Evaluacion Violencia Genero

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EVALUACIÓN PSICOLÓGICA FORENSE DE MENORES


VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

PSYCHOLOGICAL FORENSIC EVALUATION OF CHILD VICTIMS OF


GENDER-BASED VIOLENCE

Menores víctimas de violencia de género

Laura Fátima Asensi-Pérez y Miguel Díez-Jorro1


Profesores de la Universidad de Alicante (España). Psicólogos Forenses PsicoJurix

1
Profesores de la Universidad de Alicante. Dpto. de Psicología de la Salud. Psicólogos Forenses Psicojurix.
Miembros del L.O.P.F. (Listado Oficial de Psicólogos Forenses del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad
Valenciana). España.
Contacto: Laura Fátima Asensi Pérez. Email: [email protected]
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RESUMEN. En este trabajo exponemos la necesidad, desde el contexto forense, de evaluar

adecuadamente a los menores expuestos a violencia de género, pudiendo considerarse a los mismos
como víctimas de riesgo, directas o indirectas, y víctimas especialmente vulnerables. Una
valoración psicológica forense con un protocolo ad hoc conlleva la elaboración de un informe
pericial psicológico que resultaría un medio de prueba válido a fin de evidenciar el daño
psíquico/secuelas de los niños y niñas inmersos en asuntos de violencia de género. Un protocolo
adecuado y un informe pericial eficaz ayudaría, además, a evitar o, al menos minimizar, una re-
victimización de los menores por parte del sistema judicial.

PALABRAS CLAVE: Violencia de género, Evaluación pericial, Menores y violencia de género,


evaluación psicológica forense.

ABSTRACT. In this paper we present the need, from the forensic context, to properly evaluate
children exposed to gender-based violence, consideration could be given to them as victims of risk,
direct or indirect victims, and especially vulnerable victims. A forensic psychological assessment
with an ad hoc protocol involves the development of a psychological expert report that would be
valid like a means test to demonstrate the psychological harm or psychological consequences of
children in these matters. A proper protocol and an effective expert report also help avoid or at
least minimize re- victimization of children by the judicial system.

KEY WORDS: Gender-based violence, Expert evaluation, Children and violence, Forensic psychological
evaluation.
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INTRODUCCIÓN

La evaluación psicológica en el contexto forense en casos de violencia de género conlleva


dificultades asociadas al propio proceso de agresión contra la mujer en el ámbito de la pareja, por
el hecho de tratarse de un tipo de violencia que sucede en la intimidad, que puede resultar sutil y
progresiva y cuyas manifestaciones y características de tipo psicológico resultan en muchas
ocasiones “invisibles”, pasando inadvertidas a los ojos de profesionales con escasa experiencia y
falta de formación y/o especialidad en este ámbito concreto. Esto es así, todavía en mayor medida,
en el caso de los menores que se encuentran inmersos en estos procesos.

La violencia es una conducta que causa un perjuicio a las víctimas aunque dicha conducta
pueda estar oculta, disimulada o bien pasar inadvertida. Desde el punto de vista de la evaluación
psicológico-forense, y en ausencia de indicios físicos, se pretende hacer visible, valorar y, en su
caso, constatar la existencia de maltrato psicológico en sus diferentes manifestaciones, utilizando
para ello estrategias evaluativas y protocolos validados, modelos multimétodo e insistiendo en la
consistencia interevaluador. Por otra parte, debe realizarse una evaluación de las consecuencias
(lesiones o secuelas) psicológicas que pueda haber desarrollado la víctima o víctimas de la
violencia física y/o psicológica. Posteriormente se evaluará la relación de causa-efecto para
establecer el nexo causal entre el daño sufrido y la victimización padecida.

