Polémica Política (Escuela Lacaniana)
Polémica Política (Escuela Lacaniana)
Polémica Política (Escuela Lacaniana)
REF.: GEBO549
ISBN: 9788424999834
Composición digital: Newcomlab, S.L.L.
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Índice
Portada
Portadilla
Créditos
Prefacio, por Andrés Borderías
Seminario Punto De Capitón
Punto de capitón
Discusión
El oráculo de Lautréamont
El edicto del Comité de Ética
Conferencias En Turín
Elogio de los heréticos
Méritos de la ortodoxia
Otros Textos
1. Las astucias del diablo
2. Llamada de los psicoanalistas contra Marine Le Pen
3. En la izquierda, el narcisismo de la causa perdida
4. Campos magnéticos del debate presidencial
5. La querella del «votoútil»
6. Staccato de L’Actu
7. Carta al señor Gilbert Collard, diputado RBM-FN del Gard El diario éxtimo de Jacques-Alain
Miller
8. El diario éxtimo de Jacques-Alain Miller. Primera y segunda entregas
9. El diario éxtimo. Cuarta entrega
10. El diario éxtimo. Quinta entrega
11. Diez contra uno. François Fillon
12. El diario éxtimo. Sexta entrega
13. El diario éxtimo. Séptima entrega
14. Fillon no es homosexual
15. El diario éxtimo. Novena entrega
16. El diario éxtimo. Décima entrega
17. El diario éxtimo. Undécima entrega
18. El protocolo de los frenéticos del foro
19. Transmisión extraordinaria: J.-A. M. en Radio Lacan
20. El diario éxtimo. Duodécima entrega
21. Foro 18 en la Mutualité contra Le Pen y el partido del odio
22. El diario éxtimo. Decimotercera entrega
23. El diario éxtimo. Decimocuarta entrega
24. El diario éxtimo. Decimoquinta entrega
25. El diario éxtimo. Decimosexta entrega
26. Presentación del especial Macron. «El joven presidente de Francia»
27. Lacan, lector de Saint-Just
28. El baile de los lepenotrotskistas
29. El diario éxtimo. Decimoséptima entrega. Montoire en 2017 y otras fantasías
30. El diario éxtimo. Decimoctava entrega. «Las mejores fresas...»
31. El diario éxtimo. Decimonovena entrega. El triunfo del diablo
32. Por qué combatimos, por Bernard-Henri Lévy y Jacques-Alain Miller
33. Leyendo a Alain Finkielkraut
34. El diario éxtimo. Vigesimoprimera entrega. Paradichos sobre paraísos
35. El diario éxtimo. Vigesimosegunda entrega. Los bobos y los bibis
36. Carta a Antunya, Hermann, Russo y Sánchez
37. Carta a los lacanoamericanos y los otros compañeros
38. Conferencia en Madrid. «Que viene el Coco»
39. Conversación nocturna con Jacques-Alain Miller
40. Carta a Paola Bolgiani. Un viento nuevo sopla en el Campo Freudiano
41. BHL, doctor honoris causa
42. Introducción a NKM
43. Perpetuar la ninfa
44. Erasmo, «un cierto chic»
45. Respuesta a los señores Broué, Présumey y Stora
46. Respuesta a Pascale Fari
47. Jacques Rancière, una política del oasis
48. Žižek y yo
49. Campo Freudiano, año cero
50. Una carta de Éric Marty. La respuesta de J.-A. Miller
51. Crónica del año cero 1
52. Crónica del año cero 2
53. Crónica del año cero 3
54. Crónica del año cero 4
55. Crónica del año cero 5
56. Nada nuevo versus todo es nuevo
57. Lacan deja de ser discreto
58. Zadig y los políticos
59. Cuatro preguntas a JAM, por Raquel Cors Ulloa
Agradecimientos
Notas
PREFACIO
Vemos planteadas en una frase una fundación y una ambición. Podemos decir
que este párrafo, esta fundación, esta ambición, también animó la fundación
de la Escuela de la Causa Freudiana. La ECF tomó a su cargo este pliego de
condiciones y ha jugado la partida de Lacan, la partida que él jugaba con el
psicoanálisis. Entonces, que lo que hemos hecho no se hubiese realizado
nunca nos obliga a dar cuenta ante el psicoanálisis, a asumir este paso en
relación con el psicoanálisis.
Es un hecho que, tras dieciséis años Lacan, decidió disolver el organismo
que había creado en junio de 1964. Lo disolvió porque ya no era apto; señaló
que funcionaba a contracorriente de aquello para lo cual lo había creado. Se
produjo entonces, en los años 1980-1981, la dispersión de los alumnos de
Lacan, su diáspora. Pero lo que distinguió a la Escuela de la Causa Freudiana
entre todos los grupos que se formaron fue, sin duda, que fue adoptada por
Lacan y presidida por él durante el último año de su vida. También, y sobre
todo, porque se fundó con el objetivo de tomar el relevo de la Escuela
Freudiana de París en cuanto a su finalidad fundamental, la decisión de
ponerse en el camino del «Acto de fundación» de Lacan. Esto supuso,
ciertamente, un año cero. Todo tenía que recomenzar, en 1981, para ser
llevado a un nivel superior, pero a partir de un campo en ruinas, porque todo
o casi todo se había demolido.
Retomo mi expresión «para ser llevado a un nivel superior». ¿En qué
sentido? ¿Qué nivel superior? En primer lugar, la Escuela Freudiana de Lacan
había sido de París. Algunos incluso dijeron, no sin razón, que era la Escuela
de la rue de Lille, la Escuela de los que habían pasado por la rue de Lille.
Cuando Lacan se aventuró más lejos, no conoció más que fracasos. En
Bélgica —donde iba a menudo— tenía alumnos y esperaba que ellos crearan
una escuela de su orientación. Pero prefirieron juntarse con colegas de
diferentes orientaciones, algunas de las cuales Lacan consideraba extrañas al
psicoanálisis, y crearon la Escuela Belga de Psicoanálisis. En Italia —donde
le encantaba ir— tuvo analizantes, e intentó estratagemas de todo tipo para
lograr que crearan un grupo o una comunidad. Pero fracasó también. No
hablemos de Suiza, de Ginebra, donde realizó algunas visitas. Lo que allí
echó raíces fue la Sociedad Psicoanalítica de París. España, desde el punto de
vista psicoanalítico, no existía en París. Solo Argentina hizo algo a través de
Oscar Masotta, que se exilió luego en España, donde participó ampliamente
en el origen de lo que existe hoy. En los últimos tiempos de la Escuela
Freudiana de París, algunos argentinos comenzaron a viajar y, en ocasiones, a
visitar a Lacan.
La ECF, la Escuela de la Causa Freudiana, fue, en principio, algo
completamente diferente. De entrada —puedo decirlo así—, pensó el mundo.
El primer Encuentro Internacional, que se volvió «primero» porque hubo una
continuidad —al principio fue «El Encuentro Internacional»—, tuvo lugar en
Caracas en 1980 y contó con la presencia de Lacan, siendo su último
seminario público. Este encuentro es el fundamento de lo que se desarrolló
después y dio lugar a la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la que
Miquel Bassols, aquí presente, es el presidente actual. Ese ha sido el
comienzo de una larga serie de encuentros. Desde el principio, la Escuela de
la Causa Freudiana fue —por así decir— deportada fuera de París y veló por
su responsabilidad en relación con los colegas de otras partes.
Desde la creación de la Escuela Freudiana de París en 1964, han pasado
cincuenta y tres años, y esos años se dividen así: la Escuela Freudiana de
París ha durado dieciséis años; ahora estamos en el año 37 de la Escuela de la
Causa Freudiana. Tenemos ahora más del doble de la edad de la Escuela
Freudiana de París. Esto no lo es todo, pero en términos de duración es algo.
Si hubo en 1964, hubo también en 1967 —lo veremos luego con el trabajo de
Hervé Castanet— la crisis del pase, que, en cierto modo, ya condicionaba la
disolución de la Escuela Freudiana de París.
Entonces, ¿cuál es el paso que hemos dado en 2017? Podemos calificarlo
con un término sartreano que ha pasado al lenguaje corriente:
comprometerse. Es un término sobre el que deberemos volver sin duda el año
próximo. Por el momento, limito lo que tengo que decir a la idea del punto de
capitón.
Hay una dialéctica del compromiso en Sartre que vale la pena reconstituir.
También vale la pena volver a su fuente, que se encuentra en el primer
Heidegger, el de Ser y tiempo. No lo he releído para esta ocasión, pero en
Heidegger el término que se pone en evidencia es resolución. El Dasein se
resuelve al anticipar una acción y todo gira en torno de lo que Heidegger
llama Der Augenblick, «el instante».
Jean Beaufret, maestro de los estudios heideggerianos en Francia y que fue
a buscar a Heidegger cuando este no debía tenerlas todas consigo —era el
momento de la desnazificación, y Dios sabe que tenía razones para no
sentirse completamente limpio—. Beaufret —que era profesor de khâgne2 en
Condorcet, creo— fue a verlo entonces y se convirtió en el heideggeriano
francés que formó una escuela fuerte de traductores y comentadores. Fue
paciente de Lacan, y por él Heidegger visitó a Lacan en su casa de campo de
Guitrancourt.
Jean Beaufret escribió un libro que pasa justamente de Sartre a Heidegger,
que se llama Del existencialismo a Heidegger,3 donde define de manera muy
hermosa Der Augenblick, «el instante»:
El instante es de este modo el presente que súbitamente toma un sentido, es la existencia misma
súbitamente movilizada que se ilumina presentemente en sus posibilidades más profundas,
volviéndose a partir de allí enfrentamiento o resignación, resolución o abandono, liberación o
servidumbre, frente a la alternativa que la pone a la espera de decidir por ella misma eligiendo. Si
miramos el viejo sentido de las palabras [escribía de una manera preciosa], la mejor traducción del
danés öieblikketo del alemán Augenblick sería el francés elección [choix], porque el sentido antiguo
de choisir [elegir] es ver.
Sin duda, aquí tenemos la fuente del instante de ver. En efecto, a partir de la
indicación que encontré en Beaufret, fui a consultar el Bloch et von
Wartburg, que indica que choisir en el sentido de «mirar» está documentado
en el siglo XII, y significa «percibir» hasta finales del siglo XVI. Es una
anotación interesante que está confirmada en el Diccionario histórico de la
lengua francesa, de Robert: «Hoy día, el sentido de «mirar» para la palabra
elegir solo sobrevive en la Suiza romanda». La primera pregunta que le
haremos a nuestro amigo Ansermet cuando venga esta noche es si hay ese
uso de la palabra elegir (choisir).
El Diccionario histórico de la lengua francesa explica que la palabra elegir
(choisir) viene del gótico kausjan, que quiere decir «gustar» (gouter),
«examinar», «probar», y que tiene la misma raíz que gustare en latín. Elegir
es gustar. Tenemos también el sánscrito Yosayata, que sería de la misma raíz
y significa «tener placer en». Ahí reencontramos la referencia a la Suiza
francófona: «[...] el sentido antiguo que se distingue por la vista (ver
distintamente, percibir) se extingue en el siglo XVII, salvo en la Suiza
romanda». El nuevo sentido ha sido, pues, el de «preferir», «tomar
preferiblemente», que eclipsó a su doble: «elegir». Ahora se dice más
comúnmente escoger que elegir, salvo cuando se trata de elecciones. Se nos
indica que el sentido antiguo sobrevive en las expresiones que califican lo
mejor de una mercancía; se dice, por ejemplo, de premier choix, «de primera
calidad». Ahí casan a la vez la elección y el gusto. Para nosotros tiene un
gran interés porque la herejía, de la que hacemos una bandera, encuentra allí
el lugar donde se ancla muy profundamente en la lengua.
Vemos que lo que pertenece al registro de la elección también pertenece al
registro del gusto. No tenía esta referencia de Beaufret y del diccionario
cuando escribí la «Crónica», que quizá leyeron en internet, aquella en la que
evocaba el silencio de la naturaleza que deprime a los físicos del colisionador
de Ginebra. Después de apasionarme por el artículo, me di cuenta de que
estábamos ante un gran clásico: «La naturaleza ama esconderse».4 Frente a
esa alternativa me preguntaba por qué a algunos les gusta salmodiar que a la
naturaleza le gusta esconderse, celebrar ese misterio; y otros, por el contrario,
no saben qué hacer para lograr que responda. Bien, esa opción es en
definitiva una cuestión de gusto, y me di cuenta al hacer esta pequeña
búsqueda de que lo que dije en mi crónica estaba fundado: hay un parentesco
entre elección y gusto. La elección no puede pensarse solo a nivel de las
idealidades. La elección está enraizada en el cuerpo, en el goce del cuerpo; es
decir, según el término que empleamos desde Lacan, está enraizada en el
sinthome.
Si digo todo esto es porque se trata de no convertirnos en los fariseos de
nuestras propias elecciones y pensar que nuestro gusto es bueno y el de los
otros es necesariamente malo. Es una «guerra del gusto», según la feliz
expresión de Philippe Sollers.
Este registro de la elección, que es la nuestra, del compromiso, entra en
contradicción con la noción más familiar que se tiene, me parece, de la
posición analítica, sin duda menos entre nosotros que en otros lugares; a
saber, la noción que define la posición analítica por la neutralidad
benevolente. Esto hizo que un psicoanalista que frecuentó a Lacan, que tenía
consideración por Lacan, aunque se apoyó, sobre todo, en sus elaboraciones
en Jacques Derrida —un psicoanalista que en numerosas ocasiones se
comprometió con coraje en cuestiones humanitarias y políticas en relación
con el psicoanálisis—, cuyo nombre no tengo problemas en mencionar, René
Major, con el que me crucé el año pasado, cuando le dije que queríamos su
firma para la campaña de los psicoanalistas contra Marine Le Pen me
contestó lo siguiente: «¿Les corresponde a los psicoanalistas hacer eso?». Si
alguien como él tenía dudas, me pregunté qué les ocurriría a otros colegas,
incluso a algunos de la Escuela de la Causa Freudiana, que fue unánime a
nivel de sus instancias, aunque no necesariamente entre sus miembros.
Vemos que hemos asumido como si fuera una posición axiomática del
psicoanalista el no tomar partido. El término neutralidad no está en Freud, es
la traducción que James Strachey dio en lengua inglesa de lo que Freud llama
en alemán Die Indifferenz, la «indiferencia», palabra que figura en el texto de
1915 «Observaciones sobre el amor de transferencia», si no me equivoco. La
neutralidad benevolente como sintagma fijo, según las referencias que he
encontrado, lo establece en 1937 Edmund Bergler, autor de un libro que se
llama La neurosis de base —Lacan habla de él al menos una vez en su
seminario—. El uso de neutralidad benevolente es frecuente entre nuestros
colegas americanos, ingleses y de Europa del norte. En Francia su uso ha sido
moderado, pero de todos modos constituye el wallpaper de la posición
analítica, el telón de fondo que ya no se ve, si bien cuando uno se aleja surge
un pequeño malestar.
Consideremos de qué se trata. El texto de Freud está entre los recopilados
por Presses Universitaires de France con el título De la technique
psychanalytique —creo que ya no existe esta recopilación—, al que sin duda
se refiere Lacan cuando habla de los escritos técnicos de Freud en su
Seminario I. Freud, efectivamente, intentó enseñar a los debutantes la
posición analítica en la cura. Hubo una época en que todo el mundo era
debutante, salvo él, podríamos decir; aunque también él lo era en cierta
medida. Entre esos textos tenemos el de 1912, «Consejos a los médicos», que
es importante porque ahí aconseja al analista —es su consejo anotado a—
que mantenga la misma atención, una atención igual, Gleichschwebend. Esta
es la palabra, Schwebend, que me faltaba, que no recordé en un diálogo con
Michel Onfray cuando trataba de explicarle que la atención flotante no quiere
decir que el analista pueda dormirse, y que Lacan restituyó justamente el
término como atención igual. Tenía la palabra Gleich en la cabeza, «igual»,
pero había olvidado Schwebend.
He consultado rápidamente el diccionario, que distingue tres sentidos de
Schweben, de este verbo causante de todos los males. En primer lugar,
«planear». En segundo, «estar en suspenso». En tercer lugar, «flotar». Sin
duda, eligieron «atención flotante» porque era más agradable de decir, porque
parece aludir a algo vago, una levitación, mientras que es exactamente igual a
la «puesta en suspenso», con el fin de evitar lo que Freud consideraba un
peligro, el de concentrar su atención sobre un punto, lo que conduce a
seleccionar en el material. Freud pide que no se concentre la atención con el
fin de no seleccionar, de lo contrario no se encuentra sino lo que ya se sabe.
Es, pues, una demanda hecha al psicoanalista en su ejercicio, la de no hacer
elecciones previas. Freud proscribe la elección con respecto a la cura, a nivel
de la escucha. Este axioma, o este postulado, de la igual atención lo da como
la contrapartida de la exigencia a la que se somete el analizante de decir todo
sin elegir. Entonces ni uno ni otro eligen. Freud recomienda explícitamente
escuchar sin preocuparse por retener, no hacer esfuerzo de memoria,
asegurando que lo que es necesario aparecerá en el momento en que haga
falta.
El consejo b se deduce de esto: no tomar notas durante la sesión sino
después. Es una especie de proscripción de la memoria, de la inscripción, lo
que ya implicaría una elección. Se trata, en el analista, de confiar en el
inconsciente.
Los consejos c y d conciernen a la preocupación científica. Si se quiere
hacer una exposición científica sobre el caso y se quiere comunicarlo, no se
hipnotice con la necesidad de ser perfectamente exacto, no se trata de eso. El
caso exacto se exige en la psiquiatría. La confianza que se dará a sus
desarrollos no reposa en ello.
También pide que no se hagan construcciones conceptuales mientras el
caso está activo, aunque después variará al respecto. En todo caso, separa el
momento en que se es pura escucha del momento en que se es un constructor
activo. Dicho de otra manera, ¡cuidado con el saber! Freud no quiere que en
el discurso analítico el saber sea el significante amo. Para decirlo en términos
lacanianos: que el discurso analítico vire hacia el discurso universitario.
El último consejo de Freud al médico, el e, consejo bastante famoso, es
tomar como modelo al cirujano, «que deja de lado todos sus afectos y aun su
compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única:
realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte».5
Eso hizo temblar al Instituto. Nuestros colegas de la SPP, cuando
reflexionan sobre la neutralidad, se muestran incómodos porque esta actitud
les parece muy fría. Tienen que decir que de todos modos es necesario tener
empatía con la persona, no ser sistemáticamente inhumano, y ponen como
ejemplo que Freud en ocasiones, para desbloquear un análisis, invitaba a un
analizante a almorzar, etc. Eso les interesa mucho, así como los fenómenos
de contratransferencia que empañan el brillo de su neutralidad benevolente.
Captamos entonces que, con toda naturalidad, los analistas extienden la
posición estándar en la cura —más o menos deducida de Freud— al espacio
fuera de la cura. De tal modo que el analista tendría que pasearse en el
espacio social como el indiferente, como el que no elige.
En el fondo, eso existió en la historia. No se sabe bien cómo se sostenía el
escéptico de la Antigüedad. Fue una gran escuela e incluso varias escuelas
que tenían cosas que reprocharse unas a otras. El escepticismo fue una gran
actitud filosófica. Los sujetos practicaban cierta ascesis para alcanzar un
punto de indiferencia. Diría que el término esencial, que se aprende aún en
las clases, es el de ataraxia, un punto de anestesia, donde se estructura todo
lo que se encuentra en términos contradictorios y se aprende a equilibrar un
lado de la contradicción con el otro, de tal modo que se encuentran liberados
de los lazos que los atan a uno u otro lado. Todo, si seguimos a Sexto
Empírico en los Esbozos pirrónicos,6 está animado por un deseo fundamental
de tranquilidad. El escéptico trabaja mucho —es una disciplina— para
alcanzar ese punto en el que se está, en la existencia, tranquilo. Lo que está
muy lejos de lo que nos propone hoy el momento en el que estamos de la
civilización. Si sigo esta pista el año próximo, hablaré de los escépticos, que
retuvieron la atención de Hegel en La fenomenología del espíritu y también
en Los principios de la filosofía del derecho.
Salvo que eso no es así para los analistas, y diré que no es verdadero ya en
la cura misma. El punto en el que se trata de ser el que no elige concierne al
ejercicio de la escucha —Freud es muy preciso—. No tenemos criterio para
abrir los oídos solo cuando el sujeto habla de su sexualidad y cerrarlos
cuando habla de otra cosa. Si no habla nunca de la sexualidad, nos
inquietamos, nos preguntamos qué pasa —siempre está la tesis y la hipótesis
—. Pero el principio de esta indiferencia que Freud plantea se sitúa en un
nivel muy preciso. El analista en la cura no es indiferente, no es un
indiferente.
Ya en los Consejos al médico, o sobre todo en Puntualizaciones sobre el
amor de transferencia, Freud instituye como un valor del psicoanálisis el
hecho de que el analista debe someterse al amor por la verdad. Más tarde
Lacan se burlará de esto, pero queda que el amor por la verdad es una
elección. Digamos simplemente que esta indiferencia no se sostiene un
segundo en la economía del discurso analítico a partir del momento en que
hay el deseo del analista; a partir del momento en que nos referimos a ese
concepto de Lacan que es el deseo del analista. Este se sirve de la
indiferencia como un medio y podemos decir precisamente de qué medio se
trata, del que hace de sí mismo una x cuyo valor deberá encontrar el sujeto,
valor que será el suyo. En ese sentido, Lacan puede decir en su proposición
del pase que el deseo del analista «es su enunciación, la que solo podría
operar si él viene allí en posición de x»,7 y esta x es la indiferencia freudiana.
Llamó la atención que Lacan dijera en el Seminario XI que el deseo del
analista no es un deseo puro. Pero esto quiere decir que no es un deseo de
nada; es un deseo, decía Freud, de obtener la verdad. ¿Qué es lo que diríamos
nosotros? Se proponen varias fórmulas: por ejemplo, un deseo de obtener la
reducción de las identificaciones. Lacan lo opone a lo que describen los de la
Sociedad de París en esa época, que invocan, por el contrario, el deseo de
identificar en el paciente algunos rasgos de su analista. Podemos también
decir, con Lacan, que el deseo del analista se ejerce en el sentido de obtener
el atravesamiento del fantasma. Si se trata del fantasma fundamental, el deseo
se ejerce entonces en el sentido de obtener la construcción de este fantasma
fundamental: obtener la deflación del deseo, obtener la reducción de los
objetos del deseo al objeto a.
Podemos decir, pensando en el término ilusión que figura en el título El
porvenir de una ilusión —de lo que hablaremos con Catherine Lazarus-Matet
—, que se trata de obtener la reducción de las ilusiones que Freud define allí
como «creencias». No creo que esté muy bien traducido en la edición de
Presses Universitaires de France que tengo aquí y que es mi viejo texto. Creo
que está mejor traducido por Lefebvre en Éditions du Seuil. Bien, Freud
llama ilusión a una creencia «cuando, en su motivación, se esfuerza sobre
todo el cumplimiento de un deseo».8 Así, define la creencia como ilusión.
Hay, pues, una elección en lo que se trata de obtener. Es la cuestión en
juego cuando se sitúa al analista en la posición del escéptico. Se le sitúa, sin
saberlo, en la misma posición histórica del escéptico. Se borra, se ignora
completamente la cuestión de saber si el analista ha elegido bien lo que se
trata de obtener cuando dirige la cura desde ese punto de vista. No se puede
decir que el analista sea neutral ni que sea benevolente, en el sentido en que
Bergler usa ese término, ese término que el señor Macron difunde en la
sociedad. En la página 599 de los Escritos, en «La dirección de la cura»,
Lacan advierte sobre el ejercicio de la bondad: la bondad «no podría curar el
mal que ella misma engendra [...]. La más aberrante educación no ha tenido
nunca otro motivo que el bien del sujeto».9
El analista no es indiferente, ni es el que no elige, porque tiene una ética.
Lacan desarrolló una ética del psicoanálisis, lo que conlleva que en la
posición misma del analista hay una elección. Señalemos que el término ética
no es el de la moral, y que, en cualquier caso, incluye la política.
Se imagina que el grupo o la masa es de un registro diferente que el del
sujeto; que es el wallpaper, que no es para nosotros, que no tenemos la
competencia —es cierto que sobre algunos datos especiales no tenemos
competencia como analistas—. Pero digo que el grupo o la masa no son de
otro registro que el del sujeto. El título, tal como lo quiso Freud,
Massenpsychologie und Ich Analyse —análisis del Ich, del sujeto—, da
testimonio de ello.
En cualquier caso, Lacan lo entendió así al final de «La dirección de la
cura», texto que se refiere a la cura en todos sus niveles: de la táctica, de la
estrategia y de la política, y entre cuyas referencias hay un texto en inglés
sobre estrategia que no es nada brillante. Pero, en el final de su texto, página
611 —muchos de ustedes conocen sin duda estas frases—, Lacan nos
describe a Freud así:
¿Quién ha protestado como ese hombre de gabinete por el acaparamiento del goce por aquellos que
acumulan sobre los hombros de los demás las cargas de la necesidad?
Esta frase ya ha sido comentada, pero lo que subrayaré ahora es que, según
este punto de vista trascendental y dialéctico, cada uno es igual al otro. Lacan
no se ve llevado a disminuir sus méritos, y en una página hay un elogio de la
subjetividad creadora y del pequeño número que la soporta, lo que muestra
que tiene un sentido elitista bastante desarrollado. Pero hay un nivel donde
cada uno es igual al otro, donde el terapeuta, si podemos llamarlo con ese
nombre, es igual a su paciente, como afirma Lacan en otro momento, en la
medida en que uno y otro son prisioneros de la misma época y están
comprometidos en la misma dialéctica.
Señalo el término eje, el eje de tantas vidas, leyéndolo a partir de lo que
sigue, que es una clara referencia a un saber esotérico. En Lacan hay un gusto
por ese saber que se ha olvidado hoy y que marca fuertemente el Informe de
Roma. Frecuentó al gran esotérico francés René Guénon, quien tiene una
bibliografía enorme que Lacan conocía. Lacan tenía un interés por el
simbolismo imaginario que atraviesa las culturas y los siglos. Ilustró la
revista La Psychanalyse con un emblema alquimista, marcando un gusto que
estaba muy presente y dominaba entre los psicoanalistas de la primera y
segunda generación, pero que solo veían eso en lo simbólico, el símbolo.
Lacan dio el paso saussureano, pero permaneció ligado, ¿y por qué no?, a esa
fuente antropológica, artística, enorme de los símbolos imaginarios. En el
saber esotérico hay un eje del mundo que funciona y está ubicado de
diferentes modos, pero que se supone que da al mundo su ordenamiento. Hay
un eco de ese saber esotérico en el término eje, así como en lo que sigue y
que se evoca en la frase siguiente: la espiral, Babel, el mundus y la visión
mística de la serpiente enrollada sobre un bosque eterno. Es una imagen
típica del hermetismo. Leo la frase:
Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su
función de intérprete en la discordia de los lenguajes. Para las tinieblas del mundus alrededor de las
cuales se enrolla la torre inmensa, que deje a la visión mística el cuidado de elevarse sobre un bosque
eterno la serpiente podrida de la vida.
Tenemos ya aquí el esbozo de lo que será más tarde el pase; y la idea de que
el final del análisis confluye necesariamente con una puesta en acto de lo que
se adquirió en el análisis.
En cierto modo, el paso de 2017 es algo análogo para nosotros. Hemos
dedicado treinta y siete años a machacar La ética del psicoanálisis, y hubo un
momento de urgencia cuando se vieron amenazadas, en la dialéctica de la
época, cosas que para nosotros eran wallpaper: la libertad de hablar, de
reunirse. Sentimos que quizás ahora podrían ser restringidas, como ya ocurre
en algunos países del mundo, incluso en Europa. Bueno, después de una
incubación de treinta y siete años o quizá de cincuenta y tres, hemos puesto
en acto algo de ese saber y podría ser, de alguna manera, el pase de la
Escuela-sujeto.
Voilà!
DISCUSIÓN
LAUTRÉAMONT
JAMES JOYCE
Traduje así:
Celui que la gloire a déserté
Qui n’a point trouvé d’âme pour le suivre,
Qui n’a que mépris et colère pour ses ennemis
Et ne jure que par l’ancienne noblesse,
Celui-là solitaire considérable
A son amour pour compagnon.
GENNADY GOR
J.-A. M.: Tal vez podríamos cambiar a otra hambruna. Usted habló de la gran hambruna irlandesa, y
ahora tenemos la hambruna del sitio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, la terrible
hambruna de Leningrado, con episodios de canibalismo —no hace tanto tiempo—, y de la que nos
habla un poeta llamado Gennady Gor, un poeta ruso. Nathalie Georges nos lo presentará. En su
colección de poemas titulada Blocus, surge una poesía absolutamente singular que no se encuentra en
ninguna antología rusa y que no ha tenido un gran eco en Francia. ¡Se necesitaba a Nathalie Georges
para descubrirlo! Creo que nadie aquí ha leído este libro de poemas, que fue escrito durante la
hambruna de Leningrado. Tengo el último ejemplar, parece que parisino, siempre gracias a Rose-
Marie. No he tenido tiempo de leerlo todo, pero lo que he leído es duro, ¡muy duro! Con un
vocabulario extremadamente simple, concreto, muy concreto.
NATHALIE GEORGES: Sí, pensé que era ir de una hambruna a otra, y de un asedio a otro, ya que
Lautréamont murió justo antes del sitio de París. Tenemos una condición o una situación extrema de
la modernidad. Todavía no he entendido del todo por qué le hablé de este poeta a bocajarro, pero...
J.-A. M.: Al dirigirme a usted, sabía que tendríamos un buen poeta y...
N. G.: Mallarmé o algo por el estilo.
J.-A. M.: Mallarmé no, porque ya se ha dicho y hecho mucho...
N. G.: Bueno, así no es como sucedió y asumo lo extraño de esa elección, ya que hay al mismo tiempo
todo un campo de la poesía que se me escapa en cuanto a su relación...
J.-A. M.: Usted sabe que es la única, además de mí, que conoce unos pocos poemas de Gennady Gor.
Aquí nadie lo ha leído.
N. G.: Pero tal vez ansíen saber más. Quizás algunos aquí presentes tengan relación con la lengua rusa.
No es mi caso, lo que ya es una gran mutilación.
J.-A. M.: ¿Nos leerá algunos...?
N. G.: Sí, en francés. Es una antología muy contemporánea, en una traducción de René Abril, un español
que traduce al francés. Ahora vive en Rusia, escribió poemas en ruso. Así que tenemos cierta mezcla
de lenguas, lo que es un poco limitado en comparación con un poeta, una lengua, que es la condición
de la poesía contemporánea.
J.-A. M.: Por desgracia, no hay ningún colega ruso en París.
N. G.: ¡Pero se interesarán! Al escucharlo a usted, se movilizarán y, con suerte, aprenderemos muchas
cosas. Para darle una idea de estos poemas traducidos en francés, voy a leer el último de la antología,
ya que esta mañana se habló de «pozos».
Retengo este «como yo». Yo que soy «un desgarro, una llaga, una fosa»... Es realmente una poesía
del desecho, del orden del desecho.
El último poema que he aislado lo había leído antes de leer el posfacio, que muestra que el
canibalismo era real. Aquí está:
J’ai mangé la rieuse Rebecca,
Un corbeau épiait cet affreux repas.
Et le corbeau regardait d’un air las
Un être humain manger lentement un autre être.
Le corbeau regardait et j’aurais dû peut-être
Lui jeter une main de Rebecca.
En primer lugar: «Le bourreau m’a baisé». Y luego: «Et j’ai embrassé10 le bourreau». Así que
J.-A. M.:
baiser no sería embrasser. Quizás este sea el sentido. Aquí nadie sabe ruso, por desgracia. Judith
hizo estudios de ruso, y había ayer alguien llamado Igor, pero se marchó. Podríamos tal vez ir a
preguntarles a través de Skype si conocen a Gennady Gor... Así que hay amor, algo del amor, pero
no está claro en qué forma. Y luego hay una oferta, una oferta de productos, alimentos...
N. G.: Y el rechazo.
J.-A. M.: Y está el rechazo. Se acepta el amor, pero se niegan los bienes que van con él.
N. G.: Se los rechaza en un contexto de hambruna y de indigencia absoluta. La poesía rusa es,
obviamente, un continente. Están, entre otros, todos los poetas que se pusieron al servicio de la
revolución, pero Gennady Gor no pertenece a ellos. Un poeta que se pone al servicio de la revolución
es algo a estudiar.
J.-A. M.: El rasgo es sin duda el «j’ai embrassé le bourreau». No se entiende muy bien. Los verdugos
pedían la absolución a la persona que iban a matar. Es un clásico dar el perdón antes de que les
corten la cabeza. Ana Bolena, antes de ser decapitada, da el perdón al verdugo, que se lo pide. Pero
en este poema tenemos el beso, el té y el pastel, que son muy Alicia en el país de las maravillas, muy
Sombrerero loco. Pero para el «j’ai embrassé le bourreau»..., no lo veo. El «j’ai embrassé le
bourreau» sería en España «abrazo a quien me castiga». Esto es muy ruso por supuesto, no hay rusos
aquí que me digan lo contrario... Bien, continuemos subrayando que no toca el pastel, pero no
sabemos si rechaza el té.
SR. X: ¿«Té y brioche» no sería una expresión como «leche y galletas»? ¿No sería un par de té/brioche?
Y ya que no hay brioche —pues hay hambruna— no toca el brioche.
J.-A. M.: ¿Quiere decir que «té y tarta» es un estándar ruso, como el eggs and bacon inglés.
N. G.: También es una variante de «Pan y vino», título de una gran elegía de Hölderlin, y donde se
encuentra el famoso: «¿Para qué poetas en tiempos de miseria?». Este verso ha esclarecido al mundo
sobre lo que es un poeta. Por último, esto es lo que tenía en mente cuando le hablé de Gennady Gor.
J.-A. M.: Bueno, finalmente, hacemos kilómetros...
A. L.-Q.: He tecleado en Google «embrasser le bourreau» y he encontrado un extracto de Los hermanos
Karamázov.
J.-A. M.: ¡Ah!, voilà!
A. L.-Q.: «Verás, Aliosha, es muy posible que en realidad, cuando yo mismo vea ese momento...». No,
antes: «“¡Tienes razón, Señor, pues se han abierto tus caminos!”, cuando la madre se abrace al
verdugo que ha hecho despedazar a su hijo por los perros y los tres juntos proclamen, bañados los
ojos en lágrimas: “Tienes razón, Señor”. Entonces, naturalmente, se llegará a la apoteosis del
conocimiento y todo se explicará. Pero aquí está, precisamente, el obstáculo, esto es lo que no puedo
aceptar. Y mientras me encuentro en la Tierra, me apresuro a tomar mis medidas. Verás, Aliosha, es
muy posible que, en realidad, cuando yo mismo vea ese momento, sea porque viva hasta entonces o
porque resucite, exclame junto a los demás, al ver a la madre abrazando al asesino de su hijo:
“¡Tienes razón, Señor!”, pero no quiero hacerlo. Mientras me queda tiempo, procuro proteger mi
posición y por eso renuncio por completo a la armonía suprema».11.
J.-A. M.: ¡Bien! Ciertamente es muy ruso.
N. G.: No se deben subestimar las muchas referencias que hay en estos poemas: Gógol, Pushkin, algunos
franceses, ingleses y muchos otros... Gor era alguien que había estudiado. Venía de los confines de
Siberia, donde sus padres fueron encarcelados como revolucionarios y...
J.-A. M.: No hay que olvidar que no estamos solos, porque siempre está Google con nosotros, es decir, la
biblioteca universal, o casi.
N. G.: No había Google durante el asedio de Leningrado, y aquí tenemos eso que Gennady Gor pudo
recordar. Esto también es hermoso.
J.-A. M.: Alguien tendría que estar constantemente con su ordenador en este seminario para obtener
inmediatamente respuestas a las preguntas que puedan surgir.
N. G.: La pregunta en realidad es: ¿por qué poetas? Hay, con Gor, una especie de respuesta temprana
antes de Hölderlin. ¡No, no antes! Tampoco sé si Gor había leído a Hölderlin, no sé nada en absoluto.
J.-A. M.: En el Simposio de Cerisy, no se habla de Hölderlin.
N. G.: No obstante, allí también hay una mina.
J.-A. M.: Además, no sé si sabía alemán.
N. G.: Pero sabía español. No solo lo sabía, lo leía. Tenía, al parecer, una cultura bastante consistente de
la literatura barroca.
J.-A. M.: Aquí, el lugar de la política es sobre todo que Gor se encuentra en una situación de guerra.
N. G.: Pero los significantes amos, ¡no se sabe dónde están! Todo se reencuentra después del sitio de
Leningrado: la burocracia soviética, etc.
J.-A. M.: ¿Lo vemos en los poemas?
N. G.: No, pero es posible, en la nota, conocer el destino de las personas después del sitio.
J.-A. M.: Todo está escrito en 1942 o así...
N. G.: Sí. Sin embargo, ha añadido algunos poemas en 1944.
J.-A. M.: No están en la antología.
N. G.: Se dice en el prefacio. Fue llevado lejos de Leningrado antes del final del sitio.
J.-A. M.: Es, entonces, una poesía de guerra.
N. G.: Sí. Sin embargo, ¿podemos decir que hay un eclipse del significante amo?, es decir, el punto
donde todo el mundo es dejado a su propia constelación significante.
J.-A. M.: Pero no es una poesía de alabanza ni una poesía rebelde ni una poesía de un poeta maldito. Es
un vientre que grita hambruna.
N. G.: De ese vientre surgen poemas, una especie de cifrado de un momento en el que solo uno puede
decir. Se podría decir que allí hay solo uno que escribe poesía para todos.
PASCAL FARI: Entre verdugo y brioche no hay en ruso más que una consonante de diferencia.
J.-A. M.: ¿Cómo sabe eso? ¿Sabe ruso?
P. F.: Sí, un conocimiento antiguo.
J.-A. M.: Bueno, se clarifica de manera progresiva. Pero es obviamente muy difícil hablar de un poeta sin
conocer su lengua. Pero, bueno, se llega poco a poco.
N. G.: Nos vamos acercando poco a poco y coloca la cuestión de la lengua en otro lugar. Se plantea la
cuestión de la traducción, el despegue del primer amor de la lengua: podemos compartir un poco.
J.-A. M.: Esto puede llevar tiempo, porque si entre verdugo y brioche solo hay una letra de diferencia, se
pierde realmente mucho al no saberlo.
N. G.: Sí, pero creo que llega en el momento adecuado, ya que podríamos decir muchas otras cosas en
lugar de fascinarnos solamente con eso.
J.-A. M.: Usted nos somete a un ejercicio extremadamente complejo. Nadie puede leer estos poemas y,
cuando se los lee, están en una lengua que no se conoce. Usted nos lleva a un cierto laberinto...
N. G.: No sé si se trata de un laberinto; más bien, de cierta complejidad. Creo que no podemos tener
ideas simples sobre la poesía. Algo en mí se rebela totalmente en contra de la idea de que podría
haber ideas simples en esta área.
J.-A. M.: Digamos que es mejor que la dificultad se produzca después de que algunos obstáculos, quizá
secundarios, se hayan eliminado. Si uno no tiene el texto, entonces es obviamente muy complicado.
Y si uno no sabe la lengua original, es aún más complicado. Tomando un libro que todo el mundo
tiene, una lengua que todo el mundo sabe, podemos afrontar la complejidad real.
N. G.: La cuestión era la política, el siglo XX, el desastre y la respuesta de los poetas a una situación
política que, digamos, nos mira, y contra la cual se ha ejercido una censura mayor: fue asesinado
todo el mundo y...
J.-A. M.: Pero en la India, donde debe de haber habido grandes hambrunas, ¿no hay poetas como
Gennady Gor.
O. L.: Muy pocos.
J.-A. M.: El terrorismo no ha provocado vocación poética... He leído el posfacio antes que los poemas,
pero no por completo, y parece que Gor no fue poeta antes del sitio ni después.
N. G.: Se sorprendió a sí mismo.
J.-A. M.: Aun así, fue reconocido.
N. G.: Pero muy tarde. Creo que estos poemas fueron encontrados después de su muerte. Lo
comprobaré. Esto es algo que mantuvo con él, que ocultó, que llevó en secreto. Durante años no
concibió que se publicaran. Era una poesía un tanto invisible.
PHILIPPE LA SAGNA: Hay algo muy importante, este límite absoluto de lo humano, el canibalismo, que
tiene como fondo la guerra. La hambruna produce su propio alimento, los cadáveres; alimento que se
rechaza.
J.-A. M.: Se cae en un callejón sin salida, al igual que en la Fenomenología del espíritu de Hegel, cuando
se llega al terror revolucionario. Dice que se cortan cabezas como se bebe un vaso de agua. Ahí se
está en un fuera de sentido total, una especie de año cero. Con Gor, hay una poesía del canibalismo, y
es muy limitado. Por eso no sé si la transición que viene ahora sería mejor hacerla con Quevedo y
Góngora o con Leopardi. Esa es la elección. Miquel Bassols, ¿se puede encontrar alguna relación
entre Gor y Quevedo o Góngora? No, no la hay, eso estaría pillado muy por los pelos.
MIQUEL BASSOLS: Es otro momento histórico, en otra época y en la literatura misma.
J.-A. M.: Con Lautréamont, tenemos algo bastante excepcional en el siglo XIX. Con Gor, es el drama de
la Segunda Guerra Mundial en el siglo XX. Y con Leopardi, estamos a comienzos del siglo XIX.
Podemos ir al siglo XVII. Dejar de lado e.XVIII, que no es, en el fondo, un siglo de grandes poetas, al
menos en Francia. Está Chénier, pero de todos modos... Bueno, vamos a Góngora y Quevedo.
M. B.: Aquí estamos, en efecto, en el siglo XVII, que es el Siglo de Oro español, es decir, el momento
más importante de la literatura española. Pero también es —no hay que olvidarlo— un momento
muy importante en términos de política social en España, ya que es el comienzo del declive del
Imperio español. Toda la querella entre Góngora y Quevedo debe leerse en este contexto.
