Comunicación No Violenta

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COMUNICACIÓN

NO VIOLENTA
MARIE-JEANNE TROUCHAUD

COMUNICACIÓN
NO VIOLENTA
Aprende a defender tus ideas de manera
positiva
para establecer relaciones de calidad
y lograr lo que es importante para ti

Argentina – Chile – Colombia – España


Estados Unidos – México – Perú – Uruguay
Título original: La communication sans violence
Editor original: Éditions Eyrolles. París, Francia
Traducción: Nuria Viver Barri

1.ª edición Noviembre 2019

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita
de los titulares del copyright, bajo las san ciones establecidas en las leyes, la reproducción
parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y
el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o
préstamo público.

Copyright © 2015 Groupe Eyrolles


Ilustraciones © Hung Ho Than
All Rights Reserved
© 2019 de la traducción by Nuria Viver Barri
© 2019 by Ediciones Urano, S.A.U.
Plaza de los Reyes Magos, 8, piso 1.º C y D – 28007 Madrid
www.terapiasverdes.com
www.edicionesurano.com

ISBN: 978-84-17780-29-6

Fotocomposición: Ediciones Urano, S.A.U.


Índice
Agradecimientos
Introducción

Parte 1
Orígenes de las dificultades de comunicación
1. Las causas de conflicto
¿Qué es una opinión?
¿Hecho u opinión?
Marcos de referencias
Orígenes de los conflictos
Las diferencias de opinión
Los conflictos de intereses
Las luchas de influencia y de poder
Lo esencial para recordar

2. El papel de las emociones en la comunicación


¿Para qué sirven las emociones?
Una aparición incontrolable
Identificar las emociones
Emociones adecuadas
Emociones inadecuadas
Una no violencia natural
Experimentos destacados
Lo esencial para recordar

3. Los diálogos de sordos


Monólogos*
El monólogo del recuerdo
El monólogo de la argumentación*
El monólogo de la emoción/apropiación
Juicios de valor e interpretaciones
Juzgar el acto y no al actor
Desconfiar de nuestras interpretaciones
Generalizaciones y soluciones intempestivas
Lo esencial para recordar

Parte 2
Crear las condiciones de una relación de calidad
4. Las condiciones de la escucha
Estar presente
Presencia en uno mismo
Presencia en el otro
Durante un conflicto
Practicar la escucha activa
Aprender a escuchar
Técnicas de escucha activa
Lo esencial para recordar

5. Elementos de la relación con el otro


Elementos indispensables
La confianza
El apriorismo positivo incondicional
La empatía*
Comprender los sentimientos
Comprender la voluntad
Lo esencial para recordar

6. Elementos de la relación con uno mismo


Vocabulario emocional
Precisión
Organizar el pensamiento
Reconocer las necesidades y los deseos
Necesidades fisiológicas
Necesidades relacionadas con el marco de referencias
Necesidades emocionales
Necesidades circunstanciales
Existir en la relación
La asertividad*
La confianza en uno mismo
La fuerza
Lo esencial para recordar
Parte 3
Técnicas de comunicación no violenta
7. Los métodos
Marshall B. Rosenberg: la CNV
Proceso personal
Proceso empático
El escenario ganador/ganador
Sinergia y mutualización
El experimento de Laborit
El método DEEC
D de Describir
E de Expresar
E de Especificar
C de Consecuencias
Lo esencial para recordar

8. Aplicaciones
Obtener
Vida de pareja
Educación
Decir no
Vida profesional
Vida de pareja
Educación
Expresar o recibir la cólera
Un sentimiento constructivo
Causas ocultas
Vida profesional
Vida de pareja
Educación
Lo esencial para recordar

9. Los límites
La relación «blanca»
Influencias
Influencia de un adoctrinamiento
Influencia de una adicción
Cuando la fuerza es indispensable
Peligro real y fuerza protectora
Evitar siempre la fuerza represiva
Educación no violenta
Lo esencial para recordar

Glosario
Bibliografía
Agradecimientos

Quiero dar las más efusivas gracias a Olivier Pinna, un amigo que conoce bien las
ideas que sostengo e intento promover, y que compartimos. Cuando estaba un
poco cansada y vacilante para emprender la escritura de esta obra, primero me
escuchó y me comprendió, y después me dijo: «¡Sí, Marie-Jeanne, tienes que
escribir este libro! ¡Será útil! ¡Lo conseguirás!» Su confianza y sus ánimos me han
dado la energía necesaria.
Gracias también a Frédéric Haguenauer y a Stéphanie Deregnaucourt-Prieto,
que han elaborado croquis con un gran entusiasmo. Gracias a Michel Momy,
fotógrafo, por el retrato realizado.
Gracias a mis hijos, Pierre y Sophie. Nuestras largas conversaciones confiadas y
constructivas sobre la educación han aportado elementos a esta obra.
Gracias a Élise Morin Jamard, Axelle Pennone y Magali Massa por su
revisión. Gracias a todas las personas que han confiado en mí y me han animado,
en especial a Mike G., Gisèle Langlois, Véronique Lamé, Marie-Louise
Gourdon, Gérard Betti, Véronique Estève…
¡Gracias a todas las mujeres y los hombres que quieren practicar la
comunicación no violenta!
Introducción

Serenidad, sonrisa, simplicidad, confianza en uno mismo, resolución positiva de


los conflictos*1, relaciones* estrechas, agradables o, al menos, cordiales… Todo
esto puede vivirse día a día, en todos los ámbitos, gracias al aprendizaje de
algunos principios de comunicación.
Todos los días nos comunicamos con la familia, los amigos, los colegas, los
vecinos, los comerciantes y otras muchas personas. Con motivo de situaciones
muy simples, las divergencias de opinión* pueden crear dificultades inesperadas.
Todos lo hemos experimentado. Una palabra pronunciada sin mala intención
puede causar un revuelo, una palabra cómplice puede herir o irritar…
La expresión «comunicación no violenta» puede hacer suponer que esta técnica
debería utilizarse cuando hay violencia* o riesgo de violencia; en realidad, se trata
de una manera de entrar en relación de manera positiva y de crear todas las
condiciones para que la conversación con nuestros interlocutores sea de buena
calidad.
Es muy importante rectificar de entrada una confusión que se produce con
demasiada frecuencia: a menudo se cree que la no violencia equivale a aceptar, a
dejar hacer, a «perder», a ser débil. ¡Nada de eso! La comunicación no violenta
permite expresar toda la fuerza con firmeza, tranquilamente. No puede ser
solamente una herramienta, con lo cual podría convertirse, como todas las
herramientas, en un arma. Solo puede incluirse en una actitud* profundamente
no violenta y sinceramente respetuosa con el otro.
Comunicarse es un arte que requiere el dominio de algunos conocimientos y
métodos. Es evidente que hay que tener cierto gusto por esta forma de expresión,
pero esto no basta. Por lo tanto, esta obra presenta explicaciones detalladas y
ejercicios que permiten adquirir una habilidad en comunicación positiva. Se ha
diseñado para que pueda utilizarse y sea eficaz muy rápidamente, en todo tipo de
situaciones: en familia, en la vida profesional, sea cual sea el nivel jerárquico, en
la vida social o en el campo de la educación.
La primera parte detalla los orígenes de las dificultades de comunicación,
centrándose especialmente en el papel que desempeñan las emociones*. En la
segunda parte, se verá cómo crear las condiciones de una relación de calidad en
todos los ámbitos de la vida, incluida la relación con uno mismo. Finalmente, la
tercera parte detalla las técnicas de comunicación no violenta, su aplicación en
diversas situaciones, pero también sus limitaciones.
¡Es posible expresar las opiniones, preguntar, atreverse a decir la verdad,
siempre que se dominen algunas herramientas de comunicación!
1. Los términos seguidos de un asterisco la primera vez que salen figuran en el glosario del final del
volumen.
PARTE 1
ORÍGENES DE LAS DIFICULTADES
DE COMUNICACIÓN
Todo es comunicación: las palabras, las ideas emitidas, los movimientos de la
cabeza o del cuerpo, las miradas, los suspiros, las sonrisas, los gestos… ¡Incluso el
silencio!
Esta comunicación es voluntaria o inconsciente, organizada o espontánea, y
puede o no ser recibida por el otro… y descodificada de manera adecuada o no.
Esta primera parte estudia el funcionamiento de la comunicación, presenta sus
caras ocultas y explica las dificultades inesperadas que pueden surgir.
Comprobaremos que los puntos de vista diferentes pueden ser legítimos tanto el
uno como el otro, descubriremos hasta qué punto las emociones prevalecen
cuando creemos que los discursos están organizados por la razón.
Algunos mecanismos de comunicación están anclados en cada uno de nosotros
desde nuestros orígenes, de manera que somos incapaces de identificarlos y de
distanciarnos de ellos. La toma de conciencia de esta situación es un primer paso
indispensable para practicar una comunicación no violenta.
1
LAS CAUSAS DE CONFLICTO

En el programa

¿Qué es una opinión?


Orígenes de los conflictos
Lo esencial para recordar

Los conflictos de la vida cotidiana nos afectan a todos, tanto en el trabajo como
en casa e incluso en la vida en sociedad. La mayoría de las veces, se acusa al otro
de mala fe: «Es inadmisible», «No quería escuchar nada»… En estos casos, a
menudo se emplean frases que empiezan por: «Yo, en su lugar, nunca habría…»
Esto muestra hasta qué punto estamos acostumbrados a juzgar el
comportamiento de los demás a partir de nuestro punto de vista, de nuestras
costumbres y de nuestra propia actitud. Podemos aceptar algunas diferencias
siempre que no nos molesten realmente, pero, en cuanto tenemos la sensación de
ser atacados, pensamos que tenemos el monopolio de la buena fe, de la buena
educación y de la Verdad, ¡con V mayúscula!
Es bastante gracioso constatar que «el otro», ese adversario que tanto nos irrita,
al que tenemos ganas de llamarle de todo, piensa exactamente lo mismo que
nosotros: cada uno tiene la certeza de estar en lo cierto.
Por lo tanto, intentemos comprender* las caras ocultas de la comunicación
basándonos en las principales fuentes de conflicto:

las diferencias de opinión,


las divergencias de intereses,
las ambiciones de poder* y de influencia*.

Pero, antes de esto, es conveniente determinar lo que es una opinión, una


definición mucho menos sencilla de lo que parece.
¿Qué es una opinión?
¿Hecho u opinión?

Hay que diferenciar una opinión de un hecho.


Muy a menudo, nuestras afirmaciones no son más que opiniones. Lo
admitimos con bastante facilidad para temas relativamente neutros, pero
podemos encerrarnos completamente en nosotros mismos cuando esta opinión se
convierte en una creencia, una certeza. En estos casos existe el gran peligro de
hacer oídos sordos a cualquier otro punto de vista, de considerar como enemigo a
quien piensa diferente y, sobre todo, de querer convencerlo. ¡O, en el caso
extremo, «vencerlo»! Por supuesto, soy una mujer de convicción, es decir que
tengo ideas y valores que intento promover y compartir, pero también tengo
profundamente anclado en mí el respeto por la libertad de pensamiento del otro;
siempre intento comprender lo que apega al otro a su propio punto de vista.
¿Qué gusano ve en la manzana que le ofrezco con benevolencia? ¿Hay alguno que
yo no he visto? ¿Por qué él ve uno?

Ejercicio 1

En estos ejemplos de frases de la vida de todos los días, familiar, profesional o social, ¿ves una opinión o un
hecho?
Si digo: ¿Es una opinión? ¿Es un hecho?

1 ¡Esto está desordenado, no se puede vivir así!

2 Hace buen tiempo hoy.

3 Es necesario que los niños triunfen en la escuela.

4 Este hombre es muy inteligente.

5 Ella siempre está de mal humor.

6 Hemos pasado unas vacaciones formidables.

7 Es la mejor panadería de la ciudad.

Te propongo que reflexiones sobre estos ejemplos.

Ejemplo 1: Es una opinión. No tenemos la misma visión sobre el orden.


Algunos tienen necesidad* de que todo esté rigurosamente en su lugar, otros se
encuentran más cómodos en medio de una atmósfera más «informal». A algunos
les parece que en cualquier caso hay unos límites, por ejemplo, en una habitación
de adolescente… ¡Pero no! Los adolescentes pueden vivir muy bien en medio de
su habitación patas arriba. Para no afirmar lo que solo es una opinión, podría
decir: «No puedo vivir en un lugar donde cada cosa no está en su sitio».

Ejemplo 2: Si el sol brilla, es una afirmación comprensible en su sentido más


común. Pero esto no tiene por qué gustar a todo el mundo. Algunos pueden
detestar el calor, preferir la lluvia o el viento… Algunos (los aficionados al esquí,
por ejemplo) podrían decir: «¡Hace frío y nieva! ¡Hace buen tiempo!»

Ejemplo 3: Es una opinión, ¡fuente de muchos conflictos entre adultos y niños!


¡Incluso puedo llegar a decir que es una fuente de mucha violencia infligida a los
niños2! Primera fuente de divergencia de opiniones: el niño pequeño tiene una
visión a corto plazo y no establece ninguna relación entre su trabajo actual y su
futuro. Segunda fuente: ¿qué concepto de éxito tenemos para la vida? ¿Qué sería
ser feliz? ¿Estar bien situado? ¿Cuidar las cabras en la montaña y hacer queso?
¿Ganar un máximo de dinero? ¿Tener una vida simple y tranquila? Siempre se
puede afirmar: «Pienso que es necesario que los niños triunfen en la escuela». De
esta manera, damos una opinión, pero sin enunciarla como un hecho establecido.
Ejemplo 4: ¿De qué inteligencia hablamos? Este hombre puede ser capaz de
razonamientos muy elaborados y de hacer síntesis geniales, pero ser incapaz de
inteligencia emocional, de inteligencia del corazón… Así que, ¿podemos afirmar
que es «inteligente»? Y esta afirmación también es una opinión.

Ejemplo 5: Los hechos observables son, por ejemplo, que esta mujer no sonríe
nunca, o habla fuerte, o a menudo tiene los ojos llenos de lágrimas, o se aísla y no
bromea con nadie, o suspira si se le pide una explicación… Esto no significa que
no tenga un intenso deseo* de relaciones de calidad.

Ejemplo 6: ¿Estamos seguros, al hacer esta afirmación, de que el otro o los otros
también han pasado unas vacaciones formidables? Uno se había marchado con el
deseo de gandulear en la playa, de broncearse, de leer, de pasear por las calles, o
bien de jugar partidas de petanca y beber un aperitivo con los amigos; otro quería
visitar monumentos y escalar lugares importantes; el tercero deseaba hacer fotos
originales y conocer a la gente del país…

Ejemplo 7: ¡En cualquier caso, es la que prefiero!

¡Imagina las dificultades de comunicación que tiene una mujer casada con un
hombre inteligente, tiene frío cuando él tiene calor, es madre de un adolescente,
trabaja con una colega poco sonriente y ha decidido marcharse de vacaciones con
unos amigos que quieren que pruebe un pan que a ella no le gusta!

Marcos de referencias
Tener una opinión es, por supuesto, perfectamente legítimo. Los puntos de vista
sólidos, los valores y los gustos afianzados estructuran una personalidad, como la
columna vertebral mental del individuo. Nuestro marco de referencias nos da un
esquema de lectura de lo que nos rodea y de los acontecimientos que surgen. Por
lo tanto, no es cuestión de poner en duda la pertinencia de disponer de un marco
de referencias. Comunicarse de manera no violenta no supone renunciar a las
propias opiniones, muy al contrario. Veremos que la comunicación no violenta
permite defender un punto de vista con intensidad y fuerza. Intensidad y
fuerza…, ¡pero sin violencia!
Así pues, intentemos comprender cómo se construye este marco de referencias
tan importante y, sin embargo, fuente de muchas tensiones entre personas de
buena voluntad. ¡El lactante no nace con un marco de referencias! Sus
experiencias y sus encuentros son los que lo modelarán. Poco a poco, se dibujará
una personalidad, a partir de diferentes elementos.

Lo que creemos «verdadero»


En el crisol de nuestra familia, y después en el de la escuela, nos han inculcado
unos principios a propósito de la religión, las profesiones, las prioridades que
debemos tener, la comida, la mirada a hombres y mujeres, la sexualidad, la
política, lo que es correcto o vergonzoso, lo que está bien o mal, etc3. Tanto si
más adelante nos mantenemos fieles a ellos como si nos alejamos, no elegimos las
primeras influencias de nuestro marco de vida y siempre quedará alguna cosa,
tanto en positivo como en negativo. Es como un acento: no se nace con él, sino
que se «adquiere» al aprender a hablar, al oír hablar, y siempre nos quedará una
pizca de acento, aunque nos moleste… Esto es lo que fabrica los apriorismos*,
los prejuicios: en nuestra cabeza, es un asunto previsible, ya juzgado.

Lo que se puede descodificar


Según los centros de interés que se nos han propuesto, según el vocabulario que
se ha empleado con nosotros, según las explicaciones que se nos han dado o no,
según la reflexión a la que nos han invitado o no, según nuestras aptitudes
naturales y nuestros gustos, según las asignaturas que hemos estudiado y la
manera en que nos las han enseñado, se han desarrollado nuestros centros de
interés y nuestras competencias. ¿Existe la «cabeza para las mates»? Esta no es la
pregunta, y se necesitarían varias obras para debatir sobre la parte innata y la
adquirida. En cualquier caso, si «se nos dan las mates», tendremos más
oportunidades de tener un pensamiento lógico, de construir a partir del
razonamiento y las pruebas. Si somos «artistas», seremos más capaces de tener un
pensamiento imaginativo, creativo. Si nos sentimos orientados hacia el campo de
la mecánica, el funcionamiento de un motor nos resultará evidente. Si hemos
estudiado ebanistería, el olor y el tacto de la madera se habrán convertido en una
referencia. Esto nos permite comprender por qué una palabra o un concepto
pueden, de entrada, provocar representaciones* tan diferentes en unos y otros.
Nuestra experiencia emocional
¡Estas huellas son las menos evidentes de desenmascarar pero, con mucho, las
más activas! Las emociones son naturales, puras. Surgen en nosotros antes que la
reflexión. En este sentido, son «sagradas» y siempre deberían respetarse. En la
infancia hemos manifestado con mucha rapidez la alegría, la tristeza, el miedo o
la cólera. ¿Cómo las ha acogido nuestro entorno? ¿Las ha comprendido o las ha
reprimido, ridiculizado o ignorado? Hay que comprender que una emoción
pisoteada produce una profunda desestabilización interna y hunde la confianza
en uno mismo.
Si estoy furiosa contra un servicio administrativo porque no consigo lo que
considero que es mi derecho, explico mi descontento y mi irritación, y la única
cosa que puede calmarme es que se comprendan las razones de mi justa furia.
Aunque el empleado al que me dirijo no pueda realmente darme satisfacción, al
menos espero que me manifieste su comprensión, que se muestre apenado. Si me
responde sin escucharme, tratándome como a un niño, esto puede multiplicar mi
irritación y hacerme salir de mis casillas. Pero, como adulto, soy (¡en general!)
capaz de analizar la situación de manera justa y de no explotar ni agredir a mi
interlocutor.
¿Qué ocurre con un niño pequeño? Cuando está furioso contra un adulto, lo
manifiesta de una manera «sin matices», y esto es normal, a su edad. Además,
cuando experimenta otra emoción, es esta emoción. Ahora bien, no es raro que
los adultos juzguen al niño, lo regañen o lo castiguen porque la manifestación de
su emoción los molesta. El niño pequeño no puede rebelarse, y tampoco tiene la
facultad de comprender lógicamente que aquí está en juego el límite del adulto.
Si los padres tienen esta actitud, sobre todo la madre, el niño se pondrá a dudar
de sí mismo: «Mamá forzosamente tiene razón cuando me dice que no debería
sentir lo que siento; sin embargo, lo siento y, por lo tanto, ¡es que soy anormal!»
No existe un peor destructor de la confianza en uno mismo que este fenómeno4.
Por otra parte, todos los placeres y sinsabores, todas las ocasiones de miedo, las
injusticias y las traiciones, todos los abandonos vividos, todas las penas pasadas
participan intensamente en la construcción de un marco de referencias:
«¡Atención, pensar así o hacer esto puede resultar muy doloroso!», nos dice una
vocecita no identificada pero omnipresente…
Ejemplo concreto
A la luz de lo que precede, vamos a estudiar un ejemplo imaginando una
conversación entre nosotros.
Ejercicio 2

Yo: «Voy a decirte una cosa verdadera e importante para mí: me horroriza el perfume Opium de Yves Saint
Laurent, me horroriza el perfume Ysatis de Givenchy y me horroriza un tercer perfume (cuyo nombre no
recuerdo)».
Marca la respuesta más cercana a lo que dirías:

❏ ¡Pero si Opium huele bien!

❏ Ysatis es mi perfume, así que no quisiera molestarte.

❏ ¡Me importa un pimiento!

❏ ¿No te gustan los perfumes de marca?

❏ ¿Eres alérgica?

❏ ¡Sin duda, exageras al decir que te horroriza!

❏ ¿De verdad no te acuerdas del nombre del tercero?

❏ Tus gustos me importan poco, ¡no he comprado este libro para saber si te gustan los perfumes!

Pocas personas son capaces de interesarse espontáneamente por el mensaje del


otro sin verse invadidas por sus propios marcos de referencias. Veamos la posible
fuente de una dificultad de comunicación5.
Analicemos. Cuando digo que me horrorizan estos perfumes, el mensaje (el
significante) tiene un sentido para mí (el significado), por ejemplo:

Me regaló Opium una persona que quería engatusarme (o así fue como
yo lo sentí): cuando perdí a mi suegra, a la que quería mucho, mi suegro
rehízo su vida y la nueva suegra me regaló este perfume. Nunca me lo
puse, ni siquiera sé cómo huele.
Ysatis… Lo conozco, huele bien… Era el perfume de una secretaria de
mi exmarido…
En cuanto al tercero, la publicidad que lo promociona me ha parecido tan
vulgar que me he dicho que nunca me lo pondría.
Un mensaje codificado
Vemos claramente que un marco de referencias personal puede codificar un
mensaje recibido. ¡Mucho más allá del sentido común, lo más importante del mensaje
es el sentido para uno mismo! ¿Qué puede haber pasado para que «tú» me
respondas así? Tu propio marco de referencias ha filtrado las informaciones
recibidas.
Por ello, has podido ser «formateado» para considerar que el perfume es algo
esnob, o que solo los perfumes famosos son buenos perfumes, o que no tenemos
derecho a decir «me horroriza…», etc. ¿Mis palabras te han chocado, te han
sorprendido? Dado que estamos más a gusto con lo que comprendemos, quizá,
en un primer tiempo, has «rechazado» mi idea. ¿Tal vez ha surgido un juicio en
ti? ¿Quizá has tenido la intención de no herirme con tu respuesta y te has dicho
que podrías darme a entender hábilmente que este mensaje te indisponía?
Hábilmente, porque eres una persona llena de buena voluntad, pacífica y amable,
porque te han enseñado que no hay que atacar directamente, no hay que ser
maleducado, porque tienes miedo de enfadarte o de despertar las iras contra ti…
Por lo tanto, tu respuesta ha pasado por tu marco de referencias.
Todo esto se va a complicar más, porque tu respuesta pasará después por mi
marco de referencias…, y me empujará a juzgar. Entonces intentaré responderte
hábilmente, ¡porque soy una persona amable y llena de buena voluntad!
Vemos en qué puede convertirse la situación al cabo de cinco o seis
intercambios. Cada uno, con más fuerza y convencido de su buena fe, de su
sinceridad y de su buena voluntad, ¡va a acusar al otro! Entonces, ¿qué fue
primero, el huevo o la gallina? ¿Quién es el huevo y quién, la gallina?
Sin embargo, en esta configuración, a menudo basta con explicar por qué se ha
emitido el mensaje de esta manera para que cada uno comprenda el origen de la
confusión y después poder bromear juntos sobre el incidente.
Creencias
Las cosas se complican todavía extraordinariamente cuando el marco de
referencias se convierte en una creencia.
Una creencia es una certeza que concierne a un ámbito sujeto a varias
interpretaciones o apreciaciones. La religión es uno de los ejemplos más
identificables. Algunas personas están absolutamente convencidas de la existencia
de Dios, mientras que otras están absolutamente convencidas de lo contrario.
Algunas personas están absolutamente convencidas de que solo un Dios
determinado existe, mientras que otras creen que es este otro. Al estudiar la
historia antigua o moderna se constata hasta qué punto, desde hace mucho
tiempo, los integrismos religiosos han sido responsables de las peores
brutalidades, de las peores violencias.
¡La comunicación no violenta supone admitir que el otro tiene derecho a tener
sus propias creencias! Todos tenemos apriorismos, prejuicios; identificamos con
mucha facilidad los ámbitos de intransigencia de nuestro interlocutor, pero
consideramos los nuestros como «normales».
Te propongo que examines las afirmaciones siguientes y analices si, para ti, se
trata de marcos de referencia (cercanos o alejados de los tuyos) o de creencias (a
las que te adhieres o a las que rechazas), y con qué intensidad.
Ámbito profesional
Afirmación Marco de referencias Creencia

Los jefes son autoritarios.

Los sindicalistas son unos holgazanes.

Un equipo de trabajo debe ser amistoso.

Nunca hay que hacer horas extras.

Las reuniones son una pérdida de tiempo.

Ámbito de la educación
Afirmación Marco de referencias Creencia

Hay que dar de mamar a los hijos.

Hay que dejar llorar a los bebés y, al final, acabarán por dormirse.

Hay que decir buenos días, buenas noches, gracias, por favor, etc.

Los adolescentes tienen que ordenar su habitación.

En nuestros días, los niños están peor educados.

Ámbito de las relaciones amorosas


Afirmación Marco de referencias Creencia

La fidelidad es absolutamente indispensable en una pareja.

Los hombres son unos egoístas.

Lo que se refiere a los niños es un asunto de la mujer.

El hombre es más racional; por lo tanto, a menudo tiene razón.

Las mujeres saben escuchar mejor.

Si quieres continuar con esta introspección, puedes preguntarte cómo se han


construido tus marcos de referencias y tus creencias. ¿Qué te han dicho? ¿Quién
te lo ha dicho? ¿En qué circunstancias esto se ha inscrito en ti?
Los marcos de referencias, construidos a lo largo de toda la vida a partir de la
educación y las experiencias, impregnan completamente la lógica, la organización
del pensamiento, el comportamiento y el discurso de cada uno…, ¡pero cada uno
a su manera!
La comunicación no violenta utiliza «herramientas» que detallaremos más
adelante, pero se basa ante todo en una actitud personal de apertura de la mente.

Orígenes de los conflictos


Las diferencias de opinión
Necesidad de armonía
Numerosos experimentos demuestran que el ser humano es espontáneamente
sociable, que tiene ganas de tener relaciones agradables y que está dispuesto a
ayudar. Si le preguntas una dirección a alguien desconocido en la calle, no es raro
que esta persona te responda muy amablemente e intente de verdad ayudarte.
Incluso es posible que gracias a esta buena disposición, si no conoce la respuesta,
movilice a otras personas o incluso invente detalles. Esta actitud se explica por la
gratificación que aportan una sonrisa, un agradecimiento y la sensación de haber
sido útil.
El niño muy pequeño sin duda es egocéntrico*, pero aprende hacia los cuatro o
cinco años el interés de la socialización; de esta manera, se beneficiará de la
posibilidad de jugar con otros niños. Incluso a muy corta edad, el niño se
preocupa por su entorno cercano. Tiene necesidad de sonrisas y de atención, e
intenta, con sus medios de personita, participar en el mantenimiento de un buen
ambiente.
El ser humano prefiere de forma natural las relaciones armoniosas y tranquilas.
Al empezar en un nuevo trabajo, esperamos que el ambiente sea agradable y
estamos dispuestos a participar en el juego. Cuando nos casamos, estamos
sinceramente decididos a vivir una historia muy bella. Hablo aquí de los inicios
de la relación, antes de que las dificultades de comunicación alteren este mundo
ideal.

Divergencias perturbadoras
Estas dificultades a menudo simplemente tienen relación con diferencias de
representación y de opinión. Entremos en materia sobre el tema. Te propongo
que pienses en «una isla». Imagínatela: ¿cómo te la representas? Escribe en el
cuadro siguiente lo que quieras a propósito de esta isla surgida de tu imaginación.

Una isla


Nota: para este ejercicio, igual que para los siguientes, no dudes en anotar tus respuestas en una hoja de
papel aparte si necesitas más espacio.

¿Qué te ha venido a la mente? ¿Una playa de arena blanca y unos cocoteros?


¿Córcega? ¿Un faro tomado por asalto por las olas en el canal de la Mancha? ¿El
deseo de vivir la aventura de Robinson Crusoe? ¿La guerra entre ingleses y
argentinos en las islas Malvinas? La lista podría ser larga… Es importante
constatar que entramos en comunicación con lo que una palabra evoca en
nosotros. Hasta el momento no habría demasiado material para desencadenar un
conflicto, bastaría con precisar de qué «isla» estamos hablando.
Ahora, piensa en «la limpieza» y escribe a continuación lo que te viene a la
mente.

