LOs Anabuatistas Bautistas El Rastro de La Sangre

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LAS IGLESIAS BAUTISTAS
EL RASTRO DE LA SANGRE
Posted on  December 30, 2015 under Historia de las Iglesias Bautistas

El Rastro de La Sangre

1
por J. M. Carroll
La Investigación de las Huellas de los Cristianos
A Través de los Siglos…
Esta es
La Historia de las Iglesias Bautistas
Desde el Tiempo de Cristo, Su Fundador,
… Hasta la Actualidad

El propósito de este librito es dar a conocer la historia de los TESTIGOS FIELES del Señor
Jesús, quienes como miembros de la IGLESIA QUE JESÚS EDIFICÓ “… han vencido por
medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron
sus vidas hasta la muerte”. (Apocalipsis 12:11)

Obra original en inglés:


“The Trail of Blood”
Publicado en 1931 por Dr. J. W. Porter
Traducido por José M. Rodríguez
Publicado en 1976 en español por
Editorial Challenge
Little Rock, Arkansas E.U.A.
Pastor M. L. Moser, Jr.
Edición Revisada realizada
por Julio J. Argüelles y Theodore L. Tweet
San Pedro Sula, Honduras, C.A.
Publicado en 2002 por
Bryan Station Baptist Church
3175 Briar Hill Road
Lexington, Kentucky 40516
E.U.A.
Pastor Al Gormley (859) 299-1430

2
CONTENIDO

Prefacio…………………………………………………………

…………………1

Primera Disertación – Cristo Empezó Su

Iglesia…………………3

Primer Período – Desde el año 30 al

500……………………………9

Segundo Período – Desde el año 600 al 1300………...…………

21

Tercer Período – Desde el año 1400 al 1600…………….………

34

Cuarto Período – Siglos 17, 18 y 19……………………….

…………45

Quinto Período – La Religión en los Estados Unidos…………55


3
Palabras Finales………………..………….

…………………………………69

Doctrinas Fundamentales…………………..

……………………………71

Resumen…………………………………………………………

…...…………73

Algunos Libros de

Referencia…………………………………….……81

PREFACIO

Por Theodore Tweet


El Rastro de la Sangre relata la historia bautista, preservada a veces aun por autores
protestantes y católicos, al ver que los bautistas fieles preferían morir antes de negar la Biblia
para acomodarse a la moda. A través de los siglos, la afirmación bautista era: “La Biblia es la
única regla de fe y práctica”.
Antes de imprimir esta edición de El Rastro de la Sangre hemos realizado una revisión, no
para cambiar el contenido, sino para clarificar y facilitar la lectura. Lo que originalmente era la
“Introducción” por el Pastor Clarence Walker ya aparece al fin del librito como “Resumen”.
Además, anotamos una explicación en las páginas 6, 30 y 71 donde el autor escribió: “… sólo el
Nuevo Testamento había de ser la regla y guía en asuntos de fe y de conducta, no sólo para la iglesia como
organismo, sino para cada miembro de ella”.

4
(Nota del traductor: Los bautistas verdaderos siempre han dicho que toda la Escritura es la
Palabra de Dios y es la única regla de fe y práctica, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo,
2 Timoteo 3:16-17. (La Confesión de Fe de Londres de 1689, Una Confesión Bautista, Capítulo 1, “Las Santas
Escrituras”) Sin embargo, la iglesia de Cristo es una institución que no empezó sino hasta el Nuevo
Testamento. Entonces, sólo allí se encuentra el origen, reglas y prácticas de las iglesias del
Señor. Es un error, pues, por parte de los católicos o protestantes referirse a la nación de Israel
como patrón para una iglesia, por lo cual se les confunde a ellos con respecto a la ordenanza del
bautismo, etc. y les induce a anhelar y justificar la unión de Iglesia y Estado, pero los bautistas
siempre se oponían a tal unión.)
La unión de Iglesia y Estado quería decir que:
1. El gobierno sólo reconocía un tipo de iglesia. Los que no estaban de acuerdo
sufrían la persecución y muchas veces, la pena de muerte.
2. El sueldo de los pastores, así como de los políticos, fue pagado por el
gobierno con los impuestos del Estado.
Al imprimir El Rastro de la Sangre en español por primera vez en 1976, el pastor M. L.
Moser, Jr. ofreció el siguiente comentario:
“El mundo tiene una gran deuda con los bautistas; una deuda que nunca se puede pagar. Los
bautistas siempre han sido los campeones de la libertad religiosa y política. El precio que los
bautistas han pagado durante los años desde el tiempo que Jesucristo instituyó la primera Iglesia
Bautista en Jerusalén hasta ahora, no puede ser contado en términos terrenales.
Aún sacados de sus casas, vendidos en los mercados de esclavos, ahogados en los ríos, hervidos
en aceite, quemados vivos en estacas y muy perseguidos, los bautistas han permanecido leales y
fieles al evangelio de nuestro Señor Jesucristo… La Biblia habla con autoridad final a los
bautistas”.

EL RASTRO DE LA SANGRE
La Investigación de las Huellas de los Cristianos
A Través de los Siglos
Desde el Tiempo de Cristo Hasta la Actualidad
O
La Historia de las Doctrinas Enseñadas por Cristo y sus Apóstoles, y los que les Fueron Leales

PRIMERA DISERTACIÓN – Cristo Empezó Su Iglesia


“Acuérdate de los tiempos antiguos, Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a
tu padre, que él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán”.  (Deuteronomio 32:7)
1. Lo que hoy conocemos como “el cristianismo” o “la religión cristiana” comenzó
con Cristo en el año 30 de nuestra era en tiempo del Imperio Romano y dentro de sus
límites, el cual era uno de los mayores imperios que el mundo haya conocido en el
curso de toda su historia.

5
2. Ese imperio, en aquella época, comprendía casi todo el mundo entonces conocido y habitado.
El emperador reinante era Tiberio Cesar.
3. En cuanto a religión, el Imperio Romano era pagano. Sus numerosos dioses eran unos físicos y
otros imaginarios. Había asimismo muchos creyentes y devotos. Esa religión era no sólo la
religión del pueblo, sino la del Imperio, y como tal estaba sostenida y protegida por el
Estado. (Mosheim, tomo I, cap. 1)
4. El pueblo judío, que en ese período ya no constituía una nación aparte, se hallaba
desparramado por el Imperio Romano. Sin embargo, ese pueblo todavía tenía el templo de
Jerusalén, donde podía rendir culto a Dios; pues todavía se mostraba celoso por su religión; pero,
a semejanza de los paganos, hacia largo tiempo que había caído en el formalismo y perdido su
influencia. (Mosheim, tomo I, cap. 2)
5. Como la religión de Cristo no es una religión de este mundo, su fundador no le dio ninguna
cabeza terrenal, ni poder temporal. Y así, ella no buscó establecerse oficialmente, ni recibir el
sostén ni el apoyo del Estado; tampoco trató de destronar al César. Y así tenía que ser, de
acuerdo con la doctrina del Señor: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de
Dios”. (Mateo 22:19-22; Marcos 12:17; Lucas 20:20) Desde que el cristianismo es una religión
espiritual, ya no puede ser el rival de ningún gobierno terrenal. Por el contrario, se les enseñó a
sus fieles a respetar a las autoridades y a observar las leyes. (Romanos 13:1-7; Tito 3:1; l Pedro
2:13-16)
6. Deseo llamar ahora su atención a algunas de las características o marcas de esta religión. Si
queremos remontarnos hasta su origen, a través de sus largos veinte siglos, y especialmente a lo
largo de los mil doscientos años de la triste Edad Media, anegada por ríos de sangre de mártires,
nos será preciso conocer bien las marcas, a fin de orientarnos. A medida que avancemos,
hallaremos que esas marcas han sido muchas veces horriblemente desfiguradas; pero siempre
daremos con alguna que haya resultado imborrable. Estemos, pues, sobre aviso, con cuidado y
oración. Desde luego, hallaremos muchos engaños y simulaciones, “de tal manera que
engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”. (Mateo 24:24; Marcos 13:22)
Pero así y todo, necesitamos seguir, de ser posible, sus huellas, valiéndonos de los
datos históricos dignos de fe y, con especialidad, de los aportados por las palabras y
las marcas de la divina verdad.

Algunas Marcas Infalibles E Indefectibles


Si al descender a través de los siglos, damos con un grupo o grupos que no posean las
marcas o señales que se dan a continuación y que enseñan otras cosas como doctrinas
fundamentales, ¡cuidado!
1. Cristo, el fundador de esta religión, constituyó a sus discípulos en iglesia. Los discípulos a su
vez habían de constituir otras iglesias a medida que esta religión se extendiese y se “hiciesen”
otros discípulos. (Sucesiones Bautistas, Ray, Edición Revisada, cap. 1)
2. Este organismo o iglesia tenía, de acuerdo con las Escrituras y la práctica de los apóstoles y de
las primeras iglesias, dos clases de ministros o funcionarios, y sólo dos: pastores y diáconos.
El pastor era llamado obispo. Tanto el pastor como los diáconos habían de ser elegidos por la
iglesia para desempeñarse como servidores de la misma.

6
3. Las iglesias en asuntos de su gobierno y disciplina habían de ser enteramente independientes
unas de otras. Y así la Iglesia de Jerusalén no había de tener autoridad alguna sobre la de
Antioquía; ni la de Antioquía sobre la de Éfeso, ni ésta sobre la de Corinto, y así sucesivamente.
Su gobierno había de ser congregacional y democrático; es decir, un gobierno del pueblo, por
el pueblo y para el pueblo.
4. Cristo le dio a la iglesia dos ordenanzas y nada más que dos, que son el Bautismo y la
Cena del Señor. Esas dos ordenanzas habían de ser perpetuas y de carácter memorial.
5. Esta iglesia sólo debía recibir en su seno a miembros que fuesen salvos. (Hechos
2:47) Estos habían de ser salvos únicamente por la pura gracia de Dios, y no por virtud de obras
de la ley. (Efesios 2:5, 8-9) Aquellos salvados, y sólo éstos, habían de ser sumergidos en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19) Y sólo éstos, así recibidos y
bautizados, habían de participar de la Cena del Señor; la Cena había de celebrarse únicamente
por la iglesia, formada por todos sus miembros salvos y bautizados reunidos en armonía.
6. Las Inspiradas Escrituras y nada más que ellas, de hecho, el Nuevo Testamento y sólo el
Nuevo Testamento, habían de ser la regla y guía en asuntos de fe y de conducta, no sólo para
la iglesia como organismo, sino para cada miembro de ella.
(Nota de traductor: La iglesia de Cristo es una institución que no empezó sino hasta el Nuevo
Testamento. Entonces, sólo allí se encuentra el origen, reglas y prácticas de las iglesias del
Señor. Sin embargo, los bautistas verdaderos siempre han dicho que toda la Escritura es la
Palabra de Dios y es la única regla de fe y práctica, tanto el Antiguo Testamento como el
Nuevo, 2 Timoteo 3:16-17. (La Confesión de Fe de Londres de 1689, Una Confesión Bautista, Capítulo 1,
“Las Santas Escrituras”)
7. Cristo Jesús, el Fundador de ese organismo y el Salvador de sus miembros, había de ser
su único Sacerdote y Rey, su único Señor y Legislador, así como la única Cabeza de las
iglesias.
Las iglesias habían de ser ejecutivas tan sólo para llevar a cabo la voluntad de su Señor y sus
perfectas leyes; jamás habían de ser legislativas para reformar o abrogar sus antiguas leyes o
hacer otras nuevas.
8. Esta religión de Cristo había de ser asunto puramente personal, individual y voluntario,
que se siguiera mediante la persuasión, y no por fuerza física o gubernativa; había de ser asunto
de decisión personal. “Escoged a quien sirváis”  (Josué 24:15) es el requerimiento bíblico. No
podría, por tanto, ser aceptada, ni rechazada, ni observada por sustituto ni por obligación.
9. Nótese bien, que ni Cristo ni sus apóstoles dieron jamás a sus seguidores ningún nombre
denominacional, como los que hoy se acostumbran, como los de “católico”, “luterano”,
“presbiteriano”, “episcopal”, etc., (a menos que fuese destinado así el nombre dado por
Cristo a Juan, “Bautista” o “Juan el Bautista,” mencionado en Mateo 11:11 y diez o doce
veces más). Cristo llamó al individuo que le seguía “discípulo”. Dos o tres de ellos fueron
llamados “discípulos”. A la congregación de discípulos, sea en Jerusalén, o en Antioquía o en
otras partes, se le llamó iglesia. Y siempre que se aludía a más de uno de estos distintos
organismos, se los llamaba “iglesias”; pues la palabra iglesia usada en singular nunca se la
empleaba para referirse a más de uno de estos organismos, ni siquiera se hacía eso al
referirse a todos ellos.
10. Me permito señalar otra característica o marca distintiva, a saber, la completa separación de
la Iglesia y el Estado. Ninguna combinación o mezcla tiene que hacerse entre esta religión
espiritual y el gobierno temporal. A esto hay que añadir que las iglesias de Cristo creen en la
“completa libertad religiosa” para todo el mundo.

7
Antes de proceder con la historia, permítame llamar su atención a:

El Gráfico de la Historia
Creo que un estudio cuidadoso del gráfico le puede hacer entender mejor la historia, y ayudarle a
retener en memoria lo que oye y ve. El gráfico enseña un período de 2000 años de historia
religiosa. Note en la parte superior así como la inferior los mismos números: 100, 200, 300, etc.
hasta 2000. Los números significan los veinte siglos del tiempo, separados por las divisiones
verticales.
Cerca de la parte inferior hay una sección horizontal manchada y oscura, representando la Edad
Media. Allí están los nombres de países… Italia, Gales, Inglaterra, África, España, Francia, etc.
hasta América. Son los países donde ocurrió mucha historia especial durante el período indicado,
aunque en algunos países la historia eclesiástica se hizo en todos los siglos.
Arriba de los nombres de países, aparecen los sobrenombres de iglesias, asignados a ellas por sus
enemigos. “Cristianos” es el primero. “Y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez
en Antioquia”. (Hechos 11:26) Eso ocurrió cerca del año 43. O los paganos o los judíos les
llamaban ese nombre en burla. Todos los demás nombres en la misma línea fueron dados por lo
mismo: Montanistas, Novacianos, Donatistas, Paulicianos, Albigenses, Valdenses, Ana-bautistas,
etc. En el curso de las disertaciones se mencionan estos grupos muchas veces.
Los círculos rojos regados en todo el gráfico representan iglesias en Asia, África, Europa, en las
montañas y valles, etc. Su color indica la sangre de mártires. Cristo su fundador murió en la cruz.
Todos los apóstoles menos dos, Judas y Juan, sufrieron la muerte de mártir. Judas traicionó al
Señor y murió suicidado. El apóstol Juan, según la historia, sufrió por el evangelio en la isla
llamada Patmos, pero después regresó a Éfeso y allí falleció de una muerte natural a los 80 años.
Los círculos negros también representan iglesias, pero las iglesias errantes que se desviaron en
práctica o doctrina. Ya existían un número de ellas aun antes de la muerte de Pedro, Pablo y
Juan.
Al concluir con la introducción y algunos preliminares, nos dirigimos a la historia.

PRIMER PERÍODO – Desde el año 30 al 500

1. Debido al extraño, bien que maravilloso, impulso y dirección de Juan el Bautista, el elocuente
pregonero del desierto, y al amoroso contacto y la milagrosa eficacia del poder de Cristo, así
como a la admirable predicación de los apóstoles y de sus inmediatos sucesores, la religión
cristiana se propagó de modo extraordinario durante los primeros quinientos años de su
existencia, dejando, eso sí, un horrible rastro de sangre tras sí. El judaísmo y el paganismo se
opusieron con fiereza a todo movimiento de avance. El primero de los grandes guías cuya vida
fue sacrificada fue Juan el Bautista, siendo decapitado. Poco después, le siguió el mismo
Salvador, fundador de esa religión, muriendo de cruel muerte de cruz.
2. A continuación del Salvador, y en rápida sucesión, fueron martirizados muchos otros héroes.
Esteban fue lapidado; Mateo, muerto en Etiopía; Marcos, arrastrado por las calles, hasta que
murió; Lucas, ahorcado; Pedro y Simeón, crucificados; Andrés, atado a una cruz; Santiago,
decapitado; Felipe, crucificado y apedreado; Bartolomé, desollado vivo; Tomás alanceado;
Santiago el Menor, arrojado de lo alto del templo al pavimento, causándole la muerte; Judas y
Matías fueron apedreados; y Pablo, decapitado.
8
3. Habían transcurrido ya más de cien años cuando estas cosas sucedieron. Esa fiera persecución
del judaísmo y el paganismo prosiguió durante dos o tres siglos más. Con todo, la religión
cristiana se propagó de una manera extraordinaria por todo el Imperio Romano: Europa, Asia,
África, Inglaterra, Gales y muchas otras partes donde había alguna civilización. Las iglesias se
multiplicaban sobremanera, los discípulos crecían continuamente; pero algunas iglesias siguieron
el error.
4. La primera desviación de las enseñanzas del Nuevo Testamento comprendió el sistema de
gobierno y la doctrina. Durante los dos primeros siglos, las iglesias locales se multiplicaron
rápidamente; y algunas de las más antiguas (como la de Jerusalén, la de Antioquía, Éfeso,
Corinto, etc.) crecieron tanto que llegaron a ser muy grandes; Jerusalén por ejemplo, llegó a tener
muchos millares de miembros (Hechos 2:41; 4:4; 5:14). Es probable que su número oscilase
entre 25,000 y 50,000 ó más. Una persona que estudie atentamente el libro de los Hechos y las
Epístolas verá que Pablo tuvo una formidable tarea en su tiempo para hacer que algunas iglesias
marchasen bien. Véase las profecías de Pedro y de Pablo tocante al futuro (2 Pedro 2:12;
Hechos 20:29-31; Apocalipsis, capítulo 2 y 3).
Esas grandes iglesias tenían, por necesidad, muchos predicadores o ancianos (Hechos
20:17.) Ello dio lugar a que algunos de los obispos o pastores comenzasen a asumir una
autoridad que no les concedía el Nuevo Testamento, como la de ejercer autoridad sobre otras
iglesias más pequeñas. Los tales obispos, con sus numerosos ancianos o presbíteros, comenzaron
a enseñorearse de la heredad del Señor. “Pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar
entre ellos, no nos recibe”. (3 Juan, versículo 9) He aquí el comienzo de un error que ha
tomado cuerpo y multiplicado muchos otros errores graves y peligrosos. Aquí tenemos también
el comienzo de las varias órdenes en el ministerio, las que fueron multiplicándose hasta alcanzar
al número existente actualmente en el catolicismo y otros cuerpos religiosos. Esto fue el punto de
partida que acabó con la forma democrática de gobierno de la iglesia, existente en las iglesias
primitivas. Esta irregularidad, aunque en pequeña escala, comenzó a fines del siglo segundo. Es
probable que ésta haya sido la más grave desviación del orden eclesiástico del Nuevo
Testamento.
5. Otro cambio vital que, según se desprende de la historia, ha tenido lugar a fines del siglo
segundo, es el relacionado con la gran doctrina de la salvación. Los judíos, lo mismo que los
paganos, habían sido enseñados, por muchas generaciones, a dar gran importancia a
las ceremonias. Habían llegado a mirar los tipos y sombras como sustancias reales; y las
ceremonias como verdaderos agentes o medios de salvación. Es lo que sucedió con el bautismo.
Sin duda, se dijeron: La Biblia habla mucho del bautismo. En ella se hace mucho hincapié sobre
esa ordenanza y de la necesidad de obedecerlo. Seguramente que ello se debe a que esa
ordenanza tiene algo que ver con la salvación. El resultado fue que en ese periodo la idea de
la regeneración bautismal llegó a predominar en algunas iglesias. (Shackelford, p.57; Camp,
p.47; Benedict, p.286; Mosheim, tomo 1, p.134; Christian, p.28)
6. Otro grave error que comenzó a infiltrarse y que, según algunos historiadores, comenzó en
este mismo siglo, y del que posiblemente fue una inevitable consecuencia de la idea de
la regeneración bautismal, fue el del cambio de los sujetos del bautismo. Y así, no bien se
consideró a esa ordenanza como agente o medio de salvación, se juzgó que cuanto más pronto se
lo recibiese, tanto mejor. Tal fue el origen del bautismo infantil. Antes de eso, los “creyentes,”
y sólo los “creyentes,” eran considerados como los únicos sujetos propios de esa ordenanza.
Referente a “rociar” o “echar un poco de agua,” ninguna referencia se hace a ellas todavía, y ello
en razón de que esas formas de bautizar fueron adoptadas mucho más tarde; pues los infantes

