Sanchis Sinisterra Jose - Vitalicios
Sanchis Sinisterra Jose - Vitalicios
Sanchis Sinisterra Jose - Vitalicios
Vitalicios
Sainete negro
Personajes:
ADRIANITA
BASILIO
CARLOTA
ACTO PRIMERO
Despacho muy subterráneo. Una única puerta. Mesa y tres sillas. En una de las
paredes, un montaplatos. En otra, pantalla de circuito cerrado. En torno a la mesa, tres
funcionarios trabajan sobre unos papeles.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Literatura.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Literatura.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Danza.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— No.
ADRIANITA.— Vila Vila, noventa.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Teatro.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Literatura.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Cinematografía.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Arquitectura.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Teatro.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Videoarte.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Literatura.
BASILIO.— Danza.
BASILIO.— Cinematografía.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Teatro.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Literatura.
CARLOTA.— No.
ADRIANITA.— Bernal Blanco, sesenta y nueve.
BASILIO.— Arquitectura.
(Silencio)
BASILIO.— ¿Sí?
CARLOTA.— Sí.
(Silencio)
BASILIO.— Fotografía.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Vaya…
CARLOTA.— ¿Qué?
CARLOTA.— No.
ADRIANITA.— Calvo y Cabezudo, setenta y dos.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Arquitectura.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Teatro.
(Silencio)
ADRIANITA.— Heras González-Cueto, setenta y uno.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Fotografía.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— O amantes…
BASILIO.— No debe.
CARLOTA.— Interrogante.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— ¿A quién?
ADRIANITA.— ¿A quién?
CARLOTA.— No.
BASILIO.— OK. Sigamos.
BASILIO.— Cinematografía.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— ¿Qué?
BASILIO.— ¿Y un interrogante?
ADRIANITA.— Quince…
(Silencio)
CARLOTA.— Mañana.
CARLOTA.— El consejo es a las siete, pero Martina lo quiere una hora antes.
ADRIANITA.— Ni a martillazos.
BASILIO.— ¿Qué?
BASILIO.— ¿Qué?
CARLOTA.— Al revés.
BASILIO.— No lo entiendo…
BASILIO.— ¿Qué?
BASILIO.— No, quejarnos no. Pero reconozca que podrían habernos metido
en un agujero más digno.
BASILIO.— No entendí ni los muebles. (Pausa) Pero había dos tipos allí,
pendientes de un montaplatos…
ADRIANITA.— ¿Y qué?
(Silencio)
ADRIANITA.— Yo, si les parece bien, mañana elevo una queja a la Sección
de Suministros.
BASILIO.— Era una filfa, el invento ese… ¿Qué pensaban que íbamos a
ahorrar con un… «ecorretrete»?
CARLOTA.— Vaya que sí… Una semana estuvo oliendo toda la octava
planta.
ADRIANITA.— ¡Ay!
BASILIO.— Cinematografía.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Fotografía.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— Interrogante.
CARLOTA.— ¿Qué?
ADRIANITA.— Ni idea.
(Silencio)
CARLOTA.— Y el gato.
BASILIO.— Nada, nada: tranquila… Solo piense que en los periódicos, por
ejemplo, que eran todos de papel…
CARLOTA.— Nada. Vamos a continuar, que aún nos faltan casi doscientos.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Teatro.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Arquitectura.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— Sí.
BASILIO.— Sí…
BASILIO.— No… Quiero decir que… eso es: Ruiz Valdivieso, setenta y
cinco… Bellas Artes… Y…
CARLOTA.— ¡Ya lo sé, ya lo sé! Pero es que don Toribio… con aquella
melena casi rubia… Mientras que ahora, pobre hombre…
ADRIANITA.— Nada… Pero yo creo que una cosa así… no sé… podría
hacerse de otro modo.
ADRIANITA.— ¿Qué?
BASILIO.— Eso.
BASILIO.— Videoarte.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Arquitectura.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Literatura.
CARLOTA.— Sí.
(Silencio)
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Música.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Cinematografía.
CARLOTA.— Interrogante.
BASILIO.— Interrogante.
ADRIANITA.— ¿Interrogante?
CARLOTA.— ¿Interrogante?
(Silencio)
BASILIO.— Ah, ¿no? ¿No le suena tampoco Everybody Knew But Me?
ADRIANITA.— O transmoderno.
BASILIO.— O mixmoderno.
CARLOTA.— O polimoderno.
ADRIANITA.— O vicemoderno.
