Comunicación No Violenta
Comunicación No Violenta
Comunicación No Violenta
NO VIOLENTA
MARIE-JEANNE TROUCHAUD
COMUNICACIÓN
NO VIOLENTA
Aprende a defender tus ideas de manera
positiva
para establecer relaciones de calidad
y lograr lo que es importante para ti
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita
de los titulares del copyright, bajo las san ciones establecidas en las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y
el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o
préstamo público.
ISBN: 978-84-17780-29-6
Parte 1
Orígenes de las dificultades de comunicación
1. Las causas de conflicto
¿Qué es una opinión?
¿Hecho u opinión?
Marcos de referencias
Orígenes de los conflictos
Las diferencias de opinión
Los conflictos de intereses
Las luchas de influencia y de poder
Lo esencial para recordar
Parte 2
Crear las condiciones de una relación de calidad
4. Las condiciones de la escucha
Estar presente
Presencia en uno mismo
Presencia en el otro
Durante un conflicto
Practicar la escucha activa
Aprender a escuchar
Técnicas de escucha activa
Lo esencial para recordar
8. Aplicaciones
Obtener
Vida de pareja
Educación
Decir no
Vida profesional
Vida de pareja
Educación
Expresar o recibir la cólera
Un sentimiento constructivo
Causas ocultas
Vida profesional
Vida de pareja
Educación
Lo esencial para recordar
9. Los límites
La relación «blanca»
Influencias
Influencia de un adoctrinamiento
Influencia de una adicción
Cuando la fuerza es indispensable
Peligro real y fuerza protectora
Evitar siempre la fuerza represiva
Educación no violenta
Lo esencial para recordar
Glosario
Bibliografía
Agradecimientos
Quiero dar las más efusivas gracias a Olivier Pinna, un amigo que conoce bien las
ideas que sostengo e intento promover, y que compartimos. Cuando estaba un
poco cansada y vacilante para emprender la escritura de esta obra, primero me
escuchó y me comprendió, y después me dijo: «¡Sí, Marie-Jeanne, tienes que
escribir este libro! ¡Será útil! ¡Lo conseguirás!» Su confianza y sus ánimos me han
dado la energía necesaria.
Gracias también a Frédéric Haguenauer y a Stéphanie Deregnaucourt-Prieto,
que han elaborado croquis con un gran entusiasmo. Gracias a Michel Momy,
fotógrafo, por el retrato realizado.
Gracias a mis hijos, Pierre y Sophie. Nuestras largas conversaciones confiadas y
constructivas sobre la educación han aportado elementos a esta obra.
Gracias a Élise Morin Jamard, Axelle Pennone y Magali Massa por su
revisión. Gracias a todas las personas que han confiado en mí y me han animado,
en especial a Mike G., Gisèle Langlois, Véronique Lamé, Marie-Louise
Gourdon, Gérard Betti, Véronique Estève…
¡Gracias a todas las mujeres y los hombres que quieren practicar la
comunicación no violenta!
Introducción
En el programa
Los conflictos de la vida cotidiana nos afectan a todos, tanto en el trabajo como
en casa e incluso en la vida en sociedad. La mayoría de las veces, se acusa al otro
de mala fe: «Es inadmisible», «No quería escuchar nada»… En estos casos, a
menudo se emplean frases que empiezan por: «Yo, en su lugar, nunca habría…»
Esto muestra hasta qué punto estamos acostumbrados a juzgar el
comportamiento de los demás a partir de nuestro punto de vista, de nuestras
costumbres y de nuestra propia actitud. Podemos aceptar algunas diferencias
siempre que no nos molesten realmente, pero, en cuanto tenemos la sensación de
ser atacados, pensamos que tenemos el monopolio de la buena fe, de la buena
educación y de la Verdad, ¡con V mayúscula!
Es bastante gracioso constatar que «el otro», ese adversario que tanto nos irrita,
al que tenemos ganas de llamarle de todo, piensa exactamente lo mismo que
nosotros: cada uno tiene la certeza de estar en lo cierto.
Por lo tanto, intentemos comprender* las caras ocultas de la comunicación
basándonos en las principales fuentes de conflicto:
Ejercicio 1
En estos ejemplos de frases de la vida de todos los días, familiar, profesional o social, ¿ves una opinión o un
hecho?
Si digo: ¿Es una opinión? ¿Es un hecho?
Ejemplo 5: Los hechos observables son, por ejemplo, que esta mujer no sonríe
nunca, o habla fuerte, o a menudo tiene los ojos llenos de lágrimas, o se aísla y no
bromea con nadie, o suspira si se le pide una explicación… Esto no significa que
no tenga un intenso deseo* de relaciones de calidad.
Ejemplo 6: ¿Estamos seguros, al hacer esta afirmación, de que el otro o los otros
también han pasado unas vacaciones formidables? Uno se había marchado con el
deseo de gandulear en la playa, de broncearse, de leer, de pasear por las calles, o
bien de jugar partidas de petanca y beber un aperitivo con los amigos; otro quería
visitar monumentos y escalar lugares importantes; el tercero deseaba hacer fotos
originales y conocer a la gente del país…
¡Imagina las dificultades de comunicación que tiene una mujer casada con un
hombre inteligente, tiene frío cuando él tiene calor, es madre de un adolescente,
trabaja con una colega poco sonriente y ha decidido marcharse de vacaciones con
unos amigos que quieren que pruebe un pan que a ella no le gusta!
Marcos de referencias
Tener una opinión es, por supuesto, perfectamente legítimo. Los puntos de vista
sólidos, los valores y los gustos afianzados estructuran una personalidad, como la
columna vertebral mental del individuo. Nuestro marco de referencias nos da un
esquema de lectura de lo que nos rodea y de los acontecimientos que surgen. Por
lo tanto, no es cuestión de poner en duda la pertinencia de disponer de un marco
de referencias. Comunicarse de manera no violenta no supone renunciar a las
propias opiniones, muy al contrario. Veremos que la comunicación no violenta
permite defender un punto de vista con intensidad y fuerza. Intensidad y
fuerza…, ¡pero sin violencia!
Así pues, intentemos comprender cómo se construye este marco de referencias
tan importante y, sin embargo, fuente de muchas tensiones entre personas de
buena voluntad. ¡El lactante no nace con un marco de referencias! Sus
experiencias y sus encuentros son los que lo modelarán. Poco a poco, se dibujará
una personalidad, a partir de diferentes elementos.
Yo: «Voy a decirte una cosa verdadera e importante para mí: me horroriza el perfume Opium de Yves Saint
Laurent, me horroriza el perfume Ysatis de Givenchy y me horroriza un tercer perfume (cuyo nombre no
recuerdo)».
Marca la respuesta más cercana a lo que dirías:
❏ ¿Eres alérgica?
❏ Tus gustos me importan poco, ¡no he comprado este libro para saber si te gustan los perfumes!
Me regaló Opium una persona que quería engatusarme (o así fue como
yo lo sentí): cuando perdí a mi suegra, a la que quería mucho, mi suegro
rehízo su vida y la nueva suegra me regaló este perfume. Nunca me lo
puse, ni siquiera sé cómo huele.
Ysatis… Lo conozco, huele bien… Era el perfume de una secretaria de
mi exmarido…
En cuanto al tercero, la publicidad que lo promociona me ha parecido tan
vulgar que me he dicho que nunca me lo pondría.
Un mensaje codificado
Vemos claramente que un marco de referencias personal puede codificar un
mensaje recibido. ¡Mucho más allá del sentido común, lo más importante del mensaje
es el sentido para uno mismo! ¿Qué puede haber pasado para que «tú» me
respondas así? Tu propio marco de referencias ha filtrado las informaciones
recibidas.
Por ello, has podido ser «formateado» para considerar que el perfume es algo
esnob, o que solo los perfumes famosos son buenos perfumes, o que no tenemos
derecho a decir «me horroriza…», etc. ¿Mis palabras te han chocado, te han
sorprendido? Dado que estamos más a gusto con lo que comprendemos, quizá,
en un primer tiempo, has «rechazado» mi idea. ¿Tal vez ha surgido un juicio en
ti? ¿Quizá has tenido la intención de no herirme con tu respuesta y te has dicho
que podrías darme a entender hábilmente que este mensaje te indisponía?
Hábilmente, porque eres una persona llena de buena voluntad, pacífica y amable,
porque te han enseñado que no hay que atacar directamente, no hay que ser
maleducado, porque tienes miedo de enfadarte o de despertar las iras contra ti…
Por lo tanto, tu respuesta ha pasado por tu marco de referencias.
Todo esto se va a complicar más, porque tu respuesta pasará después por mi
marco de referencias…, y me empujará a juzgar. Entonces intentaré responderte
hábilmente, ¡porque soy una persona amable y llena de buena voluntad!
Vemos en qué puede convertirse la situación al cabo de cinco o seis
intercambios. Cada uno, con más fuerza y convencido de su buena fe, de su
sinceridad y de su buena voluntad, ¡va a acusar al otro! Entonces, ¿qué fue
primero, el huevo o la gallina? ¿Quién es el huevo y quién, la gallina?
Sin embargo, en esta configuración, a menudo basta con explicar por qué se ha
emitido el mensaje de esta manera para que cada uno comprenda el origen de la
confusión y después poder bromear juntos sobre el incidente.
Creencias
Las cosas se complican todavía extraordinariamente cuando el marco de
referencias se convierte en una creencia.
Una creencia es una certeza que concierne a un ámbito sujeto a varias
interpretaciones o apreciaciones. La religión es uno de los ejemplos más
identificables. Algunas personas están absolutamente convencidas de la existencia
de Dios, mientras que otras están absolutamente convencidas de lo contrario.
Algunas personas están absolutamente convencidas de que solo un Dios
determinado existe, mientras que otras creen que es este otro. Al estudiar la
historia antigua o moderna se constata hasta qué punto, desde hace mucho
tiempo, los integrismos religiosos han sido responsables de las peores
brutalidades, de las peores violencias.
¡La comunicación no violenta supone admitir que el otro tiene derecho a tener
sus propias creencias! Todos tenemos apriorismos, prejuicios; identificamos con
mucha facilidad los ámbitos de intransigencia de nuestro interlocutor, pero
consideramos los nuestros como «normales».
Te propongo que examines las afirmaciones siguientes y analices si, para ti, se
trata de marcos de referencia (cercanos o alejados de los tuyos) o de creencias (a
las que te adhieres o a las que rechazas), y con qué intensidad.
Ámbito profesional
Afirmación Marco de referencias Creencia
Ámbito de la educación
Afirmación Marco de referencias Creencia
Hay que dejar llorar a los bebés y, al final, acabarán por dormirse.
Hay que decir buenos días, buenas noches, gracias, por favor, etc.
Divergencias perturbadoras
Estas dificultades a menudo simplemente tienen relación con diferencias de
representación y de opinión. Entremos en materia sobre el tema. Te propongo
que pienses en «una isla». Imagínatela: ¿cómo te la representas? Escribe en el
cuadro siguiente lo que quieras a propósito de esta isla surgida de tu imaginación.
Una isla
✍
✍
Nota: para este ejercicio, igual que para los siguientes, no dudes en anotar tus respuestas en una hoja de
papel aparte si necesitas más espacio.
La limpieza
✍
✍
Respeto
Continuemos con nuestro pequeño juego. Deja que surja en tu mente tu
concepto de la honestidad, de la amistad, del compromiso, de la pareja, de la
educación, del respeto… Cada una de estas palabras comprende una
representación personal que ningún diccionario del mundo puede uniformizar…
¡Y surge la gran palabra: ¡el respeto!
«¡Él no tiene ningún respeto!»; «¡Ella no respeta nada!»; «¡Él me falta al
respeto!»; «¡Yo soy respetuoso!» Conocemos las variantes: «¡Yo respeto si me
respetan a mí!»; «¡Si él quiere que lo respete, solo tiene que respetarme a mí!»;
«¡Solo le pido que respete algunas reglas elementales!» La indignación es
entonces manifiesta.
Esta falta de respeto a menudo es un sentimiento* que se experimenta, pero
raramente una realidad objetiva: el otro rara vez es deliberadamente irrespetuoso.
Experimenta el mismo sentimiento y realiza los mismos juicios negativos sobre
nosotros. Esto es especialmente destacable durante las terapias de pareja: uno y
otro tienen buena fe (puesto que, si participan los dos en la terapia, es porque
buscan una solución para salvaguardar su unión), pero cada uno habla a partir de
sus propias heridas y acusa a su pareja de dar muestras de negligencia
comportándose de una manera que no le conviene. Cada uno, con la misma
sinceridad, toma al terapeuta como testigo de lo bien fundado de su opinión y de
la ligereza, las malas intenciones, la estupidez o la infamia del otro.
La sensación de falta de respeto es una reacción a lo que sentimos como una
necesidad absoluta, puesta en peligro. Ahora bien, nuestras necesidades son
legítimas para nosotros, pero no universales. Si tengo necesidad de comer, de
orden, de caricias, de silencio, de aire fresco, de calor, de lo que sea, esto es
indudablemente cierto para mí, pero no lo es para los que me rodean.
En la oficina
Si dos colegas comparten la misma oficina y una abre la ventana, no es para molestar a la otra, que es
friolera, es sin duda porque ella misma tiene demasiado calor. Si la friolera, por su parte, cierra la
ventana, no es con la intención de molestar a la primera, sino porque tiene frío. El conflicto puede
volverse violento a partir del momento en que una acusa a la otra de malas intenciones, es decir, de falta
de respeto. En efecto, esto es lo que a menudo nos resulta más insoportable y que nos encoleriza más:
vivimos como una injusticia muy grande el hecho de ser acusados de haber querido hacer daño.
La autoridad
La autoridad se sitúa en la relación. Una persona que tiene una cierta autoridad (y
no una persona que es autoritaria) ejerce una influencia de forma natural. Es un
líder, a veces es una persona carismática. La gente acude a ella por su propia
voluntad. Esta influencia puede ser muy positiva, pero también negativa, por
ejemplo el gurú de una secta. En este caso, el líder ejerce un poder a través de su
influencia: pone a la persona bajo su dominio, lo cual es lo mismo que hablar de
abuso de poder.
El poder
El poder se sitúa en el registro de la exposición. Obtiene alguna cosa concreta de
una persona, tanto si esta quiere como si no y tanto si lo sabe como si no.
Supone, por parte del que lo ejerce, una voluntad y una puesta en práctica. Es
una capacidad de «actuar sobre» con un efecto o bien positivo, o bien negativo.
El poder puede instituirse, como en el caso de la jerarquía, o puede ser de hecho:
por ejemplo, los niños están bajo el poder de los adultos, tanto en casa como en
la escuela.
Cuando existe la voluntad de someter al otro y de extraer un provecho personal
de él (material, intelectual, de influencia o de gloria…), se produce abuso de
poder. Sin embargo, la idea del poder no debe rechazarse a priori. Un médico, un
progenitor, un organizador, un dirigente, un político o un educador pueden
ejercer su poder de una manera totalmente constructiva, si no confunden su
función con su identidad y si no se aprovechan de la situación para imponer lo
que sea en nombre de una ley que ellos mismos han decretado.
La comunicación no violenta no puede, por supuesto, asociarse, ni de cerca ni
de lejos, a una lucha del tipo que sea contra el otro. Puede asociarse mucho mejor
con la lucha por el otro…
Isabelle
Es educadora de personas jóvenes con dificultades muy grandes, la mayoría de las cuales ya han tenido
problemas con la justicia. Isabelle me cuenta que un día le dijo a un hombre joven que estaba en un
momento de renuncia: «Mira, K., ¡cuando te veo así, me entra la cólera! ¡No es una cólera contra ti, sino
una cólera por ti!» Esto le hizo comprender que realmente tenía ganas de que él saliera adelante, que no
era una educadora indiferente, sino una educadora implicada*, y que creía realmente en él. A partir de
aquel momento, él confió en ella.
Para mí, esto es una ilustración muy justa de una comunicación no violenta en una situación de
poder. Es una comunicación verdadera, intensa, durante la cual se apoya con firmeza una postura.
Por desgracia, por un ejemplo como este, existen muchos otros mucho menos
positivos:
Cada una de estas frases podría terminar por: «… ¡y estoy muy enfadado
contigo / contra vosotros porque no estáis de acuerdo!»
Ejemplos concretos
Te invito una vez más a una pequeña reflexión personal.
Ejercicio 3
En la esfera familiar
En la esfera social
En la esfera profesional
¿Ejerces este poder de manera positiva o no? Para saberlo, puedes hacerte algunas preguntas: ¿te ocurre a
veces que hablas más fuerte?, ¿que impones alguna cosa justa porque te conviene?, ¿que no tienes en cuenta
al otro?, ¿que haces chantaje, eventualmente afectivo?, ¿que haces juicios precipitados?, ¿que decides solo
para ir más deprisa cuando no existe realmente una urgencia?, ¿que utilizas la desvalorización?, ¿que haces
callar porque estás cansado?, ¿que utilizas tu fuerza física para imponer a alguien más débil cosquillas o
besos, por no hablar de bofetones, azotainas, etc.?
Ejercicio 4
Empieza por escribir el nombre de todas las personas ante las que te sientes más o menos molesto.
Selecciona ejemplos de la vida personal, de la vida profesional, de la vida con los amigos o social. Clasifícalos
en estas columnas según si te irritan un poco, moderadamente, mucho, enormemente…
Revisa todos estos nombres y evalúa si tú estás en conflicto con estas personas por razones de ideas, de
interés o de poder.
Repite exactamente la misma tabla, pero esta vez llénala con el punto de vista de estas personas. En tu
opinión, ¿qué experimentan ellas ante tu irritación (o ante tu fuerte cólera)? ¿Qué piensas que escribirían si
estas personas fueran las que llenaran la tabla sobre ti?
