Material Religión 2 Do Año Patrocinio
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RELIGIÓN.
La adolescencia y la Pubertad.
El Monseñor Jonás señala que, ellos son como niños. Es decir, durante la
infancia, han recibido la orientación de la fe, de los valores cristianos y una
educación firme, como si recibieran las piezas de un lindo rompecabezas. Pero, en
la adolescencia, pueden querer, por ímpetu, desmontar todo el rompecabezas y
dejarlo de lado.
A su vez, mencionaba: “Manténganse firmes, pues cuando se calmen y sean
mayores, y llegue el momento de organizar su vida; las piezas clave que tendrán
para hacer esa reconstrucción, son las que tú dejaste”.
Entonces, en cualquier etapa en que el adolescente católico se encuentre, en la
fase de rebeldía; o simplemente en la fase de la indiferencia con lo que le has
enseñado, mantente, de una forma nueva, firme con la inyección de valores, de fe
y ofrécele tu confianza. Como el monseñor Jonás nos dijo: “No basta orar por
nuestros hijos, tenemos que orar con nuestros hijos”.
Carta de un ADOLESCENTE.
Al crecer nuestros padres nos han criado en una serie de valores y principios
como la honestidad obediencia amor respeto, etc. Estos han regido y guiado
nuestras vidas a lo largo de un proceso de crecimiento ha estado siempre con
nosotros y así lo estarán a medida que sigamos creciendo. Algunos de estos
principios y valores se convierten en pura teoría y otros se nos olvidan
momentáneamente y quizás otros van en nuestro diario vivir.
Es verdad que tener estos valores y enseñanzas evitan que hagamos cosas
que van en contra de ellos, cosas que son comunes para las demás personas.
Más que evitar diría que te hacen reflexionar sobre qué es lo que vas a hacer o
como va a ser tu proceder, en tu mente están presenten y simplemente te definen
como diferente al resto.
Pero qué pasa cuando algunos de estos valores aprendidos se quedan solo en
teoría y hacemos caso omiso de ellos o se van de nuestras mentes por días
semanas quizás meses después de que hicimos lo que quisimos, quizá nos han
repetido tantas veces esos principios que pensamos que nos son importantes o
que no tienen una relevancia.
Así que mantén inalterables tus principios aprendidos no los trates de cambiar
son muy claros y se deben seguir tal y como son.
COORDINACIÓN DE PASTORAL.
RELIGIÓN.
¿Qué es la Identidad?.
2. Combatir prejuicios
También deben aprender a combatir barreras y lograr que nada les condicione
a la hora de conseguir sus metas y sueños. Debemos evitar en la familia cualquier
estereotipo por sexo, edad o raza. Por ejemplo, las hijas no tienen por qué ayudar
en la casa más que los hijos. Las tareas del hogar deben ser distribuidas a todos
los miembros de la familia por igual. Hay que tener en cuenta la edad y la
madurez, pero nunca el género. Los niños de hoy en día son los adultos del
mañana y si desde pequeño han visto estas discriminaciones no serán capaces
de tener una conducta tolerante e igualitaria cuando sean adultos.
3. Siempre su ejemplo
Los hijos siempre tienden a imitar las acciones y comportamientos de sus
padres. Desde pequeños nos convertimos en el espejo en el que siempre se
miran. Ellos están escuchando todo el día nuestros gestos, de tolerancia o
intolerancia hacia los demás.
Rey David.
Por mandato de Dios, David, que tenía ahora treinta años, subió a Hebrón para
reclamar el poder real. Los hombres de Judá lo aceptaron como rey y fue ungido
de nuevo solemne y públicamente. Por influencia de Abner, el resto de Israel
permanecía fiel a Isbaal, hijo de Saúl. Abner atacó las fuerzas de David, pero fue
derrotado en Gabaón. La guerra civil continuó durante algún tiempo, pero el poder
de David aumentaba continuamente. En Hebrón tuvo seis hijos: Amnón,
Kilab, Absalón, Adonías, Sefatías, y Yitream. Como resultado de una riña con
Isbaal, Abner hizo maniobras para llevar a todo Israel bajo el poder de David; sin
embargo, fue alevosamente asesinado por Joab, sin el consentimiento del rey.
