Biografía Del Licenciado Don Santiago García Mazo

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MAZO:

IIl
----—- - ---
||||||
DEL LICENCIADO

DONSANTIMG)JOSI (ARIA MIM),


magistral de la santa iglesia catedral de Valladolid.
- POR

DoN DoMINGo DIAZ DE RobLEs,


-----

TENIENTE DEL REGIMIENTO DE INFANTERIA DEMALLORCA, NUM.45;


Ex-pRoFEsoR DE LA ExTINGUIDA COMPAÑIA DE DISTINGUIDos DE
GALICIA.; CABALLERO DE LAS ORDENES MILITARES, NACIONAL DE
sAN FERNANDo DE PRIMERA CLASE Y REAL PORTUGUESA DE cRISTo;
SOCIO DE MERITO Y EX-PRESIDENTE DE LA ACADEMIA LITERARIA
De sANTIAGo; DE NUMERO DE LA SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGos
DEL PAIs DE DICHA CIUDAD; CoRRESPONSAL DE LA ARQUEoLogicA
pOR pll, pARTIDO JUDICIAL DEL FERROL, Y DE OTRAS CORPORA
CIONEs CIENTIFICAS Y LITERARIAS, ETC., ETC.

Con las licencias necesarias.

VALLADOLID,
IMPRENTA DE DoN JUAN DE LA CUESTA Y COMPAÑIA.
1851.
-

Es propiedad.

-
PI/0,
Extrañarán muchos de mis lecto
res, que, siendo militar, me haya
al á escribir una biografía, que
tanta relacion tiene con las cosas de
Dios y de la Iglesia. Es de extrañar
ciertamente, si se considera á la
vez el escepticismo religioso de que
están poseidos no pocos indivíduos
de nuestro ejército; mas por ésta
misma razon la emprendí, y ahora
me complazco en haberla terminado.
En un tiempo en que tanto se
nutre aún elespíritu de ciertos hom
bres despreocupados con las doc

- ---- - --
- "---
–II.

trinas, que tráen su orígen del f


losofismo diezocheno, haciendóga
la de impiedad; en que las páginas
de la Bíblia y de los santos *:
son para algunos de estos sabios de
inmoralidad, hojas marchitas de
una pálida y mórfica narracion; y
prefieren mas bien las del adulterio
y suicidio, poetizados por la imagi
nativa de una plaga de escritores,
que se deleita en corromper la so
ciedad; he creido, que, colocando
una pequeña piedra en el edificio
de la reedificacion social, desempe
ñaba tambien un corto servicio, ya
que no pueden desempeñarlo mayor
mis limitadas fuerzas literarias.
Pienso como Rocquancourt,que,
en su Curso completo de arte y
de historia militares, al enumerar
“las garantías mas seguras de la
disciplina entre los pueblos eminen
temente civilizados”, lo hace prin
cipiando por la religion. Un poco
mas adelante, siguiendo al gene
ral Morand, dice:
“... . . . . Refrenad los hábitos
é inclinaciones viciosas, como la
-II

embriaguez, el juego, la pereza,


el desprecio escandaloso de la re
ligion,....." Tom. 1., lecc. 1. de su
introd., S. III.
¡Refrenad el desprecio escanda
loso de la religion ! . . . . ¡Sí! no
hay cosa que mas degrade al hom
Dre, que la impiedad!
Si el incrédulo se conduce bien,
es solo por un sentimiento de va
nidad y orgullo; es solo para que
le aplaudan: asi es que se esfuer
za en publicar siempre el bien que
hace, á fin de obtener en éste mun
do la recompensa, porque no crée
en la existencia del otro. Pero:
sondead su corazon, contad las
acciones de su vida privada. . . .
comparadle entónces con el hom
bre verdaderamente religioso. : .
¡Qué notable diferencia! Si por
efecto de la fragilidad humana tiene
éste que acusarse frecuentemente
de sus faltas, aquél, lleno de so
berbia se las perdona en mayor
número á sí mismo, y jamás las
confiesa arrepentido, porque solo
teme la justicia de los demás hom
bres. Por ésta razon nunca cesaré
de repetir con Blanchard:
“A la Religion soyez toujours fidèle :
On ne sera jamais honnéte homme sans elle.”

Deseaba una ocasion oportuna en


que pudiese hacer
de mis
*: público
sentimientos religiosos; por
que algunos años floridos de mi
juventud trascurrieron dados tris
temente á la lectura de libros, que
ahora detesto, por el daño que me
hicieron: libros que, sembrando en
mi pecho las dudas mortificantes
del materialismofilosófico, pugna
ban por destruir enteramente la cal
ima y las dulzuras de la cristiana
fé que alimentó mi tierna infancia.
No haré aquí la historia de las
diferentes circunstancias á que tu
vo que ceñirse mi educacion, ni los
embates que sufrió por ellas mi
siempre agitado espíritu. Baste de
cir, que, para recobrar la tranqui
la paz de mi alma, tuve que leer
después muchos libros de piedad y
católica doctrina: porque no soy
de aquellos espíritus fuertes y or
—v

gullosos á quienes dirije Blan


chard éstas palabras intèresantes:
“Filósofos insensatos, vosotros rehusais
creer los misterios de la religion, porque
no los podeis comprender ! Mas, ¿compren
deis mejor los de la naturaleza? ¡ En cuán
tas cosas de ella no se pierde vuestro asom
brado entendimiento como en otros tantos
abismos ? Todo el universo está lleno de
verdades, que son á la vez indudables éin
comprensibles. Conocemos los efectos; pero
las causas son para nosotros otros tantos
misterios augustamente velados por la na
turaleza (1).”

Quiero ser uno de los discí


ulos de Blanchard, y tener in
amado siempre mi corazon por el
ardiente fuego de una viva fé reli
ligiosa. Quièro adornarme con las
virtudes, que recomienda el Evan
gelio, meditando sobre sus páginas
sublimes; y, despreciando el sar
casmo de lös impíos, alimentarme
con el espíritu de sus verdades.
Así apasionado á estos objetos au
(1) L” Ecole des Maeurs... par M. BLANcHAan.
— Nuvelle èdition, revue et corrigée avec soin. Tom.
I. Tours. — 1850.
gustos, mi débil pluma estará siem
predispuesta á ensalzarlos, si ne
cesitasen de ella alguna vez.
Cuando recibí la papeleta fúne
bre de la muerte señor Mazo,
sentí en extremo que la pureza de
la religion perdiese uno de sus mas
valientes defensores. Con éste mo
tivo pasé á dar el pésame á su so
brino político, don Juan de la Cues
ta, que es uno de sustestamentarios.
Uníanme ya con él los lazos de la
amistad: asi es que, los desahogos
del sentimiento no producian mas
que recuerdos tristes y amargos de
la pérdidaquele motivaba. Me acor
dé entónces de las muchas necro
logias y biografías, e hoy dia se
suelen publicar, y le dije:
Debe usted procurar que se publi
que algun artículo necrológico so
bre el señor Mazo.
–Procuraría que se publicase,
me contestó, sino tuviese que res
petar la mente del difunto—aho
ra en celestial descanso, —que nos
encargó no se hiciesen después de
su muerte, con relacion á su me
--VII

moria, ostentaciones de ningun gé


nero: era de costumbres muy aus
teras, y muy grandes su modestia
y humildad.—Una de las cosas, que
tambien nos encargó muchísimo,
fué: “Que no se le sepultase en
ningun nicho elevado: que su cuer
o se confundiera con los demás
restos de los pobres en el campo
santo; que su cuerpo tenía su orí
en de la tierra, y á la tierra debía
volver.”
Al oir éste rasgo de tanta virtud
sacerdotal, se exaltó noblemente mi
espíritu, y le interrumpí con ésta
série de reflexiones.
—No me diga usted mas del se
ñor Mazo: eso solo me da á conocer
cuán digno era y es de los mayo
res elogios. No digo yo un símple
artículo necrológico: una extensa
y minuciosa biografía es la que se
IGIOOO.
Un pobre á * remediaba con
una cuantiosa limosna, y al mismo
tiempo le encargaba echase en ol
vido tal beneficio, y que nunca le
publicase, ¿había por eso de callar,
-VIII

y no decir á todo el mundo, que el


señor magistral era para él un
rotector bondadoso, un verda
: padre, que le amaba como
á un hijo, y le socorría en sus
necesidades?... Hay cosas que no
pueden obedecerse.—Y los que nos
conmovemos por el grato recuer
do de sus virtudes, porque su
grande modestia lo exigiese,¿he
mos de dejar por eso de reconocer
la, y aún , acompañada
de otras muchas buenas cualidades
ue lo adornaban? La muerte, por
le priva ya de oir ó de
llegar á saber : alabanzas que se
le tributan.Ahora, sobre su tum
ba, es cuando mas debe resonar
el acento veraz de nuestro amor
y de nuestro respeto á sus virtudes
altamente sacerdotales. Deseche us
ted esos escrúpulos: honremos to
dos como es debido y se merece
la memoria del señor Mazo: vea
usted si hay quien se tome la mo
lestia de escribir algo sobre eso,
que sino le hubiere, yo estarépron
to á consagrar mi pluna al conjun
to de sus méritos indisputables.
—Lo pensaré despacio—me di
jo el señor Cuesta, —y en caso de
que me decida por lo que usted me
aconseja, no echaré en olvido sus
ofrecimientos.
Quedó el asunto así entónces, y,
hablando del mismo en otras en
trevistas, el señor Cuesta se deci
dió por fin á que se escribiese una
biografía del señor Mazo. Por ésta
su decision, tuve el honor de que
se me facilitasen datos biográficos
para que redactase el trabajo, que
ahora, como uno de los mejores
ensayos de mi pluma, doy ápública
luz. Mis lectores le apreciarán en
lo que valga: en su desempeño
no hay mas que buenos deseos por
tributar al verdadero mérito del
señor Mazo, la justa admiracion y
respeto á que tan dignamente supo
hacerse acreedor.
(APITUI() I.

Nacimiento.—Infancia.—Instruccion pri
maria.—Vida pastoril.—Amor á la lec
tura.–Estudio de la gramática latina.

E, el año noveno del reinado de Carlos


III, hijo de Fernando VI, ambos de feliz
memoria, penúltimo del pontificado de Cle
mente XIII, nació el dia 7 de setiembre
de 1768 en la villa de Bohoyo, partido ju
dicial del Barco de Avila , un niño á quien
en 16 de dicho mes bautizó solemnemente,
exorcizó y puso los santos óleos el párroco
don Diego Alonso Aragon, dàndole el nom
bre de Santiago José, hijo legítimo de Fran
cisco García Mazo y de Isabel Martin Car
rera. Abuelos paternos, José García Mazo y
Agueda García Puerto : maternos, Pedro
Martin Carrera y Teresa de Morales; fué su
padrino Santiago Hernandez.
Una coincidencia notable llama nuestra
atencion. Tres dias ántes que Santiago José
–2–
había nacido en Saint-Malò Francisco Re
nato de Chateaubriand: éste para llenar con
su nombradía colosal el mundo político y li
terario, aquel para consolar el mundo pobre
y afligido, practicando todos los bellos ac
tos de caridad cristiana. El autor de El
Genio del cristianismo y de Los Mártires
para cantar la religion de Jesucristo, el au
tor del Catecismo de la doctrina cristiana,
explicado, para enseñarla y difundirla.
Como punto cronológico de partida en
el campo de la historia general, fué tam
bien memorable éste año de 1768 por la
espulsion de los jesuitas en los dominios
de la casa de Borbon , que no siguieran
aún el ejemplo de España, acaecido en 31
de marzo del año próximo anterior; por
la querella político-religiosa que éste grave
suceso mantuvo entre el pontífice y los
reyes que lo decretáran ; por la demanda
tumultuosa del pueblo de Madrid al rey Car
los, en el dia de su santo, pidiendo á su
presencia delante de palacio el regreso de
los jesuitas á la Península; por los clamo
res y quejas de los espulsos, y, por la ge
neral efervescencia de los ànimos, que, in
teresados en ésta célebre causa, dilucidaban
los efectos del bien ó el mal que pudier
surgir de la efectuada proscripcion.
La tranquila infancia de nuestro niño,
Santiago José, no es el período de mayor
interés. Criado por unos padres de media
na fortuna, creció al lado de estos obscu
—3 —

recido en medio del hogar doméstico. Un


hecho singular, no obstante, dejó grabado
para siempre en la memoria de los parientes
á que pertenecía, y es digno de referirse
por ser precursor de la pureza y honesti
dad que en toda su vida le distinguieron.
Sería de cuatro años, cuando, por ce
lebrar sus padres un santo, que veneraban
con particular devocion, seguían en hora
abanzada de la noche en compañía de al
gunos amigos entregados al regocijo propio
de semejantes actos, y por ser tan comun
en las poblaciones de corto vecindario, bien
facil de colegir.
Adictos á las costumbres de muchísimos
otros padres de familia, habían procurado
que se acostase àntes del festejo el niño San
tiago; pero , soñando éste con él, poseido
de curiosidad pueril, se levantó ligeramente,
y, sin vestirse, fué á sentarse en un rincon
de la cocina en que el cerco de los festejan
tes se divertía. Al principio nada le dije
ron; mas, conocedores de su recato, por
el solo gusto de oir sus repuestas le diri
gieron éstas preguntas.
–Por qué te has levantado? Quién te
llamó para que vinieses ahora aquí? à qué
vienes?...
– ¡A qué?á ver,– respondió con acento
humilde y afectuoso. El circunstante, que
le interrogaba , añadió.
- ¡Vaya una contestacion 1 Y nó reparas
que vienes à presentarte entre nosotros en
—4–
paños menores? ¿ Nó te avergüenzas de
venir asi?...,
No pudo el interlocutor decirle mas: el
efecto de tales palabras fué subitáneo: inmú
tase de repente; inclina la cabeza rubori
zado, tiende una mirada sobre si mismo,
como reconociendo su falta de decencia, y,
en seguida, avergonzado, corrió prontamen
te à su lecho para ocultar su turbacion pu
dorosa. .

Cumplia un lustro cuando empezó à ins


truirse en las primeras letras, bajo la di
reccion del maestro, conocido entònces en
Bohoyo, con el nombre de Chavaleta. La
disposicion intelectual del tierno discípulo
era pasmosa. Aprendió el abecedario en ocho
dias: á los nueve años ya sabia leer, escri
bir y contar. Casi todas sus inclinaciones
eran preludios de lo que fué después: un
hombre verdaderamente filósofo sin pedan
tería y presuncion. Humildad, modestia,
aplicacion, clara inteligencia, celo esmera
do por el cumplimiento de sus obligaciones,
amabilidad y sencillez eran ya las tempranas
virtudes que revelaba su noble y bondado
so carácter, llamando por ellas, en razon de
sus pocos años, la atencion de todos los que
le conocían. -

Consta por la nómina de confirmados de


la villa de Bohoyo, en la linea veinte,
que fué conducido à la del Barco para re
cibir el sacramento de la confirmacion ó
sea tambien de plenitud , que administra


–5–

ba el ilustrísimo señor don Miguel Fernan


do Merino, obispo de Avila, servido por
su secretario de cámara don Juan Fernan
dez Miron. Le recibió, pues, en compañía
de sus hermanas Josefa, Andrea, y her
mano Agapito, en 7 de setiembre de 1775,
cuando cumplia justamente los siete años
de su edad, siendo padrino de los confir
mados don Francisco García Monge, y de
las confirmadas su esposa doña María de la
Plana.
Los que presenciaron este acto sacramen
tal, y vieron al confirmando, Santiago José,
recibir el sagrado crisma en su pura frente,
cuán léjos estarían de imaginar que aquel
niño de siete años había de explicar en al
gun dia por medio de su Catecismo la vir
tud y gracia de éste y de todos los demás sa
cramentos con general aceptacion y elogio de
los buenos católicos; y que tan admirablemen
te había de influir en él aquella mezcla de acei
te y bálsamo benditos, fortaleciendo para
siempre la pureza de su conciencia que
tan grato olor exaló de la buena fama ! No
es de estrañar: era entónces el tipo de los
pastorcillos de Bohoyo, hijo de labradores
de regular fortuna, y á nadie le era dado
preveer la futura suerte que guió después
sus pasos à las cátedras de la enseñanza
religiosa.
Como eran sus padres tan devotos pusie
ron siempre especialísimo cuidado en pro
curar que aprendiese bien los rudimentos
–6–
de la doctrina cristiana. Aunque niño era
muy juicioso. Cuando hacia parte de la reu
nion doméstica, y ésta se entregaba á los re
zos de costumbre en familias verdaderamen
te piadosas, rezaba tambien con emocion y
compostura, edificando á todos los que colu
templaban su actitud y fisonomía cando
TOSBS,

Vemos à Santiago José en su primera


década con los dos sacramentos solemnes del
bautismo y de la confirmacion , lleno de
santo espíritu y de temor de Dios, obedien
te y sumiso para sus padres y mayores en
edad y dignidad, beber los principios de la
religion cristiana, rezar con fervor y per
feccionarse en las primeras letras y escritura.
No pudiendo costearle sus padres estudios
mayores, despuès de que adquirió la ins
truccion primaria que hemos referido, tuvo
que seguir dedicado à las faenas rurales de
que dependian. Poseedores de un rebaño de
ganado lanar,fué por algunos años su prin
cipal entretenimiento pastorearle.
Observemos ahora los pasos del buen pas
tor de ovejas, tan sencillo como aquellos
niños del evangelio, que recibieron las ben
diciones del SEÑora, ántes que le veamos
edificantísimo pastor de almas en posterio
res dias.
Acompañémosle por los valles, cerros
y ombrias, que son las primeras gradas
breñosas de la sierra de Gredos, poblada
de veloces cabras monteses con largas y

-_------,
== ==
—7–

retorcidas hastas. En su compañía aprende


remos á describir y cantar la naturaleza como
los Teócritos y Virgilios: ésa naturaleza
silvestre, sombría y magestuosa al presen
tarse la primavera, luego amable y risue
ña ; grande, bella y patética en el estío;
dulcemente melancólica en el otoño; subli
me y terrible en el invierno, segun espre
siones de Saint-Lambert. Oiremos el canto
de la calandria, que se remonta perpendi
cularmente sobre nuestras cabezas hasta
perderse à veces de vista, variadísimo y
compuesto de transiciones súbitas, de so
nidos agudos, que se suceden con rapidez,
manifestando con ellos las señales de una
loca alegría. Nos complaceremos de oir à
muchas otras aves, cuyo melodioso canto
sin medida, acordes y armonía, es sinem
bargo tan patético que recrea á nuestros oidos
con dulces y agradables impresiones. Como
la poetisa Deshoulieres entónces las acon
sejaremos, diciendo: “¡Ay,pobres avecillas!
pensad en cómo os habeis de librar de las
asechanzas y astucias del cazador: el recelo
es en nuestra vida el mayor de los males!"
La paz y la inocencia habitan en las cam
piñas. Los italianos Metastasio y Frugoni,
los ingleses Thompson y Philips, los ale
manes Haller y Gessner: y de los nuestros
Garcilaso, Melendez, Noroña y tantos otros,
que, si los hubiésemos de enumerar proli
jos fuéramos, nos enseñarán á pintar sus
cuadros, á contemplar sus bellezas. Siga
—8—
mos á Santiago José, tan inocente y jui
cioso como Abel, que no recela daño al
uno de su hermano; tan obediente y sen
cillo como Isac, caminando con el haz de
leña á cuestas; tan paciente y humilde como
Jacob, aborrecido por Esaú; tan contem
plativo como los primeros pastores de Egip
to, que, observadores de los astros, fueron
tambien los primeros inventores de la as
tronomía: beberemos como él, vigilantes, in
fatigables y sóbrios, leyendo en el gran li
bro de la naturaleza, jóvenes sedientos de
filosofia, las inspiraciones de Dios para nar
rar su poder inmenso y la multitud de sus
maravillas patentes en la creacion.
El fiel intérprete de la santa Biblia; el que
con sencillez admirable tradujo el Génesis à
su Historia sacada de los libros santos, es
tendiéndose para adornarla, en paráfrasis
elegantes, sino se hubiese dedicado al estu
dio práctico de la naturaleza, ¿hubiera po
dido hablarnos sobre la creacion del mun
do, del mar, de la tierra y de los cielos
con tanta emocion, profundidad y verdade
ro colorido, como se deja conocer por éste
sublime fragmento, que , después de otro
no ménos sublime acerca del mar, dice?...
— Tom. 1. p. 5.
“No es ménos admirable y magnífico el
cuadro que le presenta la tierra. Sus empi
nados cerros y enriscadas sierras, que re
ciben las nieves como en depósito para re
frescarla á su tiempo; los torrentes que se
—9—

precipitan por sus despeñaderos para for


mar rios caudalosos, que, corriendo apaci
bles por los valles, cruzan y dividen las
provincias y los reinos, fertilizan los cam
pos y llevan la abundancia por todas partes;
la naturaleza que renace en la primavera,
y viene à"presentar de nuevo aquella mul
titud de vivientes y de plantas que habían
desaparecido en el otoño; la variedad de
flores y frutos que vuelven á cubrir los
campos ... Ah! una sola pradera, ¿cuántas
maravillas no presenta? ¡Qué variedad de
yerbecitas ! ¡Qué prodigiosa estructura en
cada una de ellas! ¿Quién será capaz de
conocer el modo con que se forman, la de
licadeza de sus fibras, la multitud de pie
zas de que se componen, los lazos que las
unen , los resortes que las mueven, còmo
rompen la tierra y se abren camino para
vivir sobre ella , cómo se matizan de tan
prodigiosos colores?... Oh!! entrad sabios
del mundo en estos pormenores, y una
sola violeta os darà ocupacion para toda la
vida: ¡tan portentosa se ostenta por mar y
tierra la omnipotencia!”
Esos puntos suspensivos, ésa pausa, como
para recordar un objeto de predileccion,
y, seguidamente, con naturalidad espontá
nea, ésa interjeccion y frase “una sola
pradera”, traida á la memoria, á la vista,
para con argumentacion inductiva, quepar
te de la variedad de yerbecitas, enumerar
los arcanos del reino vegetal, ¿qué nos
–10–
manifiestan? ¿Nó se descubren en éste len
guage del anciano y sabio escritor los recuer
dos de la niñez, que jugó con las floreci
llas de la pradera; las reminiscencias del
pastor, que meditó sobre la calidad de los
pastos; que segó y arrancó infinitas yerbas,
y las desmenuzó y analizó como pudiera ha
berlo hecho un Tournefort ó un Linneo,
por mas que no supiese como estos la tecno
logía botánica para describirlas? ¿Y qué le
importaría á Santiago José dicha tecnología?
Hubiera adelantado algo para la penetracion
de los arcanos vegetativos, que llamaban
su atencion? Saben los mas famosos botá
nicos, por solo su ciencia física, el verdadero
modo con que germinan las semillas? ¿Al
canza la vista de ellos, ni aun auxiliada por
los microscópios, el movimiento de sus
creces progresivos, como la naturaleza ela
bora sus colores y de que bases químicas
proceden? Indudablemente que no. Por éso
Santiago José, que ahora solo juega con yer
becitas y flores, recordando esos mismos
pasatiempos de su juventud reflexiva, los
apastrofará cuando anciano filósofo, brin
dàndolos á que fijen sus consideraciones
cientificas en los pormenores de una sola
violeta con la que tendrían ocupacion para
toda la vida.
Inclinados con todas éstas reflexiones á
escuchar los cantares eclógicos; identifica
dos ahora con la vida pastoril de Santiago
José, nos figuramos estar oyendo de sus
—11–

labios lo que poéticamente nos dejó escrito


madama Deshoulieres, en el principio de
un pequeño madrigal: “¡Agradable pradera
en que deseo detenerme!” ó con espresiones
de un idilio de la misma decir á sus cor
deros: “¡Ay de mí, corderillos! Vosotros
si que sois dichosos !.... La ambicion, el
falso honor, el interés, la impostura, que
tanto dañan á los hombres, no se encuentran
en vosotros, no obstante poseer ellos la
razon de que siempre careceis !"......
¡Cuán seductora es la naturaleza, y cómo
insensiblemente nos atráe á la contempla
cion de sus encantos en compañía de San
tiagoJosé ! ¡Cuàn hermosa nos parece con
él la vida de los pastores, amada hasta por
los mismos héroes terrestres que pinta di
vinizados la mitología, y por los antiguos
reyes y patriarcas!
Ganadero fué Argos, hijo de Aristor;
Proteo apacentó el ganado de Neptuno, y
Apolo un rebaño del rey Admeto en Tesa
lia; Palas amó las fiestas y sacrificios que
los pastores le hacían en el mes de abril:
Pan inventó para ellos el albogue, y veló
siempre por la conservacion de sus ganados:
la vida pastoril era digna del amor de los dio
ses gentilicos. El hermoso pastor Endimion
cautivó el de la Luna sobre el monte Lat
mos à quien le venía á besar todas las no
ches. La mejor poesía antigua fué siempre
bucólica: la vida pastoril, como opuesta
à la corrupcion de las costumbres en las
\
–12–

grandes ciudades, mereció siempre la pro


teccion del cielo.
Moises apacentó las ovejas de Jetró su
suegro en los campos de Madian. La vega
del Jordan nutrió los rebaños de Lot, y
la tierra cananea los de Abraham. ¡ Dicho
sa èra en que éste para obsequiar á los tres
huéspedes que se le aparecieron á la puer
ta de su tienda en el valle de Mambré,
corrió el mismo á la vacada, tomò un be
cerro muy tierno y buenísimo, lo mandó
cocer, y, tomando tambien después man
teca y leche con el becerro cocido, lo puso
todo delante de los tres mancebos para que
comiesen á la sombra de un árbol – ¡Sa
grada hospitalidad de las tiendas pastoriles!
¿por qué no te reproduces hoy con la fre
cuencia que en los dias de costumbres y
usos patriarcales que nos describe la Biblia?
¡Hoy que la centralizacion de las riquezas,
y el lujo de la industria fomenta las revo
luciones en las grandes capitales? ¡Volved,
volved tiendas de Abrahan y de Jacob ! ¡Las
rencillas de los pastores no pueden ser com
paradas con las discordias civiles, que no
respetan ni la santa mision de los sacer
dotes como M. Affre !
¡Oh tiempos envidiables de útil laboriosi
dad y sencillez! ¿Quién no se haria pastor
como Jacob'? —Jacob pregunta á los pas
tores de Harán , al pié de un pozo en que
solian abrevar sus rebaños, por Laban,
hijo de Nacór, y le contestan, diciendo:
—15–
“Le conocemos; está bueno: ved ahi á su
hija Raquel, que viene con su ganado"....
Raquel era muy hermosa. Cuando Jacob
la vió y supo que era su prima hermana,
quitó la piedra de la boca del pozo, y, des
pués de haber abrevado el rebaño, que la
misma Raquel pastoreaba, la besò y decla
ró, lloroso y conmovido, el parentesco que
con ella tenía (1). Raquel entera luego á
su padre de lo ocurrido, y éste, recibién
do á Jacob con muestras del mayor cariño,
le hospeda en su casa. Enamorado Jacob de
la belleza de su prima dice á Laban que le
servirá siete años de pastor, siempre que
al cabo de ellos le dé por esposa á 1Raquel.
Accede gustoso Laban ; pero, trascurridos
los siete años y efectuada la boda con sumo
regocijo introduce de noche astutamente á
Lia su hija mayor en el nuevo lecho nup
cial. La oscuridad nocturna ocultó el enga
no á Jacob, quien tan pronto como lo co
noció al siguiente dia fué à quejarse á su
suegro de que así le hubiese engañado. El
SEÑoR, con el santo fin de repoblar el uni
verso y multiplicar sus adoradores, después
del diluvio, toleró que Abrahan y sus des
cendientes en aquel tiempo hiciesen uso de
la poligamia. Laban, deseando retener en

(1) August. quaest. 87. Consuetudinis quidem fuit,


maxime in illa simplicitate antiquorum, ut pro
pinqui propincuos oscularentur. Et hoc hodiè fit in mul
tis locis.
–14–

su servicio á su yerno le dijo que no era


costumbre del país casar á las hijas menores
primero que á las mayores: que ésta era el
motivo del engaño que tanto sentía y que
ya no tenia remedio. Viendo Laban el sen
timiento de Jacob, añadió: “yaves cuán vie
jo soy; ya no puedo trabajar; necesito quien
me ayude á cuidar la hacienda, y que la
bre la felicidad de mis dos hijas: pues bien!
si quieres servirme otros siete años mas,
consiento en que tecases tambien con Raquel.”
—¡Admirables prendas de amor y constan
cia ! Jacob condesciende con la propuesta,
y, terminada la primer semana de su re
ciente matrimonio, se desposò con la bella
deseada !– Gén. c. 29.
Es digna de citarse aquí la conclusion de
un gran soneto, debido à la pluma de un
ingenio portugués, aludiendo à ésta amo
rosa constancia de catorce años.

“Vendo ó triste pastor que cöm enganos


Lhe fora assi negada a sua pastora,
Como se à naò tuvera merecida;
Comeza de servir outros sete anos,
Dicendo: mais servira, se naô fora
Para tám longo amor tàm curta à vida.”

Con tanta estimacion se miraba antigua


mente á los pastores, que hasta el cayado
se trocaba en cetro. Lib. 1. Reg. c. 16. Ovejas
pastoreó tambien el hijo de lsaí, ungido por
Samuel: David, el matador de fieros osos
__, ______- —-----------=

–15–

y leones, y del gigante Goliath; David, el


gran tañedor de arpa; el salmista, que
mas supo hacer vibrar las fibras del co
razon con los dolorosos ayes del arrepenti
miento; el autor de la única poesía ori
ginal, sagrada, melancólica y terrible, que
llena de espanto el alma del potentado iní
cuo, y alivia el padecer del pobre desva
lido.
Los primeros que tributaron dones al
Dios recien nacido humildemente en un
establo, y que de hinojos le adoraron, fue
ron pastores. Sería no acabar jamás, si
continuàramos en aglomerar las excelen
cias que tráe á nuestra imaginacion el gra
to recuerdo de los pastores.
En el sencillo pastor encontramos al
hombre sufrido y santo legislador como
Moises; al hombre tierno y virtuoso como
Jacob; al hombre fuerte, valeroso y apa
sionado como David; al hombre, en fin,
casto, justo y altamente cristiano como
Santiago Josè.
Largo parecerà éste episodio á los que
no aman las sencillas costumbres del cam
po; mas, ¿quién será el amigo de la buena
fama y gloriosa memoria de Santiago José,
que no le juzgue oportuno , y que no se
recrée en acompañar con éstas descripcio
nes campestres á nuestro jóven pastorcillo,
unas veces al norte de su pueblo , buscan
do la fresca orilla del celebrado Tórmes;
otras al oriente para meditar sobre los al
–16—
tos v caprichosos riscos de la sierra de
Gredos? ¿Por aquellos pasturages y montes
cubiertos de ganado lanar, cabrio y va
cuno, poblados de abundante caza bravía;
surcados por riachuelos en que se multi
plican sabrosas y delicadas truchas? Siga
mos, sigamos todavía sus huellas por agres
tes sendas, desde los diez hasta los diez y
ocho años de su edad. Las cercanías de
Bohoyo serán con nosotros testigos de fre.
cuentes rasgos de aplicacion y amor à la
lectura increibles.
Era entónces cura parroco de Bohoyo
don Francisco Barrado. Amante de la sa
biduría y de rara instruccion , se había
procurado una bonita coleccion de libros
selectos. Apreciaba mucho à los padres de
Santiago José; y de éste aprecio resultó
que nuestro héroe adquiriese la suficiente
confianza para entrará cualquiera hora del
dia y veladas de la noche en casa del se
ñor Barrado, quien ya llegára á penetrar
la bella disposicion de aquel para el estudio.
Grande en verdad era la aficion de
Santiago José à los libros, pues jamàs de
jaba de llevarse alguno en su zurron cuan
do salia de la villa con el rebaño que, solí
cito y humilde, alegremente guardaba y
conducía ; y, si no hallaba al señor Bar
rado para pedírselo, se dirigía à la habi
tacion en que estaba la pequeña, pero es
cogida biblioteca, y cogia el que mas ha
lagaba sus inclinaciones literarias, en la
seguridad de que el bondadoso párroco ha
bía de dispensarle ésta pueril, aunque lau
dable franqueza.
En efecto , el señor Barrado sabía que
el referido jóven acostumbraba à tomarse
èsta libertad; pero , léjos de incomodarse
por ella, se complacía en ver y advertir su
precoz y voluntaria aplicacion. Cuando no
taba la falta de alguna obra, que no había
dado ó prestado, solía decir, sonriéndose:
“¡Ea! ya estuvo aquí á revolverme los
libros el buen perillan Santiago: es induda
ble: nadie sino él se habrá llevado éste
que me falta....”
No se limitó la bondad del dignísimo pár
roco á consentir, que, el buen perillan San
tiago, llevase y leyese cuantos libros po
seia, sino que se decidió á protejerle y
estimularle.
Miéntras que Santiago Josè guiaba su gana
do como el habitante de Saint-German, pinta
do por Bidauld, y delineado por Villeneuve;
o como el de las Ruinas del teatro de Taormi
na, entregadas al pincel de Machallon y deli
neadas por Deroy, se detenía contemplativo
en las márgenes del riachuelo solitario;
miéntras que, en fin, sentado en alguna
piedra de granito , à la sombra de un ár
bol gigantesco, representándonos el Abrigo
campestre del pintor L. Leprince, que de
lineàra Victor Adam , leia, sediento de sa
ber y de filosofía, las páginas del libro
amigo que le hablaba en sus soledades; el
2
—18–
digno sacerdote su protector, discurría so
bre los medios posibles de sustraerle de la
ocupacion pastoril, y darle estudios mayores,
ayudando á pagar los gastos indispensables
que se originasen. Participó sus intenciones
á los padres de Santiago José, y animados
éstos con la promesa de que ayudaría á
pagar los gastos de una carrera eclesiàstica,
hicieron abandonar al robusto jóven la so
ledad de los montes y el rebaño encomen
dado á su vigilancia. Quièbrase ahora aquí
el cayado pastoricio, y empieza à formarse
el báculo del venerable sacerdote que cru
za los ámbitos de su feligresía para dar
auxilios espirituales y predicar el evangelio.
Cumplía Santiago Josè diez y ocho años
cuando los montuosos campos de Bohoyo
escuchaban su triste despedida. Solo el ar
diente anhelo de saber, podía arrancarle
de aquellos apacibles lugares. El perro guar
dador, el rebaño, las cumbres, los valles,
los bosques, las fuentes y los rios, todos
parecían, á los ojos de Santiago José, par
ticipar del sentimiento de su despedida. San
tiago José era sensible , y por éso amaba
hasta los objetos inanimados: sentía dejar
las rocas y tormos en que tantas veces se
sentàra; las grutas en que se guareciera;
las mas altas y agudas crestas de la sierra
de Gredos perteneciente al sistema carpe
tano-vetónico. Es un sentimiento vivo, in
definible, dulcificado solo por la esperan
za de un feliz regreso. No tiene otro re
–19–
medio : es necesario decir un tierno à Dios
á estas rústicas eminencias, à éstos impo
nentes cuadros orográficos.
Condúcenle, pues, á la industriosa villa
de Bejar para comenzar el estudio de la
gramàtica latina, siempre á la vista de la
nevada sierra, que, con sus picos eminen
tes, cerros y breñas, embargando mages
tuosamente la atencion del viagero, le ha
ce ver en las montañas, como á Drovineau,
“una de las demostraciones de la existen
tencia de Dios: " sierra poblada de robus
tas encinas, robles, castaños y quejigos; de
arbustos, de plantas olorosas y medicina
les, y de las mas afamadas yerbas de pasto
con que se mantienen ganados numerosos.
Entra en la villa asentada sobre un cer
ro oblongo, que baña por su falda el rio
Cuerpo de Hombre; de hermosa prespec
tiva por su palacio ducal y sus antiguas
murallas, cuyo aspecto parece que anhela re
velar una fundacion sarracena ó feudal.
Aquí se fija Santiago José; aquí mide el
campo de su porvenir tan risueño y va
riado, tan ameno y tan cubierto de aspe
rezas como el valle bejarano, y las emi
nencias que lo dominan y circundan. An
tonio de Lebrija debe ponerle en estado de
poder recorrer éste campo, que ahora so
lamente vislumbra. Es preciso, pues, ar
marse de constancia y vencer con buen
ánimo todas las dificultades que estorben
el paso.
–20–

Es necesario llamar al tiempo ayudador


y descubridor de todas las cosas; al tiem
po, sábio y maestro inventor para que,
hermanado con su aplicacion, le sirva de
guía segurísimo en la carrera que em
prende (1).
Por de pronto, ya un preceptor le mues
tra en los cinco libros y demás exposicio
nes de la gramàtica latina cual es el prin
cipio del camino que ha de seguir.
Generalmente los libros de ciencia mo
ral estan escritos en el idioma de los hi
jos de Rómulo : las altas escuelas no admi
ten en su seno á los romancistas; son in
dispensables para entrar en alguna de ellas
los rudimentos del latin. ¿Cómo, si no lle
ga á poseerle, ha de combatir los errores
de los grandes cismàticos, que envenenan
la sociedad? ¿Cómo penetrar sin él à fon
do las controversias religiosas que sembra
ron diabólicamente los arrianos, donatistas,
iconoclastas, hussitas y muchos otros ene
migos de la iglesia romana ? Porque el ge
nio de las tinieblas se trasforma en genio
de luz—aparente—, y las doctrinas heréticas
se dilatan como el càncer. Angelus Sa
(1) Thales ille Milesius, qui fuit unus idemue primus
illórum septem, quos Graecia jactat sapientiae studiosos: in
terrogatus aliquando quisnam esset sapiens; tempus, inquit,
subjecitque evestigio causam : quod omnia inveniat. . . . .
Hinc et Aristoteles tempus , inquit, rerum repertor est,
adjuctorque probus. • • • • • •

Antonius Nebrissensis: in prologum sude gramaticae la


tinae.

---L- -__
–21

tanae se transfigurat in angelum lucis, et


sermo hereticorum serpitut cancer.—2. Cor.
11 , 14, et Tim. 2, 17. -

Sin el ausilio del latin no podría tampo


co admirar las brillantes obras de los san
tisimos y doctísimos Atanasio , Crisóstomo,
Agustin, Cirilo , Gerónimo, Basilio, Ci
priano, Ambrosio, Tomàs de Aquino; y
tantos otros escritores sabios como Ireneo
Tertuliano, Orígenes, Epifanio, Eusebio y
demàs, cuya larga lista asombra al enten
dimiento y manifiesta la divina importancia
del catolicismo : niverter en su lengua pa
tria las pàginas de los sagrados volúmenes
designados con la voz griega de Biblia, y
que diariamente pesan en las manos de los
doctos eclesiásticos (1). Vemos, pues, que
el latin como fuente principal de los co
nocimientos humanos, se hace indispensa
ble á todos los que , directores espirituales
de la moral pública, han de subir á la cá
tedra del Espíritusanto para predicar la ley
del SEÑoR y estirpar los errores de los he
resiarcas.
Bien convencido está Santiago José de ésta
verdad, porque no es el estudiante de diez
ó doce años que comunmente se pone à pro
bar la paciencia de un preceptor latino, àn
tes que la de algun catedrático de filosofía
en colegio, universidad ó seminario.
(4 ) BIBLIA: graeca vox, que volumina significat, et
per antonomasian sacram paginam denotat,quae ab ecclesiasti
cis semper studiosè volvenda est. Macri Hieroleacicon, sive
sacrum dictionarium.
–22—
En varias obras de nuestros autores anti
guos había releido muchas frases latinas, que,
intercaladas en el texto, presentaban ántes
o después su correspondiente version. Por
el cotejo que de aquellas con ésta hiciera
entónces, ignorando las reglas del arte gra
matical, infiere la aspereza del mismo aho
ra; y, por las notas y citas marginales,
sacadas de los libros canónicos, la dilata
da estension de ciencias eclesiásticas á que
se debe lanzar su curiosa intelectiva. Esto
conoce, esto prejuzga su viva imaginacion:
prevée los esfuerzos intelectuales con sus
vigilias en las horas de conticinio, con su
despierto afan en las del alba; adivina, en
fin, las impresiones doloríficas del ejercicio
mental que se propone, por evitar las del
pesar de laignorancia; pero nada le arredra.
Jóven de maduro juicio, ilustrado ya por
la meditacion y la lectura, confia en los in
geniosos medios de la mnemotecnia, y en
el ya probado mecanismo de su retentividad.
Claro entendimiento, constante aplicacion,
prodigiosa memoria, ardiente deseo de saber
son las cualidades que le acompañan y ani
man á no desistir de su propósito. Da prin
cipio con decision, y sus diez y ocho años,
y su inteligencia medio cultivada, le hacen
adelantar maravillosamente en el estudio de
los conocimientos gramaticales.
Enemigo de la ociosidad y de entreteni
mientos frívolos y pueriles, busca siempre
los sitios mas retirados con el firme objeto
–23–

de entregarse mejor al estudio, tan pronto


como sale de la presencia de su maestro: de
èste modo sus progresos son rapidísimos.
Ni las curiosidades de la villa con sus
bellezas arquitectónicas, patria del célebre
don Domingo, primer obispo de éste nom
bre en la iglesia de Plasencia; caudillo de
gran valor acreditado en la memorablejor
nada de las Navas de Tolosa, yendo á la cabe
za de una compañía numerosa de su dióce
sis; ni su historia llena de sucesos dramá
ticos, ruidosos, como el haber sido preso
en Burgos por bejaranos, al mando de don
Alvaro de Zúñiga, el infeliz maestre de San
tiago y condestable deCastilla, don Alvaro
de Luna; ni las máquinas de innumerables
fábricas de bayetas y paños finos, movidas
por el Cuerpo de Hombre, que, mas tarde
había de adherirse á las importadas mejo
ras y adelantos de Bélgica y Sajonia; ni la
grata variedad y hermosa vista del con
torno, por su fondosa vegetacion y el es
merado cultivo de que hace gala: sus altos
montes, selvas y rios frecuentes, dignos de
ser cantados por el mismo ingenio que, así
en latinos metros, perpetuó los de la provin
cia de Hesse en Alemania:

“Et fluviis, sylvisque frequens, et montibus altis


Hassia: naturae similes creat alma locorum ,
Ceu natos in bella viros, quibus omnis in armis,
Vita placet: . . . . . . . . . . . . ”
–24–
Ni el recuerdo, en fin, con estos cuadros
silvestres de su amada vida pastoril; nada,
nada le distráe de su elevado pensamiento
en procurar materiales con que poder alzar
el templo de su futura gloria literaria. Hu
ye de las diversiones y del bullicio munda
nal; purifica su cuerpo con el ayuno; agi
lítale con el trabajo; avivale con el desvelo.
Lebrija, y los autores que le señalan y re
comiendan para la traduccion , no caen ja
màs de sus manos. Enamórase de la nerviosa
lengua del Lacio; traduce, escudriña sus
bellezas, aliméntase con el espiritu de éstas;
recréase en pronunciar sus rotundas frases
y musicales giros: el amor á la vieja lati
nidad enciende en su corazon la llama de
los sabios y clásicos ingenios. Dos años de
continuo batallar le conceden por galardon
un pequeño ramo del árbol de Minerva para
ceñir su frente y recordar, que, nunca po
drá decir ni hacer cosas útiles y beneficio
sas à la humanidad, sin este símbolo ve
nerable de la paz y de las letras, repitiendo
á su entendimiento:

“ Tu nihil invita dices faciesve Minerva.”

Nunca tus palabras y tus hechos adqui


rirán gloria si violentares el natural in
genio.
Hemos recorrido las dos primeras déca
das de la vida de Santiago José con todo el
interés creciente que inspira la narracion de
–25–
cualidades y hechos precursores de heroicas
virtudes y luminosa ciencia.
Santiago Josè, con diligente solicitud, se
dispone para un nuevo viage. La antorcha
del genio iluminará la senda por donde an
hela encaminar sus pasos. Debe ir à la ma
dre de las escuelas, á la eterna y renom
brada ciudad de Salamanca para tributar
homenage al tripartito lema de todos los
conocimientos humanos y optar por algunos.
Cosmología, Antropología y Teologia.
—Trionymum lemma.

He aquí los nombres que ostentan las gran


des escuelas y pronuncian con respeto maes
tros y discípulos, ante la inscripcion del
Nosce te ipsum :
Conòcete à tí mismo.

Con ésta famosa inscripcion en la mente y


en los labios solo desea llegar al templo de
la sabiduría, basada en el principio del te
mor de Dios, y adquirir las reglas de una
sana lógica para dirigir rectamente sus sen
tidos.
No le detengamos por mas tiempo en Be
jar: doce leguas dista del punto deseado.
Acompañémosle y no entretengamos con los
fútiles juegos de juventud marcial al que as
pira à la santa quietud de los claustros, ó
à la tranquila posesion del ministerio par
roquial. ¡Es tan apreciable, tan interesan
–26
te el tiempo; y á la manera que el preci
pitado rio en continuo movimiento se des
liza con tanta velocidad para no volver atrás!
Por que ni el rio, ni las horas pueden de
tenerse; por que las ondas impelen á otras
ondas; por que la primera impele, y la que
después viene es impelida: oh! verdad ter
rible! Así unos tiempos huyen y otros nue
vos se suceden: por que lo que existió dejò
de existir, y lo que no existía aparece, á
la par que todos los momentos se renuevan!
(1) ¡Sí! ¡ sí! no hay freno que detenga los
fugitivos dias! Aprovechemos buenamente
los que podamos! Si Santiago José no apro
vechàra bien los suyos no hubiera consegui
do en solos dos años aprender la gramática
latina, que ahora le abre las puertas de la
universidad y sienta su nombre en la lista
de los alumnos de filosofía.

(4 ) Ipsa quoque assiduo labuntur tempora motu,


Non secus ac flumen : neque enim consistere flumen,
Nec levis hora potest; * unda impellitnr unda ,
Urgeturque prior veniente , urgetgue priorem :
Tempora sic fugiunt paritér, pariterque sequuntur,
Et nova sunt semper , nam quod fuitante relictum est ,
Fitque quod haud fuerat, momentaque cuncta novantur.
OviD. 45. Mctam.
CAPITULO II.

