Comentario de Rut
Comentario de Rut
Comentario de Rut
en los días que gobernaban los jueces—La historia hermosa e interesante que relata este
libro, pertenece al principio de los tiempos de los jueces. La fecha exacta no puede fijarse.
2. Elimelech—significa “Mi Dios es rey”. Noemi—rubia, placentera. Sus dos hijos, Mahalón
y Chelión, se supone que son Joas y Saraf mencionados en 1 Crónicas 4:22. Ephrateos—El
nombre antiguo de Bethlehem era Efrata (Génesis 35:19; 48:7), nombre que continuó
después de la ocupación de la tierra por los hebreos, hasta el tiempo del profeta Miqueas
(Miqueas 5:2). Beth-lehem de Judá—llamada así para distinguirla de una ciudad del mismo
nombre en Zabulón. Obligada a emigrar por la fuerza del hambre, la familia se radicó por
varios años en Moab. Después de la muerte del padre, los dos hijos se casaron con
mujeres moabitas. Esto fué una violación de la ley mosaica (Deuteronomio 7:3; 23:3;
Esdras 9:2; Nehemías 13:23), y algunos escritores judíos dicen que la temprana muerte de
los dos jóvenes, fué un juicio divino impuesto a ellos por estas uniones ilegales.
6–18. NOEMI REGRESA, LA ACOMPAÑA RUT. 6, 7. Entonces se levantó con sus nueras, y
volvióse de los campos de Moab—La viuda anciana, ansiando gozar de los privilegios de
Israel, resolvió regresar a su tierra natal tan pronto como tuvo seguridad de que el hambre
había terminado, e hizo los arreglos necesarios con sus nueras. 8. Noemi dijo a sus dos
nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre—En los países orientales las
mujeres ocupan departamentos separados de los de los hombres, y las hijas se hallan más
frecuentemente en los de sus madres. Jehová haga con vosotras misericordia, como la
habéis hecho con los muertos—esto es, con mis hijos, vuestros esposos, mientras vivían.
9. Déos Jehová que halléis descanso—que gocéis de una vida de tranquilidad, sin
molestias, cuidados, obstáculos y dificultades penosas a que están especialmente
expuestas las viudas. besólas luego—esta es la costumbre oriental, cuando se separan los
amigos. 11. ¿tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? Esto se
refiere a una costumbre antigua (Génesis 38:26), sancionada después expresamente por la
ley de Moisés (Deuteronomio 25:5), que obligaba a un hermano menor a casarse con la
viuda de su hermano fallecido. 12. Volveos, hijas mías, e idos—Podría parecer extraño que
Noemi disuadiera tan urgentemente a sus nueras de acompañarla a la tierra de Israel.
Pero esta manera de proceder fué la más sabia y prudente; porque ellas podían ir con
esperanza de algo que no podría realizarse; y porque, bajo las emociones del momento,
podrían dar un paso que más tarde lamentarían; y también porque la firmeza y sinceridad
de su conversión a la nueva religión, que ella les había enseñado, serían duramente
probadas. 13. la mano de Jehová ha salido contra mí—es decir, no sólo no estoy en
condiciones de proveeros de otros esposos, sino que también estoy en tan malas
circunstancias económicas que no puedo pensar en veros expuestas a privaciones
conmigo. Los argumentos de Noemi persuadieron a Orfa, quien volvió a su pueblo y a sus
dioses. Pero Rut quedóse con Noemi; y aun en los escritos de Sterne, aquel gran autor, no
hay nada que despierte tanto los sentimientos del lector como esta efusión que él ha
tomado de las Escrituras, de la relación de Rut con su suegra. (Chalmers).
19–22. ELLAS LLEGAN A BETH-LEHEM. toda la ciudad se conmovió por razón de ellas—El
estado presente de Noemi, viuda triste y desolada, presentaba un contraste penoso con el
estado de prosperidad y felicidad en que ella había salido para Moab. 22. en el principio
de la siega de las cebadas—que corresponde a fines de nuestro marzo.
