Trabajo Final Penal
Trabajo Final Penal
Trabajo Final Penal
En el Proyecto de Ley Nacional del 2007, de Jano y otros se define como “…el procedimiento
que tiene por objeto la reparación y compensación de las consecuencias, de una conducta
típicamente antijurídica, típicamente imputable, culpable y adecuada a la figura de la ley penal.
Mediante una prestación voluntaria del autor, cómplice o instigador. Cuando esto no sea
posible, no prometa ningún resultado o no sea suficiente por sí mimo, entrará a consideración la
reparación frente a la comunidad. Las prestaciones de reparación no deben gravar ni al
lesionado ni al autor o responsable del hecho delictivo, en forma desproporcionada o
inexigible.”1
2. Explique y fundamente los motivos por los cuales se impulsa la Mediación Penal en
la Argentina
Aún no podemos decir que la forma estatal tradicional y sus modos de “impartir justicia”, se
hayan tornado obsoletos, pero sí que nuevas formas pueden incentivar la generación de
ciudadanías cada vez más participativas, protagonistas y resolutivas.
El proceso del que se habla el autor es el que va de un Estado omnipresente que sanciona los
delitos “en contra de su autoridad”, (principio de legalidad), que deja de lado a la víctima como
irrelevante (porque la ofensa es al soberano) y da nulo valor a la resolución del conflicto en sí,
1 https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/proyectoTP.jsp?exp=3171-D-2007
La monopolización del poder sancionador ha hecho del aparato estatal un gran victimario que
combate y aplasta (no transformando o resocializando) victimarios; las víctimas están
despersonalizadas, invisibles e incluso re-victimizadas por el misma sistema; los victimarios
muchas veces no toman conciencia de su accionar, del daño causado, mucho menos de la
posibilidad de repararlo.
quienes delinquen reciben castigo de uno más poderoso, sin la posibilidad de reparar, de
resarcirse, de transformarse;
el victimario recibe sanción y suele vivir en más rencor que al inicio del conflicto;
Las crisis económica, social y política traen aparejado un aumento del delito, en parte
alimentado por una situación de anomia social, en parte de por la laxitud de valores y principios
que han visto cortada su transmisión de una generación a otra, en parte por el propio cambio
generacional y por otro lado, por la misma situación de carencia material de multitudinarios
sectores sociales y codicia desmesurada de otros no tan masivos, pero mucho más poderosos.
Las causas judiciales saturan escritorios, estantes y archivos de fiscalías y defensorías. El
principio de legalidad, rector del sistema judicial argentino, entendido de manera absoluta, 3
obliga a llevarlas por un carril determinado, investigando en su totalidad, para “conocer la
3 Isola, Alfredo E., La víctima y el principio de oportunidad, SAIJ, Id SAIJ: DACA050100
verdad”. Principio y realidad entran en conflicto, alterando la mirada que la sociedad tiene de la
justicia, “que no hace nada”. En este panorama cobra relevancia el principio de oportunidad,
desarrollado más adelante, como uno de los mecanismos de simplificación de los procesos
penales, para descongestionar las causas que pesan sobre el sistema en su conjunto y permitirle
dar relevancia a los casos que sí necesitan su intervención, indefectiblemente.
En este marco ingresa como herramienta la mediación penal, para dar auxilio al sistema penal a
la vez que contribuye a que se procura la solución del conflicto y la construcción de la paz
social.
Aunque puede afirmarse una seria de motivos tan importantes como esos. “La Reforma Judicial
constituye uno de los aspectos esenciales del proceso de democratización y modernización del
estado (…) se requiere del sistema judicial un mejor y mayor protagonismo en la sociedad (…)
que recepte las transformaciones sociales y económicas de nuestras sociedades, (…) buscando
su optimización” y adecuándose a las exigencias de transparencia y seguridad jurídica que
demanda la sociedad. La resolución alternativa de disputas tiene un lugar relevante en esta
reforma, respondiendo a la necesidad de un sistema de justicia heterogéneo alimentado de
nuevas formas de resolución de conflictos más efectivos, rápidos, sostenibles, valiosos y menos
costosos.4
Se expresa en el proyecto citado más arriba 5; “La finalidad de la mediación penal está definida
como “el restablecimiento de la paz, la solución del conflicto, evitar la realización del juicio,
extender el servicio de justicia a los marginados, dar una respuesta útil y rápida a la sociedad,
descomprimir los juzgados penales, evitar la estigmatización del justiciable, mejorar el servicio
y recuperar la credibilidad de la sociedad en su conjunto en la Justicia.”