Estudios universitarios.—Apego á los claus


tros.—Oposicion en concurso general á
curatos.—Muerte de su padre.–Entrada
en la carrera de párroco.

Wos en 1788 à Santiago José, aproba


do en gramática latina después de un bre
ve exámen , comenzar el primer curso de
filosofía en la universidad de Salamanca,
célebre por los esclarecidos varones de vir
tud y de ciencia que produjo, contribuyen
do así á los adelantos de la civilizacion ac
tual. De veinte años cumplidos en 7 de
setiembre, lleno de robustez y de vida, em
pieza à subir las gradas del templo de la
inmortalidad literaria con todo el entusias
mo que engendran la fé, la esperanza y la
caridad en los que solo desean facultades con
que poder hacer bien al prójimo.
Para no agravar tanto à sus padres con
los gastos de su carrera literaria, entró á
servir en la casa de niños expósitos. En este
asilo de la beneficencia pública tenía á su
–28–
cargo el libro en que se asentaban las en
tradas y salidas de aquellos séres desgracia
dos, y, cualquiera otra cosa que se le man
dase hacer, la desempeñaba con humildad
y prontitud ejemplares.
Era muy sobrio y parco en la comida.
Limpia y sencilla su ropa , ostentaba hasta
en el vestir su modestia. Suelen algunos po
bres odiar el lujo del rico, porque no pueden
gastarle : el odio de Santiago José á toda cla
se de lujo no era de esta naturaleza, sino
de razon filosófica y moral. Cuando mas
adelante le consideremos con la misma so
briedad y sencillez, teniendo intereses para
gastarle , si quisiera , nos convenceremos
de esta verdad.
Después de llenar todas las obligaciones
de su destino, se entregaba al estudio de la
filosofía con extraordinario desvelo. De las
veinticuatro horas del dia no dormía mas.
que cinco. De noche desde la una à las cua
tro y media, y de dia, en estacion calu
rosa, desde la una á dos y media. Este des
canso le hacia generalmente sobre los libros.
Tres años estuvo empleado en este estable
cimiento, captándose la benevolencia y es
timacion de los que le dirigían. Trataba con
el mayor cariño à los expósitos: entre ellos
aprendió à respetar y compadecer la hor
fandad de la niñez, y á fijar sus considera
ciones sobre los estravíos de la fragilidad
humana, seducida por el placer liviano de
un instante. Allí se afirmó del todo en la

== ------ ==
–29—
conveniencia de un voto de castidad, con
templando la suerte de aquellas infelices
criaturas, arrojadas al mundo sin mas am
paro, que el de la misericordia cristiana
que las habia recogido. ¡Qué cuadros tan pa
téticos para el sensibley caritativo Santia
go José! ¡ Cómo se enternecia y suspiraba
reflexivo, al ver diariamente aquellos po
bres séres, que la impiedad y la corrupcion
de las costumbres de esta época, lanzaban
con sigilo inhumano à los pies de la moral
religiosa bajo el techo hospitalario del hospi
cio! Santiago José lloraba entónces interior
mente la desgracia de ellos, y daba gracias al
SEÑoR porque los había hecho nacer en me
dio de un pueblo católico. A pesar de la
gran concurrencia de alumnos á la univer
sidad , era de un temple tan virtuoso, que
jamás incurrió en los estravios de la viciosa
juventud.
La ciudad inmortal que vió nacer al rey
don Alonso XI, y á doña Beatriz de Galin
do, segun asegura don NicolásAntonio, in
flama su espíritu apasionado á los sagrados
objetos.Como la predicha de Galindo, lla
mada comunmente la latina por sus latos
conocimientos en latinidad, cuya lengua en
señó á la reina doña Isabel la católica, ex
playa su entendimiento en las voluminosas
obras de los santos Padres, inspirado por
las altas cúpulas y gigantes campanarios
que retrata la corriente del fugitivo Tórmes:
por la vista de las talares vestimentas del
–30–
sacerdocio, que las calles, àtrios, vestíbulos,
y naves cruza, buscando el pié de los al
tares colocados en el fondo de àbsides semi
circulares. La religion circuida de esplen
dor y magnificencia, cautiva constantemen
te sus inclinaciones. Por donde quiera que
sus pasos le conducen no ve mas que religio
sas formas y atractivos de la magestad divi
na. Por éso con tanta ansiedad se consagra
á estudiar el texto elevado y conceptuoso de
la filosofía tomística con que debe prepa
rarse para abordar mas adelante las pági
nas sublimes de la teología. Desvelado siem
pre con el tratado filosófico de fray Antonio
Goudin, sabio dominico de Limoges, asis
tía con puntualidad y aprovechamiento, en
su primer año de esta facultad, á la cá
tedra, que, como sustituto, desempeñaba
el Maestro don Miguel de Cuarte, siendo rec
tor el licenciado Torrero. Con el segundo
curso, bajo la enseñanza de don Ignacio
Lecuna, concluyó de estudiar filosofía y ma
temáticas. Para obtener en ella el lauro
de bachiller, dió solucion á cuantos argu
mentos le ponian libremente los examinado
res en el dia 13 de abril –1790–, á las
cuatro de la tarde, por espacio de tres cuar
tos de hora ; y con iguales desembarazo
é ilustracion, contestaba á cuantas preguntas
ad libitum le dirigían. Examinado y hecho
todo lo que ordenaba el plan de estudios,
espedido en 24 de enero de 1770, saliò
aprobado por votos unànimes–nemine dis
–51–
crepante—, en suficiencia filosófica para
la obtencion del grado. Este le recibió en
26 del referido abril después de haber he
cho y ejercitado laudablemente en cátedra,
ante un lucido concurso de estudiantes de
la misma facultad, los actos de bachiller
en cuyo crédito quedó constituido, como
así consta de dos auténticos instrumentos
que , uno impreso y otro manuscrito, le
galmente testimoniados, apareciendo como
testigos los bedeles don Francisco Ruano
y don Gerónimo Perez, entregó al intere
sado don José Ledesma, notario público
con autoridad y secretario de la academia
salmanticense.
Bachiller en filosofía Santiago José á los
veinte y dos años, regocijase con el éxito de
su aplicacion extremada. El pastorcillo de
Bohoyo, que tanto se había recreado ya
con las églogas de Virgilio, odas de Hora
cio, y los tristes y fastos de Ovidio, en
tusiasmado ahora con los adquiridos cono
cimientos de la dialéctica, física y metaf
sica, animase eon ardoroso anhelo á cur
sar los que deban instruirle extensamente
en los divinos misterios de nuestra verda
dera religion, para elevarse en contempla
cion à Dios; para ser algun dia un atleta
del catolicismo; para difundir con dulci
simas palabras en todos tiempos y lugares
la brillante luz del evangelio, para sembrar,
en fin, las eternas verdades y extirpar los
errores con los elocuentes medios que pro
–32–

porciona un vasto conocimiento de la or


todoxia (1 ).
En los meses de vacacion, que preceden
á la apertura de cursos universitarios, San
tiago José, léjos de rendirse à las abrasa
doras influencias del estío, que agota los
rios y las fuentes, afanase en traducir los
libros que han de guiarle á las cátedras de
su futuro aprovechamiento.
Una edicion de las obras de Melchor Ca
no –natural de Tarancon en la diócesis de
Toledo, segun don Nicolas Antonio—im
presas en Madrid en 1785, tipografía de
Benito Cano, divididas en dos volúmenes,
son los introductores que le trasportan en
remontado vuelo à dominar las regiones
cubiertas de templos magestuosos, asilos de
beneficencia y càtedras de verdad. La de
dicatoria al excelentísimo y reverendísimo pa
dre fray Juan de Bojadors y Rocabert, maes
tro general de la órden de predicadores;
la brillante censura de fray Rodrigo de Val
dileo; las alabanzas que al ilustrísimo Mel
chor Cano y à su obra de los Lugares teo
logicos, tributan diez y siete famosos escri
tores; todos estos claros testimonios de va
rones ilustres; todas las refutadas acusa
ciones, que despuès siguen, haciendo brillar
mas y mas la sabiduría y buena reputacion
del gran teólogo, electo para la sede epis
( 1 ) Ortodoxia: recta opinio ; accipitur * sana, ac ca
tholica doctrina. Vide ejus antithesim. Cacodoxía
Macri Hieroleacicon.
–55–
copal de Canarias, convencen á Santiagô
José, ántes de internarse en estos recomen
dados lugares , de que lleva en sus ma
nos un verdadero libro de oro como lo
llaman el cardenal Esforcia en sus Vindi
caciones de la compañía de Jesus, cáp. 28,
y Dupin en su Biblioteca de autores ecle
siásticos del siglo XVI, tom. 4.º
En él encontrará la pureza y elegancia ci
ceronianas, la profunda y sana filosofía, la
critica para discernir los hechos, los prin
cipios para la recta inteligencia de los libros
santos, y el criterio filosófico para hacer un
uso digno de la teología escolástica , que
con tanto provecho de la Iglesia había en
señado santo Tomás en su inmortal Suma
teologica.
Escitado su ardor con estos preliminares
de recomendacion, principia el curso de
1790 atado siempre à los dos libros de los
Lugares teológicos, de Locis theologicis.
Con qué afanoso deseo de saber camina en
ellos! A la manera que el viagero, despuès de
principiado su viage, cuenta en cada vial
descanso las leguas que ha caminado y las
que todavía le faltan para terminarle : así
Santiago José, viajante de estos lugares,
cuenta los que ha corrido y los que aún tiene
que recorrer. De este modo avanza con ra
pidez y el precioso tiempo que vuela, guía
le insensiblemente al postrero. ¡Qué satis
faccion cuando su jornada termina !
La autoridad de la sagrada rituraCOD

-
—34—
tenida en los libros canónicos; la autoridad
de las tradiciones de Jesucristo y de sus
apóstoles, porque no se escribieron, sino
que se nos han trasmitido oralmente y pue
den llamarse oráculos de viva voz; la au
toridad de la Iglesia católica ; la autoridad
de los concilios, principalmente de los ge
nerales, que representan la Iglesia católica;
la autoridad de la iglesia romana, que,por
divino privilegio, es y se llama apostólica;
la autoridad de los santos Padres; la auto
ridad de los teólogos escolásticos; la auto
ridad de los filósofos, entre los cuales se
cuentan los jurisconsultos, pues que estos
profesan tambien la verdadera filosofía; la
razon natural que se estiende latísimamente
por el campo de las ciencias inventadas;
y, en conclusion, la autoridad de la histo
ria humana, ó por autores fidedignos escri
ta, ó por tradicion conservada de generacion
en generacion con grave y constantejuicio, y
no con las consejas y cuentos de vieja supers
ticiosa: hè aquí el bosquejo de los Diez luga
res que desarrolla magnificamente el sabio:
pues ya se mire à la vasta y profunda erudi
cion; ya al elocuente y sentencioso estilo; ya,
en fin, á la severa é incisiva lógica con que
procede, agosta todo este campo, y nada
deja que desear á los criticos mas exigentes.
Es una obra maestra, que figura en pri
mera línea entre las producciones del ge
nio, y que ha grangeado á su autor una
celebridad inmensa, asociàndole à los pa
–55–

dres y fundadores, no solo de la teología esco


lástica, sino tambien de la dogmàtica y de la
polémica. Y lo que mas realza el mérito de su
autor es el haber sido el primero que entre
los catòlicos escribió de esta materia con
tan feliz éxito, que, cuantos han escrito
después de él, casi no han hecho otra cosa
que copiar ó ampliar sus doctrinas.
Bien conoce ya Santiago José las exce
lencias de tan grande obra, puesto que solo
se consagró á su estudio en todo el curso
de 1790, que finaliza y gana; como consta
de cédula manuscrita y firmada por el pa
dre maestro, catedrático de Locis theologi
cis, don José de la Oliva, con elvisto bueno
del bachiller Perez, vicerector, fecha 18de
junio. Otra cédula manuscrita y visada por
el dicho Perez, y firmada por los señores
maestro Diaz, y bachiller Felipe de Castro,
presidente y secretario de la real academia
de teología, acreditan haber asistido á ella
Santiago José, como oyente, en el curso
de noventa á noventa y uno, todo el tiem
po que prescribía entónces el vigente plan
de estudios, fecha 10 de junio. Matricula
do en 10 de enero, fól. 57 vuelto, probó
curso de Cano en 28 de julio de 1791, fól.
89 vuelto.
Santiago José no descansa: las vacaciones
son para él un nuevo curso de estudio pri
vado. Anhelante de saber, despertada su
curiosidad con las obras de Melchor Cano,
tan llenas de erudicion y de citas históricas,
–56–

procura adelantar cuanto puede en la per


feccion del rico idioma latino, adquiriendo
gran copia de significados. Ya sabe que en
el curso próximo entrante debe manejar las
inmensas obras del insigne teólogo abru
cense santo Tomás de Aquino, discípulo
del sapientísimo beato Alberto Magno.
La teología ha cautivado enteramente su
espíritu. Crée no hallar sobre la tierra em
pleo mas digno que el de consagrarse á la
contemplacion del supremo HACEDoR, que to
dos los séres cría y mantiene en el universo.
Antes de empezar éste curso deja la casa
de niños expósitos, y pasa à vivir en po
sada, aunque buscando siempre con pasa
gero empleo en aquella, alguna ayuda para
sus gastos particulares.
Ya tiene delante de sí una edicion de la
Suma teologica: el monumento inmortal del
santo doctor angèlico; la obra de las obras
teológicas por excelencia, compuesta de
seiscientas trece cuestiones con tres mil
ciento veinte y tres articulos; obra magis
tral, profunda; obra de la cual se han he
cho tantas y tan variadas ediciones, enri
queciendo las bibliotecas públicas y privadas,
que sería difícil hacer de ellas una memoria
circunstanciada. Obra que ha sido la ver
dadera fuente de la teología escolàstica;
obra comentada por millares de escritores
doctisimos, y mirada siempre como un cuer
po de doctrina teológica tan ordenado, tan
coherente, tan perfecto, expuesto con tanta
—37–

lucidez y claridad, que es como una enciclo-


pedia en la que se reunen todas las luces
de los santos Padres, y se hacen servir ade
más á la defensa de la verdad católica los
resultados de las ciencias filosóficas. En ella
se refutan todos los errores antiguos y se
previenen los argumentos de los errores
modernos... ¡Cuánta lectura! ¡qué campo
tan dilatado ! Summa rerum sacrárum, sum
ma omnium summarum ! ¡Agregado de todos
los santos objetos, suma de todas las su
mas es indudablemente la Suma teológica
puesta en las manos de Santiago Josè ! Ya
le han dado tambien la tabla de las cues
tiones con la diferencia de los seiscientos
tres articulos escogidos en que mas debe
fijar su atencion y ejercitar su fina memo
ria. Y, ¿sedesanima por éso á estudiar? des
maya su aplicacion à vista de esta larga sé
rie de lecciones preparadas á su entendi
miento? No, ciertamente ! ¡ qué obstáculos
no vence el hombre con su aplicacion y
constancia? Santiago José cada vez mas fir
me en su noble propósito, camina con se
guro paso en la senda que se ha trazado;
y, para prueba de ello, principia, sigue y
concluye su curso, dando las mayores mues
tras de su incansable estudiosidad.
El maestro Diaz; el vice rector Prieto;
el secretario y bachiller Ahumada; el ba
chiller don Justo Pastor Perez; el bachiller
Buenadicha; y el maestro fray Gabriel San
chez, que aparecen en las cédulas que ob

-- --- . e. ... = ** - ---


–38—
tuvo del curso de noventa y uno á noven
ta y dos, honran en todas ellas á Santiago
José, conceptuándole de puntual y aplica
do: en todas se espresa haber ganado curso
con grande aprovechamiento. Matriculado
en teología en 18 de enero de 1792, fól.
65 vuelto, probó su primer curso en 15 de
julio del mismo año, fól. 110 vuelto.
Descórrese el velo de la Divinidad á los
ojos de Santiago Josè : ve la magestad del
ALTIsIMo, cuyo trono es el universo. Tiem
bla , poseido de respeto: se agita; se pros
terna; adora el poder y los atributos de
su Dios. La creacion surgiendo de la nada;
la inmensidad del espacio poblada de in
finitos globos de luz; la materia toda ani
mada por el espiritu vivificante de una pa
labra; por el hágase imperioso y divino
de un SER únicamente increado y eterno,
llenan de pasmo y de filosóficas reflexiones
la mente juvenil de Santiago José.
Continúa los cursos de sagrada teología.
El maestro fray Gabriel Sanchez; el maestro
fray Toribio Mayo ; el bachiller José Sanchez
Casilla; el maestro Diaz, moderante; el rec
tor D. Gorordogoyeda; y el bachiller, Ber
nardo AntonioSuarez, secretario, confirman
en las cédulas del curso de noventa y dos á
noventa y tres el aprovechamiento literario de
Santiago José. Matriculado en 18 dediciembre
de 1792, fól.67, probó segundo curso de
teologia en 8 de julio de 1793, fól. 15 vuelto.
¡Cuánto se pule su entendimiento ! Es
–39—
ya un hombre de criterio con sus veinte y
cinco años de pastor y estudiante. Nació
y se desarrolló su infancia en el seno de
la naturaleza silvestre, se ilustró su juven
tud en el seno de la sociedad culta y lite
raria, rodeado siempre de sabios maestros
que le enseñaban la verdadera ciencia de la
vida transitoria, y por los méritos de ésta
el mejor medio de alcanzar la eterna.
Con éste segundo curso pasó al estudio de
la moral. Investiga el corazon del hombre:
trata de conocerle en todas sus fases por
sus pensamientos y deseos, sus acciones
várias, sus vicios y sus virtudes.
Con la Primera de la segunda parte—
Prima secundae—, reconoce los medios que
tiene para ennoblecerse y perfeccionarse,
correspondiendo á los altos y bondadosos
designios que presidieron la creacion de éste
sér, que, aunque formado en su cuerpo de
un poco de barro, recibió un alma inteli
gente, capaz de asociarse á la gloria de su
CRIADoR, dominando à la naturaleza, des
pués de él, en gran parte.
Todavía hay que ir mas adelante. La tri
partida obra del santo,ésta obra colosal de
celeste sabiduria exige aún mas que dos años
de estudio. La Segunda parte de la segunda—
Secunda secundae—, que principia tratando
de la fé, le llama á proseguir estudiando los
misterios de la sagrada ciencia. Matriculado,
pues, en 25 de noviembre de 1795, föl.
64, probò su tercer curso de teología en
–40–

26 de junio de 1794, fól. 4. El rector Go


rordogoyeda; el maestro Diaz, moderante;
el bachiller Gomez Calama ; y el bachiller
Ahumada, explicante en cátedra de extra
ordinario, todos testifican en cédulas ma
nuscritas el aprovechamiento de Santiago
José. El licenciado don José de Ledesma,
abogado de los reales consejos y secretario
del muy insigne claustro, universidad y es
tudio general de la ciudad de Salamanca,
en fecha 18 de noviembre del expresado año
de 94, le dió certificacion auténtica y lata,
de estos tres cursos de la SUMA, y del pre
cedente en CANo , como en premio de sus
afanes literarios.
Santiago José hapenetrado ya en el cora
zon de la ciencia teológica. Contempla los
cielos y la tierra; comercia con Dios y se
dispone à dirigir moralmente con fraternal
caridad al prójimo que no aprendiò como él
à moderar sus pasiones, á regir sus senti
dos por medio de las reglas de una sana
moral y sabia filosofía.—“Contempla la sa
biduría, los yerros y la necedad; y ve que
la sabiduría, aventaja tanto á la necedad,
cuanto se diferencia la luz de las tinie
blas.”—Eccles. c. 1. v. 12, 13.
Tiene veinte y dos años: su robustez no
se ha resentido de tanta aplicacion. Su ca
pacidad y memoria son de dia en dia mas
prodigiosas. En este mismo año de 1794
hizo oposicion en latinidad y teología à una
beca hebrea del colegio trilingüe de dicha
–41–

ciudad, consiguièndola por diez y nueve vo


tos de los veinte que componían el claustro:
esto es una prueba de su talento literario.
Santiago José no podia contar con reco
mendaciones de sus padres, que vivían mo
desta y humildemente obscurecidos en las
faldas de una sierra: todo lo debía altra
bajo, al verdadero mérito. Estudió entón
ces hebreo, pero con tales adelantos que,
en breve tiempo, llegó á traducir cinco
capítulos del Génesis. Regía á la sazon la
diócesis de Salamanca el ilustrísimo señor
obispo don AndrésJosé del Barco, memo
rable por sus limosnas y sermones.
Para convencernos de la decidida voca
cion con que Santiago José anhelaba abrazar
la carrera eclesiàstica, basta solo notar su
moderada conducta, su aplicacion, su apro
vechamiento en los estudios teológicos, y el
respeto y admiracion que tributaba siempre
à todas las instituciones religiosas. Por esta
causa no estrañaràn ahora nuestros lecto
res, que haya profesado en 18 de marzo de
1792 en la venerable tercera órden de la
beatísima Virgen del monte Carmelo, de la
que era director el reverendisimo padre
maestro fray Francisco García Cañizano,
como consta de la patente impresa y sella
da que le entregaron con fecha doce del si
guiente mes de abril. La soledad de los
claustros encantaba à su corazon religioso.
La tranquilidad y la paz de estos asilos del
saber, de la meditacion profunda, espiri
-42—

tual y devota, halagaban enteramente su


genio ascético, reflexivo y estudioso. Su
entendimiento juvenil había comprendido
los peligros y escollos, que á la fragilidad
humana ofrece el mundo, y deseaba sepul
tarse en el retiro de algun edificio monacal
para dedicarse de lleno al rezo y al estudio.
Su imaginacion estaba poseida con la mayor --

vehemencia de aquella sublime idea, que, en


verso numeroso, tan bien ha sabido esponer
en la conclusion de una oda elegante, uno
de nuestros mejores literatos coetáneos.
“Hay almas en la tierra doloridas,
Que asil buscan las místicas guaridas,
Cual su nido las aves.”
EUG. DE OCHOA.

Contemos ahora otros nuevos pasos de


Santiago Josè. En atencion à que su avan
zada edad y la debilidad de su vista no le
permitian continuar en el estudio del he
breo, deja la monumental ciudad de Sala
manca y pasa à la de Avila de los Caba
lleros con el objeto de esperar el concur
so general á curatos, y terminar à la vez
sus estudios universitarios.
Trasládase, pues, á la pátria de la serà
fica y fundadora santa Teresa de Jesus: á
aquella ciudad tan celebrada por la histo
ria, y en particular por la del padre Ariz,
cuyos almenados muros descuellan sobre
un terreno escabroso por sus peñascos
de granito en la márgen derecha del tor
tuoso Adaja. En el convento que, conser
–43—
vando su antiguo nombre, aún hoy dia se
llama de santo Tomàs, estaba la universi
dad famosa entónces por sus doctos maes
tros dominicos. Todavía se halla en muy
buen estado por los frecuentes reparos que
en él hace su poseedor actual.—Matricú
lase, y, corriendo el año de 1794, sigue y
concluye el último curso de la Suma. Gra
dúase de bachiller, nemine discrepante,
y en el de 1795 estudia sagrada Escritura
y teología moral con singular y notable
aprovechamiento, debido á su constante
aplicacion, á su creciente memoria, á su
inteligencia asiduamente cultivada, à su vida
tranquila y devota, léjos del bullicio y de
la frívola vanidad del mundo.
Tuvo un acto mayor pro universitate,
y fué presidente de la academia. Su genio
ilustrado esparcía por todas partes sus bri
llantes rayos de luz. Como las corrientes
del Cuerpo de Hombre, del Tórmes y del
Adaja corren á buscar un rio mas cauda
loso para buscar tambien después incorpo
radas en él los abismos del océano inson
dable: asíSantiago José corre presuroso por
el dilatado campo de la ciencia teológica,
examinando sin cesar todas las partes del su
blime conjunto de la doctrina revelada para
descubrir el mútuo enlace que las une.
Acompañado siempre de sus libros, jui
cioso y meditabundo, no desea mas que ho
ras de soledad para perfeccionarse en el es
tudio de los conocimientos ortodoxos.
—44--
¡ Cuántas veces se habrá sentado en aquellas
grandes moles de piedra que median, presen
tando una vistosa gradería, entre el paseo de
san Roque y el suntuoso convento de la vieja
universidad, àntes de entrar en cátedra !
No pocas sentados tambien nosotros en ellas
hemos tributado un triste recuerdo á sus
cenizas, evocando su sombra de estudiante
para verle repasar sus lecciones y animar
nos con su noble presencia ilusoriamente à
una momentánea imitacion! Avila ha tenido
para nosotros en algunos dias el mérito de
los tristes y afectuosos recuerdos, y en el
seno de la sencilla amistad hemos deposi
tado mas de una confianza suscitada por la
memoria de nuestro héroe, cuyas huellas
deseàbamos encontrar aún impresas.
Baste de reflexiones ilusorias, y volvamos
à la realidad de los hechos. Santiago José
como se colige por lo espuesto, termina
sus estudios mayores á costa de estraordi
narios afanes. Mas, ¿por qué despuès de
concluidos tan felizmente anda triste y ta
citurno? En medio de tan prósperos suce
sos, ¿ què terrible y fatal accidente seinter
pola, que no da lugar á un verdadero júbilo,
à las satisfacciones que vierte en el ánimo del
aplicado estudiante la ciencia adquirida con
penosas vigilias, y hasta con frecuentes ne
vralgias cerebrales?¿què negra afliccion es la
que turba sus placeres intelectuales? La que
imprime en lo mas intimo del corazon una
pérdida irreparable: la muerte de uno de
–45—
los objetos que mas se aman. El 12 de se
tiembre de 1796 había espirado su querido
padre!... Hè aquí el misterio de su aflic
cion : respetemos su justo dolor, èse do
lor que lucha con la resignacion filosófica
de su alma ilustrada. Si algunas lágrimas
se deslizan por sus pálidas mejillas, veá
moslas correr humanos y compasivos sin
inquirir la causa de su llanto! Ya la sabe
mos: ha perdido á su amado padre y no le
queda mas que una anciana madre viuda á
quien cuidar como hijo y como sacerdote...
Un semblante macilento y unos labios silen
ciosos dicen en estos casos mas que todas
las lamentaciones articuladas (1). ¡Ay! cuan
do se pierde un padre los primeros accesos del
dolor no se demuestran con voces, sino con
llanto y sollozos, y por espacio de muchos
dias se ama el silencio y la soledad!... Este
episodio amargo de la vida del señor Mazo
no puede aparecer latamente escrito, por
que su profundo sentimiento no se había
manifestado con palabras, sino con lágri
mas, que no se retratan en los escritos.
Es un cuadro indescriptible que reclama
nuestras miradas, si hemos de penetrar el
acerbo dolor del interior ageno por la real
(4) Bueno será advertir, no obstante, que los placeres y
los dolores extremos perturban fuertemente la sensibilidad, ó
llegan á amonadarla, á matarla, á causar la anestesia. En
tales casos no hay acompañamiento de fenómenos expresivos.
Por esto se ha dicho muy bien que los grandes dolores son
mudos,y que el silencio es la elocuencia del dolor.
F. MoNLEAU, Curso de psicología, c. IV. p. 106.
–46–

y delicada espresion del lagrimoso y afligi


do rostro.
Tenía hecha el señor Mazo su primera
oposicion á curatos por la que á ésta sazon
se le confirió el de la Aliseda. La prima
clerical tonsura en 19, las cuatro órdenes
menores en 28, y el subdiaconado en 30
de octubre de 1796; á las que siguieron
luego el diaconado en 1.º, y el presbiterado
en 6 de noviembre del mismo año, siendo
obispo donfrayJulian de Gascueña, le pusie
ron en estado de poder gustar el pan eucarís
tico sobre el altar del supremo JUEz que
alegra la juventud, y no confunde nunca la
causa del justo con la del impio. ¡Cuànto
gozo esperimenta al verse elevado à tan sa
grado ministerio! Sus ardientes deseos em
piezan desde ahora à tener cumplido efecto.
Presbítero à los 28 años de su edad, con ver
dadera vocacion divina, pronto à sacrifi
carse en las aras del Señor Dios de los ejèr
citos, por su gloria eterna y la de sus se
mejantes en los rectos caminos de la verdad
evangélica, mira entreabrirse el cielo á su
faz, y resplandecer, iluminando su mente,
la aureola reservada á la santidad de sus
costumbres. Bajo la proteccion y amparo
buen racionero de la catedral de Avila,
on Tadeo Ramal, hasta que cantò misa,
no sabe como espresar las emociones de su
gratitud, ántes de partir á desempeñar los
deberes de su nuevo y santo destino.
Previendo que ocupaciones indispensa
–47–
bles habían de detenerle en la referida ciu
dad algun tiempo, con la misma fecha del
dia en que fuè tonsurado, otorgó formal
poder á don Narciso S. Gonzalez, capellan
curado del lugar del Tejado, y al licenciado
don Francisco Barrado y Cereceda, pres
bítero y cura propio de la villa del Congos
to para que, ambos á su nombre, tomasen
posesion del curato que se le habia conferido.
El clero parroquial dominaba entónces
el espíritu católico y religioso de la provin
cia de Avila. La silla episcopal del insigne
Tostado, señora de todas las conciencias de
su diócesis, ejercía su vigilancia pastoral con
un celo y un ardor verdaderamente dignos
del santo prestigio con que brillaba, haciéndo
se admirar y obedecer. La disciplina eclesiàs
tica estaba aún en todo su vigor: la religion,
que, multiplicando sus altares y sus púl
pitos, de los que bajaba la enseñanza para el
pueblo (1), multiplicaba á la vez los fraterna
les vínculos de la sociedad, moralizàndola
y sembrando en ella las virtudes evangélicas,
era la base de ésa civilizacion edificante y
única bienhechora, con la que tanto pugna
el violento escepticismo en la guerra de los
empleos y demàs intereses materiales.
(1) Mira! allí el roto altar ora se esconde :
Yace por tierra el púlpito de donde
Bajaba la enseñanza.
Cuántos esa enseñanza recibieron !
Cuántos en ella la virtud bebieron,
Y cuántos la esperanza !
E. OCHoA, en las Ruinas de un monasterio abandonado.
-48–
El señor don Santiago José García Mazo,
hombre ya maduro y provecto, detúvose
en Avila el tiempo ménos posible, y se
dirigió á su parroquia de la Aliseda, cuya
vacante por ascenso de don Angel José de
Huescas à la de la villa de Herreros de
Suso, iba à cubrir. No tarda en pisarla,
aunque distante de la capital trece leguas.
Situada en la márgen izquierda del rio
Tórmes, compuesta de un pequeño grupo
de casas, tiende sobre ella sus miradas pa
ternales como el ave sobre el nido en que
la esperan , deseosos de alimento, sus im
plumes y débiles hijuelos. Dejémosle ahora
en medio de sus sencillos feligreses, dia
riamente ocupado en procurarles bienes
temporales y espirituales, y en el siguiente
capítulo contemplaremos al párroco evan
gelizador, solicito y vigilante, modelo siem
pre de bondad y mansedumbre, como las
del Dios-HoMBRE á quien imitar y seguir se
propone , diciéndose interiormente: “No
soy yo el que vivo: Cristo es el que vive en
mí"— A los Galat.2. v. 20—, añadiendo
con el doctor san Gerónimo: “Clávense en
mí las miradas de todos: mi casa, mi con
versacion deben ser los espejos de la pú
blica disciplina: cualquiera cosa que hiciere,
persuádanse todos de que por ellos y para
ellos la hice.”—Epíst. 2 à Heliodoro.
--
----------
-------- =======

CAPITUI.0 III.

Desempeño de su ministerio parroquial en


la Aliseda, y posteriormente en Boho
yo.— Muerte de su madre.—Su escru
pnlosidad en santificar los dias festivos.

Hos acompañado al señor Mazo hasta el


lugar de la Aliseda, en el que le vimos
entrar y principiar á ejercer las sagradas
funciones de párroco, siempre con su que
rida madre al lado, por quien después de
Dios y de la iglesia se sacrificaba: era uno de
los buenos hijos que las madres crian, y
uno de los mejores sacerdotes de entre los
sacerdotes.Cuatro años, nueve meses y vein
te y tres dias estuvo en esta parroquia, y nada
hemos dicho de su solicitud pastoral, de su
resignacion en las diarias fatigas, de la
paciencia con que se dedicaba á guiar las
almas por buen camino.
¡Con qué emocion pronunciaría aquellas
magníficas palabras que dice siempre el sa
cerdote al ponerse el manipulo !
4

-_. - ---- --------__-------. ---------


–50—
Hacedme digno, oh Señor, de llevar el
manipulo del llanto y del dolor, para que
reciba con alegría la recompensa del trabajo.
“ Merear, Domine , portare manipulum
fletus et doloris; ut cum exultatione reci
piam mercedem laboris.”
Antes que pasemos á retratar al señor
Mazo en su ministerio parroquial, con to
da la amenidad sublime de que es suscep
tible, creemos que nuestros lectores veràn
con gusto lo que de las funciones de un
buen párroco dice un autor en el párrafo
VI de un articulito de periòdico, que lleva
por epigrafe, Historia contemporánea.
,Es inmemorable costumbre en Catalu
ña, dice, y en especialidad en la parte de
la montaña , ser los párrocos una especie
de jueces àrbitros en todos los asuntos do
mésticos. El padre que piensa casar á su
hijo con la hija del amigo ó del vecino,
acude primero al sacerdote á manifestarle
su intencion y pedirle consejo. Si el pár
roco aprueba, es el que se traslada à la
casa de la pretendida, à cuyo padre expo
ne la conveniencia de la boda de que se
constituye negociador, siendo generalmente
seguro el asentimiento; porque deseando
solo estos verdaderos pastores de la iglesia
la felicidad de sus feligreses, procuran au
mentarla y perpetuarla con estos matrimo
nios, que, siendo dichosos y tranquilos,
como no pueden menos de serlo, atendi
das sus costumbres sencillas, consideran á
–51–

los pàrrocos como los autores de su ventura.


, Lo mismo que con los matrimonios,
sucedía con las disensiones y todos los de .
más actos que pudieran perturbar la feliz
tranquilidad de las familias. Rectos y jus
tos siempre los párrocos en sus juicios,
conquistaban el amor de aquellos, que ya
les respetaban por la religion. ¿Cuánta no
será la influencia del clero sobre aquellas
almas religiosas y amantes? ¿Qué otro po
der osará sobreponerse, ni aun competir
con el suyo? Dueños de la conciencia y
del corazon de aquellos altivos y belicosos
catalanes, les guiaban como verdaderos re
baños que obedecían sumisos la voz de su
pastor evangélico.” A. P. — La Semana,
periódico pintoresco universal, año 1.° nú
mero 5°
¿Y era solamente en la parte montuosa de
Cataluña, donde los buenos párrocos diri
gían á su arbitrio la voluntad de los pueblos
que moralizaban? En las sierras de la pro
vincia de Avila el digno señor Garcia Mazo
patentizaba ya tambien por sus venerables ac
tos de ejemplarvirtud, ése mismo prestigio
de poder religioso sobre las conciencias de
sus adictos parroquianos. Todos le amaban
y querían; todos anhelaban su dulce trato y
bendecían su caridad cristiana. Las volunta
des y los ànimos estaban continuamente
prontos á su voz y à sus mandatos. No te
nían mas placer que oir sus amonestaciones
y amorosos consejos. Los mas incivilizados
—52—

y rústicos feligreses, presentándose respe


tuosos à oir sus instructivas y moralizadoras
lecciones de claro estilo, adquirían poco á
poco instruccion y cultura hastaentónces para
ellos desconocidas. Niños, jóvenes y ancia
nos, todos pendientes de los veraces labios
de tan docto sacerdote, pulian su entendi
miento, y, exentos de vanidad y orgullo
prosperaban, ricos de todo lo necesario, en
los seguros caminos del amor de Dios. Con
ha oracion y el trabajo se fortificaban el es
piritu y el cuerpo aquellos robustos habitan
tes, que, un maestro, un padre, un her
mano, un amigo, un protector generoso y
decidido veían solo en la persona del señor
Mazo. El ejemplo de éste era la espresion mas
elocuente de lo que deseaba inspirarles, con
siguiéndolo fácilmente, porque de este modo
conocían mejor los bienes que lleva consi
go el bien obrar del justo religioso. El señor
Mazo no descuidaba nada de lo que pudiera
hacerlos felices: visitaba con frecuencia los
enfermos; socorria á los pobres; daba hos
pitalidad á lospasageros; consolaba á todos
los afligidos: sus actos resplandecían siempre
en santidad, suscitados por una dulce cari
dad cristiana. La iglesia parroquial atraña
continuamente con la mayor devocion à los
feligreses, que, bajo el sagrado techo se api
ñaban, deseosos de aprender la sana doc
trina que de la boca del señor Mazo salía.
Las eternas verdades del evangelio ilumi
naban allí los entendimientos de los mas
–53—
rudos ignorantes. En aquel sencillo templo
no resonaban mas que palabras de amor á la
virtud y odio á la corrupcion. En el fondo
de aquellos dóciles corazones, respirando
mansedumbre y rectitud, solo se habían
grabado estas salmódicas palabras: “¡Cuàn
grande es, SEÑoR, la abundancia de tu dul
zura, que tienes escondida para los que te
temen!”— Salm. 31, 19.
Tenía dicho templo la advocacion de santa
Margarita. Naciò esta vírgen en Antioquía,
y de su vida escribió el sabio Teótimo. Hija
de un patriarca gentil, llamado Teodosio,
fué dada á criar á una ama, que, como los
padres del señor Mazo, poseía un rebaño
de ovejas. La santa ayudó ápastorearlas con
otras jóvenes, siendo de edad de quince
años. Solicitada amorosamente por Olibrio,
adelantado en aquella parte del Asia, ya por
haberse negado à sus gustos, ya por confesar
la fé de Jesucristo, fué dolorossimamente
azotada con vergas, y desgarradas sus car
nes con peines de hierro, teniéndola pen
diente del ecúleo. No satisfecha la rabia
del tirano con este primer tormento mandô
que la desnudasen, abrasasen su cuerpo con
hachas encendidas, y después la metiesen en
una pila de agua. Esto ejecutado, santa Mar
garita salió sana del agua, convirtiendo por
medio de este milagro á cinco mil hombres,
que fueron degollados creyendo en el SEÑoR:
seguidamente lo fué tambien la santa heroi
na en veinte de julio, que la iglesia celebra.
–54–

La circunstancia de haber apacentado un


rebaño esta virgen màrtir, escitaba en el
señor Mazo una particularisima devocion
hácia ella. ¡Cuántas veces al verla diaria
mente, àntes ó después de dirigirla sus ora
ciones, recordaría por la de la santa su ya
pasada vida pastoril !
Como hijo de labradores, tenía el señor
Mazo aficion á la agricultura. Poseia co
nocimientos de economía rural, y era de
la opinion de aquel rey de Lilliput, que,
después de haber oido explicar á Gulliver
los principios de los grandes políticos de
Europa, le dijo: “Si hallase un hombre
capaz de hacer producir dos espigas al gra
no que IIo produce sino una, le miraría con
mas aprecio y respeto que à todos vues
tros políticos (1).”
Aunque los campos del lugar de la Ali
seda producen algun trigo , centeno, pa
tatas, lino y muchas alubias, como por
la abundancia de sus pastos consistía su
principal riqueza en la cria de ganados, es
pecialmente del vacuno, el señor Mazo, ins
truido desde su infancia en el modo de criar

(1) Gulliver explique au roi de Lilliput les principes des grands


* de l” Europe. “Si j” avais, lui répond ce prince, un
omme qui fit sortir deux épis d” un grain qui n” en pro
duit qu”un, j” en ferais plus de cas que de tous vos politiques.”

NoTA del poema de Saint-Lambert Les Saisons, puesta


á los dos versos:
Aprenez, ó mortels ! qu” un sol pauvre et stérile
Devient en un moment un sol riche et fertile.