9
eran sumergidos, al igual que los adultos, durante varios siglos. Esa costumbre todavía prevalece
entre los griegos ortodoxos (rama grandísima de la Iglesia Católica) hasta nuestros días, sin que
jamás hayan cambiado la forma original de bautizar. Verdad es que los griegos practican el
bautismo infantil, pero también lo es el que nunca los han bautizado de otra manera que
sumergiéndolos.
Nota: Algunos historiadores colocan el comienzo del bautismo infantil dentro de ese siglo; pero
citaré, como refutación, un corto párrafo de la obra, Investigaciones Eclesiásticas por Robinson:
“Durante los tres primeros siglos, las congregaciones de todo el oriente se mantuvieron como
cuerpos independientes, sin recibir ayuda pecuniaria alguna del gobierno, y sin ejercer ningún
poder o autoridad secular una sobre otra. Durante todo aquel tiempo las iglesias eran bautistas; y
aunque todos los líderes de la iglesia de los primeros cuatro siglos, hasta Jerónimo (en el año
310) eran griegos, sirios y africanos, y dejaron gran numero de relatos del bautismo de adultos;
con todo, no se halla ni uno siquiera del bautismo de un niño hasta el año de 370”. (Robinson, p.
55; Shackelford, Compendio de la Historia de los Bautistas, p. 43; Vedder, p. 50; Christian, p. 31;
Orchard, p. 50, etc.)
7. Recuérdese que cambios semejantes a los mencionados aquí; no se hicieron en un día ni en un
año, sino que se fueron realizando poco a poco, y nunca en todas las iglesias. Algunas de ellas
los repudiaron enérgicamente. Tanto es así que el año 251 las iglesias que se mantuvieron fieles
rompieron la comunión con las que aceptaron y practicaron tales errores. Esa fue la primera
separación oficial efectiva entre las iglesias.
8. Debe advertirse que durante los tres primeros siglos comenzaron tres cambios
importantes y vitales de las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles. También ocurrió un
evento significativo.
Nótese esta sumaria recapitulación:
1. El apartarse de la idea neo-testamentaria del obispo y del gobierno
eclesiástico (Este cambio se extendió rápidamente, y se hizo cada vez
más evidente y dañoso).
2. El apartarse de las enseñanzas del Nuevo Testamento tocante a la regeneración,
por la regeneración bautismal
3. El cambio del bautismo de creyentes por el bautismo infantil (Este último, sin
embargo, no se hizo general ni muy frecuente por más de un siglo).
9. La regeneración bautismal  y el  bautismo infantil. Estos dos errores, según el categórico
testimonio de la historia, causaron más derramamiento de sangre de cristianos en el transcurso de
los siglos que todos los otros errores combinados, o probablemente que todas las guerras (no
relacionadas con las persecuciones), si se exceptúa la reciente guerra mundial (en los años 1914-
1918). Más de cincuenta millones de cristianos sufrieron el martirio, principalmente por haber
rechazado estos dos errores durante el sombrío período de la Edad Media, esto es, en el lapso de
doce o trece siglos. (La Ley de Dios,  por William S. Plumer, autor presbiteriano, Harrisonburg,
Virginia, E.U., Sprinkle Publications, 1996; reimprimido de edición de 1864, página 450)
10. La historia nos refiere que durante estos tres primeros siglos existían tres
significativas características en la gran mayoría de las iglesias:
1. Las iglesias separadas e independientes las unas de las otras
2. Los obispos (pastores) conocidos por un carácter servicial
3. El bautismo de creyentes únicamente
10
Citaré a Mosheim, el más grande de todos los historiadores luteranos, tomo I, p.71 y
72:
“Quien quiera que suponga que los obispos del Siglo de Oro de la iglesia eran semejantes a los
de los siglos posteriores, no hará sino una mezcla y confusión de caracteres muy diferentes,
porque en éste y en el siguiente siglo, un obispo tenía a su cargo una sola iglesia, que
ordinariamente podía reunirse en una casa particular; tampoco era su amo o señor, sino sólo su
ministro o servidor. En estos tiempos primitivos, todas las iglesias eran independientes, es decir,
que ninguna estaba sujeta a la jurisdicción de otra. Pues aunque las iglesias que habían sido
fundadas por los apóstoles habían honrado a éstos, consultándolos en casos dudosos, sin
embargo, no tenían ni autoridad judicial, ni dominio sobre ellas, ni facultad para dictarles leyes.
Por el contrario, tan evidente es que las iglesias tenían iguales derechos, como la luz de
mediodía, encontrándose en el mismo plano de igualdad”.
11. Sin embargo, hasta este período, el cristianismo, no obstante sus muchas y graves
persecuciones, se había propagado maravillosamente, hasta el punto de extenderse hasta más allá
del Imperio Romano, con el resultado de que casi todo el mundo habitado había oído el
Evangelio. Es más; según algunos historiadores eclesiásticos, muchas de las iglesias fundadas
por los apóstoles se hallaban en esta época todavía intactas, y fielmente apegadas a las
enseñanzas apostólicas. Sin embargo, como ya se ha dicho, un número de grandes y dañosos
errores habían penetrado y perpetuado en no pocas iglesias, lo que hizo que el estado de algunas
fuese muy irregular.
12. En este período, las persecuciones fueron cada vez más fieras. A principios del siglo cuarto,
es quizá cuando apareció el primer mandato gubernamental contra los cristianos declarado por el
Emperador Galerio. El crecimiento tan maravilloso del cristianismo alarmó a los líderes paganos
del Imperio Romano. Eso dio lugar al mandato el 24 de febrero de 303. Hasta ese entonces, el
paganismo había perseguido a los cristianos sin que ninguna ley lo ordenara.
13. Pero ese mandato fracasó en su propósito de detener el progreso del cristianismo,
y el mismo Emperador Galerio, que lo había promulgado, publicó otro, ocho años más
tarde, en el año 311, anulando el primero, y concediendo a los cristianos la debida
tolerancia para practicar su religión. Es probable que este mandato haya sido el
primero en favorecerlos.
14. A principios del año 313, el cristianismo alcanzó una histórica victoria sobre el paganismo,
con motivo de haber ascendido al trono imperial de los Césares un nuevo emperador. Este, que
no era otro que Constantino, no tardó en caer en la cuenta de que el cristianismo poseía un
misterioso poder, al continuar propagándose, a pesar de las persecuciones.
Cuenta la historia que ese monarca tuvo una maravillosa visión. Se dice que vio en el cielo una
cruz de fuego, y sobre ella estas ardientes palabras: “Con ésta vencerás”. Él las interpretó en el
sentido de que debía hacerse cristiano, renunciar al paganismo, unir al poder temporal del
Imperio Romano el poder espiritual de la religión cristiana, para que el mundo fuese fácilmente
conquistado. De ese modo la religión cristiana llegaría a ser de hecho la religión del mundo
entero, y el Imperio Romano, un imperio universal.
15. Todo esto dio lugar a un descanso, un entendimiento y una alianza entre el Imperio Romano
y la religión cristiana, mediante la intervención del emperador. Las palabras de este contrato
matrimonial fueron éstas: “Dadnos vuestro poder espiritual, y nosotros os daremos nuestro poder
imperial”.

11
16. Para efectuar y consumar esa impía unión, se convocó a un concilio. Esa convocatoria tuvo
lugar el año 313; en ella se invitaba a las iglesias cristianas o a sus representantes a esa asamblea.
Muchas fueron las que acudieron al llamado, pero no todas.
Resultado: que no sólo se consumó la alianza entre la Iglesia y el Estado, sino que se
creó una Jerarquía, la cual, al organizarse, destronó a Cristo como cabeza de las
iglesias, y puso al Emperador Constantino (aunque sólo temporalmente) en lugar de
Cristo, como cabeza de las iglesias.
17. La Jerarquía fue el principio exacto de un proceso que trajo como resultado final lo que ahora
se conoce como la Iglesia Católica o Universal. Cabe decir de ella que su exacto comienzo tuvo
lugar a fines del siglo segundo y comienzos del tercero, cuando las nuevas ideas acerca de los
obispos y el gobierno prelaticio de la iglesia comenzaron a darse a conocer.
18. Téngase muy presente que cuando Constantino convocó el concilio, hubo muchos cristianos
(bautistas) y muchas iglesias que rehusaron acudir, por ser contrarios a toda unión entre la Iglesia
y el Estado, al gobierno religioso centralizado y al gobierno jerárquico o de prelados, por ser eso
opuesto al gobierno congregacional. Ni esos cristianos (bautistas) ni esas iglesias formaron
parte ni entonces ni más tarde en la Jerarquía de la Denominación Católica.
19. Cuando se creó esa jerarquía, Constantino, que fue reconocido como cabeza de ella, aún no
era cristiano. Había convenido en serlo, sí, pero como las extraviadas e irregulares iglesias que
habían entrado con él en esa organización habían adoptado el error de la regeneración bautismal,
surgió en el ánimo del emperador una tremenda duda: “Si yo soy salvo” – se dijo –“de mis
pecados mediante el bautismo, ¿cómo me salvaré de los que pueda cometer después de
bautizarme?” Es decir, que suscitó una cuestión que ha confundido a todas las generaciones
subsiguientes: ¿Puede el bautismo lavar los pecados aún no cometidos? O, ¿se lavan los pecados
cometidos antes del bautismo mediante un procedimiento, a saber, el bautismo, y los
cometidos después, mediante otro?
20. No pudiendo resolver satisfactoriamente las muchas cuestiones que surgieron de
su mente, Constantino decidió, finalmente, unirse a los cristianos, pero aplazando su
bautismo hasta el momento de su muerte, a fin de que todos sus pecados pudieran ser
lavados de una vez; de ahí que no fuese bautizado sino hasta poco antes de morir.
21. La conducta de Constantino de repudiar la religión pagana, que era la de todo el imperio,
para aceptar la cristiana, le provocó el desagrado del Senado Romano, el cual repudió su
proceder, o, cuando menos, se opuso a él. Esa oposición del Senado indujo a Constantino a
trasladar la capital del imperio de Roma a Bizancio, una antigua ciudad que él reedificó y a la
que llamó Constantinopla en honor suyo. El resultado fue que hubo dos capitales del imperio:
Roma y Constantinopla. Estas dos ciudades, que fueron rivales por muchos siglos, llegaron a ser
más tarde el asiento de la autoridad religiosa de la Iglesia Católica, dividida en dos ramas: la
griega y la romana.
22. Hasta el establecimiento de la jerarquía y la unión de la Iglesia con el Estado, todas las
persecuciones fueron realizadas, ya por el judaísmo, ya por el paganismo. Ahora se produce un
tremendo cambio: los cristianos (de nombre) comienzan a perseguir a los cristianos que no están
de acuerdo con ellos.
Constantino, que deseaba que todos los cristianos compartieran con él su idea de una
religión del estado, comenzó a echar mano de su poder imperial para reprimir a los
muchos creyentes que por razones de conciencia se oponían a esa grave desviación de
las enseñanzas del Nuevo Testamento.

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Tal fue el comienzo de los días y años, y aún siglos, de dura y fiera persecución contra
todos los cristianos que se mantuvieron leales a las enseñanzas originales de Cristo y
sus apóstoles.
23. Téngase presente que estamos refiriendo sucesos que ocurrieron entre los años 300 y 500. La
jerarquía, establecida bajo la dirección de Constantino, se transformó rápidamente en lo que
ahora se conoce como la Iglesia Católica. Esta recién transformada iglesia, unida al poder
temporal, ya no es sencillamente un elemento ejecutivo para cumplir las perfectas leyes del
Nuevo Testamento, sino que comenzó a asumir un carácter legislativo, que corrige o anula las
antiguas leyes o promulga otras nuevas completamente desconocidas para el Nuevo Testamento.
24. Una de sus primeras disposiciones legislativas, y que más subversivos resultados produjo, fue
el establecimiento por ley del bautismo infantil.
En virtud de esta nueva ley, el bautismo infantil se hizo obligatorio. Esto ocurrió en el año 416.
Un siglo antes de éste, no era frecuente el bautismo de niños. Pero no bien esta nueva ley fue
hecha efectiva, fueron abrogadas dos leyes vitales del Nuevo Testamento, a saber: el bautismo
de creyentes y la obediencia voluntaria del candidato al mismo.
25. Como consecuencia inevitable de esta nueva doctrina y esta nueva ley, estas extraviadas
iglesias prontamente se llenaron de miembros inconversos. El resultado fue que no pasaron
muchos años antes de que la mayoría de sus miembros fuesen inconversos. Este estado de cosas
hizo que los grandes intereses del gran reino espiritual de Dios estuviesen en manos de
elementos no regenerados. ¿Qué podía esperarse de esta situación?
26. Desde luego, los creyentes y las iglesias leales rechazaron esta nueva ley; pues para ellos, la
única ley válida era la del bautismo de creyentes, por ser el único bautismo neo-testamentario. Y
así, no sólo rehusaron bautizar a sus hijos, sino que, creyendo, como creían, en el bautismo de
creyentes, rehusaron el bautismo administrado por las iglesias de esa organización anti-bíblica.
De manera que si uno de los miembros de esas iglesias extraviadas deseaba unirse a alguna de
las que habían rehusado plegarse a la nueva organización, se le exigía que diese pruebas de
genuina conversión, y se rebautizase.
27. Esta conducta de parte de las iglesias leales pronto incurrió en el furioso
desagrado de los devotos de la religión del estado, muchos de los cuales, si no los más
de ellos, no eran genuinos cristianos.
Sin embargo, a partir de ese momento, se les negó el nombre de “cristianos” a los que integraban
las iglesias leales que rehusaban aceptar los nuevos errores. Es más: no sólo fueron despojados
de ese nombre, sino que se les puso muchos otros nombres, de manera que unas veces eran
llamados por uno o por otro; y así se les llamó “montanistas”, “tertulianistas”, “novacianos”,
“petrobrusianos”, etc.; y algunos, al menos, a causa de su práctica de rebautizar a los que habían
sido bautizados en la infancia, fueron denominados “Ana-bautistas”.
28. El año 426, exactamente diez años después de haberse establecido con fuerza de ley el
bautismo infantil, comenzó el horrible período conocido como la Edad Media. ¡Qué horrible
período fue ese! ¡Cuán tenebroso y sangriento fue! Durante diez siglos, a partir de ese entonces,
el rastro del cristianismo leal se halla regado por su misma sangre. Hay muchos nombres
llevados por los perseguidos. A veces esos nombres les fueron dados debido a algún jefe heroico
que los acaudillaba; y otras debido a otras causas. Ocurría a veces que el mismo pueblo era
designado en cada país con distinto nombre.
29. Fue a principios de la Edad Media cuando comenzó el papado, en la persona de León I
durante los años 440-461. No fue, sin embargo, entonces cuando se usó por primera vez el título
de “Papa”. Ese título, lo mismo que el de “Iglesia Católica”, fue ampliado. El nombre aparece
13
aplicado por primera vez al obispo de Roma entre los años 296 y 304. El primero en adoptarlo
formalmente fue Siricio, obispo de Roma del año 384 al 408. Luego fue adoptado oficialmente
por León I durante los años 440-461. Después, fue universalmente reclamado por todos los
obispos en el año 707, hasta que Gregorio VII, unos siglos más tarde, declaró que ese título era
exclusivo del papa.
30. Recapitulemos ahora los sucesos más significativos de este primer período de
quinientos años:
1. El cambio gradual del gobierno democrático por uno de carácter
prelaticio
2. El cambio de la salvación por gracia por la salvación bautismal
3. El cambio del bautismo de creyentes por el bautismo infantil
4. La Jerarquía: unión o maridaje de la Iglesia y el Estado
5. La capital del imperio trasladada a Constantinopla
6. El bautismo infantil establecido por ley y declarado obligatorio
7. Los “cristianos” comenzando a perseguir a los cristianos
8. La Edad del Oscurantismo comenzado en el año 426
9. La espada y la antorcha, más bien que el Evangelio, llegando a ser el
poder de “Dios” para salvación
10. Todo resto de “libertad religiosa” acabó por morir. (Se la entierra; y
enterrada queda por varios siglos).
11. Las iglesias leales al Nuevo Testamento (conocidas por muchos
nombres) perseguidas sin tregua ni descanso por el poder temporal de la
nueva Iglesia Católica; creyentes dispersados por todo el mundo
buscando refugio (poco seguro) en los lugares más ocultos de los
bosques, las montañas, los valles, los escondrijos y cavernas de la tierra
SEGUNDO PERÍODO – Desde el año 600 al 1300
1. Hemos terminado la primera disertación en el siglo quinto. Sin embargo, un buen número de
sucesos que no se mencionaron en la primera disertación tuvieron su principio en los primeros
siglos de nuestra era.
Hemos llegado al horrendo período, designado por la historia universal como la Edad Media o
del oscurantismo. Porque fue de veras una época tenebrosa, sangrienta y horrenda en extremo.
Las persecuciones de la Iglesia Católica Romana fueron crueles y continuas. La guerra de
exterminio intencional que prosiguió sin interrupción y de una manera implacable en muchos
países, hizo que muchos creyentes huyesen a otras tierras, no dejando tras sí más que
un reguero de sangre, por doquiera que iban. Esto se vio especialmente en Inglaterra, Gales,
África, Armenia y Bulgaria, y donde quiera que hubiera cristianos que se mostraban sinceros y
rigurosamente leales al Nuevo Testamento.
2. Volvamos ahora nuestra atención a los concilios llamados “ecuménicos” o “imperiales.”
Conviene tener presente que todos esos sínodos se celebraron supuestamente a semejanza del de
Jerusalén celebrado por los apóstoles y otros (véase Hechos 15:1); pero no se parecieron en
nada, a pesar de llamarse del mismo nombre, “concilios”.
Fijaremos nuestra atención ahora tan sólo en ocho de ellos, los que fueron convocados por los
emperadores; no por los papas. Todos estos concilios fueron celebrados en el oriente, es decir,

