La Operación Historiográfica

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La operación historiográfica”, que enfoca el discurso histórico desde la interpretación del

lugar dónde se produce y los sistemas de investigación que genera.

Michel DE CERTEAU: La Operación Historiográfica. En la escritura de la Historia.


México, Universidad Iberoamericana, Cap. 3, 1993. 
 

La Operación Historiográfica. 

      El autor considera que comprender para el historiador es analizar en términos de


producción localizables que cada método por si ha establecido según sus propios criterios
de pertinencia.

En este sentido, De CERTEAU alude al “despertar epistemológico” el cual viene del aporte
de autores como: Moscovici, Foucault, Veyne, etc. Siendo Francia el lugar donde se
manifiesta. Es así como señala que sólo se puede recibir la teoría que trae consigo una
práctica, en el espacio de una sociedad, y por otra, organiza los procedimientos propios de
una disciplina. Entonces considerar a la historia como una operación, sería limitar su
comprensión, como la relación entre un lugar (un reclutamiento, un medio, un oficio, etc.),
varios procedimientos de análisis (una disciplina) y la construcción de un texto (una
literatura).

      De esta forma la historia forma parte de la realidad de la que trata, la cual puede ser
captada como actividad humana, como practica. Es por esto que el autor propone, probar
que la operación historiográfica se refiere a la combinación  de un lugar social de prácticas
científicas y de una escritura, el análisis de las condiciones previas, de las cuales el discurso
nos habla, nos permite precisar las leyes que organizan el espacio producido como un texto.

      Es así como la escritura histórica se construye en función de una institución cuya
organización obedece a reglas propias que exigen ser examinadas en sí mismas. Toda
investigación historiográfica está relacionada con un lugar de producción socioeconómico,
político y cultural. 

Lo no dicho. 

      Durante el positivismo la historia objetiva, conservaba la idea de verdad en el modelo


de la filosofía de ayer y la teología de antes de ayer, las cuales eran traducidas en términos
de hechos históricos. Luego sobrevino la desconfianza, se probó que toda interpretación
histórica depende de un sistema de referencia, el cual queda como la filosofía implícita
particular, la cual remite a la subjetividad del autor.

      El autor Raymond Aron, hace su aporte en este sentido, enseñando a toda una
generación el arte de señalar las “decisiones filosóficas” en función de las cuales
reorganizan los cortes de un material, los códigos con los que se descifra y el modo como
se ordena la exposición, Esta crítica marcaba una etapa en donde primaban las
investigaciones positivistas francesas y  donde el escepticismo alemán, se refería las
tipologías.

       En el siglo XIX la historiografía se refería a la circulación de conceptos que a lo largo


del siglo, transportaban a las categorías filosóficas a los subsuelos de la historia, de la
exégesis o de la sociología.

      La relatividad histórica compone un cuadro donde sobre el fondo de una totalidad
histórica se destaca una multiplicidad de filosofías individuales..

Las decisiones personales se efectuaban tomando como base 2 postulados. 

1. Al aislar del texto historiográfico un elemento filosófico, se le suponía una


autonomía a la ideología, en esto consistía la condición de su extracción. Un orden
de ideas se aportaba desde la práctica histórica, luego se contrastaba y se buscaba
una relación directa con el pensamiento.

2. Por otra parte establecía un coto reservado tanto al reinado de las ideas como al de
los intelectuales, La relatividad no actuaba dentro de este campo cerrado. 

En la actualidad, los trabajos aún muestran influencia de las técnicas de  R. Aron.

      Foucault niega la subjetividad al pensamiento de un autor, siendo así en sus primeros


libros, consideraba la autonomía del lugar teórico donde se desarrollan en su relato las leyes
según las cuales los discursos científicos se forman y se combinan en sistemas globales. En
1969, LÁrcheologie du Savoir marca una ruptura, desde este punto de vista al introducir
técnicas de una disciplina y los conflictos sociales en el examen de una estructura
epistemológica, la de la historia.

