El Pueblo de Las Piedras
El Pueblo de Las Piedras
El Pueblo de Las Piedras
PATIÑO
Con este cuento tengo una larga amistad. Fue el primero que adapté, hace ya
muchos años, partiendo de un pequeño relato en aymara: "Ma sarir jaqi".
contado por un campesino del altiplano paceño.
Cruzó un río seco, torció una curva de espinas y llegó a una calle, donde
retumbaron sus pasos. Se sentó, apoyando su espalda en la ancha pared y
los codos en su bulto. El viento caminaba por las calles y peinaba las casas
sin techos. Ni siquiera un perro, se dijo, sólo piedras. Los ojos se le
nublaron; el cielo se tornó rojizo. Quiso limpiarse el sudor de la frente, pero
sus manos apenas lograron asirse del bulto.
—¡Qué bien que has venido! Aquí ya no hay agua ni alimentos. Ya no pasan
por aquí los comerciantes ni los viajeros.
3.
CENTRO PEDAGÓGICO Y CULTURAL SIMÓN I. PATIÑO
—Bueno... yo vivo aquí con mis hermanos. Aquí no hay comida, pero
tenemos mucho oro, al otro lado del cerro. ¿Qué traes para vender?
—Pero tienes que darme de fiado. Cuando vuelvas por aquí te pago, tengo
que ir allá, al otro lado del cerro a buscar mi plata.
—No tengas miedo —dijo—. Son mis hermanos que sufren de hambre.
Dame pues de fiado, medio bulto, y cuando vuelvas por acá te pago.
—¿Dónde te busco?
—En la Calle de las Piedras. ¿Ves allá, la capilla de piedras? Pues ahí
detrás, en un agujerito vivo.
3.
CENTRO PEDAGÓGICO Y CULTURAL SIMÓN I. PATIÑO
Al dejar el pueblo, le pareció que las campanas sonaban, que los perros
ladraban y que había un olor a tierra húmeda y a flores, y risas de niños,
silbar de quenas y alboroto de animales. Luego el viento cambió de
dirección y desapareció el encanto.
Un día, volvió a toparse con el Pueblo de las Piedras. Como la primera vez,
no había nadie. En la calle de las Piedras, al lado de la capilla, no había
nadie. Se sentó cerca de una pared deshecha. No había viento. Sólo calor.
Y piedras. Ni siquiera un perro, suspiró. Pero entonces sintió algo vivo en
sus espaldas. Se agarró las sienes, se frotó los ojos, se rascó las costillas
adormecidas, y miró el suelo.
3.