El Mensaje A La Iglesia de Sardis
El Mensaje A La Iglesia de Sardis
El Mensaje A La Iglesia de Sardis
La ciudad de Sardis
Más de seiscientos años antes de que se escribiera esta carta, Sardis había sido la
capital del reino de Lidia, siendo una de las mayores ciudades del mundo antiguo.
Además, la estratégica posición que ocupaba le había convertido en una activa ciudad
comercial. A lo que hay añadir las enormes cantidades de oro que se extraían del
cercano río Pactolos. Su riqueza era proverbial, y desde los tiempos de Creso, su más
famoso gobernante, se había acuñado la frase "tan rico como Creso". Sin embargo, en el
momento de escribirse Apocalipsis, de aquella gloria del pasado sólo quedaba el
recuerdo, ya que el estancamiento y la decadencia se habían apoderado de ella. El
contraste entre lo que había sido y lo que era no podía ser mayor. Pareciera que la
facilidad con la que Sardis podía enriquecerse era la razón de su debilidad.
Otro detalle interesante es que la ciudad estaba edificada sobre una colina tan pendiente
que sus defensas parecían inexpugnables, sin embargo, fue capturada por Ciro el persa
(549 a.C.) y por Antíoco (218 a.C.). Curiosamente en ambas ocasiones esto fue posible
porque sus pobladores fueron sorprendidos por sus enemigos al estar excesivamente
confiados en la resistencia de su fortaleza. El hecho de que una ciudad que parecía tan
poderosa fuera conquistada tan fácilmente, la había convertido en objeto de burla.
También había una importante comunidad judía, que a diferencia de lo que sucedía en
Esmirna y Filadelfia, no parecía molestar a los creyentes.
Esto nos recuerda que ni nosotros como creyentes, ni tampoco la iglesia en su conjunto,
podemos mantener nuestra vida espiritual por nosotros mismos, necesitamos el poder
del Señor Jesucristo que nos viene por su Espíritu Santo.
A continuación nos dice que también tiene "las siete estrellas", que como recordamos,
eran los ángeles o mensajeros de las iglesias, probablemente una referencia a sus
líderes (Ap 1:20). Ellos también aparecen aquí bajo el control de Cristo. Podemos decir
que tanto el Espíritu Santo como los líderes espirituales de la iglesia están en la mano de
Cristo y son cauces de bendición para la iglesia.
Nuevamente se nos recuerda que no hay nada que pueda permanecer oculto para los
ojos de Cristo. Además, como veremos a continuación, él no se fija en el exterior de las
personas, sino que ve sus corazones.
A la iglesia de Sardis le ocurría lo mismo que a la ciudad: vivían de sus recuerdos del
pasado, de lo que habían sido en algún momento de su historia, pero todo eso había
quedado atrás y no se correspondía con su momento presente.
Quizás era una iglesia que gozaba de una buena reputación en medio de la sociedad,
pero eso al Señor no le importaba. Al fin y al cabo, la iglesia no existe para agradar a los
hombres sino a Dios.
Tampoco tenemos razones para dudar de que sus cultos fueran ordenados, estuvieran
bien asistidos, la música sonara con ánimo, tuvieran un buen número de programas, e
incluso sus líderes ocuparan posiciones prominentes dentro de la vida social de Sardis.
Pero todo esto no sirve de nada si falta lo más importante, la vida del Espíritu. Al final, lo
único que realmente tenían era el "nombre" de iglesia del Señor.
3. "Estás muerto"
¡Qué terrible posibilidad! Tener fama de estar vivo pero que el Señor diga: "¡Estás
muerto!". La iglesia en Sardis era lo que conocemos como "cristianos nominales". Y es
triste decirlo, pero cada vez es más fácil encontrarse en las iglesias con evangélicos
nominales que rara vez piensan en el Señor Jesucristo y que, sin embargo, suponen que
están en el camino al cielo.
(Lc 6:26) "¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque
así hacían sus padres con los falsos profetas."
Quizá por esta razón la iglesia en Sardis, a diferencia de otras iglesias de la zona, no
había sufrido persecuciones como las de Esmirna o Pérgamo. Ellos eran un perfecto
ejemplo de un cristianismo "inofensivo". Se habían acomodado al mundo y no tenían que
pagar ningún precio por su fe en Jesucristo. ¿Por qué había de molestarse Satanás en
perseguir a una iglesia muerta? Pero una iglesia que esté viva y que predique la Palabra
del Señor siempre estará bajo los ataques del enemigo.
Ahora Cristo se dirige al remanente fiel de los verdaderos cristianos en Sardis que
estaban en grave peligro de extinción.
