CLASE
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Antes de conocer las técnicas de control de las emociones, tenemos que aprender que son.
Las emociones son estados internos que nos ayudan a comunicarnos con los demás. Podemos
pensar que debemos eliminar las emociones negativas. Pero, todas las emociones son válidas, y no
podemos desconectar de ellas o evitarlas. Por eso, es importante aprender a manejarlas.
Las perturbaciones emocionales aparecen por las interpretaciones que hacemos de distintas
situaciones. Debido a esas interpretaciones, surgen patrones de pensamientos irracionales. Estos,
pueden dirigirse hacia sí mismo, los demás o hacia el mundo.
Por lo tanto, nuestro objetivo es desarrollar patrones de pensamiento racionales y adaptativos. Y
gracias ello, expresar adecuadamente nuestras emociones. Para poder alcanzar este objetivo,
encontramos algunas técnicas de control de las emociones que son efectivas:
DETENCIÓN DEL PENSAMIENTO (DP)
Pretende eliminar pensamientos obsesivos que tienden a inhibir la ejecución de la conducta
deseada.
Consiste en hacer una lista de pensamientos obsesivos y preguntarse: ¿es racional este
pensamiento?, ¿es productivo?, ¿le resulta fácil controlar ese pensamiento?
De la lista escogemos uno de los pensamientos que sea más recurrente. A continuación,
definimos una orden para detener el pensamiento (“basta”, “stop”, “alto”). Esta orden la
acompañamos con un ruido fuerte, por ejemplo, un golpe en la mesa. Tras esto, debemos
de introducir un pensamiento alternativo que sustituya a ese pensamiento que nos
obsesiona.
En concreto, los estudiosos de la frustración vienen a dejar patente que existen tres formas
claramente delimitadas de hacer frente a una situación de este tipo. Así en primer lugar está
la agresiva que es la que lleva a que la persona que esté viviendo aquel saque a flote su ira
y descargue golpes ante el objetivo que causa la frustración. Un ejemplo para entender este
tipo de respuesta es cuando un piloto de rally no consigue llegar a la meta como ganador y
comienza a golpear insistentemente su vehículo.
En segundo lugar, nos topamos con la llamada herramienta de la huida. Como su propio
nombre indica lo que hace la persona que apuesta por utilizar aquella como mecanismo
para acabar con su frustración es evitar la misma para que no se produzca e incluso
escapar de ella una vez tiene lugar.
Una vez expuestas las tres modalidades de respuesta hay que subrayar que entre ellas la
que sí se recomienda por los expertos es la tercera pues se considera que sí es apropiada
para hacer frente a una frustración. Mientras la primera y la segunda no lo son porque con
esas actitudes no se consigue resolver el problema ni tampoco que haga desaparecer.
Según la teoría de la frustración, se produce un efecto paradójico cuando comienza la
denominada fase de extinción, que lleva al sujeto a no reforzar la conducta y, por lo tanto,
sobreviene la sensación de frustración.
Existen distintos tipos de procesos frustrativos:
La frustración por barrera (cuando existe un obstáculo que impide alcanzar el
objetivo).
La frustración por incompatibilidad de dos objetivos positivos (existe la posibilidad
de alcanzar dos objetivos, pero estos son incompatibles entre sí).
La frustración por conflicto evitación-evitación (la huida ante dos situaciones
negativas)
La frustración por conflicto aproximación-aproximación (la indecisión ante una
situación que provoca resultados positivos y negativos en igual medida).