El Padre de Mi Mejor Amiga (Daddy Forever 3) - Victoria Snow
El Padre de Mi Mejor Amiga (Daddy Forever 3) - Victoria Snow
El Padre de Mi Mejor Amiga (Daddy Forever 3) - Victoria Snow
©Victoria Snow
EL PADRE DE MI MEJOR AMIGA
Título original: Best Friend's Daddy
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, algunos lugares y situaciones son producto de la
imaginación de la autora, y cualquier parecido con personas, hechos o situaciones son pura
coincidencia.
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente
prohibida, sin autorización escrita del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier método o procedimiento, así como su alquiler o préstamo público.
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Índice
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Epílogo
Notas
Prólogo
Stevie
Había llegado El Día.
Recuerdo que lo había escrito en mayúsculas en mi calendario colgado en la pared del
dormitorio de mi infancia. Mamá y papá asumieron que lo escribí así porque era el día de mi
graduación de la secundaria, y dejé que siguieran pensando eso. Habrían perdido la cabeza si
hubieran sabido lo que realmente significaba.
La cosa era que sabía que me iba a graduar de la escuela. Siempre había tenido buenas
notas, era miembro activo del club de teatro y del equipo de fútbol, mis profesores me adoraban,
pero en mi cabeza, el día de la graduación era más para mis padres. Pudieron ver a su niña
caminar por el escenario y obtener su diploma. Para mí, todo el trabajo duro ya estaba hecho.
Así que para mí... para mí, el gran día no se trataba de la graduación.
Se trataba de la fiesta posterior.
Finalmente tenía dieciocho años, y había terminado la secundaria.
Dos distinciones muy importantes cuando estás enamorada de un hombre que tiene la edad
suficiente para ser tu padre.
Nadie sabía de mi enamoramiento, por supuesto. No era una idiota y sabía lo que todos
pensarían. Pero durante todo el instituto estaba tan... harta de todos los chicos de mi edad. Incluso
los chicos de la universidad que conocí en las fiestas o a través de mi hermano mayor Andy. Eran
inmaduros e inexpertos. No sabían lo que querían de la vida, eran desconsiderados y honestamente
no sabrían cómo complacer a una chica aunque sus vidas dependiera de ello.
Quería alguien con clase, alguien que tuviera su vida en orden, alguien con madurez, cerebro
y compasión. Y alguien que supiera lo que se hacía en la cama. Alguien que pudiera hacerse cargo
y hacerme rogar por él.
Y ese hombre era Michael Madison.
Conocí a Michael a través de su hija, mi mejor amiga Brooke. No era muy espabilada, pero
era amable, muy agradable y considerada. Tenía una sonrisa para todos. Siempre fue una de las
chicas más populares de nuestra escuela y no por ninguna maquinación de su parte,
sorprendentemente, sino porque era realmente una persona tan encantadora que todos querían
conocerla y ser su amiga.
Todos decían que era afortunada de ser su mejor amiga, y lo era.
Brooke estaba ahí para mí sin importar lo que pasara, y estaba feliz de estar ahí para ella.
También tuve suerte de otra manera.
Michael —insistió en que le llamara así en vez de señor Madison— era alto, en forma y
muy guapo. Tenía el cabello castaño claro que se rizaba cuando había humedad o cuando trabajaba
en la calurosa cocina todo el día, y esos conmovedores ojos verdes que me absorbían como un
océano. A menudo me encontraba mirándolos accidentalmente durante demasiado tiempo,
simplemente... perdida en ellos.
Pero más que ser guapo como el pecado, era una persona tan buena.
Nunca me habló como si fuera una niña, sino que me hablaba como si tuviera la misma edad,
como un adulto. Era tan refrescante, después de lidiar con todos los que me trataban como si no
tuviera idea de lo que estaba haciendo con mi vida. Me enseñaba a hacer platos elegantes cuando
me quedaba a dormir en casa de Brooke mientras ella nos miraba, haciendo bromas. Nunca me
regañó cuando usé palabrotas, las cuales usé mucho. Siempre tuve un problema con las palabrotas.
Me descubrió mi amor por la cocina, mi amor por la comida. Fue la razón por la que decidí
ir a una escuela culinaria en lugar de una universidad de cuatro años. A mis padres no les
importaba, gracias a Dios. Pensé que podrían protestar, pero en cambio pensaron que una
formación ocupacional era una excelente idea y le agradecieron a Michael su tutela.
Si supieran todas las cosas que pienso sobre Michael fantaseando sola en mi cama por la
noche, tocándome, gimiendo en mi almohada como lo imagino dentro de mí, tirándome del
cabello, mordiéndome el cuello y diciéndome: quédate callada, eres una buena chica.
Es la razón por la que no he tenido sexo todavía. Oh, claro, había tonteado un poco, pero
sólo una sesión de besuqueo con un chico fue suficiente para indicarme que tal como sospechaba,
no tenían lo que yo quería. Y escuché a Brooke hablando de sus experiencias y... no gracias.
Iba a esperar a alguien que supiera lo que estaba haciendo, que supiera cómo hacerme sentir
realmente excitada, desesperada y necesitada.
Ahora tenía dieciocho años, legalmente un adulto, y había salido de la escuela. También
estaba a punto de irme a la escuela culinaria y estar fuera durante tres años.
Nunca habría un mejor momento para mí para hacer un intento con el hombre que
protagonizó mis fantasías durante años.
Por supuesto, todo esto sería un punto discutible si estuviera casado, pero la esposa de
Michael lo dejó el mes pasado por otro hombre.
Eso fue... eso fue difícil. Brooke lloró en mi cama durante horas. Ella y su madre habían
estado muy unidas. Brooke siempre la había admirado, al igual que a su padre, incluso admitió de
vez en cuando que su madre se centraba en las cosas equivocadas de la vida: las cosas materiales,
el dinero, la ropa y los objetos en lugar de las personas.
Pero Brooke la amaba y ellas iban de compras todo el tiempo, pasando el rato en plan
amigas, más que como madre e hija. Le contó todo a su madre, y dijo que su madre siempre fue
muy paciente y comprensiva con cosas como las fiestas de la escuela secundaria y el tonteo con
los chicos.
Entonces se le cayó la venda, y Brooke se quedó pensando si la madre que había conocido y
amado todo este tiempo había sido una mentira.
Virginia, así se llamaba, le rompió el corazón a su hija. No creo que nunca la perdone por
eso.
Pero eso significaba que Michael estaba soltero y necesitaba un dulce y sudoroso consuelo
sexual después de que su esposa lo dejara.
¿Verdad?
Cierto.
Incluso tenía el escenario perfecto: mi fiesta de graduación conjunta con Brooke en el
restaurante de Michael.
Michael insistió en organizar la fiesta y asegurarse de que fuera perfecta para Brooke y para
mí. Se esforzó mucho, poniendo serpentinas y globos y consiguiendo un gran cartel. Brooke y yo
hablamos durante días sobre el tipo de tarta que queríamos (alternando capas de chocolate y
vainilla) y Michael insistió en que la haría para nosotras, que no nos preocupáramos.
Sé que mis padres estaban agradecidos de no tener que planear nada. A mí me pareció muy
dulce por parte de Michael... y esperaba poder recompensarle como quería.
Para que mi plan funcionara, para que finalmente pudiera tocarme, besarme, como había
soñado durante años, tenía que asegurarme de que me viera como una adulta, y no como una niña.
Sería difícil, claro, era la mejor amiga de su hija y esta era mi fiesta de graduación de la
secundaria.
Pero siempre me habían dicho que era madura para mi edad, y luego tenía esas curvas... y
movimientos... me gustaba pensar eso al menos.
No mentiría, estaba muy orgullosa de mi cuerpo. No iba por ahí acicalándome ni nada, pero
cuando me miraba en el espejo pensaba que sí, que estaba bien. Especialmente si me ayudaba a
llamar la atención de Michael.
Odiaba asistir a la escuela teniendo este trasero y estos pechos porque los chicos me
llamaban constantemente y hacían comentarios, como si fuera una especie de... pedazo de carne,
ugh. Llevaba pantalones largos y camisas de manga larga en el colegio siempre que podía para
intentar minimizar los comentarios.
Pero para Michael, me alegraba de mis curvas. Quería mostrarlas, quería que se fijara en
ellas, que me mirara con ojos oscuros y hambrientos, que pusiera su boca y sus manos en ellas.
Me compré un vestido para la ocasión. Blanco, para que me viera bien y destacara, aunque
ajustado, realmente abrazando mis curvas, con una atrevida abertura en mi pierna hasta el muslo y
una sola cinta desde un hombro en forma diagonal que atravesaba mi cuerpo y se envolvía
alrededor de mi cintura. Me llevó una eternidad encontrarlo, saber que era el correcto. Y luego mi
cabello que me había llevado horas.
Traté de mantener mi maquillaje al mínimo, concentrándome sobre todo en los ojos,
añadiendo un toque de brillo plateado.
Todo el mundo me felicitaba en la fiesta.
—Te ves hermosa, Stephanie, —fue lo que recibí de mis parientes, y—: ¡mira que bien,
Stevie! —de mis amigos.
Personalmente, siempre había preferido Stevie a mi nombre completo. Stephanie era algo
reservado para la familia.
Estaba haciendo las rondas, saludando a todos, agradeciendo a mis tíos y tías y a todos por
sus encantadores regalos de graduación, e intentando vigilar a Michael sin ser demasiado obvia,
cuando Brooke finalmente apareció.
—¿Dónde has estado? —susurré, abrazándola rápidamente—. ¡Esta también es tu fiesta!
—Jake y yo nos distrajimos —respondió Brooke, riéndose y moviendo las cejas para que no
tuviera dudas de lo que significaba distraerse.
Jake era el Quaquerbat de nuestro colegio. A Brooke le gustaba mucho y a él le gustaba
mucho Brooke, lo que supongo que compensaba el hecho de que...
—¡Oye, tengo ante mía a la mujer del momento!
Mi hermano mayor Andy se acercó, abrazando a Brooke. Era cuatro años mayor que Brooke
y que yo, y estaba en su último año en la Universidad de Berkeley. También era un gran coqueto,
por lo que Brooke no se dio cuenta de que Andy estaba enamorado de ella.
—Tu hermana también se graduó —señaló Brooke.
—Ah, sí, pero todos sabíamos que eso iba a pasar. Contigo necesitabas un toque especial
por un tiempo. —Andy le guiñó un ojo—. Estoy sorprendido, te lo aseguro, sorprendido de que
hayas obtenido un diploma.
—Muy gracioso —respondió Brooke, poniendo los ojos en blanco.
Tuve que trabajar duro con Brooke para ayudarla a aprobar algunas de sus clases, pero tenía
fe en que la universidad sería más fácil. En la universidad no tenías que tomar un montón de clases
de matemáticas y ciencias al azar si no estaban en tu especialidad, y esos eran los puntos débiles
de Brooke. Siempre fui buena con los números, y me encantó la química una vez que me di cuenta
de lo importante que podía ser para la cocina.
—¡Oh, Jake! —lo saludó Brooke.
Agarré a Andy por el brazo y le pedí que se tomara una foto conmigo.
Me sentí mal por él, y sólo me agradaba Jake por lo feliz que hacía a Brooke. Mi pobre
hermano estuvo suspirando durante años y Brooke no tenía ni idea, ni sabía cómo se sentía. Era un
asco.
Pero con suerte, al menos para mí, esta noche cambiaría todo eso.
Después de mi autocontrol con mi hermano, vi a Michael en la mesa de comida. Bien, esta
era una oportunidad tan buena como cualquier otra.
Saludé a todos, cumplí con mi deber. Ahora podía poner mi plan en marcha.
Prácticamente podía sentir sus dedos metiéndose en mi interior y me estremecí cuando me
acerqué.
—Hola, Michael —le dije, ofreciéndole mi sonrisa más sensual.
Michael me besó en la mejilla y todo mi cuerpo se calentó. —
—Felicidades —me dijo—. Sé que probablemente lo hayas oído de todos los demás, pero
graduarse es un logro. Deberías estar orgullosa de ti misma.
—¿Estás orgulloso de mí? —pregunté. Quería decirle que había muchas otras formas en las
que podía estar orgulloso de mí, por callarme, por chuparle la polla, y que podía seguir siendo
una buena chica, sólo por él.
O una chica traviesa, si quería.
Michael me sonrió. Dios, era guapo. Podría haber tenido su propio programa de cocina en
la televisión si hubiera querido, con un aspecto tan robusto como ese. Entonces sus ojos se
deslizaron sobre mi hombro, y olí... ah, la distintiva colonia Old Spice de mi padre.
Puede que fuera como resultado de disfrutar de la cocina, pero era muy buena en decir quién
era quién por su olor. Sin mencionar que mi madre nunca había podido transmitirle a mi padre la
verdad de que usa demasiada colonia.
—¡Robert! —Michael sonrió a mi padre. Podía sentir que mi propia sonrisa se desvanecía,
sólo un poco—. Debes estar muy orgulloso de ella.
Bueno, joder, no podría coquetear muy bien con Michael, o cualquiera, delante de mi padre.
Inventé una excusa y me escabullí, pero mantuve vigilado a Michael durante el resto de la fiesta.
Cuando entró en su oficina, supe que tenía mi oportunidad.
Me acerqué moviendo un poco las caderas para ayudarme a entrar en el ambiente. Me
gustaban estos tacones, y pensé que se veían muy bien con el vestido, plateados para combinar con
mi sombra de ojos.
Llegué a la puerta de su oficina, por suerte estaba en un pequeño pasillo donde estaban los
baños, así que nadie podía verme realmente, y estaba a punto de abrirla, con la mano en el pomo
de la puerta y todo, cuando oí lo que estaba diciendo.
Oh, vaya. Eso sonaba rudo.
—Ni siquiera me importa, ¿de acuerdo? No me importa. Puedes tener lo que quieras. Sólo
quiero que esto termine.
De acuerdo, sabía que estaba mal, pero presioné mi oreja contra la puerta. Quería saber qué
estaba pasando, si Michael estaba bien.
Le oí suspirar. Sonaba como si estuviera... destrozado. Exhausto.
—Sólo mantén tus malditas manos fuera del restaurante. Es el único lugar donde me
mantengo firme. —Hubo una pausa mientras la persona al otro lado de la línea hablaba. Entonces
Michael dijo, con tanta amargura en su voz que ni siquiera sonaba como él—: …bueno, ¿A qué
otra cosa podría querer aferrarme? Derramé mi amor en este restaurante y se mantuvo fiel a mí, a
diferencia de ti. Supongo que debería agradecerte por mostrarme qué clase de mentira es el amor.
La persona del otro extremo empezó a decir algo, pero Michael le interrumpió.
—No puedes decir eso. No cuando pasaste meses follando con mi empleado a mis espaldas.
Mi maldito protegido, quiero decir, sólo tenías que elegir a la persona en la que más confiaba
además de ti, es la peor broma de mal gusto, lo sabes, ¿verdad?
Michael suspiró y me di cuenta de con quién debía estar hablando: su ex esposa. Virginia.
Joder.
Bueno, no podía entrar ahí y seducirlo ahora. No cuando estaba sufriendo así. Sería, bueno...
no estaría en la posición correcta y honestamente, sentiría casi como si me estuviera
aprovechando de él.
Debe ser vulnerable en ese estado de ánimo, y no quería que me follara porque estaba
amargado y disgustado. Quería que estuviera conmigo porque me veía como alguien con quien
podía estar. Alguien por quien se sintiera realmente atraído, alguien por quien pudiera sentir lo
mismo que sentía por él.
Pero no podía dejarlo solo ahí para que discutiera con esa mujer.
Respiré profundamente y llamé a la puerta.
Hubo una pausa en el otro lado, y luego oí a Michael decir—: Te llamo luego.
Un momento después se abrió la puerta y Michael me miraba fijamente.
Se veía tan cansado. Era terriblemente injusto. ¿Por qué iba su mujer a escaparse con un
chico guapo y dejar sin nad a Michael cuando había trabajado tanto en el restaurante todos estos
años?
—¿Todo bien, Stevie? —preguntó.
Mierda. Necesitaba pensar en una razón para llamar a su puerta y consolarte después de
oírte discutir con tu ex-mujer, probablemente no iba a ser suficiente.
—...me preguntaba... ya que es una ocasión especial y todo eso... ¿Podríamos tomar una
botella de champán? —Le ofrecí mi sonrisa más ganadora.
Michael se rio de una manera un tanto sorprendido.
—La última vez que lo comprobé, la gente se graduaba en el colegio a los dieciocho años,
no a los veintiuno.
Dios, la baja y grabe de su voz era simplemente... la cosa más caliente de la historia. Me
atreví a dar un pequeño paso y mirarlo a través de mis pestañas.
—No diré nada si tú no lo haces.
Michael sacudió la cabeza.
—De ninguna manera, tus padres me matarían. —Puso su brazo alrededor de mis hombros
—. Y no me hagas uno de esos bonitos mohines, tampoco, no va a funcionar.
Bonito. Pensaba que era bonito cuando hacía pucheros. Sentí como si todo mi pecho se
iluminara en respuesta.
—Vamos, creo que es hora de cortar el pastel —dijo, y me llevó de vuelta a la sala
principal, todavía con su brazo alrededor de mis hombros.
Su calor presionó contra mi costado, el peso de su brazo, los músculos firmes que podía
sentir contra mí. Pensaría en ello más tarde, esa misma noche, mientras estaba acostada en la
cama. Oh, Dios, sí, lo imaginé levantándome y poniéndome contra la pared fácilmente,
haciéndome gemir y chillar, diciéndome que abriera las piernas para él...
Pero no podía entrar y seducirlo como lo había planeado originalmente. No. Michael
todavía me veía como demasiado joven, como una niña, y todavía estaba lidiando con la pérdida
de su ex.
Bueno, eso estaba bien. Podría ser paciente.
No sabía toda la historia de su esposa, pero sí sabía por la llamada telefónica que había
oído que estuvo con el protegido de Michael. Lo había visto unas cuantas veces: Theo Simmons,
casi diez años menor que Michael, treinta y tantos, guapo, tatuado. Ya sabes, todo eso.
Sin el hombre que había estado entrenando, Michael necesitaría un nuevo protegido, ¿no?
Alguien en quien pudiera confiar, alguien con quien pudiera contar y a quien pudiera cuidar.
Pero por supuesto, ese protegido tendría que haber pasado por la escuela culinaria... y qué
conveniente, eso es lo que haría.
Una vez que fuera una profesional con formación, una vez que hubieran pasado un par de
años, después de un tiempo de separación en el que no me hubiera visto... Michael podría verme
como un adulto. Como alguien a quien podía cuidar y por quien se podía sentir atraído. No una
niña, ya no.
Iba a ir tras lo que quería, y no iba a rendirme.
Capítulo 1
Michael
Habían pasado tres años desde que Virginia y Theo me habían dejado, y no se había vuelto más
fácil.
Era martes, lo que significaba que era hora de equilibrar los libros.
Ahora eso no era una tarea fácil. Antes mi restaurante estaba clasificado entre los diez
mejores de la zona de la bahía, y tenía clientes de todo el mundo. Esto habría sido pan comido.
Pero desde Theo y Virginia...
Fue la peor noche de mi vida, al entrar en mi casa para encontrarlos follando en mi sala de
estar. Theo había tratado de inventar una excusa para pasar a verme, como si no me hubiera
encontrado con él follando con mi mujer, como si fuera estúpido o ciego.
Bueno, había sido tanto estúpido como ciego, durante meses, sin darme cuenta de lo que
pasaba entre ellos. Había advertido que Theo venía a casa mucho más a menudo, y que Virginia de
repente tenía un interés mucho mayor en el restaurante que antes. Pero como se suponía que debía
sospecharlo, como cualquier persona, confiaba en ambos.
No era el tipo de persona que estaba paranoica con las cosas. No de esa manera.
Y ahora, desde que se fueron, las cosas en el restaurante estaban en el retrete. Le dije a
Virginia que dejara el restaurante en paz durante el proceso de divorcio y lo hizo, era una mujer de
palabra con eso. Pero aun así, Theo se las arregló para hacer todo lo posible para arruinar mi
negocio.
Creo que la razón fue que no se reflejaría muy bien en sus nuevos sueños de chef famoso el
que le dijera a la gente que había contribuido a que mi esposa me engañara, y por eso en cada
entrevista, había estado diciendo estas pequeñas pinceladas sutiles. Había arrojado la suficiente
sombra sobre mí y mi carrera a lo largo de los años... para que el negocio se hubiera aflojado.
Ese bastardo. ¿No podía satisfacerse con tomar a mi esposa, arruinar mi matrimonio y
romper el corazón de mi hija? ¿También tenía que arruinar mi maldito restaurante, el único que
construí con mis propias manos desde cero?
A Brooke se le había roto el corazón por todo este tiempo. Traté de animarla de todas las
maneras que se me ocurrieron, lo cual era bastante difícil cuando luchaba por salir de la cama
algunas mañanas. Pero ella... bueno. Su madre no sólo me traicionó. También traicionó a Brooke.
Brooke era la persona más alegre, amable y feliz. Toda su vida había sido así. Luego
empezó a cambiar después de que Virginia se fue. Su dulce comportamiento se quebró. Se
enojaba. Se enfadaba. No conmigo, nunca conmigo, aunque hubo momentos en los que me lo
merecía. Pero con su novio, con sus compañeros y amigos, o con el mundo en general. La única
persona con quien no se enojaba aparte de mí era con su mejor amiga Stevie. No había visto a
Steve en tres años, no desde que ella y Brooke se graduaron de la escuela secundaria un mes
después de que Virginia se fuera.
Bueno, no pensé que la ira de Brooke se fuera a ir pronto. El restaurante estaba en
verdadero peligro de fracasar. Tal vez debería haberme mudado y abierto un nuevo lugar, pero no
quería dejar la ciudad donde había estado durante tantos años y no quería dejar el restaurante, que
era mi bebé tanto como Brooke. Toda mi vida estaba aquí y me gustaba así.
Además... Empezar de nuevo hubiera sido como rendirse. Como un fracaso.
Así que pedí una hipoteca sobre la casa de la familia, pero eso no funcionó. Sentí que todo
se estaba desmoronando. Por primera vez desde que me convertí en chef, empecé a preguntarme si
debería haberme quedado en la tecnología.
A Virginia le habría gustado más. Tal vez se habría quedado conmigo, quién sabe. Mi
trabajo en la tecnología era lucrativo, diablos, sorprendentemente, así fue como obtuve el capital
para abrir mi restaurante y por eso había estado en el área de la bahía para empezar, ya que
Silicon Valley estaba a poca distancia.
O tal vez no era que debiera haberme quedado en el sector de la tecnología. Tal vez no
debería haber confiado en el maldito Theo Simmons.
Acababa de salir de la escuela culinaria y le di su primer maldito trabajo. Lo apoyé. Lo
alenté. Le ayudé a florecer, no le hice trabajar demasiado, y no fui demasiado exigente. No lo
manejé a fondo. Le dejé hacer lo suyo y le di espacio para crecer.
Y hombre, si había crecido. Theo había prosperado y estaba muy emocionado por eso. Era
nueve años más joven que yo, pero había sido mi mejor amigo. Como un hermano menor. Sus
menús eran emocionantes, e incluso conseguimos una calificación de Michelin.
No sabía si volvería a confiar en alguien así. No como chef, y no como una pareja
romántica. Me jodieron profesional y personalmente y honestamente no sabía qué hacer después.
Llamaron a la puerta mientras miraba los números, deseando que pudiera hacerlos mejorar.
—Entra.
Brooke entró.
Se veía más apagada últimamente. Brooke nunca tuvo un don académico, bendito sea, pero
sabía leer bien a la gente y se preocupaba de verdad por todos. Por eso todo el mundo la quería.
Sabía que podía decir que yo sentía que esto era el principio del fin.
—Siento molestarte, papá —dijo, entrando con un trozo de papel en la mano—, pero alguien
quiere solicitar el puesto de chef jefe.
Tuve que aguantar el suspiro. Había estado pasando por los jefes de cocina como un...
bueno, como un loco, lo admito. Quería encontrar a alguien con la misma chispa que Theo, la
misma pasión y talento para la originalidad. Pero también quería que fuera alguien en quien
pudiera confiar.
Hasta ahora, nadie había dado la talla. Todo el mundo quería hacer lo mismo que Theo, o
sólo quería trabajar en el restaurante porque Theo había trabajado allí y esperaban presumir de
eso.
Habían sido aburridos en el mejor de los casos y peligrosamente incompetentes en el peor.
Y claramente ninguno tenía una opinión muy alta de mí, como si Theo acabara de salir de la tierra
como un perfecto chef, como si no hubiera sido el mentor y guía para que llegara a ser tan bueno
como lo era ahora.
Tomé el currículum y lo miré, y casi lo dejo caer en shock.
—¿Stevie? —solté.
Ahí estaba, su nombre mirándome fijamente. Stephanie Lake.
—Se acaba de graduar en la escuela culinaria —respondió Brooke. Sonaba tan orgullosa de
Stevie—. Era la mejor de su clase, súper talentosa. ¿Recuerdas cómo le enseñaste a cocinar
cuando se quedaba a dormir en casa? Siempre hacía cosas increíbles. He sido su degustadora
personal cuando se preparaba para los exámenes y te prometo, papá, que es de primera clase.
Odiaba decepcionar a mi hija, pero...
—Puede que sea la mejor en la escuela, pero aún es muy novata. Necesita encontrar a
alguien que la contrate como cocinera de línea o sous chef. Debe coger experiencia antes de
intentar un papel de chef jefe.
—Theo acababa de salir de la escuela culinaria y te arriesgaste con él.
—Sí, y mira lo bien que resultó eso.
Brooke era más paciente conmigo de lo que merecía, a veces. No se molestaba, sólo
suspiraba.
—Dudo mucho que Stevie vaya a seducir a tu esposa, si alguna vez consigues otra.
Ah, esa es la otra cosa. Brooke quería que siguiera adelante y encontrara a alguien más. No
inmediatamente, por supuesto, pero hace un año empezó a insinuar que quizás debería encontrar a
alguien que me apreciara. Sabía que sólo quería que fuera feliz de nuevo. Pero simplemente no
sabía, no podía, ¿de qué me servía salir al mundo de las citas, usar sitios web, aplicaciones, citas
a ciegas con amigos o incluso, Dios no lo quiera, un servicio de búsqueda de pareja?
Tampoco iría a un bar con la esperanza de encontrar a alguien. No con el restaurante como
estaba. Y los bares eran agotadores. Me había divertido mucho en mis tiempos, sintiéndome como
un lobo al acecho, pero ahora, ¿cuál era el punto?
No quería encontrar otra aventura de una noche. Quería a alguien que me importara de
verdad, compartir mi vida con ella, y no había ninguna posibilidad de que eso ocurriera.
—Es demasiado joven —respondí, dejando el currículum de Stevie—. Es una buena chica y
siempre fue muy trabajadora, pero no puedo arriesgarme.
Brooke se encogió de hombros.
—Me parece justo.
—¿Se lo dirás, entonces? ¿Lo dejarás caer como si nada?
—Oh no. Se lo estás diciendo tú. —Brooke me sonrió—. Ya he programado una entrevista
para ustedes dos.
Por supuesto que lo hizo. Brooke era una persona leal.
—Estará aquí en una hora —dijo Brooke, cuando empezó a salir de la oficina—. Oh. —Se
detuvo, su mano en el marco de la puerta—. Sé amable, ¿de acuerdo? Siempre te ha admirado. Y
no puede ser peor que el último tipo.
El último tipo que contraté casi incendia todo el maldito restaurante con su flambeado. Sí.
No es algo que quisiera repetir.
Brooke se fue, y me incliné hacia atrás en mi silla, exhalando lentamente. No había visto a
Stevie desde su graduación de la secundaria y ella... bueno. Había discutido con Virginia, que
había estado demasiado ocupada con Theo en Los Ángeles para estar allí para la graduación de su
única hija. La graduación para la que nos habíamos estado preparando, la que me llevó a repasar
historia con Brooke, a examinarla en los exámenes, la que hizo que Stevie ayudara a Brooke con
las matemáticas y la ciencia.
La que Virginia debería haber estado allí, por encima de otros lugares.
Había perdido los estribos cuando Stevie llamó a la puerta. Nunca había estado tan
agradecido por una interrupción. Había tratado de ocultarlo, pero creo que Stevie escuchó algo,
por la mirada triste de su cara. Pero había hecho una broma sobre el champán, y me había hecho
reír, y eso lo aprecié. Fue un gesto amable y atento, sin piedad o lo siento mucho como todos los
demás me daban en ese momento.
Stevie y yo siempre nos habíamos llevado bien. En cuanto a la personalidad, sería una
buena cocinera. Era un poco malhablada, con un sucio sentido del humor que sólo mostraba a la
gente en la que confiaba, y secretamente lo disfrutaba. Podía hacerme reír constantemente mientras
le enseñaba a cocinar, y era muy lista, tomaba las cosas con facilidad y seguía bien las órdenes.
Siempre le había dicho a Brooke que no maldijera como Stevie o que le lavaría la boca con
jabón, pero cada vez que a Stevie se le ocurría una nueva y colorida frase como jodido vomito
bailando tap, tenía que trabajar duro para contener mi risa.
Pero no se trataba de la personalidad. Se trataba de experiencia, y a los veintiún años,
Stevie era simplemente demasiado joven para ser jefe de cocina, especialmente en un restaurante
en decadencia que necesitaba a alguien realmente estelar que sacara el menú del parque y nos
trajera de vuelta del precipicio.
Tendría que decepcionarla fácilmente.
Capítulo 2
Stevie
Estaba más nerviosa de lo que esperaba.
Todos mis tres años de duro trabajo me habían llevado a esto: a tener una carrera que
amaba, a estar con el hombre por el que tenía sentimientos desde... bueno, se sentía como si fuera
desde siempre.
Y para ser sincera, incluso antes de sentir algo por Michael, quería trabajar en su
restaurante. Iba allí con Brooke y veía a los cocineros hacer lo suyo, y podíamos probar algo de
comida, y me parecía el lugar más genial del mundo.
Sabía que el restaurante había pasado por momentos difíciles desde el divorcio, y quería
que fuera el lugar que había sido cuando era niña. Ese lugar que me había encantado tanto. Sabía
que podría convertirlo en ese lugar mágico de nuevo, para todos los demás.
Quería que la gente viera lo que había visto en él, lo que todavía veía.
La escuela culinaria no había sido fácil de ninguna manera. Había sido una lucha para
mantenerse al día. Pero me había dejado el trasero trabajando y no me había dado por vencida.
Así no era como yo era.
Nunca me di por vencida con nada de lo que quería, nunca. A veces esto había causado
problemas de niña, como cuando quería un juguete y mis padres decían que no.
¿Pero cuando se trataba de cosas como mi carrera culinaria? Era un beneficio. No
importaba lo difícil que fuera la situación, era fuerte, y me ponía en marcha. Y ahora había valido
la pena, era la mejor de mi clase.
Podría y probablemente debería haber solicitado un puesto en un restaurante de éxito como
sous chef o algo así. Una forma de construir mi reputación y experiencia.
Pero no quería esperar. Quería a Michael, y quería trabajar en su restaurante, y quería darle
un giro a su vida y a la de este establecimiento.
Quería trabajar aquí. Con Michael. En este lugar.
Entonces, ¿por qué esperar? ¿Por qué ir a otro lugar cuando podría ir allí y empezar de
inmediato?
Ahora, sin embargo... ahora tenía la entrevista. Iba a ir a ver a Michael por primera vez en
tres años. Y estaba... bueno. ¿En pánico? ¿Eso es una palabra fuerte? Pero sí, estaba entrando en
pánico.
Esta podría ser la entrevista más importante de mi vida. No podía permitirme el lujo de
arruinarla. Tampoco podía arruinarlo mostrándole a Michael que ya no era sólo una niña.
Románticamente o profesionalmente.
Me paré en mi habitación, repasando mis elecciones.
La parte de mí que había estado anhelando el toque de Michael desde que era adolescente
quería vestirse con ropa más reveladora, pero no estaba allí para una cita, sino para conseguir un
trabajo. Escogí mis pantalones de vestir mejor adaptados, zapatos sensatos y una blusa con una
corbata verde oscura que resaltaba mis ojos oscuros y mi cabello moreno.
Y, bueno, si los pantalones y la blusa abrazaban bien mis curvas y las mostraban, y me
arreglaba el pelo... eso estaba bien, ¿no? No había nada de malo en añadir un poco de seducción a
todo esto.
Durante todo el camino al restaurante, me entrené en mi cabeza en mis respuestas, cómo
mostrarle a Michael que era la persona que podía darle la vuelta a su restaurante. También
practiqué algunas cosas coquetas para decir, formas de mostrarle que estaba disponible para que
me tomara.
Solía hacerlo todo el tiempo cuando era pequeña. Soñaba despierta con casarme con
Michael, aunque por supuesto, al ser más joven, esos sueños incluían cosas como que Brooke
viviera con nosotros y que tuviéramos dos ponis mágicos.
Sí, lo sé, ríete de mí, también me reí de mí misma cuando lo recordaba.
Ponis mágicos, joder.
Por supuesto, sin ofender a Brooke, que era mi querida amiga y siempre lo había sido, pero
ahora que era adulta y entendía las relaciones y todo eso, no quería que viviera con Michael y
conmigo.
Lo quería todo para mí.
Además, por mucho que quisiera a Brooke, pensaba que vivir con ella no sería una buena
idea. Éramos grandes amigas, pero no muy compatibles en una situación de compañeras de cuarto.
Por eso me alegré de que decidiera no vivir conmigo mientras estaba en la escuela culinaria,
aunque su razón era que iba a traer chicos a casa todo el tiempo y yo necesitaba silencio para
estudiar, lo cual también era totalmente justo.
A veces, quería decirle que Andy se entusiasmaría con la oportunidad de que ella lo llevara
a casa. Pero Andy me mataría si se lo hubiera dicho. Así que mantuve la boca cerrada. Dejé que
mi hermano arreglara su propio lío romántico.
Cuando llegué al estacionamiento, me sorprendí al ver que sólo había tres autos. El
estacionamiento suele ser una maldita pesadilla en San Francisco y sin embargo... eh.
Cuando entré al restaurante, fue aún peor.
Así que mi entrevista era en hora de la tarde. No es un momento muy ocupado para los
restaurantes. Algunos restaurantes incluso cerraban a esa hora para pasar del almuerzo a la cena,
si había un gran cambio en el menú y la configuración del restaurante según la comida.
Pero generalmente había algunas mesas en las que todavía había gente que se reunía o
almorzaba tarde, o que venía a propósito más tarde o más temprano en su plan de comidas para
evitar el ajetreo.
Pero aquí no había nadie. Literalmente nadie.
Vi a dos camareros sentados en la parte trasera de una de los mostradores laterales,
charlando tranquilamente, mirando sus teléfonos mientras pulían los cubiertos. No podría
culparlos por relajarse. Había mucho trabajo de clasificación y de logística que se podía hacer en
un restaurante o en cualquier otro sitio, antes de que no te quedara nada.
Maldición. Sabía que las cosas habían sido difíciles en el restaurante. Brooke me había
estado hablando de eso durante años. Pero no tenía ni idea de que fuera tan malo.
—¿Stevie?
Me di la vuelta y vi a Brooke saliendo de la parte de atrás, saludando. Sonreí.
—¡Oye, mírate, estás preciosa! —Brooke me abrazó fuertemente. —Estoy tan contenta de
que estés aquí —susurró. Como si los camareros del restaurante fueran capaces de oírnos—.
Realmente necesitamos a alguien que tenga visión.
—Sí, yo, um, maldita sea Brooke, ¿siempre está así de vacío? ¿O es sólo un día raro?
Brooke suspiró, retrocediendo.
—No. Es así todo el tiempo. Los clientes de la cena han disminuido a más de la mitad. Es
simplemente... horrible. Las ventas bajan todos los meses.
—Jesús, joder.
—Puedes decirlo otra vez.
—Jesús, joder.
Brooke me miró fijamente y le guiñé un ojo. Mi boca sucia me metía en un montón de
problemas cuando era adolescente, y Michael fue el único que me dejó decir lo que quería.
Siempre aprecié eso. Sinceramente, por eso estaba tan enamorada de él, y todavía lo estaba. Me
trataba como a un adulto.
Por supuesto, nunca de la forma que quería y soñaba en secreto, pero había sido una
adolescente entonces. Ahora, era una adulta, y a pesar de todo, le iba a mostrar todas las formas
en que podía trabajar bajo su mando. Un juego de palabras muy intencionado.
—Hemos estado pasando por los jefes de cocina como nadie en los últimos tres años y
nadie se queda. Ahora ni siquiera recibimos a grandes personas, sólo estamos desesperados. Es
tan horrible.
Brooke se veía increíblemente molesta y me di cuenta, de una manera que no lo había hecho
antes, de lo mucho que había en juego.
Puse mi mano en su brazo.
—Brooke. Cariño... Todo va a estar bien. Vamos a hacer que esto funcione. Ya lo verás.
Me dio una sonrisa acuosa.
—Si alguien pudiera hacerlo, Stevie, serías tú. —Me llevó a la oficina de atrás, llamando a
la puerta. —¡Papá! ¡Tú entrevista está aquí!
Como si no supiera que iba a ser yo. Puse los ojos en blanco con cariño a espaldas de
Brooke. Era realmente una muñeca.
La puerta de la oficina se abrió y... mierda.
Michael estaba tan guapo como siempre. Más aún, como si ahora, con mi propia madurez,
pudiera apreciarlo mejor de una manera que mi yo adolescente no había podido. Sus ojos eran
igual de penetrantes, su fuerte mandíbula, su barba que comenzaba a formarse tras horas tras el
afeitado, la camisa de vestir ligeramente desabrochada con las mangas arremangadas, el pecho
ancho, la altura...
Joder, quería que me pusiera contra la pared y me preguntara si había sido una buena chica.
Pero aparte de lo bien que se veía, de lo naturalmente guapo que era, se veía... cansado.
Desgastado.
Michael solía tener siempre esta energía ilimitada. Estaba lleno de sonrisas, ideas y una
forma de hacerme reír cuando estaba deprimida.
Ahora sentía como si nuestras posiciones estuvieran invertidas. Era la que tenía que
encontrar una manera de animarlo, de deshacerse de ese cansancio subyacente que podía sentir en
él.
Michael me dio una cálida sonrisa.
—Stevie. Ha pasado mucho tiempo.
Mi corazón latía rápidamente cuando me dejo entrar a su oficina y cerró la puerta tras
nosotros. Me senté en la silla frente a él, sintiendo que mi corazón seguía latiendo en mis oídos.
Estaba tan cerca, y lo quería, y quería tanto este trabajo.
—Revisé tu currículum —dijo Michael, dando golpecitos en el escritorio donde podía verlo
—. Felicidades por haber terminado la escuela de cocina, no es poca cosa.
—Bueno, me conoce, señor —le respondí, mirándolo a través de mis pestañas en esa última
palabra, haciéndola juguetona en lugar de demasiado seria.
—Stevie, ¿cuántas veces te he dicho que me llames Michael? —El tono ligeramente
dominante de su voz me hizo temblar.
—Michael —corregí—. Siempre hago lo que me propongo. Fuiste el que me inspiró, en
realidad.
—¿Oh?
Le sonreí.
—Recuerdas, me enseñaste a cocinar cuando me quedaba a dormir. Me inculcaste ese amor
por la cocina y me inspiraste mucho. Sabía que cuando me graduara tenía que trabajar con la
persona que hizo todo esto posible en mi cabeza.
Michael me dio otra cálida sonrisa que hizo que mis dedos se curvaran un poco.
—No tienes ni idea de lo mucho que significa para mí oírte decir eso.
Especialmente ahora, estaba segura, pero no lo dije en voz alta. No quería herir el orgullo
de Michael ni hacerle sentir menos exitoso. Las tonterías que había en su vida en ese momento no
eran culpa suya. En absoluto.
—Por desgracia —continuó Michael—, no puedo contratarte en este momento.
—¿Qué? —solté antes de que pudiera detenerme.
Se inclinó un poco sobre el escritorio.
—Stevie, siempre has sido una gran trabajadora y una persona inteligente, la primera de tu
clase, dedicada, pero acabas de salir de la escuela culinaria. Eres demasiado joven e inexperta
para ser jefe de cocina. Primero tendrás que coger experiencia y conseguir un buen trabajo de sous
chef o como cocinera de línea en un restaurante de prestigio.
—Este es un restaurante prestigioso —respondí—. Y Theo Summers tenía mi edad y
acababa de salir de la escuela culinaria cuando lo contrataste.
Sabía que era un riesgo mencionar a Theo. Jodió a Michael profesional y personalmente. Le
robó a su maldita esposa. Puede que estuviera enamorada de Michael desde los dieciséis años,
pero nunca quise que acabara soltero porque su mujer le hiciera daño. Siempre me imaginé que
era un divorcio mutuo y amistoso, que los dos se desenamoraban de forma natural.
¿Pero engañarlo y abandonarlo? No. De ninguna manera. Eso no estaba bien. Mencionar a
Theo habría sido un golpe doloroso, pero yo tenía razón. Y sabía que tenía razón.
—Le diste a Theo una oportunidad cuando salió de la escuela porque sabías que tenía el
talento y la visión, sólo necesitaba una oportunidad para probarse a sí mismo. Bueno, eso lo tengo.
Tengo un plan para darle la vuelta a este negocio, y sé que es uno bueno.
Y no me voy a acostar con tu esposa, pensé, pero no lo dije en voz alta. No te traicionaré.
—Aprecio tu confianza. Siempre has tenido mucha. —Michael me miró con cariño, como si
recordara momentos específicos. No me había dado cuenta de que recordaría algo en particular de
mí, y mi estómago se derritió un poco—. Pero creo que no te das cuenta de lo duro que es este
negocio.
—El negocio puede ser difícil, pero yo soy más difícil. Una vez que quiero algo, no me doy
por vencida. Nunca. —Cuadré mis hombros—. Además, ¿qué tienes que perder en este momento?
Dame un mes para hacer que tu negocio se recupere. Si no mejora, nos iremos por caminos
separados. Seguiré tu consejo y conseguiré un trabajo inicial. Pero si tengo razón...
Dejé que la frase se escapara, ladeando mi cabeza y sonriéndole.
Michael me miró con tristeza.
—Eres incorregible.
—Eso me han dicho. Por ti, de hecho, antes. Siempre solías decir que mi boca era
demasiado inteligente para mí.
—Y sigue siendo verdad. —La sonrisa de Michael se desvaneció mientras suspiraba—.
Muy bien, esto es lo que haremos. Tienes razón, no tengo nada que perder. Y tú eres la mejor
amiga de mi hija y una buena chica.
No soy una niña, quería gritar, pero dudaba que eso ayudara a mis posibilidades.
—Te aceptaré y te daré una oportunidad. Pero no estoy seguro de que el restaurante abra por
otro mes. Da lo mejor de ti y si no puedes cambiar este lugar, no seas dura contigo misma. Sólo ve
y hablaré bien de ti en otro lugar, te daré una buena recomendación. ¿Es justo?
—Me parece justo. —Me puse de pie y extendí mi mano—. Pero este lugar estará abierto el
próximo mes. Estará lleno de actividad.
Michael me miró con tristeza, como si quisiera creerme pero no estaba seguro de poder
hacerlo. Luego extendió la mano y me la estrechó, y sentí que me derretía. Su agarre era firme, sus
manos grandes, más grandes de lo que recordaba, sus dedos largos y curvados tan fácilmente
alrededor de mi propia mano, tocando mi muñeca...
—Espero que me demuestres que me equivoco —me dijo, sosteniendo mi mano mientras me
temblaban las piernas.
Si esto era todo lo que un apretón de manos hacía por mí, entonces, ¿qué podrían hacer sus
manos, su boca, moviéndose por todo mi cuerpo, saboreándome, burlándose de mí... qué podría
pasar entonces?
Estaba desesperada por averiguarlo.
Capítulo 3
Michael
Era viernes, y era la gran prueba para Stevie como mi nueva jefe de cocina.
El viernes por la noche era la más ocupada de la semana. La gente quería salir y celebrar el
fin de semana, que era cuando todos tenían su noche de cita, y así sucesivamente. Solía ser que los
viernes por la noche teníamos que rechazar a la gente, estábamos tan ocupados con las reservas y
las visitas, pero ahora tenía suerte si llenábamos incluso un tercio del restaurante en esas noches.
Sabía que por supuesto no podíamos cambiar las cosas en una sola noche, pero tampoco
podía evitar sentir una esperanza estúpida, una que no había sentido con los otros jefes de cocina
que había probado. Stevie siempre había sido la persona más decidida que había conocido. Si
quería algo, lo conseguía. No es que fuera mimada. Ni mucho menos. Pero cuando se proponía
algo, no iba a renunciar a ello.
Mientras estaba de pie junto al puesto de recepción, mirando a la calle, me preguntaba si
debía volver a entrar y ver cómo estaba. Ver cómo se encontraba. Mirar por las ventanas del
frente esperando que los clientes entraran no iba a ayudar en nada. Una olla vigilada nunca hervía
y todo eso.
Pero al mismo tiempo... se sentía peligroso estar cerca de ella.
La última vez que vi a Stevie, recientemente había crecido unos cinco centímetros y tenía
curvas, pero no me había dado cuenta. Había sido la pequeña amiga de mi hija. Pero entonces
también había visto a Brooke como una niña, y sólo recientemente había empezado a darme cuenta
de que mi hija era ahora una adulta y alguien a quien tenía que empezar a tratar como un adulto,
capaz de tomar sus propias decisiones sin importar lo que sintiera al respecto.
Al menos con Brooke la había visto casi todos los días. Y ella era mi hija, siempre la niña
de papá.
Stevie fue un shock.
Era una joven hermosa, voluptuosa, con el cabello oscuro, grueso, largo y rizado. Sus ropas
eran profesionales pero abrazaban su cuerpo con fuerza, claramente habían sido hechas a medida
para ella, y seguía deseando poner mis manos en sus generosas curvas. Y la confianza con la que
se había dirigido a sí misma, el decidido brillo en sus ojos, ese toque de descaro que recordaba
tan bien y que todavía se asomaba...
Cuando Virginia me dejó, había estado...
Bueno...
Creo que todos en mi vida sabían que tenía el corazón roto. No había hecho exactamente el
mejor trabajo de ocultarlo. Por lo que sabía, Virginia y yo habíamos estado bien. Nuestra relación
había sido genial.
Por supuesto, me había dedicado mucho a mi trabajo, pero estaba emocionado por darle a
Theo más responsabilidad y empezar a tomarme tiempo libre para estar más con Virginia. Y
siempre había hecho tiempo para Brooke. Así que supongo que no había visto las señales de
advertencia. O no había querido hacerlo.
El punto era que cuando Virginia me dejó, todavía estaba muy, muy dolorosamente y
profundamente enamorado de ella. Y tomó un tiempo para que eso se desvaneciera.
Una vez que... me di cuenta de que Virginia no iba a volver y que era un idiota por quererlo,
que no me había apreciado como me merecía... todavía no había querido mirar a otra mujer. Había
estado demasiado ocupado tratando de salvar mi restaurante. Y demasiado ocupado tratando de
lidiar con el maldito divorcio, mi hija, y todo lo demás.
Fue una maldita pesadilla.
Ahora estaba... estaba... bien. También podría llamar a las cosas por su nombre. Me sentía
muy atraído por alguien por primera vez en tres años que no era mi ex-mujer, y tenía que ser la
mejor amiga de mi hija.
Stevie sólo tenía, ¿qué, veintiún años?
Contrólate, Michael, por el amor de Dios.
Debería volver a ver cómo estaba, pero cada vez que lo intentaba, Brooke me ahuyentaba.
—¡Dale espacio! —decía.
Sí. Espacio. La última cosa que quería darle a Stevie. Quería ponerla contra la pared,
deslizar mis manos sobre ella, abrir su maldita camisa y... Sacudí la cabeza para aclarar mis
pensamientos. Abajo, muchacho.
Ahora no era el momento. Ahora era el momento de ver si Stevie tenía el tipo de talento que
se necesitan para dirigir una cocina. Era atrevida, segura y decidida, y siempre le había gustado
que le enseñara a cocinar algo. ¿Pero podía ser la jefa que necesitaba para este tipo de trabajo?
Brooke apareció a mi lado, sonriendo. Algo de la preocupación en mi pecho se aflojó con
eso.
—Hola, ¿Cómo va todo?
—¡Bien! —respondió Brooke, su sonrisa se amplió.
Eso esperaba.
Brooke había estado sensible durante meses después de que su madre se fuera. Las cosas
realmente se desmoronaron entre ellas.
Esperaba que a pesar de las acciones de Virginia, las dos pudieran seguir siendo cercanas,
como solían serlo, pero esto era aparentemente una traición que Brooke no podía superar. No sólo
vio cómo su madre me engañaba, sino que también lo vio como un engaño de su madre hacia ella,
ocultándole un secreto tan grande e hiriendo a alguien que decía amar sin ser honesta.
Hubo algunas grandes peleas entre las dos. Virginia y yo no habíamos tenido ninguna pelea.
¿Por qué íbamos a pelear? Me dejó, dijo que no me amaba, dijo que iba a estar con Theo. Fin de
la historia, en realidad. Y me había traicionado. ¿Cómo podría haber confiado en ella después de
eso, incluso si todavía la amaba?
Brooke y Virginia, sin embargo. Dios, esas fueron unas grandes peleas. Virginia no había
visto por qué Brooke estaba tan alterada, y a partir de ahí todo fue en espiral.
Pero ahora estaba sonriendo y no podría estar más contento por ello.
Si contratar a Stevie hacía feliz a Brooke, entonces no importaba lo que pasara, valía la
pena.
—Tengo un buen presentimiento sobre todo esto —me prometió Brooke—. Creo que esta
noche deberías tomar un enfoque de no intervención, de verdad. Stevie puede manejarlo.
—Si estás segura...
—Acechar en el stand del anfitrión no va a ayudar a atraer a los clientes. —Brooke me sacó
del camino para tomar mi lugar—. Ahora puedo dar la bienvenida a la gente con mi personalidad
ganadora.
—¿Estás diciendo que no tengo una personalidad ganadora?
—Ve a organizar tu escritorio o algo así, papá, tenemos esto bajo control.
—Mmm. Está bien.
Me encogí de hombros y me dirigí a mi oficina para pagar algunas facturas, aunque Dios
sabía cuánto tiempo más podría hacerlo... y revisar mis correos electrónicos.
Ah, mierda. Uno de los principales correos electrónicos era de un amigo mío, un compañero
de restaurante.
El asunto era: ¿Puedes creerlo? Hice clic en el enlace del video del correo electrónico.
Como sospechaba, era un anuncio para el nuevo programa de cocina de Theo. Había ido a
Los Ángeles para promocionarse como un chef famoso y con su buena apariencia y encanto, y sus
habilidades, no era de extrañar que se hubiera asegurado un puesto.
Odiaba cómo una vez estuve tan orgulloso de él. Me hubiera gustado que hiciera algo así.
Sabía que no podía quedarse en el restaurante para siempre, que querría desplegar sus alas y
forjar su propio camino, pero ¿tenía que hacerlo haciéndome daño?
Imbécil.
Tenía que admitir, sin embargo, que el comercial estaba bien producido. Era ingenioso,
profesional, y llamativo, y, bueno, en general impresionante.
Maldita sea.
Cerré el enlace y apagué el ordenador. Le había dado a Stevie suficiente espacio, tenía que
ver lo que estaba pasando ahí fuera.
Lo que vi me puso de peor humor. El comedor parecía estar cerca del caos. Los camareros
estaban dando vueltas y varios comensales parecían enfadados.
Maldita sea. Sabía que era demasiado inexperta, debería haberle dado al menos una mano
amiga, debería...
