Breve Historia Del Urbanismo
Breve Historia Del Urbanismo
Breve Historia Del Urbanismo
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El libro de bolsillo Alianza Editorial Madrid
Lección 1
Primera edición: 1968 Introducción. Tipos fundamentales de ciudad
Segunda edición: 1970
Tercera edición: 1974
Cuarta edición: 1977
obras del hombre, como dijo Walt Whitman, lo reúne tal de estos ciudadanos que basta para la suficiencia de
todo, y nada que se refiera al hombre le es ajeno. No la vida» '. Es una definición que corresponde a un con
debemos olvidar que en su interior anida la vida misma, cepto político de la ciudad, que conviene al tipo de
hasta confundirnos y hacernos creer que son ellas las ciudad-estado de Grecia. El Estado es la ciudad, y la
que viven y respiran. Todo aquello que al hombre le ciudad es el Estado. El problema de la ciudad como tal
afecta, afecta a la ciudad, y por eso muchas veces lo se traslada al problema de la situación o estado político
más recóndito y significativo nos lo dirán los poetas y de sus habitantes, los ciudadanos.
los novelistas. La gran novelística del pasado siglo ha Alfonso el Sabio12 define la ciudad como «todo aquel
tenido casi siempre una ciudad como telón de fondo, y lugar que es cerrado de los muros con los arrabales et
lo mismo que las mejores descripciones del cuerpo y el los edificios que se tiene con ellos». Se trata de la ciu
alma de París se las debemos a Balzac, las de Madrid dad medieval, que no se concibe sin unos muros que la
son obra de Galdós. No deben, pues, perderse de vista, defiendan de la amenaza exterior.
al estudiar las ciudades, las valiosas fuentes que nos Cantillon, en el siglo xvm , imagina así el origen de
ofrece la literatura. una ciudad: «Si un príncipe o un señor fija su residencia
No es posible, por tanto, recoger cosecha tan copiosa en un lugar grato, y si otros señores acuden allá y se
como la que ofrece el estudio de las ciudades al culti establecen para verse y tratarse en agradable sociedad,
vador diligente. Podremos, todo lo más, apuntar ideas, este lugar se convertirá en una ciudad» 3. He aquí el con
desbrozar caminos, plantear cuestiones, aportar datos, cepto de la ciudad barroca, de carácter señorial (Resi-
etcétera, que fatalmente tendrán mucho de fragmentario denzstadt) y eminentemente consumidora, donde reina
y a veces de inccnexo. el lujo, que, según Werner Sombart, fue el origen de
La primera dificultad que encontramos está en la defi las grandes ciudades de Occidente, antes del advenimien
nición de lo que es una ciudad. Si queremos, por la vía to de la era industrial.
clásica, empezar explicando cuál es el objeto de nues Para Ortega y Gasset4, «la ciudad es un ensayo de
tro estudio, en la primera puerta nos acecha la duda. Se secesión que hace el hombre para vivir fuera y frente
han dado multitud de definiciones, y algunas, si no con al cosmos, tomando de él porciones selectas y acotadas».
tradictorias, por lo menos nada tienen que ver con otras, Basa Ortega y Gasset su definición en una diferenciación
igualmente respetables. No se trata de que exista error, radical entre ciudad y naturaleza, considerando aquélla
sino que estas definiciones se refieren a conceptos de la como una creación abstracta y artificial del hombre. Esto
ciudad enteramente diferentes o a ciudades que constitu es sólo una parte de la verdad, o por lo menos es una
tivamente lo son. Nada tiene que ver la polis griega con verdad aplicable a determinado tipo de ciudades. Para
la ciudad medieval; son distintas una villa cristiana y Ortega, la ciudad por excelencia es la ciudad clásica y
una medina musulmana, una ciudad-templo, como Pekín, mediterránea donde el elemento fundamental es la pla
y una metrópoli comercial, como Nueva York. za. «La urbe — dice— es, ante todo, esto: plazuela, ágo-
Aristóteles dice que «una ciudad es un cierto número ra, lugar para la conversación, la disputa, la elocuencia,
de ciudadanos, de modo que debemos considerar a quién la política. En rigor, la urbe clásica no debía tener casas,
hay que llamar ciudadanos y quién es el ciudadano...»
1 Aristóteles. Política, Libro III. Cap. I.
«Llamamos, pues, ciudadano de una ciudad al que tiene J Ley 6.*, Titulo X XX III, Partida 7 ‘ .
la facultad de intervenir en las funciones deliberativa y 3 Cantillon. E ssai sur la nature du com m erce. Apud Werner Som
bart, L ujo y capitalism o, Rev. de Occidente, Madrid, 1928, p. 65.
judicial de la misma, y ciudad en general, al número to 4 Obras com pletas, II, p. 408.
10 Lección 1 Introducción 11
sino sólo fachadas que son necesarias para cerrar una finitivo de la ciudad sea la plaza y lo que ésta signifique,
plaza, escena artificial que el animal político acota sobre de modo que cuando falta no acierta a comprender que
el espacio agrícola» 5. «La ciudad clásica nace de un ins una aglomeración urbana pueda llamarse ciudad.
tinto opuesto al doméstico. Se edifica la casa para estar Esto me sucedió a mí cuando me encontré con la
en ella; se funda la ciudad para salir de la casa y reunir civilización y la vida americanas. Presa de un cierto es
se con otros que también han salido de sus casas» 6. tupor, escribí lo siguiente: «Entonces, en un esfuerzo
Se mueve, por tanto, Ortega dentro de la órbita de por desasirme de todo lo conocido, y ya sin vacilar en
la ciudad clásica, es decir, de la ciudad política. La ciu plantearme los hechos en todo su radicalismo, me atreví
dad donde se conversa y donde los contactos primarios a proponerme una verdad, que puede ser subjetiva — tam
predominan sobre los secundarios. El ágora es la gran bién hay verdades subjetivas— , pero que para mí sigue
sala de reunión y sede de la tertulia ciudadana, que a siendo válida. La verdad es, sencillamente, ésta: que me
la larga es la tertulia política. Qué duda cabe que este hallaba ante una civilización sin ciudades»7. Contando
tipo de ciudad locuaz y parlera ha tenido mucho que ver América con las más gigantescas aglomeraciones huma
con el desarrollo de la vida ciudadana, y que en la me nas, esto podría parecer una boutade; pero no lo es,
dida en que esta locuacidad se pierde decae el ejercicio siempre que identifiquemos el concepto de ciudad con el
de la ciudadanía. Por eso las ciudades de la civilización de vida exteriorizada y civil.
anglosajona, ciudades calladas o reservadas, tienen de Para los anglosajones será difícil asimilar la idea de
vida doméstica lo que les falta de vida civil. Esta distin que carecen de ciudades en el sentido de la civitas latina
ción entre ciudades domésticas y ciudades públicas es o de la polis griega. Acaso pueda decirse que poseen
más profunda de lo que parece y no ha sido suficiente towns, palabra que deriva del viejo inglés tu n ' y del
mente explayada por aquellos que se han dedicado al es viejo teutónico túnoz y que significa un recinto cerrado,
tudio de la ciudad. Una es ciudad de puertas adentro parte del campo que corresponde a una casa o a una gran
y otra es ciudad de puertas afuera. Aunque a primera ja. No se trata, pues, de un concepto político, sino de
vista resulte paradójico, la ciudad exteriorizada es mucho un concepto agrario.
más opuesta al campo que a la ciudad interiorizada. La Los Estados Unidos carecen de ciudades tal y como
cosa es obvia: para los vecinos de la primera, el verda nosotros las entendemos, aunque existan aglomeraciones
dero habitat es el exterior, la calle y la plaza, que, aun humanas, concentraciones industriales, regiones suburba
que no tiene techo, tiene paredes (fachadas) que lo se nas, «conurbaciones», etc.
gregan del campo circundante. Sin embargo, la ciudad A este respecto, es sintomática la construcción de los
íntima tiene su habitat en la casa, defendida por techos pueblecitos de New England. En medio del campo las
y paredes. No necesita segregarse del campo, ya que casitas aisladas empiezan a apiñarse, nunca demasiado
éste, en el fondo, es aislante que ayuda poderosamente y desde luego sin tocarse ni perder su autonomía; pero
a la intimidad. Por consiguiente, la ciudad de las facha al llegar al centro dejan un gran espacio vacío, llamado
das es mucho más urbana, si por tal se entiende una cotnmon. Este common no es, ni mucho menos, una
entidad opuesta al campo, que la ciudad de los interio plaza, un ágora, sino una parte del campo especialmente
res. Por tanto, es perfectamente comprensible que para preservada. Como si las casas, al unirse, sintieran la
todo hombre latinizado y mediterráneo lo esencial y de nostalgia del campo dejado a la espalda, vuelven a recu
perarlo en la parte más eminente, poniéndolo en valor, torno al patio. Este elemento lo tomaron los árabes del
exaltándolo. En lugar de una secesión del cosmos, se mundo helenístico, pero lo transformaron, atemperándo
trata de una valoración del paisaje, encuadrándolo con lo a sus exigencias vitales. Con el peristilo helenístico
venientemente. En la pradera del common pacen los re y el jardín encerrado entre tapias, de tradición irania,
baños y rumian los bovinos bajo gigantescos y bellísimos constituyeron la casa que deseaban, dentro de la cual
olmos. La ciudad doméstica y callada es una ciudad podían gozar de las delicias de la vida al aire libre en
eminentemente campesina, lo mismo que la ciudad lo un espacio estrictamente privado. La calle en la ciudad
cuaz y civil es eminentemente urbana. musulmana puede decirse que no existe, ya que se trata
Entre la ciudad doméstica y la ciudad civil queda flo de eludir la exteriorización de la vivienda — fachada— ,
tando, con difícil referencia a esta polaridad, la ciudad que es lo que constituye la razón de ser de la calle. El
islámica. A nuestro juicio, la clave nos la dan los ver pueblecito de New England no tenía calles porque éstas,
sículos 4 y 5 del capítulo X LIX del Corán, llamado El a lo más, eran senderos por el campo y entre las casas
Santuario: «El interior de tu casa — dice Mahoma— es dispersas. Las medinas musulmanas tampoco las tienen,
un santuario: los que lo violen llamándote cuando estás porque se convierten en inverosímiles pasadizos entre
en él, faltan al respeto que deben al intérprete del cielo. tapias, que difícilmente se abren paso en el complejo
Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige.» compacto de una edificación imbricada. Tiene mucha más
El musulmán lleva al extremo la defensa de lo pri importancia como desahogo el patio que la calle.
vado, pero por ello no puede permanecer durante mucho Tampoco existe en la ciudad islámica la plaza como
tiempo en la cárcel que él mismo se ha preparado, y elemento de relación pública. La función de la plaza la
su vida se escinde en vida de harén y vida de relación. cumple también el patio, en este caso el patio de la mez
No pu^de, pues, hablarse de una plena vida doméstica, quita. Pero como ya no se trata de política, sino de
ya que ésta se halla constitutivamente dividida. Tampoco religión, su función en la vida social es muy diferente.
cabe decir que domina la vida pública, como en la ciu No estamos ante un ágora para la discusión y la dialéc
dad clásica, ya que existe la vida de harén. Esto, unido tica, sino ante un espacio para la meditación silenciosa
a la importancia que en el Islam tiene el factor religio y para la pasiva delectación del tiempo que fluye. Por
so, acaba por dar una especial fisonomía a la ciudad. eso, en lugar de plaza como entidad urbana abierta, los
La vida de harén condiciona la organización de la casa musulmanes, incluso para la vida en común, prefieren
musulmana como un recinto herméticamente cerrado al de nuevo el patio, donde vuelven a encontrarse encerra
exterior y, lo que es más, completamente disfrazado. dos, «privados», en una actitud que pudiéramos llamar
Vagando por las tortuosas callejuelas árabes, llenas de extático-religiosa. El único elemento de la ciudad que
recodos y pasadizos, nunca sabemos si bordeamos los adquiere vida y está dominado por el bullicio humano
muros de un gran palacio o la casa miserable donde se es el zoco, la alcaicería o el bazar. Pero esto obedece ya
hacinan los desheredados. Todo está imbricado, revuelto a una necesidad puramente funcional insoslayable.
y confuso de tal manera que el camouflage resulta per La ciudad musulmana está montada sobre la vida pri
fecto. La vida completamente reclusa, sin apariencia ex vada y el sentido religioso de la existencia, y de aquí
terior alguna, da lugar a una difícil ciudad sin fachadas, nace su fisonomía. No puede, por tanto, confundirse con
algo opuesto totalmente a la ciudad clásica, donde el la ciudad pública ni tampoco con la ciudad doméstica.
escenario y la fachada eran lo principal. Tal situación Según Ernst Egli, los elementos estructurales que com
debía llevar fatalmente a organizar la vida doméstica en ponen la ciudad son: la casa, la calle, la plaza, los edifi
14 Lección 1 Introducción 15
cios públicos y los límites que la definen dentro de su de la ciudad europea, clásica o moderna. La casa signi
emplazamiento espacial. Es de tal suerte una ciudad, que fica que prima la necesidad individual, y la calle supone
todos estos elementos obedecen a necesidades profundas que sobre ella prevalece un imperativo superior, cual es
de la comunidad, a circunstancias espirituales de todo la exigencia de la cosa pública. La calle representa el
orden y a condiciones nacidas del entorno físico, clima orden o ley general a que se supedita el capricho o la
y paisaje. Todos estos elementos (casa, calle, plaza, mo voluntad individual. Este imperativo superior ha faltado
numentos, límites) obedecen a una concepción unitaria, en las ciudades islámicas, por pertenecer a una sociedad
y, así, no puede darse una calle musulmana con casas más primitiva e imperfecta, donde no se encuentra des
góticas, ni una catedral junto a un agora clásica o cual arrollada la noción abstracta del bien común. El indi
quier otra combinación de elementos heterogéneos. Cada viduo no tiene deberes para con la sociedad y sólo se
estructura urbana es esencialmente unitaria. Dice Egli halla religado con los poderes ultraterrenos. Sociedad y
que la idea fundamental de una ciudad está implicada política están asfixiadas por la religión.
en la idea de la casa individual de esta ciudad8. Obser En gran parte, la ciudad española ha supuesto un inten
vación bastante aguda, que, desde luego, se manifiesta to de conciliar la urbe latina, locuaz y dialéctica, con el
clarividentemente en la ciudad musulmana. hermetismo, con el harén de la sociedad islámica. La exis
Esto no quiere decir que una ciudad sea sólo un con tencia del español, por este hecho, todavía resulta más
junto de casas, visión excesivamente simplista del fenó escindida que la del musulmán. La mujer se queda en
meno urbano. Casas existen en el campo, dispersas o
formando grupos, como en las alquerías y almunias, y, casa, con escasísima vida de relación, y el hombre se
va a la calle y a la plaza a participar de una vida pública
sin embargo, éstas no constituyen ciudades. Por consi
guiente, la ciudad es otra cosa; una determinada orga mucho más intensa que la del musulmán. La mujer se
nización funcional que cristaliza en estructuras materia conforma con mirar la calle desde los espesos cierros
les. Pero esto no quita que uno de los elementos con grandes rejas voladas y celosías. Trasposición cris
determinantes de tal cristalización sea la casa, en orde tiana de los ajimeces musulmanes. Para ampliar el hori
nación con el resto de los factores imperantes. zonte de estos furtivos miradores, todavía se ven en
La fórmula de la ciudad musulmana es la organización muchos pueblos de Andalucía depresiones talladas en los
de dentro afuera (desde la casa hacia la calle, por así muros de las fachadas por donde la mirada puede res
decirlo), cuando en la ciudad occidental lo corriente ha balar más lejos.
sido lo contrario: desde la calle, previamente trazada, Durante la era barroca, España dio forma a una tí
con plan o sin él, las casas han ido ocupando su sitio pica ciudad que en otro lugar hemos llamado ciudad-
y conformándose a su ley distributiva. En la ciudad mu convento. No es que otras ciudades europeas no tuvieran
sulmana ha sido la casa la que ha prevalecido y la que dentro de los muros y en los arrabales numerosos con
ha obligado a la calle a encontrar su acomodo, un poco ventos, pero no pasaron de ser ciudades con conventos,
subrepticiamente, por entre los huecos que las casas le mientras que las nuestras acabaron siendo, en algunos
dejaban. De aquí que las calles hayan resultado tortuo casos, conventos hechos ciudad. Esta peculiar estructu
sas, laberínticas e inverosímiles. ra, representativa de la España católica de los Austrias,
Esta es una actitud más inmediata y biológica que la es, por paradójico que parezca, resultado directo, y bien
evidente por cierto, de la peculiar morfología de la ciu
• Em st Egli. Climate and Tow D istricts, C onsequences and De-
m ands, Zurich, 1951, p. 18. dad musulmana. Encontramos aquí un aspecto más de
16 Lección 1 Introducción 17
cómo nuestra religiosidad se ha vertido muchas veces en espiritualidad general de la cultura, destácase el alma
moldes islámicos. de la ciudad como un alma colectiva de nueva especie,
Muchos conventos españoles se fundaron a raíz de la cuyos últimos fundamentos han de permanecer para nos
Reconquista en ciudades hispano-musulmanas, y si las otros en eterno misterio. Y una vez despierta, se forma
iglesias se hicieron generalmente (no siempre) de nueva un cuerpo visible. La aldeana colección de casas, cada
planta, los edificios de la vida monástica fueron el resul una de las cuales tiene'su propia historia, se convierte
tado de encerrar, dentro de altas tapias, casas, palacios, en un todo conjunto. Y este conjunto vive, respira, cre
callejones y pasadizos, formando así enormes e irregu ce, adquiere un rostro peculiar y una forma e historia
lares manzanas que lo absorbían todo9. De este modo, internas. A partir de este momento, además de la casa
por los nuevos conventos se preservaban y acotaban im particular, del templo, de la catedral y del palacio, cons
portantes sectores de las antiguas ciudades islámicas, que tituye la imagen urbana en su unidad el objeto de un
quedaban fijados para siempre en el tiempo inmóvil, de idioma de formas y de una historia estilística, que acom
tenido más allá de las tapias. Lo «privado» de la forma paña en su curso todo el ciclo vital de una cultura» 10.
de vida musulmana se había refugiado en la más privada En realidad, para una mente germánica como Spen-
de las sociedades cristianas: la clausura. Todavía Toledo gler, el alma, o si se quiere el espíritu, sustituye a la
está lleno de conventos cuyas recónditas clausuras, cuyos dialéctica de la ciudad clásica. El G eist en lugar del
escondidos patios y estancias refrescadas por surtidores, Logos, y como una categoría más amplia, más compre
dicen mucho de la vida íntima del moro. hensiva, que lo pueda abrazar.
En las civilizaciones que más de cerca nos afectan «Hay aglomeraciones humanas — continúa Spengler—
tenemos, pues, constituidos tres tipos de ciudades: a ) la muy considerables que no constituyen ciudad; las hay
ciudad pública del mundo clásico, la civitas romana, no sólo en las comarcas primitivas, como el interior del
la ciudad por antonomasia; b ) la ciudad doméstica y Africa actual, sino también en la China posterior, en
campestre de la civilización nórdica, y c ) la ciudad pri la India y en todas las regiones industriales de la Europa
vada y religiosa del Islam. Es muy difícil, pues, encerrar y de la América modernas. Son centros de una comarca,
en una sola definición cosas tan diferentes, y no es de pero no forman interiormente mundos completos. No
extrañar que diversos autores parezcan contradecirse, tienen alma. Toda población primitiva vive en la aldea
cuando lo que sucede es que en ellos predomina un en y en el campo. No existe para ella la esencia denominada
foque determinado. ‘ciudad’. Exteriormente habrá, sin duda, agrupaciones
Si no es el carácter de vida pública el que puede que se distingan de la aldea; pero esas agrupaciones no
definir universalmente a una ciudad, ya que hemos visto son ciudades, sino mercados, puntos de reunión para los
que otras no lo tienen, cabe pensar en una nota más intereses rurales, centros en donde no puede decirse que
amplia que acoja a estas diferentes especies. se viva una vida peculiar y propia. Los habitantes de
Según Spengler, «lo que distingue la ciudad de la al un mercado, aun cuando sean artesanos o mercaderes,
dea no es la extensión, no es el tamaño, sino la presencia siguen viviendo y pensando como aldeanos. Hay que pe
de un alma ciudadana...» «El verdadero milagro es cuan netrarse bien del sentimiento especial que significa el
do nace el alma de una ciudad. Súbitamente, sobre la que una aldea egipcia primitiva — breve punto en medio
del campo inmenso— se convierta en ciudad. Esta ciu-
9 L. Torres Balbás, «Las ciudades musulmanas y su organización».
R evista del Institu to d e E stu dios de Adm inistración Local, núm. 6. 10 Spengler, La decadencia de O ccidente, vol. III, p. 131 de la
1942. traducción española.
18 Lección 1 Introducción 19
dad no se distingue acaso por nada exteriormente; pero ha solido acontecer, pueden aumentar más de cien veces
espiritualmente es el lugar desde donde el hombre con sin adquirir la más leve de las instituciones que caracte
templa ahora el campo com o un alrededor, como algo rizan a una ciudad en un sentido sociológico. Es decir,
distante y subordinado. A partir de este instante, hay según Mumford, un lugar en el cual se condensa la
dos vidas: la vida dentro y la vida fuera de la ciudad, y tradición social y donde las posibilidades de continuo in
el aldeano lo siente con la misma claridad que el ciuda tercambio e interacción elevan a un alto potencial las
dano. El herrero de la aldea y el herrero de la ciudad, el actividades humanas l2.
alcalde de la aldea y el burgomaestre de la ciudad, viven En España, dado nuestro retraso industrial, no hemos
en dos mundos diferentes. El aldeano y el ciudadano son conocido la típica ciudad «paleotécnica», ni la conocere
distintos seres. Primero sienten la diferencia que los se mos ya. Nuestro retraso puede ofrecer por lo menos
para, luego son dominados por ella, al fin acaban por esa ventaja. Designa Mumford con el vocablo expresivo
no comprenderse uno a otro. Un aldeano de la Marca de «paleotécnica» a la primera era técnica, con todo su
y un aldeano de Sicilia están hoy más próximos entre caótico y brutal desarrollo, que no tuvo más ley ni más
sí que el aldeano de la Marca y el berlinés. Desde este control que la libre competencia, el laissez faire de los
punto de vista existen verdaderas ciudades. Y este punto utilitaristas. Esta era paleotécnica ha dado lugar a las
de vista es el que con máxima evidencia sirve de funda más insensatas y desalmadas ciudades que los hombres
mento a la conciencia despierta de todas las culturas» 11. han puesto en pie, y lo que es más grave, reputadas como
Nos queda, pues, el problema de las ciudades sin alma, símbolo del progreso. Dice bien el escritor americano,
que en verdad es un grave problema. Ya lo habíamos que la factoría y el slum eran sus dos componentes esen
apuntado al explicar cuál fue nuestra sorpresa al con ciales y, por decirlo así, únicos. Ya no tenemos ni la
templar ciertas aglomeraciones norteamericanas, a las cua plaza, ni el common, ni la catedral, ni el castillo, ni el
les nos resistimos a dar categoría de ciudades, no obs palacio barroco, ni siquiera el mercado, como elementos
tante su enorme volumen y su población. De hecho sigue que significan y elevan a un plano espiritual el papel de
costándonos un penoso esfuerzo el otorgarles este hon la ciudad. Sólo domina la ley áspera de la producción
roso título, lo que, sin embargo, no nos exime de tener y el beneficio económico.
que enfrentarnos con ellas, ya que son uno de los fenó En cuanto a morfología, la ciudad de la era técnica
menos claves de nuestra civilización actual. adopta la árida cuadrícula. Lo que en Grecia fue triunfo
Salvo casos especiales o que provienen de otras cultu del racionalismo, en Roma del espíritu práctico y militar
ras distintas de la occidental, la ciudad sin alma coin y en Sudamérica de una jerárquica colonización, en el
cide con la ciudad a que ha dado origen la revolución in ‘siglo xix se convirtió en el instrumento de los especu
dustrial. El nuevo complejo urbano consta, según Lewis ladores de terrenos. Gracias a la cuadrícula, el aprovecha
Mumford, de dos elementos fundamentales: la factoría miento de los terrenos era máximo, y la igual impor
y el slum. Ellos, de por sí, constituyen lo que se ha lla tancia de las calles perseguía el ideal de que todos fueran
mado impropiamente ciudad. Una palabra que en este igualmente valiosos. Todas las operaciones de cálculo
caso no significa más que un hacinamiento de gente en de rendimientos, compraventa, etc., eran facilitadas ex
un lugar que puede ser designado con nombre propio traordinariamente. Ya no era la cuadrícula de los ideó-1
a los efectos postales. Estas aglomeraciones urbanas, así
11 Lewis Mumford. The Insen sa te Industrial Town. Apud Paul K..
Hall y Albert J . Reiss, R eader in *Urban Sociology», The Free Press.
Spengler, op . cit. II I, 131 y 132. Glcncoc, Illinois, 1951, p. 82.
20 Lección 1 Introducción 21
logos ni de los colonizadores, sino la de los traficantes en poético fondo de nubes. Con objeto de compensar
de solares. esta disgregación y de vitalizar espiritualmente el centro
La factoría, además, se implantaba en los lugares más de# las ciudades, absorbido por las oficinas, pero repe
amenos y de mayores recursos naturales, como son los lente cuando éstas se cierran, se intenta formar centros
cursos de los ríos y las costas por lo que suponen como cívicos que renueven la antigua función del agora: con
vías de comunicación. Las bellas riberas neoyorquinas edificios representativos, culturales, de esparcimiento,
y la naturaleza espléndida de su bahía son precisamente dentro de un ambiente armónico, dignificado por la ar
las franjas expoliadas por las exigencias de la técnica, quitectura; todo con vistas a tratar de galvanizar una
con su cohorte de humos y detritus, que sólo por mila vida ciudadana que insensiblemente se disuelve.
gro ha dejado zonas intocadas, como el Riverside Drive. Esta tendencia se acusa de una manera creciente. El
Si París hubiera sido una ciudad fundada en plena último congreso de C. I. A . M. (Congreso Internacional
era paleotécnica no tendríamos ahora los famosos quais, de Arquitectura Moderna) se ha dedicado al estudio de
gloria y regalo de esta urbe. los centros cívicos de las ciudades y han dado lugar a
El otro componente de la ciudad paleotécnica es el una publicación que lleva por título The core [cen tro,
slum. Esta palabra no tiene traducción en español, aun corazón] of the city, traducido al español por E l cora
que podríamos valernos equiparándola a suburbio indus zón de la ciudad. En el trabajo que sirve de introduc
trial. El slum es la horrible colmena regimentada donde ción, debido a José Luis Sert, se dice: «El estudio del
el instrumento hombre se conserva durante la noche corazón de la ciudad, y en general de los centros de la
para volverlo a utilizar de nuevo al día siguiente en la vida común, se nos presenta actualmente tempestivo y
factoría. No existe, pues, la ciudad en ninguno de sus necesario. Nuestras investigaciones analíticas demuestran
aspectos espirituales, sociales ni domésticos, sino una que las zonas centrales de las ciudades son cauces esté
simple máquina de producción. riles, así como lo que un día constituyó el corazón, el
La ciudad paleotécnica pura apenas existe, aunque núcleo de las viejas ciudades, se halla hoy desintegra
Birmingham, Bradford, Pittsburg o Detroit se le acer d o ...» «Sin dejar de reconocer las enormes ventajas y
quen mucho. En cambio, lo que sí existe es la ciudad posibilidades de estos nuevos medios de telecomunica
mixta, donde las estructuras industriales absorben cada ción (radio, cine, televisión, prensa, etc.), seguimos cre
vez un área espiritual y física mayor. Son estas estruc yendo que los lugares de reunión pública, tales como
turas la factoría, con su red de comunicaciones maríti
plazas, paseos, cafés, casinos populares, etc., donde la
mas, fluviales, ferroviarias, que ocupan un espacio in
menso, el slum, con sus casas iguales y monótonas, gente pueda encontrarse libremente, estrecharse la mano
y elegir el tema de conversación que sea de su agrado,
estrictamente calculadas con arreglo al rendimiento eco
nómico del trabajador; y también el rascacielos, producto no son cosas del pasado, y que, debidamente adaptadas
típico de la economía capitalista. a las exigencias de hoy, deben tener lugar en nuestras
En esta ciudad paleotécnica, y asimismo en la neotéc- ciudades» 13.
nica, por un proceso ecológico natural, las clases aco Esta tendencia indica la existencia de una vigorosa
modadas huyen de las zonas que invaden la industria y campaña para reconstruir los órganos públicos de una
el comercio y van a fijarse en una periferia cada vez más ciudad — en una palabra, el ágora— , que si en un tiem
lejana, en medio de un ambiente campestre, donde el
13 C. I. A. M., E l corazón de ¡a ciudad. Hoepli, S. L., Barcelona,
cielo está limpio y el humo de las fábricas se convierte 1955. pp. 4 y 5.