Isbaal fue asesinado por dos benjaminitas y David fue aceptado por todo Israel y
ungido rey. Su reinado sobre Judá en Hebrón había durado siete y medio años.
Debido a sus exitosas guerras David tuvo éxito en hacer de Israel un estado
independiente y mereció que su propio nombre fuera respetado por todas las
naciones circundantes. Una notable hazaña al principio de su reinado fue la
conquista de la ciudad jebusita de Jerusalén, a la que hizo capital de su reino, “la
ciudad de David”, el centro político de la nación. Construyó un palacio, tomó más
esposas y concubinas, y engendró más hijos e hijas. Habiéndose liberado del
yugo de los filisteos, resolvió hacer de Jerusalén el centro religioso de su pueblo,
transportando el Arca de la Alianza desde Baalá (Quiryat Yearim). La trajo a
Jerusalén y la puso en la nueva tienda construida por el rey. Después, cuando
propuso construir un templo para ella, el profeta Natán le dijo que Dios había
reservado esta tarea para su sucesor. En premio a su piedad, le fue hecha
la promesa de que Dios le construiría una casa y establecería su reino para
siempre.
Rey Salomón.
Los profetas son personas enviadas por Dios a anunciar su palabra. Por los
profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de
una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres, y que será grabada en
los corazones. Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la
purificación de todas sus infidelidades, una salvación que incluirá a todas las
naciones. Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor quienes
mantendrán esta esperanza.
Las profecías originales de estos hombres son auténticas y que solo aquel cuya
consciencia esté más o menos en consonancia con el Espíritu y los Mandamientos
de Dios, está en la situación de recibir realmente mensajes proféticos. Cuando
este no es el caso, la calidad de eventuales mensajes en relación al
comportamiento del afectado decae. Posibles mensajes de un médium como este,
no provendrían entonces de la consciencia máxima, Dios. En este sentido también
lo enseñó Jesús, quién advirtió para el futuro de que había que diferenciar entre
los verdaderos profetas y los profetas falsos, ateniéndose a "sus frutos" (Mateo 7,
15). También dijo: "Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las
podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere" (Juan 16, 12-13).
Ahora, sabiendo la enorme y hermosa tarea de ser Profetas, se te pregunta:
¿Crees que Dios, te conoce desde mucho antes que tú nacieras? ¿Por
qué?.
¿Qué es ser Profeta?.
¿Te arriesgas a llevar una vida de Profeta? ¿Para qué?.
¿A qué te está enviando Dios a Proclamar ahora? ¿Para qué?.
Actualmente, ¿Cómo se encuentra la Voz de Dios en tu corazón?.
¿Qué pueblo te encomienda hoy Dios, para que anuncies, proclames y
edifiques su Reino? ¿Para qué?.
¿Cuál es tu mayor temor, al tomar la decisión de ser Profeta y Discípulo
de Jesús?.
Hoy difícilmente nos imaginamos hasta qué extremos llegó en el mundo antiguo
la discriminación de la mujer.
Jesús y la mujer.
Humilde y oculta: como esa viuda que pone en la colecta del templo lo que
tenía para vivir. ¡Cuántas cosas, cuántos detalles ocultos hace la mujer en la casa,
y nadie los ve! Sólo Dios les recompensará.
Fiel en los momentos difíciles: allí estaban las mujeres en el Calvario, cuando
Jesús morí. ¿Dónde estaban los valientes hombres, los apóstoles decididos, los
que habían sido curados? Allí estaban las mujeres, pues cuando una mujer ama
de verdad, ama hasta el sacrificio.
Habla con ellas con naturalidad, espontaneidad, sin afectación; pero siempre
con sumo respeto, discreción, dignidad y sobriedad, evitando el comportamiento
chabacano, atrevido, peligroso. Nadie pudo echarle en cara ninguna sombra de
sospecha en este aspecto delicado.
Les permite que le sigan de cerca, que le sirvan con sus bienes. Esto era
inaudito en ese tiempo. Rompe con los esquemas socioculturales de su tiempo.