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por iglesias del rito griego, si bien asistieron a ellos representantes de la rama occidental o
romana de la iglesia.
3. El primero de esos concilios se celebró en Nicea, en el año 325, y fue convocado
por Constantino el Grande, al que asistieron 318 obispos.
El segundo fue el de Constantinopla, celebrado en el año 381, y fue convocado por el
emperador Teodosio el Grande. A este asistieron 150 obispos. (Téngase presente que
en los primeros siglos del cristianismo, los obispos no eran otra cosa que los pastores
de las iglesias locales).
El tercero fue convocado por Teodosio II y Valentiniano III. A este concurrieron 250 obispos,
siendo celebrado en Éfeso, en el año 431.
El cuarto se celebró en Calcedonia, en el año 451, convocado por el emperador Marciano;
concurrieron a él entre 500 y 600 obispos metropolitanos (estos eran pastores de ciudades
principales o pastores de las principales iglesias). En este concilio fue promulgada la doctrina de
lo que ahora se conoce como mariolatría, es decir, el culto a María, la madre del Señor. Al
principio, esta doctrina causó mucha agitación; pues muchos opusieron a ella serios reparos. Con
todo, acabó por imponerse como doctrina o dogma permanente de la Iglesia Católica.
El quinto de estos ocho concilios se realizó en Constantinopla. Este fue el segundo celebrado en
aquella ciudad. Lo convocó Justiniano, en el año 553, al que asistieron 165 obispos, y parece, fue
celebrado principalmente para condenar ciertos escritos.
El sexto concilio fue convocado en el año 680 por Constantino Pogonato, y celebrado, como el
anterior, en Constantinopla, para condenar la herejía. Este concilio condenó también al Papa
Honorio, al que depuso y excomulgo. Desde luego, la infalibilidad aún no había sido declarada.
El séptimo concilio se reunió en Nicea, en el año 787. Fue este el segundo celebrado en esa
ciudad. Fue convocado por la Emperatriz Irene. Al parecer, fue en este concilio donde se originó
el culto a las imágenes y a los santos. Como podéis verlo, esos “padres” se hicieron más
paganos que cristianos.
El último de los llamados “concilios orientales” convocados por los emperadores,
tuvo lugar en Constantinopla, en el año 869. Fue convocado por el emperador Basilio
I, el macedonio. La Iglesia Católica pasaba entonces por una seria dificultad, causada
por la controversia entre las dos cabezas del catolicismo (la oriental y la occidental, o
sea la griega y la latina), a saber, Focio de Constantinopla y Nicolás I de Roma. Tan
grave fue la contienda que los dos se excomulgaron mutuamente, de suerte que,
durante un corto tiempo, el catolicismo estuvo sin cabeza. El objeto del concilio fue,
de consiguiente, el de arreglar ese asunto. Pero tan definitiva fue esa ruptura entre las
dos ramas del catolicismo, que hasta la hora presente no ha sido posible restablecer la
armonía entre ambas iglesias. Todos los intentos hechos en ese sentido han fracasado
completamente. Desde ese entonces, el poder de la curia romana ha ido en aumento.
Desde esa época en adelante, ya no son los emperadores los que convocan los
concilios, sino los pontífices romanos.
Tocante a los concilios posteriores, nos ocuparemos de ellos más tarde, en el curso de
estas disertaciones.
4. Hay una nueva doctrina de la cual no hemos llamado su atención. Sin duda que también hay
otras que se hallan en el mismo caso, pero hay una especialmente, a la que yo quisiera llamar su
atención, y esa es la de la comunión infantil. En efecto, a los niñitos no sólo se les bautizaba y

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recibía en la iglesia, sino que se los suponía capaces de participar de la Cena del Señor. Pero el
problema que se planteaba era de cómo se les podría administrar; al fin, se resolvió que mojando
el pan en el vino. Esta forma se observó por mucho tiempo. Algo más tarde, se añadió otra nueva
doctrina a la anterior, la cual decía que este era otro medio de salvación. Pero como
posteriormente apareció otra nueva enseñanza, volveremos a referirnos a esta última, algo más
tarde.
5. En el concilio de Calcedonia, celebrado en el año 451, se añadió otra doctrina enteramente
nueva, que acrecentó rápidamente la lista. Fue la doctrina llamada mariolatría o culto a María,
la Madre de Jesús. Parece que se sintió la necesidad de un nuevo mediador, a causa de estimarse
demasiado grande la distancia entre Dios y los hombres para que bastase un solo mediador, aun
cuando ese lo fuese Cristo, Hijo de Dios y Dios-Hombre. Y así se consideró que se necesitaba de
María, como otra mediadora; con lo cual se le dirigieron oraciones y ruegos, a fin de que ella, a
su vez, se los dirigiera a Cristo.
6. En el siglo octavo, se añadieron a la fe católica otras dos nuevas doctrinas, las que fueron
promulgadas en el segundo concilio celebrado en Nicea, el que tuvo lugar el año 787. El primero
que allí se celebró se le designó como el concilio del culto a las imágenes, una abierta violación
de uno de los mandamientos divinos, que dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza…”
(Éxodo 20:3-5) Fue esa otra añadidura del paganismo, a la que luego siguió la del culto a los
santos. Esta doctrina no tiene base bíblica alguna. El único ejemplo de suplica dirigida a un
santo que hallamos en la Biblia, dado sin duda para mostrar lo necio de semejante pedido, es la
que el rico dirigió a Abraham. (Lucas 16:24-31) Estos son algunos (no todos) de los numerosos
cambios revolucionarios que se hicieron tocante a las enseñanzas del Nuevo Testamento en ese
período de la historia eclesiástica.
7. Durante el período que acabamos de recorrer, los perseguidos fueron llamados por muchos y
variados nombres, como “donatistas”, “petrobrusianos”, “cataros”, “paulicianos” y “ana-
bautistas”. Algo más tarde, fueron llamados “arnoldistas”, “enriqueños”, “albigenses” y
“valdenses”. A veces uno de estos grupos sobresalía sobre los demás, y otras veces, otro. Pero
algunos de ellos casi siempre se destacaron por causa de lo persistente y terrible de la
persecución de que fueron objeto.
8. Pero no se vaya a pensar, sin embargo, que todos estos perseguidos hayan sido siempre leales
en todo sentido a las enseñanzas del Nuevo Testamento. En lo esencial, sí lo fueron. Y algunos,
si se tiene en cuenta las circunstancias que los rodeaban, fueron sorprendentemente fieles.
Téngase presente que muchos de ellos sólo poseían en aquellos lejanos tiempos partes del Nuevo
o del Antiguo Testamento; pues como los sagrados libros no estaban impresos, sino manuscritos
en pergamino o algo por el estilo, eran grandes y voluminosos. Ello hacía que fuesen pocas – si
es que había alguna – las familias y hasta las simples iglesias que tenían ejemplares completos de
la Biblia. Antes de la formal terminación del canon, lo cual ocurrió a fines del siglo cuarto, había
muy pocos manuscritos de todo el Nuevo Testamento. De los mil de ellos de que tenemos
noticia, sólo unos treinta contienen todos los libros de que consta el Nuevo Testamento.
9. Además, durante toda la Edad Media y el período en que arreciaron las persecuciones, se
hicieron grandes esfuerzos por destruir las Sagradas Escrituras, sin excluir los ejemplares que
poseían los propios perseguidos. De ahí que esas víctimas de la persecución tuviesen, en muchos
casos, únicamente algunos fragmentos de la Biblia.
10. Conviene también advertir que en aras de impedir la difusión de opiniones contrarias a las de
los católicos, se hicieron planes y se tomaron medidas en ese sentido. Como primera medida, se
dispuso que todos los escritos sin distinción fuesen recogidos y quemados. Esta medida se aplicó

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especialmente a los libros, lo que se hizo con todo rigor y persistencia, por espacio de varios
siglos. Tal fue, según la historia, la causa principal de que sea tan difícil lograr datos históricos
exactos. Además, todos los escritores y predicadores que se mostraron inflexibles sufrieron el
martirio. Ese período fue sobremanera sanguinario; tanto, que todos los grupos heréticos (así
eran llamados) que persistían en sus opiniones, no importa cual fuese su nombre ni donde
viviesen, eran perseguidos. Los donatistas y los paulicianos se distinguieron entre los primeros
grupos. Los católicos, por extraño que parezca, a todos los que se negaban a hacer causa común
con ellos en su desviación de la fe y a creer en sus errores, los denunciaban como herejes y como
a tales los condenaban. Esos católicos llegaron al extremo de llegar a ser más paganos y judíos
que cristianos, mostrándose más sumisos y respetuosos al poder civil que al religioso; es más, en
vez de observar las antiguas leyes, crearon otras nuevas.
11. He aquí algunas de las nuevas variaciones que se produjeron acerca de las enseñanzas del
Nuevo Testamento durante todos esos siglos. Es probable que no siempre se den en el orden del
tiempo de su promulgación porque sería casi imposible lograr la fecha exacta del comienzo de
estos cambios. Ha ocurrido con ellos, sin duda, algo semejante a todo el sistema católico; ya que
son efecto de un desarrollo gradual. Sus doctrinas o enseñanzas estuvieron sujetas, en los
primeros años, a un constante cambio, mediante adiciones, sustracciones, sustituciones o
anulaciones. El resultado fue que la Iglesia Católica ya no era, si alguna vez lo fuese, una iglesia
neo-testamentaria. Tampoco era ya un cuerpo meramente ejecutivo, para cumplir las leyes de
Dios, sino que se había convertido en uno de carácter legislativo, que hace otras nuevas, y que
cambia o abroga las antiguas a su gusto y paladar.
12. Una de sus nuevas doctrinas o declaraciones dadas a conocer por ese entonces, fue
esta: “Fuera de la iglesia no hay salvación”. Como, según ellos decían, no había otra iglesia
más que la católica, se seguía que había que ser católico, o de lo contrario, perderse.
13. La doctrina de las indulgencias y la venta de las mismas constituyó otra nueva y grave
desviación de las enseñanzas del Nuevo Testamento. Pero con la mira de que esa nueva
enseñanza fuese hecha efectiva, fue preciso introducir todavía, con carácter imperativo, otra
nueva doctrina, a saber, la de abrir tan gran crédito en el cielo, pero accesible a la tierra. Y así se
enseñó que las buenas obras poseían mérito para el logro de la salvación; que ese crédito o
depósito se podía acrecentar depositando algo a cuenta en él, del que también algo se podría
sacar o extraer.
La primera y más importante suma que figuraba en ese crédito de los cielos era, desde luego, la
obra de Jesús. Como Él nunca hizo mal alguno, no necesitó ninguna de sus buenas obras para sí
mismo, con el resultado de que todas ellas fueron a acrecentar el aludido depósito. Luego, en
adición a eso, se agregaron todos los sobrantes de las buenas obras que cada uno de los apóstoles
pudo necesitar para sí mismo, así como el exceso de las hechas por la gente piadosa de aquel
tiempo y las futuras generaciones, con lo cual se formó un enorme depósito.
Formado ese enorme fondo de buenas obras y puesto a la orden de la iglesia, ésta pudo disponer
de él según lo requirieran las necesidades de algún pobre y mortal pecador, echando mano de
aquel crédito, cuando la prudencia lo aconsejase, en beneficio del que lo necesitara. Tal es el
origen de la venta de las indulgencias.
La gente las podía comprar, ya para sí misma, ya para sus amigos y hasta para los deudos
difuntos. Los precios variaban en proporción a la falta cometida, o que hubiese de cometerse.
Esos precios llegaron a veces a extremos increíbles, como lo admiten los mismos católicos.
Algunas historias o enciclopedias dan una lista de los precios fijados según los diversos pecados
para la remisión de los cuales se vendían las indulgencias.

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14. Todavía fue necesaria otra nueva doctrina; imperativa para hacer las dos últimas
completamente efectivas. Esa nueva doctrina es la del llamado purgatorio, un lugar de estado
intermedio entre el cielo y el infierno, al cual todos deben ir para purificarse de todo pecado que
no sea mortal. Aun los santos deben pasar por el purgatorio y permanecer en él hasta ser
enteramente purificados por el fuego, excepto que logren ayuda procedente del crédito, antes
dicha cosa que sólo pueden lograr mediante las oraciones y pago de indulgencias que hagan y
den los vivos en favor de ellos. La venta de indulgencias es una desviación de las enseñanzas
del Nuevo Testamento y siempre conduce inevitablemente a otras.
15. Detengámonos ahora un momento para mostrar cuáles sean las principales
diferencias entre los católicos romanos y los griegos:
1. En cuanto a nacionalidad, los griegos son principalmente eslavos: los
que comprenden Grecia, Rusia, Bulgaria, Serbia, etc. Los romanos son
principalmente latinos; esa iglesia domina en Italia, Francia, España, y la
América del Sur, la Central, México, etc.
2. Los católicos griegos rechazan el bautismo por aspersión o afusión (o sea,
rechazan el rociamiento, porque ellos lo hacen todavía por inmersión); los
romanos, en cambio, practican el rociamiento únicamente, pretendiendo que
tienen derecho a cambiar la forma original bíblica, que era la inmersión.
3. Los griegos continúan practicando la comunión infantil; los romanos la
han abandonado, aunque la enseñaron en otro tiempo, como medio de
salvación.
4. Los griegos administran la comunión en ambas especies a los laicos,
dándoles no sólo el pan, sino también el vino; los romanos sólo les dan
el pan; el vino sólo lo toman los sacerdotes.
5. Los griegos tienen sacerdotes casados; los romanos prohíben a sus
sacerdotes contraer el matrimonio.
6. Los griegos rechazan el dogma de la infalibilidad papal; los romanos no
sólo la aceptan, sino que insisten en defenderla.
Tales son los principales puntos en que difieren esas dos iglesias; fuera de eso,
podrían marchar unidas. Otras diferencias entre ambas iglesias, son:
1. Los griegos celebran sus oficios EN LENGUA VULGAR;
2. No creen en la existencia del PURGATORIO;
3. Emplean en la comunión PAN LEUDADO;
4. No tienen en sus templos IMAGENES DE TALLA, sino cuadros o
pinturas.
16. Hemos llegado, en nuestras disertaciones, al siglo noveno. Seguiremos ahora con el décimo.
Es precisamente en ese siglo cuando tuvo lugar la separación entre las iglesias griega y romana.
Pronto veremos, a través de los siglos, otras nuevas leyes y doctrinas, así como nuevas y
encarnizadas persecuciones. (Véase Schaff-Hersogg, tomo 11, p. 901)
17. Llamo de nuevo la atención para aquellos a quienes atrapó la mano de hierro de la
persecución.

