Unidad de Aprendizaje Victimología

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UNIDAD DE APRENDIZAJE

VICTIMOLOGÍA

4.1. Aproximaciones conceptuales a Victimología y Víctima.

De acuerdo a Sigifredo Ochoa Ospina1, la Victimología es una disciplina cuyo objeto es el


estudio de la víctima del delito con fines diagnósticos, preventivos y reparadores del daño
producido por el hecho ilícito perpetrado por el delincuente en detrimento del ofendido y de la
comunidad. Las víctimas en un sentido general, refieren personas que se exponen, o padecen
de un daño por causa ajena o fortuita. En cuanto la víctima desde el criterio científico de la
Victimología se entiende como titular de derechos reales objeto pasivo de cualquier conducta
considerada delictiva. La Victimología cumple con una función relevante de control social,
sustentada en tres subsistemas de responsabilidad compartida, como lo son: la política criminal
en cabeza de las ramas del poder público, el derecho penal en cabeza del legislador y la
criminología, como ciencia.

De acuerdo al Art. 76 del Código de Procedimiento Penal, se considera víctima a:

1) A las personas directamente ofendidas por el delito;


2) Al cónyuge o conviviente, a los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o
segundo de afinidad, al hijo o padre adoptivo y al heredero testamentario, en los delitos
cuyo resultado sea la muerte del ofendido;
3) A las personas jurídicas en los delitos que les afecten; y,
4) A las fundaciones y asociaciones legalmente constituidas, en aquellos delitos que
afecten intereses colectivos o difusos, siempre que el objeto de la fundación o
asociación se vincule directamente con estos intereses.

Abdel Ezzat Fattah definió a la victimología como: "aquella rama de la Criminología que se ocupa
de la víctima directa del crimen y que designa el conjunto de conocimientos biológicos,
sociológicos, psicológicos y criminológicos concernientes a la víctima". Raúl Goldstein la define
como: "parte de la criminología que estudia a la víctima no como efecto nacido de una conducta
delictiva, sino como una de las causas, a veces principalísima que influyen en la producción de
los delitos". Y el abogado de origen Rumanés, Benjamin Mendelshon, nacionalizado en Israel, la
definió como: "la ciencia sobre las víctimas y la victimidad".2

La victimología es fundamentalmente el estudio de la víctima, de la persona que padece un


sufrimiento físico, psicológico y social, a consecuencia de la violencia o de una conducta
antisocial, que puede estar tipificada ante la ley como un daño al bien jurídico, o no; de la
valoración de las secuelas y las formas terapéuticas de reparación o reintegración social. Y en el

1 OCHOA OSPINA, Sigifredo. “CURSO TEÓRICO-PRÁCTICO DE POLICÍA JUDICIAL, POLICÍA CIENTÍFICA Y TÉCNICA DE
POLICÍA JUDICIAL”. Medellín, Colombia. Señal Editora. 2008.
2 NUÑEZ DE ARCO, Jorge. Victimología. 2004. Editorial Tupac Katari.

1
devenir de la persona en víctima, se puede producir los tipos de victimización (primaria,
secundaria y terciaria).

4.2. Tipos Victímales.

Beristain, indica que el “cuadro siguiente [similar al de Dünkel (1990:167), al de Landrove


(1990:39), y al de Neuman (1984:69)] sintetiza algunos tipos de víctimas con diversos grados de
culpabilidad.”

Grado de culpabilidad

Víctima Tipo Participación Ejemplo


- Bomba en establecimiento
público.
- Persona privada de
Víctima Víctima "ideal" Ninguna participación
conocimiento que es
completamente activa
robada en calle céntrica no
Inculpable
peligrosa.
- Persona dormida
en coche-cama, en
tren no peligroso,
que es robada.
Mayor o menor - Mujer que fallece al provocarse
Víctima por ignorancia o
contribución al el aborto.
imprudencia
hecho
- Mujer que entrega al falso
Víctima con escasa Mayor o menor
contrayente matrimonial su
Víctima culpabilidad contribución al hecho
libreta de ahorro.
parcialmente
culpable
- Causación de la
Mayor o menor muerte de/a enfermo incurable,
contribución al por
Víctima voluntaria
hecho su propio deseo (homicidio-
suicidio).

