
vez al día evaluado en la calidad del trabajo que está realizando.
140
Las cuadrillas de plantación deben estar constituidas, idealmente, por números impares
de plantadores y por una cantidad tal que garantice un control eficiente por parte del
encargado de cuadrilla. Además, debe tener una o más personas que cumplan la función
de abastecedores de plantas a los plantadores ya que éstos jamás deben parar de plantar
por falta de plantas. Mientras mayor sea la distancia entre el lugar de acopio y sitio en
el que estén los plantadores, mayor debe ser la cantidad de abastecedores. No es reco-
mendable, desde el punto de vista del rendimiento de la faena, que el plantador deje de
plantar por tener que ir a buscar plantas al lugar de acopio en terreno.
Figura 5.4. Planta producida en contenedor con sistema radicular bien establecido, sin
deformaciones.
141
Figura 5.5. Planta con sistema radicular en forma de J por efecto de mala técnica de
plantación.
Calidad de plantas
Atributos morfológicos
En plantas producidas a raíz cubierta los atributos morfológicos más importantes son:
Largo de tallo: La altura de las plantas en vivero, por orden de importancia, está rela-
cionada con la edad de la planta; siembras más tempranas generan plantas más largas
(Lema 1987); fertilizaciones nitrogenadas tienen efectos significativos sobre la tasa de
crecimiento en altura de las plantas (Monsalve 2005); en cuanto a la frecuencia de riego,
hay que tener presente que no necesariamente el empleo de una mayor cantidad de agua
142
de riego implica mayor crecimiento en altura. Las especies tienen distinta eficiencia al
uso del agua: cuando ésta se aplica según el requerimiento de la especie cultivada la
tasa de crecimiento en altura es máxima (Urrutia 2007). La densidad de cultivo afecta el
crecimiento en altura cuando se comparan densidades extremas: plantas cultivadas muy
densas, por competencia por luz, pueden incrementar el crecimiento en altura respecto
de otras que crezcan a menor densidad.
Diámetro de cuello: Es una variable que en producción a raíz cubierta está íntimamen-
te relacionada con el volumen del contenedor o densidad de cultivo; también influye
significativamente en ella la fertilización nitrogenada (Monsalve 2005, Monsalve et al.
2009); la frecuencia de riego y su interacción con la fertilización nitrogenada es otro
factor de manejo del vivero que afecta significativamente a esta variable (Bobadilla
2006); es este el atributo morfológico de mayor capacidad predictiva en el comporta-
miento de la planta en terreno (Alzugaray 1997).
Longitud del cepellón o contenedor: En zonas de estrés hídrico estival, la longitud del
contenedor es una variable preponderante en el comportamiento de las plantas en terre-
no; normalmente en este tipo de sitios se trabaja con contenedores cuya longitud oscila
entre 16 y 20 cm de largo y se recomienda en plantaciones tempranas (Salgado 1995).
Atributos fisiológicos
Muchas plantas que cumplen con los atributos morfológicos prescritos por el viverista
o los encargados de plantación en terreno, no logran el comportamiento esperado y
rápidamente después de plantadas presentan problemas de supervivencia o falta de cre-
cimiento, no obstante que el sitio no presente problemas limitantes. Ello normalmente
ocurre cuando las plantas presentan problemas fisiológicos no siempre detectables a
simple vista, como: 1) contenido de agua en el tallo al momento de plantar, 2) déficit
nutricional o desequilibrios nutricionales, 3) bajo contenido de carbohidratos solubles y
4) problemas sanitarios, entre otros.
Potencial hídrico: El contenido de agua en la planta puede ser afectado por problemas
de manipulación durante la cosecha, por descuidos en el transporte de las plantas al
lugar de plantación o por el cuidado que se proporcione a las plantas en el lugar de plan-
tación. El contenido de agua en el tallo, como se mencionó anteriormente, debe oscilar
143
entre -02 y -0,5 MPa para asegurar un buen potencial de crecimiento radicular, es decir,
un rápido establecimiento en terreno (Peña 1996).
A B
Figura 5.6. Plantas de Pinus caribaea (A) y Acacia mangium (B) sometidas a diferentes
regímenes nutricionales con evidencias de fallas en desarrollo y coloración deficiente.
144
cimiento radicular en la plantación, entre otros, contribuyen a su disminución (Escobar
AP 1999).
Estado sanitario: Plantas con órganos atacados por diferentes agentes de daño, ya sea
al sistema radicular o a la parte aérea de las plantas, afectan negativamente el compor-
tamiento de las plantas en terreno. Es importante que durante la cosecha de plantas se
ponga especial cuidado en la detección de daños bióticos o abióticos que estén afectan-
do a sus diferentes órganos. En esta fase, son comunes los daños por hongos al follaje
y tallo de las plantas. También es frecuente encontrar plantas que han estado expuestas
a altas temperaturas y daños de fermentación durante el transporte; en este caso, es re-
comendable hacerles un test de Conductividad Electrolítica Relativa (CER) para evitar
plantar material severamente dañado (Merino 1998).
Los atributos del comportamiento de las plantas son los que éstas adquieren en la última
fase del proceso de viverización y los que normalmente, en poblaciones de aspectos
similares, establecen o explican las diferencias de comportamiento de unas y otras en
terreno. Es frecuente ver que plantas de igual altura y diámetro de cuello, con un buen
estatus nutricional y potencial hídrico al momento de plantar, establecidas en diferentes
sitios, presentan comportamientos diferentes: mientras en un lugar muestran un com-
portamiento muy exitoso, en otros fracasan al poco tiempo de haber sido plantadas. Ello
ocurre porque los distintos lugares de plantación presentan diferentes factores limitantes
al establecimiento y crecimiento de las plantas que se traducen en diferentes condicio-
nes de estrés, los cuales impiden que la planta exprese su potencial de establecimiento
y crecimiento inicial. Por ello, es que existe el concepto de planta sitio específico, es
decir, plantas preparadas para vencer el o los factores limitantes que el sitio presente.
Es así que en el vivero se pueden preparar lotes de plantas más frío tolerantes que otras
y que están destinadas a ambientes con bajas temperaturas; como también se les puede
proporcionar condiciones para que soporten mejor el estrés por falta de agua o para
resistir bien en zonas con fuertes vientos.
El manejo para que las plantas cumplan con esos atributos requiere de una muy buena
comunicación entre el viverista y el forestador; es importante que el que produce las
plantas sepa, con la debida anticipación, dónde se localizarán sus plantas y qué factores
limitantes deberán vencer o soportar, sólo así podrá prepararlas adecuadamente.
145
que producen las plantas y éstas se categorizan de acuerdo a una escala que puede tener
cinco o seis categorías: mientras más alto el valor, mayor es el potencial de crecimiento
radicular y mayor la calidad del lote de plantas analizadas. La otra forma de evaluar el
PCR es determinando la longitud promedio de las tres raíces más largas de cada planta
que compone el lote analizado. Los valores de ambas variables se analizan con un dise-
ño de parcelas distribuidas totalmente al azar. El PCR ha mostrado ser un buen predictor
del comportamiento de las plantas en terreno respecto de supervivencia y crecimiento
inicial (Decarli 1999).
Tolerancia al frío: Las especies tienen, en forma natural, distintas capacidades para
soportar bajas temperaturas, fenómeno que se conoce como frío resistencia (Moraga
et al. 2006). En el vivero, a través del manejo de la interacción de los factores manejo
ambiental, manejo radicular, manejo de tallo, riego y nutrición, se puede aumentar, en
varios grados, la capacidad de las plantas para tolerar frío. Por ejemplo, a una especie
que en forma natural soporta hasta -5ºC se le puede inducir tolerancia al frío hasta -10
a -12ºC (Escobar 2007). Por otra parte, puede suceder que una especie que en forma
natural, soporta hasta -15ºC, por mal manejo en vivero de la interacción de los factores
señalados, sufra daño por frío con temperaturas en el follaje de -3ºC (Costa e Silva et al.
2007, Davidson y Reid 1987, Duryea y Brown 1984).
Es importante tener presente que la inducción de la tolerancia al frío es una labor silví-
cola, por lo tanto, no perdurable en el tiempo; una vez que la planta reinicia su actividad
fisiológica recupera su resistencia natural al frío. Es un atributo que se induce al final
de la fase de endurecimiento.
146
del follaje y tallo de las plantas, haciéndolas más resistentes a la pérdida de agua; la
aplicación de sucesivos y crecientes estrés hídrico en vivero, durante la última fase de
viverización, contribuye a que las plantas soporten mejor la carencia temporal de agua;
el manejo de la fertilización y equilibrios nutritivos es otra herramienta utilizada para
inducir mayor tolerancia a la sequía. Por último, un buen equilibrio en la planta entre
superficie de absorción y de pérdida de agua hace que ésta soporte mejor eventuales
estrés hídrico en terreno (Villalobos 2006).
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151
6. El mejoramiento genético y los bosques plantados
Luis M. Martin y M. Ángela Martin
Introducción
Los seres vivos son lo que son, porque sus genotipos se expresan en el medio en el que
actualmente están. A la vez, los genes de estos genotipos condicionarán, de forma casi
exclusiva, cómo serán los seres vivos del mañana. Así, el mundo vivo del mañana de-
penderá de lo que hoy hagamos con esa herencia de la biosfera que hemos recibido de
nuestros antepasados.
a) Procedencia geográfica o raza geográfica: área geográfica que presenta una cierta
integridad genética y que ocupa un territorio al que se ha adaptado por selección
natural. En general, la integridad genética de la región de procedencia se ha estimado
como consecuencia de estudios ecológicos o edafoclimáticos, pero generalmente no
se han efectuado estudios genéticos que permitan confirmar esta integridad.
b) Ecotipo: grupo de plantas de un genotipo característico que ocupan un nicho eco-
lógico específico. Suele ser una población separada y más pequeña que una raza
geográfica.
c) Fuente de semilla: lugar donde se ha recolectado la semilla, sin que esto implique
153
que se ha originado allí; de hecho, puede darse el caso que la procedencia geográfica
de donde proviene sea o no conocida.
d) Clima: es el gradiente de una característica medible que obedece a un gradiente
ambiental.
e) Raza local introducida: población de individuos que se ha adaptado al ambiente
específico en el que se ha plantado, como consecuencia de la acción de la selección
natural y, en su caso, de la acción humana.
Los estudios sobre la distribución de la diversidad genética han sido facilitados por
el desarrollo de marcadores moleculares. En la bibliografía se introduce una referen-
cia que describe de forma precisa y suficientemente pormenorizada esta herramienta
biotecnológica y sus posibilidades. Podemos resumir que los marcadores moleculares
permiten valorar la variabilidad existente entre moléculas resultante de la acción directa
de los genes, como isoenzimas o proteínas de reserva, o detectarla directamente en el
material hereditario (ADN). En los últimos años se han desarrollado muchos marca-
dores de ADN, siendo los microsatélites (simple sequence repeats, SSRs) los más uti-
lizados. Estos marcadores, por su particular estructura, han resultado ser muy potentes
en estudios de genética forestal, ya que son neutrales, altamente polimórficos, codo-
minantes, y se distribuyen ampliamente por todo el genoma. Desde el punto de vista
evolutivo, son interesantes porque están presentes en la mayoría de los genomas de las
especies superiores. Recientemente, el aumento en la disponibilidad de secuencias de
ADN ha permitido el desarrollo de marcadores microsatélites funcionales (EST-SSR).
Los EST (expressed sequence tag) son pequeños fragmentos de ADN que se expresan
en diferentes condiciones fisiológicas de las plantas. Se ha demostrado que la genera-
ción de marcadores microsatélites SSRs a partir de EST es relativamente fácil y barata,
y su principal ventaja frente a los marcadores neutrales SSR es que están presentes
en regiones expresadas del genoma. Así, tienen el potencial de representar marcadores
funcionales en aquellos casos donde las variaciones en los motivos repetidos afectan a
la función del gen en el que residen.
154
Aunque en algunos caracteres la diversidad genética se traduce en diferentes clases de
individuos (como fue el caso de los caracteres estudiados por Mendel), en muchos otros
el fenotipo observado es el resultado de la expresión de un genotipo en un determinado
ambiente. Por ello, la variabilidad observada puede ser consecuencia de diferencias
ambientales, genéticas, o de la interacción de ambas. Este es el caso de muchos de los
caracteres de interés forestal: se trata de características resultantes de procesos biológi-
cos complejos, en los que intervienen un gran número de genes y cuya expresión está
condicionada por las características ambientales. Estos caracteres biométricos o cuan-
titativos exigen procedimientos específicos de estudio que han dado lugar a una rama
de la genética denominada genética cuantitativa (Fins et al. 1992). En la bibliografía se
hace referencia a estudios de este tipo, sobre los que también ha tenido repercusión el
desarrollo biotecnológico (Henry 2012); no obstante, consideramos conveniente resu-
mir aquí los principios básicos para el manejo de este tipo de caracteres.
155
representatividad y pudiera dar lugar, incluso, a que se presentase una interacción ge-
notipo ambiente entre los resultados obtenidos en el ensayo y los que se producirán en
lugar de destino; la precisión de los datos también será superior si se incrementa el ta-
maño de las parcelas experimentales, el número de repeticiones y/o se prolonga el ciclo
de evaluación, pero todo ello encarecerá el costo de los ensayos; adicionalmente, en de-
terminadas fases de los procesos de mejoramiento, la cantidad de material disponible de
cada genotipo puede ser muy limitada (incluso, un solo individuo), lo que restringe las
posibilidades de diseño de los ensayos. La solución será buscar un equilibrio entre estos
intereses contrapuestos, y efectuar ensayos sucesivos en que, a medida que se restringe
el número de genotipos o conjuntos de genotipos a comparar, se incrementa el control
del ambiente y, correspondientemente, la precisión de los datos obtenidos.
Sobre los recursos genéticos se ciernen amenazas que son tanto consecuencia de los
cambios en la gestión forestal (internas) como debido a causas naturales o las nuevas
situaciones que se dan en la sociedad (externas) (Tabla 6.1).
156
En un contexto global, el equilibrio pasa por la convivencia de sistemas productivos
de muy diverso grado de intensidad. Los sistemas intensivos de producción y el man-
tenimiento ex situ de los recursos genéticos implicados en los mismos deben ser con-
siderados como la forma de dar viabilidad social (hacer socialmente sustentable) al
mantenimiento de los sistemas productivos compatibles con la conservación in situ. A
la vez, estos últimos deben ser considerados como una inversión que permitirá el man-
tenimiento a largo plazo de los primeros. La aspiración a una gestión sustentable pasa
por conseguir un equilibrio entre los distintos sistemas forestales representados por el
interior a la elipse de la Figura 6.1.
157
Métodos para la conservación de los recursos genéticos forestales
A lo largo del siglo XX se han llevado a cabo diversas iniciativas orientadas a la conser-
vación de los recursos genéticos de las especies forestales de mayor importancia econó-
mica. Existen dos estrategias básicas para la conservación de estos recursos genéticos:
la conservación dinámica y la estática.
El primer caso tiene como objetivo que la variación genética existente en el material
conservado no sólo garantice su adaptación actual, sino también el potencial evolutivo
que le permita adaptarse a situaciones futuras. Estos principios pueden aplicarse tanto
a las poblaciones naturales como a las poblaciones manejadas y alteradas por el hom-
bre. Por su parte, la conservación estática está ligada a la creación de colecciones que
mantengan composiciones genéticas específicas. Estas colecciones, mantenidas como
semillas, plantas o partes de plantas en bancos de germoplasma o colecciones vivas,
permiten mantenerlos vivos para el futuro, pero sin capacidad de responder a posibles
cambios en el ambiente y sin generar nueva diversidad. Las dos estrategias coinciden,
respectivamente, con los sistemas de conservación in situ y ex situ, tal como se describe
habitualmente en la literatura científica.
158
desarrollando técnicas de cultivo de tejidos especialmente enfocadas a la conservación,
de forma que permiten una duración más larga del explante (Figura 6.2.C). Otra posibi-
lidad es la conservación de polen.
A B C
Figura 6.2. Diversos ejemplos de métodos de conservación ex situ: (A) Banco de ger-
moplasma. (B) Banco clonal. (C) Cultivo de tejidos.
159
2. Determinar la especie(s) más adecuada(s) a los objetivos propuestos.
3. Buscar las procedencias geográficas con características edafoclimáticas lo más pa-
recidas posible de las de destino. Es necesario tener en cuenta que no todos los cam-
bios de ambientes generan el mismo riesgo, así, es más seguro trasladar semilla de
áreas continentales a marítimas que a la inversa.
4. Planificar los ensayos de especies y procedencias, y efectuarlos en los lugares ade-
cuados, con el correspondiente tratamiento estadístico. Como muchas de las valora-
ciones a efectuar son de tipo cuantitativo, deberá tenerse en cuenta lo anteriormente
señalado al describir este tipo de caracteres.
5. Utilizar la semilla de mejor procedencia, mientras se obtiene material mejorado me-
diante un programa de MGF.
Siguiendo a Zobel y Talbert (1988), en los programas de MGF se trata de obtener canti-
dades significativas de ganancia genética, tan rápida y económicamente como sea posi-
ble y, al mismo tiempo, mantener una base genética amplia para asegurar ganancias fu-
turas. Por otra parte, los individuos seleccionados se utilizarán tanto como progenitores
en las siguientes fases del programa de mejora por cruzamiento, como en producción.
Es decir, dado el largo plazo de vida de las especies forestales, se trata de rentabilizar
al máximo el trabajo realizado, por lo que cuando un material ha sido seleccionado por
presentar mejores características que la media de la población de donde procede, aunque
aún no se haya demostrado que esa superioridad tenga una base genética, se considera
adecuado emplear ese material seleccionado para obtener material de reproducción, en
el entendimiento de que, en promedio, sus descendencias deben suponer una ganancia
genética respecto a la población de partida.
a) Árbol candidato: árbol que por sus características prometedoras ha sido preseleccio-
nado, aunque aún no ha sido valorado.
b) Árboles testigos o de comparación: árboles crecidos en los mismos sitios o rodales
que los selectos y en condiciones similares, y que se usan para determinar el grado
de superioridad del candidato.
c) Árbol selecto, superior o plus: árbol que tras su evaluación respecto a los árboles de
comparación, es recomendado para su uso en producción o investigación, pero que
aún no ha probado su valor genético.
d) Árbol élite: árbol recomendado tras prueba genética por evaluación de descendencia,
sexual o asexual.
160
Figura 6.3. Esquema de un proceso de selección a corto plazo, con obtención sucesiva
de árboles selectos y árboles élite.
Esta selección individual sólo es posible si se dispone de los árboles testigo adecuados.
Es más efectiva si se realiza en rodales coetáneos que en mezclados, siendo todavía
mejor si se trata de plantaciones en sitios homogéneos, y peor si en el rodal hay árboles
que provienen de brotes. Los rodales donde se practica la selección deben ser de carac-
terísticas similares a los que va destinado su progenie. También es más efectiva si se
efectúa en árboles de edad cercana a la prevista como edad de rotación.
Al seleccionar varios árboles en rodales naturales hay que tener en cuenta el posible
parentesco. El desconocimiento de la composición genética de un rodal es un inconve-
niente cuando se inicia un proceso de selección, ya que puede existir una variabilidad
genética reducida que haga estéril la selección.
En los casos en que los rodales son multietáneos, puede utilizarse la selección asistida
por regresión. En este sistema se muestrean un cierto número de árboles, que son valo-
rados para una característica determinada y establecida su edad, por lo que el criterio de
selección considera, simultáneamente, la valoración para la característica en cuestión y
la edad del ejemplar.
161
La evaluación puede hacerse para varios caracteres que son considerados de forma si-
multánea, mediante la generación de un índice de selección, que combina la puntuación
para varias características, pesándolas según su heredabilidad e importancia económica
(Cotterill y Dean 1990). También existen caracteres que pueden evaluarse de forma in-
directa, evaluando un carácter por otro relacionado con él, y más fácil de medir. A este
tipo de evaluación se le denomina selección por caracteres correlacionados.
Aunque no existe ninguna seguridad de que cada uno de los árboles selectos tenga
superioridad genética, sí es seguro que, en promedio, lo son, por lo que se justifica su
utilización para obtener material de propagación mejorado.
Esta afirmación se basa en que la expresión de los caracteres objeto de selección es re-
sultado de efectos genéticos y ambientales. Cuando a una población se le aplica un pro-
ceso de selección para un carácter, o un conjunto de caracteres evaluados por un índice
de selección, se genera una diferencia promedio entre la población seleccionada y la de
partida, que se denomina diferencial de selección. Lo esperable es que también exista
una diferencia entre la descendencia de la población seleccionada y la descendencia de
la población de partida, que se denomina, respuesta a la selección. La magnitud de esta
respuesta dependerá de dos factores: la medida en que la diversidad en la población de
partida es genética y la heredabilidad del carácter o grupos de caracteres que se valoran.
Estos dos caracteres se miden, respectivamente por la varianza genética y por la pro-
porción de la varianza total que es genética (heredabilidad). Aunque la heredabilidad,
tal como se definió anteriormente, depende de la varianza genética, no es linealmente
dependiente de ella. Así, será posible que, en la población de partida de la selección, dos
caracteres muestren valores similares de heredabilidad, pero que la varianza genética de
ambos sea distinta. Puede profundizarse sobre estos conceptos en los textos de genética
cuantitativa.
Para pasar a árboles élites, esto es, identificar individuos que realmente son genética-
mente superiores (o cuáles de ellos lo son), es preciso comparar las descendencias de
estos individuos utilizando diseños experimentales. Jugando con el diseño de los expe-
rimentos, siguiendo los principios anteriormente descritos, se podrá afinar más o menos
en la determinación de los genotipos élite, que constituirán la población mejorada. La
descendencia puede ser obtenida por reproducción sexual o vegetativa.
162
a) Población base (PB): población de partida, que puede ser natural o ser generada ar-
tificialmente, y que debe contener una amplia diversidad genética.
b) Población para mejora genética (PMG): se trata de una población de cientos o miles
de individuos cuya reproducción se controla y en la que se aplica una selección con-
tinua, de modo que vaya mejorando de generación en generación, pero sin poner en
cuestión su diversidad genética. Existen experimentos con organismos experimenta-
les que indican que la selección continuada puede hacer que se produzcan cambios
significativos en el promedio de caracteres cuantitativos de forma compatible con
el mantenimiento de un alto grado de diversidad genética para tales caracteres. Es
decir, cada ciclo supondrá una ganancia genética, que se irá acumulando en ciclos
posteriores.
c) Población para producción (PP): mediante una selección mucho más severa, de cada
PMG se obtiene una población constituida por un número reducido de individuos
que se emplea estrictamente para producir semillas con propósitos de repoblación o
reforestación. Tanto estos individuos como sus descendencias (el material de repo-
blación) mostrarán un nivel mucho más alto en los caracteres deseados, es decir, una
ganancia genética adicional. El material de repoblación obtenido es adecuado para
plantaciones destinadas a producción, que serán cortadas a la edad de rotación, pero
como tendrá una base genética muy estrecha, no se deberá emplear para reproducirse
ya que su descendencia mostraría depresión por consanguinidad. Por ello, este tipo
de material forestal mejorado no es apto para repoblaciones de espacios degradados
en que se trata de conseguir una nueva población capaz de reproducirse por sí mis-
ma. La ganancia genética adicional que implica el paso de PMG a PP no puede pues
163
acumularse en generaciones sucesivas. Así, en cada generación se puede obtener una
ganancia genética acumulable a la que pueda obtenerse en generaciones sucesivas
y otra no acumulable. La suma de ambas sí que se irá incrementando de generación
en generación.
164
Uso de procedimientos biotecnológicos para la mejora de la metodología
La evaluación de genotipos para su confirmación como árboles élite puede hacerse recu-
rriendo a la reproducción sexual o asexual. Cabe señalar que en el primer caso se deter-
mina su valor genético aditivo y en el segundo su valor genético total (suma del aditivo
y no aditivo). La conveniencia de la valoración de uno u otro dependerá del uso que se
pretende efectuar con ese árbol élite, pero, en cualquier caso, ambos son de interés y
están muy relacionados.
165
todas las especies (ni todos los genotipos de cada una de ellas) responden con la misma
facilidad al enraizamiento. En la actualidad, la biotecnología suministra herramientas
para la propagación eficaz de los genotipos de interés.
Otro de los métodos de propagación vegetativa es el injerto (Figura 6.5). En este caso,
el árbol incorpora dos genotipos, uno para la parte aérea y otro para las raíces. Es posi-
ble así, utilizar la reproducción vegetativa, con todas sus ventajas, para la parte aérea,
y la reproducción sexual para las raíces. En muchas especies esto último representa
una ventaja, ya que el enraizamiento de semilla es más sencillo que el de propágulos
vegetativos. El injerto puede efectuarse entre especies diferentes, a veces muy alejadas.
Figura 6.5. Ejemplo de distintos tipos de injerto practicados en castaño (Castanea sa-
tiva Mill.).
Una propuesta para minimizar riesgos es utilizar varios clones en forma simultánea.
Existen interesantes consideraciones sobre el número de clones a utilizar, los paráme-
tros a tener en cuenta para tomar una decisión al respecto y la forma de distribución
espacial de los mismos, plantaciones con clones mezclados o distribución en mosaicos
166
monoclonales. En Chile, una parte importante de la producción de plantas de Pinus ra-
diata se hace por este procedimiento.
Puede considerarse como cultivo de tejidos todo manejo de las plantas en condiciones
artificiales con la finalidad de mejorar los procesos de mejora genética. Anteriormente
se citó la limitación que el periodo de juvenilidad supone para la duración de los progra-
mas de mejora. En olivo, por ejemplo, el cultivo forzado permite reducir este período
de 20 años a menos de dos.
167
El interés del híbrido radica en que puede presentar una combinación adecuada de las
características de ambos parentales, y que puede mostrar heterosis para los caracteres
relacionados con el vigor y la adaptabilidad. En el caso de los híbridos interespecíficos,
pueden aparecer efectos deletéreos en fertilidad o incluso en otros caracteres. La falta
de fertilidad puede superarse si es viable y rentable la reproducción vegetativa, desarro-
llándose clones híbridos. Además, como las especies forestales son alógamas, los proge-
nitores del híbrido serán heterocigóticos, y por tanto, los distintos individuos obtenidos
a partir de un cruzamiento tendrán genotipos diferentes, por lo que la población híbrida
obtenida puede servir como población de partida para efectuar una selección clonal.
La IGM puede utilizarse para apoyar a la mejora tradicional, haciéndola más precisa,
ampliando la base genética disponible, acortando el tiempo de desarrollo de nuevos
materiales para la producción vegetal, y, sobre todo, permitiendo incrementar el cono-
cimiento de la biología de las plantas. Merece la pena destacar especialmente el efecto
que ha tenido para estos fines la disponibilidad de marcadores moleculares. Los estudios
sobre el ADN directamente (genómica) se complementan con los de los productos de la
transcripción (transcriptómica), de la traducción (proteómica) y del metabolismo subsi-
guiente (metabolómica). En la actualidad estos procedimientos están dando lugar a un
crecimiento explosivo del conocimiento en genética forestal.
Existen bastantes casos de genes que se han introducido en plantas superiores por estos
procedimientos, consiguiendo que se expresen y se transmitan a la descendencia. No
obstante, aún se abren muchas incógnitas. En algunos casos, la inserción no es estable y
el carácter incorporado termina perdiéndose. Por otra parte, inicialmente no se conoce
el número de copias del gen que se ha incorporado. Un aspecto que debe ser particular-
mente estudiado es el efecto pleiotrópico que el gen incorporado pueda tener sobre otros
caracteres. En todo caso, dado lo potente de estas técnicas y los medios puestos en su
desarrollo, ante ellas se abre un futuro esperanzador como técnica, pero, paralelamente,
su utilización está cuestionada por las organizaciones ambientalistas, por lo que se abren
dudas sobre la utilización de esta técnica en el futuro próximo.
168
producto a obtener. El aspecto más importante de la mayoría de los programas de MGF
es conseguir incrementar la productividad por unidad de superficie y tiempo.
Productividad
En el caso del rendimiento el objetivo puede ser la biomasa (toda la materia producida
por hectárea y año, aunque normalmente se mide sólo la parte aérea), o sólo una parte
de la misma, siendo el resto un subproducto, que puede tener valor positivo o negativo,
según como tenga que gestionarse. El producto forestal por excelencia es la madera,
aunque también pueden ser corcho, resina o frutos.
Las diferencias abismales entre los rendimientos potenciales y los que se obtienen real-
mente en condiciones de producción, hacen patente que normalmente se presentan fac-
tores que limitan el rendimiento. Estos factores pueden ser componentes del clima y
suelo, enfermedades, plagas y malas hierbas.
En el caso de factores abióticos, el efecto limitante puede producir sólo una disminución
en el rendimiento, pero también puede llegar a afectar la biología de la planta, conside-
rándose un factor adverso, o incluso, ser tan grave que la planta vea alterado su desarrollo
de forma muy manifiesta, que se pueda considerar una enfermedad de origen abiótico.
La pluviometría podría ser un ejemplo de estos tres niveles según limite, en la especie
en cuestión, el rendimiento, la posibilidad de explotarla económicamente o la propia
capacidad de sobrevivir. Junto a la falta de precipitaciones, factores adversos pueden ser
encharcamiento, helada, calor, salinidad, iones metálicos en el suelo, entre otros.
Frente a estos efectos, la MGF puede actuar obteniendo genotipos que se adapten a las
limitaciones y produzcan, según estamos considerando ahora, mayor rendimiento en
biomasa. Por otra parte, los escasos estudios disponibles en especies forestales confir-
man la alta heredabilidad del IC, lógica consecuencia de que el hábito de crecimiento
está determinado hormonalmente y que la regulación hormonal tiene una estricta regu-
lación genética.
169
Al formular un ideotipo hay que considerar que la finalidad no es optimizar la produc-
ción de árboles individuales, sino por unidad de superficie y tiempo. En particular, esto
conlleva la búsqueda de la combinación entre tipo de planta y densidad de plantación
que resulte más adecuada.
Como cualquier otro carácter que se maneja en mejora genética, la búsqueda de la resis-
tencia se hace primero dentro de la especie en cuestión, y si no se encuentra en el grado
adecuado, se continúa en las otras posibles fuentes en que exista metodología para poder
aprovecharla.
170
en el momento en que se presenta.
c) Resistencia química o estructural: según radique en la acción de compuestos quími-
cos o en barreras estructurales.
d) No huésped o inmunidad: cuando el patógeno no llega a efectuar ninguna actividad
sobre el genotipo.
e) Antibiosis: cuando el genotipo resistente provoca daño biológico al agente patógeno
de manera que impide o disminuye su crecimiento y/o reproducción.
f) No preferencia o antixenosis: cuando el genotipo presenta alguna propiedad que
hace que el patógeno lo rechace. En el caso de las plagas, suele suponer diferen-
cias en el comportamiento del insecto frente a plantas susceptibles o resistentes. Por
ejemplo, la planta susceptible emite alguna señal química que es detectada por el
patógeno, mientras que la resistente no la emite.
g) Hipersensibilidad: cuando la barrera que el genotipo ofrece al patógeno radica en
que es tan sensible que provoca la muerte de células, estableciéndose una barrera que
detiene o retrasa su avance.
h) Tolerancia: cuando se produce el ataque y no se identifican mecanismos de resisten-
cia, pero el genotipo no sufre o sufre menos los efectos del patógeno.
171
ciones ambientales. Ello implica dificultades para efectuar evaluaciones de resistencia
y/o procesos de selección. Esta situación es especialmente grave en plagas, ya que éstas
suelen ser epidémicas, frente a muchas enfermedades que son endémicas. Cuando sea
posible, será conveniente usar instalaciones donde puedan reproducirse condiciones
para que el patógeno pueda desarrollarse (invernaderos, cámaras climáticas) y emplear
técnicas que aseguren la presencia y dispersión del patógeno. Así se utilizan medios
mecánicos para dispersar propágulos de enfermedades y diseños de campo que incluyan
variedades muy susceptibles para que reproduzcan y dispersen al patógeno, de forma
que se asegure una infestación homogénea de la parcela.
172
Mejora genética de la calidad de la madera
Puesto que la silvicultura es una actividad económica, se entenderá que un producto
forestal es de mejor calidad cuando presenta características que actual o potencialmente
mejoran su valor económico.
El crecimiento durante el verano da lugar a células con mayor grosor de pared que el
crecimiento primaveral (Figura 6.6). Esto dará lugar a que los árboles con mayor pro-
porción de madera de verano tengan una madera con mayor peso específico.
173
Figura 6.6. Comparación de dos árboles con el mismo crecimiento en el anillo anual,
pero distinta proporción de madera de verano/madera de primavera.
Dentro del árbol existen la madera juvenil y la madera madura. La madera madura
presenta un superior PE. También presenta superior longitud de traqueida, mayor esta-
bilidad y diferente composición química en lo que respecta a hemicelulosas, ligninas y
componentes resinosos. En general, la madera madura es considerada de mejor calidad.
Así se han seleccionado pinos con un centro reducido de madera juvenil, haciendo se-
lección por alto peso específico. En la Figura 6.7 se indica cómo puede variar el peso
específico de la madera desde el centro del tronco hacia la periferia.
