Infierno XI-XXV. Cuestiones

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Cátedra Literatura Italiana – UBA

Prof. Patat
Infierno, XI-XV. Síntesis de cuestiones

Repaso de las cuestiones relativas a los cantos IV-X


A todas las cuestiones ya abordadas en los cantos I, II y III se suman las siguientes:

- El canto IV inauguraba en la Comedia una tendencia: el cambio brusco de atmósferas o ambientes (“paisajes”, en términos de Momigliano) – del
sufrimiento atroz de los indiferentes a la ausencia de felicidad en los espíritus virtuosos del pasado – que genera una constante del texto: el cambio tonal,
que llevó a Dante a recrear el mundo del más allá en función de las posibilidades de lo que él consideraba “comedía”, el género capaz de absorber tonos y
registros diversos y opuestos: de lo coloquial a lo sublime.

- El Limbo como “refugio de los espíritus nobles del pasado”, concebido fuera de la idea del Limbus Patrum o Limbus puerorum es una invención de Dante.
Y afianza la idea de que la Comedia es un texto de apropiación y reinvención de la tradición.

- La virtud de la razón no es suficiente para alcanzar la Verdad de Dios, a la que se llega solo con la gracia divina. (“hoc ratio humana per se iustum intueri
non potest, fide autem adiuta potest”, Mon, II, vii, 5-6). Virgilio no podrá entrar a Dite con sus propias fuerzas. Según Chiavacci Leonardi, este es un pilar
de la Comedia, que se va construyendo a lo largo del texto, a medida que Dante vaya dejando de lado viejas convicciones. En el texto, nace la dicotomía
conceptual entre ragione e inteletto.

- El encuentro con Francesca, pecadora, señala un derrotero: Dante no se halla frente a un pecado (expresado abstractamente con figuras alegóricas según
la tradición medieval), sino frente a un/a pecador/a.

- Superación del Amor antiguo, artúrico, carolingio y dolcestilnovista – amalgamado en Francesca – en función de un nuevo paradigma, que todavía el texto
no ha expresado. El canto V no ofrece la solución al problema de la legitimidad/ilegitimidad del Amor y (tal suspención de una solución radica en la
conmoción que Dante siente ante la condena del Amor de Paolo y Francesca, el no comprender semejante perdición).
Cfr. Dante, Rime, CXIV: “Io mi credea del tutto esser partito / da queste nostre rime, signor Cino, / ché si conviene omai altro cammino / alla mia nave più
lungi dal lito…”.

- Ciacco introduce en el canto VI la cuestión florentina: “li cittadin de la città partita” (VI, 60). La ciudad partida o dividida es un topos del texto, que adquiere
desde ya una dimensión simbólica.

- Con Farinata, Pier della Vigna y Brunetto Latini se abre la cuestión de los grandes hombres, que según Ciacco “ei son tra le anime più nere” (están entre
las almas más negras). Obrar bien en vida no es suficiente para la salvación. Porque ese Bien al que se aspira no coincide con la Verdad.
- Entrando en el círculos de la codicia (avaros y pródigos) Dante lee a su manera el concepto de Fortuna, a la que le asigna un valor providencial.

- “O voi ch’avete li intelletti sani / mirate la dottrina che s’asconde /sotto’l velame de li versi strani” (Inf IX, 61-62). El texto está diseminado de amoniciones y
apelaciones de Dante al lector para que atiende al sentido profundo del camino.

- Los cuerpos ocupan un lugar preminente en el texto (renacerán el día del Juicio Final). El texto devela una profunda corporeidad de los personajes.

- La historia “condensada” de Farinata (que reafirma su carácter “magnánimo” más allá de su condena) vincula sus ideas a la historia vitae familiae, según
una radicada concepción medieval pre-burguesa. Dante, de alguna manera, intenta desbaratar esta tradición (el legado socio-político de la familia) para
dar lugar al “camino” del individuo.

- El canto X plantea dos problemas esenciales:


a) No se trata sólo de un canto político (en el que Dante presumiblmente defiende su posición frente a la de Farinata), sino también un canto en el que la
sentencia acerca de su amigo Guido signa un derrotero intelectual respecto del stilnovismo juvenil. En ambos casos – político e intelectual – existe un
deseo de superación (cfr. Gramsci).
b) El exilio profetizado por Farinata deja sin palabras a Dante, que será amonestado por Virgilio: sólo Beatriz será capaz de predecir el camino de la vida.
Dante comprende por fin el sentido del exilio.