La corte de Madrid ya empieza a tener cierta idea del declive, y Quevedo forma parte de esta corte,
está rodeado por los poderosos, incluso nació ahí. Góngora nació en Andalucía, en las provincias, y,
por lo tanto, no es alguien que esté cerca del poder. Por el contrario, tiene el poder poético. Fue ya
reconocido por su generación como el poeta que hizo el corte con el Renacimiento y que introdujo el
cultismo, las metáforas, el barroquismo; es decir, el lenguaje más sutil que hay en la poesía española.
Lacan alude a él llamándose «el Góngora»...
J.-A. M.: No, Lacan fue criticado como gongorino. Tampoco estoy seguro de que la gente que le definía
así supiera quién era Góngora. Las críticas a Lacan evocaban sobre todo a Mallarmé, y es Lacan
mismo quien escogió poner delante a Góngora.
M. B.: Góngora es sobre todo la metáfora, la metáfora hasta el límite. Siempre hay que descifrar un texto
de Góngora por las metáforas.
Es un poeta reconocido por su generación. Por el contrario, Quevedo, que es joven, muy joven —
diecinueve años menor que Góngora—, es el joven que trata de matar al maestro. Esta querella es la
que hay entre el maestro Góngora y el muy joven Quevedo. Es muy joven, pero ya está en la corte, es
decir, en relación con el poder político.
Traduje al francés los poemas de Góngora y es usted, señora Georges, quien hizo una revisión
excelente, muy barroca, de mi propia traducción al francés.
J.-A. M.: Hay que agradecer a Nathalie Georges, que retomó toda la traducción de Bassols al francés y la
elevó formidablemente.
M. B.: Los poemas de Góngora son muy difíciles de traducir porque cada palabra es una especie de
condensación metafórica que reenvía a varios sentidos. Por ejemplo, Góngora puede derivar de la
palabra antojo, el deseo, las ganas, a la palabra anteojos. Quevedo no era ciego, pero tenía grandes
problemas de vista, y por lo tanto Góngora le respondió haciendo un juego de palabras con antojo y
anteojos. Con esto, no solo se burla de la ceguera de Quevedo, sino también de su ceguera como
traductor de los griegos.
Cuando se lee este soneto, vemos que hay un juego metafórico muy difícil
de seguir.
J.-A. M.: Sin embargo, en Francia, no prendió mucho. No podemos decir que Quevedo y Góngora se
lean. Es cierto que es difícil. He intentado muchas veces leer las Soledades. Hay notas y es
apasionante, pero se avanza a paso de tortuga.
M. B.: Hoy en día es muy difícil, incluso para un español, seguir las Soledades. Es el edificio de la
metáfora más difícil en castellano.
J.-A. M.: Al mismo tiempo, es un pequeño libro de poemas. Uno se dice que llegaría al final más
fácilmente que con Finnegans Wake, pero finalmente...
M. B.: Todos los estudiosos han dicho que se trataba de un juego, de un ejercicio de estilo de un poeta, y
solo eso. Pero hay una nueva lectura que muestra que hay una lucha política y social real en la
disputa entre Góngora y Quevedo.
Ahora me gustaría hacer referencia al tercero excluido en esta disputa. De hecho, creo que, para
entender realmente esta disputa, hay que referirse al tercer autor más importante del Barroco español,
a saber, Baltasar Gracián. Es precisamente una referencia de Lacan en el Seminario XVII. Baltasar
Gracián llevará al límite el barroquismo, pero sacando consecuencias éticas. De hecho, aunque en
Góngora y Quevedo se encuentra un lenguaje poético importante, uno se da cuenta, sin embargo, de
que no existe una clara conceptualización de la relación con la lengua. Es en Gracián donde se
encuentra esta elaboración.
J.-A. M.: En su tratado Agudeza y arte de espíritu.
M. B.: Agudeza y arte de ingenio. Y también en Oráculo manual y arte de prudencia.
J.-A. M.: Todo esto se ha traducido y retraducido al francés. Hay un volumen, en Seuil, que incluye todo.
Muy feo como volumen, pero bien traducido.
M. B.: Por último, creo que con Baltasar Gracián realmente tenemos la figura del hereje como tal en la
literatura, en la política y en la religión española.
J.-A. M.: ¿Eso cree?
M. B.: Sí, creo que es una figura herética. Era un jesuita muy formado y fue perseguido por los jesuitas...
J.-A. M.: Lo que siempre me molesta en él, incluso si me gusta, es su lado chapuza. Un jesuita...
M. B.: Que se hace cazar.
J.-A. M.: Tiene un lado en el que no se ajusta a su concepto.
M. B.: Hizo una crítica feroz de la impostura de la Iglesia y no se lo perdonaron, sobre todo después de
El Criticón, que fue traducido al francés como L’Homme de Cour.
J.-A. M.: No, no, no; el título en Francia es El Criticón.
M. B.: Ah, El Criticón... Por lo tanto, está traducido así. Pues bien, sobre todo después de El Criticón,
casi metieron a Gracián en la cárcel...
J.-A. M.: Sí, pero es como Maquiavelo, se les pone por las nubes, etc. Ah, ¡protesta Éric Laurent.
ÉRIC LAURENT: Fumaroli, él mismo un excelente retórico, ha consagrado un estudio a Gracián, a quien
se refiere como el jesuita por excelencia... Gracián fue traducido inmediatamente al francés y subraya
que lo fue como la excelencia misma de lo que debería ser el caballero católico.
J.-A. M.: ¿Fumaroli valida que él es el ejemplo de jesuita del siglo? No recuerdo...
É. L.: Sí, quiso hacerlo. Gracián es lo contrario de Maquiavelo, es un pensamiento político cristiano, flor
sutil. Supo encontrar la lengua para transmitir una política antimaquiavélica.
J.-A. M.: Sí, Fumaroli escribió —en Gallimard, creo— un gran prólogo a la edición del Oráculo manual,
muy bien hecho, pero que no habla del interés de Lacan por Gracián. Y, además, contiene errores. Al
leer este libro cuando salió, me dije a mí mismo que tal vez podía señalar estos errores. Después
pensé que el hombre que señala errores no es bien recibido, incluso si el interés de Fumaroli por
Lacan era secundario. Sí, Gracián fue muy bien recibido en Francia y traducido inmediatamente.
Esto también está en la traducción del siglo XVII por Amelot de la Houssaye.
M. B.: De todos modos, Gracián hace el elogio de la política, de los políticos...
J.-A. M.: Bueno, ¡eso es lo que me molesta! El tipo que hizo un tratado político termina en la cárcel
porque no fue capaz de maniobrar con las potencias de la época. Este es, sin duda, un realismo
hegeliano un poco grosero por mi parte. En última instancia, esto da un Henri Guaino derrotado en
las elecciones y diciendo que el electorado es vomitivo, etc. Es la ley del corazón en el sentido de
Hegel, el alma bella empujada a la ley del corazón: «Sois todos una basura, me voy solo». Es un
poco como Joyce, fiel a la antigua nobleza.
M. B.: Sí, hay este lado en Gracián. Pero también sintió el advenimiento de la ciencia de los siglos XVII y
XVIII.
J.-A. M.: Me gustaría que habláramos de Quevedo y Góngora. Hablamos todo el tiempo de Gracián
desde que Lacan habló de él. Es el español de los filósofos. Schopenhauer habla de él, Nietzsche
habla de él, Jankélévitch habla de él. Lacan llegó bastante tarde a esta lista. Dijo tres palabras que
fueron especialmente justas y, por supuesto, eso nos marcó. Pero ¡añadamos algunos personajes
adicionales!...
M. B.: Retomo. En relación con Góngora y Quevedo es muy importante tener en cuenta que hay una
recuperación de esa querella con la generación del 27, es decir, justo antes de la Guerra Civil
española. Esta es una generación muy importante: García Lorca, Alberti, etc., quizá la más
importante de la poesía española. Volvieron a este debate, haciendo de Góngora el punto
fundamental de su posición. Consideraban a Góngora más revolucionario que Quevedo.
J.-A. M.: Revolucionario en cuanto a la lengua, como se ha dicho de Mallarmé. Toda mi generación
universitaria pasaba el tiempo en la celebración de Mallarmé como el profeta de los tiempos
modernos, como un comunista admirable, etc.
M. B.: Y esta generación del 27 consideraba a Góngora incluso como un revolucionario político en lucha
contra el centralismo del poder español. Góngora venía de Andalucía y era descendiente de judíos.
J.-A. M.: ¿De marranos?
M. B.: Sí.
J.-A. M.: ¡Están por todas partes!
M. B.: Quevedo era un antisemita confeso. Escribió, en 1633, un texto virulento titulado Execración
contra los judíos, y la generación del 27, por tanto, incluye a Góngora como uno que había sido
excluido de la cultura española con los judíos y los árabes.
J.-A. M.: Los poemas de Góngora son extremadamente difíciles, y sería bueno, un día, tomar realmente
un poema para estudiarlo a fondo. Es cierto que hoy en día hay buenos comentarios, cosas recientes
que no he seguido. También Menéndez Pelayo; sin embargo, no sé si hay correspondencia, cartas, en
las obras completas de Góngora.
M. B.: Sí, Menéndez Pelayo, Dámaso Alonso. Fuera de la querella hay, creo, algunos textos de
correspondencia de Góngora, no con Quevedo. Habría que buscar.
J.-A. M.: Nos queda poco tiempo, pero a pesar de todo vamos a pasar a Leopardi. Para Quevedo, voy a
decir que mi novela favorita en español es El Buscón, que es una de las cosas más divertidas que se
han escrito. Hay una serie de juegos de palabras, pero con las notas se sale adelante. Es muy
divertido, incluso en francés. Se tradujo al francés en una colección titulada «Novelas picarescas
españolas», pero obviamente es aún más sabrosa en español. ¡Pasemos a Leopardi!
LEOPARDI
C. C.: Hablaré de Giacomo Leopardi. Está casi olvidado en Francia, así que cuando me pidió que hablara
de él, me alegré. En consonancia con todo lo que se ha dicho, voy a comenzar diciendo que también
Leopardi vivió en una época en la que la pulsión de muerte se desencadenaba con fuerza. Nació
cinco años después de la decapitación de María Antonieta, en medio de toda la agitación que había
en la nobleza europea, ya que él mismo fue el hijo de un conde y una marquesa...
J.-A. M.: Y no va a vivir más que hasta los treinta y cuatro años.
C. C.: Treinta y siete.
J.-A. M.: Y, sin embargo, tiene una obra enorme, lo que muestra que pasó su vida escribiendo.
C. C.: Este gran libro que tengo aquí es solo una pequeña parte de su obra.
J.-A. M.: Es el Zibaldone. Cuando entré en Leopardi, yo estaba totalmente fascinado por este libro que
había comprado en italiano, muy barato e impreso en letra pequeña. Parecía que estaba ahí toda la
sabiduría del mundo, así que me quedé absolutamente fascinado por este Zibaldone durante varios
meses.
C. C.: Muchos otros como usted quedaron fascinados: Nietzsche, Schopenhauer... Este último dijo:
«Nadie ha ahondado tan profundamente en el tema y no lo ha agotado tan completamente como, en
nuestros días, Leopardi».
J.-A. M.: ¿El tema? ¿Qué tema?... El tema de todo.
C. C.: Sí, pero continúo la cita: «Todo está alcanzado y todo penetrado: la burla y la miseria de nuestra
existencia, que es lo que pinta en todas las páginas de sus obras, con tal variedad de formas y giros,
una gran cantidad de imágenes tal, que lejos de provocar aburrimiento, excita cada vez más el interés
y la emoción».
Leopardi vive una época en que Italia está atravesada por la invasión francesa y austríaca, dos
potencias que se reparten el territorio. Luego, a sus diecisiete años, llegan la Restauración, el
Congreso de Viena en 1815 y Maeterlinck, que dice que Italia no es más que una «expresión
geográfica». Esto es interesante para nosotros, dado que Leopardi fue también, en su poesía, un
rebelde. Se rebela contra los poderes constituidos, contra las autoridades, contra la religión. Pero
tiene que recorrer todo un camino para llegar allí. No podemos hablar de Leopardi sin interesarnos
por su biografía, su historia.
De hecho, es importante saber que fue un niño un poco enfermo, de físico deforme y problemas en
los ojos. Como Quevedo y Joyce..., es raro, ¿verdad?... Para escapar de ese dolor y sufrimiento se
refugió en la biblioteca de su padre. Esa biblioteca era inmensa, quizás la más grande de Italia, veinte
mil volúmenes. Si tienen la oportunidad de ir a Recanati, visiten su casa. Pasamos por varias
habitaciones cuyas paredes están cubiertas de libros hasta el techo. Si aman los libros, vayan a
Recanati, en Las Marcas, a ver la casa de Leopardi.
En ella, de niño, estudió con su hermano y su hermana Paulina. o salían nunca, porque no debían
mezclarse demasiado con la gente. Su tutor no era otro que su padre pero Giacomo hizo estudios
sorprendentes. A los quince años, hablaba muchas lenguas, incluso aprendió hebreo en dos semanas
para sorprender a su padre en su aniversario. Este padre organizaba competiciones con disertaciones
ante un público selecto. ¡Así que realmente fueron los estudios!
Además, los Estados Pontificios —el poder temporal y espiritual hasta Napoleón, que le retiró el
poder temporal, y que incluían el castillo de la Chiesa y la región de Las Marcas— habían prohibido
al padre de Giacomo Leopardi, el conde Monaldo Leopardi, ocuparse de sus bienes. ¡Había tenido
tantos gastos y tenía tantas deudas!
Este padre fue un poco iluminado, un poco loco, pero, sin embargo, permitió a sus hijos leer libros
prohibidos, los del Index de la Iglesia. La Iglesia era muy estricta en este punto: los libros se
guardaban bajo llave y, para acceder a ellos, el padre debía solicitar una dispensa para él y sus hijos,
incluida Paulina. No se trataba de libros eróticos, sino de libros de la Ilustración francesa,
Maquiavelo, etc. Incluso más tarde, Edoardo Weiss, que no tenía nada que ver con Leopardi, fue
prohibido por el Vaticano, así como la Revista de psicoanálisis.
Todo esto para señalar que la formación de Leopardi fue inmensa, aunque estuvo acompañada de
un dolor de existir, una infelicidad que hizo de él un poeta amado por los adolescentes italianos...
J.-A. M.: Estaba disminuido físicamente. Forma parte de los grandes espíritus muy disminuidos
físicamente. ¿Quiénes son los grandes espíritus muy disminuidos.
C. C.: Nombré a Quevedo. Leopardi también tuvo problemas en los ojos, era jorobado. Con el tiempo se
levantó contra la naturaleza y contra Dios por haberlo hecho así.
J.-A. M.: Kant tampoco tuvo muy buena salud, tenía el pecho cóncavo, hay descripciones. Pero se las
arregló a pesar de todo para aguantar mucho tiempo.
C. C.: Mientras que Leopardi no. Hay algo enfermizo en esos niños que se convierten en genios. Pero
eso es otra historia.
J.-A. M.: Leopardi recuerda mucho a John Stuart Mill, el hijo de James Mill, que fue un estrecho
colaborador de Bentham. Había decidido educar a su hijo John Stuart de una manera útil, es decir,
según la ideología utilitaria. Le atiborró el cerebro con esto, pero el niño tuvo la buena idea, a los
quince años, de generar una depresión que lo liberó de eso y le permitió dedicarse a sus ocupaciones
de empirista: un importante trabajo sobre el liberalismo. Hubo, de hecho, algo así en Leopardi,
excepto que este estuvo mal de principio a fin.
C. C.: Siempre estuvo mal, pero algo se movió en un momento dado. Después de haberse adherido
inmediatamente al pensamiento reaccionario de su padre, comenzó a cambiar de opinión sobre la
naturaleza. Ya no se trata de la buena madre rousseauniana frente a los hombres corrompidos por la
civilización, se convierte en todo lo contrario: es ella, la naturaleza, la que lleva la falta.
J.-A. M.: Cuando hablamos de ello dijimos que había algo en él de Stendhal. Leopardi tenía la idea de
que el tiempo pasado fue mejor; es decir, la idea de que los valores, la virtud, la honestidad y el
coraje tenían sentido en la Antigüedad, pero todo esto se había perdido con la llegada de los tiempos
modernos. De todas formas, tiene el dolor del moderno: lloramos las antiguas virtudes. Se decía de él
que era el griego de la Italia moderna, etc. Es un poco como Stendhal. La cartuja de Parma sigue
siendo una historia del siglo XVI trasladada a XIX. Son valores muy modernos insertados en un
contexto —hay aduaneros, etc.—. Hay algo en común entre Leopardi y Stendhal.
C. C.: Sí, tiene razón, pero, al mismo tiempo, lo encuentro moderno. Para permanecer en nuestro actual
tema, yo diría que no es una nostalgia de lo antiguo, sino una fuerza, un valor arraigado en la
actualidad y en el compromiso, un compromiso contra el adormecimiento que la Iglesia promete a
los ciudadanos en un mundo monótono, oscuro y dormido. Está también su forma de ver la
modernidad, especialmente los productos de la ciencia y la tecnología: el globo, el telégrafo, la
navegación a vapor... Todo está muy bien, piensa, pero tiene dudas sobre este increíble optimismo
que cree que esa es la felicidad de los hombres...
J.-A. M.: ¡Es el gran clásico de los antimodernos! En lo personal, estoy harto del «todo lo que hemos
perdido». Creo que nos corresponde a nosotros realizar las antiguas virtudes.
C. C.: Pero, precisamente, Leopardi cree que se puede recuperar este impulso, pero en un sentido
republicano y patriótico. Italia estaba bajo el opresor, bajo el invasor extranjero, y era importante
para él trabajar en este sentido, incluso proviniendo de una familia aristocrática italiana.
J.-A. M.: Es, a pesar de todo, la relación con su país, con la gente de su país y su esperanza, la que da su
vitalidad al deseo de retorno a las virtudes antiguas. Me disculpo con aquellos de ustedes que son de
filiación trotskista, pero he de decir que el internacionalismo trotskista —que borra las fronteras y
dice: «Soy hermano de los oprimidos sean de dónde sean y de donde vengan»— parece trastornado.
Pascale Fari, hablo bajo su supervisión, ¿no es así?... Hay algo que no va en este internacionalismo.
Vemos, con Leopardi, la vitalidad que aporta el hecho de anclarse en la lengua de Babel y, por
decirlo de una manera noble, el lado adánico que hay entre los trotskistas. Es como si todos
habláramos la misma lengua, como el retorno a antes de Babel. Pero hubo Babel, y eso no puede
borrarse. Podemos tratar de borrar las fronteras, pero no hablamos la misma lengua y no somos
sensibles a los mismos acentos. Están todos estos poetas que enumeramos, y quien dice poeta, dice
relación con la lengua. ¿Hay poetas trotskistas?... Debe de haber.
C. C.: Hay, finalmente, en Leopardi, una modernidad en su escritura. Siempre hace hincapié en el
pesimismo, el llanto, la naturaleza, el amor perdido, pero también escribió obras de sátira política,
donde inventa, por ejemplo, que los liberales, los rebeldes y los partidarios de la revolución son
ratones, mientras que las fuerzas papistas son ranas, y las austríacas, cangrejos. Se presenta en una
forma muy divertida.
J.-A. M.: Venimos de pasar revista a muchos poetas y es todo un incentivo. Tomaremos todo esto con
textos de apoyo. De tener el material para estudiarlo, me pasaría dos horas con un poema de
Leopardi.
FRANCESCA BIAGI-CHAI: Me gustaría decir que la modernidad en Leopardi también reside en los
conceptos de infinito y de aburrimiento. El aburrimiento fue lo que lo hizo interesarse por lo político
y lo social...
J.-A. M.: El psicoanálisis de los poetas es otra historia.
C. C.: El poema manifiesto del aburrimiento es «La ginestra».
J.-A. M.: Conozco más la prosa de Leopardi que sus poemas.
C. C.: ¿Quieren que lea algunos versos del poema «A Silvia»?
J.-A. M.: ¡Claro! Lea primero en francés y luego en italiano.
C. C.: Es un poema de cuatro páginas, pero voy a leer unos versos. Se dedica a Silvia. Ella ya estaba
muerta cuando Leopardi escribió este poema. Ella estaba enamorada de él, pero nunca se conocieron.
Leopardi nunca tocó a una mujer. Silvia era un poco su Beatriz.
Es en este poema donde hay esta inversión de Leopardi acerca de la naturaleza que he mencionado al
principio:
O nature, nature,
Pourquoi ne tiens-tu pas
Ce que tu promettais alors? Pourquoi
Te moques-tu de tes enfants
Esto es algo que se repite mucho en Italia cuando uno está un poco desesperado:
O natura, natura,
perché non rendi poi
quel che prometti allor? perché di tanto
inganni i figli tuoi?14
II
¡París cambia! ¡mas nada en mi melancolía
se ha movido! Palacios nuevos, andamios, bloques,
barriadas, todo en mí se vuelve alegoría;
mis queridos recuerdos pesan más que las rocas.
J.-A. M. (Sigue): Ya en esa época, Baudelaire se da cuenta de que no va a morir en el mismo contexto
que aquel en el que nació. Y ahora cambiamos varias veces de contexto durante una vida. Hay en
este poema un desorden que es, para mí, como la firma de la modernidad. Se trata de la destrucción
del barrio que se extendía en pequeños callejones alrededor del arco del Triunfo de hoy día, barrio
donde, por cierto, sucede, creo, la novela La prima Bette de Balzac. Todo ese barrio estaba siendo
destruido en esa época, y Baudelaire sufría. Todavía hoy se experimentan cosas por el estilo.
Por mi parte, me tomo muy en serio lo que usted dice. De hecho, como creo que el movimiento en
el que estamos ha ganado o va a ganar, hay que pensar en la angustia de los demás. Después de todo,
todo esto es obra del hombre; el hombre sigue siendo una criatura divina y, por lo tanto, ¿por qué no
admitir esta creatividad humana como parte del plan divino? Estoy seguro de que ya hay algunos
jesuitas muy avanzados en elaborar esto. ¡Hubieran podido absorber el psicoanálisis!... Empezaron
por colocarle el sambenito, pero aguantó el golpe, y entonces han evolucionado; ahora hay
sacerdotes psicoanalistas, etc. No sé si mañana habrá sacerdotes transgénero, pero sea bienvenido lo
que queda de Dios en la criatura. Ya hemos podido ver en el pasaje que he leído al comienzo que el
niño que tiene dos madres, etc., tiene preguntas legítimas. Esto es ya un primer paso en la buena
dirección.
F. A.: Por eso hay un desafío para el psicoanálisis, es necesario pensar en este futuro que se resiste al
discurso jurídico, antropológico y sociológico. El psicoanálisis ofrece la capacidad de pensar de otro
modo.
J.-A. M.: Pero usted notó que esto no alegraba a los psicoanalistas entrevistados. Son la policía del Edipo,
ha dicho.
F. A.: Por eso digo que nosotros tenemos que hacer una apuesta y asumir la responsabilidad. La policía
del Edipo está presente principalmente en los psicoanalistas clásicos.
J.-A. M.: Pero se los invita.
F. A.: No mucho.
J.-A. M.: ¿Dos, tres?...
F. A.: Sí, dos o tres. De hecho, es propaganda. Este discurso de causalidad familiar no necesita ser
sostenido por un psicoanalista; es un discurso que funciona solo en la sociedad. Invitan a Marie-
Claire y también va muy bien. Al fin y al cabo, es el discurso ambiente, y, por lo tanto, me parece
que hay una apuesta a hacer por parte del psicoanálisis, a saber: la necesidad de pensar ese futuro, de
mantenernos como un observatorio del futuro. Hay el matrimonio para todos, la reproducción para
todos, pero lo que hay que saber es que no hay una solución para todos. Esta es una posición
diferente y debe ser tomada en un comité de ética. Hay que decir que no hay una solución para todos,
pero que existen reparaciones del sujeto, soluciones del sujeto, respuestas del sujeto, invenciones del
sujeto.
E incluso si nos sorprenden como psicoanalistas, debemos poder recibir y hablar de estos inventos.
Para un psicoanalista que tiene mi visión de las cosas, estar en un comité de ética provoca —
sucede periódicamente— momentos de angustia, de parálisis; mientras que cuando estoy con
pacientes trans que hacen kamasutras reproductivos muy sorprendentes con biólogos de otros países,
me doy cuenta de que se desenvuelven muy bien y encuentran su solución.
J.-A. M.: ¿Kamasutras...? (Risas.)
F. A.: Es una metáfora: se pueden probar diferentes combinaciones de reproducción. Cuando recibo a
estos sujetos, veo cómo construyen su solución. Tengo cuidado de seguirlos, atento a su trayecto.
J.-A. M.: ¿Pero van especialmente a verlo a Ginebra?
F. A.: Sí, probablemente porque he escrito y publicado mucho, y estoy muy ligado a los centros de
medicina reproductiva. Estoy inmerso en este mundo y en esa ciudad. Bueno, lo que hago con toda
tranquilidad con estos pacientes es particularmente angustiante en un comité, porque está la
diferencia entre el uno por uno y el para todos. Los comités están en una lógica del para todos, y yo
estoy en una lógica según la cual solo existe una ética de lo particular.
J.-A. M.: En este caso, dependerá de uno solo, a saber, el señor Macron. Tal como se presenta la
situación política francesa desde las últimas elecciones, o el señor Macron levantará el pulgar o lo
bajará. Al parecer, lo levantará.
F. A.: Veremos qué va a hacer. Pero el movimiento societal en torno a esta cuestión —aunque eso quizá
cambie, dadas las características del presidente de la República— está más del lado de la angustia y
la perplejidad que del lado de donde se abre algo nuevo. En un lugar como un comité de ética es más
fácil ver los problemas que las nuevas soluciones e invenciones que emergen en la sociedad.
J.-A. M.: Actualmente, la antigua familia patriarcal es cada vez más patológica.
F. A.: ¡Pero ha desaparecido! Esta familia ideal que se quiere establecer ya no existe. Hay, sin embargo,
invenciones y bricolajes particulares.
J.-A. M.: Están los conservadores.
F. A.: Sí, pero, finalmente... Para hacer solo un pequeño comentario, diría que nos chocamos contra un
tope lógico de lo imposible vinculado a lo irrepresentable del origen. Es imposible imaginar el
origen. «Antes de estar en su vientre, ¿dónde estaba?» —pregunta de una niña que a menudo cito
porque es muy rigurosa—. Y también está Beckett, incluso si no tengo que hablar de literatura. Sin
embargo, hay dos textos fundamentales sobre este tema: Fin de partida, de Beckett, y «Los bueyes
del sol» de Joyce. En Fin de partida el hijo, Hamm, pregunta al padre: «¡Cerdo! ¿Por qué me
engendraste?». Y el padre responde: «No podía saber que saldrías tú».5 (Risas.)
Ahí está todo el problema. Podemos decir que hay familias, padres, madres, paseos por la orilla del
lago de Ginebra para ver el Mont Blanc que destaca sobre el fondo del cielo. Pero todo esto no es
más que un decorado basado en el vértigo del origen como irrepresentable. Es la irrepresentabilidad
del clásico lazo sexualidad/reproducción. Las teorías sexuales infantiles son, por ejemplo, teorías que
contornean el sexo. Dije que cuando lanzamos un informe del Comité de Ética a la sociedad se
prende fuego. Bueno, también se inflama con preguntas acerca de la sexualidad. Prende fuego debido
a que la reproducción asistida muestra el lugar de la sexualidad en la reproducción, pero
cortocircuitando precisamente este lugar. Tal vez por eso las iglesias e incluso los papas más
progresistas se las arreglan mal.
Tercer punto: lo irrepresentable de la muerte en la reproducción. Este es un lazo que es muy muy
importante, y es una tesis que defiendo, a saber: que las demandas societales que sacuden a la
sociedad son el árbol que oculta el bosque. En la época de la secuenciación del genoma humano,
existe el hecho de poder predecir y prescribir un porvenir mediante la reproducción, es decir, sustituir
el patrimonio terrenal o financiero por el patrimonio genético.
J.-A. M.: En otras palabras, podemos modificar la herencia genética.
F. A.: Sí, pero por ahora se pueden hacer cosas muy simples. Van a internet, piden por internet. Bueno,
tu hija te presenta a alguien y piensas: «Tiene orejas raras y los lados de la nariz un poco anchos...».
¿Qué dirían los genetistas sobre eso? Entonces, discretamente, traes un pequeño kit, coges la cuchara
con la que el novio probó el pastel, y luego coges el cepillo de dientes de tu hija, juegas un poco a ser
químico, y obtienes finalmente todos los posibles factores de riesgo. No está mal, ¿verdad? Y pronto
será fácilmente accesible.
J.-A. M.: ¡Quiere decir que será obligatorio!
F. A.: Se trata de una cuestión política. Pero muestra que el sistema de salud se sustenta en el
desconocimiento. La solidaridad y la reciprocidad se sostienen en el hecho de que no sabemos. Pero
si introducimos el saber en el no saber, todo el sistema de salud estalla. Esta es, creo, una dimensión
muy importante que subyace a estas preguntas.
J.-A. M.: ¡Se vuelve cada día más y más apasionante!
F. A.: Por un lado, esto es nuevo, nuevo en la forma; pero, de hecho, no tanto. Nos encontramos con las
mismas preguntas: «¿De dónde vienen los niños?» «¿Qué quiere una mujer?» «¿Qué es un padre?».
Cada psicoanalista en su consulta se pasa el día escuchando cómo las personas piensan estas
cuestiones.
J.-A. M.: Lo que es agradable es que, como dijo Heráclito: «La naturaleza ama ocultarse», y que con la
biología se levantan sus faldas. Por eso me río tanto.
F. A.: Le subimos la falda y hay, en el fondo, como una espiral entre fantasmas y biotecnologías; una
espiral que es bastante asombrosa, bastante compleja, sobre la que podríamos trabajar. Las
biotecnologías pueden convertir los fantasmas en realidad. Por último, los fantasmas pueden
programar biotecnologías, y con algo de éxito. Todavía podemos ir más allá.
J.-A. M.: Me parece oír al mismísimo doctor Frankenstein. (Risas.)
F. A.: Como saben, a menudo decimos Frankenstein para referirnos a la criatura, al monstruo. Es
curioso, porque en realidad Frankenstein es el creador.
J.-A. M.: ¡Entendido! Ahora podemos dar la palabra a Éric Laurent. Gracias François Ansermet.
(Aplausos.)
É. L.: Cuatro puntos, relativamente breves. El primero es observar cuán importante es esta esperada
opinión del Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE). Ahí la angustia no es por las
producciones de la ciencia, sino que es una angustia que pesa sobre el comité mismo, porque sabe lo
comentado que va a ser inmediatamente.
Primero fue la posición del presidente de la República, que data del 12 de marzo, que dice, acerca
de la RA:6 «Creo, personalmente, que debemos extender la RA en nombre de la igualdad género y
del derecho al acceso a la prestación médica. Pero respetaré la opinión del Comité de Ética y
examinaré el estado de la sociedad y los debates que se están generando para actuar con calma». Por
lo tanto, se reserva todo el campo táctico posible.
En este dispositivo, lo fundamental para ahogar al pez y, como se dice en España, «marear la
perdiz» son tanto los sondeos como la opinión del comité. Vemos que acabamos de tener una oleada
de encuestas realizadas por el IFOP7 donde el 60 % de los franceses están a favor de la extensión de
la RA para todas las mujeres y en contra de la GS.8 Vemos que el presidente se apoya en esto.
Dentro de su gobierno coexisten cinco posiciones. Hay un ministro, el que está a cargo de los
presupuestos, que anunció en 2013 que rechazaría el casamiento de hombres entre sí o de mujeres
entre ellas. Luego, entre los cuatro secretarios de Estado que acaban de entrar tenemos una gran
variedad. Hay una secretaria que viene del MoDem,9 que rechazó el matrimonio para todos y era
partidaria de la extensión de un PACS,10 al que da ciertamente una nueva categoría, pero con un
nuevo significante contra el matrimonio homosexual. Y luego hay otro secretario de Estado que era
un participante en La manif pour tous, y también miembro del Sens commun. Así que realmente hay
una gran diversidad incluso dentro del gobierno, con un presidente que hace todas las maniobras
posibles para calcular con la mayor precisión posible.
J.-A. M.: Esto da la posibilidad de que nosotros podamos tener una incidencia.
É. L.: ¡Absolutamente! Jacqueline Gourault quería preservar, como dijo, «el simbolismo del
matrimonio». Jean-Baptiste Lemoyne es miembro de Sens commun, y también Sebastien Lecornu,
quien dijo en 2013: «El matrimonio construye una familia y una familia se construye entre un
hombre y una mujer». Así que son posiciones bastante diversas, lo que significa, efectivamente, que
no hay una posición común para todos.
J.-A. M.: Vamos a tener que intervenir en este debate a partir de nuestros propios medios y en tándem
con La Règle du jeu que lleva nuestras voces un poco más lejos, ya que esta revista es leída por
periodistas y políticos.
F. A.: Pienso que es muy importante participar en ese debate.
J.-A. M.: En esa reflexión.
É. L.: El dictamen del comité es más esperado que el último, de abril de 2010, que trató la cuestión de la
GS. ¡Han pasado siete años, que es mucho en nuestra temporalidad democrática! Durante siete años,
el señor Jean-Claude Ameisen, presidente del CCNE,11 no presionó nada cuando la ley fue
propuesta en 2013. Además, lo que había dicho el presidente Hollande fue que esperaría el dictamen
del Comité de Ética para la publicación de decretos. Esto fue en 2013, y cuatro años más tarde aún
no ha salido. Jean-Claude Ameisen, de hecho, ha dejado la cuestión a su sucesor, el señor Jean-
François Delfraissy, que fue nombrado presidente del comité en enero de 2017 y anunció que, dada
la controversia que tenía entre manos, publicaría el dictamen del Comité Nacional después de las
legislativas para no contaminarlas con esta cuestión.
La señora Ludovine de la Rochère ya está en los starting blocks. Jacques-Alain Miller habló de
esto diciendo que habría manifestaciones. Ella está en los starting blocks porque desde el 17 de mayo
Benjamin Griveux —que era por entonces el portavoz del movimiento En marche y acaba de entrar
en el gobierno como secretario de Estado— se dirigió a la comunidad LGTB12 diciendo: «Vamos a
abrir la RA a todas las mujeres y combatiremos la homofobia en la vida cotidiana mediante test
aleatorios en el trabajo».
J.-A. M.: ¿Quién dijo eso?
É. L.: El señor Benjamin Griveux, exportavoz del movimiento En marche y ahora secretario de Estado.
Ludivine de la Rochère estimó de inmediato la declaración de Benjamin Griveux como prematura.
Le respondió enseguida: «Emmanuel Macron insistió tanto para unir a los franceses..., espero que
esto sea solo un desliz». Ella está lista para empezar.
Así que hay diversidad en este interesante período que se abrirá con posiciones tajantes y
múltiples. Hay, por supuesto, los grandes bloques de opinión, pero se abrirán.
J.-A. M.: Vemos que ha pasado a ser bastante diferente a lo de antes. Se abrieron paso en sus propuestas.
La señora Taubira, si no recuerdo mal —no sigo sus discursos de cerca—, era un poco provocativa,
al estilo: ¡viva lo nuevo! ¡Los otros son anticuados! Pero ahora todo se hará en un ambiente de
benevolencia. Vamos a mostrar benevolencia hacia los que están conmocionados en lo más profundo
de sí mismos y a reconocer que esto atañe a tradiciones respetables, tradiciones que ahora están
siendo incordiadas. Estas personas conmocionadas deben ser acompañadas en su dolor por aquellos
que lo están menos.
É. L.: El presidente Emmanuel Macron dijo el 16 de febrero, durante su campaña: «Uno de los errores
fundamentales de este período de cinco años fue ignorar a una parte del país que tiene buenas
razones para vivir en el resentimiento y las tristes pasiones. Esto es lo que ocurrió con el matrimonio
para todos: se humilló a esta Francia». Debo todas estas referencias a Dominique Laurent, quien hizo
un magnífico trabajo. Ella siguió de cerca la campaña y ha recopilado todo. Es muy útil.
J.-A. M.: Se han reprochado muchas cosas a la señora Taubira. Pero ella tenía un peso en el corazón y ha
sido, pues, intensa. Hoy en día no está en la misma situación. El agujero fue hecho y ahora hay que
curar las heridas.
É. L.: Usted insiste, François Ansermet, en el hecho de que cuando el comité convoca a psicoanalistas,
nos dicen las tonterías de la base antropológica. Bueno, lo que fue muy sorprendente, cuando Lacan
se lanzó a comentar los problemas que en su época había con la RA, dijo: «Nada puede aparecer sino
como un impasse de los problemas planteados en aquel entonces. Problemas del derecho al
nacimiento por una parte, pero también en el impulso del “tu cuerpo es tuyo”, en que se vulgariza
hacia principios del siglo un adagio del liberalismo».13 Entonces, Lacan anunciará una continuación,
pero de momento detengámonos en eso.
Cuando menciona el empuje de «tu cuerpo es tuyo» se refiere a principios del siglo XX. El «tu
cuerpo es tuyo» no es solo un eslogan de 1968. Es, de hecho, el título de una novela escrita por
Victor Margueritte en 1927, un escritor que ya había sido famoso anteriormente con su novela La
Garçonne, en 1922.
J.-A. M.: Y Les demi-vierges.
É. L.: Sí. Esta es la razón por la que Lacan evoca el «tu cuerpo es tuyo» a principios de siglo. ¿Cuál es el
comienzo de siglo hasta 1922? Si nos referimos a la historia de las mujeres, sabemos que este es el
comienzo del feminismo radical, sobre todo en Francia, el feminismo inspirado en el movimiento
estadounidense que comienza a reclamar los derechos al nacimiento, etc.
J.-A. M.: Reivindica el derecho al voto, ¿verdad?
É. L.: No, no... Eso pasa con las sufragistas, y esto se relaciona con cuestiones propiamente femeninas,
como la posibilidad del aborto.
J.-A. M.: Tan pronto como se les dio el derecho al voto lo quisieron todo. Hay que aguantar desde la
primera demanda, de lo contrario... No estoy hablando de este caso, sino en general. Esto demuestra
que, cuando hay un combate, no hay que recular desde la primera escaramuza.
É. L.: Fue Rudolph Giuliani, el exalcalde de Nueva York, quien dijo que había que responder de
inmediato. En esta frase de Lacan vemos perfilarse el discurso de la histérica, es decir, el feminismo
duro como objeción al amo en la nueva coyuntura de principios de siglo. Lacan dice que el «tu
cuerpo es tuyo» «vulgariza un adagio del liberalismo». Tu cuerpo es tuyo es un adagio del
liberalismo, ya que, para la Iglesia, tu cuerpo no era tuyo. No te podías suicidar, etc. Podías hacer
muchas cosas, pero tu cuerpo, ciertamente, no era tuyo. Hizo falta el liberalismo político, este tipo de
discurso del amo, para que se produjera el encuentro entre el discurso de la histeria y el discurso del
amo.
J.-A. M.: ¿De cuándo data el habeas corpus inglés?
É. L.: De 1679. El habeas corpus es tener derecho a un juicio en carne y hueso. No se puede torturar
tranquilamente en las cárceles, es necesario que usted esté presente en el juicio, y bien despierto...
J.-A. M.: Es el comienzo de esta historia.
É. L.: Lacan señala este encuentro —muy preciso en esta coyuntura— del discurso del amo y el discurso
de la histérica. Luego añade: «La cuestión de saber si, por ignorar cómo ese cuerpo es considerado
por el sujeto de la ciencia, se tendrá el derecho de cortarlo en pedazos para el intercambio».14 En
esta situación en la que el amo y la histérica se encuentran, la ciencia, apoyada en el liberalismo,
empezará efectivamente, a cortar el cuerpo para el comercio liberal. ¿Por qué? Porque, dice Lacan:
«El cuerpo de los hablantes está sujeto a dividirse de sus órganos lo bastante para tener que
encontrarles una función. Se precisan a veces eras: para un prepucio que adquiere uso con la
circuncisión, véase el apéndice de esperarlo durante siglos enteros, a partir de la cirugía».15 Esto
requiere técnicas quirúrgicas para hacer algo con este pequeño trozo con el que no sabíamos qué
hacer. Las técnicas de las que nos hablaba François Ansermet van, por supuesto, más allá del
apéndice; recortan el cuerpo y entonces producen una serie de hechos.
J.-A. M.: Podemos evocar lo más reciente en este campo, a saber, el tatuaje. Sin embargo, los tatuajes, la
escarificación, la circuncisión, están desde el principio. Es el hecho de que el ser hablante manipula
su cuerpo. Me refiero a que hay, en la Alta Antigüedad, esta manipulación del ser humano de su
cuerpo. Es parte del genio de la especie, por así decirlo.
É. L.: La historia del medicamento muestra también que cualquier objeto perdido del cuerpo ha servido.
Nada se ha dejado de lado. Es imposible designar un órgano o una excreción que no haya sido
utilizado como un medicamento destinado a ser transportado a otro cuerpo. El trasplante de órganos
puede haber sido al inicio fantasmático, pero ahora es viable y eficaz.
Lejos de los psicoanalistas conservadores que se refugian en una eternidad de sueños en nombre
de una base antropológica inmutable, Lacan aísla problemas que surgen de los discursos que tienen
lugar en diferentes momentos de la ciencia y su brazo técnico. El psicoanálisis debe mostrar el goce
que está en juego en estas operaciones.
Ahora, otros dos puntos más breves. El primero es la extensión de los derechos de la RA —la
cuestión de la reproducción subrogada no corresponde, en mi opinión, al mismo tipo de problema
político—. El riesgo político que supone la extensión de la reproducción asistida es reducir esta
cuestión a una ampliación de los derechos del comunitarismo, es decir, que sea solo un gesto hacia la
comunidad LGTB, que reivindica dicha extensión. Si el desafío para los gobiernos es solo dar
derechos a esta comunidad para que los voten, el riesgo es similar a lo que ocurrió en Estados Unidos
durante la campaña de Hillary Clinton, cuyo eslogan fue «Stronger Together», «Más fuertes juntos»,
es decir, una promesa electoral que hizo a las diferentes comunidades, lo que tuvo como
consecuencia que olvidara una: la de los pequeños blancos abandonados por la industrialización, que
le hicieron pagar este descuido. Un politólogo estadounidense dijo, tras la derrota de Clinton, que
había un límite en la política de las identidades y que debería abordarse este problema desde un
ángulo común.