Así pues, el análisis de caracteres como el tamaño celular, el grosor de su pared, las pro-
porciones de madera de verano/madera de primavera o madera juvenil/madera adulta,
permitirá conocer no solo el peso específico de la madera, sino también cuál es la causa
de que sea alto o bajo. De esta forma se podrá planificar eficazmente su mejora. Pero
estos análisis pueden ser muy complejos. Por ello, y como el PE es un carácter de alta
heredabilidad, se suele determinar directamente y efectuar así la selección. Para ello
se estandariza su evaluación. Así, se suele emplear la determinación de este parámetro
hecha en una muestra obtenida del árbol a la altura del pecho (1,30 m). Es necesario
conocer la regresión y la correlación entre este carácter y el PE total.
Figura 6.7. Variación en el peso específico de la madera en función del número de anillos.
Fuente: Zobel y Talbert (1988).
174
La longitud de las fibras de las frondosas y de las traqueidas de las coníferas son de gran
importancia para la calidad del papel. Se han encontrado diferencias importantes entre
árboles, pero exige una buena estandarización de las medidas, ya que el carácter varía
de una zona a otra del árbol.
Otra cuestión que puede surgir en la mejora es la posible relación de dependencia posi-
tiva o negativa entre caracteres de interés. Así, es generalmente asumido que existe una
correlación negativa entre el peso específico y la tasa de crecimiento. En este tipo de
estudios es muy importante analizar si esa correlación es o no genética, y de serlo, si es
o no pleiotrópica, es decir, debido a los mismos genes. Aun siendo así, si no es muy alta,
sería posible seleccionar para ambos caracteres.
Dadas las repercusiones económicas, ecológicas y sociales que pueden tener los bosques
plantados, es un hecho generalizado que los países establezcan normativas al efecto. El
objetivo de tales normativas es que las plantaciones se efectúen con materiales foresta-
les de reproducción (MFR) de calidad, tanto en el aspecto genético como en el sanitario
175
y fisiológico. Los materiales desarrollados según los métodos de mejora anteriormente
descritos tendrán que cumplir estas normativas para poder ser utilizados en silvicultura.
Existen dos modelos en el tratamiento normativo a que deben someterse los materiales
de reproducción:
En estas normativas se establecen definiciones, que más allá de ser científicas o técni-
cas, pasan a tener valor legal. Se definen así los materiales forestales de reproducción,
como los frutos y semillas, plantas y partes de plantas, que se utilizan para la multipli-
cación de las especies forestales y de sus híbridos artificiales.
También se regula cómo deben ser los materiales que dan lugar a los MFR, su proceden-
cia, los sistemas de producción, quienes pueden ser productores, etc. En particular, debe
ser conocida la región de procedencia de la semilla.
Es muy frecuente que la semilla que se va a emplear como MFR se produzca en huertos
semilleros. Estos huertos son plantaciones de clones o de progenies seleccionados que
se aíslan para reducir la polinización a partir de fuentes externas, y se manejan para
producir frecuentes cosechas de semilla, abundantes y fácilmente obtenibles. Lo ideal
será que las progenies o clones se crucen todos entre sí (sean sincrónicos) y en la misma
proporción.
Ha existido mucha polémica sobre los inconvenientes y ventajas de unos y otros. A este
respecto, una limitación para el uso de los HV es que en muchas ocasiones no se ha
desarrollado la tecnología necesaria para llevarlo a cabo (puesta a punto de un sistema
eficiente de reproducción vegetativa). A igualdad de número de progenitores, los HSP
presentan mayor variabilidad genética, mientras que los HV suelen conseguir mayor
ganancia genética. Los HV son de producción más precoz, al eliminar la juvenilidad.
176
Cuando se manejan especies dioicas se deberá decidir la proporción y situación de los
árboles machos y hembras. Esto supone un problema en los HSP, particularmente en
especies como el fresno (Fraxinus pennsylvanica), en que no es posible distinguir entre
sexos hasta la floración.
Los huertos semilleros, sean HSP o HV, se clasifican comúnmente, de acuerdo con la
generación de mejora de la que proceden: primera generación, segunda generación, etc.
Normalmente, el huerto de primera generación procede de una selección individual en
la que los individuos no han sido probados genéticamente. De hecho, el propio huerto
puede ser el sistema de valorar genéticamente dichos individuos. Estos huertos pueden
mejorarse eliminando los peores genotipos según resulte la prueba. Para evitar que, tras
esta eliminación, los huertos queden demasiado claros, la plantación original deberá
hacerse con alta densidad. Después de la eliminación, si es necesario, se efectuará un
aclareo.
Así pues, y como se señaló anteriormente, es una práctica habitual en silvicultura si-
multanear mejora y producción, de forma que se va aprovechando para la producción,
la información y los materiales que se van desarrollando en los programas de mejora.
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xico, México. Editorial Limusa. 545 p.
178
7. Raleo en bosques plantados
Miguel Espinosa y Fernando Muñoz
Introducción
Las prácticas culturales intermedias que incluyen la extracción de árboles –de ahí la
denominación de “cortas intermedias”– se pueden agrupar de acuerdo a la “oportunidad
de aplicación” en la vida de un rodal, distinguiendo entre cortas programadas y no pro-
gramadas. Siendo las primeras aquellas contenidas en la planificación del manejo de un
rodal, mientras las segundas son producto de eventos accidentales o fortuitos (Tabla 7.1).
179
Continuación Tabla 7.1.
Corta de mejoramiento Remoción de árboles muertos o dañados por fuego, rayos, nieve, vien-
to, etc., con el objeto de recuperar la madera comercial utilizable. Cor-
ta aplicable en cualquier momento de la vida de un rodal; es una corta
“no programada”, de emergencia.
Corta sanitaria Controla la diseminación del ataque de insectos o enfermedades desde
árboles infestados/infectados a árboles no contaminados. Aplicable en
cualquier momento de la vida de un rodal: es una corta “no programada”,
de emergencia.
Poda Eliminación de ramas basales de un árbol con el objetivo principal de
producir madera libre de defectos. Se realiza a través de la vida de un
rodal: es una corta “programada”.
Raleo Regula la densidad de un rodal concentrando el crecimiento en los árbo-
les de mayor valor y vigor. Se realiza a través de la vida de un rodal; es
una corta “programada”.
El raleo
180
•• Cosechar los árboles afectos a mortalidad natural, es decir, aquellos que morirán por
efecto de la competencia (densidad).
•• Reducir la competencia entre árboles para evitar el estrés de densidad que puede
facilitar el ataque de pestes y enfermedades o mortalidad por sequía.
181
•• Las condiciones genéticas o de micrositio afectan directamente la altura de los ár-
boles, que es el factor más crítico en la competencia. Aquellos individuos más altos
tendrán un mayor desarrollo de copas y por ende un mayor acceso a la luz. A su vez,
los árboles más débiles poseen copas reducidas, debido al sombreamiento de los
árboles más altos, convirtiéndose progresivamente en árboles suprimidos, los que
finalmente morirán.
Una de las más simples y útiles clasificaciones conocidas y empleadas para describir
diferentes estructuras de rodales, es aquella utilizada para bosques coetáneos, que reco-
noce cuatro categorías o clases de copa (Figura 7.1):
•• Dominantes: Árboles con copas que se extienden sobre el nivel general del dosel
principal, con copas bien desarrolladas y grandes, que reciben luz solar desde arri-
ba y lateralmente; son árboles vigorosos de diámetros mayores. En algunos casos,
es posible distinguir algunos árboles que alcanzan dimensiones superiores que los
árboles dominantes propiamente tales. Estos árboles de tamaño infrecuente, denomi-
nados “árboles lobo”, no son deseables desde un punto de vista comercial (pero pue-
den serlo en parques y jardines y como hábitat para la vida silvestre), ya que poseen
amplias copas y ramas gruesas que proyectan gran sombra a su alrededor, limitando
el crecimiento y desarrollo de los árboles contiguos. Sin embargo, muchas veces su
desarrollo es asimétrico entre fuste y copa, por lo que son susceptibles de quebrarse,
representando un riesgo mayor.
•• Codominantes: Árboles un poco más bajos que los dominantes, con copas que for-
man el nivel medio a superior del dosel, recibiendo plena luz desde arriba, pero com-
parativamente poca desde los costados; sus copas son de tamaño promedio, limitadas
hacia los costados.
•• Intermedios: Árboles más pequeños que las dos clases precedentes; la recepción de
la luz directa es baja, principalmente por la parte superior de la copa; normalmente
tienen copas reducidas, considerablemente limitadas hacia los costados.
•• Suprimidos: Árboles con copas bajo el nivel general del rodal, sin ninguna recep-
ción de luz directa. Por esta razón son débiles y de lento crecimiento. Por lo general
constituyen los árboles más pequeños de un rodal, con copas pobremente desarro-
lladas.
La clasificación de copa es, por consiguiente, un medio muy útil para evaluar el poten-
cial de crecimiento de los árboles de un rodal y es por lo tanto usada para seleccionar
los árboles a remover (o a favorecer) en los diferentes tipos de raleo. Puesto que el raleo
acelera o modifica el curso de la “lucha por existir”, la posición de las copas es un cri-
terio importante y conveniente en la selección de los árboles.
182
Figura 7.1. Clasificación de copas de árboles de un rodal coetáneo (D: dominantes; C:
codominantes; I: intermedios; S: suprimidos; M: muertos; L: árbol lobo).
Fuente: Emmingham y Elwood (1983).
El número de individuos distribuidos en cada clase de copa cambia con la edad. A mayor
edad, árboles dominantes y codominantes requieren más espacio, por lo que su número
tiende a disminuir (Figura 7.3). Eventualmente, algunos árboles suprimidos mueren.
En plantaciones bien manejadas esto no ocurre, pues se ralea antes que la supresión por
competencia produzca mortalidad.
183
Figura 7.3. Variación del número de árboles por clase de copa y edad en dos plantacio-
nes de Pinus radiata de similar calidad de sitio, en Australia.
Fuente: Shepherd (1986).
En general, los árboles no pueden recuperar una posición dominante luego que han
caído a una posición subordinada por efecto de la diferenciación de copas. Una vez que
la copa del árbol ha sido reducida por la acción de árboles más fuertes (en términos de
vigor), es difícil que ésta se desarrolle a niveles que le permitan reocupar una posición
dominante en el dosel de copas por efecto de una intervención silvicultural (raleo). Por
lo demás, uno de los objetivos fundamentales de un raleo comercial es asegurar el cre-
cimiento de los árboles de mejor forma y vigor y no dirigir el manejo hacia árboles que
no presentan estas características.
La competencia que se desarrolla a nivel del dosel de copas es claramente visible por la
recesión de la copa viva hacia alturas mayores del fuste; no así la competencia que se
produce por el espacio de crecimiento en el suelo (nivel radicular), siendo ésta muy im-
portante pero difícil de observar y cuantificar. Aun cuando la competencia entre árboles
dentro de un rodal pareciera aún no iniciarse, sí podría estar ocurriendo a nivel radicular,
ya que las plantas invierten inicialmente más energía en desarrollar su sistema radicular
que aéreo (Waring y Schlesinger 1985).
184
Figura 7.4. Representación de la mortalidad en Pinus radiata a diferentes densidades,
en Isla del Norte, Nueva Zelandia.
Fuente: Galbraith y Sewell (1979).
Una vez que el raleo natural se inicia, la relación entre el tamaño medio de las plantas y
la densidad permanece tan regular que tiene el estatus de una ley (Perry 1985). Esta ley
establece que el tamaño medio de una planta es una función exponencial del número de
plantas por unidad de superficie y que el exponente de esta función es –3/2 (Figura 7.5).
Esta relación, establecida matemáticamente, es:
log B = a – x log D
185
2. La línea de inminente mortalidad por competencia.
3. La línea de cierre de copas.
•• Que el cierre de copas ocurre a densidad relativa próxima a 0,15; a densidades meno-
res, el crecimiento por unidad de superficie es proporcional a la densidad.
•• A densidades relativas entre 0,15 y 0,40, el crecimiento por unidad de superficie
incrementa con la densidad (pero declina el crecimiento por árbol).
•• A densidades relativas entre 0,40 y 0,55, el crecimiento por unidad de superficie no
es afectado por la densidad.
•• A densidades relativas superiores a 0,55, se produce una inminente mortalidad por
competencia.
De lo expuesto se desprende:
•• Que los rodales deberían manejarse en el rango de densidad relativa entre 0,15 y
0,55.
•• Que la máxima producción bruta se obtendría a densidades relativas mayores a 0,40.
•• Que entre 0,15 y 0,40 hay menor crecimiento por unidad de superficie, pero mayor
crecimiento por árbol individual.
Una guía de manejo de la densidad en un rodal de red alder (Alnus rubra) se muestra
en la Figura 7.6.
Figura 7.6. Guía de densidad de manejo de un rodal de red alder (Alnus rubra). Línea
A representa raleo natural. La densidad debería mantenerse entre líneas B (55 por ciento
densidad relativa) y C (33 por ciento densidad relativa).
Fuente: Hibbs (1987).
186
La severidad del raleo natural es afectada por las condiciones del sitio: es más rápida si
la intensidad de luz es baja y es mayor en suelos de mejor calidad (mayor tasa de creci-
miento, luego mayor competencia intraespecífica) (Figura 7.7).
Dado que un rodal está sometido a un proceso “natural” de raleo, ¿cuál es la ventaja de
intervenirlo deliberadamente? En general, en el largo plazo un sitio produce aproxima-
damente el mismo volumen total de madera con muchos árboles pequeños como con
unos pocos árboles de grandes dimensiones. No obstante, es el diámetro que alcanzan
los árboles, y no el volumen total de un rodal, lo que determina el producto a obtener
y su valor de mercado. Así, un mismo volumen de madera tendría mayor valor si los
árboles tuvieran diámetros aserrables que si se destinaran a chips o pulpa de madera.
Aunque la producción de volumen bruto disminuye, el beneficio económico (bruto)
puede incrementar, por el mayor valor de los árboles (Figura 7.8).
187
Efecto de remover por raleo algunos árboles de un rodal
Una reducción del crecimiento por hectárea ocurre inmediatamente después del raleo,
puesto que se disminuye el área foliar del rodal y los árboles remanentes no pueden, en
forma inmediata, utilizar completamente el sitio (a menos que el raleo sea de muy baja
intensidad). Los árboles liberados usan la mayor parte de los recursos disponibles para
producir más follaje, más raíces y más madera, provocando un incremento en el diáme-
tro de los árboles remanentes. Las ramas en la base de la copa viva reciben más luz y,
en consecuencia, viven más tiempo, por lo que se ralentiza (o detiene) la recesión de la
copa hacia alturas mayores del fuste. A medida que el árbol crece en altura, aumenta la
longitud de copa viva, así como la razón (proporción) de copa viva. Del mismo modo,
se altera la distribución del crecimiento en el fuste, debido al mayor incremento de la
actividad cambial y del crecimiento radial en la base del fuste que en la copa, afectando
la conicidad del árbol. Al reanudarse la competencia, el máximo crecimiento radial ocu-
rrirá nuevamente cerca de la base de la copa viva.
188
Figura 7.9. Razón de copa viva (o longitud de copa viva) expresada como porcentaje
de la altura total.
189
crecimiento. En general, el que un rodal experimente un gran incremento en diámetro
después de un raleo, es un indicador de que debió haber sido raleado con anterioridad.
El sistema radicular probablemente se expande más rápido que las copas por efecto del
raleo, ya que las raíces no requieren destinar recursos para soporte estructural. La rapi-
dez con que un rodal responde a un raleo dependerá de:
•• La especie.
•• La intensidad del raleo.
•• La edad del rodal.
•• La calidad del sitio.
•• La clase de árboles liberados (e.g. dominantes, codominantes).
Figura 7.10. Efecto de un raleo oportuno (B) en comparación con un raleo tardío (A) en
un rodal de pino de 21 años de edad.
Fuente: Emmingham y Elwood (1983).
•• Todas las parcelas raleadas, especialmente las con mayor intensidad (400 y 600 arb
ha-1), crecieron en diámetro a una tasa significativamente mayor que el testigo.
190
•• El crecimiento en diámetro de los 200 arb ha-1 de mayor Dap no varía significativa-
mente entre las parcelas raleadas y el testigo (lo que sugiere que estos árboles aún no
son afectados por el espaciamiento).
•• A diferencia del crecimiento en diámetro, no se aprecia una tendencia clara que rela-
cione el espaciamiento con la tasa de crecimiento promedio en altura.
•• En cuanto al crecimiento en volumen, existe una estrecha relación entre esta variable
y las densidades residuales consideradas: a mayor densidad mayor crecimiento. Las
parcelas más densas alcanzan volúmenes significativamente superiores a las parcelas
menos densas, puesto que las mayores dimensiones de los árboles de las parcelas
raleadas no compensan su menor número. La Tabla 7.2 muestra el volumen en pie
y el incremento periódico (IPA) y medio anual (IMA) en volumen por tratamiento.
Tabla 7.2. Volumen en pie e incremento periódico (IPA) y medio anual (IMA) de una
plantación de Pinus radiata a la edad de 12 años a diferentes densidades residuales.
191
El efecto de diferentes intensidades de raleo se determinó también en una plantación de
Eucalyptus nitens, localizada en la precordillera andina de la Región del Biobío, Chile,
raleada a los 7 y 9 años de edad. Cinco intensidades de raleo fueron aplicadas: 300,
500, 700, 500-300 y 700-400 arb ha-1 y un testigo (1.070 arb ha-1), según un diseño de
bloques completos aleatorizados con seis tratamientos y tres repeticiones. Los datos de
crecimiento fueron analizados anualmente, hasta los 15 años de edad. Los resultados
obtenidos fueron (Díaz et al. 2012):
•• En diámetro, al igual que en altura promedio, todos los tratamientos raleados presen-
tan diferencias significativas con el testigo; las densidades residuales menores (300
y 400 arb ha-1) presentan diferencias significativas con las raleadas moderadamente
(500 y 700 arb ha-1).
•• En cuanto al desarrollo promedio de los 300 arb ha-1 de mayor Dap (árboles selectos
que se espera constituyan la cosecha final), sólo las parcelas más intensamente ralea-
das presentan diferencias significativas con el testigo.
•• En contraste con el crecimiento en diámetro y en altura, el crecimiento en volumen
fue significativamente mayor en el testigo (Figura 7.11); sin embargo, los mayores
incrementos periódicos anuales lo experimentan las parcelas moderadamente ralea-
das (Tabla 7.3).
•• El volumen acumulado (volumen en pie + volumen de raleos) a los 15 años de edad
no fue afectado significativamente por el raleo.
•• El volumen de los 300 arb ha-1 de mayor Dap representa el 60 por ciento del volumen
total en el testigo; en las parcelas raleadas (incluye el volumen extraído en raleos),
el 65 por ciento y 75 por ciento en las densidades residuales de 700 y 500 arb ha-1, y
el 85 por ciento y 100 por ciento en las densidades residuales de 400 y 300 arb ha-1,
respectivamente.
•• Utilizando como indicador de rentabilidad el Valor Potencial del Suelo1, con apro-
vechamiento aserrable y pulpable según diámetro de los rollizos, para una tasa de
descuento de un 9 por ciento, se determinó que todos los tratamientos de raleo son
más rentables que el testigo. Así mismo, que todos ellos han superado la edad de ro-
tación, especialmente el testigo. En consecuencia, desde el punto de vista financiero
(rotación financiera) se debería cosechar la plantación, aun cuando ninguno de los
tratamientos alcanza la edad de rotación según la culminación del incremento medio
anual en volumen (rotación física o silvicultural) (Smith et al. 1997).
1
El Valor Potencial del Suelo (VPS) es la estimación del valor actualizado de la tierra si se destinara a la actividad
forestal durante un número infinito de ciclos productivos, lo que significa que valora el uso del suelo a perpetuidad. Es
un indicador del máximo valor que un inversionista debiera estar dispuesto a pagar por un suelo desnudo para dedicarlo
al negocio forestal y aún continuar ganando la tasa de retorno o descuento.
192
Figura 7.11. Variación del volumen en pie de una plantación de Eucalyptus nitens entre
los 7 y 15 años de edad según tratamiento.
Fuente: Díaz et al. (2012).
Tabla 7.3. Dap y altura promedio, volumen en pie e incremento periódico (IPA) y me-
dio anual (IMA) de una plantación de Eucalyptus nitens a la edad de 15 años por trata-
miento (densidad).
Métodos de raleo
Una plantación puede ser raleada a diferentes niveles (intensidad) dependiendo de los
objetivos del raleo (y de la edad y condición del rodal). El número de árboles a remover
puede ser reducido o constituir una porción significativa del rodal. Dos raleos pueden
ser de igual intensidad, pero remover diferente tipo de árboles.
El raleo puede aplicarse muy temprano en la vida de un rodal o esperar hasta que los
árboles a remover sean de mayores dimensiones. En teoría, el primer raleo debe efec-
tuarse tan pronto como se inicia la competencia intraespecífica, para así prolongar la
tasa de crecimiento en diámetro de los árboles. En la práctica, sin embargo, criterios
económicos y silvícolas determinan el momento del primer raleo, al igual que en raleos
posteriores.
193
La frecuencia con que los raleos son llevados a cabo dependerá del objetivo del raleo,
de la especie, edad del rodal e intensidad del raleo. Mientras mayor sea la intensidad del
raleo, menor debiera ser la frecuencia de éstos. Ralear repetidamente un rodal –lo que
implicaría raleos de baja intensidad– puede provocar compactación del suelo por efec-
to de los equipos de extracción (madereo) y un mayor potencial de daño a los árboles
remanentes.
Los silvicultores distinguen cinco métodos de raleo, los que se pueden diferenciar según
el criterio usado para identificar los árboles a extraer: la posición relativa de las copas,
en el cual el marcador selecciona el árbol a extraer, y aquel en el cual la clase de copas o
calidad del árbol no es considerada: su ejecución es estrictamente mecánica (Tabla 7.4).
Tabla 7.4. Métodos de raleo y criterio para identificar los árboles a extraer.
194
tracción de árboles más grandes de mala forma o dañados. Concentra así el crecimiento
futuro en los mejores árboles, de más rápido crecimiento y de buena forma. Los benefi-
cios financieros inmediatos son reducidos al igual que (dependiendo de la intensidad del
raleo) los efectos sobre los árboles de cosecha de mayores dimensiones. Sin embargo,
es el método de raleo más comúnmente usado en plantaciones comerciales, ya que en
términos financieros se le considera una inversión en capital futuro que reditúa mayores
beneficios a largo plazo.
Cuidando de no dejar claros muy pronunciados dentro del rodal, el raleo bajo debiera
conducir al desarrollo de un rodal de estructura más uniforme. Sigue en general el curso
natural del desarrollo de un rodal, concentrando el potencial de crecimiento del sitio en
los mejores árboles (los más grandes, vigorosos, de mayor valor). Además de mejorar
el vigor de los árboles, reduce el riesgo de incendio en mayor medida que el raleo por
lo alto. Su desventaja es que se extraen (dependiendo de la oportunidad e intensidad del
raleo) usualmente árboles de reducidas dimensiones, de escaso o nulo valor económi-
co; previene la mortalidad, pero si su intensidad es baja, no reduce apreciablemente la
competencia de copas.
Raleo de copa
Este método de raleo concentra la extracción de árboles principalmente en el dosel
superior del rodal, para favorecer el desarrollo de los árboles cosecha (árboles más pro-
misorios de las clases dominante y codominante), otorgándole a sus copas espacio para
expandirse. Los mejores árboles (los que potencialmente constituirán la cosecha final)
195
son seleccionados, eliminándose sus competidores más agresivos (Figura 7.13).
Mediante este método de raleo se pueden obtener retornos financieros inmediatos, pero
mal aplicado puede comprometer el crecimiento futuro del rodal y por ende, los retornos
financieros a la cosecha. Por las características de este método de raleo, la selección/
marcación de los árboles a ralear es un proceso lento y riguroso, que requiere conside-
rable juicio para aplicarlo correctamente, no siendo fácil que los marcadores estén total-
mente de acuerdo en cuál árbol dejar y cuál extraer. El raleo por lo alto es más apropiado
en rodales mixtos o puros de especies tolerantes (a la sombra) o con distintos grados de
tolerancia (e.g. renovales de roble-raulí, en Chile).
A diferencia del raleo bajo, en el cual el dosel permanece usualmente cerrado (depen-
diendo de la intensidad del raleo), en el raleo de copa el dosel es abierto, permanecen
muchos árboles de clases de copas subordinadas (intermedios y suprimidos, pero sa-
nos), por lo que el rodal residual queda conformado por dos pisos (el dosel inferior se
elimina gradualmente en raleos sucesivos). En general, mantiene la estructura vertical
del rodal y promueve la estabilidad individual de los árboles más valiosos. Su aplicación
requiere de mucha habilidad y conocimiento.
196
neralmente se aplica removiendo árboles que han alcanzado un cierto diámetro (árboles
de mayor valor económico). Su aplicación se limita a situaciones especiales (por ejem-
plo, producción de árboles de tamaño medio para pulpa, postes, rodrigones, etc.). Ina-
propiado para especies de tolerancia baja o media (reducida capacidad para responder a
raleos de selección repetidos). Su aplicación puede conducir a un deterioro de la calidad
genética de un rodal, así como a incrementar pérdidas por agentes bióticos y abióticos.
Figura 7.14. Rodal de coníferas marcado para raleo de selección (línea transversal),
dirigido fundamentalmente a eliminar árboles dominantes defectuosos (D: dominantes;
C: codominantes; I: intermedios).
Fuente: Smith et al. (1997).
El raleo sistemático puede ser apropiado en rodales jóvenes y densos, altamente unifor-
mes, sin una clara diferenciación en clases de copa, pudiendo ser usado como primer
raleo para reducir, a bajo costo, la densidad, incrementando el espacio de crecimiento
por árbol y facilitando el acceso dentro del rodal. Su aplicación no es conveniente en
rodales con diferente tamaño de árboles, densidad, especies, etc., especialmente si la
calidad genética del material de plantación no es uniforme. Por la naturaleza de su
aplicación, pueden quedar en pie no solo árboles de bajo o reducido vigor, sino también
árboles enfermos y de mala forma. Usualmente se aplica sólo en el primer raleo de un
rodal (generalmente en raleos precomerciales).
En términos de costo por metro cúbico, el raleo sistemático es el más barato de los méto-
dos de raleo, por cuanto: 1) es fácil de aplicar, requiriendo un mínimo de especialización
y conocimientos, así como de supervisión; 2) los árboles no requieren ser marcados y 3)
se facilita la tala y extracción de los árboles raleados.
197
Figura 7.15. Rodal de coníferas sometido a raleo sistemático por hileras.
Figura 7.16. Rodal de coníferas que contiene una mezcla de árboles dominantes (D),
codominantes (C), intermedios (I) y suprimidos (S), luego de la aplicación de un raleo
bajo, de copas, de dominantes y libre.
Fuente: Russell et al. (1999).
198
Dado que los distintos métodos de raleo remueven diferentes tipos de árboles, el méto-
do de raleo aplicado tiene un efecto inmediato en la distribución diamétrica del rodal.
Mientras el raleo bajo aumenta el tamaño medio de los árboles residuales, el raleo de
copa y especialmente el raleo de dominantes tienen un efecto opuesto; el raleo mecánico
es neutro en este aspecto. La Figura 7.17 muestra las clases diamétricas extraídas según
el método de raleo aplicado. Las principales características de los distintos métodos de
raleo se resumen en la Tabla 7.5.
Tabla 7.5. Características principales de los distintos tipos de raleo y cómo afectan al rodal.
199
Efecto de los métodos de raleo en el ecosistema
200
en plantaciones con sotobosque en el 79 y 92 por ciento de los casos, respectivamente.
Ramírez y Simonetti (2011) determinaron que la riqueza de especies es mayor en un 90
por ciento y la abundancia de especies en un 75 por ciento, respectivamente, en planta-
ciones estructuralmente complejas, al contener un sotobosque desarrollado. Simonetti
et al. (2013) determinaron en plantaciones de Pinus radiata en Chile central, que la
riqueza y abundancia de mamíferos (e.g. Leopardus guigna, Pseudalopex culpaeus, Co-
nepatus chinga, Pudu puda) fue reducida o nula cuando el sotobosque fue removido,
no así cuando este se conservó. Lo que sugiere que la facilitación del desarrollo de la
vegetación del sotobosque –por medio del raleo– en los bosques plantados parece ser
un factor clave para incrementar la ocurrencia de fauna nativa (Poch y Simonetti 2013,
Simonetti 2015, Simonetti et al. 2013).
Figura 7.18. Raleo de dominantes (B) y raleo por lo bajo (C) reducen la estructura
vertical de un rodal (A).
Fuente: Hunter (1990).
201
Efectos sobre el sotobosque
•• El raleo de copa da origen a un dosel abierto (open canopy) estimulando el desarrollo
de la vegetación del sotobosque (hierbas y arbustos) y promoviendo el desarrollo de
copas más grandes de los árboles cosecha (Figura 7.19).
•• El raleo de copa puede influenciar la cantidad y calidad del forraje del sotobosque
disponible para animales herbívoros (la sombra reduciría la digestibilidad del forraje
por alto contenido de celulosa, proteínas, Ca y P).
Figura 7.19. En un rodal (A) la aplicación de un raleo por lo alto crea un dosel abierto (B).
Fuente: Hunter (1990).
202
•• Raleos de copa muy intensos pueden alterar significativamente el microclima dentro
de un rodal, causando estrés o muerte de especies o individuos sensibles a bajas tem-
peraturas o nieve; las copas de los árboles proveen reducida protección contra bajas
temperaturas y nieve que se acumula en el piso del bosque, limitando el forraje para
animales silvestres (e.g. ciervos, guanacos).
El raleo bajo aumenta el diámetro medio del rodal (árboles residuales), ya que los ár-
boles removidos son en promedio de diámetros menores a la media del rodal, mientras
que el raleo de copa y especialmente el de dominantes tienen el efecto contrario; el raleo
sistemático es neutral en su efecto inmediato. Por lo tanto, la intensidad y el método de
raleo afectan la posterior distribución de diámetro y tamaño del árbol: el primero, por
redistribuir el incremento futuro en un número variable de árboles; el segundo, remo-
viendo árboles más pequeños o más grandes en comparación con la media del rodal.
Una expresión cuantitativa común para caracterizar los métodos de raleo aplicados es la
razón de raleo, d/D, que se define como:
Razón de raleo = d
D
Donde, d es el diámetro medio de los árboles removidos, y D es el diámetro medio de
los árboles antes del raleo.
Si la selección de los árboles a extraer se ajusta a los diferentes métodos de raleo, esta
razón debiera ser menor a 1 para raleo por lo bajo, mayor a 1 para raleo de copa y raleo
de dominantes, e igual a 1 en raleo mecánico.
Regulación de la densidad
203
altos (e.g. 90 por ciento) indicarían un dosel cerrado o una ocupación casi total del área
aprovechable de cada árbol y por consiguiente mayor competencia y menor crecimiento
individual.
En Chile, dos simuladores de crecimiento son utilizados por las grandes empresas fores-
tales y otros propietarios forestales para el manejo de sus plantaciones de pino radiata
y de eucalipto (Eucalyptus globulus y E. nitens): el Simulador Insigne y el Simulador
Eucasim (Fundación Chile 2005). Con estas herramientas es posible predecir el desa-
rrollo de los rodales desde la plantación hasta la cosecha –30 años en pino radiata; 20
años en eucalipto–, simulando podas y raleos además de distintas técnicas de estable-
cimiento y utilización industrial de la madera; generando cuadros numéricos, gráficos
e informes con la evolución de las principales variables de rodal para cada alternativa
analizada, todo ello a partir de variables de rodal de fácil medición: edad, altura domi-
nante y número de árboles por hectárea.
204
Específicamente, estos simuladores permiten:
Marcación de raleo
Una vez que se ha decidido ralear un rodal y fijado su intensidad y el método de raleo, se
debe proceder a identificar los árboles que serán marcados. Se entiende por marcación
de raleo la acción de seleccionar los árboles a extraer o a dejar en un rodal a través
de señas visibles y normalizadas y de acuerdo a criterios técnicos predefinidos. Usual-
mente los árboles a ser extraídos son marcados, debido a que normalmente son menos
numerosos que los que permanecen. Sin embargo, si la mayoría de los árboles deben ser
removidos, los árboles que queden deberían ser marcados, ya que: 1) permite centrar la
atención del marcador en los árboles seleccionados y 2) si el costo de marcación es alto,
siempre es mejor marcar aquella categoría de árboles que es minoría.
Sea cual sea la preferencia de marcación y si el objetivo del raleo es mejorar la calidad y
maximizar el crecimiento del rodal residual, no debe olvidarse que los árboles seleccio-
nados son los que permanecerán, aunque estos no sean físicamente marcados. En raleos
mecanizados, usualmente se marcan los árboles que permanecen; en raleo tradicional,
los árboles a extraer.
Mecánica de marcación
Las marcaciones deben ser claramente visibles, difíciles de alterar y duraderas. En la
selección de los medios de marcación debe considerarse la facilidad de operación, la
rapidez en su ejecución y el costo del trabajo. Entre los utensilios usados se pueden
205
mencionar: los marcadores de madera y los rociadores de pintura (pinceles, pistolas,
brochas). La pintura con brochas es habitualmente usada ya que:
•• No daña el árbol (importante si los árboles a marcar son los que se dejan)
•• Son fáciles de usar
•• Reducen el tiempo de marcación
•• Las marcas son difíciles de adulterar
En este proceso no debe olvidarse que el principal costo de marcación es el tiempo que
demanda esta actividad y no el material usado. Usualmente, dos marcas son colocadas
en cada árbol seleccionado:
•• A una altura del fuste fácilmente visible (altura del pecho o de los hombros del ope-
rario).
