Exegesis de Hebreos 3

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SEMINARIO MAYOR SANTO TOMAS DE AQUINO

Facultad de Teología

¿Moisés superior que Cristo?

Exegesis

ESTUDIANTE: PAEZ COLLANTES Jaime Enrique

PROFESOR: P. MORA ESPINOSA Richard. Exegeta del PIB

Pamplona, 2019
Exegesis Hebreos 3, 1-6
1. Contextualización del texto
1.1. Una mirada del libro de Hebreos.

Es necesario que dirijamos la mirada del libro de los Hebreos en la cual hemos tomado la
reciproca del capítulo 3, en lo cual, «la carta a los Hebreos se presenta a sí mismo como
discurso de exhortación. Escrita para una comunidad que atraviesa por un periodo de
desfallecimiento, se propone infundirle nuevo vigor, y para ello acude a numerosas
exhortaciones directas, y sobre todo le envía instrucciones destinadas a completar sus
conocimientos teológicos».1 Se debe señalar que aunque no forma parte de la enumeración
tradicional de las siete cartas católicas, está fuera de toda duda que la carta a los Hebreos no
es el origen paulino. Debido a esto, la clasificación de cartas no paulinas deberían incluirla
necesariamente.2

En realidad, hay muchas razones para pensar que Pablo no fue el autor de Hebreos, por tres
razones.
A. Primero, cada una de las trece cartas de Pablo en el NT empieza con el nombre del
autor. Hebreos, en cambio, no menciona el nombre de su autor en ninguna parte.
B. Segundo, Pablo y el autor de Hebreos tienen énfasis doctrinales distintos. Por
ejemplo, Pablo enfatiza la resurrección de Cristo como su obra principal, y rara vez
menciona su muerte sin mencionar también la resurrección. Hebreos enfatiza más
bien la muerte de Jesús, y la resurrección se menciona solamente una vez, no como
parte del argumento de la obra sino en el saludo final (13:20). También distinción
entre ley y fe. En Pablo, la ley significa los preceptos morales que uno debe seguir.
En Hebreos, es más bien el sistema de sacrificios y ritos por el cual el hombre se
acerca a Dios. Para Pablo la fe se dirige hacia Cristo y hacia lo que Dios hizo en él
en el pasado; requiere que uno no viva por la ley. En Hebreos, el objeto de la fe son
las promesas de Dios y la fe es vivir sin ver lo prometido; el énfasis está en lo que
Dios hará en el futuro. No se trata de contradicciones entre el pensamiento de Pablo
y el de Hebreos, pero son dos puntos de vista distintos y complementarios.

