Evaluacion Violencia Genero
Evaluacion Violencia Genero
Evaluacion Violencia Genero
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Profesores de la Universidad de Alicante. Dpto. de Psicología de la Salud. Psicólogos Forenses Psicojurix.
Miembros del L.O.P.F. (Listado Oficial de Psicólogos Forenses del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad
Valenciana). España.
Contacto: Laura Fátima Asensi Pérez. Email: [email protected]
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adecuadamente a los menores expuestos a violencia de género, pudiendo considerarse a los mismos
como víctimas de riesgo, directas o indirectas, y víctimas especialmente vulnerables. Una
valoración psicológica forense con un protocolo ad hoc conlleva la elaboración de un informe
pericial psicológico que resultaría un medio de prueba válido a fin de evidenciar el daño
psíquico/secuelas de los niños y niñas inmersos en asuntos de violencia de género. Un protocolo
adecuado y un informe pericial eficaz ayudaría, además, a evitar o, al menos minimizar, una re-
victimización de los menores por parte del sistema judicial.
ABSTRACT. In this paper we present the need, from the forensic context, to properly evaluate
children exposed to gender-based violence, consideration could be given to them as victims of risk,
direct or indirect victims, and especially vulnerable victims. A forensic psychological assessment
with an ad hoc protocol involves the development of a psychological expert report that would be
valid like a means test to demonstrate the psychological harm or psychological consequences of
children in these matters. A proper protocol and an effective expert report also help avoid or at
least minimize re- victimization of children by the judicial system.
KEY WORDS: Gender-based violence, Expert evaluation, Children and violence, Forensic psychological
evaluation.
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INTRODUCCIÓN
La violencia es una conducta que causa un perjuicio a las víctimas aunque dicha conducta
pueda estar oculta, disimulada o bien pasar inadvertida. Desde el punto de vista de la evaluación
psicológico-forense, y en ausencia de indicios físicos, se pretende hacer visible, valorar y, en su
caso, constatar la existencia de maltrato psicológico en sus diferentes manifestaciones, utilizando
para ello estrategias evaluativas y protocolos validados, modelos multimétodo e insistiendo en la
consistencia interevaluador. Por otra parte, debe realizarse una evaluación de las consecuencias
(lesiones o secuelas) psicológicas que pueda haber desarrollado la víctima o víctimas de la
violencia física y/o psicológica. Posteriormente se evaluará la relación de causa-efecto para
establecer el nexo causal entre el daño sufrido y la victimización padecida.
un avance destacable ya que reconoce como víctimas a los menores que se encuentran en un
entorno de violencia de género, con el fin de garantizarles el acceso a los servicios de asistencia y
apoyo así como para la adopción de medidas de protección. A este respecto, es de suma importancia
un informe pericial psicológico como instrumento a través del cual se puede aportar este tipo de
visibilidad a las víctimas infantiles, que pueden pasar desapercibidas o no ser consideradas como
tales. Ello va a suponer una protección de los menores de forma más integral en el contexto
evaluativo, ajustándose a los principios y a las metas establecidas en las Directivas europeas y el
Convenio de Estambul.
A través de este trabajo nos iremos deslizando por diferentes conceptos, características,
consecuencias, datos y procesos relacionados con la violencia de género, concretamente sobre la
evaluación psicológico-forense en asuntos judiciales de violencia sobre la mujer, y más
concretamente en protocolos de evaluación de los menores expuestos y víctimas de estas
situaciones violentas.
Desde la Victimología, como ciencia que estudia la víctima desde el punto de vista de su
sufrimiento en sus diferentes etapas de victimización (Cárdenas, 2011), vamos a centrarnos en el
papel protagonista de las víctimas y personas perjudicadas en el proceso de la violencia contra la
pareja desde la perspectiva de género.
La violencia contra la mujer es reconocida como un grave problema de salud pública. Con
el objetivo de destacar la importancia de este problema, en un análisis reciente hecho por la OMS,
la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Consejo de Investigaciones Médicas
(2016) basado en los datos de más de 80 países, se recoge que el 35% de las mujeres han sufrido
violencia física o sexual por parte de su pareja o violencia sexual por terceros. La mayor parte de
esta violencia corresponde a la ejercida por la pareja.
En el contexto de la violencia de género, las agresiones físicas casi siempre pueden producir
consecuencias psicológicas. Asimismo se puede dar, únicamente, la violencia psicológica,
pudiendo provocar numerosas secuelas tanto a nivel físico como a nivel emocional. Entendemos
la violencia psicológica, en aras a su evaluación, tanto como proceso violento en sí mismo como
efecto de cualquier tipo de agresión violenta física o psíquica (Asensi, 2008). La realidad nos
muestra que ejercer control sobre la pareja es una cuestión que trasciende a la mera agresión física,
cuya expresión en la relación es producto de una escalada o incremento progresivo de patrones de
interacción coactiva aparecidos en etapas precedentes a la consolidación de la pareja y durante el
noviazgo (Pozueco, Moreno, Blazquez y García, 2013).
