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http://dx.doi.org/10.5209/ASHF.59191
Sumario. 1. ¿El Kaspar Hauser de la filosofía? Acerca de la primera recepción de Schopenhauer más
allá del mito personal; 2. El orientalismo de Schopenhauer: un Buda en Occidente; 3. La falta de
originalidad filosófica: Schopenhauer como repetidor de Fichte y Schelling; 4. Una filosofía contraria
Universidad de Salamanca
1
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ORCID: 0000-0003-0827-4076
al espíritu hegeliano: la inversión de papeles entre razón y voluntad; 5. Los primeros discípulos; 6.
Conclusión; 7. Siglas utilizadas.
Cómo citar: del Estal Sánchez, H. (2018): “Ornithorhynchus Paradoxus: la recepción de la filosofía de
Arthur Schopenhauer entre 1818 y 1848”, en Revista Anales del Seminario de Historia de la Filosofía
35 (1), 127-156.
Una buena dosis de amor propio guió con acierto y espíritu premonitorio la pluma
de Schopenhauer cuando anotó en el recto de la hoja de cortesía de su ejemplar de la
primera edición de El mundo como voluntad y representación la siguiente sentencia
extraída del vigésimo aforismo del Oráculo Manual de Baltasar Gracián: «Y si este no
es su siglo, muchos otros lo seran [sic.]». Sin embargo, para la buena dicha del autor,
el deseo que inspiró estas palabras no libres de amargura fue consumado a tiempo: el
éxito literario, «la comedia de la fama» –en palabras del propio sabio de Frankfurt–
llegó en la última década de su vida. Con la llegada del ansiado reconocimiento, la
asunción de una cierta impostura acerca de las venturas y desventuras de su obra (ya
in nuce en todos los prólogos a sus obras posteriores a 1818, en su correspondencia y
en sus manuscritos) se convirtió en una constante de la historiografía sobre el autor:
«Los profesores de filosofía han hecho conmigo como Luis XIV con su hermano
gemelo, al que puso la máscara de hierro y lo encerró en la Bastilla» (HN IV.1,
291)2.
Ya en el alba de su fama, al muy acertado retrato de Arthur Schopenhauer como
un outsider de la filosofía académica se unió el relato de su camino al éxito como
la lucha de un Kaspar Hauser injustamente silenciado –imagen y discurso muy del
agrado del filósofo– y se inició, bajo la forma de la historiografía sobre el autor, la
construcción del monumento futuro pronosticado en los Versos desvergonzados 3,
cuya piedra angular fue colocada en 1849 por Julius Frauenstädt con la publicación
de Stimmen über Arthur Schopenhauer:
Es sabido que los grandes hombres en raras ocasiones son reconocidos por sus
contemporáneos. Pero como todo lo que ocurre es necesario, así esto también. Distintos
son los motivos que impiden a los contemporáneos reconocer a un grande que [con ellos]
coexiste, a un maestro, a un genio. Sin embargo, todo esto se debe a los dos [motivos]
siguientes: maldad y estupidez. A quien la estupidez, la incompetencia espiritual o
estrechez de miras, no impide reconocer a un gran hombre; la maldad, la envidia, la
2
Las obras, manuscritos y cartas de Arthur Schopenhauer se citarán siempre con siglas seguidas por la paginación
en números arábigos para el cuerpo de la obra y en números romanos en minúscula para los prólogos e
introducciones escritos por el propio Schopenhauer. En los casos que sea necesario, siguiendo inmediatamente
a las siglas, se indicará el volumen de la obra en números romanos. Asimismo los parágrafos y capítulos
se indicarán con el símbolo § y la abreviatura cap. respectivamente. La relación de las siglas con sus obras
correspondientes puede encontrarse en la bibliografía indicada al final del texto. Las traducciones de los textos,
a no ser que se indique lo contrario en una nota a pie de página, son del autor del artículo.
3
Arthur Schopenhauer compuso unos versos durante su viaje de 1819 por Italia. El último de ellos rezaba: «La
posterioridad me erigirá un monumento» (HN III, 9; P II, 695). En: Schopenhauer, A.: Parerga y Paralipómena
(Vol. II), trad. Pilar López de Santa María, Madrid, Trotta, 2009, p. 670.
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 129
Con este texto, más que con los prólogos redactados por Schopenhauer para sus
obras, nace el mito, persistente hasta la actualidad, de Schopenhauer como genio
absolutamente incomprendido y deliberadamente ignorado. Resulta sorprendente
que, a día de hoy, aún conservemos esta imagen en la mayoría de los estudios sobre
la recepción de Schopenhauer; más aún cuando el filósofo del pesimismo fue sin
duda alguna, desde su aclamación como «Káiser de la filosofía alemana», uno de los
pensadores europeos más influyentes desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la
Primera Guerra Mundial. Esto se debe fundamentalmente a que la inmensa mayoría
de los estudios de la recepción de la obra del autor se ha centrado en su influencia
sobre figuras individuales: en cualquier bibliografía más o menos extensa sobre el
sabio de Frankfurt encontraremos con suma facilidad monografías y artículos que
abordan la influencia de Schopenhauer sobre filósofos como Friedrich Nietzsche
o Ludwig Wittgenstein, sobre literatos como Thomas Mann o sobre artistas como
Richard Wagner 5; sin embargo, más difícil nos resultará dar con estudios que traten
con profundidad su recepción en el conjunto de los ambientes intelectuales de
su tiempo, y mucho más si el período al que quisiéramos aproximarnos es el del
presumido silencio sobre su obra 6.
Si bien es verdad que no podemos negar que el destino inicial de la obra
del filósofo del pesimismo fue el fracaso editorial, no es menos cierto que sería
incorrecto afirmar que ésta pasara absolutamente inadvertida ante los ojos de sus
contemporáneos o fuera silenciada por ellos. Podemos hablar de escasa repercusión,
pero en modo alguno de absoluto silencio. Por ello, este trabajo pretende contribuir
a la desmitificación del camino hacia la fama de Arthur Schopenhauer narrado por
aquella tradición “monumental” iniciada por Julius Frauenstädt mediante el análisis
de la recepción que se produjo de su filosofía en las tres décadas que abarcan desde
la publicación de su obra magna en 1818 hasta la Revolución de Marzo de 1848.
Más que la de un genio, la imagen que el público filosófico tenía de Arthur
Schopenhauer entre 1818 y 1848 era la de un ornamento filosófico y la de un ecléctico
con una gran capacidad literaria. El calificativo de adorno, de curiosidad, lo recibió
en 1840 de la mano de Karl Rosenkranz, quien en su Geschichte der Kant’schen
Philosophie sitúa la filosofía de Schopenhauer junto a las de Fichte y Herbart como
4
Frauenstädt, J.: «Stimmen über Arthur Schopenhauer», en: Blätter für literarische Unterhaltung, II, 277 (1849),
p. 1105.
5
Sobre este modo de tratar la recepción de Schopenhauer ha llamado recientemente la atención F. C. Beiser:
Weltschmerz. Pessimism in german philosophy, 1860-1900, Oxford, Oxford University Press, 2016, p. 15.
6
Entre los pocos estudios que abordan con un detalle suficiente la recepción de Schopenhauer en los años
anteriores a su éxito editorial, hemos de resaltar fundamentalmente: Hübscher, A.: «Schopenhauer in der
philosophischen Kritik», en: Schopenhauer-Jahrbuch, XLVII (1966), pp. 29-71 (a este período únicamente
están dedicadas las páginas 29-41); Gebhardt, C.: Schopenhauer und Brockhaus. Zur Zeitgeschichte der »Welt
als Wille und Vorstellung« (1929), Reimpr. Hamburgo, Severus Verlag, 2013, pp. 51-54, 60-77, 91-95; también:
Hübscher, A.: Denker gegen den Storm. Schopenhauer: Gestern-Heute-Morgen, Bonn, Bouvier, 1982, pp. 186-
191 y 224-238.
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7
Rosenkranz, K.: Geschichte der Kant’schen Philosophie, Leipzig, Leopold Voss, 1840, p. 481.
8
Friedrich Wilhelm Carové (1789-1852), proveniente de una familia comerciante italiana, fue un pensador
católico, jurista y filósofo de la religión que entró en contacto con la filosofía de Hegel y también con la
Naturphilosophie de Jakob Friedrich Fries en la Universidad de Heidelberg. En 1817 fue docente en Heidelberg
y Freiburg, y en 1819 en Breslau. Durante este espacio de tiempo promovió y patrocinó las asociaciones
estudiantiles. Tras una breve ocupación en la gestión de la Rhein-Oktroi en 1823, regresó a Heidelberg. Sus
escritos filosóficos, enfocados fundamentalmente a la reconciliación de catolicismo y filosofía, estaban en
muchas ocasiones entrelazados con sus aspiraciones políticas. El punto más álgido de su carrera política fue su
asistencia al Vorparlament de Frankfurt (1848); y el final de la misma la obtención del puesto de vicepresidente
en el primer congreso de paz parisino (1851).
9
Carové decidió usar este pseudónimo para responder a un artículo titulado «Jüngstes Gericht über Hegel’sche
Philosophie» aparecido en el segundo número del Der Pilot, allgemeine Reveue der einheimischen und
ausländischen Literatur- und Völkerzustände (mayo de 1841, pp. 283-285), firmado bajo el pseudónimo de
Spiritus lenis [por Theodor Mundt]. En él, Schopenhauer es celebrado como el definitivo erradicador de la
filosofía hegeliana (Cfr. Invernizzi, F.: Il pesimismo tedesco dell’Ottocento. Schopenhauer, Hartmann, Bahnsen
e Mainländer e i loro avversari, Florencia, La Nuova Italia, 1994, p. 50) y es definido como «el más grande
filósofo de la actualidad» (GBr, 197), según recoge el propio Schopenhauer en una carta dirigida a la editorial
Brockhaus fechada el 17 de mayo de 1843. Posteriormente, Schopenhauer se mostró especialmente irritado con
Carové, con quien había mantenido una relación amistosa, cuando descubrió que este católico hegeliano era el
autor de la reseña (Cfr. GBr, 347 y 349).
10
Spiritus asper [Carové, F. W.]: «1. Ueber den Willen in der Natur. 2. Die beiden Grundprobleme der Ethik», en:
Deutsche Jahrbücher der Wissenschaft und Kunst, IV, 8-13 (10-16 de julio de 1841), p. 29.
