Resumen Bajtin Sobre Rabelais
Resumen Bajtin Sobre Rabelais
Resumen Bajtin Sobre Rabelais
importantes. Los estudiosos acostumbran a colocar al autor por sus ideas, su arte y su
importancia histórica inmediatamente después de Shakespeare. Los románticos franceses lo
tenían por un genio eminente. Se le ha considerado un escritor de primer orden, un sabio y un
profeta. El historiador francés Michelet decía que "Rabelais ha recogido directamente la
sabiduría de la corriente popular de los antiguos dialectos, refranes, proverbios y farsas
estudiantiles, de la boca de la gente común y los bufones. Y a través de esos delirios, aparece
con toda su grandeza el genio del siglo y su fuerza profética. Donde no logra descubrir, acierta
a entrever, anunciar y dirigir”.
El lugar histórico que ocupa entre los creadores de la nueva literatura europea está al
lado de Dante, Boccacio, Shakespeare y Cervantes. Rabelais ha influido en la literatura
mundial. Su cualidad principal es la de estar profundamente ligado a las fuentes populares. Y
es ese carácter popular de las imágenes de Rabelais lo que explica la resistencia del autor a
ajustarse a los cánones y reglas del arte literario vigentes desde el siglo XVI. Rabelais rechazó
esos moldes más categóricamente que Shakespeare o Cervantes, quienes se limitaron a evitar
los cánones clásicos más o menos estrechos de su época. Las imágenes de Rabelais se
distinguen por un "carácter no oficial", indestructible y categórico, de modo que no hay
dogmatismo, autoridad ni formalidad unilateral que pueda armonizar con las imágenes
rabelesianas, hostiles a toda perfección definitiva, estabilidad o formalidad circunscritas al
dominio del pensamiento y la concepción del mundo.
Los festejos del carnaval ocupaban un lugar muy importante en la vida del hombre
medieval. Además de los carnavales propiamente dichos, que iban acompañados de actos y
procesiones que llenaban las plazas y las calles durante días, se celebraban la "fiesta de los
bobos" (Festa stultorum) y la "fiesta del asno"; existía también una "risa pascual" (risus
paschalis) muy singular, consagrada por la tradición. Además, casi todas las fiestas religiosas
poseían un aspecto cómico popular y público, consagrado también por la tradición. Es el caso,
por ejemplo, de las "fiestas del templo", que eran seguidas habitualmente por ferias y durante
los cuales se exhibían gigantes, enanos, monstruos o bestias "sabias". La representación de los
misterios acontecía en un ambiente de carnaval. Lo mismo ocurría con las fiestas agrícolas,
como la vendimia, que se celebraban en las ciudades. La risa acompañaba las ceremonias y los
ritos civiles de la vida cotidiana: los bufones y los "tontos" asistían a las funciones del
ceremonial serio, parodiando sus actos (como la proclamación de los nombres de los
vencedores de los torneos o las ceremonias de entrega del derecho de vasallaje). Ninguna
fiesta se desarrollaba sin la intervención de los elementos de una organización cómica; así,
para el desarrollo de una fiesta, se llevaba a cabo la elección de reinas y reyes de la "risa".
Pero en las etapas primitivas los aspectos serios y cómicos de la divinidad, del mundo
y del hombre eran igualmente sagrados e igualmente "oficiales". En algunos ritos en la Roma
antigua, durante la ceremonia del triunfo, se celebraba y se escarnecía al vencedor en igual
proporción; y durante los funerales se lloraba y se ridiculizaba al difunto. Pero cuando se
establece el régimen de clases y de Estado, se hace imposible otorgar a ambos aspectos
derechos iguales, de modo que las formas cómicas adquieren un carácter no oficial, su sentido
se modifica para transformarse en las formas de expresión de la cultura popular. Es el caso de
los regocijos carnavalescos de la Antigüedad, sobre todo las saturnales romanas, así como de
los carnavales de la Edad Media, que están muy alejados de la risa ritual que conocía la
comunidad primitiva.
Las formas rituales y los espectáculos cómicos de la Edad Media no son ritos
religiosos, y están desprovistos de carácter mágico. Más aún, ciertas formas carnavalescas son
una parodia del culto religioso. Todas estas formas son exteriores a la Iglesia y a la religión.
Pertenecen a una esfera particular de la vida cotidiana.
Por su carácter se relacionan con las formas del espectáculo teatral. Sin embargo, el
núcleo de esta cultura (el carnaval) no es la forma del espectáculo teatral, y, en general, no
pertenece al dominio del arte. Está situado en las fronteras entre el arte y la vida. Es la vida
misma, presentada con los elementos característicos del juego.
La idea del carnaval ha sido observada en las saturnales romanas, que eran
experimentadas como un retorno efectivo y completo (aunque provisorio) al país de la edad de
oro. Las tradiciones de las saturnales sobrevivieron en el carnaval de la Edad Media, que
representó la idea de la renovación universal. Se concebía como una huida provisional de los
moldes de la vida ordinaria.
