Raimondo Di Sangro
Raimondo Di Sangro
Raimondo Di Sangro
Muchas culturas alrededor del mundo han hablado del eterno retorno; sin
embargo, fueron los antiguos griegos1 los que desarrollaron ampliamente esta teoría,
especialmente Heráclito -filósofo griego que vivió en Éfeso- quien, muy probablemente, la
heredaría después a los pitagóricos -quienes defendían la idea del fuego primigenio
responsable de la generación del mundo y todo lo que hay en él-. Esta idea se relaciona
con el Ave Fénix, que representa a la perfección la regeneración a través del “fuego”. Otra
escuela de la antigua Grecia que defendía la palingenesia, es la estoica -a excepción de
Panecio de Rodas- y también los neoplatónicos. A la palingenesia se la ha llegado también
a relacionar con el culto a Demeter y los misterios Eleusinos2.
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Principalmente en Tebas, se generó un nodo de magia y alquimia, que reunía conocimientos traídos de
Egipto. Principalmente de la filosofía hermética del Kybalión, de Hermes Trismegisto, “el tres veces grande”,
considerado el inventor de la alquimia, a quien muchos relacionan con la deidad Tot o Toth de los egipcios,
dios de la magia y el conocimiento.
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Hasta el año 393 d.C, en que Teodosio I lo suprimiera, se celebraba un culto a la diosa Démeter en Eleusis,
a 20 kilómetros de Atenas. Culto, éste, que tenía por lo menos mil años de antigüedad. El mito de Deméter,
narra la desesperación que sufre la diosa cuando Hades arrastra a Perséfone al inframundo. Dispuesta a
encontrar a su hija, abandona su morada celestial y viaja hacia la Tierra, sumergiendo al planeta en una era
de infertilidad, en la que no crecía ninguna planta y peligraba la supervivencia de la humanidad y el resto de
los animales.
Los dioses del Olimpo se alarmaron y Zeus obligó a Hades a liberar a Perséfone para que la joven
pudiera regresar junto a su madre, pero el astuto dios del Inframundo se las ingenió para hacerle comer seis
semillas de granada. Entonces, habiendo ingerido un alimento de otro mundo, Perséfone quedó obligada a
pasar parte del año en el mundo de los muertos: concretamente, un mes por cada semilla. Así que durante
toda la eternidad, quedó condenada a vivir medio año sobre la superficie de la tierra, en el reino de la luz y
de la vida, y la otra mitad por debajo, en el reino de los murtos y los dioses ctónicos de la era preolímpica.
Durante este período, en el que la Deméter tiene a su hija presa de las sombras, cae en una gran depresión,
hecho que explicaría los ciclos estacionales. Otoño/invierno y Primavera/Verano.
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del siglo XVIII a buscar revivir muertos. La misma Mary Wollstonecraft Shelley (1.797-
1.851), dramaturga, ensayista, filósofa y biógrafa británica, reconocida sobre todo por ser
la autora de la novela gótica Frankenstein o el moderno Prometeo (1.818), criticaba en su obra
algo que, por momentos, estaríamos tentados a suponer, escapa de la mera imaginería de
los literatas, y tuvo su asidero en la realidad concreta del siglo autodenominado de “las
luces”.
Según versiones, la capilla fue mandada a edificar por Adriana Caraffa della Spina,
casada en segundas nupcias con Giovan Francesco di Sangro, primer príncipe de
Sansevero. Adriana, ya tenía un hijo al momento de casarse, Fabrizio Caraffa, que fue
encontrado en la alcoba de una mujer casada, María D’Avalos, por un iracundo esposo, el
compositor Carlo Gesualdo, que asesinó a los amantes a puñaladas y arrojó los cadáveres
por la ventana, para que todo el mundo viera lo que había hecho con su adúltera esposa y
el intrépido enamorado. La sangre de los cuerpos, pronto llamó la atención de los animales
callejeros que se dieron un festín, ante la vista horrorizada de los transeúntes napolitanos.
Se especula que la capilla fue enviada a construir por la inconsolable mujer, para
honrar la memoria del difunto hijo, y muchos han atribuido el nombre de la Capilla, Santa
María de la Piedad, a este hecho. De la misma manera, se relaciona la célebre escultura que
se encuentra en su centro, el Cristo Velado, con el recuerdo del “dolor de una madre por su
hijo muerto” que, según se cree, dio origen a la capilla. Aunque esta obra, cabe aclararlo,
fue realizada tiempo después, por Giuseppe Sanmartino, a mediados del siglo XVIII. Otras
versiones aseguran que la Capella se levantó por encargo del mismo Francesco di Sangro,
como muestra de agradecimiento a la Virgen María, por curar una enfermedad que le
aquejaba.