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 131
No hace falta recordar aquí el fracaso inicial ni el mal negocio que supuso
para F. A. Brockhaus la primera edición de la obra capital de Schopenhauer. Más
conveniente e interesante sería, sin embargo, llamar la atención sobre la dificultad
inicial que presenta esta obra. Esta dificultad no obedecía a su prosa ni tampoco –o
al menos no en gran medida– a su sistema teórico de conjunto, sino a ciertas ideas
que constituyen, por utilizar una expresión de Clement Rosset, la inactualidad de
Schopenhauer 12. El propio Arthur era consciente de ello parcialmente y así se lo
hacía saber a su editor:
11
Cfr. Carriere, M.: «Geschichte der Kantischen Philosophie. Von Karl Rosenkranz. gr. 8. Leipzig, 1840. Leopold
Voß», en: Deutsche Jahrbucher für Wissenschaft und Kunst, IV, 87 (11 de octubre de 1841), p. 345; Spiritus
asper [Carové, F. W.]: Op. Cit. pp. 34 y 37.
12
Cfr. Rosset, C.: Escritos sobre Schopenhauer, Valencia, Pre-Textos, 2005, p. 67.
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[…] se manifiesta de manera tácita, pero harto evidente que toda la filosofía que expongo
se halla en contradicción con los dogmas de las doctrinas judeo-cristianas. Sin embargo
[…] [c]onfío, pues, en superar airosamente la censura; por lo demás no conozco con
seguridad cuáles son los principios en los que se fundamenta ni acierto a comprender
cómo interpretarán esos señores ciertas cosas. […] Pero creo que en el peor de los casos,
usted podría hacer imprimir el libro en Jena o en Merseburg, aunque no creo que haya
que llegar hasta ese extremo. Por lo demás, como sabe, para un libro, una prohibición no
es precisamente una desgracia. (GBr, 31 y s.) 13
13
Carta a F. A. Brockhaus del 3 de abril de 1818. En: Schopenhauer, A.: Epistolario de Weimar, trad. Luis
Fernando Moreno Claros, Madrid, Valdemar, 1999, p. 229. Para una imagen general del intercambio epistolar
entre autor y editor en torno al problema de la censura, véase: Estermann, A.: Schopenhauers Kampf um sein
Werk. Der Philosoph und seine Verleger, Frankfurt am Main/Leipzig, Insel, 2005, pp. 37 y ss.
14
Carta a F. A. Brockhaus del 11 de julio de 1818. En: Schopenhauer, A.: Cartas desde la obstinación, trad.
Eduardo Charpenel Elorduy, México, Los libros de Homero, 2008, p. 54.
15
Rosset, C.: Op. Cit. p. 67.
16
Cfr. Koßler, M.: «Vorwort», en: Koßler, M. (Ed.): Schopenhauer und die Philosophien Asiens, Weisbaden,
Harrassowitz Verlag, 2008, p. 7.
17
A este respecto resulta de gran interés, tanto por su claridad como por su rigor y profundidad, el estudio histórico
llevado a cabo por Urs App sobre la “invención” de la imagen del budismo en Occidente: The Cult of Emptiness.
The Western Discovery of Buddhist Thought and the Invention of Oriental Philosophy, Rorschach/Tokio,
University Media, 2012. También la introducción de Ludger Lütkehaus que precede a una cuidada selección de
textos en la que se aborda la visión de distintos filósofos alemanes sobre el brahmanismo y budismo en los siglos
XVIII y XIX: «Einleitung», en: Lütkehaus, L. (Ed.): Nirwana in Deutschland. Von Leibniz bis Schopenhauer,
München, Deutscher Taschenbuch Verlag, 2004, pp. 9-56.
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18
Cfr. App, U.: The Cult of Emptiness… Op. Cit. p. 186.
19
Bayle, P.: Escritos sobre Spinoza y el spinozismo, trad. Pedro Lomba Falcón, Madrid, Trotta, 2010, p. 49.
20
Un ejemplo del alcance de esta visión de las religiones orientales formada a finales del siglo XVII lo encontramos
en las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal de Hegel. Vid. infra, nota 31.
21
Sobre el panteísmo de las religiones orientales, Bayle recoge en el artículo dedicado a Spinoza el parecer
expuesto por el médico y filósofo natural François Bernier (1625-1688) en Suite des Mémories sur l’Empire du
grand Mongol (1672) (Cfr. Bayle, P.: Op. Cit. p. 49). Citando al mismo autor y apoyándose en la obra Confucius
sinarum philosophus sive scientia sinensis (1687) de los jesuitas P. Intorcetta, Ch. Herdtrich, F. Rougemont y
Ph. Couplet, Pierre Bayle expresa también el carácter nihilista del budismo (Cfr. Bayle, P.: Op. Cit. pp. 49 y s.;
52) y la relación que guarda tal carácter con el quietismo (Cfr. Ibídem, pp. 53 y s.). De este conjunto de rasgos,
en especial de la conjunción entre nihilismo y quietismo, se califica finalmente al budismo como ateo (Cfr.
Ibídem, p. 52).
22
Leibniz, en el §10 de la Teodicea (Cfr. Leibniz, W. G.: Obras filosóficas y científicas. Vol. X. Ensayos de
teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal, trad. Tomás Guillén Vera, Granada,
Comares, 2012, p. 43); Kant, en el escrito Das Ende aller Dinge de 1795 (Cfr. Kant, I.: «El fin de todas las
cosas», en: Kant, I.: Filosofía de la historia. Qué es Ilustración, trad. Emilio Estiú y Lorenzo Novacassa, La
Plata, Terramar, 2004, p. 144 y s.).
23
Cfr. Herder, J. G.: Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, trad. José Rovira Armengol, Buenos
Aires, Losada, 1959, pp. 343 y s.; y 345. Con una relativa mayor suavidad trata la religión brahmánica; aunque
arremete contra el sistema de castas establecido por los brahmanes (Cfr. Ibídem, pp. 350 y s.).
24
Cfr. Majer, F.: Allgemeines Mythologisches Lexicon aus Original-Quellen bearbeitet. Erste Abtheilung. Zweiter
Band, Weimar, Verlag des Landes-Industrie-Comptoirs, 1804, p. 103.
25
En una carta dirigida a Johann Eduard Erdmann, fechada el 9 de abril de 1851, Schopenhauer comenta lo
siguiente de su estancia en Weimar durante el invierno de 1813: «[…] el orientalista Friedrich Majer me
introdujo, sin [habérselo] solicitado, en la antigüedad india; lo cual ha sido una influencia esencial para mí»
(GBr, 261). A este respecto resulta de especial interés: App, U.: «Schopenhauer’s Initial Encounter with Indian
Thought», en: Schopenhauer-Jahrbuch, LXXXVII (2006), pp. 35-76. Allí se discute el papel e influencia reales
de Friedrich Majer sobre los elementos orientales de la filosofía de Schopenhauer.
26
El propio Schopenhauer expresa desiderativamente la idea de este nuevo renacimiento en WWV I, xii.
134 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
Ueber die Sprache und Weisheit der Indier. Ein Beitrag der Alterthumskunde. Nebst
metrischen Übersetzungen indischer Gedichte (1808), que coincide temporalmente
con su conversión al catolicismo, representa al mismo tiempo un escrito de éxito y
renombre en relación con el estudio de Oriente, y un ejemplo de la «Restauración
catolizante» 27. Aunque allí se abogue por una comunión entre Europa y Asia como
un todo indisoluble, la imagen heredada del budismo persiste como una doctrina de
la Nada 28.
En los años posteriores a la publicación de El mundo como voluntad y
representación, encontramos a un Hegel “rabiosamente indófobo” –en palabras de
Lütkehaus 29– en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. El exitoso
profesor de la Universidad de Berlín dictó por primera vez en el semestre de invierno
de 1824-25 30 el apéndice titulado «El principio mongol», donde figura de nuevo
la totalidad de los tópicos sobre el budismo, esta vez, con el aditamento de ser
considerado como un estadio inferior, ingenuo, abstracto e inmediato de la evolución
del Espíritu 31. Por lo tanto, no debe resultar sorprendente que, justamente en el año
1825, cuando aparece la más benevolente y laudatoria –aunque sumamente breve– de
las reseñas publicadas hasta la fecha de El mundo como voluntad y representación, la
escrita por Jean-Paul en el segundo volumen de Kleine Bücherschau, esta valoración
negativa persista. El poeta, reseñando esta «obra filosófica genial, audaz, repleta de
perspicacia y profundidad», dice que puede «elogiar el libro, pero no suscribirlo»; y
no deja pasar por alto que sus resultados «se pierden con frecuencia en un fohísmo
inmóvil y en el quietismo» 32. A este respecto, y a propósito del primer libro aparecido
contra su magna obra, el propio Schopenhauer señaló años más tarde, en Sobre la
voluntad en la naturaleza, lo siguiente:
27
Cfr. Lütkehaus, L.: «Einleitung», en: Lütkehaus, L. (Ed.): Op. Cit. p. 29 y s.
28
Cfr. Schlegel, F.: Kritische Friedrich-Schlegel-Ausgabe. Bd. VIII: Studien zur Philosophie und Theologie,
München, Verlag Ferdinand Schöningh, 1975, p. 243.
29
Cfr. Lütkehaus, L.: «Einleitung», en: Lütkehaus, L. (Ed.): Op. Cit. p. 39.
30
Cfr. App, U.: «The Tibet of the Philosophers. Kant, Hegel and Schopenhauer», en: Esposito, M. (Ed.): Images
of Tibet in 19th and 20th Centuries (Vol. I), Paris, EFEO, 2008, p. 35n.
31
Cfr. Hegel, G. F. W.: Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, trad. José Gaos, Madrid, Alianza,
2001, pp. 264 y s.. Resulta significativo que precisamente a partir de 1825 se empezaran a relacionar estos
tópicos sobre las religiones orientales con la filosofía de Schopenhauer.
32
Jean-Paul: Kleine Bücherschau. Gesammelte Vorreden und Rezensionen, nebst einer Kleinen Nachschule zur
ästhetischen Vorschule (Vol. II), Breslau, Josef Max und Komp, 1825, p. 203n.
