Globalizacion Elementos
Globalizacion Elementos
Globalizacion Elementos
La globalización puede entenderse de forma general como la creciente interdependencia entre países,
culturas y sociedades. La Real Academia de la Lengua (RAE) define el término como la “tendencia de
los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las
fronteras nacionales”.
Aunque la globalización se ha convertido ya en un movimiento social y cultural, se trata en realidad de
un proceso principalmente económico definido por la integración de las distintas economías nacionales.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) habla de este concepto como “una interdependencia
económica creciente del conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la
variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales
de capitales, al tiempo que la difusión acelerada de generalizada de tecnología”.
La globalización podría haber sido un acontecimiento nuevo y muy positivo para la humanidad; el
problema estuvo en el “cómo” se implementó, asunto más de forma que de fondo. Sus principales
opositores argumentan que este esquema se está dando en un solo sentido, desde el primer mundo hacia
el tercer mundo, pero no viceversa. Los países poderosos quieren una apertura de mercados para sus
productos en el tercer mundo pero, a la vez, aplican medidas proteccionistas para las materias primas del
tercer mundo en sus mercados. No es equitativo el intercambio y solo agranda más la brecha entre uno y
otros: el 75 por ciento del comercio mundial está concentrado en solamente ocho países, dato que
confirmará las observaciones de los antiglobalistas.
Otra crítica apunta a que la globalización entraría en choque con aquellos elementos que distinguen a
algunas culturas de otras, produciendo una homogeneización negativa para los individualismos
nacionales, hecho que, como veremos más adelante, podría producir situaciones de alta tensión y
conflictos de largo alcance.
La globalización cultural lleva equivocadamente a creer –a mi juicio– que una cultura es superior a otra.
Los medios políticos y económicos posibilitan que los más desarrollados se sientan con el deber y el
derecho de imponer principios ajenos a otras culturas como la democracia y el mercado, conceptos
absolutamente occidentales.
Esto atenta contra rasgos individuales de algunas culturas con desarrollo político, económico y cultural
diametralmente opuestos a occidente. Este choque entre individualismos y globalización cultural
genera lo que magistralmente Huntington llamó "el choque de las civilizaciones".
Es una arrogancia política y cultural pretender que las demás culturas, la mayoría con más historia que la
Occidental, deban convivir con sistemas políticos y económicos alejados de su idiosincrasia y tradición
porque occidente (EE. UU.) cree, unilateralmente, que es lo mejor para ellos.
Los Derechos Humanos, concepto de origen occidental, es un ejemplo bastante paradójico de estas
incongruencias; hay que inculcar el respeto a estos derechos fundamentales, pero no a sangre y fuego
como en Irán o Afganistán, donde el fin ha justificado los medios.
El problema radica en que el mundo tras la Guerra Fría se uniformó, por lo menos en occidente, frente a
ciertos principios que parecen inamovibles, como la democracia, los derechos humanos y la economía
de mercado. Pero qué porcentaje de la población podría ser considerada de Occidente. Si
consideramos las culturas milenarias de la India y China, ambas con más de 2.500 millones de habitantes,
y a eso anexamos el mundo musulmán, nos daremos cuenta de que Occidente pretende globalizar
culturalmente siendo minoría.
¿Por qué ellos estarían equivocados? ¿Quién nos dio a nosotros el monopolio de la verdad? ¿Acaso
Occidente es el promotor de todo el desarrollo moderno? ¿Es que el cálculo y la trigonometría,
instrumentos fundamentales de la ingeniería moderna, no fueron obra de la civilización árabe?
Es obvio, entonces, que no se puede uniformar culturalmente ni pretender pensar que la globalización, si
bien positiva en algunos aspectos, debe neutralizar otras culturas.
Es complicado, en el plano cultural, imponer dogmas o verdades oficiales que carecen de legitimidad para
la percepción de estos pueblos. Si el hombre occidental no lo entiende así, estaremos en presencia, por
muchos años más, de la destrucción y el caos que las ansias civilizadoras de las potencias occidentales
han llevado a muchos
Las señales de la globalización económica pueden mostrar su cara amable en los países que están en
vías de desarrollo. El acceso de los Gobiernos a préstamos extranjeros permite construir infraestructuras
(carreteras, presas o puertos, por ejemplo) y equipamientos (escuelas, hospitales, etc.). Esto redunda en
sus habitantes y logra aumentar su nivel de vida.