Bueno, me parece que para luchar contra lo que podría ser el comunitarismo es bastante central
que el niño, como un producto de la extensión de la reproducción asistida, tenga el derecho de saber
quién es el donante y también cuáles son las circunstancias de su nacimiento. Esto permitiría
descompletar el imaginario comunitarista. No solo nació de una ley que fue hecha en una coyuntura
política para satisfacer a un grupo de opinión, sino que debe poder descompletar lo imaginario de
este reconocimiento. Para esta descompletud, es crucial que el niño pueda tener estos derechos.
Ahora, la cuestión de la gestación subrogada plantea otro problema. La señora Agacinski intervino
en este tema con Martine Segalen, etnóloga, y con Ana-Luana Stoicea-Deram, que es presidenta del
Colectivo por el Respeto a la Persona. Publicaron un artículo el 18 de abril en contra de las
posiciones de Macron: sería demasiado vago en su posición respecto a la gestación subrogada. Ellas,
en tanto que mujeres de izquierdas, están en contra de toda subrogación en el mercado. El cuerpo
humano podría ser mercantilizado. De hecho, lo está.
La posición del presidente Macron es esta —cito de su programa—: «Lanzar una iniciativa
internacional para abordar el problema de la gestación subrogada, que está mal pagada y soportada».
Vemos que inmediatamente se internacionaliza. ¿Por qué? Porque vemos cada vez más que se trata
principalmente de mujeres de países industrializados y ricos que van a la India para encontrar madres
portadoras. China es el taller del mundo, y la India, el taller de vientres de la Tierra. Y el presidente
Macron, muy astuto, marca una línea divisoria. Por un lado, la gestación subrogada se puede regular,
etc. Por otro lado, hay que evitar el nuevo turismo reproductivo que, según Agacinski, tiene una
dimensión neocolonial.
J.-A. M.: El término de biopolítica avanzado por Foucault es genial. Estamos de lleno en la biopolítica a
escala mundial.
É. L.: El turismo reproductivo crea sujetos cuya identidad no es reconocida por los Estados. Es por ello
por lo que no puede ser tratado en términos de derechos de los ciudadanos. No son, en general,
ciudadanos del Estado, por eso es en nombre de los derechos humanos como los partidarios de la
gestación subrogada quieren encajarlos en la categoría de ciudadanos como los demás. Con la
reproducción asistida estamos en el nivel de los derechos del ciudadano, mientras que, con la
gestación subrogada, estamos en el de los derechos humanos. Hacer un corte entre ambas y separar,
incluso dentro de la gestación subrogada, qué puede realizarse, regularse, y distinguirla de la
situación colonial es extremadamente astuto. Entonces la ONU se pondrá en marcha, podrá haber un
amplio estudio internacional, podremos movilizar Europa. Estoy seguro de que es lo que hará el
presidente Macron.
Pero, de nuevo, si queremos evitar que se convierta en masivo, si queremos evitar una
identificación masiva, es crucial que el niño pueda tener acceso al derecho y a las circunstancias de
su nacimiento. Esto significa que las leyes pueden, en ocasiones, oponerse al contrato. Ya hay
contratos firmados en Estados Unidos en los que se menciona explícitamente que el niño no sabrá
quién es la madre. Esto se establece explícitamente como condición y de acuerdo con diferentes
agencias de reproducción, etc. Esto crea multinacionales muy poderosas.
J.-A. M.: La GS en el fondo no atañe a todos los avances de la ciencia; es otro asunto, una cuestión
jurídica pura. Realmente se puede distinguir de la RA.
É. L.: La técnica también interviene en la GS cuando se trata de una pareja del mismo sexo. Hay un gran
potencial para la recombinación genética. Para que dos hombres puedan tener un hijo, mezclaremos
el patrimonio genético de ambos. El niño producido será esta mezcla. Hay un dispositivo tecnológico
que François Ansermet conoce mejor que yo.
F. A.: Que una mujer tenga un hijo gestado en el vientre de alguien próximo, como su hermana, por
ejemplo, es algo bastante clásico. Pero cuando se trata de parejas de hombres, la situación es
diferente. Hay situaciones en las que hay dos óvulos que son fecundados por dos espermatozoides
diferentes e implantados al mismo tiempo en una mujer; esto para tener un hijo de dos hombres
diferentes. Estas son nuevas combinaciones que permite la técnica biológica.
HUGO FREDA: En relación con el mercado del nacimiento, también hay un mercado nuevo, a saber, el
mercado de la muerte. Consiste en tratar la muerte como una enfermedad e imaginar un individuo
que pueda vivir un siglo o dos, etc. Se trata entonces de fundar una tecnología apropiada, ya que la
muerte no existe y es una enfermedad que puede ser tratada.
C. M.: También hay mujeres que no quieren soportar el embarazo. Entonces, puede convenirles una
madre de alquiler. Hay, por ejemplo, en Argentina, modelos, top models, que no quieren estar
embarazadas. Disponen de un sitio encargado de llevar sus ovocitos. Este es otro uso de la GS.
J.-A. M.: Philippe La Sagna quiere hablar.
P. L. S.: Voy a acortar lo que quería decir, ya que se solapa con varios puntos que hemos escuchado.
Me he referido a un muy buen artículo de Dominique Laurent en Être mère, donde cita a Céline
Lafontaine, quien dijo —es una idea bastante divertida— que «mejorar la sociedad mediante la
acción colectiva ha dado paso hoy día a una esperanza de perfección ilimitada de la vida individual».
Creo que esto es crucial. No más mañanas que cantan, sino cuerpos que prometen: no se puede
cambiar el mundo, pero puede cambiar su cuerpo. El cuerpo es algo, como decía Lacan, que está
hecho para gozar. Y añadió en 1966: gozar de sí mismo. Esto es nuevo, ya que la idea clásica y algo
anticuada era que tu cuerpo estaba hecho para gozar del cuerpo del otro. Luego nos dimos cuenta
rápidamente de que no había relación sexual y que la idea de gozar de sí mismo está en lo real. Esto
es lo que es completamente nuevo, y, además, gozar de uno mismo con la aprobación de la ley. Hay
leyes establecidas en Europa para saber hasta qué punto se puede ser masoquista. ¿Tenemos derecho
a mutilarnos? ¿Se puede demandar por haberse mutilado con prácticas masoquistas?
Todo esto se desencadena con la anticoncepción. Hay que decir que muchos de los problemas
actuales de la GS y la RA a los que nos enfrentamos en la clínica con relación a las mujeres
provienen de las madres de edad avanzada. Se habla de catástrofe, ya que afecta a la comunidad
LGTB, pero está también la madre corriente que comienza a los treinta y cinco años a decir que le
gustaría tener un hijo, especialmente si es una joven ejecutiva en la industria. Digamos que es una
edad demasiado avanzada para tener hijos, ya que vemos que entonces surgen muchas enfermedades
que no voy a mencionar, y que se enfrentan a la necesidad de pasar por lo menos por la RA y algunas
veces por la GS. Estas son realidades.
Lo interesante es que hay una clínica de estas demandas, en particular una clínica de
acompañamiento para mujeres en proceso de FIV, que parece muy simple, pero es un suplicio. Es
una prueba terrible y desalentadora también para las parejas. Hay un trabajo analítico muy
interesante para hacer ahí. Por ejemplo, alguien vino a verme en proceso de fecundación in vitro —
una joven ejecutiva con más de treinta y cinco años, muy dinámica y muy bonita—. Vino porque se
dio cuenta de que no estaba funcionando. De hecho, cuando soñaba con su futuro bebé, siempre tenía
tres o cuatro años; nunca era un bebé. Fue necesario un largo análisis para que se diera cuenta de que
este bebé de tres o cuatro años no era sino su hermana pequeña. Había vivido muy mal la llegada de
esta última, y ese sueño correspondía al anhelo de que la hermana pequeña no hubiera venido al
mundo. No sé si esto es lo que facilitó su fecundación in vitro, pero, en cualquier caso, quedó
embarazada rápidamente.
Es cierto que en análisis siempre atribuimos todo a la transferencia, pero, en realidad, lo que es aún
más curioso es que, diez años más tarde, vino a verme muy angustiada porque el centro que
conservaba sus ovocitos le preguntó lo que quería hacer con ellos. Estos centros ofrecen destruirlos o
conservarlos, pero dejan la impresión de estar en un sitio raro porque los ovocitos se podrían dar a
otra persona que los necesitara, lo que por lo general se concede, ya que se permite la donación
altruista. La mayoría de los ovocitos se dan a menudo a través de este método. La persona en
cuestión tenía entonces unas pocas sesiones para decidir. Esto es a propósito de la RA.
En cuanto a la GS, vemos que personas como Agacinski, con su sindicato CORP, están totalmente
en contra. Ella dice: «La dualidad de los sexos caracteriza a los seres vivos en general, como el
nacimiento, el crecimiento, el envejecimiento y la muerte. Es el papel de los individuos en la
generación (o reproducción) lo que funda la distinción entre los sexos». Vemos que detrás de todas
estas posiciones en contra aún está presente la idea de que hay relación sexual. Estas son personas
que se aferran a ella.
La otra posición es la de Elisabeth Badinter, que dice: «No veo por qué se le debería decir a una
mujer adulta que decide llevar un hijo para otra persona: «¡Señora, cállese, eso está mal!»». Es cierto
que, caso por caso, es un poco complicado, por lo que siempre se plantea aprovecharse de la India o
de personas que no están en las mismas condiciones económicas. Pero hay muchas GS que se hacen
dentro del mismo lugar. En la comunidad gay y lesbiana hay portadoras voluntarias, y a veces
altruistas.
El problema interesante planteado por Éric Laurent, y que está, además, en el Informe Théry, es la
cuestión de si se debe levantar el anonimato. Porque, si se levanta, los niños, como en Beckett, dirán
al donante: «¡Cerdo! ¿Por qué me engendraste?». Todo el mundo sabe que el padre es el que te ha
jodido, incluso si te enteras de que no es tu verdadero padre. Uno, en todo caso, no tiene
absolutamente nada que ver con eso. Es el padre el que te ha jodido, por lo que habrá que
demandarlo. Los donantes de gametos están muy preocupados por la idea de que quienes son
producto de sus gametos se vuelvan contra ellos. Actualmente se están desarrollando una serie de
instituciones sociales para negociar entre el donante y el niño.
Las madres portadoras también se están dando cuenta de que una parte de las células de los hijos
que han tenido circulan en sus cuerpos durante toda su vida. Cuando se ha estado embarazada, las
células del niño circularán por su cuerpo durante toda su vida. Preguntas: ¿podrían estas células, a
veces, ser cancerígenas? ¿Hay mezclas epigenéticas entre el ADN de la madre y el ADN del niño?
Lo mismo para los niños: ¿la madre sustituta transmite una parte de sus células?
J.-A. M.: Todo esto es atroz, pero es lo que dijo Lacan: «... o peor». Estamos acostumbrados al padre,
conocemos el orden del padre, pero vamos a cambiar eso tal vez a peor. Lo peor no es siempre
seguro, pero no hay seguro. No hay ninguna razón para pensar que esta constante manipulación del
genoma, de los gametos, etc., va a ser para bien. También puede ser para peor. No hay ningún Papá
Noel para velar por la humanidad. Me he puesto de buen humor debido a la creatividad, pero también
porque este es el genio de la especie, especie eventualmente condenada a destruirse a sí misma.
Mientras tanto, nos habremos divertido.
P. L. S.: Todavía estamos en la formidable cosa de Joyce. En «Joyce el Síntoma», Lacan habla del hecho
de que la sociedad no le proporciona otro cuerpo. Este es el drama. Básicamente, el drama
contemporáneo es que la gente quiere otro cuerpo, otro cuerpo que provenga del suyo. Eso es lo que
piden.
J.-A. M.: ¿Que provenga de ellos?
P. L. S.: Es decir, un cuerpo que tenga una verdadera relación biológica o al menos real, y no una simple
relación de nominación.
J.-A. M.: ¿Dónde dice eso Lacan?
P. L. S.: Dijo exactamente que «la sociedad fracasa en dar otro cuerpo al hombre».16 Está el verbo
fracasar, ¡sí!... Existe una demanda cada vez más apremiante, a saber, el derecho a otro cuerpo. No
solamente por injerto, sino por procreación. Y también otro cuerpo en la muerte. Se abre todo un
campo que...
J.-A. M.: Vemos que el alma no es un problema.
P. L. S.: Es cierto.
J.-A. M.: Con un poco de confesión, o de psicoanálisis, o de psicoterapia, etc., las cosas van menos mal
de este lado que del lado de todo lo que se anticipa. Por supuesto, también puede salir muy mal del
lado del alma, pero aun así...
É. L.: Cuando se hablaba del arreglo escópico del alma sobre la forma del cuerpo, eran los buenos
tiempos.
P. L. S.: Hemos pasado del alma al hombre.
J.-A. M.: Me sorprende mucho que aún no haya, por ejemplo, vírgenes con niños transexuales, etc. Si
digo que no hay, quiero decir que debe haber.
P. L. S.: Hay muchos artistas que toman estas biotecnologías como soporte. La Bienal de Venecia
presenta instalaciones de este tipo desde hace mucho tiempo, y, en este momento, la exposición de
Prune Nourry en el Museo Guimet pone en juego híbridos.
J.-A. M.: Tal vez podríamos ahora dar la palabra a Nouria Grundler, que ha hablado mucho sobre todo
esto con François Ansermet.
NOURIA GRUNDLER: En el servicio del doctor Cohen, donde me invitan como psicoanalista, se trata de
dar una opinión sobre los adolescentes que quieren cambiar de sexo. Bueno, debo decir que me
sorprendió bastante la benevolencia de los psiquiatras infantiles y endocrinólogos: toman muy en
serio estas solicitudes. Esto es realmente algo importante que descubrí y requiere que piense en ello
como psicoanalista.
En lo que atañe a escuchar a los hijos de padres homosexuales, he de decir que he seguido durante
más de un año a una niña que me sorprendió mucho. La demanda provino de la madre biológica, que,
por supuesto, yo conocía, pero hice la apuesta de escuchar a la niña. Me hizo colocar un dispositivo
de dibujo con diferentes objetos, yo estaba preparada para darle todo eso, y, sobre todo, a darme una
interpretación de cada cosa que ella hiciera.
Entonces me di cuenta de que esa niña había sido muy cuestionada —lo dice ella misma— desde
el exterior, específicamente por la escuela, la guardería, el aula de danza y los abuelos y familiares.
Es una niña que está continuamente cuestionada, y encontró un juego en el que no lo está en
absoluto. Bueno, creo que ese juego le ha permitido por primera vez exponer algo que era totalmente
nuevo para ella. Hace un momento Jacques-Alain Miller habló de Papá Noel. Pues bien, esa niña, en
su búsqueda —«todo el mundo tiene un padre, menos yo»—, ha sabido encontrar una manera
realmente sorprendente no solo para obtener respuestas de sus amigas, sino también para hacerme
muchas preguntas. «Tengo dos madres», decía.
Entonces, hizo toda una serie de dibujos que desplegó y luego explicó, dando sus interpretaciones.
Lo importante es que podía encontrar sus respuestas frente a la maestra, la cuidadora, sus
compañeras, frente a los juegos. Se había convertido en lo cotidiano para ella. Hay que ver la forma
en que se sorprende del inconsciente de los adultos, al menos del de la maestra, que había hecho un
lapsus al hablar del padre muerto de la niña, cuando se trataba de su abuelo. Lo sorprendente es que
toda la clase fue a saludarla y a decirle: «¡Vaya! ¡No tienes papá! ¡Es muy difícil!». Ella lo tomó
como palabra propia: «Mi padre está muerto». Eso es lo que ella empezó a decir durante todo un
período. Le sirvió un tiempo.
Pasado un año, llega el día en que todos tienen que hacer un regalo en el día del padre, es decir,
para ella, un regalo para su «padre» y un regalo para la llamada «madre biológica». Así es como
ellas, una y otra, se posicionan, no soy yo quien las nombra así. Lo que fue realmente un paso al cabo
de año y medio es que esa niña el día del padre me dijo: «¡He comprendido! Este año mi regalo del
día del padre se lo doy a mi tío». Me sorprendió mucho. De hecho, sin que yo haya tratado de buscar
la función paterna —buscarla en las madres o en lo que sea—, esa niña había encontrado su pequeña
solución. La dejé encontrar poco a poco esa solución.
Lo que marca la diferencia en la forma en que trabajamos nosotros, los psicoanalistas, es que en el
mismo servicio donde trabajo, cuando se trata de realizar presentaciones sobre, por ejemplo, dos
hijos de dos padres o dos madres, me di cuenta de que para la persona con la que hice esta
presentación, un psiquiatra infantil al que aprecio, era esencial encontrar funciones para todos. Si
bien el psicoanálisis ha sido más que desacreditado por personas que no eran psicoanalistas, bueno,
ahora nosotros osamos hablar sin amo. Están, por así decirlo, desorientados con la cuestión del
complejo de Edipo, así que somos más que bienvenidos —esta es sin duda la forma en que somos
recibidos— porque tomamos a los niños a través de este prisma y prestamos verdaderamente
atención a la diferencia entre ocuparse de las madres, ocuparse de los padres y ocuparse de los niños.
No es lo mismo; es muy diferente.
Lo vi porque tuve que luchar un poco para no dejarme atrapar en el discurso de las madres, que
querían asegurarse de la función que cada una tenía para esa niña. Fue necesario, gracias al control
—esto es importante—, tomar como tal la palabra del niño para llevarlo a su propia solución. Es una
solución pequeña, pero es importante para mí. Especialmente porque esa niña había venido por
síntomas bastante simples, a saber: fobias que se apaciguaron muy muy rápido. Pero la forma en que
se utiliza hoy el lenguaje ha requerido que yo fuera muy precisa y tomara las cosas de esta manera.
J.-A. M.: Gracias. Aunque son las siete de la tarde, propongo extender nuestra velada un cuarto de hora
para que la audiencia pueda hablar y hacer preguntas.
SR. Z.: Esta es una pregunta para François Ansermet sobre el Comité de Ética. Recuerdo que el señor
Ameisen intervino hace unos años en las jornadas de la Escuela y dijo algo que me pareció bastante
sorprendente. Me di cuenta de que usted no se inscribe en ello, y me siento aliviado, pero solo a
medias, ya que usted ha dicho que era un poco hereje dentro de este comité. El señor Ameisen dijo:
«No estamos ahí para pensar, sino para proporcionar elementos de reflexión a los responsables de la
toma de decisiones». Su intervención ha sido similar: ha dado muchas cifras, pero en realidad no se
ha visto lo que él pensaba. ¿Sigue siendo esta la orientación del Comité de Ética?
F. A.: Lo primero es que hay hechos técnicos, biológicos. Lo segundo es que esto crea nuevas y
múltiples relaciones sociales. Estas nuevas relaciones tienen consecuencias positivas o negativas,
simples o complicadas. Lo que está en juego es que, cualesquiera que sean las nuevas relaciones, nos
encontramos con lo que llamo los puntos de parada, es decir, cosas que logramos pensar que resisten
cualquier elaboración y que nos encontramos sin poder evitarlo, independientemente de la posición
que se tome, cualquiera que sea el caso clínico. Estos puntos de parada hay que localizarlos, hacerlos
explícitos, para que podamos formarnos una opinión. Si el niño ha de responder a algunas
disyunciones, la sociedad también debe responder a las disyunciones que se crearon.
Estos puntos de parada se sitúan principalmente en torno a la cuestión del padre. Debemos revisar
la cuestión del padre, ya que la RA es la institucionalización de la constitución de un niño sin padre
por vía médica. Este lugar vacío se puede dejar vacío, pero también está la cuestión de la madre
incierta, es decir, la cuestión de la madre ovular.17 No sé cómo llamarlo, ya que no existe. Digamos
que es la que ha dado el óvulo. Hace poco vi a una pareja de mujeres en la que una quería dar el
óvulo y la otra también. Era necesario, pues, cruzar los dos. Como ven, se trata de hacer jugar las
disyunciones. Pero estas disyunciones permanecen, quedan ahí. Tal vez sea esto lo que está en juego.
Hay un método que se ha propuesto para distinguir disyunciones, relaciones, consecuencias y puntos
de parada. Los puntos de parada son como un resto del proceso, tanto a nivel clínico como ético.
Pienso que será necesario, en el debate que tendrá lugar sobre lo íntimo y lo colectivo, tener un
discurso sobre estos puntos de parada. No vamos a taparlos con un discurso psicoanalítico. Deben ser
respetados e interpretados como tales.
J.-A. M.: Estos puntos de parada, ¿qué son?
F. A.: Estos puntos de parada están en el límite entre lo patológico y lo societal. Hoy día se revisa
completamente la separación normal/patológico. Hay lo societal que deviene patológico. Nadie logra
ubicarse allí. ¿Cuál es la diferencia entre el sufrimiento de una pareja que no puede procrear porque
han elegido una sexualidad particular y el sufrimiento de una pareja infértil? Hay una vacilación, una
dimensión societal en la infertilidad patológica.
J.-A. M.: Pero ¿dónde está el punto de parada ahí?
F. A.: El punto de parada es que nadie logra elaborar mucho esto hasta el final. Es una cuestión que
queda abierta.
J.-A. M.: Pero está abierta.
F. A.: Estoy obsesionado con los puntos de parada y tal vez esta discusión que tenemos me permitirá
salir.
J.-A. M.: Usted está obsesionado con los puntos de parada, pero, detrás del punto de parada, hay una
abertura. El problema no está resuelto, sino que está abierto. ¿Cómo va a resolver la cuestión de si el
dolor de tal pareja es mayor o menor que el de otra pareja?
F. A.: Bueno, ¡exactamente!
J.-A. M.: Bentham pensaba que podríamos calcular el sufrimiento, pero estamos un poco de vuelta de
eso.
F. A.: ¡Gracias! Me hace hablar hoy, y, a cambio, si entiendo bien lo que dice, encontraré la ocasión de
salir de mis puntos de parada, de estar con usted en una buena abertura.
J.-A. M.: ¡Exactamente! ¿Hay más preguntas?
L. M.: Esa niña ha encontrado una solución de estructura, a ella le gusta que el padre simbólico sea el
padre biológico, que dice que está muerto, lo que pone distancia respecto al padre real, y después da
forma al padre imaginario: el tío por el que se hace adoptar. Es muy lacaniana, ¿qué piensa usted?
C. C.: Existe un malestar en las mujeres que tienen que elegir entre guardar el ovocito fecundado o
donarlo a otra mujer.
J.-A. M.: ¡Exactamente! Bueno, François Ansermet, ¿se ocupa de esto el Comité de Ética?
F. A.: ¡Buena pregunta! En Suiza solo hay dos opciones para las mujeres. O destruir los ovocitos, o
implantarlos. Es una alternativa que es bastante insoportable.
J.-A. M.: Lo importante sería que el Comité de Ética no se encargara de esto, porque entonces, ¿qué
hacemos?
F. A.: A las mujeres se les dice que hay que destruir los ovocitos porque, de lo contrario, los niños
potenciales se acumularán en los congeladores de maternidad. Se añade que se los puede destruir
porque son restos puramente biológicos de la reproducción. Así que se les dice: «a» o «no a», y es
obvio que esto arroja a las mujeres a un estado de angustia y perplejidad. Pero, por ahora, no se
plantea la cuestión.
P. L. S.: Pasaríamos de leyes definitivas grabadas en mármol a consultas del estilo common law, a lo
anglosajón: la ley es móvil, es el juez quien decide o los comités de expertos, no hay leyes
universales y la benevolencia requiere que examinemos cada caso y le demos una respuesta
individual. Esto es lo que ha dicho Ansermet. Creo que la evolución de los comités de ética es salir
de lo universal e ir hacia lo que llaman una ética clínica, es decir, una ética del caso por caso. Todos
los casos son fuera de norma, toda norma produce casos fuera de la norma; es decir, con las parejas
que nos consultan con un «estamos fuera de la norma», ¿qué hacemos? Los practicantes de consultas
de ética clínica, en Nantes y París, no ven más que casos fuera de la norma; después deciden y
transmiten su opinión, generalmente a los jueces. Esta benevolencia es la orientación ética del
CAIRN, opuesta al universal kantiano.
Y. G.: La niña ha dibujado cuatro peces en el mar, ¿se puede hablar de una desmultiplicación de la
UN DATO INÉDITO
A LA IZQUIERDA, EL OPIO
La «bobo2 entre los fachas» (Renaud Dély) está tan bien confundida con el
paisaje que casi nadie se alarma de su avance. «¡La más hábil de las astucias
del diablo consiste en convencernos de que no existe!» (Baudelaire).
Pero imaginen un poco el aparato del Estado en manos del FN, ante todo la
policía, ya en un 50 % marinista. Con, como si fuera poco, la previsible
catástrofe económica, ¿no ven que el Estado de derecho podría retroceder y
languidecer como en Hungría o en Polonia? ¿Y quién asegura que Francia no
acabaría sometida entonces bajo el yugo de un Estado policial? Todo
sucedería muy rápido.
Mientras tanto, los medios de comunicación hablan de otra cosa. La
izquierda salva al planeta y se da un festín: cannabis para todos, salario
universal, Parlamento de la zona euro, (cuando no es sino diktat a la
alemana), y Asamblea constituyente. El opio, les digo.
No alucinan menos en la derecha cuando vemos reeditar la Operación
Thatcher en la Francia de 2017. En medio del tablero, nos precipitamos al
batiburrillo del joven providencial.
Cuando la clase política construye castillos en el aire, ¿el público se deja
engañar? Es como en el espectáculo: saber que se trata de la apariencia no les
impide experimentar emociones auténticas. Al contrario. Es el resorte de toda
catarsis y la matriz del fantasma: «¡Qué bello sería que...!».
Ha llegado el momento de actuar. Ahora mismo, urgentemente, alerto al
país sobre la amenaza que representaría para todos el ascenso al poder de
Marine Le Pen y de la corriente de ideas de la cual procede, que encarna y a
la vez disimula. Puesto que los políticos se revelan incompetentes en este
punto, corresponde a los diferentes sectores de la sociedad civil ponerse en
movimiento. Es peligroso demorarse, es peligroso perder el tiempo.
El universo conoce lo que está en juego en la elección: la victoria o la
derrota de Marine Le Pen.
2
EN LA IZQUIERDA,
EL NARCISISMO DE LA CAUSA PERDIDA1
Comprendo bien que Diane Scott se burle de mí y de la gente como yo, que
quisiéramos movilizar contra el FN en los próximos comicios electorales. En
su opinión, somos claramente alarmistas y gallinas. No es la única que lo
piensa. Nos vemos obligados a interrogarnos sobre nosotros mismos cuando
leemos las declaraciones de nuestro querido Claude Lanzmann, tesoro
nacional, en Paris Match, el último 5 de marzo: «Es un falso miedo el que
tienen los franceses. Eso no puede producirse en un país institucionalizado
como el nuestro».
Sobre este punto, I beg to differ. Me arriesgo a contradecir a «un vidente en
el siglo».4 Que las encuestas fuesen ahora a acreditar a Marine Le Pen un 40
% en la segunda vuelta, me parece un dato en sí mismo alarmante. Frente a
ella, Fillon perderá buena parte de la izquierda, que se refugiará en la
abstención, y Macron (o Mélenchon, o Hamon, para quienes lo creen posible)
verá una buena parte de la derecha pasar al FN, mientras que mucha gente de
izquierdas negará su voto al heredero de Hollande. No veo por el momento
barrera a Le Pen, o es porosa. Entonces, sí, podría ser que el vientre hubiese
dejado de ser fecundo, que hubiese sido esterilizado por el «país
institucionalizado» (¿qué quiere decir eso exactamente?). Pero ¿y si no
estuviéramos lejos de romper aguas? Francia no se aburre, me parece preñada
de una desgracia.
En resumidas cuentas, envidio la serenidad de Lanzmann cuando pienso en
lo que sería el aparato del Estado en manos del FN. No hablo de su programa,
ni de sus promesas, ni de los engaños que ha multiplicado, ni de los juegos
entre Marion y Florian, frescos nombres pastoriles. Hablo de una sucia
pandilla irrevocablemente xenófoba, antirrepublicana y antidemocrática, lista
para meter la mano en los mandos de los ministerios de Justicia, del Interior y
de la Defensa.
MEJOR, DERROTADA
ME PONGO A ELLO
Los pensamientos que vengan los dejaré salir para transcribirlos con la menor
censura que me sea posible. Principio de la pseudo «escritura automática» de
André Breton. Hacer en cierto modo Los campos magnéticos del comentario
político. Breton después de Paulhan ayer; Sollers va a pensar que soy un
retrógrado. Hará falta que hable también de él para volver a gustarle. Él
afirma en su reciente Contre-Attaque que lleva treinta o cuarenta años de
adelanto a todo el mundo. Es posible. Pero lo echamos en falta en el combate
actual. Su título está tomado de Bataille, del que siempre habla de forma muy
pertinente.
ADMIRACIÓN
ARRUGAS Y BRIBONES3
FRANCESES Y ESTADOUNIDENSES
Mi admiración por los cuatro más una ha sido, sin embargo, por el momento
pura, franca y total. Me decía al escucharlos: «Aquí está lo que puede la
escuela de la República». Cuando funciona, diría que no tiene igual en el
mundo. He seguido en directo todos los debates de las recientes primarias
republicanas en Estados Unidos, las que han visto el triunfo de Trump. He
admirado la energía de los candidatos, su garra, pero no eran muy refinados,
hay que decirlo. Combates de boxeo, y no los de un Sugar Ray Robinson
antiguamente, ni siquiera de Mohammed Ali, modelo de Hamon: pesado,
sangrante. Sus intenciones eran afirmaciones de raw power —el diccionario
Reverso lo traduce como «potencia bruta»—. ¿Qué puede pensar un
estadounidense que vea el debate de esta noche? Un elector de Trump
confirmará sin ninguna duda la tesis, muy extendida en los States y en todos
los medios, de que los franceses son todos unas nenazas, por no decir unos
maricones. Hay que decir que nuestros amigos estadounidenses se han visto
muy marcados por el desastre de 1940. Para ellos, nosotros somos un pueblo
de losers pretenciosos y afeminados a los que ellos han tenido que rescatar
dos veces en el siglo pasado. No sabían nada de la idea que nosotros nos
hacíamos de la gloria histórica de Francia, Luis XIV, la Revolución,
Napoleón, etc. Es cierto que ya hace tiempo de eso, y sobre todo para los
ciudadanos de un país donde un edificio que tiene diez o veinte años es ya
una antigüedad. La temporalidad no está en absoluto estructurada de la
misma manera en ellos que en nosotros. Resultado: Francia mira siempre
atrás, es muy albatros, «sus alas de gigante le impiden avanzar»,4 mientras
que los estadounidenses de pies ligeros corren como locos, como ratas en el
laberinto. Cuando se manifiestan en Nueva York, lo he visto, no es en la
calzada. Se mantienen tranquilamente en las aceras, detrás de pequeñas
barreras de plástico, y agitan pequeñas pancartas poniendo mucha atención en
no hacer demasiado ruido. Hay en ello una paradoja. El pueblo
estadounidense, tan fuerte, tan intratable, tan seguro de sí mismo y
dominador, es al mismo tiempo de una increíble docilidad. Allí se despide a
multitudes a diestro y siniestro, sin que eso plantee la menor duda. Pero
finalmente eso da a Trump como resultado. ¿Y los franceses? Se ven llevados
al abatimiento. Se deprimen. Su «autoestima» ya no es la que era
antiguamente. Por nada del mundo habrían practicado en el suelo de la más
hermosa de las patrias esa política de tierra quemada que los rusos supieron
llevar a cabo contra el Gran Ejército, que Churchill se prometía infligir «al
boche» o «al huno», como él decía, si ponía el pie en Gran Bretaña. Y bien,
esos franceses de mierda, por así decirlo, son también el pueblo menos dócil
de la Tierra, gruñón, desobediente, inquieto, a menudo contestatario y
rebelde, y, si se insiste, revolucionario. Pero esta noche era el pueblo de la
conversación, celebrado por un David Hume, lo que hemos visto. Fumaroli
ha escrito un bonito artículo sobre el tema (en Trois institutions littéraires,
Gallimard). Existe también una italiana que ha abordado con conocimiento de
causa la conversación en Francia. El debate de esta noche ha dado una
imagen verdaderamente digna de los franceses como pueblo
«conversacional».
CABALLO LOCO
EL GENIO DE LA VALQUIRIA
Solo queda que, siendo francés, he disfrutado de este debate sobre un plano,
digamos, estético. Placentera diversidad del plató: el tono pausado, incluso un
poco monótono, de Fillon; la vivacidad de Macron; el estilo elocuente de
Hamon y, finalmente, los empujones del padre Méluche, rudo pero
bondadoso a la vez, que ha vivido mucho y a quien no se la juegan, que dice
las cosas como son, aunque eso moleste. ¡Adorable insumiso! ¿Y W? ¡Ah!
¡Cómo querría decir que fue execrable! Pero la verdad me obliga a
reconocerle un talento de alta escuela. Incluso ha sabido comunicarle al
público una significación oximórica que yo expresaría de forma aproximada
hablando de «xenofobia con rostro humano». Muy muy fuerte. Esta noche ha
acabado por convencerme de que hay genialidad en esta mujer. Lo he
percibido desde que ella comenzó con la reinvención de la pequeña empresa
paterna para convertirla en una máquina apta para conquistar el poder, a lo
que Jean-Marie, el pobre, no había aspirado nunca. «Confort del demonio»,
decía muy bien Mélenchon. El padre Le Pen evitaba incluso cualquier triunfo
accidental meditando y lanzando cada cierto tiempo una pequeña bomba
fétida. Los gritos que provocaba le reaseguraban: no sería pasado mañana
cuando reuniría a la mayoría del electorado. W, en cambio, diría casi que lo
merecería. Creo haber reconocido anteriormente su despegue en una pequeña
nota que me había solicitado Le Point. Con mano firme, con una mirada
segura, ella ha llevado a su recua hasta las inmediaciones del poder, mientras
que el Partido Socialista, nuevo heautontimoruménos, se devoraba a sí mismo
con apetito: «¡Yo soy la herida y el cuchillo! [...] ¡y la víctima y el
verdugo!».6 Al mismo tiempo el Partido Comunista se moría de languidez, y
la affectio societatis se disipaba en la UMP. Es necesario saber no despreciar
a los adversarios, e incluso enemigos, para medir y conocer con exactitud la
fuerza a la que se combate. Por lo que diré muy sencillamente que la señora
Marine Le Pen ha demostrado una vez más esta noche que es una gran mujer
política, muy superior a lo que la izquierda y la derecha tienen actualmente
disponible. No es que ella haya dominado a sus interlocutores. Nadie ha
dominado a nadie. Todos han hecho el mismo juego, lo que era muy hermoso
desde cierto punto de vista. Así pues, ¿quién ha ganado? Ella,
indudablemente. Nos ha mostrado al monstruo con rostro humano. Una vieja
amiga mía, Agnès Aflalo, ha escrito esto para Lacan Quotidien
(lacanquotidien.fr): «La pulsión de muerte disfrazada de buena madre». No se
podría decir mejor. Disculpad las faltas del autor.
Quizá continuará.
5
UN GOCE INDECIBLE
Sin embargo, he guardado para el final las palabras más provocativas, cuando
no las más provocadoras. Son las de un camarada del club que la mayor parte
del tiempo está a buenas conmigo. Esta es la cuestión. Dice en una frase: «La
elección de Marine Le Pen a la presidencia de la República la noche de la
primera vuelta me procuraría un goce indecible». Es enorme.
El chiste es posible. Sin embargo, ocurre que un chiste es la única vía por la
cual un pensamiento inconsciente imposible de reconocer, en el sentido
freudiano, llega a abrirse camino hacia el verbo, la puesta en palabras. Por lo
tanto, chiste o no, poco importa. Lo que cuenta es que esto haya sido
imaginado y verbalizado. Veo en el enunciado singularmente atrevido de mi
partenaire del club la confesión sensacional de la verdad más escondida en
todo este asunto. En torno a este pensamiento, el más incongruente de todos,
parece gravitar la serie azarosa de los cotilleos inexorables con los que se
aturden, en estos días, en la izquierda y en lo más profundo de la izquierda de
la izquierda.
¡Pero sí, por supuesto! ¡Cómo de pronto todo se ordena! Esas acritudes,
esos lloriqueos, esas negaciones, esas injurias, esas diatribas, esos ucases y
esas proscripciones. Esas maldiciones arrojadas sobre el mundo con un verbo
gnóstico en nombre de «nosotros, los pequeños, los oscuros, los sin poder».
Esos jefes obstinados que permanecerán hasta el final de los finales agarrados
a su inflexible «no quiero saber nada de eso». Y para coronar todo, el
desfallecimiento, el éxtasis, el arrebato del más afable de los hombres de
izquierdas bajo el efecto del fantasma de Marine Le Pen elevado súbitamente
a la dignidad suprema del Estado francés como por milagro de una Asunción
republicana.
¡Quién lo hubiera dicho! ¡Quién lo hubiera creído! ¡El núcleo puro y duro
de la izquierda trabajando a sus espaldas por el deseo innombrable de
abandonarse en los brazos de la monstruosa Valkiria!
PAUSA
ALGUNAS REFERENCIAS
STACCATO DE L’ACTU1
Espérame, chico
Te vas a caer si no
estoy ahí
El placer de uno
Es ver al otro romperse
el cuello.
FÉLIX LECLERC
a) La elección originaria
Las especulaciones tanto sobre la excelencia como sobre la perversidad de un
deseo están fuera de cuestión, hacen sonreír a un lacaniano. No hay deseo
puro. La causa de un deseo siempre, bajo diversas modalidades, es de la
naturaleza de un desecho. Deseo del santo, del que Lacan decía que
«descarida», verbo combinado conformado con los términos caridad y
desecho. También el deseo de Dante por Beatrice Portinari. Ninguna razón
para suponer que el deseo de Edwy Plenel sería cochino, mientras que el de
Alain Finkielkraut, por ejemplo, sería loable, incluso sublime. O lo contrario.
Un hombre poderoso puede ser un caballero, y un periodista, un canalla, o lo
contrario. Las categorías del caballero y del canalla, como las del fool y del
knave, para un lacaniano consecuente son perfectamente posibles en la ética
del psicoanálisis (podría desarrollarlo). Vean cómo Sartre diferencia entre
«ser un hijo de puta» y «ser un buen tipo», y eso en función de una elección
llamada originaria cuya noción no podría ser recusada por un analista. Por
otro lado, antes de Sartre, Freud hablaba de «elección de la neurosis»,
Neurosenwahl.
b) Las razas de hombres
No hay ninguna probabilidad de que encontremos nunca, en un régimen
democrático liberal, el equilibrio que sería necesario entre los hombres de
poder, los hombres de dinero, los hombres de pluma y los hombres de trabajo
(los trabajadores). Son razas, por así decir, cuyos intereses estarán siempre en
tensión. De ello resulta que la profesión, el oficio de gobernar (Regieren)
está, en sentido estricto, afectado por una imposibilidad. La inspiración que
recibe Lacan de la argumentación de Freud al respecto tanto en su prefacio a
la Juventud desamparada de Aichhorn como en su artículo «Análisis
terminable e interminable», de 1925 y 1937, respectivamente, lo condujeron a
estructurar un «discurso del amo», asiento de una contradicción ineliminable
(también podría desarrollarlo).
c) Wunsch versus Wirklichkeit
Está permitido a los ciudadanos de una democracia liberal desear, en el
sentido del Wunsch, derribar a los hombres de poder, despojar a los hombres
de dinero, amordazar a los hombres de pluma y de palabra o emancipar a los
hombres del trabajo, o incluso, por el contrario, reducirlos al servilismo o a la
esclavitud. Realizar verdaderamente, Wirksam, esas diversas aspiraciones u
otras de la misma calaña es harina de otro costal.
d) «Dar un sentido más puro a las palabras de la tribu»
Lo que merece llamarse hoy una revolución, si nos expresamos conforme al
sentido del término y a su historia, es la salida de la matriz determinante, que
rige y restringe la existencia de una democracia liberal.
e) El puro semblante
Frente a aquello de lo que se trata aquí, los proyectos políticos de JeanLouis
Mélenchon, acerca de una «revolución ciudadana» que desembocaría en una
«sexta República», proyectos que reunieron hace tres días, en la plaza de la
Bastilla de París, una multitud de ciento treinta mil personas —como también
las propuestas de diversos teóricos contemporáneos de la emancipación,
algunos de los cuales se apoyan en Lacan, como Antonio Negri, Ernesto
Laclau y Chantal Mouffe, Judith Butler, Jacques Rancière, Alain Badiou,
Étienne Balibar, mi alumno y amigo Jorge Alemán, argentino de Madrid, y
otros— los considero, y lamento tener que decirlo, con un alcance de puro
semblante.
f) Mao y Lacan
La historia está ahí para dar testimonio a quien la lee con el catalejo de
Lacan, pero tal vez también con la lupa de Mao. Y eso, ya se trate de
regímenes surgidos de revoluciones populares, en toda su diversidad, o de
aquellos que nacieron de una «revolución conservadora» en el sentido
weimariano.
g) Esperanza
Tanto en un caso como en el otro, las contradicciones que se desprenden de la
estructura de la democracia liberal desaparecen sin duda, pero para ser
reemplazadas por otras, propias de los regímenes surgidos del «deseo de
revolución». Ninguna emergencia de un «hombre total», incluso de un
«paraíso», como se decía antes, se dibuja en el horizonte de una revolución,
como no sea en el imaginario; ninguna armonía, ninguna satisfacción que
colme el deseo, ninguna «relación sexual» que consentiría finalmente en
escribirse. No verá la luz ninguna sociedad disciplinaria, homogénea e
identitaria, ni tampoco ninguna sociedad de democracia global, social e
inclusiva, o al menos no será duradera.
h) «El deseo de revolución»
Ese deseo carece aún de una definición propiamente clínica que tenga
consenso o autoridad. Una eventual elaboración no podría, en mi opinión,
omitir las contribuciones, entre muchos otros, de Paul-Laurent Assoun,
Daniel Bensaïd, Fethi Benslama, Michel Clouscard, Andrée Ferretti, Pierre
Goldman, Leslie Kaplan (llamó mi atención por una noticia de Mediapart
aparecida el año pasado), Gérard Pommier, Simon Sebag Montefiore
(Llamadme Stalin) y Nadejda Tolokonnikova. No olvido el best-seller ya
antiguo de mis amigos de la Gauche prolétarienne, Christian Jambet y Guy
Lardreau, El ángel, que no tuvo la fortuna de agradar a Lacan, y en primer
lugar el libro del añorado JeanPaul Dollé, camarada de facultad de Judith
Miller, Le désir de révolution: «Hacer la revolución es realizar la felicidad,
hacer que cada uno pueda decir yo». Entre los testimonios políticos es
admirable el de Trotski, Mi vida. Pero es un gran escritor, Dostoyevski, el
que domina siempre desde muy arriba la cuestión con Los demonios (también
traducido Los poseídos). Finalmente, una frase de Lacan ha tenido mucha
importancia para mí, extraída de mi entrevista televisada con él en 1973:
«Sepa solamente que he visto varias veces a la esperanza —lo que llaman: las
mañanas que cantan— llevar a gente que apreciaba tanto como lo aprecio a
usted al suicidio muy simplemente». Esto se lee en los Otros escritos, página
568.
i) «Desesperemos a Billancourt»
Que se estigmatice la perversidad de mis tesis de hoy, que se atribuyan sin
mediación alguna a mi interés de clase de burgués, que se me denuncie como
haciendo el trabajo nocivo de un adormecedor del Wunsch revolucionario, de
uno que no piensa más que en «desesperar a Billancourt», como el estafador
puesto en escena por Sartre en su Althusser, o que se me reproche, a la
inversa, dejar aparecer entre líneas una simpatía infantil por Pamplinas,7 no
importa.
j) «La pureza peligrosa»
Gramsci también tenía un hermano, Carlo. Lo amaba. Le escribió desde su
prisión: «Soy pesimista con la inteligencia, pero optimista con la voluntad».