Contribución exclusiva
de la - Agresor que muere "víctima" del
Víctima provocadora víctima al hecho agredido que se defiende
victimizante no legítimamente.
punible
Contribución
Víctima Víctima propiciadora del
predominante de la - Estafador estafado Borracho
completamente delito
víctima al hecho que fanfarronea en un bar con
culpable Punible dinero y le hurtan la cartera.

- Una mujer quiere


Falsa víctima (delito vengarse de un hombre y le
Denuncia falsa
simulado) acusa de violación.

Fuente: Antonio Beristain.: Victimologia. Nueve palabras clave. Ed. Tirant lo Blanche. Valencia 2000. p. 461

2
Si bien existen una serie de tipologías victímales, desde Benjamin Mendelshon, Abdel Ezzat
Fattah, Marta Gonzales, García de Pablos, Neuman Esmen, entre otros autores, la clasificación
presentada anteriormente, nos parece una de las más didácticas.

4.3. Victimodogmática 3

La influencia del movimiento victimológico llega a ser tal que consigue incorporar algunas de sus
propuestas a la estructura general del Derecho Penal, principalmente todas aquellas derivadas
de la interacción delincuente-víctima. La victimodogmática parte de la premisa de que algunas
víctimas contribuyen a la propia victimización; ya sea de forma dolosa o imprudente, influyen en
la responsabilidad del delincuente, pudiendo darse el caso de que la participación de la víctima
fuera tal que erradicase por completo dicha responsabilidad. Se trata por tanto de indagar en la
posible corresponsabilidad de la víctima con objeto de eximir al autor o atenuarle la pena,
rechazando cualquier posibilidad de que esa interacción víctima-delincuente pueda suponer el
efecto contrario, es decir, agravar las consecuencias de la acción delictiva. Se trataría de
encontrar en el comportamiento de la víctima una categoría de carácter dogmático, que implique
un principio a tener en consideración en todo delito y no sólo con relación al consentimiento o la
provocación (Landrove Díaz, 1998).

Este planteamiento no ha sido bien acogido en nuestro país, y no existe discusión científica
sobre el tema ni en la doctrina ni en la jurisprudencia. No obstante, en países como Alemania ó
Italia el consentimiento del ofendido sí que viene a desempeñar funciones atenuantes y
eximentes. A pesar de ello, y como bien señala Landrove Díaz, han sido varias las críticas y
reticencias ante estos postulados, principalmente en lo que respecta a sus pretensiones de
generalidad.

Diversos autores sugieren que el redescubrimiento de las víctimas, lejos de consideraciones de


tipo social, no tiene sino un fin meramente utilitario (Peris Riera, 1988) y precisamente
encuentran en la irrupción de la Victimología en la dogmática jurídico-penal argumentos en
defensa de esta postura. Otro argumento que se postula a favor de esta consideración utilitarista
sería que cambiar el comportamiento de la víctima de cara a la política criminal es más fácil
(Gulotta, 1981), en un momento en el que no parecen obtenerse resultados muy satisfactorios
intentando hacer lo mismo con el comportamiento criminal.

4.4. Efectos de la Violencia en Razón de Género.

Por extraño que pueda parecer, el hogar, un lugar, en principio, de cariño, de compañía mutua y
de satisfacción de las necesidades básicas para el ser humano, puede ser un sitio de riesgo para
las conductas violentas, Echeburúa desde este punto de vista convertirse en víctima de un
suceso delictivo quiebra el sentimiento de seguridad personal, si se piensa por un momento
hasta que punto pasar por esa experiencia dentro de su propio hogar, un espacio que se
presupone seguro, y por parte de tu compañero sentimental, al que se le presupone fuente de

3 LAGUNA H. Susana. Manuela de Victimología. Universidad de Salamanca. 2008. Pág. 19.

3
amor y protección, puede desestructurar el sentido del yo y del mundo de la persona víctima de
este tipo de situación violenta.

La violencia de género es un fenómeno complejo. Lejos de aproximaciones reduccionistas, como


aquellas defensoras de que la causa de la violencia doméstica se encontraba en las propias
víctimas, que por su carácter masoquista se sentían atraídas por hombres maltratadores y
provocaban el maltrato por que les reportaba placer, este fenómeno requiere considerar los
múltiples factores que puedan estar implicados.