33
Schopenhauer se refiere al libro de Johann Gottlieb Rätze (1760-1839), docente en el Gymnasium de Zittau,
titulado Was der Wille des Menschen in moralischen und göttlichen Dingen aus eigener Kraft vermag, und was
er nicht vermag. Mit Rücksicht auf die Schopenhauerische Schrift: Die Welt als Wille und Vorstellung (Leipzig,
C. H. F. Hartmann, 1820). La posición general que sostiene Rätze en el escrito queda claramente reflejada
ya en el prólogo: «Para nosotros el Evangelio es la fuente fidedigna de la sabiduría divina, de santificación
y bienaventuranza; del cual no permitimos dejarnos extraviar por ninguna filosofía de la mortificación de la
voluntad» (p. xi). Sin embargo, las críticas de Rätze referentes a la relación de Schopenhauer con las religiones
orientales no se basa en la valoración negativa de las mismas que hemos expuesto. Para este teólogo luterano,
el ascetismo schopenhaueriano no se encuentra en concordancia con las religiones cristiana, brahmánica
y budista; sino que muestra, más bien, un carácter profundamente arreligioso: «¿No existe acaso una gran
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 135
filosofía; ruego que se considere que tal cosa solo puede tildarse de paradójica en el
rincón noroccidental del Viejo Continente y más aún aquí, solo en tierras protestantes;
por el contrario, en la totalidad del vasto Asia […] [tal crítica] habría de temer [recibir] el
reproche de trivialidad. Consuélome pues, con que mi ética es completamente ortodoxa
respecto a los Upanishads de los santos Vedas, como también a la religión universal
de Buddha, y con que no se encuentra en contradicción con el genuino y auténtico
cristianismo. Estoy blindado contra todas las demás acusaciones de herejía y llevo puesta
una triple armadura broncínea sobre el pecho. (N, 144 y s.).
Este breve alegato no evitaría posteriores críticas a este respecto: con la aparición
de la segunda edición de El mundo como voluntad y representación Friedrich
Köppen 34 escribe una reseña, publicada en Blätter für literarische Unterhaltung en
octubre de 1845, donde hace notar que «[a] través de toda la obra en cuestión domina
una repugnancia antiteísta contra el teísmo y una aversión por la reflexión sobre las
creaciones, providencia, sabiduría y amor divinos; así como por el optimismo que de
ellos se desprende»; y añade: «Presumiblemente, la inclinación hindú del autor une
su voz al proverbio indio: “Mantenerse de pie es mejor que caminar; estar sentado,
mejor que mantenerse de pie; estar tumbado, mejor que estar sentado; y lo mejor
de todo es la muerte”» 35. Con ello, Köppen viene a señalar que el sentido místico
en relación al problema de la salvación mediante el ascetismo que Schopenhauer
adscribe a todas las religiones (a excepción del judaísmo) y también a su propia
metafísica «[…] ha [sido] perseguido hasta el extremo –hasta la Nada budista–
[hasta] la desmesura oriental» y le ha llevado a «tilda[r] de irracional la posición
occidental respecto de la voluntad […]» 36.
También en la exposición que Joseph Hillebrand hace de la filosofía de
Schopenhauer en el tercer volumen de Die deutsche Nationalliteratur seit dem
Anfange des achtzehnten Jahrhunderts, besonders seit Lessing, bis auf die
Gegenwart (1846), se muestra lo problemático o incómodo que resulta para la época
la integración del pensamiento oriental en la obra del filósofo del pesimismo: «El
idealismo fichteano» –puede leerse allí– «conforma el suelo sobre el que se mueve
su pensamiento, el cual, sin embargo, se convierte tranquilamente en un realismo
spinozista y se extravía inadvertidamente en fantasías orientales para llegar hasta el
punto de vista hindú»37.
No sería hasta el tardío éxito de Schopenhauer, y en gran medida gracias a él,
cuando la imagen del budismo y de las religiones orientales cambiase en el país
germano38.
37
Hillebrand, J.: Die deutsche Nationalliteratur seit dem Anfange des achtzehnten Jahrhunderts, besonders seit
Lessing, bis auf die Gegenwart, historisch und ästetisch-kritisch dargestellt (Vol. III), Hamburg und Gotha,
Friedrich und Andreas Parthes, 1846, p. 385.
Recuérdese que Joseph Hillebrand (1788-1871) estudió filología clásica y lenguas orientales en la Universidad
de Göttingen, en 1816 fue profesor en la Universidad de Heidelberg y en 1822 consiguió el puesto el de profesor
de filosofía en la Universidad de Gießen, así como el de director del Gymnasium en la misma ciudad. A partir
de 1847 ejerció como político, inclinándose por el pensamiento liberal, en la cámara de Hessen y en la de
Mainz hasta 1850. En su producción intelectual se encuentran títulos de estética, lógica, filosofía, literatura y
pedagogía. Su pensamiento estuvo fuertemente influenciado por las filosofías de Leibniz, Jacobi y Hegel.
38
Cfr. Baumann, N.: «Europa», en: Buswell, R. E. Jr. (Ed.): Encyclopedia of Buddhism (Vol. I), New York,
Thompson Gale, 2004, pp. 266-268.
39
Segala, M.: Schopenhauer, la filosofia, le scienze, Pisa, Edizioni della normale, 2001, p. 33n.
40
Cfr. Gebhardt, C.: Op. Cit. p. 54.
41
E. G. Z. [Herbart, J. F.]: «Die Welt als Wille und Vorstellung: vier Bücher, nebst einem Anhange, der die Kritik
der Kantschen Philosophie enthält von Arthur Schopenhauer. Leipzig, bei F. A. Brockhaus. 1819. (3 Thlr.)», en:
Hermes oder kritisches Jahrbuch der Literatur, VII, 3 (1820), p. 149.
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 137
El Sr. Schopenhauer pertenece a aquella clase [de filósofos] que desde las postrimerías
de la filosofía kantiana se esfuerza por mejorar la misma conforme a su propio espíritu
al mismo tiempo que se aleja cada vez más de sus teoremas. Entre ellos, Reinhold es
el primero; Fichte, el más profundo; Schelling, el omniabarcante [umfassendste]; pero
Schopenhauer es el más claro, el más hábil y el mejor comunicador.42
El recensor sabe [que] no [existe] de hecho ningún otro libro escrito en el espíritu de la
filosofía moderna más conveniente para los aficionados a estos estudios que, sin embargo,
no pueden abrirse paso a través de las oscuridades de Fichte y Schelling. Y [a] quien ha
42
E.G.Z. [Herbart, J. F.]: Op. Cit. p. 132. También del mismo modo valora Sobre la cuádruple raíz del principio
de razón suficiente: «[…] por desgracia [la obra] se encuentra embotada por el kantismo […]. Sensibilidad,
entendimiento [y] razón son las quimeras de una falsa psicología» (p. 133). También, en referencia a Sobre la
visión y los colores, en especial al §1, dice no sin ironía: «Por lo demás, el recensor le solicitaría pues [al lector]
que leyese el citado pasaje [F, §1] una vez más con especial atención, y que antes de nada reflexionase sobre la
asombrosa “prontitud” con la que la teoría kantiana del autor se hace cabida en el niño, al equiparlo de antemano
completamente [con los a priori] del tiempo, del espacio y de la causalidad […]» (p. 135)
43
Ibídem, p. 135.
44
Ibídem, p. 140.
45
Obra que, en efecto, Schopenhauer leería y anotaría con atención. Para ello, véase: HN II, 347-352 y HN V, 53-
55.
46
E.G.Z. [Herbart, J. F.]: Op. Cit. p. 141.
47
Ibídem, p. 144
138 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
En lo relativo a este aspecto, las dos primeras reseñas que aparecieron de la obra
de Schopenhauer y que precedieron a la de Herbart se mueven en esta misma línea
interpretativa. La primera de ellas, escrita por Friedrich Ast y publicada bajo la sigla
A49 en el sexto volumen de los Jahrbücher der Litteratur de 1819 (Viena), deja
entrever la similitud del escrito con la filosofía de Schelling, aunque sin relacionarlo
directamente con ella: Ast ve en la unidad indisoluble entre sujeto y objeto fijada
por Schopenhauer en el ámbito de la representación una suerte de continuación de
la filosofía esotérica iniciada por Bruno y Spinoza, caracterizada por partir en sus
indagaciones desde la profunda unidad de la vida y contrapuesta a una filosofía
exotérica que establece muros infranqueables entre los pares opuestos de sujeto y
objeto, naturaleza y espíritu, etc. 50. De este modo Friedrich Ast, platónico y ferviente
entusiasta de la filosofía de la identidad schellinguiana, trataría de acercar la recién
aparecida obra de Schopenhauer a su autor predilecto situándose así en una postura
más benevolente que beligerante con la misma. La segunda reseña, escrita por un
«amigo de la literatura» 51, aparece en el tercer volumen del weimarés Literarisches
Wochenblatt, también en 1819. Allí, el autor anónimo se queja del estado de la
cultura germana en todos los ámbitos, mostrándose en clara oposición al movimiento
romántico:
Tras una poderosa Ilustración uno se deja caer en los brazos de la creencia, se convierte
de nuevo en ortodoxo, pietista, místico e incluso católico. En especial busca uno la
germanidad tras sus espaldas y no se la puede encontrar. Los pintores de escuela retornan
al [estilo del] alemán antiguo [de los siglos XV y XVI] y lo imitan de cabo a rabo. Los
poetas recuperan de nuevo la inocencia perdida y la rectitud de corazón que se les ha
escapado entre los dedos de las polvorientas historias de caballeros y de la absolutamente
contundente lengua de los Nibelungos. E incluso en la filosofía se tiene por aconsejable
volver la cabeza a los viejos sistemas. De la árida firmeza de Kant [se] llegó enseguida a
la más fuerte [y] más prometedora autoconfianza de Fichte, y después [a] la igualmente
omniabarcadora filosofía fantasiosa [Phantasie-Philosophie] de Schelling.52
que Schelling utiliza para explicar todo: lo finito y lo infinito. «Lo más molesto de
todo es, sin embargo, que todas sus ideas principales coinciden completamente con
las schellinguianas; es decir, que todo lo que [Schopenhauer] –como él [mismo]
asegura en multitud de ocasiones– habría dicho por primera vez [ya] ha sido dicho
por Schelling»53. Como consecuencia de ello, para este «amigo de la literatura»,
Schopenhauer había incurrido en el mismo sinsentido y «patrañuela [Windbeutelei]»
que tanto había criticado al filósofo idealista.