      Para Veyne, permanece intacta la tesis de 1938, la cual quitaba pertinencia


epistemológica al examen de la función social ejercida por la historia, por las prácticas y las
leyes del mismo grupo, por el juego de su intervención en el juego de las fuerzas públicas,
etc. 

La institución Histórica. 

      La relación d un sujeto individual con su objeto, es la institución del saber. La cual
marca el origen de las ciencias modernas. El nacimiento de las disciplinas está siempre
ligado a la creación de grupos. La relación entre una institución y la definición de un saber,
insinúa lo que se ha llamado, la despolitización de los sabios, es decir, la fundación de
cuerpos ej.: Ingenieros, intelectuales, pensionados, etc. En el momento en que las
universidades se estancan al volverse intransigentes.
       Las instituciones políticas, eruditas y eclesiásticas, se especializan recíprocamente. Se
trata de un sitio particular en una nueva distribución del espacio social, se construye un
lugar científico, la ruptura que hace posible la unidad social  destinada a convertirse en
ciencia indica una nueva clasificación global.

      Dicha ruptura señala en su aspecto externo, un lugar que se enlaza con otras en un
nuevo conjunto, y en su aspecto interno el establecimiento de un saber que no puede
separarse de una institución social.

Dicho modelo se replica bajo la forma de subgrupos o escuelas. La institución social queda
como la condición de un lenguaje científico. Desde el s. XVIII hasta Annales de 1947, cada
disciplina conserva la ambivalencia de ser la ley de un grupo y la ley de una investigación
científica. Un mismo movimiento organiza a la sociedad y a las ideas que circulan en ella.
El discurso científico que no habla de su relación con el cuerpo social no puede dar origen a
una práctica, deja de ser científico, lo cual es importante para el historiador, ya que en esta
relación con el cuerpo social se encuentra el objetivo de la historia.

      Hacia 1965, Glénisson encuentra relación entre un saber y un lugar: la condición de


una ciencia a una citación social que consiste en lo que n se dijo, resulta difícil para analizar
el discurso histórico independientemente de la institución, en función de lo cual se ha
organizado su silencio o pensar en una disciplina la cual queda asegurada por sus
conceptos, sin que intervenga una transformación de las situaciones adquiridas. Desde este
punto de vista Habermas señala que se impone una repolitización d las ciencias humanas,
de la cual no podría dar cuenta de ellas sin una teoría crítica de la situación actual en la
sociedad. En este sentido, el nosotros del autor nos remite a una convención (verosímil
enunciativa). El texto es la escenificación de un contrato social entre nosotros, el cual es un
sujeto plural que sostiene al discurso. La mediación de nosotros no está determinado a un
individuo, si no a un sujeto global ( el tiempo, la sociedad, etc.). Por cuanto el nosotros del
autor corresponde el de los verdaderos lectores, donde el público no es el verdadero
destinatario del libro de historia, en donde su obra es juzgada por sus colegas quienes
utilizarán criterios diferentes de los del público. Existen leyes del medio cuyo contenido
varía en los cuales organizan el control del trabajo. Sí la obra al no ser aceptada por el
grupo, caerá en la categoría de vulgar, por lo que no sería capaz de definir a un estudio
como historiográfico. Es así que dicha acreditación está relacionada al yo del escritor dentro
del nosotros de un trabajo colectivo que habilita a un locutor para que enuncie el discurso
historiográfico.

       En la generalidad un texto histórico, enuncia una operación que se sitúa dentro de un
conjunto de práctica, siendo lo esencial en una investigación científica. Un estudio
particular será definido por la relación que mantenga con otros contemporáneos, con
un estado de la cuestión, con las problemáticas explotadas por el grupo y los puntos
estratégicos que se van formando junto con los avances y las desviaciones referentes a una
investigación en curso. Cada resultado individual se inscribe en un conjunto cuyos
elementos dependen unos de otros y cuya combinación forma la historia en un momento
dado.
      Entonces el autor alude a que la obra de valor, es aquella que se sitúa en un conjunto
operativo, lo que constituye un progreso en la condición de objetos y métodos históricos,
que puede promover nuevas investigaciones lo que resulta ser: un producto de un lugar. 

