Tesina Gisela Lopez Avance 2018
Tesina Gisela Lopez Avance 2018
Tesina Gisela Lopez Avance 2018
Título:
(IRAR)
Gisela Lopez
Tesina de grado
II) Marco Teórico: ―La tensión permanente del campo de la Justicia Penal Juvenil. Disputa de
prácticas y discursos‖ …………………………………………………………………………8
IV) Breve historización del Instituto de Recuperación del Adolescente Rosarino (IRAR)…21
1
VIII) Bibliografía……………………………………………………………………………..75
IX) Anexo………………………………………………………………………79
2
I) Introducción
1
Cabe destacar que la aplicación de las “medidas socioeducativas” conllevan en sí una dimensión punitiva. Con
la distinción que la sanción penal juvenil en su doble carácter “punitivo-educativo” privilegiará la acción socio-
educativa. Sin perder de vista que la medida socio-educativa es una medida impuesta, una medida coercitiva,
que deriva de una decisión judicial. O sea son aplicadas de manera vertical e impositiva (Gomes da Costa,
Antonio Carlos, 2007). Por otro lado cabe señalar que “una intervención socio-educativa debe basarse en el
artículo sobre los derechos del niño/ña…el Comentario General Nº 10 y las reglas de Beijing, art. 18 y 18.1,
respondiendo a las particularidades y singularidad del caso, promoviendo respuestas acordes a la historia de
vida y recursos personales y sociales del adolescente”. E igualmente se requiere de marcos teóricos que
consideren al adolescente desde una perspectiva integral. La aplicación de estas medidas deben procurar la
asunción de responsabilidad del adolescente, fortalecer su respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales de terceros, y el robustecer los vínculos familiares y sociales. (Defensa de Niñas y Niños
Internacional (DNI), 2009)
3
Zaffaroni (2013) al expresar que ―solo con que alguien sea rozado por el sistema penal el
efecto será estigmatizante‖
2
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño CIDN_ art 40 punto 4/ Reglas de Beijing_ art 18.
4
vulnerados económicamente, cultural, social y subjetivamente. Por lo que podemos concluir
que el objeto de intervención de múltiples políticas públicas en manos del Estado, en materia
de Justicia Penal Juvenil, está dirigido esencialmente a jóvenes ―pobres‖. Esta perspectiva
condice con la ―Doctrina del Control Social‖, la cual se materializa en la implementación de
políticas sociales orientadas por la directriz de la judicialización, estrategia que conlleva el
aislamiento del niño/a de su medio familiar y su entorno más cercano.
5
personal penitenciario, predispuesto de manera abierta y reflexiva para contribuir a la
preservación y defensa de los derechos humanos de los adolescentes alojados.
6
la ―identidad es el concepto que permite distinguir a cada organización como singular,
particular y distinta de las demás” (Etkin .J.; Schvarstein, L. 1989:43).
7
II) Marco Teórico:
Referirnos al análisis del campo de la Justicia Penal Juvenil (JPJ), nos implica
adentrarnos en la comprensión de su devenir privilegiando una perspectiva histórica. Este
enfoque nos permite visualizar con mayor detenimiento los distintos posicionamientos y
miradas que integran y conforman los diferentes paradigmas que participan en su
estructuración. Se configura así un espacio social tensionado producto del entrecruzamiento
de diferentes prácticas y discursos que conviven entre acuerdos y posiciones enfrentadas y/o
en disputas. En este sentido, Bourdieu (1990) refiere que los campos se presentan como
espacios estructurados de posiciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su
posición en dichos espacios. El campo se define por lo que está en juego, el capital específico
y por los intereses que en él se encuentran.
8
Siguiendo esta línea de pensamiento, se puede inferir que el campo de la JPJ está
actualmente constituido por múltiples agentes e instituciones diferentes, que aglutinan
discursos y prácticas desiguales vinculadas al mismo tiempo por un amplio y variado marco
jurídico envolvente, adherido a convenciones y tratados internacionales como de leyes de
alcance nacional y local. Este andamiaje jurídico, como instrumento de Estado en términos de
política social, incide directamente en la cuestión del tratamiento de la administración de la
justicia penal en menores de edad, definiendo selectivamente el sujeto-objeto de
intervención y las estrategias interventivas para abordarlo, centradas en el objetivo de la
resocialización y de la responsabilización, como ya fuera especificado en el apartado
introductorio.
3
Consultar en Notas Finales , inciso 12); en “La (re) fundación del derecho a la dignidad humana como
acontecimiento político: un ejercicio de interpelación a los derechos Humanos (2013)
9
aplicadas en diferentes instituciones de modalidad cerrada. Estos lugares de internamiento
respondieron a la lógica de funcionamiento a lo que Goffman (2001) ha calificado como
―instituciones totales‖, siendo aquellas que se caracterizan por reglar de manera estricta la
vida y el trabajo de las personas en un lugar de encierro, aislado de la sociedad y por un
período de tiempo determinado. Junto a este sistema tutelar se desarrolló y se afianzó un
sistema correccional para el tratamiento del delincuente ―menor‖, aplicando esencialmente
políticas represivas. El concepto de ―tratamiento‖ es uno de los conceptos más importantes
dentro de este paradigma que atravesaba a todas las instituciones y prácticas que en ellas se
desarrollaban. De igual manera, dicha ley planteaba ambivalencias con respecto a quiénes se
debían proteger: si ¿al niño o la sociedad? Y, en el curso de su aplicación se crearon y se
pusieron en funcionamiento los primeros Tribunales de Menores.
“el pasaje mismo representa una distancia que se sitúa como un lugar de
tensión y de conflictividad inherente a un sistema (aún vigente) de representaciones
sociales, alimentado por una buena parte de la ciudadanía que comparte la idea de
penalizar con “mano dura” al adolescente concebido como “peligroso”. En vez de
activar estrategias de cuidados alternativos, que propicien el distanciamiento de
lógicas represivas y segregacionistas, las cuales encuentran eco y apoyo también en
algunos miembros del poder judicial, proponiendo soluciones tecnocráticas ,
reduciendo enfáticamente el debate a la baja de imputabilidad, asociado al clima de
época signado por el discurso mediático- hegemónico de la “inseguridad”. (Giorgi, E.
2014:8)
Cabe señalar, como elemento distintivo de la era neoliberal de los años noventa,
casi irónica y paradójicamente a esos tiempos de resquebrajamiento de derechos sociales, con
sus terribles consecuencias de exclusión social se produjo en el campo de la Justicia Penal
Juvenil los mayores avances legislativos en materia de derechos humanos. Entre esos avances,
ubicamos a ―La Asamblea General de las Naciones Unidas, que el 20 de noviembre del año
10
1989 adopta la Convención por los Derechos del Niño. La Argentina la incorpora en su
constitución (Ley 23849) en la reforma del año 1994. Esto posibilitó, aunque con cierta
lentitud, el establecimiento en nuestro país de una nueva institucionalidad en derechos y
políticas de la infancia.
11
hegemonizado por el poder judicial, a través de los juzgados de menores, la policía, los
institutos y hogares de menores, para comenzar a pensar estrategias y alternativas diferentes
donde la institucionalización del niño sea un último recurso y como medida excepcional.
12
Con respecto a las penas privativas de libertad estas deben hacerse efectivas en
institutos especializados y si en esta situación el menor alcanzara la mayoría de edad debe
cumplir el resto de la condena en establecimientos para adultos.
En relación a este punto la ley afirma que la imposición de pena a menores se hará
efectiva una vez que haya sido declarada la responsabilidad del menor y que este haya
cumplido 18 años de edad, mientras tanto el juez someterá al menor a un proceso en el cual
evaluará y resolverá la sanción a aplicar según sus criterios.
“Los Estados Parte velaran porque: a) ningún niño sea sometido a torturas
ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. No se impondrá la pena
capital ni la de prisión perpetua sin posibilidad de excarcelación por delitos cometidos
por menores de dieciocho años de edad. b) Ningún niño debe ser privado de su libertad
ilegal o arbitrariamente. La detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se
llevara a cabo de conformidad con la ley y se utilizara solo como medida de último
recurso y durante el periodo más breve que proceda. c) Todo niño privado de libertad
sea tratado con la humanidad y el respeto que merece la dignidad inherente a la
persona humana, y de manera que se tengan en cuentan las necesidades de las
personas de su edad. Todo niño privado de libertad estará separado de los adultos y
tendrá derecho a mantener contacto con su familia por medio de correspondencia y de
visitas. d) Todo niño privado de su libertad tendrá derecho a un pronto acceso a la
asistencia jurídica y otra asistencia adecuada, así como derecho a impugnar la
legalidad de la privación de su libertad ante un tribunal u otra autoridad competente y
a una pronta decisión sobre dicha acción.” (Convención sobre los derechos del niño,
art. 37)4
4
Consultar Llobet Rodríguez, Javier (2002) Derechos Humanos y Justicia Penal Juvenil. Disponible on-line
13
“…el derecho de todo niño que ha infringido las leyes penales o a quien se
acuse o declare culpable de haberlas infringido, a ser tratado de manera acorde con el
fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que fortalezca el respeto por los
derechos humanos y las libertades fundamentales de terceros y que el niño asuma una
función constructiva en la sociedad.” También agrega en el mismo artículo punto 2
Inc. b: “que todo niño se lo presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad
conforme a la ley, que será informado sin demora de los cargos que pesan contra él y
que dispondrá de asistencia jurídica u otra asistencia apropiada en la preparación y
presentación de su defensa.”5
En el punto 4 de este mismo artículo se hace referencia a las diversas medidas que
se dispondrán como alternativas a la internación en instituciones tales como: el cuidado, las
ordenes de orientación y supervisión, el asesoramiento, la libertad vigilada, la colocación en
hogares de guarda, los programas de enseñanza y formación profesional, medidas éstas que
aseguren que los niños sean tratados de manera apropiada para su bienestar y que guarden
proporción tanto con sus circunstancias como con la infracción.
En conjunto, las reglas de Beijín, las reglas de Tokio y las directrices de Riad,
representan un mínimo de condiciones aceptadas internacionalmente para el tratamiento de
jóvenes en conflicto con la ley penal. En sus principios generales se establece que el objetivo
de la justicia juvenil es promover el bienestar y contribuir a la protección de los jóvenes,
adoptando una pluralidad de medidas concretas para evitar en lo posible el confinamiento en
establecimientos penitenciarios. Entre ellas: órdenes en materia de atención, orientación y
supervisión, libertad vigilada, prestación de servicios a la comunidad, entre otras.
5
Consultar Llobet Rodríguez. Op. Cit
14
derechos se reconocen en su condición de existencia, hay claras dificultades para su
implementación. La ausencia de un Régimen de Responsabilidad Penal Juvenil respetuoso
de los derechos y garantías de los jóvenes sometidos a proceso judicial, que actualicen los
códigos procesales para personas menores de 18 años enmarcados en los principios emanados
del paradigma de la protección integral pone en evidencia que todo este proceso de
transformación requiere de decisiones políticas que impulsen políticas públicas que operen
de manera coordinada y coherente para iniciar o profundizar las reformas que sean necesarias
en materia penal juvenil.
15
III) Fundamentación y enfoque metodológico
6
En: La Poética del espacio. XI reimpresión en español. Brevarios del Fondo de Cultura Económica
16
la ―dimensión institucional‖ de los grupos. Hablar de ―dimensión institucional‖ es pensar que
una institución no se agota en sus aspectos funcionales, ―no es una cosa‖, sino que sus límites
son siempre provisionales y siempre es posible desplazarlos en los juegos instituyentes. En
ese sentido Castoriadis (1983) entiende a la institución como “una red simbólica socialmente
sancionada en la cual se articula junto a su componente funcional un componente
imaginario”. (Fernández, AM. 1994:52).7
Vale precisar que los teóricos del Análisis Institucional como Lourau y
Lapassade (1981) a partir de postular un análisis dialéctico del concepto de institución,
reconocen o distinguen tres momentos del concepto: Universalidad- Particularidad –
Singularidad, que hacen funcionales a tres categorías: Instituido – Instituyente –
Institucionalización, destacando el lugar de las instituciones y su relación con el Estado y la
Sociedad. (Escolar, Cora 2010)
Al mismo tiempo consideramos muy válidos los aportes que nos proporciona el
Análisis Organizacional (desde el paradigma de la complejidad), al introducir una lectura
sincrónica y diacrónica del fenómeno organizacional. Dichos elementos nos permiten
identificar por un lado las fuerzas que coexisten en cada momento, los rechazos y las
atracciones, las coincidencias y los antagonismos (relaciones). Por otro lado, observar la
trayectoria de la organización y conocer sus reglas internas de transformación estructural,
como así también tomar elementos para la explicación de las relaciones de poder, las
actividades que sirven de articuladoras y los procesos que otorgan continuidad a la
organización.
