El Don de Dar
El Don de Dar
El Don de Dar
Durante una caminata un hombre llegó a una colina empinada. Cuando dijo que
era demasiado alta para subir, su compañero le arrebató la billetera de su bolsillo
y lo tiró arriba de la pequeña colina. En un momento el hombre corrió hasta
arriba y rescató su billetera.
Un hombre estaba por ser bautizado en un río. De repente salió corriendo del
agua diciendo que se había olvidado de dar su billetera a su esposa. El predicador
lo llamó. "Vuelve con tu billetera. Tengo demasiadas billeteras no bautizadas en
mi congregación".
El dinero es un tema delicado. Alguien dijo que el nervio más sensible en los
seres humanos es el que va a la billetera.
La Biblia tiene mucho que decir en cuanto al dinero y la mayordomía. Uno de los
dones que el apóstol Pablo puso en alguna de sus listas es el don de dar. "El que
da, hágalo con sencillez" (Rom. 12:8).
Pablo dice que el don de dar comprende el dar "con sencillez" (Rom. 12:8).
"Sencillez" es una palabra interesante. Ha sido traducida de muchas formas.
Literalmente significa "sin pliegos" como un pedazo de tela sin doblar. Se puede
decir: simplicidad, sin doble ánimo, honestidad mental, sin pretensiones. Cuando
uno da con el corazón abierto, uno dona libremente, con alegría. Además da
generosamente, con liberalidad. "Sencillez" en Romanos 12:8 ha sido traducido
de todas estas formas, en una versión u otra.
La persona que tiene el don de dar dará sin doble ánimo. Ninguna motivación
errónea arrugará la tela de su mente dándole algún doblez. No dará como para
calmar la consciencia por causa de la forma en que consiguió su dinero. Tampoco
dará para recibir algo de vuelta. Al mandar una dádiva podrá poner: "con amor,"
pero nunca: "estoy dando esto para que me admires". Tampoco damos para ser
vistos en público, como hicieron los fariseos que tocaban trompeta para alertar a
la gente para que miraran mientras daban sus dádivas. La persona que no dona a
no ser que su nombre sea inscripto en un vitral o en la piedra fundamental, no
entiende el mandamiento de Cristo de no permitir a la mano izquierda que sepa lo
que hace la mano derecha (Mateo 6:3). El don de dar no permite ninguna mezcla
de interés propio en la moneda de nuestra dádiva.
El don de dar incluye el dar libremente, con alegría y con amor. En la edición de
enero de cierta revista había un dibujo cómico. Había un mendigo sucio
extendiendo su sombrero pidiendo limosna con un cartel que decía: "Dar después
de Navidad, eso es verdadera compasión". El verdadero dar no se limita a
tiempos y estaciones ni el antojo del momento. Proviene de un corazón alegre.
Pablo dijo a los corintos que dieran "no con tristeza, ni por necesidad" (2 Cor.
9:7). La persona con el don de dar no dirá: "Si voy a aquel culto tomarán
ofrenda" o "Aquí viene el platillo de la ofrenda, voy a tener que poner algo
aunque me duela". El don de dar no crea una atmósfera fúnebre en el momento
de la ofrenda. Más bien uno da con alegría porque Dios ama al dador alegre. De
la palabra griega "alegría" tenemos la palabra "hilaridad" en español. El don de
dar de vuelta alegremente a El que ha dado tanto para nosotros y a nosotros.
El don de dar da como resultado la liberalidad. Una noche, durante una campaña
de Billy Graham en Madison Square Garden, un conocido mafioso entró con
cuatro guardaespaldas que se sentaron dos a cada lado de él. En el momento de la
ofrenda estos hombres miraron a su líder para ver qué debían hacer. "Esto corre
por cuenta mía", dijo. Sacó de su billetera un fajo de billetes de cien dólares.
(Dos miembros del equipo de Billy Graham estaban sentados en la fila siguiente
y dijeron que el fajo era suficientemente grande como para atragantar a una
vaca). El mafioso buscó entre los billetes de cien hasta encontrar un billete de un
dólar, el cual puso en el platillo.
Si este incidente no fuera tan lamentable sería gracioso. La dádiva fue deficiente
por dos razones importantes. No provenía de un corazón regenerado y no fue
dada con liberalidad en ninguna manera. El gesto de dar meramente una propina
no se debe confundir con la verdadera generosidad. Mucho de lo que se llama
dar, insulta a Dios por su pequeñez en comparasión a la capacidad de dar.
Dos leprosos cristianos en el oriente recibieron a un tercer leproso en su choza en
un leprosario que dependía del gobierno porque no había casa disponible en ese
momento. Los dos vivían con raciones de comida apenas por arriba de lo
indispensable para no morir de hambre. Cuando se les preguntó cómo era posible
alimentar a un tercero, respondieron que aunque recibían arroz para dos personas,
de alguna manera lo hacían alcanzar para los tres. ¿No era esto verdadera
liberalidad?
Otra faceta del don de dar es que la obra de Dios será ayudada. No debemos dar
sin cuidado ni indiscriminadamente, repartiendo a toda persona o grupo que
mendiga. Más bien, investigando, nos ocuparemos de que sean suplidas
necesidades legítimas. Las donaciones no fluirán en respuesta a pedidos
emocionales o sentimentales. No serán dadas neciamente pero se basarán sobre
cuidadosa investigación.
En resumen, el don de dar es una habilidad dada por Dios, por cierto de dar
dinero para el progresar de la obra de Dios con tal cuidado y gozo que son
fortalecidos los que reciben. Dios ha dado grandes posesiones a algunos hombres
porque puede confiar en ellos para usar lo que tienen para el servicio divino.
Estos creyentes son mayordomos especiales. Un pastor de California comentó
que muchas veces lo van a ver hombres con dinero para financiar algún
ministerio, aunque el costo para ellos sea considerable. Les da genuino gozo ver
a Dios obrar a través de sus dádivas. Este pastor comentó que es difícil
mencionar una causa sin que esta gente quiera aportar a su favor.
El mismo espíritu prevalecía cuando hubo pobreza en los tiempos apostólicos.
Dueños de propiedades vendían sus tierras o casas y luego donaban el dinero
para aliviar las necesidades. Bernabé era no solamente la personificación del don
de animar sino que también poseía el don de dar. Se lo señala con una mención
especial como uno que vendió terreno y trajo el dinero a los apóstoles (Hechos
4:34-37).
Algunos hombres dan liberalmente de sus ganancias luego de suplir sus propias
necesidades y dan mucho más allá que un diezmo.
hospital, con un ojo ciego y catarata en el otro, cruzó como pudo la calle
principal de una ciudad de 300.000 habitantes con el tráfico intenso de las 5 de la
tarde para llevar su donación mensual. Le ayudaron a cruzar nuevamente la calle
pensando cómo haría para volver a casa.
Justo antes que llegó la ambulancia para llevar a mi madre al hospital, ella apenas
podía caminar y hablaba con dificultad. Me susurró que había una libreta negra
en un cierto cajón y dijo que todo ese dinero era del Señor y que pertenecía a El.
El dar es una gracia que puede ser cultivada. Quizás al avanzar de victoria en
victoria en el área de mayordomía, descubrirá una habilidad dada por el Espíritu
y tendrá la alegría de usar posesiones temporales para la gloria de Dios y para el
bien de la humanidad.