Pero las leyendas e historias narradas sobre aquel origen signado por la tragedia,
sirvieron durante años para ocultar el verdadero y terrorífico espectáculo que se
depositaba en el interior de templo, y que involucraba a un conspicuo francmasón, sucesor
de Francesco.
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La Capilla Sansevero está situada en el centro histórico de Nápoles a cinco minutos a pie de la Piazza San
Domenico Maggiore. La estación de metro más cercana es Piazza Cavour.
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Capella Sansevero
Originalmente, la estatua del Cristo velado, que hoy en día se encuentra situada
justo en el centro de la nave principal, debía instalarse en la cripta. Las demás estatuas,
cuadros y adornos, se hallan en el lugar que les corresponde dentro del universo simbólico
de los masones. Todas ellas transmiten mensajes esotéricos, con alusiones a símbolos
alquímicos, herméticos, cabalísticos y, por supuesto, masónicos. Así, por ejemplo, la
estatua del joven afeminado con las dos sandalias diferentes -una griega y otra romana-
representa la figura, tan importante en la alquimia y la filosofía hermética, del
“andrógino”, que solía representarse con medio cuerpo de hombre y medio de mujer. Se
trata de un símbolo significativo de la unión de los contrarios, con vistas a la iniciación de
los grandes secretos.
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El consorte que se volvió inventor y alquimista.
Raimondo di Sangro se formó en un primer momento con los jesuitas, pero sentía un
profundo desprecio por ellos. En 1.750 se incorporó a la masonería, aceptando los
estatutos de la Logia de los Elegidos o de los Vengadores de Hiram4. Pero fue un
francmasón entusiasta y comprometido. Redactó la “Constitución de la Logia de
Inglaterra” en 1.751 y participó en la creación de los estatutos de un tribunal de justicia
masónico de carácter secreto. También tradujo y publicó textos ocultistas de origen
masónico.
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Según la Leyenda, Hiram, fue un arquitecto fenicio que construyó por encargo del rey Salomón el templo
de Jerusalén y que, según el alquimista inglés Elías Ashmole, estableció las bases de la masonería.
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Pero su campo más desarrollado fue la alquimia, por ejemplo, logró dar con una fórmula
capaz de ablandar el mármol. Di Sangro, estudió las artes esotéricas, especialmente en lo
que se refiere a los cultos de “diosas negras” hindúes, como Kali o Durga, y en la llamada
senda de la mano izquierda5. Por este camino, pasó de la alquimia a la práctica de la
“Palingenesia”. Durante mucho tiempo se creyó que la práctica de la alquimia, tenía para
la masonería un carácter meramente simbólico, dado que el alquimista convertía metales
en oro, la iniciación masónica pretendía, figurativamente, hacer renacer al iniciado en una
nueva forma de hermandad, sustituyendo su antigua existencia por una nueva, provista
de “conocimiento”.
Pero en 1.894, más de un siglo después de la muerte del misterioso príncipe, Fabio
Colonna di Stigliano, una especie de cronista local, se adentró en la cripta de la capilla, con
la intención de comprobar unos macabros rumores que hablaban de esqueletos y torturas
en los sótanos de aquel templo barroco. Colonna, descubre algo realmente perturbador:
exhibidos en dos armarios, cual trofeos de caza, dos osamentas humanas cuelgan frente a
él. Se trata del resultado de un horroroso experimento palingenésico, llamado por di
Sandro “Máquinas anatómicas”. Hablamos de dos cadáveres ¡con todas sus venas
petrificadas! Según Giangiuseppe Origlia, otro noble de la época y biógrafo de Raimondo
di Sangro, el príncipe de Sansevero se dedicó a la palingenesia entre 1.753 y 1.760.
Prácticas, éstas, que fueron realizadas junto al médico y anatomista Giusepe Salerno, con
el que, se cree, se dio origen a estas tétricas “máquinas anatómicas”.
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Como tradiciones de la Mano Derecha, usualmente se incluye a la teosofía, a la masonería, al
rosacrucisimo, a casi todas las religiones neopaganas como la Wicca, el druidismo y el Ásatrú. Mientras que
a las tradiciones de la Mano Izquierda, se la asocia con Magia negra, ocultismo satanista, y rituales vudú.
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Observadas de cerca, es claro que se trata de dos figuras de sexo opuesto. La más pequeña
de ellas, con sus brazos a los lados del cuerpo, conserva todavía sus testículos, mientras la
segunda, es a todas luces una mujer con el corazón extraordinariamente dilatado y ambos
ojos perfectamente conservados. Carlo Celano, periodista local, publicó en 1.792 una guía
para visitantes de Nápoles, en donde se describen con minuciosidad las “máquinas
anatómicas”, y, en dicho documento, afirma que en “algún lugar” de Sansevero se
conserva el cuerpo de un recién nacido con el sistema circulatorio petrificado, al que se le
había quedado adherido todavía el cordón umbilical.