7
Conceptualización tomada de Castoriadis, C. “La Institución imaginaria de la sociedad”. Ed. Tusquets,
Barcelona, 1983.
17
–Justicia Penal Juvenil- en el ―dispositivo institucional‖. El término dispositivo es utilizado
aquí en términos foucaultiano, el cual refiere a: “un conjunto resueltamente heterogéneo, que
implica discursos, instituciones, disposiciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias,
leyes administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales,
filantrópicas, tanto lo dicho como lo no dicho. El dispositivo mismo es la red que puede
establecerse entre esos elementos” (Foucault, M. 1985:183-184). Foucault le confiere a este
término un carácter eminentemente estratégico, en cuanto conlleva una función estratégica
dominante, que produce efectos diversos, entendiéndolo como “unas estrategias de
relaciones de fuerzas soportando unos tipos de saber, y soportadas por ellos.‖
18
campo de intervención, como así también la identificación y análisis de los ―analizadores‖.8
Vale precisar, que los analistas o los investigadores no estamos al margen de nuestra propia
reproducción, y en esa implicación, en ese compromiso en el acto de conocer-investigar nada
es neutro.
8
“El analizador funciona como precipitador –acelerador-de la crisis, del desorden que, al trastocar las
estructuras de lo aparentemente estable e inmutable, va a poner de manifiesto los conflictos, las
contradicciones que se producen al interior de la institución y que, en tiempos normales, no son visibles”
(ESCOLAR, Cora. 2010)
9
Refiere al integrante transformado en analista, observando siempre un campo que lo incluye, lo que
determina una menor distancia y un compromiso diferente respecto del “observador externo” (J. Etkin; L.
Schvarstein. 1989)
19
III.i) FORMULACION DEL PROBLEMA:
“Analizar la función y el rol de la figura del “acompañante Juvenil” como actor central
para producir un proceso de “humanización” en la dimensión convivencial en jóvenes
(pobres) afectados por una medida privativa de la libertad.”
20
IV) Breve historización del Instituto de Recuperación del Adolescente
Rosarino (IRAR)
21
1) Que el joven comprenda qué se le reprocha.
2) Que inicie un proceso de recuperación socioeducativo que lo lleve a un punto tal que
le posibilite reconectarse plenamente con la sociedad.
3) Que mientras este proceso se produzca, determinadas maneras de control sobre la vida
del joven sean sostenidas a los efectos de disminuir las posibilidades de cometer actos
tipificados como delitos.
4) Promover y restaurar los derechos del joven en abierta interacción con sus referentes
afectivos y de pertenencia.
5) Proponer como última ratio la privación de la libertad.
El IRAR, como cualquier otra institución estatal, forma parte de una política
pública que va a expresar de manera particular la complejidad de la cuestión penal juvenil.
Esta perspectiva le asigna un carácter instrumental significando que las instituciones existen y
responden a una razón de ser, que es de carácter esencialmente prescriptivo el cual tiene como
fin producir un tipo de efecto en la sociedad. Este efecto acarrea con el objetivo de
mantenerse y seguir reproduciéndose a través de mecanismos de coerción, utilizando, la
institución, presiones derivadas de la situación de autoridad, disciplina y conocimiento. Este
componente funcional, normativo y simbólico que porta toda institución, siguiendo con el
enfoque adoptado del Análisis Institucional acoplará a su análisis también la dimensión
imaginaria. La relación imbricada de estas dimensiones nos permite tener una idea de lo que
la institución es, lo que dice que es y lo que cree que es.
10
Los primeros pasos para su creación datan de noviembre de 1996, durante el gobierno justicialista de Jorge
Obeid, donde se firma un protocolo (participan Atilio Álvarez, Director del Consejo del Menor y la Familia y
Juan Carlos Fosconi Secretario de Promoción Comunitaria) en el que se formaliza políticamente el proyecto
para su creación.
23
de grado: …“Trayendo nuevamente la conceptualización de Goffman (1961) acerca del
funcionamiento de las instituciones totales, este autor amplía: - …toda institución absorbe
parte del tiempo y del interés de sus miembros y les proporciona, en cierto modo un mundo
propio, tiene en síntesis, tendencias absorbentes (…) la tendencia absorbente o totalizadora
está simbolizada por todos los obstáculos que se oponen a su interacción social con el exterior
y al éxodo de sus miembros, y suelen adquirir forma material: puertas cerradas, altos muros,
alambres de púa, acantilados - Vale decir, a diferencia de lo que ocurre en la vida cotidiana
en la sociedad general, donde actividades como dormir, comer, jugar, trabajar, etc., se
desarrollan en ámbitos diversos, en las instituciones totales se produce todo en un mismo
lugar y bajo la mirada de una única autoridad. Además estas actividades se desarrollan en
compañía inmediata de un gran número de otros, a quienes se da el mismo trato, y de quienes
se requiere que hagan juntos las mismas cosas. Todo acontece de manera exactamente
controlada en un circuito programado de actividades, de modo que una actividad conduce en
un momento prefijado a la siguiente y toda la secuencia se impone desde arriba, mediante un
sistema de normas formales explícitas comandadas por un cuerpo de funcionarios.
Finalmente, las diversas actividades obligatorias se integran en un solo plan racional,
deliberadamente concebido para el logro de los objetivos de la institución‖
El IRAR abre sus puertas en el año 1999 (un año más tarde al de su creación) bajo
la dependencia de la ―Dirección Provincial del Menor, la Mujer y la Familia‖ de la cual
funcionaban los programas: a) de prevención en atención a las reglas de Riad; b) de
protección; c) y programa de menores en conflicto con ley penal. En esta etapa fundacional,
se explicita que el instituto es creado para abordar graves hechos delincuenciales en
condiciones de seguridad con relación a la problemática de adolescentes varones
comprendidos en la franja etaria entre 16 y 18 años con dependencia judicial imputados de
la comisión de delitos. El esquema de trabajo que se estableció para gestionar el régimen de
vida de los jóvenes alojados en la institución consistió en la contratación de ―operadores
civiles‖ denominados ―grupo de operadores de asistencia de menores‖. Las funciones que
desarrollaban estos operadores estaban relacionadas con una lógica de vigilancia y seguridad,
encaminada a mantener el orden y la disciplina de los llamados ―menores‖. Entre las
funciones que debían cumplir figuraban mantener las puertas permanentemente cerradas y,
abstenerse de participar en los juegos y actividades que desarrollaran los menores a su cargo.
Como se puede apreciar, estos ―operadores civiles‖ reproducían la función penitenciaria
amén de que se quiso prescindir precisamente del personal penitenciario. Este grupo de
24
personas junto con el director y el equipo técnico profesional, dentro del cual funcionaba el
servicio de psicología y de enfermería completaban la estructura organizacional.
En sus inicios, el IRAR alojó niños desde los trece años sin diferenciación de
causas sociales y penales, este indicador traduce la preminencia de una política criminal de
tinte correccionalista, que transversa el devenir del funcionamiento institucional, dificultando
25
y entorpeciendo una apropiada adecuación legislativa. Esto generó procesos de deterioro y
estigmatización en la vida y en las subjetividades de estos jóvenes sometidos a una severa
medida dispuesta de manera arbitraria por un juez.
Más tarde, en la incipiente gestión política del gobierno de Hermes Binner (2008),
se va a crear la figura del ―Acompañante Juvenil‖, para responder a la necesidad de
recomponer por parte del personal de la dirección civil todo lo atinente a las funciones
convivenciales, dejando al servicio penitenciario exclusivamente abocado a cuestiones de
seguridad.
26
con los jóvenes contribuyendo a disminuir los niveles de conflictividad permitiendo que el
acceso a sus derechos básicos (salud, educación, recreación, contacto con sus familiares) sean
debidamente garantizados. Por otro lado encontramos las tareas referidas a mantener el orden
y la seguridad institucional de estricta competencia del Servicio Penitenciario, quien se
encarga del control, de la vigilancia y del traslado (esposado) de los jóvenes dentro y fuera de
la institución.
Esta dimensión del trabajo carcelario así presentada porta un enfoque racional
productivista que supone instalar una modalidad de trabajo que tiende a neutralizar lo
ideológico y a ser explicada en torno a procesos y estructuras, en donde lo ideológico se
racionaliza a través de técnicas funcionalistas, fiel a un estricto cuadro administrativo y
burocrático, sujeto a comandos de jerárquica de tipo vertical. En esta lógica el dominio del
discurso institucional persigue el deber del conjunto de todos los trabajadores involucrados
sin distinción: ―a velar por la vida, la salud y la integridad‖ de la población juvenil detenida.
En este contexto la Dirección Provincial del Menor en Conflicto con la Ley Penal, pasa a
denominarse ―Dirección Provincial de Justicia Penal Juvenil‖, dependiente a su vez de la
actual Subsecretaría de Asuntos Penales del nuevo Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos (anteriormente Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto).
27
V) La figura del “Acompañante Juvenil”
y el devenir de su razón de ser.
de la producción.
28
tipos de racionalidad que actúan o presionan sobre una misma situación.” (Etkin, J. y
Scharvastein, L. 1989:140)
12
Luego de la muerte de Néstor Salto se registraron dos muertes posteriores, Jonathan Retamoso año 2011
con signos de ahorcamiento y Fabián Lucero año 2012 quien también apareció ahorcado en su celda.
13
Diario La Capital: Presumen abandono del chico del IRAR, en La Capital, suplemento Policiales, Rosario, 27 de
abril 2007.
29
Humanos (2008), con el fin de dar lugar efectivamente a los jóvenes su condición de sujetos
de derechos se proponen estrategias de intervención multidisciplinarias en las cuales se previó
la incorporación de -operadores especializados-, formados con técnicas específicas para
ejercer prácticas de acompañamiento a los pibes allí alojados, permitiéndoles abordar la
complejidad de las situaciones que atraviesan sus historias de vida. Estos operadores
recibirán el nombre de ―Acompañante Juvenil‖ quienes también asumirán la custodia al
interior del instituto, pero distanciados del perfil asumido por el personal penitenciario el cual
se vio relativamente desplazado. En ese sentido la dirección de la institución reinstala un
discurso basado en un modelo de gestión renovado, que combina una coordinación mixta
entre personal civil y penitenciario, redoblando los objetivos de la Ley Nacional de Protección
de Niños, Niñas y Adolescentes.
30
V.i) La incertidumbre de trabajar con lo desconocido en lo novedoso.
31
fragmentadas, indiferenciadas en sus objetivos, mientras que del lado de los
trabajadores del servicio penitenciario percibían la presencia de este nuevo actor y sus
funciones como elementos amenazantes, manifestados en un monto de ansiedad
paranoica y depresiva como sentimientos defensivos inherentes a la resistencia al
cambio.
