Uncion en Betania
Uncion en Betania
Uncion en Betania
1
En el apartado precedentes, transformaciones y proyección se explica por qué se atribuye este episodio a María
Magdalena, pese a que las fuentes evangélicas todo lo más hablan de María, hermana de Marta y Lázaro.
2
Los fariseos son un grupo dentro de los judíos que defiende el rigor de la norma y la austeridad. A lo largo de la
vida pública, Cristo se enfrenta en múltiples ocasiones al fariseísmo criticando el rigor con que aplican las
normas religiosas. Así por ejemplo se permite hacer curaciones en sábado (véase Mateo 12, 9-14, Marcos 1, 21-
28, Marcos 3, 1-6, Lucas 4, 31-37, Lucas 6, 6-11, Lucas 14, 1-5, Juan 5, 1-9) o salvar de la lapidación a una
mujer que había cometido adulterio (véase Juan 8, 1-11), lo que provoca duras críticas entre los fariseos.
canon del Nuevo Testamento, fijado en el siglo IV 3 , contempla la existencia de cuatro
evangelios, todos ellos empleados en la configuración simbólica de la Unción en Betania.
Así pues, el Evangelio no es un relato homogéneo y coherente, sino una compilación de cuatro
testimonios, que emanan de autores diferentes. Es decir, en principio un mensaje único, pero
transmitido con cuatro redacciones distintas. Los cuatro relatos son tradicionalmente
atribuidos a dos apóstoles (Mateo y Juan) y dos discípulos (Marcos y Lucas). A su vez se
dividen en dos grupos, a los tres primeros (Mateo, Marcos y Lucas) se les llama sinópticos,
nombre dado por el teólogo alemán Griesbach en 1797, ya que consideraba que se podía tener
una vista de conjunto de los tres, pues narraban similares acontecimientos, aunque en absoluto
idénticos. El cuarto evangelio, el atribuido a Juan, tiene un espíritu y esquema muy distinto, es
más dogmático que narrativo.
En cuanto al orden en que fueron redactados, varios autores coinciden en admitir que el texto
de Marcos sería el más antiguo, redactado hacia el año 70 y que éste sirvió a su vez de fuente
a Mateo y Lucas. Respecto al evangelio de Juan, se afirma que es imposible que fuera el
propio apóstol quien lo redactase, ya que murió en el año 44, más bien habría sido un autor
posterior que vivió seguramente en el siglo II d. C. (entre el 115 y el 145)4.
La Iglesia trató de encontrar una armonía o equilibrio entre todos ellos. De hecho, desde muy
temprano, los comentaristas del texto bíblico, buscaron los paralelismos entre los cuatro y
trataron de reconstruir los episodios del Nuevo Testamento de modo que recogieran un
compendio de todos los detalles ofrecidos en sus distintas partes. Así apareció el “Diatessaron,
armonía de los cuatro Evangelios compuesta a finales del siglo II por Taciano, que se difundió
mucho en la Iglesia siria, no sabemos si originalmente escrito en griego o siríaco. Esta
armonía se utilizó en la liturgia hasta el siglo V” 5 y tuvo mucho peso en la creación
iconográfica a lo largo de toda la Edad Media.
Citemos ahora los textos concretos en que se inspira la Unción en Betania6:
- Mateo 26, 6-13: “Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se llegó a Él
una mujer con un frasco de alabastro lleno de costoso ungüento y lo derramó sobre su
cabeza mientras estaba recostado a la mesa. Al verlo se enojaron los discípulos y dijeron:
¿A qué este derroche? Podría haberse vendido a gran precio y darlo a los pobres. Dándose
Jesús cuenta de esto, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Obra buena es la que
conmigo ha hecho. Porque pobres, en todo tiempo los tendréis con vosotros, pero a mí no
siempre me tendréis. Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, me ha ungido para mi
sepultura. En verdad os digo, donde quiera que sea predicado este evangelio en todo el
mundo, se hablará también de lo que ha hecho ésta para memoria suya”.