5 https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/proyectoTP.jsp?exp=3171-D-2007
Este punto lo completaré con el artículo de Soriano, Sebastián, Universidad Siglo XXI, 2013 6
En el año 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas adopta las Reglas Mínimas de las
Naciones Unidas sobre las Medidas no Privativas de la Libertad, denominadas las reglas de
Tokio. Las Reglas rescatan que los sistemas de justicia penal de cada país, en acatamiento de las
reglas dispuestas, deben establecer una serie de medidas no privativas de la libertad, las cuales
podrían aplicar, tanto desde la fase anterior al juicio, hasta la fase de ejecución de sentencia.
Luxemburgo limita el recurso a la mediación penal al fiscal sin que las partes tengan derecho de
iniciativa. En Eslovenia, el fiscal puede decidir remitir el asunto a la mediación, pero ésta sólo
podrá tener lugar con el consentimiento del autor de la infracción y de la víctima; una vez
recibida la notificación del cumplimiento de las condiciones del acuerdo, el fiscal retira la
acusación. En Polonia y Finlandia, la mediación puede reducir la severidad de la pena. En
6https://repositorio.uesiglo21.edu.ar/bitstream/handle/ues21/11940/Mediaci%C3%B3n_Penal_Sebasti
%C3%A1n_Soriano.pdf?sequence=1
Lituania, si las partes acuerdan una mediación, el proceso penal queda en suspenso y en
Bulgaria, el acuerdo de mediación tiene carácter vinculante para las partes.
La mediación es, en los Estados Unidos la herramienta más utilizada de resolución alternativa
de conflictos. Poco a poco desde sus simples orígenes vecinales en la década de los setenta hasta
casos de litigio multimillonarios hoy en día. Está usándose ésta en casos de litigio ambientales,
de divorcio, de contratos, de conflicto entre vecinos y en casi cualquier caso litigado. En las
escuelas se enseñan a alumnos a ser mediadores para poder trabajar en los conflictos que se
suscitan en el ámbito estudiantil.
Hay tres etapas donde se puede mediar un caso penal y estas concuerdan con las tres etapas del
proceso jurídico penal, éstas son: 1. Pre-intervención policíaca o jurídica. 2. Post-
intervención/pre-adjudicación. 3. Post-sentencia. .
A partir del año 2000, con la modificación del Código de Procedimiento Penal, Chile incorpora
a su sistema jurídico las Salidas Alternativas al Proceso Penal que constituyen formas de
término anticipado al proceso, establecidas como excepción al principio de legalidad en la
persecución penal, y que implican el reconocimiento por parte del Estado de la necesidad de
establecer mecanismos de solución al conflicto penal distintos al proceso penal y la pena
tradicionales. Las Salidas Alternativas consisten en la Suspensión Condicional del
Procedimiento y los Acuerdos reparatorios. La mediación penal se da a través de éstos acuerdos
reparatorios que consisten en un acuerdo entre víctima e imputado, prestado en forma libre y
con pleno conocimiento de sus derechos, mediante el cual el imputado se compromete a reparar
a la víctima de una forma que resulte satisfactoria para ésta, y que es aprobado por el juez de
garantía, produciendo la extinción de la responsabilidad penal una vez que el acuerdo se
encuentra cumplido. La reparación puede consistir en objetos materiales o simplemente un
pedido de disculpas. Son susceptibles de acuerdos reparatorios los delitos que afecten bienes
jurídicos de carácter patrimonial, lesiones (menos las graves) y los delitos culposos en general.
La oportunidad para celebrar los acuerdos es desde la formulación de los cargos hasta la
audiencia preparatoria para el juicio oral. Como en todos los medios alternativos de resolución
de conflictos penales, lo tratado en las audiencias y lo dispuesto en los acuerdos no puede ser
utilizado como aceptación de culpabilidad en juicio posterior. Los Acuerdos reparatorios para su
validez deben ser aprobados con posterioridad por el juez de garantía, que es el que debe
verificar el cumplimiento de los requisitos legales del procedimiento (delito susceptible de
acuerdo, que se haya prestado libre y voluntariamente, cuando la persecución penal guarde un
interés público).
La mediación llegó a la Argentina con la ley 24573, la misma, en su artículo 4º excluye del
procedimiento mediatorio al ámbito penal. Por otra parte, ante la ineficacia del actual sistema de
represión penal, algunas provincias fueron insertando programas de mediación en sus
procedimientos penales. Los procedimientos de mediación fueron, en primer lugar, vistos con
mejor ojo para los delitos cometidos por menores de edad. Así, Mendoza, Neuquén y Santa Fe
dispusieron la mediación para aquellos hechos delictivos cometidos por menores de edad.