CARLOTA.— O metamoderno.
BASILIO.— (Tras una pausa) ¿A qué se refiere, exactamente, con que «se le
mustió la ocarina»?
BASILIO.— Se le mustió.
ADRIANITA.— Tal cual. Por eso me da rabia que Rabanillos tenga una beca
para toda la vida, como quien dice, haciendo esas memeces con cartulinas, que…
CARLOTA.— Señores, por favor… No bajemos de nivel. Los gustos
personales aquí no cuentan. Recuerden que estamos contribuyendo a sanear la
economía del país.
CARLOTA.— Sigamos.
BASILIO.— Ya empezamos…
BASILIO.— Danza.
CARLOTA.— No.
BASILIO.— Teatro.
CARLOTA.— No.
CARLOTA.— ¡Ni es-que ni as-co! Como sigan así, voy a informar a Martina
de su… frivolidad.
CARLOTA.— Sí.
CARLOTA.— Claro.
BASILIO.— Bueno… Ella sí que quería ser actriz. Pero yo iba por otra cosa…
ADRIANITA.— ¿Quién?
BASILIO.— No sé… Uno con barba… Total: que no ligaba nada, pero lo que
se dice NADA, ¿eh? Y entonces me dije: «Parece que la gente del teatro tiene la
manga muy ancha para esas cosas… ¿Qué tal si te arrimas un poco por ahí, a ver
cómo te reciben?»… O sea, que lo de actor era pura fachada, ¿me sigue?
BASILIO.— Pues eso: que un día voy y me visto con una ropa de pirata, o
casi, que me prestó mi primo, y me planto en la Escuela…
BASILIO.— Debe de haber algún botón. Yo, desde aquí, claro, no lo veo…
ADRIANITA.— ¿Este?
BASILIO.— ¿Cómo?
(Lo abre, saca una hoja y la lee en silencio. Luego, con cierta rigidez, abre la botella,
se sirve un vasito y lo bebe de un trago)
(Largo silencio. Se miran los tres) «Nota: la empresa encargada de efectuar los
procedimientos ofrece sustanciosos descuentos por más de quince servicios».
OSCURO
ACTO SEGUNDO
(El aspecto de los tres funcionarios es más descuidado y su actitud, mucho menos
formal. Sobre la mesa hay tres botellas de licor)
BASILIO.— ¡Qué va, qué va! ¡Eso no es verdad! A quien se le ocurrió la idea
fue a Palomeque, si lo sabré yo… Cuando leyó no sé dónde que el negocio de
cuadros robados mueve en el mundo unos… dos mil o tres mil millones de
dólares. Y entonces Palomeque le contó la cosa al ministro, y el ministro puso unos
ojos como albóndigas, y le pasó el muerto a Zugazaga, que había hecho un cursillo
sobre sistemas de seguridad en Estocolmo, el muy lagotero…
BASILIO.— Pelandusco.
BASILIO.— Pues por donde sea. El caso es que a Zuga se le puso una
sonrisa de oreja a oreja, me abrazó y me dijo: «Tipos como tú, Basilio, perfuman las
covachuelas ministeriales con el aroma recio de la testosterona»…
BASILIO.— Por eso mismo. Con escote y minifalda, no dejaba guarda con
cabeza. Quiero decir, que los mareaba como…
BASILIO.— Pero ahí, quienes nos la jugábamos éramos Zuga y yo. Sobre
todo yo, claro, porque la capucha, más que disimularme, llamaba la atención que
no veas…
CARLOTA.— Peor yo, que me tocó rapiñar los dineros de la Iglesia, siendo
como soy católica, apostólica y romana.
ADRIANITA.— ¡Aaaaaaaaaay!
ADRIANITA.— ¿Fauna?
ADRIANITA.— ¡Hasta aquí hemos llegado, señores! ¡Me voy ahora mismo
al Departamento de Personal y presento una denuncia en toda regla! ¡Por desacato
sexual!
ADRIANITA.— ¿Piensan que por ser joven y llevar menos tiempo aquí,
pueden tacharme de tonta?
BASILIO.— Que no, de veras… Nada más lejos de…
ADRIANITA.— ¿O que me tocó este puesto en una rifa, como dijo ayer
Carlota?
ADRIANITA.— ¿Se dan cuenta? Ni idea tiene ustedes de esa misión… ¿Qué
pasa con la puerta? ¿Por qué no…?