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Si, como parece aseverar la historia, perecieron cincuenta millones, víctimas de las
persecuciones, durante los mil doscientos años de la Edad del Oscurantismo, entonces murieron
a razón de cuatro millones cada cien años. Tal cifra casi sobrepasa los límites de lo concebible.
Como ya se ha dicho, esa mano de hierro, chorreando sangre de mártires, cayó implacable sobre
los paulicianos, los arnoldistas, los enriqueños, los petrobrusianos, los albigenses, los valdenses y
los ana-bautistas; y desde luego, sobre algunos de estos, se mostró mucho más dura. Pero
pasaremos rápidamente por esta horrorosa parte de nuestra historia. (La Ley de Dios,  por William
S. Plumer, autor presbiteriano, Harrisonburg, Virginia, E.U., Sprinkle Publications, 1996;
reimprimido de edición de 1864, página 450)
18. Hemos llegado a otro período bastante largo de concilios ecuménicos, pero éstos no fueron ni
continuos ni consecutivos. Con el correr de los años, hubo muchos concilios que no fueron
ecuménicos ni siquiera imperiales o de todo el imperio. Esos concilios fueron en gran parte
cuerpos legislativos, para anunciar o reformar alguna ley civil o religiosa. Pero ya asumiendo el
poder para hacer o imponer leyes religiosas al pueblo de Dios, actuaban en abierta oposición al
Nuevo Testamento.
Recuérdese que tales actos fueron realizados por una Iglesia sostenida por el Estado,
la que vive en alianza con un gobierno pagano, con el resultado de que se ha
paganizado más allá de lo que el gobierno se ha cristianizado.
19. Cuando un pueblo desecha el Nuevo Testamento, que contiene todas las normas
necesarias para dirigir la vida cristiana del individuo y de la iglesia, ese pueblo se ha
suicidado, arrojándose a un abismo sin límites.
(Nota del traductor: La iglesia de Cristo es una institución que no empezó sino hasta el Nuevo
Testamento. Entonces, sólo allí se encuentra el origen, reglas y prácticas de las iglesias del
Señor. Sin embargo, los bautistas verdaderos siempre han dicho que toda la Escritura es la
Palabra de Dios y es la única regla de fe y práctica, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo,
2 Timoteo 3:16-17. (La Confesión de Fe de Londres de 1689, Una Confesión Bautista, Capítulo 1, “Las Santas
Escrituras”)
Una ley errónea añadida a la Biblia muy pronto (sin que sea posible evitarlo) exigirá que se
añada otra, luego otra, después otra, sin solución de continuidad. Por eso fue que Cristo no dio a
sus iglesias ni a sus predicadores poderes legislativos. Es más, es por eso que el Nuevo
Testamento termina con estas significativas palabras: “Yo testifico a todo aquel que oye las
palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las
plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro”. (Apocalipsis 22:18-19)
Nota: Insertamos aquí, como entre paréntesis, esta cláusula, a manera de
amonestación: Que las iglesias bautistas tengan cuidado con las resoluciones
disciplinarias o de otra naturaleza que suelen aprobarse a veces en sus conferencias,
por el peligro que se corre de que a esas resoluciones se las considere como normas
para el gobierno de la iglesia.
20. El espacio limitado de este librito excluye la posibilidad de extendernos acerca de
estos concilios o asambleas legislativas; con todo, es necesario que digamos algunas
cosas acerca de ellos.
21. El primero de los concilios lateranenses u occidentales, convocados por los papas, fue
convocada por Calixto II en el año 1123. Estuvieron presentes alrededor de 300 obispos. En esta

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asamblea se decretó el celibato de los sacerdotes católicos romanos. Desde luego, no
intentaremos exponer todo lo tratado en estas asambleas.
22. Después, en el año 1139, bajo el pontificado de Inocencio II, se convocó otro de
estos concilios, especialmente para condenar a dos grupos de devotísimos cristianos,
conocidos como petrobrusianos y arnoldistas.
23. Alejandro III convocó todavía otro en el año 1179, cuarenta años después del anterior. En él
fueron condenados lo que ellos llamaron los “errores e impiedades” de los valdenses y de los
albigenses.
24. Treinta y seis años exactamente después del último, se convocó a otro por el papa Inocencio
III. Este se celebró en el año 1215, siendo, según parece, el más concurrido de estos grandes
concilios. Según la historia, en esta asamblea “estuvieron presentes 412 obispos, 800 abades y
priores, embajadores de la corte bizantina, y un gran número de príncipes y nobles”. Por lo mal
combinado de esta asamblea, ya puede comprenderse que no fueron asuntos espirituales
únicamente los que en ella se trataron.
En aquel entonces se promulgó la nueva doctrina de la transubstanciación que pretende
convertir el pan y el vino de la Cena del Señor en el verdadero cuerpo y sangre de Cristo,
después que el sacerdote pronuncia las llamadas palabras sacramentales. Fue esta doctrina, entre
otras, la que, siglos más tarde, sacudió a los adalides de la Reforma. Según ese dogma, todos los
que participan de la comunión comen realmente el cuerpo de Cristo y beben su sangre.
En esta asamblea parece que se originó un nuevo dogma, el de la confesión auricular,
consistente en la obligación de confesar los pecados de uno al oído del sacerdote.
Pero es probable que la más cruel y sanguinaria institución que registra la historia de la
humanidad, impuesta jamás a un pueblo, sea la conocida como la “Inquisición”, así como otros
tribunales destinados a averiguar y juzgar los casos de “herejía”.
El mundo está lleno de libros que condenan esa extrema crueldad. Sin embargo, esa institución
se originó y perpetuó por gente que pretendía ser guiada por el Señor.
Por lo que respecta a su barbarie, parece que no hay nada, absolutamente nada, en toda la
historia, que la sobrepase. Tan bárbara ha sido, que yo no me atrevería a describirla. Me limitaré,
pues, a remitir a mis lectores a algunos de los numerosos libros que tratan de la Inquisición, a fin
de que se enteren por sí mismos.
Pero como si no fuese ya bastante con la anterior, esta asamblea o concilio decretó
expresamente acabar con toda “herejía.” ¡Cuántas páginas luctuosas contienen la
historia del mundo, escritas a causa de esos horribles decretos!
25. En el año 1229, catorce años justos después de esa terrible asamblea, tuvo lugar otra más.
Ésta parece que no fue ecuménica. Se la conoce como el concilio de Tolosa. Probablemente, uno
de los asuntos más vitales de toda la historia del catolicismo fue promulgado en esa reunión. En
efecto, se decretó que la lectura de la Biblia, el libro de Dios, se prohibiese a todos los laicos,
excepto a los sacerdotes o altos dignatarios de la iglesia. ¡Qué decreto tan extraño en vista de la
clara enseñanza de la Palabra Divina, que dice: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros
os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí”! (Juan
5:39)
26. Todavía se convocó a otro concilio que habría de reunirse en la ciudad de Lión. Lo convocó
el Papa Inocencio IV en el año 1245. El objeto por el cual fue convocado parece que fue
principalmente para excomulgar al emperador Federico I de Alemania. La Iglesia Católica, la
novia adúltera que aceptó casarse con el Estado en el año 313, en días de Constantino el Grande,

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se halla convertida ahora en cabeza de la casa, y como tal dicta normas políticas a los gobiernos,
a la vez que pone reyes y reinas, o bien los depone, a su voluntad.
27. En el año 1274 fue convocado otro concilio con la mira de reunir de nuevo las dos
ramas, griega y romana, de la gran Iglesia Católica. Pero fracasa completamente en
lograr su propósito.
TERCER PERÍODO – Desde el año 1400 al 1600
1. Los tres siglos: quince, dieciséis y diecisiete, figuran entre los más memorables de
la historia de la humanidad, y muy especialmente, de la historia del cristianismo.
Dentro de la Iglesia Católica, tanto en la rama latina como en la griega, hubo una
continua revolución, cuyo objeto era el de lograr una reforma. Este despertar de la
conciencia religiosa, después de haber dormido por tanto tiempo, y el anhelo de una
genuina reforma, comenzó, en realidad, en el siglo trece, y hasta es posible que
comenzase un poco antes. La historia parece realmente insinuarlo así.
2. Retrocedamos un poco. La Iglesia Católica, con sus innumerables desviaciones de las
enseñanzas del Nuevo Testamento, sus muchas extrañas y crueles leyes, su estado moral
desesperadamente bajo, así como sus manos y ropas atestadas con la sangre de millones de
mártires, se había vuelto odiosa y sumamente repulsiva aún para muchos de sus mismos
adherentes, los cuales eran mucho mejores que su propio sistema de leyes, doctrinas y prácticas.
Varios de los mejores y más valientes y espirituales sacerdotes y dirigentes procuraron, uno tras
otro, con el mayor ardor, reformar las leyes y doctrinas más objetables y retornar, hasta donde
fuese posible, a las sencillas enseñanzas del Nuevo Testamento. Daremos de ello algunos
ejemplos notables. Fíjense entre tanto no sólo en los lugares donde se produjeron los primeros
chispazos, anunciadores de la reforma, y cuanto distaron unos de otros, sino también en los guías
de ese movimiento. Todos esos guías eran o habían sido sacerdotes o respetados católicos. Es
que todavía subsistía algo de bueno en medio de tanto mal. Es probable, sin embargo, que por
ese tiempo no quedase limpia ni una sola doctrina neo-testamentaria, esto es, que retuviese su
pureza original.
Fijémonos ahora en algunos de los reformadores y en los lugares donde trabajaron:
3. Conviene tener presente, sin embargo, que por espacio de muchos siglos antes de este gran
período reformista, hubo una crecida cantidad de personas notables que se rebelaron contra los
horribles extremismos de los católicos, y que procuraron sinceramente mantenerse leales a las
enseñanzas de la Biblia. Pero todo lo que estos dejaron tras sí fue un reguero de sangre.
Vamos ahora a dedicar unos momentos al estudio de ese notable periodo de la
Reforma:
4. Entre el año 1320 y 1384 hubo en Inglaterra un hombre que atrajo la atención del mundo
entero. Se llamaba Juan Wíclef. Éste fue el primero de los valientes que tuvieron el valor de
emprender una verdadera reforma dentro de la Iglesia Católica. En la historia se le alude muchas
veces con el nombre del “Lucero del Alba” de la Reforma. Se caracterizaba por una vida
fervorosa y útil. Fue tal su vida, que se requerirían varios tomos para escribir su historia. De ahí
que fuese odiado (odiado y temido a la vez) por los jerarcas católicos, quienes hicieron cuanto
pudieron por atraparlo y acabar con él. Pero felizmente no lograron su siniestro propósito, sino
que murió de parálisis. Pero el odio que los católicos le tenían era tan profundo que, años más
tarde desenterraron sus huesos, los quemaron y arrojaron sus cenizas al agua.
5. Siguiendo más o menos de cerca las huellas de Wíclef, apareció en escena Juan Huss (1373-
1415) ilustre hijo de la lejana Bohemia. La brillante luz del “Lucero del Alba” de Inglaterra
21
había penetrado en su alma, y respondido alegremente a ella. Fue la suya una vida esforzada y
memorable, pero lamentablemente corta. Huss, lejos de excitar la cuerda sensible de sus
correligionarios católicos, excitó el miedo, el odio y la oposición, a resultas de lo cual fue
quemado en la hoguera publica cual mártir de su propio pueblo, no obstante buscar el bien de
éste. Cierto que amaba a su Señor, pero también lo es que amaba a su pueblo. Sin embargo, él
fue uno de entre los muchos millones que hubieron de morir de la misma manera.
6. A continuación de Juan Huss, de Bohemia, aparece en escena un portentoso hijo de Italia, el
soberanamente elocuente Savonarola (1452-1498) nacido treinta y siete años después que Juan
Huss hubo sido quemado. Savonarola, a semejanza de Huss, aunque era católico devoto,
descubrió que los gobernantes de su patria, Italia, lo mismo que los de Bohemia, eran contrarios
a la reforma. Pero con su poderosa elocuencia consiguió despertar algunas conciencias y atraerse
considerable número de partidarios. Pero una verdadera reforma de la Jerarquía significaba la
ruina absoluta de las altas esferas de la iglesia. Y Savonarola, así como Huss, hubo de morir,
quemado en la hoguera publica.
Es posible que Savonarola haya aventajado sobremanera a los hombres más
elocuentes de aquel período; pero a pesar de su elocuencia, como atacaba a una
poderosa organización; y como la existencia de esa institución exigía que se opusiese
a la reforma, Savonarola hubo de morir.
7. Desde luego, al dar los nombres de los reformadores de este período, es necesario
que se excluyan algunos; y así sólo menciono aquellos a quienes se refiere la historia
con más frecuencia.
A continuación del pico de oro italiano, surgió el suizo Ulrico Zuinglio, nacido antes de que
Savonarola muriese. Zuinglio floreció entre los años de 1484 y 1531.
La idea de reforma se propaga ahora por todas partes. Los incendios que esta idea originó, se
producen al presente con más rapidez que nunca, y se extienden con gran celeridad, de tal
manera que resulta difícil extinguirlos; como que aún no había sido sofocado sino en parte el
provocado por Zuinglio, cuando otro más voraz que todos los restantes estalló en Alemania.
Zuinglio murió en el campo de batalla.
8. Martín Lutero, acaso el más notable de todos los reformadores de los siglos quince y
dieciséis, floreció entre los años de 1483 y 1546. Como puede verse por estas fechas, Lutero fue
realmente contemporáneo de Zuinglio; como que nació un año antes que éste, y murió quince
años después. Es probable, sin embargo, que sus grandes predecesores le hayan facilitado el
cumplimiento de su misión, y ello en una medida mucho mayor que la señalada por la historia.
Es más; mediante la dura experiencia de aquellos y luego más tarde en forma más acabada,
mediante la suya propia, comprendió que una reforma en regla dentro de la Iglesia Romana sería
completamente imposible, ya que se hubieran necesitado demasiados expedientes. El empleo de
uno exigiría otro, y éste, otro; y así, sucesivamente, hasta lo infinito.
9. De consiguiente, después de librar grandes batallas con los grandes jerarcas del catolicismo,
Lutero, auxiliado por Melancton y otros alemanes prominentes, fundó en el año 1530, más o
menos, una institución cristiana, enteramente nueva, conocida actualmente como la Iglesia
Luterana, la que pronto se convirtió en la Iglesia de Alemania. Fue esa la primera de las nuevas
fundaciones que salió directamente de Roma, que rompió con todo compromiso de fidelidad y
obediencia a la Madre Iglesia Católica (como la llaman) y que comenzó a existir con su distinta
identidad.

22
10. Pasando por alto, por ahora, a la Iglesia de Inglaterra, que es la que sigue en orden
a la luterana en cuanto a sus comienzos, continuaremos ocupándonos por un rato de la
Reforma en el continente.
Otro de los más grandes reformadores fue Juan Calvino (1509-1564). Aunque era francés, el
teatro de sus operaciones fue más bien Suiza. Fue éste un hombre muy capaz y dotado. Fue
asimismo contemporáneo de Lutero durante 30 años; y cuando Zuinglio murió, Calvino tenía 22
años de edad.
Calvino es el fundador de la Iglesia Presbiteriana; aunque hay historiadores que afirman que él
que la fundó fue Zuinglio. Hay más fuertes evidencias en favor de Calvino que de Zuinglio, pero
es incuestionable que los trabajos de Zuinglio y de Lutero hicieron que la tarea de Calvino le
resultara mucho más fácil. De consiguiente, en el año 1541 (pues, según parece, fue esa la
fecha), a los once años justos de haber fundado Lutero la Iglesia Luterana, comenzó a existir la
Presbiteriana.
En este caso, como en el de Lutero, el fundador fue un sacerdote católico reformado, o
que estuvo a punto de serlo.
Wíclef, Huss, Savonarola, Zuinglio, Lutero y Calvino son los seis grandes guías que
acaudillaron las fuerzas de la Reforma en las batallas contra el catolicismo, al que
golpearon hasta hacerlo trastabillar.
11. En el año 1560, diecinueve años después que Calvino fundó la Iglesia de Ginebra,
Juan Knox, discípulo de Calvino, estableció la primera Iglesia Presbiteriana en
Escocia; y treinta y dos más tarde, en el año 1592, esa misma Iglesia Presbiteriana se
transformó en Iglesia del Estado Escocés.
12. Durante estas recias luchas en favor de la Reforma, muchos ana-bautistas prestaron su ayuda
a los reformadores. Aquellos, creyendo y esperando hallar algún alivio a su dura suerte, salieron
de sus escondites y lucharon denodadamente al lado de los reformadores; pero pronto sufrieron
un terrible desengaño. En adelante, tuvieron que vérselas con otros dos enemigos: los luteranos y
los presbiterianos, que al salir del catolicismo, llevaron consigo muchos de los males que
caracterizaban a éste, entre otros, su idea de una Iglesia del Estado. De ahí que muy pronto se
convirtiesen una y otra denominación en Iglesias del Estado. Ello hizo que las dos pronto se
ocuparan en la empresa de perseguir a otros, aunque sin llegar a los extremos de su católica
madre.
Triste y horrible fue la suerte de estos pacientísimos ana-bautistas. Ahora el mundo ya no les
ofrece ningún lugar seguro donde puedan ocultarse. Ahora cuatro implacables perseguidores
siguen furiosos atrás de ellos. Seguramente les tocó a ellos dejar un rastro de sangre.
13. Durante este mismo período, surgió otra denominación, no en el continente, sino en
Inglaterra, la cual precedió en varios años a la Presbiteriana. Su origen no se debió tanto a la idea
de reforma (aunque ésta facilitó su aparición) en cuanto a una ruptura o división en las filas
católicas. Esta fue más semejante a la división o cisma que se produjo en el año 869, cuando los
católicos orientales se separaron de los occidentales, distinguiéndose ambas iglesias desde
entonces en la historia con los nombres de Iglesia Católica Griega e Iglesia Católica Romana.
La división a que nos referimos ahora ocurrió más o menos de esta manera:
El rey Enrique VIII de Inglaterra se había casado con Catalina de Aragón; pero
desgraciadamente, poco tiempo después, su inquieto corazón se prendó de Ana Bolena; por esta
causa, quiso divorciarse de Catalina, para casarse con Ana. Pero en aquel entonces no era nada
fácil lograr divorciarse; sólo el Papa podía conceder el divorcio; y como él, por especiales
23
motivos, rehusó otorgarlo, Enrique se sintió profundamente apenado. Pero considerando que era
rey, se creyó autorizado para hacer lo que le viniese en gana.
Su primer ministro (que en ese tiempo era Tomás Cromwell) se burló del rey, diciéndole: ¿Por
qué se somete a la autoridad papal a ese respecto? Enrique aceptó la sugestión, y se constituyó a
sí mismo cabeza de la Iglesia de Inglaterra. Tal fue el origen de esa nueva iglesia. Ese paso se
dio en el año 1534 ó 1535. Por el momento, ningún cambio de doctrina se hizo; todo se redujo a
desconocer y sacudir la autoridad del Papa. La verdad es que Enrique nunca llegó a ser realmente
un protestante sincero, como lo demuestra el hecho de que murió en la fe católica.
14. Pero esta división trajo como resultado un notable cambio, o reforma. En efecto, si bien fue
imposible reformar la Iglesia Católica bajo la autoridad papal, sin salir de ella, como ocurrió en
el caso de Lutero y de otros, ello fue posible después de la antes dicha división; y
así, Cramer, Latimer, Ridley y otros introdujeron algunos cambios notables; pero esos cambios
los pagaron muy caros más tarde, cuando María la Sanguinaria, hija de la repudiada Catalina,
ascendió al trono de Inglaterra y restableció el catolicismo, con el Papa a la cabeza. Esa terrible y
espantosa reacción terminó al fin de los cinco azarosos y sangrientos años que duró el reinado de
María. Muchas fueron las cabezas que cayeron bajo la sangrienta hacha de esa soberana, pero, al
final, también cayó la suya.
Como el pueblo inglés le había tomado gusto a la libertad, cuando Isabel, hija de Ana
Bolena (por causa de la cual se había Enrique divorciado de Catalina) ascendió al
trono, la Iglesia de Inglaterra sacudió una vez más el yugo papal, y fue restablecida de
nuevo.
15. De esta manera, antes de fines del siglo dieciséis, había cinco iglesias sostenidas por el
Estado: Iglesia Ortodoxa Griega, Iglesia Católica Romana, Iglesia de Inglaterra (anglicana),
Iglesia Luterana e Iglesia de Escocia, actualmente conocida como Iglesia Presbiteriana. Todas
ellas se mostraron implacables en su odio y persecución de los llamados ana-bautistas, valdenses
y demás iglesias separadas que no habían tenido jamás relación alguna con los católicos. La gran
ayuda que habían prestado durante las luchas de la Reforma había sido echada en olvido o ya se
ignoraba enteramente, con el resultado de que muchos millares más de separados, incluso
mujeres y niños, perecían cada día a consecuencia de las interminables persecuciones. De esa
forma, la gran esperanza despertada por la Reforma resultó una sangrienta desilusión. Los que
quedaron hallaron refugio no muy seguro en los amigables Alpes y en otros ocultos lugares del
mundo.
16. Estas tres nuevas iglesias separadas de Roma o salidas de ella, retuvieron muchos
de sus errores más dañosos. He aquí algunos de ellos:
1. Gobierno prelaticio; pues sólo difiere en la forma
2. Iglesia sostenida por el Estado
3. Bautismo infantil
4. Bautismo por aspersión o afusión (rociamiento)
5. Creencia en la regeneración bautismal (por parte de unas de las nuevas
iglesias, pero también por parte de las otras, según muchos de sus
historiadores)
6. La persecución de otros (al menos durante algunos siglos)
17. Al principio, todas las iglesias del Estado se perseguían unas a otras, lo mismo que a
cualquier otra; pero en un concilio celebrado en Augsburgo en 1555, se firmó un tratado de paz,