-=
–55–
los y propagarlos, enseñaba tambien à sus
amados feligreses todo lo que tenía relacion
con la prosperidad de esta industria pecua
ria. Hasta sus inocentes y recreativos pa
satiempos llevaban el sello de la virtud sa
cerdotal. Cuando por via de higiénico ejer
cicio, cruzaba de paseo algunas veces el
contorno de su parroquia, y encontraba al
paso afanado en sus rústicas labores á cual
quiera de sus adoctrinados hijos espirituales,
como padre amoroso y tierno de ellos, se pa
raba á instruirlos con sus consejos , añadien
do á lo religioso, lo que al bienestar material
de los mismos podía convenir. Se hacia cargo
del gènero de trabajo à que se dedicaban, y
que método seguían ; porque de la buena
eleccion y reglas de estos penden los úti
les resultados. Con los conocimientos que
poseía de la agricultura erigiase fácilmente
en maestro agrónomo, instruyéndolos con
el mejor fin en los modernos adelantos.
Nunca se había visto en aquel lugar un
resorte mas activo de su prosperidad, que
la continua vigilancia en todo del señor
don Santiago José García Mazo. Era siem
pre el verdadero tipo del santo sacerdo
te que la pluma del celebrado abate Lame
nais en los dias de su sanojuicio supo descri
bir con tan vivos colores de verdad y belleza
elegantes en los dos siguientes parrafitos,
que oportunamente cita y reproduce el
conde de Fabraquer en un articulo de
periódico – La Semana, número 2º—, al

*** ---- –
- ===
–56–
referir una celebracion del santo sacrificio
por el nuevo sacerdote , don Francisco de
Asis Calzadilla , siendo sus padrinos el co
misario general de la santa Cruzada, y los
ministros de Gobernacion y IIacienda.
“Un sacerdote es el amigo de todos los des
graciados, el consolador de todos los afligi
dos, el apoyo de la viuda, el padre del huèr
fano, el reparador de las injusticias, de
los perjuicios, de los desórdenes que en
gendran con harta frecuencia las funestas
pasiones y las fatales doctrinas. Su vida no
es mas que un largo sacrificio à la felicidad
de sus semejantes. ¿Qué hombre consen
tiría como él en trocar todas las delicias
domèsticas, el goce de todos los bienes, por
los árduos deberes de oscuras funciones, cuyo
ejercicio repugna á veces á los sentidos, y
que suele no recibir en recompensa mas
que desden, ingratitud é iusulto? Todavía
está sumergido el mundo en un blando sue
ño, y ya han empezado sus obras de cari
dad, porque ya ha visitado al enfermo, so
corrido al pobre, enjugado las lágrimas del
infortunio, y hecho correr las del arrepen
timiento: ya ha ilustrado á la ignorancia y
Consolidado en la virtud à las almas contur
badas por las borrascas de las pasiones.
Después de un dia pasado en el ejercicio de
semejantes obras llega la noche, pero no
el descanso.
“A la hora en que el placer llama á los
demàs á las fiestas, á los teatros, à las ter
–57–
tulias, un hombre se dirige al ministro de
la caridad. Un cristiano toca á sus últimos
momentos, el sacerdote lo deja todo, adi
vina sus angustias, rodea su lecho de con
suelos, de la esperanza y de la fé. El mo
ribundo dirige sus oraciones á Dios, al Dios
que muriò por su salvacion y que va à darle
en el Sacramento una prenda segura de
misericordia y reconciliacion.”
- ¿Y qué no hacía el señor Mazo, que no
estuviese en armonía con la descripcion
del sacerdote, debida á la pluma elocuente
del abate Lamenais? En su posicion de pár
roco rural, ningun otro haria mas de lo
que èl solía hacer y practicar. El señor
Mazo era el observador rigido de la pràc
tica è instruccion que en su excelente obra
del Hombre apostolico, enseña con magis
tral erudicion san Alfonso de Ligorio. Ha
bía ojeado los libros de los principales teó
logos, hasta entónces conocidospor su sa
biduría, y asi nada ignoraba de lo que debía
practicar un buen parroco. Las instruccio
nes, los admirables consejds que J. G.
Saettler—Monita ad Parrochos—, ina dirigi
do à los párrocos para el mayor acierto en el
desempeño de su ministerio parroquial, pa
recen haber sido tomados enteramente de
la ejemplar conducta del señor Mazo. Un
sacerdote como éste debió sin duda haber
inspirado á Saettler las concepciones de su
libro. La solicitud y vigilancia pastorales
del señor Mazo; sus frecuentes visitas por
–58—

la parroquia, extirpando abusos é introdu


ciendo en ella los buenos hàbitos, las sa
nas costumbres y los ejercicios devotos; la
paz y tranquilidad que con sus amonestacio
nes privadas derramaba en el seno de las
familias mal avenidas ; sus vàrias predica
ciones; el género y materias de instruc
cion que adoptaba; su peculiar cuidado en
adoctrinará la niñez; los socorros que pro
digaba á los pobres y enfermos,todo ates
tiguaba el santo espíritu de que estaba po
seido en honra de Dios y provecho de los
hombres, diciendo con el apóstol : “Her
manos, el buen deseo de mi corazon, y
mi oracion á Dios, es para que tengais sa
lud”.—A los Rom. c. x, p. 1.
Como la prudencia del espíritu es vida
y paz— segun san Pablo dí los Rom. c. 8,
v. 6 —, el señor Mazo, guiado siempre
de éste, cumplia y procuraba con todos
los dulces medios, que á su alcance esta
ban, hacer cumplir la santa ley y preceptos
del SEÑoR su Dios. Para lograr sus espiri
tuales fines, la perseverancia y la manse
dumbre de su buen corazon eran sus mas
poderosas aliadas en la empresa.
Un notable cambio se había observado ya
en las costumbres de sus feligreses desde
que su doctrina sembrada con diligencia,
se arraigara en los corazones de aquellos,
prometiendo frutos inapreciables de mora
lidad religiosa. Mejorados así moralmente
en su condicion social, eran felices en los
–59–

retiros de sus moradas y montuosas cerca


nias. -

“Dulce es el sueño al trabajador, ya coma


poco, ya mucho,” dice el Eccl., c. 5, v. 11.
Por eso el señor Mazo, desterrando de en
tre ellos la ociosidad, había conseguido
que, parcos y laboriosos, contentándose
con poco, fueran alegremente dichosos.
Con el mismo Ecclesiastes, c. 11, v. 4. 6.,
les habia hecho interpretar el sabio espí
ritu y sentido de estas palabras: “El que
observa el viento, no siembra; y el que
atiende á las nubes, jamás segará." “Por
la mañana siembra tu simiente, y por la
tarde no cese tu mano: porque no sabes
que nacerà àntes, si esto ó aquello; ysi lo
uno y lo otro à la vez, serà mejor.”
El tiempo, hijos mios, les decia, apro
vechado con utilidad, es para nuestra vida
un tesoro no solo en lo material, sino en
lo espiritual: en lo material nos proporcio
na las comodidades indispensables, y en lo
espiritual destierra la ociosidad, que como
madre de todos los vicios, siempre con
cluye por acarrearnos afliccion de espíritu.
No le desprecieis: Dios ha trabajado tam
bien en los dias de la creacion, enseñán
donos de éste modo que, por el órden na
tural de las cosas debemos trabajar pri
mero, y después à imitacion suya encon
trar mayor placer en el deseado reposo,
satisfechos de nuestras buenas obras. La
esperanza de los bienes que amortigua
–60–
los males ha de fundarse en la virtud del
trabajo. Como fuente de la riqueza en que
basa nuestra subsistencia, adquiramos tra
bajando lo necesario para nosotros, y si
lo permiten nuestras fuerzas, lo que de li
mosna, guiados por la caridad, hayamos
de dar á los pobres débiles , y à los enfer
mos desamparados. Cada uno en su rango
cumpla con los deberes que su destino le
imponga: seguid el ejemplo que daros pienso
en el mio: como no deseo mas quevuestra
felicidad, mi mayor satisfaccion será que
la debais en gran parte á mis consejos y
direccion espiritual.
Sed obedientes y sumisos à los eternos
preceptos del CRIADoR, reiterados ahora
por mi boca de viva voz para regla de vues
tros sentidos, y la santa paz del cielo des
cenderá sobre vosotros. Por dicha nuestra
aquí no puede tener prosélitos la corrup
cion, porque alejados de los grandes cen
tros de vecindario, desconocemos el lujo de
las desmedidas riquezas que tantos vicios
desenfrenados engendran. En este rincon
montañoso, con nuestra mediocridad, pega
dos à los buenos usos, desterrando todos
los que pudieran pervertirnos y dañarnos
viviremos la sosegada, larga y dichosa vida
del justo, que no sueña con vanidades, ni
ambiciona quiméricas posiciones de fausto
y de grandeza mundanal. Los frutos de
nuestras heredades, los productos de nues
tros ganados, la pesca de nuestros riachue
–61—

los, y la caza de nuestros montes, serán


bastantes à proveer lo esencial é indis
pensable à nuestra manutencion frugal con
la que se fortalece el cuerpo y se vivi
fica el espíritu. Si el pueblo de Dios
gobernado por Moises, echaba de ménos
en el desierto la abundancia de Egipto, te
nía en cambio la ventaja de vivir en dul
ce libertad, sin aflictivos cuidados y zo
zobras, dado á la observancia de las sa
bias leyes que mas tarde le había de en
tregar el dominio de la tierra. La templan
za y la sobriedad mantienen la salud y la
fortaleza corporales. Por esta razon ha sido y
es siempre recomendado el ayuno en las
sagradas letras. Fortalecido por el ayuno
subía Moises á los mas altos montes, y
penetraba en sus agrestes y caliginosos vér
tices. La gula es madre èbria de los torpes
deseos. Los israelitas que se dejaban ar
rastrar de ella se volvían idólatras y libi
dinosos, y entregados á toda clase de esce
sos, morían tempranamente consumidos por
alguna amorosa celotipia, por la envidia y
todas las otras negras pasiones que al alma
afligen, atribulan y despedazan. Con el ayu
no compró Jacob la primogenitura de Esaú,
y la estéril Anna llegó a concebir por úl
timo en sus entrañas á Samuel. El ayuno
de su madre contribuyó à que Sanson na
ciese con todo el prodigio de su fortaleza.
El ayuno hace los sábios legisladores, cus
todia buenamente al alma y acompaña con

-----".- --------------_a---
.
==
-
- —e
–62–

seguridad el cuerpo : es arma y reparo de


los varones fuertes, costumbre de los atle
tas en los certámenes. Repele además las
tentaciones, arma à la piedad, habita con
la sobriedad, y crea la temperancia : lleva
la fortaleza en las guerras , y enseña la
quietud en la paz; santifica al nazareno;
perfecciona al sacerdote: sin él, en fin,
no se comprende la verdadera adoracion
de Dios, ni sacrificio que le sea aceptable,
pues él mismo nos dió el ejemplo del ayu
no en el desierto. Imitèmosle;sigamos sus
caminos de lícitos placeres y de amarguras.
Esperimentemos el placer de hacer bien
al prójimo, y si es necesario, padezcamos
tambien por su bien. No deseemos lo su
pérfluo, que como dice un sagrado poeta,
A aquel que mucho quiere,
Le han de faltar por fuerza muchas cosas:
No es mal afortunado
A quien Dios poco que le falte ha dado.
FRAY LUIs DE LEoN, oda 16, lib. 5.
Si amamos el trabajo y nos contentamos
con poco, sujetando la carne al espíritu, la
tranquilidad minorara los acerbos disgustos,
porque es imposible poder vivir sin algun
llanto y miserias en este destierro de la
pátria celestial, en este verdadero valle de
lágrimas. Todo està compensado en este
mundo moral por un admirable equilibrio
de bienes y de males que al Eterno le plu
go establecer con profunda sabiduría. Aquí,
en nuestro ignorado lugar, no disfrutaremos

======= ---
–65–

los placeres y distracciones de las grandes


ciudades; pero tampoco palparemos las ne
gras consecuencias de sus refinados vicios,
que precipitan à sus adeptos en abismos de
amargura y desesperacion.”
Con estas y otras evangélicas alocuciones,
el señor don Santiago José García Mazo,
moralizaba á aquellos atentos feligreses, que,
despuès de terminadas sus rústicas labores,
no tenían mayor placer que escucharle.
Asi resplandecían los actos de su vida
pública y sacerdotal: los de la familiar y
domèstica no podían ser tampoco mas cris
tianos y edificantes; y para demostrarlo,
bastarà solo referir los cuidados que con
entrañable amorfilial prodigaba à su vie
jecita madre. Al año de residencia en éste
lugar de la Aliseda la buena anciana tuvo
la desgracia de caer sobre una baldosa,
hirièndose malamente. Largos padecimien
tos la resultaron de esta caida, pues siguió
despuès por espacio de cinco años impedi
da y postrada.
El dia le pasaba de contínuo sentada en
una silla poltrona, y cuando llegaba la hora
de acostarse era necesario llevarla en bra
zos á su lecho. Esta operacion nadie la
podía hacer mas que su hijo, porque si
trataba de hacerla cualquiera otra persona,
siempre se quejaba de que la herían y las
timaban. Consideremos, pues, al señor
Mazo, al hijo amante con su querida ma
dre en brazos para trasportarla suavemente
–64–

al preparado y mullido lecho... ¡Cuànta


dulce ternura se desprendo de éste cuadro !
¡cuántos consuelos en el corazon de la ma
dre! ¡cuānto amor puro en el corazon del
hijo! Aquella objeto de tiernas caricias,
de los mayores desvelos; éste digno de las
bendiciones maternales y de la general es
timacion de sus feligreses! Desde que allí
residía el señor Mazo, el lugar de la Ali
seda, era el asiento de todas las virtudes
cristianas. ¡Dichoso lugar de paz y de ven
tura entónces! ¿cuando volverás á poseer
un párroco igual al que has perdido? Si
las mismas piedras, esa parte inorgánica
que te constituye, pudiera animarse, hablar
y publicar sus agradables recuerdos, ¿de
qué elogios no haria aún alarde en pro de
la buena fama del insigne difunto? Porque
algunas habràn recogido el llanto del arre
pentimiento que arranca la predicacion elo
cuente del virtuoso y venerable sacerdote:
otras habrán sostenido las hincadas rodi
llas del fervoroso devoto que reza, teniendo
presentes los avisos del buen pastor de al
mas, del misionero apóstolico, que todos
estos dictados eran propios del señor Gar
cía Mazo. A pesar de su postracion , la re
ligiosa madre de éste, iba frecuentemente
á misa conducida en un manso jumento,
que guiaba un criado con suma diligencia.
Llega el año de 1801. Vacante el bene
ficio curado de la iglesia parroquial de Bo
hoyo, por promocion de don Pedro Gime
–65–
nez Bueno al de la de Donyerro, corres
pondia su provision à la real Corona. Pré
via la fijacion de edictos para el llamamiento
de los que deseasen suscribir su oposicion,
admitidas las que se presentaron, y hecha
la correspondiente consulta á S. M. y su
real Camara, resultó, segun real cédula, fecha
30 de julio, agraciado y presentado para
dicho beneficio el señor García Mazo. Ob
tenido el título de posesion en 11 de agos
to, con sentimiento de todos los habitan
tes de la Aliseda, se trasladó á la mencio
nada villa de Bohoyo, su patria natal. No
era la circunstancia de haber nacido en ella
la que le arrancaba de entre sus amados fe
ligreses, sino el cariño que profesaba á su
madre. ¡Puede tanto una madre con un hijo
como el señor Mazo!... Esta que deseaba
regresará Bohoyo,fué la que le impeliócon
repetidas instancias à hacer oposicion para
el logro del beneficio, que ahora vemos pasa
á disfrutar. ¿Qué buen hijo no se rinde á
los ruegos de su anciana madre?...
No tarda en presentarse por ésta causa en
Bohoyo donde sus compatriotas le reciben
con muestras del mayor júbilo. Sumamente
apreciado por su carácter apostólico, siguió
con éste beneficio el tiempo que le plugo,
como debido à su indisputable mérito en
la oposicion que hiciera en el concurso ge
neral á curatos de 1800. Así corrían los
dias de la justicia del Señor, recompensan
do los desvelos y méritos literarios de éste
5
–66–

incomparable sacerdote que, con tanta recti


tud de espiritu se consagraba enteramente al
servicio de su culto, lleno de piedad. Mas,
¡ cuàn poco duran á veces las dichas huma
mas, y cuán hermanadas caminan en la sen
da de nuestras miserias y de nuestros ma
les aflictivos con las zozobras y las tribula
ciones acerbas! La viejecita madre que tantos
deseos había manifestado de volver á pisar
el pueblo de su naturaleza, cumplidos que
fueron estos, su crónica enfermedad se agra
va, y, sufriendo y sucumbiendo por fin bajo
su peso y el de la decrepitud, fallece en 16
de noviembre del citado año de 1801. Si
grande había sido el sentimiento del señor
Mazo al saber en Avila, durante sus ejer
cicios preparatorios á las órdenes clerica
les, la muerte de su padre, no fué menor
el que tuvo al presenciar la de su tierna
madre. Auxiliada por el mismo en trance
tan doloroso, continuamente al pié del le
cho materno éste apenado hijo de benbicion
y edificante pastor de almas, recoje el úl
timo suspiro y postrera voluntad de su ma
dre con toda la afliccion y el interès filial
de que solo es capaz un corazon como el
del señor Mazo altamente cristiano : un
corazon ejercitado siempre en obras de
misericordia, inflamado siempre en la
pràctica de todas las virtudes. La oracion
y el respeto de que siempre se hallaba ani
mado hácia los altos juicios de Dios, cal
maron el espiritu pacífico y misericordioso

- - - -
-

--------_. —- _ - -
–67–
del señor Mazo. Fuése acostumbrando insen
siblemente à vivir sin la grata compañía de
su madre achacosa, y á no tener otra
á quien prodigar los cuidados de su vigi
lancia y filial solicitud que á la iglesia de
Jesucristo nuestro redentor. Con ésta dig
na conformidad continuó en su curato de
Bohoyo, no obstante haber hecho otra opo
sicion en 1805, y habèrsele conferido por
ella segunda vez el de la Aliseda, único
que deseaba, movido siempre del cariño con
que aún se acordaba de su primera grey
espiritual : memoria fiel y constante de su
primero, casto y paternal amor. Son tan
fuertemente gratas las emociones que espe
rimentamos en los coloquios amorosos,
en el comercio íntimo y frecuente de los
primeros séres que atràen y se apoderan de
nuestras simpatías en ciertas circunstancias
y épocas de nuestra vida, que difícilmente
las olvidamos. El señor Mazo no podía ol
vidar tampoco las dulces impresiones de su
primer amor pastoral. El pobre lugar de la
Aliseda, para su voto de castidad yamoráuna
medianía honrosa, ofrecía mas poderosos
atractivos que el ya mas pingüe en parte cura- .
to de Bohoyo. Por complacer à su querida
madre había abandonado aquel retirado lu
gar, pero en cambio vivía siempre en su me
moria. Las cualidades ascéticas del señor Ma
zo entónces le hacían desear solo el retiro, y
en los ratos de sociedad la digna ocupacion
de adoctrinar é instruir à un corto número

------- “--
–68–

de lugareños que con el tiempo, á favor de


sus buenas costumbres y de su inclinacional
trabajo útil y bien dirigido, habían de mul
tiplicarse, repoblando con su robusta prole
yermos y agrestes campos. Mas, ¿qué obs
táculos sobrevinieron para que no se tras
ladase ? El singular aprecio que de las bue
nas cualidades del señor Mazo hacía el agra
decido vecindario de Bohoyo.
Tan pronto como supieron aquellos bue
nos feligreses que se disponía á tomar po
sesion de dicho beneficio , corrieron á ma
nifestar en su presencia el desagrado gene
ral que de aceptarle sobrevendría. Persua
diéronle del grande aprecio que les mere
cia y de la horfandad espiritual en que los
iba á dejar, ausentandose. Instàronle con
làgrimas y con suspiros dolorosos á que de
sistiera de su propósito, á que no los aban
donara,y á que prosiguiera, siendo como
hasta entónces para ellos, un padre, un
amigo y protector benéfico. Estas vivas de
mostraciones de adhesion y reconocimiento
enternecieron tanto el ánimo del señor
Mazo, que, reflexionado sobre tan podero
sos motivos, hizo en seguida renuncia ju
dicial del precitado beneficio en tres de di
ciembre de 1806. ¡Cómo prueba esto su
mérito indisputable ! Para dar á conocer
su filantropía cristiana, referiremos aquí
uno de los rasgos que en éste mismo curato
le grangearon respeto y opinion de santo.
Al retirarse en cierto dia de paseo, halló
– 69–

tendido en el camino á un pobre y descono


cido anciano, que, padeciendo algunos ma
les, se quejaba tristemente. El señor Mazo
se aproximó à él y le preguntó por la cau
sa de sus dolores, prometiendo aliviàrselos
en lo que pudiese. Enterado de que, pobre
de solemnidad, la miseria y una enfer
medad crónica lo agoviaban, le condujo á
su casa y dispuso que inmediatamente, co
locado en una buena cama, lo asistiesen. En
efecto, se le prodigaron consuelos y cuida
dos; pero el mal se había agravado tanto,
que fué preciso llamar al médico para que
lo visitara. En medio de estos apuros, sa
biendo el señor Mazo que estaba de peligro,
le administró con grande solicitud lossacra
mentos y procuró, con lo que estaba de su
parte, que aquel humilde pobre recibiese
hasta los últimos instantes de su vida los va
rios auxilos que en circunstancias iguales de
gravedad se suelen dispensar à los moribun
dos entre familias de medianas comodidades.
Estos no fueron bastantes à detener lospa
sos de la muerte, que avanzaba presurosa
á ejercer su funeral imperio en el infeliz
agonizante. Sucumbió, en fin, al peso de su
dolor mortal y espiró, debiendo a la gene
rosa caridad del señor Mazo una muerte
mas dulce, que la que hubiera sufrido solo
y abandonado en el parage de donde le vi
mos traer piadosamente à techo hospitala
rio. Hizo el señor Mazo que lo envolviesen
en una decente mortaja, y al hacerlo una
–70–

buena mujer, notó que la vestimenta sacerdo


tal de aquel, por su demasiada proximidad al
difunto, y à los harapos que se le habían re
cogido, se cubría de asquerosa y viviente
miseria. La amortajadora le llamò la aten
cion sobre èste incidente; pero èl, prosi
guiendo con serenidad en ayudar à la de
cencia y colocacion del cadáver en el fére
tro, y sin sacudirse la negra falda talar que
hervía con los insectos, dijo: “¿Es acaso mi
carne mejor que la de éste pobre difunto?
¿nó es de naturaleza igual á la suya? Cui
demos de la limpieza del alma, que,prac
ticando á veces los actos de caridad cristia
na, lleva consigo desatender la del cuer
po!...” Asi era como el señor Mazo se ad
quiría de la boca del atento pueblo mil justas
alabanzas; del sencillo pueblo, que le ama
ba y tenía siempre en opinion de santo.
Cuando estos actos de misericordia prac
ticaba, repetía en su interior con David:
A tí se ha dejado el pobre: al huérfano tu
le seràs ayudador. 10, v. 14—Oyó el Se
ñor el deseo de los pobres: tu oreja oyó la
preparacion de su corazon. 10, v. 17.—
Por la misericordia de los desvalidos, y el
gemido de los pobres ahora me levantarè,
dice el Señor. Pondrélos en salvo: en esto
yo obraré confiadamente. 12, v. 5–Pues
el pobre no será siempre olvidado: la pa
ciencia de los pobres no perecerá para siem
pre. 9, v. 18.
Con tanta escrupulosidad y rigidez ob
–71–

servaba el precepto de la iglesia que man


da santificar los dias de fiesta, que en ellos
prohiblia á sus feligreses ocupaciones que
para otros párrocos pasan desapercibidas.
Una vez que su ama de gobierno domés
tico, faltando á èsta sagrada obligacion, había
tendido ropa blanca en el corral de la casa
para que se secase, el señor Mazo la repren
dió moderadamente, y, al otro dia, que era
de trabajo, se puso à abrir una zanja. Pro
seguía afanado en abrirla, cuando, movida
el ama de curiosidad se acercó à él, y con
voz sumisa y respetuosa le dijo: -

—¡Vaya un gran cavador ! qué ! piensa


usted plantar algo ahí, ó es eso para enter
rar algun muerto?...
—No, no es para plantar, sino para enter
rar,— le contestó con grande circunspeccion
el señor Mazo.
– ¡ Para enterrar !— repitió el ama como
asombrada; y, conociendo por el acento
del señor Mazo que no estaba dispuesto á
dar mas explicaciones, se retiró confusa,
repitiendo : ¡para enterrar!... pero ¿qué
ha de enterrar?...
Trascurrió algun tiempo, y, olvidando
el ama la reprension que hemos referido,
tendió enr un domingo ropa que no se ha
bía secado bien la víspera. Notando esto el
señor Mazo, cojió la ropa , y sin ser visto
del ama, la enterró en la zanja que ya te
nía abierta, castigando así la inobservan
cia de las prevenciones que le hiciera en
· —72—

ocasion oportuna. Cuando el ama fué á re


cogerla y no la encontró, la turbacion y
la palidez se apoderaron de ella; pero mu
cho mas al saber, inquiriéndola, por que
estraña circunstancia había desaparecido del
lugar en que la tendiera. El señor Mazo no
podía tolerar que se faltase à la santificacion
de los dias festivos: á ésa santificacion, que,
no hace mucho, dió á Montalembert mate
ria larga para lucir su voz elocuente en una
sesion de la Asamblea nacional francesa.
Por la santidad de sus costumbres, seguía
siempre el señor Mazo querido y respe
tado en Bohoyo. En 29 de octubre de 1807
obtuvo una nueva licencia de celebrar por
tiempo indeterminado, siendo obispo de
Avila el ilustrísimo señor don Manuel de
Salazar, y secretario don Pedro de los Rios.
Como convidado á la mesa del SEÑoR, pro
curaba ser justo para que los demás lo fue
sen. Como se lo encargaba dicha licencia,
todo lo que hacía era grave, moderado y
lleno de espiritu religioso. Reprendía el lu
jo, la gula, los bailes deshonestos, los
juegos licenciosos, y huía constantemente
de negocios mundanos, capaces de hacer
le caer en pecado: era, en fin, un raro
ejemplo de virtud y religiosidad.
(APITUI() IV.

Prosecucion de su residencia en Bohoyo por


renuncia de los curatos de la Aliseda y
Bercero.—Su amor á la independencia
nacional.—Su viage áValladolid, y con
qué objeto.—Servicios que prestó en ésta
diócesis hasta la obtencion del curato de
la Aliseda, y su traslacion de éste al de
la catedral de dicha ciudad.

ro pudièramos decir para el comple


mento laudatorio de la conducta del señor
García Mazo, durante el tiempo de su mi
nisterio parroquial en los curatos de la Ali
seda y Bohoyo, lo encontramos veraz y
sencillamente espresado en una relacion de
méritos, que, en 1819, cumplidos sus 51
años de edad, estendió el mismo de su puño
y letra , y aparece entre los varios docu
mentos que ha dejado y se nos han confia
do para escribir su vida.

- - — ---
–74–

Hè aquí la parte interesante que se refie


re al objeto indicado : -

“En el año de 1807 hizo otra — opo


sicion — en el concurso general de Va
lladolid, y se le dió el curato de Bercero,
de los mejores del obispado. Pero habien
do comenzado á descubrir su traicion el
usurpador del trono español, al tiempo que
estaba para tomar posesion de su nuevo
curato, no se determinó, huyendo del ene
migo que ya se habia apoderado de aquel
pais, y que esperaba no llegaria à minar
hasta las sierras de Gredos, á cuya raiz se
halla su patria. Por ésta causa renunció al
dicho de Bercero, y permaneció en el de Bo
hoyo. Cuando en los años de 9, 10 y 11,
los enemigos se apoderaron tambien de su
país, y su pueblo se vió envuelto en la anar
quía, rotos los frenos, destruidas las auto
ridades y trastornadas las costumbres de
sus amados feligreses, no pudiendo conte
ner aquel torrente de iniquidad, solicitó
con ansia la renuncia de su curato , que
consiguió al cabo de dos años de instan
cias con la pension de 1500 reales de cón
grua, pues nunca ha tenido otra, que la
de sus curatos. Retiróse à la casa paterna,
y en ella vivió los años de 12, 13 y 14, sin
dejar por éso de trabajar en su iglesia, pero
sin la responsabilidad del ministerio. Luego
que se arrojó del reino al enemigo, no
perdió ocasion de volver à trabajar en él,
tomando en principio de 1815 el economa
–75--
to de la Aliseda, que sirvió nueve meses,
hasta su provision. Entónces con motivo
de colocar una sobrina carnal en el estado
religioso pasó à Valladolid, y allí sirvió mas
de medio año el beneficio de preste de la
parroquia del Salvador, y algun tiempo el
economato de la Magdalena, hasta que à
fines de 1816 le dieron el curato de la Ali
seda, que obtuvo los años de 17, 18 y par
te del 19. En abril de éste se trasladó al de
la catedral de Valladolid, que posée en el dia,
en virtud de la oposicion que hizo en el
concurso general de 1817; y desde julio
se le añadió el de la Antigua con título de
economato por estar agregado al de la ca
tedral en el último plan de curatos de Va
lladolid; de modo, que en el dia tiene à
su cargo y cuida por si solo de 2500 almas
de comunion. Es de advertir que sus cin
co oposiciones á curatos, todas han sido en
concursos generales, en teología y moral,
y contrincando con los principales estudian
tes y párrocos del concurso.
Pero su mèrito principal está en los tra
bajos empleados en su ministerio. Uesde
que entró en él, fuera de la predicacion,
correcciones y exhortaciones parciales, cui
dado del aseo y hermosura de la casa del
SEÑoR, pureza del culto divino, asistencia
y socorro de enfermos y pobres, etc., puso
muy particular cuidado en la instruccion de
sus pueblos, explicàndoles la doctrina con
esmero, à cuya explicacion concurrían jó

- - – .
–76–
venes y ancianos, sin distincion; y en tanto
número, que à veces se llenaba la iglesia,
y apénas había feligrès que no asistiese.
Esta enseñanza duraba en las cuaresmas y
advientos, ó fiestas de entre año, fuera del
tiempo de la recoleccion, y no bajaba re
gularmente de tres cuartos de hora. Ade
más tuvo en ambos curatos lectura espiri
tual várias temporadas en los dias de fiesta,
con asistencia del pueblo en general. Pero
sobre todo, su mayor cuidado fué la instruc
cion de los niños y niñas, que habían de
recibir por primera vez el adorable cuerpo
de Jesucristo. Eran adoctrinados por espacio
de dos meses una hora diaria, desde que pa
saba la Pascua hasta por san Pedro, y la ma
yor parte asistía à esta enseñanza dos y tres
años hasta que la hallaba instruida á su
satisfaccion. En el segundo curato se le aña
dió la nueva dificultad de adoctrinar á cien
vecinos, repartidos en tres anejos, sobre
otros ciento que componían la villa. La ne
cesidad era manifiesta, pero dificultoso su
remedio. Procuró que concurriesen á oirla
en la parroquia; mas esto no podía verifi
carse por la distancia y sus ocupaciones
campesinas. Se determinó à pasar algunos
dias cada semana á enseñarla en las hermi
tas de sus pueblos, volviendo á las diez de
la noche á su casa, atravesando gargantasy
matorrales; mas ésto que ejecutó por algun
tiempo, apénas podía continuarse por los
peligros y obligaciones parroquiales. Viendo
—77–

que los que ya habían comulgado no podían


ser instruidos mas que por los sermones y
exhortaciones, hechas al ofertorio de la
misa, limitó á esto su remedio y tomó el
empeño de instruir á los niños y niñas, que
habían de comulgar de nuevo, y poblar al
gun dia aquellos anejos. En efecto, logró
con sus padres que, á pesar de la distancia
y ocupaciones, se los enviasen constante y
diariamente los dos meses de instruccion
de niños por uno, dos ó mas años, segun
lo necesitaban; y en el dia se componen de
estas niñas y niños adoctrinados la mayor
parte de los matrimonios de aquellos pue
blos, que instruyen á sus hijos en la doc
trina que aprendieron.
Estos trabajosjustos, con los demás de
un curato compuesto de doscientos veci
nos, habitantes la mitad en tres anejos dia
metralmente opuestos, separados por arro
yos y gargantas, en un terreno serrizo y
montuoso, y à donde era necesario acudir
continuamente para administrar los santos
sacramentos, visitar los enfermos, auxiliar
los moribundos, etc.; verificándose por
cuenta esacta que, en los diez y ocho pri
meros dias de enero de 1802 hizo veintidos
viages, ya de dia, ya de noche á un solo
anejo, sin pisar apénas mas que nieve y
hielo, sin poder usar de caballeria, y te
niendo que venir à la villa á decir misa á
las doce en los dias festivos, hora que ne
cesariamente exigían los anejos, con parti

... ... - - -a- . -


–78–

cularidad en el invierno, y cuyas mañanas


desde el amanecer pasaba en el confesona
rio, sino lo impedian los enfermos. Todo
esto llevado por diez años cumplidos, con
otras muchas cosas que se omiten, han he
cho que su naturaleza, á pesar de ser de una
constitucion sana y fuerte, represente en
el dia sesenta años por lo ménos, que se
resienta de trabajos, que en otro tiempo le
eran muy llevaderos, y que pida descanso.
Por lo que toca al tiempo de la guerra,
fué conocido por su patriotismo y aversion
á las iniquidades del usurpador. Este no
pudo lograr que se hiciese en su iglesia el
reconocimiento de su usurpada soberanía.
Se resistió à la entrega de armas, y exhortó
y cooperò cuanto pudo al llamamiento de
la nacion. Se presentó á los enemigos cuando
corría riesgo su pueblo. Hizo á favor de éste
los viages de Piedrahita, Barco, Salamanca,
Avila, Talavera, Ciudad-Rodrigo, y hasta la
Hinojosa de Duero; ya para librarle de mul
tas, càrceles y contribuciones; ya para res
catar sus yuntas y ganados. Fué elegido
vocal del pueblo en el año de 12 para el
nombramiento de diputados de provincia y
córtes; y cuando en 1814 volvió nuestro
amado monarca, se determinó à predicar
con tèrmino de doce horas en la solemni
sima funcion que dispuso el pueblo repen
tinamente para el dia de san Fernando,
enagenado del gozo que le causó la vuelta
de su soberano. Por último, jamàs preten
–79—

dió, ni aceptò, ni siquiera comunicó con el


gobierno intruso. Fué conocido por espa
ñol rancio, enemigo de novedades, amazi
zado en la religion y moral de nuestro se
ñor Jesucristo, y amante de su soberano y
las leyes de su pátria."
¿Puede exigirse mas de las virtudes pas
torales del señor Mazo? hay en sus actos
uno que aparezca vituperable? ¿nó es su
conducta sacerdotal un conjunto de ejem
plos morales? ¿nó es la doctrina evangèlica
personificada? Patentes están las muestras;
juzguemos de la bondad de ellas. “Por sus
frutos le conoceréis. Así como todo ár
bol bueno lleva buenos frutos; y ninguno
que sea bueno puede llevarlos malos”—san
Mat. 7, v. 16, 17, 18—, así por todas sus
acciones juzgaréis de la rectitud y santidad del
señor Mazo. El precedente fragmento de su
relacion de méritos, basta él solo á coro
narle de gloria terrenal, y à inferir des
pués de ésta la que estará gozando ahora
en la mansion de los bienaventurados.
Su patrio amor en defensa de la indepen
dencia nacional, muestra singularmente las
virtudes civicas à par que religiosas del se
ñor Mazo. ¡Qué maravillosos esfuerzos con
tra la usurpacion, contra las victoriosas ar
mas del gran capitan del siglo !! La guerra
defensiva ó de resistencia á las huestes inva
soras del célebre conquistador, era santa y
digna del alistamiento de los héroes cristia
nos como Daoiz y Velarde. El señor Mazo

- - ------- " " ----


–80–
estaba bien convencido de la legitimidad de
ella, y por eso la promovía.
“La guerra— dice el P. Lacordaire
es el acto por medio del cual un pueblo
resiste à la injusticia, hasta derramar su san
gre; y por do quiera que hay injusticia,
hay pretesto legitimo de guerra hasta la
satisfaccion. Definida así la guerra, es des
pués de la religion, uno de los primeros
deberes del hombre; porque si la una en
seña el derecho, la otra lo defiende: si la
religion es la palabra de Dios, la guer
ra es su brazo. Santo, santo, santo es el
Señor Dios de los ejércitos; es decir, el Dios
de la justicia, el Dios que envía el fuerte al am
paro del débil oprimido, que derriba á los
soberbios poderes, y levanta á Ciro contra
Babilonia, que quebranta en favor de los
pueblos las puertas de hierro y convierte el
verdugo en soldado, y el soldado en hostia
de expiacion. . . . . .
Toda guerra delibertades sagrada, toda guer
ra de opresion es maldita." . . . .
Vida de santo Domingo de Guzman, c. v.
El señor Mazo era un excelente sembra
dor evangélico, — S. Mat. c. 15. Hombre
de gran corazon y de viva fé, sembraba las
sanas doctrinas con éxito milagroso. Nun
ca dejaron de germinar y fructificar sus der
ramadas semillas; porque no las esparcía
como el mal sembrador en las orillas del
camino, en lugares pedregosos y entre espi
nas. El señor Mazo sabía elegir el terreno
–81–

para su siembra. Si no estaba en disposicion


de recibirla, no sembraba en él à la ventura:
le roturaba antes, si era necesario; arran
caba y quemaba la maleza en que se gua
recían los reptiles inmundos; allamaba y
removía todos los obstàculos: preparado así
entónces era cuando confiadamente le sem
braba para recojer después ciento por uno,
y llenarlastrojes de la inmensa caridad,
que recomienda el SALVADoR crucificado. El
señor Mazo no era uno de aquellos famo
sostaumaturgos, que, segun algunas saeras
leyendas, asombraban al antiguo pueblo con
laldivina potestad de hacer milagros. Los
del señor Mazo eran en el órden, natural
una constancia inaudita , un esfuerzo ex
traordinario para lograr los sagrados fines
desulministerio sacerdotal, el cuidado así
eduil de subgrey, el del buen pastor que
da la vida por sus ovejas; por que “regir
las almas y velar por las costumbres de mu
chos como decia san Benito, difícil cosa
es." El martirio lento de las vigilias, de
la laboriosidad; el sacrificio de la continua
aplicacion al estudio, el cumplimiento es
cruipulóso de los deberes parroquiales, eran
los relevantes signos del carácter justo y edi
ficante del señor Mazo. No ignoraba lo que
había escritosan Agustin á Valerio de que,
tonada ofrece en ésta vida mas peli
gros, mastrabajos, mas dificultades, que
el oficio del diácono, ó del presbítero, ó
del obispo.'t Nihilesséin hac vita diffici
(5
–82–

lius, laboriosius, periculosius episcopi, aut


presbyteri, aut diaconi officio." Ni olvida
ba tampoco nunca lo de san, Pabloià los
colosenses. Mira, que cumplas el ministe
rio que recibiste, del SEÑoR. Wide ministe
rium quod accepisti in Domino, utillud im
pleas.–4. v. 17.
Cuando nos ocupamos de un hombre tan
singular por sus virtudes, cuantas frases
apologèticas elabora nuestro apasionado en
tendimiento, las consideramos breves, ti
bias y faltas de aquella nerviosa elocuencia
con que los sabios no solamente pintan,
sino que hacen resaltar las formas de los
objetos, cual si fuesen debidas al cincel de
la estatuaria.
Aunque la vida del señor Mazo merecía te
ner un Fidias escritor, prosigamos: el tiem
po acrecentará su fama, y los doctos bió
grafos se disputarán entónces el noble em
pleo de consagrar á ella sus bien cortadas
plumas: en las empresas laudables, tambien
hay gloria iniciativa. "... ", . . . . .
El amor con que trataba á los niños y
niñas, imitando así á Jesus que losiacari
ciaba y recibía siempre consuma bondad
y dulzura, prueba tambien cuán poseido
estaba del sublime espiritu del evangelio.—
1. Mat. c. 18. v. 5. 4.5, 6. ¡Con qué
amabilidad y sencillez los instruía en los
rudimentos de la doctrina cristiana, y cò
mo los preparaba à recibir el venerable cuer
po del Señor! Para demostrar la importancia
–83–

que daba à la primera comunion de estos,


trasladaremos aquí lo que en " de 18", es
cribía á uno de los redactores de El Ca
toílico, apesarado y receloso.
“Señor director de El Católico. Constan
te suscritor à su tan apreciable, como ne
cesario periódico, he tenido el gusto de leer
en sus números 1880 y 1903, los comu
nicados de Burgos, Teruel y Valencia sobre
la comunion primera de los niños. Teme el
señor comunicante de Burgos que se intro
duzca en España la práctica, que, se dice ha
ber en Francia, de reducirà trescomuniones
las de la vida. La primera solemnisima, cuan
do llega el uso de la razon: la segunda mè
nos solemne, cuando se contràe matrimonio;
y la tercera y última en peligro de muer
te. Yo no lo temera, si vivièsemos en si
glos anteriores al diez y nueve; pero en éste,
en el que hacen el Jansenismo y Protes
tantismo tan lamentables progresos, todo
es temible; y no me parece inoportuna la
voz de alerta de éste señor comunicante
Hace mas de medio siglo que entré en el
ministerio parroquial, y ya entónces se nos
hablaba con el mayor elogio de la prime
ra comunion de los niños en el vecino rei
no. Unas veces nada se decia á cerca de las
comuniones siguientes, y esto no iba "mal,
porque se dejaba libre el modo de pensar
á cerca de la frecuencia, suponiendo el
cumplimiento de la pascual y otras, que son
de precepto; pero otras se añadía, que los
–84–
niños quedaban en libertad de recibir al
SEÑoR cuando quisieren, dándolo todo
por hecho en éste punto con la solemnidad
de la primera comunion; y esto era un
error sumamente perjudicial á la vida de
las almas, y una pràctica contra el man
dato del concilio.” Este rasgo del señor
Mazo nos manifiesta su madurez y juicio
en contrariar las perjudiciales innovaciones,
que la impiedad del siglo quiere apoyar como
las mas razonables. No podia ser de otro
modo, expuesto en breves lineas, el espíritu
recto y razonador de nuestro eminente sa
cerdoté, el señor Mazo; porque instruido
latamente de las necesidades de la Iglesia,
y de la buena direccion espiritual que re
eomienda, marchaba asíide acuerdo con la
opinion general de los santos doctores, que
sobre la frecuencia de la comunion escri
bieron y predicaron. Veàse acerca de ésto,
$IV., de la frecuencia de los sacramentos
en EL HoMBRE APosToLIco, à san Alfonso de
Ligorio, traducido por don Raimundo Mi
guel, del que solo trasladaremos aquí un
pequeño trozo. for oir
“El mismo Catecismo romano, expli
cando el deseo del santo concilio Triden
tino, de que comulguen todos los que asis
ten al sacrificio de la misa, enseña que es
un deber del párroco aconsejar cuidadosa
mente á los fieles, no solo que comulguen
con frecuencia, sino aun todos los dias,
juntamente con la obligacion de hacerles en
tender, que el alma necesita de un alimen
to eotidiano delpropio modo que el cuerpo.
Paso aquí en silencio las autoridades de
los SS. Padres, y maestros espirituales
conformes en un todo, porque èstasseen
cuentran anotadas en cuantos libros tratan
de la comunion frecuente. Baste sabérpor
lo que en el lugar citado enseña el Catecis
moiromano, y por lo que dice el decreto
de Inocencio XI, anotado en nuestra obra,
que el uso frecuente de la comunion, ó por
mejor decir, el cotidiano, siempre mere
ció la aprobacion de la lglesia y de todos
los Padres de ella, quienes, como demues
tra cierto doctos autor, siempre qué ad
virtieron que se entibiaba el uso de laico
munion cotidiana, hicieron las mayores
diligencias para renovarle. Y en el tercer
Concilio de Milan, celebrado bajola presiden
cia de san Carlos Borromeo, se mandóá los
párrocos que en sus sermones exhortasená
los fieles á comulgar frecuentemente. Y ade
más se previnoáilos obispos provinciales,
que quitasen las licencias de predicar, cas
tigando con el mayor rigorà los que en
señäran lo contrario, como diseminadores
de escàndalos, y opuestos al comun senti
do de la Iglesia." , , , , , ,
- La lectura de este solo trozo,prueba cuan
sanas eran las doctrinas del señor Mazo, y
cuanjustamente, despierto su celo evangé
lico, se inquietuba, recelando que en nues
tra católica España , llegaseá, introducirse
—86–
la nociva práctica delvecino reino de Fran
cia en contrariar la comunion frecuente.
El que haya conocido y tratado al señor
Mazo; el que le haya oido predicar sobre
la frecuencia de los sacramentos; el que le
haya visto sacrificar gran parte de su vida
sacerdotal al púlpito y al confesonario, no
tendrà su celopor intempestivo, nisu mani
fiesta alarma por escrúpulos de rancias ideas
ó caprichos de la ancianidad. El señor Mazo
conocia bien la importancia de la comunion
frecuente, que supone ya purificada el alma
con la tambien frecuente confesion de sus
faltas en el tribunal de la penitencia: éste
grandioso resorte de la moral cristiana, que
promueve el secreto castigo denuestras cul
pas, y los propósitos de enmienda con el
dolor del noble arrepentimiento; éste sos
ten de todos los vínculos morales de la
sociedad; la tendencia fiel y constante à
mejorar nuestras costumbres; á luchar con
la corrupcion desenfrenada; á fortalecer el
espiritu contra las tentaciones de la carne.
El celebre prisionero de la fortaleza de
Spielberg, cerca de las murallas de Brünn,
en Moravia; el uno de los quemas han
sufrido, las consecuencias de una delacion
injusta, penetrado del espiritu de cristia
nismo, con mansedumbre y caridad evan
gélicas: Silvio Pellico, en fin, en su obrita,
pequeña envolúmen, y grande en pensamien
tos morales y filosóficos, de los Deberes de
los hombres, cap.17, nos suministra un
–87–

bello rasgo de apoyo á éstas sanas ideas y


doctrinas, si del apoyo de autores profa
nos hubiesen de necesitar las de los sabios
de la Iglesia, entre los que, opinamos, debe
de figurar ya el señor García Mazo.
“Sí, arrepentirse l—dice – Nada mas
verdadero que lo que la Iglesia predica, y
es: qué nuestra vida debe ser toda de pe
nitencia, y de tendencias incesantes à me
jorarnos. El cristianismo no es otra cosa.
El mismo Voltaire ha escrito en uno de
aquellos momentos en que no estaba do
minado por el furor de ridiculizarle : “ Es
la confesion una cosa excelente; es un fre
no contra las faltas, inventado desde la
mas remota antigüedad: el uso de la con
fesion reinaba en la celebracion de todos
losmisterios antiguos. Nosotros hemosimi
tado y santificadoésta sabia costumbre, que
sana con la eficacia del perdon los corazo
nes ulcerados por el odio. – Voy. Quest.
encycl., t. III.
Es de advertir ahora que Voltaire habla
en sentido filosófico, y que la confesion,
necesaria como sacramento de penitencia,
fuè y es por derecho divino de precepto.
Fúndase principalmente en aquellas pala
bras que dijo Cristo á Pedro. "

Ettibidabo claves regni caelorum. Et quod


cumque ligaveris super terram, erit ligatum et
in caelis: et quodcumque solveris super terram,
erit solutam et in caelis. MATT. c. 16, v. 19.
Y à: tidaré las llaves del reino de los
–88–

cielos, y todo lo que ligares sobre la tier


ra, ligado serà en los cielos: y todo lo
que desatares sobre la tierra, serà tambien
desatado en los cielos. , ,, , , , ,
Son estas dos llaves de ciencia y depo,
testad. Llave de ciencia es la facultad de
poder discernir entre la lepra y la lepra; y
además, entre la lepra y no lepra: esto es,
entre el pecado y pecado, y entre el pe
cado y no pecado. Por la llave de la cien
eia, después de haber oido el confesor penil
tenciario al confesante, pesa lagravedad de
la materia con recto juicio: por la lláve de
la potestad, que es ligar y desligar, senten
cia en el negocio. Negar, pues, que la
eonfesion fué divinamente instituida por
Cristo , es negar la potestad de las llaves
trasmitidas por el mismo: es negará todas
luces èstas verdades del evangelio: y ob
Amen dico vobis, quaecumque alligave
ritis super terram, erunt ligata etinealo:
et quaecumque solveritis super terram, erante
soluta et in caelo.—MATT. c. 18, v. 18
En verdados digo, que todo aquello que
ligáreis sobre la tierra, ligado será tambien
en el cielo:
- Haec cum dixisset, insufflavit: etudicit
eis: Accipite Spiritum Sanctum: rd
Quorum remiseritis peccata, remituntur
eis: et quorum retinueritis, retenta sunt
JoANN. c. 20. v. 22. 23. " y, y
Y dichas estas palabras, sopló sobre ellos,
y les dijo: Recibid el Espiritusanto: Y
–89–

A los que perdonàreis los pecados, per


donados les son:y á los que se los retuvièr
reis, les son retenidos. .
Mucho podríamos decir en apoyo de éste
sacramento; pero lo omitimos, evitando asi
lo que para el sentir de algunos pueda lla
marse demasiada prolijidad. ,
En su Catecismo, dice tambien el señor
Mazo.“¡Ah! un alma que se sostiene en la
gracia por las frecuentes comuniones, saca
de ellas un frutolinapreciable; saca el fruto
de la vida eterna,” Baste lo dicho sobre
esta materia, y del mejor modo posible, si
gamos enumerando todo lo que contribuya
à, formar la verdadera etòpea del señor
Mazo. "
En 31 de julio de 1811, siguiendo aún
de obispo de Avila el ilustrisimo señor don
Manuel Gomez de Salazar, recibió el señor
Mazo nuevas licencias de celebrar, confesar
y predicar, refrendadas por el secretario
don Justo de Sorrondegui. Nunca le falta
ban al señor Mazo ésta clase de licencias,
ni departe de sus superiores las mayores
muestras de cariño paternal. . . . .»
Vemos en el principio de la relacion de
méritos, que hemos copiado, los motivos que
obligaron al señor Mazo á "dejar, después
del de Bercero, el curato de Bohoyo, cuya
renuncia consiguió al cabo de dos años de
instancias: como posteriormente vivió los
años de 42,13 y 14, retirado en el hogar,
de la casa paterna; como al comenzarvel
-90–
año de 1815 tomó el economato de la Ali
seda, sirviéndolo nueve meses hasta su pro
vision; y su viage entónces á Valladolid
para colocar en el estado religioso á su so
brina carnal, doña Isabel García Mazo, que
tenia en su compañía, y por mas de dos
años le estuvo suplicando le satisficiera los
ardientes deseos, que de ser monja la ani
maban. Con este motivo, á los dos dias de
haber llegado aquella á Valladolid tomó el
hàbito religioso en el real monasterio de
Huelgas, el 5 de marzo de 1816, siendo
su padrino el mismo señor Mazo, y madri
na doña Ceferina, hermana de la novicia,
que todavía existe hoy en dichos claustros,
observando la Regla de san Benito.
Resultó además de éste viage del señor
Mazo áValladolid, que sirviese allí por mas
de medio año el beneficio de preste de la
parroquia del Salvador, algun tiempo el
economato de la Magdalena, y que obtu
viera nuevas licencias de celebrar, predicar,
y la de confesar estensiva à mujeres y re
ligiosas de ambas filiaciones, en 8 del referi
do marzo, hasta que le dieron el curato
de la Aliseda en 7 de noviembre, del que
tomó posesion en 12, é hizo la profesion
de fé en 26 del mismo mes. Así es como
se le volvieron á cumplir por tercera vez
el gusto y los deseos de hallarse nuevamente
entre sus primeros y antiguos feligreses,
de quienes jamás se podía olvidar. Con ellos
vivió los años de 17, 18, y del 19 hasta

* ----- ------" ---


---
–91–

principios de abril, que se trasladó al cu


rato de la catedral de Valladolid, por con
secuencia de la oposicion que hiciera en el
eoncurso general de 1817; y al que despuès
en julio se le añadió el de la Antigua, con
titulo de economato, siguiendo el último
plan de curatos, que lo agregaba á la catedral.
La "montuosa provincia de Avila con su
renombrada sierra de Gredos, sus àgrios
picos, sus empinadas crestas, laderas y fal
das, peñas errantes, valles sinuosos, va á
carecer ya por largo tiempo del pastor y
sacerdote, que gloriosamente cuenta en el
número de los varones ilustres en virtud y
saber de que ha sido madre. El señor Mazo
fijará su residencia en Valladolid, y como
san Gerònimo—S. Geron. epist. ad Eus
toch.; S. Th. op. 29–y santo Tomàs de
Aquino, amante del retiro doméstico, ene
migo de salir de casa, á no motivarlo al
guna grave urgencia, no volverà á visitar
su país natal, sino en circunstancias muy
precisas y como de paso. Tenía siempre en
la memoria y en sus labios aquella redon
dilla tan popularizada, que dice:

De casa saldras muy poco,


Pues hay esperiencia tanta,
Que nunca á casa se vuelve
Como se saliò de casa.