•• En la base del fuste (tocón), lo que permite determinar si la extracción se realizó de
acuerdo a la marcación.
•• Esta última marca puede omitirse si existe plena confianza en que los trabajadores
respetarán las señales o si los árboles marcados son los que permanecerán en pie.
206
Rendimiento de marcación
Los rendimientos de marcación dependen de una serie de factores, entre los cuales:
En un raleo se deben identificar los árboles más eficientes para la producción de volu-
men (madera), los cuales deben ser favorecidos; estos constituirán los árboles cosecha
(crop tree). Las principales características fenotípicas deseables de los árboles a favo-
recer son:
Las características señaladas deben buscarse entre los árboles de mayor vigor, aquellos
que logran dimensiones superiores en un rodal, es decir: dominantes y codominantes.
Usualmente, hay una relación directa entre las dimensiones de los árboles (fuste y copa)
y su posición en el dosel. La dominancia de los árboles puede mantenerse con raleos
oportunos; las deformaciones del fuste son permanentes. Además del vigor y caracterís-
ticas fenotípicas deseables de los árboles a dejar en un raleo, se debe también considerar
el espaciamiento entre ellos (Figura 7.21).
207
Figura 7.21. Espaciamiento entre árboles después de un raleo. Los árboles cosecha
(AC) pueden estar espaciados unos de otros entre 5 m y 12 m.
Dependiendo del método de raleo a aplicar y de la edad del rodal, se pueden señalar las
siguientes prioridades de selección de árboles a extraer:
208
visión. El supervisor es responsable de controlar la calidad y cantidad del trabajo rea-
lizado. Si el método de raleo aplicado es un raleo sistemático, el control se facilita por
cuanto la intensidad queda definida por la eliminación de la fila a extraer (la segunda,
tercera o cuarta fila), y es evidente cuáles son los árboles que deben ser talados. En ra-
leos selectivos (i.e. por lo bajo, por lo alto), sin embargo, los árboles talados (o dejados)
deben estar marcados de antemano. En este caso el control de raleo debe hacerse para
asegurarse de que se ha marcado el tipo adecuado de árboles y en la cantidad especifi-
cada en la prescripción. Algunos de los aspectos a observar son:
209
operar en jornadas mayores a ocho horas y son (relativamente) independientes de con-
diciones climáticas adversas.
La productividad del raleo mecanizado está determinada por una serie de factores, como
las condiciones topográficas del terreno (e.g. pendiente), el espaciamiento entre los fus-
tes, las dimensiones de los árboles a extraer, la condición de los árboles (e.g. bifurcados,
con curvaturas), desperfectos ocasionales del equipo y de la habilidad y destreza del
operador. Dependiendo del equipo utilizado y de las condiciones del sitio y del rodal,
el rendimiento promedio es de 45 árboles por hora (Eduardo Torres, comunicación per-
sonal).
210
3 m (Figura 7.24). Lo anterior limita su operación en bosques con manejo intensivo, ya
que se eliminaría gran cantidad de árboles con poda.
Marcando los árboles a extraer con un anillo de pintura a la altura del Dap, Soto (2007)
determinó, en raleo con harvester en una plantación de pino radiata de 14 años, un 29
por ciento de mayor rendimiento (12,55 m3 h-1 versus 9,75 m3 h-1) que con marcación
tradicional (un punto en la base del árbol y otro a la altura del Dap). Aunque el costo de
marcación es mayor, se compensa por el mayor rendimiento obtenido.
Existen equipos de menor tamaño que pueden desplazarse sin dificultad por las hileras
de árboles; por ejemplo la excavadora JBC 140, que es más corta y por lo tanto permite
moverse sobre la hilera y realizar actividades de volteo, desrame y engavillado de tro-
zas sin causar daños importantes al bosque residual (Figura 7.25). El madereo bajo este
esquema y en terrenos de hasta 20 por ciento de pendiente, puede ser realizado por un
trineumático.
211
Figura 7.25. Excavadora JCB Modelo JZ 140.
Foto gentileza Eduardo Torres, Forestal Mininco.
Los raleos comerciales mecanizados pueden causar heridas en la copa, fuste y raíces de
los árboles residuales, afectando el crecimiento y la calidad de la madera. Las heridas
son fuentes potenciales de infección por organismos patógenos que causan descompo-
sición del fuste, pudrición de raíces y cancros (Vasiliauskas 2001, White y Kile 1994).
212
del espaciamiento entre filas facilitaría el acceso y maniobrabilidad de los equipos de
madereo, reduciendo el riesgo de daño a los árboles residuales.
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216
8. Poda en bosques plantados
Miguel Espinosa y Fernando Muñoz
Introducción
La poda, que consiste en la extracción de las ramas basales vivas o muertas de un ár-
bol, posee una gran diversidad de objetivos, entre los cuales se pueden mencionar los
siguientes:
Pero el objetivo más relevante de la poda por sus implicancias económicas y su efecto
en el rodal y en el valor de los árboles, es aquella destinada a maximizar la cantidad
de madera libre de nudos (clearwood). Ello se logra removiendo tempranamente las
ramas basales de los mejores árboles de un rodal, de modo de concentrar la zona nudosa
en un cilindro lo más reducido posible. Adicionalmente, puede tener un efecto positivo
en reducir los costos de cosecha al manipular árboles más uniformes y con una sección
podada del fuste, siendo éstos apropiados para casi todo tipo de productos madereros.
La poda que tiene como finalidad incrementar el valor del rodal a la cosecha mejorando
la calidad de los árboles para aserrío y aumentando su valor comercial, es propia de una
silvicultura intensiva.
En este capítulo se entregan antecedentes generales sobre la poda para generar madera
217
libre de defectos, con énfasis en pino radiata. Por poseer características especiales, se
incluye un apartado acerca de la poda en eucalipto.
La poda
El riesgo de que tableros de densidad media (MDF) o métodos más intensivos de pro-
cesamiento como finger jointing puedan reducir la demanda y el sobreprecio de trozos
podados, es poco probable: el primero no es un producto de madera sólido y el finger
jointing, además del costo de producción, tiene sólo la apariencia de un producto ma-
nufacturado (Reid 2002).
Si la decisión es producir madera sin defectos, la poda –junto con el raleo, para permitir
la expansión diametral de los árboles podados y disminuir el riesgo de pérdida de domi-
nancia por los no podados–, es una práctica silvícola irrenunciable que se debe aplicar
a un rodal con este propósito.
•• Natural (self-pruning): la muerte y caída de ramas y la velocidad con que ello ocurre
–la eficiencia de la poda– depende de la especie y puede ser afectada por la calidad
del sitio, la densidad del rodal y la edad de los árboles, entre otros factores.
•• Artificial: que comprende la extracción de ramas secas y vivas de un árbol.
218
volumen de un 90 por ciento de madera sin nudos en un trozo podado de 6 m, requiere
árboles a la cosecha de 50 cm de diámetro con un cilindro central de 15 cm.
Con el objeto de determinar el volumen real de madera libre de nudos que se puede
obtener de trozos podados, es necesario determinar la proporción de la troza libre de
defectos, para lo cual se utilizan distintas mediciones de diámetro, tanto internos como
externos del árbol. Estas son:
•• Diámetro altura muñón o sobre muñón (DSM); en inglés, diameter over stubs
(DOS): Es el diámetro máximo de un árbol medido sobre los muñones al efectuarse
la poda (Figura 8.1).
•• Diámetro sobre oclusión (DSO); en inglés, diameter over occlusions (DOO): Diá-
metro máximo medido en la zona de oclusión (DOS más la profundidad de oclusión)
(Figura 8.1). Dado que el DOS no determina el diámetro final del corazón nudoso,
la madera sin nudos no se produce hasta que el proceso de oclusión haya finalizado;
por ello, el tamaño del corazón nudoso será equivalente al DOS más los tejidos de
cicatrización.
•• Diámetro del cilindro defectuoso (DCD); en inglés, diameter defect core (DDC):
Es el cilindro con el DOS más los tejidos de cicatrización y cualquier irregularidad
del fuste (sinuosidad) al momento de la poda (Figura 8.2).
Figura 8.1. Corte transversal que muestra la relación entre el diámetro sobre muñón
(DOS) y el diámetro de oclusión (DOO).
219
Figura 8.2. Corte transversal de una troza podada de pino radiata de 9 años de edad, con
un DOS de aproximadamente 12 cm.
El DOS medio de un rodal para una poda en particular se estima a partir de los valores
medios del diámetro a la altura del pecho (Dap), la altura total, la altura de DOS (DOS
Ht) y el diámetro de rama máximo en el verticilo podado (MAXBR). La altura y DOS Ht
medidos en metros, Dap en centímetros y MAXBR en milímetros. Utilizando tres ecua-
ciones, a partir de datos de rodales de todo el país, Knowles et al. (1987) encontraron
que la ecuación que presentó los mejores resultados fue la siguiente:
( )
DADOS =
Ht − 1,3
En especies que presentan fustes cónicos y ramas dispuestas en verticilos, como pino
radiata, el DOS se encuentra bajo el Dap, como se ilustra en la Figura 8.3. En podas
posteriores, el DOS está próximo a la base de la copa viva remanente. En general, para
pino radiata: DCD = DOS + 6 cm.
220
Figura 8.3. Ilustración de la ubicación del DOS en la primera poda.
Olivares y Meneses (1992) elaboraron para pino radiata la siguiente expresión que re-
laciona el DCD y el DOS:
La Figura 8.4 muestra el corte transversal de dos árboles de similar diámetro, uno sin
poda y otro podado. En el primero, el corazón defectuoso comprende la totalidad de la
sección; en el segundo, el corazón defectuoso está restringido a una sección pequeña,
correspondiendo la mayor parte a madera libre de nudos.
221
Figura 8.4. Corte transversal y longitudinal de un árbol sin poda (A) y un árbol podado
(B), mostrando la capa de madera libre de nudos alrededor del corazón defectuoso.
Fuente: Maclaren (1993)
Tabla 8.1. Evolución del DOS en podas sucesivas bianuales por zona de crecimiento:
Concepción - Arauco (CA); Arenales (AR) y Malleco (MA).
222
Tabla 8.2. Altura DOS de la segunda poda y pérdida de volumen libre de nudos (PVLN)
por zona de crecimiento: Concepción - Arauco (CA); Arenales (AR) y Malleco (MA).
Luego: 400 × 0,008 = 3,2 m3 ha-1 × USD 80 (valor menor) = USD 256 ha-1
Figura 8.5. Sección longitudinal que muestra la relación entre el diámetro de oclusión
(DOO) y el corazón defectuoso (DCD).
Fuente: Government of British Columbia (1995).
223
La Figura 8.6 muestra la influencia del diámetro menor del trozo podado y del DOS en
el valor y rendimiento de la madera libre de nudos, respectivamente.
A B
Figura 8.6. Influencia del diámetro menor del trozo y del DOS en (A) el valor de los
trozos puesto aserradero y (B) en el rendimiento de madera libre de nudos.
Fuente: Sutton (1985).
La relación entre el DOS y el rendimiento de madera limpia (Figura 8.6) está condicio-
nada por un conjunto de factores, entre los cuales se encuentra la calidad operacional de
la poda (aspecto muy variable). Si la operación de poda no se realiza adecuadamente, el
proceso de oclusión puede alargarse. El tiempo que demora en ocluir el nudo depende
del crecimiento diametral, largo del muñón, diámetro de rama y cualquier daño asocia-
do al proceso de poda (Lewis et al. 1993).
224
Figura 8.7. Distribución de madera libre de nudos en régimen de poda oportuno y tar-
dío.
Fuente: Todoroki (2003).
Tabla 8.3. Efecto del tamaño del trozo y del cilindro defectuoso en el rendimiento de
madera libre de nudos en árboles podados (% del total aserrado) de Pinus radiata.
Cilindro defectuoso
Tamaño del trozo Dap equivalente (cm)
(diámetro menor dentro corteza) (fuera corteza) 20 22 24 26 28 30 32
(cm) (cm)
% de madera libre de nudos
30 39 44 37 30 23 18 - -
35 45 56 49 43 36 30 25 20
40 51 65 59 53 47 41 36 30
45 57 71 67 62 57 51 46 41
50 63 76 72 68 64 59 55 50
55 69 79 76 73 69 65 61 57
60 76 82 79 77 74 70 67 63
Fuente: Cown (1992).
225
Cuando la poda se efectúa en varias etapas, como es usual en pino radiata, la oportuni-
dad de poda es fundamental para mantener constante el corazón defectuoso (CD). Pero,
¿cómo mantener un corazón defectuoso constante entre podas sucesivas?
H − bcvpp
Donde: DAPO = Dap ×
H − 1,3
Para determinar el diámetro del cilindro defectuoso (DCD) en pino radiata luego de
un determinado número de podas, Meneses y Guzmán (1998) ajustaron la siguiente
ecuación:
Donde, NPODAS es el número de podas; EP1 edad de la primera poda; y NHA1 núme-
ro de árboles residuales de la primera poda.
En la práctica, la segunda poda (o levante de poda) debe efectuarse cuando el DOS del
verticilo de la base de la copa remanente es igual al DOS objetivo; lo mismo vale para
las podas siguientes, hasta alcanzar la altura de poda fijada.
226
recuperación de madera aserrada para rollizos podados de igual longitud (5,4 m) y diá-
metro menor (sin corteza).
Tabla 8.4. Efecto del tamaño del corazón defectuoso en el porcentaje de recuperación
de madera aserrada en Pinus radiata.
Tabla 8.5. Efecto del espaciamiento en el tamaño de los nudos: características de los
árboles dominantes en una plantación de Pinus resinosa de 20 años de edad (índice de
sitio 70) (plantas 2-1; luego edad total es de 23 años).
Espaciamiento
Característica (m)
1,5 2,1 2,7 3,3
Altura total (m) 9,8 9,8 9,8 9,8
Altura hasta inicio copa viva (m) 4,6 4,6 4,0 3,6
Ramas vivas por árbol (nº) 48 48 54 66
Diámetro de ramas vivas (entre 2,7-5,2 m altura) (cm) 1,8 2,6 2,6 2,8
Ramas vivas mayor a 4 años de edad (nº) 24 24 30 42
Diámetro de ramas vivas menor a 4 años de edad (cm) 1,8 2,4 2,6 2,7
Ramas muertas por árbol (nº) 60 60 54 42
Diámetro de ramas muertas sobre 2,4 m (cm) 1,8 2,3 2,4 2,9
Diámetro de ramas muertas bajo 5,2 m (cm) 1,7 1,9 2,1 2,2
Superficie de nudos bajo 5,2 m:
Media (cm) 9,6 12,4 14,2 15,2
Máximo (cm) 16,5 20,6 23,4 26,9
Fuente: Laidly y Barse (1979).
227
tró el diámetro del verticilo, el diámetro de oclusión y la profundidad de cicatrización a
lo largo del fuste podado (Tabla 8.8).
Tabla 8.6. Rendimiento promedio de volumen libre de nudos (VLN) y volumen aserra-
ble libre de nudos (VALN) por troza, en un rodal de Pinus radiata de 18 años con poda
a 12 m de altura.
Tabla 8.7. Proporción de volumen aserrable libre de nudos (VALN) promedio por troza
en un rodal de Pinus radiata de 18 años con poda a 12 m de altura.
Tabla 8.8. Comportamiento del diámetro del verticilo (DOS), diámetro de oclusión
(DOO) y profundidad de cicatrización (PC) a lo largo del fuste podado, en un rodal de
Pinus radiata de 18 años con poda a 12 m de altura.
228
Se observa en la Tabla 8.8 que el DOS de la segunda poda en la cual se extrajeron sólo
dos verticilos, es mayor al de la primera intervención: de lo que se desprende que la
segunda poda –en este caso– debió efectuarse antes de los siete años.
En general, la altura de poda se restringe a la base del árbol (5-8 m, según la especie y
calidad del sitio), la zona de mayor valor. Según Todoroki (2003), aproximadamente el
60 por ciento del valor de un árbol se concentra en la zona podada. En un rodal podado
de Eucalyptus nitens de 10 años de edad, 23 m de altura, más del 60 por ciento del volu-
men total se concentró en los 6,1 m podados del fuste (Reid y Washusen 2001).
El volumen a obtener de trozas podadas para una especie dada depende de la calidad
del sitio, de la oportunidad de poda y de la densidad final del cultivo. A través de la
modelación del crecimiento de rodales de pino radiata bajo diferentes calidades de sitio,
densidad (inicial y final) y oportunidad de poda (DOS), Todoroki et al. (2006) determi-
naron el volumen medio a obtener de trozas podadas de 5,4 m de largo a los 25 años de
edad (Tabla 8.9).
El volumen medio por troza tiende a incrementar con la calidad del sitio pero disminuye
al aumentar la densidad final del cultivo. Para trozas con un DOS de 16 cm, el volumen
para un índice de sitio (IS) 42 será de 1,62 m3 y de 1,11 m3 para un IS 28, a igual densi-
dad (800 arb ha-1). La variación en el DOS parece tener poco efecto en el volumen, con
excepción del IS 17 el cual muestra incrementos en volumen entre 0,03 y 0,04 m3 entre
una poda temprana (DOS de 16 cm) y una poda más tardía (DOS de 20 cm), a lo largo
de las densidades finales consideradas (Todoroki et al. 2006) (Tabla 8.9).
Tabla 8.9. Volumen medio (m3) de trozas de pino radiata de 5,4 m a los 25 años de edad
bajo diferentes índices de sitio, densidad y DOS*.
229
ha-1 y 400 arb ha-1, respectivamente. El tiempo requerido para alcanzar la condición de
“stars” fue de 12,2 años a una densidad de 100 arb ha-1y un DOS de 16 cm, aumentando
al doble (24,3 años) a densidad de 400 arb ha-1. Para la condición de “super-star”, estos
valores son de 17,1 y 30,7 años, respectivamente (Tabla 8.10).
Tabla 8.10. Número de años requerido para lograr la condición de “stars” y “super-star”
(i.e., 45,2 por ciento y 55,7 por ciento conversión de madera sin nudos) de trozos poda-
dos de pino radiata de 5,4 m, para diferentes índices de sitio, densidad y DOS*.
Como se desprende de los datos de la Tabla 8.10, el número de años necesarios para
obtener trozas aserrables de pino radiata con una alta proporción de madera sin nudos,
no varía mayormente entre densidades de 800 y 1.000 arb ha-1 para un IS 28: luego, no
reportaría mayores beneficios 200 arb ha-1 adicionales, cuando con 800 arb ha-1 se ob-
tienen resultados similares.
230
Intensidad de poda
La intensidad de poda (i.e. proporción de la copa viva removida) guarda estrecha rela-
ción con la longitud de la copa verde. La poda podrá ser más intensa mientras mayor es
la longitud de la copa, sin afectar mayormente el crecimiento de los árboles. Puesto que
la remoción de ramas verdes decrece el tejido fotosintético, debe establecerse un com-
promiso entre minimizar el DOS y mantener el crecimiento del árbol. Desde el punto de
vista de producción de madera, una excesiva copa verde removida afecta el rendimiento
(para una misma edad de rotación) ya que ocasiona una disminución del crecimiento en
altura y en diámetro. En general, y como se ha registrado en varios estudios y para va-
rias especies, el incremento en diámetro es más sensible a la poda que el incremento en
altura, ya que el carbono invertido en el crecimiento en altura a través de la producción
de nuevos brotes y follaje tiene prioridad sobre el carbono invertido en el crecimiento
diametral (Waring y Schlesinger 1985).
Tabla 8.11. Reducción del crecimiento en diámetro en Pinus ponderosa 16 años des-
pués de efectuada la poda.
La longitud de la copa verde (o razón de copa verde) depende también de la edad del
rodal y de la densidad inicial. En el sur de Brasil, un rodal de Pinus taeda podado a los
8 años muestra, después de cuatro años, que no hay un efecto significativo de la inten-
sidad de la poda en el crecimiento de los árboles (Tabla 8.12).
231
Tabla 8.12. Incremento en altura y diámetro de Pinus taeda de ocho años de edad, cua-
tro años después de efectuada la poda.
En Suecia, Arvidsson (1986) recomienda para Pinus silvestris no podar más de un tercio
de la longitud de la copa viva. Después de 10 años de efectuada la poda, el crecimiento
relativo en altura de esta especie tiende a recuperarse sólo bajo un nivel de remoción
de un 20 por ciento (Figura 8.9A), no así en diámetro (Figura 8.9B), variable que se ve
más afectada por la poda.
232
A B
Figura 8.9. Reducción del crecimiento en altura (A) y en diámetro (B) según diferentes
intensidades de poda.
Fuente: Arvidsson (1986).
El utilizar como criterio de poda dejar una porción de la copa verde, permite que cada
árbol podado conserve una copa que está en relación con la longitud de ésta. Dado la
variabilidad (en cuanto a la copa verde de cada árbol) usualmente encontrada en un
rodal, se evita que algunos árboles sean excesivamente podados y que en otros ésta sea
insuficiente, lo que redundará también en mantener un DOS más uniforme. La poda de
altura variable (variable lift pruning), como se le ha denominado a esta intervención,
está en contraposición a la poda a una altura determinada del árbol (fixed lift pruning),
por ejemplo a una altura de 2 m o 4 m, procedimiento que es independiente de la longi-
tud de copa de cada árbol a podar.
En Nueva Zelandia, modelos de simulación para pino radiata estiman que un DOS de
13-19 cm restringe el corazón defectuoso a un mínimo, no afecta mayormente el creci-
miento de los árboles y disminuye el costo de incurrir en demasiados levantes de poda
(Maclaren y Knowles 2005). Así mismo, que dejar 3-4 m de copa verde permite con-
servar la capacidad productiva del árbol y un corazón nudoso reducido (Maclaren 1993,
Maclaren y Knowles 2005). Una longitud de copa verde no inferior a 4 m, especial-
mente en una primera poda, es aconsejable, especialmente en sitios menos productivos.
233
entre los 18 y 20 años cuando su destino es celulosa y entre los 20 y 25 años cuando el
uso de la madera es aserrable o debobinable. En Nueva Zelandia, rotaciones entre 25 y
30 años son comunes (Maclaren y Knowles 2005).
Época de poda
Otro de los factores que debe considerarse en un programa de poda cuya finalidad sea
maximizar el volumen de madera libre de nudos (defectos) es la época de poda. Esta
puede realizarse en cualquier época del año si se trata de ramas secas, pero para ramas
verdes es aconsejable podar durante el periodo de dormancia (preferentemente a fines
de invierno o inicios de primavera) ya que:
234
•• Disminuye el riesgo de ataque de hongos e insectos, y minimiza el desarrollo de
ramas epicórmicas.
•• La adhesión de la corteza al árbol es mayor que durante la estación de crecimiento,
disminuyendo el riesgo de daño al fuste.
Tabla 8.14. Resultados de estudios de época de poda en rodales de Pinus radiata esta-
blecidos en diferentes zonas de crecimiento de las Regiones del Biobío y de la Arauca-
nía, Chile.
235
Ramas epicórmicas
Una de las características que presentan algunas especies y que afectan los rendimientos
y costos de poda, es la ocurrencia de ramas epicórmicas, que se forman a partir de ye-
mas durmientes a lo largo del fuste, estimuladas por la repentina exposición a la luz (o
por podas muy tempranas e intensas, fuego o vientos de alta intensidad). Situación que
también puede provocar daños por insolación.
•• Poda en otoño resultó en un menor número de árboles afectados (10 por ciento).
•• En poda a 40 por ciento, sólo un 4 por ciento desarrolló ramas epicórmicas.
•• Poda en otoño y remoción de 40 por ciento de copa verde, tuvo un efecto acumulati-
vo: reducido desarrollo de ramas epicórmicas.
•• Ramas epicórmicas se desarrollaron en algunos árboles, no en todos, de preferencia
en exposición norte de los fustes.
•• A mayor intensidad de poda, mayores pérdidas de crecimiento en altura y diámetro:
ᴼᴼ Al cabo de 3 años, los árboles eran 30 cm más pequeños y 2,5 cm menores en
diámetro.
ᴼᴼ La época de poda no afectó el crecimiento (resultado similar al obtenido en roda-
les de Pinus radiata ubicados en las Regiones del Biobío y la Araucanía (Tabla
8.14).
A B
Figura 8.10. Poda en pino radiata con diferentes intensidades. (A) 40% de reducción de
copa viva. (B) 60% de reducción de copa viva.
Fuente: Sutton y Crowe (1975).
236
En Sudáfrica, Lange et al. (1987) determinaron en un estudio de diferentes intensidades
de poda en pino radiata, que mientras más pequeño es el árbol y mayor el porcentaje de
copa verde removida, mayor fue la cantidad de brotes epicórmicos.
Frecuencia de poda
La poda, para una altura dada del fuste, puede efectuarse en una o en varias etapas, lo
que dependerá de una serie de factores. La poda en una etapa:
Para la poda en dos etapas valen aproximadamente las mismas consideraciones que la
poda en una sola etapa. La poda en tres o más etapas:
237
•• Acorta la edad de rotación (para un mismo volumen de madera sin nudos).
•• Mayor problema en la selección de árboles cosecha a temprana edad (no hay una
clara diferenciación de los árboles en clases de copa).
•• Incrementa (maximiza) el valor del rodal, pero no su productividad física (volumen).
•• Costo de poda por entrada al rodal es menor (ramas más pequeñas).
La Figura 8.11 ilustra el efecto en el corazón nudoso de un árbol con poda en una (B) o
en varias etapas (A).
Figura 8.11. Poda en tres etapas (A) y en una sola etapa (B). La poda en varias etapas
da como resultado un cilindro nudoso uniforme bajo la madera limpia (siempre que se
mantenga el DOS de la primera poda). La poda en una sola etapa, más tarde en la vida
de un árbol en un rodal, deja un corazón nudoso en forma cónica (mayor aprovecha-
miento de madera limpia si los cortes son paralelos al cambium).
Fuente: Vertessy y Bessard (1999) en Government of British Columbia (1995).
238
Tabla 8.15. Comparación de rendimiento en poda de Pinus radiata en dos y tres etapas
(valores promedios).
Altura de
Dap1 Edad Tiempo árbol-1
Esquema de poda poda Herramienta
(cm) (años) (min)
(m)
0,0-3,5 12 7 Sierra Guillotina 9,5
Dos etapas
3,5-7,0 17 10 Sierra Dauner2 8,2
0,0-2,5 12 7 Sierra Vermont 4,8
Tres etapas 2,5-4,5 17 10 Sierra Dauner2 3,7
4,5-7,0 17 10 Sierra Vermont2 5,1
1
Dap medio rodal.
2
Herramienta utilizada en combinación con escalera.
Fuente: Espinosa et al. (1980).
De la Tabla 8.15 se desprende que la poda en tres etapas es un 30 por ciento más rápida
que la poda en dos etapas (13,6 vs 17,7 min). Los tiempos de poda son en general altos,
lo que se explica por las condiciones de los rodales (sin raleo) y la edad algo avanzada
de éstos.
El tiempo promedio que demanda podar hasta una altura de 6,1 m, rodales de pino ore-
gón de 11, 15 y 19 años de edad, en una, dos y tres etapas, se muestra en la Tabla 8.16. El
tiempo por árbol es menor en poda en una etapa, pero implica entrar más tarde al rodal,
reduciendo el rendimiento en madera libre de nudos (para una misma edad de rotación).
La poda en una o más etapas afecta no sólo el volumen de madera libre de nudos a
obtener (Tabla 8.17) sino también el proceso de oclusión (Tabla 8.18). A medida que
la altura de poda aumenta, aumenta el diámetro del cilindro defectuoso, disminuyendo
fuertemente la madera libre de nudos. En la tercera y cuarta poda (prácticamente) no se
produce este tipo de madera (Tabla 8.18).
239
Tabla 8.17. Volumen medio por troza de cilindro defectuoso (CD) y libre de nudos (LN)
en un rodal de Pinus radiata de 13 años, con cuatro podas efectuadas a los 6, 7, 8-9 y 10
años, a una altura de 2,98, 4,65, 6,45 y 8,2 m, respectivamente.
Volumen Proporción
(m3) (%)
Etapa de poda
CD LN Total CD LN
1a 0,081 0,058 0,139 58,3 41,7
2a 0,049 0,008 0,057 86,0 14,0
3a 0,056 0,003 0,059 95,4 4,6
4a 0,052 0,000 0,052 99,9 0,1
Total 0,238 0,069 0,307 77,2 22,8
Fuente: Palazuelos (1995).
Tabla 8.18. Número de nudos ocluidos por etapa de poda y duración media del proceso
de oclusión en un rodal de Pinus radiata de 13 años, con cuatro podas efectuadas a los
6, 7, 8-9 y 10 años, a una altura de 2,98, 4,65, 6,45 y 8,2 m, respectivamente.
Como se desprende de la Tabla 8.18, la mayor parte del proceso de oclusión de los
nudos ha ocurrido en la primera y segunda poda, decreciendo en podas posteriores. La
duración del periodo de oclusión es mayor a tres años, pero tiende a ser algo menor a
alturas mayores del fuste (probablemente por menor diámetro de las ramas).
Rendimiento de poda
240
rón neozelandés (24 árboles por hora) (Ramírez 1999), atribuibles en gran parte a que
la sección podada del árbol estaba compuesta mayormente (75 por ciento) por ramas
secas, las que eran, en promedio, más de tres veces menor en diámetro que las ramas
vivas. El movimiento hacia adelante y hacia atrás del serrucho cola de zorro ejerce pre-
sión sobre la rama, lo que facilita la extracción de ramas secas, que se desprenden más
fácilmente. Además de que se requiere solo el uso de una mano, lo que otorga mayor
estabilidad. En el caso del tijerón, el operador debe abrir la herramienta, colocarla en la
rama y ejercer presión para cortarla, independiente de si ésta está viva o muerta.
Los rendimientos de poda en el estudio señalado son mayores a los obtenidos por Ge-
rrand et al. (1997), en un ensayo de tiempo de poda en Eucalyptus regnans y E. nitens
en Tasmania, Australia, en un rodal de tres años de edad podado a 2,7 m de altura con
sierra y tijerón (20,4 árboles por h, con ambas herramientas). Además de las diferencias
en cuanto a sitio, edad del rodal, altura de poda y podadores, entre otros factores, la con-
dición de la rama, viva o muerta, puede explicar en parte las diferencias en rendimiento:
en el estudio de Tasmania la mayor parte de las ramas estaban vivas.
Para determinar el rendimiento de poda con tijerón neozelandés en rodales bajo diferen-
tes condiciones de manejo, se llevó a cabo un estudio de tiempo continuo en tres rodales
de pino radiata localizados próximo a Gorbea, Región de la Araucanía, Chile. Las altu-
ras de poda consideradas fueron: 0-3 m, para un rodal de 5 años de edad, sin manejo; de
3-6 m para un rodal de 8 años con una poda y un raleo a desecho; y de 4-8 m, para un
rodal de 9 años, con dos podas y dos raleos. Los rendimientos disminuyen con la altura
de poda, especialmente entre 4-8 m (Tabla 8.19). El tiempo promedio de poda por árbol
es menor a 2 minutos en poda a 3 m y de 4 minutos en poda entre 4-8 m.
241
Tabla 8.20. Rendimiento de poda en rodales de Pinus radiata con tijerón neozelandés
y tijera eléctrica.
El efecto de las dimensiones de los árboles y las dificultades del terreno y el número
de árboles a podar en los rendimientos y costos de poda se muestra en rodales de pino
oregón (Tabla 8.21) y pino radiata (Tabla 8.22), respectivamente.
Tabla 8.21. Rendimiento y costos de poda con tijerón y escalera según altura de poda y
Dap de los árboles, en rodales de Pseudotsuga menziesii en EE.UU.
Tabla 8.22. Rendimientos y costos de poda con tijerón según altura de poda y condición
del terreno, en rodales de Pinus radiata en Nueva Zelandia.
242
Altura final de poda
La altura final de poda para obtener madera de calidad es una decisión económica y
silvícola. En pino radiata, usualmente se podan los primeros 5 a 6 m del fuste, en tres
entradas (anuales) al rodal. La poda a alturas superiores implica:
•• Mayores costos (el operador está obligado a subir más alto para iniciar la poda).
•• Dificultad en controlar el DOS (mantener un DOS reducido y uniforme).
•• Mayores riesgos de pérdida de crecimiento de los árboles.
•• Dificultad en determinar la altura de poda al momento de la intervención.
En sitios de buena calidad y para un mismo rango de DOS (e.g. 13 - 19 cm), tres entra-
das al rodal serán necesarias para alcanzar una altura final de poda de 6 m, dejando en
cada intervención 3 a 4 m de copa verde (Figura 8.12). Sitios de menor calidad pueden
requerir un mayor número de entradas mientras que en sitios de alta calidad se puede
cumplir el objetivo en dos etapas.
A B C
Figura 8.12. Secuencia de poda en tres etapas: (A) Poda baja: altura del árbol 5-6 m,
altura de poda 2 m; (B) Poda media: altura del árbol 7-8 m, altura de poda 4 m; (C) Poda
alta: altura del árbol 9-10 m, altura de poda 6 m.