La limpieza


¿Hacia qué ámbito se ha orientado espontáneamente tu pensamiento? ¿La


limpieza del cuerpo? ¿La de la casa? ¿La de la ciudad? ¿La que has echado de
menos durante un viaje a un país exótico? ¿La que tienes que soportar? Si has
pensado en la limpieza del cuerpo, ¿cuáles son tus criterios? Podemos enumerar
todas las partes del cuerpo… ¿Qué hay que lavar? ¿A qué ritmo?
¡Ya vemos que cada uno tiene su propia idea del asunto! Además, esta idea
puede evolucionar en nosotros mismos según los momentos de la vida, las épocas
y las circunstancias. ¡Hace una cincuentena de años, la ducha diaria estaba lejos
de ser un principio básico! ¿Y quién nos dice que, si la gestión del agua del
planeta no se controla, no volvamos a las dos duchas a la semana, o incluso a una
sola? Algunas personas ponen mala cara, piensan en los olores «medievales»,
mientras que otras se ponen a reflexionar en los problemas ecológicos, ¡y otras
quizá se alegran porque no les gusta nada la ducha! ¿Quién tiene razón?
Estos dos ejemplos ya ayudan a comprender la fuente de las dificultades de
comunicación. Sin embargo, en este caso, cada uno tiene su isla, cada uno
prefiere su forma de higiene. Se trata de un asunto personal, que solo
compromete a uno mismo, aunque también es un asunto entre padres e hijos, o
de los colegas que comparten la misma oficina, o de las personas que tienen el
proyecto de partir juntos a una isla…

Respeto
Continuemos con nuestro pequeño juego. Deja que surja en tu mente tu
concepto de la honestidad, de la amistad, del compromiso, de la pareja, de la
educación, del respeto… Cada una de estas palabras comprende una
representación personal que ningún diccionario del mundo puede uniformizar…
¡Y surge la gran palabra: ¡el respeto!
«¡Él no tiene ningún respeto!»; «¡Ella no respeta nada!»; «¡Él me falta al
respeto!»; «¡Yo soy respetuoso!» Conocemos las variantes: «¡Yo respeto si me
respetan a mí!»; «¡Si él quiere que lo respete, solo tiene que respetarme a mí!»;
«¡Solo le pido que respete algunas reglas elementales!» La indignación es
entonces manifiesta.
Esta falta de respeto a menudo es un sentimiento* que se experimenta, pero
raramente una realidad objetiva: el otro rara vez es deliberadamente irrespetuoso.
Experimenta el mismo sentimiento y realiza los mismos juicios negativos sobre
nosotros. Esto es especialmente destacable durante las terapias de pareja: uno y
otro tienen buena fe (puesto que, si participan los dos en la terapia, es porque
buscan una solución para salvaguardar su unión), pero cada uno habla a partir de
sus propias heridas y acusa a su pareja de dar muestras de negligencia
comportándose de una manera que no le conviene. Cada uno, con la misma
sinceridad, toma al terapeuta como testigo de lo bien fundado de su opinión y de
la ligereza, las malas intenciones, la estupidez o la infamia del otro.
La sensación de falta de respeto es una reacción a lo que sentimos como una
necesidad absoluta, puesta en peligro. Ahora bien, nuestras necesidades son
legítimas para nosotros, pero no universales. Si tengo necesidad de comer, de
orden, de caricias, de silencio, de aire fresco, de calor, de lo que sea, esto es
indudablemente cierto para mí, pero no lo es para los que me rodean.

En la oficina

Si dos colegas comparten la misma oficina y una abre la ventana, no es para molestar a la otra, que es
friolera, es sin duda porque ella misma tiene demasiado calor. Si la friolera, por su parte, cierra la
ventana, no es con la intención de molestar a la primera, sino porque tiene frío. El conflicto puede
volverse violento a partir del momento en que una acusa a la otra de malas intenciones, es decir, de falta
de respeto. En efecto, esto es lo que a menudo nos resulta más insoportable y que nos encoleriza más:
vivimos como una injusticia muy grande el hecho de ser acusados de haber querido hacer daño.

Los conflictos de intereses


«Cada cual arrima el ascua a su sardina», dice el proverbio.
Elegir las fechas de las vacaciones en una estructura que acoge a un
público todo el año…
Establecer la planificación para cumplir una misión…
Determinar los sectores atribuidos a unos y otros para un proceso
comercial…
Distribuir las tareas domésticas en casa…
Pasar las próximas vacaciones esquiando o en las playas del
Mediterráneo…
Compartir un pollo si a todo el mundo le gusta el muslo…
Comprar la última novedad en taladradora atornilladora o el último robot
picador amasador que ha salido…
Apoderarse del mando a distancia…

Si duda, todos nos hemos sentido identificados con algunas de estas


situaciones, algunas de las cuales a veces dan lugar a conflictos. La posición del
«otro» ha podido desencadenar en uno mismo una auténtica cólera o un
auténtico desprecio, porque ha podido pensar que era perfectamente egoísta,
indiferente a nuestras propias preocupaciones. ¿El «otro» lo hace a propósito? La
reacción espontánea a menudo está impregnada de cólera y, con frecuencia, le
falta objetividad. Por eso, la comunicación que se emite en estos momentos tiene
un gran riesgo de ser una «comunicación violenta».

Las luchas de influencia y de poder


En una obra sobre la no violencia, parece indispensable decir algunas palabras
sobre el poder. Establezco una distinción entre poder y autoridad*.

La autoridad
La autoridad se sitúa en la relación. Una persona que tiene una cierta autoridad (y
no una persona que es autoritaria) ejerce una influencia de forma natural. Es un
líder, a veces es una persona carismática. La gente acude a ella por su propia
voluntad. Esta influencia puede ser muy positiva, pero también negativa, por
ejemplo el gurú de una secta. En este caso, el líder ejerce un poder a través de su
influencia: pone a la persona bajo su dominio, lo cual es lo mismo que hablar de
abuso de poder.

El poder
El poder se sitúa en el registro de la exposición. Obtiene alguna cosa concreta de
una persona, tanto si esta quiere como si no y tanto si lo sabe como si no.
Supone, por parte del que lo ejerce, una voluntad y una puesta en práctica. Es
una capacidad de «actuar sobre» con un efecto o bien positivo, o bien negativo.
El poder puede instituirse, como en el caso de la jerarquía, o puede ser de hecho:
por ejemplo, los niños están bajo el poder de los adultos, tanto en casa como en
la escuela.
Cuando existe la voluntad de someter al otro y de extraer un provecho personal
de él (material, intelectual, de influencia o de gloria…), se produce abuso de
poder. Sin embargo, la idea del poder no debe rechazarse a priori. Un médico, un
progenitor, un organizador, un dirigente, un político o un educador pueden
ejercer su poder de una manera totalmente constructiva, si no confunden su
función con su identidad y si no se aprovechan de la situación para imponer lo
que sea en nombre de una ley que ellos mismos han decretado.
La comunicación no violenta no puede, por supuesto, asociarse, ni de cerca ni
de lejos, a una lucha del tipo que sea contra el otro. Puede asociarse mucho mejor
con la lucha por el otro…

Isabelle

Es educadora de personas jóvenes con dificultades muy grandes, la mayoría de las cuales ya han tenido
problemas con la justicia. Isabelle me cuenta que un día le dijo a un hombre joven que estaba en un
momento de renuncia: «Mira, K., ¡cuando te veo así, me entra la cólera! ¡No es una cólera contra ti, sino
una cólera por ti!» Esto le hizo comprender que realmente tenía ganas de que él saliera adelante, que no
era una educadora indiferente, sino una educadora implicada*, y que creía realmente en él. A partir de
aquel momento, él confió en ella.
Para mí, esto es una ilustración muy justa de una comunicación no violenta en una situación de
poder. Es una comunicación verdadera, intensa, durante la cual se apoya con firmeza una postura.

Por desgracia, por un ejemplo como este, existen muchos otros mucho menos
positivos:

Yo soy tu profesor, por lo tanto, tengo razón.


Yo soy tu jefe, por lo tanto, tengo razón.
Tengo más fuerza física que tú, por lo tanto, tengo razón.
Nosotros somos más numerosos, por lo tanto, tenemos razón.
Yo soy mayor que tú, por lo tanto, tengo razón.

Cada una de estas frases podría terminar por: «… ¡y estoy muy enfadado
contigo / contra vosotros porque no estáis de acuerdo!»

Ejemplos concretos
Te invito una vez más a una pequeña reflexión personal.

Ejercicio 3

¿Sobre qué personas tienes poder?:

En la esfera familiar
En la esfera social
En la esfera profesional

¿Ejerces este poder de manera positiva o no? Para saberlo, puedes hacerte algunas preguntas: ¿te ocurre a
veces que hablas más fuerte?, ¿que impones alguna cosa justa porque te conviene?, ¿que no tienes en cuenta
al otro?, ¿que haces chantaje, eventualmente afectivo?, ¿que haces juicios precipitados?, ¿que decides solo
para ir más deprisa cuando no existe realmente una urgencia?, ¿que utilizas la desvalorización?, ¿que haces
callar porque estás cansado?, ¿que utilizas tu fuerza física para imponer a alguien más débil cosquillas o
besos, por no hablar de bofetones, azotainas, etc.?

Mi propósito no es criticar o hacer sentir culpable ni a un jefe preocupado por


la eficacia, ni a un profesor desbordado, ni a una madre cansada, y me pregunto
qué clon de Buda sería capaz de responder no a todas estas preguntas. Se trata
solamente, cuando se desea practicar la comunicación no violenta, de identificar
cómo se inmiscuye la violencia subrepticiamente en nuestras palabras y en
nuestra manera de actuar en cuanto nos encontramos en una posición de poder.
Cuando se quiere modificar la relación que se tiene con los demás, es
indispensable empezar por analizar honestamente cuáles son los puntos en los
que se puede trabajar sobre uno mismo. También es una buena noticia: aunque
no pueda modificar nada en el otro solo porque me gustaría, puedo evolucionar
yo mismo y, de esta manera, conseguir las relaciones de calidad que deseo.

Ejercicio 4

Empieza por escribir el nombre de todas las personas ante las que te sientes más o menos molesto.
Selecciona ejemplos de la vida personal, de la vida profesional, de la vida con los amigos o social. Clasifícalos
en estas columnas según si te irritan un poco, moderadamente, mucho, enormemente…

Nombres Un poco Moderadamente Mucho Enormemente

Revisa todos estos nombres y evalúa si tú estás en conflicto con estas personas por razones de ideas, de
interés o de poder.

Nombres Ideas Interés Poder

Repite exactamente la misma tabla, pero esta vez llénala con el punto de vista de estas personas. En tu
opinión, ¿qué experimentan ellas ante tu irritación (o ante tu fuerte cólera)? ¿Qué piensas que escribirían si
estas personas fueran las que llenaran la tabla sobre ti?

Nombres Sentimientos experimentados


¿Hay una parte de verdad en su valoración? En caso afirmativo, ¿cuál? ¿Por qué?

Nombres ¿Sentimiento justificado? ¿Por qué?

Lo esencial para recordar


Todos los seres humanos intentan hacerse comprender, ser escuchados,
comunicarse…
Los conflictos surgen con mucha mayor frecuencia de malentendidos que de la
mala voluntad de los interlocutores.
Todos los individuos tienen, con toda legitimidad*, opiniones y deseos que a
veces van en contra de las opiniones, los intereses o los deseos del otro.
2. Véase mi obra Votre enfant, votre adolescent, les violences et l’école, e-book Kindle, Amazon, 2013.

3. Véase mi obra 50 exercices de psychogénéalogie.

4. He detallado el papel de las emociones en la vida cotidiana en mi primera obra, Et l’émotion se fait
chair.

5. ¡De todos modos, debo precisar que este ejemplo es completamente imaginario y no corresponde a
la realidad!
2
EL PAPEL DE LAS EMOCIONES
EN LA COMUNICACIÓN

En el programa

¿Para qué sirven las emociones?


Emociones adecuadas
Emociones inadecuadas
Lo esencial para recordar

Las emociones son la primera respuesta natural a los acontecimientos que se


producen a lo largo de la vida. Desde el nacimiento, nos enfrentamos a
acontecimientos agradables (calma, ternura, saciedad, cuidados) que nos
proporcionan alegría; a momentos difíciles (atmósfera pesada en casa debido a
una discusión vivida en la familia, por ejemplo) que nos proporcionan tristeza; a
momentos de angustia (separación de la madre, por ejemplo) que nos producen
un miedo intenso; a sensaciones que nos indignan (el hambre, por ejemplo) y que
despiertan una intensa cólera.
A lo largo de nuestra vida, tengamos la edad que tengamos, las emociones
funcionan siempre de la misma manera. Surgen en nosotros: alegría, tristeza,
miedo, cólera…

¿Para qué sirven las emociones?


Una aparición incontrolable
Las emociones, antes de poder ser traducidas en palabras, antes de poder
ayudarnos a adaptar nuestro comportamiento, provocan en nosotros una
manifestación espontánea que es totalmente normal no controlar. La emoción
provoca una reacción física y visible por los demás incluso antes de que hayamos
tomado conciencia de lo que nos ocurre. Por ejemplo, si nos encontramos con
una persona a la que apreciamos, puede surgir una sonrisa en nosotros y en
nuestros labios antes de que seamos conscientes de lo agradable del encuentro. Si
somos agredidos, un reflejo puede hacer que evitemos un golpe y empujarnos a
defendernos, incluso antes de haber pensado en el peligro. Ante una injusticia,
podemos experimentar un malestar antes de darnos cuenta de que nos hemos
enojado. Sin embargo, los ojos pueden lanzar llamas, las manos pueden crisparse
y el cuerpo puede dirigirse hacia delante.
Nada de esto ocurre por casualidad. Una emoción surge en un lugar preciso del
cerebro, llamado cerebro límbico. Las neuronas activadas mandan entonces una
información a una glándula que segrega inmediatamente una hormona. Las
emociones no son solamente «sentidas», también tienen una presencia fisiológica:
los ojos se abren de par en par, las mejillas enrojecen, el cuerpo se crispa, aparece
la transpiración… Todo esto está provocado por las hormonas movilizadas por
las emociones.

Identificar las emociones


Por lo tanto, las emociones manifiestan lo que sentimos y a menudo son
identificables por los demás antes de que nosotros mismos seamos capaces de
descodificar lo que nos ocurre. ¿Te ha ocurrido alguna vez que te hayan hecho
observar tu aspecto triste o cansado (o en forma, o furioso, o inquieto) sin que tú
mismo te hubieras dado cuenta antes?
Para poder practicar una comunicación no violenta, es indispensable
comprender bien, por una parte, cómo funcionan nuestras propias emociones y,
por otra parte, cómo pueden funcionar las emociones del otro. Esto evita (o al
menos limita) los juicios de valor, las opiniones tajantes sobre unos o sobre otros,
o sobre uno mismo, por ejemplo:

Ella no quiere comprender nada.


Él es susceptible, no se le puede decir nada.
Ella se pone nerviosa por nada.
Él no tiene corazón.
Ella es testaruda, estrecha de miras.
Él está triste como un día sin pan.
Soy una inútil, nunca consigo decir lo que pienso.
Tengo malas pulgas, exploto todo el tiempo.

Si aceptamos nosotros mismos correctamente nuestras propias emociones,


todo va bien. En este caso, se convierten en sentimientos identificables y
utilizables. La parte del cerebro adaptada al tratamiento de la información, al
análisis, a las tomas de decisiones (la corteza prefrontal) es, pues, operativa.
Hablaremos entonces de emociones «adecuadas». Pero, a menudo, las emociones
(las nuestras y las de los demás) pueden ser «inadecuadas»6.

Emociones adecuadas
Las emociones tienen la función de poner en relación «normalmente» a uno
mismo con el otro o los otros, a uno mismo con el entorno y a uno mismo con
uno mismo. Si se aceptan correctamente, se eliminarán de forma natural o se
tratarán de manera justa.
¿Cuáles son los efectos de las emociones adecuadas?

El miedo identificado como tal nos permite evaluar el peligro objetivo,


analizar los medios que debemos poner en marcha para superar la
dificultad, encontrar la energía necesaria para actuar o protegernos.
Experimentar miedo no significa ser miedoso.
La alegría identificada como tal nos permite alegrarnos sin reservas,
aprovechar el momento plenamente, aumentar la confianza,
recuperarnos, comprender también lo que nos hace realmente felices,
seleccionar nuestros auténticos valores y dirigirnos hacia ellos
serenamente, tomar opciones de vida que no nos decepcionen, que nos
beneficien y construyan nuestra vida.
La tristeza identificada como tal nos permitirá no juzgarnos a nosotros
mismos durante un simple momento de depresión, respetar la necesidad
de ayuda, de amistad o de apoyo experimentada, respetar sin vergüenza
los momentos de bajón, los momentos en que tenemos necesidad de
encerrarnos en nosotros mismos y de ocultarnos para llorar… Permite
eliminar más deprisa toda esa tristeza justamente sentida para «hacer el
duelo» de una situación o de un ser, y poder escribir una nueva página del
libro de nuestra vida sin que nos derribe la vergüenza, sin pensar que
somos débiles.
La cólera identificada como tal es la mejor de nuestras aliadas, porque nos
proporciona una inmensa energía. Permite defender con vigor,
determinación, fuerza y eficacia nuestro ser y nuestros valores. Podemos
sentirnos orgullosos de rebelarnos contra las injusticias y las opresiones…
Stéphane Hessel o Zola lo resaltaron claramente al escribir ¡Indignaos! o
Yo acuso.

Una emoción adecuada corresponde en calidad y en intensidad a la situación


que se presenta. No se desborda, no nos coloca bajo su influencia. La
comprendemos y somos capaces de hacer alguna cosa útil con ella.

Emociones inadecuadas
Una emoción inadecuada a menudo es errónea en su objeto.

Una persona que sufre una injusticia o una traición debería encolerizarse.
Ahora bien, ocurre a menudo que se entristece y se siente «inútil»: «Es
culpa mía», «No he sabido defenderme», «Él/ella se ha tenido que dar
cuenta de que no valía nada», «Si lo hiciera mejor, merecería que me
respetaran», etc.
Si se recibe un cumplido, la emoción adecuada debería ser la alegría.
Ahora bien, a veces provoca un malestar, la sensación de haber cometido
una superchería y, finalmente, tristeza, e incluso abatimiento: «Él/ella no
me ve como soy realmente», «¡Soy totalmente inútil!», etc.
Al perder un objeto que nos gustaba, la emoción adecuada debería ser la
tristeza. Ahora bien, puede ser que nos enfademos contra nosotros
mismos o contra los demás: «¡Siempre pasa lo mismo», «Habría tenido o
no tenido que hacer esto o aquello», «Nunca tengo suerte», «Alguien me
lo ha tenido que robar», etc.
En caso de riesgo de pérdida de seguridad (desempleo, enfermedad…), la
emoción adecuada debería ser el miedo. Ahora bien, puede ser que frente
a esta situación reaccionemos con fatalismo, con inmovilismo (la tristeza)
o incluso con la rebelión (acusaciones diversas, cólera): «De todos modos,
todo el mundo me odia».

Una emoción inadecuada a menudo tiene unos efectos desproporcionados.

Una no violencia natural


Para comprender nuestras reacciones inadecuadas, es interesante descubrir que
no somos en absoluto seres estúpidos, hiperreactivos, a los que les falta confianza
o incapaces «por naturaleza» de posicionarse: no hemos nacido así.
Cualquier niño viene al mundo con un inmenso deseo de comunicarse.
Intenta, con sus mímicas, sus sonrisas, sus llantos y sus gestos, atraer la atención
y entrar en relación. Es pura emoción, pura espontaneidad. Le gusta de todo
corazón lo que le beneficia, detesta de todo corazón lo que identifica como
peligroso o desagradable. ¡Es, de manera muy exacta, en la medida de sus medios
de bebé, lo que ocurre en la comunicación no violenta! Es cierto, «legible», que
manifiesta sus necesidades y su estado de ánimo. Cuando llora, no declara la
guerra a sus padres, sino que indica simplemente que se siente mal. El problema
surge justamente del hecho de que puede verse inmerso en un vínculo que lo
embrolla. Ha llegado a un mundo en el que los adultos le proporcionan los
cuidados indispensables para su supervivencia, se apega a ellos y cree que el
mundo «normal» es el que se le presenta, sea el que sea. No tiene medios de
comparación y carece del grado de comprensión suficiente para evaluar de
manera más justa.

Experimentos destacados
He escrito un libro entero7 para explicar cómo pueden nuestras emociones ser
más o menos lesionadas por la vida que hemos llevado y las primeras relaciones
que hemos vivido. En la infancia, todos nos hemos enfrentado a las reacciones de
nuestros padres, de nuestro entorno familiar, de las personas presentes en la
guardería o en la escuela. Si, entre todas estas personas, ha habido una o varias
que han sabido aceptar nuestras emociones, esto nos ha dado una referencia, una
confianza en nosotros mismos, y ha validado lo que sentíamos íntimamente
como aceptable. Hemos sacado de ello la conclusión inconsciente de que éramos
aceptables, dignos de amor, estimables y respetables. Al contrario, si, de manera
repetitiva, nuestras emociones han sido pisoteadas, nos hemos visto inducidos a
dudar de nosotros mismos y esta duda persiste en la edad adulta.
Veamos algunos ejemplos de pequeñas frases asesinas o de situaciones
desestabilizadoras a las que puede tener que enfrentarse un niño.

Cómo estropear la alegría de un niño


Castigar a un niño porque ha jugado haciendo ruido, ensuciándose o
rompiendo alguna cosa, en lugar de explicarle que debe prestar atención,
procurar ponerse una ropa adecuada o colocar en un lugar seguro los
objetos frágiles.
No prestar atención al collar de pasta de sopa que nos regala con todo su
corazón… (no estamos obligados a decir que es bonito…, ¡pero siempre
podemos decirles que nos emociona mucho!)
Banalizar sus éxitos, las cosas de las que se siente orgulloso.
Burlarse de él, reírse de él, de sus deseos y de sus ideas.

Cómo estropear la tristeza de un niño


Ridiculizar sus lágrimas y sus penas.
Querer consolarlo demasiado deprisa, no dejar que «haga el duelo» por lo
que ha perdido, por ejemplo, comprándole enseguida otro animal para
sustituir al que acaba de morir u otro juguete si ha perdido el que tanto le
gustaba.
Querer evitarle a cualquier precio que pase por momentos difíciles,
ocultarle las noticias tristes en lugar de rodearlo de afecto, de atención y
de ternura para ayudarlo a superar la dificultad.

Cómo estropear el miedo de un niño


Atribuirle responsabilidades demasiado grandes para su edad.
Darle miedo, «Cuidado, no te vayas a caer por las escaleras», en lugar de
explicarle en qué puede ser peligrosa esta escalera y enseñarle cómo subir
o bajar por ella. Todos los «Cuidado, vas a…» deberían sustituirse por
«Aquí hay un peligro, pensemos juntos el mejor método de superarlo».
Tratarlo de «miedica» cuando tiene miedo sin siquiera saber cómo se
representa lo que lo aterroriza.

Cómo estropear la cólera de un niño


Negar su derecho a la cólera contra lo que considera como una injusticia
o una frustración insoportable. No se trata de evitarle cualquier
frustración, pero es natural que experimente cólera ante ella. También en
este caso, convendría explicar («Por eso te digo que no») en lugar de
despreciar, juzgar o culpabilizar («Eres malo, no eres listo, me das pena»,
etc.)
No aceptar la cólera que siente un niño, no ofrecerse a explicarle cómo y
por qué experimenta este sentimiento. Recuerda lo que sientes cuando
alguien no te escucha, cuando alguien niega o deforma lo que intentas
explicarle…
No reclamar justicia para él cuando ha sufrido una injusticia. Por
ejemplo, si un compañero de clase le juega una mala pasada, aceptar
solamente su tristeza, pero abrirle solo el camino de la resignación: «Mira,
las cosas son así, la gente es mala, intenta situarte cerca de la maestra en
el patio del recreo…» Esta actitud, corriente, es insuficiente, porque no
hace justicia.
Cómo estropear la vivencia de un niño
Negando, por ejemplo, lo que el niño siente físicamente: «No, no hace
nada de frío; no, no te hace daño; no, no te tiro del pelo cuando te
peino…»
Es esencial comprender bien que el niño cree a priori que el adulto tiene
razón. Como decíamos anteriormente, no tiene medios de comparación y
llega a la conclusión de que el anormal es él, puesto que siente realmente
alguna cosa, mientras que se le dice que no debería sentirla.
Contrariamente a lo que se cree, el niño no está enfadado contra el adulto
que niega su vivencia: se dice que él mismo es anormalmente friolero,
delicado, y le da vergüenza no corresponder a lo que se espera de él. De
esta manera, su confianza en sí mismo queda dañada durante mucho
tiempo.

Ejercicio 5

¿Y tus propias emociones?


¿Cómo reaccionarías en estas circunstancias? Responde primero sinceramente lo que te venga a la mente
como tu reacción más probable. Después, identifica la emoción que te ha animado. Finalmente, valora si
esta emoción era adecuada o inadecuada, y si su intensidad está proporcionada o no.

1. Tu hijo cruza la calle corriendo detrás de su pelota en el momento en que llega un coche que circula
demasiado deprisa.
Tu reacción en caliente: _________________________________

La emoción que causa esta reacción: _________________________________

¿Esta emoción es adecuada y proporcionada? _________________________________

2. Tu pareja te informa de que no tiene ningunas ganas de practicar un deporte o una actividad que te gusta.

Tu reacción en caliente: _________________________________

La emoción que causa esta reacción: _________________________________

¿Esta emoción es adecuada y proporcionada? _________________________________

3. Tu adolescente deja sus cosas desordenadas en el salón.

Tu reacción en caliente: _________________________________

La emoción que causa esta reacción: _________________________________

¿Esta emoción es adecuada y proporcionada? _________________________________

4. Tu colega te ha desaprobado o desvalorizado en una reunión de equipo.

Tu reacción en caliente: _________________________________

La emoción que causa esta reacción: _________________________________

¿Esta emoción es adecuada y proporcionada? _________________________________

5. Tu mejor amiga hace mucho tiempo que no te llama por teléfono.

Tu reacción en caliente: _________________________________

La emoción que causa esta reacción: _________________________________

¿Esta emoción es adecuada y proporcionada? _________________________________

Veamos algunas propuestas de reflexiones para comprender tus respuestas a estas situaciones:

1. Naturalmente, la emoción adecuada es el miedo. Sí, te has dado cuenta de que tu hijo corría el
riesgo de resultar herido (¡o algo peor!) ¿Este miedo se ha transformado en cólera contra tu hijo y
quizá lo has regañado con más o menos intensidad? Contra el coche, ¿quizá has «embroncado» al
conductor? La emoción adecuada te habría permitido tomar disposiciones para evitar que este
hecho se repitiera: explicar tranquilamente a tu hijo cómo hay que cruzar una calle y mostrarle
que un coche podría haberle hecho mucho daño, por ejemplo. La emoción inadecuada, por otra
parte, no tiene ninguna utilidad. El niño estresado por la reprimenda no entiende lo que se le
dice; en cuanto al conductor, suponiendo que sea consciente de que circulaba demasiado deprisa,
reprochárselo no protegerá a tu hijo de todos los demás locos del volante del mundo.
2. La emoción adecuada sería la tristeza. Pues sí, resulta desagradable no poder compartir lo que a
uno le gustaría practicar con su pareja, pero ¿esta tristeza no se ha transformado también en
cólera o en acusación? «De todos modos, podría hacer un esfuerzo», «¡Nunca hace nada para
darme gusto!» ¿O en miedo y en interpretaciones? «Quizá va a aprovechar este tiempo para salir
con alguien», «No me ama lo suficiente»… La emoción adecuada habría permitido proponer a
un amigo que te acompañara, desear a tu pareja que pase un momento agradable, disfrutar
plenamente de tu actividad y regresar con una gran sonrisa y bonitas cosas que contar.
3. La emoción adecuada sería la cólera. Al aceptar esta cólera en ti desde las primeras veces, habrías
podido hablar tranquilamente de lo que experimentas (tu necesidad de orden se ve afectada) y
pedir con calma a tu hijo que guarde sus cosas abandonadas en las habitaciones comunes. Es
posible que hayas empezado por no decir nada, por «soportar», por guardar las cosas por él, hasta
que la exasperación aumenta y surge en forma de explosión, de acusación o de crítica. En este
ejemplo, la intensidad de la emoción es lo inadecuado.
4. También en este caso, la emoción adecuada sería la cólera. ¿Qué reacción has imaginado? ¿Una
cólera «contenida» y, por lo tanto, inadecuada puesto que es inútil, que te dará dolor de
estómago, de cabeza o de espalda? ¿Una cólera explosiva y acusadora, errónea por las mismas
razones que en el ejemplo anterior? Algunas personas incluso experimentan un sentimiento de
culpabilidad («He debido de hacer alguna cosa mal», «No sé defenderme») y sufren un atentado
contra su confianza en sí mismas, que conduce a la tristeza. Habría sido juicioso posicionarse
firmemente, pero sin desbordamientos.
5. La emoción adecuada sería la tristeza. En el caso de una tristeza justa, puedes hacer alguna cosa:
llamar por teléfono a esta amiga, decirle que te apetece tener noticias suyas, hablar con ella,
verla… De lo contrario, esta emoción puede transformarse en miedo («Le ha debido de ocurrir
alguna cosa» o «Ya no debe de quererme») o en cólera, crítica y acusación, cuando esta amiga
quizá simplemente está preocupada por problemas personales y su silencio es perfectamente
legítimo.

Lo esencial para recordar


Las emociones desempeñan a menudo el papel más importante en la
comunicación, muy lejos por delante de la reflexión o la razón.
Las emociones adecuadas nos ayudan a comunicarnos mejor.
Las emociones inadecuadas nos incapacitan para la comunicación.
6. Para saber más, véase el libro de Isabelle Filliozat, El corazón tiene sus razones.

7. Et l’émotion se fait chair, op. cit.


3
LOS DIÁLOGOS DE SORDOS

En el programa

Monólogos
Juicios de valor e interpretaciones
Generalizaciones y soluciones intempestivas
Lo esencial para recordar

Monólogos*
Hablar… Hablar solo en voz alta es muy raro, ¿verdad?… Incluso cuando
hablamos con nosotros mismos, con frecuencia nos quedamos en las ideas, en
formulaciones vagas… Los pensamientos quedan un poco informes o
inacabados. Escribir, un diario íntimo, por ejemplo, un artículo de periódico, un
poema, un comunicado interno, un informe, una carta o un libro exige respetar
una gramática, una organización en palabras, en frases… ¡Escribimos para
expresarnos y para que nos lean, aunque no nos lean (o nos leamos a nosotros
mismos)!
De la misma manera, para hablar intentamos formular una expresión, una idea,
una vivencia. También puede ocurrir que hablemos sin querer realmente entrar
en comunicación. Estudiemos algunas formas de «diálogos*» abocados al fracaso.