Introducción 23
22 Lección 1 po circundante. Ni en unas puede darse la vida de
relación, por asfixia, ni en otras por descongestión.
po fueron menospreciados por una civilización orgullo- El hombre, en su jornada diaria, sufre tan contra
sámente utilitaria, ahora la experiencia los reclama como dictorios estímulos que él mismo, a semejanza de la
esenciales en la vida humana, sobre todo a la vida de ciudad que habita, acaba por encontrarse totalmente des
comunidad que representa la ciudad. Si esa campaña integrado.
diera sus frutos y se materializara en estructuras físicas,
podría considerarse la ciudad «paleotécnica», sin alma
y sin «corazón», como un fenómeno transitivo, resultado
de un estado de provisionalidad, incapaz, por tanto, de
fijarse en forma perdurable. Seguirían prevaleciendo como
tipos históricamente consagrados, la polis griega y su
heredera la civitas romana, la tow n anglogermánica y
la mediría musulmana; pero la ciudad occidental moder
na, hija del desarrollo tecnológico, resultaría hasta el
momento como algo abortivo y frustrado. Nuestra época,
por de pronto, empieza a reclamar el agora. ¿Logrará
incorporarla dentro de una estructura original y dará
nacimiento a un nuevo tipo de ciudad que represente al
mundo occidental moderno?
Por el momento, bástenos decir que la ciudad mo
derna es un conglomeramiento en el que perviven viejas
estructuras históricas y antiguas formas de vida junto
con las nuevas del capitalismo y de la técnica. Depende
de lo que haya sido más fuerte en cada una según su
peculiar evolución, para que el carácter varíe de unas
a otras. Qué duda cabe que París es un centro indus
trial; pero la tradición es tan fuerte en este caso que
la «celoma» de la ciudad tiene todas las posibilidades
de perdurar mucho tiempo por su gran capacidad de
resistencia. Otras ciudades más débiles resisten peor los
empellones de la novedad y son más fácilmente desinte
gradas.
Lo que caracteriza a la ciudad contemporánea es pre
cisamente eso, su desintegración. No es una ciudad pú
blica a la manera clásica, no es una ciudad campesina
y doméstica, no es una ciudad integrada por una fuerza
espiritual. Es una ciudad fragmentaria, caótica, dispersa,
a la que le falta una figura propia. Consta de áreas inde
ciblemente congestionadas, con zonas diluidas en el cam
Lección 2
La ciudad, archivo de la historia La ciudad, archivo de la historia 25
tribución voluntaria, adquirió pronto carácter obligato des rasgos ha prevalecido y prevalece en nuestros días.
rio, extendiéndose no sólo a la fortificación sino a otras La ciudad, como la realidad histórica, no es nunca inde
obras comunes, como el mantenimiento de las vías pú pendiente de las etapas por las que pasó en su evolu
blicas. Aquel que no se sometía a esta contribución era ción: es actualización de ellas y su proyección hacia el
expulsado de la ciudad y perdía sus derechos. La ciudad, porvenir.
por consiguiente, acabó por adquirir una personalidad Sin embargo, en la misma Edad Media, las ciudades
legal que estaba por encima de sus miembros. Era una que gozaban de un estamento especial para los burgue
comuna con personalidad jurídica propia e independiente. ses eran una minoría, reducida casi exclusivamente al
Esta personalidad jurídica otorga a la ciudad un clima Occidente cristiano. Es decir, el Ayuntamiento urbano,
de franquicia y de privilegio, de libertad, en medio del tal y como nosotros lo conocemos, era desconocido en
mundo rural circundante, mucho más sometido. Dice un Asia, en el Próximo Oriente y en el mundo islámico.
proverbio alemán que el aire de las ciudades es libre y Muchas ciudades orientales eran una fortaleza y tenían
hace libre a los hombres: Die Stadtluft machi freí. Desde mercado como las occidentales, pero carecían de un esta
entonces, siempre ha conservado la ciudad ese clima li tuto jurídico propio. Son, pues, categorías de ciudad
bre e independiente que es uno de los alicientes que completamente diferentes que no pueden abrazarse en
han atraído al hombre hacia ellas. Hoy no es porque una definición común.
exista una estatuto jurídico diferente para el burgués y Pasemos de la Edad Media al llamado mundo moder
el campesino, sino por otras causas que tienen que ver no, en el que los mejores espíritus trataron de fundar
con la variedad, los recursos, las posibilidades que la ciu su especulación en el criterio de evidencia. Esta evi
dad ofrece. La libertad, al fin y al cabo, aumenta en dencia no la tiene el hombre por medio de los sentidos,
razón directa de estas posibilidades. Si en la ciudad de sino por medio de su razón. Todo lo que no es racional
hoy no existe una diferencia de status jurídico, sí existe viene a ser sospechoso. Las ciudades antiguas, como pro
de status social. ducto de la historia, no podían ponerse como ejemplo
Estas y otras circunstancias, sobre todo de origen eco de construcciones racionales. Los hombres de entonces
nómico, dieron lugar a que Henri Pirenne definiera la no vieron en ellas más que desconcierto y caos. Esta es
ciudad medieval como «una comuna Comercial e indus la postura de Descartes:
trial que habitaba dentro de un recinto fortificado, go «Así aquellas antiguas ciudades que al principio sólo
zando de una ley, una administración y una jurispruden fueron villorrios y se convirtieron, por la sucesión de
cia excepcionales que hacían de ella una personalidad los tiempos, en grandes ciudades, están por lo común
colectiva privilegiada» \ tan mal compuestas, que al ver sus calles curvas y des
Hoy en día no quedan murallas, y esto parece ya histo iguales se diría que la casualidad, más que la voluntad
ria pasada; pero la realidad es otra, pues la existencia de los hombres usando de su razón, es la que las ha
de aquellas pretéritas defensas gravita sobre las ciudades dispuesto de esta manera» s.
de hoy no sólo por lo que respecta a una estructura Todavía en el siglo xvn la historia no tiene que ver
física todavía vigente, sino por el papel que jugaron en nada con la razón, incluso se opone a ella; lo que la
la constitución de la comunidad municipal, que en gran- razón hace — por ejemplo, una ciudad constituida con
arreglo a un plan unitario— , es lo contrario de lo que
- Henri Pirenne, M edieval C ilies: T heir Origin and the Revival o/
Trade. Princeton University Press, 1925. A pud, R eader in *Vrban
Sociology». p. 82. s Descartes. Discurso d el m étod o, 2.» parte.
28 Lección 2 La ciudad, archivo de la historia 29
la historia va acumulando en su curso y que parece la cuadrícula, muy geométrico y muy cartesiano, pero
obra del azar6. falto en general de sutileza artística. La cuadrícula había
Trataron, pues, los hombres de los siglos x v i i y xvm sido utilizada por los griegos también cuando el raciona
de racionalizar la ciudad, de pensarla more geom étrico, lismo, o si se quiere el idealismo, presidía el pensamien
por considerar que todo lo anterior no era sino obra del to. Lo fue también por los romanos, llevados de su sen
azar. Negando, pues, la razón histórica, le daban la razón tido práctico.
a la historia, añadiendo un nuevo ingrediente al ser Con la llegada del mundo barroco la ciudad sufrió
histórico de la ciudad. La historia de la ciudad se enri una mayor y trascendental transformación. Para ello,
quecía con un nuevo capítulo, y cada una de aquellas sobre la base inicial del racionalismo cartesiano, que ha
ciudades — claro está, no lo fueron todas— que quedó bía sentado ya la necesidad de la ciudad como arti-facto,
afectada por el impacto del racionalismo, siguió viviendo como faena de la voluntad humana iluminada por la
su propia vida histórica, matizada de una u otra manera razón, tuvieron que producirse dos hechos, uno de ca
según las complejas circunstancias en que se produjo el rácter estético y otro de carácter político-económico. El
hecho y según el alcance del mismo. primero fue el desarrollo de la perspectiva, del perspec-
El racionalismo dio nacimiento a la ciudad como tivismo, como concepción del espacio artístico, y el se
obra de arte, como arti-facto. Con anterioridad, las ciu gundo, el auge del poder absoluto del príncipe unido a
dades habían sido bellas por su crecimiento natural y la economía consumidora de la corte.
orgánico, como es bello un árbol. Nada en su desenvol Ambas características se dan de una manera extrema
vimiento había sido ordenado por la voluntad de los da en las llamadas Residenzsladte o ciudades principes
hombres usando de su razón, pero eran hijas de la vo cas. Si no hubiera existido el poder omnímodo y con
luntad histórica usando de la razón vital. Ahora bien: vergente del príncipe, si no hubiera existido una corte
¿hubiera, en cambio, dejado la ciudad de ser hija de la consumidora capaz de hacer prosperar el lujo, el nuevo
historia si no hubiera recogido en su evolución las más estilo perspectivista, que no está fundado en ninguna
importantes concepciones del mundo, lo que los alema necesidad funcional ni utilitaria, sino en el puro deleite,
nes llaman W eltanschauung? Al fin y al cabo, el que la que en ocasiones llega al orgulloso placer de forzar a la
historia se haga en la ciudad obliga a que la ciudad se naturaleza, no hubiera podido materializarse como lo
haga en la historia. hizo. Igualmente, si el arte no hubiera alcanzado con el
Las primeras huellas del racionalismo en el cuerpo uso de la perspectiva las cimas que alcanzó en el barroco,
físico de la ciudad fueron tímidas, y a veces un poco el poder de los príncipes y el lujo de las cortes no ha
toscas. En relación con los edificios importantes, se cons brían logrado la expresión esplendorosa que tuvieron en
truyeron plazas pensadas con simetría y adecuación ar su tiempo y que hoy prevalece como recuerdo de su
tística; otras veces, estas plazas regulares constituían grandeza.
por sí solas entidades completas, como sucedió con nues El siglo xix provocó en la ciudad alteraciones de un
tras típicas plazas mayores del tiempo de los Austrias. orden muy diferente que las que trajo el período barroco.
Cuando las circunstancias lo permitían, se trazaban ciu La revolución industrial, basada en los postulados del
dades de plano regular, como las de nuestra coloniza utilitarismo y en la política del laissez faire, llevó al
ción americana. Entonces el sistema seguido fue el de convencimiento de que lo más importante era aumentar
la riqueza de los individuos y de las naciones por todos
* Julián Marías. Introducción a la Filosofía, 4.» ed.. p. 190. los medios posibles. Con este criterio, todos los valores
30 Lección 2 La ciudad, archivo de la historia 31
humanos, sociales, estéticos, se supeditaron al despotis conjuntamente. Puesto que los contenidos de esta orga
mo de la producción y esto tuvo consecuencias materia nización física y moral de la ciudad se están, como he
les, no muy agradables, por cierto, en la forma y des mos dicho, modelando y modificando uno a otro por su
arrollo de las ciudades. Lo que ya hemos apuntado en la mutua interacción, este fenómeno tiene que producirse
introducción, tratando de la urbe paleotécnica, lo estu dentro de un ámbito que no puede ser otro que el de
diaremos más pormenorizadamente en la lección titulada la vida de la propia ciudad, que en este caso no es sino
«La ciudad industrial». la historia. Lo mismo que la filosofía orteguiana ha defi
En efecto, la ciudad se ha ido formando y conforman nido al hombre como una realidad vital, trasladado este
do paulatinamente al correr de la historia. Sucede un concepto al área más vasta de lo colectivo en la que se
gran acontecimiento político y el rostro de una ciudad mueve la ciudad, definiríamos ésta como una realidad
tomará nuevas arrugas, dijo Spengler7 o bien: los ges histórica; es decir, para nosotros, esa última instancia
tos de la ciudad representan casi la historia psíquica de no es otra ni puede ser otra que la historia. La ciudad,
la cultura®. Una vez que la ciudad se ha implantado en en última y radical instancia, es un ser histórico. La ciu
el terreno propicio, implantación o fundación que en la dad no consiste en ser estructura, ni en ser alma colec
antigüedad tenía un carácter litúrgico y equivalía a trans tiva; consiste en otra cosa, cuyo ser es histórico.
formar el nuevo solar en térra patrum, patria, la natura A nuestro juicio, una vez sentado esto, todos los di
leza humana va trazando las líneas de la nueva estruc versos, inquietantes y muchas veces contradictorios as
tura, en un proceso vital en el que se halla implicado pectos de la ciudad, imposibles a primera vista de reducir
un cúmulo de costumbres, tradiciones, sentimientos, ac a unidad, se aclaran y conjugan en jerárquica ordenación.
titudes, característicos de una determinada colectividad. Pero esto exige que reanudemos la cuestión bajo un
Pero es más: estas estructuras que han ido conformán enfoque diferente.
dose a través de este proceso, acaban por constituir ellas A la ciudad, en cierto modo como a la persona huma
mismas una segunda naturaleza; es decir, estas estructu na, le acontece que siempre es la misma y nunca es lo
ras reobran a su vez sobre los habitantes, que se en mismo. Londres, París, Sevilla o Moscú habrán variado
cuentran con una exterior realidad con la que ya tendrán y seguirán variando considerablemente a través del tiem
que contar. po, pero en ningún momento estas alteraciones han po
En una palabra, siempre que tratemos de buscar el dido llevarlas a tal pérdida de su propia mismidad que
ser último, la realidad radical de una ciudad, nos encon una haya podido confundirse con otra, no digo ya en un
traremos, por un lado, con una organización física, con período simultáneo, sino en períodos distantes de su
unas instituciones, con una serie de calles, edificios, lu evolución. Cuando una ciudad ha perdido su propia mis
ces, tranvías, teléfonos, tribunales, hospitales, escuelas, midad, cuando en un cierto estado se ha desvanecido
universidades, etc., pero también, por otro, con un con toda referencia a su pasado, es que esta ciudad ha muer
junto de costumbres, de tradiciones y sentimientos que to y ha dado paso a otra diferente.
definen algo que muchos, entre ellos Spengler, han deno Se nos dirá, y es cierto, que las ciudades, por el hecho
minado el alma de la ciudad. No podemos decir que esa de su invariable emplazamiento, de su fuerte ligamen
realidad radical corresponde solo a uno de estos órdenes, a la tierra, están en la imposibilidad de intercambiarse,
al físico o al moral, sino a algo que los resume y acoge de perder su individualidad, y que aunque una ciudad
desapareciera por completo, arrasada hasta no quedar ni
la ceniza de sus hogares, la que se construyera en el
32 Lección 2 La ciudad, archivo de la historia 33
propio lugar tendría siempre que ver con ella. Pero habitan»9. En mayor o menor grado, toda ciudad parti
esto no excluye nuestra tesis, ya que al decir que la ciu cipa de este carácter sagrado y es un santuario, si no de
dad, en cuanto tal, tiene personalidad y se mantiene a la religión, por lo menos de la historia. De esta forma,
través de la historia, no hacemos distingos sobre la natu el suelo convertido en patria tiene que tener una especial
raleza de las causas de dicha mismidad, conviniendo en significación. La ciudad se implanta en él, es decir, se
que una de ellas — aunque no la única— es, evidentemen arraiga como el vegetal. Una factoría, en cambio, más
te, su emplazamiento físico, su ligamen a la tierra. Tam que implantarse lo que hace es imponerse sobre la tierra,
poco es extraño a la persona humana y a su consistencia utilizarla en su provecho, violentarla si es preciso. Es
individual su ser biológico. un acto de imposición en lugar de implantación, postu
El hecho de que una ciudad hunda sus raíces en la ras a todas luces antitéticas. Si la ciudad conforma la
tierra madre y se implante en ella de una determinada naturaleza, la industria generalmente la deforma; es la
manera, diferencia y diferenciará siempre a la ciudad de diferencia de verla como patria o como instrumento.
la máquina, del instrumento, e impedirá que pueda pro Nunca he creído que una ciudad digna de este nombre
ducirse en serie. A querer, puede fabricarse la casa en sea algo total y absolutamente opuesto al campo, en
serie, la casa prefabricada, pero cuando muchas de estas abierta hostilidad al medio natural. Muchos, sin embar
casas tengan que implantarse en el suelo, formando un go, han considerado que es así y han definido la ciudad
conjunto, será obligado hacerlo de una manera única, en forma negativa, como lo que no es campo, lo cual
intransferible. me parece erróneo, primero porque tal definición, falta
de notas positivas, es notoriamente incompleta, y, segun
Posiblemente, la singular implantación de la ciudad
sobre la tierra, geología y paisaje, nos descubriría dife do, porque la ciudad es, a su modo, también campo,
aunque sea campo conformado, campo hecho patria. Or
rencias radicales con otros asentamientos de tipo indus
tega parece recaer en la postura negativista cuando dice:
trial o técnico. Al referirnos a la ciudad hemos dicho «La ciudad es un ensayo de secesión que hace el hombre
implantación, y no por capricho, sino por considerar para vivir fuera y frente al cosmos, tomando de él sólo
que este término expresa mejor que otro la relación porciones selectas y acotadas» ,0. Sin embargo, en la defi
entre naturaleza y ciudad. Implantar significa fundar, es nición orteguiana existe una contradicción latente. El
tablecer, instituir, empezar a poner en práctica algo nue hombre pretende vivir fuera y frente al cosmos, es decir,
vo. La ciudad no se sitúa sobre el terreno sin más; se acusa Ortega el carácter de la ciudad como opuesto al
funda sobre la tierra propicia que han señalado los dioses. campo. Pero — he aquí la contradicción— lo que hace
Cuando los romanos fundaban una ciudad, cavaban un para conseguirlo es retirar, secesionar porciones selectas
pequeño foso, llamado mundus, y en él los jefes de las de ese cosmos en el que al final sigue viviendo. Nosotros
tribus que iban a constituir esta nueva ciudad iban de diríamos, salvando la contradicción, que el hombre sepa
positando un puñado de tierra del suelo sagrado donde ra y conforma esas porciones para vivir, no frente al cos
yacían sus mayores. Desde este momento la nueva ciu mos, sino en una nueva relación con él, en relación de
dad era también térra patrum, patria. patria.
La tierra donde la ciudad se implanta es siempre pa En efecto, las ciudades han acotado significativos tro
tria. Tito Livio decía de Roma: «No hay ninguna plaza zos de este planeta, pero en ellos la naturaleza, confor
en esta ciudad que no esté impregnada de religión y que
no esté ocupada por alguna divinidad... los dioses la
34 Lección 2 La ciudad, archivo de la historia 35
mada y potenciada, ha seguido existiendo como basa «La ciudad — dice el sociólogo americano Robert E.
mento físico y espiritual de la obra humana. En esos Park— es algo más que un conjunto de individuos y de
espacios acotados han quedado, por ejemplo, los tíos, conveniencias sociales; más que una serie de calles, edi
deidades míticas y venas vitales, y aunque hayan sido, ficios, luces, tranvías, teléfonos, etc., algo más, también,
en su curso por la ciudad, canalizados o constreñidos a que una mera constelación de instituciones y cuerpos
otras exigencias urbanas, no por eso el Sena, el Am o o administrativos: audiencias, hospitales, escuelas, policía
el Danubio dejan de ser lo que son. La ciudad se im y funcionarios civiles de toda suerte. La ciudad es más
planta, pues, en el cosmos, no se impone. un estado de alma (a State of m in d), un conjunto de
A estas consideraciones sobre la implantación de las costumbres y tradiciones, con los sentimientos y acti
ciudades en la naturaleza habíamos llegado al afirmar la tudes inherentes a las costumbres y que se transmiten
individualidad de aquellas, su no desmentida mismidad por esta tradición. La ciudad, en otras palabras, no es un
a través de la historia. Es, pues, ocasión de que volva mecanismo físico ni una construcción artificial solamen
mos al punto de partida. Esta individualidad, este ser te. Está implicada en el proceso vital del pueblo que la
único de una ciudad con respecto a otras, tiene claras compone; es un producto de la naturaleza y particular
raíces materiales, no sólo originadas por el sitio, por el mente de la . naturaleza humana» l2.
emplazamiento (aunque pueden existir semejanzas, no Y más adelante sigue diciendo Park que la ciudad ra
pueden darse dos emplazamientos idénticos), sino por la dica en las costumbres y en los hábitos de sus habitantes,
propia estructura de la ciudad que, a la larga, se va con que posee tanto una organización física como moral, que
virtiendo en otra segunda naturaleza. La ciudad misma se modelan y modifican una a otra por su mutua interac
se resiste a perecer, es una de las más imperecederas ción. La estructura de la ciudad, que, primeramente,
creaciones humanas. De aquí su valor singular como tes impresiona por su complejidad tiene por base la natura
timonio histórico. Los urbanistas han estudiado lo que leza humana, de la cual es expresión. Pero a su vez esta
han denominado ley de pervivencía del plano. El análisis estructura, ya formada, reobra sobre sus habitantes, que
de la evolución temporal de las ciudades ha conducido a se encuentran con una externa realidad con la que tienen
la constatación de que si bien la edificación se transfor que contar. «Estructura y tradición no son sino diferen
ma y se sustituye al correr de los años, el plano general tes aspectos de un solo complejo cultural que determina
mente permanece o sufre muy contadas rectificaciones. lo que es característico y peculiar a la ciudad y la dis
Córdoba, Toledo o Granada conservan barrios donde el tingue de la aldea y de la vida del campo» 13.
trazado musulmán se mantiene incólume. El plano de Estos conceptos de Park recogen la tesis, que pudié
Madrid que dibujó Texeira en 1651 es, en grandes líneas, ramos llamar animista, de Spengler y avanzan sobre ella
con variaciones insignificantes, el plano actual del casco desde el momento en que tienen en cuenta en su justo
de la capital. Las ciudades, como los ofidios, cambian de valor la importancia de las estructuras materiales en la
piel, pero su ser permanece inalterable. realidad total que es una ciudad. Park postula con acier
Pero hay más: no sólo son raíces materiales las que to la articulación dinámica de los diferentes aspectos
aseguran la permanencia de las ciudades como entes in materiales y espirituales que concurren a determinar lo
dividuales. Existen otras de índole espiritual; existe el que es característico y peculiar a la ciudad, pero se de-
alma de la ciudad. Esta es la tesis de Spengler a que nos
referíamos en un principio11. 12 The City, University of Chicago Press, 1925. Apud, R ead er iii
*Urban S ociology». p. 2.
" V ide supra, p. 17. 11 Park, op . cit., p. 4.
36 Lección 2 La ciudad, archivo de la historia 37
tiene al llegar a la formulación de cuál es la naturaleza ya lo vio sagazmente Julián Marías, que considera a la
de ese complejo cultural que determina precisamente lo ciudad, por ser artística, expresiva de un estilo, de una
que es característico y peculiar. En ella ha de estar, pues, estructura de alma, pero haciendo una salvedad, que es
la realidad radical de una ciudad, de la cual todos los la que sobre todo nos interesa: «Pero hay que agregar
múltiples aspectos son realidades radicantes. Por ese ca una nota importante: la ciudad, que tarda en hacerse
mino llegamos nosotros a afirmar que esa realidad radi —por eso no es caprichosa— dura mucho tiempo; ex
cal no es otra ni puede ser otra que la historia, que la cepto en su fase de fundación, cuando todavía no es
ciudad no es sólo estructura ni sólo espíritu, sino una ciudad, es siempre antigua. Normalmente el individuo
realidad que abraza ambos componentes, su ser físico y vive en una ciudad que no han hecho sus coetáneos, sino
su ser moral conjugados en una realidad superior: su ser sus antepasados; es cierto que la transforma y modifica,
histórico. sobre todo la usa a su manera, descubriendo en ello su
Si las ciudades más que ligadas a la historia son his vocación peculiar; pero por lo pronto es una realidad,
toria ellas mismas, esto nos explicará mucho de su rea recibida, heredada, histórica. (Este último subrayado es
lidad. Vamos a abordar un punto concreto a la luz de mío.) Es decir, ni más ni menos que la sociedad misma.
esta evidencia nuestra de que la ciudad es, en última ins Por eso es difícil de entender; por eso es profunda, radi
tancia, historia. Es éste el de la ciudad como obra de calmente reveladora» w.
arte. ¿Es o no es la ciudad una obra de arte? Ya hemos En una palabra, la forma de una ciudad permanece
visto cómo durante los siglos x v i i y x vm se intenta ra cuando la sustancia social que le dio vida ha desapare
cionalizar la ciudad, convertirla en artefacto, en algo ra cido. Por eso, formalmente, la ciudad es también his
cionalmente pensado y dispuesto por la voluntad huma toria en sí misma. La ciudad en que vivimos tiene siem
na. Bajo esta pretensión, y solo bajo ella, puede conside pre un carácter de reliquia. La ciudad más profana es
rarse la ciudad como una verdadera obra de arte, ya que en alguna medida el lugar sagrado donde se da culto a
no puede considerarse creación artística sino aquella que los antepasados. Pero desde el punto de vista artístico,
proviene de la voluntad humana claramente definida. La este constante suceder que es la ciudad misma no per
obra de arte no se entiende sin el artista. mite que se produzca con el debido sosiego la madura
Pero esto, esta pretensión de convertir la ciudad en ción de la obra plástica. Jm ciudad siem pre ha sido y
obra de arte, no alcanza más que a determinadas fases será, por la índole de su esencia, artísticamente fragmen
del acontecer humano. La ciudad en su integridad es taria, tumultuosa e inacabada No encontramos en ella
muy pocas veces obra de una voluntad previamente esta esa forma definitiva y redonda que ansia el sentimiento
blecida, y cuando esta voluntad llega a imponer un deter estético. Por eso toda ciudad es, estéticamente hablan
minado sello, lo hace generalmente de una manera frag do, una frustración. El hombre que ha conseguido reali
mentaria y episódica. Apenas cuando han empezado a zaciones tan perfectas en el campo de la belleza, no ha
materializarse estructuras que reflejaban los ideales de conseguido crear la ciudad bella, a pesar de tantos y tan
unos hombres o de una sociedad, estos hombres y esta ingentes esfuerzos. Esto lo percibe cualquier espíritu
ciudad eran ya cosa pasada y sus ideales se habían ido sensible, cualquier temperamento estético que viaje y
con ellos, sustituidos por otros nuevos. Existe casi siem recorra las ciudades del globo. Unas más y otras menos,
pre un defasage entre los ideales de cualquier género todas dejan en su ánimo, al final, una penosa insatis
(religiosos, sociales, políticos, etc.) y su expresión artís facción.
tica. En una palabra: la ciudad es siempre antigua. Esto 11 Julián Marías, Jai estructura social. Madrid, 1956, p. 281.
38 Lección 2 La ciudad, archivo de la historia 39
Esta insatisfacción se produce porque si bien se trata zan su condición de obras de arte sólo cuando mueren.
de un^ fenómeno artístico, éste se halla supeditado a Les pasa lo que a las personas de vida agitada, martiri
pulsación histórica. Es un fenómeno artístico en cuanto zadas por el sufrimiento, cuyos rasgos se embellecen con
que es expresión en cada momento de una realidad so la serenidad de la muerte.
cial. Pero el constante cambio de ésta, bien sea por evo Cuando la ciencia histórica ha ido renovando sus con
lución o salto, no permite que se produzca el equilibrio ceptos, cuando sus métodos se han ido perfeccionando y
requerido en toda creación estética. Las estructuras ur su campo se ha ido ensanchando y profundizando, se ha
banas, y conste que al hablar de estructuras nos referi despertado paralelamente una nueva percepción de la
mos tanto a las externas como a las internas, son cons ciudad como hecho histórico, porque si se trata por esen
tantemente intervenidas, zarandeadas casi, por la pulsa cia de un organismo histórico, es también un documen
ción histórica, detrás de la cual van arrastradas con más to, un depósito, el más formidable, de lo que el aconte
o menos decala ge. En síntesis, podría decirse que la ciu cer humano va dejando sobre ella en lenta y continua
dad participa del espíritu artístico, sin llegar a ser, sin sedimentación. De las ciudades se veía hasta hace poco
embargo, una obra de arte. Si lo fuera en un sentido ple- los monumentos señeros y venerables, las cumbres de la
nario, dejaría de ser lo que radicalmente es: historia. orografía urbana, las catedrales, los palacios, los monu
«Cuando contemplamos algo desde un punto de vista mentos conmemorativos. Esto correspondía perfectamen
estético — ha dicho Simmel— , deseamos que las fuerzas te con una idea de la historia como contienda y faena de
opuestas de la realidad lleguen a un equilibrio cualquie unas grandes personalidades dominantes, que decidían
ra, que se haga un armisticio entre lo alto y lo bajo. entre sí el destino humano. Pero ya la mentalidad actual
Pero contra este deseo de una forma permanente se no se satisface con visión tan simplista, y al tratar de
rebela el proceso moral del alma, con su incesante subiT discernir las características de una civilización, no pode
y bajar, con la continua prolongación de sus límites, con mos confinar nuestra atención al estudio de los podero
la inagotabilidad de las fuerzas contrarias que en él sos. Debemos conocer la situación del pueblo, sus for
juegan» 1S. mas de vida y sus creencias, la índole de las institucio
Más cerca está la ciudad del proceso moral que del nes creadas por la sociedad, el desarrollo de la cultura
proceso artístico. Su extremada dependencia del hombre, y el sentido de la misma, es decir, el panorama comple
como dijimos en un principio, de su inquietud, que no to de la vida y no las cimas que sobresalen.
admite reposo, le impiden permanecer en las sosegadas Al estado llano de la historia corresponden en la ciu
riberas donde florece el arte. dad las casas vulgares, que se apiñan unas a otras en
En una ciudad podrán existir edificios que sean obras formas expresivas, lo mismo que los monumentos singu
de arte magníficas; acaso barrios completos, que hayan lares representan las personalidades dirigentes. Separar,
logrado la permanencia y estabilidad de una ciudad es por consiguiente, el palacio de las casas burguesas o de
tilística completa; pero la ciudad en su conjunto, expre las populares, es como remover una frase de su contexto.
sión de la inestabilidad y fluencia del alma colectiva, Lo que hay que interpretar es la ciudad en su conjunto.
nunca alcanzará rango de obra de arte. En los contados El llevar al estudio de las estructuras materiales que
casos que esto no sucede es porque se trata de ciudades componen la faz o rostro de la ciudad un criterio pura
muertas, preservadas artificialmente. Las ciudades alcan- mente artístico, es lo que condujo a esta artificial esci
sión que destacó los edificios monumentales, o a lo sumo
15 Jorge Simm el, Cultura fem enin a v o tro s en sayos. Madrid, 1934,
p. 218. los barrios antiguos más caracterizados, de la gran masa
40 Lección 2 La ciudad, archivo de la historú 41
dades-templo, con monumentales avenidas, colosales constituyen un complejo palacio-templo, propio de estos
plazas e inmensas salas hipóstilas, testimonio de la vida imperios divinizados. El palacio está situado, como era
de los reyes, nobles y sacerdotes, en Meníis, Tebas y corriente en estas ciudades asirías, en un extremo de
Tell-el-Amarna. En estos grandes santuarios se sigue una la ciudad y sobre los muros de la misma, en una gran
estricta coordinación de las partes con un riguroso crite plataforma elevada, con objeto de mejorar las condicio
rio geométrico, pero también con un deseo de adaptación nes de defensa militar y para protegerse, asimismo, de
al terreno y con una pretensión de efecto escenográfico las periódicas inundaciones. Se advierte la tendencia a
que preludia, en el alborear de la historia, lo que serán crear acrópolis religioso-palatinas, que en un terreno llano
al correr de los tiempos las grandes composiciones ur como el de Mesopotamia tienen que elevarse sobre pla
banas. taformas artificiales, ya que no se podía utilizar, como
luego harán los griegos, el relieve natural. A la sombra
de las gigantescas construcciones del templo-palacio, se
apiñaba la ciudad, en condiciones físicas y morales de
evidente subordinación. La vivienda no sería muy dife
rente, ya que las condiciones climáticas tampoco lo eran,
a las que hemos visto en Kahun. En Mesopotamia, la
construcción, no sólo de las ciudades, sino también de
los templos, era de elementos latericios, adobe y ladrillo
cocido, y si nos han quedado restos de los palacios que
permiten su reconstrucción, ha sido por la mayor solidez
y riqueza constructiva, pero no por una diferencia sus
tancial de materiales, como sucede en Egipto. Según
Bemis y Buchard *, un artesano especializado en Sumeria
Flg. 2. Kahun. Dos plantas de casas importantes (Egli, op. cit.). podía obtener su casa por el 5 ó 6 % de su renta, pero
las casuchas de los obreros no especializados les supo
En Mesopotamia surge también una serie de ciuda nían tanto como el 30 ó 40 % de sus ingresos. Estos
des a lo largo de los ríos Tigris y Eufrates, que cuando datos sólo los conozco por una cita y, por consiguien
son adoptadas por los reyes como corte o residencia sue te, no puedo saber en qué se han basado estos autores
len adquirir un gran esplendor. Una de las característi para llegar a una determinación tan concreta de algo
cas de estas ciudades mesopotámicas es la de sus forti que incluso es muy difícil saber cuando se trata de un
ficaciones, que tienen mucha más importancia que en pasado histórico reciente. En suma, me parece una inge
Egipto, ya que el imperio faraónico, por su fortaleza y nuidad del pensamiento americano tratando de «actua
por su situación geográfica aislada, no estaba a merced lizar» la historia remota y de asimilarla peligrosamente
del enemigo, como los imperios mesopotámicos. a los problemas de hoy.