La globalización abre las puertas al comercio libre entre las naciones, lo que permite un mayor y mejor
acceso a mercados que antes estaban cerrados. El beneficio es inmediato, no a largo plazo, y de eso se
aprovechan sobre todo las industrias de los países en desarrollo. Pasan de depender de mercados locales
a tener la posibilidad de vender sus productos en muchos lugares más, lo que les posibilita elegir los
mejores precios y condiciones.
Además, estos mayores ingresos hacen que las empresas puedan invertir en tecnología y, así, competir
mejor en los mercados locales e internacionales. De esto no solo se beneficia la gran industria, sino que
muchos de sus proveedores y pequeñas empresas auxiliares también ven aumentado su volumen de
negocio, ya que la demanda es mayor. En el futuro estos efectos se podrán mantener si la economía
mundial no sufre alguna recesión importante que lleve al cierre de algunos grandes mercados, como el
estadounidense o el chino.
Pero la globalización también tiene su cara negativa. Es cierto que las nuevas oportunidades en los países
en desarrollo les permiten reducir su tasa de desempleo; sin embargo, no todos los empleos están bien
remunerados. La diferencia entre lo que cobran los trabajadores instruidos y los que no tienen formación
se agranda. Otras personas no tendrán acceso a trabajos porque los puestos nuevos serán para los que
tengan estudios.
En estos países la brecha salarial podría reducirse en el tiempo si aumenta la inversión en educación, pero
a corto plazo las diferencias se harán más notorias. Muchos de los que hoy son pobres serán más pobres.
Relacionado con la globalización y con la llamada cuarta revolución industrial, el desempleo aparece como
otro aspecto negativo de este proceso. La digitalización y las nuevas tecnologías que se van
implementando en todos los sectores hacen que la mano de obra no cualificada sea menos necesaria.
Tanto en los países en desarrollo como en los ya desarrollados se hace necesario invertir en formación
para adaptar el mercado laboral a las nuevas demandas. Sin embargo, muchos trabajadores ya no podrán
reciclarse y perderán sus puestos de trabajo.
En su encuentro anual en Davos (Suiza) el Foro Económico Mundial estimó en 2016 que en los próximos
años se perderán cinco millones de empleos en las primeras quince economías del mundo. Con mucha
diferencia, los trabajadores más castigados serán los administrativos, seguidos por los de producción de
manufacturas. Mucho menor será el impacto en el sector de la construcción y en el resto de los empleos.
Por el contrario, la tendencia al alza la verán los trabajadores de ventas; arquitectura e ingeniería;
informática y matemáticas; gestión, y negocios y finanzas, que serán los más demandados. Se evidencia,
por tanto, que hay un progresivo cambio hacia la automatización que hará prescindir de muchos puestos
administrativos y estos trabajadores o se reciclan o pasarán a engrosar la lista de desempleados. Esto no
significa que los trabajadores del resto de los sectores puedan mantenerse como hasta ahora. La
formación pasará a ser necesaria durante toda la vida laboral.
En conclusión, la globalización económica tiene ventajas y desventajas que afectan a la forma en la que la
sociedad perciba sus efectos. Así para unos, el mejor efecto puede ser el aumento del nivel de vida en los
países en vías de desarrollo. Y para otros están el aumento de la desigualdad económica y la pobreza,
también en los países desarrollados, y el desempleo. Pero también hay que tener en cuenta, que las
ventajas y desventajas de la globalización en el mundo actual, van más allá del factor económico.
PROBLEMATICAS MEDIOAMBIENTALES
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TERRORISMO
La hipótesis de la crisis
Esta interpretación goza de mucho consenso entre los investigadores. Según ella, la existencia de una
crisis -política, social, económica, o una combinación de las tres- produce descompensaciones tan severas
en la legitimidad del poder político, en la desintegración del tejido social y en las frustraciones de las
aspiraciones colectivas, que justifica -para determinados individuos- la elección del terrorismo como vía
para ejecutar el cambio.
El terrorismo debe ser interpretado como un anti-movimiento social; es decir, como una forma extrema y
descompuesta de movimiento social. Expresa claramente la ruptura entre el interior y el exterior y
configura un activismo volcado a la destrucción del sistema, percibido como nefasto y destructivo. En
cuanto a sus acciones, se identifican como una respuesta contraofensiva y auto-preservadora, en la que la
bomba y los disparos son el discurso del terrorista; un discurso que fija el sentido de su acción. “Su
carácter es misterioso, escandaloso, dramático. Siempre hay exceso o defecto cuando se trata del
terrorismo: exceso que quema o defecto que hiela.”