Los historiadores en la sociedad 

      Los métodos describen un comportamiento institucional y las leyes de un medio. El


trabajo se apoya en general, en equipos, líderes, en medios financieros y por lo tanto, en las
relaciones sociales o políticas que favorecen a uno u otro estudio para que pueda obtener
créditos. También está organizado como una profesión con sus jerarquías, sus normas
centralizadoras y su reclutamiento psicosocial.

      La producción histórica, se encuentra dividida entre la obra literaria del que
tiene autoridad y el esoterismo científico del que hace investigaciones.

      Una situación social cambia el modo de trabajo y el tipo de discurso. Desde el acopio
de los documentos  hasta la redacción del libro, la práctica histórica depende siempre de la
estructura de la sociedad. Los estudios sobre temas más amplios, deben ser referidos a
la unidad social de la que dependen, donde no se trata de una localidad si no de la
inteligencia académica, después universitaria que se distingue de la pequeña historia. En
este sentido, Lucien Febvre, señala que no hay concepciones mejores o más objetivas, si no
situaciones diferentes. Un cambio de la sociedad permite al historiador tomar otras
distancias en relación con lo que se convierte globalmente en pasado. El discurso se torna
neutro, defiende lugares en vez de ser el enunciado de causas. El discurso ya no puede
hablar de lo que está determinado, tiene que respetar muchas posiciones y solicita muchas
influencias. En este caso, lo no dicho es lo confesado de textos convertidos en pretextos. La
exteriorización de lo que se hace en relación a lo que se dice y el desvanecimiento
progresivo de un lugar donde la fuerza se apoyaba sobre un lenguaje. 

El que permite y el que prohíbe un lugar 

      La historia funciona con lo que se le permite a unos y se les prohíbe a otros, la
combinación del permiso con la prohibición es el punto ciego de la investigación histórica y
la razón por la cual no es compatible con cualquier cosa por eso sobre esta combinación
debe actuar el trabajo destinado a modificarlo.

      La historia queda configurada en todas sus partes por el sistema con que se elabora,
está determinado por el hecho de una fabricación localizada en algún punto de dicho
sistema, por lo tanto, tener en cuanta el lugar  donde se produce permite al saber
historiográfico un conocimiento más acabado de su objeto de estudio. El enlace de la
historia con un lugar es la condición de posibilidad de un análisis de la sociedad. 

Una práctica  
      Hacer historia es una práctica, la organización de la historia se refiere a un lugar y a un
tiempo, esto se debe a sus técnicas de producción; cada sociedad piensa históricamente con
los instrumentos que le son propios, donde el autor señala que la palabra instrumento es
equívoca, dado que nos e trata sólo de medios, ya que la historia está mediatizada por la
técnica. Lo cual, relativiza la importancia que le dio en el s. XIX y en la actualidad en el
caso de la Historia Social. Sobre esta frontera cambiante entre lo dado y lo creado y
finalmente entre la naturaleza y la cultura se desarrolla la investigación. Con el aporte y las
modificaciones han manifestado las diferentes ciencias, el orden social se inscribe como un
orden natural y no como algo opuesto a él; es por ello que el autor encuentra relaciones con
los que puede modificar a la historia que ha tenido como objeto central a la sociedad y sus
relaciones, es decir a la Historia Social, oscilando entre las mentalidades y lo económico.
Pero estos campos abiertos a la historia no pude ser solamente objetos nuevos presentados a
una institución que no cambia, la misma historia entra en esta relación del discurso con las
técnicas que la producen, por tanto, es necesario considerar como trata a los elementos
naturales para convertirlos en ambiente cultural, y cómo conduce hasta la simbolización
literaria a las transformaciones que efectúan en la relación de una sociedad con su
naturaleza, es así como el historiador no encuentra la dicotomía que opone lo social a
lo natural, si no una conexión a la socialización de la naturaleza y una  naturalización de las
relaciones sociales. 