Wilhelm Traugott Krug sigue esta línea de recepción de Schopenhauer situándolo,
en su Handbuch der Philosophie und Philosophische Literatur de 1822, junto a
Schelling como uno de los últimos autores de un «aumentado o mejorado idealismo»54
que trata de eludir ora el nihilismo, ora el «autoteísmo» en los que desemboca todo
idealismo llevado hasta sus últimas consecuencias.
Por su parte, Thaddeus Anselm Rixner, en Handbuch der Geschichte der
Philosophie zum Gebrauche seiner Vorlesungen (1823), coloca a Schopenhauer
como deudor de Fichte con un juicio extremadamente negativo: «Sería conveniente
considerar a Arthur Schoppenhauer [sic.] como un engendro [Ausgeburt] del lado
negativo de la doctrina fichteana del Yo»55.
Cuando años más tarde, hacia finales de 1836, aparece en el volumen noveno
de Repertorium der gesammten deutschen Literatur de la editorial Brockhaus la
primera reseña de la obra Ueber den Willen in der Natur (publicada ese mismo año)
todavía persiste la imagen de Schopenhauer como deudor de las filosofías de Fichte y
Schelling. El herbartiano Gustav Hartenstein, autor de la reseña anónima encargada
por la propia editorial Brockhaus56, señala:
53
Anónimo: «Freie Mittheilungen eines Literaturfreundes», en: Op. Cit. p. 235.
54
Krug, W. T.: Handbuch der Philosophie und philosophische Literatur (Vol. I), Leipzig, Brockhaus, 1822, p. 51.
Wilhelm Traugott Krug (1770-1842), tras recibir una formación humanista en Schulpforta, estudió filosofía y
teología en Jena y Göttingen, donde su trabajo se caracterizó fundamentalmente por el estudio de los escritos
filosófico-críticos de Kant. En 1794 se habilitó como adjunto en la Facultad de Filosofía en Wittenberg. Desde
1801 hasta 1805 fue profesor extraordinario de filosofía en Frankfurt am Oder y en 1805 obtuvo el puesto como
primer profesor ordinario sucesor de Kant en Königsberg. En 1809 se trasladó a Leipzig donde en 1830 llegaría
a ser doctor y donde ejerció la docencia hasta su muerte. Su propio sistema filosófico fue definido por él mismo
como un “sintetismo trascendental” de idealismo y realismo.
55
Rixner, T. A.: Handbuch der Geschichte der Philosophie zum Gebrauche seiner Vorlesungen (Vol. III),
Sulzbach, Seidels’che Buchhandlung, 1832, p. 344. Schopenhauer llegó a conocer la existencia de la obra y
también que él era mencionado en ella. Cuando Karl Rosenkranz comunicó a Schopenhauer su deseo de intentar
situarle, como había hecho Rixner, en un «lugar correcto» en su Geschichte der Kant’schen Philosophie (Cfr. D
XIV, 479), el sabio de Frankfurt le contestó a este respecto, en una carta del 25 de septiembre de 1837, diciendo:
«No sé realmente lo que Rixner dice sobre mí, pero estoy seguro que habla mal […]» (GBr, 171).
Thaddeus Anselm Rixner (1766-1838), de confesión católica y educado en un colegio monacal benedictino de
Tegernsee, se ordenó sacerdote en 1789 en Freising. Estudió derecho en la Universidad de Ingolstadt, donde
sus propias inquietudes le llevaron a ocuparse de la filosofía. En 1803 se convirtió en profesor de filosofía en
el Lyceum de Amberg y, en 1805, en el de Passau. En 1809 volvió a ejercer de profesor de filosofía en Amberg
hasta 1834. Su actividad filosófica se centró fundamentalmente en el estudio de la historia de la filosofía. En
sus obras se puede observar una cierta influencia del pensamiento de Schelling, a cuyas lecciones acudiría en
München como oyente en el año 1834.
56
Cfr. Invernizzi, G.: Op. Cit. p. 49n. Schopenhauer esperaba que esta nueva obra pudiese preparar el camino
hacia una segunda edición de El mundo como voluntad y representación acabando con las existencias restantes
de la primera. Por ello, la petición de que el libro fuese reseñado fue elevada ante la editorial por el propio
Schopenhauer en una carta del 12 de agosto de 1836: «Con ello» –advierte Schopenhauer– «cuidará de sus
propios intereses, no solo de lo que a mí me concierne […]» (GBr, 155).
140 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
J. G. Fichte ya tomó con anterioridad, solo con alguna que otra modificación, el mismo
camino; pues buscó en el cumplimiento de la ley moral y en la, para ello, pura y capaz
actividad autoconsciente del poner y del querer, a las cuales designó YO, la cosa en sí.
También, según Fichte, la voluntad es la cosa en sí.58
57
Anónimo [Hartenstein, G.]: «Ueber den Willen in der Natur. Eine Eröterung der Bestätigungen, welche die
Philosophie des Vfs. seit ihrem Auftreten, durch die empirischen Wissenschaften erhalten hat, von Arthur
Schopenhauer. Frankfurt a. M., Schmeber. 1836. 141 S. gr 8. (12 Gr.)», en: Repertorium der gesammten
deutschen Literatur, IX (1836), p. 368. Schopenhauer llegó a conocer la identidad del autor, y el 22 de marzo de
1844 escribe a F. A. Brockhaus: «[…] preferiría ser despedazado por furiosos hegelianos [antes] que recibir unas
palabras de elogio tan tibias y maliciosas como las que en dos ocasiones, en su Repertorium, han pretendido
pícaramente presentar lo importante como insignificante para así silenciar [mis obras] ante el público: el
recensor es muy probablemente Hartenstein. […] Ya es hora de que desenmascare de una vez a este señor»
(GBr, 209).
Gustav Hartenstein (1808-1890) estudió filosofía, teología y filología en la Universidad de Leipzig, en la
cual sería profesor entre 1834 y 1848. En 1859 el herbartiano se trasladó a Jena, donde dirigiría la biblioteca
universitaria hasta su muerte.
58
Fortlage, C.: «Die Welt als Wille und Vorstellung. Von Arthur Schopenhauer. Zweite, durchgänglich verbesserte
und sehr vermehrte Auflage. Erster Band, Vier Bücher, nebst einem Anhang, der die Kritik der Kant’schen
Philosophie enthält. Zweiter Band, welcher die Ergänzungen zu der vier Büchern des ersten Bandes enthält.
Leipzig, Brockhaus. 1844. Gr. 8. 5 Thl. 11 Ngr.», en: Neue Jenaische allgemeine Literatur-Zeitung, CCLV, 147
(20 de junio de 1845), p. 587.
Carl Fortlage (1806-1881) estudió filosofía, teología y filología en Göttingen, München y Berlín; y fue profesor
de psicología, historia de la literatura y filosofía en las Universidades de Heidelberg, Berlín y Jena. Fuertemente
influenciado por Fichte y Hegel, lo característico de su filosofía es la unión de una visión “trascendental-
panteísta” con un marcado componente psicológico-empírico.
59
Cfr. Ibídem, pp. 587; y pp. 601 y ss. Así, afirma: «Los geniales jóvenes de la Naturphilosophie, con Schelling a
su cabeza, se encuentran en el discurrir schopenhaueriano» (p. 603).
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 141
60
Hillebrand, J.: Op. Cit. pp. 249n y s. Sin embargo, Schopenhauer, tal como se aprecia en una carta dirigida a
David Asher el 12 de noviembre de 1856, encuentra en la obra de Hillebrand un escudo frente a las críticas
basadas en la supuesta deuda contraída con la filosofía de Schelling: «[…] se me ha reprochado de nuevo esta
prioridad schellinguiana; sin embargo, ya Hillebrand en su Geschichte der deutschen Literatur ha reconocido la
injusticia de esta recriminación» (GBr, 405). Sin duda, Schopenhauer carga las tintas en la autonomía, señalada
por Hillebrand, con la que él había desarrollado su sistema a partir del principio, compartido con Schelling,
de la voluntad. Esta misma apreciación de las observaciones de Hillebrand la encontramos expresada con
anterioridad a esta carta en: Frauenstädt, J.: Stimmen… Op. Cit. p. 1117.
61
Hillebrand, J.: Op. Cit. pp. 384 y s. (Vid. supra, la cita a la que se refiere la nota 37)
62
Rosenkranz, K.: Geschichte der Kant’schen… Op. Cit. pp. 475-477.
142 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
antes Enesidemo y, del mismo autor, Kritik der theoretischen Philosophie (si el autor
se encuentra o no en una posición independiente respecto de esto [del proceder de
Schulze], no lo pone en claro en ningún lugar)» 63.
Ludwig Friedrich Otto Baumgarten-Crusius en Lehrbuch der christlichen
Sittenlehre (1826) insta al lector a acudir tanto a las Briefe über die kantische
Philosophie de K. L. Reinhold como al apéndice de El mundo como voluntad y
representación como guías en la lectura de Kant 64, considerado así a Schopenhauer
como un gran conocedor el filósofo de Königsberg. Este juicio que tiene a
Schopenhauer únicamente por un experto en la filosofía kantiana persiste también
en otras referencias menores al filósofo como la realizada por F. A. Rüder en el
cuarto volumen del Zeitungs- und Conversations-Lexikon (1828), quien le dedica
una breve voz: «hijo de Johanna, docente privado [Privatgelehrter] en Florencia,
antes en Dresde [?!] y Berlín; conocido como un iniciado en la filosofía kantiana» 65.