CARLOTA.— Pero, a ver, explíquese… ¿Qué son esas islas, y esos cruceros,
y esas palabrejas?
ADRIANITA.— Eso: cruceros casi gratis a los Mares del Sur… ¡pero solo de
ida!
ADRIANITA.— Sí: viajes solo de ida. Pero sin que lo sepan, claro…
ADRIANITA.— Ellos se embarcan tan felices, rumbo a los Mares del Sur…
¡y allá los dejan!
CARLOTA.— ¿Dónde?
ADRIANITA.— ¡Y de la Melanesia!
BASILIO.— ¿Y caníbales?
ADRIANITA.— Eso: tú pides solo viaje de ida y ellas… pues solo viaje de
ida. Y allá que los dejan.
MARTINA.— ¿Qué?
BASILIO.— No hay tu tía… Quiero decir: no hay más remedio que cortar
por lo sano.
MARTINA.— Nada, nada… Pues, lo que les decía: este gobierno no es como
el de Platón, que pretendía eliminar a los artistas de su República ideal.
CARLOTA.— Tenga en cuenta que para la… el… los procedimientos que
había que atribuir a los «síes»…
MARTINA.— ¿Qué?
MARTINA.— ¿Y?
CARLOTA.— Exacto. Pero ya ve cómo son las cosas: por esos misterios de
las coincidencias probabilísticas aleatorias…
ADRIANITA.— «Pingui-Pilongo».
BASILIO.— Bueno… Todos los que… O sea… Estos, por ejemplo… Y todos
los demás, todo lo que hay que recortar por aquí y por allá para… ¿O se me ha
escapado algo?
CARLOTA.— Bien lo decía mi madre, que en gloria esté: «El que tarde y mal
se abrocha, la Pelona lo desmocha».
CARLOTA.— No, Basilio: lo digo por el gasto público… que hay que
ajustarlo, como dice Martina. Sobre todo para salvar a los bancos, que están con el
agua al cuello, ¿no es verdad?
MARTINA.— Bien, pues ahí les dejo, hablando de economía, que es un tema
muy serio. Hasta luego.
BASILIO.— No… Si yo solo iba a decir «la muy presurosa», por lo rápida
que…
CARLOTA.— Cuidado…
(Suenan los avisos del montaplatos. Sobresalto y silencio inquieto en los tres)
BASILIO.— ¿Qué?
CARLOTA.— Nada.
BASILIO.— ¿Nada?
CARLOTA.— Nada.
CARLOTA.— Esto.
(Silencio).
CARLOTA.— Un desatascador.
CARLOTA.— ¿Detalle?
BASILIO.— ¿Qué?
BASILIO.— ¿Cómo?
ADRIANITA.— Automáticamente…
CARLOTA.— ¿Dónde?
CARLOTA.— ¿Qué?
CARLOTA.— No.
BASILIO.— O lo de «ergonómico».
CARLOTA.— ¿Y usted?
BASILIO.— ¿Qué?
BASILIO.— No entiendo.
ADRIANITA.— ¿Y no es lo mismo?
CARLOTA.— ¿Garrampa?
BASILIO.— Se puede, se puede… Se tiene que poder… Eso sí: con maña,
con habilidad, con paciencia, con mimos…
BASILIO.— ¿O qué?
CARLOTA.— ¡Touché!
ADRIANITA.— Ay, mamita mía: que nos han encerrado aquí adrede…
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Sí.
BASILIO.— Suicidio.
BASILIO.— Sí.
(Ha ido intensificándose el volumen del «hilo musical», al tiempo que desciende la
intensidad de la luz) OSCURO FINAL
JOSÉ SANCHIS SINISTERRA nació el 28 de junio de 1940 en Valencia.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia pero enseguida se integró
en el Teatro Español Universitario (TEU) en su Facultad del que fue nombrado
director aunque acabó abandonándolo para fundar el Grupo de Estudios
Dramáticos. En 1960 fundó el Aula de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de
Valencia y en 1961 el Seminario de Teatro. Se licenció en 1962 y ejerció durante
cinco años como Profesor Ayudante de Literatura Española en la Facultad de
Filosofía y Letras de Valencia. Más adelante fue Catedrático de Lengua y Literatura
Española de Instituto Nacional de Bachillerato en Teruel y Sabadell. En 1971 fue
nombrado profesor del Instituto del Teatro de Barcelona. Su vida ha estado
vinculada al teatro en variados ámbitos, como director, pedagogo y autor.