Quédale solo el consuelo de que es su


hijo nativo, y que, sin olvidarse éste de su
–92–
suelo maternal, procurará en su ausencia,
con el brillo de sus predicaciones y escri
tos parenéticos, añadir un timbre mas á
los blasones de su gloria antigua, figuran
do, en el catálogo, de los hombres emi
nentes. " , , ,, , ,
Meditó sobre la naturaleza en la eampes
tre soledad; estudió los rudimentos de las
ciencias en la escuela universitaria; se re
tiró por último á combinar los medios de
instruccion catequistica en el fondo opaco
de las iglesias, y de su modesto gabinete.
No obstante su inclinacion à la yida soli
taria y contemplativa, leveremos salir mu
chas veces del amado retiro con el solo fin
de notar los yerros del hombre-hermano
y corregirlos. La populosa ciudad de Va
lladolid le presentará nuevas páginas en que
estudiar: las del corazonhumano en rela
ciones de sociedad estensa;én el trato civil
y comercial; en todas las gradaciones de su
flexivilidad moral;á favor del confesonario
y del magisterio catequístico, adicto á uno
de los pensamientos de M. Hismann, de Go
tinga, en su Ensayo sobre la vida de Leibtnit,
citado por Zimmermann en su profundo y
excelente Tratado sobre la soledad, donde
dice.
“ Las cuatro paredes de un gabinete de
estudio no son los limites del mundo, y
los libros no contienen todo lo que los gran
des hombres han pensado. Hay multitud de
observaciones, demociones preciosas, que
–93–
no se han impreso. El que empieza su edu
cacion en el retiro por medio de la lectura
y de la reflexion, debe continuarla y con
cluirla por las relaciones sociales, en que
se aprende à conocer,à los hombres; sus
sentimientos, sus errores, su sabiduría y
su locura." . .
Mas adelante veremos como el señor Ma
zo,à pesar del contacto social de poblacion
tan dilatada, poseyó la virtud siempre sin
mancha; porque tenía muy presente de
continuo, aquello de san Pablo á los co
rintios." - , , , , , , , . .
“No demos á nadie ocasion de escándalos,
porque no seavituperado nuestro ministerio:
ántes en todas cosas nos mostremos como
ministros de Dios en muchapaciencia, en
tribulaciones, en necesidades, en angus
tias, en azotes, encarceles, en sediciones,
en trabajos, en vigilias, en ayunos, en pu
reza, en ciencia, en longánimidad, en man
sedumbre, en Espiritusanto, en caridad no
fingida, en palabra de verdad, en virtud
de Dios, por armas de justicia a diestro y
á siniestro.."......2. c. 6, v. 5.
Era el señor Mazo un verdadero apóstol
de la doctrina evangelica. Pensando siem
pre en Dios, como san Bernardo, le busca
ba por la leccion, y le hallaba por la me
ditacion.
Lectio inquirit, meditatio invenit.
Sabía por el mismo santo, que es tibia la
meditacion sin la leccion. Meditatio sine lec
–94–

tione tepida. — D. BERNAR. de Scala claust.


Por estos y otros ejercicios devotos, que
practicaba el señor Mazo, no debemos es
trañar se haya mantenido con la mayor pu
reza de costumbres, y que jamàs haya sido
víctima deplorable de contagiosos vicios.
Era un ángel terrenal, que aplacaba al
SEÑora cuando estaba enojado con su pue
blo; un verdadero ministro del santuario,
que diariamente pedia en sus oraciones con
fervor ciencia, disciplina y bondad, á imita
cion del realprofeta. — Bonitatem, discipli
mam, et scientiam doce ne.—Psal. 118.

--".
==== ----
CAPITUI.0 W.

Curato de la catedral de Valladolid, y como


tomó posesion del mismo.—Cuando argu
yó para alcanzar el grado de licenciado.
–Título de párroco castrense.—Docu
mentos con que justificó sus relaciones de
méritos.—Como uno confirma su incli
nacion á la vida monástica.

Scuos contemplando los pasos, las accio


nes todas del señor don Santiago JoséGarcía
Mazo en la opulenta ciudad de Valladolid,
bañada por el Pisuerga, que mansamente
corre á confluir en el Duero, poco mas
allá de la cercana Simancas, tan renombrada
en las viejas crónicas y algo aún hoy dia por
el archivo nacional que ostenta; en aquella
sólida catedral no acabada, cuya sencillez y
hermosura de principiada forma revela el
genio de Herrera, inmortalizado en la oc
tava maravilla, en los acumulados sillares
–96–
del Escorial, dominados por las crestas
peñascosas del Guadarrama y el vuelo al
tanero de las águilas que en ellas anidan;
en Valladolid, tan célebre por su antigüe
dad, como por su larga historia, interca
lada en las páginas de muchos libros, y re
ducida ahora á las de uno solo por el
apreciable jóven don Matias Sangrador;
en aquel nobilísimo emporio de Castilla la
Vieja, que vió nacer a uno de los mejo
respoetas del siglo presente, como es el
autor de La Cruz y la Media-luna; allí don
de se mantiene vivo y perenne el senti
miento religioso con “adoraciones frecuen
tes al SEÑOR" en sus fiestas y procesiones,
alpié de los altares permanentes, y de los
que, portátiles, improvisa en calles y plazas
la fervorosa piedad de los fieles en ciertos
días del año; allí donde tuvo tambien su
cuna san Pedro Regalado; donde la tuvie
ron reyes y principes, y muchos varones
insignes en letras como fray Juan de Tor-
quemada, fray Agustin Antolines, Alfonso
Manzanedóde Quiñones, Antonio Escobar de
Mendoza, y don Luis de Salazar y Castro:
alli súbirá con asiduidad conveniente, lleno
de celo apostólico, a la catedra del Espí
rítusanto para verter sobre la apiñada con
currencia de los devotos las doctrinas del
unigénito y divino REDENTor; alli extende
, rá, en fin, las páginas del libro inapreciable,
que le coloca en el rango de los mejores cate
quistas y expositores teólogos. No le perdamos
—97–

de vista: sigamos sobre sus huellas la santa


vía de sus pasos. Acumulemos noticias
biográficas, que presenten en todas sus fases
y vicisitudes la importancia de su vida sa
cerdotal para los que deseen imitarla: paré
cenos oportuna la siguiente.
“ Fué don Santiago José García Mazo,
cura párroco de la catedral desde princi
pio de abril de 1819 hasta el 8 de diciem
bre de 1822, segun la última partida que
firmó en los libros parroquiales.
“Desempeñó el economato de la Antigua
desde el 11 de julio de 1819, hasta el 1
de febrero de 1820.
“En el mes de agosto del año 22, pudo
graduarse de licenciado; pues así firma des
de èsta fecha. -

“No solo tuvo y explicó la doctrina cris


tiana en las cuaresmas, sino tambien en
varias temporadas del año, ya de noche en
los dias de labor, ya por la tarde en los fes
tivos; y ésta misma enseñanza, que man
tuvo cuando pàrroco, la continuó en muchos
años aún siendo magistral. La concurrencia
de ambas parroquias, y hasta del barrio de
san Andrés era grande, en la que se adver
tían personas de todas categorías: es cuan
to puedo manifestar.— El ecónomo de la
Antigua y Catedral, Ignacio Orois.”
Efectivamente: de tres sugetos propuestos,
como aprobados que fueran por idóneos en
el último concurso general, resultando agra
ciado el señor Mazo, le fué espedida por
7
–98–
S. M. la real carta de provision en el pala
cio de Madrid á 5 de marzo de 1819.
En 5 de abril se le hizo colocacion y ca
nónica institucion del curato, por medio de
la imposicion de un bonete sobre la cabeza
de su apoderado don Francisco Garci Mar
tin. Escudero, cura propio de la parroquial
de san Martin, como consta por testimonio
sellado con las armas de la santa iglesia
catedral, firmado por el doctor don Gabriel
Hugarte Alegría, y por mandado de los se
ñoresgobernadores, sede vacante, del ca
nónigo secretario, doctor don Josè Gil
Carranza.
Solicitó el señor Mazo la posesion en 6,
acordóla con igual fecha el cabildo, y á
las cuatro y media de la tarde del mismo
dia, se la dió el presbítero y sacristan ma
yor, don Antonio Muñoz, con las ceremo
nias de costumbre en tales actos, por ante
el notario receptor del tribunal y curia
eclesiástica de Valladolid, don Manuel de
Castro Delgado, tan pronto como leyó éste
en alta voz la real cédula en las puertas
principales de la iglesia.
Todavía nos parece estar viendo al señor
Mazo, guiado al pie del ara de san Juan
evangelista por el señor Muñoz, tomar agua
bendita, orar al santísimo Sacramento, leer
la oracion que principia: Deus quicordium
fidelium, tocar una campanilla, abrir y cer
rar las puertas del sagrario, visitar la pila
bautismal y crismeras, pasearse por la ca


–99–

pilla, abrir y cerrar sus puertas, y hacer


otros actos de verdadera posesion bajo las re
sonantes bóvedas del templo santo. ¡Con qué
respeto y devocion huella el pavimento de
la casa del Señor! ¡Cómo repite interior
mente con el real profeta!— Salm.33, v, 2.
— Benedican dominum in omni tempore:
semper laus ejus in ore meo. Bendeciré al
Señor en todo tiempo: siempre le alabarà
mi boca. " ,"

En el mes de julio de éste año de 1819


arguyó de medio en la universidad de Va
lladolid en una repeticion pública para grado
de licenciado en teología.
Siendo patriarca de las Indias y vicario
general de los reales ejércitos el eminen
tísimo presbítero cardenal Cebrian, don
Francisco Antonio, obtuvo el señor Mazo,
con limitacion al distrito de su parroquia,
el título de cura castrense, segun consta de le
tras firmadas por dicha eminencia y refren
dadas del secretario del Vicariato general,
don Luis Exarque, en Madrid á 27 de di
ciembre de 1819– Reg. lib. 1° gen. de
tit.fól. 36. -

En èste mismo mes y año nos encontra


mos con dos atestados de conducta parro
, quial, dignos de ser trasladados literalmente
à èste lugar, como testimorios espontáneos
y francos de la gratitud de sus antiguos
paisanos y feligreses. -

“En la villa de Bohoyo—dice el prime


ro–á 28 de diciembre de 1819, los seño
–100–

res Antonio Hernandez Mozo y Solis, y José


Familiar, alcaldes ordinarios; Diego Her
nandez Mozo, yManuel Martin Carrera, re
gidores; Isidro de la Peña, y Gregorio Chapi
nal, diputados del comun; y Martin Gimenez,
procurador síndico general y personero;
por ante mí el escribano público del nú
mero y ayuntamiento, dijeron: Qué, don
Santiago José García Mazo, cura actual de
la santa iglesia catedral de Valladolid, en
diez años ó algo mas, que permaneció de
cura párroco de ésta dicha villa y sus bar
rios se esmeró, portándose con el mayor
desempeño en el amparo, instruccion y au
xilio de sus feligreses, con una suma edu
cacion de la juventud en tal manera que,
con su eficacia, esmero y trabajo, ha supe
rado á cuántos pàrrocos se han conocido
de tiempo inmemorial à ésta parte. Y para
que conste, y obre los efectos que conven
gan à favor del interesado, por mandato de
dichos señores doy la presente, que signo
y firmo con el que sabe, de sus mercedes.
# Antonio Parra y Sarro”
El segundo, aunque de sencillo estilo,
es todavía mas expresivo y afectuoso:
dice asil: -

“Testimonio.” -

“Manuel Martin de la Peña, y Josè Prie


to, alcaldes; y Tadeo Dominguez, procu
rador, justicia actual de éste lugar de la
Aliseda, acompañados de nuestro interino
fiel de fechos, certificamos, que: don San
–101–

tiago Josè García Mazo, ha servido ésta


parroquia de cura párroco siete años cum
plidos, y uno de ecònomo en la vacante de
don Agustin Burgos, el que por ver el gran
afecto de sus feligreses vino segunda vez à
ella; pues llevábamos con tan gran gusto
el mucho amparo, instruccion, auxilio de
los enfermos, continua educacion de los
niños y sumo agrado que tenia para atraer
nos á la bienaventuranza, que no omitía
nada en frecuentar la càtedra del Espíritu
Santo, el tribunal de la penitencia, la lec
tura espiritual todos los dias festivos con su
singular modestia en todo; de suerte, que
el tiempo que la sirvió nos contemplábamos
felices al ver cuanto adelantábamos para la
etenidad, haciéndosenos un soplo todo èl;
y asi logró una inmortal memoria de todos
sus feligreses, y un ¡ay! tan continuo, que
jamás se olvidarà la pérdida de un padre
espiritual de tan bellas circunstancias; y para
los efectos y fines que convengan, damos éste
testimonio que firmamos en éste referido
lugar de la Aliseda, en 31 de diciembre
de 1819.—Como interino de fiel defechos,
Josè Dominguez”
¿Puede hacerse un elogio mas justo y
elevado de la conducta pastoral del señor
Mazo en Bohoyo y la Aliseda, que el que
acabamos de leer? ¿Nó hablan en estos tes
timonios los corazones conmovidos por el
mas puro sentimiento de gratitud, la pie
dad mas religiosa y acendrada, la noble
–102—
rectitud de los ánimos, el afecto mas tierno
y sincero de unos hijos espirituales hácia
su amado padre comun, que los alimen
tara con la doctrina de su sabiduría y el
ejemplo de sus virtudes? Estos dos rasgos
de justicia son tan naturales y elocuentes
como las lägrimas de un niño de pocos
meses, que siente las necesidades de la vida,
pero que aún no sabe explicarlas: y éstas
necesidades en tan dignos feligreses eran
las del alma, las necesidades de la palabra
de Jesucristo. ¿Y nó nos manifiesta todo
ésto la necesidad que tiene el hombre de
alimentarse del espíritu de Dios, lleno de
verdad y justicia? Porque si el espiritu de
aquel que resucitóáJesus de entre los muer
tos, mora en él: el que resucitó à Jesucristo
de entre los muertos, vivificará tambien su
cuerpo mortal por su espíritu, que mora en
èl.— San Pab., á los Rom. c. 8, v. 11. ¡Con qué
sublime sencillez escribieron aquellos dul
ces lugareños éstas notables y sentidas pa
labras: ....“¡De suerte que el tiempo que
la sirvió nos contemplàbamos felices al ver
cuanto adelantàbamos para la eternidad, ha
ciéndosenos un soplo todo él!...... ” ¡Oh,
si!.... un soplo todo aquel tiempo en que el
señor Mazo los alimentaba con la doctrina de
Jesucristo y de sus apóstoles, y à quienes
pudiera responderles como San Pab. á los
Corinth. ep. 1, c. 2, v. 5, 4, 5.
Et ego in infirmitate et timore, et tre
more, multo fui apud vos:
–103–
Et sermo meus, et predicatio mea, non in
persuasibilibus humanae sapientiae verbis, sed
in ostensione spiritus et virtutis:
Utfides vestra non sit in sapientia homi
num , sed in virtute Dei. -

¡Cuánto ganarían los pueblos rurales en


verdadero espíritu de saber y de civilizacion,
si todos ellos tuvieran en sus iglesias párrocos
tan dignos por su virtud y su ciencia como
el señor Mazo; y cuánto no variaría entónces
el estado moral de la sociedad, dando á los
escritores de costumbres, tipos mas dignos y
edificantes que pintar, en contraposicion de
los que ahora con demasiada frecuencia pre
sentan cieríos dramas y novelas!
Finalizóse el año de 1819 en el que
el señor Mazo con su nuevo destino pre
paraba su larga residencia en Valladolid.
En el de 1820, después del exacto
cumplimiento de sus deberes parroquia
les, vémosle dedicarse à reunir todos aque
llos documentos que aun le faltaban y
debian justificar en toda su extension para
casos necesarios sus posteriores relaciones
de méritos. El primero que aparece es
un certificado, espedido en 14 de enero
por el licenciado don Josè Ledesma, acre
ditando su oposicion hecha en 17 de dicho
mes en 1794 con el objeto de obtener una
beca teóloga de el colegio trilingüe de la
universidad de Salamanca, la que ya sa
bemos consiguió, y por éste motivo ganó
un curso de hebreo, siendo catedrático

----------
–104–
del mismo el doctor don Francisco García
Ocaña. A éanse las pàg. 40 y 41 del càp. II.
El segundo es otro certificado espe
dido por don Pedro Fernandez Valder
rama, lector de teología, definidor general
del órden premonstratense y secretario
interino del excelentisimo señor don Ro
drigo Antonio de Orellana, obispo de Avila,
en 21 de enero del sobredicho año 20, con
el que se acredita haber hecho el señor
Mazo en la referida ciudad tres oposiciones
à curatos en concursos generales: la prime
ra en 1796, la segunda en 1800, y la tercera
en 1805, de las que tambien hemos hecho
mencion en sus correspondientes lugares,
siguiendo un método cronológico.
El tercero es un atestado de conducta par
roquial, fecha 5 de febrero, del que entre
sacamos las siguientes líneas:
. . . . . . “Que el don Santiago José
García Mazo fué cura párroco de la indi
cada villa de Bohoyo por espacio de once
años, y de el lugar de la Aliseda por mas
de nueve, y en uno y otro observó un
porte propio de un celoso pastor de al
mas, predicando el santo evangelio, y en
señando la doctrina cristiana todos los
dias festivos, educando la juventud eon
sumo amor y caridad, apartando á los
malos de su camino errado con saludu
bles consejos, asistiendo con exactitud y
esmero à los enfermos y moribundos,
frecuente siempre en el confesonario,

==== -====
–105–
cuidadoso y atento à todos sus deberes y
obligaciones, dando buen ejemplo con su
modo de vivir. En el tiempo de la do
minacion, enemiga, observó tambien una
conducta, cual corresponde à su estado,
sin solicitar ni obtener empleo, encargo
ni comision alguna del gobierno intruso,
ni seguir sus máximas. No ha sido pro
cesado civil ni criminalmente, y siempre
se mereció la estimacion de nuestros an
tecesores por la exactitud con que regía
sus parroquias,y las almas confiadas à su
cuidado. Y para que conste, etc. . .—Ro
drigo, obispo de Avila.—Por mandado,
etc. don Pedro Fernandez de Valderrama,
secretario.”
El cuarto es una certificacion de comen
daticias y mèritos, que recopila todos los
que se hallan espresados en los vários tes
timonios de que hasta ahora hemos he
cho uso fiel, sin omisiones importantes,
á fin de que el retrato histórico del señor
Mazo salga á luz con toda la mayor exac
titud posible. Está certificada en 17 de fe
brero de 1820 por don Pedro Alcàntara
Basanta, escribano de S. M., mayor de ayun
tamientos, público del número perpétuo
de la ciudad de Valladolid, de la conserva
duría y estudio general de su real y pon
tificia universidad, y vice-secretario del
claustro de ella; y con igual fecha legali
zada á continuacion por los escribanos de
número don Amado Tobar, don Ramon
–106–

de Santillana , y don Hilarion Sancho.


El quinto es, fecha 17 de febrero, una
pretension del señor Mazo con el decreto
favorable en seguida de la autoridad eclesi
ástica, sede vacante, y á continuacion la
copia que solicita del testimonio de la
provision del curato de Bercero, certifica
das todas sus diligencias por don Manuel
Gonzalez Ordoñez, notario mayor de asien
tos del tribunal eclesiàstico de Valladolid y
su obispado. Por ésta copia testimonial,
vemos que en 23 de junio de 1809 se des
pachó el título de colocacion y posesion
del curato referido, vacante por renuncia
que de él hizo el señor Mazo en 50 de ju
nio de 1808, en favor de donTomás Mor
chon y Rodriguez, presbítero, cura pro
pio que fué de san Jsteban en la repetida
ciudad.
El sesto, son unas letras de los gober
nadores eclesiásticos, selladas con las ar
mas de la catedral, sede episcopal vacante,
informando à S. M. y su real Càmara de
Castilla sobre la conducta y merecimientos
del señor Mazo, como acompañantes re
misivas de la certificacion de comendaticias
y méritos, testimoniada por don Pedro Al
càntara Basanta, de la que nos hicimos car
go en el lugar del documento, número
cuarto : de ellas tomamos las cláusulas que
siguen :
e “Y ademàs nos consta se ha
lla— el señor Mazo,– residiendo y cum
–107–
pliendo con todas las obligaciones anejas á
dicho curato, que es de buena vida y apre
ciables costumbres, no está suspenso, en
tredicho, escomulgado, irregular, ni ligado
con impedimento canónico, que á nuestra
noticia haya llegado; y se halla en aptitud
para obtener cualquiera prebenda ó bene
ficio eclesiástico, que V. M. se digne confe
rirle” . . . . . Fueron refrendadas en 18
de febrero de 1820, por el canónigo secre
tario de cámara, doctor don Juan Gil Car
1’878.

A pesar de la nimia exactitud con que


desempeñaba la cura de almas, le abruma
ba sin embargo, como una pesada carga,
la consideracion de la grande responsabili
dad que lleva consigo. El temor de arries
gar su propia salvacion, miéntras que pro
movia la de los demàs, le inspiró el pen
samiento de buscar un retiro en que pudie
ra asegurarla. Por éste motivo, decidiéndose
á entrar en la religion de los cartujos,
fundada por san Bruno en 1085 en el de
sierto de la Cartuja, del obispado de Gre
noble en Delfinado, marchó al monasterio
de Cazalla, distante de Sevilla doce leguas.
A su paso por Madrid, trató de disuadirle
del intento su amigo don Antonio Calama,
anunciàndole una pròximavariacion de go
bierno político; mas no haciendo caso de
las reflexiones, siguió su marcha, y estuvo
algun tiempo en dicho monasterio, hasta que
en marzo de 1820 tuvo que regresará Va
—108–
lladolid, donde volvió á servir su curato.
Esto diò márgen al sétimo documento, que
es un curioso certificado. Por su importan
cia singular, vamos á trascribirle con toda
su estension y forma literales, confirman
do asi la opinion que acerca del ascetismo
del señor Mazo expusimos. – Cáp. II
pág. 40.
“Hay almas en la tierra doloridas
Que asi buscan las místicas guaridas
Cual su nido las aves.”
“Fray Estanislao de san Martin, prior
del monasterio de nuestra señora de la Con
eepcion de la villa de Cazalla de la Sierra.
Certifico, que, don Santiago José García
Mazo, cura propio de la santa iglesia cate
dral de Valladolid; habiendo sido admitido
por ésta comunidad cartujana para monge
de ella, y puesto en una de las celdas de
éste monasterio el dia 25 del próximo
marzo, comenzó en hàbito secular desde
aquel dia, y ha continuado hasta éste de
la fecha, haciendo el mes de pretendiente,
siguiendo todos los ejercicios y actos de la
comunidad, segun previenen nuestras cons
tituciones, que señalan este tiempo para que
èsta tome algun conocimiento de las dis
posiciones y vocacion de los pretendientes,
y ellos prueben si podràn llevar el rigor
de nuestro santo instituto,àntes de tomar
el hábito.
Se ha notado en éste tiempo de prueba
que, el referido don Santiago, tiene la vista
—100–
tan cansada, que de noche solo puede leer
con anteojos y libro en mano, y de dia,
cuando no está muy nublado apénas al
canza à leer con trabajo la letra abultada
de los libros de coro; de modo que de
noche no lee un renglon sin anteojos, ni
de dia las citas, versillos, etc., que en los
citados libros se hallan de letra pequeña; y
siendo su edad tan adelantada, es , consi
guiente, que dentro de poco tiempo no
pueda leer de noche con anteojos, ni de dia
la letra gruesa. Se ha advertido tambien
que su voz es tan pequeña, que ni ayuda
al coro, ni tiene pecho para lo mucho que
tiene que cantar un monge, máxime sien
do nuevo.
En vista de èstos defectos naturales, aun
que ésta comunidad se habia determinado à
disimular los cincuenta y un años de su edad,
por los buenos informes, que habia recibido,
no ha venido en vestirle el santo hábito, y
si le ha despedido caritativamente, ani
mándole á que continúe en su ministerio
parroquial, para el que ha advertido en él
buenas disposiciones.
Por lo que hace á su conducta en el tiempo,
que ha permanecido entre nosotros, no
puedo ménos de decir que ha sido tal,
que nos ha dejado edificados por su pun
tualidad, y fervor en la asistencia à los ofi
cios divinos, tanto de dia como de noche;
y para que conste donde convenga los
verdaderos" motivos de su regreso, y no
– 110 -
obste á su buena fama el haber tomado
esta daterminacion, doy la presente, que
firmo, y sello con el de mi oficio en ésta
citada Cartuja, á 20 de abril de 1820.—
Frai Estanislao de San Martin, prior.”
¡De qué profundo sentimiento ascético
estaba poseido el señor Mazo, cuando con
tanto fervor y anhelo buscaba el silencioso
retiro de los monges cartujanos! ¡Con qué
ardiente solicitud procuraba huir del mun
do, y sepultarse en la santa casa de los que
no hablan y comercian sino con el Señor
Dios de los ejércitos! Semejante al ono
crótalo, que en los desiertos arenales de
Egipto suele gemir y no cantar, amaba la
soledad y rigurosa disciplina de los cartujos!
Queria morar de noche como ave noc
turna, á la amortiguada luz de triste lám
para en el templo consagrado solo á es
cuchar gemidos y plegarias doloridas. Vivir
como pájaro solitario sobre las elevadas
cúpulas, que con sus negras cruces de
hierro desafian á los rayos de la tempes
tad, veladas por la densa niebla y las flo
tantes nubes. IIabía nacido llorando como
pelicano, y ahora que del hombre conocía
las breves horas y sus livianos placeres,
deseaba vivir y morir en las tinieblas de
retirado asilo, para volar después, imitan
do el ascendente vuelo del pájaro solitario
de las cúpulas, á la eterna mansion de Je
sucristo resucitado. Para decir en sus pos
trimerías con la serenidad del justo, que
—111–

consagra su vida á la meditacion de la


gloria eterna y de todos los santos ob
jetos.
Similis factus sum pellicano solitudinis:
factus sum sicut nycticorar in domicilio.
Vigilawi, et factus sum sicut passer so
litarius in tecto, —Salm. 101, v. 7,8.
He sido semejante al pelicano de la so
ledad, y como cuervo nocturno en domi
cilio.
He velado, y fui como pájaro solitario
en tejado.
No era por lo visto equivoca la vocacion
del señor Mazo para cartujo, no : criado al
pie de la sierra de Gredos, acostumbrado
desde su niñez á la soledad de los desier
tos agrestes, nadie mejor que él arrostra
ría las privaciones y austera penitencia de
los solitarios, que con san Bruno su fun
dador á la cabeza, buscando un apartado
retiro, oyeron de san Hugo éstas imponen
tes cláusulas:
“Si buscais un sitio inaccesible à los hom
bres, no hallaréis otro que ménos haya
pisado humana planta; pero advertid, que
es una silenciosa soledad, cuya vista sola
estremece y horroriza; es un conjunto de
peñas escarpadas, cuyas puntas suben à
esconderse en las nubes: cúbrenle todo el
invierno las nieves y oscurécenle las nieblas,
siendo el frio por una parte insufrible y
por otra interminable; en una palabra, es
un lugar que hasta ahora solo le han pobla
—112—
do las fieras.” – Croisset. Nov. Año crist.,
oct., 102, sobre la Cartuja.
¿Podía arredrar ésta pintura al anti
guo pastor de Bohoyo, al amante de las
selvas, al hijo de las montañas, al antiguo
morador de las greñosas faldas de Gredos?
Los grandes peñascos de la Cartuja en el
Delfinado, las solitarias breñas del desier
to de la Torre en el obispado de Squilache,
centro de la Calabria, no habrian sido apar
tamientos ménos queridos del señor Mazo
que lo fueron de san Bruno, si hubiera te
nido la dicha de seguirle en los tiempos
de la fundacion de ésta renombrada órden,
conocido su caráter penitente, su abnegacion
espiritual. Nadie mas apropósito que el se
ñor Mazo para la vida de ésta clase de pe
nitentes del desierto. Los pasos de su ni
ñez, en los que le hemos visto ajeno como
san Bruno à toda “ cosa que oliese á pue
rilidad en sus costumbres;” y posterior
mente en su vida sacerdotal, el tedio que
le inspiraban las vanidades del mundo, eran
cualidades ciertas de su aptitud monástica,
y real y firme la inclinacion que al encierro
celular, al silencio contemplativo, à las aus
teridades del mas riguroso, y mortificante
retiro le impulsaba. Era el señor Mazo en
espiritu religioso un san Bruno, en espí
ritu humanitario y social un Zimmermann.
Quizás al buscar el señor Mazo el monas
terio de Cazalla, hervian en su mente ideas
semejantes á las del cèlebre suizo, natural
–1'13–
de Brugg, ciudad del canton de Argovi;
á las del célebre salvador de la humildad
doliente, cuando así discurría:
“¡Ah! renuncio con placer al mundo y
sus distracciones, á todo lo que se llama
goces de la vida, puesto que aun me res
tan algunas horas de libertad y de reposo,
puesto que, solo y libre , puedo decir so
bre la soledad algunas verdades útiles que
ocupen al ménos un instante al hombre
de mundo y conmuevan á los hombres de
bien.”–La Soledad.
Tenía la órden de los cartujos, imitando
á su fundador, particular devocion á la bea
tísima Vírgen: la del señor Mazo era pro
funda, y por ella creemos no dejaría de
ir penetrado de los sentimientos, que el
famoso poeta don José Zorrilla, manifestò
con religioso estro en una de las estrofas de
un gran poema, dedicado á la CoNsoLADon A
de los afligidos, lleno así de uncion con
dulce fluidez :

“Venid á mí los que creéis que existe


Otro mundo mejor que nuestro mundo:
Venid, los que buscais la sombra triste
Del solitario altar, en lo profundo
Del templo abandonado, que resiste
Al vendabal del siglo furibundo:
Venid, y os bañaréis en la ambrosía
De el dulclsimo nombre de MARÍA.

El vendabal del siglo furibundo, el tor


rente devastador de las revoluciones políti
cas , hicieron desaparecer estos preciosos
–114–
asilos, en donde el señor Mazo pretendía
encontrar la futura salvacion de su alma,
y un consuelo ascético en la soledad de
sus claustros. En fin , sin duda el SEÑoR le
había predestinado para que siguiese em
pleando en el ministerio parroquial sus
buenas disposiciones, y que después, no pu
diendo imitar al Bruno de la vida solita
ria, imitase al ménos al Bruno canónigo
de la iglesia de san Cuniberto de Colonia,
y al Bruno magistral de la iglesia de Rems,
siéndolo de la santa catedral de Valladolid.
Cuando la antorcha del genio preside los
destinos del hombre, lo mismo resplande
cen las huellas de su gloriosa carrera en el
siglo, que en la melancólica soledad, propi
cia á la meditacion.
Aparte de esto, amantes de la soledad,
siempre que la Providencia nos la concede
en medio del bullicioso mundo en que vi
vimos; subyugados por las misticas belle
zas de la poesía biblica; por las imágenes
de los poemas de Moises, David, Isañas y
demás profetas; por todo lo grande y ele
vado que encierran los misterios de nuestra
sacrosanta y católica religion, tambien nos
otros diríamos, identificados entónces con
el espíritu cenobítico del señor Mazo:
Con la esperanza de la gloria eterna,
Siempre anhelando salvacion divina,
Esos raptos beatíficos del justo
Con qué presiente célica armonía,
Son los encantos de las almas puras,
Son los ensueños de una paz tranquila.
–115–
Era la gloria celestial y no la del mundo
la que únicamente anhelaba el señor Mazo,
buscando la vida contemplativa. Enemigo
del lujo, amante de la pobreza, sabía como
san Pablo, que si nuestra humilde casa
terrestre se arruina, tenemos otra eterna
en los cielos, no fabricada por mano de
hombre.—2, Cor. 5, 1.
Si terrestris domus mostra hujus habita
tionis dissolvatur, quod aedificationen ex Deo
habemus, domum non manufactam, aeternam
in caelis.
Hé aquí tambien, porque el señor Mazo
no era dichoso en el mundo en que reina
la afliccion de espiritu, amando solo el rei
no preparado por Jesucristo. Eccl. 2, 11.
Nemo beatus est qui eo quod anat non
fruitur.—De HIER. lib. de Trin. c. 9.
Por eso contra todos sus deseos le vemos
regresar de Cazalla para vivir otra vez en
el siglo. Mas, ¿nó fué su regreso un bien
para los fieles, que tuvieron ocasion de
oirle repetidas veces en el púlpito, y fuera
de él, cuando emprendió la enseñanza pú
blica del catecismo? ¡Sí, ciertamente!
Instruyendo á sus oyentes con sus sermo
nes; alimentándolos con sus escritos mo
rales; enseñándoles todo lo necesario, para
que consiguiesen la salud eterna; hacièn
doles ver clara y sucintamente los vicios de
que debían huir, y qué virtudes abrazar, el
señor Mazo prestaba un servicio inmenso,
y cumplía á la vez con el mandato del
–116–

concilio sobre ésta sagrada obligacion de


adoctrinar á los pueblos.—CoNC. TRIDENT.
Sess. 5. de reform. c. 2
Con su regreso de Cazalla , el señor
Mazo se puso en el caso de poder repetir
en verdad y justicia á sus numerosos oyentes:
Spiritus Domini evangelizare pauperibus
misit me.—Is. 61 , 1. et Luc. 4. 18.
Envióme el espiritu del SEÑoR para evan
gelizar á los pobres.
(APITUI() VI.

Cargos honrosos que desempeñó.— obten


cion de la magistralía. —Títulos hono
ríficos.—Como por la actividad del tra
bajo, y sus mortificaciones voluntarias
se quebrantó su salud.

Y, regresò el señor Mazo del monasterio


cartujano de Cazalla, de aquella pätria del
ilustrísimo señor don José Fajardo y War
gas, prior mitrado que fué de Magacela,
digno de mencion por sus virtudes y cien
cia, y hoy dia en eterno descanso. Ya le
tenemos otra vez en Valladolid, dispuesto
á conformarse con los altos juicios del To
dopoderoso, dispuesto à continuar en su
ministerio parroquial, á dirigir las almas
cristianas por el recto camino de la ver
dad evangélica, y á desempeñar, en fin,
todas las comisiones y cargos que la auto
ridad superior eclesiàstica recomiende á su
–118—
celo infatigable, á su cultivada inteligencia.
Así, respetando las excelentes cualida
des del señor Mazo, el gobernador eclesi
àstico tuvo à bien nombrarle consultor de
la Junta religiosa del obispado, segun ofi
cio que se le pasó en 2 de marzo de 1821,
conforme al artículo 7º de la instruccion
expedida en 24 de mayo de 1820 por el ex
celentísimo señor cardenal arzobispo de Tole
do, siendo presidente de la misma don
Francisco Fernandez Rodriguez, y secre
tario fray Iginio Gutierrez. El señor Mazo
contestó oficialmente en 8 del referido ma
yo, admitiendo el nombramiento en prue
ba de obediencia y respeto à sus dignos su
periores.
En todas partes se mostraba ilimitado
aprecio al señor Mazo. La cofradía peniten
cial de nuestra SEÑoRA de los cuchillos y
uinta angustia, de la ciudad de Vallado
id, en cabildo celebrado en 27 de mayo
1822, — acordó recibir y dar honores de
Diputado al señor Mazo, segun consta por
el título que le despachó en 50 de dicho
mes con referencia al libro de acuerdos, el
secretario don José María Rodriguez.
En 16 de junio—1821,–solicita el se
ñor Mazo del padre director y hermano
maestro de la venerable órden tercera de
nuestra SEÑoRA del Cármen calzado , de
Valladolid, ser incorporado en ella, pre
sentando la carta de hermandad y de her
mano tercero de la que existía en Salamanca;
—119–

y se le concede por acuerdo y mandato


de junta general, de que certifica en carta
original sellada en el siguiente dia 17 el
secretario don Vicente de Mendigutía. Véa
se la pàg. 41 del cáp. II.
Así que trascurrió el año de 1821 con
estas adquiridas muestras de estimacion, en
29 de agosto de 1822, mereció el señor
Mazo de los gobernadores eclesiásticos, sede
episcopal vacante por fallecimiento del ilus
trisimo señor don Vicente Soto y Valcar
cel, letras testimoniales de licencia para ir
por tiempo de dos meses á la ciudad de
Avila y varios pueblos de su obispado. Con
tal motivo, después de muchos años de au
sencia, tienen el gusto de verle nuevamente
sus paisanos.
Dejémosle recorrer ahora los sitios mas
queridos de su infancia, y de su edad viril
cuando párroco; abrazar à sus amigos com
patriotas; respirar el ambiente de su país
natal; renovar ideas y memorias debili
tadaspor una larga ausencia. Veàmosle de
tenerse en su amada parroquia del lugar de
la Aliseda, y visitar en ella la arruinada
hermita de los Mártires, que sirve de ce
menterio, para rezar y echar algunos res
ponsos por las almas de los feligreses falle
cidos; con qué fervor dirige nuevas ora
ciones á santa Margarita, y como se recrea
en tender la vista por la sierra de Hermo
sillo, por los altos cerros conocidos con el
nombre de Berruecos, por todos aquellos
–120—

campos, que fertiliza y cruza el claro Tór


mes. Veamos como se arrodilla en Bohoyo
ante el ara santa de su titular nuestra SEÑo
RA de la Asuncion, sin olvidarse tambien
de lainmediata hermita del santo Angel de la
Guarda; como visita los anejos de Guijue
los, Navamojada y Navamediana con sus
respectivos santuarios erimíticos los santos
Mártires, el Apóstol san Pedro y san An
tonio de Pàdua, y en ellos recuerda las
fatigas de su pasado celo en cumplimiento
de sus obligaciones pastorales. Reparemos
todo esto por dar amenidad y variado en
lace á las partes biográficas de nuestra obra,
y, llevando la mente veloz à otros objetos,
reparemos tambien á la vez como durante
la ausencia del señor Mazo se publica en
Valladolid un edicto, invitando con térmi
no de sesenta dias á la oposicion de una
canongia magistral de púlpito, segun consta
de un impreso fechado en 2 de setiembre
de 1822. Está suscrito por los señores don
Francisco Antonio Fernandez Rodriguez,
dean; doctor don Gabriel Ugarte, canónigo
penitenciario; doctor don Santiago Linares,
canónigo; y don Toribio Soto, secretario
del cabildo in sacris, sede vacante.
Con fecha 28 de setiembre, adquiere el
señor Mazo à su regreso el titulo de licen
ciado en sagrada teología por la universidad
de Avila, siendo maestro de ésta facultad
en la misma el padre fray Juan Gomez con
los demàs catedráticos fray Pedro Ramirez,
–121–

fray Esteban Sanchez, fray Manuel Vivas,


y fray José Dominguez, después de haber
sido aprobado unànimemente en presencia
de los testigos fray Timoteo Baquero, fray
Hermenegildo Martin, y fray Tomás Martin,
de todo lo que certifica el notario apostóli
co y secretario don Miguel Fernandez
Blazquez.
Como ya sabía el señor Mazo la publi
cacion del edicto precitado, se detiene en
Avila muy poco tiempo. Después de haber
visitado los curiosos monumentos, que ador
nan la patria de fray Luis de Estrada—mon
ge cisterciense, teólogo insigne y peritísimo
en las lenguas orientales, —entre los que se
distinguen la basilica de san Vicente por
el antiquísimo gusto de su rara y hermosa ar
quitectura, despidese por último de sus
amigos.
Al hablar de ésta circunstancia debemos
hacer una mencion particular. Era uno de
ellos don Juan Ulloa Montenegro, ascipreste
de san Pedro: hemos tratado personalmente
à este anciano y virtuoso sacerdote, y en
nuestras conversaciones había siempre re
cuerdos que prodigar al señor Mazo. Allí
escribimos la mayor parte de ésta biogra
fía; allí, la frecuente memoria de nuestro
héroe, mantenía siempre viva y despierta
nuestra inspiracion de escritores.
No tarda el señor Mazo en presentarse
otra vez en Valladolid con su título de li
cenciado para hacer oposicion à la canongia
–122

magistral à que aspira: éste es el obje


to de que mas se ocupa ahora. La con
clusion que elige y defiende en 20 de no
viembre es la siguiente:
La iglesia tiene por derecho propio la po
testad de poner impedimentos dirimentes
al matrimonio y de dispensar en ellos.
Presentaremos aquí el texto latino de una
de las papeletas impresas en que se conserva.
Pro adipiscenda magistrali praebenda in
alma ecclesia cathedrali vallisoletana, Ja
cobus Josephus Garcia Mazo hanc ex tribus
sortitis elegit conclusionem.
Ecclesia jure propio potestatem habet po
nendi impedimenta matrimonium dirimentia,
atque in illis dispensandi.
Primum et secundum argumentum, Dr.
D. Gregorius Atance Sacristan.
Propugn. in praedicta cathedrali, die 29
novem. anni Domini, 1822.
M. H. 10.º
Ex tipographia Aparicio.
Triunfante el señor Mazo en su oposi
cion, brilla ante el concurso de examina
dores y opositores, no solo por la superio
ridad de sus luces en las ciencias eclesiásti
cas, sino tambien por la nobleza de su
aspecto, lleno de modestia y humildad.
En èste noble certámen del saber teológico
y moral, en que se pesan con docto y se
vero juicio de jueces competentes la fama,
—123–

las virtudes y la ciencia mas ó ménos gran


des y considerables del opositor, el triunfo
del señor Mazo no podia ser dudoso. Su fama
era buena, pues rayaba en olor de santi
dad; sus virtudes altamente puras y sacer
dotales; su ciencia la mas sublime y pro
funda, porque al conoeimiento exacto de
la sagrada Biblia y de los santos Padres,
reunía las cualidades de sabio catequista,
expositor y orador católico. Así para bien
de la Iglesia de Dios fuè exaltado el señor
Mazo á la dignidad de canónigo magistral,
dignidad que tiene por objeto principal ins
truir á los fieles desde la cátedra del Espí
ritusanto,guiàndolos por los rectos cami
nos de la verdad ortodoxa. La justicia del
Señor resplandeció en éste dia con uno de
los rasgos de su santa ley, pues el justo y hu
milde sabio fué elevado en triunfo. El que
aparecía siempre el último por su humil
dad , aparece el primero de todos tanto por
èsta, cuanto por los dones ciertos y no
torios de su sabiduría.
Aprobados los ejercicios del señor Mazo
por todo el cabildo in sacris, nemine dis
crepante, fué electo y provisto canónica
mente en la precitada magistralia en 16 de
diciembre con las solemnidades y ceremo
nias de costumbre. Hizole en el mismo dia
colacion y canónica institucion de ella
don Francisco Antonio Fernandez y Rodri
guez, dean, à presencia del cabildo forma
do. Seguidamente, hecho el juramento so
–124—
lemne de cumplir con todos los deberes
que le imponía esta dignidad, y otorgada
la correspondiente escritura, le pusieron
en posesion de aquella los señores doctor
don Manuel Joaquin Tarancon y don Fer
nando Macho Soto, canónigos, segun cons
ta de testimonio que extendió y firmó don
Toribio Soto como secretario.
Debemos à la pluma de un ilustrado y
benemérito capellan la siguiente reseña de
los ejercicios y actos que se exigen para la
oposicion y provision de prebendas de ofi
cio canonical; y la trascribimos por el in
terés de curiosa y amena instruccion que
pueda reportar à los que, leyendo esta
biografía, los ignoren.
“Habiendo llegado al período mas bri
llante de la vida ejemplar de tan respetable
eclesiàstico, al en que mas lucieron sus
virtudes y doctrina como magistral de la
santa iglesia catedral de Valladolid, que
obtuvo por rigurosa oposicion, segun lo
prescrito por el santo concilio de Trento,
bulas pontificias y constituciones particu
lares de la dicha catedral, parécenos opor
tuno reseñar brevemente aquí los ejercicios
literarios que practican los opositores á
canongias o prebendas de oficio, los requi
sitos que deben acompañarlos, y el cere
monial que se usa en la eleccion, provision
y posesion de la que se confiera, por creerlos
de algun interès à cuantos no tengan noti
cia de ellos al leer esta biografía.
–125—