CAPITULO 2
Vers. 1–3. RUT ESPIGA EN EL CAMPO DE BOOZ. Rut la Moabita dijo a Noemi: Ruégote que
me dejes ir al campo, y cogeré espigas—El derecho de espigar fué conferido por una ley
en favor de la viuda, del pobre y del extranjero (véase Levítico 19:9, 10; Deuteronomio
24:19, 21). Pero no les daba la libertad de espigar tras los cosechadores, éste era un
privilegio concedido o negado según la buena voluntad o favor del dueño. 3. aconteció por
ventura, que la suerte del campo era de Booz. Como los campos en Palestina no estaban
cercados, aquí se refiere a aquella parte del campo abierto que estaba dentro de los
límites de Booz.
4–23. BOOZ FAVORECE A RUT. 4. Booz vino de Beth-lehem, y dijo a los segadores: Jehová
sea con vosotros—Esta salutación piadosa entre el amo y sus trabajadores, claramente
demuestra los sentimientos religiosos entre la población rural de Israel en aquella época,
como también la sencillez natural, feliz y confiada que caracterizaba las costumbres de la
gente. Todavía se practica esta salutación en el Oriente. 5. dijo a su criado el sobrestante
de los segadores—Sobreveedor, cuyo deber especial consistía en vigilar las operaciones en
el campo, proveer las provisiones a los trabajadores, y pagarles el jornal en la tarde. 7. Y
ha dicho: Ruégote que me dejes coger y juntar tras los segadores entre las gavillas—En el
Oriente se practicaban varios modos de cosechar; donde el crecimiento es ralo, se
arrancan las plantas de raíz, de lo contrario se corta con la hoz. Sea como sea el modo de
cosechar, el grano se mete en gavillas, para trillarlo más tarde, generalmente cuando se
termina de segar. Los trabajos del campo se empezaban temprano en la mañana, antes
que el calor fuera sofocante. un poco que se detuvo en casa—es decir, una carpa
levantada en el campo para el descanso ocasional y refrigerio de los trabajadores. 8, 9.
Booz dijo a Rut: … aquí estarás con mis mozas—El recoger las espigas era trabajo de
mujeres, mientras el manejo de las gavillas era trabajo de los hombres. La misma
distribución de los trabajos de la cosecha se observa en Siria hoy. Booz no sólo dió a Rut el
amplio privilegio de espigar tras los segadores, mas proveyó para su comodidad personal.
ve a los vasos, y bebe del agua que sacaren los mozos—A los espigadores a veces se les
permitía, por la bondad y la caridad de los amos, participar de las provisiones hechas para
los segadores. Los vasos mencionados eran botellas de cuero, llenos de agua. El pan se
remojaba en vinagre (v. 14), un vino pobre, débil, a veces mezclado con un poco de aceite,
muy refrescante, como se necesita en tiempo de la cosecha. Este grato refrigerio todavía
se acostumbra en el campo en tiempo de la cosecha. 14. él le dió del potaje, y comió hasta
que se hartó y le sobró—el grano nuevo, tostado allí mismo y fregado en las manos, es
una vianda favorita en el Oriente. El le dió tanto, que después de satisfacer su apetito, le
sobró. (v. 18) y lo reservó para su suegra. 16. echaréis a sabiendas de los manojos—Los
espigadores en Oriente espigan con mucho éxito, pues gran cantidad del grano se esparce
al segarlo, y al acarrearlo. Se puede calcular, pues, la gran cantidad que Rut juntaría como
resultado de las órdenes liberales dadas por Booz a los trabajadores. Estas extraordinarias
señales de favor fueron dadas no sólo por la disposición bondadosa del hombre, sino en
reconocimiento del buen carácter de ella y su devoción a su venerable suegra. 17.
desgranó lo que había cogido—Cuando la cantidad de grano era pequeña, se desgranaba
con un palo. un epha—se supone que era como una fanega. 20. Nuestro pariente es aquel
varón—Hebreo, “uno de nuestros redentores”, a quien toca la responsabilidad de
protegernos, comprar nuestra tierra y casarse contigo, que eres la viuda de su pariente
cercano. Ella dijo: “uno de ellos”, no que hubiera muchos en la misma relación cercana,
sino que él era pariente muy cercano, teniendo sólo uno más la precedencia. 21. toda mi
siega—la siega de cebada y de trigo también. Esta se hacía a fines de mayo o principios de
junio. 22. Noemi respondió a Rut
Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2003). Comentario exegético y explicativo de la
Biblia - tomo 1: El Antiguo Testamento (pp. 219–220). El Paso, TX: Casa Bautista de
Publicaciones.
