Bolivar Echeverria - El Discurso Crítico de Marx
Bolivar Echeverria - El Discurso Crítico de Marx
Bolivar Echeverria - El Discurso Crítico de Marx
Bolívar Echeverría
EL DISCURSO CRÍTICO
DE MARX
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Libro 215
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Bolívar Echeverría
Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge - Karl Liebknecht - Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO - DIALÉCTICA DE LO IDEAL
Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO, CONCEPCIÓN y ARTE
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve conferencias en la Academia Socialista
David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgueni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN - LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA
Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA ESTEPA VERDE
Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento obrero en Francia
1789-1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Friedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
Libro 22 DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE
György Lukács
Libro 23 EL MATERIALISMO HISTÓRICO ALEMÁN
Franz Mehring
Libro 24 DIALÉCTICA PARA LA INDEPENDENCIA
Ruy Mauro Marini
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Walter Benjamin
Tesis sobre el concepto de Historia
https://elsudamericano.wordpress.com
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EL DISCURSO CRÍTICO
DE MARX
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Für A.
PRESENTACIÓN
EL MATERIALISMO DE MARX
DEFINICIÓN DEL DISCURSO CRÍTICO
ESQUEMA DE EL CAPITAL
COMENTARIO SOBRE EL “PUNTO DE PARTIDA” DE EL CAPITAL
VALOR Y PLUSVALOR
CLASIFICACIÓN DEL PLUSVALOR
LA CRISIS ESTRUCTURAL SEGÚN MARX
ROSA LUXEMBURGO: ESPONTANEIDAD
REVOLUCIONARIA E INTERNACIONALISMO
EL PROBLEMA DE LA NACIÓN DESDE LA “CRÍTICA DE LA
ECONOMÍA POLÍTICA”
CUESTIONARIO SOBRE LO POLÍTICO
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
PRESENTACIÓN
No sabemos bien lo que Rosa Luxemburgo quería decir con “barbarie”
cuando, en el verdadero comienzo de este siglo, en la Gran Guerra,
reconocía para la marcha de la historia una encrucijada inevitable: o
adopta el difícil camino del socialismo, o se hunde en la barbarie. ¿Era
adecuado este reconocimiento? Alguien llegado de afuera diría que sí,
que es evidente: la historia se decidió por la barbarie y ésta se
generaliza y profundiza. Nunca como en el siglo XX, insistiría, tantas
posibilidades sociales y técnicas de felicidad, de armonía entre los
hombres y entre éstos y la naturaleza fueron convertidas de manera
tan sistemática en compulsiones a la desgracia y la destrucción. Pero
los que viven este siglo no están dispuestos a una constatación tan
contundente y condenatoria como ésta. Criados para el arte de
interpretar lo malo como menos malo a la luz de la posibilidad de lo
peor: ansiosos de encontrarle siempre a todo, incluso a lo peor, el lado
bueno, se resisten con recelo fetichista a sumar bajo el término
"barbarie" todas las catástrofes y las masacres, de su época, la
frustración de pueblos y generaciones enteras que ella contiene, el
asfixiante estrechamiento de la vida individual y colectiva que ella ha
traído consigo. Para ellos, pese a todo, el progreso “que sería por
esencia bueno” sigue: la humanidad mantiene su marcha ascendente.
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EL MATERIALISMO DE MARX 1
DATOS
Además del manuscrito que ocupó a Marx durante los primeros meses
de su estadía en Bruselas, el de su primera “Crítica de la economía
política”, elaborado en 1844, en París; además de los cuadernos con los
apuntes de lectura que acompañaban a sus estudios de economía,
teoría social e historia; además del manuscrito de La Ideología
Alemana, redactado junto con Engels en 1845 y 1846, se conserva
también, entre otros documentos de esta época de su vida, la agenda
o memorándum que le sirvió entre 1844 y 1847. En esta libreta, que
contiene casi exclusivamente títulos de libros y recados domésticos, se
encuentran también algunas anotaciones sumarias o esquemáticas de
Marx que tienen una relación directa con sus manuscritos propiamente
teóricos.
La principal de estas anotaciones teóricas es la que se compone de las
famosas once tesis “ad Feuerbach”.
Se supone generalmente que las Tesis fueron anotadas por Marx en
marzo de 1845; otras consideraciones permitirían pensar, sin embargo,
que fueron escritas a principios de 1846. Lo que sí puede afirmarse con
seguridad es que su redacción tuvo que ver directamente con la
intervención de Marx y Engels, durante 1845 y 1846, en la discusión
propiamente alemana de los problemas del socialismo; es decir, que
sus aseveraciones forman parte del tratamiento crítico al que fueron
sometidas por Marx y Engels en esos años tanto las versiones de la
doctrina socialista que prevalecían en Alemania como las construcciones
filosóficas en que ellas pretendían encontrar su justificación teórica. Es
en enero de 1846 cuando Marx y Engels deciden ampliar y transformar
sustancialmente el escrito que preparaban contra Bauer y Stirner. La
redacción de esta nueva obra, La Ideología Alemana, que debe incluir
un capítulo inicial sobre Feuerbach, es, después de la redacción de La
sagrada familia, la oportunidad más próxima que tiene Marx de abordar
una consideración global del materialismo y de la filosofía de
Feuerbach.2
1
Publicado originalmente en Historia y sociedad, n. ° 6, México, 1975.
2
Cf. Marx-Engels-Lenin Institut., K. Marx, Chronik seines Lebens, Moscú, 1934, p. 30.
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CONSIDERACIÓN GENERAL
Una comparación analítica del texto de las Tesis con los textos de los
dos escritos principales de Marx en estos años ‒los “Manuscritos de
París” y La Ideología Alemana‒ revela fácilmente que todas las
aseveraciones singulares discernibles en el primero pueden también ser
reconocidas sea en uno de los otros dos o en ambos. Basta eliminar del
texto de las Tesis el plano aparentemente accidental en que tiene lugar
su unidad, el plano de su formulación ocasional como sucesión de once
enunciados aforísticos (donde sí es innegable la presencia de
expresiones nuevas y exclusivas), para que el residuo, la lista de
aseveraciones aisladas que se encuentran en él, resulte carente de
todo aporte original o indispensable en el nivel propiamente
conceptual, y para que, en consecuencia, todo el texto pierda lo propio
o distintivo y se vuelva reductible a los dos textos mayores.
Pero el mensaje comunicado en el texto de las Tesis: reconocerlo como
una totalidad significativa perteneciente a un proceso discursivo que
aprovecha precisamente la peculiaridad de su expresión, al adjudicarle
su sentido definitivo, para que se revelen las posibilidades que tiene su
mensaje de ser original o irreductible, es decir, no redundante sino
complementario con respecto al mensaje aportado por los “Manuscritos
de París” y La Ideología Alemana.
El examen de las tesis que intentaremos hacer en las páginas
siguientes se guía por una idea general acerca de cómo se da y en qué
consiste este carácter original e irreductible del mensaje transmitido en
su texto.
Pensamos que la manera en que el texto reúne a las once tesis o
enunciados aforísticos en el plano de la formulación ocasional ‒la figura
de un programa o manifiesto que postula un conjunto de principios
sobre un tema determinado‒ posee una función significativa propia en
la medida en la que delimita una dirección e indica una tendencia a las
aseveraciones organizadas según ella. Que esta función consiste en
convertir a las once tesis, motivadas por la presencia teórico-política de
Feuerbach, en una serie de pasos de argumentación cuya sucesión
elabora una región problemática más general, cumpliendo un
requerimiento indispensable del proceso discursivo en que se efectúa la
revolución teórica comunista.
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Ernest Bloch ha sido el primero en reconocer la ganancia teórica que implica el tratar a
todas las Tesis como un texto unitario y proponer un reordenamiento de las mismas capaz
de mejorar la eficacia de su exposición. Reproducimos a continuación un pasaje (pp. 293-
94) de la parte de su libro Das Prinzip Hoffnung (Francfort/Main 1959) en el que introduce
al lector en su comentario de las Tesis: “Pero numeración no es sistematicidad, es un
recurso para suplirla, del cual Marx es quien menos necesidad tiene. Por ello, el
ordenamiento debe ser filosófico y no aritmético: la sucesión de las Tesis sólo puede ser la
de sus temas y contenidos. No existe, de lo que se puede ver, ningún comentario sobre las
«once Tesis»: sin embargo, solamente con él ‒como algo que tiene lugar a partir de un
compromiso común‒ se manifiesta la interdependencia dinámica de su brevedad y su
profundidad. Aparece entonces, en primer lugar, el grupo de teoría del conocimiento,
referido a intuición y actividad (Tesis V, I, III); en segundo lugar, el grupo histórico-
antropológico, referido a la autoenajenación, sus causas reales y el verdadero materialismo
(Tesis IV, VI, VII, IX, X); en tercer lugar, el grupo sintetizador o grupo «teórico-práctico»,
referido a la prueba y a la demostración (Tesis II, VIII). Resulta, en último lugar, la tesis
más importante, a manera de consigna ante la cual los espíritus toman partido
definitivamente y, una vez que se sirven de ella, dejan de ser espíritus puros (Tesis XI)”
Prescindimos, por razones de espacio, de la necesaria discusión que debería comparar este
reordenamiento de las Tesis con el nuestro.
Transcribimos de acuerdo al texto original, publicado por primera vez por D. Riazanov en
Marx-Engels Archiv, t. I, Francfort/M, 1928, pp. 222-30.
En el examen de este pasaje inicial de las Tesis hemos recogido algunas ideas del ensayo
“La cosificación y la conciencia del proletariado” en G. Lukács, Geschichte und Klassen-
bewusztsein, Der Malik verlag, Berlín, 1923, pp. 94-228.