4. He detallado el papel de las emociones en la vida cotidiana en mi primera obra, Et l’émotion se fait
chair.
5. ¡De todos modos, debo precisar que este ejemplo es completamente imaginario y no corresponde a
la realidad!
2
EL PAPEL DE LAS EMOCIONES
EN LA COMUNICACIÓN
En el programa
Emociones adecuadas
Las emociones tienen la función de poner en relación «normalmente» a uno
mismo con el otro o los otros, a uno mismo con el entorno y a uno mismo con
uno mismo. Si se aceptan correctamente, se eliminarán de forma natural o se
tratarán de manera justa.
¿Cuáles son los efectos de las emociones adecuadas?
Emociones inadecuadas
Una emoción inadecuada a menudo es errónea en su objeto.
Una persona que sufre una injusticia o una traición debería encolerizarse.
Ahora bien, ocurre a menudo que se entristece y se siente «inútil»: «Es
culpa mía», «No he sabido defenderme», «Él/ella se ha tenido que dar
cuenta de que no valía nada», «Si lo hiciera mejor, merecería que me
respetaran», etc.
Si se recibe un cumplido, la emoción adecuada debería ser la alegría.
Ahora bien, a veces provoca un malestar, la sensación de haber cometido
una superchería y, finalmente, tristeza, e incluso abatimiento: «Él/ella no
me ve como soy realmente», «¡Soy totalmente inútil!», etc.
Al perder un objeto que nos gustaba, la emoción adecuada debería ser la
tristeza. Ahora bien, puede ser que nos enfademos contra nosotros
mismos o contra los demás: «¡Siempre pasa lo mismo», «Habría tenido o
no tenido que hacer esto o aquello», «Nunca tengo suerte», «Alguien me
lo ha tenido que robar», etc.
En caso de riesgo de pérdida de seguridad (desempleo, enfermedad…), la
emoción adecuada debería ser el miedo. Ahora bien, puede ser que frente
a esta situación reaccionemos con fatalismo, con inmovilismo (la tristeza)
o incluso con la rebelión (acusaciones diversas, cólera): «De todos modos,
todo el mundo me odia».
Experimentos destacados
He escrito un libro entero7 para explicar cómo pueden nuestras emociones ser
más o menos lesionadas por la vida que hemos llevado y las primeras relaciones
que hemos vivido. En la infancia, todos nos hemos enfrentado a las reacciones de
nuestros padres, de nuestro entorno familiar, de las personas presentes en la
guardería o en la escuela. Si, entre todas estas personas, ha habido una o varias
que han sabido aceptar nuestras emociones, esto nos ha dado una referencia, una
confianza en nosotros mismos, y ha validado lo que sentíamos íntimamente
como aceptable. Hemos sacado de ello la conclusión inconsciente de que éramos
aceptables, dignos de amor, estimables y respetables. Al contrario, si, de manera
repetitiva, nuestras emociones han sido pisoteadas, nos hemos visto inducidos a
dudar de nosotros mismos y esta duda persiste en la edad adulta.
Veamos algunos ejemplos de pequeñas frases asesinas o de situaciones
desestabilizadoras a las que puede tener que enfrentarse un niño.
Ejercicio 5
1. Tu hijo cruza la calle corriendo detrás de su pelota en el momento en que llega un coche que circula
demasiado deprisa.
Tu reacción en caliente: _________________________________
2. Tu pareja te informa de que no tiene ningunas ganas de practicar un deporte o una actividad que te gusta.
Veamos algunas propuestas de reflexiones para comprender tus respuestas a estas situaciones:
1. Naturalmente, la emoción adecuada es el miedo. Sí, te has dado cuenta de que tu hijo corría el
riesgo de resultar herido (¡o algo peor!) ¿Este miedo se ha transformado en cólera contra tu hijo y
quizá lo has regañado con más o menos intensidad? Contra el coche, ¿quizá has «embroncado» al
conductor? La emoción adecuada te habría permitido tomar disposiciones para evitar que este
hecho se repitiera: explicar tranquilamente a tu hijo cómo hay que cruzar una calle y mostrarle
que un coche podría haberle hecho mucho daño, por ejemplo. La emoción inadecuada, por otra
parte, no tiene ninguna utilidad. El niño estresado por la reprimenda no entiende lo que se le
dice; en cuanto al conductor, suponiendo que sea consciente de que circulaba demasiado deprisa,
reprochárselo no protegerá a tu hijo de todos los demás locos del volante del mundo.
2. La emoción adecuada sería la tristeza. Pues sí, resulta desagradable no poder compartir lo que a
uno le gustaría practicar con su pareja, pero ¿esta tristeza no se ha transformado también en
cólera o en acusación? «De todos modos, podría hacer un esfuerzo», «¡Nunca hace nada para
darme gusto!» ¿O en miedo y en interpretaciones? «Quizá va a aprovechar este tiempo para salir
con alguien», «No me ama lo suficiente»… La emoción adecuada habría permitido proponer a
un amigo que te acompañara, desear a tu pareja que pase un momento agradable, disfrutar
plenamente de tu actividad y regresar con una gran sonrisa y bonitas cosas que contar.
3. La emoción adecuada sería la cólera. Al aceptar esta cólera en ti desde las primeras veces, habrías
podido hablar tranquilamente de lo que experimentas (tu necesidad de orden se ve afectada) y
pedir con calma a tu hijo que guarde sus cosas abandonadas en las habitaciones comunes. Es
posible que hayas empezado por no decir nada, por «soportar», por guardar las cosas por él, hasta
que la exasperación aumenta y surge en forma de explosión, de acusación o de crítica. En este
ejemplo, la intensidad de la emoción es lo inadecuado.
4. También en este caso, la emoción adecuada sería la cólera. ¿Qué reacción has imaginado? ¿Una
cólera «contenida» y, por lo tanto, inadecuada puesto que es inútil, que te dará dolor de
estómago, de cabeza o de espalda? ¿Una cólera explosiva y acusadora, errónea por las mismas
razones que en el ejemplo anterior? Algunas personas incluso experimentan un sentimiento de
culpabilidad («He debido de hacer alguna cosa mal», «No sé defenderme») y sufren un atentado
contra su confianza en sí mismas, que conduce a la tristeza. Habría sido juicioso posicionarse
firmemente, pero sin desbordamientos.
5. La emoción adecuada sería la tristeza. En el caso de una tristeza justa, puedes hacer alguna cosa:
llamar por teléfono a esta amiga, decirle que te apetece tener noticias suyas, hablar con ella,
verla… De lo contrario, esta emoción puede transformarse en miedo («Le ha debido de ocurrir
alguna cosa» o «Ya no debe de quererme») o en cólera, crítica y acusación, cuando esta amiga
quizá simplemente está preocupada por problemas personales y su silencio es perfectamente
legítimo.
En el programa
Monólogos
Juicios de valor e interpretaciones
Generalizaciones y soluciones intempestivas
Lo esencial para recordar
Monólogos*
Hablar… Hablar solo en voz alta es muy raro, ¿verdad?… Incluso cuando
hablamos con nosotros mismos, con frecuencia nos quedamos en las ideas, en
formulaciones vagas… Los pensamientos quedan un poco informes o
inacabados. Escribir, un diario íntimo, por ejemplo, un artículo de periódico, un
poema, un comunicado interno, un informe, una carta o un libro exige respetar
una gramática, una organización en palabras, en frases… ¡Escribimos para
expresarnos y para que nos lean, aunque no nos lean (o nos leamos a nosotros
mismos)!
De la misma manera, para hablar intentamos formular una expresión, una idea,
una vivencia. También puede ocurrir que hablemos sin querer realmente entrar
en comunicación. Estudiemos algunas formas de «diálogos*» abocados al fracaso.
El monólogo de la argumentación*
Esta vez, el locutor hablará con vivacidad, a menudo con bastante rapidez,
elevando el tono de voz. Su discurso está lleno de ideas generales, de «pruebas»;
recurre a las declaraciones de personalidades para apoyar la opinión que defiende.
Quiere a toda costa meterte en la cabeza que solo hay una manera adecuada de
pensar, la suya. Te engloba en su opinión: ¡habría que ser idiota para no pensar
como él! «Es increíble, ¿has visto?, han vuelto a decir tonterías sobre la situación
meteorológica! De todos modos, les pagan para no hacer nada… ¡Además, la
última vez no fueron capaces de prever la tormenta! El otro día vi un programa
en la tele en el que decían que realmente no se puede prever nada. ¡No se puede
confiar en personas como estas!» Es cierto, sí, estoy caricaturizando un poco.
Pero, sin duda, todos nos hemos encontrado en esta situación, tomados por
testigos sin tener la posibilidad de intervenir para aportar una opinión diferente;
o bien, si conseguimos colocar una frase, nos quedamos atrapados nuevamente en
una oleada de nuevos argumentos.
El monólogo de la emoción/apropiación
Los hospitales son un lugar propicio para este tipo de corte de comunicación.
¿Qué joven madre, muy emocionada, con su recién nacido en los brazos, no ha
sufrido el relato del parto de una amiga que ha venido a visitarla? ¿Qué recién
operado, todavía medio anestesiado, no ha tenido que escuchar los detalles de la
operación de su visitante o del cáncer de un amigo de su visitante? En estos casos
se produce una usurpación de lugar, una apropiación del centro de interés, como
si escuchar a la persona que se supone que debe captar la atención principal en un
momento determinado (la mujer que acaba de dar a luz, un enfermo) no se
valorizara lo suficiente.
La reacción habitual ante este tipo de comportamiento es un cierre. La persona
que se «toma como rehén» de esta manera por el discurso de otro tiene tendencia
a encerrarse en sí misma, a evadirse de la relación que la tiene prisionera o, al
contrario, a intentar elevar el tono a su vez, a meterse para recuperar su posición
de estrella. En este tipo de casos no se puede hablar de comunicación: comunicar
es todo lo contrario.
Decir a un colaborador «No has hecho el trabajo que tenías que hacer y
estoy descontento» y no «Eres un perezoso, no haces nada». El juicio
sobre el acto está justificado, puesto que la función del colaborador habría
sido realizar este trabajo, pero el juicio sobre la persona estaría totalmente
fuera de lugar.
Decir a un adolescente «Fumas, eso es perjudicial para la salud, es una
mala costumbre que corres el riesgo de adquirir» y no «No sabes lo que
haces, no tienes ninguna voluntad». El juicio sobre el acto es pertinente,
no es una opinión personal lo que se defiende, pero el juicio sobre la
personalidad del adolescente sería desafortunado y no tendría en cuenta
lo que vive.
Decir a una persona con la que no se está de acuerdo «No comparto tu
gusto por esta película» y no «Las personas a las que les gustan este tipo
de películas son unos intelectuales pretenciosos». En este caso, el juicio
sobre el hecho (gustarle este tipo de películas) no es justificable, puesto
que se trata de una atracción y, por lo tanto, de un estado totalmente
personal. Esta manera de comunicar atacaría la libertad de pensar del
otro.
«¡No quieres prestarle tu juguete a tu hermano, eres malo!» ¡No, este niño
no es malo! ¿Acaso tú no tienes momentos en los que no sientes la
inclinación de prestar tus cosas, sin que por ello se te pueda considerar
una persona mala?
«¡Deja de pedirme caramelos, eres un caprichoso!» No, este niño solo
es… ¡un niño! ¡También a nosotros puede sucedernos perfectamente que
hagamos excesos! Lo mismo también es cierto para un niño, que además
todavía no tiene todas las funciones de razonamiento de las que dispone
(o debería disponer…) un adulto.
«¿Sueñas con ser cantante y poder entrar en un programa de
telerrealidad? ¡Es una tontería! ¡Empieza por trabajar!» ¿Acaso nunca has
soñado, tú también, con dar la vuelta al mundo, o comprarte este
fabuloso coche rojo, o dejarlo todo tirado aquí y marcharte al rincón más
perdido del mundo? ¿Es realmente una tontería?
«¿Eres tonta o qué? ¡Ni siquiera tendrías que pedirme que te dejara salir
sola por la noche a los trece años!» No, esta niña no es estúpida; solo está
centrada en lo que le apetece8.
Ejercicio 6
1. En el patio de recreo de una escuela de preescolar, un niño recoge todos los días las migas que han caído
de las meriendas de sus compañeros y se las come.
2. Una colega regresa de sus vacaciones en Córcega. Está bronceada, pero menos sonriente que de
costumbre.
3. Una persona, recién incorporada a un equipo de trabajo, te explica que no se siente cómoda, que no
consigue integrarse.
4. Una joven madre cansada te confía que su hijo de dieciocho meses no duerme por las noches, llora, llama,
se despierta por la noche, y está extenuada.
5. Un compañero te explica que su mujer se muestra mucho menos cariñosa en este momento, menos
atenta, que está poco dispuesta a caer en sus brazos.
1. La primera respuesta es muy claramente una imaginación, una suposición. La segunda es una
reacción a partir de nuestra propia preocupación, pero no se interesa realmente por el propio
niño. La tercera respuesta intenta acercarse más a la simple observación de los hechos. Sin
embargo, para él, este niño no actúa en absoluto como los pájaros. Es un niño de la ciudad que
realmente no ha tenido ocasión de observar a los gorriones que picotean. Cuando me interesé por
él sin intentar ir más deprisa que él para comprender, me dijo que estaba solo en el patio, que no
tenía amigos, y que recoger migas le proporcionaba una manera de pasar el tiempo de recreo un
poco divertido…
2. La primera respuesta, que pretende ser benevolente, parte de una pura hipótesis, tanto más
cuanto que a esta mujer le encanta su profesión y regresa al trabajo después de un verano muy
desagradable: habían desembarcado en su rinconcito paradisíaco unos amigos un poco invasores
y después su familia política (con la que tiene buenas relaciones, pero ello le impidió leer y
gandulear), le picaron las medusas y su perro tuvo que ser operado de urgencia por un veterinario
al que ella no conocía. No, no discutió con su marido, otro concepto teórico. Finalmente, la
tercera respuesta es culpabilizadora y muy injusta. ¡No porque se haya marchado de vacaciones
estas vacaciones tienen que haber sido agradables!
3. La primera respuesta es, una vez más, puramente interpretativa. En forma de pregunta, se induce
una causa a la dificultad encontrada. La segunda respuesta es una sugerencia poco creíble:
demasiado miedo a ser despedido durante el periodo de prueba. (Se esperan a menudo este tipo
de respuestas a un adolescente que se hace preguntas sobre la sexualidad: «¿Has hablado de esto
con tu madre?» Vaya, hombre…) La tercera respuesta insinúa, como un viejo tópico, una
explicación prefabricada. La mujer joven a la que acompañé en la resolución de este problema, y
que se encontró ante estas frasecitas, era totalmente competente en su función, pero tenía
dificultades para soportar la menor observación, lo que afectaba a su falta de confianza en sí
misma.
4. Preguntarse si un niño digiere mal no es absurdo, por supuesto. Pero esta respuesta no tiene en
cuenta a la mujer que está hablando de su agotamiento. Después de haber escuchado lo que
quiere decir sobre este tema, quizá se pueden repasar, si ella lo desea, las diferentes posibilidades
que nos vengan a la mente. Pero es muy probable que ella misma haya pensado en estas
hipótesis, que haya hablado de ellas con el pediatra, con sus amigas, con su familia…) No está
pidiendo una opinión, solamente está diciendo que no puede más. ¡La segunda respuesta está
impregnada de un sobreentendido que solo puede aportar todavía más angustia a esta madre! Por
lo tanto, es muy torpe, además de ser puramente hipotética. La tercera respuesta parte de un
buen sentimiento, pero es demasiado rápida. ¿Sabemos realmente lo que desea esta mujer? La
joven que vino a consultarme con esta problemática solamente deseaba saber lo que impedía
dormir a su hijo… y que le impedía dormir a ella, al mismo tiempo. Después de haber aclarado
bien las dificultades encontradas, comprendimos que este niño tenía miedo de la separación. Le
propuse un método muy simple9, que funcionó muy bien.
5. La primera reacción naturalmente está por completo fuera de lugar y corre el riesgo de suscitar
una duda en la mente de este hombre. La segunda respuesta también es una invención y, por lo
tanto, una interpretación. También en este caso, existe el riesgo de generar una duda
desestabilizadora en la mente de este hombre que ya tiene dificultades. La tercera respuesta es
una deducción arriesgada. En cualquier caso, este hombre no ha abordado el problema de esta
manera. Cuando este hombre vino a hablarme de esto, quería encontrar el medio de abordar el
tema con su mujer sin herirla. Esto fue lo que trabajamos en comunicación no violenta.
En todos estos ejemplos se puede observar que las reacciones pretenden aportar
una ayuda. Las respuestas, aunque sean torpes, no se salen completamente del
tema. La interpretación provoca una molestia, la sensación de no haber sido
escuchado o comprendido, puede desestabilizar o generar cólera, pero la persona
que ha hablado no lo ha hecho en el vacío.
Otros estilos de respuesta pueden alejar todavía más.
Cuando estamos realmente muy preocupados por el tema del que hablamos,
este tipo de respuestas es bastante desagradable. Se corre un gran riesgo de tener
la sensación de no interesar a nuestro interlocutor, que tiene otras
preocupaciones. Incluso puede llegar a sugerir una solución que cae por su propio
peso y en la que, por supuesto, ya habíamos pensado. De hecho, no pretende
encontrar una solución con nosotros, sino que elude la respuesta, se libra del
problema… Es posible que nos sintamos poco interesantes, o ridículos, o
abandonados, y puede resultar violento.