“…yo nunca supe lo que era IRAR hasta el día que empecé a trabajar, no
sabía en donde quedaba, yo ya estaba contratado y tenía que ir y no sabía ni en donde
quedaba…” (Entrevista N° 1, realizada en el IRAR, 2016)
32
chicos era bastante complejo…había muchos gritos, los chicos pedían desesperados
salir a alguna actividad o a hablar, muchos pedían hablar simplemente…”
(Entrevista N°3, realizada en el IRAR, 2016)
Del análisis de las entrevistas se desprende que el miedo o el temor sentido por los
Acompañantes Juveniles se expresó en primer lugar en la inseguridad proporcionada por la
incapacidad de satisfacer las exigencias del rol asignado, a raíz del auto reconocimiento de
una formación insuficiente y por ende, percibirse a sí mismos de no estar a la altura de las
obligaciones que la organización del trabajo les imponía o demandaba. Por otro lado, el
personal penitenciario percibía la amenaza de la pérdida de protagonismo frente a la llegada
de una nueva práctica que interpelaba el carácter correccional, punitivo y custodial de su
quehacer penal rutinario
33
cárcel de adultos, las cosas se definían como se definían en las cárceles de adultos,
manejaban los derechos de los pibes arbitrariamente, no había legalidad, por lo tanto
era muy difícil pretender que los jóvenes asuman algún tipo de legalidad, cuando la
mayor cantidad de adultos, los adultos, no respetaban ningún tipo de legalidad hacia
ellos, era muy complicada la situación en ese momento…” (Entrevista N°2, realizada en
el IRAR, 2016)
“…hubo agresiones, hemos notado que pinchaban las gomas de los autos,
le robaban las llaves, cuestiones así, amenazas, o usaban a los pibes, les daban cosas
para que nos agredieran a nosotros, para que nosotros nos vayamos. El servicio no nos
quería ahí… estaban los peores penitenciarios de las cárceles de adultos que iban
34
castigados al IRAR, entonces tanto con los pibes, como con nosotros era un desastre la
cuestión…” (Entrevista N°1, realizada en el IRAR, 2016)
35
La mera presencia de esta fuerza de seguridad, así tal cual históricamente la
conocemos y su contacto directo con los jóvenes (pobres) alojados en institutos de encierro
contradice los estándares internacionales de la amalgama jurídica vigente, pensada
particularmente para proteger, defender y garantizar los derechos humanos de esta población.
36
de esquemas semióticos y lingüísticos en donde se juega la interfaz del saber y el poder y los
efectos de verdad que un dispositivo no cesa de producir.
37
se registren y contabilicen todas las notas que se puedan tomar de él” nos explica Foucault
en el capítulo ―Prisión‖ de su libro Vigilar y Castigar, (2008:288)
De este modo podemos observar que el IRAR forma parte de un sistema que pone
en juego un conjunto de técnicas correctivas que hacen al riñón institucional de la detención
penal conformado por ese doble comando entre lo punitivo-y lo socioeducativo. Dos lógicas
antagónicas pero complementarias y solidarias entre sí, expresándose a veces de manera
explícita y otras tantas con rodeos y titubeos, entre continuidades y disrupciones. Pero aún en
esas ambigüedades el dispositivo carcelario y el discurso de la humanización funcionan como
una pieza única, como un trompo regulador de un orden simbólico cual ficción orientadora
donde la idea de responsabilización penal juvenil juega un papel relevante acoplado a un
territorio compartido por la dimensión jurídica y pedagógica de la responsabilidad,
mandatada en una medida socioeducativa que preserva tintes de pena y castigo, que al ser
impuesta de manera vertical prefigura una medida coercitiva ya que emana de una decisión
judicial.
38
trasmisora de orden y seguridad acoplándose coherentemente en el trabajo de sostener el ritual
institucional. Esto se aprecia, por ejemplo, en el estricto cumplimiento del ―régimen de vida‖.
Este dispositivo consiste en una estrategia institucional conformada por una programación
firme de disposición de horarios y ―habilitaciones‖ estipuladas, en donde es moldeado el
―cuerpo adolescente del encierro‖.
39
―Actualmente en la institución somos 20 acompañantes juveniles que ejercemos
nuestras prácticas divididos en 6 grupos de trabajo, cumpliendo jornadas laborales de 8 horas
diarias, distribuidas día por medio. Los grupos están conformados por 5, 4 y 2 integrantes,
cumpliendo funciones en franjas horarias pre-establecidas de tal manera que las 24 horas del
día el instituto está cubierto por este dispositivo: 5 acompañantes de 7 a 15 horas; 4
acompañantes de 15 a 23 horas y 2 acompañantes de 23 a 7 horas.‖
“rutina de trabajo”
Y así sucesiva y repetidamente todos los días del año, lo que nos permite observar
como la categoría tiempo en esta cronología secuencial de actividades provoca que los
procesos (repetibles) en la organización funcionen como deterministas y ahistóricos. Al
mismo tiempo Foucault (2008:175) refiere:
“el tiempo medido y pagado debe ser también un tiempo sin impureza ni
defecto, un tiempo de buena calidad, a lo largo del cual el cuerpo esté aplicado a su
ejercicio. La exactitud y la aplicación son, junto con la regularidad, las virtudes
fundamentales del tiempo disciplinario”
Cabe señalar que todas las actividades ejecutadas por los Acompañantes Juveniles
discriminadas anteriormente son custodiadas y vigiladas por los celadores penitenciarios,
quiénes escoltan como un reloj cada movimiento realizado por los jóvenes que circulan por
los distintos espacios abiertos o cerrados que conforman el Instituto.
En simultáneo, los jóvenes en ocasiones son objeto de violencia física por parte
de los celadores. Agresiones físicas y verbales que intencionadamente maniobran con
disimulo evitando que sean sorprendidos o descubiertos por los acompañantes. En este
sentido: “el castigo segregativo nunca ha dejado de ser en alguna medida un castigo que
atraviesa y se imprime sobre el cuerpo, ya sea en sus versiones retributivas, tratamentales o
custodiales” (Daroqui, A.; López, AL. (2012: 170).
41
dominantes (relojes internos) en donde descansa la razón de ser de la institución cárcel,
determinada por sus funciones específicas respecto del conjunto social más amplio y la
identidad de la organización IRAR logrando mancomunadamente su continuidad.
“rito de iniciación”
16
En esta instancia se los despojan de aritos, cintos, cordones zapatillas, relojes, cadenas, collares, etc.
42
sanciones) El pasaje previo por el servicio de enfermería completa el dispositivo de
inspección. Allí se interviene directamente sobre el cuerpo del joven: se requisa el cabello, las
orejas, genitales y se examina el estado de salud en general con el fin de descartar que las
susceptibles lesiones corporales que pudiera presentar el joven al momento de su ingreso
hayan sido producidas dentro del IRAR.
43
listo‖! Recibimos al adolescente sin saber nada de la causa judicial que impulsa su
detención. No tenemos acceso a esa información por decisión institucional. La documentación
referida sobre su detención es de dominio exclusivo del personal penitenciario que la recibe
en mano del personal policial que trae al joven judicializado. Recibimos al joven ―en crudo‖.
Cada ingreso se nos presenta como una gran novedad, una gran extrañeza y, es el mismo
relato del joven quien nos pone en conocimiento de su realidad. Le informamos que todo lo
referido a la causa judicial no es de nuestra incumbencia, para saber de su estado de evolución
se le asignará un equipo técnico conformado por diferentes profesionales (psicólogos y
trabajadores sociales). Le aclaramos que el área de Acompañantes Juveniles atenderá a sus
demandas cotidianas tales como: pedir hablar con alguien del equipo, hacer alguna consulta,
pedir que se lo lleve a enfermería si siente mal o si está necesitando de algún artículo en
especial. También se le notifica que será alojado momentáneamente en el ―sector de
ingresos‖, éste consiste en un tipo de alojamiento individual sin ningún tipo de contacto con el
resto de los jóvenes detenidos. Permanecerá allí hasta el día siguiente que es trasladado a
tribunales a comparecer ante el juez. Si el juez le imparte la medida restrictiva regresa al
IRAR y, el dispositivo de acompañantes comienza con él un trabajo de inclusión en
diferentes actividades que permitirá evaluar su predisposición a establecer vínculos
interpersonales con sus pares, lo que definirá su trayecto a otros sectores de convivencia
colectiva. El tiempo que lleve esta resolución permanecerá solo y aislado. El Acompañante
Juvenil tomará en cuenta sus inquietudes y serán derivadas a los circuitos institucionales que
corresponda. Su dimensión ejecutora es esencialmente la intermediación entre las distintas
capas de autoridad que se dan tanto en el plano vertical como en el plano horizontal (servicio
penitenciario-acompañante juvenil-adolescente / equipo técnico-acompañante juvenil-
adolescente /dirección-acompañantes)
44
se complejizan cuando el joven ingresa con una posición desafiante, amenazante, sin
posibilidades de entrevistarlo por su nivel de hostigamiento y trato degradante impartidos al
personal. En otras ocasiones ingresamos a jóvenes muy golpeados, que son traídos de las
comisarías registrando signos de violencia física directa sobre su cuerpo, situación
denunciada por los propios pibes. Estas agresiones físicas son reconocidas como una de las
características que adopta la ―violencia policial‖ en el momento de aprehensión del joven o
durante su detención en la comisaría previo a ser derivado al IRAR. Nuestra intervención se
limita a registrar en un informe específico los apremios ilegales constatados y son
comunicados a la dirección del instituto, suponiendo que su próximo destino será el área de
legales. Nunca terminamos por saber que sucede con esto.
El dispositivo educativo
Cabe señalar que en el marco del ―régimen vida‖ los jóvenes se encuentran
obligados a cumplir con su asistencia al proceso de escolarización. Dentro del IRAR funciona
la escuela primaria Nº 13 ―Alejandro M. Aguado‖ y la escuela secundaria dependiente de la
Eempa Nº 1311 (presente también en las Unidades Penitenciarias Nº 3 y 5 de Rosario).
45
La asistencia de los jóvenes a la escuela se produce de manera bastante irregular,
condicionada por el nivel de conflictividad que se manifiesta entre pares en el plano
convivencial. Algunos de los jóvenes se conocen antes de su ingreso al IRAR y la
conflictividad entre ellos es prexistente. Esta dificultad obtura la organización de los grupos
discriminados por el nivel educativo que les corresponda, primario o secundario, los cuales se
conforman por ―chicos‖ que provienen de distintos pabellones/sectores. Esta situación
desemboca en una resistencia difícil de desarmar ya que los jóvenes se niegan a compartir el
espacio educativo con ―chicos‖ que no son de su mismo sector.
Los docentes a cargo del área educativa, desbordados por esta situación, instalan
al sector de acompañantes la demanda de promover la permanencia y el tránsito de los
jóvenes por este espacio impuesto, con el fin de que puedan reflexionar acerca de la
importancia de la asistencia a la escuela. El objetivo de los educadores es que los jóvenes
puedan comprender la necesidad de integración a través de la experiencia escolar compartida,
―para lograr una educación de calidad que les aporte nuevos conocimientos y aprendizajes‖.
En las condiciones de encierro donde se desarrolla la experiencia de lo escolar-convivencial
echa por tierra casi por definición este objetivo, que nadie duda de sus buenas intenciones,
pero que los propios jóvenes con su propio accionar descubren su monto de ingenuidad.
Muchos ven con buenos ojos la propuesta de la integración, pero ésta se ve seriamente
lesionada en el espacio áulico-carcelario, porque la propia voz de los involucrados directos
considera que dicho espacio se convierte por excelencia en la posibilidad concreta y real
donde ―cruzarse y dirimir conflictos‖ pero de manera violenta (se tiran sillas, bancos, se
trenzan, se insultan, se pasan factura). Decimos que es el lugar por excelencia donde ocurren
estos enfrentamientos por ser el único espacio institucional en donde ni la figura del
Acompañante Juvenil ni la del personal penitenciario están en cuerpo presente. Esto recae
directamente en la responsabilidad del docente a cargo, que ante estos episodios de violencia
se encuentra totalmente solo/sola tomado/da por un sentimiento de desconcierto y temor en
medio de la bataola de objetos que se tiran unos contra otros, con la puerta cerrada con
candado a expensas de que el personal penitenciario, que la escolta por fuera, se predisponga
a actuar con rapidez.