Detalle de nuestro país:
La Provincia de Buenos Aires abre la puerta a la justicia restaurativa cuando en el año 1997 con
la ley 11.922 sanciona el nuevo Código de Procedimiento Penal. En el art. 86 del Código
establece que en momento de ser ejercida la acción penal, elegir la coerción personal,
individualizar la pena en la sentencia o modificar la pena en su etapa de ejecución, se tendrá en
cuenta la reparación voluntaria del daño, el arrepentimiento activo de quien aparezca como
autor, la solución o morigeración del conflicto originario o la conciliación entre sus
protagonistas. Luego, en el año 1998 con la Ley Orgánica del Ministerio Público (Nº 12061), en
el art. 38 que “El Ministerio Público propiciará y promoverá la utilización de todos los
mecanismos de mediación y conciliación que permitan la solución pacífica de los conflictos”.
Los procedimientos de Mediación y conciliación penal se establecen con la ley 13433, en el año
2006.
La ley 804, de la Provincia de Tierra del Fuego, promulgada en el año 2009, las causas que sean
susceptibles de aplicar la suspensión del juicio a prueba (CP. Art. 76 bis, ter y quater), aquellas
que sean de acción privada y las causas derivadas de la infracción a la ley penal cometida por
jóvenes y adolescentes. La derivación podrá ser efectuada a pedido tanto del imputado como de
la víctima, o cuando el agente fiscal o el juez entienda que resulte de conveniencia a los fines de
pacificar el conflicto, procurar la reconciliación entre las partes, posibilitar la reparación
voluntaria del daño causado, evitar la re-victimización, promover la autocomposición en un
marco jurisdiccional y con pleno respeto de las garantías constitucionales. El acuerdo al que se
llegue tiene efecto de una sentencia y no necesita de homologación posterior, salvo aquellos en
el que participen menores, en cuyo caso el acuerdo deberá contar con la aprobación del
Ministerio Pupilar.
En Neuquén, la Ley 2879, el ámbito del Poder Judicial de la Provincia crea el Programa de
Mediación Penal, con el objeto de poner en práctica el principio rector establecido en el artículo
64 de la Ley 2302 -de Protección Integral del Niño y del Adolescente- y en el artículo 17 del
Código Procesal Penal -Ley 2784- mediante el cual se establece que tanto jueces como fiscales
procurarán la solución del conflicto primario surgido como consecuencia del hecho típico, a fin
de contribuir a restablecer la armonía entre sus protagonistas y la paz social, utilizando la pena
como último recurso crea en el ámbito de la Justicia penal.
Estos son solo algunos de los casos de las provincias que se van sumando, sí se puede decir que
se ha avanzado mucho en este sentido. Está pendiente la inclusión de la mediación en el Código
Penal, para adecuarlo a lo que la realidad concreta está mostrando.
Tengo el agrado de hacerle saber que en relación al Caso LEG 120021 S/Pérez, Juan; Marta;
Denuncias recíprocas, que se tramita en la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Doméstica, a
cargo de la Dra. Ana Méndez, la fiscalía solicitó la intervención de este departamento de
mediación colaborar con usted y la señora López en relación al conflicto presentado.
Entendemos que esta posible salida es adecuada para ustedes, por tal motivo, lo invitamos a
concurrir a una entrevista explicativa en nuestras oficinas, calle NN, N° 12, de esta ciudad,
dentro de los tres días hábiles de recibida la presente, de 8 a 14 horas, muñido de su DNI. (Ante
la situación de COVID, podría ser un invitación a una video-llamada – post-covid, puede
anexarse un planito del lugar, líneas de colectivos, etc.).
Aprovechamos la oportunidad para comentarle que la Mediación es una oportunidad para que
las personas que tienen un conflicto puedan sentarse a conversar y lograr un acuerdo
mutuamente beneficioso. Los procesos de mediación se llevan adelante con la ayuda de un
tercero neutral, capacitado en la resolución pacífica de los conflictos, llamado Mediador. Es una
instancia alternativa al proceso judicial, voluntario, confidencial, breve, respetuoso y
cooperativo. Los iremos convocando a audiencias para tratar el tema que los preocupa y que los
llevó a sede judicial. Podrán arribar a un acuerdo o no. De todas maneras es un espacio para que
puedan tomar sus propias decisiones, sin necesidad de que un tercero (juez) lo haga por Uds.
El sistema penal de mediación posee características propias que difieren de la mediación civil.
5.- Acento en el diálogo y la empatía: a diferencia de los modelos de mediación civil, que se
están dirigidos hacia un acuerdo entre partes, la mediación penal está dirigida hacia el diálogo,
poniéndose el acento en la empatía, el restablecimiento de la víctima, la asunción de
responsabilidades por parte del infractor y la reparación de las pérdidas producidas.