Riggs, Caulfied y Street, citados en Labrador, realizan una revisión de la literatura empírica con
objeto de identificar aquellos factores que puedan alertar del riesgo de maltrato. Advierten que
numerosos factores pueden servir para identificar a hombres que puedan ser violentos en su
relación de pareja, pero no hay un indicador claro que permita identificar a todos los individuos
violentos, de igual modo que ningún factor puede explicar por sí mismo la violencia doméstica.
En cuanto a los factores asociados a la victimización, la investigación es menos clara, y tampoco
emerge ningún factor capaz de distinguir entre víctimas y no víctimas. Tan sólo uno de ellos
hasta ahora parece capaz de hacerlo, esto es, el sexo, y es que ser víctima de la violencia
doméstica es cosa de mujeres. Y aun cuando sin duda los hombres pueden sufrir también
agresiones, acoso e incluso ataques homicidas, las mujeres muestran un miedo mayor, y no sin
motivo, ya que la frecuencia e intensidad de las agresiones y de las amenazas sufridas son
superiores en el género femenino.

A este último respecto, uno de los factores más estudiados en el área de la victimización es la
experiencia previa de violencia. Los estudios demuestran que la observación de violencia entre
los padres no correlaciona consistentemente con la victimización adulta (Labrador). Tampoco
parece discriminar víctimas de no víctimas la experiencia temprana de violencia (victimización en
la infancia), y existe una falta de investigación concluyente en cuanto a que los patrones
conductuales y expectativas que se han desarrollado durante el noviazgo pueden ser un factor
de riesgo para la violencia de relaciones conyugales.

También existen numerosos trabajos respecto a que el uso de alcohol o drogas por parte de la
víctima constituye un factor de riesgo para la violencia de género. No obstante, los autores
anteriormente señalados afirman que la evidencia disponible sugiere que si bien el uso de
alcohol y drogas por parte de la víctima puede jugar un rol en la aparición de la violencia
doméstica, el uso de alcohol y drogas por parte del maltratador usualmente juega un papel
mucho mayor. Además es difícil determinar si el abuso precede a la violencia o es una estrategia
de afrontamiento.

Con respecto a las consecuencias de la violencia de género sobre la salud de la víctima,


siguiendo a Krug y Cols, citado en Labrador, parece que a mayor severidad del maltrato mayor
impacto en la salud física y mental de la víctima, que las consecuencias pueden persistir cuando
el maltrato ha desaparecido y que el impacto en el tiempo de diferentes tipos de maltrato y de
múltiples episodios de violencia son acumulativos.

4
Entre las consecuencias físicas derivadas del maltrato nos encontramos todo tipo de lesiones
(daño abdominal/torácico, hematomas y contusiones, síndromes de dolor crónico, fibromialgia,
fracturas, trastornos gastrointestinales, colon irritable, laceraciones y abrasiones, daño ocular;
así mismo, problemas de tipo reproductivo y enfermedades de transmisión sexual) e incluso
muerte de la víctima de manos de su agresor.

Se trata de pruebas objetivas relativamente fáciles de identificar a través de un reconocimiento


médico. Pero ya sabemos que este tipo de maltrato también origina graves lesiones psíquicas de
tal modo que, por paradójico que pueda parecer, el daño psicológico producido a la víctima es
tan grave en el caso de maltrato psicológico como en el del físico. La violencia, reiterada e
intermitente, entremezclada con períodos de arrepentimiento, suscita en la víctima una ansiedad
extrema y una respuesta de alerta y sobresalto permanente y somete a la víctima a una situación
de estrés crónico. Así, es frecuente la excreción de niveles altos de cortisol, que trae consigo
consecuencias negativas para la salud como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales,
caída en las defensas del sistema inmunitario, una sensación de fatiga crónica y un mayor riesgo
de enfermedades cardiovasculares.

En cuanto a las consecuencias de la violencia de género a nivel de salud mental de las víctimas,
los principales trastornos y problemas psicopatológicos identificados en las víctimas han sido:
abuso de alcohol y drogas, depresión y ansiedad, trastornos alimentarios y del sueño,
sentimientos de vergüenza y culpa, fobias y trastornos de pánico, inactividad física, baja
autoestima, trastorno de estrés postraumático, trastornos psicosomáticos, tabaquismo, conducta
suicida y autodestructiva, conducta sexual insegura. (“Informe Mundial de Violencia y Salud” de
la OMS, Krug y col., 2002, cit. en Labrador, 2004).