46
En este contexto ―los chicos‖ registran por lo menos dos asistencias semanales,
muchos menos días de lo que marca el régimen educativo formal. A pedido del personal
docente los mismos son trasladados por el servicio penitenciario. La intervención del
dispositivo de Acompañantes Juveniles se reduce a la confección de las planillas en donde
figuran los grupos conformados según criterios fijados estrictamente por este personal, por ser
las personas que más conocimientos tienen sobre sus comportamientos y referencias. La
confección de las listas está principalmente orientada sobre la variable ―afinidad
convivencial‖ para facilitarle al área educativa la distribución de los grupos. 17 .
Baño y visitas
17
Cabe señalar que no hay una relación aceitada entre las dos áreas: “educativa” y “acompañantes”. Los
acompañantes debido al trato diario que mantienen con los jóvenes durante las 24 horas del día, son los que
más conocen las características que éstos muestran. Convirtiéndose en un capital de conocimiento importante
para definir los criterios de selección y agrupamientos de los jóvenes para que asistan a la escuela. El área
educativa demanda a la Dirección la conformación de los grupos, la Dirección se reúne con los coordinadores y
éstos con los acompañantes quienes son los que en definitiva deciden “quien puede salir a la escuela con tal y
cual joven”.
47
Por otro lado, de acuerdo a las modalidades establecidas por el IRAR para el
desarrollo de la vinculación de los jóvenes con el ―mundo exterior‖, se encuentra el
dispositivo ―las visitas‖. En las prescripciones formales la institución habilita dos por semana
y cada sector tiene un día y un horario asignado. Esta instancia que pone al joven en contacto
con el ―afuera‖ se lo considera como estructurante en su proceso de resocialización ya que
promueve el mantenimiento y afianzamiento de sus lazos afectivos familiares y de su entorno
más próximo (amigos, novia, etc.). El día anterior el joven puede efectuar un llamado
telefónico a su referente, con el cual puede mantener una conversación que no podrá superar
los diez minutos, con el fin de asegurarse la visita y solicitar artículos varios (alimentos, ropa,
artefactos electrónicos permitidos). Este contacto con ―el exterior‖ forma parte de uno de los
derechos que los jóvenes más tienen en claro y defienden, se lo han apropiado, aunque el
mismo no escapa al círculo restrictivo en clave de producción de confinamiento social que
impone la lógica de internamiento. Ya que es un derecho que se efectiviza bajo el mando y
comando del servicio penitenciario quien controla la duración de la llamada, escucha las
conversaciones, las cuales se realizan en los pasillos con los jóvenes esposados, a los oídos
de cualquiera que transcurra espontanea u ocasionalmente, vulnerando así su derecho a la
privacidad.
48
V.iv) Las intervenciones del Acompañante Juvenil y su relación con el
“equipo técnico”. Construyendo unas trayectorias, unas identidades.
De esta manera entendemos que los ―equipos técnicos‖ forman parte del eslabón
de la gestión de la custodia al ―profesionalizar‖ la relación del instituto con la justicia, y por
otro lado juegan como ―ordenadores‖ en clave de diagnósticos y pronósticos de una
población que es definida de antemano como problemática. Son los encargados directos de
poner al tanto al joven del estado de su situación judicial: avances, novedades, solicitud de
permisos, gestión de visitas. Al mismo tiempo instrumentan acciones para no profundizar el
deterioro del lazo social tales como: incluir a los adolescentes en capacitaciones laborales
(Programa Nuevo Oportunidad), en proyectos educativos, y mantener el cuidado de su salud
articulando con el Centro de Salud territorial de su referencia. La adjudicación de
profesionales a cada uno de los jóvenes está institucionalmente dividida según las zonas de
procedencia de los jóvenes detenidos.
Esta información que dispongo acerca de las tareas y funciones que cumple el
―equipo técnico‖ surge del propio interés y la he recabado de manera informal aprovechando
los escasos encuentros que suelo tener con estos compañeros de trabajo en el cruce ocasional
que a veces se producen en los pasillos del establecimiento o en otros ámbitos fuera de la
institución, ya que no mantenemos reuniones conjuntas pautadas formalmente desde la
coordinación general del instituto. Este déficit de encuentros regulares se ve agravado en el
turno tarde del sector de acompañantes debido a que los ―equipos técnicos‖ solo asisten al
IRAR por la mañana. Los Acompañantas Juveniles que cumplen sus funciones durante esta
parte del día, solo por el hecho de compartir la misma franja horaria de trabajo con el ―equipo
técnico‖ corren con alguna ventaja de poder tener con el mismo un trato personal de manera
más frecuente. Las demandas de los jóvenes pueden así resolverse más ágilmente, mientras
las que se instalan por la tarde deben esperar que se complete un circuito de registro interno
49
que funciona como un pasamano (lógica de report) del pedido que realiza el joven, sin que
las personas involucradas a veces se vean o se conozcan. Por estos motivos las dos áreas: -
profesionales y acompañantes-, planteamos oportunamente por iniciativa propia producir
reuniones de manera periódicas, las cuales nunca llegan a concretarse bajo la excusa de la
intensidad y la velocidad que adquiere el trabajo día a día, a causa de la cantidad de jóvenes
alojados, los ingresos diarios y el ritmo de respuestas aceleradas que demandan las
obligaciones laborales cotidianas. Trabajo que se vive como enloquecedor, productor de
desgaste físico y mental, que conduce al agotamiento, a la frustración, a la naturalización de
lo impropio, convalidándose un tipo de abordaje al modo de ―intervenciones-islas‖.
Esta falta de encuentros la evalúo como un déficit importante ya que ambas áreas
trabajamos con la misma problemática y los mismos sujetos. Se impone una suerte de
desconexión de tipo ―Don Pirulero cada cual atiende su juego‖: el equipo técnico
representando las voces expertas que actúan en varios planos; por ejemplo extrayendo un
saber que emerge de la evaluación del joven y de su familia que se proveerá a demanda de
otros actores y, los Acompañantes Juveniles como consejeros de un mejor vivir dentro del
encierro. Igualmente ambas áreas, montadas en el discurso de la humanización siguen
avalando las dinámicas institucionales vinculadas al régimen de vida, tanto en términos
formales como informales en un contexto que encarna una matriz de violencias yuxtapuestas
(técnicas de escasez, humillación, desposesión, aislamiento, golpes, insultos, desatención y
degradación de derechos). Prácticas que aunque se despliegan en un ―instituto especializado
para adolescentes en situación de penalidad‖ en pos de la resocialización y la
responsabilización juvenil, el establecimiento y la organización no dejan de portar los
atributos que hacen el hábitus de la punición carcelaria tradicional.
“la suavidad de las penas no tiene que ver con la eficacia del sistema penal. Hay
que sacarse de encima la ilusión de que la atribución de las penas se hace con el objetivo de
reprimir los delitos: las medidas punitivas no solo tienen el papel negativo de represión, sino
también el papel “positivo” de legitimación del poder que dicta las reglas. Puede incluso
50
afirmarse que la definición de las “infracciones a la ley” sirve justamente de fundamento al
mecanismo punitivo” (Foucault, M. 2012:125-207)
En este sentido decimos que generalmente cada trabajador y/o trabajadora aspira
obtener reconocimiento en el marco de un saber-hacer junto con otros, frente a otros, en un
espacio de trabajo que pretende ser medianamente de carácter colectivo. En esta dirección la
incorporación de los Acompañantes Juveniles ha conducido a poner en crisis un proceso
identitario fuertemente estatuido. Las representaciones que emanan del significante
Acompañante Juvenil tienden no ingenuamente producir identidades ―para los otros‖ como
identidades ―para sí‖, donde también cada subjetividad tramita de manera singular el sentido
del comportamiento penitenciario que se propone cuestionar, mitigar. Y vale precisar que la
51
pertenencia a un colectivo, “conferida por el reconocimiento, supone que estén en vigor
reglas de trabajo comunes que compete al colectivo en cuestión (Dejours, Dessors, Molinier
1998:202)
Las pequeñas conquistas logradas por los acompañantes no han sido sin registrar
serias consecuencias en lo psíquico, en lo físico, en lo subjetivo. Sus trayectorias develan
importantes monto de desgaste, sufrimiento, desánimo, impotencia, angustia. Este síndrome
de agravamiento del malestar subjetivo y profesional implicó que varios de los primeros
compañeros ya no se encuentran hoy trabajando en el IRAR, quedando de esa tanda solo
unos pocos. Esto se vio agravado adicionalmente por las precarias condiciones laborales de
contratación, impidiendo la representación de que un futuro cercano y seguro los (nos)
habite.
52
resolución el ―perfil actitudinal y funciones del Acompañante Juvenil‖, que a continuación
recupero de manera acotada:
• Gestionar el diario vivir de los jóvenes, intentando responder a un modo de vida digno y respetuoso
de los derechos humanos para los adolescentes infractores de la ley penal.
• Desmontar la lógica tumbera que es una forma de vinculación jerárquica, autoritaria, violenta,
machista, en la que el otro es un enemigo inminente. Buscando establecer nuevo modos de
convivencia, partiendo del reconocimiento de sí y de los demás jóvenes en la misma situación
instalando la palabra como medio de resolución de problemas.
• Proponer y sostener actividades debidamente pautadas institucionalmente, que tiendan a la
expresión, para vislumbrar gustos y prácticas en las que aparezca el deseo de los jóvenes.
• Estar presente durante el momento de apertura de los sectores.
• Atender que los jóvenes mantengan limpio y ordenado su lugar de alojamiento, intentado que los
mismos puedan incorporar hábitos saludables e higiénicos necesarios para mejorar la calidad de
vida.
• Resolver las dificultades de alojamiento arbitrando todos los medios necesarios para que el joven se
encuentre habitando un espacio capaz de preservar su salud física y psíquica.
• Intervenir en la educación para la vida cotidiana generando relaciones de respeto entre sus pares.
• Acompañar a los jóvenes en las comidas diarias generando un orden y cuidado en las pautas
alimenticias que posibilite el registro del cuidado corporal.
• Garantizar que los jóvenes asistan a la escuela, por lo que deberán articular con los docentes de los
diferentes niveles con el fin de estar conectados con el listado de jóvenes que asiste a la escuela y
con los horarios de desarrollo de las actividades escolares para dar prioridad a la educación formal
que es una obligación de los jóvenes.
• Conocer los horarios de las diversas actividades que se desarrollan en el Instituto con el fin que se
garantice la asistencia de los jóvenes y la no superposición de dos actividades para un mismo grupo
de jóvenes.
• Estar consustanciado con el proyecto educativo pedagógico que se intenta implementar.
• Acompañar al joven en las salidas que tanto la DPJPJ como el Juzgado requieran siempre y cuando
la situación interna así lo permita.
• Atender las necesidades de los jóvenes y dar curso a sus pedidos siempre y cuando no vayan en
contrario de una orden de la Dirección.
• Articular sus intervenciones con el equipo de profesionales y establecer canales de comunicación
con el fin de no crear confusiones hacia los jóvenes.
• Producir las comunicaciones necesarias a los operadores penitenciarios con el fin de facilitar los
procedimientos de seguridad a la vez que articular intervenciones conjuntas con el fin de disminuir
los obstáculos que puedan generarse en el diario vivir de los jóvenes.
• Cuidar el manejo de la información, contemplando siempre la necesidad del joven y la realidad
institucional.
• Acordar con la Dirección o con el profesional que atienda al joven, cualquier comunicación a la
familia — ante la existencia en la institución de una situación de crisis o disturbios — con el fin de
no generar mayores conflictos a los existentes.
• Colaborar con aquellos actores externos que deseen realizar actividades dentro del Instituto, como
también participar de algún evento que se organice para los jóvenes.
• Comunicar a la Dirección del Instituto cualquier situación que ponga en riesgo la vida de los
jóvenes, así como las dificultades de convivencia que puedan generar potenciales disturbios.
• Respetar y transmitir a los jóvenes las pautas y reglas institucionales para fortalecer un régimen de
vida pautado, necesario en contextos de máxima contención.
• Transmitir reglas de comportamiento.
