Henry Pease
Henry Pease
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Las dos últimas décadas nos han hecho vivir en América Latina diversas
experiencias que contribuyen hoy a replantear los esquemas teórico-ideológicos
del análisis político. Hay fracasos teóricos importantes que pueden evaluarse tras
los fracasos políticos dados en la región en diversos intentos de transformar
nuestras sociedades. Pero hay también importantes experiencias que desde la
base popular nos invitan a replantear la manera de entender la política, los
parámetros que han guiado muchos de nuestros estudios, el énfasis que se ha
puesto en el estudio del Estado y de la escena oficial.
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Para completar los elementos que aquí planteamos, remitimos al lector a un artículo anterior en
el libro editado por N. Lechner "Que significa hacer política". DESCO 1982, bajo el título: "Nuevos
espacios y tiempos políticos en la experiencia peruana actual".
NUEVA SOCIEDAD NRO. 64 ENERO-FEBRERO 1983, PP. 33-38
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Suele ser poco riguroso el uso conceptual dado, pero por razones de espacio no podemos
extendernos. Remitimos al lector a un trabajo que será próximamente publicado por el CEESTEM
a partir del Seminario sobre Movimientos Sociales en América Latina de los 80: "Movimiento
Popular, Democracia y Participación Política: Perspectivas de Análisis desde el caso peruano" de:
Henry Pease y Eduardo Ballón.
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Cuestiones en debate
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Me refiero al Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso, organización maoísta que
encabeza la acción subversiva de hoy.
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Una práctica política hecha desde y con las organizaciones populares - que
también supone, entre otras cosas, un rol protagónico de sus propios cuadros -
puede ser el mejor antídoto a la instalación en la escena oficial y en el
gradualismo mencionado. Sin idealizar a las bases y recordando los riesgos del
"economicismo" propio de todo gremialismo, ¿por qué no partir del
reconocimiento del peso de los valores democráticos en la constitución de una
fuerza política alternativa? ¿No condiciona, acaso, la resultante - despótica o
democrática - el camino previamente recorrido? ¿Qué significa en el perfil de la
nueva sociedad la práctica democrática implícita en un movimiento que parte de
la articulación de las organizaciones de base, con su propia lógica, en la
orquestación del nuevo proyecto político?
No dudamos de los riesgos de esta perspectiva ni creemos que tal cosa se supera
con la concepción ya tradicional que va "del partido de cuadros a la sociedad",
que deifica a la pequeña burguesía como agente externo a las masas para darle
"contenido" en sus luchas. Tampoco pensamos que esos sectores sociales son en la
práctica inmediata menos vitales que en todas las experiencias revolucionarias de
la historia y valoramos la experiencia dada en años de trabajo, de alguna manera
basista, que hoy parece decaer. Sabemos que la discusión que atraviesa a la
izquierda vuelve sobre las tácticas de "asalto al poder" estimulada por los
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Transitar no es simplemente instrumentalizar. Es aceptar lo válido del
espacio político que se ofrece, teniendo en cuenta las reglas de éste: no se
compite electoralmente, por ejemplo, sin voluntad de ganar y sin
alternativa programática de gobierno, aun cuando llegar a éste no
signifique tomar el poder ni en lo inmediato iniciar la "transición al
socialismo".
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Pensamos que estos espacios de las organizaciones populares en sí, son ciertamente válidos en
tiempos de dictadura, más aún, capaces de organizar la resistencia y además preparar una etapa
que sea cualitativamente distinta. Ante el nuevo régimen político, el reto parece verse en la
articulación de este campo prioritario de desarrollo de la izquierda, con la presencia conquistada
en la escena oficial. Pero, ¿qué cambios implica la nueva situación frente a las tácticas empleadas,
buscando la huelga general como el instrumentos privilegiado, más aún cuando se aprecia el
desgaste por falta de logros que este actuar conlleva? Aún más, cuando el régimen político abre
espacios poco explorados como la presencia popular en las calles y la constitución de una
orgánica representación política en la escena oficial - representación que implica síntesis,
mediaciones y movilización activa -, capaz de articular y dar dirección al conjunto popular.
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Concedo a la tentación de referirme a un artículo de José F. Cornejo (El
Diario, 21.2.82) que con el título de "Estupor, admiración y envidia",
tomando una frase de Gramsci sacada de su contexto histórico, termina
llamando a una cruzada ortodoxa del marxismo décimonónico, porque le
causa más estupor y envidia que admiración - y reflexión teórica e
histórica - un Seminario de Teología que reúne sin bombos ni platillos a
tres mil personas, en la perspectiva más avanzada de la Teología de la
Liberación.
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"Socialismo existente y socialismo posible" en Nueva Sociedad No. 56/57, diciembre 1981. Se
trata de la reproducción de un trabajo presentado en un Seminario organizado por el Movimiento
al Socialismo (MAS), en Venezuela, cuya riqueza de análisis no queda obviamente recogida en la
referencia que hago en el texto.
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Efectivamente, tal como Anderson reconoce, hay varias razones para observar la
analogía mencionada y ello agudiza "la tensión entre el éxito de las revoluciones
proletarias y el fracaso de la democracia socialista". La perspectiva que vemos
inherente a esta discusión sobre cómo "hacer política" nos lleva a la necesidad de
pensar no sólo en la utopía sino en los procesos de constitución de los sujetos
históricos y su expresión política. Nos parece que la experiencia peruana reciente
puede aportar al debate sobre el proceso mismo de constitución del bloque social
alternativo. Puede aportar sobre el efecto democratizante que puede tener en la
alternativa estatal a visualizar, sobre su impacto en construir organizaciones
políticas que combinen eficacia y democracia interna - es decir, capaces luego de
democratizar el Estado desde el mismo proceso de transición - perspectivas
válidas aun cuando estemos lejos de la ingenuidad de pensar que los dueños del
capital se inclinarán democráticamente ante la victoria electoral de las mayorías,
sin usar la fuerza, aún al costo de eliminar a media población.
Pensar la construcción de una nueva hegemonía por acción directa de las masas,
proponerse una reconceptualización de la política que amplía su ámbito y
recupera como acción válida el amplio campo popular y su vida cotidiana y el
reto de visualizar un proyecto de sociedad desde la práctica de las clases
populares, creación heroica y cotidiana a la vez que tarea teórica insertada en esa
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praxis, son los ejes de la perspectiva hoy en debate. A ese norte se enrumba un
sector que es más amplio que la izquierda partidaria actual y que puede ser
convocado por ésta en la medida que avancen los procesos unitarios. La
respuesta obviamente tiene que combinar corto y largo alcance, pues los retos
inmediatos en la sociedad peruana no son poca cosa.