1
O KUSS, J MICHL, Carta a los Hebreos, Cartas Católicas, Barcelona, 1977, 18
2
R LUGO, R LOPEZ, Hebreos y Cartas Católicas, España, 2008, 37
C. Tercero, el estilo de Hebreos no es el estilo de Pablo. Este escribe en un estilo
impetuoso, como si hablara de viva voz. El autor de Hebreos ha pulido sus
oraciones con cuidado, y usa mucho más que Pablo la aliteración (palabras que
empiezan con la misma letra o sílaba) y la paronomasia (palabras que suenan
semejantes). Estas figuras no se preservan en las traducciones, pero aun en ellas se
pueden notar el estilo más impetuoso de Pablo y el más literario de Hebreos3
Los destinatarios de la carta a los Hebreos eran judíos convertidos a Cristo, que sufrían
persecución, y que podrían haber evitado la persecución por regresar a su creencia judía
anterior.4 El género literario La característica del género oratorio es la mezcla entre
exposición doctrinal y exhortación pastoral. La Carta a los Hebreos cumple con estas
condiciones: la estrecha unión de una doctrina cristológica sustancial y de exhortaciones
incisivas hace de este documento un modelo de predicación cristiana.5
Cuál es el propósito principal de la carta; Los destinatarios de Hebreos enfrentan una
situación crítica. Al aceptar que Jesús es el Mesías, no dejaron su fe y práctica judías. Pero
ahora llega el momento de separación entre el cristianismo y el judaísmo, y los
destinatarios tienen que decidir si son judíos o cristianos. Están tentados a volver atrás y
renunciar a Jesucristo, y así evitar la afrenta que su nombre atrae. Tal vez piensen que si se
quedan en su estado actual, sin aprender más de la fe de Cristo (5:11) o si aún dejan de
asistir a las reuniones cristianas (10:25), evitarán las dificultades que vienen.6
En la fecha Sin saber la identidad del autor ni de los destinatarios de Hebreos no podemos
alcanzar certidumbre acerca de la fecha de su composición. Es razonable pensar que
Hebreos fue compuesto en medio de las tensiones antes de o durante la guerra entre los
judíos y los romanos, y por tanto antes de la destrucción de Jerusalén.7
BOSQUEJO DE HEBREOS
INTRODUCCIÓN: LA ÚLTIMA REVELACIÓN EN JESUCRISTO, 1:1-3
I. JESÚS Y LOS ÁNGELES, 1:4—2:18
1. La superioridad del Hijo sobre los ángeles, 1:4-14
2. El peligro de descuidar su revelación, 2:1-4
3
J CEVALLOS, R ZORZOLI, Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, Judas, 2005, 15
4
R LUGO, R LOPEZ, Hebreos y Cartas Católicas… 15
5
J CEVALLOS, R ZORZOLI, Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, Judas… 15
6
LUGO, R LOPEZ, Hebreos y Cartas Católicas… 15
7
Ibib. 16
3. La humanidad de Jesús, 2:5-18
II. JESÚS Y MOISÉS, 3:1—4:13
1. La superioridad de Jesús sobre Moisés, 3:1-6
2. El peligro de la incredulidad, 3:7-19
3. El reposo de Dios para nosotros, 4:1-13
III. JESÚS Y LOS OTROS SUMOS SACERDOTES, 4:14—7:28
1. Nuestro acceso a la gracia, 4:14-16
2. Los requisitos de un sumo sacerdote, 5:1-10
3. El peligro de la inmadurez, 5:11—6:3
4. La imposibilidad de empezar de nuevo, 6:4-8
5. La necesidad de perseverancia, 6:9-12
6. La firme promesa de Dios, 6:13-20
7. Jesús y Melquisedec, 7:1-28
(1) Superioridad sobre Abraham, 7:1-10
(2) La insuficiencia del sacerdocio levítico, 7:11-22
(3) Jesús, el perfecto sumo sacerdote, 7:23-28
IV. JESÚS Y EL SISTEMA RELIGIOSO DE LOS JUDÍOS, 8:1—10:18
1. Jesús, un sumo sacerdote celestial, 8:1-5
2. El pacto superior, 8:6-13
3. El santuario terrenal, 9:1-5
4. El propósito de los sacrificios judíos, 9:6-10
5. El propósito del sacrificio de Cristo, 9:11-14
6. El sacrificio que ratifica el pacto, 9:15-22
7. [P. 30] El sacrificio celestial y suficiente, 9:23-28
8. El recuerdo del pecado en los sacrificios, 10:1-4
9. La voluntad de Dios realizada en el sacrificio, 10:5-10
10. El término de los sacrificios, 10:11-18
V. EL CAMINO NUEVO Y VIVO EN JESUCRISTO, 10:19—12:29
1. Acceso a Dios por Jesucristo, 10:19-25
2. El peligro de despreciar la revelación, 10:26-31
3. La necesidad de perseverancia, 10:32-39
4. Ejemplos de la fe que persevera, 11:1—12:3
(1) La naturaleza de la fe, 11:1-3
(2) Ejemplos entre la creación y el diluvio, 11:4-7
(3) Los patriarcas, 11:8-22
(4) Ejemplos del éxodo, 11:23-31
(5) Resumen de otros ejemplos, 11:32-40
(6) Aplicación personal y el ejemplo supremo, 12:1-3
5. La disciplina paternal, 12:4-11
6. Exhortación al esfuerzo y a la unidad, 12:12-17
7. Los dos montes, 12:18-24
8. El peligro de no hacer caso, 12:25-29
VI. EXHORTACIONES FINALES, 13:1-25
1. El amor cristiano, 13:1-6
2. Sus dirigentes como ejemplos de la fe, 13:7, 8
3. El altar fuera del campamento, 13:9-14
4. Ofrendas y oraciones, 13:15-21
5. Notas personales y saludos, 13:22-25
Por tanto, hermanos santos, participes de una vocación celestial, considerad al apóstol y
sumo sacerdote de nuestra confesión a Jesús, que es fiel al que le instituyó, como le fue
también Moisés en toda su casa. Pues ha sido juzgado digno de su gloria superior a la de
Moisés, del mismo modo que la dignidad del constructor de la casa supera a la casa misma.
Porque toda casa tiene su constructor; más el constructor de todo es Dios. Ciertamente,
Moisés fue fiel en toda su casa, como servidor, para atestiguar cuando había de anunciarse;
pero Cristo lo fue como hijo, al frente de su propia casa, que somos nosotros, si es que
mantenemos la confianza y vivimos orgullosos de nuestra esperanza.