Una segunda línea de análisis sostiene que la aparición del terrorismo contemporáneo responde a un
conjunto de estímulos que se han incrementado en los últimos tiempos. Dichos estímulos se han gestado
por la confluencia de una serie de avances tecnológicos y sociales, y entre ellos debe destacarse: la
configuración de los sistemas democráticos, el desarrollo económico, científico y técnico, los cambios
sociales rápidos y los progresos de los medios de comunicación. En efecto, los terroristas cuentan -en la
actualidad- con un sinnúmero de ventajas para llevar a cabo sus acciones: la facilidad para acceder a las
armas, a la información y a los contactos internacionales; la creciente vulnerabilidad de las sociedades
urbanas modernas y la efectividad de los medios masivos de comunicación. Todas estas posibilidades
-sostienen los especialistas- se han incrementado a partir del proceso de globalización y han introducido
cambios sustantivos en la manera de pensar y de actuar de los activistas. Desde este punto de vista, estos
progresos actúan -en ciertas sociedades desestabilizadas y divididas- como catalizadores de la violencia,
proporcionando a sus agentes la inspiración y la chispa que los inclina al terrorismo. De hecho, en las
últimas décadas, los terroristas han potenciado sistemáticamente sus capacidades logísticas y operativas,
dando origen a un nuevo género de violencia de alcance verdaderamente global.
Probablemente, estos factores no resulten suficientes para dilucidar la emergencia del fenómeno; sin
embargo, contribuyen a interpretarlo a partir de un simple y elemental cálculo de costo-beneficio. En otras
palabras, los autores adscriptos a esta línea consideran que la mayor disponibilidad de medios y de
recursos, es un claro incentivo que sirve para explicar, por un lado, la notable intensificación de las
acciones terroristas durante las últimas décadas y por otro, el sostenido incremento de su capacidad
destructiva.
La hipótesis del terrorismo como reacción.
Un tercer conjunto de explicaciones sostiene que la aparición del terrorismo está motivada,
fundamentalmente, por sentimientos colectivos de descontento generalizado. Según este enfoque, el
accionar terrorista sería una extensión directa -aunque imprevista- de movimientos no violentos
precedentes que se fueron concretando en facciones progresivamente radicalizadas. Esto no significa que
el terrorismo sea la continuidad de un proceso; muy por el contrario, se trata de una ruptura con cualquier
movimiento social previo, pero -aparentemente- buena parte del terrorismo contemporáneo hundiría sus
raíces en el prolongado e intenso ciclo de descontento social que se manifestó en muchos países durante
las décadas del 60 y del 70. En esta época, muchas regiones del globo experimentaron cambios políticos,
sociales y económicos que generaron reacciones colectivas de rechazo; reacciones que -en algunos
casos- se canalizaron a través de la violencia terrorista. Concretamente, la disolución de ciertos lazos
tradicionales que cohesionaban social y culturalmente a algunas sociedades, condujo a una percepción
profundamente negativa y magnificada de la realidad; una percepción que indujo a ciertas agrupaciones a
emplear la violencia como herramienta de salvación. Como sostiene M. Wieviorka, el terrorismo es
-indudablemente- una combinación de miedo y de ruptura; de esperanza y de desesperación. De hecho,
muchos movimientos radicalizados han sostenido que su decisión de actuar fue determinada por las
presiones y los abusos a los que se veía expuesta su población; presiones y abusos ejecutados por el
poder político local, pero originados desde el exterior.
El caso arquetípico al que recurren estos investigadores para demostrar sus hipótesis es el del
colonialismo; un fenómeno asociado a la fuerza de una dominación extranjera y a la práctica política
basada en la arbitrariedad y en la discrecionalidad. A través de sus análisis, el colonialismo aparece como
un modelo de dominación específico que generó diversas disfunciones y terminó engendrando un cúmulo
de resentimientos y de frustraciones para las poblaciones autóctonas. En la actualidad, el sistema colonial
formal ha sido prácticamente superado; sin embargo -en el caso islámico- la emergencia terrorista parece
estar fuertemente vinculada al disgusto general de las poblaciones ante la imposición del paradigma de
modernización occidental. De hecho, para muchas comunidades árabes y/o musulmanas la fuerza de la
occidentalización sigue intacta y constituye una fuente de complejas sensaciones de opresión y de
marginación política, económica y cultural. En los últimos tiempos, estas percepciones se han exacerbado
por el conflicto con Israel, reforzando el complejo de inferioridad de estas poblaciones. En este contexto
-sostienen los analistas- los grupos fundamentalistas se auto-identifican como los verdaderos defensores
de los oprimidos y se presentan ante el mundo como la única punta de lanza contra sus más poderosos
enemigos: los judíos y los norteamericanos.
