Unidad de Aprendizaje Victimología
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VICTIMOLOGÍA
Abdel Ezzat Fattah definió a la victimología como: "aquella rama de la Criminología que se ocupa
de la víctima directa del crimen y que designa el conjunto de conocimientos biológicos,
sociológicos, psicológicos y criminológicos concernientes a la víctima". Raúl Goldstein la define
como: "parte de la criminología que estudia a la víctima no como efecto nacido de una conducta
delictiva, sino como una de las causas, a veces principalísima que influyen en la producción de
los delitos". Y el abogado de origen Rumanés, Benjamin Mendelshon, nacionalizado en Israel, la
definió como: "la ciencia sobre las víctimas y la victimidad".2
1 OCHOA OSPINA, Sigifredo. “CURSO TEÓRICO-PRÁCTICO DE POLICÍA JUDICIAL, POLICÍA CIENTÍFICA Y TÉCNICA DE
POLICÍA JUDICIAL”. Medellín, Colombia. Señal Editora. 2008.
2 NUÑEZ DE ARCO, Jorge. Victimología. 2004. Editorial Tupac Katari.
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devenir de la persona en víctima, se puede producir los tipos de victimización (primaria,
secundaria y terciaria).
Grado de culpabilidad
Contribución exclusiva
de la - Agresor que muere "víctima" del
Víctima provocadora víctima al hecho agredido que se defiende
victimizante no legítimamente.
punible
Contribución
Víctima Víctima propiciadora del
predominante de la - Estafador estafado Borracho
completamente delito
víctima al hecho que fanfarronea en un bar con
culpable Punible dinero y le hurtan la cartera.
Fuente: Antonio Beristain.: Victimologia. Nueve palabras clave. Ed. Tirant lo Blanche. Valencia 2000. p. 461
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Si bien existen una serie de tipologías victímales, desde Benjamin Mendelshon, Abdel Ezzat
Fattah, Marta Gonzales, García de Pablos, Neuman Esmen, entre otros autores, la clasificación
presentada anteriormente, nos parece una de las más didácticas.
4.3. Victimodogmática 3
La influencia del movimiento victimológico llega a ser tal que consigue incorporar algunas de sus
propuestas a la estructura general del Derecho Penal, principalmente todas aquellas derivadas
de la interacción delincuente-víctima. La victimodogmática parte de la premisa de que algunas
víctimas contribuyen a la propia victimización; ya sea de forma dolosa o imprudente, influyen en
la responsabilidad del delincuente, pudiendo darse el caso de que la participación de la víctima
fuera tal que erradicase por completo dicha responsabilidad. Se trata por tanto de indagar en la
posible corresponsabilidad de la víctima con objeto de eximir al autor o atenuarle la pena,
rechazando cualquier posibilidad de que esa interacción víctima-delincuente pueda suponer el
efecto contrario, es decir, agravar las consecuencias de la acción delictiva. Se trataría de
encontrar en el comportamiento de la víctima una categoría de carácter dogmático, que implique
un principio a tener en consideración en todo delito y no sólo con relación al consentimiento o la
provocación (Landrove Díaz, 1998).
Este planteamiento no ha sido bien acogido en nuestro país, y no existe discusión científica
sobre el tema ni en la doctrina ni en la jurisprudencia. No obstante, en países como Alemania ó
Italia el consentimiento del ofendido sí que viene a desempeñar funciones atenuantes y
eximentes. A pesar de ello, y como bien señala Landrove Díaz, han sido varias las críticas y
reticencias ante estos postulados, principalmente en lo que respecta a sus pretensiones de
generalidad.
Por extraño que pueda parecer, el hogar, un lugar, en principio, de cariño, de compañía mutua y
de satisfacción de las necesidades básicas para el ser humano, puede ser un sitio de riesgo para
las conductas violentas, Echeburúa desde este punto de vista convertirse en víctima de un
suceso delictivo quiebra el sentimiento de seguridad personal, si se piensa por un momento
hasta que punto pasar por esa experiencia dentro de su propio hogar, un espacio que se
presupone seguro, y por parte de tu compañero sentimental, al que se le presupone fuente de
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amor y protección, puede desestructurar el sentido del yo y del mundo de la persona víctima de
este tipo de situación violenta.