Uno de los ejemplos más claros de urbanización asiria En el siglo vi a. de J . C., Babilonia era una gran ciu
que nos quedan es la ciudad de Korssabad, creada por dad, atravesada por el río Eufrates y bien guarnecida por
Sargón II como ciudad imperial al abandonar la vieja lienzos rectilíneos de fuertes murallas, defendidas a su
capital de Nínive. En realidad, más que restos de ciudad,
lo que nos queda son los del palacio del emperador, que
48 Lección 3 La ciudad antigua 49
vez por un foso. En un principio debió ser una ciudad aquello que puede encerrarse dentro de unos muros,
de calles irregulares y tortuosas, pero cuando fue engran porque a querer, se podría construir un muro todo al
deciéndose, a medida que los emperadores iban elevando rededor del Peloponcso. Tal sucede, dice Aristóteles, en
nuevas y suntuosas construcciones (los palacios de Nabu- aquellas cuya circunscripción encierra más bien una na
codonosor, con sus fabulosos jardines colgantes), se tra ción que una ciudad, como Babilonia, de la que se dice
zaron nuevas vías, como la gran avenida procesional, que que a los tres días de tomada una parte de la ciucmd,
enlazaba la principal puerta monumental (la puerta de otra no se había dado cuenta de nada.
Ishtar) con los palacios y los templos. (Esta puerta está
3000 a. de J . C. y que presenta tres calles principales, aquellos palacios, como los de Mesopotamia, que apare
en la dirección Norte-Sur, y otra perpendicular a ellas cen completamente aislados en una eminencia inaccesible
que cortan un complejo de pequeñas callejuelas, posible para el pueblo. Los reyes de estas ciudades-estado del
mente núcleos más primitivos. En las partes excavadas mar Egeo no tenían el carácter divino de los autócratas
los edificios más importantes que han aparecido han sido orientales y gobernaban sobre comunidades en cierto
un monasterio y un baño público. Revela esta ciudad una modo libres. Esto se transparenta incluso en la estructu
civilización bastante floreciente, dados los restos de las ra de las ciudades, como acabamos de ver.
casas, construidas de ladrillo y adobe, y lo que queda
de calles pavimentadas, con albañales de evacuación de
aguas.
Un carácter completamente diferente de las ciudades
que hemos visto en estos grandes imperios orientales
presentan las de la civilización minoico-micénica que flo
reció en el mar Egeo antes de las invasiones dorias. En
primer lugar, estas ciudades presentan un trazado mucho
más irregular, faltando completamente las grandes ave
nidas o las composiciones geométricas que veíamos en las
ciudades de la llanura. La explicación evidente reside en
que las ciudades del Egeo se construyeron en lugares
mucho más accidentados y era necesario replegarse a la
topografía del terreno.
Las ciudades cretenses no tienen fortificaciones, ya
que su propia situación insular las defiende de posibles
asedios. En cambio, las del Peloponeso, como Micenas
y Tirinto, estaban protegidas por fuertes muros, cuyos
restos se conservan todavía. La famosa Puerta de los
Leones, de Micenas, es una de las entradas del recinto
murado. En estas ciudades, la vida doméstica parecía
estar mucho más desarrollada, lo que indica una civili
zación más elevada y más libre que la de Oriente. La
casa es más compleja y confortable, estableciéndose en
torno a una habitación principal llamada el megarón,
una parte del cual solía tener el techo abierto para su
iluminación y con una cisterna debajo para recoger las Nos quedan restos interesantes en la ciudad de Cnos-
aguas pluviales, precedente de lo que luego será el im- sos, principalmente su magnífico palacio, excavado por
pluvium de la casa romana. Por la disposición del pala Evans; de las de Palaikastro y Gurnia en Creta; y de
cio del rey, en medio de la ciudad, en general contiguo Tirinto y Micenas, en la península griega.
a una plaza, parece que éste reunía a la vez la función Los primitivos centros habitados de la civilización
de centro de la vida comunal. No se trata, pues, de helénica debieron preocuparse menos de la regularidad
52 Lección 3 La dudad antigua 53
y de los principios estéticos que de las necesidades de la que dominaban aquellos elementos que eran del disfrute
defensa y de las facilidades del comercio. Fueron, por general: plazas, mercados, pórticos, edificios de la admi
consiguiente, pequeños núcleos que al correr del tiempo nistración pública, teatros., estadios, etc. En cambio, como
se comprimieron irregularmente, con independencia de •es lógico, no aparece en las ciudades de la democracia
toda idea de conjunto. Esta misma irregularidad vemos griega, dada su constitución política, ningún palacio
en los grandes santuarios de Delfos, de Olimpia y de abrumador que represente el poder o la autoridad de un
Délos, donde en torno al núcleo de la Divinidad se jefe. Demóstenes, refiriéndose a los gloriosos días anti
agrupaban, en forma caprichosa, habitaciones de los sacer guos, dice que en la vida privada era tan ejemplar la
dotes, tesoros para la custodia de las ofrendas, habitacio moderación de los grandes, su apego a las viejas costum
nes para peregrinos, etc. bres tan exacto y escrupuloso, que si cualquiera de vos
Con el desarrollo de la democracia en las ciudades-esta otros descubriera la casa de Arístides o de Mi kí ades, o
do de Grecia, aparecen en ellas nuevos elementos urba de cualquiera de los ¡lustres hombres de aquellos tiem
nísticos, que indican una colaboración mucho más estrecha pos, se daría cuenta de que ni el más mínimo esplendor
del pueblo en los asuntos de la comunidad. Aparte de los la distinguía de las demás.
templos, que representaban para los griegos la culminación
Era lógico esperar que en el ambiente filosófico de
de su mundo espiritual y el orgullo mayor de su creación
Grecia, que legó al mundo las bases del raciocinio mo
artística, surgen en la ciudad diversos edificios dedicados
derno y el nacimiento de la idea, de la teoría, como
al bien público y al desarrollo de la democracia. General
fundamento del mismo, surgiera también una teoría ra
mente estos edificios se situaban en torno al agora o plaza
pública, que en principio albergaba el mercado y que luego cional de la ciudad como una organización ideal que
resolviera las deficiencias de la ciudad natural o histórica
vino a constituir el verdadero centro político de la ciudad.
que se había creado a través de los años. El hombre que
En torno a este agora se construía el ecclesiasterón (sala llevó a cabo esta tarea fue un griego natural de Mileto,
para asambleas públicas), el bouleutérion (sala para asam
llamado Hippodamos, al que podemos considerar como
bleas municipales), el prytaneion (donde se reunía la
el primer urbanista con criterio científico riguroso que
cámara municipal). Generalmente estaba situada tam
ha conocido el mundo. Aristóteles le atribuye el mérito
bién la stoa, construcción alargada, que cerraba a veces
de habernos dejado la teoría y de haber puesto en prác
uno de los costados del agora, formada por pórticos de
tica la doctrina de una lógica distribución de la ciudad.
una o dos plantas que servían para la vida de relación
En general, se le asigna la creación de la ciudad en cua
y para el comercio. Aparte de estos elementos político-
drícula, aunque, como hemos visto, existía ya en las
administrativo-económicos que formaban el núcleo de la
ciudad, constituyendo lo que hoy llamaríamos un centro civilizaciones indostánicas, egipcias y mesopotámicas, y
cívico, tenemos también otro factor importante dentro parece ser que también se reconstruyeron algunas ciuda
des griegas en e) siglo vi, después de las luchas con los
de la ciudad griega, que es el que correspondía a las
diversiones y que dio lugar a la construcción de teatros persas, con este mismo criterio de calles rectas cortán
al aire libre y estadios para los juegos olímpicos. dose en ángulos de 90 grados. Aparte de esto, las em
presas colonizadoras de los griegos les llevaron sin duda
Como se desprende de todos estos hechos, la ciudad
a la aceptación de este sistema ce trazado urbano tan
había pasado de ser el amasijo de viviendas humildes
obvio cuando las ciudades se plantean ex novo. «Los
dominadas por el palacio-templo de un rey divinizado
helenos — dice García Bellido— tuvieron entonces que
para convertirse en una estructura más compleja en la
planear gran número de colonias que, por nacer de nihilo,
54 Lección 3 La ciudad antigua 55
podían concebirse libres de todo atadero fuese este his treinta años. Pudo ser una de sus primeras tareas o
tórico, fuese topográfico, pues los oikístai, o fundadores, donde él se iniciara.
podían elegir a su placer el emplazamiento más adecua En Mileto el trazado ortogonal se adapta bien al con
do para la nueva ciudad, ya previamente concebida y tra torno sinuoso del promontorio que penetra en el mar
zada» 2. donde se asienta la ciudad, que consta de dos partes,
Entre estas ciudades podemos citar Selinonte, muy una de cuadrícula menor en la parte más estrecha y
transformada, y Mainaké, citada por Estrabón, que, situa otra mayor en la base de la península. En medio, como
da en las cercanías de Málaga, debió ser destruida por soldándolos, está el ágora o conjunto de edificios repre-
los cartagineses.
Sin embargo, Hippodamos impuso vigorosamente sus
teorías y las desarrolló hasta un punto que indudable
mente no había sido alcanzado. A él se atribuye el mérito
de haber dado los planos del Pireo y de Rodas; de ha
ber escrito algunos tratados de arquitectura y de geome
tría, y de ser un artista y un filósofo al mismo tiempo.
Parece ser que Perides le tenía entre sus amigos, y debía
gozar de mucho crédito en su época, aunque sus ¡deas,
a veces utópicas, le granjearan algunas críticas irónicas,
como la que Aristófanes hace en su comedia Los pájaros.
De las ciudades construidas por Hippodamos no nos
queda ninguna, por haber desaparecido, como Turrium,
o por haberse transformado profundamente, como el
Pireo y Rodas3. Sin embargo, nos quedan restos de
otras ciudades que sin ser obra directa suya fueron ins Fig. 6. Mileto. Plano general (Gallion, op. cit).
piradas en sus principios y cuentan entre los ejemplos
más excelentes de urbanística que nos ha legado la hu sentativos, y el gran espacio del famoso mercado. Es una
manidad. En primer lugar tenemos Mileto, la propia composición arquitectónica muy sabia y contrastada, en
patria de Hippodamos. Mileto había sido destruida por la que las plazas se encadenan con sutil lógica rompien
los persas el año 494 a. de J. C. y hubo que reedificarla do la monotonía de la cuadrícula. Los griegos fueron
pocos años después, hacia el 475. No se tienen noticias siempre unos artistas de exquisita sensibilidad que nun
seguras de la participación de Hippodamos en esta re ca se dejaron llevar de los excesos del rigor cuadricular
construcción, pero entra muy en lo probable. Si el arqui como lo hicieron luego los romanos. En sus ciudades or
tecto-urbanista nació, como se supone, hacia el año 500, togonales, sean Mileto, Prienne, Cnido y tantas otras,
tendría cuando se reconstruía la ciudad de veinticinco a encontramos siempre estos centros urbanos — hoy los
llamaríamos centros cívicos— trazados siempre con gran
2 Antonio García y Bellido, Urbanística de las grandes ciudades sentido del espacio y de la composición.
del Mundo Antiguo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En el siglo IV una de las ciudades hippodámicas más
Madrid, 1966, p. 44.
1 García y Bellido (op. cit.. p. 51) opina ser inadmisible que el interesantes es la de Olynto, en Macedonia, fundada en
trazado de Rodas se deba a Hippodamos, a pesar de la tradición re
cogida por Estrabón (X IV, 2, 9). 432 y destruida en 347. Corresponde, pues, a la transí-
56 Lección 3 La ciudad antigua 57
ción entre finales del siglo v y comienzos del iv a. de Je to, tenemos Prienne, Cnido, Pérgámo, Éfeso, Magnesia,
sucristo. Las excavaciones indican una ciudad doble, con Gerasa, todas en Asia Menor. En todas ellas se recogen
una parte antigua e irregular y otra parte moderna cons las enseñanzas de Hippodamo, solemnizándose los traza
truida con un plan hippodámico, muy estricto. Las calles dos por medio de calles con columnas y soberbias plazas.
principales seguían la dirección Norte-Sur y estaban se En muchas se advierte la opulencia alcanzada por los
paradas entre sí unos 100 metros y conectadas en la pequeños reinos helenísticos y el deseo de los príncipes
dirección Este-Oeste por unas calles algo más estrechas, por impresionar con sus construcciones: un sentimiento
separadas entre sí unos 40 metros. De esta manera se nuevo con relación a la austeridad de la democracia.
Desde el punto de vista de la composición urbana, son
muy interesantes las agrupaciones de plazas relacionadas
entre sí y su situación respecto de las vías de tráfico. En
TT il
Fig. 7. Mileto. Agora (Gallion, op . cit.).
Fig. 8. Prienne (Dib. dei autor).
podía lograr exposición al Mediodía para las viviendas
que componían las manzanas así trazadas. general, el ágora quedaba al margen de la circulación,
La casa griega, resuelta en tomo a un patio, recibía como un remanso.
por éste los beneficios del soleamiento. En Olynto, el Durante la época helenística, una de las cosas que
patio se colocaba siempre en la fachada Sur del bloque, más llama la atención es la abundancia de nuevas ciuda
aunque la entrada a la casa estuviera por otro lado. Así, des, que surgen desde la Cirenaica hasta el Indo. A más
el sol podía penetrar en invierno hasta el fondo de la de Atenas, los principales centros de cultura son Rodas,
habitación principal, que solía estar detrás de un pórtico, Pérgamo, Antioquía y, sobre todo, Alejandría.
y en cambio en verano, cuando el sol estaba más alto, Gracias a las conquistas de Alejandro y a la desapa
este pórtico defendía a la casa de sus rigores. rición de la amenaza persa, la cultura griega pudo expan
Entre las ciudades griegas y greco-helenísticas más dirse por todo el Oriente. Sin embargo, no llegó a ser
interesantes urbanísticamente, además de Mileto y Olvn- una cultura greco-oriental, porque permaneció casi exclu
58 Lección 3 La ciudad antigua 59
sivamente griega, sin llegar a penetrar en las capas pro senado republicano, constituido por familias de alcurnia,
fundas de la sociedad ni en el agro. Fue una cultura que podían ser una amenaza para el nuevo sistema impe
evidentemente urbana y cosmopolita. De aquí la impor rial, el emperador debía buscar su apoyo en otras clases
tancia que tienen las ciudades en el mundo helenístico. dirigentes de nuevo cuño: funcionarismo del Estado, ejér
Su florecimiento era debido principalmente a la muni cito, burguesía municipal, etc. Estas eran fundamental
ficencia de los príncipes y también de los ciudadanos mente clases urbanas. Los primeros emperadores tuvie
ricos, que sufragaban a su costa juegos y fiestas pú ron dificultades para otorgar a nuevas gentes la ciu
blicas y donaban monumentos con los que, a la vez que dadanía romana, cuyos privilegios defendían las aristo
realizaban una empresa patriótica, aseguraban la perdu cracias italianas; pero en cambio eran muy dueños de
ración de sus nombres. Esta costumbre continuó duran fundar nuevas ciudades por todo el Imperio donde hacer
te el período del dominio romano, como ha estudiado prosperar una clase urbana dirigente que les sirviera de
Rostovtzeff en su admirable libro Historia social y eco apoyo. Esta evolución siguió durante el reinado de los
nómica del Im perio romano. Flavios y de los Antoninos, adquiriendo con estos últi
Las ciudades helenísticas prosperaron especialmente mos el máximo esplendor. Durante la época de los An
porque la economía de estos países estaba fundada en toninos el Imperio se universaliza de una manera plena,
sistemas capitalistas, tanto por lo que se refiere a la y ya no son únicamente ciudadanos romanos los que lo
agricultura como al comercio y a la industria. Sabido es eran por origen, sino todos aquellos que destacaban por
que el desarrollo urbano corre casi siempre parejo con su valor y capacidad en cualquiera de las provincias del
los métodos capitalistas, y que, en cambio, los regímenes Imperio. La civilización progresiva de todas las provin
no capitalistas son en general de raíz más campesina. cias y el profundo desarrollo de su vida habían traído
Los miembros de la antigua y nueva aristocracia de esta consecuencia natural.
Roma e Italia, que en su mayor parte habían hecho su La mayoría de las nuevas ciudades surgió, bien como
fortuna en Oriente y se habían familiarizado con el sis desarrollo de antiguas aldeas o poblados indígenas, bien
tema capitalista allí imperante, trasladaron sus prácticas como consolidación de antiguos campamentos militares
a la propia Italia, e incluso se aprovecharon de esclavos y colonias de veteranos, bien como ampliación de ciertas
y trabajadores que emigraban de Oriente y que habían grandes propiedades rústicas, muchas veces de los mis
sido los que posibilitaron la explotación científica de los mos emperadores.
recursos del mundo helenístico. Con esto, la civilización Según Rostovtzeff, el Imperio romano era un agrega
campesina romana se convirtió en una civilización urba do de ciudades griegas, itálicas y provinciales, habitadas
na, y a la clase de terratenientes se sumaron los nego estas últimas por naturales, más o menos helenizados
ciantes y los burgueses de las ciudades.' o romanizados, de la ciudad correspondiente. Cada ciudad
El desarrollo del urbanismo en Roma fue un fenó tenía un área rural más o menos extensa, que era su
meno gradual ininterrumpido. La vida urbana fue fo territorio. Era el territorio de un antiguo estado-ciudad
mentada por todos los emperadores del siglo i, princi griego o romano.
palmente por Augusto y Claudio. Precisamente en el Cada ciudad tenía su gobierno autónomo, su vida polí
orden urbano, en las aristocracias municipales, en la rica tica local. La burocracia imperial sólo muy raras veces
burguesía de las ciudades, se había cimentado el triunfo se mezclaba en los asuntos locales de las ciudades. Se
de Augusto y la posibilidad de la Pax Augusta, que per ocupaba de la recaudación de los impuestos, pero por in
mitió la reconstrucción del Imperio. Frente al antiguo termedio de las mismas organizaciones municipales.
60 Lección 3 ! La ciudad antigua 61
£1 Imperio romano del siglo n fue así una curiosa poder que por la emoción estética. Los romanos, o bus
mezcla de federación de ciudades autónomas y una mo caban los trazados regulares geométricos, o cuando esto
narquía casi absoluta, sobrepuesta a tal federación y con no era posible, incluían en las ciudades organizaciones
el monarca como magistrado supremo legal de la ciudad urbanístico-arquitectónicas de gran esplendor, que por
soberanaÁ. sí mismas constituían la parte más impresionante y ma
Desde el punto de vista urbanístico, las ciudades del jestuosa de la ciudad. El ejemplo más eminente de esto
Imperio romano fueron herederas de las helenísticas, de último lo constituía Roma, una ciudad cuya monumenta-
las que tomaron todos sus refinamientos técnicos: al lidad no ha sido superada jamás. Estos enclaves monu
cantarillado, traída de aguas, agua corriente, baños, pa mentales, rigurosamente geométricos, dentro de la es-
vimentos, servicios de incendios, mercados, etc. Las
había, como es natural, de muchas clases, según su evo
lución histórica, condiciones de suelo, clima y caracte
rísticas locales. Las había comerciales e industriales, como
en realidad lo eran las más importantes (Roma, Alejan
dría, Antioquía, Éfeso, Cartago, Lyon, etc.); ciudades
caravaneras como las que establecían el comercio con el
Oriente (Palmira, Petra, Bosra); había ciudades que eran
cabezas provinciales o de departamentos agrícolas (Ve
rana, Siracusa, Tréveris, Londres, Tarragona, Córdoba,
Mérida, Timgad, Cirene, Rodas, Esmirna, Pérgamo, M¡-
leto, Tiro, Sidón, Gerasa, etc.).
En cuanto a su trazado, o era desarrollo de poblados
indígenas, como nuestra Numancia, que luego fueron am
pliados y magnificados, o eran ciudades helenísticas ro
manizadas que habían continuado la tradición hippodá-
mica, o eran ciudades de nueva implantación, como las
que provenían de antiguos campamentos militares, como
León y Timgad. Fig. 9. Roma. Foros (Gallion, op . c it.).
La aportación más original al trazado de ciudades es
precisamente aquella que debe su origen a los campa tructura irregular de la ciudad, los constituían en primer
mentos militares. Los romanos eran un pueblo eminen lugar los foros, que, desde el Foro Romano al Foro Tra-
temente práctico y organizador, que buscaba las solucio jano, fueron aumentando en dimensiones y esplendidez.
nes simples y claras que han preferido siempre las gran Luego los palacios, los templos, las termas, los anfitea
des empresas coloniales. Carecía del refinamiento artís tros y los circos fueron por sí mismos verdaderas compo
tico de los helenos y eran más ingenieros que arquitectos. siciones urbanísticas que, ensambladas un tanto capricho
Cuando utilizaban los recursos del arte, lo hacían con samente entre sí, formaban el grandioso conjunto.
el propósito de impresionar más por la majestad y el La administración de la ciudad de Roma suponía una
4 M. Rostovtzeff, H istoria Social y E conóm ica del Im p erio Rom ano.
pesada carga para el Estado, que tenía la obligación de
Madrid, 1937. T. I. p. 267. engrandecerla para hacerla digna de su papel de cabeza
62 Lección 5 La ciudad antigua 63
del mundo y de sufragar su mantenimiento. Los juegos de todas las ciudades coloniales, donde domina el sen
y fiestas públicas suponían también un enorme desem tido práctico y organizador sobre todo otro imperativo
bolso, pero el panem e circensis era algo que no podían espiritual o estético.
descuidar los emperadores si querían gobernar en paz. Existían también otras ciudades, como Pompeya, que,
No se puede olvidar que el gobierno imperial estaba sin ser estrictamente geométricas, eran bastante regula
vinculado a la ciud;.d de Roma, que había venido a ser res, y otras como Palestrina (en el Lacio), y en general
una antigua ciudad-estado que dominaba al mundo. Del las de origen helenístico, que destacaban por la belleza
ánimo que reinara en ella dependía, pues, la salud de de su organización más pintoresca y de sus monumentos.
todo el sistema imperial. En España, un caso notable de recinto regular era el
Las ciudades de origen militar eran las más regula- de León (Campamento de la V II Legio Gémina), que
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La velocidad de irradiación del Islam le obliga a adap parecida. Las ciudades griegas y romanas, como hemos
tarse a la cultura de los países que encuentra a su paso visto, eran muy diferentes entre sí. Las había regulares,
y absorbe. No crea, pues, elementos culturales nuevos ni como las hippodámicas, y otras cuya configuración era con
formas artísticas propias. Todo lo asimila y lo adapta, secuencia del azar histórico, de una especial topografía,
porque lo que sí es el Islam es una nueva concepción o de ambas cosas a la vez. Lo mismo puede decirse
de la vida, impuesta por una religión rigorista y poco de las ciudades occidentales durante la Edad Media y
flexible y por una teocracia puritana. los tiempos modernos. Esta similitud resulta todavía más
extraña porque los árabes heredaron de golpe ciudades
muy diferentes a las que tuvieron que adaptarse, y por
que ellos, además, no tenían una cultura propia que
sustituvera a las pasadas.
0 lo o Xoo
Fig. 12. Fuslat (E l Cairo). (Dib. del autor.) Fig. 13 Samarcanda. Plano (Dib. del autor).
Los árabes apenas crean en un principio grandes ciu Sin embargo, es posible que esta misma falta de cul
dades, ya que avanzan por los territorios más urbaniza tura diese lugar a un predominio de las fuerzas instin
dos de la cuenca mediterránea. Damasco, Antioquía, Te- tivas, que de una manera, por decirlo así, biológica y
sifón, Jerusalén, Alejandría, son fácil presa suya. Más ciega se imponía a las estructuras racionales que habían
adelante fundaron, sin embargo, importantes ciudades dejado los demás pueblos.
puramente islámicas, como Bagdad (750), Kairuan (670), En lo que se refiere a las ciudades, notamos a la lle
Bucaría, Samarcanda, El Cairo (969), Fez (siglo ix), gada del Islam un visible empobrecimiento con relación
Marrakech (siglo ix), etc. a los complejos urbanos del mundo helenístico y de
Lo que distingue a las ciudades de la civilización is Roma. La ciudad islámica es funcional y formalmente un
lámica es su semejanza, desde el Atlántico al golfo Pér organismo más simple y tosco. Mahoma había lanzado
sico. En ninguna otra cultura se encuentra semejanza a sus adeptos, a los islámicos, es decir, a los sometidos
68 Lección 4 La ciudad islámica 69
totalmente a su ley (esto quiere decir Islam), con un bién funcional. No se trataba en muchos casos de sim
bagaje muy pobre para conquistar un mundo. Quién ples puertas, sino de verdaderos organismos arquitectó
sabe si la simplicidad del instrumento fue la base de su nicos, a veces de gran complejidad. L-’ puerta solía ser
eficacia. Filosofía, moral, política, legislación, todo que doble; una primera daba paso a un amplio espacio como
daba reducido al Corán. patio de armas. Atravesando este patio se llegaba a la
Cuando Idris II se disponía a fundar Fez le dijo a segunda puerta, que por fin daba entrada a la medina.
un viejo ermitaño que quería construir una ciudad don Las complejas puertas en recodo eran por sí mismas mo
de se adorara al Dios Supremo, donde se leyera su libro numentales y de gran desahogo. La puerta es como el
y sus leyes fueran cumplidas. En tan simple propósito gigantesco vestíbulo de la ciudad, donde se recibe al
se encierra el programa de la ciudad islámica. Se trata visitante.
de una regresión frente a las ciudades del mundo clásico. La puerta es como un gozne entre el espacio exterior
Faltan en las ciudades musulmanas el ágora, los locales y el interior de la ciudad. Muchas veces en la inmedia
para las asambleas ciudadanas, los circos, teatros, anfi ción de las puertas es donde se establecen los zocos y
teatros, estadios, etc. Lo único que conservaron fueron mercados, constituyendo las llamadas plazas del arrabal.
las termas, convirtiéndolas en organizaciones más modes La Plaza Mayor de Madrid fue la plaza exterior (plaza
tas y más estrictamente dedicadas al baño. Pero al fin del arrabal) junto a la Puerta de Guadalajara. La plaza
y al cabo los baños siguieron siendo una de las más im de armas o patio entre las dos puertas suele, hasta cierto
portantes manifestaciones de la relación social. punto, hacer las veces del agora o plaza pública. To
davía podemos ver hoy este fenómeno en la Bab-Segma
de Fez, en cuyo patio se apiña la multitud para con
templar a los encantadores de serpientes, para oír a los
recitadores de cuentos e historias, a los músicos y can
tantes.