Frase que pertenece al patrimonio común a todas las izquierdas en toda la
extensión y complejidad de sus contradicciones. Mi viejo maestro Althusser
encontraba, quizá, esta fórmula «pura como el amanecer», como decía de
alguna frase que le gustaba. Pero el ideal de pureza está prohibido al analista
(véase más arriba). Y luego, ¿quién no sabe, por otra parte, a qué extremos
puede llegar, por poco que sea demente, un sujeto que se mostraba demasiado
fascinado por la pureza de las primeras transparencias de la aurora?
k) Represión e ideología
Voluntad no es un término vano. Tiene un sentido en psicoanálisis. Para un
lacaniano es sinónimo de «deseo decidido». Me parece que los alumnos de
Lacan, al menos la mayoría de aquellos reunidos en la Escuela de la Causa
Freudiana, dan ejemplo en estos días, con motivo de la campaña nacional que
comienza por alertar a los psicólogos, y a todo el mundo con ellos, sobre las
consecuencias propiamente desastrosas que tendría el hecho de resignarse
más o menos a que Marine Le Pen y su partido conquisten por las urnas la
presidencia de la República y se apoderen de las palancas de mando de los
aparatos represivos y de los aparatos ideológicos del Estado, según la
terminología de Althusser.
l) Las cobardías morales
Lacan quiso dar también un sentido psicoanalítico a la noción de cobardía
moral.
Continuará.
París, 22 y 24 de marzo de 2017
Post scriptum
JUEVES, 23 DE MARZO A LAS 23:55. Mi corresponsal estadounidense de París,
señor Francis Donovan, me hace saber por mail que el libro del profesor
Fonbaustier ha sido publicado por Mare et Martin.
VIERNES, 24 DE MARZO A LAS 19:56. Mi alumno y amigo A. me envía un texto
con la imagen de la próxima portada de la revista Closer. La parte superior
lleva, con la foto de François Fillon, una frase entre comillas: «En el liceo lo
apodaban Choupette». Decididamente, no le van a ahorrar nada.
ESTE VIERNES A LAS 20:00. Alerta del New York Times: «Major Setback for
Trump in First Big Legislative Clash».
DEL MISMO VIERNES. Escribí este texto para mi blog de Mediapart, donde yo
mismo lo subí el jueves a las dos de la madrugada. La redacción lo ubicó hoy
viernes en la página de inicio. Tras haberlo corregido, lo envié a las 21:00 a
la redacción de La Règle du Jeu y a la de Lacan Quotidien. Tal vez luego
aporte algunas referencias. Las 22:45.
7
I
Lo que hace que me arriesgue a una familiaridad que se podría juzgar fuera
de lugar por los puristas del saber vivir, y que mucha gente de izquierdas
considerará escandaloso, es que tenemos un amigo en común, quien me ha
hablado varias veces de usted en el curso de los años en los términos más
empáticos, mi colega de Marsella Hervé Castanet.
II
Este hecho, que se sitúa claramente bajo la noción de «azar objetivo»
promovida hace tiempo por Breton bajo la doble dirección de Engels y de
Freud, me animó a interesarme por el tuit malicioso que usted lanzó a la red
el 18 de marzo último, y del que acabo de tener conocimiento hace una hora
por mi yerno, quien lo descubrió en Twitter a la salida de una cena familiar
este domingo por la noche.
III
Estoy seguro de que esta imagen y su leyenda no son de su propia cosecha.
Usted debe de haberse divertido respondiendo a la dura llamada de los
analistas debido a una pluma que no es la mía, sino la de mi colega Christiane
Alberti de Toulouse, por un tuit de muy mal gusto que usted encontró, sin
duda, en las redes sociales. Sé suficientemente que usted es un hombre de
cultura como para renunciar a escribir: «Antes de diagnosticarle una
depresión...» [sic].
IV
Me doy cuenta además de que usted estaba informado de la convocatoria de
los psicoanalistas desde el 18 de marzo, mientras que Emmanuel Macron lo
ignoraba aún ayer al mediodía, como confesó sin pudor en el Salón del Libro
a otra psicoanalista, de Nantes, Fouzia Taouzari, que enseguida lo comunicó
en la «nota de L’Actu» de la asociación analítica a la que pertenece.
V
Sin embargo, usted podría haber dejado pasar esta convocatoria, perjudicial
para su elección personal, procedente de una profesión que muchos de sus
amigos, y sin ninguna duda Marine y Marion, consideran parásita y
charlatana y que vive de la credulidad del público. Véase, por ejemplo, el site
marinista prechi-precha.fr, que me señaló hace algunos días ni más ni menos
que Castanet.
VI
Ahora bien, usted no fingió ignorar nuestra convocatoria, aunque no fuera
más que para burlarse, y le tengo un agradecimiento infinito cuando veo
cómo se lo ignora en la izquierda, al menos en esta izquierda llevada a su
perdición electoral por el bastón infalible de sus malos pastores, los llamados
Hamon y Mélenchon. El primero se enreda los pies en los pastizales,
tropieza, y ve impotente a las ovejas y corderos dispersarse, corriendo
algunos hacia Macron, otros hacia Mélenchon. Este último es tan pintoresco
cuanto su rival «irreverente» es sobrio, tan brillante y revoloteador cuanto el
otro es sólido y mesurado. El paralelo llegaría fácilmente al infinito.
VII
Los dos hacen pareja, un par de opuestos que recuerda la famosa dicotomía
del introvertido y del extrovertido, que recientemente se puso de moda: de
ahora en adelante se habla de coaches de neurodiestros y de neurozurdos. Me
enteré del tema el sábado pasado por un amigo, Deffieux, en el coloquio
parisino de la Federación de las Instituciones de Psicoanálisis Aplicado
(FIPA). Si confío en mi joven ciencia, todo me conduciría a creer que Hamon
es neurozurdo, y Mélenchon, neurodiestro —lo que no quiere decir de ningún
modo que esté políticamente a la derecha, Dios no lo quiera, sino que está
«dotado de un intelecto poderoso y de una determinación de hierro»—.
Sintetizo aquí dos textos balbucientes escritos en un mal francés: «La gente
con cerebro derecho predominante tiende a detestar la supervisión. Desean
ser sus propios jefes. Pueden volverse excelentes líderes, muy respetados. El
pensamiento arborescente de un cerebro con el hemisferio derecho dominante
le permite ver las cosas en su globalidad y salir rápidamente de un problema.
Favorece la toma de decisiones rápida y genera muchas soluciones». Hamon
y Mélenchon, el combate del débil contra el fuerte.
VIII
La derecha llamada republicana, por su parte, no dijo una palabra sobre la
maldita convocatoria de los psicoanalistas. Es verdad que tiene la excusa de
tener otros chats para fustigar. Azota en particular a los feroces felinos que
tienen prisa por darse un festín con la reputación del desdichado François
Fillon tras haberlo perseguido sin piedad. Todos reconocerán en él a un
introvertido típico, dotado de un cerebro de neurozurdo, órgano rutinario,
siervo de sus pequeños hábitos y poco creativo.
IX
¿Cómo explicar si no su consternación cuando Le Canard enchaîné se
dispuso a «describirle» (croquer) a él y a su familia? Entiendo croquer en el
sentido de «dibujar en algunos trazos un bosquejo». ¿Qué puedo hacer si el
mismo término quiere decir también «comer, masticar, devorar»? Y para no
omitir nada: «gastar con exceso, desordenadamente, gastar deshonestamente,
dilapidar». Terminemos con el argot: «tener relaciones íntimas con alguien,
follar». Comprenden entonces por qué los analistas se ven empujados a callar
en su práctica. Es que las connotaciones, los ecos de una palabra son tan
vastos que nunca se sabrá, o al menos durante mucho tiempo, cómo serán
entendidas las palabras que se le dirigen a alguien. El psicoanalista se calla
porque es el hombre o la mujer que sabe que no sabe lo que dice.
X
Este último sentido de croquer, que es indecente, no lo hubiera recordado,
aunque un psicoanalista no puede ser un mojigato sin ponerse en ridículo. El
Wikcionario lo respalda con dos citas de escritores. Jules Laforgue: «Oh, mi
pequeña Elsa, [...] bebé suculento, núbil para comérsela». Y, más próximo,
ese gran escritor católico de Burdeos tan caro a Philippe Sollers, François
Mauriac, en su Du côté de chez Proust: «Montecarlo, paraíso de las viejas
damas, poblado de monstruos que solo pueden saciarse en la mesa: juego y
pasteles. De tanto en tanto mordisquean al ascensorista o al botones».
XI
El nombre de Le Canard echaîné está muy bien escogido. O más bien su
nombre es un falso semblante, un disfraz. Bajo su máscara volátil, de animal
de corral, se esconde un felino desencadenado, un carnívoro hambriento,
quaerens quem devoret, una de esas hienas de abundante testosterona,
carroñero, cuya risa tonta, me enseña Wikipedia, se hace oír a cinco
kilómetros a la redonda.
XII
Lo que voy a decir tal vez pueda chocar a mis amigos Edwy Plenel, de
Mediapart, y a Philippe Sollers, de la Academia invisible de los grandes
escritores que nunca han sido de la Academia Francesa. Montherlant
señalaba, por otro lado, no sin malicia en su discurso de recepción, que la
primera era tanto o más numerosa que la segunda. Voy a quedar mal ante la
mayoría de mis colegas psicoanalistas, una buena parte de los cuales no me
toman por un santo desde que apoyé, acompañado por mi amigo Éric y bajo
la idea de «Delenda est», tomada de Catón el Viejo, la iniciativa de Jacques
Lacan en 1980, que fue aplastar y destruir la Escuela que él había fundado
antes que dejarla en las manos de sus notables, que habrían dilapidado
inexorablemente su herencia, como quedó verificado por sus acciones e
inacciones tras la muerte de su maestro sobrevenida un año más tarde. En
cuanto a la gente de izquierdas, me sitúan de buen grado a la derecha a causa
de mis burlas impías hacia Mélenchon de hace dos semanas. Nos
preguntamos quién atenta contra el pudor. Como dice la conocida expresión
infantil, «el que lo dice lo es». El fenómeno está clasificado en psicopatología
bajo la rúbrica de transitivismo.
XIII
Qué tendré que decir tan grave, que ya anticipo que valdrá como un atentado
al «pudor de gacela»2 —lo que se esconde bajo el aspecto de la gacela— del
melenchoniano medio y otros puros y duros de esta izquierda que quiere
menos pan que sueños, sin olvidar el brioche, por supuesto, como el querido
Jean-Jacques, al que adoro como escritor, pero que nunca me pareció que
fuera un ejemplo a seguir en la vida. Esperaré sobre esto lo que quiera
escribirme uno de mis más queridos y viejos amigos, Alain Grosrichard, que
creo que es, tras la desaparición de Starobinski, al que por otra parte sucedió
en su cátedra de la Universidad de Ginebra, el más eminente de los
especialistas de Rousseau.
XIV
Diré, por lo tanto, lo que pienso, aunque deban ponerme en la picota por
faltar a la obligación de hablar con circunloquios y neologismos para frustrar
la maldad intrínseca de la lengua común, sierva de «la ideología dominante».
Lo «políticamente correcto» nos llegó de América, pero se trata en realidad
del retorno al remitente. Podemos reconocer las consecuencias imprevistas de
la desgraciada ocurrencia de Barthes sobre el supuesto fascismo de la lengua.
El PC, he ahí un patito feo que nunca se convirtió en cisne, pero ¿quién firma
una tontería que este hombre querido habría sido el primero en señalar?, ¿no
es cierto, Philippe? —que le conoció mejor que nadie, como mostró hace dos
años el librito que usted consagró a la amistad de Roland Barthes—. Yo
también estaría muy contento de tener, como François Fillon, amigos ricos y
generosos a millares, lo digo sin falsa vergüenza, y si me provocaran, alegaría
el ejemplo de Voltaire, de Diderot, el de Jean-Jacques mismo, ¿no es cierto,
Alain? En definitiva, es muy simple: el sentido antiguo de la amistad se ha
perdido, por motivos perfectamente racionales. Abran en cualquier página a
Balzac, Stendhal, Schopenhauer, Baudelaire, Marx, Nietzsche, e tutti quanti,
todos los «antimodernos», como los llama Antoine Compagnon —que fue
también mi amigo, pero solo por un tiempo, mientras fuimos de la pequeña
troupe de jóvenes compañeros de Roland Barthes—. La educación
sentimental, esa magistral deconstrucción del «deseo de revolución», también
es una tumba de la amistad en la era moderna. Como Sollers, doy todas las
sociomanías del mundo por la novela de un gran escritor. Veré también qué
hay sobre la amistad en ese libro que trabajé mucho en el liceo: Morales del
gran siglo, de Paul Bénichou, y, por qué no, consultaré la nueva Enciclopedia
filosófica de Le Figaro, que arranca en los kioscos con la letra A. Por otro
lado, su autor, Luc Ferry, forma un poco parte de mi familia en un sentido
amplio, pero sobre todo es el íntimo amigo de mi amigo íntimo Jorge Forbes,
de São Paulo, que lo es también de Alain Grosrichard.
XV
Este JAM es insoportable. Amigos, amigos, no se hable más, el sistemático
esnobismo del name dropping, sépanlo, nos repugna. Y bien, respondo que,
conocido por haberme ganado muchos enemigos estridentes que se aburren
desde hace decenios esperando que caiga, tengo dialécticamente muchos
amigos, discretos como yo, mientras que una mosca no venga a picarme, y no
es la mosca tsé-tsé la que atraigo, sino una mosca posiblemente furiosa. Veré
si la bestia existe o si es un animal imaginario tipo unicornio. En resumen,
muchos problemas de François Fillon se deben al hecho de que no se sabe ya
lo que es un amigo. Jules Renard, a quien nunca se la cuelan, definía la
amistad, si recuerdo bien, como el casamiento de dos seres que no pueden
acostarse juntos. Para poner en el archivo de la «no relación sexual», Lacan
dixit.
XVI
Gilbert Collard, no le pierdo de vista. Le hago llegar este garabato como el
producto de una noche y le rindo homenaje sin ningún «pudor de gacela».
Tanto a la izquierda como a la derecha, la convocatoria de los psicoanalistas
les importa un comino. Consideran a los psicoanalistas unos débiles o
retrasados, cuando no estafadores, al menos mientras no sientan la necesidad
de recurrir a ellos. Es el colmo que sean los partidarios de la extrema derecha
—sé que ese nombre es rechazado por usted, Collard— quienes se han
dignado a darse cuenta, aunque sea para burlarse y denunciar a los
charlatanes, entre ellos especialmente a los judíos, de que los analistas han
dicho algo que tiene alcance y consecuencias.
XVII
Debo terminar. En resumen, en el asunto judicial, me sitúo como abogado,
como usted, del lado del acusado, François Fillon. No tengo ninguna simpatía
por el «tribunal político mediático» que lo acosa desde que Le Canard perfiló
a su familia, como me he expresado aquí. Tras los empleos ficticios, práctica
habitual en el Parlamento, fue el trabajo de su esposa en la Revista de los dos
mundos, donde yo mismo iba a escribir invitado por Valérie Toranian si no
hubiera declinado por falta de tiempo. Desde la noche de los tiempos, todos
los sistemas de poder, la República y la monarquía, han sido pródigos en
sinecuras. No hay revolución que no haya sucumbido al cultivo intensivo del
privilegio. Libertad, Igualdad, Fraternidad, y, en voz baja, privilegio. El
privilegio pertenece a la esencia de todo lazo social como tal. En suma,
François Fillon roba menos de los fondos públicos de lo que paga a todos.
Luego deviene culpable del préstamo sin interés y sin declarar de uno de sus
amigos, un self made man actualmente millonario. Prestarle a un amigo,
tomar prestado de un amigo, sí, yo lo he hecho, en el estricto límite de mis
medios. Marc Ladreit de Lacharrière no hizo otra cosa. Tiene más medios que
yo o que cualquiera, eso es todo. «¿Y entonces?», como dice muy bien FF
con una concisión romana, cuando no es Cicerón quien acusa.
XVIII
Que se me entienda bien. Yo no digo que sea ilegítimo militar por la
redistribución de la riqueza, ya sea ínfima, modesta o considerable. Lo que
digo es que aquí se trata de otra cosa. Y que tendrán que esperar al día en que
las gallinas tengan dientes para ver prosperar un mundo sin ricos y sin
nomenklatura. Dicho esto, yo mismo he comido Le Canard a la sangre3 —de
los otros— como un depredador. Pero, en un plano puramente metafórico, no
está excluido que las gallinas puedan tener dientes un día ni que se congele el
Infierno. Por otro lado, su amiga Marine supo apagar con nubes de gas
carbónico las llamas que su padre vomitaba en intervalos regulares como el
Moloch de Cartago (¿seguro?), sin que incendiase nada en absoluto. Es como
Mélenchon. El amigo del género humano, y especialmente del Trabajador,
cree ser «el sonido y la furia», mientras que no es, como el PS, más que «la
herida y el cuchillo».
XIX
En un cuaderno con citas que tenía en mi juventud, anoté una frase de
Montherlant que decía más o menos que en un tribunal basta con ver la
cabeza de los jueces para saber que el acusado es inocente. Es la sentencia de
un aristócrata (o que se quería tal) anarco de derechas. Podría ser también de
una proletaria anarca de izquierdas. En lo que respecta a la Weltanschauung
que subyace, es la intersección, no vacía, de Céline y de Genet, también la de
Sartre. En el caso preciso de Montherlant, ¿quién habla? Se trata de un
pedófilo frenético, experto en despistar a la poli que patrullaba los grandes
bulevares donde cada día este gran estilista a la antigua, para nada paródico,
iba a follar. No entiendo en este caso la expresión en su sentido lexicalizado
de hace un momento, es decir, «esperar largo tiempo aburriéndose», sino que
quiero decir de manera familiar que no pensaba más que en dar por el culo a
muchachos que aún no tenían pelos en la barbilla. Nunca saciado. Véanse sus
cartas extraordinarias a Roger Peyrefitte, que fueron finalmente publicadas
por Pierre Sipriot, su biógrafo oficial cuando se quitó la máscara. El deseo
digno de ese nombre de perverso que querrían prohibirnos pronunciar no es
cualquier tontería, tal deseo se imagina ser de revolución y solo es sueño-
solución.
XX
Todavía tengo mucho que decirle, señor diputado del Gard. Lo saludo con el
término que Lacan grabó como insignia de un honor auténtico en el dorso del
único crítico profesional que parecía haber leído verdaderamente el volumen
de sus Escritos cuando apareció: avis rara. Sí, señor Collard, que haya sido
usted el primero y, hasta el momento, el único hombre político que haya
acusado recibo del mensaje de los analistas —usted, que es el secretario
general de la así llamada Agrupación Azul Marino, extensión del FN, y el
mentor en la Asamblea de Marion Maréchal-Le Pen— me ha dejado
estupefacto. Ha habido allí para mí un «instante de ver». Esta estupefacción
repercute en esta carta, escrita esta noche desordenadamente, por decirlo de
algún modo, pues su amiga Marine los ha «desdemonizado» a todos con un
juego de manos. No tengo tiempo para releerme. Lo haré reflexivamente esta
semana, y se abrirá mi «tiempo para comprender» el cómo y el porqué.
XXI
Tras haber zaherido al dueto Hamon y Mélenchon, rasguñado a Macron,
defendido al acusado Fillon, tendré que llegar a Marine, y también a Marion,
incluso a Florian. Este ha instalado en el Frente una poderosa cultura gay de
la que tengo ecos y que resulta muy interesante para los clínicos. Será
necesario también que me interese de cerca en su tuit y en el texto preciso
que adorna la foto de Freud. Quisiera finalmente releer la narración de
Castanet respecto a usted y leer algunos textos suyos que me ha enviado esta
noche por mail. Si hay algo como esta «izquierda lacaniana» que promueve
desde Madrid Jorge Alemán, una de las referencias confesadas por Pablo
Iglesias, «caudillo» de Podemos, ¿veremos nacer algún día una «derecha
lacaniana» de la que usted sería la alondra que anuncia la primavera? El
pensamiento conservador, el pensamiento reaccionario, el pensamiento
contrarrevolucionario, los tres tienen viento en popa en Francia y en toda
Europa; ¿no lograron contra todo pronóstico anexionarse a George Orwell vía
Michéa? ¿Por qué no Lacan? Lacan señalaba que él no era progresista,
recordaba el sentido primero del término revolución, y fue maurrasiano en su
juventud, un smoking gun lo testimonia. Eso me preocupa.
XXII
Una ultimísima palabra antes de dejar la pluma o, mejor dicho, de abandonar
mi Mac. Ya anticipo que lo que va a quedar de esta carta es que JAM se
volvió el abogado de Fillon. Es exacto, aunque parcial. No quisiera que la
idea cristalizara y estuviera consagrada cuando retome la palabra.
XXIII
Hice de abogado. Señor Collard, le pregunto: ¿lo hice bien? Me dirijo a
usted, el brillante técnico del Colegio de Abogados. Cuando un acusado está
frente al tribunal de la buena conciencia, me veo conducido a situarme al lado
del acusado de forma natural. La hipocresía de los fiscales me salta a la vista.
Actúan siempre para hacer creer que los delitos imputados al desdichado en
su banquillo son excepcionales, mientras que a menudo son muy comunes.
Pero cuando la estructura de la comparecencia es diferente, mi posición
cambia, correlativamente. Para impactar el debate con un ejemplo y también
hacerlo más complejo, para ponerlo en su justo lugar, me bastará, creo, dar a
leer un mail que he encontrado en mi mensajería, emitido el domingo antes
del almuerzo, a las 13:05, por lo tanto, mucho antes de que conociera el tuit
de Collard y pensara en escribirle.
XXIV
Querida Christine:
Acabo de mirar el replay. Estuvo admirable. Una extraterrestre. O más bien
un ser profundamente humano frente a un granuja que al final apareció,
gracias a usted, como lo que es de verdad: un monstruo divertido y perverso.
En resumen, es la historia de El incesto4 puesta en acto bajo las sunlights, en
directo. Momento increíble.
La abrazo.
Estoy feliz porque usted exista en esta tierra, suyo
JA
Apreciado señor diputado, reciba mi mayor consideración por su función, con
el testimonio de mi vivo interés de conocerlo en un plano personal.
PARA LEER
Al despertar, idea de un diario; discuto sobre ello con Eve y Christine por
teléfono.
Christine
Cena con ella anoche. Llego sin aliento a las 19:59 para nuestra cita de las
20:00. Esta allí como una buena chica. A las 22:15 viene a buscarla un taxi
pedido por su editora con anticipación para llevarla. No bebió una gota de
alcohol. Evidentemente, se cuida y sigue un régimen de atleta. Yo debería
tomar ejemplo para mantener la distancia en lugar de pasar una noche en vela
escribiendo a la Agrupación Azul Marino. «Noche en pie»,2 dicen. «Noche
sentado» es mucho más exigente.
Aristóteles
Me encuentro con João, que espera para verme leyendo a Aristóteles. Fino.
Es ilegible, decía Lacan, a quien vi a menudo el domingo en Guitrancourt
sumergido en las obras del Estagirita. Estudié de pasada a Aristóteles en la
licenciatura; no lo conocía muy bien; lo que sabía de memoria, por el
contrario, era la bella tesis de Aubenque sobre El problema del ser; resultado
de los cursos: obtuve la licenciatura. Nunca la he releído, esta tesis de la tesis,
pero utilicé hace tiempo la tesis complementaria sobre la prudencia para
explicar la función del AE, el analista de la Escuela, en Lacan.
Alexandre
Mi gusto siempre me condujo más bien hacia Platón. El primer diálogo que
leí, a los catorce años, fue Teeteto. Fuerte, complicado, pero cautivador.
Alexandre Adler me contó que conserva el recuerdo de haberme visto un día
sumergido en el libro, en una chaise longue, durante las vacaciones en Suiza;
tiene algunos años menos que yo, estaba impresionado. Se incorpora a la
ENS algunos años después que yo, al mismo tiempo que Bernard (BHL).
Claude Frioux, entonces presidente de París 8, también normalista y
comunista, me decía con admiración no fingida: «Adler sabe todo de los
sóviets». Y luego la URSS desapareció. Desencantado, su saber tragado
como la Atlántida, Alexandre se reconvirtió sin perder una sola medida en el
saber de todo, se reinventó en el Pico della Mirandola de la política de todas
las naciones.
¿Cómo lo hace? Descuella: periodista superiormente informado, relator
inspirado, pensador original, incluso paradójico. Esto no le ha impedido que
lo echen del Figaro por grosero. Como Sollers se hizo echar del Journal du
Dimanche y luego del Obs.
Finky
Nathalie, mi secretaria, me envía la transcripción de la salida de F. contra
Angot que Eve me había señalado ayer. Lo leeré esta noche. ¡Qué rififí!
El Joven Sabiondo
Me miro desde afuera no con la mirada enamorada de Alexandre, sino con la
de la lata de sardinas del Petit-Jean de Lacan. ¿Qué veo? Un teen burgués,
privilegiado y precoz, que se prepara para entrar en la Escuela Normal, cuya
existencia ignoraba hasta ese momento.
No es sorprendente que, seis años después, el mocoso presuntuoso que no
dudaba de nada y pensaba poder orientarse solo en la sabiduría y la ciencia
abordando a Platón como Rouletabille recomendaba, «por el buen lado de la
razón», haya sido invadido por la rabia al contacto de la mirada absorbente
que dirigían Bourdieu-Passeron sobre el trabajo escolar de los Héritiers.
1964.
Bourdieu-Passeron
Passeron era entonces asistente de Sociología en la Sorbona. Yo había hecho
dos o tres de sus cursos. Recuerdo que hablaba de los «objetos nómadas»
destinados a invadir nuestra vida cotidiana. Bien visto. Analizaba en sus
cursos el marketing del Club Méd, entonces en su apogeo, al mismo tiempo
que ese mismo club le pagaba como consejero. La sociología es un saber
ambiguo y siervo (dicho rápidamente).
Por otro lado, lo veía en la intimidad cada vez que iba donde mi compañera
Mireille, siempre entre dos normalistas, y que entonces estaba con el
sociólogo, mucho mayor que ella. Este tuvo la bondad de confiarme que tal
nota burlona del libro le había sido inspirada por algo ridículo que yo había
dicho en casa de Mireille. No le ocultaba que su libro me parecía infecto. Lo
escuchó con la flema del sabio. ¡Qué dichosa constitución!
Judith
A Bourdieu, al que ella conocía un poco, lo admiraba por su primer libro
publicado, Sociología de Argelia. Justo antes de su año de licenciatura y justo
después de la independencia, partió a enseñar filo a Argelia, vibrando por
sumergirse en el pueblo de donde salía ese FLN para el cual trabajaba en
directo en la clandestinidad desde sus diecisiete años.
No la conocía en esa época, sino por su reputación, porque era famosa en el
medio de filo de la Sorbona. Escuchábamos: «Judith Bataille (su apellido
entonces), la hija de Lacan, es una chica valiente, pero corre el riesgo de
comprometer al partido, porque está ligada al FLN. ¡Silencio!». Judith me
contó que, más tarde, un tal Pierre Kahn, entonces presidente de la UEC
(Unión de Estudiantes Comunistas) la había convocado para romper delante
de ella su carné de miembro de la UEC, en efecto «para no comprometer al
partido». Una vez adquirida la independencia de Argelia, Judith pidió que se
le restituyera su carné. Se lo devolvieron con honores. Esta anécdota tiene
mucho sentido.
Collard
Me entero por mi amigo N*, que interviene en el affaire del Arca de Zoé en
Chad, de que se cruzó con Collard, entonces abogado de uno de los acusados.
Anteriormente fue el abogado de Pierrette Le Pen, primera mujer de Jean-
Marie, después de su divorcio (en efecto lo he leído). En esa ocasión conoció
a los hijos de la pareja, entre ellos Marine. Más significativo, pero en
condicional: habría dicho que JMLP le recordaba a su propio padre. Se
llevaba bien con N*, pero se mostró molesto con él después de haberse
adherido a la Agrupación Azul Marino.
Rimbaud
Rose-Marie me señala en el azul del cielo que Rimbaud, en dos ocasiones,
emplea la grafía antigua merencolie para «melancolía» en su trabajo de
juventud, catorce años, un deber que consistía en redactar una carta de Carlos
de Orleans a Luis XI para obtener la liberación de Villon. Sí, en efecto,
leyendo eso a los trece años, yo mismo, un alumno de liceo en Janson-de-
Sailly, me sentí aplastado por el talento escolar del joven genio. También por
las disertaciones latinas del alumno de liceo Baudelaire. Eran muy buenos
alumnos, brillantes.
Rimbaud, nuevamente
Rose-Marie, cuya minuciosidad me deja pasmado (es licenciada en Letras
Modernas), establece una relación esclarecedora entre una línea de «A una
razón», utilizada por Lacan en su Seminario XX, Aún, y una línea de una de
las Cartas del Vidente.
Brest-Quimper
Mail de Renée Padellec, psicoanalista enseñante en la sección clínica de
Brest-Quimper. Se refiere a mi carta abierta a Collard, en tres puntos
numerados:
1) Me gustó mucho la diferencia en «la estructura de la comparecencia» que usted hace entre el
Canard que se cruje a Fillon por motivos fútiles y el posicionamiento claro de Christine Angot frente
a un Filou.3 2) «Sueñosolución» [Rêve-solution] antes que la révolution. Es preciso. 3) Al final su
pregunta es esta: ¿a qué realidad responde el compromiso de Collard con la extrema derecha?
Control
Una joven colega me cuenta muy bien una cura y su intervención, que tuvo
los mejores efectos. Improviso para ella una «teoría de la validación
analítica» también en tres puntos.
1. El analista no valida nada de los dichos del analizante. «La pura
pasividad paciente»: Blanchot citado por Éric en su artículo que va a aparecer
en Lacan Quotidien.
2. El analista valida todo de esos dichos, pues «el que calla otorga».
3. En esos dos puntos, validación y no validación, están implícitos y por
estructura. En el plano de los enunciados explícitos del analista, la validación
de un dicho del analizante siempre es una poderosa interpretación que debe
usarse en el momento oportuno. Aún más cuando se trata del rechazo a
validar.
Análisis
Un analizante piensa de pronto en un pasaje de mi curso, hace años, en Arts
et Métiers. De un análisis del maravilloso cuento de Maupassant, «El cerdo
de Morin», yo deducía la idea siguiente, de la cual hacía un principio del arte
de la polémica: «Destruir al otro fijándolo a su punto de goce». Esgrimista
amateur, se había dicho: «En esgrima, eso es lo que hay que encontrar».
Había reconocido allí una condición de goce propia. En su juventud llegó
hasta el equipo de Francia júnior, pero no pudo ir más allá por causa de sus
síntomas.
Anécdotas
Deberé dejar la pluma para mandarle el texto a Christiane Alberti, que lo
espera para su blog. Muchas más anécdotas que esta mañana no he puesto en
juego. Un día me presenté para divertirme como el Paul Léautaud del
psicoanálisis. En otro tiempo, los almuerzos del domingo en familia en el
campo se desarrollaban de la siguiente manera: Lacan se callaba; nosotros —
Laurence Bataille, Catherine Millot, Judith y yo— nos esforzábamos para
distraerlo charlando, contándole todos los chismes del medio analítico y del
medio literario que podíamos conocer. Y Lacan se partía la caja.
Las contribuciones de Laurence y de Judith a menudo se referían a hechos
o dichos de sus hijos. Catherine había conocido mucho a los Klossowski y a
sus amigos. En ocasiones yo aportaba anécdotas sobre grandes personajes
históricos, que se remontaban hasta la Antigüedad. Macrobio. A Lacan le
gustaban, como se notaba, los chismes reunidos por Heródoto, Aulo Gelio
(menciona las Noches áticas en sus Escritos), Suetonio, Macrobio, Plutarco,
etc. Y en literatura francesa, Montaigne (su Diario), Brantôme, Tallemant des
Réaux, madame de Sévigné —a la que Lacan llamaba algo así como la
realizadora de epístolas sobre la homosexualidad femenina—, Saint-Simon,
el Espicilegio de Montesquieu, la correspondencia de Voltaire, los «pequeños
hechos verdaderos» de Stendhal, y, luego, empieza a multiplicarse tanto que
debo recordar que retraso el envío del blog. Una última palabra: devoré el
Diario de Maurice Garçon durante la ocupación, publicado hace dos años, y
ya leí las cincuenta primeras páginas de la edición, expurgada, del Diario de
Matthieu Galey en Bouquins. Por lo tanto, soy aquí un redactor de gacetillas,
y orgulloso de serlo. Di una vuelta por Wikipedia para recuperar una foto de
Louella Parsons para ilustrar esta primera entrega.
Lilia
In extremis. Me llamó por teléfono para decirme que se cruzó con Frédéric
Mitterrand en el bar del Raphaël, que le habló de la convocatoria y lo invitó
sin más al Fórum del 18 de abril. El encantador y popular ministro le
respondió que se solidarizaba y vendría si estaba libre. Ella le envió por mail
las tres páginas que redacté el domingo para presentar el estado del proyecto.
¡Campeona! ¡Son las ocho y media, una hora y media de retraso!
SEGUNDA ENTREGA
RETOMO LA ACTIVIDAD A LAS 06:30
Ella y él
Encontré un aire a Lauren Bacall en la encantadora joven con quien tuve el
placer de cenar a solas anoche. Ni analista ni analizante, enseña filosofía en
un liceo de la Seine-Saint-Denis que figura entre los mejores centros del
departamento, de lo que ella está no poco orgullosa. Lee irregularmente
Lacan Cotidiano, encontró en el Matinal de Le Monde mi reciente tribuna y
enseguida me envió un mail que llamó mi atención.
Votará a Hamon, mientras que su marido es insumiso melenchoniano. Este
joven ambicioso, especialista en electrónica, que se gana muy bien la vida,
hijo de una vieja familia del centro donde se es comunista y ateo de padres a
hijos, estuvo en «la Marcha». Quería llevar a su hijita de siete años, pero ella
se opuso. Fue conquistado por la diatriba de Gérard Miller, que incluso
encontró más contundente que el discurso de Jean-Luc Mélenchon,
demasiado largo para su gusto.
Ella, ella está fascinada por Alain Finkielkraut, «el único que dice lo que
ocurre en el 93»,4 considerando que un Éric Zemmour, por ejemplo, «va
demasiado lejos, es un racista, un fascista disfrazado que defiende la guerra
civil y la reemigración», etc. Ella es desde este año universitario una fiel
oyente de la emisión semanal de Finky, L’esprit de l’escalier,5 que sigue en
Causeur.fr. Cuando le pregunto si vio la última emisión, donde, parece, ajusta
cuentas a Christine Angot, me responde: «¡Por supuesto!». No vio la emisión
de France 2 con François Fillon, al que no aprecia; aprecia en Angot a la
feminista, la escritora; pero dará su voto al nuevo académico.
«Lauren» se dice socialista, pero no está afiliada; católica, creyente, pero
no va a la iglesia, sino en las grandes ocasiones familiares: nacimientos,
matrimonios, decesos; humanista, pero a condición de que el hombre no
usurpe el lugar de Dios; se disculpa por encontrar mi posición sobre el
«votoútil» errónea y «no franca», pero piensa, no obstante, que conozco
verdaderamente bien la obra de Lacan, que leyó muy poco aún, pero cuando
comprende, dice: «Se encienden las luces del baile». Ella quisiera hacerme
captar, «porque usted es muy escuchado entre los psi», lo que significa
enseñar filo en el 93, y para ello tomará el ejemplo de lo que vivió esa
mañana misma con una de sus clases.
El instante de ver
El lunes por la mañana, Lauren da un curso de una hora en una Terminal S:
treinta y cuatro alumnos, ninguno de los cuales es europeo de origen, y solo
hay seis chicas. Unos diez quieren trabajar, entre ellos una chica de diecisiete
años que obtuvo un 17 en su disertación de filo en la última práctica para el
examen de bachillerato, corregida no por Lauren, sino por una colega. En
cuanto a los otros, dice que son «yihadistas».
La mayoría son chicos robustos, brutales, dos o tres chicas están con ellos,
se quejan todo el tiempo de las injusticias de las que son víctimas, reivindican
sin cesar sus derechos, no reconocen tener ningún deber, no trabajan en clase
cuando vienen, impiden que los otros lo hagan, los intimidan, juegan con
facilidad con cuchillos.
Más de un tercio sostiene abiertamente el Estado Islámico; todos o casi
todos consideran el islam, del que no saben nada o muy poco, como la única
y verdadera religión, llamada a triunfar, en definitiva. Todos, sin excepción
parece, son fans de Dieudonné y de su gesto obsceno de la quenelle,
persuadidos de que el CRIF dirige Francia y los judíos tienen al mundo en
sus manos. Se inquietan por saber si sus profesores no serán por casualidad
de la raza maldita.
En resumen, no es «islamofascismo», dice con su voz un poco ronca, sino
ni más ni menos que «un nazismo militante bajo la bandera del islam en lugar
de la cruz gamada». Incluso si estima a Finkielkraut, «un poco débil como
filósofo, demasiado heideggeriano para mí, sobre todo con todo lo que
sabemos hoy de él», es el único que sabe verdaderamente de qué habla.
Lauren comenzó por estar de acuerdo con Olivier Roy, que le parecía más
optimista, más consensual, más acorde con su propio humanismo, y terminó
por pensar que un Gilles Kepel, demasiado estridente tal vez, está después de
todo más cerca de la verdad.
Aún el año pasado, como buena cristiana, trataba de recuperar a los
«yihadistas» a través de la dulzura, en vistas de su miseria social, su calidad
de víctimas (del capitalismo, del colonialismo, del liberalismo desenfrenado),
considerando también la tristeza del porvenir que les espera. Encontró un
muro, o más bien una suerte de fortificación mental inexpugnable, toda
erizada de púas.
Un día de noviembre pasado, en que una alumna a la que había puesto la
mano en la espalda para destacar la amonestación que le hacía se dirigió
inmediatamente al director para denunciarla y acusarla de violencia con
injurias racistas, marcó el giro de 180 grados de Laurent.
Decidió, sola, no buscar más el porqué del cómo; proscribir todo
autorreproche; desinteresarse de aquellos que, rechazando aprender, molestan
a los que hacen todo por salir adelante. A partir de ahora solo consagrará su
esfuerzo a estos últimos. ¡A la guerra, con la guerra! Después de todo, hay
guerras justas, y Cristo echó a los mercaderes del Templo, no los catequizó.
La mirada y la boca
Me pierdo. Conozco bien por mi análisis mi debilidad por la mujer fuerte,
quiero decir, la mujer delgada, pero decidida, de Juana de Arco a la Thatcher.
Un Mitterrand inspirado dijo un día: «La mirada de Marilyn, la boca de
Calígula» de la inglesa, hija de un almacenero. Tengo frente a mí la mirada
de Bacall y la boca de Bacall, además con la determinación de Bogart cuando
no se dejaba intimidar, aunque desarmado, por Edward G. Robinson y su
banda de gánsteres en un espacio cerrado en Cayo Largo.
Para combatir la fascinación que aumenta en mí, lo noto, objeto a Lauren:
«No veo verdaderamente qué le ve a su Hamon. Hace guiños a los
Hermanitos [los Hermanos Musulmanes] hasta desgarrarse las pupilas, todo
eso para pescar sus votos. Al menos Mélenchon, con el azul blanco rojo de su
Corta Marcha, no come de ese pan y no se lo pone fácil a los yihadistas en
ciernes. Usted me hace descubrir que prefiero la boca de Mélenchon a la
mirada de Hamon».
¡Tocada! Reconoce que había votado por Manuel Valls en las dos vueltas
de las primarias socialistas, y que se une sin entusiasmo al voto Hamon por
fidelidad al PS.
Aprovecho la ventaja que esto me da: «En resumen, me dice que usted, una
filósofa, sacrifica la verdad por un interés de tendero. La verdad: aquella cuya
flecha imprevista le golpeó el corazón un día de noviembre. El negocio,
además, está en quiebra. Una pandilla que fracasa». Etc. Estoy lanzado. Me
para con sequedad. «Usted se pone a hablar del Partido Socialista como habla
Mélenchon. O mi marido. Cuando lo hace, le digo que es un idiota».
La pequeña tiene coraje. ¿Tiene la boca de Calígula? ¿O la de Bigard?
Sigue mañana.
9
«You have the right to remain silent. If you give up that right, anything you
say can and will be used against you in a court of law». Es la advertencia,
según Miranda, que en Estados Unidos debe darse a toda persona detenida
para ser interrogada. Incluso ha sido inventado el verbo to mirandize para
decir que se informa de sus derechos constitucionales a una persona detenida.
Cada 1 de abril, uno debería recordar su derecho al silencio: «Tienes derecho
a guardar silencio. Si renuncias a ese derecho, todo lo que digas podrá ser y
será usado como una patraña».