“Vacante alguna de las cuatro prebendas


de oficio, que generalmente hay en nuestras
catedrales de España, denominadas Lecto
ral, Magistral, Penitenciaria y Doctoral, el
cabildo in sacris, compuesto solo de los ca
nónigos en union con el señor obispo y dean,
anuncia la vacante por medio de edictos, que
circulan á todas las catedrales, colegiatas
y universidades del reino, á fin de que pue
da llegar à noticia de los eclesiásticos y se
glares que se hallen con aptitud para hacer
oposicion. Los requisitos literarios y de ne
cesidad en los sugetos, que à la oposicion
han de ser admitidos, son el mayor de doctor
ó licenciado en alguna de las facultades
mayores, obtenido en cualquiera de las uni
versidades del reino, ó en el colegio de
san Carlos de Bolonia para españoles. Este
grado debe ser en sagrada teología para las
prebendas lectoral, magistral y penitencia
ria, aunque para la última se admiten tam
bien los doctores ú licenciados en derecho
canónico: para la lectoral tiene que ser
precisamente doctor ó licenciado en dere
cho civil ó canónico.
“Después de examinados los títulos y gra
dos del opositor por el cabildo, y en razon
de la legitimidad de estos, admitido á la
oposicion de la prebenda que ha de pro
veerse, señala el dia para los ejercicios, en
el que formadas las ternas, si hay suficiente
número de opositores, que no habiéndole,
se suple la falta para argüir con individuos
–126–

del cabildo, preséntase el que tiene la vez


de primero acompañado de los dos coopo
sitores, que deberán argüirle en la sala ca
pitular de la iglesia catedral. Allí en pre
sencia de los jueces sinodales, nombrados
al efecto de antemano por el cabildo y su
secretario, hace un niño tres piques dife
rentes en la obra titulada El Maestro de
las sentencias, que es una exposicion de
toda la sagrada teología. Para los teólogos
que optan por la magistral ó lectoral, há
cese el pique sobre los tres primeros libros
de dicha obra, y sobre el cuarto y último
para los que aspiran á la penitenciaria.
Elegida que sea la materia ó asunto de los
tres que le tocaron en suerte, y sobre que
ha de argüir en el dia siguiente á la mis
ma hora, se retira à su habitacion à prepa
rarse para explicar y sostener en lengua la
tina por espacio de una hora la proposicion
que deduzca de la distincion elegida, y
responder á los argumentos que por espacio
de media hora le harán dos coopositores;
y sino los hubiere, como ya digimos, dos
prebendados del cabildo. El que defiende un
dia, arguye dos media hora cada uno, ó
bien á los mismos que le arguyeron, ó bien
á otros dos, segun lo disponga el cabildo.
Terminados los ejercicios escolásticos por
todos los opositores, se repite el mismo sor
teo para el discurso ó sermon en castellano,
haciendo el pique en tres diversos puntos
de los sagrados Evangelios. Prévio el tèr

-------
–127–

mino de 24 horas, que se le concede para


redactarle, pronuncia despuès el opositor
un discurso de hora sobre el que hubiese
elegido de los tres sorteados. Estos ejerci
cios son uniformes para las prebendas de
magistral, lectoral y penitenciaría, con la
diferencia de que al opositor à la lectoral
se le exije y debe hacer un tercer ejercicio,
que es una exposicion en lengua latina; y
responderpor espacio de una hora á los ar
gumentos de media sobre un punto, saca
do à la suerte, de tres piques hechos en
el antiguo y nuevo Testamento. Los cano
nistas opositores à la penitenciaría, en vez
del discurso ó sermon, sustancian, defien
den y fallan un espediente, que el cabildo
les señala con puntos de 24 horas. Los opo
sitores á la doctoral hacen tambien el pri
mer ejercicio, igualmente que los teólo
gos, en latin, pero sobre el derecho canó
nico ó civil solamente; y el segundo, como
el de los canonistas á la penitenciaría. Apro
bados los ejercicios por los jueces sinodales
y el cabildo, que habràn presenciado todos
los actos,verificados en la misma iglesia cate
dral, se procede en dia señalado á la eleccion.
Para el mayor acierto de ella se implora àntes
el auxilio divino por medio de la celebra
cion de una misa del Espiritusanto. En se
guida se hace la votacion secretamente con
papeleta , que llevan, repartidas á los seño
res prebendados por el secretario, el nom
bre y apellido de cada uno de los opositores.
–128–
Los votos se van depositando en una caja
preparada al efecto, con divisiones interior
mente separadas en las que caen las papeletas
echadas por otras tantas aberturas, que tiene
la tapa, sobre la que estan escritos los nom
bres y apellidos de los opositores. Pueden
hacerse tres escrutinios ó votaciones: los
que sacan mayoría la primer vez, entran
á ser votados la segunda, y los que tuvie
ron mènos votos, quedan escluidos; el que
en la segunda votacion reune la mitad, mas
uno de los votos, queda elegido ; y sino,
entran los dos que resulten con mas votos
al tercer escrutinio, en el que indudable
mente hay eleccion , ó bien por mayoría,
ó bien por empate, pues en este último
caso decide la mayor edad. Verificada la
eleccion canónica del que ha de ser pre
bendado magistral, lectoral, etc., se le
hace saber al agraciado, que se presenta
en la sala capitular acompañado del-per
tiguero de la santa iglesia catedral para
dar las gracias á los capitulares y firmar
la escritura en que promete guardar las
constituciones del cabildo. El obispo, si
està presente, le dá la institucion ca
nónica de la prebenda, hace la profesion
de fé, y presta el juramento de fidelidad y
obediencia. En seguida, acompañado de
dos prebendados y el secretario, vestido el
nuevo canónigo de los hàbitos corales, toma
posesion, sentándose en la silla que en el
coro le pertenece y ha de ocupar."
–129—

Puesto en posesion de su magistralia con


todos los requisitos, ceremonias y forma
lidades explicadas, sin otros incidentes mas
notables, viò el señor Mazo espirar el año
de 1822.
Nuestro digno magistral sigue captándose
el cariño y benevolencia de todos los que
le tratan. El licenciado don José Gomez Vi
llavedon, canónigo de la catedral de Va
lladolid , vicario general y juez ordinario
eclesiástico de la villa de Medina del Cam
po y su abadía y MEDIANAs con el obispa
do de Avila, pro capítulo, sede episcopal
vacante, concedió al . señor Mazo licencia
para confesar mujeres religiosas de ambas
filiaciones, y celebrar y predicar el santo
evangelio, arreglándose al comun sentir de
los santos Padres y expositores sagrados,
segun aparece refrendada por don Juan Carr
rascosa en 21 de enero de 1825.—Reg.
lib. corr. fól. 41.
El señor Mazo entrégase de lleno al coro, al
púlpito, al confesonario, á todas las obliga
ciones de su dignidad con fervor y celo edi
ficantes. Estudia, escribe, reza y medita
en pacífica soledad: cuando se presenta al
público y le habla, es solo para estender
las eternas verdades del catolicismo.
Al mismo tiempo no descuida sus pro
pios intereses, el brillo de su carrera; porque
tienden únicamenteà santos fines: á la hon
ra y gloria de la iglesia del verdadero Dios,
y su dulce caridad con los pobres. Por eso
9

- = ==
—130–
le vemos hacerse con una copia de la re
lacion original de sus méritos, certifica
da por el secretario de S. M. de la Càmara
y real Patronato de Castilla, en Madrid,
á 27 de marzo de 1824; y pasado algun
tiempo dirigir una solicitud à los señores
rector y demás individuos de la Junta de
arreglo de estudios, suplicando en ella se
le renueve el titulo de licenciado con ar
reglo al artículo 18 de la real órden de 21
de julio del referido año de 24, pres
tando el juramento prevenido en 8 de la
de 5 de febrero del mismo.
La actividad perenne del señor Mazo al
pié de los altares, y en el retiro de su es
tudio privado, era considerable; pero no
bastaba á satisfacer las exigencias del ré
gimen eclesiàstico. Era preciso aumentarla;
porque el aprecio y la confianza que me
recía siempre de sus dignos superiores, en
comendaban á su acreditado celo y buen
juicio, el desempeño de cargos importantes.
De acuerdo con una real órden del 15 de
marzo de 1825, comunicada alilustrísimo se
ñor obispo en 10 de mayo, en la que se le
previene elija dos canónigos de oficio para
que, en union con el teniente vicariogeneral
castrense purifiquen á los capellanes del ejér
cito, que se hallen disfrutando licencia inde
finida, el señor Mazo fué uno de los nombra
dos para dicha junta, segun consta de oficio
que le dirigió en 21 del referido mayo, don
José Gil Carranza, canönigo secretario.
—151–
Por consecuencia de éste nombramiento,
trascribiendo la citada real órden, que le
había sido comunicada por el excelentisimo
señor patriarca de las Indias, el subdele
gado castrense, don José Sacristan, pasó
un oficio al señor Mazo en 13 de julio con
el objeto de saber si aceptaba dicho nom
bramiento, y en su vista procederà la instala
cion de la precitada junta de purificaciones.
Las muestras de aprecio al señor Mazo
eran interminables: en consideracion à su
distinguido mérito, ciencia y probidad, el
ilustrísimo señor obispo don Juan Balta
sar Toledano, cum consensu capituli, nom
bróle Examinador sinodal, como así cons
ta de título sellado con el episcopal y re
frendado del doctor don Josè Gil Carranza,
en 14 de enero de 1826.
Mas adelante el amor á su provincia y
algunas diligencias propias le impelieron á
obtener letras testimoniales, que, fecha
das en 6 de mayo, le permiten ir por tiem
po de dos meses al obispado de Avila. ¡Què
júbilo para sus amigos compatriotas! El
humilde y modesto cura que fué de la Ali
seda, pasa á visitarlos exaltado á la digni
dad de canónigo magistral. ¡Què asombro!
Es el antiguo pastorcillo que, leyendo en
algun libro del señor Barrado, apacentaba
en los campos de Bohoyo, como David en
los de Bethleem, el rebaño de su padre.
Es el pastorcillo, que hirió de muerte á la
ignorancia ante los riscos de Gredos, como

*-== * -- = -
—132–

David ante las cimas que ciñen el valle de


Terebinto, al gigante filisteo de Geth con la
primera de las tres piedras cojidas en un
arroyo de las cercanías de Mägala. — 1.
Reg. 17, 23, 40, 20. Ahora es un an
ciano respetable, que va á cumplir 58 años
en 7 de setiembre, consagrado al servicio
del tabernáculo santo como Aarón y sus
hijos: aquellosconel racional—Levit.8,8—
éste con el evangelio del Unigénito de Dios.
Saluda el señor Mazo los lugares de su
infancia sin perder el sello de humildad con
que se distinguen todos sus actos. Habla y
recibe siempre á sus semejantes con dulzura
y amabilidad. Aunque anciano, es tan acce
sible en su trato como los inocentes niños
que oyeron las palabras del SEÑoR.
Durante ésta pequeña ausencia de la ca
tedral, el supremo Tribunal de gracia y
justicia confirmó al señor Mazo la dispen
sa del año de concilios, que obtuviera en
noviembre de 1821 para graduarse de li
cenciado en teología, á fin de que pudiera
revalidàrsele después éste grado. Así consta
de certificacion que le expidió desde Madrid
en 20 de junio de 1826 don Valentin Pini
lla, escribano de càmara del rey N. S. y
del gobierno de consejo; como tambien de
la razon que tomó en 22 del mismo en la
contaduría general de valores, don Francis
co Antonio Canseco.
Luego que trascurrió el plazo de licen
cia, prefijado en las testimoniales, regre
—133–

só el señor Mazo á su amada iglesia para


entregarse á las ocupaciones de su magistra
lía y de los demàs cargos con que le honra
ban frecuentemente. , " " , l

Corriendo así las horas, dias y meses


reservados á la existencia del justo piado
so, que marcha en los caminos de Dios,
llegó el de un nuevo cargo para el señor
Mazo. Teniendo que ausentarse por algun
tiempo de Valladolid el doctor don Manuel
Joaquin Tarancon , delegado para la Junta
de inspeccion de escuelas, el ilustrísimose
ñor obispo don Juan Baltasar Toledano, tuvo
á bien nombrar en reemplazo de aquél
al señor Mazo, en oficio de 7 de agosto
de 1829. Por èste medio tenemos ya al se
ñor Mazo sujeto á las pruebas de su amor
hàcia la estudiosa juventud.
En 20 de diciembre de éste mismo año,
la real Academia de matemáticas y nobles
artes de la purísima Concepcion de Valla
dolid , nombra aliseñor Mazo académico ho
norario; y por éste acuerdo de la espresada
se lo comunica después en 2 de enero de 1850
el secretario de ella don Mariano Caballero.
Las distinciones de respeto á las luces y
buen desempeño del señor Mazo en toda
clase de encargos, no cesan. Hallándose de
gobernador eclesiástico del obispado, sede
vacante , don Manuel Joaquin Tarancon,
conforme al articulo 457 del último regla
mento de escuelas, nombra al señor Mazo,
que le habia sustituido en su ausencia, de
–154–

legado efectivo para la real Junta de ins


peccion de las mismas, en oficio de 29 de
abril.—1830.
Continúa el señor Mazo gustoso con éste
honroso encargo hasta que, en atencion á
las graves y multiplicadas cargas que pesa
ban sobre él, particularmente en el tiempo
de cuaresma, se vió precisado á dimitirle
en oficio que dirigió al gobernador de la
diócesis en 5 de marzo de 1831 , partici
pándolo después en otro de 5 del mismo
al presidente de la real Junta,
Viendo el señor Mazo que, à pesar de
los esfuerzos suplicatorios que hiciera no
se le admitía la dimision del mencionado
cargo, reiteró aquellos mas adelante, como
se ve por el documento que sigue :
“Ilustrísimo señor.— En marzo de éste
año dirigí al Gobierno eclesiástico de éste
obispado el oficio siguiente.”—“Señor go
bernador eclesiàstico.— Usía tuvo la bon
dad de nombrarme individuo de la Junta
inspectora de escuelas de esta ciudad y su
provincia; y yo acepté con ànimo agrade
cido el honor que me dispensaba. Mi incli
nacion á la enseñanza de la niñez, y mi
ejercicio en los muchos años que desempe
ñé el ministerio de pàrroco, me determi
naron à tomar, sin detenerme, éste nuevo
cargo, tan amable y preferente para mí.
Le crea compatible con mis obligaciones y
mi edad, y el ensayo que habia hecho el
año de veinte y nueve, por ausencia de
—135–

W. S., me daba motivo à esperar que no


me seria imposible; pero aquel solo fué un
noviciado mimoso, por decirlo así, y no
una prueba de los trabajos y rigores del
estado. Va à hacer un año que pesa sobre
mí ésta enorme carga, sin otro alivio que
algunos obstàculos por la parte de donde
debian venir los socorros. Cuanto mas cum
plidamente he querido llevarla, tanto mas
pesada se ha hecho; porque la actividad de las
providencias aumenta la necesidad de otras
nuevas, y cuanto mas empeño se toma en el
establecimiento de las escuelas, tanto mas
se multiplican los trabajos. Yo he entrado
en éste empeño, llevado del deseo que ten
go de ver establecida la buena educacion
en toda la provincia, y éste deseo ha traido
sobre mí un peso que no puedo soportar
solo, pues ya sabe W. S. por esperiencia
propia, que el eclesiástico lleva toda la car
ga. Hace tiempo que habría presentado mi
dimision, pero deseaba cumplir interin du
rase el gobierno que me nombró; mas al
ver que se dilata este término, me hallo
necesitado à darla àntes, porque mi edad,
mi ministerio, mis tareas eclesiásticas,
particularmente en èste tiempo de cuares
ma, mis sermones ..... todo se resiente, y
todo pide que prefiera lo principal á lo ac
cesorio. En ésta atencion hago desde hoy
mi formal dimision del honorifico cargo de
individuo de la Junta inspectora de escuelas
de Valladolid y su provincia, reiterando á
–156–

W. S. el mas vivo y constante agradeci


miento, y contando con que se servirá
darme por exonerado.— Dios guarde á W. S.
muchos años, Valladolid, 3 de marzo de
1851.— Santiago José García Mazo.—A pe
sar de ésta dimision, el gobierno, dispen
sándome demasiada confianza, no ha deter
minado exonerarme, en sede vacante. Ocu
pada ésta tan dignamente por S. S. I. me
he presentado hasta dos veces, solicitando
con ansia dicha exoneracion, y S. S. I. se
ha negado igualmente que el gobierno. En
èste apuro he tomado el partido de pasar á
S. S. I. una copia de la dimision que tengo
hecha, en la que se ven las razones que la mo
tivaron; las cuales no solamente subsisten en
el dia,sino que se han aumentado de uñmo
do tan considerable, que me es moralmente
imposible el evitar atrasos harto perjudiciales
á la educacion pública ó à mi ministerio,
y muchas veces á una y otro.
“En atencion á cuanto llevo expuesto,
espero que S. S. I. tendrà la bondad de
exonerarme de ésta enorme carga, sin dar
lugar à que sucumba bajo desu peso. Nues
tro Señor guarde á S.S. I. muchos años para
bien de este obispado, como lo desea y pide
su afectisimo capellan y seguro servidor,
q. b. s. m. —Valladolid, 24 de agosto
de 1831.— Santiago José García Mazo.”
Eran tan importantes los servicios del
señor Mazo en las comisiones que se le con
fiaban, tanto valia su persona, tanto sus
-------

—137–
luces y prestigio, tan necesario, en fin, era,
que nada pudieron alcanzar por entónces,
segun sus deseos, todas sus repetidas ins
tancias. Veamos aquí la contestacion á todas
ellas por ahora.
“Como la primera instruccion de los niños
sea uno de los objetos mas importantes y
trascendentales, cuando el señorgoberna
nador de éste obispado, sede vacante , que
nombró àV. individuo de la Junta inspec
tora de escuelas de esta capital y su pro
vincia, rehusó admitirá V. su renuncia, vis
to es que ha tenido por conveniente que V.
continuase haciendo éste sacrificio con pre
ferencia à otros; y por lo que respecta á
la predicacion, puede V. seguramente en su
edad y rodeado de achaques y atenciones im
prescindibles, procurarse algun alivio, en
cargando algunos sermones à personas de su
satisfaccion. Dios guarde áV. muchos años,
Valladolid, 26 de agosto de 1831. José,
obispo de Valladolid.—Señor magistral de
ésta santa iglesia.”
En vista de esto el señor Mazo tuvo que
resignarse á la voluntad de S.S. I., sacri
ficando su reposo y su salud, después
de las horas canónicas y de la frecuente pre
dicacion, sobre otros varios, al cargo de
individuo inspector de la realJunta de es
cuelas, hasta que obtuvo la deseada exonera
cion como la vemos por el siguiente oficio.
“ Por consideracion al estado de que
brantada salud que V, me manifiesta, con fe
—138–

cha 9 del que rige, vengo en exonerarle del


encargo de individuo de la Junta inspectora
de escuelas de ésta capital y su provincia, que
ha desempeñado V. con esmerado celo y
general satisfaccion. Dios guarde à V. mu
chos años, Valladolid, 12 de noviembre de
1851. –José, obispo de Valladolid.-Señor
don Santiago Josè Garcia Mazo, canónigo
magistral de nuestra santa iglesia."
Así es como se terminó ésta lucha de au
toridad y súbdito, que da à conocer la
necesidad que se tiene para ciertos cargos
y desempeños del hombre ilustrado, probo
y laborioso como el señor Mazo: constan
te el señor Mazo en presentar su dimision,
constante la autoridad en rehusarla.
Sacrificàbase el señor Mazo hasta el ex
tremo de perder su salud y natural robus
tez, ya por cumplir con la santa obedien
cia debida á sus superiores, ya porque las
buenas obras, gratas son à los ojos del SE
ÑoR y no quedan sin recompensa. Opera bo
na Deo grata sunt.— Gen. 4, 7.
Sed santos, porque santo soy, decia el
Señor.—Lev. 11, 44, 45. Por estas razo
nes obraba y se sacrificaba el señor Mazo;
por alcanzar algun dia la celestial recom
pensa; por desterrar el ocio, enemigo del
vicio; porque su corazon era el de un santo
lleno de caridad para el prójimo, de amor
para Dios; por llevar, en fin, una vida mor
tificada, recordando los trabajos y sufri
mientos de Jesucristo, que padeció —haec
–139–

oportuit, Luc. 24, 26— solo para darnos


el ejemplo de su abnegacion, que siempre
deberemos imitar.—Nobis relinquens exem
plum, 1 Pet. 2, 21.
Estaba reputado el señor Mazo por hom
bre de gran discernimiento y sabio conse
jo. Esta justa reputacion dió lugará que se
le concediera en 15 de enero de 1832, li
cencia para leer libros prohibidos, y para
recojer y retener los que hubiesen caido en
manos de sugeto no facultado por autoridad
legítima para leerlos. Solía por ësta causa
recojer muchos, que despuès quemaba con
la solicitud del que abomina el error y las
malas obras: lo mismo hacía con las estam
pas inmorales y obscenas, que tambien re
coja y á veces compraba, aconsejando al
vendedor que desistiese de comerciar en
cuadros tan detestables.
El señor Mazo va perdiendo gradual
mente la frescura de su tez, la jovialidad de
su bondadoso carácter. ¡El tiempo ! ¡Es
tan cruel el tiempo con el que mas le uti
liza, no tanto en favor de sí mismo como
en el de la humanidad entera !... No obs
tante, su alma noble se revela en su propia
fisonomía: en la del hombre de virtud y
talento hay siempre una expresion indefi
nible, que si bien no se explica, no por
eso deja de ser penetrable al juicio del
experto observador. El aspecto del señor
Mazo es grave y dulce à la vez: es un va
ron respetable por su ciencia y probidad
–140
á quien recurren las almas piadosas para
recibir consejos. Como el triste desterrado
de Roma, segun el principio de su elegía
V, del Ponto, puede ya decir que, me
noscabado y encanecido por la edad,
surcan las arrugas su viejo rostro; que el
vigor y las fuerzas se disminuyen en su que
brantado cuerpo; y que la causa de tanta
postracion es ciertamente la de los años,
mas tambien la de otra no menos cierta:
la de su contínua laboriosidad, y las aflic
ciones de espíritu cuando no lograba reme
diar los males agenos.
“Jam mihi deterior canis aspergitur aetas,
Jamque meo vultus ruga senilis arat.
Jam vigor, et quasso languent in corpore vires,
AEtatisfacta est tanta ruina mexe,
Confiteor facere hoc annos: sed et altera caussa est,
Auxietas animi, continuusque labor.”
Su ademán, su voz, sus actitudes, su an
dar,sus inclinacionesson ya las del perfecto
varon á quien dominan solo ideas de bondad,
mansedumbre, ejercitada paciencia, amoral
prójimo; temor de Dios, porque de èste pro
cede todo lo bueno con verdad y justicia.
No reprende los vicios como los cinicos
mordaces: cuando increpa se trasluce la
pureza de su alma, la rectitud de sus in
tenciones; la ira no tiene cabida en su pe
cho. Fuerte por su lógica, templado por
su humildad siempre atràe, nunca repele:
es el imán de los pecadores, que buscan
en su doctrina la receta de sus males. Es
–141
un médicó de almas; sus palabras son cu
radoras; derraman bálsamo en las heridas
de un corazon arrepentido. Los pobres le
aman entrañablemente; los ricos le respetan
y le consultan. Nadie recela llegarse à él: ¡es
tan sencillo, tan bueno, tan caritativo,
tan modesto, sí, tan modesto! ¿Y cómo
no había de serlo, siendo un buen sacer
dote?“El fin de la modestia es el temor del
SEÑoR, las riquezas, y la gloria, y la vida.”—
Lib. proverbiorum, c. 22, 4.
Víctima el señor Mazo de sus achaques,
siguiò por algun tiempo cumpliendo solo
con los primeros deberes de su estado, exen
to ya de los trabajos con que se había mor
tificado durante el desempeño de los varios
cargos que ejerciera, llevado de su buen de
seo en favor del prójimo. No podía aun por
ésta causa entregarse como anhelaba con ve
hemencia á obras de grande utilidad, segun
tenía de " costumbre, cuando el recuerdo
público de sus méritos hasta en las corpo
raciones científicas permanecia justamente
vivo: ¡sí! no se le echaba en olvido. Crea
do —véase la pàg. 133– en 29 de diciem
bre de 1829 acadèmico honorario de la
real Academia de matemáticas y nobles ar
tes de la purísima Concepcion, como consta
del lib. de sus acuerdos, fól. 57, y de su
registro principal, fól.75, fuéle expedido el
título en 30 de mayo de 1833, firmado por
los señores don Manuel JoaquinTarancon,
vice-protector; don Pedro Dominguez, con
–142–

siliario primero; don Vicente Diaz de la


Quintana; y director general, don Mariano
Miguel de Reinoso, sellado con el de la
Academia y refrendado por el secretario
don Mariano Caballero.
Plàcenos sobremanera ir sentando en e
curso de ésta biografia los nombres de to
das las personas, que, con mas ó ménos
contacto, dieron testimonio con susfirmas
de la adquirida instruccion, progresos, índo
le, conducta y merecimientos delseñor Mazo;
de las várias vicisitudes, en fin, de su vida
pública y privada. Esta complacencia es la
que nos impulsó à no omitir ninguno de
los que hemos citado hasta ahora, y á que
figuren en sus correspondienteslugares como
otros tantos signos de la verdad con que
escribimos. Célebres algunos ya como los
excelentísimos señores Tarancom y Reinoso,
depondrían siempre contra cualquiera acu
sacioninjusta que menoscabase la buena re
putacion del héroe cristiano que nos ocupa,
si fuese necesario; del que marchó continua
mente en la via de los santos que al Señor
conduce: “ Via justorum á Domino diri
gitur."

---------_ --------- - -
--
----_- -
CAPITIO VII.

Entrégase con mas ardor que nunca á la


enseñanza de la doctrina cristiana en el
templo, y en las casas de correccion pú
blica.–Su caridad con los presos y re
clusas.—Cómo se animó á escribir el
Catecismo, y elogios que mereció en
varios juicios críticos.

arte el señor Mazo 65 años en 7 de se


tiembre de 1833. En otros hombres de mé
nos fortaleza que èste anciano ministro de
la iglesia, tan lleno del espíritu de Dios, es
generalmente la de la inercia y de los acha
ques debidos á la caquejía. El señor Mazo,
aunque de salud resentida en alguntanto por
consecuencia del estudio, de los varios tra
bajos y vicisitudes que ha sufrido; por las
continuas vigilias, oraciones, ayunos y pe
nitencias que se imponia, á fin de llevar
siempre una vida mortificada , no carecia
–144–

sin embargo de fuerzas bastantes para ocupar


se de la direccion espiritual del prójimo des
carriado, atrayéndole con el ejemplo y lec
ciones instructivas , al camino de la ver
dad eterna. Midiendo, pues, sus fuerzas y
sus deseos benévolos, su inmensa caridad y
su ciencia adquirida en muchos años de apli
cacion estudiosa, lanzase con mas vehemen
cia que nunca, lleno de religiosa fé y de glo
riosas esperanzas à la santa mision de ins
truir con amena claridad en la doctrina
cristiana á todos los que, llevados por el
anhelo de su eterna salvacion quisiesen es
cucharle. Sabe que si tiene obligacion de
dar la vida por sus hermanos en Cristo—
et nos debemus pro fratibus animas ponere,
1 Joan, 11, 16, —tiene tambien la de
perder su reposo y aun de arruinar su sa
lud, cuando fuese preciso. No es el senti
miento de la vanidad el que le guia , sino
el de la misericordia en enseñar al que no
sabe, el de la dulce fraternidad; porque la
union que ha de reinar en el cielo, entre
él y sus adoctrinados, debe prepararse de
antemano en la tierra. ¿Y cómo había de
faltar éste vivo sentimiento en el señor Ma
zo, habiendo sido tan amante de sus pa
dres y parientes? “Para ejercer bien la
divina ciencia de la caridad hácia todos los
hombres, es necesario haberla ensayado
àntes entre la familia.”—SILVIo PELLIco,
De los Deberes de los hombres, c. II.
Por ëste grande sentimiento de caridad
–145–
cristiana el señor Mazo, que, con tanto
esmero y celosa vigilancia pastoral habla
consagrado la mayor parte del tiempo à la
enseñanza pública de la santa doctrina,
siempre con el mas vivo ardor, fecundo
en laudables resultados, decidese ahora á
frecuentar el presidio y casa correccional
de la galera de Valladolid para consolar y
adoctrinar en ambos establecimientos à las
infelices víctimas del crimen ó mal repri
midas pasiones. Redobla ahora con mas
vehemente asiduidad sus esfuerzos evangé
licos: redobla sus visitas á las prisiones de
las miserables criaturas, que tal vez deben
sus infortunios á la mala educacion que
recibieron de sus padres y maestros. So
córrelas con sus limosnas; aconséjalas con
su prudente sabiduría; instrúyelas en to
dos los deberes sagrados, que de sus indi
viduos reclama el órden de la sociedad; en
todos los fundamentos mas principales de
nuestra verdadera religion. Para confirmar
lo que vamos diciendo, parécenos opor
tuno trascribir el siguiente documento, que
prueba el ardoroso interès que el señor
Mazo se tomaba por la correccion y sanas
costumbres de uno de los establecimientos
expresados. Héle aqui, tal como aparece
original entre varios manuscritos suyos.
“GALERA

“Es llegado el tiempo de que la Galera,


esta casa de corrupcion y escàndalo, segun
10
–146–

veo por los espedientes formados en su ra


zon, se convierta en un establecimiento de
correccion y de enmienda de costumbres.
Así lo estan exigiendo, no solamente la
pureza de la religion, sino tambien la sana
filosofía y una sociedad ilustrada. Desde mi
primera visita observé su buen estado con
respecto al órden físico, y así lo hice pre
sente al Gobierno; pero no he podido ha
cerlo en cuanto al órden moral, que es lo
mas esencial en estas casas correccionales.
Por tanto, y hasta que se formen las or
denanzas, que mas convengan en la mate
ria, se observarán las siguientes
Disposiciones.
1." Por ningun motivo se permitirá intro
ducir en el correccional vino, ni, otro
licor que pueda embriagar, no siendo
para remedio, y con receta del físico que
exprese la cantidad.
2º Cada reclusa dormirá en su cama, sin
pasarse jamás á la de otra, bajo de nin
gun pretesto.
5.º Se acostarán à las nueve en invier
no, y à las diez en verano: habrá to
da la noche una luz en cada dormitorio, y
se levantarán temprano en todo tiempo.
4.º Guardarán toda decencia al acostarse,
al levantarse, y miéntras estén en la cama;
y andarán vestidas honestamente.
5. Asistiràn al santo sacrificio de la misa, y
–147–
á la explicacion de la doctrina, y rezaràn
diariamente el rosario.
6.º No se permitirán en el correccional
palabras, cantares, conversaciones, ni
modales deshonestos.
7º Tampoco se permitirán insultos, albo
rotos, quimeras, ni otro género de es
cándalos.
8º Para cada pieza se nombrarán tres ce
ladoras, que cuidarán del cumplimiento
de cuanto queda dispuesto, y demás que
convenga disponer en adelante; y à fin de
que puedan desempeñar mejor tan im
portante encargo, se colocarán sus table
ros en los extremos y el centro.
9.º Tambien se nombraràn dos torneras,
que cuidaràn de que ninguna reclusa se
acerque al boquete interior sin órden del
alcaide; y solo permitiràn que, para re
cibir los comestibles diarios y comunes,
se acerquen una después de otra, segun
el órden de antigüedad en la casa.
10º No se permitiràn en el correccional
medios de escribir, ni que presa alguna
dirija carta cerrada, ni la reciba. Si
alguna se resistiese á que se abra àntes
de entregársela, se quemará sin abrirla.
El alcaide, único que dede abrirlas, no
entregarà las que respiren corresponden
cia culpable, ni las leerà, ni comunicará
à las interesadas, sino que las quemará
y guardarà el secreto debido.
11.º No se permitirá que salgan á hablar,
–148—
ni desde el boquete interior á personas
desconocidas; y cuando aleguen que son
paisanas ó parientas, y sea creible, solo
se las permitirà de boquete á boquete y
acompañadas de las torneras. Los padres
y hermanos, que se sepa ciertamente que
lo son, podran hablar por el boquete in
terior.
Castigos.
1.º La demandadera que proporcione ó por
sí, ó por otra persona vino ú otro licor
embriagante, pagará el doble del valor
del vino ó licor que haya proporcionado.
2º La reclusa que se entre con otra en su
cama será encerrada por veinte y cuatro
horas, y perderà medio socorro de la
CBSB.

3º La que escandalice con dichos, canta


res, ó modales deshonestos, perderà
medio socorro, y la que blasfemare, ha
blando mal de Dios, ó de los santos y á
cosas sagradas, sufrirá media hora de
mordaza à vista de las demàs presas
4º La que cause alborotos ó quimeras será
encerrada por dos dias, y perderá un
socorro. Si resultasen golpes de mano
airada, el alcaide dará cuenta á la au
toridad superior.
5o La que en dia de fiesta no asista á misa,
desde el principio, perdera un socorro,
y medio la que no concurra á la doc
trina, tambien desde el principio. Para
averiguar y castigará las culpables, el
—149—
alcaide, con las dostorneras, entrará à
registrar el correccional, ó hará recuen
to á la entrada de la capilla.
6º La que insulte á alguna celadora ó tor
nera, perderà medio socorro, y si pasa
se à mas el atrevimiento, será encer
rada veinte y cuatro horas, ó se dará
cuenta à la autoridad superior en caso
necesario.
7º Las celadoras y torneras serán bien
sostenidas en el cumplimiento de sus de
beres por el alcaide, pero la que no le
dé cuenta de cualquiera infraccion, que
se cometa contra las disposiciones, que
quedan tomadas, perderà medio socorro
por cada falta.
8º Todos los castigos que van señalados,
se duplicaràn en la recaida, y cuando
se crea, que alguna reclusa es incorre
gible, se dará parte à la autoridad su
perior. Sobre todo deben saber y tener
presente siempre las reclusas, que estan
en una casa de correccion, y que la en
mienda de sus costumbres las libraràn de
estos y otros mayores castigos.
9.º El alcaide, como primer móvil de
éste cuerpo moral, queda encargado del
orden de sus movimientos con arreglo á
cuanto va dispuesto, y demás loables prác
ticas que haya en la casa; y es el primer
responsable de lafalta de su cumplimiento.
10º El mismo dará cuenta todos los meses
del estado moral del correccional, de los
–150–

castigos que se hayan impuesto, con ex


presion nominal de las castigadas y motivos
del castigo, y del importe de los socórros
que hayan quedado á favor de la casa.
11.º Estas disposiciones se escribiràn de
letra muy legible, en papel de marquilla,
que se pegará en una tabla. Esta se ele
vará en el sitio del correccional , que
parezca mas apropósito, para que tengan
presentes las reclusas sus obligaciones; y
se dará cuenta á la autoridad superior
de cualquiera que atente contra éste
escrito.
Como testimonio solemne del interés
que ha desplegado el señor Mazo en pró de
la correccion moral de las reclusas, y de
nuestro verdadero relato, copiamos la si
guiente carta.
“ Casa correccional de la galera de Va
lladolid, 22 de agosto de 1849.
,Señor don Juan de la Cuesta.
, Muy señor mio: atento á lo que V. me
dice en la suya de hoy debo manifestarle
que, su señor tio, asistió en èste estable
cimiento à explicar la doctrina cristiana, con
fesar las que se le presentaban y repartir
algunas limosmas, desde el año de 1854
al de 1840, ocupándose en estas operacio
nes muchos dias festivos por las tardes;
pero mas principalmente en las cuaresmas.
Sin otra cosa , vea V. de mandar cuanto
se le ofrezca à su afectisimo, q. s. m. b.—
Francisco Chapado.” -
–151–
Con referencia á sus tareas doctrinales
en el presidio, tenemos el oficio que sigue.
, Real càrcel de ciudad.—Con fecha 15
del que rije, me dice el señor intendente
lo que copio.
“Acaba de presentárseme el señor ma
gistral de la santa iglesia catedral de èsta
ciudad en union del señor provisor del obis
pado, con el fin de pedir mi anuencia para
explicar la doctrina cristiana á los presos
de la real càrcel de ciudad en el santo tiem
po de cuaresma. A èste deseo tan caritati
vo y cristiano de dicho señor no puedo mè
nos de prestar la cooperacion que esté en
mis facultades; y por lo mismo permitirà
usted la entrada en la real cárcel al señor
magistral, acordando la hora que parezca
mas oportuna para el objeto espresado.
Dios gua"de á usted muchos años, Valla
dolid , 13 de marzo de 1832.—Pedro Do
minguez. —Señor alcaide de la real càrcel
de ciudad.— Lo que traslado á usted para
su inteligencia, sirviéndose indicarme la ho
ra, para poder disponer lo conveniente à
tan piadosa obra de caridad.” — Dios
guarde áusted muchos años, Valladolid, 14
de marzo de 1832—El alcaide , Màximo Ro
driguez. –Señor magistral de la santa igle
sia.”
Esta piadosa obra de caridad, como ati
nadamente la califica el precitado alcaide,
con otras muchas, que el señor Mazo prac
ticaba, hacían resonar su nombre en to
e

–152—
das las casas y circulos de los buenos ciuda
danos, colmándole de infinitas alabanzas:
hasta en las mismas correccionales era res
petado y querido. En éstas tristes mansio
nes destinadas á la expiacion de los delitos,
y en la iglesia penitencial de las Angustias,
donde ya habia principiado á explicar la doc
trina con admirable claridad á la multitud
de fieles que de dia en dia, cada vez mas
numerosa, corria provechosamente á escu
charle , repite con inaudita constancia sus
explicaciones diarias. No descansa ni vive
mas que para su auditorio ansioso de ver
dad, sediento de amor divino. Ora bajo
el resonante paflon de que penden sagradas
làmparas, ora bajo el lóbrego techo de pri
siones mifiticas, la voz apostolical del señor
Mazo retumba dulcemente, inflamando los
corazones de sus atentos hijos espirituales
con el amor á la religion, que engendra las
virtudes vivificantes. La persuasiva accion y
palabra del catequista cariñoso, imprime
en todos los ànimos el fervor de la piedad,
arrancando los suspiros del arrepentimien
to, excitando el arrobo de los propósitos
de enmienda. Hàcelos hervir, en fin, en la
llama de sacrosanta inspiracion por la fé,
la esperanza y la caridad, ornamentos
eternos del catolicismo, esposas del Omni
potente, frutos ópimos del árbol de la Cruz.
Animado por el èxito favorable de sus
cristianas empresas, de su mision evangé
lica, viendo que , del sembrado grano
–153—
daba uno ciento, otro sesenta, y otro trein
ta; porque había caido en tierra buena —
Alia autem ceciderunt in terran bonam, MAT.
15,8,— concibió el felicísimo pensamien
to de escribir las explicaciones, que del As
tete, aplicables tambien al Ripalda, hacia
de viva voz á sus numerosos oyentes. Des
pués de una meditacion larga y juiciosa co
noce la apremiante necesidad de ellas; co
noce el inmenso vacio, que dejaron de lle
nar los compendiadores catequistas que le
precedieron, y, lamentándole interiormen
te, decidese à llenarle. Así, pues, domi
nado siempre de ésta idea , coje con formal
resolucion la pluma y escribe su grande
obra : grande, como lo atestiguan sus pro
pias consecuencias.
Veamos en primer lugar el respetable apre
cio, que de ella hicieron y siguen haciendo
muchos prelados españoles.
El excelentísimo é ilustrísimo señor obis
po de Tuy, don fray Francisco, recomen
dando el catecismo del señor Mazo al clero
de su diócesis en una circular de 18 de
abril de 1838, dice oportunamente en al
gunas de sus lineas.
“ . . . . Cualquier elogio que se haga
de éste libro de oro es inferior á su mé
rito. El autor de ésta obra explica todas
las partes de la doctrina cristiana con tan
ta claridad, con tanta sencillez y uncion,
y las pone tan al alcance de todo género
de personas, que sin dificultad se puede
–154–
asegurar: que de muchos años á ésta parte
no se ha publicado un libro de mayor uti
lidad para los fieles, especialmente para los
párrocos, que con solo él pueden instruir
completamente à sus feligreses en los prin
cipios de nuestra santa religion. La sim
ple lectura de él hará ver que nada exagero.
Deseoso de que los venerables párrocos y
eclesiásticos de mi obispado no se priven
del fruto que pueden sacar de la adquisicion
de tan preciosa obrita , les recomiendo efi
cazmente que procuren hacerse con ella à
la mayor brevedad , etc. . . . . . ”
Cualquier elogio que se haga de éste li
bro de oro es inferior á su mérito, dice
S. E. I. En efecto, es verdaderamente pro
digioso, que en tan reducido volúmen, se
desenvuelvan y expliquen todos los princi
pios, todos los misterios y dogmas de nues
tra santa religion. Su estilo claro y sencillo,
natural y elocuente, penetra con igual har
monía en los oidos y corazon de los sabios
que de los iliteratos. Humilde y magestuo
so á la vez, deslízase con modesto aliño para
cautivar sin mas arte, que el de la pro
funda emocion y espiritu religioso de su
autor. ¡Còmo revela su dulcísimo carác
ter, la paz y la calma interiores de su alma!
¡ Es la obra de un justo sobre la tierra!
¡Conqué sabia firmeza exhorta á dester
rar los vicios, modas y caprichos raros de
nuestra época. Sobre los sentimientos de la
maternidad , pàg. 236, dice:
–155–
“Crianza. Los padres estan encargados
por Dios de la crianza de sus hijos: por
èso les ha inspirado un amor tan entraña
ble para con ellos, y ha dispuesto que lue
go que nace el niño, acuda á los pechos de
la madre aquel mismo alimento que le sus
tentaba en su seno. ¡Disposicion admirable!
Madres de familia, no trastorneis ésta dis
posicion del cielo; no negueis á vuestros
hijos la leche que les presentan vuestros
pechos; no espongais vuestra salud y acaso
vuestra vida por detener el curso de la na
turaleza; no arriesgueis la de vuestros que
ridos hijos con la mudanza de madre; no
entregueis esas prendas de vuestro co
razon en manos extrañas: pero.... ¡á quien
exhorto? ¡A la ternura de las madres para
que den la leche de sus pechos à sus hijos!
¡En qué tiempos nos hallamos! ¡Oh cos
tumbres! Las madres señoras, ó que se
tratan de tales, sea por vanidad ú or
gullo, sea por insufrimiento é molicie, ó
bien por una imitacion necia ó insensata,
han llegado á negar à sus hijos lo que ja
más negaron las fieras á los suyos. Les han
negado la leche de sus pechos, y han hecho
punto de grandeza y de poder ésta con
ducta filicida.”
Este sublime fragmento del Catecismo,
tan oportuno, tan interesante contra la va
nidad y el orgulloso desapego de algunas
madres, que, sin causa legítima dan à criar
sus hijos, está lleno de sentimiento amar
- –156–
go, de verdad terrible, de ética expresion
altamente cristiana y moralizadora. ¡Cuán
to dice con pocas palabras á la indiferencia
criminal de las madres, que no amaman
tan á sus propios hijos, negándoles lo que
jamàs las fieras negaron à los suyos! Cier
tamente que, no solo esto del señor Mazo,
sino tambien lo que ya en 1726 escribió
el ilustrísimo señor Muñoz de la Cueva en
las Memorias históricas de la santa iglesia
de Orense, pàg. 33, c. II, pudiera y debie
ra aplicarse á las muchas madres inconsi
deradas de hoy dia, que dan sus hijos á
criar, cuando alude à tiempos de antigüedad
remota, diciendo:
“En aquellos tiempos ménos delicados,
todas las mujeres, sin exceptuar las mas
nobles, no se entregaban al ócio, al rega
lo, ni á los melindres, con que en el tiem
po presente se llega al mas delicado punto,
de que las madres, en pariendo á los hijos,
dejan de ser sus madres, negando con el vicio
à la naturaleza, que acude al parto próvi
da con aquel néctar dulce, con que à cada
madre para su hijo provée: vicio perjudi
cial, pues de ordinario no se crian los niños
con salud y robustez; y vicio ocasionado,
que deroga no poco al amor, al respeto fi
lial, y á la mas virtuosa educacion.”
Con igual interés y oportunidad, que á
las madres por sus vicios y faltas de ternu
ra maternal, á imitacion del señor Muñoz,
dirige el señor Mazo sus explicaciones doc
–157—

trinales á muchisimos otros objetos repren


sibles en que se falta caprichosamente á la
razon y moral pública.
La concision exegética de éstas; sus bien
entrelazadas reflexiones; el tono ya severo,
ya dulcemente exhortatorio, que las carac
teriza , revelan con natural sencillez, la
prudente y delicada eubolia del señor Mazo,
Véase como principia, hablando de la edu
cacion, pág. 238. 4

“Si los hijos no tuviesen mas destino


que vivir en éste mundo, bastaria que sus
padres los impusiesen en las máximas que
forman un hombre de bien en la sociedad;
bastaría que les enseñasen á ser humanos,
corteses, pacificos, amables en su trato, fie
les en sus promesas, veraces en sus palabras,
exactos en el cumplimiento de sus deberes,
y justos en todo su porte; en suma, basta
ría que los impusiesen en aquellas virtudes
que la sociedad de los hombres exige de
cada uno de los individuos que la compo
nen ; pero su destino va mas adelante. Su
destino es el reino de los cielos, y el gran
negocio de los padres es educarlos de mo
do que consigan aquel reino. De aquí na
ce la suma obligacion que tienen los padres
de educar cristianamente à sus hijos. Esta
educacion debe principiar casi desde la
cuna, no en cuanto à la instruccion, sino
en cuanto á la correccion, porque desde
entónces la necesitan. En un niño de pecho
ya se advierten à la vez—Aug. 1, 1, de conf.
–158—
c. 7,— la impaciencia, la envidia, la
venganza y otras pasioncillas, que desde lue
go deben reprimirse. Cuando una per
sona jugueteando con un niño le ofende
en algo, ó hace ademán de darle un gol
pe, el niño se echa á llorar, y si la ma
dre hace entónces que se enfada con aquella
persona , la riñe, le pega,y aún toma la
mano del niño y la de con ella, al momen
to deja de llorar, muda de semblante, se
alegra, se rie... ¿y porqué? porque se ha
vengado. Esto hace ver que las pasiones
desde muy al principio viven en los niños,
y que los padres deben comenzar su edu
cacion por sujetarlas en el modo que esto
puede hacerse con niños; porque si las de
jan ir obrando libremente, á pretesto de
que aún no son pecaminosas, creceràn con
ellos, se robustecerán, y cuando quieran
contenerlas, ó no lo conseguirán , ó será
con mucho trabajo suyo y mucha mortifi
cacion de los niños.”
Es bellísima la imàgen que presenta de
la madre vengando la ofensa que su débil
niño crée haber recibido de la persona que
con èl jugueteaba, y por cuya satisfaccion
se alegra éste después, cesando de llorar.
¡Cómo el señor Mazo estudiaba las costum
bres y hàbitos abusivos, la índole y vicios
de la sociedad, àntes de pasar á corregir
los piadosamente de viva voz y por escrito
con delicada prudencia y finos modos ! El
lenguaje franco, lógico y persuasivo del se
–159–
ñor Mazo, era siempre la mas elocuente
prueba de su discrecion y sano juicio. Era
el lenguaje de una intima conviccion, de
una bondad innata, de una viva fé religio
sa. ¡Nictálape de los mas oscuros misterios
con que la divinidad oculta su grandeza,
viviendo aún en la tierra, vivía ya en el
cielo por medio de la intuicion de su es
piritu elevado al excelso trono del Altísi
mo. La meditacion y oracion frecuentes
eran las alas con que se elevaba mental
mente á las regiones eternas. Por eso nos
dejó escrito en su Catecismo, pág. 127:
“Cuando nos ponemos á orar, debemos
entrar en espiritu, segun el pensamiento
de san Bernardo —Serm. 2, 5 de Vid.—
en la sociedad de los bienaventurados, y
considerar al rey de la gloria sentado sobre
un trono infinitamente mas brillante que las
estrellas.”
El amor à Dios, à la verdad, eran todos
los santos fines del señor Mazo: su primer
deber como guia de los otros que consti
tuyen el bien obrar del hombre honrado.
Este era el móvil de sus frecuentes oracio
nes: amar á Dios sobre todas las cosas;
porque amàndole se ama à la verdad.
“Le premier de nos devoirs la véritè
et d'avoir foi en elle. La verité, c'est
Dieu. Aimer Dieu et aimer la vèrité, cest
la meme chose."—SILV. PELL. Des dev. des
hom. c. II.
El señor Mazo hizo un bien inmenso á la
—160–
humanidad con su Catecismo. Es el compendio
de los compendios sublimes, en que se pueden
beber todos los principios y toda la santa mo
ral de la religion cristiana, sólida base de ver
dadera civilizacion, de buen gobierno, de toda
sociedad bien regida y administrada. Es el
antidoto del veneno, que trata de infiltrar
en las masas populares con sus constantes
esfuerzos la escuela de los racionalistas y
patriotas de nueva politica, de quienes pu
diéramos decir á los que solo desean la fe
licidad nacional , reproduciendo estos bri
llantes pensamientos de un famoso escritor
piamontés.—Silv. PELL. De los Deb. de los
homb, c. 9. -

“Si veis que desprecian los altares, lasanti


dad de la féconyugal, la decencia, la probi
dad, y exclaman: Patrial patrial desconfiad de
ellos; porque estos son unos hipócritas, unos
falsos patriotas, unos malos cindadanos.
“El único patriota bueno es el hombre
virtuoso, que comprende y ama todos sus
deberes, y estudia continuamente el modo
de llenarlos."
El autor del Catecismo de la doctrina
cristiana, explicado, es de los hombres à
cuya memoria debemos tributar un respe
to filial como aconseja el citado escritor
itálico – de los Deb. de los hom. c. 11, —
por el bien que han merecido de la patria
y de la humanidad, añadiendo: “Qué sus
escritos, sus imágenes y sus tumbas sean
para nosotros sagradas !"
—161—

Sabemos por conducto fidedigno, que


el excelentísimo é ilustrisimo señor don
Lorenzo Arrazola, ex-ministro de Gracia
y Justicia, es el autor de la censura que
del Catecismo salió con fecha 12 de agos
to de 1837 en el Boletin oficial de Valla
dolid. Veamos como éste insigne juriscon
sulto se expresa en ella:
“Cuando èste libro sea bien conocido,
no podrà mènos de merecer un sufragio
honroso de la opinion. Es verdaderamen
te la obra de un párroco sólidamente im
puesto en los deberes de tal. La pureza de
las doctrinas contenidas en éste pequeño vo
lúmen, su claridad y sencillez; el celo y
conviccion cristiana con que está escrito,
y que parece comunicarse á los que le léen,
le hacen el libro mas estimable y à pro
pósito para el comun de los fieles, y muy
particularmente para la juventud. Persua
didos de que en ello hacemos un servicio
á la instruccion pública , no podemos mé
nos de recomendarlo á los padres de fa
milia, á los párrocos y maestros, tanto
mas, cuánto que su módico precio, efec
to del desinterés de su autor, hace fácil
su adquisicion.”
Las primeras ediciones del Catecismo,
hasta la quinta inclusive, llevan al frente
èsta misma censura, que en las posterio
res se omitió por ser anónima á fin de que,
ignorando el público el nombre del autor,
no llegase à creer fuèse èsta debida á pluma
11
–162–
venal, mercantil, ó à la que muchas ve
ces es movida por vínculos de amistad d
de familia.
Este juicio crítico del célebre ministro
de nuestra reina, tan justo como impar
cial, tan conciso, tan elegante, fué pre
ludio de los que después tributaron en
noble porfía á la obra del señor Mazo las
calificaciones de precioso Catecismo, libro
de oro, etc, etc.
Leamos tambien lo que dice con referen
cia al Catecismo en un manuscrito de apun
tes biográficos sobre la vida del señor Ma
zo, uno de sus buenos amigos, el señor
don Manuel Sanchez Velasco, comisario de
guerra en la provincia de Avila.
“Para el desempeño de su ministerio
en el púlpito mostró el mayor celo, mo
ralizando siempre à la sociedad con sus
sermones; y no contento con explicar la
doctrina cristiana en la iglesia penitencial
de las Angustias, todas las noches de cuares
ma, creyó debía dar mas extension à èste
punto.
“Después de haber visto en cierto dia
la explicacion del Catecismo del P.Astete,
hecha en Salamanca en el siglo anterior,
cuyo estilo nose conforma con el gusto del
presente, conoció la necesidad que había
de dar otro giro á èsta materia. En efecto,
acometió la empresa con ardor, mas con la
desconfianza de acertar, leíame algunas ve
ces de noche lo que diariamente iba escri.

