Belgrano, Moreno y LA EDUCACIÓN
Belgrano, Moreno y LA EDUCACIÓN
Belgrano, Moreno y LA EDUCACIÓN
Durante su estadía en España, entre 1786 y 1793, donde estudia Leyes en las
universidades de Salamanca y Valladolid, comienza a preocuparse por la
necesidad de una educación de calidad como base para el progreso.
Los cambios propuestos respecto del sistema que regía hasta ese momento eran
enormes y representaban una verdadera revolución.
Creaba un verdadero sistema educativo, algo que no existía hasta ese momento
Lo integraba con el mundo al establecer, por ejemplo, la incorporación de
maestros curtidores traídos de Europa, casi 70 años antes de que Sarmiento
trajera maestras de Boston para las escuelas normales.
Entre 1800 y 1806 produce numerosas obras bibliográficas que marcan el rumbo
de la educación técnica y entre las que se destacan “Utilidad, necesidad y medios
de erigir un Aula de Comercio en general, donde se enseñe metódicamente y por
Maestría, la ciencia del Comercio en todos sus ramos” (1800), “Establecimiento de
fábricas de curtiembre” (1802), y “Fomento de la Agricultura en Establecimientos
de Sociedad y Escuelas de su enseñanza” (1806).
En 1812 asume la conducción del Ejercito del Norte e inicia la Campaña al Alto
Perú, donde logra importantes triunfos en Salta y en Tucumán, por los cuales la
Asamblea del Año XIII le otorga un premio de casi 80 kilos de oro o 40.000 pesos
fuertes, que destina en su totalidad a la construcción de 4 escuelas “públicas y
gratuitas” en las ciudades de Tarija (hoy Bolivia), San Salvador de Jujuy, San
Miguel de Tucumán y Santiago del Estero. Los sucesivos gobiernos dieron otros
destinos a ese dinero y las escuelas demoraron mucho en ser construidas. La
escuela de Santiago del Estero se construyó en 1822, la de Tarija en 1974 y la de
Tucumán en 1998. La última de las escuelas fue levantada en Jujuy, en el barrio
Campo Verde, de la capital de esa provincia y fue inaugurada el 6 de julio de
2004.
Promovió la instrucción de los militares, pues consideraba que los soldados que
integraban el naciente ejercito debía ser instruido necesariamente, apoyó
firmemente la iniciativa de su amigo Manuel Belgrano en la creación de la
Academia de Matemáticas, la cual es puesta bajo la dirección del teniente coronel
Felipe Sentenach. Su objetivo era la enseñanza de la aritmética, el álgebra y la
trigonometría y estaba destinada muy especialmente a la formación de los jóvenes
que quisieran seguir la carrera de las armas.
La Gaceta será mucho más que el órgano oficial de un gobierno, será una tribuna
de opinión en el que por primera vez los ciudadanos del ex virreinato accedían a
las ideas más modernas que los iban sacando lentamente de las pesadillas del
atraso a los que los habían llevado casi 300 años de educación escolástica.
Dice Cosmelli Ibañez: “A las escuelas, colegios y universidades del Río de la Plata
asistieron niños y jóvenes pertenecientes a la aristocracia y a la plebe. Estaba
expresamente prohibida la concurrencia de los negros y variadas cruzas de gente
de color. Para ellos, la legislación establecía que los sacerdotes debían
enseñarles la doctrina cristiana.
En marzo de 1723, el Cabildo de Buenos Aires dispuso que los maestros debían
enseñar a leer y escribir a los españoles y los indios, pero no a mulatos y
mestizos. Estos permanecerían separados e instruidos únicamente en la doctrina
cristiana”.
Desde el siglo XVIII, junto a la Iglesia de San Ignacio de la Compañía de Jesús
funcionaba una escuela conocida como Colegio Grande o de San Ignacio. Cuando
en 1767 los jesuitas fueron expulsados, se planteó el problema de la continuidad
de este establecimiento, así como también el de quiénes debían dirigirlo.
En 1783, durante el virreinato de Juan José de Vértiz, se inauguró el Real Colegio
de San Carlos o Real Convictorio Carolino, en homenaje a Carlos III, rey de
España. Este establecimiento fue el continuador del colegio de los jesuitas. Para
ingresar al mismo el joven debía tener diez años de edad, saber leer y escribir,
profesar la fe católica y ser hijo legítimo.
¿Y qué decir de la educación de las mujeres? “A fines del siglo XVIII –apunta
Cosmelli Ibáñez– y a iniciativa de la efímera Sociedad Patriótica, Literaria y
Económica –debida al militar y periodista Antonio Cabello y Mesa– fue creada una
escuela para niñas sin recursos, con el propósito de inculcarles “máximas de
virtud, principios de probidad y luces de una sólida erudición”. A comienzos del
siglo XIX funcionaban en Buenos Aires varias escuelas para la enseñanza
femenina que deben considerase numerosas si tenemos en cuenta la población de
aquella época. En el año 1802, doña Josefa Carballo publicó un aviso en el
periódico Telégrafo Mercantil para comunicar la apertura de una escuela de niñas,
las cuales se educarían en religión, primeras letras y gimnasia. El ingreso exigía
ciertos requisitos, entre ellos saber leer y una edad mínima de ocho años.