Duque, Comerciantes y Empresarios de Bucaramanga (1857-1885)
Duque, Comerciantes y Empresarios de Bucaramanga (1857-1885)
Duque, Comerciantes y Empresarios de Bucaramanga (1857-1885)
Comerciantes y empresarios de
Bucaramanga (1857-1885):
una aproximación desde el
neoinstitucionalismo ➤
María Fernanda Duque Castro❃
papel es necesario ir más allá del marco puramente económico. Máxime cuando en
el siglo XIX la relativa ausencia de estructuras estatales, lo mismo que las marcadas
diferencias educativas y sociales propiciaban y daban preeminencia a redes familiares
y de clientela que en muchos casos suplían las obligaciones propias del Estado.
Precisamente sobre este último tópico Carlos Dávila ha señalado que “sin excepción
los negocios de estos empresarios que exhibían una altísima movilidad entre los
diversos sectores de la economía, se realizaban en el marco de los grupos familiares.
La unidad empresarial dominante hasta aun entrado el siglo XX fue la familia y no
los empresarios individuales.”5 Asimismo, el comentario del profesor Carles Sudriá
confirma y complementa lo anterior cuando advierte:
Finalmente, Dorothy Ling apunta en este mismo sentido que “al llegar al siglo XIX,
muchas familias notables llegaron a formar redes a través de las cuales ellas y sus
aliados extendían su poder al gobierno [...], convirtiéndose de esta manera en árbitros
absolutos en su dirección.” Así pues, teniendo en cuenta las pautas trazadas por
estos investigadores, resulta importante el análisis de la familia y su participación
en la creación de redes familiares, sociales y comerciales. La familia, entonces, se
concibe aquí como “una unidad social basada en lazos de sangre y de matrimonio,
que se extiende verticalmente en el tiempo por lazos sanguíneos (padres e hijos) y
lateralmente por lazos sanguíneos y matrimoniales (esposa, hermanos, hermanas,
primos, primas, cuñados y cuñadas).”7 Sin embargo, no es cualquier tipo de familia
5 DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Carlos, El empresario colombiano: una perspectiva histórica, Bogotá,
Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Estudios Interdisciplinarios, 1986, p. 12.
6 SUDRIA, Cárles, op. cit., p. 65.
7 LING, Dorothy, Las alianzas de familias y la formación del país en América Latina, México, Fondo de Cultura
Económica, 1990, pp. 14-15.
Por otra parte, debido a que los comerciantes y empresarios fundaron sociedades
económicas y culturales, un concepto importante es el de organizaciones, definido
por Douglass North, como “entidades, ideadas por sus creadores con el propósito
de maximizar la riqueza, el ingreso u otros objetivos definidos por las oportunidades
que brinda la estructura institucional de la sociedad.” Considerando lo anterior, en
nuestro caso analizaremos algunas organizaciones a la luz del marco institucional
en que nacieron y se desarrollaron, teniendo en cuenta que por marco institucional
entendemos el conjunto de “reglas del juego en una sociedad o, más formalmente,
[...] las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana.
Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político,
social o económico”9 .
De acuerdo con North, las instituciones pueden ser formales o informales. Las
primeras “incluyen reglas políticas (y judiciales), reglas económicas y contratos”10 .
Una institución formal en nuestro caso es el Código del Comercio. Esta normativa
determinaba quién era comerciante y quién no, en qué momento un comerciante
dejaba de serlo, cómo debía actuar frente a determinadas situaciones, etc. En pocas
palabras, el Código estipulaba las reglas de juego. Sin embargo, los comerciantes no
sólo estaban limitados por instituciones formales sino también por instituciones
informales, es decir, “códigos de conducta, normas de comportamiento y
convenciones”11 . Así, los comerciantes y empresarios estaban supeditados a sus
8 Ibid., p. 17
9 NORTH, Douglass C., Instituciones, cambio institucional y desempeño económico, México, Fondo de Cultura
Económica, 1995, p. 13.
10 Ibid., p. 67.
11 Ibid., p. 54.
propias actitudes y a las de las personas que les rodeaban. Piénsese, por ejemplo, en
la actitud de los bodegueros, de los agentes comerciales, o simplemente de los
bogas del río Magdalena al transportar las cargas.
Ahora bien, según el mismo autor, las instituciones existen debido a dos situaciones:
información incompleta y costos de transacción. Como consecuencia de la limitación
de los procesos humanos de computación frente al desarrollo de la información,
pues la información de los agentes es siempre incompleta, los individuos actúan en
condiciones de incertidumbre, la cual sólo disminuye con la implantación de reglas
de juego claras. Así mismo, las instituciones existen con ocasión de la presencia de
costos de transacción en todos los ámbitos de la integración humana. Dichos costos,
al decir de North, incluyen costos de negociación, regulación e imposición de normas,
mediación y protección de los derechos de propiedad.
12 JOHNSON, David Ch., Santander siglo XIX. Cambios socioeconómicos, Bogotá, Carlos Valencia Editores,
1984, p. 62.
Según este cronista, los principales establecimientos eran los “de los señores Juan
Crisóstomo Parra, Cristóbal y Enrique García, Pablo Antonio Valenzuela,
Encarnación Azuero, Santafé Cadena y Modesto Ortíz.”13 En efecto, estos nombres
hacían parte del entonces pequeño grupo de comerciantes radicados en
Bucaramanga. Para 1855 el negocio más destacado debió ser el de Juan Crisóstomo
Parra, hombre de origen humilde que, luego de iniciarse en los negocios trayendo
sombreros y baratijas de Cúcuta, pasó a desempeñarse como dependiente en la
pulpería de Claudio López, con quien adquirió la instrucción necesaria para “conocer
las épocas precisas de comprar ventajosamente los granos i demás frutos de
alimentación, así como aquellos productos que [consumía] el pueblo”14 . Tras la
muerte de López y ya diestro en los avatares del comercio, Parra abrió su propia
pulpería invirtiendo en ella
Años más tarde, con mayor capital en su haber, Juan Crisóstomo Parra se unió con
el también comerciante y dueño de tierras Modesto Ortiz. La asociación “duró
hasta pocos años antes de la muerte de ambos” (1866), y “fueron afortunados durante
el tiempo que la sostuvieron”.
