Brechas de Género
Brechas de Género
Brechas de Género
Nuestra realidad no es ajena a esta situación, ser mujer en el Perú no es fácil debido
que existe una combinación negativa de patrones culturales y una institucionalidad
poco eficiente, por lo cual, pese a toda la legislación vigente, siguen estando presentes
desigualdades de género en la salud, educación, trabajo, en espacios de toma de
decisiones, generando que la violencia contra la mujer sea una constante en todo el
territorio y común denominador a todos los estratos sociales.
En tal sentido, nos resulta oportuno hacer mención a un fenómeno conocido como
“techo de cristal”, un obstáculo que les impide a las mujeres avanzar hasta ocupar los
puestos jerárquicos más elevados, y cuyo resultado es la baja presencia de mujeres
en los cargos más altos de la pirámide ocupacional tanto a nivel mundial como en
nuestro país. Se le denomina “de cristal” porque es invisible: se trata de una barrera
que no cuenta con leyes ni códigos visibles que impongan a las mujeres un límite, sino
que éste se observa al analizar las carreras laborales de las mujeres.
A todo ello debemos sumarle que existen obstáculos relacionados con el acoso sexual
y la violencia, lo cual repercute significativamente en su salud física y mental de la
mujer, generando absentismo y pérdida de ascensos o empleos. Aunque muchos
países cuentan con legislación expresa contra la discriminación y el acoso por razón
de género en el trabajo, no resulta suficiente. Por ello es importante analizar, valorar y
combatir las prácticas discriminatorias ya que dichos comportamientos no implican
únicamente una desigualdad de derechos formales, sino que tienen importantes
consecuencias para las mujeres tanto a nivel económico y social.
Consideramos que, pese a todas las adversidades, las mujeres cada vez son más
reacias a interrumpir su carrera profesional por motivos familiares (matrimonio, hijos,
etc.), y es por ello que en la actualidad podemos verificar una creciente participación
de la mujer trabajadora en la vida socioeconómica y política del país, en el sentido de
que puedan tener mayores oportunidades de trabajo en diferentes instituciones, tanto
públicas como privadas. Esto ha motivado a que las mujeres en los últimos tiempos
hayan ejercido mayor presión para que los hombres compartan el trabajo doméstico.
Pero aun así sabemos que las mujeres son las primeras responsables de cuidar a los
niños, personas mayores (lo cual representa un problema de tiempo y esfuerzo para
compaginar dos trabajos).
En definitiva, podemos afirmar que persisten los obstáculos de tipo cultural y social
que se traducen en unas cifras de actividad laboral y desempleo de las mujeres que
distan mucho de ser igualitarias a las de los hombres. No basta con que dicha
desigualdad sea reconocida legalmente, sino que debe convertirse en una situación
real y efectivamente igualitaria tanto para mujeres y hombres. Por ello debemos seguir
luchando por los derechos de la mujer en el trabajo, y dejar de lado la fuerza que tiene
la historia y la tradición femenina, para hacer de la mujer una gran trabajadora, no solo
en su vida personal sino también en su vida profesional.