El Desierto de Los Tártaros

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El secreto del bosque vieio S| Eldesierto de los tartaros Los siete mensejeros Bicaveaido, sin embargo, no hacia caso, El pesias- co‘ofrecia en verdad muchas anfractuosidades para ‘agnrrarse, 1o que permitié al colegial subir hasta To ‘is alto y Hegar al fin a una especie de plataforma, Ga sedi a epacio, Sin otra cas Sobre'ea queef lel, ‘Debajo ie sf pudo ver al “Bosque Viejo" envuslto sombras mégicas. Declinaba la luna y una raya orada aparecta.a lo lejos por Oriente. Todo estaba «en absoluto reposo. Bienvenido, erguido eobre la cima del “Cuero”, daba la sensacién, junto a Mateo, préxi- mo a morir, de ser lo vinico wivo que existia en el mundo entero. EL viento acabé por desprenderse para siempre ge la tierra, dejando muy por debajo 1a cisplde det “Cusrno”. Bienvonldo no sentia ya su soplo, pero pudo escuchar atin sus palabras, Adis, Bienvenido, adiés —suspirabs, cada ver més desmayadamente, Mateo—, (Acuérdate alguna vez de mit 'Y ahora tengo que decirte una cosa: tt Ho Sebastién a miuerto esta noche; lo encontraréa fen medio de la nieve y nadie comprenderd la causa de su muerte, Ha sido un final digno de él; una mauer- te de gran sefior. La Yoz del viento se perdio en la nada, Sin duda, continuaria despidiéndoce. del muchacho dirigiéndols expresiones sfectuosse, Pero estabe ya demasiado alto para bacerse of. ‘Bienvenido hubiera querido decirle algo, pero no poaia hablar; sentfa opresion en la garganta, Entom es agitd su sombrero, mientras el sol se elevabs, ys hizo de mucvo el més’ completo silencio, FIN EL DESIERTO DE LOS TARTAROS ‘CAPITULO PRIMERO ‘Ya oficial, Giovannt Drogo partié de la ciudad una mariana de setlembre para dirigirse a la Fortalezs Bestiant, su primer destino. ‘Se hizo despertar cuando era atin noche cerrada y. wstié por. primera vor su uniforme de teniente. Guando coneliyd, se mir en un espejo.a ta Tuz de tuna latmpara de petréleo, pero sia experimentar el Jibilo que espetaba, Reizaba un gran silencio en la dase; solo se escuchaban rumores apagedos en un euar- fo contigno; sa madre se levantaba para despedirlo. ‘gual era el dia esperado desde hacia tantos fos, 1 principio de su verdadera vida, Pensaba en las tris fed jomadas. dele Academia Militar; recordé las mages tardes de estudlo, cuando escuchaba, afte. fa, en la calle, pasar la gente libre y presumiblemen- 1 feliz, rememoro los despertares invernales en los Gormitorios Helados, donde pasaba ta pesadilla de {os eastigos. Recordé 1a fatiga de contar fos dias imo tras otto, hasta munca acabar. ‘Finalmente, era oficial, ya no se consumirfa sobre tos bros ni temblaria a 1a Yoz del sargento: esto habla pasado, Todos aquellos dias, que le parecieron {fan odiosos, se babfan terminado’ para siempre, for- gnando meses ¥ailos que nunca se repetirian. Si, fahora era oficial, tondria dinero, quizé Jas mujeres bellas fo tiratian; pero en el fondo —advertia Gio- us ‘aunt Drogo— el tempo mor a primere favente, Inbiatermioado, Drogo mactbe Sjamente el essio ‘ein unm sonra sobre ese Tostro qu Vabo nea tara querer. Tim exrafo: gpor qué no conseguia soneit des culdadamante nln saludaba a ou nie? or Ti iguic arena suo tines recomendcio- 32s toga tan slo pereibin el tonldo So aqulia ‘or, "an famine y tana? Por qu daba wlias Dor cl evarto con ineonsceucnte nervosidad sin a Dar a encontrar el reo}, ia fast, el guepis, que ea fhinenfe.se-encontaben donde debian cat? qNo Dara pare In guerra, por iertol Deconas de fone. ES como €, sts antigens cxmaradas, abandona 4 aquela misma hora la casa pater ent aleges hoes, como t eran a toa festa. 