Me detuve un momento mientras entraba en la cocina.
Stevie se estaba moviendo, y más fuerte que los cocineros de línea que estaban con ella. Era
multitarea como una profesional, dando órdenes y sirviendo comida en platos y salteando
vegetales. Sólo cuando la vi trabajando tan duro me di cuenta de lo relajados y complacientes que
se habían vuelto mis otros trabajadores.
Uno de los camareros, Cameron, estaba esperando en la ventana.
—¡Mi mesa lleva media hora esperando los aperitivos!
—Te dije que le dieras al 86 la langosta —respondió Stevie. Su tono era firme pero no
malhumorado. Los chefs pueden llegar a ser unos verdaderos imbéciles a veces, así que me alegré
de ver que lo manejaba sin recurrir a los gritos—. No escuchaste. Ahora tienes que esperar a que
la langosta se cocine.
Cameron puso los ojos en blanco y se marchó.
Muy bien. Bueno, en el peor de los casos hablaría con la mesa.
Cameron era un buen camarero pero también era engreído. Un verdadero encanto, y lo sabía,
y se llevaba a los clientes a sus mesas y les prometía la luna porque le daba una buena propina,
pero significaba que a veces la cocina sufría por eso. Claramente Stevie no iba a aceptar eso, y
bien por ella.
Me acerqué.
—¿Cómo van las cosas?
Stevie me sonrió, y el calor se esparció por mi estómago. Maldita sea. Me sonreía como si
estuviéramos compartiendo algún tipo de secreto, y esa era una forma peligrosa de asumirlo.
—Va más despacio de lo que me gustaría —respondió Stevie—. El menú que Theo ideó es
demasiado complicado y los chefs que vinieron después de él, han empezado a tomar atajos para
tratar de compensar y por supuesto el personal ha seguido su ejemplo. Significa que tengo que
lidiar con una mezcla de ingredientes inadecuados y platos que tardan mucho en prepararse.
—¿Estás diciendo que el menú de Theo no funciona? El menú de Theo es lo que nos dio la
designación de Michelin.
—Sí, y es su menú el que nos va a hacer perderlo. —Stevie arqueó una ceja hacia mí—. Los
tiempos cambian y las cosas cambian y un restaurante tiene que rotar su menú y cambiar para
seguir siendo relevante. Lo que funcionó una vez no siempre funciona una segunda vez y lo que
funcionó durante un año no siempre funciona para siempre.
Pude ver que cuando se trataba de Stevie, su descaro no se había desvanecido con los años.
En todo caso, sólo se había vuelto más franca.
Y maldita sea si no lo encontraba atractivo.
Capítulo 4
Stevie
Estaba trabajando mucho, pero me sentía como un hámster en una rueda, o como si estuviera
corriendo en una cinta de correr. No podía llegar a ninguna parte por mucho que trabajara. El
personal de servicio se volvió demasiado arrogante después de que Theo se fuera y ahora estaban
acostumbrados a tomar las decisiones, en lugar de escuchar a la cocina.
El personal de cocina casi había perdido la esperanza de ser escuchado, o de sacar platos,
o, bueno, cualquier cosa.
Los ingredientes eran de segunda categoría, y los platos estaban sobre-producidos.
Necesitábamos platos más simples que no fueran tan pretenciosos e ingredientes más frescos y
alguna mierda nueva en general para agitar las cosas.
Y ahora, Michael me fruncía el ceño como si se arrepintiera de haberme contratado. Joder.
Eso era lo contrario de lo que quería. Quería impresionarlo, pero ¿cómo podía hacerlo con los
platos de Theo, y con las opciones de Theo que se habían quedado anticuadas? Habían hecho una
aportación hacía mucho tiempo, pero de eso ya hacía diez años, cuando el restaurante abrió sus
puertas.
Así que sí, esto no era exactamente lo que esperaba cuando imaginé cómo sería esta noche.
Especialmente la mirada en la cara de Michael.
Pero, ¿sabes qué? No me estaba mirando siendo yo misma. Veía a otro chef intentando
trabajar con un menú que había sido muy personal para Theo, y un menú que no había envejecido
bien y que ahora era de segunda categoría.
Tenía que terminar esta noche, y mañana podría empezar a poner en marcha la primera fase
de mi plan: rediseñar el menú.
De acuerdo, no era la fase uno de mi plan para seducir a Michael, sino la fase uno de mi
plan para volver a poner en marcha este puto restaurante, pero oye, estaba bastante segura de que
impresionar a Michael de cualquier manera con el restaurante solo ayudaría a mi causa cuando se
tratara de mostrarle lo feliz que podía hacerle en su vida y en su habitación.
Sólo sobrevive a esta noche, me decía a mí misma. Un paso a la vez.
Michael no podía despedirme después de una sola noche; una sola noche no bastaba para
demostrarle a alguien que su contrato iba a funcionar o no, a menos que hiciera algo obviamente
horrible, como quedarme fumando y jugando con el teléfono mientras la cocina se incendiaba a mi
alrededor.
Pero aun así sentí un poco de miedo en el estómago cuando Michael se fue. Quería que se
impresionara conmigo y que viera a la adulta capaz y talentosa en la que me había convertido. No
quería estar suspirando inútilmente por él como lo había hecho en la escuela.
Ninguno de los platos que envié fue devuelto, lo que era una buena señal. Algunos de los
cocineros de línea —todas buenas personas— me dijeron que habían estado recibiendo muchos
platos devueltos, porque la cocina simplemente no podía cumplir con las órdenes y los jefes de
cocina habían reducido los ingredientes y los tiempos de preparación.
No podía ser. Les dije directamente que eso no iba a suceder en mi restaurante. Íbamos a
hacer las cosas bien, y si los clientes esperaban cinco minutos más por su comida, que así fuera.
Prefiero que un cliente espere un poco más y obtenga un plato que le guste de verdad y que sea lo
que pidió, a que esperen menos tiempo y obtengan algo que luego lo devuelvan.
Finalmente, finalmente, el restaurante se vació y pude empezar a trabajar en los deberes de
cierre. Tomé nota de que debía tener una conversación seria con los camareros, preferiblemente
con Michael para que me apoyara. Ellos dirigían el lugar y eran irrespetuosos con sus compañeros
de trabajo en la cocina y de ninguna manera iba a tolerar eso.
Volví a la oficina para discutir con Michael. Esperaba poder mantener mi cabeza en orden.
Cada vez que lo veía, era como si me hubiera atropellado un camión otra vez. Era tan jodidamente
guapo y carismático, y quería hacerle sentir mejor, y también quería que me diera órdenes, lo que
me debilitaba las piernas y me daba vueltas la cabeza...
Concéntrate, Stevie. Estás ahí para discutir el menú, no para lidiar con tu lujuria. Eso podría
venir después una vez que todo esto del restaurante se hubiera resuelto y le haya demostrado que
puedo manejar las cosas profesionalmente.
—Pasa —dijo Michael mientras llamaba a la puerta.
Me aseguré de cerrar la puerta al entrar. Lo último que necesitaba este restaurante era que el
personal oyera a sus dos jefes discutir, si es que se convertía en una discusión.
—¿Cuándo fue la última vez que se cambió el menú?
Michael me miró, parpadeando de sorpresa.
—No estoy seguro. Theo solía hacer cambios cada seis meses más o menos, pero pedí a los
cocineros de reemplazo que dejaran el menú tal como está.
—Theo se fue hace tres años. —Crucé los brazos—. Eso significa que este menú tiene al
menos tres años. Necesita ser rediseñado.
—O quizás necesitas un poco más de experiencia para manejar el menú —respondió
Michael, con su voz suave.
Cierto, sí, mi inexperiencia, ese era el problema aquí y no el maldito menú.
—Oh, de verdad, ¿eso es lo que es? Joder, eso es lo que es. ¡Jesucristo bailando tap en una
galleta, Michael! Cuando has tenido, qué, joder, cuántos chefs pasaron en ciclos después de Theo
y ni uno solo de ellos pudo hacer que el menú funcionara, ¡es hora de hacer algunos cambios! Esta
no es mi inexperiencia, este es el menú que no funciona. Tienes que mirar el denominador común
y, sorpresas, ¡es el menú de Theo!
»Ese menú era el de Theo, no el tuyo, ni el mío, ni el de ninguno de los otros chefs. Tienes
que dejar que hagan su marca personal en él, tienes que hacer tu marca personal en él. No va a
funcionar a menos que sea Theo quien lo haga, ¡y él se ha ido! ¡Se va a quedar fuera!
»Puede que hayas sido dueño de este restaurante durante, ¿qué, diez años? No voy a discutir
con eso. Pero soy la que se graduó como la primera de mi clase en la escuela culinaria. Sé lo que
la gente quiere y sé que este menú está atascado en el pasado y atascado en un chef que ya no está
aquí para que sea lo que era. Tienes que hacer cambios si quieres mantener la clientela que tienes
y con suerte atraer más. No hay otra manera de hacerlo. No hay otra forma que no sea la de
avanzar.
Puse mis manos sobre el escritorio.
—¿Sabes lo que está mal en este restaurante? ¿Por qué has estado luchando todo este
tiempo? Es una maldita cápsula del tiempo. Es una cápsula del tiempo mientras intentas aferrarte a
lo que era cuando eras feliz, cuando tenías a Virginia y a tu mejor amigo, y lo entiendo. Es una
mierda que los hayas perdido. Pero no puedes seguir aferrándote a la memoria de la gente que
honestamente... ¡no merecen ser recordados! Se cagaron encima de ti, te jodieron, ¡así que qué se
jodan! ¿A quién le importa si sigue siendo el menú de Theo o no? Tienes que hacer lo que tengas
que hacer para que este restaurante vuelva a ser genial y a quién mierda le importa si es leal a
Theo o no, porque seguro que no te fue leal a ti.
Michael me miraba con una fuerte luz en sus ojos que nunca había visto antes. Al principio
mi corazón se saltó un latido porque pensé que era ira. Pero luego, cuando mi respiración pesada
comenzó a disminuir, me di cuenta de que no era ira en absoluto, que estaba agitando el calor
dentro de mí, haciéndome querer retorcerme...
Que era lujuria.
Era como ser golpeada en la cara por la electricidad. Michael me miraba con un gran deseo,
como si quisiera llevarme a sus rodillas para enseñarme a usar mi boca para algo más que para
reprenderle. Apenas pude respirar por un segundo. Dios, sí, por favor, haz algo con ese calor en
tu mirada...
Apenas creyendo en mi propia audacia, di un paso atrás, abanicándome la cara con la mano.
—Y joder, hace calor aquí. —Empecé a desabrochar mi chaqueta.
La mirada de Michael me recorrió el pecho mientras desabrochaba cada botón. Mi
respiración se hizo más rápida y pude sentir un rubor subiendo por mi cuello hasta mi cara.
Michael no dejaba de mirar mientras me quitaba la chaqueta, y parecía que estaba a un
segundo de levantarse y arrancarme el resto de la ropa. Temblaba, no podía dejar de imaginarme
cómo sería si lo hiciera, si me arrancara los pantalones y me follara aquí mismo, en su mesa, con
sus grandes manos abriéndome los muslos...
Debajo de mi chaqueta llevaba una camiseta blanca ajustada, del tipo en el que se puede ver
mi sujetador de encaje rosa a través de la tela. Los ojos de Michael estaban pegados a ella.
Estaba tan mojada que apenas sabía qué hacer conmigo misma.
Quería seguir desnudándome y luego rogarle que me follara.
Respira, me recordé a mí misma. Iba a hacer falta algo más que desnudarme para convencer
a Michael de que me diera una oportunidad como su compañera. Y también tenía que
concentrarme en la parte profesional.
Sin embargo, díselo a mi voz. Que salió toda coqueta y sin aliento mientras preguntaba—:
¿Qué vas a hacer mañana por la mañana?
Michael apartó sus ojos de mi pecho y los llevó de nuevo a mi cara.
—¿Qué?
Me mordí el labio, arrastrando mi mirada sobre su forma, imaginándolo frotando mi clítoris
mientras me decía que rogara por mi liberación.
—Te pregunté qué ibas a hacer mañana por la mañana. —Hice una pausa y lo miré a través
de mis pestañas—. Señor.
Michael tragó de forma audible.
—Te lo dije, llámame Michael —dijo, pero no sonaba tan convencido como antes.
Me pasé la lengua por el labio inferior y jugué con el dobladillo de mi camiseta, como si
pudiera levantarla y quitarla también.
Michael parecía que podría tener un ataque al corazón.
—No tengo... no tengo planes, no pasa nada. Nada.
—Me alegro de oírlo. —Mi voz aún sin aliento, sonaba un poco ronca—. Entonces
encuéntrame aquí a las diez de la mañana y demostraré mi punto.
La mirada de Michael era oscura, sus pupilas grandes, ojos negros, mirándome como si
quisiera devorarme. Suprimí el impulso de hacer algo estúpido, como empezar a tocarme y decirle
todas las formas en que había soñado con él a lo largo de los años. En lugar de eso, sólo guiñé un
ojo y salí de la oficina.
Él me quería. Pensó que era sexy. Demonios. Sí.
Y también iba a probar mi punto sobre el menú.
Capítulo 5
Michael
Jesús jodido Cristo.
Apenas pude dormir esa noche. Cada vez que comenzaba a quedarme dormido, pensaba en
Stevie. Sobre sus curvas deslizándose contra las mías, sobre cómo me burlaría de ella arrastrando
mi polla a través de sus pliegues mientras ella gemía y me rogaría que la follase correctamente,
sobre tirar de su cabello y besarla sin sentido...
Mierda. No debería tener ese tipo de pensamientos, no sobre alguien mucho más joven que
yo o sobre la mejor amiga de mi hija y especialmente sobre alguien que es mi empleada.
Tal vez fue un error contratar a Stevie. Y no por sus niveles de experiencia. Pero como
estaba tan jodidamente atraído por ella, ni siquiera podía pensar con claridad.
¿Cuándo el infierno hizo que la mujer que siempre había visto como una niña pequeña se
convirtiera en esta bomba? Su descaro ya no era divertido sino excitante, el resplandor
determinado en sus ojos no era solo algo para admirar en una niña, sino algo que me hizo desear
besar esa mirada de su cara hasta que ella gimiera y suplicara por mí.
Era una tentación, ella era una tentación. Y si mis pensamientos eran algún indicio,
especialmente después de solo una maldita noche, no estaba seguro si sería capaz de mantener mis
manos lejos de ella.
Cuando me levanté y me preparé, me recordé firmemente que Stevie era la mejor amiga de
mi hija y mi empleada. Lo de la edad era... no ideal.
Teníamos veinte años de experiencia de vida diferentes. Tenía una hija, me había casado,
era dueño de un negocio. Stevie acababa de salir de su escuela. Pero esas cosas no eran
insuperables.
Yo siendo su jefe. Eso crea un peligroso desequilibrio de poder. ¿Y Brooke alguna vez me
perdonaría si me acostaba con su mejor amiga? No era probable. No cuando ya estaba resentida
después del comportamiento de Virginia. A Brooke siempre le había gustado Theo y lo
consideraba un tío o un hermano mayor. Él también la había traicionado.
A pesar de todos mis sermones para mí mismo, me puse unos bonitos jeans, oscuros, con una
camiseta gris con cuello en V en la que sabía que me veía bien. Me dije a mí mismo que solo me
veía profesional. Pero sabía que estaba mintiendo.
Cuando llegué al restaurante, me sorprendió descubrir que había una larga mesa, cubierta de
extremo a extremo con comida, de todo tipo.
Los platos estaban apilados. Mierda, ¿Cuándo había encontrado tiempo Stevie para hacer
todo esto? ¿Había dormido siquiera la noche anterior?
Stevie salió del pasillo que conducía a los baños, vestida con zapatillas de ballet, una falda
que mostraba sus largas piernas y una blusa que tenía mis ojos deslizándose hacia sus senos antes
de que pudiera detenerme. Forcé mi mirada de regreso a su cara. Maldición, ¿qué demonios me
pasaba? Las mujeres no hacían que volviera mi cabeza así.
—Bienvenido a tu desayuno buffet —dijo Stevie, dándome una sonrisa que me hizo querer
agarrarla y deslizar mi lengua en su boca—. Espero que no te importe que usara la cocina para
preparar todo esto.
Supuse que debía haberse cambiado a un atuendo más agradable de lo que fuera que
estuviera usando para cocinar.
—No hay problema.
Stevie tomó algo de una mesa cercana y me lo entregó. Era un menú, completamente nuevo,
pero laminado y todo. No podría haberlo hecho tan tarde un viernes por la noche o temprano un
sábado por la mañana, especialmente si estaba ocupada cocinando todo esto.
Claramente, ella había planeado todo esto por un tiempo.
Apreciaba eso. Me gusta alguien con un plan de juego. Pero... aun así... escaneé el menú.
—Todos estos platos se ven mucho más simples de lo que Theo solía cocinar.
Stevie asintió.
—Ese es el punto. Si la comida es demasiado complicada, la gente se atasca con
demasiadas cosas y los cocineros también. Se vuelve pretencioso. Los alimentos no tienen que ser
complicados o estar llenos de la proporción exacta de cuatro docenas de ingredientes para que
sepa bien. De hecho, creo que los platos más simples ayudarán a las personas a sentir que este es
un lugar más cómodo para comer. Todos los ingredientes aquí son frescos, de alta calidad y de
origen local. Y los he cronometrado todos: la preparación es la mitad de los platos que cocinamos
anoche.
»Estoy segura de que ya lo sabes, ya que tienes una década de experiencia en restaurantes
detrás de ti, ya que fuiste tan amable de recordármelo, pero si puedes llevar comida a la mesa más
rápido, no solo satisface a los clientes sino que también comen más rápido y podemos cambiar las
mesas más rápido. Hice los cálculos y usando estas recetas en lugar de las de Theo, podemos
cambiar las mesas un tiempo extra cada noche, obtener una rotación completamente diferente, lo
que significa más clientes y más dinero en tu bolsillo.
Puse el menú abajo.
—Aprecio el esfuerzo que le has puesto a esto —le dije. Demonios, no solo lo apreciaba,
sino que me impresionó. Ninguno de mis otros jefes de cocina había pensado mucho en cambiar
las mesas y en el lado financiero de las cosas. Solo les importaba imitar los platos de Theo,
tratando de ser como él.
Tal vez Stevie tenía un punto sobre el menú.
Pero todavía no estaba fuera del bosque.
—Nada de esto va a importar si la comida no es buena —le señalé.
Stevie se encogió de hombros, sonriéndome perversamente como si tuviera el chisme más
delicioso que estaba a punto de compartir, o un secreto travieso. Hizo que una emoción ardiente
bajara por mi columna vertebral.
—Bueno, la prueba está en el budín. —Ella me guiñó un ojo, agarrando una cuchara—.
Literalmente.
Metió la cuchara en un poco de budín de pan que había preparado y se volvió hacia mí,
sosteniendo la cuchara.
Ahora, no era el tipo de persona que se apuntaba para ser... cuidado. Cuidaba de otras
personas. Yo era el jefe, a cargo, maldita sea, y me gustaba así. Pero no parecía que Stevie me
estuviera tratando como si estuviera a cargo, sino más bien como si me estuviera tomando el pelo,
desafiándome a que mordiera.
Me di cuenta de que no podía resistirme a ella con ese brillo en sus ojos. Tomé el bocado
que me estaba ofreciendo, y el budín de pan s derritió en mi boca, cálido y pegajoso y
perfectamente equilibrado, no demasiado dulce. Un ruido de sorpresa salió de mí mientras lo
probaba.
Mierda, no había tenido algo tan bueno en años.
Stevie señaló un plato de carne de cerdo que había preparado.
—Utilicé un glaseado de salsa de mostaza para esto, mi favorito —dijo—. Pruébalo.
Corté un poco y mordí. Joder, eso estaba cocinado al nivel perfecto para estar tierno. Muy
bien, entonces ella estaba empezando a ganarme un poco.
Por lo menos, ella sabía qué demonios estaba haciendo con la comida.
Cuando me volví para decirle eso, encontré otro tenedor flotando frente a mí, cargado de
verduras asadas. Le di una oportunidad, y otro gemido sorprendido y complacido salió de mí
cuando probé la ralladura, el gusto lo suficientemente picante para ellas cuando el sabor explotó
en mi lengua.
Todo estaba muy bien. Tenía que admitir, tan bueno como la comida de Theo.
Yo también estaba... bueno...
Podía sentir mis pantalones apretarse mientras ella me daba más bocados de varios platos.
La mirada de Stevie era ardiente y pesada sobre mí, sus pupilas ensanchadas y oscuras, sus labios
separados. Parecía que la estaba excitando hacerme esto, y era seguro como el infierno que me
excitaba. Quería empujar esa bonita falda y bajar su ropa interior y probar algo completamente
diferente, y no dejar de probar hasta que gritara mi nombre.
Oh sí. Estaba en serios problemas.
Capítulo 6
Stevie
Oh Dios.
Me estaba mojando escuchando los gemidos de aprobación de Michael mientras probaba
todos mis platos. Sabía que no debería estar pensando en eso. Sabía que debía ser buena.
Pero joder, era tan caliente escucharlo haciendo esos ruidos. Quería que los hiciera mientras
estaba de rodillas, su polla en mi boca, sus manos tirando de mi cabello. Quería que hiciera esos
ruidos mientras me lamía, su lengua moviéndose sobre mi clítoris. Quería que sonara así mientras
me follaba y gritaba, rogaba, retorciéndome en deliciosa tortura.
Maldita sea, tenía que concentrarme. ¡Concéntrate!
Me di cuenta de que le gustaba la comida. No estaría haciendo todos esos ruidos solo por
espectáculo. Ese no era el tipo de persona que era Michael. Era directo, decía lo que pensaba y
hacia lo que quería, honesto hasta la médula. Solo podía esperar que su evidente cariño por la
comida fuera suficiente para convencerlo de que me dejara hacer los cambios en el menú.
Michael suspiró cuando terminó, mirándome.
—La comida sabía espectacular. Se nota que sabes lo que estás haciendo. Es fácil ver por
qué eras la primera de tu clase.
Sentí mi cara calentarse y supe que me estaba sonrojando como una idiota.
—Gracias.
—Pero… —Michael apoyó sus manos contra el borde de la mesa, sus largos dedos se
curvaron sobre el borde. Dios, quería que esos dedos acariciaran mi piel, mi muslo—. No estoy
seguro de que este sea el camino correcto. —Hizo un gesto hacia la comida—. Mis clientes, tus
clientes ahora también, están acostumbrados a la buena mesa. Y están acostumbrados a la rutina.
Puede que no les guste el cambio, e incluso si lo hacen, podrían sentir que esto es... bueno. Esto es
comida reconfortante, Stevie. Abundante y satisfactoria y deliciosa, pero comida reconfortante, no
buena comida.
Sacudí mi cabeza.
—Ahí es donde te equivocas.
Para esto estaba preparada. Sabía que diría esto, porque muchos de mis maestros en la
escuela culinaria también lo habían dicho. Y no estaba dispuesta a dar marcha atrás. Sabía que
tenía razón, y si me dieran la oportunidad, podría demostrarlo.
—Estás atrapado con la idea de que la comida elegante tiene que ser complicada. Lo mismo
ocurre con el resto del maldito negocio de los restaurantes. Estoy harta y cansada de ver todos
estos lugares elegantes... estos gastropubs, y estos platos reconstruidos, y estos menús de
degustación. Fue genial ver a la gente empujar los límites de lo que es la comida y lo que podemos
hacer con ella, pero ahora se ha vuelto pretenciosa. Tenemos que volver a nuestras raíces.
»La comida elegante no está dispuesta en una pequeña pila con manchas coloridas en el
plato. Habla por sí misma. Toma el ramen, por ejemplo. El ramen es comida reconfortante en
Japón. Y los lugares de ramen solo tienen un puñado de platos de ramen que hacen, de todos
modos, sin alteraciones, sin sustituciones, sin adiciones elegantes. Y sé de al menos uno en Tokio
que tiene una estrella Michelin. ¡Solo sirven tres tipos de ramen allí!
»La comida sencilla y reconfortante, bien hecha, te llevará más allá de platos demasiado
complicados que no están hechos de la manera correcta. La gente puede saber cuándo no sabes lo
que estás haciendo. Y tal vez esos platos funcionaron para Theo. Tal vez así es como son sus
gustos, por lo que hacer cosas como esa no es un gran problema para él, ya que le funciona, pero
no es así para mí y te garantizo que si fueran honestos y se tomaran en serio a sí mismos, tampoco
funcionaría para todos los jefes de cocina que has estado contratando desde que Theo se fue.
»La comida bien hecha es lo que traerá gente aquí. No elaborada, comida complicada. Claro
que podría llevarlos a la puerta para comenzar, solo para ver de qué demonios se trata, pero no
hará que vuelvan. Y diría que la comida simple es más difícil de preparar que la comida
complicada con una tonelada de ingredientes. Si solo me das una oportunidad, sé que puedo
mostrarte que los clientes responderán favorablemente a los cambios.
Michael me miró por un momento, su boca torcida en una sonrisa divertida. Luego sacudió
la cabeza y se volvió para tomar otro bocado del pastel de avellanas y nueces. Lo infundí con
bourbon, y era una receta que desarrollé mientras estaba en la escuela: siempre fue un gran éxito,
lo llevaba a todas las fiestas y siempre desaparecía en minutos.
—Supongo que tengo que intentarlo, ¿no? —dijo, y me di cuenta sorprendida de que me
estaba tomando el pelo, con la voz baja y retumbando en el pecho. Me estremecí, deseando que me
molestara más, que usara esa voz mientras me quitaba la ropa—.Además parece que no tengo otra
opción.
—Estoy muy contenta de que hayas aceptado —le respondí, burlándome de él.
Michael terminó su bocado de pastel y se echó a reír.
—Eres lo suficientemente arrogante como para ser un chef, eso es seguro.
—Oye, nadie se las arregla en esta industria siendo humilde.
—Te haré humilde con un pedazo de tu pastel sencillo —respondió Michael, recogiendo
otro bocado con su tenedor y ofreciéndomelo.
Esquivé el mordisco, riéndome sorprendida por su alegría.
—Oh, no, tu no.
Michael siguió intentándolo, avanzando hacia mí, apoyándome en la mesa mientras yo reía y
me retorcía, tratando de evitarlo.
—¿Un chef que no saboreará su propia comida? —preguntó Michael, ese gruñido burlón
aún en su voz. Envolvió su brazo alrededor de mi cintura, arrastrándome contra su cuerpo, y
lloriqueé.
Eso le dio la apertura que necesitaba y metió el bocado de pastel en mi boca.
—Tal vez está envenenado. —Me las arreglé para decir con la boca llena.
Todavía estábamos presionados juntos, y, oh Dios, su cuerpo era firme, ancho e implacable.
Quería abrir mis piernas y rogarle, quería arrancarle la ropa, quería...
La mirada de Michael se dirigió hacia mis labios mientras masticaba y tragaba, sus ojos
muy abiertos y oscuros. Su mirada no se fue, incluso cuando los segundos se alargaron y terminé
mi mordisco.
Maldición, sabía que probablemente estaba mal y definitivamente era un gran riesgo, pero
no pude evitarlo. Tenía que intentarlo. Quería besar a Michael desde que entendí qué eran los
besos franceses, por el amor de Dios. Esta era mi oportunidad.
Lamí mis labios, agradable y lento para que él estuviera seguro de verlo, luego me puse de
puntillas y rocé mis labios contra los suyos.
Deslicé mis manos por sus brazos hasta sus hombros, para mantener el equilibrio, apretando
ligeramente, temblando cuando su brazo se apretó alrededor de mi cintura.
Michael estaba tan quieto como una estatua, inmóvil.
Joder, había llegado tan lejos. Podría seguir. Presioné mis labios contra los suyos.
Por un segundo, realmente fue como besar una estatua, ya que Michael se quedó helado,
pero luego, gimió e inclinó la cabeza cuando su mano libre se enredó en mi cabello y tomó el
control del beso y oh, oh, sí.
Era todo lo que pensé que sería. No, era incluso más que eso. Nada de lo que había
imaginado podría estar a la altura de la realidad de Michael besándome fuerte y ardiente,
posesivo, su lengua deslizándose dentro y fuera de mi boca y golpeando contra mi labio como si
fuera mi dueño, como si quisiera asegurarse de que nunca quisiera besar a nadie más mientras
viviera.
Él me besó, no, me devoró, hasta que mis rodillas se doblaron y yo estaba gimiendo
impotente contra sus labios, agarrándome de sus hombros por mi vida. Estaba tan mojada que me
retorcía y Michael empujó su muslo entre mis piernas. Comencé a rodar mis caderas y jadeé
mientras chispas bailaban en mi columna vertebral.
—Sí, eso es —gruñó Michael, sus dientes raspando mi mandíbula mientras tiraba de mi
cabello para inclinar mi cabeza hacia atrás, exponiendo mi cuello a su boca—. Follándote a ti
misma sobre mi muslo, ya estas mojada. Una niña tan sucia y traviesa.
—So…solo para ti —prometí, mis caderas empujando frenéticamente para correrme
mientras Michael daba un paso adelante, haciéndome tropezar un poco hacia atrás. Su boca estaba
chupando mi cuello, su rastrojo raspando contra mi piel suave y pensé que podría llegar al
orgasmo en el acto.
Agarré su mano y la subí por mi falda, sus dedos rozaron mi ropa interior, sintiendo lo
resbaladiza que estaba, cuánto lo quería...
Michael se echó hacia atrás como si hubiera sido quemado y casi me caigo al suelo.
Sus manos se movieron hacia mis caderas, estabilizándome, ambos respirando con
dificultad.
Michael sacudió la cabeza.
—Esto no… esto no debería… Stevie, esto no puede suceder. Esto no debería haber
sucedido.
—¿Qué? —Me sentí mareada, como si hubiera pasado por un latigazo. En un momento me
estaba hablando sucio y me estaba apoyando contra su muslo y besándome en el cuello, y al
siguiente se alejaba y decía que no deberíamos estar haciendo esto. ¿Qué mierda?
Michael sacudió la cabeza.
—Eso fue… lo siento. Eso no fue profesional. Yo…
Soltó mis caderas y dio un paso atrás.
—Continúa y cambia el menú. Has demostrado tu punto. Y yo... nos vemos esta noche.
Me dio una breve inclinación de cabeza y luego giró sobre sus talones, caminando hacia la
puerta principal.
Me recosté contra la mesa.
Oh. Maldita, sea.
Vale, vale, vale, claro. Estaba preocupado por no ser profesional.
Podía entender eso. Comprensible. Pero no iba a dejar que eso me detuviera. No iba a dejar
que nada me detuviera. Solo tendría que ser paciente y persistente.
El primer paso estaba completo en lo que respecta al restaurante. Iba a cambiar el menú y
tenía que comenzar de inmediato.
Eso debería distraerme hoy y evitar que pensase demasiado en el beso.
El alucinante beso que te rompe el corazón y te moja las bragas.
Una vez que cambiara este menú y todos vieran lo buena que era la comida, los clientes
volverían. Llenarían el restaurante de nuevo.
Solo necesitaba seguir mi plan, mi plan cuidadosamente pensado. Lo había hecho todo por
una razón, y si me salía con la mía, obtendría exactamente lo que quería y le mostraría a Michael
que era perfecta para él, tanto en la cocina como en el dormitorio.
Capítulo 7
Michael
Tomé una siesta cuando llegué a casa: me quedaba hasta muy tarde en el restaurante los viernes y
sábados por la noche y estábamos cerrados por la mañana, así que generalmente dormía hasta el
mediodía.
Levantarse temprano para llegar allí para Stevie era inusual, y después de nuestro beso...
Maldito infierno.
Casi la follé allí mismo en la mesa. La forma en que se retorcía en mi muslo como si
estuviera a segundos de correrse, su cuello arqueándose por mi boca, los adorables y
desesperados ruidos de maullidos que estaba haciendo... cómo se estremeció cuando le hablé
sucio...
No. No, ella era mi empleada, y no podía hacer eso. No podía creer que me hubiera
permitido dejarlo llegar tan lejos. Estaba mal en muchos niveles. Nunca debí haberla besado.
Y sin embargo, cuando me acosté para mi siesta, descubrí que soñaba con ella. No podía
recordar cómo llegamos allí, cómo es con los sueños, cómo comienzas en el medio, pero
estábamos en un prado. Hacía calor y sol, y me sentí contento. La mano de Stevie estaba en la mía
y tiraba de ella, riéndose, llevándome a algún lado.
Caímos en la hierba, hierba cálida y suave, mucho más suave y cálida que en la vida real. O
tal vez la hierba se levantó para recibirnos. No podía estar seguro, en sueños. Me puse encima de
ella, extendiendo sus piernas, y la besé una y otra vez hasta que me rogó que la follara.
Por favor, por favor, seré tan buena para ti, Michael, Michael, por favor tócame, por
favor...
Fue increíble. Estaba temblando de necesidad, y lentamente le quité la ropa del cuerpo,
tomándome mi tiempo, besando cada centímetro de ella. Froté mi pulgar contra sus pliegues,
encontrándola tan húmeda que prácticamente estaba goteando. Joder, sí.
Solo cuando estaba sollozando y cantando por mí, incapaz de hablar correctamente, me
alineé. Me estaba preparando para hundirme profundamente en ella, follarla hasta que gritara,
hasta que no pudiera caminar...
Cuando desperté con mi alarma.
¡Oh por el amor de Dios!
Mi polla palpitaba de necesidad, goteaba, y todo lo que se necesitó fue un rápido tirón o dos
de mi mano para que me corriera con fuerza.
Apenas podía ver.
No había tenido un sueño sexual así en... maldito infierno, en años.
Desde antes de que Virginia y yo nos separáramos. A veces tenía momentos vagos en sueños
donde estaba con alguien, y me despertaba duro solo porque soy un maldito hombre y eso es lo
que hacemos, pero nada de eso. No tanto como eso.
Deseé más que nada que el sueño fuera una realidad, tan estúpido como lo era.
Pero no podría ser una realidad. Ya había cruzado demasiadas líneas. Stevie tenía que
seguir siendo una fantasía, y nada más.
Me levanté y bajé a la cocina, preparándome un café.
Brooke, que siempre dormía al menos hasta el mediodía los sábados, entro.
—Hola, papá. —Ella me besó en la mejilla.
Gruñí en respuesta.
—Llamando al señor Gruñón —dijo Brooke, agarrando una taza de café y tendiéndomela.
Le serví un poco—. ¿Qué te tiene de tan mal humor?
Su tono era juguetón, pero capté la preocupación debajo. Le gustaba mantener las cosas
ligeras tanto como podía, pero sabía que estaba preocupada por mí.
Me encogí de hombros.
—Nada realmente, solo una de esas mañanas.
Brooke metió la mano en la nevera y sacó un poco de fruta, pasándomela.
—Necesitas tomar algo que no sea café.
—¿Pensé que era el padre aquí? —respondí.
Brooke se metió una uva en la boca como para decir, ¿ves?
Suspiré y acepté la fruta. Virginia solía ser la que hacía el desayuno por la mañana. Ella no
era chef profesional pero le encantaba cocinar.
Toda nuestra familia se había dedicado a cocinar. Cuando Theo vino y él y yo cocinábamos
juntos... Siempre pensé que era muy afortunado de tener un mejor amigo, casi un hijo, y luego mi
esposa y mi hija...
Pensé que lo tenía todo.
Virginia no había sido una mujer que preparara comidas de tipo almuerzo o cena, pero le
había encantado preparar el desayuno.
Panqueques de todo tipo, waffles, rollos de canela, tortillas, huevos de la forma que
quisieras... huevos rancheros y galletas y salsa... si alguien se lo desayunara en algún lugar del
mundo, lo haría. Incluso hacía pizza de desayuno a veces.
Desde que se fue hace tres años, las únicas comidas calientes que recibí fueron en el
restaurante. No había tocado nada en nuestra cocina.
Brooke solía usar el microondas. Nunca fue una gran cocinera, aunque le encantaba comer.
La idea vino antes de que pudiera detenerlo, ¿qué pasa con Stevie?
¿Qué pasaría si me despertara de un sueño sexual como ese no solo en mi cama, sino con
ella acurrucada en mis brazos?
Despertándola con mis dedos entre sus piernas y volviéndola loca antes de deslizarme
dentro de ella por detrás, follándola bruscamente, mi mano envolviéndose alrededor de su
garganta, mientras enterraba su rostro y esos ruidos suyos en la almohada. Luego bajando...
Apuesto a que ella sería un desayuno decadente.
No importa cuán duro lo intenté, Stevie permaneció en mi mente durante todo el día. Cuando
finalmente llegué al restaurante me encontré rezando porque estuviera ocupado no por razones
financieras, sino porque necesitaba una maldita distracción de ella.
Necesitaba una excusa para alejarme de ella o me preocuparía por hacer algo estúpido
como inclinarla sobre una mesa y follarla, sin importarme quién estuviera cerca, solo queriendo
hacerla gritar y gemir.
No tenía muchas esperanzas de tener un restaurante concurrido por clientes sin reservas. Los
fines de semana eran muy ocupados para cualquier restaurante, y aún eran mejores que nuestros
días laborables, pero el tráfico se había ralentizado significativamente. Me detuve en el puesto de
anfitriones para revisar nuestros libros de registro y...Oye.
En realidad teníamos algunas reservas. No muchas, pero era mejor que no tener ninguna, que
era como nos habíamos visto últimamente. Eso estaba... eso estaba bien. Se debe haber corrido la
voz desde anoche. Las noticias viajaban rápido en esta ciudad, como en cualquier otra.
Tal vez las cosas estaban mejorando, y si lo estaban, entonces sabía a quién tenía que
agradecer. Stevie.
Probablemente era estúpido, pero bueno, tal vez ella realmente podría cambiar las cosas.
Estaba lo suficiente determinada para eso, de todos modos.
Mi plan de alejarme de ella se evaporó y regresé a la cocina, ansioso por volver a verla.
Tenía como una picazón que no podía rascar, en lo más profundo de mí hasta los huesos. Sabía que
esto era nada menos que peligroso. Me atraía más ella de lo que me había atraído alguien en tanto
tiempo que apenas podía soportarlo. Era como si mi cuerpo estuviera en llamas y tenía que
dejarlo arder, no podía apagarlo.
Cuando llegué a la cocina, me detuve, un rayo golpeó mi pecho, un gruñido salió de mi
garganta.
Cameron, el señor Carismático, estaba de pie en la línea, con el brazo alrededor de los
hombros de Stevie mientras se movía hacia la parrilla, diciendo algo en voz tan baja que no pude
oírlo.
Stevie comenzó a reír en respuesta a lo que sea que estaba diciendo, y Cameron sonrió
triunfante. Se inclinó un poco más cerca y dijo algo más.
Es posible que no haya podido decir lo que estaba diciendo, pero su lenguaje corporal decía
mucho. Estaba coqueteando con ella.
Ni siquiera podía comenzar a procesar el sentimiento al principio, era tan fuerte e
inesperado. No había sido así en tres años, no me había sentido así en tres años, no desde que
encontré a Theo follando a mi esposa.
Celos.
Capítulo 8
Stevie
Cameron era... uno de esos tipos que pensaban que lo tenía todo.
Quien pensaba que todas lo querían y todo lo que tenía que hacer era decir algunas palabras
suaves y serían suyas.
Si pensaba que no sabía lo que estaba haciendo, o que me gustaba, iba a tener una sorpresa.
Me rodeó con el brazo mientras intentaba preparar los filetes para la noche, diciéndome que
Theo le había dicho que la temperatura perfecta de la parrilla para un filete es de 480 grados.
Claro. Sí. Gracias. Soy la jefa de cocina y pasé por la escuela culinaria, pero
definitivamente necesito un camarero que me diga cómo cocinar un bistec.
Ugh.
—Estoy mucho más caliente que eso —dijo Cameron—, podría cocinar un filete con solo
tocarlo.
De acuerdo, fue un juego de palabras tan horrible que en realidad fue divertido. Me reí, y
luego... Cameron se inclinó.
—Siento que empezamos con el pie equivocado —me dijo, su voz cálida—. ¿Qué tal si te lo
compenso? Puedo llevarte a tomar algo, podemos conocernos... ver qué más podemos aprender el
uno del otro...
Oh por el amor de Dios.
Estaba a punto de quitarme el brazo de encima y decirle que era su maldita jefa y que de
ninguna manera, cuando sentí otra presencia venir hacia nosotros.
Al crecer, me encantaba ver esos documentales sobre leones y otros grandes felinos. Y a
veces, un león al azar intentaba hacer un movimiento sobre una leona que estaba en otra manada.
La forma en que el león macho acechaba hacia su rival era exactamente lo que sentía en
Michael ahora cuando me di la vuelta y lo vi caminando hacia nosotros. Mierda. Juro que mis
rodillas casi se doblan.
—¿Qué estás haciendo tras la línea? —ladró Michael, mirándolo como si Cameron
estuviera escupiendo en el filete—. Se supone que debes estar trabajando en la parte delantera del
restaurant. No quiero verte descansando y, sobre todo, no quiero verte probando tus gastadas y
cursis palabrerías con las trabajadoras de mi cocina.
Los ojos de Cameron se agrandaron y dudé que Michael se hubiera puesto tan firme con él
antes. Pero él asintió, soltándome y saliendo corriendo de la cocina como si su trasero estuviera
ardiendo.
Eso fue extremadamente caliente. Sin embargo, no pude evitar sorprenderme de la ira en la
voz de Michael, tan complacida como estaba de que parecía estar celoso. Anteriormente dijo que
fue un error para nosotros besarnos y luego casi corrió. ¿Podría estar cambiando de opinión tan
rápido?
Eso esperaba. Me di la vuelta para esconder mi sonrisa. Si estaba celoso, entonces nuestra
pequeña sesión de besos tuvo más efecto en él de lo que quería admitir.
Lo que significaba que podía correr el riesgo calculado de hacer otro movimiento.
Michael me asintió bruscamente y luego regresó a su oficina. Me concentré en cocinar,
dejando mi corazón fuera. Teníamos el nuevo menú esta noche y tenía que asegurarme de que todo
fuera perfecto, ni un solo error, para que la gente estuviera abierta a los cambios y aceptara la
nueva línea del restaurante.
Sin embargo, todo el tiempo, mi mente seguía intentando volver a Michael. De vuelta a la
idea de hacer un movimiento. ¿Era lo suficientemente valiente como para hacerlo? ¿Podría?
En la escuela secundaria, intenté algunas cosas para llamar la atención de Michael a
espaldas de Brooke. En ese momento, pensé que estaba siendo muy sexy, inteligente y sofisticada.
Por supuesto, mirando hacia atrás, ahora sabía que había sido una adolescente tonta y
probablemente era terriblemente obvio o simplemente parecía extraña. Si Michael se hubiera
dado cuenta.
Había estado tan distraído por la ruptura de Virginia, y por el destino del restaurante, que no
estaba segura de que se hubiera dado cuenta si un desfile de elefantes hubiera pasado por su casa.
Pero Señor, eso no me había impedido intentarlo. Me había puesto mi atuendo más cortos,
atuendos que me tuve que poner una vez que llegaba donde Brooke o la escuela, lejos de mis
padres que me habrían matado por vestirme de esa manera. No había nada de malo en cómo me
vestía, era demasiado madura para una chica de diecisiete años.
Sin embargo, eso no fue todo. Constantemente dejaba caer cosas y me inclinaba, mi trasero
en el aire, para llamar su atención. A propósito derramaría cosas como salsa de caramelo en mi
pecho mientras Michael me enseñaba a hacer el postre. Una vez, en la fiesta de Navidad que mis
padres habían organizado, había hecho una mamada en un bastón de caramelo durante media hora
completa, esperando que Michael se diera cuenta.
Nunca parecía darse cuenta de lo que estaba pasando. Nunca llegué a ninguna parte.
Mirando hacia atrás, me alegraba de no haberlo hecho. Había sido una adolescente, sin
equipamiento para realmente ayudar a Michael a superar su angustia. También había sido menor
de edad y si mis padres, o alguien, se hubieran enterado... habría tenido que sufrir unas serias
consecuencias.
Pero ahora, las cosas habían cambiado. Michael estaba interesado en mí. Me había besado
esta mañana como si se muriera si no juntaba su boca en la mía y había ido directamente a matar,
casi me lleva al orgasmo antes de que él retrocediera. Era mayor, más sabia, más madura. Sabía
en lo que me estaba metiendo y estaba lista.
No podía dejar pasar demasiado tiempo entre nuestro beso y mi próximo movimiento. Tenía
que aprovechar mi ventaja esta noche.
El servicio de comida salió todo bien. Todos parecían estar satisfechos y los camareros
tuvieron buenas propinas. Casi no pude contenerme. Quería saltar arriba y abajo y golpear el aire
en la victoria. ¡Mi nuevo menú parecía ser un éxito!
Ahora era el momento de la fase dos de mi plan profesional.
Cambiar el menú sin decirle a nadie era lo que se conocía como una “apertura suave”. Una
“apertura difícil” era cuando una empresa hacía un gran negocio al abrir una nueva tienda o hacer
otro gran cambio en su servicio. Una apertura suave era donde el negocio simplemente abría, o
hacía ese gran cambio, y tardaba unos días antes de anunciarlo.
No había querido anunciar nuestro nuevo menú antes de probarlo con los clientes. Pero
ahora que tenía pruebas de que a la gente le gustaba, podríamos concentrarnos en hacer correr la
voz correctamente.
Atraer a algunos críticos, colocar algunos anuncios estratégicos... todo. Necesitábamos
nuevas formas para atraerlos y no podíamos confiar únicamente en el boca a boca.
Me ocupé del cierre, me aseguré de que todo el personal se fuera y luego fui a la oficina de
Michael.
Parecía estar mirando los números de la noche en su ordenador.
—Todo salió bien —dije, entrando—. Sabía que lo haría.
Michael apartó la vista del ordenador y se recostó en la silla de su oficina, con las piernas
abiertas. Apretó sus jeans sobre su entrepierna, y tuve que luchar para no mirar mientras la lujuria
comenzaba a filtrarse en mi cerebro, recorriendo mi cuerpo, calentándome.
—Los números se ven bien —reconoció—. Y teníamos algunas reservas más esta noche.
—A todos les encantó el menú. Creo que es hora de que avancemos al siguiente paso y
corramos la voz de que estamos de vuelta en el negocio. Estás en el punto correcto otra vez.
—¿Y cómo supones que hacemos eso? —preguntó Michael, esa nota burlona de nuevo en su
voz.
El hombre llevaba diez años dirigiendo un restaurante. Sabía cómo promocionarse a sí
mismo y a su marca. Esta era una prueba, para ver si sabía, si podía encontrar la respuesta por mi
cuenta.
Bueno, él podría jugar a burlarse. En esa posición en la que estaba, recostándose, con las
piernas abiertas...
No pude resistirme.
Me acerqué a él, hundiéndome en su regazo, balanceando mi pierna sobre él para ponerme a
horcajadas.
—La forma en que hago todo: sin dudarlo.
Entonces lo besé.
Michael se apartó rápidamente, sus manos en mis hombros.
—Stevie. No deberíamos hacer esto.
—¿Por qué no? —Incliné mi cabeza, haciendo pucheros hacia él.
Michael tragó audiblemente.
—Nosotros, no deberíamos… —repitió, pero su mirada recorría mi cuerpo y sus manos se
deslizaban por mis brazos.
—¿Me deseas? —pregunté. Rodé un poco las caderas y me estremecí cuando lo sentí crecer
con fuerza debajo de mí.
Michael gruñó.
—Estás jugando con fuego, ahora.
—Sé cómo no quemarme —le respondí. Seguí meciendo mis caderas, sin soltarme. Dios, él
era tan grande debajo de mí, que solo podía imaginar su tamaño. Quería eso dentro de mí, más que
nada—. Te deseo tanto, te he deseado por años... por favor...
Me quité la chaqueta y luego la camisa, exponiéndome, dejando solo el sostén. Hoy me puse
un sujetador de encaje, sin dejar mucho a la imaginación. Podía sentir la piel de gallina en mi piel
cuando estaba expuesta al aire frío, y como mis pezones se endurecían. Me estremecí.
—Dijiste antes que yo era una chica sucia y traviesa, y tienes razón.
Tomé su mano mientras Michael miraba, como si hubiera estado en el desierto durante
semanas y le ofreciera agua, pero no estuviera seguro de si realmente podría beberla.
—Quiero que me hagas cosas tan horribles, cosas tan malas, hasta que grite por ti...
Puse su mano sobre mi pecho, justo entre mis senos.
—Por favor, tócame… —le rogué—. Por favor, me he estado tocando por las noches
pensando en ti, en que me has dejado hematomas en la piel, en que me has hecho rogar por tu
polla...
Michael dejó escapar un gemido. Su mano se deslizó hacia mi pecho, masajeando
suavemente, y jadeé.
—Sí, sí, así, por favor...
El último control de Michael se rompió y se abalanzó sobre mí, acercándose para
desabrochar mi sostén, enterrando su rostro en mis senos. Gemí cuando él tomó un pezón en su
boca, chupando, revolviendo su lengua alrededor de él, luego tirándolo suavemente con sus
dientes.
Me retorcí en su regazo, sintiéndolo endurecerse debajo de mí, su polla hinchándose y
presionando contra mis pliegues. Mi ropa interior estaba tan mojada, tan pegada a mí, que cuando
Michael comenzó a mover sus caderas hacia mí, la fricción fue casi demasiado intensa, casi
demasiado.
No podía detener los sonidos que salían de mí cuando Michael cambió de un seno a otro,
jugando conmigo. Su mano se levantó para pellizcarme el pezón y chillé con el exquisito dolor
placentero.
—Ya estás tan desesperada, mírate. —Michael me ayudó mientras arañaba frenéticamente
su ropa, abriendo su camisa y deslizando mis manos sobre su pecho firme. Era tan grande, tan
ancho que me hizo sentir deliciosamente pequeña y delicada.
Por supuesto que estaba desesperada, nunca había hecho esto antes. Solo tenía años de
deseo y fantasías para apoyarme. Tenía tantas ganas de dormir con él, finalmente estar con el
hombre con el que había soñado por más tiempo del que podía recordar.
Sin mencionar que el restaurante parecía el escenario perfecto.
Después de todo, Michael me había dado mi amor por la cocina.
Estábamos trabajando juntos en el restaurante. ¿Una unión de nuestros cuerpos en el mismo
lugar donde tuvimos una unión de nuestras mentes, de nuestros intereses? Se sintió como si algo
estuviera casi destinado a eso.
—Por favor... —rogué nuevamente mientras Michael besaba lentamente mi cuello, sus
manos recorrían todo mi cuerpo, explorándome.
—Ruegas tan bien... —Ronroneó—. Veamos qué tan ruidosa puedes ser.
Me cogió sin previo aviso, haciéndome agarrarlo con sorpresa, y luego me puso en su
escritorio, barriendo todo fuera del camino. Mientras me desabrochaba los pantalones, me besó
profundamente, su lengua se deslizó hacia adentro y hacia afuera como si estuviera follando mi
boca, y fue todo lo que pude hacer para agarrarme de sus hombros mientras me quitaba la última
ropa y me dejaba desnuda, enrojecida y resbaladiza.
Michael se desabrochó el pantalón y pensé que me iba a follar, se me hizo la boca agua,
pero en cambio solo pude ver su polla gruesa y dura antes de que él me abriera más las piernas y
me empujara hacia el escritorio, sus dedos burlándose, bailando arriba y abajo de mis muslos
internos.
Sentí que estaba en llamas. Se acercaba a donde lo quería, trazando ligeramente mis
pliegues, y luego se alejaba de nuevo. Él siguió besando mi cuello y mi mandíbula, raspando sus
dientes a lo largo de la piel, volviéndome loca.