El monólogo del recuerdo


A veces, algunas personas están tan contentas de disponer de un auditorio que se
ponen a hablar sin interrupción, sin proponer al interlocutor que participe en la
conversación. Por ejemplo, hablan de recuerdos que les pertenecen
exclusivamente a ellas y que las arrastran a otras secuencias de recuerdos. Les
brillan los ojos de la emoción: «Cuando iba a comprar el pan, pasaba siempre por
la calle Tartempion… Iba deprisa, porque hacía frío y mi madre quería que
llevara pantalón corto hasta el mes de noviembre. Pasaba por delante de la
cafetería… ¿Cómo se llamaba aquella cafetería? Sí, la dueña era la amiga de la
hermana de mi cuñado Jean… Siempre llevaba una especie de moño mal hecho.
Pero su nieta (bueno, la segunda, Juliette) estaba en mi clase y nos llevábamos
muy bien. Ella trabajaba bien y la maestra siempre la felicitaba. ¡Aquella maestra
nos daba caramelos para premiarnos y, con ella, hacíamos deporte!» Y así
sucesivamente. ¡La persona sumergida de esta manera en su placer de hablar es
capaz de aguantar sin interrupción casi un día entero! Cuenta la novela de su
vida, aunque una novela se elige y se puede cerrar en cualquier momento. Pero en
este caso, el orador monopoliza a su público y se asegura de que no se pierda ni
una pizca.

El monólogo de la argumentación*
Esta vez, el locutor hablará con vivacidad, a menudo con bastante rapidez,
elevando el tono de voz. Su discurso está lleno de ideas generales, de «pruebas»;
recurre a las declaraciones de personalidades para apoyar la opinión que defiende.
Quiere a toda costa meterte en la cabeza que solo hay una manera adecuada de
pensar, la suya. Te engloba en su opinión: ¡habría que ser idiota para no pensar
como él! «Es increíble, ¿has visto?, han vuelto a decir tonterías sobre la situación
meteorológica! De todos modos, les pagan para no hacer nada… ¡Además, la
última vez no fueron capaces de prever la tormenta! El otro día vi un programa
en la tele en el que decían que realmente no se puede prever nada. ¡No se puede
confiar en personas como estas!» Es cierto, sí, estoy caricaturizando un poco.
Pero, sin duda, todos nos hemos encontrado en esta situación, tomados por
testigos sin tener la posibilidad de intervenir para aportar una opinión diferente;
o bien, si conseguimos colocar una frase, nos quedamos atrapados nuevamente en
una oleada de nuevos argumentos.

El monólogo de la emoción/apropiación
Los hospitales son un lugar propicio para este tipo de corte de comunicación.
¿Qué joven madre, muy emocionada, con su recién nacido en los brazos, no ha
sufrido el relato del parto de una amiga que ha venido a visitarla? ¿Qué recién
operado, todavía medio anestesiado, no ha tenido que escuchar los detalles de la
operación de su visitante o del cáncer de un amigo de su visitante? En estos casos
se produce una usurpación de lugar, una apropiación del centro de interés, como
si escuchar a la persona que se supone que debe captar la atención principal en un
momento determinado (la mujer que acaba de dar a luz, un enfermo) no se
valorizara lo suficiente.
La reacción habitual ante este tipo de comportamiento es un cierre. La persona
que se «toma como rehén» de esta manera por el discurso de otro tiene tendencia
a encerrarse en sí misma, a evadirse de la relación que la tiene prisionera o, al
contrario, a intentar elevar el tono a su vez, a meterse para recuperar su posición
de estrella. En este tipo de casos no se puede hablar de comunicación: comunicar
es todo lo contrario.

Juicios de valor e interpretaciones


Juzgar el acto y no al actor
Si tenemos más o menos claro nuestro marco de referencias nos resultará fácil
argumentar con respecto a lo que se dice, pero sin emitir un juicio global sobre la
persona. Es por completo posible juzgar un acto sin juzgar a su actor.

Decir a un colaborador «No has hecho el trabajo que tenías que hacer y
estoy descontento» y no «Eres un perezoso, no haces nada». El juicio
sobre el acto está justificado, puesto que la función del colaborador habría
sido realizar este trabajo, pero el juicio sobre la persona estaría totalmente
fuera de lugar.
Decir a un adolescente «Fumas, eso es perjudicial para la salud, es una
mala costumbre que corres el riesgo de adquirir» y no «No sabes lo que
haces, no tienes ninguna voluntad». El juicio sobre el acto es pertinente,
no es una opinión personal lo que se defiende, pero el juicio sobre la
personalidad del adolescente sería desafortunado y no tendría en cuenta
lo que vive.
Decir a una persona con la que no se está de acuerdo «No comparto tu
gusto por esta película» y no «Las personas a las que les gustan este tipo
de películas son unos intelectuales pretenciosos». En este caso, el juicio
sobre el hecho (gustarle este tipo de películas) no es justificable, puesto
que se trata de una atracción y, por lo tanto, de un estado totalmente
personal. Esta manera de comunicar atacaría la libertad de pensar del
otro.

Con los niños


Empleamos con frecuencia esta manera de hablar con los niños o los
adolescentes. Veamos algunos ejemplos de aplicaciones. Hay que tener en cuenta
que aquí hablo de la forma de la intervención, de la manera de hablar. ¡No
sostengo que haya que dar al niño todos los caramelos que quiera o que nunca
haya que oponerse a sus deseos!

«¡No quieres prestarle tu juguete a tu hermano, eres malo!» ¡No, este niño
no es malo! ¿Acaso tú no tienes momentos en los que no sientes la
inclinación de prestar tus cosas, sin que por ello se te pueda considerar
una persona mala?
«¡Deja de pedirme caramelos, eres un caprichoso!» No, este niño solo
es… ¡un niño! ¡También a nosotros puede sucedernos perfectamente que
hagamos excesos! Lo mismo también es cierto para un niño, que además
todavía no tiene todas las funciones de razonamiento de las que dispone
(o debería disponer…) un adulto.
«¿Sueñas con ser cantante y poder entrar en un programa de
telerrealidad? ¡Es una tontería! ¡Empieza por trabajar!» ¿Acaso nunca has
soñado, tú también, con dar la vuelta al mundo, o comprarte este
fabuloso coche rojo, o dejarlo todo tirado aquí y marcharte al rincón más
perdido del mundo? ¿Es realmente una tontería?
«¿Eres tonta o qué? ¡Ni siquiera tendrías que pedirme que te dejara salir
sola por la noche a los trece años!» No, esta niña no es estúpida; solo está
centrada en lo que le apetece8.

Hasta ahora, estos errores de reacción todavía se pueden identificar con


bastante facilidad; con un poco de atención, se consigue bastante fácilmente no
adornar al otro con etiquetas que lo desvalorizan. A menudo, resulta más
complejo evitar las interpretaciones que nos vienen espontáneamente a la mente
(moldeada con marcos de referencias) cuando nos llega una información, por
ejemplo cuando vemos u oímos a alguien.
Desconfiar de nuestras interpretaciones
El ejercicio propuesto presenta situaciones seguidas de algunas respuestas, todas
las cuales son interpretaciones. Intenta detectar si tú hubieras podido tener una
reacción parecida a las mencionadas.

Ejercicio 6

1. En el patio de recreo de una escuela de preescolar, un niño recoge todos los días las migas que han caído
de las meriendas de sus compañeros y se las come.

❏ «¿Todavía tienes hambre, no comes por la mañana?»


❏ «¡Está sucio, no hay que comer lo que se cae al suelo!»
❏ «¿Haces como los pajaritos, recoges las miguitas?»

2. Una colega regresa de sus vacaciones en Córcega. Está bronceada, pero menos sonriente que de
costumbre.

❏ «Es dura la vuelta, ¿eh?»


❏ «¿Has discutido con tu marido?»
❏ «Has tenido la suerte de disfrutar del sol, podrías hacer un esfuerzo al regresar.»

3. Una persona, recién incorporada a un equipo de trabajo, te explica que no se siente cómoda, que no
consigue integrarse.

❏ «¿El puesto es demasiado difícil para ti?»


❏ «¿Has intentado hablar de esto con tu jefe?»
❏ «Debe existir una rivalidad entre colegas.»

4. Una joven madre cansada te confía que su hijo de dieciocho meses no duerme por las noches, llora, llama,
se despierta por la noche, y está extenuada.

❏ «¿Quizá tiene problemas para digerir?»


❏ «Debe de tener pesadillas… ¿Tal vez le pasas tu cansancio?»
❏ «¿Quieres que me lo quede unos días?»

5. Un compañero te explica que su mujer se muestra mucho menos cariñosa en este momento, menos
atenta, que está poco dispuesta a caer en sus brazos.

❏ «¿Quizá tiene una aventura?»


❏ «Has debido hacerle algo sin darte cuenta.»
❏ «Debes echarlo de menos…»

Veamos ahora unas propuestas de reflexión a partir de estos ejemplos.

1. La primera respuesta es muy claramente una imaginación, una suposición. La segunda es una
reacción a partir de nuestra propia preocupación, pero no se interesa realmente por el propio
niño. La tercera respuesta intenta acercarse más a la simple observación de los hechos. Sin
embargo, para él, este niño no actúa en absoluto como los pájaros. Es un niño de la ciudad que
realmente no ha tenido ocasión de observar a los gorriones que picotean. Cuando me interesé por
él sin intentar ir más deprisa que él para comprender, me dijo que estaba solo en el patio, que no
tenía amigos, y que recoger migas le proporcionaba una manera de pasar el tiempo de recreo un
poco divertido…
2. La primera respuesta, que pretende ser benevolente, parte de una pura hipótesis, tanto más
cuanto que a esta mujer le encanta su profesión y regresa al trabajo después de un verano muy
desagradable: habían desembarcado en su rinconcito paradisíaco unos amigos un poco invasores
y después su familia política (con la que tiene buenas relaciones, pero ello le impidió leer y
gandulear), le picaron las medusas y su perro tuvo que ser operado de urgencia por un veterinario
al que ella no conocía. No, no discutió con su marido, otro concepto teórico. Finalmente, la
tercera respuesta es culpabilizadora y muy injusta. ¡No porque se haya marchado de vacaciones
estas vacaciones tienen que haber sido agradables!
3. La primera respuesta es, una vez más, puramente interpretativa. En forma de pregunta, se induce
una causa a la dificultad encontrada. La segunda respuesta es una sugerencia poco creíble:
demasiado miedo a ser despedido durante el periodo de prueba. (Se esperan a menudo este tipo
de respuestas a un adolescente que se hace preguntas sobre la sexualidad: «¿Has hablado de esto
con tu madre?» Vaya, hombre…) La tercera respuesta insinúa, como un viejo tópico, una
explicación prefabricada. La mujer joven a la que acompañé en la resolución de este problema, y
que se encontró ante estas frasecitas, era totalmente competente en su función, pero tenía
dificultades para soportar la menor observación, lo que afectaba a su falta de confianza en sí
misma.
4. Preguntarse si un niño digiere mal no es absurdo, por supuesto. Pero esta respuesta no tiene en
cuenta a la mujer que está hablando de su agotamiento. Después de haber escuchado lo que
quiere decir sobre este tema, quizá se pueden repasar, si ella lo desea, las diferentes posibilidades
que nos vengan a la mente. Pero es muy probable que ella misma haya pensado en estas
hipótesis, que haya hablado de ellas con el pediatra, con sus amigas, con su familia…) No está
pidiendo una opinión, solamente está diciendo que no puede más. ¡La segunda respuesta está
impregnada de un sobreentendido que solo puede aportar todavía más angustia a esta madre! Por
lo tanto, es muy torpe, además de ser puramente hipotética. La tercera respuesta parte de un
buen sentimiento, pero es demasiado rápida. ¿Sabemos realmente lo que desea esta mujer? La
joven que vino a consultarme con esta problemática solamente deseaba saber lo que impedía
dormir a su hijo… y que le impedía dormir a ella, al mismo tiempo. Después de haber aclarado
bien las dificultades encontradas, comprendimos que este niño tenía miedo de la separación. Le
propuse un método muy simple9, que funcionó muy bien.
5. La primera reacción naturalmente está por completo fuera de lugar y corre el riesgo de suscitar
una duda en la mente de este hombre. La segunda respuesta también es una invención y, por lo
tanto, una interpretación. También en este caso, existe el riesgo de generar una duda
desestabilizadora en la mente de este hombre que ya tiene dificultades. La tercera respuesta es
una deducción arriesgada. En cualquier caso, este hombre no ha abordado el problema de esta
manera. Cuando este hombre vino a hablarme de esto, quería encontrar el medio de abordar el
tema con su mujer sin herirla. Esto fue lo que trabajamos en comunicación no violenta.

En todos estos ejemplos se puede observar que las reacciones pretenden aportar
una ayuda. Las respuestas, aunque sean torpes, no se salen completamente del
tema. La interpretación provoca una molestia, la sensación de no haber sido
escuchado o comprendido, puede desestabilizar o generar cólera, pero la persona
que ha hablado no lo ha hecho en el vacío.
Otros estilos de respuesta pueden alejar todavía más.

Generalizaciones y soluciones intempestivas


¿Alguna vez has tenido que enfrentarte, cuando realmente querías poder
expresarte, a una respuesta que califico de «imprecisa»? ¿O a una respuesta
«yaka»?
Necesitabas hablar de una dificultad de pareja y te han respondido: «Pues
sí, en nuestros días, hay muchos divorcios…»
Confías a un amigo tus problemas de trabajo y te responde: «Ocurre a
menudo en la oficina, los jefes son detestables y los colegas no son
mejores…»
Tienes problemas de enfrentamiento con tu adolescente y ya no sabes qué
hacer; cuando se lo has contado a un colega, este te ha dicho: «¡Ah! Los
jóvenes de hoy son complicados…»
No sabes cómo elegir el lugar de tus próximas vacaciones, porque los
miembros de la familia no están de acuerdo, es un auténtico problema
para ti y te dicen: «Menos mal que no todos los problemas son como
este…»
Tienes mucho miedo de ir a la entrevista de trabajo y te salen con un:
«¡No te preocupes, solo tienes que ser natural!»
Tienes muchas ganas de abordar a una mujer o a un hombre y no te
atreves. Cuando has confiado esta atracción y esta duda, te han
respondido: «¡Solo tienes que proponerle ir a tomar un café!»
Hace mucho tiempo que padeces un trastorno que no consigues que
nadie te cure. Si se lo cuentas a alguien, siempre surge el que te dice:
«Deberías ir a ver al doctor Tal».

Cuando estamos realmente muy preocupados por el tema del que hablamos,
este tipo de respuestas es bastante desagradable. Se corre un gran riesgo de tener
la sensación de no interesar a nuestro interlocutor, que tiene otras
preocupaciones. Incluso puede llegar a sugerir una solución que cae por su propio
peso y en la que, por supuesto, ya habíamos pensado. De hecho, no pretende
encontrar una solución con nosotros, sino que elude la respuesta, se libra del
problema… Es posible que nos sintamos poco interesantes, o ridículos, o
abandonados, y puede resultar violento.
Puede ser que uno mismo adopte esta actitud sin quererlo realmente, por varias
razones: estamos cansados, no disponibles, preocupados, o bien no nos atrevemos
a entrar en el problema con nuestro interlocutor. Nos retiene una especie de
pudor. O quizá nos sentimos impotentes para ayudarlo, o no tenemos ganas de
interesarnos por el problema planteado. Todo esto es muy legítimo: no estamos
obligados a responder a todas las solicitaciones. No obstante, en este caso, al
menos tenemos que saber que hemos cortado la comunicación y que sería
oportuno asumirlo.
Cuando existe una dificultad de comunicación, cada uno se mete en su
burbuja, con sus ideas, sus vivencias y su voluntad; cada uno se mantiene anclado
en lo que tiene que decir, que comunicar, y que el otro se apresura a no escuchar.

Lo esencial para recordar


Para comunicarse realmente, es necesario dejar un lugar y un tiempo a las
palabras del otro.
Para comunicarse realmente, no hay que imaginar o intentar inventar lo que
ocurre en la cabeza del otro. Basta con intentar comprender lo que quiere decir.
Para comunicarse realmente, hay que evitar formular soluciones prefabricadas
o comparaciones generalizadoras.
8. Veremos más adelante cómo responder en una dinámica de comunicación no violenta sin dejar de
mostrarse firme: el desconcierto que pueden experimentar los padres es evidente.

9. Cuando un niño tiene miedo de la separación, hay que acostarlo con la promesa de que, si llama,
acudiremos de inmediato. Por supuesto, lo va a comprobar y, por supuesto, ¡tenemos que mantener
nuestra palabra! «Sí, sí, ¿lo ves?, aquí estoy si me necesitas y, si me vuelves a llamar, volveré.» Después
de dos o tres verificaciones, el niño se tranquiliza y puede dormirse tranquilamente.
PARTE 2
CREAR LAS CONDICIONES
DE UNA RELACIÓN DE CALIDAD
Comunicarse sin violencia exige una auténtica apertura de mente y una verdadera
intención de comprender al otro. Por eso, antes de querer transmitir nuestro
mensaje, es indispensable que nos pongamos realmente a la escucha del otro.
Escuchar es todo un arte que requiere una serie de disposiciones, competencias y
técnica.
Pero la práctica de la escucha supone también ponerse en situación de
disponibilidad: estar ahí, simplemente, pero estar totalmente… ¿Cómo
mantenerse a la escucha si no se está muy sinceramente convencido de la
sinceridad del otro, si no se confía realmente en él?
4
LAS CONDICIONES DE LA ESCUCHA

En el programa

Estar presente
Practicar la escucha activa
Lo esencial para recordar

Comunicarse realmente requiere una intención, al menos por parte de uno de los
dos participantes. Solo se puede cambiar la dinámica de una relación cambiando
uno mismo, no quejándose de la falta de escucha del otro. Oigo muy a menudo:
«Él/ella no quiere escuchar nada», «Él/ella está completamente cerrado/a»,
«Él/ella tiene mala fe»… Es un gran clásico de los conflictos de las parejas y me
imagino que los jueces que tratan los asuntos familiares oyen lo mismo a
propósito de la custodia de los hijos en los casos de divorcio. Sería gracioso si no
fuera tan triste: «el otro» dice exactamente lo mismo, a veces palabra por palabra.
También oigo a menudo estas frases con motivo de conflictos en el trabajo. No
nos cuesta mucho imaginar que el otro es un manipulador peligroso, creernos
víctimas de un perverso, ¡que a veces calificamos de narcisista!
No niego que la gran perversidad exista; ha sido mi objeto de estudio durante
mucho tiempo, y todo un libro no bastaría para analizar el tema10… En mi
opinión, la figura del gran perverso es Drácula, que se alimenta de la sustancia de
sus víctimas atacándolas en lo más tierno de sí mismas y avanza cubierto con su
gran capa y nunca a la luz del día. Dado que necesita la sangre de su víctima, no
quiere (y no puede) verla alejarse, así que utilizará todos los medios posibles:
amenaza, chantaje, violencia, pero también seducción, encanto, promesas… Este
tipo de personalidad delimita, evidentemente, una frontera a la posibilidad de
utilizar la comunicación no violenta, puesto que el reto del conflicto no es el
pretexto invocado, sino la propia persona.
Pero hay que ser razonable. Este tipo de personaje está poco extendido,
¡afortunadamente! En los conflictos clásicos, generalmente estamos lejos de él y
lo que es «perverso» es más bien la relación. Stephen Karpman ha puesto en
evidencia la manera en que dos personas pueden desempeñar, en los tres ángulos
de un triángulo, tres papeles que ocupan alternativamente: el de perseguidor, el
de víctima y el de salvador11. Veo en esto una relación del tipo de la que existe
entre Tom y Jerry, en la que cada uno de ellos es alternativamente el perseguido,
el que está en peligro y el que salva la situación, lo cual permite al otro volver a
empezar…
Una vez cerrado este necesario paréntesis, volvamos a una de las condiciones
esenciales de una comunicación sana: la presencia. Presencia en uno mismo y
presencia en el otro.

Estar presente
Escuchar es, en primer lugar, abrir los oídos… ¡y el corazón! Estar presente
significa prestar atención, muy sinceramente, a lo que es importante para cada
uno…, y primero, para uno mismo.

Presencia en uno mismo


Te propongo que te tomes unos minutos en el preciso instante en que leas estas
líneas para centrarte en ti mismo y escucharte, con benevolencia.

La moral
Ejercicio 7

Identificar el humor del momento


¿Cuál es tu estado de ánimo actual? Puedes utilizar esta tabla como mejor te parezca, tachando, marcando,
añadiendo… (¡Las palabras propuestas solo son una pequeña parte de las posibilidades!)

De buen humor Molesto Triste Relajado

Preocupado Muy bien Nostálgico Furioso

Inquieto Tranquilo En una nubecita Muy triste

Indignado Asustado Asqueado Un poco perdido

Enamorado Aislado Decepcionado Trastornado


… … … …

¿Existen sentimientos o sensaciones que lamentas experimentar? ¿Que consideras como malos
sentimientos o malas sensaciones?

Te propongo que los aceptes sin rechazar nada, sin ni siquiera lamentarlo…
¡Sea cual sea tu vivencia, es sagrada! Podemos lamentar que un acontecimiento se
haya producido, pero no podemos lamentar experimentar lo que ha producido en
nosotros. Al contrario, esta vivencia es un excelente indicador de lo que nos
conviene o no.
Ahora vuelve a los diferentes adjetivos que definen tu estado de ánimo y vuelve a trabajarlos según el
ejemplo siguiente.
Me siento inquieto. Detallemos:

• ¿Se trata de una preocupación importante o solo ligera? ¿Qué lugar ocupa en mi pensamiento? ¿Me siento
invadida? ¿Rechazo este sentimiento, intento enmascararlo?

• ¿A qué corresponde esta inquietud?

❏ Me preocupo porque hace mucho tiempo que no tengo noticias de mi hijo, que se ha marchado a dar
la vuelta al mundo.
❏ Tengo miedo de perder mi puesto porque se prepara una reestructuración.
❏ Me da miedo que mi hijo fume… y algo que no sean cigarrillos…

• ¿Cuál es la necesidad no satisfecha que podría calmar esta inquietud?

❏ Tener noticias o dejar de imaginar escenarios catastróficos.


❏ Empezar a pensar en las diferentes soluciones que están a mi alcance.
❏ Necesidad de hablar con él con toda confianza.

Definir la necesidad que ha originado una emoción desagradable es muy


importante. Solo a partir de ahí se podrá elaborar una estrategia de resolución,
pues el problema se ha planteado y circunscrito claramente. Durante una
entrevista de apoyo, llamo a esta parte la problematización. Esta fase es esencial.
Veremos más adelante toda su importancia al detallar la metodología de la
comunicación no violenta.
¡Entonces, en marcha!

Adjetivo/Humor actual Grado de importancia Necesidad no satisfecha


No dudes en dedicar tiempo a este ejercicio. Busca realmente lo que necesitas.
Una mujer joven me contó hasta qué punto estaba mal en su matrimonio,
después de una infidelidad de su marido que, sin embargo, ahora multiplicaba los
esfuerzos y las declaraciones de amor. Le pregunté qué sería lo que necesitaría
para ir mejor y poder recuperar la confianza en él. Muy espontáneamente, me
respondió: «Que habláramos de ello, que pudiera decirle todo lo que siento y que
él lo comprendiera». Pero aquel hombre, sincero en su intención, quería borrarlo
todo, olvidarlo todo, hacer como si nada hubiera pasado. ¡Ella pudo hablarle de
su necesidad, y él tuvo la excelente idea de aceptarla!
Un hombre de cincuenta y ocho años, ingeniero en una gran empresa, se sentía
un poco apartado por su jerarquía, cuando deseaba tener responsabilidades. Su
respuesta a mi pregunta sobre su necesidad fue sorprendente: «¡Jubilarme!» Me
interesé por esta respuesta y me explicó que trabajaba desde los doce años, que
había padecido una grave enfermedad y que tenía muchas ganas de disfrutar de la
vida. Pudo decidir no correr más detrás de una promoción sino optar por acabar
tranquilamente su carrera, con menos preocupaciones y más disponibilidad.
Incluso calcula la posibilidad de tomar una jubilación anticipada o de saltar al
próximo tren de jubilaciones voluntarias.

El cuerpo físico
El cuerpo también es un excelente indicador. No miente nunca y, si se le presta
la atención que merece, puede ayudarnos a esclarecer nuestras necesidades.
Te propongo que pases revista a las diferentes partes de tu cuerpo, ¡sin
olvidarte de llegar hasta la punta de las orejas y hasta la punta de los dedos! No te
olvides tampoco de comprobar lo que ocurre a flor de piel y lejos, en el interior.

Ejercicio 8

¿Y tu cuerpo?
¿Te sientes en plena forma?, ¿cansado?, ¿con tensiones?, ¿con dolores?, ¿con hormigueos? ¿Estás relajado?
¿Estás encogido? ¿Experimentas sensaciones de calor, de frío o de hinchazón?
Puedes utilizar la tabla siguiente.

Partes del cuerpo Sensaciones


Cabeza, cráneo, interior de los ojos, interior de la boca…

Cara, frente, cejas, ojos, mejillas, labios, nariz

Cuello, garganta

Tórax, pecho, espalda

Abdomen, vientre

Brazos, desde los hombros hasta las uñas

Piernas, de las caderas hasta los pies

Si identificas una tensión en la parte superior de la espalda o una crispación en


la mano derecha, pueden preguntarte qué es lo que necesita tu cuerpo y lo que
manifiesta en este lugar. ¿Necesitas un masaje? ¿Golpear una almohada para
exteriorizar tu cólera? Solo te queda decidir cuándo y cómo. Si tienes necesidad
de descanso o de un masaje, esto debe convertirse en una prioridad para ti. Yo
establezco la diferencia entre un deseo y una necesidad. Un deseo puede
negociarse, una necesidad no se discute, y todos los «sí, pero…» del mundo
deben resolverse.
Me viene a la memoria un recuerdo personal: era una niña pequeña, debía de
tener siete u ocho años, y un médico le había prescrito a mi madre que hiciera
una cura muy lejos de casa. No estaba especialmente enferma, pero, por no sé
qué razón, necesitaba un alejamiento. Como mi madre había invocado
dificultades económicas, el médico había añadido, dándole un argumento que he
oído muchas veces: «¡Venda su alianza, pero márchese para esta cura!» ¡Un
médico inteligente! Mi madre realizó esta cura durante un mes. Regresó
sonriente y relajada, llena de anécdotas que contarnos. Ya no recuerdo si
comimos más patatas de lo habitual, pero la alianza no se vendió… ¡y su
matrimonio aguantó bien!

Presencia en el otro
Esta misma atención, se trata también de ofrecérsela totalmente a tu interlocutor
en un momento de la escucha, si quieres entrar en comunicación con él. La
disponibilidad es absolutamente primordial. Debes saber, aunque estés en un
ritmo rápido, tomarte un tiempo totalmente dedicado a la persona con la que te
importa comunicarte bien.

Con los hijos


El ejemplo de los hijos siempre es esclarecedor. Ocurre con demasiada frecuencia
que les respondemos desde la cocina, ocupados en remover el pollo o lavar los
platos. O bien hablamos a los niños y no al niño, metiéndolos más o menos a
todos en el mismo saco: «Niñas, haced esto», o bien: «Chicos, haced aquello»…
Cuando vamos a su habitación, es para comprobar que han hecho los deberes.
Cuando les hacemos una pregunta, es sobre el tema que nos interesa. Si les
contamos una historia por la noche en la cama, es un momento tierno, pero no
un momento de escucha. ¿Por qué podemos pasarnos media hora hablando por
teléfono con un amigo y, por otra parte, «presionamos» a nuestros hijos
diciéndoles «No tengo tiempo…»?

Ejercicio 9

La disponibilidad para tu hijo


Haz regularmente la experiencia: siempre es sorprendente y conmovedora. Llévatelo solo con un pretexto
cualquiera y, sobre todo, no intentes llenar el silencio, hablarle, explicarle, preguntarle, hacerle comprender.
Solamente mantente dispuesto a acoger lo que te diga, sin ofenderte, sin replicar, solo interesándote
sinceramente por él, por sus proyectos, pequeños o grandes, por sus estados de ánimo.

«Ah, vaya, te gustaría…» (una piscina de caramelos, no ir más a la escuela, hacerse un piercing o un
tatuaje, marcharse para dar la vuelta al mundo en autoestop con unos amigos…)
No te sientas amenazado. Interesarse por su sueño no es aceptarlo sin condiciones. Pídele
precisiones: «¿Cómo serían los caramelos en tu piscina?», «¿La escuela es realmente difícil para ti?»,
«¿Un tatuaje? ¿Por qué sería importante para ti?»
Si te hace una pregunta, debes responderle, por supuesto, «con transparencia», es decir, con la mayor
sinceridad posible. Sobre todo, no aproveches para tomar las riendas de la dirección de la
conversación. Quizá puedes hablar de tu experiencia: «Es cierto, algunos días, a mí también me
entraban ganas de golpear a mi profe, porque fue injusto conmigo; ¡era duro!» En esta respuesta, das
testimonio y tu hijo ya no se siente solo. Sin embargo, no es conveniente quitarle el protagonismo y
ponerse a hablar largamente de tus propios problemas en clase.
Evidentemente, habrás tenido la precaución de parar el móvil: no estás disponible para nadie que no
sea tu hijo. Obsérvalo con benevolencia si intenta, a su vez, escabullirse (por ejemplo, enviando
mensajes con su propio móvil…) Si no manifiestas ninguna impaciencia, volverá a la relación,
seguro.

Convéncete de que son más valiosos unos pocos momentos totalmente


auténticos y totalmente plenos que un montón de momentos aproximativos de
escucha apresurada. Sé paciente, no esperes un cambio radical en el primer
intento. No pongas el pretexto de que no has conseguido lo que deseabas para
abandonar… Persevera y (¡te lo aseguro!), sea cual sea la edad de tu hijo, la
relación se transformará.
Puedo dar testimonio de numerosos éxitos de padres que se han abierto a esta
disponibilidad con sus hijos. Todos los adolescentes que he recibido, sin
excepción, describen sus ganas de poder hablar con sus padres sin ser criticados o
sermoneados o sin que intenten hacerlos entrar en razón. Todos saben lo que les
resultaría útil: apoyo, explicaciones, consejos cuando los piden y confianza.