2Por qu io sian de in boen, para decir a su madre, nicemente frases rofrens, clas de sentido, en ver do palabras afec eonea ytranqulss? La smiargure de Gejar por Pre monn ver la tila cas, doce nacers las cape ames, los femoresinberenfes cunlquer cab, a ‘mocién de ssaiac a su macro; Io encbem el dt ‘op pero, sabre odo est, pessba un’ Penexmiento Inslsiente, que no lograba precsar: um ¥ago Dresce Atmiento do hechos frais, como si talere ge ex prender un viaje sin rereso. ‘Su amigo Francesco Vescovi lo acompass a cabe- lo un #techo del camino, Los castos de los animales rosonaban en Ta calle deslerta, Alboreabs. Le ciudad Contimuaba recogida en el suatio; agut y allé elguna ‘Yentana se abria en los pisos altos; aparecfan caras ‘canadasy ojos apdticos ‘contemplaban “por Un mo mento el nacimiento maravilloso del sole ‘Los dos. amigos. callaban. Drogo so preguntaba gémo seria Ia Forteleza Bastianl, pero no. lograba Imaginarla. Ni siquiera sabia exacismente dénde se ‘encontraba, ni eaanto camino debia recorrer. Unos Te habfan dicho que se hallaba 2 una jomada de ca ballo, otros ‘@ menos distancia; nadio habia estado snunca alli, ‘Alas puertas de Ja ciudad, Vescovi comenzé a ae ‘iar vivamente de las cosas habituales, como si Drogo se fuese a un paseo, Después, al llegar a un cierto ‘punto, dijo, 16 —2Ves aque! monte espeso? Si, ese mismo, 2Ves ‘una construccién en la clma? Es we parte de la For- taleza, un reducto avatzado. Pasé por al hace dos ‘fies, con mi to, yendo de caza. Se hallaban ya fuera de la ciudad, Comenzaban Jos campos de maiz, los ‘prados, Jos rojos bosques, otofiales. ‘Avaniaron, uno al lado gel otro, por el camino bianco, castigado por el sol, Giovanni y. Francesco eran amigos, habfan compartide durante largos afos las mismas pasiones, con le misma amistad; se, hae ‘lam visto todos los das. Vescovl engords. Drogo $6 convirtié en oficial; y ahora sentia como sl el otro estuviera Tejos. Aquelia vida facil y elogante ya no 1s Dertenecia, lo aguardaban cosas graves y desconock das, Sa caballo y el de Francesco —Ie parecia— andaban con pasos diversos; uno, el suyo, piafaba ‘con, menos vivacidad y ligereza, con un fondo de axe Siedad y fatiga, como si el animal también shntiera que la vida Iba a cambiar. Liegaron a io alto de una cuesta. Drogo se volIS para mirar Ia ciudad a contraluz; de los tecbos se fevantaban las Tiumaredas matutinas. Vio a lo lejos su propia casa, Identifice la ventana de su cuarto. Probablemente los postigos estaban abiortos, as i. Jere Io ordensban, Desharian la cama, meterian en ‘un armatio los objetos, luego atrancarian las persi suas. Nadio entravia alii durante meses, salvo ‘el pa Giente polvo y, en los dias de sol, algtn Iilillo de uz, AU quedaba, encerrado en la ‘oscaridad, el pe ‘euetio mundo de’stt nites La madre lo conservaria ‘asl para que cuando volviera se encontrara nlevo, para que allf dentro continuara siendo un nif, des. ues de Ia Jarga ausencia. Oh, sil, la ilusionaria con. Servar para siempre una felicidad desnitivements perdi, detoner la fuga det tiempo, volver las coras Como antes con sélo zeabrir a puerta y las