13 GARCIA, José Joaquín, Crónicas de Bucaramanga, Bogotá, Banco de la República, 1982, p. 155.
14 DEAS, Malcom, “Retrato de un ‘hombre hecho a si mismo’: la vida del santandereano Juan Crisóstomo
Parra (1801/2-1865) escrito por Daniel Cote”, en DAVILA L. DE GUEVARA, Carlos (compilador),
Empresas y empresarios…, op. cit., p. 358.
15 Ibid., p. 359.
importaba por los puertos de Sabanilla y Magangué. Pero como su obsesión por el
comercio cada día era más grande, aprovechando que el Estado de Santander comenzó
a arrendar a particulares los estancos de aguardiente de los distintos distritos16 , el 4
de marzo de 1857 logró que se le adjudicara el de Bucaramanga17 . Y como en sus
labores una cosa llevaba a la otra, de seguro por este negocio se involucró en la
comercialización de panela, pues al alquilar el estanco, el arrendatario obtenía el
derecho exclusivo para producir, importar y vender al por mayor o al detal,
aguardiente de caña y sus compuestos dentro del territorio que comprendiera el
remate18 . Para 1857, Parra vendía panela a pequeños distribuidores, quienes por
sus compras a plazos siempre dejaban en hipoteca algún bien raíz para respaldar la
deuda.19
Ahora bien, en Bucaramanga fue sólo hasta finales de la década del cincuenta y
principios de la del sesenta cuando algunos comerciantes comenzaron a comprar,
vender y, en fin, relacionarse directamente con casas europeas, sobre todo inglesas
y alemanas. Situación que, en últimas, constituyó el inicio del vigor que en los años
siguientes tendría el comercio de la localidad.
16 Art. 39 del Código Fiscal del Estado Soberano de Santander, en Códigos Legislativos del Estado Soberano de Santander,
Tomo 1, Bogotá, Imprenta de la Reforma, 1884, p. 234.
17 Centro de Documentación e Investigación Histórica Regional de la Universidad Industrial de Santander,
Bucaramanga (en adelante CDIHR), Fondo Notaría Primera de Bucaramanga (en adelante NPB), Caja 36,
Instrumento 8, ff. 92-96. Bucaramanga, 4 de marzo de 1857.
18 Art. 143 del Código Fiscal del Estado Soberano de Santander, op. cit., p. 254.
19 En 1857, por ejemplo, Natividad Figueroa y Marcos Muñoz hipotecaron a favor de Parra, por valor de 115
pesos, una casa ubicada en la 9ª manzana al oriente de la plaza de Bucaramanga para respaldarle 25 cargas de
panela; igualmente José Acevedo Rey le hipotecó por 168 pesos unas tierras ubicadas en la 10ª manzana al
oriente de la plaza de Bucaramanga como respaldo de 30 cargas de 8 arrobas del mismo producto. CDIHR,
NPB, Caja 36, Instrumento 66, ff. 101–102, 1857, e Instrumento 100, ff. 150-151, 1857.
20 SAFFORD, Frank, “El comercio de importación en Bogotá en el siglo XIX: Francisco Vargas, un
comerciante de corte inglés”, en DAVILA L. DE GUEVARA, Carlos (compilador), Empresas y
empresarios..., op. cit., pp. 378-379.
Peralta con 8.000 pesos, con el mismo propósito. Por último, el 2 de noviembre de 1858, Cristóbal
García y Geo von Lenguerke prestaron fianza en la Aduana de Cúcuta para respaldar la introducción
de mercancías extranjeras que realizó Joaquín París.
25 Art. 1 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit.
26 Arts. 315-318 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit.
27 Art. 231 del Código del Comercio de 1853 (1ero de junio de 1853), op. cit.
Cuadro 1
Compañías Comerciales de Bucaramanga 1887 - 1885
DECENIO DE 1850
AÑO DE FUNDACION NOMBRE DE LA COMPAÑÍA O DE LOS SOCIOS
185? Lenguerke & Lorent (Compañía Regular Colectiva)
1852 Felipe Navas y José Cupertino Rovira
Para 1857 ya existía Pantaleón Ortíz
1857 Pedro José Dieguez y Ambrosio López
DECENIO DE 1860
1862-1870 Valenzuela e Hijos (Compañía Regular Colectiva)
1868-1869 Adolfo Harker y Pedro Corena
Liquidada en 1866 Giorgi & Ogliastri (Compañía Regular Colectiva)
1866 Koppel & Schloss (Compañía Regular Colectiva)
1867 Puyana & Ogliastri (Compañía Regular Colectiva)
DECENIO DE 1870
1873-1874 Compañía de Reyes González, Ignacio y José María Blanco
1873-1879 Hederich & Goelkel (Compañía Regular Colectiva)
1874 Gómez & Paredes (Compañía Regular Colectiva)
187? Koppel & Schrader (Compañía Regular Colectiva)
Para 1876 ya existía Koppel, Schrader & Müller (Compañía Regular Colectiva)
1877 Cortissoz & Cía (Compañía en Comandita)
1878 Trinidad Vargas & Cía (Compañía Regular Colectiva)
1878 Toscano & Cía (Compañía Regular Colectiva)
Para 1876 ya existía Samper & Cía (Compañía Regular Colectiva)
Para 1878 ya existe Mattos Hermanos. Lorenzo y Belisario Mattos
Para 1879 ya existía Nicolás Genaro Orozco & Cía (Compañía Regular Colectiva)
QUINQUENIO 1880 – 1885
1881 Forero & González (Compañía Regular Colectiva)
1882 Puyana e Hijo (Compañía Regular Colectiva)
1882 Ogliastri Hermanos (Compañía Regular Colectiva)
1882 Cadena & Hermano (Compañía Regular Colectiva)
1882-1903 Reyes González Hermanos (Compañía Regular Colectiva)
1882 Vargas Hermanos (Compañía Regular Colectiva)
1882 Mantilla & Hermanos (Compañía Regular Colectiva)
1882 Lorent, Keller & Cía (Compañía Regular Colectiva)
1883 Minlos, Breuer & Cía (sucursal B/manga) (Compañía Regular Colectiva)