En la educación
Los profesores se enfrentan a un grupo y experimentan sobre sí mismos el peso
de una institución que les pide eficacia y rendimiento. Su trabajo es arduo, pero
siempre ganarán en todos los frentes si miran a sus alumnos con benevolencia y
confianza, individualizando, también, siempre que sea posible. Cada alumno es
específico, ante todo es un individuo con sus emociones y sus necesidades. Por
supuesto, un profesor no puede doblegarse a las pretensiones y al ritmo de cada
uno, no se trata de esto. Con demasiada frecuencia, se confunde «escuchar» con
«obedecer». Lo que yo propongo es comprender que el alumno está bajo presión
y que puede tener dificultades por mil y una razones, a veces independientes de la
escuela. Tiene necesidad de ser considerado no como un alumno al que conviene
inculcar conocimientos, sino como a un ser humano… Algunos han tenido la
suerte de disponer de uno de esos profesores brillantes que te arrastran al placer
de aprender. Saben hablar con cada uno, animar, felicitar y confiar en las
capacidades de cada uno. Saben que la similitud y la equiparación no favorecen
en nada la igualdad de oportunidades.

En la vida de pareja
¡Es un ámbito en el que todo el mundo quiere tener éxito! ¿Cuál es el secreto de
las parejas felices, de las parejas que aguantan bien, de las parejas sólidas? Es
bastante simple, en teoría: solo pasan juntos momentos plenos, auténticos.
Reflexionemos: si todos los momentos están llenos de sentido, ¿por qué
detenerse? No todos los momentos de una pareja pueden ser agradables, la vida
siempre comporta dificultades que hay que superar; pero estas parejas «logradas»,
simplemente, están realmente juntas cuando están juntas.
¿«Servir para»?

Por desgracia, ocurre con demasiada frecuencia que se confunde la presencia en


el otro con la presencia en la vida del otro. A menudo, el otro «sirve para alguna
cosa» y se considera como tal. Por ejemplo, el otro puede «servir para» no estar
solo, para aportar dinero, para preparar la comida, para tener hijos, para estar
orgulloso en sociedad, para discutir inteligentemente, para hacer viajes, para
hacer el amor, para intercambiar ideas, para tomar decisiones, para sentirse
protegido, para disponer de una casa bien cuidada, para sentirse útil, para sentirse
amado, para compartir confidencias, intimidad, ternura, para enfrentarse a los
golpes duros, etc. Todo esto puede vivirse de forma natural en una pareja, pero el
drama llega cuando uno reprocha al otro que no le aporta lo que había soñado, es
decir, que no «sirve» para colmar sus expectativas. De «servir para» a «someter»,
no hay mucha diferencia…
La presencia en el otro es esta disponibilidad que se ofrece por momentos sin
otra expectativa que estar ahí. Es prestar atención a lo que el otro quiere decir,
quiere hacer comprender. Es una comprensión de la realidad vivida por el otro,
sin sentirse molesto. Un rechazo no es una declaración de guerra. Dos seres, por
enamorados que estén, no pueden tener todo el tiempo los mismos deseos ni las
mismas posibilidades. Si nunca hay divergencias, es que uno de los dos cierra el
pico, se debilita intentando satisfacer al otro…, hasta el día en que estalla.
Recomiendo a las parejas que se reserven momentos para hablar realmente. En
estos momentos, se pueden decir todo lo que va bien y todo lo que plantea
problemas, no en términos de acusación, sino solo expresando lo que nos falta,
sabiendo que se trata de «nuestra» carencia y no de «su» mala voluntad. En la
tercera parte, veremos ejemplos prácticos. Estos momentos no son momentos
anodinos, al contrario, pueden ser intensos, vivos. El objetivo es que sean
auténticos y que uno y otro estén dispuestos a esta disponibilidad.
Ejemplos de escucha en la pareja

Los regalos

Este hombre regalaba a su mujer todo lo que pensaba que era de su agrado. Nunca se olvidaba de su
cumpleaños, se inventaba fiestas para alegrarla todavía más, llegaba con ramos de flores… En suma, lo
hacía todo «de la manera correcta». Era el mejor de los maridos y se lo hacía saber a todo el mundo, se
vanagloriaba de ello. Incluso me dijo un día que su mujer, una joven muy bonita, profunda y discreta,
¡tenía mucha suerte! ¿Cómo la consideraba, él? «D. es un bomboncito de chocolate y no puedo
saborearlo cuando me apetece… ¡Es realmente difícil de satisfacer!» Cuando escuché a D., ella me dijo
que no tenía ganas de recibir aquellos regalos. Le hubiera gustado que él la considerara y la hiciera
respetar por su familia política, que la valorizara y la ayudara a tener éxito en la pequeña empresa que
intentaba crear, en lugar de decirle que tenía mucha suerte de poder estar sin trabajar.
En este ejemplo, es evidente que el marido estaba totalmente centrado en sí mismo, en su manera de
ver las cosas, en su orgullo por tener una mujer muy hermosa…, pero nunca había estado presente para
ella.

La sexualidad

¡Es como con los regalos! Si quieres dar gusto al otro, no te pierdas en el Kamasutra o en otros métodos
exóticos. Escucha el cuerpo de tu pareja, descubre sus reacciones, sus estremecimientos, su ritmo, ¡y
todo irá muy bien! Inventa, sé creativo, pero presta atención a las reacciones que provocas. No hay una
receta que guste a todo el mundo… Les digo a menudo a los hombres que una mujer es como una caja
fuerte de la que tienen que descubrir el código. Para abrir la caja fuerte, nos dicen las películas, ¡hay que
pegar la oreja a ella y escuchar con atención para acceder al tesoro!.

Por supuesto, tanto en un caso como en el otro es indispensable la reciprocidad


de la atención, de la escucha, de la disponibilidad.

En el trabajo
También en este caso, afirmo que la escucha benevolente es la clave del éxito de
una entrevista. Hace unos años, un amigo, director de una gran sociedad, me
confiaba que se sentía exasperado por el comportamiento de algunas secretarias y
que el clima se había vuelto muy difícil. Había organizado varias reuniones sin
conseguir que se arreglaran las cosas. Le sugerí que las recibiera a todas, una
después de la otra, en una entrevista. Puso en marcha aquella maratón de
entrevistas (eran una treintena). Las escuchó e intentó comprender por qué, a
veces, se ponían de mal humor. No emitió ninguna crítica, solamente manifestó
su comprensión. También aportó algunas modificaciones mínimas de
organización que ellas habían sugerido y que les facilitaba el trabajo. El ambiente
se volvió tranquilo y las secretarias fueron mucho más productivas.
Si trabajas con un equipo, tómate el tiempo de ofrecer una auténtica sonrisa,
de dar un apretón de manos mirando a los ojos. No cuesta mucho y establece una
relación; es mucho más agradable trabajar con seres humanos de buen humor que
con robots…

Durante un conflicto
Pérdida de energía
¿Qué ocurre durante un conflicto? Cada parte se planta en su postura y acusa al
otro de no querer escuchar nada. Cada uno acusa al otro de mala fe, de mala
voluntad, de mala intención o de estupidez. Por supuesto, siempre soy «yo»,
siempre «yo», quien tiene razón, sea cual sea la naturaleza del conflicto. Es una
evidencia: si uno u otro reconocen su error, deja de haber conflicto. Por
consiguiente, el otro, con la misma sinceridad, piensa que es «él» quien tiene
razón. ¡Cuánto tiempo y energía perdidos!
Cuando me piden que ayude a resolver conflictos, mi papel consiste en hacer
posible que uno y otro accedan a esta evidencia: el otro no actúa de mala fe,
simplemente intenta defender su punto de vista con la misma energía. Los dos
están atrapados en su torbellino de miedo o de cólera. Cada uno dice que es el
otro el que quiere la guerra…, ¡cuando los dos quieren la paz! A partir del
momento en que dejan de gritar es cuando pueden entenderse, no gritando cada
vez más fuerte ni vertiendo toneladas de acusaciones, de nombres malsonantes y
de pruebas contra el adversario. Se trata de elevar el debate en lugar de elevar el
tono.

Atención benevolente
Lo que está en juego, mucho más allá de los argumentos lógicos avanzados, son
las emociones, los miedos, las cóleras y las tristezas. La atención benevolente
dirigida a nuestro oponente como persona soluciona muchas situaciones
conflictivas. Es la primera de las condiciones para encontrar una solución
respetuosa para cada uno. Esto requiere hacer un poco de vacío en uno mismo
para preparar un lugar a las emociones del otro, para mostrarse un poco
disponible.
Por supuesto, para hacer evolucionar la posición de «campo atrincherado»,
tengo que escuchar a cada persona con una gran disponibilidad, acoger
plenamente sus emociones, no relativizar nada, no juzgar sus miedos o sus
cóleras. Detrás de toda la oleada de invectivas, veo ante todo a una persona con
una dificultad emocional. Solamente una vez que se haya sentido comprendida y
respetada será posible que escuche mi propuesta de dejar de mirar al otro como a
un monstruo.
Durante mi larga carrera de formadora en relaciones humanas, he acompañado
a muchos estudiantes a resolver conflictos de trabajo que creían bloqueados.
Veamos otro ejemplo.

Proyectos frustrados

N., directora del Servicio para la Juventud de una ciudad pequeña, se exasperaba contra el que llamaba
«mi político» (el responsable de Juventud de esta ciudad), porque tenía la sensación de no poder llevar a
cabo los proyectos que elaboraba minuciosamente con pasión. Tuvo que asistir a varias clases para
comprender que el objetivo de su político no era ponerle trabas; lo que quería, como ella, era que los
niños del municipio recibieran un buen trato. Simplemente, no estaban de acuerdo sobre el método que
debía seguirse. Un día, finalmente consiguió decirle que reconocía su intención positiva, que la tenía en
cuenta y que, como profesional, ella actuaba según su criterio proponiendo acciones que respondieran
exactamente a las preocupaciones identificadas. No cambió ni una coma de su proyecto, solamente se
tomó el tiempo de mostrar a aquel hombre que su proyecto respondía a sus deseos legítimos de
responsable de Juventud. Esto se remonta a una decena de años. Me la encontré recientemente: N. ha
evolucionado en su trabajo y se ha ganado completamente la confianza de «su político».

Practicar la escucha activa


Aprender a escuchar
¡Escuchar es también abrir la mente! Escuchar requiere inteligencia, porque se
trata de poder hacer la síntesis de lo que es importante a lo largo de toda una
entrevista.
Comprender intelectualmente requiere practicar la escucha activa. Esta
escucha activa puede emprenderla un profesional, pero también puede ponerla en
marcha de manera muy simple cualquier otra persona que desee entrar en una
dinámica de comunicación no violenta. Practicar la escucha activa requiere una
voluntad, una disposición, una técnica y un entrenamiento. Incluso sin ser
profesional, todas las personas pueden alcanzar un nivel de escucha muy bueno.
Veamos un ejercicio para que te entrenes.

Ejercicio 10

Sintetizar
Sin hablar automáticamente de gran conflicto, podemos experimentar dificultades de comunicación. Te
propongo que intentes sintetizar el punto de vista de tu interlocutor sin apriorismos, sin juicios y sin
interpretación. Toma la palabra en su lugar, como si se dirigiera a ti: «Esto es lo que me gustaría que
comprendieras de mi problema». Tómate el tiempo de sintetizar y de redactar la repuesta.

Nombre Lo que él querría que yo comprendiera

(Un amigo)

(Un miembro de la familia)

(Una relación de trabajo)

Repite el mismo ejercicio para ti mismo a propósito de una dificultad experimentada:

Lo que él querría que yo mismo comprendiera

Captar lo que el otro quiere hacernos comprender no siempre resulta fácil,


porque no forzosamente él mismo lo tiene siempre claro, es natural. ¿Has
cumplimentado sin ningún «titubeo» la casilla anterior?
Cuando experimentamos una dificultad, empezamos a hablar del síntoma, es
decir, del grano que pica o molesta. El «trabajo» del que escucha es acompañar al
sujeto a fin de comprender con él por qué ha aparecido este grano: ¿hay un
microbio o un virus? ¿Se trata de una alergia o de una picadura de mosquito? ¿O
incluso de un melanoma?

Técnicas de escucha activa


Esta manera de practicar se ha vuelto tan familiar para mí que la empleo
espontáneamente cuando un miembro de mi familia o un amigo aborda una
dificultad, me pide consejo o entra en oposición conmigo. Esto no perjudica en
absoluto la calidad de nuestras relaciones, que no tienen nada de artificial, al
contrario. Esta escucha sincera, basada en el método correcto, permite un
acercamiento real, refuerza la confianza e incita a la sinceridad recíproca. Sin
embargo, este método solo es útil en ciertos momentos, cuando el otro solicita
visiblemente que se lo escuche.
Abordemos aquí simulaciones sucintas de la dinámica de un momento de
escucha activa. Estas tablas se leen de izquierda a derecha para seguir la
evolución del intercambio.

Técnica de la acogida y la reformulación

Mi
Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud
respuesta

«Los vecinos hacen un ruido insoportable, La persona siente una intensa emoción, el «¿Ah, sí?
de la mañana a la noche se oye música y, flujo de su voz es rápido, me aporta Mmm…
además, los niños se pelean, y además…, y montones de pruebas… No puedo hacer Mmm…
además…» más que acoger. De la
mañana a
la
noche…»

Me mantengo muy presente, muy atenta, muy sincera.

Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta

«Lo peor es que, La descripción de los hechos puede durar bastante «¡Todo lo que me
incluso por la noche, tiempo. La persona tiene necesidad de exteriorizar todo describe parece
se diría que lo hacen lo que experimenta, pero esto no la hace avanzar. Nunca insoportable, y
a propósito, reformulo un hecho; si lo hiciera, la persona se marcharía comprendo muy
arrastran muebles, sin más. Intento, cuando siento que puedo hacerlo sin bien por el sonido
parece que se estén herirla, centrarla en ella misma, es decir que «reformulo» de su voz que esto
mudando… Hacen la comunicación no verbal transmitida a través de todo lo exaspera
ruido en el cuarto de este montón de evocaciones. realmente! No
baño…» puede más…»

Llamo a esta fase «validar la vivencia». Es indispensable para que el otro se


sienta realmente comprendido. Sin embargo, cabe señalar que no le he dado la
razón, ni me he puesto en contra, por supuesto. No le he dicho: «Tiene razón,
esto debe ser insoportable».
Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta

«Sí, no puedo más, La persona está bajo la influencia de una emoción más «Es terrible… Ha
estoy a punto de profunda. Es el momento en el que puede llorar…, o llegado usted al
estallar, ¡me entran guardar silencio durante un tiempo. Es un tiempo que no punto de
ideas asesinas! ¡Algún debo interrumpir. Permito realmente que esta emoción preguntarse si va
día, pasará algo llegue y no hago nada para frenarla. a haber un
terrible!» drama.»

Otra reformulación esencial. Resulta tanto más difícil de realizar cuanto lo que
nos dice es difícil de comprender. Sin embargo, esta reformulación es lo que
permitirá a la persona comprender realmente lo que acaba de decir.

Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta

«¡Sí, no es lo que quisiera La persona vuelve a ser accesible a un «Así que necesita encontrar
que ocurriera, por supuesto! discurso más lógico. Podemos pasar a una solución que corresponda
Soy una persona tranquila.» otra fase, la del cuestionamiento. a su personalidad pacífica.»

Esta es una nueva reformulación que plantea el problema que tiene que
resolver la persona. Podemos empezar a interesarnos por esto con ella. Te habrás
dado cuenta, de paso, de que he orientado a esta persona a interesarse por su
necesidad.

Técnica del cuestionamiento

Expresión del
Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta
tema

«¡Sí, pero ya lo he La persona ya ha probado montones de cosas, «Quiere decir que no se


intentado todo!» pero quizá no ha tenido todas las ideas. podría intentar nada más.»
Voy a intentar conseguir que tome un poco de
distancia con respecto a su afirmación.

Aquí, hago una reformulación de cambio de dirección. Le muestro el negativo


de la foto que me acaba de mostrar. Es importante no poner el signo de
interrogación al final de la frase, es mucho más eficaz.

Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta


«Pues mire, escuche, yo no No pongo en duda la sinceridad de «Ah, vaya… Ya ha probado
veo qué otra cosa se pueda esta persona. No olvido que está varias cosas… ¿Por
hacer…» desesperada. ejemplo?»

Empiezo a hacer preguntas.

Mi reflexión, mi
Expresión del tema Mi respuesta
actitud

«Pues mire, he golpeado en el techo con la Mantengo mi «¡Sí, en efecto, no se ha


escoba, he mandado a mis hijos a pedir confianza en ella para quedado sin hacer nada!
educadamente si podían hacer menos ruido, les que considere otras (Acepto la sensación que
he escrito una carta, incluso he llamado a la soluciones sin tiene de haberlo
policía, pero no han hecho nada, etc.» proponérselas yo intentado realmente.)
misma. ¿Nada ha empezado a
funcionar realmente?»

Voy a realizar con ella la evaluación* de sus intentos.

Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta

«Sí…, cuando mandé a los niños, Mantengo mi confianza en ella para que «Ah… ¿Cómo
bajaron la música…, pero solo duró considere otras soluciones sin podría perfeccionar
dos noches…» proponérselas yo misma. el método?»

Surgen dos posibilidades:

Expresión del tema Mi reflexión, mi actitud Mi respuesta

«Podría ir yo misma, En este caso, puedo «En efecto, comprendo que esto no se
pero tengo miedo de proporcionarle una herramienta corresponde con su naturaleza pacifista.
ponerme nerviosa.» necesaria para la resolución de Quizá exista una metodología que
los conflictos y explicarle la podría ayudarla. ¿Conoce la
comunicación no violenta. comunicación no violenta?»

«Tendría que presentar En este caso, primero voy a «¡Ah! Está desbordada… Pero ¿cuál es su
una denuncia, pero no aceptar su dificultad y después necesidad prioritaria en este momento?»
tengo tiempo: la intentaré ver cómo puede
plancha, los deberes de organizarse.
los niños, etc.»
Detengo aquí el ejemplo, pero has podido darte cuenta de que me he
mantenido todo el rato cerca de la persona, nunca he interpretado, nunca he
juzgado, nunca he eludido, nunca he dado soluciones prefabricadas.

Técnica de la reformulación
El concepto de escucha activa fue «inventado» por Carl Rogers12. A él le
debemos todos los primeros descubrimientos sobre el interés de esta actitud.
Observemos que Marshall B. Rosenberg, inventor del concepto de comunicación
no violenta del que hablaremos de forma más precisa en la tercera parte, habla de
«parafrasear». En su obra, da las gracias a Carl Rogers; la idea es realmente la
misma. En Francia, André de Peretti13 y también Roger Muchielli han divulgado
la escucha activa. Quiero rendir homenaje a todos los que han trabajado por unas
relaciones más respetuosas. Los considero a todos como grandes personas, y les
debo mucho.
A menudo se ha criticado a Rogers diciendo que reformular se limitaría a
repetir lo que se acaba de decir. Evidentemente, si la reformulación solo fuera
esto, dejaría de ser eficaz con mucha rapidez. Espero que el ejemplo anterior ya
haya permitido tener una visión más amplia. Ahora voy a detallar las diferentes
reformulaciones, sus diversas utilidades y sus efectos.

La reformulación eco

Como su nombre indica, recupera una de las últimas palabras pronunciadas por
la otra persona. Se emplea, sobre todo, cuando no se tienen suficientes elementos
para arriesgarse a decir algo más o si solo se dispone de una
reformulación/repetición que proponer. Se pronuncia en un tono de apertura que
propone ir más lejos; también puede ser útil en caso de encontrarse en una
situación de desestabilización debido a un ataque directo.

Te dicen Reformulación eco

«Ya no sé qué hacer con respecto a mi jefe. Me siento a disgusto, «¿Miedo?»


tengo miedo…»

«¡Estoy muy enfadado contigo!» «Conmigo…», o bien


«Enfadado…»

«Recuerdo las mermeladas de albaricoque que hacía mi abuela.» «Las mermeladas de la


abuela…»

¿Quieres probar? ¡Es tu turno! Más adelante encontrarás propuestas de


respuesta.

Te dicen Reformulación eco

«¡He pasado unas vacaciones desastrosas!» 1. ……

«He conocido a un hombre muy interesante.» 2. ……

La reformulación reflejo

La reformulación reflejo recupera bastante fielmente lo que se ha dicho. Solo se


cambia un poco el vocabulario o la organización, pero de modo que se parezca
mucho. Se emplea para validar la vivencia, a fin de hacer sentir realmente al
interlocutor que se ha comprendido bien su estado de ánimo. Es la reformulación
que permite realmente generar confianza. ¡Pero, atención, no hay que
equivocarse! Por lo tanto, es conveniente haberse tomado suficiente tiempo para
comprender antes de emplearla; de lo contrario, la persona se sentirá
interpretada.

Te dicen Reformulación reflejo

«Soy una inútil… No tengo amigos… En el patio del recreo, nadie «Te sientes realmente aislada,
quiere estar conmigo. No puedo ir más al colegio.» realmente desesperada…»

«Este colega es pretencioso, es un arribista. Haría cualquier cosa para «Usted se siente
aplastarme. Ya no sé cómo actuar durante las reuniones.» desamparado en las
reuniones frente a este
hombre dispuesto a todo…»

«Tengo una sensación extraña en este momento… Tengo la «Vive con la sensación de
impresión de que mi marido me engaña. No sé si tengo que hablar duda, de sospecha, y ya no
con él… Al mismo tiempo, pienso que son imaginaciones mías, ¡es sabe qué debe hacer…»
estúpido!»

¿Quieres probar? ¡Es tu turno!

Reformulación
Te dicen reflejo

«En algunos momentos, ¡no soporto a los niños! Regreso, cansada, y ellos se pelean, 3. ……
el mayor no se quiere despegar del ordenador y los videojuegos. Nadie me ayuda.»

«¡No es normal que la maestra no haya castigado a Théo! ¡Hizo lo mismo que yo, y 4. ……
me castiga solo a mí!»

La reformulación aclaración

La reformulación aclaración es un poco más deductiva que la anterior. No


emplea la paráfrasis, sino que va un poco más lejos, a la vez que sigue sin realizar
ninguna interpretación. Dado que se aleja un poco de lo que la persona dice,
conviene tener la precaución de añadir antes «Quieres decir que…» o «Si lo he
comprendido bien…» Siempre empieza por esta precaución de lenguaje; por lo
tanto, naturalmente, se emite en forma interrogativa. Puede ocurrir que la
persona no se reconozca en absoluto en tu frase, pero si siente tu sinceridad, tu
disponibilidad, ella misma se reformulará para ayudarte a comprenderla. La
comunicación no se verá alterada en absoluto.

Te dicen Reformulación aclaración

«Desde que mi marido murió, hay mucha gente a mi alrededor. «¿Quiere decir que, a pesar de
Algunos incluso dicen que son mis amigos. Estoy muy las atenciones de todo el
acompañada, me invitan, me proponen muchas cosas, pero nadie mundo, se siente sola con su
me comprende realmente.» tristeza?»

«¡Mire, desde hace dos meses, tengo una suerte increíble! ¡He «Lo cual viene a significar que
conseguido la promoción que quería, he conocido a una chica todo va realmente bien para
supersimpática y he encontrado el apartamento de mis sueños!» usted en este momento.»

«Me esfuerzo todo lo que puedo, pero no avanzo nada. Lo he «Si lo he comprendido bien,
probado todo, nada se mueve. ¡Tengo paciencia, pero, de todos está en la misma situación
modos, esto empieza a ser demasiado!» desde hace años y esto le
parece insoportable.»

¿Quieres probar? ¡Es tu turno!

Reformulación
Te dicen
aclaración
«¡De todos modos, este tipo de cosas solo me ocurren a mí! ¡Si se necesita a 5. ……
alguien, me cae a mí! ¡Siempre igual!»

«¿Sabes?, ¡Camille tiene suerte! ¡Su madre le hizo patatas fritas ayer!» 6. ……

La reformulación invertida

Esta reformulación es completamente deductiva, pero sin interpretación. Invierte


la presentación del problema, pero sin deformarlo. Resulta muy útil para permitir
ver el asunto con perspectiva a una persona que se enrosca en un sentimiento que
la encierra. Puede hacerle ver otra faceta de lo que acaba de expresar.
Esta reformulación empieza también con una precaución de lenguaje y se
realiza en un tono interrogativo.

Te dicen Reformulación aclaración

«¡Sin embargo, es fácil! ¡No comprendo por «¿Quiere decir que todo el mundo lo consigue sin
qué soy el único que no lo consigue!» dificultad?»

«¡Mi marido ha elegido para las vacaciones el «¿Esto significa que aceptaría ir a cualquier otro lugar
único lugar que detesto!» excepto allí?»

«Esta memoria es un auténtico desastre. Sin «¿Quiere decir que todo este trabajo, todas estas
embargo, hace meses que trabajo en ella, pero investigaciones, no han servido para nada? ¿Que tiene
lo tengo que repetir todo.» que volver a empezar de cero?»

¿Quieres probar? ¡Es tu turno!

Reformulación
Te dicen
aclaración

«Él no quiere comprender nada. Se bloquea en una postura y no quiere salir de 7. ……


ella, se cierra por completo.»

«¡Los hombres son todos unos obsesos! ¡Solo les interesa una cosa!» 8. ……

La reformulación síntesis

La reformulación síntesis a veces resulta indispensable. Empieza por «por lo


tanto…» y está destinada a cerrar un capítulo para abrir otro. Repite lo esencial
de todo lo que se ha dicho. Si se utiliza en una reunión, permite dar la palabra a
otra persona o pasar a tratar otro punto del orden del día. ¡Puesto que es
afirmativa, es muy importante no equivocarse!
Los ejemplos de afirmaciones serían demasiado largos para esta obra; por lo
tanto, solo daré aquí unas ideas de reformulaciones síntesis; se pueden imaginar
las situaciones de partida.

Reformulación síntesis

«Por lo tanto, su opinión es que necesitamos absolutamente deshacernos de este colaborador. ¿Qué
piensa de ello el responsable de compras?»

«Por lo tanto, puede usted elegir entre soportar la situación o buscar otro empleo. ¿Quiere que
estudiemos juntos las ventajas y los inconvenientes de las dos opciones?»

«Por lo tanto, me dices que ahora estás totalmente decidido a… ¿Cómo piensas actuar?»

¿Quieres probar? Ahora puedes crear algunas reformulaciones síntesis


inspiradas en situaciones de tu vida cotidiana. Estas son algunas posibilidades de
respuestas a los cuatro primeros ejercicios propuestos.
1. «Desastrosas…»
2. «Un hombre interesante…»
3. «Te cuesta soportar todo esto en un momento en que ya estás cansada.»
4. «Te parece que es muy injusto que hayas sido el único castigado cuando habíais hecho la tontería
los dos.»
5. «¿Quieres decir que eres gafe?»
6. «Me parece que me estás diciendo que también te gustaría comer patatas fritas.»
7. «¿Quieres decir que tú sí que estarías dispuesta a una apertura?»
8. «¿Está diciendo que ni un solo hombre busca una bonita relación?»

Nunca elogiaré lo suficiente los méritos de la reformulación (o de la paráfrasis,


si tenemos en cuenta el término de Rosenberg). Es una herramienta: como todas
las herramientas, se corre el riesgo, al principio, de emplearla con un poco de
torpeza… Pero es como la bicicleta: una vez que se le ha cogido el truco, se
vuelve totalmente natural y facilita realmente la vida, la propia y la de los demás.

Lo esencial para recordar


Escuchar requiere una auténtica disponibilidad hacia el otro y hacia uno mismo.
Para establecer una relación positiva, se puede utilizar una herramienta muy
facilitadora: la escucha activa, basada en las diferentes formas de reformulación.
10. Recomiendo el excelente libro de Christèle Petitcollin, Comment échapper aux manipulateurs.

11. Para ir más lejos, véase el triángulo infernal o el triángulo perverso de Karpman, en análisis
transaccional.

12. Carl Rogers, El proceso de convertirse en persona.

13. He tenido el gran privilegio de conocer a este señor, cuando ya tenía una edad muy avanzada.
Recuerdo una silueta menuda y endeble, pero con una mirada luminosa, rebosante de inteligencia y de
amplitud de miras.
5
ELEMENTOS DE LA RELACIÓN CON EL OTRO

En el programa

Elementos indispensables
Comprender los sentimientos
Comprender la voluntad
Lo esencial para recordar

Elementos indispensables
La confianza
Tengo realmente metida en el cuerpo y el alma la certeza de que el ser humano
puede encontrar recursos y soluciones para sus dificultades, siempre y cuando se
encuentre en un medio que se lo permita. Esto me produce una gran confianza
en sus posibilidades. No dejo de verificar que, sin confianza, no se desarrolla
nada realmente. Dar confianza cuando todo va bien es una cosa fácil… sin
embargo, cuando todo va mal es cuando la confianza es esencial.
No pretendo dar confianza a todo el mundo, me siento totalmente incapaz de
ello, pero sé que soy yo la que tiene limitaciones y las respeto, y también que
otros pueden donde yo no puedo.
Por lo tanto, propongo, en la relación, no «cortar» nunca con la pretensión de
que realmente no hay nada que hacer con este individuo: sería encerrarlo en un
destino muy sombrío. ¡Por poco que él me crea, sería grave!
Esta disposición mental tiene una gran influencia en la posibilidad de una
comunicación no violenta.

El apriorismo positivo incondicional


¡Nadie se levanta por la mañana y se pregunta cómo podría hacer para ser
desgraciado! Sin embargo, somos muchos los que ponemos en marcha, al precio
de grandes esfuerzos, estrategias de fracaso y de sufrimiento.
Tener un apriorismo positivo incondicional consiste en considerar al otro
como un ser semejante a uno mismo, que busca, que encuentra y a veces se
equivoca, un ser lleno de deseos, energía, ideas y sueños. Todo esto a veces está
muy oculto bajo montañas de «¡Sé razonable, esto no es para ti!»; los anhelos
tropiezan con «¿No ves que eres ridículo?»; malicia y creatividad se enfrentan a
«Esto no se hace, ¿qué pensará la gente decente?»
Puedo decidir no entablar una relación con alguien porque no tengo ganas, no
me interesa o no tengo tiempo, valor o fuerza. Respeto esto en mí, pero no
rechazo al otro con el pretexto de que sería indigno que me interesara por él. Al
contrario, si entablo una relación, si el otro busca la relación, sea cual sea el
marco de esta relación, ofrezco sin ninguna restricción mi apriorismo positivo a
este ser humano. Aunque haya cometido actos que repruebo, sé que es más
grande que el acto que ha cometido.
Sí, he escrito: «si el otro busca la relación». Puede ser que busque llegar a mí
sirviéndose de mi confianza; si percibo esto, continúo considerando que, sin
duda, es un ser con todas las de la ley antes de ser un ser aparte, pero me concedo el
derecho de retirada o de protección.