2. Interpretación: bíblica y teológica.

Por tanto, hermanos santos, participes de una vocación celestial, considerad al apóstol
y sumo sacerdote de nuestra confesión a Jesús,

Pablo empieza motivándonos a vivir en la santidad y a vivirla de vocación, es decir, de


querer, de compromiso, y de esta manera de convencimiento, nos llama hermanos que
somos en Cristo Jesús. No obstante, nuestro caminar siempre tiene que llevar como fin la
santidad «esta gente es llamada por vez primera en Hebreos, y de modo específico,
“hermanos santos”. El adjetivo “santos” revela que los hermanos han sido santificados y
pueden entrar ante la presencia de Dios, ya que el pecado ha sido quitado mediante el
sufrimiento y muerte de Jesús. El término hermanos también se le aplica al escritor de
Hebreos. Él es, en realidad, uno de aquellos que están en la familia de Dios (Heb. 3:12;
10:19; 13:22).8

Además, todos como hermanos en la fe que profesamos vivir, consideramos, entendemos y


observamos a Jesús como el enviado del Padre, el sumo sacerdote y guía espiritual de los
que creemos y confiamos. También, nos invitan a ser partícipes de una vocación especifica
en cada una de nuestras vidas. Dios que nos purifica del pecado cuando confiamos
plenamente en Jesús nuestro Salvador, y en este sentido, siendo purificados del pecado y
separados para Dios, pertenecemos en gran alegría a la gran familia de Dios. Somos sus
hijos por adopción, por el sacramento del bautismo y por eso somos hermanos en la fe. La
palabra “participantes” nos quiere invitar a que nos sintamos “compañeros”. Todos juntos
hemos sido llamados por el mismo Amante celestial, hemos respondido a su voz, y estamos
8
S J KISTEMAKER, Comentario al Nuevo Testamento, Hebreos, 1991, 81
unidos con él y con nuestros hermanos. Los que somos de Cristo nunca tendremos que
sentirnos aislados ni solitarios porque formamos parte de una gran compañía de santos
redimidos pertenecemos para siempre al Dios que murió por nosotros y resucitó en poder y
gloria. 

«El privilegio de ser llamado por Dios viene acompañado de un mandato. El mandato no es
difícil ni complicado, y los hermanos pueden cumplirlo. Se les pide que fijen sus
pensamientos en Jesús y que lo hagan diligentemente. Parecería que los lectores de la
epístola no estaban haciendo esto en ese momento, ya que parecían estarse deslizando. Ya
en Heb. 2:1 el escritor los exhorta a “prestar más diligente atención” al evangelio que han
oído, puesto que el conocimiento de Jesús es esencial. Al prepararse a hablar sobre Jesús,
no lo llama Jesucristo, ni Hijo de Dios, ni Hijo del hombre, ni Señor y Salvador, sino que lo
llama apóstol y sumo sacerdote. Vale la pena notar que la palabra apóstol aparece en primer
lugar en este versículo, aunque hubiéramos esperado que la expresión sumo sacerdote
tuviera precedencia a causa de su uso en Heb. 2:17».9