—Por favor, por favor no te burles —le rogué. Era como si hubiera una bobina dentro de mí
enrollada tan fuerte que iba a explotar—. Michael, por favor...
—No sé si todavía eres lo suficientemente ruidosa para mí — reflexionó Michael. Su pulgar
rodeó levemente mi clítoris y grité cuando el placer surgió en mí como una estrella fugaz, antes de
alejar su mano nuevamente—. Veamos cuán desesperada puedes estar.
Era tan dominante, tan controlador, que disfrutaba desarmándome como esperaba que lo
hiciera. Era como si mis fantasías más sucias se hicieran realidad, completamente a su merced
mientras seguía burlándose de mí, tocándome solo lo suficiente como para volverme más loca.
El pequeño oh, oh, oh de necesidad se me escapaba cada vez que pasaba sus dedos sobre
mi clítoris, cada vez que me tocaba un poco más firmemente, un poco más, hasta que me retorcía
debajo de él.
Todo el tiempo siguió hablando conmigo, tranquilizándome, diciéndome lo bonita que era
así, lo hermosa que era, lo buena que estaba siendo para él. Apenas podía soportarlo más: la mano
de Michael goteaba por lo húmeda que estaba y mi garganta se sentía seca y ronca por los ruidos
que estaba haciendo.
Estaba balbuceando, rogándole, y por fin, por fin Michael deslizó un dedo dentro de mí,
solo un poco, una provocación más. Me apreté alrededor, sollozando, queriendo sentirme llena,
sentirme estirada, tener más...
Michael metió su dedo más y más dentro de mí, curvándolo, hasta que se retiró por
completo y pensé que realmente podría llorar por la pérdida.
Y luego, dos dedos, deslizándose dentro de mí, entrando y saliendo, y frotando en el lugar
correcto. Sacudí mis caderas, gritando, mis piernas temblando, tan cerca de correrme...
Michael volvió a sacar los dedos y yo sollocé la perdida.
—Por favor, por favor, por favor… Michael por favor... Dios mío, por favor...
Estaba tan cerca del borde, reducida a nada más que masilla en sus manos. Michael me dio
un beso rápido y tranquilizador, y luego, luego sentí su polla tocando mi entrada.
Oh, Dios mío, era tan grande. Mi boca se hizo agua de nuevo al pensar en eso dentro de mí,
tal vez llegar a chuparle la polla más tarde...
Michael presionó y entró, y por un momento sentí un extraño pánico de que no encajaría, que
no podría, pero luego se estaba deslizando por completo y sus caderas estaban al ras contra las
mías y me desplomé contra su escritorio, gimiendo.
Michael apoyó las manos sobre el escritorio y dio unos pequeños empujones cortos y
agudos, una y otra vez, oh Dios mío, Dios mío, se sentía tan bien, estaba tan... tan cerca, oh... oh,
oh, oh...
El mundo se puso blanco cuando me estremecí y me corrí.
Capítulo 9
Michael
No podía recordar la última vez que había estado tan jodidamente excitado.
Stevie era perfecta, mendigando y arqueándose bajo mi toque, tan receptiva... pero casi
demasiado receptiva. Ella jadeó no solo de placer sino también de sorpresa. Una sospecha
comenzó a formarse en mi mente, y en el momento en que deslice mi polla dentro de ella, lo supe.
Podía sentirlo, la forma en que su cuerpo resistía instintivamente incluso cuando me rogaba,
y luego cedía, la sobresensibilidad, todo... no había hecho esto antes. Estudiosa, sería como era
Stevie con su determinación y su actitud adicta al trabajo, por supuesto que tenía otras cosas en
mente.
Eso debería haberme hecho parar. Sé que debería haberlo hecho.
¡Pero era tan caliente! Ya estaba tan excitado, y sabiendo que era su primera vez, la única
persona que la había hecho sentir así, había llegado a verla tan desesperada y desenfrenada, me
dio ganas de follarla duro y rápido. Podría con todo lo que tenía. Casi me hizo correrme en el
maldito lugar.
Y además, no iba a ser ese imbécil que simplemente se retiraba y detenía todo, no cuando
literalmente me rogaba que la follara y yo quería oh, oh santo cielo, lo quería con todo mí ser.
Tal vez estaba mal pero seguí adelante.
Nunca antes había pensado en Stevie así, y ahora todo lo que quería de ella estaba
golpeándome apresuradamente, tantos deseos y fantasías que no podía seguir. Solo tenía que
tenerla.
Y Stevie estaba tirando de mí, esparciendo besos por mi cuello y por la cara, gimiendo,
rogándome...
¿Cómo podría decir que no?
Rodé mis caderas, probándola mientras ella bajaba del borde del orgasmo. Le había tomado
el pelo, la había llevado al borde y quería darle un momento antes de llevarla demasiado lejos.
—Fóllame —rogó Stevie, con la voz ronca y sin aliento—. Fóllame, por favor, Michael,
fóllame... Follameeeeee...
Maldición. Ella era tan malditamente caliente así. Se sentía como si mi sangre estuviera
ardiendo, como si estuviera viendo a través de una neblina de placer. Ni siquiera podía pensar
más. Empujé dentro de ella una y otra vez, mientras Stevie me animaba, me impulsaba, cada vez
más fuerte, hasta que gritaba mi nombre.
Un ronroneo de satisfacción retumbó en mi pecho. Estaba ebrio de sus gritos, de la
sensación de calor de su apretón a mí alrededor, de hacerla sentir tan bien. Se estaba aferrando a
mí, arañándome, dejando marcas en mi piel que esperaba que se quedaran incluso mientras mordía
y chupaba mis propias marcas en ella.
Antes de que pudiera perderme por completo, salí de ella.
—Date la vuelta —gruñí, mi voz apenas reconocible, incluso para mí mismo. No podía
recordar la última vez que había estado tan lejos, sintiéndome tan posesivo y destrozado por
alguien.
Stevie se estremeció, girándose hacia mí e inclinándose sobre el escritorio. Me deslicé
hacia ella y gemí, mi frente cayó sobre su hombro.
En este ángulo podría profundizar en ella, follarla más fuerte, y podría envolver mi brazo
para tocarla, frotar su clítoris y llevarla nuevamente a la cima del placer.
Sus manos se clavaron en el borde del escritorio, aferrándose a la vida mientras gemía mi
nombre, rogándome sí, más fuerte, así, sí, sí, sí, prendiendo fuego a mi sangre. Mordí su hombro,
tocándola implacablemente, hasta que Stevie dejó escapar un grito impotente y se volvió loca,
poniéndose hermosamente apretada, haciendo que mis ojos rodaran en mi cabeza.
Me metí dentro ella, gruñendo, los dedos resbalando sobre su piel resbaladiza por el sudor,
corriéndome con un escalofrío.
Maldición. No me había corrido tan duro en... Jesús, joder. Mi cerebro estaba borroso,
como si estuviera lleno de algodón de azúcar. Nos quedamos allí por un segundo, recuperando el
aliento, y dejé que mi ritmo cardíaco se redujera a algo donde pensé que en realidad no moriría
por lo bien que me sentía.
Cuando nuestra respiración se ralentizó, me deslicé fuera de Stevie y ella se dio vuelta, y
pude ver su rostro sonrojado, relajado y saciado. Parecía que todavía estaba flotando, aún en
parte en éxtasis, y sentí una oleada de orgullo por hacerla sentir así.
Y luego, realmente me golpeó. ¡Qué había hecho!
Mierda.
Steve era... ella es mi empleada, la mejor amiga de mi hija, es veinte años menor que yo.
¿En qué demonios estaba pensando? ¿Cómo pude haber hecho esto?
Me puse la camisa y los pantalones, subiéndome la cremallera. Maldita sea, maldita sea,
maldita sea, joder...
—Esto no puede volver a suceder.
Era virgen, nunca había hecho esto antes y la follé como un animal, ¿cómo podría haberlo
hecho?
—¿Qué? —Stevie me miró confundida y herida—. ¿Qué quieres decir?
Su decepción era clara en su voz, pero sabía que era solo la primera vez que tenía
relaciones sexuales, jugando con su cabeza. Ella realmente no me quería. Estaba jodido, lo había
sido, y no era bueno para ella.
—Esto fue completamente inapropiado —señalé.
Stevie agarró su ropa con manos temblorosas.
—Yo… pero…
—Eres mi empleada, Stevie. Eso nunca debería haber sucedido. Fue un error.
Stevie parecía destrozada.
—Claro. Un error. Exactamente lo que toda puta chica quiere escuchar.
Ella rápidamente recogió sus cosas y salió corriendo.
Maldita sea. Me sentí como un completo gilipollas.
Joder, no me había sentido tan mal desde... desde que no podía recordar. No era solo la
mierda general de cuando Virginia me había dejado. Eso había sido traición y abandono. Eso
había dolido.
Esto se sintió como mi culpa.
Esto se sintió como si lo hubiera causado, como si fuera un imbécil, y ese era un sabor
completamente diferente, apestaba... bueno. Era un jodido desastre, y no sabía cómo solucionarlo.
¿Qué más puedo hacer? Cerré el restaurante y me dirigí a casa.
¿Cómo se puso esto tan jodido? ¿Cómo comenzó este desastre?
Debería haber mantenido una distancia profesional de Stevie. La quería, aún la quería
incluso después de eso, no fue suficiente, Dios, nunca sería suficiente. La tuve en mi escritorio
pero quería darle la vida. Quería ponerla de rodillas y alimentarla con mi polla dolorida hasta que
ella estuviera vomitando. Quería atarla y tocarla, provocarla, hasta que estuviera cubierta de
sudor y ni siquiera pudiese hablar para rogarme que la dejara correrse.
Ella era como una droga, y a la mierda si me sentía como un adicto. Un golpe fue todo lo
que se necesitó, como pura maldita heroína.
Pero nunca debería haber recibido ese golpe. Nunca debería haberla besado. Stevie era una
mujer decidida, pero debería haberlo sabido mejor que dejar que se saliera con la suya en esto.
Era joven, pensó que sabía lo que quería, ¿pero yo? ¿de verdad? Ella realmente no podría ser feliz
conmigo.
Y joder, me había llevado su virginidad. Su primera experiencia sexual y había sido con el
padre de su mejor amiga, ¿qué tan jodido era eso? Me sentía como un completo sinvergüenza, un
canalla, el tipo de hombre al que siempre había menospreciado.
Tamborileé con los dedos sobre el volante, mirando hacia la oscuridad, a solo unos minutos
de casa. Tal vez... tal vez sería mejor vender el restaurante y encontrar un trabajo, trabajar para
otra persona. Tal vez en el negocio de la comida o tal vez volviendo a la tecnología. Estaba claro
como el cristal que ya no era capaz de tomar buenas decisiones.
Quizás era solo el momento de perder la esperanza y aceptar que era un fracaso.
Antes de cometer otros errores terribles.
Capítulo 10
Stevie
El nuevo menú iba bien, y eso era todo lo que podía decir sobre las cosas que salían bien en mi
vida.
Bien, eso no era estrictamente cierto. Profesionalmente, las cosas iban bien. El personal
parecía respetarme e incluso les gustaba, especialmente a los otros cocineros. Incluso si Cameron
no dejaba de molestarme con sus payasadas.
El imbécil siempre aflojaba o intentaba lucir bien para sus mesas a expensas de la cocina,
prometiéndoles la luna, y nunca dejó de hacerme estas insinuaciones e intentar distraerme. Como
si estuviera parada y no, ya sabes, ocupada haciendo los pedidos y cocinando comida y
escuchando a todos a mí alrededor y siendo la jefa. Estaba haciendo diez cosas a la vez y el idiota
intentaría hablar conmigo. ¿Qué era él, tanto ciego como estúpido?
Los negocios habían aumentado. Pude ver eso. Ahora teníamos reservas constantes, pero...
no estaba al nivel que esperaba.
Y el reloj estaba corriendo.
Sabía que era perfeccionista. Alguien más probablemente podría estar satisfecho con la
forma en que las cosas habían mejorado hasta ahora. Pero no lo estaba. Era ambiciosa y maldita
sea, sabía que las cosas podrían ser mejores que esto. Esperaba un cambio mayor, y en dos
semanas, este era bastante bueno, pero... no era suficiente.
Michael había acordado darme un mes. Eso terminaba dentro de dos semanas. Eso
significaba que mi tiempo casi había terminado, solo me quedaban dos semanas, y si no lo hacía
tan bien como había dicho que lo haría... si no lograba el milagro que yo había prometido...
Michael podría decidir que realmente no estaba cumpliendo y despedirme.
Hablando de Michael, las cosas habían sido... incómodas, desde esa noche.
No deberían haberlo sido. Maldita sea, esa noche había sido todo lo que había soñado, no,
más aún, pero aparentemente yo era la única que pensaba así. Michael había estado evitando la
cocina y evitándome a mí, apenas mostrando su rostro, metido en su oficina y, a veces, revisando
el puesto del anfitrión para ver cómo estábamos haciendo las reservas y para poder mirar hacia el
restaurante y ver si alguien parecía infeliz.
Claramente, él quería espacio, y bueno, no podía salir de la cocina con regularidad, así que
solo... me quedé allí. En mi territorio. Mientras él se quedó en el suyo.
Me sentí tan decepcionada que estaba enferma con eso. Mi estómago se retorcía,
retorciéndose como una serpiente.
Estábamos en medio de una pausa después de las siete de la tarde cuando Brooke asomó la
cabeza.
Oh no. También había estado evitándola, si era honesta. Ella era mi mejor amiga, podía
leerme como un libro... ¿cómo se suponía que debía ocultarle que algo estaba pasando? No sabía
cómo Brooke respondería si se enteraba de cuanto tiempo había estado enamorada de Michael.
Honestamente... evité pensar en eso.
Amaba a Brooke. Ella era mi mejor amiga y siempre lo había sido. Si se enterara y me
rechazara a mí, o a Michael, o a los dos por la decisión... No sabía cómo podría manejarlo.
Demonios, no sabía cómo Michael sería capaz de manejarlo.
Seguramente Brooke querría que fuéramos felices, ¿verdad?
Ugh. Todo eso me hizo sentir aún más enferma por dentro.
—¡Oye! —Brooke entró, evitando a los cocineros y tirando de mí—. ¿Tienes un segundo?
—¡Cuidado con las patatas! —grité a Steph, uno de mis mejores chefs, y luego asentí a
Brooke—. ¿Sí, qué tal?
Brooke me llevó a un lado, cerca de la sección del lavado platos.
—Saldremos esta noche. Noche de chicas.
—Brooke...
—¡Es sábado! ¡Vive un poco! ¿Cuándo fue la última vez que te divertiste y te soltaste, hmm?
Nunca, esa es la respuesta.
Eso era cierto. Brooke siempre fue la chica de la fiesta, no yo.
—Mira, he estado muy ocupada...
—Exactamente. Y te has deprimido. Sé que pasa algo, cariño, no creas que me lo puedes
ocultar. Estás toda triste y abatida. —Ella me tocó la mejilla.
—Ja, ja.
—No voy a aceptar un no por respuesta. ¡Vamos a salir, tomar algo, bailar un poco y
divertirnos! Sé que será bueno para que te relajes. Papá ha estado pesado, como si alguien hubiera
roto su cuchillo de trinchar favorito.
Ajá. Sí. Estoy bastante segura de que yo era la razón por la que
Michael estaba tan loco. Y ahora también afectaba a Brooke, genial. Había hecho un
verdadero desastre con esto, ¿no?
Pero no sabía cómo escaparme de esta noche de chicas con Brooke y ella era mi amiga. Me
gustaba pasar tiempo con ella. —Bien, seguro. Será divertido.
—¡Sí! —chilló Brooke, agarrando mis manos y saltando sobre sus talones—. ¡Va a ser
genial! ¡Te recogeré en tu apartamento, necesitas cambiarte a algo apropiado para bailar!
Oh vaya.
Seguí sus instrucciones, me fui a casa después de cerrar y cambiarme a un pequeño vestido
negro que tenía. Mi madre me había ayudado a elegirlo, diciéndome que era esencial para el
guardarropa de cualquier mujer. La falda se ensanchaba cuando giraba, y el corpiño estaba
apretado, mostrando mis curvas, y cayendo hasta la mitad de la pantorrilla dando un vistazo
divertido a mis piernas.
Me solté el pelo y me lo enrosqué perezosamente, buscando ese aspecto despeinado y
fresco. ¿Qué le iba a decir a Brooke cuando ella comenzara a interrogarme? Era horrible
mintiendo en general, pero especialmente a ella. Brooke siempre fue la persona a la que acudía en
nuestra escuela para cotillear, porque era muy buena para que la gente le contara cosas y conocía a
todos. Ella obtendría una respuesta de mí de una forma u otra.
Estaba terminando de maquillarme cuando escuché el golpe en la puerta. Mierda.
—¡Voy!
—¿Quién es? —preguntó Andy, saliendo de su habitación.
La mayoría de las personas pueden negarse a compartir un apartamento con su hermano
mayor, o cualquier hermano, pero Andy y yo queríamos salir de nuestra casa de la infancia y
alquilar en San Francisco era muy costoso. Demonios, solo alquilar una caja de cartón en la calle
te costaría unos mil dólares al mes. O al menos sobre eso bromeábamos Brooke y yo.
—Es solo Brooke —le dije, manteniendo mi tono informal pero haciendo una mueca por
dentro.
Andy todavía no había superado su enamoramiento por ella, el que había tenido desde la
secundaria. Brooke era cuatro años menor que Andy, por lo que había sido algo en lo que
realmente no podía actuar en ese momento, pero ahora que teníamos veinte años, se encendía
como un maldito árbol de Navidad cada vez que ella estaba cerca.
Creo que sería bonito si Brooke devolviera sus sentimientos, pero...
—¡Oye! —dije, abriendo la puerta y sonriendo—. Vamos, solo tengo que ponerme los
zapatos. Cuando entré en mi habitación, pude escuchar a Andy decir hola.
—Te ves hermosa —le dijo—. No me digas que te vestiste así por mí.
—No lo hice —respondió Brooke, dándole su respuesta habitual—. Me vestí para el club.
Oh vaya. Brooke siempre decía que no estaba interesada en Andy.
Personalmente, sospechaba que ella no estaba interesada, sobre todo porque Andy había
sido, y aún era, un mujeriego. No era una especie de gilipollas. Siempre fue sincero y honesto con
las mujeres, diciéndoles que eran aventuras y no era una relación real, pero hombre, había ligado
por todo el campus universitario y ni siquiera se arrepentía.
Creo que Brooke estaba asustada de que si ella se acostaba con él, o incluso salía con él, él
la consideraría solo otra conquista una vez que la hubiera tenido, por así decirlo. Ella no quería
ser otra muesca en su cinturón.
Sin embargo, no había muchas posibilidades de que ella lo admitiera. Decidí adoptar el
enfoque de “ser silenciosa y solidaria” para ambos. Lo resolverían o no lo harían. No dependía de
mí tomar esa decisión por ellos.
Salí de la habitación antes de que Andy pudiera convertirse en un idiota.
—¡Hey, lista para irnos! —Agarré mi chaqueta y mi bolso—. No me esperes —le dije a
Andy—. Y no pudras tu maldito cerebro en Overwatch. ¡Te quiero!
—Overwatch es el juego de multijugador de nuestra generación, y para empezar, es atrevido
de tu parte asumir que tenía un cerebro. Te quiero, y oye, piensa con la cabeza y cuidaos
mutuamente, te lo dice tu hermano mayor. —Andy me guiñó un ojo y luego salimos por la puerta.
—Entonces —dijo Brooke una vez que estábamos en el bar—. ¿Cuál es el problema?
Señalé al camarero y ordene nuestro pedido. No quería estar borracha para esta
conversación, quería poder ver lo que estaba diciendo y no revelar demasiado, pero tenía la
sensación de que me gustaría recuperarme y emborracharme una vez que terminara esta
conversación.
—Ah, no es nada, solo estrés del trabajo. Las cosas no están cambiando tan rápido como
quiero que lo hagan.
—Nadie puede culparte por eso. Quiero decir, ya estás haciendo mucho más que cualquiera
de los otros reemplazos de Theo.
—Yo... supongo que eso es bueno. Pero necesitamos algo importante, Brooke. Le prometí a
Michael, tu padre, que devolvería este lugar a lo que solía ser y tengo que cumplir esa promesa.
Sabes que cumplo mi palabra.
Brooke puso los ojos en blanco. —Papá te ama, no te va a echar ni nada. Y como dije, lo
estás haciendo mucho mejor que nadie. Solo dale tiempo y deja de ser tan perfeccionista. —Ella
hizo una pausa—. Sin embargo, sé que no es solo trabajo. El trabajo te hace... trabajar más duro.
Esto te está haciendo... ni siquiera lo sé.
Mierda. La táctica de desvío falló.
—Estoy... considerando... estar con alguien. Tal vez. Un poco.
Los ojos de Brooke se iluminaron como si su cumpleaños se hubiera adelantado.
—Es complicado —agregué rápidamente, antes de que ella pudiera comenzar a saltar de un
lado a otro.
Brooke había estado detrás de mí para estar con alguien desde... mierda, desde el primer
año de secundaria. Sin embargo, incluso antes de tener sentimientos por Michael, sabía que no iba
a estar con un adolescente idiota que no sabía qué coño estaba haciendo en el departamento de
relaciones sexuales o en el sexo. Y luego en la escuela culinaria había estado demasiado ocupada,
incluso si hubiera querido a alguien, y no lo había hecho. Solo quería a Michael. Y aún lo hago.
Brooke asintió sabiamente.
—Sé por qué es complicado. Es alguien del restaurante, ¿no?
...oh joder.
—Pensé que esto podría suceder —continuó Brooke. Puso su mano sobre mi hombro—. Era
obvio que solo era cuestión de tiempo. Honestamente, me sorprende que te haya tomado tanto
tiempo decir algo.
Oh, joder, oh, mierda, joder, ella sabe que… sabe sobre Michael y sobre mí, y se va a
enojar tanto, ¿cómo era tan obvio? Oh Dios mío…
—Es Cameron, ¿no? —preguntó Brooke.
…oh.
Bueno eso era… inesperado. O tal vez no. Pensé que Cameron era molesto como la mierda,
pero había estado tratando de ser profesional, así que solo sonreí cortésmente y asentí en
respuesta a él. Ya sabes, tratando de no alentarlo, pero también tratando de no hacer que fuera
incómodo para todos al causar una escena. Mi estrategia era que eventualmente se aburriría y
seguiría adelante cuando estuviera claro que realmente no iba a hacer nada.
Pero para Brooke, debió haber parecido que me alegraba pero no respondía adecuadamente.
Tal vez ella pensó que era tímida. ¿Quién sabe?
No sabía si estaba agradecida por su malentendido o no. Solo le sonreí, sin responder.
Brooke aparentemente tomó esto como un sí.
—¡Él es guapo!
—Sí, pero él es mi compañero de trabajo. No es inteligente involucrarse con alguien del
trabajo.
—Mientras no afecte el rendimiento de su trabajo, ¿por qué sería un problema? Vosotros dos
podéis ser profesionales, ¿verdad?
—Uh...
—Cameron siempre está hablando sobre cómo puede complacer a las mujeres —agregó
Brooke—. Tal vez sea un buen candidato para tu primera vez.
Oh Señor. Podía sentir mi cara calentarse.
Brooke perdió su virginidad en la noche de la graduación, con su novio de la escuela
secundaria, y tuvieron relaciones sexuales varias veces más después de eso, pero luego fue a la
universidad fuera del estado y Brooke estaba ocupada ayudando a su padre con el restaurante, por
lo que ella no era exactamente más experimentada que yo.
—No puedes hablar —señalé—. Es posible que hayas tenido relaciones sexuales varias
veces, pero no es que seas una experta.
Brooke se echó a reír.
—Está bien, está bien, tienes razón. ¡Pero pensé que era divertido! Tendría más si pudiera...
pero después... después de mamá y papá yo... ya sabes. —Ella se encogió de hombros—. Es
difícil confiar en las personas.
—Entiendo eso, confía en mí, lo hago. —Puse mi mano sobre la de ella, apretando.
Brooke suspiró, luego se animó, bebiendo el resto de su bebida.
—Salgamos a la pista de baile. ¿Quién sabe? Tal vez nos encontremos con un par de tipos
que puedan... ayudarnos. —Ella me guiñó un ojo.
Me reí. Eso era una cosa sobre Brooke: ella siempre era buena para aligerar mi estado de
ánimo.
—Está bien, está bien, vámos.
Bailar fue divertido, pero no estaba mirando a ninguno de los otros hombres. No quería
intentar encontrar a alguien. Ya sabía a quién quería: Michael.
Estaba bastante segura de que él era el único chico para mí.
Capítulo 11
Michael
Era lunes cuando recibí la llamada.
Ya me sentía bastante mal por todo el asunto con Stevie. Sabía que era lo correcto
terminarlo y decir que estaba mal. Había tantas razones por las cuales sería inapropiado, por qué
podría terminar en dolor, y quería algo mejor para Stevie.
Pero sabía que estaba herida, y me sentía cómo un imbécil por eso.
No ayudó que tampoco podía dejar de pensar en ella. Era tan difícil no ir a la cocina y
verla, coquetear con ella, susurrarle al oído todas las cosas sucias que quería hacerle.
Y luego recibí esa maldita llamada telefónica.
Estaba en mi oficina, mirando los números, y por una vez sentía que tal vez podría respirar
normalmente otra vez. Las ventas y las reservas habían aumentado, a la gente realmente le gustaba
el menú y comenzaba a pensar que tal vez, solo tal vez, las cosas estaban mejorando. Stevie había
tenido razón.
Sintiéndome un poco mejor, contesté el teléfono.
—Hola, oficina del gerente.
Por lo general, el puesto del anfitrión contestaba las llamadas telefónicas y luego me las
transfería. La gente rara vez llamaba a mi línea directa.
—Hola. —Una suave y encantadora voz sonó a través de la línea—. Eres Michael Madison,
¿verdad?
Esa voz me puso nervioso. Era la voz de alguien que te estaba vendiendo algo.
—Sí, al habla.
—¡Hola! —La voz, que era una mujer, inmediatamente se puso un poco más alegre—. Soy
Sandra Bowles, soy una de las productoras del show Sizzling Summer.
Ese nombre ridículo era lo que Theo había inventado para su show, una obra de teatro sobre
su apellido.
—Sí. —Maldición. Les había dicho, les había dicho a esos cabrones...
—Esperábamos poder contactarte para discutir una posibilidad rara y creemos que es una
oportunidad emocionante. Theo quiere filmar un episodio de su programa en su restaurante.
Nosotros…
—Sí, no estoy interesado —respondí, y luego colgué.
Realmente me gustó que mi teléfono de escritorio fuera del tipo pasado de moda para poder
golpear el receptor de esa manera realmente satisfactoria que con solo apretar el dedo en un botón
de —finalizar llamada— nunca podría coincidir.
Ese hijo de puta.
Y la jodida Virginia. Le había dicho, cuando resolvimos el divorcio, que podía tener lo que
quisiera, que yo pagaría lo que quisiera, pero que nunca conseguiría sus malditas garras en mi
restaurante. Y tampoco lo haría Theo.
Virginia estaba trabajando estrechamente con Theo en todo este proyecto. Ella sabía lo que
había dicho y podría haberles pedido que no hicieran esto.
No quería volver a ver a Theo y siempre lo dije en serio. Le había explicado eso, se lo
había dicho a Virginia, se lo había asegurado a todos los que quisieron escuchar para que la gente
dejara de joder tratando de hacer que nos reconciliáramos.
¿Cómo se atrevió este productor, cómo se atrevió Theo y Virginia, cómo se atrevió alguno
de ellos a tener las agallas? ¿Cómo se atreven a pensar que les dejaría entrar de nuevo para filmar
un episodio cuando me jodieron al irse a Los Ángeles para que Theo pudiera convertirse en un
maldito chef famoso?
¿Quién tenía ese tipo de audacia? Hollywood, al parecer. Y Theo y Virginia.
Traté de sacar el incidente de mi mente. Tenía otras cosas de qué preocuparme,
principalmente Stevie y el restaurante. Y tener cuidado con Brooke. Me mataría si descubriera que
me he acostado con su mejor amiga.
Pero dos días después...
Estaba en el puesto de anfitriones, comprobando las cosas por la noche, cuando alguien tocó
el soporte del anfitrión y se aclaró la garganta.
Levanté la vista del ordenador y casi me quedo boquiabierto.
Virginia se veía bien. Un vestido ajustado y ceñido, del tipo que solía hacer que mi sangre
funcionara como nada más. Se había teñido el cabello de rubio, generalmente oscuro, pero le
quedaba bien. Buen maquillaje, aunque un poco dramático para mi gusto.
Era la primera vez que la veía en persona en tres años. Demonios, apenas había hablado con
ella, por teléfono o correo electrónico o cualquier otra cosa. Tuvimos la suerte de que cuando nos
separamos, Brooke había tenido la edad suficiente para no tener que seguir comunicándonos por
su bien. Ella podría mantener su propia relación con los dos. Ahorró un poco de incomodidad.
—Michael. —Virginia me dio una cálida sonrisa. Muy calurosa.
—Virginia. Estas guapa. —Traté de evitar sonar demasiado falso u hostil—. ¿Qué estás
haciendo aquí?
—¿No puedo pasar a ver cómo te va? ¿Cómo va el restaurante? Lo construimos juntos,
después de todo. Fue nuestro sueño.
Solía ser nuestro sueño, sí, juntos, pero Virginia lo abandonó hace mucho tiempo. No iba a
dejar que eligiera usar eso ahora, después de que ella abandonó este lugar y me abandonó a mí.
—Estás aquí un miércoles al azar, uno de nuestros días lentos, sin llamar con anticipación
—señalé.
Virginia me dio una mirada que solía ofrecerme mucho, era la: oh no, me has atrapado, ¿a
que soy traviesa? Una vez, esa mirada me hizo querer arrojarla a la superficie horizontal más
cercana y follarla.
Ahora no sentía nada.
—Está bien —dijo Virginia con un suspiro—. Si vas a ser tan difícil al respecto... esperaba
que pudiéramos hablar. ¿En privado?
Asentí y dejé que una de las camareras se hiciera cargo del puesto de anfitriones, llevando a
Virginia a una de nuestros tranquilos reservados
No tenía nada más que hacer en este momento, ya que era un día tranquilo, así que me senté
con ella y le conseguí un menú.
Las cejas de Virginia se levantaron mientras lo miraba. Era el nuevo, con todas las recetas
de Stevie y un nuevo diseño.
—¿Qué pasó con el menú de Theo?
Me di cuenta de que no estaba contenta. Tampoco pude evitar sonreír mientras la miraba,
pensando en Stevie y su talento y determinación.
—Tenemos un nuevo chef que está resultando ser muy popular.
Virginia bajó el menú, las cejas aún arqueadas, y no pidió ordenar nada. Cuando un
camarero se acercó a la mesa, ella lo ahuyentó. Asentí para hacerle saber que estaba bien.
Virginia extendió la mano sobre la mesa y tomó la mía.
—¿Recuerdas cuando abrimos este lugar por primera vez?
Aparté mi mano.
—Lo recuerdo.
Había sido la mejor noche de mi vida, aparte de la noche en que nació Brooke. Todo ese
trabajo duro, todo el riesgo, la planificación y la preocupación, y la noche de apertura había sido
un éxito. Nunca me había sentido tan realizado, tan en la cima de mi trabajo, tan exitoso.
—¿Recuerdas lo que pasó esa noche? —preguntó Virginia, su voz bajando un poco, suave y
velada.
Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Porque recordé esa noche, y lo que pasó también.
Una vez que el restaurante cerró y cerramos las puertas, hicimos el amor en una de las mesas, de
forma apasionada y salvaje, llena de emoción.
Ese recuerdo solía ser uno al que recurriría con cariño, y por supuesto no miré hacia atrás y
pensé que era malo ahora. Fue bueno, estaba feliz en ese momento. Pero ya no lo miro y me
endurezco, ya no lo miro y me excito. Era solo otro recuerdo, como cuando estaba en la
secundaria con mi novia de ese entonces. Claro, en ese momento tenía sentimientos y significaba
algo, pero ahora... ahora no.
De hecho... si quería pensar en un recuerdo que me pusiera en marcha, que me pusiera duro,
era la noche abrasadora con Stevie en mi oficina.
Dios, había estado tan caliente. Seguía diciéndome a mí mismo que era un error, que estaba
mal, pero eso no me impidió pensar en eso, de desearla. Virginia, simplemente... no lo hacía. Ella
ya no significaba nada para mí.
Virginia siguió hablando, sonriendo de esa forma burlona de ella, tratando de alcanzarme y
tocarme en el dorso de la mano o el brazo, preguntándome cómo me estaba yendo y eventualmente
tratando de mencionar el programa de Theo.
Esa última parte me hizo enojar. No puedo negar eso. Pero en cierto modo me alegré de que
ella hubiera venido aquí.
Me alegré porque me demostró que ya no sentía nada por ella. Me demostró que no la
necesitaba, que no la quería en mi vida.
Fue un gran alivio. Un peso sobre mis hombros que ni siquiera me había dado cuenta de que
llevaba. De hecho, no era solo que no estuviera interesado en Virginia. También fue que cada vez
que pensaba en ella, mi mente lo reemplazaba con una imagen de Stevie. Era Stevie lo que quería,
Stevie la que me atraía.
En realidad, solía ser mi fantasía que Virginia volviera. La miré mientras ella seguía
hablando, usando sus manos para gesticular.
Realmente no estaba escuchando lo que decía. Sabía que iba a mantenerme firme en esto y
no cambiar de opinión, así que cuál era el punto. Pero me dio la oportunidad de estudiarla.
Hace tiempo, habría hecho cualquier cosa porque ella estuviera aquí. No así, exactamente.
No lanzar la estúpida idea de Theo. Pero arrastrándose hacia mí, rogándome que la aceptara de
nuevo, diciendo que era lo mejor que le había pasado y que lo sentía, que había estado loca por
lastimarme, que había cometido un error.
Nunca había decidido, en esas fantasías, qué camino seguiría. A veces la despotricaba por
un momento y luego la aceptaba de regreso, y hacíamos el amor de forma apasionada, y todo
estaría bien en el mundo. A veces le decía fríamente que se fuera, y que ya no la necesitaba y que
era demasiado tarde.
Ahora no me importaba.
Ella podría estar aquí para disculparse y tratar de arreglar las cosas y, sinceramente, no me
importaría. No quería volver con Virginia, como había anhelado alguna vez. De hecho, el venir así
fue algo patético. Sabía que ella no quería volver conmigo, que realmente no se preocupaba por
mí.
Ella estaba tratando de engañarme y seducirme para que hiciera lo que quería.
Me pregunté brevemente si Theo sabía que esta era la táctica que estaba tomando, o si
incluso le importaba. Él podría haberla alentado a hacerlo, podría haberse reído de mí en ese
momento, o podría pensar que me rendiría a Virginia inmediatamente sin mostrar mucha
resistencia.
—¿Entonces? —preguntó Virginia, envolviendo la larga espiral que ni siquiera había estado
escuchando—. ¿Qué piensas?
Le sonreí cortésmente.
—Creo que mi punto sigue en pie. Ni tu ni Theo vais a poner vuestras manos en este
restaurante. Eso incluye filmarlo. Pero, por supuesto, siéntete libre de pedir algo de comer. La
casa invita.
La mirada en el rostro de Virginia no tenía precio.
Capítulo 12
Stevie
Sabes, realmente no me consideraba una persona violenta, pero podría asesinar a Virginia
Madison.
La odiaba. La odié desde el momento en que Brooke me llamó llorando y supe lo que había
hecho, engañando a Michael con Theo. Tuve que ayudar a cuidar el corazón roto de mi mejor
amiga y observar cómo Michael luchaba por ser fuerte cuando lo que claramente quería hacer era
derrumbarse.
Ahora ella había regresado y estaba en el restaurante, el restaurante de Michael, el
restaurante del que él le había dicho que se mantuviera alejada, y sobreactuando a Michael como
si aún le importara.
Podría apuñalarla con un puñetero cuchillo de carne, sinceramente. Como si eso no fuera lo
suficientemente malo, la pobre Brooke estaba completamente mareada.
La relación de Brooke con su madre no había sido tan buena en los últimos años. Era
comprensible. Habían sido cercanas, pero cuando tu madre engaña a tu padre con el chico que
veías como un hermano mayor... dolía, sin importar de qué manera lo vieras.
—¡Ella no me dijo que iba a venir! —siseó Brooke, su voz se quebró un poco—. Ella no me
lo dijo, y ahora va a querer que salga y me porte bien y salude y juegue como una gran familia
feliz.
—Cariño. —Dejé el horno, dirigiendo a Steph, para que se hiciera cargo, y agarré a Brooke
por los hombros, llevándola a un rincón más tranquilo—. Necesito que respires, ¿de acuerdo?
Brooke respiró hondo y asentí tranquilizadoramente.
—Así me gusta. Ahora, recuerda, no le debes nada, ¿vale? Sé que ella es tu madre y es
difícil ser capaz de hacerle frente, pero... ella eligió alejarse de la familia, alejarse de ti, ¿de
acuerdo? En realidad no le debes nada en ningún momento. Si no quieres sentarte con ella,
entonces no tienes que hacerlo.
Brooke asintió, tranquilizándose un poco. Me alegré de verlo porque estaba un poco
ocupada enloqueciéndome, incluso si no podía mostrarlo de la manera en que Brooke podía
hacerlo.
—¿Puedes ver lo que está pasando? —susurró Brooke—. Quiero saber lo que está
sucediendo.
—Por supuesto. —Asentí, apreté sus brazos, luego salí de la cocina para ver qué estaba
ocurriendo.
Desde la puerta que conducía a la cocina, pude ver el reservado donde Virginia y Michael
estaban sentados.
No pensé que volvería con ella; él sabía mejor que eso, seguramente, ¿no? Sabía que ella no
era buena para él, ¿no?
Michael no era estúpido. No sería tan estúpido.
Mi estómago se retorció brutalmente cuando vi a Virginia estirarse para tocar el brazo de
Michael. Él cortésmente alejó su brazo y mi estómago se desató un poco, pero no completamente,
ya que Virginia no parecía tomar esto como un revés y seguía sonriéndole y coqueteando con él.
¿Podría ella realmente querer volver con él? Quiero decir, personalmente pude ver por qué
querría hacerlo, porque también quería estar con Michael. En primer lugar, siempre había pensado
que Virginia era una idiota por dejarlo ir.
Pero después de todo con Theo, ¿realmente dejaría todo eso para volver a Michael después
de haber dejado muy claro lo poco que pensaba de su ahora ex marido?
No confiaba en eso. Ella tenía que hacerlo para usar a Michael, tenía que hacerlo.
Y no había forma de que dejara que Michael volviera a las garras de Virginia, o que dejara
que se me escapara de los dedos. Especialmente no con alguien que había sido tan horrible para
él. Si fuera otra mujer, alguien que capturó su atención y su corazón, entonces... por mucho que
apestara y por mucho que tratara de luchar por él, tampoco podía juzgarlo a él, ni a la mujer.
Pero esta era Virginia. Esta era la mujer que lo había dejado y demostrado que no se
preocupaba por él como se merecía. Era hora de tomar medidas drásticas.
Regresé a la cocina. Brooke miraba a su alrededor como si estuviera considerando entrar en
el congelador y morir de frío en lugar de volver a salir al comedor.
—Oye. —La moví para que se parara frente al dispensador de pedidos—. ¿Qué tal si me
cubres un poco? La fiebre de la cena se está apagando y ya sabes cómo supervisar la cocina. Te
dará algo para mantenerte alejada de tu madre, y te avisaré cuando se haya ido y la costa esté
despejada. Ella no puede culparte por estar ocupada, ¿verdad?
Brooke me ofreció una sonrisa enorme y aliviada, con los hombros caídos.
—Muchas gracias Stevie, eres una joya.
—Excelente. Estaré en la parte de atrás durante aproximadamente media hora, ¿de acuerdo?
Tengo que ocuparme de esto. Envíame un mensaje de texto si me necesitas, no quiero que tengas
que salir de la cocina sin supervisión.
Esta era una mentira descarada, en realidad, ya que no estaría en la parte de atrás.
No, me iba a casa.
Dejé a Brooke a cargo y luego les di unas órdenes rápidas a mis otros cocineros para que
tomaran un descanso y dejaran de preocuparse por los pedidos. Brooke había crecido en este
restaurante, así que sabía cómo funcionaban las cosas, y sabía que podía confiar en ella para
vigilar y no estropear todo. Especialmente desde que nos estábamos relajando.
Entonces me escabullí a casa.
Mi apartamento no estaba muy lejos del restaurante. Pude llegar a casa en un tiempo récord,
especialmente a altas horas de la noche, y corrí a mi habitación. Me alegré de que mi hermano
estuviera fuera; lo último que necesitaba era que Andy me preguntara por qué me iba corriendo a
casa en medio de mi turno. No tenía una explicación real, ninguna excusa que pudiera darle.
Me quité la ropa y saqueé el cajón de mi ropa interior. Aunque nunca antes había estado con
alguien íntimamente, me había abastecido en los últimos tres años de una hermosa lencería de
encaje. Picardías, sostenes de encaje, todo funciona. Parte de esto fue porque me gustaba la
sensación de confianza, sabiendo lo bien que me veía debajo de mi ropa, incluso si nadie más lo
sabía. Podía mirarme en el espejo y sentirme bien conmigo misma, un pequeño secreto, solo para
mí.
La otra parte, sin embargo, la parte que no quería admitir completamente a mí misma a
veces... era que también estaba comprando cosas para lucir para Michael.
Hmm. La bata negra que obtuve con el sujetador push up incorporado debería funcionar
bien. Me lo puse, y luego el resto de mi ropa encima, y luego oí la puerta de entrada.
Ah genial. Andy estaba en casa.
Rápidamente me peiné y maquillé, nada demasiado loco para el trabajo, no quería que mis
compañeros de trabajo hicieran preguntas, pero definitivamente era más agradable que la
apariencia de cola de caballo sin maquillaje que solía usar en la cocina, porque estaba corriendo
todo el día.
Esperaba poder pasar junto a Andy sin que él lo notara, pero escuché un silbido de lobo
mientras intentaba deslizarme por la sala de estar, e hice una mueca.
—¿A dónde vas tan arreglada? —preguntó Andy.
Estaba descansando en el sofá, luciendo exhausto pero en el buen sentido, como si acabara
de regresar de una fiesta o pasar la noche con alguien. Quería decirle que cosas así eran las
razones por las que Brooke no confiaba en él cuando la invitaba a salir, pero supuse que no era el
momento.
—No es de tu incumbencia —respondí, poniéndome los zapatos y agarrando las llaves de
mi auto.
—Siempre es asunto del hermano mayor —dijo Andy.
Puse los ojos en blanco. Este no era el momento para un sermón sobre como ser una adulta y
como tomar mis propias decisiones.
Tenía que volver al restaurante antes de que hubiera demasiada locura sin mí, pero maldita
sea, quería hacerlo.
—Escuché a través de alguien que estás coqueteando con uno de los camareros del
restaurante —continuó Andy.
Oh maldito infierno. Brooke no podía guardar un secreto ni para salvar su vida, debe
haberle dicho a Andy que le dejé pensar que estaba con Cameron. O bien, ella no sabía que le
había dejado pensar eso.
—No deberías creer todo lo que oyes —le dije. Hacer que Cameron fuera una coartada para
mí contra Brooke era una cosa, pero no quería que mi hermano u otras personas pensaran que
había algo entre ese idiota y yo cuando no lo había. Cameron no era un mal tipo, al menos por lo
que podía ver, pero de ninguna manera quería que la gente pensara que me molestaría en dormir
con él.
—Hasta luego —llamé por encima de mi hombro, ignorando los intentos de Andy de
hacerme más preguntas mientras salía corriendo por la puerta.
Cuando regresé al restaurante, Brooke me miró y sonrió.
—¿Tienes una cita caliente esta noche? —susurró ella.
Parecía tan entusiasta y ansiosa por los detalles. Deseaba poder dárselos, solo para
distraerla de que su madre estuviera allí.
—Algo así —le dije—. ¿Cómo estuvo todo mientras estaba fuera?
Miré a su alrededor, la cocina parecía estar funcionando sin problemas, con las cosas
comenzando a calmarse por la noche.
—¡Oh, todo fue genial, no hay nada de qué preocuparse! —Brooke me dio un puñetazo en el
hombro—. Entonces, ¿quién es él?
—¿Qué?
—Tu cita, quién es tu cita caliente, ¿por qué te pusiste tan elegante? —Ella me sonrió—. Es
Cameron, ¿no es así? Ha estado husmeando a tu alrededor durante semanas.
—Me di cuenta. —El tipo estaba lejos de ser sutil al respecto.
—Ten cuidado —me advirtió Brooke—. Es un verdadero Casanova.
—Voy a estar bien —le prometí. Porque, sabes, en realidad no iba a hacer nada con
Cameron—. Puedo manejarme con un chico como él. Sé cómo funcionan.
Brooke se relajó un poco y le apreté la mano.
—Hey, ¿cómo estás?
—Mejor —suspiró Brooke y miró por la puerta que daba al comedor—. Mamá se fue hace
unos diez minutos. Creo que intentó hablar conmigo, podía sentir mi teléfono vibrando en mi
bolsillo, ¿sabes? Pero me quedé aquí.
—No tienes que hablar con ella si no quieres. Ve a casa, toma un helado o algo y lee un
libro antes de acostarte, cálmate. Toma un baño.
Brooke me abrazó.
—Eres la mejor.
Sentí una punzada de culpa en mis entrañas por eso. Sí, yo era la mejor... excepto por la
parte sobre dormir con su padre a sus espaldas.
Aunque me sentía culpable, sin embargo no era suficiente para detenerme o cambiar mi plan.
Vi a Brooke salir y luego supervisé el cierre de la cocina. Pronto, Michael era el único que
quedaba en el restaurante además de mí.
Estaba en su oficina, y me alegré de que Brooke me hubiera dicho que su madre se había
ido; de lo contrario, estaría aterrorizada de ir a ver a Michael con Virginia. Ella no lo merecía, y
honestamente me hubiera roto el corazón si los hubiera vuelto a ver juntos.
Rápidamente preparé una nueva receta de postre: una tarta de queso con limón y fresa con
infusión de limoncello, chispas de chocolate y una costra de galletas de chocolate.
Este era un postre en el que había estado trabajando durante un tiempo, tratando de encontrar
el equilibrio justo entre el limón y la fresa, y sin dejar que el elemento de chocolate abrumara
todo. Mi cocina había sido un desastre los últimos días mientras trabajaba en ella. Siempre
probaba las cosas en mi propia cocina antes de someterlas al restaurante.
Una vez que hice el postre, lo puse a un lado, luego fui a tocar la puerta de Michael.
—Adelante —me dijo.
Entré, obligándome a no tocar mi cabello o tratar de jugar con mi apariencia. Me veía bien,
y una vez que me quitara la chaqueta de chef y viera mi lencería debajo... Me estremecí con
anticipación, mi estómago comenzó a calentarse al imaginar todas las formas en que podía
tocarme.
Michael levantó la vista cuando entré, su expresión cautelosa, incluso precavida. Mierda.
Había olvidado, con todo el asunto de Virginia, cómo me había estado evitando durante las
últimas semanas.
—¿Tienes un minuto? —pregunté. Traté de mantener mi tono informal.
Michael asintió.
—¿Seguro, que pasa?
—Tengo una nueva receta, un postre, esperaba que pudieras probarlo y ver si es algo que
queremos agregar al menú. —Le di una sonrisa suave.
Michael asintió y se levantó. Sus labios se arquearon en una sonrisa.
—Parece que no puedes dejar de proponer ideas, ¿verdad?
—Oh, siempre estoy llena de nuevas ideas —dije, incapaz de evitar que un ronroneo se
filtrara en mi voz.
Michael me dirigió una mirada acalorada y sentí que me derretía un poco, era muy fácil para
él, todo lo que tenía que hacer era echarme una mirada y estaba lista para rogarle. Me había
tocado en los días desde que habíamos follado y mis dedos o incluso un juguete simplemente no
eran lo mismo, no eran tan buenos, como tener sus dedos o su polla dentro de mí, estirándome
ampliamente.
Me miró como si pudiera leer mis pensamientos, como si supiera que ya estaba sufriendo
por él, y por un momento solo quería olvidar mi plan y besarlo allí, deslizar su mano en sus
pantalones y rogarle que me follara de nuevo.
Pero no... no, maldita sea, tenía que hacer esto bien.
—Muéstramelo —murmuró Michael, su voz como el pecado, y tragué saliva, asintiendo,
guiándolo de regreso a la cocina.
—Aquí esta. —Le entregué el plato y un tenedor—. Me ha estado dando guerra, hasta que
logré el equilibrio para que de todo este bien, pero creo que lo he resuelto.
Michael dio un mordisco y el ruido que hizo fue... oh Dios. Podía sentir que me mojaba, mi
estómago se apretaba y me dolía todo el lomo por él.
—Divino —me aseguró Michael. La forma en que lo dijo, mirándome, su mirada ardiente y
pesada, me hizo preguntarme si realmente se refería a la tarta.
—¿Cómo te fue? —solté.
Michael me dio una mirada de confusión. Me aclaré la garganta.
—Con Virginia, quiero decir. Vi que ella vino esta noche... Brooke estaba realmente
molesta, así que le reste importancia. Todavía se siente traicionada, creo que aún más porque
Virginia no parece entender lo que estaba mal en lo que hizo.
—Ah. —Michael tenía una mirada dura en su rostro, y me alegré de no haber sido yo la que
recibió su ira—. Ella quería intentar convencerme de que les dejara filmar un episodio del show
de Theo aquí. Como si alguna vez hubiera dejado que eso sucediera.
—Odio jugar al abogado del diablo pero... sería una buena publicidad para ti, si el
restaurante apareciera en un episodio. Se transmite en todo el país y todo eso.
Michael bufó.
—No estoy interesado en ese tipo de publicidad.
Bien. Eso no me lo esperaba.
Capítulo 13
Michael
Stevie parecía preocupada cuando le dije que no me interesaba, bien, por eso. Ella también
parecía... más fresca, esta noche. Un poco diferente.
Normalmente, después de un largo día en la cocina, parecía cansada y ¿quién podía
culparla? Yo ciertamente no podía. Pero en este momento parecía que estaba lista para salir
después, con el pelo recogido y una sombra de ojos sofisticada. Se veía increíble, madura, lista
para pasar de mujer de negocios a sensual, y me estaba volviendo loco.
Había estado tratando todo este tiempo de ignorar la atracción que sentía por ella y había
empeorado. Ahora era una lucha concentrarse. El postre era divino, de acuerdo, y sabía que sería
un éxito, pero cuando dije eso... no había estado pensando en el postre. Había estado pensando en
la mujer que lo había logrado.
Abajo chico. Había buenas razones por las que no deberíamos seguir haciendo esto.
Todavía no podía creer que de todas las primeras veces posibles que Stevie podría haber tenido,
ella lo hubiera tenido conmigo. En una cita en mi oficina. Ella merecía algo mejor que eso. Ella
merecía algo mejor en general.
—¿Fue difícil? —preguntó Stevie, su voz suave—. ¿Verla de nuevo? Sé que... no es asunto
mío, pero sé que fue muy duro para ti. Duele que te engañen y dejen así y yo, quiero asegurarme de
que estés bien.
Eso era lo que pasaba con Stevie. Con toda su franqueza, arrogancia y palabrotas, ella era
realmente una persona reflexiva y de buen corazón.
Ella se preocupa por las personas a su alrededor. Era algo, ahora me di cuenta, que Virginia
nunca había tenido, y era algo que valoraba profundamente en Stevie.