- Cfr. Auerbach: “el lenguaje de Dante es casi un milagro inconcebible. En comparación con todos sus antecesores, entre los cuales se cuentan, sin
embargo, grandes poetas, su expresión posee una riqueza, actualidad, fuerza y flexibilidad tan incomparablemente mayores, conoce y emplea una
cantidad de formas tan superior, abarca los fenómenos y los asuntos más diversos con mano tan firme y segura, que uno llega al convencimiento de que
este hombre ha redescubierto el mundo con sus palabras”.

Desde el punto de vista formal, hemos subrayado los siguientes recursos frecuentes, que conforman un “sistema”:
- un método narrativo que consiste en el diseño de una parábola: descripción de la geografía, presentación del personaje, diálogo veloz que define en poco
versos, con un actum, una vida (cfr. la tradición biográfica medieval), re-conocmiento de Dante (implica un “núcleo emotivo), digresión con el maestro:
exposición del caso en una lengua que se “distiende”. Los grandes cantos siguen un mismo esquema: distensión – tensión – distensión.
- “el valor contextual califica la versificación” (cfr. Casella); el ritmo del verso, es decir, su velocidad, está ligado al significado portante (Contini); relación
inextricable entre metro y rima, metro y ritmo (Fubini). En pocas palabras, valor fonosímbolico del verso dantesco.
Infierno, XI-XV. Síntesis de cuestiones

1. Digresión doctrinal (canto XI): orden racional y simétrico del Infierno, que reenvía a la astronomía tolemaica, a la filosofía de la Ética a Nicómaco de
Aristóteles y a la teología de Santo Tomás. Cfr. Chiavacci Leonardi: “dicho ordenamiento exonera al gran viaje de la tradición de los sueños medievales y
de las visiones más o menos vagas o gratuitas, y lo funda en una concreción y credibilidad, que pertenecen a la certeza de la ciencia física y a la teología
del tiempo”.
La subdivisión del Infierno obedece a una visión pagana (incontinencia y malicia), mientras que el Purgatorio y el Paraíso a una visión doctrinal cristiana.
La incontinencia prevé cinco círculos; la violencia un círculo dividido en tres zonas o “gironi”, y el fraude, dos círculos (divididos en diez bolsas y cuatro
zonas respectivamente). En el círculo VI están los herejes, invención de Dante. En síntesis, la división de la condena depende de si se pecó por pasón o
por razón.
2. Los violentos (cantos XII, XIII, XIV, XV y XVI): violentos contra el prójimo, contra sí mismos o contra Dios.

- El primo círculo concéntrico está dominado por la sangre, que es la que los tiranos desparramaron por el mundo.

- El segundo (el bosque de arbustos) está dedicado a los suicidas: Pier della Vigna.

No había frondas verdes, sino oscuras,


no ramas lisas: retorcidas y nudosas,
no había frutos, sino espinas con veneno. Inf. XIII, 3-6

“Uomini fummo ed ora siam fatti sterpi” (“Hombres fuimos, y hoy somos arbustos”): signa la dignidad del hombre degradada. El mito ovidiano de la
transformación actúa como dispositivo ético.

- Como Francesca y Farinata, Pier della Vigna (suicida por la envidia cortesana) es una nueva contra-figura de Dante. El lenguaje de Pier della Vigna “se
transvasa” a Dante:

Yo creo que él creyó que yo creía


que esas voces provenían de personas
que estaban escondidas tras los árboles. Inf XIII, 25-27

Yo soy aquel que tuvo las dos llaves


del corazón de Federico, y las giré
al cerrar y al abrir tan suavemente, (serrando e diserrando)

que excluí de su secreto a casi todos.


Cumplí fielmente mi glorioso oficio
tanto que sueño y pulso perdí en él.

La meretriz que del lugar del César


no desvió nunca su mirada puta,
muerte común y vicio de las cortes,
inflamó contra mí todos los ánimos;
e inflamados inflamaron tanto a Augusto,
que honor feliz se hizo triste luto. Inf. XIII, 57-63

- Amonición de Dante (cuando observa los violentos contra Dios):

Oh venganza de Dios, ¡cuánto tú debes


ser temida por todos los que leen
lo que a mis ojos se hizo manifiesto! Inf. XIV, 16-18

- El encuentro con Brunetto Latini, su maestro, tiene varias implicaciones para la Comedia:
a) el reconocimiento de un magisterio (Brunetto había traducido la Ética de Aristóteles y la Retórica de Cicerón, pero sobre todo había dirigido a Dante
hacia una formación literaria con intenciones ético-civiles;
b) la gran enseñanza: “m’insegnavate come l’uomo si etterna”;