63
F. E. B. [Beneke, F. E.]: «1) Leipzig, b. Brockhaus. Die Welt als Wille und Vorstellung vier Bücher Nebst einem
Anhange, der die Kritik der Kantischen Philosophie enthält, von Arthur Schopenhauer. 1819. XVI und 721 S.
gr. 8. (3 Rthlr.) 2) Leipzig, b. Hartmann: Was der Wille des Menschen in moralischen und göttlichen Dingen
aus einiger Kraft vermag, und was er nicht vermag. Mit Rücksicht auf die Schopenhauersche Schrift: die
Welt als Wille und Vorstellung. Von J. G. Rätze. 1820. XI u. 170 S. gr. 8. (18gr)», en: Jenaische allgemeine
Literatur-Zeitung, 226-229 (Diciembre de 1820), p. 403. Esta reseña fue la única a la que Arthur Schopenhauer
dio una réplica; la cual fue publicada el siguiente año en el apartado –pese a las quejas de Schopenhauer
(Cfr. GBr, 67 y s.)– de «Anticríticas» en: Intelligenzblatt der Jenaischen allgemeinen Litteratur-Zeitung, 10
(Febrero de 1821), pp. 73-76. El motto que precede a la respuesta indica el tono general del texto enviado por
Schopenhauer «Necesaria reprimenda a citas mendaces»: el autor de El mundo como voluntad y representación
acusaba a Beneke de manipulación intencionada de las citas utilizadas en la reseña de la obra. La respuesta
de Beneke a la “reprimenda” se encuentra en: ibídem, pp. 76-80. Al parecer, Beneke visitó en dos ocasiones
a Schopenhauer para tratar el tema cara a cara; sin embargo, éste no quiso recibirlo. Schopenhauer interpretó
que, con la “maliciosa” reseña, Beneke pretendía «desacreditarlo»; pues en ese momento había obtenido su
habilitación y ambos impartían clases en la Universidad de Berlín (Cfr. GBr, 336).
Friedrich Eduard Beneke (1798-1854) realizó los estudios de teología y filosofía en Halle y Berlín, donde
su pensamiento se vería fuertemente influido por Schleiermacher y J. F. Fries. Tras su habilitación en 1820,
impartió con un éxito considerable clases de Filosofía en la Universidad de Berlín a pesar de la coincidencia
temporal de la docencia de Hegel y Schopenhauer allí. Su obra Physik der Sitten (1820) le costó el puesto en
la universidad; aunque, después de una breve docencia en la Universidad de Göttingen entre 1824 y 1827, se
le permitió volver a Berlín. Murió ahogado (presumiblemente Beneke se suicidó) en el canal Kupfergraben de
Berlín.
64
Baumgarten-Crusius, L. F. O.: Lehrbuch der christlichen Sittenlehre, Leipzig, H. F. Hartmann, 1826, p. 119n.
Schopenhauer conoció esta referencia a su obra y no dudó en hacer gala de ella, entre otras, a la hora de buscar
un editor para el posible proyecto de traducir al inglés los Prolegómenos y la Crítica de la razón pura de Kant.
(Cfr. GBr, 118).
Ludwig Friedrich Otto Baumgarten-Crusius (1788-1843) fue un teólogo luterano y filósofo simpatizante de
Schleiermacher. Estudió filología y teología en Leipzig entre 1805-1808. En 1809 ingresó en el Collegium
Philobiblicum y se habilitó en la Facultad de Filosofía con el escrito De Philebo Platonico. Desde 1812 fue
profesor de teología en la Universidad de Jena y es considerado como uno de los teólogos más eruditos de su
época.
65
Rüder, F. A.: Johann Hübner’s Zeitungs- und Conversations-Lexicon. Ein und dreißigste Auflage dem jetzigen
Stande der Cultur angemessen und mit vorzüglicher Rücksicht auf die nächste Vergangenheit und Gegenwart,
besonders Deutschlands (Vol. IV, S-Z), Leipzig, Johann Fr. Gleditsch, 1828, p. 165. Schopenhauer conoció esta
referencia y así se lo hizo saber a Karl Rosenkranz en el intercambio epistolar que mantuvieron con ocasión de
la nueva edición, a cargo de este último, de las obras de Kant. Para acreditar sus conocimientos sobre la filosofía
kantiana, en una carta del 25 de septiembre de 1837, Schopenhauer remite a Rosenkranz, entre otros de mayor
relevancia, a este «libro no académico [Philisterbuch]» (GBr, 170) del político e historiador Friedrich August
Rüder (1762-1856).
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 143
66
Virmond, W. (Ed.): Die Vorlesungen der Berliner Universität 1810-1834 nach dem deutschen und latenischen
Lektionskatalog sowie den Ministerialakten, Berlin, Akademie Verlag, 2011, p. 221.
67
Cfr. D IX, xiv
68
Virmond, W. (Ed.): Op. Cit. p. 265.
69
Ibídem, p. 440.
70
Cfr. Philonlenko, A.: Schopenhauer. Una filosofía de la tragedia, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 72 y s.
71
Schopenhauer toma inequívocamente este vocablo de la obra de J. H. Lambert, Neues Organon, oder Gedanken
über die Erforschung und Bezeichnung des Wahren und dessen Unterscheidung vom Irrthum und Schein (1764),
conocida por el filósofo (véase: HN V, 102). Allí, dianología es aquella parte de la teoría del conocimiento que se
ocupa del estudio de los medios y leyes del conocimiento intuitivo. Sin embargo, para Schopenhauer ésta no es
equivalente a la psicología racional (véase: P I, 47 y ss.; 87 y s.), ya que el idealismo kantiano había mostrado
hasta qué punto el sujeto determina el ser y actuar del objeto: así, para el filósofo del pesimismo la dianología
se identifica con la antigua ontología y ocupa su lugar (véase: WWV II, cap. 22, 327 y s.; P II, 19 y P I, 88n).
72
Cfr. Philonlenko, A.: Op. Cit. p. 79.
144 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
no es menos cierto que ésta también responde, en parte, a una actitud reverencial
frente a la figura de un Kant al que Arthur Schopenhauer colmaba de loas, a pesar
de las criticas –en ocasiones, de especial dureza– que hubiera podido verter sobre
su filosofía. Por lo tanto, no resulta trivial recordar la autopresentación realizada por
Schopenhauer en la Universidad de Berlín en 1820 con su Declamatio in laudem
philosophiae, en la cual tal defensa se pone de manifiesto: a ojos de Schopenhauer,
la chispa de Kant había encendido un fuego en Alemania mientras el resto de los
estudios filosóficos en Europa aún descansaban en un profundo sueño, «[…] [p]ero
–¡Oh, calamidad!– esta ascua nobilísima se fue apagando en un breve lapso de tiempo
y se extinguió como cuando a un fuego se le arroja una cantidad demasiado grande
de madera, la cual, aunque habría tenido que servirle de alimento, [termina por]
sepultarlo y asfixiarlo»73. Este combustible que ha extinguido la filosofía kantiana
y, con ella, el interés por la filosofía, declama Schopenhauer, no es otro que el de
«los promotores de nuevos sistemas» en cuyas escuelas reinan las «paradojas», «la
discrepancia de pareceres», «rivalidades» y un «lenguaje oscuro e inculto». No ha
de resultar extraño, por tanto, que erigirse en paladín de la filosofía kantiana contra
sus “corruptores” en el período del indiscutible reinado de los mismos no fuese
una buena estrategia publicitaria; menos aún cuando era un hecho consumado la
aceptación popular de la superación de Kant por los filósofos del idealismo alemán74.
Con el pie cambiado entró, pues, Schopenhauer en la Universidad de Berlín.
Allí tendría que vérselas con aquél a quien había elegido como su «plúmbeo» rival,
pero también con el espíritu de una época que lo admiraba y seguía con entusiasmo.
Si queremos poner aquí a estos dos pensadores frente a frente para comprender el
inicio del reinado del último y la postergación del acto de coronación del primero,
debemos considerar no solo lo relativo a sus visiones filosóficas del mundo, sino
que asimismo hemos de tener en cuenta a la sociedad cultivada de los territorios
germanos (en especial la prusiana) y, dentro de ella, a aquel público universitario
berlinés de 1820. Esta sociedad empezaba a disfrutar entonces del que sería, como
resultado del Congreso de Viena de 1815, el período más largo de paz –no por ello
libre de profundas tensiones– que se hubiese visto en la historia de Europa tras un
período de más dos décadas de conflictos iniciado en 1792 con el enfrentamiento de
la coalición antirrevolucionaria de las potencias europeas contra Francia y concluido
en 1814 tras la derrota de Napoleón.
Así, en torno a los años 20 del siglo XIX, entramos en el espíritu Bidermeier,
alimentado por una sensación general de triunfo del idilio: el Congreso de Viena
había instaurado cinco años antes una paz en los territorios alemanes que no sería
quebrantada hasta el la Revolución de Marzo de 184875. El disfrute de esta pax
Vindobonensis y el temor a su pérdida son el acicate que hace surgir, entre 1820 y
1848, un gusto por lo mesurado y lo asequible, incluso por lo naiv, en el campo del
arte (como muestra la poesía y el teatro de la época) y, en el ámbito de la filosofía,
por escritores que mantienen un juicio conservador sobre la política.
El tiempo histórico había allanado el camino que llevaba a la filosofía de Hegel:
el público universitario ansiaba la realización del reino de la libertad a la vez que
73
VN I, 57.
74
Cfr. Safranski, R.: Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, Barcelona, Tusquets, 2008, p. 334.
75
La paz que representaba este idilio se mostró si no falsa, al menos precaria, a raíz de la Revolución de Julio
parisina de 1830, que alentó a varios Estados alemanes a luchar en las barricadas.
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 145
Para poder decir en qué medida alguien tiene disposición para la filosofía, debería [yo]
saber cómo se representa [éste] ante sus ojos el presente, el pasado y el futuro: como si
[fueran] cosas harto diversas o, lo que es lo mismo, si su conciencia está sumergida tan
profundamente en esta corriente del tiempo que se mueve él mismo con ella; o si [por el
contrario] ve la corriente del tiempo fluir de largo y la contempla como algo extraño. 81
76
Recordemos que el asesinato de Kotzebue a manos del estudiante nacionalista Karl Sand en 1819 desembocó en
la supresión de las asociaciones estudiantiles y en la renuncia del rey de Prusia a otorgar la prometida constitución
a los alemanes. (Cfr. Schulze, H.: Breve historia de Alemania, Madrid, Alianza, 2011, p 94; Bergeron, L; Furet,
F.; Koselleck, R.: La época de las revoluciones europeas, 1780-1848, Madrid, Siglo XXI, 1971, p. 208; Duque,
F.: La restauración. La escuela hegeliana y sus adversarios, Madrid, Akal, 1999, pp. 25-27; Abellán, J.: Nación
y nacionalismo en Alemania: la «cuestión alemana» (1815-1990), Madrid, Tecnos, 1997, pp. 35-39).
77
Hegel, G. F. W.: Principios de la filosofía del derecho, Barcelona, Edhasa, 2005, p. 61.