¿Por qué iba Él a despreciar el servicio amoroso y solícito de las mujeres? Ahora
uno entiende mejor cómo en las iglesias siempre la mujer es la más dispuesta
para todos los servicios necesarios,. (3) pues desde el tiempo de Jesús ellas
estaban con las manos dispuestas a servir de corazón.
JUSTICIA. “Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve a los hijos del pobre,
y aplaste al defraudador.” (Salmo 72:4.) Durante el reinado de Cristo sobre la
Tierra, habrá justicia para todos. Desaparecerá la corrupción, una plaga que lleva
a que muchos países potencialmente ricos caigan en la pobreza.
PAZ. “En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya
no sea.” (Salmo 72:7.) Mucha de la pobreza en el mundo es el resultado de los
conflictos y las guerras del hombre. Cristo traerá paz perfecta a la Tierra, y así
acabará con una de las causas principales de la pobreza.
Una parábola es un relato corto, con forma de historia sencilla, real o inventada
pero no fantasiosa, mediante la cual Jesús establece una comparación: "igual que
sucede en tal caso, así sucede en tal otro". Esta comparación pretende
mostrarnos una enseñanza de tipo "espiritual". No tenemos que olvidar que Jesús
fue un predicador itinerante, y las parábolas son explicaciones y anuncio de su
mensaje.
¿Cuál es el propósito de las Parábolas?
4 Otra vez comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. Como se reunió una
gran multitud, Jesús subió a una barca que había en el lago, y se sentó, mientras
la gente se quedaba en la orilla. 2 Entonces se puso a enseñarles muchas cosas
semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; 6 pero el sol, al salir, la
quemó, y como no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte de la semilla cayó entre
algunas espigas dieron treinta granos por semilla, otras sesenta granos, y otras
cien.»
9
Y añadió Jesús: «Los que tienen oídos, oigan.»
actualidad?.
Las semillas sobre las piedras: "Los que están sobre las piedras son los que
reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Éstos creen por
algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba"
La razón por la cual estas semillas no crecen es por falta de agua. Como la tierra
no es profunda, la planta no crece una raíz y se seca fácil cuando sale el sol. Hay
personas que con mucho entusiasmo reciben el mensaje. Su fe depende de las
emociones como cuando uno sufre de un nivel alto de azúcar. No dedican el tiempo
para establecerse en la palabra. No ponen esfuerzo en crecer espiritualmente. Como
no hay fundación, una suave brisa es suficiente para tumbarlos.
Las semillas entre espinos: "La parte que cayó entre espinos son los que oyen,
pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los
placeres de esta vida, y no maduran"
Estas personas escuchan el mensaje de Dios pero están distraídas por las cosas
atractivas del mundo. Aprecian más su propia imagen, el trabajo, donde viven, sus
amistades, etc. También pueden ser personas que están estancadas en una
situación que consume cada aspecto de su ser. Las obsesiones son espinas.
Las semillas en buena tierra: "Pero la parte que cayó en buen terreno son los
que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran,
producen una buena cosecha"
Esta persona oye el mensaje, lo acepta, toma tiempo para entender y busca la
forma de compartir con otros lo que ha recibido. No solamente eso, pero esta
persona ayuda a otros a entender y por eso ellos producen frutos también.
Jesús nos invita a ser como el buen samaritano.
A veces Jesús enseña por medio de contar una historia. Esto es lo que hace
ahora. Cuenta una historia de un judío y un samaritano. Ya hemos aprendido que
a la mayoría de los judíos no les gustan los samaritanos. Esta es la historia:
Un día un judío iba bajando por un camino de montaña a Jericó. Pero unos
ladrones lo asaltaron. Le quitaron el dinero y lo golpearon hasta casi matarlo.
Más tarde, un sacerdote judío pasó por el camino. Vio al hombre golpeado.
¿Qué crees que hizo? Pues, solo cruzó al otro lado del camino y siguió andando.
Entonces otra persona muy religiosa pasó. Era un levita. ¿Se detuvo? No, no se
detuvo tampoco para ayudar al hombre. Puedes ver al sacerdote y al levita a lo
lejos, camino abajo.
Pero mira quién está aquí con el que fue golpeado. Es un samaritano. Y está
dando ayuda al judío. Él le echa una medicina en las heridas. Después, lleva al
judío a donde pueda descansar y sanarse.