Puede decirse que la mediación penal es algo más serio que cualquier otra clase de mediación, y
sus diferencias son claras. En la mediación civil, las partes trabajan sobre la hipótesis de que
ambos contribuyen en mayor o menor medida al conflicto y ambos deben comprometerse a
alcanzar una solución. Se centra más en la búsqueda de soluciones que en el impacto que el
conflicto ha tenido. En la mediación penal hay una persona que ha cometido un delito y otra que
ha sido víctima.
En el Derecho Procesal Penal también encontramos un principio de legalidad, pero en este caso
se relaciona no ya con la necesidad de preexistencia de una ley sino en la disponibilidad de la
acción penal. El Estado a través de órganos predispuestos (generalmente el Ministerio Público
Fiscal, y su subordinada, la policía) frente a la hipótesis de la comisión de hecho delictivo (de
acción pública) comienzan a investigarlo, o piden a los tribunales que lo hagan, y reclaman
luego el juzgamiento, y si corresponde, el castigo del delito que se hubiera logrado comprobar.
Nuestra Constitución en ningún lugar nos dice que cada vez que se cometa un hecho delictivo
deba provocarse la iniciación de un juicio o se deba imponer una pena.
Ante la imposibilidad fáctica de investigar, perseguir y condenar todas las conductas tipificadas
que se llevan a cabo en la sociedad y que ingresan al sistema penal, se hace necesaria la
creación de mecanismos formales que permitan seleccionar los casos que ingresan al sistema
penal, dejando fuera de éste a aquellos donde aparezca como innecesaria la aplicación del poder
punitivo por parte del Estado; contribuyendo así a la eficiencia del sistema.
Evitar la aplicación del poder penal allí donde otras formas de reacción frente al
comportamiento desviado pueden alcanzar mejores resultados o donde resulte necesaria su
aplicación.
El Código Penal legisla taxativamente, para todas las jurisdicciones, los medios de extinción de
la acción penal. Dice el art. 59: “La acción penal se extinguirá: 1. Por la muerte del imputado; 2.
Por la amnistía; 3. Por la prescripción; 4. Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos
de acción privada“
A medida que las provincias van adoptando un sistema de procedimiento penal acusatorio, en el
cual se le otorga al Ministerio Público un papel más preponderante en la organización de la
investigación y la persecución penal se hace más notoria la necesidad que sean las legislaturas
provinciales, conocedoras de sus realidades locales, que sean capaces de legislar las prioridades
de la persecución penal. Mientras el principio de legalidad está legislado en legislación de
fondo, el principio de oportunidad, no; pero sí ha sido tratado en algunas legislaciones
provinciales (EJ: Chaco con la Ley de Mediación, Buenos Aires, Mendoza) y que genera un
debate doctrinario sobre quién es, Estado Nacional o Provincial, el que puede legislar sobre la
disposición de la acción penal.
La justicia restaurativa tiene como motor la posibilidad de producir la reintegración social de los
delincuentes y responder a las necesidades de las víctimas en el marco de los valores de la
sociedad. Y es un proceso en el que la víctima, el delincuente y, cuando proceda, cualquier otra
persona o miembro de la comunidad afectados por el delito participen conjuntamente, de forma
activa, en la resolución de cuestiones derivadas del delito, en general con la ayuda de un
facilitador o mediador. Busca poner el acento en la reparación del daño causado por el delito
más que castigar al responsable del hecho. Para ello se basa en los siguientes elementos:
- Responsabilidad del autor, desde el punto de vista de que cada persona debe responder por los
hechos que realiza libremente.
Las teorías restaurativas ven al delito, más que una acción contraria al derecho, como una
agresión de una persona hacia otra, dándole prioridad a subsanar el daño concreto. Si bien es
cierto, que la comisión de un hecho legalmente tipificado como delito representa un problema
de interés público, este puede quedar agotado cuando las partes llegan a un acuerdo para
solucionar el conflicto, si la normativa lo permite.
Está centrado en responder y dar solución a quién sufrió el daño, no tanto qué norma se violó;
cuáles son las necesidades de la víctima, cambiando el foco del castigo hacia la reparación por
el daño; por último, quien tiene que responder por lo ocurrido, como una oportunidad para el
infractor para que asuma su parte y reconstruya su ser y su imagen.
Los procedimientos más frecuentes son: la mediación, las reuniones restaurativas, los círculos,
la disculpa formal. Hay que tener en cuenta que la justicia restaurativa comienza cuando el
acusado asume la comisión del hecho delictivo. La posibilidad de que asuma el hecho dañoso es
mayor en los procesos restaurativos ya que éstos le brindan la posibilidad de corregir el daño
causado y rehacer su vida de manera pacífica. Un punto importante, en orden a la asunción del
hecho, es que esa actitud no debe ser tenida en cuenta en el marco del juicio retributivo
posterior (en caso de que el procedimiento restaurativo fracase).