78
«Así como la razón no se contenta [únicamente] con el acercamiento [a la verdad] […] tampoco se contenta con
la fría desesperación que admite que en esta temporalidad todo anda mal o, a lo sumo, mediocremente, pero que
afirma que en ella no se puede tener nada mejor y que solo con ello hay que estar en paz con la realidad; es una
paz más cálida la que proporciona el conocimiento». (Ibídem. p. 62.).
79
Cfr. Safranski, R.: Op. Cit. pp. 334-339. Muy acertada parece bajo esta luz la siguiente afirmación de Safranski:
«[…] [se precisaba] de cierta seguridad en lo que se refiere a las grandes cuestiones, es decir, explicaciones
sobre el Todo; había necesidad de saber cómo llegó cada cosa a ser lo que era. Quienes se aprestaban a hacer
el papel de engranajes y pequeños tornillos en el mecanismo universal, mantenían a pesar de todo la suficiente
curiosidad e inquietud como para interrogarse sobre el funcionamiento de la maquinaria y querer saber hacia
dónde caminaba la totalidad de las cosas. La curiosidad no llegaba tan lejos, sin embargo, como para que
estuviesen dispuestos a correr el riesgo de perder la tranquilidad. Y precisamente los cursos de Hegel ofrecían
la posibilidad de satisfacer ampliamente esa curiosidad incapaz de asumir el riesgo. Por eso, a sus lecciones
afluían veterinarios, agentes de seguros, funcionarios de la Administración, tenores de ópera y empleados del
comercio» (p. 334).
80
D IX, 69 y s.
81
D IX, 88.
146 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
Por eso, cada filosofía está esencialmente en el tiempo, conoce el ente en y para sí, lo
presente [actual], lo eternamente verdadero [que] no es ningún futuro ni pasado; sin
embargo, no es ninguna abstracción, sino un aspecto, porque el cuerpo es efectivamente
real, un modo determinado; el modo del espíritu presente [actual] es el modo más elevado
del Espíritu, de su concepto, al que ha entendido desde sí, desde su autoconciencia.83
Esto ofrece a la filosofía de cada presente histórico, de cada “cuerpo histórico que
encarna el alma de la idea”, una verdad presa de su tiempo. Sin embargo, algo muy
distinto encontramos en Schopenhauer: «[…] la historia de la filosofía es únicamente
y en propiedad la que influye a los filósofos; no la historia del mundo […]»84. Esto
es así porque, pese a los errores que puedan contener los sistemas filosóficos, todos
encarnan una verdad parcial debido a que la esencia genuina del mundo ha sido
siempre una y la misma: «[…] la filosofía es un todo, [tal] como el universo es
[también] un todo […]»85; por ello «[…] incluso quizá la verdad, puesto que puede
ser descubierta, igualmente habría sido alcanzada al comienzo [del pensamiento
filosófico]. Este último ha sido quizá, en cierto sentido, en realidad el caso en un
país cuya cultura, sin embargo, ha sido absolutamente diversa de la europea: en el
Indostán»86. De este modo, continúa Schopenhauer: «Un conocimiento de esta clase
fue así posible igualmente al principio [del discurrir filosófico] sin que, mediante
el largo desfile de filósofos, [se] hubiese conseguido la seguridad de la razón, el
autoconocimiento y la capacidad de réplica mordaz»87.
Ahora bien, la verdad que se descubre en la filosofía es para estos dos filósofos
harto divergente. En el caso de Hegel, se ha convertido ya en clásico su dístico «Lo
que es racional es efectivamente real, / lo que es efectivamente real es racional» 88:
82
Hegel, G. F. W.: Vorlesungen. Ausgewälte Nachschriften und Manuskripte Bd. 14: Vorlesungen über die
Philosophie des Rechts. Berlin 1819/1820. Nachgeschrieben von Rudolf Ringer, Hamburgo, Felix Meiner,
2000, p. 6.
83
Ibídem, p. 8. Una variante de este párrafo la encontramos en Hegel, G. F. W.: Philosophie des Rechts. Die
Vorlesung vom 1819/20 in einer Nachschrift, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1983: «La Idea es por
antonomasia lo siempre presente, no es un espectador indiferente junto al resto de las otras [cosas], sino lo que
vivifica todo [allbeseelend], sin la cual no puede ser aquello que es. La realidad efectiva es el cuerpo; la idea, el
alma viviente; aquel se convierte en polvo cuando ésta escapa de él. Conocemos lo que es, lo efectivamente real
mismo» (p. 47). Y añade más adelante: «La filosofía no puede pasar por encima de su tiempo; está en él, conoce
lo presente [actual]» (p. 48).
84
D IX, 84.
85
D IX, 92.
86
D IX, 89.
87
D IX, 90.
88
Hegel, G. F. W.: Principios… Op. Cit. p. 59. Este dístico no solo lo encontramos en el prólogo a la edición
impresa preparada por Hegel en 1820, sino también en las lecciones impartidas en 1817-18, 1818-19, 1819-
20, 1822-23, 1824-25 y 1831, y tiene una temprana formulación en la Fenomenología del Espíritu. Sobre las
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 147
Reconocer la razón como la rosa en la cruz del presente y con ello gozar de éste, esta
visión racional es la reconciliación con la realidad que concede la filosofía a aquellos que
alguna vez han sentido la exigencia de concebir y tanto de conservar la libertad subjetiva
en aquello que es sustancial como de no estar con ella en lo particular y contingente sino
en lo que es en y por sí.89
[...] el hombre, gracias al buen juicio que le otorga la razón, reconoce lo desagradable
de su situación y su existencia le parece completamente precaria; y tanto en relación a
su comienzo como a su final [se] ve sometido por completo al azar; además su vida se
encuentra en cada caso como algo extraordinariamente breve entre dos tiempos infinitos
y, aparte de eso, ve su persona como algo que mengua hasta la desaparición en el espacio
infinito y entre un sinnúmero de seres. La misma razón le empuja también a preocuparse
por el futuro tras su vida. Él desea conceptualizar la totalidad, sobre todo para conocer
su relación con ese todo. Su motivo es aquí, como en la mayoría de los casos, egoísta. Si
variantes del dístico y respecto a su formulación en los Principios de la filosofía del derecho de 1820, así como
con el fin de poner de manifiesto y aclarar el sentido procesual de la realización de la idea, lo verdaderamente
real, resulta de especial interés el análisis llevado a cabo por Domenico Losurdo, a propósito de la tesis de la
acomodación de la filosofía hegeliana, en: Hegel, Marx e la tradicione liberale. Libertà, uguaglianza, Stato.
Roma, Editori Riuniti, 1988, pp. 47-49.
89
Hegel, G. F. W.: Principios… Op. Cit. p. 61.
90
Hegel, G. F. W.: Philosophie des Rechts… Op. Cit. p. 50.
91
Esto ya lo señalan algunos autores en este período que abarca desde 1819 a 1848. Rosenkranz hace notar lo
siguiente acerca del cuarto libro, dedicado a la ética, de El mundo como voluntad y representación: «Según
nuestra opinión este libro no ha sido, en verdad, muy desarrollado filosóficamente; sin embargo, constituye
un sublime y conmovedor poema; es más una opinión de la vida» (Geschichte der Kant’schen... Op. Cit.
p. 479). Carl Fortlage apunta también esto en su reseña a la segunda edición de El mundo como voluntad y
representación: «[…] el Sr. S[chopenhauer] es un filósofo como los antiguos estoicos: para él la filosofía no
es únicamente un sistema ideado [ersonnenes], sino un principio para la vida [Lebensprinzip], un temple de
carácter [Charakterstimmung]; y ello se nota en el tono de toda la obra: su resultado ético, más que sus premisas
especulativas, podrían haber formado la verdadera palanca fundamental de su producción» (Fortlage, C.: Op.
Cit. p. 587).
148 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
El escrito capital del autor, El mundo como representación y voluntad [sic.] (Leipzig,
1819), no ha permanecido tan desconocido al público filosófico como el autor expresa
aquí más de una vez con amargo disgusto; sin embargo, que no haya constituido una
escuela filosófica, ha de tener en efecto y principalmente su razón: que una paradoja
D IX, 80.
92
Pese a todos estos elementos “problemáticos” que hemos puesto aquí de manifiesto,
los cuales dificultaban la recepción de Arthur Schopenhauer, no faltan en este
período algunas simpatías hacia su filosofía. Nos referimos a los primeros discípulos:
Friedrich Dorguth, Johann August Becker y Julius Frauenstädt 98.
El primero de ellos tuvo por bien merecido el apodo de «protoevangelista» 99 al
publicar en 1845 Schopenhauer in seiner Wahrheit. Mit einem Anhange über das
abstrakte Recht und die Dialektik des ethischen und des Rechtsbegriffs. Ésta, la
primera publicación apologética de la obra de Schopenhauer, puede ser considerada
94
Hartenstein, G.: Op. Cit. p. 367. La cita de Gustav Hartenstein, aunque correcta en lo esencial, no es literal
respecto al pasaje de la obra al que se refiere (N, 1 y s.).
95
Rosenkranz, K.: Op. Cit. Geschichte der Kant’schen… p. 476.
96
Ibídem, p. 481.
97
Cfr. Invernizzi, G.: Op. Cit. p. 50 y s.; y 84.
98
Friedrich Andreas Ludwig Dorguth (1776-1854), jurista de profesión, fue magistrado en el distrito de Magdeburg.
Johann August Becker (1803-1881) fue jurista y abogado en Alzey y, a partir de 1850, juez en Mainz. Christian
Martin Julius Frauenstädt (1813-1879), el archiconocido discípulo de Schopenhauer, estudió teología y filosofía
en la Universidad de Berlín. De 1841 a 1844 trabajó como preceptor para el Barón von Meyendorff en Berlín
y se ocupó en el mismo oficio hasta 1846 trabajando para el príncipe Ludwig von Sayn-Wittgenstein en Vilna.
Entre 1846 y 1847 viajó a diversos lugares acompañando a la familia principesca y visitó Frankfurt am Main,
donde entabló contacto personal con Schopenhauer. Tras 1848 formó un gabinete de lectura en Berlín que tuvo
cierto éxito y desempeñó de nuevo labores de preceptor hasta 1850. La mayor parte del tiempo entre 1848 y su
muerte en 1879 residió en la capital prusiana llevando a cabo una gran actividad literaria.