1:6–15 Noemí decidió volver a Judá cuando oyó que allí había abundancia de comida. Al
principio sus dos nueras la acompañaron. Pero cuando les rogó que volviesen a sus casas
en Moab, recordándoles que ya no tenía hijos para ofrecerselos como esposos, Orfa besó
a su suegra y se volvió.
Obsérvese la diferencia en actitud de las tres viudas: Noemí era una viuda de luto,
despojada por juicio divino del gozo terrenal de esposo y familia. Orfa, habiendo
considerado sobriamente las palabras de su suegra, fue la viuda que volvió, escogiendo el
camino más fácil y conveniente. Pero Rut fue la viuda que se apegó, quedándose con
Noemí a pesar del desaliento de esta última. Cuando Rut escogió una nueva vida con
Noemí, sabía que no sería cosa fácil. Habría trabajo pesado y pobreza porque estaban
destituidas de hombre proveedor. Además, estaría separada de su casa y familia.
1:16–17 Sin embargo, Rut no estaba dispuesta a dejar a Noemí. En una de las
declaraciones más nobles por un gentil en el Antiguo Testamento, mostró su compromiso
total (a Noemí). Escogió el destino de Noemí, su morada, su pueblo, su Dios e incluso su
lugar de sepultura.
1:18–22 Por coincidencia divina, cuando Noemí y Rut llegaron a Belén, era el comienzo de
la siega de la cebada, el tiempo de las primicias (que tipifica la resurrección de Cristo).
Toda la ciudad se conmovió al ver a Noemí de nuevo, y le dieron una cordial bienvenida
recordando su nombre.
Y ella les respondía: «No me llaméis Noemí (placentera), sino llamadme Mara (amarga);
porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso». Se había ido llena (es decir,
con esposo e hijos), pero el Señor le había vuelto con las manos vacías (es decir, viuda y
sin hijos). Así sucede con nosotros: podemos dar las espaldas al Señor para irnos por
nuestros propios caminos, pero el Señor hará que volvamos vacíos, y casi siempre es a
través de un castigo amargo.
2:1–3 Bajo la ley, los israelitas no fueron permitidos cosechar totalmente el campo
durante la siega. Debían dejar algunas espigas para los pobres, los extranjeros, los
huérfanos y las viudas (Lv. 19:9; 23:22; Dt. 24:19).
Rut decidió aprovechar esta ley, y fue al campo de cebada para recoger espigas. No fue
buena suerte, sino providencia divina la que le guió al campo que pertenecía a Booz (en él
hay poder), un pariente rico de su suegro muerto.
2:4–12 Cuando Booz llegó de Belén, preguntó quién era la joven. Enterándose que era la
nuera de Noemí, le invitó cordialmente a continuar espigando en sus campos y a
compartir del agua de sus obreros. Alabando el paso leal y desinteresado que Rut había
tomado, Booz terminó con una oración por ella: «JEHOVÁ recompense tu obra, y tu
remuneración sea cumplida de parte de JEHOVÁ Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido
a refugiarte» (v. 12).
Leon Morris comenta:
«A su tiempo, la oración fue contestada por medio del mismo que la había hecho. Él
reconoce el aspecto religioso del cambio de país de Rut al decirle que ha buscado refugio
bajo las alas de Yahvéh. La figura empleada es probablemente de un pajarito moviéndose
bajo las alas de su madre adoptiva. Ilustra con viveza la confianza y la seguridad…»3
Ella se maravilló que él, siendo judío, mostrara tanto favor inmerecido a una gentil. ¡Pero
había una razón! Booz, por supuesto, había oído de la bondad de Rut hacia Noemí, y de
cómo se había convertido a la fe judía.