Puede ser que uno mismo adopte esta actitud sin quererlo realmente, por varias
razones: estamos cansados, no disponibles, preocupados, o bien no nos atrevemos
a entrar en el problema con nuestro interlocutor. Nos retiene una especie de
pudor. O quizá nos sentimos impotentes para ayudarlo, o no tenemos ganas de
interesarnos por el problema planteado. Todo esto es muy legítimo: no estamos
obligados a responder a todas las solicitaciones. No obstante, en este caso, al
menos tenemos que saber que hemos cortado la comunicación y que sería
oportuno asumirlo.
Cuando existe una dificultad de comunicación, cada uno se mete en su
burbuja, con sus ideas, sus vivencias y su voluntad; cada uno se mantiene anclado
en lo que tiene que decir, que comunicar, y que el otro se apresura a no escuchar.
9. Cuando un niño tiene miedo de la separación, hay que acostarlo con la promesa de que, si llama,
acudiremos de inmediato. Por supuesto, lo va a comprobar y, por supuesto, ¡tenemos que mantener
nuestra palabra! «Sí, sí, ¿lo ves?, aquí estoy si me necesitas y, si me vuelves a llamar, volveré.» Después
de dos o tres verificaciones, el niño se tranquiliza y puede dormirse tranquilamente.
PARTE 2
CREAR LAS CONDICIONES
DE UNA RELACIÓN DE CALIDAD
Comunicarse sin violencia exige una auténtica apertura de mente y una verdadera
intención de comprender al otro. Por eso, antes de querer transmitir nuestro
mensaje, es indispensable que nos pongamos realmente a la escucha del otro.
Escuchar es todo un arte que requiere una serie de disposiciones, competencias y
técnica.
Pero la práctica de la escucha supone también ponerse en situación de
disponibilidad: estar ahí, simplemente, pero estar totalmente… ¿Cómo
mantenerse a la escucha si no se está muy sinceramente convencido de la
sinceridad del otro, si no se confía realmente en él?
4
LAS CONDICIONES DE LA ESCUCHA
En el programa
Estar presente
Practicar la escucha activa
Lo esencial para recordar
Comunicarse realmente requiere una intención, al menos por parte de uno de los
dos participantes. Solo se puede cambiar la dinámica de una relación cambiando
uno mismo, no quejándose de la falta de escucha del otro. Oigo muy a menudo:
«Él/ella no quiere escuchar nada», «Él/ella está completamente cerrado/a»,
«Él/ella tiene mala fe»… Es un gran clásico de los conflictos de las parejas y me
imagino que los jueces que tratan los asuntos familiares oyen lo mismo a
propósito de la custodia de los hijos en los casos de divorcio. Sería gracioso si no
fuera tan triste: «el otro» dice exactamente lo mismo, a veces palabra por palabra.
También oigo a menudo estas frases con motivo de conflictos en el trabajo. No
nos cuesta mucho imaginar que el otro es un manipulador peligroso, creernos
víctimas de un perverso, ¡que a veces calificamos de narcisista!
No niego que la gran perversidad exista; ha sido mi objeto de estudio durante
mucho tiempo, y todo un libro no bastaría para analizar el tema10… En mi
opinión, la figura del gran perverso es Drácula, que se alimenta de la sustancia de
sus víctimas atacándolas en lo más tierno de sí mismas y avanza cubierto con su
gran capa y nunca a la luz del día. Dado que necesita la sangre de su víctima, no
quiere (y no puede) verla alejarse, así que utilizará todos los medios posibles:
amenaza, chantaje, violencia, pero también seducción, encanto, promesas… Este
tipo de personalidad delimita, evidentemente, una frontera a la posibilidad de
utilizar la comunicación no violenta, puesto que el reto del conflicto no es el
pretexto invocado, sino la propia persona.
Pero hay que ser razonable. Este tipo de personaje está poco extendido,
¡afortunadamente! En los conflictos clásicos, generalmente estamos lejos de él y
lo que es «perverso» es más bien la relación. Stephen Karpman ha puesto en
evidencia la manera en que dos personas pueden desempeñar, en los tres ángulos
de un triángulo, tres papeles que ocupan alternativamente: el de perseguidor, el
de víctima y el de salvador11. Veo en esto una relación del tipo de la que existe
entre Tom y Jerry, en la que cada uno de ellos es alternativamente el perseguido,
el que está en peligro y el que salva la situación, lo cual permite al otro volver a
empezar…
Una vez cerrado este necesario paréntesis, volvamos a una de las condiciones
esenciales de una comunicación sana: la presencia. Presencia en uno mismo y
presencia en el otro.
Estar presente
Escuchar es, en primer lugar, abrir los oídos… ¡y el corazón! Estar presente
significa prestar atención, muy sinceramente, a lo que es importante para cada
uno…, y primero, para uno mismo.
La moral
Ejercicio 7
¿Existen sentimientos o sensaciones que lamentas experimentar? ¿Que consideras como malos
sentimientos o malas sensaciones?
Te propongo que los aceptes sin rechazar nada, sin ni siquiera lamentarlo…
¡Sea cual sea tu vivencia, es sagrada! Podemos lamentar que un acontecimiento se
haya producido, pero no podemos lamentar experimentar lo que ha producido en
nosotros. Al contrario, esta vivencia es un excelente indicador de lo que nos
conviene o no.
Ahora vuelve a los diferentes adjetivos que definen tu estado de ánimo y vuelve a trabajarlos según el
ejemplo siguiente.
Me siento inquieto. Detallemos:
• ¿Se trata de una preocupación importante o solo ligera? ¿Qué lugar ocupa en mi pensamiento? ¿Me siento
invadida? ¿Rechazo este sentimiento, intento enmascararlo?
❏ Me preocupo porque hace mucho tiempo que no tengo noticias de mi hijo, que se ha marchado a dar
la vuelta al mundo.
❏ Tengo miedo de perder mi puesto porque se prepara una reestructuración.
❏ Me da miedo que mi hijo fume… y algo que no sean cigarrillos…
El cuerpo físico
El cuerpo también es un excelente indicador. No miente nunca y, si se le presta
la atención que merece, puede ayudarnos a esclarecer nuestras necesidades.
Te propongo que pases revista a las diferentes partes de tu cuerpo, ¡sin
olvidarte de llegar hasta la punta de las orejas y hasta la punta de los dedos! No te
olvides tampoco de comprobar lo que ocurre a flor de piel y lejos, en el interior.
Ejercicio 8
¿Y tu cuerpo?
¿Te sientes en plena forma?, ¿cansado?, ¿con tensiones?, ¿con dolores?, ¿con hormigueos? ¿Estás relajado?
¿Estás encogido? ¿Experimentas sensaciones de calor, de frío o de hinchazón?
Puedes utilizar la tabla siguiente.
Cuello, garganta
Abdomen, vientre
Presencia en el otro
Esta misma atención, se trata también de ofrecérsela totalmente a tu interlocutor
en un momento de la escucha, si quieres entrar en comunicación con él. La
disponibilidad es absolutamente primordial. Debes saber, aunque estés en un
ritmo rápido, tomarte un tiempo totalmente dedicado a la persona con la que te
importa comunicarte bien.
Ejercicio 9
«Ah, vaya, te gustaría…» (una piscina de caramelos, no ir más a la escuela, hacerse un piercing o un
tatuaje, marcharse para dar la vuelta al mundo en autoestop con unos amigos…)
No te sientas amenazado. Interesarse por su sueño no es aceptarlo sin condiciones. Pídele
precisiones: «¿Cómo serían los caramelos en tu piscina?», «¿La escuela es realmente difícil para ti?»,
«¿Un tatuaje? ¿Por qué sería importante para ti?»
Si te hace una pregunta, debes responderle, por supuesto, «con transparencia», es decir, con la mayor
sinceridad posible. Sobre todo, no aproveches para tomar las riendas de la dirección de la
conversación. Quizá puedes hablar de tu experiencia: «Es cierto, algunos días, a mí también me
entraban ganas de golpear a mi profe, porque fue injusto conmigo; ¡era duro!» En esta respuesta, das
testimonio y tu hijo ya no se siente solo. Sin embargo, no es conveniente quitarle el protagonismo y
ponerse a hablar largamente de tus propios problemas en clase.
Evidentemente, habrás tenido la precaución de parar el móvil: no estás disponible para nadie que no
sea tu hijo. Obsérvalo con benevolencia si intenta, a su vez, escabullirse (por ejemplo, enviando
mensajes con su propio móvil…) Si no manifiestas ninguna impaciencia, volverá a la relación,
seguro.
En la educación
Los profesores se enfrentan a un grupo y experimentan sobre sí mismos el peso
de una institución que les pide eficacia y rendimiento. Su trabajo es arduo, pero
siempre ganarán en todos los frentes si miran a sus alumnos con benevolencia y
confianza, individualizando, también, siempre que sea posible. Cada alumno es
específico, ante todo es un individuo con sus emociones y sus necesidades. Por
supuesto, un profesor no puede doblegarse a las pretensiones y al ritmo de cada
uno, no se trata de esto. Con demasiada frecuencia, se confunde «escuchar» con
«obedecer». Lo que yo propongo es comprender que el alumno está bajo presión
y que puede tener dificultades por mil y una razones, a veces independientes de la
escuela. Tiene necesidad de ser considerado no como un alumno al que conviene
inculcar conocimientos, sino como a un ser humano… Algunos han tenido la
suerte de disponer de uno de esos profesores brillantes que te arrastran al placer
de aprender. Saben hablar con cada uno, animar, felicitar y confiar en las
capacidades de cada uno. Saben que la similitud y la equiparación no favorecen
en nada la igualdad de oportunidades.
En la vida de pareja
¡Es un ámbito en el que todo el mundo quiere tener éxito! ¿Cuál es el secreto de
las parejas felices, de las parejas que aguantan bien, de las parejas sólidas? Es
bastante simple, en teoría: solo pasan juntos momentos plenos, auténticos.
Reflexionemos: si todos los momentos están llenos de sentido, ¿por qué
detenerse? No todos los momentos de una pareja pueden ser agradables, la vida
siempre comporta dificultades que hay que superar; pero estas parejas «logradas»,
simplemente, están realmente juntas cuando están juntas.
¿«Servir para»?
Los regalos
Este hombre regalaba a su mujer todo lo que pensaba que era de su agrado. Nunca se olvidaba de su
cumpleaños, se inventaba fiestas para alegrarla todavía más, llegaba con ramos de flores… En suma, lo
hacía todo «de la manera correcta». Era el mejor de los maridos y se lo hacía saber a todo el mundo, se
vanagloriaba de ello. Incluso me dijo un día que su mujer, una joven muy bonita, profunda y discreta,
¡tenía mucha suerte! ¿Cómo la consideraba, él? «D. es un bomboncito de chocolate y no puedo
saborearlo cuando me apetece… ¡Es realmente difícil de satisfacer!» Cuando escuché a D., ella me dijo
que no tenía ganas de recibir aquellos regalos. Le hubiera gustado que él la considerara y la hiciera
respetar por su familia política, que la valorizara y la ayudara a tener éxito en la pequeña empresa que
intentaba crear, en lugar de decirle que tenía mucha suerte de poder estar sin trabajar.
En este ejemplo, es evidente que el marido estaba totalmente centrado en sí mismo, en su manera de
ver las cosas, en su orgullo por tener una mujer muy hermosa…, pero nunca había estado presente para
ella.
La sexualidad
¡Es como con los regalos! Si quieres dar gusto al otro, no te pierdas en el Kamasutra o en otros métodos
exóticos. Escucha el cuerpo de tu pareja, descubre sus reacciones, sus estremecimientos, su ritmo, ¡y
todo irá muy bien! Inventa, sé creativo, pero presta atención a las reacciones que provocas. No hay una
receta que guste a todo el mundo… Les digo a menudo a los hombres que una mujer es como una caja
fuerte de la que tienen que descubrir el código. Para abrir la caja fuerte, nos dicen las películas, ¡hay que
pegar la oreja a ella y escuchar con atención para acceder al tesoro!.
En el trabajo
También en este caso, afirmo que la escucha benevolente es la clave del éxito de
una entrevista. Hace unos años, un amigo, director de una gran sociedad, me
confiaba que se sentía exasperado por el comportamiento de algunas secretarias y
que el clima se había vuelto muy difícil. Había organizado varias reuniones sin
conseguir que se arreglaran las cosas. Le sugerí que las recibiera a todas, una
después de la otra, en una entrevista. Puso en marcha aquella maratón de
entrevistas (eran una treintena). Las escuchó e intentó comprender por qué, a
veces, se ponían de mal humor. No emitió ninguna crítica, solamente manifestó
su comprensión. También aportó algunas modificaciones mínimas de
organización que ellas habían sugerido y que les facilitaba el trabajo. El ambiente
se volvió tranquilo y las secretarias fueron mucho más productivas.
Si trabajas con un equipo, tómate el tiempo de ofrecer una auténtica sonrisa,
de dar un apretón de manos mirando a los ojos. No cuesta mucho y establece una
relación; es mucho más agradable trabajar con seres humanos de buen humor que
con robots…
Durante un conflicto
Pérdida de energía
¿Qué ocurre durante un conflicto? Cada parte se planta en su postura y acusa al
otro de no querer escuchar nada. Cada uno acusa al otro de mala fe, de mala
voluntad, de mala intención o de estupidez. Por supuesto, siempre soy «yo»,
siempre «yo», quien tiene razón, sea cual sea la naturaleza del conflicto. Es una
evidencia: si uno u otro reconocen su error, deja de haber conflicto. Por
consiguiente, el otro, con la misma sinceridad, piensa que es «él» quien tiene
razón. ¡Cuánto tiempo y energía perdidos!
Cuando me piden que ayude a resolver conflictos, mi papel consiste en hacer
posible que uno y otro accedan a esta evidencia: el otro no actúa de mala fe,
simplemente intenta defender su punto de vista con la misma energía. Los dos
están atrapados en su torbellino de miedo o de cólera. Cada uno dice que es el
otro el que quiere la guerra…, ¡cuando los dos quieren la paz! A partir del
momento en que dejan de gritar es cuando pueden entenderse, no gritando cada
vez más fuerte ni vertiendo toneladas de acusaciones, de nombres malsonantes y
de pruebas contra el adversario. Se trata de elevar el debate en lugar de elevar el
tono.
Atención benevolente
Lo que está en juego, mucho más allá de los argumentos lógicos avanzados, son
las emociones, los miedos, las cóleras y las tristezas. La atención benevolente
dirigida a nuestro oponente como persona soluciona muchas situaciones
conflictivas. Es la primera de las condiciones para encontrar una solución
respetuosa para cada uno. Esto requiere hacer un poco de vacío en uno mismo
para preparar un lugar a las emociones del otro, para mostrarse un poco
disponible.
Por supuesto, para hacer evolucionar la posición de «campo atrincherado»,
tengo que escuchar a cada persona con una gran disponibilidad, acoger
plenamente sus emociones, no relativizar nada, no juzgar sus miedos o sus
cóleras. Detrás de toda la oleada de invectivas, veo ante todo a una persona con
una dificultad emocional. Solamente una vez que se haya sentido comprendida y
respetada será posible que escuche mi propuesta de dejar de mirar al otro como a
un monstruo.
Durante mi larga carrera de formadora en relaciones humanas, he acompañado
a muchos estudiantes a resolver conflictos de trabajo que creían bloqueados.
Veamos otro ejemplo.
Proyectos frustrados
N., directora del Servicio para la Juventud de una ciudad pequeña, se exasperaba contra el que llamaba
«mi político» (el responsable de Juventud de esta ciudad), porque tenía la sensación de no poder llevar a
cabo los proyectos que elaboraba minuciosamente con pasión. Tuvo que asistir a varias clases para
comprender que el objetivo de su político no era ponerle trabas; lo que quería, como ella, era que los
niños del municipio recibieran un buen trato. Simplemente, no estaban de acuerdo sobre el método que
debía seguirse. Un día, finalmente consiguió decirle que reconocía su intención positiva, que la tenía en
cuenta y que, como profesional, ella actuaba según su criterio proponiendo acciones que respondieran
exactamente a las preocupaciones identificadas. No cambió ni una coma de su proyecto, solamente se
tomó el tiempo de mostrar a aquel hombre que su proyecto respondía a sus deseos legítimos de
responsable de Juventud. Esto se remonta a una decena de años. Me la encontré recientemente: N. ha
evolucionado en su trabajo y se ha ganado completamente la confianza de «su político».
Ejercicio 10
Sintetizar
Sin hablar automáticamente de gran conflicto, podemos experimentar dificultades de comunicación. Te
propongo que intentes sintetizar el punto de vista de tu interlocutor sin apriorismos, sin juicios y sin
interpretación. Toma la palabra en su lugar, como si se dirigiera a ti: «Esto es lo que me gustaría que
comprendieras de mi problema». Tómate el tiempo de sintetizar y de redactar la repuesta.
(Un amigo)
Mi
Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud
respuesta
«Los vecinos hacen un ruido insoportable, La persona siente una intensa emoción, el «¿Ah, sí?
de la mañana a la noche se oye música y, flujo de su voz es rápido, me aporta Mmm…
además, los niños se pelean, y además…, y montones de pruebas… No puedo hacer Mmm…
además…» más que acoger. De la
mañana a
la
noche…»
«Lo peor es que, La descripción de los hechos puede durar bastante «¡Todo lo que me
incluso por la noche, tiempo. La persona tiene necesidad de exteriorizar todo describe parece
se diría que lo hacen lo que experimenta, pero esto no la hace avanzar. Nunca insoportable, y
a propósito, reformulo un hecho; si lo hiciera, la persona se marcharía comprendo muy
arrastran muebles, sin más. Intento, cuando siento que puedo hacerlo sin bien por el sonido
parece que se estén herirla, centrarla en ella misma, es decir que «reformulo» de su voz que esto
mudando… Hacen la comunicación no verbal transmitida a través de todo lo exaspera
ruido en el cuarto de este montón de evocaciones. realmente! No
baño…» puede más…»
«Sí, no puedo más, La persona está bajo la influencia de una emoción más «Es terrible… Ha
estoy a punto de profunda. Es el momento en el que puede llorar…, o llegado usted al
estallar, ¡me entran guardar silencio durante un tiempo. Es un tiempo que no punto de
ideas asesinas! ¡Algún debo interrumpir. Permito realmente que esta emoción preguntarse si va
día, pasará algo llegue y no hago nada para frenarla. a haber un
terrible!» drama.»