No nos parecen convincentes las razones aducidas por A. Schaff (“Au sujet de la traduction
des Theses de Marx sur Feuerbach”, en L 'homme et la société, núm. 22, pp. 30-31), para
traducir “das menschliche Wesen”, al comienzo de la Tesis vi, por “un etre humain”. El
injustificado cambio de la determinación del artículo exagera la “terrenalización” del
concepto de “esencia” ‒en el paso de “la Esencia (metafísica, intemporal) del Hombre” a "la
esencia (histórica) “humana”‒ al identificarlo con “estructura singular de la persona” y no,
como sería lo indicado por el contexto, con “estructura general del sujeto histórico".
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Los pasajes del texto de las Tesis que hemos reunido en este grupo
son los siguientes:4 En primer lugar, la parte inicial de la Tesis I:
“!La principal insuficiencia de todo el materialismo tradicional
[bishering] [incluido el de Feuerbach] es que [en él] el objeto I
[Gegenstand], la realidad, la materialidad [Sinnlichkeit] sólo es
captada bajo la forma del objeto II [Objekt] o de la intuición
sensible [Anschauung]; y no como actividad humana material
[sinnlich], (como) praxis; no subjetivamente. De ahí que, en
oposición al materialismo, el aspecto activo [haya sido]
desarrollado de manera abstracta por el idealismo ‒el cual,
naturalmente, no conoce la actividad real, material [sinnlich] en
cuanto tal.”
A continuación, la Tesis V y la parte intermedia de la Tesis I:
“Feuerbach, insatisfecho con el pensamiento abstracto, quiere
[volver a] la intuición sensible [Anschauung]; pero no capta la
materialidad [Sinnlichkeit] como actividad práctica, material-
humana.” “Feuerbach quiere [referirse a] objetos materiales
[sinnliche Objekte], realmente diferentes de los objetos
pensados [Gedankenobjekte]: pero no capta la propia actividad
humana como actividad objetiva [gegenstandlich].”
4
Transcribimos de acuerdo al texto original, publicado por primera vez por D. Riazanov en
Marx-Engels Archiv, T. 1, Francfort/M, 1928, pp. 222-30.
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1
¿Cuál es y cómo se halla realizado el propósito teórico del pasaje inicial
de las Tesis? Esta es la pregunta que debe responder una primera
aproximación a su texto.
Su preocupación más evidente está dirigida a las virtudes y los defectos
del “materialismo” (tradicional) y del “idealismo”. Esta preocupación
‒que de por sí no parece distinguirse de una curiosidad filosófica
puramente profesional‒ define su sentido cuando la relacionamos con
la última frase de la misma Tesis I y la consideramos dentro de las
vicisitudes del proceso global de trabajo teórico que ocupa a Marx en
esos años.
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La modalidad materialista-empirista de la estructura del discurso
teórico moderno o capitalista se levanta en torno a una noción básica
de objetividad (“objeto I”), en la que ésta queda reducida o asimilada a
la constitución propia del objeto de la intuición o contemplación
(“objeto II”), es decir, a la constitución de un objeto que se impone, en
plena exterioridad, como pura presencia casual a un sujeto pre-
existente que lo constata. En esta delimitación básica, la objetividad es
aprehendida teóricamente como una sustancia inherente al objeto,
independiente de todo tipo de relación sujeto-objeto; la presencia de
sentido en lo real es tratada como un estado expresivo espontáneo o
inerte de las cosas, como una significatividad constituida naturalmente,
previa a toda actividad de comunicación y significación.
La crítica de Marx pone en evidencia el defecto o la limitación principal
de esta problematización de la objetividad en el discurso materialista-
empirista. Este trata de fijarla como substrato metafísico, como cosa
exterior siempre ya dada frente al sujeto, pero lo específico de la
objetividad desborda el alcance de este intento teórico.
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La crítica del discurso teórico moderno o capitalista cumple su función
cuando confronta entre sí a las dos modalidades estructurales de este
discurso con el fin de delinear por contraste, a partir de los resultados
de esa confrontación y desde la perspectiva de las necesidades teóricas
de la revolución comunista, la posibilidad de un nuevo discurso, del
discurso teórico propiamente comunista. En efecto, esta posibilidad es
reconocible a partir de la constatación de que la estructura del discurso
teórico moderno tiene necesariamente que elegir entre dos versiones
igualmente contradictorias de una “captación” teórica inadecuada de la
objetividad: o bien, en la versión de su modalidad materialista-
empirista, olvida el “aspecto activo” de la objetividad, preocupada
hasta la exageración metafísica por rescatar la irreductibilidad de ésta a
las determinaciones del sujeto; o bien, en la versión de su modalidad
idealista-racionalista, elimina esta irreductibilidad en favor de una
acentuación mistificada y abstracta de ese “aspecto activo”.
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“2) por lo tanto, la esencia [das Wesen] sólo puede ser captada
como «genero» [Gattung], como universalidad interior, inexpresiva
[stumme], que conecta [verbindende] naturalmente a los muchos
individuos.”
La Tesis VII:
“Feuerbach no ve, por tanto, que el propio «ánimo religioso», es
un producto social, y que el individuo abstracto que él analiza
pertenece a una forma determinada de sociedad [einer
bestimmten Gesellschftsform]”
El tema predominante en el conjunto de estas tres Tesis se halla
supeditado directamente al que es tratado en calidad de premisa por el
grupo A. Mientras en éste tiene lugar la definición del carácter
específico del discurso teórico comunista en tanto que momento del
proceso práctico, en el grupo B se lleva a cabo la determinación de lo
que debe ser la problemática específica del mismo en tanto que
discurso sobre ese proceso práctico.
Basta considerar al discurso teórico dialéctico-materialista como un
discurso que por necesidad está situado históricamente dentro del
proceso práctico para que se vuelva evidente que su propio carácter
dialéctico-materialista implica ya una jerarquización del campo
problemático que se abre ante él. Si lo real, concebido como proceso
práctico, se encuentra en una era en que su acontecer lo determina
esencialmente como proceso de transformación fundamental de la
socialidad, resulta necesario que su problematicidad se concentre
precisamente en el lado de su estructura que entra en crisis en una
época tal: en lo que es propiamente su composición histórico-social. El
discurso dialéctico-materialista se define, así, concretamente en
referencia a la problemática específica de la historia de las formas
sociales dentro de las cuales se realiza el proceso productivo, la praxis
o actividad práctica constituyente; se configura como materialismo
histórico, como teoría materialista y dialéctica de la sociedad y de su
historia.
Los lineamientos centrales de esta concretización de la definición del
discurso teórico comunista son los que encontramos trazados en el
grupo B de las Tesis.
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No nos parecen convincentes las razones aducidas por A. Schaff (“Au sujet de la
traduction des Theses de Marx sur Feuerbach”, en L’homme et la société, núm. 22, pp. 30-
31), para traducir “das menschliche Wesen”, al comienzo de la Tesis VI, por “un être
humain”. El injustificado cambio de la determinación del artículo exagera la "terrenalización”
del concepto de “esencia” —en el paso de “la Esencia (metafísica, intemporal) del Hombre”
a "la esencia (histórica) "humana"— al identificarlo con "estructura singular de la persona”
y no, como sería lo indicado por el contexto, con “estructura general del sujeto histórico”.
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Sobra decir que por actividad "suciamente judía" Marx no entiende la actividad propia de
una comunidad religiosa o de un grupo étnico determinado, sino la actividad propia de
aquella función tesaurisadora o acumuladora de capital-dinero que las sociedades europeas
adjudicaron a determinados miembros de la comunidad judía durante la época mercantilista
de la acumulación originaria del capital. Cf. Marx, La cuestión judía, MEGA, Francfort, 1927,
pp. 605-06.
En el examen de las Tesis de este grupo hemos tenido en cuenta, sobre todo, el estudio
que de ellas hace Adolfo Sánchez Vázquez en las pp. 130-135 de su libro Filosofía de la
praxis, Grijalbo, México, 1967.
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a) De la teoría a la revolución
La actualidad de la revolución comunista comporta una radicalidad tal
que afecta y pone en juego incluso al estrato más profundo de la
realidad, aquel que no pudo ser tocado por las otras revoluciones de la
“era histórica” (o, mejor, “prehistórica”): la esfera en que ella se
distingue en cuanto tal (lo “cósmico”) de la materia en sí (lo “caótico”).
Dentro de la perspectiva de la ocupación teórica, científico-filosófica
‒que es la perspectiva inicial de Marx‒, este efecto de la actualidad de
la revolución comunista se experimenta bajo la forma de un
cuestionamiento. La noción tradicional acerca de una determinación
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b) De la revolución a la teoría
Pero el movimiento revolucionario comunista se construye lentamente,
probando y desechando distintos esbozos; la formación de su identidad
sigue una historia dura y larga; la historia de las luchas que llevan a la
masa de proletarios miserables, aislados, desesperados, indefensos, a
constituirse como clase social organizada y como contrapoder efectivo,
impulsor de una alternativa política global frente al mundo de los
explotadores capitalistas. Y cuando Marx se suma al proletariado esta
historia se halla aún a medio camino.
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Figura 1
Reproducción social y significación
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Figura 2
La significación práctica, subordinada al sentido de la valorización
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Introducción
El discurso teórico comunista-marxista tiene el carácter de un discurso
crítico en tanto que existe y se desarrolla dentro de la lucha ideológica
de clase propias de la época culminante del modo histórico capitalista
de la reproducción social: dentro de un enfrentamiento constante con
este doble dominio ideológico de la clase burguesa.
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ESQUEMA DE EL CAPITAL
Ciencia de la riqueza
El libro El Capital de Marx pretende ser una explicación "científica" de lo
que es la riqueza en la sociedad moderna. Ordenar los muchos datos
que se tienen de ella, jerarquizarlos según su valor de determinación,
establecer las relaciones más esenciales que existen entre ellos.
Construir una imagen conceptual de la riqueza moderna que, debido a
su grado adecuado de abstracción, constituya el instrumento intelectual
más efectivo para quienes intentan comprender, y no justificar, los
fenómenos de la historia cotidiana que tienen que ver con ella.