El hombre contesta: ‘El samaritano. Él fue bueno con el hombre que fue
golpeado.’
Jesús dice: ‘Tienes razón. Por eso, ve y trata a otras personas de la misma
manera que él lo hizo.’
Al leer esta parábola Jesús nos enseña dos cosas: la falta de amor y quién es
nuestro prójimo.
1. La falta de amor
Debemos mirar a nuestro alrededor y ver las necesidades que hay, en cada
casa, en cada familia, en donde sea siempre habrá una necesidad la cual no
podemos pasar a su lado y no hacer nada. Tenemos que tener el corazón del
buen samaritano ayudar al prójimo sin importar quien sea.
Jesús nos dice que nuestra fe debe ser como la semilla de mostaza.
Dentro del Evangelio de San Lucas, Jesús nos explica que nuestra FE debe
ser como aquella semilla de mostaza que, por muy pequeñita que se vea, si se
siembra en buena tierra y, presenta buen tratamiento, puede crecer como un
GRAN ÁRBOL, con raíces firmes y súper fuertes (Lucas 13, 18-19)
18
Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?
19
Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su
huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus
ramas.
¿Has visto alguna vez una semilla de mostaza?
Son las semillas más pequeñas que he visto. Una semilla de mostaza es tan
pequeña que si estuvieras una en tu mano y se te cayera al piso, puede ser que
no la puedas encontrar. A pesar de que la semilla de mostaza es una de las
semillas más pequeñas, cuando es sembrada en la tierra, se convierte en una
planta tan grande que los pájaros pueden hacer sus nidos y pararse en sus ramas.
¡He leído que estas semillitas pueden producir una planta de diez pies o más de
alto!
¿Cuán bien describe esa ilustración al reino de Dios? Bueno, cuando Jesús
comenzó su ministerio terrenal, él no tenía seguidores. La Biblia nos dice que
Jesús estaba caminando por la orilla del mar de Galilea cuando vio a dos
pescadores, Pedro y su hermano Andrés, tirando sus redes. "Vengan, síganme",
les dijo Jesús. Inmediatamente siguieron a Jesús. Al continuar su camino, vieron a
otros dos hermanos, Santiago y Juan, remendando sus redes. Jesús les llamó e
inmediatamente dejaron sus redes y le siguieron. Uno a uno, Jesús llamó a sus
discípulos hasta que tuvo doce. Fue un comienzo pequeño, ¿no es así? Jesús
envió a los doce y ellos trajeron a otros a Jesús y el reino de Dios creció. De un
comienzo pequeño, el reino de Dios ha crecido y crecido hasta que se ha
esparcido por toda la tierra.
Para entender mejor lo que esta historia nos enseña, cogí una manzana, la abrí
y saqué las semillas. Mi manzana tenía cinco semillas. Imagínate que sembramos
estas semillas y que cada una crece hasta llegar a ser un árbol de manzana.
¿Cuántas manzanas crees que cada árbol puede producir? ¿Cincuenta? ¿Cien?
¿Doscientos? Leí que un árbol de manzana puede producir de 150 a 300
manzanas por año y que puede producir manzanas por cerca de 50 años. ¡Ponte
a pensar en cuántas manzanas serían esas! No es difícil imaginarnos por qué
tenemos suficientes manzanas para alimentar el mundo entero, ¿no es cierto?
Enseñar con autoridad la doctrina de Cristo. Por ello, siempre debemos estar atentos a
lo que el Magisterio nos dice. La Iglesia nos va enseñando el camino a seguir para
obtener la salvación.
La Iglesia, como Madre y Maestra que es, para cumplir con su misión da normas para
ayudar a los cristianos a cumplir y vivir mejor los mandatos de Dios. Entre estas leyes o
normas se encuentran los Mandamientos de la Iglesia. Todas las personas que
pertenecen a Ella, están obligados a cumplir con ellos.