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conocido como la Paz de Augsburgo, entre los “católicos” por un lado, y los “luteranos” por el
otro, en virtud del cual se comprometían a no perseguirse unos a otros. “Dejadnos en paz”,
decían, “y nosotros haremos lo propio con vosotros”. Para los católicos, luchar contra los
luteranos significaba la guerra en Alemania; y para los luteranos, luchar contra los católicos o
perseguirlos, significaba la guerra con todos los países donde los católicos predominaban o eran
mayoría.
18. Pero las persecuciones no cesaron entonces. De los odiados ana-bautistas, llamados ahora
bautistas, no obstante todas sus anteriores persecuciones y el hecho horroroso de que habían ya
muerto cincuenta millones de mártires, todavía existía número considerable de ellos.
En este mismo período se vio algo verdaderamente inaudito. En un solo camino europeo se
colocaron estacas a pocos pies de distancia unas de otras, en un trayecto de unos cincuenta
kilómetros, y en la aguzada punta de cada una, fue colocada la ensangrentada cabeza de un
mártir ana-bautista.
La imaginación apenas puede describir una escena tan horrorosa, perpetrada, sin
embargo, por un pueblo que se llamaba a sí mismo seguidor del manso y humilde
Jesús.
19. Recuérdese que los católicos no miran la Biblia como la única regla y guía de fe y de
conducta para ellos. Afirman, sí, que es infalible, pero que hay otras normas de tanta autoridad
como ella, a saber, los escritos de los padres y los decretos de la Iglesia Católica o las
declaraciones del Papa infalible.
He aquí que nunca se pudo celebrar un debate satisfactorio entre un católico y un protestante o
un bautista, porque nunca se pudo llegar a un acuerdo final. Lo que es con los católicos, no es
posible zanjar ninguna cuestión empleando únicamente la Biblia.
20. Tomemos, como ejemplo, la cuestión del bautismo y la autoridad final tocante al acto y al
modo de celebrarlo. Ellos dirán que la Biblia enseña, sí, sin lugar a dudas, el bautismo y que
también enseña que debe practicarse por inmersión únicamente. Pero por otra parte pretenden
que a su infalible iglesia le asistió perfecto derecho para cambiar la inmersión por la aspersión
o la afusión (el rociamiento); pero que otros no tienen ese derecho o autoridad, sino sólo el
Papa, por ser infalible.
21. Bueno será que llamemos aquí la atención a algunos hechos relacionados con la
Biblia, ocurridos durante estas horribles centurias.
Téngase presente que la Biblia no estaba impresa en el dado caso que la imprenta se hubiese
inventado. Tampoco había papel para escribirla, sino el pergamino (hecho de piel de cabra y de
oveja) y el papiro (fabricado con la médula de cierta planta llamada de ese nombre) era el
material usado para escribir. De ahí provenía que un libro tan grande como la Biblia, escrito a
mano con un estilo, no con una pluma como las que hoy se usan, fuese probablemente demasiado
voluminoso, para que un hombre lo pudiese llevar fácilmente consigo. Y así, por lo que se sabe,
nunca hubo más de unas treinta Biblias completas en todo el mundo. Muchas partes de ella,
como por ejemplo: los libros de Mateo, Marcos, Lucas, Juan o los Hechos, o las Epístolas, o el
Apocalipsis o del Antiguo Testamento, sí, eran comunes.
Uno de los más grandes milagros que registra la historia universal, según mi manera de pensar,
es la unanimidad del pueblo de Dios en creer los principales artículos de la fe cristiana. Claro
está que eso se debe a la acción directa de Dios.
¡Cuán glorioso es el que todos tenemos ahora un ejemplar de toda la Biblia en nuestra
propia lengua!

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22. Bueno será también que todos nos detengamos a considerar otro hecho vital relacionado con
la Biblia. En la precedente disertación ya se ha mencionado como de paso, de ahí que convenga
traerlo de nuevo aquí a colación. Se trata de la decisión tomada por los católicos en el concilio de
Tolosa, en el año 1229, cuando se acordó prohibir la lectura de la Biblia, la Palabra de Dios,
a la vasta mayoría de sus adeptos, los laicos. Y conste que yo no hago sino referir aquí lo que se
expresó en aquel concilio. No hace mucho, me dijo un católico: “Nuestro propósito al hacer eso
no es otro que el impedir que cada uno la interprete según su criterio particular”. ¿No sería
realmente singular el que Dios hubiese escrito un libro para su pueblo y que luego no quisiese
que ese mismo pueblo lo leyese? Sin embargo, según ese mismo libro, en el día del juicio todos
serán juzgados de acuerdo con sus enseñanzas. No es extraño que ese libro diga: “Escudriñad
las Escrituras, porque en ellas creéis tener la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de
mí”. (Juan 5:39) ¡Cuán terrible es la responsabilidad asumida por los católicos sobre ese
particular!
CUARTO PERÍODO – Siglos 17, 18 y 19
1. Esta disertación principia con los comienzos del siglo diecisiete. Hemos pasado
muy aprisa por muchos eventos importantes de la historia del cristianismo, pero la
necesidad nos obligó a ello.
2. Este período de tres siglos comienza con el origen de una denominación enteramente nueva: la
Iglesia Congregacionalista. Es justo decir que algunos historiadores le asignan como fecha de su
comienzo el año de 1602. Sin embargo, Schaff-Herzogg, en su Enciclopedia, fija su principio
mucho más antes, en el siglo dieciséis, haciéndola contemporánea de la Iglesia Luterana y
Presbiteriana. Como durante el gran movimiento reformista, muchos que salieron de Roma no
estaban satisfechos con la magnitud de la reforma realizada por Lutero y Calvino, ni con el
gobierno prelaticio, resolvieron retornar a la idea democrática del Nuevo Testamento, sostenida
durante quince siglos por los que se habían negado a entrar en la Jerarquía creada por
Constantino.
3. Como la contención de esta nueva denominación tocante a la reforma en ese
particular fue terminante, le acarreó una acerba persecución de parte de los católicos,
los luteranos, los presbiterianos y los anglicanos, es decir, de todas las iglesias
sostenidas por el Estado.
Pero estos mismos congregacionalistas retuvieron muchos errores inventados por los católicos,
como ser: el bautismo infantil, la afusión o aspersión (el rociamiento) como forma de
bautismo; finalmente, adoptaron y practicaron en grado extremo la idea de la Unión de la Iglesia
y el Estado. Es más: después de refugiarse en América ellos también se transformaron en crueles
perseguidores.
4. El nombre de “independientes” o “congregacionalistas”, como ahora se llaman, se deriva de su
sistema de gobierno en la iglesia. La Enciclopedia de Schaff Y Herzogg contiene algunos de los
principios que distinguen a los congregacionalistas ingleses. Helos aquí:
1. Que Jesucristo es la única cabeza de una iglesia, y la Palabra de Dios su
único estatuto
2. Que las iglesias visibles son asambleas distintas compuestas de hombres
piadosos, separados del mundo con fines puramente religiosos, y no
deben confundirse con el mundo

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3. Que estas iglesias separadas tienen plenos poderes para elegir sus
propios ministros y demás servidores, y para mantener su propia
disciplina
4. Que con respecto a su régimen interno, cada iglesia es independiente de
todas las demás, lo mismo que de toda intervención del Estado en sus
asuntos
5. ¡Cuánto difieren estos principios de los del catolicismo y hasta de los del
luteranismo, del presbiterianismo, o del episcopalismo (la Iglesia de Inglaterra)! Y,
¡cuán semejantes son a los de los bautistas de hoy y de todos los siglos pasados, y a
las enseñanzas originales de Cristo y sus apóstoles!
6. En el año 1611 apareció la versión inglesa de la Biblia del Rey Jaime. Hasta entonces nunca se
le había proporcionado al pueblo la Palabra de Dios con tanta amplitud.
Cosa notable, desde que se comenzó a esparcir la Palabra de Dios en gran escala, comenzó
también la declinación del poder papal; también comenzó a tomar cuerpo, después de muchos
siglos, la idea de la libertad religiosa.
7. En el año 1648, se firmó el tratado de paz de Westfalia. Entre otras cosas
resultantes de ese pacto de paz, se halla el triple acuerdo entre católicos, luteranos y
presbiterianos, de no perseguirse ya más los unos a los otros.
Las persecuciones entre esas denominaciones significaban la guerra con los gobiernos que las
apoyaban. Pero los otros cristianos, especialmente los ana-bautistas, continuaron siendo
hostigados por esas denominaciones con la misma dureza que antes, siendo objeto de persistente
persecución.
8. Durante todo el siglo diecisiete, la persecución contra los valdenses, los ana-bautistas y los
bautistas (pues ahora el “ana” fue abandonado en algunas partes) prosiguió siendo sumamente
severa: en Inglaterra, por la Iglesia Anglicana, como los atestiguan Juan Bunyan y muchos
otros; en Alemania, por los luteranos; en Escocia, por la Iglesia Escocesa o Presbiteriana; en
Italia, Francia y en todas partes donde el papismo predominaba, por los católicos. Ahora mismo,
no hay paz para los que no concuerdan con las Iglesias del Estado, o con alguna de ellas.
9. Un hecho importante, bien establecido por historiadores fidedignos, es el de que ya
en el siglo cuarto, los que rehusaban entrar en la Jerarquía y se negaban a aceptar
como válido el bautismo de los bautizados en la infancia, y la doctrina de la
regeneración bautismal, y exigían el rebautizo a los que, procedentes de la iglesia de
la Jerarquía, querían unirse con ellos eran llamados “ana-bautistas”; no importa cual
fuese el nombre que llevasen, eran siempre designados por ese sobrenombre.
Pero cerca del siglo dieciséis, el prefijo “ana” fue eliminado, quedando tan sólo el de “bautistas”.
Desde entonces, todos los otros nombres desaparecieron.
No cabe duda de que si Bunyan hubiese vivido en una época anterior a la que vivió,
sus seguidores habrían sido llamados “Bunyanistas” o “Ana-bautistas”. Hasta es muy
probable que fuesen designados con ambos nombres, como lo fueron otros que le
precedieron.
10. El nombre “bautista” es un apodo, el cual les fue dado por sus enemigos (excepto que les
haya sido dado por el mismo Salvador cuando se refirió a Juan como “el Bautista”). Hasta el
presente, ese nombre nunca ha sido adoptado oficialmente por ningún grupo de bautistas. Sin

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embargo, ha adquirido fijeza, siendo aceptado con gusto y llevado con orgullo, pues es muy
adecuado. Fue ese el nombre que distinguió al precursor de Cristo, el primero en enseñar la
doctrina que los bautistas actualmente sostienen.
11. Citaré ahora una declaración muy importante de la Enciclopedia de Schaff y Herzogg, tomo
1, p. 210, artículo Historia de los Bautistas en Europa:
“Los bautistas aparecieron primeramente en Suiza por el año de 1523, donde fueron perseguidos
por Zuinglio y los papistas. Entre los años de 1525 y 1530, se los encuentra constituidos en
grandes iglesias muy bien organizadas en el Sur de Alemania, en el Tirol y en la Alemania
Central. En todos esos lugares, sus vidas fueron amargadas con las persecuciones.”
(Nótese bien, que todo esto es anterior a la fundación de las iglesias protestantes –
luterana, episcopal, o presbiteriana).
Continuemos citando:
“La moravia había prometido un hogar de mayor libertad; eso hizo que muchos bautistas
emigrasen allá, pero sólo para encontrarse con sus esperanzas desvanecidas. Después del año
1534, son numerosos en el Norte de Alemania, en Holanda, Bélgica y en las provincias valonas.
Todavía se multiplicaron durante el gobierno del duque de Alba, en los Países Bajos, donde
demostraron gran celo misionero”.
Fíjense en la expresión “celo misionero”. Y, ¡piense! ¿Por qué será que haya gente que diga que
los primitivos bautistas eran anti-misioneros?
¿De dónde vinieron esos bautistas? Desde luego que no salieron de entre los católicos durante la
Reforma, puesto que antes de ese movimiento ya tenían grandes iglesias.
12. Por ese asunto de vital importancia, notemos los siguientes cambios religiosos que
tuvieron lugar en Inglaterra en el transcurso de los siglos:
El Evangelio fue llevado a las Islas Británicas por los apóstoles; esas islas continuaron siendo
apostólicas en su religión hasta que se hubo creado la Jerarquía, a principios del siglo IV; en
realidad, hasta un siglo después de ese acontecimiento. Luego cayó bajo el poder de la Jerarquía,
la que se fue convirtiendo rápidamente en la Iglesia Católica. Y así, católica, se mantuvo como
religión del Estado, hasta el cisma de los años 1534-1535, ocurrido durante el reinado de Enrique
VIII. Entonces comenzó a llamarse Iglesia de Inglaterra. Dieciocho años más tarde, durante el
reinado de María la Sanguinaria, Inglaterra volvió al catolicismo, al que siguió un sangriento
período de cinco años, del año 1553 al 1558. Luego ascendió al trono su media hermana Isabel,
hija de Ana Bolena, en el año 1558. Los católicos fueron nuevamente desalojados, y la Iglesia
Anglicana volvió a ser restablecida; y así siguieron las cosas por espacio de un siglo, más o
menos, hasta cuando la Iglesia Presbiteriana logró predominar por un corto tiempo. Y de allí
pareció posible que podría establecerse la Iglesia Presbiteriana como Iglesia de Inglaterra así
como de Escocia. Sin embargo, después de la época de Oliverio Cromwell, la Iglesia Anglicana
resurgió de nuevo y ha continuado siendo desde entonces la Iglesia del Estado.
13. Obsérvese como se fue disminuyendo gradualmente en Inglaterra lo duro y cruel
de las persecuciones religiosas de la Iglesia del Estado, realizadas durante más de un
siglo:
1. El primer decreto de tolerancia apareció en el año 1688, ciento cincuenta y cuatro
años después de la fundación de esta iglesia. Por ese decreto, se permitía el
ejercicio de todos los cultos, con excepción del católico y el unitario.