Terminé el pastel y puse el plato y el tenedor a un lado.
—Fue más fácil de lo que esperaba. —Me detuve. Realmente no había hablado con nadie
sobre esto. Un poco, sí, para algunos de mis amigos, pero... en realidad no—. Pensé que sería
realmente doloroso. Que me hundiría de nuevo en la ira o la desesperación. Pero estoy algo
contento de que ella haya venido. Me alegra haber podido ver lo poco que me afecta ahora y lo
poco que me importa.
—Me di cuenta de que las cosas parecían más cordiales de lo que hubiera sido... me
imaginé que la echarías por la borda. —Stevie soltó una risa avergonzada, sonrojada. Ella era
jodidamente adorable cuando se sonrojaba—. De hecho, parecía que Virginia estaba quizás...
interesada en volver a estar contigo.
—Sí claro. —Puse los ojos en blanco—. Ella solo estaba tratando de convencerme de que
me diera por vencido. Nunca había estado por encima usando sexo o halagos o cualquier otra cosa
que pensara que le daría lo que quería. Tú…
Me detuve mientras me giraba para mirar a Stevie.
Estaba desabotonando la chaqueta de chef, y debajo...
Se me secó la boca, mi polla se endureció en mis pantalones y se tensó contra la tela. Oh,
santo cielo, Stevie no llevaba nada debajo de la chaqueta. Solo lencería negra de encaje que la
abrazaba por todas partes, provocándome con la piel desnuda y vislumbrando más debajo de los
patrones de la tela. Sus senos estaban en babeante exhibición, y me picaba para arrancarle el resto
de su ropa.
—¿Qué... —gruñí—, crees que estás haciendo? —Stevie se estremeció en respuesta a mi
tono—. Virginia no es la única con artimañas —susurró, deslizándose de sus pantalones.
Ella ya estaba mojada, y todo en mí gritaba para que estuviera aún más húmeda, para que se
empapara y sollozara antes de que la jodiera y la hiciera correrse...
Maldición, la deseaba tanto que me daba vueltas la cabeza. Se veía lo suficientemente buena
como para comer, y maldita sea, me estaba muriendo de hambre por ella.
Pero este era un postre que estaba fuera de los límites.
—No podemos —le recordé.
—Pero queremos —señaló Stevie. Se presionó contra mí, apretando las caderas lentamente,
sus manos deslizándose por mi pecho. Maldita sea. Ella estaba caliente contra mí, sus curvas...
Stevie pasó sus dedos por el cabello de la parte posterior de mi cabeza y tiró de ella hacia
abajo para que nuestras bocas estuvieran separadas solo unos centímetros.
—Tienes un poco de crema batida en la cara —susurró, y luego su lengua salió, delicada
como un gatito, y me lamió la boca, gimiendo por el sabor.
Ese pequeño gemido me hizo entrar. Podría estar mal. Podía pensar en una docena de
razones por las cuales estaba mal, por qué no deberíamos, pero no podía manejarlo más. Tenía
que tenerla.
Puse mis manos en la parte posterior de sus muslos y la levanté sobre el mostrador. Stevie
chilló por la sorpresa, sus manos aterrizaron sobre mis hombros, y jadeó cuando le abrí las
piernas. Sonreí mientras la besaba, sintiendo su estremecimiento.
Siempre me gustó hacer ejercicio y después de que Virginia se fuera, me había dado otra
cosa en la que centrarme, para ayudar a distraerme mientras el restaurante se tambaleaba, y ahora
estaba dando sus frutos. Estaba seguro que Stevie apreciaría mi habilidad.
Joder, no podía dejar de besarla, deslizando mi lengua en su boca y lamiéndola, probándola,
haciéndola gemir y chuparla. Fácilmente podría imaginarla chupando mi polla así... ¿cuánta
experiencia tenía ella? ¿Tendría que enseñarle cómo? La idea me envió otra emoción. Quería
guiarla, enseñarle a complacerme.
Era como si estuviera en llamas, como si tuviera fiebre, incapaz de parar mientras la besaba
una y otra vez. Mis manos recorrieron su cuerpo, apretando, tocando el encaje, frotando,
pellizcando, viendo cómo respondía, y ella respondió, deliciosamente, ansiosa y gimiendo por mí
como si hubiera estado nerviosa toda la noche.
Mmmm, dado lo que llevaba puesto y cómo me había visto con Virginia, tal vez lo había
estado. Era divertido y entrañable saber que Stevie era protectora conmigo y envidiaba a Virginia.
Como si tuviera algo de qué preocuparse. Ella era mucho mejor que Virginia, y no podía esperar
para demostrárselo.
—Sé una buena chica —le susurré—, y sé agradable y ruidosa para mí.
Stevie gimió.
—S-sí, señor.
Joder, me gustó cuando me llamó así.
—Dilo de nuevo —gruñí, apenas reconociendo mi propia voz.
—Sí, señor, seré una buena chica para usted, señor.
Eso fue música para mis oídos. La besé por última vez, luego me puse de rodillas,
enganchando una de sus piernas sobre mi hombro.
Stevie gimió un poco mientras respiraba sobre su coño empapado, viendo la tela negra de su
lencería prácticamente goteando con lo mucho que me quería. Era embriagador, mejor que
cualquier tipo de alcohol.
—Estás tan desesperada bebé, ¿verdad? —le pregunte. Masajeé sus muslos, besando la piel
suave allí, pellizcando un poco con mis dientes, haciéndola temblar—. ¿Alguna vez has hecho que
alguien te haga esto antes?
Stevie se mordió el labio y sacudió la cabeza.
—Bueno, eso es algo inaceptable. Tendremos que arreglar eso. —Chupé un bocado de ella,
luego mordí su bajo estómago, justo por encima de la línea de su ropa interior.
Stevie hizo otro ruido impotente, sus caderas levantándose hacia mí. Sí, eso es, pensé, joder,
ella lo quería tanto.
La provoque un poco, mordiéndola y besándola, tocándola en todas partes excepto donde
realmente me quería. Stevie tiró de mi cabello con una mano, los dedos de su otra mano cavando
en el mostrador de acero inoxidable lo mejor que podía. Solo cuando estaba retorciéndose,
intentando meter sus caderas en mi boca, finalmente comencé a tocarla, a través del encaje.
Stevie dejó escapar un grito suave, jadeando mientras frotaba la parte plana de mi lengua
contra ella, aunque todavía no era el contacto piel con piel que sabía que estaba ansiando. Muy
levemente mordí su clítoris y Stevie dejó escapar un sollozo, estremeciéndose.
—Michael… Michael por favor —rogó. Ella sonaba preciosa cuando hacía eso—. Por
favor, por favor, por favor…
—Mírate, pobre bebé desesperada. —Masajeé sus muslos, luego enganché mis dedos en su
ropa interior—. Lo necesitas tanto.
—Yo... lo hago, realmente... por favor…
—Bien. Ya que lo preguntaste tan amablemente. —Tiré de su ropa interior, casi la rasgué, y
finalmente puse mi boca sobre ella correctamente, lamiéndola, a través de sus pliegues, lamiendo
su clítoris.
Stevie gritó, fuerte y largo y su cuerpo se puso rígido.
—Oh, oh, oh, oh, oh —gimió, claramente abrumada por estas nuevas sensaciones.
Retrocedí un poco, volví a las burlas, luego volví a intensificar, yendo y viniendo, evitando
su clítoris por un tiempo, luego moví mi lengua una y otra vez hasta que estuvo tan cerca del
clímax que pude sentir su temblor solo para que me retirase de nuevo.
Estaba tan nerviosa que ni siquiera podía hablar más, solo quejándose y gimiendo. Era
música para mis oídos. Por fin, deslice dos dedos dentro de ella, acariciando fuerte y rápido, y
sellé mi boca alrededor de su clítoris, chupando, agitando mi lengua a lo largo de la parte inferior.
Stevie gritó, su cuerpo arqueándose fuera del mostrador y el resto de ella cayendo hacia
atrás. Tiró de mi cabello con una mano, arañando inútilmente el mostrador con la otra, todo su
cuerpo agarrándose, retorciéndose.
Maldición. Esa era la maldita cosa más ardiente, casi quería atarla y comenzar de nuevo
desde el principio, solo para poder verla correrse así de nuevo.
Stevie gimió mientras retiraba mis dedos, acariciando sus piernas y besando el interior de
su rodilla. Estaba tan duro que sentía que mi polla podía machacar cualquier cosa.
Y luego miré a un lado y vi los suministros para hornear que había dejado.
Oh, esta noche apenas comenzaba.
Capítulo 14
Stevie
Nunca me había corrido tan duro en mi vida. Podía notarme gritando, podía sentir mi garganta,
pero no podía oírlo. Todo era ruido sordo cuando sentí mi cuerpo derretirse en puro éxtasis. Eso
se había sentido... ¡joder, joder! Yo solo... Ni siquiera tenía palabras para describir lo bien que se
sentía.
Cuando comencé a relajarme lentamente del orgasmo, ni siquiera podía sentir los dedos de
mis pies. Mi cuerpo estaba zumbando, tarareando, y me sentía sin huesos.
Michael me estaba mirando, todavía vestido, con una mirada de lujuria oscura en sus ojos
que me hacía temblar de nuevo. Por mucho que había disfrutado de ese orgasmo, pues nunca antes
había sentido algo así, todavía quería más. Estaba jodidamente codiciosa, y quería su polla dentro
de mí, lo quería gruñendo mi nombre cuando se corriera. Quería ser la única persona en el mundo
que lograra que se sintiera así, que hiciera eso con él.
Sintiendo que ahora estaba más lúcida, Michael se puso de pie, bajándose de mí y
besándome profundamente. La sensación de su cuerpo sobre el mío, su peso sobre mí, era
deliciosa. Una parte de mí quería quedarse así para siempre, besándonos, acariciándonos,
sintiéndonos y estando juntos en todo momento.
Mi corazón se derritió por él aún más en esos momentos, lo juro. Ya sabía que estaba
enamorada de él, pero si no lo hubiera hecho... eso me lo habría confirmado.
Pero a pesar de lo grandioso que fue ese momento, todavía estaba demasiado vestido. Y lo
quería dentro de mí.
Presioné más fuerte en el beso, bajando mis manos para abrir su camisa, desabrochando su
corbata. No quería rasgarle la ropa, pero lo deseaba tanto, que podría hacerlo si no se desnudaba
en este maldito minuto.
Michael se río entre dientes, aparentemente divertido por mi desesperación, pero fue igual
de rápido en quitarse la ropa y no pude evitar sonreír.
Él quería esto. Me quería.
Una de sus manos acarició mi costado, y luego me susurró al oído:
—Quédate quieta para mí, sé una buena chica.
Ni siquiera había pensado en lo que estaba haciendo su otra mano, pero de repente estaba
allí, untando una salsa de chocolate caliente y derretida en mis labios, mi cuello y mi pezón.
Jadeé. Había dejado el equipo para hornear, sin pensarlo realmente, y ahora Michael
estaba... oh, oh, oh...
Se me escapó otro jadeo cuando Michael hizo girar su lengua alrededor de mi pezón,
bajando aún más su boca para chupar mi pecho, masajeando suavemente el otro.
—Mmm, sabía que serias deliciosa.
Me guiñó un ojo y luego lamió el chocolate en mi cuello mientras me retorcía. Se sentía tan
bien y tan travieso, y no podía esperar hasta que él...
Michael me besó, quitando el chocolate de mis labios, y pude saborearlo en su lengua
mientras lo empujaba dentro y fuera de mi boca, haciéndome temblar. Oh, Dios, esto era más de lo
que había imaginado, más de lo que había pensado. Me encantó.
Y oye, si así era como él quería hacerlo...
Me senté, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, y extendí la mano, agarrando la
crema batida.
—Oh no —le dije, poniendo algo en su pecho—. Parece que me perdí un lugar antes...
Michael se echó a reír y lentamente lamí mi camino por su pecho, tirando suavemente de uno
de sus pezones con mis dientes. Él gruñó, sus caderas se sacudieron, y oh, sí, su pene estaba
grueso y duro curvándose contra su muslo.
También le puse crema batida, deslizándome por el mostrador para lamerlo. El sabor
mezclado de la dulce crema batida y la piel almizclada se deslizaron por mis muslos y me
hicieron quererlo aún más.
Michael me levantó de nuevo, luego puso un trozo de fresa en sus labios justo antes de
besarme nuevamente, deslizando la fresa de su boca a la mía.
Lo hizo un par de veces, dándome fresas, hasta que cada beso sabía a fruta y me reí en su
boca. Agarré el chocolate, untando más en mis pechos, y Michael ansiosamente acercó su boca a
ellos, lamiendo y chupando, tirando con los dientes. Probablemente iba a tener moretones mañana,
y disfruté de ese pensamiento. Quería que Michael me marcara un poco, quería mirarme en el
espejo y ver la evidencia de nuestro amor.
Finalmente, no pude soportarlo más. Envolví mi mano alrededor de su polla, acariciando,
pasando mi pulgar sobre la cabeza, sintiendo el temblor de todo el cuerpo que Michael dio en
respuesta.
—Te necesito dentro de mí —susurré, envolviendo mis piernas alrededor de él de nuevo.
Michael me besó frenéticamente cuando lo presioné contra mí. Dios, era tan grueso, me
estiraba tanto que me hacía sentir un hormigueo como si tuviera electricidad en las venas.
Tomé algunas respiraciones temblorosas, tratando de adaptarme, para prepararme. Esto
todavía era muy nuevo para mí, tener a alguien dentro de mí, follándome y mi cuerpo se
estremeció, casi completamente abrumado.
Michael disminuyó la velocidad de sus besos, acariciando mi espalda, tranquilizándome con
su toque. Era muy bueno conmigo, cuidándome así. Conocía a muchos hombres que probablemente
se enojarían aún más si su pareja fuera virgen, sin pensar en lo que eso significaba para ella. Pero
Michael me estaba tocando con tanto cuidado y afecto, besando mi cuello, tarareando contra mi
piel mientras me acariciaba.
Por fin asentí, besando su mandíbula.
—Fóllame —susurré.
Michael soltó un desesperado medio gruñido, medio gemido, como si hubiera estado
esperando durante años que yo dijera eso, y me besó profundamente mientras comenzaba a
empujar.
Al principio era poco profundo, pequeños y agudos empujones que me dejaban lloriqueando
y necesitada, solo elevando mi deseo más alto, pero luego… luego comenzó a follarme en serio,
golpeándome hasta que sentí que me estaba dividiendo en dos, hasta que estuve arañando sus
hombros mientras me llevaba más y más alto. En este ángulo, su miembro se arrastraba contra ese
lugar perfecto y estaba tan contenta de que nadie más estuviera cerca, porque no pude callar por
mi vida, sollozando y llorando y gimiendo su nombre.
Oh, a él realmente le gustaba cuando gemía su nombre. Se sacudía dentro de mí,
estremeciéndose. Lo hice una y otra vez, hasta que toda la delicadeza desapareció y fui follada
como un animal, a unos centímetros de quedarme sin sentido. Le arañé los hombros mientras él me
pasaba las manos por el culo y aceleró, gruñendo, y ¡oh Dios, Dios mío, Dios santo, joder, joder,
joder!
Podía sentirlo correrse dentro de mí, ardiente y posesivo, y me sentí tan maravillosamente
suya, y no pude evitarlo cuando me estremecí, temblé y me volví a correr. Era diferente del
último, esa inmersión desesperada por el acantilado. Esto fue como hundirse, caer, caer en la
dicha, abrazarse y ser abrazado, y me encantó tanto.
Caí de espaldas contra el mostrador cuando Michael se derrumbó encima de mí, los dos sin
aliento, con el pecho agitado. Los dos estábamos pegajosos por la salsa y la crema batida, y mi
boca se sintió hinchada por los besos. Donde mis dedos se clavaban en sus hombros, pude sentir
la capa de sudor en su piel, y pude sentir una capa similar en la mía, una gota que descendía desde
mi sien.
Fue glorioso. Daría cualquier cosa por una ducha en la que pudiéramos entrar juntos.
Y luego... la realidad se estableció.
La última vez que tuvimos sexo, Michael no había reaccionado muy bien. Él bueno... Bien.
Me había dicho que era un error y que nunca deberíamos volver a hacerlo. Claramente, era buena
para que él tuviera sexo conmigo, y no pude evitar vanagloriarme por eso. Él me quería, me
deseaba, y eso era una emoción, una satisfacción tan grande, saber que no estaba sola queriendo y
anhelando, en vano.
Pero... tan bueno como era saber que me quería... no ayudaba si todavía decidía que era un
error.
Si se disculpaba de nuevo, no estaba segura de qué haría en respuesta. Quizás estallaría en
lágrimas.
Michael se retiró, mirándose a sí mismo y mirándome con una sonrisa irónica.
—No es inteligente de nuestra parte seguir haciendo esto en el restaurante.
Me di cuenta de que estaba un poco despreocupado por eso, pero no del todo bromeando.
—Estoy de acuerdo. —Sonreí—. ¿Y si el inspector de salud nos hubiera atrapado?
Michael se echó a reír y sacudió la cabeza.
—Eres diferente, ¿lo sabes?
Me ayudó a bajar del mostrador y nos limpiamos y luego la cocina.
Michael seguía jugando todo el tiempo, chorreando agua y me reí cuando terminamos
haciendo un desastre aún más a nuestro alrededor al tratar de volver a estar juntos.
También limpiamos la cocina, y de acuerdo con los estándares de la industria o el turno de
la mañana del día siguiente nos asesinarían.
Michael tomó un poco de chocolate sobrante, haciéndome reír, y me metí un par de fresas en
la boca.
—Definitivamente estamos agregando esa tarta al menú —dijo mientras cerrábamos y luego
salíamos.
—Me alegro —le dije. El aire nocturno se sentía inusualmente frío contra mi piel aún
caliente, y me estremecí. San Francisco era conocido por su neblina por una razón. Aquí nunca
hacía exactamente calor, de todos modos, no durante la mayor parte del año, y tendía a enfriarse
más que la mayoría del resto de California.
Michael puso su brazo alrededor de mis hombros, tirando de mí hacia su costado,
manteniéndome caliente. Me recordó a la graduación, cómo esa noche él me abrazó para llevarme
de regreso a la fiesta, y en ese momento, había sido el mayor contacto que había recibido de él.
Me había parecido muy importante. Había atesorado el recuerdo de ese simple toque durante
siglos.
Ahora, significaba mucho más.
Me acompañó hasta mi coche y me giró contra él cuando lo alcanzamos.
—Conduce con cuidado —murmuró, y por un momento pensé que eso sería todo... pero
luego se inclinó, su mano se acercó a mi mejilla y me besó suavemente.
La mirada de Michael buscó en mi rostro mientras se alejaba. No estaba segura de lo que
estaba viendo en sus ojos. De alguna manera sentí que lo conocía bien, después de tantos años
estudiándolo, aprendiendo sus estados de ánimo, sus expresiones. Pero en otros sentidos, sentía
que todavía era tan nueva en esto, que aún descubría cosas.
Por fin, Michael me ofreció una pequeña sonrisa autocrítica.
—Parece que no puedo detenerme cuando se trata de ti —admitió. Su pulgar acarició mi
mejilla, trazando la curva de la misma, y no pude resistir girar mi cara hacia su toque y atrapar la
yema de su pulgar con mis dientes, mordiendo ligeramente.
Michael lanzó un gruñido bajo y apartó su mano, dejándola caer sobre mis caderas y tirando
de mí hacia él.
—Sin embargo, tomé una decisión cuando me divorcié.
Mi corazón latía dolorosamente en mi pecho.
—¿Sí?
—Decidí que no iba a estar con nadie más. —Michael hizo una pausa y luego suspiró
profundamente—. Hubo momentos en que esperaba que Virginia volviera. No puedo mentir sobre
eso. Nunca más, ya no. Honestamente, verla hoy no me hizo sentir nada. Como estoy seguro de que
te has dado cuenta.
Me guiñó un ojo y podría haber jurado que mi corazón se derritió un poco.
—Pero nunca quise encontrar a nadie más después de ella. Nunca quise mezclarme en una
relación con alguien otra vez. Entonces, si quieres pasar un buen rato, si simplemente quieres
seguir viéndonos así, eso funciona para mí. Pero si quieres algo serio... está bien si lo haces. Es
más que comprensible. Pero no será conmigo.
Mi corazón se desplomó.
Había pensado... bueno, después de estar en una relación seria durante tanto tiempo, que
Michael querría volver a eso otra vez, ¿no? ¿Después de conocer las alegrías, la satisfacción y
todo lo demás?
Pero parecía que no valía la pena para él. Quería algo casual. No quería arriesgarse a que
su corazón volviera a lastimarse.
Podría entender eso, incluso si no estuviera exactamente saltando de jodida alegría al
respecto. Sabía que sería una batalla cuesta arriba demostrarle lo buena que podía ser para él, y
que tendría muchas preocupaciones. Tal vez no esta preocupación particular, pero aun así. Podría
trabajar con esto.
—Soy la mejor amiga de Brooke —señalé—. Brooke es tu hija. Ella nos matará a ambos si
descubre que esto está sucediendo. Una relación no está exactamente al alcance para ninguno de
nosotros, no entre nosotros, pero estoy disfrutando de la diversión que estamos teniendo.
Michael hizo una pausa durante un momento, como si estuviera sopesando mis palabras,
tratando de ver si solo lo estaba aplacando o si realmente lo decía en serio.
Luego asintió, sonriéndome.
—Me estoy divirtiendo también. Bien. En caso de que no te hubieras dado cuenta.
—Oh, no, sí, no estaba segura, con todos los orgasmos apasionados y esas cosas.
Michael me sonrió.
—Sabes, siempre aprecié tu sentido del humor. Y tu boca sucia.
—Mmm, bueno, ahora sabes cuán sucia puede ponerse mi boca. — Me incliné, frotando
nuestros labios.
Michael me besó, rápido y sucio.
—Maldita sea —gruñó. Luego me dio un manotazo en el culo y me dejó alejarme. —
Conduce con cuidado.
—Lo haré. —Le guiñé un ojo y subí a mi coche.
Mientras me alejaba, tuve que obligarme a no estrangular el volante con las manos. Estuvo
totalmente bien. Haríamos las cosas a su manera, claro. Necesitaba tiempo, aún. Era su primera
relación desde Virginia, según Brooke, de todos modos, quien me había contado todo sobre la
falta de una vida amorosa de su padre.
Totalmente bien. Totalmente entendible. Había esperado tres años, podría ser un poco más
paciente. Sería buena, y con el tiempo se enamoraría de mí y vería que algo serio conmigo era
exactamente lo que necesitaba, exactamente lo que quería.
Ayudaría a reparar su corazón roto y le daría el mío, y estaríamos juntos apropiadamente.
Capítulo 15
Michael
Me levanté al amanecer ese viernes por la mañana, tomando café como si mi maldita vida
dependiera de ello.
Honestamente, sentí que mi vida dependía de ello. No era una persona madrugadora, pero
Stevie me había mandado un mensaje para despertarme a tiempo y tenía mucha suerte de ser la
única persona que podía levantarme y salir tan temprano.
Para la mayoría de la gente, recibir un mensaje que dijera algo como "Despierta de una
puta vez" sería interpretado como un insulto o un signo de ira. De Stevie, que decía "joder" en
casi todos los mensajes que enviaba, era sólo la forma en que hablaba.
Era divertidísima y entrañable.
Terminé mi café, lavé la taza, y luego subí al coche para recoger a Stevie de su apartamento.
—¡Buenos días! —dijo ella alegremente, toda sonrisas mientras abría la puerta del
conductor.
Apunté con mi pulgar el asiento del pasajero delantero.
—Creo que estás en el lado equivocado del coche —señalé, con tono seco.
—Nuh uh. Yo voy a conducir, y tú… —Stevie me dio un paquete envuelto en papel de
aluminio—...vas a comer.
Huh.
Me moví, dejándola tomar el asiento del conductor mientras desenvolvía el paquete.
Normalmente me gustaba conducir, me gustaba estar al mando... y oye, cuando no lo hacía... pero
todavía estaba demasiado somnoliento y emocionado por ver lo que Stevie había hecho.
Recordé el otro día cuando pensé en el tipo de cosas que hizo para el desayuno, y ahora
tenía mi respuesta.
Había hecho un bagel para el desayuno, tostado, con tocino, huevo y una especie de
deliciosa salsa con kétchup. Me comí esa maldita cosa como en tres bocados.
—Maldición, no me hagas añadir un menú de desayuno al restaurante.
Stevie se rio, sacándonos a la carretera.
—No te obligare, pero me alegra saber que te gustó el panecillo. Solía hacerlos para mí
misma todo el tiempo en la escuela culinaria. Frío el tocino con cayena y un toque de jarabe de
arce, le da un toque dulce y picante que es insuperable.
—Diré que sí.
Fue sólo un corto viaje hasta nuestro destino: un mercado local de granjeros.
Stevie me había dicho que me guiaría en su proceso de selección de alimentos frescos para
el restaurante para que yo pudiera entender de dónde venía todo y cómo hacerlo yo mismo.
Básicamente explicándome todo su proceso.
Pensé que era una idea inteligente, como su jefe y básicamente, en este punto, su socio de
negocios, era sólo inteligente que yo supiera lo que estaba pasando en mi propia cocina. Deseaba
haber hecho eso más con Theo en lugar de confiar en él tan ciegamente. Al principio tuve mucho
que ver en ayudarlo, ya que lo guié y le enseñé, pero cuando se independizó, di un paso atrás. No
había hecho preguntas ni investigado nada, y cuando Theo se fue, esa filosofía me jodió mucho.
—Es importante que sepas de dónde viene tu comida —dijo mientras aparcábamos y
salíamos—. Eres el dueño, así que eres responsable de ello. Incluso si tal vez no eres el que sale
y recoge la comida cada vez.
El mercado de los agricultores era una larga y sinuosa serpiente de puestos amarillos
brillantes, llenos de productos, joyas, jabones hechos a mano y otros productos de pequeños
negocios familiares.
—Empecé a venir aquí cuando estaba en la escuela culinaria —explicó Stevie—. Conseguía
todos los ingredientes que necesitaba para la comida para mí esa semana, así que siempre estaba
fresca y sabía que mis comidas estaban planeadas. También me ayudó a ahorrar dinero al no tener
que comer fuera.
Me llevó a través de los puestos, parando por algunos pero ignorando a otros. No fui capaz
de decir cuál era su método para ignorar a un vendedor y pasar por otro en su lugar, así que traté
de seguir su ejemplo y confié en que me lo explicaría.
—Tienes que ir al mismo mercado siempre —me dijo—. Así puedes construir una relación
con los vendedores. Te dejarán saber lo que es mejor, incluso pueden guardarte algunas cosas de
primera para ti, y sabes que están siendo honestos contigo sobre la calidad y los precios. Sin
mencionar que se siente especial saber que todo el mundo te conoce. —Se encogió de hombros,
sonriéndome.
—¿Así que planeas las comidas por adelantado y luego vienes aquí con una lista de lo que
necesitas?
—La mayoría de las veces. Pero otras veces venía aquí y veía lo que estaba en temporada y
pensaba ideas basadas en eso. Por supuesto… —Se rió—…con un restaurante no puedes hacer
eso a menos que quieras sorprender a los clientes cada semana.
Se detuvo en un puesto y se acercó, tocando con el dedo un calabacín.
—Mira a este chico malo.
Sabía que sólo estaba bromeando sobre la verdura, pero tampoco pude detenerme.
—Mmm, creo que tengo un chico malo propio que podrías usar.
Stevie se rio, con la cabeza echada hacia atrás, sus dientes brillando y sus ojos arrugándose
en las esquinas. Dios, era preciosa. Por supuesto que lo era con sus generosas curvas y su grueso
pelo oscuro y todo lo demás, pero así también, despreocupada y riéndose de una broma que yo
había hecho.
Hizo que mi pecho se calentara de una manera que no había sentido en... años.
—No recomendaría usar eso para... eso, —dijo ella, riéndose—. ¿Tal vez una zanahoria?
—Si mi polla parece una zanahoria, creo que tengo una enfermedad en la piel.
Stevie se rio de nuevo, saludando al vendedor de verduras cuando le lanzó una mirada
extraña.
—¿Qué hay del brócoli? —Me burlé.
—Oh Dios mío, ¿qué cojones? —Stevie estalló en risas de nuevo—. Basta, —siseó—.
¡Todo el mundo va a pensar que estoy loca!
—Así que sólo les estoy informando de la verdad, entonces.
Me dio la vuelta, sonriendo, y luego me agarró la mano para arrastrarme a otro puesto.
—Algo que me gusta mucho es lo imperfecto que es todo. Y puedes confiar en que la gente
de aquí te dará comida que es buena incluso si ya ha pasado su fecha de caducidad en una gran
tienda de comestibles. Las tiendas de comestibles tiran comida que todavía está bien, y ni siquiera
la donan a la gente que la necesita. El portón de basura detrás de las tiendas de comestibles es
literalmente de donde mucha gente come, porque todavía es buena comida y no pueden permitirse
nada más. Aquí, aunque no siempre es bonito, sabes que sigue siendo bueno y sabes que nada de
esto se desperdicia. Y la comida es local, así que sabe mejor. —Stevie señaló otro puesto que
vendía miel—. Trabajan en coalición con muchos de los otros puestos de por aquí. Hay muchas
prácticas agrícolas buenas y éticas que se hacen aquí.
Me guiaba por los puestos, explicándome cómo tomaba sus decisiones y cómo funcionaba
todo. Mientras caminábamos, nuestras manos se rozaban, pero no nos agarrábamos. Yo seguía
haciendo bromas sobre las verduras que veíamos, y Stevie seguía riéndose. Podía recordar cómo
Virginia decía que mis chistes eran un poco cursis, un poco ridículos, pero a ella no parecía
importarle. Y me sentía más relajado a su alrededor de lo que había estado en... ni siquiera podía
recordar cuánto tiempo.
Estábamos completamente llenos de bolsas cuando terminamos de comprar, y Stevie dijo
que no podía esperar a que viera los artículos esta noche cuando los clientes los pidieran.
—Hacer un menú sabiendo de dónde obtuviste los ingredientes y verlos convertirse en un
plato que alguien está disfrutando es... algo mágico. —Luego se rio con autodesprecio,
ruborizándose—. Lo siento, eso sonó tan ridículo cuando lo dije en voz alta.
—No, lo entiendo. Le estás dando a alguien una comida que realmente se siente como si
estuviera hecha desde el corazón. Por eso nos gusta tanto cocinar en primer lugar. Sentimos que
estamos dando a la gente algo que es de nuestra cocina y nuestra mesa. Hay una sensación de
intimidad en eso.
—¡Exactamente! —Me dio esta mirada como... como si yo fuera su héroe o algo así, sus
ojos se iluminaron—. Sabía que lo entenderías.
Eso hizo que mi corazón se hinchara. Debo admitir que no me he sentido muy bien conmigo
mismo últimamente. Que tu esposa te abandone por tu mejor amigo podría hacerle eso a un
hombre. Pero Stevie me miró como si fuera alguien a quien admirar, alguien de quien estar
orgulloso, y... me lanzó a ser sincero, no a mentir.
Dejamos la comida en el restaurante.
—¿Qué quieres que haga para que almorcemos juntos?
—Stevie. —Me reí—. Has estado cocinando tanto, que de ninguna manera te voy a dejar
hacer más. Voy a llevarte a comer en su lugar, ¿qué te parece? Yo invito.
—Oh, bueno, ya que estás pagando… —Se burló, dándome un codazo cuando nos fuimos de
nuevo.
—Tienes que dejar que otras personas cocinen por ti a veces —dije seriamente mientras nos
dirigíamos a un restaurante local—. De lo contrario, trabajas demasiado y pierdes la alegría al
hacerlo, como con cualquier otro trabajo.
El restaurante al que íbamos estaba cerca del muelle Fisherman's Wharf, buena comida de
pueblo.
—¿Hay algo aquí que no esté nadando en salsa? —dijo Stevie.
—El nuevo ritmo del emperador —dije, identificando con precisión la cita. Brooke y Stevie
vieron mucho esa película cuando eran adolescentes, creo que porque les ayudaba a reír y a
desestresarse después de todos sus deberes. Siempre se citaban la una a la otra. Stevie me sonrió,
sus ojos brillaban.
—No estaba segura de que tuvieras la referencia.
—Tú y Brooke siempre lo citaban, ¿cómo podría no hacerlo?
—Sí, pero, nosotras éramos las niñas. Tenías tus propias cosas.
Me encogí de hombros.
—No siempre pensé en ti como un adulto. No quería acostarme contigo cuando eras una
adolescente.
—Oh, bien, he oído que eso no es algo tan grandioso.
Me reí.
—Pero siempre te presté atención. Eras una persona brillante, trabajadora, y lo sigues
siendo. Siempre disfruté de tu compañía y me alegré de que fueras una amiga para Brooke. Sólo...
te aprecio de una manera diferente ahora —Le guiñé un ojo.
—Mira —Stevie se rio. Luego tocó su menú laminado—. Supongo que podría decirse que
estos platos son... sencillos, pero no los considerarías igual que mis platos del restaurante,
¿verdad?
—Oh, no creo que sea así.
—Aunque, —añadió, fingiendo pensar por un momento—. Podríamos empezar a cubrirlo
todo con salsa, creo que atraería un nuevo nivel de clientela.
—Atraería un nivel completamente nuevo. —respondí, riéndome entre dientes.
Stevie me envió una sonrisa conspirativa, y me di cuenta de lo relajado que me sentía. Lo
fácil que era pasar todo este tiempo con ella, lo libres y ligeras que eran nuestras bromas. No se
sentía agotador estar con ella, ni como una tarea. De hecho, el tiempo había pasado volando.
Y cada vez que me miraba así, de la forma en que me miraba ahora mismo, sentía que podía
hacer cualquier cosa. Como si estuviera en la cima de mi juego.
¿Qué demonios se suponía que debía hacer con eso?
Capítulo 16
Stevie
No había planeado esto cuando llegamos a la cafetería, pero ¿sabes qué? Qué demonios. Esta era
una buena oportunidad para dar una lección objetiva de cómo no dirigir un restaurante.
—No quiero estropear nada, —dije—. Ni pasar por encima de tu autoridad, pero esperaba
que pudiéramos usar esta oportunidad para hablar de negocios un poco más.
—Me parece bien —Michael estableció su menú—. ¿Qué tienes en mente?
Cuando quería estar tan concentrada en mi carrera, la gente me decía que era demasiado
ambiciosa, demasiado dura, que necesitaba relajarme y suavizarme y conseguir un equilibrio
adecuado entre trabajo y vida. No pude evitar notar que nunca le dijeron eso a mis compañeros
igualmente ambiciosos y trabajadores. Debido a que era una mujer, lo que era un gran “Ve a por
ellos” en los hombres se convirtió en “vaya, cariño, más despacio” para mí.
Pero Michael parecía encantado de que estuviera tan concentrada en el restaurante, que
estuviera tan dedicada a él. No paraba de decirme cuánto apreciaba mi ética de trabajo. No
recuerdo la última vez que alguien dijo eso de mí, y él ya lo notó cuando yo estaba en el instituto.
Me hizo sentir validada de una manera que nadie más lo había hecho.
—Veo lugares que son dirigidos así todo el tiempo —expliqué—. Y mientras... mientras que
los lugares pretenciosos como el que hace Theo me frustran, esto también lo hace. No quiero que
nuestro restaurante sea así tampoco. Siento que tiene que haber un equilibrio en el medio. Tiene
que haber un punto intermedio. Porque si miras esto, esta gente hace buenos negocios, ¿verdad?
«Porque la gente no quiere florituras, quieren venir aquí a comer y hay una sensación de
confort en una comida como esta, y a veces sólo quieres un poco de confort, quieres ahogarte en
salsa. Pero no cuando quieres una experiencia real, y eso es lo que da un restaurante como el
nuestro. Esa experiencia de cena fina. Te sientes... con clase, cuando vas a nuestro restaurante. Te
sientes especial.»
Le señalé algunos elementos del menú.
—¿Esta mierda? No viene fresca, te lo garantizo. Lo mismo con esta. Muchos de estos
artículos están hechos con ingredientes que vienen de una lata o están congelados o conservados.
Y a veces así tiene que ser, por la ubicación del restaurante. ¡Pero estamos en el maldito San
Francisco! Tenemos una bahía aquí, y bodegas, y campos ondulados, y malditos mercados de
granjeros. Hay un recorte en la calidad y aunque viene con un recorte en el precio y la gente está
dispuesta a pagar por eso en el día a día, no lo quieren en su puta experiencia gastronómica.
—Estoy empezando a ser capaz de saborear la diferencia, —admitió Michael—. Consigo
algo y lo preparo o lo como en otro lugar, en algún lugar que no está hecho por ti, sino en nuestro
restaurante, con un… extra en tu comida.
—Eso es lo que nos haría diferentes. No platos más elegantes, sino platos más frescos,
clásicos donde le demos un pequeño giro aquí y allá y hechos con verdadera calidad.
Michael me ofreció una extraña sonrisa, y me tomó un momento para colocarla. Era el
orgullo. Estaba orgulloso de mí. Eso me calentó como ninguna otra cosa. Podía sentir mi cara
calentándose.
Antes de que pudiéramos decir algo más, la camarera vino a tomar nuestro pedido. Yo me
tropecé con mi orden, contenta de haber sabido ya lo que iba a conseguir. Mi cara estaba
probablemente más roja que los tomates que habíamos recogido antes en el mercado.
Cuando la camarera se fue, Michael suspiró y se hundió de nuevo en el reservado.
—Me estoy dando cuenta… —Hizo una pausa por un momento—. Me gusta lo que planteas,
aunque soy un tanto viejo para ello.
—No eres viejo.
—No, no lo soy, pero tengo diez años de experiencia en esta industria. Y aún así... estoy
sentado aquí y me doy cuenta de cuántos aspectos de la cocina le dejé a Theo para que lo
manejara. Lo guié en muchas cosas, pero siempre me ocupé más de los libros, los pedidos, las
mesas. Él era el que dirigía las cosas con la comida y yo le dejaba hacer eso.
—Confiaste en él. Eso no es un fracaso de tu parte. Es... si no podemos confiar en la gente,
entonces, ¿qué clase de triste y sospechosa vida estamos llevando?
—Cierto —Michael sonrió—. Siempre has sido muy inteligente. Pero ese es mi punto.
Aprecio tu inteligencia, y la confianza que tienes en compartir este conocimiento conmigo, porque
me está demostrando que confié demasiado en Theo. Después de que se fue, yo sólo... confié en
que los otros chefs que lo reemplazaron eran igual de buenos, y ahora estoy viendo la realidad.
Quiero decir... Theo tiene talento.
Me picaba decir eso, sabía como un mal lote de gotas de limón agrio en mi boca al decirlo,
quemándome la lengua, pero era verdad. Theo no había llegado tan lejos por su buena apariencia,
aunque estoy seguro de que eso ayudó.
—Se dejó atrapar demasiado por ello y fue demasiado lejos, hizo las cosas demasiado
volubles. Y entonces ningún otro chef era él, así que ningún otro chef podía replicar el menú, y
estoy seguro de que todos los reemplazos sentían una gran presión, como, mierda que estoy
reemplazando al maldito Theo Summers. Y no puedes seguir el menú de un chef cuando es tan
personal, no puedes. Así que en vez de eso, tomaron atajos para tratar de imitarlo. Ninguno de
ellos es mala gente.
—No digo que lo sean.
—Bien —Sonreí—. Theo es un maldito imbécil. Pero los otros no lo son.
—Es una línea muy fina en el mundo de la cocina entre un chef confiado y un maldito
imbécil. —Michael puso los ojos en blanco, y luego se concentró en mí. Su mirada me fijó a mi
asiento. Era magnético y me dejó clavada al suelo—. Me alegro de haberte contratado. Realmente
le has dado la vuelta al lugar y me has abierto los ojos. Está claro que sabes lo que haces de una
manera que ninguno de los otros lo hizo. Diría que estás aún más al tanto de lo que Theo estaba
cuando empezó a ser como tú.
Oh, Dios mío. Se me revolvió el estómago y casi salté y grité. Eso era lo que esperaba,
profesionalmente. Que me dijeran que tenía lo necesario, que me iba bien.
—¿Lo dices en serio? —pregunté. No fue exactamente que yo... dude de Michael, no.
Siempre había sido honesto conmigo y era un tipo honesto en general. Pero también tenía que estar
segura.
—Por supuesto que sí —El tono de Michael era cálido pero serio—. Tuve que hacer mucho
trabajo de campo con Theo cuando empezaba. Por eso nuestra amistad era tan fuerte, o yo sentía
que lo era. Está claro que no lo hizo. Pero tú... no he tenido que hacer nada. Has intervenido con
un plan y lo has ejecutado perfectamente. Has sido buen líder de equipo en la cocina, y a todos les
encanta trabajar contigo.
—¿Significa esto que has... que has decidido contratarme permanentemente? —El mes
estaba a punto de terminar, después de todo. Era el momento de cagar o salir de la olla, para los
dos.
Michael asintió, mirándome con ese tipo de cariño que hacía que quisiera cubrirme la cara y
hundirme en el suelo, me abrumó.
—Has pasado tu período provisional con gran éxito.
Podría gritar. Quería saltar del reservado en el que estábamos sentados y abrazarlo, Maldita
sea el linóleo y el plástico, pero tampoco quería hacer una escena.
—Ni siquiera sé qué decir —admití.
—Bueno, espero que digas que te alegras y que no te rindas — bromeó Michael.
Sacudí la cabeza.
—No, por nada del mundo, estás atrapado conmigo allí. —Si supiera cuánto, me gustaría
poder decirle en ese mismo momento mi devoción, que nunca hubo posibilidad de que me fuera,
que siempre quise trabajar con él y estar con él...
Pero pude recordar lo que dijo el otro día sobre no querer tener una relación seria. Tenía
que ser paciente. Necesitaba que llegara a la conclusión por sí mismo de que éramos el uno para
el otro. No podía forzarlo o molestarlo por ello o se obstinaría o frustraría, era la naturaleza
humana ser así.
—Los beneficios han aumentado un 15%, —continuó Michael—. Podría ser un poco pronto
para saberlo, pero no lo creo. Los números de reservas han subido y las camareras dicen que
tenemos muchos más clientes habituales. No sólo los turistas.
En las grandes ciudades con muchos restaurantes elegantes, recibíamos turistas que venían
sólo para decir que habían comido en algún lugar con una estrella Michelin. Y eso sin contar a los
turistas aficionados a la comida que literalmente iban a cada restaurante con estrella Michelin y
tenían una lista de qué hacer para ese tipo de cosas.
Pero los habituales eran la columna vertebral. Eran los que te mantenían a flote. La familia
que venía para cada cumpleaños, la pareja que venía para cada aniversario, los hombres de
negocios que almorzaban semanalmente, te mantenían a flote.
Y ahora empezábamos a tenerlos de nuevo, gracias a Dios.
—Si estos números no son una casualidad y las cosas continúan como hasta ahora, debería
estar fuera de la lista negra a finales de año —terminó Michael—. No tenía ni puta idea de cómo
iba a dar la vuelta a esto, Stevie. Y tú lo has conseguido.
Podía sentir que mi cara estaba caliente, y me permití sentirme orgullosa. Lo había hecho.
Tenía mi objetivo, lo que me había propuesto hacer... y lo había logrado. Bien, era un poco pronto
para saberlo con certeza. Y “saldremos del rojo” no era lo mismo que “salimos del rojo”.
¡Pero aún así!
Esto requería una maldita celebración, si me preguntas.
Después de que terminamos de comer la comida del restaurante, que era buena, oye, no iba a
decir que no la disfruté, Michael me llevó a mi apartamento.
Una nueva confianza burbujeó en mí. Desde su orgullo por mis logros, pasando por las
bromas que me hizo, hasta el hecho de que se había fijado en mí cuando era adolescente y las
cosas tontas que había hecho con Brooke, como las películas que nos citábamos... me sentía como
si tuviera una oportunidad de tener una relación adecuada con él. Sólo tenía que seguir siendo
paciente.
Y mientras tanto, no había razón para dejar de divertirse en la cama.
Hablando de eso...
Sabía que Andy iba a estar fuera todo el día. Tenía que ocuparse de algunas cosas del
trabajo por la tarde y luego por la noche salía a un bar con algunos amigos. Eso era lo que Andy
hacía todos los malditos viernes por la noche. No es que pensara que estaba equivocado por
hacerlo o algo así. ¿Pero cómo esperaba que Brooke lo tomara en serio cuando él no se tomaba a
sí mismo o a su vida en serio?
Era muy molesto. Amaba a mi hermano, pero también quería estrangularlo a veces. Las
ventajas de ser un hermano, me imaginé. No conocía a nadie que quisiera a sus hermanos y que no
quisiera matarlos regularmente.
Pero lo bueno de esto ahora era que el apartamento estaba benditamente, felizmente vacío.
—¿Te gustaría subir a tomar un postre? —pregunté.
Michael apagó el motor del coche.
—Si se parece al último que hiciste, claro que sí.
Estaba ridículamente orgullosa de esa tarta, no voy a mentir.
Lo llevé arriba, y sentí un ligero punzada de inquietud, esperando que le gustara el espacio,
que le gustara mi habitación, que pensara que era propiamente adulta. No quería darle ninguna
razón para que empezara a pensar en mí como una niña otra vez. No cuando finalmente lo tenía.
Por suerte Andy no había hecho un desastre en la sala de estar y yo sabía que tenía mi
propia habitación limpia. Llevé a Michael directamente al dormitorio.
Michael parecía confundido. Era realmente adorable.
—Creí que íbamos a tomar el postre —dijo, hablando despacio mientras las sospechas
empezaron a entrar en su cara.
Me puse a hacer pucheros.
—Claro que sí. —Levanté la mano y me quité la camiseta—. Soy el postre.
Michael me dio una mirada mitad de diversión, mitad de excitación.
—Es usted un poco descarada, ¿lo sabe, señorita Lake?
—Ooh, usando mi apellido. ¿Estoy en problemas, señor Madison?
Michael gruñó y se acercó a mí mientras yo me bajaba los vaqueros, salía de ellos y me
agarraba a él para mantener el equilibrio.
—Sigue así y puede que te ganes unos azotes.
—Lo dices como si me fuera a molestar —respondí, deslizando mis manos por su pecho
mientras Michael me tiraba hacia él. Podía sentir que se ponía duro contra mi cadera y la emoción
se disparó a través de mí. No pensé que dejaría de estar emocionada porque estaba tan excitado
por mí, que lo hice estar así.
Michael se rio, sus manos se deslizaron hasta mi culo, y una de ellas me dio unos ligeros
azotes. Salté, el calor me atravesó y se me metió entre las piernas. Se rio.
—Eres una amenaza —le dije.
—Dice la mujer que me acaba de decir que ella era el postre y luego se desnudó. ¿Tienes
idea de lo que me haces?
Me metí entre nosotros, agarrándole la polla a través de los pantalones, rodándola en la
palma de mi mano.
—Oh, un poco. —respondí, sonriendo mientras sentía que le faltaba el aliento.
¿Sabes qué? Había algo que me moría por hacer y que aún no había hecho. Y Michael había
sido tan generoso conmigo la otra noche...
Me hundí hasta las rodillas y empecé a desabrochar sus pantalones.
Michael inhaló bruscamente, sus ojos se oscurecieron mientras me miraba.
—Stevie...
—Shhh —Bajé sus pantalones y le saqué la polla.
La había tocado y le había echado un vistazo, pero no justo delante de mí, así. No cuando
podía tomarme mi tiempo para admirarla, viendo toda su circunferencia y longitud. Era duro y
grueso, y se me hacía agua la boca. Quería eso dentro de mi boca.
Miré a Michael, que me miraba como si le hubiera quitado todo el aliento. Le guiñé un ojo.
Entonces empecé a acariciarle la polla.
Quería tragármela enseguida, para ver hasta dónde podía llevármela a la boca antes de
ahogarme, pero quería burlarme de Michael como él se había burlado de mí el otro día. Quería
hacerle una mamada tan buena que no quisiera estar con nadie más, nunca. Quería que fuera adicto
a mí.
Igual que yo era adicta a él.
Le di una palmadita en la cabeza, como si estuviera probando un postre. Las caderas de
Michael se engancharon, como si me buscara la boca, intentando que le acogiera más, pero me
hice la tímida. No paraba de lamerle la polla, probarla, mojarla, ver qué le hacía jurar en voz
baja, qué hacía que sus caderas se sacudieran, qué le hacía tirar de mi pelo.
—Puedes tirar todo lo que quieras —susurré. Sentía que Michael se estaba conteniendo un
poco, que le preocupaba hacerme daño. Me agarraba el pelo como si quisiera ir a por más pero no
estaba seguro de si debía hacerlo.
En el momento en que se lo dije, deslizó sus dedos en mi pelo correctamente y consiguió un
buen puñado. Me quejé en aprobación, y finalmente lo tomé, sólo la cabeza de su polla en mi boca
como recompensa.
Michael me tiró bruscamente del pelo y volví a gemir, mojándome aún más con la
sensación. Se sentía tan sucio, tan travieso, y me encantaba.
Ahora que había empezado a metérmelo en la boca, no podía parar.
Era como el mejor caramelo, el caramelo prohibido, y quería ver hasta dónde podía llegar.
Lamí la raya de la parte inferior, y luego giré mi lengua alrededor de la cabeza justo antes de
hundirme en su polla.
Tuve que ir despacio, tanto para burlarme de él como para sacarle el placer, y porque nunca
había hecho esto antes. Había investigado mucho, leído artículos en línea, ese tipo de cosas,
incluso había practicado con mi consolador unas cuantas veces, pero no había ningún sustituto
para el verdadero.
Michael gemía, largo y bajo, y cuando lo miré a través de mis pestañas, vi que se veía
absolutamente destrozado. Sentí una oleada de triunfo y volví al trabajo, arrastrando mi boca de
arriba a abajo, absorbiendo más y más de él hasta que me golpeó en la parte posterior de la
garganta.
Joder, era tan jodidamente grande, caliente y palpitante, pesado en mi lengua, estirando al
máximo mi boca. Me encantaba. Me sentí tan poderosa, haciéndolo sentir así de bien, pero
también me sentí usada de alguna manera, y ambas sensaciones me parecieron tan jodidamente
buenas.
Michael empezó a empujar, tímidamente, y yo di un bajo gemido de ánimo. Empujó con más
fuerza, follándose mi boca, y pude sentir una nueva ola de resbaladizos jugos deslizándose por
mis muslos. Estaba tan excitada que sabía que no me costaría mucho llegar al orgasmo. Estaba tan
lista para que él entrara en mi boca, para tragarlo todo, para que me marcara la cara y me
reclamara así...
Michael me apartó con un gruñido ronco, tirando de mi pelo tan fuerte que mi cabeza se
echó hacia atrás, su polla se deslizó fuera de mis labios con un ruido obsceno y húmedo. Me
estremecí anticipadamente al ver sus ojos, el verde de ellos no era más que un fino anillo ardiente
alrededor del negro de sus pupilas.
—Oh no —gruñó—. No hemos terminado todavía. No he terminado contigo, todavía.
No podía esperar a ver lo que había planeado.
Capítulo 17
Michael
Casi me corrí directamente en la garganta de Stevie. Se sentía tan jodidamente bien, mojada y
apretada y perfecta alrededor de mi polla, sin mencionar cómo se veía así, de rodillas, sus ojos
oscuros asomándose a mí a través de esas largas pestañas.
Pero tenía planes para ella, y por muy tentador que fuera entrar en su boca, para quizás
incluso marcar un poco su cara y su pecho, una afirmación tangible de que era mía... no iba a ser
esta noche. No. Primero, quería tirármela.