3
En los primeros siglos del cristianismo hubo debates sobre los libros del Nuevo Testamento que eran o no fruto
de la inspiración divina. En el Concilio de Hipona de 393 d.C. se dice cuáles de estos libros son revelados y, por
tanto, canónicos. Todos los que quedan fuera son los apócrifos o extra-canónicos.
4
Habría por tanto dos Juanes, Juan el apóstol (hermano de Santiago) y Juan el evangelista, aunque para los
cristianos serían la misma persona. Después habría un tercer Juan (Juan de Éfeso), el autor del Apocalipsis, que
para algunos es la misma persona que Juan apóstol y Juan evangelista. Y por último, como persona diferente
Juan Bautista, primo y precursor de Cristo, el único totalmente diferente de los tres anteriormente citados. Sin
embargo, en la descripción y análisis de la iconografía cristiana, se suele hablar tan sólo de dos Juanes: Juan
Evangelista (que aglutina las figuras del apóstol, el evangelista y el autor del Apocalipsis) y Juan Bautista.
5
SEPÚLVEDA GONZÁLEZ, Mª de los Ángeles (1989): “Los inicios de la iconografía cristiana: la sala
bautismal de Dura Europos (Siria)”, Lecturas de historia del Arte. Número II (Actas del I Congreso de
Iconografía “La Literatura en las Artes”, Ephialte, Vitoria, 1990, p. 197.
6
Todos los textos están recogidos de la Biblia editada por la BAC en 1986.
- Marcos 14, 3-9: “Hallándose en Betania, en casa de Simón el leproso, cuando estaba
recostado a la mesa, vino una mujer trayendo un vaso de alabastro lleno de un ungüento de
nardo auténtico de gran valor, y rompiendo el vaso de alabastro, se lo derramó sobre la
cabeza. Había algunos que indignados se decían unos a otros: ¿para qué se ha hecho este
derroche de un ungüento? Porque pudo venderse en más de trescientos denarios y darlo a
los pobres. Y murmuraban de ella. Jesús dijo: Dejadla ¿por qué la molestáis? Una buena
obra es la que ha hecho conmigo, porque pobres siempre los tenéis con vosotros, y cuando
queráis podéis hacerles el bien; pero a mí no siempre me tendéis. Ha hecho lo que ha
podido, anticipándose a ungir mi cuerpo para la sepultura. En verdad os digo: dondequiera
que se predique el Evangelio, en todo el mundo se hablará de lo que ésta ha hecho, para
memoria de ella”.
- Lucas 7, 36-50: “Le invitó un fariseo a comer con él, y entrando en su casa, se puso a la
mesa. Y he aquí que llegó una mujer pecadora que había en la ciudad, la cual, sabiendo
que estaba a la mesa en casa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento se puso
detrás de Él, junto a sus pies, llorando, y comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los
enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento.
Viendo lo cual, el fariseo que le había invitado dijo para sí: Si éste fuera profeta, conocería
quién y cuál es la mujer que le toca, porque es una pecadora. Tomando Jesús la palabra,
dijo: Simón tengo una cosa que decirte. Él dijo: Maestro, habla. Un prestamista tenía dos
deudores: el uno le debía quinientos denarios; el otro cincuenta. No teniendo ellos con qué
pagar, se lo condonó a ambos. ¿Quién, pues, le amará más? Respondiendo Simón, dijo:
Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole: Bien has respondido. Y vuelto a la mujer,
dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua a los pies, más ella
ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el
ósculo; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza
con óleo, y ésta ha ungido mis pies con ungüento. Por lo cual le digo que le son
perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho. Perro a quien poco se le perdona,
poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Comenzaron los convidados a
decir entre sí: ¿Quién es éste para perdonar los pecados? Y dijo a la mujer: Tu fe te ha
salvado, vete en paz.”
- Juan 12, 1-8: “Seis días antes de la Pascua vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a
quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dispusieron allí una cena; y Marta
servía, y Lázaro era de los que estaban a la mesa con Él. María, tomando una libra de
ungüento de nardo legítimo, de gran valor, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus
cabellos, y la casa se llenó del olor del ungüento. Judas Isacariote, uno de sus discípulos,
que había de entregarle, dijo. ¿Por qué este ungüento no se vendió en trescientos denarios
y se dio a los pobres? Esto decía, no por amor a los pobres, sino porque era ladrón, y,
llevando él la bolsa, hurtaba de lo que en ella echaban. Pero Jesús dijo: Déjala, lo tenía
guardado para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre los tenéis con vosotros, pero
a mí no me tenéis siempre.”