TABLA 1
MECANISMOS ENCUBIERTOS
Los trastornos y problemas psicológicos que presentan estos menores, aunque no sean
blanco directo de las agresiones, y con sus peculiaridades, son similares a los que presentan sus
madres como víctimas directas de la violencia de género. Los niños en este contexto se pueden
considerar víctimas de riesgo, por estar más expuestos a sufrir situaciones y comportamientos
violentos (propios y también hacia sus madres) y víctimas vulnerables, en cuanto a que tienen una
mayor probabilidad de sufrir un intenso impacto emocional (Echeburúa, Corral y Amor, 2002).
En numerosos estudios se llega a la conclusión del riesgo que supone para estos niños
convertirse en víctimas y desarrollar síntomas asociados a trauma. Levendosky, Bogat & Martinez-
Torteya, (2013) analizaron los síntomas de trastorno por estrés postraumático de las madres y sus
hijos, concluyendo una correlación positiva. Por otra parte, los niños expuestos a la violencia de
género, además de encontrarse en mayor riesgo de desarrollar síntomas asociados a estrés
traumático, se encuentran a menudo expuestos a eventos traumáticos adicionales. La exposición de
los menores a este tipo de victimización los pone en riesgo de exposición a otros tipos de
victimización (abusos, agresiones sexuales, agresiones físicas, accidentes o enfermedades) que
pueden agravar el impacto psicológico sufrido (Graham‐Bermann, Castor, Miller & Howell, 2012).
Por otra parte, el trauma acumulativo, es decir, exposiciones múltiples a situaciones traumáticas en
la infancia, predice el desarrollo de sintomatología compleja y problemas psicológicos a lo largo
de la vida (Hodges et al., 2013).
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Las investigaciones realizadas durante los últimos 30 años han demostrado que la
exposición a la violencia en la pareja plantea riesgos significativos para el ajuste psico-social y
funcionamiento general de los niños. También está claro, sin embargo, que existe una considerable
variabilidad en los resultados de los menores implicados en estas situaciones. De acuerdo con lo
expresado, en el trabajo de Hungerford, Wait, Fritz & Clements (2012) se ofrece una revisión de
la investigación reciente que analiza las relaciones entre la exposición de los niños a la violencia
de género y su ajuste psicológico, el funcionamiento cognitivo y la competencia social,
considerando tanto los factores de riesgo como los factores de protección que influyen en el
desarrollo de problemas psicológicos y conductas adaptativas.
El daño psicológico, social y emocional que puedan desarrollar estos niños estará
condicionado por numerosas variables: Edad y nivel de desarrollo, sexo y género, tipo, severidad
y tiempo de exposición a la violencia, contexto familiar, apoyo e intervención social, acumulación
de otros factores estresantes, capacidades propias de afrontamiento, estilo personal, etc. Otro tipo
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La función principal del perito es elaborar y emitir el dictamen solicitado desde el contexto judicial
aplicando científicamente los conocimientos profesionales y que se requieren para el caso concreto.
El informe pericial se emite para constatar, a través de una valoración técnica, una realidad no
perceptible, podemos considerar que su fin es hacer visible lo invisible, hacer tangible lo intangible.
Como afirma Jouvencel (citado por Asensi, 2008) el psicólogo forense realizará un informe de
valoración psicológica, despojada de valoración jurídica, que deberá integrarse en el conjunto del
asunto judicial.
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Una de las cuestiones más difíciles con la que se enfrenta el sistema judicial en los casos de
violencia de género, aún más cuando se realiza evaluación psicológica de menores, es la prueba de
los hechos que constituyen la misma ya que en la mayoría de los casos solo se cuenta con la
declaración de la/s víctima/s. La dificultad estriba, en estos asuntos, en evaluar, constatar,
interpretar y explicar este tipo de violencia como una violencia también psicológica,
tradicionalmente mitologizada, cuyo proceso y consecuencias necesitan quedar esclarecidos ante
los operadores del ámbito judicial (Asensi, 2007). En el caso de evaluación infantil aumentan las
dificultades y nos encontramos con mayores limitaciones asociadas tanto a la condición del
testimonio infantil y las variables que en el mismo intervienen, como en cuanto al tipo de situación
victimizante: se produce en su entorno íntimo familiar, entre aquellas personas con las que le unen
lazos afectivos y necesidad de protección, posible conflicto de lealtades, padecimiento de temor,
culpa e indefensión, además de posibles secuelas emocionales. Desde nuestra profesión y
experiencia consideramos la necesidad de valorar/descartar indicios de simulación y evaluar, en su
caso, indicadores de exactitud y de credibilidad de los testimonios a fin de dotar de mayor eficacia
a las conclusiones y recomendaciones periciales.
