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la familia es el núcleo de la sociedad, esto es debido a que nuestras costumbres, modales y

gran parte de nuestro comportamiento es aprendido en casa.

Al describir una familia católica hablamos de una familia que sigue a Dios y los principios
que enseña la biblia ya que juntos buscan acercarse al Señor. La familia es una institución
que fue creada por nuestro Padre celestial para guiarnos, apoyarnos, cuidarnos y amarnos,
pero sobre todo para mantenernos en el camino del Señor.

¿Por qué es tan importante la familia para la Iglesia?


La familia no es que sea importante para la Iglesia por un capricho, sino porque es
importante para la persona. En el seno de la familia es donde la persona aprende de manera
natural el verdadero amor humano. Los esposos aprenden el amor de donación de sí
mismos, y los hijos van aprendiendo de sus padres, y se preparan para un día poder amar de
la misma manera.

De manera aun más profunda, la familia es importante porque es el más perfecto reflejo
natural del amor de Dios por el hombre. En el seno de este amor de la familia, la persona
descubre de manera connatural el amor de Dios. Dios crea a los padres y a las madres para
que entendamos cómo Él nos ama como el mejor de los Padres o de las Madres. Crea al
hombre y la mujer -”a imagen de Dios los creó”- para que viendo cómo se quieren dos
esposos entendamos que así es el Amor de “Cristo por su Iglesia, que se entregó así mismo
por ella”. Por eso, la familia es la mejor escuela de vida cristiana. 
Génesis 1:27-28
“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los
creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y
sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se
arrastran por el suelo».”

El adolescente vive la interacción con su entorno social, aquí la familia cumple un rol de
modulador, permitiendo con ello que el impacto de los factores culturales, como por ejemplo la
moda o socioeconómicos, no perturben su desarrollo evolutivo.

Esto es un aspecto importante por ejemplo, frente a fenómenos como el de la influencia del
internet o de los videojuegos en el adolecente, aquí la familia ejerciendo la función de
modulador puede desempeñar un efecto de protección frente a su uso indiscriminado que
evitaría la aparición de conductas adictivas que algunos ya llaman “ciberadicción”.

¿Qué es una familia?


La familia dice Juan Pablo II es la “comunidad íntima de vida y amor querida
por Dios mismo” (FC11). Uno no inventa la familia. Es algo que ya es, porque
Dios la ha hecho así. Fundada sobre el matrimonio: el” pacto de amor conyugal
o elección consciente y libre, por el que el hombre y la mujer aceptan la
comunidad íntima de vida y amor”. (FC 11). El matrimonio es sagrario del
amor y de la vida. Creado para custodiar y difundir el amor y la vida. Ese
amor, como decía Pablo VI, es “plenamente humano, total, fiel, exclusivo y
naturalmente fecundo”. En la familia los esposos se dan el uno al otro este
amor, y fruto del mismo son los hijos, a los que los cónyuges también les
entregan su vida para darles la vida humana y la vida de hijos de Dios.

¿Cuál es el papel de una madre cristiana?


La misión de la madre cristiana es educar una prole para convertirlos en
miembros eficaces en la ciudad terrena y en dignos ciudadanos del cielo.
“Educamos a los hijos para el cielo” decía la recién beatificada Celia Guerin.
Que los hijos sean santos, es decir, que se desarrollen plenamente como
personas en este mundo, y vivan conforme a la voluntad de Dios. Todo ello la
madre lo hace desde la aportación de su corazón de madre derivado de su
“ser” mujer.

La maternidad no es una opción caprichosa. Es una vocación escrita en su


propia naturaleza. Apartarse de la propia naturaleza es corrosivo y destructivo
de la felicidad de cada persona.

¿Y cuál es el papel de un padre cristiano?


Tiene la misma misión que la madre. No se puede educar por separado. Su
cometido es el mismo pero desde la aportación específica de amor paternal,
siendo ambos amores, materno-paternofilial, esenciales para el desarrollo de
los hijos. La mujer que ha llevado en su seno nueve meses al niño, por su
naturaleza, tiene un don mayor para la acogida, el cariño, la ternura, generar
calor de hogar; el varón, que para el niño significa la relación con el mundo
exterior, ha de procurar firmeza, seguridad y estabilidad. No es una cuestión
de privilegios sino de diversidades complementarias para el bien del niño.
Nuestro tiempo necesita recuperar el aprecio por el papel de la paternidad. No
sirve el amiguete, ni el colega. Hacen falta padres que por amor ejerzan con
sus hijos el servicio de la autoridad. Y para que los hijos obedezcan a los
padres, los padres tienen que obedecer a Dios. Tenemos que recuperar esos
hombres de fe firme, nuestros abuelos campesinos, que han sabido trabajar
mucho, y a la vez esperarlo todo del cielo.

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