• Producir informes por las situaciones de los jóvenes, realizar las entrevistas de ingreso y completar
el libro de guardia.
• Permanecer en su guardia hasta el debido relevo.
• Conocer el esquema cotidiano de actividades para garantizar que los jóvenes asistan a sus
actividades.
53
• Colaborar con los actores externos con el fin de preservar sus intervenciones y garantizar su
continuidad, para que los jóvenes puedan recibir una oferta institucional amplia y con figuras
ajenas a la institución, lo cual favorece y propicia otros climas.
• Colaborar con el equipo profesional con el fin de ayudar en las intervenciones pautadas para los
jóvenes.
• Asistir a las reuniones semanales de elaboración y discusión de las intervenciones institucionales.
• Asistir a los espacios de formación y de capacitación.
La institución establece como requisito que las futuras incorporaciones cuenten con los
siguientes conocimientos:
Generales sobre misiones y funciones de la Dirección Provincial de Justicia Penal
Juvenil del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en particular de la
Coordinación Sur, según Decreto N° 0908/08.
Ley N° 8525 (Estatuto General del Personal de la Administración Pública).
Ley Nacional N° 26.061 (Protección Integral. de los Derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes).
Ley Provincial N° 12.967 (De Protección Integral. de los Derechos de las Niñas,
Niños y Adolescentes).
Decreto N° 2695/83 y modificatorios — Escalafón del Personal Civil de la
Administración Pública.
Decreto 3467/2012 (Homologación Acta Acuerdo N° 4/2012 Agrupamiento
Asistentes de Justicia Penal Juvenil
.
• actuar con clara consciencia que la restricción de libertad debe lesionar lo menos posible otros derechos
no afectados por el título judicial que produce el encierro.
• Ampliar el ejercicio de otros derechos
• Generar un orden y marcar pautas que hacen a la rutina institucional, establecer una presencia que
genere un vínculo de confianza
• Posicionarse como una referencia subjetiva para los jóvenes, posibilitando el diálogo y la circulación
de la palabra
• Intervenir con predisposición flexible para adecuarse a las demandas provenientes de los jóvenes, con el
fin de comprender de modo responsable la historia y el lugar de procedencia de los mismos.
• Ser capaz de generar contextos de calma y contención
• Tener predisposición y amplia capacidad de tolerancia frente a las diversas posiciones derivadas de los
diferentes actores involucrados en la asistencia y atención de estos jóvenes.
• Proponer y sostener actividades recreativas y convivenciales
• Reducir los problemas de convivencia, apaciguar las situaciones de conflicto.
• Sugerir a la Dirección algún cambio de alojamiento
• Promover relaciones de respeto entre los jóvenes y con los adultos.
• Contribuir a desmontar la lógica ―tumbera‖
• Acompañar a los jóvenes en la cotidianeidad del encierro, desde la apertura de los sectores hasta el
momento del ―resguardo nocturno‖
• Contribuir a que el joven mantenga limpio y ordenado su lugar de alojamiento.
• Contribuir intervenciones con otras áreas y producir las comunicaciones necesarias
54
El nuevo rol formalmente introducido en el perfil actitudinal asignado a la figura
del Acompañante Juvenil, secundado por una amplia gama de objetivos progresistas, de
carácter socio-pedagógicos contiene de manera explícita e implícita la idea de que la nueva
función no habrá de alterar la naturaleza y el alcance del concepto de autoridad que encarna
la función penitenciara, reconociendo además que en esa lógica ambos grupos ―celadores-
acompañantes‖ sustentan sus relaciones en el trabajo.
La institución ―cárcel‖ sabe que la incorporación de esta nueva función debe ser
llevada a cabo de tal manera que no genere perturbaciones que alteren sus estados de
equilibrio. Si volvemos a repasar el repertorio institucional sobre ―perfil y consideraciones
sobre el rol del acompañante juvenil‖, podemos desentrañar, atendiendo a lo dicho y lo no
dicho en lo que se dice que esta nueva figura es anoticiada mediante un protocolo
―suavizador de penas‖ a producir un cambio, pero sin que estos cambios sean revolucionarios
ni disruptivos del orden establecido.
Estas reflexiones hasta aquí volcadas nos permiten conceptualizar también a las
instituciones como ―sistemas culturales, simbólicos e imaginarios‖ (Enríquez, Eugene. 1989)
en el sentido que cada institución despliega una cultura, un sistema de valores y normas, de
pensamiento y acciones que modelan la conducta de sus agentes, que a su vez va acompañada
de mitos, historias, héroes que sirven como sistemas de legitimación dando sentido a sus
prácticas y su vida, garantizándole protección ante la vacilación o angustia de fragmentación,
por eso, como efecto de la dimensión imaginaria la institución asegura un status, un rol, una
función, una identidad.
55
reconocimiento, vivir de un trabajo, produce también en los miembros que lo componen
displacer y sufrimiento a causa de lo que el propio vínculo impone.
56
VI) Trabajo Social e Intervención.
57
A partir de la distinción realizada, ubicamos por un lado el reconocimiento de la
presencia de una práctica profesional del Trabajo Social legitimada institucionalmente y por
otro, una práctica que se constituye fácticamente en una práctica profesional en términos no
convencionales expresada en la función que cumple el rol de Acompañante Juvenil. Este
puede presentar una formación vinculada al Trabajo Social, a la Psicología o a cualquier otra
disciplina con orientación artística o pedagógica, o relativa a una experiencia adquirida en
cualquier otro oficio afín. Esta realidad configura un espacio de trabajo no desprovisto de
tensiones, antagonismos, contradicciones, conflictos, pero también puede operar como
aglutinador de una riqueza interventiva a partir de las distintas versiones de saberes y haceres
que se ponen en juego. Una heterogeneidad (interdisciplinar) que para ser productiva requiere
de un trabajo de pérdida narcisista que dé lugar a la posibilidad de tejer un vínculo con el otro:
―sería imposible pensar la lógica de esa pérdida sin el otro en el horizonte” (Jasiner, Graciela
2016:41)
Si bien todos estamos imbuidos por la misma política institucional, los mismos
objetivos organizacionales, las mismas metas, las intervenciones particularizadas pueden
trascender el lugar asignado y hacer rodar algo de los proyectos éticos-políticos que atraviesan
indistintamente a las estrategias interventivas de cada grupo o cada sector, según los roles y
funciones a cumplir. En este sentido: “consideramos a la dimensión política como
componente ineludible de la intervención profesional en tanto ésta se desenvuelve en el
marco de relaciones sociales inscriptas en la lógica capitalista y, por lo tanto, no inmune a
las contradicciones que devienen de dicho orden social” (Lera, Carmen. 2015:156). Con un
impacto ineludible en la división social, técnica y sexual del trabajo.
58
atraviesan determinadas situaciones y que requieren refuerzos para activar recorridos de
respuesta. A veces esta dimensión domina todo el proceso de intervención o bien está
presente desde un lugar más colateral, pero no menos importante”. (Lera, Carmen I.
2015:173).
En este caso particular, los jóvenes a los que van dirigidas nuestras
intervenciones son ―otros‖ marcados por un proceso de judicialización que los estigmatiza de
manera uniforme y mortífera. Singularizar supone ligar a estos jóvenes con otras marcas que
los sustraigan de esa prisión que es la soledad ensordecedora que produce la cárcel, aun
cuando el ―otro‖ está presente. Por eso entiendo que el lenguaje ―tumbero‖ que recorre y
ornamenta distintas partes de su cuerpo se ofrece como una ilusión de una identidad, una
narrativa, una posibilidad de compartir con ―otros‖ el sufrimiento y no una mera
identificación con una trayectoria de vida cargada de fragmentos violentos que deshilachan su
subjetividad produciendo una diferencia devaluada.
18
Golpes intimidatorios con los candados, con las esposas, sobre las rejas, como recordatorio del lugar en el
que se encuentra alojado: el encierro carcelario
59
estigmatizados, puedan ser reconocidos efectivamente como sujetos de derecho. El reiterado
despojo de su condición de sujeto de derecho como el de ciudadano va produciendo un modo
naturalizado de concebir a ―estos otros‖ como una presencia muda, invisible, olvidable
1. Perfil autoritario, el cual parte de considerar a los jóvenes como rebeldes y peligrosos
a los que hay que controlar con abordajes correccionalistas y represivos que tienen
como objetivo el castigo y la sumisión por parte de los jóvenes.
2. Perfil asistencialista, el cual considera a los jóvenes como sujetos vulnerables
incapaces de modificar su situación y objetos pasivos de asistencia. El abordaje se
basa en una mirada asistencialista y moralizante acentuando en las carencias de estos
jóvenes: lo que no son, no tienen, no son capaces de hacer. Postura que justifica y
victimiza a estos jóvenes anulando su capacidad de pensarse como un sujeto con
derechos y responsabilidades.
60
3. Perfil que preserva el enfoque humanizante, promotor y posibilitador de derechos y
protagonismo de los jóvenes, esta posición considera a los jóvenes como sujetos de
derechos y responsabilidades. El protagonista del cambio es el propio joven quien es
un sujeto activo, capaz de pensarse a sí mismo y recrear sus condiciones y
circunstancias de vida. Este enfoque está ligado a fortalecer las potencialidades del
joven y su participación a pesar del contexto de encierro.
La mayoría de los que estamos trabajando con estos jóvenes hemos transitado por
estos perfiles, no de manera absoluta, tampoco con un criterio meramente discrecional,
tampoco uno por vez, a veces por tramos intervalados y otras veces con todos los perfiles
cargados como una mochila, no sabiendo (recordando a Winnicott) si somos el jinete
montando el caballo o si somos arrastrados por éste. Esta situación arroja un espacio de
trabajo impregnado de diferencias, cuestionamientos, distanciamientos y adhesiones a-
críticas a los reglamentos institucionales, que inciden en la planificación de estrategias de
abordaje como producto del trabajo grupal, agravado éste por no poder reconocer en
términos institucionales (a nivel de grupo) ―una voz‖ que acompañe y que conduzca.
Cada uno hace lo que puede y contribuye según sus propias concepciones. En mi
caso particular, tanto el tránsito por la formación profesional académica y los aportes que
me proporciona el bagaje de la propia experiencia, me han significado una herramienta
valiosísima a la hora de actuar concretamente, en donde incluyo también una posición de
―no-saber‖, soportando la falta de garantías y las incertidumbres propias de cualquier acto.
Esta perspectiva, me ha dado cierto margen de maniobra para ensalzar la defensa de los
derechos humanos, discriminar y rechazar el arbitrio y todo tipo de autoritarismo, apuntalar
un trabajo comprometido a revalorizar un derecho tan fundamental como es el ―derecho a la
dignidad humana‖, más allá de las oportunidades que sepamos construir para generarle a
estos jóvenes procesos de asunción de autonomía y ciudadanía en un contexto de encierro.
Contexto que nos enfrenta en reiteradas ocasiones a un dilema más que a un problema.
Porque no solo se trata de garantizar el derecho a ser asistido, también contribuir al derecho
a existir.
61
una falta de claridad en las intervenciones en sus inicios, diversas potencias subjetivas,
algunas diluidas y fragmentadas para modificar esta realidad y muchas contradicciones que
se sitúan en esa distancia plasmada entre lo que enuncia el discurso oficial y lo que
efectivamente se pone en práctica. Pero curiosamente, es en esa distancia, en esa grieta, en
esa fisura, donde se produce otro discurso, el discurso de lo posible entre el trabajo
prescripto y el trabajo real: lo ―posible de hacer con sentido‖ resignificando la ilusión grupal
que nos retrotrae al mito fundacional del dispositivo, el cual nos propicia pistas para pensar
otros anudamientos, ya no estrictamente sujetados al ―orden‖ de la institución sino abriendo
un pliegue en donde fabricar un ordenamiento propio, fundar una topología de proximidades.
Como refiere Jasiner (2016:169) recordando a Fernando Ulloa: “no se pasa de tener una
profesión a un oficio sin atravesar el desierto”. Este atravesamiento me devuelve como
aprendizaje que no hay técnica eficaz sino se la relaciona con una lógica capaz de integrar la
escucha, introducir lo que el sistema no incluye o lo que produce como resto, o deshecho.