99
Schopenhauer puso este apodo al discípulo tras su muerte en una carta a Adam von Doß el 10 de enero de 1855:
«El protoevangelista [Urevangelist] Dorguth ha fallecido a los 77 años a causa del cólera» (GBr, 359). Debido
al entusiasmo de Dorguth por la obra de Arthur Schopenhauer, éste albergaba hacia él una estima personal
que no se extendía en absoluto al plano intelectual. (Cfr. Invernizzi, F.: Op. Cit. p. 61 y Cartwright, D. E.:
Schopenhauer: A Biography, New York, Cambridge University Press, 2010, p. 505).
150 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
100
Cfr. Fazio, D. M.: «La scuola di Schopenhauer. I contesti.», en: Fazio, D. M.; Koßler, M; Lütkehaus, L. (Eds.):
La scuola di Schopenhauer. Testi e contesti, Lecce, Pensa Multimedia, 2009, p. 21.
101
Dorguth consideraba que la filosofía de Schopenhauer (en especial el segundo volumen de El mundo como
voluntad y representación y Sobre la voluntad en la naturaleza) vienen a solucionar algunos «problemas
anatómicos» con los que él mismo se había topado en la redacción de su obra, crítica con los planteamientos
idealistas, Kritik des Idealismus und Materialen zur Grundlage des apodiktischen Realrationalismus (1837).
(Cfr. Dorguth, F.: Schopenhauer nella sua verità (selección), en: Fazio, D. M.; Koßler, M; Lütkehaus, L. (Eds.):
Op. Cit. p. 223.
102
Dorguth, F.: Die falsche Wurzel des Idealrealismus. Ein Sendschreiben an Karl Rosenkranz, Magdeburg,
Reichshofen, 1843, p. 13; citado por Fazio, D. M.: «La scuola di Schopenhauer. I contesti.», en: Fazio, D. M.;
Koßler, M; Lütkehaus, L. (Eds.): Op. Cit. p. 17.
103
Así lo recoge el músico Robert von Horstein en el recuerdo de una conversación con Schopenhauer en el
invierno de 1859-60: «Mi apóstol más erudito es Becker, en Magdeburg» (Gespr., 218).
104
Carta de Schopenhauer a Becker el 31 de marzo de 1854. (GBr, 337). Allí, se muestra el aprecio intelectual del
filósofo por Johann August Becker: «¡Ud. sería el auténtico evangelista canónico!» le asegura Schopenhauer en
el caso de que Becker se decidiese a publicar sobre sus escritos y los de sus discípulos.
105
En una carta dirigida a Frauenstädt el 28 de enero de 1854, Schopenhauer le saluda con un: «¡Reverendísimo
archievangelista [Erz-Evangelist]!» (GBr, 328).
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 151
106
Toda esta problemática se encuentra en: Die Freiheit des Menschen und die Persönlichkeit Gottes. Ein Beitrag zu
den Grundfragen der gegenwärtigen Spekulation (1838); Die Menschenwerdung Gottes nach ihrer Möglichkeit,
Wirklichkeit und Notwendigkeit. Mit Rücksicht auf Strauss, Schaller und Göschel. (1839); «Theismus oder
Pantheismus», en: Hallische Jahrbücher, IV (1841), pp. 407 y s., 411 y s.; Studien und Kritiken zur Theologie
und Philosophie (1840); Schelling’s Vorlesungen in Berlin. Darstellung und Kritik der Hauptpunkte derselben
mit besonderer Beziehung auf das Verhältnis zwischen Christentum und Philosophie (1842); Über das Verhältniß
der Vernunft zur Offenbarung. Prolegomena zu jeder künftigen Philosophie des Christenthums (1848).
107
Esto se muestra principalmente en la obra Über das Verhältniß der Vernunft zur Offenbarung. Prolegomena zu
jeder künftigen Philosophie des Christenthums (Darmstadt, Carl Wilhelm Leske, 1848), cuya dedicatoria está
dirigida «Al Dr. Arthur Schopenhauer en Frankfurt am Main», al «¡Gran maestro!» (p. v-xiii). En su primer
capítulo (pp. 1-15) se defiende la tesis schopenhaueriana del origen común, basado en la necesidad metafísica
del hombre, de filosofía y religión. Esta obra fue del agrado de Schopenhauer, quien en el cierre de una extensa
carta dirigida a Frauenstädt el 5 de enero de 1848 en la que se discute sobre su contenido, Schopenhauer
concluye: «Ud., como un apostulus activus, militans, strennus et acerrimus, debe tener un buen ejemplar [de
mi obra], por ello le adjunto uno» (GBr, 230). Una visión general de las preocupaciones de Frauenstädt en esta
época y su “conversión” a la filosofía de Schopenhauer se encuentra en: Beiser, F. C.: Weltschmerz… Op. Cit.
pp. 67-74.
108
A este respecto, véase: Frauenstädt, J.: «Meine erste Bekanntschaft mit Schopenhauer», en: Linder, E. O. y
Frauenstädt, J.: Arthur Schopenhauer. Von ihm. Ueber ihn. Berlín, A. W. Hayn, 1863, pp. 133-156. Según
Frauenstädt, su primera noticia sobre Schopenhauer la encontraría en la voz «Idealismus» escrita por C. Fr.
Bachmann en: Ersch, J. S. y Gruber, J, G. (Eds.): Allgemeine Encyklopädie der Wissenschaften und Kunste in
alphabetischen Folge von genannten Schriftstellern bearbeitet. Sección II, Vol. XV (Leipzig, Brockhaus, 1838,
p. 118), cuando en 1836 buscaba libros de referencia en la Biblioteca Real de Berlín con el objeto de solucionar
el problema propuesto por la Facultad de Filosofía en un concurso premiado bajo el título Über das Verhältnis
der Psychologie zur Metaphysik. Sin embargo, ha de notarse que la fecha que señala Frauenstädt (1836) parece
ser imprecisa: el volumen al que se refiere de la Allgemeine Encyklopädie es del año 1838 (así lo señala también
Ferdinand Laban en: Die Schopenhauer-Literatur. Versuch einer cronologischen Uebersicht derselben, Leipzig,
Brockhaus, 1880, p. 48), a pesar de que los volúmenes anteriores venían publicándose desde 1818.
109
En Studien und Kritiken zur Theologie und Philosophie (Berlín, Verlag der Voss’schen Buchhandlung, 1840)
alude a Schopenhauer como «uno de los más minuciosos conocedores y críticos de Kant» que «bien merecería,
en la historia de la filosofía moderna, ser tenido más en cuenta» (p. 50). En «Zur Kenntniß und Kritik der
Krause’schen Philosophie», aparecido en los Hallische Jahrbücher für deutsche Wissenschaft und Kunst, IV,
153-154 (28 y 29 de junio de 1841) señala que «[la filosofía d]el genial y profundo Schopenhauer […] podría
encender una luz a algún que otro filósofo de cátedra, frente a la cual la totalidad de su conocimiento habría de
palidecer» (p. 610) y, contraponiendo la filosofía schopenhaueriana a la filosofía «mezclada con la poesía de
Schelling», a la «mezclada con los dogmas cristianos de Hegel» y a la terminológicamente «vulgar de Krause»,
añade: «Schopenhauer es hasta ahora, que yo sepa, el único entre los nuevos filósofos que ha producido una
filosofía tan pura como profunda y sagaz; a la cual, si bien es verdad se le ha prestado poca o ninguna atención
todavía, también es cierto que tanto más seguro tiene su futuro para ello, tal como él mismo es perfectamente
consciente y está completamente seguro» (p. 613).
152 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
juicio sobre el sabio de Frankfurt como un repetidor de otras doctrinas del idealismo
alemán, así como también la imagen negativa de los elementos orientales presentes
en su filosofía.
110
Frauenstädt, J.: Stimmen… Op. Cit. p. 1110.
111
Ibídem.
112
Ibídem, p. 1113.
113
Cfr. Ibídem, p. 1115.
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 153
del concepto de voluntad, toda comparación con Fichte, desde el punto de vista del
discípulo, debía ser justamente sancionada: «El idealismo schopenhaueriano es tan
distinto del de Fichte como su realismo del spinoziano»114. Asimismo el discípulo
reprende a Hillebrand por valorar negativamente y considerar como fantasiosos los
elementos budistas de la filosofía schopenhaueriana; pues, siguiendo la doctrina
del maestro –asegura Frauenstädt– «en lo concerniente a las “fantasías orientales”,
esta denominación [la de fantasía] debería entonces concernir también a la esencia
del cristianismo»115 debido a que budismo y cristianismo serían coincidentes en su
enseñanza fundamental, a saber, la negación y la renuncia a este mundo plagado de
males.
6. Conclusión
Con todo lo expuesto en este trabajo se pone de manifiesto que sí existió una recepción
de la filosofía de Schopenhauer entre 1818 y 1848. Aunque en los treinta años que
transcurren entre la publicación de El mundo como voluntad y representación y la
Revolución de Marzo solamente aparecen trece reseñas de las obras de Schopenhauer
y unas pocas, breves y dispersas alusiones a él o a sus obras 116, siendo la más destacable
la inclusión de Schopenhauer en la Geschichte der Kant’schen Philosophie (1840) de
Rosenkranz, terminó por formarse en estos años una imagen del filósofo muy distinta
de la de un genio: Schopenhauer se presentó ante el público filosófico de este período
sobre todo como un ecléctico deudor de Fichte y Schelling, cuyo interés filosófico
quedaba relegado al rango de mera curiosidad.
Asimismo, un aspecto característico de esta primera recepción de la filosofía
de Schopenhauer, en un marcado contraste con lo que ocurrirá a partir de 1848, lo
constituye el hecho de que no es en modo alguno una recepción popular. Entre 1818
y 1848, la proyección de la filosofía schopenhaueriana, por muy reducida que fuera,
se limitó casi exclusivamente a los intramuros de las universidades alemanas. Todos
los recensores de sus obras realizaban su actividad filosófica en el espacio académico
y únicamente en casos excepcionales como el de Rätze, pero sobre todo el de sus
discípulos, su influencia sobrepasó los límites marcados por la filosofía universitaria.
El tratamiento extrauniversitario de su filosofía solo se acentuaría con la creciente
114
Ibídem, p. 1117.
115
Frauenstädt, J.: Stimmen… Op. Cit. p. 1117.
