La Iglesia Integral - Sesión 2 - Ministerio Pastoral

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DEVOCIONALES

LA IGLESIA INTEGRAL – Sesión 2


Moldeando el carácter de Cristo

Sanando la relación con uno mismo

 La Iglesia integral es MADURA y COMPLETA.

 Para alcanzar esa plenitud necesitamos la influencia de los cinco ministerios (Ef. 4:11-16), que son
cinco características de Cristo:

o Ministerio Pastoral – El carácter de Cristo


o Ministerio Evangelístico – La compasión de Cristo
o Ministerio Profético – La sensibilidad y pasión de Cristo
o Ministerio Bíblico – La sabiduría de Cristo
o Ministerio Apostólico – La madurez de Cristo

 El propósito de todo hijo de Dios es llegar a ser como Cristo (Ro. 8:29).

¿Cómo reconciliarse con uno mismo?

 El ministerio pastoral es el que nutre tu SER y tu CARÁCTER. Esta influencia espiritual es la que te hace
enfocarte en lo PROFUNDO, y no en lo SUPERFICIAL.

 Nunca podrás alcanzar la plenitud si te enfocas en lo superficial. Muchas veces somos definidos por los
parámetros superficiales de éxito que este sistema nos propone, aún dentro del Cuerpo de Cristo.

“Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad”.
Proverbios 16:32, LBLA

Tres formas de reconciliarnos con nosotros mismos:

1. Pastoreando nuestras propias vidas

“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.


Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias;
el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias;
el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”. Salmo 103:1-5

“Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra,
obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos,
que hacéis su voluntad. Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío.
Bendice, alma mía, a Jehová”. Salmo 103:20-22

 Quien puede pastorearse a sí mismo y guiarse a la Presencia de Dios, adquiere autoridad para
pastorear y guiar a muchos a la Presencia de Dios.

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“Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes.


Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno”. Salmo 139:23-24, LBLA

Cómo escudriño diariamente mi corazón:

a. A través de la ayuda del Espíritu Santo y su Palabra. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos” (Salmo 139:23).

b. A través del consejo de mis líderes o referentes. “Para que crezca un David, siempre es necesaria la voz
de un Natán”. ¡Honra a tus referentes!

 Una vida de sujeción a mis autoridades espirituales me acerca al cumplimiento del plan de Dios
para mi vida.
 El ser se fortalece y alcanzamos la victoria cuando nos rodeamos de buen consejo.
 El que se cree demasiado grande para someterse a la autoridad puesta por Dios, es demasiado
pequeño para ser usado por Él.
 Tu obediencia y lealtad a tus pastores es proporcional a la obediencia y lealtad que recibirás de
otros.

“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”. Hebreos 5:8

“Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes,


entonces sois bastardos, y no hijos”. Hebreos 12:8

c. Poniendo a prueba mis pensamientos. “Pusiste a prueba mis pensamientos y examinaste mi corazón
durante la noche; me has escudriñado y no encontraste ningún mal. Estoy decidido a no pecar con mis
palabras” (Salmo 17:3, NTV).

¿Qué estoy pensando acerca de las personas? Si veo más tierra que oro, probablemente mi corazón se
esté envaneciendo. Dios quiere levantar una generación que vea a las personas como Él las ve.

d. Provocando el quebranto. Si queremos ser sabios, debemos vivir con un corazón quebrantado. No hay
nada más peligroso que un necio lleno de información.

“Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también
los gentiles, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios
por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón”. Efesios 4:17-18, LBLA

La ignorancia es fruto de la dureza del corazón.

e. Discipulando a otros

 Una de las maneras más efectivas para crecer en madurez es discipular a otros. Amar y darnos por
otros hace crecer el carácter de Cristo en nosotros, y nos quita la mirada del egoísmo y la
insensibilidad.

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2. Perdonándonos a nosotros mismos

“¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios.


Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”. Romanos 14:22

 Es más fácil tener fe en otros que en nosotros mismos. Es más fácil perdonar a otros que perdonarse a
uno mismo. Tendemos a condenarnos con cosas que Dios ya nos perdonó en la cruz del Calvario.

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9

 Un estilo de vida de confesar diariamente nuestros pecados a Dios, fruto del verdadero arrepentimiento,
nos pone en paz con Dios y con nosotros mismos.

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero
yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Lucas 22:31-32

 A Jesús no le sorprenden nuestros pecados, Él intercede delante del Padre por nosotros para que nuestra
fe no falte y podamos levantarnos rápido. Es inevitable que no haya caídas en nuestra vida, lo importante
es que aprendamos a levantarnos rápido.

 Debemos aprender a estar en paz con nosotros mismos y no permanecer en una actitud de condena
sobre pecados que ya fueron perdonados por Jesús.

Vivir sin perdonarnos es semejante a permanecer presos en una cárcel que ya no tiene cerrojos.

3. Amándonos a nosotros mismos

“Y Él le dijo: amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Este es el grande y el primer mandamiento.
Y el segundo es semejante a este: amaras a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”. Mateo 22:37-40, LBLA

 No podemos amar a nuestro prójimo si primero no hemos aprendido a amarnos a nosotros mismos.
Este amor, sin embargo, no es un amor vanaglorioso o egoísta, sino un sentido de plenitud en nuestra
identidad celestial.
 Hallamos la plenitud en nuestra identidad cuando conocemos lo que el Padre dice acerca de nosotros,
y somos persuadidos por esas palabras. Plenitud es conocer quién soy según Dios, y estar de acuerdo y
satisfecho con ello.

 Así como el rol de un pastor se centra en el cuidado, la alimentación y la sanidad de una oveja entre
otras cosas, pastorearnos a nosotros mismos es aprender a cuidarnos, alimentarnos sabiamente, buscar
ayuda para ser sanados y comprometernos con el desarrollo de un carácter maduro en Cristo.

El gozo del Padre es vernos plenos en nuestro SER.


Pastoreándonos, perdonándonos y amándonos continuamente.
En paz con Él y con nosotros mismos a través suyo. No sintiéndonos perfectos, sino caminando
en obediencia, creciendo y permitiendo que su gracia se haga fuerte en nuestras debilidades.

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