Fuente: Maclaren (1993).
243
de resina y pudrición por efecto de oclusión de la poda, que reducen el valor de la troza
podada (Park 1995).
Donde, D1,3 es el diámetro de la troza a 1,3 m del extremo mayor, Dcd es el diámetro del
cilindro defectuoso (mm), Cvol es el volumen común a toda la troza (m3 ssc) y Lvol es
el volumen total de la troza (m3 ssc).
El cilindro central defectuoso está definido como aquel que contiene la médula, mu-
ñones y cicatrices de oclusión por corta de ramas. Incluye cualquier ensanchamiento
debido a la sinuosidad del fuste al momento de la poda.
Para desarrollar el PLI, Park (1989) midió el cilindro central defectuoso en trozas po-
dadas, mediante la reconstrucción de las trozas después del aserrío. Se generaron regre-
siones entre el diámetro sobre oclusión (DOO) y el cilindro defectuoso (CD), utilizando
como variable independiente el diámetro sobre muñón (DOS). Las relaciones fueron en-
sayadas en una gran variedad de sitios a lo largo de Nueva Zelandia, no encontrándose
diferencias significativas en la relación. El resultado de este estudio arrojó una estrecha
relación del DOO y del CD con el DOS.
Los componentes que determinan el tamaño del cilindro defectuoso son los DOS y
DOO máximos y la sinuosidad del fuste al momento de la poda. El primero de ellos
puede ser medido después de cada poda o puede ser predicho. De manera similar ocurre
con la sinuosidad del fuste. En cambio, sobre el incremento del muñón debido a la cica-
trización, hay menos conocimiento.
244
Tabla 8.23. Porcentaje de madera libre de defectos según PLI.
Figura 8.13. Incremento de la proporción de madera clear con el aumento del PLI. (Nº
1 clear corresponde a madera sin defectos; Nº 2 clear a madera libre de defectos en la
mejor cara).
Fuente: Park (1996).
245
En Nueva Zelandia para determinar el PLI se muestrea un número determinado de ár-
boles (9-18), dependiendo de la superficie del rodal podado. Para determinar la madera
clear los árboles son cortados y el trozo podado es seccionado en el bosque (mediante
análisis fustal) o enviado a un aserradero, donde es procesado según métodos conven-
cionales. En este último caso, el propietario del bosque puede obtener algunos ingresos
de sus árboles muestra. Los resultados obtenidos son procesados por una institución res-
ponsable, la que eleva un informe detallado de la calidad de los trozos podados. Se paga
una prima por la madera podada que alcanza un alto PLI, lo que redunda en mayores
retornos para el propietario del bosque (www.woodmetrics.co.nz).
Mientras mejor sea la calidad del sitio (i.e. tasa de crecimiento) la rentabilidad de la
poda será mayor. Si el crecimiento de los árboles es lento como para materializar el po-
tencial de la poda, ello se reflejará en un reducido nivel de madera clear (o en su defecto,
un alargamiento de la rotación).
Certificación de la poda
La calidad y consecuentemente el valor de las trozas podadas pueden tener amplia varia-
ción dependiendo del momento u oportunidad de la poda. Así, dos trozas externamente
muy similares pueden entregar como resultado del aserrío proporciones de madera libre
de defectos muy diferentes que pueden ir de un 80 a 0 por ciento (Somerville 1992).
246
La evaluación descrita es válida para rodales sometidos a un mismo régimen de manejo,
esto es, podados al mismo tiempo y a una misma altura, y con similar DOS. Si ello no
es así, se deberá proceder separadamente.
De esta manera al comprador le basta con conocer unos pocos aspectos, tales como:
Por su parte el vendedor puede en forma rápida y barata proveer esta información me-
diante:
•• La medición de una pequeña pero adecuada muestra de árboles podados para esta-
blecer el DOS y la altura de poda en cada intervención.
•• Evaluando la curvatura del fuste en la zona podada.
•• Delimitando los límites del rodal podado, después de cada levante, y
•• Teniendo esta información autentificada por un organismo experto independiente, de
tal modo que sea creíble.
247
Figura 8.14. Certificado para acreditar la calidad de poda en un rodal en Nueva Zelan-
dia. En el anverso se proporciona la información de las podas y levantes; en el reverso,
el plano del predio y del rodal que se certifica.
Fuente: Somerville (1991), Somerville (1992).
El corte de la rama debe ser lo más apegado al fuste pero sin afectar la corteza. La
exposición del floema por efecto de una deficiente ejecución de la poda aumentará los
riesgos de pudrición e incrementará el periodo de oclusión, como fue determinando en
Eucalyptus nitens (Wardlaw y Neilsen 1999).
En general, los defectos más comunes en faenas de poda son perfectamente evitables
con una apropiada capacitación y control.
Diversas herramientas son utilizadas en las faenas de poda para efectuar el corte de las
ramas. Para la elección de la herramienta se debe considerar, para una especie dada, la
248
altura de poda, la densidad, tamaño y ángulo de las ramas, la topografía del terreno, el
rendimiento de poda, el costo y la calidad del trabajo de poda.
En Chile, las herramientas más utilizadas son el serrucho cola de zorro y el tijerón
neozelandés (Prune-Off Lopper). El serrucho cola de zorro presenta problemas ergo-
nómicos y de calidad del trabajo efectuado (Apud et al. 1999), ya que deja aristas o
segmentos adheridos al tronco y al podar ramas gruesas, se producen desgarros en la
corteza. El control del corte con esta herramienta es menos preciso mientras mayor es
la distancia a la rama a podar. Los tijerones –que se utilizan tanto en poda baja como en
levantes de poda– son rápidos y efectivos, dejando un corte limpio y liso, sin producir
desgarro de ramas, lo que favorece una más rápida oclusión de la zona podada.
Cualquiera sea la herramienta que se utilice, una vez finalizada la poda se debe limpiar
la sección podada de acículas (vivas o muertas), conos y de brotes epicórmicos, si los
hubiere. La sierra fina para epicormios permite realizar esta actividad en forma rápida
y precisa (Figura 8.15).
Figura 8.15. Herramientas más utilizadas en poda en Chile. (1) Tijerón neozelandés
(Prune-Off Lopper). (2) Serrucho cola de zorro. (3) Sierra para epicormios.
249
Figura 8.16. Poda con escalera.
Otros implementos utilizados para alcanzar alturas mayores del fuste, además de las
escalas, son el king grip, el rig step y los trepadores (Figura 8.17). Si bien es cierto los
trepadores permiten alcanzar alturas mayores del fuste evitando el desgaste que signi-
fica el transporte e instalación de las escalas, pueden provocar daños al fuste y son más
riesgosos para el operario.
Figura 8.17. Implementos utilizados para poda de altura. (1) Escala de aluminio. (2)
Trepadores. (3) King grip. (4) Rig step.
250
El rendimiento de poda y en consecuencia el costo de esta intervención, también tiene
relación con que el podador utilice un vestuario apropiado para esta faena, que le per-
mita desplazarse en forma rápida y cómoda dentro de un rodal y con los elementos de
seguridad correspondientes. La vestimenta básica debe consistir en overol de mangas
largas o pantalón de mezclilla con piernera de lona, casco con barbiquejo, guantes de
cuero de puño largo, zapatos de seguridad con caña alta, protector visual (en caso de
usar el serrucho), cinturón de seguridad (en poda con escala), y funda para el transporte
de la herramienta de corte (Apud et al. 1999).
Poda en eucalipto
Aun cuando no es posible resumir las características de las más de 500 especies de eu-
calipto (Chippendale 1988), éstas presentan algunas particularidades que difieren con
respecto a una conífera de amplio uso, como pino radiata.
251
Poda natural en eucalipto
Muchas de las especies de eucalipto en su hábitat nativo poseen poda natural. A medida
que se cierra el dosel y se intensifica la competencia intraespecífica, las ramas basales
empiezan a sombrearse, se secan y se desprenden del árbol, en un proceso gradual que
está asociado a la calidad del sitio, a la densidad del rodal y a las dimensiones (y ángulo)
de las ramas.
La madera que se produce una vez que el tejido cambial ha cubierto la zona de oclusión,
es madera sin nudos. La oclusión será más rápida mientras menor es el tamaño de la
rama y mayor el crecimiento radial del árbol. Si en el proceso de poda natural la base
de la rama muerta no se desprende antes de que sea cubierta por el crecimiento radial
del fuste, dará origen a nudos sueltos que se desprenderán en el aserrío. Defectos en la
madera asociado a un ineficiente sombreamiento y muerte de ramas ha sido registrado
en numerosas especies de eucalipto, como Eucalyptus regnans (Marks et al. 1986), E.
nitens (Gerrand et al. 1997, Yang y Waugh 1996) y E. globulus (Stackpole et al. 1999,
Yang y Waugh 1996).
Este proceso junto con causar una desviación de las fibras por la madera de reacción
del tronco, puede originar la exudación de kino (un polifenol) o trazas de kino, como
mecanismo defensivo del árbol, el que cubrirá la zona dejada por el muñón de la rama
una vez desprendido. En varias especies de eucalipto se ha registrado esta anomalía,
como en Eucalyptus regnans (Marks et al. 1986), E. nitens (Yang y Waugh 1996) y
particularmente en E. globulus (Stackpole et al. 1999) especie que tendría una mayor
tendencia a exudar kino que E. nitens (Eyles y Mohammed 2003). En todos los casos se
verá afectada la calidad de la madera para aserrío y chapas.
Debido a las diferencias en anatomía y función de las ramas vivas y muertas, la oclusión
de la herida de poda será diferente para ambos tipos de ramas: la poda de ramas vivas
envuelve el xilema, el floema y los tejidos del cambium, mientras que la remoción de
ramas muertas no afecta ningún tejido vivo. La oclusión de ramas muertas puede tardar
años si la eyección de la rama no es efectiva; las heridas de ramas vivas es más probable
que ocluyan rápidamente (Montagu et al. 2003).
252
La mayor o menor efectividad de la poda natural (para una especie dada) dependerá de:
•• La tasa de crecimiento del fuste (que a su vez es función del sitio y la densidad del
rodal).
•• El tamaño y ángulo de la rama (parcialmente controlado por (o función de) el sitio y
la densidad del rodal).
•• El tiempo requerido para completar el sombreamiento (muerte) de las ramas (fun-
ción del sitio y la densidad del rodal).
•• Del diámetro de las ramas (disminuye con ramas mayores a 2,5 - 3 cm).
•• Del diámetro del fuste (disminuye con el incremento de las dimensiones del fuste).
•• De la altura de las ramas sobre el piso (a mayor altura mayor diámetro de ramas).
•• Del ángulo de las ramas (disminuye en ramas con ángulo muy agudo).
•• De la edad del árbol (disminuye con la edad).
Si bien es cierto el proceso de poda natural puede ser inducido por espaciamientos más
estrechos –generando así ramas de diámetros más reducidos–, ello conspira en contra de
un mayor desarrollo diametral de los árboles, necesario para rentabilizar la intervención
de poda. Además, la existencia de ramas pequeñas no garantiza necesariamente una
buena poda natural: Marks et al. (1986) determinaron en Eucalyptus regnans que sólo el
35 por ciento de las ramas mayores a 1 cm fueron exitosamente desprendidas del árbol.
En E. nitens, la poda de ramas muertas condujo a los mismos defectos que se forman
cuando las ramas se dejan sombrear en forma natural (Gerrand et al. 1997).
Sin embargo, el riesgo de pudrición por efecto de poda de ramas vivas es un factor que
se debe considerar cuidadosamente, para minimizar su ocurrencia. En un ensayo de
poda en plantaciones de Eucalyptus nitens en cinco sitios diferentes, Mohammed et al.
(1998) determinaron, un año después de efectuada la poda, que el riesgo de pudrición
estaba asociado con la poda de ramas vivas, siendo el tamaño de las ramas el factor
determinante: a medida que el diámetro de la rama aumentaba sobre 2 cm, mayor era
el riesgo de pudrición (Figura 8.18). El estudio también reveló que una mala técnica de
poda incrementa fuertemente el riesgo de pudrición.
253
Figura 8.18. Predicción de la longitud del daño por pudrición por efecto de la poda (95
por ciento de intervalo de confianza, línea punteada) en función del diámetro de rama
podada en Eucalyptus nitens.
Fuente: Mohammed et al. (1998).
Sin embargo, los sitios más productivos, que son los escogidos para podarse, son más
susceptibles o presentan mayores riesgos de desarrollar pudrición después de la poda,
por el mayor tamaño de ramas que pueden alcanzar los árboles (Wiseman et al. 2006).
Lo que puede controlarse con el espaciamiento y la oportunidad de poda. Las ramas de
mayor diámetro están claramente asociadas a infecciones por hongos (Mohammed et
al. 2000).
Considerando que en el proceso de poda se reduce el área foliar de los árboles por la
extracción de ramas vivas, su intensidad debe ser tal que no impacte negativamente el
crecimiento. La cantidad de follaje que puede ser removido sin reducir el crecimiento
será función de: 1) la cantidad de follaje antes de la poda (que dependerá de la clase de
copa del árbol y del espaciamiento) y 2) de la capacidad de respuesta de la copa (follaje)
a la poda.
254
El índice de área foliar, IAF (LAI, en inglés), es la variable más comúnmente usada para
definir el tamaño de la copa. Beadle (1997) determinó en plantaciones de eucalipto cre-
ciendo en áreas de alta precipitación, valores de IAF entre 2 y 9 (i.e. los árboles tienen
entre 2 y 9 m2 de follaje por m2 de suelo). Un IAF máximo de 6 al cierre del dosel parece
ser común en plantaciones de eucalipto (Montagu et al. 2003).
El desarrollo del IAF y su valor máximo dependerá de 1) la especie y 2) del sitio. Por
ejemplo, Eucalyptus nitens puede alcanzar su máximo IAF en cuatro años (Beadle et al.
1995), mientras E. grandis en tan sólo 12-26 meses (Cromer et al. 1993).
Figura 8.19. Desarrollo del índice de área foliar en Eucalyptus grandis con y sin ferti-
lizante.
Fuente: Cromer (1999).
El índice de área foliar óptimo para una producción máxima está basado en la intercep-
tación de la luz (Jarvis y Leverenz 1983): a medida que incrementa el IAF más luz es
interceptada por las copas. El IAF óptimo se alcanza cuando las copas interceptan el
95 por ciento de la luz disponible (Figura 8.20), usualmente un IAF de 6, dependiendo
del ángulo de la hoja y la estructura de la copa. Sin embargo, como se desprende de la
255
Figura 8.20, un IAF de alrededor de 4 intercepta el 80 por ciento o más de la luz dispo-
nible y sólo incrementos marginales ocurren a mayores IAF (debido al sombreamiento
de la base de la copa). A altos valores de IAF, la base de la copa contribuye poco a la
intercepción de la luz y por consiguiente al aprovisionamiento de carbono al árbol. Por
lo tanto, la remoción de follaje de la base de la copa tendrá poco efecto en el crecimiento
del árbol (Montagu et al. 2003).
Figura 8.20. Relación entre el índice de área foliar (IAF) y el porcentaje de luz solar
interceptada por el rodal.
Fuente: Montagu et al. (2003).
La respuesta a la extracción de ramas vivas puede variar de una especie a otra. La poda
verde –que redujo el IAF a 3,9– no tuvo efecto en el crecimiento de Eucalyptus nitens
(Pinkard y Beadle 1998) ni de E. grandis (Bredenkamp et al. 1980). La poda de un 30
por ciento de la copa verde redujo significativamente el crecimiento de E. dunnii dos
años después de la poda, pero no tuvo efecto en E. pilularis (Smith et al. 2006). Remo-
ciones de hasta un 50 por ciento de la copa verde al cierre de las copas, no afectarían el
crecimiento en E. nitens (Montagu et al. 2003, Pinkard y Beadle 1998) ni en E. pilularis
y E. cloeziana (Alcorn et al. 2008).
Eucalyptus nitens, al igual que muchas otras especies, compensa la pérdida de follaje
por efecto de la poda, cambiando su patrón de localización de los recursos a favor
del desarrollo del área foliar. La magnitud y duración de los cambios dependerá de la
oportunidad e intensidad de la poda (Pinkard y Beadle 1998). Si la poda se efectúa tar-
díamente, su efecto no es significativo, como determinaron Muñoz et al. (2005) en una
plantación de esta especie de 14 años de edad, podada y raleada a los 6 años. En este es-
tudio, el tratamiento de poda más intenso (7,0 m) correspondió, en promedio, sólo a un
38 por ciento de la altura total. En consecuencia, la mayor parte de las ramas extraídas
estaban secas o en vías de secarse.
256
Los árboles tienen la capacidad de disminuir el impacto que produce la poda en el cre-
cimiento, a través de respuestas fisiológicas que incrementan la producción de biomasa,
especialmente su capacidad fotosintética (Pinkard y Beadle 1998).
Podas más intensas (sobre 50 por ciento) no sólo reducen el crecimiento de los árboles
sino también incrementarían los riesgos de pudrición (Pinkard et al. 2004).
•• En Eucalyptus grandis, la remoción del 40 por ciento de copa verde causó depresión
temporal (dos años) del crecimiento en altura y diámetro (Lückhoff 1967).
•• Schönau (1974) corroboró los resultados de Luckhoff, agregando además que las
ramas muertas también deben ser removidas. En sitios de mala calidad no se justifica
económicamente la poda artificial en E. grandis.
•• Bredenkamp et al. (1980), sin embargo, no encontraron diferencias significativas de
crecimiento en altura y diámetro removiendo hasta un 50 por ciento de copa verde
en E. grandis.
•• Maree (1979) recomienda para E. grandis podar en una sola intervención ramas vi-
vas y muertas hasta una altura del fuste de siete metros (cuando la altura media del
rodal es aproximadamente de 13 m y el corazón nudoso de 13-19 cm).
•• Glass (1985) estudiando el crecimiento y desarrollo de E. saligna en Nueva Zelan-
dia, puro y en mezcla con pino radiata, determinó que:
ᴼᴼ La muerte y desprendimiento de las ramas por poda natural parece ser insuficien-
te en esta especie, por lo tanto, requiere poda artificial.
ᴼᴼ La rápida tasa de crecimiento de E. saligna sugiere que la poda debe efectuarse
con menor frecuencia que en Pinus radiata (una sola poda puede ser convenien-
te).
ᴼᴼ Un reducido número de podas acortan el período de exposición de las heridas de
poda a infección, reduciendo el riesgo potencial de daños.
257
longitud de copa entre 35 por ciento y 43 por ciento (longitud de copa equivalente a la
altura total, ya que el cierre de copas aún no ha ocurrido).
El objetivo último de la poda, que es obtener árboles de grandes diámetros con un co-
razón nudoso reducido, no puede ser extendido a todos los árboles de un rodal. En con-
secuencia, sólo los mejores árboles, es decir los más grandes y vigorosos, de fuste recto
y de ramas pequeñas, serán los elegidos para podarse. Los restantes serán extraídos en
intervenciones de raleo, permitiendo que más recursos del sitio (i.e. agua, nutrientes,
luz) se destinen al crecimiento de los árboles podados, para alcanzar más rápidamente
las dimensiones finales requeridas.
Una práctica común después de una primera poda es extraer (total o parcialmente) los
árboles no podados. Ello se fundamenta en que estos árboles (por mantener su copa
intacta) tienen el potencial de reducir la capacidad competitiva de los podados (Smith et
al. 1997), especialmente si la poda es muy intensa (Sutton y Crowe 1975). Alcorn et al.
(2008) determinaron en rodales de Eucalyptus pilularis y E. cloeziana, establecidos en
sitios de alta productividad, que la remoción al cierre del dosel de hasta un 50 por ciento
de la copa, no impacta negativamente el crecimiento y la dominancia de los árboles.
La retención de los árboles no podados en una primera poda podría tener un efecto
positivo en la forma de los fustes de los podados, limitando el desarrollo de ramas muy
gruesas, además del aprovechamiento económico que se puede obtener de estos árboles
en raleos futuros.
Época de poda
En cuanto a la estación de poda, el riesgo de infección y la dormancia del cambium son
dos factores críticos que influencian la elección de la época de poda de ramas verdes
(la poda de ramas secas puede efectuarse en cualquier período del año). Aun cuando la
información existente es algo contradictoria, hay cierto consenso en que se debe podar
preferentemente durante el período de menor actividad cambial. Podar antes del inicio
de la estación de crecimiento:
258
•• La cicatrización de la herida de poda puede beneficiarse de la reiniciación del creci-
miento en primavera.
La poda en invierno puede ser también una opción para reducir riesgos de pudrición en
algunas especies de eucalipto (Glass et al. 1989) aunque en Eucalyptus nitens la época
de poda tendría poco efecto en la incidencia de infección (Mohammed et al. 2000). Sin
embargo, la oclusión será más rápida cuando el árbol está creciendo vigorosamente y
las ramas son pequeñas. En general, la poda debería efectuarse en tiempo seco para
minimizar la entrada de organismos de pudrición.
Edad
Condiciones del rodal Operaciones
(años)
0 Densidad inicial 1.000 arb ha-1 (4,0 m × 2,5 m)
Seleccionar y podar los mejores 300
300 arb ha-1 (podables); Dap 8-10 cm; altura de arb ha-1 hasta 2,5 m; ralear selectiva-
3ó4
dominantes > 7m mente a desecho árboles que compi-
ten con los de la cosecha final
Dap de árboles podables 10-12 cm; altura de
4ó5 Podar 300 arb ha-1 a 4,5 m
dominantes >9,5 m
Dap de árboles podables 11-13 cm; altura de
5ó6 Altura de poda 6,4 m
dominantes >12 m
Raleo comercial 250 arb ha-1; esen-
Volumen a ralear 70-100 m3 ha-1; tamaño medio
10 a 12 cial es minimizar daño a los árboles
árbol removido 0,2 m3
de cosecha finales
30 a 40 Dap promedio para madera aserrada 50-60 cm Tala rasa
Fuente: Gerrand et al. (1997).
259
Tabla 8.26. Esquema de manejo para trozos aserrables de eucalipto (densidad inicial:
1.000 arb ha-1) en Nueva Zelandia.
Altura media
Altura de poda Arb ha-1 Ralear a
predominante
(m) (nº) (arb ha-1)
(m)
7 2,5 500 *
10 4,0 250 500
14-16 6,0-8,0 200 200
* Puede aplicarse raleo por lo bajo para remover árboles malformados y pequeños.
Fuente: Hay et al. (2005).
Edad
Condiciones del rodal Operaciones
(años)
0 Densidad inicial 1.111 arb ha-1
Seleccionar y podar los mejores 700 arb ha-1
1,2 - 2 700 arb ha-1
hasta 5 m de altura
2,5 - 3 400 arb ha-1 Poda 400 arb ha-1 a 7,8 m
5-6 1er raleo comercial Reduce densidad a 450 arb ha-1
8-9 2do raleo comercial Reduce densidad a 250 arb ha-1
> 15 Tala rasa
Fuente: Maestri (2003).
260
Resumiendo
Una poda temprana e intensa reducirá el tamaño del corazón nudoso y como consecuen-
cia incrementará la producción de madera sin nudos, pero también puede reducir el cre-
cimiento del árbol teniendo un efecto negativo en la producción de este tipo de madera.
La poda efectuada al cierre del dosel es probable que reduzca el impacto de la poda en
el crecimiento del árbol. Después del cierre del dosel las ramas más bajas se sombrean
y contribuyen poco al crecimiento; podar antes del cierre del dosel, removerá ramas que
están aportando carbono al árbol, por lo que su extracción redundará negativamente en
el crecimiento.
Si bien es cierto la poda es una intervención silvícola costosa, es una inversión que tiene
el potencial de agregar valor a un bosque. Por último, la poda no puede considerarse
aisladamente de otras operaciones silvícolas: el raleo debe ser parte integrante de la
planificación de cualquier operación de poda.
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266
9. Biomasa forestal para energía
Eduardo Acuña
Introducción
Los países y sectores productivos que poseen importantes superficies boscosas presen-
tan claras ventajas competitivas para la utilización de biomasa vegetal como fuente
energética alternativa para el reemplazo, total o parcial, de combustibles fósiles, en la
generación energética que sus procesos industriales demandan.
En Chile, los altos precios de los combustibles fósiles y la nueva política energética han
267
sido los principales motores para el desarrollo del creciente interés en el reemplazo de
energías no renovables tradicionales por fuentes energéticas renovables. La Ley 19.940
(2004) modificó la Ley General de Servicios Eléctricos, perfeccionando el marco re-
gulatorio de acceso a los mercados de generación eléctrica conectada a la red para pe-
queñas centrales de generación, ámbito en el cual preferentemente se desenvuelven las
energías no convencionales y los proyectos de cogeneración.
Los objetivos de este capítulo son analizar los distintos métodos de utilización de los
residuos de cosecha forestal y sus formas de aprovechamiento en Chile; las especies
más utilizadas como cultivos de corta rotación en el extranjero como fuente de biomasa
para energía y entregar resultados de ensayos experimentales establecidos en el país.
Residuos de cosecha
En el pasado, todo este material probablemente habría sido acordonado y quemado para
preparar el sitio para la reforestación; sin embargo, las limitaciones ambientales y el
creciente interés en la biomasa como fuente de energía renovable, ha creado un mercado
268
para el aprovechamiento de los residuos y su utilización como astillas combustibles.
La principal dificultad de la utilización de la biomasa forestal para su aprovechamiento
energético radica en la logística para la producción, adquisición y manejo. Así, el sitio
forestal y los objetivos del manejo silvícola (i.e. composición de especies acompañan-
tes, la distribución diamétrica, la calidad de los árboles, las propiedades físico-mecá-
nicas del suelo, el microrrelieve), en conjunto con los sistemas de cosecha utilizados
(mecanizados, semimecanizados, desrame al interior de los rodales o a orilla de cami-
nos) y los tipos de equipos de recuperación de residuos, son variables que determinan el
nivel de aprovechamiento económicamente factible de la biomasa residual a la cosecha
forestal (Perlack et al. 2005) (Figura 9.1).
A B
C D
Figura 9.1. (A) Acopio de residuos de cosecha por excavadora. (B) Transporte primario
de residuos a través de skidder grapple. (C) Enfardado de residuos de eucaliptos. (D)
Astillado de residuos con triturador CBI Magnun Force 8400.
269
La comercialización de la biomasa generada en el aprovechamiento de los residuos de
la cosecha está sujeta a: i) la cantidad recuperada por unidad de superficie intervenida y
ii) el costo unitario promedio al momento de su entrega en las plantas industriales. Para
la primera, los residuos de la cosecha pueden quedar esparcidos homogéneamente en
el sitio o concentrados en pilas a orilla de camino, dependiendo del método de cosecha
utilizado y su nivel de mecanización. En lo que respecta a los costos, se han construido
curvas de oferta de biomasa que explican la relación entre la cantidad entregada y el
costo promedio por unidad. De esta manera, los cambios en las políticas energéticas
han creado oportunidades para la utilización de la biomasa forestal como un producto
alternativo de largo plazo, en cantidades suficientes y a precios competitivos para las
plantas térmicas asociadas a la industria forestal.
Glöde (1999) introduce un concepto teórico para integrar la cosecha de madera co-
mercial y la madera para combustible en la corta final, que consiste en un cosecha-
dor equipado con una unidad para procesar el árbol y una unidad para compactar los
residuos. El cosechador procesa los árboles sobre una plataforma para que las ramas
caigan automáticamente compactadas como fardos. Mediante este sistema, el gasto en
combustible se reduciría en 40 por ciento comparado con el sistema de astillado-carguío
en camión (loose-chip) y en un 20 por ciento comparado con el sistema de enfardado
(slash bundler).
Los residuos del madereo, que incluyen toda la madera que no tiene valor comercial,
pueden representar un cambio sustancial en el total de biomasa disponible en un sitio, el
cual puede ser recuperado para energía a través de adecuados procesos de transforma-
ción. Es de crucial importancia aumentar la densidad y homogeneidad de los residuos
del bosque, de manera que sea más fácil manejarlos. La densidad tiene un efecto crítico
270
en el costo/beneficio de diferentes sistemas (Hunter et al. 1999). Para la recuperación
de los residuos de cosecha se utilizan métodos mecanizados, tanto en América como en
Europa, a través de un enfardador que recolecta el residuo en el bosque y produce el
llamado composite residue logs; los fardos compactos miden alrededor de 2,5 a 3 m de
largo y 60 a 90 cm de diámetro. Cada fardo libera 1 MWh de energía cuando se combus-
tiona en una caldera moderna. Los residuos de madera pueden ser manejados con equi-
pos de madereo convencional como forwarder para el madereo en cancha y un camión
estándar para el transporte a la planta de energía. Los composite residue logs pueden ser
triturados inmediatamente antes de usarlos en la planta con una trituradora estacionaria,
que es más eficiente y económica que los modelos móviles (Asikainen et al. 2001).
271
En Chile son escasos los estudios publicados dirigidos a la estimación de la biomasa
aérea total y de residuos en plantaciones adultas de pino radiata en edad de cosecha. Las
primeras aproximaciones fueron realizadas por el INFOR (2005), utilizando informa-
ción proveniente de diferentes unidades edafoclimáticas y rodales a edad de rotación
(20 años o más), sin manejo y con densidades superiores a 700 árboles ha-1. Si bien es
posible estimar la biomasa de residuos de cosecha con este estudio, a partir de las ecua-
ciones de biomasa de las componentes del árbol, el manejo silvícola de las plantaciones
forestales de esta especie establecidas entre los años 1948 y 1965, utilizadas en este
trabajo, distan de las prácticas silvícolas aplicadas en las plantaciones que actualmente
son cosechadas. Estudios recientes en Chile realizan las estimaciones de la biomasa de
residuos de plantaciones de pino radiata a partir de modelos ajustados con bases de da-
tos cuyo origen principalmente son Australia y Nueva Zelandia, en complementación a
modelos de crecimiento y rendimiento (Corvalán y Hernández 2011), las que no reflejan
el estado actual de las plantaciones adultas, o bien estimaciones propuestas a partir de
factores de conversión de volumen fustal a biomasa aérea total y de residuos de cosecha
(Bertrán y Morales 2008).
272
destinados a la producción de biomasa, que se definen en el artículo 12 del Protocolo de
Kyoto como Mecanismos de Desarrollo Limpio (Van Vliet et al. 2003), constituyen una
importante fuente de bioenergía, al disminuir sustancialmente las emisiones de efecto
invernadero y ayudar a aliviar la presión en términos de la demanda de combustibles
fósiles (Lloyd y Subbarao 2009). La implementación de cultivos forestales orientados
a la obtención de biomasa para energía es urgente, especialmente en los países en desa-
rrollo (Del Río 2007, Gitonga 2003, Gitonga y Clemens 2006, Lloyd y Subbarao 2009,
Richards 2003). Las fuentes de energía sustentable aportan en la actualidad el 19 por
ciento del consumo energético mundial y de esta cantidad el 50 por ciento es generado
a partir de la combustión de biomasa vegetal (REN21 2013).
La evidencia señala que una importante vía para producir biomasa para ser utilizada
en la generación de energía es a través del desarrollo de plantaciones con especies que
rebrotan, de rápido crecimiento, en cortas rotaciones, específicamente concebidas para
la producción de biomasa. El manejo de rebrotes ha alcanzado gran importancia en los
últimos años debido al deterioro ambiental al que están siendo sometidos los bosques,
lo que puede ser considerado un resultado directo del aumento de la población mundial;
esta situación obliga a buscar alternativas que permitan producir un mayor volumen de
biomasa principalmente para la producción de energía. El interés en especies que rebro-
tan radica principalmente en que producen el doble del volumen de un rodal de regene-
ración sexual en los primeros ocho años (Pérez y Zeledón 2004). La tasa de crecimiento
temprano de brotes de monte bajo es más rápida que la de las plántulas o esquejes, ya
que se benefician del sistema radicular existente y del rápido desarrollo del índice de
área foliar. Un número alto de brotes por unidad de área origina un rápido desarrollo
del área foliar, conduce a un temprano cierre del dosel y logra una utilización eficiente
273
del espacio. Además, los brotes de monte bajo tienen inicio temprano de crecimiento y
un desarrollo continuo de nuevos nodos prolongados en la época de crecimiento (Sen-
nerby-Forsse et al. 1992) (Figura 9.2).
A B
Figura 9.2. Cultivos de salicáceas para fines energéticos (A) y cosecha de rebrotes (B).
Aunque la primera rotación de los cultivos está formada por individuos unifustales, a
partir de la segunda rotación surgen numerosos vástagos de cada cepa, lo cual presenta
desafíos interesantes al momento de estimar la biomasa aérea total o de componentes.