La articulación naturaleza-cultura 

      El historiador trabaja sobre un material (fuentes) para transformarlo en historia. Una
obra histórica participa del movimiento por el cual una sociedad modifica u relación con la
naturaleza, convirtiendo lo natural en utilitario o estético o haciendo pasar una institución
social de una condición a otra.

      El historiador puede convertir en cultura los elementos que extrae de campos naturales,
desde su documentación hasta su libro, él realiza un desplazamiento de la articulación
naturaleza-cultura. Es decir, logra la metamorfosis del ambiente a través de una serie de
transformaciones que desplazan las fronteras de la topografía interna de la cultura, civiliza
la naturaleza y la cambia. Pero la historia muestra problemas de tipo teórico desde el
examen de su aparato crítico y sus procedimientos técnicos. 

El establecimiento de las fuentes o redistribución del espacio.  

      Los orígenes de nuestros archivos modernos implican la combinación de un grupo


(eruditos), de lugares (bibliotecas) y de prácticas. Desde el s. XV, las colecciones conjugan
la creación de un nuevo trabajo (coleccionar), la satisfacción de nuevas necesidades
(justificación de grupos familiares y políticos) y la producción de nuevos objetos
(documentos) cuyo sentido será definido en su relación con el todo (colección). Una ciencia
que emerge en el s. XVII forma sus fuentes, sus bases y sus reglas, ligada en un primer
momento a la actividad jurídica.  Con el transcurrir del tiempo las fuentes comenzaron a ser
construcción de un lenguaje y por tanto producción de técnicas y objetos propios. Hoy en
día el establecimiento de las fuentes requiere de un gesto fundador, de un aparato y de
técnicas. La diversidad de fuentes que propone la ciencia histórica actual genera ciertos
conflictos con la definición del campo objetivo propio, por esto el autor señala, que un
trabajo científico si realiza una redistribución del espacio consiste en darse un lugar por el
establecimientos de fuentes, es decir, por una acción y por técnicas que transforma. Por
tanto estos procedimientos presentan problemas, debido a que cada práctica histórica no
establece su lugar, si no gracias al aparato que es a la vez condición, el medio y el resultado
de u desplazamiento. Ya que en el uso de archivos no se puede cambiar la utilización de los
mismos sin que su forma cambie. La transformación de o archivístico es el punto de
partida, la condición de una nueva historia. El análisis contemporáneo trastorna los
procedimientos ligados al análisis simbólico que ha prevalecido desde el romanticismo y
que trataba de reconocer un sentido dado y oculto. Este nuevo análisis recupera la
confianza en la abstracción que caracterizaba a la época clásica, pero la abstracción de
ahora es un conjunto formal de relaciones o estructura. Su práctica consiste en construir
modelos que reemplazan el estudio del fenómeno concreto por el objeto constituido por su
definición, en juzgar el valor científico de dicho objeto según el campo de preguntas a las
cuales puede responder y según las respuestas que proporciona y en fijar los límites de la
significabilidad de dicho modelo.

      El establecimiento de las fuentes (valiéndose de los recursos informáticos) trae consigo
una repartición nueva de las relaciones razón/real o cultura/naturaleza sino es el principio
de una redistribución epistemológica de los momentos de la investigación científica.

     En la erudición ir al archivo, es el enunciado de una ley tácita de la historia.

Otra institución está sustituyendo actualmente a este sitio central. Por tanto es necesario
considerar la institución técnica que organiza el lugar donde circulará en lo sucesivo la
investigación científica, antes de analizar más de cerca las trayectorias operacionales que la
historia traza en este nuevo espacio. 