2:13–16 Estaba tan impresionado con ella que le invitó a comer con sus obreros, y dio
órdenes a sus criados de dejar a propósito espigas extras.
2:17 Al final del día, desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada, lo cual
es una cantidad muy generosa. Esto es lo que debemos hacer en nuestro estudio de la
Palabra; es decir, apropiarnos de las verdades preciosas y ponerlas en práctica.
En Booz vemos ilustradas muchas de las excelencias de Cristo. Booz era hombre de
grandes riquezas (v. 1). Tenía compasión del extranjero que no tenía derecho a sus favores
(vv. 8–9). Sabía todo acerca de Rut, aun antes de que ella le conociera (v. 11), así como el
Señor sabe todo acerca de nosotros antes de que lleguemos a conocerle. Sirvió a Rut con
gracia, y todas sus necesidades fueron satisfechas (v. 14). Le concedió protección y
prosperidad para el futuro (vv. 15–16). En estos actos de gracia vemos prefiguradas las
misericordias de nuestro bendito Pariente Redentor hacia nosotros.
2:18–23 Cuando Rut tomó el grano, lo llevó a casa y le dijo a Noemí todo lo que había
pasado. La anciana judía sagaz supo que el programa del Señor se estaba desarrollando
satisfactoriamente. Sabía que Booz era pariente cercano de su marido muerto, y sintió
que el Señor iba a obrar maravillosamente a favor de ella y Rut. Así que animó a Rut a
continuar espigando en los campos de Booz.
El consejo de Noemí de quedarse en los campos de Booz era prudente. Puesto que había
mostrado gracia, sería un insulto que Rut se fuera de su protección a espigar a otro
campo. Nosotros tampoco debemos extraviarnos de la provisión y protección prometida
del Señor, yendo a los campos de los placeres del mundo.
1:1. Los acontecimientos que se relatan en el libro de Rut sucedieron en los días que
gobernaban los jueces, probablemente durante la regencia del juez Gedeón (V.
“Características históricas y literarias” en la Introducción). El hambre que hubo en la tierra
quizá fue obra de Dios para castigar a su pueblo pecador. Muchos años después, en los
días de Elías, Dios envió otra hambruna como juicio sobre Israel por adorar a Baal (1 R.
16:30–17:1; 18:21, 37; 19:10).
El control divino sobre las cosechas es uno de los principales factores que afectan el
desarrollo de los acontecimientos del libro de Rut. Durante el período de los jueces, era
común que los israelitas adoraran al dios cananeo Baal (Jue. 2:11; 3:7; 8:33; 10:6, 10). Se
creía que Baal era dueño de la tierra y que controlaba su fertilidad. La contraparte
femenina de ese dios era Astarot. Se creía que las relaciones sexuales entre esos dos
dioses eran las que regulaban la fertilidad de la tierra y de sus criaturas.
Dios había ordenado a los israelitas que estaban bajo el liderazgo de Josué, que purgaran
la tierra, tanto de los cananeos como de sus ídolos (Dt. 7:16; 12:2–3; 20:17). El fracaso de
los israelitas en realizarlo (Jos. 16:10; Jue. 1:27–33) los dejó expuestos a la tentación de
buscar a los ídolos en vez de a Dios para recibir la bendición agrícola. Es posible que la
prostitución cúltica y las prácticas sexuales utilizadas en la adoración a Baal también
atrajeran al pueblo hebreo. Es interesante que el padre de Gedeón construyó un altar a
Baal, pero Gedeón lo derribó (Jue. 6:25–34). El relato de Rut muestra la sabiduría que hay
en confiar en Dios y su providencia en lugar de hacerlo en los dioses cananeos.
Belén estaba como a 8 kms. al sur de Jerusalén. Posteriormente, Obed, hijo de Rut y Booz,
nació en esa población y el nieto de Obed, David, también nació allí (Rt. 4:18–21; 1 S.
17:58). Por supuesto que Belén también fue el lugar donde nació nuestro Señor Jesucristo,
que fue descendiente de David (Lc. 2:4–7).