- Informal con estructura. Es un procedimiento flexible con etapas que se adaptan a cada
caso en particular.
Etapas
Invitación. Lo ideal es evitar la citación judicial y sobre todo que sea diligenciada por la
policía. En la misiva deben constar los datos del convocado, de la causa, magistrados y
funcionarios intervinientes. También el domicilio del lugar donde se realizará la
mediación. En el mismo documento puede anexarse un breve texto explicativo del
proceso, su carácter de voluntario, sus alcances y efectos jurídicos. Es importante dejar
asentado en la convocatoria la facultad de concurrir con asesor letrado.
2. Encuentro. Llegado a este punto se realiza la reunión conjunta (a veces esta no será
posible, por lo que puede continuar el proceso de mediación con reuniones
individuales). La primera fase de esta segunda etapa es el encuadre. En él se presentan
todos, se realiza el discurso de apertura, donde nuevamente se explica el proceso y se
dejan en claro las normas de conducta, y se despejan las dudas que hubiere por parte de
los convocados. La segunda fase o de exploración del problema, es en la que a través de
preguntas y parafraseo, y al final por medio del resumen, los mediadores contribuirán a
crear una narrativa común, a una redefinición del problema. Las partes inician esta
reunión con la punta del iceberg en sus mentes. El trabajo junto al mediador les facilita
la comprensión de ese hecho, de que hay mucho por debajo, oculto. Con esto sobre la
mesa, pueden diseñar la agenda de trabajo, según sus objetivos, ahora vistos con otra
luz.
3. Opciones o propuestas que puedan llevar a la solución del problema. Estas son
solicitadas a las partes por el mediador. Su formulación puede hacerse en la misma
reunión o bien “llevar la creación de propuestas como tarea para la casa” y traer
elaboradas las opciones en una próxima fecha. Cabe aclarar que el mediador puede
deslizar propuestas, nunca saliendo de su marco de de-neutralidad, objetividad e
imparcialidad.
5. Seguimiento y control. Verá que el acuerdo sea respetado. Lo pueden realizar diferentes
instituciones como alguna oficina judicial, la oficina de mediación u otras, tanto
privadas como públicas, según caso y normativa.
Es la ciencia que estudia a las víctimas del delito. Su existencia es de alguna manera “el
redescubrimiento de la víctima” no solo desde el punto de vista del conocimiento, sino también
desde el estado en general y desde los sistemas judiciales en particular. Esta ciencia ha aportado
contenidos para identificar diferentes tipos de víctimas, pudiendo construirse tipologías de las
mismas, y también diferentes grados de victimización; ha llevado luz acerca de las víctimas
como portadoras de necesidades y de voz, en otras palabras: las víctimas tienen algún tipo de
interés en la situación que las colocó como tales. La victimología abrió el camino a lo que hoy
conocemos como los derechos de las víctimas.
Significó el paso de persona objeto secundario y olvidado en el proceso judicial del Estado
sancionador a al de persona sujeto activo, participante de dichos procesos, teniendo su
desempeño y valorización máximos en los procesos restaurativos, como por ejemplo, la
mediación.
11. ¿Que son los modelos mentales? explique la paradoja de la mentalidad víctima del
victimario
Los modelos mentales son “mapas” que las personas aprendemos e incorporamos para
comprender el mundo que nos rodea, para actuar en él y para decidir qué está bien o no lo está.
A través de esos mapas interpretamos los que nos pasa. En cierta medida, son como lentes a
través de los cuales miramos la realidad a nosotros mismos y pocas veces nos cuestionamos
esos lentes. Muchas veces hasta creemos no tenerlos puestos y nos consideramos dueños de la
verdad y que todo es tal cual lo percibimos nosotros; en base a esas percepciones e
interpretaciones pensamos y actuamos.
Puede suceder que la ley estipule que bajo ciertas condiciones alguien es “víctima”, sin
embargo, una persona determinada no se vea a sí misma como tal. En este punto no importa
tanto como nos percibe el medio, sino como nos vemos en él. La mentalidad de “victima” cierra
las opciones para el cambio, para el empoderamiento, para la búsqueda de soluciones. La
víctima por definición es pasiva, sufriente, receptiva. Siempre habrá un motivo o causa externa
para su malestar, sus actos son más reacciones que pro-acciones (de las que no se siente capaz o
peor, ni se ve como posible agente). La mentalidad de víctima bloquea el paso a la mentalidad
protagonista, al contrario sume a la persona en el resentimiento, el odio y los deseos de
venganza o de destrucción del otro (aunque sea a manos de un tercero, del sistema de justicia,
por ejemplo). En definitiva, la víctima usufrutuará su rol de tal, y por medio de los recursos que
la vida le ponga delante, fácilmente puede cambiar al rol de victimario. No hay roles fijos en el
mundo humano.