1883-1903 Julio Ogliastri & Hermanos (Compañía Regular Colectiva)
1884 García & Hermanos (Compañía Regular Colectiva)
Fuentes: GARCIA, José Joaquín, Crónicas de Bucaramanga, Bogotá, Banco de la República, 1982, p. 181; ARENAS, Emilio, La casa del diablo. Los Puyana:
Tenencia de tierras y acumulación de capital en Santander, Bucaramanga, Impresores Colombianos, 1982, p. 69; HARKER, Adolfo, Mis recuerdos, Bucaramanga,
Academia de Historia de Santander, 1954, Volumen 1, No. XXIII, p. 91; JOHNSON, David, “Reyes González Hermanos: La formación del capital durante la
Regeneración en Colombia”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XXIII, No. 9, 1986, pp. 33-34; GUERRERO, Amado y AVELLANEDA, Maribel, “La elite
empresarial de Santander (1880-1912)”, en Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Siglos XIX-XX, Tomo I, Bogotá, Ediciones Uniandes, Grupo
Editorial Norma, 2003, pp. 153-154; CDHIR, Sección Civil-Ejecutivo, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 4, Legajo 103, f. 3, año 1857; Caja 23, Legajo 561,
f. 2, año 1876; Caja 23, Legajo 552 ff. 2-4, año 1882; CDHIR, Notaría Primera de Bucaramanga, Caja 36, Instrumento 126, ff. 195-196, año 1857; Caja 43,
Instrumento 12, ff. 270r-271r., año1862, Caja 54, Instrumento 315, ff. 220r. al 221r., año 1870; CDHIR, Sección: Civil-Concursos, Fondo Judicial de Bucaramanga,
Caja 1, Legajo 007, f. 3, año 1876; CDHIR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 021, ff. 7-8, 7 de marzo de 1878, Caja
2, Legajo 023, f. 19, año 1867, Caja 1, Legajo 011, f. 3, año 1873; Caja 1, Legajo 010, ff. 5-6, año 1865; Caja 3, Legajo 078, ff. 1-8r., año 1877; Caja 2, Legajo
074, f. 7, enero 7 de 1882; Caja 2, Legajo 25, ff. 1-2, julio 1 de 1883; Caja 2, Legajo 038, f. 4, agosto 25 de 1886; CDHIR, Sección Civil-Sociedades, Fondo Judicial
de Bucaramanga, Caja1, Legajo 001. f. 1, noviembre 11 de 1874; Caja 1, Legajo 002, f. 1, noviembre 2 de 1878; Caja 1, Legajo 006, f. 8, año 1884; Caja 1,
Legajo 008, f. 3. Octubre 7 de 1882. Caja 1, Legajo 008, f. 4. Diciembre 2 de 1882. CDHIR, Sección: Civil-Concursos. Fondo: Judicial de Bucaramanga, Caja
1, Legajo 011, f. 4, año 1878; CDHIR, Archivo Wilches, Caja 1, Bucaramanga, enero 18 de 1878; CDHIR, Sección Demandas-Civiles, Fondo Judicial de
Bucaramanga, Caja 27, Legajo 580, ff. 2-3, octubre 1 de 1882.
De manera que para 1850 tanto los comerciantes de Bucaramanga como los de
algunos otros lugares de Nueva Granada tenían poca familiaridad con las formas de
asociación que ofrecía el naciente orden capitalista. Así mismo, particularmente en
el caso de los comerciantes de Bucaramanga, lo exiguo de las asociaciones
comerciales tenía que ver con la falta de recursos económicos derivados de la escasez
de capitales y de mercados financieros, lo mismo que de la restringida economía de
exportaciones e importaciones, pues como ha señalado David Johnson, “el mercado
local consumía la producción y había poco contacto con el exterior”29 .
Como sucede en el caso anterior, no existe una única razón que explique el notable
fenómeno de incremento en el número de casas comerciales que se registró en
Bucaramanga entre 1860 y 1885. Muy seguramente algunas de esas razones están
relacionadas con el leve pero seguro cambio que se operó en el imaginario colectivo
frente al desempeño de actividades económicas; la variación del modelo
proteccionista por uno en el que predominaba la economía de bajos aranceles sobre
las importaciones; y finalmente, la llegada de comerciantes foráneos que poseían
capital, tenían relaciones con casas de comercio del exterior, conocían el
funcionamiento del sistema financiero internacional y mostraban una mentalidad
decididamente emprendedora.
un lado, el que se generó entre los liberales David Puyana, Ulpiano Valenzuela y sus
parientes cercanos, incluyendo algunos extranjeros; y por otro, el que formaron
conservadores como Adolfo Harker, Juan Crisóstomo Parra, Obdulio Estévez y
Reyes González, entre otros. Veamos a continuación como se entrelazaban la familia
y los negocios.
Al igual que algunos otros comerciantes liberales, en sus negocios, Puyana mantuvo
cercanos vínculos con extranjeros, sobre todo italianos y alemanes, privilegiando
siempre los nexos familiares. Muestra de ello es que no sólo su hija Isabel contrajo
matrimonio con Gustavo Wolkman, socio de Lorent, Keller & Cía, sino que se unió
en sociedad con su hijo José, y con frecuencia trató de congregarse con sus parientes
por línea materna. Así, junto a su tío David Figueroa, importaba artículos extranjeros;
con Luis Francisco Ogliastri, su tío político, constituyó la compañía Puyana &
Ogliastri en 1867; y con Raimundo Rodríguez, su otro tío político, se asoció para
explotar los estancos de aguardiente de algunos distritos.
En este sentido, y tal vez por su relación familiar con David Puyana, uno de los que
en breve se introdujo en esa actividad fue Luis Francisco Ogliastri, quien en asocio
con el también italiano, Lorenzo Bracco y algunos comerciantes coterráneos suyos,
estableció en 1858 un almacén de licores al que denominaron “Licorera del Aguila”31 .