El primer día de abril define un campo de enunciación tal que el valor de
verdad de cada enunciado es allí dudoso, suspendido, revocable. Diría: «El
Genio Maligno cartesiano es la ficción encarnada del 1 de abril». Podría
agregar: «El campo de la enunciación política está estructurado como el
campo de enunciación del 1 de abril». O incluso: «Todo político es un genio
maligno». ¡Pues sí! ¡Pienso eso! ¿Y si llamara a esta serie de tesis «la
conjetura de Descartes-Miller»? ¿Es demostrable? ¿Trivial? ¿Falsa?
Me encontré con una idea rica. Se perfilan, son posibles muchos
desarrollos. Le dije a Christiane Alberti, que me publica en su blog, que
tendrá mi copia a las ocho esta mañana, deberé correr. ¡Oh!, ¿y si le dijera
que es una broma del día de los Inocentes? Sí, pero se lo dije ayer, 31 de
marzo.
¿Me creerán si les digo que caí como un tronco ayer justo después de cenar
en casa y que me desperté sobresaltado siete horas más tarde, sin despertador
ni pesadillas y «fresco como una rosa»?
¡El gobio! ¡Ese es el pez del mes de abril!2 ¿Por qué decimos «más fresco
que un gobio»? Porque, según el Wikcionario, el gobio es el pescado que se
conserva más tiempo después de haber sido pescado. Expresión
supuestamente acreditada desde 1640. Le Robert histórico dice del gobio algo
sugerente, que la palabra francesa [gardon] podría ser un derivado de garder,
«mirar», por los ojos rojos de ese pez, o de garder, «vigilar», porque tiene el
hábito de volver a los mismos lugares. ¿Qué les parece?
Sandra, mi sobrina, me hizo leer una novela corta fantástica donde un
narrador fascinado vuelve todos los días a un acuario para tratar de saber lo
que quiere decir un pez. Tiene su instante de ver el pez en cuestión, el tiempo
para comprender lo que quiere decir el pez, y no sé cómo concluye la
historia. ¿Se podría rehacer Los pájaros de Hitchcock con peces, pirañas,
tiburones?
En diversos sitios de la red se afirma que el gobio tiembla. Es pequeño.
«Lindo, vivaz y simpático», es presa de peces carnívoros: lucios, percas y
luciopercas, que enloquecen por él. Rojo para los científicos, que se refieren a
sus aletas rutilantes a las que debe su nombre latino Rutilus rutilus (rutilante
significa «rojo», no brillante como se cree a menudo), es blanco para el
pescador, que lo usa a veces con un poco de desdén como «carnada», con las
bremas, los gardíes y los «sin nombre». Durante el período de reproducción,
los machos se cubren de tubérculos nupciales de forma cónica. Muy
pequeños sobre el cuerpo, son más gruesos y bien visibles.
¡Dios mío, sálvame del gobio!3 Olvido mi promesa a Christiane. Estoy
enamorado del curso de mis pensamientos. Se prosiguen con la lógica que les
es propia, en meandros y arabescos, mientras que yo miro el espectáculo,
unas veces fascinado, otras, comentador, escribiendo en el margen un aparato
crítico susceptible de extenderse sin medida como las notas de una pléyade.
No hay duda de que el llamado fenómeno del pensamiento es divisible y no
unitario. Está la cadena de pensamientos, donde se vehicula el sujeto, sujeto
del significante «que lo representa para otro significante», y, por otra parte, al
lado, la instancia del yo que mira y vigila, calcula, duda, evalúa. Leo así el
párrafo de «El je es Otro» de las Cartas del Vidente, y en particular la frase:
«Asisto a la eclosión de mi pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo la
flecha».
División del sujeto y del yo. Dos planos o registros distintos. Los dos
coinciden en ese punto metafísico, «punto al infinito», llamado cogito sum
por Descartes. Extender la evidencia del cogito a la esfera mental es, por
excelencia, la tontería del psicólogo.
Lisa, mi analizante, hypokhâgneuse, me contaba ayer que su amiguito se
resistía a su orden de entrar en análisis en nombre de su epistemología. Decía
el joven pedante: «El psicoanálisis son interpretaciones. Lo que me interesa a
mí son los hechos. Prefiero responder a un cuestionario». Le dirás a tu
presumido, dije, que sería necesario que el sujeto supiese lo que hace al poner
una cruz en el casillero del cuestionario, lo que piensa y desea. Sin embargo,
un análisis le enseña precisamente lo contrario, aunque fueran tan solo
porque el campo de enunciación donde se inscriben los enunciados de un
sujeto analizante presupone que todos ellos son interpretables. Dicho de otro
modo, el sujeto no sabe ni lo que dice ni lo que quiere decir. Lisa se fue muy
contenta de tener en su mano con qué vencer a su amigo. Espero que, de
rebote, esta operación comando contra las posiciones del amiguito le permita
realizar un nuevo paso en su análisis.
Aquí, me resuelvo a bajar del tren de mis pensamientos. ¡Feliz Lenin, que
atravesó Alemania en su vagón de plomo! Antes de presentar al partido y a
las masas sus decisivas «Tesis de abril» sobre «Las tareas del proletariado en
la presente revolución».
PROGRAMA
ROSE-MARIE
QUERIDA LAUREN
Las grandes interjecciones con las que los periodistas de BFM-TV saludan
desde ayer por la tarde el anuncio del nuevo ordenamiento de la secuencia de
los cinco principales candidatos a la presidencia son dignas de la marcha
triunfal de Aida, secuencia establecida en función de los últimos sondeos.
Macron abre la marcha. Viene justo después de lograr el sorpasso de la
Valquiria.
Lejos detrás de este, Fillon es el tercero, tiene casi diez puntos menos.
Mélenchon, a un punto, le muerde los talones.
El cuculat es para Hamon, cuyo score es la mitad del cuarto.
Nota bene: cuculat, argot normalista, antónimo de «cacicazgo».
COMBINATORIA
(p. 13) Querer cambiar de golpe el carácter y las costumbres de una multitud
es una empresa tan azarosa como difícil; semejante revolución demanda
mucho tiempo y una gran autoridad.
Al comienzo de la comida, el vino, manejado por el bebedor, se pliega, por
así decir, a su carácter; pero a medida que penetra en sus venas y le trasmite
su calor, cambia el carácter del bebedor para hacerle tomar el suyo.
Del mismo modo, un administrador prudente, hasta que adquiere suficiente
reputación y crédito para poder gobernar los espíritus a su conveniencia, se
acomoda a sus costumbres, estudia sus gustos y sus inclinaciones y se dedica
a conocer por qué motivos se pueden determinar.
(pp. 16-19) No es sino tras haber obtenido la confianza del pueblo, y
adquirido crédito hacia sí, que se puede reformar poco a poco y dirigir
suavemente a una conducta mejor.
No es una empresa fácil cambiar las disposiciones de la multitud. Para
lograrlo, tengan cuidado ustedes mismos, como si vivieran de aquí en
adelante en un teatro en el que estuviesen expuestos a las miradas públicas,
de cuidar perfectamente sus costumbres. Si les resulta demasiado difícil
proscribir todos sus vicios, corrijan al menos con perseverancia aquellos que
son más dominantes y les afectarán más a los ojos del público.
Ustedes saben que, cuando Temístocles quiso aplicarse al gobierno de la
república, se retiró de las asambleas de placer y libertinaje; vivió sobriamente
y pasó las noches trabajando e instruyéndose. Decía a sus amigos que los
trofeos de Milcíades no lo dejaban dormir.
Pericles, en las mismas circunstancias, cambió sus modales y su tipo de
vida. Adoptó un andar más grave, una pronunciación más pausada y un aire
más serio. Mantenía escondidas las manos bajo la ropa y no conocía más
camino que el de la tribuna y el Senado.
No es algo fácil manejar los espíritus de una multitud, y pocos hombres son
aptos para hacerle adoptar una opción conveniente. Como si un animal hosco
y rebelde no se atemorizase de lo que ve y escucha, y se dejara conducir.
No hay, por lo tanto, que descuidar incluso las cosas más pequeñas, sino
ordenar tan bien su conducta y sus costumbres que estén al abrigo de todo
reproche y de toda censura. No es solo de lo que un administrador dice y hace
públicamente que se le pide cuentas; también se echa un ojo curioso sobre su
mesa, sus muebles, sobre la manera en que vive con su mujer, sobre sus
ocupaciones serias y sobre sus diversiones.
¿Necesito citarles el ejemplo de Alcibíades, que, con el mayor genio para la
administración y un talento superior para la guerra, se perdió por el desorden
y la disolución de su vida doméstica, y volvió inútiles para su patria, por su
lujo y su intemperancia, todas sus buenas cualidades?
Los atenienses convirtieron en crimen el gusto de Cimón por el vino; y los
romanos, no encontrando otra cosa con que reprender a Escipión, le
reprocharon que le gustaba demasiado dormir.
Los enemigos del gran Pompeyo, al notar que tenía la costumbre de
rascarse la cabeza con un dedo, usaron ese pretexto para desacreditarlo.
Un signo o una verruga en el rostro son más incómodos que una marca, una
cicatriz o una mutilación en cualquier otra parte del cuerpo.
Del mismo modo, las menores faltas parecen mucho más considerables en
la vida de los grandes y de los hombres de Estado. La opinión que se tiene
comúnmente de la grandeza y de la importancia de su dignidad hace creer a la
multitud que ella no debe estar empañada por ningún vicio ni por ninguna
imperfección.
10
MARIONETAS
BEETHOVEN EN BATA
LA MARINE ES GIRONDA
FILLON-BAJO-CALUMNIAS
EL DIARIO ÉXTIMO.
SEXTA ENTREGA1
JUEVES, 2 DE ABRIL, 09:00
Mi hermano, con quien cené anoche, me tiró de las orejas: «¿Y el Foro del
18? ¿Te ocupas de él? Ni siquiera abriste las inscripciones, y es para dentro
de diez días. Nunca vi nada tan mal organizado. Lo que me impactó de
Mélenchon en la plaza de la Bastilla fueron sus capacidades organizativas.
Mucho mayores que las de la izquierda proletaria».
Tiene razón. Manos a la obra. Sin duda, si no tuviese mis pequeñas
escrituras cotidianas, la preparación del foro estaría más avanzada. Por otro
lado, este miércoles Carole quería venirse desde Burdeos para hablarme al
respecto. Debí declinar a causa de la cena con Gérard.
CATHERINE M.
Miro mis mensajes y encuentro este SMS: «Esta noche reí hasta llorar: la
comparación de Fillon con Saint-Ex fue impagable, y el resto... Fillon bien
plantado... Y Alberti también con Hamon resultó gracioso; pobre Hamon, un
poco perdido».
CHRISTIANE
SMS a las 09:09: «¡Buenos días! Muchos ecos positivos del 10 contra 1. Foro
del 18 de abril: Carole me había pedido que la Escuela se encargara de las
inscripciones. ¿Puedo abrir las inscripciones a pesar de que el programa no
está acabado? La fecha se acerca.
»Estoy disponible todo el día sin problema».
MIREILLE
MONTHERLANT
PURLOINED TIRESIAS
El hombre con tetas dice: goce de la mujer = 10; goce del hombre = 1. Pero
no establece la diferencia entre el hombre homo y el hetero. ¿Cuáles serían
las cifras, esas cifras crueles de las que habla François Fillon? ¿Y Lesbos?
¿Goce sáfico = 20? ¿Querrán ellas decirlo?
EMPÉDOCLES Y PARMÉNIDES
Consentimientos otorgados
1. Philippe Bilger
2. Jean-Christophe Cambadélis
3. Christian Charrière-Bournazel
4. Gilles Finchelstein
5. Serge Hefez
6. Bernard-Henri Lévy
7. Caroline Mécary
8. Gérard Miller
9. Yann Moix
10. Danielle Simonnet
11. Dominique Sopo
Rechazos
1. Alain Finkielkraut (no cree en la eficacia de un frente unido)
2. Anne Hidalgo (según su despacho, se impone un «deber de reserva»)
Tal vez
1. Virginie Calmels (probable mitin pro-Fillon en Burdeos el 18)
PSICOANÁLISIS Y DEMOCRACIA
¿En casa de quién caeré para ver el programa de esta noche? Respuesta en el
próximo número.
13
Fui a seguir «la Emisión política» de France 2 a casa de Lauren B., a quien
llamé de improviso. Debido al tiempo que me llevó cerrar la entrega
precedente, me perdí toda la primera parte. La primera imagen que vi
corresponde al debate sobre la uberización.
Más adelante encontrarán mi reseña. Primero leerán el hermoso texto que
recibí ayer de mi amigo el doctor Leguil, psiquiatra y psicoanalista, seguido
de un documento encontrado en internet.
Del mismo modo que muchos otros, para evitar quizá instalarme en una
perplejidad creciente, consulto desde hace muchas semanas lo que se pone en
papel acerca de nuestra actualidad. Perplejidad: Ratlosigkeit decían los
alienistas alemanes; literalmente: el hecho de estar sin consejo.
Leer es la mejor manera de ir en contra. No es seguro. Sin embargo, el
método no es completamente infructuoso. Al final de Rase campagne, relato
de la derrota de Alain Juppé por su colaborador más cercano, Gilles Boyer —
relato alerta y a menudo divertido, el autor no deja de tener humor,
instructivo, conmovedor finalmente—, encuentro esto: «Apoyo a François
Fillon... Es un hombre profundamente estimable, calmo, sobrio, responsable,
simpático en el contacto diario. No tengo ningún desacuerdo filosófico con él
sobre la manera de abordar la política».2 En la última página, el depósito
legal indica: febrero de 2017. Conocemos la continuación. La derecha
republicana corre el riesgo de beber hasta el fondo el cáliz que no supo
apartar de sus labios, el de una poción amarga que mezcla en nombre del
porvenir las severidades financieras con una indulgencia imprudente hacia el
conservadurismo religioso.
Y ese hombre joven, «familionario» a pedir de boca, en camino de lograr
su inverosímil apuesta. Se pudo decir que traicionó a su presidente. Se lo trata
de Bruto, ¿el otro sería entonces César? ¿Quién lo puede creer? Qué cuadros
imprevisibles, confusos y embrollados. «¡No se ve nada!», exclamaría el muy
lamentado Daniel Arasse.
«Cruel campaña»... «sic transit»... «la roca Tarpeya»... «todos iguales»...
podríamos sin dificultad aumentar la serie de reiteraciones machaconas que
vienen inmediatamente a entorpecer el espíritu en estos momentos en que las
frases más trilladas parasitan la reflexión. Queda lo que se siente. Algunos se
alegran o bromean. Pocos se desinteresan. Otros se preocupan. Formamos
parte, desde el comienzo, de ese grupo que se vuelve mayoritario. El diario
Le Monde del 5 de abril tituló en primera plana: «Las elecciones
presidenciales francesas inquietan a la Unión Europea».
Tan considerables giros de la situación desde el otoño, fallas
insospechadas, sismos inconcebibles, y, sin embargo, anunciados,
decepcionan a la orogénesis política. Este es el punto; nadie sabe lo que va a
pasar, pero todos pueden pensarlo: lo que era impensable se volvió posible.
Sobre los vientos de esta posibilidad, surgen la omnipresencia de su
eventualidad calculable y el espectáculo de las cifras que obligan a encarar lo
que no se imaginaba. Se perfila el miedo entonces, y, con él, el «miedo al
miedo», caro a los psiquiatras antiguos, retomado tal cual en El ser y la nada,
antes de ser explotado por Lacan a comienzos de los años setenta.
La vida continuaba tal como antes, y, sin embargo, no era lo mismo. A veces, de pie en la terraza y
recorriendo con la mirada la corona de los jardines en flor, percibimos como un soplo de secreta
fatiga y anarquía. Y es precisamente en tales instantes que la belleza de este país nos tocaba hasta el
sufrimiento... Durante esos primeros tiempos, solo oímos muy poco hablar del gran Forestier. Pero
era extraño ver cómo su presencia aumentaba a medida que se agravaba el debilitamiento y se
desvanecía la realidad... del mismo modo que en la montaña una espesa niebla anuncia las tormentas,
una nube de miedo precedía al gran Forestier. Una nube de miedo lo velaba, y estoy persuadido de
que allí es donde hay que ver su fuerza... No podía actuar sino cuando las cosas vacilaban por ellas
mismas.3
EL REY DAVID
(DE WIKIPEDIA)
Para el Corán, David —Daoud o Dâwûd— se vio otorgar por Alá «la realeza
y la sabiduría», una «ciencia» y la «palabra decisiva». El Corán explica que
Alá hizo que los pájaros y las montañas le sirvieran. Los comentadores
explican que la belleza de su voz, cuando cantaba salmos, hacía detener a los
pájaros en vuelo para responderle, o incluso que los animales se quedaban tan
encantados por el canto del rey que podían morir de hambre o de sed. El rey
David fue tomado como modelo de la monarquía francesa, como ideal de
justicia, como figura de pureza y de desinterés (con la flor de lis), en el ritual
de lo sacro, con la unción.
FILLON NO ES HOMOSEXUAL1
MAGRITTE
No, no veo utilización política concebible sino por el lado de François Fillon.
Este no votó en 1982 la despenalización de la homosexualidad. Goza ahora
del sostén perinde ac cadaver del sector más homofóbico de la sociedad
francesa, o sea, el grupo de choque ideológico llamado Sens commun, brazo
armado político de La manif pour tous, acomodando ad maiorem Dei gloriam
la táctica trotskista bien discutible del entrismo.
Enfrentar a Fillon con la cuestión del estatuto cívico de la homosexualidad
hubiera sido un buen combate, Emmanuel Macron.
Hubiera tenido con usted a todos los «progresistas» de izquierdas y de
derechas que sueña con reunir, e incluso a muchos conservadores que no son
reaccionarios. Hubiera hecho entrar a Francia en la era de un coming out de
sentido común, si puedo decir, era que no puede esperar más y permitiría
finalmente al pueblo francés medir la amplitud de lo que el país le debe a sus
lesbianas y gais.
Emmanuel Macron, Brigitte Macron, piensen en ello: no es demasiado
tarde.
La primera foto que ilustra este número2 fue encontrada por la revista Closer:
es NKM joven. En el momento de cerrar, no tuve respuesta firme y definitiva
del secretario de la interesada, a pesar de las numerosas llamadas telefónicas
y de tres cintas de contestador llenas con mis reproches. Le rogué a la señora
Olivia Laurent Joye que no me hiciera perder más tiempo. Dígame sí o
dígame no, pero que sea antes de este sábado al mediodía (12:00). Luego,
Maria y yo ofreceremos el lugar reservado para NKM a una activista del
Llamado de la cultura y de las artes, la joven actriz Anne-Lise Heimburger,
prevista para intervenir en el Foro 28.
Segunda foto, al final del número: Aurélie Filippetti caminando. No hemos
logrado reunirnos hoy con la portavoz de Benoît Hamon, que nos aseguró
hace algunos días su apoyo al proyecto del foro. Nos dijo que estaba en
campaña en su circunscripción de Moselle. Esperamos que esta esperanza de
la izquierda querrá confirmarnos su participación. Aurélie es normalista y
licenciada en Letras Clásicas, uno de nosotros es normalista y licenciado en
Filosofía, con gusto por las letras clásicas, estamos hechos para entendernos.
INVITAR A NKM
Recibí del señor Alain Gentes un mail donde se inquieta porque yo haya
podido desear la participación de NKM en el Foro 18, dado que ella sostuvo
totalmente la empresa del diputado Fasquelle en lo que concierne al
tratamiento del autismo. Le pedí a Christiane Alberti que respondiera, lo que
hizo en los siguientes términos.
Estimado Alain Gentes:
Tomé conocimiento del mensaje que usted dirigió a J.-A Miller a propósito de la invitación de NKM
al Foro 18. Me dirijo a usted para darle a conocer esta información complementaria.
Escribí personalmente a NKM, en cuanto presidente de la ECF, para trasladarle mi asombro al
verla figurar en la lista de los firmantes del proyecto de resolución Fasquelle.
Se tomó el trabajo de contestarme por medio de una larga carta argumentada en la cual indicaba en
esencia que, en lo concerniente al tratamiento del autismo, no tenía competencia como para decidir
definitivamente la controversia que conoce entre los defensores de un enfoque neurocientífico. Y que
le parecía útil, por el contrario, recoger la ocasión de esta resolución para abrir el debate
parlamentario sobre la cuestión. Y fue en este sentido como aceptó ser firmante para proseguir esos
intercambios. Terminó su carta con una invitación a continuar dichos intercambios. Considero que la
conversación y la discusión deben realizarse ante todos nuestros interlocutores políticos. En este
sentido, ningún sectarismo forma parte de la Escuela de la Causa Freudiana.
Por otro lado, nuestra invitación a NKM es conforme a la convocatoria de los psicoanalistas, que
invita a votar por cualquier candidato «ON», salvo por MLP.
En ese sentido, no veo en nombré de qué habría que excluir de un Foro anti-FN a una NKM que se
distinguió en la derecha por su toma de posición anti-Le Pen y recientemente hizo una declaración
totalmente acorde a nuestra campaña. Invitada el lunes por la mañana a BFMTV y a RMC, Nathalie
Kosciusko-Morizet, a cargo de la «respuesta republicana» en el equipo de campaña de François
Fillon, declaró lo siguiente: «Lucho porque el candidato de mi familia política pueda ganar estas
elecciones, pero pienso que, al lado de este objetivo y quizás antes incluso de este objetivo, hay otro,
que es evitar que el Frente Nacional tome el poder. Evitarlo porque es un riesgo enorme, que hoy es
bastante concreto, es el riesgo de una Francia desfigurada, de muchos peligros para Francia y para
los franceses».
NKM alerta contra «la tentación del Frente Nacional»: «Más que nada y por encima de todo, hay
que evitar el riesgo del Frente Nacional».
«La tierra que, ella, no miente». Este punchline de Pétain lo cita Onfray en el
último número de Le Point, y agrega: «[...] una fórmula que le debemos a
Emmanuel Berl, gran burgués parisino, amigo de los surrealistas,
emparentado con los Bergson y con los Proust, radical-socialista».
Onfray dice la verdad. Pero ¿por qué los tres puntos?
¡Milagro! Encuentro en mi desorden beethoviano el maravilloso Tratado de
la puntuación francesa, de Jacques Drillon. Me gusta sobre todo el capítulo
11, consagrado a los puntos suspensivos. Habrá que citarlo. Léelo, hipócrita
lector, y sabrás mejor lo que dices no diciéndolo.
La definición de Littré de los puntos suspensivos es nula: de ella resulta
que «los puntos suspensivos [indican] que el sentido está suspendido». El
gran lexicógrafo no se mató, se refugió en la tautología.
Furetière es mucho mejor: «Cuando se ponen varios puntos después de una
palabra, es signo de que el sentido es imperfecto, que hay alguna laguna o
algo que agregar». La palabra que cuenta es laguna.
Me viene a la memoria el dístico que François Regnault y yo compusimos
hace tiempo para saludar la llegada de Lacan a la rue d’Ulm invitado por
Althusser:
A cada uno su cada una.
A Lacan su laguna.
A las seis de la tarde recibo una llamada telefónica de un tal Jonas Bayard,
que se presenta como un colaborador de NKM. Me dice que ha conversado
con ella sobre el Foro 18. NKM lamenta no estar disponible, obligada a partir
el miércoles hacia Norteamérica a fin de recaudar fondos para el señor Fillon
de parte de franceses en el exterior. Tras haber saqueado Montreal, está en
Nueva York.
«¿Estará disponible para el Foro 28?». Hay que hablarlo con su jefa de
gabinete, la señora Olivia Laurent Joye, me responde el señor Bayard.
Le pido que le haga saber a NKM que la editorial Navarin, dirigida por mi
hija Ève, desea reeditar su libro publicado en 2011, Le Front antinational [El
Frente antinacional], imposible de encontrar en ninguna librería parisina y
cuyo único ejemplar disponible en librerías ha sido localizado por Rose-
Marie Bognar en Bleuet, sito en Banon al norte del Lubéron, entre Ventoux y
la montaña de Lure. Jonas me asegura que lo transmitirá.
Entonces el Señor habló al pez,
Y este vomitó a Jonás en tierra.
19
TRANSMISIÓN EXTRAORDINARIA:
JACQUES-ALAIN MILLER EN RADIO
LACAN1
SEGUNDA PREGUNTA
EÇA DE QUEIROZ
PLEONASMO Y PLEONASMO
¡TODA LA GOMA!
NICOLAS JOURNET
BOURDIN Y MACRON
MADELEINE DE JESSEY
EL DIARIO ÉXTIMO.
DECIMOTERCERA ENTREGA1
JUEVES, 20 DE ABRIL
EDITORIAL
Un texto de JPK a las 09:52 me señala que la revista Charles número 21 tiene
un artículo sobre Madeleine de Jessey. Una hora más tarde tengo la revista.
Encuentro ahí una entrevista con Copé. Veo todo lo que nos acerca. Estará en
el Foro 28, me dijo que sí apenas lo telefoneé. Veo también todo lo que nos
separa.
Copé pone en el mismo plano al Frente de izquierda y al FN. ¿No se da
cuenta de que esa declaración imbécil elimina todo valor a su discurso anti-
FN? ¿De Gaulle, según él, puso en el mismo plano la Colaboración y el
Partido Comunista? Gaullistas y cocos han cogestionado Francia durante
décadas, para lo mejor y para lo peor, echando a los collabos a las cloacas,
para hablar como FOG. La desaparición del gaullismo, el hundimiento del
comunismo, nos ofrecen un bello «retorno de lo reprimido». Ahora es el
asalto de los muertos vivientes contra la República.
«¿En nombre de qué seríamos más indulgentes con un extremismo que con
otro?», pregunta Copé.
Te diré: «En nombre de que uno es la peste negra indemonizable, y el otro,
un osito de azúcar». Mélenchon es un político burgués puro azúcar que sabe,
como también sabían Guy Mollet y Mitterrand, que se gana a la izquierda con
una línea «más a la izquierda imposible». Y después, se gobierna mal. El
«pueblo de izquierdas» está queriendo ser engañado (gerundio latino).
Reivindica el derecho a soñar. Hace años que el socialismo no es más que el
opio del pueblo. «La hipótesis comunista» del señor Badiou, según la cual los
fracasos del socialismo real no invalidan eso que representa la esperanza
comunista, quiere decir: «Baja un poco la lámpara y pásame mi pipa. Porque
no nos tienen que echar del paraíso que Lenin, Stalin y Mao construyeron
para nosotros». Los cerebritos que conocen la historia de las matemáticas
habrán reconocido aquí la parodia de una frase célebre de Hilbert, 1925 (el
nombre de Cantor reemplaza al de los tres líderes comunistas).
Copé participó en La manif pour tous, no se arrepiente. Está por el
matrimonio homosexual, pero en contra de la adopción. Pero no quiere
reabrir ese debate. Como sea, Copé está en el fango. Un esfuerzo más para
agarrarte a las ramas y serás tragado por arenas movedizas.
Se le pregunta si todavía cree en sus posibilidades de ser presidente de la
República. Responde con el descaro que le conocemos: «Uno de los
profesores de Bonaparte le dijo a Brienne: «Es un muy buen alumno, llegará
lejos si las circunstancias le son favorables». Hacen falta las circunstancias».
Sí, Jean-François, tienes razón, pero también hace falta ser un muy buen
alumno.
Telón.
JESSEY... NADA
10:15. Regresé de la Maison de la Radio hace una hora. No es tan fácil hacer
que en un abrir y cerrar de ojos el gran público capte conceptos lacanianos
refinados y altamente operativos; pero hacerlo mientras te interrumpen, te
maltratan y te amenazan con los tribunales es como hacer malabares con
cabezas de alfiler sobre las brasas mientras te hacen cosquillas en el trasero
(en el France Cul, no decimos el agujero del culo) con una pluma de oca.
Mañana, ya estoy resignado, dirán de mí lo que dice Finky de Christine
Angot: que desprecié toda decencia, recato, conveniencia, buenos modales,
buena educación. Que arruiné el espacio neosagrado del debate democrático.
O peor, que repudié todo aticismo para satisfacer mis pulsiones asianistas.
Ferdinand, querido, cuando puedas prescindir de apenas un minuto de tu
metralleta de judíos —«escritural, señor Miller, aclare que su metralleta de
judíos es solamente escritural», precisa el profesor Goddardt, del «Céline
Recovery Center for Textual Murderers»—, tal vez yo también tenga algunas
tonterías que decir para una masacre.
Querida Madeleine, estaré con usted en cuanto haya puesto por escrito el
núcleo racional o la quintaesencia de la argumentación que intenté presentar
esta mañana.
Último punto: recibo una carta urgente de mi hermano, que coloco en la
rúbrica Amigos. Te responderé, Gérard, lo antes posible.
EDITORIAL
Sábado. Una buena noche reparadora hizo que me retrasara. Llegué justo a
tomar el tren de las 10:25 a Bruselas.
Foro non-stop de 14:00 a 19:30 h en la Maison des Associations
Internationales. Luego, cena con unos pocos en un buen restaurante. No tomé
ni gota de alcohol, porque quiero trabajar esta noche en mi Éxtimo 16 y
acabarlo antes de tomar el tren a París a las 11:13.
Mi hija miró los textos. Los miembros de las campañas tienen prohibido
expresarse públicamente el sábado y el domingo. Los ciudadanos son
invitados a guardar una actitud de reserva, no incitar a votar por un candidato
u otro, pero pueden expresarse.
«Pero sí, el Diario del domingo aparecerá mañana. Haré el Éxtimo del
domingo».
COLOFÓN
COCOS cocus2
EL GRAN BABU
EL BENÉVOLO UNIVERSAL
Hablemos de Macron. Ya que no solo Mélenchon estuvo en la televisión
«vestido de cándida integridad y de lino blanco», también Macron.
Macron es también un personaje farsesco. Él es el hombre que extiende su
«benevolencia» a todos. Así les agradece a todos sus rivales uno por uno, los
llama por su nombre. Y uno siente que, si él conociera su apodo, sería ese el
que utilizaría.
Un nombre, sin embargo, falta al llamado: el de Marine Le Pen. Él no osó
extender su benevolencia hasta ella. Sin embargo, no tuvo una palabra contra
ella. Su discurso de la noche del domingo fue una corriente de agua tibia o
más bien de agua bendita del patio, una perorata a la vez vacía y con varias
caras, la trampa perfecta. Pero es él, Macron, la alondra. Él anuncia la
primavera, el deshielo: «¡Buen tiempo para Francia!». Y él mismo está
atrapado en la trampa del espejo que nos ofrece.
Evaluemos bien esto. Este personaje desconocido, que es lo único que
tenemos como «muralla»6 (PCF dixit) contra el Frente Nacional, este hombre
aún joven, por el cual vamos a votar y hacer votar, esa máscara a la que nos
dedicaremos durante quince días, ese Macron de los... no dijo una sola
palabra el domingo por la noche en contra de su adversaria de la segunda
vuelta, Marine Le Pen. Si le damos crédito, diremos que él piensa sin duda
vencer a MLP mediante la benevolencia, el amor y el desarme unilateral.
Marine es su prójimo, él la amará como a sí mismo. Y él no parece amarse
poco.
LA PIEL DE LA OSA
A las 16:00 del jueves aún debatía con mi hija por teléfono acerca de saber si
iba a escribir el o la «bullshit» en mi «Baile de los lepenotrotskistas». Hay
argumentos en los dos sentidos y no hay maestro de la lengua a quien
recurrir. Si Sollers hubiera empleado el término, me hubiera alineado con él,
pero no sé si lo ha hecho. Hubiera podido llamarlo, sacarle una indicación,
pero no me veía molestándolo por tan poco cuando él mantiene un silencio
feroz, no solo respecto a mí, sino en todos los medios, donde brilla por su
ausencia mientras se desencadena la batalla política.
El gran hombre, gran pluma, gran boca, eligió pasar su turno y encerrarse
en su burbuja, mientras que Hugo, en su exilio de Guernesey, se presentaba
todos los días en París. El exilio interior de Philippe que habita en la puerta
de al lado lo aísla y lo aleja más que si estuviera en una isla anglonormanda,
incluso en Santa Helena. ¿Hay algún íntimo Waterloo que motive el silencio
de Sollers? Respetemos el velo arrojado sobre su intimidad, incluso si en ese
silencio con el que Sollers se envuelve no reconozco al autor de Literatura y
política. Boileau esperó la muerte de Molière para clavarle la daga; yo,
menos bribón que Scapino, provoco a mi Philippe para que se manifieste.
Él me lee, por lo tanto: «¡Hola, Sollers! No lo sermoneo. Sé, como usted y
como Lacan y algunos otros que «la moral es la debilidad de la inteligencia»
(Rimbaud, citado por Ph. Sollers, Literatura y política, p. 747). Solo le digo
que su voz le falta a sus amigos, la semana pasada hablaba de eso con
Catherine Millot».
Tampoco escuchamos a Julia. Es una elección deliberada que hacen los
esposos de Saint-Germain-des-Prés, ¿y que abre a qué cosa? No sé. Estoy
muy seguro de que ellos no van a hacer el papel de «lechuza de Minerva, que
solo al anochecer emprende su vuelo» (Hegel, Principios de la filosofía del
derecho). Hacer de lechuza de Minerva, llegado el caso, consistiría en
aparecer cuando el polvo de la batalla haya pasado y explicarnos con brío y
fuerza fanfarronas todo lo que no supimos ver en aquello que vivimos.
Philippe y Julia dejarán ese papel a los Rancière y a los Badiou, tan
elocuentes cuando La calma reina en El Paso, pero que se ponen bajo la
mesa del saloon cuando se trata de Duelo de titanes.2 Son sabios, pero hay
casos en que la sabiduría se distingue mal de la cobardía. A decir verdad, no
hicieron otra cosa en Mayo del 68.
Eludo mis responsabilidades de cocreador de la lengua francesa
proponiendo a Eva escribir: «esta bullshit, como se dice en Quebec». De
todos modos, se capta mejor la cosa, si me atrevo a decirlo, cuando se pone
en femenino.
MÉLENCHON EL REVOLTOSO
VENTAJA FN
Ya no se suele ver mucho a M. Philippot, con su rictus irónico y su parecido
a un cortador de cabezas. Es M. Alliot, más relleno, con el acento del Midi,
quien va delante. Además, es un amigo y un deudor de nuestro amigo Roland
Dumas.
Alliot es un hombre de mundo: no se mosquea, no aprieta las mandíbulas
como M. Philippot o como yo mismo cuando estamos contrariados. Él se
mete a la gente en el bolsillo en dos tiempos y tres movimientos.
Bourdin lo interroga sobre el presidente pro tempore del FN, del que se
habrían descubierto declaraciones nazis y negacionistas. Alliot (en esencia):
Jean-François Jalkh renunció a su misión, hará una demanda contra aquellos
que lo calumnian; por mi parte, jamás lo escuché en público ni en la
intimidad proferir ninguna palabra de este tipo; son mentiras difundidas por
oficinas antifascistas, entre comillas «antifascistas», porque «el fascismo no
existe en Francia». CQFD.
Bourdin lo cosquillea con el tema: el FN trata de pescar en la segunda
vuelta a los electores melenchonistas de la primera. No se trata de eso
asegura, bonachón, M. Alliot. Mélenchon y nosotros somos soberanistas y
defendemos el servicio público. Entonces, los melenchonistas elegidos sobre
esta base en las regiones hacen gustosamente causa común contra nosotros
con los ejecutivos regionales que siguen una línea opuesta a aquella que nos
valió ser elegidos, línea mundialista y que conduce al desmantelamiento del
servicio público. Los electores de Mélenchon, créame, no son locos, no son
esquizofrénicos: comprenden muy bien que nosotros estamos más cerca de
ellos que M. Macron. En la segunda vuelta lo eliminamos. Y bien, FN y
Francia Insumisa, eliminemos juntos las ideas de M. Macron.
Explicado así, con una voz suave, es indiscutible. Es muy fuerte, Louis
Alliot. FN = 1, demócratas = 0.
Además, no carece de elegancia. Saluda la honestidad de Mélenchon en su
recorrido y se felicita, como la otra noche en TF1, porque no haya llamado
como los demás a votar a Macron.
M. Alliot le da una reprimenda a M. Attali por haber tratado de anécdota el
drama de la fábrica Whirlpool. No piensa en las familias, M. Attali, en los
niños que van a la escuela, etc. ¿Qué decir?, sino: FN = 2, demócratas = 0.
M. Macron debería forzar a M. Attali a lavarse la boca con jabón, como se
hacía antes. Attali, sin embargo, comenzó cuando estaba en el politécnico,
redactó algo, creo recordar, sobre las paradojas electorales en la línea de
Condorcet y Kenneth Arrow, que interesó a Lacan, y me pregunto incluso si
tuvo lugar un encuentro. Pero enmarcada por Mitterrand, esta inteligencia
desatada se puso al servicio del Príncipe.
Attali se dio a conocer luego por sus plagios, como Alain Minc, por otra
parte. Ciertamente, hay allí un tipo psicológico: el muchacho brillante, pero
que hace demasiado y termina por birlar aquí y allá ideas y párrafos. Hay
también una sombría historia de tarjeta de crédito desviada de su uso legítimo
que le costó a Attali la dirección de la Berd, que había inventado. Nada de
esto lo perjudicó en la élite de la sociedad parisina, de la cual es una de sus
intersecciones.
Su última torpeza es propia de él. No son cosas para decir, Attali, fuera de
los consejos de administración. Por supuesto, las desdichas de la pobre gente,
al lado de los problemas planetarios que trata todos los días el Grupo
Bilderberg, trescientos obreros que pronto estarán desocupados, no es una
anécdota, como es cierto que, en la historia militar de la Segunda Guerra
Mundial, las cámaras de gas son solo un detalle. Si recuerdo bien, no hay una
página, una sola mención en el admirable libro de Liddell Hart. Y un pequeño
capítulo sobre la Shoah en este, más reciente, más sensible al aire de los
tiempos, de Antony Beevor. Solo que una verdad no es un contenido exacto;
es un acontecimiento mucho más complejo: entra quién la dice, y por qué, y
en respuesta a qué, etc. Cuando factorizamos, si puedo decirlo, esos datos
matizados y resbaladizos, concluimos: Jean-Marie Le Pen es un antisemita y
Jacques Attali, incluso omniinteligente, es un imbécil.
Ya que hablo de Le Pen padre, nos enteramos de que este promete para el 1
de mayo «una sorpresa». Bourdin cosquillea a Louis Alliot con esto: «¡Oh!
Hace esto para atraer a la clientela», dice su casi yerno. Y decir que es esa
gente la que nos da a nosotros incrédulos lecciones sobre la familia, célula
social fundamental, y patatín y patatán, bla, bla remontándonos a Bonald... Y
bien, yo puedo decirles que, si hubiera hablado así de mi suegro —¡que, sin
embargo, sabía atraer a la clientela y cómo!—, «no habría hecho hueso
viejo».
REDEMONIZAR
EL DIARIO ÉXTIMO.
DECIMOCTAVA ENTREGA. «LAS MEJORES
FRESAS...»1
1
Usted niega toda simpatía por el FN. Sin embargo, lamenta aquí mismo que
sus «cuestiones» sean demonizadas, e incluso «los hechos que evoca». Para
el equipo «Por qué combatimos», el FN no evoca hechos, miente; no hace
preguntas, tiende trampas. No se trata de escucharlo cuando habla, de recoger
sus palabras y extraer el jugo, sino de demonizarlo, de redemonizarlo o de
hacer ver que siempre fue el diablo.
Según Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas». Si el
hombre-medida es el sujeto de la enunciación de «Por qué combatimos»,
entonces sí, usted es un simpatizante del FN. Un simpatizante desgraciado,
vergonzoso, trastornado, incómodo, enredado, angustiado, porque, en
resumen, usted será un simpatizante finkielkrautiano, pero simpatizante. O,
mejor, diría que usted coquetea con él. Si el hombre-medida es Florian
Philippot, él deplora su falta de entusiasmo por su patrona.
2
Usted tiene una tesis rara sobre los muertos. Según usted, «los muertos no
están a disposición. El deber de memoria consiste en velar por la
indisponibilidad de los muertos».
Primera noticia. Vaya a explicarle a sus amigos de la corriente
contrarrevolucionaria que tienen como significantes amos «la tierra y los
muertos» (Barres). Los muertos siempre estuvieron a disposición de los
vivos, siempre se comerció con su deseo, en general se le supone especular:
«Mueran como nosotros hemos muerto».
Y los vivos, por este hecho, están a disposición de los muertos. Un analista
alcanza esto con la punta de los dedos todos los días. Auguste Comte señaló
el fenómeno con una fuerte palabra muy hugoliana: «Los muertos gobiernan
a los vivos». En resumen, el mundo de los muertos y el de los vivos están
enredados. ¿Separar a los dos? Esto solo está justificado, me parece, en el
momento de elegir la aventura de la vida contra la fascinación de la muerte.
Entonces se dice: «Dejen a los muertos enterrar a los muertos».
3
A usted le parece injusto, injustificable, movilizar al electorado judío contra
el FN utilizando el recuerdo de la Shoah, dado que ese partido nada tiene que
ver, no está implicado en los hechos recientes de antisemitismo, incluso en el
antisemitismo innato de los barrios musulmanes. Le respondo:
Que decididamente, para alguien que encuentra al FN «infrecuentable», a
usted le gusta hacerle de su abogado. ¿Qué encanto tienen entonces para
usted esos bubones de la política francesa?
Que usted redime, haciendo esto, al FN de la sospecha que esconde su
antisemitismo para engañar.
Que usted da a entender, sin decirlo explícitamente, que movilizar a los
judíos en contra de los musulmanes estaría justificado —política de guerra
civil que sus adeptos se muestran reticentes, por lo general, a asumir
claramente, incluso el valiente Zemmour, que es muy decidido—.
Que, defendiendo a la escoria del FN, usted ha adoptado el estilo de la
casa: no decir sino sobrentender, de tal modo que las palabras que enojan
sean siempre deniable; en inglés, el término califica un enunciado o un
mensaje construido de tal modo que el emisor, el sujeto de la enunciación,
pueda siempre negar haberlo dicho, al menos con la significación que le da el
receptor.
Resultado: confusión general; el público se arranca la cabeza para saber:
¿lo dijo?, ¿no lo dijo? ¿Y el responsable del caos semántico que se instala
clamando en este juicio de intenciones? Usted no hace otra cosa.