“Considerad” implica dejar muchos objetos a un lado que nos van alejando de la vocación
en la cual hemos sido llamados y de esta manera fijar la mirada únicamente en el objeto de
nueva atracción. Sí, meditamos su dignidad, excelencia y autoridad, y lo que implica su
nombre y oficio, en fin, su carácter.
“Apóstol”, porque El representa a Dios para nosotros; es el enviado y mediador de Dios
hacia
con nosotros. Esta es la única vez que se emplea este título para referirse a Cristo. Como
Apóstol, es el mensajero de gracia para nosotros (Jn. 17:3, 9), el revelador de Dios a
nosotros (Jn. 1:18; Mt.11:27). En el tiempo de Jesús la palabra “apóstol” se usaba con
frecuencia para describir a un embajador o plenipotenciario investido con todo el poder y
autoridad del gobierno que representaba. Su voz era la voz del país que lo enviaba. Así
vemos a Jesús como el Embajador de Dios. Viene de Dios, lo representa, y nos habla a
nosotros en nombre de El (Jn. 3:34; 12:50). Pero Jesús no solo proclamó la verdad, sino que
además la manifestó (cf. 1:2, 3). Llama la atención que es el único Apóstol mencionado en
Hebreos. Los mensajeros
humanos quedaban relegados a un segundo plano.
9
Ibib.
El título cristológico apóstolos («enviado») se hace eco probablemente del oráculo de Ml
2,7 sobre el sacerdote como «mensajero del Señor»: «Los labios del sacerdote guardarán el
saber, y la Ley se busca en su boca, pues es el mensajero de Yahvé Sebaot». En este
sentido, Cristo glorioso es definido de manera original apóstolos: en el tiempo de la Iglesia,
él sigue desempeñando la misión recibida del Padre, que consiste en comunicar con
autoridad a los cristianos la palabra divina. En consecuencia, hablando «desde el cielo» (Hb
12,25), tras haber sido declarado por el propio Dios «digno de fe» con motivo de su muerte
y glorificación, Cristo está en condiciones de hacer posible y de exigir que los hombres
tengan fe en Dios. La fe de los cristianos se expresa verbalmente en una «confesión» (cf.
13,15) y se concreta existencialmente en un camino orientado hacia el «descanso de Dios»
(cf. 3,7-4,14).10
“Sumo Sacerdote” que nos representa a nosotros ante Dios. Es El quien entra ante Dios
por nosotros.11
Que es fiel al que le instituyó, como le fue también Moisés en toda su casa.
Su fidelidad al llamado que le fue encomendado fue sorprendente, tan similar a la de
Moisés, pero perfeccionada por el amor y la obediencia absolutos que profeso. Una
fidelidad que tiene que brotar desde nuestro profundo corazón; una fidelidad en la que
Moisés fue llamado a realizar. Entonces es la fidelidad en la que nos recuerda en Mateo
25:21, "Bien, buen siervo y fiel". Indiferentemente de quienes seamos o de que trabajo el
Señor nos haya encomendado, tenemos que fieles. Podemos encontrar en Números 12:7
Dios describe a Moisés como fiel en toda mi casa. Hebreos afirma que Jesús también fue
fiel a Dios, quien lo había nombrado para su obra a favor de la casa (o familia) de Dios.
Algunos intérpretes entienden constituyó (“hizo”) en el sentido de la generación eterna del
Hijo por el Padre, pero en este contexto el sentido del verbo parece ser “nombró para un
oficio”. Así se usa el mismo verbo en otras partes de la Biblia griega (Mar. 3:14; Hech.
2:36; 1 Sam. 12:6). Jesús y Moisés son semejantes en su cumplimiento fiel de la tarea que
Dios les asignó.12
Por medio de esta fidelidad en la que sin lugar a dudas Moisés supo escuchar la voz de Dios
y de llevarla a un feliz término, que también sepamos escuchar lo que Dios quiere para cada