“Si se cumpliera todo lo que pido”,


dije, “usted todavía no estaría
de la naturaleza humana desterrado;

pues está impresa en mi mente, y hoy me apena,


la querida y buena imagen paternal
de usted cuando en el mundo, tantas veces,

me enseñaba cómo el hombre se hace eterno;


y cuánto lo valoro, mientras viva
es bueno que en mi lengua se comprenda. Inf. XV, 79-87

c) a la nueva profecía del exilio, decidida por los “malditos” florentinos, Dante responde por fin de otra manera:

Quiero manifestarle sólo esto:


con tal que mi conciencia no me acuse,
a la fortuna, como quiera, estoy dispuesto.
No es nuevo ese anticipo a mis oídos:
que gire la fortuna pues su rueda,
como ella quiera, y su hoz el campesino. Inf. XV, 91-96

Cfr. Benvenuto (1330-1378): “omnia faciant ufficuum suum, et caelum et homines mutent vices suas, quia ego non mutabor”

d) André Pézard atribuye a este canto un sentido totalmente diverso al que le asigna la tradición. Cfr, André Pézard, Sous la pluie de feu (1951)

3. Los fraudulentos (cantos XVII-XXV....)

- Transformación brusca del paisaje. Los ambientes reservados a los violentos (el río de sangre, el bosque de arbustos, el desierto encendido por el fuego)
responden – según Chiavacci – a una tradición épica del paisaje, con resonancias bíblicas. A partir de ahora, el paisaje se va volviendo frío (el límite
común a todos es la piedra gris), dividido en diez bolsas concéntricas. Pero además, entran en juego látigos, excrementos, pez, serpientes, etc. A dicha
transformación corresponde un nuevo giro tonal, hacia una lengua soez, degradada e indigna en los condenados, y una actutud cada vez más severa de
Dante personaje, según el dictado de Virgilio. Humanidad mezquina y lengua mezquina se alían en el texto. Dante reserva la lengua coloquial, popular y
descuidada a los pecadores que usaron su ingenio en detrimento de los otros.

Quindi sentimmo gente che si nicchia


ne l’altra bolgia e che col muso scuffa,
e sé medesma con le palme picchia.

Le ripe eran grommate d’una muffa,


per l’alito di giù che vi s’appasta,
che con li occhi e col naso facea zuffa. Inf. XVII, 103-108

- Hasta el mismo discurso de Virgilio, capaz de vetas sublimes, se contagia del desprecio dantesco hacia los fraudulentos:

Y entonces él, golpeándose en el coco: (él: referido a un condenado)


“Aquí abajo me hundieron las lisonjas
de las que nunca se sació mi lengua”.

Después de eso mi guía me indicó:


“Lleva la vista un poco más allá,
de manera que veas bien la cara

de esa mujer inmunda y despeinada


que con uñas mierdosas ahí se rasca,
y se para y se agacha todo el tiempo.

Es Thais, la puta que al amante dijo


cuando le preguntó ‘¿Gozo de gracias
muy grandes ante ti?’: ‘¡Maravillosas!’.

Y aquí sean saciadas nuestras vistas”. Inf. XVIII, 126-136.

- El canto XIX, la condena de los simoníacos (aquellos que comerciaron los bienes del espíritu cambiándolos por cosas) es una condena directa de la
Iglesia y del Papado. El canto afianza el carácter laico del autor y su rol fundacional. Extraordinario el símil que Dante imagina:

“Oh tú que tienes lo de abajo arriba,


alma triste clavada como un poste”
empecé a decir yo, “si puedes, habla”.

El buen maestro aún de su cadera


no me soltó: así me llevó al hoyo
de aquel que allí lloraba con las patas.

Yo estaba como el cura que confiesa


al pérfido sicario, que ya hundido,
lo llama, para así evitar la muerte.

Y él gritó: “¿Ya estás aquí derecho?,


¿Ya estás aquí derecho, Bonifacio?
Por muchos años me mintió lo escrito.

¿Tan pronto te saciaste de aquel bien


por el que no temiste con engaño
tomar la bella dama, y ultrajarla?”

Yo me quedé parado como aquellos


que no comprenden lo que les han dicho
y confusos, no saben responder.

Y Virgilio me dijo: “Dile pronto:


‘No soy aquel, no soy aquel que crees’”;

y como me fue impuesto respondí. Inf. XIX, 43-63.

- En el canto XX, donde están condenados los adivinos, Dante, al verlos deformados en el cuerpo (llevan la cabeza hacia atrás, y por lo tanto caminan al
revés para ver donde pisan) construye un discurso “angustiante” sobre cómo el hombre trata a su propio cuerpo: el canto adquiere una dimensión
simbólica que contagia todo el texto. El Infierno es el lugar donde el Hombre paga para siempre el precio de non haber comprendido el Amor infinito de
Dios, y la digniddad suprema con la que ha sido creado.

