El Gobierno de Joaquín Balaguer

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UNIVERSIDAD CATÓLICA NORDESTANA

(UCNE)

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE EDUCACIÓN

El Gobierno de Joaquín Balaguer (1974-1978)

Tema

Geografía Humana

Materia

María Antigua Castillo

Docente

Ana C. Hidalgo Moya----2015-0403

Alexandra Duarte Ramos----2015-0406

Deysi M. de la Cruz Fernández----2015-0301

Hecmarlyn Céspedes Reyes---- 2015-0433

Silenny Hernández Sánchez---- 2014-0831

Yuberky Rosario María--- 2014-0802

Sustentante

Grupo 17

Sección
INTRODUCCIÓN

El fenómeno urbano y su dinámica en cualquier parte del mundo se presenta


como un proceso complejo de intercambio entre las personas, las actividades,
el ambiente, los intereses, las culturas, los poderes, los deberes y derechos,
siendo finalmente la ciudad una respuesta del compromiso colectivo logrado.

Sin embargo, este compromiso se construye no sólo sobre las bases de un


deseo de colaboración, de identificación con una causa específica, de la
búsqueda de la solución a los problemas, sino también resulta importante
contar con una base normativa social, política, económica y urbanística, que
guíe la convivencia en sociedad y que sea aplicable igualitariamente a todas
las personas naturales y jurídicas que conforman un territorio, una región, un
municipio o una ciudad.

A los efectos de poder realizar esta evaluación crítica y constructiva, para


posteriormente aportar algunas observaciones y recomendaciones, se
estructuró y concentró la presente investigación de varios aspectos:

El análisis de los conceptos de urbanismo, planificación urbana y ordenamiento


territorial.

La descripción de las dimensiones de la regulación del uso del suelo implícitas


en el derecho urbanístico.

Con este diagnóstico se pretende identificar y comprender los fundamentos


orientadores que se derivan de la normativa constitucional en materia urbana,
como parte de la política pública, así como también interpretar la aplicación que
le han dado las instituciones y los ciudadanos a estos fundamentos y sus
resultados en términos del logro del crecimiento y desarrollo armónico del
contexto urbano.
DESARROLLO

Referencia conceptual del urbanismo, la planificación urbana y


el ordenamiento territorial.

En el marco del estudio de la ciudad como fenómeno dinámico y complejo,


resulta apropiado manejar conceptos vinculados con esta área temática, tales
como urbanismo, planificación urbana, ordenamiento territorial, lo cual permite
facilitar y potenciar el mejor aprovechamiento de la información y el
intercambio. Del manejo y alcance de estos conceptos y de su inclusión en los
instrumentos de regulación dominicana, se derivan las distintas políticas de
desarrollo y ordenación urbana del país. Por ello, y a los efectos del presente
artículo, se considera entonces conveniente realizar una compilación de las
principales definiciones que se tienen de estos términos asociados con la
ciudad, a los fines de poder vincularlos y compararlos con aquellos
considerados en el derecho urbanístico dominicano.

Urbanismo

Al realizar una revisión del concepto de urbanismo manejado por los


principales pensadores, arquitectos y críticos urbanos, resulta interesante
constatar las coincidencias y la evolución del mismo en el tiempo, a partir de
diferentes enfoques, premisas y formas de concebir la ciudad.

En este sentido, se puede afirmar que durante la segunda mitad del siglo XIX y
primera mitad del siglo XX, surgió el primer manifiesto vinculado con el
concepto progresista del urbanismo, a manos de Tony Garnier (1869-1948,
citado en Choay, 1965:257), el cual se centraba en la necesidad de analizar y
separar las funciones urbanas, exaltar los espacios verdes y utilizar
sistemáticamente nuevos materiales de construcción. Cada uno de estos
compromisos demandaba entonces considerar al urbanismo como disciplina.