- -
-

—-
–163—
biendo, tan grande era su humildad. Per
suadido yo à mi modo de ver del mérito de
la obra, animábale á que la continuāra.
Hízolo así; pero estando ésta ya muy avanza
da, trató de oir aldoctor don IldefonsoSan
chez Ahumada, canónigo de la catedral de
Oviedo y catedràtico que había sido del
colegio de irlandeses en Salamanca, el con
cepto que pudiera merecerle, consultàndole
á éste propósito. Vióla éste escrita y con
venció al señor Mazo de que debía concluirla
como luego lo vérificó, mereciendo àntes
de darla à luz la aprobacion del excelen
tísimo é ilustrísimo señor doctor don Ma
nuel Joaquin Tarancon, actual obispo de
Córdoba y senador del reino.
“Las consecuencias de ésta obra y su es
timacion son bien notorias, y no me toca
detenerme á insinuarlas.”
Para corroborar ademàs con la mayor
abundancia de datos auténticos los multipli
cados elogios que mereciò el catecismo,
trascribimos el siguiente fragmento de la
necrològia del señor mazo, publicada en
el Boletin del clero español en 1849,
tomo II, página 66.
“Desde el 1834 al 40 se ocupò asidua
mente en explicar la doctrina cristiana en
la casa correccional de la galera de Valla
dolid, confesando á las reclusas y repartiendo
algunas limosnas. Con igual fin solía tambien
frecuentar el presidio, adoctrinando y conso
lando con sus consejos á los desgraciados

—-
–164–

presos. Al mismo tiempo trabajaba en el


arreglo de su Catecismo de la doctrina cris
tiana, explicado, que imprimió por prime
ra vez hácia el año 1837; ocho ediciones
copiosas van agotadas ya, y al principio de
la novena, impresa en 1848, se lèe la ad
vertencia siguiente: “El despacho de èste
catecismo ha sido y es sobre toda esperan
za. En once años, y en unos tiempos en que
apénas se compran mas libros, que los inú
tiles ó nocivos, se han despachado 38,000
ejemplares en octavo y 4,000 en cuarto.”
La novena edicion fué de 8,000 ejem
plares y además se imprimió al mismo tiem
po en Oporto, traducido al portugués por
don Josè de Urcullu. Casi todos los prela
dos de la iglesiaespañola, como igualmente
el nuncio de su Santidad, monseñor Bru
nelli, han colmado de indulgencias la
lectura de èste catecismo, y el señor
obispo de Tuy le recomienda encareci
damente á sus pàrrocos y demás eclesiàs
ticos en una circular impresa al frente de
la obra.”
De un articulito necrológico, suscrito
por fray Diego del Pozo en 10 de julio de
1849, inserto en el Católico, pág. 91, en
tresacamos las siguientes lineas.
“.... La religion ha perdido uno de sus
"mas celosos ministros, los sabios un com
pañero, y un bienhechor los necesitados.
Su muerte será sentida no solo por aquellos
que le han conocido personalmente, sino

- 4– -
–165–

tambien por los que han leido sus escri


tos, principalmente el Catecismo explica
do, cuya acojida por el público ha sido
tan favorable, que en doce años se han
tirado cincuenta mil ejemplares, tradu
cido al portuguès por el español don
José de Urcullu, é impreso en Oporto en
1848.”
Estos y otros muchos elogios se han ren
dido à nuestro ilustre catequista; pero to
dos ellos son nada al considerar el mérito
relevante de su obra. Hemos leido el Ca
tecismo de la doctrina cristiana explicado y
adaptado á la capacidad de los niños y ni
ñas (1 ) , escrito por el reverendo don An
tonio Juan Claret, presbítero, actual arzo
bispo de Cuba. Juzgämosle digno de ser
leido mas que por niños y niñas, objetos
primordiales de su pensamiento y direccion
catequistica, mas no de mérito superior al
del señor Mazo. Admiramos la uncion del
ilustrísimo señor Claret; la hermosa y ele
gante claridad de su estilo y de su método
esplicatorios; la natural oportunidad con que
cita los sagrados lugares de los libros san
tos; tributamos, en fin, al famoso hijo de
Sallent, misionero apostólico , entusiasta

(1) Catecismo de la doctrina cristiana explica


do y adaptado á la capacidad de los niños y niñas...,
por el reverendo don Antonio Claret, presbítero.—
Segunda edicion, aumentada y corregida por el au
tor en 1849;
—166–

propagador de la fe, prelado de la iglesia


cubana, toda nuestra sincera admiracion,
todo nuestro cordial respeto á su acredi
tado saber y á sus virtudes eminentemen
te sacerdotales; pero séanos permitido sen
tar aquí tambien que el Catecismo del se
ñor Mazo,á la vezde los niños, adolescentes,
jóvenes y viejos, es mucho mas instructi
vo que ningun otro de los conocidos has
ta ahora. Sin ser pesado, sin que nada so
bre de sus explicaciones, con la mayor pre
cision y delicado criterio, el señor Mazo es
mas extenso que el ilustrísimo señor Claret.
Explica èste los preceptos del decálogo en
veinte y ocho páginas iguales en dimen
sion à las ciento cuarenta y cuatro que el
señor Mazo necesita para explicar el mis
mo. Esta mayor latitud exegética de nues
tro catequista, nótase en todas las demás
partes de la doctrina al comparar ambos
catecismos. ¿Proviene de que el señor Ma
zo no comprendiese bien la concision, que
escribiendo poco y diciendo mucho debe
constituir ësta clase de obras? No: pro
viene solo de que el señor Mazo procuró
que no faltase ni sobrase explicacion alguna
conveniente à formar, como lo verificó, un
completo y verdadero catecismo, que tanto
le inmortaliza.
El sabio y literato español don José de
Urcullu, que le tradujo al portugués bajo
los auspieios del excelentísimo y reverendí
simo señor don Gerónimo José da Costa

-
—167–

Rebello, obispo de Oporto , dice al prin


cipio de su dedicatoria.
“Entre el grande número de obras que
diariamente salen á luz, aparece de vez en
cuando alguna de mérito inapreciable, como
una perla que se descubre por acaso entre
las innumerables conchas que extraen los
buzos del fondo del mar, y que por la ex
tremada belleza de sus aguas, por su bri
llo y magnitud resalta sobre las demàs.
“Esta comparacion puede aplicarse al li
bro intitulado Catecismo de la doctrina cris
tiana explicado, acojido tan favorablemen
te por el religioso pueblo español, que en
muy pocos años fueron agotadas varias edi
ciones de muchos miles de ejemplares.....”
Veamos tambien como se expresa el pre
nombrado obispo de Oporto, á imitacion
del de Tuy, en una circular que si
gue después de la dedicatoria del señor Ur
cullu. -

“..... Amados hermanos é hijos: en me


dio de las consideraciones con que siempre
nos ocupàbamos de vuestra felicidad, por
altos designios de la divina PRovIDENCIA,
llegó á nuestras manos el libro intitulado
Catecismo de la doctrina cristiana explicado,
compuesto por el licenciado donSantiago Josè
García Mazo, magistral de la santacatedral de
Valladolid: libro precioso, que nos presentò
un sabio, ilustre y virtuoso español, resi
dente en èsta ciudad, autor de varias obras
utilisimas y estimadas, ofreciéndose tam
–168—
bien á traducirle del español al portugués
para el uso è instruccion de nuestros dio
cesanos. El exámen que hicimos del citado
Catecismo; la pureza y armonía de sus
doctrinas con la fé constante é inalterable
de la santa Iglesia; la claridad, uncion y
sencillez con que está escrito, acomodado
à la capacidad de todos; la conviccion de
la santidad del cristianismo, que ha de
comunicar à sus lectores; el aprecio que
hicieron de su mèrito elevado algunos ecle
siásticos doctos y celosos por el bien de la
religion, que consultamos; el importante é
irrefragable testimonio de tantos y tan res
petables y esclarecidos prelados de casi to
dos los obispados españoles, que le ad
mitieron y generalizaron en sus diócesis; las
multiplicadas ediciones, que del mismo se
hicieron; y el infinito número de ejempla
res, que se despacharon por toda aquella
nacion católica: todo esto hace una impre
sion tan profunda en nosotros, que nova
cilamos en acojer, presurosos, la genero
sa oferta y obsequiosa DEDICAToriA del tra
ductor, á fin de enriquecer á nuestra ama
da diócesis con èste libro de oro, como le
llama el venerable obispo de Tuy.
“Convidamos, pues, con la mas eficaz
y afectuosa vehemencia á los reveren
dos párrocos, nuestros cooperadores en
la obra del ministerio, y con la ma
yor instancia los exhortamos à que adop
ten el mencionado catecismo en el ejer
–169—
cicio de la enseñanza catequística, que
tantas veces les hemos recomendado,
con especialidad en nuestra Pastoral de
28 de agosto de 1843; porque ella se
rá suficiente à instruir completamen
te á sus parroquianos en los principios de
nuestra santa religion. Igual instancia y
exhortacion hacemos tambien á todos los
padres y jefes de familia, á los directores
de colegios, profesores y maestros de escue
las públicas y particulares, à fin de que
inspiren en sus alumnos y discipulos por
éste medio el santo temor de Dios, que
es el principio de la sabiduría; y para pre
servarlos con éste poderoso antidoto de las
perniciosas y envenenadas doctrinas, pro
pagadas por libros que tanto circulan,
productos de la impiedad, de las mas desen
frenadas pasiones y espantosa corrupcion
de costumbres. . . . . . . . . . . . . .
“ Dada en nuestro palacio episcopal de
Oporto, con nuestra firma y sello de nues
tras armas, en 10 de abril de 1848.—Ge
ronimo, obispo de Oporto.”
No extrañamos haya sido tan bien acep
tado por los portugueses el catecismo del
señor Mazo. Sus costumbres, sus inclina
ciones, son las del antiguo reino de Leon
y Galicia. Esta similitud etnológica, mayor
mente con la última region, que nunca
desmiente aquelladivisa de sus armas, In hoc
misterium fideifirmiterprofitemur, es el ver
dadero móvil de su aceptacion por los escri

–- - LA_------"
–170–
tos de nuestro magistral. Tenían precisa
mente que circular en el antiguo teatro de
las misiones evangélicas del Cebedeo y san
Martin Dumiense. La donacion de Portugal
por Alfonso à su hija Teresa en 1075, no
ha destruido la afinidad etnogénica: la his
toria de Lusitania fué de España; Portugal
no la tuvo hasta fines del siglo undécimo.
La geodesia política ha dividido estos pue
blos, pero el estandarte de la fé de Cristo
los mantiene constantemente unidos.
Tres numerosas ediciones se hicieron
tambien en Paris, habiéndose despachado
la mayor parte de sus ejemplares para Ul
tramar. ¡Es un asombro el ver como se
ha extendido y popularizado !
En España fué señalado de texto para la
enseñanza por varias comisiones provinciales
de instruccion primaria, y últimamente, con
la Historia sacada de los libros santos, por el
gobierno de S. M, en 26 de setiembre de
1850. Tanto despacho tuvo en toda la Pe
nínsula, y en Cuba, Filipinas y Canarias,
que se agotó ya la novena edicion, y al
presente se està tirando la décima del nú
mero de diez mil ejemplares. Esto prueba
que el sentimiento religioso cunde en las
masas del pueblo à despechodelos etócratas,
y que el racionalismo de ciertos subios de
moda no lograrà extender tanto como qui
siera sus venenosas doctrinas.
Después de la publicacion de su Catecis
mo, el señor Mazo léjos de procurarse ali
—171—
vio en sus tareas intelectuales , como ve
remos en el siguiente capítulo, ideó el plan
de otra obra de intencion catequistica en
su fondo tambien: obra que, unida à la
anterior había de concederle el nombre de
excelente escriturario. Y en efecto: el se
ñor Mazo debe figurar ya como uno de los
sábios escritores eclesiásticos del siglo XIX.
Asi lo reconoció el traductor del catecis
mo, puesto que en un ejemplar de su tra
duccion remitido al señor Mazo, puso en
una hoja que precede á la portada:
Al respetable y sabio autor de esta obra
con el mas profundo respeto y admiracion
ofrece éste ejemplar el traductor. Oporto, 2 de
mayo de 1848.—URCULLU.
Siendo obispo de Salamanca el excelen
tísimo é ilustrísimo señor doctor don Agus
tin Lorenzo Varela y Temes, recibió el se
ñor Mazo licencia perpètua de confesar,
decir misa y predicar en dicha diócesis,
segun aparece firmada por el vicario gene
ral don Manuel Tomàs Fernandez, y re
frendada por el secretario, don Manuel Ma
ria Feijóo, en 22 de julio de 1839. Por éste
medio el malogrado Temes, patentizaba el
aprecio que hacía de las virtudes del señor
\
Mazo. ¿Y cómo no habia de distinguirle
un prelado tan virtuoso, y tan activo en
procurar el bien de sus diocesanos? El ilus
trísimo señor Temes falleció, visitando su
diócesis, en la villa de Alba de Tormes al
amanecer el dia 51 de marzo de 1849, à

-- --------
–172—

los 72 años, 2 meses y 20 dias de su edad:


¡casi una década trascurrida desde que el
señor Mazo recojiera la expresada licencia,
.... y, como si no quisiese sobrevivirá tan
dignisimo prelado, en 9 de julio del mismo
año, seguirle con mas ancianidad á la man
sion de los bienaventurados! ¡Oh tumbas
de los señores Temesy Mazo! ¡Cuàntas vir
tudes poseeis con sus cenizas! La pobre y
doliente humanidad los llora, la iglesia los
bendice, la historia los citará algun dia!
Cuando la mente se detiene á contemplar
éstas lamentables pérdidas, no hay hora
exenta de furibundos sollozos, ni dia algu
no apacible para nuestra vida!

“Nulla iracundis vacua est singultibus hora,


Vitaque placatum non habetista diem.”—C. P.
CAPITULO VIII.

Obras posteriores al Catecismo. — Elogios


que merecieron de la prensa periódica.—
Fragmentos que manifiestan el mérito de
ellas.— Nuestra crítica literaria acerca del
mismo.

I religion cristiana es tan hermosa, que


no es posible dejar de amarla en llegando
à conocerla bien.”
Así se expresa el señor Mazo en el prólogo
de su precioso Catecismo. Reconocemos co
mo él éstaverdad, que á la vez proclama
mos, y vemos con placer que ésta misma
fué la que le obligó á escribir con tanto acier
to y desvelado afan, para dar á conocer la
belleza y sublimidad del santo objeto à que
se consagraba.
La Historia para leer el cristiano desde
la niñez hasta la vejez, ó sea compendio de
la historia de la religion, sacada de los libros
santos, prueba lo mucho que el señor Mazo
—174–

se esforzaba para que fuése bien conocida,


y por consiguiente amada. Compónese ésta
historia de cinco tomos: los cuatro prime
ros comprenden el viejo Testamento ; en
el quinto está resumido el nuevo. Es una
obra excelente para todas las clases: aún
para los que manejan la Vulgata será siem
pre admirable por su mètodo y coordina
cion compendiosa ; por el sencillo encade
namiento de sus partes; por su claro y
ameno estilo, natural y espontáneo, libre
de rimbombantes y estudiadas frases como
grande en el fondo, modesto en la exterio
ridad. Por las reflexiones que aduce, por
la filosofía y delicado criterio, en fin, con
que está escrita. Es la sinópsis mas completa
y mas hermosa de toda nuestra religion, con
agradable sintesis extendida y finalizada.
Para muestra asertiva de lo que justamente
elogiamos, trasladaremos á continuacion un
trozo cualquiera de dicha obra. Sin áni
mo de elegir, y como à ojos cerrados, co
jemos uno de los cinco volúmenes. Ahora
que le tenemos entre manos, reconocemos
ser el cuarto: le abrimos á salga el pasage
que saliere, y aparecen las páginas 40 y 41.
¡Bien l— Asuntos peregrinos, de poesía
oriental, de elevacion histórica.
“Estado de Daniel y los cautivos en la Caldea.
—Cena del rey Bultasar y su muerte.”
Nos decidimos por el segundo, que es el
mas extenso:

-----
--------
—175–

“Baltasar, principe voluptuoso, cansado


de los placeres comunes, como sucede à las
personas sensuales y de facultades, quiso
saciarlos y gozar de otros mas vivos y rui
dosos. Mandó preparar un banquete exqui
sito y màgnífico, y convidó á mil señores
de los principales del reino. Se entregó
con empeño al placer de una mesa prepa
rada al intento, y cuando ya se hallaba ocu
pado del vino, mandó que trageran à ella
los vasos de oro y de plata que su padre
(abuelo) Nabucodonosor había trasportado
del templo que hubo en Jerusalen, para que
bebiesen en ellos el rey y los grandes, y
sus mujeres y sus concubinas.
Trageron los vasos sagrados y bebieron
en ellos el rey y los grandes, sus mujeres
y sus concubinas. Bebían vino á porfía en
los vasos sagrados los hombres profanos y
las mujeres impuras, y cada cual alababa
á su Dios de oro, de plata, de cobre, de
hierro, de palo y de piedra... á todos los
dioses falsos, excepto al Dios verdadero.
Baltasar con ésto llenó la medida, y echó
el sello á la conclusion de su imperio.
“Cuando Baltasar y todos los convidados
bebian y gritaban de contento, y volviendo
á beber, echaban brindis y vivas á sus dioses
con un gènero de tumulto, aparecieron de
repente unos dedos, como de mano de hom
bre, que escribía al otro lado del candelero
de la mesa del rey en la superficie de la
pared de la sala real; y el rey estaba mi
–176–

rando, fija la vista en la pared, los movi


mientos de los dedos que escribían. Entòn
ces se mudó su semblante, se turbaban sus
pensamientos, se desunían sus coyunturas,
y sus rodillas se batian fuertemente la una
contra la otra. El rey se acongojaba de
espanto y gritaba, pidiendo que hiciesen
entrar magos, caldeos y agoreros. Cualquie
ra, dijo à los sàbios de Babilonia, que le
yere ésa escritura y me declarare lo que
significa, serà vestido depúrpura, llevará co
llar de oro en su cuello, y será el tercero en
mi reino —el siguiente á mí y á mi madre
y luego entraron todos los sabios del reino
que había en Babilonia, esto es, todos los
agoreros, caldeos y magos, y no pudieron
ni leer la escritura, ni declarar al rey su
significado.
“Con esto quedó el rey muy abatido, y
los convidados muy aterrados; mas la reina
madre al saber lo que había sucedido al
rey y á los convidados, entró en la sala del
banquete, y dijo: viva el rey para siempre.
No te turben tus pensamientos, ni se mude tu
semblante. Hay un hombre en tu reino que
tiene el espiritu de los santos dioses, y en
los dias de tu padre se hallaron en él cien
cia, sabiduría, prudencia, inteligencia, es
piritu superior, interpretacion de sucesos,
declaracion de secretos y solucion de difi
cultades; por lo que tu padre, el rey Na
bucodonosor, le hizo principe de los ma
gos, de los encantadores, de los caldeos y
—177–

de los agoreros. Tu padre, sí, oh rey. Este


hombre es Daniel, à quien Nabucodonosorpu
so el nombre de Baltasar. Ahora, pues, que
llamen à Daniel, y te dirà lo que significa.
“Luego fué traido Daniel é introducido
á la presencia del rey, quien le dijo:
¿eres tú Daniel de los hijos de la cautivi
dad, á quien trajo mi padre de la Judea?
He oido de ti, que tienes el espiritu de los
dioses, y que se ha encontrado en ti ma
yor ciencia, inteligencia y sabiduria —que
en otro alguno, —y que puedes interpretar
las cosas oscuras y desatar las cosas mas
intrincadas. Yo he llamado à los sábios
magos para que leyesen ésa eseritura y me
dijesen lo que significa, y no han podido
decir el sentido de esas palabras, ni leerlas;
si tu puedes leer la escritura y declararme
lo que significa, serás vestido de púrpura,
llevarás collar de oro en tu cuello, y se
ràs principe y tercera persona en mi rei
mo. Tus dádivas, dijo Daniel, sean para ti,
oh rey, y los dones de tu casa dalos à otro.
Yo leere la escritura y te mostraré su
significado. El Dios altísimo dió á tu padre
Nabucodonosor el reino y la grandeza, la
gloria y el honor, y por la magnificencia
que le dió, todos los pueblos, tribus y len
guas le respetaban y temían. A los que que
ría, mataba, y à los que quería, hería. A
los que quería, ensalzaba, y à los que que
ría, abatía. Mas cuando su corazon se le
vantó y su ánimo se afirmó en la soberbia,
12

--------------- ----- * --
—178—

fuè derribado del trono de su reino, pri


vado de su gloria, arrojado de entre los
hijos de los hombres, hecho su corazon
como el de las bestias, y moró con los
onagros— asnos silvestres;— comió heno
como buey y fué mojado su cuerpo con
roció del cielo, hasta que reconoció que
el Altísimo tenía poder en el reino de los
hombres, y que ponía sobre el trono á
aquel que quería; y tú, Baltasar, siendo su
hijo, y sabiendo todo esto, no has humi
llado tu corazon , sino que te has levanta
do contra el dominador de los cielos, y has
mandado traer los vasos de su casa á tu
mesa, y tú, y los grandes de tu córte, y tus
mugeres, y tus concubinas habeis bebido
vino en ellos, y has honrado à los dioses de
oro, y de plata, y de cobre, y de hierro,
y de palo, y de piedra, que noven, ni oyen,
ni sienten, y no has glorificado al Dios que
tiene en su mano tu aliento y todos tus ca
minos.....
“ Por tanto él envió los dedos de una
mano que escribiò èso, que está ahígra
bado, y ésta es la escritura que està ahí
dispuesta : Mane, Tecel, Fares. Y èsta
es la interpretacion de esas palabras. Mane:
Dios ha contado tu reino y le ha termina
do. Tecel: has sido pesado en balanza , y
encontrado que tienes de ménos. Fares:
dividido ha sido tu reino y dado á medos
y persas. Entónces por mandado del rey
fué Daniel vestido de púrpura , y rodea

. .. ... --------------------" " - ""


–179—

do su cuello de un collar de oro, y se.


publicó que tendría poder el tercero en
su reino. En aquella misma noche fué muer
to Baltasar, rey caldeo. Noche famosa por
un banquete magnificamente voluptuoso;
por una profanacion sacrílega de los va
sos de la casa del Señor; por la aparicion
de una mano desconocida que escribe, ater
ra y sentencia; por la elevacion de Daniel
à tercera persona del reino; por el parri
cidio del rey Baltasar; por la extincion de
la descendencia del gran Nabucodonosor;
por la terminacion de la poderosa y anti
gua monarquia de los asirios, y por el
cumplimiento de la profecía de Jeremías,
que habia dicho que, despuès de eautivo
Israél, ésta monarquía solo duraría tres
generaciones, que fueron: Nabucodonosor,
su hijo Evilmerodac, y su nieto Baltasar
que muere sin descendencia.
“ El texto sagrado dice: que en aquella
noche misma, fué muerto Baltasar, rey
caldeo; pero no dice por quien. Los que
llevan que Babilonia fué tomada por Ciro
tres años àntes de la muerte de Baltasar,
y que éste quedó tributario , como hemos
dicho, asientan que fué muerto por una
tropa de conjurados que le asaltaron y
quitaron la vida en aquella noche; y
los que dicen, que Babilonia fué toma
da por los medos y persas en la noche
de la cena de Baltasar, llevan que fué muerto
por los que la tomaron. Acaso unos y otros

- ---- ---
—180–

yerran, y Baltasar fué muerto por la jus


ticia divina en cumplimiento de aquel Ma
ne: Dios ha terminado tu reino; pero sea de
ésto lo que fuere, en cumplimiento del Fa
res, el reino de Baltasar fué dadoà medos y
persas, no à un tiempo y dividido en dos por
ciones, sino entero y sucesivamente.....
¿Puede hacerse una interpretacion mas
sencilla y mas adecuada à todas las capa
cidades, que ésta del señor Mazo sobre el
quinto capítulo de la profecía de Daniel? Léa
se dicho capítulo, segun lo presenta la Bi
blia en versiculos; compàrese el texto de
la Vulgata ó el de la version por Scio de
S. Miguel con lo que acabamos de trascri
bir, y nos convenceremos del relevante mé
rito de la pluma de nuestro excelente es
criturario. Sin faltar al gusto bíblico, sin
omitir ni alterar nada de cuanto nos refie
re el sagrado texto , el señor Mazo lo ex
pone todo con estilo parafrástico de un mo
do tan conveniente como agradable.
Comparemos un versiculo cualquiera de la
Vulgata con la version parafràstica del señor
Mazo. El cuarto, dice: “Bibebant vinum, et
laudabant deos suos aureos, et argenteos,
aereos, ferreos, ligneosque et *:
El señor Mazo lo expone así: “ Bebian vino
á porfía en los vasos sagrados los hombres
profanos y las mugeres impuras, y cada cual
alababa à su dios de oro, de plata, de cobre,
de hierro, de palo y de piedra.... à todos los
dioses falsos, excepto al Dios verdadero. Bal
–181–

tasar con esto llenó la medida y echò el


sello á la conclusion de su imperio."
Esta paráfrasis y las reflexiones que la
siguen, mas que nuestro indocto juicio, dan
à conocer el verdadero talento del señor
Mazo. Solo sabemos admirarle, pero no juz
garle dignamente; así como admiramos el
cumplimiento de las predicciones de Jere
mias, después de proferidas en voz terrible
contra Babilonia éstas proféticaspalabras.
“En su calor les pondré sus bebidas,
y los embriagarè, para que se adormezcan,
y duerman un sueño sempiterno, y no se
levanten, dice el Señor."
“Y embriagarè sus principes, y sus sa
bios, y sus capitanes, y sus magistrados,
y sus valientes; y dormirán sueño sempi
terno, y no despertarán, dice el rey, cuyo
nombre es el Señor de los ejércitos."—
Jerem. 51, 39, 57.
La Historia del señor Mazo , es un teso
ro inapreciable por la claridad y buen me
todo con que està escrita. Si en ella bus
camos tambien elegancia, ¿nó la encontra
mos en la recapitulacion epilogal, cuando,
expuesto ya el capítulo, añade: “Noche fa
mosa por un banquete magníficamente vo
luptuoso; por una profanacion sacrilega...;”
y si esclarecimiento de controversia histó
rica, ¿nò le hallamos en las últimas li
neas, desde que prosigue, diciendo: “Los
que llevan que Babilonia fué tomada por
Ciro, etc., etc........”
–182—
Para abreviar en suma, à cerca del mé
rito de èsta Historia, copiaremos á conti
tinuacion lo que un escritor imparcial dijo
de ella en El Católico (1), recomendándola
por medio de un artículo bibliográfico.
“En un tiempo en que codiciósamente
se esparce entre el pueblo una Biblia muda,
sin ilustraciones, alterada y corrompida; y
que todo esto se hace con el pretesto de
enseñar la religion á las clases medias
y pobres, nada mas conveniente que la
publicacion de libros cristianos, piadosos
é instructivos en que la historia sagrada
venga amenizando los fundamentos de nues
tra fé y acomodándose á la capacidad de
toda clase de personas. Tal es el carácter
de una obrita que está publicando el señor
Mazo , magistral de la santa iglesia de
Valladolid, cuyo título es: Historia para
leer el cristiano desde la niñez hasta la ve
jez, ó sea compendio de la historia de la re
ligion , sacada de los libros santos. Ha visto
la luz el primer tomo, y creemos que el
señor Mazo continuará con su incansable
celo su empezada obra, que así como de
las demás, que lleva ofrecidas al público,
debe prometerse muy buenos resultados, vis
ta la avidez con que han sido despachadas.
“Nos detendríamos en un merecido elo
gio del libro que hoy anunciamos, si el
nombre de su autor no lo recomendàra
(1) Núm. 579, jueves, 30 de setiembre de
1841, pág. 729.

-—
–183–

por sí mismo en tono mas alto y enérgi


co que nosotros pudiéramos hacerlo; y
solo decimos, reproduciendo la idea que
arriba indicábamos, que en ésta clase de li
bros es donde el pueblo debe leer; y ésta clase
de enseñanzas por escrito es muy conve
niente y necesaria al pueblo: así, pues, el
señor Mazo con sus repetidas publicacio
nes, que todas pueden llamarse catequísti
cas, ha penetrado el fondo de las necesi
dades de la época, y acudido à su reme
dio de la manera mas análoga.
“ Recomendamos cuanto està de nuestra
parte dicha obrita, y llegan nuestros deseos
hasta el punto de ansiar verla repartida en
todas las casas de familia, como decíamos
en otra ocasion del precioso Catecismo que
dió á luz el mismo señor Mazo. No es una
mera teoria lo que así nos obliga á reco
mendar éste género de obras: tenemos la
mas intima conviccion de que la primera
y mas urgente necesidad del pueblo, son
los sagrados, no desnudos de comentarios
y notas, sino bien expuestos con arreglo á
la doctrina de la iglesia: así como los que
tengan el carácter del que hoy recomen
damos , instruiràn al pueblo provechosa
mente en órden à, su salud eterna y feli
cidad temporal, imposible de todo punto
sin una educacion religiosa y católica.”
Además del Catecismo y de la Historia
de la religion, que mencionamos, dióá luz
el señor Mazo un tomo en cuarto de ser
—184–

mones originales, que había predicado en


distintas ocasiones.Comprende treinta y sie
te de estos, y están precedidos de un pre
ámbulo de apuntes de retórica , bastante
curioso. En todos ellos resalta el lato cono
cimiento que de las historiasprofana y sa
grada, de la Biblia y de los santos Padres
poseía. El segundo, de Santiago el mayor
en la coleccion , le predicó delante del se
ñor don Fernando VII de Borbon, y de su
esposa doña María Josefa Amalia, el dia del
santo apóstol del año de 1828 en la santa
iglesia catedral deValladolid.
Segun noticias de sugetos veracisimos
parece que, prendadas las reales personas
de la uncion y fervoroso celo de tan santo
orador, cuyo estilo verdaderamente pre
dicable moralizaba siempre al silencioso
auditorio, le brindaron con el título, hono
rífico de Predicador de SS. MM., que no
obtuvo solo por la humildad y modestia
que le caracterizaban, esforzándose con
expresiones de gratitud y acatamiento á re
husarle delicadamente á fin de no desairar
por eso la bondad de los regios esposos.
Este bello panegírico del santo patron de
España tiene, como otras muchas produc
ciones del señor Mazo, rasgos sorprenden
tes de entusiasmo por las virtudes de los
primeros sembradores evangèlicos; por
nuestras glorias naeionales; por los triun
fos del cristianismo y de su apostolado;
por todo lo grande que santifica ysella la
–185–

venerable antigüedad. Sirvan unas cuantas


lineas del mismo panegrico á demostrar lo
que tan justamente alabamosy encarecemos.
Despuès de un brillante apóstrofe à la Es
paña y á su patrono, sigue diciendo:
“.... Pero nada detiene à Santiago. Em
prende y consigue lo que solo parece po
sible despuès de conseguido. Corre la Es
paña, penetra hasta los pueblos mas aguer
ridos de èsta nacion valiente, y sujeta al
dulce yugo de la fé aquellos españoles ter
ribles, que no pudieron reducir á su im
perio los romanos, ó que, si lo consiguie
ron, no fué sino después de haber dado la
ley al universo. Santiago sin mas compañía
que su ardiente caridad, sin mas ayuda que
su intrépido celo, sin otras armas que su
invencible paciencia, Santiago, éste hèroe
del cristianismo, vence á la valiente Hes
peria, Vencimiento feliz, vencimientolleno
de gloria para el vencedor y para la ven
cida......” -

¡Cuán ageno estaba entónces el señor Mazo


de pensar que sobreviviría à la religiosísima
reina, que le oía con atencion suma y edi
ficante, y que àntes de un año había de
ser el orador fúnebre que honrase la me
moria de sus virtudes, sucediendo al regio
trono el regio túmulo, bajo la sagrada bó
veda de aquel mismo templo vallisoletano!
Esta oracion fúnebre que apuntamos,
como se puede ver al último de su tomo
de sermones, es de un mérito relevante
–186–

por la conexion de sus ideas, el sentimiento


natural de que está animada, y la correccion
de estilo con que está escrita: sencillo y ele
gante á la vez, denumerosa concinidad en la
mayor parte de sus periodos, es tan agrada
ble al oido como al entendimiento. ¡Con qué
elegante y clara sencillez enumera las gracias
intelectuales de ésta reina poetisa!
“Reina sàbia –dice.—Su instruccion era
muy extensa y cultivada; y su pasion domi
nante la lectura, en cuanto se lo permitía el
temor de encontrar con algun libro nocivo,
que ella misma quemaba luego que adver
tia su veneno. Estaba muy versada en las
lenguas, particularmente en la sagrada, y po
seía otros muchos conocimientos profundos
y variados. Su entendimiento era penetran
te, su imaginacion viva, y su memoria prodi
giosa. Formaba composiciones en verso, à
veces muy largas,sin escribir ni una sola li
nea, retenièndolas en la memoria y no entre
gándolas á la pluma, sino después de con
cluidas. Ha dejado muchos, muy bellos y
muy piadosos escritos, de los que unos se
han publicado ya, y otros deben publicarse.
Y en fin, su instruccion era tal, que aún
sin la cualidad de reina, la colocará siem
pre en un grado muy alto entre las de su
sexo. Amalia, en expresion de su ilustre
director, era la reina sabia de Europa.”
Hállase tambien en èsta coleccion Sermo
naria la primera parte del que predicó en
la oposicion à su prebenda magistral. El
–187–
tema es SobaE LAs RIQUEZAs DE LA FÉ, que
principiaron à sembrar los apóstoles, des
puès de que el Señor les dijo: Id, y predi
cad, diciendo, que se acercó el reino de los
cielos. —MATH. c. 10, v. 7.
Despuès de un breve exordio entra en ma
teria, diciendo que, la fé es la luz de los espí
ritus: enumera sus dones, encarece sus ex
celencias; y, para probar su verdad las clasi
fica ymetódicamente las desenvuelve por me
dio de una elegante y bien sostenida amplifi
cacion en cinco lugares, así ordenados.
Primero, la fé es una luz viva y pronta.
Segundo, es una luz sobrenatural.
Tercero, es úna luz proporcionada.
Cuarto, es una luz saludable.
Quinto, es una luz inextinguible.
Como quien halla innumerables ó infinitas
las excelencias de la fè, con aparénte distrac
cion nombra el sexto lugar, que de pronto
asombrado de tan larga cuenta se desani
ma ydesiste dehacer su numeracion, conclu
yendo por recapitular solamente los cinco.
Consecutivamente se deja arrebatar en el
epílogo del fuego de su entusiasmo, con bien
sentidas exclamaciones en favor de la fé,
de sus dones y de sus luces, llamándola, se
gun es, luz divina y guia celestial á la que
debenos entregarnos sin reserva.
Para muestra del buen lenguaje y de los
elevados pensamientos que constituyen la
belleza de èste sermon, copiamos el trozo
relativo al cuarto lugar; dice así:
—188—

“La fé es una luz saludable, que lo per


fecciona todo en el cristiano. Ella cautiva
nuestras pasiones, las regla, las purifica,
y por decirlo asi, las sobrenaturaliza.
Ella despierta nuestra conciencia, la acla
ra, la aviva y aumenta su delicadeza. Ella
reprime la curiosidad de nuestra razon,
la humilla y la fija. Ella debilita nuestra
concupiscencia, la doma, y si la deja
existir, es para dar à la gracia materia de
combates, y ocasiones de triunfos. La fe
es útil para todo, y trabajando en la san
tificacion del alma , contribuye tambien
á la conservacion del cuerpo. En efecto,
la destemplanza, la embriaguez, la moli
cie, los placeres y todos los excesos á que
se entregan los que viven dominados de las
pasiones, ¿nó apresuran el momento fatal
de su destruccion? ¿Nó les precipitan rá
pidamente desde la fogosidad de la ju
ventud en las miserias de la vejez? ¡Des
graciados! Apènas comenzaron á vivir, cuan
do se les puede decir que ya murieron. Al
contrario la castidad, la templanza, la so
briedad, la moderacion en los deseos, la
paz del alma, la dulce severidad de la fe...
¡Ah! ellas conservan las fuerzas y la sa
lud del cuerpo, multiplican los dias y los
años, y si la muerte no fuera una ganan
cia para el justo, y el hombre debiera ser
eterno y feliz sobre la tierra, lo sería, y
lo sería solo por la virtud.
“ No es mènos necesaria la fé à la so
—189–
ciedad. Ella predica la justicia y la bondad
á los superiores; el respeto y la obedien
cia à los inferiores; la misericordia á los
ricos; el sufrimiento á los pobres; los de
beres del estado à los ciudadanos; y la ca
ridad y la aplicacion al trabajo à todos los
hombres. Ella es el lazo de los espiritus á
quienes reune en unas mismas verdades; el
apoyo de la autoridad, à la que hace in
violable y sagrada; el suplemento de las le
yes humanas, que no alcanzan á mandar
en el corazon ; el fundamento de las cos
tumbres públicas, que son la fuerza de
los estados, y la fiadora de la probidad,
que sin la fé seria falsa ó sospechosa. Ella,
en fin, es el consuelo de los desgraciados,
la vida de los justos, el freno de todos los
vicios y el origen de todas las virtudes.
Esto no es una mera suposicion. Las pri
meras edades del cristianismo ofrecieron el
admirable espectáculo de una sociedad fun
dada sobre los principios de la fé, y al
verla , el mundo entero quedó asombrado.
Si despuès la fé en el estado á que la re
dujo poco á poco la relajacion de los si
glos, no obraba con tanto imperio, servia
sin embargo para contener y reprimir: si
se la ultrajaba con la conducta, se la temia
à lo ménos, y éste temor conservaba un
cierto örden y decencia. Mas despuès que la
irreligion ha roto el hermoso dique de la
fè, ¡ah! las naciones no se conocen á si
mismas. ¡Qué agitacion y division en los
l
–190–
espíritus! ¡Qué opiniones! ¡Qué corrupcion
de costumbres! ¡Qué escándalos ! ¡Qué
pasiones! ¡Què idolos! ¡Qué ruinas ! Ca
llen, pues, los ministros evangélicos. La fé
no necesita ya , ni apóstol, ni defensor. La
sociedad, sí, la sociedad será su predica
dora, y la irreligion no podrá dejar de con
fundirse á vista de la inmensidad de ma
les y de estragos que ha causado, no diga
mos ya á la religion, sino á la pobre y des
graciada sociedad.”
Este sermon mereció un particular elo
gio del padre maestro fray Manuel Marti
mez , del convento de san Pablo en Valla
dolid, cuya reputacion era de mucho saber;
porque segun él, haciendo elevar al hom
hre sobre los goces materiales le tiene pen
diente entre el cielo y la tierra, esperando
los espirituales y eternos.
Admiramos en el lenguage nervioso del
señor Mazo profundidad de ideas, y bajo una
sencilla apariencia, formas elegantes de com
posicion literaria. Sentencioso, meditable
por su fondo moral y parenético, el señor
Mazo no olvidaba jamás èstas solemnes pa
labras de san Pablo : “ La letra mata; el
espíritu vivifica.”
No hay letra en los escritos del señor
Mazo : no hay mas que espiritu de intima
y ardiente caridad , elevacion mental, éx
tasis fervorosos de piedad : no hay mas que
la intuicion del alma del justo, y no la
vanidad de la ciencia ensoberbecida con
–191–

los aplausos del aura popular. En todas sus


obras solo se respira el aliento de la pie
dad y el celo por la iglesia de Dios : solo
se inspira el desprecio del mundo terrenal,
elevando la mente á la morada eterna de
los espíritus celestiales.
No hay mas que el sentido genuino de
ésta frase latina, que repetia un célebre
fundador en sus relaciones con Dios: quam
sordet terra dum caelum aspicio!–S. Igna
cio de Loyola.
El señor Mazo no fué para Valladolid lo
que el famoso predicador fray Juan Tau
lero para Colonia, ántes de recibir salu
dables avisos de un verdadero siervo del
Señor, sino lo que fué después de ha
berlos recibido y sujetado su humildad
à duras pruebas. El señor Mazo no produ
cía flores sino frutos, como el mismo dice
de la boca de Taulero en el preámbulo de
los apuntes de retórica predichos, aludiendo
à los nueve años de la predicacion de aquel
insigne religioso por su eficacia en espíritu
evangélico, debido á su mudanza de vida.
Como la de todas las obras del señor
MAzo, es muy recomendable la lectura de
sus sermones por sus tendencias moraliza
doras; por la uncion sagrada que manan; por
el espiritu vivificante, en fin, con que exhor
tan á la virtud y alimentan nuestras almas.
Cuando el señor MAzo, por sus achaques
y avanzada edad, ya no podía emprender
ni dedicarse à obras magistrales y de gran
–192—

peso, redactó y permitió se imprimiese un


folletito de cuarenta y ocho pàginas, en
dieziseisavo, cuyo título es: Diario de la
piedad, ó breve reglamento espiritual, di
rigido a un alma * de su salvacion.
Está dividido en dos partes, precedidas de
un prólogo y dos advertencias. La primera
comprende los ejercicios espirituales, y la
segunda los de vida material y en relacio
nes con la sociedad. Su mérito es el de
pluma ejercitada ya, con docto juicio, en
obras de mayor entidad, que le valieron
inmortal renombre.
En la numeracion y elogio de los libros,
que diò à luz nuestro ilustre magistral,
llenamos el deber de imparciales biógrafos:
no hemos hecho mas que tributar respeto
y justa admiracion á su acreditado saber,
á su incansable celo por la enseñanza pú
blica de las doctrinas religiosas. Fáltanos
ahora referir por què otros medios, siguien
do el gusto dominante de la època en el
periodismo con sus articulistas, correspon
sales y folletinistas, ha contribuido tambien
á la propagacion de las sanas ideas en bien
de la moral y del órden, igualmente que
al brillo de la iglesia, del que siempre se
mostró tan celoso.
CAPITULO IX.