Por último, no debemos dejar de referirnos al denominado Síndrome de Estocolmo doméstico o


Síndrome de la mujer maltratada, formulado por Walter para describir las secuelas psicológicas
de la violencia en las mujeres víctimas. Su origen se encuentra en la Teoría de la Indefensión
Aprendida, y plantea que la mujer llega adaptarse a la situación aversiva, incrementando su
habilidad para afrontar los estímulos adversos y para minimizar el dolor. Además, suelen
presentar distorsiones cognitivas como la minimización, negación o disociación que les permiten
soportar los incidentes de violencia. Viene determinado por una serie de cambios y adaptaciones
que se dan a través de un proceso formado por 4 fases:

1. Desencadenante: los primeros malos tratos rompen el sentimiento de seguridad y la


confianza que la mujer tiene depositada en su pareja. Se produce entonces
desorientación, pérdida de referentes e incluso depresión.
2. Reorientación: la mujer busca nuevos referentes, pero su aislamiento es cada vez
mayor. Normalmente, a estas alturas se encuentra prácticamente solo con el exclusivo
apoyo de la familia.
3. Afrontamiento: la mujer percibe la realidad de forma desvirtuada, se autoinculpa de
la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva. Entra en una fase
de afrontamiento donde asume el modelo mental de su pareja tratando de manejar la
situación traumática.

5
4. Adaptación: la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior y el Síndrome de
Estocolmo Doméstico se consolida a través de un proceso de identificación.

4.5. La victimización Primaria y Secundaria.

La primariedad y secundariedad de la victimización dependen de la fuente victimizante, la ofensa


desencadenada por el propio hecho delictivo conduce a una victimización primaria. La víctima
secundaria nace fundamentalmente de la necesaria intersección entre sujeto y el complejo
aparato jurídico – penal del Estado pero también por el mal funcionamiento de otros servicios
sociales.

No extraña que muchas víctimas prefieran no denunciar un hecho o que una vez presentada la
denuncia y ya inmersos en el entramado jurídico – penal, se arrepienta de ello.

Para Zaffaroni, por victimización primaria se tiende a entender la derivada de haber padecido un
delito, que cuando va acompañado de violencia o experiencia personal con el autor suele ir
acompañado de efectos que se mantienen en el tiempo y pueden ser físicos, psíquicos,
económicos o de rechazo social.

La persona que ha sufrido y ha sido víctima de un delito, enfrenta un trauma de dolor y


sufrimiento, pues generalmente el delito siempre implica violencia y maltrato, que puede
provocar daños colaterales en aspectos físicos, psicológicos y comportamiento psicosocial que
afecta a su entorno debido al quebrantamiento de las reglas y normas establecidas por las leyes.
Además del sufrimiento y la violencia, la víctima luego de ese momento, tendrá que convivir – en
algunos casos de modo muy cruel – con los daños colaterales de ese anónimo “quiebre de
reglas”.

Shapland (1985) se ha interesado por investigar aquellos elementos que producen más daño, si
cabe en las víctimas de un delito, que deben peregrinar por las oficinas gubernamentales y de la
opinión que tiene las víctimas, de la Administración. Pueden destacarse las siguientes
consideraciones:

1. La policía. Los miembros de la policía son vistos como seres insensibles sólo
preocupados por el aspecto burocrático. Proporcionan escasa información a la víctima y
aún estando la misma llorosa, prefieren no esperar al día siguiente para tomar
declaración o ver fotografías en la comisaría.

2. Los médicos. En ellos predomina la búsqueda de la evidencia (tomar muestras, por


ejemplo) sobre el tratamiento.

3. La interacción de la víctima con el forense suele apreciarse como desagradable,


especialmente en delitos sexuales.

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4. El juzgado, según Shapland, proporciona la mayoría las experiencias más molestas.
Nadie tiene tiempo para charlar. Las largas esperas; policías, funcionarios, etc.,
proporcionan una imagen lamentable de la Administración de Justicia.

5. Los letrados de la defensa. Muchas veces, la víctima está desprotegida y no sabe qué
hacer. Algunos letrados más preocupados por el negocio prestan escaso interés al caso.

6. Los fiscales son los funcionarios peor conceptualizados: mal informados, ausentes,
distantes y despreocupados absolutamente sobre la ayuda y compensación a las
víctimas a las que ven de cerca por primera y única vez en la sala de juicios.