De todas maneras, el aspecto de la ciudad musulmana
es mucho más indiferenciado que el de la ciudad clá
sica y el de la ciudad moderna. Una ciudad cuanto más
compleja funcionalmente, más diferenciada resulta en sus
estructuras. De aquí la monotonía de las orientales, en
esto herederas de las urbes prehelénicas. El mundo islá
mico recoge buena parte de la herencia del mundo pri
Fig. 14. Rabal. Puerta de la Kasba de los Udayas (Dib. del autor). mitivo oriental, de las ciudades egipcias y mesopotámicas.
Si conociéramos mejor éstas, podríamos establecer más
En cambio existe un elemento primordial de la ciudad fácilmente cuál ha sido el precedente y la génesis de las
musulmana que es la puerta. Todas las ciudades de la del Islam, que hoy nos parecen insólitas.
Edad Media, por el hecho de estar amuralladas, tenían Sin embargo, no cabe duda que tomando los elemen
puertas, algunas muy importantes, pero en ningún caso tos que tomaran de las ciudades orientales preexistentes,
alcanzaron el carácter decisivo que tienen las puertas en los mahometanos las transforman, las «usan» a su ma
la estructura de la ciudad musulmana. Las puertas, ade nera, asimilándolas. La capacidad digestiva del musulmán
más de un valor simbólico preponderante, lo tenían tam es, en este aspecto, asombrosa. Por eso, porque han des-
70 Lección 4 La ciudad islámica 71
hechp, rehecho y vuelto a deshacer tantas veces sus ciu ta de otros grupos, que reúne bajo una soberanía, y
dades han acabado por convertirlas en una especie de muere en la ciudad, fundada como residencia de ese po
magma urbano que no se parece en nada al de otras der político. La visión es simple y profunda. Quien no
civilizaciones. tiemble un poco ante esa imagen cíclica, ante ese breví
Hemos visto en la introducción cómo la ciudad mu simo film metahistórico y lo juzgue una puerilidad, es
sulmana se opone al campo, asemejándose en esto a la él pueril. Según esto, para Abenjaldum, que era un hom
ciudad clásica y separándose de la ciudad anglosajona, bre cultísimo, la civilización, consecuencia inexorable de
que convive mucho más estrechamente con el entorno la cooperación, constituye un mal en sí misma y es, en
natural circundante. En alguna manera se puede decir el proceso de toda evolución social, el principio que le
que todavía es más honda la dicotomía campo-ciudad en mata. El extremo de civilización es históricamente una
el Islam que en cualquier otra cultura. misma cosa. ¿Por qué? La civilización es la ciudad y
Esto nos hace pensar en la famosa interpretación di la ciudad es la riqueza, la abundancia, la vida superflua,
námica de la historia de Abenjaldum, que coincide como lujo y lujuria. ‘ La familia que llega a reinar sufre el
anillo al dedo con la teoría de la ciudad que aquí sus influjo del tiempo, pierde su vigor y cae en corrupción.
tentamos. Para el penetrante filósofo, la aparente baraún Los cuidados que se ven obligados a dar al imperio que
da de los acontecimientos africanos se reduce a uno brantan sus fuerzas; llegan a ser juguete de la fortuna,
solo: la coexistencia de dos modos de vida, la vida porque se han enervado en los placeres y agotado sus
nómada y la vida sedentaria. Ambos modos son irreduc fuerzas en el goce , y el lujo. He aquí cómo termina su
tibles entre sí y viven en perpetua lucha. El nómada es dominación política y su progreso en la civilización o
el campesino, el hombre del desierto; el sedentario es urbanidad de la vida sedentaria, modo éste de existencia
el ciudadano. natural a la especie humana, como es natural al gusano
Seguiremos el pensamiento de Abenjaldum de la mano hilar su capullo a fin de morir dentro de él’.»
de Ortega y Gasset, que tan donosamente nos lo explicó «En otro lugar, Abenjaldum nos dice: ‘Si los árabes
en aquel luminoso ensayo suyo titulado Abenjaldum nos tienen necesidad de piedras para servir de soporte a sus
revela el secreto 2. marmitas, arruinan las construcciones próximas a fin de
«La sociedad humana comienza en el libre campo, procurárselas. Si han menester maderas para hacer esta
como nomadismo, y es allí un mínimum de cooperación cadas en que sustentar sus tiendas, destruirían los techos
y un máximum de lucha. La sociedad humana ‘termina de las casas para agenciárselas. Por la naturaleza misma
por la fundación de ciudades y tiende forzosamente a de su vida son hostiles a todo lo que signifique edi
esto*. En cambio, no acontece lo inverso: los ciudadanos ficio’» \
no retroceden a la vida nómada, al libre campo (pági «En esta tensión entre campo y ciudad reside el secreto
na 258). ‘ La vida sedentaria es el término en que la de la historia musulmana. El nómada, valiente, esforza
civilización viene a detenerse y corromperse; en ella el do, batallador, templado por una vida pobre y dura, es
mal llega al máximum de su fuerza y no puede encon el conquistador. Cae sobre las ciudades y las hace suyas,
trarse el bien’ (pág. 260). El ciclo de una ciudad se ha pero al hacerlas se envenena de su virus fatal y cae en
consumado; nacida en el campo, fructifica en la conquis- la molicie, para que, al correr de los años, otros nóma
’ E l E spectador, V III, 1934. Obras com pletas, t. II. p. 661 a 679. das vengan a usurparle su puesto. Así, toda la historia
Las páginas citadas en el texto son las que anota el propio Ortega
tomadas de la edición de los Prolegóm enos de Abenjaldún de M.
de Slane. París, 1858. > P. 340. Ortega y Gasset, Obras com pletas, II. p. <69.
72 Lección 4 La ciudad islámica 73
se convierte en un proceso siempre repetido: períodos la opinión del sociólogo americano E. R. Park, la socie
de invasión y creación de estados, períodos de civiliza dad humana está organizada en dos niveles: el biótico
ción y nuevos períodos de invasión. Abenjaldum llega a y el cultural, la musulmana es consecuencia del nivel bió
fijar la cifra temporal de este ritmo en tres generaciones tico, que predomina en la sociedad islámica. En aparien
(ciento veinte años). Eso dura un estado. ‘Poco antes, cia, el plano de una ciudad musulmana a lo que más se
poco después, sobreviene la decrepitud. Los estados, asemeja es al diagrama de un cuerpo vivo, a la imagen del
como los individuos, tienen una vida: crecen, llegan a sistema nervioso o a un corte de la masa encefálica.
la madurez, luego comienzan a declinar’» 4.
La teoría de Abenjaldum nos explica perfectamente el
proceso de las ciudades musulmanas, su oposición al en
torno campesino, es decir, su vida específicamente urba
na. También su falta de continuidad en el aspecto
arquitectónico. Siempre nos ha extrañado que los mu
sulmanes no continuaran en sus ciudades la tradición de
las romanas y helenísticas, ya que debieron encontrarse
muchas de ellas en un estado de bastante integridad.
Pero la manera de ser, eminentemente destructora, de
los árabes, les hizo irrespetuosos con todo aquello que
encontraron a su paso. Cada nueva invasión y pillaje
llevaba consigo la destrucción de las ciudades conquis
tadas y, por consiguiente, la erección de otras nuevas. Lo Fie. 15. Toledo. Interpretación de su silueta en época musulmana. En
que sucedía era que su instinto permanente e invariante fugar de la torre de la Catedral, el alm inar de la mezquita mayor.
renovaba siempre la misma ciudad. De este modo se
puede decir que las construcciones eran siempre distin La verdad es que la estructura de la ciudad musulma
tas, pero que la estructura de la ciudad volvía a ser la na es la que menos atención ha reclamado de los histo
misma, no importando para todo esto el correr del tiem riadores del urbanismo y de los geógrafos. En casi todos
po ni las diferencias geográficas. Por eso, como decía los tratados se elude su estudio, mientras se dedica gran
mos en un principio, las ciudades islámicas son tan espacio a la ciudad de la antigüedad, del mundo clásico,
semejantes en todas las épocas y en todas las latitudes. medieval, renacentista, barroca y moderna. El geógrafo
Por eso la ciudad musulmana es de un tipo tan singular Robert E. Dickinson se hace cuestión de esta necesidad.
y tan característico, sin precedentes a no ser en los ar «Estas ciudades sin plano, amasijo de edificios y casas,
canos senos del alma oriental. con calles llenas de vida que varían de anchura y de
La ciudad islámica con su compacto caserío, con sus dirección y se ramifican saliendo de otras principales para
terrazas, con sus patios como únicos espacios abiertos, terminar en culs-de-sac, estas ciudades, laberintos impo
con sus callejuelas tortuosas e insignificantes, no se ase sibles de descifrar, incluso con un mapa, son típicas de
meja a nada, porque no es un artificio racional, sino España. Son así las ciudades moriscas que, tras la expul
un organismo puramente natural y biológico. Si, según sión de los musulmanes, fueron abiertas mediante gran
des plazas y cortadas por nuevas vías siguiendo la tradi
* O. C., II. p. 665 y 666. ción europea. Son características también, casi sin altera-
74 Lección 4 La ciudad islámica 75
dones modernas, de las tierras musulmanes del norte de La confusión, la carencia de plan no son sólo pro
Africa y del Medio Oriente. El tipo se asocia igualmente ducto de una vida nómada cristalizada o congelada en
con las ciudades-oasis del norte de Africa y del Asia Cen forma de ciudad. Son también consecuencia de una civi
tral, tales- como Ferghana y Samarcanda. Lo encontramos lización, unas creencias y unas formas de vida, irreducti
de nuevo en las ciudades indígenas de Hungría y Rumania blemente islámicas, que en la ciudad se expresan en
y en los Balcanes durante el período turco. En los últi grado eminente y que ya hemos señalado en la Introduc
mos cincuenta años la occidentalización de estos países ción de este libro, a la que nos remitimos para no hacer
se ha señalado por la transformación de estas ciudades fatigosa la lectura con innecesarias reiteraciones.
según patrones occidentales, por la apertura de grandes Sin embargo, es necesario, para tomar el hilo, pun
vías y espacios abiertos. El contraste entre la Sofía turca tualizar sintéticamente algo de lo que allí dijimos. Entre
y la moderna es tan marcado como entre una ciudad- la ciudad pública, la polis griega, la civitas romana y la
oasis del norte de Africa y una ciudad planificada del ciudad doméstica del mundo germano tenemos otro tipo
siglo xix de Europa Central. El crecimiento y plano de de ciudad irreductible a los dos primeros: la ciudad is
estas ciudades de tierras semiáridas, con sus nómadas lámica, que llamaríamos privada. Su clave nos la dan los
convertidos en ciudadanos sedentarios, exige una inves versículos 4 y 5 del capítulo XLIX del Corán, llamado
tigación. Se desarrollan como compactos asentamientos el Santuario (vid. pág. 12). Esto da a la ciudad musul
campesinos sin ninguna clase media organizada y sin nin mana un carácter profundamente religioso que desde la
guna idea de plan o autoridad. Fueron, y son, grandes propia casa (que para el musulmán es un santuario) tras
comunidades rurales de campesinos que poseen tierras ciende a todo, impregna todo. Si la ciudad clásica, aris
en los alrededores, más que centros comerciales para totélica, es la suma de un determinado número de ciu
servicio del campesinado» 5. dadanos, la ciudad islámica es la suma de un determinado
Aparte de que Dickinson comprende la singularidad número de creyentes.
de estas ciudades y reclama la necesidad de su estudio, Su carácter privado, hermético y sagrado presta a este
no las interpreta ni las entiende. El que sean un ama tipo de ciudad otra nota que podemos expresar con la
sijo laberíntico de calles enrevesadas no impide, antes palabra secreto. La ciudad islámica es una ciudad secre
bien obliga, la necesidad de esa interpretación. No se ta, una ciudad que no se ve, que no se exhibe, que no
resuelve el caso, como parece apuntar este autor, dicien tiene rostro, como si sobre él cayera el velo protector
do que son meros asentamientos campesinos sin función que oculta las facciones de la esclava del harén. La calle,
urbana. ¿Cómo puede decirse esto de ciudades como El que es el rostro de la ciudad, el escaparate donde se
Cairo, Córdoba, Sevilla o Fez, eminentemente urbaniza presentan el palacio del noble, la vivienda del burgués,
das, centros políticos, culturales y religiosos en una ex el edificio público o el monumento religioso, es natural,
trema medida? Se trataba, por el contrario, de ciudades por este y otros hechos, que no exista en la ciudad mu
que asumían este papel de una manera radical y exclu sulmana. Es una ciudad secreta que no tiene calles. No
yeme frente al campo señoreado por el nómada. El que es que éstas sean irregulares o confusas, es que en puri
no fueran tan exclusivamente ciudades destruiría la tesis dad no son calles, son otra cosa. También son irregulares
de Abenjaldum señalando la polaridad del campo, esce e intrincadas las calles de muchas ciudades medievales
nario de la vida nómada, y la ciudad, de la sedentaria. y, sin embargo, son calles en toda la extensión de la
5 Robert E. Dickinson, The VVes E uropean City. London, 1951, p palabra, escaparate expresivo de la faz de la ciudad.
Ya hemos dicho también que la ciudad occidental, sea
76 Lección 4 La ciudad islámica 77
clásica, medieval o moderna, se organiza de fuera a den las ciudades medievales cristianas y que sólo volverán
tro, desde la calle, “spacio colectivo, hacia el interior a renacer en algunas urbanizaciones modernas del tipo
de la casa, espacio doméstico. Pero siempre es la calle de las ciudades-jardín, donde predomina también el sen
lo predominante desde el punto de vista morfogenético. timiento de lo doméstico y de lo privado.
En cambio, en la ciudad islámica todo se constituye de
dentro a fuera, perdiendo todo valor estructural el espa
cio colectivo, es decir, la calle. Por eso no ha de extra
ñarnos la falta de sentido que tienen las «pseudocalles»
de las ciudades islámicas si queremos entenderlas con un
enfoque occidentalista. Carecen de sentido si aplicamos
las nociones nuestras a una realidad que parte de unos
supuestos totalmente diferentes. En cambio, si tratamos
de comprender estos supuestos, los que dieren origen a
este tipo de ciudad, todo nos resultará más claro y
descubriremos el sentido que antes no acertábamos a
desentrañar.
En el dédalo de callejuelas de las ciudades musulmanas
advertimos en seguida un hecho sorprendente: la enor
me cantidad de callejones sin salida, de «adarves» en el
sentido etimológico del darb árabe. El «adarve», en este
aspecto, es algo así como la negación de la calle, la nega
ción del valor estructural de la calle en la formación de
la ciudad. La calle formativa es la que conduce de un
lado a otro, siendo pieza esencial de ese espacio público
condicionante. El «adarve» no tiene salida, no tiene conti
nuación, no sirve un interés público, sino un interés
privado, el del conjunto de casas en cuyo interior penetra
para darles entrada. Es, por tanto, una calle privada que
de hecho se cerraba de noche, aislando y protegiendo
una pequeña comunidad de vecinos. Decir calle privada
parece y es una contradicción en los términos. La calle,
tal como nosotros la entendemos, es algo público que no
admite privatización. Desde el momento que se priva-
tiza ya no es calle, es otra cosa, que es lo que nosotros Pero se nos dirá que en las ciudades musulmanas
sostenemos. Gracias al uso extensivo de los adarves o también existe la calle de tránsito, que conduce de un
callejones sin salida los musulmanes lograron privatizar lado a otro, y que es inevitable para el funcionamiento
una gran parte del espacio público sustrayéndolo a su de la ciudad. Sí, en efecto, pero también estas calles se
condición. Así nos damos cuenta de por qué proliferó condicionan de una manera diferente según su peculiar
tanto este elemento urbano que apenas encontramos en manera de entender la ciudad. Una calle occidental es
78 Lección 4
callejones ciegos. Las casas bajas, construidas de tapial rrios y arrabales la población se agrupaba de acuerdo
y madera, están cerradas a la curiosidad. Ninguna aber con sus oficios y medios de vida. Torres Balbás nos se
tura, salvo la puerta de entrada. Las ventanas del piso ñalaba a manera de ejemplo el arrabal de los barberos
superior, bien enrejadas o cegadas con persianas y celo
sías. La vida privada es impenetrable para el transeúnte
que no percibe más que sombras huidizas a través del
estrecho foso de la calle. El silencio y la calma hacen
olvidar la extraordinaria acumulación de la población.
Pero ésta se presenta con una exageración multicolor
en el zoco, mercado de barrio o mercado general. Aquí
aparece la otra faz del Oriente, con su ruido de multitud
y su olor acre de especias, polvo y sudor. Todos los
pueblos, todos los tipos, parecen haberse dado cita:
campesinas de Ghuta con amplios velos claros, rosa o
azul pálido, hauraneses de cara tatuada y severo traje
azul oscuro, judíos de Bagdad todos de negro, la cara
bajo la visera a la moda de Persia, beduinos del desierto
envueltos en sus harapos y en su dignidad, curdos con
turbantes multicolores, afganos vestidos de blanco, ne
gros del Sudán en bubú y maghrebíes en su chilaba»7.
El aspecto general de las villas de Oriente, si las con
templamos desde lo alto de un alminar, es el de una
sucesión de terrazas donde se sacuden las alfombras y
se seca la ropa al sol. De cuando en cuando aparece el
agujero de algún patio interior del que emergen contados
árboles, el trazado de las calles se pierde a la vista y
lo único que se destacan son algunas torres y cúpulas.
Todas las ciudades islámicas estaban cercadas de mu
rallas, pareciéndose en esto a sus contemporáneas del
mundo cristiano. El núcleo principal, llamado Madina
— de donde ha venido el término castellano medina que
encontramos en numerosos topónimos— , encerraba la
mezquita mayor, la Madrasa, la alcaicería (Kaisariya) y
las principales calles comerciales. Luego venían los ba
rrios residenciales y, por último, los arrabales (arbad),
Fig. 18. Tetuán. Una calle encubierta (Dib. del autor).
que a veces estaban encerrados en sus propias murallas
que se apoyaban en la principal. En muchos de los ba- de Toledo; de los curtidores (al-Dabbagin), en Zarago
7 Pierre George, La ville. Presses Universitaires de Franee. París,
za; de los halconeros (al-Bayyazin), en Granada, Alhama,
1952, p. 270-271. Quesada y Baeza; de los alfareros (al-Fajjarin), en Gra
Lección 4 La ciudad islámica 85
84
nada, y los barrios de estos últimos, de los bordadores doba, la ciudad romana se hallaba sepultada bajo cuatro
o tejedores (al-Tarrazin) y de los funcionarios de la corte o cinco metros de escombro, que hacen pensar en la
(al-Zagagila), en Córdoba*. serie de catástrofes que hubieron de producirse en tan
Ya hemos hablado suficientemente de las calles, su turbulentos años.
diversidad, características y funciones. Muchas de ellas «Hacia el año 1100 existían en la España musulmana
estaban encubiertas. «Respondía esta disposición a lo ocho ciudades por lo menos, Córdoba, Toledo, Almería,
apretado del caserío urbano dentro de la cerca. Faltas Granada, Mallorca, Zaragoza, Málaga y Valencia, ricos
de espacio, las viviendas extendían sus pisos a lto s— so y populosos centros de civilización, cuyo recinto mura-
brados o algorfas— sobre las calles por medio, unas
veces, de voladizos apeados en tornapuntas o jabalcones,
como hubo en Granada sobre el río Darro y son fre
cuentes en ciudades orientales y norteafricanas, y otras
cubriendo totalmente un tramo de la calle; sin restar
superficie a ésta, aumentábase la edificada»9.
Las Ordenanzas de Toledo disponían que los cons
tructores de «Sobrados que atrauiesan las calles a que
dizen encubiertas» debían de hacerlos de altura suficien
te para que pasara bajo ellos «el cavallero con sus armas
e que non le embargue».
Para nosotros los españoles, el conocimiento de las
ciudades islámicas es de un enorme interés, porque du
rante toda la Edad Media los centros urbanos más im
portantes son los debidos a los invasores agarenos. Mien
tras los cristianos pobladores de la España septentrional
vivían esparcidos por el campo o en pequeñas agrupa
ciones junto a monasterios o castillos, los árabes, desde Fig. 19. Córdoba. Alrededores de la mezquita. Toledo. Alrededores de
la catedral (Dib. del autor).
los siglos ix y x, fundaron populosas y florecientes ciu
dades. Tenemos noticias de Córdoba desde el siglo x,
una ciudad que rivalizaba con los grandes emporios do ocupaba más de cuarenta hectáreas y su población
orientales, como Damasco, Bagdad y Constantinopla. Des excedía de las 15.000 almas» (Torres Balbás). Esto era
de el principio, caracterizaba su estructura urbana la un hecho insólito en la Europa occidental, donde apenas
irregularidad de sus calles y manzanas y el ser ciegas existía la vida urbana.
muchas de aquéllas. Estructura similar a las de Oriente Todas estas ciudades obedecían a la misma estructu
y, por tanto, importada, sin que influyeran los trazados ra, aunque se dieran casos como el de Zaragoza, donde
romanos y visigóticos. Cuando llegaron los árabes a Cór-1 al parecer se conservaron algunas características del tra
zado romano. Un autor musulmái , Al-Himyari, señala,
1 Torres Balbás, «La estructura de las ciudades hispanomusulma-
nas: La Medina, los arrabales y los barrios». Al Andalus, X VII, 1953, extrañado, la para él insólita disposición en cruz de las
pp. 149, 177.
* Torres Balbás, Cervera, Chueca, Bidagor, R esum en histórico del
calles de Zaragoza, con cuatro puertas en los extremos
Urbanismo en E spaña. I. E. A. L. Madrid, 1954, p. 28. de las dos más importantes, el cardo y el decumanus.
Lección 5
La ciudad medieval
86 Lección 4
sus recursos y sometiendo a la población campesina a una un acusado carácter terrícola, como ha observado Luis
servidumbre completa de vidas y haciendas. Diez del Corral, a cuyas páginas, ya citadas, me remito.
El carácter agrario de la sociedad y de la economía «El carácter campesino de la cultura europea manifiés
medievales modifica sensiblemente el rostro de Europa. tase de esta suerte en sus más diversas facetas: en el
El hecho de estar la población diseminada hace que, poco arte, en la vida eclesiástica, en la política y la organi
a poco, toda la tierra sea objeto de cultivo, cambiando zación social, en la economía y en la vida militar. No
y humanizándose el paisaje; estableciéndose, como ha implica tal apreciación una actitud romántica de desva
dicho muy bien Luis Diez del Corral', un continuum, lorización de la ciudad europea frente al campo. Es evi
un trabado y vivo tejido geográfico humano. El labriego dente que lo más excelso de la cultura europea ha sur
fue la piedra angular de Occidente, «el agro, su mo gido en la ciudad y no en el campo — en menor grado,
rada y su tarea fundamental, a la que contribuyeron con desde luego, que en el mundo antiguo o en buena parte
el labriego, el monje, el noble, el burgués, el príncipe del oriental— ; pero tratábase de unas ciudades que eran
y hasta el emperador en persona». campesinas por estar envueltas y enraizadas en una so
Esta situación suponía un contraste y diferencia nota ciedad de tal índole, de donde se les originó, paradóji
bles con lo que había sucedido en el mundo antiguo y camente, la posibilidad de vacar a otros menesteres y
en el mundo islámico, donde la función rectora de la de desarrollar un tipo de vida y cultura sui generis, de
sociedad había correspondido enteramente a las ciudades
un carácter máximamente ciudadano» (págs. 148-149).
y donde la población se había concentrado en algunas
Sabida es la importancia que en la cultura y en
de éstas de gran desarrollo y volumen.
En el mundo islámico, como ya tuvimos ocasión de la vida medieval en general adquiere la organización mo
acentuar, gran parte de la población se acumuló en las nástica. Frente al cristianismo griego y bizantino, de ca
ciudades, y la explotación agraria se reducía muchas ve rácter eminentemente urbano, la vida religiosa de Occi
ces a cultivos intensivos agrupados en torno a estos dente se caracteriza también por esta dispersión agraria.
centros urbanos. Puede decirse que, en el Islam, de la El monasterio es un centro religioso aislado, indepen
vida nómada se pasa, sin un asentamiento campesino, sin diente de la ciudad y vinculado profundamente al cam
transiciones, a la vida urbana. Es posible que el carác po. Gran parte de la colonización agraria europea fue
ter agrario de la sociedad europea durante la Edad Me debida a estos centros monacales, que coadyuvaron a dar
dia fuera favorecido por las características naturales del plasticidad y flexibilidad a ese continuo a que anterior
suelo en Francia, Germania e Inglaterra, que se presta mente hicimos mención.
a ese cultivo continuo por sus excelentes cualidades Dentro de ese continuo, de ese tejido geográfico hu
agrícolas. En cambio, el campo, para los musulmanes, era mano, se engarzarán las ciudades de una manera perfec
la mayoría de las veces una pequeña vega o un oasis tamente orgánica sin que se rompa su continuidad ni se
de gran fecundidad, en medio de un desierto imposible altere su estructura. Tampoco serán demasiado grandes.
para todo cultivo. Es, pues, indudable que un determi- Una ciudad de gran tamaño rompería precisamente la
nismo geográfico condicionó también la distribución de continuidad del susodicho tejido. Así vemos que, al final
mográfica en unas y otras culturas. de la Edad Media, de la población del Imperio germá
Toda la cultura europea durante la Edad Media tiene1 nico, que comprendía unos 12 millones de habitantes,
sólo el 10 ó el 15 % vivía en las ciudades. Estas
1 E l rapto de Europa, cap. V, p. 140. alcanzaban, sin embargo, el número de 3.000, y la razón
90 Lección 5 La ciudad medieval 91
no era otra que su pequeñez, ya que sólo 10 ó 15 re Elíseo Reclus, estudiando la distribución de las ciudades
basaban los 10.000 habitantes. francesas de origen medieval, considera que su relación
Se realizaba, por consiguiente, en la Edad Media eu espacial parte de la distancia que puede recorrerse a pie
ropea el esquema ideal del asentamiento rural, ejemplo en una jornada de ida y vuelta.
de la colonización continua de todo un territorio. Los La ciudad de los tiempos medios, propiamente tal, no
geógrafos han estudiado algunos esquemas abstractos de aparece hasta el comienzo del siglo xi y se desarrolla
este tipo, y uno de los más conocidos es el llamado fundamentalmente en los siglos xii y xm . Antes de este
sistema exagonal, en el que por medio de una red de momento dominaba completamente la organización feu
exágonos, que abarcan completamente una extensión dal agraria de la sociedad. Frente a ésta, el crecimiento
de las ciudades se origina principalmente por el desarro-
ciudades de tránsito, mercados importantes, villas arte- ríales que provenían del cada vez más floreciente desarro
sanas, etc., etc. En estas ciudades se establecen personas llo de los centros comerciales.
que ayudan a todos los menesteres que el desenvolvi La ciudad medieval se constituye, pues, como un área
miento de los negocios exige: armadores de barcos, cons de libertad en medio del mundo rural circundante, so
tructores de aparejos, de barriles, de embalajes diversos, metido a un vasallaje casi absoluto. Poco a poco van
incluso geógrafos, para el trazado de las cartas marí cayendo en desuso antiguos derechos señoriales que im
timas, etc. La ciudad va, por consiguiente, atrayendo un piden el próspero desenvolvimiento de las ciudades. Por
número cada vez más considerable de personas del me ejemplo, hornos y molinos en los que el señor obligaba
dio rural, que allí encuentran un oficio y una ocupación a moler y cocer el pan de los habitantes; monopolios
que en muchos casos les libera de la penosa servidumbre por los que el señor tenía privilegio de vender sin com
del campo. Esta sociedad burguesa, que paulatinamente petencia en determinados períodos los productos de sus
se va desarrollando, es el estímulo de la ciudad medie tierras (trigo, vino, etc.); el derecho de requisar vivien
val. Pirenne ha dicho que nunca con anterioridad existió das en la ciudad para uso suyo y de sus caballeros en
una clase de hombres más específica y estrictamente ur las épocas en que habitaran en ella; el derecho a levas
bana que la burguesía medieval2. obligatorias en caso de guerra; la prohibición, por razo
Esta burguesía se encuentra en principio en contra nes estratégicas, de construir puentes, con perjuicio no
dicción con el orden feudal y señorial establecido, y de table para el tráfico, etc. Todos estos privilegios, que
aquí surgen no pocas dificultades para su desenvolvi podían suponer rentas y beneficios para el señor, no
miento y, en consecuencia, para el desenvolvimiento de compensaban del daño que con ellos se hacía ni de las
las ciudades. Esta burguesía lo que necesitaba funda ventajas que este mismo señor podía obtener de una
mentalmente era libertad de acción para el normal des ciudad y de un comercio floreciente. Por eso los propios
arrollo de sus negocios. Desde luego, como ha estudiado señores acabaron por calificar de pillaje y extorsión es
Pirenne, no trataba de derrocar, ni muchísimo menos, tos antiguos privilegios suyos.
el orden establecido, que era fundamentalmente acepta No se puede separar el estudio de las ciudades medie
do, sin que se discutieran los derechos ni la autoridad vales de su paralelo desenvolvimiento jurídico por me
de príncipes, nobles y clero. Lo que la burguesía nece dio de franquicias, fueros, cartas pueblas y otros ins
sitaba era, simplemente, franquicia para desarrollar sus trumentos legales, que favorecieron su desarrollo. En
operaciones comerciales. No se trata, pues, de un movi España esto dio como resultado la constitución del mu
miento político ni de una teoría de los derechos del nicipio, una de las instituciones más ventajosas y demo
hombre, como sucederá, andando el tiempo, en el si cráticas de nuestra Edad Media. En España era muy
glo x v i i i . Se trata de obtener, dentro del orden esta importante favorecer la creación de centros urbanos ca
blecido, las mayores posibilidades para el desarrollo de paces de conseguir una colonización de los terrenos con
su actividad. Al principio, los privilegiados en el sistema quistados a los musulmanes. Para estimular el asenta
feudal intentaron oponerse a las pretensiones de la bur miento de los colonos en nuevas ciudades era muy
guesía, pero luego se avinieron a ellas, adaptándose, ya importante atraerlos con beneficios y fueros especiales.
que prefirieron sacrificar un mal entendido orgullo se Así se constituyeron nuevas fundaciones de ciudades
ñorial para obtener, en cambio, pingües ventajas mate- completas y, en algunos casos, de barrios en ciudades
ya existentes. Son frecuentes, por ejemplo, los barrios
1 Henri Pirenne, M edieval cilies. Their Origin and the Revival of
Trade. Princeton Úniversity Press. 1925. de francos que aparecen en muchas poblaciones, sobre
94 Lección 5 La ciudad medieval 95
todo de Navarra, y que tienen dentro del conjunto ur tía a esta contribución era expulsado de la ciudad y
bano estructura y fisonomía particulares. Estos francos perdía sus derechos. La ciudad, por consiguiente, acabó
eran colonizadores a los que se atraía con privilegios y por adquirir una personalidad legal que estaba por en
que venían del otro lado de los Pirineos. Al final de la cima de sus miembros. Era una comuna con personalidad
Edad Media se fundieron con el resto de la población jurídica propia e independiente.
española. En general, solían gozar de los privilegios que Resumiendo todas estas características, repitamos la
correspondían al ciudadano; es decir, al que hubiera definición que finalmente estableció Pirenne, diciendo
vivido dentro de la ciudad durante un determinado pe que la ciudad de la Edad Media, tal como existió en el
ríodo de tiempo, la mayoría de las veces un año y un
día, sin que importaran ni se tuvieran en cuenta otras
condiciones de nacimiento, profesión, etc.