No obstante, el establecimiento fue cerrado poco tiempo después, quizá por las
revueltas políticas que asolaron Santander entre 1859 y 1861, pues luego de que
cesaron las hostilidades Lorenzo Bracco demandó a los Gobiernos de la Unión y
del Estado por daños y perjuicios causados a su tienda de licores32 .
A pesar de que tras la cruenta guerra la sociedad compuesta por italianos se disgregó,
por lo menos los hijos de Luis Francisco Ogliastri continuaron en el negocio de los
licores. Así, para 1882 Roque, Julio y Jorge tenían la sociedad Ogliastri Hermanos,
30 Ley de Policía, Art. 4º, Título 2º, Libro 2º, en Leyes del Estado Soberano de Santander, compiladas en el año de
1878, Socorro, Imprenta del Estado, 1878.
31 GARCÍA, José Joaquín, op. cit., p. 181.
32 CDIHR, NPB, Caja 45, Instrumento 389, ff. 509r-510r. Bucaramanga, 27 de diciembre de 1863.
Según el propio Harker, para iniciar las operaciones de esta compañía se valió de
Ruperto Arenas -reconocido comerciante, compañero de negocios y yerno suyo-,
con quien hizo “la lista de los artículos que [...] debían pedirse” y dirigiéndose “a los
señores Schloss Brothers de Londres, para su despacho; fue así como corto tiempo
después [...] la nueva casa de Koppel Schloss de esta ciudad, abrió su almacén, con
surtido limitado al principio, pero al cual se le dio con el tiempo la debida
extensión”36 . Los dueños de Koppel & Schloss eran S. F. Koppel y Carlos Schloss,
tío y sobrino respectivamente, quienes bajo esa razón social se hicieron cargo de la
33 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 2, Leg. 23, f. 19, 1867.
34 HARKER, Adolfo, Mis recuerdos, Bogotá, Editorial Cromos, 1954, p. 94. Tras su regreso a Nueva Granada,
y hasta 1853, Adolfo Harker ejerció en Bogotá como tenedor de libros y escribiente de Raimundo
Santamaría. Durante este tiempo también llevó las cuentas de Carlos Michelsen y Mauricio Ruiz, lo
mismo que de la Compañía de Minas y Esmeraldas.
35 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Leg. 21, ff. 7-8, 7 de marzo de 1878.
36 HARKER, Adolfo, op. cit., p. 94.
casa que tenían Leopoldo y Daniel Schloss en Bogotá, pues estos últimos viajaron
a Inglaterra para establecerse y fundar allí la casa comercial Schloss Hermanos37 .
Así las cosas, los lazos entre Harker y Koppel & Schloss no sólo se remontaban
años atrás, sino que su amistad era casi fraternal, pues luego de ser perseguido y
exiliado de Bucaramanga por su participación en la guerra de 1859, S. J. Koppel y
Carlos Schloss, sin reserva alguna le ofrecieron un crédito en mercancías
manifestándole que “lo que a usted le convenga, eso nos conviene a nosotros”. De
igual manera, según el propio Harker, el alemán Buendía Koppel fue otro que lo
trató con generosidad, abriéndole las puertas de su almacén sin condiciones41 .
37 Ibid., p. 80.
38 Ibid., pp. 40-41.
39 Ibid., p. 82.
40 Ibid., p. 81, 93
41 Ibid., pp. 80, 84.
42 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Leg. 10, ff. 5-6, 1865.
43 CDIHR, NPB, Caja 48, 7 de noviembre de 1863. La Compañía Agrocomercial Valenzuela e Hijos
inició operaciones el 21 de octubre de 1862, teniendo como socios a Ulpiano y sus hijos Camilo y José
María Valenzuela. Así conformada, desde 1863 funcionó en un edificio de 3 casas y 6 tiendas que los
Valenzuela compraron al Estado. No obstante, luego de la muerte de Camilo, en noviembre de 1866,
de Schrader. Uno de los primeros negocios con los Valenzuela, entre los muchos
que luego celebraron juntos, fue el que llevaron a cabo en 1866:
Y fue justo en la casa que se menciona, donde la sociedad Koppel & Schrader
funcionó durante muchos años45 . Así anunciaba la compañía sus servicios a la
comunidad en general:
Sin duda, los nexos entre los Valenzuela y Koppel & Schrader fueron sólidos y
cercanos. Sin embargo, sus lazos con comerciantes alemanes se extendían más allá,
pues Guillermo Müller contrajo matrimonio con Luisa Valenzuela, otra de las hijas
Ulpiano y José María renovaron el contrato dándole a la compañía la nueva razón social de Valenzuela
e Hijo; ésta, sin embargo, tuvo una vida efímera, pues fue liquidada el 22 de julio de 1870 cuando
Ulpiano decidió retirarse de los negocios tras la muerte de su esposa.
44 CDIHR, NPB, Instrumento 319, 1866. Citado por ARENAS, Emilio, La casa del diablo. Los Puyana:
tenencia de tierras y acumulación de capital en Santander, Bucaramanga, Impresores Colombianos, 1982, p. 88.
45 CDIHR, NPB, Caja 82, Instrumento 77, 1872.
46 Gaceta de Santander (en adelante G.S.), Bucaramanga, mayo de 1869. Citada por RODRIGUEZ PLATA,
Horacio, La inmigración alemana al Estado Soberano de Santander en el siglo XIX, Bogotá, Ed. Kelly, 1968, p. 15.
