Alabemos Por Llevar Su Imagen

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

Y creó Dios al ser humano a su imagen;

a imagen de Dios lo creó;


hombre y mujer los creó (…)
 
Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo,
sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.
Gn 1.27; 2.7

Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo


    y me entretejiste en el vientre de mi madre.
¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
    Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
Sal 139.13-14

Siempre me ha llamado la atención la voluntad creadora de Dios, quien dentro de su autosuficiencia,


todo satisfecho y completo en sí mismo, en relación perfecta consigo, haya decidido crear semejantes.
Estas criaturas hechas desde su pura buena intención fueron maravillosamente moldeadas por él,
dándoles su marca especial y rasgo formal. Incluso el texto del génesis nos pausa en ese momento, se
detiene tanto el primer capítulo como el segundo en este instante en que el Maestro realiza su obra
magistral cuyo trabajo es fino y delicado, pues solo él, desde el cual brota toda Vida y quien es la causa de
todas las cosas, pudo haber tomado otras creaciones suyas y esculpir un ser viviente con sus manos y
aliento. Estas partes del texto nos recuerdan algo tremendo: somos parte del todo universal de lo
creado, pero hechos similares a él y viviendo su aliento; es decir, todo lo que somos tiene un origen que
es él mismo y determina a todo hombre que hoy pisa la tierra, pues todo su ser es tal porque ha sido
diseñado a imagen de Dios. Esto quiere decir algo increíble, y es que todo humano es similar a su Señor, y
esto nunca en el sentido de ser como él (en el sentido igualitario que plantea la serpiente engañadora),
sino que nuestro venir desde él tiene la forma de su imagen, por lo tanto nuestra humanidad tiene su
impronta, su especial hechura, toda su bondadosa voluntad.

Pienso que en este punto, Dios toma un riesgo. Al ser hechos semejantes a él como portadores de su
imagen, no nos hace como él. Parece que el texto plantea una creación, que si bien es suya por derecho
de diseño y provisión pues desde él todo viene a ser, tiene su propia existencia. Por lo tanto el hombre
también, siendo creado distinto a él desde la arcilla de la tierra y un aliento divino, venimos a ser seres
vivientes. De esta manera se entiende muy bien la diferencia entre los seres creados y el ser de Dios,
aunque provenientes de su mano. Parece que aquí también se entiende una voluntad propia que brinda
cierta libertad al hombre pues posteriormente en ambos capítulos del génesis vemos a Dios
encomendándole una tarea respecto del resto de la creación, por lo tanto en ese sentido parece haber
sido dotado de una capacidad de decisión. Dios toma el riesgo porque nos hace otros a él mismo, y
aunque no pierde nunca la soberanía sobre toda su obra, nos brinda voluntad, elección y libertad.

Este carácter que tiene la creación de Dios es exactamente el suelo desde donde él toma posición
respecto de nosotros, pues él no se presenta a sí mismo en el huerto como un controlador de todas las
cosas que allí suceden, tampoco como un dictador que sobrepone su voluntad de sus criaturas (aunque
podría), ni tampoco como un manipulador que interfiere en sus acciones para su propia satisfacción. Es
absolutamente amoroso, es total bondad. Dios toma el riesgo del amor con nosotros, por lo tanto ¿hay
cabida para él donde no existe la opción de elegir? Esto es complejo de abordar, pero suscintamente
podemos decir que el riesgo de Dios implicaba su ser que es amor, por lo tanto implicó desde el huerto
del Edén una relación con sus creados que tuviera ese carácter, que en elección le amemos. Esta relación
de amor con nuestro Dios va a implicar que también por elección voluntaria le alabemos, le demos
gracias, le exaltemnos por los humanos que somos. El salmista entiende esto en el 139 muy bien. Él eleva
palabras hermosas de gratitud y alabanza al admirar la criatura compleja y maravillosa que él es, se
asombra de buena manera, y tal perplejidad no tiene palabras de gloria y exaltación para sí mismo, sino
para su Dios a quien reconoce como su creador.
Para mi vida personal esto es tremendamente sanador, pues veo que quién soy ha sido intencionado por
quien identifico como Señor de mi vida. Su voluntad conmigo no se solo mi santidad, o hacer lo bueno, o
portarme bien, es además darle gracias desde el asombro maravillado por haberme entretejido a su
imagen y creado con su aliento. ¡Vivo así como hoy lo hago porque él intencionó cada parte de mi ser,
cada detalle de lo que soy! Este salmo me ha motivado a aceptarme y alabar al Señor por su preciosa
creación.

En cuanto a lo ministeral, corre por la misma línea. Cuando enseño Biblia a misioneros o a universitarios,
lo hago con la impronta de que Dios nos ha creado, con nuestros dones y talentos, con personalidades y
formas de ser, por lo tanto todo eso tiene relación con el desarrollo de sus propos ministerios y
propósitos en sus vidas.

Entendernos todos como pensados, diseñados y creados por Dios nos libra de malas formas de tratarnos
a nosotros mismos, de culparnos, de sentirnos inútiles o sin remedio. Dar la gloria Dios por quienes
somos es muy difícil, pues muchas veces creemos menos de nosotros de lo que realmente somos para él,
nos tragamos la nueva mentira de la serpiente que nos dice que como no somos como él entonces no
somos nada para él.

Quiero yo alabar a Dios por quién soy pues es hechura suya y enseñar a otros a hacerlo también.

También podría gustarte