Los mandamientos de la Iglesia son muchos -en realidad lo son todas las
prescripciones del Código de Derecho Canónico-, pero aquí vamos a estudiar los cinco
principales que afectan a todos los fieles:
2. Confesar los pecados graves cuando menos una vez al año, en peligro de
muerte y si se ha de comulgar
Hay que acudir a este sacramento – como todos los demás, signo sensible eficaz de la
gracia, instituido por Cristo y confiado a la Iglesia - para asegurar la preparación para la
Eucaristía mediante su recepción que continúa la obra de conversión y perdón del
Bautismo. No basta con acudir, sino que hay que cumplir con todos los requisitos que el
sacramento impone. El asistir sin cumplir con los actos del penitente, se convierte en una
confesión sacrílega. Esto no implica que la confesión frecuente no sea recomendable,
sino todo lo contrario, para quienes quieren ir perfeccionando su vida, confesarse con
frecuencia es uno de los mejores medios.
Esto asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas
litúrgicas y contribuyen a adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad de
corazón. No implica que hacer penitencia durante todo el año no sea de provecho. La
abstinencia es una práctica penitencial por la que se le ofrece a Dios el sacrificio de no
tomar carne u otro alimento, recordando así y uniéndose a los dolores de Cristo por
nuestros pecados.
¿Qué es la Liturgia?
El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos son tiempos
en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los
misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad,
Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo
Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo
Rey.
Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas
de los santos mártires y en Pentecostés.
El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es
recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final
de los tiempos. Es un tiempo de cambio y de oración para comprometernos con
Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este
tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre,
abarcando los cuatro domingos de Adviento.
El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la
Cuaresma.
Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías
en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al final de los
tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús
a Jerusalén. Se vive el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo:
“Conversión y meditación de la palabra de Dios”.
El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente
al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa,
coincide con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando
hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había
luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les
descubrieran los soldados del faraón.
La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el
mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con
sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del
pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber
sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.
La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas
que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos
semanas.
Las fiestas que cambian año con año, son las siguientes:
· Miércoles de Ceniza
· Semana Santa
· Pentecostés
· Navidad
· Epifanía
· Candelaria
· La Asunción de la Virgen
Son acciones de Dios con las que nos muestra el amor que tiene por sus hijos.
Todos ellos han sido creados (instituidos) por Él, y por eso, es Él mismo quien los
realiza a través de distintos medios.
¿Y para qué nos los dio? Para darnos la gracia. Es decir, para darnos, junto
con su amor, la fuerza necesaria para luchar contra las dificultades de la vida.
Claro que siempre y cuando nosotros tengamos una disposición y una actitud
positiva de querer agradarlo a Él.
Así entonces, tenemos los Sacramentos de Iniciación Cristiana (Bautismo,
Confirmación y Eucaristía), los Sacramentos de la Curación (Penitencia
Reconciliación y Unción de los enfermos) y los Sacramentos al Servicio y Misión
de los fieles (Matrimonio y Orden).
CONFIRMACIÓN: Es tan sencillo como que Dios (su Espíritu Santo), por medio
de su gracia, nos aumenta la fe para que tengamos la seguridad de que Él está
con nosotros hasta que lleguemos al Cielo, para lo que también nos da esperanza.
Finalmente, nos aumenta la caridad para que le amemos más a Él y a los que nos
rodean. En este caso, tiene que ser un obispo el que imponga sus manos sobre el
confirmante y nos unja con aceite (el Santo Crisma), mientras dice: «Recibe por
esta señal el don del Espíritu Santo».
Es el sacramento que nos convierte en Soldados y Apóstoles de Cristo. Aquí se
nos concede la gracia de recibir por segunda vez al Espíritu Santo quién viene a
derramar sobre nosotros 7 dones; Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo,
Piedad, Fortaleza y Temor de Dios.
En el sacramento de la confirmación renovamos nuestras promesas
bautismales, aquellas promesas que adquirimos el día que nos bautizaron y que
muchos no recordamos porque éramos unos niños. Este sacramento viene a
representar un segundo SI al Señor, es decidir por nosotros mismos que
queremos seguir a Jesucristo y predicar su palabra.
Desde muy pequeña manifestó interés por las vidas de los santos y las gestas
de caballería. A los 6 años llegó a iniciar una fuga con su hermano Rodrigo para
convertirse en mártir en tierra de moros, pero fue frustrada por su tío que los
descubre aún a vista de las murallas.