10
F MANZI, Carta a los Hebreos, España, 2005, 62
11
Cfr. C MORRI, Comentario Bíblico del Continente Nuevo, Hebreos. 1986, 23
12
J C CEVALLOS. Comentario Bíblico Mundo Hispano. Hebreos, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 2005, 38
uno de nosotros, porque en gran sentido “todo el que oiga estas palabras mías y las ponga
en práctica se parecerá al hombre prudente que edificó su casa sobre roca” (Mt 7,24). Así
pues, fue Dios el que le hizo Sumo Sacerdote y Apóstol. Aunque su fidelidad es semejante
a la de Moisés, en cuanto que ambos llevaron a cabo una misión en favor de toda la casa de
Dios, la supera porque entre Moisés y Jesús se da la gran diferencia que media entre el Hijo
y el siervo. "Casa" se refiere al pueblo de Dios, a la nueva familia de Dios que sucedió a
Israel; Jesús mismo emplea la metáfora de la edificación con este sentido, cuando habla de
edificar su Iglesia, es decir, su grupo de discípulos.13
La mediación de Moisés no dejaba de estar relacionada con el sacerdocio y el sacrificio; en
9,19-20 se recuerda su sacrificio al tiempo en que fue establecida la alianza, aunque en Heb
no se le da el título de «sacerdote». Cuando el autor se fija en el sacrificio de Jesús, el
anticipo no es Moisés, sino el sumo sacerdote aarónico en sus funciones del Día de la
Expiación (9,6-15)14.
Pues ha sido juzgado digno de su gloria superior a la de Moisés, del mismo modo que
la dignidad del constructor de la casa supera a la casa misma
En este versículo, podemos reflexionar que a Jesús lo sitúan y más aún lo consideran mayor
que a Moisés, «ciertamente ambos, Jesús y Moisés, han sido fieles a Dios, pero la
diferencia que hay entre estos dos va más allá de la virtud de la fidelidad. El escritor ya ha
llamado a Jesús apóstol y sumo sacerdote; Moisés nunca ocupó esta doble investidura. Pero
no es ese el punto que se trata ahora. Para demostrar esta verdad el escritor usa una
ilustración del ámbito de la construcción, un ejemplo cuya validez todos reconocen»15. No
obstante, Moisés fue un siervo fiel, un gran héroe del pueblo hebreo; un libertador de la
esclavitud del pueblo con el fin de conducirlos hacia la tierra prometida; Cristo, como el
eterno Hijo de Dios, es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,5); es la Luz del mundo (Jn
8,12); es el Pan de vida (Jn 6,35), por lo tanto, usa una comparación para explicarlo, de
igual manera que el constructor de una casa recibe una mayor dignidad, estima o dignidad
que la casa misma, así mismo Jesús como autor y consumador de nuestra fe y vida