 Hacer resaltar las diferencias: las desviaciones del modelo 


 

      El tratado histórico se desarrolla dentro de la relación entre los polos extremos de toda
la operación, por una parte la construcción de modelos, por otra la asignación de una
significabilidad  de los resultados obtenidos al finalizar las combinaciones informáticas.
Consiste en volver significativas las diferencias proporcionadas, por las unidades formales
previamente construidas. La interpretación antigua se convierte en función del material
producido por la constitución sobre las desviaciones que han resultado en los modelos.
Entonces lo importante no está en la combinación de series obtenidas gracias a un
aislamiento previo de rasgos significativos de acuerdo a modelos preconcebidos si no por
una parte en la relación entre dichos modelos y los límites que trae consigo su empleo
sistemático y por otra parte en la capacidad de transformar dichos límites en problemas que
puedan tratarse técnicamente. Dichos aspectos están coordenados entre si, ya que si la
diferencia se manifiesta gracias a la extensión de los modelos constituidos, se vuelve
significativa por la relación que mantiene con ellas debido a una desviación la cual nos
permite volver sobre los modelos para corregirlos. Se podría decir que la formalización de
la investigación tiene precisamente como objetivo la producción de errores que pueden
utilizarse científicamente. Este modo de proceder es inverso a los procesos de la historia
que se practicaban en el pasado, donde se partía de huellas en número limitado y se trataba
de borrar toda diversidad y de unificarlos en una comprensión coherente. Donde dicho
valor depende de la cantidad de información acumulada. En este sentido, se presentaban
serios inconvenientes con l base documental sobre todo con los aportes de nuevos
investigaciones lo que producía proyectos de investigación interminables, en la actualidad
esta situación se invirtió entonces del desarrollo cuantitativo según establece un modelo se
pasa a cambios incesantes de modelos. Por lo tanto el estudio se establece en la actualidad,
desde el comienzo sobre unidades que el mismo estudio define, en la medida en que es
capaz de fijarse a priori objetos, niveles y taxonomías de análisis. Por lo tanto el autor
agrega, que si tomamos un vocabulario antiguo que ya no corresponde a la nueva
trayectoria, se podría decir que la investigación ya no parte de rarezas (restos del pasado9,
si no que parte d una formalización (un sistema presente) para dar lugar a restos, indicios de
límites a un pasado que es el producto de un trabajo. En la historiografía contemporánea, se
observa que es historiador ya no es capaz de construir un imperio, es decir, no pretende
alcanzar a la historia global, sólo se limita a circular alrededor de racionalizaciones
adquiridas. Trabaja en los márgenes, el historiador avanza hacia las fronteras de las grandes
regiones explotadas, hace una desviación hacia la brujería, la locura, las fiestas, la literatura
popular, el mundo del campesino. Es así como Fernand Braudel, mostraba como los
estudios sobre las áreas culturales, tienen la ventaja de situarse en lugares de tránsito, donde
pueden observarse los fenómenos de frontera de préstamo o de rechazo.

      En el ’69, el interés científico de estos trabajos consiste en la relación que mantienen
con totalidades impuestas  o supuestos  (una coherencia en el espacio, una permanencia con
el tiempo), y los correctivos que se pueden aportar. La investigación utiliza objetos que
tienen la forma de su práctica, ellos le proporcionan el medio de hacer resaltar las
diferencias relativas a las continuidades o a las unidades de donde parte el análisis.  

El trabajo sobre el límite 

      La historia no ocupa más como en el s. XIX el lugar central organizado por una
epistemología que al perder la realidad como sustancia ontológica trata de encontrar como
fuerza histórica y de permanecer oculta en el interior del cuerpo social. La historia ya no
conserva la función totalizadora que consistía en sustituir a la filosofía en el oficio de
indicar el sentido de las cosas, es decir interviene en el modo de realizar una
experimentación crítica de los modelos sociológicos, económicos, psicológicos o culturales.
La historia se convierte en un lugar de control donde se ejercita una función de
falsificación, dando cuenta de los límites de significabilidad relativos a modelos que son
ensayados por la historia en campos ajenos a los de su propia elaboración. Este
funcionamiento puede señalarse, en 2 momentos: 

1. Señala la relación de lo real con el modo de hecho histórico.


2. Indica el uso de modelos recibidos y por lo tato la relación de la historia con una
razón contemporánea.
 

En el primer caso hace referencia a la organización interna de  los procesos históricos  y en
el segundo a su articulación en campos científicos diferentes.