Plantaciones con especies del género Eucalyptus destinadas a bioenergía se han esta-
blecido en Australia, en Nueva Zelandia y en China, como también en América del Sur,
el Mediterráneo y en África (Brooker y Evans 1983, Forrest 1985, Misra et al. 1998,
Niemistö 1995a, Niemistö 1995b, Sochacki et al. 2007, Weisgerber y Heige 1988). Las
especies de este género se caracterizan por un rápido crecimiento y alta producción de
madera, por lo que constituyen la primera opción para la producción de biomasa (Fo-
rrest y Moore 2008, Macfarlane et al. 2004, Parsons et al. 2004, Reed y Tomé 1998,
White et al. 2003, White et al. 1998, Wood et al. 2001, Xu et al. 2001). Numerosos
estudios informan sobre la producción de biomasa de estas especies como cultivos de
corta rotación establecidos a diversas densidades (Barton y Montagu 2006, Bernardo
et al. 1998, Forrest y Moore 2008, Harmand et al. 2004, Hunter 2001, Pearce 1985,
Sims et al. 2001, Singh y Toky 1995, Sochacki et al. 2007). En general, estos autores
concuerdan que con una mayor densidad de plantación se obtiene una mayor cantidad
de biomasa por unidad de superficie, y que las dimensiones de los árboles individuales,
como el diámetro y la altura total, son más reducidas. Además, que el rendimiento de
274
biomasa se maximiza a una densidad de plantación inicial entre 2.500 y 5.000 plantas
por hectárea, en rotaciones de entre 3 a 6 años.
A B
Figura 9.3. Eucalyptus nitens creciendo en secano interior (A) y Acacia melanoxylon
creciendo en arenales (B).
275
Los resultados obtenidos de acumulación de biomasa aérea total por unidad de super-
ficie de todas las especies en estudio, en ambos sitios de ensayo a los 48 meses, aún se
encuentran en su fase de análisis (Acuña et al. 2012). En secano interior, Eucalyptus
camaldulensis y E. nitens presentan rendimientos similares y significativamente supe-
riores a Acacia melanoxylon. En las tres especies se observó amplia variación en los
rendimientos en las diferentes unidades experimentales, variación asociada a la alta
mortalidad ocurrida en el ensayo. El rendimiento acumulado promedio oscila entre 14,9
y 22,5 Mg ha-1 año-1 en E. camaldulensis, y entre 14,6 y 21,6 Mg ha-1 año-1 en E. nitens;
en A. melanoxylon entre 5,0 y 9,8 Mg ha-1 año-1. En arenales, el mayor rendimiento se
registró en E. nitens, seguido por E. globulus y A. melanoxylon. El rendimiento acumu-
lado promedio después de 48 meses varía entre 23,4 y 35,2 Mg ha-1 año-1 en E. nitens, y
entre 14,0 y 22,5 en E. globulus; en A. melanoxylon entre 2,5 y 3,6 Mg ha-1 año-1 (Figura
9.4).
A juzgar por los resultados obtenidos en biomasa total, en la primera rotación del cul-
tivo Eucalyptus camaldulensis es la especie más prometedora para cultivar en secano
interior, y E. nitens, en arenales.
Figura 9.4. Rendimiento promedio en biomasa total (Mg ha-1), según especie, densidad,
edad del cultivo y sitio.
Fuente: Acuña et al. (2012).
276
también su viabilidad económica (Faúndez 2003, Gasol et al. 2009, Rosenqvist y Daw-
son 2005a, Rosenqvist y Dawson 2005b, Walsh 1998, Witters et al. 2009, Yemshanov
y McKenney 2008, Yemshanov et al. 2005). Acuña et al. (2012) realizaron dos eva-
luaciones económicas en su estudio sobre plantaciones dendroenergéticas; la primera
no consideró los subsidios, sólo los costos de actividades silviculturales y los ingresos
provenientes de la venta de biomasa ($ Mg-1); la segunda, el subsidio especificado en
la Tabla de Costos Generales de Forestación para Plantaciones con Fines Dendroener-
géticos, que sólo es otorgado para plantaciones con especies del género Eucalyptus
(CONAF 2011).
Los resultados muestran que los cultivos sin subsidio para todas las especies en estudio,
en los dos sitios de ensayo, no son rentables. Con subsidio, sin embargo, se obtiene una
rentabilidad positiva, al reducir los costos de establecimiento. Bajo esta modalidad,
Eucalyptus globulus en arenales y E. camaldulensis en secano interior, a densidad al
establecimiento de 5.000 plantas ha-1, son las especies más rentables. Para esta densidad
y especies se determinó un VAN esperado de 856,2 y 421,7 USD ha-1, respectivamente.
En ambos casos, la variable más correlacionada al VAN fue el precio de la biomasa
(USD Mg-1).
Valores de VAN positivos también fueron registrados por Ericsson et al. (2006) en Po-
lonia, quienes determinaron que cultivos energéticos de sauce son económicamente via-
bles, y por Gasol et al. (2009) en España, en cultivos dendroenergéticos de álamo. En
los Estados Unidos, Tharakan et al. (2005) concluyen que incentivos a nivel del produc-
tor son necesarios para asegurar la viabilidad financiera de cultivos dendroenergéticos
de sauce, al igual que Witters et al. (2009), en Bélgica. Goor et al. (2000) concluyen
que el rendimiento potencial y el subsidio del gobierno son variables de gran impacto
en la rentabilidad de cultivos dendroenergéticos. En general, estudios que abordan el
cultivo de especies con fines energéticos han llegado a la conclusión de que es necesario
el uso de subsidios para hacer viable este tipo de cultivo en el largo plazo (Buchholz y
Volk 2011, Buchholz y Volk 2013, El Kasmioui y Ceulemans 2012, Faasch y Patenaude
2012, Styles et al. 2008).
Los subsidios existentes en Chile son insuficientes para hacer más atractivo el esta-
blecimiento de cultivos dendroenergéticos. Además son ineficientes, ya que toman la
forma de pagos fijos, independientemente de la biomasa producida. La introducción de
277
derechos de emisión de CO2 de mercado para proyectos dendroenergéticos comerciales,
podría contribuir a aliviar este problema y proporcionar un incentivo adicional para
optimizar los esfuerzos operativos (Acuña et al. 2012).
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284
10. Daños abióticos en bosques plantados
Gastón González
Introducción
No se tiene información en el país sobre las pérdidas que los desórdenes abióticos ori-
ginan en forma directa en las plantaciones. Esto probablemente se asocie al diferente
efecto que tienen algunos factores abióticos sobre pino y eucalipto y en eucalipto sobre
las diferentes especies que se cultivan en el país. En términos muy generales puede
sostenerse, sin embargo, que en el país las heladas son más dañinas que las altas tem-
peraturas; que la sequía o la falta de agua es más frecuente que el exceso de agua; que
la deficiencia de boro es común a diferentes series de suelo a lo largo del país, mientras
que la deficiencia de fósforo es rara aun cuando suelos de origen volcánico tengan un
alto poder de fijación (Rojas 1973, Schenkel y Baherle 1983). Así mismo, puede sos-
tenerse que la contaminación ambiental no es un problema para las plantaciones en el
país y que de los otros factores del clima, el viento causa más daño que nieve, granizos
y rayos juntos.
Extremos de temperatura
Las plantas crecen, se desarrollan y multiplican dentro de rangos de temperatura que, en
general, se estiman varían entre 1 y 40ºC (Ogle 1997); cuando la temperatura alcanza
valores bajo el rango mínimo para una especie o sobrepasa el máximo, se producen
efectos claramente perjudiciales y aun la muerte de las plantas.
285
bajas temperaturas, por E. nitens, más tolerante a las bajas temperaturas frecuentes en
la zona de cultivo de esas especies, pero que ocasionalmente también es dañado por
heladas más profundas.
Las heladas comunes en Chile son por radiación; son heladas que se producen por pér-
dida nocturna de calor desde el suelo al espacio, habitualmente en noches claras, despe-
jadas y sin viento; ocurren más frecuentemente en otoño, fines de invierno y ocasional-
mente en primavera. Las heladas advectivas que ocurren en días nubosos y con viento
causadas por el ingreso de masas de aire frío a un área, son extremadamente raras en las
regiones donde se plantan especies exóticas (Figuras 10.1 y 10.2).
Figura 10.1. Plantación de pinos afectada por heladas (zona de Campanario, Cabrero).
Figura 10.2. Plantación de Eucalyptus globulus y árboles aislados afectados por hela-
das (Camino Santa Bárbara a Ralco).
Los síntomas del daño por heladas varían según la época del año en que ocurre la he-
lada. Las heladas que más daño causan en viveros de eucalipto y pino son las de otoño
o heladas tempranas, básicamente porque los plantones siguen en crecimiento (Figura
286
10.3). Este tipo de daño en viveros de eucalipto ha ido perdiendo importancia al dis-
minuir los viveros de Eucalyptus globulus a raíz desnuda, siendo mucho más común la
producción en contenedores y sobre mesones, lo que contribuye a disminuir el posible
daño. En pino puede producirse enrojecimiento del tallo subapical o pequeñas rajaduras
en el tallo superior que pueden estar acompañadas de muerte de ápice (Figura 10.4).
Figura 10.3. Vivero a raíz desnuda de Eucalyptus globulus afectado por heladas.
287
ha sido afectada por la helada; además, ocurre necrosis parcial del follaje. Solamente en
heladas muy severas de invierno todo el follaje se ve afectado (Figura 10.6).
Figura 10.5. Rajadura en base del tallo y daño en el cambium por heladas en Eucalyptus
globulus.
Las heladas de primavera o heladas tardías pueden dañar yemas, brotes y ápices sucu-
lentos según ocurran a inicios o finales de primavera. En el país, las heladas tardías son
llamadas, por referencias a fechas religiosas, como la helada de Todos los Santos (a ini-
cios de noviembre) o de Purísima si ocurre a inicios de diciembre, o simplemente como
heladas “matapajaritos”. Estas heladas, cuando ocurren en el país, afectan severamente
árboles frutales pero no afectan al pino radiata aunque sí al nuevo crecimiento del pino
oregón (Pseudotsuga menzienzii) y brotes de Eucalyptus globulus.
288
Las heladas no se controlan en forma activa en el cultivo forestal habitual en Chile.
Solamente en el cultivo de eucalipto se ha tratado la selección apropiada de especies,
plantando Eucalyptus nitens en lugares con riesgo de heladas; sin embargo, esta especie
también sufre daño por heladas profundas que ocurren ocasionalmente en la precordi-
llera. En E. globulus se han practicado cruzamientos con especies de mayor tolerancia
a las heladas y retraso en la época de plantación para evitar heladas invernales. Ocasio-
nalmente se ha tratado de minimizar el riesgo de daño por heladas en plantaciones de
eucalipto utilizando en la preparación del sitio un “despejador” que remueve la cubierta
herbácea, buscando que el sol incida directamente en el suelo calentándolo y minimi-
zando así el riesgo de alcanzar muy bajas temperaturas al perder calor en las noches.
El “tostado” de las hojas es común en muchas especies umbrófilas cuando están ex-
puestas al sol, como el lingue (Persea lingue), y también en algunas especies de uso
ornamental. Entre las especies cultivadas, ocurre en eucaliptos y se presenta solamente
en la cara adaxial en hojas expuestas al sol después de mediodía (Figura 10.7).
Figura 10.7. Tostado por insolación (alta temperatura) en hojas intermedias de Eu-
calyptus globulus.
289
na que es causado por sequía. El problema conocido como “estrangulamiento” ocurre
en viveros a raíz desnuda, especialmente aquellos ubicados en suelo arenoso, desde la
emergencia de las plantas y hasta que éstas inician el crecimiento secundario. El “es-
trangulamiento” se produce porque la alta temperatura en el suelo, que en arenas puede
alcanzar 50ºC, son mortales para las células de la epidermis de una plantita que recién
está saliendo del crecimiento primario (Figura 10.8).
El síntoma puede variar desde lesiones en un lado del tallo hasta una lesión que circunda
todo el tallo, siempre a la altura del suelo. Lo mismo puede variar la profundidad de la
lesión: desde células de la epidermis a células parenquimáticas del cortex y periciclo;
en cuyo caso, según Smith (1970), seguiría el colapso de floema, cambium y xilema.
Los efectos de las lesiones antes nombradas pueden también ser varios: desde una ligera
constricción que podría retrasar el crecimiento, hasta un estrangulamiento tal que afecta
la estabilidad de la planta, cayendo ésta al suelo en forma similar a “damping off”, vul-
garmente llamado “caída”, enfermedad que es producida por hongos.
El “cancro por insolación” fue descrito por Rack (1979) como un daño (“quemaduras”)
en la corteza de Nothofagus alpina, causado por insolación directa en un rodal de 17
años, recientemente raleado, ubicado en la provincia de Valdivia. Estos cancros son
también frecuentes en pino radiata.
El cancro en pino radiata expuesto al sol se observa como un área hundida en el tronco,
de largo variable que puede alcanzar varios metros, con la corteza agrietada y muerta
y siempre ubicado a una altura sobre 1,5 m, excepto que sobre la corteza muerta se
instalen hongos u otros agentes de daño. Este cancro es común en plantaciones de pino
raleadas tempranamente, especialmente en pendientes N-NW, y en árboles a orillas de
camino en las Regiones del Maule y del Biobío (Figura 10.9). También ocurre en plan-
taciones de pino oregón.
290
Figura 10.9. Cancros por insolación en pino radiata.
Según Smith (1970), temperaturas muy altas producirían necrosis distal de acículas en
coníferas, pero esto no ha sido estudiado en Chile.
En la zona de los arenales, en algunas plantaciones de pino ubicadas al sur del río Laja,
sector Paraguay, se observa enrojecimiento total o parcial del follaje en los árboles ori-
lleros que además muestran menor crecimiento en altura (Figura 10.10). Dado que no se
ha observado patógenos envueltos ni síntomas de deficiencias de elementos minerales,
se ha sugerido que la radiación solar sería la causa de este problema, el cual aún no ha
sido estudiado.
291
Extremos de humedad
Los extremos de humedad que pueden causar daño a las plantaciones son el anegamien-
to y la sequía.
Anegamiento
El anegamiento es un fenómeno poco frecuente en el cultivo forestal básicamente por-
que no se planta en lugares que se aneguen frecuentemente o que queden sujetos a ac-
ciones antropogénicas que puedan originar anegamiento o inundación del sitio (Figura
10.11).
Figura 10.11. Anegamiento por lluvias (año 2008) en una plantación de pino en la zona
de Arenales, Cabrero.
Existe otro tipo de anegamiento que podría llamarse “anegamiento solapado”, porque el
suelo está saturado y no hay agua visible superficialmente (Figura 10.12). En períodos
de lluvia muy prolongados en suelos que se saturan fácilmente por mala permeabilidad,
escaso escurrimiento superficial y con pobre drenaje (clases de drenaje W2 y W3), el
agua puede permanecer en el suelo por tiempo suficiente como para causar muerte o
severo daño en plantaciones recientemente establecidas. En Chile, este tipo de anega-
miento es común en suelos arcillosos sobre sustratos de toba o de arenisca cementada
ubicados en el secano interior del norte de la Región del Biobío y sur de la Región del
Maule, donde hay mortalidad en plantaciones recientes de pino y de eucalipto, aunque
éstas sean menos frecuentes en el área (Figura 10.13).
292
Figura 10.12. Anegamiento subsuperficial en sector Quella, Región del Maule.
Figura 10.13. Muerte de árboles de pino radiata en sectores anegados en forma subsu-
perficial, con muerte de raíces.
El anegamiento no es de fácil control una vez producido. En suelos que se anegan con
frecuencia se puede construir un sistema de drenaje y si esto no es posible se plantan
especies más tolerantes al exceso de agua.
293
Phytophthora cinnamomi y P. cryptogea es frecuente en eucalipto y más rara en pinos
que han estado sometidos a exceso de agua.
Sequía
El término sequia es equívoco por cuanto usualmente se refiere a déficit en la caída de
agua lluvia y no a la falta de agua en el suelo, que es desde donde los árboles la extraen.
En consecuencia, correspondería hablar de sequía cuando no haya agua disponible en el
suelo o haya muy poca o haya pero las raíces no puedan absorberla, como cuando estu-
viere congelada. Es decir, en la sequía referida a las plantas influye tanto el agua caída
como también la capacidad del suelo para almacenar esa agua (Figura 10.14).
Las sequías son frecuentes en el país, especialmente en el secano interior donde el pe-
ríodo sin lluvias puede extenderse desde noviembre a marzo. No hay, sin embargo,
información disponible sobre los efectos que ese período seco pueda tener sobre las
plantaciones de pino; sí hay información sobre plantaciones de eucalipto en el secano
costero y secano interior que han mostrado árboles con síntomas de marchitamiento,
necrosis del follaje y muerte de algunos individuos.
Aunque el síntoma típico de falta de agua es la marchitez, ocurren otros síntomas como
la necrosis del margen de las hojas o “leaf scorch”, que deja la forma de una V invertida
o “Λ” en el tejido verde remanente. Otros síntomas, no observados en plantaciones, son
la curvatura de la lámina foliar hacia el nervio medio o “abarquillamiento” o “leaf cur-
ling”, que en el país ocurre esporádicamente en frutales y ornamentales, y las rajaduras
en el tronco de los árboles (Figura 10.15).
294
Figura 10.15. Necrosis marginal causada por sequía en eucalipto.
Según Smith (1970), sequías prolongadas en pino producen coloración café en las ací-
culas comenzando desde el extremo; señala además que una sequía a inicios de verano
produce en coníferas un acortamiento de las nuevas acículas, el extremo de las acículas
se pone amarillo desplazándose hacia abajo y se va tornando café lo que primero estuvo
amarillo. Estos síntomas no han sido descritos en el país asociados a sequía.
Otro síntoma que se asocia a sequía es la “muerte regresiva” (dieback), que se aplica
a la muerte que comienza desde el ápice del árbol o de ramas y avanza retrocediendo
hacia los tejidos más viejos o en caso de ramas, hacia el tronco. En Chile, desde fines de
verano en años secos es frecuente observar en plantaciones de pino ubicadas en arenales
y en el secano interior, algunos árboles con muerte regresiva. En estos casos usualmente
se observa presencia de Diplodia pinea, un hongo patógeno que convive como endófito
o latente en pino y que se manifiesta como patógeno en árboles con estrés hídrico.
Otro hongo que se manifiesta asociado a sequía en el país y que causa muerte de ár-
boles de pino y eucalipto, es Macrophomina phaseolina que coloniza raíces y cuello.
Bajo condiciones de adecuada humedad aprovechable, M. phaseolina se mantiene sobre
algunas raíces sin producir síntomas, pero cuando el árbol sufre estrés hídrico avanza
hacia el cuello de la planta colonizando xilema e impidiendo el movimiento del agua
hacia la copa causando marchitamiento y muerte de árboles.
295
chos de agua para el suelo, por su uso anterior en agricultura. Pero, si se tiene patrimo-
nio en zonas donde ocurren sequías, sí se puede operar con medidas que faciliten el de-
sarrollo profundo de raíces como subsolado y fertilización, y minimizar la competencia
con control oportuno de malezas.
Viento
La forma, la estructura natural de los árboles, está adaptada para soportar el viento
constante y uniforme en una dirección. Bajo esas condiciones el árbol bambolea o rota
con el viento. Los problemas se originan porque en temporales el viento no es uniforme,
carga o empuja el tronco, ramas, follaje y lo suelta, el árbol vuelve a la vertical pero no
recupera la vertical de inmediato y es nuevamente cargado hasta un punto que la made-
ra, las ramas o las raíces no soportan la tensión y tracción y sufren algún tipo de daño.
El viento es un factor de clima que comúnmente causa daño en las plantaciones aun
cuando en el país no existan tormentas o huracanes como en el hemisferio norte. El daño
en las plantaciones adultas es muy localizado, de hecho sectores de un rodal muestran
árboles quebrados o desarraigados. Una situación diferente ocurre en plantaciones re-
cientemente establecidas donde todo el rodal puede ser afectado.
Figura 10.16. Plantación de pino radiata de un año inclinada por el viento (Quilleco,
Región del Biobío).
296
La inclinación también puede ocurrir en plantaciones de mayor edad y en este caso el
daño no es recuperable, quedando el árbol “sentado” al recuperar el nuevo crecimiento
la verticalidad.
Otro tipo de daño que se observa frecuentemente es la quebradura del fuste que ocurre
en árboles perfectamente bien anclados, y el desgaje de un brazo en árboles bifurcados
(Figura 10.17).
Ha habido casos muy ocasionales en el país, como un temporal en 1965, que produjo
quebraduras del fuste sobre el 20 por ciento de los árboles en plantaciones de pino ma-
yores de 12 años, en la provincia de Biobío.
El desarraigamiento de los árboles ocurre más frecuentemente en árboles sin raíz pivo-
tante y sin raíces injertadas con las raíces de árboles vecinos. También es un problema
que afecta a unos pocos árboles en un rodal excepto se haya plantado en suelos muy
delgados sin preparación de sitio.
Otro problema muy diferente causado por el viento es uno conocido como “copa car-
gada” o “árbol bandera” en las plantaciones de pino radiata. En estos casos, la copa
del árbol no es simétrica, apareciendo más desarrollada o cargada en dirección contra-
ria desde donde sopla el viento, originando un desplazamiento de la médula fuera del
centro y madera de compresión (Figura 10.18), lo que es considerado un defecto de la
madera que la inhabilita para algunos usos. Este problema es frecuente en plantaciones
297
expuestas a vientos constantes del sur, como en la costa de Arauco y en la vertiente
oriental de la cordillera de Nahuelbuta.
Otros problemas menores asociados al viento son lesiones en el cuello de las plantas
jóvenes, “abocamiento” del suelo, heridas en el fuste o en ramas por roce entre ramas,
quebradura de ramas y daño en el follaje al golpearse con otro follaje. Las lesiones en el
cuello de la planta son efecto del bamboleo que hace pivotar la planta joven en el suelo
donde, si hay pequeños guijarros, van a producir heridas en la corteza de la planta; en
suelos más arcillosos y desprovistos de vegetación, el bamboleo produce “abocamien-
to” o pequeño hoyo en el suelo (Figura 10.19), donde puede acumularse agua y luego
ser afectada la planta por organismos que se ven favorecidos por agua libre, como suce-
de con especies de Phytophthora.
298
La común aparición de bolsillos de resina es otro tipo de daño causado por el viento en
plantaciones de pino radiata.
Granizos
Los granizos no constituyen un problema para las plantaciones forestales en Chile, aun
cuando en algunas plantas aisladas de pino o eucalipto el golpe del granizo en el tallo
suculento cause la muerte de las células golpeadas, lo que con el crecimiento subse-
cuente va a originar heridas abiertas pero con labios de cicatrización en los bordes que
ocurren en una serie longitudinal. Estas heridas se presentan solo en la cara del tallo
expuesta al granizo. El golpe del granizo en las acículas o en el follaje del eucalipto
produce moteado clorótico (Figura 10.20).
Figura 10.20. Daño por granizo en tallo de pino y moteado clorótico en acículas.
Nieve
La nieve constituye un problema ocasional en algunas plantaciones de pino radiata ubi-
cadas en la precordillera andina, causando quebradura de ramas al acumularse la nieve
sobre éstas. Muy ocasionalmente afecta a eucalipto (Figura 10.21), ya que normalmente
esta especie se planta en sitios donde las nevazones son muy raras.
299
Figura 10.21. Eucalipto quebrado por el peso de la nieve.
Rayos
La caída de rayos no constituye problema en las plantaciones forestales en el país.
Contaminación ambiental
300
ocurrió la explosión de 300 toneladas de clorato de sodio y la nube fitotóxica que se
produjo quemó el follaje de pinos y sauces expuestos hacia Laraquete (Márquez 2010);
el daño fue, sin embargo, pasajero ya que solo afectó el follaje expuesto al oxidante, que
las plantas repusieron sin mayor problema (Figura 10.22).
Figura 10.22. Árboles afectados por cloro. Explosión de camión con clorato de sodio
en choque 11/06/2002 en Salto del Laja, Región del Biobío.
Foto gentileza Dr. Fernando Márquez, Universidad de Concepción.
301
Figura 10.23. Eucaliptos plantados en suelos poco profundos, sector Galvarino, Región
del Biobío.
Desbalance en la fertilidad
Uno de los problemas de origen abiótico más importantes en las plantaciones, tanto
por la superficie que afectan como por la corrección que exigen, es el desbalance en la
disposición de elementos nutritivos del suelo que originará una deficiencia en nutrientes
esenciales en las plantas.
Otro elemento cuya deficiencia es común en los suelos de la depresión central y en al-
gunos sitios de la costa, aun cuando no representa una pérdida severa del crecimiento,
como el boro, es la deficiencia de potasio, que comúnmente no se corrige aun cuando
el potasio sí se incluya en algunas fórmulas de fertilización al establecimiento de plan-
taciones (Bonelli y Schlatter 1995, Miletic 1990, Schlatter y Grez 1978). La deficiencia
de potasio es frecuente en los primeros años en plantaciones de pino en arenales, y en
plantaciones adultas ubicadas en suelos rojo arcilloso de origen volcánico, típicamente
los de la serie Collipulli en la depresión central. El síntoma característico en plantacio-
nes jóvenes es coloración amarilla de las acículas del año anterior, que usualmente se
presenta a salidas de invierno; las plantaciones adultas adquieren coloración estacional
opaca a gris plomizo que desaparece a mediados o fines de primavera.
302
La deficiencia de fósforo, que en Chile es importante en cultivos agrícolas como remo-
lacha, papas y cereales (Rojas 1973, Sierra et al. 2002, Volke 1973), no lo es en el cul-
tivo forestal. Adams (1979) en su visita de trabajo a Chile determinó que la deficiencia
de fósforo podría ocurrir en una pequeña serie de suelos (Guanacos) hoy incluida en la
Asociación de suelos Constitución. Ensayos de fertilización fosfatada en plantaciones
de pino en serie Guanacos, sin embargo, no tuvieron respuesta (González et al. 1983).
Es altamente posible que la eficiencia de las micorrizas asociadas a pino permita que
el fósforo fijado quede disponible para los árboles. El síntoma de fusión de acículas
atribuido a deficiencia de fósforo correspondería más bien a deficiencia de calcio (Mead
2013).
Alteraciones genéticas
En algunas especies de polinización abierta suelen ocurrir alteraciones genéticas en for-
ma esporádica. En pinos se ha observado albinismo, o completa ausencia de clorofila en
algunas ramas y raramente, fasciación o aparición de un brote con el tallo plano, como
cinta.
Referencias
303
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304
11. Agua y bosques plantados
Rolando Rodríguez
Introducción
El balance hídrico en un sitio en particular o en una cuenca es influenciado por los bos-
ques plantados, ya que interviene en todos los procesos del ciclo hidrológico, excepto la
precipitación. Quizás el tópico más relevante es que los bosques plantados compiten por
recursos hídricos que son limitados (White et al. 2001) y existen evidencias en diversos
países que éstos reducen los recursos hídricos (Bruijnzeel 1997, Dye 1996, Little et al.
2009, Rodríguez 1989, Zhang et al. 2001). Sin embargo, se ha reportado que existen
percepciones diferentes entre la población y las investigaciones de los científicos, res-
pecto del impacto de los bosques plantados en los recursos hídricos (Calder 2002). El
tema es de suyo complejo, ya que la expansión de los bosques plantados a gran escala,
como ha sido el caso de Chile, ha generado la fundada percepción que podría tener efec-
tos hidrológicos importantes y competir por la disponibilidad de agua con otros usos, lo
que ha conducido a conflictos con la comunidad. Por ello, este capítulo pretende revisar
algunos supuestos generales acerca del efecto de los bosques plantados en el ciclo y
régimen hidrológico, uso del agua por bosques plantados y sugerir líneas de trabajo que
permitan aminorar los efectos de los bosques plantados en el régimen hidrológico.
305
Figura 11.1. Diagrama de representación de los principales componentes del balance
hidrológico.
Fuente: Landsberg y Gower (1997).
El principio básico de todos los procesos hidrológicos es el balance de masas. Por ello,
el objetivo de los estudios hidrológicos o sus cálculos es la medición de todos los in-
gresos y egresos de agua que componen el sistema hidrológico. Los ingresos pueden
presentarse en forma de lluvia, nieve, flujo superficial de los ríos, escorrentías que salen
fuera del sistema, así como la dirección y sentido de los flujos subterráneos. El agua
fluye del sistema a través de la evaporación, transpiración, flujos superficiales y aguas
superficiales que drenan fuera del sistema. En el caso de un bosque plantado, el drenaje
de agua fuera del sistema puede dirigirse desde la zona de raíces de los árboles (Lands-
berg y Gower 1997).
306
la tierra sobre el régimen hidrológico, que varía de acuerdo con la escala de intervención
en la cuenca (Tabla 11.1). En cuencas con superficies inferiores a 100 ha, los impactos
del uso de tierra se aprecian prácticamente en todas las variables del régimen hidroló-
gico. En cambio, en tamaños de cuencas con superficies sobre 1.000 ha, no se observan
impactos evidentes, excepto la salinidad de las aguas.
Tabla 11.1. Impacto del uso de la tierra sobre parámetros hídricos, según tamaño de la
cuenca.
Tamaño de la cuenca
Variable (ha)
0,1 1 10 100 1.000 10.000 100.000
Caudal medio anual × × × × ○ ○ ○
Caudal máximo × × × × ○ ○ ○
Flujo base × × × × ○ ○ ○
Recarga agua subterránea × × × × ○ ○ ○
Carga de sedimentos × × × × ○ ○ ○
Salinidad × × × × × × ×
Régimen térmico × × ○ ○ ○ ○ ○
Nota: × es impacto observado; ○ no se han observado impactos.
Fuente: Hamilton (2008).
Desde el punto de vista de los silvicultores, los temas más importantes asociados a la
hidrología de bosques plantados son el efecto del raleo y la tala rasa sobre el balance
hidrológico. Las cuencas con bosques plantados en superficies importantes se asocian
usualmente con la alta calidad de las aguas y la estabilidad de la escorrentía superficial.
En cambio, las cuencas deforestadas y degradadas se consideran como ambientalmente
dañadas por prácticas sin sustentabilidad ambiental, debido a la erosión de los suelos
y la baja calidad del agua, lo cual ocurre permanentemente, aunque esta condición no
constituye necesariamente un axioma, ya que estas cuencas pueden ser restauradas.
P – I – Es – D – ∆θ – E = 0 (1)
307
La ecuación 1 puede utilizarse para el análisis de solo un evento de precipitación o una
serie de eventos, aunque las escalas de tiempo a las cuales operan los diferentes pro-
cesos varían considerablemente. Las escalas de tiempo muy cortas usualmente sólo se
pueden aplicar al agua interceptada por el dosel, puesto que se puede evaporar el agua
desde el dosel en un período que puede ir desde minutos a horas. La escorrentía superfi-
cial directa continúa por horas o días. En tanto que los cambios en la humedad del suelo
(la capacidad de almacenamiento del suelo son características en el rango de 100-200
mm-1) dependerán del contenido inicial de humedad en el suelo y la tasa de infiltración
relativa a la tasa de drenaje fuera de la zona de raíces. El contenido de humedad del
suelo depende de las propiedades hidráulicas, la profundidad del suelo y la capacidad de
penetración de las raíces. Por ello, cuando no hay precipitación y el dosel está seco, I =
0 y si Es y D son cero, entonces E = ∆θ. Las diferencias en los balances hídricos de los
distintos tipos vegetacionales, por ejemplo praderas y bosques, pueden ser analizados
en término de la ecuación 1 con la estimación apropiada de los diferentes términos que
la componen (Landsberg 1997).
La escorrentía se explica por la fuerte relación entre la intensidad de la lluvia y las tasas
de infiltración del suelo. En efecto, habrá suelos que no serán capaces de infiltrar la alta
intensidad de la lluvia, por lo que una considerable cantidad de agua se transforma en
escorrentía aun cuando el suelo no esté saturado (Horton 1939). Otra posibilidad es que
esta agua drene, por lo cual no estará disponible para su uso por los árboles.
El agua superficial se almacena o escurre sobre la superficie del suelo y puede seguir
tres vías principales: escorrentía superficial, escorrentía subsuperficial y flujo de agua
subterránea (Chow et al. 1994). El flujo de agua que se desplaza sobre la superficie del
suelo hasta alcanzar un canal se denomina escorrentía superficial (Linsley et al. 1977).
A su vez, haciendo las debidas simplificaciones, estas se presentan en dos componentes:
la escorrentía directa y el flujo base. La escorrentía directa se explica por la intensidad
de la precipitación que es superior a la capacidad de infiltración del suelo y constituye
la respuesta de una cuenca a una tormenta en particular (Horton 1939). La escorrentía
directa está constituida por una parte sustancial de la escorrentía subsuperficial (Linsley
et al. 1977). Generalmente, la escorrentía directa puede ser pequeña; sin embargo, si la
intensidad de las precipitaciones es alta, puede dar origen a los caudales de crecidas. A
su vez, el agua subterránea y subsuperficial da origen al caudal base y está constituido
por la escorrentía que presenta un canal en ausencia de precipitaciones, lo que coincide
con el período de estiaje. Al separar ambos componentes de la escorrentía directa, cau-
dales de crecidas y caudal base, es más claro observar el efecto de los bosques plantados
en el ciclo hidrológico.
Los parámetros claves que regulan las pérdidas por intercepción son la capacidad de al-
macenamiento del dosel, lo cual depende del área foliar, y la arquitectura del dosel (Wa-
ring y Running 2010) junto con las características de las tormentas (Rutter et al. 1972).
Tanto el área foliar como la arquitectura definen la estructura de distribución de la lluvia
por el dosel, la que se compone por la caída de gotas desde el follaje, escurrimiento
fustal, capacidad de almacenamiento del dosel y la capacidad de almacenamiento fustal
(Gash 1979, Rutter et al. 1972).