Otra reformulación esencial. Resulta tanto más difícil de realizar cuanto lo que
nos dice es difícil de comprender. Sin embargo, esta reformulación es lo que
permitirá a la persona comprender realmente lo que acaba de decir.
«¡Sí, no es lo que quisiera La persona vuelve a ser accesible a un «Así que necesita encontrar
que ocurriera, por supuesto! discurso más lógico. Podemos pasar a una solución que corresponda
Soy una persona tranquila.» otra fase, la del cuestionamiento. a su personalidad pacífica.»
Esta es una nueva reformulación que plantea el problema que tiene que
resolver la persona. Podemos empezar a interesarnos por esto con ella. Te habrás
dado cuenta, de paso, de que he orientado a esta persona a interesarse por su
necesidad.
Expresión del
Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta
tema
Mi reflexión, mi
Expresión del tema Mi respuesta
actitud
«Sí…, cuando mandé a los niños, Mantengo mi confianza en ella para que «Ah… ¿Cómo
bajaron la música…, pero solo duró considere otras soluciones sin podría perfeccionar
dos noches…» proponérselas yo misma. el método?»
«Podría ir yo misma, En este caso, puedo «En efecto, comprendo que esto no se
pero tengo miedo de proporcionarle una herramienta corresponde con su naturaleza pacifista.
ponerme nerviosa.» necesaria para la resolución de Quizá exista una metodología que
los conflictos y explicarle la podría ayudarla. ¿Conoce la
comunicación no violenta. comunicación no violenta?»
«Tendría que presentar En este caso, primero voy a «¡Ah! Está desbordada… Pero ¿cuál es su
una denuncia, pero no aceptar su dificultad y después necesidad prioritaria en este momento?»
tengo tiempo: la intentaré ver cómo puede
plancha, los deberes de organizarse.
los niños, etc.»
Detengo aquí el ejemplo, pero has podido darte cuenta de que me he
mantenido todo el rato cerca de la persona, nunca he interpretado, nunca he
juzgado, nunca he eludido, nunca he dado soluciones prefabricadas.
Técnica de la reformulación
El concepto de escucha activa fue «inventado» por Carl Rogers12. A él le
debemos todos los primeros descubrimientos sobre el interés de esta actitud.
Observemos que Marshall B. Rosenberg, inventor del concepto de comunicación
no violenta del que hablaremos de forma más precisa en la tercera parte, habla de
«parafrasear». En su obra, da las gracias a Carl Rogers; la idea es realmente la
misma. En Francia, André de Peretti13 y también Roger Muchielli han divulgado
la escucha activa. Quiero rendir homenaje a todos los que han trabajado por unas
relaciones más respetuosas. Los considero a todos como grandes personas, y les
debo mucho.
A menudo se ha criticado a Rogers diciendo que reformular se limitaría a
repetir lo que se acaba de decir. Evidentemente, si la reformulación solo fuera
esto, dejaría de ser eficaz con mucha rapidez. Espero que el ejemplo anterior ya
haya permitido tener una visión más amplia. Ahora voy a detallar las diferentes
reformulaciones, sus diversas utilidades y sus efectos.
La reformulación eco
Como su nombre indica, recupera una de las últimas palabras pronunciadas por
la otra persona. Se emplea, sobre todo, cuando no se tienen suficientes elementos
para arriesgarse a decir algo más o si solo se dispone de una
reformulación/repetición que proponer. Se pronuncia en un tono de apertura que
propone ir más lejos; también puede ser útil en caso de encontrarse en una
situación de desestabilización debido a un ataque directo.
La reformulación reflejo
«Soy una inútil… No tengo amigos… En el patio del recreo, nadie «Te sientes realmente aislada,
quiere estar conmigo. No puedo ir más al colegio.» realmente desesperada…»
«Este colega es pretencioso, es un arribista. Haría cualquier cosa para «Usted se siente
aplastarme. Ya no sé cómo actuar durante las reuniones.» desamparado en las
reuniones frente a este
hombre dispuesto a todo…»
«Tengo una sensación extraña en este momento… Tengo la «Vive con la sensación de
impresión de que mi marido me engaña. No sé si tengo que hablar duda, de sospecha, y ya no
con él… Al mismo tiempo, pienso que son imaginaciones mías, ¡es sabe qué debe hacer…»
estúpido!»
Reformulación
Te dicen reflejo
«En algunos momentos, ¡no soporto a los niños! Regreso, cansada, y ellos se pelean, 3. ……
el mayor no se quiere despegar del ordenador y los videojuegos. Nadie me ayuda.»
«¡No es normal que la maestra no haya castigado a Théo! ¡Hizo lo mismo que yo, y 4. ……
me castiga solo a mí!»
La reformulación aclaración
«Desde que mi marido murió, hay mucha gente a mi alrededor. «¿Quiere decir que, a pesar de
Algunos incluso dicen que son mis amigos. Estoy muy las atenciones de todo el
acompañada, me invitan, me proponen muchas cosas, pero nadie mundo, se siente sola con su
me comprende realmente.» tristeza?»
«¡Mire, desde hace dos meses, tengo una suerte increíble! ¡He «Lo cual viene a significar que
conseguido la promoción que quería, he conocido a una chica todo va realmente bien para
supersimpática y he encontrado el apartamento de mis sueños!» usted en este momento.»
«Me esfuerzo todo lo que puedo, pero no avanzo nada. Lo he «Si lo he comprendido bien,
probado todo, nada se mueve. ¡Tengo paciencia, pero, de todos está en la misma situación
modos, esto empieza a ser demasiado!» desde hace años y esto le
parece insoportable.»
Reformulación
Te dicen
aclaración
«¡De todos modos, este tipo de cosas solo me ocurren a mí! ¡Si se necesita a 5. ……
alguien, me cae a mí! ¡Siempre igual!»
«¿Sabes?, ¡Camille tiene suerte! ¡Su madre le hizo patatas fritas ayer!» 6. ……
La reformulación invertida
«¡Sin embargo, es fácil! ¡No comprendo por «¿Quiere decir que todo el mundo lo consigue sin
qué soy el único que no lo consigue!» dificultad?»
«¡Mi marido ha elegido para las vacaciones el «¿Esto significa que aceptaría ir a cualquier otro lugar
único lugar que detesto!» excepto allí?»
«Esta memoria es un auténtico desastre. Sin «¿Quiere decir que todo este trabajo, todas estas
embargo, hace meses que trabajo en ella, pero investigaciones, no han servido para nada? ¿Que tiene
lo tengo que repetir todo.» que volver a empezar de cero?»
Reformulación
Te dicen
aclaración
«¡Los hombres son todos unos obsesos! ¡Solo les interesa una cosa!» 8. ……
La reformulación síntesis
Reformulación síntesis
«Por lo tanto, su opinión es que necesitamos absolutamente deshacernos de este colaborador. ¿Qué
piensa de ello el responsable de compras?»
«Por lo tanto, puede usted elegir entre soportar la situación o buscar otro empleo. ¿Quiere que
estudiemos juntos las ventajas y los inconvenientes de las dos opciones?»
«Por lo tanto, me dices que ahora estás totalmente decidido a… ¿Cómo piensas actuar?»
11. Para ir más lejos, véase el triángulo infernal o el triángulo perverso de Karpman, en análisis
transaccional.
13. He tenido el gran privilegio de conocer a este señor, cuando ya tenía una edad muy avanzada.
Recuerdo una silueta menuda y endeble, pero con una mirada luminosa, rebosante de inteligencia y de
amplitud de miras.
5
ELEMENTOS DE LA RELACIÓN CON EL OTRO
En el programa
Elementos indispensables
Comprender los sentimientos
Comprender la voluntad
Lo esencial para recordar
Elementos indispensables
La confianza
Tengo realmente metida en el cuerpo y el alma la certeza de que el ser humano
puede encontrar recursos y soluciones para sus dificultades, siempre y cuando se
encuentre en un medio que se lo permita. Esto me produce una gran confianza
en sus posibilidades. No dejo de verificar que, sin confianza, no se desarrolla
nada realmente. Dar confianza cuando todo va bien es una cosa fácil… sin
embargo, cuando todo va mal es cuando la confianza es esencial.
No pretendo dar confianza a todo el mundo, me siento totalmente incapaz de
ello, pero sé que soy yo la que tiene limitaciones y las respeto, y también que
otros pueden donde yo no puedo.
Por lo tanto, propongo, en la relación, no «cortar» nunca con la pretensión de
que realmente no hay nada que hacer con este individuo: sería encerrarlo en un
destino muy sombrío. ¡Por poco que él me crea, sería grave!
Esta disposición mental tiene una gran influencia en la posibilidad de una
comunicación no violenta.
La empatía*
Comprender la empatía
Intentar comprender lo que ocurre para el otro, cómo ve, cómo vive una
situación, ya es el principio de un proceso no violento. Es dar muestras de que se
es capaz de tener empatía.
Este término a menudo se comprende y se utiliza en un sentido bastante
aproximativo; quizá es la razón por la que la empatía se practica poco. Por lo
tanto, voy a dedicarme a dar una idea muy precisa de la misma.
Conviene empezar por diferenciarla de los conceptos de simpatía y antipatía.
La antipatía tiene relación con un sentimiento de rechazo, de repulsión frente a
una persona o su comportamiento. La antipatía aleja. Al contrario, la simpatía
acerca, porque hace experimentar una afinidad moral o emocional respecto al
otro y puede conducir a sentir lo que el otro siente. Por ejemplo, podemos hablar
de «mal de simpatía»: si un ser querido sufre, podemos vernos afectados y sufrir
con él.
La empatía no actúa en absoluto a distancia; permite comprender lo que el otro
experimenta o piensa, desde su punto de vista. Por ejemplo:
Efectos de la empatía
Descubrí la empatía durante mi largo paso por la asociación SOS Amitié.
Escuchar por teléfono a todo tipo de personas con todo tipo de problemáticas es
eminentemente formador en este sentido. Es evidente que no se puede, a pesar
del nombre de la asociación, ser amigo de todas las personas que llaman, esto no
tendría ningún sentido. Pero es posible escucharlo todo con empatía. Veamos
algunos recuerdos (que se remontan a más de veinticinco años…)
Violencia
Una mujer me llama para explicarme que pega a su hija de doce años: «La pego, la pego, sé que no
debería hacerlo, pero no puedo actuar de otra manera». Naturalmente, me rebelo ante el acto y
comparto el sufrimiento que debe de experimentar esta niña. Pero es a la madre a la que tengo al
teléfono, y es de ella de quien tengo que ocuparme en este momento. Por lo tanto, intento entrar en
empatía con ella reformulando la situación, es decir que me represento lo que está haciendo:
«—Llama usted a SOS Amitié para hablar de esto. Por supuesto, repruebo el acto, pero, si usted me
llama, es que siente que tiene un problema…
—Sí, me gustaría poder parar, pero no sé cómo hacerlo…»
Tuvimos una conversación realmente positiva. Ella pudo hablar de sus dificultades presentes y de su
propia infancia masacrada… Al final de la entrevista, me dijo que se iba a poner en contacto con una
asociación especializada que pudiera ayudarla. Si hubiera respondido espontáneamente bajo el efecto
de mis sentimientos de repulsión, no habría ayudado ni a esta mujer ni, en consecuencia, a su hija.
Prostitución
Me llama un hombre joven. Está muy mal. Me explica que se ha prostituido y que, la víspera, ha servido
de diversión a todo un grupo. «¡Me hicieron daño!» El comportamiento de este joven se sale por
completo de mi marco de referencias; mi primer pensamiento (¿como el tuyo, quizá?) es que solo tiene
que cambiar de oficio. Sin embargo, una vez más, me descentro de mis juicios y me centro en él, para
comprenderlo. Me explica que no sabe cómo ganarse la vida porque lo echaron a hacer la calle cuando
no era más que un adolescente. Me habla de su vergüenza, de su sufrimiento… Lo escucho…
Prisión dorada
Una mujer adinerada me llama para quejarse de su marido. La cubre de joyas y pieles, la lleva a todas las
comidas mundanas de los clubes de los que forma parte. Acostumbrada a oír dramas que solo la
escucha anónima puede permitir exponer, empiezo por pensar que existen problemas mucho peores…
Pero, si esta mujer me llama, es porque tiene alguna cosa importante que decirme… ¡La escucho! Me
habla del autoritarismo de este hombre y de su falta absoluta de libertad, me explica que las joyas son
para que se sienta orgulloso cuando sale, pero que, bajo las pieles, no tiene con qué comprarse un
sujetador nuevo. Está totalmente desesperada, porque no tiene vida personal. Al menos, ha encontrado
a alguien para contárselo.
Problemas sexuales
Me llama un hombre que, de entrada, quiere que sea su pareja sexual telefónica. Oigo como ruido de
fondo los ecos de una película porno. Es evidente que no voy a responder a esta demanda. Se lo digo
muy claramente, pero intento comprender, con empatía:
«Llama a SOS Amitié para escuchar la voz de una mujer por teléfono; ¿qué le ocurre para que haga
esto?»
La reacción de este hombre me sorprendió profundamente. Se puso a llorar, apagó la película y me
habló. Como consecuencia de un accidente, se quedó parapléjico.
«Es terrible, señora, solo “eso” funciona todavía en la parte baja de mi cuerpo… ¡Si al menos eso no
trabajara!» Me habló, largo rato, de lo que experimentaba, me dijo que ni siquiera tenía la posibilidad de
suicidarse, y que era la primera vez que podía hablar de ello.
Después de haber expuesto estos recuerdos, no me parece que sea útil añadir
otros ejemplos sobre los efectos de la empatía en la comunicación.
La empatía es una aptitud que se debería desarrollar en los niños desde la más
tierna edad, como se procura desarrollar de manera armoniosa su cuerpo
cuidándolo, alimentándolo correctamente y proponiendo actividades deportivas.
La empatía consiste en intentar comprender el mundo interior del otro, lo que
siente, lo que desea, lo que comprende de la situación desde su propio punto de
vista. Por lo tanto, desarrollar esta aptitud significa incitar al niño a interesarse
por la visión y las emociones del otro.
Veo con demasiada frecuencia a los adultos dirigirse a los niños en forma de
culpabilización* cuando intentan hacerles comprender la empatía: «Has hecho
daño a tu hermano, ¿no te da vergüenza? ¿Te gustaría que te hicieran lo que tú le
has hecho?», «No quieres decirle buenos días a papá, eso lo pondrá triste»,
«Podrías ayudarme a poner la mesa, ¿no te das cuenta de que estoy cansada?»
Evidentemente, la empatía presentada de esta manera no es muy alegre y, por
ello, no resulta realmente tentadora.
Un método
«Me estoy dando cuenta de que das patadas a tu cartera. ¿No estás contento? ¿Qué ocurre?»
Tu hijo quizá está triste porque su compañero no está ahí, tiene miedo de que los mayores se metan
con él, todavía tiene sueño y preferiría dormir, necesita una gran caricia y no está dispuesto a separarse
de ti… Por supuesto, acogemos esta emoción con la mayor atención. «Validamos su vivencia.»
Para ello, se debe empezar siempre por una situación en la que él no participa y multiplicar los ejemplos
positivos:
«—Cuando su madre viene a buscarlo, ¿qué crees que siente Alexandre?
—¡Debe de estar muy contento!
—¿Cómo lo sabe ella?
—¡Le da muchos besos!
—Y a ella, ¿qué crees que esto le provoca?
—¡Ella debe de ponerse muy contenta!
—Los besos son muy agradables, ¿verdad?»
«—¿Has visto?, Théo le ha gritado fuerte a su hermano pequeño! ¿Cómo crees que Nathan vive esto?
—Debe de ponerse triste.
—Sí, sin duda… ¿Quizá tampoco comprende por qué? ¿O tiene miedo de su hermano? Es una
lástima… ¿Qué piensas tú?
—No está bien que le grite a su hermano.
—Sí, en efecto. Pero ¿por qué crees que Théo le ha gritado?
—Porque le había roto la construcción de Kapla dándole una patada dentro.
—¡Oh, vaya! Entonces, ¿qué crees tú que Théo sentía?
—¡Debía de estar muy enfadado!
—Sí, tienes razón, ¡debía de estar muy enfadado! Ahora, intentemos reflexionar: ¿cómo habría podido
actuar de una manera diferente que gritando muy fuerte a su hermano pequeño?»
Es la ocasión de empezar a acostumbrar al niño a comunicarse de una manera no violenta. En el
capítulo siguiente veremos qué hacer con la cólera de manera no violenta.
Los cuentos para niños también son un soporte muy bueno, porque a menudo desarrollan la tristeza
del animalito o la estupefacción del héroe. Podremos, siempre de manera ligera, establecer
comparaciones con el mundo real del niño; de manera ligera, porque el niño aprenderá mejor si no se le
presentan las cosas en forma de lección moral.