13
Mc CONNELL, Epístola a los Hebreos, España 1966, 34-35
14
R BROWN, J FITZMYER. Comentario Bíblico “San Jerónimo”, Tomo IV, Nuevo Testamento, Madrid,
1972, 334
15
S J KISTEMAKER, Comentario al Nuevo Testamento… 83
espiritual, por medio del cual todo fue hecho, y por quien este templo espiritual que somos
nosotros es conformado a imagen y semejanza del padre.
«En este versículo aparece clara la razón de la superioridad de Jesús con respecto a Moisés:
consiste en la diferente relación de cada uno de ellos con Dios, el fundador de la casa.
Moisés era el siervo fiel en ella; Jesús es el «Hijo» de Dios puesto por encima de ella. Por
ser Hijo del fundador ha sido hecho merecedor de mayor gloria que Moisés, el siervo».16
Podemos recordar que Moisés sirvió muy bien a Dios como un siervo en su casa. Hemos
visto algunas de las maneras que sirvió al Señor mientras guío a la nación de Israel por el
desierto. Fue un trabajo arduo, ya que los israelitas no fueron fáciles de gobernar. En varias
ocasiones murmuraron contra Moisés (Ex 3); levantaron piedras para matarlo, y sólo Dios
lo rescató (Ex 16). Moisés se desanimó más de una vez y exasperado clamó a Dios que lo
librara de tener que soportar un pueblo tan necio y rebelde (Ex 32). Sin embargo, cumplió
fielmente su ministerio hasta que Dios lo llamó para estar con él. La palabra “siervo” en
este versículo no quiere decir esclavo ni empleado como seguramente hemos pensado.
Quiere decir alguien que sirve a otro por amor. El servicio de Moisés fue mucho más allá
de él de un asalariado o un esclavo obligado a servir. Moisés guio a Israel y obedeció a
Dios, nos da ejemplo de un verdadero servicio desprendido, y de una vida consagrada
completamente al Señor.
Jesús edifica la casa espiritual de Dios; Moisés fue un fiel siervo en toda la casa de Dios.
Jesús es el fundador de la casa de Dios (que tuvo su inicio en la creación), y Moisés mismo
pertenece a dicha casa. Además, el lugar de honor a la diestra de Dios la pertenece a Jesús.
Jesús ha sido honrado por Dios porque por medio de él Dios hizo el universo (Heb. 1:2).17
Porque toda casa tiene su constructor; más el constructor de todo es Dios.
Ciertamente, Moisés fue fiel en toda su casa, como servidor, para atestiguar cuando
había de anunciarse.
Como bien sabemos toda casa tiene que haber por lo menos una persona que lo diseñe y a
esa la llamamos el “constructor” de la obra, por lo tanto, construye y la entrega lista para
habitarla. De igual manera a como se construye una casa, con su previsión, planos,
entendimiento y necesidades, todo tiene su hacedor, su constructor, quien hace es quien
establece los cimientos de todo, y cuando habla de todo ello incluye tiempo-espacio. Por
16
R BROWN, J FITZMYER. Comentario Bíblico “San Jerónimo… 335
17
S J KISTEMAKER, Comentario al Nuevo Testamento… 83
consiguiente, la persona que la va a habitar seguramente no sabe cómo fueron las bases y
como fue el respectivo proceso de la edificación de la obra y podemos colocar esta
comparación que una casa no crece como una planta, porque cada casa tiene un constructor
diferente. Es ante todo que nuestra casa hay un único constructor y ese es Dios. Y cuando
hace referencia a la casa, se refiere a la casa de Dios.
El constructor de la casa (vv. 3, 4) tiene mayor importancia que la casa misma.
Superioridad de gloria. Además, Jesús es superior porque es Dios (v. 4). Cada casa debe
tener un constructor. “El que hizo todas las cosas es Dios”. De Jn. 1:3; Col. 1:16 y He.
1:2, 10 aprendemos que el Señor Jesús fue el agente activo de Dios en la creación. La
conclusión inevitable es que Jesucristo es Dios.18
«La «casa» (o «familia») de Dios en que Moisés se comportó como siervo fiel era Israel.
Resulta oscuro el pensamiento de los vv. 3-6, pero parece posible establecer algunos puntos
que pueden orientar la interpretación: 1) no hay indicios de que el autor considere a Moisés
o a Cristo fundadores de la familia; 2) «su casa» en los vv. 2.5.6 es la de Dios, no la de
Cristo o la de Moisés. Por lo que se refiere a Cristo, ello queda claro gracias al paralelo del
v. 6 con 10,21».19 Sin lugar a dudas, Moisés nos enseña la gran importancia de ser fieles a
la casa del Dios, sin importar de pronto los diferentes obstáculos, crisis, problemas que se
nos valla presentado en el caminar diario, sino que antes bien tener confianza en Dios que
es el guía en nuestras vidas y de esta manera vamos siempre hombres y mujeres que demos
hasta nuestra propia vida por estar en la casa de Dios. Moisés sirvió con propósito a la casa,
que hace referencia al ser del hombre, y su vida y obra dan testimonio del poder de Dios
que obra para salvación, y sirve a nosotros como tipología de la salvación que habría de
venir en Jesús y de la cual hacemos parte. Moisés sirvió para establecer un diseño que
habría de cumplirse con el mesías.
pero Cristo lo fue como hijo, al frente de su propia casa, que somos nosotros, si es que
mantenemos la confianza y vivimos orgullosos de nuestra esperanza.