4
Por frecuentar demasiado a los infrecuentables que practican el arte de la
retórica fascista en un país democrático, pescó una enfermedad vergonzosa
que llamaré con su nombre inglés: Total Compulsive Insidious Innuendo
Disorder (trastorno de la insinuación compulsiva).
Se trata de una perversión de la preterición, figura retórica que tiene sus
cartas de nobleza. El procedimiento consiste en decir algo sin decirlo.
El trastorno surge cuando el enfermo ya no puede expresarse de otro modo
más que mediante la preterición. Se vuelve simultáneamente contagioso,
infectando a su entorno cercano, incluso a sus lectores más lejanos si es
escritor.
Diversos estudios han demostrado que la canallada ordinaria que conlleva
la práctica de la preterición es mejor soportada por el no judío. En
consecuencia, los casos más graves fueron descritos en los pacientes judíos.
En efecto, en su forma total-compulsiva, la preterición, también llamada
paralipsis o pretermisión, va a pervertir nada menos que las leyes de la
palabra, las que en el judaísmo fueron recibidas directamente por Moisés de
El Impronunciable, sobre el monte Sinaí. Transgresión mal soportada por
sujetos de cultura mosaica.
Por mi parte, judío infiel, pero fiel lacaniano, intento respetar siempre en
todos los puntos esas leyes de la palabra. Y sé reconocer a aquel que falta a
su observancia.
5
Te lo digo, Alain Finkielkraut: por frecuentar a los infrecuentables o por las
frecuentaciones de infrecuentables has adquirido sus malas costumbres.
Pasas el tiempo haciendo trampas, mientras que la verdad es que flirteas
desde hace tiempo con lo peor. La Academia Francesa en su astucia te ofrece
ocupar el sitio de un fascista patentado y tú haces su elogio y le sacas la
lengua a aquellos que tienen la mente lo suficientemente estrecha como para
pensar que A fascist is a fascist is a fascist, dicho sea para parodiar a
Gertrude Stein.
¿No ves a lo que sirves? ¿No ves con qué cadenas estás cargado? Estás en
un mal camino, te lo digo, Alain, te equivocas. Vas derechito a la abyección
política: compañero de ruta crítico del FN.
¿Y tú me amonestas? ¿Quién me da lecciones? ¿No te leo lo bastante?
¿Debería tragarme una hora de tu blablablá en tu emisión de Radio J para
tener derecho a comentar tus torpezas y tus rollos?
Me bastan tres líneas tuyas para descifrar tus trucos.
6
Tomemos un ejemplo: el último párrafo del artículo que me consagraste.
Consiste en tres frases.
La primera define a los intelectuales dreyfusianos como militantes «del
escrúpulo», indignados por «las manipulaciones y las mentiras» de los jefes
del ejército.
La segunda es para eliminarme de la tradición intelectual francesa que
procede de este episodio fundador. Allí donde estaba el escrúpulo, doy
prueba de desenvoltura frente a un eminente dreyfusiano llamado Alain
Finkielkraut y practico la injuria en su contra. En consecuencia, el jurado
presidido por Charles Péguy se ve en la obligación de negarme el carné del
partido de los intelectuales, y considera que me inscribo «en una tradición
muy diferente».
La última frase se basa en una palabra que expresa ese arrepentimiento.
Tras la lectura de la sentencia, la condena se ejecuta. La cabeza cae en el
cesto. El reverendo padre Finkielkraut hace el signo de la cruz con el
asentimiento del jefe. Suspira: «Qué pena...».
7
Ahora el comentario. ¿Quieres decirme que mi desenvoltura y mi práctica de
la injuria me unen más bien a la tradición antidreyfusiana? Y bien, dilo. No,
no llegas a decirlo, te ves obligado a insinuármelo. Esto significa
simplemente que eres un caso medianamente grave del Compulsive Insidious
Innuendo Disorder.
Eso se cura bien, sabes. La cura conlleva dialogar con alguien que llama a
las cosas por su nombre, alguien de mi tipo. Eso sienta bien: estoy jubilado
de la universidad, tengo tiempo libre. Contribuir a salvar de ese trastorno
invalidante a una de las buenas mentes de este tiempo, uno de los más
célebres escritores judíos de la época, un hombre cubierto de gloria, hace
vibrar mi fibra terapéutica.
En todo caso, la oferta está sobre la mesa.
8
¿Qué más? ¡Ah, sí! Te equivocas cuando piensas que la polémica injuriosa es
el privilegio de los contrarrevolucionarios, de la Acción Francesa, de los
antidreyfusianos, de los fascistas, mientras que en la izquierda se polemizaría
siempre limpiamente, con el elemento de la delicadeza moral, con tu querido
«escrúpulo» —del latín scrupulus, esa pequeña piedra en el zapato que da ese
aire preocupado, incómodo, angustiado, que tú convertiste en una
especialidad en tus apariciones televisadas, y que prohíbe dar tanto estocadas
de Jarnac como saltar haciendo piruetas al igual que el personaje de
Mascarilla de Molière—.
Dada tu edad, que es cercana a la mía, supongo que has leído las
Situaciones de Sartre. ¿No has conservado el recuerdo de la manera en que él
trataba a Jean Kanapa, su exalumno y familiar, cuando este, dirigente del PC,
lo importunaba vigorosamente por tonterías a propósito del existencialismo?
Después de todo un artículo argumentado por el filósofo vivo más célebre, la
última frase cayó como un hacha: «El único cretino es Kanapa».
El trazo dejó una marca imborrable, verdadero estigma que el alumno
rebelde, el marxista dogmático, el dirigente comunista, debió llevar toda su
vida y hasta en la muerte, porque Libération tituló con ocasión de su
desaparición en 1978: «La muerte del más célebre cretino del mundo».
Kanapa tiene su reseña en el Maitron, el diccionario biográfico del
movimiento obrero francés. Aparentemente era un hombre encantador, hijo
de banquero, entregado en cuerpo y alma al partido, aficionado a las intrigas
políticas de alto nivel. No es divertido pasar a la posteridad marcado a fuego
por el genio literario de un Sartre.
En cuanto a la polémica comunista de los buenos años, lo menos que puede
decirse es que era sin tregua, sin piedad y sin escrúpulos (y los comunistas
también son la izquierda, ¿no?).
9
Tú votas a Péguy. En esto, te encuentras con Plenel, y yo estoy del otro lado.
No hay confianza. Demasiados buenos sentimientos para mí.
Y terminaré rindiéndote las armas. Sí, es verdad, tratándose de la técnica de
la polémica, prefiero La Acción francesa a los Cahiers de la Quinzaine.
Desde el punto de vista literario, doy todo Péguy por tres páginas de Léon
Daudet.
¿Sabes?, Lacan fue de la Acción Francesa en su juventud, y su polémica de
diez años con el psicoanálisis estadounidense lleva la marca. Golpes bajos,
trompadas, rabias, ataques con vitriolo, ataques por debajo del cinturón,
boxeo sin guantes, con los pies, retorcimiento de la nariz, bastonazos en las
orejas; como dice el padre Ubú, todo vale. Yo lo adoro.
Pero también me gusta la crueldad de Mauriac y la maldad de Pascal, no
tan escrupuloso en su polémica con la Compañía de Jesús.
Y la respuesta de Voltaire a Rousseau: «Recibí, señor, su nuevo libro
contra el género humano. Nunca se usó tanto humor para querer volvernos
bestias. Uno tiene ganas de caminar a cuatro patas cuando lee su obra». ¡Qué
mala fe! Y al mismo tiempo, ¡es verdad!
Suyo, estimado Finkielkraut.
JAM
34
EL DIARIO ÉXTIMO.
VIGESIMOPRIMERA ENTREGA.
PARADICHOS SOBRE PARAÍSOS1
EL DIARIO ÉXTIMO.
VIGESIMOSEGUNDA ENTREGA. LOS BOBOS
Y LOS BIBIS1
El número 23, que está por salir, dará al lector un texto con algunas
referencias del que aquí se publica, incluyendo noticias sobre Freaks o La
parada de los monstruos; sobre Pierre Gassendi, sobre «Kilroy estuvo aquí»;
extractos de René Descartes, T. S. Eliot, Michel Foucault y Marc Fumaroli,
más relatos de campaña de los foros SCALP, etc.
LOS BOBOS Y LOS BIBIS
SÁBADO, 6 DE MAYO DE 2017, 14:21
Al terminar el foro en la medianoche del viernes, fui a tomar una copa con la
familia al Carrefour Buci y a hacer pis. Siete horas en el estrado sin aflojar un
segundo y sin necesidad de vaciar la vejiga, a los setenta y dos años, no está
al alcance de todo el mundo. Esta puede ser la hazaña que estoy más
orgulloso de haber logrado esta noche ante los ojos del público. La gente
mayor, como yo, con dolores paralizantes —que no es mi caso, toco madera
— me entiende. Pero ¿quién lo habría pensado?
EL PIS INEXISTENTE
Una última palabra sobre la hazaña secreta, aunque a cielo abierto (efecto
«carta robada»), que he usado al comienzo: ocasión única para colocar un
enunciado raro de escuchar e incluso de repetir: «Su próstata está perfecta»,
como dice mi proctólogo en mi último examen (y primero). Sumándolo al
visto bueno de mi cardiólogo, es suficiente para tranquilizar a todos aquellos
que me cuidan mucho y me recomiendan todos los días que, sobre todo,
piense en cuidarme durante la mala época por la que pasa el país. ¿Cómo no
reconocer el deseo de muerte de la madre buena? Siempre he preferido la
amonestación del mariscal de Turenne a su yegua: «Estás temblando,
Carcasse, pero temblarías mucho más si supieras adónde te llevo». Turenne
fue abatido por una bala de cañón al comienzo de la batalla, en Salzbach,
frente a los imperiales de Montecuccoli. Enterrado en la basílica real de
Saint-Denis, desplazado durante la Revolución, sus restos fueron trasladados
a los Inválidos en 1800 por orden del primer cónsul Bonaparte, que lo
admiraba. La escuela pública a la que iba de niño se encontraba en la rue de
Turenne, a pocos pasos de la Place des Vosges. Nacido en Châteauroux,
creció en París, en el Gran Siglo.
LAS COSAS POR SU NOMBRE. UN CHAT ES UN CHAT
EN EL CARREFOUR BUCI
No estaban allí la otra noche, este amigo muy querido, ni Maria, columna
vertebral de La Règle du jeu, y los eché en falta. Pero allí estaban mi hija y
mi hijo, Eve y Luc; y Nicolas, mi yerno; y su hija, mi nieta Sylvia, que vino
una vez más a la tribuna del foro, distinguiéndose con su demostración
impecable. Lucile, hermana menor de Sylvia, no fue al foro, pero se disculpó:
«¡Ahora a dormir!». Como quiere ser actriz, mientras prepara el concurso de
Ulm (¿una Jeanne Balibar en ciernes?) se pliega a la férrea disciplina
impuesta por el liceo Henri IV a sus estudiantes de hypokhâgne.
EN HYPOKHÂGNE EN LOUIS-LE-GRAND
BOGNAR Y CREMNITER
PROFILES IN COURAGE
Despierto a las once de la mañana por mi reloj interno, empecé el día con un
café largo conversando con Judith, feliz como yo por el giro que tomaban los
acontecimientos, a los que, sin embargo, lamentó no haber podido asistir
debido a la enfermedad que la retenía en casa. Mi idea era pasar el día con
ella y leer alternativamente los dos libros que había hecho que mis hijos me
regalaran por mi cumpleaños. Tuve que guardarlos cuando se presentó un
«instante de ver» inesperado. Enseguida hubo un «tiempo de comprender»
acelerado por la opinión combativa de mi amiga Carole y el compromiso
inmediato de Christiane Alberti, presidenta de la Escuela de la Causa
Freudiana. Esto fue seguido por un Consejo de Administración unánime, él
mismo reunido con el Consejo de Administración de la UFORCA (Unión
para la Formación en Clínica Analítica). El conjunto me precipita hacia el
«momento de concluir» de que había que precipitarse de cabeza en la
campaña electoral sin dejarse inhibir por la supuesta tradición psicoanalítica
de boca cerrada, galimatías y bálsamo de Fierabrás.
Los dos libros. En primer lugar, Martin Luther, Renegade and Prophet, de
Lyndal Roper en The Bodley Head, Londres. La lectura de la introducción y
de los dos primeros capítulos ya me habían convencido de que era, de hecho,
la obra maestra anunciada por las críticas que había leído, la perla del montón
de libros que suscitó el quinientos aniversario de la Reforma luterana. En
realidad, era el acto, el acto verdadero y solitario de Lutero lo que se
conmemoraba, un acto que había cambiado, durante cinco siglos ya, la
historia de la humanidad —si es que hay una—, pero digamos mejor que
había cambiado el discurso universal. Más fuerte, mucho más fuerte que
Richelieu o Cavour o Bismarck o Lenin. No veo que san Pablo o Freud se le
pueden comparar. ¡Y aun así! El futuro de la cosa freudiana está en nuestras
manos, es decir, no está seguro. Afortunadamente, tiene un dinamismo que le
es propio y es capaz de sobrevivir a los esfuerzos de los psicoanalistas para
ahogarlo. «Es demasiado pronto para saber», como habría dicho Zhou Enlai
del impacto de la Revolución francesa (la anécdota es falsa).
VOLVER A TWITTER
Antes de entrar en el capítulo III del Martin Luther, decidí hacer un pequeño
viaje por Twitter. Veo el tuit de Raphaëlle Bacqué, en el que estoy, a título de
follower, como sus cofrades Ariane Chemin y Vanessa Schneider: veo que
presenta el foro de la víspera como una tarde para pasarla entre nosotros. Un
clic, y leo un artículo de Le Monde firmado por Marie-Béatrice Baudet.
¡Adiós al siglo XVI! Aquí estoy de vuelta en el día de hoy.
«Reacciono» a este artículo con un pequeño mensaje que sigue
apareciendo, acabo de asegurarme, entre los comentarios: «Gracias a Le
Monde por haber delegado en la señora Marie-Béatrice Baudet el ser
ingeniosos a costa de los lacanianos amantes de juegos de palabras. Pero
Timeo Danaos et dona ferentes. No abusaré. Mis respetos a la señora Bacqué,
que desafía con “la tarde entre ellos contra el FN”. Señoras y señores
periodistas, ya que ustedes estuvieron, se acabó el entre nosotros. Esta velada
está por todos lados en las pantallas, la red, las redes. Y, de hecho, la
resistencia del melenchonismo se desfondará de hoy a mañana. JAM».
Texto a BHL: «¿Qué hacemos ahora? ¿Qué fechorías de bobos y bibis
vamos a inventar?». Me llama: resulta que la cobertura mediática ha sido
muy buena. Menciono el artículo de Le Monde, veo con los ojos del espíritu
que se encoge de hombros. Tiene la calma de los antiguos combatientes.
Considera que no queda más que esperar.
MARIE-BÉATRICE REPORTERA
Estimados colegas:
Me avisa Graciela de que cuatro cartas escritas por vosotros han sido
enviadas al Consejo y directorio de la EOL.
Parece qué esas cartas cuestionan algunas de mis formulaciones recientes
emitidas durante el combate felizmente victorioso contra Marine Le Pen y su
partido, el Frente Nacional. Se trata en particular de lo dicho por mí sobre
Perón e Evita en mi texto sobre el hitlero-trotskismo e el lepenotrotskismo.
Me interesaría conocer sus preguntas, observaciones e objeciones. Así, les
pido dirigirse directamente a mí, [email protected], y enviarme sus cartas.
Como ocurrió con las «cartas a JAM» de Caretti (muy amable), Tazedjián
(amable, más o menos) y Matusevich (fuerte, valioso, un mensch, como se
dice en yiddish), saldrán publicadas tal cual en Lacan Cotidiano, y tendré la
oportunidad de responder en Madrid el próximo dia sábado.
Será un momento de parrhêsia lacaniana, como conviene entre colegas de
la misma Escuela Una, companyeros desde hace anyos de la misma causa.
No temo discusiones fuertes. Debo confesar qué me gustan. Pero no es lo
mismo carearse contre enemigos, y discusiones entre companyeros.
Mao decía qué siempre hay contradicciones, pero las contradicciones «en el
senyo del pueblo» no son las mismas qué las qué se desarrollan entre el
pueblo y sus enemigos.
No hé réleido el texto desde hace cincuenta anyos casi; se llama, si
recuerdo bien «De la correcta manera de resolver las contradicciones dentro
del pueblo». Le gustaba mucho a Althusser.
Estimados companyeros, si me tratan como un enemigo, harían un error.
No soy un enemigo de la izquierda, qué sea extrema. Vengo de la extrema
izquierda como Lacan venía de la extrema derecha (L’Action française). Y
Freud... Compleja posición. Si me tratan como un companyero francés qué
quizás se equivocó sobre una cosa muy de Argentina, el culto a Evita Buena
Madre y la posición de su esposo como ideal del yo, hablemos.
Un cordial saludo,
JAM
Copia a M. Bassols, presidente de la AMP.
Copia a Eve Miller-Rose, directora de Lacan Quotidien.
Deseo la transmision de esa carta al Consejo y al directorio de la EOL y de
la ECF.
Esa carta saldra publicada en Lacan Cotidiano hoy mismo. Espero qué sera
con las cuatro cartas de vosotros.
Graciela, te ruego NO corregir mis errores linguisticos, y transmitir el texto
a los cuatro colegas en seguida. NOW! Go Girl!
37
¿Han visto la apertura sobre el Coco? No la voy a retomar dado que todos la
han leído en Lacan Cotidiano.2 Entraré directamente in media res, en el
asunto mismo, en el tema de mi conferencia. Hablemos con franqueza.
PALABRAS... Y NO PALABRAS
PROCTOLOGÍA
JAM 1 Y JAM 2
Nunca quise hablar como judío, porque nada me autoriza a hacerlo. Soy
totalmente ignorante del judaísmo. Lo único que tengo del judaísmo es lo que
me transmitió mi padre: «Tú eres judío». Y nunca he tenido la ocurrencia de
hablar «como judío», como alguien cuya familia fue exterminada en Polonia
o cosas así. Nunca me ha pasado en toda mi vida.
Pero descubrí hace una semana que, si bien yo nunca hablaba como judío,
si yo no pensaba y no hablaba en cuanto que judío, sí se podía por el
contrario escuchárseme en la AMP como judío. Cuando dije que Perón había
acogido a SS en Argentina (sin duda lo hizo bajo presión del Vaticano, así me
lo han hecho observar), Juan Carlos Tazedjián —quizás está hoy aquí, entre
nosotros—, de Valencia, España, me escribió una carta que fue publicada,
una carta amistosa, diciendo: «Entiendo que, como judío, ese hecho le toca».
Creo que Tazedjián no mide exactamente lo que dijo. Dijo, de manera
implícita, que preocuparse por la excesiva benevolencia de un jefe de Estado
hacia el nazismo es un asunto de judío. Nunca pensé que yo hablaba como
judío, pero si es lo que me atribuye el otro que me escucha, lo asumiré.
En primer lugar, si es así, eso demuestra que, para resistir al fascismo y al
nazismo, los pueblos necesitan a los judíos, quienes están especialmente
concernidos por la existencia y el mantenimiento del Estado de derecho y
democrático.
En segundo lugar, no alcanzaré ningún pacto con los partidarios de un
Estado sin ley, de un Estado dirigido por una camarilla de soldados y
funcionarios débiles, completamente sobrepasados por el poder que detentan.
En tercer lugar, en ciertas circunstancias, en un momento de excepción, se
pueden suspender las garantías judiciales. Siempre he sido, desde mi
juventud, un gran admirador del Comité de Salud Pública, que salvó a
Francia de la invasión extranjera durante la Revolución francesa
introduciendo lo que se llamó el Terror y la Ley de los sospechosos, que
permitía entrar en las casas de la gente y condenarla, proceder mediante actos
fuera de la ley. En un momento de urgencia como aquel, debo decir que no
tengo ninguna dificultad en identificarme con Saint-Just cuando visitaba a las
fuerzas armadas y hacía fusilar a uno o dos generales para darles una lección
a los otros, a los que debían combatir.
Ahora bien, en la Revolución francesa se trataba de una medida
provisional. Robespierre, que fue mi héroe de juventud y que lo sigue siendo,
nunca quiso eternizar ese momento, como lo recuerda Milner en un libro
recientemente publicado. Aquello fue siempre para Maximilien un medio
provisional, nunca concebido ni hecho para eternizarse.
Nada que ver con la odiosa pretensión de Chávez y Maduro de gobernar
permanentemente fuera del Estado de derecho. Esto es insoportable para un
analista. Todos los miembros de la NEL en Venezuela están de acuerdo en
este punto, ¿no es así?
Es insoportable para un francés. No lo duden: puedo ser muy duro a veces,
no soy un esclavo de la ley, pero es insoportable para un francés si recuerda
los principios de las Luces, que han tenido en Francia su mayor esplendor.
Es insoportable para un judío, que sabe que los judíos serán siempre las
primeras víctimas del desprecio del derecho, del desprecio de la igualdad ante
la ley. Conozco a Tazedjián. No es antisemita. En absoluto. Pero cuando me
oye hablar de nazismo no oye a un colega, no oye a su antiguo analista, no
oye a un profesor cuya enseñanza ha seguido desde hace años, oye al judío.
No es un síntoma de Tazedjián y me disculpo por haber tomado su nombre
como ejemplo. Lo he elegido porque tienen ustedes su carta, que fue
publicada. Es un sentimiento que parece ahora omnipresente en el nivel de las
masas. «Los judíos actúan dentro del país. Los judíos pretenden defender la
democracia, pero a fin de cuentas solamente defienden su vida y su dinero.
Su preocupación es que sobreviva Israel, creación del imperialismo y del
colonialismo». Etc. En resumen, todo eso no es antisemitismo. Es solo la
preparación del antisemitismo de mañana. Que cada uno medite sobre su
responsabilidad a este respecto.
EL ESTADO DE DERECHO
DANIEL ROY: Querido JAM, seguí su jornada en Madrid casi en tiempo real. Leí entonces que preparaba
su conferencia empezando con la figura del «Coco», invocada por las niñeras y madres españolas
para asustar a los niños. Leí, como todo el mundo, la carta en la que anunciaba la creación de una
revista internacional de política lacaniana online, cuyo nombre se reservaba, y luego, la carta que
anunciaba dicho nombre. Por mi lado, debía verificar tal cita, tal fórmula en castellano, yo que no
soy hispanohablante, encontrando sobre la marcha un traductor de mérito. Tenía verdaderamente la
impresión de estar en la bodega de un barco navegando hacia múltiples destinos gracias a los medios
modernos. ¡Treinta y siete puntos de escucha de su conferencia en el mundo! Y por fin, el título de la
revista vio la luz: Heretic.
Entonces, he aquí la primera pregunta que se me ocurre: ¿qué nueva doxa ha vislumbrado
constituyéndose sin decirse, para que se apresurase, arrastrándonos con usted, a pillar de esta forma a
contrapié a europeos y latinos?
JACQUES-ALAIN MILLER: ¿A contrapié? ¿Piensa usted que todo el mundo va en una dirección, y yo, en
dirección contraria?
D. R.: Nada de eso. Pienso que, frente a los discursos que padecemos demasiado a menudo y que nos
adormecen, Heretic propone un método que nos pilla a contrapié de esas sumisiones y de esos
adormecimientos. Es lo que ha ocurrido y lo que sentimos en Francia cuando usted nos despertó con
la campaña anti-Le Pen. Nos propuso entonces a cada uno ser «hereje de la buena manera», como
dice Lacan en el Seminario XXIII, esa que consiste en ponerse a la hora en una elección.
J.-A. M.: ¡Ah! Sería una lástima que diese marcha atrás en su idea de «contrapié». Hay un pensamiento
de Pascal que me gusta mucho: «Cuando todos van hacia el desbordamiento, nadie parece ir. El que
se detiene señala el ímpetu de los demás, como un punto fijo». A decir verdad, conozco esta frase
porque la excelente revista aroniana Commentaire, a la que estuve suscrito durante mucho tiempo, la
destacó en una de sus rúbricas. Teniendo en cuenta los acontecimientos recientes, yo diría más bien:
«Cuando todos van a ninguna parte, nadie parece perderse. El que va a donde quiere ir llama la
atención sobre la inmovilidad de los otros, como un cohete». Esto pone todavía más de relieve el
hecho de que la orientación a contracorriente que expuse el 10 de marzo ante Carole, responsable
conmigo de la asociación el Forum des Psys, fuese inmediatamente aprobada por ella y después por
Christiane Alberti, y sobre la marcha por decenas de colegas.
D. R.: Carole es Carole Dewambrechies-La Sagna, psiquiatra como yo y psicoanalista en Burdeos. Es la
esposa de Philippe La Sagna, él también psiquiatra y psicoanalista.
J.-A. M.: Carole y yo creamos el Forum des Psys en el momento de la lucha contra la enmienda Accoyer
al Código de Salud Pública, y organizamos todos los foros que tuvieron lugar en París. Al mismo
tiempo, colegas de provincias aprendieron de ello, y se organizaron numerosos foros por todo el
territorio nacional. Esto se remonta al año 2003. Posteriormente, se puede decir que fue como un
ensayo general de lo que ha ocurrido este año 2017.
D. R.: ¿La idea de celebrar un foro se ha propagado de la misma forma?
J.-A. M.: Sí, de la misma forma.
EVE MILLER-ROSE: ¿Qué posición expusiste a Carole el 10 de marzo?
J.-A. M.: Fue una sorpresa para mí. Estábamos citados para cenar en Garance, a dos pasos de la Maison
de la Chimie. Debíamos discutir varios puntos en relación con la UFORCA (Unión para la
Formación en Clínica Analítica), cuyo secretariado general Carole desempeña junto con Jean-Pierre
Deffieux, también bordelés, psiquiatra y psicoanalista. La UFORCA cuenta con dieciocho
establecimientos en Francia, además de Bruselas y Ginebra, que son también Secciones o colegios o
antenas clínicas del Instituto del Campo Freudiano. La UFORCA es la entidad asociativa que, en
Francia, da forma legal al Instituto.
E. M.-R.: Ciertamente hay mucho que decir de la UFORCA, pero sigamos con nuestro tema. ¿En qué te
sorprendió tu propia posición?
J.-A. M.: Comuniqué a Carole una experiencia singular que había tenido dos días antes, el lunes. Una
colega parisina, practicante confirmada, psiquiatra y psicoanalista, expaciente de Lacan, había
querido retomar conmigo una conversación analítica hace unos meses. Y he aquí que me expone de
sopetón que le habían aconsejado trasladar sus ahorros a una filial de su banco en Bélgica, donde su
dinero estaría a resguardo de las requisiciones y expolios de Marine Le Pen, presidenta. Se veía ya
viviendo en Bruselas. Su familia estaba en la misma disposición. ¿Cómo decirlo? Me quedé
estupefacto, atónito.
Formo parte de esos judíos enraizados en Francia a quienes mi sobrina Coralie Miller dedicó hace
uno o dos meses un bello documental poético. Por eso no tengo de forma natural los reflejos de judío
errante. Si la vida para los judíos en Francia se volviese insoportable, mis pensamientos no se
dirigirían hacia el exilio.
¿En qué ciudad podría vivir? Barcelona o Buenos Aires, ciertamente; he vivido en ellas varias
semanas en los años ochenta. Madrid, Milán, São Paulo, Belo Horizonte, donde cuento con muchos
amigos. O también las ciudades del placer que son para mi Roma, Venecia, Río de Janeiro, Salvador
de Bahía. Para la paz fuera del mundo, Ginebra sería la ciudad perfecta, o incluso Montevideo, donde
estuve una vez con Judith para honrar la memoria de Lautréamont y la de Jules Supervielle, de quien
era pariente el señor Supervielle, el excelente y siempre elegante profesor de francés de mi clase de
quatrième en el liceo Charlemagne, quien un día me dio, a mí, uno de sus mejores alumnos y colegial
disciplinado, un par de sonoras bofetadas no sé por qué insolencia de la que habría sido culpable.
Ningún recuerdo del delito, pero la mejilla me escuece todavía. Pegarle una torta a un alumno era
único, inédito, ya que los castigos corporales, incluso anodinos, estaban ya proscritos de la relación
pedagógica. No se me pasó por la imaginación presentar una denuncia. El pobre me presentó poco
después sus excusas.
E. M.-R.: Papá, perdóname, es apasionante, pero das rodeos. Perdemos el hilo.
J.-A. M.: Tienes razón. Termino. Londres o Nueva York, ¡qué desafío! Pero me vería muy bien en el
Greenwich Village o en Chelsea, trabajando con mi querida amiga Josefina Ayerza, argentina de
Nueva York a quien Germán García me recomendó antaño en Buenos Aires: desde entonces ha
mantenido hacia mí una lealtad sin fisuras, y viceversa. Es ella quien albergó durante largos años,
con mi acuerdo, que ella había solicitado explícitamente, a Badiou y a Žižek cuando pasaron por allí.
Y fueron ellos quienes decidieron renunciar a su generosa hospitalidad cuando...
E. M.-R.: Escucha, papá, no saldremos de esta si te sigues saliendo por la tangente una vez más en un
tema verdaderamente secundario...
J.-A. M.: De acuerdo. Bueno, el hecho mismo de que enumere todas las ciudades en las que podría vivir
desmiente mi afirmación de que no haya pensado nunca en el exilio. Algo en mí ha pensado
visiblemente en ello. Pero en el caso en que, como judío, fuera preciso esconderse en Francia... Vivir
en la clandestinidad o la semiclandestinidad... Judith y yo ya conocimos eso, en mayo de 1970,
después de la disolución de la Izquierda Proletaria, considerada por el Ministerio del Interior como
una organización subversiva, cuando tuvimos que largarnos de la rue Buci donde vivíamos, ya que
entonces detenían a los militantes conocidos del grupo disuelto solo por este motivo: «Habéis
formado parte de una organización disuelta», y nos metían en chirona durante algunas semanas,
como para enseñarnos a vivir. André Masson, tío de Judith, nos acogió en su estudio de la rue de
Sévigné, y luego fue el psicoanalista Conrad Stein en su consulta de la avenue Victor-Hugo; su
esposa era amiga de Judith, nos habíamos cruzado en el seminario de Lacan. Tú tenías tres años, y tu
hermano, un mes.
E. M.-R.: ¡No vamos a salir de esta! ¡No te vas a remontar al diluvio universal!
D. R.: Entonces, el exilio no está hecho para usted.
J.-A. M.: No. Pensaría más bien en términos de pasar a la clandestinidad. Mi padre, que se ganaba la vida
como médico asistente de radiología en Châteauroux durante la guerra, empleado con falsos papeles
por un médico «goy» que había comprendido perfectamente con quién estaba —me acuerdo de su
nombre, el doctor Folzer—, mi padre entonces era al mismo tiempo el médico de los maquis de la
región.
Respeto a los «judíos errantes», los comprendo, sé por qué miedo ancestral están habitados, con
qué discurso alimentan las anécdotas que conozco, sé con qué fragmentos de saber histórico y
familiar. Pero yo me siento de aquí, de este país en el que he nacido, precisamente en Châteauroux,
muy cerca, constaté con satisfacción cuando era estudiante de secundaria, del centro de Francia. Y
esto sin olvidar el hecho de que mis padres llegaron a Francia con veinte años procedentes del gueto
de Varsovia. Se naturalizaron franceses al principio de los años treinta, con Daladier como presidente
del Consejo, «el toro con cuernos de caracol» como lo llamaba Chamberlain. Por lo tanto, era en
1933 o 1934.
Es, o fue, el milagro francés: hacer de un hijo de inmigrantes de primera generación un buen
pequeñofrancés identificado de pies a cabeza con la historia y con los grandes escritores de la Nación
por mediación no del Espíritu Santo, sino de la escuela republicana, mediante el estudio de los libros
de texto de Malet-Isaac y Lagarde-et-Michard. Nombres de ascensor, como Roux y Combaluzier,
hecho para llevarte al séptimo cielo de la sublimación política.
D. R.: Los agentes de esta sublimación fueron para usted la historia y la literatura.
J.-A. M.: Me acuerdo muy bien de haber tenido los ojos llenos de lágrimas hacia los doce, trece años,
leyendo la célebre declaración de Stanislas de Clermont-Tonnerre, que tan mal terminó, el pobre:
«Hay que negar todo a los judíos como nación y dar todo a los judíos como individuos». Era ese un
acuerdo que podía suscribir sin problema, tanto más porque nuestros padres se habían cuidado
mucho de no transmitir nada de la tradición judía a sus hijos, excepto su condición de judíos, y esto
aun siendo mi padre nieto de rabino. Fue su elección. La elección del corte, del porvenir y no de la
nostalgia, de la asimilación si se quiere, pero sin renegar de la condición de judío, del nombre
«judío» como puro significante.
Ahora que lo pienso, es tal vez eso lo que me hizo insoportable ser tratado por Badiou de
«renegado» al final de los dos gruesos volúmenes publicados en Inglaterra, que pretendían hacer
creer que él había sido el centro vivo de los famosos Cahiers pour l’analyse, que yo había inventado
en la Escuela Normal con mis camaradas Grosrichard, Milner y Regnault, mientras que él no era más
que un remiendo, un recién llegado marginal. No se acaban aquí los engaños de Badiou, y los contaré
si me apetece.
En resumen, el día que lloré leyendo los debates de la Constituyente sobre la emancipación de los
judíos, elegí y abracé definitivamente la Francia de la Revolución.
D. R.: Es decir, la izquierda.
J.-A. M.: La izquierda, en efecto. Lo que no impide que desde la clase de Cinquième estuviese
enamorado de la magnífica continuidad de la monarquía francesa. Se vendían en aquella época unas
láminas de retratos históricos para escolares, y yo adoraba recortar y pegar las imágenes de los reyes
en mis cuadernos de historia. Así, también he amado la Francia de antes de la Revolución, como
preparación de la Revolución, y la Francia de después de la Revolución.
D. R.: ¿Qué es lo que prepara la Revolución?
J.-A. M.: La parresia2 de François Villon en «La Balada de los ahorcados», el hablar sin tapujos de
Rabelais y Montaigne, que concluye sus Ensayos con la frase: «Incluso en el trono más alto, uno se
sienta sobre sus propias posaderas». La Fontaine permanece fiel a su benefactor a pesar de la
hostilidad de Colbert, con Vauban dirigiéndose a Luis XIV con memoria tras memoria para alertarlo
sobre la miseria popular, los inviernos, las hambrunas, y también el Gran Rey declarando con
magnanimidad a la muerte de Maréchal: «Pierdo a un hombre fuerte que aprecia a mi persona y al
Estado»; finalmente, la gran, la incomparable procesión de Montesquieu, Voltaire, Diderot y
Rousseau, sin olvidar a Beaumarchais.
D. R.: ¿No hay lugar para la derecha en su visión de Francia?
J.-A. M.: En la época en que iba al liceo, la derecha hablaba de la anti-Francia para estigmatizar a los
intelectuales favorables a la independencia de Argelia —entre los cuales estaba un liberal, hombre de
derechas, Raymond Aron, que se oponía al uso de la tortura, como los católicos Pierre-Henri Simon
y Jean-Marie Domenach, como el judío Jérôme Lindon, de las ediciones de Minuit, editor de La
Question de Henri Alleg, que denunciaban la fascistización rampante de numerosos miembros del
ejército, que llamaban incluso a los jóvenes franceses para que se negaran a ir armados a la guerra
neocolonialista, fue el Manifiesto de los 121—. Para mí, las cosas siempre fueron claras, en blanco y
negro, no en gris, como quería Mitterrand, «un Arlequín», me dijo Lacan: Francia somos nosotros y
ellos son la anti-Francia. Judith tenía la misma sensibilidad que yo a este respecto, salvo que ella era
más extrema aún.
Sigo creyendo lo mismo, salvo que ahora sé que la anti-Francia es también Francia.
E. M.-R.: Tienes que explicar esto.
J.-A. M.: Las Luces nacieron tal vez en Inglaterra o en Escocia, pero ardieron con todos sus fuegos aquí;
aquí en París, la chispa encendió el fuego por toda la llanura, aquí, desde París, desde donde
conquistó el mundo —más bien, una parte del mundo, porque en la tierra del islam y en Asia no
podemos decir que haya prosperado—. No lo digo en el aire basándome en Malet-Isaac, compré y leí
en italiano los cinco tomos de la suma admirable de Franco Venturi, Settecento riformatore.
Y bien, voy a llevar la pasión nacional al extremo de decir que estoy orgulloso también de que la
Contrarrevolución haya encontrado en Francia a sus teóricos y a sus escritores más brillantes y más
enérgicos, de Joseph de Maistre, de Saboya, a Charles Maurras, de la Provenza, de Bonald a Taine y
a Georges Sorel, pasando por Céline, Drieu y Lucien Rebatet. Dejo de lado el agua tibia de los
«Húsares» de posguerra, finos estilistas, pero políticos dandis en definitiva bastante cobardes, Roger
Nimier, Jacques Laurent, Antoine Blondin y Michel Déon, que fue el secretario de Maurras y a quien
encantaba su cercanía a Salazar. Más valerosa es la única mujer del grupo, Geneviève Dormann.
Me cuesta más celebrar la pluma de Drumont, pero si debe haber antisemitas, entonces, al menos,
que sean los franceses, los peores y los más brillantes. Sé que escandalizo a mi amigo BHL cuando
hablo así, pero es así. Soy entonces un firme partidario de las tesis de Sternhell: ¿el fascismo? Lo
inventamos nosotros. ¡Siempre a la vanguardia, los franceses!
D. R.: ¿Usted es un nacionalista de izquierdas?
J.-A. M.: No, un jacobino del 93. A mi modo de ver, «¡La patria en peligro!» justifica la mano de hierro
del Comité de Salud Pública. No solo escandalizo a BHL, también está el querido Philippe Sollers,
Girondino de Girondin, que no quiere saber que sus queridos fueron horribles belicistas y que fueron
ellos los que lanzaron con la liviandad más culpable a la Francia republicana a una guerra frontal con
el Antiguo Régimen, contra Europa entera en coalicifón. Guerra que no podían ganar, que solo
podían ganar por un milagro del cielo. Y el milagro ocurrió. No porque el cielo se dejara conmover,
sino el pueblo francés.
Nosotros somos los jacobinos, si puedo decir identificándome un instante con los grandes
ancestros de la Libertad francesa, que asumimos las responsabilidades últimas de la Nación en el
momento de mayor peligro y que salvamos el país tensando todas las energías populares, a costa de
la muerte del rey, sí, de la institución del Tribunal revolucionario, luego del Terror, e incluso de la
Ley de los sospechosos. Sí, sí, sí, sí, como dice Molly Bloom al final de su gran monólogo en Ulises.
D. R.: Milner escribió sobre la Revolución. ¿Qué piensa usted?
J.-A. M.: Leyéndolo, nadie puede ignorar que los jacobinos jamás concibieron el Terror como un sistema
permanente de gobierno. Era un expediente tan necesario como transitorio para afrontar la situación
sin precedentes creada por la criminal liviandad de los simpáticos girondinos. Denme un minuto, que
encuentro el homenaje más bello que se halla escrito nunca sobre Robespierre y el gran Comité de
Salud Pública. El que habla es Maistre, el enemigo implacable de todo lo que fue revolucionario:
«Que se reflexione bien, se verá que una vez establecido el movimiento revolucionario, Francia y
la Monarquía no podían salvarse sino por el jacobinismo [...]. ¿Por qué medio sobrenatural quebrar el
esfuerzo de la Europa conjurada? Solo el genio infernal de Robespierre podía operar ese prodigio. El
gobierno revolucionario endurecía el alma de los franceses, empapándose en sangre; exasperaba el
espíritu de los soldados y duplicaba sus fuerzas con una desesperación feroz y un desprecio por la
vida, que procede de la rabia. El horror del cadalso que empujaba al ciudadano a las fronteras
alimentaba la fuerza exterior a medida que aniquilaba hasta la menor resistencia en el interior. Todas
las vidas, todas las riquezas, todos los poderes estaban en manos del poder revolucionario, y ese
monstruo de poder, embriagado de sangre y de éxito, fenómeno espantoso que nunca se había visto y
que sin duda no se volverá a ver jamás, era a la vez un castigo espantoso para los franceses y el
medio de salvar a Francia».
¡Esto es hablar! Maistre escribió esto en 1797. Estaba persuadido de que todo aquello terminaría
con un restablecimiento de la odiada monarquía. Bien visto, al menos por un tiempo.
E. M.-R.: Lo que entiendo ahora es que has lanzado tu ofensiva anti-Le Pen a ultranza teniendo presente
«La patria en peligro» de 1793.
J.-A. M.: Exacto.
E. M.-R.: ¿No es un poco fantasmático?
J.-A. M.: 100 % fantasmático. Sin embargo, dame el crédito de pensar que yo conocía la diferencia entre
una situación y la otra, como conocía la diferencia entre el momento de la Liberación y el momento
entre las dos vueltas de la elección presidencial de 2017. Lo que no impide que Mélenchon tomara
exactamente la misma posición respecto a Marine y Macron que el Partido Trotskista respecto a De
Gaulle y Pétain, a Eisenhower y Hitler: «Los dos son equivalentes».
¿Dónde estábamos en marzo último? Pesaba sobre Francia y Europa una amenaza mortal: la
elección de Marine Le Pen. No había un solo partido político, un solo medio (salvo La Règle du jeu)
que lo dijera: se consideraba que el partido lepenista era un partido como los demás, para preguntarse
sobre su programa para el futuro, no sobre el futuro que dejaban presagiar su pasado y su filiación
petanista y nazi. La desdemonización triunfante.
Fillon no iba a poner en evidencia las adherencias nazis de la dirección del FN mientras se
consagraba a arrebatarle electores. Si Hamon y Mélenchon hubieran señalado esas adherencias y
amistades, entonces su falta de acuerdo se habría revelado como lo que era: la traición de la misión
que le correspondía a la izquierda en este mundo. Y si Macron lo hubiera hecho, adiós a su sueño
despierto de indulgencia universal.
Entonces, Fillon prometió eliminar los catarros; Macron, besuquearse; Hamon, subvencionar a
todo el mundo; Mélenchon, instalar el paraíso en la Tierra bajo la forma de la VI República. En
cuanto al Partido Comunista, era a la vez demasiado débil y estaba demasiado enredado en sus
chanchullos electorales con Mélenchon como para mirar de frente.