Nuestra experiencia profesional como peritos forenses nos ha llevado a detectar algunos
errores habituales en los peritajes de los asuntos referidos a violencia de género (Asensi y Díez,
2008) que son debidos, básicamente, a problemas metodológicos, diagnósticos y de interpretación
de los hechos valorados. En algunos casos también encontramos que existen errores en la solicitud
de los dictámenes por parte del ámbito judicial, obviando a los menores como posibles víctimas en
asuntos de violencia de género.
El grado de fiabilidad que puede merecer un dictamen pericial vendrá ligado a los elementos
y datos que el perito hubiera seleccionado para emitir su opinión técnica, así como de su
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- Las entrevistas han de adaptarse a la situación del niño y al contexto y momento en que se
encuentra (despacho profesional, comisaría de policía, sede judicial, casa de acogida…)
- Las evaluaciones y entrevistas han de hacerse en un ambiente de protección para el menor
y establecer un clima de confianza que permita la expresión de sus emociones y
pensamientos.
- Es preciso escuchar de forma activa al niño y darle tiempo.
- Utilizar preguntas abiertas, de narración libre. Destacar que la eficacia de las entrevistas
narrativas en el contexto forense permiten ampliar su utilización y aplicación en series
repetidas para que los menores recuerden situaciones o hechos que habitualmente suceden
de una manera similar (Arce y Fariña, 2012) como de hecho sucede en casos de violencia
de género y en situaciones de malos tratos continuados. Este formato posibilita, como
señalan los autores, someter a prueba la persistencia en la incriminación, además de
favorecer la manifestación de los criterios de realidad
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- Utilización de lenguaje claro, simple y adecuado en función del momento evolutivo del
menor entrevistado.
- Tener presentes los factores cognitivos y psicosociales de los niños en edad preescolar que
pueden influir en su testimonio (Juárez y Sala, 2011)
- Evitar preguntas cerradas y capciosas o sugerentes que puedan contaminar la entrevista.
- Grabar la entrevista, si es posible. De esta forma se facilitará que toda la información quede
recogida, así como la constancia del testimonio en el momento de la evaluación a fin de
contrarrestar la pérdida de la huella de memoria por diversos motivos (paso del tiempo,
recuperación múltiple…)
6) Conclusión.
Los menores inmersos en un proceso judicial se ven obligados a relatar su experiencia o ser
evaluados por diferentes profesionales en un largo proceso. Revivir situaciones traumáticas y re-
experimentar su sufrimiento aumenta su sentimiento de victimización. Para evitar en lo posible esta
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segunda victimización del menor por parte del sistema es preciso mayor coordinación institucional,
prever las declaraciones que va a tener que realizar y evaluaciones a las que va a ser sometido a fin
de organizar el proceso en su conjunto. Los peritos/psicólogos forenses deben dejar constancia en
sus informes de esta posibilidad de re-victimización infantil y procurar seguir un protocolo y una
metodología, dentro de las posibilidades del proceso judicial, que implique el menor perjuicio
posible.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Consideramos recomendable, y parte del reto profesional como psicólogos forenses, revisar
aquellos aspectos que pueden condicionar el impacto psicológico en las víctimas de violencia de
género (edad, relación con el agresor, tipo, intensidad, duración de las agresiones, etc.) con especial
relevancia en el caso de los menores a quienes estas situaciones afectan de manera sustancial, por
lo que habrá que adecuar una respuesta ad hoc que salvaguarde sus intereses.
Todos los profesionales que, de una u otra forma, intervenimos en este tipo de situaciones,
y con más motivo cuando hay menores expuestos, tenemos una responsabilidad técnica y
profesional. En este sentido, el conocimiento y la formación en el ámbito de la violencia de género,
y concretamente en sus aspectos psicológicos y su influencia en la infancia, es imprescindible para
entender sus peculiaridades como un tipo de violencia diferente a otros tipos de violencia y, desde
el punto de vista de la victimología infantil, que las víctimas en este contexto también tienen unas
características propias (Asensi, 2014)
Por todos los aspectos referidos, y a fin de minimizar errores de evaluación en el contexto
psicológico-forense, consideramos necesario formación y experiencia adquirida en el ámbito de la
violencia de género, en sus aspectos psicológicos y su influencia en la victimización infantil, a fin
de intervenir eficazmente en el contexto judicial en estos asuntos, tanto en materia civil como penal.
Abogamos por la utilización de protocolos evaluativos avalados, válidos y fiables que optimicen
el proceso valorativo, así como experiencia previa supervisada y una formación continua para
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intervenir en estos asuntos de alta complejidad que afectan a víctimas infantiles y especialmente
vulnerables (Asensi y Díez, 2015). Valorando todos estos aspectos nos acercaríamos mucho más
al objetivo de cumplir con la función pericial de asesorar científica y profesionalmente a los
tribunales de justicia, suministrando información objetiva, válida y fundamentada que facilite la
comprensión de las situaciones vividas por los niños en el marco de la violencia de género. Al
respecto, un informe pericial en el que se recoja, en su caso, el daño psíquico sufrido y la exposición
a situaciones violentas, facilitaría la puesta en marcha de medidas de protección que fueran
necesarias.
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