El desarrollo de las ciudades trajo consigo también
profundos cambios en la legislación, creándose leyes ex
cepcionales diferentes a las que regían en los distritos
rurales. Por ejemplo, en la ciudad solían ser mucho más
severas las leyes de carácter criminal, por la necesidad
de mantener una disciplina y una ejemplaridad mayor
allí donde, naturalmente, acudían vagabundos y malean
tes de todas clases. Al mismo tiempo que se dictaban
providencias rigurosas para el buen orden de la vida
ciudadana, se simplificaban los antiguos procedimientos
judiciales; se hacía más flexible la legislación contrac
tual y se suprimían arcaicas costumbres, como las com
purgaciones, ordalías, duelos, etc., que, como fácilmente Fig. 23. Avila (Dib. del aulor).
se comprende, no se adaptaban a las nuevas condiciones
de vida ni al carácter pacífico de la población mercantil siglo x ii , era «una comuna comercial e industrial que
artesana. habitaba dentro de un recinto fortificado, gozando de
Otras causas, dice Pirenne, influyeron en el nacimien una ley, una administración y una jurisprudencia excep
to de las comunidades. Entre éstas, una de las más cionales que hacían de ella una personalidad colectiva
potentes fue la necesidad, prontamente sentida por los privilegiada» (vid. lección 2, p. 26).
burgueses, de un sistema de contribuciones voluntarias La (ihdid medieval, aunque gozaba de todos estos
para atender a las obras comunales más apremiantes, fun privilegios «| ic acabamos de enunciar, no es, sin em
damentalmente la construcción de la muralla de la ciu bargo, una ciudad aristocrática, y en eso se diferencia
dad. La necesidad de esta muralla, que caracteriza la fundamentalmente de la ciudad antigua, ya que ésta era
ciudad medieval, fue en muchos casos el origen de las a la vez, como ha dicho Max Weber, el asiento de la
finanzas municipales. Rápidamente esta contribución ad nobleza y precisamente surgió como tal sede nobiliaria.
quirió carácter obligatorio, extendiéndose no sólo a la En cambio, la ciudad europea occidental de la Edad Me
fortificación, sino a otras obras comunes, como el man dia se siente a sí misma como ciudad antinobiliaria, como
tenimiento de las vías públicas. Aquel que no se some sede del estado llano o tiers état.
La ciudad medieval 97
96 Lección 5
general eran las únicas de tráfico. Las secundarias solían
~^En su aspecto físico, la ciudad medieval es también ser únicamente para uso de peatones.
altamente característica. En general, por necesidades de En la constitución de las pequeñas ciudades o villas
defensa, se sitúa en lugares difícilmente expugnables: medievales no puede perderse de vista la fuerza de atrac-
colinas o sitios abruptos, en islas, en inmediaciones de
ríos, principalmente buscando confluencias o meandros
para utilizar los cauces fluviales como obstáculo para el
enemigo. Una situación ideal era la de una colina rodea
da por el foso natural de un río, como, por ejemplo,
Toledo, o un espolón avanzado en la confluencia de dos
cursos fluviales (Segovia, Cuenca ).¿ El tenerse muchas
veces que adaptar a una topografía irregular condicionó
la especial fisonomía de la ciudad medieval y su pinto
resquismo. El trazado de las calles tenía que acomodarse
a las dificultades del emplazamiento, y por eso resul
taban irregulares y tortuosas. En general, las calles im
portantes partían del centro y se extendían radialmente
hasta- las puertas del recinto fortificado. ^Otras calles se
cundarias unían estas radiales, muchas veces formando
círculo en torno al centro. Este es, en líneas generales,
el patrón que se ha llamado radioconcéntrico y que se
repite mucho en la ciudad medieval. El perímetro de
las ciudades, en estos casos, solía ser sensiblemente
circular o elíptico; resultaba el más económico y el de
más fácil defensa. El centro de la ciudad lo ocupaba
siempre la catedral ’5~~eT"témplo, por lo cual la ciudad
adquirió una prestancia espiritual de primer orden. La
misma plaza d? la catedral solía ser la que servía para
las necesidades deí mercado y en ella se elevaban los
edi. .i' c más característicos de la organización ciudadana;
el Ayuntamiento o la Casa de los Gremios (G uildhall),
esta última en aquellas ciudades florecientes donde la
organización gremial había adquirido gran desarrollo.
Aún se conservan espléndidos monumentos de este gé
Fig. 24. Pisa. Area de la Catedral. 1. Catedral. 2. Campanilc. 3. Bap
nero en ciudades del norte de Francia, de Flandes y de tisterio. 4. Cementario. Ejemplo de agrupación de edificios represen
Alemania. Estos núcleos, presididos por la catedral, que tativos en un área central (Dib. del autor).
era algo asi como la plasmación de los anhelos espiri ción que ejercen los grandes monumentos, focalizando
tuales de toda la ciudad, constituían el verdadero cen la estructura toda de la ciudad. La mayoría de las veces
tro cívico de la organización urbana. De él, como hemos por su prestigio religioso, al que se une, reforzándolo,
dicho, salían las calles radiales más importantes, que en
Chueca Goitia, 4
98 Lección 5 La ciudad medieval 99
su valor estético, este tipo de edificios sobresalientes, dente medieval es vastísimo, desde las que reflejan per
catedrales, grandes abadías, santuarios de peregrina fectamente el tipo a las que lo hacen de una manera
ción, etc., son decisivos en la morfogénesis de la ciudad más aproximada. Bram, en Francia; Nordlingen, Fridn-
medieval. Así lo explica Pierre Lavedan. En la organi hausen y Havelberg, en Alemania; Lugignano y Aversa,
zación del plano se «afirman dos ideas directrices, envol en Italia; Vitoria y Pamplona, en España, son ejemplos
vimiento y atracción. Envolvimiento por una serie de sobresalientes.
casas de un edificio particularmente precioso, sea por su Sin embargo, la variedad de esquemas planimétricos
de las ciudades medievales es inagotable, por la sencilla
razón de que no existen ideas previas y todas surgen
con crecimiento natural y orgánico. Con ánimo de hacer
una especie de clasificación, que no deja de ser ingenua,
pero que puede ayudar metodológicamente a ordenar la
multiforme expresión planimétrica de la ciudad medie
val, Luigi Piccinato ha definido así algunos tipos funda
mentales. (a) Ciudades lineales. Son las formadas a lo
largo de un camino como Stia, la antigua Stigia, ciudad
italiana del siglo xi en la que el centro de la calle básica
se ensancha formando una elegante plaza porticada. En
España son muchas estas ciudades itinerantes formadas
sobre todo a lo largo del camino de Santiago. Burguete,
burgo de Roncesvalles, tiene aún, como tenía en la Edad
Media, una sola calle que coincidía con el camino de
Santiago. Estella, Logroño, Santo Domingo de la Cal
zada y Burgos, aunque ampliadas y transformadas, toda
vía revelan su origen itinerante.
La villa más típica entre las de este tipo es Castroge-
riz, el Castrum Sigerici, donde un noble de estirpe goda,
Sigerico, alzó su castillo. Siguiendo la falda del cerro
Fig. 25. Lugignano (Italia). Tipo de ciudad radioconcéntrica (Dib. del Castillo se extiende una calle de más de un kilómetro
del autor).
de larga, arteria dorsal del pueblo. Otra típica villa de
valor moral, sea por su solidez material en vista de la camino es Sarriá, en la provincia de Lugo.
defensa: en general, la iglesia. Atracción de la circulación De acuerdo con la clasificación de Piccinato, siguen
por este edificio y nacimiento de una serie de vías diri (b) las ciudades cruciales. En éstas, en lugar de una
gidas a él. Se tiende así a un tipo de plano que los calle generatriz y sus paralelas, aparecen dos calles bási
urbanistas llaman radioconcéntrico, es decir, hecho de cas que se cortan ortogonalmente. En el fondo hay poca
radios y de círculos, como la tela de araña» 3. diferencia con las ciudades del apartado (c), que pode
El número de ciudades radioconcéntricas en el Occi- mos denominar ciudades en escuadra. De éstas nos ocu
paremos a continuación, al hablar de las ciudades regu
3 Pierre Lavedan. L 'A rchitectu re F ranfaise. Coll. Arls, Styles ct lares medievales. Pequeñas ciudades cruciales son Cas-
Tecliniques. Larousse, París, 1944, p. 202.
100 Lección 5 La ciudad medieval 101
telfranco Vcneto, en Italia; Bounigheim, en Alemania, venido haciendo. De las ciudades radioconcéntricas ya
y Focea (Logroño), en España. El tipo (d) lo constituye hemos destacado su señalada significación *.
el llamado nuclear. A este tipo pertenecen, más o me De todas maneras, por este camino llegaríamos, dada
nos, la inmensa mayoría de las ciudades medievales for la enorme variedad de las ciudades, villas y burgos me
madas en torno a uno o más puntos dominantes (iglesia, dievales, a tener que establecer tantos tipos como ciu
catedral, abadía, castillo, etc.). Ya hemos insistido en el dades existen. En cuanto a morfología, es más claro que
formidable valor aglutinante de los grandes edificios re nos reduzcamos a los tres tipos fundamentales, en los
presentativos y a su influencia en la estructura del tejido cuales caben luego todas las variantes y diversidades.
urbano. Hay también ejemplos muy claros de estructura Estos tres tipos fundamentales son el irregular, el radio-
concéntrico, donde lo más frecuente es que falte la ri
gidez de la geometría, y el regular, sobre todo cuadricu
lado o en tablero de damas. Esta es la clasificación
adoptada por el especialista en Geografía urbana Robert
E. Dickinson 5.
Evidentemente, por tratarse de ciudades de crecimien
to orgánico y natural, predomina en la Edad Media la
ciudad irregular o muy levemente geométrica. Pero esta
irregularidad no quiere decir, ni mucho menos, caos,
como pudo entenderlo en el siglo xvn un racionalista
como Descartes.
Las ciudades, en su natural morfología, siempre tie
nen un sentido. Bien sea por su adaptación a la natu
raleza topográfica del terreno, por la nucleización que
promueven sus edificios y estructuras fundamentales, por
razón de sus sendas y caminos convertidos en calles,
por la economía y lógica disposición de sus murallas
y por tantas otras cosas que impiden que predominen
el puro capricho y falta de sentido. Todo esto produjo
como consecuencia la realidad de unas ciudades de sin
binuclear (e). Como caso curioso podemos citar las plan gular belleza y carácter. Difícilmente podemos encontrar
tas en espina de pez (f). Una calle principal de la que a lo largo de la historia conjuntos urbanos tan conse
salen otras secundarias paralelas entre sí, pero oblicuas guidos, ambientes superables a los medievales, desde el
a la primera. Algunas bastidas francesas, Francavilla a punto de vista de los valores visuales. Estas ciudades,
Mare en Italia y Guernica en el país vasco pueden cla perfectamente de^nidas con su cerco de murallas, que
sificarse así. A estos tipos añade también Piccinato las hacen el papel del marco en la obra de arte, con sus
ciudades acrópolis (g) y las radioconcéntricas (h). Las (gj volúmenes sabiamente escalonados y presididos por la
no constituyen un tipo propiamente dicho porque es tan 4 Veas - Luigi Piccinato: «Urbanística Medioevale», en L'U rbanís
general, por razones obvias, utilizar eminencias topográ tica dall'Antichitá ad Oggi, de varios autores, Firenze, 1943.
ficas que desde las civilizaciones más primitivas se ha 5 Robert. E. Dickinson. The W est European Citv. London, 1951.
p. 268-279.
102 Lección 5 La ciudad medieval 103
dominante de la catedral o del castillo, producen siem Su nombre, bastida, es nombre provenzal que viene de
pre un efecto encantador, si no han sido expoliadas, alte bastir y que equivale a plaza fuerte.
radas o arrasadas por el crecimiento masivo de los últi
mos tiempos.
-♦ ■ La ciudad medieval es un medio homogéneo y a la
vez plenamente identificable en todas sus partes. No hay
nada en ellas que disuene ni rompa su sutil tejido; y,
sin embargo, ninguna calle se confunde con otra, nin VILLENEUVE
guna plaza o plazuela deja de tener su propia identidad, S U R -L O T
ningún edificio deja de hablar su propio lenguaje, eso
sí, perfectamente jerarquizados y sometidos por su sig
nificación y valor simbólico a los grandes monumentos
representativos que dominan en volumen, escala y exce-
lencia.j Esa identidad sin romper la armonía del todo es
algo que muy pocas veces en el curso de la historia ha
caracterizado al fenómeno urbano. Nos hace pensar en
el correlato plástico de un humanismo medieval, feliz
resultado de un mundo en orden. Tema de meditación
ante la atroz y masiva uniformidad de la metrópoli mo
derna o ante las distorsiones que produce la lucha de
intereses, imagen de un mundo en desorden en el que
el hombre no ha encontrado su sitio.
Como ya hemos dicho, la urbanística medieval no ha
desconocido tampoco un sistema de planificación antigua
como el mundo: la ciudad trazada a cordel, cuadricular,
ortogónica, en tablero de damas o como se la quiera
llamar. Desde Mohenjo-Daro o Kahun, pasando por las
ciudades hippodámicas o los castros romanos, siempre
que se ha querido implantar una ciudad a fundamentis
se ha solido apelar a tan sencillo expediente como tra
zar sobre el terreno una cuadrícula. No podía faltar esto
en la Edad Media, que también hubo de verse en la
necesidad de crear ciudades ex novo por razones de colo
nización, de repoblación, de seguridad militar o polí
tica, etc. Fig. 27. Planos de bastidas francesas (Stew art, A P ro spect o f C tlies).
El caso más famoso de todo el urbanismo medieval
planificado es el de las bastidas francesas, situadas en Los reyes de Francia y de Inglaterra luchaban en los
viejas tierras aquitanas, entre el Garona y la Dordoña. confines del Garona y del Macizo Central y cada uno por
104 Lección 5 La ciudad medieval 105
su lado levantaba bastidas para fortificar y mejorar sus presivamente su origen. Villeneuve, por su novedad;
fronteras. Lo mismo pasaba entre los reyes de Francia Villefranche, por sus franquicias; Sauveterre, por su se
y los condes de Tolosa, enfrentados en la guerra de los guridad; Beaumont o Montjoie, por el aspecto del lugar,
albigenses. son nombres típicos.
Todas las bastidas seguían trazados regulares en table En España también encontramos nombres parecidos
ro de damas y nunca formas radiales o en estrella que que igualmente corresponden a ciudades creadas de nue
hubieran podido derivarse de los trazados radioconcén- vo y casi siempre de plano regular: Villanueva, Villa-
franca, Villarreal, Salvatierra, etc.
Torres Balbás, en el libro Resum en H istórico d el Ur
banismo en España, dedica una gran extensión, con no
table aportación de datos, al estudio de las ciudades
regulares en la España medieval. El lector curioso podrá,
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de la primitiva ciudad (Dib.
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mos, que en las jambas del palacio arzobispal de México biana: firmitas, utilitas, venustas. De aquí nacerá la
fue grabada esta frase del Apocalipsis: ciudad-ideal del Renacimiento, creación más intelectual
que real, que vendrá a ser una consecuencia más del pen
Dixií qui sedebat in throno nova fació otnnia 3. samiento utópico renacentista.
Para Vitrubio la consideración principal que debe pre
Eso quiere decir que los protagonistas de la gran em sidir el trazado de las ciudades reside en defenderlas de
presa colonial americana eran conscientes de la nueva si los vientos predominantes. «Los vientos, según la opinión
tuación en que se hallaban. de algunos, sólo son cuatro, a saber: solano, que sopla
Pero, de todas maneras, que la labor creadora de los del lado del levante equinoccial; auster, del lado del
hombres del Renacimiento dependía, en gran medida, de mediodía; favonius, del lado de poniente, y septentrio
los ejemplos de la antigüedad que los sustentaban, es un del lado norte. Pero los que han investigado con más
hecho tan insoslayable como puede ser el de la novedad cuidado las diferencias de los vientos han señalado ocho,
que imprimían a sus interpretaciones. Posiblemente una particularmente Andrónico Cyrrhestes, que a este pro
prueba de lo que decimos la tenemos en la enorme ri pósito construyó en Atenas una torre de mármol de figu
queza y variedad de la arquitectura renacentista, en con ra octógona que tenía en cada cara la imagen de uno de
traste con la pobreza y falta de ingenio de las realizacio los vientos en el lado opuesto de donde soplaba» 4. Con
nes urbanísticas. Para sustentar su obra interpretativo- secuentemente la torre octogonal ateniense, la llamada
creadora los arquitectos renacentistas tenían todos los Torre de los Vientos, que no conocieron los tratadistas
monumentos de la antigüedad romana a su alcance. Po del Renacimiento y que ahora conoce cualquier alumno
dían medirlos, dibujarlos, considerarlos y en muchos ca de Historia del Arte, prefigura en su forma la ciudad
sos reconstruirlos idealmente, ya que era una ventaja la ideal de Vitrubio y, a partir de ella, la del Renacimiento.
ruina de muchos para espolear su imaginación. Si la Se trata, pues, de una ciudad cuya planta es un octó
arquitectura clásica se hubiera sepultado del todo, se la gono rodeado de murallas. Cada lienzo de muralla se
hubiera tragado la tierra y sólo hubiera quedado el códi opone a un viento. En los ángulos del octógono, torres
ce de Vitrubio, verdadero texto sagrado para aquellos circulares muy salientes. Las razones de índole militar se
arquitectos, la arquitectura del Renacimiento no hubiera suman a las consideraciones meteorológicas. La figura de
sido la que llegó a ser. En cambio, los ejemplos del la ciudad no puede ser cuadrada ni formada por ángulos
urbanismo antiguo habían desaparecido, estaban sepulta muy salientes. Debe ser un recinto para poder ver al
dos como en Pompeya, yacían en lejanas comarcas como enemigo desde varios lugares; los ángulos avanzados no
la Mauritania, la Numidia, la Cirenaica o en los países son propios para la defensa y son más favorables a los
greco-orientales que habían caído bajo el yugo otomano. sitiadores que a los sitiadoss.
No había en qué apoyarse. Las torres deben ser redondas o de varios lados; por
Quedaban algunos pasajes más bien oscuros del texto que si son cuadradas pronto son arruinadas por las má
vitrubiano, que además por carecer de figuras resultaban quinas de guerra, y los arietes rompen fácilmente los
menos expresivos. En el libro I, capítulos V III, IX y X , ángulos; mientras que en la forma redonda, las piedras,
aparece la descripción de lo que debe ser una ciudad
que cumpla los requisitos básicos de la doctrina v:\ru- * Tomamos esta cita del Vitrubio traducido por Perrault en 1673 v
que ha sido reimpreso y revisado por André Dalmar. Edition Les
» Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo ha<jo nue Libraires Associes, 1965, p. 31.
vas todas las cosas. Apoc. 21, 5. * Vitrubio, op . c it., p. 29.
112 Lección 6 La ciudad del Renacimiento 113
talladas como cuñas, resisten mejor a los golpes que no fray Giocondo trazaron ciudades así que trataban de
pueden empujarlas más que hacia el centro6. seguir el ideal vitrubiano. Giorgio Vasari il giovane, en
De este modo queda sancionada como idealmente per un ingenioso esquema que se conserva en la colección de
fecta la ciudad poligonal de ocho o más lados que tiende diseños de los Uffizi, trató de sumar las ventajas del
a una organización circular en último término y que, por trazado reticular y el radio concéntrico 10.
tanto, posee un centro. Frente a la ciudad regular del
i i M i
final de la Edad Media de perímetro rectangular, las
típicas «bastidas», la ciudad regular del Renacimiento
adopta la planta inscribible en un círculo.
Hasta aquí todo va bien en la interpretación del texto
de Vitrubio. El escollo se produce cuando se trata de la
disposición de las calles en el interior de ese perímetro.
El texto del arquitecto romano no está claro y sólo hu
bieran podido esclarecerlo del todo las figuras que se
han perdido.
Teniendo en cuenta la dirección de los vientos, que es
la máxima preocupación del tratadista, «se sitúan las
calles de tal suerte que los vientos atacando sobre los
ángulos que ellas formen se rompan y se disipen»7. Esto
ha dado lugar a que algunos comentaristas como Daniel
Bárbaro y el mismo Perrault sitúen dentro del octógono
una red de calles a escuadra con los ejes principales gi
rados convenientemente para que no coincidan con la
dirección de los vientos principales.
Esto da lugar a las soluciones de ciudad ideal de Fran
cesco di Giorgio Martini, Cattaneo, Scamozzi, etc., que
dentro de una planta poligonal sitúan una ciudad en
damero. Pero como la forma poligonal del perímetro
conduce, por lógica geométrica, a la disposición radial,
no faltan entre los tratadistas del Renacimiento estas
soluciones que dan lugar a la típica ciudad radio-concén Todo este movimiento teórico y especulativo apenas
trica. Tanto Francesco di Giorgio Martini8 como Anto produce las realizaciones que hubieran sido de esperar.
nio Averlino el Filarete, en su utópica ciudad bautizada Es evidente que las ciudades de Europa habían quedado
con el nombre de Sforzinda en honor de los Sforza9, y fijadas en la Edad Media y que muy pocos y muy cir
cunstanciales centros urbanos se fundan ex novo. Por
‘ Vitrubio, op . c it., p . 39.
7 Vitrubio, op. cit., p. 31.
eso adquieren especial prestigio ciudades como Palma-
• Francesco di Giorgio Martini, Tratato di Architettura civtle e
militare. Edición Promis. Torino, 1811. '• Un estudio de las ciudades ideales del Renacimiento puede ver
’ Vid. M. Lazzaroni y A. Muñoz, Filarete, scultore e architetto del se en Gustavo Giovannoni, L'A rchite (tura d el Rinascim ento. Milano,
Sec. XV. Roma, 1908. 1935.
114 Lección 6 La ciudad del Renacimiento 1 15
nova, nacidas en el momento oportuno como consecuen Más tarde, quizá siguiendo los preceptos de los libros
cia de una necesidad militar. de Arquitectura de Scamozzi, se levantaron en Sicilia las
Para protegerse de la amenaza turca, el 7 de octubre ciudades de Grammichele y de Avola después de las des
de 1539, aniversario de la batalla de Lepanto, se pone trucciones del terremoto de 1686.
la primera piedra de la fortaleza de Palma Nuova en la Otras ciudades militares del tipo de Palmanova, pero
frontera oriental de la República veneciana. La ciudad mucho menos importantes, se originaron como conse
cuencia de las luchas entre los reyes de Francia y de la
Casa de Austria. La vieja ciudad de Vitry-en-Perthois,
destruida por las armas imperiales, fue reconstruida en
otro emplazamiento por Francisco I y se denominó Vi-
try-le-Fran?ois. Es obra del ingeniero boloñés Girolamo
Marini, y al esquema reticular simple se une una gran
plaza central atravesada por las calles fundamentales en
su centro.
Una rectificación de fronteras en tiempos de Enri
que II y Felipe II condujo a la fundación de Philippe-
ville, obra del ingeniero Sebastián van Noyen. Los tra
bajos se iniciaron en 1555. Su planta es pentagonal. A la
gran plaza central, cuadrada, convergen diez calles.
Pero entre todas la ciudad que más de cerca sigue el
ejemplo de Palmanova es la plaza fuerte holandesa de
Coeworden (1597), surgida con otras muchas al inde
pendizarse los Países Bajos del Norte.
Pierre Lavedan agrupa por su condición de ciudades
ducales las de Livorno, Nancy y Charleville " . En las dos
nrimeras se trata de unos vastos programas de amplia
ción de pequeños núcleos antiguos. Sus trazados regula
res, donde predomina la escuadra, quedan envueltos por
Fig. 32. Palmanova (Rasm ussen. T ow ns and B uildings). fortificaciones poligonales con poderosos bastiones.
Charleville, fundación de Carlos de Gonzaga, duque
es un polígono de nueve lados con una plaza exagonal en de Nevers y de Rethel, príncipe de Mantua y de Mon-
su centro de la que salen seis calles principales que con ferrat, es quizá la más bella ciudad regular de los pri
ducen a tres puertas y tres baluartes. A los seis otros meros años del siglo x v i i , un poco posterior, por tanto,
baluartes conducen calles que no desembocan en la a las de Livorno y Nancy, que son de los últimos años
plaza sino en el primer anillo concéntrico. Otros dos del siglo xvi. En esta ciudad la intención estética es
anillos concéntricos completan el esquema. Es el más predominante, como afirma Lavedan, y la gran plaza du
completo y perfecto de una ciudad estelar, el mayor alar cal con sus ángulos cerrados es una pieza de gran arte
de por conseguir una ciudad según los esquemas ideales " Pierre Lavedan, H istorie d e L 'V rban ism e. Renaissartce et Tem ps
del Renacimiento. M oderns. 2éme éd. París, 1959, pp. 106, 118.
116 Lección 6
tura como la Vía Julia, de Roma, o en las grandes ali plaza de San Marcos de Venecia se completa en el Re
neaciones que trazara Sixto V (1585-1590) en el plano nacimiento con la decisiva contribución de Sansovino;
de la ciudad eterna. La obra urbanística de este papa es la armónica plaza de Pienza, que pudo servir de inspira
de las más considerables que se han llevado a cabo para ción a la del Campidoglio; la plaza Farnese de Roma se
sistematizar una grande y antigua ciudad. Dos impor traza para servir de atrio al magnífico palacio del mismo
tantes radiaciones, una con vértice en el Puerta del Pó-
polo y otra en Santa María Mayor, cruzan la ciudad con
una red de diagonales que intentan reunir los puntos
más significativos y sobre todo las Basílicas mayores,
por medio de alineaciones rectas. En los centros y cruces
de perspectivas se colocaron obeliscos. Es, con vistas a las
grandes peregrinaciones, una obra de urbanismo estético-
religioso. El barón Haussmann hará algo muy parecido
con otros propósitos, pero casi tres siglos después.
ginó esta auténtica obra maestra» n, que sólo fue termi de severa grandeza y rigor conceptual, consigue llevar a
nada un siglo más tarde, pero, cosa rara, con una absoluta cabo algunas creaciones de fuerte originalidad. Por un
fidelidad a la idea miguelangelesca. El sentido de unidad lado, los conjuntos reales o nobiliarios y por otro, las
y de orgánica correspondencia entre las partes, propias plazas mayores regulares representan lo más innovador
del barroco, está ya presente en la poderosa concepción en el urbanismo íilipense.
del genio. El resto de Europa tardará algún tiempo en El Escorial es el mejor conjunto. Las enormes dimen
seguir las enseñanzas de Italia y ornamentar sus ciuda siones del Monasterio obligan a organizar el entorno,
des con grandes plazas de espectacular y ordenada ar- lonjas, dependencia y jardines, con criterio urbanístico.