      El historiador obtiene de sus modelos la capacidad de hacer aparecer desviaciones, en


la espera por la totalización creyó poder conciliarlos sistemas de interpretación con el
objeto de cubrir toda la información, ahora se interesa en las manifestaciones complejas de
las diferencias, la relación con lo real se convierte en un relación entre los términos de una
operación.

      Todo el acontecimiento se refiere a una combinación de series relacionalmente aisladas


entre los cuales él es capaz de marcar los cruzamientos, las condiciones de posibilidad y los
límites de validez. Todo esto implica ya una manera histórica de volver a emplear los
modelos tomados de otras ciencias y al situar en relación con ellas una función de la
historia. El economista se caracteriza por la construcción de  sistemas de referencias y el
historiador es el que se sirve de la teoría económica. La historia pone de manifiesto un
heterogéneo relativo a los conjuntos homogéneos constituidos por cada disciplina, donde se
podría relacionar unos con otros los límites propios de cada sistema o nivel de análisis
(económico, social, etc.). De esta manera la se historia se convierte en auxiliar. Lo cual
quiere decir que la relación que mantiene con otras ciencias le permite ejercer una función
crítica y le sugiere la idea de articular en un conjunto d límites que ha hecho resaltar. 

Crítica e Historia 

      El examen de la práctica histórica precisa 3 aspectos de la misma, la mutación del


sentido de lo real en la producción de las desviaciones significativas, la posición de lo
particular como límite de lo pensable, la composición de un lugar que establece en el
presente la figuración ambivalente del pasad y del futuro.

      El primer aspecto, supone un cambio de dirección del conocimiento histórico, desde


hace 1 siglo dicho conocimiento representaba a una sociedad bajo el aspecto de una
recolección-colección de todo lo que había llegado a ser. Es así, como la historia se
fragmenta en una pluralidad de historias (biológica, económicas, etc.), para el conocimiento
histórico restauraba lo mismo gracias a la común relación con una evolución. Se volvía a
unir las discontinuidades en un mismo sentido  y al manifestar la unicidad interior de una
dirección o proceso de cambio. En la actualidad el conocimiento histórico es juzgado por su
capacidad de medir desviaciones, cuali cuantitativas, en relación con las construcciones
formales presentes. El conocimiento histórico pone en evidencia no un sentido, sino las
excepciones que aparecen al aplicar modelos económicos demográficos o sociológicos a
diversas regiones de documentación. El trabajo consiste en producir algo negativo que no
resulta significativo, en este sentido se ha especificado en las diferencias significativas que
permiten imponer mayor rigor en las programaciones y explotarlas sistemáticamente.
      El segundo refiere a lo particular que especifica a la vez la atención y la investigación,
lo cual lo hace como un objeto pensado, si no al contrario porque es el límite de lo
pensable. Lo único pensado es lo universal.

      Si la comprensión histórica no se encierra en la tautología de la leyenda  no le huye a la


ideología, tiene como primera característica, no renunciar a la relación que las
regularidades mantienen con las particularidades.

      La crónica o la erudición la cual suma particularidades, ignora la ley que lo organiza.
La particularidad  tiene como razón de sus competencias el actuar en el fondo de una
formalización explícita, como función el interlocutor un interrogante, como significación,
el remitirnos a actos, a personas y a todo lo que queda fuera del saber como del disenso.

      El tercero está asociado al lugar que la historia crea al combinar el modelo con sus


desviaciones.

La operación histórica consiste, el dividir el dato según una ley presente que se distingue de
su otro pasado, en tomar una distancia respecto a una situación adquirida y en señalar con
un discurso el cambio efectivo que ha permitido este distanciamiento, el mismo crea un
doble efecto. Por una parte historiza lo actual, es decir, obliga a explicitar la relación de la
razón con un lugar propio por oposición a un pasado, se convierte en presente. Por otra
parte, la figura del pasado conserva su valor primitivo de representar lo que hace falta. Así
la historia es ambivalente, el lugar que labra en el pasado es al mismo tiempo una manera
de abrir el paso a un porvenir. En sus formas extremas ello llega a ser en el primer caso
legendario o polémico, en el segundo reaccionario o revolucionario. 

