La Restauración: PROMESA de Restaurarlos
La Restauración: PROMESA de Restaurarlos
La Restauración: PROMESA de Restaurarlos
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue
antes anunciado; a quien dé cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la
restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han
sido desde tiempo antiguo.” Hechos 3: 19-21
Cuando logramos entender lo que Dios nos quiere dar cuando habla de restauración, es
MUCHO MAYOR de lo que habíamos perdido. Dios habla por medio del profeta
Jeremías, y les dice: si se CONVIERTEN yo los restauraré. Requisito para ser restaurado:
CONVERTIRSE EN SU MANERA PENSAR.
Convertirse es un cambio radical en la manera de pensar. Cuando eso suceda, Dios restaura.
Y cuando restaura, dice el versículo anterior, que Él te va a poner sobre el pueblo como
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“muro de bronce fortificado”. Si lo vemos desglosado, después de la conversión vienen las
bendiciones, las promesas y el pacto de Dios.
Gloria a Dios, en solo estos puntos vemos como Dios es el que nos pone, nos guarda, nos
defiende, nos libra y nos redime. Todo eso sucede cuando nos convertimos. Ahora, muchos
pueden decir que ya se convirtieron, pero no habla sobre el nuevo nacimiento, sino cuando
haya un cambio en la manera de pensar y de actuar respecto a Dios. En el caso de
Jeremías y el pueblo, ellos eran el pueblo escogido por Dios, que necesitaban convertirse y
hacer cambios en su vida para que la restauración de Dios llegara.
• La restauración en el principio.
El tema bíblico de la restauración la encontramos desde el principio en la Biblia. Dios creó
al ser humano a su propia imagen, hombre y mujer. Ellos caminaron con Dios, hablaban
con Dios. Gozaban de la intimidad con el Creador y eran compañeros en el Edén. Y ya
todos sabemos que el hombre desobedeció a Dios y comió del árbol del conocimiento del
bien y del mal. Al hacerlo quiso manejar su propio destino siendo independiente de Dios.
Renunciaron a depender de la sabiduría, la provisión, la justicia y los recursos ilimitados de
Dios. El hombre desobedeció, y Dios les puso un plan: RESTAURACIÓN.
“Yo aborrezco sus fiestas religiosas; no me agradan sus cultos solemnes. Aunque me
traigan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré, ni prestaré atención a los
sacrificios de comunión de novillos cebados. Aleja de mí el bullicio de tus canciones; no
quiero oír la música de tus cítaras.” Amós 3: 21-23 (NVI)
“Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin
de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor, enviándoles el Mesías que ya había
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sido preparado para ustedes, el cual es Jesús. Es necesario que él permanezca en el cielo
hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha
anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas.” Hechos 3: 19-21 (NVI)
A Jesús le interesa que PEDRO no pierda la fe -como la pierden muchos cuando sufren
persecución- porque si no la pierde, podrá levantarse y podrá confortar a sus hermanos, a
los otros discípulos, sus colegas, y asumir el rol para el cual Él lo había separado cuando le
cambió el nombre de Simón por el de Pedro (Mt 16:13-18).
Jesús no oró porque Pedro no caiga, porque, en cierto sentido, era necesario que Pedro
cayera. Era necesario que Pedro dejara de confiar en sí mismo, como cuando dijo: Nunca te
negaré.
Pero fíjense, no es que Pedro no amara a Jesús. Sí lo amaba. No es que no creyera en Él. Sí
creía. Pero hombre mortal, al fin, tenía miedo de sufrir, de ser tomado preso, de ser
torturado; de ser, quizá, condenado a muerte junto con su Maestro.
Sólo Cristo puede sostenernos y darnos la victoria, y Él sólo puede hacerlo cuando dejamos
de confiar en nosotros mismos. Por eso Pablo escribió: “El que piensa estar firme, mire que
no caiga.” (1Cor 10:12)
PEDRO fue restaurado íntegramente en todas las áreas de su vida porque la Biblia enseña
que somos espíritu, alma y cuerpo, y todo nuestro ser debe ser guardado para el día de
Cristo (1° Tesal. 5:23).
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