Hacia Belén Va Una Burra
Hacia Belén Va Una Burra
Hacia Belén Va Una Burra
Iniciamos nuestra preparación para celebrar el nacimiento de Jesús en nuestra vida y en nuestra familia. Dios nos
ayude a todos a abrir nuestros corazones, para que sea Jesús quien viva y reine en nuestros hogares... ¡Dejemos que
la luz de Jesús guie e ilumine estos días de preparación! Hoy queremos reflexionar la figura de san José, esposo de
María y padre de Jesús. Descubrimos en él un buen modelo de esposo y padre que acompaña fielmente a su esposa
y a su hijo, los cuida y protege de todo peligro.
Gozos
Niño del pesebre nuestro Dios y Hermano, tú sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y
angustias siempre recordemos que nos has salvado.
Dulce Jesús mío mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo
los brazos y aún más que mis frases te dice mi llanto.
Dulce Jesús mío mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tú amor y tú paz. Danos fe en la vida, danos
esperanza y un sincero amor que nos una más.
Dulce Jesús mío mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Ven Salvador nuestro por quien suspiramos ven a nuestras almas, ven no tardes tanto
Vamos a afianzar nuestros valores de modo que la Navidad sea lo que debe ser; una fiesta dedicada a
la RECONCILIACIÓN. Dedicada al perdón generoso y comprensivo que aprenderemos de un Dios compasivo.
Con el perdón del Espíritu Santo podemos reconciliarnos con Dios y con los hermanos y andar en una vida nueva. Es
la buena noticia que San Pablo exclamó en sus cartas, tal como leemos en su epístola a los romanos 5. 1 – 11. Vivir la
navidad es cancelar los agravios si alguien nos ha ofendido, y es pedir perdón si hemos maltratado a los demás.
Así, del perdón nace la armonía y construimos esa paz que los ángeles anuncian en Belén: paz en la tierra a los
hombres que aman al Señor y se aman entre sí. Los seres humanos podemos hacernos daño con el odio o podemos
ser felices en un amor que reconcilia. Y esa buena misión es para cada uno de nosotros: ser agentes de reconciliación
y no de discordia, ser instrumento de paz y sembradores de hermandad.