Tema 6-Los Montes. Iii

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BLOQUE 2º.

LOS BIENES PÚBLICOS EN PARTICULAR

CAPÍTULO 6º. LOS MONTES Y LA PROTECCIÓN


DE LA NATURALEZA. III
13. LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA. LOS PARQUES
NACIONALES
La conservación de la naturaleza en su estado más virgen, estético y
científicamente valiosa fue objeto de protección por la Ley de
Creación de Parques Nacionales de 1916, que demarca y protege
zonas forestales excepcionales. Dicha Ley fue sustituida por la ley
de Montes de 1957, y esta a su vez por la ley 5/1975 sobre Espacios
Naturales protegidos y finalmente por la Ley 4/1989 de Conservación
de los espacios naturales y de la flora y fauna silvestres, modificada
por diversas leyes y por la ley 43/2003 (el manual no lo pone, pero la
ley actual es la 5/2007 de la Red de Parques Nacionales).
La Ley atribuye la declaración y gestión de los espacios naturales
protegidos a las Comunidades Autónomas en cuyo ámbito territorial
se encuentren ubicados. La única reserva que la Ley establece a favor
del Estado es la gestión de los denominados Parques integrados en la
Red de Parques Nacionales, en virtud de espacios representativos de
los principales ecosistemas naturales españoles. La declaración de un
espacio como Parque Nacional se realizará mediante Ley de las
Cortes, integrándose automáticamente en la Red Estatal de Parques
Nacionales los ya existentes antes de la entrada en vigor de la Ley.
La declaración de los Parques Nacionales está vinculada a la
representatividad de los ecosistemas que sustenta, requiriéndose,
para la declaración de un territorio como parque nacional, Ley de las
Cortes, previo acuerdo de las Asambleas Legislativas de las
Comunidades Autónomas en cuyo territorio se encuentre ubicado.
Los Parques nacionales serán gestionados y financiados
conjuntamente por la Administración General del Estado y las
Comunidades Autónomas en cuyo territorio se ubiquen.
Para asegurar la gestión compartida se crea el Consejo de la Red
de Parques Nacionales, órgano consultivo con la misión principal
de realizar un seguimiento continuo y permanente de estos espacios.
La Comisión Mixta de Gestión, es el órgano de gestión de cada
parque, integrado por igual número de representantes de la
Administración General del Estado que de las

Comunidades Autónomas en que se ubique. Y a su vez, las


comisiones mixtas de cada parque están asistidas por los Patronatos
que son órganos colegiados asesores y colaboradores en la gestión
de estos espacios protegidos.
La organización de los Parques finaliza con la figura del Director-
conservador, que será un funcionario perteneciente a la
Administración General del Estado o a la Comunidad Autónoma.
Como instrumento de gestión del conjunto de parques nacionales se
crea el Plan Director de la Red de Parques Nacionales, que es el
instrumento a través del cual se fijan las líneas generales de
actuación. Este Plan Director debe servir de pauta para la redacción
de los Planes Rectores de Uso y Gestión, instrumentos para la
gestión de cada parque en particular.

14. LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS AUTONÓMICOS


[Sep 2009 (R) Los espacios naturales protegidos autonómicos.]