Urbanización acelerada
En las últimas décadas, las grandes ciudades se han consolidado como centros de crecimiento
económico, poder político y nodos de redes internacionales y conforman grandes mercados que ofrecen
empleos y oportunidades de ingresos; los Gobiernos urbanos están pasando de ser proveedores de
bienes públicos a entes empresariales que promueven el desarrollo urbano e intentan beneficiarse de la
globalización
El rápido avance de las ciudades en los países en desarrollo ha generado considerable atención y
preocupación por parte de los formuladores de políticas, los cuales han reconocido la relevancia de esta
expansión urbana, porque está asociada con problemas de desigualdad, relaciones intergubernamentales,
sociales y sostenibilidad
Las grandes urbes de los países en desarrollo se han visto confrontadas ante el dilema de crecer y
enfrentar las políticas de control a ese crecimiento, debido a las dificultades para manejar la migración y la
expansión urbana. La dinámica de la expansión urbana y los patrones de ocupación de la tierra en
América Latina se verifican en procesos como la suburbanización, exourbanización y periurbanización,
entre otros. Estos procesos formales e informales son predecesores de asentamientos con un alto grado
de urbanización. Incluso, los procesos básicos de contraurbanización ―donde el desarrollo urbano en
expansión se caracteriza por patrones dispersos de primera y segunda vivienda― contribuyen a la
consolidación de una densa zona urbana
Estos cambios han sido promovidos por avances en materia de conectividad vial, telecomunicaciones,
infraestructura de servicios, variaciones en la estructura de la población y aumento del poder adquisitivo
público. En primer lugar, para entender el fenómeno de crecimiento urbano, es necesario precisar sus
características, relaciones e impactos. Por un lado, la urbanización es un proceso territorial y
socioeconómico que induce una transformación radical del uso y de la cobertura del suelo y es el evento
que mayores transformaciones produce en el ambiente, por lo que se encuentra íntimamente ligado al
incremento de los problemas y riesgos ambientales.
Este concepto también puede entenderse como un caso extremo de cambio en el uso de la tierra,
asociado con la reducción de áreas verdes y más superficies impermeables que tienen un efecto
significativo en el clima local, porque limita el intercambio de humedad y sube las temperaturas promedio
en la zona. Además, el aumento de las emisiones contaminantes y gases de efecto invernadero (GEI)
tiene repercusión directa en la polución atmosférica e indirecta en las demás capas atmosféricas en las
ciudades.
Este artículo aborda algunos aspectos del enfoque de la ecología política urbana, disciplina emergente
que aporta un planteamiento innovador y multidisciplinario para el análisis del cambio socio ambiental de
los asentamientos humanos. Su principal supuesto sostiene que la población creciente de las ciudades
tendrá impactos ambientales globales y que la urbanización origina muchos de ellos.
En este contexto, las emisiones de carbono y el cambio climático han despertado la atención mundial: el
informe del Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC) de las Naciones
Unidas declaró que las actividades sociales y económicas humanas conducen a una aceleración del
calentamiento global, lo cual representa una amenaza importante para el desarrollo sostenible mundial De
tal forma, resulta menester exponer la relación entre la urbanización y sus impactos en el ambiente.
En la práctica, las crecientes demandas de las poblaciones urbanas reducen el suministro de recursos
naturales incluso en áreas lejanas e incrementan la contaminación dentro y fuera de las ciudades Dicho
efecto se ve intensificado por la falta de políticas apropiadas para manejar estos impactos, por la escasa
regulación y por el incumplimiento de la misma. Por esto, la aplicación de los principios del desarrollo
sostenible en la urbanización requiere indicadores eficaces para ayudar a los formuladores de políticas a
diseñar estrategias de acción apropiadas y para hacer frente a los problemas emergentes relacionados
con ella.
El crecimiento espacial de las ciudades está relacionado con el dinamismo de las actividades
económicas, las cuales inciden en la estructuración de las áreas de expansión urbana y en la mayor
especialización y extensión del área central; si bien los efectos son mucho más moderados que en las
grandes metrópolis, en las ciudades intermedias este proceso lleva a la incorporación de nuevas zonas al
área urbana consolidada sostienen que la relación entre la urbanización, el consumo de energía y las
emisiones de carbono están influenciadas por las condiciones económicas y el índice de riqueza.