En este sentido, durante el carnaval es la vida misma la que juega e interpreta (sin
escenario, sin tablado, sin actores, sin espectadores) su propio renacimiento y renovación
sobre la base de mejores principios. Aquí la forma efectiva de la vida es al mismo tiempo su
forma ideal resucitada.
Las fiestas tienen una relación profunda con el tiempo. En la base de las fiestas hay
siempre una concepción determinada y concreta del tiempo natural, biológico e histórico.
Además las fiestas han estado ligadas a períodos de crisis en la vida de la naturaleza, de la
sociedad y del hombre. La muerte y la resurrección, las sucesiones y la renovación han
constituido siempre aspectos esenciales de la fiesta.
Bajo el régimen feudal medieval, este carácter festivo solo podía alcanzar su plenitud
y su pureza en el carnaval y en otras fiestas populares y públicas. La fiesta se convertía en esta
circunstancia en la forma que adoptaba la segunda vida del pueblo, que temporalmente
penetraba en el reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la
abundancia.
En cambio, las fiestas oficiales de la Edad Media (las de la Iglesia y las del Estado
feudal) no sacaban al pueblo del orden existente, ni creaban esta segunda vida. Al contrario,
contribuían a consagrar el régimen vigente. Los lazos con el tiempo se volvían puramente
formales, las sucesiones y crisis quedaban relegadas al pasado, del que se servían para
consagrar el orden social presente. La fiesta oficial tendía a consagrar la estabilidad, la
inmutabilidad y la perennidad de las reglas que regían el mundo: jerarquías, valores, normas y
tabúes religiosos, políticos y morales corrientes. La fiesta oficial era el triunfo de la verdad
dominante, que asumía la apariencia de una verdad eterna, inmutable y perentoria. Por eso el
tono de la fiesta oficial traicionaba la verdadera naturaleza de la fiesta humana y la
desfiguraba. Pero como su carácter auténtico era indestructible, tenían que tolerarla e incluso
legalizarla parcialmente en las formas exteriores y oficiales de la fiesta y concederle un sitio en
la plaza pública.
Esta eliminación provisional de las relaciones jerárquicas entre los individuos creaba
en la plaza pública un tipo particular de comunicación inconcebible en situaciones normales.
Se elaboraban formas especiales del lenguaje y de los ademanes que abolían la distancia entre
los individuos en comunicación, liberados de las normas corrientes de la etiqueta y las reglas
de conducta. Esto produjo el nacimiento de un lenguaje carnavalesco típico, del cual
encontramos numerosas muestras en Rabelais.
El humor carnavalesco es, ante todo, un humor festivo. No es una reacción individual
ante un hecho singular o aislado. La risa carnavalesca es patrimonio del pueblo; todos ríen, la
risa es general y universal, contiene todas las cosas. El mundo entero parece cómico y es
percibido y considerado en un aspecto jocoso; esta risa es una risa ambivalente: alegre y llena
de alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica.
Esta es una de las diferencias que separan la risa festiva popular de la risa puramente
satírica de la época moderna. El autor satírico que solo emplea el humor negativo se coloca
fuera del objeto aludido y se le opone, lo cual destruye la integridad del aspecto cómico del
mundo; la risa popular ambivalente expresa una opinión sobre un mundo en plena evolución
en el que están incluidos los que ríen.
La segunda forma de cultura cómica popular eran las obras verbales en latín y en
lengua vulgar. Esta literatura utilizaba la lengua de las formas carnavalescas, se desarrollaba al
amparo de las osadías legitimadas por el carnaval y estaba ligada a los regocijos carnavalescos,
cuya parte literaria solía representar. Esta literatura era una literatura festiva y recreativa,
típica de la Edad Media.
La literatura latina paródica está muy difundida. Poseemos una cantidad considerable
de manuscritos en los cuales la ideología oficial de la Iglesia y sus ritos son descritos desde el
punto de vista cómico. Una de las obras más antiguas y célebres de esta literatura, La Cena de
Cipriano (Cœna Cypriani), invirtió con espíritu carnavalesco las Sagradas Escrituras. Esta
parodia estaba autorizada por la tradición de la risa pascual (risus paschalis); en ella
encontramos ecos de las saturnales romanas. Otra obra antigua, Vergilius Maro grammaticus,
es un tratado semiparódico sobre la gramática latina, la sabiduría escolástica y los métodos
científicos de la Edad Media. Estas dos obras inauguran la literatura cómica medieval en latín y
ejercen gran influencia sobre sus tradiciones. Su popularidad ha persistido hasta el
Renacimiento. Como consecuencia, surgen dobles paródicos de los elementos del culto y el
dogma religioso. Es la denominada parodia sacra.
Existen numerosas liturgias paródicas (como la Liturgia de los bebedores o la Liturgia
de los jugadores), parodias de las lecturas evangélicas, de las plegarias (como el Padre Nuestro
o el Ave María), de las letanías, de los himnos religiosos, de los salmos e imitaciones de las
sentencias evangélicas. Se escribieron testamentos paródicos y resoluciones que parodiaban
los concilios. Este nuevo género literario estaba consagrado por la tradición y tolerado por la
Iglesia. Había una parte escrita que existía bajo la égida de la "risa pascual" o "risa navideña" y
otra (liturgias y plegarias paródicas) que estaba en relación directa con la "fiesta de los tontos"
y era interpretada en esa ocasión.