Como se observa, tanto los alemanes como los italianos siempre mantuvieron
estrechos vínculos entre coterráneos, sobre todo cuando de fundar casas comerciales
o de contratar apoderados y dependientes se trataba. Lenguerke & Lorent, por
ejemplo, desde el principio contaron con Hermann Hederich y los hermanos
Christian y George Goelkel como sus más cercanos colaboradores. No obstante,
también es cierto que tiempo después algunos de ellos se independizaron y fundaron
sus propias compañías. Fue así como en 1873 surgió Hederich & Goelkel, propiedad
de Hermann y Christian. Esta sociedad regular colectiva fue pactada a un término
de cinco años contados desde el 28 de enero, y sus especulaciones tuvieron por
objeto toda clase de negocios comerciales50 . George Goelkel, por su parte, no sólo
fue apoderado de Lenguerke durante muchos años, sino que paralelo a esa actividad,
junto a su hijo Reinaldo trabajó con Guillermo Jones Benítez, César Gómez Plata y
Temístocles Paredes. Nada extraño, pues además de lazos comerciales y de amistad,
los unían vínculos familiares.51
47 CDIHR, Sección Civil-Ejecutivos, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 23, Legajo 561, f. 2, 1876.
48 GARCIA, José Joaquín, op. cit., p. 155.
49 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 2, Legajo 25, ff. 1-2, 1885.
50 CDIHR, Sección Civil-Terciarios, Fondo Judicial de Bucaramanga, Caja 1, Legajo 11, f. 3, 1873.
51 CDIHR, Sección Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga, Legajo 1, f. 1, 11 de noviembre de 1874.
Guillermo Jones Benitez estaba casado con una hermana de César Gómez Plata, quien tenía junto a
Temístocles Paredes la sociedad Gómez & Paredes, pactada a 10 años y 50 días, y de la cual Gómez fue
su administrador. A su vez, el hermano de Temístocles Paredes era cuñado de Jorge Goelkel pues
estaba casado con Antonia Goelkel. Finalmente, Jorge Goelkel era esposo de Octavia Jones Arciniegas,
prima de Guillermo Jones Benitez.
No sorprende, por otra parte, que a este grupo estuvieran ligados los Valenzuela,
quienes como se dijo, siempre mantuvieron cercanos vínculos con los alemanes.
Así por ejemplo, Tobías Valenzuela, hermano de Ulpiano, estaba casado con Dolores
Jones Arciniegas, cuñada de Jorge Goelkel. Además, por nexos familiares, los
Valenzuela se unieron a poderosos comerciantes radicados en Venezuela, entre
ellos al clan alemán Minlos Breuer, a través de Carlina y Amelia Valenzuela, esposas
de Emilio Minlos Motovio y Felipe Hakspiel, respectivamente. Minlos Breuer &
Cía. fue una de las casas más poderosas entre las que se radicaron en Bucaramanga
durante el quinquenio 1880-1885. La compañía fue creada el 31 de agosto de 1883
por Enrique Eduardo Breuer, Augusto Adolph Emel Minlos, Jens Nicolassen Moller,
Federico Guillermo Birtuir, J. Sue Lalleman, Jorge Hesselman, Christian Federich
Witzke y Federico Minlos, todos comerciantes alemanes radicados en Venezuela.
Esta casa operó como sucursal de la que, bajo la misma razón social, funcionaba en
Maracaibo, ocupando en Bucaramanga el local que años atrás había servido como
sede de Lenguerke & Lorent52 .
Entre los comerciantes extranjeros uno de los más afamados fue el venezolano
Manuel Cortissoz, quien en unión de la casa barranquillera A. Wolff & Cía estableció
en 1877 la sociedad comanditaria M. Cortissoz & Cía. Ya establecida, y
aprovechando el incremento espectacular que entre 1877 y 1881 alcanzó el precio
de la quina en los mercados internacionales, la casa Cortissoz se involucró en la
producción y exportación de ese producto58 .
En este negocio, al principio la sociedad tuvo tratos con Solón Wilches, quien para
1879 no sólo era Presidente del Estado sino productor de la corteza. Sus compromisos
comerciales se iniciaron aproximadamente a principios de 1878, año en que Díaz
Granados, como representante de Cortissoz, envió a Wilches la siguiente carta:
Estimado amigo mío. [...] si usted cree que podemos hacer negocios de
significación podemos citarnos en el Valle [de Cúcuta] para la próxima
feria, a donde irá en persona el señor don Manuel Cortissoz, a
conferenciar con usted para cuyo efecto sería preciso que se dignara
enviarnos un peón a Bucaramanga avisándonos que acepta o no nuestra
59
entrevista .
Wilches contestó que tenía otras propuestas para la venta de quinas, pero que como
la casa en mención le había sido muy bien recomendada, en efecto estaba dispuesto
a entrar en el negocio con ellos60 . La recomendación a la que aludía era la que días
antes le había hecho el comerciante Juan Nepomuceno González, exhortándolo a
que entrara en tratos comerciales con Cortissoz:
58 JOHNSON, David, “Reyes González Hermanos: La formación del capital durante la Regeneración
en Colombia”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XXIII, No. 9, Bogotá, Banco de la República,
1986, p. 34.
59 CDIHR, Archivo Wilches (en adelante AW), Caja 1, Pamplona, 21 de enero de 1878, carta de Miguel Díaz
Granados a Solón Wilches.
60 CDIHR, AW, Caja 1, Concepción, 3 de abril de 1878, carta de Solón Wilches a Manuel Cortissoz.
61 CDIHR, AW, Caja 1, Bogotá, 20 de febrero de 1878, carta de Juan Nepomuceno González a S. Wilches.
Ahora bien, aunque a finales de 1870 casi todas la compañías comerciales habían
incursionado en la explotación y exportación de quina, cabe destacar las de Nicolás
J. Orozco & Cía 62 y Reyes González & Hermanos. La primera pertenecía al
cartagenero Nicolás Genaro Orozco, esposo de Trinidad Parra Quintero -hija y
heredera del comerciante Juan Crisóstomo Parra- con quien posteriormente fundó
la casa comercial, Trinidad Parra de Orozco & Cía. Por su parte, Reyes González &
Hermanos fue fundada el 21 de septiembre de 1882 y tuvo como socios a Eleuterio,
Florentino y Reyes González63 ; este último había irrumpido en los negocios una
década atrás. La primera noticia sobre sus actividades comerciales data de 1873,
año en que se asoció con sus cuñados Ignacio y Manuel Blanco para fundar una
compañía que, a pesar de ser pactada a seis años, fue disuelta catorce meses después.