Se establece que la forma espacial y el alcance del crecimiento urbano proviene de complejos factores
físicos, socioeconómicos, de localización y de uso de la tierra La globalización y liberalización de las
barreras comerciales han propiciado una dinámica acelerada de transacciones económicas y han
transformado el rol de los países en el mundo: el número de Naciones importadoras de productos
elaborados va en aumento, mientras disminuye el sector real transformador; cada vez son más los países
con exportaciones centradas en materias primas e hidrocarburos sin mencionar que, de acuerdo con el
Informe sobre comercio mundial también se ha presentado una modificación en los roles de los
vendedores y compradores internacionales: los países del este asiático como India y China han
incrementado enormemente sus volúmenes de exportaciones e importaciones, en tanto China representa
la balanza comercial positiva más exitosa de Asia y supera a Estados Unidos.
No obstante, este crecimiento económico y poblacional es alimentado por un uso no sostenible de
recursos finitos. Los centros urbanos crecen en población, extensión y complejidad social y económica,
con un consecuente aumento de la infraestructura urbana y acceso desigual a bienes y servicios . Esto ha
tenido fuertes impactos sobre los sistemas ecológicos a escala local, regional y global, por lo que su
capacidad para resistir y recuperarse está cerca de sus límites. Con esto se evidencia que el fenómeno de
urbanización ha planteado desafíos críticos para el ambiente, la vivienda, la seguridad alimentaria y los
conflictos sociales, desafíos que han alentado a Gobiernos y academia a prestar más atención a la
comprensión de la dinámica del crecimiento urbano .
Dado lo anterior, se evidencia la gran complejidad existente en la identificación de las secuelas de las
dinámicas económicas y del comercio internacional, así como su relación causal con el deterioro de los
sistemas naturales. A pesar de esto, si el comercio requiere mayor uso de materias primas, trasformación,
embalaje, empleo de múltiples medios de transporte, producción de residuos y demás dinámicas
inherentes a esta actividad, también incrementa los efectos que ocasiona en el ambiente, en especial en
las aglomeraciones urbanas, en donde la actividad humana propicia demanda de bienes y servicios.
RACISMO
Una de las problemáticas más relevantes del nuevo milenio, cuando presenciamos un resurgimiento de
formas inéditas de racismo, xenofobia, fundamentalismo, esencialismo y exclusión. Por lo tanto resulta
necesario construir enfoques alternativos para analizar estos viejos-nuevos problemas. El oscurantismo
que representan los dogmas, las verdades absolutas y el fanatismo está en la base de las distintas formas
de segregación que se desarrollan en nuestros tiempos. Estas exclusiones en muchos sentidos hoy
constituyen nuevas formas de autoritarismo. Tanto la segregación y la discriminación como el racismo y la
marginación representan formas extremas de intolerancia cultural.
Con el término “racismo” se hace referencia a un conjunto de teorías y comportamientos fundados en una
doble suposición: 1) que las manifestaciones culturales y las acciones históricas de los hombres dependen
de la raza,y 2) que existe una raza superior a la cual corresponde la función de dominio sobre otras razas
inferiores, es decir, el resto de la humanidad. El racismo en cuanto comportamiento se funda en exigencias
de naturaleza irracional, se basa en esquemas mentales acríticos y rígidos.
Ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla
aislada o separada del resto dentro de una comunidad o un país. "el racismo puede incluso justificar la
eliminación física de las razas consideradas inferiores"
La sociedad considera el racismo como una de las realidades más injustas y rechazables que existen. Las
manifestaciones de la violencia racial consiguen, prácticamente, una repulsa pública, llegando a dar la
sensación de que terminan ahí, en esas situaciones que parecen aisladas y excepcionales a ojos de
quienes ni las sufren o quienes las desconocen.
Sin embargo, esta perspectiva no es sino la punta del iceberg, ya que esos casos representan solo una
parte de un todo más amplio y enraizado en la sociedad e instituciones y que, al estar tan instalada en el
subconsciente y formar parte de comportamientos normalizados, pasan desapercibidos o son
minimizados, relativizados o negados, pero no vistos como lo que son.
Es la fórmula perfecta para negar que en el país hay muchos fenómenos relacionados con el racismo, que
hay incluso un racismo institucional que opera en la realidad y que muchas veces no se quiere y no se
puede ver”: el maltrato a los grupos indígenas y afrodescendientes, “de la mano con diversas prácticas de
discriminación de clase hacia las personas morenas y pobres”.
Democracias en América Latina, entre la ficción y la esperanza
https://youtu.be/P4rkfWZ-D9w