ventanas al regreso de su hijo. ‘Vescovi To saludS afectuosamente y Drogo conti snu6 por el camino, aceresndose a las montasas. EL sol cafa a plomo cuando Meg a Ta entrada del valle ‘gue condacia a la Forialeza. A la derecha, en ia als fa de un monte, se divisaba el zeducto que Vescovi ‘Ip indieara. Parecia que Te quedaiba poco camino or ‘Ansioso por legar, Drogo, sin detenerse comer, a7 ‘enceminé el eaballo ya cansado por una seada que se empinaba, escarpada y metida entre precipicios. i eioentos eran cad es mds eo, Govan preginté a un carretero onimto tardaria ain para llegar a Ia Fortaleza, “ef Fora — responds el hombre — Zen fortaleza? —La Fortaleza Bastianl — dijo Drogo. “Por agut no hay fortalezss —replicé el carre- tero—, Nunca of hablar de ellas, ‘Evldentemeate, estaba mal informado. Drogo com timaé su camino, experimentando una leve inguletad a medida quo la tarde avanzaba. Eseruiaba Jos bor es altfsimos del valle para descubrir la Fortaleza. Tmaginaba una especie de antiguo castillo con murs Iss a plomo. Al pasar las horas, se convencia cada vez mas de que Francesco Je habia dado una infor ImaciGn errénea; el reducto indicado por él ya debia de haber quedado muy atras. Y se acercaba ia noche. Observen a Drogo y a su caballo cuin pequetios son en el flanco de la montafia que se vuelve siem- pre mds grande y més salvaje, Contindan subiendo ara lepar a la Fortaleza con el dia; pero més lige as quo él, desde el fondo, donde retumba el torrente, més répidas que él, suben Jas sombras, Llegaron @ Ia altura de Drogo én la vertiente opuesta de la gar santa, parecieron amenguar Ja earrera para no dess- entarlo, después resbalaron por los contornos y las roeas; ol finete quedé debajo, "BI gran valle leta, Tan slo las desnudas cispides herbosss, a in- ‘refbio altura, se iluminaban todavia con el sol, cuax~ do Drogo, se encontré inesperadamente ante una construceién de tipo militar, negra y gigantesca con- ‘ta el clelo purisimo de Ja’ tarde, que parecia muy ‘antigua y desierta. Giovanni sintié Jatir su corazén, pues aqudlin debia de ser Ia Fortaleza, pero todo, des- ‘Go los muros al paisa, traslucia un aire iabéspito y sinjestro. ‘La rode6 sln-encontrar una entrada, Aunque fuera. ya oscuro, ninguna ventana brillaba Huminada, ni se Aivisaban tas iuces de la guardia en 10 alto de los ‘murellones. Un murcislago tinleamente, ogcilaba con ‘a una nube blanca, Drogo, finalmente, intent6 Is- —iBht —giité—, @No hay nadie? ms . 8 leno de tinieblas vio- De las sombras acumuladas al pie de los muros ‘surgio entonces un hombre, un pobre. vagabundo, ‘eon ta barba gris y un saco pequetio en la mano, No se ie distinguia ‘bien en la penumbra, salvo el ‘Blanco de sus ojos. Drogo lo mird agradecido. —20us busca, sefor? —premunt6, ‘Busco la Fortaleza. Es ésta? Tya'no existe Ia Fortaleza —contest6 el desco- ‘nocido can vor afectuosa—. Esta todo cerrado, hace ‘unos diez aflos que no vive nadie aqui. 2 dénde esti entonces Ja Fortaleza? —-pregun- 16 Drogo, sepentinamente irritedo contra el hombre. Cust? gAquélla, quisk? Yt dectt esto, el desconocido extendia un brazo para indicar algo. ‘A través de un fmueco en las rocas veeinas, ya co- biertas por las sombras, detrés de una eaética esce: Tinata de cumbres, a tna ‘distancia incalculable, st ‘mergido ain en el sol rojo del Poniente, como satido ‘de un encantamiento, Ginvannni Drogo vio un cerro esnudo y, en la cima de 61, una raya regular y geo: ‘éitiea, do un especialisimo color amarillento: el perfl de la Fortaleza. Oh, can lejos estaba todavia! 