En el caso de los menores como posibles víctimas de violencia de género es preciso


considerar las variables que intervienen en la determinación del impacto emocional y/o la
psicopatología consecuente (Olaya, Tarragona, de la Osa Chaparro y Ezpeleta, 2008) así como
comprender cómo contribuyen a la adaptación psicológica de los niños diferentes variables, tales
como el tipo de violencia, severidad, intensidad, frecuencia, continuidad, edad de inicio, relación
con el agresor, relación con otras víctimas en el mismo contexto, o la concurrencia de diversos
tipos de violencia (Kinard, 2004) con el objeto de realizar una evaluación longitudinal y
topográfica.
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El informe pericial psicológico puede resultar un medio de prueba de especial relevancia


en los casos de violencia sobre la mujer. Destacamos la importancia de realizar un informe
psicológico-forense útil y eficaz basado en una evaluación científicamente validada, con una
estructura clara, que responda a las solicitudes del contexto judicial y que sirva de vía para trasladar
toda aquella información relevante que ayude a esclarecer las situaciones vividas por las víctimas
menores en contextos de violencia de género. En la práctica de los tribunales el dictamen de peritos
es uno de los medios de prueba de mayor relevancia, como viene a demostrar el estudio de la
jurisprudencia y su frecuente utilización cuando es necesario realizar análisis o estudios técnicos
sobre el objeto del proceso y los hechos que lo conforman (Sánchez, 2014). Atendiendo a la función
principal de auxilio judicial, las evaluaciones forenses realizadas a menores deben seguir una
metodología avalada, con un protocolo estructurado y adecuado a la evaluación infantil (teniendo
además en cuenta su posible victimización) así como contemplar estrategias evaluativas ad hoc,
todo lo cual suministrará al juzgador argumentos válidos y fiables para la formación de su
convencimiento.

Otra cuestión importante consiste en evitar en lo posible la re-victimización de los menores


inmersos en procesos judiciales. El daño psíquico que puedan haber desarrollado sumado a la
vulnerabilidad específica de los niños y las niñas como víctimas en un proceso de violencia con
características peculiares en su forma, entorno, personas vinculadas y manifestaciones, que se
ejerce contra sus madres (en la mayoría de los casos por sus propios padres) lleva a que sea fácil
reforzar su victimización en una relación evaluativa o asistencial.

Al hilo de lo anterior, en España ha entrado en vigor en 28 de octubre de 2015 la nueva Ley


del Estatuto de la Víctima (Ley 4/2015) donde se establecen normas mínimas sobre los derechos,
apoyo y protección de las víctimas de delitos, teniendo en cuenta el aspecto moral y reconociendo
su dignidad (Vidal, 2015). Consiste en un nuevo régimen jurídico que representa una decidida
postura para avanzar en la protección de los derechos de las víctimas y mejorar la respuesta a sus
necesidades e intereses legítimos en el marco del proceso penal, con una especial atención a los
colectivos más vulnerables a fin de prevenir su victimización secundaria. En este estatuto se
contempla tanto a las víctimas directas como indirectas (familiares y allegados). Esta nueva ley es
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un avance destacable ya que reconoce como víctimas a los menores que se encuentran en un
entorno de violencia de género, con el fin de garantizarles el acceso a los servicios de asistencia y
apoyo así como para la adopción de medidas de protección. A este respecto, es de suma importancia
un informe pericial psicológico como instrumento a través del cual se puede aportar este tipo de
visibilidad a las víctimas infantiles, que pueden pasar desapercibidas o no ser consideradas como
tales. Ello va a suponer una protección de los menores de forma más integral en el contexto
evaluativo, ajustándose a los principios y a las metas establecidas en las Directivas europeas y el
Convenio de Estambul.

A través de este trabajo nos iremos deslizando por diferentes conceptos, características,
consecuencias, datos y procesos relacionados con la violencia de género, concretamente sobre la
evaluación psicológico-forense en asuntos judiciales de violencia sobre la mujer, y más
concretamente en protocolos de evaluación de los menores expuestos y víctimas de estas
situaciones violentas.