Además existían otras variedades de la literatura cómica latina, como por ejemplo las
disputas, diálogos y crónicas paródicas. Sus autores debían poseer cierto grado de instrucción.
La literatura cómica en lengua vulgar era muy rica y variada. Encontramos en ella
plegarias paródicas, homilías (denominados sermones alegres en Francia), canciones de
Navidad, leyendas sagradas, etc. Sin embargo, lo predominante eran las parodias e imitaciones
laicas que escarnecían al régimen feudal y su epopeya heroica. Es el caso de las epopeyas
paródicas de la Edad Media que ponen en escena animales, bufones, tramposos y tontos;
elementos de la epopeya heroica paródica que aparecen en los cantators, aparición de dobles
cómicos de los héroes épicos (como el Rolando cómico). Se escriben novelas de caballería
paródicas, como La mula sin brida. Se desarrollan diferentes géneros de retórica cómica:
debates carnavalescos, disputas, diálogos, elogios o ilustraciones. La risa carnavalesca replica
en las fábulas y en las piezas líricas compuestas por vaguants (escolares vagabundos).
Estos géneros y obras están relacionados con el carnaval público y utilizan sus
fórmulas y símbolos. Pero es la dramaturgia cómica medieval la que está más estrechamente
ligada a él. La primera pieza cómica de Adam de la Halle, El juego de la enramada, contiene en
germen elementos del mundo rabelesiano. Los milagros y moralejas son "carnavalizados", la
risa se introduce en los misterios (las diabluras-misterios, por ejemplo). Las gangarillas son
también un género "carnavalizado" de fines de la Edad Media.
Los juramentos también deben considerarse como un género verbal especial, con las
mismas bases que las groserías (carácter aislado, acabado y autosuficiente). Si inicialmente los
juramentos no tenían ninguna relación con la risa, al ser eliminados de las esferas del lenguaje
oficial, se implantaron en la esfera libre del lenguaje familiar. Sumergidos en el ambiente del
carnaval, adquirieron un valor cómico y se volvieron ambivalentes.
Los demás fenómenos verbales, como las obscenidades, corrieron una suerte similar.
El lenguaje familiar se convirtió en receptáculo donde se acumularon las expresiones verbales
prohibidas y eliminadas de la comunicación oficial. A pesar de su heterogeneidad, estas
palabras asimilaron la cosmovisión carnavalesca, modificaron sus antiguas funciones,
adquirieron un tono cómico general.
Capítulo 6
LO «INFERIOR» MATERIAL Y CORPORAL EN LA OBRA DE RABELAIS
Capítulo 7
La imaginería poplar, inducida por la risas, se vinculan con la imagen oficial de la Edad
Media y entran en pugna. Las imágenes ppulares se unen a la individualidad en el detalle de la
vida, y toda la obra surge del corazón de la vida de la época. La amplitud cósmica del mito está
ligada a un sentimeitno agudo de de actualidad. La novela es realista en elsentido de «sinopsis
de horizonte contemporáneo», en un vínculo estrecho y variado con la realidad.
La tarea de Rabelais es destruir el cuadro esencial, con una nueva mirada por la
imaginería popular lúcida, revelando el sentido verdadero y destruyendo lasa ideasa oficiales
sobre la época y los acontecimientos. Destronar la falsa seriedad por una nueva, con un
impulso histórico importante.
Detrás del segundo plano surge la tercera y última dimensión de las imágenes de la
guerra picrocholina: El plan carnavalesco y popular de la guerra. Es también individual y
concreto, pero se trata de la individualidad más amplia, universal, que lo engloba todol.
Mientras que revelan el punto de vista del pueblo sobre la guerra y la paz, el agresor, el poder,
el futuro. A la luz de este punto de vista popular, nos es revelada la jocosa relatividad, de los
acontecimientos como de los problemas políticos de la época. Estas distinciones pierden su
caracter absoludo, su seriedad limitada y unilaterarl.
El universalismo de la fiesta popular impregana todas las imagenes de abelais,
interpreta y refiere a este último todo cada uno de los detalles y los hechos, las cosas y detalles
topográficos conocidos. Todas las imágenes de Rabelais presentan un segundo plano,
amppliado de la realidad. Todas se hallan vinculadas a diversos acontecimientos pomíticos y a
los problemas de la época.
En los libros tercero y cuarto, Pantagruel deja de parecerse al diablillo del misterio
que modifica a los humanos, al héroe de las alegrías mascarada, para convertirse en la
encarnación del ideal del sabio y del soberano. Los rasgos carnaaescos y míticos del personaje
están atenuados. Se torna más humano y heroico, a la vez que va tomando cierto carácter
abstracto, laudatorio y retórico. El cambio se produjo bajo el influho de las impresiones
dejadas por el seños De Langey, cuya figura quiso perennizar. No es que Pantagruel se
identifique con De Langey plenamente, sino que es uno de sus rasgos, mientras que
fundamentalmente está con rasgos extraídos del flklore, y eran más amplios y profundos.