Así Dios te permita, lector, que saques fruto


de tu lectura, piensa por ti mismo
cómo podía tener yo el rostro seco,

cuando la imagen nuestra de tan cerca


vi tan torcida, que el llanto de los ojos
mojaba su ranura entre las nalgas.

Yo lloraba, apoyado en una piedra... Inf. XX, 18-25 (Certo io piangea, poggiato a un de’ rocchi)

- Tragedìa e comedìa (Virgilio y Dante) Cfr. Inf. XXI, 2. El canto XXI no sèolo afirma el carèacter “cómico” de la obra, sino que también introduce por primera
vez un símil autobiográfico. Para la critica, el hecho de que el símil aparezca en el canto dedicado a los corruptos, refuerza el deseo de Dante de alejar la
sospecha de la acusa por la cual lo exiliaron.

Y a mí mi guía: “Oh tú que estás a gachas


entre las piedras del puente allá bien chato,
ven ahora hacia mí tranquilamente”.
Por eso me moví, y a él fui rápido;
pero todos los diablos avanzaron,
y yo temí que el pacto no cumplieran;

así vi tener miedo a los soldados


que rendidos salían de Caprona,
al verse allí entre tantos enemigos. Inf. XXI, 90-96

- Virgilio: a medida que el texto avanza, las intervenciones de Virgilio son vada vez más incisivas. El perosnaje se va tiñendo lentamente de un aura que
supera con creces la idea del “autor” del “volumen” que influyó sobre Dante.

Mi guía me tomó rápidamente,


como madre despierta por un ruido
que ve cerca las llamas encendidas,

y toma al hijo y huye y ni siquiera,


cuidando más de él que de ella misma,
se detiene a ponerse un camisón,

y desde lo alto de la orilla dura


se dejó caer de espaldas por las piedras
que limitan de un lado el otro foso. Inf. XXIII, 37-45.

- Vanni Fucci, el “ladrón de Pistoia”, alcanza el nivel más bajo de autoconciencia de los condenados, al desearle a Dante que el exilio le duela.

El guía entonces le preguntó quién era;


y él respondió: “Lloví hace poco tiempo,
a esta zanja feroz desde Toscana.

Vida bestial, no humana, me gustó


como mulo que fui; soy Vanni Fucci
bestia, y Pistoia fue mi digna gruta”.
Y yo a mi guía: “Dile que no escape;
pregúntale qué culpa aquí lo trajo,
pues lo hacía sanguinario y rencoroso”.

Y el pecador, que oyó, no se ocultó


y dirigió hacia mí su ánimo y rostro,
pintándose de una vergüenza triste;

y dijo: “Más me duele que me hayas sorprendido


en la miseria adonde tú me ves,
que cuando fui arrancado de la vida.

Yo no puedo negar lo que preguntas;


tan abajo estoy puesto por robar
los ornamentos de la sacristía,

y falsamente fue acusado otro.


Pero para que no goces de esta vista
si un día sales del oscuro sitio,

abre a mi anuncio las orejas, y oye:


Antes Pistoia de negros adelgaza;
Florencia luego renueva gente y modos.

Saca Marte un vapor de Val di Magra


que con oscuras nubes está envuelto;
con áspera y violenta tempestad

sobre Campo Piceno habrá combate;


y de repente romperá la niebla,
por lo que todo blanco será herido.

¡Y te lo dije para que te duela!” Inf. XXIV, 121-151


- El episodio de Vanni Fucci genera la invectiva contra Pistoia. Dichas invectivas (contra Pisa, Florencia, Génova, Italia) acentúan el dispersarse del Mal,
que se vuelve “comunitario”:

Ay Pistoia, ¿por qué no te decides (Ah, Pistoia, Pistoia, ché non stanzi...)
a quemarte de modo que termines,
puesto que en mal superas a tu origen? Inf. XXV, 10-12

- La trasformación de los ladrones en monstruosas figuras de reptiles constituye un crescendo del Infierno hacia la plena deshumanización del hombre.

Mientras mantengo en ellos la mirada,


un reptil con seis patas se abalanza
delante de uno, y todo se le adhiere.

Con las patas del medio le envolvió la panza,


y con las anteriores le aferró los brazos;
le mordió con boca abierta ambas mejillas;

extendió las de atrás hacia los muslos,


y le puso la cola entre los dos,
estirándolas atrás contra la espalda.

Hiedra tan arraigada nunca estuvo


a un árbol, como aquella fiera horrible
sus miembros enroscó con los ajenos.

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