Todo el conjunto de la vida social tiene que ver con la riqueza objetiva,
con el cúmulo de bienes que posibilitan su reproducción. Y esto no
tanto en el sentido pragmático burgués de que “ni siquiera los poetas
viven del aire”, sino en el sentido materialista de que el modo en que
los hombres se ocupan en el conjunto de su vida depende del modo en
que se ocupan de la riqueza objetiva; del modo como trabajan para
lograrla, de cómo la reparten entre sí, de cómo la disfrutan. La
“comprensión materialista de la historia” se resume, en verdad, en el
reconocimiento de un hecho originario que se mantuvo a lo largo de la
historia y que ha entrado en proceso de perder su vigencia: la debilidad
de las sociedades frente a la naturaleza, la hostilidad de ésta hacia el
ser humano, la escasez con que entrega los bienes que el hombre
pretende arrancar de ella para cumplir los requerimientos de su vida.
Hecho originario que se completa cuando, interiorizado por la vida
social, obliga a que todo el proyecto de existencia humana, de
realización de un ideal transnatural de convivencia, se adecúe a una
estrategia para la consecución de los bienes, para el acoso a la
naturaleza.
Pero nunca antes el conjunto de la vida social ha tenido que ver con la
“economía”, con la problemática de la riqueza objetiva, como en la
época moderna, cuando es justamente la relación ancestral de
interdependencia entre ambos ‒la totalidad de la vida y la
“economía”‒, la que parece haber entrado en crisis, es decir, cuando la
necesidad de un reordenamiento global de la existencia social emerge
por todas partes. La descripción “científica” que Marx pretende hacer
de lo que es la riqueza moderna sólo tiene sentido para él en la medida
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El discurso crítico
¿Cómo describir científicamente lo que es riqueza moderna? El intelecto
no es una potencia pura enfrentada a hechos innombrados. Todo
inteligir está en función del discurso concreto de alguien empeñado en
una disputa concreta acerca de lo que algo es en realidad. Por otro
lado, todo hecho, con sólo presentarse, recibe ya, espontáneamente,
un nombre, una definición. Describir algo no es mostrar su retrato
reflejado en la mente; es siempre consentir o disentir con su nombre
espontáneo, es abundar en la definición que da de él el discurso social
establecido o pretender introducir una diferencia. Y nada hay más
difícil, aventurado e incluso, en ocasiones, suicida que la disensión o la
propuesta de una diferencia. Porque el disentir del nombre dado a un
fenómeno sólo puede hacerse empleando los mismos términos que con
su sola gravitación construyeron el que se rechaza; porque la definición
diferente tiene que formularse a contracorriente del flujo definidor que
se mueve con el discurso establecido. Marx pretende decir lo que la
riqueza moderna es en realidad. Pero su discurso es disidente. Habla a
partir de la experiencia de la crisis de la relación ancestral entre vida y
riqueza, sociedad y “economía”, y argumenta en favor de su transfor-
mación radical: su discurso es comunista. Por ello, advertido de la
dificultad que encierra la disensión, Marx inaugura la estrategia que le
es adecuada: la crítica. La “exposición de la economía política” ‒la
descripción del comportamiento económico o referido a la riqueza
objetiva‒ “debe ser simultáneamente la crítica de la economía política”
‒la destrucción del discurso que da nombre a la riqueza moderna, del
conjunto de definiciones que componen la ciencia económica
espontánea‒. Cientificidad es criticidad. El discurso comunista debe ser
crítico ya que su afirmación sólo puede existir como negación, a
contracorriente del discurso establecido no como una simple refutación,
que intenta desviar la dirección de éste pero respetando su misma
pendiente.
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Examen de la apariencia
A] En la primera etapa (expuesta en las dos primeras secciones del
Libro I) analiza la descripción más general que es posible hacer en
términos científicos espontáneos de lo que es la riqueza social en el
mundo moderno. Somete a un examen implacable la validez de los
conceptos que intervienen en esa descripción y la coherencia de las
formulaciones que la componen.
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Capital, dinero que genera mas dinero, ésta sería la descripción sucinta
del objeto de la riqueza moderna. En ella, el punto crítico está marcado
evidentemente por la palabra “genera”. ¿A que hacemos referencia
cuando decimos que este objeto tiene la virtud de autoincrementarse,
de “producir” o “generar” un plus de si mismo? ¿Cuál es la consistencia
de este objeto tan peculiar? ¿Cómo es posible su existencia?
La parte analítica inicial de El Capital está dedicada al intento de
responder a estas cuestiones. Uno por uno, integrados en conjuntos
cada vez más complejos ‒”relación de intercambio”, “circulación
mercantil”, “modo capitalista de la circulación mercantil”‒, todos los
conceptos que intervienen en la fórmula general del capital
‒”mercancía” “valor”, “dinero”, “precio”, etc.‒ son sometidos por Marx
a un examen riguroso. El rigor de este examen se aplica a la pretensión
inherente a la descripción empírica de la riqueza como capital de tener
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Exploración de la esencia
b) En una segunda etapa (expuesta en la mayor parte del Libro I y en
todo el Libro II), la argumentación de El Capital explora, describe y
explica justamente aquello cuya mistificación, confusión u ocultamiento
constituye, según la suposición anterior de Marx, la condición de
validez de la definición inmediata de la riqueza moderna. Si la fórmula
general del capital (D-M-D’) sustenta su validez empírica en la
incuestionabilidad de uno de los elementos que la componen ‒el
elemento intermedio, mercancía (M)‒, será precisamente el estudio de
la esencia de este elemento lo que hará evidente la existencia de tal
mistificación, de su sentido y, sobre todo, de su fundamento o su razón
de ser. La mercancía que el capitalista, el rico moderno, primero
adquiere y luego vende con/por su dinero-capital es una mercancía
misteriosa: posee la peculiaridad de aumentar de valor cuando es
consumida. Recién adquirida, es mercancía medios de producción y
mercancía fuerza de trabajo (M = Mmp + Mft), y tiene un valor C’ 1
(capital inicial); después del consumo que el capitalista hace de ella 14
se convierte en mercancía producto (M = Mp) y tiene ahora un valor C’ 1
= C1 + ∆C1 (capital resultante, igual al capital inicial más un incremento
del mismo). El secreto de esta mercancía misteriosa se concentra, así,
en el momento en que el capitalista la consume. ¿Qué acontece en ese
momento? Nada que por sí mismo sea misterioso; lo que tiene lugar es
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El capitalista, en realidad, no hace nada con ella, no trabaja sobre ella, no le añade valor.
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Desmistificación de la realidad
c) En su tercera y última etapa (expuesta en la sexta sección del libro I
y en todo el Libro III) la argumentación de Marx en El Capital describe
‒como quien desmonta un mecanismo‒ la conversión mistificadora de
la esencia contradictoria de la riqueza capitalista en la apariencia
armónica descrita por la fórmula general del capital. ¿Cómo es posible
que aquello que es plustrabajo arrancado sin contrapartida por el
capitalista a los obreros se presente como el fruto genuino del dinero
capitalista cuando sirve para comprar una mercancía que luego será
revendida? Marx explica esta transfiguración de la esencia en la
apariencia como un conjunto de imbricaciones entre, por un lado, el
proceso capitalista de apropiación/utilización del plusvalor explotado a
los obreros y, por otro, el funcionamiento mecánico y neutral de la
circulación de los equivalentes en calidad de riqueza mercantil simple.
La apropiación de trabajo ajeno que ésta en la esencia de la riqueza
capitalista no tiene lugar en contra sino en virtud del buen
funcionamiento de la circulación mercantil. El incremento de D en D’
‒el beneficio del industrial, la renta del propietario monopolista, el
interés del prestamista, las utilidades del mercader‒ resulta precisamente
de la compra-venta de todas las mercancías, simples o capitalistas, a su
precio justo. ¿Cómo se constituye el precio justo de las mercancías? Es
en la descripción de su constitución en donde se descubre, de manera
central, ese mecanismo mistificador de la realidad, esa conversión de la
esencia de la riqueza capitalista en su apariencia.
Habitada centralmente por dos tipos de mercancía ‒la mercancía
capitalista de los capitalistas y la mercancía simple de los obreros‒, la
esfera de la circulación capitalista es el escenario de un conflicto
dominante, el de la constitución contrapuesta pero complementaria de
los precios de estas dos mercancías.
La constitución el “precio del trabajo” es el secreto de la constitución
de todo precio. Lo que distingue al propietario capitalista del simple-
mente mercantil es que su dinero puede comprar como mercancía no
sólo objetos útiles producidos sino procesos de producción de objetos
útiles. Así, el precio de su mercancía no expresa sólo su valor sino un
valor que se valoriza en mayor o menor grado. Y justamente el grado
de esta valorización y la magnitud de ese precio dependen del precio
que el propietario capitalista ha pagado por el proceso de producción
76
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
77
Bolívar Echeverría
Figura I
El movimiento circular de las tres etapas de argumentación
en “El Capital”
78
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura II
La estructura de la argumentación circular en El Capital
79
Bolívar Echeverría
80
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
15
Publicado originalmente en Investigación Económica, primera revista de la Facultad de
Economía, UNAM, México, 1977.