Stevie se puso de pie, lamiendo sus labios como si fuera la mejor piruleta que hubiera
probado.
—¿Qué tenías en mente? —me preguntó, con su voz áspera y ronca de chuparme.
Esa fue la maldita voz más sexy que jamás había escuchado. Fue casi suficiente para
hacerme meterle la polla en la boca, para ver cuánto más áspera podía ser su voz. Pero no, quería
estar dentro de ella correctamente.
También había algo más que quería probar.
Virginia era mucho más alta que Stevie, así que nunca había sido capaz de llevar a cabo una
de mis fantasías en particular. Pero ahora... ahora podía.
Besé a Stevie, lamiéndome dentro de ella, probándome en su lengua mientras la paseaba de
espaldas y a través de su habitación, hasta que su espalda chocó con la pared. Le agarré las
muñecas y se las coloqué en la cabeza contra la pared con una mano mientras la otra se deslizaba
entre sus piernas.
Por Dios, estaba mojada, y gruñí en aprobación cuando empecé a tocarla con los dedos.
Stevie gritó contra mi boca, temblando. Ella ya estaba tan cerca, y a punto por chupármela.
Le metí tres dedos sin problema, sonriendo mientras se retorcía en ellos, gimiendo.
—Michael... Michael por favor —me suplicó.
—¿Por favor qué? Vas a tener que ser más específica.
—Por favor... por favor fóllame —suplicó.
—Bueno… —Sonreí, sintiéndome como un lobo con Caperucita Roja: tan travieso pero tan
bueno—. Veré lo que puedo hacer.
Stevie me miró y algo me dijo que estaba a punto de empezar a maldecirme si no me ponía
en marcha, así que le solté las muñecas y la agarré por debajo de los muslos, levantándola y
envolviéndome con sus piernas.
Ella jadeó, agarrándose a mis hombros.
—Oh Dios mío —dijo—. ¡Oh Dios mío! Joder, esto es tan caliente.
—Me alegra que pienses así —dije, mordisqueando su cuello.
Me costó un poco de maniobra, pero luego me introduje lentamente en ella, sintiendo todo
mientras Stevie se estremecía y contraía a mi alrededor. Entrando con fuerza sentí como si no
pudiera ver, que estaba ciego con lo bien que se sentía.
Me metí en ella de forma brusca y dura, animado por sus gemidos y sus ruegos.
Me arañaba los hombros, el pecho, me besaba frenéticamente por todas partes. Fue perfecto
y sin embargo demasiado rápido cuando me derramé dentro de ella, la sentí venirse a mi
alrededor y sentí que ambos nos estremecíamos al liberarnos al mismo tiempo.
Mierda.
Parecía que no podía evitar estar cerca de Stevie, y más que eso, no quería hacerlo.
El domingo por la mañana, me desperté sintiéndome muy bien con el mundo. Incluso dormí
el mejor sueño que he tenido en años. Mi único deseo era que Stevie hubiera estado en mis brazos
toda la noche. Desde que Virginia me dejó, me había costado acostumbrarme a la idea de volver a
dormir solo, y ahora que tenía a Stevie, deseaba tenerla conmigo mientras dormía, un peso cálido
en mis brazos.
Pero eso era algo con lo que podía lidiar más tarde. No estábamos en una relación, sólo nos
divertíamos, como había dicho. ¿Sinceramente? Me sorprendió que Stevie lo aceptara y que
pareciera tan tranquila. Era una mujer brillante y hermosa, al principio de su carrera, así que tal
vez no era tan extraño. ¿Por qué querría sentar cabeza cuando tenía tantas cosas que hacer en su
vida, como graduarse y conseguir un nuevo trabajo y todo eso?
Al mismo tiempo, sin embargo, la conocía. O la había conocido. Y Stevie siempre me había
parecido el tipo de persona que quería un niño, una familia, encontrar a alguien con quien sentar
cabeza.
Mientras que mi propia hija había estado coqueteando con chicos a diestra y siniestra y
parloteando sobre enamoramientos, Stevie nunca había mencionado a un solo chico, al menos no
en mi presencia. Cada vez que Brooke sacaba el tema, Stevie decía algo parecido a no querer
tratar con chicos del instituto y querer esperar a alguien maduro y serio.
Yo admiraba eso de ella. Entonces, ¿por qué se molestaba en perder su tiempo conmigo?
En cualquier caso, no tenía sentido desear algo que no iba a conseguir, y que ni siquiera
necesitaba. No quería una relación. Lo dije, y lo decía en serio. Mi cama estaba bien para mí solo,
gracias. O eso me recordaba, de todos modos, cuando bajé a desayunar.
Brooke todavía estaba dormida, así que hice unas tostadas. No pude evitar recordar la
comida que Stevie me hizo para el desayuno, ese delicioso sándwich. Tal vez podría persuadirla
de que me lo hiciera otra vez, si me burlaba de ella y le volvía a meter la mano por debajo de la
falda...
Maldición. Esa mujer le hacía cosas a mi sangre que nadie más hizo.
Quería encerrarnos a los dos en una cabaña en medio de la nada y follarla durante una
semana seguida, hasta que ninguno de los dos pudiera siquiera pensar en caminar.
Cogí el periódico. Eso debería darme algo para distraerme. Podía leerlo de un tirón, y a
menudo lo hacía... leía muchas publicaciones de restaurantes seguidas para estar al día con las
noticias del negocio, pero había algo en el periódico del domingo impreso, que me atraía.
Probablemente porque me recordaba que bajé las escaleras cuando era niño y encontré a mi
padre leyéndolo mientras mi madre leía la sección de cómics. Era su favorito, y mi padre siempre
se aseguró de dárselo a ella primero.
Cuando crecí, siempre quise un matrimonio como el de ellos, y pensé que lo había
encontrado con Virginia. Qué mentira había resultado ser.
Abrí el periódico, hojeé los artículos de las noticias y pasé a la sección de comida y
cultura. Y justo debajo del artículo sobre otra maldita película de superhéroes, ahí estaba.
Una crítica para nuestro restaurante.
Ni siquiera me había dado cuenta de que había habido una crítica.
Normalmente a los críticos les gustaba hacer saber de antemano que iban a pasar por aquí
en algún momento. O alguien se aseguraba de enviarme el artículo una vez que se imprimía,
avisándome. Pero nadie me había dicho nada de esto. Y ningún crítico me había hecho saber que
iban a pasar por allí.
Huh.
Empecé a leer el artículo, y todo mi buen humor se desvaneció. Era como si esas ocho horas
de delicioso sueño no hubieran ocurrido. Todo el optimismo que había sentido por el restaurante
se evaporó, y en su lugar sentí que alguien había dejado caer un trozo de plomo por mi garganta
para aterrizar pesadamente en mi estómago, arrastrándome hacia abajo.
Este crítico era alguien a quien no reconocía, así que tuve que buscarlo en mi teléfono.
Aparentemente era nuevo en el área de la bahía, pero sus credenciales eran sólidas. Había escrito
para el Washington Post, había sido juez en varios concursos de cocina en Francia... este tipo era
verdadero.
Y estaba destrozando nuestro restaurante.
Llamó al nuevo menú “poco inspirado” y “aburrido y vulgar”. Dijo que al quitar el menú de
Theo habíamos sacado “no sólo el arte, sino el corazón y el alma” del restaurante y que
tendríamos suerte de permanecer abiertos hasta el final del año.
Ya había tenido algunas malas críticas antes. Era algo inevitable en el negocio de los
restaurantes. O, bueno, en cualquier negocio. Siempre había algo de quisquillosidad en el
restaurante. Nada era perfecto. ¡Pero esto! Nunca había tenido una crítica como esta antes. Ni
siquiera cuando abrimos por primera vez y Theo estaba un poco nervioso, apenas comenzaba.
Esto era una locura. Tenía que hacer algo. Esto no era sólo una mala crítica, era una
carnicería. Esto era como estar siendo destripado. Mi estómago estaba tan apretado que tuve que
empujar los restos de mi tostada lejos, sin siquiera pensar en comerla.
Las cosas finalmente estaban empezando a cambiar. Había pensado que por fin estábamos a
salvo. Bueno, no allí, pero si en nuestro camino hacia él. Confié en Stevie para que nos sacara de
la depresión, pero ahora estaba claro que ninguno de los dos sabíamos lo que estábamos haciendo.
Quizás todo este tiempo... Theo había sido la razón por la que había tenido tanto éxito. Tal
vez me había equivocado, pensando que yo tenía algo que hacer en esto. Debería haberme
dedicado a las finanzas y al marketing, mi antiguo trabajo en Silicon Valley. O al menos volver a
él una vez que Theo se fuera.
¿Pero cómo podría haberlo hecho? Me encantaba el restaurante. Un símbolo de mí y de mi
familia. No quería dejarlo pasar. Todavía no lo hice. Pero tal vez...
Sin el menú de Stevie funcionando, ¿qué más podría hacer? ¿Volver al viejo menú que
ninguno de los otros cocineros había entendido y que había sido usado para hacer comida de baja
calidad?
No lo entendí. La comida de Stevie era deliciosa. O eso pensaba. ¿Realmente era tan
ignorante? ¿Tanto como un idiota? No podía creerlo. Me sentía como el mayor idiota del mundo.
Está bien, necesitaría hacer algún tipo de plan. No sabía qué, todavía, pero algo. Stevie era
buena cocinera y me encantaba su comida.
Era joven, sin experiencia, así que esto fue un paso en falso. Podríamos rehacer el menú.
Reintroducir algunos de los artículos de Theo, los más populares. Tal vez hacer algunos pequeños
ajustes para que no fueran tan complicados de hacer. Mantenerse al día con los ingredientes
locales frescos.
Podríamos encontrar una manera de ajustar y hacer que esto funcione. No sólo porque
éramos capaces de hacerlo, sino porque no teníamos otra opción. Nos estábamos hundiendo, y
teníamos que nadar.
Esa tarde, entré en el restaurante cuando el servicio del almuerzo se estaba acabando.
Parecía que estábamos ocupados, lo cual era algo bueno. Después de comer el sándwich de
desayuno de Stevie, estuve tentado de proponerle la idea de un desayuno tardío, pero ahora con la
crítica, eso tendría que esperar.
La encontré en la cocina, cocinando y gritando órdenes sobre su hombro. Tenía una forma de
gritarlas para que se le escuchara, sin sonar como si estuviera enfadada y gritando a la gente. Era
difícil encontrar ese equilibrio y la mayoría de los chefs jefe sonaban enojados todo el tiempo.
A veces porque realmente estaban enojados. Otras veces porque trataban de ser escuchados
por el ruido de la cocina y así era como se hacían oír. Pero Stevie nunca sonó así. Era ruidosa, y
los cocineros que la rodeaban podían obviamente escucharla viendo cómo le respondían, pero
siempre sonaba tranquila y alegre.
Podía recordar cómo Theo se precipitaba por la cocina, simultáneamente alegre y algo
manipulador. En ese momento, había pensado que por supuesto que él lo gestionaría. Estas eran
sus creaciones, era bueno que le importara, que quisiera que fueran perfectas. Su habilidad para
hacer el tonto también había sido un bonus para mí. Significaba que mantenía la cocina alegre.
Ahora, sin embargo, podía ver cómo la forma de Stevie de dirigir las cosas era mucho
mejor. Theo se hizo amigo de todo el mundo, lo que significaba que cuando él se movía y era el
jefe ladrando y gestionando, la gente se llevaba un latigazo.
Su hábito de controlarlo todo, metiéndose literalmente en los asuntos de todos los cocineros,
no era un signo de pasión sino de ser demasiado controlador. No confiaba en sus compañeros de
trabajo para hacer su trabajo, y los cocineros probablemente se sentían sofocados y molestos por
su comportamiento.
Stevie, sin embargo, siempre era firme, en posición de jefe, pero se mantenía en su puesto
trabajando duro y dando ejemplo. No miraba por encima de los hombros de todos ni se interponía
en su camino para ajustar su plato. Y no los distraía o les daba un latigazo emocional haciendo el
tonto y corriendo por ahí siendo alegre. Estaba siendo amable y considerada pero manteniéndose
firme.
Para su corta edad y relativa inexperiencia, tenía un verdadero liderazgo. Un liderazgo del
que ni siquiera me había dado cuenta que le faltaba a Theo.
Además de todo eso, parecía que se estaba divirtiendo. Se veía como me había sentido antes
de leer la crítica. Ella estaba sonriendo, bulliciosa. Feliz. Quería que siempre tuviera ese aspecto.
Y me sentí muy halagado de haber sido el que la hizo sentir así, de poner esa sonrisa en su cara.
Me rompía el maldito corazón tener que arruinar su humor.
—¿Stevie? —la llamé.
—¿Sí? —Miró hacia arriba, sonriendo—. ¿Qué pasa, jefe?
Oh, Dios, ella no podría volver a llamarme así, no cuando habíamos estado durmiendo
juntos. Podía verla tan fácilmente usando eso para burlarse de mí, diciéndolo con esa tímida y
ronca voz suya mientras me guiñaba el ojo.
Sacudí la cabeza para no pensar en esos sucios pensamientos.
Ahora no era el momento, por muy tentador que fuera para complacerlos, de arrastrarla de
nuevo a una habitación lateral y follarla hasta que tuviera que cubrirse la boca para no gemir
demasiado alto.
—¿Tienes un momento? ¿Podría hablar contigo en la oficina?
—Seguro —Stevie se dirigió a uno de los cocineros—. Quita ese maldito pollo de la
parrilla antes de que se queme y ¿puede alguien hacerse cargo de mi mierda?
Viniendo de cualquier otra persona, los juramentos la habrían hecho sonar enojada, pero así
era Stevie y ya todos lo sabían.
La acompañé a mi oficina, con cuidado de no tocarnos. Era tentador, demasiado tentador,
llegar a ella. Era como un imán, que me empujaba hacia ella, y yo quería empujarla contra la
pared, o incluso pasar mi mano por la curva de su cadera.
Pero me obligué a quedarme atrás, a ser bueno, mientras le abría la puerta de la oficina y
ella entraba.
Incluso su chaqueta de cocinera normal me tentaba, sabiendo lo que había debajo. Y
sabiendo que me dejaría, si empezaba a desnudarla. Se comportaba como masilla en mis manos,
lloriqueaba y suplicaba y me rogaba. La forma en que me dio el control, confió en mí y se entregó
a mí, fue completamente embriagadora. Encontrar nuevas formas de hacerla gemir y decir mi
nombre era mi nueva adicción.
—Querrás sentarte —dije.
Stevie tenía una mirada anticipada en su cara, y me di cuenta de que esperaba sexo o alguna
buena noticia. Tal vez ambos. Joder, odiaba decepcionarla.
Mientras caminaba por el escritorio para coger el artículo, su cara se ensombreció.
—Pareces... tenso. ¿Está todo bien?
Deseaba poder mentirle. O mejor aún, que todo estuviera bien y que estuviera a punto de
darle una crítica de cinco estrellas que había encontrado.
—Esto salió en el periódico de esta mañana. —dije, entregándole el periódico.
Stevie lo tomó y lo recogió, sus ojos volando a través de la página mientras leía el artículo.
Su cara, sin embargo, no se hundió en una máscara de desesperación como yo esperaba. En lugar
de eso se endureció, las líneas de la misma se agudizaron. Se estaba enfadando.
—Bueno, esto es una mierda —dijo, arrojando el periódico sobre mi escritorio—. ¿Qué
cojones es esto? Es ridículo. Qué clase de... toda esa mierda pretenciosa que está soltando, sabes
que nada de eso es verdad, ¿verdad? ¿Al menos probó la comida? ¡Suena como si hubiera entrado,
mirado el menú y decidido cagarse encima por eso! Quiero decir, que mierda de verdad —Ella
me miró, sus ojos pasaron de los fuegos artificiales a la súplica—. No crees realmente todo lo que
dijo, ¿verdad? Sabes que esto es una locura. ¿Y las cosas que dice sobre Theo? ¿Qué, le chupó la
polla al tipo o algo así? No podría ser más estúpido si se agachara a besarle el culo a Theo.
—Ahora hablas como un chef —dije, sin poder evitar un poco de diversión. Los chefs nunca
podían aceptar las críticas y podían ser tan duros con los críticos como los críticos lo eran con
ellos.
Stevie resopló.
—No digo esto sólo por mi ego, Michael. Te lo prometo. Mira, soy una mujer, ¿vale? Eso
significa que nadie va por ahí alabándome automáticamente. Tengo que lidiar con una auto-duda
paralizante, lo hice durante toda la escuela culinaria.
Los hombres de mis clases cuando cometían errores no pasaba nada, pero yo tenía que ser
perfecta. Así que no soy el tipo de persona que no puede aceptar un poco de crítica. Y aprendí a
darme cuenta de cuándo se me criticaba de verdad y cuándo era una mierda. ¿Y esto? —Ella tocó
el periódico—. Esto es un montón de mierda.
—Este crítico es insanamente respetado, —señalé—. Ha trabajado en todo el mundo y ha
revisado algunos de los mejores restaurantes de Europa y de la costa este. La gente lo va a
escuchar.
Stevie se burló.
—¿Cómo es que tengo más fe en esto que tú? ¿Cómo es que no crees en este lugar? Es sólo
una mala crítica y los números no mienten. Nuestro negocio está en alza. Estamos consiguiendo
más clientes, más reservas. Tú mismo lo has dicho, para finales de año podríamos estar en lo alto.
—Y este crítico dice que tendremos suerte si abrimos para finales de año.
—Es sólo una maldita persona.
—Una persona que la gente respeta y escucha. Miles de personas leen sus críticas. Toda la
ciudad está viendo este artículo esta mañana. Y Dios sabe cuánta gente fuera de la ciudad lo está
leyendo. Gente en Los Ángeles, Nueva York, en todas partes. El mundo de los restaurantes se va a
enterar de esto. Posiblemente incluso cientos de miles de personas.
—¿Y por eso vas a perder el negocio? ¿Una crítica puede hacer o deshacer tu restaurante?
¡Este es el siglo XXI, Michael! La gente tiene Yelp!, tienen tantas otras formas de hablar, que los
críticos son sólo una voz entre muchas otras. Una mala crítica contra un montón de buenas no va a
impedir que la gente venga.
—¡Pero no hemos tenido una tonelada de buenas críticas, Stevie! —Puse mis manos sobre el
escritorio, inclinándome—. Escucha. Si hubiéramos tenido un montón de buenas críticas durante
un tiempo, eso sería una cosa. ¡Pero búscanos! Los últimos meses nos han estado dando vueltas,
desde que Theo se fue ha sido malo. ¿Así que para nosotros es necesario recoger brevemente,
pero luego obtener una mala crítica de un crítico? Sí, eso va a quitarnos una parte de nuestro
negocio justo cuando menos podemos permitírnoslo.
Stevie agarró el periódico, lo amontonó y lo tiró al pequeño bote de basura que tenía al lado
de mi escritorio.
—Nunca creeré que lo que dice es verdad. Sé la verdad, sé que mi comida es buena, y sé
que a los clientes les gusta.
—No a todos ellos, claramente. Este tipo no estaba satisfecho.
—Y vas corriendo asustado. —Stevie se cruzó de brazos—. Honestamente no puedo
creerlo. Siempre te he admirado a ti y a tu ser, una persona de principios, y aquí estás, listo para
qué ¿volver al menú de Theo? ¿Es eso lo que quieres?
Respiré profundamente. Sabía que no le iba a gustar esto, e intenté no pensar en lo bien que
me conocía si ya tenía una buena idea de lo que estaba planeando.
—Si añadiéramos unos cuantos elementos antiguos del menú, los más populares...
—¿Qué? —Sacudió la cabeza—. No, de ninguna manera.
—Podríamos hacerlos con los ingredientes frescos locales...
—Michael, ¿te estás escuchando a ti mismo? Si retrocedemos ahora no sólo perderemos
clientes, ya que esos platos no eran buenos y no funcionaban, ¡sino que parecerá que no tenemos
convicción! Parecerá que estamos listos para cambiar el menú por capricho, en el momento en que
alguien diga que estamos equivocados, y esa no es una maldita manera de manejar un negocio. Los
negocios que se quedan con la misma mierda para siempre morirán, seguro, tienes que adaptarte.
Pero los negocios que están constantemente cambiando de marca y cambiando para tratar de
capturar a su público, ¡también fracasan!
Odiaba que me afectara, que me pusiera de mal humor, pero lo hizo. Stevie era una cocinera
brillante, y una persona inteligente, pero también era joven y recién estaba empezando. ¿Quién
había estado dirigiendo un negocio durante una década, ella o yo?
—No tienes ni idea de lo que estás hablando —dije, con un gruñido en la base de mi
garganta—. Acabas de salir de la escuela culinaria. Yo soy el dueño del restaurante, no tú, y voy a
tomar las decisiones finales sobre las cosas. Sé cómo funciona todo esto, no tú.
—Oh, ¿eso es todo? —Stevie puso sus manos en sus caderas—. ¿Así es como van las
cosas? ¡Bien! Si crees que puedes hacer un buen trabajo con esto, ¿por qué no has conseguido
sacar tu restaurante del suelo en los tres años desde que Theo se fue, eh? Acéptalo, no podrías
manejar esto sin un buen chef. Necesitas un compañero en esto, y te hundiste en la desesperación
después de que Theo y Virginia te jodieran y yo estoy intentando, realmente estoy intentando hacer
todo lo que puedo para ayudarte porque creo en ti, y en este restaurante, y quiero trabajar aquí,
pero ¿de verdad, Michael? Estabas fallando por tu cuenta, te estabas ahogando, ¡me necesitas!
¡Así que no me vengas con esa mierda tan alta y poderosa, no va a funcionar!
—Y no vayas a hacer tu propia mierda alta y poderosa, jovencita.
Los ojos de Stevie se abrieron de par en par en shock, y luego se estrecharon.
—Nunca. —gruñó—. Nunca uses mi edad en mi contra de esa manera. No eres mi padre, y
nunca, nunca me has tratado como si fuera demasiado joven o como si fuera una niña. Eso era lo
más importante que respetaba de ti. Soy adulta, soy lo suficientemente mayor para ser tratada
como un adulto, y no voy a permitir que me infravalores por mi edad. ¡Especialmente no después
de que me hayas follado!
Ella tenía razón en eso. No podía criticar la edad de alguien con quien me acostaba, porque
dormir con ella implicaba que la encontraba madura y lo suficientemente mayor para ser mi igual.
Y lo hice... ya no pensaba en ella como una niña. De hecho, me sorprendió lo mucho que había
crecido en sólo tres años, pasando de ser una niña a una adulta y sacándome del agua en el
proceso. ¿Pero la experiencia ya no significaba nada?
—Eso es bueno viniendo de ti —dije, mi temperamento sacando lo mejor de mí—.
Básicamente me estás diciendo que soy un viejo inútil que necesita hacerse a un lado para la
generación más joven y adaptarse a los tiempos.
—Eso no es lo que estoy diciendo, y eres un maldito idiota si eso es lo que estás
escuchando. Te estoy diciendo que necesitas un compañero y que estás perdido. ¡Eso no es para
nada lo mismo!
No quería pelear con ella, de verdad que no. Pero ella era tan malditamente terca y
obstinada. Honestamente, eso era parte de la razón por la que me sentía tan atraído por ella. Me
encantaba ese fuego en ella y esa pasión. Pero ahora estaba trabajando en mi contra. Y yo también
podía ser una persona muy terca y temperamental, así que...
—Y tienes que aceptar el hecho de que sólo porque sepas mucho no significa que tu edad
trabaje en tu contra. Aún tienes mucho que aprender y yo sigo siendo el jefe de este lugar, así que
lo que digo vale, ¿de acuerdo?
Stevie resopló.
—Bueno, eres bienvenido a reemplazarme si crees que puedes encontrar a alguien mejor. Sé
que mi menú es jodidamente bueno, y mi cocina es jodidamente buena, y es definitivamente mejor
que el desastre de mierda de Theo. ¿Quieres ir por ahí y saltar cada vez que alguien dice “boo”?
¿Tratar de recrear lo que Theo hizo hace diez putos años? Está bien. Pero déjame fuera de esto.
Prácticamente se arrancó la chaqueta del chef, la tiró a la silla y salió furiosa por la puerta.
Mierda.
Me desplomé en mi propia silla al otro lado del escritorio. Su chaqueta de chef parecía
burlarse de mí. No quería pelear con Stevie, ni mucho menos, pero Dios, maldita sea. Yo tampoco
podía tener mi negocio al borde del fracaso y ella tenía que entrar en razón.
¿Qué coño se suponía que debía hacer?
Capítulo 18
Stevie
Habían pasado dos semanas desde mi pelea con Michael, y finalmente era mi día libre. Me tomé
los lunes libres ya que son los días más lentos en la industria de los restaurantes. Todo el mundo
volvía al trabajo desde el fin de semana, ocupado y con prisas, y nadie quería salir ni nada
después.
Todo el mundo disfrutaba de sus días libres, sin importar cuánto les gustara su trabajo, pero
para mí era una bienvenida extra. Me sentí aliviada de salir de la cocina de una manera que casi
nunca lo había hecho. Habría dejado la ciudad si hubiera podido, sólo para alejarme de todo.
Las últimas dos semanas habían sido nada menos que miserables.
Los negocios habían sido terribles, Michael tenía razón. La gente no venía, habiendo
escuchado del crítico lo que pensaba y decidiendo darnos un pase.
Era una absoluta mierda, por supuesto. Lo sabía. No sabía exactamente qué bicho se había
metido en el culo de ese tipo, pero tenía que ser algo grande porque no había manera de que le
diera a mi comida un juicio justo. ¿Estaba tan enamorado de los complejos y pequeños bocados de
los menús de degustación de ocho platos que estaban de moda hoy en día? ¿O era uno de esos
molestos hipsters que querían todo, desde pato a la naranja hasta un sándwich de mantequilla de
maní y jalea deconstruido en un plato “rústico”?
Fuera lo que fuera, había venido a por mí restaurante injustamente.
Pero la gente confiaba en él. La gente seguía confiando en los críticos, o al menos confiaba
en ellos por las recientes críticas de Yelp que habíamos recibido. Y lo entendía hasta cierto punto,
a los críticos se les pagaba para que revisaran ese tipo de mierda, esta era su carrera, así que
teóricamente eran mejores que los aspirantes a comensales que inundaban Internet con sus
opiniones normalmente mimadas y estiradas y a menudo no deseadas.
La gente escuchaba a los expertos, incluso en esta época de financiación en masa, y de blogs
constantes, y todos los que tenían un teléfono tenían pensamientos que compartir. Y seguro que
ahora escuchaban, y decían que no les gustaba lo que este crítico decía. Y aún así iban a hacerle
caso y a mantenerse alejados.
Quería escribirle a él, al periódico, y demandar saber quién carajo se creía que era. Como
Dios, como si alguien que ya ha estado en nuestro restaurante no pudiera ver a través de ese
paquete de putas mentiras.
¡Que se joda! ¡En serio! No estaba dando una crítica honesta, simplemente no, estaba cegado
por su juicio, tenía que estarlo.
Pero por supuesto no podía decir eso. Nadie me creería. Pensarían que sólo estaba siendo
amargada o algo así, una arpía vengativa, bla bla bla, ya podía leer los titulares.
Por mierda como esta quería renovar el restaurante. Una vez de niña me deslumbraron los
platos elegantes que Theo y gente como él preparaban. Michael nos traía comida del restaurante a
Brooke y a mí, y a mí me encantaba. Pero ahora entendía que todo el estilo y la elegancia, sin
ninguna sustancia detrás, era una mierda.
Buena suerte renovando toda la industria de los restaurantes sólo para deshacer una mala
crítica. Aunque el restaurante había estado luchando estas dos semanas, no pudo ser. No había
forma de evitarlo. Por mucho que quisiera cambiar las cosas, deshacer la crítica, borrarla o lo que
sea, no podía. Y todos lo sentíamos.
Michael tuvo que dejar ir dos camareros esta semana. Me había sentido tan mal. Sabía que
no era culpa mía, que era una buena cocinera, pero ¿podría serlo? Quiero decir, ¿de quién más fue
la culpa? Tal vez no debí haberme apresurado a cambiar el menú. Tal vez debería haber esperado,
y en su lugar haber presionado para hacer cambios más pequeños. Hacer algunos platos del menú
menos complicados, cambiar algunas cosas en la alineación de la cocina, insistir en los mismos
platos pero con ingredientes locales frescos.
Traté de morder más de lo que podía masticar y mira a dónde me llevó.
Me desperté en la mañana del lunes y sólo... me acosté en la cama.
No me levanté durante horas. Me pasé el tiempo hablando por teléfono, mirando los medios
sociales y, en general, haciéndome sentir peor al ver a todos mis compañeros de la escuela
culinaria teniendo éxito, toda la comida que estaban haciendo en estos famosos restaurantes.
No era como si no hubiera tenido ofertas para trabajar en otros lugares. Pero lo había
desestimado. Luché por estar en casa con Michael, porque lo amaba y amaba el restaurante, y
quería que ambos prosperaran.
Por supuesto, los medios sociales estaban sesgados. Nadie escribía sobre las veces que se
enfadaban, o fallaban, o cuando se veían como una mierda, o cuando su novia rompía con ellos.
No, sólo publicaban las cosas buenas, los éxitos. Así que, por supuesto, cuando lo mirabas, sólo
veías esa mierda buena, pensabas que su vida no era más que esa mierda buena, y te comías vivo
con envidia y autodesprecio.
Yo sabía todo eso. Y aún así, todavía quería tirar mi teléfono contra la maldita pared.
Alrededor del mediodía me levanté y emigré como un perezoso al sofá, donde puse un poco
de televisión basura y lo dejé sonar en el fondo.
Normalmente ponía el canal de comida, pero sabía que si lo hacía, me involucraba
demasiado y empezaba a gritar a los concursantes en “Chopped” o algo así. Dios, me sentía como
una mierda.
Cuando vi lo que Virginia le había hecho a Michael... había cambiado todo mi plan para mí.
Antes de eso, mi plan era ir a la escuela culinaria y conseguir un trabajo en alguna parte del
país, o posiblemente en Europa. Lejos de Michael, en otras palabras. Me tomaría un poco más de
tiempo para ver si podía superarlo. Había sido una adolescente idiota, pero hasta yo sabía que si
hubiera hecho que sus padres se separaran, Brooke me habría asesinado.
Ella amaba a su madre, salía con ella en citas de chicas y cosas así todo el tiempo.
Entonces Virginia se había tirado a Theo y se había cargado a Michael, y yo tuve que
quedarme de brazos cruzados, indefensa, y ver a este hombre que sabía que era tan vibrante, lleno
de vida y vigor, convertirse en una cáscara deprimida de sí mismo.
En mi adolescencia no había tenido la madurez emocional necesaria para ayudarle con eso,
y esperaba que mientras estaba en la escuela culinaria, él hubiera podido al menos ayudarse a sí
mismo a salir del pozo un poco. Y ya no parecía estar en plena desesperación, pero estaba al
límite.
No estaba siendo la persona que yo sabía que podía ser. Vale, claro, por supuesto que seguía
siendo increíble. No estaría enamorada de él si no lo fuera. Pero sabía que había mucho más en él
y quería que fuera feliz y, maldita sea, no era jodidamente feliz.
Así que traté de aparecer y ser el salvador y mira lo que pasó. Hice que todo fuera peor.
Virginia y Theo hicieron lo que les correspondía para arruinarlo todo. Que se jodan, de
verdad. Más vale que esperen, los dos, que nunca me conocieran. Pero yo misma entraría y
pondría el último clavo en el ataúd.
Me esforcé demasiado y demasiado rápido, convencida de que podía hacerlo todo, como
una especie de jodida superwoman. ¿Qué demonios, Stevie?
Sus negocios significaban todo para él, aparte de Brooke. Le había prometido darle la
vuelta a eso y en su lugar había empeorado todo. Me había asegurado, gracias al cambio de menú,
que el restaurante fracasara.
De acuerdo, quizás no era tan malo como acostarse con su jefe de cocina y engañarlo. Pero
seguro que se sentía muy cerca. Se sentía como su propio tipo de traición.
Me sentí como una mierda.
Me quedé todo el día tirada en el sofá. Pedí una pizza, de la que nunca había sido una gran
fan, pero de repente se me antojó como si no fuera asunto de nadie. Con toneladas de pepperoni y
piña. Sí, una combinación extraña. Pero la comida de consuelo, a veces, era justo lo que el doctor
ordenaba, cuando el paciente se sentía como un saco de mierda que acababa de arruinar las
posibilidades de su único amor verdadero de mantener su trabajo soñado.
Oh Dios, ¿un amor verdadero? Me estaba poniendo sentimental y eso significaba que estaba
realmente en problemas.
Llegó la pizza, lloré por un puto anuncio de perros, porque era ese tipo de día, y luego por
la tarde llamaron a la puerta.
Huh. No esperaba a nadie. Podría ser Andy, ya que a veces traía amigos en casa, pero
siempre fue bueno en avisarme con antelación y además, había estado fuera todo el día. Pasó la
noche en el apartamento de la chica que conoció la noche anterior, y luego fue a jugar al fútbol con
sus amigos en el parque. Ahora estaban haciendo una especie de maratón de películas.
Me alegré de que me enviara mensajes de texto periódicamente para que supiera que no
estaba muerto en una zanja en algún lugar.
No creía que la persona que llamaba a la puerta pudiera ser Michael, pero... ¿tal vez?
Mi corazón se agitó con una estúpida esperanza de todos modos. Tal vez las cosas estaban
cambiando, por imposible que pareciera. O tal vez sólo quería disculparse por las duras palabras
que habíamos intercambiado hacía dos semanas.
Sabía que me arrepentía de ellas. Aunque lo que había dicho era cierto y sabía, en
retrospectiva, que lo que Michael había dicho era cierto, aún me dolía todo. Pero no sabía cómo
disculparme, o al menos cómo empezar. Y nunca parecía haber un momento adecuado.
Yo estaba ocupada en la cocina constantemente y Michael se esfumaba... ya fuera por rabia,
o culpa, o vergüenza, o alguna combinación que ya ni siquiera sabía. Había pensado que podía
leer su mente después de tantos años prestándole tanta atención, pero era evidente que no podía.
Que había sido una tonta.
—Ya voy —dijé. No había tiempo para limpiar el apartamento y hacer que quedara bien y,
si era Michael, vería pruebas de que me sentía realmente como una mierda por todo esto. Tal vez
finalmente podría encontrar las palabras adecuadas para decir que lo sentía.
Abrí la puerta...
No era Michael.
Brooke se quedó allí, con dos pintas de Ben & Jerrys en la mano.
—No podía recordar si te gustaba más Phish Food o Chocolate Devotion, así que tengo las
dos y me quedo con la que no quieres.
Su sonrisa era tan suave y sabía, además del helado...
—¿Cómo supiste que estaba teniendo un mal día?
—El radar de mejor amiga. —Abrí más la puerta para que ella pudiera entrar—. Oh, y uh, tu
hermano y mi padre me enviaron un mensaje de texto. Papá dijo que las cosas iban mal en el
restaurante y que era tu día libre. Luego Andy dijo que últimamente habías estado extrañamente
callada y deprimida, así que pensé, ¡helado!
Para mi propio horror, estallé en lágrimas. Brooke inmediatamente dejó el helado y me dio
un abrazo.
—¡Oh Dios mío, Stevie! ¡Cariño! ¿Por qué no me dijiste que era tan malo?
No suelo llorar mucho, pero sobre todo no de esta manera. Había soportado tres años de
abusos verbales en la escuela culinaria, así como soportar la jodida tensión en las cocinas. Tienes
que ser capaz de dejar que la mierda se deslice de tu espalda, porque cuando el jefe de cocina te
grita blasfemias e insulta a tu madre, no es realmente personal. Los ánimos se ponen muy agitados.
Y como el infierno iba a ser la chica entre todos los chicos que lloraba. A la mierda con
eso.
Brooke me llevó al sofá y me cogió de las manos.
—Esto es por esa horrible crítica, ¿no? Papá trató de ocultármela pero el restaurante iba
muy bien y luego las cosas fueron cuesta abajo, y... bueno... Puede que no esté en el negocio de los
restaurantes pero he sido una anfitriona y una especie de asistente de oficina allí durante años, y
crecí escuchando a Theo y a mamá y a mi padre. Sé que cuando las cosas cambian tan rápido es
una mala crítica. No fue difícil encontrarla.
—Oh genial, no es difícil de encontrar, así que todo el maldito internet puede verlo.
—¡Cariño, no quería decir eso! ¿Quieres que llame a tu madre?
—¡Joder, no, no lo hagas! —Le arrebaté el teléfono y lo metí rápidamente bajo los cojines
del sofá. Mis padres estaban tan orgullosos de mí, que lo último que quería era que se enteraran
de esto.
Especialmente porque habían apreciado mi lealtad pero no entendían por qué iba a trabajar
con Michael en lugar de hacerlo con un prestigioso chef de otro lugar.
Ya me sentía lo suficientemente frágil. No quería lidiar con la confusión bienintencionada de
mis padres y sus sugerencias para resolver problemas. Sólo quería holgazanear y dejarme sentir
como una mierda.
Brooke asintió.
—Vale, lo entiendo. Está bien.
Me sentí patética.
—Gracias, cariño.
—No hay problema. ¿Para qué más son las mejores amigas, vale?
Ahora, déjamelo todo a mí.
No podía echarle todo encima, por supuesto. La culpa me apuñaló como un atizador caliente
en mi estómago. Brooke no podía saber cómo me había estado acostando con su padre. Perdería la
cabeza y eso era lo último que necesitaba ahora, aunque me sentía culpable por ocultárselo.
Tomar el consuelo de mi amiga mientras me guardaba este gran secreto se sentía como una
traición. ¿Pero qué más podía hacer? Tenía que lidiar con una crisis a la vez. Michael y el
restaurante tenían que ser resueltos primero. Luego podría ver la posibilidad de decirle a Brooke
la verdad.
Así que le conté todo sobre el nuevo menú, los ingredientes más frescos y cómo las cosas
habían ido mejorando en el restaurante, pero luego habían empeorado después de la crítica. Le
conté mi discusión con su padre, y las cosas que ambos dijimos, y cómo habíamos estado yendo y
viniendo para cambiar las cosas que Theo había puesto en marcha.
Dejé de lado las partes de nuestra relación, por supuesto, pero por suerte tanto Michael
como yo éramos profesionales. Nuestros problemas personales no iban a la cocina y los
profesionales no iban al dormitorio, y viceversa.
Cuando terminé, Brooke me pasó el helado y me zambullí. Se sirvió el último trozo de pizza
que quedaba. Normalmente me la comía entera, pero llorar me quitaba el hambre.
—En primer lugar, papá es genial pero no siempre tiene razón. No es perfecto. Creo que
tienes una idea equivocada de esto. Ese traidor era bueno hace diez años, pero las cosas se han
vuelto rancias, los chefs que han venido tras él han empeorado todo a lo largo del camino,
tratando de imitarlo, ¿sabes?
Brooke terminó su pizza y se limpió las manos, tomando su propio helado.
—Y la cosa es, mira, conoces a mi madre, ¿vale? Ayudó a papá y a Theo a llevar el
restaurante, pero ella es del tipo “vive rápido, vive duro”. Le gustan las cosas más finas de la
vida. Y si me preguntas, creo que parte de la razón por la que el lugar se puso tan en rojo tan
rápido no fue porque Theo se fuera, sino por la forma en que mamá manejó las cosas para
finalmente alcanzarnos. Pero ella ya no estaba allí para asumir la culpa, y el momento hizo que
pareciera que todo era por Theo que se iba y todo era culpa de papá. —Brooke hizo una pausa—.
No le digas que te he dicho esto. No tengo pruebas ni nada. Es sólo lo que pienso después de todo
lo que he visto.
Asentí. Tenía sentido, pero buena suerte consiguiendo que Virginia lo admita.
—Esa crítica apestaba —Brooke asintió con la cabeza—. Realmente lo hizo. Pero no
puedes rendirte. ¡Tú comida es buena! He sido tu probador por ¿cuántos años ya? Y sabes que no
miento y digo que está buena cuando sabe a mierda.
Brooke tenía una voz muy suave y aguda, por lo que siempre me hizo dar vueltas cuando
juraba. Me reí un poco y seguí comiendo el helado.
La mierda sabía bien.
—Las cosas van a mejorar —dijo Brooke—, ¿Vale? Sé que están atravesando un bache
ahora mismo por culpa de la crítica, pero es sólo eso, un bache. La gente verá que tu comida es
realmente buena, las buenas críticas superarán a las malas, y tendrás más clientes de nuevo. Todo
va a estar bien.
Se dio cuenta de que estaba comiendo el helado como si hubiera estado en el desierto
durante diez años, y se rio.
—Cariño, sé que las cosas están mal, pero no hay razón para comer tu helado como si
estuvieras en tu período.
Me he congelado.
Mi período.
Intenté contar hacia atrás en mi cabeza, pero me di cuenta de lo sospechoso que sería si
seguía mirando al espacio con una mirada concentrada en mi cara. Rápidamente tragué y me
encogí de hombros.
—Tal vez las cosas se animen o tal vez no. No lo sabes.
—Lo sé, ¿vale? ¿Has hablado con papá sobre invitar a otros críticos a venir a comer allí y
dar su opinión?
—No he tenido la oportunidad de hablar con él desde la pelea. Necesito disculparme.
—Bueno, él también. —Brooke me dio una palmadita en la rodilla—. Los conozco a los
dos, ¿recuerdas? Los dos son gente obstinada. Se va a calmar pronto, sabe que eres lo mejor que
le ha pasado a este restaurante en años. Tal vez la mejor durante mucho. Creo que eres mejor que
Theo.
—Gracias, cariño.
—Papá necesita a alguien que le dé una patada en el culo. Confía en mí. Él te aprecia, sé
que lo hace. —Sí, si supiera cuánto. ¿Pero Michael realmente me apreciaba profesionalmente?
¿Podría, después de cómo le he fallado?
—No puede invitar a los críticos —dije—. Quiero decir, no creo que funcione. La gente
podría acusarnos de sobornar a los críticos, ya que los invitamos. Dirán que lo montamos de
alguna manera, o algo. Yo sólo, no sé. No sabíamos que el crítico entraba o quién era, así que le
servimos como a cualquier otro cliente, ese es el punto.
Brooke suspiró.
—Supongo que sí. Pero parece bastante injusto.
—La vida es injusta, cariño. —Aprendí eso a una edad temprana, ya que me había
enamorado de un hombre casado mayor que, oh sí, resultó ser el padre de mi mejor amiga.
Hablando de lo injusto.
Ese comentario que Brooke había hecho me daba vueltas en la cabeza como un tiburón.
—Oye, cariño, estoy cansada de llorar. Creo que voy a tomar una siesta.
—¡Claro! —Brooke se puso de pie—. Oye, envíame un mensaje de texto, ¿de acuerdo?
Mantente en contacto. Todo esto terminará pronto, la tormenta pasará, bla, bla, bla.
Asentí y la abracé con fuerza, luego la acompañé a la puerta.
Mierda. Mis piernas casi cedieron cuando la cerré detrás de ella y tuve que apoyar mi frente
contra la madera por un momento, respirando profundamente, tratando de no vomitar o
hiperventilar.
Mi período. ¿Cuándo fue la última vez que tuve mi período?
Brooke tenía razón. Normalmente sólo tengo un enorme deseo de helado y grandes cambios
de humor durante mi período. No he estado de mal humor ni nada, pero he llorado mucho más.
Mierda...
Mi mente se aceleró y quedó en blanco en el mismo momento, de alguna manera, corrí al
dormitorio para ponerme ropa limpia.
La farmacia estaba a la vuelta de la esquina, pero limpié la comida y me comí el resto del
helado mientras esperaba para asegurarme de que Brooke se había ido de verdad. Le había dicho
que estaba durmiendo una siesta, no podía dejar que me viera caminando justo después, y yendo a
una farmacia de todos los lugares. Puede que no sumara dos y dos, pero si lo hiciera...
Está bien, me dije a mí misma. Mi período se había retrasado antes muchas veces. En
realidad no significaba nada. Todo iba a estar bien.
Pero el hecho era que nunca habíamos tenido sexo con un condón.
No me había importado, así que lo olvidé, y confié en que Michael no haría nada si no
estuviera limpio. Estaba limpio, y no planeaba estar con nadie más.
Por supuesto, mi estúpido y ansioso culo caliente olvidaría que tener sexo sin condón no era
sólo una forma de contraer una enfermedad de transmisión sexual, sino una forma de quedar
embarazada.
Fui a la farmacia y me hice con un test de embarazo. No, espera, dos. No, tres. Por si acaso.
Tres. Sí. Ese era el número mágico, ¿verdad? También tome un poco de jabón para platos y una
bolsa de patatas fritas. Maldita sea, todavía tenía hambre.
Cuando llegué a casa, me temblaban las manos. Me apresuré a ir al baño y tuve que
intentarlo cuatro veces antes de poder abrir la maldita caja y conseguir el palo.
Tantas veces había visto esto en las películas o en la televisión.
Siempre lo había visto, un poco aburrido, preguntándome por qué se molestaban en seguir el
argumento de nuevo.
Ahora lo estaba viviendo.
Me llevó lo que parecía una eternidad conseguir que mi cuerpo se relajara lo suficiente
como para orinar. Definitivamente estaba teniendo un ataque de pánico, como nunca antes lo había
tenido.
Caminé por el baño, con las manos todavía temblando, sin estar del todo segura de que no
iba a vomitar.
Por fin el palo me dio los resultados.
Positivo.
—No, no, no, no, no —cantaba, me aturdía, sonaba delirante o borracha o ambas cosas.
Agarré las otras dos pruebas y también las hice.
Positivo.
Positivo.
Tres pruebas se alinearon frente a mí como pequeños soldados, deletreando mi destino.
Nunca había sido claustrofóbica. No en toda mi vida. Pero justo entonces sentí como si las
paredes se cerraran a mí alrededor, como si tuviera que salir de la casa o moriría. Quería arañar
el suelo. Mi aliento estaba llegando duro y rápido. No podía pensar. No podía relacionar nada.
Sólo quería correr. Como un animal atrapado en una trampa.
Esconder los tests de embarazo fue el primer punto de la lista. Me deshice de todas las
pruebas. Luego salí.
El aire fresco ayudó. Gracias a Dios. Eso me despejó un poco la cabeza. Vale, vale, vale,
piensa por el amor de Dios, Stevie, ¡piensa!
No fui una idiota. Aunque, entonces quizás lo fui, viendo que estaba embarazada. Podría
deshacerme de ello pero... siempre había querido ser madre. ¿Y qué si estaba pasando antes de lo
planeado?
Todavía lo quería. Tendría el bebé.
Muy bien, entonces, primera decisión tomada. Tener el bebé.
Segunda decisión: ¿Debería decírselo a Michael?
Casi tan pronto como lo pensé, lo descarté.
No. Michael ya había sido padre una vez y había criado a un niño hasta la edad adulta. No
quería pasar por eso otra vez, ¿verdad? Supuse que, una vez que me lo ganara y empezáramos a
salir oficialmente, sacaría el tema de los niños y le haría saber que era mi sueño.
Incluso estaba dispuesta a hablar de la adopción de un niño mayor, ya que los niños mayores
rara vez son adoptados. No era lo mismo que tener un bebé propio, pero le daría a un niño
necesitado de un hogar cariñoso, el cuidado y la familia que se merecía.
Pero todo eso había sido para el futuro. En este momento, Michael y yo ni siquiera teníamos
una relación. Había dicho que no quería una relación. Esperaba hacerle cambiar de opinión, pero
decirle que estaba embarazada no iba a hacer eso. En cambio, lo que haría sería darle un sentido
de obligación.
Michael era un buen hombre. Insistiría en ayudar con el bebé, lo sabía. Era esa clase de
persona. Y con el restaurante fallando, ¿cómo podría pedirle eso? No necesitaba una distracción u
otra carga financiera.
¿Y sabes qué? No quería que mi bebé fuera criado con un padre que no lo quisiera
realmente o que no quisiera una relación con la madre. Un padre que era un padre por culpa u
obligación no podía ser realmente un padre adecuado para el niño, ¿cómo podría?
Aunque Michael quisiera un hijo, una relación...
Bueno...
La triste verdad es que seguramente no quería una con la chef que probablemente estaba a
punto de despedir. Había destruido su empresa, la había mandado al precipicio, y no iba a echar
sal en la herida. Estaría mejor sin mí. Me abriría camino.
Dios, incluso ni sabía qué carajo le diría a mis padres, pero, un problema a la vez.
No era buena para Michael ni para el restaurante. Había mordido más de lo que podía
masticar. Era Ícaro, y ahora las alas de cera se estaban derritiendo.
Así que lo primero es lo primero: salir de allí.
Terminé mi paseo, volviendo al apartamento. Me alegré de que Andy no estuviera allí.
Significaba que podía lidiar con todo esto en paz, sin un montón de preguntas.
Una vez de vuelta en mi apartamento, hice un balance. ¿Cuáles eran mis opciones?
Bueno, tenía que salir de esta ciudad. Si estaba por aquí, Michael se aseguraría de verme
cuando mi estómago creciera y tuviera un hijo. Haría preguntas, y yo sería una mierda mintiéndole
a la cara. Escapar sería bueno, pero no demasiado lejos. Mi madre me mataría literalmente si
tenía a su primer nieto al otro lado del país.
Además, no podría soportar estar en el mismo lugar que Michael. No cuando todavía lo
amaba tan desesperadamente y él no sentía lo mismo, y especialmente no cuando llevaba a su hijo
en brazos. No podía hacerme eso a mí misma. Tuve que frenarme, de golpe. Una nueva pizarra, un
nuevo comienzo, eso sería bueno. Lo que necesitaba.
¿Pero a dónde iría? Hmm...
Cuando me gradué de la escuela culinaria, una amiga de allí me dijo que debía venir a
trabajar con ellos en este prestigioso restaurante de Sacramento. Lo rechacé porque quería
trabajar con Michael, pero ahora... era la oportunidad perfecta. Sacramento no estaba muy lejos de
mi familia, pero lo suficientemente lejos para que fuera un nuevo comienzo para mí y para mi hijo,
y lejos de Michael, lejos de todas las cosas que había jodido y fallado.
Llamé a mi amiga cuando empecé a hacer las maletas. Dora estaba extasiada de que yo
hubiera elegido el trabajo.
—¡Sabía que cambiarías de opinión! —me dijo—. Puedes mudarte conmigo hasta que
consigas un lugar.
Tenía algo de dinero ahorrado, así que estaba segura de que podría encontrar un pequeño
estudio rápidamente, pero se lo agradecí. Un par de semanas con una amiga mientras buscaba un
nuevo apartamento “mi primer apartamento sola, aya” estaría bien.
Entonces empecé a hacer las maletas. Mi trabajo me estaba esperando, y no me iba a
demorar. Mientras empacaba llamé a mis padres y les expliqué el cambio de planes, y luego le
envié un mensaje a Andy. Él no lo vio por un tiempo, pero me pareció bien.
Mis padres me apoyaron, como siempre lo hicieron, y no mencioné el embarazo.
—Simplemente no estaba funcionando en el restaurante de Michael —les dije—. Así que
estoy buscando otra oportunidad ahora que el período de prueba de un mes con él ha terminado.
No discutieron conmigo. Pensaron que debería haber ido a otro lugar en primer lugar, así
que no hubo sorpresas.
Empacar mis cosas me tomó el resto del día, pero al menos no hubo mucho. No quería tener
muchas cosas mientras vivía con Andy, ya que mi objetivo final era encontrar un lugar propio, y no
tenía muchas cosas para empezar porque ya sabes, era una estudiante de escuela culinaria en
quiebra. Una vez que todo estaba en cajas, pedí un camión de mudanzas, lo recogí, cargué todo y
me preparé.