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El corazón impulsa la sangre por el sistema circulatorio, que forma una red de unos 100.000 kilómetros, es
decir, dos veces y media la circunferencia terrestre. Si bien la petrificación de las “Máquinas anatómicas” no
llega a los vasos cuyo diámetro es capilar, es notorio el complejísimo entramado de vasos solidificados que
poseen.
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sus “pacientes” estuvieran vivos. Pero entonces estaríamos ante un hecho de dimensiones
aberrantes, que se explica más desde la práctica palingenésica que desde meros estudios
anatómicos.
Ello así, porque todavía hay más: estas piezas de alquimia palingenésica, no
constituyen un hecho aislado de intentos científicos fallidos por recrear la anatomía del
sistema circulatorio, sino que son el resultado de algún ritual iniciático; hecho evidenciado
por las características de la sala donde son emplazados los cadáveres. Como producto de
la matemática disposición del recinto, cada 15 de agosto, a las doce en punto del mediodía,
se produce un singular fenómeno en su interior. “El lado norte radicaliza sus sombras, se
torna frío y oscuro, a la vez que una luz verdosa cubre cada uno de sus rincones. Al
tiempo, el lado sur se vuelve luminoso y ardiente, marcándose bruscamente los límites
respecto al lado opuesto. El fenómeno sólo dura unos minutos, los justos para apreciar la
simbología de la eterna lucha del Bien contra el Mal, de la Luz contra las Sombras, que
reina en el edificio. Una constante en el gnosticismo, por cierto.”7
Este hecho monstruoso, que añade sentido a la crítica literaria de Mary Shelly,
muestra una vez más, la cara más oscura de la época, que combina lo peor de las
concepciones de Julien Offray de La Mettrie y su teoría del “Hombre Máquina”, es decir,
el materialismo ilustrado, con las prácticas rituales ocultistas de las sociedades secretas del
siglo XVIII, remedo de antiguos cultos, la mayoría de las veces, mezclados y degradados.
Aditamentos científico-cartesianos, con ritos iniciático ocultistas, más sacrificios humanos,
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Sierra, J. (2.000) En busca de la Edad de Oro. Los tesoros ocultos de las civilizaciones perdidas. Ed.
Barcelona. Círculo de Lectores. Pág. 252.
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no parecen estar presentes en las plumas de clérigos apóstatas como Juan Antonio
Llorente o racionalistas ilustrados como François-Marie Arouet, más conocido como
Voltaire, que sí dedicaron océanos de tinta a despotricar contra los “horrores” de la
Inquisisión española. Es que el enciclopedismo de la ilustración fue, en efecto, un aparato
de propaganda, que escondía un verdadero espíritu prometeico y, ante todo, luciferino.
Sin embargo, las por entonces consideradas “calumniosas” denuncias que el papa
Clamente XII había hecho en 1.738 contra la masonería, declarándola inmoral y
excomulgando a los católicos que adhiriesen ella, parecen no haberse basado en meros
rumores o supuestos planes conspirativos, sino en los “frutos concretos” que “el Oficio”
de los hermanos, unidos y aceptados, estaban cosechando. Monstruosidades que hoy
pueden verse en un museo, más precisamente, las “máquinas anatómicas” de la Cripta de
Sansevero, constituyen el resultado visible y tangible, como prueba inobjetable, de los
“logros” iluministas de las sociedades secretas, que venían a sacar al mundo de un
“oscurantismo cristocéntrico medieval”.
Bibliografía:
• Sierra, J.(2.000) En busca de la Edad de Oro. Los tesoros ocultos de las civilizaciones
perdidas. Barcelona. Ed. Círculo de Lectores.
• Levy, J. (2.010) La bíblia de las sociedades secretas. Madrid. Gaia Ediciones.
*Lucas Juan Carena - En 2.003 obtuvo su título de Licenciado en Comunicación Social por
la Universidad Nacional de Rosario y en 2.008 el de Mágister en Diseño de Estrategias de
Comunicación por la misma casa de altos estudios. Desde 2.009 enseña Psicología Social
en la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de La Plata en la Unidad
Académica de Rosario. Especialista en psicología de masas y medios masivos de
comunicación, se dedicó al estudio del comportamiento colectivo y la forma en que los
medios instalan ideas en la sociedad. Escritor e investigador, ha publicado artículos tanto
periodísticos como académicos en distintos medios de prensa y revistas con referato de
divulgación científica. Desde principios del año 2.014, conduce, junto al Dr. Pablo Javier
Davoli, el programa “La Brújula”, emitido por TLV1 - “Toda la Verdad, Primero”, canal
televisivo por Internet. Es vicepresidente del Ateneo Cruz del Sur.