Una residencia nobiliaria de gran importancia es la dentes se pierden en las innumerables plazas medievales
del duque de Lerma en la villa de su nombre. Con el de espacio cerrado. Plazas catalanas y levantinas general
palacio se agrupan una serie de conventos de fundación mente con soportales formados con arcos de piedra tie
ducal comunicados con la casa señorial por corredores nen relación con las del otro lado de los Pirineos, con
cubiertos, algunos de gran longitud. Aunque se trata de
una realización de los primeros años del siglo xvil, por
su dependencia, en cuanto a estilo, de la obra escuria-
lense, puede considerarse consecuencia directa del herre-
rianismo. Palacio y conventos principales constituyen
representaba y, por decirlo así, materializaba plástica ciudades libres, con su cultura vastamente difundida y
mente en una forma visible. con formas de asociación relativamente democráticas,
Con el nacimiento de la gran ciudad, capital política cedió el lugar a una era de ciudades absolutas, centros
del Estado barroco, la estructura del mundo medieval que crecieron sin orden alguno y que dejaban a otras
se altera profundamente y muchas de sus instituciones ciudades en la alternativa de aceptar el estancamiento o
antiguas son asfixiadas por las nuevas del Estado y la de imitar sin recompensa alguna a la capital todopodero
ciudad burocrática. Es indudable que estos grandes cen sa. La ley, el orden y la uniformidad son productos esen
tros políticos, asiento del poder, cada vez más absoluto, ciales de la capital barroca; pero la ley existe para con
de las dinastías barrocas, debilitan la vida autónoma de firmar el estatuto y asegurar la posición de las clases
las ciudades libres medievales, que habían sido uno de privilegiadas; el orden es un orden mecánico, que se
los ingredientes fundamentales de aquella sociedad. Se basa no en la sangre, la vecindad o propósitos y afectos
puede decir que el mundo político medieval ya formado comunes, sino en la sumisión al principio regente; y en
giraba en tomo a los dos poderes del rey y del munici cuanto a la uniformidad, es la uniformidad de los buró
pio. Con el advenimiento del nuevo orden, la decaden cratas, con sus archivos, sus expedientes y sus numero
cia de la vida municipal es un hecho cada vez más pal sos procedimientos para regular y sistematizar la percep
pable, ya que su autonomía constituye una traba al poder ción de impuestos. Los medios externos para hacer obli
político central. El poder del rey, que antes era, por lo gatoria esta modalidad de vida se basan en el ejército;
menos en sus posibilidades de aplicación, muy rudimen el brazo económico es la política mercantil y capitalista,
tario, por sus pobres instrumentos de gobierno, se había y sus instituciones más típicas son el ejército, la bolsa,
convertido, merced a la burocracia organizada, merced la burocracia y la corte. Todas estas instituciones se com
a la creación de los ejércitos profesionales, merced al plementan recíprocamente y crean una nueva forma de
desarrollo del capitalismo mercantilista, en un poder mu vida social: la ciudad barroca»
cho más perfecto, eficiente y capaz de profundizar, gra En virtud de estas circunstancias, a partir del si
cias a su escalonamiento en autoridades delegadas, en el glo xvi se registra en toda Europa un rápido crecimien
cuerpo entero del país, hasta alcanzar las partes más ale to de las ciudades. Durante el propio siglo son ya más
jadas o recónditas. En estas circunstancias, el poder mu de 14 las ciudades que sobrepasan los 100.000 habitan
nicipal se encontraba, pues, supeditado y, por decirlo así, tes. París, en 1594, es ya una ciudad de 180.000 habi
preso en esta malla, cada vez más fina, que como tela tantes, y Londres, que siempre ha ido ligeramente por
de araña, cuyo centro eran la monarquía y la capital, se encima, alcanza en 1602 el número de 250.000 habitan
extendía por todo el país. tes. Son dos grandes capitales políticas, fuentes a la vez,
«Por tanto — escribe Mumford— , cesó la multiplica del poder económico. Alcanzan cifras importantísimas las
ción de las ciudades. No se construían ciudades para ciudades italianas, en parte porque en aquella península
una clase creciente de pequeños artesanos y mercaderes; se había mantenido más viva la herencia del mundo
la ciudad dejaba de ser un medio para conseguir la liber clásico y las ciudades conservaron una mayor preeminen
tad y la seguridad. Era más bien un medio para conso cia, sin que se llegara a la dispersión de la población
lidar el poder político en un solo centro directamente que caracteriza la Edad Media en el resto de Europa.
bajo la supervisión del rey e impedir todo desacato a la Venecia alcanza en 1575 los 195.000 habitantes; pero1
autoridad central desde lugares lejanos que por esa mis
ma circunstancia era difícil gobernar. La época de las 1 I.ewis Mumford, La cultura de las ciudades. T. I, pp. 140-141.
140 Lección 7 La ciudad barroca 141
hay que considerar que era la capital de la tercera po el siglo x v i i , ciudad completamente artificial, sin otro
tencia europea, una verdadera capital y corte de un vasto contenido que la corte y sin más función que la mera
imperio. Milán cuenta con 200.000 habitantes y Ñapóles mente política. En Madrid ni siquiera existía una clase
con 240.000. El caso de esta última ciudad es digno de capitalista, ya que el dinero que llegaba de América lo
tenerse en cuenta. Sin demasiada justificación, Ñapóles, manipulaban y lo aprovechaban banqueros alemanes, fla
desde el siglo xvil hasta los tiempos modernos, se man mencos, genoveses y milaneses. Como decía la condesa
tiene como la mayor ciudad de Italia y una de las mayo d’Aulnoy, a quien debemos la pintura más viva del Ma
res urbes mundiales. Existiendo dentro de la propia Ita drid austríaco, en Madrid «apenas se ven más que per
lia regiones mucho más fértiles y ricas, puertos y villas sonas de calidad y sus criados... Los príncipes, los du
comerciales mucho más prósperos, capitales de imperios ques y los títulos son aquí numerosos». María Luisa
mucho más vastos y poderosos, es, sin embargo, sor Caturla, repasando legajos en el Archivo de Protocolos,
prendente la magnitud de esta ciudad meridional. Para se sorprende de los ilustres nombres que ellos guardan
Werner Sombart2, Nápoles es uno de los mejores ejem como sin par documento de lo que fue la vida cortesana
plos en apoyo de su tesis: que las primeras urbes mun de Madrid. «Nombres — dice— que aprendí de colegiala
diales han sido creadas por la concentración del consu en dramas de clásicos alemanes y recordé luego ante
mo. Hace ver Sombart que los comerciantes e industria edificios deslumbradores de Génova o Milán, aparecen
les no salen del círculo de las pequeñas ciudades. Que, firmados al pie de los legajos: Conte Fiesco, Octavio
por consiguiente, las ciudades productoras no son las Centurión, Palavesin, Justinián, Doria, Spínola y Ador
que crecen desorbitadamente, sino por el contrario, las no — xinoveses, que en su maravillosa ciudad de mármol
eminentemente consumidoras. Las ciudades cortesanas, de Carrara eran los ricos y magníficos dueños de pala
las capitales, asiento de la monarquía y de la nobleza, cios famosísimos— , se manifiestan aquí sirviendo al rey.»
que en ellas consumía sus rentas; de la burocracia y del «Nada como estos protocolos me ha dado conciencia del
ejército, la clase más radicalmente consumidora, pues antiguo poderío de España... En ellos se palpa la vida
incluso en su actividad ejerce una función negativa. cosmopolita de la corte de los Austrias... Las calles del
Nápoles es un ejemplo típico de ciudad cortesana y antiguo Madrid presentarían el aspecto abigarrado de
nobiliaria. Ha dicho Caracciolo que R egis servitium nos- una capital del mundo, donde se conocerían los atavíos
tra tnercatura est. Una corte centralizadora, con una bu y se escucharían los idiomas de todas las tierras» \
rocracia gigantesca y complicadísima, jurisperitos, aboga Desde Velázquez hasta el último mozo de cuadra, to
dos, escribanos, toda la curia que pulula en estos centros dos son servidores del rey o de algún noble y todos
burocráticos, llenaban la ciudad. Al lado de la corte de ponen en el título de criado un timbre de gloria, patente
los nobles y de los curiales, un inmenso pueblo de a la larga de aristocracia. Cuanto más cerca se esté del
lacayos, domésticos, ínfimos menestrales y parias de toda Sol o de sus planetas, mejor les llegará su luz, fuente
laya, que formaban el más bajo escalón social, alimentado de honor y de dignidad. Más vale ser criado que tener
por una raza prolífica en un clima benigno. En ciudades un vil oficio mecánico, y hasta Velázquez abate las alas
como Nápoles, la diferencia de clases debía ser enorme, de su propio genio por debajo de su excelsa condición de
sin grados intermedios. palatino. Cuando Inocencio X regala al pintor una ca
No muy distinta debía ser la situación de Madrid en dena de oro, después de hecho su retrato, éste se la
1 M. L. Caturla. Pinturas, frondas y fu en tes d e l B uen R etiro, Edi
2 Véase L ujo y capitalism o, Ed. Revista de Occidente, p. 53. torial Revista de Occidente, Madrid, MCMXLVII. pp. 9 y 10.
142 Lección 7 La ciudad barroca 143
devuelve haciendo constar que no es un pintor, sino del año 1786, la provincia de Madrid contaba con
un servidor de su rey, al cual sirve con su pincel cuando 235.968 habitantes, de los cuales 156.672 correspondían
recibe orden de hacerlo4. a la villa. En el censo de 1797 de Carlos IV , la villa
Madrid era, pues, en el siglo xvil una ciudad de es de Madrid sube en 167.607 habitantes. En 1847, según
tructura social muy simple. En una forma u otra, todo Madoz, la capital tendría una población de 235.000 in
podía reducirse a señores y criados. Estructura que hoy dividuos.
en día nos parece bien desdichada, sobre todo si consi Aunque Madrid creciera y se desarrollara un tanto
deramos su miserable legado material, ya que la gran improvisadamente, a partir del año 1561, en que Feli
deza que pudo tener ha quedado encerrada en los em pe II estableció en ella la corte, cumpliéndose una vez
polvados manuscritos de los archivos, en las glorias le más la teoría de Sombart, el hecho general es que la
gendarias y estupefacientes de la historia. Aquellos ban mayoría de las ciudades españolas durante el siglo xvn
queros genoveses criados del rey de España, construían decaen, bajando a veces a extremos de indecible postra
los palacios de mármol en su patria y aquí quedaba sólo ción. Acompaña a su caída la caída demográfica de Es
una historia de altivez y miseria. paña, producida por la expulsión de los judíos y moris
Circula por ahí (no conozco de qué fuentes provenga) cos, por la sangría de la conquista de América, por las
la afirmación de que Madrid, en sus años de máximo guerras de religión europeas, por el desprecio del espa
esplendor del siglo xvn, contaba con 400.000 almas; ñol para los oficios productivos, por el aumento de la
pero a nosotros nos parece una cifra fantástica. Si juz clase sacerdotal, etc. Otras ciudades importantes de la
gamos por el perímetro del plano de Texeira, del península, a más de Madrid, eran Lisboa (110.800 habi
año 1656 (período del máximo esplendor del Madrid tantes en 1629) y Sevilla (100.000), ambas puertos at
austríaco), vemos que no es muy diferente, si acaso lánticos. El descubrimiento de América y el hallazgo de
algo menor, al del Madrid de 1850, en que la villa y la ruta del Este por el cabo de Buena Esperanza die
corte tenía 253.000 habitantes. Teniendo en cuenta que, ron ímpetu a un crecimiento urbano en toda la costa
por lo menos, la ciudad se había duplicado en altura y atlántica de Europa. Amsterdam y Amberes, con núme
que se habían construido muchos espacios interiores, ro aproximadamente igual de habitantes (104.000), y
huertas y jardines, habremos de convenir que la cifra de Hamburgo son centros de gran importancia.
400.000 es bastante utópica, por mucho que la población Según el cálculo de Lavoisier (citado por Sombart,
viviese hacinada, cosa que debía suceder, y por mucho página 55), hecho ante la Asamblea Nacional francesa,
que la Regalía de Aposento obligara a los ciudadanos en París se gastaban anualmente en artículos de consumo
a tener huéspedes forzosos en aquellas casas que no es 250 millones, y 10 millones más para las caballerías.
tuvieran construidas «a la malicia», es decir, con un ¿Cómo se liquidan estos 260 millones? Veinte millones
solo piso, para eludir la pesada servidumbre. producen las industrias de exportación y comercio;
Con todo, creo que una apreciación más justa se 140 millones son pagados con ayuda de la Deuda pública
ría asignar a Madrid en aquella época de 200.000 a y sueldos; 100 millones proceden de las rentas terri
250.000 habitantes. Datos publicados por Madoz dan en toriales y de las empresas exteriores cuyos beneficios se
el siglo xvi una población para la provincia de Madrid consumen en París. Es decir, en el París de Lavoisier,
de 223.225 habitantes. Según el censo de Floridablanca sólo 20 millones devuelve la ciudad con su esfuerzo;
4 Ortega y Gasset, Vetdzquez, Editorial Revista de Occidente, 1954.
el resto proviene de las energías de la nación toda, que
p. X V Ilf. allí se concentran.
144 Lección 7 La ciudad barroca 145
De esta situación ha surgido el descontento, muy co perspectiva geométrica se abrió un campo nuevo e in
mún en las villas provincianas, frente a la privilegiada menso y no hubo pintor del «Quattrocento» que no se
capital, que absorbe todas las energías sin realizar tra deleitara con grandes fondos arquitectónicos en perspec
bajo productivo alguno. La ciudad productora se siente tiva que excitaron las creaciones de los propios arqui
explotada, víctima de la gran capital. Esta es, a mi jui tectos. Pero no todas las artes se mueven sincrónica
cio, una postura equivocada, consecuencia de un mal mente. Lo que para la pintura y la arquitectura eran
planteamiento de la cuestión. La ciudad beneficiada no ya maduras conquistas, no había todavía llegado al cam
es una ciudad X, caprichosamente amparada por la for po del urbanismo. Será más tarde, en el siglo xvm ,
tuna. Es la capital, y como tal, hay que considerarla cuando el arte barroco de la composición de ciudades
aparte de las demás. Es, en cierto modo, un ente artifi adquirirá todo su apogeo. Este siglo presencia la madu
cial — abstracto— que representa al Estado, a toda la rez de la música y del urbanismo, manifestaciones finales
nación. La capital no es de nadie y es de todos, y pre de la gran cultura europea. Tan es así que la gran ar
cisamente la experiencia demuestra que quienes más par quitectura del siglo xvm trascenderá de sí misma y se
tido sacan de ella son precisamente los provincianos, los hará en su más valiosa dimensión arte urbano. Sea la
que luego aparecen como eternos descontentos, mientras columnata de Bernini, el palacio de Versalles, la plaza
que el hijo de la capital, que por no tener no tiene ni Vendóme o los Inválidos, toda esta arquitectura impone
casa propia, es la verdadera víctima. Pero esto nos aleja por lo que tiene de despliegue urbanístico.
por el momento de nuestro tema, la ciudad barroca, y Pierre Lavedan5 resume en tres fundamentales los
nos lleva a un problema social, la tensión entre el metro principios del urbanismo clásico; y para un francés, en
polita y el provinciano. Algo que fue, es y seguirá siem materia de arquitectura la palabra clásico equivale a la
pre existiendo. de barroco para el resto de Europa. Pero acaso por esta
En el plano puramente estético, la ciudad barroca es vez no nos parezca mal esta etiqueta de clásico aplicada
la heredera de los estudios teóricos del Renacimiento, al urbanismo, ya que, por su desarrollo tardío, puede
de aquellas ciudades ideales que, como ejercicios abstrac considerarse el siglo xvm como el clásico del urba
tos, ocuparon las mentes de los tratadistas y comenta nismo. Estos tres principios son los siguientes:
ristas de Vitrubio. Con un criterio netamente albertiano,
el valor de estos esquemas reposaba en la pura armonía a) La línea recta.
geométrica con independencia de la percepción visual. b) La perspectiva monumental.
Este fue precisamente el hallazgo del barroco: el de c) El programa o, con otras palabras, la uniformidad.
crear una ciudad como obra de arte de inmediata per A nuestro juicio, hemos dicho en otro lugar6, estos
cepción visual. tres principios expuestos por Lavedan pueden reducirse
Para lograrlo, el arte barroco contaba con el instru a uno: la perspectiva o, si se quiere, más generalidad,
mento adecuado, un instrumento también heredado del lo que ha traído la perspectiva: la ciudad concebida
Renacimiento, pero sólo más tarde puesto en valor por como vista. El barroco, es más, contempla el mundo
lo que atañe al trazado y composición de las ciudades. como una vista. Con anterioridad se estaba dentro del
Este instrumento no era otro que el de la perspectiva. mundo, se estaba entre las cosas, pero no se tenía la
Pintores renacentistas habían renovado fundamentalmen
te la representación del espacio pasando de la imagen 5 Pierre Lavedan, H istoire d e L'U rbanism e. Renaissanee et Tem ps
M odernes. 2.* Ed. París, 1959, pp. 33 y 34.
plana a la tridimensional. Con el descubrimiento de la 4 Resum en histórico d e l Urbanismo en España. Madrid, 1954, p. 153.
146 Lección 7 La ciudad barroca 147
lejanía ni la visión en profundidad para que estas cosas Como ha dicho muy bien Valerio Mariani7, durante
se organizaran en una vista, en un panorama. todo este siglo se percibe un vigoroso impulso creador,
El barroco constituye, ordena el mundo, como pano fundado en una generosa ambición social. No sólo se da
rama. Por esta sencilla razón es por lo que tenía fatal forma a la iglesia, al palacio del príncipe, al escenario
mente que descubrir el urbanismo como arte y encon puramente monumental, sino que se construyen hospi
trar un instrumento que facilitara la posibilidad de crear tales, hospicios, barrios enteros o conjuntos de habita
el panorama donde antes no existía. De aquí que el ur ción, alamedas y paseos para el disfrute de la colectivi-
banismo se ensayara primero en los jardines, cuyos tra
zados influyeron tan decisivamente en las ciudades y
conjuntos urbanos.
El mundo como panorama lo encontramos lo mismo
en un jardín de Le Nótre que en un paisaje de Claudio
de Lorena. Triunfo de la perspectiva. A él coadyuvan
los tres principios de Lavedan. La línea recta conlleva
la perspectiva, la uniformidad supedita lo particular a la
ley del conjunto, única manera de mantener el predo
minio de la perspectiva. La uniformidad de la Rué Ri-
voli de París hace que nada perturbe la continuidad
de sus líneas que huyen en perspectiva, provocando una
fuerte impresión estética.
La perspectiva supone la contemplación del mundo
desde un solo punto de vista, desde un ojo único que
abarca todo el panorama. Es una manifestación del poder
humano, del poder del príncipe. La visión focal o cen
tralista coincide con la organización monárquica del Es
tado. Todas las residencias reales de la Europa del si
glo xvni, llámense Versalles, Nancy, Dresden, Carlsruhe,
Fig. 45. Drcsden. Centro de la ciudad y palacio, llamado el Zwingcr.
Copenhague, San Petersburgo o Aranjuez, responden a Uno de los más hermosos espacios del barroco.
este tipo de ordenación perspectivista, en cuyo punto fo
cal se encuentra el palacio de la realeza. En San Petersbur dad, centros de enseñanza e instituciones de cultura,
go, el nombre genérico de calle se sustituye a veces por el puentes, manufacturas, etc.; y todo ello incorporándolo
de perspectiva. La ciudad se convierte en la expresión dentro de un orden unitario y magnífico, como ingre
de una realidad política. dientes de un sentido espacial y de un ambiente total
Ahora bien, no olvidemos que tras la tendencia esce mente nuevos. Por la variedad de los problemas que
nográfica del barroco, escenografía montada para la exal se acometen, por el ímpetu constructivo y la rapidez
tación del príncipe, de su palacio, de su estatua, existen con que se cumplen en beneficio de la colectividad, al
otras empresas que denotan una grandeza y nobleza de
7 Valerio Mariani: «L'Urbanistica nell'etá Barocca», en L'Urbanis-
propósitos que no se deben olvidar. tica dall'Antichitá ad Oggi, de varios autores, Firenze, 1943.
148 Lección 7 La ciudad barroca 149
barroco corresponde una parte importantísima en la de la Roma papal, después de las hermosas concepciones
constitución de la ciudad moderna con todas sus exigen de la plaza del Campidoglio de Miguel Angel, de la
cias de vida y arte. columnata del Bernini, de aquellas «sistematizaciones»,
No nos olvidemos que estamos en el siglo de la Ilus pequeñas pero encantadoras, de la plaza de San Ignacio
tración y de las Luces, del despotismo paternalista y v de Santa María della Pace, le toca decididamente
filantrópico. En un siglo en que empiezan a despertarse a Francia marcar la pauta. Francia es la nación pode
rosa, altiva y triunfadora, rica en recursos de todo gé
Fuera de Francia, la plaza Royale de Bruselas, la pla- las tradiciones locales y las corrientes afrancesadas veni
. za Amalienborg de Copenhague y la del Comercio de das de fuera. Todavía hacia 1710 construyó José de
Lisboa son las mejores creaciones de este tipo. La plaza Churriguera, para la familia Goyeneche, la ciudad-resi
octogonal de Copenhague, cortada por dos ejes, uno de dencia de Nuevo Baztán en las inmediaciones de Madrid.
ellos sirviendo de perspectiva a una gran iglesia rotonda,
es una de las más admirables composiciones urbanas
de todo el siglo xvm .
El antiguo Terreiro do Pa?o de Lisboa, convertido Fig. 54. La Granja. Eje longitudinal de la composición (Dib. del autorl.
por Pombal después del terremoto de 1755 en una plaza
monumental a la moda barroca del momento, sirvió de Es, en cierto modo, una ciudad-cortijo y un excelente
marco grandioso, continuando las ideas del urbanismo ejemplo de urbanismo barroco castizo.
francés, a la estatua ecuestre de José I, obra de Ma Las nuevas corrientes del urbanismo monumental eu
chado de Castro. Por su disposición abierta con respecto ropeo entran en Madrid de la mano de Carlos II I , que
al estuario del Tajo, recuerda algo a la plaza de Burdeos. promueve la ordenación del paseo del Prado regulari
El urbanismo dieciochesco en España oscilaba entre zando su trazado, ornamentándolo con grandiosas fuen-
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La ciudad barroca 159 160 Lección 7
mando tridentes a ambos lados del palacio. La influencia se introducen ejes perspectivos relacionando plazas rec
de Versalles no puede ser más clara. Otro elemento tangulares, exagonales y circulares bien valoradas por
urbano notabilísimo de Aranjuez es la plaza de San An una arquitectura sencilla y uniforme9.
tonio, con el fondo de la pequeña, pero bella, iglesia Inglaterra queda un tanto al margen del urbanismo
de Bonavia en el centro de un plano ondulado de arque barroco; en cambio, algunas composiciones de este pe
rías. La plaza de San Antonio, en cambio, se reclama ríodo anticipan las tendencias que prevalecerán en el
hija del urbanismo italiano y, a la larga, del Bernini. En neoclasicismo. La gran ciudad balneario, Bath, creación
genial del arquitecto John Wood, es uno de estos casos.
Su geométrica organización, a base de plazas circulares
y semicirculares (crescen t), la estricta uniformidad de
sus edificaciones y el clasicismo de sus fachadas ligan
perfectamente esta ciudad de la segunda mitad del si
glo xvm con los conjuntos urbanos en gran escala de
John Nash en Londres, la urbanización de Regent Park,
por ejemplo, que es una de las mejores realizaciones del
neoclasicismo.
En Roma, el barroco enlaza con el neoclásico en la
«sistematización» de la plaza del Pópolo, obra de Giu-
seppe Valadier. San Petersburgo es, entre las grandes
ciudades, aquella en donde el barroco tardío y el neocla
sicismo se asocian para formar conjuntos de sorpren
dente amplitud y monumentalidad. La plaza del Senado
o de Pedro el Grande, concebida en tiempos de Cata
lina II para colocar la estatua del fundador de la ciudad,
obra genial de Falconet, es el foro de San Petersburgo.
Junto a ella, la plaza del palacio de Invierno amplía el
centro monumental, que tiene por punto focal el edificio
del Almirantazgo. Tres grandes vías radiales convergen
en la torre del Almirantazgo: la perspectiva de la As
conjunto, Aranjuez es nuestra mejor ciudad barroca die censión; la perspectiva del Almirantazgo y la famosa
ciochesca. Es lástima que su antigua uniformidad urbana, perspectiva Nevski. Alejandro I, ya en plena época neo
sus manzanas de gran extensión y escasa altura, se vaya clásica, completa la obra de Catalina.
rompiendo con impropias construcciones modernas. En el París neoclásico, es decir, el de Napoleón I,
En el urbanismo dieciochesco español merecen desta abundan más los proyectos que las realizaciones. La
carse los nuevos poblados de la colonización de Sierra apertura de la Rué Rivoli, los comienzos de la ordena-
Morena y otras zonas andaluzas llevadas a cabo durante
el reinado de Carlos I II y con el impulso de Olavide. ’ El lector que desee conocer algo más del urbanismo español de
esta época puede acudir al libro ya citado. R esum en histórico del
Urbanísticamente la planificación más interesante es la Urbanism o en España. Madrid, 1954 y a la reciente publicación de
E. A. Gutkind, Urban dcvelopm en t in Southern E uropa: Spain and
de La Carolina (Jaén). Dentro de un plano en cuadrícula Portugal. New York, 1967.