81
Bolívar Echeverría
82
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
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Bolívar Echeverría
Figura I
El movimiento típico y el movimiento capitalista
de la circulación de mercancías
a] Movimiento típico
b] Movimiento capitalista
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
85
Bolívar Echeverría
86
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Lo mercantil y la mercancía
2. El estudio de la mercancía (mercancía común y mercancía-dinero)
que tiene lugar en el primer capítulo rebasa con mucho el cumplimiento
de la tarea teórica que le estaría adjudicada por el orden puramente
lógico de la exposición.16
Más que el análisis de la forma mercantil y mercantil-dineraria del
objeto práctico de la sociedad ‒tarea que le corresponde propiamente‒,
este capítulo parece estar dedicado al tratamiento global del modo
privatizado simple o mercantil general de la reproducción social en
cuanto tal. En efecto:
• el análisis de la forma o conjunto estructurado de factores o
determinaciones que hacen que un objeto social práctico exista
contradictoriamente como mercancía (capítulo 1.1) y
• el análisis del modo como se soluciona, neutraliza o pseudo-
supera la contradicción (entre forma concreta y forma de valor
o abstracta) inherente a esta forma mercantil (capítulo 1.3)
Los dos bastarían por sí solos para completar el análisis del objeto
práctico mercantil. Sin embargo, se hallan acompañados de dos
brillantes exposiciones ‒la una corta e indicativa (capítulo I, 2), la otra
minuciosa y compleja (capítulo I, 4)‒ que tienen por tema, no la
mercancía, sino ‒la primera‒ el tipo de trabajo del que ella proviene y
‒la segunda‒ el tipo de sociedad que la necesita y al que ella le
permite reproducirse.17
16
Lo rebasa porque, en su realización, Marx satisface también necesidades discursivas de
un orden diferente: literario-político. El primer argumento de la crítica de la economía
política ‒la demostración del carácter contradictorio de la riqueza social mercantil en
general‒ no puede extenderse, como lo exigiría el orden lógico, en un texto de más de cien
páginas sin perder en persuasión inmediata lo que pueda ganar en exactitud. un texto corto
‒recordemos que el de la primera edición del primer capítulo era sustancialmente más
breve que el de la edición definitiva‒ debe presentarlo de manera contundente, aunque
para ello deba forzar el paso y adelantar y simplificar determinados pasajes del mismo.
17
El tema del doble carácter del trabajo (cap. I, §2) será retomado, en un marco más
completo y adecuado, en el capítulo v. Véase B. Echeverría, Esquemas gráficos para el
estudio del capitulo v de El Capital” (especialmente los esquemas núm. 7 y núm. 8)
Investigación económica, núm. 4, México, 1977. La primera aproximación a los temas del
fetichismo (cap. I, 4) correspondería, debidamente ampliada, al final de la primera sección.
Véase B. Echeverría, "El concepto de fetichismo en el discurso revolucionario", revista
Dialéctica, núm. 4, Puebla, 1977.
90
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
El primer capítulo
2.1 En su versión definitiva, el capítulo I constituye por sí solo todo un
pequeño tratado; es un texto con muy alto grado de independencia,
que expone de manera exhaustiva una argumentación casi por
completo autosuficiente.
El sentido general de la cuestión a la que responde esta argumentación
sería, aproximadamente, el siguiente:
Si la riqueza de la sociedad está compuesta por una infinidad de
partículas elementales que son objetos prácticos (cosas que son útiles y
que deben ser producidas): ¿en qué consisten y cómo se explican las
características que adquieren estas cosas cuando funcionan como
objetos prácticos mercantiles (mercancías)? ¿Por qué la función que
cumplen las mercancías en el proceso de reproducción de la socialidad
moderna es comparable a la función de los objetos fetiches en la
reproducción material de las sociedades arcaicas? ¿cuál es y en qué
condiciones tiene lugar el proceso histórico que convierte a las cosas
prácticas en mercancías?
Para responder a estas cuestiones, los cuatro parágrafos del capítulo I
abordan los siguientes temas: El primer parágrafo, “Los dos factores de
la mercancía: valor de uso y valor”, describe el conjunto de características
que sobredeterminan la estructura del objeto práctico y constituyen así
la figura del objeto mercantil. Describe a la mercancía como una cosa
que existe en dos niveles o estratos (“ein Zwieschlachtiges”) y es
intrínsecamente contradictoria; como un objeto que está constituido
por dos factores contrapuestos y que posee, por tanto, una forma dual
e inestable: forma natural y forma de valor (valor de uso y valor). (Cf.
Diagrama.)
El segundo parágrafo, “El doble carácter del trabajo representado en
las mercancías”, ofrece la explicación del plano del contenido que
presentan esas dos formas dentro del objeto práctico mercantil; la
explicación de por qué en la mercancía su calidad de producto concreto
existe modificada bajo la calidad de producto en abstracto, simple
objetivación de energía social indiferenciada o valor. El tercer parágrafo,
“La forma (de manifestación) del valor o el valor de cambio”, ofrece la
explicación del plano de la expresión que presentan esas dos formas
del objeto práctico mercantil; de por qué en la mercancía su calidad de
bien concreto (objeto con utilidad específica) existe modificada bajo la
91
Bolívar Echeverría
El punto de partida
2.2. Si son dos (M y D) los elementos que se encuentran presentes
primero en la fórmula que describe el momento distributivo de la
riqueza mercantil simple (Ma-D-Mn) y después en la que describe el de
la riqueza mercantil-capitalista (D-M-D’) se comprende ‒como quedó
sugerido más arriba‒ que deben ser dos, ni más ni menos, los análisis
que den inicio adecuado a la exposición “de partida” o primer
acercamiento crítico de El Capital (secciones primera y segunda) al
modo mercantil capitalista en que existe la riqueza social: un análisis
del objeto mercancía y otro del objeto dinero. Y en efecto, en el primer
capítulo, los dos parágrafos indispensables dentro de esta primera gran
secuencia argumental de la obra, el 1 y el 3, podrían intitularse, de
acuerdo a los objetos cuyas características formales se alcanzan a
conocer en ellos: “La mercancía”, y “El dinero”, respectivamente.
92
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
93
Bolívar Echeverría
18
Junto a este simil del fetiche o cosa profano/sagrada, Marx emplea también la metáfora
del cristiano o ser de cuerpo/alma para referirse a la duplicidad propia de la estructura
mercantil. (Habla del “Warenkorper” como soporte de la “Warenseele”.)
94
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
El producto en el bien
En el estrato en que es un objeto social-natural, la mercancía es
simplemente una porción de naturaleza o un trozo de material de
cualquier orden, integrado funcionalmente en la realización del proceso
de reproducción social como proceso práctico de trabajo o producción y
de disfrute o consumo. En cuanto tal, como objeto práctico de la
sociedad, la mercancía es, desde una primera perspectiva, una porción
de materia concretamente útil o con valor de uso: un bien. Y no
solamente un bien en general ‒definido de manera puramente
natural‒, sino un bien culturalmente específico o un elemento que
pertenece diferencialmente a la totalidad sistemática de lo que es
efectivamente bueno o favorable para satisfacer las necesidades de
consumo ‒en unos casos final o disfrutante, en otros intermedio o
productivo‒ de un determinado sujeto social.
Pero no es solamente un bien; es también, desde una segunda
perspectiva, complementaria de la primera, un producto, una materia
cuya utilidad es producida o ha resultado de un trabajo de
transformación sobre otra materia. Y tampoco es un producto general
‒definido sólo de manera utilitaria‒; es un producto culturalmente
específico o elemento que pertenece sistemáticamente a la totalidad
concreta de lo que es selectivamente formado o realizado por las
capacidades de producción de un determinado sujeto social.
Así, como objeto concreto, la mercancía tiene, pues, una forma natural
dotada de necesidad social; la forma, complementariamente biplanar,
de un bien/producido o un producto/útil definido diferencialmente en
un mundo cultural. Ahora bien ‒y éste es el punto central de esta
descripción básica‒, la unidad necesaria de estas dos características o
determinaciones elementales de su forma social-natural está dada por
la presencia en ella de un sentido o una tensión intencional práctica
que la atraviesa y la constituye como tal, y que sólo puede provenir de
la praxis del sujeto social culturalmente concreto en su realización
autorreproductora.
95
Bolívar Echeverría
en su forma de existencia:
configurante,
La MERCANCÍA substancial, trans-histórica o histórico-particular
es social-natural: como objeto o social-comercial:
práctico-concreto como objeto
práctico- abstracto
96
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
19
Sobre la distinción entre estrato de la substancia (de la materia formada) y estratos de la
forma y entre plano de la expresión y plano del contenido, dentro de ambos estratos, véase
Louis Hjelmslev: “La stratification du langage”, en Essais Linguistiques, Minuit, París, 1971.
97
Bolívar Echeverría
Figura II
La estructura de la objetividad social-natural del objeto práctico
CONSUMO
Aptitud Actualización
satisfactoria de necesidades
(substancia de la en S (forma
expresión) de expresión)
PRODUCCIÓN
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
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Bolívar Echeverría
100
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura III
La contradicción inherente a la forma mercantil del objeto
M
Valor Valor
Forma de valor
uso cambio
producido valor
101
Bolívar Echeverría
20
En el §3 del primer capítulo Marx estudia el valor de cambio como el nivel abstracto del
valor de uso, que se autonomiza de éste y lo sobredetermina. Para hacerlo, estudia este
valor de cambio como la forma en que se expresa o manifiesta el valor de la mercancía; es
decir, estudia la relación funcional de expresión que constituye propiamente a la forma de
existencia social-de-intercambio, o como valor, del objeto práctico. Forma del valor como
"forma de expresión" y forma de valor como "forma de existencia", ambas suelen ser
dichas en alemán con en el término “ Werthform”; sin embargo, en la nota 24 (1 a. edición)
Marx intenta registrar su diferencia conceptual, llamando a la primera “Form des Werths” y
sólo a la segunda “Werthform".
102
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura IV
La relación de equivalencia y la expresión del valor
Ba
VCa Bb
M(r) M(e)
Pa Va Vb
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
[1977]
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VALOR Y PLUSVALOR
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Circulación y distribución
Figura I
La circulación de los bienes producidos
109
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112
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
La “sociedad comercial”
La circulación con base en el trueque o intercambio constituye el único
campo de socialización efectiva de los individuos sociales en tanto que
propietarios privados; éstos sólo existen socialmente en virtud de que
existen para el trueque o tienen algo que ofrecer a cambio de lo que
necesitan. Su vida en sociedad está mediada por una vida "en sociedad
comercial", sólo son sujetos reales del trabajo y el disfrute en la
medida en que son agentes de una oferta y una demanda. En estas
circunstancias, considerada en términos singulares, la reproducción de
la vida social se rige por una estrategia indispensable de supervivencia
privada en condiciones de escasez que organiza toda la existencia
individual en torno a la apropiación de la mayor cantidad y la mejor
calidad posible de satisfactores y al menor gasto posible de fuerza de
trabajo.