VIOLENCIA DE GÉNERO Y VICTIMOLOGÍA

Desde la Victimología, como ciencia que estudia la víctima desde el punto de vista de su
sufrimiento en sus diferentes etapas de victimización (Cárdenas, 2011), vamos a centrarnos en el
papel protagonista de las víctimas y personas perjudicadas en el proceso de la violencia contra la
pareja desde la perspectiva de género.

El Informe sobre la situación mundial de la prevención de la violencia de la Organización


Mudial de la Salud (2014) refiere un elevado número de muertes resultantes de la violencia y un
elevado número de consecuencias no mortales que afectan a las mujeres, los niños y las personas
mayores, no obstante se destaca que los datos presentan lagunas importantes que limitan las
iniciativas para poder prevenirla. La violencia, en cualquier escenario, tiene un doble efecto sobre
la víctima, produciéndole efectos perniciosos tanto a nivel físico como a nivel psíquico, así como
consecuencias adaptativas y sociales.
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Concretamente, la violencia de género se entiende como un tipo de violencia que se dirige


sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores carentes de
los derechos mínimos y que tiene como resultado un daño físico, sexual o psicológico (Ley
Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de
Género). De similar manera describe la violencia de género la Organización de las Naciones
Unidas.

La violencia contra la mujer es reconocida como un grave problema de salud pública. Con
el objetivo de destacar la importancia de este problema, en un análisis reciente hecho por la OMS,
la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Consejo de Investigaciones Médicas
(2016) basado en los datos de más de 80 países, se recoge que el 35% de las mujeres han sufrido
violencia física o sexual por parte de su pareja o violencia sexual por terceros. La mayor parte de
esta violencia corresponde a la ejercida por la pareja.

En un trabajo de revisión sistemática de la literatura científica realizado por Dillon,


Hussain, Lozton y Rahman (2013) se revisaron investigaciones publicadas entre 2006-2012,
incluyendo estudios cuantitativos y cualitativos de países occidentales y en desarrollo. Los
resultados (obtenidos mediante instrumentos de medida validados) muestran que, si bien hay una
variación en la prevalencia de la violencia contra la pareja en distintos ámbitos culturales, este tipo
de violencia se asoció con una variedad de problemas de salud mental como depresión, trastorno
de estrés postraumático, ansiedad, autolisis, y trastornos del sueño. En cuanto al impacto de la
violencia de género, en diversos estudios transversales (investigaciones que se centran en una
población en un solo punto de tiempo), la experiencia de ser objeto de violencia por parte de la
pareja está fuerte y consistentemente asociada con diferentes trastornos depresivos y suicidio
(Devries et al., 2013). Cabe destacar, en este sentido, que aunque la causalidad entre violencia,
depresión y comportamiento suicida posterior sea compleja, existe la necesidad de evaluar y/para
prevenir dicho riesgo. Según dichos autores, el estrés postraumático como consecuencia de los
malos tratos sufridos es el principal mecanismo asociado a desarrollo de depresión e intentos de
suicidio.
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En la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2015 de la Delegación Gobierno para la


Violencia de Género del Ministerio del Interior de España se destacan las consecuencias físicas y
psíquicas de la violencia de género con un alto nivel de percepción de los efectos de la violencia
sufrida por las víctimas sobre su bienestar físico o mental, en cualquiera de sus manifestaciones.
Cabe señalar que la realidad sobre la incidencia de este tipo de violencia se ve obstaculizada por la
gran ocultación social. Es por ello que no todos los casos en los que existe violencia son reflejados
a través de los indicadores judiciales y epidemiológicos (Novo y Seijo, 2009).

El impacto de la violencia psicológica

En el contexto de la violencia de género, las agresiones físicas casi siempre pueden producir
consecuencias psicológicas. Asimismo se puede dar, únicamente, la violencia psicológica,
pudiendo provocar numerosas secuelas tanto a nivel físico como a nivel emocional. Entendemos
la violencia psicológica, en aras a su evaluación, tanto como proceso violento en sí mismo como
efecto de cualquier tipo de agresión violenta física o psíquica (Asensi, 2008). La realidad nos
muestra que ejercer control sobre la pareja es una cuestión que trasciende a la mera agresión física,
cuya expresión en la relación es producto de una escalada o incremento progresivo de patrones de
interacción coactiva aparecidos en etapas precedentes a la consolidación de la pareja y durante el
noviazgo (Pozueco, Moreno, Blazquez y García, 2013).