Fuentes no escritas: no se tiene constancia de la influencia de fuentes no escritas (liturgia,
tradiciones orales, prácticas religiosas populares, etc.) en la configuración iconográfica de la
Unción en Betania.
Extensión geográfica y cronológica: La unción en Betania no se incluye en el repertorio de
temas cristianos de los primeros siglos, así que no es posible hallarlo en las catacumbas,
sarcófagos, mosaicos y marfiles paleocristianos. Tampoco aparece entre los temas habituales
de la I Edad de Oro Bizantina (s. VI-VIII) y mucho menos durante la Crisis Iconoclasta que
ocupa buena parte de los siglos VIII y IX. Así que hay que esperar al siglo IX, momento en
que con la II Edad de Oro Bizantina, se introduce este tema en el repertorio cristiano de la
iglesia de Oriente (véanse por ej. las Homilías de Gregorio Nacianceno, s. IX, hoy en la BNF).
Desde entonces se proyecta no sólo en Oriente sino también en Occidente, teniendo aquí una
importancia creciente a partir del arte románico (véase por ej. la pintura mural de la iglesia de
la Vera Cruz de Maderuelo, Segovia, s. XII, hoy en el Museo del Prado), momento en que este
tema servirá para recordar al fiel la importancia del arrepentimiento y el perdón de los pecados
como paso previo a la redención al final de los tiempos. Su relevancia no desaparece en la
Baja Edad Media, conjugándose entonces con otros episodios, como el de la Última Cena
(para más detalles véase el apartado prefiguras y temas afines).
Soportes y técnicas: desde su aparición en el siglo IX es posible hallar la Unción en Betania
en una gran disparidad de soportes y técnicas: pintura mural (ej. Maderuelo), mosaicos (ej.
Monreale), libro ilustrado (ej. Homilías de Gregorio Nacianceno), talla en madera (ej. retablo
de Gil de Siloé en la Cartuja de Miraflores), escultura en piedra (ej. capitel del claustro de
Saint Pons de Thomières), pintura sobre tabla (ej. retablo de la Magdalena y el Bautista, de
Jaume Serra, en el Museo del Prado), etc.
Precedentes, transformaciones y proyección: La Unción en Betania no cuenta con
precedentes inmediatos en la Antigüedad Clásica.
Con su aparición en la Edad Media, se presenta un primer problema a los artistas, cómo
conciliar las múltiples divergencias en los detalles ofrecidos por cada uno de los evangelistas.
Sin embargo y pese a la diferencia de información proporcionada por los textos, tratarán de
crear imágenes que fundan los datos aportados por todos los relatos. Normalmente optan por
representar a la mujer derramando el perfume sobre los pies de Cristo, lavándolos con sus
lágrimas y enjugándolos con sus cabellos; raramente derramándolos sobre su cabeza. Por otra
parte, suelen ambientan la comida en casa de Simón el fariseo y no en casa de los hermanos
Lázaro, Marta y María. Como ejemplo de esto segundo puede verse la tabla de Albrecht Bouts,
del s. XV, inspirada en el evangelio de Juan, y por tanto ambientada en casa de Lázaro y sus
hermanas, e incluyendo, al lado de Cristo, a Judas Isacariote, claramente reconocible por su
cabello pelirrojo.