1A cudntas horas de camino para st caballo exhaustol Drogo la miraba ‘Sjamente, fascinado, preguntindose qué podria he- ‘ber de descable en aguel solitario castillo, tan sepa vrado del mundo. Qué secretos escondia? Pero eran {os tltimos momentos. Ya el sol se separaba Tents mente del remoto cerro ¥ por los muros amarillos ‘hrumpfan las lvidas réfagas de la noche que se acer ‘aba. caPrruLo 11 ‘La oscuridad lo encontré atin de camino. El valle se habia estrechado y la Fortaleza desaparecido de- ‘ras de las montadas clecundantes. No se vetan he ‘es, ni se ofan siguiera las voces do los pAjaros noc. ‘burnos;, solamente, de cuando exi cusndo, egaba el ruido de aguas lejanas, ‘Quiso lamar, pero el eco Ie devolvi6' la voz, con 119, ‘tono enemigo, At6 el caballo « un tronco, al borde el camino, para que pudiera pastar. Se sent y, con Is espalda epoyada en Ia escarpa, esperé a que le Iegase el suelo mientras pensaba en el camino por rocorrer, en la gente quo hallarfa en la Fortaleza, en su vida futura, sin experimentar ninguna alegria, El caballo golpeaba con los cascos el terreno de manera antipética y extraiia, Reinicié su marcha con el alba y advirti6 que en Jn vertiente ‘opuesta del valle, a igual altura, babia ‘otro camino; poco después not6 que algo se movia en él Bl sol no legaba hasta el Ingar y las sombras enaben Jag hendiduras impidiendo distinguir bien. ‘Apurando el paso, Drogo logré ponerse ala misma altura y constaté'que era un hombre: un oficial 8 ‘Un hombre como él, por fin; una eriatura amiga con la cual podria refr y bromear, hablar de la prési- ‘ma vida en comm, de caza, de mujeres, de la ciudad. De la ciudad, que ahora parecia a Drogo como réle- ‘gada.a un mundo muy lejano. Al estrecharse el valle, 1os dos caminos se aberca- ‘oa y Giovanni Drogo vio que el otro era un eapitin. Confuvo su impulso de gritar; hubiera sido-inatil & fnrespetuoso. En lugar do esto, saluds varias veces, Mevando la diestra al birrete;” pero el otto no Tes ppondi6, Bvidentements, no habla descublerio a Dros0. ‘—iSefior capitin! ’—grit6 finslmente Giovanni, vveucide por la impactencle. "Y saltdé de mevo. = Qué le ocurre? — respondis una vor do la otra parte, ‘EL capitin, deteniéndose, habia saludado con coi- tesla e inguitia @ Drogo ln-razéa de aguel grito. La pregunta no denotaba soveridad, pero si clerta sor presa de parte deb oficial, = 2Qué le ocurre? —pregunt6 ain la vor del ca esta ver ligeramente fritada. Giovanni se detuvo, hizo un altavoz con las mae nos y respondié con todo sa aliento: ‘= (Nadal Deseaba saludarlol ‘Era una explicaciin estdplda, casi ofensiva, pues ‘podia hacer ereer en una broma, Drogo se arreplntio Snmediatamente, ‘= {Quién €s usted? —grité el capitén. a la pregunta temida por Drogo. Aquel eitrao pit 320 coloquio, de una parte. a otra del valle, asumfa el ono de’ un interrogatorio jerdrquico, Desagradable principio, pues era probable que el capitén pertenecio- Fa a la Fortaleza. Con todo debia responder. AUjEl teniente Drogo! —grit6 Giovanni con fuer- 2a, para presentarse, El eapitin no lo conocta, ni podia entender el nom- brea aguella distancia, pero parecié conformarse, pues reincidié el camino, haciéndole sefias de que espertra, como