De lo contrario, comenzará su derrotero por la vía de la víctima: primaria, cuando asume su rol
ante el primer evento; secundaria o re-victimización, cuando como víctima continúa el
sufrimiento, por ejemplo, en manos de las instituciones que deberían asistirla. El sistema de
justicia (a veces el de salud y el de seguridad) son en general perpetuadores de víctimas, sobre
todo cuando caen allí personas que están en sintonía con ese rol.
Muchos critican la afirmación de que las víctimas pueden ser responsables de su victimización.
Sin embargo, es productivo pensarlo así en el marco de la mediación penal, dado que antes de
poner a conversar entre sí a las partes, hay que lograr ponerlos en un mismo nivel de poder. Y si
son responsables de su victimización, entonces también pueden serlo de su empoderamiento. No
es posible un proceso de mediación cuando una de las partes está empecinada (por las razones
que fueren) en quedarse en el rol de víctima. De la misma manera que no es posible cuando una
de las partes no desea salir de su rol de victimario.
Entiendo que la paradoja se encuentra en ese punto: víctima y victimario tiene todas las
posibilidades de cambiar de roles: si la víctima no decide salir del suyo, si no modifica su
modelo mental, priva al victimario de la posibilidad de reparar, condenándolo a ser culpable
indefinidamente.
12. Explique cómo determina el mediador penal las etapas de riesgo para intervenir
en situaciones de violencia.
El mediador va a determinar las etapas de riesgo a través de un estudio diagnóstico dado que es
crucial que logre encontrar ese riesgo en la primera entrevista. Para ello se va a valer de las
herramientas propias de la mediación, las preguntas, la escucha activa, la observación. Hay test
especialmente diseñados para medir el grado o nivel de riesgo, así como su inminencia. De esta
manera puede tener una aproximación a las siguientes posibilidades: riesgo inminente, riesgo no
inminente, aunque probable y baja probabilidad de riesgo. En el primer caso, las mediaciones
son inviables; en el segundo son posibles solo respetando algunas condiciones y en el tercero, es
probable el éxito del proceso de mediación.
“Determinar el riesgo de la producción de un daño no es una tarea sencilla puesto que nos
encontramos ante una variable no observable de manera directa. Esto conlleva a evaluar
diferentes factores o indicadores que han demostrado encontrarse relacionado con estas
variables. Por lo tanto, la evaluación de riesgo equivale a realizar una predicción de la repetición
de los actos violentos que nos permita tomar decisiones al evaluar la gravedad y la probabilidad
de recidivas. En virtud de dicha evaluación valoraremos si es necesario a) intervenir en el caso y
derivarlo a algún servicio de protección, b) cerrar el caso 7 (…)”, c) simplemente, realizar la
mediación.
Para ello se realiza “una primera valoración de la relación de los diferentes tipos de maltratos y
las necesidades físicas, de seguridad, las necesidades emocionales, sociales, etc. En el proceso
evaluativo de riesgo hay que pesquisar la presencia/ausencia y el grado de intensidad de una
serie de factores, entre estos:
1) Características de la situación; aquí corresponde indagar acerca de la severidad y/o
frecuencia de la situación de maltrato e identificar si existe un patrón crónico del mismo como
la presencia/ausencia de lesiones físicas corporales. Asimismo, es necesario verificar la
existencia de historias previas informadas de maltrato y la relación temporal de cercanía de la
evaluación con el evento8. También llamado, contexto.
2) Factores de vulnerabilidad; se consideraran en condiciones de vulnerabilidad a aquellas
personas que, por razón de su edad, género, estado físico o mental, o por circunstancias sociales,
económicas, étnicas y/o culturales, encuentran especiales dificultades para ejercitar con
plenitud ante el sistema de justicia los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico.
Con respecto a las etapas del riesgo en violencia de pareja específicamente hablando, el
mediador deberá evaluar cuál de esas etapas del ciclo de la violencia está transitando la pareja;
esto es así porque la violencia se caracteriza por ser cíclica y de intensidad creciente.
Generalmente tiene 3 fases bien marcadas 9: 1.- Acumulación de tensiones 2.- El incidente
agudos de agresión o explosión violenta. 3.- La luna de miel o periodo de hechizo.