«Quiero a mi marido. Lo conocí cuando yo tenía dieciséis años, ahora hace veinte años. Fue un amor
apasionado… Es amable, cariñoso, trabajador y fiel. Tenemos tres hijos maravillosos. Vivimos en una
bonita casa… Pero… Conocí a un hombre en un viaje a Inglaterra… Solo pienso en él, nos escribimos
todos los días montones de mensajes… Hay algo en su mirada y en su comportamiento que me atrae
irresistiblemente… ¡No debo de ser normal!»
«¡No sé por qué soy así, soy completamente inútil! Sé que debería aceptar la responsabilidad que me
proponen, es un puesto con el que sueño desde hace mucho tiempo. Pero, desde que me lo han
propuesto, siento pánico.»
«Adoro a mi madre, siempre ha estado aquí para mí. Está muy enferma y yo soy quien se ocupa de
ella. Es normal y le aseguro que la quiero de todo corazón, pero a veces tengo ganas de que se muera.»
«¡Sé muy bien que debería hacer deporte! Incluso me he inscrito en un club de zumba, pero no
consigo ir, tengo miedo de que se burlen de mí, a mi edad…»
«¡Siento odio! ¡He soñado que mataba a la amante de mi marido! Me he despertado muy mal después
de esta pesadilla. ¡Soy violenta, y me doy miedo!»
«Si tuviera valor para ello, abandonaría esta vida de m… Ser electricista no era lo que había elegido,
sino la decisión de mis padres. Yo quería ser campesino. ¡Y ahora es demasiado tarde, soy un inútil!»
A poco que le ocurra lo mismo regularmente, ahora, cada vez que la vida sea
picante para ella, deducirá que la que pica es ella, no las circunstancias de la
vida… Sin embargo, ¡a veces pican fuerte!
Sí, es humano (o es normal, como se quiera) no controlar una atracción que se
siente.
Es humano valorar bien una responsabilidad cuando el sueño puede convertirse
en realidad.
Es humano amar y tener deseos asesinos.
Es humano sentirse mal en el propio cuerpo, incluso si este es normal.
Es humano experimentar rivalidad hasta el punto de soñar con suprimir al
intruso.
Es humano dudar si dejar una vida estable por un sueño de adolescencia.
¡Es humano, puesto que es humano el que lo experimenta!
Ser comprendido sobre un sentimiento experimentado es profundamente
tranquilizador.
Comprender la voluntad
Cuando mi hija era estudiante, en varias ocasiones hablamos por teléfono
durante horas. Ella redactaba su memoria de maestría sobre un tema que yo era
totalmente incapaz de comprender a priori. Me explicó su intención, lo que
quería demostrar. A medida que me hablaba, se veía obligada, para que yo la
comprendiera, a poner en orden sus propias ideas, para hacerlas comprensibles.
Como un proyeccionista que solo puede ver en una pantalla neutra la película
que proyecta, mi esfuerzo de comprensión tenía este efecto. A veces, cuando las
ideas surgían de manera desordenada, me decía que no lo conseguiría. Entonces,
le preguntaba lo que realmente quería decir y cogía un bolígrafo y un papel para
tomar notas. Ella hacía un esfuerzo de síntesis, para mí. Después, yo le leía mis
notas: «¡Pues sí, eso es, tú lo has dicho!»
Querer comprender la intención del interlocutor tiene un doble efecto. Por una
parte, obliga al que habla a hacerse comprensible, como en el ejemplo anterior;
por otra parte, permite al que escucha comprender con precisión de qué se trata.
Ocurre a menudo que el tono sube entre dos personas simplemente porque no
están hablando de lo mismo, pero no se dan cuenta.
Diálogo de sordos
En el programa
Vocabulario emocional
Reconocer las necesidades y los deseos
Existir en la relación
Lo esencial para recordar
Vocabulario emocional
Precisión
El vocabulario español es muy rico. Permite definir con una gran precisión la
sutileza de las emociones. En mi primera obra16, me dediqué a una investigación
de todas las palabras posibles en un mismo registro. Por ejemplo, en el registro
de la alegría, estar eufórico o ser jovial son dos cosas diferentes; en el registro de
la tristeza, se puede estar triste o desesperado; en el registro del miedo, se puede
estar inquieto o aterrorizado; en el de la cólera, se puede estar furioso o irritado.
Solo se trata de algunos ejemplos de la variedad y los matices posibles de la
expresión de la emoción.
Ocurre a menudo que somos más conscientes de las emociones del otro que de
las nuestras propias, que no nos tomamos el tiempo de aceptar nuestras propias
emociones con delicadeza y respeto. Este paso nos va a conducir a diferenciar
emociones y sentimientos17.
El sentimiento, en mi opinión, es la conciencia que tengo de la emoción que
experimento. La emoción surge. El sentimiento se comprende más tarde.
Me encuentro con alguien con el que quería encontrarme: sonrío, me
siento feliz, es espontáneo. Experimento el sentimiento de que esta
persona es importante para mí, de que me valora, etc.
Alguien da un grito: me sobresalto, tengo miedo, me pongo en situación
de alerta. Experimento el sentimiento de que alguna cosa puede ponerme
en peligro.
Me gritan: mi mirada se vuelve feroz, mi cuerpo se inclina hacia delante,
me encolerizo. Experimento el sentimiento de que me atacan.
Me entero de una mala noticia: se me llenan los ojos de lágrimas, el
cuerpo se me desploma, me pongo triste. Experimento el sentimiento de
haber perdido alguna cosa importante.
Organizar el pensamiento
En cuanto soy capaz de dar nombre a mi sentimiento, puedo organizar mi
pensamiento para hacer alguna cosa con él. Por ejemplo, si siento el peligro,
puedo reflexionar sobre mi necesidad de seguridad y sobre los medios que puedo
poner en marcha para protegerme.
Te propongo que te pases la película de la semana que acaba de finalizar y que
identifiques circunstancias en las que hayas experimentado una emoción.
¿Podrías darle un nombre? En cada registro (alegría, tristeza, miedo, cólera),
¿puedes afinar y elegir el término que realmente conviene?
Ejercicio 11
Alegría
Tristeza
Miedo
Cólera
Reconocer las necesidades y los deseos
Cada uno tiene unas necesidades diferentes. Si tienes un hermano o una
hermana, sabes que la igualdad y la similitud no tienen nada que ver. Uno quería
contar el número de guisantes que mamá le había dado a cada uno para estar
seguro de tener la misma cantidad de amor. ¡El otro quería contar el número de
patatas fritas porque las adoraba! Las niñas tomaban clases de danza clásica: una
se sentía realizada, la otra sufría el martirio de intentar ser flexible y graciosa. Los
niños tomaban clases de judo: uno era un auténtico deportista, se sentía bien en
su kimono, el otro habría preferido tocar el violín.
¿Cuál es la necesidad «buena»? ¿Cuál es el deseo legítimo y el que no lo es? Es
importante reconciliarse con las propias atracciones, necesidades, preferencias y
aptitudes. Esto implica también asumirlas y aceptar la responsabilidad que
implican.
Nuestras necesidades, preferencias y deseos nos pertenecen. El otro no es en absoluto
responsable de ellos y no tiene por qué colmarlos. Considerar lo contrario es un error
muy común y fuente de mucha violencia en la comunicación, porque abre la vía
al reproche.
¿Cómo se han construido nuestras necesidades?
Necesidades fisiológicas
Según nuestra constitución, nuestro sistema hormonal y nuestro ritmo, tenemos
más o menos necesidad de alimento, de deporte, de sexualidad, de calor, de
cuidados, etc.
Necesidades emocionales
Aceptar la propia responsabilidad
Nuestras necesidades de adultos con frecuencia están relacionadas con las
emociones de la infancia. Ahora bien, estas se han visto más o menos vapuleadas
por los momentos en los que no hemos tenido tiempo o voluntad para prestarnos
la atención que habríamos necesitado. No es culpa nuestra: no somos culpables
de ser «demasiado» emotivos, o «demasiado» dependientes afectivamente, o
«demasiado» rigurosos… Pero el otro no tiene la responsabilidad de acudir a
reparar lo que arde todavía en nosotros. Este es el reto de una terapia: curar si es
posible o, al menos, comprendernos, conocernos y aceptarnos con nuestras
dificultades de construcción.
Es realmente una lástima ver a las parejas que se desgarran y reprochan
montones de cosas cuando podrían darse cuenta de que justamente se trata de
heridas de apego que se manifiestan en su carencia.
Conviene estar muy atento para no confundir la necesidad insatisfecha y la causa
desencadenante.
¡Imagina las discusiones que pueden surgir en esta pareja! Sin embargo,
habrían podido estar en condiciones de ser felices si uno y otro hubieran
aprendido algunos elementos de comunicación no violenta.
Repitámoslo: hacernos responsables de nuestra necesidad no es sentirnos
culpable por ello. Si he tenido un accidente que me ha amputado alguna cosa, no
soy culpable por ello, pero es mi problema, y el otro no tiene por qué soportar
este peso sin ni siquiera saber lo que considero que tiene que soportar.
«¿Sabes?, soy una madre inquieta, quizá es difícil para ti» (he
comprendido que, cuando era niña, tenía responsabilidades demasiado
grandes para mí) se transforma fácilmente en: «Quiero saber con quién
estás, dónde estás y lo que haces».
«Necesito ver tu cuaderno de notas para demostrarte que me interesa tu
trabajo» (porque mi propio padre lo firmaba sin ni siquiera mirarlo) se
transforma fácilmente en: «Te has olvidado otra vez de enseñarme tu
cuaderno de notas».
Necesidades circunstanciales
Las necesidades circunstanciales no tienen nada que ver con la infancia, pero son
claramente nuestras.
Ejercicio 12
Necesidades no satisfechas
Fisiológicas
Emocionales
circunstanciales
Ejercicio 13
El otro día, mi pareja se marchó Gran tristeza Me sentí mal, Necesidad de relación, necesidad
rápidamente sin darme un cercana a la sin de ser tranquilizado, necesidad de
beso. desesperación. importancia, ternura porque siempre tengo
despreciado. miedo de ser abandonado.
Es de MI necesidad de la que
hablo. No hablo del otro, no lo
acuso.
¡Es tu turno!
Emoción e
Descripción del acontecimiento Sentimiento Necesidad
intensidad
Existir en la relación
El camino recorrido hasta aquí nos ha enseñado a escuchar al otro, a
comprenderlo y a respetarlo, y después, a escucharnos a nosotros mismos. Ahora,
se trata de aprender a decir YO delante del otro.
La asertividad*
Este término empieza a ser conocido, sobre todo en el ámbito de la empresa,
pero menos en la educación y en las relaciones familiares y sociales; es una
lástima. Este neologismo procede del verbo inglés to assert, «afirmarse». La
traducción al español «afirmación de uno mismo» a veces da lugar a confusión,
como si afirmarse significara afrontar, avanzando el mentón y con aire de
conquistador; es un error que a menudo he señalado, por eso prefiero conservar el
término de asertividad.
Me gusta decir que la asertividad es una postura mental. Dos eslóganes la
definen bien: «La fuerza tranquila» y «Ni erizo, ni borrego». Es una actitud en la
que existe intensidad, fuerza, pero ninguna agresividad. Se sitúa completamente
fuera del tradicional esquema dominante/dominado, está en otra parte. Se
encuentra en la expresión tranquila y afirmada de uno mismo, nunca contra el
otro, sino claramente para uno mismo y para la relación. Evidentemente,
requiere una conexión con las propias emociones, los sentimientos, las
necesidades, el marco de referencias y los pensamientos, todos admitidos como
legítimos, a la vez que se reconoce la legitimidad de las emociones, los
sentimientos, las necesidades, el marco de referencias y los pensamientos del
otro. Está desprovista de cualquier juicio y de cualquier idea humillante.
Autoriza, individualiza y diferencia sin excluir.
Ejercicio 14
Asertividad
Este es un ejercicio para acercarse mejor a este concepto y determinar en qué punto se está. En la tabla
siguiente, marca la casilla que contiene la respuesta que probablemente darías si te ocurriera el caso
presentado en la primera columna.
Caso A B C D
1. Tu hijo ha sufrido Intentas Pides una cita con Vas a esperar al Le preguntas a tu
una humillación en la consolarlo el profesor, le niño «culpable» a hijo en qué el otro
escuela. diciéndole que explicas lo que tu la salida, lo podía ser ridículo y
es injusto, hijo ha sermoneas y lo te ríes con él para
pero que no experimentado y amenazas si consolarlo.
debe darle pides que se le vuelve a hacerlo.
demasiada haga justicia.
importancia.
2. Has decidido ir a Te dices que Les dices que es Entras en razón y Les dices a tus
pasar el fin de podrían darse una lástima (¡oh!, te dices que, amigos que, por
semana cuenta de que lo sentimos bueno, teníais esta vez, no es
tranquilamente en no pasas mucho…), pero ganas de estar posible, habíais
familia, pero tus mucho tiempo finalmente otros solos, pero no decidido estar
mejores amigos con tu familia amigos te han quieres juntos los cuatro,
deciden venir y que tendrían llamado por decepcionar a pero que te gustaría
contigo, lo cual no te que irse a otra teléfono antes que estos amigos por mucho pasar otro
apetece. parte. ellos y no es miedo a fin de semana con
posible… entristecerlos. ellos.
3. Tu hijo te dice: Finges que no Tienes mucho Le dices: «Estás Lo castigas: «¡Vete a
«¡Eres mala, mamá, lo has oído miedo de que deje muy enfadado tu habitación y no
ya no te quiero!» para no darle de quererte, conmigo, salgas hasta que
mucha sientes pena y le explícamelo». estés en mejor
importancia a muestras más disposición!»
la cosa. cariño que de
costumbre.
Rodea en cada línea la respuesta que has marcado, esto te dará en la parte
inferior de la tabla la tendencia de tu comportamiento.
Caso n.° B C A D
1
Caso n.° D A C B
2
Caso n.° C D B A
3
Caso n.° B A D C
4
Caso n.° D B A C
5
Caso n.° A B C D
6
Caso n.° B D A C
7
El niño nace con una confianza total en sí mismo, y pienso que el papel principal
de los padres y los educadores debería ser cultivar esta cualidad. Para ello, sería
conveniente practicar una educación no violenta. Cierto número de
profesionales, investigadores, filósofos y educadores son partidarios actualmente
de esta idea19. Se necesita poca cosa: comprender el funcionamiento del cerebro
de un niño. Estoy hablando de la fisiología, de la química de las emociones y del
sistema de conexión de las neuronas20. Un niño se expresa como puede, puesto
que todavía no dispone de lenguaje o de un lenguaje evolucionado; cuando llora
nunca es para declarar la guerra a alguien, solo es para manifestar que alguna cosa
no marcha bien.
Si esperamos de él, antes que nada, que sea muy bueno, si lo miramos
mal o le gritamos cuando expresa su necesidad de comer, de cariño, de
estar limpio o de tranquilizarse, integra muy rápidamente que no es una
persona conveniente.
Si le impedimos que tome iniciativas o que tenga experiencias cuando es
un poco mayor, se siente incapaz y torpe.
Si lo cubrimos regularmente de reproches y de manifestaciones de
insatisfacción, se siente culpable.
Si le enseñamos en la escuela la competición, la rivalidad y el rendimiento
«de lo contrario no eres bueno», se siente… inútil, o superior.
Si le decimos «¿No te da vergüenza?», se vuelve vergonzoso.
Si le damos una pequeña o una gran azotaina de vez en cuando para
enseñarle lo que es la vida, aprende que la relación de fuerzas es algo
bueno.
Si lo castigamos en lugar de darle una explicación, aprende a someterse o
a rebelarse, pero no a reflexionar.
Si le damos responsabilidades demasiado importantes para su edad,
aprende el fracaso y el agotamiento.
La fuerza
Evitar ponerse en situación de fracaso
Practicar la comunicación no violenta será tanto más fácil cuanto que se haya
contactado con la propia fuerza. En las situaciones delicadas es posible que
pensemos que el otro lo hará mejor que nosotros, que obligatoriamente
tendremos necesidad de la ayuda, los consejos o la experiencia de otros. Esto
representa ignorar todos los recursos que tenemos en reserva, sentirnos
desamparados, incapaces, agobiados, sometidos a los acontecimientos y a la
buena voluntad de los demás… ¡Es muy desagradable y, en general, totalmente
falso!
17. Marshall B. Rosenberg no habla de diferencia entre emoción, sentimiento y vivencia, pero me
parece importante hacerlo.
18. Si quieres llegar más lejos en los conceptos de asertividad, te recomiendo uno de los mejores libros
que he leído sobre este tema: Marie-Joseph Chalvin, Prévenir conflits et violence à l’école.
19. Olivier Maurel, Oui, la nature humaine est bonne, y Philippe Meirieu, Le Plaisir d’apprendre.
21. Para ir más lejos, véase mi obra Votre enfant, votre adolescent, les violences et l’école.
PARTE 3
TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN
NO VIOLENTA
¡A tal señor, tal honor! El estadounidense Marshall B. Rosenberg fue quien creó
el concepto y la denominación de «comunicación no violenta», inspirándose,
sobre todo, en su trabajo con los grupos de defensa de los derechos humanos en
la década de 1960. Aproximadamente en el mismo momento, surgieron los
conceptos de escenario ganador/ganador, las estrategias de resolución de
conflictos de manera positiva. Todas estas ideas surgieron en la línea del trabajo
de Carl Rogers y de los investigadores de la escuela de Palo Alto. Se hacían eco
de los trabajos de los políticos que habían trabajado por la no violencia, como
Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela en la segunda mitad del siglo
XX. También fueron propagadas por filósofos y acompañadas por los progresos de
la psicología.