La empatía*
Comprender la empatía
Intentar comprender lo que ocurre para el otro, cómo ve, cómo vive una
situación, ya es el principio de un proceso no violento. Es dar muestras de que se
es capaz de tener empatía.
Este término a menudo se comprende y se utiliza en un sentido bastante
aproximativo; quizá es la razón por la que la empatía se practica poco. Por lo
tanto, voy a dedicarme a dar una idea muy precisa de la misma.
Conviene empezar por diferenciarla de los conceptos de simpatía y antipatía.
La antipatía tiene relación con un sentimiento de rechazo, de repulsión frente a
una persona o su comportamiento. La antipatía aleja. Al contrario, la simpatía
acerca, porque hace experimentar una afinidad moral o emocional respecto al
otro y puede conducir a sentir lo que el otro siente. Por ejemplo, podemos hablar
de «mal de simpatía»: si un ser querido sufre, podemos vernos afectados y sufrir
con él.
La empatía no actúa en absoluto a distancia; permite comprender lo que el otro
experimenta o piensa, desde su punto de vista. Por ejemplo:

Puedo no sentir ninguna simpatía por alguien que es violento y ha pegado


a su mujer y a sus hijos, pero puedo intentar comprender (lo cual no
significa ni aprobar ni excusar) lo que ha pasado en él para producir este
comportamiento.
Puedo no sentir ninguna simpatía por mi superior jerárquico, pero puedo
comprender que él mismo también se encuentra sometido a la presión de
otra jerarquía y que piensa que soy un obstáculo hacia su objetivo.
Puedo no sentir ninguna simpatía por mi colega, pero puedo comprender
que las razones que esgrime para querer a toda costa las mismas fechas de
vacaciones que yo son, desde su punto de vista, tan legítimas como las
mías.
Puedo no sentir ninguna simpatía por mi vecino, pero puedo comprender
que el árbol que he plantado en mi casa le tapa la vista de la colina.
Puedo no sentir ninguna simpatía por este grupo de jóvenes que hacen
ruido en la calle, pero puedo comprender que necesitan reír juntos, igual
que hace un grupo de adultos durante las veladas entre compañeros, pero
ellos no tienen un lugar donde hacerlo.

La empatía permite entrar en comunicación real con el otro, sin un apriorismo


que suponga que él está moralmente equivocado y yo tengo razón.
Moralmente…, porque es posible que, de todos modos, los hechos sean
objetivamente reprochables.

Efectos de la empatía
Descubrí la empatía durante mi largo paso por la asociación SOS Amitié.
Escuchar por teléfono a todo tipo de personas con todo tipo de problemáticas es
eminentemente formador en este sentido. Es evidente que no se puede, a pesar
del nombre de la asociación, ser amigo de todas las personas que llaman, esto no
tendría ningún sentido. Pero es posible escucharlo todo con empatía. Veamos
algunos recuerdos (que se remontan a más de veinticinco años…)
Violencia

Una mujer me llama para explicarme que pega a su hija de doce años: «La pego, la pego, sé que no
debería hacerlo, pero no puedo actuar de otra manera». Naturalmente, me rebelo ante el acto y
comparto el sufrimiento que debe de experimentar esta niña. Pero es a la madre a la que tengo al
teléfono, y es de ella de quien tengo que ocuparme en este momento. Por lo tanto, intento entrar en
empatía con ella reformulando la situación, es decir que me represento lo que está haciendo:
«—Llama usted a SOS Amitié para hablar de esto. Por supuesto, repruebo el acto, pero, si usted me
llama, es que siente que tiene un problema…
—Sí, me gustaría poder parar, pero no sé cómo hacerlo…»
Tuvimos una conversación realmente positiva. Ella pudo hablar de sus dificultades presentes y de su
propia infancia masacrada… Al final de la entrevista, me dijo que se iba a poner en contacto con una
asociación especializada que pudiera ayudarla. Si hubiera respondido espontáneamente bajo el efecto
de mis sentimientos de repulsión, no habría ayudado ni a esta mujer ni, en consecuencia, a su hija.

Prostitución

Me llama un hombre joven. Está muy mal. Me explica que se ha prostituido y que, la víspera, ha servido
de diversión a todo un grupo. «¡Me hicieron daño!» El comportamiento de este joven se sale por
completo de mi marco de referencias; mi primer pensamiento (¿como el tuyo, quizá?) es que solo tiene
que cambiar de oficio. Sin embargo, una vez más, me descentro de mis juicios y me centro en él, para
comprenderlo. Me explica que no sabe cómo ganarse la vida porque lo echaron a hacer la calle cuando
no era más que un adolescente. Me habla de su vergüenza, de su sufrimiento… Lo escucho…

Prisión dorada

Una mujer adinerada me llama para quejarse de su marido. La cubre de joyas y pieles, la lleva a todas las
comidas mundanas de los clubes de los que forma parte. Acostumbrada a oír dramas que solo la
escucha anónima puede permitir exponer, empiezo por pensar que existen problemas mucho peores…
Pero, si esta mujer me llama, es porque tiene alguna cosa importante que decirme… ¡La escucho! Me
habla del autoritarismo de este hombre y de su falta absoluta de libertad, me explica que las joyas son
para que se sienta orgulloso cuando sale, pero que, bajo las pieles, no tiene con qué comprarse un
sujetador nuevo. Está totalmente desesperada, porque no tiene vida personal. Al menos, ha encontrado
a alguien para contárselo.

Problemas sexuales

Me llama un hombre que, de entrada, quiere que sea su pareja sexual telefónica. Oigo como ruido de
fondo los ecos de una película porno. Es evidente que no voy a responder a esta demanda. Se lo digo
muy claramente, pero intento comprender, con empatía:
«Llama a SOS Amitié para escuchar la voz de una mujer por teléfono; ¿qué le ocurre para que haga
esto?»
La reacción de este hombre me sorprendió profundamente. Se puso a llorar, apagó la película y me
habló. Como consecuencia de un accidente, se quedó parapléjico.
«Es terrible, señora, solo “eso” funciona todavía en la parte baja de mi cuerpo… ¡Si al menos eso no
trabajara!» Me habló, largo rato, de lo que experimentaba, me dijo que ni siquiera tenía la posibilidad de
suicidarse, y que era la primera vez que podía hablar de ello.

Después de haber expuesto estos recuerdos, no me parece que sea útil añadir
otros ejemplos sobre los efectos de la empatía en la comunicación.

La empatía desde la infancia


Hablar de otra manera al niño

La empatía es una aptitud que se debería desarrollar en los niños desde la más
tierna edad, como se procura desarrollar de manera armoniosa su cuerpo
cuidándolo, alimentándolo correctamente y proponiendo actividades deportivas.
La empatía consiste en intentar comprender el mundo interior del otro, lo que
siente, lo que desea, lo que comprende de la situación desde su propio punto de
vista. Por lo tanto, desarrollar esta aptitud significa incitar al niño a interesarse
por la visión y las emociones del otro.
Veo con demasiada frecuencia a los adultos dirigirse a los niños en forma de
culpabilización* cuando intentan hacerles comprender la empatía: «Has hecho
daño a tu hermano, ¿no te da vergüenza? ¿Te gustaría que te hicieran lo que tú le
has hecho?», «No quieres decirle buenos días a papá, eso lo pondrá triste»,
«Podrías ayudarme a poner la mesa, ¿no te das cuenta de que estoy cansada?»
Evidentemente, la empatía presentada de esta manera no es muy alegre y, por
ello, no resulta realmente tentadora.
Un método

Veamos una propuesta de método para desarrollar la empatía (a cualquier edad,


solo bastará con modificar el contenido).

Adquirir la costumbre de hacer formular lo que se siente.


Podemos anunciar lo que sentimos e invitar al otro a expresarse: «Cuando alguien intenta colarse en la
cola del supermercado, me pongo furiosa porque no tengo mucho tiempo. ¿Y tú?»
Por supuesto, todos tenemos derecho a experimentar esto de manera diferente: no voy a arrastrar a
mi hijo a tener que sentir cólera como yo. ¿Quizá él está contento porque, de esta manera, puede estar
sentado durante más tiempo en el carro, en el que se siente como un rey en su carroza? Acepto
entonces su vivencia y no lo critico. Solo señalo que tenemos dos maneras diferentes de vivir este
acontecimiento.

Hacerla presente en uno mismo, en las emociones y las necesidades.

«Me estoy dando cuenta de que das patadas a tu cartera. ¿No estás contento? ¿Qué ocurre?»
Tu hijo quizá está triste porque su compañero no está ahí, tiene miedo de que los mayores se metan
con él, todavía tiene sueño y preferiría dormir, necesita una gran caricia y no está dispuesto a separarse
de ti… Por supuesto, acogemos esta emoción con la mayor atención. «Validamos su vivencia.»

Hacerla presente a las emociones del otro.

Para ello, se debe empezar siempre por una situación en la que él no participa y multiplicar los ejemplos
positivos:
«—Cuando su madre viene a buscarlo, ¿qué crees que siente Alexandre?
—¡Debe de estar muy contento!
—¿Cómo lo sabe ella?
—¡Le da muchos besos!
—Y a ella, ¿qué crees que esto le provoca?
—¡Ella debe de ponerse muy contenta!
—Los besos son muy agradables, ¿verdad?»

Más tarde abordaremos situaciones menos agradables.

«—¿Has visto?, Théo le ha gritado fuerte a su hermano pequeño! ¿Cómo crees que Nathan vive esto?
—Debe de ponerse triste.
—Sí, sin duda… ¿Quizá tampoco comprende por qué? ¿O tiene miedo de su hermano? Es una
lástima… ¿Qué piensas tú?
—No está bien que le grite a su hermano.
—Sí, en efecto. Pero ¿por qué crees que Théo le ha gritado?
—Porque le había roto la construcción de Kapla dándole una patada dentro.
—¡Oh, vaya! Entonces, ¿qué crees tú que Théo sentía?
—¡Debía de estar muy enfadado!
—Sí, tienes razón, ¡debía de estar muy enfadado! Ahora, intentemos reflexionar: ¿cómo habría podido
actuar de una manera diferente que gritando muy fuerte a su hermano pequeño?»
Es la ocasión de empezar a acostumbrar al niño a comunicarse de una manera no violenta. En el
capítulo siguiente veremos qué hacer con la cólera de manera no violenta.
Los cuentos para niños también son un soporte muy bueno, porque a menudo desarrollan la tristeza
del animalito o la estupefacción del héroe. Podremos, siempre de manera ligera, establecer
comparaciones con el mundo real del niño; de manera ligera, porque el niño aprenderá mejor si no se le
presentan las cosas en forma de lección moral.

Estos pequeños ejemplos de ejercicios de empatía pueden adaptarse a la edad y


renovarse de vez en cuando, nunca con culpabilización.

Comprender los sentimientos


¿Soy normal, doctor?
La ambigüedad de los sentimientos sin duda es una de las fuentes de confusión
más corrientes. En ciertos momentos, los sentimientos crean confusiones en la
cabeza y en las emociones…

«Quiero a mi marido. Lo conocí cuando yo tenía dieciséis años, ahora hace veinte años. Fue un amor
apasionado… Es amable, cariñoso, trabajador y fiel. Tenemos tres hijos maravillosos. Vivimos en una
bonita casa… Pero… Conocí a un hombre en un viaje a Inglaterra… Solo pienso en él, nos escribimos
todos los días montones de mensajes… Hay algo en su mirada y en su comportamiento que me atrae
irresistiblemente… ¡No debo de ser normal!»
«¡No sé por qué soy así, soy completamente inútil! Sé que debería aceptar la responsabilidad que me
proponen, es un puesto con el que sueño desde hace mucho tiempo. Pero, desde que me lo han
propuesto, siento pánico.»
«Adoro a mi madre, siempre ha estado aquí para mí. Está muy enferma y yo soy quien se ocupa de
ella. Es normal y le aseguro que la quiero de todo corazón, pero a veces tengo ganas de que se muera.»
«¡Sé muy bien que debería hacer deporte! Incluso me he inscrito en un club de zumba, pero no
consigo ir, tengo miedo de que se burlen de mí, a mi edad…»
«¡Siento odio! ¡He soñado que mataba a la amante de mi marido! Me he despertado muy mal después
de esta pesadilla. ¡Soy violenta, y me doy miedo!»
«Si tuviera valor para ello, abandonaría esta vida de m… Ser electricista no era lo que había elegido,
sino la decisión de mis padres. Yo quería ser campesino. ¡Y ahora es demasiado tarde, soy un inútil!»

En ocasiones las personas se sienten divididas entre dos sentimientos


completamente contradictorios, como si las hubieran partido en dos, en su
interior luchan dos vocecitas opuestas. Y la vocecita que se impone es la que dice:
«No eres normal», «Eres estúpido», etc. Es una voz perniciosa, insidiosa; siempre
se desliza sin parar por los intersticios de la culpabilidad, no sobre la decisión que
hay que tomar, sino sobre la falta de decisión. Instila la duda en uno mismo14.
Ser comprendido por alguien al que consideramos normal hace que nos
sintamos comprensibles y, por lo tanto, normales. Sí, solo somos seres
humanos… Pero hemos sido formados para no considerar todas nuestras
vivencias como tolerables, todas nuestras emociones como sagradas.
Tomo prestado de Isabelle Filliozat15 el ejemplo que da a menudo en sus
conferencias para ilustrar este tema.

Una niña en un supermercado le dice a su abuela:


—Abuela, ¡el jersey me pica!
—¡No, cariño, no pica!
—¡Sí, sí, te lo aseguro, me pica!
La abuela pone rápidamente la mano entre el cuello de la pequeña y el jersey y
asegura:
—¡No, te digo que tu jersey no pica!
¿Qué piensas que siente la niña, en este caso? ¿Crees que se dice que su abuela no ha
comprendido nada? ¡En absoluto! ¡Si su abuelita querida le dice esto, no puede
equivocarse! ¡Por lo tanto, deduce que es ella la que pica, no el jersey!

A poco que le ocurra lo mismo regularmente, ahora, cada vez que la vida sea
picante para ella, deducirá que la que pica es ella, no las circunstancias de la
vida… Sin embargo, ¡a veces pican fuerte!
Sí, es humano (o es normal, como se quiera) no controlar una atracción que se
siente.
Es humano valorar bien una responsabilidad cuando el sueño puede convertirse
en realidad.
Es humano amar y tener deseos asesinos.
Es humano sentirse mal en el propio cuerpo, incluso si este es normal.
Es humano experimentar rivalidad hasta el punto de soñar con suprimir al
intruso.
Es humano dudar si dejar una vida estable por un sueño de adolescencia.
¡Es humano, puesto que es humano el que lo experimenta!
Ser comprendido sobre un sentimiento experimentado es profundamente
tranquilizador.

Comprender la voluntad
Cuando mi hija era estudiante, en varias ocasiones hablamos por teléfono
durante horas. Ella redactaba su memoria de maestría sobre un tema que yo era
totalmente incapaz de comprender a priori. Me explicó su intención, lo que
quería demostrar. A medida que me hablaba, se veía obligada, para que yo la
comprendiera, a poner en orden sus propias ideas, para hacerlas comprensibles.
Como un proyeccionista que solo puede ver en una pantalla neutra la película
que proyecta, mi esfuerzo de comprensión tenía este efecto. A veces, cuando las
ideas surgían de manera desordenada, me decía que no lo conseguiría. Entonces,
le preguntaba lo que realmente quería decir y cogía un bolígrafo y un papel para
tomar notas. Ella hacía un esfuerzo de síntesis, para mí. Después, yo le leía mis
notas: «¡Pues sí, eso es, tú lo has dicho!»
Querer comprender la intención del interlocutor tiene un doble efecto. Por una
parte, obliga al que habla a hacerse comprensible, como en el ejemplo anterior;
por otra parte, permite al que escucha comprender con precisión de qué se trata.
Ocurre a menudo que el tono sube entre dos personas simplemente porque no
están hablando de lo mismo, pero no se dan cuenta.

Diálogo de sordos

Dos amigas hablan de su problema.


A: Mi marido me pone nerviosa… ¡No se ocupa de gran cosa en casa!
B: Sí, pero yo no tengo a nadie…
A: Sí, pero al menos tú no tienes que fregar los platos todos los días, puedes hacer lo que quieras…
B: Sí, pero tú no sabes lo que es estar sola por la noche…
A: Sí, pero es mejor eso a que te estropeen la vida…
B: Sí, pero también está la soledad afectiva, ¿sabes?…
A: Sí, pero tú puedes ver a todos los amigos que quieras cuando quieras, mientras que yo no puedo
salir cuando me apetece.
B: Sí, pero no es divertido salir sola…
Etc.
En esta conversación, cada una habla desde su punto de vista y rechaza el de la
otra. No existe una auténtica comunicación, porque cada una excluye los
argumentos de la otra sin comprender el sentido que tienen para ella. Todas las
frases de este tipo de diálogo empiezan por «sí, pero…» o su variante «no,
pero…» Observarás, si prestas un poco de atención, la cantidad de discusiones
que siguen este esquema de exclusión del pensamiento del interlocutor. Sin duda,
tú también has «sufrido» este tipo de réplicas, que no tienen nada de agradable.
Pero ¿quién no ha actuado de esta manera, antes de haber comprendido los retos
de este tipo de comportamiento?

Últimamente, una mujer de cuarenta y cinco años me explicó que lo había


comprendido, después de una metedura de pata que había cometido en la
adolescencia con una amiga. Esta última se quejaba de la actitud de su padre;
ella, cuyo padre no daba señales de vida, le había respondido: «¡Sí, pero tú, al
menos, tienes un padre!» Muchos años después, su amiga le reveló que aquella
frase en cierta manera le había impedido sentir el malestar experimentado a veces
como hija…

Lo esencial para recordar


Entrar en la conversación con toda confianza con un apriorismo positivo es una
de las condiciones del éxito de la relación. Esto facilita la empatía.
Para entrar en comunicación, se empieza por escuchar con sinceridad.
La empatía ofrecida permite al otro sentirse aceptado en la relación.
Validar el sentimiento vivido permite al otro sentirse un ser humano aceptable.
Comprender lo que el otro quiere decir le permite aclarar su pensamiento.
14. ¡Solo las personas peligrosas para los demás nunca tienen dudas! Están repletas de certezas, de
principios y de buenas razones. Si alguna vez se hacen preguntas sobre alguna cosa, se miran al espejo
y se tranquilizan muy deprisa: «¡Espejito, espejito, dime que soy el mejor, el más grande, el más justo!
Si no es así, destruiré a quien se atreva a sobrepasarme…».

15. En El mundo emocional del niño.


6
ELEMENTOS DE LA RELACIÓN
CON UNO MISMO

En el programa

Vocabulario emocional
Reconocer las necesidades y los deseos
Existir en la relación
Lo esencial para recordar

Vocabulario emocional
Precisión
El vocabulario español es muy rico. Permite definir con una gran precisión la
sutileza de las emociones. En mi primera obra16, me dediqué a una investigación
de todas las palabras posibles en un mismo registro. Por ejemplo, en el registro
de la alegría, estar eufórico o ser jovial son dos cosas diferentes; en el registro de
la tristeza, se puede estar triste o desesperado; en el registro del miedo, se puede
estar inquieto o aterrorizado; en el de la cólera, se puede estar furioso o irritado.
Solo se trata de algunos ejemplos de la variedad y los matices posibles de la
expresión de la emoción.
Ocurre a menudo que somos más conscientes de las emociones del otro que de
las nuestras propias, que no nos tomamos el tiempo de aceptar nuestras propias
emociones con delicadeza y respeto. Este paso nos va a conducir a diferenciar
emociones y sentimientos17.
El sentimiento, en mi opinión, es la conciencia que tengo de la emoción que
experimento. La emoción surge. El sentimiento se comprende más tarde.
Me encuentro con alguien con el que quería encontrarme: sonrío, me
siento feliz, es espontáneo. Experimento el sentimiento de que esta
persona es importante para mí, de que me valora, etc.
Alguien da un grito: me sobresalto, tengo miedo, me pongo en situación
de alerta. Experimento el sentimiento de que alguna cosa puede ponerme
en peligro.
Me gritan: mi mirada se vuelve feroz, mi cuerpo se inclina hacia delante,
me encolerizo. Experimento el sentimiento de que me atacan.
Me entero de una mala noticia: se me llenan los ojos de lágrimas, el
cuerpo se me desploma, me pongo triste. Experimento el sentimiento de
haber perdido alguna cosa importante.

Organizar el pensamiento
En cuanto soy capaz de dar nombre a mi sentimiento, puedo organizar mi
pensamiento para hacer alguna cosa con él. Por ejemplo, si siento el peligro,
puedo reflexionar sobre mi necesidad de seguridad y sobre los medios que puedo
poner en marcha para protegerme.
Te propongo que te pases la película de la semana que acaba de finalizar y que
identifiques circunstancias en las que hayas experimentado una emoción.
¿Podrías darle un nombre? En cada registro (alegría, tristeza, miedo, cólera),
¿puedes afinar y elegir el término que realmente conviene?

Ejercicio 11

Registro de los sentimientos

Acontecimiento Expresión precisa

Alegría

Tristeza

Miedo

Cólera
Reconocer las necesidades y los deseos
Cada uno tiene unas necesidades diferentes. Si tienes un hermano o una
hermana, sabes que la igualdad y la similitud no tienen nada que ver. Uno quería
contar el número de guisantes que mamá le había dado a cada uno para estar
seguro de tener la misma cantidad de amor. ¡El otro quería contar el número de
patatas fritas porque las adoraba! Las niñas tomaban clases de danza clásica: una
se sentía realizada, la otra sufría el martirio de intentar ser flexible y graciosa. Los
niños tomaban clases de judo: uno era un auténtico deportista, se sentía bien en
su kimono, el otro habría preferido tocar el violín.
¿Cuál es la necesidad «buena»? ¿Cuál es el deseo legítimo y el que no lo es? Es
importante reconciliarse con las propias atracciones, necesidades, preferencias y
aptitudes. Esto implica también asumirlas y aceptar la responsabilidad que
implican.
Nuestras necesidades, preferencias y deseos nos pertenecen. El otro no es en absoluto
responsable de ellos y no tiene por qué colmarlos. Considerar lo contrario es un error
muy común y fuente de mucha violencia en la comunicación, porque abre la vía
al reproche.
¿Cómo se han construido nuestras necesidades?

Necesidades fisiológicas
Según nuestra constitución, nuestro sistema hormonal y nuestro ritmo, tenemos
más o menos necesidad de alimento, de deporte, de sexualidad, de calor, de
cuidados, etc.

Necesidades relacionadas con el marco de referencias


Algunas necesidades tienen relación con nuestro marco de referencias. Hemos
adquirido unas costumbres de comportamiento y de estilo de vida. Según el
contexto en el que nos hemos encontrado, tenemos más o menos necesidad de
comer un tipo determinado de alimentos, de viajar, de leer o escuchar música, de
estar bien tapados, de dormir con la ventana abierta, de ahorrar, etc.

Necesidades emocionales
Aceptar la propia responsabilidad
Nuestras necesidades de adultos con frecuencia están relacionadas con las
emociones de la infancia. Ahora bien, estas se han visto más o menos vapuleadas
por los momentos en los que no hemos tenido tiempo o voluntad para prestarnos
la atención que habríamos necesitado. No es culpa nuestra: no somos culpables
de ser «demasiado» emotivos, o «demasiado» dependientes afectivamente, o
«demasiado» rigurosos… Pero el otro no tiene la responsabilidad de acudir a
reparar lo que arde todavía en nosotros. Este es el reto de una terapia: curar si es
posible o, al menos, comprendernos, conocernos y aceptarnos con nuestras
dificultades de construcción.
Es realmente una lástima ver a las parejas que se desgarran y reprochan
montones de cosas cuando podrían darse cuenta de que justamente se trata de
heridas de apego que se manifiestan en su carencia.
Conviene estar muy atento para no confundir la necesidad insatisfecha y la causa
desencadenante.

Ella: «Tengo una inmensa necesidad de escucha y de comprensión» (mi


madre interpretaba siempre lo que yo decía) se transforma fácilmente en:
«¡Nunca me escuchas, eres indiferente, eres un egoísta!»
Él: «Tengo necesidad de evadirme de vez en cuando de la relación» (en
mi infancia, siempre había gritos y discusiones en casa, así que me
refugiaba en mis sueños o en el deporte, la única fuente de bienestar) se
transforma fácilmente en: «¡Siempre quieres que te escuche, es un agobio,
eres una pelmaza!»

¡Imagina las discusiones que pueden surgir en esta pareja! Sin embargo,
habrían podido estar en condiciones de ser felices si uno y otro hubieran
aprendido algunos elementos de comunicación no violenta.
Repitámoslo: hacernos responsables de nuestra necesidad no es sentirnos
culpable por ello. Si he tenido un accidente que me ha amputado alguna cosa, no
soy culpable por ello, pero es mi problema, y el otro no tiene por qué soportar
este peso sin ni siquiera saber lo que considero que tiene que soportar.

No exagerar en las expectativas


De la misma manera, en las expectativas que tenemos respecto a nuestros hijos (y
los reproches que les siguen, como consecuencia…), lo que se manifiesta son las
emociones resultantes de nuestra propia infancia.

«¿Sabes?, soy una madre inquieta, quizá es difícil para ti» (he
comprendido que, cuando era niña, tenía responsabilidades demasiado
grandes para mí) se transforma fácilmente en: «Quiero saber con quién
estás, dónde estás y lo que haces».
«Necesito ver tu cuaderno de notas para demostrarte que me interesa tu
trabajo» (porque mi propio padre lo firmaba sin ni siquiera mirarlo) se
transforma fácilmente en: «Te has olvidado otra vez de enseñarme tu
cuaderno de notas».

Es el mismo mecanismo emocional que se manifiesta también en las relaciones


de trabajo, amistosas, sociales: necesidad excesiva de ser valorizado o
tranquilizado, de exigir orden, de ser autoritario o entregado, etc.

Necesidades circunstanciales
Las necesidades circunstanciales no tienen nada que ver con la infancia, pero son
claramente nuestras.

«Tengo hambre» puede fácilmente transformarse en: «¿Todavía no has


preparado la comida?»
«Estoy extenuado» puede fácilmente transformarse en: «¡Déjame en paz!»
«Me duelen los pies» se transforma en «Caminas demasiado deprisa».

En cualquier caso, sea cual sea la naturaleza de una necesidad, si no se


satisface, genera una frustración que se transforma en emoción. El hambre no
satisfecha puede producir inquietud, la sexualidad no satisfecha puede generar
agresividad*.
¿Lo tienes claro respecto a tus necesidades? Te propongo que reflexiones un
poco.

Ejercicio 12

Necesidades no satisfechas

Haz una lista de lo que te ¿Qué emoción tienes en caso de


Tus necesidades venga a la mente frustración?

Fisiológicas

Relacionadas con el marco de


referencias

Emocionales

circunstanciales

Ejercicio 13

Emociones, sentimientos y necesidades


Te propongo volver al punto de partida: a partir de un acontecimiento que hayas vivido, encuentra la
emoción y su intensidad. ¿Has tomado conciencia de esta emoción? ¿En qué términos definirías el
sentimiento experimentado? ¿Cuál era tu necesidad relacionada con esta emoción? Consulta el pasaje de este
libro sobre las emociones inadecuadas.
En este ejercicio, lo más difícil es, a menudo, no confundir la causa desencadenante con la necesidad
insatisfecha.

Descripción del Emoción e


Sentimiento Necesidad
acontecimiento intensidad

El otro día, mi pareja se marchó Gran tristeza Me sentí mal, Necesidad de relación, necesidad
rápidamente sin darme un cercana a la sin de ser tranquilizado, necesidad de
beso. desesperación. importancia, ternura porque siempre tengo
despreciado. miedo de ser abandonado.
Es de MI necesidad de la que
hablo. No hablo del otro, no lo
acuso.

En el autobús, al regresar de Cólera no muy Me sentí Necesidad de calma porque YO


una larga jornada de trabajo, intensa, más importunado, estoy cansado.
había unos niños que jugaban bien irritación. molestado. Es de MI necesidad de la que
y reían fuerte. hablo. No acuso a los niños.

¡Es tu turno!

Emoción e
Descripción del acontecimiento Sentimiento Necesidad
intensidad

Un ejemplo personal que te haya provocado


alegría:

Un ejemplo personal que te haya provocado


tristeza:

Un ejemplo personal que te haya provocado


miedo:

Un ejemplo personal que te haya provocado


cólera:

Existir en la relación
El camino recorrido hasta aquí nos ha enseñado a escuchar al otro, a
comprenderlo y a respetarlo, y después, a escucharnos a nosotros mismos. Ahora,
se trata de aprender a decir YO delante del otro.

La asertividad*
Este término empieza a ser conocido, sobre todo en el ámbito de la empresa,
pero menos en la educación y en las relaciones familiares y sociales; es una
lástima. Este neologismo procede del verbo inglés to assert, «afirmarse». La
traducción al español «afirmación de uno mismo» a veces da lugar a confusión,
como si afirmarse significara afrontar, avanzando el mentón y con aire de
conquistador; es un error que a menudo he señalado, por eso prefiero conservar el
término de asertividad.
Me gusta decir que la asertividad es una postura mental. Dos eslóganes la
definen bien: «La fuerza tranquila» y «Ni erizo, ni borrego». Es una actitud en la
que existe intensidad, fuerza, pero ninguna agresividad. Se sitúa completamente
fuera del tradicional esquema dominante/dominado, está en otra parte. Se
encuentra en la expresión tranquila y afirmada de uno mismo, nunca contra el
otro, sino claramente para uno mismo y para la relación. Evidentemente,
requiere una conexión con las propias emociones, los sentimientos, las
necesidades, el marco de referencias y los pensamientos, todos admitidos como
legítimos, a la vez que se reconoce la legitimidad de las emociones, los
sentimientos, las necesidades, el marco de referencias y los pensamientos del
otro. Está desprovista de cualquier juicio y de cualquier idea humillante.
Autoriza, individualiza y diferencia sin excluir.
Ejercicio 14

Asertividad
Este es un ejercicio para acercarse mejor a este concepto y determinar en qué punto se está. En la tabla
siguiente, marca la casilla que contiene la respuesta que probablemente darías si te ocurriera el caso
presentado en la primera columna.