Riggs, Caulfied y Street, citados en Labrador, realizan una revisión de la literatura empírica con
objeto de identificar aquellos factores que puedan alertar del riesgo de maltrato. Advierten que
numerosos factores pueden servir para identificar a hombres que puedan ser violentos en su
relación de pareja, pero no hay un indicador claro que permita identificar a todos los individuos
violentos, de igual modo que ningún factor puede explicar por sí mismo la violencia doméstica.
En cuanto a los factores asociados a la victimización, la investigación es menos clara, y tampoco
emerge ningún factor capaz de distinguir entre víctimas y no víctimas. Tan sólo uno de ellos
hasta ahora parece capaz de hacerlo, esto es, el sexo, y es que ser víctima de la violencia
doméstica es cosa de mujeres. Y aun cuando sin duda los hombres pueden sufrir también
agresiones, acoso e incluso ataques homicidas, las mujeres muestran un miedo mayor, y no sin
motivo, ya que la frecuencia e intensidad de las agresiones y de las amenazas sufridas son
superiores en el género femenino.
A este último respecto, uno de los factores más estudiados en el área de la victimización es la
experiencia previa de violencia. Los estudios demuestran que la observación de violencia entre
los padres no correlaciona consistentemente con la victimización adulta (Labrador). Tampoco
parece discriminar víctimas de no víctimas la experiencia temprana de violencia (victimización en
la infancia), y existe una falta de investigación concluyente en cuanto a que los patrones
conductuales y expectativas que se han desarrollado durante el noviazgo pueden ser un factor
de riesgo para la violencia de relaciones conyugales.
También existen numerosos trabajos respecto a que el uso de alcohol o drogas por parte de la
víctima constituye un factor de riesgo para la violencia de género. No obstante, los autores
anteriormente señalados afirman que la evidencia disponible sugiere que si bien el uso de
alcohol y drogas por parte de la víctima puede jugar un rol en la aparición de la violencia
doméstica, el uso de alcohol y drogas por parte del maltratador usualmente juega un papel
mucho mayor. Además es difícil determinar si el abuso precede a la violencia o es una estrategia
de afrontamiento.
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Entre las consecuencias físicas derivadas del maltrato nos encontramos todo tipo de lesiones
(daño abdominal/torácico, hematomas y contusiones, síndromes de dolor crónico, fibromialgia,
fracturas, trastornos gastrointestinales, colon irritable, laceraciones y abrasiones, daño ocular;
así mismo, problemas de tipo reproductivo y enfermedades de transmisión sexual) e incluso
muerte de la víctima de manos de su agresor.
En cuanto a las consecuencias de la violencia de género a nivel de salud mental de las víctimas,
los principales trastornos y problemas psicopatológicos identificados en las víctimas han sido:
abuso de alcohol y drogas, depresión y ansiedad, trastornos alimentarios y del sueño,
sentimientos de vergüenza y culpa, fobias y trastornos de pánico, inactividad física, baja
autoestima, trastorno de estrés postraumático, trastornos psicosomáticos, tabaquismo, conducta
suicida y autodestructiva, conducta sexual insegura. (“Informe Mundial de Violencia y Salud” de
la OMS, Krug y col., 2002, cit. en Labrador, 2004).
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4. Adaptación: la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior y el Síndrome de
Estocolmo Doméstico se consolida a través de un proceso de identificación.
No extraña que muchas víctimas prefieran no denunciar un hecho o que una vez presentada la
denuncia y ya inmersos en el entramado jurídico – penal, se arrepienta de ello.
Para Zaffaroni, por victimización primaria se tiende a entender la derivada de haber padecido un
delito, que cuando va acompañado de violencia o experiencia personal con el autor suele ir
acompañado de efectos que se mantienen en el tiempo y pueden ser físicos, psíquicos,
económicos o de rechazo social.
Shapland (1985) se ha interesado por investigar aquellos elementos que producen más daño, si
cabe en las víctimas de un delito, que deben peregrinar por las oficinas gubernamentales y de la
opinión que tiene las víctimas, de la Administración. Pueden destacarse las siguientes
consideraciones:
1. La policía. Los miembros de la policía son vistos como seres insensibles sólo
preocupados por el aspecto burocrático. Proporcionan escasa información a la víctima y
aún estando la misma llorosa, prefieren no esperar al día siguiente para tomar
declaración o ver fotografías en la comisaría.