En cuanto a los indicadores de maltrato psicológico podemos distinguir mecanismos


encubiertos y mecanismos manifiestos de abuso emocional que conforman una violencia invisible
pero no por ello menos lesiva para la víctima (Asensi, 2008). A continuación exponemos (véase
Tabla 1) una posible clasificación de los mecanismos de abuso emocional o maltrato psicológico.
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TABLA 1

MECANISMOS ENCUBIERTOS Y MANIFIESTOS DE ABUSO EMOCIONAL, SEGÚN ASENSI (2008)

MECANISMOS ENCUBIERTOS

✔ Descalificar. ✔ Connotar negativamente


✔ Negar ✔ Amenazar sutilmente con abandono físico o emocional
✔ Proyectar/acusar. ✔ Abandonar en realidad, física o emocionalmente
✔ Desmentir el abuso por parte del abusador
MECANISMOS MANIFIESTOS

✔ Despreciar ✔ Tirar objetos, no necesariamente hacia la víctima


✔ Gritar ✔ Golpear objetos, dar portazos
✔ Insultar o expresar malas palabras ✔ Ridiculizar a la víctima
✔ Criticar ✔ Expresar asco hacia la víctima
✔ Ordenar ✔ Amenazar con dejarla (física o emocionalmente)
✔ Mostrar malhumor ✔ Expresar celos excesivo
✔ Negar y retener afecto ✔ Amenazar la vida, las mascotas, la propiedad o
✔ Ignorar la familia de la víctima
✔ Ignorar ✔ Exponer a la víctima a escenas de abuso hacia
✔ Aislar a la víctima de sus familiares y amigos sus hijos, mascotas, padres, etc.
✔ Obligar a la víctima a que realice actividades ilegales ✔ Provocar a la víctima para que se defienda
✔ Monitorear el tiempo y las actividades de la víctima
✔ Intentar restringir recursos (finanzas, teléfono, etc.)
✔ Interferir con oportunidades (trabajo, atención médica, educación, etc.)
✔ Acusar a la víctima de estar involucrada en conductas repetidas e intencionalmente dañinas

(Fuente: Pozueco et al., 2013)

Desde el punto de vista psicológico-forense, se debe intentar valorar y en su caso constatar


la existencia de maltrato psicológico en sus diferentes manifestaciones así como la huella psíquica,
daño o secuelas psicológicas consecuencia de los malos tratos psicológicos, utilizando para ello
diferentes estrategias evaluativas, protocolos validados y modelos multimétodo.

VICTIMOLOGÍA INFANTIL EN ASUNTOS DE VIOLENCIA DE GENÉRO

Numerosos estudios informan de diferentes problemas conductuales y emocionales en niños y


niñas, víctimas y testigos de violencia de género. Alcántara, López-Soler, Castro y López (2013)
afirman que los datos obtenidos avalan la magnitud y gravedad de las consecuencias de la
exposición de los menores a violencia de género, refiriendo literalmente que “en la mayoría de los
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síndromes analizados la prevalencia clínica de éstos es cinco veces superior a la registrada en


población normal, y en algún síndrome hasta diez veces superior”. Los menores implicados se
encuentran sometidos a lo que Barudy & Dantagnan (2005) denominan proceso traumático:
“conjunto de eventos dolorosos y/o estresantes que emerge de relaciones interpersonales
significativas y cuyo contenido, su duración e intensidad agotan los recursos naturales del niño, así
como el de sus fuentes de apoyo social”.