Sin embargo, de acuerdo con los planteamientos de Le Corbusier (1887-1965),


esta disciplina está ligada al ejercicio arquitectónico y su interrelación es
"indisociable", lo cual permite concebirla como un sistema. Dentro de este
contexto, para este arquitecto-urbanista era fundamental que el profesional del
urbanismo asumiera su función de organizador de los espacios arquitectónicos
en tiempo y espacio, perfectamente conectados; opinión que era entendida por
Strumilin, como una búsqueda de integración, lo cual se transformaba en una
necesidad real y urgente de atender (Choay, 1965).

En consecuencia, esta etapa de la evolución conceptual del urbanismo


demanda claramente una disciplina que se responsabilice por el análisis
funcional y sistémico de la ciudad, y establezca pautas para su intervención
(reglas, normas).

Paralelamente, y dentro de este mismo período, algunos representantes del


urbanismo culturalista, tales como CamilloSitte (1843-1903), Ebenezer Howard
(1850-1928) y Raymond Unwin (1863-1940), citados en Choay (1965:316-357)
también se manifestaron frente a la concepción del urbanismo. Para estos
profesionales, lo urbano es un constructo que debe garantizar la seguridad y
felicidad de sus habitantes, pero reconocen que la modernidad ha sido una
limitante del desarrollo de las ciudades como arte. En consecuencia, apuestan
por un nuevo modelo, la ciudad-jardín, donde el urbanismo se considera como
un ejercicio del arte (Choay, 1965).

Finalmente, esta visión hasta el momento funcional y espacial de la ciudad


comienza a enriquecerse con los componentes sociológicos, a partir de las
ideas de Marcel Poéte (1866-1950, citado en Choay, 1965:432), defensor del
enfoque de la antrópolis, quien planeta al urbanismo como la base de una
investigación sociológica y una observación científica.

Como se puede observar, la concepción del urbanismo sigue transitando entre


la multidisciplinariedad, la ciencia y el arte; es la "ciencia de la ordenación
urbana", la "ciencia de las ciudades" (Choay, 1965:434), siendo su propósito
garantizar las adecuadas condiciones de vida de los ciudadanos (Osorio,
1974), a partir de los proyectos y planes urbanísticos pertinentes (Bermúdez,
19931; Derycke, 1982), condición que hace de su ejercicio un proceso
complejo, a cargo no sólo de los profesionales, sino de los distintos niveles de
gobierno. De hecho, Sánchez de Madariaga (2008) afirma que el urbanismo
tiene su vertiente política, y en el período del urbanismo científico éste fue
concebido como "una función pública, y la administración encargada de su
puesta en práctica, como un ente racional, que hace uso de la ciencia y de la
técnica de modo capaz de determinar las formas preferibles de desarrollo
urbano".

En conclusión, al hablar de urbanismo se debe reconocer como una disciplina


que requiere el intercambio y la investigación de otras disciplinas, "es la
concepción social, económica y política de la ciudad" (Villanueva y Bedregal,
2005:191), es una responsabilidad de la función pública que debe soportarse
en un marco jurídico claro y preciso, en una adecuada asignación de
competencias y definición de procedimientos de seguimiento y control de las
acciones y decisiones vinculadas con la planificación urbana y la ordenación
del territorio.

Planificación urbana

Dentro de la complejidad del concepto de urbanismo en sí mismo, la


planificación urbana surge como ese proceso de descripción, análisis y
evaluación de las condiciones de funcionamiento de las ciudades para poder
generar propuestas de diseño y formular proyectos que permitan regular la
dinámica urbana y ambiental de toda la ciudad (Real Academia Española,
2001) y atender las anomalías existentes entre sus condiciones del desarrollo
económico, social y espacial (Sánchez de Madariaga, 2008), dentro de un
plazo de tiempo que demanda una programación, seguimiento y control bien
definido (Osorio, 1974).

Dada la complejidad de este proceso, resulta muy útil incorporar los


planteamientos aportados por Jorge Ahumada (1966:2-3), quien consideraba a
la planificación como una metodología para escoger alternativas, que se
caracteriza porque permite verificar la prioridad, factibilidad y compatibilidad de
los objetivos y seleccionar los instrumentos más eficientes... La planificación no
es el proceso de elaborar un documento que se denomina plan o programa,
esto es sólo una parte del proceso.