Como hasta por medio de la prensa perió


dica se ocupaba de los actos religiosos, y
protestaba sin rebozo su fé y principios.
—De que modo impugnaba tambien el
error en que incurrían con sus disposi
ciones oficiales, algunas potestades supre
mas del estado.

N, fué el señor Mazo de aquellos sacer


dotes á quienes pudiera ó debiera dirigirse
éstas sentidas palabras de Isaías, c. 53, v. 18.
Ubi est literatus? Ubilegis verba ponde
rans? Ubi doctor parvulorum?
Dónde está el letrado? dónde, el que
pesa las palabras de la ley? dónde, el maes
tro sabio de los niños?
Lèjos de merecer èste apóstrofe terri
ble el señor Mazo , vémosle por el con
15
—194—
trario hacerse digno de los mayores elo
gios; pues no omitía ningun medio de cuan
tos podían conducir al acierto de su apos
tolado, al santo fin de sembrar la celestial
doctrina de la religion católica en uso de
las licencias que siempre obtuvo de sus dig
nísimos prelados , y por las que estaba en
el caso de advertirse á sí mismo:
Dispensatio est nobis caelestis seminis iniunc
ta (1).—Vae si non sparserimus! Vae si ta
cuerimus !
Estos son los motivos de que el señor
Mazo enseñase con tanto ahinco, por es
crito y de palabra, los sanos principios de
la fé religiosa , y que à propagarlos y á
conservar la basa firmísima de ellos, que es
la Iglesia, dedicase todo su conato, evi
tando así incurrir en la pena de eterna con
denacion.
“AEternae damnationis paenam, incurrit
praedicator, qui semen verbi Dei non spar
git."—NicolÁo P. in c. praed.
No podía acusàrsele jamàs con el silen
cio de Isaías, Vae mihi, quia tacuit; por
que el expresado temor de san Pablo, evan
gelizando à los corintios en el “¡ay de mí,
sino predicare” l ocupaba de continuo su
memoria. — Vaemihi si non evangelizavero!
capítulo 9.
A la vez que componia y predicaba sus

(1) Nicolao P. ad Mech. Imp. extat.in c. Dis


pensatio est nobis, dist. 45.
–195–
sermones, que escribia y publicaba sus obras
catequísticas, dirigia tambien frecuentemen
te á periódicos de acreditado celo por el
sostén y esplendor de la Iglesia, articulos
epistolarios de manifiesta importancia, ya,
como vemos en la pág. 85, combatiendo
innovaciones perjudiciales por sus doctri
nas erróneas; ya describiendo y elogiando
los actos públicos de religion; ya defendien
do las inmunidades y derechos eclesiásticos;
ya vindicándose por último de las injustas
acusaciones con que se trataba de menos
cabar el mérito de sus servicios, y se pre
tendía con alevoso golpe herir de muerte su
bien sentada reputacion.
De los muchos que remitió en diversas
èpocas á la prensa periódica, y que unos
se publicaron y otros no, segun la menor
ó mayor abundancia de materiales de pri
mera necesidad que á la sazon habia en las
redacciones, tenemos los borradores ori
ginales de algunos dignos de particular
mencion.
Uno de los recuerdos funestos, que mas
se eternizarán en las memorias históricas
de Valladolid, es el de la famosa caida de la
torre de la catedral el último dia de mayo
de 1841. Las desgracias que ésta ocasionó,
y las satisfacciones de júbilo que después
siguieron al hallazgo de un copon sepul
tado con las sagradas formas debajo de los
pesados escombros, encuentranse fielmen
te descritas en lo que á continuacion toma
–196–
mos de El Católico, núm. 507, donde
en la página 156, dice:
“Dia de júbilo ha sido para los habitan
tes de Valladolid el dia 18 de éste mes. El
hallazgo de las sagradas formas que ha
bian quedado sepultadas entre los escom
bros de la torre, después de cuarenta y
seis dias que habian ya trascurrido en és
te estado, ha llenado deun verdadero placer
à los católicos vecinos de la antigua còr
te de las Españas. Admirados por éste su
ceso, y reconocidos al particular benefi
cio, que el SEÑoRacaba de dispensarles, han
creido un deber suyo manifestar su agra
decimiento á Jesus sacramentado, tributàn
dole los mas obsequiosos cultos y llevàn
dole en triunfo por las calles. Hizose en
efecto el dia 18 una solemnísima procesion
para trasladar el augusto Sacramento, sa
cado de las ruinas de la torre de la catedral,
á la iglesia penitencial y parroquial de las
Angustias. La carrera fué bastante larga y
muy brillante; el ilustrísimo señor obispo
llevaba en sus manos el objeto augusto de
nuestras adoraciones y amor, y la tropa de
la guarnicion estuvo tendida por la carre
ra, y todo se hizo con tanta ostentacion y
brillo como el dia de Corpus, y esto es
pontáneamente, segun nos escriben de di
cha ciudad. Un triduo se está celebrando
en la citada iglesia de las Angustias. An
tes de ayer, dia en que se hizo la solemne
traslacion, hacia la fiesta el clero parroquial

"
–197–

de la catedral , ayer su feligresia, y hoy,


último dia del triduo, la cofradía sacramen
tal de la misma. Los tres dias habrá misa
solemne á las diez, y el último con ser
mom que predicará don José Infantes; y en
todos ellos asistirà la música de la catedral,
y estará patente el sagrado Copon por la ma
ñana hasta la una,y por la tarde desde las
cuatro hasta las siete. S. I. el dignisimo
obispo de aquella santa iglesia, ha publi
cado con motivo de éste acontecimiento
extraordinario el siguiente
Edicto.

Nos, don José Antonio Rivadeneira,


por la gracia de Dios y de la santa Sede,
obispo de Valladolid.
A nuestros diocesanos estantes en esta
ciudad : salud en N. S. J.
Cuanto á la inesperada caida de una par
te de la torre de la catedral en el dia úl
timo de mayo, segundo de Pascua de Pen
tecostés, y los temores de que se arruina
se la restante nos cubrió de espanto y de
zozobra , tanto mas el poder y misericor
dia de Dios con portentos sobre portentos
se nos han manifestado favorables. No su
cedió aquella desgracia en la mañana que
el templo estuvo lleno de gente; tampoco
mièntras por la tarde se celebraban los
divinos oficios, sino despuès de concluidos
al ser las cinco, de suerte que ni dentro

-----_-_- -----
—198–
ni fuera hubo ni una sola víctima. El cam
panero, cuya habitacion era en la torre
misma, se salvó en el hueco de una venta
na; su familia, contra el órden acostum
brado, se hallaba fuera en aquel momento:
y su mujer, que cayó entre la mole de
ruinas inmensas, y que oprimida y envuel
ta entre maderas y piedras, hizo sin em
bargo oir sus lamentos, allí se salvó por el
celo y actividad de las autoridades y de ani
mosos è intrépidos peritos, que la sacaron
ilesa de la tortura en que había estado vein
te horas. Mas como las ruinas se hubiesen
desplomado sobre la capilla parroquial, en
cuyo Sagrario se hallaba el Copon con las
sagradas formas, 46 dias pasaron sin po
der saber ni el sitio ni el estado en que
se hallaría éste vaso, que encerraba la pren
da de la gloria. Al fin, ya sabeis como el
dia 15 de éste mes, entre diez y once de
la mañana , se descubrió el tabernáculo
hecho pedazos ; mas el Copon , aunque
ladeado y algo abierto, y las sagradas for
mas, sin lesion. Este es un hecho à la
vista de todos, mas que no se concibe bien
no mirándole con los ojos de la fé: hu
millado N. S.J., Dios y hombre, bajo las
especiessacramentales delpan y el vino, des
de la noche de la cena, para quedarse en
tre nosotros y servirnos de alimento espi
ritual, parece ahora como haber querido
entregarse á una segunda humillacion por
46 dias bajo lasruinas de dicha torre; pare
—199–
ce como si libertándonos ó sacándonos desde
luego de aquel peligro, hubiese querido
hacerse prisionero por nosotros ó mas bien
avivar nuestra fé y sostener nuestra es
peranza y caridad reciproca. Por último,
destrozada la capilla parroquial de nuestra
iglesia , nuestro SEÑoR sacramentado, se
gun se halla en el mismo Copon , sin le
sion ninguna como hemos dicho, será
trasladado como en triunfo en procesion,
que saldrá mañana entre nueve y diez por
la puerta llamada de santa Maria á la ayu
da de parroquia, iglesia de las Angustias.
No mandamos, porque no es preciso man
darlo, y de suyo lo haràn los eclesiásticos,
el que concurran los de cada parroquia á
formar parte de ella: nada decimos á las
cofradías sacramentales, cuyo instituto es
el dar y promover la mayor gloria del SEÑoR:
nada à las penitenciales, ni à los demàs
fieles en general, porque los vemos apre
surarse à tomar parte en la celebridad, y
estamos seguros de que no saldrá frustra
da èsta nuestra persuasion, como de que
nuestros designios son iguales. — Dado en
Valladolid á 17 de julio de 1841. —Josè,
obispo de Valladolid. — Por mandado de
S. E. I. el obispo mi señor, Manuel Cal
deron , pro secretario.”
Creemos, que, al indicar los redactores
de El Católico, en el escrito que precede
á éste edicto, se hiciera la procesion des
crita con la ostentacion y brillo de un dia
—200–

de CoRrus espontáneamente, segun les escri


bian de Valladolid, aludiesen á la pluma
del señor Mazo. Este nos dejó escrito en
borrador con referencia à la misma lo que
sigue, sin que sepamos porque no aparece
inserto en el mencionado periódico; tal vez
no lo remitió, sin embargo de haberlo escri
to, como se infiere de su contenido, con en
tusiasmo religioso; dice asi:
“Señores redactores de El Católico.”

“Los hechos han superado los deseos


manifestados por éste excelentisimo é ilus
trísimo señor obispo en el edicto que pre
cede. Las autoridades, el clero, el pueblo
entero han rivalizado en obsequios al SEÑoa.
Todos los corazones se han unido en una
misma fé y un mismo sentimiento religioso
á ensalzar las humillaciones del SEÑon,
que, oscurecido y humillado desde la noche
de la cena, bajo de las especies sacramen
tales de pan y vino, para servir de alimen
to á nuestras almas, se ha entregado por
cuarenta y cinco dias á una nueva humilla
cion entre las ruinas de ésta torre cate
dral. “ Parece como si libertándonos, dice
su excelencia, y sacándonos desde luego de
aquel peligro, hubiese querido hacerse pri
sionero por nosotros ó mas bien avivar
nuestra fe y sostener nuestra esperanza;”
porque en efecto, el mundo no tendrá fin,
hasta que no falte de entre los hombres
—201—
ésta hostia soberana : pero vamos á los
hechos.
“ A la hora anunciada en el edicto se
hallaban reunidas en la catedral, puerta
y plaza de santa Maria, las autoridades, el
clero y una multitud de pueblo. Dos mil
hombres de tropa que acababan de llegar
á ésta ciudad, su numerosa guarnicion y
milicia nacional, ocupaban una gran parte
de la plaza. Al toque de tambores desfilaron
las tropas y se tendieron por toda la car
rera que habia de cubrir la procesion , que
luego dió principio. Iban delante las peni
tenciales y sacramentales con sus pendones
y estandartes. Seguña el clero con pellices
en dos filas, y en medio de ellas la Vir
gen del Sagrario sobre hombros de sacer
dotes: en pós de ésta efigie el cabildo con
capas pluviales, y en su centro el prelado—
á quien acompañaban los sacros ministros
asistentes—vestido de medio pontifical y
llevando en sus manos, bajo de un pre
cioso palio movido por individuos del no
ble ayuntamiento, el Copon que con las
santas formas se habia sacado de entre las
ruinas de la torre, y era el motivo, el
objeto, la alegría y la gloria de èsta so
lemnísima procesion. Detrás del señor
obispo iban de respeto dos prebendados
con el cayado y la mitra, y cerraban el
órden procesional las autoridades, escol
tado por un fuerte piquete de tropa.
“Al salir su divina Majestad por la puer
–202– -

ta catedral rompieron en toques, de repente,


las grandes bandas de música militar; y
èste golpe fué tan tierno , que apénas hubo
persona que no le acompañase con sus lágri
mas. La carrera era cumplida y magestuosa.
Pasaba por las mejores calles de la pobla
cion, y estaba adornada con toda la riqueza
y magnificencia que alcanzaba á presentar
un pueblo católico en el hervor de su pie
dad. Hasta ocho altares se erigieron en ella
à distancias proporcionadas, todos hermo
sos y del mejor gusto : jamàsvió este in
menso vecindario cosasemejante, en la que
tampocofaltó su arco triunfal. En cada uno
de aquellos recibió el SEÑoR, de la manera
mas patètica, el olor de los inciensos, las
tiernas adoraciones de los fieles, los cán
ticos de alabanza y accion de gracias de la
Iglesia. De veinte mil almas, que podría
haber en aquel dia, memorable para ésta
dichosa ciudad, acaso no faltaría una à éste
selemnisimo acto, fuera de los niños, los
enfermos y los necesariamente ocupados.
Arrastrando el peso de sus años los ancianos,
y con paso trèmulo los convalecientes, to
dos concurrieron á ensalzar, adorar y ben
decir à Dios, que, quiere mas vivir hasta
entre escombros, ántes que separarse de
sus hijos. No se vieron en éste triunfo del
SEÑoR Betsamitas, ni tampoco un Oza te
merario. No hubo á los balcones ó venta
nas Micoles arrogantes y soberbias que mi
rasen con desden à los Davides, que sal
–203–
taban de alegría en rededor de ésta divina
arca. La procesion hizo su carrera con un
orden admirable. Su pavimento fuè regado,
no con aguas olorosas, sino con precio
sísimas lágrimas. Sobre todo , cuando la
nacion rindiò y ofreció su poder á los pies
del SEÑoa, desplegando y extendiendo su
bandera, y en seguida se le vió pasar so
bre ella, nadie pudo contener sus lágrimas
ni dejar de bendecir al Rey del cielo, bajo
de cuya omnipotencia se humillan todas
las potestades de la tierra. En fin, llegó
el SEÑoR, que habia vivido 45 dias entre
ruinas, triunfante entre sus hijos, á la
nueva parroquia, y colocado en el altar
recibiò los cultos de un glorioso Te Deum,
entonado con el acompañamiento de una
armoniosa música. Su excelencia ilustri
sima dió la bendicion pontifical al pueblo con
el SEÑoR, y en seguida se retiró, quedan
do así terminado , con la mayor solemni
dad posible, èste magnífico y religioso acto."
Hay en èsta produccion , como propia
del señor Mazo, ternura y gozo de sumo
afecto á las glorias del ALTISIMo. Todos sus
pensamientos y estilo dan à conocer la
mistica elevacion que le enagenó en el acto
que describe y pinta con tan fuerte colo
rido. Los que no creen en Dios como creia
el señor Mazo, que no escriban nunca de
las cosas de Dios, porque escribiràn sin
uncion santa, y sin quererlo manifestarán
ser mayor su apego á las mundanas. Es
–204–
inimitable el señor Mazo en profundidad de
sentimiento religioso. Era otro san Bernar
do, verdadero tipo del escritor ortodoxo, que
bebe sus inspiraciones en los libros santos.
Estan bien traidas las alusiones que hace
de los Betsamitas, y de Oza á quien cas
tigó de muerte el SEÑoa por haberse atre
vido á tocar sin respeto su divina arca en
la era de Nacòn, al tiempo que se tras
ladaba en carro nuevo de casa de Abina
dáb, en Gabáa, á la de Obededóm Getèo;
y de Micól, hija de Saúl, que, mirando por
una ventana y viendo á David que danzaba
y saltaba delante del Señor le desdeñó en el
interior de su corazon. —2 Reg. c. 6.
Con motivo de una carta anónima, que
recibió por el correo, en la que se manci
llaba con injustas calificaciones el lustre hon
roso de su brillante fama, escribiò, y man
dó publicar impreso después, à fin de vin
dicarse, lo que sigue.
“Suplemento al número 485 del Católi
co, correspondiente al lunes, 28 de junio
de 1841.
“Catòlicos sentimientos del clero espa
ñol. —Remitido.—Señores redactores de
El Católico.— He visto los articulos y co
municados del CATóLico sobre la necesidad
de protestar la fe despuès de los desprecios
que, hijos rebeldes de la Iglesia, han hecho de
la alocucion de su cabeza el romano Ponti
fice. He visto con el CATóLIco ésta necesi
dad, y he temido que comprenda à algu

-
}

nos el severo tacui de Isaías; mas por lo


que á mi toca, nunca crei que me com
prendiese éste ¡Ay! terrible; porque todo
el Catecismo explicado, desde la primera
palabra hasta la última, es una protesta
cion pública de mi fé, y tan pública, que
no habrá rincon en el mundo donde no se
haya publicado; y por lo que mira á ésta
ciudad, confesando desde luego que todos
los predicadores la han protestado en el
púlpito con libertad evangélica, creo poder
megloriar de que ninguno me ha excedido.
“Pero à pesar de estos antecedentes me
encuentro en el correo con una carta terri
ble, que toca en las niñas de mis ojos, ex
tremece mi corazon y hiere hondamente
mi alma. Se me traen à cuenta los fariseos,
que enseñaban bien y obraban mal; se me
carga con el ¡Ay de mi, porque callél se
me hace responsable de todos los que ca
llan en èsta ciudad, y aún fuera de ella; se
me trata de piedra de escándalo; se me di
ce que contribuyo à afligir la Iglesia con
misilencio; se me moteja de un cobarde
que me escondo en el tiempo de la tor
menta, que era cuando mas principalmente
debía presentarme à confesar á Jesucristo;
se me amenaza con la infame nota de hi
pócrita, de portroyalista, de..... ¡Santos
cielos! nunca os tomè, como ahora, con
mis manos ! Un castellano rancio, hijo de
castellanos rancios y sesudos, de labrado
res católicos, apostólicos, romanos, ma
—206–

chuchos; un sacerdote, un pàrroco que ha


profesado solemnemente cuatro veces su fé
al tomar posesion de sus cuatro curatos, y
la quinta al tomar la de su prebenda; un
sacerdote que en uno y otro ministerio ha
enseñado lo mismo, lo mismísimo que en
seña en el Catecismo.... Un cristiano de
éste carácter y circunstancias no debe, no
puede sufrir alusiones, imputaciones, ame
nazas tan terribles. Y puesto que no basta
ni mi libro, ni mi púlpito para publicar
mifé y evitar y disipar el escándalo que se
crée que yo doy con mi silencio....
“Digan ustedes, señores redactores, á
todo el mundo, con letras grandes como
arneros: que el magistral de la santa igle
sia catedral de Valladolid conserva, por la
gracia de Dios todo entero, el sagrado depósito
de la fé que recibió en su bautismo; que con
fiesa, publica y protesta ésta fè delante de
toda la Iglesia, de todos sus hijos, asifieles
como rebeldes, y delante de todos los hom
bres: que recibe, acata, venera y obedece
las decisiones del Padre comun de los fie
les, pastor universal del rebaño de Jesucris
to, y sucesor de san Pedro, el romano pon
tífice: que recibe, acata, venera y obedece
cuanto manda, ordena y dispone su Santidad
en su alocucion pronunciada el dia 1.º de mar
zo de éste año, en su consistorio de cardena
les, y dirigida á la iglesia española: que
detesta con todo su corazon y con toda su
alma el negro ateismo, el brutal indife

----*
–207–
rentismo, el impio filosofismo, esos móns
truos que se han dejado ver con horror en
la España de nuestros malos dias: que ana
tematiza el socinianismo, el luteranismo, el
protestantismo, el volteranismo.... ésa mul
titud de heregias que inundan la España;
y mas que todas, si me es posible, el astuto
jansenismo, esa heregía que no tiene seme
jante en todos los siglos, esa heregía que
se empeña en ser católica, y mas católica
que el catolicismo mismo; esa heregía, esa
vívora que se oculta bajo del tomillo, y di
simula su hedor con la fragancia de ésta
planta olorosa; esa serpiente del paraíso,
que, tomando palabras filantrópicas, dice
à los cristianos católicos: “no temais, be
bed sin miedo mi doctrina, os llenaréis
de luces, seréis como Dios, todo lo sabrèis...
Digan ustedes que el magistral está pronto
como cristiano católico, apostólico, ro
mano, á caminar á la prision, al destierro
y al cadalso, ántes que dejar de confesar
y protestar cuanto lleva confesado y pro
testado, ni detestar y anatematizar cuanto
lleva detestado y anatematizado. Que sepa
el autor de la carta —por El Católico, que
se lée en todas partes, — que el anciano
magistral no se ha olvidado, como le da á
entender, del ejemplo del anciano Elea
zar, y que en su caso procuraría imitarle;
pues aunque crée que no sostendria por sí
una muerte voluntaria , sin rendirse ántes
de consumarla, crée tambien que su divi

_. -----
-----
_-—----"
.
—208–
no Redentor le sostendría, y que como
vencedor de la muerte le comunicaría la
fortaleza necesaria para vencerla. Que sepa
el autor de la carta, que en vez de darse
por sentido del tanto de agrura con que
está dictada , le tributa mil gracias por el
motivo que le ha dado para manifestar y
protestar delante de todo el mundo su fé
y sentimientos religiosos, aun mas expresa
mente, si cabe, que en el catecismo y el
púlpito. Que sepa, en fin, que el magis
tral no teme el martirio , porque Dios harà
la costa , y que solo teme su imprudencia
en la causa del martirio, porque no es la
muerte quien hace el mártir, sino la causa
de la muerte.
“ Repito, señores redactores, que digan
ustedes todo esto á todo el mundo, con le
tras gordas que se lean á diez varas de dis
tancia, y si no lo sufre su periódico, im
priman ustedes de mi cuenta un suplemento,
y remítanle á mi costa à la multitud de
sus suscritores, tirandoun crecido número
de ejemplares para que en ningun caso
falten. Espero que tendrán ustedes la bon
dad de condescender, lo mas pronto posible,
con los deseos de su muy aficionado ca
pellan y servidor, q. ss. mm. b. –SANTIAGo
José GARCIA MAzo.—Valladolid, 22 de ju
nio de 1841.”—“Editor responsable, F.
F. Fernandez.— Madrid : imprenta de EL
CATöLICo.”
Con fecha 14 de diciembre de éste mismo

----------
-----
–209—
año de 41 , expidió una circular el ministro
de Gracia y Justicia, mandando no se conce
diesen licencias de predicar y confesará los
sacerdotes, que no tuviesen el atestado de
adhesion al gobierno. Por haber motivado
una comunicacion del señor Mazo, la tras
ladamos à éste lugar. Después del preàm
bulo de fórmula gubernamental , dice:
“A éste fin S. A. el Regente del reino
se ha servido mandar:
1.º Que se cumpla en adelante exacta
y puntualmente la referida circular de 20
de noviembre de 1835.
2º Que su disposicion sea extensiva á
todos aquellos eclesiàsticos , que , sin ser
curas ni ecónomos, soliciten ó usen licen
cia para predicar y confesar; disponiendo
se recojan éstas à los que no siendo de
èstas dos clases las tengan actualmente, si
en el tèrmino de 15 dias, contados desde
la publicacion de ésta circular, no presen
tan al diocesano la certificacion de buena
conducta politica y adhesion al gobierno.
5º Que los gefes políticos vigilen el cum
plimiento de las dos precedentes disposi
ciones, dando al gobierno puntual y pron
to aviso de cualquiera infraccion que no
taren, para poder adoptar las correspon
dientes medidas contra los diocesanos
infractores, que segun el caso llegaràn hasta
la de extrañamiento del reino y ocupacion
de temporalidades en uso de la regalía que
compete á la corona para adoptar ésta medida
14
–210–
contra los eclesiásticos que resisten las re
soluciones del gobierno y perturban por
éste medio el órden público.
4º Que los diocesanos formen y pasen
al respectivo gefe superior político de la
provincia listas nominales de todos los ecle
siasticos, que despuès de la publicacion
de la circular de 20 de noviembre ya ci
tada, han sido nombrados para curatos ó
economatos, han recibido colacion, ó sido
provistos para prebendas, beneficios , ca
pellanías ó cualquiera otro encargo, ex
presando si préviamente presentaron la cer
tificacion , y por quien fué librada.
5º Que recibidas èstas relaciones por
los gefes políticos, las comprueben por los
asientos que han debido llevarse en su se
cretaria ó con los expedientes; y no ha
llàndolas conformes á la referida circular,
ó no constando haberse expedido ni exigido
por el diocesano la certificacion, den cuen
ta al gobierno por éste ministerio , infor
mando al mismo tiempo respecto de cada
uno de los eclesiásticos que se encuentren
en estos casos, y de los que , prévia au
diencia de la diputacion provincial y de los
respectivos ayuntamientos, no merezcan por
su conducta y desafeccion que se prescin
da de la falta de aquel requisito.
De órden de S. A. el Regente del reino
lo comunico à V. S. para su puntual cum
plimiento en la parte que le toca, y del
recibo me dará inmediatamente aviso.
—211—
Dios guarde , etc... Madrid, 14 de diciembre
de 1841. —Alonso. –Sr."....
Por mas que las circunstancias políticas
del tiempo en que se dictó èsta circular,
exigiesen del gobierno precauciones de
seguridad para su propia conservacion en
armonía con su índole y miras de reforma,
opinamos que por éste medio había de con
seguir mayor daño que provecho para su
causa. Cuando èsta es moralmente razona
ble, y cuenta para su apoyo con la ma
yoría de una gran nacion , el fuerte apara
to de las dichas precauciones es tan vano
como perjudicial. Si por el contrario solo
cuenta con minoria, exasperar á los due
ños de las conciencias y tenerlos por desa
fectos, no es ciertamente el mejor medio
de triunfo. La violencia, efimera siempre,
es del uno; la fuerza moral, continua, eter
na y temible, siempre del otro. Negar à los
sacerdotes una grande influencia moral so
bre la sociedad, es una quimera : querer
que pierdan ésta influencia, es querer que
no haya religion, es querer un imposible.
No proporcionarlesuna decentesubsistencia;
no mirar por el esplendor del culto á que se
consagran; humillarlos, empobrecerlos, des
prestigiarlos, y á la vez exigirles adhesion,
es un error. Los sacerdotes, aunque en
cargados de un ministerio santo y elevado,
tienen las mismas necesidades que los de
más hombres, relativas al abrigo y manu
tencion. El gobierno que no los trate con
–212–

decoro; que los reduzca, sino á la men


dicidad completa, à poco ménos, jamàs podrá
tenerlos de su devocion; que es lo mismo
que decir, le falta el sufragio y el apoyo
de la clase mas digna y respetable del es
tado. Cuanto mas abatidos, mas fuertes
contra quien los maltrate; y como á nin
gun gobierno le es ni le será dado concluir
con tan respetable clase, y las humillacio
nes y la penuria que sufra excitarán siem
pre lástima y compasion de parte de las
masas religiosas, de ahí la falta de apego
sincero por parte de aquella y la animad
version y el encono por parte de éstas.
El gobierno que no tenga aquella en su
favor luchará siempre con un enemigoter
rible, que no muere nunca, y que á pro
porcion que pelea adquiere mayoresfuer
zas y vigor invencibles. Como trataban y
querian al clero los gobiernos transitorios
de la revolucion , ya lo hemos visto; y
como éste le recupera, miéntras aquellos
van perdiendo de su prestigio, ya lo ve
mos tambien. Pasemos ahora á leer un co
municado del señor Mazo, en que impug
na la circular de que tratamos, y por èl
juzgaremos del desagrado con que la reci
bió el clero; es el siguiente :
“Señores redactores del Católico."

“He leido con asombro la circular del


gobierno de 14 de diciembre de èste año,

-— — -
–213—
pues si ella no ha sido dictada, como lo su
pongo, para acabar con la religion en España,
por su naturaleza tiende á èste fin. Por de
contado, para darla cumplimiento es nece
sario retirar los confesonarios y los púlpi
tos, y entònces: ¿cómo quedamos de re
ligion? Id y enseñad dí todas las gentes: hé
aquí la mision esencial de los ministros de
la religion. A los que perdonáreis los peca
dos, les serán perdonados; y á los que se
los retuviéreis les serán retenidos. Todo
aquello que atáreis sobre la tierra, atado será
tambien en el cielo; y todo aquello que desatà
reis sobre la tierra, desatado será tambien
en el cielo. Hé aquí su autoridad! Pues èsta
mision y èsta autoridad, que concedió á
los ministros de la religion el Hijo del Al
tísimo, se acabaràn en España, si se ha de
cumplir con verdad la dicha circular.
“La prueba es clara y sencilla. Todo
eclesiástico queda prohibido de confesar y
predicar, sino hace constar àntes al gefe
politico, à la diputacion provincial y al
ayuntamiento su buena conducta política y
adhesion decidida al legítimo gobierno, ma
nifestadas con actos tan positivos y termi
nantes, que no dejen duda. ¡Este si que es
un gran paso en la senda de la libertad de
pensar! ¡Este si que es el liberalismo puro
y acendrado! Pero dejemos à un lado éstas
fríoleras, y veamos, si los eclesiàsticos es
pañoles pueden hacer constar con verdad
ésa adhesion que se les pide. Un hombre
–214—
á quien sin tener culpa alguna, se le echá
ra de su casa, se le vendieran sus bienes,
y se le dejàra en la calle y à pan pedir,
¿podría ser adicto al gobierno que así le
parára? Y si éste hombre dijera que era
adicto y tan adicto, que no había lugar ni
siquiera á dudar de su adhesion, ¿se le po
dría creer? Y al oirle el mismo gobierno
que le malparó, ¿nó le tendría por un f
tuo? El tal gobierno se daría por servido
y satisfecho con que su hombre fuése obedien
te y callase; pero jamás le pasaria por la
imaginacion pedir à su malparado hombre,
que le fuese adicto. Un rey de Prusia—Gui
llermo III— mandô dar públicamente cua
renta palos á Voltaire por haber escrito la
vida privada del monarca; y para añadir al
dolor y la vergüenza la burla y el sarcas
mo, mandó tambien que Voltaire diese
recibo de haberlos recibido; pero no le ocur
rió al rey de Prusia, á pesar de su pene
tracion y su deseo de castigar à Voltaire
de un modo exquisito, la idea de pedirle
que hiciese ver con actos positivos, ter
minantes, y que no admitiesen duda, su
adhesion al rey, que había mandado darle
los palos, y mucho mémos que le fuese adic
to; porque éste es un acto interno al que
no alcanza ni el imperio de los hombres,
ni el de los ángeles, sino el imperio de
DIOs.
“Ahora bien, si el hombre malparado
es el clero español, dicant alli, vel potius,
—215—

dicant, qui viderunt et audierunt, et qui


vident et qui audiunt. Y suponiendo que
todos dicen que si, porque nadie que no
sea ciego, ó fisica ó moralmente, puede
dejar de ver la uniformidad —y si cupiera,
unidad— del original y la pintura , yo
pregunto, ¿habrá algun eclesiàstico que
sea adicto á semejante gobierno? Todos
serán pacíficos y obedientes; porque èsa es
la índole del clero español, —y si no tras
lado al siete del último octubre;—pero
adicto real y verdaderamente, ninguno.
Y si alguno digese que lo es, ¿podrá ser
lo? Y si lo dice y no lo es, ¿nó es un men
tiroso? Nò es un eclesiástico de quien mé
nos debe fiarse el gobierno? ¿Y quiere el
gobierno eclesiàsticos de ésta clase para
imbuir en sus gobernados las sublimes má
arimas que brillan en las hermosas páginas
de aquel libro santo— el evangelio — de
obedecer á las supremas potestades?
“Los eclesiàsticos españoles estan leyen
do continuamente: què la boca que mien
te mata el alma; què el que tuviere ver
güenza de confesar áJesucristo,–que es la
verdad por esencia— delante de los hom
bres, Jesucristo le negará delante de su
Padre; que si su paisano Lorenzo hubiera
sido infiel en la administracion de las li
mosnas , habría venido á ser desertor de
la fé; y que la parte del clero francés,
que aparentó sucumbir, sucumbió efectiva
mente. Leen á lo ménos una vez todos los
—216–

años, la historia del anciano Eleazar, que


no deja arbitrio á la simulacion ni el fin
gimiento, y ancianos la mayor parte como
Eleazar, por su edad, y todos por su clase
de presbíteros (1 ), saben lo que exige la
santidad y sublimidad de su carácter. Los
eclesiásticos españoles no hacen traicion á
la verdad, y no pueden mentir á las au
toridades, protestando una adhesion de
mentira. Y puesto que sin ésta adhesion
no pueden predicar ni confesar, ¿quièn
confiesa? quién predica en la católica Es
paña? Luego se acabó la cátedra de la
verdad ; luego se cerró el tribunal de la
reconciliacion en España; luego la circular,
por su naturaleza, tiende á acabar con la
religion en España.
“Y no se diga que quedan párrocos y
ecónomos, porque estos estàn sujetos por
la dicha circular à presentar el atestado de
adhesion , ó á rectificarle, comprobando el
expediente ; y de aquellos solo queda en el
dia un número insignificante, después de
tantos años sin provision de curatos en
propiedad. ¿Y qué es éste reducido número
entre doce millones de cristianos? En las

(1) Presbyter, teri: significa mas viejo en grie


go, y es comparativo como senior. Judith, 8 y 1.—
Tim. 5. Dícense agora los sacerdotes, presbíteros,
ó mas viejos, no en edad sino en honra y digni
dad , segun san Isid., 7. Etimol. – Diccionarium
eclesiasticum, latinohispanum, per Eustathium Mo
rum Cervantaeum Cantabrum.

-------
* -----------------

=- —
-
-- ---
–217–

grandes poblaciones, ni aun en las media


nas, serán suficientes para bautizar, casar,
enterrar y dar la absolucion à los mori
bundos. ¿Y la instruccion? y la enseñan
za? y la càtedra del Espiritusanto? y el
tribunal del perdon? y la mesa de la cena?
y el pan de los humildes?... y, y, y... se
ñores redactores, yo no puedo continuar
mi atencion y mi discurso sobre los males
que encierra ésta fatal circular. Mi cora
zon palpita con violencia, y mi pulso tré
mulo y convulso no puede derigir la pluma:
¡veo la conclusion de la religion en mi
querida patria !.... Tengan ustedes la bon
dad de estampar éste escrito en su apre
ciable periódico, por si quiere el cielo
tocar el corazon de los que nos gobier
nan, para que , compadecidos de su reli
gion y de su patria, dejen sin efecto la
terrible circular.”
Este comunicado fuè dirijido tambien
sin duda á los señores redactores de El
Correo nacional, pues en la misma linea,
que marca los de El Católico, se halla ade
màs escrito en seguida el subrayado con
cerniente al dicho primer periòdico.
Así es como el señor Mazo escribía siem
pre en favor de la iglesia y de sus minis
tros, á cuyo número dignamente pertene
cia. ¡Cuán celoso de su brillo! ¡Cuàn in
cansable en la propagacion de la fé con
sus divinos preceptos en la completa en
señanza de la doctrina cristiana! ¡Cómo

_- ---- -------------- --------


-----
- -
–218–
sus labios guardaban la ciencia, y cómo
todos recibian de su boca los mas sanisi
mos consejos ! Eran los de nuncio ó ángel
del SEÑoa, ejercitado siempre en santas
obras de misericordia , cual le describe el
sagrado texto de un profeta con éstas pa
labras: “Labia sacerdotis custodient scien
tian, et legen requirent ex ore ejus, quia
angelus Domini exercituum est.” — MA
LACH. C. II.

Jamàs faltaba á lo que previene el con


cilio Tridentino en una de sus sesiones. Sus
hechos y sus palabras estaban en completa
armonia con aquellas frases, que tan pre
sentes suelen tener los buenos sacerdotes.
Nihil est, quod alius magis ad pietatem, et
Dei cultum assidue instruat, quäm eorum vita,
et exemplum, qui se divino ministerio dedi
carunt. —CoNc. Trident. sess. 22, cap. 1.
Conviene—dice el mismo concilio,—que
los sacerdotes dedicados entereramente al
servicio del SEÑoR, sean de vida y costum
bres arregladas, á fin de que en su vesti
menta, en su circunspeccion, en sus pasos,
en sus palabras, y en todas las demás co
sas, nada se advierta que no sea grave, mo
derado y lleno de religion.
“ Sic decet omninò clericos in sortem Do
mini vocatos, vitam, moresque suos omnes
componere, ut habitu, gestu, incessu, ser
mone, alisque omnibus rebus nil, misi grave,
moderatum, ac religione
y plenum f
CoNC. Trident. sess. 22 de reform. c. 1.
—219–
En continua batalla contra los neo-cris
tianos y pesimistas de la escuela de
magögica, desde su púlpito ó su mo
desto bufete, à fuer de buen católico da
do á la práctica de las virtudes austeras,
defendia con heroicidad y el mayor teson la
pureza del Evangelio y la santidad de las
costumbres respetadas por el buen senti
do en todas las épocas. Por el doble ho
nor de la clase de presbíteros en que se
afiliára —qui laborant in verbo et doctri
na, —màrtir de las vigilias, y blanco de
los sarcasmos de la impiedad, que guía las
turbas desenfrenadas à los teatros de la
disolucion, de los placeres inmoderados,
esgrimía severa y fuertemente las armas
de su raciocinio contra todo lo que al es
píritu y letra de la divina ley del SEÑoR
se opusiera. Católicamente inspirado, alli
donde la raza de los impios orgullosos,
como ranas vocingleras de cenagosa lagu
na, con mas atrevimiento alzaban la voz
en grito para llamar la atencion de los in
cautos, y seducirlos con el falso brillo de
sacrilegas doctrinas, allí se presentaba con
el ejemplo, modestia, solidez y verdade
dero esplendor de las suyas el señor Mazo,
seguro de que la espada y rodela del Om
nipotente habian de parar los golpes de sus
contrarios. Combatiendo la corrupcion,
nada tenia que temer; porque en esta
santa pelea se aproximaba á Dios, amigo
de los justos y formidable contrario de los
—220–

inicuos; al SEÑoR Dios de los ejercitos, que


las buenas causas favorece. Limpio de co
razon como los bienaventurados – Bea
timundo corde, —tenia el valor de un sol
dado que va detràs de un valiente cau
dillo à coger palmas de victoria. Próxi
mo al SANTo fuerte, al SANTo inmortal,
que dispensa todos los beneficios, despre
ciaba las amenazas y peligros. Purificada
su alma por la abstinencia y los ejercicios
devotos, era siempre uno de los mas àgi
les, fuertes y expertos atletas del cato
licismo. Cercano à su Dios, por la cas
tidad de su cuerpo y la pureza de su es
piritu, jamàs le faltó en las adversidades
y flaquezas de la vida, el auxilio de la di
vina gracia. Incorrupcio facit esse proxi
mum Deo.—SAP. v1.

--- —- =–-==_
CAPITULO X.

Su opinion en política.—Sentimientos de
moralidad.— Comportamiento.— Conse
jos espirituales.—Recapitulacion de sus
virtudes.— Plan curativo de su grave
y última enfermedad.—Edificante y re
ligioso fallecimiento.—Epístola funeraria.