No es una cuestión de técnicas, es una cuestión de criterios, sensibilidades y afecciones.
La noción de discurso referido a ―lo posible de hacer con sentido‖ se funda una
articulación del deseo con el lazo social. Me refiero a un discurso que piensa la singularidad
en su articulación con lo colectivo, o a un campo colectivo.19
19
. La noción de “discurso”, que implica siempre al sujeto y al otro, fue acogida por los estructuralistas: El orden
del discurso, conferencia con que Foucault inauguró su cátedra en el Colegio de Francia (1970), y Fragmentos
de un discurso amoroso, de Roland Barthes (1977), dan cuenta de ello…En Lacan el discurso no se reduce al
acto de habla, es lo que hace lazo social. (Jasiner, Graciela 2016:109)
62
entre 16 y 18 años de edad (contienen una ―versión‖ provisoria de subjetividad) sin advertir
conscientemente la zona de desamparo subjetivo que esto produce, tanto para el que
interviene como para el que es intervenido. Prevalece un trato permisivo acompañado de una
mirada compasiva, que incide negativamente para ejercer una adecuada discriminación del
sentido de las sanciones o de las habilitaciones. Se confunden los ―sí‖ de los ―no‖ y viceversa
y esto no es sin consecuencias frente a ese otro que se nos presenta con un capital simbólico
que en la mayoría de los casos es deficiente. Esa falta de seguridad en el ejercicio de la
autoridad, decirse y desdecirse rápidamente ante las demandas compulsivas que instalan los
jóvenes si mediar tiempos de espera razonables, es perjudicial para sus procesos de
subjetivación, especialmente cuando tomamos nota que en su experiencia punitiva se hace
requerible (en términos jurídicos y simbólicos) que alguna ley funcione como límite.
Requerimiento que se ve seriamente afectado por un estilo de intervención que en su afán de
agradar, el acompañante se comporta con demasiados titubeos generando de sí una imagen
fácilmente manipulable.
Si los límites por parte del adulto que conduce el vínculo no se manifiestan
claramente, son imprecisos y se sostienen desde una lógica que combina omnipotencia (vengo
a hacer algo por vos) con impotencia (resuelvo lo que no se de cualquier manera), condena al
joven a un lugar de pura víctima impidiendo su transformación y, probablemente éste adopte
pautas de relacionamiento basadas en la manipulación midiendo la real capacidad de su
―acompañante‖ en fijar límites frente a posibles chantajes o su capacidad de tolerancia frente
a conductas desafiantes.
Al hacer consciente de la importancia de un marcaje en la relación interpersonal
relativo al encuadramiento de límites bien identificables y comprensibles, el vínculo con el
joven es susceptible de ser construido sobre una base de respeto que se organiza
recíprocamente, donde algo de la responsabilización jurídica y subjetiva puede hacerse rodar
al incorporar en su subjetividad algo del orden de la legalidad, basado en la importancia que
adquiere el respeto por las normas y los acuerdos (enriquecer su ordenamiento simbólico)
Mientras que la imposibilidad de sostener un ―no‖, firme y contundente o la implementación
excesiva de sucesivos ―no‖ sin argumentos consistentes, conlleva al acrecentamiento de
situaciones conflictivas en donde los mayores perjudicados son los pibes a causa de la
destitución subjetiva experimentada en sus trayectorias de vida marginales, producto de
procesos de vulnerabilización social y económica donde la trasgresión delictiva aparece como
la única forma de mediatizar su relación con el otro, que trasladan y reproducen al interior del
penal. En este sentido, el Acompañante Juvenil se enfrenta al desafío de sortear la
63
naturalización de la no presencia del otro como referencia. Por lo tanto instituir una presencia
que opere como una autoridad referencial, resulta el componente vitalmente necesario (no
solo para estos jóvenes sino para cualquier sujeto en formación) para el reconocimiento del
límite que facilita aprender la práctica de la libertad, aun pensándolo como imposibilidad en
un contexto de encierro de máxima seguridad.
64
resulta fundamental el reconocimiento mutuo que conlleva a la realización del sujeto, y por
esa vía el trabajo adquiere un sentido y el placer va de suyo.
Jorge Etkin nos recuerda que Foucault reconoce la singularidad de los sujetos
éticos y su posibilidad de ser creativos. Como modo de subjetivación y de realización
personal. Es una ética que toma distancia de lo meramente prescriptivo, de los códigos
impuestos, de lo masivo y lo uniformante.
65
VII) La posibilidad del encuentro: reflexiones que se tejen
“El sujeto no es sin los otros que
lo acompañan en su camino
20
En: Los contrabandistas de la memoria. Buenos Aires. Ediciones de la Flor.
66
vaivenes lo corporal y las ideas se encuentran, juegan entrelazadamente, continuamente. Es
preciso entender aquí que los atributos y las expresiones de nuestro cuerpo son también una
expresión de nuestros afectos: según los afectos que haya despertado el encuentro, en este
caso con la práctica misma, con el propio recorrido experiencial, con las lecturas, con los
jóvenes en cuestión, con los signos, los símbolos, con los conceptos, con la institución en
general y en particular, aumentará o disminuirá nuestra potencia para actuar. (Del Cueto, A.
María, 2014)
67
jóvenes puedan fabricar y ocupar otros espacios para la ampliación de su ciudadanía aún en
situación de encierro.-
Carmen Inés Lera (2015:180) refiere que ―pensar lo asistencial provocando
rupturas con las concepciones generalizadas y dominantes aporta a la producción de nuevos
sentidos. La apuesta por resignificar el espacio de la asistencia, en términos de discursos y
prácticas, puede dotarla de una fuerza particular y, por lo tanto, ser portadora de otra
realidad. Dubet (2006) la piensa como el trabajo sobre los otros que articula acciones de
control social, de servicios y de relación ejecutadas por distintas profesiones. De sus estudios
se desprende que los trabajadores sociales generalmente adoptan o definen sus actividades
sucesivamente entre esas tres posiciones y, entre ellas está el registro de acciones de
asistencia. En este sentido, Carmen Lera (2015) siguiendo la línea de este autor afirma que:
“la relación con el otro es percibida como la sal del oficio, es estructurante en virtud de que
ese espacio coloquial le otorga una eficacia simbólica”… “es ese trabajo en singular (Dubet,
2006:298) orientado hacia el reconocimiento del otro. Ya lo decía Dessors y Molinier (2001)
―el trabajo es el otro del amor‖ en un proceso de identificaciones cotidianas, donde todos
deseamos ser reconocidos, tanto el que asiste como el asistido, el acompañante y el
acompañado. En el hacer también aparece el ser, devuelto por la mirada del otro y por su
consideración. (Dicapua, et al., 2001). En vista de esto: “entendemos que la problematización
sobre la relación y el reconocimiento del otro en tanto aristas presentes en las intervenciones
profesionales pueden contribuir, en el caso específico de la asistencia a revertir la
connotación negativa que pesa sobre la misma” (Lera, C. 2015:182)
En las propias derivas que registra la práctica del Acompañante Juvenil desde sus
inicios hasta el presente, es posible constatar ciertos cambios que resultan significativos a la
hora de evaluar las condiciones de los jóvenes que transitan por el encierro. Entre los
indicadores que objetivan esta realidad encontramos: descenso del nivel de conflictividad
entre los jóvenes y el personal en general, reducción de quema de colchones, disminución de
episodios de autolesión, arreglos edilicios para su mejor alojamiento, disminución del uso de
las esposas para los traslados, mayores oportunidades para hablar, gestionar y defender
derechos.
En esto mucho ha tenido que ver el reforzamiento del protagonismo civil sobre el
penitenciario. La figura del Acompañante Juvenil fue abriendo la posibilidad de un cambio
que es tan ambicioso como elíptico e inconcluso, frente a la talla arrolladora que impone el
68
dispositivo carcelario y las diferentes agencias que intervienen en el amplio archipiélago del
sistema judiciario penal juvenil. No obstante esta presión, persiste la intención de sostener una
práctica que active nuevas normas de regulación corporal y subjetiva reconociendo la trama
de las relaciones de poder que ahí se ponen en juego. Entendiendo por subjetividad: “el
conjunto de modos de percepción, afecto, pensamiento, deseo, temor, etc. que animan a los
sujetos actuantes. Pero también aludo a las formaciones culturales y sociales que modelan,
organizan y generan determinadas “estructuras de sentimiento” (…) conciencia
específicamente cultural e histórica” (Ortner, 2005:25-29)
En esta dirección quiero expresar que en mis inicios, aprendiendo con asombro,
inseguridades y temor la función de Acompañante Juvenil en un contexto institucional
altamente hostil, en el marco de encuentros cargados de prejuicios, tomada por un sentimiento
desolador y un clima abrumador por el exceso de control y vigilancia, hoy puedo ―ver‖ que
aún en esas condiciones de fragmentariedad, de restricciones y vaga estabilidad emocional las
primeras acciones que pude inscribir se apartaban igualmente de cualquier indeterminación.
Porque todavía (aunque) no de manera consciente se trababa de poner en juego otra versión,
una versión distinta hasta el momento casi inexistente en la organización: trazada por el
acercamiento dialógico, el respeto y la confianza. Factores que fueron pensados más tarde
como los cimientos para construir una figura de referencia y de reconocimiento. Un límite
(algo de la función prohibitiva) encarnado en la práctica del ―acompañar‖, del ―cuidado‖
distanciado de la clásica práctica del tutelaje.
69
otro en la propia subjetividad. Silvia Bleichmar (2010) en su libro La subjetividad en riesgo
refiere que esa banalización nos deja despojado de un proyecto trascendente que haga
disminuir el malestar reinante. Para esta autora la libertad es impensada sin representación de
futuro y sin condiciones de posibilidades que habiliten su ejercicio. Esta es la paradoja con la
que nos encontramos en el IRAR: ¿Cómo enseñar la práctica de la libertad en el encierro? Los
jóvenes penalizados transitan la experiencia conformada por ese doble comando entre lo
punitivo-educativo, en un ámbito impregnado de posturas jurídicas ambiguas, tensionante y
contradictorias, que se da en el cruce de disposiciones tutelares y medidas cautelares. ¿Cómo
enseñar hacer lazo?... ¿en un instituto de máxima seguridad donde priman los vínculos
penitenciarios que casi por definición anulan toda excepción que posibilite de límite donde el
sujeto avenga? ¿Cómo marcar un camino en el encierro que le devuelva dignidad al sujeto?
En este sentido traigo el pensamiento de Saúl Karsz (2006) quien nos invita a un
trabajo de descifraje de la clínica de la intervención social, vale decir: tratar de comprender
cómo las situaciones son construidas, significadas. Para ello el trabajador social no puede,
refiere: ―no debe –ver a la gente sin categorizarla‖. No puede por ejemplo, como en el caso
que estamos analizando ver jóvenes sin sacar a relucir categorías como ―jóvenes en conflicto
con la ley penal‖ o ―menor infractor‖. Karsz plantea la necesidad de localizar las
concepciones, los conceptos, los saberes y por supuesto las ignorancias, las propias y las
ajenas.21 Este enfoque me/nos conecta con la interdisciplina, admitiendo ser conducida por
una posición de trabajo transdiciplinario.- Para Jasiner (2016) lo transdiciplinario se
desmarca de esa ilusión de completud de los equipos interdisciplinarios que reúnen un
médico, un biólogo, un psiquiatra, etcétera, y a veces sueñan con abordar el objeto en su
totalidad, y terminando dicho encuentro estos profesionales retornan cada uno a su lugar a
refugiarse en la seguridad de sus barreras disciplinarias: “lo transdiciplinario no es lo mismo
que lo interdisciplinario, es un pensamiento, una operatoria, que sostiene las tensiones de
aquello que igualmente jamás va a ser abordado ni resuelto, ni aún nombrado en su
totalidad” (Jasiner, I. 2016:165)
¿Qué significa ―acompañar‖ o en qué consiste o de qué está hecha una práctica de
―acompañamiento‖ dirigida a jóvenes de entre 16/18 años privados de libertad?