Los trastornos y problemas psicológicos que presentan estos menores, aunque no sean
blanco directo de las agresiones, y con sus peculiaridades, son similares a los que presentan sus
madres como víctimas directas de la violencia de género. Los niños en este contexto se pueden
considerar víctimas de riesgo, por estar más expuestos a sufrir situaciones y comportamientos
violentos (propios y también hacia sus madres) y víctimas vulnerables, en cuanto a que tienen una
mayor probabilidad de sufrir un intenso impacto emocional (Echeburúa, Corral y Amor, 2002).

 Menores como víctimas de riesgo

En numerosos estudios se llega a la conclusión del riesgo que supone para estos niños
convertirse en víctimas y desarrollar síntomas asociados a trauma. Levendosky, Bogat & Martinez-
Torteya, (2013) analizaron los síntomas de trastorno por estrés postraumático de las madres y sus
hijos, concluyendo una correlación positiva. Por otra parte, los niños expuestos a la violencia de
género, además de encontrarse en mayor riesgo de desarrollar síntomas asociados a estrés
traumático, se encuentran a menudo expuestos a eventos traumáticos adicionales. La exposición de
los menores a este tipo de victimización los pone en riesgo de exposición a otros tipos de
victimización (abusos, agresiones sexuales, agresiones físicas, accidentes o enfermedades) que
pueden agravar el impacto psicológico sufrido (Graham‐Bermann, Castor, Miller & Howell, 2012).
Por otra parte, el trauma acumulativo, es decir, exposiciones múltiples a situaciones traumáticas en
la infancia, predice el desarrollo de sintomatología compleja y problemas psicológicos a lo largo
de la vida (Hodges et al., 2013).
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Las investigaciones realizadas durante los últimos 30 años han demostrado que la
exposición a la violencia en la pareja plantea riesgos significativos para el ajuste psico-social y
funcionamiento general de los niños. También está claro, sin embargo, que existe una considerable
variabilidad en los resultados de los menores implicados en estas situaciones. De acuerdo con lo
expresado, en el trabajo de Hungerford, Wait, Fritz & Clements (2012) se ofrece una revisión de
la investigación reciente que analiza las relaciones entre la exposición de los niños a la violencia
de género y su ajuste psicológico, el funcionamiento cognitivo y la competencia social,
considerando tanto los factores de riesgo como los factores de protección que influyen en el
desarrollo de problemas psicológicos y conductas adaptativas.

 Los menores: víctimas vulnerables

Los menores expuestos a violencia de género se consideran víctimas especialmente


vulnerables y, por lo tanto, altamente susceptibles de ser dañados y de sufrir consecuencias
perjudiciales de diversa consideración y en diferentes áreas.

En cuanto a la victimización infantil, se establecen diferentes aspectos sobre los que se


puede producir un impacto psicológico. Lizana (2014) destaca: consecuencias en el área
conductual, en el área del ajuste social, en el área emocional, en el área académica y del aprendizaje,
en el área física y del funcionamiento biológico, en el área sexual, en el área económica y de
subsistencia básica así como en el área de las creencias y valores. Por otra parte, se destaca la
existencia de numerosas y diferentes teorías que describen cómo los menores víctimas de la
violencia pueden desarrollar comportamientos violentos: teorías del aprendizaje social, teorías del
apego, el procesamiento de la información social, explicaciones neurofisiológicas y teorías que
hacen hincapié en la genética del comportamiento (Widom & Wilson, 2015).

El daño psicológico, social y emocional que puedan desarrollar estos niños estará
condicionado por numerosas variables: Edad y nivel de desarrollo, sexo y género, tipo, severidad
y tiempo de exposición a la violencia, contexto familiar, apoyo e intervención social, acumulación
de otros factores estresantes, capacidades propias de afrontamiento, estilo personal, etc. Otro tipo
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de consecuencias a medio y largo plazo que pueden desarrollar consiste en conformar su


personalidad en función de la violencia interpersonal que han vivido así como adquirir los modelos
y roles de maltratador-maltratada mediante la transmisión generacional del comportamiento
violento (Patró y Limiñana, 2005). Los menores pueden aprender actitudes y comportamientos
violentos y pueden desensibilizarse hacia este tipo de conductas agresivas contra la pareja,