indicindole que a poco se enconira: Fian. Asi fue, pues al cabo de una media hora, al estrecharse In gerganta, aparecié un puente, Los dos ‘Se encontraron en el puente. Siempre a caballo, 1 capitin se acereé a Drogo y le tendié la mano: Era ‘up hombre de unos cnarenta aos, quizd més, de ro> ‘io enjuto y seflorial, Sa uniforms era de lias tos- 2s, pero perfectamente correcta. “UCapitén Ortiz —so presenté, ‘Al estrecharle Ia mano, parecié a Drogo entrar fmaimente en el mundo de la Fortaleza, Aquila era Ja primera atadura, vendrien luego otras de todo a nefo, que I fan dentro, “Eh capitén reanudé el camino sin esperar mgs; ‘Drogo se retiré a tin lado, algo atrés por respeto Je- érquico, esperando algin desagradable reprocho por el cologuio anterior.'En lugar de esto, el capitan ca- Iiaba; ‘seguramente no sentia deseos de hablar, 0 {quiz fuese timido y no suplera como comenzar. Slea- o l'camino escarpado y el sol fuerte, los dos caba- Hog marchaban despacio. ‘Finalmento, ol cxpitén Ortiz dijo: egg? steal su Hombre, a agua distancia, 2Esm nis: Drogo, con “g*, Drogo Giovamnl. Exciseme, so- ‘ior eapitin, silo Tlamé —agregd un poco confuso—. ‘A través dal valle.no vi au grado, —Efectivamente, no podia verse —admitié Ortiz renanclando @ contradecislo; y 116. ‘Cabalgaron ua Tat asl; ta poco embarazados. LLuego, Ortlz dijo: Stadénde so dirige? ‘Ala Fortaleza Bastiani, zNo es éste el camino? ‘ste es, etectivamente, Callaren, ‘hacia’ mucho calor, siempre se veian me tmontadas por todas partes, sgnatescos montes er fom y aaleles fom ‘Onur ajo: zs que va a Ia Fortaleea?2Es portidor de a sn ihensale? ~pDestinado en el esclatn? [reo que sf, en ol excalata, en el sericlo de peimera,promociéa —Enonces, en al escalatén, clertzmente.. Bien, enionces.y mis felitaciones. Gracias, ser capita. __Eamudecleron.ysguleton_andando otro, poco, disa penda doin sila dl capitan y af aga dent ira peadla de a 0 hacia cloc, cloc. emia Ortiz pregunt a Por dos aos? —Perdéay capitan, gpor dos atos, que? Por dos ios, digo, chard el ecostumbrado tur no de dos she, verdad? Bos aios? Nolo $;n0 me dijeron el tempo, 3c entiend, dos abou fos le fenienter de reciente promocon se quedat dos afos y Iiep0 $° “gbes aon ob I ee para toon?” fee aos, So entiende, quo para la antigtedad sien cute, ¥ mucho que importa exo, sno ning" yo lo peda. Con tal de hacer ura cecrers ripiea, Ortiz no insisti6, pareefa no interesarle ol argu ‘mento, Pero ahora-que el hielo se habla roto, Drozo Giovanni trat6 de preguntarle con un interés'que no {ntentaba disimular: A Para todos, en la Fe 1 ‘ont © amt ‘ortaleza, Ia antigiedad Para todos. = gPara todos los oficiales? Ovtiz tio: __ = Para todos! iImaginese Solamente pard los off- cial! subaltoros, se entiende, tno, cquta pee ‘ee destino? m TNoy sedior, haco apenas dos dias me enteré de ‘que estaba destinado a la Fortaleza. “Es extrafio, eectivamente... , Callaron aim, cada uno Parecta pensar distintas cosas. Pero Ortiz ajo: =A menos que, Giovanni sall6 de su ensimismamientot Ala orden, setor capitén! . Checiar A menor que no hublera hubldo ningin ‘otro solieitante y que fo iubieran destinado do oftcio. ‘~Pndiera. ser asi, sefior capitém. Ti, ast debl6 de’ ser, efectivamente. Drogo milraba ea el polvo del camino Ia sombre eta de los dos caballos; las cabezas hacian *sf” a Zada paso, Ola

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