Una escritura 

      La representación no es histórica sino cuando se apoya en un lugar social de la


operación científica, y cuando institucional y técnicamente ligada a una práctica de la
desviación referente a modelos culturales o teóricos contemporáneos. No hay relato
histórico donde no está explicitado la relación con un cuerpo social y con una institución
del saber. 

La inversión del saber 

      La escritura historiográfica permanece controlada por las prácticas de dónde resulta en
sí misma, una práctica social que fija a su lector un lugar bien determinado al redistribuir el
espacio de las referencias simbólicas imponiendo así una lección, es didáctica y magistral.
Pero al mismo tiempo funciona como imagen invertida, crea relatos del pasado en el
presente.

      Al separarse del trabajo cotidiano el discurso se sitúa fuera de la experiencia, se disocia
del tiempo que pasa, proporciona modelos del tiempo pasado. Sólo una distorsión permite
la introducción de la experiencia en otra práctica social, pero simbólica que sustituye el
trabajo de una investigación por la autoridad de un saber. 

La cronología o la ley enmascarada 

      Toda historiografía plantea un tiempo de las cosas como el contrapunto y la condición


de un tiempo discursivo, el cual resulta distante del tiempo real.

1. Es el de volver compatibles a los contrarios. La temporalización crea la posibilidad


de volver coherentes a un orden y en relación con el espacio plano de un sistema, la
narración crea un espesor que permite colocar junto al sistema a su contrario. Una
perspectiva históriza, la operación que desde un mismo y un mismo texto sustituye
la conjunción a la disyunción mantiene al mismo tiempo enunciados contrarios y
supera la diferencia entre un orden y lo que queda fuera de él. Es el instrumento de
todo discurso que trata de comprender posiciones antinómicas. Pero la
temporalización construye un escenario que pueden actuar al mismo tiempo los
incompatibles.

La historiografía es un relato que funciona como discurso organizado por el lugar de


los interlocutores y fundado sobre el lugar que da el autor respecto a sus lectores.

2. La cronología proyecta sobre el texto la imagen del tiempo que en la investigación


va del presente al pasado, sigue las huellas al revés. La colocación del relato en su
lugar lleva consigo en todas partes una relación tácita con algo que no puede tener
lugar en la historia (un no lugar fundamental), sin el cual no podemos tener
historiografía. La escritura dispersa a lo largo de la escenificación cronológica, la
referencia del relato a algo no dicho que es su postulado. Este no lugar señala el
intersticio entre la práctica y la escritura.

La censura cualitativa entre una y otra se manifiesta por el hecho de que la escritura
desnaturaliza e invierte el tiempo de la práctica. El cero del tiempo enlaza la una con la otra
es el umbral que conduce a la fabricación del objeto a la construcción del signo.

La ley siempre saca ventajas de lo que se escribe, si la historiografía resulta de una


operación actual y localizada, como escritura repite otro comienzo, este último imposible
de dotar o representar postulado por el despliegue de la cronología. La ausencia que da
comienzo a toda literatura invierte la manera de llenar el relato de sentido y de fijar en el
discurso un lugar para el destinatario. 

Construcción desdoblada 

      Entre los problemas que se plantean en el relato discursivo algunos de ellos refieren a l
construcción de la historiografía. Estas dependen de la temporalización que proporcionan 
un cuadro al permitir que se mantengan juntas las contradicciones sin tener que resolverlas.
Este propósito globalizante se encuentra a lo largo de toda la obra. Literariamente produce
textos que tienen la doble característica de combinar una semantización con una selección y
de ordenar una inteligibilidad junto con una normatividad.

      Teniendo en cuenta una tipología general del discurso, una primera aproximación se
refiere al modo según el cual se organizan en cada discurso, la relación entre su contenido y
su expansión. En la narración, una y otra nos remite a un orden de sucesión, el tiempo
referencia (es decir, una serie A, B, C, de momentos) puede ser en la exposición, objeto de
divisiones y de inversiones capaces de producir efectos de sentido. En el discurso lógico el
contenido por el estudio de verdad que se puede asignar a los enunciados, implica entre
ellos relaciones silogísticas que determinan el modo de la exposición
(inducción/deducción). El discurso histórico, en si mismo pretende, dar un contenido
verdadero pero la forma de narración. (ver cuadro de la pág. 109).