La ciudad barroca 161
Chueca Goitia, 6
164 Lección 7
torías en sitios determinados, lo que dio lugar al fabu aquellos que reunían condiciones naturales y estaban,
loso crecimiento de las grandes ciudades industriales. además, equipados con grúas, depósitos, apartaderos de
Manchester, que en 1760 tenía entre treinta y cuarenta ferrocarriles, etc. Por el hecho de haberse concebido
y cinco mil habitantes, en 1800 creció, gracias al em con clarividencia en el siglo xvm la importancia que
pleo de la máquina de vapor, hasta alcanzar setenta mil para Liverpool habían de tener los muelles, mercados
habitantes, de los cuales diez mil eran emigrantes irlan y depósitos portuarios, esta ciudad obtuvo un lugar
deses, atraídos por el desarrollo industrial de la gran primordial en el comercio. Al mismo tiempo, estos cen
urbe. En 1830, la inauguración del «Manchester and tros de comunicación, adonde acudían las materias pri
Liverpool Railway» trajo otro considerable crecimiento mas, el capital y mucha población desocupada, vieron
urbano. Hacia 1850, la población contaba con cerca de crecer industrias cuyas perspectivas económicas eran más
cuatrocientos mil habitantes. Así creció una de las pri favorables que en otros lugares.
meras grandes ciudades industriales. No hay que perder de vista que uno de los factores
Junto con la división del trabajo, la mecanización y importantes que el nuevo sistema de producción en masa
la posibilidad de obtener fuentes de energía, el desarro reclamaba era el suministro de trabajo humano, tratado
llo de los medios de transporte fue otro de los factores casi como una mercancía en esta primera época, áspera
fundamentales para que prosperara el industrialismo y, y seca, del industrialismo. Era necesario tener a dispo
con ello, los grandes centros fabriles. El transporte era sición un amplio stock humano, y cuanto más desvalido
precisamente el instrumento que permitía la expansión y miserable, mejor, ya que podía contratarse su trabajo
del mercado económico, imprescindible para esta pro en condiciones más favorables para el patrono. Sabida
ducción en masa. El sistema industrial dependía del es la utilización de la mano de obra por un jornal de
transporte, tanto para la aportación de materias primas hambre, no sólo de estos miembros desvalidos de la
como para la distribución a los consumidores del pro sociedad, sino de los niños y de las mujeres, a los que
ducto terminado. Antes de la invención de la máquina podían pagarse jornales irrisorios. El procedimiento más
de vapor el transporte pesado tenía que servirse de las sencillo para rebajar el costo de un producto era, indu
vías marítimas y fluviales. Es bien conocida la impor dablemente, rebajar los sueldos de los obreros. «A fin
tancia que tuvo para el desarrollo de Nueva York la de tener el exceso necesario de trabajadores para hacer
apertura del canal de Eirie, que une el puerto de Nueva frente a las demandas extraordinarias de las temporadas
York, de condiciones naturales extraordinarias, con el activas, resultó importante para la industria instalarse
interior del país, y que permitió el crecimiento de la cerca de un gran centro de población, pues en un pueblo
gran ciudad comercial y portuaria antes del nacimiento el tener que mantener a los perezosos podía recaer di
del ferrocarril. Las ciudades con puerto, debido a las rectamente sobre el fabricante. El ritmo fluctuante del
facilidades que éstos proporcionaban al comercio, adqui mercado fue lo que determinó la importancia del centro
rieron un desarrollo inusitado, llegando a ser centros urbano para la industria. En efecto, para que los nue
de conjunción de las principales vías, tanto marítimas vos capitalistas pudieran tener los sueldos a un bajo
como terrestres. Así crecieron Liverpool, Londres, Ham- nivel y hacer frente a cualquier demanda imprevista de
burgo, Amberes, Nueva York y Baltimore. Con el au productos, era necesario contar con un exceso de obre
mento de calado de los grandes barcos movidos a vapor, ros mal pagados. En otras palabras, la cantidad suplantó
los pequeños puertos cayeron en desuso, absorbidos por a un mercado de trabajo eficientemente organizado. La
1 70 Lección 8 La ciudad industrial 171
aglomeración topográfica era un sustituto para un modo cenes, los tinglados portuarios y todos los elementos que
de producción bien regulado»12. coadyuvan a los instrumentos de producción, pasó lo
De este modo, era natural que no solamente crecie mismo. Se estableció todo, sin ningún plan orgánico,
ran los nuevos centros fabriles o aquellas ciudades, como siguiendo la ley del mínimo esfuerzo, ya que se consi
las de origen minero, colocadas al lado de los yacimien deraba que todo aquello que facilitara la promoción in
tos, sino las mismas ciudades antiguas, las grandes capi dustrial era de por sí bueno para el bienestar y progreso
tales del período barroco, ya que en ellas se encontraba de las naciones. Sólo mucho más adelante se compren
precisamente aquel exceso de población miserable tan dería lo erróneo de un planteamiento originado por una
útil en determinadas ocasiones al fabricante. Al mismo visión simplista y de corto alcance. La violenta apropia
tiempo, estas ciudades reunían la ventaja de facilitar las ción espacial llevada a cabo por la industria supuso para
relaciones con el poder político central, con las institu la estructura urbana una verdadera catástrofe, mientras
ciones bancadas y con las bolsas de comercio, donde de que a los pocos años no representaba tampoco ninguna
antiguo estaba su sede. Así, es lógico que crecieran de ventaja para ella. Claro está que tampoco podemos re
una manera industrial las ciudades como París, Bruselas, prochar a una época una falta de visión que solamente
Berlín y otras muchas que no habían sido originadas a posteriori puede considerarse como tal. Ahora estare
por la revolución industrial ni tampoco eran puertos mos, y sin duda estamos, cometiendo otros errores que
de importancia. Por consiguiente, puede decirse que la se reputarán así a la altura de los acontecimientos que
revolución industrial afectó en vasta escala a todo el des han de sucedemos y que ahora somos incapaces de
arrollo urbano. Nos referimos, claro está, a las grandes medir.
ciudades cuya población excedía de los 100.000 habi Con las factorías y todos sus establecimientos anejos,
tantes. Pocas son las ciudades de esta magnitud, sobre destacan en la ciudad industrial los llamados barrios
todo en los países de economía más avanzada, que no obreros, construidos por la ineludible necesidad de al
hayan sido profundamente alteradas por este complejo bergar a la mano de obra. En sus principios, estos barrios
de circunstancias que hemos llamado revolución in obreros, que los anglosajones llaman slums, se desarro
dustrial. llaron en condiciones verdaderamente ínfimas para la
Esta revolución, como hemos repetido sucesivamente, vida humana. Son una de las lacras que más afean a la
dejó inermes las ciudades ante la tiranía de los instru ciudad industrial, una página verdaderamente siniestra
mentos de la producción. Las factorías fueron las due en los anales de la habitación del hombre; la constante
ñas y señoras del suelo urbano y suburbano. Se colocaban pesadilla de filántropos y reformadores sociales. En los
en el punto más conveniente y más fácil de encontrar diversos países tomaron formas y características dife
para su servicio. Si era necesario establecer una central rentes, pero en todos tenían de común una fría y atroz
térmica, para eso estaban las márgenes inmediatas de los regularidad y una gran densidad en cuanto al aprovecha
ríos, aunque luego el humo y el acarreo del carbón des miento del terreno. Con el criterio del más seco utilita
trozaran parajes que podían haber sido de gran belleza rismo, se sacaba el mayor partido del suelo, prescindien
natural. Así se colocaron las centrales térmicas de Nue do de espacios libres y patios. Son famosos los primeros
va York y de Londres. slums neoyorkinos: las filas de casas del «Railroad Plan»
Con las estaciones de ferrocarril, los docks y alma de 1850 con pocas luces a la calle y a un infecto patio
trastero. La mayoría de los habitantes carecían de luz y
1 L. Mumford. La cultura d e tas ciuda des. T. I. p. 266. EMECE.
Buenos Aires. ventilación. A esta solución inhumana siguieron otras
1 72 Lección 8 La ciudad industrial 173
con pequeños patios intermedios, las llamadas «Dumbbell houses» y «Dumbbell houses», aunque se sigue una sis
houses», que no eran más que un ligero alivio en medio temática labor de demolición y saneamiento.
de la subsistente gravedad. Así no era de extrañar que En barriadas donde las condiciones de vida eran atro
los índices de mortalidad crecieran aterradoramente. En ces y donde la concentración obrerista alcanzaba cifras
tan elevadas, es lógico que fermentara la subversión so
cial. El siglo xix, a la vez que trajo la revolución indus
trial, preparó la revolución social, que si no se desató en
WtftOMtDifHftK N*3.
combinaba la industria y la agricultura y que se sosten en sus factorías de acero de Essen. George Cadbury, un
dría económicamente así misma. Es la anticipación de fabricante de chocolate, construyó en 1879 la ciudad de
las ciudades-jardín del siglo xx nacidas de las ideas de Boumeville, con fines industriales y filantrópicos. Lo
mismo hizo otro chocolatero francés, Meunier, 1874 (.Co
N?5. lonia de Noisel-sur-Seine). Los fabricantes de jabón Le-
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o gentes de ocupación incierta. Como durante un tiem tín, en una longitud de 5.200 metros. Esta, que supone
po apenas existía en Madrid una población obrera, es la contribución más original de España al urbanismo en el
trictamente hablando, se trataba más bien de una pobla siglo xix, ha sido más estimada en el extranjero que por
ción artesana, a la que la misma vivienda servía muchas nosotros. Es una fórmula, la de la Ciudad Lineal, que
veces de taller. En Fortunata y Jacinta, Pérez Galdós da una oportunidad de circunstancias análogas a todos
hace una pintoresca descripción de una casa de corredor los solares; que resuelve las comunicaciones con una vía
en la calle de Mira el Río, cerca del Bastero. Es una de única (hay que tener en cuenta que la concepción de
las casas que el novelista llamó de «tócame Roque», Soria es anterior al automóvil); que. permite una prolon
generalizando el nombre popular de una famosa de este gación indefinida; y que pone la ciudad en estrecho con
tipo que existió en la calle del Barquillo. En aquellos tacto con el campo, ya que su carácter lineal no permite
patios de corredor, con la algazara de los chiquillos, los
gritos de las comadres y las disputas matrimoniales, se Y itn to i d o n e in a - n tlS
mezclaban los martillazos de los zapateros, el convulsivo
tiquitique de las máquinas de coser, el repiqueteo de los
caldereros, los soplidos de la pequeña fragua, el ronqui
do de la sierra; la vida y el trabajo a la vez, en la rui
dosa algazara. No eran estas casas, a pesar de sus ínfimas
condiciones, las siniestras y lúgubres moradas de los tra
bajadores industriales, de los esclavos de las máquinas. JieS icíen ci <*-
Andando el tiempo, también en España surgirían in
_________ ' J k r t u e ^ iC°
tentos de mejorar las condiciones del trabajador, tratan
do de proporcionarle una vida más salubre y humana.
La preocupación por fomentar la vivienda obrera crista .......................................................... ...... j € r r c c a .r r ¿ ¿
lizó por primera vez en la Ley de junio de 1911. Fig. 65. Stalingrado. Croquis esquemático de la ciudad (Dib. del autor).
La congestión y las condiciones de vida, cada vez más
precarias, en las ciudades modernas, sobre todo en aque la concentración de edificaciones de espaldas a él. Hoy
llas fuertemente industrializadas, invadidas por el humo en día es una solución que no puede defenderse con ca
de las fábricas, amenazadas por los peligros de una cir rácter universal, pero esto no quita para su aplicación
culación intensa, sin sosiego por la ruidosa civilización circunstancial y para que nos sintamos orgullosos de esta
mecanizada, llevaron en todo el mundo a una nueva va contribución nuestra al urbanismo decimonónico4. En
lorización de los ambientes campesinos y de la vida su 1930, Milyutin adoptó la solución de la ciudad lineal
burbana, siguiendo un 4 tendencia que todavía perdura. (de carácter no sólo residencial, sino industrial) para la
Ruskin, Carlyle, Dickens, Engels, Geddes y Howard son planificación de Stalingrado. Se dice, y parece que no sin
algunos de los más conocidos apóstoles de esta reincor razón, que esta estructura lineal impidió que la ciudad
poración a la naturaleza. En España no debemos olvidar pudiera ser tomada por los alemanes en la última guerra.
un intento muy considerable llevado a cabo por Arturo Salvo estos intentos loables de dar una estructura or
Soria y Mata en 1882. Nos referimos a la Ciudad Li gánica a la ciudad, los urbanistas del siglo xix se atie-
neal, situada a siete kilómetros del centro de Madrid, 4 Gcorge R. Collins y Carlos Flores, Arturo Soria y la Ciudad Li
y que va desde la carretera de Aragón al pinar de Chamar- neal. Editorial Revista de Occidente, Madrid 1968.
180 Lección 8 ' La ciudad industrial 181
nen en la mayoría de los casos al trazado de cuadrícula solares podía llevar a cabo la parcelación y estimar de
con aridez y monotonía exasperantes,' consecuencia de ¡ una manera matemática su futuro rendimiento; las es
un espíritu estrictamente utilitario. Hemos visto que la ’ crituras de compraventa eran fáciles, y al replanteo de
cuadrícula apareció en los trazados hippodámicos como los lotes sobre el terreno le pasaba lo mismo. Los postu
resultado del racionalismo griego; que luego la utilizaron lados de la economía liberal no podían coartar el libre
los romanos por razones militares y por necesidad de la y exhaustivo aprovechamiento del suelo, como lo habían
colonización, como lo hicieron después los españoles en hecho, por ejemplo, los monarcas del «despotismo ilus
América. En el siglo xix se vuelve a emplear, pero por trado», que elevaron las ciudades a un plano de esplen
otras causas: exclusivamente por motivos de economía dor y magnificencia notables.
utilitaria, de especulación de terrenos. En Grecia, en £1 régimen capitalista, desarrollado como palanca para
Roma, en Hispanoamérica, estos trazados en cuadrícula, el aprovechamiento de los recursos naturales, se utilizó
monótonos e indiferenciados, estaban compensados por también para la explotación del suelo. Grandes compa
la existencia de centros cívicos dominantes, el agora, el ñías o grandes capitalistas entraron en juego, y los va
foro, la plaza mayor. En el siglo xix el trazado se ex lores del terreno crecieron en proporción antes descono
tiende árido e igual, sin centros dominantes y sin espa cida. La congestión producida por el aumento de
cios libres. Sólo domina el ansia rapaz de aprovechar población elevó el valor de los solares, que a la vez, por
todo el terreno al máximo. Las calles son todas iguales, ser más caros, se aprovecharon más cicateramente. Se
para de esta manera poderse cotizar igualmente. Cuando produjo así un círculo vicioso que sólo favorecía a los
la repartición del terreno es desigual, es porque domi especuladores.
na la función. No debe ser igual el terreno para un sec Un estudio de Hoymer Hoyt (1 0 0 years of Land Va
tor representativo, para uno comercial o para otro de lúes in Chicago. University of Chicago Press. Chicago,
viviendas. Cuando la repartición es igual, es porque solo 1933) nos da el crecimiento del valor de las 211 cuadras
cuenta la pura posesión, indiferente de la función. que ocupa la ciudad y que ha sido el siguiente:
Durante el siglo pasado, a la vez que se formaban los
grandes capitales de la industria y del comercio, surgían Años $
los de los especuladores en virtud del crecimiento de las
1833 ........................... ..................... 168.000,—
ciudades. Enormes fortunas se cimentaron sobre esta es 1836 ........................... ..................... 10.500.000,—
peculación de terrenos, que en pocos años dejaban de 1842 ................................................. 1.400.000,—
ser tierras de labor para convertirse en solares. Estos 1856 ................................................. 125.000.000,—
especuladores del suelo dieron lugar a la ciudad inorgá 1861 ................................................. 60.000.000,—
1897 ................................................. 1.000.000.000,—
nica, a los ensanches inorgánicos del siglo pasado. Cual 1926 ................................................. 5.000.000.000,—
quier otra solución funcional que no hubiera sido la sim 1932 ................................................. 2.000.000.000,—
ple cuadrícula habría dañado a sus intereses. Si todas El movimiento ascendente ha sido frenado solamente
las calles no eran de tráfico y aproximadamente de la por depresiones ocasionales; pero a estos períodos de
misma jerarquía, los valores del terreno se verían peli depresión siguen inmediatamente otros de recuperación
grosamente afectados. Para una época que apresurada e inflación. No se puede esperar una modificación de
mente parcelaba, vendía y construía barrios enteros, nada este ciclo — dicen los autores del estudio— , a menos
podía ser más simple que el trazado de la cuadrícula. que se limite la densidad de la población con un criterio
Cualquier oficina municipal o cualquier negociante de fuñcional, por medio de disposiciones legales.
182 Lección 8 La ciudad industrial 183
El laissez faire, que en la Edad Media había dado los slurns por debajo de la villa luz, existe la vacilación
lugar a ciudades espontáneas, pero orgánicas, tanto pot y la inexperiencia de una clase en formación, los aspec
su lento crecer como por el predominio del instinto vital tos sórdidos y mezquinos de una cruel explotación del
que les dio forma, produjo, en cambio, en el siglo xix, hombre por el hombre. Frente a estas debilidades que,
una sustitución del organismo biótico por el mecanismo más o menos conscientemente, trabajan y corroen a la
inorgánico. Es que a la libertad individual, que opera sociedad burguesa, ésta reacciona afirmando con seguri
indistintamente en cooperación progresiva con otras in dad y energía la expresión de sus valores más sólidos.
dividualidades, se superpuso la voluntad de una sola La ciudad burguesa en sus centros representativos, en
«compañía» que, amparada por la fuerza del dinero, po sus zonas residenciales de alto nivel social, expone estos
día actuar en gran escala. Los postulados del utilitaris valores en estructuras estables y coherentes, en arquitec
mo y de la libre competencia, ofrecidos como instrumen turas que, por encima de otro designio, quieren hacer
tos a la voracidad de los especuladores, produjeron los valer y afirmar su dignidad.
aspectos negativos del urbanismo decimonónico, destruc Si el eclecticismo artístico del siglo xix tiene un fun
tor de la evolución biológica de la ciudad a través de damento intelectual en el historicismo y en un nuevo
los siglos. concepto del pasado, tiene también otro en la persona
Pero no sólo eran estos aspectos negativos los que lidad social de la clase dominante. Esa dignidad, esa ho
empezaban a caracterizar la transformación de la ciudad norabilidad, a que aspiraba por encima de todo el bur
en el siglo xix. Al lado de la ciudad industrial se levanta gués, se la ofrecía mejor que nada, de una manera fácil
orgullosa la ciudad de la burguesía liberal, deseosa de y asequible, el prestigio del pasado. Para sus grandes
demostrar el poder y las esclarecidas luces de una clase edificios públicos, templos, parlamentos, ministerios, tri
dominante. Podría decirse que el árbol frondoso de las bunales, teatros, museos, etc., las columnatas clásicas
más bellas estructuras urbanas burguesas hundía sus raí las agujas góticas, las cúpulas barrocas, eran algo así
ces en las zonas subterráneas y turbias de los slum s, de como una honorable prueba de limpieza de sangre. Po
los pavorosos suburbios industriales donde se hacinaban siblemente en ninguna época de la historia se construye
los trabajadores. De aquellas tinieblas, como de las pro ron más iglesias góticas que en el siglo xix.
fundidades de la tierra, provenía la savia que luego Una cosa análoga sucedió con los barrios residencia
fructificaba en grandes avenidas resplandecientes de luz, les más elegantes. «Basta recordar — dice Giuseppe Sa-
en plazas ornamentadas con los monumentos a los gran moná en un libro reciente— la difusión del eclecticismo
des líderes del progreso, en grandiosos edificios repre pretencioso y anacrónico, basado en la idea de poder
sentativos, en palacetes y zonas residenciales que res caracterizar cada edificio con un estilo apropiado o es
piraban desahogo y distanciamiento. La ciudad, partida quemáticamente derivado de formas arquitectónicas del
en esta cruel dicotomía, era la mejor imagen de las pasado, con objeto de hacer más decorosa la casa y aña
contradicciones de la burguesía liberal. Una fe decidida dir distinción a la honorabilidad de la familia»5.
en el progreso, en la inagotable potencialidad de los En efecto, si la burguesía no hubiera sustituido a la
medios de producción, en las conquistas cívicas de un aristocracia en el gobierno de la sociedad, acaso el eclec
Estado que ha alcanzado, por fin, una ética estable ba ticismo no hubiera tenido lugar, o por lo menos su
sada en la igualdad de derechos, eran los aspectos posi desarrollo hubiera sino infinitamente menor. La aristo-
tivos por los que la burguesía liberal se sentía justamen
5 Guiseppe Samoná: L 'u rbanística el'avenire della cittá. Bari, 1960.
te ufana. Pero por debajo de todo esto, como existen página 37.
La ciudad industrial 185
Cuadro 1
Australia 9 44
Norteamérica 90 24
Europa 182 19
Sudamérica 20 11
Asia 224 5
Africa 12 2,5
de colonizar, desde los fenicios y los griegos hasta nues 20.000 habitantes vive en el mundo el 34 % de su
tros días. población \
Para darnos cuenta del auge del urbanismo desde 1800 Según Pierre George*4, se puede alcanzar una visión
a 1930 en diversos países del mundo, nada mejor que de la población urbana en el mundo clasificándola en
la visión sintética que nos ofrece el cuadro siguiente*i2: diversos grupos que corresponden a porcentajes que sal
tan de 20 en 20.
Cuadro 2 Por debajo del 20 % se clasifican regiones de vieja
civilización, como la India (13 96) y China; países atra
Porcentaje de sados de Africa, Eritrea, Somalia, etc., o incluso en
población en Europa, una nación muy ruralizada como Yugoslavia
(16,2 96).
1930 1800 1930 1930 1800 Entre el 20 y el 40 % se encuentran varios países
Gran Bretaña 49 10 22.900.000 865.000 europeos de estructura agrícola, pero con grandes capi
Eatadoa Unidos 45 0 0 tales comerciales e industriales: Polonia (31 % ) y Hun
Australia 43 0 3.050.000
Alemania 30 19.950.000 200.000 gría (36 % ). América Central, Sudamérica (salvo Argen
Argentina 30 0 3.750.000
tina) y Sudáfrica entran en esta categoría.
Canadá 22 0
8.625.000
6.175.000
765.000
800.000
Entre el 40 / el 60 % se encuentran los países eu
0 9.200.000 ropeos como Francia, Italia, Suecia, la URSS, etc. En
0 4.000.000
América, los Estados Unidos, Canadá y Chile.
México 8
Turquía 7 1.000.000 1.000.000
Pasan del 60 % : Bélgica, Dinamarca, Austria, Alema
China 6 0 22.000.000 7 nia, la Argentina, Australia y Nueva Zelanda. Por últi
India 3 0 11.900.000
mo, Inglaterra se sitúa a la cabeza como el país más
urbanizado del globo, con un porcentaje del 80 % .
Más adelante Kingsley Davis e Hilda Hertz expresan
así el crecimiento urbano entre 1800 y 1950: Cuadro 4
Cuadro 3 Menos del J % Ja 10% 10 a 2 0 % 20 a 3 0 % m is de 3 0 %
Si estas predicciones se cumplen, la población urbana distinta condición. Siempre que estas previsiones se cum
en España el año 2000 será el 80 % de la población plan, podrá, pues, permanecer esa zona intermedia de
total. Ya que se entiende que el límite de la aglomera aglomeraciones proporcionadas, que pueden asegurar un
ción rural está por debajo de 5.000 habitantes. Para los reparto menos inarmónico de la población y un asilo
americanos suele estar en los 2.500 habitantes y algu seguro para determinados valores tradicionales.
nos autores franceses adoptan la cifra de 2.000. De todas maneras, lo que es el verdadero signo de
nuestro tiempo es ese formidable crecimiento de los
grandes centros urbanos antes desusado porque el avan
ce demográfico general era mucho más lento y porque
ese plus demográfico no lo absorbían desproporcional-
mente las grandes ciudades. Hoy éstas crecen por sí mis
mas (crecimiento vegetativo) y por absorción de la po
blación rural. £1 resultado es que todas las grandes
ciudades han entrado en lo que yo llamaría una fase de
transformación incongruente.
La transformación es incongruente porque el ritmo
de crecimiento es muy superior a las posibilidades de
previsión de las autoridades, a su capacidad de asimilar
los problemas, y generalmente a su cortedad de créditos
para acometer las reformas de gran empeño que son las
que ayudan a crear nuevas estructuras eficaces sin mal
gastar el dinero en reformas eventuales y de circuns
tancias.
«El crecimiento de la comunidad — ha dicho Ander-
son— es usualmente un proceso que camina trecho a
trecho; aquí se construye, allá se derriba, aunque la ac
tividad necesaria se demore. Las casas de una clase
social estarán fuera de toda proporción para las necesi
Fie. 67. Crecimiento de la población urbana española en la primera
mitad del siglo xx. Comparación simultánea del crecimiento de las
dades de otras clases. La provisión de servicios públicos
capitales (curva superior en trazo fino) y de las provincias sin estará retrasada con respecto a las necesidades. El cen
ellas (curva inferior en trazo grueso). Cada división horizontal de tro de la comunidad estará sobreconstruido, aunque se
4 mm., representa un período censal. Un milímetro de escala vertical
equivale a un 5 por 100. Base igual a 100. (Según Abascal Garayoa). olviden las medidas necesarias para batallar con los pro
blemas de circulación» 6.
Pero aunque esta población urbana alcance el 80 96, La transformación incongruente comienza porque en
no cabe duda que no podemos considerar de la misma la ciudad se va acumulando una población constante de
manera la población que vive en localidades medias, en emigrantes que azarosamente se distribuye en las fran
tre los 5.000 y 50.000 habitantes, y la que vive en jas más miserables y abandonadas, invadiendo propie
aglomeraciones que pasan de los 500.000 ó del millón
6 Neis Anderson. Urban Comunity. Fondo de Cultura Económica.
de habitantes. Todos ellos son «urbanitas», pero de muy México, 1965, p. 237.
196 Lección 9 La ciudad del presente 197
dades ajenas o zonas de inadecuadas condiciones urba contrar alojamiento y se establecen en zonas vacías,
nas. Esto dio lugar a las llamadas bidonville de las ciu hacen un pequeño pago al dueño, construyen juntos
dades francesas o argelinas, a las chabolas o chabolismo abrigos precarios de telas embreadas y pedazos sobrantes
español, a las famosas favelas brasileñas, a los ranchos de tablas con paredes de lata de petróleo ajustadas por
los bordes. De aquí su nombre de bidonvilles. Las auto
ridades públicas no han podido abolir esta mancha de
las ciudades norteafricanas, ya que el flujo de la pobla
ción siempre ha sobrepasado sus medidas. En Casablan-
ca, que tiene un récord nada envidiable, existe una
bidonville de más de 45.000 habitantes.» Hoy esta situa
ción ha debido mejorar notablemente.
Estos barrios marginales serán para algunos el lugar
donde empezar a subir, mientras que para otros serán
el último escalón de un doloroso descenso. No cabe duda
de que en estos barrios se codea lo bueno con lo malo,
lo sano y lo enfermo, reservas de vitalidad que esperan
su momento y su franco ascenso a la vida urbana, llena
de estímulos competitivos para los fuertes, y despojos
miserables que arroja a sus playas el fracaso tras una
lucha inclemente. Aparte de esta población contradic
toria de los que suben y de los que bajan, también exis
ten tipos más estables, algunos de cariz poco recomen
dable, vagabundos, malhechores, delincuentes, proscritos,
prostitutas, etc. Pero en general estos últimos están si
tuados en franjas más internas, y pudiéramos decir que
están incorporadas a la ciudad, en los llamados barrios
bajos de una estructura urbana anterior, muchos de ellos
situados en zonas que la movilidad urbana hizo pasar
de unas clases sociales a otras. En zonas de transición
o deterioradas y que un día pertenecieron a grupos aco
modados o pequeños burgueses, pero que al abandonar
se por ellos fueron bajando progresivamente los grados
de la escala social. Estos barrios bajos integrados al cen
tro solían poseer también en España unas estructuras
venezolanos, etc. No hay ciudad en proceso de creci propias, que son las conocidas casas de corredor, esce
miento agresivo que no haya sufrido o sufra estas pato nario del sainete y la literatura costumbrista de los años
lógicas manifestaciones. Como dice Roger Le Tour- castizos. Los sociólogos y urbanistas americanos descri
neur7: «Muchos de los recién llegados no pueden en-
7 «Social Change in thc Muslim Cities of North Africa», en
198 Lección 9 La ciudad del presente 1 99
ben estas habitaciones, que aparecen en toda Hispano estrepitosa comadrería de una pequeña sociedad que
américa, sin conocer ni aludir a sus precedentes espa vive en común entre pasiones, altercados, dimes y dire
ñoles. Son las casas de vecindad de México, Centroamé- tes. Nada de lo que pasaba en aquel pequeño mundo
ríca y Venezuela; los solares de Cuba, los conventillos podía quedar reservado y secreto. Todo era de todos y
de Chile, la Argentina y el Uruguay, los cortijos del las más íntimas debilidades que el hombre esconde se
Brasil, etc. Veamos cómo los definen: «Este tipo de ventilaban en el patio. La ropa sucia no se lavaba en
viviendas pobres consiste en una serie de cuartos de una casa sino a la vista de todos y se colgaba en unas cuer
o dos habitaciones que rodean a un largo y estrecho pa das o alambres que cruzaban el patio.
tio en el que están la boca de agua de los lavaderos y Sin embargo, esos suburbios que nos trajo el creci
los retretes. En un mismo patio viven unas sesenta miento incongruente de la ciudad en forma de chabolis-
familias, y el patio queda reducido a veces a un mero mo y barrio de las latas son de otro carácter y de vida
callejón. El suministro de agua y los saneamientos son más sórdida y menos pintoresca. Han dado lugar a otro
inadecuados; no existe una limpia zona espaciosa en la tipo de literatura, de la que es ejemplo la novela de
que los niños jueguen sin peligro; los edificios son rui Luis Martín Santos Tiem po d e silencio. Estos son el
nosos y falta totalmente la vida familiar privada» ®. Como primer elemento de incongruencia en la transformación
puede verse, la descripción coincide al pie de la letra de la ciudad. ¿Cómo podría ser de otro modo si han
con la de una casa de corredor madrileña. Fueron estas nacido en plena clandestinidad, primero tímidamente,
casas primera manifestación de un urbanismo expansivo, pegándose a algún pliegue del terreno y ocultándose tras
y no resultaban tan descabelladas como el chabolismo él, como cazador furtivo; luego extendiéndose como in
del Pozo del Tío Raimundo o las bidonville de Casa- evitable mancha de aceite? Pero, claro está, huyendo
blanca. siempre de los emplazamientos previstos para la expan
Es cierto que las condiciones sanitarias dejan mucho sión de la ciudad, de las líneas matrices donde podrían
que desear, pero hubieran podido mejorarse. Al fin y al coordinarse con lógica. Los organismos oficiales, plani
cabo, el que hubiera una fuente en el centro del patio ficadores y urbanistas, son lentos en sus previsiones y
no era mala solución para la comunidad; y el chabolis todavía más en sus realizaciones. Mientras retienen las
mo ni ha gozado de esta ventaja ni del alcantarillado zonas convenientes y planifican sobre ellas preparando
para los servicios comunes. Lo que sí era difícil de con la solución al crecimiento, la realidad, con sus crudos
seguir en estas viviendas de corredor y sus consecuen imperativos, rompe por los lugares más imprevistos e
cias ultramarinas era la intimidad de la vida familiar incongruentes; y cuando las autoridades quieren darse
privada. La vida rebasaba de las pequeñas e insignifi cuenta se encuentran ante sí con una ingrata y volumi
cantes células y se vertía en los corredores y patios, nosa realidad que modifica los datos de un problema
convirtiéndose en algarabía colectiva. Es indiscutible que que se pensaba abordar serenamente en los tableros de
sin las casas de corredor, las que ya se llamaban en dibujo. Entonces hay que acudir, como quien va a sofo
tiempos de Mesonero Romanos casas de «tócame Ro car un incendio, a absorber en barrios experimentales
que», no existiría el sainete madrileño donde no brillaban, y semiprovisionales lo que las poblaciones desheredadas
ni mucho menos, la intimidad de la vida familiar y sí la han improvisado ante la urgencia de su situación. Enton
ces se añade a una improvisación otra, que suma al
• Urban Lartd P olicies. Nueva York. Secretaría de las Naciones Uni caos la incongruencia. Con este ir y venir espasmódico,
das, Documento ST/SCA/9 abril de 1952, p. 173. Apud Neis Ancierson,
op. cit., p. 252. haciéndose . y deshaciéndose, pero siempre a medias y
200 Lección 9 La ciudad del presente 201
bajo la presión de inquietantes circunstancias, va trans se habían desarrollado con más coherencia, beneficián
formándose la ciudad con un crecimiento que ni es or dose de un saber histórico. De todas maneras, en estos
denado por vía técnica ni es pausado y orgánico por vía centros se produce una paulatina transformación, más
natural. oculta que visible, al utilizarse viviendas de clase elevada
Todo esto presenta problemas de organización espa y media como espacios para oficina. Por eso, siguiendo
cial en las grandes metrópolis que han ido agravándose una tendencia, ya muy señalada en las grandes metró
con el tiempo. Es necesario relacionar espacialmente el polis, sobre todo americanas, se produce un movimiento
centro representativo y de negocios, los centros de pro
cae, se deteriora y puede llegar a fracasar por completo can plazas arboladas (tan necesarias como pulmones en
si su accesibilidad falla. medio de la congestión, tan útiles para clarificar el aire
Hace años, cuando las ciudades no habían alcanzado y luchar contra la «polución» y los gases nocivos) para
la extensión de las áreas metropolitanas de ahora, estos instalar aparcamientos que son solución temporal y ra
problemas de accesibilidad apenas existían, y en una pro quítica. Se destruyen avenidas y bulevares existentes y
porción muy alta la población que utilizaba los servicios con arbolado de gran desarrollo para preparar provisio
del área central vivía o dentro de ella o en una vecindad nalmente vías de penetración y de tráfico rápido que
tan razonable que su traslado no representaba ningún también quedan a medias porque no estaban planeadas
problema. Hoy que la extensión ha sido en gran me dentro de un sistema orgánico. En suma, se destruye
dida consecuencia del avance de los medios de trans lo que constituía a veces el mayor aliciente del paisaje
porte, éstos se han convertido en la cuestión más deli urbano sin beneficio a largo plazo.
cada y más conflictiva de la urbe moderna. El automó En medio de los procesos congestivos que sufre la
vil, que ha sido la palanca de la expansión, se ha ciudad del pasado en el presente, principalmente por la
convertido, por otro lado, en el elemento más perturba especulación de terceros, con el consiguiente aumento de
dor e incómodo de la vida ciudadana. Las autoridades volúmenes edificados y por la concentración de tráfico,
municipales son impotentes para preparar la estructura no se tiene apenas en cuenta el problema sanitario, cada
funcional que el automóvil exige, posiblemente porque vez más grave y urgente.
la economía, el régimen de exacciones y los recursos Densificar cada vez más el centro de las ciudades,
que las leyes prescriben obedecen a un concepto anti acumular habitantes por metro cuadrado, crear aparca
cuado de la ciudad. Las metrópolis, al expandirse, han mientos de automóviles con su correspondiente emana
recogido en su seno, bien anexionándoselos, bien man ción de gases tóxicos, provocar el incremento de detritus
teniendo su independencia político-administrativa, una se de todo orden, mientras se hacen desaparecer plazas, ár
rie de antiguos municipios periféricos. Cuando estos boles, jardines, avenidas y paseos es no sólo atentar al
municipios no han sido anexionados, la ciudad matriz, bien común, al bienestar de los ciudadanos, sino poner
cuyos servicios disfrutan igual que los ciudadanos ane en grave peligro su salud orgánica y psíquica, ya que
xionados, no percibe ninguna clase de impuestos. Pero una cosa que sería necesario estudiar es en qué medida
también cuando los municipios se anexionan, éstos sue la vida de las grandes urbes aumenta el porcentaje de las
len ser de rentabilidad muy pobre y sobre ellos hay que enfermedades nerviosas.
revertir en obras de vialidad y servicios cantidades supe Como ha dicho Aaron Fleisher, «no parece posible
riores a las que aporta su economía y estamos en el que la tecnología pueda contribuir sustancialmente a la
mismo caso. El problema exige una reorganización admi solución del problema creado por las aglomeraciones hu
nistrativa a la altura de los tiempos presentes. manas y de vehículos que aqueja a la ciudad moderna.