Sin embargo, las prioridades y los objetivos de la ciudad cambian en el tiempo,


por lo que la planeación urbana o planificación urbana igualmente evoluciona
en su concepción, a partir de los distintos momentos históricos de las ciudades,
respondiendo a los procesos de industrialización, densificación poblacional,
expansión de las actividades e incompatibilidad con las infraestructuras y
servicios que las mismas registran.

Inicialmente fue considerada la planificación urbana como una plataforma de


reglamentación y restricción de las prácticas en infraestructura y equipamiento
de la ciudad, respondiendo a un entorno de insalubridad y aglomeración
poblacional y funcional característico de las ciudades de mediados del siglo
XIX. Posteriormente, hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el rol
de la planificación urbana se centró en atención de la demanda de viviendas y
en el logro de un modelo más estructurado, que más allá de las intervenciones
aisladas lograra planes urbanos con una visión integral, como lo afirmaba John
Nolen, planificador norteamericano (citado por Sánchez de Madariaga, 2008).
De esta forma, se transita hacia la delimitación de las funciones de la ciudad y
la atención de su condición estética, una apuesta por la renovación urbana que
armonice los espacios con las características de las actividades y los nuevos
requerimientos de la vida social. Evidentemente, esta condición demandaba la
existencia de reglamentaciones y legislaciones urbanísticas que facilitaran el
proceso de ordenamiento, abriéndole las puertas a las propuestas de
arquitectos como Cerdá y Arturo Soria y Mata, en territorio europeo, y otros en
el resto del mundo.

En este recorrido merecen destacarse los argumentos de Manuel Castells


(1974) durante la segunda mitad del siglo XX, quien consideraba que "toda
planificación puede analizarse como la intervención del Estado sobre las
dimensiones y relaciones entre lo social, económico, ideológico y político de la
ciudad o territorio, con la finalidad de maximizar la producción y riqueza de la
misma" y sus actores locales. Esta posición no parece ser extraña para otros
autores del siglo XXI, como JanBazant (2001), quien asegura que "la
planeación urbana debe ser la expresión espacial del proyecto nacional de
desarrollo social y económico. Por ende, la planeación urbana no es un
mecanismo que funciona aislado, sino que está integrado y responde a un
consenso político entre gobierno y sociedad".

En consecuencia, y tomando los interesantes planteamientos de Friedman


(citado en Gutiérrez, 2007: s/n), se puede concluir que "el dominio esencial de
la planeación urbana se origina en la intersección de procesos socio-espaciales
que en conjunto producen el hábitat urbano".

A partir de estos procesos, resulta claro que la ciudad debe ser analizada y
evaluada de forma integral e interrelacionada, reconociendo los intereses y
poderes de los distintos actores que la activan y hacen posible. Y basándose
en las palabras de Vallmitjana (2002:121-122), la planificación urbana pasa a
ser "una actividad negociadora y mediadora del complejo sistema de relaciones
que se establecen entre la administración y la comunidad, que opera en un
medio social, económico y político variable a lo largo del tiempo", y requiere
disponer de códigos y parámetros claros (incluyendo los componentes sociales
y económicos de la ciudad) (Borja y Castells, 2006:235 y 247),3 para que se
convierta en una herramienta efectiva para la gestión local (Lope-Bello, 1994).

El objeto de la planeación urbana es construir ciudad, tanto desde un punto de


vista físico como socio-cultural. Es decir, crear una realidad integrada que
proporcione un conjunto de derechos urbanos a todos los ciudadanos y que
permita progresivamente el uso de la ciudad, según el criterio de igualdad de
posibilidades. Las ciudades sufren enormes desigualdades y la justificación
principal de la planeación urbana es combatirlas.