Y un varón de Belén de Judá junto con su familia, fue a morar en … Moab (que se
encontraba a 80 kms. al oriente, al otro lado del mar Muerto). Él planeaba permanecer allí
por un corto tiempo, pero no se dice por qué escogió Moab. Es probable que hubiera
escuchado que en ese lugar no había hambre. Sin embargo, los acontecimientos
posteriores indican que la suya fue una decisión poco sabia, y que Belén, no Moab, era el
lugar donde Dios lo bendeciría. Los habitantes de Moab habían quedado excluidos de la
congregación del Señor (Dt. 23:3–6). (Para estudiar el origen de los moabitas, V.
“Características históricas y literarias” en la Introducción; cf. Gn. 19:30–38.) Ese pueblo
adoraba a Quemos, una deidad que recibía un culto parecido al de Baal.
1:2. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los … de sus hijos
eran Mahlón y Quelión. Algunos eruditos bíblicos insisten mucho en el hecho de que
Elimelec significa “mi Dios es rey”, pero es posible que él no haya vivido a la altura de su
nombre. (V. el comentario de los vv. 20–21 para estudiar el juego de palabras del nombre
de Noemí.) El adj. efrateos se usaba para designar a los habitantes de Efrata, otro de los
nombres dados a Belén de Judá (cf. 4:11; Gn. 35:19; 48:7; Miq. 5:2).
Aquí empieza la principal porción del relato. El autor utiliza el diálogo como estilo
principal. Cincuenta y nueve de los 85 vv. del libro contienen diálogos, que empiezan en el
v. 8. Noemí decidió regresar a su casa y pensó que debía dejar a sus nueras en Moab
porque era mejor para ellas. Pero recibió una gran sorpresa cuando Rut decidió ir con ella.
1:6–7. Noemí oyó que por fin las lluvias habían llegado a su tierra. La hambruna había
concluido y Jehová había provisto a su pueblo lo necesario para darles pan (i.e., cosechas
de los campos y frutos de los árboles). Fue el Señor quien suspendió el hambre y dio la
lluvia, no Baal, que los cananeos creían era el dios de la lluvia. “Regreso” es una de las
palabras clave de Rut. En este primer cap. se usan varias formas en hebr. de esa palabra. Y
aquí se encuentra una adecuada ilustración del arrepentimiento. Noemí desanduvo el
camino que ella y su esposo habían tomado y regresó de los campos de Moab y de los
errores del pasado. Dio la espalda a las trágicas sepulturas de sus seres queridos para
volverse a la tierra de Judá, donde estaba su casa.
1:8. Sabiendo que eran muy escasas las posibilidades de que sus nueras volvieran a
casarse en Israel, les encareció que se quedaran en Moab. El que les haya dicho que
regresaran a la casa de su madre era poco usual en una sociedad dominada por los
varones. Pero puesto que Noemí estaba pensando en que se volverían a casar, tal vez se
refirió a que cada una de sus nueras planearía su boda con su respectiva madre.
La palabra misericordia es el equivalente del término hebr. ḥeseḏ, que es una de las
palabras importantes tanto de Rut (cf. 2:20; 3:10) como de todo el A.T. Habla de la lealtad
pactal de Dios para con su pueblo e incluye la gracia que les fue otorgada aun cuando no
la merecían. Aquí van de la mano la voluntad divina y las acciones humanas. Tanto Dios
como los hombres son dispensadores de ḥeseḏ. La base de la bendición de Noemí fueron
las acciones misericordiosas que Rut y Orfa mostraron a sus respectivos esposos y a ella. A
los ojos de la suegra viuda, ambas nueras eran muy valiosas, así que deseaba que Dios
fuera bueno con ellas. Aunque eran extranjeras, se habían casado con dos israelitas y por
lo tanto, estaban bajo el pacto de Dios.
