A Propósito de La Navidad
A Propósito de La Navidad
A Propósito de La Navidad
A propósito de la Navidad…
Tiempo de celebración, de afectos, de reencuentros y buenos deseos. Es el tiempo de disfrutar del calor de una
amistad, de la reunión familiar. Como si se tratara de la circunstancia ideal, la navidad es esperada por los
cristianos, e incluso por muchos que no lo son, con el deseo de poner en orden sus vidas.
Pero debemos aceptar que el llamado espíritu de la navidad” es mucho más complejo; en el se amalgaman
sentimientos y emociones diversas enmarcados por un subjetivismo inherente del posmodernismo, consumista y
hedonista. Paradójicamente este “espíritu”, lejos de proveer de sosiego, parece encandilar con su brillo y color. Sus
luces enceguecedoras confunden y opacan el origen divino de la celebración con elementos sincréticos,
desvirtuándose así su verdadera esencia, su razón de ser.
Sin embargo, este fenómeno no se origina con la posmodernidad, es muy anterior. Humanista e individualista, cada
vez parece cobrar mayor una fuerza arrolladora. Como hombre del diseño gráfico, siempre me interesé en seguir
los estilos del diseño publicitario en todas sus formas y su efecto en el potencial consumidor, pero al mismo tiempo
me sirvió para observar que estos cambios se constituyen en sutiles pero claros indicadores del verdadero estado
de una sociedad, sus necesidades y sus intereses. El corazón de esta poderosa arma es su capacidad para diseñar
e instalar, sin mayor resistencia, una versión falsa de esas necesidades e intereses, creando así servidumbres
sicosociológicas.
Es muy probable que esta visión del asunto pudiera resultar dura e incongruente con la aparente atmósfera
navideña en la que debiera reinar el amor, incluso hiriendo susceptibilidades. Pero lo cierto es que se trata de un
contrasentido aún mayor y profundo que necesitamos ver.
La sociedad posmoderna y su tendencia a relativizar todo cuanto se cruza en su camino, una vez más, ha
desvirtuado la belleza natural y original, por ende también su significado y propósito en nombre de la libertad de
acción y pensamiento. La Navidad no ha escapado a esto.
La paradoja navideña se completa cuando comenzamos a ver los dos escenarios humanos coexistentes,
poniéndose en evidencia el faltante fundamental, extraviado en el camino del tiempo. Para poder dimensionar
apropiadamente su importancia es necesario volver sobre los pasos recorridos, como quien que percatándose de
haber perdido su preciosa joya en el camino, vuelve sobre sus pasos determinado a recorrerlo cuidadosamente con
el propósito de hallar el preciado objeto, mientras aún hay luz. De inmenso valor material y afectivo, como también
valioso por ser su sello de pertenencia. Sin el no hay historia, no hay legado ni curso a seguir como custodio de la
identidad heredada desde generaciones pasadas.
Ya vislumbramos el primer escenario, el subjetivista. El otro, el que no vemos a simple vista (¿o preferimos no
ver?), pero que sin embargo arroja a nosocomios, cárceles y cementerios, cada vez más seres humanos derrotados
por la tristeza, la desesperanza, la soledad. Abrumados por el dolor, la enfermedad, la carencia. Desmotivados, sus
vidas son un sinsentido. La pobreza reinante en la sociedad posmoderna en la que vivimos, sea del “primer” o
“tercer mundo” dista abrumadoramente de ser sólo económica. Alguien escribió acertadamente: “En el mundo
existe gente tan pobre, que lo único que tiene es dinero”. A esta realidad se suma lo que en salud mental se ha
dado en llamar “depresión blanca”, terrible fenómeno social que año tras año engrosa las cifras de suicidios en el
mundo en esta época del año. Lejos de ser el problema, es tal vez el síntoma más evidente del mismo, un grave
indicador de que sin duda algo no está bien en la vida de demasiadas personas, sin importar su condición socio-
económica, cultural y aún religiosa.
Este es el real y creciente drama humano, en el que el relajamiento moral ha despreciado con soberbia
autosuficiencia principios vitales y eternos, únicos soportes de una vida equilibrada desde el átomo a la galaxia.