Sus informes de personas fidedignas, que


han cultivado su dulce y afable trato, no
era el señor Mazo ajeno á los asuntos
politicos. Dicen que, después de haber ob
servado la marcha de las revoluciones ocur
ridas en Europa desde el año de 1790,
sacaba en consecuencia que las reformas
debían ser paulatinas, y no simultáneas;
porque si bien se habían hecho adelantos
en las artes, la moral se resentía de una
inmoderada avaricia y otros vicios sensua
—222—

les, y así era preciso que los progresos


de aquellas se limitasen á un círculo racio
nal y religioso, en armonía con los sa
grados principios del catolicismo , base de
la verdadera civilizacion. Así podemos ase
gurar que era un buen político-religioso.
Durante el tiempo de la lucha civil su
corazon, verdaderamente sacerdotal, deplo
raba con amargura las calamidades de la
pátria, los horrores de una guerra fratrici
da, y los desmanes de una revolucion, que
destruía el nombre de la libertad é ilustra
cion, las instituciones mas santas y huma
tarias; y no cesaba de orar con lágrimas
entre el vestibulo y el altar, como un mi
nistro fiel del ALTISIMo, para que se abre
viasen estos dias malos.
Su conducta con los hombres de di
versos partidos era la de un mediador ó
ángel de paz, caràcter que correspende á
los sacerdotes. Jamás acaloró las pasiones
populares: declamaba, sí, desde el púlpito
contra los vicios, los excesos de todos;
pero amaba á las personas, compadecía á
los extraviados, y no cesaba de exhortar
los blandamente á la práctica de la vir
tud: así es que fué respetado de todos,
aparte de algunas molestias que le produjo
la efervescencia de los ànimos en algunos
conflictos ocasionados por los incidentes
de la guerra: en fin, todos los partidos
le respetaban como á un sacerdote ejem
plar, docto y laborioso.
–225–

Conociendo que el bien de la sociedad con


siste en los buenos matrimonios, deseaba que
esta idea se generalizase; y en sus con
versaciones particulares se mostraba inexo
rable contra el escandaloso solterismo del
dia, en que los hombres de veinte, trein
ta ó mas años no se casan, por no sobre
llevar las principales cargas de la socie
dad, cuales son criar, mantener y edu
car los hijos, corrompiendo à solteras y
easadas solo por saciar los brutales de
seos de la concupiscencia , vicio tan co
mun en la época actual, Queria fomentar
el matrimonio, recordando las ventajas
del mismo, encomiado por san Agustin–
De bono vid.—y aún queria que los em
pleos civiles ó de administracion pública,
se confiasen á personas aptas con la con
dicion de que en su dia contrajesen ma
trimonio, y que, no hacièndolo por mo
tivos de castidad ó particulares circunstan
cias personales, contribuyesen al estado con
alguna moderada retribucion que les de
jase en libertad de seguir la perfeccion del
celibato, que recomienda san Pablo. —I. A
los corint. c. 7. v. 1. Reconocia bien que,
entrar en un empleo estimulado del inte
rés, era tan malo como entrar en la car
rera eclesiàstica movido de igual estímulo.—
Vemos por ésto que el señor Mazo tenía
altas ideas de buen gobierno político y re
generacion social, y que estaba latamente
... impuesto en la vida ó muerte lenta de un
—224–

reino ó república, segun la mas ó ménos


grande corrupcion de sus costumbres.
Era tan medido en sus acciones, que,
para reprender, estudiaba ántes el cómo
debía hacerlo, si el caso lo permitía, aguar
dando al verdadero tiempo, y tolerando por
el pronto oportunamente. Jamàs le gustaba
que álguien reprendiese á otro sin notable
culpabilidad: el siguiente caso lo confirma.
Yendo por la calle en cierto dia, oyó llo
rar à una jóven que se la habia roto el cán
taro que llevaba con agua; y para quesus
amos no la riñesen—pues era una cria
da de servicio, — la dió el importe de
la quebrada vasija. Pudiéramos citar mu
chas acciones suyas de ésta especie, que
omitimos solo por noser demasiado prolijos.
Decía que no debia reprenderse tan àcre
mente como siempre se suele hacer por un
acto involuntario, y porque no hay na
die tan perfecto que deje de estar sujeto
à distracciones y descuidos: en su casa te
nia prohibida enteramente ésta clase de
reprensiones.
Sabemos que una adoctrinada suya tenía
una madrastra con quien reñía mucho. Des
puès de várias rencillas, un dia la hijastra
se sofocó, y con este motivo pidió à su pa
dre el dote que por herencia de su madre
le pertenecia, diciendo que iba á meterse
monja. Con el valor de este en la mano
se dirigió al señor Mazo para consultarle,
puesto que era frecuentemente su director
—225—

y padre espiritual con quien se confesa


ba; pero el señor Mazo, lèjos de aprobar
dicho paso, la reprendió é hizo volver a
su casa, exigiéndola palabra formal de que
no saldría de ella, y que pediría perdon á
su madrastra, quien, la prometió, sería
tambien ésta después otra muy diferente de
lo que había sido hasta entónces. Se fuè obe
diente y sumisa ésta buena hija espiritual,
y, cumpliendo con lo que se la había or
denado, sucedió todo como lo previera
el señor Mazo. No parecía sino que habian
sido refundidas de nuevo, vista la paz do
méstica y familiar que disfrutaron hasta la
muerte de la madrastra, que aún hoy dia es
llorada por la hijastra, y ruega se haga men
cion de éstas circunstancias en la biogra
fia que vamos extendiendo. Esta misma de
clara que, entre otros muchos consejos que
la dió el señor Mazó, uno de ellos fué
“ que dijese siempre la verdad, y que cuan
do la preguntasen violentamente por cosas
de sigilo, respondiese: “No puedo decir
a usted;" y si la persona interrogante in
sistiese, añadiera, “ en conciencia."
Instruida así tambien cristianamente por
el señor Mazo otra jóven, asistió á un par
to privado, llevando sabido que era nece
sario guardase fielmente el secreto. Amena
zada luego por un pariente suyo inmedia
to para que manifestase lo que habia de cier
to en el caso, valido de la autoridad que sobre
ella tenia , respondió ésta con resolucion
1.
–226–

la misma frase, que de la boca del señor


Mazo había aprendido, y aun añadió, “que
nada mas diria delante del monarca." Oi
da ésta contestacion, y vista la entereza
de la preguntada , el amenazante dejo de
preguntar, y se dió por satisfecho.
Era el señor Mazo, como hombre refle
xivo, de grande acierto para todo. Escucha
ba á cualquiera con detencion, y se ente
raba bien de la certeza del caso que se
le refiriese. Cuando no lo aclaraban las pri
meras explicaciones, concernientes al mismo,
hacia al sugeto relatante las preguntas que
juzgaba indispensables, y por las respuestas,
que despuès comentaba, lograba penetrar y
sondear lo mas recòndito del interior ageno.
En los años de su mayor robustez, con
el fin de entregarse tranquilo á la oracion
y al estudio, hacia que dejasen en su cuar
to, desde la víspera, el agua que necesita
ba para lavarse al otro dia por la mañana;
evitando así hablar tambien con persona al
guna, interin no hubiese dicho misa. Cuan
do èsta por ser mayor en los dias festivos
se celebraba mas tarde que en los feriados,
sentia entónces tener que hablar á veces
ántes de preparaciones y ocurrencias ur
gentes que solian ofrecerse.
Cuasi todo el dia le pasaba entregado à la
soledad, estudiando, hasta que salía à dar
un pequeño paseo durante la caida de la
tarde en el buen tiempo. De noche rezaba
siempre el rosario con su familia, y, con
—227—
cluido, volvía otra vez al estudio. Nunca
se acostaba sin algun libro debajo de la al
mohada. Cuando á cualquier hora de la no
che despertaba, encendía luz, cogía su libro,
y se daba á la lectura, miéntras que ésta no
le rendía nuevamente al sueño.
Prescindiendo de las temporadas extraor
dinarias de ayuno, por regla general de todo
el año, ayunaba dos veces à la semana.
Declamaba siempre con la mayor energía
contra el lujo, el inmoderado deseo de ri
quezas, las funciones de toros; y hasta las
romerías, si éstas se hacian solo por diver
sion y citas amorosas. Era su vida una con
tinuada série de ejemplos morales. Aunque
reprendía todos los vicios de palabra, los
reprendia mucho mas con su propia conduc
ta. Para corregir á los demás, tenía siempre
muy presente aquella màxima tan sabida
de, “Longum iter per praecepta, breve et
efficaz per exempla.”
Su inclinacion principal era dar limosna:
la conceptuaba el medio mas seguro de sal
vacion eterna. Observador riguroso de las
disposiciones canónicas y conciliares, no pen
saba mas que en ver de aliviar la suerte y la
miseria de los menesterosos. No ignoraba
que con los bienes de la iglesia, ofrecidos
por los devotos, deben alimentarse los po
bres. De donis autem sanctorum, idest, ca
tholicorum vivorum, quae offerentur ecclesis
Dei,pascanturpauperes.—Concil. ron. Ver
sado en los concilios, sabía muy bien lo
–228–

que establecen en favor de los pobres el la


teranense, bajo el pontificado de Leon X;
el antioquense —in c. 25;— y el cartagi
nense —in c. Episc. dist. 41.— Utimini
bonis Dei, sed non abutimini; edite exeis,
sed non soli ea devoretis; quin potis com
municate cum egentibus, et declinate offen
sionem Dei, ha dicho el papa san Clemente á
los eclesiàsticos. Usad de los bienes de Dios,
pero no abuseis; comed, pero no solos;
dad tambien á los pobres, sino queréis
ofender á Dios.— D. Clem. pap. lib. 2,
const. apostol. cap. 4— Leia continuamen
te de los sagrados cánones en los capítulos
Quoniam et revertimini, caus. 16, q. 1: Quid
quid habent clerici, pauperum est...—Deum
in pauperibus si non accipiunt, eleemosynas
defraudari, eo quod decima, et primitiae
sunt Dei promissiones. Leía continuamente
en los santos Padres y doctores, cuya sana
doctrina aboga maspor los pobres, por las
clases proletarias, que todas las decantadas
y extrañas teorías de los reformadores so
cialistas. Leía en san Gerónimo, que —Ep.
ad Nepotian. de vita cleric.— en lenguage
enérgico y sentido nos dejò escrito: Igno
minia sacerdotis est, propis studere divi
tis, amico quidpiam rapere furtum est.
Ecclesiam fraudare sacrilegium est; accepis
se, quðd pauperibus erogandus sit, et esu
rientibus plurimis, vel cautum esse velle,
vet timidum, aut quod apertissimi sceleris
est, aliquid indé substrahere, omnium pre
–229 —
donum crudelitatem supperat. Estudiar el
modo de hacerse con riquezas propias, es
ignominioso para el sacerdote; quitarle algo
al amigo, es hurto; defraudar á la iglesia,
sacrilegio. Mas tomar lo que para los po
bres deba repartirse, y para muchos ham
brientos mostrarse ó tímido ó cauto en el
repartirles; ó lo que á todas luces es de
malvados, quitarles algo de lo que les perte
nece, esto supera à la crueldad de todos
los que roban. Manda à los ricos de èste
siglo, que no sean altivos, ni esperen en
la incertidumbre de las riquezas; sino en
el Dios vivo, que nos da abundantemente
todas las cosas para nuestro uso. Que hagan
bien, que se hagan ricosen buenas obras,que
den, y que repartan francamente..... decia
san Pablo. –I. Timot. c. 6, v. 17, 18.
Pues bien: todo lo expuesto en favor de
los pobres, y mucho mas que traen sobre
èste objeto mil sagrados volúmenes, y que
solo por abreviar omitimos, no lo ignora
ba el señor Mazo como docto escriturario.
Por eso amaba tanto á los pobres, por eso
los socorría, por eso moderado en sus
gastos, enemigo del lujo, sòbrio y parco en
todo, no atesoraba sino para los pobres.
Veamos ahora tambien lo que de su caridad
con ellos refieren dos parrafitos de la ne
crologia, que le ha consagrado el editor don
José Lorente en el segundo tono del Bole
tin del Clero español, pág. 66.
“En abril de 1842 fué robado al volver
—250–
de decir misa; quitáronle diez y ocho mil
reales. Aunque nadie hubiera extrañado,
que tuviese tal cantidad, mucho mas atendi
da la enorme venta de su catecismo, alar
móse su conciencia, pareciéndole que iban
à escandalizarse, al saber que tuviese tal
dinero en el estado de penuria en que se
hallaba el clero, y haciendo él siempre alar
de de pobreza. Con éste motivo extendió
un comunicado, manifestando que de las
tres cantidades robadas, dos que ascendian
á 15,000 reales eran para pobres y en ca
lidad de depósito para cumplir con la vo
luntad de la persona que con tal objeto le
había dado una cantidad mayor, siendo so
lamente los 5.000 para él y sus acreedores.
Citamos éste rasgo, como una muestra de
la escrupulosidad de su conciencia.
“Era el señor Mazo de un carácter ama
ble, servicial, constante, ingénuo, gene
roso y agradecido. Su celo por nuestra santa
religion era muy ardiente, por lo cual puso
en várias ocasiones algunos comunicados en
los periódicos, impugnando doctrinas er
róneas. Era tambien muy exacto en la asis
tencia al coro, y aun estando dispensado
por enfermo, se esforzaba éiba muchasve
ces, à pesar de que se lo disuadian, y con
razon, pues hubo ocasiones en que á poco
de salir de casa, tuvo que volverse por no
sentirse con fuerzas para llegar á la cate
dral, á pesar de no estar distante. En su
casa no había cosa de lujo; pero su caridad

—- -- " " " ----_. L. ----


—251—

para con los necesitados era nada comun.


Todos los sábados por algunos años se dis
tribuian entre pobres como unos treinta
panes, sin contar las limosnas, que priva
damente daba entre semana á cuantas per
sonas vergonzantes acudian á su caridad,
habiendo distribuido tambien algunos miles
entre eclesiàsticos necesitados. En los siete
años que estuvo padeciendo lo que no es
fácil explicar, siempre conservò una com
pleta resignacion en la voluntad del Señor,
y á pesar de sus padecimientos continuó
escribiendo la mitad de la Historia de la Re
ligion, que le faltaba que concluir, pues al
llegar al tomo tercero cayó gravemente en
fermo.”
Enfermo, sí, enfermo gravemente el que
tanto se sacrificaba por el bien de la huma
nidad ; el buen pastor de almas; el ora
dor sagrado; el predicador insigne; el es
critor catequistico; el sacerdote sin man
cilla, tan amante de los pobres como de sus
mas cercanos parientes; el hombre, en fin,
cuyo nombre acataràn y bendecirán siem
pre los siglos venideros.
Fué en el dia dos de noviembre de 1840,
cuando, por haber oficiado de difuntos, ex
puesto à un viento frio y fuerte, se sintió
atacado deuna intensa pulmonia. Para com
batirla, empleó el doctor don Genaro Gon
zalez un tratamiento antiflogístico, enèrgico,
consiguiendo rebajar el elemento inflamato
rio. Pero como á la vez se hubiesen exa
—252–
cerbado los sintomas nerviosos de una ma
nera alarmante, por acuerdo de la familia,
tuvo efesto el siete del propio mes, despuès
de cinco dias de padecimiento, una con
sulta con el catedrático de medicina, doctor
don Leoncio Sanchez Ocaña, quien manifestó
era indispensable el uso de los calmantes
y de los revulsivos poco dolorosos, con
especialidad del sulfato de morfina, tenien
do en cuenta para su plan el temperamen
to nervioso del enfermo y el estado de ener
vacion del mismo sistema , debido todo á
su vida ascética , sedentaria, dedicada siem
pre à trabajos mentales y profundamente
contemplativa.
En la misma noche de la consulta tomó
una pildora de octava parte de grano, del
sulfato de morfina, que le produjo com
pleta calma, y, trás un sueño de siete ú ocho
horas, alivio tan marcado, que al despertar
exclamó: “¡Ese medicamento es una inspira
cion divina!”. Tomando después una pil
dora todas las noches, continuó su me
joria hasta el extremo de que á los cinco
dias, sin embargo de lo crudo de la esta
cion, desapareciese el peligro, empezando
una convalecencia franca. Dispuso entónces
el doctor Ocaña suspender las píldoras, y
el resultado fuè que pasase en continua
agitacion , fuertes calambres y tós, que le
aceleraron el pulso, una noche tormentosa.
En la mañana siguiente una fiebre alta re
"velaba los sufrimientos anteriores. Por ésta
—255–
causa el precitado facultativo dispuso nue
vamente que se le diera una pildora. A
poco rato un sueño reparador, una calma
benéfica reemplazaron el desasosiego y mal
estar en que se encontràra. A medio dia
la fiebre había desaparecido, volviendo el
enfermo à la convalecencia. Después de
permitirle el uso de la morfina por algu
nos dias se juzgó oportuno suspenderle; pero
vanamente : los accidentes nerviosos se re
nuevan ; es preciso desistir de tal idea; es
indispensable continuar con el medica
mento hasta la muerte.
Fácilmente se explican los prontos y sa
ludables efectos de la morfina; pero no asi
se da razon de ellos para éste caso: porque
en el largo tiempo, que el señor Mazo usó
dicha sustancia —nueve años contínuos, — ni
hubo necesidad de aumentarle la dosis mas
que con una dieziseisava parte de grano,
ni su cerebro se resintió en lo mas mínimo.
Es sabido que la naturaleza se habitúa
á los medicamentos , con especialidad á los
calmantes, de suerte que si un sugeto prim
cipia á tomar opio á dósis de medio gra
no, pasado algun tiempo la cantidad es
inerte, y se hace preciso aumentarla para
obtener algun resultado: llega el dia en que
veinte granos apénas dan efecto útil, y por
el contrario se marcan las mas pernicio
sas consecuencias en el que, sin haberse
ántes habituado por el referido método, to
ma ésta eantidad, presentàndose pálido, de
–234
macrado, embotadas sus facultades intelec
tuales, febricitante, enervado, y en fin,
inepto para los trabajos físicos y morales.
Nada de esto se observa en el señor Mazo,
que, principiando por una octava de gra
no, en nueve años solo se aumenta con una
dieziseisava parte, siendo constantes sus
efectos y conservando el lleno de su inte
ligencia superior, aplicada siempre á los
estudios, absorta siempre en meditaciones
filosófico-religiosas.
No se juzgue que la fé del enfermo en
el medicamento , fuese bastante á calmar
su imaginacion , y de consiguiente el esta
do nervioso. Si alguna vez ocurrió esta idea
à los facultativos, destruyóse tambien en
los dias que, extasiado en los trabajos men
tales, se le olvidó tomar la pildora, porque
se presentaban de nuevo los fenómenos
ántes enunciados, y no una, sino mu
chas veces, los vieron desaparecerá poco
de haberla tomado, llenándolos de admi
racion tan prontos y seguros resultados.
Bien prevelan , sin embargo, que no era
posible durase una existencia sostenida ar
tificialmente por tanto tiempo, y mas cuan
do se advertia en él una consuncion ner
viosa à la que efectivamente sucumbió, el
dia 9 de julio de 1849 á las diez y cuar
to de la noche, yà la edad de ochenta años,
diez meses y tres dias, habiendo sido su
muerte muy sentida de todas las personas
religiosas y honradas, y de los necesitados

-------- _
-=
—235–

que le miraban como á un verdadero padre.


El dia 2 fuè cuando mas conociò que
se agravaba su mal, y predijo se moriría en
aquella misma semana. Dispuso se llamase
à su sobrino, tercer testamentario, que
se hallaba en Bohoyo, y asi se efectuó. El
7 recibió á su divina Magestad con piadosa
ternura: era la tercera vez que veía en su
casa al Dios de las misericordias, acom
pañado del ilustrísimo cabildo y amigos de
su confianza. Pidió y recibiò tambien por
tercera vez la extrema-uncion : quería que
siempre se recibiese éste sacramento con el
mayor conocimiento posible.
Como individuo que era de la congregacion
de san Felipe Neri , desde el referido dia
7 fué velado por un congregante, que se
relevaba cada media hora. En la noche de
èste mismo dia le acompañó el rector del
colegio de escoceses, don Juan Cameron,
quien à las cinco de la mañana del 8– do
mingo— dijo misa en el oratorio del señor
Mazo: èste la oyó desde su cama con tanta
piedad y fervor, que vertió è hizo verter
làgrimas de religiosa conmocion à sus asis
tentes familiares. No extrañamos se enter
neciera; pues por conducto de éste sacerdote
hacía poco tiempo que le viniera la segun
da licencia pontificia para celebrar misa y
oirla en su citado oratorio, á causa de ha
bérsele concluido la que tenia por invita
cion , consejo y permiso de su dignísimo
prelado; y en el que tantas veces la había
–236–
celebrado cuando podía, y cuando no, oido
desde su cama construida al efecto con
ruedas.
Su apego á las vigilias y mortifica
cion del trabajo, le hacia recibir con alguna
desconfianza las comodidades precisas, que
le proporcionaba su familia. Sin duda se
acordaba entónces de los pobres, á quie
nes quería imitar en padecimientos y ne
cesidades, deseoso de su salvacion, pues
exclamaba con frecuencia : “¡Tanta como
didad ! ¡ tanta satisfaccion ! ¡Oh , Dios mio,
Dios mio ! ¡ bendito seais ! ¡pobre pecador
de mí! Indudablemente, yo no merezco
que se me trate con tanto cuidado y deli
cadeza !...”
Asistido y auxiliado espiritualmente por
un sacro ministro en varios dias ántes de la
hora tremenda, él mismo repetia con gran
de uncion y fervor las expresiones afecti
Vas de confianza, de contricion, de amor,
de conformidad y de deseo, que se profieren
en la asistencia á los moribundos, como se
pueden ver en El Hombre apostólico por san
Alfonso de Ligorio, última edicion barce
lonesa, tomo III, apéndice II. Cuando nos
llegue éste terrible trance, ¿quièn como èl
podrá decir?
“Voy al cielo; allí siempre te amaré, y
mútuamente nos amarémos el uno al otro
por toda la eternidad, Dios mio , mi amor
y mi todo!!!”
El 9, como hemos visto, fuè el dia de
—257–

su última hora. ¡Funesto dia, ó mas bien,


noche eterna, puesto que de noche falleció!
¡Ultima linea rerum !– Para consuelo suyo
Dios le concedió espirar rodeado de sus
sobrinos, y de los amigos à quienes, la ma
yor parte sacerdotes, amaba cariñosamen
te, dejándolos á todos con “luto en el co
razon, llanto en los ojos."
Cuando ésta fatal nueva supimos, rela
cionados amistosamente con el eclesiástico,
doctor en teología, don Juan de la Cruz
Bernat, catedrático de Moral y fundamen
tos de Religion en el instituto de segunda en
señanza, de Castellon de la Plana, cojimos la
pluma, y, en líneas epistolares, sentidamente
se la noticiamos como sigue:
Valladolid, 10 de julio de 1849.
Mi mas querido y respetado amigo: llegó
un dia triste y de lamentacion para nuestros
corazones! ¡Dia de luto y de tribulacion;
de sollozos, de gemidos, de funeral quebran
to! Un grave mal; una grave, irreparable
pérdida tenemos hoy que lamentar! Vaya
à manos de usted hoy éste negro escri
to, tan negro como el crespon mortuorio,
como el fondo de las inscripciones salmódi
cas en elevados túmulos. Pero ¡ay! no es
posible escribir; es un manantial de lá
grimas el que brota de mis ojos; se obscu
rece mi vista; late con violencia mi pecho;
el dolor turba mi entendimiento; la pluma
se desliza y càe de mi mano trémula......
—238—
¡Oh! nó es posible escribir, nó! ¡Acaba de
fallecer!–¿Quièn?– El hombre sabio; el
hombre honrado; el hombreverdaderamen
te filósofo y cristiano; en fin, el santo y ve
nerable sacerdote!.... —Hé aquí la papeleta
de defuncion con una litografiada orla de fi
guras simbólicas, alusivas à la muerte y sus
atributos, que me acaban de pasar:
“ EL SEÑo DoN SANTIAGo José GARCIA
MAZo, MAGISTRAL DE ESTA SANTA IGLESIA CATE
DRAL , HA FALLECIDO.

Los sobrinos y demás parientes, los testa


mentarios y amigos, ruegan á usted se sirva
encomendarle áDios, y asistir a las honras,
que han de celebrarse en dicha santa iglesia
catedral, mañana, 11 del actual, á las diez,
en lo que recibirán favor.
Señor don Domingo Diaz de Robles.”
Ya lo sabe usted, mi buen amigo: sí, falle
ció ya el que en todas sus obras se acordaba
siempre de sus postrimerías con el fin de no
pecar jamás. ¡Murió; ya no existe !.... Re
cordando una de sus frases latinas (1), “Fu
git sicutumbra.” ¡Ay! llorémosle !–¡Yer
ma queda la morada del justo !—¿Quièn
increparà nuestros vicios? ¿Quièn dirigi
rà nuestras acciones?— Ya no existe nues
tra lumbrera, nuestro fanal, nuestro norte.
(1) Tomo de Sermones del señor Mazo: el 1.º So
bre la Muerte, pág. 5, 1.° parte.
—239—
Ayes, exclamaciones solo proferiràn de hoy
en adelantenuestros labios, como las del poe
ta de la muerte con la lira funeraria (1).
Llanto ¡ay! llanto y angustioso dolor es el
que ahora debemos sufrir, viendo la muer
te del justo, que el Señor admite á su pre
sencia, y segun las obras de sus manos, así
le retorna la recompensa. Anciano laborioso
en la heredad del Señor, había extendido sus
obras santas y complacido siempre, siempre
en su verdad. Alabanza sea dada al Señor,
porque al justo glorifica: pero vea nuestro
desamparo, nuestro amargo desconsuelo en
la ausencia eterna del padre y director de
nuestras almas. Escuche nuestras súplicas
para que, abandonados sin nuestro buen
pastor, no seamos como los que descienden
al abismo. Oiga la voz de nuestro ruego, y
vea levantadas nuestras manos hacia su tem
plo santo. El sacerdote puro; el verdadero
ministro de un Dios de paz; el anciano cari
tativo; el amante de los pobres; el protec
tor de los desvalidos, de los huérfanos; el
paño de lágrimas para todos los infelices
(1) ¡Oh Muerte de los séres destructoral
Del Orco horrendo tenebroso parto !
Tu memoria, qué amarga, qué funesta,
Qué ciertos, qué crueles tus estragos!
Tú nos quitas la vida placentera,
Tú nos sorprendes con traidor engaño,
Tú nos causas dolores insufribles,
Y á todos tu presencia causa llanto:
¡Déjame que huya dújamàs te vea!
NoRoÑA.
—240–
tristes y afligidos, ya no existe! Falleció
tan santamente como había vivido, con se
renidad y tranquila calma! No temía á la
muerte, porque pensaba en ella diariamente;
porque se había acostumbrado á morir todos
los dias: (1) sit nobis quotidianus quidam
usus moriendi: asi es que no le sorprendió;
pero yéndose à gozar de la eterna felicidad,
nos privó de sus cristianos consejos, de
su piadosa direccion.— ¡Vanos lamentos,
làgrimas inútiles! ¿Quién quebranta la dura
ley de la muerte?
“Omnia mors aequat.... Pallida mors aequo
pulsat pede pauperum tabernas, regumque
turres.... Inminet, et tacito clam venit illa
pede......”
Todos somos iguales para la muerte, que
lo mismo entra en las chozas de los pobres
vasallos, que en lospalacios de los reyes. A
todos se dirige amenazante y sin ser vista
con silencioso caminar. ¿Quièn de sus fu
rores se libra? ¡Ay! enjuguemos nues
tras lágrimas; aliviemos muestro dolor: aea
temos los sublimes decretos del Señor, que
al venerable y anciano magistral don San
tiago José García Mazo quiso llevar à mejor
vida: el Señor le ha coronado de gloria; le
tiene ya en su presencia.— ¡Resignacion,
pues, amigo mio!
Asi como se le tributan ahora honores
fúnebres , tributemos siempre à su memo
(1) Sermones del señor Mazo: Sobre LA MUERTE,
páginas 2 y 9.
–241– -

ria el respeto y veneracion que atráen de


sus conciudadanos los hombres que fue
ron útiles á su patria, à la humanidad,
y han vivido, castigando y refrenando sus
pasiones, justa y santamente. Leyendo las
obras que nos dejó impresas, y que son
el reflejo de la pureza de su corazon , mién
tras duerme el eterno y sosegado sueño del
justo —mors corporis, justis est quasi som
nus quidam, et dormitio (1), — repita
mos con toda la cordial efusion de nues
tro espíritu :
Que todo sea para la honra y gloria
Del sumo Dios, que reina en las alturas;
Para su eterna Iglesia, y la memoria
De sus dones y célebres hechuras;
Para el excelso brillo de su historia,
Y el eco de las santas Escrituras,
Que resplandecen con verdad notoria:
Para que al bendecir de Mazo el nombre
Añadamos tambien , ¡fué UN GRANDE HoMBRE!

(1) Deuter.51.16. |2. Reg.7. 12. |5. Reg 2. 10.


† 11. 21.45. † 14. 20 || Sap. 5.5 || Matth. 9. 4.
| Joann. 11,11. | Act. 7.60. † 15.56. || 1. Cor. 11.
29. |1. Thess. 4. 15.

F I N.

1(3

---------
EPITAFIO.

DON SANTIAGO JOSÉ GARCIA MAZO , MAGISTRAL DE


LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE VALLADOLID,

falleció el 9 de julio de 1849, á las diez


y euarto de la noche, siendo de edad de
ochenta años, diez meses y tres dias.

AQUI YACE EL AUTom DE UN CATECIsmo,


QUE OFRECE AL MUNDO CELICA SALUD : .

TERRoR DEL GENIo MALo Y DEL ABIsmo,


HERoe DE RELIGION Y DE vinTUD.
¡ PAsAGERos DEL sANTo CRISTIANISMo,
LLoRAD DE MAzo EL FIN! DE ALMo LAUD
SUENA EL cáNTico TRIsTE y FUNERARIo,
Y por MosTRAR su LUGUBRE DoLoR,
VISTE DE NEGRO LUTO EL SANTUARIO !...
¡VED, cAMINANTEs, si HAY Dolor MAvon !...

O vos omnes qui transitis per viam , attendite, et videti


si est dolor sicut dolor meus.... Thr. JEREM. c. 1, v. 12.
CORONA POÉTICA.
==
A A MEMORIA

del señor don Santiago José García Mazo,


canónigo magistral de Valladolid.

ODA FúNEBRE.

Dies mei velociores fuerunt


cursore ... Pertransierunt....
sicut aquila volans ad escam.
—Jon, c. 9, v. 25, 26.—

H.

Brilla el dia sereno ; el alba pura ,


Radiante esparce su color de rosa;
Y auméntase del campo la hermosura
Cuando aurora, esplendente y luminosa ,
Al mundo un dia : asegura.

Mas sopla el vendabal, nuncio de estragos;


Se ofusca el éther , cúbrese la tierra
De sombrío color: rugidos vagos
De tempestad retumban , y la sierra ,
Y el llano sienten fúnebres amagos.

Gorgéa el ruiseñor en la enramada


Al asomar la dulce primavera;
Y júzgase feliz, cuando á su amada
Trovas de amor dirige en la alborada
Cual pruebas de cariño y fé sincera.

Mas le acecha el milano, y de repente


Sobre el cantor sencillo, fiero cáe ;
Sus uñas le destrozan , é inclemente,
Ni un momento en su muerte se distráe,
Ni del ave se mueve al son doliente.
–246–
Sus cúpulas y torres, suntuoso
Levanta por los aires el gran templo;
Y en mármoles y jaspes abundoso,
Del arte de Vitrubio, siendo ejemplo,
Reta á los siglos cual gentil coloso.
Mas del tiempo voraz el crudo diente,
Que todo lo del mundo à fin conduce,
Tambien la mole sólida, imponente
Del templo en polvo funeral reduce,
Y arrebata en su rápida corriente.
Tal vuestra suerte, oh MAzo virtuoso,
Fué en éste mundo, porque en él brillaste
Cual un dia sin nubes, todo hermoso,
Y á los PRosos y sABios anunciaste
Brillar en el cenit mas luminoso.

Mas de la muerte el aquilon airado ,


Que abate al cedro y mueve la montaña ,
Cebóse en ti , feroz y despiadado:
Tus brillos apago, mostró su saña,
Y luto deja, y llantos ha legado.
Cantaste cual los vates, que Solima
Oyó en felices dias, entonando
Del SEÑoa las grandezas; y la rima,
Que vuestro dulce plectro va explicando,
Dá al Testamento antiguo nueva estima.

Mas á estos cantos dulces y armoniosos


La muerte puso fin, sellando el labio
Del sacerdote santo, que gozoso
Hizo los dias del profundo sabio,
Que admira tus escritos asombrosos.

Y fuiste tambien templo en que brillaste,


Cual sol radiante y noble, derramando
Raudales de fulgor; cuando explicaste
El sacro catecismo, do mostraste
La huz que al hombre siempre va ilustrando.
—247–
Mas la muerte envidiosa derribara ,
Cual la espiga que cáe en el estio,
De tu saber el templo, y no parara
Hasta ponerte en el sepulcro frio,
Mansion que de èste mundo nos separa.

II.

Yo, pues, cual bardo de dolor profundo


Ailá en la noche triste ,
Al tibio resplandor de opaca luna,
Ya que MAzo no existe ,
lnvocaré las sombras,
Que fieles compañeras de tristeza ,
Del prado envueltas en la verde alfombra,
Inspirarán veloces
Amargura á mis voces,
Y á mi agitada y turbia fantasía ,
Endechas mil de triste melodía.
Y llamaré á las ninfas del Pisuerga ,
Que en su márgen un dia, placenteras,
Festivas y graciosas,
La sien ornada de jazmin y rosas,
De MAzo las virtudes celebraron:
Mas ya sus himnos cambian
En cántigas funestas de amargura;
Y miéntras silba el buho en la espesura,
Nuevo horror á la noche siempre dando,
“Murió el sábio , murió, ” dicen llorando,
Y ajando de sus rostros la hermosura.
Y añaden que cayó el gigante cedro,
Que grata sombra al infeliz prestaba,
Y al hambriento saciaba,
Dándole vida, robustez y medro:
Y tambien lloran al sin par guerrero ,
Que las batallas del SEÑoR sostuvo
Contra Moloc y el fiero Amalecita;
Y al que consumió siempre el puro celo
–248–
De la casa de Dios, como al Profeta
Que en el monte Sion , su voz alzando ,
lmpávido tronaba
Contra Salem, proscrita por rebelde;
Y nuevo brío á sus discursos dando,
Al reprender el vicio en toda gente,
Animado de santa valentía,
Su voz de tempestad siempre imponía
Cual el rugir de asolador torrente.
Mas éste mismo al explicar la gracia ,
La bondad del SEÑoa, la virtud pura,
Exhortando á su práctica, era dulce
Y de ternura lleno
Cual el beso, que madre cariñosa,
Dá al tierno infante que llevó en su seno.
Los pueblos de Aliseda y de Bohoyo
Le admiraron, que, párroco instruido
En las doctrinas santas
Del divino Pastor, Cristo bien nuestro,
Fué de sus feligreses el apoyo,
El juéz, el pastor, padre y maestro :
Tal la süave y dulce primavera ,
Que con dias serenos nos convida ,
Dá à un mismo tiempo vida,
Flores, brillo y calor á la pradera.
¡Oh musa del terror! cuéntame ahora
—Que es la ocasion propicia,
Pues pisamos el suelo de un osario , —
Cuenta el triste destino,
Y aquella fatal hora,
Que sonò para España, cuando vino
De sus glorias y prez un gran contrario.
Dinos la entrada y las sangrientas miras
Del fiero usurpador, que con las huestes
Un dia vencedoras
En Marengo, Austerlitz, Eylam y Jena,
Al español en sus aciagas horas
Condenar quiso á barbara cadena:
Y cuenta al mismo tiempo el valor santo,
Que de MAzo en el pecho airoso arde,
Cuando de ibero fiel, haciendo alarde,
El galo no le impone , ni da espanto.
–249–
Rodaba todavía sobre España
Del fiero Marte el carro sanguinoso:
Pero MAzo, incansable y animoso,
Do quier se opone á la estrangera saña.
Cual de Simon y el fuerte Macabeo,
Ya su palabra como espada hiende;
Y pues la nacion santa que defiende
Ansiosa va á las lides,
l sin temer ardides,
De patria y religion el fuego enciende.
Justo es, pués, que le honres, ciudad noble:
Valladolid famosa, premia a MAzo:
Véale tu cabildo siempre ilustre ,
Su sabio magistral; tenga ésta gloria,
V añadirá una página a su historia.
Un Massillon en él tendra elocuente ;
Un Cano, cual teólogo profundo;
Un fiel historiador; y sin segundo,
Un Bíblico ilustrado y eminente.

III.

Y hoy mira el hispano clero


Muerta ya èsta luz brillante,
Que brilló en el candelero,
Siendo de su Iglesia atlante
Y el mas fulgente lucero.
Que éste es del mundo el honor,
Veleidoso en suerte vária,
Y fugaz su resplandor:
Una tumba solitaria
Hoy da à MAzo por favor.

Y el rey, el grande y prelado,


Que tanto en el mundo son ,
De la muerte en el cercado
Iguales en conclusion
Estan con el despreciado.
–250–
Son palacios vaporosos
De aire, que al morir el día
Se borran, y presurosos
De la noche en los embozos
Van á ocultar su agonía.
MAzo , flor de un solo día,
Debiendo ser inmortal
Con su aroma y ambrosia ,
Su púrpura y lozanía,
Tronchó fiero el vendabal.

Mas en la noche callada ,


La cristiana gratitud ,
La fé y virtud acendrada,
MAzo, junto á tu ataud,
Las ve mi alma enagenada.

IV.

No mas ya, lira mia, resuenes


Con cantares festivos de gloria,
Ni celebres la odiosa memoria
De guerrero y feroz triunfador.
Pues que ahora tan solo me ocupa
De una muerte el dolor tan sensible:
Otra cosa pensar no es posible
En momentos de angustia y pavor.

Magistral de un preclaro cabildo


Sus discursos sagrados pasmaron,
Y al oyente tras sí arrebataron
Cual acero que atràe el imán:
Mas ya triste lamenta Castilla
Al Elías, que ahora enmudece,
Y la huesa voraz obscurece
De éste apóstol el férvido afan.
—251–
Tu sepulcro circuyan las flores,
Que de abril en las gratas mañanas
Sobre el campo aparecen lozanas,
Dando aromas, belleza y solaz.
Y sobre él al brillar de la aurora
Corran brisas y canten las aves,
Proclamando con trinos süaves
Tu descanso en mansiones de paz.

Suba tu alma feliz entre nubes


De oro puro, rubí y escarlata
Al lugar de la luz, do se acata
Al INMENso en eterno esplendor:
Miéntras yo, peregrino en un valle
De falsa, miserias y llanto,
Te consagro en mi acerbo quebranto
Este humilde tributo de amor.
DocToR, JUAN DE LA CRUz BERNAT.
Castellon de la Plana,
9 de febrero de 1851.
\(BRE

IAS VIRTUDES Y NUERTE


DEL

LICENCIADo DoN sANTIAGo José GARCIA MAzo,


MAGISTRAL DE VALLADOLID,

MILLANTO POETICO.

I.

GobERNADoRA ilustre de provincia,


Valladolid ; ó por la vieja historia
La del nombre antiquísimo de Pincia:
¿Por qué celebro parte de tu gloria,
Siendo ambulante, obscuro pasagero,
Que pierde facilmente la memoria
De lo que al paso ve muy de ligero?

¿Qué circunstancia á contemplarte lleva


Mi pobre númen junto á la corriente
De tu encubierto, emparedado Esgueva?
¿Por qué te amo ahora dulcemente
Como á la playa que mi leve cuna
Hizo arrullar por tempestad mugiente
A orillas de la mar, sin gran fortuna ?
—254–
Porque á un docto varon, que dió materia
Para ensayar mi pluma, cobijaste ;
Y cual un sol católico de lberia,
Irradiando en tu seno, te gozaste
De ver como el destello de su lumbre ,
3: velocidad siempre admiraste,
Salvó los valles y una y otra cumbre.

Historia, Catecismo, dos lumbreras


De viva fé con que se anima el hombre
A ser justo y piadoso muy de veras:
Hé aquí las obras, que inmortal renombre
Dan á su autor con su perenne fama,
Aunque al volteranismo nunca asombre
De tan cristiano autor la dulce llama.

Valladolid, escribe en tus blasones:


Del sábio MAzo , Historia, Catecismo,
En tu solar escritas concepciones
De inalterable y fièl catolicismo:
Lenguaje universal de humanas ciencias,
Que aparta nuestras almas del abismo,
Guíando con verdad nuestras creencias.

Pincianos templos, vastos monumentos


En que el ingenio de las artes brilla:
Catedral, que te alzó en firmes cimientos
El autor de la octava maravilla:
Contadme vuestras fiestas y funciones,
Que de MAzo exigiendo pensamientos
Excitaron patéticos sermones.

Pintadme la afluencia de los fieles,


Que en vuestros pavimentos se agolpaba,
Cuando mas alta, que altos capiteles,
La santa voz de MAzo resonaba
En el paflón, que oprime el arquitrave:
Pintadme un mar de rostros, si hay pinceles,
Que el interior me pinten de la nave.
—255–
Cual las mansas ovejas apiñadas,
Que estan mirando a su pastor querido;
Y á su voz, de los pastos olvidadas,
Ni un murmullo se siente, ni un balido:
Así todos aquellos mil semblantes,
Vueltos al orador en olèadas,
Escuchan las doctrinas importantes.

¡Varon insigne, apóstol celebrado !


Tu fama eterna es grande y colosal !
Tú consolaste al preso encarcelado;
Tú en la pardusca Antigua y Catedral
A tu grey devotísima instruiste ,
Y de caritativo amor llevado,
Padre comun de tus oyentes fuiste.

La cárcel, el presidio, la galera


Te vieron protector, padre y maestro:
El criminal, la impúdica ramera,
Que son de la nacion un mal siniestro,
Oyeron tus avisos paternales;
Y llenos de tu amor, con fé sincera ,
Amaron las virtudes celestiales.

¿Qué falta, justo, MAzo, á tu aureola 2


¿Quién , bèato magistral, no te saluda
Con respeto filial? ¿Quién á la sola
Memoria de tus hechos, que mi ruda
Vena celebra, justo no te llama?
Si entre ellos ni uno malo se interpola,
¿Quién por justo y bèato no te aclama?

¡Ay! déjame que llore tu partida


A la mansion, en que premió el INMENso
Las triunfantes virtudes de tu vida;
Y el desahogo del penar intenso
Prorrumpa en los sollozos y querellas
Con que se alivia el ánima oprimida !...
Pero ¡ay! ¿cómo borrar sus hondas huellas?...
II.

No hay horas ni momentos apacibles


De largas noches y de breves dias
Para el triste dolor ! Ni bonancibles
Mecen las auras en las sacras vias
Del cementerio las agudas copas
De los cipreses.— En los roncos mares
Flotan las naves de alterosas popas,
Léjos los nautas de sus patrios lares,
A merced de las ondas encrespadas ,
Que la furiosa tempestad revuelve.
El simoun del desierto, que, abrasadas
Arenas velocísimo disuelve,
Al caminante del Oriente espanta.
En todo halla la vista luto y muerte,
Y abismos peligrosos nuestra planta.
¡Ay! líbranos, Señor, de mala suerte !
bin sol, un agua, un aire, cualquier cosa
Atenta à nuestra vida miserable:
En todas partes la terrible fosa
Vemos, que abierta, al pecho impresionable
Con mil zozobras estremece y llena
De amargura cruél. No somos nada
En éste globo de miseria y pena ,
Sufriendo siempre la punzante espada,
Que el acerbo dolor lleva consigo
Como feroz y bárbaro enemigo.

III.

Ay! muerte y luto, soledad y angustia,


Y miseria y terror alpecho afligen :
Inclínase la faz severa y mustia,
Y nuestros ojos solo tierra eligen
Para pensar cuanta verdad encierra
El nacer y morir sobre la tierra !

---
—, ---
–257–
¡El nacer y morir l.... ¡verdad terrible,
Que á cada instante de la vida al hombre
Le recuerda su orígen, y el visible
Fin que tendrá, porque de tierra el nombre
Llega á su oido, y por sus propios ojos
Ve la que mas está llena de abrojos !

Deja llorando el maternal regazo,


Y hollando tierra ve con evidencia,
Tierra que rinde su robusto brazo,
Tierra que humilla su arrogante ciencia:
La tierra por do quier que le alimenta,
Unió á su corta vida muerte lenta.

El nacer es morir El tiempo marca


Segundo por segundo como vuela
A encontrarse la vida con la parca,
Imágen de la náo, que á toda vela,
Corre á estrellarse en el escollo incierto
De borrascoso mar, léjos del puerto.

Cuando nos priva el mundanal bullicio


De presentir los pasos de la muerte,
Encenagados en torpe vicio,
Gastando en él la juventud mas fuerte:
¿Nó tráe por consecuencia la amargura
De ver su planta hollar nuestra figura?

Por mas que distraernos pretendamos


De su memória en placenteros goces,
A cada paso, que de nuevo damos,
Vienen los suyos á chocar veloces
Con nuestro cuerpo bruto y miserable
Entre el dolor y el llanto perdurable.

Ay! todo es luto y general tristeza


Para los desterrados moradores,
Que, gimiendo y llorando en la aspereza
–258–
De éste valle de penas y dolores,
Suspiran por la patria en que los bienes
Libres estan de míseros vaivenes.

Así de noche en torbellino, ideas


Funerarias se agolpan á la mente
Del hombre pensador; y las peleas
De penitencia y oracion ferviente
Contra el genio infernal mantiene en tanto,
Que á la vez gime sobre el campo santo.

IV.

Yàvista de las tumbas, ¿quié se alegra?


—Ved la de Mazo: ya murió; no existe
El amparo del pobre sin tutor.
El desvalido en su desdicha negra
Solo en gemir y en sollozar persiste
Ante el sepulcro de su bienhechor.
Ah! ya no existe el sacerdote pío,
Que ardia en caridad y celo santo
Por el crucificado Salvador.
No hay en la sociedad mas que desvío
Para el menesteroso, que su llanto
Vierte invocando al célebre orador:

Al orador, que en sus predicaciones


Por el amor de Dios recomendaba
La dulce caridad , que es ley de amor.
“Amàos” — dijo Dios,– y á las naciones
Legó un libro de amor, porque él amaba
A su propio enemigo con ardor.

— - —— --
Y el que prendado de este libro, solo
Expona su texto y su doctrina,
Cual santo padre, angélico doctor,
Que en fama vuela desde polo á polo ,
Si ahora es ido á la mansion divina,
¿Ha de saberlo el pobre sin dolor?

- Ay! no es posible, que era un padre tierno


- Para todos los pobres y afligidos,
Que andan en los caminos del Señor.
Gigante para el lobo del infierno
Era de los incautos y perdidos
El mejor guia y el mas buen pastor.

Corred, pobres, corred al cementerio ,


No léjos de la orilla del Pisuerga,
Que recrea de Pincia al morador.
Corred á donde con terrible imperio,
Bajo incrustados marmoles se alberga,
De los séres el génio destructor.

Yo tambien seguiré esas mismas huellas,


Y allí me fijaré como vosotros
Estàtico de pena y de dolor.
Allí la luna, el sol y las estrellas,
Miéntras felices reposaren otros,
Veran nuestro perenne torcedor.

MAzo en la mente,MAzo en nuestros labios


Hará justo el afan, que nos convoque
Al pié del sepultado expositor ;
Al pié del renombrado entre los sábios,
Sin que á la envidia murmurar le toque
Sobre el fondo moral de éste escritor.

DOMINGO DIAZ DE ROBLES.

Valladolid, marzo de 1851.


IM)II
PAG.
-

PROLOGO. . . . . . . . . . . • • • •

CAPÍTULO I—Nacimiento.—Infancia.—
Instruccion primaria.—Vida pastoril—
Amor á la lectura. — Estudio de la
gramàtica latina. . . . . . . . . . . .
CAPITULO II. — Estudios universitarios.—
Apego di los claustros.— Oposicion en
concurso general di curatos.—Muerte
de su padre.— Entrada en la carrera
de pàrroco. . . . . . . . . . . . . . . 27
CAPITUL0 III.— Desempeño de su minis
terio parroquial en la Aliseda, y pos
teriormente en Bohoyo.— Muerte de su
madre.—Su escrupulosidad en santifi
car los dias festivos. . . . . . . .
CAPITULO IV.— Prosecucion de su resi
dencia en Bohoyo por renuncia de los
curatos de la Aliseda y Bercero.—Su
amor à la independencia nacional. —
Su viage à Valladolid, y con qué obje
to.— Servicios que prestó en ésta dió
cesis hasta la obtencion del curato de
la Aliseda , y su traslacion de éste al
de la catedral de dicha ciudad... . . . 75
CAPITUL0 V.—Curato de la catedral de
Valladolid , y como tomò posesion del
mismo.— Cuando arguyó para alcan
zar el grado de licenciado.—Titulo de
párrocó castrense.—Documentos con que
justificó sus relaciones de méritos.—
Como uno confirma su inclinacion à la
vida monástica. . . . . . . . . . . . . 95
CAPITULO VI.—Cargos honrosos que des
empeñö. — obtencion de la magistrala.
— Titulos honorificos. — Como por la
actividad del trabajo, y sus mortifica
ciones voluntarias se quebrantó su salud. 17
CAPITULO VII. —Entrégase con mas ar
dor que nunca á la enseñanza de la doc
trina cristiana en el templo, en las
casas de correccion pública. — Su cari
dad con los presos y reclusas.- Cómo
se animó à escribir el catecismo, y elo
gios que mereció en varios juicios cràticos.
CAptio viII.— Obras posteriores al Ca
tecismo. — Elogios que merecieron de la
prensa periódica.—Fragmentos que ma
nifiestan el mérito de ellas.— Nuestra
critica literaria acerca del mismo. --
CAPITULO Ix.— Como hasta por medio de
la prensa periódica se ocupaba de los
actos religiosos, y protestaba sin rebozo
su fé principios.
pugnaba tambien el—error
De quéenmodo
que im
im
curran con sus disposiciones oficiales,
algunas potestades supremas del estado.
CAPÍTULO Y.—. Su opinion en política.
Sentimientos de moralidad.—Comporta
miento.-Consejos espirituales.— Reca
pitulacion de sús virtudes,— Plan cu
rativo de su grave y última enferme
dad.— Edificante y religioso fallecimien 221
to.–Epístola funeraria. . . . . . . . .
EPITAFIO. — Para el sepulcro del señor
242
don Santiago José García Mazo. . .
ODA FUNEBRE —A la memoria del señor
don Santiago José Gárcia Mazo, ca 245
mönigo magistral de Valladolid. . . . .
MI LLANTO FOETICO.—Sobre las virtudes
y muerte del licenciado don Santiago José 255
García Mazo, magistral de Valladolid.
13 JU 57
ERRATAS EN ALGUNOS EJEMPLARES.

----=G39=--

LíN. DICE. DEBE DECIR.

fondosa frondosa
no hace mucho , no hace mucho tiempo,
Veáse Véase
Leibtnit, Leibtnitz,
finguida, fingida,
colocacion colacion
colocacion. colacion
pág. 40 pág. 41.
ascipreste arcipreste
devoirs la verité devoirs est d’aimer la verité
muestro nuestro
simoun simun.
13 JU 57

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