El Señor comienza con una exhortación a "ser vigilante". Esta recomendación tenía un
sentido especial para la iglesia en aquella ciudad, porque como ya hemos comentado,
dos veces había sido capturada debido precisamente a la falta de vigilancia. Quizá a la
iglesia le pasaba como a sus antepasados en Sardis, que se sentían seguros confiando
en la protección que les ofrecían sus muros. Y es verdad que el creyente está protegido
por unas defensas mejores que las que cualquier ciudad pueda levantar, pero esto no
nos debe llevar a la relajación o al descuido en nuestra vida espiritual, sino a estar
prevenidos constantemente, puesto que la tentación puede aparecer en cualquier
momento por donde menos la esperamos.
La falta de alerta espiritual puede resultar muy costosa. El señor Jesús te advierte:
LUCAS 22: 46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en
tentación.
(1 P 5:8) "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente,
anda alrededor buscando a quien devorar."
2. "Afirma las otras cosas que están para morir" (fortalece lo poco que te queda, de esa
gracia que se te dio, aquello que en tu mortífero sueño aún no están del todo
extinguidas (Henry Alford, teólogo británico)
Parece que no todo estaba completamente perdido, aún había cosas que "estaban para
morir". Pero si los carbones a punto de apagarse no eran pronto avivados para que
surgiera nuevamente la llama, terminarían por apagarse.
En aquella iglesia había algunos auténticos creyentes, pero aun éstos corrían el peligro
de languidecer por completo en medio de ese ambiente asfixiante. En esa situación no
podían ser indiferentes o dejarse llevar por la corriente. Debían empezar por evaluar
correctamente la situación desde la perspectiva que el Señor les estaba dando, después
tendrían que confrontar el pecado y el error, e influir con su ejemplo y palabra en la
comunidad.
Es interesante notar que el Señor no manda a esos cristianos fieles que se vayan de la
iglesia y comiencen una obra nueva en otra parte de la ciudad. Dios los dejó allí a fin de
llamar al resto que se había extraviado para que volvieran a la fidelidad al Señor. No
obstante, si una iglesia deja de serlo (Ap 2:5), la separación puede ser la única
alternativa (Ap 18:4).
Este versículo nos hace ver que Cristo espera algo concreto en la vida de cada uno de
sus hijos. Está buscando evidencias de nuestra lealtad y amor hacia él.
Debemos tomar esto muy en serio, porque normalmente el creyente tiene la tendencia
en centrarse en sí mismo y espera que Dios le ayude, apoye y consuele en cada
circunstancia de la vida, y con frecuencia olvidamos que él también está esperando de
nosotros pruebas que demuestren nuestro amor, lealtad y servicio hacia él.
Es de recordar las tres preguntas de Jesús a Pedro en Juan 21:15-17 ¿me amas?
Apacienta, pastorea, apacienta… es decir, Jesús le indicó a Pedro que si realmente
existía amor hacia Jesús, entonces debía invertir su vida en el reino de Dios.
Algunos cristianos les cuesta: dar la ofrenda o el diezmo “con un corazón alegre”, tener
tiempo para orar individualmente y mucho menos congregacionalmente o tal vez, el
involucrarse activamente en un ministerio de la iglesia para invertir sus dones en la
obra. Todo esto denota un peligroso enfriamiento que puede llegar al nivel de la iglesia
de Sardis. Por lo tanto, el Señor te exhorta a que te vuelvas a él y dejes esa mortífera
apatía.
El resto fiel en Sardis debía "acordarse", "tener en cuenta" o "recordar" lo que había
recibido y oído. Es decir, necesitaban volver a las verdades de la Palabra de Dios que
habían escuchado y les habían llevado a su conversión. Era imprescindible que lo
"guardaran" en sus corazones y lo practicaran en sus vidas.
Seguramente habían dejado de leer sus Biblias y de alimentarse con la verdad. En ese
caso, la falta de una buena dieta espiritual les habría llevado a estar débiles para poder
hacer frente a la situación que tenían delante. Era necesario que comenzaran por
nutrirse adecuadamente y fortalecerse espiritualmente si querían llevar a cabo lo que el
Señor les mandaba. (la oración en familia, la participación en los cultos)
Sin duda, el haber llegado a esta situación de desidia espiritual era algo de lo que se
tenían que "arrepentir" urgentemente.
5. "Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre
ti"
Una vez más tenemos una llamada del Señor a "velar", algo que como ya hemos
señalado, ellos entenderían muy bien después de lo que había ocurrido en su historia,
cuando sus enemigos habían venido literalmente como ladrones en la noche y los habían
sorprendido.
También encontramos una advertencia acerca de la venida del Señor: "vendré sobre ti".
Seguramente no debamos entenderla como una alusión a su Segunda Venida, sino como
una venida anticipada en juicio sobre la iglesia en Sardis. Esta venida podía producirse
de diferentes maneras. Sabemos que en la iglesia en Corinto algunos que estaban
viviendo desordenadamente estaban enfermos y otros habían muerto (1 Co 11:30).