La planeación urbana debe superar la dicotomía entre la ciudad legal y la


ciudad ilegal, integrándolas progresivamente, construyendo no únicamente las
estructuras urbanas básicas en las periferias marginales e ilegales, sino
dotándolas de elementos urbanos de centralidad, tanto físicos como
simbólicos.
Ordenamiento territorial.

El Ordenamiento Territorial (OT) permite organizar el uso, aprovechamiento y


ocupación del territorio sobre la base de las potencialidades y limitaciones,
teniendo en cuenta las necesidades de la población y las recomendaciones
generadas por todos los instrumentos de planificación y gestión. El objetivo
principal del presente capítulo es sensibilizar a los tomadores de decisiones
sobre cómo el OT contribuye, junto con otras políticas generales y sectoriales,
a la dinamización económica del medio rural y a un desarrollo equilibrado,
equitativo, cohesionado. Se hace especial hincapié en la importancia del diseño
e implementación de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) y gestión de
riesgos; y en temas y procesos estratégicos que creen capacidades a partir de
dinámicas participativos.

A partir de la comprensión de los conceptos de urbanismo y planificación


urbana, y a los fines de poder intervenir en la realidad urbana, es fundamental
contar con una plataforma o sustento normativo que permita regular las
actuaciones de cada uno de los actores que hace vida en la ciudad, en
beneficio de los intereses colectivos.

Justamente, este sustento normativo y hasta político es lo que se conoce


tradicionalmente como el ordenamiento territorial (García-Pelayo, 1985;
Ediciones Larousse, 1972; Grupo Anaya, s.f.), que tendrá su traducción
espacial, social y económica de acuerdo con lo demandado por los distintos
grupos de interés.

Las normas, reglas, decretos y/o leyes forman parte indiscutible de la política
pública y de la política de Estado, con serias implicaciones en el ejercicio de la
soberanía sobre los territorios (Osorio, 1974) y en la asignación de
competencias y roles de las distintas instancias gubernamentales y no
gubernamentales, a ser ejercidas por el colectivo.

Complementariamente, y de acuerdo con lo previsto en la Carta Europea de


Ordenamiento Territorial emitida durante la Conferencia de Ministros
Responsables de la Ordenación del Territorio, el ordenamiento territorial es
concebido como: "la expresión espacial de las políticas económica, social,
cultural y ecológica de la sociedad" (Consejo de Europa, 1993:10).
En consecuencia, se puede concluir que los conceptos de urbanismo,
planeación o planificación urbana y ordenamiento territorial están íntimamente
relacionados y son interdependientes, en los cuales la ordenación territorial
determina los lineamientos y estrategias generales aplicables a las zonas
desarrollables y aquellas protegidas; la planificación urbana le asigna sus
condiciones de aprovechamiento, bajo enfoques estratégicos y participativos, y
el urbanismo representa la expresión espacial de la toma de decisiones.

Los procesos de ordenamiento territorial tienen por objetivo:

- Territorializar las políticas y estrategias del desarrollo como aporte para la


construcción de un modelo de desarrollo integral, con proyección espacial de
las políticas económicas, sociales, ambientales y culturales.

- Orientar el proceso de ocupación y transformación del territorio, mediante la


distribución y localización ordenada de las actividades y usos del espacio, en
armonía con el medio ambiente de manera que contribuya a la protección de la
diversidad étnica y cultural.

- Contribuir al logro de la autonomía de las entidades territoriales y el


fortalecimiento de la participación democrática.

- Proporcionar estrategias que determinen un desarrollo territorial equilibrado,


que se traduzcan en una mejor distribución espacial y estructural del bienestar
social.

- Fortalecer la coordinación administrativa e institucional para la planificación


solidaria, coherente, eficiente y eficaz.

- Propiciar la asignación eficiente de la inversión pública y privada, la


distribución y dotación adecuada de servicios públicos y sociales, la
implementación de infraestructura, la transferencia tecnológica y la
capacitación de la comunidad.