Esta estrategia privada, de voracidad adquisitiva y reticencia donativa
se generaliza necesariamente como estrategia global inerte, inconsciente
e involuntaria, del conjunto de los productores-propietarios-consumi-
dores privados. La “sociedad comercial” de todos ellos es un pseudo-
sujeto, una efectividad sin agente identificable que, al ejecutar esa
estrategia generalizada, “vela” por la satisfacción de las necesidades
sociales de consumo y por el ahorro de la fuerza social de trabajo. Para
la “sociedad comercial”, que no es otra cosa que el conjunto de los
actos de intercambio realizados por loa agentes de la oferta y la
demanda, el primer aspecto de la valía concreta en general de los
objetos ‒el valor que ellos tienen para su uso abstracto determinado‒
se convierte en pura intercambiabilidad, es decir, en valor para el uso
abstracto indefinido, para el trueque o intercambio. 23 El segundo
aspecto de su valía concreta general ‒el valor que cada uno de ellos
tiene por el trabajo abstracto determinado que hay en él‒ se convierte
en pura participación cuantitativa en la masa total de trabajo
objetivado por la sociedad, es decir, en valor por la cantidad relativa de
fuerza de trabajo social indefinidamente abstracto que se ha gastado
en su producción.
23
Conviene insistir: una cosa es el uso abstracto determinado o pleno de contenido
concreto, aunque relativo o general (el uso de un tipo de vestido), y otra el uso abstracto
indefinido o vacío de contenido (el uso de cualquier objeto como representante de cualquier
otro).
113
Bolívar Echeverría
114
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura II
La valía social del objeto mercantil
consumo concreto
(disfrute, producción)
consumo abstracto
(intercambio)
Valor
de uso
(subst. valor
expresión) de cambio
(forma
expresión)
valor por
ser gasto
valor por (forma
ser producto contenido)
(subst.
contenido)
Trabajo concreto
(trans. del objeto)
Trabajo abstracto
(conserv. -creación
del valor)
24
Ni “fenomenista” (“valor es valor de cambio”) ni inmanentista (“valor es substancia
valiosa”) el discurso crítico de Marx trasciende esta contraposición y descubre el carácter
biplanar y procesual de la constitución del valor. La culminación del argumento crítico de El
Capital (en el Libro III) descansa sobre este descubrimiento. En la parte central de su obra
habla simplemente en términos de “valor” porque supone métodicamente que, puesto que
se trata de la totalidad abstracta del capital en general, toda la substancia del valor está
expresada directa o inmediatamente en el precio total de la mercancía. La relación
compleja que media entre los componentes de la substancia valiosa y los del precio sólo
aparece, como problemática específica, en la parte final (Libro III) de la obra. Allí la
totalidad concreta del conjunto de “los muchos capitales” es presentada justamente como
constituida en torno a la conversión, “transfiguración” (Verwandlung) o expresión
combinadas: 1) de la substancia del plusvalor en ganancias de los capitalistas, 2) de la
substancia del valor de la fuerza de trabajo en salarios de los trabajadores, y 3) de la
substancia del plusvalor extraordinario en rentas de los propietarios monopolizadores de la
tecnología y de la tierra.
116
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
117
Bolívar Echeverría
Productividad y valor
Por ejemplo, si un tipo de bienes llega a poder ser producido con
menos gasto de energía ‒gracias a un incremento de la productividad
en el trabajo particular del que proviene‒ y si la intensidad de su
reclamo social permanece constante, lo primero que acontece es una
sobre-satisfacción relativa de la necesidad social correspondiente,
puesto que la energía liberada permanece en la producción de ese
mismo tipo de bienes. Una mayor cantidad de la energía social
objetivada en los demás tipos de producto se encauza hacia la
adquisición de la masa acrecentada de los bienes producidos con dicho
incremento de la productividad. Tomada en su conjunto, la energía de
trabajo socialmente disponible, aumentada gracias a esa porción de
energía liberada, se reparte ahora de manera desequilibrada respecto
del equilibrio que prevalecía anteriormente. El grado de satisfacción de
una necesidad social particular rebasa el grado en que las demás están
siendo satisfechas normalmente. Esta situación privilegiada de una de
las necesidades particulares de la sociedad no puede afirmarse y
sostenerse si no es en virtud de una primera modificación de los
términos del intercambio. Los productores del tipo de objetos en
cuestión reducen el valor de cambio de cada unidad del mismo, y lo
hacen en una medida tal que, al mismo tiempo que vuelve a este tipo
de bienes más atractivo para la estrategia económica de sus
consumidores privados, les garantiza a ellos, sus productores, una
ganancia. Pese a que cada unidad de su producto es ahora más barata
que antes, la masa total del mismo, que tiene cristalizada en sí la
118
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
119
Bolívar Echeverría
120
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
25
Aunque en la sociedad capitalista existen de hecho propietarios privados de esta figura
clásica, ellos y las mercancías elementales o simples que producen son en principio
prescindibles para el funcionamiento esencial de la reproducción social capitalista.
26
El “carácter de producto” de la fuerza de trabajo consiste en ser el resultado de la
restauración y el disfrute del trabajador, y no el resultado de su trabajo. El “valor de uso”
de la fuerza de trabajo consiste en ser el factor-sujeto del proceso de trabajo. Ella es la
razón de ser de las necesidades de consumo productivo y no un objeto de ellas.
121
Bolívar Echeverría
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura III
Circulación de la mercancía simple
123
Bolívar Echeverría
124
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura IV
Proceso de valorización: circulación de la mercancía capital
Si en la “fórmula general del capital”, D-M-D’, concentramos la atención
en el comportamiento de la parte de D que adquiere mercancía fuerza de
trabajo; si reconocemos, además, que una misma entidad, el trabajo (T),
tiene tres modos de existencia diferentes: fuerza, capacidad o potencia
de trabajo (T1) trabajo en acto (T2); y resultado, efecto o producto del
trabajo (T3), el proceso de autovalorización de la mercancía capital puede
ser representado de la siguiente manera:
125
Bolívar Echeverría
Sólo una parte del valor que el trabajador produce en una jornada al
usar los medios de producción del capitalista le resulta a éste
propiamente necesaria para pagar al primero el alquiler de su fuerza,
potencia o capacidad de trabajo. De la parte excedente, del plus de
valor que resta del valor producido, el capitalista puede disponer para
otros menesteres: la expansión de su capital, el dispendio. Esta
diferencia entre lo que a él le cuesta la fuerza de trabajo del obrero y lo
que ella le produce de valor es justamente lo que le lleva a adquirirla y
a dejarla actualizarse. Si no existiera esta diferencia, el factor-objeto
del proceso de trabajo ‒los medios de producción que él tiene en
propiedad‒ no podría recibir la actividad del factor-sujeto ‒la fuerza de
trabajo, que es propiedad del trabajador‒: el proceso productivo de la
sociedad no existiría.
127
Bolívar Echeverría
Figura I
La magnitud del tiempo de trabajo y las dimensiones de su productividad
130
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
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134
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28
La propia circulación es un aparato; no requiere de sacerdotes o de funcionarios, sino de
trabajadores especializados en su funcionamiento: los comerciantes.
135
Bolívar Echeverría
29
La vigencia depurada de las relaciones mercantil-simples de producción/consumo tiene
una existencia histórica efectiva ‒en la ciudad burguesa‒ que es sumamente limitada en lo
espacial y lo temporal. Se trata de una vigencia que, si bien es condición indispensable del
tránsito inicial y fundante del mundo feudal hacia el capitalismo, no es, sin embargo, una
condición necesaria de la expansión de éste. Por lo general, en las situaciones
precapitalistas, lo mercantil se encuentra subordinado a la acción de otros tipos de
relaciones sociales. Es el propio capitalismo el que promueve en ellas la depuración y
ampliación de lo mercantil, como condición de lo mercantil-capitalista.
136
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
138
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Figura IV
A.1. Plusvalor absoluto extensivo
fuerza de trabajo, dado que las unidades de producto (8 en el ejemplo) que el trabajador
necesita parecerían ser más baratas (no de 1 unidad de valor, resultante de dividir 40 C'
entre 40P, sino de 0.8 de unidad de valor, resultante de dividir 32C' entre 40P).
140
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Productivismo capitalista
La subsunción formal bajo el proceso de acumulación de capital no
afecta substancialmente al proceso de reproducción social, pero sí
modifica su sentido estructural.
141
Bolívar Echeverría
Cooperación y capitalismo
La subsunción del proceso de trabajo al proceso de acumulación de
capital transita necesariamente de su estado puramente formal o
preparatorio a otro definitivo en el que se vuelve real o substancial. La
subsunción formal afecta al sentido de la síntesis de las fuerzas
productivas. Sujeto y objeto se juntan en la producción, pero no lo
hacen ya en virtud de la afinidad técnica mutua que existe entre ellos,
sino debido a la complementariedad que les impone el hecho social de
ser ambos los componentes de una sola propiedad: el capital del
capitalista. La dinámica que los interconecta no está regida por la
perspectiva de alcanzar bienes para el disfrute del sujeto, ni siquiera
por la de atesorar valores como posibilidad congelada de ese disfrute,
sino por la exigencia de dar al capitalista la posibilidad de que vuelva a
“producir”, es decir, a juntar una vez más a los factores de la
producción. El productivismo capitalista es el sentido que obliga al
funcionamiento de las fuerzas productivas. Pero una cosa es juntarse
por afinidad y otra diferente hacerlo por compulsión. Cultivada durante
siglos ‒en ciertos casos incluso milenios‒, una íntima copertenencia
32
La disposición a ciertos juegos deportivos es la muestra más benigna de esta
disminución. Por debajo de la cuota de disfrute y de satisfacción simbólica que implican, en
ellos el gasto del remanente de energía muscular intenta establecer un equilibrio negativo
con el grado de desgaste psíquico que fue alcanzado en la jornada de trabajo.