Caso A B C D

1. Tu hijo ha sufrido Intentas Pides una cita con Vas a esperar al Le preguntas a tu
una humillación en la consolarlo el profesor, le niño «culpable» a hijo en qué el otro
escuela. diciéndole que explicas lo que tu la salida, lo podía ser ridículo y
es injusto, hijo ha sermoneas y lo te ríes con él para
pero que no experimentado y amenazas si consolarlo.
debe darle pides que se le vuelve a hacerlo.
demasiada haga justicia.
importancia.

2. Has decidido ir a Te dices que Les dices que es Entras en razón y Les dices a tus
pasar el fin de podrían darse una lástima (¡oh!, te dices que, amigos que, por
semana cuenta de que lo sentimos bueno, teníais esta vez, no es
tranquilamente en no pasas mucho…), pero ganas de estar posible, habíais
familia, pero tus mucho tiempo finalmente otros solos, pero no decidido estar
mejores amigos con tu familia amigos te han quieres juntos los cuatro,
deciden venir y que tendrían llamado por decepcionar a pero que te gustaría
contigo, lo cual no te que irse a otra teléfono antes que estos amigos por mucho pasar otro
apetece. parte. ellos y no es miedo a fin de semana con
posible… entristecerlos. ellos.

3. Tu hijo te dice: Finges que no Tienes mucho Le dices: «Estás Lo castigas: «¡Vete a
«¡Eres mala, mamá, lo has oído miedo de que deje muy enfadado tu habitación y no
ya no te quiero!» para no darle de quererte, conmigo, salgas hasta que
mucha sientes pena y le explícamelo». estés en mejor
importancia a muestras más disposición!»
la cosa. cariño que de
costumbre.

4. Te han pedido Llamas por Llamas por Te inventas un Reflexionas en


prestado un libro teléfono a la teléfono a este pretexto para silencio, decides no
que te gusta mucho persona y le amigo y le pides reclamarlo: prestar nunca más
y tardan en dices que esto que no se olvide tienes que nada a nadie y
devolvértelo. no es serio, de traerte este prestárselo a otro comprarte de nuevo
que lo libro. amigo o este libro.
necesitas y necesitas una
que por eso referencia.
has
suspendido el
examen.

5. Un colega ha dicho Te sientes Le montas un Intentas a tu vez Vas a ver a este


algo malo de ti. desgraciado, escándalo, lo perjudicarlo, colega para
atormentado, insultas. hábilmente, sin preguntarle en qué
piensas que que te lo has molestado y
no eres capaz descubran. explicarle lo que has
de defenderte sentido.
y abandonas el
puesto.

6. Te reprochan que Pides Te dices que Te disculpas Rápidamente


no hayas entregado disculpas y siempre ocurre lo servilmente y encuentras una
a tiempo el trabajo explicas las mismo, que solo prometes que excusa: tu hijo se ha
que te habías causas de tu necesitas que no nunca volverá a puesto enfermo, tu
comprometido a retraso. te den tanto ocurrir. ordenador se ha
hacer. trabajo, que es estropeado, has
culpa del otro, que tenido que ir a
te ha pedido otra ayudar a tus
cosa entretanto. padres…

7. Has iniciado una Tienes miedo Le dices a la Le dices: Encuentras


relación de pareja, de hacerle persona que te «¿Sabes?, no soy montones de
pero te das cuenta daño, intentas sientes la persona que reproches (con
con bastante rapidez encontrarle los insatisfecho, que crees, no estoy a pruebas) que
de que no te aspectos no consigues tu altura. Te voy hacerle. «¡No has
conviene. Te has positivos y experimentar el a hacer hecho ningún
decepcionado, olvidar tu impulso necesario desgraciado». esfuerzo, a pesar de
mientras que el otro malestar. y que no puedes que te lo he
está muy continuar con esta pedido!»
enamorado. relación.

Rodea en cada línea la respuesta que has marcado, esto te dará en la parte
inferior de la tabla la tendencia de tu comportamiento.

Caso n.° B C A D
1

Caso n.° D A C B
2
Caso n.° C D B A
3

Caso n.° B A D C
4

Caso n.° D B A C
5

Caso n.° A B C D
6

Caso n.° B D A C
7

Respuestas Respuestas Respuestas Respuestas «falsa fuerza


asertivas «erizo» «borrego» tranquila»

• Las respuestas «erizo» son agresivas. Queremos vengarnos, hacer justicia.


Algunas «víctimas» son culpabilizantes; se entra entonces en una relación
de fuerza mediante una especie de chantaje.

• Las respuestas «borrego» son pasivas. Nos dominamos, ponemos al mal


tiempo buena cara, nos resignamos… y atrapamos un dolor de barriga, un
dolor de espalda…

• Las respuestas «falsa fuerza tranquila» son manipuladoras. Las llamaremos


a partir de ahora las respuestas «anguila». Sus decisiones no son claramente
asumidas. Intentan salir del atolladero con una engañifa, pero pierden
credibilidad.

El descubrimiento de la asertividad me ha ayudado mucho a mantener unas


relaciones agradables y positivas, incluso en caso de diferencias importantes.
¡La comunicación no violenta no debe confundirse con la desaparición de la
propia personalidad, el retraimiento para no ser violento! A menudo presentamos
la relación como una relación de fuerza: «O tú me aplastas o te aplasto yo a ti».
¡No! Existe realmente otra posibilidad: «Existes sin aplastar a nadie». No creas
que es necesario tener confianza en uno mismo para volverse asertivo. Si empleas
los métodos de comunicación no violenta, ganaras confianza en ti mismo de
manera natural, porque evitarás muchos fracasos en tus relaciones18.

La confianza en uno mismo


En la infancia
Comprender mejor al niño

El niño nace con una confianza total en sí mismo, y pienso que el papel principal
de los padres y los educadores debería ser cultivar esta cualidad. Para ello, sería
conveniente practicar una educación no violenta. Cierto número de
profesionales, investigadores, filósofos y educadores son partidarios actualmente
de esta idea19. Se necesita poca cosa: comprender el funcionamiento del cerebro
de un niño. Estoy hablando de la fisiología, de la química de las emociones y del
sistema de conexión de las neuronas20. Un niño se expresa como puede, puesto
que todavía no dispone de lenguaje o de un lenguaje evolucionado; cuando llora
nunca es para declarar la guerra a alguien, solo es para manifestar que alguna cosa
no marcha bien.

Expectativas mal formuladas

Evidentemente, el comportamiento de los adultos responsables influye de forma


directa sobre el desarrollo del niño:

Si esperamos de él, antes que nada, que sea muy bueno, si lo miramos
mal o le gritamos cuando expresa su necesidad de comer, de cariño, de
estar limpio o de tranquilizarse, integra muy rápidamente que no es una
persona conveniente.
Si le impedimos que tome iniciativas o que tenga experiencias cuando es
un poco mayor, se siente incapaz y torpe.
Si lo cubrimos regularmente de reproches y de manifestaciones de
insatisfacción, se siente culpable.
Si le enseñamos en la escuela la competición, la rivalidad y el rendimiento
«de lo contrario no eres bueno», se siente… inútil, o superior.
Si le decimos «¿No te da vergüenza?», se vuelve vergonzoso.
Si le damos una pequeña o una gran azotaina de vez en cuando para
enseñarle lo que es la vida, aprende que la relación de fuerzas es algo
bueno.
Si lo castigamos en lugar de darle una explicación, aprende a someterse o
a rebelarse, pero no a reflexionar.
Si le damos responsabilidades demasiado importantes para su edad,
aprende el fracaso y el agotamiento.

Por el contrario, construir la confianza en sí mismo del niño y, por lo tanto, un


futuro de adulto es acompañarlo con benevolencia y solidez y aportarle los
cuidados, las explicaciones, la ternura y los estímulos que necesita para
construirse y encontrar su identidad serenamente21.

Reparar los daños


Propongo a los adultos que no hayan tenido la suerte de beneficiarse de un
acompañamiento de calidad que se vuelvan benevolentes, acogedores, cariñosos y
alentadores hacia sí mismos en lugar de dejar que su vocecita interior continúe la
obra de destrucción iniciada por sus educadores: «Eres un inútil, tienes pocas
luces, nunca lo conseguirás, eres un perezoso, no te interesa nada, no eres
bueno…» Estas etiquetas desvalorizadoras actúan como predicciones: la etiqueta
refuerza el fracaso y el fracaso refuerza la etiqueta.
Por lo tanto, propongo sustituir este discurso devastador por: «No olvides
nunca que eres un ser humano sagrado, como todos los demás», «No olvides
nunca que tienes derecho a sentir lo que sientes», «No olvides nunca que tienes
unas capacidades y una inteligencia», «No olvides nunca que tienes fuerza y
potencia», «No te olvides nunca de ser benevolente contigo mismo y con los
demás», «No olvides nunca que tienes derecho a cometer errores», «No olvides
nunca que tienes derecho a no ser perfecto».
La confianza en uno mismo hay que cultivarla para hacerla florecer; esto puede
requerir un poco de tiempo y cuidados pacientes. En cambio, decirle a alguien
que debería tener confianza en sí mismo (o decírselo a uno mismo) es colocarlo
todavía más en situación de fracaso si no conoce el método. ¡Es apretar donde
duele y practicar la comunicación violenta con uno mismo!

La falsa confianza en uno mismo


Es la de las personas que siempre ponen cara de buen tiempo. La confianza en
uno mismo admite la fragilidad, los errores y la búsqueda. La falsa confianza solo
tiene certezas de perfección. Estas personas quizá han sido tan maltratadas que se
han construido un caparazón para no sufrir más; también es posible que hayan
sido tan sobrevaloradas que se lo hayan creído realmente… Una persona sin una
posición social elevada nunca puede tener razón frente a ellas. Estos individuos
tienen algunos amigos en situaciones más modestas, pero se muestran con ellos
como «grandes señores», paternalistas… La confianza en uno mismo no tiene
nada de rígido ni de altanero. Es flexible y simple.

La fuerza
Evitar ponerse en situación de fracaso
Practicar la comunicación no violenta será tanto más fácil cuanto que se haya
contactado con la propia fuerza. En las situaciones delicadas es posible que
pensemos que el otro lo hará mejor que nosotros, que obligatoriamente
tendremos necesidad de la ayuda, los consejos o la experiencia de otros. Esto
representa ignorar todos los recursos que tenemos en reserva, sentirnos
desamparados, incapaces, agobiados, sometidos a los acontecimientos y a la
buena voluntad de los demás… ¡Es muy desagradable y, en general, totalmente
falso!

«¡No lo conseguiré nunca!» es una frasecita completamente asesina. Actúa


como una maldición. En efecto, ¿cómo podemos conseguirlo si no
creemos en ello?
«Estoy atrapado, la situación está bloqueada» corresponde a una vivencia,
pero no a una realidad.
«Realmente, no hay nada que hacer, te aseguro que lo he intentado todo»
quiere decir que la persona ha intentado con mucha sinceridad todo lo
que se le ha ocurrido.

Creer en el propio poder


Todos tenemos poder, mucho más del que creemos. Piensa en todas las
situaciones durante las cuales pensabas que dependías del azar y después has
tenido una idea, alguien te ha dicho que podías hacerlo, has reunido tu
creatividad y tu energía… y has conseguido hacer evolucionar las cosas. Pensar
en un futuro cerrado puede convertirse en una idea obsesiva; ahora bien, el futuro
nunca sucede como se había imaginado. Por lo tanto, este pensamiento es
pernicioso e inútil.
Al contrario, es conveniente plantear el problema que hay que resolver y ser
creativo. ¡Inventa, imagina, atrévete! No esperes que otro lo haga en tu lugar. No
haber hecho nunca algo no nos hace incapaces de hacerlo, tener la costumbre de
que algún acto se desarrolla de una manera determinada no impide modificar
este desarrollo…
Esta disposición mental te permitirá ser audaz en las propuestas o las
peticiones que formules de manera no violenta.
Debo precisar que no hablo en absoluto aquí de una falta de voluntad, sino
solamente de una falta de «creencia». Darse permiso para tener éxito es una
maravillosa clave para conseguirlo. Una terapeuta con la que trabajé en Quebec
tenía en su contestador telefónico profesional el mensaje siguiente: «Soy Laurie
Fontaine, no estoy aquí, pero me puedes dejar un mensaje y no lo olvides, ¡tú eres
mucho más!» Bonito mensaje, de una buena persona.
Asertividad, confianza en uno mismo y fuerza sirven para la práctica de la
comunicación no violenta a la vez que se refuerzan, es un círculo virtuoso. ¡Solo
hay que empezar a practicar!

Lo esencial para recordar


Lo que experimentamos es sagrado. Nadie puede contradecirlo. Aprendamos a
aceptar nuestras emociones y sentimientos con benevolencia.
Nuestros deseos y necesidades son legítimos, pero nos pertenecen y tenemos
que preocuparnos por ellos nosotros mismos, sin acusar a otro de no satisfacerlos.
En la relación es importante mantenerse sólido, confiar en uno mismo y estar
presente en uno mismo.
16. Et l’émotion se fait chair. Comprendre la face cachée de nos actes.

17. Marshall B. Rosenberg no habla de diferencia entre emoción, sentimiento y vivencia, pero me
parece importante hacerlo.

18. Si quieres llegar más lejos en los conceptos de asertividad, te recomiendo uno de los mejores libros
que he leído sobre este tema: Marie-Joseph Chalvin, Prévenir conflits et violence à l’école.

19. Olivier Maurel, Oui, la nature humaine est bonne, y Philippe Meirieu, Le Plaisir d’apprendre.

20. Margot Sunderland, Un enfant heureux, La ciencia de ser padres.

21. Para ir más lejos, véase mi obra Votre enfant, votre adolescent, les violences et l’école.
PARTE 3
TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN
NO VIOLENTA
¡A tal señor, tal honor! El estadounidense Marshall B. Rosenberg fue quien creó
el concepto y la denominación de «comunicación no violenta», inspirándose,
sobre todo, en su trabajo con los grupos de defensa de los derechos humanos en
la década de 1960. Aproximadamente en el mismo momento, surgieron los
conceptos de escenario ganador/ganador, las estrategias de resolución de
conflictos de manera positiva. Todas estas ideas surgieron en la línea del trabajo
de Carl Rogers y de los investigadores de la escuela de Palo Alto. Se hacían eco
de los trabajos de los políticos que habían trabajado por la no violencia, como
Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela en la segunda mitad del siglo
XX. También fueron propagadas por filósofos y acompañadas por los progresos de
la psicología.
Vamos a estudiar aquí estos métodos. Según las circunstancias y nuestra
sensibilidad, fabricaremos a partir de estos elementos nuestra propia manera de
comunicarnos de manera no violenta. Los principios son muy similares. Hay que
tener en cuenta que esta exposición presenta herramientas. Una herramienta solo
es útil cuando se tiene un trabajo concreto que realizar: no nos paseamos con un
martillo en la mano durante todo el día… ¡Lo cogemos cuando tenemos que
clavar un clavo!
La actitud no violenta, la voluntad de privilegiar unas relaciones de calidad y la
sinceridad son esenciales.
7
LOS MÉTODOS

En el programa

Marshall B. Rosenberg: la CNV


El escenario ganador/ganador
El método DEEC
Lo esencial para recordar

Marshall B. Rosenberg: la CNV


Marshall B. Rosenberg propone un método en cuatro tiempos: observación,
sentimientos, necesidades y petición.

Proceso personal
O de Observación
Observar es intentar mirar sin interpretar, ni juzgar, ni realizar ningún análisis;
como dice Rosenberg, es «la forma más elevada de la inteligencia humana».
Un día, un amigo informático intentó explicarme cómo se fabrica un programa
de juego: «Tienes un escenario, el niño sentado en el suelo tiene que ir a abrir la
puerta. Así que lo “observas” para descomponer todos los movimientos que
realiza y poder transformarlos en algoritmos. Primero, levanta la cabeza para
mirar la puerta; después, se levanta. Para levantarse, dobla las piernas, primero la
derecha y después la izquierda. Se inclina hacia un lado, se apoya en la mano
izquierda y después se levanta; camina. ¿Cuántos pasos da? Llega hasta delante
de la puerta cerrada; extiende la mano. ¿Es un pomo que tiene que moverse hacia
abajo o bien hay que girarlo? ¿Está a la izquierda o a la derecha? Se trata de una
sucesión de hechos, sin que intervenga para nada la opinión del observador».
A este ejercicio es a lo que nos invita Rosenberg: hechos, solamente hechos…
Precisa en su enseñanza el vocabulario y las formas gramaticales que deben
excluirse del lenguaje. Naturalmente, ningún gesto, ningún fruncimiento de
cejas, ninguna mueca, ningún tono despreciativo o nervioso tampoco deben
desmentir el contenido del discurso: hay que recordar ante todo la comunicación
no verbal, la sensación experimentada ante la gesticulación, las entonaciones y las
mímicas.
Por lo tanto, antes de lanzarse a un proceso de CNV, es conveniente estar
realmente en paz con uno mismo, dirigir una mirada positiva hacia el
interlocutor, el «apriorismo positivo incondicional» del que habla Rogers. A
menudo, las personas a las que propongo esta herramienta me explican que, por
supuesto, no dicen lo que realmente piensan a su interlocutor (todos los
calificativos desagradables no bastarían)…, ¡pero que, de todos modos, lo
piensan! En este sentido, es urgente recordar los conceptos de empatía y de
esfuerzo de comprensión. De lo contrario, en caso de fracaso, lo que tendrá que
ponerse en duda no es el método, sino la actitud.

Puntualización

La primera fase del método de CNV empieza por: «Cuando veo/oigo esto…, y aquello…»

S de Sentimientos
Se trata aquí de expresar lo que se siente de la manera más precisa posible, con
matices. Ya hemos detallado ampliamente el interés de encontrarse en contacto
con lo que se experimenta; sin embargo, con demasiada frecuencia se rechaza esta
oportunidad. No hay que tener miedo de desvelarse. Si se hace con sinceridad y
se persiste en caso de asombro, se crea un clima de confianza. Cuando descubrí,
hace veinticinco años, la obra de la filósofa Simone Weil, no imaginaba que una
idea iba a cambiar profundamente mis relaciones y mi forma de comunicarme.
Ella decía que las mismas palabras podían ser vulgares o admirables, según la
profundidad del ser del que procedían, y que esto alcanza como por arte de magia
el mismo nivel en el interlocutor. He comprobado esta afirmación innumerables
veces después.
¡Nada de palabras acusadoras!

Veamos dos ejemplos de palabras que deben evitarse, según Rosenberg, porque
no corresponden a una emoción sentida, sino a una interpretación de los actos
del otro:

Abandonado. Aunque me sienta abandonado, esto no significa que el otro


me haya abandonado.
Atacado. Aunque me sienta atacado, esto no significa que el otro me haya
atacado.

¿Nunca te han acusado de haber abandonado, atacado, traicionado, etc.,


cuando nunca habías tenido esta intención? En estos casos se ha interpretado
claramente tu acto, lo cual puede provocar una ruptura de comunicación.
Por lo tanto, conviene evitar palabras como arrinconado, presionado,
desconsiderado, abandonado, desvalorizado, explotado, incomprendido,
maltratado, manipulado, sobreprotegido, amenazado, despreciado, ninguneado,
obligado, no apreciado, no escuchado, perseguido, atrapado, provocado,
rebajado, rechazado, traicionado, engañado, utilizado… Todas estas palabras
implican la responsabilidad del otro.
En cambio, si se utilizan palabras como desamparado, desestabilizado,
asombrado, exasperado, de mal humor, amargado, angustiado, desanimado,
consternado, hastiado, confuso, crispado, temeroso, enfadado, superado,
preocupado, impotente, aterrorizado, etc., no se compromete la responsabilidad
del otro.

Puntualización
La segunda fase de la CNV se enuncia así: «Me siento…». O bien: «Experimento…»

N de Necesidades
En esta fase, se trata de asumir lo que experimentamos en función de nuestras
necesidades. Quizá es lo que resulta más difícil: ¡es mucho más fácil acusar al
otro de no responder a nuestras necesidades que comprenderlas y asumirlas
plenamente! También será indispensable identificar bien que la propia necesidad
no es universal. Pongamos unos ejemplos muy clásicos.

Orden
Si mi hijo adolescente, mi colega o mi pareja no tienen las mismas necesidades de orden que yo, esto
puede generar conflictos: yo pienso que él/ella debería ordenar las cosas como yo lo hago
habitualmente. Incluso puedo generalizar: «Estoy furioso/a contra ti porque haces las cosas de cualquier
manera, observa un poco, ¡no se puede vivir en un bazar como este! Ya te lo he dicho… ¿Lo haces a
propósito o qué?»

Pues sí, justamente, el otro puede encontrarse a gusto solo en un cierto ajetreo.
La afirmación que lo engloba en mi representación de las condiciones de vida a
partir de mi propia necesidad rápidamente se convierte en crítica, reproche y
conflicto. Por lo tanto, es conveniente saber que tengo necesidad de orden y
decirle: «Me siento realmente contrariada porque tengo necesidad de orden». En
esta frase, el «tú» ha desaparecido. «Ya no estoy furiosa contra ti, estoy
contrariada porque yo…»

Sexualidad

Un ejemplo que genera muchas dificultades en una pareja. Uno y otro pueden tener deseos y
necesidades diferentes, en momentos diferentes, a un ritmo diferente, de maneras diferentes… Las
etiquetas en las que se puede encerrar al otro son legión: «¡Eres frígida!» en respuesta a «¡Eres un
obseso!»; «Él es demasiado rápido» en respuesta a «Ella es demasiado complicada».

En el ejemplo anterior se reprochaba al otro hacer o no hacer algo, es decir, se


lo culpabilizaba. En este, se reprocha al otro lo que es. Resulta todavía más
violento: esto lo fuerza a verse en el espejo del otro como realmente
insatisfactorio y le produce vergüenza. «¡No eres satisfactorio!», le dice una
vocecita interior, que sacude su confianza en sí mismo y el desarrollo de su ser.
Vergüenza y culpabilidad son dos armas terriblemente eficaces y, por lo tanto,
destructoras. Se puede muy bien, a base de oprobios y chantajes, ganar la batalla
declarada al otro, sobre todo en el ámbito de la educación o las relaciones
afectivas. «Me das pena»; «Soy desgraciado por tu culpa»; «Eres egoísta»; «Me he
puesto enfermo por tu culpa»… Es cierto que de esta manera se puede ganar la
partida, pero siempre será en detrimento de la relación. Por supuesto, se puede
caer enfermo con motivo de lo que hace el otro…, pero el otro no nos lo hace. El
hecho de que no esté disponible en un momento dado tropieza con nuestra
necesidad de compañía o de ternura.
A veces, estas necesidades están tan presentes en nosotros desde nuestra más
tierna edad que no las identificamos, que tenemos la sensación de que son el lote
de cada uno. Algunas sesiones de terapia o un trabajo sobre uno mismo
permiten, en general, hacer balance, aceptar nuestra necesidad como legítima y
asumirla totalmente como propia.

Puntualización

La tercera fase de la CNV se enuncia así: «Porque YO…». O bien: «Porque yo necesito o tengo ganas
de…»

P de Petición
La CNV incita a pedir al otro una acción que me resulte agradable o me aporte
satisfacción y en cualquier caso, según Rosenberg, «que contribuya a mi
bienestar».
Una petición no es una exigencia: «¿Tal vez podrías…?» y no «Tendrías que…»
La respuesta puede ser negativa sin por ello poner en tela de juicio la relación.
No porque me hayas contestado que no dejaré de tener confianza en ti pensaré
que eres un malvado, querré alejarme de ti o me sentiré rechazado. ¡El objeto de
mi petición es lo que se ha rechazado, no a mí mismo! Por lo tanto, tengo que
comprender que la necesidad del otro, de manera inmediata, no es la misma que
la mía, eso es todo, y es respetable. Aquí, la empatía es indispensable; por lo
tanto, conviene reformular (o parafrasear) para comprender el freno del otro.

Freno circunstancial

No es el momento adecuado para el otro; simplemente, le apetecen otras cosas.


Si no tiene ganas de salir a pasear, no soy «yo» quien está en juego. Puede ser la
fatiga, el interés por otra actividad, etc. Sin embargo, si insisto y me muestro
demasiado insistente, pesado, ¡no pasará mucho tiempo hasta que, efectivamente,
yo sea la causa del rechazo!
Freno reactivo

Las personas sometidas a una autoridad draconiana o a un chantaje afectivo en


otros tiempos o en otros lugares pueden reaccionar de manera explosiva y sentirse
presionadas cuando reciben una petición. No tienen la culpa de ello: son las
primeras víctimas de este comportamiento, que las vuelve suspicaces o agresivas.
Si se las culpabiliza, se acentúa el círculo vicioso y se provoca todavía más
rechazo, nerviosismo, lo cual representa la ocasión de criticarlos todavía más,
cuando nuestra actitud es lo que puede haber contribuido a bloquear el sistema.
La solución es no juzgar, acoger, pero sin por ello renunciar a existir en la
relación. La relación no es una lucha, es una danza durante la cual se intenta
compenetrar los pasos para poder disfrutar del placer de la danza.

Puntualización
La cuarta fase de la CNV se enuncia así: «¿Tal vez aceptarías que…?». O bien: «¿Querrías, por
favor…?»

Proceso empático
Marshall B. Rosenberg propone aplicar después exactamente el mismo proceso,
por empatía con el otro. No hay que esperar del otro que reaccione exactamente
como nos gustaría que lo hiciera porque se ha utilizado la herramienta adecuada.
Va a continuar comportándose como tiene la costumbre de hacerlo y quizá
responderá de manera abrupta. En este caso, es conveniente conducirlo a
participar en el método, no explicándoselo, sino induciéndolo, parafraseando e
intentando comprender lo que ocurre para él. Si se escucha lo suficiente, se es
capaz de decirle al otro: «Me parece que, cuando ves esto, te sientes… porque
necesitas… y te gustaría que yo…»

En el trabajo

Veamos un ejemplo de diálogo entre A y B, en el que A está formado en la CNV y B no.


La escena transcurre en la oficina, en un grupo de comerciales. B es el superior jerárquico y le
reprocha a A que no haya alcanzado los objetivos fijados.

B: Mira, esto no funciona en absoluto, ¡no trabajas lo suficiente! (Es un reproche, dicho en un tono
muy vivo.)
A: Cuando me hablas fuerte me desestabilizo un poco, porque necesito calma para reflexionar.
¿Aceptarías hablarme menos fuerte?
B: ¡Pues justamente, tendrías que ser un poco más vivo, un poco más reactivo! (De nuevo, reproche,
con una etiqueta.)
A (Se aleja de sus propias necesidades para escuchar las de su superior): ¡Ah! ¿Estás descontento
porque tienes necesidad de asegurar los resultados que te has fijado? (Paráfrasis que no tiene en cuenta
la etiqueta, sino, claramente, lo que siente probablemente B. A «valida la vivencia» de B.)
B: ¡Evidentemente, no podemos continuar así, se irá todo a pique!
A: Las cifras te preocupan hasta el punto de que tienes la sensación de que estamos en peligro y
realmente tienes necesidad de que nosotros aumentemos nuestro rendimiento. (Reformulación
síntesis.) Yo, cuando escuchaba hace un momento tu manera de decir las cosas, me sentía acusado, pero
ahora me siento, como tú, un poco inquieto, ¡necesito este trabajo! ¿Quieres que estudiemos juntos
cómo podría actuar para progresar? Tienes una experiencia en esta empresa que yo no tengo, y quizá
puedas darme buenos consejos.

En la vida de familia

Por la noche, después de una larga jornada de trabajo (¡para todo el mundo!), la madre pide a los tres
hijos que vayan a tomar su ducha mientras ella prepara la cena. El primero se sumerge en las aventuras
de Harry Potter, la segunda, perfeccionista, se esmera en su trabajo escolar y la tercera mira unos dibujos
animados. Todos refunfuñan y quieren que el otro se duche primero.
La madre podría desarrollar más o menos este discurso, tranquilamente, al día siguiente durante el
desayuno:
«Cuando os pido todas las noches que vayáis a tomar una ducha y nadie se decide, me pongo
nerviosa, porque necesitaría tener un momento de calma y tranquilidad. Me gustaría que todo el mundo
se sintiera bien y pudiera sonreír. También vosotros, por la noche, os sentís cansados y necesitáis
relajaros, lo comprendo muy bien. Os propongo que estudiemos juntos un método para que todo
ocurra de la mejor manera para esta historia de la ducha, ¿qué os parece?»

Este ejemplo es real. Esta actitud realmente permitió a una mujer joven crear
por la noche en su hogar un clima tranquilo. Los niños se inventaron una
rotación y una organización, y ahora todo transcurre muy bien. La discusión se
propuso fuera del momento de crisis; a menudo es una buena solución, sobre
todo si hay varios protagonistas.

El escenario ganador/ganador
Sinergia y mutualización
Ni ganador ni perdedor
Durante una discusión, una argumentación o una toma de decisión, con
frecuencia queremos tener razón, lo cual implica que el otro acepte estar
equivocado. Ahora bien, el otro también quiere tener razón, lo cual implicaría
que uno mismo estuviera equivocado… Una situación sin salida: todos intentan
aplastar al otro con la fuerza de su tono o de sus argumentos y cada uno se
apalanca en su postura.

Thomas Gordon ha introducido la idea de una colaboración en la que cada


uno resultaría ganador sin que nadie se declare perdedor. No se trata de
encontrar un compromiso que deje a uno y otro medio satisfechos, sino de unir
las energías de una y otra parte para que cada uno pueda aprovechar la sinergia
así creada.
No nos encontramos tampoco en el ámbito de dador/dador, que equivaldría a:
«Yo tengo un euro y tú tienes un euro. Yo te doy mi euro y tú me das tu euro,
seguimos teniendo un euro cada uno». Se trataría más bien de: «Yo tengo una
receta de cocina y tú otra, intercambiamos nuestros talentos y tenemos dos
recetas cada uno». Se produce una mutualización de conocimientos, un
intercambio de experiencias, una transparencia de la información y una
solidaridad tanto en caso de victoria como en caso de fracaso.