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2. El segundo decreto, del mismo tenor, se publicó en el año 1778, ochenta y nueve
años después del anterior. Por ese decreto se permitía también a los católicos el
ejercicio de su culto, pero se excluía a los unitarios.
3. El tercer decreto de tolerancia se promulgó en el año 1813, treinta y cinco años
más tarde que el precedente. Éste incluía a los unitarios.
4. En los años 1828-1829 fue promulgado el decreto conocido como el
“decreto de ensayo”, por el cual se concedía a los separados de la Iglesia
Anglicana acceso a los empleos públicos y aún a los cargos
parlamentarios.
5. En los años 1836-1837 y 1844 se realizaron los decretos de “inscripción” y de
“matrimonio”. En virtud de esos dos decretos se les reconocía validez a los
bautismos y matrimonios celebrados por los separados.
6. En el año 1854 apareció “la Ley de Reforma”. Por esta ley, se les abrían las
puertas de las universidades de Oxford y Cambridge a los estudiantes disidentes.
Anteriormente, ningún hijo de disidente podía entrar en ninguna de esas dos
grandes instituciones.
14. Tal ha sido el avance del progreso hacia la libertad religiosa en Inglaterra. Pero es probable
que estén en lo cierto los que dicen que no puede haber verdadera libertad religiosa en un país
donde existe una religión del Estado. Cuando más habrá tolerancia religiosa, lo cual dista mucho
de la libertad. Mientras haya en un país una denominación religiosa sostenida por el gobierno
con exclusión de todas las demás, no será posible la absoluta libertad religiosa ni la igualdad.
15. A principios del siglo dieciocho nacieron en Inglaterra tres niños que estaban destinados a
ejercer grande y perdurable influencia en el mundo. Esos niños fueron Juan y Carlos Wesley,
y Jorge Whitfield.
Juan y Carlos nacieron en Epworth (de ahí proviene el nombre de Liga Epworth); el
primero nació el 28 de junio de 1703; y el segundo, el 29 de marzo de 1708. Jorge
Whitfield nació en Gloucester, el 29 de diciembre de 1714.
No es posible contar aquí la historia de la vida de estos señores, aunque valdría la
pena contarlas aún repetidamente.
Estos tres jóvenes fueron, andando el tiempo, los padres y fundadores del Metodismo. Los tres
eran miembros de la Iglesia Anglicana, quienes estudiaban en Oxford para ser ministros de esa
Iglesia. Sin embargo, no eran entonces todavía convertidos a Dios, lo cual no era nada extraño
entre el clero inglés. (En esa época se llamaban cristianos y miembros de la iglesia desde su
bautismo infantil y los padres frecuentemente decidieron que carrera habían de seguir sus hijos).
Pero más tarde, esos tres jóvenes experimentaron una genuina y maravillosa conversión.
16. A lo que parece, ellos no deseaban fundar una nueva denominación. Lo que más bien
deseaban (y por ello lucharon con gran esfuerzo) era un gran avivamiento de la religión en toda
su pureza, y una reforma en la Iglesia de Inglaterra. Tal fue lo que procuraron con ahínco en
Inglaterra y América.
Pero su iglesia no tardó en cerrarles las puertas, de ahí que celebrasen sus reuniones al aire libre
y en casas particulares o, como en el caso de Whitfield, en los templos de otras denominaciones.
Whitfield era tan elocuente que atraía mucho la atención por donde quiera que iba.

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17. La fecha precisa de la fundación de la Iglesia Metodista es difícil de precisar. Está fuera de
duda, sin embargo, que el Metodismo es más antiguo que la iglesia de ese nombre. Pues antes de
que esos tres jóvenes dejasen la universidad, ya se los calificaba de metodistas.
Sus primeras agrupaciones fueron llamadas “sociedades”; y su primera conferencia fue realizada
en Inglaterra, en el año 1744. La Iglesia Metodista Episcopal se constituyó en América
oficialmente y definitivamente, en la ciudad de Baltimore, en el año 1784. Desde entonces, ha
crecido de una manera realmente maravillosa.
Sin embargo, los fundadores del Metodismo, al salir de la Iglesia Anglicana, llevaron consigo un
número de errores de la madre y la abuela; por ejemplo, siempre retienen la idea del episcopado
(o sea, el gobierno de prelados); y a causa de ello tuvieron muchas luchas y desacuerdos
internos; y a lo que parece, todavía habrá otras. También tenía el bautismo infantil y la
aspersión (el rociamiento) como forma de administrarlo.
Sin embargo, tenía algo que no trajeron consigo al salir del anglicanismo, y ello era
una genuina religión espiritual.
18. El 12 de septiembre de 1788 nació en Irlanda un niño que estaba destinado, con el pasar del
tiempo, a producir una gran agitación religiosa en algunas partes del mundo, y a ser el fundador
de una nueva denominación religiosa. Ese niño fue Alejandro Campbell, hijo de Tomás
Campbell, ministro presbiteriano, quien se trasladó a América en el año 1807. Pero Alejandro, su
hijo, a causa de hallarse entonces cursando sus estudios de universidad, se le unió más tarde.
Como sus opiniones religiosas experimentaron un gran cambio, la familia Campbell dejó a los
presbiterianos y se constituyó un cuerpo independiente llamado “Asociación Cristiana”,
conocida como “Iglesia de Brush Run”. En el año 1811, adoptaron la inmersión como forma de
bautismo, y lograron persuadir a un predicador bautista que los bautizase, pero con la expresa
condición de que no se unirían a la Iglesia Bautista. Y así, padre, madre e hijo fueron bautizados.
En el año 1813, su independiente iglesia se unió a la Asociación Bautista de Red Stone (de la
Piedra Roja). Diez años más tarde, a causa de una controversia, dejaron esa asociación y se
unieron a otra; pero como continuaron las disputas, también dejaron esa asociación. Es de
justicia decir que ellos nunca habían sido bautistas, ni nunca pretendieron serlo, hasta donde lo
demuestran las memorias que yo he podido consultar.
19. No sería yo enteramente fiel a la historia cristiana y muy especialmente a la de los bautistas,
si no dijera algo en estas disertaciones acerca de Juan Bunyan, en cierto sentido uno de los
hombres más célebres de la historia de Inglaterra y aun del mundo entero, ya como predicador
bautista, ya como preso durante doce años, en la cárcel de Bedford (por predicar el evangelio),
ya como autor del libro más célebre y de más circulación en el mundo, después de la Biblia: El
Progreso del Peregrino, escrito mientras estuvo encarcelado. El Sr. Juan Bunyan es uno de los
ejemplos más notables de lo cruel de la persecución religiosa.
¿Y qué diremos del relato acerca de María Bunyan la cieguecita hija de nuestro héroe, relato que
debiera figurar en los anaqueles de todas las bibliotecas de las Escuelas Dominicales? Esa
biografía estuvo agotada mucho tiempo, pero creo que ahora se está reimprimiendo. Casi me
atrevo a desafiar a cualquier hombre, mujer, niño o niña a que no es capaz de leerla sin derramar
alguna lagrima.
20. Otra cosa acerca de la cual es preciso decir a1gunas palabras, cuando menos, es la
referente a Gales y a los bautistas de ese país.
Uno de los relatos más conmovedores de la historia del cristianismo es precisamente el de los
bautistas de Gales. Los bautistas de los Estados Unidos deben mucho más a sus hermanos del
país de Gales de lo que muchos de nosotros nos figuramos.

30
En efecto, hubo algunas Iglesias Bautistas en aquel país que emigraron en masa a los Estados
Unidos. (Orchard, p. 21-23; Ford, cap. 2)
21. El relato de los orígenes de la obra cristiana en Gales es sobremanera fascinante; y a lo que
parece, es verídico. Esa historia se remonta a los tiempos del Nuevo Testamento. (Hechos,
28:30-31; 2 Timoteo 4:21)
El relato de Claudia y Pudente, en el que se refiere su visita a Roma y la conversión
de ambos a Cristo bajo la predicación de Pablo; y como luego regresan a Gales, su
patria, a donde llevan el evangelio, es sorprendentemente interesante.
Pablo ganó con su predicación a Claudia y a Pudente en el año 63. Estos, a su regreso a Gales,
llevaron consigo a otros, y a dos predicadores. De esta forma, llevaron el evangelio a Inglaterra
y, en especial, a Gales. Cuanto hayan ayudado los bautistas de Gales a los de los Estados Unidos,
es de difícil apreciación.
QUINTO PERÍODO – La Religión en los Estados Unidos
1. Mediante los españoles y otras razas latinas, los católicos llegaron a ser los primeros
representantes de la religión cristiana en la América del Sur y la Central. Pero en la del Norte,
con la excepción de México, nunca alcanzaron fuerte superioridad.
En el territorio que hoy comprenden los Estados Unidos, fuera de las partes que
fueron de México, nunca fueron bastantes fuertes, ni aun durante el período de la
colonización, como para lograr el apoyo oficial del Estado.
2. Comenzando con la época colonial, a principios del siglo diecisiete, las primeras
colonias se establecieron en Virginia, y algo más tarde, en el territorio conocido ahora
como los Estados de Nueva Inglaterra.
Las persecuciones religiosas o, hablando con más propiedad, irreligiosas, en Inglaterra
y en el Continente fueron las principales causas de que se estableciesen las primeras
colonias en el territorio de los Estados Unidos.
Entre los primeros grupos de inmigrantes, con excepción del grupo del año 1607 y los conocidos
como los “peregrinos” del año 1620, había dos grupos, uno llamado de los “puritanos”, que se
componía de congregacionalistas. El gobernador de su colonia era Endicott. El otro grupo era de
presbiterianos. Entre estos dos grupos había, sin embargo, un número de cristianos que tenían
opiniones diferentes, que también buscaban escapar de la persecución.
3. Estos refugiados congregacionalistas y presbiterianos fundaron distintas colonias, y en ellas
establecieron sin tardanza, con fuerza de ley, sus peculiares creencias religiosas. En otras
palabras, el congregacionalismo y el presbiterianismo fueron declarados, con carácter legal, las
formas religiosas respectivamente de los congregacionalistas y de los presbiterianos, con
exclusión absoluta de todas las demás creencias religiosas.
Pero cosa notable, estos mismos que apenas acaban de salir huyendo, de la madre
patria, con las sangrientas marcas de la persecución aun frescas, para buscar un
refugio en una nueva tierra de libertad, no bien se establecen en sus respectivas
colonias, cuando niegan la libertad religiosa a los que disienten de ellos, y observan
los mismos métodos de cruel persecución con ellos, y por modo especial con los
bautistas.
4. Las colonias del sur de Virginia y las de la Carolina del Norte y del Sur estaban constituidas
principalmente por adherentes de la Iglesia de Inglaterra, con el resultado de que las doctrinas y
prácticas peculiares de esa iglesia constituyeron la religión oficial de esas colonias. De esta

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manera, en las nuevas tierras de América, a donde muchos otros congregacionalistas,
presbiterianos y episcopales habían venido, creyendo disfrutar del derecho de adorar a Dios
según los dictados de su conciencia, pronto hubo tres Iglesias del Estado. De consiguiente, no
había libertad religiosa sino únicamente para los que sostenían la autoridad del Estado. Como se
ve, las hijas de Roma siguen las sangrientas huellas de su madre; y su reforma está muy lejos
todavía de ser completa.
5. Entre los que emigraron a América había muchos bautistas dispersos, llamados todavía por
algunos “ana-bautistas”. Es probable que en cada barco destinado a América se encontrasen
algunos. Pero, en general, llegaban al nuevo mundo en pequeños grupos; jamás en grandes
colonias, porque no se les permitiría viajar en esa forma. Sin embargo, continuaron llegando;
tanto que antes de que las colonias se establecieran completamente, los bautistas ya eran
numerosos en todas partes. Pero muy pronto comenzaron a sentir la mano dura de las tres
Iglesias del Estado.
Por el simple hecho de predicar el evangelio, rehusar bautizar a sus hijos, oponerse al
bautismo infantil y otras cosas inaceptables para sus conciencias, eran arrestados, encarcelados,
multados, azotados y expulsados, y sus propiedades confiscadas. ¡Y todo eso en América! Podría
alegar muchos ejemplos, pero me limitaré a dar unos cuantos.
6. No habían transcurrido aun veinte años desde que se había fundado la Colonia de la Bahía de
Massachusetts, cuya iglesia oficial era la Congregacional, cuando aprobaron una ley contra los
bautistas y otros disidentes. He aquí un ejemplo de tales leyes:
“Ordenamos y disponemos que si alguna persona, dentro de nuestra jurisdicción, condenare
públicamente el bautismo de infantes, o se opusiere a él, o anduviere en secreto seduciendo a
otros para que condenen tal práctica, o se saliere de la congregación en el momento de
administrarse ese rito… después de dársele tiempo y de procurar persuadirla, si no se corrige,
será desterrada”. Esta ley fue dictada especialmente contra los bautistas.
7. El resultado fue que Rogerio Williams y otros más fueron expulsados. Ser expulsado de
aquellas colonias en aquellos días era cosa gravísima, ya que ello significaba tener que ir a vivir
entre los indios. Pero felizmente Williams fue recibido amablemente por ellos, entre quienes
vivió largo tiempo.
La residencia de Williams entre los indios resultó providencial para la colonia que lo
había expulsado, ya que debido a su influencia y a sus ruegos, pudo evitar que
aquellos indígenas destruyesen dicha colonia. De esta manera Williams devolvió a sus
enemigos bien por mal.
8. Rogerio Williams, más tarde, juntamente con otros, algunos de los cuales habían sido, como
é1, expulsados de aquella y de otras colonias, entre los cuales se contaba Juan Clarke,
predicador bautista, decidieron fundar una colonia para ellos. Verdad es que no tenían autoridad
legal de Inglaterra para hacer tal cosa; con todo, creyeron que ese paso era más aconsejable, bajo
las presentes circunstancias, que tratar de vivir en las colonias existentes, bajo las horribles
restricciones religiosas a que tendrían que someterse, de vivir en ellas.
Habiendo, pues, hallado una pequeña extensión de tierra que ninguna de las colonias
existentes reclamaba como suya, se establecieron en ella, la que se conoce ahora como
Rhode Island.
Eso ocurrió en el año 1638, diez años después de la fundación de la Colonia de la Bahía de
Massachusetts. Pero sólo quince años más tarde, en el año 1663, pudieron obtener la autorización
real.

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9. En el año 1651 Rogerio Williams y Juan Clarke fueron enviados por la Colonia a Inglaterra
para conseguir, si fuera posible, la autorización real para el establecimiento legal de la Colonia.
Cuando llegaron a Inglaterra ejercía el gobierno Oliverio Cromwell, pero por alguna causa que
se ignora, no accedió a su pedido. Entonces Rogerio Williams regresó a América, quedando Juan
Clarke en Inglaterra para continuar las gestiones. Pasaban los años, y Clarke seguía esperando.
Por último, Cromwell perdió su cargo, y Carlos II subió al trono de Inglaterra.
Aunque la historia considera a ese monarca como cruel perseguidor de los cristianos,
con todo, acabó por conceder la autorización en el año 1663, con lo cual Clarke pudo
regresar a América con ella después de haberla esperado doce años.
Así que en el año 1663 la Colonia de Rhode Island quedó convertida en legal
institución real, y los bautistas pudieron darse su propia constitución.
10. Escrita esa constitución, atrajo la atención del mundo entero, por ser la primera que
consignaba la libertad religiosa. La lucha por la libertad religiosa, en América solamente, tiene
una gran historia.
Durante largo tiempo, los bautistas hubieron de luchar solos completamente por esa conquista,
pero no lo hicieron para ellos únicamente, sino para todos los que profesan alguna creencia.
Rhode Island, la primera colonia, establecida por un grupo de bautistas, después de doce años de
gestionar el permiso para constituirla legalmente, fue el primer lugar en el mundo donde
la libertad religiosa fue convertida en ley del país. La fundación tuvo lugar en el año 1638, pero
su establecimiento legal data del año 1663.
11. En esa Colonia, aun antes del reconocimiento legal, se constituyeron dos Iglesias Bautistas.
Respecto a la fecha de su fundación, los historiadores, sin excluir a los bautistas, no están de
acuerdo, por lo menos, en cuanto a una. Parece que están de acuerdo respecto a la Iglesia
Bautista en la Providencia fundada por Roger Williams; se fundó en el año 1639. En cuanto a la
fecha de la que se estableció en Newport por Juan Clarke, los testimonios más recientes dan
como fecha probable la del año 1638. Pero los más antiguos dan otra algo más tardía; la
diferencia, sin embargo, es sólo de unos años. La iglesia constituida por Rogerio Williams parece
que sólo subsistió unos meses; en cambio, la fundada por Clarke, todavía existe. Mi opinión
referente a la fecha de la fundación de la de Newport, basada en todos los datos disponibles, es
que se fundó en el año 1638. Yo creo que esa es la fecha correcta.
12. Referente a las persecuciones en algunas de las colonias americanas, daremos algunos
ejemplos. Refieren las crónicas que en cierta ocasión se encontraba enfermo uno de los
miembros de la iglesia de Clarke. El enfermo vivía en la línea fronteriza de la Colonia de la
Bahía de Massachusetts, pero dentro del territorio de esa Colonia, Juan Clarke, en compañía de
un predicador visitante llamado Crandall y un laico, llamado Abdías Holmes, fue a visitar a
dicho enfermo. Estando en esa casa, y mientras celebraban una especie de culto de oración, se
presentaron unos funcionarios de la Colonia, quienes arrestaron a los tres, entregándolos más
tarde a los tribunales para su procesamiento. Añade la historia que con el objeto de obtener
mayores pruebas de culpabilidad de los acusados, se los llevó a una reunión religiosa
congregacionalista de esa Colonia, con las manos atadas (así lo dice la historia). El cargo que se
les imputó después fue de “no haberse quitado el sombrero en un servicio religioso”. Se los
juzgó y declaró convictos.
Como estuviese presente el gobernador Endicott, éste, en un arrebato de ira, acusó a Clarke:
“Ustedes han negado el bautismo de los niños”. (Pero ese no era el asunto que se ventilaba).
Luego añadió: “Son dignos de muerte. Yo no quiero dentro de mi jurisdicción semejante basura”.