Por otra parte, un año antes de fundar Reyes González & Hermanos, los tres socios
se unieron con el comerciante de Cúcuta Guillermo Forero Barreto para crear
González & Forero, cuyo propósito fue “especular en toda clase de negocios
relacionados con la introducción y comercialización de drogas al por mayor y detal”.
A lo mejor los González se interesaron en esa actividad porque durante el llamado
período de las quinas hubo mayor demanda de ese tipo de productos entre quienes
laboraban en los campos: “los médicos no cesaban de recetar a los que llegaban
diariamente enfermos por motivo de la intemperie y de los climas deletéreos; los
boticarios despachaban en profusión sus pedidos de drogas y recetas”.64
62 CDIHR, AW, Caja 1, Bucaramanga, enero 18 de 1878, carta de Nicolás G. Orozco a Salvador Vargas E.
63 Como capital inicial, Reyes introdujo $115.000 pesos en efectivo, más una casa y un almacén en la calle
del comercio. Eleuterio y Florentino participaron con doce mil pesos en efectivo en la compañía
Forero & González, y las haciendas La Luisiana, Los Cocos (o La Fe), en Rionegro, y Río de Oro y
Vega de Suratá en Bucaramanga, además de una casa en la tercera cuadra de la calle del comercio, cuyo
valor total ascendía a 106.000 pesos. CDIHR, Sección Civil-Sociedades, Fondo Judicial de Bucaramanga,
Caja 1, Legajo 08, f. 3, 1882 Véase también JOHNSON, David, “Reyes González Hermanos...”, op.
cit., p. 35.
64 GARCÍA, José Joaquín, op.cit., p. 334.
por Hugo Biesner65 ; La Paz, propiedad del francés Víctor Paillé Dulud66 ; y otra, del
italiano Jorge St. Croix67 .
En Santander la zona minera más destacada comprendía los distritos de Alta, Baja
y Vetas68 . Las minas allí localizadas habían sido explotadas por españoles desde la
época del Virreinato, pero alcanzada la Independencia la “Asociación Colombiana
de Minas” –compañía dirigida precisamente por el padre de Adolfo Harker–, pasó a
usufructuarlas. En este y otros casos, los ingleses obtuvieron del gobierno colombiano
“concesiones para las explotaciones como reclamo en la negociación de empréstitos
con los merchant bankers británicos.”69 No obstante, tras las incursiones de los ingleses,
sólo a finales de la década del 60, el interés por la explotación de esa zona minera
despertó de nuevo.
Además, aunque esa incursión inicial sirvió como aliciente para que otras personas
se interesaran en explotar los territorios mineros, con frecuencia los aspirantes no
se atrevían a arriesgar trabajos preliminares porque las disposiciones legales de 1869
representaban una limitación para esa clase de operaciones. El problema consistía
en que para acceder a una concesión primero era necesario invertir considerables
sumas de dinero en exploraciones. Hecho el hallazgo, éste debía someterse a licitación
pública, dejando la posibilidad de que quienes habían invertido en la exploración
quedaran sin el contrato luego de la puja:
la free-standing company como modelo aplicado por inversionistas extranjeros”, en Boletín Cultural y
Bibliográfico, Vol. 32, No. 39, Bogotá, Banco de la República, 1995, p. 65.
70 Informe del Presidente de Santander a la Asamblea Legislativa. Año 1867, Socorro, Imprenta de Arenas y
Cansino, 1867, p. 41.
71 CDIHR, NPB, Caja 72, Instrumento 174, ff. 204v-212v, 1870.
72 CDIHR, NPB, Caja 72, Instrumento 140, ff. 48r-58v, 1870.
73 “Si contáramos con buenas vías de comunicación podría exportarse con poco costo el mineral en
bruto, sacando los gastos hechos en su extracción i transporte i reportando una utilidad neta
considerable.” Informe del Presidente de Santander a la Asamblea Legislativa en sus sesiones de 1875, Socorro,
Imprenta del Estado – Director, J. M. Lombana, 1875, p. 26.
De tal manera, sólo hasta el decenio de 1880 otras compañías volvieron a interesarse
en la explotación de minerales. Dos de ellas fueron la compañía Mina Hidráulica
del Suratá y Río de Oro y la Compañía Minera de Bolívar y Santander. Estas, además
de crearse como sociedades anónimas, contaban como accionistas a la mayoría de
comerciantes que décadas atrás venían dedicándose a negocios de importación y
exportación.
Así, por ejemplo, la compañía Mina Hidráulica del Suratá y Río de Oro, fundada en
1884 por iniciativa de Phillip Hakspiel, Víctor Paillé y Paul Polko, contó entre sus
accionistas a: Miguel Díaz G., José Puyana, Reinaldo Goelkel, Cristian Peter Clausen,
Alfredo y Daniel D´Costa Gómez, Roberto Minlos, Ernesto Langenbach, Koppel
& Schloss, Julio y Antonio Ma. Ogliastri, José J. Baccli, Eduardo Schlelin, Bernardo
Wessels, Gustavo Wolkmann, Oscar Kuhn, José J. García, Emilio Kopp, Enrique
Glass, Aurelio Mutis, Tobías Valenzuela, Reyes González, Florentino González,
Trinidad Parra de Orozco, Paul G. Lorent, Luis Silva Baños, Eloy Valenzuela, José
J. Llach, Julio Stridinger, Pedro E. Otero, Solón Wilches, Julio Jones, Alejandro
Koppel, Kurt Bergter y Antonio María Rincón, entre otros.
75 JONHSON, David, Santander siglo XIX..., op. cit., p. 246. En este sentido, estamos de acuerdo con el
autor cuando afirma que en Santander prevalecía la pequeña propiedad.
76 OCAMPO, José A., op. cit., p. 24.
Para los dueños de tierras el inicio de una guerra no sólo implicaba muerte y
destrucción, sino incertidumbre económica. Con la guerra inevitablemente se
sucedían el reclutamiento de mano de obra, las expropiaciones, el alza de precios
sobre los géneros agrícolas y el incumplimiento en el pago de acreencias. Prueba de
las dificultades económicas que sobrevinieron luego de la guerra de 1861 son los
protocolos de remates de tierras y las múltiples reclamaciones entabladas contra el
Estado de Santander y de la Unión por concepto de daños y perjuicios a las
propiedades. Dichas reclamaciones, sin embargo, no fueron exclusivas de esa guerra;
por el contrario, el voluminoso ordenamiento jurídico prescribiendo empréstitos
forzosos, otorgando amnistías, o disponiendo indemnizaciones, indica que la
situación se repetía una y otra vez tras cada contienda bélica.