Resultado: la energía estilo «La patria en peligro» la encontramos en los soportes más
improbables, un pequeño grupo iluminado de psicoanalistas lacanianos. Los falsos semblantes
cayeron uno a uno, y la última semana de la campaña los discursos se ajustaron efectivamente a la
problemática antifascista: se habló del Vel d’hiv, de la Shoah, y varios hombres y mujeres políticos
eligieron el foro antilepenista de BHL y de los psi para recomponer fugazmente el Frente republicano
que había faltado durante toda la campaña.
D. R.: Usted celebra vuestra y nuestra lucidez. ¿Dónde está el fantasma?
J.-A. M.: En mí, es mi fantasma. Se han preguntado de dónde venía mi energía durante este período. Y
bien, venía de mi fantasma heroico, que, en tal situación inverosímil en la que remábamos a
contracorriente, se satisfacía.
D. R.: Pero usted no es cautivo de ese fantasma. Usted lo conoce.
J.-A. M.: Así es. Lo tomo y lo dejo. Tomo lo que sirve. Dejo lo que me molesta. Me burlo de cualquiera,
de mí también. Yo tengo ese fantasma, no me posee él.
E. M.-R.: Quizá podríamos retomar el hilo. Estábamos en el momento en que le contabas a Carole tu
experiencia durante una sesión de análisis.
J.-A. M.: Sí, tienes razón, hay que avanzar. En una palabra, aquella sesión fue mi instante de ver. Capté
que la angustia que embargaba a esta analista analizante, sin duda alarmista, pronto iba a surgir por
todas partes en nuestro medio y en la opinión ilustrada —más o menos ilustrada, más bien en la
penumbra, en el crepúsculo—. Al mismo tiempo, las encuestas viraban. Hasta entonces nos decían:
«Está excluido que MLP llegue al poder». Nueva canción: no está excluido. No es seguro, no es lo
más probable, pero tampoco está excluido como antes. Me dije, en los términos de la lógica modal de
Lacan: la elección estaba estructurada por un imposible, sale de ese régimen para entrar en el de la
contingencia. MLP no cesaba de no escribirse, y ahora cesa de no escribirse. Esto quiere decir
exactamente: todo puede ocurrir. Todo dependerá del encuentro aleatorio de factores inmanejables.
Este análisis se demostró cada día más válido. Nos encontramos en cierto momento con cuatro
candidatos muy próximos. All bets out!
E. M.-R.: ¿Entonces? ¿Quisiste tirar los dados para abolir el azar?
J.-A. M.: Pensé que un grupo poco numeroso pero muy decidido que juegue el todo por el todo podría
tener una incidencia en el margen, podría desplazar algunos puntos, y que eso podría ser decisivo.
Me resigné a hacerlo.
E. M.-R.: ¿«Resigné»? ¿Sin entusiasmo?
J.-A. M.: Ninguno. Sabía que me metería en eso por entero. Por lo común, prefiero la vida simple y
tranquila. Antes de dar el salto que el león solo da una vez, dice Freud, siento siempre una suerte de
fatiga, paso por un momento ligeramente depresivo. Suspiro. Es lo que hice frente a Carole. Pero ella
me comprendió. Entonces, decidimos que buscaría una sala para el momento entre las dos vueltas de
las elecciones. Llamé por teléfono a Christiane Alberti, la actual presidenta de la ECF: unanimidad
en favor de una operación anti-Le Pen y apoyo financiero. Señalo que es un Consejo cuyos miembros
son elegidos siguiendo las reglas exigentes de las asociaciones reconocidas de utilidad pública.
Te informé a ti también, y estabas tan decidida como las otras dos personas. Envié una carta a los
dieciocho miembros del Consejo de Administración de la UFORCA, clínicos de clínicos:
nuevamente recibo como respuesta mails que apoyan con entusiasmo la acción prevista. Castanet, de
Marsella, el primero, se lanza a la preparación de un foro de provincia. Hubo más de veinte. Participé
en el de Choisy-le-Roi, Burdeos, Estrasburgo, Montpellier, Bruselas. ¡Qué dicha ver a esos colegas
con quienes no hablaba más que de clínica aplicar su saber a la cuestión política con pertinencia y
sostener su lugar junto a políticos y universitarios!
E. M.-R.: Parece que algunos colegas en Argentina juzgaron que llegabas demasiado lejos, demasiado
rápido también, y siguieron la brisa fría, que en sentido contrario hizo soplar tu amigo Alemán, a
quien tan a menudo hemos publicado. Como resultado, podemos temer que ese shock térmico
engendre catástrofes climáticas en Latinoamérica. ¿El sábado, en Madrid, diste la vuelta a la
situación?
J.-A. M.: La situación se dio la vuelta por sí misma, y varias veces. Hay que saber que la EOL, la Escuela
argentina del Campo Freudiano, cuenta entre sus miembros con numerosos lacanianos populistas,
incondicionales tanto de la pareja Perón como de la pareja Kirchner. Es como si en la ECF
tuviéramos cien Gérard Miller en lugar de uno solo. Lo que les quedó de todo mi blablablá de
aquellos días, lo que los «penetró hasta el fondo del corazón / con un ataque tan imprevisto como
mortal», son dos frases: una donde decía que Marine Le Pen hacía de Evita sin tener ni su encanto ni
su belleza; la otra sobre Perón, recordando que convirtió Argentina en refugio de las SS.
Alemán, que vive y trabaja en Madrid, donde llegó como refugiado durante la dictadura militar,
que nunca renunció a su nacionalidad argentina, que fue consejero cultural de la embajada argentina
en España bajo el gobierno de los Kirchner, está de paso en Buenos Aires. Constata la indignación de
las masas contra la agresión neocolonialista de JAM. Añade entonces una pequeña «Nota sobre
Jacques-Alain Miller», entendida de inmediato como un «permiso para matar», abriendo una caza del
hombre en Facebook. Alemán se disocia rápidamente de esta interpretación de su nota publicando en
Lacan Cotidiano una aclaración. Entonces, los lacano-populistas fueron tomados a contracorriente,
mientras que los lacano-demócratas, llamémoslos así, Lito Matusevich y Jorge Chamorro, salen del
bosque.
E. M.-R.: ¿No hay lacano-centristas?
J.-A. M.: Son la mayoría. Esperaban a ver cómo iban a ir las cosas, y vieron: ad maiorem gloriam de
Lacan, si puedo decirlo sin blasfemar. En mi conferencia, dije esencialmente a los miembros de la
EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana en Argentina): «Los comprendí. Estaba enojado con
ustedes, luego me desenojé. Ustedes me mataron, renazco de mis cenizas, y hay muchas cosas
nuevas para hacer juntos, entre ellas esta revista, Heretic, que no los obligará a cambiar de opinión si
ustedes son populistas, porque no habrá ortodoxia. El principio cardinal es que todos somos
heréticos».
Creo que, en el debate abierto, no hubo una sola intervención que proviniera de la EOL. Todo el
mundo allí está comprometido en un febril «tiempo para comprender», que yo voy a abreviar.
D. R.: ¿No teme abrir la caja de Pandora creando una revista internacional de política lacaniana? Cada
uno va a tomar a Lacan por un cabo, por una cita, para usarlo sirviéndose de él. ¿Vamos a tener cien
Žižek?
J.-A. M.: ¡Pero la caja de Pandora está abierta desde hace mucho tiempo! Ahí tiene usted a Žižek, que
žižekiza a Lacan desde que aprendió los rudimentos de la doctrina, hace tiempo, en mi seminario de
DEA. Tiene a Badiou que badiouiza a Lacan, y no es nada bonito. Se trataría más bien de cerrarla, la
Pandorás Box. Ahora que los analistas de la Escuela de la Causa Freudiana se han visto obligados a
«bajar al llano» para ocupar su lugar como tales en el debate político y que han levantado en alto la
bandera del Estado de derecho contra los herederos de la Contrarrevolución, se les ruega a quienes
hacían malabarismos con juguetes tomados de Lacan para divertir a un público pasmado y hacían
giras por los campus con su musiquita que se larguen o cambien de cantinela. ¡Se acabó la risa!
Como decía Lacan.
Continuará.
40
Estimada colega:
Un nuevo viento sopla en el Campo Freudiano, aportando audacias
prudentes, impresionantes hechizos, ocasiones que atrapar rápido, porque la
Fortuna es calva.
El viento sopla desde Francia. Argentina siguió bajo un modo propio,
combinando la adulación y la transferencia negativa. España entró en juego
este fin de semana, y navegará en tándem con la ECF y la UFORCA. ¿E
Italia?
Como de costumbre, los italianos están en reserva. Sin embargo, Italia
cuenta. Cuenta sobre todo por la calidad de los trabajos escritos por los
miembros de la SLP.
Este es el motivo por el que quería acudir a Italia a exponer las causas y los
efectos de la posición sin precedentes que he adoptado sobre las
implicaciones del discurso analítico en el campo político.
Le doy las gracias por dar su apoyo institucional a mi deseo.
Así que voy a ir a Turín con ocasión del próximo congreso. Voy a llegar el
viernes. Voy a estar disponible durante todo el día y la noche del sábado para
cualquier actividad que me puedan proponer: asistencia a reuniones,
discursos en el Congreso, en la asamblea de miembros, etc. Volveré a París el
domingo por la mañana.
A la espera de las precisiones que me pueda dar, le transmito toda mi
consideración con la expresión de mis sentimientos cordiales.
P. D.: Le ruego que haga traducir esta carta y se la comunique a todos los
miembros de la SLP.
P. D. 2: He invitado a acompañarme a nuestra colega Raquel Cors Ulloa,
de Santiago de Chile; su misión es informar a nuestros colegas de América
Latina y España sobre los acontecimientos del fin de semana en Turín.
41
INTRODUCCIÓN A NKM1
Esperé verla aquí, me desesperé por verla aquí. En fin, está con nosotros y su
ausencia se hubiera notado porque ella escribió hace algunos años un libro
fulgurante contra el Frente Nacional y aceptó pagar el precio en su propio
partido.
Cuando pienso en NKM, pienso (es una asociación de ideas, esto les ocurre
a los psicoanalistas, no solo a sus pacientes) en la editorial surrealista que se
llamaba Au Non Pareil («Al No Igual»); NKM es La non pareille («La sin
igual») y ello no es debido a un caprichoso gusto por la diferencia. He aquí
una mujer que cuida la autonomía de su pensamiento político y desde hace
años es el ejemplo de lo que implica osar pensar por uno mismo en el seno de
una familia política.
Ahora bien, la segunda o la tercera máxima del sentido común,2 no del
Sens commun que tanto dio que hablar estos últimos días, sino del sentido
común en el sentido de Immanuel Kant, es precisamente osar pensar por uno
mismo. Es la esencia misma de la filosofía de las Luces y no hay hombre o
mujer política en Francia que represente mejor el espíritu de las Luces que
Nathalie Kosciusko-Morizet.
43
PERPETUAR LA NINFA1
Al terminar mi carta sobre la ninfa, recordé que había escrito hace tiempo un
pequeño texto sobre Erasmo por invitación de Le Monde, que puso a la venta
veinte libros de filosofía, entre ellos Elogio de la locura y otros textos. Según
los archivos del periódico, su publicación data del 19 de junio de 2008. No
tenía título; la redacción le puso este: «Erasmo: una revolución cultural sin
violencia». Aquí está, tal cual.
JEAN BIRNBAUM: ¿Cuál es el lugar de Erasmo y de su obra en su itinerario intelectual?
JACQUES-ALAIN MILLER: Pertenece a mi jardín secreto. Constante dilección. Podría decir como el poeta
Wallace Stevens: «Lo que me gusta de Erasmo es un cierto chic». Desde mi clase de cuarto, que me
enseñó su nombre y su gloria, continuó mi curiosidad por ese prodigioso hombre múltiple, erudito
errante que en toda Europa estaba como en su casa, con su pequeño material portátil de lectura y de
escritura. Su principado mediático en la República de las Letras (reinó en la imprenta) duró un cuarto
de siglo. Su obra es el «epítome», el compendio de la cultura de Occidente, el gran reservorio donde
todo confluye y de donde todo procede.
Nacido en 1469, en Róterdam sin duda, de los amores de una criada y de un cura, y fallecido en
1536 en Bâle, Erasmo fue uno de los principales representantes del humanismo del Renacimiento y
de su «República de las Letras». Animada de independencia, su inteligencia no estaba hecha para la
enseñanza rígida que recibió en sus primeros años, especialmente cerca de los dignatarios agustinos
de Steyn, donde a los diecinueve años pronunció sus votos, pero donde descubrió también con
fascinación a los grandes autores paganos.
Este «príncipe de los humanistas» residió largo tiempo en Italia y en Inglaterra, donde trabó
amistad con el autor de Utopía, Tomás Moro (1478-1535); en su casa redactó su célebre Elogio de la
locura. En el centro de sus preocupaciones se encontraba un esfuerzo por revivificar las tradiciones
cristianas en nombre del recurso directo al Evangelio, cuya teoría encontramos en su Manual del
soldado cristiano de 1504 (lo que le valió el reproche de haber «incubado el huevo» de la Reforma),
un vasto proyecto de renovación de la enseñanza, así como una esperanza nunca desmentida en la
concordia universal (que ilustra bien su Lamento de la paz de 1517).
Epistológrafo infatigable (miles de cartas y más de seiscientas correspondencias, entre las cuales
se encuentran los más grandes nombres de su siglo), Erasmo quedará como la «placa giratoria» del
humanismo, aunque debió de ver, sin embargo, en sus últimos años, las luchas de la Reforma hacer
vibrar el vidrio de sus sueños de paz, fundados en la asociación de las bellas letras y del mensaje
cristiano.
¡Cuántas astucias de prestidigitador! Gira a la cuenta de la Europa del Norte la herencia del
Renacimiento italiano, desvalija las bibliotecas de la antigüedad, transfunde la sabiduría de los
paganos en la cristiandad, hace copular la piedad con las letras clásicas, mezcla alegremente lo
sagrado y lo profano, destrona la lógica escolástica para instalar en su lugar la elocuencia, finalmente
enseña a las élites un lifestyle inédito, desde el comportamiento en la mesa hasta todas las formas del
bien decir, pues ese gran maestro del significante, maravilloso retórico, editor, traductor, juglar de las
palabras, es también el príncipe de los semblantes y el árbitro de las elegancias. En resumen, hace
nacer de la filología el Hombre del «humanismo» (el término es del siglo XIX), perfecto hombre del
mundo, letrado pero amateur, tan oportunista como universal.
Esta revolución cultural sin violencia se extendió por Europa como un perfume. Cuando vino su
momento violento, el estrépito de la Reforma, Erasmo no estuvo allí. Es él quien «había incubado el
huevo que Lutero hace eclosionar», según las palabras de la historiadora británica Frances Yates,
pero no era de aquellos que vociferan: «La verdad o la muerte»; prefería la vida, aunque fuera
amputada de la verdad, pues él no ponía nada por encima de la paz (a la que hace hablar en su
Lamento de la paz).
Es aquí donde Erasmo tiene su lugar con Lutero en mi teatro mental, el diálogo íntimo de un
psicoanalista que fue «maoísta» en su juventud: ¿cuál es el buen uso de la verdad? ¿Llevarla hasta
sus últimas consecuencias? ¿O moderarla, amortiguarla, apaciguarla? Para el filólogo, la verdad no
podía ser más que un efecto de significante, un puro semblante. Es sin duda lo que llamamos
sabiduría. ¿Podría ocurrir que el mundo fuera sin real?
J. B.: ¿Cuál es el texto de Erasmo que más le marcó, le nutrió y por qué?
J.-A. M.: ¿Nutrió? ¡Pero cómo! La obra de Erasmo es una inmensa despensa. Más de cuatro mil adagios,
por ejemplo, que son también gemmulae, pequeñas piedras preciosas extraídas de los autores
grecolatinos. El compendio [de adagios], que fue best-seller en mi tiempo, está concebido no para ser
devorado, sino para ser picoteado aquí y allá. Cada sentencia brillante, o proverbio llano, da materia
para un ensayo que cosquillea el espíritu y más liviano que Montaigne, pegoteado a su yo. «Aquí,
todo es sustancia, todo es perla», como dice Lacan de Freud. De este libro de los Adagios, creeríamos
que, como el Aleph de Borges, es el espejo infinito del mundo. Proveyó de lugares comunes a todos
los letrados de los tiempos modernos.
Están los Coloquios, sainetes encantadores donde el concepto se hace carne, pero también manual
de teología familiar. Está la Correspondencia, donde conservó las cartas inflamadas que dirigió de
adolescente a un monje de su edad. ¿Era homo? Todo indica en todo caso que no era neurótico y
nunca fue estorbado por el objeto femenino. Es en boca de una mujer que él ubica su Elogio de la
locura.
Como todo el mundo, entré por allí en Erasmo. Y es por allí que permanece en el público, como
Voltaire con Cándido. Primeramente, lo leí como leía El sobrino de Rameau. Pero Diderot distribuye
la enunciación en dos machos, el loco y el sabio, mientras que Erasmo instala locura y sabiduría en
un torniquete único donde ellas intercambian incesantemente sus lugares hasta anudarse la una a la
otra. El Elogio tiene evidentemente la estructura de la banda de Moebius (banda torcida con un solo
borde), y no podemos orientarla: el revés y el derecho son solo uno. La Locura no tiene contrario.
Hacer tesis universitarias sobre la locura no podía llevar más que a la paradoja. La escolástica se
rompía la cabeza con los sofismas. Erasmo demostró en acto que al «Yo miento» recusado por la
lógica, la elocuencia lo vuelve perfectamente sostenible. Es así como el Elogio de la locura es
portado por el verbo de un triunfal, un inexpugnable «digo tonterías a pleno pulmón».
Esto es lo que del Logos revela la verdad: el lenguaje fue dado al hombre para decir tonterías. Y si
Dios es lenguaje, pues bien, vayamos hasta allí: Dios está loco. Stultitia Dei. El término está en san
Pablo, es retomado en el Elogio, confirmado por Erasmo en sus Anotaciones sobre el Nuevo
Testamento. No hay garante del lenguaje. Y es por esto por lo que es necesario que al final del
Elogio todo se borre.
¿Por qué esta declamación, pequeño ejercicio que tiene un modelo antiguo, causó inmediatamente
sensación y permanece como la más preciosa de las gemas de Erasmo? Es porque es mucho más que
una sátira del mundo: pasa los límites del discurso universal, introduce un modo de decir inédito.
¿Ver allí una anticipación sensacional de la asociación libre es acaso excesivo? Sin embargo, estar en
análisis, ¿qué otra cosa es sino tener licencia para decir tonterías? Se agrega a ello solamente «un
auditor que tiene memoria». ¿Es un azar si Lacan parodia el Stultitia loquetur en su prosopopeya
famosa «Yo, la verdad, hablo»? ¿Y si leemos en su último escrito: «Todo el mundo está loco, es
decir, delirante»?
J. B.: Según usted, ¿dónde encuentra hoy este autor su actualidad más intensa?
J.-A. M.: ¿Usted quiere reírse? Erasmo está en todas partes en nuestra cultura, pero con una muy baja
intensidad. Yo diría también que no está en ninguna parte, pues no tenía idea de lo que iba a ser el
discurso de la ciencia. El hombre del humanismo ha muerto, queda su fantasma, que atormenta a las
academias. De vez en cuando el nombre de Erasmo sirve para ocultar miserias a nuestras élites
europeas: le hacen decir en general nimiedades. No, la actualidad intensa de Erasmo hay que
buscarla entre los suyos, en el pueblo de los eruditos. ¿A título de qué está en la serie de vuestros
filósofos? El Elogio de la locura, ¿es la «filosofía del Cristo»? Más bien fue leído siempre como la
antifilosofía. ¿Era subversivo? ¡Vamos! Ese discurso fue hecho para vacunar: es carnaval, abrimos
las compuertas, después todo vuelve a su orden. Solamente que, como estamos todos mucho más
locos que antes, como es carnaval todos los días, esto ya no produce ni frío ni calor.
HOY
VARIA
—Ayer omití el nombre del autor de A Social History of Truth: es Steven Shapin.
—Quiero señalar sobre Erasmo dos memorables artículos de Jean-Claude Margolin, «Erasmus y la
psicología de los pueblos», que menciona su antisemitismo, y «Erasmus y Francia», en Érasme: Une
abeille laborieuse, un témoin engagé, editorial Paradigma, Caen, 1993.
—Alexandre Adler me llamó para decirme que Blandine había decidido apoyar la petición de
Pasolini; Nora Gründler para asegurarme que Georges-Marc Benamou firmará «con ambas manos».
Así que aquí están las antiguas hadas de Mitterrand, Chirac y Sarkozy reunidas ante la feroz
independencia de la Republica de las Letras, nueva edición. Buena chica, ella os recibe con los
brazos abiertos. Bromeo.
—Agradezco a Alexandre por darme el teléfono de Marc Fumaroli. Pero solo está el contestador
automático. ¿Quién puede ayudarme a contactar con el príncipe?
—Pude unirme con varios amigos esta mañana, la mayoría de los cuales habían salido a reunirse y a
animar en sociedades hermanas la Conversations du Jardin du Luxembourg. En Turín la Accademia
torinese, dirigida por Rosa Elena Manzetti. En Roma tendremos, siguiendo el ejemplo de las
Tusculanas, las Romanae Disputationes, que Antonio Di Ciaccia vigilará. Milán será «stendhaliana»:
Cristallizzazione milanese, de Marco Focchi. Esperemos a Bolonia. Barcelona tendrá su Ateneo
catalán, con Miquel Bassols. Madrid medita. Ginebra y Gante consultan. Bruselas ha elegido La
Compagnie d’Érasme, dirigida por Alexandre Stevens. En Viena, será Humanismus an der Wien,
organizado por Gil Caroz y Avi Rybnicki. En Alemania: ¿nada?
—Regreso a Francia: en Marsella, con Hervé Castanet, estos serán Les Rencontres de la Corniche.
Castanet ha estado haciendo esto durante mucho tiempo en la región, más recientemente con Daniel
Mesguich en torno al libro Estuaires, que acaba de publicar con Gallimard.
—América Latina. Le escribí a Jorge Forbes para São Paulo. Él respondió, «confía»: Conversas de
São Paulo. ¿Estará de acuerdo German García para Buenos Aires? Todo comienza con buen pie. Es
un poco joven (¡algún día!), y todavía tenemos que demostrárnoslo a nosotros mismos. Todavía no
hablaremos de la República de las Letras, sino del Canal du 1, avenue de l’Observatoire. Por
supuesto, sería inútil pensar que mañana nuestra República de las Letras será a raza humana, como
en «La Internacional» o en la historia de Borges «El congreso». Todo esto sigue siendo una cuestión
de gustos, y en el gusto, la guerra se desata. Sollers más verdadero que Kant.
—Sobre Sollers precisamente. Después de Marc Fumaroli en la República de las Letras, me gustaría
una conversación con Philippe Sollers sobre la guerra del gusto. Ha aprendido tantas cosas que
necesitaré reunir muchas competencias para hacerle frente, desde Dante hasta Joyce, y antes y
después. Jacques Aubert, ¿querrá estar allí?, lo espero. Como tercero, un hombre de ciencia: ¿Cédric
Villani? ¿Arnold Munnich?
—Di a leer mi divertimento sobre Erasmo. Tengo muchas ganas de entregar mañana una «Política de
la conversación» debido a un erudito francés que vino a mi mente esta tarde. ¿Sigue siendo la
República de las Letras los salones del siglo XVIII? Fumaroli, si lo entiendo correctamente, dice:
«Ciertamente, no». La conversación no es erudición, tiene razón. Pero la erudición sin conversación
a menudo es solo «micrología», lo sabe muy bien. Así que no se cuente conmigo para reprocharle
por dedicarle a Liliane de Rothschild Quand l’Europe parlait français. Para un erudito, frecuentar a
los barones y duquesas es vital. Sobre micrología, véase, de Pascale Hummel, Mœurs érudites. Étude
sur la micrologie littéraire (Allemagne, XVIe-XVIIIe siècles), Droz, Ginebra, 2002. Una vez
mencioné este libro durante una conferencia en la sede de Œdipe sobre los Seminarios de Lacan.
—¿Por qué no seguir dando aquí textos adecuados para educar a los herejes, siempre que esta noble
ambición tenga sentido? «Una biblioteca para herejes». Puesto que he renunciado en Turín a dar una
esencia de la herejía, debo dar, en su lugar, ejemplos, incluso paradigmas.
—«A Library for Heretics». ¿Por qué me vino esta expresión, y en inglés?... Voy. Está detrás The
School for Scandal, de Sheridan, leída durante la escuela secundaria. Y también A School for
Scoundrels («La Academia de los bribones»), película de Robert Hamer que vi en Inglaterra. ¡Esto
promete!
45
Señores:
Ustedes tienen aquí, más abajo, mis intercambios de esta mañana con nuestro
amigo común Edwy Plenel y con Maria de França, jefa de redacción de La
Règle du jeu.
Ustedes me leyeron con disgusto, yo los leí con interés. En efecto, ustedes
tienen un conocimiento muy superior al mío de los arcanos del trotskismo. A
decir verdad, soy un ignorante en la materia. Queriendo estigmatizar la
actitud de Mélenchon la noche de los resultados de la primera vuelta, la
palabra hitlero-trotskismo se me presentó, y quise escribirla para apartarla
como calumnia estalinista bien conocida cuando se me ocurrió que no sabía
nada de esa palabra, de su historia, etc. La conocí en Besançon, en Mayo del
68, por mis amigos trotskistas, los de la LCR y de la VO, porque me era más
difícil tratar con los lambertistas (aunque recuerdo algunas discusiones sobre
la Revolución francesa con el hijo Suratteau).
En resumen, consulto Google, y doy con el sitio:
http://trotskologie.wikia.com/wiki/Hitléro-trotskisme
Ahí, me caigo de la silla leyendo los extractos de la revista La Vérité.
Estoy sorprendido por la homología (¿es el término que conviene, señor
Broué?) entre la posición de Mélenchon rehusando elegir entre Marine y
Macron y la de la revista rechazando tanto a Pétain como a De Gaulle, a
Hitler como a Eisenhower. Veo la línea «es lo mismo» atravesar los tiempos:
partiendo de junio de 1944, desemboca en mayo de 2017. En eso basé mi
artículo.
Pensé que hubieran hecho falta otras fuentes, recortarlas, entrar en la
historia a menudo oscura y controvertida de las corrientes trotskistas, etc.,
pero, finalmente, no escribía una tesis, sino un texto polémico, para entregar
bien caliente como una pizza, si puedo decirlo. Aposté a que las citas de La
Verité eran exactas, y no veo que ustedes las cuestionen. Que un jurado de
tesis compuesto por eminentes especialistas retome mis palabras sobre varias
aserciones aventuradas que conciernen a Déat, Lambert, incluso a Jospin, está
en el orden de las cosas, y me inclino ante su saber, que no pienso cuestionar.
El jurado es soberano.
Ahora, lo que quisiera saber es esto:
1) La homología (si es el término correcto) central de mi texto, ¿qué les
pareció?
2) Considero una infamia, una traición lisa y llana, el llamado a la
confraternización con el alemán con motivo del desembarco aliado y de la
insurrección patriótica frente el enemigo. ¿Qué les parece eso?
3) Mi referencia sin duda no es la de ustedes. Es 1793 y «La patria en
peligro». Se sabía entonces, cuando alguien se llama Saint-Just, reducir a los
traidores a la patria y a sus apologistas. El hecho de que militantes sinceros y
valientes de la causa proletaria, auténticos trotskistas, hayan sido llevados a
adoptar una posición tan aberrante, una posición que ustedes mismos, los tres
miembros de mi jurado, no llegan aún, decenios después, a rechazar
totalmente —no, ustedes no la rechazan, ustedes buscan excusas, y además
me provocan con tonterías—, ese hecho me lleva a pensar que hay algo
podrido en lo que ustedes llaman «el ideal internacionalista» de los
trotskistas. Esta idea es nueva para mí.
Admiré al autor de Mi vida, el creador del Ejército Rojo, el intelectual que
sedujo a André Breton.
Fui amigo de Van Heijenoort, al que conocí como el autor de una antología
magistral de lógica matemática (publicada por Harvard UP, donde yo daba
mis clases), antes de saber por él el papel que tuvo cerca de Trotski, y nos
encantaba, a mi mujer, Judith, y a mí, cuando nos contaba durante las
vacaciones anécdotas sobre el «Viejo» y su entorno.
Agrego que nunca fui «amigo del piolet», por así decirlo, a diferencia de
varios de mis camaradas de la Izquierda Proletaria.
PERO ahora he leído La verdad de 1944. Ahora leí su diatriba, que
descalifica no sus injurias hacia mí —miserables, mediocres, poco inspiradas,
permítanme decirles—, sino su lamentable argumento de sordera.
Ahora he leído las líneas que ustedes citan de Laurent Schwarz, y veo qué
ceguera (no sordera) política estaba oculta por la bella máxima de su
internacionalismo, «Mi patria era la humanidad», donde reconocía el eco de
Erasmo (Ego mundi civis esse cupio, [«Deseo ser un ciudadano del
mundo»]), que transmitía las sentencias de san Agustín y san Pablo (cf. el
artículo de Jean-Claude Margolin, «Erasme et la psychologie des peuples»).
Digo también esto: el principio fundamental en la política trotskista tal
como la entiendo, del internacionalismo total y de la solidaridad inmediata e
incondicional con los oprimidos del mundo entero, es a la vez antidialéctica,
inoperante y nociva. Conduce a toda política de izquierdas al fracaso. Si
debiera haber polémica entre nosotros, situémosla a una altura que valga la
pena.
Estoy dispuesto a argumentar este enunciado contra ustedes. Dejen
entonces en el armario, si me creen, «al yerno de Lacan», «al archicube y a
sus trucos». No es digno del matemático, del historiador, del profesor que
ustedes son. Me convencieron de lo nocivo para la izquierda de toda
complacencia hacia la ideología internacionalista trotskista. Veamos cómo la
defienden.
Al empezar esta carta, pensaba decirles que remitía mi respuesta para el
martes próximo, después de Pentecostés, pero esta respuesta se escribió sola,
y la envío a La Règle du jeu y a Lacan Cotidiano para que aparezca
inmediatamente (luego de pasarla al doc. Word, corrección de erratas y
mejoras estilísticas).
Envío copia a Edwy Plenel.
A la espera de leerlos, les ruego reciban, señores, mi completa
consideración y mi agradecimiento por la atención que le han prestado a uno
de mis textos.
HOY
• HEREJÍA. Mi réplica al trío trotskista: ¿Es esta una conversación política?Redactada con elegancia, se
llevó el tiempo que me habría permitido comentar este pasaje como debería. ¿Dónde está la herejía
aquí? Me contentaré con decir que existe una afinidad entre la posición herética y la posición
femenina, remitiendo al lector a mi conferencia de Turín, que aparecerá tan pronto como tenga
tiempo de volver a leer la parte escrita y la parte improvisada.
• J. AUBERT. La idea de las Conversations du Jardin du Luxembourg debe mucho a mi viejo amigo
Alain Jaubert, que quiere estar y estará. Es un plus, porque está interesado en todo.
• BOLONIA. Paola Francesconi me advierte que Bolonia tendrá su Dibatti degli Incamminati. Ella
especifica: «Gli incamminati significa aquellos que están en camino (de incamminarsi), que están de
trayecto. A continuación, hay algunas líneas reproducidas de Wikipedia para explicar qué es. Las
palabras clave que nos parecen decisivas son «deseantes» y, sobre todo, una academia que propone
«dibujar» lo que está prohibido (en debate). Y, además, el deseo de no ser considerados «simples»
practicantes, como los artistas en esa época». Paola animará el asunto con Maurizio Mazzotti.
Wikipedia:
La Accademia degli Incamminati è una delle prime academia de arte in Italia. Nacque come
Accademia del Naturale, in quanto sua finalità era quella di promuovere negli allievi la riproduzione
del vero, conformemente alle leggi vasariane della verosimiglianza. In seguito venne denominata
Accademia dei Desiderosi. La Accademia fu fondata verso il 1580 a Bolonga dai Carracci (Agostino,
Annibale e Ludovico) venne portata avanti da Annibale, grazie alla sua personalità forte. Lo scopo di
questo instituto privato di artisti era quello di garantire una formazione completa a livello pratico
quanto teorico non solo in arte ma anche in altre attività considerate minori a quei tempi.
Nell’Accademia degli Incamminati gli artisti potevano disegnare dal vivo i modelli nudi, proibiti
dalla Chiesa en pieno spirito della Controriforma. La nascita di questa e altre accademie comunque
sta ad indicare il desiderio degli artisti di essere considerati alla pari di poeti e musicisti e non più
solo come semplici artigiani.
• FUMAROLI. François Regnault tuvo la amabilidad de hacerse cargo de comunicar mi «ninfa» a Marc
Fumaroli.
• BUENOS AIRES. Germán García, que no solo es psicoanalista sino también novelista y ensayista, es
responsable de constituir en Buenos Aires una sociedad hermana que se unirá al Canal du 1. Para
ello, asegurará la colaboración de Silvia Tendlarz.
• MACRON. Desde que cayó la noticia de la elección de Macron, solo me ha preocupado el Campo
Freudiano, el país del psicoanálisis. Pude echar un vistazo a la prensa esta mañana. ¡Sorpresa! El
macronismo ha hecho enormes progresos. Dejé Le Point filloniano, se acabó: ¡Macron! ¡Macron!
¡Macron! El Obs estaba a medias por Hamon, a medias por Macron, dejando abierta la posibilidad
Mélenchon: ahora solo jura por Macron. L’Express se dedica a hacer frente a una epidemia: ¿la
macronita? No, la diabetes. Pero no importa: es Jacques Attali quien marca el tono, y este hombre en
la encrucijada de todos los poderes, amigo de todos los presidentes desde Mitterrand (excepto quizá
de Chirac), alaba la transgresión.
• ONFRAY. Otro individuo que está por todas partes en los medios y que es anti-Macron: Michel Onfray,
quien publica una crónica de las elecciones presidenciales. Siempre su hostilidad hacia las élites
sobre la faz de la Tierra, en Saint-Germain-des-Prés, su amor por el campo, la provincia, su lado
«soy el tribuno de los paletos», y en complot con ello: todo está manipulado, no hay duda. En
resumen, mucho en común con Jean-Jacques. Precisamente, lo odia, porque el ginebrino es un
colectivista y él, el hombre de Caen, es proudhoniano.
• MARION. Mons. Lustiger tenía dos potros entre los normalianos: colocó uno en la Academia Francesa,
Jean-Luc Marion, y Rémi Brague tenía la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Son estudiosos
serios: Marion renovó el enfoque sobre los escritos de Descartes mediante el estudio sistemático del
texto latino (que solíamos descuidar en la Escuela Normal), y Brague es de quien he leído lo mejor
sobre el islam. Marion defiende ingeniosamente la posición de los obispos de Francia ante una
catedral de izquierda que hierve (Christine Pedotti). Sucedió a Ricoeur en la Universidad de Chicago.
La red jesuita había albergado al pensador protestante estrujado por Lacan; el puesto vuelve a la casa
matriz.
• BADINTER. Marion, católico de derecha, habla en L’Obs. Elisabeth Badinter, laica de izquierdas, está
en portada de Le Point. Ella es impecable como siempre: es un don que tiene, que pierde
intermitentemente cuando cede a los encantos de una virago. Poco importa. En lo esencial, es nuestra
Julie de Lespinasse. Un jacobino de 793 como yo no tolera ninguna zona de no derecho en el país y
responde, cuando se le llama islamófobo, que no es un trotskista para sentirse intimidado por los
«atrasos», una palabra reciente de Sollers que me gusta mucho. «Desradicalizar», dicen. ¡Buena
suerte! Sobre eso no tenemos control. En cambio, lo que está a nuestro alcance es radicalizarnos.
¡Atrás los atrasos!
• DESPLECHIN. En el momento del cierre, me llega un correo electrónico de Arnaud Desplechin:
«Estimado Jacques-Alain Miller, informado por François Regnault, me uno a su petición sobre la
extraña estatua que se quiere hacer de Pasolini. El hombre era escandaloso, irreducible, con voz
ardiente todavía. Parece que con este término de «intelectual orgánico», para mí tan opaco, los
demócratas italianos quieren esclavizarlo a su partido. «Ni Papa, ni Emperador», como bien dijo
François R. Sea: por la presente, firmo a tu lado, orgullosamente. Tuyo».
• ÚLTIMA HORA. 11:30. Marc Fumaroli llamó a mi asistente, Rose-Marie Bognar. Ella me escribe un
mensaje de texto: «Él le agradece y le hace saber que está muy honrado por su enfoque hacia él».
Luego sigue la descripción del pesado tratamiento que el académico está experimentando
actualmente por una enfermedad grave. «Por lo tanto, lamenta no poder dedicarse a otra cosa que no
sea su convalecencia por el momento. Este hombre conmovedor me dijo «hasta pronto»». La
exquisita cortesía de este Maestro de estudios literarios me era conocida, y también su enfermedad,
de la que François Regnault me habló ayer por la tarde. Ya que Marc Fumaroli aprueba el proyecto
de una conversación con él sin poder participar por el momento, es muy sencillo: se llevará a cabo a
su alrededor in absentia, anunciando la que tendremos con él cuando acabe su convalecencia con los
mejores resultados, espero. ¿Antoine Compagnon querrá estar con nosotros? Sería un gran placer
para mí encontrarlo en su gloria después de haber frecuentado al joven politécnico desterrado que era
a principios de los setenta. Idealmente, nuestra Conversación Fumaroli se llevaría a cabo a mediados
de septiembre, pero la desplazaré gustosamente en función de la agenda ciertamente cargada del
profesor Compagnon. Ahora queda por encontrar cómo enviarle esta invitación.
46
Querida Pascale Fari, usted tiene razón. Yo detesto también esa expresión,
«hitlero-trotskista». La retiro inmediatamente.
¿Cómo es qué tal expresión ha venido a derrapar en los encabezados de
Lacan Quotidien? Los tres especialistas en ciencias trotskistas que se
pusieron de acuerdo conmigo juzgaron adecuado utilizar la diatriba «hitlero-
trotskista». Con ese ímpetu, puse esa palabra horrible como título de la
rúbrica. La retiro gracias a usted. Ahora será: «Controversia sobre el
trotskismo».
¿Será muy extensa? No serán los tres cerberos quienes la alimentarán.
Crearon un sindicato de tres y tardaron cinco semanas en comunicarme su
«ira», palabra de Plenel. Ni siquiera un acuse de recibo desde que les
respondí.
No, pero comunicaron su texto a Fabienne Servan-Schreiber, quien con
gusto lo difundió a todos los niveles gracias a sus contactos, lo mejor de
París, con el título: «Hitlero-trotskista: hechos contra delirios de un sombrío
pasado». ¡Fabienne! A quien conozco, quien me conoce, que es una buena
amiga de Dominique Miller y de Gérard Miller. Yo la consideraba como una
fabiusienne de primer rango, con Henri Weber, su marido. Pero Henri es
también un antiguo de la Liga (LCR) e incluso antiguo alter ego del
arrepentido Daniel Bensaïd, convertido en un gran teórico trotskista. Me
gusta que seamos fieles a nuestros amigos.
Le pido a la estimada Fabienne señalar a sus contactos que mi respuesta al
texto que ella difunde está en línea en La Règle du jeu. Mi mail es del viernes
hacia las 14:00 h. Le he vuelto a dar mi número de móvil por si acaso. Hoy es
martes, 6 de junio, 17:00 h. Nada. Silencio absoluto. Plenel y el trío también
recibieron el mail.
Entonces, este fino equipo me ignora o le importo muy poco. En todo caso,
no quieren o no pueden pelear limpiamente. De esa manera, son «personas
respetables», siempre Plenel dixit.
No quiero quedar fijado en ese asunto fastidioso. No son interlocutores
para mí, no lo quieren ser. Y bien, que se hablen y se feliciten entre ellos,
Asinus asinum, en el seno de esta bella y amistosa transpartisana que se
reveló en esta ocasión.
Mantengo la rúbrica para los que quieran testimoniar sobre su experiencia
del trotskismo, para bien o para mal, o de través.
47
Jacques Rancière
En quel temps vivons-nous ?
Conversation avec Éric Hazan2
La Fabrique, París, 2017
80 pp., 10 €
ŽIŽEK Y YO1
¿Terminará el psicoanálisis por rendir las armas ante los impasses crecientes
de nuestra civilización, como Lacan lamentaba un día de desánimo o de
cólera cuando los notables de su Escuela, la Escuela Freudiana de París,
rechazaron respaldar su «Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el
psicoanalista de la Escuela»? Es algo que no está escrito.
Las escuelas del Campo Freudiano son desde hace tiempo lo que Lacan
deseaba que fueran: refugios contra el malestar en la civilización. Desde que
las instancias responsables de la Escuela de la Causa Freudiana, conducidas
por su presidenta, Christiane Alberti, y las de la UFORCA, a pedido mío, han
adoptado con entusiasmo mi propuesta de tomar posición pública 1) contra
Marine Le Pen y su partido, 2) y por la democracia y el Estado de derecho, y
que la gran mayoría de los miembros se han lanzado con energía a una
campaña nacional de foros republicanos y anti-Le Pen, se ve mejor cómo la
ECF, flanqueada por sus satélites, UFORCA, ACF y CPCT, podrá
convertirse en lo que, en el momento de crear su Escuela, Lacan llamaba con
una energía que daba testimonio, según mi opinión, del mejor espíritu
guerrero de la nación francesa, «una base de operación» que apuntaba a la
vez a reconquistar el Campo Freudiano sobre la IPA y a triunfar sobre los
impasses de la civilización que amenazan la existencia misma del
psicoanálisis.
La atención dirigida desde el 1 de marzo de este año hacia el combate
político en Francia no me ha hecho olvidar, sin embargo, que hoy, gracias al
esfuerzo continuado de varias generaciones de analistas, no hay una Escuela,
sino siete: la ECF, la EOL, la EBP, la ELP, la SLP, la NLS y, última en
nacer, la NEL.
Una vez que Macron ha sido elegido el 7 de mayo —y reducida enseguida
una revuelta local y subalterna venida de la EOL que desempeñaba, de hecho,
el mismo papel que la algarada de los notables en 1967, es decir, obstaculizar
el movimiento hacia delante—, he pensado que convenía transferir a escala
mundial las lecciones de la experiencia francesa. Con mayor razón he creado
el 14 de mayo pasado «la movida Zadig», ZERO ABJECTION DEMOCRATIC
INTERNATIONAL GROUP.