Teniendo en consideración, por tanto, la especial vulnerabilidad de los menores como


víctimas, en el artículo 23 de la Ley 4/2015 del Estatuto de la víctima del delito, ya referida, se
establece la realización de una evaluación individual de las víctimas a fin de determinar sus
necesidades especiales de protección. Esta valoración considerará especialmente las características
personales de las víctimas, si se trata de víctimas menores de edad o en las que concurran factores
de especial vulnerabilidad, así como la naturaleza del delito, la gravedad de los perjuicios o el
riesgo de reiteración del delito. En base a lo anterior, con motivo de protección y para prevenir la
victimización secundaria, consideramos que también en las evaluaciones forenses habrá que tener
una especial atención a los colectivos más vulnerables, tanto en el proceso evaluativo como en las
recomendaciones ofrecidas en el informe pericial.

EVALUACIONES PERICIALES PSICOLÓGICAS DE MENORES EXPUESTOS A


VIOLENCIA DE GÉNERO

La función principal del perito es elaborar y emitir el dictamen solicitado desde el contexto judicial
aplicando científicamente los conocimientos profesionales y que se requieren para el caso concreto.
El informe pericial se emite para constatar, a través de una valoración técnica, una realidad no
perceptible, podemos considerar que su fin es hacer visible lo invisible, hacer tangible lo intangible.
Como afirma Jouvencel (citado por Asensi, 2008) el psicólogo forense realizará un informe de
valoración psicológica, despojada de valoración jurídica, que deberá integrarse en el conjunto del
asunto judicial.
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Contemplamos la importancia de la intervención psicológica forense, que incluye el área


pericial en materia tanto penal como civil, y de especial relevancia en el caso de los menores a
quienes, como ya hemos apuntado, estas situaciones afectan de manera sustancial, por lo que habrá
que adecuar una respuesta ad hoc que salvaguarde sus intereses.

Una de las cuestiones más difíciles con la que se enfrenta el sistema judicial en los casos de
violencia de género, aún más cuando se realiza evaluación psicológica de menores, es la prueba de
los hechos que constituyen la misma ya que en la mayoría de los casos solo se cuenta con la
declaración de la/s víctima/s. La dificultad estriba, en estos asuntos, en evaluar, constatar,
interpretar y explicar este tipo de violencia como una violencia también psicológica,
tradicionalmente mitologizada, cuyo proceso y consecuencias necesitan quedar esclarecidos ante
los operadores del ámbito judicial (Asensi, 2007). En el caso de evaluación infantil aumentan las
dificultades y nos encontramos con mayores limitaciones asociadas tanto a la condición del
testimonio infantil y las variables que en el mismo intervienen, como en cuanto al tipo de situación
victimizante: se produce en su entorno íntimo familiar, entre aquellas personas con las que le unen
lazos afectivos y necesidad de protección, posible conflicto de lealtades, padecimiento de temor,
culpa e indefensión, además de posibles secuelas emocionales. Desde nuestra profesión y
experiencia consideramos la necesidad de valorar/descartar indicios de simulación y evaluar, en su
caso, indicadores de exactitud y de credibilidad de los testimonios a fin de dotar de mayor eficacia
a las conclusiones y recomendaciones periciales.

Nuestra experiencia profesional como peritos forenses nos ha llevado a detectar algunos
errores habituales en los peritajes de los asuntos referidos a violencia de género (Asensi y Díez,
2008) que son debidos, básicamente, a problemas metodológicos, diagnósticos y de interpretación
de los hechos valorados. En algunos casos también encontramos que existen errores en la solicitud
de los dictámenes por parte del ámbito judicial, obviando a los menores como posibles víctimas en
asuntos de violencia de género.

