Identificación de Problemas y Potencialidades
Identificación de Problemas y Potencialidades
Identificación de Problemas y Potencialidades
Frente a esta realidad, los enfoques de salud mental siguen manteniendo un criterio de enfermedad
y no se asume suficientemente que la salud mental es un componente inherente de la salud integral.
Esta falta de claridad conceptual sobre el proceso salud- enfermedad dificulta el desarrollo de
modelos de intervención en promoción, prevención y atención de salud mental, generando confusión
en el diseño de estrategias y acciones en el sector público y en el privado. Además, los modelos
conceptuales para la intervención, muchos de los cuales no han demostrado su efectividad, en gran
parte dependen del recurso humano que programa y ejecuta las acciones, tanto dentro del sector
salud como de otros, dificultando el monitoreo y evaluación de dichas acciones. En el caso de
problemas como la violencia, los modelos existentes aún no garantizan la rehabilitación de las personas
afectadas.
Respecto a los servicios del sector salud, existe un problema grave de acceso de la población más
necesitada a servicios de salud mental de calidad; esto se ve agravado en el caso de los sistemas de
seguros que presentan serias limitaciones: la Seguridad Social no cubre las secuelas de intentos de
suicidio y los seguros privados no consideran la salud mental en sus coberturas. Así se establece
una doble brecha: entre los que requieren atención y no logran el acceso y entre las zonas rural y
urbana donde la inequidad en el acceso es aún mayor. Además existen barreras económicas, culturales
y actitudinales para el acceso a los servicios de salud mental lo cual contribuye a la falta de atención
de problemas de salud importantes.
En relación a los recursos humanos, existe ineficiencia, escasa capacitación en salud mental, y en
ocasiones, poca sensibilidad en el trato; todo lo cual dificulta la atención de calidad. Los equipos
básicos de salud no están suficientemente preparados para abordar problemas de salud mental y no
cuentan con psicólogos y trabajadoras sociales, quienes podrían contribuir a un abordaje más eficaz
de los componentes psicológicos y sociales que forman parte de la atención. Algunas capacitaciones
temáticas son repetidas y no cuentan con el monitoreo de la aplicación de lo aprendido; otras veces
la alta rotación del personal sobre todo en los primeros niveles de atención impide la acumulación
de experiencia y la sostenibilidad de los programas del sector y de los intersectoriales. La centralización
de profesionales especializados, especialmente de médicos, en Lima y en los hospitales psiquiátricos
no facilita la adecuada atención de casos más graves; en el personal existe estigmatización de los
trastornos psíquicos, subestimación y falta de información al usuario. Finalmente, no se identifica y
por lo tanto, no se atiende el síndrome de «burnout» en el personal que trabaja en salud mental.
La infraestructura psiquiátrica está concentrada en Lima y ciudades grandes del país. Otros ambientes
dedicados a la atención de salud mental muchas veces son inexistentes o no están ambientados para
los objetivos que deben cumplir (acogida, confidencialidad) y por tanto, vulnera los derechos de los
usuarios.
En relación a la estrategia de coordinación intersectorial, son casi inexistentes las redes multisectoriales
de promoción, prevención y/o atención y las que existen funcionan focalizadamente, siendo estas
redes fundamentales para garantizar la integralidad, no están claramente definidos los roles de cada
sector ni sus respectivos programas sobre todo en relación a la promoción y prevención. Por eso,
muchas veces se cruzan programas y capacitaciones sobre temáticas similares. Las ONGs, como
parte del sector privado que suele articularse a redes, han elaborado enfoques y propuestas interesantes,
pero éstas pueden resultar costosas para su aplicación masiva. En general, en las coordinaciones
intersectoriales, no hay sistemas de referencia y contrarreferencia intra y extrasectoriales que garanticen
la solución de los problemas del usuario y optimicen el uso eficiente de los recursos.
A todas estas dificultades se suman las vinculadas a la investigación. Los estudios realizados han sido
limitados a zonas de Lima y a trastornos psiquiátricos lo cual genera vacíos en relación con a la co-
morbilidad y los factores etiológicos. La investigación sobre los problemas psicosociales y la
discapacidad producida por salud mental son aún incipientes, no se ha investigado sobre los modelos
de intervención y su impacto en la población. Entre las limitaciones para investigar están las financieras
y la falta de capacitación del personal.
Las prácticas comunitarias de atención en salud mental son poco conocidas, discriminadas y no se
rescatan sus aportes en el sistema de atención. Algunas organizaciones culturales, religiosas y
comunitarias tienen prácticas fundamentalistas y discriminatorias, disminuyendo su potencial para
promover la salud mental de la población, los usuarios carecen de canales de denuncia frente a las
dificultades que sufren para ser atendidos.
3.2 Potencialidades
A pesar de los enfoques tradicionales, los nuevos enfoques de salud integral son cada vez más
difundidos y empiezan a generar una conciencia social sobre la salud mental como parte de la salud
integral y que es necesario actuar sobre los factores que favorecen el desarrollo saludable, incluyendo
los aspectos económicos y políticos. Existe mayor conciencia de los múltiples factores que actuan
sobre los problemas y que deben abordarse de manera coordinada para obtener logros más efectivos,
también en relación a los enfoques, si bien en los hospitales predomina la propuesta ecléctica, su
ventaja es que sintetiza de manera efectiva, aspectos de diferentes enfoques que pueden enriquecer
las propuestas.
En relación a los recursos humanos, existen diversos profesionales y técnicos sobre todo en el
primer nivel de atención en mayor contacto con la población, que con una adecuada capacitación
podrían garantizar que la salud mental sea realmente un eje transversal en la atención de salud además
de favorecer la ampliación de la cobertura y acceso para ella. Se cuenta con recursos humanos
especializados, aunque pocos, los cuales podrían desarrollar estrategias de capacitación y monitoreo
que signifiquen un efecto multiplicador. Muchas agencias de cooperación externa y otros organismos
nacionales e internacionales están interesados en promover la formación de recursos humanos.
A pesar de los problemas de infraestructura, el hecho de que los establecimientos de salud del
primer nivel estén en casi todo el territorio nacional, facilita el acceso de la población a los servicios
de salud y salud mental. Este factor, aunado a la adecuada capacitación del personal que ya se ha
mencionado, contribuiría a la ampliación de la cobertura y la calidad.
Todas estas potencialidades podrían hacerse efectivas si se fortalece adecuadamente la rectoría del
Área de Salud Mental en el nivel central desde donde se pueden desarrollan propuestas más organizadas
y coordinadas con distintos sectores públicos y privados buscando consensos políticos y sociales y
mejorando los servicios. Esto se potenciaría porque existe una mayor conciencia social de la necesidad
de acciones concertadas para abordar los problemas, así como esfuerzos concretos como las mesas
multisectoriales impulsadas por distintos sectores.
La investigación en salud mental podría potenciarse más porque existe un Instituto de Salud Mental
que tiene entre sus fines prioritarios la investigación, además existen agencias de cooperación externa
interesadas en el financiamiento para el abordaje de determinados problemas como las drogas, la
violencia y otros problemas especialmente de la infancia y la mujer.