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La pena que se les impuso fue una multa, o de lo contrario, ser bien azotados. La multa de
Crandall, que era forastero (que estaba de visita), fue de cinco libras esterlinas; la de Clarke, el
pastor, fue de veinte, y la de Holmes, que había sido congregacionalista y se había pasado a los
bautistas, fue de treinta libras, o sean ciento cincuenta pesos de oro. Las multas de Clarke y de
Crandall se las pagaron unos amigos. Holmes, en cambio, no quiso que se la pagasen,
sosteniendo que él no había hecho ningún mal; y así fue azotado. La historia dice que fue
desnudado hasta la cintura y azotado hasta el punto de correrle la sangre a lo largo del cuerpo,
luego las piernas, hasta llenárseles los zapatos de ella. Añade la historia que quedó tan maltrecho,
que le fue imposible acostarse, pues tenía el cuerpo tan dolorido, que no podía soportar el
contacto de la ropa de la cama. Y así, para poder dormir, se apoyaba sobre las manos o los codos
y las rodillas. Yo he leído todas las crónicas relacionadas con este azotamiento y otras cosas, y
hasta la propia declaración de Holmes. Es difícil concebir nada más brutal que eso. ¡Y aquí en
América!
13. Un tal Painter, por haber rehusado bautizar a su hijito, y haber expresado que en su opinión
“el bautismo infantil era una práctica anticristiana”, fue amarrado y azotado. El Gobernador
Winthrop nos refiere que Painter fue azotado “por haber despreciado esa ordenanza del Señor”.
14. En la colonia donde era religión oficial el Presbiterianismo, a los separados
(bautistas y otros), parece que no lo pasaban mejor que en la Colonia de la Bahía de
Massachusetts, donde imperaba el Congregacionalismo como religión oficial.
En esta colonia había un poblado de bautistas, en el que sólo había otras cinco familias
pertenecientes a otra comunión. Los bautistas reconocían las leyes bajo las cuales vivían, y las
acataban, según los refieren las crónicas. Sucedió, pues, que las autoridades de la Colonia
acordaron construir una casa destinada al culto presbiteriano en el susodicho poblado bautista.
Para reunir fondos, se impuso un impuesto. Los bautistas reconocieron autoridad a los
presbiterianos para imponer este nuevo y extraordinario impuesto; no obstante, se permitieron
hacer la siguiente presentación a las autoridades en contra de dicho impuesto, diciendo: “Apenas
acabamos de establecernos; y recién terminamos de construir nuestras pobres cabañas, y de
trazar nuestros jardines y de roturar nuestras parcelas para la siembra. Parte de nuestros campos
aun no han sido desmontados. Además, ya se nos han impuesto contribuciones hasta el límite de
nuestra capacidad, para levantar un fuerte para protegernos de los indios. No nos es posible, de
consiguiente, pagar por ahora otros impuestos”.
He aquí en resumen el contenido de su alegato. Pero la contribución se impuso; y
como no fue posible pagarla entonces, se embargaron los bienes de los pobladores, y
se vendieron en subasta pública. Sus cabañas, jardines, parcelas y hasta su cementerio,
todo fue vendido en remate público. Una propiedad valuada en trescientas sesenta y
tres libras y cinco chelines, fue vendida en treinta y cinco libras y diez chelines.
Algunos de estos bienes fueron comprados por el predicador que había de predicar en
la capilla que se proyectaba construir en aquel lugar. Vale decir, que el poblado aquel
quedó arruinado.
Son tantas las leyes opresivas que se dictaron, que se podría llenar un libro bastante voluminoso,
como ser: actos de tributación terriblemente onerosos, así como duros procedimientos de diversa
naturaleza, dirigidos principalmente contra los bautistas. Pero en estas disertaciones no se puede
entrar en pormenores.
15. La persecución contra los bautistas fue grave y continuada en las colonias del sur y en la
Carolina del Norte y del Sur y en Virginia especialmente, territorios donde la Iglesia de

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Inglaterra predominaba. Los predicadores fueron no pocas veces multados y encarcelados. Desde
el inicio de la época colonial hasta el estallido de la Guerra de la Independencia, es decir, durante
más de cien años, las persecuciones contra los bautistas fueron incesantes.
16. Daremos algunos ejemplos de las injusticias que los bautistas de Virginia tuvieron que sufrir;
y sin embargo, por extraño que parezca, Virginia fue el lugar que en el país siguió a Rhode
Island en adoptar la libertad religiosa. Pero para eso habían de pasar todavía más de cien años.
Pero las injusticias, a causa de las cuales fueron encarcelados más de treinta predicadores en
diferentes ocasiones, “se debieron al hecho de haber ellos predicado el Evangelio del Hijo de
Dios”. Jaime Ireland, en un caso que sirve de ilustración, fue preso. Una vez preso, sus enemigos
trataron de fulminarlo con pólvora. Como eso les fracasó, procuraron asfixiarlo quemando azufre
bajo las ventanas de la cárcel. Como esto también les fallase, ensayaron de sobornar a un médico
para que lo envenenase. Pero todo les falló. Y así, él pudo seguir predicando a su pueblo desde
las ventanas de la cárcel. Entonces, sus enemigos levantaron una pared en torno a la cárcel para
que la gente no pudiera verlo, ni él a ellos; pero aun esa dificultad fue superada. Pues la gente,
luego que se había reunido junto a la cárcel, levantaba un pañuelo en un palo bastante largo
como para que una vez alzado, él lo pudiese ver por sobre la pared, con lo que indicaban que
estaban allí para oírlo. Y así la predicación continuaba.
17. Más tarde, fueron arrestados tres predicadores bautistas: Luis y José Craig y Aarón
Bledsoe, por la misma causa. Uno de ellos, al menos, era pariente de R. E. B. Baylor, y
probablemente pariente también de algunos otros predicadores bautistas tejanos. Estos
predicadores fueron denunciados y procesados. Un tal Patricio Henry, enterado de ello, no
obstante vivir muy lejos y ser anglicano, concurrió al proceso, haciendo un largo viaje de muchas
millas a caballo, y se ofreció voluntariamente a defender a los acusados. Su defensa, que fue
magnífica, no me es posible describirla aquí. Con todo, diré que conmovió al tribunal, con el
resultado de que los predicadores fueron absueltos y puestos en libertad.
18. Fuera de Rhode Island, la libertad religiosa en otras partes, se fue implantando lenta y
paulatinamente. En Virginia, por ejemplo, se promulgó una ley que permitía un solo predicador
bautista, nada más que uno, en todo el condado. Es más; sólo se le permitía predicar una vez
cada dos meses. Más tarde, se modificó la ley en el sentido de permitirle predicar una vez por
mes. Pero aun así, había de hacerlo en determinado lugar del condado. Había, además, de
predicar un solo sermón ese día, y no hacerlo jamás de noche.
Se aprobaron, además, leyes que prohibían positivamente cualquier obra misionera no sólo en
Virginia, sino en otras colonias. Es por eso que Judson fue el primer misionero que fue al
extranjero, por no ser permitido por las leyes hacer obra misionera en su propio país. De ahí que
hubo de pasar mucho tiempo y de librarse muchas y formidables batallas en la Cámara
Virginiana de Burgueses, para modificar radicalmente semejantes leyes.
19. Es evidente que una de las mayores obstrucciones con que tropezó la libertad religiosa en
América y probablemente en todo el mundo, fue la convicción que se había apoderado de la
gente, a través de los siglos, de que la religión no podía subsistir sin el apoyo del gobierno;
que ninguna denominación podía prosperar dependiendo solamente de las ofrendas voluntarias
de sus fieles. Tal fue el contundente argumento en el debate sostenido para la separación de la
Iglesia Anglicana (Episcopal) del Estado en Virginia, y más tarde en el Congreso, cuando se
discutió en él la cuestión de la libertad religiosa. Esa batalla fue llevada durante mucho tiempo
por los bautistas solos, sin la ayuda de nadie.
20. Ya se ha dicho que la Colonia de Rhode Island se fundó en el año 1638, pero que no obtuvo
la autorización regia hasta el año 1663. Como ya se sabe, fue ese el primer lugar donde se

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concedió la libertad religiosa. El segundo fue Virginia en el año 1786. Y el Congreso declaró en
el año 1791 que la primera corrección a la Constitución, que concede la libertad religiosa a
todos los ciudadanos, estaba en vigor. Ese privilegio se debe, como todos lo reconocen, a los
bautistas.
21. Nos permitimos contar un incidente ocurrido en el Congreso cuando se discutía si los Estados
Unidos deberían autorizar y sostener una o más iglesias oficiales o proclamar la libertad
religiosa.
Fueron presentados varios proyectos. Uno recomendaba que se sostuviese a la Iglesia Anglicana
(Episcopal); otro, a la Congregacionalista y otro, a la Presbiteriana. Los bautistas, aunque
ninguno de ellos formaba parte del Congreso, sostenían ardientemente la absoluta libertad
religiosa, y Santiago Madison (más tarde presidente de la república) era su principal apoyo.
Entonces se levantó Patricio Henry y presentó un proyecto sustituyendo a todos los
otros, según el cual serían sostenidas las cuatro iglesias (o denominaciones) en lugar
de una sola: la Anglicana (o Episcopal), la Congregacionalista, la Presbiteriana y la
Bautista.
Finalmente cuando cada uno vio que su propia iglesia no pudo establecerse como la
única autorizada y sostenida por el Estado, entonces todos los diputados convinieron en aceptar
lo propuesto por Henry. Su proyecto establecía que todo contribuyente tendría derecho de
manifestar a cuál de estas cuatro denominaciones destinaba su dinero.
Pero los bautistas continuaron luchando contra todo eso, sosteniendo que cualquier combinación
entre la Iglesia y el Estado era contraria a sus principios fundamentales; y que, de
consiguiente, ellos no podían aceptar ningún sostén, aunque fuese votado. Henry trató de
persuadirlos, alegando que trataba de ayudarlos (con su proyecto), y a que no podrían subsistir
sin la ayuda del Estado. Pero los bautistas siguieron oponiéndose.
Se procedió entonces a la votación, la que obtuvo la casi totalidad de los sufragios. Pero el
proyecto tenía que votarse tres veces.
Los bautistas, acaudillados por Madison y probablemente por otros, continuaron
luchando.
Se procedió luego a la segunda votación, la que también resultó casi unánime, arrastrados como
fueron los diputados por la magistral elocuencia de Henry. Pero faltaba todavía la tercera
votación.
En esto parece que Dios intervino. Henry fue elegido gobernador de Virginia y dejó el
Congreso, y así cuando se procedió a la tercera votación, privado de la irresistible
elocuencia de Henry, el proyecto fue rechazado.
Como puede verse, los bautistas estuvieron al borde de ser una denominación sostenida por el
Estado, a disgusto de su más solemne y categórica protesta. Y conste que no fue esa la única
oportunidad que los bautistas han tenido de convertirse en denominación sostenida por el Estado,
pero es probable que esa haya sido la que estuvo más cerca de serlo.
22. No mucho después de esto, la Iglesia Anglicana fue completamente privada de
todo sostén oficial.
El gobierno central de Estados Unidos nunca estableció ni sostuvo a ninguna denominación
religiosa, aunque había algunos gobiernos de estados separados todavía sosteniendo a alguna
iglesia. Pues en cuanto a los Estados Unidos, las iglesias fueron completamente separadas del
Estado. Cierto que en otras partes estos dos estuvieron unidos en maridaje por espacio de mil
quinientos años, a partir de 313. Pero cuando menos aquí, en los Estados Unidos, la libertad

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religiosa resucitó, para jamás volver a morir. Y al presente, aunque en no pocos lugares lo hacen
lentamente, se va extendiendo gradualmente por todo el mundo habitado.
23. Pero aun en los Estados Unidos mismos la idea de la unión de las Iglesias y el Estado fue
difícil que muriera, puesto que subsistió todavía, en varios estados separados, por mucho tiempo
después de haberse consignado en la Constitución Federal la libertad religiosa.
Sin embargo, Massachusetts, donde dicha idea halló albergue en América, como ya se
ha expresado, la ha abandonado enteramente, después de dos siglos y medio de
haberla mantenido.
Utah es el último lugar donde se la ha dejado subsistir para afear el rostro de la primera y más
grande nación de la tierra que adopta y alimenta la libertad religiosa. Recuérdese que no puede
haber real y absoluta libertad religiosa en una nación cuyo gobierno sostiene en forma
privilegiada a una denominación religiosa.
24. Se han hecho muchas veces las siguientes preguntas referentes a los bautistas: ¿Consentirían
los bautistas en que su denominación fuese declarada iglesia oficial, dado el caso que una nación
o estado se ofreciese espontáneamente a reconocerlos en ese carácter? Y en caso afirmativo,
¿perseguirían a los disidentes de ellos, como lo hicieron los católicos, episcopales, luteranos,
presbiterianos o congregacionalistas? Quizá no esté fuera de lugar el que consideremos
brevemente semejantes preguntas. Comencemos, pues, por preguntarnos: ¿Han tenido los
bautistas, en efecto, semejante oportunidad? Sí que la tuvieron.
¿No cuenta, por ventura, la historia que en cierta ocasión el rey de Holanda (en ese entonces
Holanda comprendía Noruega, Suecia, Bélgica, Holanda y Dinamarca) se sintió muy preocupado
por la cuestión de tener una religión oficial? Su reino por ese entonces estaba rodeado casi
enteramente por naciones o estados que tenían religión oficial, es decir, sostenida por el
gobierno.
Resulto, pues, que ese rey nombró una comisión para que examinase los postulados de todas las
iglesias o denominaciones existentes, a fin de ver cual tenía más derecho a ser la Iglesia del
Nuevo Testamento. La comisión informó al soberano que los mejores representantes de las
enseñanzas del Nuevo Testamento eran los bautistas.
Entonces el rey se propuso hacer de los bautistas la iglesia o denominación oficial de su reino.
Los bautistas le agradecieron de todo corazón su ofrecimiento, pero no lo aceptaron, aduciendo
como razón el que ello era contrario a sus convicciones y principios fundamentales.
Pero esa no fue la única oportunidad que haya tenido su denominación de llegar a ser
la religión oficial de una nación.
En efecto, esa oportunidad la tuvieron también cuando se fundó la Colonia de Rhode Island; y en
cuanto a perseguir a otros, habría sido imposible, si es que había de seguir siendo bautistas. Pues
uno de los artículos fundamentales de su fe es la libertad religiosa, de la cual fueron ellos los
primeros defensores; y no sólo de la libertad religiosa, sino de la separación de la Iglesia y el
Estado.
25. Tan fuerte ha sido siempre la convicción de los bautistas tocante a la separación de la Iglesia
y el Estado que, invariablemente, han desechado todas las ofertas de ayuda del estado. Al efecto,
daremos dos ejemplos: uno ocurrió en Texas, el otro en México.
Hace muchos años, en los primeros tiempos de la Universidad de Baylor (que es bautista) cuando
esta institución estaba todavía en su infancia, el Estado de Texas le ofreció una ayuda
económica, pero la Universidad, aunque pasaba por momentos difíciles, rehusó tal ayuda. En
cambio, los metodistas tejanos, que tenían en ese estado una escuela de niños por ese mismo

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tiempo aceptaron la ayuda del estado. Vale decir, que esa escuela acabó por caer en poder del
Estado.
En cuanto al caso de México, he aquí como ocurrió: Era nuestro misionero en aquel país W. D.
Powell, quien produjo profunda impresión en el gobernador de Coahuila, Sr. Madero, con sus
trabajos misionales. Madero le ofreció una fuerte suma a los bautistas, procedentes de las arcas
fiscales, para que estos estableciesen una buena escuela en el Estado de Coahuila. Powell
presentó el asunto a la Junta de Misiones en el Extranjero. La Junta rehusó la oferta por provenir
del Estado. Posteriormente, Madero dio una gran suma de su dinero personal, la que fue
aceptada, construyéndose con ella el Instituto Madero.

PALABRAS FINALES

1. Durante todos los períodos de la Edad Media o del oscurantismo, hubo muchos cristianos y
muchas iglesias separadas e independientes, algunas de las cuales remontaban su origen hasta los
tiempos apostólicos, que nunca habían tenido relación alguna con la Iglesia Católica. Tales
cristianos e iglesias siempre rechazaron y repudiaron completamente las doctrinas católicas.
Es este un hecho perfectamente testificado por datos históricos fidedignos.
2. Estos cristianos fueron objeto perenne de rencor e implacable persecución. Pues la historia
demuestra que durante los doce siglos más o menos que duró la Edad Media, comenzando con el
año 426, hubo alrededor de cincuenta millones de cristianos que sufrieron el martirio. En esa
misma forma, a manos de sus crueles perseguidores, murieron muchísimos millares más en los
siglos que precedieron y siguieron a la Edad Media.
3. Durante esos tiempos tenebrosos, esos creyentes eran designados con diferentes nombres, que
les daban sus enemigos. Tales nombres se les daban a veces a causa de algún notable y heroico
jefe, y a veces por otros motivos. A veces, no obstante tratarse de las mismas personas, se les
daban distintos nombres en distintas localidades. Pero en medio de tanta diversidad de nombres
había uno especial, o más bien una designación, que se adhería a algunos de estos cristianos a
través de la Edad del Oscurantismo; esa designación era “ana-bautista”. Con ese nombre
compuesto, se designó a ciertos cristianos que aparecen en la historia del siglo tercero. Pero un
hecho sugestivo es que eso sucedió a raíz del origen del bautismo infantil; pero más sugestivo es
aún el hecho de que esa designación estuvo en uso antes que el nombre “católico”. De todo, esto
resulta que el nombre de “ana-bautista” es el término denominacional más antiguo de la historia.
4. Una sorprendente característica de estos cristianos fue, y continúa siendo en los siglos
subsiguientes, la de que rechazaron la doctrina, de humana invención, del bautismo infantil; y
así exigían rebautizarse a todos los que, habiendo sido bautizados en la infancia, deseaban unirse
a ellos, aún y cuando hubiesen sido bautizados por inmersión. Fue a causa de esa característica
que se les llamó “ana-bautistas”
5. Ese nombre especial se aplicó a muchos cristianos que tenían otros apodos,
especialmente a los donatistas, los paulicianos, los albigenses, los antiguos valdenses
y otros.
En los siglos subsiguientes, esta designación llegó a ser el nombre que regularmente se dio a
cada grupo en particular. Es decir, que se los llamaba sencillamente “ana-bautistas” eliminándose
gradualmente todos los demás nombres.