Dos años después, en 1537, sufre una dura enfermedad, que provoca que su
padre la saque de la Encarnación para darle cuidados médicos, pero no mejora y
llega a estar 4 días inconsciente, todo el mundo la da por muerta. Finalmente se
recupera y puede volver a La Encarnación dos años después en 1539, aunque
tullida por las secuelas, tardará en valerse por sí misma alrededor de 3 años.
La vida conventual era entonces muy relajada con cerca de 200 monjas en el
monasterio y gran libertad para salir y recibir visitantes. Teresa tenía un vago
descontento con este régimen tan abierto, pero estaba muy cómoda en su amplia
celda con bonitas vistas, y con la vida social que le permitían las salidas y las
visitas en el locutorio.
En la cuaresma del año 1554, contando ella 39 años y 19 como religiosa llora
ante un Cristo llagado pidiéndole fuerzas para no ofenderle. Desde este momento
su oración mental se llena de visiones y estados sobrenaturales, aunque
alternados siempre con periodos de sequedad.
Fundó en total 17 conventos: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón
(1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba
de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575),
Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580), Palencia (1580), Soria
(1581), Granada (1582) y Burgos (1582), en el año de su muerte.
A estos conventos hay que sumar el primero del Carmelo masculino que funda
con San Juan de la Cruz en Duruelo (1567). Santa Teresa conoció a San Juan de
la Cruz en Medina del Campo contando ella 52 años y él 24, y le convenció para
unirse a la reforma, olvidando sus planes de retirarse a la cartuja de El Paular.
Muere sin haber publicado ninguna de sus obras, sin haber logrado fundar en
Madrid (a pesar de su ilusión), sin haber separado la orden de descalzos de la de
calzados y con dudas sobre si sus monasterios se podrían mantener con el
espíritu que ella infundió.
Teresa escribió muy poco por iniciativa suya, muchas cartas, alguna poesía y
anotaciones. Pero sus obras maestras son fruto de la obediencia a sus superiores,
que veían el interés de que escribiera sus experiencias y enseñanzas. Y así
comienza todos sus escritos mayores aceptando su encargo con obediencia, pero
con notable esfuerzo por su parte.
Santa Teresa de Calcuta.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves
problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo
a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre
Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610
fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a
su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la
Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de
encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde
transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían
a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de
Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar
un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las
Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de
peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y
pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de
una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la
llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad,
una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo
viviente de la sed de amor de Dios.
En las bodas de Caná, encontramos otro acto de fe de María. Aquí Ella ante la
falta de vino, María podría buscar alguna solución humana para el problema que
se había planteado, pero no duda en dirigirse a su Hijo diciéndole: “No tienen
vino”. (Jn 2,3). Como sabe que su Hijo no tiene vino le está pidiendo un milagro y
con ellos demostrando su fe en su Hijo. Esta conducta de la Virgen parece ser que
responde, a una inspiración interior, ya que, según el plan divino, la fe de María
debe preceder a la primera manifestación del poder mesiánico del Señor, tal
como precedió a su venida a la tierra. El Señor alabó la fe de los verdaderos
creyentes, cuando manifestó: “Dichosos los que no han visto y han creído”. (Jn
20,29).
Pero existe aquí en Caná otro acto de fe de Maria, cuando su Hijo le dice,
en respuesta a su petición: “Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado
mi hora” (Jn 2,4). El hecho de que esa hora no esté aún presente
cronológicamente es un obstáculo que, viniendo de la voluntad soberana del
Padre, parece insuperable. .Sin embargo, María no renuncia a su petición, hasta el
punto de implicar a los sirvientes en la realización del milagro esperado: “Haced lo
que él os diga” (Jn 2,5).
Pero ella pudo estar de pie porque su fe se conservó firme. En la prueba, María
siguió creyendo que Jesús era el Hijo de Dios y que, con su sacrificio,
transformaría el destino de la humanidad, como así ha sido. La resurrección fue la
confirmación definitiva de la fe de María. Más que en cualquier otro momento, la fe
en Cristo resucitado transformó su corazón en el más auténtico y completo rostro
de la fe, que es el rostro de la alegría.