Ante este panorama, que de paso, para nada es nuevo ni desconocido; resta añadir que la Navidad es entonces, ni
más ni menos que el inicio de una de las etapas del gran Plan de Rescate, diseñado por el Creador para la
humanidad, para nosotros. Las Sagradas Escrituras, testimonio fiel al que podemos acceder, nos explica la
dinámica del plan: “1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en
el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las
tinieblas no prevalecieron contra ella. 6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este
vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a
este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A los
suyos vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (S. Juan 1: 1-
14)
Así de claro, la obra creadora y previsora de Dios incluyó el rescate del ser humano. Desde la misma fundación de
mundo; el Hijo de Dios fue constituido en el Divino “Mesías”, nuestro Salvador: “2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña
para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el
principio, desde los días de la eternidad”. (Miqueas 5:2)
El amor de Dios, es la única fuente de la cual podemos obtener el conocimiento y sabiduría necesarios para
comprender esta interacción entre Dios y el hombre, el “amor en 3D” (amor a Dios, al prójimo y a uno mismo):“17
Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, 18 podáis bien
comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, 19 y de
conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la
plenitud de Dios”.(Efesios 3:17-19).
Esta, de manera muy sintética, es la razón de la Navidad original. “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a
salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:10), otorgándonos la libertad de elección (el libre albedrío) y la promesa
divina de la Vida Eterna, con estas palabras: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”(Juan 3:16),
¿Está bien celebrar la Navidad?, sí. Siempre que sea “para la gloria de Dios”, con entendimiento y no
embotamiento espiritual, porque es un evento puramente espiritual y edificante en absolutamente todo sentido. La
verdad del nacimiento de Jesús encierra una esencial y preciosa verdad de salvación que no debemos desconocer,
sino descubrir, entender y vivir. Podemos llegar a ser “buenas personas” por iniciativa y esfuerzo propios, pero
jamás podremos ser merecedores de la Vida Eterna, del premio supremo (Filipenses 3:14) sin el poder y la
sabiduría que sólo el Señor de Señores puede otorgarnos. Centrar toda nuestra atención solo en la Navidad y
quedarnos allí, ¡es como criar a nuestro hijo y a sus treinta años seguir tratándolo tal y como cuando tenía cinco!.
Un padre consciente y maduro avanza y crece agradecido junto a su hijo. El evento del nacimiento virginal de Jesús
fue el anuncio sobrenatural de todo lo que sobrevendría hasta su muerte en la cruz. Una conocida frase reza: “A
veces por mirar el árbol nos perdemos de contemplar la belleza del todo el bosque”.
Desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis, cada parte del Plan de Dios es un precioso eslabón que no puede
faltar, y como en un collar de perlas preciosas, romper el cordón que las une significaría su destrucción. Así
también en la línea el tiempo del Creador y Sustentador, existe un claro y memorable principio y se anuncia un
grandioso y a la vez terrible final. El Señor Jesús mismo lo expresó nítidamente:”Yo soy el Alfa y la Omega -dice
el Señor Dios- el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. (Apocalipsis 1:8).
El lector, decidirá a partir de aquí qué hacer con su vida ante estas declaraciones contundentes que revelan un
desenlace que pondrá fin a todo lo malo y no se trata precisamente de “energías cósmicas”, sino de la presencia
misma del Creador, en su rol de juez en la instancia final de este mundo que ha elegido mal y está pagando
terribles consecuencias. Jesús dijo: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres: Me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los
cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad á los quebrantados” (Lucas 4:18). Su promesa:
”Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas”. Y cierra expresando enfáticamente: “Por tanto, Yo
vengo pronto, y Mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra.”
(Apocalipsis 22:12. Más adelante declara: ”El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven,
Señor Jesús”.
¿Qué vas a hacer?, sólo existen dos opciones: creer, confiar y tomarnos de su mano guiadora o caminar solos y
dejar solos a los que amamos creyendo que todo se acaba en la tumba y no hay más. Debo decirte que lo que
resumí con muy pocos textos bíblicos, va a ocurrir por La simple razón de que se trata de otro tramo, otro eslabón;
el final de este gran Plan salvífico. Como La Creación, La pascua, El Nacimiento, La Crucifixión, La Resurrección,
La Ascensión, también su SEGUNDA VENIDA es inminente, creas o no, te importe o no, te burles o no, contigo o
sin tí. Tengo la esperanza de que este escrito, siquiera te motivará a considerar su seriedad y a profundizar estas
verdades eternas. Te saludo con un abrazo y ahora sí: ¡Que esta Navidad esté cargada de bendiciones y profundo
significado para ti y los tuyos, amén!. Luis C.