143
Bolívar Echeverría
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
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Figura V
Plusvalor relativo directo
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Figura VI
Plusvalor relativo indirecto
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33
La mercantificación necesaria de la fuerza de trabajo femenina no puede implicar un
proceso de liberación de la mujer si, como acontece ineludiblemente en el capitalismo, el
núcleo en el que adquiere substancia la socialización mercantil sigue siendo ‒aunque
monstruosamente empobrecida‒ la unidad familiar.
157
Bolívar Echeverría
La ganancia extraordinaria
Aparte del criterio que permite clasificar al plusvalor de acuerdo al
modo en que tiene lugar la inclusión, dentro de la jornada de trabajo,
del tiempo de plustrabajo en que él se origina, es posible establecer un
criterio de clasificación diferente, que hace referencia al destino que
tiene el plusvalor cuando se reparte como ingreso de los dos distintos
tipos de propietarios de medios de producción que coexisten necesaria-
mente en la explotación capitalista de la riqueza: los capitalistas y los
señores. Se trata de un criterio que toma en cuenta el modo en que la
substancia del plusvalor se convierte en el contenido de una parte ‒la
ganancia‒ del valor de cambio o precio de la mercancía-capital. En la
producción de la riqueza social en su forma natural de existencia
intervienen tres elementos diferentes: uno puramente humano, el
trabajo vivo (o fuerza de trabajo en acción); uno puramente natural, el
objeto de trabajo; y uno humano y natural a la vez el instrumento de
trabajo (trabajo objetivado y naturaleza transformada). A diferencia de
esto, en la producción de la riqueza social en su forma de existencia
social-comercial, como valor, intervienen solamente la fuerza de
trabajo, en tanto que capacidad de constitución (creación y
transmisión) de valor, y el instrumento de trabajo, en tanto que valor
constituido (trabajo objetivado). El factor-sujeto del proceso de
producción es la fuerza de trabajo y el factor-objeto son los medios de
producción, el instrumento de trabajo y el objeto de trabajo. El primero
de éstos es un objeto producido, que existe en virtud de un trabajo
previo, mientras que el segundo es un objeto no producido, que existe
espontáneamente.
La productividad del proceso de trabajo, su capacidad de generar una
cierta masa de producto, depende, por una parte, de la destreza del
factor-sujeto y, por otra, de la efectividad del factor-objeto; ésta, a su
vez, depende tanto de la capacidad técnica del instrumento de trabajo
como de la disponibilidad natural del objeto de trabajo.
Estas tres determinantes de la productividad del trabajo, combinadas
entre sí de innumerables maneras en los distintos lugares y en los
distintos momentos de la producción social, dan resultados necesaria-
mente desiguales. Cuando la socialidad de la vida productiva /
consuntiva es una socialidad mercantil, esta desigualdad favorece a
unos propietarios privados y desfavorece a otros durante el proceso
158
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
159
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34
A partir de un cierto grado de complejidad técnica del proceso productivo, el instrumento
de trabajo se convierte en acceso exclusivo a una dimensión de la naturaleza y al objeto de
trabajo que se encuentra en ella. Si el burgués logra proteger monopólicamente la
tecnología necesaria para la producción de ese instrumento, el objeto natural que es
posible localizar y transformar con él queda en calidad de territorio que le pertenece
exclusivamente y que él puede explotar como productor o alquilar como rentista para que
otro productor lo explote.
160
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
El plusvalor extraordinario
En principio, la ganancia extraordinaria no es otra cosa que una
determinada parte de la substancia de plusvalor introducida en la
circulación mercantil por los capitalistas cuya producción se cumple con
un grado medio o normal de productividad: aquella parte que estos
capitalistas no pueden realizar como ganancia suya debido a que es
realizada y extraída por los capitalistas que disponen de una
productividad excepcionalmente elevada.
163
Bolívar Echeverría
Figura VII
Plusvalor y ganancia extraordinarios
164
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
165
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36
La tasa extraordinariamente elevada de plusvalor no proviene siempre de la existencia
espontánea de fuerza de trabajo excepcionalmente barata. A menudo es lograda mediante
la sobre-explotación de la fuerza de trabajo; mediante la producción de plusvalor
suplementario.
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[1978]
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180
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
efecto, el ser producto implica que en cada objeto hay un cierto gasto
privado de energía de trabajo, una indefinida substancia valiosa; este
cierto gasto privado de energía de trabajo se convierte en un gasto
social alícuota de energía de trabajo, es decir, en valor, en el momento
en que dicho objeto entra en una relación de intercambio con otro y es
actualizado o aceptado como un bien con un determinado valor de
cambio. La substancia del valor se convierte en valor en el momento en
que esta cosa se intercambia en una cierta proporción por otra, es
decir, en el momento en que él se expresa; la expresión del valor es
esencial para el valor mismo. No hay, pues, según Marx, valor que no
sea expresado; el valor de cambio no es un accidente, no es algo que
esté al margen o sea prescindible en la definición del valor, es
indispensable para ella.
181
Bolívar Echeverría
cual medida; sólo una parte de los portadores de toda esa substancia
de valor objetivada como sujeto la verán expresarse, existir sobre el
escenario del mercado; sólo una fracción de todo ese tiempo de trabajo
privadamente necesario, que está hecho cuerpo en cada uno de los
trabajadores, se convertirá efectivamente en valor de la fuerza de
trabajo al recibir un valor de cambio, al ser pagada con una masa de
salarios determinada. La necesidad de esta no valoración sistemática
de toda la substancia del valor de la fuerza de trabajo se debe a que
ella se convierte en valor de manera supeditada a las necesidades que
rigen en la esfera de la circulación mercantil de que esta mercancía
capitalista cumpla su meta de existencia, meta que es justamente la
valorización de su valor, la acumulación de capital. La presencia de un
residuo de substancia de valor no realizada es necesaria, es la regla en
el caso de la mercancía fuerza de trabajo; es en cambio accesoria,
excepcional, en el caso de la mercancía capitalista. Esta siempre logra
valorar su substancia de valor, aun en los casos en que su valor no
resulta valorizado.
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EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
[1980]
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Bolívar Echeverría
38
Publicado originalmente como prólogo a las Obras escogidas de Rosa Luxemburgo, ed.
Era, México, 1982
39
“...El materialismo histórico toma distancia, en la medida de lo posible, de lo aceptado
tradicionalmente. Considera como tarea suya la de pasar el cepillo sobre la historia, pero a
contrapelo."
184
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
una lucha que no ha vuelto aún a ser tan decisiva y prometedora como
lo fue entonces: La lucha por despertar y difundir el carácter “histórico-
mundial” (Marx) de la revolución comunista. Y aquí también su
actividad y su discurso encontraron un postulado guía: el inter-
nacionalismo proletario no puede resultar de una coincidencia
automática de los intereses proletarios en los distintos y enfrentados
Estados nacionales; debe ser levantado de manera consciente
organizada mediante una política que haga presente el alcance mundial
de toda conquista comunista, incluso en las que parecen más internas,
locales o nacionales de las luchas proletarias.
El intento de potenciar en sentido comunista el comportamiento de la
clase proletaria y sus instrumentos organizativos, he aquí la línea
central y determinante que imprime coherencia y continuidad a la serie
de empresas políticas teórico-prácticas de Rosa Luxemburgo, 42 cuya
sucesión constituye lo principal de su vida. 43
42
Esta serie de intervenciones políticas teórico-prácticas de Rosa Luxemburgo estaría
compuesta de ocho principales
1] En la discusión contra el reformismo (“revisionismo”) 1898-1904.
2] En la discusión contra el nacionalismo burgués dentro del movimiento socialista polaco.
(Tratamiento del problema de la autonomía y la autarquía de las naciones.) Véase el libro
de Maria-José Aubet, Rosa Luxemburgo y la cuestión nacional, ed. Anagrama, Barcelona,
1977.
3] En la primera discusión sobre la huelga de masas y sus resultados, en Bélgica y sobre
todo en la revolución rusa de 1905: contra la dualidad oportunista de economicismo y
politicismo 1902-1906.
4] En la segunda discusión sobre la huelga de masas, contra el oportunismo
parlamentarista y claudicante del “centro” del Partido Socialdemócrata Alemán (Kautsky,
etcétera).
5] En la discusión contra la interpretación “política” del imperialismo, el militarismo y la
guerra. 1912-1915.
6] En la discusión contra la interpretación nacionalista de la guerra 1915-1917.
7] En las discusiones de las nuevas perspectivas del socialismo, la nueva Internacional, la
realización bolchevique de la dictadura del proletariado. 1916-1918.
8] En la discusión preparatoria de la transformación del Grupo Espartaco en Partido
Comunista Alemán. 1917-1918. Hasta la fecha el estudio más completo de la obra de Rosa
Luxemburgo ha sido realizado por Gilbert Badia en su “biografía intelectual” R. L.
journaliste, polémiste, révolutionnarie, ed. Sociales, París, 1975. Destacan también Lelio
Basso, Rosa Luxemburgo, ed. Nuestro Tiempo, México, 1977, y la serie de ensayos de
Norman Geras, reunidos en su libro Actualidad del pensamiento de Rosa Luxemburgo, ed.
Era, México, 1980.