1:9–10. A continuación, Noemí pidió: os conceda Jehová que halléis descanso, cada una
con su marido. Esto se convierte en un asunto clave del libro, porque el matrimonio
significaba seguridad para la mujer. E irónicamente, parecía que al abandonar Moab, Rut
estaba rechazando esa posibilidad. Los besos de Noemí eran para despedirse, pero ambas
nueras le dijeron que querían ir con ella. Es posible que alguna costumbre de esos tiempos
lo requiriera así.
1:11. En tres ocasiones, Noemí insistió en que regresaran a Moab (vv. 11–12, 15), porque
era necesario que se aseguraran de volverse a casar. En el antiguo Cercano Oriente, una
mujer sin marido enfrentaba una situación seria, porque quedaba sin protección. En
especial, las viudas eran las que más la necesitaban. Noemí se refirió a la ley del levirato
de Israel por medio de la cual un hombre era responsable de casarse con la viuda de su
hermano para poder levantar un hijo que perpetuara el nombre del hermano muerto y
que recibiera su herencia (Dt. 25:5–10). Noemí les indicó que en su caso, eso no era
posible, porque ya no tenía más hijos en el vientre.
1:12–13. Después añadió que ya hacía mucho que había pasado su edad para tener hijos.
Aunque se volviera a casar, ya era vieja para tener marido. Y aunque lo hiciera, y diese a
luz hijos, sería ridículo pensar que Orfa y Rut estarían dispuestas a esperarlos hasta que
fuesen grandes para casarse con ellos.
Parece que Noemí fue un poco indiferente al dolor de sus nueras. Ella pensaba que era
mayor su amargura que la de ellas, porque ellas todavía podían tener hijos. Además,
consideró que esto se debía a que la mano de Jehová la estaba castigando (cf. vv. 20–21).
Es evidente que Noemí se encontraba en un estado tan profundo de aflicción, que se
atrevió a hablar contra Dios con enojo. Y aun así, fue una mujer de fe. Ella no tenía duda
de que Dios estaba obrando activamente en sus vidas (cf. vv. 8–9; 2:20). Sabía que el
Señor es soberano y que es la causa última de las circunstancias de la vida.
1:14. No se debe criticar indebidamente a Orfa por haber regresado a Moab, ya que sólo
estaba obedeciendo los deseos de su suegra. Orfa no se vuelve a mencionar en el libro de
Rut y es posible que se casara en Moab.
Sin embargo, Rut hizo algo inesperado. Orfa tomó la decisión de quedarse a buscar
marido, mas Rut se quedó con Noemí, evidentemente escogiendo seguir y servir a su
suegra viuda en vez de permanecer en su tierra y buscar esposo. Rut pensaba que
probablemente esa decisión significaba que ella nunca tendría otro marido ni hijos.
Santiago, el escritor novotestamentario, probablemente habría considerado esa
preocupación por su suegra viuda como un acto profundamente religioso (Stg. 1:27).
1:15. Pero de nueva cuenta, Noemí encareció a Rut que regresara a su casa y citó el
ejemplo obediente de Orfa a su petición. Noemí estaba consciente de que si Rut decidía
quedarse en Moab, significaría que seguiría estando bajo la influencia de los dioses
moabitas, incluyendo a Quemos, su principal ídolo (Nm. 21:29; 1 R. 11:7). Pero la
importancia de que Rut volviera a casarse era mayor que esa preocupación. Ciertamente
Noemí no facilitó las cosas para que Rut llegara a la fe del Dios de Israel.
1:16. Rut resistió las tres instancias en que su suegra le pidió que regresara a Moab (vv.
11–12, 15). Prefirió vivir con Noemí a permanecer con su familia, a conservar su identidad
nacional y a seguir en su idolatría. La suya es una de las expresiones de consagración más
hermosas que hay en toda la literatura mundial, porque decidió entrelazar su futuro con
el de Noemí. Ella confesó su lealtad al pueblo de Israel (tu pueblo) y al Dios de Israel (tu
Dios). Este es un conmovedor ejemplo de lo que significa romper totalmente con el
pasado. Como Abraham, Rut decidió dejar la tierra idólatra de sus ancestros para ir a la
tierra de promisión. Y lo hizo aun sin la seguridad que le daría contar con una promesa. De
hecho, tomó su decisión a pesar de la insistencia de Noemí de que actuara en contrario.