      El discurso mixto va a construirse según dos movimientos contrarios, una narración
hace pasar su contenido a su expansión, de modelos acrónicos a una cronologización de una
doctrina a una manifestación de tipo narrativo, por el contrario una semantización del
material hace pasar de los elementos primitivos a un encadenamiento de los enunciados y a
la constitución de secuencias históricas programadas. La metáfora está presente, traslada la
causalidad hacia la susecividad hace actuar a las relaciones de coexistencia.

      La verificabilidad de los enunciados se sustituye por su verosimilitud. Es por esto que
se plantea como historiográfico  el discurso que comprende, es decir, el que se organiza
como texto foliado en el cual una parte se apoya en la otra, las citas acompañan a este
argumento, por las referencias, por las notas, etc. El discurso se establece como un saber
del otro, se construye de acuerdo a una problemática de proceso, sobre un lenguaje
referencial que actúa como realidad.

      En tanto la estratificación del discurso no tiene forma de diálogo lo mismo combina el
singular del saber que cita, con el plural de los documentos citados. Lo cual demuestra
como condición el límite de unicidad de una recomposición textual, el lenguaje citado es
referencial, por su fragmentación remite a un lugar de autoridad, de este modo produce
confiabilidad al saber. Dicha estructura también implica, un funcionamiento particular
epistemológico y literario, de los textos estratificados.

      Tomando en cuenta a Popper, se trata de “interpretación”, más que de una explicación


dada, que el discurso recibe una relación interna, con la crónica la condición de ser su
saber; comienza a construirse bajo ciertos números de postulados epistemológicos. La
semantización la cual viene de la cultura, la transcriptibilidad de los lenguajes ya
codificados de los que hace el intérprete, la construcción de un metalenguaje de acuerdo a
los documentos utilizados.

      El nombre propio toma el valor de cita, mientras la novela, debe llenar de predicados a
los nombres propios, la historiografía trabaja sobre un lenguaje referencial.

      Al citar el discurso transforma lo citado en fuente de confiabilidad y en léxico de u


saber, el cual coloca al lector en la posición de lo que es citado, el discurso produce un
contrato enunciativo entre el remitente y el destinatario  donde funciona como discurso
didáctico.

       La estructura interna del discurso produce un tipo de lector, al organizar el espacio
textual, dicha estructura establece un contrato y organiza así el espacio social. Desde este
punto de vista es eficaz, por lo tanto, en la historiografía crear un discurso eficaz no es otra
cosa que el significado de la palabra como acto de autoridad.

      Otro aspecto, refiere a la problemática de la relación entre el acontecimiento y el


hecho. El acontecimiento divide para que haya inteligibilidad, el hecho histórico completa
para que haya enunciados con sentido. El primero condiciona la organización del discurso,
el segundo parte del modo narrativo aportando una serie de elementos significativos.

      El texto plantea, el cumplimiento del sentido y su condición los une y los nivela en la
expansión del discurso, por esto es global.

      Francoise Châtelet nombra a las unidades conceptos, pero a su vez


epistemológicamente se denominan categorías históricas, Ej; períodos, la mentalidad, la
clase social, la coyuntura económica, etc. Estas unidades, llenan combinaciones
estereotipdas, ya que cada código tiene su propia lógica. La escritura impone reglas que no
son las de la práctica, pero que, diferentes y complementarias son las de un texto que
organiza lugares con el fin de una producción. El texto es el lugar donde se efectúa un
trabajo del contenido sobre la forma. El lugar del pasado actúa sobre dos operaciones, una
técnica y la otra escriturística, donde la diferencia radica en la técnica de la investigación y
en la representación del texto. 

FIIINNNNNN.

  
 
 

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