43
Esta búsqueda de la radicalidad comunista, que la enfrenta irreconciliablemente con el
reformismo la distinguirá también de otros revolucionarios “radicalistas”, los que definen
esa radicalidad no como la presencia refuncionalizadora del sentido comunista máximo y
futuro en el sentido concreto de la actividad que prepara la revolución, sino como la
sustitución e éste por el primero. La interesante actitud de los anarquistas frente a Rosa
Luxemburgo puede reconocerse en Daniel Guérin, R. et la spontanéite révolutionnaire,
París, 1971, y en Redaktionskollektiv der Schwarzen Protokolle , R. Ls. theoretisches
Verhalten zur Arbeiterbewegung, Berlín Occidental, 1972.
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46
El renacimiento actual del interés por la obra de Rosa Luxemburgo, preparado por las
publicaciones de los Cahiers Spartacus en París (B. Fouchére, A. Guillerm, etcétera) y por el
pequeño pero comprensivo estudio de Tony Cliff Rosa Luxemburgo, ed. Galerna Buenos
Aires, 1971, comienza también en 1968. Georges Haupt y Michael Löwy, entre otros,
prepararon en ese año el número 45 de Partisans, intitulado Rosa Luxembourg vivante.
47
Rosa Luxemburg, Ausgewaehlte Reden und Schriften. 2 vol. Berlín (RDA), 1955, 1500 pp.
A más del prólogo oficial de W. Pieck, la introducción incluye tres conocidos artículos de
Lenin (dos de ellos sobre dos obras importantes de Rosa, excluidas de la recopilación) y
uno más de Stalin.
194
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50
En el mismo texto en que Stalin afirma que el socialismo “no puede ser construido en un
solo país” (primera edición) y que el socialismo “puede y debe” ser construido en ‒un solo
país (segunda edición), queda también fundada la doctrina universal del “leninismo”. Cf. las
dos primeras ediciones de la conferencia de Stalin en la Universidad Sverdlov en abril de
1924, intitulada “Sobre los fundamentos del leninismo”, y el comentario del propio Stalin
respecto de su cambio de opinión en “En torno a los problemas del leninismo”. Stalin,
Obras, ed. Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953, t. VI; y Cuestiones del leninismo, ed.
Sociales, México, 1941.
El marxismo de Lenin como sustancia que recibe la forma ideológica apologética de
“leninismo” es tratado por Bernd Rabehl en Marx und Lenin. Wiedersprüche einer
ideologischen Konstruktion des “Marxismus-Leninismus”, Berlín Occidental, 1973.
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Es notorio que Lenin, cuando se refiere a los errores de Rosa, no menciona el error de
espontaneismo. “A veces, las águilas vuelan más bajo que las gallinas, pero las gallinas
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52
Así lo hace L. Basso, en Rosa Luxemburgo, ed. cit.
53
Como lo hace Tony Cliff en Rosa Luxemburgo, ed. Galerna, Buenos Aires, 1971, donde
recuerda cómo Rosa se hallaba rodeada de partidos que idolatraban la visión y la voluntad
de los jefes (el Partido Socialista de Pilsudski) y que confiaban ciegamente en el
funcionamiento de su aparato organizativo, político (en Alemania) o sindical (en Francia).
199
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54
Por esto, nada es más ajeno a Rosa Luxemburgo que la afirmación kautskiana de que
"[...1 el socialismo contemporáneo nació en el cerebro de ciertos individuos de la categoría
'intelectuales burgueses' y es por ellos que fue comunicada a los proletarios más
desarrollados intelectualmente, quienes lo introdujeron en la lucha de clases del
proletariado, allí donde las condiciones lo permitían. Así pues, la conciencia socialista es un
elemento importado de fuera en la lucha de clases del proletariado, y no algo que haya
surgido originalmente allí".
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55
Véase la Introducción de Juergen Hentze a Rosa Luxemburg, Internationalism lismus und
Klassenkampf (los escritos polacos de Rosa Luxemburgo), Neuwied, Berlín Occidental,
1971.
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II
La nacionalidad del obrero no es francesa ni inglesa ni alemana;
es el trabajo, la esclavitud en libertad, la venta voluntaria de si
mismo. Su gobierno no es francés ni inglés ni alemán; es el
capital. Su cielo patrio no es el francés ni el inglés ni el alemán;
es la atmósfera de la fábrica. El suelo que le pertenece no está
en Francia ni en Inglaterra ni en Alemania; está bajo tierra, a
unos cuantos palmos de profundidad.
Karl Marx (1845)
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64
Hay una tendencia empírica en el mundo intelectual de izquierda desde los años treinta
del siglo XX: fascinado por la novedad de la problemática social contemporánea, se ciega
ante la historicidad del discurso teórico y cree en la posibilidad de un comienzo “desde
cero” ‒o desde un antecedente arbitrariamente escogido en la historia del pensamiento‒
para el discurso crítico. Este, sin embargo, tuvo un comienzo necesario que lo marca
ineludiblemente: un comienzo marxista. Por ello, el discurso crítico contemporáneo es
siempre, de una u otra manera, marxista, y mayores son sus posibilidades de acentuar su
criticidad mientras más abiertamente parte de asumirse como tal.
227
Bolívar Echeverría
LA SUSTANCIA DE LA NACIÓN
La fuerza de trabajo existe siempre en la corporeidad del obrero y la
constitución de éste trasciende necesariamente su base puramente
animal; es la constitución de un ente histórico-cultural. Las necesidades
del obrero ‒como sistema de apetencias concreto o incluso como suma
medible de requerimientos consuntivos de mayor o menor intensidad‒
no pueden ser establecidas en abstracto; deben reconocerse en cada
situación concreta: allí donde las determinaciones de lo necesario para
que el obrero se mantenga en vida son modificadas esencialmente por
la determinación de lo necesario para que el obrero reproduzca una
forma específica de sí mismo como ser vivo social, propia de un lugar
geográfico-étnico y de un momento histórico peculiares. Pero no sólo el
obrero posee esa dimensión “histórico-cultural”; ésta es un carácter
esencial de todo el proceso vital-social en que él se halla involucrado;
del proceso de producción y del proceso de consumo de los objetos
mismos que, producidos, circulan para ser consumidos.
Para Marx, la descripción, bajo el concepto de (re-)producción en
general, de la estructura permanente o transhistórica del comporta-
miento social desemboca en la necesidad de reconocer la pluralidad de
versiones histórico-culturales concretas en que esa estructura se hace
presente originariamente. El proceso global de reproducción y todos los
elementos que intervienen en él poseen una “forma social natural”
65
Lo usual en la historia del marxismo ‒con la excepción largo tiempo olvidada de B.
Borojov‒ ha sido el plantear la cuestión nacional exclusivamente a partir de los juicios
expresos que se encuentran sobre ella en el resto de la obra de Marx. K. Kautsky, R.
Luxemburgo, O. Bauer, Lenin y Stalin, en la discusión de comienzos de siglo, son los
autores de una problematizacion marxista de la cuestión nacional que, pese a sus graves
deficiencias teóricas, ha seguido vigente hasta nuestros días. M. Rodinson, N. Poulantzas,
E. Terray, S. Amin, T. Nairn y P. Anderson, entre otros, intentan actualmente diversas
reconstrucciones de esa problemática. En algunas de ellas las indicaciones que El Capital
ofrece sobre la cuestión nacional comienzan a ser tomadas en cuenta.
228
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
LA ENAJENACIÓN DE LO NACIONAL
Hay una segunda indicación en el mensaje de El Capital que atañe
directamente a la forma natural del proceso de reproducción, es decir,
a lo que, dentro de ella, es posible llamar la sustancia de lo nacional.
Se encuentra en la definición del modo de producción capitalista como
66
El reconocimiento de la particularización social-natural del proceso de reproducción social,
cuya necesidad queda indicada en el capítulo XIV, “Plusvalía absoluta y plusvalía relativa”,
del primer libro de El capital, fue llevado a cabo y sistematizado originalmente por K. A.
Wittfogel a finales de los años treinta, en sus artículos “Geopolitik, geographischer
Materialismus und Marxismus” (1929), publicado en Bajo la bandera del marxismo, y "Die
Naturlichen Ursachen der Wirtschafgeschichte" (1930), publicado en Archiu fur Sozial-
wissenschaft und Sozialpolitik (1932).
67
Es obvio que al llamar "sustancia de la nación" a la dimensión histórico-cultural del
proceso de reproducción social y de sus fuerzas productivo-consuntivas se retroproyecta
reductivamente sobre esa dimensión el resultado de una de sus posibles adopciones de
forma, justamente la que la pone de manifiesto reprimida y deformadamente como Nación
del Estado moderno. Hay que hacerlo, no obstante, porque ésta es su formación dominante
en la historia efectiva de la época moderna y porque sólo en oposición a ella pueden
afirmarse las posibilidades revolucionarias de que se forme de un modo diferente.
229
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68
Karl Marx, Manuscrito de 1864-1865 para la crítica de la economía política (inédito), cap.
VI, “Los resultados del proceso de producción inmediato”, en Arkhiv Marksa i Engelsa,
Moscú, 1933, pág. 478.
69
Ibíd, pág. 479.
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70
Marx habla de subsunción formal del proceso de trabajo al proceso de valorización
cuando éste, que no es sino una forma de funcionamiento del primero, lo afecta sólo
exterior o inorgánicamente. Sólo cuando lo modifica interiormente, en su realidad técnica,
Marx habla de subsunción real.
231
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232
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71
En los años setenta del siglo XX , la necesidad de la efectuación “nacional” de la
acumulación capitalista ha sido puesta de relieve sistemáticamente sobre todo por N.
Poulantzas: “L'internationalisation des rapports de production capitalistes et l’état national”,
en Les Temps Modernes, abril de 1972; Ch. Neususs, Imperialismus und Weltmark-
beweguag des Kapitals, Erlangen, 1972; y C. von Braunmühl, “Die nationalstaatiche
Organisiertheit der burgerlichen Gesellschaft", en Gesellschaft 8/9, Frankfort, 1976.