De igual forma, el Ordenamiento Territorial define como principios de actuación


la función social y ecológica de la propiedad, la prevalencia del interés general
sobre el particular, la distribución equitativa de las cargas y los beneficios, la
función pública del urbanismo, la participación democrática de los ciudadanos,
la articulación entre las políticas de desarrollo sectoriales y ambientales en
todos los niveles, la distribución de competencias, la sostenibilidad ambiental y
la prospectiva territorial.

El derecho urbanístico: conceptos y dimensiones

A partir del entendimiento y comprensión de los conceptos de planificación


urbana y ordenamiento territorial, se deriva entonces la definición de los
parámetros de regulación-distribución de los usos del suelo, que tendrán sus
implicaciones correspondientes en el derecho, lo espacial, la propiedad y su
función social, los intereses, sustentado en principios de legalidad y justicia, tal
como se muestra en las siguientes dimensiones del derecho urbanístico,
conceptualizadas a partir de la comprensión de algunos de los conceptos y
principios planteados por Fernández y Smolka (2004):
CONCLUSIONES

El marco jurídico dominicana en materia urbanística es rico y complejo, y


demanda la necesaria cooperación y trabajo colectivo de las instituciones
públicas con competencia en la materia a los distintos niveles de gobierno.

El derecho urbanístico dominicano hasta el momento está funcionando como


un soporte pasivo del ordenamiento territorial, pero debe ser alimentado por
estrategias de gestión efectivas frente a los propietarios privados, siendo
garantes del respeto a la función social del aprovechamiento del suelo urbano.

La descentralización debe ser fortalecida y defendida, así como el proceso de


participación ciudadana, a los fines de contribuir con la transparencia de la
gestión pública y la necesaria distribución de las cargas y beneficios entre los
actores locales, en un libre ejercicio de contraloría social.

El futuro de las ciudades debe decidirse desde lo local, por lo que el modelo
dominicano debe asumir este reto y responsabilidad, más allá de la
disponibilidad de un modelo petrolero sin límites y complaciente que no ha
institucionalizado la necesidad de corresponsabilidad, de transparencia y de
una efectiva rendición de cuentas del dinero público.

Se requiere apostar por normas más ágiles que permitan la activación de todos
los actores urbanos y planes urbanos que manejen, tanto el corto plazo como
el mediano y largo plazo, condición que pudiese demandar una revisión de la
actual jerarquización de planes.

Se debe luchar contra el vacío existente entre los tiempos institucionales y los
tiempos del colectivo, a los fines de planificar y lograr respuestas efectivas y
oportunas, en el momento requerido, para la ciudad y sus ciudadanos.

Con esto último queremos indicar que el ordenamiento variará y dependerá de


si se está en una provincia, en un país, o en un municipio, y asimismo el tiempo
va marcando ciertas diferencias en materia de ordenamiento, por ejemplo
cuestiones que se permiten hoy y que probablemente hace unas décadas atrás
no estaban permitidas, tal es el caso del casamiento entre personas del mismo
sexo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1) AHUMADA, J. (1966). "Notas para una teoría general de la planificación".


Cuadernos de la Sociedad Venezolana de Planificación, vol. IV, nºs 4-5.
Caracas.

2) BAZANT, J. (2001). "Lineamientos para el ordenamiento territorial de las


periferias urbanas de la ciudad de México". Revista Papeles de Población, nº
27. México:Universidad Autónoma del Estado de México.

3) BORJA, J. y CASTELLS, M. (2006). Local y global: la gestión de las


ciudades en la era de la información. Madrid: Edit. Taurus.

4) CASTELLS, M. (1974). La cuestión urbana. Madrid: Edit. Siglo XXI.

5) CHOAY, F. (1965). El urbanismo, utopías y realidades. Barcelona: Edit.


Lumen.

6) CONSEJO DE EUROPA (1993). Carta Europea de Ordenamiento Territorial.


Conferencia de Ministros Responsables de la Ordenación del Territorio
(Cemat).

7) DERYCKE, P. (1982). Economía y planificación urbana. Madrid: Instituto de


Estudios de Administración Local.

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