El grado de fiabilidad que puede merecer un dictamen pericial vendrá ligado a los elementos
y datos que el perito hubiera seleccionado para emitir su opinión técnica, así como de su
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comprensión del proceso. Al respecto, en la evaluación de niños y niñas víctimas de violencia de


género se tendrá en cuenta el proceso en el que nos encontramos, las características peculiares de
este tipo de situaciones y el tipo de víctima que estamos valorando, por lo que habrá que realizar
la evaluación y el proceso de obtención de la información adecuándolo a estas circunstancias.

 Entrevistas psicológicas a niños en el contexto forense.

No es conveniente someter al menor a numerosas entrevistas, tanto por el hecho de


preservar huella de la memoria y proteger su testimonio del menoscabo que se puede producir
debido a múltiples e incorrectos abordajes, como por el hecho de evitar la revictimización
provocada por el sistema policial y de justicia y el posible aumento del daño psicológico
(González, Muñoz, Sotoca y Manzanero, 2013). Consideramos que es más eficaz y menos
perjudicial preparar de antemano un protocolo de entrevista con criterios útiles que deseemos
valorar, una vez estudiado el expediente del caso. Al respecto, ofrecemos algunas
recomendaciones:

- Las entrevistas han de adaptarse a la situación del niño y al contexto y momento en que se
encuentra (despacho profesional, comisaría de policía, sede judicial, casa de acogida…)
- Las evaluaciones y entrevistas han de hacerse en un ambiente de protección para el menor
y establecer un clima de confianza que permita la expresión de sus emociones y
pensamientos.
- Es preciso escuchar de forma activa al niño y darle tiempo.
- Utilizar preguntas abiertas, de narración libre. Destacar que la eficacia de las entrevistas
narrativas en el contexto forense permiten ampliar su utilización y aplicación en series
repetidas para que los menores recuerden situaciones o hechos que habitualmente suceden
de una manera similar (Arce y Fariña, 2012) como de hecho sucede en casos de violencia
de género y en situaciones de malos tratos continuados. Este formato posibilita, como
señalan los autores, someter a prueba la persistencia en la incriminación, además de
favorecer la manifestación de los criterios de realidad
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- Utilización de lenguaje claro, simple y adecuado en función del momento evolutivo del
menor entrevistado.
- Tener presentes los factores cognitivos y psicosociales de los niños en edad preescolar que
pueden influir en su testimonio (Juárez y Sala, 2011)
- Evitar preguntas cerradas y capciosas o sugerentes que puedan contaminar la entrevista.
- Grabar la entrevista, si es posible. De esta forma se facilitará que toda la información quede
recogida, así como la constancia del testimonio en el momento de la evaluación a fin de
contrarrestar la pérdida de la huella de memoria por diversos motivos (paso del tiempo,
recuperación múltiple…)

 Evaluación de niveles de adaptación y daño psíquico mediante cuestionarios y tests


adecuados a la población infantil.

Cuando se utilizan los tests en contextos profesionales, y especialmente en el contexto


forense, las características de los mismos y sus propiedades psicométricas deben ser muy exigentes,
ya que se van a tomar decisiones y realizar recomendaciones importantes sobre las vidas de los
niños. Coincidimos y referimos literalmente (Fernández, Hernández y Gil, 2015): “Para llevar a
cabo una evaluación psicológica rigurosa es necesario que los profesionales que la realizan tengan
una preparación adecuada, que los tests utilizados muestren unas buenas propiedades
psicométricas, y que se utilicen de forma correcta.”

 Elaboración de una estructura de informe psicológico forense clara y eficaz

Proponemos una estructura de informe pericial psicológico en la evaluación forense de


víctimas que contemple los siguientes apartados:

1) Constatar la existencia de un delito del que ha sido víctima


Mediante estudio y análisis del expediente judicial, documentación externa, otros
informes profesionales e institucionales, pruebas judiciales, declaraciones y
testimonios, estudio de la consistencia de la información aportada con los hechos
denunciados, etc.
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2) Evaluación psicológica clínico-forense.