234
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
EL TRABAJADOR Y LA NACIÓN
El modo fundamental de sobrevivencia reprimida y censurada de la
politicidad de la vida social en el capitalismo se pone de manifiesto en
lo que de resistencia sustancialmente nacional hay en la lucha de las
clases trabajadoras contra su explotación; en lo que estas luchas tienen
de impugnación de los términos mismos de la explotación del plusvalor
más allá de la magnitud en que ésta se lleva a cabo. La resistencia del
trabajador participa ‒y de manera determinante‒ en la resistencia pre-
capitalista y post-capitalista de la sustancia nacional en la medida en
que, al impugnar el modo de existencia efectivo de los individuos
sociales (las “fuerzas de trabajo”) en calidad de objetos mercantiles
‒que es la condición de la explotación del plusvalor‒, reivindica
necesariamente la dimensión “histórico cultural” concreta de los
mismos. No sería posible una liberación del trabajador que no implicara
la liberación de la politicidad esencial de las fuerzas productivo-
consuntivas y, con ella, la liberación de su sustancia nacional. 75
75
Es lo que olvida el comunismo abstracto, que sí la cree posible. Pero tampoco es posible
lo que cree el nacionalismo revolucionario: una liberación de la nación anterior o al margen
de la revolución anti-capitalista.
239
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76
La mejor descripción de este fenómeno esencial la ofrece Marx en el §5, “Manifestación
de la ley de apropiación capitalista en la circulación simple”, de la versión primitiva de la
Contribución a la critica de la economía política.
240
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Fetichismo arcaico
Toda sociedad humana reconoce en el hecho mismo de su existencia
un fenómeno sobrenatural. Un suceso que no pasa de ser casual o
fortuito dentro de la infinidad de sucesos posibles en la naturaleza es
considerado sobrenatural por el hecho de que en él se funda la
necesidad de una forma concreta de existencia social. Todos los mitos
que explican el origen de esas formas lo relatan como un acontecimiento
único en el cual la armonía de la naturaleza se rompe de manera
peculiar para dar cabida a la presencia de un modo de ser cuyas
normas de vida trascienden la legalidad natural y mantienen con ella
una relación ambivalente de obediencia y transgresión. La vida humana
se reconoce a sí misma como el resultado siempre renovado de un
hecho milagroso. Se concibe como la continuación de esa ruptura
originaria que tuvo lugar en la naturaleza; como la permanencia de ese
drama concreto en que la polimorfía natural está siendo sacrificada o
negada en beneficio de una morfé social determinada. El ser humano
sospecha siempre que hay un fondo sobrenatural por debajo de la
naturalidad de su existencia cotidiana.
Es comprensible, entonces, que un cierto grado de fetichismo sea
inherente a toda forma de existencia social. Los valores que guían esta
existencia se jerarquizan necesariamente de acuerdo a un criterio que
distingue entre lo sagrado y lo profano. No todos los actos ni todas las
palabras ni todas las cosas de su vida cotidiana interesan por igual al
sujeto humano. Hay entre ellos algunos cuya excepcionalidad se debe
al hecho de que se encuentran asociados, por representación
(metafóricamente) o por herencia (metonímicamente), con el aconteci-
miento originario de la humanización. Son los actos, las palabras y las
cosas sagradas; es la esfera de lo “numinoso”. En ellos o con ellos se
vuelve evidente lo sobrenatural de la naturalidad social. La forma de su
existencia es percibida como la garantía de la forma de existencia de
todos los demás: los actos, las palabras y las cosas profanas. De
presencia huidiza, difíciles de ubicar en el flujo de la vida, las
sociedades intentan, sin embargo, apresarlos y sistematizarlos
mediante un aparato complejo de ceremonias y sacerdotes, de rituales
y fetiches, de conjuros y amuletos.
242
EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
El fetichismo erótico
El fetichismo arcaico inherente a la vida social se muestra de la manera
más evidente en lo que respecta a las relaciones interindividuales en el
sujeto social.
La cooperación y el co-disfrute son actividades propias de la animalidad
gregaria, es decir, se cumplen mediante relaciones de pura exterioridad
entre los individuos naturales, aislados cada uno en su acatamiento del
mandato instintivo. Cuando son actividades humanas implican, en
cambio, relaciones de interioridad entre individuos sociales que se
hacen los unos a los otros en reciprocidad y cuya obediencia al instinto
está supeditada a la persecución de un telos ajeno a la naturaleza. En
su hacerse recíproco, los individuos sociales son personas: seres que
juegan o representan un papel en el drama concreto de la sociedad a
la que pertenecen. Su individualidad natural, animal, no cuenta si no es
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La semiósis fetichista
El discurso mítico es la manifestación que el uso o habla social hace de
una normación o configuración mítica que es inherente al código
concreto del comportamiento práctico y a la lengua como código
concreto del comportamiento lingüístico. Las significaciones míticas son
las que se producen/consumen en la dimensión profano/sagrada de la
existencia social, en el mundo restringido y extraordinario de los
fetiches arcaicos. Son significaciones que acompañan, de manera
subordinada pero determinante a todas las demás que se
producen/consumen en la vida cotidiana ‒de trabajo y disfrute‒ del
sujeto social. Son sobre-significaciones que, compuestas según esa
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Texto elaborado por el autor sobre la base de una conversación con Luis Corral y José
Ron durante el seminario sobre “Crítica de la economía y Crítica de la cultura” organizado
en abril de 1980 por el Instituto de Investigaciones de la Cultura, de Quito. Se publicó
originalmente en la revista Palos de la Crítica, núm. 1, México, 1980.
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Pero en la definición del hombre como “animal político”, Marx ‒tal vez
porque el peligro de barbarie o apoliticidad se ha vuelto más radical‒
debe penetrar más allá que Aristóteles; debe cuestionar en qué
consiste esa necesidad esencial de cada hombre de vivir en polis o en
sociedad con los otros. Es lo que se desprende de la famosa
comparación entre el albañil y la abeja en el capítulo v del primer libro.
El proceso de reproducción social es, primero, como todo proceso de
reproducción animal, un proceso en el que un elemento natural (el
“sujeto” animal) persiste en la forma de su existencia, vive o sobrevive,
al ejercer una acción transformadora precisa (la “producción”) sobre el
resto de la naturaleza y al recibir la correspondiente reacción de ésta
(el “consumo”) como naturaleza transformada. Lo único que el proceso
de reproducción social tiene de específico, lo que lo constituye como
tal, es el hecho de que es un proceso libre, en el sentido sartreano del
término. Libre, porque, en su caso, persistir en la forma de su
existencia no es perpetuarla automáticamente, sino crearla y re-crearla,
instaurarla y modificarla. vivir y sobrevivir es, para el sujeto social que
se reproduce, autorrealizarse en una forma social elegida o proyectada
por él. El sujeto social se reproduce mediante el consumo o disfrute de
una riqueza objetiva constituida por bienes producidos o transfor-
maciones de la naturaleza, cuyas formas adquiridas en la producción o
el trabajo no están ya dadas en el funcionamiento de la naturaleza,
sino que son realizaciones de fines del propio sujeto o cumplimientos
de propósitos adecuados a su proyecto de autorrealización. En el
proceso de producción social, el proceso natural de reproducción se
encuentra duplicado por un proceso que lo acompaña y que es
precisamente al que podemos denominar proceso de reproducción
político. Al trabajar y disfrutar, al producir transformaciones con valor
de uso o consumir bienes producidos, el sujeto social simultáneamente
prefigura y efectúa una determinada forma de la socialidad, define la
identidad de su polis como sociedad concreta. La socialidad es la “otra
materialidad” de la que hablaba Engels, la materialidad específica con
la que “trabaja” y a la que, transformada, “disfruta” el sujeto social.
Esta capacidad de sintetizar o totalizar la forma de su vida social sería
lo político básico o la politicidad fundamental del sujeto social. Y ésta
sería, entonces, justamente, la capacidad que está siendo necesaria-
mente reprimida y enajenada por el modo capitalista de la
reproducción social.
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otras vetas del proceso comunicativo por la del discurso. Tal vez lo
peculiar de la ideologización discursiva esté justamente en la
conversión del “panlogismo” de la comunicación social en una
“logocracia” engañosa que implica, por un lado, la represión racionalista
de todos los modos de la comunicación, aparentemente en provecho
de la comunicación discursiva y, por otro, curiosamente, la desactivación,
el vaciamiento, el apagamiento de la efectividad del discurso y de la
razón. Así como la paralización y sustitución de la politicidad del sujeto
se manifiesta en la virulencia desbocada de la política estatalista de los
propietarios privados, así también la irracionalidad, la falta de capacidad
decisoria del discurso se manifiesta en el ajetreo afiebrado del verbo
pseudopolítico y las pretensiones absolutistas de la “razón instrumental”.
Pero creo que el planteamiento del problema de la cosificación de lo
político como fenómeno ideológico nos debe llevar a abordar la
cuestión que lo engloba y le da sentido (y que en este momento
únicamente podemos mencionar): la cuestión de la revolución cultural.
La “nación natural”, como resistencia anti-capitalista del conjunto del
sujeto social ‒con sus orígenes pre- y post-capitalistas‒, genera
determinadas formas, internamente contradictorias, de realización del
código cultural histórico-concreto mediante el cual trabaja y disfruta en
la rutina y en la fiesta de su tiempo cotidiano. Su práctica y su
reflexión, que son siempre comunicación, ciframiento y desciframiento
de significaciones, llevan consigo en todos los casos no sólo el
cumplimiento de un código cultural específico sino también una
vitalidad, una transformación conflictiva del mismo. Es esta vida
cultural, práctica y discursiva de la “nación natural” la que está siendo
refuncionalizada por la política estatalista y su construcción de la
Nación de la mercancía-capital. Y es en el análisis de esta refuncio-
nalización de la cultura nacional natural, y de las posibilidades de una
revolución cultural contra tal refuncionalización, donde habría que
buscar la respuesta para el problema ideológico que mencionas.
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