308
Las características de frecuencia e intensidad de la lluvia también influencian la inter-
cepción. Con lluvias de alta frecuencia habrá menos disponibilidad de luz, por lo cual
el agua se almacenará en el dosel y habrá mayor disponibilidad de agua para la evapo-
ración, por lo que las pérdidas por intercepción serán más altas (Landsberg 1997). Las
lluvias de alta intensidad rápidamente saturarán la capacidad de almacenamiento del
dosel. Después la lluvia alcanzará el suelo, ya sea como flujo fustal o caída directa desde
el follaje (Landsberg y Gower 1997). Desde el punto de vista del balance de masas, la
tasa de extracción de agua desde la zona de raíces dependerá de la tasa de transpiración
y de la capacidad de los árboles para sustentar esta tasa, la cual declina con la dismi-
nución del contenido de agua del suelo. La profundidad de las raíces y la utilización
del agua del suelo, así como las características de su capacidad de almacenamiento,
determinarán la magnitud del agua almacenada que puede ser usada por los árboles. La
Figura 11.1 proporciona sólo una guía aproximada del probable balance hídrico de los
bosques plantados, puesto que este balance debe ser analizado de acuerdo al desarrollo
estacional del índice de área foliar.
El potencial de los bosques plantados para competir por recursos hídricos con otros
usos está dado por la relación entre disponibilidad de agua y crecimiento, el uso de
aguas subterráneas y el potencial de los árboles para agotar el agua del suelo (White et
al. 2001). Sin embargo, la intensidad de la competencia estará dada por la posición del
rodal en el paisaje, la especie, la estacionalidad de la lluvia y las prácticas de manejo de
los bosques plantados (Vertessy 2001). La evapotranspiración es el proceso dominante
que contribuye al uso del agua y constituye el mecanismo por el cual los árboles interac-
túan directamente con el agua del suelo y subterránea para asegurar su desarrollo (White
et al. 2001). Por ello, resulta interesante explorar los procesos de evapotranspiración y
consumo de agua por los bosques plantados.
309
Australia, Zhang et al. (1999) observaron que en la medida que incrementan las precipi-
taciones, la tasa de evapotranspiración de Eucalyptus nativos aumenta sostenidamente
en relación a la cubierta de praderas. Por su parte, Holmes y Sinclair (1986) observaron
un fuerte incremento en la evapotranspiración en Eucalyptus nativos en relación a pra-
deras solo hasta aproximadamente los 1.200 mm (Figura 11.2). Entre los 1.200 y 2.000
mm, las tasas de evapotranspiración incrementan en forma paralela en ambos tipos de
cubierta. Posteriormente, las tasas de evapotranspiración se estabilizan después de los
2.000 mm.
Si se compara entre especies forestales, por lo general se atribuye una mayor tasa de
evapotranspiración a Pinus radiata que a Eucalyptus spp., debido a su mayor capacidad
de intercepción (Putuhena y Cordery 2000). Dunin y Mackay (1982) encontraron que
las tasas de evapotranspiración de bosques plantados de P. radiata son mayores que en
Eucalyptus spp. en invierno, pero la evapotranspiración anual es similar. Entre especies
forestales, todos los componentes del balance hídrico presentan cambios sustanciales,
como fue determinado por Pilgrim et al. (1982) en bosques plantados de P. radiata y
Eucalyptus en cuencas de Australia (Tabla 11.2).
310
En Chile se ha determinado que la evapotranspiración de bosques plantados adultos de
Pinus radiata es mayor en un 80 por ciento que en praderas (Huber y López 1993). Los
bosques plantados presentan una intercepción que fluctúa entre el 18 a 35 por ciento
de la precipitación, mientras que bosques naturales es de 14 a 40 por ciento de la pre-
cipitación. Huber y Trecaman (1993) registraron una intercepción mayor en bosques
plantados de P. radiata que en Eucalyptus nitens, aunque las diferencias no fueron sig-
nificativas. La percolación en praderas es del orden del 37 al 60 por ciento de la preci-
pitación, en cambio en bosques plantados es del orden del 12 al 29 por ciento (Huber y
Trecaman 1993).
El área foliar. El factor de cultivo (kc) y su valor está relacionado con la cantidad
de agua que está almacenada por la zona de raíces en el suelo. Por tanto, con altos
contenidos de agua en el suelo, la planta consumirá agua hasta alcanzar un plateau,
para que posteriormente caiga el valor de kc en una relación lineal con la disponibili-
dad de agua en el suelo, la que disminuye hasta agotarse. En esta relación, el control
estomático regula la transpiración y sus cambios están asociados al incremento o dis-
minución del área foliar (Landsberg y Coops 1999). En la mayoría de los ambientes,
los bosques plantados desarrollan y conservan en el mediano plazo el área foliar, la
que está en un equilibrio dinámico con la precipitación media anual de largo plazo y
la mayor proporción de precipitación que puede ser transpirada (Waring y Running
2010).
Transpiración de las hojas. La tasa de transpiración por unidad de área foliar está
determinada por la diferencia en la presión de vapor de agua que se presenta entre el
interior y exterior de la hoja, siendo regulada por la conductancia estomática de la
hoja, esto es la apertura y cierre de estomas. Una alta tasa de conductancia estomáti-
ca también significará que se presenten altas tasas de uso de agua. Para una conduc-
tancia estomática dada, la máxima tasa de transpiración ocurre cuando las hojas son
rodeadas por aire seco, puesto que los estomas son también altamente sensibles a la
sequedad del aire circundante (medido como déficit de presión de vapor, DPV). Por
ello, con el aumento del DPV los estomas se cierran para prevenir la pérdida excesi-
va de agua a través de las hojas. El cierre de estomas en respuesta a la sequedad del
aire significa que las máximas tasas de transpiración usualmente ocurren a niveles
relativamente bajos de DPV. Cuando el DPV es cero y con el lento aumento del
DPV, la transpiración incrementará muy rápidamente antes que alcance el plateau, o
aun con la disminución a muy altos niveles de DPV (O’Loughlin y Nambiar 2001).
311
En condiciones de suelos muy húmedos, puede haber diferencias sustanciales entre
especies en la relación entre conductancia estomática y DPV. Por ejemplo, en bajos
niveles de DPV, la conductancia estomática puede ser hasta cuatro veces mayor en
Eucalyptus globulus que en Pinus radiata, pero en condiciones de aire muy seco, los
estomas de hojas en E. globulus se cierran e inhiben la pérdida de agua a un grado
mayor que en P. radiata (O’Loughlin y Nambiar 2001).
En condiciones de largo plazo, ocurre la selección de especies y los árboles que man-
tienen grandes áreas foliares durante el verano (por ejemplo, Eucalyptus globulus y
E. nitens) no pueden sobrevivir en estas condiciones. La sobrevivencia y crecimiento
de bosques plantados con especies exóticas en áreas donde la humedad del suelo
se agota continuamente, ya sea por sequías o por consumo hídrico del bosque, es
altamente riesgosa. La selección de procedencias de las especies puede ser también
importante para mejorar la sobrevivencia y el crecimiento de especies plantadas en
estas áreas (O’Loughlin y Nambiar 2001).
Para analizar el uso del agua por bosques plantados y comprender las interacciones
árbol-medioambiente, se puede utilizar la ecuación de Penman-Montheith simplificada,
que estima la transpiración mediante dos variables: conductancia estomática y déficit de
presión de vapor. De esta forma, en condiciones de suelos sin limitantes de agua, el pla-
teau en la Figura 11.3 del valor de kc será determinado por el área foliar, la máxima con-
ductancia estomática y la respuesta de la conductancia estomática al déficit de presión
312
de vapor (White et al. 2001). Los valores de kc de 1,0 en Eucalyptus globulus y 0,8 en
Pinus radiata (Figura 11.3) sugieren que con altos contenidos de humedad en el suelo,
algunos rodales transpirarán a la máxima tasa posible, como es el caso de Eucalyptus.
Sin embargo, P. radiata transpira entre el 55 y 80 por ciento de la máxima tasa posible.
A nivel de cuenca, Feikema et al. (2007) predicen los impactos del consumo de agua por
bosques plantados, utilizando el modelo basado en procesos 3-PG (Figura 11.4).
Figura 11.4. Predicción del consumo de agua por bosques plantados de Pinus radiata
y Eucalyptus globulus en comparación con praderas en la cuenca Clem Creek, Nueva
Zelandia.
Fuente: Feikema et al. (2007).
313
Como se muestra en la Figura 11.4, la tendencia al uso del agua es mayor en las prade-
ras que en bosques plantados de Eucalyptus globulus y Pinus radiata en los primeros
4 años. Posterior a este período, los bosques plantados consumen más agua que las
praderas. A su vez, en los primeros años de establecido el bosque (6 años) E. globulus
consume una mayor cantidad de agua que el bosque plantado de P. radiata, principal-
mente porque el área foliar es mayor (Feikema et al. 2007). Sin embargo, después del
año 9, el bosque plantado de P. radiata consume una mayor cantidad de agua que E.
globulus. En general las magnitudes de consumo de agua en bosques plantados de E.
globulus están en el orden de los 800 mm, en tanto que en P. radiata alrededor de los
900 mm (Battaglia y Sands 1997, Feikema et al. 2007, Holmes y Sinclair 1986, Zhang
et al. 1999). Considerando las magnitudes de consumo estimadas, la Figura 11.5 mues-
tra un mapa de distribución de los bosques plantados de P. radiata, E. globulus y E.
nitens, según rango de distribución pluviométrica (Del Pozo y del Canto 1999), en la
Región del Biobío, Chile.
Solo un 2 por ciento de la superficie plantada en la Región del Biobío (Figura 11.5) se
estableció en una zona crítica, puesto que el consumo es mayor a la precipitación. El 98
por ciento de los bosques plantados se localiza en áreas donde el consumo es menor que
el monto de precipitaciones, con un balance hídrico positivo.
314
Considerando aspectos fisiológicas apoyados por estudios de campo sobre el consumo
de agua en las principales especies forestales cultivadas en Chile y de acuerdo a la
experiencia internacional (O’Loughlin y Nambiar 2001), se pueden plantear algunas
generalizaciones sobre el consumo de agua.
•• Los árboles de todas las especies interceptan más precipitaciones que cultivos o pra-
deras. Pero la intercepción de cultivos y praderas no es cero.
•• Las raíces más profundas de todas las especies de árboles pueden extraer más agua
desde el perfil del suelo que cultivos o praderas y reducir la escorrentía superficial.
•• Hay variaciones genéticas entre las especies de árboles en su adaptabilidad al uso de
agua subterránea.
Todas estas diferencias deberían reconocerse y medirse para proporcionar una mejor
base que combine la especie con las características del paisaje para programas de fores-
tación sustentables.
315
caudales máximos, aguas subterráneas y caudales base se describen a continuación.
Para explicar el efecto de los bosques plantados sobre la escorrentía media anual, Ver-
tessy y Bessard (1999) construyeron curvas de escorrentía anual en cuencas con cober-
tura de praderas, bosques plantados de Eucalyptus, bosques nativos de Eucalyptus y
bosques plantados de Pinus radiata (Figura 11.6), que explican el 82 por ciento de la
variación en la escorrentía media anual en 28 subcuencas de Australia.
Figura 11.6. Curvas de escorrentía anual para distintos tipos de cobertura de la tierra.
Fuente: Vertessy y Bessard (1999).
316
potenciales de reducción de la escorrentía anual (Figura 11.7), después de establecido
bosques plantados de P. radiata y Eucalyptus que cubrieron totalmente dos cuencas en
Nueva Zelandia (Glendhu y Waiwhiu) y dos cuencas en Australia (Lidsdale y Tumut).
Los efectos en la reducción de la escorrentía por bosques plantados también fue estima-
da por Scott et al. (1998) en Sudáfrica, que atribuyen una disminución en la escorrentía
superficial de 98,6 mm año-1 por unidad de área plantada. Farley et al. (2005) analizando
26 pares de cuencas con datos de India, Gran Bretaña y Alemania, encontraron que la
escorrentía anual se redujo en promedio en un 44 y 31 por ciento cuando se reforestaron
pastizales y matorrales, respectivamente. En Chile, Little et al. (2009) determinaron en
dos cuencas de la zona semiárida (Purapel y Cauquenes), el efecto en la escorrentía su-
perficial por cambios en la cobertura vegetal causado por la sustitución de bosque nativo
por bosques plantados. La cubierta de bosque nativo de la cuenca Purapel que cubría
una superficie del 52,3 por ciento disminuyó a 14,2 por ciento, mientras que la superfi-
cie de bosques plantados de Pinus radiata aumentó de 12 por ciento a 55 por ciento, en
un período de 25 años. En la cuenca Cauquenes, la sustitución disminuyó la superficie
317
de bosque nativo a un 8,1 por ciento, y la superficie de bosques plantados de P. radiata
aumentó de un 4,7 por ciento a un 42 por ciento. Como consecuencia de la sustitución,
la escorrentía superficial disminuyó de 13,1 a 7,5 mm en verano en la cuenca Purapel y
de 7,3 a 5,0 mm en la cuenca Cauquenes, por la mayor intercepción y demanda evapo-
transpirativa de las especies exóticas (Little et al. 2009).
Se puede concluir con cierto fundamento que los árboles, al evapotranspirar una canti-
dad de agua mayor que otros cultivos o usos de la tierra, reducirán la escorrentía super-
ficial. Ello significa que las cuencas cubiertas con bosques plantados dispondrán de una
menor cantidad de agua para otros usos. Sin embargo, la magnitud del impacto en la
producción de agua de la cuenca estará directamente relacionada con la proporción de
área plantada en la cuenca, el régimen de lluvias, la disposición en altitud de los bosques
plantados en el paisaje y factores del suelo. A su vez, en áreas con bajos regímenes de
precipitaciones, el impacto de bosques plantados será mayor, al punto que no se pudiera
observar escorrentía superficial en épocas secas (Vertessy y Bessard 1999).
Alguna de las principales generalidades que se pueden formular respecto de los efectos
de bosques plantados en la escorrentía son:
•• La escorrentía anual de las cuencas decrece con el cambio de uso de las tierras de
praderas a árboles y la reducción se puede estimar usando un simple modelo de ba-
lance hídrico.
•• La reducción en la escorrentía media anual depende de las características de la espe-
cie. Los bosques plantados de Pinus radiata disminuyen más la escorrentía que los
bosques plantados de Eucalyptus, debido principalmente a la mayor intercepción de
las lluvias. A su vez, la sustitución de bosque nativo por especies exóticas provoca
una disminución en la escorrentía superficial.
•• La reducción de la escorrentía es generalmente proporcional al porcentaje de cober-
tura arbórea de una cuenca. En pequeñas cuencas, es difícil detectar cambios en la
producción de agua cuando se ha forestado menos del 20 por ciento de la cuenca.
•• También la reducción de la escorrentía aumenta con la intensificación de la prepara-
ción de sitios mediante la preparación de suelo, la fertilización y la mayor densidad
de la plantación.
Según Brown et al. (2005) existe consenso científico acerca del impacto del uso de la
tierra en la reducción y estacionalidad de la escorrentía superficial anual, la que varía
debido al régimen de precipitaciones, características de la vegetación, geomorfología de
la cuenca y las prácticas de manejo de los bosques plantados.
318
Efecto de los bosques plantados en el régimen de caudales de cuencas productoras de
agua para consumo humano
Una inquietud relevante en la sociedad y particularmente en comunidades locales es el
efecto del régimen hidrológico en cuencas que han sido seleccionadas para la produc-
ción de agua para la satisfacción de necesidades humanas. En efecto, ante le escasez
hídrica en diversas zonas rurales de Chile, en verano los Municipios deben satisfacer
las necesidades de agua potable de sus habitantes transportando el agua en camiones
aljibes, ya que las cuencas destinadas a este fin son incapaces de producir el agua en
cantidad suficiente para cubrir las demandas. El problema de suyo complejo tiene va-
rias explicaciones. Una de ellas, es que se atribuye la disminución de caudales tanto a
consecuencia del Cambio Climático como a los cambios drásticos en el uso de la tierra.
Diversos estudios no han encontrado tendencias o no han podido separar el efecto de las
variaciones en las temperaturas y la precipitación debidas al Cambio Climático de los
efectos de las intervenciones humanas en las cuencas, como cambios de uso de la tierra
y construcción de embalses con distintos fines (Rosenzweig et al. 2007).
Por otra parte, se ha reportado que las variaciones interanuales en el régimen de cauda-
les de ríos están más bien influenciadas por patrones de circulación atmosférica a gran
escala asociados a fenómenos como las corrientes de la niña o el niño, sistemas que se
presentan en el plazo de decenas de años y en múltiples escalas temporales (Rosenzweig
et al. 2007). De esta forma, en Chile los principales efectos del cambio climático y los
fenómenos del niño o la niña explican el daño potencial a la oferta hídrica. Por esta ra-
zón se ha fundamentado que los cambios en el régimen de caudales en la Zona Central
imponen la necesidad de rediseñar el marco regulatorio de los recursos hídricos (Ro-
senzweig et al. 2007) para privilegiar la satisfacción de necesidades humanas. Por otra
parte, los cambios de uso de la tierra han intensificado el uso de los recursos naturales
y profundizado la degradación de las tierras, de tal forma que el efecto combinado de la
acción humana y el cambio climático han dado lugar a una disminución continua de la
cobertura de vegetación nativa a tasas demasiado altas, lo que también tiene efectos en
el régimen de caudales (Rosenzweig et al. 2007).
En particular en Chile, los cambios en el uso de la tierra se han explicado por la tala
de bosques, las prácticas agrícolas de subsistencia, la intensificación de la producción
agrícola y la expansión de los centros urbanos, lo que ha cambiado drásticamente el
paisaje (Aguayo et al. 2009). En el centro y sur de Chile las transformaciones han estado
asociadas inicialmente a la expansión de la frontera agropecuaria, lo que permitió satis-
facer tanto las necesidades internas como la creciente demanda externa por productos
agrícolas. Sin embargo, posteriormente un fuerte incentivo a la forestación, por parte del
Estado, generó un acelerado proceso de desarrollo forestal que explica, en gran medida,
la actual configuración del paisaje en esta zona (Aguayo et al. 2009). Puesto que este
es un importante cambio de uso, se hace necesario analizar la influencia de los bosques
plantados en el régimen hidrológico.
La conversión del bosque nativo a bosques plantados de Pinus radiata o Eucalyptus glo-
bulus ha provocado un rápido decrecimiento de caudales de estiaje (Otero et al. 1994).
Otero et al. (1994) reportaron que los caudales en las cuencas cubiertas con bosques de
319
P. radiata no presentaron diferencias significativas con respecto a una cuenca cubierta
con bosque nativo, para caudales instantáneos superiores a 60 L s-1 km-2. Sin embargo,
las cuencas de P. radiata presentaron registros de caudal instantáneo de mayor magni-
tud, lo que indicaría una tendencia a generar escorrentías de alta intensidad. Además, las
cuencas presentan diferencias significativas en el rendimiento hídrico en las estaciones
del año, cuando el año hidrológico se ha presentado con bajas precipitaciones (caudales
inferiores a 60 L s-1 km-2). En cambio, las cuencas cubiertas por bosque nativo alcan-
zan niveles superiores de hasta un 28 por ciento en la cantidad de agua en la época de
verano. Lara et al. (2009) encontraron una positiva correlación entre la cobertura de
bosque nativo con el coeficiente de escorrentía de caudales de estiaje y el coeficiente de
escorrentía de caudales anuales, si se compara con bosques plantados, lo que se explica
por las altas tasas de transpiración de P. radiata y E. globulus. A su vez, encontraron
una correlación negativa entre los coeficientes de escorrentía y la magnitud (%) de la
cobertura de bosques plantados. Ello implica que un aumento en un 10 por ciento en el
porcentaje de cobertura de bosque nativo en una cuenca podría incrementar en un 14,1
por ciento los caudales de estiaje; de la misma forma un aumento en un 10 por ciento en
la cobertura de bosques plantados de P. radiata o E. globulus produciría una reducción
de los caudales de estiaje en un 20,4 por ciento (Lara et al. 2009). Sin embargo, no se
indica si los suelos en estas cuencas presentaron disturbios, ya que el flujo base depende
fundamentalmente de las propiedades del suelo (Grandry et al. 2013).
Obviamente, estas son ideas de estrategias muy generales, a las que podrían agregarse
320
otras de tanto o mayor interés que las aquí señaladas. Sin embargo, además de lograr
un establecimiento adecuado de las especies adecuadas, lo que ya es complejo, el éxito
de proyectos de restauración destinados a mejorar la provisión de agua dependerá de un
cambio sustancial en el uso de indicadores, de tal forma que los aspectos ecológicos y
ambientales sean deseables en la medida que puedan reconocerse cambios graduales y
comprobables en la estructura de los ecosistemas a diferentes escalas espaciales, para
lograr una mejor respuesta hidrológica de la cuenca; por ejemplo un aumento de cauda-
les base o la menor recurrencia e intensidad de eventos extremos, lo que solo es posible
mediante experimentos de manipulación y seguimiento en el largo plazo (Little y Lara
2010).
En general, los estudios reportan que los bosques plantados ejercen una influencia be-
neficiosa por la disminución de los caudales de crecidas en relación a otros usos de la
tierra (Tecnologías y Servicios Agrarios 1994) (Figura 11.8).
La influencia del uso de la tierra en el caudal máximo (Figura 11.8) ha sido explicada
por O’Loughlin y Nambiar (2001), en los siguientes términos:
•• Las pérdidas por intercepción en los doseles de árboles reducen la cantidad de preci-
pitación que podría alcanzar el suelo.
•• La humedad del suelo se agota a mayores profundidades en bosques plantados, por
lo que pueden absorber una proporción más alta de lluvia antes que los suelos lle-
321
guen a saturarse y ocurran escorrentías superficiales de alto poder erosivo.
•• La estructura del suelo en bosques plantados permite una infiltración más fácil que
en otros usos de la tierra, por la preparación del sitio y, particularmente, donde el
ganado ha compactado el suelo superficial.
•• En los bosques plantados, las pequeñas áreas de suelos saturados se presentan adya-
centes a los cauces, reduciendo así el volumen de escorrentía de estas áreas.
Los flujos de crecidas que se presentan en cuencas con bosques plantados son más simi-
lares a los de bosques nativos, que las tierras denudadas. Por tanto, la forestación proba-
blemente restaure los regímenes de flujos de ríos en la etapa previa a la denudación en
aquellas cuencas donde no hay almacenamientos superficiales (Vertessy et al. 2003). Un
aspecto importante a destacar es la importancia de la tala rasa en el incremento de los
caudales de crecidas, aunque estos son moderados, de corta duración y de impacto local,
pero pueden afectar usuarios que habiten aguas debajo de la cuenca (Hamilton 2008).
322
et al. 1997). De esta forma, en algunas regiones en que la vegetación depende de las
aguas subterráneas (zona baja del sureste de Australia), la vegetación leñosa con siste-
mas radiculares profundos podría tener impactos hidrológicos indeseables al competir
por recursos finitos de agua subterránea de buena calidad. Sin embargo, en otras regio-
nes (zona centro-sur de Nueva Gales del Sur), en que se transformaron bosques secos a
cultivos anuales, los niveles de agua subterránea aumentaron en más de 30 m y suelos
fuertemente meteorizados están degradados por la sal, lo que está poniendo en peligro la
viabilidad de la agricultura (George et al. 1997). En el caso de América Latina, Jobbágy
(2009) ha reportado que no se han observado fenómenos de aumento en los niveles de
agua subterránea con la consecuente salinización de los suelos, debido al reemplazo
del bosque seco para la agricultura de riego. Sin embargo, llama la atención respecto
de la Provincia de San Luis en Argentina, ya que puede tener en el futuro inmediato
los impactos ya estudiados en Australia. Para este tipo de problemas, el establecimien-
to de bosques plantados podría tener efectos hidrológicos beneficiosos, pudiendo ser
aplicable en paisajes agrícolas afectados por el incremento de los niveles freáticos y la
salinidad de los suelos (Jobbágy 2009).
La reducción de la recarga de acuíferos ha sido reportado por Petheram et al. (2002), los
que sobre la base de varios estudios de campo modelaron las tasas de recarga del nivel
freático bajo diversos tipos de cobertura vegetal (Figura 11.9).
Figura 11.9. Relación entre la recarga media anual y la precipitación media anual para
coberturas de plantas anuales, plantas perennes y árboles.
Fuente: Petheram et al. (2002).
323
•• No hubo recarga de napas freáticas en árboles con precipitaciones sobre los 1.000
mm.
•• Por tanto, existen evidencias que los árboles pueden usar cantidades significativas
de aguas subterráneas, dependiendo de la profundidad del nivel freático y calidad de
las aguas.
En síntesis, los bosques plantados impactan la recarga de las aguas subterráneas y pro-
vocan la disminución del nivel freático, pudiendo reducir los flujos de la corriente,
324
dependiendo del nivel freático y salinidad de las aguas. En cambio, si el objetivo de
la forestación es la reducción en la descarga de agua subterránea salina, entonces este
cambio de uso de la tierra bien puede servir a este propósito (Dean et al. 2015). Es ne-
cesario considerar que el impacto de bosques plantados sobre los recursos hídricos sub-
terráneos en una cuenca dependerá del balance entre el agua subterránea en relación a la
escorrentía superficial. Para definir impactos específicos locales se deben considerar las
complejas relaciones entre diversos factores como especie, cobertura forestal, precipita-
ción, infiltración, evapotranspiración, la distribución espacial del nivel piezométrico, la
anisotropía natural del sistema de circulación escorrentía superficial/aguas subterráneas
(Allen y Chapman 2001) y la calidad de las aguas, especialmente la salinidad (Benyon
et al. 2006, Mahmood et al. 2001).
Resumiendo, algunas generalidades que se pueden inferir respecto del efecto de bos-
ques plantados en la recarga de acuíferos son (Benyon et al. 2006):
Dean et al. (2015) señalan que se deben considerar aspectos hidrogeológicos y econó-
micos para el establecimiento y desarrollo de bosques plantados con fines comerciales.
Si la conservación para la recarga de las aguas subterráneas es un objetivo primordial,
debe evitarse el establecimiento de bosques plantados en la zona dominante de recar-
ga y concentrarse en laderas superiores, donde la recarga es lo suficientemente baja y
cualquier reducción adicional en la recarga tendrá impactos mínimos. Además, evitar
el establecimiento de bosques plantados próximo a las líneas de drenaje, incluyendo las
superficies de topografía baja, lo que puede ser relevante para zonas con pluviometría
limitada y de alta evaporación.
325
recarga de napas freáticas dan como resultado flujos más altos en primavera y verano. A
su vez, el mecanismo de transporte hídrico depende, fundamentalmente, de las caracte-
rísticas del suelo. Por lo tanto, cualquier factor que disminuya el agua del suelo tiene un
efecto directo en la magnitud de la escorrentía y el flujo base entre tormentas (Linsley
et al. 1977).
Sin embargo, es necesario señalar que atribuir a los bosques plantados un efecto signi-
ficativo en el flujo base, con la poca información disponible, puede conducir a conclu-
siones erradas. En efecto, Robinson et al. (2003) han sugerido que el potencial de los
326
bosques plantados para reducir el caudal base puede no ser detectable o ser moderado y
de efectos locales, en cuencas de superficies mayores de 100 ha. Grandry et al. (2013)
indican que en el estado actual del conocimiento existe poca información que permita
evaluar el efecto de bosques plantados en el flujo base y sus consecuencias para los
usuarios. En Chile, por lo general los bosques plantados han sido establecidos en suelos
altamente degradados que han perdido los horizontes clásicos de un suelo desarrollado y
sus propiedades físicas. Al perderse el suelo y sus propiedades físicas, se afecta conside-
rablemente el aporte de la escorrentía subsuperficial (incrementa la superficial) al flujo
base, el que no depende de la cobertura vegetal sino de las propiedades físicas del suelo
(Smakhtin 2001). Investigaciones futuras debieran orientarse a esclarecer el efecto de
los bosques plantados en el flujo base.
Tabla 11.3. Efecto de los bosques plantados en la reducción del régimen de caudales y
el nivel de aguas subterráneas.
327
principios de planificación y manejo de bosques plantados, que permitirían reducir los
impactos hidrológicos negativos:
La proporción del área de la cuenca en que se deben establecer los bosques plantados.
El factor clave a considerar es el porcentaje de la superficie de la cuenca que debe ser
plantada. En cualquier cuenca, raramente los programas de establecimiento de bosques
plantados cubren la totalidad de ésta, ya que pueden existir áreas que no están disponi-
bles para ser plantadas, o bien, compiten con otros tipos de usos de la tierra. Aun así,
existe una fuerte evidencia que la magnitud de los cambios en la escorrentía anual está
linealmente correlacionada con la fracción de superficie plantada de la cuenca (Stednick
1996).
328
Efecto de la productividad de bosques plantados en el ciclo hidrológico. La variabi-
lidad en la productividad de los sitios que se presentan en una cuenca también puede
afectar la magnitud y cambios del régimen hidrológico. En efecto, si las tasas de creci-
miento son bajas, las tasas de evapotranspiración también serán bajas, lo cual explica
una menor reducción de la escorrentía. Sin embargo, si se incrementa el área foliar
mediante la fertilización, entonces la tasa de evapotranspiración aumentará por lo que
se reducirá la escorrentía. Con un manejo adecuado del suelo y la nutrición es posible
incrementar la madera del fuste más que el follaje, reduciendo el efecto de la fertiliza-
ción en la evapotranspiración (Nambiar 1990). Tales ganancias en la eficiencia en el uso
del agua (unidad de producción de madera por unidad de consumo de agua) también
pueden obtenerse mediante una adecuada selección de genotipos (Olbrich et al. 1993),
contribuyendo a reducir el impacto hidrológico de la plantación.
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333
12. Certificación ambiental y de manejo
sustentable en bosques plantados
Francis Dube y Fernando Muñoz
Introducción
•• ISO 9001:2008 para Sistemas de Gestión de la Calidad e ISO 14001:2004 para Sis-
tema de Gestión Ambiental, ambas publicadas por la International Organization for
Standardization (ISO del griego ISOS que significa igual).
•• OHSAS 18001:2008 (Occupational Health and Safety Management Systems) para
Sistemas de Seguridad y Salud Ocupacional, publicada por el British Standard Ins-
titute (BSI).
Las Normas del Sistema de Gestión Internacional se deben ajustar a la diversidad inter-
nacional y a la complejidad de los negocios (e.g. industria informática, producción de
automóviles, celulosa y papel, manejo forestal).
La ISO 14001 es una Norma de Sistema de Gestión Ambiental diseñada para ayudar a
las empresas u organizaciones a alcanzar objetivos y metas de mejoramiento ambiental.
335
Es una Norma genérica, diseñada para ser utilizada por todo tipo de industrias en todos
los países del mundo.
Todos estos elementos trabajan juntos para crear un sistema de gestión, mediante el cual
una compañía instaura un sistema de gestión formal para establecer y alcanzar metas
ambientales. Existen dos tipos de metas ambientales: las previstas en la legislación y las
metas adicionales que la compañía establezca para sí misma.
336
Beneficios potenciales asociados a un Sistema de Gestión Ambiental ISO 14001
Un sistema de gestión ambiental basado en la norma ISO 14001 presenta, entre otros,
los siguientes beneficios:
337
ejemplo, la producción de desechos sólidos durante las operaciones forestales. Un as-
pecto ambiental es significativo cuando tiene o puede tener un impacto ambiental signi-
ficativo. Por ejemplo, un desecho sólido no peligroso podría tornarse significativo si la
organización lo juzga necesario.
En Chile varias instituciones han elaborado Códigos de Buenas Prácticas que tienen
como foco las actividades agrícolas y forestales, entre otras.
Acuerdos de producción limpia. Según la norma chilena oficial NCh. 2796 Of 2003,
un Acuerdo de Producción Limpia (APL) es un convenio celebrado entre un sector
empresarial, empresas y los organismos públicos con competencia en las materias del
acuerdo, cuyo objetivo es aplicar producción limpia a través de metas y acciones espe-
cíficas.
Estos acuerdos se caracterizan porque son suscritos por una asociación empresarial re-
presentativa del sector y por cada empresa individualmente, así como por cada institu-
ción pública competente en las materias comprometidas en el convenio, estableciendo
al mismo tiempo un plazo determinado para cumplir las metas y acciones. El objeti-
vo general de los APL es servir como un instrumento de gestión que permite mejorar
las condiciones productivas, ambientales, de higiene y seguridad laboral, de eficiencia
energética, de eficiencia en el uso del agua y otras materias abordadas por esta herra-
mienta, de las empresas de un determinado sector productivo que lo suscriben.
Los APL tienen respaldo gubernamental, a través de normas oficiales del Estado de Chi-
le, que permite acreditar ante otros estados el cumplimento de las iniciativas. Además
permiten disminuir brechas tecnológicas entre empresas de un mismo sector productivo
frente a mercados globales.
338
largo plazo de los ecosistemas forestales, preservando sus características ecológicas,
económicas, sociales y culturales para beneficio de generaciones presentes y futuras.
Para certificar una UMF se realiza una auditoría por terceros. Un estándar de manejo fo-
restal sustentable debe ser visto como una herramienta complementaria a la Norma ISO
14001, pero de naturaleza prescriptiva. El estándar garantiza que las empresas certifi-
cadas cumplan con un nivel específico de prácticas forestales internacionalmente reco-
nocidas y adaptadas a la realidad nacional del país, más allá de los requisitos básicos de
la ISO 14001. Un estándar ayuda a identificar las organizaciones con alto compromiso
ambiental y un muy buen desempeño forestal. En la mayoría de las empresas forestales
medianas y grandes, la experiencia internacional muestra que es imprescindible contar
primero con un sistema de gestión ambiental ISO 14001, para luego poder seguir con
la implementación y certificación de cualquier sistema de manejo forestal sustentable.