Vamos a estudiar aquí estos métodos. Según las circunstancias y nuestra
sensibilidad, fabricaremos a partir de estos elementos nuestra propia manera de
comunicarnos de manera no violenta. Los principios son muy similares. Hay que
tener en cuenta que esta exposición presenta herramientas. Una herramienta solo
es útil cuando se tiene un trabajo concreto que realizar: no nos paseamos con un
martillo en la mano durante todo el día… ¡Lo cogemos cuando tenemos que
clavar un clavo!
La actitud no violenta, la voluntad de privilegiar unas relaciones de calidad y la
sinceridad son esenciales.
7
LOS MÉTODOS
En el programa
Proceso personal
O de Observación
Observar es intentar mirar sin interpretar, ni juzgar, ni realizar ningún análisis;
como dice Rosenberg, es «la forma más elevada de la inteligencia humana».
Un día, un amigo informático intentó explicarme cómo se fabrica un programa
de juego: «Tienes un escenario, el niño sentado en el suelo tiene que ir a abrir la
puerta. Así que lo “observas” para descomponer todos los movimientos que
realiza y poder transformarlos en algoritmos. Primero, levanta la cabeza para
mirar la puerta; después, se levanta. Para levantarse, dobla las piernas, primero la
derecha y después la izquierda. Se inclina hacia un lado, se apoya en la mano
izquierda y después se levanta; camina. ¿Cuántos pasos da? Llega hasta delante
de la puerta cerrada; extiende la mano. ¿Es un pomo que tiene que moverse hacia
abajo o bien hay que girarlo? ¿Está a la izquierda o a la derecha? Se trata de una
sucesión de hechos, sin que intervenga para nada la opinión del observador».
A este ejercicio es a lo que nos invita Rosenberg: hechos, solamente hechos…
Precisa en su enseñanza el vocabulario y las formas gramaticales que deben
excluirse del lenguaje. Naturalmente, ningún gesto, ningún fruncimiento de
cejas, ninguna mueca, ningún tono despreciativo o nervioso tampoco deben
desmentir el contenido del discurso: hay que recordar ante todo la comunicación
no verbal, la sensación experimentada ante la gesticulación, las entonaciones y las
mímicas.
Por lo tanto, antes de lanzarse a un proceso de CNV, es conveniente estar
realmente en paz con uno mismo, dirigir una mirada positiva hacia el
interlocutor, el «apriorismo positivo incondicional» del que habla Rogers. A
menudo, las personas a las que propongo esta herramienta me explican que, por
supuesto, no dicen lo que realmente piensan a su interlocutor (todos los
calificativos desagradables no bastarían)…, ¡pero que, de todos modos, lo
piensan! En este sentido, es urgente recordar los conceptos de empatía y de
esfuerzo de comprensión. De lo contrario, en caso de fracaso, lo que tendrá que
ponerse en duda no es el método, sino la actitud.
Puntualización
La primera fase del método de CNV empieza por: «Cuando veo/oigo esto…, y aquello…»
S de Sentimientos
Se trata aquí de expresar lo que se siente de la manera más precisa posible, con
matices. Ya hemos detallado ampliamente el interés de encontrarse en contacto
con lo que se experimenta; sin embargo, con demasiada frecuencia se rechaza esta
oportunidad. No hay que tener miedo de desvelarse. Si se hace con sinceridad y
se persiste en caso de asombro, se crea un clima de confianza. Cuando descubrí,
hace veinticinco años, la obra de la filósofa Simone Weil, no imaginaba que una
idea iba a cambiar profundamente mis relaciones y mi forma de comunicarme.
Ella decía que las mismas palabras podían ser vulgares o admirables, según la
profundidad del ser del que procedían, y que esto alcanza como por arte de magia
el mismo nivel en el interlocutor. He comprobado esta afirmación innumerables
veces después.
¡Nada de palabras acusadoras!
Veamos dos ejemplos de palabras que deben evitarse, según Rosenberg, porque
no corresponden a una emoción sentida, sino a una interpretación de los actos
del otro:
Puntualización
La segunda fase de la CNV se enuncia así: «Me siento…». O bien: «Experimento…»
N de Necesidades
En esta fase, se trata de asumir lo que experimentamos en función de nuestras
necesidades. Quizá es lo que resulta más difícil: ¡es mucho más fácil acusar al
otro de no responder a nuestras necesidades que comprenderlas y asumirlas
plenamente! También será indispensable identificar bien que la propia necesidad
no es universal. Pongamos unos ejemplos muy clásicos.
Orden
Si mi hijo adolescente, mi colega o mi pareja no tienen las mismas necesidades de orden que yo, esto
puede generar conflictos: yo pienso que él/ella debería ordenar las cosas como yo lo hago
habitualmente. Incluso puedo generalizar: «Estoy furioso/a contra ti porque haces las cosas de cualquier
manera, observa un poco, ¡no se puede vivir en un bazar como este! Ya te lo he dicho… ¿Lo haces a
propósito o qué?»
Pues sí, justamente, el otro puede encontrarse a gusto solo en un cierto ajetreo.
La afirmación que lo engloba en mi representación de las condiciones de vida a
partir de mi propia necesidad rápidamente se convierte en crítica, reproche y
conflicto. Por lo tanto, es conveniente saber que tengo necesidad de orden y
decirle: «Me siento realmente contrariada porque tengo necesidad de orden». En
esta frase, el «tú» ha desaparecido. «Ya no estoy furiosa contra ti, estoy
contrariada porque yo…»
Sexualidad
Un ejemplo que genera muchas dificultades en una pareja. Uno y otro pueden tener deseos y
necesidades diferentes, en momentos diferentes, a un ritmo diferente, de maneras diferentes… Las
etiquetas en las que se puede encerrar al otro son legión: «¡Eres frígida!» en respuesta a «¡Eres un
obseso!»; «Él es demasiado rápido» en respuesta a «Ella es demasiado complicada».
Puntualización
La tercera fase de la CNV se enuncia así: «Porque YO…». O bien: «Porque yo necesito o tengo ganas
de…»
P de Petición
La CNV incita a pedir al otro una acción que me resulte agradable o me aporte
satisfacción y en cualquier caso, según Rosenberg, «que contribuya a mi
bienestar».
Una petición no es una exigencia: «¿Tal vez podrías…?» y no «Tendrías que…»
La respuesta puede ser negativa sin por ello poner en tela de juicio la relación.
No porque me hayas contestado que no dejaré de tener confianza en ti pensaré
que eres un malvado, querré alejarme de ti o me sentiré rechazado. ¡El objeto de
mi petición es lo que se ha rechazado, no a mí mismo! Por lo tanto, tengo que
comprender que la necesidad del otro, de manera inmediata, no es la misma que
la mía, eso es todo, y es respetable. Aquí, la empatía es indispensable; por lo
tanto, conviene reformular (o parafrasear) para comprender el freno del otro.
Freno circunstancial
Puntualización
La cuarta fase de la CNV se enuncia así: «¿Tal vez aceptarías que…?». O bien: «¿Querrías, por
favor…?»
Proceso empático
Marshall B. Rosenberg propone aplicar después exactamente el mismo proceso,
por empatía con el otro. No hay que esperar del otro que reaccione exactamente
como nos gustaría que lo hiciera porque se ha utilizado la herramienta adecuada.
Va a continuar comportándose como tiene la costumbre de hacerlo y quizá
responderá de manera abrupta. En este caso, es conveniente conducirlo a
participar en el método, no explicándoselo, sino induciéndolo, parafraseando e
intentando comprender lo que ocurre para él. Si se escucha lo suficiente, se es
capaz de decirle al otro: «Me parece que, cuando ves esto, te sientes… porque
necesitas… y te gustaría que yo…»
En el trabajo
B: Mira, esto no funciona en absoluto, ¡no trabajas lo suficiente! (Es un reproche, dicho en un tono
muy vivo.)
A: Cuando me hablas fuerte me desestabilizo un poco, porque necesito calma para reflexionar.
¿Aceptarías hablarme menos fuerte?
B: ¡Pues justamente, tendrías que ser un poco más vivo, un poco más reactivo! (De nuevo, reproche,
con una etiqueta.)
A (Se aleja de sus propias necesidades para escuchar las de su superior): ¡Ah! ¿Estás descontento
porque tienes necesidad de asegurar los resultados que te has fijado? (Paráfrasis que no tiene en cuenta
la etiqueta, sino, claramente, lo que siente probablemente B. A «valida la vivencia» de B.)
B: ¡Evidentemente, no podemos continuar así, se irá todo a pique!
A: Las cifras te preocupan hasta el punto de que tienes la sensación de que estamos en peligro y
realmente tienes necesidad de que nosotros aumentemos nuestro rendimiento. (Reformulación
síntesis.) Yo, cuando escuchaba hace un momento tu manera de decir las cosas, me sentía acusado, pero
ahora me siento, como tú, un poco inquieto, ¡necesito este trabajo! ¿Quieres que estudiemos juntos
cómo podría actuar para progresar? Tienes una experiencia en esta empresa que yo no tengo, y quizá
puedas darme buenos consejos.
En la vida de familia
Por la noche, después de una larga jornada de trabajo (¡para todo el mundo!), la madre pide a los tres
hijos que vayan a tomar su ducha mientras ella prepara la cena. El primero se sumerge en las aventuras
de Harry Potter, la segunda, perfeccionista, se esmera en su trabajo escolar y la tercera mira unos dibujos
animados. Todos refunfuñan y quieren que el otro se duche primero.
La madre podría desarrollar más o menos este discurso, tranquilamente, al día siguiente durante el
desayuno:
«Cuando os pido todas las noches que vayáis a tomar una ducha y nadie se decide, me pongo
nerviosa, porque necesitaría tener un momento de calma y tranquilidad. Me gustaría que todo el mundo
se sintiera bien y pudiera sonreír. También vosotros, por la noche, os sentís cansados y necesitáis
relajaros, lo comprendo muy bien. Os propongo que estudiemos juntos un método para que todo
ocurra de la mejor manera para esta historia de la ducha, ¿qué os parece?»
Este ejemplo es real. Esta actitud realmente permitió a una mujer joven crear
por la noche en su hogar un clima tranquilo. Los niños se inventaron una
rotación y una organización, y ahora todo transcurre muy bien. La discusión se
propuso fuera del momento de crisis; a menudo es una buena solución, sobre
todo si hay varios protagonistas.
El escenario ganador/ganador
Sinergia y mutualización
Ni ganador ni perdedor
Durante una discusión, una argumentación o una toma de decisión, con
frecuencia queremos tener razón, lo cual implica que el otro acepte estar
equivocado. Ahora bien, el otro también quiere tener razón, lo cual implicaría
que uno mismo estuviera equivocado… Una situación sin salida: todos intentan
aplastar al otro con la fuerza de su tono o de sus argumentos y cada uno se
apalanca en su postura.
El experimento de Laborit
Gracias a un experimento ampliamente mediatizado por la película Mi tío de
América, Henri Laborit22 demostró en la rata por qué la violencia a veces es el
único medio de supervivencia, cuando no hay escapatoria. En una jaula de doble
compartimento, una rata se somete a una estimulación eléctrica que precede en
unos segundos a unas señales luminosas y sonoras.
Tal vez ocurre lo mismo con algunos de nosotros, que han encontrado
demasiadas puertas cerradas que les han impedido evitar la inhibición*. Por lo
tanto, no cerremos la puerta al otro: probablemente, entraríamos los dos en una
zona de agresividad en la que se devuelve golpe por golpe.
El método DEEC
El método DEEC también es de una maravillosa eficacia. Se lo explico desde
hace más de veinticinco años a mis estudiantes de formación en relaciones
humanas y, a veces, durante las entrevistas de ayuda. Recupera los grandes
principios de la comunicación no violenta y los del escenario ganador/ganador, y
los organiza de una manera algo diferente. Lo utilizo principalmente en caso de
conflicto inminente o de problema delicado, de discrepancias a punto de
producirse.
El propio «DEEC» solo se practica después de haber escuchado al interlocutor
con empatía para comprender realmente su punto de vista.
Finalmente, puede reflexionarse sobre el DEEC y ponerlo en marcha de
manera estratégica. Se puede preparar una entrevista o un correo que contendrá
todos los componentes del DEEC sin alejarse de él, solo retomando las mismas
ideas y, por supuesto, integrando las réplicas y las ideas de nuestro interlocutor.
D de Describir
Esta parte retoma de manera muy exacta la O de «OSNP». Se trata de describir
la situación en términos de hechos objetivos. Durante un conflicto, se retoma la
idea del interlocutor (después de una reformulación síntesis) o de sus actos
concretos.
E de Expresar
En esta parte de la entrevista, se expresa el disgusto sufrido y el sentimiento
experimentado debido a la situación descrita. Esta vez, se establece más la
relación entre el sentimiento negativo y los hechos enunciados. La idea sigue
siendo no utilizar esto para intentar culpabilizar al otro. Se trata más de mostrar
la relación de causa a efecto en uno mismo:
«Me acaba de decir esto, mi credibilidad se ha visto afectada ante los ojos
de mis alumnos y me hace experimentar cólera, porque tengo necesidad
de conservar su confianza».
«La propuesta que me haces me hace sentir inseguro respecto a la
continuación de mi carrera y me trastorna, porque tengo necesidad de
mantenerme motivado».
«Me escribes que quieres dividir el terreno de nuestros padres de esta
manera; esto no me conviene, porque no tendré la posibilidad de
construir la casa que me gustaría tener y me siento decepcionada».
«Me reprochas que no me ocupe suficientemente de los niños, tengo la
sensación de que cuestionas mi capacidad como padre y me siento triste,
porque tengo necesidad de estar seguro de que nuestros hijos están bien
educados».
E de Especificar
Esta parte es bastante delicada de organizar. En efecto, se trata de especificar una
«propuesta constructiva en una zona de acuerdo previsible» o «PC en ZAP», es
decir, una propuesta realmente positiva y que tiene en cuenta a las dos partes, de
manera que el otro probablemente podrá aceptarla. El método OSNP invita a
expresar una petición al otro para que haga alguna cosa que aporte la satisfacción
de su propia necesidad. En este caso, hay que romperse la cabeza para encontrar
lo que aporte suficiente satisfacción a los dos protagonistas.
Esta propuesta debe ser realista, justa y ventajosa para los dos. (Encontramos
aquí la idea del escenario ganador/ganador.) No olvides nunca que tienes muchas
más posibilidades de lo que una primera impresión te puede hacer creer. No te
encierres en ideas de fracaso, y no dejes que te invadan todas las vocecitas del
pasado: «Sí, pero tú no eres capaz… Vas a dar pena… No tienes derecho… No
te lo mereces…» Permítete existir realmente en las propuestas que emitas.
También puede tratarse de una contrapropuesta; sin embargo, prefiero utilizar
el término de «propuesta alternativa», que evita la idea de «contra». Aquí
conviene mostrarse creativo, imaginativo, salir de las visiones binarias, ser audaz,
para preservar los propios intereses sin que el otro se sienta herido. No se trata de
conseguir un consenso blando, sino una idea claramente innovadora,
eventualmente entusiasta.
Postre
Almuerzo con mi nieto, que solo tiene cuatro años. La comida transcurre con buen humor y ternura. Al
final, le pregunto si quiere un postre. «Sí», me responde, «quiero un logur de chocolate». Abro la nevera y
me doy cuenta de que solo queda una crema de chocolate. Entonces lo hago rabiar y le digo: «¡Oh, yo
también quiero un yogur de chocolate!» Entonces se pone a inspeccionar tranquila y metódicamente el
contenido de la nevera, de arriba abajo, y después vuelve hacia mí con una sonrisa radiante: «Abuela, ¿a
lo mejor tú puedes comerte un tomate?» Todo solucionado… Al sentirse en confianza, había inventado
una propuesta alternativa, con lo cual daba muestras de una mente abierta, positiva, creativa y firme.
C de Consecuencias
En esta parte, hay que mostrar al interlocutor en qué la propuesta realizada será
ventajosa para los dos. «De esta manera, tú y yo tendremos esta o aquella
ventaja.» En algunos casos, la ventaja puede ser la paz ganada o evitar una gran
preocupación, sin que esto comporte ningún aroma de chantaje.
Los capítulos siguientes presentan algunos ejemplos y ejercicios para
familiarizarse con este método.
En el programa
Obtener
Decir no
Expresar o recibir la cólera
Lo esencial para recordar
Este capítulo presenta varios estudios de casos. Casi todas las situaciones
presentadas son reales: las han vivido mis estudiantes, las personas que he
recibido en entrevistas de ayuda o yo misma. Por supuesto, he modificado
algunos detalles para que estas situaciones sean totalmente anónimas.
Este capítulo te permitirá también entrenarte: después de haber observado el
caso que debes resolver, puedes redactar tú mismo las grandes líneas de la
metodología empleada, basada en la escucha activa, y escribir reformulaciones
que validen la vivencia, expresen los sentimientos y constituyan una propuesta
constructiva o alternativa. A continuación, expongo la manera que se ha elegido y
se ha mostrado eficaz en la realidad. Estos ejercicios pueden parecer un poco
repetitivos, pero vale la pena dedicarles un tiempo. ¡Estas series te permitirán
convertirte en un auténtico virtuoso de la relación no violenta!
Obtener
Vida profesional
Sophie
Sophie es animadora para niños en un centro para madres jóvenes con grandes dificultades. Se reúnen
allí con sus hijos porque están en peligro, es posible que reciban palizas, que se encuentren aisladas o
sin recursos o que no sepan educar a sus hijos. Sophie, por su parte, está casada con un profesor y es
madre de un niño de dos años. Se le plantea un problema para las vacaciones: su directora se niega a
que se marche durante las vacaciones escolares, puesto que es el periodo en que todos los niños del
centro están desocupados. Por lo tanto, Sophie no puede marcharse en familia, aunque su marido está
libre en estos momentos. El problema concreto que debe resolverse aquí es obtener quince días de
vacaciones en el mes de agosto.