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Muy a los comienzos del siglo dieciséis, antes de que se originase la Iglesia Luterana,
la primera de todas las iglesias protestantes, la palabra “ana” comenzó a caer en
desuso, siendo desde entonces llamados sencillamente “bautistas”.
6. En los Siglos del Oscurantismo hubo un grupo de muchas iglesias que en ninguna manera se
identificaron jamás con los católicos. De esos mismos Siglos de Oscurantismo salió un grupo
de muchas iglesias que, a semejanza de las anteriores, tampoco se habían identificado jamás con
los católicos.
A continuación, consignamos algunas de las doctrinas fundamentales sostenidas por
ellos durante la Edad Media y al salir de ella. Esas mismas doctrinas son los que ahora
sostienen.
DOCTRINAS FUNDAMENTALES
1. Una iglesia espiritual, que tiene a Cristo por su fundador, su cabeza y legislador.
2. Sus ordenanzas son únicamente dos: el Bautismo y la Cena del Señor. Estas ordenanzas son
meramente simbólicas; no salvan.
3. Sus ministros son dos, no más: obispos (o pastores), y diáconos. Estos son servidores de la
iglesia.
4. Su gobierno es una pura democracia, y eso de carácter ejecutivo; jamás legislativo. (Las
iglesias habían de ser ejecutivas tan sólo para llevar a cabo la voluntad del Señor y Sus perfectas
leyes; jamás habían de ser legislativas para reformar o abrogar Sus antiguas leyes o hacer otras
nuevas).
5. Sus leyes y doctrinas, el Nuevo Testamento y nada más.
(Nota del traductor: La iglesia de Cristo es una institución que no empezó sino hasta el Nuevo
Testamento. Entonces, sólo allí se encuentra el origen, reglas y prácticas de las iglesias del
Señor. Sin embargo, los bautistas verdaderos siempre han creído que toda la Escritura es la
Palabra de Dios y es la única regla de fe y práctica, tanto el Antiguo Testamento como el
Nuevo, 2 Timoteo 3:16-17. (La Confesión de Fe de Londres de 1689, Una Confesión Bautista, Capítulo 1,
“Las Santas Escrituras”)
6. Sus miembros, los creyentes únicamente, salvos por gracia, no por obras, mediante
el poder regenerador del Espíritu Santo.
7. Sus requisitos: los creyentes ingresan a la iglesia mediante el bautismo, que debe
administrarse por inmersión; luego deben prestar obediencia y lealtad a todos los
mandamientos del Señor.
8. Las varias iglesias verdaderas, aunque separadas e independientes en la práctica de
sus leyes y disciplina y en sus responsabilidades para con Dios, deben cooperar unas
con otras.
9. Completa separación de la Iglesia y el Estado.
10. Absoluta libertad religiosa para todo el mundo.

Resumen
por Clarence Walker
pastor de Ashland Avenue Baptist Church, Lexington, Kentucky en 1931
cuando The Trail of Blood  (El Rastro de La Sangre)  fue publicado
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Nota Biográfica Acerca del Autor
El Dr. J. M. Carroll nació en Estados Unidos en el estado de Arkansas, el 8 de enero
de 1858; y murió en Texas, el 10 de enero de 1931.
Su padre, predicador bautista, se trasladó a Texas cuando el hermano Carroll tenía seis años de
edad; ahí se convirtió, se bautizó y fue ordenado como Ministro del Evangelio. El Dr. Carroll no
sólo llegó a ser un dirigente respetado entre los bautistas de Texas, sino una figura descollante
entre los Bautistas del Sur de Los Estados Unidos y del mundo entero.
Años atrás, visitó nuestra iglesia, donde pronunció los mensajes contenidos en este librito. Fue
entonces cuando yo me interesé sobremanera en estos estudios del hermano Carroll, pues yo
también había hecho investigaciones especiales en el campo de la historia eclesiástica, tocante a
cuál fuese la iglesia más antigua y más parecida a las iglesias del Nuevo Testamento.
El Dr. J. W. Porter, uno de los asistentes a estas disertaciones, quedó profundamente
impresionado, que le dijo al Dr. Carroll que si él escribiera estos mensajes, él los publicaría en
forma de libro. E1 Dr. Carroll así lo hizo, y concedió al Dr. Porter el derecho de publicarlos junto
con el gráfico tan ilustrativo de la historia. Aunque el Dr. Carroll pasó a mejor vida antes de que
el libro saliese a luz, el Dr. Porter lo dio a la publicidad, con el resultado de que la primera
edición luego quedó agotada.
“Y de aclarar a todos cual sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios,
que creó todas las cosas;  para que la… sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio
de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales… a él sea gloria en la
iglesia  en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”. (Efesios 3:9-
10, 21)
II. Fuentes de Información Sobre el Tema
Era realmente maravilloso oírle al Dr. Carroll contar como se había interesado en la
historia de las distintas denominaciones, especialmente en la de su origen.
Aunque escribió El Rastro de La Sangre hasta cuando ya tenía más de 70 años de edad, nos
relató: “Siendo muchachito me convertí al Señor; y al ver tantas denominaciones, me solía
preguntar- ¿cuál sería la iglesia que Cristo había fundado?”
Desde su juventud su meta era averiguar cuál era la iglesia más antigua y más
semejante a las iglesias mencionadas en el Nuevo Testamento, creyendo siempre que
lo podía realizar – al estudiar las Escrituras y la historia.
Su búsqueda de la verdad lo indujo a visitar muchos lugares, lo que le permitió formar una de las
bibliotecas más ricas en obras sobre la historia eclesiástica. Esa biblioteca le fue regalada, a su
muerte, al Seminario Bautista del Sudoeste, de Fort Worth, estado de Texas, Estados Unidos.
Como resultado de sus pesquisas, el Dr. Carroll reunió muchos datos tocantes a la historia
eclesiástica, pero en su mayoría se referían, según parece, a católicos y protestantes; pues la
historia hallada por él acerca de los bautistas estaba escrita con sangre, por tratarse de un pueblo
que había sido objeto de odio a través de la tenebrosa Edad Media. Los predicadores fieles
fueron llevados a la cárcel; y un número incalculable de ellos fue muerto.

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Jamás se ha visto en el mundo nada comparable a los padecimientos y persecuciones
infligidas a los bautistas por la Jerarquía Católica en el transcurso de la tenebrosa
Edad Media.
El Papa era entonces el dictador del mundo; de ahí que los ana-bautistas, anteriores a
la Reforma, lo apellidasen de anticristo.
La historia de los ana-bautistas se halla escrita en los documentos oficiales de esa época; de
manera que para seguir el Rastro de la Sangre es preciso seguir el camino señalado por esa
historia, en la que se hallan declaraciones del siguiente contenido:
“En Zurich, después de muchas disputas entre Zuinglio y los ana-bautistas, el senado lanzó un
decreto disponiendo que si alguno se atreviese a rebautizar a los que hubiesen sido bautizados
(esto es, cuando niños) fuese ahogado. En Viena muchos ana-bautistas fueron encadenados a
manera de ristra, de tal forma que el primero, al ser arrojado al río, arrastraba en pos de sí a los
demás, por manera que todos se ahogaban”. (Vida Supra, p. 61)
“En el año del Señor de 1539, dos ana-bautistas fueron quemados más allá de Southwark, y un
poco antes que estos, lo fueron cinco ana-bautistas holandeses en Smithfield”. (Fuller, Historia
Eclesiástica)
“En el año 1160, un grupo de paulicianos (bautistas) se ingresó en Oxford. Enrique II ordenó que
fuesen marcados en la frente con hierros candentes y azotados a través de las calles de la ciudad,
luego de desnudárselos desde la cintura; después se los obligó a salir de la ciudad al campo raso,
donde, por falta de abrigo y de alimentos, murieron lentamente, de hambre y frío; pues a los
aldeanos no se les permitió acogerlos ni alimentarlos”. (Moore, Earlier and Later Nonconformity in
Oxford, p. 12)
El antiguo cronista Stowe, en el año de 1553, dice:
“El 25 de Mayo, en la Iglesia de San Pablo en Londres, fueron juzgados diecinueve hombres y
seis mujeres. Catorce fueron condenados; un hombre y una mujer fueron quemados en
Smithfield, y a los doce restantes se los enviaron a los pueblos para que los quemasen”.
Froude, historiador inglés, dice acerca de esos mártires ana-bautistas:
“Los pormenores de sus padecimientos se han desvanecido, y sus nombres han sido echados en
olvido, y aun los mismos hechos apenas son dignos de señalarse. Europa no se conmovió a causa
de ellos, ni se guardó luto en ninguna corte, ni el corazón del Papa se estremeció de indignación
con motivo de su muerte; por el contrario, el mundo la miró con complacencia, con indiferencia
y hasta con regocijo. Sin embargo, entre estos veinticinco hombres y mujeres hubo catorce de
ellos que ni el terror de la hoguera ni el miedo a las torturas fueron bastantes para hacerles decir
que creían lo que, en realidad, no podían creer. Y aunque la historia no consigna ni una palabra
de alabanza en su favor, con todo, su sangre no fue derramada en vano. De no haber procedido
así, sus vidas hubieran sido tan inútiles como las de la mayoría de nosotros; pero al perderlas,
ayudaron a pagar el precio de la libertad inglesa”.
El Dr. Carroll halló asimismo su historia y su ensangrentado rastro, a través de los siglos, en
los escritos no sólo de sus amigos, sino también de sus enemigos.
He aquí cómo se expresa el Cardenal Hosius que fue en el año 1524 presidente católico del
Concilio de Trento:
“Si los bautistas no hubieran sido tan despiadadamente atormentados y pasados a cuchillo
durante los últimos doce siglos, al presente poblarían mucho más que todos los
reformadores”. (Hosius, Letters, Apud Opera, p. 112 y 113)

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Esos “doce siglos” constituyen el periodo que precedió a la Reforma, durante el cual
Roma persiguió a los bautistas de la manera más encarnizada que es posible imaginar.
Oigamos a Sir Isaac Newton:
“Los bautistas son los únicos de entre los cristianos que jamás han estado de acuerdo
con Roma”.
Y por lo que hace a Mosheim historiador luterano, he aquí cómo se expresa:
“Antes de la aparición de Lutero y de Calvino, existían en secreto en casi todos los
países de Europa personas que se adherían tenazmente a los principios sostenidos por
los bautistas holandeses modernos”.
Citemos, finalmente, a la Enciclopedia de Edinburgo (presbiteriana):
“Sin duda que ya nuestros lectores habrán caído en la cuenta de que los bautistas son la misma
secta de cristianos descriptos anteriormente como anabaptistas. En efecto, parece que este ha
sido su principal origen, desde la época de Tertuliano hasta nuestros días”.
Ahora bien, Tertuliano nació exactamente cincuenta años después de la muerte del
apóstol Juan.

III. La Promesa de la Perpetuidad de las Iglesias de Cristo


Los bautistas no creen en la sucesión apostólica, puesto que el oficio apostólico terminó con la
muerte de los apóstoles. Fue a Sus iglesias a quienes Cristo prometió su continua existencia,
desde que Él constituyó su primera iglesia, durante su ministerio terrenal, hasta que vuelva. He
aquí Su promesa: “Y yo… edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella”. (Mateo 16:18)
Luego, cuando les dio la gran comisión, en la que les señala a Sus iglesias la tarea que habían de
cumplir, les hizo la siguiente promesa: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo”. (Mateo 28:20)
Esta comisión, no fue dada a los apóstoles como individuos, sino a ellos y a los demás que se
hallaban presentes, en su carácter de la iglesia. Tanto los apóstoles como aquellos que le oyeron
dar esa comisión, pronto murieron, pero Sus iglesias han sobrevivido a través de los siglos,
haciendo discípulos, bautizándolos y enseñándoles la verdad; es decir, las doctrinas que Él había
encomendado a la iglesia de Jerusalén. Las iglesias fieles han sido bendecidas con Su presencia
mientras siguieron el rastro de la sangre. Esta historia demuestra cómo la promesa del Señor
ha sido cumplida a Sus iglesias.
El Dr. Carroll demuestra que se han hallado iglesias en todos los siglos que han inculcado las
doctrinas que Cristo les encomendó. A estas doctrinas las llama el Dr. Carroll las
“características” de las iglesias del Nuevo Testamento.

LAS CARACTERÍSTICAS O MARCAS DE LA IGLESIA NEOTESTAMENTARIA


1. Su cabeza y fundador – CRISTO, lo mismo que su legislador; la iglesia sólo es ejecutiva. (Mateo
16:18; Colosenses 1:16-18)
2. Su única regla de fe y práctica – la BIBLIA. (2 Timoteo 3:15-17)
3. Su nombre – “IGLESIA” o “IGLESIAS“.
(Mateo 16:18; Apocalipsis 22:16)

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4. Su sistema de gobierno – CONGREGACIONAL, es decir, que todos los miembros son
iguales. “… uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos”. (Mateo 23:5-
12)
5. Sus miembros – se componen únicamente de los que han sido SALVOS. (Efesios 2:21; 1 Pedro
2:5)
6. Sus ordenanzas – el BAUTISMO de CREYENTES y después del bautismo, la CENA del
SEÑOR. (Mateo 28:19-20)
7. Sus oficiales – los PASTORES y DIÁCONOS. (1Timoteo 3:1-16)
8. Su obra – lograr que los pecadores se salven, bautizarlos (con el bautismo que llene
todos los requisitos de la Palabra de Dios) y enseñarles que guarden todas las cosas
que Cristo mandó.
(Mateo 28:16-20)
9. Su plan financiero – los DIEZMOS y las OFRENDAS. “Así también ordenó el Señor a los que
anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”. (1 Corintios 9:14)
10. Sus armas de guerra – ESPIRITUALES, no carnales.
(2 Corintios 10:4; Efesios 6:10-20)
11. Su independencia ha de consistir en – la SEPARACIÓN de la IGLESIA y el ESTADO. “Dad,
pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”. (Mateo 22:21)

IV. Cómo Se Reconoce una Iglesia Verdadera


Sucede que en una ciudad suele haber muchas diferentes iglesias y todas pretenden ser la
verdadera iglesia. El Dr. Carroll, para saber cual era esa verdadera iglesia, examinó las
características y doctrinas de cada una de ellas; y aquellas que poseían las características y
doctrinas enseñadas por la palabra de Dios las reconoció como las verdaderas iglesias.
He ahí un método de fácil uso, aplicado por el Dr. Carroll a las iglesias de todos los tiempos. El
resultado fue que halló que muchas habían perdido estas características, alejándose de estas
doctrinas; en cambio, halló a otras que habían retenido fielmente estas características a través de
los siglos, desde que Jesús había dicho: “Y yo edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella”. (Mateo 16:18) “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:20)

Algunos Libros de Referencia


Utilizados por el autor al preparar sus disertaciones sobre El Rastro de La Sangre
Historia de los Bautistas en Virginia – Semple
Sucesión de los Bautistas – Ray
Los Bautistas en Alabama – Holcomb
Historia de los Huguenots – Martín
Cincuenta Años Entre los Bautists – Benedict
Libro de Mártires – Fox
Mi Iglesia – Moody
La Deuda del Mundo a los Bautistas – Porter
Manual de la Iglesia – Pendleton
El Mal del Bautismo Infantil – Howell

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Reminiscencias, Bosquejos y Discursos – Hutchinson
Historia Breve de los Bautistas – Vedder
La Lucha para la Libertad Religiosa en Virginia – James
El Génesis de Anti-misionismo en América – Carroll
El Bautista Verdadero – A. Newton
Los Bautistas en América – Cox y Holey
Guía de Estudio Sobre la Historia Eclesiástica – McGlothlin
Los Principios Bautistas Re-establecidos – Jeter
El Presbiterianismo en Virginia y Libertad Religiosa en Tiempos
Coloniales y de la Revolución – Johnson
El Presbiterianismo Hace 300 Años – Breed
Historia de la Iglesia Presbiteriana en el Mundo – Reed
Creencia Católica – Bruno
El Cambelismo Examinado – Jeter
Historia de los Bautistas de Nueva Inglaterra – Burrage
Historia de la Redención – Edwards
Principios y Prácticas de Iglesias Bautistas – Wayland
Historia de Asociación Bautista de la Libertad de Carolina del Norte – Sheets
Carson Sobre el Bautismo
Historia y Literatura de las Primeras Iglesias – Orr
Historia de los Bautistas en Kentucky – Spencer
Historia Bautista – Orchard
La Perpetuidad Eclesiástica Bautista – Jarrell
Des-establecimiento – Harwood
Progreso de Principios Bautistas – Curtis
Relato de los Bautistas – Cook
Romanismo en su Hogar – Eager
Americanismo Contra Catolicismo – Grant
La Fe de Nuestros Padres – Cardinal Gibbons
La Fe de Nuestros Padres Examinada – Stearns
Relato de Misiones Bautistas – Hervey
El Bautismo – Conant
“El Bautismo” Cristiano – Judson
La Separación de Iglesia y Estado en Virginia – Eckenrode
Progreso de la Libertad Religiosa – Schaff
Doctrinas y Principios de la Iglesia Metodista Episcopal
Las Iglesias de Piedmont  – Alix
Historia de los Valdenses – Muston
Historia de los Bautistas – Backus
Los Antiguos Valdenses y Albigenses – Faber
Historia de los Valdenses de Italia – Combs

44
Historia de los Bautistas – Benedict
Biografía Bautista – Graham
Primeros Bautistas Ingleses – Evans
Historia de los Bautistas Galeses – Davis
Historia Bautista – Cramp
Historia de los Bautistas – Christian
Historia Breve de los Bautistas – Vedder
Súplica a la Iglesia Presbiteriana de Cumberland – Jones
Religiones del Mundo – (compilado de varios autores)
Historia de la Reformación en Alemania – Ranke
Historia de la Iglesia – Kurtz
Constitución de la Iglesia Presbiteriana en E.U.A.
Doctrinas y Disciplina, Iglesia Metodista Episcopal Africana – Emory
Historia de la Iglesia – Jones
Historia de la Religión e Iglesia Cristiana – Neader
Historia Eclesiástica – Mosheim
Historia de la Iglesia Cristiana – Gregory
Historia de la Iglesia – Waddington
Manual de Historia de la Iglesia – Green
Manual de Historia de la Iglesia – Newman
Historia de Anti-Pedo Bautismo – Newman
Enciclopedia Católica (16 tomos)
Enciclopedia Bautista – Cathcart
Enciclopedia de Conocimiento Religioso – Brown
Enciclopedia Británica
Origen de Discípulos – Whittsitt
Enciclopedia de Conocimiento Religioso – Schaff-Herzogg
Historia Bautista – Schackleford

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