La Ley 4/1989 de Conservación de los Espacios Naturales,


además de los Parques Nacionales, contempla los Espacios
Naturales Protegidos como aquellos espacios del territorio
nacional, incluidas las aguas continentales y los espacios
marítimos sujetos a la Jurisdicción nacional, incluidas la zona
económica exclusiva y la plataforma continental, que contengan
elementos y sistemas naturales de especial interés o valores
naturales sobresalientes, y cuya protección obedezca a las
siguientes finalidades:
1º. Constituir una red representativa de los principales
ecosistemas y regiones naturales existentes en el territorio
nacional.
2º. Proteger aquellas áreas y elementos naturales que
ofrezcan un interés singular desde el punto de vista
científico, cultural, educativo, estético, paisajístico y
recreativo.
3º. Contribuir a la supervivencia de comunidades o
especies necesitadas de protección mediante la
conservación de sus hábitats.
4º. Colaborar en programas internacionales de
conservación de espacios naturales y de vida silvestre de los
que España sea parte (art. 10.1 y 2).
A las Comunidades Autónomas se atribuye la declaración de las
diversas clases de Espacios Naturales Protegidos cuando estén
situados íntegramente en su territorio, correspondiendo en otro caso
al Estado dicha competencia (art. 21).
Como organismo consultivo y de cooperación entre el Estado y
las Comunidades Autónomas, la Ley crea la Comisión Nacional
de Protección de la Naturaleza con dos Comités, 1el de Espacios
Naturales Protegidos y 2el de Flora y Fauna Silvestres, del que
forman parte un representante de cada Comunidades
Autónomas y el Director del Instituto Nacional para la
Conservación de la Naturaleza (art. 36).
El Espacio Natural Protegido puede afectar tanto a propiedades
públicas como privadas, y por ello, prescribe que la declaración de
un espacio como protegido lleva aparejada 1la de utilidad pública, a
efectos expropiatorios de los bienes afectados, y 2el reconocimiento a
la Administración competente de un derecho de tanteo y
retracto en las transmisiones onerosas inter vivos Realmente las
vinculaciones y limitaciones que conlleva la declaración de espacio
natural protegido sobre la propiedad particular son de tal entidad que
dicha declaración equivale a una expropiación, por lo que debería
reconocerse el derecho de los titulares a ser expropiados y obtener,
en consecuencia, el justiprecio correspondiente.

A) Clases
La Ley clasifica los Espacios Naturales Protegidos, en las siguientes
categorías:
1ª. Parques: Son «áreas naturales, poco transformadas por
la explotación u ocupación humana que, en razón a la belleza
de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas o la
singularidad de su flora, de su fauna o de sus formaciones
geomorfológicas, poseen unos valores ecológicos, estéticos,
educativos y científicos cuya conservación merece una atención
preferente». En los parques se podrá limitar el
aprovechamiento de los recursos naturales, prohibiéndose en
todo caso los incompatibles con las finalidades que hayan
justificado su creación, facilitándose la entrada de visitantes
con las limitaciones precisas para garantizar la protección de
aquéllos (art. 13).
2ª. Reservas Naturales: Son «espacios cuya creación tiene
por finalidad la protección de ecosistemas, comunidades o
elementos biológicos que, por su rareza, fragilidad, importancia
o singularidad, merecen una valoración especial». En las
reservas estará limitada la explotación de recursos, salvo en
aquellos casos en que esta explotación sea compatible con la
conservación de los valores que se pretendan proteger,
quedando prohibida con carácter general la recolección de
material biológico o geológico (art. 14).
3ª. Monumentos Naturales: «Los espacios o elementos de
la naturaleza constituidos básicamente por formaciones de
notoria singularidad, rareza o belleza que merecen ser objeto
de una protección especial. Se consideran también
Monumentos Naturales las formaciones geológicas, los
yacimientos paleontológicos y demás elementos de la gea que
reúnan un interés especial por la singularidad o importancia de
sus valores científicos, culturales o paisajísticos» (art. 16).
4ª. Paisajes Protegidos: «Aquellos lugares concretos del
medio natural que, por sus valores estéticos y culturales, sean
merecedores de una protección especial» (art. 17).
B) Régimen de intervención
La intervención y gestión de los espacios naturales y las especies a
proteger exigirá de las Administraciones competentes su
planificación, por lo que la Ley crea los Planes de Ordenación de
los Recursos Naturales. Su aprobación corresponde a las
Comunidades Autónomas, y su contenido debe ajustarse a las
Directrices para la Ordenación de los Recursos Naturales aprobadas
por el Gobierno.
Su elaboración y aprobación puede comenzar sometiendo
determinados espacios a un régimen de protección preventiva
provisional que consiste en la obligación de los titulares de los
terrenos de facilitar información y acceso a los representantes de
la Administración competente con el fin de verificar la existencia de
factores de perturbación que amenacen su estado y, en el caso de
confirmarse la presencia de dichos factores, se iniciará de inmediato
un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Zona, sin
perjuicio de la aplicación de alguno de los regímenes sobre Espacios
Naturales Protegidos que la Ley prevé (art. 24).
En todo caso, iniciado un procedimiento de elaboración de un Plan, no
podrán realizarse actos que supongan una transformación sensible de
la realidad física y biológica que imposibilite la consecución de los
objetivos de dicho plan. Dicho procedimiento incluirá:
1. Audiencia a los interesados.
2. Información pública.
3. Consulta de los intereses sociales e institucionales afectados y
de las asociaciones que persigan los mismos fines que la Ley.
Una vez aprobados, los Planes de Ordenación de los Recursos
Naturales serán obligatorios y ejecutivos.