– En dicha evaluación se incluirá un análisis longitudinal comparativo entre la historia


previa a los hechos denunciados (niveles adaptativos personales, sociales, escolares,
familiares…) y la historia actual. Se realizará un análisis y estudio de otros
informes, documentos o valoraciones profesionales que aporten información
relevante en este sentido.
– Se realizará asimismo una evaluación topográfica realizando una valoración
psicopatológica en el momento presente.
– Evaluación psicométrica mediante cuestionarios y tests adecuados a la población
infantil, edad de los menores, idioma, contexto cultural, etc. Se evaluará posibles
trastornos psicológicos: depresión, trastornos de ansiedad, estrés postraumático,
problemas adaptativos…
– Valoración de la credibilidad del testimonio.

3) Evaluación diagnóstica de trastorno/s psicopatológico/s

4) Establecer nexo causal. Si existe un trastorno psicológico y si éste guarda relación


con los hechos.

5) Pronóstico de la evolución. Valorar si presenta secuelas psicológicas (entendiendo


por tales aquellas que van a perdurar en el tiempo sin posibilidad de remisión)

6) Conclusión.

7) Recomendaciones forenses (en su caso)

 Re-victimización de los menores

Los menores inmersos en un proceso judicial se ven obligados a relatar su experiencia o ser
evaluados por diferentes profesionales en un largo proceso. Revivir situaciones traumáticas y re-
experimentar su sufrimiento aumenta su sentimiento de victimización. Para evitar en lo posible esta
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segunda victimización del menor por parte del sistema es preciso mayor coordinación institucional,
prever las declaraciones que va a tener que realizar y evaluaciones a las que va a ser sometido a fin
de organizar el proceso en su conjunto. Los peritos/psicólogos forenses deben dejar constancia en
sus informes de esta posibilidad de re-victimización infantil y procurar seguir un protocolo y una
metodología, dentro de las posibilidades del proceso judicial, que implique el menor perjuicio
posible.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Consideramos recomendable, y parte del reto profesional como psicólogos forenses, revisar
aquellos aspectos que pueden condicionar el impacto psicológico en las víctimas de violencia de
género (edad, relación con el agresor, tipo, intensidad, duración de las agresiones, etc.) con especial
relevancia en el caso de los menores a quienes estas situaciones afectan de manera sustancial, por
lo que habrá que adecuar una respuesta ad hoc que salvaguarde sus intereses.

Todos los profesionales que, de una u otra forma, intervenimos en este tipo de situaciones,
y con más motivo cuando hay menores expuestos, tenemos una responsabilidad técnica y
profesional. En este sentido, el conocimiento y la formación en el ámbito de la violencia de género,
y concretamente en sus aspectos psicológicos y su influencia en la infancia, es imprescindible para
entender sus peculiaridades como un tipo de violencia diferente a otros tipos de violencia y, desde
el punto de vista de la victimología infantil, que las víctimas en este contexto también tienen unas
características propias (Asensi, 2014)

Por todos los aspectos referidos, y a fin de minimizar errores de evaluación en el contexto
psicológico-forense, consideramos necesario formación y experiencia adquirida en el ámbito de la
violencia de género, en sus aspectos psicológicos y su influencia en la victimización infantil, a fin
de intervenir eficazmente en el contexto judicial en estos asuntos, tanto en materia civil como penal.
Abogamos por la utilización de protocolos evaluativos avalados, válidos y fiables que optimicen
el proceso valorativo, así como experiencia previa supervisada y una formación continua para
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intervenir en estos asuntos de alta complejidad que afectan a víctimas infantiles y especialmente
vulnerables (Asensi y Díez, 2015). Valorando todos estos aspectos nos acercaríamos mucho más
al objetivo de cumplir con la función pericial de asesorar científica y profesionalmente a los
tribunales de justicia, suministrando información objetiva, válida y fundamentada que facilite la
comprensión de las situaciones vividas por los niños en el marco de la violencia de género. Al
respecto, un informe pericial en el que se recoja, en su caso, el daño psíquico sufrido y la exposición
a situaciones violentas, facilitaría la puesta en marcha de medidas de protección que fueran
necesarias.

REFERENCIAS

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