Este domingo, 11 de junio, al siguiente de la conversación organizada en la
EOL por su Consejo bajo la dirección esclarecida de su presidente, Gustavo
Stiglitz, puedo anunciar que el Campo Freudiano en su conjunto se ha
sumado desde ahora a Zadig.
La red política lacaniana mundial no se confundirá con la AMP ni con sus
Escuelas, constituye más bien una extensión suya al nivel de la opinión. En
calidad de tal, se beneficiará en todas partes del apoyo de nuestras
instituciones y formará parte del Campo Freudiano en el sentido amplio del
término. En cuanto a los procedimientos de Zadig y a las causas que
defenderá a escala nacional y transnacional, está todo por inventar. Nuestra
iniciativa respecto de la crisis venezolana y de la petición Pasolini es un
comienzo. En el marco fijado por mis primeras decisiones, ¡campo libre a las
iniciativas!
Así pues: «Campo Freudiano, año cero». Todo vuelve a comenzar, sin ser
destruido, para ser llevado a un nivel superior. Por un efecto retroactivo,
capto ahora por qué había interrumpido mi curso en el año 2011.
Era la consecuencia de la caída de mi transferencia con el Campo
Freudiano, inducida por el sentimiento de fracaso que me embargaba después
de haber tenido que constatar que el conjunto de los miembros de la ECF se
habían sumado al Proyecto Freda, que se proponía sustituir el modelo de
Escuela promovido por Lacan por el de una asociación de psicoterapeutas
ocupada en ir a la caza de las subvenciones y sometida a los impulsos de una
asociación, la Asociación Aurora, conocida por sumarse con su dinero a las
instrucciones del Ministerio de Sanidad. Este proyecto de liquidación estaba a
punto de llevarse a cabo cuando solo yo me interpuse.
Por lo demás, el Campo Freudiano parecía haber alcanzado en el año 2011
su nec plus ultra. Me veía yo mismo prisionero del mundo que había creado,
este Campo Freudiano regido por los algoritmos que yo le había
proporcionado y funcionando sin mí, tal como yo había deseado. No me
quedaba más que seguir pedaleando en mi curso hasta la muerte. La
maldición del «práctico inerte» (Sartre) me caía encima. La detención de mi
curso sempiterno se me aparece hoy como un esfuerzo desesperado para
escapar a la petrificación y reconectar con lo real de la vida.
Se ha girado la página. JAM 2 retomará el curso de JAM 1 bajo una forma
renovada. Mi idea es enlazar a partir de ahora con mi trabajo el de diversos
colectivos del Campo Freudiano que se propondrán voluntariamente.
Está ya aceptado que esto se realizará en Italia bajo la forma del Seminario
de Política Lacaniana, que codirigiré en Turín con Rosa Elena Manzetti el 8
de julio próximo, después en Roma, Bolonia y Milán, con Di Ciaccia, la
pareja Francesconi y Mazzotti, y Focchi. Será el Seminario Punto de capitón,
que he decidido iniciar a partir del 24 de junio próximo en París, y que será
filmado para que esté online. Será en Buenos Aires el Seminario Clipol
(clínica y política), que propongo a la aprobación de los colegas argentinos y
que se realizará en diciembre para recibir un doctorado universitario honoris
causa por iniciativa de Osvaldo Delgado, a quien doy las gracias. En otros
lugares del Campo Freudiano, todo está abierto.
Haré un balance durante la próxima semana sobre las redes Zadig creadas o
en formación en el mundo, sobre la red llamada Canal del 1, sobre el
programa de los seminarios de París y de Turín. Etc.
Estaba con mi amiga Mireille Cardot —Lacan hizo una mueca sobre su
nombre cuando se la presenté— cuando Lacan leyó en junio de 1964, ante
menos de cien personas reunidas en el salón de Sylvia en el número 3, rue de
Lille, su «Nota adjunta» al Acto de Fundación. Después de haber hablado del
«comité de acogida llamado Cardo», dijo lo siguiente, que sigue siendo en mi
opinión una apuesta mayor: «El éxito de la Escuela se medirá con la
publicación de trabajos que sean admisibles en su lugar».
Se trata de esto con este Seminario desmultiplicado: inscribir para siempre
la enseñanza de Lacan en el discurso universal.
50
JACQUES-ALAIN MILLER
Mi texto del domingo pasado, «Campo Freudiano año cero», fue bien
recibido. Creo que se agujereó «lo práctico inerte». El Campo Freudiano va a
entrar en fusión. Contrariamente al refrán valdense, hay fuego en el lago.
Sin embargo, hace falta recordar que, a nivel del sujeto, no hay «para
todos». Cada uno vivirá el acontecimiento en función de su «temperamento»,
hubiera dicho Hipócrates, palabra más elegante quizá que la expresión más
lacaniana de «constitución subjetiva».
Los psicólogos Chess y Davidson, en sus artículos de referencia,
respectivamente, «Temperament: Theory and Clinical Practice» (1997) y
«Psychosocial Issues Affecting Social Participation» (2005), distinguen, por
ejemplo, sujetos «slow to warm up» («lentos en arrancar»). Otros, por el
contrario, están listos. Otros se inquietan, se retractan, incluso se angustian.
Algunos, émulos del avestruz, se persuaden de que no pasa nada.
Ciertamente, es preferible para la movida que el número de rápidos exceda
al de lentos, pero no sería necesario que el ser de yesca se vuelva el yo ideal
de los habitantes del Campo Freudiano. Colegas enamorados de su soledad,
desconfiados, prudentes, incluso un poco perezosos, tienen su lugar en el
conjunto que formamos. ¿El Campo Freudiano no está hecho acaso de
dispersos descabalados, según la expresión de Lacan? Es buena política
saberlo y tenerlo en cuenta.
Reservas, reticencias, las resistencias son inevitables e incluso bienvenidas.
Immanuel Kant, que no es para nada el tonto que creía Péguy, escribió sobre
la cuestión algunas líneas para recordar en la introducción a la primera
edición de su Crítica de la razón pura:
La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse
que volaría mucho mejor en un espacio vacío. De esta misma forma abandonó Platón el mundo de
los sentidos, por poner tan numerosos obstáculos al entendimiento. Platón se atrevió a ir más allá de
ellos, volando en el espacio vacío de la razón pura por medio de las alas de las ideas.2
Se piense lo que se piense de la política de Kant, y Hegel no pensaba bien de
ella, un kantiano no hubiera caído jamás como Platón en las redes de los
tiranos de Siracusa. No es en vano que un amo imaginario como Alain
Badiou se dice platónico cuando expone una política despreciando a priori
todos los hechos (¡La hipótesis comunista!). Pero dejemos esto.
Paso a las novedades recibidas anoche y esta mañana. Las enumero, después
las doy a leer.
BRASIL: Saludo con reconocimiento la declaración del directorio de la EBP,
que facilitará la implantación de Zadig en el país continente, y me alienta a
proseguir en la misma línea. Sigue la carta muy precisa de Jesús Santiago,
que muestra la progresión de Zadig. Proyecto de foro anticorrupción el 18 de
agosto en São Paulo.
TURÍN: Está confirmada la realización del Primer Foro Europeo del Campo
freudiano. Tendrá lugar el 18 de noviembre en el aula magna del Campus
Einaudi de la Universidad de Turín. Título: «Deseos decididos para la
democracia en Europa». Rosa Elena Manzetti y yo establecemos el programa.
VIENA: Foro Zadig previsto para el 8 o el 9 de septiembre. Organizadores:
Gil Caroz y Avi Rubnicki. El presidente de la República Alexander Van der
Bellen se comprometió a escribir un mensaje dirigido a los participantes.
Estaré allí, así como la presidenta de la NLS, Lilia Mahjoub.
ESPAÑA: Joaquín Caretti Ríos me hizo llegar la «convocatoria a la
presentación de la red Zadig-España y su grupo madrileño» (texto publicado
en Cotidiano).
ITALIA: He recibido una carta de la colega Laura Freni de Catania, que he
respondido. Espero su autorización para dar a conocer nuestro intercambio.
TEL-AVIV: Nuestra colega Susanna Huler comienza unas Conversaciones en
el espíritu República de las Letras con el nombre de Shakla Vetaria (
, expresión de la Guemará que significa en arameo: «Dar y
tomar»). Véase su carta sobre la conversación realizada anoche.
GINEBRA: Mis amigos François Ansermet, Alain Grosrichard, Charles Méla
y yo hemos creado la Sociedad del Fondo del Lago, que va a realizar una
conversación con el mismo espíritu cuando nos pongamos de acuerdo sobre
un tema y sobre los participantes.
GANTE: Anne Lysy me escribió el 2 de junio: «[...] después de consulta y
brainstorming intenso por mail con Geert Hoornaert, Lieven Jonckheere,
Nathalie Laceur, y test con Alexandre Stevens, propongo: Salon Hjeronimus
B. Referencia al Bosco —no sin vínculo con Erasmo, herético a su manera—.
Hay que evitar toda referencia histórica que sea tomada por los movimientos
o publicaciones muy católicos y/o «flamencos», hay muchas (Mercator,
etc.)».
LILLE: Sophie Simon, de Lille, me hace saber que se había anticipado desde
hace tiempo a la República de las Letras que he propuesto.
PARÍS: Varias iniciativas, que voy a exponer mañana.
Una última palabra sobre la ilustración inicial de este artículo [que aparece en
el Lacan Quotidien, núm. 721]. Se trata de un dibujo de Charles Le Brun que
representa las cuatro complexiones o temperamentos del hombre. Este dibujo
forma parte de un conjunto de dibujos preparatorios a la ejecución de la
famosa Grande Commande de Luis XIV para estatuas destinadas al parque de
Versalles. Excelente artículo de Wikipedia sobre el tema.
Arriba a la izquierda, luego en el sentido de las agujas del reloj:
El Colérico, estatua de Jacques Houzeau. Este temperamento está
representado por el impulso de un hombre que está por saltar hacia delante,
con el brazo levantado. Detrás de él, un león está también por saltar, con las
patas delanteras levantadas, sostenido por un tronco de árbol. © Creative
Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported, 2.5 Generic, 2.0 Generic and
1.0 Generic license.
ARGENTINA: Zadig tiene allí el subtítulo «Red de Incidencia Política». Esta red
cuenta actualmente con dos «nudos», la libertad del deseo y política-
extimidad.
BRASIL: Zadig está constituido a partir de ahora con el nombre Doces &
Bárbaros (Dulces y bárbaros). Primer foro el 18 de agosto en São Paulo.
RUSIA: Se proyecta un foro en Moscú, que podría realizarse antes de fin de
año.
PARÍS: Philippe Bénichou me hace saber la existencia del colectivo Teatro y
Psicoanálisis que trabaja en el espíritu «República de las Letras».
ANUARIO DE LAS REVISTAS: Sería útil una lista de las revistas que se publican
en el Campo Freudiano. Paola Bolgiani, por otra parte, presidenta de la SLP,
aceptó encargarse de esta tarea. Las revistas que deseen figurar en esta lista,
que será publicada, contactarán con Paola.
LA PRENSA: hace días que no leo nada la prensa; el tiempo que yo habría
consagrado a ese placer se fue en la preocupación por el Campo Freudiano.
Abogando por una especie de psicoanalista ciudadano, yo mismo no sirvo de
ejemplo. El domingo pude picotear aquí y allá.
THERESA MAY sufrió un revés en las últimas elecciones. A este respecto,
Fintan O’Toole, cronista de The Irish Times, toma el pelo a los ingleses (los
ingleses estrictamente hablando, no los británicos) en el New York Times del
fin de semana: «Are the English fit to govern themselves?». Estigmatiza el
nacionalismo inglés como «incoherent, inarticulate and immature». Esta
corriente estaba allí desde siempre, dice, pero subterránea, al estar disimulada
por dos poderosos edificios, el Imperio británico y el Reino Unido. Ahora
que el Imperio no existe y que Escocia y el Ulster amenazan con largarse,
«English nationalism has flooded to the surface with great destructive force».
En el Parlamento, el gobierno de Theresa May dependerá de los votos del
Democratic Unionist Party, que es «like a ghost from Britain’s past: tribally
sectarian, animated by flag-waving chauvinism and militantly Protestant
(which, according to its theology, means opposing same-sex marriage and
abortion and favoring the teaching of creationism in schools)».
En Le Figaro magazine, Alexandre Devecchio interpreta el deseo de
MICHEL ONFRAY: «Durante las últimas legislativas, las categorías populares,
huérfanas, se refugiaron en la abstención. Como en el año 494 a. C., durante
la secesión de los plebeyos, cuando los ciudadanos pobres de Roma dejaron
la ciudad y se retiraron a la colina del Aventino. Después de eso, se crearon
los tribunos de la plebe, encargados de defender al pueblo. En la Francia de
los vencedores, no hay político que represente a los humildes, que comparta
las cóleras y que cure las heridas de la Francia silenciosa. Onfray querría ser
el altavoz de esa Francia».
La analogía histórica me parece oportuna. Solo subrayo que Le Figaro
quizá tenía menos simpatía por ese tribunado cuando era ejercido por un
Partido Comunista capaz de constituir contrasociedad. El hedonista de Caen
también creó su contrasociedad en su provincia, pero solo es folclórica.
Dicho esto, el tribunado es un órgano de pleno ejercicio del poder que
impugna. Es la sal de la respuesta que me daba Lacan en «Televisión»:
«Cargar con la miseria, como usted dice, es entrar en el discurso que la
condiciona, aunque no sea más que a título de protesta» (Otros escritos, p.
543).
En la misma revista, ÉRIC ZEMMOUR subraya que el debate público ha sido
sesgado por los medios: «Los temas que interesan a la Francia periférica
fueron cuidadosamente ignorados, ocultados, desdeñados [el ritmo ternario es
bien visto, sin duda, entre los editorialistas]. No se habló de inmigración, de
islam, de laicidad. Sobre todo, no se habló de identidad de Francia. Menos
aún de las oleadas de migrantes que en este momento rompen contra las
costas italianas». Esto es justo, a condición de destacar también que los
medios hicieron la vista gorda sobre la filiación del Frente Nacional, de tal
modo que contribuyeron poderosamente a su desdemonización. El tema
antifascista solo reapareció al final de la campaña.
«El bloque burgués favorable a la mundialización, a la “apertura” y a
Europa que eligió a Macron, recuperó el dominio total del debate ideológico
y político». En suma, Zemmour es, como Onfray, candidato a ser tribuno de
la plebe.
Retoma, in fine, la tesis que ya había presentado la semana pasada: «Una
vez más, el momento Macron nos devuelve al de 1830, cuando el sufragio
universal era rechazado por burgueses que desconfiaban de las “clases
peligrosas”. Enriquézcanse, les aconsejaba Guizot». Sí, Zemmour piensa en
el libro —notable, debo decir— de Pierre Rosanvallon sobre Le moment
Guizot. Macron ya lanzó su «Enriquézcanse». Fue el 7 de enero pasado en
Les Échos, y de inmediato la frase dio que hablar: «Hacen falta jóvenes
franceses que tengan ganas de convertirse en multimillonarios».
¿Macron? Este hombre tiene algo de Luis Felipe. Consideran vacío su
discurso: de hecho, es color término medio. Lógicamente, hay que
preguntarse: ¿para cuándo la masacre de la rue Transnonain? Mutatis
mutandis, podría ser con motivo de la reforma del Código Laboral, pero es un
poco pronto. Hubo que esperar cuatro años después de 1830 para que el
poder estuviera en condiciones de reprimir y acabar de una buena vez con los
movimientos populares. ¿Y quién será el Daumier del «momento Macron»?
Confiando en conversaciones que tuve con Foucault cuando lo acompañaba
a husmear en los archivos del Fonds Charcot en el hospital de la Pitié-
Salpêtrière, puedo decir que él, que tan bien reconstituyó la instauración de
las «disciplinas» bajo Luis Felipe, conservaba también gran admiración por la
amplitud y lucidez del trabajo administrativo consumado por la Monarquía de
Julio, que completaba lo que había iniciado Bonaparte como primer cónsul.
La ambición no mediocre del joven presidente es, sin duda, esa: colocar las
bases políticas, institucionales y administrativas de la Francia del siglo XXI.
Es cierto que «el querido y viejo país» no podría satisfacerse con una
inyección de bótox. Necesita recuperar la salud para adquirir un lugar
honorable en la mundialización. Esta, como el complot para proporcionarle
élites sin arraigo, es la consecuencia del discurso universalizante de la
ciencia. Los nostálgicos del «mundo que perdimos» (Peter Laslett) no tienen
salida, salvo que cifren sus esperanzas en el katechon, cuyo nombre y noción
Carl Schmitt tomó de san Pablo, «el elemento retardador», el freno, que
obstaculiza el advenimiento del Anticristo.
Como buen stendhaliano, comparto los sentimientos que en septiembre de
2016 Emmanuel Macron refería en el seminario Challenges: «Tengo mucha
admiración por el Código Civil que fue elaborado por un equipo de
monárquicos, de revolucionarios moderados y de bonapartistas». Pero
también comparto los sentimientos de Stendhal para con la Monarquía de
Julio (véase Lucien Leuwen).
Elisabeth Lévy me había asesinado [assassiné] o vilipendiado [assaisonné]
al final de su editorial del mes pasado. Tuvo la malicia de desplegar este mes
la alfombra roja de su revista mensual, Causeur, ante los pasos de JEAN-
CLAUDE MILNER, saludado como el detentador de un «pensamiento complejo»;
la cabeza y la mano de este, en una pose a la vez dubitativa y altiva, aparecen
fotografiadas a página completa, mientras que la entrevista propiamente dicha
ocupa cinco. Conclusión del intercambio:
CAUSEUR: Concluyamos esta entrevista mediante una pregunta algo maliciosa. Nos sorprendió verlo en
esos cenáculos antifascistas que llamaban a votar a Macron cuando todo el mundo sabía que él iba a
ganar...
MILNER: Quise reaccionar a lo que noté como una deriva grave de parte de Marine Le Pen acerca de la
relación entre derechos del hombre y derechos del ciudadano. Soy un miembro de la pequeña
burguesía intelectual que habla a miembros de la burguesía intelectual. Me pareció importante
porque esta clase social tuvo un papel político decisivo en la historia política de Francia: en especial,
aportó el anticolonialismo, con Sartre o Fanon. Y me impacta la afonía que afecta progresivamente a
la pequeña burguesía intelectual desde 1981. La elección de Mitterrand la dejó prácticamente afásica,
porque estaba en el poder. Consideré que no había que dejar pasar esta ocasión. Por lo demás, todo lo
que usted dice es cierto: cuando la gente no habla durante mucho tiempo, ¡su primera palabra suena
muy ronca!
DAUMIER
Le bourreau m’a embrassé [baiser dice la traducción de Circé, pero en el sentido de «besar», «dar un
beso», «morrear»]
Et m’a donné du thé et un kalatch (pequeño pan en forma de candado).
Et moi en embrassant le bourreau
Je n’ai pas touché son kalatch.
En ruso hay una expresión con kalatch que se podría traducir literalmente por «es un kalatch
correoso», que quiere decir «no es un principiante», «está curtido» (no es en absoluto la expresión
empleada aquí, pero lo indico).
En el último verso, el verbo empleado significa «tocar», en el sentido de tocar algo, pero también en
el sentido de «enternecer», «conmover» o en el sentido de «atacar», por ejemplo para decir que las
hojas de un árbol están atacadas por el frío, o que un queso está atacado por el moho. Y en un registro
más literario, el verbo tiene el sentido de «disminuir», «ceder».
9. Baiser: «besar», también, «joder».
10. Embrasser: «abrazar», «besar».
11. Dostoyevski, F., Los hermanos Karamázov, Bruguera, Barcelona, 1983, pp. 300-301.
12. Góngora, L. de, «A don Francisco de Quevedo», Sonetos, Cátedra, Madrid, 2019, p. 954.
13. Leopardi, G., Cantos, Cátedra, Madrid, 2019. Texto traducido por M.ª de la Nieves Muñiz:
«¿Recuerdas todavía / de tu vida mortal, Silvia, el momento / cuando beldad fulgía / en tus ojos rientes
y fugaces, / y alegre y pensativa, / los umbrales de juventud subías?».
14. Ibid.: «Oh, natura, oh, natura, / ¿por qué no cumples luego / lo que ayer prometías?, ¿por qué
tanto / a tus hijos engañas».
1. Cf. Beatie, T., Labor of Love: The Story of One Man’s Extraordinary Pregnancy, Seal Press,
Berkeley, 2009.
2. Joyce, J., Ulises, Lumen, Barcelona, 2010, p. 555.
3. Tema compuesto por Gilbert Bécaud y Jacques Pills para Édith Piaf.
4. Baudelaire, C., Las flores del mal, Hiperión, Madrid, 2016, pp. 201-205; ed. bilingüe. Texto
traducido por Jesús Munárriz.
5. Beckett, S., Fin de partida, Tusquets, Barcelona, 2006, p. 238.
6. RA, por «reproducción asistida», son las siglas que corresponden al término en francés PMA,
procréation médicalement assistée.
7. Institut Français d’Opinion Publique.
8. GS, por «gestación subrogada», correspondiente a las siglas GPA en francés, gestation pour
autrui.
9. Mouvement démocrate.
10. Pacte civil de solidarité.
11. Comité Consultatif National d’Éthique.
12. LGBT en francés.
13. Lacan, J., «Alocución sobre las psicosis del niño», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p.
389.
14. Ibid.
15. Lacan, J., «El atolondradicho», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 480.
16. Lacan, J., «Joyce, el Síntoma», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 594. La traducción
establecida es: «La tentativa sin esperanza que hace la sociedad para que LOM no tenga solamente un
cuerpo...».
17. En castellano corresponde a la madre donante.
18. En francés, mer, «mar», y mère, «madre», son homófonas.
1. Transcripción, traducción, establecimiento y revisión del texto por Sophie Ronsin, Claudia Vilela,
Gabriela Camaly, Daniela Fernández y Graciela Brodsky. Publicada en español en la revista
Lacaniana, núm. 23.
2. Mallarmé, S., «Don del poema», Obra poética I, Hiperión, Madrid, 1981, p. 69. Texto traducido
por R. Silva-Santisteban.
3. Kennedy, J. F., Perfiles de coraje, Plaza & Janés, Buenos Aires, 1964.
4. Valéry, P., El cementerio marino, Alianza, Madrid, 1967, p. 41. Texto traducido por Jorge
Guillén.
1. Transcripción, traducción, establecimiento y revisión del texto por Claudia Vilela, Daniela
Fernández y Graciela Brodsky. Publicada en español en la revista Lacaniana, núm. 23, revisada por
Luis Alba Rodríguez y Andrés Borderías.
2. Chesterton, G. K., Herejes, Acantilado, Barcelona, 2007.
3. Chesterton, G. K., Ortodoxia, Acantilado, Barcelona, 2013.
4. Traducida al castellano por Miquel Bassols. Publicada en la revista Uno por Uno, núm. 46 (1998).
5. Heidegger, M., El ser y el tiempo, FCE, Madrid, 1991.
1. Publicado originalmente en Le Monde, 12 de marzo de 2017, disponible en:
http://www.lemonde.fr/idees/article/2017/03/12/les-ruses-du-diable_50932 26_3232.html, como
respuesta al artículo de opinión de Gérard Miller publicado en el mismo periódico el 9 de marzo de
2017, disponible aquí: http://abonnes.le monde.fr/idees/article/2017/03/08/gerard-miller-est-il-encore-
permis-de-votera-gauche-quand-on-est-de-gauche_5091020_3232.html. Texto traducido por Luis Alba
Rodríguez.
2. Acrónimo de bourgeoisi bohême. (Nota del revisor.)
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 632, 13 de marzo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Texto original publicado en francés en Lacan Quotidien, núm. 634, el 16 de marzo de 2017,
disponible en: http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/ uploads/2017/03/LQ-634.pdf. Texto
traducido por Luis Alba Rodríguez.
2. Alusión al poema de Louis Aragon «La rosa y la reseda» (1943), que convocaba a la unidad en la
Resistencia, más allá de los desacuerdos políticos y religiosos. El verso que sigue pertenece al poema
«Front rouge», que abre su libro de 1931 Persecuté, Persecuteur, una llamada a la violencia política
que lo llevó a ser encausado. Tomado de un artículo de A. J. Domínguez en la página de Mundo
Obrero. (Nota conjunta de la traductora y el revisor.)
3. Mi cita del Comité de Vigilancia fue tomada del sitio lesmaterialistes.com. (N. del a.)
4. Alusión al título del reciente libro colectivo Claude Lanzmann: un voyant dans le siècle, publicado
en marzo de 2017 por la editorial Gallimard, bajo la dirección de Juliette Simont.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 637, 21 de marzo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. Cons, «tontos»; sommés, «sumados». Los tontunidos. (Nota del revisor.)
3. En el original, Fripes, et fripons. La ironía propiciada por la homofonía se pierde con la
traducción.
4. Verso del poema «El albatros», perteneciente a Las flores del mal, de C. Baudelaire.
5. Directorio. Penúltima forma de gobierno (1795-1799) adoptada por la Primera República francesa.
6. Versos del poema «El heautontimoroumenos» («El verdugo de sí mismo»), de la obra citada de
Baudelaire.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 639, 22 de marzo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. En castellano en el original.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 641, 25 de marzo de 2017. Texto traducido por
Silvia Baudini y revisado por Luis Alba Rodríguez. L’Actu es un periódico que aparece seis días por
semana y está destinado a los adolescentes desde los trece años. Tiene ocho páginas para «diez minutos
de lectura por día». L’Actu es editado por PlayBac, que publica también Le Petit Quotidien, para niños
de seis a diez años, y Mon quotidien, para niños de entre diez y trece años.
2. Muckraker es, en inglés, el nombre con el que se conoce al periodista o grupo semiorganizado de
periodistas o escritores estadounidenses que, a comienzos del siglo xx, se dedicaron a denunciar
públicamente la corrupción política, la explotación laboral y una serie de abusos, inmoralidades y
trapos sucios de personajes e instituciones de la época. En inglés significa «removedor de basura».
3. Los abogados del canon, teólogos y estudiosos se encontrarán en París durante dos semanas para
discutir un tema que nunca ha sido tratado en una conferencia católica anteriormente: cómo deponer a
un papa hereje.
4. Les Incorruptibles, título en francés de la serie The Untouchables (Los intocables), y apodo de
Robespierre.
5. Es una palabra alemana que designa el sentimiento de alegría creado por el sufrimiento o la
infelicidad del otro.
6. Film de Alfred Hitchcock de 1969 sobre la guerra fría.
7. Pamplinas, nombre popular de Buster Keaton.
1. Publicado originalmente en scalpsite.wordpress.com: https://scalpsite.
wordpress.com/2017/03/27/h-castanet-et-j-a-miller-sur-le-tweet-de-gilbertcollard-du-18-mars/. Texto
traducido por Andrés Borderías.
2. Pudeur de gazelle es una expresión rara en la lengua francesa, utilizada por J. L. Mélenchon en un
debate televisivo el 20 de marzo de 2017, que podría traducirse como «pudor virginal». Véase:
http://www.leparisien.fr/elections/presidentielle/ pudeur-de-gazelle-on-est-remonte-aux-origines-de-l-
expression-de-melenchon21-03-2017-6782004.php?
utm_campaign=mail_partage&utm_medium=social.
3. Juego de palabras: Canard au sange es un plato de comida; Le Canard enchâiné, una revista de
sátira política.
4. Angot, C. El incesto, Seix Barral, Barcelona, 2000.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núms. 645-646, 29 de marzo de 2017. Texto
traducido por Luis Alba Rodríguez y revisado por Andrés Borderías.
2. Nuit debout, también «noche en vela». Movimiento contra las políticas laborales del gobierno de
François Hollande.
3. Filou, «timador, granuja». Así se nombraba a Fillon, jugando con la fonética, en la prensa debido a
su imputación por malversación.
4. Distrito 93, Seine-Saint-Denis. Antiguo feudo del PCF. Considerado actualmente como «semillero
islamista», es el más pobre de la Francia metropolitana: 1,6 millones de personas con problemas
sociales endémicos muy graves. (Nota del revisor.)
5. Finky es Alain Finkielkraut. L’esprit de l’escalier expresión que «describe el acto de pensar en
una respuesta ingeniosa cuando es demasiado tarde para darla. Este fenómeno viene usualmente
acompañado de una sensación de pesar y arrepentimiento, una «conciencia intranquila». Fue acuñada
por Denis Diderot en su Paradoxe sur le comédien». (De Wikipedia.) (Nota del revisor.)
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 648, 1 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
2. En francés: poisson d’avril, «los tontos de abril, inocentada», equivalente al día de los Inocentes.
3. En francés, gardez-moi du gardon, juego de palabras.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 650, 4 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
1. Publicado originalmente en La Règle du jeu, el 10 de abril de 2017: https://
laregledujeu.org/2017/04/06/31075/debat-presidentielle-10-contre-1/. Texto traducido por Andrés
Borderías.
2. Cristo derisio. «El escarnio de Cristo» o «La burla de Cristo».
1. Publicado originalmente en scalpsite.wordpress.com, 7 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés borderías.
1. Publicado originalmente en el blog L’instant de voir, el 8 de abril de 2017:
https://scalpsite.wordpress.com/2017/04/08/journal-extime-7-de-jam/. Texto traducido por Luis Alba
Rodríguez.
2. Boyer, G., Rase campagne, J C Lattès, París, 2017, p. 261.
3. Jünger, E., Sur les falaises de marbre, Gallimard, L’Imaginaire, París, 1979, pp. 40-41. [Hay trad.
cast.: Sobre los acantilados de mármol, Tusquets, Barcelona, 2008.]
4. Referencia a Béatrix de Honoré de Balzac. (Nota del revisor.)
5. Novela de Pierre Loti. (Nota del revisor.)
6. Novela de Jean Giono. (Nota del revisor.)
7. Novela de Erckmann-Chatrian. (Nota del revisor.)
8. Donde redacto estas líneas no puedo encontrar la referencia exacta. Por el contrario, estoy seguro
de la exactitud de esta cita, habiéndola anotado en una libreta que no me abandona hace tiempo.
9. Marine Le Pen, el 8 de diciembre de 2016, citada en Leer antes de votar a Marine, Atlande, París,
marzo de 2017, p. 171.
10. Novela satírica de Gabriel Chevallier.
11. Cf. Pascal, B., Pensamientos; 139 (143-207).
12. Referido a una antigua historia china, Yukong Yishan, sobre un viejo que movió las montañas,
que dio título a una serie de doce documentales sobre la Revolución Cultural, Comment Yukong
déplaça les montagnes (1976), de Joris Ivens y Marceline Loridan Ivens.
13. Manchette, J.-P., Caza al asesino, Anagrama, Barcelona, 2015.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 655, 10 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 657, 13 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 659, 14 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. Las dos fotos que se comentan en este párrafo y el siguiente pueden verse en
http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/04/LQ-659.pdf
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 661, 15 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. Literalmente, trouducune, «agujero y alguna», o «ninguna».
3. Aproximadamente: «¡Sinceíble, sasomboso!».
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 662, 16 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Emitido en Radio Lacan, núm. 179, el 17 de abril de 2017. Texto transcrito y traducido por Silvia
Baudini, publicado en www.eol.org.ar, revisado por Laura Canedo y Enric Berenguer.
2. J.-A. Miller y otros, Conversaciones clínico-políticas, Gredos, Barcelona, 2013.
3. Borges, J. L., «Guayaquil», El informe de Brodie, Alianza/Emecé, Madrid, 1974, pp. 105-119.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 664, 19 de abril de 2017. Texto traducido por
Alejandro Willington y revisado por Laura Canedo.
2. Véase, supra, cap. 19, «Transmisión extraordinaria: J.-A. Miller en Radio Lacan».
3. Antiguos alumnos de la Escuela Normal Superior.
4. Esta foto puede verse en http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/ uploads/2017/04/LQ-
664.pdf.
5. Siglas de La manif pour tous.
6. Union pour un mouvement populaire.
7. AMDG (Asset Management Data Governance) es una sociedad de gestión certificada por la
Autorité des Marchés Financiers (AMF) y especializada en la gestión de fondos de inversión
inmobiliarios.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 665, 20 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 666, 21 de abril de 2017. Texto traducido por
Gerardo Arenas y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 666, 21 de abril de 2017. Texto traducido por
Gerardo Arenas y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 668, 22 de abril de 2017. Texto traducido por
Silvia Baudini y revisado por Laura Canedo.
2. Consejo Representativo de las Instituciones Judías.
3. En esgrima, los golpes de Jarnac se dan por sorpresa y son decisivos; erróneamente suelen
considerarse traicioneros.
4. L’halte tu sers à rien. Juego de palabras entre esta frase y el apellido Althusser, muy parecidos
fonéticamente.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 670, 23 de abril de 2017. Texto traducido por
Silvia Baudini y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 671, 25 de abril de 2017. Texto traducido por
Carmen Cuñat y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 671, 25 de abril de 2017. Texto traducido por
Carmen Cuñat y revisado por Joaquín Caretti.
2. Debido a que no se ha podido encontrar una traducción oficial en castellano de los versos de Saint-
Just, nos hemos permitido esta traducción.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 673, 27 de abril de 2017. Texto traducido por
Alba Alfaro y revisado por Joaquín Caretti.
2. Coco, expresión popular para referirse a los comunistas; cocus significa popularmente «cornudos».
3. «Tout le monde y pue / Y sent la charogne / Yaqu’le Grand Babu / Qui sent l’eau de Cologne».
4. Déatien en el original: «adepto a Déat» (Marcel Déat).
5. En español en el original.
6. Rempart.
7. Rouart, le roué Rouart, en el original.
8. Dégagisme, en el original. Degager: también «desaparición».
9. Famoso dulce francés.
10. Les Tontons flingueurs: película franco-germano-italiana, realizada por Georges Lautner en 1963.
En los países hispanohablantes fue estrenada con el título Mi tío tira tiros; o Gángster a la fuerza.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 676, 28 de abril de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
2. Gunfight at the OK Corral, película de John Sturges.
3. Véase la nota 3 en p. 303.
4. Juego de palabras: Mélenchon suena como mélangeons, «mezclemos».
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 678, 30 de abril de 2017. Texto traducido por
Gerardo Arenas y revisado por Joaquín Caretti.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 680, 1 de mayo de 2017. Texto traducido por
Carmen Cuñat y revisado por Joaquín Caretti.
2. Estas transcripciones se encuentran en el núm. 680 de Lacan Quotidien,
http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/05/LQ-680-1.pdf.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 683, 3 de mayo de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
2. La Redada del Velódromo de Invierno, organizada del 16 al 17 de julio de 1942, fue la redada más
importante realizada en Francia contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. A esta redada se
la conoce popularmente en francés como Rafle du vel d’hiv debido al nombre popular abreviado (Vel
d’hiv).
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 683, 3 de mayo de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 687, 5 de mayo de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 690, 8 de mayo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Enric Berenguer.
2. Linhart, Robert, De cadenas y de hombres, Siglo XXI, México, 1979.
1. Publicado originalmente en Lacan Cotidiano, suplemento especial de Lacan Quotidien, núm. 692,
9 de mayo de 2017.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 694, 12 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 700, 17 de mayo de 2017. Texto leído por el
autor en la versión francesa. Transcripción del texto por Jonathan Rotstein, Julia Gutiérrez, Mariana
Valenzuela, Gladys Martínez, Andrea Zelaya, Eduardo Scarone y Gabriela Medin (que también se han
ocupado de la coordinación y revisión). La edición en castellano es de Enric Berenguer y Margarita
Álvarez, y la coordinación, de Guy Briole.
2. Cf. Miller, J.-A., «Apertura de la Conferencia de Madrid», Lacan Quotidien, 695, 13 de mayo de
2017. J.-A. Miller comenta allí la expresión: «¡Que viene el Coco!».
3. Cf. Alemán, J., «Nota sobre Jacques-Alain Miller», Lacan Quotidien, 694, 12 de mayo de 2017.
4. Cf. Miller, J.-A., El diario éxtimo. Vigesimosegunda entrega, en este volumen.
5. Cf. Lacan, J., «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano», Escritos
2, México, Siglo XXI, 2009, p. 786.
6. Freud, S., Psicología de las masas y análisis del yo (1921), Obras Completas, vol. XVIII,
Amorrortu, Buenos Aires, 1984, p. 67.
7. Cf. Dessal, G., «Carta a JAM», Lacan Quotidien, 694, 12 de mayo de 2017.
8. Michaux, H., Un bárbaro en Asia (1933), Tusquets, col. Marginales, Barcelona, 1977.
9. Weil, S., «Nota sobre la supresión general de los partidos políticos», Escritos de Londres y últimas
cartas, Trotta Editorial, Madrid, 2000. Cf. Stevens, A., «22avril : le Forum européen SCALP de
Bruxelles», Lacan Quotidien, 672, 27 de abril de 2017.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 698, 17 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
2. Michel Foucault desarrolló el concepto de parresia como manera de discurso en el cual uno habla
abierta y sinceramente acerca de sí mismo o de las propias opiniones sin recurrir a la retórica, la
manipulación o la generalización.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 698, 17 de mayo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 701, 20 de mayo de 2017.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 706, 25 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
2. Igual que para mí, es la primera de tres. «1. Pensar por uno mismo. 2. Pensar poniéndose en el
lugar de cualquier otro. 3. Pensar siempre de acuerdo con uno mismo». (Kant, Critique du jugement,
pár. 40, p. 276 de la traducción de Alain Renaut, en Aubier, 1995). [N. del a.]
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 710, 30 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer. El título es una alusión al primer verso de «La siesta de un fauno», de Mallarmé:
«Querría perpetuar estas ninfas».
2. Véase en este volumen mi conferencia dictada el sábado en Turín, «Elogio de los herejes». (N. del
a.)
3. Cf., por ejemplo, el adagio de Erasmo, «Nosce tempus».
4. Hay versión castellana de ambos: Cuando Europa hablaba francés, Acantilado, Barcelona, 2015;
La República de las Letras, Acantilado, Barcelona, 2013.
5. Sobre la República de las Letras: del señor Fumaroli, su conferencia de 1992 sobre Nicolas
Peiresc; la obra que dirigió en 2005 en la editorial Alain Baudry sobre Les premiers siècles de la
République des Lettres [Los primeros siglos de la República de las Letras]; la colección que en la
misma editorial él dirige con Antoine Compagnon, consagrada a la correspondencia de Peiresc; su viva
polémica con Jean-Pierre Cavaillé. Cf., asimismo, las obras de Françoise Waquet, Le modèle français et
l’Italie savante. Conscience de soi et perception de l’autre dans la République des Lettres, 1660-1750
[El modelo francés y la Italia erudita. Conciencia de sí y percepción del otro en la República de las
Letras, 1660-1750], Roma, École française de Rome, 1989; y el útil compendio que ella compuso con
Hans Bots, La République des Lettres, Belin-de-Boeck, 1997.
6. Ocasión de citar dos libros ya viejos que adoro: de Anthony Grafton, Defenders of the Text. The
Traditions of Scholarship in an Age of Science, 1450-1800, Harvard UP, 1991, a leer con A Social
History of Truth. Civility and Science in Seventeenth-Century England, University of Chicago Press,
1994.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 711, 1 de junio de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 712, 2 de junio de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 715, 7 de junio de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 716, 9 de junio de 2017. Texto traducido por
Xavier Giner.
2. Hay traducción al castellano: ¿En qué tiempo vivimos? Conversación con Éric Hazan, Casus Belli,
2019.
3. Estas líneas ya estaban escritas cuando leí esta mañana la entrevista de Salman Rushdie publicada
en L’Obs de hoy, 8 de junio. «Estoy en desacuerdo fundamental —dice— con la gente de izquierda que
hace todo por disociar el fundamentalismo del islam» (p. 35). ¿Quién podría decirlo mejor que él? De
hecho, las democracias faltaron a todos sus deberes desde el día en que el imán Jomeini lanzó su fetua
contra Rushdie el 14 de febrero de 1989 (recuerdo la fecha, que es la de mi cumpleaños). Ha habido
que esperar veintiocho años para que la nuca de nuestros demócratas empezara a enderezarse. L’Obs,
que durante mucho tiempo ha sido el templo de los blandengues, parece que ha vuelto con ese número
a tener una columna vertebral. Véase el texto de Gilles Kepel, que le dice lo suyo a Olivier Roy, y el
reportaje de Vincent Monnier sobre los atentados de Londres. ¿Macron juega a Clemenceau? ¡Mejor!
Ojalá tenga el mismo éxito.
4. Rushdie: «Me siento cercano al despertar de la izquierda estadounidense. ¡Digamos! Porque
muchos de sus miembros no votaron el 8 de noviembre». ¿Durante cuánto tiempo todavía los campus
de Estado Unidos van a seguir a los intelectuales franceses abstencionistas que ponen a la izquierda
contra la pared? Apuesto a que un día Badiou, el amo imaginario, tendrá que responder de ello ante su
público del otro lado del Atlántico.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 717, 10 de junio de 2017. Texto traducido por
Xavier Giner.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 718, 11 de junio de 2017. Texto traducido por
Miquel Bassols.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núms. 719 (12 de junio de 2017) y 720 (14 de junio
de 2017). Textos traducidos por Fe Lacruz y Xavier Giner, y revisados por Xavier Giner.
2. Dziomba S., «Une erreur», Lacan Quotidien, núm. 684, 2 de mayo de 2017.
3. Cf. Corona P., «À mes sœurs», Lacan Quotidien, núm. 717, 10 de junio de 2017.
4. Cf. Broué M., Présumey V. y Stora B., «Hitléro-trotskyste », Mediapart.fr, 1 de junio de 2017,
retomado en Lacan Quotidien, núm. 712, 2 de junio de 2017, acerca de Miller J.-A., «El baile de los
lepenotrotskistas», en este volumen.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 721, 15 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Xavier Giner.
2. Kant, I., Crítica de la razón pura, Alfaguara, Madrid 1993, pp. 46-47.
3. Lautréamont, conde de, Obras completas, Argonauta, Buenos Aires, 2014, p. 288.
4. Ibid., p. 280.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 722, 16 de junio de 2017. Texto traducido por
Xavier Giner.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 723, 17 de junio de 2017. Texto traducido por
Fe Lacruz y revisado por Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 724, 20 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 725, 21 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 727, 24 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 731, 30 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 731, 30 de junio de 2017.
1. Publicado originalmente en Bitácora Lacaniana, núm. 6, 26 de junio de 2017. Entrevista hecha
por mail.
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