339
FOR y CORFO, y homologado por el PEFC (Programa para la Homologación de Sis-
temas de Certificación Forestal) en octubre de 2004 (Cubbage et al. 2010). El PEFC
es una organización no gubernamental, independiente, sin fines de lucro y de ámbito
mundial, que promueve el MFS con el fin de lograr el equilibrio ambiental, social y eco-
nómico de la industria forestal y de productos madereros. PEFC reconoce y homologa
sistemas nacionales de certificación forestal, siendo éstos desarrollados con la partici-
pación de las partes interesadas y adaptados a las realidades y prioridades de cada país.
Es el sistema de certificación forestal con mayor superficie certificada a nivel global,
equivalentes al 67 por ciento de la superficie certificada (244 millones de hectáreas).
PEFC está presente en 37 países y reconoce 33 sistemas nacionales de certificación
forestal (CERTFOR 2015).
Las empresas forestales del país adscritas al sistema CERTFOR son Forestal Arauco
S.A., con un patrimonio total certificado de 1.116.180 ha; Forestal Mininco S.A. con
693.658 ha; Forestal Anchile Ltda. con 58.544 ha y Volterra S.A. con 19.086 ha; además
de un grupo de 20 propietarios (Grupo Mininco de Certificación Forestal), con un total
de 38.636 ha, certificados en Manejo Forestal Sustentable para Plantaciones (CERT-
FOR 2015). Esto lo convierte en el mayor sello de certificación de Chile, consolidando
la tendencia internacional (Cubbage et al. 2010).
340
nejo forestal deben respetar usos y costumbres tradicionales y derechos de las comuni-
dades aledañas, mantener relaciones de buena vecindad con ellas y apoyar el desarro-
llo de capacidades que contribuyan al mejoramiento de su calidad de vida.
341
•• En el indicador 4.3.2 (los caminos se construyen y mantienen de modo de minimi-
zar la erosión y arrastre de sedimentos a cursos de agua) se verifica si hay erosión
importante en caminos y sus alrededores, si hay existencia de un programa de man-
tención de caminos, si los caminos cruzan ríos y drenajes con el ángulo apropiado,
si existen alcantarillas con una capacidad adecuada al flujo de agua, y si las alcanta-
rillas se encuentran en buen estado.
•• En el indicador 4.3.3 (los caminos se usan bajo las condiciones para los cuales fue-
ron diseñados) se verifica si se respetan las condiciones de diseño y estacionalidad
de uso.
Las Figuras 12.1 a 12.3 ilustran el resultado alcanzado con la implementación de esos
indicadores.
Figura 12.1. Preservación de la calidad del agua en predios forestales mediante cons-
trucción de alcantarillas.
Fuente: Dube et al. (2004).
342
Figura 12.3. Control de la erosión, del arrastre de sedimentos y de los desmoronamien-
tos en caminos forestales mediante programa de mantención.
Fuente: Dube et al. (2004).
Los indicadores 4.1.2 y 4.2.7 requieren la existencia de una cartografía que identifica
las características de los cursos y masas de agua, y que los desechos de cosecha sean
dispuestos en el sitio de modo tal que permita el reciclaje de nutrientes y evite la erosión
del suelo, respectivamente. El indicador 4.5.5 requiere que se dejen franjas de protec-
ción a orillas de cursos o masas de agua. Su ancho debe estar relacionado con el tipo de
cauce, la pendiente del terreno y las necesidades de calidad de este recurso aguas abajo.
La Figura 12.4 muestra los requerimientos de dichos indicadores.
Figura 12.4. Fotografía aérea ilustrando cómo se puede controlar la erosión mediante
la preservación de franjas de vegetación natural en la orilla de los cursos de agua y dis-
posición de los desechos de corte siguiendo las curvas de nivel.
Fuente: Dube et al. (2002).
343
Conclusión
Los indicadores son la “sustancia” de cualquier tipo de estándar de certificación fores-
tal. Deben ser comprensibles, fiables, medibles, previsibles, económicos y dinámicos.
No obstante, los indicadores son sólo herramientas. Su verdadero valor proviene de lo
que se aprendió con el paso del tiempo y de cómo se interpreta, se analiza y se incor-
pora este aprendizaje en un proceso de toma de decisión, de planificación y de manejo
forestal adecuado.
Cadena de custodia
344
zados para la identificación (e.g. etiquetado del material certificado) y segregación
(e.g. áreas separadas para material certificado).
a) Separación Física.
b) Control de Inventarios y Flujos de Madera.
345
a) Porcentaje Directo.
b) Porcentaje Promedio Móvil.
346
al volumen de materias primas/productos forestales certificados que ingresa al proceso
(grupo de productos de entrada).
La empresa decide los productos del grupo de productos que reciben el atributo de cer-
tificado y el porcentaje asignado a éstos, resguardando que el volumen de producción
certificada multiplicado por el porcentaje asignado por la empresa sea equivalente al
volumen de materias primas/productos forestales certificados que ingresan al proceso.
Sin embargo, para que esto suceda los productos dentro de un grupo de productos deben
tener ciertas características:
Las organizaciones que certifiquen CdC podrán optar por cualquiera de estas modalida-
des, ciñéndose a las exigencias definidas en este Estándar. El principio 3 se ocupa de los
requerimientos de estas modalidades. Los aspectos generales tales como documentos,
registros, procedimientos de entrada y salida, entre otros, se enuncian en los Principios
1, 2 y 4, y son válidos para ambas modalidades (CERTFOR 2013d).
347
primas/productos; b) Cuando se elige la modalidad de Control de Inventario, existe un
sistema que vincula los ingresos de materias primas/productos forestales certificados
con los productos finales, y es capaz de determinar el porcentaje de certificación del
producto.
PRINCIPIO 4: Existe un sistema para asegurar que todos los productos forestales que
salen de la Cadena de Custodia como “certificado” estén adecuadamente documenta-
dos y es posible prevenir la sustitución de productos forestales certificados por otros
productos.
La enmienda 2013 del Estándar CERTFOR de Cadena de Custodia reconoce las si-
guientes categorías de materias primas/productos forestales:
La organización no podrá usar madera conflictiva, es decir madera que ha sido comer-
cializada en algún punto de la cadena de custodia por grupos armados, ya sean facciones
rebeldes o soldados regulares, o por una administración civil que participa en conflictos
armados o sus representantes, bien para perpetuar el conflicto, bien para aprovecharse
del mismo de forma personal. Por otra parte, la organización no deberá incluir en pro-
ductos cubiertos por su SDD de CERTFOR/PEFC materia prima forestal procedente
de organismos genéticamente modificados. Finalmente, no deberá incluir en productos
cubiertos por su SDD materia prima forestal procedente de la conversión de bosques
348
en otro tipo de vegetación, incluyendo la conversión de bosques primarios en bosques
plantados (CERTFOR 2013c).
Conclusiones
Referencias
349
Martínez H. 2001. La certificación forestal y cadena de custodia. Aspectos técnicos y
retos para su puesta en práctica. Buenos Aires, Argentina. Ministerio de Agricul-
tura. 41 p.
350
13. Sistemas agroforestales - Estudio comparativo
de productividad entre sistemas silvopastoriles
y bosques plantados
Francis Dube
Introducción
Los bosques plantados se establecen, usualmente, para producir madera de uso indus-
trial, con una sola especie y siguiendo una ordenación espacial definida; plantaciones
que son manejadas intensivamente. También pueden establecerse en combinación con
especies agrícolas y/o ganado para generar diferentes tipos de productos en una ocupa-
ción más plena del sitio. Son los llamados cultivos agroforestales.
Los árboles han sido utilizados en sistemas de cultivos desde el inicio de la agricultura.
Una de las primeras descripciones de uso múltiple de árboles en Sistemas Agrofores-
tales (SAF) en antiguas escrituras indígenas (1000 a.C.), mencionan el uso múltiple de
Prosopis cineraria como fuente de forraje. Escritores de la época romana describían una
gran variedad de sistemas agroforestales, entre los cuales la combinación de árboles y
ganado (MacDicken y Vergara 1990, Nair 1993).
Alrededor del año 7000 a.C., durante el período Neolítico, nace la práctica agrícola de
corte de árboles, quema de desechos y siembra posterior de cultivos agrícolas en los
suelos enriquecidos con cenizas. La combinación del empobrecimiento de los suelos,
causado por la erosión y por la extracción de nutrientes a través de las cosechas y de la
invasión de malezas, forzó a los campesinos a mudarse a nuevos sitios y repetir nue-
vamente el proceso, que se conoce como agricultura migratoria (shifting cultivation).
La agricultura migratoria era una práctica común en Europa hasta la era medieval. En
algunos casos, los árboles fueron plantados antes, al mismo tiempo o luego de la siem-
bra del cultivo agrícola. Este sistema ha sido bastante utilizado en Finlandia hasta fina-
les del siglo XIX y practicado en algunos lugares de Alemania hasta 1920 (Nair 1993).
No fue sino hasta la década de los ’70 que se inician acciones para desarrollar prácticas
agroforestales mejoradas. Se crea un consejo internacional de investigación en Sistemas
351
Agroforestales (SAF) y posteriormente el International Council for Research in Agro-
forestry (ICRAF), hoy conocido como World Agroforestry Center. La investigación en
SAF se desarrolló rápidamente desde inicios de 1980 y permitió una mejor comprensión
de esta ciencia. La investigación procuraba conocer los SAF tradicionales y desarrollar
el método Taungya. En la década de los ’90, las investigaciones se orientaron a solucio-
nar los problemas de producción agrícola (conservación de suelos, baja productividad y
degradación de áreas de pastoreo) y a desarrollar alternativas para la producción forestal
(MacDicken y Vergara 1990, Nair 1993).
•• Son sistemas viables de uso del suelo que combinan, simultánea o secuencialmente,
cultivos agrícolas, arbóreos y plantas forrajeras y/o animales, aplicando prácticas de
manejo compatibles con la cultura de la población local (Bene et al. 1977).
•• Plantación deliberada de árboles o de otras plantas leñosas perennes, con cultivos
agrícolas y/o animales, en la misma unidad de tierra o en alguna otra forma de arre-
glo espacial o temporal (Nair 1984, Nair 1993).
Clasificación
Los sistemas agroforestales se clasifican (Combe y Budowski 1979, MacDicken y Ver-
gara 1990, Nair 1993) como:
•• Sistemas silvoagrícolas.
•• Sistemas silvopastoriles.
•• Sistemas agrosilvopastoriles.
352
ᴼᴼ Cultivos intercalados: establecimiento de árboles en hileras o fajas con cultivos
agrícolas.
ᴼᴼ Árboles de uso múltiple en áreas de cultivos: árboles plantados aleatoriamente o
en bordes, terrazas o fajas.
ᴼᴼ Cultivos arbóreos con cultivos agrícolas: plantaciones multiestratificadas con ár-
boles para sombra, cultivos arbóreos y herbáceos.
ᴼᴼ Jardines domésticos: combinación multiestratificada de árboles y cultivos agríco-
las alrededor de viviendas.
ᴼᴼ Árboles para mejora o conservación del suelo: árboles plantados en fajas y te-
rrazas.
ᴼᴼ Cercas vivas y cortinas cortaviento: árboles plantados alrededor de cultivos di-
versos.
Sistemas silvoagrícolas
En el secano interior de las Regiones del Libertador General Bernardo O’Higgins y del
Maule, sistemas silvoagrícolas con Eucalyptus camaldulensis y Pinus radiata y cultivos
agrícolas intercalados, se han utilizado con el objetivo de controlar la erosión avanzada
de suelos (debilitados por una agricultura intensiva) y para el cultivo de cereales y forra-
jeras de forma sustentable. Para ello se realizan varias obras de control de erosión, tales
como zanjas de infiltración, canales de desviación, empalizadas y diques de contención.
La Figura 13.1A ilustra un sistema silvoagrícola con plantación de pino radiata y siem-
353
bra de trigo intercalado con pradera natural para producción de forrajeras.
En el centro oeste de Brasil, cultivos de Eucalyptus sp. con maíz (Figura 13.1B) son
cada vez más frecuentes como alternativa de uso más eficiente y sustentable del suelo.
A B
Figura 13.1. (A) Sistema silvoagrícola con plantación de pino radiata y siembra de trigo
intercalado con pradera natural. (B) Maíz creciendo entre hileras de eucalipto (CMM,
Minas Gerais, Brasil).
Cortinas cortaviento
Una cortina cortaviento consiste en una plantación de una o más hileras de árboles dis-
puestos en forma perpendicular al viento, alrededor de cultivos agrícolas, construccio-
nes rurales, etc., para disminuir la intensidad de los vientos fuertes, entregar protección
a los cultivos o ganado y proteger el suelo contra la erosión.
En Canadá, cortinas cortaviento formadas por especies como Pinus strobus y Picea
glauca e híbridos de Populus sp., frecuentemente son utilizadas para disminuir las acu-
mulaciones de nieve en las carreteras. En la ex Unión Soviética, más de 1 millón de km
de cortinas cortaviento han sido plantadas desde 1930 (Dube 1999).
354
13.2 ilustra el efecto de varios tipos de cortinas cortaviento en cuanto a su permeabili-
dad, sobre la reducción de la velocidad del viento.
Las cortinas cortaviento son también usadas para proteger los sistemas de crianza de ga-
nado. La protección contra el viento y la nieve puede reducir el estrés animal y mejorar
su salud, disminuir la mortalidad y los costos de alimentación, y mejorar el acceso del
ganado a los pastizales y otros sitios para su alimentación (Garrett et al. 2000). Hay dos
tipos de cortina cortaviento para producción animal:
•• “Feedlots”: Son diseñados para garantizar el drenaje adecuado y el acceso para eli-
minar las grandes cantidades de residuos de origen animal. Se ubican generalmente
cerca de la infraestructura de un predio y se utilizan durante casi todo el año.
•• Cortinas cortaviento ubicadas en plena pradera que son usadas intermitentemente
por el ganado como abrigo durante los períodos con condiciones climáticas adversas.
Sistemas silvopastoriles
Bajo ciertas condiciones edafoclimáticas y ambientales (e.g. suelos erosionados, zonas
frías y vientos fuertes, pendiente pronunciada) los sistemas silvopastoriles han mostra-
do ser muy ventajosos:
355
cias Forestales de la Universidad de Concepción, en la pre Cordillera de los Andes,
Región del Biobío, se instaló un ensayo silvopastoril intensivo de gran escala (Dube
et al. 2016). Los principales objetivos específicos de este proyecto son: (i) rejuvene-
cer eficazmente con especies nativas el recurso forestal sobremaduro; (ii) evaluar la
cantidad y calidad del pasto sembrado bajo diferentes grados de cobertura arbórea y
su efecto sobre la producción animal, y (iii) asesorar el establecimiento de módulos
silvopastoriles en las propiedades de las comunidades aledañas al predio, que per-
mitan unir experiencia campesina e innovación científica. Se identificaron 3 grados
de cobertura, a saber: abierto, semiabierto y semicerrado, en una superficie de 24 ha.
Se establecieron plantaciones complementarias con plantas de roble y raulí de entre
1,0 y 1,6 m de altura, debidamente protegidas. Previo a la siembra de mezclas entre
gramíneas y leguminosas para el silvopastoreo, se preparó el suelo con un arado cin-
cel y se fertilizó. Se cercaron todas las parcelas para poder establecer un sistema de
pastoreo rotativo, además de proteger las quebradas y cursos de agua con alambres.
Simultáneamente, se prepararon áreas de producción de fardos de avena-vicia (6 ha)
para asegurar la alimentación del ganado bovino en invierno. Los principales resul-
tados esperados son: (i) identificación de los beneficios del pastoreo rotativo para la
pradera y el suelo, además de la producción anual de avena y vicia para producción
de fardos como forraje invernal; (ii) imposición de elementos de sustentabilidad en
el uso pastoril de robledales de la Región; (iii) mejora de la calidad de vida y del
bienestar de los productores rurales, usando los conocimientos adquiridos del siste-
ma silvopastoril propuesto, y (iv) aporte de herramientas para CONAF para evaluar
la sustentabilidad de actividades de silvopastoreo para reglamentar el aprovecha-
miento inadecuado del bosque nativo con respecto a este uso no maderero.
356
ganancia promedia diaria de 380 g de peso vivo. Este ensayo fue acompañado por un
meticuloso monitoreo de factores microclimáticos.
•• Peri (2012) y Peri et al. (2016) señalan que en la Patagonia Argentina aproximada-
mente el 70 por ciento de los bosques de Nothofagus, específicamente de ñirre (No-
thofagus antarctica), tienen algún uso silvopastoril. La principal silvicultura aplicada
en estos bosques consiste en raleos, con 40 a 70 por ciento de remoción de cobertura
de copa según la calidad de sitio (régimen de precipitaciones). La producción gana-
dera se sustenta en un pastizal natural de Festuca sp., Poa sp., Deschampsia sp. y
Carex sp., y especies naturalizadas de alto valor forrajero como Dactylis glomerata,
Holcus lanatus, Trifolium pratense y T. repens. El tipo de animal es principalmente
el ganado bovino (Hereford) y producción mixta (bovino con ovino Corriedale), con
una carga promedio de 0,65 ± 0,15 ovinos ha-1. Los bosques de ñirre proveen de pro-
tección al ganado de los fuertes vientos y/o bajas temperaturas en época de parición
y/o forraje de calidad. Las principales limitantes para el desarrollo de este tipo de
sistema es la falta de planes de manejo que incluyan ajustes de carga animal, conec-
tividad para la fauna silvestre, continuidad de la regeneración arbórea y cuidado de
los recursos hídricos.
•• En Nueva Zelandia, los sistemas silvopastoriles con ovejas tienen ventajas sobre la
plantación tradicional, siempre y cuando: a) los espaciamientos sean mayores, b)
las podas más frecuentes, c) el raleo más temprano y d) las rotaciones más cortas
(Schreiner 1991). La introducción de ovejas en plantaciones de pino radiata de más
de 1 m de altura ha mostrado ser efectiva para el control de la vegetación competitiva
(Almeida 1990, Goh et al. 1996).
De esta forma, raleos y podas deben efectuarse periódicamente para que penetre sufi-
ciente luz solar hasta el sotobosque, favoreciendo así la actividad microbiológica, el
ciclaje de nutrientes y el crecimiento de la pradera. La densidad inicial de plantación
puede variar entre 400 - 1.000 arb ha-1, con una densidad final entre 150 - 250 arb ha-1,
357
dependiendo de la especie forestal a utilizar. Se recomienda conservar una cobertura de
copa entre 35 y 40 por ciento para beneficiar la pradera (RAN 2004). La Figura 13.3
muestra esta práctica con Eucalyptus sp. y ovejas para la producción de lana, en Brasil.
La intensidad del pastoreo se debe controlar para proteger los árboles y las plantas
forrajeras. El control se realiza a través de un régimen de adecuación de la presión de
pastoreo, tal como el pastoreo con rotación periódica de los animales para evitar el so-
brepastoreo.
Sistemas agrosilvopastoriles
La utilización de sistemas agrosilvopastoriles, con cultivos intercalares en plantaciones
de álamo y eucalipto, es una práctica bastante común, que se realiza con el objetivo
de utilizar el espacio de terreno descubierto que queda entre las hileras de los árboles.
Especies de estos géneros han sido establecidas en hilera a orillas de caminos, rodeando
los sectores donde se realizan cultivos, como deslindes, cercos vivos o cortinas.
Entre los cultivos asociados a plantaciones con álamo, se encuentran hortalizas, cereales
o especies forrajeras. Por ejemplo, remolacha, maíz, trigo, papas, porotos, soja, algodón
358
y sandía. El aporte de fertilizantes y el laboreo del suelo del cultivo agrícola, tiene un
efecto positivo para el álamo, el que a su vez los protege del viento (RAN 2004).
A B
C D
Figura 13.4. Sistema agrosilvopastoril con álamos híbridos. (A) Siembra de hortalizas
entre hileras de álamo. (B) Pasto creciendo entre hileras de álamo, podados hasta una
altura de 6 m. Se puede apreciar la cantidad de luz disponible en el sotobosque. (C)
Residuos de cosecha agrícola dejados entre hileras de álamo (labranza mínima) como
medio de protección y conservación del suelo. (D) Cosecha del álamo como último
componente del sistema agrosilvopastoral. Se puede apreciar la proporción de copa viva
de los árboles (Compañía Agrícola y Forestal El Álamo).
359
b) Sistemas agrosilvopastoriles con eucaliptos
En el sureste de Brasil se han usado con éxito clones híbridos de Eucalyptus sp. bien
adaptados a las condiciones edafoclimáticas locales, con cultivos anuales intercalados
en los primeros años de establecimiento del bosque, seguidos posteriormente por la
siembra de forrajeras perennes para engorde de ganado. Estas prácticas permiten amor-
tizar los costos iniciales de implementación y mantenimiento de las plantaciones fo-
restales, generando un flujo constante de dinero en efectivo a lo largo del período de
crecimiento del bosque, además de proporcionar ingresos complementarios (Oliveira y
Macedo 1996).
A B
360
Para disminuir los efectos de la competencia del eucalipto con los cultivos agrícolas
y proporcionar mayor valor agregado a los fustes, los árboles son podados a los dos
años de edad hasta una altura de 4 m. En el tercer año, en los módulos con pastura, se
manejan animales para engorda y se realiza una segunda poda hasta una altura de 6 m
(Figuras 13.6 y 13.7).
A B
Figura 13.6. (A) Siembra de Brachiaria brizantha entre las hileras de eucaliptos, poda-
dos hasta una altura de 4 m desde el suelo. (B) Pasto de Brachiaria brizantha formado
entre las hileras de eucaliptos, podados hasta una altura de 4 m (CMM, Minas Gerais,
Brasil).
Figura 13.7. Inicio del sistema silvopastoril, con bueyes pastoreando forrajeras peren-
nes en una plantación de eucalipto (CMM, Minas Gerais, Brasil).
Ventajas biológicas
361
b) Mejoramiento de las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo: Los árbo-
les promueven el reciclaje de nutrientes en las capas más profundas del suelo hacia
las capas superficiales, vía translocación de esos nutrientes en las ramas, hojas y
otras partes de la planta que, al caer posteriormente al suelo, originarán un aumento
de la cantidad de materia orgánica.
c) Aumento de la productividad: La producción integrada de los SAF es frecuentemen-
te superior a los monocultivos.
d) Control de la erosión del suelo: Los SAF que incluyen cultivos intercalares entre
árboles, pueden reducir el impacto de las lluvias y los riesgos de erosión del suelo.
e) Reducción de las variables microclimáticas: El dosel de las copas de los árboles en
SAF funciona como protector del suelo contra la radiación solar directa durante el
día e impide que se pierda energía durante la noche, disminuyendo las amplitudes de
variación de temperaturas y humedad locales.
f) Reducción del riesgo de pérdida de producción: La biodiversidad inherente a un
SAF puede reducir el riesgo de pérdida de producción debido al ataque de plagas y
enfermedades o a condiciones climáticas desfavorables.
g) Tutor o soporte para trepadoras: Los árboles pueden funcionar como tutores o so-
portes para especies trepadoras de valor económico.
h) Uso adecuado del sombreado: Principalmente en lugares donde las condiciones del
suelo no son adecuadas, cuando las lluvias son muy abundantes o cuando la tempe-
ratura es muy alta.
Ventajas socioeconómicas
a) Aumento de las oportunidades económicas por unidad de superficie: Los SAF au-
mentan los retornos financieros del productor rural.
b) Mayor variedad de productos y/o servicios: La utilización de SAF permite la obten-
ción de un número mayor de productos y/o servicios a partir de una misma área de
tierra, cuando se compara con monocultivos.
c) Mejora de la alimentación y de la nutrición humana: La gran diversidad de plantas y
las diferentes alternativas de asociación de especies agrícolas con árboles y especies
arbustivas permiten la obtención de varios productos para el consumo humano.
d) Diversidad de cultivos y reducción de riesgos: La gran diversidad de plantas y las
diferentes alternativas de asociación de especies agrícolas con árboles y especies
arbustivas permiten la obtención de una variada gama de productos.
e) Amortización de los costos de plantación y mantenimiento forestal: Los costos de
establecimiento de plantaciones forestales pueden ser reducidos cuando otros culti-
vos son establecidos simultáneamente, o si se utilizan asociaciones con bovinos y
ovinos.
f) Aumento y mejora de la distribución de mano de obra rural a lo largo del año: Hay
aumento de la demanda y mejor distribución de la mano de obra a lo largo del año,
en comparación con los monocultivos.
g) Reducción de las necesidades de control de malezas: La presencia de cobertura arbó-
rea puede reducir la radiación solar a nivel de la superficie del suelo, disminuyendo,
por consiguiente, el crecimiento de hierbas invasoras no tolerantes a la sombra.
362
h) Contribución al manejo del paisaje: La recomposición paisajística de un área de-
gradada puede ser mejorada con sistemas agroforestales, pues éstos proporcionan
mayor diversidad cultural y belleza escénica que los monocultivos arbóreos.
Desventajas biológicas
Desventajas socioeconómicas
a) La producción total de los sistemas agroforestales puede ser menor que la de mo-
nocultivos.
b) Los sistemas agroforestales son más complejos y menos extendidos que los mono-
cultivos.
c) Usualmente es escaso el personal capacitado para trabajar en los sistemas agrofo-
restales.
363
Estudio comparativo de productividad entre sistemas silvopastoriles y bosques
plantados
Introducción
Se estima que entre 1850 y 2014 la concentración atmosférica de CO2 aumentó de 280
a 400 ppm, siendo el incremento de 5 por ciento en los últimos 10 años (Tans 2010).
Cambios en los usos del suelo (e.g. deforestación) y la combustión de energías fósiles
son dos factores antropogénicos que han contribuido a este incremento.
Barker et al. (2007) plantean que el uso de sistemas agroforestales en tierras agrícolas
degradadas tiene un enorme potencial de secuestro de carbono. Los árboles, por su na-
turaleza perenne actúan como sumidero de CO2 atmosférico de largo plazo. Por lo tanto,
la introducción de árboles de rápido crecimiento en sistemas de cultivo agrícola, sobre
todo cultivos perennes, puede aumentar la captura de carbono e incrementar a corto
plazo los sumideros terrestres (Nair et al. 2010). Una serie de estudios realizados en
regiones templadas del mundo han demostrado que los sistemas agroforestales pueden
secuestrar más C que los monocultivos agrícolas, praderas y plantaciones forestales y,
por lo tanto, son considerados sumideros reales de carbono (Dube et al. 2011, Peichl et
al. 2006).
En regiones remotas como la Patagonia chilena, que se caracteriza por sus extensas pra-
deras degradadas y sus suelos volcánicos erosionados, varios pequeños y medianos pro-
ductores tienen cada vez más dificultades para mantener la productividad de sus sitios
de cría de ganado, una actividad tradicional que es también a veces su única fuente de
ingresos. Ya que pocos de ellos pueden cambiar de rubro para dedicarse exclusivamente
a la actividad forestal, el Instituto Forestal de Chile (INFOR) incentiva la adopción de
sistemas silvopastorales, como una práctica más sustentable del uso de sus tierras, a fin
de cubrir sus necesidades socioeconómicas y, a su vez, contribuir con la mitigación del
aumento de la concentración de CO2 atmosférico (Teuber y Ganderats 2009).
364
En la Región de Aysén los pastizales cubren más de 1 millón de hectáreas y los bosques
plantados con especies exóticas un área superior a 40.000 ha (INFOR 2015).
Para ello se evaluó el potencial de captura de C (sobre y bajo tierra) en dos ecosistemas
establecidos sobre suelos volcánicos degradados en la Patagonia Chilena. Los objetivos
del estudio fueron: 1) medir el tamaño de las reservas de C presentes en una plantación
raleada y podada de Pinus ponderosa de 18 años de edad (PPP; Figura 13.8A) y en un
sistema silvopastoral con pinos (SPS; Figura 13.8B) con fajas de praderas de 21 m de
ancho establecidas entre fajas de árboles de 6 m de ancho y 2), determinar el efecto de
las leguminosas Trifolium spp. sobre el crecimiento del componente arbóreo.
A B
Figura 13.8. Parcelas permanentes establecidas en (A) una plantación podada y raleada
de Pinus ponderosa (PPP) y (B) un sistema silvopastoral con vacas Angus Negro pasto-
reando entre hileras de pino (SPS).
Fuente: (Dube et al. 2011).
Las concentraciones de C en PPP fueron Conos > Acículas > Ramillas > Raíces > Ramas
> Troncos, y Total aéreo > Total subterráneo. Se detectaron diferencias significativas
entre Conos y Ramas y entre Troncos y Raíces; Acículas fue también estadísticamente
diferente de Ramas y Troncos. En SPS, las concentraciones relativas de C en los com-
ponentes arbóreos individuales fueron Acículas > Conos > Ramas > Ramillas > Raíces
> Troncos, y Total aéreo > Total subterráneo. Acículas fue estadísticamente diferente de
todos los componentes del árbol salvo Conos. Tanto en PPP como en SPS, Troncos fue
el componente con la menor concentración de C.
365
Tabla 13.1. Concentraciones (%) y stocks (kg arb-1 y kg ha-1) de carbono en diferentes
componentes arbóreos en plantaciones de Pinus ponderosa (PPP) de 18 años y sistemas
silvopastorales con pinos en fajas (SPS) en la Patagonia chilena (promedio ± desviación
estándar).
Total aéreo 53,7 ± 0,4 a ABC 53,8 ± 0,4 a B 38,4 ± 13,2 a 53,1 ± 12,7 b 30683 ± 10577 a 21247 ± 5086 b
Total subterráneo 53,2 ± 1,3 a BCD 52,5 ± 1,4 a BC 21,3 ± 2,4 a 23,4 ± 4,8 a 17057 ± 1922 a 9372 ± 1912 b
Total árbol 53,6 ± 0,5 a 53,6 ± 0,4 a 59,7 ± 15,5 a 76,5 ± 17,3 b 47740 ± 12379 a 30619 ± 6902 b
Valores con la misma letra minúscula en un mismo componente arbóreo y entre tratamientos (PPP y SPS)
por grupo (%, kg arb-1 o kg ha-1) no son significativamente diferentes (Test t de Student, **P < 0,01). Valo-
res con la misma letra mayúscula en una columna y entre componentes arbóreos (troncos, ramas, ramillas,
acículas, conos, raíces) o entre totales (total aéreo y subterráneo) no son significativamente diferentes (Test
HSD de Tukey, *P < 0,05).
Fuente: Dube et al. (2012).
En una base por árbol, el stock de C fue mayor en todos los componentes de SPS al com-
pararlos con los de PPP (Tabla 13.1 y Figura 13.9A), pero se encontraron diferencias
significativas sólo en Ramillas (61 por ciento mayor), Acículas (76 por ciento) y Conos
(100 por ciento), Total aéreo (38 por ciento) y Total árbol (28 por ciento). En PPP y SPS,
respectivamente, el 64 y 69 por ciento del C total del árbol se almacenó como biomasa
aérea, y el porcentaje restante, 36 y 31 por ciento, en el sistema radicular. Además, el
32 y el 39 por ciento del C total en PPP y SPS, respectivamente, se almacenó en Ramas,
Ramillas, Conos y Acículas, los que conjuntamente representan un aporte potencial de
C al stock de C del suelo vía caída de litera foliar y poda (Tabla 13.1; Figura 13.9B)
(Dube et al. 2012).
366
A
367
Dada las diferencias de densidad de los árboles entre tratamientos, era esperable encon-
trar mayores cantidades de C por hectárea en PPP que en SPS (Tabla 13.1). Sin embar-
go, las mayores dimensiones de los árboles en SPS explican que éstos secuestren un 38
y un 28 por ciento más C en la biomasa aérea y total, respectivamente, en comparación
con PPP; ello sugiere que un incremento moderado en la densidad arbórea con una leve
modificación al diseño del sistema podría aumentar aún más la tasa de secuestro de C en
los componentes del árbol. También, el uso de especies de rápido crecimiento con altos
potenciales de secuestro de C, como los álamos (Populus spp.), podría permitir mayores
almacenamientos de C en períodos más cortos (Peichl et al. 2006).
Crecimiento y productividad
Los resultados de los inventarios forestales anuales realizados durante el período ex-
perimental (2007-2009) a fin de comparar el crecimiento de los árboles bajo diferentes
escenarios de manejo, se presentan en la Tabla 13.2. En términos generales, el Dap
aumentó aproximadamente 1 y 2 cm por año en PPP y SPS, respectivamente, y fue sig-
nificativamente mayor cada año en SPS que en PPP (5, 6 y 8 por ciento, respectivamen-
te). Al comparar la altura total (Ht), no se registraron diferencias significativas, aunque
los árboles en SPS eran en promedio 20 cm más altos. En términos de área basal (AB),
aunque SPS tuvo una tasa de ganancia mayor debido al mayor incremento en diámetro
de los árboles, éste es significativamente menor a PPP en un 80, 77 y 69 por ciento en
2007, 2008 y 2009, respectivamente.
