Imaginación y Creatividad

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Imaginación y creatividad

La imaginación y la creatividad son aptitudes que existen desde que nacemos pero, para formar
una personalidad creativa e imaginativa es necesario poner al alcance de los niños los medios e
instrumentos necesarios para su desarrollo.

La pedagogía actual considera al niño como creador y no sólo como receptor como lo hacía la
educación tradicional. Ahora se tiene en cuenta la importancia del mundo interno del niño, sus
sentimientos, pensamientos y la forma de expresarlos. El contenido interno del individuo es muy
rico, no sólo sabe cosas sino que las siente, lo que le hace capaz de expresar y, por tanto, de crear.

¿Qué rasgos debemos fomentar para potenciar la capacidad creadora en los niños? Pelancha
Gómez-Olazábal, pedagoga y psicóloga con más de 27 años de experiencia en temas infantiles y
directora del Centro de educación infantil Jauja, nos da las respuestas.

1. Tenacidad y Fuerza de voluntad

Frente a la creencia generalizada de que la inspiración viene por “providencia divina” destaca el
hecho de que todos los grandes creadores han sido trabajadores incansables que han dedicado su
vida a su obra.

La primera fase para formar niños creativos e imaginativos consiste en facilitarles la acumulación
de experiencias y conocimientos, archivándolos hasta que van madurando. Así se van
configurando las ideas, los conceptos, hasta que irrumpen en el consciente. El psicólogo Egger
decía “El que encuentra sin buscar es porque antes había buscado sin encontrar”.

Hay que fomentar en los niños la iniciativa de la búsqueda, la capacidad de tentarse al tanteo
experimental, atributos indispensables para la creatividad. Es importante que el niño se equivoque
para así poder aprender de los errores por su propia experiencia. Cuando un niño ha aprendido
algo por él mismo es difícil que lo olvide. Los padres deben tener una actitud positiva hacia los
errores de los hijos, destacar los aspectos positivos de su intento, por encima de los negativos. Si
se ha equivocado, hay que hacérselo ver, pero sin infravalorarle. Es fundamental que tanto los
padres como los educadores canalicen y devuelvan las sugerencias en forma interrogativa para
que sean los niños quienes lleguen a sus propias conclusiones.

Es igualmente necesario potenciar la perseverancia en la tarea, alentándoles a alcanzar los


objetivos propuestos. Cada uno a su ritmo, pero sin abandonar ante las dificultades.

2. Sensibilidad hacia el mundo que les rodea

A través de la observación y los sentidos el niño conoce el mundo que le rodea. Las personas
creativas son gente muy observadora con capacidad para captar los fenómenos de las cosas. La
sensibilidad nos permite permanecer abiertos al mundo exterior e interior de las cosas.
El niño debe ser capaz de reconocer los objetos y sus cualidades, sus semejanzas y diferencias
con otros objetos. Así como las personas según sus características interiores y exteriores para
poder ir más allá de lo que se percibe con los sentidos, para entender las relaciones intrínsecas
que existen entre los fenómenos. O dicho de otra manera “Lo esencial es invisible a los ojos”
(Saint-Exupery, autor de “El Principito”)

Basándonos en lo concreto e inmediato, ayudamos al niño a desarrollar el pensamiento abstracto.


Así adquiere conceptos mentales para relacionar, comparar y despertar su sensibilidad ante el
mundo que le rodea.

3. Actitud flexible ante la vida

En un mundo en constante cambio a nivel social, informativo y tecnológico, es fundamental


inculcar a los niños una flexibilidad que les permita adaptarse a las nuevas situaciones a las que
se van a enfrentar a lo largo de su vida. Se trata de ir ampliando sus conocimientos, enseñarle que
las experiencias pueden tener distintas soluciones, diferentes puntos de vista. Las personas no
debemos conformarnos con la información ya adquirida, hay que potenciar un aprendizaje
continuo de la vida y sus matices; formar a niños abiertos a este mundo en constante renovación,
que sepa adaptarse a las situaciones nuevas con naturalidad.

4. La originalidad

En los antiguos modelos de educación, la originalidad de los niños no estaba bien vista; se tendía
a la uniformidad absoluta. Hoy, por el contrario, se hace hincapié en los beneficios de inculcar en
el niño seguridad y confianza en sus posibilidades, en su autoestima y valoración propia para que
defienda sus ideas e iniciativas aunque no coincidan con las opiniones de los demás. Hay niños
que por miedo a ser diferentes dejan de lado sus ideas, perdiendo su capacidad creativa y su
originalidad. Es importante respetar las características y peculiaridades de cada niño, enseñándole
a respetar también las de los otros, para ir formando una personalidad definida y segura. Que la
felicidad del niño no dependa de lo que los demás piensan de él.

5. Capacidad de síntesis y análisis

Estas operaciones mentales son los instrumentos básicos para el desarrollo de la imaginación. A
través del análisis mental, el fenómeno se desintegra en diferentes partes, separando los atributos
y cualidades que lo caracterizan. Con la síntesis, se consigue el proceso invertido, unificar las
diferentes partes que forman un todo. Llevando este proceso a la práctica, por ejemplo, un niño
que no ha visto el mar, puede imaginarlo a través de todas las informaciones que le han llegado
como imágenes visuales, información escrita, lo que le han contado... Todo esto él lo estructura
en su mente, procesando una nueva imagen. Esto es lo que se llama imaginación reproductora, de
la que nace la creativa. Aunque una obra sea creadora, siempre se basa en elementos de la
imaginación reproductora. Por este motivo es fundamental acudir a la literatura, contarle cuentos
e historias que vayan desarrollando su imaginación.

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