15. LA PROTECCIÓN DE LA FLORA Y FAUNA SILVESTRES


[Jun2 2013 y Res 2013 ¿En qué categorías deberán ser clasificadas
las especies, subespecies o poblaciones incluidas en los catálogos
autonómicos de especies amenazadas?.]

La Ley de 1989 sobre Espacios Naturales Protegidos extiende su


protección a «las especies de la flora y la fauna silvestres, con
especial atención a las especies autóctonas», además, se transpone
al OJ las Directivas de la UE sobre Protección de la fauna y la flora, y
conservación de las aves silvestres.
¿Qué son la fauna y la flora silvestres?.
La Ley no da un concepto de las mismas sino que procede caso por
caso a su determinación según la técnica formal de la catalogación, a
cuyo efecto crea bajo la dependencia del Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente, con carácter administrativo y ámbito
estatal, el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Las Comunidades Autónomas, en sus respectivos ámbitos
territoriales, podrán establecer, asimismo, catálogos
autonómicos de especies amenazadas (art. 30).
Las especies, subespecies o poblaciones que se incluyan en dichos
catálogos deberán ser clasificadas en alguna de las siguientes
categorías:
1ª. En peligro de extinción, reservada para aquellas cuya
supervivencia es poco probable si los factores causales de su
situación actual siguen actuando.
2ª. Sensibles a la alteración de su hábitat , referida a las
especies cuyo hábitat característico está particularmente
amenazado, en grave regresión, fraccionado o muy limitado.
3ª. Vulnerables, destinadas a aquellas que corren riesgo de
pasar a las categorías anteriores si en un futuro inmediato los
factores adversos que actúan sobre ellas no se corrigen
4ª. De interés especial, se incluyen las que sin estar en las
categorías precedentes, sean merecedoras de atención
particular en función de su valor científico, ecológico, cultural o
por su singularidad.
Los efectos derivados de la inclusión en el Catálogo de una especie o
población consisten en la aplicación de unas prohibiciones
genéricas de cualquier actuación no autorizada:
1º. Tratándose de plantas: Destruirlas, mutilarlas, cortarlas o
arrancarlas; así como la recolección de sus semillas, polen o
esporas.
2º. Si se trata de animales, incluidas sus larvas, crías o
huevos: Darles muerte, capturarlos, perseguirlos o molestarlos;
así como la destrucción de sus nidos, vivares y áreas de
reproducción, invernada o reposo.
3º. En ambos casos se prohíbe poseer, naturalizar,
transportar, vender, exponer para la venta, importar o exportar
ejemplares vivos o muertos, así como sus propágulos o
restos, salvo en los casos que reglamentariamente se
determinen (art. 31).
Las prohibiciones anteriores respecto de los animales quedarán sin
efecto, previa autorización administrativa, cuando concurra alguna de
las circunstancias siguientes:
1ª. Si de su aplicación se derivaren efectos perjudiciales
para la salud y seguridad de las personas.
2ª. Cuando de su aplicación se derivaren efectos
perjudiciales para especies protegidas.
3ª. Para prevenir perjuicios importantes a los cultivos, al
ganado, los bosques, la caza, la pesca y la calidad de las
aguas.
4ª. Cuando sea necesario por razón de investigación,
educación, repoblación o reintroducción, o cuando se
precise para la cría en cautividad.
5ª. Para prevenir accidentes en relación con la
navegación aérea.
Si por razones de urgencia no pudiera obtenerse la previa
autorización administrativa se dará cuenta inmediata a la Autoridad
administrativa, que abrirá expediente para determinar la urgencia
alegada (art. 28).
De otro lado, la inclusión de una especie en el Catálogo obliga a
la redacción por la Comunidad Autónoma de un Plan de
Recuperación, de Conservación del Hábitat o de Manejo, en el
que se definirán las medidas necesarias para eliminar el peligro de
extinción o los riesgos que afecten a la flora o fauna protegidas (art.
31).
La misma Ley 4/1989 ha sentado los principios básicos de
protección de la caza y la pesca de especies no afectadas por las
prohibiciones anteriores. A su vez, las respectivas Comunidades
Autónomas han aprobado Leyes de caza y pesca, y en ellas se
contemplan las medidas de intervención administrativa, antes
reguladas en dichas Leyes.
Con carácter general, la Ley 4/1989 ordena la conservación y
fomento de las especies autorizadas para el ejercicio de la caza y
la pesca continentales.
El ejercicio de la caza y la pesca únicamente se reconoce a las
personas que acrediten la aptitud y el conocimiento preciso de las
materias relacionadas con dichas actividades, a cuyo efecto se
someten a un examen, tras el cual se les expedirán las
correspondientes licencias por las Comunidades Autónomas con
validez en sus respectivos territorios. Previamente a su
expedición, los interesados deberán presentar un certificado expedido
por el Registro Nacional de Infractores de Caza y Pesca, dependiente
del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (art.
35).