Luego que la fuerza (el Tercer ejército) llega se le intima el entero de una
considerable suma: dice que no puede pagarla, i es reducido a prisión,
haciéndose traslucir la nueva de que se le colocaría en un cajón o nicho
en que quedaría lo bastante mal acomodado para hacerle desembolsar
con el martirio el dinero que se le pedía. Sus amigos, arreglaron este
Para percibir el grueso de las fuerzas se pidieron para cuarteles todas las
casas de los conservadores notables, y se repartió entre ellos un fuerte
donativo, en cuya distribución se le asignaron ventidos mil pesos a sólo
el Señor Juan Crisóstomo Parra, uno de los pocos que no se ocultaron.
Pero no se hizo efectivo sino en parte a los que permanecieron aquí; a
los demás se les embargaron sus propiedades muchas de las cuales fueron
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rematadas por cuentas del Gobierno .
Así pues, aunque en las diferentes contiendas los adeptos tanto a uno como a otro
partido realizaron expropiaciones cuando ocuparon el poder, es claro que los
conservadores siempre resultaron más perjudicados, pues, por un lado, tenían la
mayor parte de las propiedades, y por otro lado, entre 1857 y 1885 los liberales
detentaron por más tiempo las riendas del Estado. De esta manera tuvieron más
opciones de proteger sus intereses, los de sus parientes y amigos cercanos
aprovechando la oportunidad para comprar a bajo costo los bienes rematados.
Además, como muchas tierras embargadas fueron rematadas, los dueños no pudieron
cobrar indemnizaciones y cuando las obtuvieron, dadas las penurias del erario
público, tardaron años en recuperar sus capitales, dejando de percibir beneficios.
Hay que considerar también que, como en el caso del comerciante conservador
Adolfo Harker, muchos hombres adscritos a ese partido tuvieron que salir del Estado,
pues quienes participaban en las guerras quedaban impedidos para residir en el
mismo lugar donde vivían al inicio de la misma. Esto, de seguro, repercutió en la
forma como se llevó a cabo la redistribución de la tierra durante esos años80 .
Ahora bien, como se dijo, otro factor en el traspaso de bienes raíces de conservadores
a manos de liberales fue la Ley de Impuesto Único y Directo sancionada en 1858.
Esta Ley gravaba con cinco décimos de peso las propiedades inmuebles cuyo valor
sobrepasara los 100 pesos, castigando el incumplimiento con la no protección del
Estado sobre tales propiedades, lo mismo que con la inhabilidad de los dueños para
venderlas81 . Como era de esperarse, la norma provocó la enérgica reacción de los
conservadores, quienes en calidad de propietarios mayoritarios se negaron a costear
el funcionamiento de un Gobierno en el que, por lo demás, no se sentían
representados. El Impuesto Único fue entonces otro de los factores que motivó el
traspaso de tierras a manos de comerciantes liberales y extranjeros, pues en muchos
casos los conservadores prefirieron vender antes que pagar la correspondiente
contribución. Con todo, esta apreciación no puede exagerarse, pues, en primer lugar,
muchos bienes de conservadores permanecieron en su poder por largo tiempo, y en
segundo lugar, los que por fuerza tuvieron que vender, siempre procuraron que sus
tierras quedaran entre integrantes de su círculo familiar o de partido.
3. A manera de conclusión
A finales de 1850 en Bucaramanga comenzó a construirse un nuevo marco
institucional que en lo político, jurídico y administrativo confluía en el Estado
Soberano de Santander, en lo ideológico destellaba trazos de liberalismo político
(democracia/individuo), en lo económico defendía el librecambio y en lo social y
cultural manifestaba una variopinta mezcla entre actitudes burguesas y postulados
de la costumbre y la tradición. Como es natural, este marco ambientó el clima para
el surgimiento de nuevas organizaciones. Veamos cuáles fueron las condiciones
que impuso ese nuevo marco institucional y a qué tipo de organizaciones dio lugar.
Al igual que en casi todo el territorio neogranadino, durante la primera mitad del
siglo XIX en Bucaramanga predominaron usos y costumbres heredados del antiguo
régimen virreinal. Entre los sectores dominantes persistía cierto ideario señorial
que daba preeminencia a la pureza de sangre, a la política sobre las actividades
económicas y al honor sobre el trabajo82 . En efecto, sobre el desprecio por las
actividades económicas, en 1853 Aquileo Parra señalaba que “perdida toda esperanza
El renovado sector social no era del todo uniforme, antes bien, puede hablarse de
dos grupos de redes de familias notables, cada uno ligado por vínculos de parentesco,
ideología, partido y negocios. Así, aunque los integrantes de ambos grupos
establecieron nexos con extranjeros, los del grupo de filiación liberal se unieron a
ellos mediante vínculo matrimonial, mientras que los del grupo de filiación
conservadora siguieron la tendencia de casarse entre integrantes de familias adscritas
a su mismo partido político y en raras ocasiones permitieron el ingreso de extranjeros
a nivel familiar84 .
Tal vez el escollo para que este tipo de uniones prosperara entre los conservadores
fue el aspecto ideológico. Aunque jamás se opusieron a realizar negocios con
extranjeros radicados en Bucaramanga, Bogotá u otros lugares del país, su adhesión
a la doctrina católica limitó el matrimonio entre integrantes de sus familias y personas
adeptas a credos religiosos distintos o a logias masónicas.