Por lo tanto, tenemos aquí otra de las grandes faltas de esta iglesia: no estaban
esperando la Segunda Venida de Cristo. Su vida se había vuelto descuidada y no
estaban mirando hacia el futuro glorioso con Cristo. Esto es muy peligroso, porque como
cristianos debemos saber que con tener un solo punto débil podemos caer víctimas de
alguna astuta estrategia de Satanás.
1. "Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras"
Aunque la iglesia tenía reputación de estar viva, en realidad, sólo un pequeño número de
sus miembros lo estaban. Ellos formaban el remanente fiel. Y este es un concepto que
una y otra vez se repite en la Biblia: Sólo ocho personas se salvaron en el diluvio; de los
doce espías que Moisés envió a reconocer la tierra, sólo dos llegaron a poseerla; de los
cinco mil que comieron del milagro de multiplicación de panes y peces que hizo Jesús,
sólo doce se quedaron con él cuando los demás lo abandonaron.
Este remanente fiel eran los "que no han manchado sus vestiduras". En el Antiguo
Testamento, si alguien tocaba un cuerpo muerto, la persona quedaba contaminada o
manchada. Hay muchas formas de contaminarse con los "muertos". Aquí debemos
entenderlo como una figura para expresar que se habían contaminado con el paganismo
de su cultura y se habían extraviado siguiendo doctrinas o prácticas que desagradaran al
Señor. No olvidemos que es fácil contaminarse espiritualmente cuando entramos en
comunión con el mundo, y esto no le agrada al Señor.
Este remanente fiel "andará con el Señor", lo que sugiere comunión íntima y personal
con él. Realmente este era el problema de esta iglesia: habían dejado de andar con el
Señor y esto es lo que nos mantiene con vida en nuestro andar diario.
Podemos pensar en la historia de los dos que andaban por el camino de Emaús (Lc
24:13-35). Ellos estaban desanimados por la muerte del Señor. Tal era su frustración
que cuando el mismo Señor se acercó a ellos y les acompañó en el camino no le
reconocieron. Entonces él les abrió las Escrituras y el corazón de aquellos dos
caminantes volvió a arder con una nueva ilusión y ánimo al sentarse a la mesa con él
(tener comunión). Aquí está el secreto de una vida cristiana victoriosa: la comunión con
Cristo resucitado y su Palabra.
Luego añade que tendrán "vestiduras blancas, porque son dignas". Estas vestiduras
blancas sugieren la pureza y santidad que produce la justificación de los pecados por
medio de la obra de la Cruz. Estas personas son aquellas a quienes el Cordero lavó de
sus pecados con su sangre (Ap 1:5) (Ap 7:14). De ninguna otra manera podemos
alcanzar esta dignidad; por eso el Señor nos invita a que permanezcamos fieles y
cercanos a él. Recordemos las grandes palabras de Isaías:
(Is 1:18) "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana."
Por otro lado, esta pureza es necesaria para poder estar en la presencia de Dios. La
necesitaremos para entrar en el cielo, porque los invitados a las bodas del Cordero van
vestidos de "lino fino, limpio y resplandeciente" (Ap 19:7-9). Son las vestiduras
obligadas para entrar a la fiesta de bodas del cordero inmolado de Dios que quita el
pecado del mundo.
APOCALIPSIS 19:7-9 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las
bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista
de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
A fin de estar bien preparados para ese momento, debemos empezar ya ahora a
vestirnos "de Cristo", como nos exhortaba el apóstol Pablo:
(Ef 4:22-24) "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad."
El Señor sigue hablando del remanente fiel, aquellos verdaderos creyentes que estaban
dentro de la iglesia en Sardis. Ahora se los describe como "vencedores" y a ellos el
Señor les promete que los vestiría con "vestiduras blancas". Aquí vemos con mayor
claridad lo que decíamos más arriba; que estas vestiduras nos son dadas por el Señor y
que no las conseguimos por nuestros propios méritos.
Aquí las vestiduras blancas representan la victoria que el Señor da a los creyentes
juntamente con él. Cuando el Señor se presente en este mundo para juzgarlo vendrá
rodeado de los ejércitos celestiales vestidos de lino finísimo, blanco y limpio para
disfrutar juntamente con él de su victoria (Ap 19:14-15).
Y por último, una nueva promesa del Señor Jesucristo que garantizaba la plena
aceptación de este resto fiel delante del Padre y de sus ángeles.
Cristo se presenta aquí como un Abogado que intercede por los creyentes.
El versículo nos recuerda otras palabras de Cristo acerca de aquellos que le confiesan en
este mundo sin avergonzarse:
(Mt 10:32) "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos."
Un llamamiento a oír
(Ap 3:6) "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias."
Esta frase recurrente en todas las cartas enfatiza la responsabilidad de oír. De nuevo se
llama a los hombres a que presten atención a esta solemne advertencia en contra de
tener una profesión religiosa sin jamás haber nacido de nuevo.