A diferencia de Moisés quien sirvió con humildad y obediencia a la casa de Dios o sea al
hombre (como salvador de su pueblo y como ejemplo de la salvación), Jesús cumple a
cabalidad y con fidelidad su servicio como hijo y como constructor al frente de su

18
C MORRI, Comentario Bíblico del Continente Nuevo… 24
19
R BROWN, J FITZMYER. Comentario Bíblico “San Jerónimo… 334
desarrollo y construcción o establecimiento. Aquí el escritor confirma que la casa de Dios,
somos nosotros, la cual permanece y se establece por la fe en el hijo, que es nuestra
confianza y esperanza, de la cual nos gloriamos y enorgullecemos de pertenecer a la casa de
Dios, en la cual, todos estamos invitados a participar de esta gloriosa obra de salvación de
Dios para con nosotros en lo cual, no sólo debemos establecernos bien en los caminos de
Cristo, pero hemos de seguir y perseverar firmemente hasta el fin. Toda meditación en su
Persona y su salvación, sugiere más sabiduría, nuevos motivos para amar, confiar y
obedecer.
a) El escritor repite lo que ya había dicho en Heb. 3:2. Allí él compara a Moisés con
Jesús; aquí él los contrasta.
b) Moisés es llamado siervo; Cristo, hijo. El contraste queda realzado por medio del
uso de dos preposiciones distintas: Moisés era siervo en la casa de Dios, en tanto
que Cristo es hijo sobre la casa de Dios.
c) El escritor escoge el término siervo para describir a Moisés. Nótese que no llama a
Moisés esclavo o asistente. Esta palabra (siervo) ocurre con frecuencia en el
Antiguo Testamento, pero solamente una vez en el griego original del Nuevo
Testamento (Heb. 3:5). Significa que una persona está al servicio de alguien que es
superior. También, denota a alguien que desea servir, a diferencia de un esclavo que
está obligado a servir.
d) Moisés demostró ser fiel en la función que Dios le había dado, y sirvió
honorablemente con distinción (Jos. 1:1–4). Cristo también es fiel, aunque él ocupa
una posición diferente. Él es el hijo a quién Dios ha dado autoridad sobre la casa; es
decir, la casa de Dios (Heb. 10:21).
e) Moisés funcionó como profeta y fue una prefiguración de Jesús, el gran profeta (Dt.
18; 15, 18). El dio testimonio de lo que habría de ser dicho en el futuro, más
específicamente del evangelio que Jesús proclamó como plenitud de la revelación
de Dios (Heb. 1:2).20
«Lo que aquí se subraya no es la función de Moisés como mediador de la antigua alianza y
como legislador; Moisés fue más bien el que predijo la dispensación cristiana, lo que
habría de ser anunciado: A saber, a través del Hijo de Dios»21 si mantenemos la confianza
20
S J KISTEMAKER, Comentario al Nuevo Testamento… 84
21
R BROWN, J FITZMYER. Comentario Bíblico “San Jerónimo… 335
y si vivimos orgullosos de nuestra esperanza, es aquí donde nos debemos sumergir y de este
modo poder alcanzar el Reino de los Cielos, que ciertamente, estamos llamados a entrar y
ser partícipes de ella. Una confianza que cuando existe sinceramente da la oportunidad y la
libertad de comunicarse en un nivel profundo y no hay ningún de poder ocultar nada es esta
la relación que Dios anhela con nosotros. No quiere que haya barreras entre él y nosotros.
No quiere que le tengamos miedo, ni que dudemos de nuestra relación con él. Él nos acepta
por lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Nada de lo que hacemos ni dejamos de hacer
puede cambiar el sacrificio perfecto del divino Hijo de Dios. Nuestra confianza, luego está
firme. Nuestra comunión no tiene estorbo. Nuestro gozo crece cada día más, y nuestra
esperanza da un futuro de plena felicidad en su presencia es segura y nos sentimos como un
niño en brazos de sus padres.
3. Aplicación del texto.
Uno de los personajes más imponentes del Antiguo Testamento es sin lugar a dudas, el
hombre que nació esclavo y fue criado como príncipe. Es el guía que sacó de esclavitud a
Israel de Egipto. Es el que recibió la ley divina de las manos del Creador. Ya sabes quién
es. Se llama Moisés.
Por medio de Moisés aprendamos a vivir la verdadera sencillez y humildad y a practicar la
obediencia, para que de esta manera todos juntos podamos gozar de alegría porque hemos
estado con el Señor, ojalá que la soberbia nunca invade nuestro corazón y nunca nos vallan
alejando de la casa de Dios, antes bien que reconozcamos a Jesús como el Hijo de Dios
para que cada día nuestra confesión seamos verdaderos discípulos del Señor porque hemos
estado con Él. Los creyentes en Cristo Jesús son santos. Nosotros somos "hermanos santos"
en nuestra posición con Dios por el sacrificio expiatorio de Cristo. Nosotros somos santos
en Cristo. Es Jesús quien nos hace santos. La palabra "santo" en este versículo está
enfatizando nuestra posición en la salvación. Nosotros hemos sido "apartados para Dios. La
santidad no tiene lugar en un futuro lejano, la santidad se vive aquí y en el ahora. Por lo
tanto, estamos llamados a correr hacia la meta, al premio que Dios me llama desde lo alto
en Cristo Jesús. (Filipenses 3,14). Desde esta perspectiva, este "si" condicional es muy
serio. Somos su hogar, somos el pueblo de Dios, somos la posesión y la herencia de Dios,
es decir si somos salvos. Es "si" es tan serio y tan importante que el resto del capítulo 3 se
dedica a explicarlo y apoyarlo. Es importante rescatar que la salvación no puede perderse,
este detalle es absolutamente decisivo porque nos muestra que, en realidad, podamos ser
partícipe de Cristo, participar en su llamamiento celestial, y ser parte de su casa, y luego
perder esa salvación por nuestra desobediencia y esto es tremendamente importante.