En lo que también coinciden con una cierta frecuencia es en identificar a la mujer que unge los
pies a Cristo con María Magdalena, pese a que ninguna de las fuentes escritas recoge esto de
modo explícito. Sin embargo, la unión de múltiples personajes y alusiones bíblicas bajo la
figura de la Magdalena (María de Magdalá) explicaría este proceso. A la Magdalena se le
atribuirían distintos episodios que en la Biblia son protagonizados por María de Magdalá,
María de Betania y la pecadora arrepentida, entendiendo que todas ellas fueron la misma
persona7. Por ello, la Unción en Betania podrá incluirse en los ciclos dedicados a María de
7
De acuerdo con las Escrituras, María de Magdala fue la mujer de la cual Jesús sacó siete demonios (Lucas 8:2)
y que le siguió como su discípula. Le acompañó en su Pasión (Mateo 27:55; Marcos 15:40; Juan 19:25), su
crucifixión y su entierro (Mateo 27:61; Marcos 15:47) y fue la primera persona que lo vio resucitado (Mateo
28:1-10; Marcos 16:1-9; Lucas 24:1-10; Juan 20:1-2,11-18).
Muchos de los comentaristas del Evangelio entienden que ella y María de Betania (hermana de Marta y Lázaro)
son la misma persona. María de Betania (Lucas 10:38-42) escucha las palabras de Cristo en lugar de realizar las
tareas domésticas, actitud que le vale las críticas de su hermana Marta. Junto a su hermana, implora a Cristo por
la salvación de Lázaro, muerto hacía varios días (Juan 11, 33-44). Un poco más adelante unge a Jesús con un
perfume carísimo (Juan 11:2; 12:1-3).
Por otra parte, esta/s mujer/es, debía/n haber sido además una pecadora arrepentida, pues Jesús había sacado de
ella siete demonios (Lucas 8:2). Estar endemoniado o enfermo era entendido como sinónimo de haber pecado, de
hecho cada tras curación Cristo afirma “tus pecados te son perdonados”. Además en la escena de la Unción en
Betania, que es la que nos ocupa, Lucas afirma que la mujer que derrama el perfume es una pecadora
arrepentida, mujer que Juan identifica con María de Betania.
Magdalá, como es el caso de las pinturas murales de la Capilla Rinuccini en la iglesia de la
Santa Croce de Florencia, realizadas por Giovanni da Milano en 1365.
Una diferencia que podemos hallar es la forma de la mesa. Si bien el texto de Marcos dice
claramente que estaban recostados, es decir apoyados sobre el triclinium, al modo de los
comensales romanos, no es muy frecuente encontrar este detalle. Lo hallamos en ejemplos
bizantinos y en alguna obra de la Edad Moderna que trata de ser fiel a la realidad
arqueológica 8 . Pero lo más frecuente en el Occidente Medieval es hallar a Jesús y sus
discípulos sentados en torno a una mesa de forma cuadrangular, adaptando por tanto el
mobiliario a la realidad de la época en que trabaja el artista.
La unción de la pecadora arrepentida gozará de gran aceptación en la Edad Moderna, sin que
sea necesario introducir ningún cambio iconográfico para adecuarlo a la nueva mentalidad
postridentina.
Prefiguras y temas afines: la Unción en Betania carece de precedentes en el Antiguo
Testamento, por lo que no integra las obras de arte en que se hacen paralelismos tipológicos
entre Antiguo y Nuevo Testamento.
En cambio, se relaciona con otros temas del Nuevo Testamento, el más importante de todos
ellos la Última Cena. Así pues, los alimentos que toman los comensales en casa de Simón el
Fariseo o en casa de Lázaro pueden adquirir un sentido eucarístico, hallando panes, peces y
jarras de vino en la mencionada tabla de Albrecht Bouts. No sólo eso, sino que en la Última
Cena puede agregarse como un comensal más, la propia mujer arrepentida ungiendo los pies a
Cristo, como es el caso del retablo de la cartuja de Miraflores de Gil de Siloé. Esta
contaminación iconográfica entre la Unción y la Última Cena se explica por distintos motivos.
Primero, porque el propio Jesús durante su unción insiste en que los perfumes empleados
anticipan los que serán usados en su sepultura, y este vaticinio de su muerte se repite también
en la Última Cena. Segundo, porque según el evangelio de Juan, Judas es descrito como un
hombre avaro tachado incluso de ladrón, que porta una bolsa con denarios, y que se enfrenta
verbalmente a Cristo tanto en la Unción como en la Última Cena. Y tercero, por la
importancia de la Magdalena como discípula de Cristo, que hará que sea incluida, al igual que
la Virgen María, en distintas escenas de la vida pública y la pasión, sin que los textos la
mencionen explícitamente.