El método «erizo» podría ser decirle a su directora que no tiene corazón, ¡de
todos modos!
El método «borrego» sería, por ejemplo, no decir nada, no intentar hacer nada,
pero quejarse ante los colegas y renegar: de todos modos, esto no es normal.
El método «anguila» podría ser simular una gran lumbalgia para intentar
obtener una baja por enfermedad.
¡Te invito a que te tomes el tiempo de hacer los ejercicios siguientes para
trabajar el método asertivo como series y convertirte en un virtuoso! Redacta tus
respuestas, si es necesario en una hoja de papel suelta.
Ejercicio 15
Propuesta de soluciones
Validar la vivencia y reconocer los sentimientos con empatía: «Comprendo bien que está empeñada
en que el verano transcurra de la mejor manera para los pequeños y sus madres».
Exponer los hechos: «En efecto, los niños están ahí durante el mes de agosto, pero mi marido es
profesor y no puede hacer vacaciones en otro periodo».
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado: «Por lo tanto, me resulta imposible
pasar las vacaciones con mi familia y me siento muy contrariada, porque necesito estos momentos
sin estrés para que la pareja y la familia se recupere».
Hacer una petición clara y una propuesta constructiva en una zona de acuerdo previsible: «De todos
modos, le pido que me conceda quince días en el mes de agosto: en este periodo, algunos niños
suelen quedarse en casa de sus abuelos, lo cual hace que la frecuentación del centro sea un poco
menor. Le propongo preverlo todo con mi adjunto, preparar un programa de animación que tenga
realmente en cuenta las necesidades de los niños y contratar para este periodo a una persona para
secundarlo en la gestión del día a día. Ocurra lo que ocurra, me reservo la responsabilidad de que
todo vaya bien durante este periodo».
Mostrar las consecuencias positivas para todos: «De esta manera, mi adjunto estará más motivado,
puesto que tendrá responsabilidades, los niños seguirán otro ritmo, lo cual les permitirá
experimentar algo diferente, un tiempo de vacaciones, y yo regresaré más motivada que nunca,
puesto que al fin podré disfrutar de unas vacaciones con mi marido y mi hijo».
Damien
Damien es director de un centro de ocio situado en un pueblo del interior. Naturalmente, todo el mundo
se conoce en el pueblo, y el mecánico es un compañero con el que a veces juega a los bolos. En dos
ocasiones, uno de los coches del centro de ocio ha tenido necesidad de reparaciones y el mecánico no
ha efectuado la reparación en la fecha prometida.
El método «anguila» podría ser intentar que interviniera el alcalde para que
presionara al mecánico.
El método «erizo» podría ser: «Esto no es serio, no podemos continuar así, ¡es
necesario que seas un poco más riguroso! ¡Me he visto obligado a anular una
salida por tu culpa!»
El método «borrego» sería, por ejemplo, prever la próxima vez una actividad de
sustitución en caso de que el minibús no esté disponible a tiempo…, y sufrir un
dolor de barriga.
Ejercicio 16
Propuesta de soluciones
Entrar en la entrevista de manera no violenta, con empatía: «Veo claramente que estás desbordado y
que no eres negligente».
Describir los hechos: «El 5 de julio te entregué el minibús. Tenías que devolvérmelo el 7 y,
finalmente, no me lo entregaste hasta el 9. El 22 de julio, cuando había que hacer el cambio de
aceite del coche, me habías dicho que estaría hecho a las 18 horas y, al final, no me lo entregaste
hasta el día siguiente».
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado: «Para mí, esto tiene consecuencias
importantes, había previsto salidas con los chicos y me vi obligado a cancelarlas en el último minuto.
Esto me contraría mucho, puesto que tengo necesidad de poder organizarme con tiempo».
Propuesta constructiva: «Me gustaría que siguiéramos teniendo buenas relaciones y no tengo nada
que decir sobre la calidad de tu trabajo, así que te propongo que, la próxima vez que te traiga un
vehículo para reparar, me digas realmente si puedes o no comprometerte firmemente sobre el plazo
que me das».
Consecuencias positivas para todos: «Esto me permitiría, en caso de imposibilidad para ti, ir a la
ciudad si tengo una urgencia, seguir siendo tu cliente el resto del tiempo y mantener nuestras buenas
relaciones».
Vida de pareja
Julien y Audrey
El método «anguila» podría ser decirle: «Venga, querido, haz un esfuerzo para
darme gusto… Si me quieres…», y la próxima vez, esconder el tubo.
El método «erizo» podría convertirse rápidamente en: «¡Lo dejas todo de
cualquier manera, yo no soy tu criada, no me respetas en nada, no se dejan las
cosas de esta forma cuando se vive en pareja, es insoportable!»
El método «borrego» sería, por ejemplo, tapar el tubo cada vez y suspirar cada
vez más fuerte.
Ejercicio 17
Propuesta de soluciones
Entrar en comunicación de manera empática: «Me imagino que lo haces porque esto no tiene
ninguna importancia para ti, pero…»
Describir los hechos: «Cuando te cepillas los dientes, dejas el tubo del dentífrico destapado: por una
parte, el dentífrico se seca y, por otra parte, esto me produce una sensación de desorden».
Expresar el sentimiento experimentado: «Cada vez que entro en el cuarto de baño, me exaspero
porque tengo una gran necesidad de orden. Ya sé que tengo cierto problema con esto, pero no
puedo remediarlo».
Hacer una petición clara: «Sé que esto te representará un esfuerzo importante, pero ¿aceptarías
intentar pensar en ello?»
Educación
El ejemplo anterior también puede utilizarse con un adolescente…
Pero consideremos un ejemplo más preciso en la materia: el de Lucas, que se
pasa horas sumergido en los videojuegos23.
Sé hasta qué punto este tema es candente para numerosos adolescentes y para
sus padres; por lo tanto, propongo aquí una metodología más elaborada24.
Una solución
Cuando hayas comprendido bien y aceptado todo el interés de tu hijo por esta
ocupación, haz una reformulación síntesis, seguida de la exposición del problema
que hay que resolver y de una propuesta de solución: «Así que, para ti, son
momentos durante los cuales puedes ejercer tu creatividad, relajarte realmente y
sentirte bien. Por qué no, en efecto. El único problema que se plantea es una
cuestión de dosis, porque quiero que te mantengas sano; imagino que estás de
acuerdo en decir que no puedes jugar indefinidamente. Y no quiero tener que
venir a darte la tabarra veinte veces sin resultado. ¿Puedes decirme cuánto tiempo
te parecería razonable?»
Si el niño propone él mismo una duración que te parezca bien, entonces le
puedes preguntar: «¿Cómo puedo ayudarte a respetar este tiempo? ¿Te parecería
bien que te avisara un cuarto de hora antes? ¿Y después, te comprometes a parar
sin que yo tenga necesidad de repetírtelo?»
Si el niño propone una duración con la que no estás de acuerdo, puedes
retomar el DEEC: «No estamos de acuerdo y esto me fastidia, porque me voy a
ver obligado/a a llevarte la contraria. Comprendo perfectamente que no es fácil
para ti jugar menos y que te sentirás frustrado. Pero voy a hacerte una propuesta:
sé que te gustaría mucho ir en bicicleta; así que te propongo que vayamos los dos
juntos. Esto te gustará, te desentumecerá y nos permitirá pasar un poco de
tiempo juntos. ¿Qué te parece?»
Interesarse
Por supuesto, esto representa una trama de entrevista cuyo desarrollo te puedes
montar a tu manera, con tus propios sentimientos y tus propias posibilidades de
propuestas. Pero conserva claramente en la mente a lo largo de toda la discusión
que el niño no ha llegado a esta situación por casualidad; sin culpabilizar, quizá
puedes aprovechar la ocasión para pasar más tiempo con él, con actividades
durante las cuales podáis compartir mutuamente vuestros conocimientos:
construcción de una maqueta, pastelería, museos, fotografía… ¡Si te interesas por
él, le gustará, seguro, ¡y a ti también!
Decir no
¡El gran principio, para decir no, es no esperar que el otro esté contento!
También es no querer convencerlo de que se tiene razón al decir no.
También es necesario haber comprendido el interés de decir no y por qué
puede resultar tan difícil.
No decir nunca no equivale a no decir nunca realmente sí. Quizá hemos
adquirido la costumbre de complacer al otro, de no atreverse a considerar las
propias necesidades como importantes, de depender de la mirada del otro más
que del propio bienestar. Es posible que decir no nos produzca un temor a perder
el amor o entrar en conflicto. En estos casos, decimos un falso sí.
Pero todo lo que es falso se transforma en una bomba de relojería. O bien
nuestro interlocutor siente que no somos sinceros y se pone a dudar de nosotros,
o bien se acumula una tensión tal que se cae enfermo, o bien se explota por una
tontería.
Si se aprende a decir no simplemente, sin sentirse culpable de rechazar ni en
peligro de perder el amor, se aumenta la confianza en uno mismo y se gana la
verdad de la relación.
Vida profesional
Laura
Laura trabajaba en la recepción de un servicio de la Diputación Provincial. Ella era la que recibía el
primer asalto de personas que se sentían en situación de urgencia y pedían —o exigían— ayuda
enseguida, cuando ella no podía responder a esta petición y tenía que concertar una cita con una
asistente social. Con frecuencia se metían con ella y a veces tenía que soportar insultos y amenazas. Le
preguntamos, en el curso, cómo lo hacía para rechazar. Intentó explicarse: «Usted no está solo», «Debe
comprender que hay otras personas antes que usted», «¡Mantenga la calma!», «No tiene por qué
insultarme, ¡yo no puedo hacer nada!» Era muy joven en este oficio y estaba llena de buena voluntad, se
las arreglaba como podía, pero con muchos problemas. En efecto, no solamente se encontraba en una
situación de tener que frustrar, sino que, además, sus respuestas eran moralizadoras e infantilizantes;
esto es lo que resulta más difícil de soportar. En una situación de urgencia, ¿soportamos ser
considerados como un número entre otros?
Ejercicio 18
Propuesta de soluciones
Acoger con empatía: «Usted quiere que comprenda que no sabe realmente qué tiene que hacer, que
para usted es esencial que encontremos una solución».
Expresar sinceramente lo que se siente: «Sinceramente, lo lamento mucho… Créame, si pudiera
hacer otra cosa…»
Relacionar este sentimiento con una necesidad: «… Porque no puedo satisfacerlo de forma
inmediata… Me veo obligada a esperar que la señora X pueda recibirlo. Yo no tengo la cualificación
adecuada para darle la mejor información que necesita, mientras que la señora X podrá dedicarle su
tiempo para estudiar seriamente su problema».
Hacer una propuesta: «Le voy a dar la primera cita lo antes posible. Si, entretanto, se siente
realmente en peligro, ¿quiere que avise a la policía?»
Vida de pareja
En este campo, muchas personas tienen miedo de decir no. Les da miedo perder
el amor, así que… Se dice sí para hacer el amor cuando no se tienen ganas, para
salir cuando se siente cansancio, para comprar esto en lugar de aquello…
Una relación de pareja supone, por supuesto, tener en cuenta los deseos del
otro y no comportarse de manera egoísta, centrándose en las propias preferencias.
A menudo, el placer de compartir una actividad compensará el pequeño esfuerzo
consentido. Pero, si una relación solo se sostiene gracias a la eliminación
sistemática de las necesidades de uno, ¿estará lo suficientemente madura? La
persona a la que siempre se dice sí también puede aceptar esta deliciosa
costumbre y volverse cada vez más exigente, incluso tiránica.
Sin embargo, en la vida afectiva en especial, hay que prestar mucha atención a
la manera de decir no para que el otro no se sienta rechazado. El no debe
expresar: «Lo que rechazo no es a ti, es el objeto de tu petición». Por lo tanto, se
trata más que nunca de aceptar la petición del otro con empatía y comprensión,
sin ningún juicio.
Romeo y Julieta
Romeo tiene muchas ganas de ir a dar un paseo por la montaña. Hay una maravillosa meseta con una
vista magnífica sobre el valle. Quiere que Julieta lo acompañe para enseñarle este lugar que a él le gusta
por encima de todo. Ahora bien, ella se siente mal recuperada de una gripe y tiene miedo de cansarse,
cuando habitualmente es la primera en salir. Romeo insiste: «¡Venga, vamos, te sentará bien!» A ella, le
gustaría mucho complacer a Romeo, pero realmente no se siente en plena forma. ¿Cómo puede negarse
Julieta?
Ejercicio 19
Propuesta de soluciones
Acoger la petición con empatía: «Sí, realmente sueñas con llevarme a esta meseta. De verdad tienes
ganas de que comparta contigo tu emoción, y te doy las gracias de todo corazón por tu propuesta».
Describir los hechos: «En estos momentos, aunque me ofrezcas tu ayuda, realmente no me siento en
buena forma. Anteayer todavía tenía fiebre».
Expresar lo que se siente en función de las necesidades: «Me siento muy dividida entre las ganas de
pasar este magnífico momento contigo y las ganas de estar tranquila hoy, pero siento que mi cuerpo
realmente todavía tiene necesidad de reposo. Así que te digo que no…»
Hacer una propuesta alternativa: «Te propongo que aproveches para ir hoy con tus amigos a hacer
esa sesión de submarinismo que tanto te apetecía, mientras yo descanso. Después, podríamos
montarnos una cenita de enamorados o ir al cine, y la semana que viene organizaremos esta
excursión que tantas ganas tienes de disfrutar, ¡para que nos deje a los dos un recuerdo inolvidable!»
Educación
La educación comporta una gran parte de explicaciones. Según su edad, se
explica a los niños por qué la luna está en el cielo, por qué el mar es salado, cómo
gira la tierra, cómo funciona un coche, cómo se prepara un pastel… En mi
opinión, también se les debe explicar cómo funcionamos nosotros mismos y por
qué. Es decir, debemos explicarles nuestro marco de referencias, los valores que
nos hacen elegir una u otra opción, pero sin olvidar nunca que también pueden
existir otros marcos de referencias y que el niño no tiene la obligación de
adherirse al nuestro25.
Decir no a un niño o a un adolescente debe tener en cuenta este elemento.
Cuando hablamos de los sentimientos relacionados con las necesidades, a
menudo nos vemos obligados a dar explicaciones sobre nuestras ideas,
conocimientos o emociones.
Finalmente, decir no a un niño puede provocar cólera e incomprensión: en este
momento, se siente tan frustrado que no puede regular el exceso de emociones.
Atención: en este momento hay que aceptar su cólera, sin flaquear, pero con
mucha empatía. También habrá que procurar no hacer propuestas alternativas
que consistan en comprar la resignación del niño. Cuando se niega una salida a
un adolescente, no se le propone como compensación esa camiseta que tanto le
gustaba.
Lola
Lola tiene trece años y medio. Está acabando el curso escolar. Quiere salir un sábado por la noche. «Con
unas amigas… Toda la clase va… Es alguien que tiene una casa grande…»
Ejercicio 20
Propuesta de soluciones
Acoger con empatía: «Sí, comprendo muy bien que tienes muchas ganas de ir de fiesta esta noche
con tus amigos. A tu edad, es normal empezar a tener ganas de salir».
Describir los hechos: «No sé gran cosa de esta fiesta. Y solo tienes trece años y medio…»
Expresar el sentimiento experimentado y dar explicaciones sobre el marco de referencias: «Para que
pueda dejarte ir, tendría que sentirme tranquila, porque es mi papel de madre/padre velar por que
no te suceda nada desagradable. Si supiera quién organiza esta fiesta y que habrá adultos en la casa,
te diría que sí; de lo contrario, será no».
Hacer una propuesta alternativa: «Por lo tanto, te propongo que llames por teléfono a tu amiga y le
pidas que sus padres me llamen, para que las dos podamos pasar una buena velada: tú con tus
amigas y yo tranquila. Si no puedo disponer de más información, no te daré permiso. Comprenderé
que estés muy decepcionada… ¿Podríamos aprovechar para hacer una cena de crepes? ¿O bien
organizar una fiesta en casa la semana que viene?»
Causas ocultas
Recordemos que se trata de no confundir la causa desencadenante con la
necesidad agraviada. La cólera puede corresponder, por ejemplo:
Vida profesional
Françoise
Françoise había sido contratada como comercial en una joven empresa que había empezado con
mucho ímpetu. Se las arreglaba bien y estaba muy contenta en su trabajo. Un día, el gran jefe viene a
hacer una visita al equipo de la región y se organiza una reunión. De los veintidós participantes, ella es la
única mujer. El jefe la felicita incluso antes de entrar en la reunión. En el momento en que todo el mundo
se sienta, oye que uno de sus colegas se dirige a su vecino: «Si ella está aquí, es que ha debido de
acostarse…»
Ahora que te estás familiarizando cada vez más con el DEEC, ¿qué habrías
respondido, en lugar de entrar en la provocación?
Ejercicio 21
Propuesta de soluciones
No debe hacerse una reformulación empática porque se está en una reunión, que no es un lugar
adecuado para un intercambio personal. De lo contrario, Françoise habría podido decir: «¿Quieres
decir que tienes necesidad de saber si soy competente o si me he beneficiado de una ventaja?»
Describir los hechos: «Acabas de decir que mi lugar entre vosotros solo se debe a un enchufe».
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado: «Me siento desacreditada como
profesional y confieso que se me están hinchando las narices muy fuerte, porque me gustaría que
todos me consideraran una colega como los demás».