21
En cursiva agregado nuestro.
70
implicará siempre poder sostener algo del orden de lo paradójico, saliendo de la lógica
de “lo uno y lo otro”, y dando cabida a lo heterogéneo, lo múltiple, lo diverso. (Jasiner,
I. 2016:165-166)
Luego del trayecto recorrido y solo a modo de bosquejo puedo arrojar una serie de
conclusiones que permitan seguir abriendo preguntas:
Es asombrarse.
Es un dispositivo técnico.
71
lo que nos permite destrabar un conflicto, generar un encuentro y aliviar angustias, establecer
límites, tejer acuerdos, hilvanar miradas.
No obstante, según (Karsz, Saúl. 2006:25): “lo más frecuente es que los
trabajadores sociales vengan con buenas intenciones, con muy buenas incluso –que a veces
son, por cierto, particularmente mortíferas. Cuando se quiere el bien del otro pese al otro,
este ejercicio de la bondad puede conducirnos demasiado lejos”. No es una posición
recomendable, una exacerbada preocupación por hacer el bien no solo se convierte en la razón
de la mayor parte del trabajo cumpliendo una función caritativa irrestricta, sino que condena
al otro a un lugar pasivo, fijado como sujeto devaluado, lo limita en su capacidad para
discernir, lo aminora psíquicamente en el ejercicio para su responsabilización subjetiva.
72
alguna vez Marcelo Percia, se trata de “bordear con palabras y ternura lo insoportable”-
(Jasiner, I. 2006: 179)
Al leerla pude darme cuenta la importancia que tiene nuestro trabajo en la vida de
un joven y cómo una palabra puede agitar la sensibilidad de un ser que nos hace vivir, en
términos de Bachelard (2010)22, verdaderamente una imagen poética.: un ser que afronta ―el
peligro‖ de expresarse. Esta turbación, estas imágenes, estas letras, estas miniaturas, estos
extravíos del ser creo deben insertarse en nuestro trabajo
22
En: La Poética del Espacio. Op.Cit
73
74
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ISBN: 978-956-19-0828-4 / On Line: http://www.congresoalaschile.cl.
DOCUMENTOS:
ARTICULOS PERIODISTICOS
―El gobierno cedió el control interno del IRAR al Servicio Penitenciario‖. Diario La Capital.
Suplemento Policiales. (26/04/2007) - Rosario
―La crítica situación del IRAR provocó un fuerte choque entre poderes‖. Diario la Capital.
Suplemento Policiales. (18/03/2009) - Rosario
78
ANEXO
79
Las entrevistas presentadas en esta tesina fueron realizadas a cinco informantes claves. A
continuación expongo una de ellas a modo ilustrativo y la guía de preguntas utilizadas.
Guía Entrevista:
1- ¿En qué año ingresaste a trabajar en el IRAR y para que función fuiste convocado?
4- Remontándonos a tus comienzos ¿Qué pensaste en relación a lo que te ibas a encontrar dentro
de IRAR cuando te surgió la posibilidad de trabajar ahí?
5- ¿Tuviste alguna capacitación específica por parte de las autoridades al momento de entrar a
trabajar? Capacitación sobre la población adolescente que transita por el IRAR, sus problemáticas, el
trabajo de acompañamiento. ¿Qué pensas al respecto?
8- ¿Cómo era el contexto institucional cuando vos entraste a trabajar? ¿Había una estructura
organizacional definida claramente? ¿Notas cambios hasta el presente?
9- Cuando entraste a trabajar ¿Cómo era la presencia de las fuerzas de seguridad tanto dentro
como fuera del IRAR? ¿Actualmente?
10- ¿Cómo era la relación del servicio penitenciario con el área de acompañantes, con el personal
civil? ¿Notas cambios en esta relación desde que ingresaste hasta el presente?
11- ¿Qué pensas en relación a la convivencia dentro de una misma institución, de un mismo
espacio de actuación de dos lógicas de trabajo diferentes, la seguridad por un lado y el enfoque
socioeducativo y convivencial por el otro?
12- ¿Cómo influye en el trabajo de los acompañantes juveniles la lógica implementada por el
servicio penitenciario? Lógica basada en la seguridad, la peligrosidad de estos jóvenes.
13- ¿Qué pensas que significa acompañar a adolescentes en un contexto de privación de libertad?
14- ¿Qué posicionamiento o enfoque de trabajo crees fundamental para intervenir, desarrollar el
trabajo cotidiano con los jóvenes?
15- ¿Qué aportes consideras necesarios para mejorar el trabajo que se realiza con los jóvenes?
16- ¿Funcionaria de igual manera el IRAR sin la presencia de los acompañantes juveniles?
17- ¿Pensas que la presencia de los acompañantes juveniles es reconocida por los jóvenes?
18- ¿Qué cambios, transformaciones, en relación a la función de los acompañantes percibís desde
que comenzaste hasta el presente?
19- ¿Qué pensas sobre cómo se podría trabajar la responsabilización del joven sobre sus actos?
20- ¿Qué es lo que consideras más gratificante, positivo del trabajo que desempeñas junto a los
jóvenes?
80
Entrevista a Raúl (R). Acompañante Juvenil. A cargo de Gisela Lopez (G). Realizada el 2 de abril de
2016. Duración total en minutos: 38´00´´
G: ¿En qué año ingresaste a trabajar al IRAR y para que función fuiste convocado?
R: Nosotros empezamos en el año 2009, a mí me avisaron a fines del 2008 que estaba abierta la
convocatoria, fui a calle Dorrego (lugar donde funciona la delegación sur de justicia penal juvenil) y
justo había cerrado la convocatoria y nada, pude hablar y como no se había completado el cupo de
personas me hicieron la entrevista y me hicieron ir al IRAR y me dijeron en el marco de que era la
convocatoria, en el marco del cierre progresivo y como veníamos militando en ese campo, bueno, por
eso también me enteré, después fui a conocer el instituto, o sea, que si bien lo conocía de afuera no lo
conocía de adentro.
R: A eso iba, el choque fue muy fuerte, le paso a muchos y eso hizo que se demoren en buscar los
papeles por eso al principio en enero entraron cuatro acompañantes y tres meses después entramos
todo el resto. Forme parte de una segunda camada en la que entro el grupo más masivo de gente, los
cuatro primeros eran más o menos como para probar la función y asegurar lo más básico digamos.
R: No, ahora estoy en la granja de Alvear (refiere a el dispositivo socioeducativo de puertas abiertas),
pase por la de Lagos (Hogar Casa Joven) como operador juvenil, ahora se llama así la función.
G: Remontándonos a tus comienzos ¿Qué pensaste en relación a lo que te ibas a encontrar dentro de
IRAR cuando te surgió la posibilidad de trabajar ahí?
R: El IRAR en ese momento para los militantes de derechos humanos que éramos todos los que
entramos, era visto solamente, conocido, por la óptica de los diarios, de los policiales, nosotros
entramos, digamos que lo que nos convocó, era el cierre progresivo, esa era la única manera de
engancharnos para entrar, porque si no, hubiera estado complicado sin ese marco poder entrar y poder
trabajar, si por lo menos no hubiera alguna especie de marco de cierre o de cierre de esa forma de
trabajo que era totalmente carcelario.
G: ¿Tuviste alguna capacitación específica por parte de las autoridades al momento de entrar a
trabajar?
R: Especifica no, si digamos había algunas capacitaciones pero eran herramientas mínimas, porque,
digamos, la función no estaba bien marcada, bien determinada, yo creo que ese trabajo lo hicimos
nosotros colectivamente, creo que la inclusión de esa función tenía como prioridad una demanda muy
fuerte que había en ese momento en IRAR que tenía dos denuncias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, entonces yo creo que necesitaban, digamos, justificar de alguna forma que algo se
estaba haciendo desde los derechos humanos y convocaron gente que tenía cierta idoneidad en el
campo.
R: Fue fuerte, muy fuerte. Entramos básicamente en un marco donde no teníamos marco institucional,
no había circuitos institucionales, o sea nos dijeron vayan y hagan, y no sabíamos muy bien, había dos
o tres personas que habían empezado a hacer un punteo de cosas que hacer pero, digamos, era muy
difícil porque la lógica de trabajo era otra, totalmente distinta a la cual nosotros veníamos formados,
entonces como que fue muy difícil empezar a generar el marco institucional para el cual trabajar, para
el cual nos sentíamos mas cómodos, porque se venía trabajando desde otro lugar.
81
R: Era un contexto muy fragmentado, estaba muy marcada la lógica de los civiles y la lógica de los
penitenciarios, más que marcada era notoria la diferencia territorial y de poder de esos dos actores
institucionales, o sea, el servicio penitenciario era básicamente en número y en poder los que te
manejaban la institución.
R: Si muchísimos cambios, nosotros si bien entramos en el marco de poder cerrar la institución, por
las distintas coyunturas políticas que fueron pasando, se cayeron las denuncias de la Corte
Interamericana, no había donde emplazar el nuevo IRAR lo que dificulto el cierre… creo que si se
notaron cambios… en relación a lo que era nuestro objetivo, que los pibes logren mayor autonomía, o
sea, justamente lo que intenta clausurar la cárcel es no solamente la voluntad sino la autonomía,
entonces me parece que en algún punto nuestra función era esa, trabajar para que los pibes tengan
mayor autonomía y creo que desde el primer día hasta el día en que me fui, los pibes habían ganado
mucha autonomía.
R: Nosotros entramos con un contrato precario, o sea, un contrato de locación que duraba tres meses y
que había que renovar, me acuerdo que en una reunión nos dijeron que no nos contrataban en planta
permanente porque a los dos años íbamos a estar quemados y no íbamos a servir para nada, entonces
el Estado estaba lleno de ñoquis por lo tanto esa era la justificación por la cual no nos contrataban de
forma permanente, después bueno, si pasamos a planta y demás, pero en una primer instancia esa era
la idea.
R: Si, obviamente, pero en base a la organización colectiva junto con la pata gremial que también
pudimos hacer fuerza y después de dos años pasamos planta permanente.
R: Si, en verdad nos empezamos a juntar en los primeros días, dada la imposibilidad de trabajar en un
marco totalmente violento para ver como hacíamos para terminar el contrato por lo menos los tres
primeros meses, porque digamos, era pensar el día a día, no era pensar, proyectar, tener proyectos,
sino que era más que nada como ir haciendo, o viendo cuales eran las herramientas que construíamos
para no salir lastimados en el día a día.
G: ¿Cómo consideras que impactó esta situación de precariedad laboral en los trabajadores?
R: Yo creo que impactó como impacta cualquier forma de contratación precaria, vulnerando todo tipo
de posibilidad de proyección de los trabajadores, a su vez pudimos encontrar la virtud en base a eso,
que nos dio motivos para juntarnos, no solamente en lo gremial sino también para ver como hacíamos
para que esta función que estábamos haciendo pueda ser instalada, que formara parte de la institución,
si bien nos habíamos impuesto, no teníamos un lugar institucional, no había una oficina para nosotros,
ni siquiera había un lugar físico para el acompañante, asique en ese marco fue todo una lucha de
primero tener que escribir y determinar los lineamientos básicos, para después poder pedir el pase a
planta, hasta el momento lo que había en la estructura era el celador, digamos.
G: ¿Cómo era la presencia de las fuerzas de seguridad tanto dentro como fuera del IRAR, cuando vos
ingresaste?
82
una lógica de favores, el piloto sostiene un registro de tranquilidad y el celador da a su vez
determinados beneficios, cuando esa lógica se rompe, porque es una lógica bastante arbitraria que
depende del celador que este en ese momento, explota todo, nosotros lo que fuimos a hacer fue
intervenir en esa lógica y empezar a introducir determinadas legalidades, nos costó mucho realmente
intervenir en esta lógica implementada por el servicio penitenciario, nosotros empezamos a través de
denuncias a sacar a muchos penitenciarios que ya estaban totalmente institucionalizados con esa forma
de trabajo y que no podían entender otra forma de trabajar que tenía que ver más con que a ellos
también los cruzaba la legalidad.