Antes del conflicto


Hace una treintena de años, ejercí la bonita profesión de profesora durante tres
años. Les había propuesto a mis alumnos que crearan un equipo de trabajo y todo
fuera valorado por el equipo: las notas de francés, de matemáticas, de deporte, de
dibujo, etc. Muy deprisa, los niños se organizaron y dejó de haber competición y
desvalorización: los fuertes en deporte daban consejos a los más débiles, los
buenos en francés explicaban las reglas de gramática a los que tenían más
dificultades, los artistas explicaban el punto de fuga a los que nunca habían oído
hablar de esto, etc. ¡Incluso vi que algunos se recitaban las tablas de multiplicar
durante el recreo! Todo esto terminaba cada mes con una fiesta, durante la cual
todo el mundo era recompensado por los esfuerzos realizados (el equipo ganador
recibía felicitaciones). Después, se cambiaban los equipos y el juego volvía a
empezar… Era un juego, no una competición.
Para conseguir poner en marcha este sistema, es preferible empezar antes de
que los conflictos abiertos se hagan importantes. Es más difícil dar confianza y
comunicar, por ejemplo, una parte del propio trabajo a alguien con quien se ha
discutido.
El mecanismo de discusión ganador/perdedor, por frecuente que sea, no es en
absoluto eficaz, sobre todo si es evidente que uno se equivoca en sus
afirmaciones. «Voy a demostrarle que ha dicho una imbecilidad» desencadena a
cambio una postura tensa y bloqueada. Siempre es mejor dejar una puerta de
salida honorable. Todos deben poder acabar una discusión con la cabeza alta, y
debe ser posible recíprocamente mantener unas relaciones de estima y de
confianza.

El experimento de Laborit
Gracias a un experimento ampliamente mediatizado por la película Mi tío de
América, Henri Laborit22 demostró en la rata por qué la violencia a veces es el
único medio de supervivencia, cuando no hay escapatoria. En una jaula de doble
compartimento, una rata se somete a una estimulación eléctrica que precede en
unos segundos a unas señales luminosas y sonoras.

Si puede ir a refugiarse a la parte no peligrosa (la puerta de comunicación


entre las dos partes de la jaula está abierta), aprende rápidamente a ir a
ponerse a salvo y su metabolismo no se ve afectado.
Si la puerta está cerrada, la rata, advertida por las señales, está sometida a
la obligación de sufrir el estrés* de la descarga eléctrica. En este caso se
encuentra inhibida, sin válvula de escape, y sufre graves trastornos
somáticos e hipertensión todavía un mes después del final del
experimento.
En cambio, si una segunda rata se introduce en la jaula, la primera que ha
sufrido la descarga eléctrica la ataca y, al «desahogarse», evita los
problemas de salud y de comportamiento. Si ha podido agredir a la otra,
la primera rata ya no presenta ningún trastorno de su metabolismo. ¡Se ha
vuelto violenta y agresiva, pero se encuentra bien!

Tal vez ocurre lo mismo con algunos de nosotros, que han encontrado
demasiadas puertas cerradas que les han impedido evitar la inhibición*. Por lo
tanto, no cerremos la puerta al otro: probablemente, entraríamos los dos en una
zona de agresividad en la que se devuelve golpe por golpe.

El método DEEC
El método DEEC también es de una maravillosa eficacia. Se lo explico desde
hace más de veinticinco años a mis estudiantes de formación en relaciones
humanas y, a veces, durante las entrevistas de ayuda. Recupera los grandes
principios de la comunicación no violenta y los del escenario ganador/ganador, y
los organiza de una manera algo diferente. Lo utilizo principalmente en caso de
conflicto inminente o de problema delicado, de discrepancias a punto de
producirse.
El propio «DEEC» solo se practica después de haber escuchado al interlocutor
con empatía para comprender realmente su punto de vista.
Finalmente, puede reflexionarse sobre el DEEC y ponerlo en marcha de
manera estratégica. Se puede preparar una entrevista o un correo que contendrá
todos los componentes del DEEC sin alejarse de él, solo retomando las mismas
ideas y, por supuesto, integrando las réplicas y las ideas de nuestro interlocutor.

D de Describir
Esta parte retoma de manera muy exacta la O de «OSNP». Se trata de describir
la situación en términos de hechos objetivos. Durante un conflicto, se retoma la
idea del interlocutor (después de una reformulación síntesis) o de sus actos
concretos.

E de Expresar
En esta parte de la entrevista, se expresa el disgusto sufrido y el sentimiento
experimentado debido a la situación descrita. Esta vez, se establece más la
relación entre el sentimiento negativo y los hechos enunciados. La idea sigue
siendo no utilizar esto para intentar culpabilizar al otro. Se trata más de mostrar
la relación de causa a efecto en uno mismo:

«Me acaba de decir esto, mi credibilidad se ha visto afectada ante los ojos
de mis alumnos y me hace experimentar cólera, porque tengo necesidad
de conservar su confianza».
«La propuesta que me haces me hace sentir inseguro respecto a la
continuación de mi carrera y me trastorna, porque tengo necesidad de
mantenerme motivado».
«Me escribes que quieres dividir el terreno de nuestros padres de esta
manera; esto no me conviene, porque no tendré la posibilidad de
construir la casa que me gustaría tener y me siento decepcionada».
«Me reprochas que no me ocupe suficientemente de los niños, tengo la
sensación de que cuestionas mi capacidad como padre y me siento triste,
porque tengo necesidad de estar seguro de que nuestros hijos están bien
educados».

Por lo tanto, hay mucha sinceridad en la expresión del sentimiento.


Encontramos aquí lo que propone Rosenberg: poder exponer una cierta
vulnerabilidad (estudiaremos más adelante los límites de la utilización de estos
métodos). Tampoco hay que confundir el factor desencadenante con la causa
real; el reproche es el factor desencadenante, pero, en realidad, la causa profunda
es el miedo de ser una mala madre o un mal padre, en el caso del último ejemplo
citado. Un poco de introspección permite comprender qué vieja herida, qué
antiguo miedo se ha despertado debido a una observación que habría dejado
indiferente a cualquier otra persona, pero que provoca aquí un torrente de
emociones.

E de Especificar
Esta parte es bastante delicada de organizar. En efecto, se trata de especificar una
«propuesta constructiva en una zona de acuerdo previsible» o «PC en ZAP», es
decir, una propuesta realmente positiva y que tiene en cuenta a las dos partes, de
manera que el otro probablemente podrá aceptarla. El método OSNP invita a
expresar una petición al otro para que haga alguna cosa que aporte la satisfacción
de su propia necesidad. En este caso, hay que romperse la cabeza para encontrar
lo que aporte suficiente satisfacción a los dos protagonistas.
Esta propuesta debe ser realista, justa y ventajosa para los dos. (Encontramos
aquí la idea del escenario ganador/ganador.) No olvides nunca que tienes muchas
más posibilidades de lo que una primera impresión te puede hacer creer. No te
encierres en ideas de fracaso, y no dejes que te invadan todas las vocecitas del
pasado: «Sí, pero tú no eres capaz… Vas a dar pena… No tienes derecho… No
te lo mereces…» Permítete existir realmente en las propuestas que emitas.
También puede tratarse de una contrapropuesta; sin embargo, prefiero utilizar
el término de «propuesta alternativa», que evita la idea de «contra». Aquí
conviene mostrarse creativo, imaginativo, salir de las visiones binarias, ser audaz,
para preservar los propios intereses sin que el otro se sienta herido. No se trata de
conseguir un consenso blando, sino una idea claramente innovadora,
eventualmente entusiasta.

Postre

Almuerzo con mi nieto, que solo tiene cuatro años. La comida transcurre con buen humor y ternura. Al
final, le pregunto si quiere un postre. «Sí», me responde, «quiero un logur de chocolate». Abro la nevera y
me doy cuenta de que solo queda una crema de chocolate. Entonces lo hago rabiar y le digo: «¡Oh, yo
también quiero un yogur de chocolate!» Entonces se pone a inspeccionar tranquila y metódicamente el
contenido de la nevera, de arriba abajo, y después vuelve hacia mí con una sonrisa radiante: «Abuela, ¿a
lo mejor tú puedes comerte un tomate?» Todo solucionado… Al sentirse en confianza, había inventado
una propuesta alternativa, con lo cual daba muestras de una mente abierta, positiva, creativa y firme.

C de Consecuencias
En esta parte, hay que mostrar al interlocutor en qué la propuesta realizada será
ventajosa para los dos. «De esta manera, tú y yo tendremos esta o aquella
ventaja.» En algunos casos, la ventaja puede ser la paz ganada o evitar una gran
preocupación, sin que esto comporte ningún aroma de chantaje.
Los capítulos siguientes presentan algunos ejemplos y ejercicios para
familiarizarse con este método.

Lo esencial para recordar


Hemos estudiado herramientas de comunicación para facilitar la calidad de la
relación. Las puedes utilizar adaptándolas a tu personalidad.
Pase lo que pase, conviene que te mantengas abierto al otro, empático y no
crítico.
Debes estar muy presente en lo que experimentas y deseas, y después decirlo de
manera clara y tranquila.
22. Henri Laborit inició muchos estudios modernos sobre las neurociencias.
8
APLICACIONES

En el programa

Obtener
Decir no
Expresar o recibir la cólera
Lo esencial para recordar

Este capítulo presenta varios estudios de casos. Casi todas las situaciones
presentadas son reales: las han vivido mis estudiantes, las personas que he
recibido en entrevistas de ayuda o yo misma. Por supuesto, he modificado
algunos detalles para que estas situaciones sean totalmente anónimas.
Este capítulo te permitirá también entrenarte: después de haber observado el
caso que debes resolver, puedes redactar tú mismo las grandes líneas de la
metodología empleada, basada en la escucha activa, y escribir reformulaciones
que validen la vivencia, expresen los sentimientos y constituyan una propuesta
constructiva o alternativa. A continuación, expongo la manera que se ha elegido y
se ha mostrado eficaz en la realidad. Estos ejercicios pueden parecer un poco
repetitivos, pero vale la pena dedicarles un tiempo. ¡Estas series te permitirán
convertirte en un auténtico virtuoso de la relación no violenta!

Obtener
Vida profesional
Sophie

Sophie es animadora para niños en un centro para madres jóvenes con grandes dificultades. Se reúnen
allí con sus hijos porque están en peligro, es posible que reciban palizas, que se encuentren aisladas o
sin recursos o que no sepan educar a sus hijos. Sophie, por su parte, está casada con un profesor y es
madre de un niño de dos años. Se le plantea un problema para las vacaciones: su directora se niega a
que se marche durante las vacaciones escolares, puesto que es el periodo en que todos los niños del
centro están desocupados. Por lo tanto, Sophie no puede marcharse en familia, aunque su marido está
libre en estos momentos. El problema concreto que debe resolverse aquí es obtener quince días de
vacaciones en el mes de agosto.

El método «erizo» podría ser decirle a su directora que no tiene corazón, ¡de
todos modos!
El método «borrego» sería, por ejemplo, no decir nada, no intentar hacer nada,
pero quejarse ante los colegas y renegar: de todos modos, esto no es normal.
El método «anguila» podría ser simular una gran lumbalgia para intentar
obtener una baja por enfermedad.
¡Te invito a que te tomes el tiempo de hacer los ejercicios siguientes para
trabajar el método asertivo como series y convertirte en un virtuoso! Redacta tus
respuestas, si es necesario en una hoja de papel suelta.

Ejercicio 15

¿Cómo validar la vivencia de la directora?


¿Cuáles son los hechos que deben presentarse?
¿Cómo expresar los sentimientos?
¿Qué propuesta constructiva se puede hacer?
¿Qué consecuencias positivas tiene para todos?

Propuesta de soluciones

Validar la vivencia y reconocer los sentimientos con empatía: «Comprendo bien que está empeñada
en que el verano transcurra de la mejor manera para los pequeños y sus madres».
Exponer los hechos: «En efecto, los niños están ahí durante el mes de agosto, pero mi marido es
profesor y no puede hacer vacaciones en otro periodo».
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado: «Por lo tanto, me resulta imposible
pasar las vacaciones con mi familia y me siento muy contrariada, porque necesito estos momentos
sin estrés para que la pareja y la familia se recupere».
Hacer una petición clara y una propuesta constructiva en una zona de acuerdo previsible: «De todos
modos, le pido que me conceda quince días en el mes de agosto: en este periodo, algunos niños
suelen quedarse en casa de sus abuelos, lo cual hace que la frecuentación del centro sea un poco
menor. Le propongo preverlo todo con mi adjunto, preparar un programa de animación que tenga
realmente en cuenta las necesidades de los niños y contratar para este periodo a una persona para
secundarlo en la gestión del día a día. Ocurra lo que ocurra, me reservo la responsabilidad de que
todo vaya bien durante este periodo».
Mostrar las consecuencias positivas para todos: «De esta manera, mi adjunto estará más motivado,
puesto que tendrá responsabilidades, los niños seguirán otro ritmo, lo cual les permitirá
experimentar algo diferente, un tiempo de vacaciones, y yo regresaré más motivada que nunca,
puesto que al fin podré disfrutar de unas vacaciones con mi marido y mi hijo».

Damien

Damien es director de un centro de ocio situado en un pueblo del interior. Naturalmente, todo el mundo
se conoce en el pueblo, y el mecánico es un compañero con el que a veces juega a los bolos. En dos
ocasiones, uno de los coches del centro de ocio ha tenido necesidad de reparaciones y el mecánico no
ha efectuado la reparación en la fecha prometida.

El método «anguila» podría ser intentar que interviniera el alcalde para que
presionara al mecánico.
El método «erizo» podría ser: «Esto no es serio, no podemos continuar así, ¡es
necesario que seas un poco más riguroso! ¡Me he visto obligado a anular una
salida por tu culpa!»
El método «borrego» sería, por ejemplo, prever la próxima vez una actividad de
sustitución en caso de que el minibús no esté disponible a tiempo…, y sufrir un
dolor de barriga.

Ejercicio 16

Realizar la entrevista de manera no violenta, con empatía.


Exponer los hechos.
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado.
Hacer una propuesta constructiva.
Mostrar las consecuencias positivas para todos.

Propuesta de soluciones

Entrar en la entrevista de manera no violenta, con empatía: «Veo claramente que estás desbordado y
que no eres negligente».
Describir los hechos: «El 5 de julio te entregué el minibús. Tenías que devolvérmelo el 7 y,
finalmente, no me lo entregaste hasta el 9. El 22 de julio, cuando había que hacer el cambio de
aceite del coche, me habías dicho que estaría hecho a las 18 horas y, al final, no me lo entregaste
hasta el día siguiente».
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado: «Para mí, esto tiene consecuencias
importantes, había previsto salidas con los chicos y me vi obligado a cancelarlas en el último minuto.
Esto me contraría mucho, puesto que tengo necesidad de poder organizarme con tiempo».
Propuesta constructiva: «Me gustaría que siguiéramos teniendo buenas relaciones y no tengo nada
que decir sobre la calidad de tu trabajo, así que te propongo que, la próxima vez que te traiga un
vehículo para reparar, me digas realmente si puedes o no comprometerte firmemente sobre el plazo
que me das».
Consecuencias positivas para todos: «Esto me permitiría, en caso de imposibilidad para ti, ir a la
ciudad si tengo una urgencia, seguir siendo tu cliente el resto del tiempo y mantener nuestras buenas
relaciones».

Vida de pareja

Julien y Audrey

Julien y Audrey no tienen en absoluto el mismo sentido de la organización y el orden. Él es un poco


bohemio, artista, está en la luna; ella es rigurosa. A ella, le gustaría que él tapara el tubo del dentífrico
después de usarlo.

El método «anguila» podría ser decirle: «Venga, querido, haz un esfuerzo para
darme gusto… Si me quieres…», y la próxima vez, esconder el tubo.
El método «erizo» podría convertirse rápidamente en: «¡Lo dejas todo de
cualquier manera, yo no soy tu criada, no me respetas en nada, no se dejan las
cosas de esta forma cuando se vive en pareja, es insoportable!»
El método «borrego» sería, por ejemplo, tapar el tubo cada vez y suspirar cada
vez más fuerte.

Ejercicio 17

Entrar en comunicación de manera empática.


Describir los hechos.
Expresar el sentimiento experimentado.
Hacer una petición clara.

Propuesta de soluciones

Entrar en comunicación de manera empática: «Me imagino que lo haces porque esto no tiene
ninguna importancia para ti, pero…»
Describir los hechos: «Cuando te cepillas los dientes, dejas el tubo del dentífrico destapado: por una
parte, el dentífrico se seca y, por otra parte, esto me produce una sensación de desorden».
Expresar el sentimiento experimentado: «Cada vez que entro en el cuarto de baño, me exaspero
porque tengo una gran necesidad de orden. Ya sé que tengo cierto problema con esto, pero no
puedo remediarlo».
Hacer una petición clara: «Sé que esto te representará un esfuerzo importante, pero ¿aceptarías
intentar pensar en ello?»

Educación
El ejemplo anterior también puede utilizarse con un adolescente…
Pero consideremos un ejemplo más preciso en la materia: el de Lucas, que se
pasa horas sumergido en los videojuegos23.
Sé hasta qué punto este tema es candente para numerosos adolescentes y para
sus padres; por lo tanto, propongo aquí una metodología más elaborada24.

Lo que debe evitarse


En primer lugar, veamos unas frases que deben evitarse, todas las que comporten
un chantaje, un juicio, una amenaza o imprecisiones:

«Juegas demasiado tiempo, ¿no te das cuenta de que te vas a convertir en


un adicto?»
«Deja esos juegos estúpidos, no son buenos para ti».
«¡Me vuelvo loca al verte pasar la vida de esta manera!»
«Sería mejor que trabajaras un poco más, ¿has visto tus notas?»
«Si no dejas esos juegos, te prohibiré…»

En cualquier caso, es mejor evitar abordar el tema «en caliente», mientras el


adolescente está jugando; esto sería como irrumpir en su burbuja y conduciría a
una mala discusión.

Una conversación clara


En cambio, se trata en primer lugar de organizar un momento especialmente
dedicado a hablar del tema. Se «convoca» al niño para una entrevista, se le
propone, por ejemplo, elegir el momento, pero se explica claramente «el orden
del día»: «Lucas, quiero que hablemos los dos sobre los videojuegos seriamente.
¿Cuándo tienes un momento?»

Abordar el tema con mucha tranquilidad, describiendo los hechos


concretos: «Esta semana, te has pasado XX horas jugando. Anteayer,
todavía jugabas a medianoche».
Expresar lo que se siente y la necesidad: «No puedo estar de acuerdo con
esto y empiezo a tener miedo, porque tengo necesidad, como
madre/padre, de estar seguro/a de que no vayas hacia un camino
peligroso».
Hacer una petición: «Me gustaría que reflexionáramos juntos para
encontrar una solución».

Una escucha sincera


Probablemente, el niño se defenderá con fuerza: «Sí, pero todos los amigos…»;
«Sí, pero siempre exageras, no es tan grave como eso…»; «Sí, pero puedo parar
de jugar…»
Entonces, propongo escuchar muy sinceramente y muy atentamente al niño,
parafrasear lo que dice y hacerle preguntas que se interesen realmente por él: «Sí,
comprendo muy bien que esto te relaja y que te permite mantenerte en contacto
con tus amigos… ¿Puedes decirme en qué es importante esto para ti?»
Mantenemos una auténtica conversación, durante la cual nos interesamos por el
interés del niño por esta actividad, en lugar de pretender que no es interesante: ¡a
él, le interesa! No conviene decir que son ocupaciones idiotas, en este caso se
sentiría tratado como un idiota. Cuando tú eras pequeño, quizá te apasionaron
unas actividades que hoy considerarías descabelladas y no habrías soportado que
nadie te criticara por tus gustos.
A pesar de todo, mantén tu objetivo con asertividad: encontrar una solución
para que tu hijo pueda hacer uso de estos juegos de una manera que no sea
perjudicial. No se trata de un juicio sobre él, sino de un hecho confirmado: el
videojuego puede convertirse en una adicción.

Una solución
Cuando hayas comprendido bien y aceptado todo el interés de tu hijo por esta
ocupación, haz una reformulación síntesis, seguida de la exposición del problema
que hay que resolver y de una propuesta de solución: «Así que, para ti, son
momentos durante los cuales puedes ejercer tu creatividad, relajarte realmente y
sentirte bien. Por qué no, en efecto. El único problema que se plantea es una
cuestión de dosis, porque quiero que te mantengas sano; imagino que estás de
acuerdo en decir que no puedes jugar indefinidamente. Y no quiero tener que
venir a darte la tabarra veinte veces sin resultado. ¿Puedes decirme cuánto tiempo
te parecería razonable?»
Si el niño propone él mismo una duración que te parezca bien, entonces le
puedes preguntar: «¿Cómo puedo ayudarte a respetar este tiempo? ¿Te parecería
bien que te avisara un cuarto de hora antes? ¿Y después, te comprometes a parar
sin que yo tenga necesidad de repetírtelo?»
Si el niño propone una duración con la que no estás de acuerdo, puedes
retomar el DEEC: «No estamos de acuerdo y esto me fastidia, porque me voy a
ver obligado/a a llevarte la contraria. Comprendo perfectamente que no es fácil
para ti jugar menos y que te sentirás frustrado. Pero voy a hacerte una propuesta:
sé que te gustaría mucho ir en bicicleta; así que te propongo que vayamos los dos
juntos. Esto te gustará, te desentumecerá y nos permitirá pasar un poco de
tiempo juntos. ¿Qué te parece?»

Interesarse
Por supuesto, esto representa una trama de entrevista cuyo desarrollo te puedes
montar a tu manera, con tus propios sentimientos y tus propias posibilidades de
propuestas. Pero conserva claramente en la mente a lo largo de toda la discusión
que el niño no ha llegado a esta situación por casualidad; sin culpabilizar, quizá
puedes aprovechar la ocasión para pasar más tiempo con él, con actividades
durante las cuales podáis compartir mutuamente vuestros conocimientos:
construcción de una maqueta, pastelería, museos, fotografía… ¡Si te interesas por
él, le gustará, seguro, ¡y a ti también!

Decir no
¡El gran principio, para decir no, es no esperar que el otro esté contento!
También es no querer convencerlo de que se tiene razón al decir no.
También es necesario haber comprendido el interés de decir no y por qué
puede resultar tan difícil.
No decir nunca no equivale a no decir nunca realmente sí. Quizá hemos
adquirido la costumbre de complacer al otro, de no atreverse a considerar las
propias necesidades como importantes, de depender de la mirada del otro más
que del propio bienestar. Es posible que decir no nos produzca un temor a perder
el amor o entrar en conflicto. En estos casos, decimos un falso sí.
Pero todo lo que es falso se transforma en una bomba de relojería. O bien
nuestro interlocutor siente que no somos sinceros y se pone a dudar de nosotros,
o bien se acumula una tensión tal que se cae enfermo, o bien se explota por una
tontería.
Si se aprende a decir no simplemente, sin sentirse culpable de rechazar ni en
peligro de perder el amor, se aumenta la confianza en uno mismo y se gana la
verdad de la relación.

Vida profesional

Laura

Laura trabajaba en la recepción de un servicio de la Diputación Provincial. Ella era la que recibía el
primer asalto de personas que se sentían en situación de urgencia y pedían —o exigían— ayuda
enseguida, cuando ella no podía responder a esta petición y tenía que concertar una cita con una
asistente social. Con frecuencia se metían con ella y a veces tenía que soportar insultos y amenazas. Le
preguntamos, en el curso, cómo lo hacía para rechazar. Intentó explicarse: «Usted no está solo», «Debe
comprender que hay otras personas antes que usted», «¡Mantenga la calma!», «No tiene por qué
insultarme, ¡yo no puedo hacer nada!» Era muy joven en este oficio y estaba llena de buena voluntad, se
las arreglaba como podía, pero con muchos problemas. En efecto, no solamente se encontraba en una
situación de tener que frustrar, sino que, además, sus respuestas eran moralizadoras e infantilizantes;
esto es lo que resulta más difícil de soportar. En una situación de urgencia, ¿soportamos ser
considerados como un número entre otros?

Ejercicio 18

Acoger con empatía.


Expresar sinceramente lo que se siente.
Relacionar este sentimiento con una necesidad.
Hacer una propuesta.

Propuesta de soluciones

Acoger con empatía: «Usted quiere que comprenda que no sabe realmente qué tiene que hacer, que
para usted es esencial que encontremos una solución».
Expresar sinceramente lo que se siente: «Sinceramente, lo lamento mucho… Créame, si pudiera
hacer otra cosa…»
Relacionar este sentimiento con una necesidad: «… Porque no puedo satisfacerlo de forma
inmediata… Me veo obligada a esperar que la señora X pueda recibirlo. Yo no tengo la cualificación
adecuada para darle la mejor información que necesita, mientras que la señora X podrá dedicarle su
tiempo para estudiar seriamente su problema».
Hacer una propuesta: «Le voy a dar la primera cita lo antes posible. Si, entretanto, se siente
realmente en peligro, ¿quiere que avise a la policía?»

Vida de pareja
En este campo, muchas personas tienen miedo de decir no. Les da miedo perder
el amor, así que… Se dice sí para hacer el amor cuando no se tienen ganas, para
salir cuando se siente cansancio, para comprar esto en lugar de aquello…
Una relación de pareja supone, por supuesto, tener en cuenta los deseos del
otro y no comportarse de manera egoísta, centrándose en las propias preferencias.
A menudo, el placer de compartir una actividad compensará el pequeño esfuerzo
consentido. Pero, si una relación solo se sostiene gracias a la eliminación
sistemática de las necesidades de uno, ¿estará lo suficientemente madura? La
persona a la que siempre se dice sí también puede aceptar esta deliciosa
costumbre y volverse cada vez más exigente, incluso tiránica.
Sin embargo, en la vida afectiva en especial, hay que prestar mucha atención a
la manera de decir no para que el otro no se sienta rechazado. El no debe
expresar: «Lo que rechazo no es a ti, es el objeto de tu petición». Por lo tanto, se
trata más que nunca de aceptar la petición del otro con empatía y comprensión,
sin ningún juicio.

Romeo y Julieta

Romeo tiene muchas ganas de ir a dar un paseo por la montaña. Hay una maravillosa meseta con una
vista magnífica sobre el valle. Quiere que Julieta lo acompañe para enseñarle este lugar que a él le gusta
por encima de todo. Ahora bien, ella se siente mal recuperada de una gripe y tiene miedo de cansarse,
cuando habitualmente es la primera en salir. Romeo insiste: «¡Venga, vamos, te sentará bien!» A ella, le
gustaría mucho complacer a Romeo, pero realmente no se siente en plena forma. ¿Cómo puede negarse
Julieta?

Ejercicio 19

Acoger la petición con empatía.


Describir los hechos.
Expresar lo que se siente en función de las necesidades.
Hacer una propuesta alternativa.

Propuesta de soluciones

Acoger la petición con empatía: «Sí, realmente sueñas con llevarme a esta meseta. De verdad tienes
ganas de que comparta contigo tu emoción, y te doy las gracias de todo corazón por tu propuesta».
Describir los hechos: «En estos momentos, aunque me ofrezcas tu ayuda, realmente no me siento en
buena forma. Anteayer todavía tenía fiebre».
Expresar lo que se siente en función de las necesidades: «Me siento muy dividida entre las ganas de
pasar este magnífico momento contigo y las ganas de estar tranquila hoy, pero siento que mi cuerpo
realmente todavía tiene necesidad de reposo. Así que te digo que no…»
Hacer una propuesta alternativa: «Te propongo que aproveches para ir hoy con tus amigos a hacer
esa sesión de submarinismo que tanto te apetecía, mientras yo descanso. Después, podríamos
montarnos una cenita de enamorados o ir al cine, y la semana que viene organizaremos esta
excursión que tantas ganas tienes de disfrutar, ¡para que nos deje a los dos un recuerdo inolvidable!»

Educación
La educación comporta una gran parte de explicaciones. Según su edad, se
explica a los niños por qué la luna está en el cielo, por qué el mar es salado, cómo
gira la tierra, cómo funciona un coche, cómo se prepara un pastel… En mi
opinión, también se les debe explicar cómo funcionamos nosotros mismos y por
qué. Es decir, debemos explicarles nuestro marco de referencias, los valores que
nos hacen elegir una u otra opción, pero sin olvidar nunca que también pueden
existir otros marcos de referencias y que el niño no tiene la obligación de
adherirse al nuestro25.
Decir no a un niño o a un adolescente debe tener en cuenta este elemento.
Cuando hablamos de los sentimientos relacionados con las necesidades, a
menudo nos vemos obligados a dar explicaciones sobre nuestras ideas,
conocimientos o emociones.
Finalmente, decir no a un niño puede provocar cólera e incomprensión: en este
momento, se siente tan frustrado que no puede regular el exceso de emociones.
Atención: en este momento hay que aceptar su cólera, sin flaquear, pero con
mucha empatía. También habrá que procurar no hacer propuestas alternativas
que consistan en comprar la resignación del niño. Cuando se niega una salida a
un adolescente, no se le propone como compensación esa camiseta que tanto le
gustaba.

Lola

Lola tiene trece años y medio. Está acabando el curso escolar. Quiere salir un sábado por la noche. «Con
unas amigas… Toda la clase va… Es alguien que tiene una casa grande…»

Ejercicio 20

Acoger con empatía.


Describir los hechos.
Expresar el sentimiento experimentado y dar explicaciones sobre el marco de referencias.
Hacer una propuesta alternativa.

Propuesta de soluciones

Acoger con empatía: «Sí, comprendo muy bien que tienes muchas ganas de ir de fiesta esta noche
con tus amigos. A tu edad, es normal empezar a tener ganas de salir».
Describir los hechos: «No sé gran cosa de esta fiesta. Y solo tienes trece años y medio…»
Expresar el sentimiento experimentado y dar explicaciones sobre el marco de referencias: «Para que
pueda dejarte ir, tendría que sentirme tranquila, porque es mi papel de madre/padre velar por que
no te suceda nada desagradable. Si supiera quién organiza esta fiesta y que habrá adultos en la casa,
te diría que sí; de lo contrario, será no».
Hacer una propuesta alternativa: «Por lo tanto, te propongo que llames por teléfono a tu amiga y le
pidas que sus padres me llamen, para que las dos podamos pasar una buena velada: tú con tus
amigas y yo tranquila. Si no puedo disponer de más información, no te daré permiso. Comprenderé
que estés muy decepcionada… ¿Podríamos aprovechar para hacer una cena de crepes? ¿O bien
organizar una fiesta en casa la semana que viene?»