1:17. La decisión de Rut fue tan firme, que incluso hizo referencia a la muerte y a la
sepultura. Afirmó que se quedaría con Noemí hasta la muerte y todavía más allá. Para
sellar la alta calidad de su decisión, Rut invocó el castigo de Jehová, el Dios de Israel, el
cual aceptaría si acaso rompiera su juramento de lealtad a su suegra. La conversión de Rut
fue total, y los acontecimientos que siguieron confirmaron que vivió de acuerdo a su
promesa.
1:18. Viendo Noemí que estaba tan resuelta …, no dijo más ni siguió insistiendo en que Rut
regresara a Moab. Puesto que Rut había puesto como testigo al nombre de Dios al hacer
su juramento (1:17), Noemí aceptó su decisión. Ya nada más podía decirse. El libro de Rut
no dice nada acerca de si Noemí dio la bienvenida a su nuera a la congregación de
aquellos que confiaban en el Dios de Israel. Por fe, Rut superó las barreras que estaban
puestas frente a ella.
1:19. Anduvieron, pues, ellas dos e hicieron la ardua jornada hasta llegar a Belén. Aquí
continúa el relato estrictamente femenino de esta porción del cap. 1, porque en Belén,
toda la ciudad se conmovió y se expresó a través de las mujeres que decían: ¿No es ésta
Noemí? Esta pregunta sugiere que todavía la recordaban, y que ella había experimentado
un evidente cambio, obviamente para empeorar.
1:20. La aflicción y depresión de Noemí, que ya se habían expresado contra Dios (v. 13),
continuaban. Por eso, declaró que su nombre, Noemí, que significa “dulzura o agradable”,
no era el más adecuado para las circunstancias en que se encontraba. Por eso, les dijo:
llamadme Mara, que significa “amargura”. La razón que adujo fue que en grande
amargura me ha puesto el Todopoderoso (šadday). Al referirse a Dios como “el
Todopoderoso”, estaba haciendo hincapié en su gran poder (o “provisión”; cf. el
comentario de Gn. 17:1). Y no era posible resistirse a tan grande Dios. El desastre que él le
había enviado no se pudo haber evitado. Noemí tenía tal fe en Dios y sabía que él
participaba activamente en su vida, que sabía que las cosas difíciles que había
experimentado provenían de él. Su dolor era verdadero; y es evidente que tomaba a Dios
con gran seriedad.
1:21. La queja de Noemí se hizo más específica. Años antes, se había ido a Moab llena, con
un marido y dos hijos, pero ahora, dijo que Jehová la había vuelto con las manos vacías. Su
dolor y depresión no le permitieron reconocer que su nuera moabita era su única
posesión de importancia. Sin embargo, más adelante recibió grandes beneficios gracias a
Rut (4:15). Noemí estaba segura de que todos sus males eran por culpa de Dios. Su
regreso a casa sólo había aumentando la profundidad de su dolor. En el futuro no preveía
nada, sino la soledad, el abandono y la impotencia de la viudez. Su queja empezó y
terminó mencionando el nombre del Todopoderoso, el Dios omnipotente, que era quien
la había afligido. Pero aún en medio de su profunda tragedia, muy pronto Dios iba a
intervenir con su misericordiosa gracia.
1:22. Este v. proporciona una transición de esperanza para Noemí, así como para Rut la
moabita, su nuera. En realidad, Dios no era su enemigo, sino que gracias a su soberana y
vigilante providencia, obraría a favor de ambas viudas.
Noemí había abandonado Belén debido a una hambruna, y regresó con hambre en su
alma. Sin embargo, las muejres llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada. Esto
debió haber sido una buena bienvenida. Pero estando en su depresión, Noemí no se sintió
impresionada. (La cosecha de la cebada era en el mes de Nisán [marzo-abril]. V.
“Calendario de Israel” en el Apéndice, pág. 294.)
Noemí pensó que estaba regresando con las manos vacías, pero tenía a Rut la moabita
con ella. Y la siega había madurado; entonces, había esperanza para ellas.