Estas etapas varían tanto en tiempo como en intensidad, inclusive en la misma pareja, por lo que
es importante que el mediador pueda determinar a través de las narrativas el patrón de conducta
que le va a permitir identificar el momento del ciclo de la violencia en el que se encuentran las
partes. La lectura de la situación violenta debe tener en cuenta que los actores constituyen un
marco de relación que es una trampa en la que los mensajes verbales y no verbales
7Psicología jurídica y disfunciones familiares / Stella Maris Puhl ... [et al.]. - 1a edición para el alumno - CABA: Gabriela Oteyza, 2019. Libro digital, PDF
8 Ídem anterior
En las primeras etapas de la relación violenta, no sólo la víctima se atemoriza, sino que también
agresor se asusta de sí mismo y es sincero cuando promete que nunca más golpeará.
- Podrá indagar antecedentes de las personas que se acercan a mediar (en Juzgados de
Familia, en la Justicia Penal)
- Preguntar de manera directa por factores de riesgo que la persona no haya mencionado:
por ejemplo, si alguna vez solicitó medidas de protección; si así fue, indagar si la otra
parte las respetó; si en algún episodio se usaron elementos cortantes u otro tipo de
armas; si sintió que su vida estuvo en riesgo; si la ha golpeado, empujado, etc.; si la
amenazó o amenazó dañar a algún ser querido; si rompió cosas de la casa, etc. 10 A esto
se hacía referencia más arriba al indicar que hay test para realizar la diagnosis.
En la etapa de inminencia o actualidad del riesgo, el mediador deriva; en una etapa cíclica de
calma, solicita co-intervención e interviene si las partes no conviven 11.
Como dice Nordenstahl12, la mediación juvenil es “una excelente oportunidad”. Incluso indica
que es una forma imprescindible de justicia para este grupo. Si la pena debe tener un fin
10 CÓMO EVALUAR EL RIESGO EN SITUACIONES DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN LA RELACION
DE
PAREJA.1
11 Un material muy interesante y completo es Ismael, Loinaz, Manual de evaluación del riesgo de
violencia Metodología y ámbitos de aplicación, Ed Pirámide, 2017. Disponible en WEB
socieducador, la resolución alternativa de conflictos, lo es por definición en estos cosas, dado
que los jóvenes están, de por sí aún en proceso de formación. Permite al joven la oportunidad de
responsabilizarse de sus actos, incluso ofrecer una reparación del daño, dejando en él una
enseñanza acerca de la libertad, de la responsabilidad, de las decisiones y de cómo resolver los
conflictos.
Un proceso de mediación habilita al joven a restaurar su imagen como persona al tiempo que lo
coloca frente a la víctima, y puede ver y sentir el dolor o perjuicio que le causó. Facilita un
proceso de empatía entre ambos que el sistema tradicional no solo dificulta sino que le juega en
contra.
En la actualidad, como resultado de una breve consulta que realicé en dicha Fiscalía, puedo
comentar que si bien la misma tiene la atribución de tener su propio cuerpo de mediadores
juveniles, no está conformado el cuerpo. No tienen asignado ningún mediador. NO obstante,
algunos casos son derivados al departamento del Mediación Penal del Poder Judicial de
Neuquén.
Desde el punto de vista de la persona, las relaciones van tejiendo una red que incluye vínculos,
relaciones jurídicas, biológicas, espacios diversos, la que puede ser llamada “red social
14 Nordentahl, Cap. X
personal”, “red social significativa” etc. Cuando el mediador ve individuos, debe verlos con las
redes de las que son parte. Esto abre la puerta a un mayor número de estrategias de resolución.
En ese sentido se habla de “personas llave” 15, que pueden ser valiosas a la hora de la resolución
del conflicto. Hay diferentes instrumentos que permiten obtener la información en cuanto a las
redes y a esas personas llave. Estas “son aquellas personas en los que se reconoce un alto grado
de interés social lo que se refleja en las relaciones de proximidad y una constante y silenciosa
participación en una o varias organizaciones”.
La herramienta: con los sujetos convocados a la mediación se confecciona una lista de las
personas que ellos consideren que pueden ayudarlos o apoyarlos en la situación que tienen que
resolver, o bien, que les gustaría que lo pudieran hacer. A cada una de esas personas se le agrega
el tipo de vínculo (padre, jefe, amigo, etc.) y el atributo del vínculo (aceptación, oposición,
indiferencia, distanciamiento). De esa manera se construye la red social de la persona, definida
como “…proceso de construcción permanente, tanto individual como colectivo que acontece en
múltiples espacios y (a) sincrónicamente”, un “(…)sistema abierto, multi-céntrico y
heterárquico a través de la interacción permanente, el intercambio dinámico y diverso entre los
actores de un colectivo (…) y con integrantes de otros colectivos, que posibilita la
potencializarían de los recursos que poseen y la creación de alternativas novedosas para
favorecer la trama de la vida”. Esta definición es transcripta por Nordenstahl, y es de
FUNDARED17
15 Ídem anterior
Mediar en con un contexto de violencia doméstica es, efectivamente un dilema. Los grupos
vulnerables son varios: niños, ancianos, mujeres, personas con alguna discapacidad o
enfermedad. El cómo mediar o saber cuándo no hacerlo, pueden ser cuestión de vida o muerte.