R: En el primer momento el servicio penitenciario no entendía quienes eramos nosotros, estaban más
que nada a la defensiva porque muchas veces nuestras relaciones tenían que ver con romper esa
legalidad que te decía anteriormente y si un pibe tenía que llamar por teléfono, tenía que llamar por
teléfono, en ese marco nosotros nos pusimos bastante del lado de la legalidad más que del lado de los
pibes, también nos poníamos del lado de los pibes porque les correspondía a ellos en ese momento,
entonces, en una primera instancia estaban muy a la defensiva el servicio penitenciario, y era,
digamos, vernos a nosotros como la posibilidad de que le hiciéramos un informe y contrarrestaban de
forma muchas veces violenta para con nosotros, violentas en el sentido de que muchas veces al entrar
a un sector después no nos habrían la puerta, se generaba una disputa de poder por sentirse, digamos,
perseguidos en su hacer, que era un hacer que les fue transmitido en la cárcel.
G: ¿Qué pensas en relación a la convivencia dentro de una misma institución, de un mismo espacio de
intervención, de dos lógicas de trabajo distintas? Me refiero a la lógica implementada por el servicio
penitenciario basada en la seguridad, en la peligrosidad y la lógica implementada por los
acompañantes que tiene que ver más con un enfoque convivencial y socioeducativo.
R: Yo creo que como un hormiguero tiene hormigas, una cárcel tiene servicio penitenciario, el
dispositivo hace los cuerpos que habitan esos dispositivos, o sea, en un momento cuando se empieza a
destumberizar que también era una de nuestras lógicas prioritarias, tocamos un techo de trabajo que
creo que ese techo era que el servicio estaba casi sin funciones, digamos, la única función que tenían
era abrir la puerta del sector, nada más, el tema es que al no modificar en ese momento las condiciones
territoriales, eso fue un retroceso porque se siguió manteniendo una lógica de encierro total y lo más
probable es que se necesite el servicio penitenciario porque emana del mismo dispositivo, entonces es
imposible pensar una lógica carcelaria sin el servicio penitenciario.
G: ¿Cómo influye esta lógica implementada por el servicio penitenciario en el trabajo de los
acompañantes?
R: Creo que con los circuitos institucionales que se pudieron hacer en este momento se puede
convivir, pero se tuvieron que hacer muchas modificaciones para poder convivir entre el servicio
penitenciario y la lógica de los acompañantes. Con modificaciones me refiero a que puedan entender
los penitenciarios y también los pibes, en algún punto, que si hay legalidades que los cruzan a ambos
es más beneficioso para todos los actores institucionales, poder entender eso y poder sacar la lógica
del favor que es una lógica predominante en una cárcel, una lógica del te permito o te quito, digamos,
cuando uno puede salir de esa lógica del ―maneje‖, creo que en algún punto es mucho más funcional,
porque hasta el momento que nosotros llegamos, muchas veces los sectores estaban tranquilos porque
el servicio penitenciario les permitía hacer algunas cosas y otras no, después cambiaba la guardia y se
armaba un quilombo, porque los penitenciarios no les daban los mismos beneficios, entonces tenían un
conflicto, cuando el servicio penitenciario empezó a entender el beneficio de tener una lógica común
por fuera de lo arbitrario de cada uno, creo que por lo menos se pudieron empezar a solidificar algún
tipo de relación más sana.
G: Considerando tu experiencia como acompañante juvenil ¿Qué pensas que significa acompañar a
adolescentes en un contexto de privación de libertad?
83
R: Creo que en algún punto es generar espacios de libertad en el encierro, si se podría resumir. Creo
que acompañar dentro de un contexto de encierro, es acompañar o por lo menos poder generar
espacios de libertad, nosotros teníamos un concepto que era desamurallar, o sea, desamurallar me
parece que tiene que ver justamente con eso, con estos espacios, que la libertad no está sujeta a la falta
de ley, sino que todo lo contrario, la libertad se expresa ahí donde se pueden encontrar las grietas
dentro de la legalidad, entonces son esas grietas los espacios de libertad, a mí me parece que eso se
logra a partir del acompañamiento, del estar con los pibes, del estar, sin mimetizarse, pero si estando,
para que en el estar aparezca algo de, nosotros lo llamamos la ética de la oportunidad, dentro de la
oportunidad, poder marcar in situ, hacer algunas intervenciones que vayan en ese registro de que se
puede ser otra cosa, se puede ser aparte de choro, se puede cocinar una pizza, se puede hacer una
revista, se puede hacer otra cosa, que los pibes se encuentren haciendo otra cosa. Creo que en algún
punto acompañar a jóvenes en contexto de encierro tiene que ver con esas dos cuestiones, poder estar
con los pibes, hacer intervenciones tendientes a desamurallar, generar espacios de libertad y en esas
intervenciones poder generar autonomía, porque me parece que en algún punto, el contexto de encierro
es una secuencia que viene desde el afuera, cuando uno empieza a generar los espacios de libertad, uno
se da cuenta que los espacios cerrados son como algo que ya viene siendo preparado desde el afuera,
en el afuera está encerrado, o sea, el pibe entra al IRAR ya encerrado desde antes, digamos, desde las
broncas, desde los circuitos que entabla, las ilegalidades que produce afuera es lo que también lo va
metiendo en una lógica de encierro que después se actualiza en un encierro real, poder romper esas
murallas que están desde afuera incluso, creo que un poco eso seria.
G: ¿Qué posicionamiento o enfoque de trabajo crees que es fundamental para desarrollar el trabajo
cotidiano con estos jóvenes?
R: Primeramente tiene que ver con estar, no se puede generar ningún tipo de vínculo sin estar, lo que
permite esta forma de acompañamiento es un estar cotidiano, diferente a la lógica carcelaria. La
función del acompañante lo que tiene es la cotidianeidad en la cual emergen un montón de otras
cuestiones que creo que si no se está presente se pierden, y bueno, también está la cuestión de cómo,
cuando ya no sos cara nueva, como haces para poder seguir sosteniendo una legalidad pero a su vez
también poder seguir haciendo intervenciones con el pibe y con el servicio penitenciario. La función
del acompañante también tiene que ver con una marca institucional por lo menos en un primer
momento, ahora quizás ya haya otras funciones más específicas, pero en un primer momento era eso,
generar a partir de la presencia una lógica de pensar cuales son las legalidades dentro del IRAR.
R: Creo que no podría funcionar el IRAR sin la presencia de los acompañantes, creo que como está
pensado en este momento no podría funcionar, porque justamente es el acompañante el que entiende
cuando poder hacer una excepción, en la cotidianeidad de la que estoy hablando, surge la necesidad de
generar excepciones, excepciones que hagan sustentables las reglas, las reglas cotidianas dicen una
cosa, pero a veces en el encierro se produce la necesidad de generar alguna excepción y si vos no tenes
el pulso institucional y una lectura institucional un poco más compleja, es muy proclive a que esa
excepción se haga norma y después de la norma vuelva nuevamente a consolidarse el sistema
penitenciario en función de la arbitrariedad de la persona de turno, entonces la legalidad pasa a un
plano más arbitrario. Muchas veces uno puede saber cuándo habilitar la excepción para que esa
excepción haga más sustentable la regla, a partir de que se conoce al pibe, se conoce la realidad
familiar, a partir de que se conoce los circuitos del pibe, a partir de que se tiene un vínculo con el
pibe, realmente ahí uno puede generar una excepción válida que haga a su vez que las reglas se
sostengan.
R: Sin dudas que sí, yo me acuerdo una anécdota cuando nosotros entramos a laburar entendimos
porque se le llamaba tumba a la cárcel, era realmente un silencio casi tenebroso, el tema era que
pasaba del silencio al caos, al griterío, nosotros empezamos a trabajar el grito como demanda y cuando
los pibes gritaban ¡acompañante! y por ahí te decían ―eh cara de verga‖ o lo que fuera, nosotros le
84
planteábamos a los chicos porque al servicio penitenciario lo llamas y le pedís por favor y a nosotros
nos estas gritando, si nosotros somos los que te tratamos bien y un pibe me dice una vez ―si yo no te lo
digo a vos a quien se lo digo‖, o sea, poder ser un canal de expresión y poder con eso hacer algo, una
intervención, siendo el canal de expresión, porque lo que tiene el encierro es que si los puntos de
expresión no están bien consolidados es muy probable que explote, poder ver eso, yo creo que cada
explosión dentro del encierro es porque los circuitos de expresión fueron coartados, entonces hay que
ver cuales circuitos de expresión han sido coartados y creo que ahí está particularmente la función del
acompañante, poder ver cómo están funcionando los circuitos de expresión.
R: Creo que la función tiene una tendencia a institucionalizarse, creo que cuando nosotros entramos
era un grupo muy grande y estaba todo por hacer, me parece que ese flujo instituyente se ha instituido
y si no se sigue generando nuevas herramientas es muy probable que esa institucionalización que
produjimos nosotros termine transformándose en un obstáculo para nuevos flujos instituyentes que
son necesarios, porque cuando la institución se estanca en esos flujos instituyentes se empiezan a
cortar los canales de expresión que necesitan este tipo de instituciones de encierro, porque si no,
empiezan a explotar los conflictos, entonces me parece que el acompañante al pasar a ser operador,
veo como una cierta pérdida de capacidad técnica, capacidad de reflexión y un cierto posicionamiento
de la capacidad evaluatoria que tenía presente la función de acompañante en funciones jerárquicas,
que es lo que hace la institucionalización de la función.
G: ¿Qué pensas en relación a como se podría trabajar el tema de la responsabilizacion del joven sobre
sus actos?
R: Creo que primeramente, vuelvo al tema de las legalidades, las legalidades son parte de la
institución, no se puede pensar un criterio de responsabilizacion en tanto y en cuanto eso no cruce a
todos los actores institucionales, o sea, si la comida no sale como tiene que salir, si no sale con amor
(risas), si la enfermera no le da la medicación con ganas, si el acompañante no está ahí cuando el pibe
lo necesita, si no hay posibilidad del gesto, creo que es lo que hace a la intervención en estos lugares,
que el pibe vea que la ley no solamente lo está cruzando a él, sino que lo está cruzando a todos , me
parece que eso es. Muchas veces un pibe está alojado ahí por su identidad y no por el hecho que
cometió, poder aislar el hecho puntual de la identidad del pibe, creo que es un paso fundamental para
la responsabilización.
G: ¿Qué es lo que consideras más gratificante y positivo del trabajo que desempeñas con los jóvenes?
R: Poder ver que esos espacios que te decía de libertad, generaron la posibilidad de que muchos pibes,
no sé si lo puedo ver como una cuestión de un logro, de que no sigan en los circuitos preestablecidos
para determinadas clases populares, el circuito es IRAR cárcel de mayores, me parece que el logro es
que a partir de esos espacios de libertad el pibe pueda tener herramientas, que no solo le permitan
convivir en espacios tumberos sino que tengan herramientas para convivir en espacios tumberos y en
otros lados, o sea, creo que es eso, encontrarme por la calle a alguno de los pibes que tienen todavía
esas herramientas, ya sea la posibilidad de referirse a otros, resolver las cosas por la palabra o tener
herramientas fácticas, como muchas veces me he encontrado con chicos que estaban haciendo
artesanías, creo que lo más positivo es poder ver eso, o incluso cruzarlos en la cárcel de mayores y
poder ver que algunas herramientas les fueron transmitidas, que le pueden servir en múltiples espacios,
eso creo que es…antes cuando nosotros entramos el IRAR era como la secundaria y la cárcel de
mayores era la facultad, entonces poder romper eso y que no vayan tan preparados o que sus cuerpos
estén más sensibles, que no vayan con todos los códigos tumberos a las cárceles de mayores, yo creo
que es algo positivo, que ya no vayan tan cortados, tan identificados con lo tumbero, me parece algo
positivo.
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