16. LA POTESTAD SANCIONADORA EN LA PROTECCIÓN DE LA


NATURALEZA
La Ley 4/1989 de Conservación de los Espacios Naturales y de la
Flora y Fauna Silvestres, atribuye también a la Administración una
exorbitante potestad sancionadora en la línea de la que
acabamos de exponer en materia de montes.
En efecto, las cuantías de las multas pueden llegar hasta los 50
millones de pesetas, autorizándose al Gobierno para proceder por
Decreto a su actualización teniendo en cuenta la variación del IPC.
Las multas en su grado máximo e inferiores que correspondan por las
faltas leves, menos graves y graves se impondrán por el órgano
competente de las Comunidades Autónomas y por la Administración
General del Estado en aquellos supuestos en que la infracción
administrativa haya recaído en ámbito y sobre materias de su
competencia (art. 39.3).
Como es habitual en la responsabilidad administrativa, el infractor
deberá reparar el daño causado, reparación que tendrá como
objetivo lograr, en la medida de lo posible, la restauración del
medio natural al ser y estado previos al hecho de producirse la
agresión. Para forzar al infractor a la reparación del daño se prevén
multas coercitivas de hasta 500.000 pesetas.

La tipificación de las infracciones la hace la Ley, sin perjuicio de lo


que disponga al respecto la legislación autonómica de desarrollo y las
Leyes reguladoras de determinados recursos naturales, calificándolas
en:
1. Muy graves.
2. Graves.
3. Menos graves.
4. Leves.
Atendiendo a:
1º. Su repercusión.
2º. Su trascendencia por lo que respecta a la seguridad de
las personas y bienes.
3º. Las circunstancias del responsable, su grado de
malicia, participación y beneficio obtenido.
4º. La irreversibilidad del daño o deterioro producido en
la calidad del recurso o del bien protegido.
La prescripción de las infracciones se establece en:
1. Muy graves: 4 años.
2. Graves: 1 año.
3. Menos graves: 6 meses.
4. Leves: 2 meses.
La Ley aborda también en los términos constitucionalmente
establecidos las relaciones entre esta potestad sancionadora de la
Administración y la penal que corresponde a los Tribunales «En los
supuestos en que las infracciones pudieran ser constitutivas de delito
o falta, la Administración pasará el tanto de culpa al órgano
jurisdiccional competente y se abstendrá de proseguir el
procedimiento sancionador mientras la autoridad judicial no se haya
pronunciado. La sanción de la autoridad judicial excluirá la imposición
de multa administrativa. De no haberse estimado la existencia de
delito o falta la Administración podrá continuar el expediente
sancionador, con base, en su caso, en los hechos que la Jurisdicción
competente haya considerado probados». La previsión anterior tiene
relevancia porque el art. 325 del Código Penal tipifica los delitos
ecológicos, insertos en el Capítulo III «De los delitos contra los
recursos naturales y el medio ambiente».

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