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4. El juzgado, según Shapland, proporciona la mayoría las experiencias más molestas.
Nadie tiene tiempo para charlar. Las largas esperas; policías, funcionarios, etc.,
proporcionan una imagen lamentable de la Administración de Justicia.
5. Los letrados de la defensa. Muchas veces, la víctima está desprotegida y no sabe qué
hacer. Algunos letrados más preocupados por el negocio prestan escaso interés al caso.
6. Los fiscales son los funcionarios peor conceptualizados: mal informados, ausentes,
distantes y despreocupados absolutamente sobre la ayuda y compensación a las
víctimas a las que ven de cerca por primera y única vez en la sala de juicios.
Además de todo ello, la víctima va a tener que soportar durante meses o años la incertidumbre
de un proceso penal que nunca parece concluir.
Y en algunos casos, tendrá que soportar en el juicio oral la reviviscencia de los hechos, las
preguntas y afirmaciones en descrédito evacuadas por la parte contraria y en ocasiones, el no
ser ni tan siquiera creída. 4
Por victimización secundaria entendemos aquella que se produce cuando la víctima entra en
contacto con las instituciones o profesionales que en principio deberían prestarle asistencia y
apoyo (Policía, Justicia, Sanidad, etc.) y que se deriva directamente del choque entre las
expectativas previas de la víctima y la realidad institucional que efectivamente se encuentra.
Actuaría pues, según vimos en el capítulo anterior, como una concausa que agravaría el daño
psicológico de la víctima. Debemos matizar, no obstante, que no siguen un modelo lineal de
desarrollo y, aun tratándose de la misma persona o del mismo acto delictivo, su evolución estará
en función de las habilidades de afrontamiento de cada individuo en particular.
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Si bien suele manejarse como términos sinónimos a la victimización secundaria con la
revictimización, acudiendo al Protocolo y Ruta Crítica Interinstitucionales para la Atención y
Protección a víctimas, en el marco de la Ley N° 348, en relación a ésta última tenemos:
b) Conductas Revictimizantes
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▪ Cuando no se prioriza la atención a víctimas vulnerables por su condición de edad,
género, nivel económico, raza, color, religión o idioma.
▪ Cuando se cuestiona la vida íntima o sexual de las víctimas.
▪ Cuando se interrumpe innecesariamente el relato de la víctima, restándole prioridad y
atención.
▪ Cuando se culpabiliza el origen, el lenguaje o la vestimenta de la familia.
▪ Cuando no se brinda una información adecuada a la víctima directa o indirecta. 5
Para concluir el segundo módulo, debemos señalar que hay autores que hablan incluso de una
victimización terciaria (Shapland, cit. en Herrero, 1996), siguiendo los presupuestos teóricos del
“labelling approach” (proceso de adscripción y etiquetamiento del rol de víctima), de carácter
extraoficial y que toma cuerpo cuando la víctima se percibe socialmente estigmatizada por su
implicación primaria y, más tarde, procesal con el delito y la Justicia Penal. Familiares, amigos y
comunidad pueden llegar a rechazarla debido principalmente a que las víctimas son, para
quienes los rodean, incómodos recordatorios de que el delito puede afectar a cualquiera de tal
modo que aquellas personas que naturalmente apoyarían a la víctima intentan explicar lo
ocurrido culpándola o deseando que “lo supere”.6
5 MINISTERIO PÚBLICO. FICALIA GENERAL DEL ESTADO. Protocolo y Ruta Crítica Interinstitucionales para la Atención y
Protección a víctimas, en el marco de la Ley N° 348: Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia. 2014.
Págs. 56 -57.
6 LAGUNA H. Susana. Manuela de Victimología. Ob. Cit. 2008. Págs. 137 - 139.
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prisión, el de las mujeres cuyos maridos están cumpliendo condena en prisión o el de los hijos
que crecen en compañía exclusiva de sus madres porque está en la cárcel su padre. 7
7 PAZ DEL CORRAL, Gargallo. Asistencia las Víctimas de Experiencias Traumáticas. Universidad del País Vasco. Ed. Euskal
Herriko Unibertsitatea. España. 2011.
8 NUÑEZ DE ARCO, Jorge. Obr. cit. Págs 40- 41.
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