Entre los liberales, por el contrario, los nexos familiares con extranjeros fueron frecuentes
y actuaron como elementos de cohesión no sólo de las redes familiares del grupo, sino
de los negocios. Se trataba de una relación simbiótica. Mientras los inmigrantes aportaban
capital, contactos con compañías extranjeras y conocimientos sobre el sistema económico
y financiero externo, los comerciantes nativos les garantizaban tanto la aceptación y
acceso al grupo de familias notables, como la oportunidad de conseguir –al menos con
mayor facilidad- contratos con el Estado (concesiones para obras públicas, remates de
aguardiente, explotación de minas, tierras baldías, etc.). Finalmente, en esta unión de
liberales y extranjeros, la participación conjunta en los círculos de la masonería se
convirtió en el báculo mediante el cual pudieron ensanchar sus relaciones con poderosos
comerciantes o compañías comerciales de masones localizadas en Venezuela, las Antillas,
Norte América y Europa.
Junto a las actitudes de los sectores dominantes estaban las de los sectores populares
con los que los comerciantes debían interactuar en el constante desarrollo de sus
negocios. Dichos sectores nada entendían de la racionalidad económica necesaria
para poner en marcha una estructura competente dentro de las organizaciones
económicas creadas por los comerciantes y empresarios. Por el contrario, sus
esquemas mentales se traducían en postulados de la costumbre y la tradición propios
de una sociedad precapitalista y premoderna, es decir, mantenían poca disciplina
laboral y prácticas religiosas, sociales y culturales profundamente arraigadas en
creencias mítico-religiosas.
David Puyana, por ejemplo, quizá aprovechó el rumor que corría entre las gentes
del común según el cual tenía un “pacto con el diablo” y por lo tanto era dueño de
“talentos mágicos que lo hacían estar en todas partes sin estar en ninguna”86 , con lo
que, por supuesto, muchos de sus trabajadores debieron temerle o estar a la
expectativa de su cercana tutela durante las jornadas de trabajo. Otro ejemplo es el
que nos ofrece José Joaquín García, quien comenta que para incentivar la siembra
de café, el padre Francisco Romero “Imponía a sus feligreses como penitencia
sacramental, cuando se acercaban a la confesión, que sembraran 100 o 500 o 1000
matas de café, según el número y gravedad de los pecados”. De ahí que “Años
después, llanos, quiebras y pendientes estaban poblados de arbustos pomposos y
prolíficos”87.
Con estas medidas los liberales radicales consiguieron el dominio económico, social
y político, pues, como señala Marco Palacios, crearon “un Estado que a primera
vista no intervenía en el mercado, pero que les aseguraba la mano de obra, la tierra
y los requisitos mínimos de “orden social”, definido como “orden público”; un Estado
que le daba legitimidad y cohesión a un sistema clasista y opresivo”88 . A lo que habría
que agregar, que garantizaron para los integrantes de su grupo, toda una infraestructura
vial propia para el desarrollo de sus actividades económicas de exportación.
Como es obvio, ante estas circunstancias los derechos de propiedad muchas veces
resultaban inoperantes, porque los límites jurídico-legales por lo general no cubrían
la desbordada realidad. En el caso de la minería, por ejemplo, algunos interesados
no se arriesgaban a emprender procesos de explotación porque debían someterse al
azar de las subastas, o simplemente porque la zona minera a la que aspiraban aún se
encontraba en litigio con el Estado Central. Otro tanto sucedía con las tierras baldías,
las que muchas veces fueron objeto de disputa con el Gobierno de la Unión. Como
si fuera poco, las concesiones a las empresas constructoras de caminos, la circulación
de moneda y hasta las propiedades particulares se hallaban sometidas a imprecisiones
en los derechos de propiedad.
88 PALACIOS, Marco, La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia: una perspectiva histórica,
Ponencia presentada a la reunión sobre “Estado y Región en América Latina”, CEDLA, Amsterdan,
6-9 de diciembre de 1979, p. 16.
89 En muchos expedientes del archivo judicial se lee, incluso, que los procesos se suspenden por falta de
papel, teniendo los interesados que llevar dicho elemento para continuar la causa.
política reinante no garantizaron del todo un ambiente adecuado para que dichas
organizaciones funcionaran de manera eficaz. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué
las compañías comerciales prosperaron tanto? Una de las respuestas está en el éxito
y la cohesión que alcanzaron las redes de familias notables, pues ante la relativa
ineficacia del marco institucional vigente, la familia, como base de las organizaciones
comerciales, pasó a suplir las falencias, necesidades e inconsistencias que presentaba
dicho marco institucional. Veamos, entonces, cómo funcionaron las organizaciones.
90 OCAMPO, José A., Colombia y la Economía Mundial, 1830-1930, Bogotá, Siglo XXI/Fedesarrollo, 1984,
p. 61.
Como se mostró, las compañías comerciales por lo general tuvieron como centro la
familia notable, situación que tuvo varias consecuencias. En primer lugar, propició
el predominio de sociedades de tipo regular colectivo, sobre las sociedades anónimas
y en comandita, en las que propiedad y gestión aparecían disociadas. En segundo
lugar, ante un ambiente institucional plagado de inseguridades, los jefes de la familia
(que casi siempre también lo eran de la sociedad comercial) contrarrestaron buena
parte del problema de los costos de transacción asociados a contratos y derechos de
propiedad mediante la amenaza de exclusión de algún miembro de la red. Para ello
el carácter familiar de las organizaciones les permitía ejercer presión sobre sus
integrantes, quienes, a su vez, se sentían más comprometidos. En tercer lugar, atenuó
la competencia desleal, pues a excepción de cortos períodos de rivalidad, los
integrantes de la familia o del grupo de la red de familias notables propendieron por
alianzas para controlar el nivel de precios sobre los fletes de transporte terrestre y
fluvial. Finalmente, la familia como base de las compañías comerciales garantizó el
acceso al crédito y a la autofinanciación.
De otro lado, hay que considerar que los dueños de compañías comerciales
alcanzaron un dominio sobre el acondicionamiento del marco institucional ya que
lograron imponer una política económica que favorecía sus intereses. No obstante,
sobre este punto es necesario precisar que, en la medida en que durante el período
Federal los liberales se mantuvieron por más tiempo en la dirección del Gobierno,
los comerciantes adscritos a ese partido pudieron aprovechar mucho más las ventajas
que traía consigo participar en el grupo que detentaba la dirección.