Además de todo ello, la víctima va a tener que soportar durante meses o años la incertidumbre
de un proceso penal que nunca parece concluir.

Y en algunos casos, tendrá que soportar en el juicio oral la reviviscencia de los hechos, las
preguntas y afirmaciones en descrédito evacuadas por la parte contraria y en ocasiones, el no
ser ni tan siquiera creída. 4

4.6. Victimización Secundaria y Revictimización.

Por victimización secundaria entendemos aquella que se produce cuando la víctima entra en
contacto con las instituciones o profesionales que en principio deberían prestarle asistencia y
apoyo (Policía, Justicia, Sanidad, etc.) y que se deriva directamente del choque entre las
expectativas previas de la víctima y la realidad institucional que efectivamente se encuentra.

En definitiva, es aquella derivada directamente de la relación entre la víctima y el sistema


jurídico-penal. Esta segunda victimización posee la suficiente capacidad como para incrementar
el daño ocasionado por el acto delictivo mismo porque en esta ocasión es el propio sistema, que
en principio es quién debe cuidarla y protegerla, el agente del daño. Algunos de los indicadores
de esta realidad ya los conocemos. En primer lugar, la gran cifra negra de delitos. Algo debe
estar sucediendo cuando la víctima es reticente a denunciar y se produce una alta tasa de
abandonos en las causas denunciadas.

El principal efecto del maltrato institucional es la agudización de los daños psicológicos


ocasionados por la primera victimización, esto es, con ocasión del acto delictivo, y con motivo de
la frustración de las expectativas del sujeto con respecto a las instituciones de control formal.

Actuaría pues, según vimos en el capítulo anterior, como una concausa que agravaría el daño
psicológico de la víctima. Debemos matizar, no obstante, que no siguen un modelo lineal de
desarrollo y, aun tratándose de la misma persona o del mismo acto delictivo, su evolución estará
en función de las habilidades de afrontamiento de cada individuo en particular.

4 NUÑEZ DE ARCO, Jorge. Obr. cit. Págs 40- 41.

7
Si bien suele manejarse como términos sinónimos a la victimización secundaria con la
revictimización, acudiendo al Protocolo y Ruta Crítica Interinstitucionales para la Atención y
Protección a víctimas, en el marco de la Ley N° 348, en relación a ésta última tenemos:

De igual manera, es importante recurrir a las siguientes conceptualizaciones abordadas en la


“Guía de Uso de la Cámara Gesell, elaborada por la Fiscalía General del Estado a través de la
Dirección de Protección a las Víctimas Testigos y Miembros del Ministerio Público”, en relación a
la revictimización.

a) Revictimización. Es la experiencia que victimiza a una persona en dos o más momentos de


su vida.

La revictimización es el conjunto de acciones u omisiones que generan en la víctima un recuerdo


victimizante (recordar y revivir lo ocurrido en el momento del hecho delictivo) y que es altamente
ofensivo para la persona, pues se generan estados de ansiedad, estrés o angustia que afectan a
su vida cotidiana.

En cuanto a la clasificación de victimización se encuentran:

1. Victimización Primaria, que es la consecuencia que sufre la víctima directa o indirecta


de un delito.
2. Victimización secundaria, que es el daño que sufren las víctimas directas o indirectas
por las acciones u omisiones del procedimiento investigativo y del sistema judicial.
3 Victimización Terciaria, que es el resultado de la estigmatización y prejuicios sociales
sobre las víctimas directas e indirectas.

b) Conductas Revictimizantes

Las siguientes conductas son ejemplos de acciones revictimazantes;

▪ Cuando se realizan dos o más entrevistas innecesarias o


▪ impertinentes
▪ Cuando se realizan dos o más declaraciones innecesarias o
▪ impertinentes
▪ Cuando existe una actitud acusadora hacia la víctima
▪ Cuando no se toman los recaudos necesarios para evitar el encuentro entre víctima y
el agresor.
▪ Cuando se estigmatiza a la víctima de un delito.
▪ Cuando se toma fotografías innecesarias e impertinentes de la víctima.
▪ Cuando es expuesta a la escena de los hechos nuevamente e innecesariamente, sin
tomar los recaudos necesarios para evitar un sufrimiento de la víctima.
▪ Cuando existe una mala atención hacia la víctima.
▪ Cuando existe un mal uso del lenguaje corporal.
▪ Cuando se espera que la víctima use un vocabulario o lenguaje técnico.