Imágenes:
- Unción en Betania, Homilías de Gregorio Nacianceno, s. IX, manuscrito ilustrado, BNF,
Paris (Francia)
- Unción en Betania, Catedral de Monreale (Italia), s. XII, mosaico.
- Pinturas murales de la iglesia de Sant’Angelo in Formis (Italia), último cuarto del siglo
XII.
- Pecadora arrepentida ungiendo a Cristo, Iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo en Segovia,
pintura mural de técnica mixta, s. XII, hoy en el Museo Nacional del Prado, Madrid
(España)
- Capitel de la portada de San Nicolás de Soria (actual portada de San Juan de Rabanera,
Soria), último tercio del siglo XII
- Vidriera de la catedral de Chartres, principios del siglo XIII
8
RÉAU, Louis (1955-1959): Iconographie de l’art chrétien. Presses Universitaires de France, Paris, vol. II- parte
II, p. 327.
- Vidriera de la vida de María Magdalena del deambulatorio de la catedral de Bourges,
principios del siglo XIII
- Maestro de la Magdalena, Santa María Magdalena y escenas de su vida, c. 1285.
Florencia, Galería de la Academia.
- Pinturas murales de la capilla de la Magdalena en la basílica inferior de Asís (Italia), c.
1315-1320.
- Taddeo Gaddi, pinturas murales del refectorio de Santa Croce de Florencia (Italia), c.
1335-1340.
- Jaume Serra, Tablas de San Juan y la Magdalena, detalle de la Unción en Betania, temple
sobre tabla, 1359, hoy en el Museo Nacional del Prado, Madrid (España)
- Giovanni da Milano, Ciclo de María de Magdalá, Capilla Rinuccini en la iglesia de la
Santa Croce de Florencia (Italia), pintura mural, ca. 1365.
- Lukas Moser, Retablo de la Magdalena, 1432. Tiefenbronn (Alemania), iglesia de Santa
María Magdalena.
- Albrecht Bouts, Unción a Cristo, pintura sobre tabla, ca. 1445-1450, Gemäldegalerie Neue
Meister, Berlin (Alemania)
- Nicolas Froment, Tríptico de la Resurrección de Lázaro, 1461, ala derecha. Florencia,
Galleria degli Uffizi.
- Gil de Siloé, Retablo del altar mayor de la iglesia de la Cartuja de Miraflores en Burgos
(España), altorrelieve en madera, fines s. XV.
- Selección de manuscritos iluminados de la Koninklijke Bibliotheek de La Haya (Holanda):
Bibliografía:
LAROW, Magdalen (1982): The Iconography of Mary Magdalen. The Evolution of a Western
Tradition until 1300, tesis doctoral, New York Univeristy
SULLIVAN, Ruth Wilkins (1985): “The Anointing in Bethany and Other Affirmations of
Christ’s Divinity on Duccio’s Back Predella”, Art Bulletin, vol. LXVII, nº 1, pp. 32-50.
RÉAU, Louis (1996-2002): Iconografía del arte cristiano. El Serbal, Barcelona [Traducción
de RÉAU, Louis (1955-1959): Iconographie de l’art chrétien. 3 vols. Presses Universitaires
de France, Paris]
SEBASTIÁN, Santiago (1994): Mensaje simbólico del arte medieval. Arquitectura, liturgia e
iconografía. Encuentro, Madrid.
SEPÚLVEDA GONZÁLEZ, Mª de los Ángeles (1989): “Los inicios de la iconografía
cristiana: la sala bautismal de Dura Europos (Siria)”, Lecturas de historia del Arte. Número II
(Actas del I Congreso de Iconografía “La Literatura en las Artes”, Ephialte, Vitoria, 1990, p.
197.
VAN STRATEN, Roelof (1994): An introduction to iconography. Reading (UK), Gordon and
Breach, pp. 88-93
Autor/es y dirección electrónica: Irene González Hernando [email protected]