Tabla 13.2. Incremento en diámetro altura de pecho (Dap), altura total (Ht) y área ba-
sal (AB) durante un período de dos años en una plantación de Pinus ponderosa (PPP)
y un sistema silvopastoral en fajas (SPS) en la Patagonia chilena (media ± desviación
estándar).
368
Los resultados obtenidos indican que los árboles en SPS han experimentado un mayor
crecimiento que en PPP debido a su menor densidad y a que el N adicional en el suelo
que provee la pradera compuesta por leguminosas, da como resultado el secuestro de
grandes cantidades de C. Los árboles en SPS han secuestrado casi un 30 por ciento más
de C en la biomasa total que en PPP. Un aumento moderado en la densidad arbórea, jun-
to con algunas modificaciones al diseño del sistema (arreglo espacial) podría aumentar
aún más el secuestro de C en los árboles, con el beneficio agregado de la producción
de biomasa para distintos usos (e.g. energía). Establecer nuevos SPS sobre la base de
semillas mejoradas permitiría ganar varios años de beneficios de la agroforestería com-
parado con la conversión de plantaciones ya existentes a SPS, evitando así todos los
problemas relacionados con la eliminación de los desechos de corta asociado al proceso
de conversión (Dube 2010).
Consideraciones finales
Diversos estudios realizados en regiones templadas del mundo han demostrado que
la agroforestería, como un sistema de uso integrado del suelo, posee un potencial de
secuestro de C mayor que los sistemas de monocultivo agrícolas, e incluso que los
bosques plantados (Abohassan 2004, Dube et al. 2011, Gordon y Thevathasan 2005,
Montagnini y Nair 2004, Nair y Nair 2003, Oelbermann et al. 2006, Peichl et al. 2006,
Sharrow e Ismail 2004, Thevathasan y Gordon 2004). La adopción de sistemas silvo-
pastorales en la Patagonia chilena, así como en áreas similares, es una práctica sustenta-
369
ble para optimizar la productividad del suelo, preservar e incrementar las reservas de C
(durante décadas o siglos) además de contribuir con la reducción del CO2 atmosférico.
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370
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372
14. Glosario de algunos conceptos silviculturales
Miguel Espinosa y Jaime García
Introducción
Este capítulo tiene como objetivo fundamental presentar una serie de términos fores-
tales utilizados en el texto que se definen según la legislación vigente en el país y por
aquélla propuesta por la FAO. Además de algunos otros cuya significación se considera
relevante para una correcta comprensión de la silvicultura.
373
cia de árboles y la ausencia de otros usos predominantes de la tierra. Se incluye en la
categoría de bosque a los bosques naturales y a los bosques plantados (plantaciones fo-
restales); también a rodales jóvenes en los que todavía no se ha alcanzado una densidad
de cubierta de copa del 10 por ciento o una altura de los árboles de 5 m, pues se trata de
zonas desarboladas temporalmente. El término incluye bosques utilizados con fines de
producción, protección, conservación, preservación o usos múltiples (e.g. bosques que
integran áreas protegidas, cortavientos y fajas protectoras de árboles con un ancho de
más de 20 m). El término excluye específicamente plantaciones de árboles establecidos
principalmente para la producción agrícola (e.g. plantaciones de árboles frutales y los
árboles plantados en sistemas agroforestales).
Desde el punto de vista legal, en Chile, corresponde a un sitio poblado con formaciones
vegetales en las que predominan árboles y que ocupa una superficie de por lo menos
5.000 m2, con un ancho mínimo de 40 m, con cobertura de copa arbórea que supere el 10
por ciento de dicha superficie total en condiciones áridas y semiáridas y el 25 por ciento
en circunstancias más favorables (MINAGRI 1974, MINAGRI 2008).
Bosque natural (o nativo): La legislación forestal chilena define bosque nativo como
el constituido naturalmente por especies autóctonas provenientes de generación natural,
regeneración natural, o plantación bajo dosel con las mismas especies existentes en el
área de distribución original, que pueden tener presencia accidental de especies exóticas
distribuidas al azar (MINAGRI 2008). Según FAO (2001), los bosques naturales son
bosques compuestos por árboles autóctonos, no plantados por el hombre.
374
Figura 14.1. Tipos de bosques según FAO.
Fuente: Carle y Holmgren (2008).
Como unidades de manejo, los rodales deben ser (a) fácilmente localizables y recono-
cibles en terreno; (b) de un tamaño razonable (lo que dependerá de la composición del
bosque (i.e. “valor” de las especies), de los objetivos del propietario, de la topografía
del terreno); (c) dispuestos de manera tal que las intervenciones practicadas en él (e.g.
tala rasa, aplicación de herbicidas, fertilización química) no impacten negativamente a
los rodales adyacentes.
Los rodales forestales no son unidades ecológicas “perfectas”, por lo general son esta-
blecidos por razones prácticas. Usualmente presentan una gran variación interior, dado
por accidentes naturales (e.g. diferencias en calidad de sitio, factores topográficos, zo-
375
nas ribereñas) o causados por el hombre (e.g. caminos, carreteras, tendidos eléctricos).
Esta variación no debe ser ignorada, ya que puede afectar la respuesta del rodal a los
tratamientos silviculturales. Así mismo, es también una importante tarea silvicultural
visualizar cómo afectará a un rodal –y a los que lo rodean– la ausencia de tratamientos
silvícolas.
Desde la perspectiva legal, en Chile, se trata de una agrupación de árboles que, ocu-
pando una superficie de terrenos determinada, es suficientemente uniforme en especie,
edad, calidad o estado, lo cual permite distinguirlo del arbolado contiguo (MINAGRI
1974).
Plan de manejo: Desde el punto de vista legal, en Chile, se define como el instrumento
que reuniendo los requisitos que se establecen en el D.L. 701 de 1974 y sus reglamen-
tos, regula el uso y aprovechamiento racional de los recursos naturales renovables de
un terreno determinado, con el fin de obtener el máximo beneficio de ellos, asegurando
376
al mismo tiempo la preservación, conservación, mejoramiento y acrecentamiento de
dichos recursos y su ecosistema.
Manejo (gestión) forestal sostenible: Según FAO (2015), por manejo (o gestión) fo-
restal sostenible (MFS) se entiende “el uso sostenible y la conservación de los bosques
con el objetivo de mantener y mejorar sus múltiples valores a través de la interven-
ción del hombre”. Las Naciones Unidas lo definen como “un concepto dinámico en
evolución que tiene por objetivo mantener y aumentar el valor económico, social y
medioambiental de todos los tipos de bosques, en beneficio de las generaciones pre-
sentes y futuras” (ONU 2008). Elson (2012) lo define como “el manejo de un bosque
para alcanzar un flujo continuo de productos y servicios forestales sin provocar una
reducción del valor heredado del bosque y productividad futura, y sin provocar efectos
no deseados en el ambiente físico y social”, integrando conceptos de productividad
sostenida y producción forestal sustentable. El MFS es un concepto multidimensional,
ya que incorpora los tres pilares de la sostenibilidad: los aspectos económicos, sociales
y ambientales. La dimensión ambiental, cuyo objetivo es el mantenimiento perpetuo de
los recursos; la dimensión económica, que se concretiza por la producción de bienes y
servicios, y la dimensión social, que supone la participación de las personas en los pro-
cesos de adopción de las decisiones que incumben al manejo forestal y a la distribución
de los beneficios que reportan los bosques. El propósito esencial del MFS es mantener
y aumentar el potencial de los bosques en todas las escalas (i.e. global, nacional, de
paisaje, de rodal) para asegurar la provisión de los bienes y servicios ambientales que
la sociedad requiere.
El término sostenibilidad, de amplio uso hoy en día, tiene su origen en el sector fores-
tal. En 1703 Hans Carl von Carlowitz publicaba su libro Silvicultura económica que
abogaba por la conservación, el cultivo y la utilización de la madera de una manera
continuada, estable y sostenible (Schmithüsen 2013). Si bien este concepto se desarrolló
principalmente para asegurar la producción sostenible de madera y garantizar el cum-
plimiento de objetivos económicos, ha evolucionado para abarcar, además, los valores
sociales, culturales y ambientales del bosque.
377
Ecosistema forestal: Un ecosistema forestal no es simplemente una colección de árbo-
les. Los bosques contienen componentes vivos (o bióticos) y componentes no vivos (o
abióticos). Además de árboles, la parte viva del bosque incluye hierbas, arbustos, otras
plantas, animales y microorganismos como bacterias y hongos. Las partes no vivas del
bosque incluyen árboles en descomposición en el piso del bosque (desechos orgánicos),
las rocas subyacentes de la cual el suelo está formado y el suelo mismo (su fauna, micro-
flora y rol de reservorio de carbono), que proporciona agua, nutrientes y sustento para
las plantas. La atmósfera y el clima forman parte también del ecosistema. Incendios,
heladas, sequías, tormentas de viento, erupciones volcánicas y otras perturbaciones re-
gularmente influyen en el desarrollo y crecimiento del bosque (Perry et al. 2008).
Los rodales son ecosistemas forestales. Luego cuando se analiza un rodal para determi-
nar si se intervendrá silvícolamente, se debe hacer bajo la perspectiva de un ecosistema,
esto es, analizando los componentes del sistema tanto internos como externos al rodal.
A nivel de paisaje, se pueden distinguir varios ecosistemas que interactúan entre sí,
abarcando grandes extensiones de terreno, con independencia de la propiedad de éstos.
378
Figura 14.2. Representación de cinco diferentes estructuras de rodales, mostrando su
distribución en un corte vertical y los correspondientes gráficos de distribución diamé-
trica en términos de número de árboles por hectárea. Los árboles de los tres primeros
rodales son todos de la misma especie. El cuarto contiene varias especies, de igual (clase
de) edad y el quinto de dos clases de edad.
Fuente: Smith et al. (1997).
379
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380
Índice de términos
381
élite........................................................... 160, 165
lobo........................................................... 183
selecto....................................................... 160
semillero................................................... 4, 17, 179, 379
área foliar....................................................... 69-70, 108, 110, 188, 254-257, 273, 308-309,
....................................................................... 311-312, 314, 328-329
aserrío............................................................. 58, 100, 217, 226, 229, 244, 246, 252
Asia................................................................ 8, 31
astillas............................................................ 26, 27, 269, 271-272
ataque
de Gonipterus scutellatus......................... 41
de hongos................................................. 235, 251, 258, 261
de hormigas.............................................. 40
de insectos................................................ 6, 118
de plagas y enfermedades......................... 62
Australia......................................................... 27, 39, 66, 159, 184, 241, 247, 259, 272, 274,
....................................................................... 310, 316-317, 322-324, 326
autorraleo....................................................... 184
aves................................................................ 9, 200, 202
382
plantados................................................... 1, 3-4, 6-9, 14, 18-19, 21-30, 153, 175, 179,
.................................................................. 201, 217, 271, 285, 305-328, 335, 339-340, 349,
.................................................................. 351, 364-365, 369, 374-375
prehistóricos............................................. 14
seminaturales............................................ 374
templados................................................. 13-14
Brasil.............................................................. 27, 30-31, 41-43, 68, 72, 231, 259-260, 339,
....................................................................... 354, 358, 360-361
383
captura de................................................. 37, 364
dióxido de................................................. 89, 379
secuestro de.............................................. 8, 19, 37, 364
Castanea sativa.............................................. 166
caudal
base........................................................... 308, 325-327
máximo..................................................... 307, 321
celulosa.......................................................... 21, 24, 2-28, 117, 202, 234, 267, 300, 335, 337,
345, 353
CERTFOR...................................................... 339-341, 344-349
certificación
ambiental.................................................. 74, 335
criterios de................................................ 73
de la CdC.................................................. 344
de la poda................................................. 246
del manejo forestal................................... 339, 344
China.............................................................. 27, 274
ciclo hidrológico............................................ 9, 305-306, 308, 329
clima(s)
fríos.......................................................... 98, 112, 121, 135
mediterráneos........................................... 46, 135
templado(s)............................................... 91, 112, 121, 134
clon
bancos clonales......................................... 168
bosques clonales....................................... 42
genotipo clonal......................................... 166
huertos semilleros clonales....................... 165
material clonal.......................................... 58
selección clonal........................................ 42, 167-168
tecnología clonal...................................... 7
códigos de buenas prácticas........................... 338
coeficiente de esbeltez.................................... 204
Colombia........................................................ 44, 56
comercialización............................................ 270, 344, 346
compactación
del suelo.................................................... 194, 363
superficial................................................. 62-63, 75, 139
competencia intraespecífica........................... 41, 181, 187, 193-194, 251-252
composición (de especies)............................. 179, 202, 269, 377
comunidades.................................................. 8, 24, 176, 319, 325, 340-341, 356
conicidad........................................................ 181, 188, 207
coníferas......................................................... 4, 15, 92, 94, 104, 108, 111-112, 121, 129, 131-
132, 175, 196-199, 237, 251, 291, 295, 322
consumo
de biomasa................................................ 267
de madera................................................. 26, 439
energético................................................. 135, 139, 273
hídrico....................................................... 312, 320, 327
contenedor...................................................... 58, 63, 89, 96-100, 103, 106-111, 115, 127-130,
134, 141, 143, 287
384
contenido de materia orgánica....................... 48, 62
control
de especies competidoras......................... 65
de la erosión............................................. 342-343, 362
de malezas................................................ 3, 64-67, 71-72, 137, 358, 362
de raleo..................................................... 209
de vegetación competidora....................... 58
endógeno.................................................. 251
estomático................................................. 311
mecánico................................................... 137
químico..................................................... 41
sanitario.................................................... 41
copa
clase de copa............................................. 183, 194, 197, 212, 254
viva........................................................... 184, 188-189, 220, 227, 231-232, 236, 257, 359
Cordillera de la Costa..................................... 13, 53, 62-63
Cordillera de los Andes.................................. 13-14, 62-63, 356
corta(s)
de liberación............................................. 179
de mejoramiento....................................... 180
final........................................................... 4, 270
intermedias............................................... 179-180
sanitaria.................................................... 180
corteza............................................................ 212, 221, 225, 227, 235, 258, 267-268, 290, 298
cortinas cortaviento........................................ 91, 95, 98, 101, 299, 353-355, 358
cosecha
desechos de............................................... 270, 343
edad de...................................................... 61, 272
final........................................................... 21, 70, 129, 179, 192, 195, 207, 234, 246
forestal...................................................... 74, 268-270, 363
residuos de................................................ 267-268, 271-272
sistemas de................................................ 4, 269-270
crecimiento
anual......................................................... 41, 45, 68
en altura.................................................... 102-105, 107-109, 114, 121, 134, 142-143, 188,
207, 231-233, 236, 257, 291
en diámetro............................................... 70, 107-108, 180-181, 183, 189, 191-194, 231
inicial........................................................ 89, 91, 102, 107, 119, 127, 131, 133, 137, 142,
144-146
radicular.................................................... 49-50, 91-92, 109, 111, 114, 116, 118-121, 127-
128, 131, 133-134, 144-146
tasa(s) de................................................... 21, 53, 64-65, 68-69, 74, 90-91, 137, 144, 254,
324, 329
vegetativo................................................. 136, 170, 358
cuencas hidrográficas..................................... 31, 326
cultivo(s)
agroforestales........................................... 351
anuales...................................................... 323, 360, 363
de laderas.................................................. 351
de tejidos.................................................. 159, 165, 167, 176
385
forestal...................................................... 43, 285, 289, 292, 303
silvopastoral............................................. 181
curvas
de escorrentía............................................ 316
de nivel..................................................... 343
386
E
economía
chilena...................................................... 24-25
nacional.................................................... 18, 24
ecosistemas forestales.................................... 2, 8, 339, 369, 378
edad
clases de edad(es)..................................... 328, 378-379
endurecimiento
época......................................................... 102
fase........................................................... 102-105, 112-113, 118-121, 144-146
proceso..................................................... 91, 102-105, 107-108, 112, 117-118, 120-121,
132, 135
energía(s)
alternativas............................................... 267
renovables................................................. 268, 277
empresa forestal............................................. 337, 339, 377
enfermedades................................................. 1, 5-7, 38-39, 41, 93, 95, 157, 169, 170-172,
180-181, 208, 217, 285, 362
enraizamiento................................................. 72, 117, 165-166, 312
erosión
control de.................................................. 353
de los suelos............................................. 307
efecto de la............................................... 75
eólica........................................................ 363
minimizar la.............................................. 342
problemas de............................................ 300
riesgos de.................................................. 362
escorrentía...................................................... 305-308, 310, 315-318, 320, 322, 325-329
espaciamiento................................................. 3, 181, 191, 194, 197, 199-200, 2005, 2007-208,
210, 213, 227, 253-254, 357, 359, 363
España............................................................ 139, 277
especies
comerciales............................................... 251
dendroenergéticas..................................... 274
dioicas....................................................... 177
emparentadas............................................ 172
exóticas..................................................... 3, 7, 19-20, 24, 91, 136, 159, 286, 312, 318,
320, 365, 374
forestales................................................... 39, 158-160, 168-169, 172, 175-176, 275, 289,
310, 315, 358, 363
intolerantes............................................... 4, 189, 379
introducidas.............................................. 28, 374
invasión de................................................ 9, 320
leñosas...................................................... 164
nativas....................................................... 3, 7, 24, 320, 356
tolerantes.................................................. 137, 189, 196, 199, 202, 379
esporas............................................................ 98-99, 258
esquema(s) de manejo.................................... 71, 104, 120, 204
387
establecimiento
de plantaciones......................................... 39, 56, 68, 274-275, 302, 362, 376
de plantas.................................................. 63, 89, 101, 136
Estados Unidos.............................................. 25, 27, 32, 43, 66-68, 99, 129, 159, 204, 230,
242, 267, 270-271, 277, 339, 354
estrés hídrico.................................................. 58, 103, 105-106, 110-111, 117-118, 120-121,
134, 143-144, 146-147, 295
estructura
coetánea.................................................... 4, 378
de edades del rodal................................... 3, 4
de rodales.................................................. 378
del sistema radicular................................. 110
del suelo.................................................... 74, 322, 357
espacial..................................................... 378
heteroetánea.............................................. 3-4, 378
horizontal.................................................. 378
vertical...................................................... 181, 196, 200-202, 378
eucalipto......................................................... 3-4, 20-22, 42, 194, 204, 218, 251-255, 259-
260, 269, 274, 285-286, 289, 292, 294-295,
297-302, 312, 354, 358, 360-361
Eucalyptus
E. camaldulensis....................................... 251, 275-277, 353
E. globulus................................................ 20-23, 30, 38, 40, 46, 60, 69, 91, 106-108, 110-
111, 113, 116-117, 121, 128-129, 204, 251-252,
257, 272, 274-277, 285-289, 312-315, 320,
324
E. grandis................................................. 42, 46, 48, 69-70, 251, 253, 255-257, 324
E. nitens.................................................... 20-23, 30, 41, 69, 91, 111, 191-193, 204, 229,
241, 248, 251-260, 274-276, 286, 289, 311-314
E. regnans................................................. 240-241, 251-253
Europa............................................................ 8, 31, 271, 322, 351
evaporación.................................................... 100, 111, 134, 305-307, 309-310, 325
evapotranspiración......................................... 107-108, 134, 309-311, 313, 324-329
factores
abióticos................................................... 43-44, 46, 58, 169, 285
antropogénicos......................................... 364
de clasificación de las trozas podadas...... 219
de clima.................................................... 285, 296
de cultivo.................................................. 311
de producción........................................... 361
edáficos..................................................... 5, 89, 136-137
limitantes.................................................. 38, 44, 90, 102, 105, 127, 137, 142, 145
topográficos.............................................. 375
fauna............................................................... 37, 181, 201, 357, 378
fertilización.................................................... 1, 3, 5, 58, 63, 67-72, 104, 107, 112-113, 115-
116, 120-121, 134, 139-140, 142-143, 147, 296,
302-303, 318, 329, 375
388
fertilizantes..................................................... 68-69, 72-73, 91, 95, 98-99, 116, 303, 359
fibra................................................................ 8, 39, 45, 58, 175, 218, 251-252, 275, 374
Fitzroya cupressoides..................................... 14-16
forraje............................................................. 181, 202-203, 351-354, 356-358, 360-361
forwarder........................................................ 209-211, 271-272
fósforo............................................................ 51-55, 68, 72, 285, 303
fotosintatos..................................................... 181
fotosíntesis..................................................... 43-44, 46, 104, 112, 117, 120, 144, 272
FSC................................................................ 7, 336, 339, 344, 374
fuego.............................................................. 137, 180-181, 217, 236, 251, 289
fuste
altura del................................................... 206, 257
crecimiento del......................................... 253
curvatura del............................................. 246-247
daño al...................................................... 235
forma del.................................................. 205
rectitud del................................................ 155
sinuosidad del........................................... 226, 244
389
I
390
manejo
ambiental.................................................. 100, 146, 377
coetáneo.................................................... 201
de la luminosidad..................................... 110
de residuos................................................ 59
de viveros................................................. 90
del sistema radicular................................. 92
del tallo..................................................... 108, 114, 120
extensivo................................................... 233
intensivo................................................... 37, 64, 73, 140, 211, 233
silvícola.................................................... 40, 121, 139, 170, 269, 272
unidades de............................................... 339, 375
marcadores moleculares................................. 154, 168
materia prima................................................. 18, 21, 58, 268, 272, 344-348
material certificado......................................... 344-345
material parental............................................. 51, 54-55, 68
MDF (tableros)............................................... 218
medio ambiente.............................................. 2, 23-24, 89, 97, 101, 267, 270, 335, 337
mejoramiento genético................................... 58, 153, 160
método(s)
de regeneración........................................ 3, 179
Taungya.................................................... 351-353
de raleo..................................................... 193-194, 197-201, 203
micorrizas....................................................... 140, 303
micronutrientes.............................................. 112, 116
microorganismos............................................ 51, 171, 378
micropropagación.......................................... 167
monocultivos.................................................. 352, 362-364, 369
muestreo......................................................... 92, 112-113, 140, 209, 227
391
Norteamérica.................................................. 8, 32, 176
Nothofagus..................................................... 15-16, 91, 121, 290, 356-357
Nueva Zelandia.............................................. 7, 8, 21, 28-32, 45, 66, 185, 220, 226, 230, 233-
234, 236, 242-244, 246-248, 257, 259-260, 272,
274, 313, 317, 322, 357
nutrición(al).................................................... 51-55, 58-59, 64-65, 69, 71-72, 74, 93, 95, 99,
109, 112-115, 117, 119-120, 137, 139-140, 143-
146, 329, 362
nutrientes disponibles..................................... 43, 51, 54
parcelas
de control.................................................. 209
experimentales.......................................... 156
permanentes.............................................. 234, 365
pastizales........................................................ 8, 317, 355, 357, 365, 369, 376
pastoreo.......................................................... 322, 352-353, 356-358, 363
Patagonia........................................................ 121, 356-357, 364-366, 368-369
patógenos....................................................... 39, 118, 130, 166, 168, 171-172, 202, 212, 291,
293, 295
PEFC.............................................................. 340, 344-345, 348
peso
atómico..................................................... 116, 121
específico.................................................. 155, 173-175
fresco........................................................ 169
seco........................................................... 169, 356
Picea abies..................................................... 69, 117
Picea glauca................................................... 354
pino oregón.................................................... 20, 186, 230, 239, 242, 288, 290
pino ponderosa............................................... 231, 356, 365-368
pino radiata..................................................... 3-4, 7, 20-23, 31, 39-41, 45, 47-48, 53, 57, 60,
65-67, 69, 106-107, 110-111, 114-115, 129, 167,
184-185, 188, 190-191, 194, 201, 204, 208, 211-
212, 218, 220-222, 225-228, 229-230, 233-236,
238-243, 246, 251, 257, 271-272, 287-288, 290-
291, 293, 295-299, 303, 310-320, 324, 326, 328,
353-354, 357
Pinus caribaea............................................... 115, 144
Pinus elliottii.................................................. 67
Pinus ponderosa............................................. ver pino ponderosa
Pinus radiata.................................................. ver pino radiata
Pinus silvestris............................................... 117, 232
Pinus strobus.................................................. 354
Pinus taeda..................................................... 40-41, 43, 67, 68, 226, 231-232, 271
plan de manejo............................................... 2, 376-377
392
plantación(es)
adultas....................................................... 272, 296, 302
comerciales............................................... 3, 195, 267
dendroenergéticas..................................... 56, 275, 277
de invierno................................................ 103, 135
de otoño.................................................... 134-135
de primavera............................................. 134
de verano.................................................. 134
época de.................................................... 120, 127, 133, 142, 289
forestales................................................... 23, 29, 37, 39-40, 45, 51-52, 56-58, 64, 68, 130,
140, 272, 274, 299-300, 358, 360, 362, 364,
374, 376
mixtas....................................................... 9
plantas
almacenaje de........................................... 131-132
atributos del comportamiento de las......... 145
atributos fisiológicos de las...................... 112, 118, 143
atributos morfológicos de las................... 89, 102, 105, 110, 118, 127, 140, 142-143
calidad de.................................................. 112, 115, 118-119, 127, 142
embalaje de............................................... 130
extracción de............................................ 128, 130
transporte de............................................. 96, 119, 127, 130, 132-133
PLI................................................................. 243-246
poda
altura de.................................................... 226, 229, 238-239, 241-243, 247, 249, 260
artificial..................................................... 218, 253-254, 257
costos de................................................... 236-237, 242
de ramas laterales..................................... 107-108
de tallo...................................................... 107-108, 120
del follaje.................................................. 40
efecto de la............................................... 253-254, 256-257
época de.................................................... 234-237, 258-259
esquema de............................................... 239
frecuencia de............................................ 237
herramientas de........................................ 238
intensidad de............................................. 231, 233, 236-237
oportunidad de.......................................... 226, 229, 254, 261
pudrición después de la............................ 244, 248, 251, 253-254, 257, 259
química..................................................... 109-110, 143
rendimiento de.......................................... 238, 240-241, 249, 251
tardía......................................................... 224
temprana................................................... 40, 229, 261
polinizaciones controladas............................. 155
potasio............................................................ 116, 302
preparación
de suelo..................................................... 45, 58-60, 62-64, 72, 75-76, 137, 296, 318
de sitio...................................................... 58-59, 64, 75-76, 297, 318
prescripción silvícola..................................... 4, 5, 140, 209, 338, 375, 379
prevención...................................................... 251, 337, 376
procedencia............................................................. 37-39, 41-42, 136, 153-154, 159-160, 172, 176, 312
393
productos
forestales................................................... 2, 8, 26-27, 175, 205, 345-348
no madereros............................................ 24, 374
progenie.......................................................... 161, 176
propagación vegetativa.................................. 111, 165-166
Pseudotsuga menziesii................................... ver pino oregon
pudrición de la madera................................... 251
pulpa............................................................... 7, 21, 173-174, 187, 197, 205, 218
pulpable.......................................................... 58, 192, 211, 233, 257, 269
punto de compensación de la luz................... 255
394
de inversión.............................................. 277
de pudrición.............................................. 248, 254, 257, 259
rotación
corta.......................................................... 7, 37, 56, 74, 267-268, 274-275, 277
edad de...................................................... 59, 64-65, 68-69, 161, 163-164, 192, 272
física......................................................... 190, 192
media........................................................ 41, 67, 70
395
suelo(s)
acidez del.................................................. 55
erosión del................................................ 200, 243, 262
suelos
arcillosos................................................... 62-63, 71-72, 137, 139, 292, 298, 327
franco limosos.......................................... 94
limo arenosos............................................ 92
limosos..................................................... 92, 139
sustentable
gestión...................................................... 157
manejo forestal......................................... 336, 338-340, 344, 377
productividad............................................ 37
sustitución (de bosques)................................. 17-19, 317-318
sustrato........................................................... 98, 101, 103, 105-110, 119, 133, 292
tasa
de descuento............................................. 192
de supervivencia....................................... 21, 89, 91, 102, 119, 127, 133-137, 142
textura............................................................ 48, 56, 60, 63, 72, 74-75, 92, 138-139, 324, 327
tolerancia
a la salinidad............................................. 57
a la sequía................................................. 120, 147
a la sombra............................................... 4, 137, 196, 362, 379
al estrés hídrico......................................... 106, 111, 118, 120, 134, 144, 146
al frío........................................................ 91, 106, 114, 116, 118, 120-121, 132, 146
toxicidad......................................................... 72, 99
transpiración................................................... 104, 118, 120, 132, 135, 306, 309-312, 316, 320
transporte
de plantas.................................................. 96, 119, 127, 130, 132-133
primario de residuos................................. 269
trozas podadas................................................ 219, 229, 244, 246
uso de la tierra................................................ 39, 101, 307, 309, 318-319, 321, 325, 369, 376
valor
agregado................................................... 218, 361
ambiental.................................................. 340
comercial.................................................. 3, 41, 217, 268, 270
de conservación........................................ 3, 8
de la madera............................................. 259
del suelo.................................................... 96
ecológico.................................................. 24
económico................................................ 173, 195, 197, 362, 377
estético del rodal....................................... 181
396
genético.................................................... 160, 165
VAN.......................................................... 277
VPS.......................................................... 192
variables
climáticas.................................................. 42
de los árboles............................................ 226
de rodal..................................................... 204
de suelo..................................................... 73
económicas............................................... 277
hidrológicas.............................................. 327
que califican a las plantas......................... 103, 129
vida silvestre.................................................. 5, 182, 217, 374
viveros
de coníferas.............................................. 92
a raíz desnuda........................................... 90, 290
a raíz cubierta........................................... 89, 96
temporales................................................ 21
volumen
aserrable(do)............................................. 227-228, 245
bruto......................................................... 187
de biomasa................................................ 273
de desechos............................................... 59-60
de la primera troza.................................... 228
de madera libre de nudos.......................... 223, 228, 234, 237-239
de raleos.................................................... 192
del contenedor.......................................... 107, 143
del DCD................................................... 228
en pie........................................................ 191-193
medio por troza......................................... 229, 240
radicular.................................................... 109
397
Miguel Espinosa, Eduardo Acuña, Jaime García,
D
SILVICULTURA DE BOSQUES
Claudio Zaror Zaror y Biobío.
para energía y los sistemas agroforestales. Los conceptos discutidos poseen una profunda
TEVI - R. Test de vocabulario en imágenes base científica revisada con literatura actualizada, y donde se integra la amplia experien-
Max S. Echeverría - María Olivia Herrera - Juana Teresa Segure
cia práctica de los autores, para configurar un texto en el cual las prácticas silvícolas son
Evolución de la planificación urbana
de Los Ángeles en el siglo XX
Carolina Andaur Fuentealba - Leonel Pérez Bustamante
expuestas en base a los procesos forestales ecológicos y biológicos que las sustentan, así
como también las numerosas cuestiones ambientales, sociales, económicas, legales y de PLANTADOS CON FINES Rafael Rubilar Pons es Ingeniero Forestal,
PhD en Ciencias Forestales (North Carolina
State University, USA), Profesor de Suelos, Nu-
trición y Productividad Forestal Sustentable de
PRODUCTIVOS
política que rodean a la silvicultura en la actualidad y que la hacen cada vez más compleja.
la Facultad de Ciencias Forestales de la Univer-
Este libro tiene un gran valor para los estudiantes de pregrado y postgrado, profesio- sidad de Concepción, Co-Director de la Coope-
nales de la silvicultura, industriales e investigadores que trabajan en Chile y otros países rativa de Productividad Forestal.
del hemisferio sur, en los cuales se reconoce que con la silvicultura intensiva de plan-
taciones se puede satisfacer en forma inteligente y equilibrada la creciente demanda de
productos forestales sin destruir o alterar los ecosistemas naturales.
Universidad de Concepción
MONOGRAFÍAS
Miguel Espinosa, Eduardo Acuña, Jaime García,
D
SILVICULTURA DE BOSQUES
Claudio Zaror Zaror y Biobío.
para energía y los sistemas agroforestales. Los conceptos discutidos poseen una profunda
TEVI - R. Test de vocabulario en imágenes base científica revisada con literatura actualizada, y donde se integra la amplia experien-
Max S. Echeverría - María Olivia Herrera - Juana Teresa Segure
cia práctica de los autores, para configurar un texto en el cual las prácticas silvícolas son
Evolución de la planificación urbana
de Los Ángeles en el siglo XX
Carolina Andaur Fuentealba - Leonel Pérez Bustamante
expuestas en base a los procesos forestales ecológicos y biológicos que las sustentan, así
como también las numerosas cuestiones ambientales, sociales, económicas, legales y de PLANTADOS CON FINES Rafael Rubilar Pons es Ingeniero Forestal,
PhD en Ciencias Forestales (North Carolina
State University, USA), Profesor de Suelos, Nu-
trición y Productividad Forestal Sustentable de
PRODUCTIVOS
política que rodean a la silvicultura en la actualidad y que la hacen cada vez más compleja.
la Facultad de Ciencias Forestales de la Univer-
Este libro tiene un gran valor para los estudiantes de pregrado y postgrado, profesio- sidad de Concepción, Co-Director de la Coope-
nales de la silvicultura, industriales e investigadores que trabajan en Chile y otros países rativa de Productividad Forestal.
del hemisferio sur, en los cuales se reconoce que con la silvicultura intensiva de plan-
taciones se puede satisfacer en forma inteligente y equilibrada la creciente demanda de
productos forestales sin destruir o alterar los ecosistemas naturales.
Universidad de Concepción
MONOGRAFÍAS