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▪ Cuando no se prioriza la atención a víctimas vulnerables por su condición de edad,
género, nivel económico, raza, color, religión o idioma.
▪ Cuando se cuestiona la vida íntima o sexual de las víctimas.
▪ Cuando se interrumpe innecesariamente el relato de la víctima, restándole prioridad y
atención.
▪ Cuando se culpabiliza el origen, el lenguaje o la vestimenta de la familia.
▪ Cuando no se brinda una información adecuada a la víctima directa o indirecta. 5

A modo de conclusión de este segundo módulo, hacemos alusión a la victimización


complicada, que supone que la hecho delictivo pueden seguirle complicaciones que trastoquen
por completo el plan de vida, que generen infinidad de problemas no solo psicológicos y sociales
que incluso, al final de la cadena terminen con la ida de la persona primariamente agraviada.
Por ejemplo, en la mujer que es violada y desarrolla un embarazo o una infección por el virus del
SIDA, o que se ve impulsada a la prostitución, o termina con la ruptura de su propio matrimonio;
con ello comprendemos que a veces la cadena causal es tan rica que aboca a la víctima a un
estado lamentable de victimización sin fin

4.7. Victimización Terciaria.

Para concluir el segundo módulo, debemos señalar que hay autores que hablan incluso de una
victimización terciaria (Shapland, cit. en Herrero, 1996), siguiendo los presupuestos teóricos del
“labelling approach” (proceso de adscripción y etiquetamiento del rol de víctima), de carácter
extraoficial y que toma cuerpo cuando la víctima se percibe socialmente estigmatizada por su
implicación primaria y, más tarde, procesal con el delito y la Justicia Penal. Familiares, amigos y
comunidad pueden llegar a rechazarla debido principalmente a que las víctimas son, para
quienes los rodean, incómodos recordatorios de que el delito puede afectar a cualquiera de tal
modo que aquellas personas que naturalmente apoyarían a la víctima intentan explicar lo
ocurrido culpándola o deseando que “lo supere”.6

La victimización terciaria ocurre en un tercer tiempo, ya en el período de resolución, cuando ha


terminado el proceso legal y la víctima debe afrontar y asimilar las consecuencias emocionales
del delito y del proceso legal. Así, por ejemplo, las víctimas tienen que hacer frente al estigma de
haber sido agredidas sexualmente o de haber sido víctimas de acoso escolar o laboral.

La victimización terciaria es el conjunto de costos producto de la penalización sobre quien la


soporta personalmente o sobre terceros o las consecuencias del estigma social sufrido. Por
ejemplo, el problema de los hijos de mujeres encarceladas que conviven con sus madres en

5 MINISTERIO PÚBLICO. FICALIA GENERAL DEL ESTADO. Protocolo y Ruta Crítica Interinstitucionales para la Atención y
Protección a víctimas, en el marco de la Ley N° 348: Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia. 2014.
Págs. 56 -57.
6 LAGUNA H. Susana. Manuela de Victimología. Ob. Cit. 2008. Págs. 137 - 139.

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prisión, el de las mujeres cuyos maridos están cumpliendo condena en prisión o el de los hijos
que crecen en compañía exclusiva de sus madres porque está en la cárcel su padre. 7

Se refiere al conjunto de costes de la penalización tanto sobre quien la soporta en propia


persona como sobre terceros. Y la victimización terciaria procede, principalmente, de la conducta
posterior de la misma víctima; a veces, emerge como resultado de las vivencias y de los
procesos de adscripción y etiquetamiento, como consecuencia o “valor añadido” de las
victimizaciones primaria y secundaria precedentes. Y también se dice Victimización terciaria: la
dirigida contra la comunidad en general, es decir contra la población total. También se denomina
a los efectos que sufren los familiares y amigos de las víctimas. 8

7 PAZ DEL CORRAL, Gargallo. Asistencia las Víctimas de Experiencias Traumáticas. Universidad del País Vasco. Ed. Euskal
Herriko Unibertsitatea. España. 2011.
8 NUÑEZ DE ARCO, Jorge. Obr. cit. Págs 40- 41.

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