Hacer una propuesta constructiva en un escenario ganador/ganador: «Supongo que ha sido solo una
broma de mal gusto por tu parte, y te propongo que nos pongamos todos seriamente a trabajar…»
Mostrar las consecuencias positivas para todos: «… para que unos y otros tengamos las mejores
oportunidades profesionales».
En este caso, todo el arte consiste en no dar una réplica en un plano personal,
en tener la elegancia de ofrecer una puerta de salida honorable al colega, en
situarse por encima del nivel de ataque y en preservar la posibilidad de continuar
trabajando en equipo. De esta manera, en nombre de la cólera y no bajo la
influencia de la cólera. se obtiene mucha más fuerza y eficacia.
Vida de pareja
Paul
Paul está sinceramente enamorado de Élodie. Es un joven honesto en su relación. Herida por una
experiencia anterior traumática, Élodie es muy celosa. Le monta una escena si una mujer joven se le
acerca, le examina el teléfono móvil y le reprocha una broma dirigida por mensaje de texto a una amiga.
Paul siente cólera, naturalmente.
Ejercicio 22
Propuesta de soluciones
Entrar en comunicación de manera empática: «Sé muy bien que estás inquieta y que, si haces esto,
es porque me quieres mucho».
Describir los hechos: «Sin embargo, cuando me haces reproches injustificados o me examinas el
teléfono…»
Expresar el sentimiento experimentado: «… yo también me siento herido, porque tengo necesidad
de que mi sinceridad no se ponga en duda y me entra la cólera, porque siento una intrusión, un
espionaje que no soporto. Tengo necesidad de vivir con confianza».
Hacer una petición clara: «Te pido realmente que tengas confianza en mí, porque es a ti a quien
amo, y que me hagas preguntas tranquilamente si tienes miedo de alguna cosa y me comprometo a
responderte sinceramente. En cualquier caso, te pido también que respetes mi correspondencia
privada, como yo respeto la tuya».
Educación
Virginie
Virginie es animadora en una asociación implantada en un barrio problemático. Se ocupa de los niños
pequeños. En supervisión, informa sobre un hecho que la ha trastornado profundamente y le ha hecho
sentir cólera hasta el punto de que ha castigado severamente a un niño: lo encontró cortándole los
cuernos a un caracol. En lugar de dejarse ir a esta manifestación de su emoción de cólera de manera
inadecuada, ¿cómo habría podido actuar utilizando la comunicación no violenta?
24. Por supuesto, no pretendo solucionar así el fenómeno de la adicción, ya sea a los videojuegos o a
cualquier otra cosa (droga, alcohol, juego, sexo, etc.). En este caso, propongo un enfoque antes del
momento en que el juego se convierta en una adicción. Después, se requiere la intervención de
personas que tengan las competencias especializadas necesarias.
25. Incluso considero preferible que tenga una personalidad suficientemente desarrollada para
distanciarse y construir su propio marco de referencias.
9
LOS LÍMITES
En el programa
La relación «blanca»
Influencias
Cuando la fuerza es indispensable
Lo esencial para recordar
La relación «blanca»
Mantener una relación cálida después de una ruptura no es una obligación. Se
puede hacer la constatación de una imposibilidad y, aunque las circunstancias nos
obliguen a frecuentar a la persona en cuestión, es posible limitarse a una relación
únicamente funcional. Veamos un ejemplo de asertividad en la ruptura de
relación.
Martine
Martine es una mujer de una evidente bondad, de esas que se dice que tienen un corazón de oro. Ha
adoptado a tres niños procedentes del otro extremo del mundo, los ha educado y después, al llegar a los
cuarenta años, ha decidido retomar sus estudios de enfermera. Ha aprobado los exámenes y, para colmo
de alegría, le han ofrecido un puesto en un hospital muy cercano a su casa. Sin embargo, dos semanas
más tarde, viene a verme, completamente trastornada: «¡Marie-Jeanne, creo que voy a presentar la
dimisión, no puedo más! La supervisora de la planta es espantosa, ni siquiera me da los buenos días… El
primer día, me dijo: “¡No le doy la bienvenida!”, porque ella quería que le dieran el puesto a una de sus
compañeras. ¡Ya no sé qué hacer! ¡Hay que tener buenas relaciones en un equipo de trabajo, de lo
contrario, no es posible!» Pues bien, sí, justamente, Martine, es posible.
Por supuesto, la escuché durante largo rato, acogí su desconcierto, su sufrimiento. Cuando le
pregunté cuál era su necesidad relacionada con aquel sufrimiento, me respondió que tenía necesidad
de sentirse amada, apreciada y aceptada. Poco a poco, llegamos a la conclusión de que el trabajo no era
el lugar privilegiado para colmar esta necesidad de amor y preparamos una estrategia: a partir de ahora,
se concentraría únicamente en los pacientes, con una gran profesionalidad, pero solo tendría con esta
supervisora unas relaciones puramente relacionadas con los actos de la profesión. Se centraría solo en
los cuidados de higiene, las curas o los medicamentos. Ya no buscaría la relación que se le negaba.
Todo volvió al orden y pasó más de diez años en aquel servicio.
Tendría que ser posible mantenerse en este tipo de relación «blanca», por
ejemplo, cuando un divorcio ha sido muy conflictivo pero se está obligado a verse
o hablar a propósito de los hijos…
Influencias
Uno de los límites de la utilización de las técnicas de comunicación no violenta es
el momento en que uno de los protagonistas está sometido a una influencia.
Habrás observado que, en CNV, se pregunta al otro lo que experimenta, pero
también se le pide que comprenda nuestras emociones y nuestras necesidades.
Una persona sometida a una influencia no es capaz de hacerlo.
Influencia de un adoctrinamiento
La secta actúa como una droga. La persona que entra en ella se supone que
dejará de tener problemas…, ¡el gurú lo resolverá todo! Por lo tanto, ya no es el
cerebro del sujeto lo que entra en juego. El sujeto ya no piensa, el gurú piensa en
su lugar. Resulta difícil, sean cuales sean las condiciones de adoctrinamiento,
tener conversaciones constructivas. En estos casos, incluso aplazándolo, el
problema seguirá presente. La actitud que propongo en este caso es iniciar una
técnica de CNV pero no continuarla hasta el final, es decir, no hacer una
propuesta ni una petición. Solo se expresa el propio estado de ánimo y se anuncia
la intención de acogida si, un día, la persona desea regresar. «Si un día quieres
regresar con nosotros, serás bienvenido.» Esto significa que no seremos nosotros
los que recorreremos este camino, sino la persona afectada, advertida del hecho
de que no será rechazada.
Duradera
Hay que comprender bien que la persona afectada por una adicción es incapaz de
resistirse a ella. Un hombre que había perdido en el casino el valor de la casa que
había construido con sus propias manos explicaba que seguía saliendo para jugar
solo pequeñas sumas. Después de haber perdido, salía del casino, decidido
regresar a su casa, hasta que pasaba por delante de un cajero automático. Era más
fuerte que él, regresaba… Otro que había adquirido costumbres libertinas me
explicaba que era incapaz de optar por una vida «ordenada» con una mujer de la
que, sin embargo, estaba sinceramente enamorado.
Ante este tipo de influencias, la persona que sufre debido a esta situación
(cónyuge, padre o madre, hijo) a veces intenta ayudar directamente. Por
desgracia, estos intentos generalmente están condenados al fracaso, tanto más
cuanto que resulta difícil para un allegado no verse influenciado por el propio
sufrimiento al asistir a la decadencia de alguien a quien ama y que se vuelve
torpe. Para salir de este tipo de adicciones, es muy recomendable la intervención
de un profesional. La víctima colateral solo puede preservar su propia buena
salud y su equilibrio de vida para sí misma y, eventualmente, para seguir siendo
una referencia sólida.
Un desacuerdo pacífico
La actitud no violenta y las técnicas de comunicación que se asocian a ella
permiten resolver la mayoría de las situaciones que se creían sin salida solo
porque, a ambos lados, cada uno tiraba de la cuerda en su dirección sin darse
cuenta de que había un nudo en el centro y de que todos los esfuerzos solo
conducirían a apretar más este nudo. Incluso comprobarás, estoy segura, que
puedes hacer la constatación de un desacuerdo a la vez que conservas unas
relaciones pacíficas. La mayoría de las veces, el otro también está buscando
alegría, felicidad y relaciones agradables. Nuestras emociones heridas, nuestras
reactividades, nuestra falta de confianza en nosotros mismos y nuestras torpezas
son las que nos arrastran hacia las dificultades de comunicación. Si nos ofrecen (y
si nosotros ofrecemos al otro) la posibilidad de pasar un día relajados y
sonrientes, hay pocas posibilidades de que prefiramos el conflicto y las
tensiones…
Insisto sobre este punto para tener bien en mente esta primera opción.
Perversidad
No obstante, también hay que tener presente el «terrorismo de relación» y
diferenciarlo de un conflicto clásico. El terrorismo destruye por destruir, para
generar miedo, para adquirir poder sobre las personas, para dominar. El
terrorismo es fanático, hace una guerra sin cuartel, golpea a ciegas. Utiliza todo
tipo de violencia para conseguir sus fines. Estudiando la perversidad, se puede
comprender cómo unos seres humanos que no encuentran el medio de existir
mediante la construcción y no pueden ser admirados por lo que su pequeña alma
de niño habría podido hacer de ellos se han decidido por la destrucción, la única
manera que tienen de encontrarse en primera fila del escenario.
Sin embargo, no podemos ofrecer nuestra inocencia y nuestra buena voluntad
decidida a estas personas. Entrar en empatía puede ser terriblemente peligroso,
porque estas personas justamente intentan hacer daño o alimentarse de la ternura
que se les ofrece.
De todos modos, te invito a no considerar perversas a todas las personas con
las que tengas problemas de comunicación. A pesar de todo, no son tan
numerosas como eso…
En caso de relación destructiva, utiliza la fuerza protectora, que en este caso está
totalmente justificada. No existe ataque, sino, como en la práctica de las artes
marciales, mucha fuerza y determinación. Es totalmente evidente que, si ves a
alguien que ataca a tu hijo, saldrás en su defensa. Si alguien quiere entrar en una
relación de dominio utilizando sistemáticamente los ataques físicos, morales,
emocionales, y en especial las humillaciones, debes utilizar la fuerza protectora,
pero sin entrar en una «riña». No dudes en recurrir a la ley. Un perverso quiere
convertir su ley en la ley. Enfréntate a él con la ley sin discutir con él.
Educación no violenta
Por supuesto, para vivir en familia, en la escuela y después en sociedad, el niño
tiene que aprender las leyes que rigen a los grupos en cuyo seno vive. Pero tiene
que comprender su sentido, poder discutir y participar en ellas, poder conocer
claramente los límites que no deben franquearse y las sanciones que provoca. El
castigo es arbitrario, mientras que la sanción se inscribe en un código.
Por eso, estoy a favor de una educación no violenta:
Actitud
La actitud es una «postura» corporal y mental que transmite de manera no verbal
informaciones sobre la sinceridad de la persona.
Agresividad
Empleo el término «agresividad» en el mismo sentido que Henri Laborit:
reacción de defensa para no sufrir la inhibición. Véase también: «Violencia».
Apriorismo
Un apriorismo es un pensamiento reductor que limita el campo de las
posibilidades a lo que ha anticipado.
Argumentación
Una argumentación eficaz se basa en hechos concretos. Enuncia, aporta
elementos de conocimiento y temas de reflexión, pero no intenta hacer presión
sobre el interlocutor. Puede aprovecharse de las emociones del otro, utilizar el
humor o el efecto de sorpresa, pero no intenta obligar al otro a aceptar un punto
de vista.
Aserción
Una aserción es una idea enunciada como una verdad.
Asertividad
La asertividad se considera como el arte de defender una opción sin agresividad.
La actitud de asertividad comporta fuerza, confianza en uno mismo, serenidad y
apertura mental. La traducción por «autoafirmación» me parece insuficiente,
porque no incluiría lo suficiente la relación de calidad que propone. El eslogan
«la fuerza tranquila» da una idea acertada.
Autoridad
Empleo la palabra «autoridad» para definir un estilo de relación entre individuos,
en el sentido de «tener una autoridad natural» o «ser una autoridad». En este
sentido, la autoridad no tiene poder, sino influencia (positiva o negativa).
Comprender
Comprender supone una atención, una concentración sobre la situación o la
persona a la que se escucha y una inteligencia para esclarecer lo que podría, a
primera vista, parecer confuso.
Conflicto
El conflicto surge de una violenta oposición de intereses o divergencia de puntos
de vista. Se envenena si cada uno quiere imponer su ley y someter al otro.
Convicción/convencer
A mi modo de ver, tener convicciones permite poseer una postura mental, una
base para avanzar en la vida. Esto puede conseguir que seamos convincentes.
Querer convencer conduce a ser violento con las convicciones del otro…, para
convertirnos en un «convencedor» (en pocas palabras…)
Creencia
En mi opinión, es el hecho de adherirse a una idea o un punto de vista sin
ninguna otra eventualidad, sin ninguna otra verdad posible.
Culpabilización
Culpabilizar a alguien es acusarlo de una falta que no ha cometido; puede haber
realizado un acto que ha tenido consecuencias dolorosas, pero no haberlo hecho
intencionadamente. En este caso, las consecuencias se deben a su acción, pero no
son culpa suya.
Dependencia
La dependencia es una necesidad excesiva que dificulta la libertad de la persona.
Para obtener aquello que necesita absolutamente, la persona se adapta y se
somete, sea cual sea la naturaleza de la dependencia: todas las adicciones, pero
también la necesidad de protección, de presencia, de amor, etc.
Deseo
Tengo que precisar que utilizo la palabra «deseo» en el sentido corriente del
término y no en el sentido psicoanalítico: simplemente, el hecho de tener ganas
de alguna cosa.
Diálogo/Monólogo
El diálogo permite una conversación en la que cada uno expone sus ideas para
hacer avanzar las cosas. Se habla, por ejemplo, de «diálogo social». En cambio, en
un monólogo, un personaje habla solo…, y podemos preguntarnos para quién.
Egocentrismo
Tendencia a referirlo todo a uno mismo, a considerarse como el centro del
mundo.
Emoción/Afecto/Sentimiento
Empleo estas palabras en sentidos muy precisos.
La emoción es la respuesta adecuada a una situación que se produce. La
emoción siempre es sana, sea la que sea.
El afecto es la respuesta desproporcionada a un acontecimiento porque las
emociones han sido dañadas anteriormente.
El sentimiento es la toma de conciencia de lo que se produce en uno mismo en
forma de emoción o de afecto.
Empatía
La empatía es una facultad de comprender la manera de pensar y de sentir del
otro, de comprender su mundo interior desde su punto de vista.
Estrés
Respuesta del organismo sometido a un conjunto de presiones y obligaciones. Un
ligero estrés puede ser motor, pero una acumulación de estrés, sin posibilidad de
eliminar el exceso, puede tener consecuencias graves.
Evaluación
La evaluación pretende cuantificar o calificar datos que no se pueden medir de
forma precisa.
Implicación
Implicarse supone aceptar un compromiso que tendrá consecuencias personales.
Es la historia de la gallina, el cerdo y la tortilla de manteca: la gallina se ve
afectada por el asunto…, ¡el cerdo está implicado!
Influencia
La influencia no tiene poder de obligación, sino un poder de hecho. Bajo la
influencia de alguien, de un producto o de una situación, se emprenden ciertas
acciones.
Inhibición
La inhibición es un proceso mental que va en contra de otro proceso vivido como
una necesidad. Laborit demuestra que la inhibición produce en la rata
consecuencias dramáticas para su salud.
Legitimidad/Legalidad
Es importante establecer la diferencia entre estos dos conceptos.
La legalidad se define por un código, por la ley.
La legitimidad se define por un contexto, por una historia específica.
Ocurre a menudo que la legalidad pisotea la legitimidad…
Monólogo
Véase «Diálogo».
Necesidad
Corresponde a una necesidad que permite perpetuar la supervivencia fisiológica,
mental o emocional de un individuo. Cuando la necesidad se frustra, se
experimenta una sensación de falta, de incomodidad o de privación, acompañada
de un deseo de hacerla desaparecer. Cuando la necesidad se satisface, genera una
sensación de bienestar, de placer y de alegría, acompañada de un deseo de hacer
durar esta satisfacción.
Opinión
Es una idea personal sobre un concepto o una situación.
Poder
Empleo la palabra «poder» para definir una relación entre individuos en la que
uno tiene los medios de obtener algo y el otro debe obedecer; el más fuerte tiene
el poder sobre el más débil (es posible que exista un «abuso de poder», pero no
siempre ocurre; el más fuerte puede ayudar al más débil o protegerlo, etc.)
Relación
La relación debería ser lo que une… y no lo que ata, no lo que apega y lo que
vuelve dependiente…
Representación
La representación que nos hacemos a partir de una palabra es personal. Cuando
más evoca la palabra un concepto difícil de captar, más diferentes pueden ser las
representaciones. La palabra «mimosa» sin duda daría lugar a menos
representaciones diferentes que la palabra «amistad».
Sentimiento
Véase «Emoción».
Significante/Significado
Ferdinand de Saussure explica la diferencia entre la palabra tal como se oye, tal
como se pronuncia (el significante) y la palabra tal como se comprende, con el
sentido que se le da. El significado es diferente de uno a otro.
Violencia/Agresividad
La agresividad es, a mi modo de ver, una actitud de llamada y de defensa. Busca
la relación, dice: «Pero ¿finalmente me vas a comprender?»
La violencia tendría más bien como objetivo la destrucción del vínculo; si no
puede existir y crear, el otro intenta destruir.
Bibliografía