Andy se alegraría por el apartamento vacío, estaba segura. Dejé un cheque por el alquiler
del mes siguiente sobre la mesa para que tuviera tiempo de encontrar un nuevo compañero de
cuarto si lo quería.
Probablemente un compañero, le gustaría eso en lugar de su hermana. Podría traer chicas a
la casa ahora en vez de esperar a que yo estuviera en el restaurante.
Eso sólo dejó una cosa por hacer.
Sabía que estaba tomando una decisión rápida. En una fracción de segundo, se podría decir.
Pero también sabía que era lo correcto. Si volvía a ver a Michael, me derrumbaría y perdería el
valor. Le lloraría y le rogaría que me aceptara de nuevo y que tuviera una relación adecuada
conmigo, aunque sabía que eso no era lo que él quería.
Lo que estaba haciendo era lo mejor para el bien de ambos.
Esto significaba que iba a tener que despedirme de una manera que normalmente no
aprobaría pero... ¿qué otra opción tenía?
Necesitaba ser fuerte y no ser dramática y no forzarme a entrar en su vida, cuando todo lo
que había hecho hasta ahora era arruinarla y él ni siquiera me quería de esa manera.
Así que le escribí una carta.
Normalmente escribiría una carta de renuncia y se la entregaría a mi jefe en persona, y diría
algo en persona también, algo personal y sincero. A menos que mi jefe fuera un imbécil, en cuyo
caso sería profesional, al diablo con el corazón.
Pero no esta vez.
Dios, me dolió escribir esa carta. Me dolió muchísimo. Fue como sacar sangre de mi
corazón, de mi pecho, justo en el centro de mí. Pero necesitaba hacerlo. Necesitaba saberlo todo.
Bueno, no todo. Pero necesitaba saber lo suficiente.
Y entonces me alejaría.
Capítulo 19
Michael
Estaba trabajando en el puesto de anfitrión, como siempre, así que no la vi pasar. Lo planeó así,
por supuesto. Siempre fue así de inteligente.
Pero cuando volví a mi oficina, había una carta en mi escritorio que no había estado allí
antes, dirigida simplemente con mi nombre en el sobre.
La abrí, preguntándome qué demonios podía ser.
Era una carta dirigida a mí, de Stevie.
En el momento en que la vi, mi corazón se desplomó. Supe, de alguna manera, antes de leer
el resto, que era una carta de Querido John.
Por supuesto, quiero decir, sí, joder, una carta de Querido John implicaba una relación y no
estábamos en una, no oficialmente, pero aún así... eso era lo que se sentía. Ella se estaba
despidiendo y entregando su renuncia.
Querido Michael
Por favor, acepta esto como mi carta de renuncia. Pido disculpas por la falta de
profesionalidad al dártela sin avisar con dos semanas de antelación, pero sabía que si te daba
algo de tiempo te sentirías mal y querrías mantenerme. Sé que hemos trabajado bien juntos y
nos conocemos desde hace mucho tiempo. Probablemente sentirías que tienes que darme una
segunda oportunidad y no querría forzarte a ello.
Te deseo lo mejor. Quiero disculparme por haber arruinado tanto las cosas aquí para ti.
Esa mala crítica es mi culpa, no la tuya. Y aunque algunas de las cosas que dije en nuestra
discusión eran ciertas, fui demasiado dura en cómo las dije. Te respeto profundamente y
siempre lo he hecho. Espero que las cosas cambien en el restaurante. Mereces tomarte un
descanso.
Tengo claro que no puedo darle a tu restaurante lo que necesita. Te prometí que
cambiaría las cosas y no lo he hecho. Así que voy a hacer unos cambios profesionalmente. Debí
haber seguido tu consejo antes, pero estaba demasiado atrapada en mis sueños de hacer del
restaurante un éxito. Lo siento por eso.
Y sé... que probablemente no es mi lugar. Pero aunque sé que dijiste que no querías una
relación con nadie, espero que lo reconsideres y encuentres a alguien. Tienes mucho amor para
dar y mereces mucho amor a cambio. Tal vez una vez que las cosas se calmen en el restaurante,
y sé que lo harán. Te darás cuenta.
Siento haber empeorado las cosas y espero que puedas perdonarme.
Tanto por arruinar el restaurante, sé lo mucho que significa para ti, como por irme sin
avisar.
Sinceramente,
Stevie
Tuve que decir que fue muy profesional por su parte. Incluso si fue sin el aviso de dos
semanas. Pero eso no me importaba.
Lo que me importaba era que Stevie se fuera. No esperaba eso último, sobre abrirme a la
posibilidad de... de relaciones, del amor. Parecía que Stevie me conocía... mejor de lo que yo me
conocía.
Toda la carta fue como un golpe en el estómago. De hecho, preferiría que me golpearan en el
estómago. Me senté pesadamente en la silla de mi escritorio, con el suelo inclinado.
Me sentí como un completo imbécil. ¿Las cosas que dije en mi discusión con ella la
convencieron tanto de que era un fracaso? Aunque antes me había convencido de que ninguno de
los dos sabíamos lo que hacíamos con el restaurante, en el momento en que lo leí en palabras de
Stevie sonó tan ridículo.
Ella había hecho tanto en tan poco tiempo. Era una chef increíble.
Sabía que llegaría lejos. Probablemente fue mi culpa que el restaurante haya fracasado. O
estaba fallando. No fue culpa suya. Ella había demostrado ser más que capaz.
¿Y sabes qué? A la mierda. Al diablo con todo. Que se joda el crítico, que se joda Theo y su
menú, que se joda todo. Quería a Stevie en mi equipo. Podríamos trabajar con el resto.
Me levanté, con la carta aplastada en la mano, y salí corriendo por la puerta. Le dije a los
cocineros que se encargaran del cierre y fui directo a la casa de Stevie. El restaurante estaría bien
con sólo el gerente por una maldita noche. Esto era más importante.
Conduje como un maldito maníaco para llegar a su apartamento, subiendo las escaleras y
golpeando la puerta.
—¿Hola? ¿Stevie? ¿Estás ahí?
Joder, debería haber llamado antes, o enviado un mensaje de texto. No estaba pensando con
claridad, para nada. Ella me hizo esto, más que cualquier otra persona, sólo me envió hacia un
bucle.
La puerta se abrió mientras golpeaba, revelando no a Stevie, sino a Andy. Parecía un poco
confundido y agotado.
—Michael, hola.
—Hola, ¿está Stevie? —Probablemente no quería verme pero tenía que hablar con ella.
Andy hizo un gesto de dolor y abrió la puerta un poco más.
—Deberías entrar.
—Así de mal, ¿eh? —pregunté, entrando—. Sé que está molesta por lo del restaurante, pero
vamos a hacer que funcione...
Me detuve.
La sala de estar estaba ligeramente reorganizada desde la última vez que estuve aquí. Y la
puerta del dormitorio de Stevie estaba abierta, revelando una habitación completamente vacía.
Mierda.
—Se ha ido —dijo Andy—. Se mudó esta tarde.
—¿Esta tarde?, pero ayer estaba trabajando en el restaurante. Me dejó su carta de renuncia
—La sostuve para mostrárselo.
Andy sacudió la cabeza.
—Fue una decisión rápida pero dijo que era la correcta. Se ha ido a Sacramento a trabajar
en un restaurante de allí. Al parecer tuvo una oferta de trabajo cuando se graduó, pero primero
quería probar en tu restaurante.
No sonó acusador ni enojado conmigo. Me sorprendió. Andy se preocupaba mucho por su
hermana. Estaban muy unidos y asumí que si ella se molestaba y se mudaba a corto plazo, él
tendría muchos sentimientos al respecto. Ella no debe haberle dicho mucho.
Metí la carta en mi bolsillo trasero.
—¿Así que realmente se levantó y se fue por la tarde?
Andy asintió.
—Sí. Odio decirlo pero, ella se ha ido.
Se ha ido.
Ese fue el mantra que siguió corriendo por mi cabeza durante los siguientes días. Esperaba
que Stevie estuviera en mi oficina, o en la cocina, o incluso en el stand del anfitrión revisando las
reservas. Pero cada vez tenía que recordarme a mí mismo que ella se había ido.
Cada día la echaba más de menos. Echaba de menos su boca sucia, su coqueteo conmigo,
cómo se sentaba en mi escritorio y no en la silla, su presencia en la cocina. Mantenía a todo el
mundo a su alrededor y nos castigaba, subía el nivel de la atmósfera.
Sentí que no la había apreciado lo suficiente mientras estaba aquí.
No sólo profesionalmente, sino personalmente. Me sentí como un idiota por decirle que no
quería una relación. Debí haber visto lo bueno que tenía delante de mí y haberlo aprovechado.
Claro que no quería una relación en general, pero desde el principio, Stevie había sido una
excepción.
Le había dado la bienvenida a mi vida como si siempre hubiera estado ahí. Y de acuerdo,
ella había estado ahí antes, pero ahora era diferente. Era una adulta, y encajaba en la parte que me
faltaba como si estuviera hecha para ello. Era muy sexy, me hacía reír, era decidida y educada y
muy inteligente.
Si le hubiera descrito a mi mujer perfecta a alguien... Stevie habría marcado todas las
casillas. Y eso incluía su habilidad para enfrentarse a mí y discutir conmigo sobre los puntos en
los que me equivocaba.
Claramente mis sentimientos por ella eran más profundos de lo que pensaba o había
planeado. No tenerla hería físicamente, como una picazón que no podía rascar, un dolor que se
negaba a desaparecer. Había calculado muy mal. En los días siguientes tuve que convencerme
para no conducir hasta Sacramento para encontrarla.
No podía hacerlo, por supuesto. No podía entrometerme en su vida.
Ella se marchaba para empezar de nuevo y bien por ella. Era lo que se merecía, estar allí,
en un restaurante apropiado que le diera la experiencia y recomendaciones para empezar su
propio lugar algún día. Ella querría empezar su propio lugar, estaba seguro, y se lo merecía. Su
menú estaba inspirado, al diablo con lo que el crítico había dicho.
Sí, no podía interponerme en su camino. Al diablo con eso.
Sin mencionar que probablemente mataría a alguien si entrara en otro restaurante y la viera
trabajando en la cocina de otro. Hizo que algo posesivo y primitivo se me metiera dentro, me hizo
ver rojo sólo de pensarlo.
Dejando todo eso de lado, sin embargo... ¿por qué demonios la traería de vuelta a un
restaurante que estaba fallando? Ella perdería su trabajo junto conmigo. No podría engancharla a
un barco que se hunde. ¿Qué clase de idiota egoísta sería entonces?
No, era mejor así, o eso me decía a mí mismo.
Traje un nuevo chef, pero le dije que mantuviera todo como Stevie lo había hecho. Los otros
cocineros de línea y demás se alegraron de seguir haciendo las cosas a la manera de Stevie. No
podía culparlos.
No tuve el corazón para cambiar el menú de Stevie. La comida era buena, ella tenía razón, y
yo pensaba que era mejor que la de Theo. Fui al mercado de granjeros cada semana con los otros
cocineros y trabajamos con los proveedores para saber que tendríamos suficiente para pasar cada
semana. La gente estaba feliz de tratar con nosotros, ya que me habían visto con Stevie. No
dejaban de decirme que la saludara por ellos.
Esa era Stevie, haciendo que la gente fuera su amiga tan fácilmente. Y luego, a medida que
los días pasaban, los negocios empezaron a mejorar.
Por supuesto que sí.
A la gente le encantaba la comida, y me felicitaban todo el tiempo por ello. Teníamos
reservas completas, teníamos un restaurante lleno, estábamos trabajando constantemente para
volver al verde. No podía creerlo. Bueno, no al principio.
Pero luego empecé a preguntarme, mientras los cumplidos y los clientes seguían llegando...
si esa crítica estaba realmente llena de mierda.
Era difícil, cuando todos los chefs se enorgullecían tanto de su trabajo, saber quién tenía
razón y quién sólo estaba alimentando un ego herido. Pero mientras la gente alababa mi comida,
no podía evitar sentir que Stevie no había estado alimentando su ego en absoluto. Simplemente
tenía razón. Ese crítico tenía un problema y esa crítica estaba realmente llena de mierda.
Una noche, tres semanas después de que Stevie se fuera, miré el comedor lleno. Todo el
mundo estaba charlando, riendo, pasándolo bien, disfrutando de la comida. El restaurante tenía el
mismo aspecto que en sus días de gloria, antes de que Theo y Virginia me hicieran daño. Pero
ahora era aún mejor porque Stevie había tenido razón. Ella no estaba aquí, dirigiendo las cosas, y
sin embargo la comida seguía siendo buena. Los cocineros podían hacerla fácilmente y mantener
un nivel consistente de sabor y estándar.
A diferencia de la comida de Theo, donde él tenía que estar allí y era tan complejo que una
vez que se fue nadie podía seguir el ritmo, podíamos seguir el ritmo mientras Stevie no estaba.
Eso no significaba que fuera inútil, ni mucho menos, pero era bueno saber que no había manejado
las cosas hasta el punto de que fallaran sin ella. Eso, ahora lo sabía, era una de las señales de un
verdadero profesional y un gran chef.
Lo estábamos haciendo tan bien. Nuestro negocio estaba en auge.
Todo estaba de nuevo en marcha y me sentía optimista. Más que eso, me sentía confiado en
los días que se avecinaban.
El deseo de subir a mi coche e ir a ver a Stevie, para contarle cómo iban las cosas y
convencerla de que volviera, era tan fuerte que sentía como si hubiera una cuerda alrededor de mi
pecho, tirando de mí hacia ella.
De hecho, me giré para dirigirme a la entrada principal y... Vi a Brooke.
Oh, Dios.
Ni siquiera habíamos llegado a hablar de Brooke. Stevie y yo, quiero decir. Sabía que
surgiría eventualmente pero cuando ni siquiera estábamos en una relación apropiada... Había
tantas otras cosas con las que lidiar, sobre el restaurante.
Pero ahora...
Brooke nunca me perdonaría por acostarme con su mejor amiga. No podría hacerle eso.
Virginia rompió la confianza de nuestra hija. No iba a ser la persona que la rompiera por segunda
vez.
Las cosas eran mejores de esta manera. Todo fue... para mejor.
Stevie se iba a ir para conseguir una carrera adecuada en un restaurante mejor. A mí me iba
bien en mi restaurante. Todo iba bien.
Sólo... bien.
Capítulo 20
Stevie
Era jodidamente miserable.
No por el embarazo. No estaba lo suficientemente abanzada para empezar a hacer cosas
como desear ver mis pies o no poder dormir boca abajo.
Aunque la forma en que me sentía no ayudaba a la situación. Estaba segura de que podría
manejarlo mejor si no fuera por lo otro: mi maldito trabajo.
Mira, aprecié que Dora me consiguiera este trabajo con tan poco tiempo de aviso y por eso
traté de no hablar con nadie sobre ello o quejarme. Y estaba trabajando bajo un prestigioso chef,
Robert Macintyre.
Todo el mundo se quejaba de sus restaurantes, de sus platos, demonios, había sido juez en
varios concursos de cocina durante años. Era un trabajo muy bueno y sabía que mucha gente me
cortaría la mano si eso significaba que tenían que reemplazarme en la cocina.
Pero, maldita sea, estaba tan aburrida y no había una maldita inspiración, no había espacio
para la creatividad personal, y los platos francamente, eran jodidamente mediocres.
Yo no era el jefe de cocina aquí. Y sé que eso sonaba arrogante. Como si quisiera estar a
cargo. Pero para ser honesta, ¿qué chef no quería hacer sus propios platos, o al menos tener un
poco de libertad en la forma de hacerlos? Sólo estaba haciendo los mismos platos una y otra vez.
Si hubiera querido hacer eso, me habría apuntado a la Cheesecake Factory o a otra cadena de
restaurantes.
No estábamos usando ingredientes frescos. A Macintyre no le importaba eso. Intenté,
provisionalmente, hablar con él cuando empecé a trabajar en este restaurante hace un mes y me
rechazó más rápido de lo que se puede decir “cállate”. Normalmente no era una persona tímida,
pero me callaba, porque tenía un bebé que mantener. Dejar un trabajo y luego ser despedida de
otro no se vería bien en mi currículum, y no era un riesgo que pudiera permitirme tomar más.
Todo el ambiente en la cocina era agotador y frustrante. Macintyre no se preocupaba por
nosotros, ni por hacer de él un lugar divertido para trabajar. Sólo se preocupaba por verse bien,
manteniendo su imagen como un chef de primera clase. Me preguntaba si así era como cuando
Theo estaba a cargo de la cocina, y me acobarde.
Por supuesto, si así era como pensabas que era sin importar qué, si no conocías una forma
mejor, entonces lo aguantarías. Pero yo sabía que podía haber una manera mejor. Una mejor
manera de dirigir una cocina, y de hacer comida.
Había experimentado esa mejor manera, con Michael. Me dejó dirigir la cocina como yo
quería, me confió el menú y los ingredientes. Aún no entendía cómo algo que había funcionado tan
bien podía fallar de esa manera. ¿Estaba delirando?
El trabajo duro en la cocina también hizo que mi embarazo fuera más molesto. O tal vez fue
al revés. Me dolían los pies y la espalda, y sentía que tenía que orinar todo el tiempo. Por
supuesto que no podía salir corriendo para orinar constantemente, y no era como si realmente
tuviera que hacerlo, pero se sentía así y era lo más frustrante. Me hacía doblemente agotada, me
irritaba, y no quería ser así con mis compañeros de trabajo que sólo trataban de arreglárselas
como yo.
A pesar de todo, echaba de menos a Michael. Por fin había conseguido lo que había
anhelado durante tanto tiempo, y había sido mejor de lo que había imaginado. Me hizo sentir bien,
no sólo sexualmente, aunque claro que sí, sino que también me dijo que era hermosa, que era
inteligente y capaz. Me escuchó en la cocina y elogió mi educación y mi determinación. Me hizo
sentir valorada, como si pudiera hacer cualquier cosa.
Extrañaba eso. Echaba de menos lo guapo que era, lo malditamente sexy que era, claro, pero
también echaba de menos su sonrisa. Echaba de menos la forma en que se aseguraba de revisar la
cocina cada noche, y cómo conocía a cada empleado personalmente, y cómo siempre revisaba el
stand del anfitrión para ver cómo nos iba en las reservas. Echaba de menos lo mucho que se
preocupaba, cómo quería entender y ser parte de todos los aspectos del restaurante, lo apasionado
que era por todo ello.
Traté de sacarlo de mi mente. Michael me había tratado de maravilla porque era el tipo de
persona que era. No era porque pensara que yo era especial para él. Yo era su socia, aunque
brevemente, y era la mejor amiga de su hija. Por supuesto que me trataba con amabilidad y
consideración. Y trataba a cualquiera de sus contactos como me trataba a mí, lo sabía, porque era
un caballero.
Nada de eso significaba que yo fuera especial para él. Nada de eso significaba que
realmente tuviera los profundos sentimientos por mí que yo tenía por él. Tuve que aceptarlo, por
mucho que me diera vueltas en el estómago y me lloraran los ojos, seguí adelante.
Me avergonzaba admitir lo mucho que lloré durante el primer mes.
Parte de ello fueron, lo sabía, las hormonas. Pero estaba bastante segura de que habría
llorado tanto de todos modos, embarazada o no. Había estado tan cerca de mi sueño que podía
saborearlo. El restaurante de mis sueños, el menú de mis sueños, el trabajo de mis sueños y el
hombre de mis sueños. Y entonces todo me había sido arrebatado por ese maldito crítico y un
estúpido giro del destino.
Ahora no había nada que hacer sino seguir adelante y tratar de olvidar.
Brooke siguió enviándome mensajes de texto, tratando de averiguar por qué me alejé tan
rápidamente. Debí saber que ella sospecharía, que no tomaría mi simple explicación al pie de la
letra. Le dije que lo dejaba porque mi prueba de un mes había terminado con su padre y no había
cambiado su restaurante como lo había prometido. Al contrario, había firmado su sentencia de
muerte.
Ahora estaba aprovechando una nueva oportunidad, comenzando más pequeño como sous
chef, de la forma en que debería haberlo hecho en primer lugar. Tenía que moverme rápidamente
para tomar el puesto antes de que se lo dieran a alguien más.
Personalmente, pensé que era una explicación plausible, pero creo que subestimé lo bien
que Brooke me conocía. Ella sabía que yo era alguien que pensaba todo cuidadosamente y no
tomaba decisiones precipitadas. Hasta ahora su teoría de trabajo era que yo había roto con
Cameron.
Ugh. Cameron. Honestamente me había olvidado de él, y de lo que había dejado que Brooke
asumiera sobre mi relación con él, en toda la confusión. Ahora eso estaba volviendo a morderme
severamente en el culo.
Brooke me dijo que nunca antes había salido corriendo por un chico, pero que como era mi
primera relación real, ella lo entendía. También dijo que los chicos eran estúpidos todo el tiempo
y me pidió que volviera a casa. Incluso dijo que había hablado con él, y eso me provocó un
maldito ataque al corazón, pero luego me dijo que Cameron no había dicho nada sobre mí.
Es porque piensa que voy a correr y delatarlo a papá. Ya sabes lo protector que es con las
mujeres que trabajan para él. Es muy estricto con las citas y todo eso. Y es extra protector
contigo.
Ese texto fue como una puñalada al pulmón, quitándome todo el aliento de la manera más
dolorosa posible. Era una falsa esperanza estúpida, pensar que Michael podría ser extra protector
conmigo por razones románticas. En realidad era porque me conocía mejor, y probablemente me
recordaba de cuando era una niña. Eso era todo lo que yo sería para él: una niña estúpida.
Le respondí, por supuesto, diciéndole que quería un cambio y que todo estaba bien, y que
no, que mi corazón no estaba roto ni nada. Esa última parte era una mentira, pero lo último que
quería era que Brooke pensara que había estado llorando por un idiota como Cameron. El tipo era
guapo y podía ser encantador pero era un coqueto escandaloso que no apreciaba los límites
profesionales y pasaba más tiempo charlando que haciendo su trabajo. No, gracias. No para mí.
Prefería a gente con más carácter.
Brooke pareció aceptar mi respuesta, pero sabía que era sólo cuestión de tiempo hasta que
intensificara su interrogatorio, y ¿qué se suponía que debía hacer entonces?
El martes era mi día libre, y lo saboree, tratando de ignorar el calendario. Había pasado
exactamente un mes y un día desde que me había mudado a Sacramento. Me quedé con Dora las
dos primeras semanas mientras buscaba un lugar, y luego conseguí mi pequeño estudio. No era
mucho, y aún no había encontrado tiempo para decorarlo de verdad, pero era mi hogar.
Y tenía una cosa encantadora.
Hice mi investigación en cuanto llegué a casa de Dora y pude tomarme unas horas para
buscar sobre el embarazo. Normalmente le habría preguntado a mi madre, pero no había sido
capaz de encontrar una forma de decirle a mis padres sobre todo el asunto del bebé todavía. Me
imaginé que me daría un mes más para averiguarlo y desde entonces he estado retrasando mi
ataque de pánico por eso.
Después de mi investigación, supe que había una cosa que definitivamente necesitaba en mi
apartamento, y era una bañera gigante para bañarme. Y maldita sea, la había conseguido.
Preparé un baño caliente, tan caliente como pude, y luego me sumergí. Oh, Dios, se sentía
tan jodidamente bien para mis músculos doloridos. El bebé apenas se estaba desarrollando y ya
mi cuerpo actuaba como si tuviera que llevar diez galones de cemento en mis hombros. No podía
ni imaginar lo loco que sería en el noveno mes.
Tumbada en el agua, me miré el estómago. Pude ver que empezaba a hincharse un poco, no
mucho, pero lo suficiente para que lo notaras si te preocupabas de buscar durante el tiempo
suficiente. Mis pechos estaban más llenos, también, y mucho más sensibles. Estaba convencida de
que si yo o alguien, si Michael... los tocaba de la forma correcta durante el tiempo suficiente, en
realidad tendría un orgasmo sólo con mis pechos.
Él se divertiría con eso. Sabía que lo haría. Me tenía retorciéndome y suplicando mientras
me pellizcaba y jugaba con ellos, pasando su lengua por mis pezones, sacudiendo la cabeza
juguetonamente cuando le rogaba que me follara correctamente. No hasta que te corras por mí,
cariño, decía.
Casi sin darme cuenta, mi mano se deslizó por mi cuerpo a través del agua caliente.
No me sentía muy hermosa en ese momento, ya que me sentía como una mierda básicamente
todo el tiempo. Y tener unos pechos delicados como estos no era exactamente divertido. Cada día
cuando me quitaba el sostén sentía una gran sensación de alivio.
Pero Michael siempre había sido bueno para hacerme sentir hermosa. Hacerme sentir
deseada. Si él estuviera aquí, todas mis molestias con mi cuerpo desaparecerían, lo sabía. Me
sentiría hermosa de nuevo.
Seguí moviendo los dedos por mi cuerpo, arrastrándolos arriba y abajo, tratando de
burlarme como lo haría Michael. Era bueno en eso, en hacerme desesperar, en hacerme rogar por
él. Era como si yo fuera un instrumento, y él intentaba tocarme.
¿Y si estuviera aquí en la bañera conmigo? No estaría en la parte de la bañera, no sería lo
suficientemente grande para los dos, pero estar juntos bajo el agua, el agua caliente deslizándose
por nuestros cuerpos...
...poniéndonos todos juntos jabonosos y resbaladizos, dejándole empujar mi pelo para
besarme en el cuello...
Empecé a acariciarme con los dedos, con la otra mano tirándome del pelo como imaginaba
que lo haría Michael. Me daba la vuelta y me hacía apoyar mis manos contra las paredes de
azulejos, besándome el cuello mientras arrastraba su dura y gruesa polla contra mi culo.
Como le imaginaba deslizando sus dedos dentro mí por detrás, yo hacía lo mismo con los
míos. No era exactamente una coincidencia, mis dedos eran mucho más pequeños, mucho más
delgados que los suyos. No podían llenarme de la forma en que lo hacían los suyos, no podían
estirarme de la misma forma. Pero me las arreglé.
Michael se tomaba su tiempo, me abría lentamente, me tiraba del pelo y me besaba la
espalda, los hombros y el cuello, así que intenté hacer lo mismo conmigo misma, imitando la
forma en que me tocaba. Haciendo que se sienta más real.
Por fin, justo cuando estaba rogando, justo cuando pensaba que estaba a punto de perder la
cabeza, él se deslizaba dentro de mí.
Dios, desearía haber traído mi consolador a la bañera conmigo para poder al menos fingir
que era su polla. Era tan grueso y duro dentro de mí, que siempre me hacía sentir como si
estuviera demasiado al borde. Era delicioso.
Prácticamente podía oír su voz en mi oído, diciéndome que le pidiera amablemente que
empezara a follarme. Aguantaría, por supuesto, porque era terca, pero al final me rendiría. Le
rogaría, y entonces... Oh entonces...
Capítulo 21
Michael
Me imaginaba tan fácilmente, follándome a Stevie en la ducha.
Yo también me estaba duchando, y la echaba de menos, y una cosa llevó a la otra.
Joder, ella sería perfecta, el agua deslizándose por sus generosas curvas, su pelo oscuro
hecho negro por el agua. La sujetaría contra el azulejo y me burlaría de ella, la excitaría, hasta que
me suplicara y luego me la follaría bien.
Ella tendría que rogarme primero. Podía verlo en mi mente, mi mano un pobre sustituto en su
suave y caliente coño, que haría que Stevie suplicara que por favor, por favor, la follara
correctamente.
Entonces finalmente me rendiría y me empujaría una y otra vez, mi mano trabajando su
clítoris, frotando, enviándola cada vez más alto.
Quería sentirla venir a mi alrededor, quería usar su orgasmo para alimentar el mío...
Prácticamente podía oír sus gemidos y jadeos en mi oído. Le mordería el cuello, chuparía, le haría
un pequeño moretón. Podría cubrirlo con maquillaje si quisiera o intentar esconderlo en el cuello
de su chaqueta de chef, pero sabría que estaba ahí. Sabría que era mía, que la había marcado así.
Nadie más.
Llegué con un gruñido bajo, imaginando que entraba en el interior de Stevie en su lugar, su
astuto coño ordeñando mi polla con fuerza, ya que también se vendría.
Me quedé allí en la ducha, dejando que el agua lavara la evidencia de mis pensamientos
sucios. Dios, me sentí tan mal al pensar en Stevie de esta manera, cuando ella dejó claro que
quería irse y alejarse de mí, cuando yo lo había arruinado todo.
Pero al mismo tiempo, se sentía bien. Incluso fantasear con ella mientras me tocaba me
parecía más correcto que tener sexo con otra persona. Incluso con Virginia. Claro, estar con
Virginia en ese momento se había sentido bien, y yo la había amado, pero nunca me había dejado
llevar así. La tentación de buscar a Stevie y disculparme, y luego follarla sin sentido, era tan
fuerte que era como un dolor físico difícil de ignorar.
Pero tenía que hacerlo. Tenía que hacer lo que era correcto para Stevie, y claramente lo que
era correcto para ella era no estar cerca de mí. Sólo deseaba poder disculparme con ella
adecuadamente antes de que se fuera.
No pude evitar pensar que si se hubiera quedado unos días más, habría visto cómo el
negocio empezaba a mejorar. Habría visto que las cosas estaban bien. Entonces... tal vez entonces,
se habría quedado.
No tenía sentido castigarme por lo que podría haber sido, sin embargo. Ya había hecho
bastante con Virginia y Theo y no podía permitirme hacerlo de nuevo con Stevie. No importaba
que tan tentado estuviera de ir tras ella, tenía que respetar sus deseos. Especialmente cuando
nunca había hecho nada más que tratarme decentemente, a diferencia de Virginia y Theo con su
comportamiento egoísta y traicionero.
Salí a regañadientes de la ducha y me preparé para llegar al restaurante. No me había dado
cuenta de lo mucho que Stevie me había revitalizado, de lo ansioso que estaba por llegar al
restaurante mientras ella trabajaba allí, hasta que se fue. Otro ejemplo clásico de mi propia
idiotez, de no darme cuenta de lo bueno que tenía hasta que me lo quitaron.
Un mes, un mes sin Stevie y me vi reducido a esto. Ella realmente me había hecho cambiar.
Maldita sea, ¿por qué había sido un tonto y no me di cuenta de lo mucho que me importaba? ¿Por
qué no había hecho más para darle una razón para quedarse?
Prácticamente tuve que arrastrarme hasta el restaurante. No es que no me gustara estar allí,
exactamente, es sólo que me sentía tan sin vida sin Stevie allí. Pero cuando entré por un segundo
me olvidé de Stevie, porque Brooke estaba en, bueno, el tipo de nervios que no había tenido desde
que Virginia hizo las maletas.
—¡Papá! —Me agarró del brazo en el momento en que entré por la puerta, arrastrándome
hasta mi oficina. Miré a una de nuestras encargadas, que se encogió de hombros como si dijera
que tu suposición es tan buena como la mía.
Esperaba que todo estuviera bien.
—Brooke, cariño, ¿qué...?
Brooke abrió a empujones la puerta de mi oficina y la del ordenador, donde tenía un vídeo
de algún tipo listo para salir. —No puedo creerlo, no puedo creer a ninguno de los dos —dijo,
con la voz entrecortada.
Uh oh. Estaba empezando a entender de qué podría tratarse esto.
Brooke le dio al play en el video y me di cuenta en segundos que era el nuevo programa de
Theo, el primer episodio.
Me senté, viendo como el programa se abría con un montaje de Theo haciendo varias cosas
de cocina, y caminando por diferentes lugares, como ver a los pescadores hacer la pesca del día o
subir una montaña. Todo el tiempo, una voz en off falsa y profunda sonaba donde Theo hablaba de
quién era y de su misión.
—Soy el tipo de hombre que no se conforma con lo mediocre —dijo la voz en off—. Por
eso me aseguro de que sólo trabajo con lo mejor de lo mejor, y estoy listo para ir lejos por ello.
Qué demonios. ¿Podría ser esto más cursi?
Como si al pensarlo, lo hubiera gafado o lo hubiera llamado a ser. Por supuesto, el
espectáculo empeoró.
Las letras de créditos estaban acompañadas de una música intensa, que sonaba como si
perteneciera a un procedimiento policial o a un loco reality show de competición, como Survivor,
en vez de a un maldito programa de cocina.
Podía sentir a Brooke prácticamente vibrando a mi lado, haciendo pequeños ruidos de burla
y asfixia en respuesta a lo que pasaba en la pantalla.
Como si mi maldito humor no hubiera sido ya suficientemente malo. Theo brincaba frente a
la cámara, actuando como el príncipe de la cocina, hablando de varias recetas probadas y
explicando cómo las había “elevado”, implicando que la forma en que todos los demás lo hacían
estaba mal y que eras igual de estúpido si disfrutabas de la forma habitual. Era el colmo de la
pretensión y la arrogancia, y hablaba de hacer los platos mucho más complicados de lo necesario.
A pesar de que era un espectáculo supuestamente sólo sobre él y su vida, los flashes que
recibimos de su apartamento parecían como si ni siquiera pudiera viviera allí, todo estaba tan
limpio, ordenado y brillante.
Todo parecía una sala de exhibición, como si no pudiera ser movido o tocado.
Dios, odiaba su maldita cara engreída y zalamera. Todo lo que alguna vez valoré de él se
había ido, y todo lo que alguna vez encontré molesto o frustrante en él se había marcado hasta el
máximo. Básicamente sólo se estaba exhibiendo ante la cámara durante una hora. ¿Era esto lo que
la gente quería ver? ¿Algún imbécil arrogante hablando de sí mismo durante demasiado tiempo?
Era aburrido como el infierno, y si hubiera sido un espectador normal cambiando de canal,
habría cambiado al partido de fútbol o a una repetición de una comedia hace mucho tiempo.
Sin embargo, Virginia consiguió algo de tiempo en pantalla. Eso me sorprendió. No porque
pensara que ella no lo querría, claro que sí, que buscaría toda la atención posible, pero no pensé
que los productores la quisieran en ella. Después de todo, Virginia no era la chef premiada en la
ecuación.
Pero ahí estaba, sonriendo a Theo, prácticamente aferrándose a él, poniéndole esos grandes
ojos y hablando de lo increíble que era para la cámara en las entrevistas con los locutores.
Brooke puso su mano en mi hombro, probablemente pensando en tranquilizarme y
estabilizarme, pero honestamente, no me afectó. Sólo sentí... pena por Virginia. La mujer de la que
me había enamorado todos esos años atrás había sido una persona brillante y vibrante. Ella sabía
lo que quería en la vida y estaba decidida a conseguirlo, ya fuera el último par de zapatos, el
restaurante o yo. Eso me salió por la culata cuando decidió que lo que quería era a Theo y al
diablo conmigo y con nuestra hija, pero... en fin...
Ella había sido alguien de quien valía la pena enamorarse, ese era mi punto. Había sido
alguien con muchas buenas cualidades.
Ahora, no podía ver ninguna de ellas. Sólo vi a esta... esta mujer sin otra personalidad que
la de brotar de su amante. ¿Marido? No estaba seguro de que ella y Theo estuvieran casados, y
descubrí que ni siquiera me importaba. Me sentí mal por ella, lo siento por ella, ver a esta persona
que una vez fue tan grande, al menos a mis ojos, hundirse a este nivel.
Pero realmente no me importaba mucho ella. Verla no me afectaba.
Después de la devastación que había causado, fue un alivio. Una revelación.
Y todo era gracias a Stevie.
Tenía a alguien más que me encajaba aún mejor, alguien a quien podía admirar y amar aún
más que a Virginia. Stevie me felicitó de una manera que Virginia nunca lo hizo, una manera que
yo estaba demasiado ciego para ver o que había pasado por alto, porque había querido creer en
las cosas buenas y la había amado hasta distraerme. Pero Dios, verla me dejaba muerto por
dentro. Stevie me iluminó.
Brooke resopló, y me di cuenta de que mi hija estaba empezando a llorar. Rápidamente hice
una pausa en el video y me volví hacia ella.
—Oye, cariño, estás bien.
Brooke sacudió la cabeza.
—No lo estoy, realmente no lo estoy. No puedo creer que llegaran a eso. Eso no es cocinar
bien. Es sólo Theo hablando de nada durante una hora. Mira lo que estaba haciendo, ¿qué?
¿Presumiendo de sus habilidades con el cuchillo mientras cortaba una verdura? No paraba de
hablar de todas sus experiencias con pantalones de lujo... Estoy tan avergonzada, papá.
Le entregué unos pañuelos, la rabia me hirvió. No me importaba
Virginia y honestamente... me sorprendió lo poco que me importaba Theo también. Déjalos
ir y tener su precioso reality show. ¿A quién le importa? A mí no. Tenía mi propia vida de la que
preocuparme. Y mi vida realmente tenía sustancia.
Pero Brooke, ella no merecía sentirse así. Quería darle un puñetazo a Theo y echarle a
Virginia una bronca por hacer que mi hija se sintiera así de mal. Brooke era una buena chica y
había sido lo más paciente posible con todo esto y ahora tenía más humillaciones que afrontar.
—Mamá se ve tan desesperada —dijo Brooke, aceptando los pañuelos y limpiándose los
ojos—. Como si fuera a hacer algo por cinco segundos más de fama. Como si no tuviera más
personalidad que la de gustarle y promocionarle. Sonaba como un loro. ¿Y viste esa cirugía
plástica? Quiero decir que trato de no juzgar a la gente, papá, ya lo sabes. Si alguien quiere
cirugía plástica supongo que es su derecho, es su cuerpo. Pero ella se ve horrible, como si
estuviera haciendo eso de tratar de verse mucho más joven de lo que es y… —Brooke hipo, se
limpió los ojos un poco más y se sonó la nariz—. Theo, parece un idiota. ¡Parece un completo
idiota! No puedo creer que alguna vez lo haya admirado. Pensé que era tan genial y ahora está tan
lleno de mierda y es... ¡es sólo un idiota!
Brooke se sentó en la otra silla.
—¿Cómo puede cualquiera de ellos pensar que esto es una buena idea? Es como si sacaran
lo peor de cada uno. Y no me refiero sólo al programa, es decir, era una idea horrible, pero
¿Cómo pudieron pensar que la aventura, que cualquiera de ellas, funcionaría? Son simplemente...
¡horribles!
Suspiré.
—Cariño, desearía tener respuestas para ti. Realmente no las tengo. Pero me di por vencido
hace mucho tiempo en tratar de averiguar por qué hicieron lo que hicieron.
—Mamá estaba feliz —afirmó Brooke. Nunca habíamos hablado tan abiertamente sobre lo
que había pasado antes. Le pregunté a Brooke si quería terapia, e hice lo mejor que pude para
estar ahí para ella, pero cada uno de nosotros trató con su dolor a su manera y creo que cada uno
de nosotros tenía un poco de miedo de hablar con el otro de este modo—. Mamá era feliz con
nosotros, ¿no? Si no lo era, hacía un buen trabajo fingiendo, ¿verdad?
—Me gusta pensar que ella lo era. Creo que realmente lo fue, por un tiempo. Creo que… —
Lo pensé por un momento, tratando de comprimir todos mis pensamientos sobre el asunto en unas
pocas frases cortas, tratando de explicar, de poner palabras a todas mis ideas arremolinadas—. Tu
madre siempre fue alguien que quería atención y quería una vida de lujo. Le encantaba ir de
compras contigo todo el tiempo, ¿recuerdas? Siempre tenía que tener lo último.
—Creo que tu madre vio que Theo quería ir a lugares que yo no quería. Me gusta tener sólo
mi único restaurante y estar aquí cuidando de eso. Theo quiere ser famoso, estar en el centro de
atención. Ser rico. Y tu madre también quiere todas esas cosas. Así que creo que ella vio que él
podía darle lo que yo no le di, y creo que asumió que él podía darle las mismas cosas que yo ya le
había dado, también.
—¿Cómo qué, una relación emocionalmente sana y cuerda? —se quejó Brooke.
Me reí.
—Claro.
Brooke dejó la caja de pañuelos y tiró los usados.
—¿Crees que son realmente felices de esa manera? —preguntó—. No puedo imaginar que
lo sean.
—Bueno, sí lo son o no lo son, ya no es asunto nuestro. Ellos eligieron esto, y tienen que
asumir las consecuencias, buenas o malas.
Ambos quieren ser el centro de atención y ahora lo tienen. Lo que pase ahora es cosa de
ellos.
Brooke asintió.
—No lo entiendo. Quiero decir, estoy segura de que algunas personas quieren atención, lo
comprendo, es... es atención. Es adictivo. Yo era bastante popular en el instituto...
—Cariño, puede que no sepa mucho sobre la escuela hoy en día, especialmente sobre las
chicas de secundaria, pero incluso yo podría decir que eras una de las chicas más populares allí.
—No porque Brooke jugara o subiera en la escala social, por así decirlo. Sino porque era una
buena persona, una persona feliz, y la gente quería estar a su alrededor.
Aunque el resto de mi matrimonio no funcionara y se incendiara, al menos Virginia y yo nos
las arreglamos para criar una buena hija. Estoy agradecido por eso, a pesar de todo lo demás.
Brooke soltó una pequeña y vergonzosa risa.
—Gracias papá. Pero tuve mucha atención y sé lo bien que se puede sentir, pero... no quiero
perseguir eso toda mi vida. Sólo quiero que sea más normal. Prefiero estar aquí, contigo, con el
restaurante, incluso si no soy un chef.
—No tienes que serlo si no lo quieres. —Me levanté y me acerqué, tirando de ella en mis
brazos. No importaba su edad o su tamaño, siempre iba a ser mi niña.
Podría volverme después de unos años y ver a Stevie como una adulta, pero Stevie no era
mi niña, a pesar de tener la misma edad que Brooke.
Brooke siempre iba a ser esa niña para mí.
Brooke me abrazó fuertemente.
—Soy feliz aquí contigo, sólo quiero que lo sepas. No quiero estar en ningún otro lugar.
—Por supuesto. Y oye, me alegro de que estés aquí —Me retiré, sonriéndole—. Estaría
perdido sin ti —Luego me puse serio—. Sin embargo no estamos fuera de peligro todavía.
Todavía tenemos trabajo por hacer. Tenemos que hacer que esto funcione durante las próximas
semanas. Si podemos mantener esta tendencia, podríamos finalmente meternos de lleno en zona
verde, ¿de acuerdo?
Brooke asintió.
—Lo sé. No podemos relajarnos todavía —Dio una extraña mirada de risa—. Desearía que
Stevie siguiera aquí.
Mi corazón se estremeció. Dios, sí. Si tan solo Brooke supiera cuánto la extrañaba.
—Yo también. Si alguna vez hubo un momento perfecto para decírselo a mi hija...
...pero no, Brooke había estado llorando y molesta por su madre. No podía volverla a
hacerla llorar, molestarla por su mejor amiga y por mí. ¿Qué iba a conseguir con eso?
Así que abracé a Brooke una vez más, y luego nos pusimos a trabajar. Teníamos que
mantener este restaurante en alza.
Capítulo 22
Stevie
Habían pasado dos semanas desde... bueno. Desde que me toqué pensando en que Michael me
follaba. Desde entonces, había mantenido mis pensamientos firmemente alejados de él. Había sido
duro. Quería seguir pensando en él. Nunca me había tocado tan fuerte como aquella vez en la
bañera. Quiero decir, mis fantasías durante toda la infancia se habían repartido a partes iguales
entre Michael y cualquier último famoso masculino que me hubiera llamado la atención, pero era
mucho más fuerte ahora que sabía cómo se sentía Michael, cómo me tocaba y qué decía.
Era enloquecedor.
Pero yo intentaba seguir adelante con mi vida. Tenía que superarlo.
No me iba a permitir el lujo de estar deprimida y llorar para siempre, ni iba a arrastrar a la
gente que me rodeaba por estar siempre enfadada. Además, solo conseguiría que empezaran a
hacer preguntas y ya era bastante malo que tuviera este secreto que esconder.
Dos semanas, que se habían sentido como una eternidad. Y ahora... ahora estaba sentada en
un restaurante y esperando a Brooke.
Ella había insistido en venir a Sacramento a verme, a visitarme y a asegurarse de que estaba
bien. Había tratado de retrasarlo, pero Brooke era una persona decidida cuando quería serlo. Lo
heredó de sus dos padres.
Sabía que no podía posponerla para siempre, así que acepté. La primera vez que nuestros
días libres se sincronizaron, ella vendría y me invitaría a almorzar. Incluso insistió en pagar, lo
que me hizo sentir mucho peor.
Me aseguré de llevar un vestido holgado. Tuve que cambiarme todo el vestuario. No quería
que nadie supiera que estaba embarazada hasta que fuera absolutamente necesario.
Esperaba evitar que Brooke se enterara un poco más, así que me aseguré de llegar primero
al restaurante y pedir una mesa en la parte de atrás, donde la luz era más tenue, y elegí la silla que
ocultaría mi cuerpo con la mesa. Además llevaba puesto un vestido suelto, con la esperanza de
mantener mi secreto por un poco más de tiempo. Tenía que decírselo a mis padres en dos semanas,
me lo prometí a mí misma, y a Andy también, pero ellos guardarían el secreto si se lo pedía.
Brooke entró, tan elegante como siempre, y tuve que luchar para mantener mi respiración
uniforme y lenta. Sólo actúa normal, me dije a mí misma. No hay razón para que ella piense que
algo anda mal.
Saludé con la mano y Brooke se acercó, sonriendo. Se veía bien, y mi corazón me dolía por
lo mucho que la había extrañado. Había extrañado a todo San Francisco, y a mi hermano, y por
supuesto a Michael. A todos.
Eso incluía a mi mejor amiga.
Brooke se acercó, y su sonrisa se desvaneció un poco. Antes de que pudiera preguntarle qué
le pasaba, me dio un gran abrazo. Luego se echó para atrás, mirándome críticamente, como si
fuera un vestido que no estaba segura de que debiera haber comprado.
Frunció el ceño.
—Entonces, ¿cuándo ibas a decirme que estabas embarazada?
Ah, mierda, joder, maldita sea, joder, joder, joder.
—¿Qué? —Traté de hacerme parecer incrédula, pero Dios sabía que nunca fui una buena
mentirosa. Me sorprendió que Michael no se hubiera dado cuenta de que me había enamorado de
él cuando era adolescente—. ¿De qué estás hablando?
—No me mientas, Stevie, me doy cuenta, ¿vale? —Brooke se sentó, haciéndome un gesto.
Yo también me senté.
—¿Cómo lo supiste? No se nota tanto, ¿verdad?
—Tu cara está más llena, y también tus tetas, cariño. ¿Crees que no te conocería por tanto
tiempo y no sabría cuando tu cuerpo está pasando por algo? Te ves diferente, ¿de acuerdo? Y
nunca usas ropa holgada, dices que se interpone cuando estás cocinando y que eres demasiado
torpe para ello.
...esto era cierto. Maldita sea. Brooke me conocía bien, y eso era muy contraproducente para
mí.
—No puedo creer que no me lo dijeras —añadió Brooke—. Lo sabes desde... ¿cuánto
tiempo? Debe ser un tiempo desde... Quiero decir que lo habrías sabido una vez que perdiste tu
período por mucho tiempo, ¿verdad? Así que no lo tuviste cuando estuviste aquí en Sacramento,
no estarías mostrando tanto, y ha pasado más de un mes desde que te mudaste, Stevie, ¿por qué no
me lo dijiste? —Brooke sonaba genuinamente herida, y me sentí como una mierda otra vez—.
¿Ibas a decírmelo alguna vez?
No, si podía evitarlo. Sabía, lógicamente, que tendría que decírselo en algún momento, pero
esperaba poder posponer ese día lo más posible.
Quizás hasta que el bebé naciera y pudiera amañar las cosas sobre cuándo y cómo me quedé
embarazada.
Pero ahora ya no tenía escapatoria.
Supuse que podía aceptar la mayor parte de la verdad. La verdad emocional, de todos
modos. No la parte de la carga de Michael, porque eso podría revelar la identidad del padre, sino
otros aspectos.
—Estaba avergonzada —admití—. Todavía lo estoy. Me siento tan estúpida. Sabes que
siempre he sido... sabes que siempre he intentado ser inteligente. Y aquí estaba, mi primera
relación sexual y terminé embarazada. Suena como una estúpida telenovela, ¿verdad?
—No, no lo hace —dijo Brooke, cambiando de herida a calmada en diez segundos. Esa era
Brooke para mi, siempre dispuesta a estar ahí y a consolarte. Ella tomó mi mano a través de la
mesa, apretándola suavemente—. El sexo es un desastre, las relaciones son un desastre, la mierda
pasa.
Asentí, pero eso no me hizo sentir mucho mejor.
—No sabía cómo decírtelo. O decírselo a alguien. Ni siquiera mis padres lo saben. No se lo
he dicho a nadie. Estoy segura de que algunos de mis compañeros de trabajo lo han adivinado,
pero no lo he confirmado.
—Nadie te va a avergonzar —respondió Brooke—. Nadie se va a enfadar.
—No lo sabes —contesté—. Y... una cosa sería que tuviera una relación estable y que
sucediera, el padre y yo pudiéramos arreglar las cosas pero... pero el padre ya no está en el
cuadro.
Brooke inhaló bruscamente, con los ojos muy abiertos.
—¿Lo sabe el padre?
Sacudí la cabeza.
—Diablos, no lo hace, y no lo hará, ¿de acuerdo? No se lo he dicho y no lo haré, y más vale
que tú tampoco lo hagas. Nuestra relación se terminó antes de que me enterara. Quiero decir que
ni siquiera era una relación adecuada, ¿sabes? Pero fuera lo que fuera, ya se había acabado,
entonces lo descubrí, y no iba a... Es mi elección quedarme con el bebé. Estoy eligiendo eso. Es
mi cuerpo, mi elección. No lo voy a involucrar en esto.
Brooke inclinó su cabeza hacia un lado.
—Bueno, por supuesto que es tu cuerpo, tu elección. Pero, seguramente podría ayudar un
poco.
Sacudí la cabeza.
—No. No es lo que él quería o lo que pidió y por eso creo que esto es lo mejor.
Brooke me dio otro apretón de manos y luego me soltó con un pequeño suspiro.
—Es Cameron, ¿verdad? ¿El padre?
Una vez más: Oh Dios.
Brooke ya se había dado cuenta de que yo estaba lo suficientemente lejos, como para que el
bebé no fuera el hijo de alguien con quien me había acostado en Sacramento. De hecho,
probablemente ya había sumado dos y dos y se dio cuenta de que por eso me había mudado tan de
repente.
¿Qué se suponía que debía hacer? Había dicho que no quería que el padre lo supiera, para
que estuviera a salvo de Cameron. Y era exactamente el tipo de hombre que dejaría embarazada a
una chica. Pero, ¿podría realmente desfigurar su carácter de esa manera? ¿Asignarle un error que
no era suyo?
Por otro lado, ¿cómo podría decirle la verdad a Brooke? ¡Oye, estoy embarazada del hijo
de tu padre! ¡Vas a ser una hermana mayor!
Brooke siempre había dicho que deseaba tener un hermano menor, pero seguramente no lo
quería así. No podía hacerle eso. Echárselo encima de esa manera. Y sin su padre alrededor para
añadir su versión de la historia...
No, no había forma de que pudiera decirle la verdad. No tuve el corazón para herirla de esa
manera. ¿Y cuál sería el punto de decir la verdad? No iba a agobiar a Michael con esto, y Brooke
volvería corriendo a decírselo inmediatamente, y mi razón para correr a Sacramento sería para
nada. Pero si no se lo decía, y ella lo mantenía en secreto, y se mantenía alejada...