Expresar o recibir la cólera


Un sentimiento constructivo
¡Nunca se hablará suficientemente bien de la cólera! Comporta mucha fuerza,
energía y vitalidad. Por eso, hay que contactar con ella, aceptarla, comprenderla
con empatía hacia uno mismo y expresarla con asertividad. Raramente nos
enseñan esto, de manera que nos tragamos nuestra cólera hasta que resurge de
una manera explosiva, que confirma que la cólera sería mala… Sin embargo, la
cólera es una emoción normal que surge en cuanto uno se siente atacado en sus
necesidades fundamentales. Sin cólera, nos veríamos reducidos a ser «borregos».
¡Aun así, la cólera no conduce a convertirse en «erizo»! Permite ser.
¡Naturalmente, si acepto mi cólera como una aliada, tengo que acoger también
la del otro, aunque no se haya formado en la comunicación no violenta y la
maneje como buenamente pueda!

Causas ocultas
Recordemos que se trata de no confundir la causa desencadenante con la
necesidad agraviada. La cólera puede corresponder, por ejemplo:

a demasiada fatiga: nos revolvemos contra la persona que no ayuda lo


suficiente para nuestro gusto;
a un sentimiento de inseguridad: sentir cólera contra la pareja, que no
tiene el mismo sentido del ahorro que uno mismo o no tiene la misma
visión de las prioridades (la cigarra y la hormiga);
al terror de encontrarse solo: durante una separación, se declara una
guerra sin cuartel al cónyuge que quiere llevarse al perro o que pide la
custodia compartida.

En este tipo de situaciones, puedo clamar contra la injusticia, la ignominia,


denunciar, criticar, tomar a la tierra entera por testigo de la espantosa maldad del
otro, cuando el otro no me ha atacado, solamente ha defendido otro punto de
vista diferente del mío. ¡La cólera experimentada se siente; por lo tanto, existe!
Pero sería importante comprender cuál es la emoción mucho más profunda que
la provoca, para no dejarse llevar por conflictos que matan la relación. La cólera
expresada diría entonces: «¡Atención, aquí hurgas en mi herida!»
Otras cóleras son mucho más profundas: todas las que sobrepasan nuestras
heridas o nuestras representaciones personales, que, causadas por las violencias
físicas o morales, alcanzan o degradan la integridad física, la dignidad humana o
la preservación del planeta, sobre todo si son voluntarias.
Hemos hablado en el primer capítulo de los límites de la comunicación no
violenta y de la manera de utilizar una cólera justa. Aquí trataremos primero
sobre las cóleras de la vida cotidiana, las que envenenan las relaciones que
queremos que sean de buena calidad.

Vida profesional

Françoise

Françoise había sido contratada como comercial en una joven empresa que había empezado con
mucho ímpetu. Se las arreglaba bien y estaba muy contenta en su trabajo. Un día, el gran jefe viene a
hacer una visita al equipo de la región y se organiza una reunión. De los veintidós participantes, ella es la
única mujer. El jefe la felicita incluso antes de entrar en la reunión. En el momento en que todo el mundo
se sienta, oye que uno de sus colegas se dirige a su vecino: «Si ella está aquí, es que ha debido de
acostarse…»

Ahora que te estás familiarizando cada vez más con el DEEC, ¿qué habrías
respondido, en lugar de entrar en la provocación?

Ejercicio 21

Nada de reformulación empática en este caso.


Describir los hechos.
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado.
Hacer una propuesta constructiva en un escenario ganador/ganador.
Mostrar las consecuencias positivas para todos.

Propuesta de soluciones

No debe hacerse una reformulación empática porque se está en una reunión, que no es un lugar
adecuado para un intercambio personal. De lo contrario, Françoise habría podido decir: «¿Quieres
decir que tienes necesidad de saber si soy competente o si me he beneficiado de una ventaja?»
Describir los hechos: «Acabas de decir que mi lugar entre vosotros solo se debe a un enchufe».
Expresar el disgusto sufrido y el sentimiento experimentado: «Me siento desacreditada como
profesional y confieso que se me están hinchando las narices muy fuerte, porque me gustaría que
todos me consideraran una colega como los demás».
Hacer una propuesta constructiva en un escenario ganador/ganador: «Supongo que ha sido solo una
broma de mal gusto por tu parte, y te propongo que nos pongamos todos seriamente a trabajar…»
Mostrar las consecuencias positivas para todos: «… para que unos y otros tengamos las mejores
oportunidades profesionales».

En este caso, todo el arte consiste en no dar una réplica en un plano personal,
en tener la elegancia de ofrecer una puerta de salida honorable al colega, en
situarse por encima del nivel de ataque y en preservar la posibilidad de continuar
trabajando en equipo. De esta manera, en nombre de la cólera y no bajo la
influencia de la cólera. se obtiene mucha más fuerza y eficacia.

Vida de pareja

Paul

Paul está sinceramente enamorado de Élodie. Es un joven honesto en su relación. Herida por una
experiencia anterior traumática, Élodie es muy celosa. Le monta una escena si una mujer joven se le
acerca, le examina el teléfono móvil y le reprocha una broma dirigida por mensaje de texto a una amiga.
Paul siente cólera, naturalmente.

El método «anguila» podría ser esconder el móvil, intentar deslizar alusiones


sobre la mujer del colega que se vuelve desagradable debido a sus celos, hasta el
punto de que el colega va a divorciarse…
El método «erizo» podría traducirse por amenazas, críticas, gritos y
acusaciones.
El método «borrego» conduciría a Paul a sentirse culpable, a pedir disculpas, a
alejarse de todas sus relaciones femeninas.

Ejercicio 22

Entrar en comunicación de manera empática.


Describir los hechos.
Expresar el sentimiento experimentado.
Hacer una petición clara.

Propuesta de soluciones

Entrar en comunicación de manera empática: «Sé muy bien que estás inquieta y que, si haces esto,
es porque me quieres mucho».
Describir los hechos: «Sin embargo, cuando me haces reproches injustificados o me examinas el
teléfono…»
Expresar el sentimiento experimentado: «… yo también me siento herido, porque tengo necesidad
de que mi sinceridad no se ponga en duda y me entra la cólera, porque siento una intrusión, un
espionaje que no soporto. Tengo necesidad de vivir con confianza».
Hacer una petición clara: «Te pido realmente que tengas confianza en mí, porque es a ti a quien
amo, y que me hagas preguntas tranquilamente si tienes miedo de alguna cosa y me comprometo a
responderte sinceramente. En cualquier caso, te pido también que respetes mi correspondencia
privada, como yo respeto la tuya».

Educación

Virginie

Virginie es animadora en una asociación implantada en un barrio problemático. Se ocupa de los niños
pequeños. En supervisión, informa sobre un hecho que la ha trastornado profundamente y le ha hecho
sentir cólera hasta el punto de que ha castigado severamente a un niño: lo encontró cortándole los
cuernos a un caracol. En lugar de dejarse ir a esta manifestación de su emoción de cólera de manera
inadecuada, ¿cómo habría podido actuar utilizando la comunicación no violenta?

Esta vez, te dejo que lo desarrolles tú mismo…


Veamos una propuesta: «Thomas, estás cortando los cuernos a este caracol y
me imagino que esto te divierte mucho. ¿Quizá quieres ver cómo va a reaccionar?
A mí, esto me llena de cólera, ¿sabes?, porque pienso que este animal sufre
inútilmente y me gustaría que la naturaleza estuviera protegida y bien tratada.
Ven, vamos a buscar un libro sobre la vida de los animales pequeños y
aprenderemos juntos cómo viven y para qué sirven».

Lo esencial para recordar


Para obtener, debes obtener para ti y no contra el otro. Debes pedir acciones que
no ridiculicen o no desvaloricen al otro.
Para rechazar, no debes esperar que el otro esté contento, pero debes
mantenerte firme en tu decisión, sin juicios ni moralizaciones sobre tu
interlocutor.
Para expresar tu cólera, puedes anunciarla con fuerza y calma, pero siempre
haciéndote responsable de ella. Cuanto antes expreses tu cólera, menos
desproporcionada se volverá y menos explosiva será.
23. Hay que tener en cuenta que esta situación no se produce de un día para otro. Es indispensable
comprender bien por qué se ha llegado a esto: si, por ejemplo, se ha colocado al niño delante de los
dibujos animados cuando era demasiado pequeño y durante demasiado tiempo, en este momento,
simplemente, ha cambiado de pantalla. Cuando era pequeño, nos ayudaba mucho que estuviera
tranquilo él solo, pero ahora ya no funciona. También es necesario comprender bien que el videojuego
representa, para muchos adolescentes, un remanso de paz (¡aunque el juego sea muy violento!) En
efecto, absorbido por el juego, en red con unos «compañeros» del mundo entero, escapa a todos los
problemas de su vida: reproches, dificultades escolares, aburrimiento, discusiones, preocupaciones…
El mundo virtual lo protege del real.

24. Por supuesto, no pretendo solucionar así el fenómeno de la adicción, ya sea a los videojuegos o a
cualquier otra cosa (droga, alcohol, juego, sexo, etc.). En este caso, propongo un enfoque antes del
momento en que el juego se convierta en una adicción. Después, se requiere la intervención de
personas que tengan las competencias especializadas necesarias.

25. Incluso considero preferible que tenga una personalidad suficientemente desarrollada para
distanciarse y construir su propio marco de referencias.
9
LOS LÍMITES

En el programa

La relación «blanca»
Influencias
Cuando la fuerza es indispensable
Lo esencial para recordar

Practicar la comunicación no violenta aporta realmente una inmensa serenidad


en las relaciones. Evita gran cantidad de pequeños o grandes conflictos, permite
defender los propios intereses o las propias ideas con esa fuerza tranquila tan
admirada en otros. Sin embargo, está contraindicada en algunas circunstancias.
En estos casos no se trata, por supuesto, de practicar una «comunicación
violenta», pero en ciertos momentos, simplemente, no es la herramienta
adecuada.
Recordemos aquí que la expresión «comunicación no violenta» implica calibrar
bien en qué consiste la violencia en cuestión. La violencia no es solamente la
brutalidad física. Palabras, silencios, expresiones, indiferencias, gestos o
entonaciones pueden hacer daño…, y dejar secuelas tan graves como la violencia
física.

La relación «blanca»
Mantener una relación cálida después de una ruptura no es una obligación. Se
puede hacer la constatación de una imposibilidad y, aunque las circunstancias nos
obliguen a frecuentar a la persona en cuestión, es posible limitarse a una relación
únicamente funcional. Veamos un ejemplo de asertividad en la ruptura de
relación.
Martine

Martine es una mujer de una evidente bondad, de esas que se dice que tienen un corazón de oro. Ha
adoptado a tres niños procedentes del otro extremo del mundo, los ha educado y después, al llegar a los
cuarenta años, ha decidido retomar sus estudios de enfermera. Ha aprobado los exámenes y, para colmo
de alegría, le han ofrecido un puesto en un hospital muy cercano a su casa. Sin embargo, dos semanas
más tarde, viene a verme, completamente trastornada: «¡Marie-Jeanne, creo que voy a presentar la
dimisión, no puedo más! La supervisora de la planta es espantosa, ni siquiera me da los buenos días… El
primer día, me dijo: “¡No le doy la bienvenida!”, porque ella quería que le dieran el puesto a una de sus
compañeras. ¡Ya no sé qué hacer! ¡Hay que tener buenas relaciones en un equipo de trabajo, de lo
contrario, no es posible!» Pues bien, sí, justamente, Martine, es posible.
Por supuesto, la escuché durante largo rato, acogí su desconcierto, su sufrimiento. Cuando le
pregunté cuál era su necesidad relacionada con aquel sufrimiento, me respondió que tenía necesidad
de sentirse amada, apreciada y aceptada. Poco a poco, llegamos a la conclusión de que el trabajo no era
el lugar privilegiado para colmar esta necesidad de amor y preparamos una estrategia: a partir de ahora,
se concentraría únicamente en los pacientes, con una gran profesionalidad, pero solo tendría con esta
supervisora unas relaciones puramente relacionadas con los actos de la profesión. Se centraría solo en
los cuidados de higiene, las curas o los medicamentos. Ya no buscaría la relación que se le negaba.
Todo volvió al orden y pasó más de diez años en aquel servicio.

Tendría que ser posible mantenerse en este tipo de relación «blanca», por
ejemplo, cuando un divorcio ha sido muy conflictivo pero se está obligado a verse
o hablar a propósito de los hijos…

Influencias
Uno de los límites de la utilización de las técnicas de comunicación no violenta es
el momento en que uno de los protagonistas está sometido a una influencia.
Habrás observado que, en CNV, se pregunta al otro lo que experimenta, pero
también se le pide que comprenda nuestras emociones y nuestras necesidades.
Una persona sometida a una influencia no es capaz de hacerlo.

Influencia de un adoctrinamiento
La secta actúa como una droga. La persona que entra en ella se supone que
dejará de tener problemas…, ¡el gurú lo resolverá todo! Por lo tanto, ya no es el
cerebro del sujeto lo que entra en juego. El sujeto ya no piensa, el gurú piensa en
su lugar. Resulta difícil, sean cuales sean las condiciones de adoctrinamiento,
tener conversaciones constructivas. En estos casos, incluso aplazándolo, el
problema seguirá presente. La actitud que propongo en este caso es iniciar una
técnica de CNV pero no continuarla hasta el final, es decir, no hacer una
propuesta ni una petición. Solo se expresa el propio estado de ánimo y se anuncia
la intención de acogida si, un día, la persona desea regresar. «Si un día quieres
regresar con nosotros, serás bienvenido.» Esto significa que no seremos nosotros
los que recorreremos este camino, sino la persona afectada, advertida del hecho
de que no será rechazada.

Influencia de una adicción


Momentánea
El alcohol, a partir de cierta cantidad, modifica profundamente la capacidad de
empatía. No se puede imaginar a una persona en estado de ebriedad capaz de
abrirse a los sentimientos y las necesidades del otro. De la misma manera, no es
posible tener una conversación significativa con una persona que haya consumido
una droga cuyo efecto sea transportarlo a otro mundo donde los problemas hayan
desaparecido. En estos casos se puede mantener una actitud no violenta, sin
juicio sobre la persona, pero no es el momento de discutir. Hay que dejar la
conversación para más adelante.

Duradera
Hay que comprender bien que la persona afectada por una adicción es incapaz de
resistirse a ella. Un hombre que había perdido en el casino el valor de la casa que
había construido con sus propias manos explicaba que seguía saliendo para jugar
solo pequeñas sumas. Después de haber perdido, salía del casino, decidido
regresar a su casa, hasta que pasaba por delante de un cajero automático. Era más
fuerte que él, regresaba… Otro que había adquirido costumbres libertinas me
explicaba que era incapaz de optar por una vida «ordenada» con una mujer de la
que, sin embargo, estaba sinceramente enamorado.
Ante este tipo de influencias, la persona que sufre debido a esta situación
(cónyuge, padre o madre, hijo) a veces intenta ayudar directamente. Por
desgracia, estos intentos generalmente están condenados al fracaso, tanto más
cuanto que resulta difícil para un allegado no verse influenciado por el propio
sufrimiento al asistir a la decadencia de alguien a quien ama y que se vuelve
torpe. Para salir de este tipo de adicciones, es muy recomendable la intervención
de un profesional. La víctima colateral solo puede preservar su propia buena
salud y su equilibrio de vida para sí misma y, eventualmente, para seguir siendo
una referencia sólida.

Cuando la fuerza es indispensable


En algunas circunstancias, el uso de la fuerza es el único recurso. Cuando existe
peligro, urgencia, no es el momento de poner en marcha una estrategia de
comunicación. Te propongo definir bien cuáles son las situaciones de peligro y
diferenciar la fuerza protectora de la fuerza represiva.

Peligro real y fuerza protectora


La actitud benevolente y el apriorismo positivo incondicional no deben
transformarnos en ingenuos o en víctimas.

Un desacuerdo pacífico
La actitud no violenta y las técnicas de comunicación que se asocian a ella
permiten resolver la mayoría de las situaciones que se creían sin salida solo
porque, a ambos lados, cada uno tiraba de la cuerda en su dirección sin darse
cuenta de que había un nudo en el centro y de que todos los esfuerzos solo
conducirían a apretar más este nudo. Incluso comprobarás, estoy segura, que
puedes hacer la constatación de un desacuerdo a la vez que conservas unas
relaciones pacíficas. La mayoría de las veces, el otro también está buscando
alegría, felicidad y relaciones agradables. Nuestras emociones heridas, nuestras
reactividades, nuestra falta de confianza en nosotros mismos y nuestras torpezas
son las que nos arrastran hacia las dificultades de comunicación. Si nos ofrecen (y
si nosotros ofrecemos al otro) la posibilidad de pasar un día relajados y
sonrientes, hay pocas posibilidades de que prefiramos el conflicto y las
tensiones…
Insisto sobre este punto para tener bien en mente esta primera opción.

Perversidad
No obstante, también hay que tener presente el «terrorismo de relación» y
diferenciarlo de un conflicto clásico. El terrorismo destruye por destruir, para
generar miedo, para adquirir poder sobre las personas, para dominar. El
terrorismo es fanático, hace una guerra sin cuartel, golpea a ciegas. Utiliza todo
tipo de violencia para conseguir sus fines. Estudiando la perversidad, se puede
comprender cómo unos seres humanos que no encuentran el medio de existir
mediante la construcción y no pueden ser admirados por lo que su pequeña alma
de niño habría podido hacer de ellos se han decidido por la destrucción, la única
manera que tienen de encontrarse en primera fila del escenario.
Sin embargo, no podemos ofrecer nuestra inocencia y nuestra buena voluntad
decidida a estas personas. Entrar en empatía puede ser terriblemente peligroso,
porque estas personas justamente intentan hacer daño o alimentarse de la ternura
que se les ofrece.
De todos modos, te invito a no considerar perversas a todas las personas con
las que tengas problemas de comunicación. A pesar de todo, no son tan
numerosas como eso…

Actitud que debe adoptarse


No justificarse NUNCA. No hablar nunca de la propia necesidad con
respecto al tema de discordia evocado, no responder nunca a las
provocaciones y no criticar nunca.
Tomar perspectiva y observar la relación: sé cada vez más empático
contigo mismo. ¡Tu sentimiento y tus necesidades son sagrados! Si, a
pesar de tu sinceridad en la propuesta de no violencia, tienes que
enfrentarte a ataques sistemáticos, protégete.

Una fuerza sólida y suave

O bien entrando en la relación «blanca» si te ves obligado a frecuentar a


esta persona; de esta manera, incluso es posible observar su
comportamiento y sonreír interiormente (¡sigues sin ser violento!)
O bien, si es posible, alejándote del peligro y rompiendo la relación de
una manera no violenta. El mensaje podría ser: «No consigo tener la
relación que me gustaría contigo. Estoy cansado de esta situación, porque
tengo necesidad de paz. He decidido no verte más». Por lo tanto, en este
caso, no existe una propuesta, sino solo una información…, y se pone de
verdad fin a la relación. Tomas realmente la iniciativa y dejas de permitir
que te maneje a su antojo.
Una fuerza protectora

En caso de relación destructiva, utiliza la fuerza protectora, que en este caso está
totalmente justificada. No existe ataque, sino, como en la práctica de las artes
marciales, mucha fuerza y determinación. Es totalmente evidente que, si ves a
alguien que ataca a tu hijo, saldrás en su defensa. Si alguien quiere entrar en una
relación de dominio utilizando sistemáticamente los ataques físicos, morales,
emocionales, y en especial las humillaciones, debes utilizar la fuerza protectora,
pero sin entrar en una «riña». No dudes en recurrir a la ley. Un perverso quiere
convertir su ley en la ley. Enfréntate a él con la ley sin discutir con él.

Evitar siempre la fuerza represiva


En cambio, la fuerza represiva pretende justamente someter. Todavía se utiliza
de manera muy corriente en la educación y participa, a mi modo de ver, en la
violencia en el mundo.

El castigo, una idea «integrada»


El castigo es un ejemplo de ello. Con frecuencia, se dice que el ser humano es
más cruel que el animal y yo pienso que un sistema educativo que favorezca la
sumisión del niño gracias a un sistema represivo produce adultos que han
integrado que este sistema represivo es válido. Por desgracia, se puede conseguir
todo de un niño utilizando el propio poder sobre él, la fuerza física superior y la
situación de dependencia* en la que se encuentra. Un niño que recibe un bofetón,
un sopapo o una zurra, que está sometido a privaciones, humillaciones y
obligaciones degradantes, aprende que más tarde, si quiere alguna cosa, tendrá
que hacer lo mismo, puesto que funciona.
¡Estoy a favor de la abolición de cualquier castigo! Porque el castigo consigue
lo que pretende, la sumisión…, ¡hasta que surge la rebelión!
Conviene recordar que la rata del experimento de Henri Laborit, cuando se ve
presionada, solo tiene una salida para no caer enferma, la violencia.
El castigo comporta una parte de sufrimiento infligido por uno más fuerte a
uno más débil para conseguir que se doblegue. Se aplica según los deseos, según
el humor y según la persona, pretende hacer daño, pretende… castigar. Es
completamente injusto a los ojos del que lo recibe, porque no comprende ni su
sentido ni su utilidad. Provoca en el castigado o bien vergüenza y culpabilidad, o
bien rebelión y desprecio; interrumpe la comunicación.

Educación no violenta
Por supuesto, para vivir en familia, en la escuela y después en sociedad, el niño
tiene que aprender las leyes que rigen a los grupos en cuyo seno vive. Pero tiene
que comprender su sentido, poder discutir y participar en ellas, poder conocer
claramente los límites que no deben franquearse y las sanciones que provoca. El
castigo es arbitrario, mientras que la sanción se inscribe en un código.
Por eso, estoy a favor de una educación no violenta:

La educación no violenta explica a un niño cuáles son los valores y los


marcos de referencias en nombre de los cuales se hacen las elecciones.
La educación no violenta acompaña al niño en la aceptación de sus
emociones y sus necesidades.
La educación no violenta abre su mente y su curiosidad y le permite
aceptar las diferencias como una riqueza.
La educación no violenta se realiza con benevolencia y sinceridad.
La educación no violenta valida el derecho del niño a experimentar,
pensar y atreverse.
La educación no violenta estimula y valoriza sin pedir la perfección.
La educación no violenta considera los fracasos como una oportunidad de
aprendizaje.

Todo esto construye un adulto que confía en sí mismo, en el otro y en la


vida…, un adulto no violento.

Lo esencial para recordar


La comunicación «blanca» sigue siendo no violenta, pero no permite esperar una
auténtica relación. Solo se utiliza si el otro se niega realmente al intercambio (¡es
raro!)
Si el otro está bajo la influencia de un producto, de un gurú o de una ideología
integrista, las técnicas de comunicación no violenta serán ineficaces.
Cuando existe un peligro inmediato, se puede estar obligado a ejercer la fuerza
protectora, pero siempre conviene evitar la fuerza represiva.
¡La educación no violenta favorece que haya paz!
Glosario

Estas definiciones indican la manera en que se emplean estas palabras en el


contexto.

Actitud
La actitud es una «postura» corporal y mental que transmite de manera no verbal
informaciones sobre la sinceridad de la persona.

Agresividad
Empleo el término «agresividad» en el mismo sentido que Henri Laborit:
reacción de defensa para no sufrir la inhibición. Véase también: «Violencia».

Apriorismo
Un apriorismo es un pensamiento reductor que limita el campo de las
posibilidades a lo que ha anticipado.

Argumentación
Una argumentación eficaz se basa en hechos concretos. Enuncia, aporta
elementos de conocimiento y temas de reflexión, pero no intenta hacer presión
sobre el interlocutor. Puede aprovecharse de las emociones del otro, utilizar el
humor o el efecto de sorpresa, pero no intenta obligar al otro a aceptar un punto
de vista.

Aserción
Una aserción es una idea enunciada como una verdad.

Asertividad
La asertividad se considera como el arte de defender una opción sin agresividad.
La actitud de asertividad comporta fuerza, confianza en uno mismo, serenidad y
apertura mental. La traducción por «autoafirmación» me parece insuficiente,
porque no incluiría lo suficiente la relación de calidad que propone. El eslogan
«la fuerza tranquila» da una idea acertada.
Autoridad
Empleo la palabra «autoridad» para definir un estilo de relación entre individuos,
en el sentido de «tener una autoridad natural» o «ser una autoridad». En este
sentido, la autoridad no tiene poder, sino influencia (positiva o negativa).

Comprender
Comprender supone una atención, una concentración sobre la situación o la
persona a la que se escucha y una inteligencia para esclarecer lo que podría, a
primera vista, parecer confuso.

Conflicto
El conflicto surge de una violenta oposición de intereses o divergencia de puntos
de vista. Se envenena si cada uno quiere imponer su ley y someter al otro.

Convicción/convencer
A mi modo de ver, tener convicciones permite poseer una postura mental, una
base para avanzar en la vida. Esto puede conseguir que seamos convincentes.
Querer convencer conduce a ser violento con las convicciones del otro…, para
convertirnos en un «convencedor» (en pocas palabras…)

Creencia
En mi opinión, es el hecho de adherirse a una idea o un punto de vista sin
ninguna otra eventualidad, sin ninguna otra verdad posible.

Culpabilización
Culpabilizar a alguien es acusarlo de una falta que no ha cometido; puede haber
realizado un acto que ha tenido consecuencias dolorosas, pero no haberlo hecho
intencionadamente. En este caso, las consecuencias se deben a su acción, pero no
son culpa suya.

Dependencia
La dependencia es una necesidad excesiva que dificulta la libertad de la persona.
Para obtener aquello que necesita absolutamente, la persona se adapta y se
somete, sea cual sea la naturaleza de la dependencia: todas las adicciones, pero
también la necesidad de protección, de presencia, de amor, etc.

Deseo
Tengo que precisar que utilizo la palabra «deseo» en el sentido corriente del
término y no en el sentido psicoanalítico: simplemente, el hecho de tener ganas
de alguna cosa.

Diálogo/Monólogo
El diálogo permite una conversación en la que cada uno expone sus ideas para
hacer avanzar las cosas. Se habla, por ejemplo, de «diálogo social». En cambio, en
un monólogo, un personaje habla solo…, y podemos preguntarnos para quién.

Egocentrismo
Tendencia a referirlo todo a uno mismo, a considerarse como el centro del
mundo.

Emoción/Afecto/Sentimiento
Empleo estas palabras en sentidos muy precisos.
La emoción es la respuesta adecuada a una situación que se produce. La
emoción siempre es sana, sea la que sea.
El afecto es la respuesta desproporcionada a un acontecimiento porque las
emociones han sido dañadas anteriormente.
El sentimiento es la toma de conciencia de lo que se produce en uno mismo en
forma de emoción o de afecto.

Empatía
La empatía es una facultad de comprender la manera de pensar y de sentir del
otro, de comprender su mundo interior desde su punto de vista.

Estrés
Respuesta del organismo sometido a un conjunto de presiones y obligaciones. Un
ligero estrés puede ser motor, pero una acumulación de estrés, sin posibilidad de
eliminar el exceso, puede tener consecuencias graves.

Evaluación
La evaluación pretende cuantificar o calificar datos que no se pueden medir de
forma precisa.

Implicación
Implicarse supone aceptar un compromiso que tendrá consecuencias personales.
Es la historia de la gallina, el cerdo y la tortilla de manteca: la gallina se ve
afectada por el asunto…, ¡el cerdo está implicado!

Influencia
La influencia no tiene poder de obligación, sino un poder de hecho. Bajo la
influencia de alguien, de un producto o de una situación, se emprenden ciertas
acciones.

Inhibición
La inhibición es un proceso mental que va en contra de otro proceso vivido como
una necesidad. Laborit demuestra que la inhibición produce en la rata
consecuencias dramáticas para su salud.

Legitimidad/Legalidad
Es importante establecer la diferencia entre estos dos conceptos.
La legalidad se define por un código, por la ley.
La legitimidad se define por un contexto, por una historia específica.
Ocurre a menudo que la legalidad pisotea la legitimidad…

Monólogo
Véase «Diálogo».

Necesidad
Corresponde a una necesidad que permite perpetuar la supervivencia fisiológica,
mental o emocional de un individuo. Cuando la necesidad se frustra, se
experimenta una sensación de falta, de incomodidad o de privación, acompañada
de un deseo de hacerla desaparecer. Cuando la necesidad se satisface, genera una
sensación de bienestar, de placer y de alegría, acompañada de un deseo de hacer
durar esta satisfacción.

Opinión
Es una idea personal sobre un concepto o una situación.

Poder
Empleo la palabra «poder» para definir una relación entre individuos en la que
uno tiene los medios de obtener algo y el otro debe obedecer; el más fuerte tiene
el poder sobre el más débil (es posible que exista un «abuso de poder», pero no
siempre ocurre; el más fuerte puede ayudar al más débil o protegerlo, etc.)

Relación
La relación debería ser lo que une… y no lo que ata, no lo que apega y lo que
vuelve dependiente…

Representación
La representación que nos hacemos a partir de una palabra es personal. Cuando
más evoca la palabra un concepto difícil de captar, más diferentes pueden ser las
representaciones. La palabra «mimosa» sin duda daría lugar a menos
representaciones diferentes que la palabra «amistad».

Sentimiento
Véase «Emoción».

Significante/Significado
Ferdinand de Saussure explica la diferencia entre la palabra tal como se oye, tal
como se pronuncia (el significante) y la palabra tal como se comprende, con el
sentido que se le da. El significado es diferente de uno a otro.

Violencia/Agresividad
La agresividad es, a mi modo de ver, una actitud de llamada y de defensa. Busca
la relación, dice: «Pero ¿finalmente me vas a comprender?»
La violencia tendría más bien como objetivo la destrucción del vínculo; si no
puede existir y crear, el otro intenta destruir.
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Para ponerse en contacto con la autora:


www.marie-jeanne-trouchaud.fr

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