El Señor no se avergüenza de llamarnos Sus hermanos (Hebreos 2: 12). Ojalá que nosotros
nunca tengamos miedo o vergüenza de llamarlo nuestro Señor y Maestro (Mateo 10:32-33).
Dios ha hecho algo maravilloso por los pecadores. Debido a nuestra unión vital con Cristo,
Él nos ha atribuido su justicia. Somos participantes del llamamiento celestial, porque como
Moisés, nos llama a una vocación ya sea de ser sacerdotes, padres de familia, o de
trabajador, lo que más nos interesa es que desde lo poco que podamos siempre crezcamos
en fidelidad, para que de esta manera seamos auténticos servidores de Cristo, un servidor
que no espera nada a cambio para su beneficio personal, solo Dios espera de nosotros que
le entregamos lo mejor para la construcción de la Casa de Dios, que es mi constructor y mi
guía en cada uno de los días y tan solo en Él pongo mi confianza y en Él es donde puedo
encontrar paz y seguridad.

En definitiva, es la invitación a que cada uno de nosotros profesemos, permanezcamos y


perseveremos. Porque esa es la única forma en que demostráramos que realmente somos la
casa de Dios, y que realmente participemos en la salvación de Cristo. Más aún, en
animarnos una y otra vez para que seamos fervientes, perseverantes, vigilantes y enfocados
en la pelea de retener firme la seguridad en Cristo, y de esta manera a perseverar en nuestra
esperanza y a no desechar nuestra confianza, porque ésa es la evidencia viva de que
realmente hemos llegado a ser partícipes y verdaderos discípulos de Cristo.
BIBLIOGRAFÍA

KISTEMAKER Simón, Comentario al Nuevo Testamento, Hebreos, 1991

MORRIS Carlos, Comentario Bíblico del Continente nuevo, Hebreos, 1986

CEVALLOS Juan Carlos, Comentario Bíblico Mundo Hispano, Hebreos, Santiago, 1 y 2


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