No era una solución permanente, pero era algo. Era mejor que nada, mejor que decir la
verdad en ese momento.
Así que yo... bueno. Técnicamente no mentí. Sólo que tampoco la corregí.
—Tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie —dije, inclinándome. Brooke me miró
y yo me incliné un poco más—. A nadie, ¿de acuerdo? Tienes que guardarte esto para ti misma. No
quiero que nadie sepa que estoy embarazada, por eso vine aquí. Tendré que decírselo a mi familia,
pero son los únicos que quiero que se enteren.
Brooke parecía incrédula.
—¿Está segura?
—Sí. Definitivamente. Especialmente en el restaurante, ¿vale? Nadie puede saberlo allí.
—Supongo que… —Brooke suspiró—. No lo entiendo, Stevie, de verdad que no, pero es tu
elección. Guardaré tu secreto.
Casi me desplomé con alivio, sintiendo que finalmente había conseguido una brisa fresca
después de un sofocante día de calor.
—Gracias. Realmente, no tengo palabras para expresar cuánto lo aprecio.
Pasamos a otros temas mientras pedíamos y comíamos, y Brooke me contó todo sobre el
programa de televisión de Theo. No lo había visto porque sabía que sólo me molestaría.
Aparentemente, Brooke sentía lo mismo.
—Fue la mayor carga de mierda que jamás hayas visto —dijo Brooke, su voz se calentó de
una manera que no había oído de ella en... bueno, no desde hace tres años cuando su madre dejó a
su padre por Theo—. No podía creerlo. Vale, así que Theo es obviamente un gilipollas y mi
madre fue horrible por fastidiarnos a papá y a mí de esa manera pero no esperaba que fueran tan
patéticos... Supongo que sí. Eran patéticos, de verdad, como wow. Apenas los reconocí. Me
avergonzaba conocerlos.
Brooke siguió con eso por un tiempo, en realidad, durante todo el postre y el pago de la
cuenta. Quería preguntarle sobre Michael. Me había olvidado cuando el programa se emitió y no
había ido a buscarlo para darle más pistas, pero me preocupaba por él.
Esperaba que Brooke se fuera cuando terminara de comer, pero insistió en llevarme a
comprar algunas cosas para el bebé.
—Sé que tienes un presupuesto. Déjame ayudarte.
Bueno, ¿cómo podría decir que no cuando ella se lo tomó tan en serio? Estuve de acuerdo, y
conseguimos una tonelada de pañales, una cuna, y un cabestrillo, biberones, y otras cosas.
Mientras lo cargábamos todo en el coche de Brooke y lo llevábamos a mi apartamento,
Brooke me contó más sobre el restaurante.
—Las cosas han mejorado mucho allí, Stevie, no lo creerías. La gente está volviendo a
entrar, después de esa caída con la crítica fue sólo eso, ¡una caída! Ojalá pudieras volver a verlo.
—Tal vez cuando tenga más tiempo libre —respondí. No tenía ni idea de cómo sentirme al
respecto.
Por un lado, me alegraba ver que había tenido razón. Mi comida era muy buena, y el crítico
había sido un idiota con un palo en el culo. Yo había tenido razón todo el tiempo y ahora el
restaurante iba a tener el éxito que Michael se merecía, aunque yo no pudiera estar presente para
verlo. Eso importaba, pero no tanto como saber que Michael iba a tener el éxito que se merecía.
Por otro lado, me alegró mucho que el crítico lo destrozara. Porque de no ser por eso... mi
desaparición, por lo que todos sabían, se debía a que había dejado el restaurante y quería un
cambio de rumbo. Pero si al restaurante le hubiera ido bien, eso habría llevado a la confusión
sobre mi partida. Nunca hubiera pensado que estaría agradecida por esa mierda de crítica y sin
embargo aquí estaba, contenta por ello. Me dio la excusa que necesitaba.
Brooke me ayudó a guardar todas las provisiones, a averiguar dónde debería ir la cuna, y
todas las demás cosas que una maravillosa mejor amiga como Brooke haría. Pero todo el tiempo,
tuve que trabajar para mantener mi tristeza.
No quería hacer esto con Brooke, sin ofenderla. No quería hacer esto en mi apartamento, en
una ciudad que no me importaba, sin ninguno de mis amigos o familia a mí alrededor. Quería
hacerlo en un hogar adecuado, uno que compartiera con el padre de mi hijo, con Michael.
Dios, él sería tan jodidamente bueno en esto. Quiero decir, tenía pruebas. Había hecho un
excelente trabajo criando a Brooke. Brooke era una persona amable, considerada y trabajadora.
Era la clase de hija de la que cualquier persona podría estar orgullosa de criar. Sabía que Michael
también sería un padre increíble para mi bebé.
Pero por mucho que deseara que las cosas fueran diferentes... no había nada que pudiera
hacer. Michael no quería otra familia. Había dejado claro que ni siquiera quería tener una relación
conmigo, sólo podía imaginar lo horrorizado que se sentiría ante la perspectiva de ser padre una
vez más, y tan de repente. El deseo no lo hizo así.
Por no mencionar que Michael ya tenía suficiente en su plato. Quería preguntarle cómo se
sentía con el programa de Theo, pero no me atreví.
Eso podría llevarme a traicionarme a mí misma con mi voz o una mirada.
No podía permitírmelo. Además del programa de TV, también tenía que dirigir el
restaurante, y a su hija mayor, y toda su vida para volver a la normalidad. Una vida que no me
incluía a mí.
Tenía que quedarme callada y criar al bebé por mi cuenta, lo mejor que pudiera. Tenía
buenos padres que me gustaba pensar que hicieron un buen trabajo al criarme. Podía hacer un
trabajo decente, ¿verdad?
Eso, y tendría que hacerlo sin que Brooke o Michael supieran la verdad.
Me despedí de Brooke, la abracé y luego me volví para mirar mi apartamento, ahora lleno
de cosas de bebé.
Iban a ser unos largos meses.
Capítulo 23
Michael
No podía mentir, había estado deprimido. Como un cachorro enfermo de amor o algo así.
Honestamente, estaba un poco avergonzado de mí mismo por estar tan mal. Pero no pude evitarlo.
Extrañaba a Stevie, más de lo que podía imaginar. Cada vez que iba al restaurante y veía lo bien
que iban las cosas, solo podía desear que estuviera allí para verlo. O pensaba en cómo, si las
cosas iban tan bien sin ella, como mejor irían con ella, en lo espectacular que sería todo.
Sí, estaba en un mal momento, sin duda. No podía recordar la última vez que estuve así. Tal
vez había estado así cuando Virginia me traicionó, pero eso fue más bien un ultraje y una traición.
Esto era solo... estar deprimido y frustrado conmigo mismo. No podía entender por qué Virginia
había hecho eso, cómo podía romper mi confianza, pero con Stevie, por supuesto que lo entendía.
Le había dicho a Stevie que no quería una relación, y le había dicho que el restaurante
seguía fallando y que la había dejado cambiar las cosas demasiado rápido, llegando a un extremo
que nuestros clientes no estaban listos para manejar. Si yo fuera ella, también habría renunciado.
No tenía a nadie a quien culpar sino a mí mismo por esto.
Si me hubiera dado cuenta de lo mucho que me importaba. Si no hubiera sido tan tímido con
el nuevo menú.
Honestamente, culpé a mi propio estado de ánimo de por qué tardé tanto tiempo en darme
cuenta que Brooke estaba haciendo algo por ella.
Estaba inusualmente callada, especialmente en el restaurante, y parecía estar... deprimida.
Había una pesadez en ella que no solía ver, como si alguien hubiera atado pesos a sus hombros.
Me aseguré de hacerle un delicioso desayuno a la mañana siguiente, y mientras devoraba sus
panqueques, me senté con ella y le pregunté qué pasaba.
—¿Es un chico? ¿O un compañero de trabajo?
Brooke sacudió la cabeza.
—Solo extraño a Stevie, eso es todo. Sin ella, no tengo a nadie con quien hablar sobre todo
esto, de mamá, Theo y su tonto programa de televisión.
—No has visto más de eso, ¿verdad? Sólo te hará enfadar, no te hagas eso a ti misma.
—Lo sé, lo sé, y no estoy... es solo que... —Brooke dejó el tenedor— Mamá me llamó.
Mis cejas se alzaron. Virginia rara vez hablaba con Brooke. Al principio hubo un silencio
total, luego trató de comunicarse varias veces, prácticamente acosando a Brooke, hasta que
Brooke la paró en el único berrinche que había visto hacerle.
Después de eso, Virginia había dejado de intentar hablar con Brooke. Me alegré por eso. No
es que quisiera que Brooke y su madre tuvieran una mala relación, pero Virginia necesitaba
escuchar a Brooke y respetar los límites que Brooke había establecido.
—¿Por qué llamó? —me preguntaba si era algo malo, si Virginia estaba tratando de
advertirle a Brooke con anticipación sobre algo para que Brooke no tuviera que descubrir la
forma en que lo había hecho sobre el engaño con Theo, cuando la tormenta estalló sobre ella.
Brooke suspiró, jugueteando con sus panqueques.
—Ella me preguntó si quería ir a visitar y recorrer el set. Incluso dijo que podría estar en el
programa, si quisiera.
Ah.
—¿Y cómo te sentiste al respecto?
Brooke se encogió de hombros y vi que tenía los ojos brillantes y húmedos.
—Como si todavía no lo entendiera —susurró—. Todo lo que quería, papá, todo lo que
quería era que se disculpara y dijera que lo había manejado mal. Como sí... no pudieras controlar
tus emociones o lo que sientes por alguien. Lo entiendo. Así que, si ella se desenamoró de ti, está
bien. Si se enamoró de Theo, también está bien. Sus sentimientos son válidos. ¡Solo porque estés
enojado no significa que puedas lastimar a alguien! Sus acciones no estaban bien. Y en ese
momento, realmente no importa cómo se sentía, ¿verdad? Podría haberte pedido que fueras a un
consejero matrimonial con ella, o pedirte una separación, o incluso un divorcio directo. Pero no
hizo nada de eso, ¿verdad? No fue honesta, solo tomó lo que quería sin pensar en nadie más.
«Y hasta podría perdonar eso, si realmente demostrará que lo siente y que entiende que
estaba equivocada. ¡Pero no! Solo habla... sobre sus sentimientos y lo horrible que se sentía y lo
atrapada que estaba, y lo infeliz que era, y solo... ¡sí, está bien! ¡Lo entiendo! ¡Pero sus
sentimientos no disculpan tu comportamiento! Es como... sí, esa fuera una buena razón para
asesinar a alguien, pero sigue siendo un asesinato, ¡aun así irás a la cárcel!»
Brooke dejó de hablar, al parecer dándose cuenta de que tenía el tenedor en un agarre mortal
y jadeaba con fuerza. Respiró hondo unas cuantas veces. Le acerqué un vaso de agua y lo bebió
con cuidado.
—Así que, de todos modos —dijo en voz baja—, no salió bien. La llamada telefónica,
quiero decir. Estaba enojada porque mamá todavía no estaba... porque actuaba como si todo
estuviera bien. Un lo siento, eso era todo lo que quería de ella, ¿sabes? Pero ni siquiera me dio
eso. O siempre iba seguido de un “pero” como “oh, lo siento, pero tienes que entender...” y eso
simplemente estropea las disculpas.
—Tuvimos una pelea, y al final... Mamá terminó derrumbándose. Sollozaba
incontrolablemente, nunca la había escuchado así. Fue realmente sorprendente. No sabía qué hacer
o decir, y pensé al principio que estaba molesta porque solíamos ser cercanas y ahora ni siquiera
podíamos tener una sola llamada sin pelear. —Brooke se encogió de hombros—. Supongo que fue
estúpido de mi parte pensar que en realidad se trataba de mí y nuestra relación. Pero no. Era sobre
Theo.
Por supuesto que sí. Virginia había hecho toda su vida basada en él, y eso me entristeció. La
vida de una persona nunca debe girar en torno a otra persona, ya sea un cónyuge, un hijo, un amigo
o cualquier otra persona. Tienes que tener más de una persona en tu vida.
—Mamá dijo que el programa no ha ido bien y que incluso tuvieron que... —Brooke hizo
una pausa, con los ojos muy abiertos—. ¡Oh! Esa fue la otra cosa que se le escapo. Papá, ¿el
crítico que destrozó el restaurante? Theo le pagó al tipo para que lo hiciera. Escuchó que el tipo
se mudaba a San Francisco y le pagó para que hiciera su primera crítica sobre nuestro lugar y para
que dijera que era una mierda. Mamá le contó sobre el cambio de menú y todo eso, y supongo que
Theo tuvo un ataque. No sé si estaba pensando en pagar por una mala crítica de nosotros antes de
eso, pero después de eso definitivamente lo hizo.
—No me sorprende —dije—. Sobre la crítica o que las cosas no vayan bien.
—Supongo que se ha vuelto muy egoísta —dijo Brooke, con voz suave—. Mamá es
realmente infeliz.
Asentí.
—Esto va a sonar insensible de mi parte —admití—. Pero no me importa. No soy
comprensivo. Me siento mal por el equipo de producción que solo está tratando de hacer su
trabajo, el segundo asistente de cámara o quien sea. ¿Pero tu madre? Hizo su cama y ahora tiene
que acostarse en ella. Esta fue su elección.
Brooke asintió.
—Estoy de acuerdo.
La miré fijamente.
—¿Lo estás?
—Sí. —El tono de Brooke fue firme—. Lo que realmente me impactó... es que mamá y Theo
tuvieron un romance apasionado, ¿no? Pero ella simplemente se equivocó. Te apuesto a que, si
hubiera hecho las cosas bien y se hubiera tomado su tiempo, te hubiera pedido el divorcio, luego
hubiera comenzado a salir con él y todo eso... Apuesto a que habría visto este lado de él mucho
antes. Habría salido de esa relación mucho antes. Pero no lo hizo, y ahora está atrapada. Y es su
culpa.
—Eso tiene sentido. Estoy de acuerdo. —De manera perversa, me recordó mi propia
relación con Stevie. Nos metimos de lleno, atrapados en el romance cegador, y ahora nos vimos
obligados a dar un paso atrás y evaluar.
Y a diferencia de Virginia con Theo, mi convicción de estar con Stevie solo crecía. Ella era
la que yo quería, sin duda alguna. Ahora que me había visto obligado a dar ese paso atrás, a hacer
un balance, solo sentía más fuerte a Stevie, mis sentimientos se intensificaron en lugar de
desvanecerse.
Hubiera sido un motivo para celebrar, si pudiera hacer algo al respecto, como llamarla.
—¿Por qué no puedes hablar con Stevie al respecto? —pregunté, antes de poder detenerme
—. La viste este fin de semana, ¿no?
—Hace dos días, en realidad, el martes. —Brooke se movió en la silla y pude ver que sus
ojos estaban brillantes de nuevo, como si estuviera a punto de llorar. Parecía increíblemente
angustiada. ¿Stevie estaba bien?
—¿Que está pasando?
Brooke se mordió el labio y luego estalló:
—¡Stevie está embarazada!
Se sintió como si mi maldito corazón se hubiera detenido.
—¿Ella qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Alguien la dejó embarazada en Sacramento?
Brooke suspiró y luego se inclinó.
—Escucha. Papá… Lo digo en serio. Esto es un secreto. Stevie me confió esto y me rogó
que no se lo dijera a nadie. Siguió mencionándolo todo el día, pidiéndome que no dijera nada. Así
que no puedes contarle a nadie que conozcas, ¿de acuerdo?
—Cariño, ¿honestamente parezco el tipo de persona que va por ahí contando chismes? —Mi
tono era afortunadamente parejo y tranquilo, pero mi corazón latía como un maldito caballo de
carreras en el Derby de Kentucky. Apenas podía concentrarme. ¿Cómo? ¿Cómo había sucedido
esto? ¿Stevie se había alejado de mí tan rápido? Aquí estaba yo, extrañándola, y ella... estaba
avanzando, bien, pero entonces...
—Lo sé, pero... —suspiró Brooke—. Mira, no puedes ir y darle una paliza, ¿de acuerdo?
—¿Golpear a quién? —¿Qué demonios estaba pasando?
—Cameron. Es el bebé de Cameron.
…qué.
Brooke continuó, pero apenas podía escucharla.
—Stevie dijo que terminaron las cosas antes de enterarse que estaba embarazada. Esa fue la
verdadera razón por la que se fue. No quería que el padre lo supiera, me lo dijo con esas palabras
exactas. Creo que teme que no sea un padre responsable, que, ya sabes, es Cameron, así que no
puedo culparla por pensar eso. También dijo que era su cuerpo y su elección y respeto eso, pero
seguramente podría conseguir que él la ayudara un poco económicamente. ¿Incluso si él no quiere
criar al bebé?
¿Cómo podría ser eso cierto? Stevie y yo habíamos estado juntos hasta que se fue a
Sacramento.
Bueno, no juntos, juntos, pero... ¿era eso? ¿Había estado también con Cameron porque le
dije que no quería una relación?
Sentía un brote de celos en mi pecho, no podía negarlo. Cameron no era lo suficientemente
bueno para Stevie. Era un coqueto y se centraba más en encantar a los clientes que en ser un buen
compañero de trabajo y miembro del equipo en el restaurante. Lo único que le importaba era
verse bien y conseguir las mejores propinas. Era bueno con los clientes y algunos entraban solo
para verlo, así que no podía despedirlo, pero su actitud y cuánto coqueteaba con las mujeres con
las que trabajaba me tentaba.
El hecho de que ella podría haber estado con esa herramienta en lugar de...
No, me dije, sacudiendo esos pensamientos. Lo que importaba era que Stevie estaba
embarazada. Embarazada, sola y probablemente enloquecida, por mucho que tratara de aguantarlo
porque era una mujer decidida y terca.
Jesús. ¿Y no se lo había dicho a nadie?
—¿Lo sabe su familia?
Brooke sacudió la cabeza.
—Aún no. Sabe que tiene que decírselo, pero... no sabe cómo.
—Me lo imagino.
—¿No se lo dirás a nadie?
Sacudí la cabeza.
—No, será nuestro secreto. Solo mantén un ojo en ella, ¿de acuerdo? La necesitas y ella
realmente te necesita ahora.
Brooke asintió.
—Solo desearía que estuviera aquí.
Exhalé lentamente.
—Sí, yo también —le dije. Si tan solo Brooke supiera cuánto.
En el trabajo esa noche, apenas pude mantener la calma. Mis pensamientos se
arremolinaban. Tenía que salir, dar un paseo. Todos podían ver que estaba distraído. Cerré y
vagué, finalmente me encontré en una taberna local que solía frecuentar en el pasado.
Asentí al camarero cuando entré, escogí una cabina y tomé una cerveza. Tenía que resolver
todo esto en mi cabeza, de alguna manera.
Ugh, el televisor sobre el bar, uno de ellos, estaba reproduciendo otro episodio del maldito
programa de Theo. Era tan malo como el primer episodio. Tal vez incluso peor. Estaba tan lleno
de sí mismo, que todos podían darse cuenta. Hablando sobre un viaje de ego. Theo salía como un
tonto total.
Pero, de nuevo, ¿tal vez eso fue lo que vendieron los libros de cocina?
Siguió promocionando su nuevo maldito libro de cocina de derecha a izquierda, como si
fuera un comercial de una hora de duración para su libro en lugar de un espectáculo real en el que
se suponía que las personas debían hacer cosas como aprender más sobre comida y cocina.
Un concepto impactante.
Pero, ¿cómo voy a saberlo? Ni siquiera pude averiguar imaginar cómo aprovechar a la
mujer perfecta, cuando la pusieron frente a mí como un maldito regalo del cielo. Stevie era todo lo
que podía haber soñado en una mujer, y ni siquiera había tenido las agallas de tener una relación
real con ella.
Supe desde el primer momento que la vi que Stevie era especial. Me había interesado tanto
en ella de una manera en la que nunca me había gustado otra mujer. Había sido como un rayo. Y
había pasado todo mi tiempo luchando contra esa atracción. Tratando de mantenerla a raya, de
mantenerla a distancia. También lo había hecho profesionalmente, no la había escuchado cuando
debía, no había confiado en ella ni en su visión.
Ahora estaba pagando el precio por eso.
Tomé un trago de cerveza. Un bebé. Stevie estaba embarazada y se quedaba con el niño. Iba
a criarlo… sola si tenía que hacerlo.
Solo tenía veintiún años. No debería tener que soportar esa carga sola. Criar a un niño era
difícil a cualquier edad, pero hacerlo tan joven y sin otro padre que ayudara...
Ese niño podría haber sido mío. Eso dolió. Si hubiéramos tenido una relación de verdad,
nunca habría ido a ese imbécil en primer lugar. Nunca hubiera tenido que pensar siquiera en ir a
otro lugar. Fue mi culpa que ahora estuviera sola y abandonada, incluso si Cameron no se daba
cuenta de que eso era lo que había hecho.
Podría despedirlo. Ja. Le serviría bien para todas sus jodidas prioridades. Siempre recibía
buenas propinas, pero realmente, ¿valía la pena cuando causaba problemas como este? Hizo que
nuestro jefe de cocina renunciara.
Aunque…
Hmm.
Miré mi cerveza, frunciendo el ceño a lo lejos.
Cameron teniendo un breve romance con una mujer y luego, sin saberlo, la embarazó, sí, eso
encajaba perfectamente. Definitivamente también podía ver a la mujer queriendo irse y tener su
embarazo en otro lugar, y no queriendo que Cameron se involucrara. Dudaba de que fuera
realmente un padre útil, emocional o económicamente. Simplemente no estaba listo para ese tipo
de responsabilidad.
¿Pero Stevie? No parecía que ella hiciera eso con Cameron, o alguien como él.
Especialmente cuando estaba viendo a alguien más. Claro, no estábamos en una relación oficial,
pero seguíamos durmiendo juntos y simplemente... no parecía algo que haría Stevie, estar con dos
personas a la vez. Al menos, no sin decírmelo. Había sido virgen hasta que la follé, por el amor
de Dios, y tal vez algunas personas se lanzarían a una aventura con dos personas después de nunca
haber tenido relaciones sexuales antes, ¿pero Stevie? No, eso no encajaba.
Sin mencionar que Stevie y yo no fuimos los más responsables. No usamos un condón.
Debería haberlo sabido, por supuesto. Yo tenía más experiencia que ella. Debí haber insistido en
que usáramos algo, tanto por salud como para asegurarme de que algo así no sucediera.
Pero lo que sea que debí haber hecho... el punto seguía siendo que, la había follado sin
condón. Podría haberla dejado embarazada.
¿Podría ser que el bebé fuera mío?
Se sintió como un sueño imposible. Como algo que me estaba diciendo a mí mismo como
una forma de aferrarme a Stevie, una frágil esperanza que no tenía ni merecía después de no
haberla apreciado mientras estaba justo delante de mí.
Pero aún así. Incluso si Stevie se hubiera acostado con Cameron, y no pensaba que estaría
con dos personas a la vez, ¿cómo podría realmente saber que era de él? ¿Cómo podía estar segura
de que el niño no era mío?
No podía decirle a Brooke que podría ser mío, por supuesto, y decir que no estaba segura
de cuál de los dos hombres con los que se había acostado...
Brooke querría saber quién era el otro hombre, y no descansaría hasta tener una respuesta.
Tenía que saberlo. Tal vez me equivoqué, tal vez esto fue una estupidez de mi parte. Tal vez
Stevie se había ido más allá de mi alcance y cualquier oportunidad que había tenido con ella se
había esfumado. Pero tenía que saberlo. No podía dejar las cosas como estaban, o pasaría el resto
de mi vida preguntándome sobre el bebé y sobre lo que podría haber sido, si hubiera hecho algo.
Tenía que ir a Sacramento para descubrir la verdad.
Capítulo 24
Stevie
Los viernes siempre eran una noche muy ocupada en el restaurante.
Todos estaban celebrando el fin de semana, la gente salía a citas... Corría como una loca
toda la noche mientras Macintyre ladraba órdenes como si estuviera solicitando ser sargento
instructor. Sólo quería irme a casa.
Sentí tanto alivio cuando llegó el final de mi turno que casi lloré. Sentía que me dolía todo y
no podía esperar para llegar a casa y tumbarme en la cama.
Ugh.
Cuando salí por la parte de atrás y me dirigí hacia mi coche, me di cuenta de que había
alguien parado allí, apoyado contra él.
Mi corazón salto en un latido.
Era Michael.
Se veía tan guapo como siempre, su cabello un poco azotado por la brisa de la tarde,
vistiendo una camisa azul abotonada con las mangas enrolladas y los dos botones superiores
desabrochados, y un par de pantalones azul oscuro. Tragué, el calor ardiendo en mí. Parecía el
héroe de una película de los 80 que había venido a rescatarme en el acto final de la película.
Ojalá.
Pero después de mi primer momento de euforia y excitación, el miedo me aprisionó. ¿Qué
estaba haciendo aquí? ¿Por qué? ¿Y él, oh Dios, se daría cuenta de mi... no estaba demasiado
avanzada en mi embarazo, ¿verdad?
Estaba aterrorizada de que se diera cuenta de que estaba embarazada. No tenía idea de qué
decirle si preguntaba. ¿Podría mentir?
Pero Brooke lo sabía y si le mentía y él le decía... oh, esto era un jodido desastre.
—Stevie —dijo mientras me acercaba, y su voz era como una caricia.
Joder, lo había extrañado. Muchísimo. Se sentía como si tuviera de vuelta una extremidad
por verlo allí.
Pero ¿qué podía decir? ¿Qué podía hacer? Lo había extrañado, sí, lo quería, sí, pero no así,
no con este horrible secreto literalmente sentado en la boca de mi estómago.
—Michael —respondí. Intenté poner una sonrisa casual, ignorando cómo me dolía el
corazón—. ¿Qué te trae por aquí?
Su mirada se posó sobre mi cuerpo y me preparé, esperando la exclamación de sorpresa, la
sospecha, todo...
La mirada de Michael se encontró con la mía.
—Brooke me lo contó —dijo con su voz un poco áspera—. Acerca de por qué realmente te
mudaste.
Oh, joder. Por supuesto que lo hizo. Brooke era la peor guardando secretos, siempre lo
había sido. Pude resistir una pequeña risa.
—Debería haberlo sabido. Ella era la peor, ya sabes, en nuestra escuela, se decía que, si
querías que todos supieran algo, solo tenías que ir a Brooke y decirle y luego decir que era
confidencial. El rumor o lo que sea, estaría por toda la escuela a la mañana siguiente.
No es que Brooke fuera una ávida chismosa o que quisiera lastimar a alguien. Solo era mala
en mantener la boca cerrada.
—Te ves bien —agregó Michael, su voz deslizándose sobre mí como terciopelo—.
Esperaba poder acompañarte a tu casa. Necesitamos hablar.
Oh no. ¿El restaurante no iba tan bien como Brooke había pensado? ¿Las cosas habían
cambiado para peor otra vez? Miles de miedos pasaron por mi mente y ni siquiera podía seguirles
la pista. Pero sabía que no había forma de salir de esta conversación, así que solo asentí.
—Bueno. Um. Puedes seguirme en tu coche.
Michael estuvo de acuerdo.
Todo el viaje de regreso, que no fue muy largo, mi mente corrió.
Si Brooke le dijo a Michael que estaba embarazada, entonces probablemente le dijo que
Cameron era el padre. No pensé que dejaría esa parte y si lo hubiera hecho, Michael
probablemente habría preguntado sobre ello. Eso significaba que Michael pensaba que Cameron
era el padre, que yo me había acostado con Cameron mientras dormía con Michael.
Normalmente no quería que pensara algo así. No estaría con dos personas a la vez, y
ciertamente no le habría ocultado un secreto como ese a Michael. La idea de estar con Cameron
mientras me follaba a Michael... era demasiado cercana a lo que Virginia le había hecho.
No, no estábamos casados. Ni siquiera habíamos estado en una relación formal. Michael
había dejado claro que no quería eso. Pero aún así. Follarse a un mujeriego y no decírselo,
mientras yo también estaba durmiendo con él, eso era solo... no. No me parecía bien.
Pero, ¿cómo podría decirle la verdad? ¿Cómo podría confesar que era su hijo cuando él no
quería eso, ni siquiera quería salir con alguien?
¿Cómo podría echarle eso encima?
Por otro lado, era una mentirosa terrible. Tal vez todo esto sería un punto discutible porque
abandonaría el juego de todos modos.
Mierda.
No importa de qué manera lo mirara, apestaba. Se sentía como si estuviera de espaldas
contra la pared. Como si no tuviera opciones.
Todo esto era mi culpa. Me lo había buscada a mí misma al presionar demasiado rápido y
demasiado lejos por lo que quería, en lugar de dejar que las cosas evolucionaran lentamente.
Ahora estaba atrapada y tenía que tomar una decisión. No podía estar segura de cuál era el curso
de acción correcto, pero tenía que elegir uno, y, de cualquier manera, tenía miedo de que al final
de todo estuviera sola y con el corazón roto.
Bueno, incluso más destrozada de lo que ya estaba.
Aparcamos enfrente y luego lo llevé a mi apartamento. No era muy grande, pero se sentía
aún más pequeño una vez que Michael estaba adentro. Parecía ocupar todo el espacio, llenándolo
con su presencia, y lo amaba y odiaba.
Me encantaba, porque era él, y quería que ocupara espacio. Me encantaba como llenaba
cualquier habitación en la que estuviera, iluminándola y tomando el mando sin esfuerzo. Pero lo
odiaba, porque me mostraba lo pequeña y patética que era mi nueva vida. Este era un pequeño y
triste apartamento, sin decoración real, sin espacio adecuado.
Ni siquiera la privacidad de un dormitorio. No podía tener invitados y mi hijo tampoco
tendría su propio espacio una vez que naciera.
Me hizo sentir que estaba fallando.
Michael, por supuesto, no hizo ningún juicio. Miró la cuna y los juguetes en silencio, algo
profundo y pesado en sus ojos que no pude leer.
Vi como daba vueltas lentamente alrededor del apartamento, observándolo todo, y luego se
sentó en mi cama.
Quería que él estuviera en mi cama, sobre mi cama, pero no así. No así en absoluto. Todo se
sentía tan bien y tan mal a la vez, desajustado, dividido de alguna manera. Y no sabía cómo
volverlo a colocar todo en su lugar.
—¿Alguna vez ibas a decirme que estabas embarazada? —preguntó, con su voz suave y
pesada.
Yo tragué.
—Yo... no estaba segura. Realmente no lo sabía. Aún no se lo he dicho a mis padres, todo ha
sido tan rápido, solo necesitaba distancia y espacio, y para ser honesta, he estado, evitando
decírselo a la gente.
—¿Por qué? No hay razón para que te sientas avergonzada, Stevie. Estas cosas suceden, y tú
tomaste una decisión, una honorable si me preguntas, y serás una gran madre. Hay muchos padres
solteros por ahí, sea cual sea la razón. No es nada de lo que esconderse.
Casi me pongo a llorar. Dios, estábamos discutiendo algo que era, que tenía que ser
doloroso al menos de alguna manera para él, algo que tenía que sorprenderlo, y aquí estaba,
consolándome al respecto. Lo amaba por eso, lo amaba tanto que sentía que cada parte de mí
estaba llorando por él, como plantas pidiendo agua en el desierto.
—Tienes suficiente con tus problemas —señalé—. ¿Por qué molestarte en hablar acerca de
una ex empleada que quedó embarazada?
Mi lengua tropezó un poco con lo de "ex" empleada, pero me las arreglé bastante bien.
Estaba orgullosa de mí misma por no revelar quién me había dejado embarazada. Si no había nada
más, tal vez podría salvar esa parte. Dejar que se fuera pensando que yo era una zorra traicionera.
Dejar que pensará lo que quisiera de mí. No iba a dejar que se encadenara a un futuro que
no había pedido, un futuro que yo había elegido. Este niño era mío y mi elección, eso no
significaba que estaba obligado a hacer nada.
Preferiría que me odiara por pensar que me había acostado con Cameron a sus espaldas,
mientras estaba con él, a hacer que creciera el resentimiento hacia mí y a su hijo por darle una
responsabilidad que no quería. Al menos de esta manera, sería feliz.
Michael levantó las cejas y me di cuenta de que probablemente había notado que evité
cuidadosamente decir quién me había embarazado.
Era inteligente, siempre lo había sabido, pero ahora me golpeaba con toda su fuerza, ya que
esa inteligencia se estaba usando en mi contra.
—Brooke parece creer que Cameron es el padre —dijo, como si fuera una información
completamente nueva de la que no estaba al tanto. Se puso de pie y comenzó a cruzar lentamente la
habitación hacia mí. Me dije a mí misma que no era sexy—. Pero, ¿por qué llegaría a esa
conclusión?
Me encogí de hombros, sin saber cómo responder. Podría mentir y decir que Brooke pudo
haber visto a Cameron coqueteando conmigo y sacar conclusiones precipitadas, ya que hasta
donde ella sabía no había nadie más interesado. O podría mentir y decir que, le dije que era
Cameron, en lugar de la verdad que era que la dejaría asumir que era él, dejarla llenar los
espacios en blanco.
Incapaz de enfrentarlo más, me di la vuelta, caminando hacia la pequeña cocina.
—Podría... um... si tienes hambre... —Me las arreglé, sin estar segura de lo que decía o
hacía, sabiendo que tenía que distraerme.
Michael estaba allí de repente, en mi espacio, sus dedos tomando suavemente mi barbilla y
girándome hacia él.
Me quedé sin aliento cuando lo miré a la cara. Oh, Dios, era tan atractivo, pero más que eso,
la expresión de su rostro me rompió el corazón. Sus ojos eran tan cálidos y comprensivos, suaves
y oscuros, mientras miraban los míos, que lo habría besado en ese momento si hubiera sido capaz
de moverme.
—Stevie —dijo en voz baja, y joder, me encantó cómo dijo mi nombre, incluso ahora,
incluso cuando escucharlo decir eso me rompió el corazón de nuevo—. ¿El bebé es de Cameron?
No podía respirar, no podía pensar, no podía hablar. Estaba congelada.
Michael dio un pequeño suspiro.
—Porque no creo que el bebé sea suyo.
Su pulgar acariciaba suavemente la línea de mi mandíbula mientras mantenía mi barbilla
entre sus dedos, obligándome a permanecer cerca de él, a seguir mirándolo a los ojos.
—Pero incluso si es de Cameron —dijo, cada palabra cuidadosa y deliberada, como si
realmente quisiera asegurarse de que lo escuchara y entendiera—, estoy aquí para ti. Quiero
asegurarme de que tu bebé tenga un padre. Y si no soy el padre biológico, bueno, la gente acepta
niños todo el tiempo y les da amor, y eso es lo que los hace un padre. No la sangre, sino el
cuidado y el compromiso. Ni siquiera tendrías que decirle a nadie que no lo soy, si te sintieras
mejor al respecto.
¿Estaba realmente diciendo lo que yo creía que estaba diciendo?
¿Que estaba dispuesto a criar al hijo de otro hombre, a asumir una responsabilidad que no
era suya, ni por asomo, que iba a hacer eso para que yo no tuviera que hacer esto sola? ¿Para
poder tener un compañero y alguien que me ayudara económicamente? ¿Para qué mi bebé tuviera
un modelo masculino positivo?
No pude soportarlo más. No los secretos y las mentiras. No la angustia. No hacerlo sola, o
hacer ese estúpido trabajo, o los dolores y cambios en mi cuerpo. No mi patético y pequeño
apartamento en esta ciudad que ni siquiera me gustaba. Nada de eso.
Para mi gran vergüenza y horror, estallé en lágrimas.
Capítulo 25
Michael
Sentí un dolor instantáneo en el pecho al escuchar a Stevie llorar. La tomé en mis brazos de
inmediato, acunando su cabeza contra mi hombro, sosteniéndola tan fuerte como me atreví.
Nunca había escuchado a Stevie llorar, ni siquiera cuando era una niña y salía con Brooke.
Sabía que tenía problemas, por supuesto, todos los adolescentes los tenían, y todos los adultos
también, pero a pesar de todo, ella mantuvo un labio superior rígido, como dirían los británicos.
Verla llorar ahora, sentir cómo sus sollozos sacudían su cuerpo... me dijo cuánto estrés
había sufrido la pobre mujer. Quería quitarlo todo, desterrarlo y asegurarme de que nunca más se
sintiera indefensa o molesta.
Besé la parte superior de su cabeza, y Stevie se aferró a mí como si se estuviera ahogando y
yo fuera la única balsa salvavidas. Le froté la espalda y, lentamente, con unos cuantos hipos y
sollozos, su llanto comenzó a disminuir.
—Gracias —susurró, sus labios rozaron mi cuello. Esto fue lo más íntimo que habíamos
tenido juntos. Oh, claro, sí, nos habíamos acostado.
Pero esto era algo completamente diferente. Esto era sostenerse el uno al otro, era
vulnerabilidad y honestidad emocional. Hubo sexo y había intimidad. A veces estaban
entrelazados, otras veces no, y esto definitivamente era lo último.
—He estado tan asustada —admitió—. Asustada y sola, tan sola, no hay nadie aquí que me
importe, no me importan mis compañeros de trabajo, y ellos no se preocupan por mí, y todo es un
desastre... Me siento como una mierda todo el tiempo, y he estado aterrorizada por contarle a mis
padres y a mi hermano, y preocupada de que todos se decepcionarán de mí, y... —Rompió a llorar
un poco más.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté. Ahora estaba seguro de que el bebé era mío, y no
de Cameron, aunque no lo había admitido verbalmente. ¿Le parecía el tipo de persona que se
enojaría o se negaría a ayudarla?
—¿Cómo podía? —preguntó Stevie—. No podía sumarte otro problema. Tenías tanto que
hacer y no podía agregarle una carga financiera a eso, especialmente algo como un niño cuando ya
habías hecho todo el asunto de la paternidad y ni siquiera querías una relación... Nunca iba a dejar
de querer pegarme un tiro por decir eso, ¿verdad?
«...y estaba tan avergonzada, con la crítica, y básicamente ayudé a matar tu negocio, quiero
decir que lo rematé, y estaba tan decidida a ayudar, estaba tan segura de poder ayudarte, y en su
lugar todo estaba explotando en mi cara y te estaba arrastrando conmigo, y lo último que quería
hacer era herirte. Lo jodí todo.»
—Así que te fuiste —terminé por ella.
Stevie asintió en mi hombro.
—Lo has entendido todo mal, cariño —le dije. Podría haberme pateado por ese cariño que
se me escapó, pero a Stevie no pareció importarle. Todo lo contrario, se aferró a mí con más
fuerza—. Nunca podrías joderme las cosas. En todo caso, yo lo jodí.
Stevie se sorprendió un poco.
—¿Qué? ¿Tú? Michael, no...
—Si. —Seguí frotando su espalda—. Oye, tenía algo realmente bueno frente a mí. A ti. Eras
lo mejor que me había pasado. Tuviste una idea increíble para mi restaurante, eras todo lo que
siempre quise en una pareja, eras... todo. Y no me aseguré de que te sintieras valorada mientras te
tenía. Estaba asustado y luchando contra ello cuando debería haberlo abrazado. Haberte abrazado.
La respiración de Stevie se calmó, pero seguí sosteniéndola, consolándola.
—Tenías razón, sobre todo. El negocio está de vuelta en el restaurante y está creciendo
constantemente. A la gente le encanta el nuevo menú. Ese crítico no hizo suficiente mella, solo una
caída, y descubrí que Theo le pagó al hijo de puta y le dijo que tirara a la basura nuestra comida.
Todo era una mentira.
—Pensé que cambiarías el menú, después de lo que pasó —admitió Stevie, su voz en un
susurro.
—No. Tu menú es increíble. Era justo lo que necesitábamos, tenías razón, y no pude… no
pude cambiarlo una vez que te fuiste. Te necesito. —Tomé una respiración profunda—. El negocio
no es lo importante.
Stevie se apartó para poder mirarme a la cara.
—Pero Michael, tú construiste eso desde cero. Es, es, tu bebé, tu orgullo y alegría, tu... era
lo único que no dejabas que Virginia tuviera en el divorcio, cómo...
—Podemos hacer un nuevo restaurante —le dije—. Podemos comenzar de nuevo. Es lo que
hace la gente. Es lo que no me permitía hacer. Me estaba aferrando al pasado. Necesito seguir
adelante, y quiero hacerlo contigo. Eres lo importante, Stevie. Tú. Nada más. Y estoy aquí para
apoyarte. A la mierda el negocio. Tú eres lo que importa.
Stevie me miró como si le hubiera dicho que le daría el mundo.
—Yo...
Sacudió la cabeza, como si no pudiera hablar, y luego, antes de que pudiera procesarlo, se
puso de puntillas y me besó.
Durante el primer segundo, fue suave y dulce, pero luego, sentí que me sacudían hasta la
médula, como si una pieza faltante de mí encajara en su lugar, y empujé contra su boca. Y luego no
fue dulce o suave en absoluto. Fue apasionado, devorador, y quería consumirla y ser consumido.
Todavía no me había confirmado quién era el padre, y tal vez nunca lo haría. Quizás todo lo
que tenía era mi propia convicción. Pero eso no importaba. Estábamos juntos de nuevo, y eso lo
era importante. Criaría a ese niño, y así sería mío, en todos los aspectos que realmente
importaban. Y Stevie sería mía, igual que yo era de ella.
No podía creer lo mucho que la había extrañado. Sentía como si no me hubiera dado cuenta
de cuánto hasta ahora. Ahora que la tenía de vuelta, solo entonces mi mente me hizo saber cuánto
dolor había sentido realmente. Cuánto me había estado perdiendo.
Prácticamente nos arrancamos la ropa. Creo que le rasgué un poco la camisa, pero no me
importó. Stevie parecía un poco... consciente de los cambios en su cuerpo. Pude ver sus manos
moviéndose para cubrir sus pechos más llenos, su estómago más suave. Suavemente aparte sus
manos.
—Dios, eres tan sexy —suspiré, y lo dije en serio. Era absolutamente hermosa para mí, y
siempre lo sería.
Stevie se sonrojó, sonriendo tímidamente, y me dejó quitarle el resto de la ropa. Me estaba
muriendo de hambre por ella, un festín solo para mí, y no podía esperar a probarla de nuevo.
Volvimos a la cama, besándonos todo el tiempo, sus manos vagando por todo mi cuerpo
como si tratara de localizarme. La empujé juguetonamente sobre la cama y se echó a reír,
retrocediendo, con las piernas abiertas para poder arrastrarme entre ellas.
—Te he extrañado —susurró, como si fuera un secreto—. Sigo tocándome pensando en ti.
Me dije que me detendría, pero sigo soñando contigo por las noches, soñando contigo dentro de
mí...
Eso fue como música para mis oídos. Besé lentamente sus muslos.
—Lo mismo digo, nena —le aseguré, acariciándola.
Quería hacerla sentir bien. Quería que ella sintiera que todavía era hermosa, que nada
podría cambiar eso. Quería hacer que los últimos dos horribles meses desaparecieran.
La cabeza de Stevie cayó hacia atrás sobre las almohadas mientras lentamente movía mi
boca por su cuerpo para lamerla. Estaba jadeando, sonando ya cerca, y sonreí contra su piel
resbaladiza y caliente.
—Sabes, yo también me toqué pensando en ti —le aseguré—. En la ducha, en la cama... te
quiero en cada maldita superficie de mi casa.
Stevie gimió un poco cuando dije eso, y luego puse mi boca sobre ella y jadeó, apretándose
a mí alrededor. Sabía que todo lo que hacía con ella era su primera vez, ya que había sido virgen
antes de mí, pero eso no significaba que iba a tomarlo como una excusa para ser perezoso. Iba a
asegurarme de que era lo mejor, que tenía el cerebro goteando por sus oídos.
Tenía el mismo sabor que recordaba, y me respondió tan bien que la trabajé más y más con
mi lengua. Cuando por fin deslicé mis dedos en su dulce coño, sollozó. Sus dedos se clavaron en
mi cabello, tirando, y no tardé en sonreír contra su boca.
Podría haberla hecho esperar, pero... se sintió cruel negárselo cuando lo necesitaba tanto,
cuando estaba tan cerca del orgasmo.
Así que envolví mi boca alrededor de su clítoris y chupé con fuerza, curvando mi lengua
justo debajo de él.
Stevie se corrió con un agudo y áspero grito de mi nombre, y nada me había sonado más
dulce en el mundo.
Capítulo 26
Stevie
Nunca imaginé que el sexo pudiera ser tan apasionado, tan... tan tórrido, como el de esas ridículas
novelas de Harlequin de las que siempre me había burlado cuando Brooke intentaba que las
leyera.
Pero esto... esto era como ser deslumbrado. Estaba siendo adorada.
Michael besó todo mi cuerpo como si fuera a morir si no lo hiciera, y no tuve absolutamente
ninguna objeción. Lo había extrañado tanto y ahora estaba aquí frente a mí y era como si el mundo
volviera a ser de color, como si pudiera sentir las cosas una vez más. Todo era tan agudo, tan real,
que se sentía como si hasta ahora había estado viviendo una horrible pesadilla.
Cayó sobre mí como si estuviera comiendo el mejor postre de la historia, y no pude hacer
nada más que gemir y rogar por él. Era tan bueno en lo que hacía, sabiendo exactamente cómo
tocarme, cómo desesperarme, cómo enviarme a la cima. Estaba empapada cuando terminó
conmigo, y sentí que mi sangre se había convertido en un líquido dorado y caliente. Yo era un ser
hecho de puro éxtasis, y todo lo que podía hacer era montar su ola.
Era tan caliente, tan sexy, pero además de lo que me hacía sentir físicamente, me hacía
sentir... hermosa. Adorada. Como si no quisiera nada más que tocarme así, y hacerme sentir
hermosa, valorada, eufórica.
Como si nada menos que eso lo satisficiera.
Michael se arrastró por mi cuerpo mientras jadeaba a través de las réplicas de mi orgasmo,
mis piernas temblaban. Me sonrió como el gato que se había comido una docena de canarios.
Lo agarré, abriendo aún más las piernas, y envolví mi mano alrededor de su polla. Michael
gimió cuando lo acaricié, sentí su delicioso peso en mi palma.
—Fóllame —susurré—. Fóllame profundo, Michael, por favor.
—Tus deseos son órdenes para mí —respondió, su voz ronroneó mientras se inclinaba para
besarme.
Sentirlo deslizarse dentro de mí otra vez se sintió tan bien que mis ojos casi se volvieron a
poner en blanco. Nada podría compararse con esto, nada podría sustituirlo. Nunca quise irme sin
esto, sin él, nunca más.
Podía sentir a Michael intentando ir despacio, saboreándolo, o tal vez porque estaba
preocupado de hacerme daño. Besé su mandíbula.
—No puedes hacerme daño —prometí—. Fóllame como quieras. Soy tuya.
Michael tiró de mi cabello de la manera brusca y afilada que me gustaba, chupando mi
cuello como si estuviera decidido a cubrirlo con un collar de moretones, una serie de marcas para
que todos supieran que era suya. Me encantaba, me emocionaba.
Sus golpes se hicieron más duros, más largos, más profundos. No fue frenético ni duro, pero
sentí que me estaba reclamando. Como si se estuviera haciendo parte de mí permanentemente,
metiéndose tan profundamente en mí que nunca podríamos separarnos de nuevo.
Dios, esperaba que fuera cierto. Nunca quise dejarlo, nunca.
Envolví mis brazos alrededor de él y nos besamos de nuevo, nuestras lenguas se deslizaron
juntas, nuestros cuerpos se balancearon el uno en el otro, ambos juntos en armonía. Era como si ya
no fuéramos dos personas, sino un ser, algo más, fusionándose, lo más cerca que dos personas
podrían llegar a ser. No estaba segura de dónde terminó y comencé, o viceversa, y me encantaba
así. Quería que nunca terminara.
Cuando por fin llegamos, temblando, fue juntos.
Tan perfecto como fue, sin embargo... todavía había una cosa más de la que ocuparse.
Nos limpiamos y nos acostamos en la cama, mi cabeza sobre su pecho y sus brazos
alrededor de mí, y se sentía como si nada en el mundo importara tanto como esto.
Pero sabía que no podía avanzar hasta que le dijera la verdad. Y solo podía esperar que él
estuviera complacido. Pensé que lo estaría, después de todo lo que había ofrecido, pero... bueno,
todavía estaba nerviosa. Pero tenía que acabar con eso. No podíamos continuar bajo una mentira.
Tenía que decirle sobre el bebé.
Sabía que debería habérselo dicho antes. Debería habérselo dicho en el momento en que
quise besarlo. No, antes de eso, debería habérselo dicho en el momento en que había dejado claro
que cuidaría del bebé sin importar nada. Pero me había dejado llevar por el momento, al volverle
a ver...
No importaba. Iba a decírselo ahora.
—Es tuyo —susurré mientras Michael me sostenía. Presioné las palabras en el hueco de su
garganta—. El bebé es tuyo. Nunca he estado con nadie más, solo podría ser tuyo.
Para mi sorpresa, Michael no parecía tan sorprendido. En cambio, él solo me sonrió.
—Tenía la sensación de que así era —susurró. No había juicio en su rostro, solo suavidad.
Me quedé dormida mirando su sonrisa.
Por primera vez en meses, dormí bien. Dormí sintiéndome segura, cálida y bien cuidada. No
me desperté en toda la noche, dando vueltas y vueltas. Me sentí debidamente cansada, en el buen
sentido, y saciada.
Cuando desperté, estaba sola, pero olía a comida. Tocino, huevos, y verduras fritas.
Me di la vuelta para ver a Michael en la cocina, haciéndonos el desayuno. Parecía que
estaba haciendo tortillas, y sonreí sin poder hacer nada. Estaba usando los pantalones de la noche
anterior y nada más, con el pecho maravillosamente desnudo, y era un espectáculo increíble para
despertar. Pude ver las líneas amplias y fuertes de su espalda, y todos sus músculos firmes, y esos
fuertes brazos que me habían abrazado tan tiernamente la noche anterior.
Quería despertarme con eso todas las mañanas.
Me levanté, acercándome a él y lo rodeé con mis brazos por detrás.
—Buenos días —dije, besándolo en la parte posterior del hombro.
Michael se dio media vuelta y me rodeó con su brazo.
—Buenos días preciosa. —Me besó la nariz—. ¿Dormiste bien?
—Mmm, sí, ¿y tú?
—El mejor sueño en meses. —Se giró por completo, soltó la espátula por un momento,
luego se volvió y me arrastró hacia el baño—. Ve a tomar una ducha, relájate, la comida estará
lista cuando salgas.
Me reí, dejando que me guiara y metiéndome en la ducha. Se sintió bien, el agua tibia se
deslizó por mí, y tuve la tentación de llamarlo para ofrecerle que se uniera a mí, pero no quería
alejarlo de su cocina.
Dios, no podía creer lo jodidamente afortunada que era por haber conocido a un tipo como
Michael. Ni siquiera estaba seguro de que el bebé fuera suyo, pero estaba dispuesto a criarlo de
todos modos. Hacer eso para consolarme y cuidarme a mí, y al niño, para darnos a ambos la mejor
oportunidad. Eso debe significar que tiene sentimientos por mí, ¿verdad?
Eso esperaba. Nunca había dejado de amarlo, ni siquiera por un segundo, y tenerlo
nuevamente frente a mí, en persona, hizo que todo volviera mucho más fuerte. No sabía
exactamente cómo decírselo, todavía no. Sentía que estaba siendo dolorosamente obvio, como si
él tuviera que saberlo por la forma en que lo miraba, la forma en que gravitaba hacia él como si él
fuera el planeta y yo la luna.
Pero no podía decírselo. No cuando todavía tenía esa pequeña duda.