116
Aparte de las tratadas en este trabajo, encontramos algunas otras referencias a Schopenhauer, de suma brevedad,
como la que realiza W. G. Tennemann en la tercera edición del Grundriss der Geschichte der Philosophie
für den akademischen Unterricht (Leipzig, Ambrosius Barth, 1820), donde la filosofía del sabio de Frankfurt
aparece como un «original punto de vista idealista» (p. 452). También Friedrich Ast lo incluye en su Grundriß
der Geschichte der Philosophie (Landshut, Joseph Thomann, 1825), caracterizando su obra como una de
«las más nuevas tentativas en el campo de la filosofía […] que se distingue por sus opiniones y expresiones
originales e ingeniosas» (p. 444). Ernst Reinhold también hace una referencia a Schopenhauer en Handbuch der
allgemeinen Geschichte der Philosophie für alle wissenschaftlich Gebildete (Vol. II.2) (Gotha, Hennings’schen
Buchhandlung, 1830), diciendo de él que representa un nuevo intento de unificar realismo e idealismo «al
que no se puede negar algo de perspicaz, interesante y original» a pesar de que su solución es «insatisfactoria
y unilateral» (p. 186n). Por último encontramos dos pequeñas alusiones a Schopenhauer por parte de C. Fr.
Bachmann: la primera de ellas se encuentra en System der Logik. Ein Handbuch zum Selbstudium. (Leipzig,
Brockhaus, 1828, pp. 59 y 62), donde realiza una esquemática exposición de Sobre la cuádruple raíz del
principio de razón suficiente; mientras que la segunda, es la ya citada voz «Idealismus», escrita para el volumen
XV de la Allgemeine Enzyklopädie en 1838 (vid. supra, nota 108; infra, nota 121).
154 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
117
La proliferación de escritos en los que se trata al filósofo precisamente a partir de 1848 atestiguan este punto de
inflexión: la escasez de publicaciones anteriores a esta fecha sobre Schopenhauer, así como su frecuencia (llega
a haber intervalos que oscilan entre los dos y los cuatro años en los que no aparece ni la más irrelevante de las
alusiones al filósofo) contrasta con lo que ocurre en los años posteriores. Desde 1848 no hay ya ningún año
en el que no aparezcan reseñas de algunas de sus obras, trabajos manualísticos que le incluyan en sus páginas
con una extensión suficiente, o ensayos dedicados en exclusiva o mayoritariamente al estudio y discusión de su
pensamiento. (Compárese: Laban, F.: Op. Cit. pp. 47-49 con pp. 49 y ss.).
118
Cfr. Invernizzi, G.: Op. Cit. pp. 6 y s.
119
Una presentación general de los discípulos de Schopenhauer puede encontrarse en: Fazio, D. M.: «La scuola di
Schopenhauer. I contesti», en: Fazio, D. M.; Koßler, M; Lütkehaus, L. (Eds.): Op. Cit. pp. 16-65.
120
Cfr. Invernizzi, G.: Op. Cit. p. 7.
121
Solo algunos se hacen un eco indirecto de ello sin expresarlo explícitamente. Jean-Paul, por ejemplo,
consideraba la profundidad de filosofía de Schopenhauer como «una profundidad sin fondo y desconsoladora,
comparable al melancólico lago en Noruega, sobre el cual, en sus tenebrosas murallas de rocas acantiladas,
jamás se divisa el sol, sino únicamente el cielo estrellado del día, sobre el cual no reposa ninguna nube ni
vuela ningún pájaro» (Jean-Paul: Kleine Bücherschau. Op. Cit. p. 203). W. T. Krug, en una reseña anónima
de El mundo como voluntad y representación, advierte los peligros de la oscura visión schopenhaueriana del
mundo: «Esta doctrina […] permitiría con verosimilitud un sentido sublime si tuviese, siguiendo al autor, un
sentido religioso y pudiese ser expresada con las palabras: sea no mi voluntad ¡sino la tuya! Sin un significado
religioso [esta doctrina] aparece como sin vida y desconsoladora, ya que la voluntad quiere su propio ocaso»
(Anónimo [Krug, W. T.]: «Die Welt als Wille und Vorstellung: vier Bücher, nebst einem Angange, der die Kritik
der Kantische Philosophie enthält, von Arthur Schopenhauer. (Mit dem Motto:) ob nicht Natur zuletz sich doch
ergründe? Göthe – Leipzig, bey Brockhaus, 1819. XVI und 725 S. gr. 8. (3 Thlr.)», en: Leipziger Literatur-
Zeitung, 21-22 (1821), p. 172). Bachmann lo expresa de un modo más escueto señalando que la filosofía de
Schopenhauer aspira a «la redención de un mundo cuya completa existencia se nos presenta tan solo como
sufrimiento» (Bachmann, C. Fr.: «Idealismus», en: Op. Cit. p. 118). También Rosenkranz, se refiere en estos
términos a El mundo como voluntad y representación al afirmar que «está escrito con una profunda amargura
que desprecia lo mundano y con un grandioso y genuino misticismo. Un cansancio de la vida de madurez moral
del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156 155
[…] dejar de lado la consideración […] de que la vida humana no puede ser de otra
manera –en lugar de figurarse las fatigas y los deseos no cumplidos que permanecen– y de
que la naturaleza no despilfarra sus medios sin un fin. Pero ¿qué podría el autor [Dorguth]
reprochar a su [de Schopenhauer] “voluntad carente de entendimiento” si alguna vez, de
modo perceptible para nosotros, un par de cuerpos celestes se saliesen de sus órbitas?124
7. Siglas utilizadas125
Schopenhauer, A.: Sämtliche Werke (7 Bd.), hrsg. von Arthur Hübscher, Mannheim,
Brockhaus, 19884.
F (Ueber das Sehn und die Farben) [Sämtliche Werke. Bd. I]
se acompaña con una amargura timónica [de Timón de Atenas]; un ánimo heroico para el dolor, con un alma
formada con ternura y delicadamente sensible a toda miseria» (Rosenkranz, K.: Geschichte der Kant’schen...
Op. Cit. p. 479). A este respecto resulta significativo que Karl Rosenkranz, al contrario de lo que ocurre en las
publicaciones de este período, sí haga referencias explícitas en su correspondencia al pesimismo presente en la
filosofía de Schopenhauer. En una carta dirigida a Friedrich Andreas Dorguth fechada el 18 de octubre de 1844,
le expresa su parecer sobre el pesimismo schopenhaueriano como algo meramente anecdótico y carente de todo
valor filosófico: «La oposición entre optimismo y pesimismo, a la que Schopenhauer otorga tanta importancia
es, según mi opinión, [algo] secundario y, si le he entendido bien, Ud. también lo convierte en algo relativo. Para
nosotros los que filosofamos, para nuestra sangre fría, solo existe la necesidad, pero no un mundo absolutamente
bueno o malo» (Butlaff, J. (Ed.): Karl Rosenkranz. Briefe. 1827 bis 1850, Berlín, Walter de Gruyter Verlag,
1944, p. 333). Por su parte, Friedrich Köppen prefiere sustituir el término de pesimismo por el de «hipocondría
mundana [Welthyphocondrie]» (Köppen, F.: Op. Cit. p. 1126).
122
Fortlage, C.: Op. Cit. p. 585.
123
Ibídem.
124
Dorguth, F. A.: Schopenhauer in seiner Wahrheit. Mit einem Anhange über das abstrakte Recht und die Dialektik
des etischen und Rechtsbegriffs, Magdeburg, Heinrichshofen’sche Buchhandlung, 1845, p. 14.
125
Debido al gran número de ediciones disponibles de las obras de Arthur Schopenhauer, al investigador le resultará
especialmente útil la concordancia de páginas preparada por: Kirschke, S.: Schopenhauer-Seitenkonkordanz.
Erweiterte Neuausgabe, Greifswald, 2014. (URL: http://s151216025.online.de/wp-content/uploads/2016/01/
Stefan-Kirschke-Schopenhauer-Seitenkonkordanz.pdf)
156 del Estal Sánchez, H. An. Sem. Hist. Filos. 35 (1) 2018: 127-156
WWV I (Die Welt als Wille und Vorstellung I) [Sämtliche Werke. Bd. II]
WWV II (Die Welt als Wille und Vorstellung II) [Sämtliche Werke. Bd. III]
N (Ueber den Willen in der Natur) [Sämtliche Werke. Bd. IV]
P I (Parerga und Paralipomena I) [Sämtliche Werke. Bd. V]
P II (Parerga und Paralipomena II) [Sämtliche Werke. Bd. VI]
Schopenhauer, A.: Sämtliche Werke (16 [13] Bd.), hrsg. von Paul Deussen, München, Piper
Verlag, 1911-1942
D IX (Arthur Schopenhauers handschriftlicher Nachlaß. Philosophische Vorlesungen.
Theorie des Erkennens) [Sämtliche Werke. Bd. IX]
D X (Arthur Schopenhauers handschriftlicher Nachlaß. Philosophische Vorlesungen.
Metaphysik der Natur, des Schönen un der Sitten) [Sämtliche Werke. Bd. X]
D XIV (Der Briefwechsel Arthur Schopenhauers. Erster Band (1799-1849)) [Sämtliche
Werke. Bd. XIV]
Schopenhauer, A.: Der handschriftliche Nachlaß (5 Bd.), hrsg. von Arthur Hübscher,
München, Deutscher Taschenbuch Verlag, 1985.
HN II (Kritische Auseinandersetzungen (1809-1818)) [Der handschriftliche Nachlaß.
Bd. II]
HN III (Berliner Manuskripte (1818-1830) [Der handschriftliche Nachlaß. Bd. III]
HN IV.1 (Die Manuskriptbücher der Jahre 1830-1852) [Der handschriftliche Nachlaß.
Bd. IV.1]
HN V (Randschriften zu Büchern) [Der handschriftliche Nachlaß. Bd. V]
Schopenhauer, A.: Philosophische Vorlesungen aus dem handschriftlichen Nachlaß, (4 Bd.),
hrsg. von Volker Spierling, München, Piper Verlag, 1987.
VN I (Theorie des gesammten Vorstellens, Denkens und Erkennens)
Schopenhauer, A.: Gesammelte Briefe, hrsg. von Arthur Hübscher. Bonn, Bouvier, 19872
GBr
Hübscher, A. (Hrsg.): Gespräche. Stuttgart, Frommann-Holzboog, 19712
Gespr.