Sin embrago sabemos que la mediación como herramienta abre las puertas a la comunicación;
aspecto deficitario en muchas familias, a veces parte de las causas de la violencia como modo
de resolución del conflicto.
Gran parte de los casos que concurren a mediación por cuestiones de familia presentan
dinámicas de violencia; la violencia no se media, pero con las herramientas y la formación
adecuada se pueden mediar otros asuntos conflictivos de esa familia que descomprima la
situación y al mismo tiempo le posibilita la llegada al mediador para definir una estrategia del
día después, al servicio de las víctimas de violencia.
Los mediadores debe llevar adelante una serie de pasos para asegurarse de que es posible
continuar o bien, para saber a quién dar intervención. El no hacer nada es la única respuesta
imposible. La etapa diagnóstica es imprescindible y luego de concluirla, derivará y/mediará,
según el resultado de la misma. Para ello todo mediador tiene que estar capacitado en cuestiones
institucionales y legales, para orientar a las víctimas; ser empático para poder dejar de lado los
propios condicionamientos, juicios y valores y poder realmente ver y sentir el ser lastimado que
tiene delante; una escucha activa, que además de demostrar interés, rinde sus frutos a la hora de
pedir información a la víctima; y un lenguaje tanto oral como gestual adecuado, flexible,
sabiendo preguntar y responder, de acuerdo al nivel de instrucción u otros parámetros a tener en
cuenta, en cada entrevista.
Dicho lo cual, y volviendo al inicio, el dilema. Este tiene sus raíces en el principio de que la
“violencia no se media”; pero por otro lado, surge la necesidad de dar respuestas creativas a la
problemática. La justicia ortodoxa, o tradicional, está atascada de expedientes, y en definitiva
termina por dar la peor de las respuestas: ninguna.
La mediación aporta una mirada más amplia, una metodología superadora para ciertos
conflictos y habilita la apertura a sanar en muchos casos. Por ello hoy es una herramienta más
cuando están dadas las condiciones mínimas de seguridad para las víctimas/agredidos.
Se pueden diferenciar dos etapas de trabajo: la de exploración, que se lleva a cabo mediante
reuniones privadas con la víctima y con el agresor. La imparcialidad del mediador se pondrá en
juego reunión tras reunión, sin dejar de equiparar las jerarquías de las partes al tiempo que toma
toda la información disponible18.
La violencia implica per se una relación asimétrica entre quien le ejerce y quien la sufre; esta
puede ser real o solo una amenaza, aunque el efecto en el posicionamiento dentro de la relación
es la misma: uno es poderoso y el otro es vulnerable. A diferencia de la agresión, en la violencia
hay intencionalidad de causar daño y de convertir al otro en víctima, y por lo general,
corresponde a una secuencia de actos de agresión que van aumentando en frecuencia e
intensidad. La violencia se hace rutina, se transforma en un contexto.
En relación a la cronicidad, es de vital importancia conocer y poder detectar la fase del ciclo de
la violencia, saber en cuál de ellas se encuentran las personas en consulta. En la fase
más álgida, la mediación es imposible; puede indicarse la co-intervención de
profesionales y esperar; durante la luna de miel la intervención es posible, aunque en
general se realiza si las partes no conviven. Si lo hacen, está en sus manos la derivación
a un equipo terapéutico.
No obstante, puede pensarse que el rol del mediador puede contribuir al empoderamiento de la
parte débil, aportando de esta manera un servicio que va mucho más allá de la resolución;
contribuye al mejoramiento personal de las partes. Recordando lo que se dijo más arriba: la
derivación terapéutica como posibilidad o necesidad, no impide que el proceso de mediación
continúe.
Nos explica Nordenstahl en su Manual que la mediación abre un espacio al que las partes
pueden volver a acudir si necesitan ajustar el acuerdo, por ejemplo. 19 Y ese es un síntoma de
aprendizaje muy importante: logran cambiar la dinámica de la violencia por la dinámica de la
ayuda de un tercero neutral. Y agrega más adelante: “La forma en que las personas resuelven los
problemas es un aprendizaje inserto en el proceso de socialización (…) la mediación implica
una instancia de aprendizaje profundo en torno a la cooperación y la comunicación” y agregaría,
de la libertad y la igualdad de las personas.
Las leyes pueden cambiar, como las personas y las sociedades pueden hacerlo. El futuro de la
mediación es prometedor, al punto de poder decir que con los años no habrá dilema alguno,
todo lo contrario.
18 Nordenstahl, cap. 5
19 Ídem