Obviamente se preocupaba por mí y estaba dispuesto a hacer lo correcto por mí, pero quería
oírle decirlo. Escucharlo revelar esas dos pequeñas palabras.
Probablemente fuera una estupidez de mi parte. Pero no podía negar que era lo que quería,
lo que necesitaba, esa última pared alrededor de mi corazón.
Pero realmente, realmente lo esperaba.
Regresé a la cocina justo cuando estaba sirviendo la comida, sirviéndome una deliciosa
tortilla con pimientos verdes y cebollas, deliciosas, con gruesas tiras de tocino a un lado. Me
alegré de haber ido de compras el día anterior para que no tuviera que mirar dentro de mi
refrigerador y verlo vacío. Ya me sentía un poco avergonzada por este pequeño apartamento, creo
que habría muerto de la humillación si hubiera mirado en el refrigerador de un chef y no hubiera
encontrado nada.
Michael me indicó que me sentara y luego me sirvió un plato, guiñándome un ojo. Podía
sentir que me sonrojaba. Me sentí... oh, sé que probablemente fue ridículo decirlo o sentirlo, pero
me sentí como una princesa, al servirme el desayuno y cuidarme.
Mis padres, por supuesto, me cuidaron, nunca sugeriría que no lo hicieron. Pero nunca me
había atrevido a esperar que un hombre realmente quisiera comportarse así por mí. Sin mencionar
que era una persona muy independiente y odiaba la idea de sentirme indefensa o ser atendida, ya
sea porque no era capaz de cuidarme o porque estaba siendo malcriada.
Pero con Michael haciéndolo, fue como un privilegio. Como si fuera un honor para él hacer
esto por mí.
Mientras nos sentábamos y comíamos juntos, en un cómodo y agradable silencio, con
nuestras rodillas rozándose debajo de la mesa... deseé poder tener esto cada mañana.
Cada mañana por el resto de mi vida.
Capítulo 27
Michael
Comimos en silencio por un momento, y no fue incómodo ni extraño, ni en la forma en que el
silencio podía interponerse entre dos personas.
Muchas veces lo había visto en el restaurante: parejas que se quedaban sin cosas para
hablar y luego descubrían que querían llenar el silencio con cualquier cosa. No se sentían
cómodos con sólo sentarse y estar juntos. Siempre lo tomé como una señal de que tal vez no
deberían estar juntos, si no podían soportar un poco de silencio.
Pero con Stevie y yo, simplemente funcionó. Simplemente... se sentía bien. Como si
deberíamos estar haciendo esto cada mañana.
Después de algunos mordiscos, Stevie se burló de mí, empujando mi pie con el suyo.
—Mmm, ¿cómo se siente ser el que cocina por una vez?
—Oh, no sé, ¿cómo se siente ante la mejor tortilla que has comido?
—Vaya, alto ahí, vaquero. La mejor tortilla que he comido es la mía. —Me guiñó un ojo.
—¿Estás segura de eso? Estoy bastante seguro de que te escuché gemir hace un segundo
cuando le disté un mordisco.
Jadeó.
—Estas claramente equivocado.
Le sonreí, sintiéndome relajado, en casa, a pesar de que este apartamento no era lo
suficientemente agradable para lo que Stevie merecía.
—Entonces... tenemos que hablar...
Stevie tuvo un momento de horror destellando en sus ojos, y me apresuré a agregar:
—...sobre tu regreso a San Francisco. Conmigo.
Stevie se relajó. No del todo, pero ya no parecía aterrorizada.
—Quiero volver, por supuesto que sí, pero no estoy segura de cómo se verían las cosas si lo
hiciera. Prácticamente hui, y si volviera y todos saben que estoy embarazada... ¿y qué hay del
restaurante? Tuviste que conseguir un nuevo chef, ¿verdad? No puedo simplemente volver a entrar
ahí sin más.
—Contraté a alguien —admití—, porque tenía que hacerlo, de lo contrario no podría
manejar mi cocina. Pero es nuevo, sin experiencia, y no está a la altura de ti. Lo elegí porque
parecía alguien con quien los demás se llevarían bien y pensé que, como era nuevo en el negocio,
estaría de acuerdo con seguir tu menú. Estoy seguro de que realmente apreciaría aprender de ti, si
estuvieras en la cocina con él.
Stevie rio.
—La adulación te llevará a todas partes —Se burló de mí, robando un poco de tocino de mi
plato.
Me reí.
—No voy a aceptar un no por respuesta. Perteneces a ese lugar con tus amigos y tu familia, y
en nuestro restaurante. —Stevie se sonrojó y me detuve—. ¿Qué?
—Nada. —Se encogió de hombros, aún sonrojada—. Es solo, lo llamaste “nuestro”
restaurante.
—Es porque lo es —le prometí, apretando su mano—. Si quieres volver, eso es lo que
estamos haciendo. Después del desayuno empacaremos tus cosas y te llevaremos a casa hoy.
No tenía mucho que empacar, y podía quedarse conmigo, ya que sabía que Andy había
encontrado otra compañera de cuarto desde que se mudó.
—No es tan fácil —me dijo Stevie, sacudiendo la cabeza—. Tengo que dar el aviso en mi
trabajo, a mi casero... pude simplemente... entregarte mi renuncia porque eras tú. Te conocía de
antes, desde hace muchos años, y sabía que podía salirme con la mía entonces. Pero tengo que
avisar con dos semanas de anticipación en mi trabajo y mi casero tendrá que saberlo. No puedo
irme, así como así.
—Puedes hacer todo eso por teléfono —señalé—. ¿Y por qué te preocupa lo que piensa tu
jefe aquí? No es como si tuvieras que luchar por conseguir otro trabajo. Te estoy contratando. Has
pagado el mes, ¿verdad? Tu casero encontrará a alguien más, no hay problema.
Stevie volvió a reír, terminando su tortilla.
—¿Por qué estás tan impaciente?
Me encogí de hombros.
—Hemos pasado suficiente tiempo separados. Incluso el viaje de regreso a la ciudad parece
demasiado largo.
Stevie se inclinó, poniendo su mano sobre mi rodilla y dándome la sonrisa más sensual que
jamás había visto. Podía imaginarme fácilmente borrar esa sonrisa de su rostro con un maldito
beso, y podía sentir que mi polla comenzaba a ponerse dura mientras mi cuerpo se calentaba.
Dios, todavía la deseaba tanto que era como si no pudiera respirar.
—Pobre, desesperado —bromeó. Luego se puso de pie—. ¿Cómo te has arreglado?
Como si no hubiera estado tan desesperada por mí anoche, la pequeña descarada. Stevie
agarró los platos y comenzó a limpiar, y tuve la tentación de agarrarla y doblarla sobre la mesa,
follarla allí mismo, pero me dije que esperara. Empacaría todo, la llevaría a casa, y luego
podríamos tener tanto sexo como quisiéramos.
En realidad, todavía tenía cajas por todas partes y sobre su armario, de cuando había
desempacado. Stevie se encogió de hombros cuando le pregunté por ellas, pero suponía que en
secreto esperaba tener una razón para regresar a San Francisco, incluso si no había querido
admitirlo en voz alta, incluso para sí misma.
Bueno, por suerte para ella, eso hizo mucho más fácil la tarea de empacar. Comencé a poner
cosas en cajas, pidiéndole su opinión sobre dónde quería que fueran. Todas las cajas estaban
marcadas de su anterior empaque, diciéndome que era para que pudiera llevar un registro, y no
había muchas cosas, así que todo iba rápido.
Stevie se rio mientras me movía como un tornado.
—Oh, Dios mío, eres imposible —se rio—. ¿Dónde está el fuego?
No pude evitarlo. Me acerqué a ella y la atraje hacia mí.
—¿Me matarías si dijera que está en mis pantalones?
—No, pero tendría que reírme de ti por esa horrible, horrible broma.
—Mmm, pero está justo ahí...
—Eres... —comenzó a decir Stevie, pero decidí que ya había tenido suficiente de ella
molestándome. Deslicé mi mano por su cabello y la besé, profunda y minuciosamente.
Stevie se derritió contra mí, gimiendo un poco mientras bromeaba con mi lengua, jugando de
un lado a otro hasta que gimió y entré. La besé hasta que tuve que retroceder para respirar, con los
pulmones agitados y todo el cuerpo dolorido, terminado con la necesidad de ella.
Realmente sentí que me habían prendido fuego.
—Ven —gruñí, y la atraje para otro beso.
Stevie suspiró y me rodeó el cuello con los brazos. Podía oler el dulce aroma a coco de su
champú y sentir la suavidad de su piel desde la ducha.
Quería llevarla a casa, tenerla de regreso conmigo apropiadamente, pero tampoco podía
resistirme a tenerla aquí y ahora, a poder estar con ella de nuevo.
Antes nuestros encuentros habían sido frenéticos, llenos de lujuria vertiginosa, pero ahora...
ahora me relajé en el beso. Stevie iba a volver conmigo. Teníamos todo el tiempo del mundo.
Mientras nos tambaleábamos hacia su cama, comencé a quitarle la ropa lentamente,
tomándome mi tiempo. Stevie tarareaba de placer cuando acerqué mi boca a ella una y otra vez,
buscando cada curva, cada centímetro de piel. Quería conocer su cuerpo solo con mi boca y mis
manos.
Quería probarla como la mejor comida de cinco platos. Stevie se rio un poco sorprendida
cuando llegué a sus costillas.
—Cosquillas, ¿verdad? —murmuré.
—Tal vez unas pocas —respondió, sonando astuta.
Archivé ese pensamiento para más tarde y volví a tocarla. Encontré los diferentes puntos
que la hacían murmurar, jadear, llorar y tirar de mi cabello y hombros.
Sus manos también estaban sobre mí, explorándome en igual medida. Finalmente la llevé a
la cama y se dio la vuelta, a horcajadas, mirándome con una suave sonrisa.
Joder, era tan malditamente hermosa. Cada curva se mostraba gloriosamente, sus pechos
colgaban llenos y pesados, rogándome que pusiera mi boca en ellos. Stevie movió sus caderas con
picardía, arrastrando sus pliegues húmedos a lo largo de mi polla, sin llevarme dentro todavía,
solo bromeando.
Me estremecí. Quería tomarlo con calma, y luché contra cada instinto en mí gritando que la
follara con fuerza, la empujara de un solo golpe y la hiciera gemir tan fuerte que los vecinos se
quejaran.
En cambio, dejé que se tomara su tiempo. Dejé que se burlara de mí.
Hoy no se trataba de lamentos. Se trataba de susurros.
Capítulo 28
Stevie
Se sentía como si algo suave y frágil se estuviera construyendo entre nosotros. Algo que era más
profundo que la lujuria salvaje que habíamos compartido.
Por supuesto, mis propios sentimientos siempre habían sido más que solo deseo sexual. Y
estaba bastante segura, bastante esperanzada,... de que Michael sentía lo mismo. Pero habíamos
estado cediendo a nuestro deseo mutuo como estudiantes universitarios cachondos, y ahora... esto
era diferente.
Lo monté, hundiéndome en su polla centímetro a centímetro, jadeando, sintiendo que me
habían sacado todo el aire. Sus ojos verdes se clavaban en los míos, brillando casi como los de un
gato, y me sentí perdida en ellos. Ahogándome.
Sus manos se envolvieron alrededor de mis caderas, estabilizándome, sus pulgares frotando
lentos y suaves círculos en mi piel.
Me estaba mirando como si fuera una diosa. Como si no pudiera creer que fuera real.
Me dieron ganas de llorar. De reír. De follarlo hasta que gritara con él. Y sin embargo... no
hice ninguna de esas cosas. Me dejé hundir en él y me moví tan lento y constante como la marea,
mientras el agua me arrastraba hacia abajo. Hasta que me rodeó.
Desde esta posición, todo era mucho más profundo. Era como si pudiera sentirlo en cada
centímetro vibrante de mí. Como si estuviera dentro de mi torrente sanguíneo. Cada vez que me
hundía en él, me abría, y me sentía al borde de la sobrecarga. Me encantó. Me hizo temblar, me
hizo sentir reclamada. Y, oh, cómo quería ser reclamada por él.
Me hundí en él una y otra vez, perdiendo la noción del tiempo. Se trataba solo de su cuerpo
y el mío, y el placer que crecía lentamente en mi columna vertebral, subiendo y subiendo como
una ola hasta que por fin...
Se estrelló sobre mí e inhalé bruscamente, temblando, apoyando mis manos en su pecho para
evitar colapsar. Podía sentir sus músculos temblar debajo de mí y Michael gimió, finalmente
moviéndose, retomando el control… sus caderas se clavaron en mí, agudizando mi orgasmo,
haciéndome sentir como si fuera un cable eléctrico, una pieza desnuda de electricidad.
Se corrió dentro de mí, marcándome, caliente y delicioso. Me sentí reclamada de la mejor
manera, sabiendo que él estaba dentro de mí así, como si lo sintiera en mí, evidenciando de
nuestro vínculo, nuestra unión.
Me dejé caer sobre su pecho y Michael me abrazó.
—Eres la perfección —susurró.
No estaba segura de sí debía escuchar eso o no, pero me hizo sonreír, me calentó todo el
cuerpo, mientras las últimas réplicas de placer se desvanecían y me quedaba dormida. Quería
quedarme así para siempre.
Ambos dormimos una siesta, aunque no era nuestra intención, y luego lo convencí de que se
duchara, riéndose cuando me salpicó con agua. Insistió en lavarme el cabello, sus gruesos y
diestros dedos trabajando a través de los mechones, masajeando mi cuero cabelludo. Me sentí
mimada de nuevo.
Luego, nos vestimos y llenamos nuestros dos coches con mis cosas. Esta vez no necesitaba
el U-Haul1[1] ya que tenía dos autos y solo un conductor en cada uno, así que había espacio para
más cosas en los asientos traseros y de pasajeros.
Oh, Dios, esperaba que Andy estuviera de acuerdo con mi mudanza.
Una amiga suya había estado quedándose con él mientras tanto y ayudaba con el alquiler,
pero sabía que no se suponía que fuera permanente. Algo sobre una pelea entre la amiga y su
novio, no sabía los detalles. Teníamos suficiente espacio para que la amiga se quedara en nuestro
sofá, si llegaba el momento...
—Debería llamar a Andy —dije mientras cerraba el maletero de mi coche—. Así me
aseguro de que esté todo listo. Realmente espero no tener que quedarme con mis padres por unos
días, pero estoy segura de que estará bien... Mientras puedo poner mis muebles de vuelta en su
lugar, no son muchos y Andy no reemplazó nada.
Michael me ofreció una mirada extraña.
—No quiero que te mudes con tu hermano. Esperaba que te mudaras conmigo, que te
quedaras conmigo, en mi casa. —Su voz se volvió baja—. En mi cama.
Lo miré sorprendida. ¿Quería qué?
Por supuesto que estaba emocionada, Dios, sí, jodidamente excitada.
Quería estar en su cama, quería ser suya, quería vivir en su casa y hacerla mía también.
Quería compartir mi vida con él.
Y el hecho de que él quisiera eso, el hecho de que me estaba pidiendo que hiciera eso, que
incluso lo estaba esperando... eso significó mucho para mí. Me emocionó hasta la médula.
Pero no solo estábamos nosotros dos. También estaba Brooke.
—¿Qué pasa con Brooke? —pregunté.
Brooke todavía vivía en casa, y con esta economía no podía culparla.
¿Por qué no debería hacerlo? Tenía una casa grande y bonita, y un padre relajado, y no tenía
novio ni a nadie a quien intentara llevar a casa.
—Ella va a pensar que es extraño que de repente me mude a tu casa —señalé—. No solo a
tu casa, sino a tu cama.
—No me importa —dijo Michael, su tono contenía esa fuerte nota de convicción que tanto
admiraba el noventa por ciento del tiempo. Pero en este momento, me estaba preocupando. Me
preocupaba que no estuviera pensando en todas las consecuencias de esto—. Brooke lo va a
entender.
Sacudí la cabeza.
—No es tan fácil. Ella no sabe sobre nuestra relación. Nunca se lo dije. No estábamos
saliendo correctamente, así que no quería contarle sobre nosotros, especialmente no sin tu
permiso. Ella piensa que Cameron es el padre, por el amor de Dios. Eso va a ser una verdadera
sacudida para ella. Voy a volver a la casa de Andy y compartiré con él, como antes.
Michael no parecía tan complacido por eso, pero tampoco puso objeciones.
—Podemos llegar a un acuerdo —dijo—. Por ahora, puedes quedarte en nuestra habitación
de invitados, y no se lo diremos a Brooke hasta que estés lista.
Solté un suspiro de alivio y mi pecho se aflojó.
—Te lo agradezco, Michael, realmente lo hago. Simplemente no creo... creo que tenemos
que tener cuidado con la forma en que le damos la noticia a Brooke, eso es todo.
—Me parece justo. —Se acercó a mí, sus manos cayeron sobre mis caderas—. Sin
embargo, debo advertirte que no voy a ser paciente por mucho tiempo.
—¿Oh? —pregunté, medio burlándome de él.
Se encogió de hombros, sonriéndome.
—¿Dónde crees que Brooke consiguió su incapacidad para guardar secretos?
Me quejé, pero no quería pelear con él por esto. Encontraríamos una manera de decírselo a
Brooke: no quería ocultar mi relación a mi mejor amiga o a la hija de mi novio. No era justo.
¿Michael era mi novio? ¿Era esa la palabra correcta?
Parecía un poco... juvenil, sinceramente. Novio se sentía como algo que llamabas a tu pareja
en el instituto, no cuando tú pareja, tu amante, era veinte años mayor que tú y ambos éramos
adultos.
En cualquier caso, sabía que eventualmente tendríamos que decirle a Brooke. Solo... quería
que no fuera todo a la vez. Quería decírselo de la manera correcta, en el momento adecuado, para
que no se sintiera traicionada.
Michael me besó, suave y lentamente, haciendo que mis rodillas se debilitaran, y supe que
quería estar con él. E íbamos a encontrar una manera de hacerlo funcionar, con Brooke, con todo.
Dejé que esa esperanza me animara y me llenara mientras me subía al coche y conducía de
vuelta al sur, de vuelta a casa.
Capítulo 29
Michael
No me gustaba guardar secretos a mi hija.
Nunca me había gustado, por supuesto, y siempre había sido honesto con Brooke sobre las
cosas. Pero especialmente después de lo que hizo su madre, tuve mucho cuidado de no ocultarle
nada. Fui honesto con ella cuando estaba luchando por la traición de Virginia. Fui honesto sobre
cómo le iba al restaurante.
Así que, si bien podía entender los temores de Stevie sobre decírselo, quería dejar que
Brooke se enterara de todo de inmediato. ¿Por qué no se iba a alegrar? Iba a tener un hermano
pequeño, algo que siempre había deseado, incluso si era unos diez años después de lo esperado, y
su mejor amiga iba a ser aún más parte de la familia que antes. Y Brooke siempre me había
animado a seguir adelante y encontrar a alguien.
También sabía con certeza que había estado tratando de hacer que Stevie viera a alguien
durante años, lamentando varias veces el hecho de que Stevie se negara a salir y tratara de
encontrar posibles citas.
Me sentí aún peor cuando volvimos y Brooke casi lloró de alivio al ver a Stevie.
—¡Oh Dios mío! —gritó, casi abordando a Stevie en su entusiasmo por abrazarla.
—Ah, Brooke, cariño, cuidado, el bebé —dijo Stevie, riendo y aflojando suavemente el
agarre de Brooke sobre ella.
—¡Oh Dios mío, lo siento, lo siento! —Brooke tomó las manos de Stevie entre las suyas—.
¡Estoy tan emocionada y contenta de que estés aquí! —Miró nuestros dos coches cargados de
cosas—. ¿Y traes todas tus cosas?
—Me estoy mudando —dijo Stevie—. Andy tiene a alguien que se queda con él. Michael, tu
padre, ¿dijo que podía quedarme en la habitación de invitados con ustedes? Regresaré al
restaurante.
Brooke volvió a chillar y abrazó a Stevie con fuerza.
—¡Estoy tan contenta, te he echado tanto de menos! Entra y levanta los pies, ¡oh Dios mío!
Después de que Stevie hizo lo que le dijeron, Brooke me agarró y me abrazó igual de fuerte.
—Gracias —susurró—. Sé que lo hiciste por mí, y sé que he estado molesta con mamá y
todo, pero realmente no tienes que hacerlo, estoy muy agradecida. Gracias.
Maldito infierno. Ahora me sentía aún peor por mentirle.
Brooke se retiró.
—Y creo que es muy generoso de tu parte ayudar a Stevie de esta manera. Estoy muy
agradecida por toda tu preocupación, y pensando en mí, y sé que ella ha intentado poner una cara
valiente, pero realmente podría usar la ayuda y sé que será mucho más feliz con nosotros aquí que
en ese otro lugar. Eres el mejor padre del universo.
Besó mi mejilla, y luego corrió adentro para agarrar a Stevie de nuevo.
Me sentí tan culpable que era como si un animal me estuviera masticando el estómago.
Mierda.
Cenamos todos juntos, casi como una familia, y me dolió el corazón al ver como todo se
desarrollaba. Podía ver fácilmente que esto pasaría por el resto de nuestras vidas, aunque
esperaba que Brooke se mudara eventualmente y encontrara su propio lugar, que también formara
su propia familia. Pero por el momento seríamos los tres, eventualmente los cuatro una vez que
naciera el bebé... Me encantó esa idea.
Brooke era una cocinera decente, aunque francamente no tan buena como Stevie o yo, pero
era buena para seguir instrucciones y ayudar con la preparación, cortar verduras, ese tipo de
cosas. Nos reímos y bromeamos juntos mientras lo preparábamos todo.
Cuando finalmente nos sentamos, Brooke tenía un millón de preguntas para Stevie. No me
sorprendió.
Al principio, las preguntas eran fáciles. Brooke quería saber todo sobre su otro trabajo, y
cómo había sido, y qué la había hecho decidir irse.
Stevie explicó cuánto había odiado el trabajo y cómo había aprovechado la oportunidad de
regresar, una vez que le aseguré que al restaurante le estaba yendo bien con su nuevo menú.
—Me sentí tan culpable —explicó—. Pensé que había arruinado todo. Incluso cuando me
dijiste que no lo había hecho, todavía no estaba segura. Sentí que después de irme tan
repentinamente como lo hice, no tenía derecho a regresar. Michael fue muy amable y me explicó
que era más que bienvenida y que todos me extrañaban.
Brooke no pareció objetar ni darse cuenta de que Stevie me estaba llamando por mi nombre
de pila en lugar de “tu padre” o “señor Madison”.
Por supuesto, siempre la había animado a que me llamara por mi nombre y ahora éramos
compañeros de trabajo, por lo que tendría sentido que me llamara Michael, pero... esperaba que
eso significara que Brooke estaba bien al vernos a Stevie y a mí en una relación más casual. Más
íntima.
Pero entonces Brooke se ocupó de las preguntas más incómodas.
—¿Qué pasa con el bebé? —preguntó—. ¿Qué pasa con Cameron?
Oh, mierda.
Stevie parecía un ciervo a la luz de los faros. La tentación de acercarme y tomar su mano,
para tranquilizarla, era tan fuerte que casi me rindo. En lugar de eso, apreté mi mano alrededor de
mi rodilla, clavándome las uñas.
—Si vuelves a trabajar en el restaurante, definitivamente descubrirá que estás embarazada
—explicó Brooke—. Y tendrá que saber que es el padre.
«Ese pequeño problema podría resolverse fácilmente si lo despido.»
Estaba feliz de hacerlo, pero sospechaba que Stevie no apreciaría mi intento de resolver su
problema de esa manera. Además, no sería justo para Cameron. Podía ser un coqueto escandaloso,
pero en realidad no la había dejado embarazada. Yo lo había hecho. No podía castigarlo solo por
seguir con una mentira.
—No hay razón para que lo sepa —respondió Stevie—. Podría haberme enrollado con
alguien en Sacramento. Todavía no se me nota. Y no es asunto suyo.
Sonaba como siempre, llena de convicción. Deseaba que fuera tan fácil para mí mentir.
Seguí mordiéndome la lengua, mi mandíbula se apretó con tanta fuerza que me dolía cuando
terminó la cena.
No podía seguir con esto. Simplemente no podía. No iba a seguir mintiéndole a mi hija y no
iba a lidiar con el absoluto desastre que era ella pensando que Cameron era el padre. Brooke
nunca podría dejarlo... si veía a Cameron y Stevie interactuando en el restaurante, consideraría
que era su deber ir a Cameron y decírselo ella misma. Luego le diría que él y Stevie nunca habían
dormido juntos, y todo explotaría en nuestras caras.
Esa noche, después de que Brooke se fuera a la cama, me colé en la habitación de invitados.
Tenía que hablar con Stevie, teníamos que lidiar con esto.
Stevie dio un fuerte jadeo de sorpresa cuando entré, cerrando la puerta silenciosamente
detrás de mí.
—¡No puedes entrar aquí! —susurró.
No pude evitar sentir una oleada de calor cuando la vi, usando nada más que unos suaves
pantalones cortos de franela y una camisa grande que se le resbaló del hombro.
—Necesitamos hablar.
—Bueno, podemos hacer eso sin... esto, ¿qué pasa si nos atrapan?
—Bien entonces. Espero que lo hagan. —Me senté en la cama—. Odio la mentira. Es mi
hija. Tú mejor amiga. Sé que no te gusta más que a mí.
—Por supuesto que no me gusta, pero no es exactamente mentir, y...
—Estás ocultando la verdad. Por omisión, o lo que sea, no importa. Brooke no sabe la
verdad y ella necesita saberlo.
—No voy a decírselo y arruinar mi amistad con ella. —Stevie colocó las manos en las
caderas, lo que no debería verse tan adorable.
—No estoy dispuesto a dejar que esta mentira permanezca para siempre. Cuanto más tiempo
pase, más herida estará cuando se descubra la verdad. Entonces vuestra amistad se arruinará, te
gusté o no, y también lo hará mi relación con ella —suspiré—. Este bebé va a ser el hermano
pequeño de Brooke. Quiero que ella lo sepa, y se enterará de una forma u otra.
—Solo necesito más tiempo —respondió Stevie—. Por favor. Todo esto está sucediendo
muy rápido, el restaurante, tú y el bebé. Yo sólo, no puedo hacerlo todo a la vez, no puedo lidiar
con todo esto.
—Tú puedes. —Me puse de pie—. Eres más fuerte de lo que crees, Stevie. Te defendiste
con el menú y el restaurante, hiciste lo más atrevido entonces. ¿Por qué es esto diferente?
—Es... mi carrera es una cosa, estas son mis relaciones personales.
—Bueno, no tiene sentido que esperemos. Cuanto más esperemos, peor se pondrá.
Stevie sacudió la cabeza.
—Tenemos que encontrar el momento correcto. Y eso aún no ha sucedido. Acabo de
regresar, necesitamos un poco más de tiempo.
Suspiré. No estaba de acuerdo con esto, para nada, pero tampoco podía quitarle la elección
a Stevie. Era nuestra elección, de los dos, y si no estábamos de acuerdo...
Todo era un desastre.
Stevie se movió incómoda, luciendo un poco culpable. Por primera vez desde que entró a mi
oficina en el restaurante, me sentí incómodo con ella.
—Supongo que... buenas noches, entonces.
Ella tenía razón, por supuesto, no había forma de que durmiéramos en la misma cama, si no
estábamos decididos a que todo estuviera bien si nos atrapaban, y también necesitaba algo de
espacio. Asentí.
—Buenas noches.
La besé suavemente en la mejilla, porque puede que estuviéramos en lados opuestos de esto
y podría estar frustrado, pero la quería.
Esto no era el final ni nada. Solo un lapsus. Dios sabía que había tenido muchos problemas
con Virginia en el curso de nuestra relación. Sucedía a veces, ya sea que la relación fuera una
amistad, un romance o una familia.
Lo superábamos.
Pero en ese momento, estaba listo para golpear una pared con frustración.
Nos acostamos en camas separadas, y solo podía esperar que no pasara mucho tiempo antes
de volver a tenerla en mis brazos.
Capítulo 30
Stevie
Hacía tres días que había regresado y ya no podía soportar la presión.
Michael se estaba volviendo cada vez más malhumorado, y no podía culparlo. Era difícil
guardar un secreto como este, de mi mejor amiga y de su hija. No podía saber exactamente cómo
era, ya que no era padre... todavía... pero podía imaginar que no se sentía mucho mejor para él que
para mí.
Peor que eso, ya que todo el mundo notó su mal humor, incluyendo a Brooke. Parecía
confundida, pobrecita, preguntándose por qué estaría así después de estar tan emocionado de
tenerme en casa y de vuelta en el restaurante donde pertenecía.
Me aterraba que Michael se lo dijera a Brooke si yo no lo hacía. No es que no tuviera
derecho a decírselo, pero quería estar allí. Al menos quería explicar mi lado de las cosas. Y sabía
cómo lo haría, para tratar de salvar mi relación con Brooke. Diría que me sedujo, que todo fue
culpa suya, bla, jodidamente, bla. Cuando en realidad, había sido yo quien lo sedujo. Yo hice esto.
Yo.
Sabía que tenía que decírselo. ¿Pero cómo? ¿Cómo podría perder a mi mejor amiga?
Habíamos sido amigas por tanto tiempo, que era como una hermana para mí. Le había contado
todo lo que estaba sucediendo en mi vida, le había confiado todo y ella a su vez había confiado en
mí. Me destrozaría perderla.
Sería peor si arruinara la relación de Brooke con su padre. Brooke era mi amiga y la quería,
y merecía ser feliz. La relación con su madre era disparatada —aunque no fue culpa de nadie más
que de Virginia—. ¿Cómo podía llegar y arruinar su relación con su padre también?
Por supuesto... sería peor si no se lo dijera y se enteraba por otros. Michael tenía razón en
eso. Cuanto más tiempo pasara, más daño le haríamos a Brooke. Ya había pasado por eso una vez
con Virginia.
Virginia no se había percatado del daño que le había hecho a Brooke, solo había
considerado que engañaba a Michael. Pero al acostarse con otro hombre, había demostrado que no
le importaba lo que las consecuencias le harían a Brooke, cómo no tenía tiempo para Brooke,
cómo guardaba secretos y cómo destruir su matrimonio con Michael le afectaría a su hija.
No podía hacer que Michael le hiciera eso a Brooke. Pero decírselo iba a ser un desastre, lo
sabía.
Nada de esto fue fácil. Me hizo sentir enferma, y no solo por mis malditas hormonas.
Andy estaba contento de tener para él el apartamento y mis padres no parecían preocupados
de que me quedara con Michael y Brooke. Si tan solo supieran la historia completa. Esperaba que
no acusaran a Michael de hacer nada cuando era menor de edad; ni siquiera había pensado en mí
de esa manera en ese momento. Solo era una niña para él. Cuando entré en su oficina, lo había
visto en sus ojos: me miraba como si fuera una persona completamente diferente.
Nunca olvidaría esa mirada. Me aferré a ella para fortalecerme cuando Brooke llegó a casa
diciendo que tenía un “pequeño regalo” para mí.
Dios, si tan sólo dejara de ser una persona tan jodidamente maravillosa. Si hubiera sido
menos buena amiga, tal vez me sentiría mejor con esto. Pero, por supuesto, no seríamos amigas si
no fuera de esa manera.
Brooke dejó una bolsa de papel marrón en el mostrador de la cocina y sacó un pequeño
mono.
—¡Ta chan! —dijo, mostrándomelo—. Lo vi e inmediatamente pensé en ti.
El mono decía cuida el lenguaje idiota, soy un bebé. Resoplé de risa. Oh, Dios mío. Eso
era realmente perfecto para mí y mi boca sucia.
—Me encanta —dije, abrazándola en agradecimiento.
Esto fue todo. Lo sabía en mis entrañas. Estaba siendo tan amable, y no podía seguir
mintiéndole por más tiempo, y sabía que Michael no podía, y ya estábamos hablando del bebé...
—¿Brooke? —dije, retrocediendo.
—¿Sí?
—El bebé no es de Cameron. Es de tu padre.
Solté toda la historia. Yo solo... solté todo, como un vómito de palabras. Le conté cómo me
había enamorado de su padre cuando aún estábamos en el instituto, y cómo después de que su
madre lo traicionó, había visto una oportunidad y había decidido que después de la escuela
culinaria volvería y lo sorprendería, me lo ganaría.
Le expliqué que nunca había estado con otro hombre, y cómo había sido tan tonta y no había
tomado anticonceptivos ni nada, y que, bueno, básicamente, fue la razón por la que había huido
cuando descubrí que estaba embarazada.
Se lo conté todo. Y vi como la cara de mi mejor amiga pasó de relajada y sonriente a
horrorizada. Su boca se abrió y sus ojos prácticamente se estaban saliendo.
—Cómo... pero... cómo... —repitió Brooke, balbuceando por un momento. Parecía estar en
estado de shock. Cruzó a la sala, sentándose pesadamente en el sofá. Sus nudillos eran blancos
donde se agarraban a sus rodillas.
—Te traeré un poco de agua… —Me dirigí hacia el armario para coger un vaso.
—No lo hagas —dijo Brooke, y su voz era sorprendentemente aguda.
Me detuve. Bueno, más bien me congelé.
—¿Cómo pudiste mentirme? —susurró Brooke. Me miró, su rostro era la imagen de la
devastación.
Me sentí como una mierda absoluta. Nada de cómo me había sentido en los últimos meses
podría compararse con esto: ver a mi mejor amiga mirarme como si hubiera apuñalado a su
cachorro.
—¿Cómo pudiste mentirme? ¿Cómo pudiste ocultarme algo así y dejarme pensar...? Quiero
decir que una cosa es que algo pase, ya sabes, pero luego tuviste meses para decirme la verdad,
Stevie, ¡meses! ¡Esto no es algo que pasó la semana pasada! —La voz de Brooke se quebró, pero
mantuvo el contacto visual, dos manchas de color aparecieron en lo alto de sus mejillas—. ¡¿Y
cómo pudiste pensar en mi padre así?! ¡Mi padre! Que mierda, Eso es tan… está tan mal, ni
siquiera puedo...
—Nunca quise lastimarte —dije, escuchando lo ronca que era mi propia voz—. Esto no fue
solo una aventura o una conexión aleatoria para mí. Me preocupo por Michael, siempre lo he
hecho, y quiero estar con él. Esto siempre fue serio para mí. Quería darle el amor que merecía,
después de lo que tu madre le hizo. Y no quería... pensé que, ya sabes, estarías feliz por eso, ya
que oficialmente sería parte de tu familia y… y todo fue mi culpa, de verdad, no lo culpes, yo hice
eso, todo fue mi culpa. ¿De acuerdo? Cúlpame a mí, si vas a culpar a alguien.
—¡Oh Dios mío, deja de hablar, por favor! —estalló Brooke, levantando una mano
temblorosa. Respiró hondo y luego se limpió los ojos—. No quiero escuchar más. Necesito algo
de tiempo, ¿de acuerdo?
Se levantó con las piernas temblorosas y volvió a agarrar su bolso.
—Yo... yo solo... —Sacudió la cabeza y luego salió corriendo por la puerta, cerrándola
detrás de ella con ira.
Me acerqué al sofá con las piernas inestables y me hundí en él, con las uñas clavadas en el
posabrazos. Estaba temblando por todas partes. No me había sentido tan mal en… nunca, en
realidad. Lo había jodido todo. Esto era… todo era mi culpa. Yo había hecho esto.
Para mi vergüenza, comencé a llorar. Agarré los pañuelos de la mesa de café y me soné la
nariz, limpiándome los ojos. Quería pararme, unirme y encontrar una manera de mejorar esto,
compensar a Brooke... pero todo era tan abrumador. Me sentía como una mierda total. ¿Cómo
podría incluso comenzar a arreglar este desastre que había hecho?
No sé durante cuánto tiempo lloré. Ni siquiera escuché que se abría la puerta principal. Pero
lo siguiente que supe fue que Michael estaba allí, acercándome a sus brazos y abrazándome,
besándome el cabello.
Me aferré a él, llorando aún más fuerte, susurrando que lo había estropeado, que lo sentía
mucho, lo había arruinado todo, y Michael... Michael simplemente me abrazó y me consoló, hasta
que por fin mis sollozos se calmaron.
Capítulo 31
Michael
Después de cuidar a Stevie, fui directamente al restaurante. Brooke tenía un turno esa noche y no
importa cuán enojada estuviera con Stevie y conmigo, no iba a fastidiar a sus compañeros de
trabajo ni a hacer nada para dañar el restaurante que había sido su segundo hogar desde que era
una niña.
Brooke estaba en el puesto de anfitriones cuando entré. Sabía que ella sabía que estaba allí,
pero deliberadamente no miró hacia arriba desde la pantalla del ordenador.
—¿Podemos hablar?
Se encogió de hombros.
—¿De qué hay que hablar?
Brooke se apartó de mí y comenzó a caminar por el restaurante. Fui tras ella.
—Oye, cariño, sé que estás molesta, pero...
—Tal vez tú y Stevie deban hacer su propio reality show —dijo Brooke con desdén—. Todo
sobre su historia de amor, puede competir con la de mamá.
La agarré por el brazo y la arrastré al pasillo, a mi oficina.
—¡Suéltame! —espetó Brooke cuando cerré la puerta detrás de nosotros.
—No, me vas a escuchar. Entiendo que estés molesta. Tienes derecho a estarlo. No te dije lo
que estaba pasando y esto no fue solo algo que sucedió anoche, sino que han pasado meses. Pero
necesitas entender todo lo que pasó. Esto no es como con tu madre, ¿de acuerdo?
Brooke se cruzó de brazos.
—Oh, ¿no lo es? Explícame.
Suspiré, recostándome contra la puerta.
—Escucha. Todo esto con Stevie fue inesperado, ¿de acuerdo? No tenía intención...
Ciertamente nunca la había mirado de esa manera antes. Cuando vino a la entrevista de trabajo,
fue como ver a una persona completamente diferente. Estoy seguro de que no… ya sabes lo
increíble que es Stevie. Realmente nunca pensé que volvería a enamorarme, y luego me estaba
sucediendo antes de que supiera qué hacer.
«Pero la mantuve a distancia. No quería arruinar tu amistad con ella y tenía miedo de que
me volvieran a romper el corazón. Y toda la mierda con el restaurante, me dije que solo quería
sexo, no un verdadero romance. Me negué a mí mismo que pudiera querer algo más. Y si era solo
sexo... me daba vergüenza decírtelo, sinceramente. Me daba vergüenza decirte que estaba follando
casualmente con alguien que no solo era mi empleada, sino tu mejor amiga.
Y entonces Stevie se fue y me di cuenta de lo equivocado que había estado sobre el
restaurante y sobre cómo me sentía por ella. Había sido un cobarde y estaba listo para estar con
ella en serio. Pero pensé… pensé que era más feliz sin mí, sola. Y si todo había terminado, ¿por
qué decírtelo? ¿Por qué decirte una vez que todo estaba dicho y hecho, que acababa de tener una
relación casual con tu amiga de esa manera?»
Brooke parecía que se estaba ablandando, solo un poco, pero sus ojos aún estaban
entrecerrados y su cuerpo aún estaba rígido, con los brazos cruzados. Seguí adelante.
—Entonces descubrí que estaba embarazada, y supe que tenía que recuperarla. Quería y aún
quiero hacer lo correcto con ella. La quiero en mi vida, y ya lo hacía antes de saber lo del bebé,
pero ahora es mucho más. Voy a pelear por ella. Quería decírtelo en el momento en que volvimos
a estar juntos y le pedí que se mudara conmigo, con nosotros, pero tenía miedo de cómo
reaccionarías. No estoy orgulloso de esconderte esto, pero entiendo por qué Stevie no estaba
segura, y cariño, realmente espero que puedas perdonarla, perdónanos a nosotros, porque la amo y
quiero que sea parte de nuestra familia. No quiero que pierdas a tu mejor amiga. Tu relación con
Stevie es igual de importante para mí. Quiero que todos seamos una familia juntos.
Brooke me miró por un momento más, pero luego vi su labio temblar.
—Oh, cariño —dije, acercándome mientras Brooke se echaba a llorar.
—¡Estoy tan harta de que todos me oculten cosas! —dijo, dejándome abrazarla—. Mamá me
ocultó todo y nunca pareció entender por qué estaba tan mal, y ahora tú estabas saliendo con mi
mejor amiga y ninguno de los dos me lo dijo. ¡No me gusta que me excluyan de las cosas! ¿Por qué
no pudo ninguno de los dos decírmelo? Al menos decirme con anticipación que te sentías atraído
por Stevie, o si ella me hubiera dicho que se sentía atraída por ti, antes de que ninguno de los dos
hiciera algo, no había razón, no habría... ¡Bien, hubiera sido un shock, pero no los habría odiado
ni nada!
—Nadie quiere lastimarte, Brooke, y siento mucho que eso haya sucedido. Fue injusto para
ti y deberíamos haberlo hecho mejor. Deberíamos haberte tratado mejor. —Le froté la espalda—.
Ni siquiera tu madre, ¿de acuerdo? Si lo hizo o no es otra historia, pero nunca tuvo la intención de
hacerlo. Todos te amamos y queremos lo mejor para ti. Especialmente Stevie. Ella se preocupa
tanto por ti, te lo prometo.
Brooke se sorbió la nariz y me eché hacia atrás, sujetándola por los hombros para poder
mirarla a los ojos.
—Pero esto no es solo una aventura para nosotros ¿de acuerdo? Stevie y yo estamos
enamorados. La amo y quiero estar con ella. Y te lo prometo ahora mismo, no te voy a mentir ni a
ocultarte cosas así nunca más. Quiero que estés de nuestro lado, quiero que seas parte de nuestra
familia, especialmente porque... —La comisura de mi boca se convirtió en una sonrisa. No pude
evitarlo. La idea me mareó—. Porque vas a ser una hermana mayor por primera vez.
Brooke soltó una carcajada a medias y me abrazó.
—Hablaré con Stevie —me prometió, retrocediendo—. Pero, um, por esta noche creo que
me voy a quedar en otro lugar. Les daré un poco de espacio... y, bueno, pondré mi cabeza en
orden. ¿Lo entiendes?
Asentí.
—Lo sé. Y lo entiendo.
—Pero creo que... si me das un poco de tiempo para adaptarme, creo que podemos ser una
familia. Somos una familia. Podemos seguir adelante.
Le sonreí, sintiendo un alivio tan grande que pensé que podría colapsarme.
—Sabía que había criado a una buena chica.
Brooke puso los ojos en blanco, pero estaba sonriendo.
—Sí, bueno, todavía me debes una por esconderme secretos.
—Por supuesto.
—¿Quizás finalmente puedas darme ese pony que quería de niña?
—...no tientes tu suerte.
Capítulo 32
Stevie
Cuando recibí un mensaje de Brooke, esperaba que fuera algo mordaz o enojado. Nunca había
visto a Brooke ser realmente vengativa, pero había tenido algunas palabras para su madre cuando
se enteró de todo el asunto, y también esperaba unas palabras para mí.
Abrí el texto sintiéndome decaída, mientras mi adrenalina se disparaba como si estuviera a
punto de entrar en pánico, ya fuera para luchar o para huir. Pero cuando leí el texto, todo en mi
cerebro se detuvo.
Brooke se estaba disculpando.
Hola cariño.
Creo que exageré un poco. No estoy feliz de que me lo ocultaran durante meses, pero
papá me explicó las cosas y ahora lo entiendo. Estoy feliz por ustedes dos. Vamos a trabajar
sobre esto.
Quiero hablar cuando llegue a casa mañana. Me estoy quedando en la casa de tu
hermano.
¡Disfruta de la noche!
Michael
Estar con Stevie nuevamente, deslizándome dentro de ella… juro que mi mundo se volvió blanco
por un momento. Nada más en el mundo parecía existir excepto ella. Estaba tan lleno de alegría y
alivio, tan contento de que finalmente podía estar con ella correctamente... que el resto de las
cosas en mi vida se desvanecieron. Solo quedó ella, mi deseo por ella. Ni siquiera me sentía
como una persona, solo un suplicante, adorando a su alter ego.
Esto era todo lo que siempre había querido, todo a lo que había renunciado. Esa esquiva,
loca y profunda conexión con otra persona.
Quería permanecer para siempre en este momento. Me moví dentro de ella instintivamente,
sabiendo exactamente qué la haría jadear y llorar.
Cuando dijo mi nombre, sentí una oleada de victoria y posesividad como nunca antes había
sentido, como si consumiera todo mi ser. Quería darle placer una y otra vez hasta que ninguno de
los dos pudiera moverse más, hasta que estuviéramos completamente agotados.
Presioné mi boca contra la suya mientras aceleraba, persiguiendo el final, y Stevie clavó sus
uñas en mi espalda, enrollando sus caderas. Podía sentir su orgasmo, la forma en que se apretaba
y ondulaba a mí alrededor, y solo me hizo sentir un fuego más profundo, como si agregara gasolina
a una llama ya rugiente.
El sonido de su grito contra mi boca cuando terminó de correrse fue el ruido más dulce que
jamás había escuchado.
Me abrazó, animándome mientras perseguía mi máximo final, susurrándome al oído.
—Quiero sentirte —susurró—. Me encanta cuando te corres dentro de mí, la forma en que
me marcas, la forma en que me reclamas, por favor... oh Michael por favor...
Fue la cosa más caliente que jamás había escuchado, y llegué sintiendo un rugido en mis
oídos.
Nunca había tenido eso con nadie. Nunca sentí que me estaba completando, completándola,
cuando tuvimos sexo. Si no hubiera sabido que Stevie era la indicada para mí, lo habría sabido en
ese momento.
Nos limpiamos y luego la sostuve en mis brazos, Stevie deslizándose en ellos
automáticamente, como si no hubiera ningún lugar en el mundo en el que preferiría estar. Sabía que
no había ningún lugar en el mundo en el que yo preferiría estar en ese momento, abrazándola.
Por primera vez en años, me sentí satisfecho. Desde que Virginia me había engañado, mi
vida se había puesto patas arriba. No había sentido que pudiera relajarme, o incluso respirar
adecuadamente. Nunca había sido verdaderamente feliz. Me había sentido como una cáscara de mí
mismo.
Pero ahora... ahora con mi restaurante en una nueva y mejor dirección, con las cosas
despegando, y con la mujer que amaba en mis brazos... esto era pura satisfacción. Este era el tipo
de felicidad que se asentaba en tus huesos, una felicidad cómoda, una que no era tanto como
burbujas de champán eufóricas, sino como una manta cálida en un día frío.
Nunca pensé que mi corazón podría sanar después de lo que Virginia y Theo me habían
hecho. Pero ahora me di cuenta de que en realidad podía sentir no solo amor de nuevo, sino más,
una versión más profunda de lo que había sentido antes.
Había amado a Virginia. Y había sido feliz con ella hasta que me engañó. No podía negar
eso. Pero no era lo mismo que sentía con Stevie. Adoraba a Stevie. Quería protegerla, cuidarla,
tenerla en mi vida para siempre.
Era parte de mí, y nunca la dejaría ir.
Nos quedamos allí en silencio durante un rato, hasta que pensé que Stevie se había quedado
dormida. Pero al fin susurró:
—¿Esperas que sea un niño? ¿O una niña?
—No. No me importa. Todo lo que quiero es un niño que sea saludable. —Me detuve,
sonriendo—. Aunque no estaría de más si el bebé tuviera tu buena apariencia.
Stevie rio.
—Una pequeña mini versión de la mujer que amo —murmuré.
—Tú tampoco estás tan mal —bromeó Stevie.
—¿Estás... preocupada de que sea demasiado viejo para seguir el ritmo? —pregunté. Estaba
en mis cuarenta, después de todo. Para cuando nuestro hijo tuviera veinte años, ya habría pasado
los sesenta. La mayoría de las personas eran abuelos a esa edad.
—Te compraré un andador al mismo tiempo que compramos uno para el bebé —dijo Stevie,
todavía riéndose.
—Oh, ¿lo harás ahora? —gruñí, deslizando mis manos por sus costados donde sabía que
tenía cosquillas.
Stevie jadeó, alejándose.
—Michael…
Le hice cosquillas en serio y gritó, sacudiéndose y riéndose.
—Esto... ¡no estás jugando limpio!
Me reí, besándola lentamente por el cuello. La risa de Stevie se calmó y ella suspiró feliz.
—Eres todo lo que siempre he querido —murmuró. Tarareé contra su cuello—. Me robaste
las palabras de la boca —susurré—. Al igual que me robaste el aliento.
Stevie arqueó una ceja hacia mí.
—¿Alguien te ha dicho que eres jodidamente cursi cuando...
La besé, y eso detuvo su broma, detuvo todo, por mucho tiempo.
Epílogo
Stevie
Había imaginado mi boda durante años. Y cada vez, tenía al mismo novio esperándome al final
del pasillo. Pero en todos mis sueños, todos los vestidos diferentes que había usado, los lugares
donde los habíamos tenido, y todo lo demás... Nunca había imaginado que estaría embarazada.
Michael no había querido esperar para casarse conmigo. Habían pasado solo dos meses
desde que le dijimos a Brooke, y luego lo hicimos oficial y se lo dijimos a todos los demás, por lo
que tuvimos que apresurarnos en la planificación, pero no me importó. Me conmovió que a
Michael tampoco le importara. Que quería que fuéramos oficialmente una familia lo antes posible.
Todos me apoyaron mucho. Me preocupé por mis padres y Andy, pero una vez que Michael
y yo lo explicamos, después de pensarlo un poco... dijeron que lo entendían. Y todos sabían que
Michael era una buena persona, que esto no era apresurado porque no sabíamos lo que estábamos
haciendo, sino porque no queríamos esperar un segundo más de lo necesario.
Comprobé mi reflejo en el espejo por segunda vez. No siempre estaba segura de cómo me
veía, embarazada, quiero decir, pero Michael siempre decía que me veía hermosa. Tenía que
admitir que me gustaba cómo me veía en ese momento, con mi cabello rizado y mi vestido de
novia fluyendo como un vestido de gala.
Brooke asomó la cabeza.
—¡Es la hora!
Tomé una respiración profunda. Estaba tan emocionada que sentía que mi estómago estaba
haciendo erupción con cientos de mariposas.
—Bueno. Eh, vamos.
Entró y la abracé.
—Gracias —susurré—. Por aceptar ser mi dama de honor, por ayudarnos a planificar todo
esto a último minuto, por apoyarnos, solo... por todo.
Brooke me devolvió el abrazo con fuerza y la escuché sollozar.
—Vosotros realmente se aman y se hacen felices. Nunca podría interponerme en el camino
de eso. Y no podría imaginarme un hombre mejor para ti, o una mujer mejor para mi padre.
También me encontré sollozando un poco. Significó mucho para mí escucharla decir eso.
—Oh Dios mío, ¿en serio? ¡Se supone que deben llorar en la recepción, no antes de la boda!
—dijo Andy, asomando la cabeza.
Brooke y yo le sacamos la lengua. Andy era el padrino, así que estaba escoltando a Brooke
por el pasillo. Su rostro cuando se lo dijimos había sido gracioso. Y se había vuelto más serio y
concentrado en los últimos meses, así que... tal vez tendría una oportunidad con Brooke después
de todo. ¿Quién sabe? Ciertamente no podría haber predicho a dónde iría mi vida.
Todo era posible.
Andy le ofreció su brazo a Brooke, y caminaron por el pasillo. Mi padre apareció, tomé su
brazo, y luego fue mi turno.
La música comenzó y creo que mi corazón se disparó directamente de mi pecho. Me sentía
más liviana que el aire, como si caminara sobre las nubes, y cuando mis ojos se encontraron con
los de Michael al final del pasillo, comencé a sonreír con tanta fuerza que me dolía el rostro.
Nos acercamos al altar y escuchamos el discurso habitual.
Queridos hermanos…