En el intervalo, con la escasez de recursos inveterada, La congestión humana no se comporta como un mero
la ciudad matriz no puede llevar a cabo más que obras síntoma de deficiencias en el funcionamiento. Ya que si
de circunstancias que son pan para hoy y hambre para así fuese, su evitación sería en gran parte cuestión de
mañana. Estas obras de circunstancias suelen ser, ade aumentar suficientemente la capacidad. Una de las solu
más, las que más perjudican las estructuras existentes ciones más socorridas suele ser la construcción de nue
y las que destruyen aspectos muy valiosos de la ciudad vas carreteras; pero la realidad pronto se encarga de
tradicional que luego no se podrán recuperar. Se sacrifi demostrar su inutilidad, pues la consecuencia suele ser
206 Lección 9 La ciudad del presente 207
casi invariablemente una intensificación del tráfico aún adiciones de carreteras nuevas a la red ya existente. En
mayor. Al achacar el nuevo desequilibrio al crecimiento este sentido, la red nacional de carreteras se asemeja
de la ciudad o a una redistribución de la circulación ro- a un sistema con realimentaciones desestabilizadoras»10.
La ciudad moderna se ha dejado llevar demasiado a
menudo por la tiranía del tráfico. Para algunos urbanis
tas y administradores, el tráfico es lo primero y a su
solución deben posponerse cualesquiera otras considera
ciones. Sin embargo, no todos piensan así. Arquitectos
jóvenes como Theo Crosby, que ha escrito un pequeño
opúsculo titulado City Sense, lleno de sagacidad, dice lo
siguiente: «El tráfico no es lo importante. Lo impor-
De todo esto se ha ocupado el famoso rapport Bucha- apartamentos con amplias zonas de jardín y terrenos de
nan Traffic in Totvns. juego y deporte; las zonas industriales cuidadosamente
Esta misma obsesión por los fenómenos funcionales, aisladas y las comunidades satélites orgánicamente articu
y en especial por el tráfico, encontramos en el hombre ladas con el centro, son otros tantos de los postulados
que más ha influido en el aspecto físico que, al menos de Le Corbusier.
parcialmente, están tomando nuestras ciudades de hoy:
Le Corbusier. Su V ille Radieuse o «Ciudad radiante» es
en realidad una idea puritana y utópica, pero muchas
de sus soluciones — establecidas en los años veinte—
son todavía en gran parte válidas. Mucho de lo que pre
busier. Ambos arquitectos idearon sendas utopías perfec Le Corbusier se detuvieron a analizar los aspectos eco
tamente adecuadas al siglo xx, de acuerdo con los flo nómicos, sociales ni políticos, pensando que la restaura
recientes avances de la técnica y en el seno de la sociedad ción del ambiente material traería como consecuencia el
urbanizada característica de nuestra época» 12. nacimiento de instituciones idóneas para su gobierno.
Los problemas del urbanismo en expansión inciden
desde la periferia al centro. En general los núcleos tradi
cionales de las ciudades, lo que en España se suele lla
mar el casco viejo y que muchas veces no es tan viejo
porque se completa y se edifica en gran parte durante
el siglo xix, tienen ya poca importancia desde el punto
de vista cuantitativo. El casco vieja de Madrid, por
ejemplo, el que estaba encerrado en los antiguos límites
de su cerca y que constituía la ciudad antes del ensanche
del plan Castro, no pasó de tener unos 600.000 habi
tantes. Con relación al Madrid actual de tres millones de
habitantes, es sólo una quinta parte. En un futuro Ma
drid de seis millones será una décima parte. Si se acumu
lan los problemas en dicho casco es porque en él inci
den los de la periferia. Basta neutralizar dicho centro,
prohibir todo aumento de densidad en la edificación,
aprovechar toda oportunidad para dejar espacios libres,
trasladar o disgregar las zonas comerciales, llevarse fuera
de él los edificios públicos y no tratar de aumentar
la capacidad de los que existen elevándolos en altura, etc.,
para que dicho centro, poco a poco, se congele y se
convierta en una especie de pacífica ciudad provinciana
Fig. 76. Broadacres. La ciudad ideal de Frank Lloyd Wright. En el en medio de la urbe tentacular que la rodea. Ya la mi
fondo una ciudad lineal a lo largo de una artería ferroviaria. La uni
dad modular es un acre de tierra para cada familia. A. Concejo y sión del urbanista no es, como en otros tiempos, tratar
administración. B . Aeropuerto. C. Deportes. D. Oficinas profesionales. de planear reformas interiores, ya ha pasado el momento
E. Stadio. F. Hotel. G. Hospital. H. Pequeña industria. J . Pequeñas
granjas. K. Parque. L. Motel. M. Industria. N. Mercaderías. P. Ferro de las «Grandes Vías» que sólo son negocio para especu
carril. R. Huertas. S. Casas y apartamentos. T. Iglesia y cementerio.
U. Laboratorios de investigación. V. Zoo. W. Escuelas. (Gallion, op . c it.). ladores y que no resuelven ningún problema, sino que
acumulan a los ya existentes otros nuevos y mucho más
Así como Le Corbusier abogaba por la gran concen graves.
tración urbana, Wright pensaba en su ciudad, llamada La misión del urbanista consiste en articular lo más
Broadacre, como un caso extremo de dispersión, hasta acertadamente posible la periferia de la urbe; la peri
lograr un híbrido entre campo y ciudad. Ni Wright ni feria de hoy será el centro o centros vitales del futuro.
En esta planificación externa lo más importante es la
" ivmiuii nKj«auu, «* iauibiviiw uivpivw j uiuaiiunivv, cu i #iu ordenación de los ejes de tráfico fundamentales y la loca
Rodwin y otros. La M etrópoli d e l futuro (Trad. española de T he i lización de las diversas funciones: centros comerciales,
tu re M etrópolis). Seix Barra], Barcelona, 1967, pp. 285-287.
212 Lección 9 La ciudad del presente 213
negocios, barrios residenciales, zonas verdes, zonas de una «polución» que viciaba la atmósfera hasta extremos
recreo y deportes y, por último, las industrias. La ar alarmantes para la salud pública. Hoy en día, en muchas
ticulación y la localización de estas funciones no quiere grandes ciudades, el problema de la «polución» es de
decir el aislamiento y la «zoniíicación» a rajatabla. Las los más graves que afectan al desarrollo urbano. La
zonas puramente residenciales, las ciudades dormitorios, revista Time, en un número reciente (enero 1967), de
han resultado, en general, un fracaso. Privadas de otros dica a este tema un extenso y alarmante estudio.
elementos que constituyen el total organismo de una La «zonificación» de las industrias fue considerada
ciudad (centros representativos, monumentales, religio como una necesidad insoslayable, pero todavía la ciudad
sos, mercados, espectáculos, comercio y, al menos, una no ha resuelto de una manera orgánica los problemas
cierta industria no pesada), al final estas ciudades dor que esto provoca. Son muchas las tendencias, desde los
mitorios degeneran, declinan y se degradan física y mo que estiman necesario el aislamiento total de los com
ralmente. plejos industriales, como si se tratara de verdaderos
La localización de las industrias pesadas es otro de los lazaretos, hasta los que consideran que las plantas indus
grandes problemas que presenta la organización espacial triales deben organizarse en vecindad con las zonas re
de las grandes metrópolis. Posiblemente fue lo primero sidenciales obreras-, para una mejor armonía de la jor
que motivó la regulación del uso del suelo, lo que se nada del trabajador y un menor dispendio de los medios
ha llamado zoniíicación. Ya en las ordenanzas medievales de comunicación.
existen prescripciones sobre el emplazamiento de las Como quiera que sea, y a pesar de las apariencias,
tenerías, tintorerías y otras industrias insalubres que es se ha comprobado que la gran ciudad es más conve
taban colocadas en barrios especiales, en arrabales y, a niente para la pequeña industria que para los grandes
veces, junto a los ríos para la más fácil evacuación de complejos. La gran fábrica, siendo en mayor medida
los residuos. Pero la invasión grave de la industria se autosuficiente, encuentra un lugar más apropiado en zo
produjo con el desarrollo de las fuentes energéticas y nas aisladas o junto a pequeñas poblaciones. Las esta
de los medios de transporte. Esto coincidió con el auge dísticas así lo demuestran. Mientras decrece entre los
de una economía liberal basada en el laissez faire, en metropolitanos el número de trabajadores empleados en
la que al impulso privado no se oponía ninguna corta grandes manufacturas, aumenta el de los empleados en
pisa para el logro de sus fines. La industria invadió la pequeñas industrias y sobre todo en servicios. Estos ser
ciudad de un modo caótico y lamentable, dando lugar vicios, en el fondo, constituyen la verdadera vitalidad
a ese monstruo que Mumford ha denominado la metró de la ciudad, su verdadera base económica. La descen
poli paleotécnica. (Véase lección 8.) tralización de las industrias, sobre todo pesadas, es algo
De todas maneras, la invasión de la industria fue lo que deberá presidir toda planificación de tipo económi
que provocó las más graves alarmas de los urbanistas co en el futuro.
y gobernantes mientras caían estrepitosamente los pos En España todavía domina en estas cuestiones la im
tulados del laissez faire. El libre juego de las fuerzas provisación, con sus consiguientes balbuceos e insegu
competitivas, que en términos de economía de mercado ridad de criterios. Muchas veces el deseo de quemar las
podía ser saludable y movilizador, en términos de urba etapas de una industrialización apresurada y empujada
nismo era una catástrofe. Las industrias provocaban una por cierto nerviosismo político ha ¿eguido la ley del mí
monstruosa acumulación de tráfico pesado, ruidos, ma nimo esfuerzo. Por ejemplo, en Zaragoza se han expro
los olores y, sobre todo por sus humos y emanaciones, piado con fines industriales zonas de huerta de primera
214 Lección 9 La ciudad del presente 215
calidad cuando a un paso existían otras áridas y estepa 3. Adquisición del suelo por los organismos estatales,
rias sin aprovechamiento de ninguna clase. Pero estas es decir, socialización del mismo.
zonas de huerta estaban al borde de las carreteras y del £1 único sistema que se ha empleado en nuestro país
ferrocarril, gozaban de red de distribución de energía es el primero. Es el más respetuoso, evidentemente, con
y eran, por tanto, más fáciles de acomodar para el nuevo la iniciativa privada y con la libertad de los bienes
uso en un plazo breve, y a las autoridades políticas les raíces. Pero ha resultado también el más ineficaz. Por
interesan los éxitos fáciles y a corto plazo. varias causas: porque los planes reguladores han resul
En Madrid, la imprevisión más absoluta ha presidido tado casi siempre insuficientes y han envejecido poco
la organización del espacio industrial. Consecuencia de después de promulgados; porque en su aplicación no ha
un pasado reciente, de la localización de los barrios más presidido la justicia ni un espíritu igualitario, y cuando
pobres al sur del viejo casco urbano, de la situación de han existido grupos de presión poderosos se han torcido
los ferrocarriles, mataderos y mercados, un barrio indus los reglamentos a su capricho. £1 segundo sistema sería
trial paleotécnico se fue formando en lo que había sido más eficaz y, debidamente informados los empresarios,
el ensanche sur ordenado en el siglo xvm por Carlos III. podrían acomodar sus planes a la situación fiscal antes
Es lástima, porque aquel lugar, con grandes avenidas de que éstos supusieran una lesión económica. La socia
arboladas, hubiera podido ser un hermoso barrio resi lización del suelo es la consecuencia a que tendrán que
llegar las grandes ciudades si éstas quieren subsistir y
dencial y una de las partes más monumentales de acceso
evitar en lo posible los grandes escollos del urbanismo
a la ciudad. Hace unos años, antes de la guerra e inme
en expansión. No se puede hacer crecer indefinidamente
diatamente después, dicha localización industrial pudo la superficie urbana dejando en su interior zonas depau
tener alguna justificación. Hoy no. Dada la enorme ex peradas y de escaso rendimiento funcional que la inercia
tensión que ha adquirido Madrid en estos últimos años, y debilidad económica sostienen. Estas zonas deben ad
es absurdo que en su centro mismo se localice un barrio quirirse para remodelarse con un sentido funcional, in
industrial de gran volumen. Esto es una prueba más de terviniendo para esto los fondos públicos o las finanzas
cómo los acontecimientos van más de prisa que los pla privadas sometidas a un plan condicionado con unas
nes y que éstos deben ser siempre susceptibles de modi regulaciones muy estrictas que no permiten la especu
ficación y de revisión. Hoy el barrio sur de Madrid, lación, sino unos márgenes de beneficio adecuados a una
desde las rondas hasta el Manzanares, debía someterse obra eminentemente social.
a una transformación que redujera al mínimo la industria, En cierta ocasión oíamos a un diplomático alemán
dando paso a otros usos del suelo: oficinas, servicios, que se estaba dando el caso curioso de que, mientras las
zonas deportivas, parques y viviendas. ciudades de Alemania Occidental, regidas por los demó
Pero la zonificación no es sino uno de los aspectos de cratas cristianos, estaban cayendo en el desorden, la
la política del suelo sobre el que se puede actuar de incongruencia y la desarticulación de todos sus servicios,
una de las tres maneras siguientes: las ciudades regidas por los social-demócratas estaban
1. Estricta regulación de su uso por medio de orde demostrando un equilibrio y una organización infinita
nanzas de zonificación severas. mente superiores. Es que la ciudad tendrá, se quiera
2. Procedimientos fiscales para gravar intensamente o no, que ser regida por un espíritu comunal, que in
los usos indebidos hasta el punto de hacerlos no ren cluso históricamente fue el que permitió en la Edad
tables. Media que las ciudades llegaran a ser instrumentos de
216 Lección 9
Lección 10
libertad y de progreso, verdaderas comunas en todo el Ecología urbana
alcance del término. Sólo este espíritu comunitario po
drá luchar con los problemas que hoy nos desbordan
y que el urbanismo en expansión acumula cada día. Ape
nas hemos esbozado algunos en esta lección. Si los anali
zamos todos habría para escribir un verdadero tratado,
que no sería, ciertamente, el que podría devolvernos el
optimismo.
de arte — un artefacto— sino que constantemente se la fecha, han resultado el peor ejemplo que puede pre
está haciendo y deshaciendo. Es, por tanto, un proceso sentarse en el desarrollo urbano. Lo malo es que esta
vivo. La ciudad día a día se construye, pero no olvide mentalidad ha resultado gravemente contagiosa y su
mos que toda construcción lleva aparejada una destruc ejemplo ha cundido por todo el nuevo continente, des
ción, como toda vida, de acuerdo con un sino ineluctable, truyendo en la América hispana un pasado urbano de un
tiene como telón de fondo una muerte. Una ciudad que valor extraordinario. Por si esto fuera poco, también está
se construye es a la vez una ciudad que se destruye; y
precisamente en la manera de articular esta doble ope
ración construcción-destrucción reside la posibilidad de
que las ciudades se desarrollen armoniosamente puesto
que lo ideal es que la construcción se haga con la menor
destrucción posible y sobre todo que esa destrucción
sea más que nada una readaptación inteligente a las nue
vas exigencias. Si una ciudad en período de desarrollo
acelerado puede hacer que compaginen las viejas y las
nuevas estructuras, tanto mejor. Las ciudades europeas,
depósito de un caudal cultural muy importante, cons
cientes de los valores permanentes que en ellas residen,
mantienen todavía un aceptable equilibrio entre el hacer
y deshacer, entre lo nuevo y lo viejo. Es signo de cultura.
El ministro zarista conde W itte solía decir que para
comprobar el grado de adelanto y civilización de un país
bastaba con observar cómo funcionaban los ferrocarriles.
Yo diría que para pulsar el grado de cultura de una
nación el mejor índice es comprobar cómo se desarro
llan sus ciudades. Si en el desarrollo preside el caos, el
crudo juego de los intereses económicos, el desprecio
por el pasado, el afán de la novedad por la novedad, es
señal evidente de que por debajo de las apariencias, Fig. 77. Nueva York. Midtown. La ciudad desordenada de la economía
más o menos progresivas, existe un gran vacío cultural capitalista (Dib. del autor).
En las civilizaciones más modernas, como sucede en
los Estados Unidos de América, la falta de presión del percutiendo en Europa, y naturalmente en los pueblos
pasado ha dejado mayores márgenes de libertad que, sin más débiles y más propensos a todo mesianismo venga
embargo, tampoco han proporcionado tan evidentes ven de donde venga.
tajas funcionales como era de esperar. De donde se La movilidad de una urbe, razón de su vida y de su
deduce, como moraleja, que la historia, que muchos la ser histórico, hace que sus transformaciones sean a la
entienden como pesada carga, es también, como creían vez físicas y sociales. Antes muchas veces de que cam
los antiguos, maestra de la vida. Las ciudades norteame bien las estructuras físicas ya están cambiando las es
ricanas, donde la movilidad es la mayor registrada hasta tructuras sociales. Barrios, por ejemplo, que fueron un
220 Lección 10 Ecología urbana 221
tiempo exponente de una alta jerarquía social, por una y los animales se distribuyen ellos mismos en corpuni-
dinámica donde juegan muy diversos factores, económi dades, resultado de un proceso de competencia y selec
cos, políticos, sociales o simplemente de moda, se trans ción. La. localización y distribución de las plantas y de
forman en otros de distinto componente aún dentro del los animales no es, pues, meramente accidental, sino
mismo caparazón. Lo que fueron residencias y palacios que obedece a determinados procesos de competencia y
se transforman en oficinas o degeneran y se degradan cooperación, cuyas causas y leyes muchas veces se pue
hasta ser barrios humildes donde los nuevos ocupantes den definir con bastante rigor. Lo mismo sucede con el
se sienten inadaptados e incapaces de sostener las estruc hombre civilizado cuando le enfocamos bajo un ángulo
turas antiguas. social.
En general, las clases sociales más elevadas han ido Existe, pues, la ecología humana, materia que intere
siempre en busca de los emplazamientos más reservados sa a los geógrafos, etnólogos, sociólogos y economistas.
y exclusivos, donde estuvieran menos sujetas a las in Cuando esta distribución del hombre y sus grupos socia
comodidades de una urbe agitada y socialmente mezcla les tiene lugar en la ciudad, tenemos la ecología urbana,
da. Por eso han solido buscar los emplazamientos mar que es la rama que a nosotros particularmente nos inte
ginales con un entorno natural aceptable. Cuando estos resa. En la ciudad los hombres viven reducidos en un
emplazamientos han dejado de ser tranquilos y exclusi área exigua si la comparamos con las vastas amplitudes
vos, porque el crecimiento de la ciudad los ha absorbido, geográficas donde la raza humana se desenvuelve. Pero
los han vuelto a abandonar emigrando más lejos. Esto si bien el área de la ciudad es exigua y dentro de ella
sobre todo se ha producido en las ciudades americanas no pueden encontrarse diferencias naturales, climáticas,
de mucha mayor movilidad social y mucho más afectas altimétricas, ambientales, que segreguen a los hombres
a la mentalidad capitalista pura. por razones biológicas, sí encontramos un campo de com
Es natural que estos fenómenos hayan sido, por tan petencia aguda que agrupa a los hombres de diversa ma
to, estudiados muy especialmente por urbanistas y so nera, de acuerdo con sus condiciones sociales, económicas
ciólogos americanos que han dedicado a ellos mucha y culturales. En el espacio restringido de la ciudad los ma
atención, hasta casi constituir una rama de la sociología tices ecológico-sociales son más finos que en parte algu
urbana. Ésta rama podemos abrazarla en el enunciado na, y de ahí el interés que reviste la ciudad desde este
general de Ecología Urbana. Muchos de estos estudios punto de vista. La variabilidad de la adaptación social al
y teorías pueden ser de un alcance limitado y tener una espacio es mayor en la ciudad que en parte alguna.
validez restringida a determinadas áreas culturales, a Las ciudades, incluso aquellas que parecen más está
determinadas ciudades del mundo capitalista y de la ci ticas e inmovilizadas, son organismos en constante trans
vilización industrial, y durante un lapso de tiempo en formación. Que sea ésta más rápida en las ciudades de
que aquellas condiciones han prevalecido. Pero eso no pulso agitado y gran vitalidad o más lenta en las que
importa para que sea interesante analizarlos en un libro han quedado marginadas, la transformación siempre exis
que por ser de historia no puede olvidar el relativismo te. Ello se debe a la movilidad de los seres humanos y
y el temporalismo de toda construcción histórica. sus instituciones en busca de un mejor logro de sus
Veamos, pues, de qué se trata cuando decimos Ecolo fines. Esta movilidad produce un cambio constante en
gía Urbana. Ecología es la parte de la biología que se las estructuras sociales que tiene, evidentemente, su re
refiere a la relación de los seres vivos y su medio am percusión espacial. Por consiguiente, la explicación de
biente. Los naturalistas han estudiado cómo las plantas todos los cambios que se producen en la estructura físi
222 Lección 10 Ecología urbana 223
ca de la ciudad — que es, en realidad, lo más interesan De todas las que corresponden al primer grupo, la
te y sugestivo que una ciudad puede decirnos— , está teoría de las zonas concéntricas fue promulgada por Er-
en estos procesos ecológicos. nest "W. Burgess y ha sido llamada Burgess theory. Apa
Una ciudad, incluso en su aspecto físico, no debemos reció en el libro de Robert E. Park The City (Chicago,
considerarla como una realidad estática; en primer lu 1935), uno de los fundadores de la ecología urbana. Bur
gar, porque no lo es, y también porque si de una manera gess consideró su esquema como válido para las grandes
artificial, como la cámara fotográfica retiene y fija un ciudades americanas, pero él mismo advirtió que sus ge
cuerpo en movimiento, así lo hacemos, perderemos por neralizaciones no debían imponerse forzosamente a otro
completo de vista su profundo sentido. De esta manera tipo de comunidades. La crítica posterior, y muy particu
tomaremos a la ciudad por un monumento o por una larmente la de Firey, puso en tela de juicio el valor de
agregación de monumentos, cuando la realidad es muy esta teoría. Fundada sobre la experiencia de la ciudad
otra. Una ciudad es un diagrama expresivo del que hay de Chicago, por lo menos como interpretación de esta
que conocer, para interpretarlo, las fuerzas operantes. La ciudad sigue teniendo actualidad. Es muy posible que
mejor manera para adentrarnos en la intrincada selva de también convenga a otras cuyas características y desarro
la hermenéutica urbana es la que nos ofrece la ecología. llo sean similares a los de Chicago, posiblemente ciuda
Los estudios de ecología urbana, como en general los des del Midle-West.
de sociología urbana, han tenido recientemente un gran Burgess divide sociológicamente la gran urbe ameri
desarrollo en Estados Unidos, donde los sociólogos han cana en cinco zonas concéntricas: la primera es el centro
podido manejar un material fáctico que les ha permitido comercial y de los negocios (el Loop en Chicago); la
un acercamiento positivo al problema, de gran interés. El segunda es la llamada zona de transición; la tercera es
manejo de este material ha cristalizado también en una se la de los barrios obreros, zona de Workingmen’s Ho-
rie de teorías, algunas superadas o que sólo pueden tomar mes; la cuarta es la zona residencial de las clases medias
se con carácter heurístico, pero todas dignas de ser cono y elevadas; y la quinta es la llamada Commuter's Zone,
cidas porque la que más o la que menos ha servido para la de las personas que viven en los alrededores y que van
esclarecer un problema de por sí complejo y lábil. diariamente a la ciudad, donde tienen su ocupación.
Según Walter Firey', que ha estudiado los procesos Commuter se llama en Estados Unidos al que viaja con
ecológicos en la ciudad de Boston con el fin de experi billete de abono a precio reducido. Esta palabra define
mentar la validez de las teorías más conocidas sobre la a una clase especial de personas, cuyo número ha cre
materia, divide éstas en tres grandes grupos. cido fabulosamente en la moderna civilización urbana
americana. Este tipo lleva una vida espacialmente escin
1. Las que se valen de esquemas descriptivos ideales. dida entre su lugar de trabajo y su lugar de residencia.
a ) La teoría de las zonas concéntricas. Pero lo grave no es eso, sino que en su jornada diaria,
b ) La teoría de los sectores de círculos. las horas que le ocupa el traslado llegan a suponer una
2. Teorías empírico-racionalistas. parte muy considerable de ella y por consiguiente, a la
a ) Racionalistas estrictos. larga, de su vida. Muchas veces la absurda estructura de
b ) Racionalistas templados. las grandes metrópolis contemporáneas da lugar a cosas
3. Teorías' metodológicas racionalistas. tan peregrinas como la vida del commuter, que, haciendo
1 Walter Firev. Land use in Central B oston . Harvard Sociológica!
de la necesidad virtud, se solaza en sus horas de tren
Studies, Harvard Univcrsity Press. Cambridge, Mass.. 1947, pp. 3-38. y encuentra sus amigos, no en el lugar de trabajo, donde
Ecología urbana 225
224 Lección 10
actúa como una máquina, como un ente abstracto,- ni lugar donde las residencias abandonadas por sus anti
tampoco en el de residencia, donde tiene el tiempo justo guos dueños, que han huido en busca de sitios más
para descansar, sino en el viaje de tránsito, donde coin apacibles y respetables, se han convertido en rooming
cide diariamente con otros comm uters como él. Allí pa houses, casas alquiladas por habitaciones que ocupan
rece que, por rara circunstancia, se siente un hombre emigrantes y desheredados. En esta zona en transición
entre los hombres. suelen existir colonias italianas, «ghettos», barrios chi
nos y, en general, enclaves donde se segregan comuni
dades raciales, de un ínfimo nivel.
Cuando Burgess lanzó su teoría en 1933, causó una
gran impresión entre los sociólogos que se dedicaban al
estudio de la ciudad. Muchos la consideraron como un
logro definitivo, más que como una hipótesis que se
debía poner en el banco de pruebas de la realidad. Cuan
do más tarde esto se llevó a cabo, la mayoría de las
veces dio resultado negativo. Unas veces eran los acci
dentes geográficos los que distorsionaban el esquema
concéntrico; otras los factores industriales, la localiza
ción de las fábricas y sobre todo de los ferrocarriles, que
Burgess no había tenido en cuenta. En general, las «áreas
en transición» se situaban en contacto con estas instala
ciones fabriles y ferroviarias y no en un anillo homo
géneo. La teoría de Burgess contradecía, por otro lado,
el tipo de expansión de múltiples ciudades a lo largo de
grandes arterias de circulación, lo que da lugar a forma
ciones urbanas en estrella. Tampoco resolvía esta teoría
el caso de las ciudades con varios centros, como ocurre
en las de gran tamaño cuando se forman, por ejemplo,
núcleos comerciales en los centros de barriada.
Como consecuencia de esta teoría concéntrica expre
sada geométricamente, surgió la teoría de los gradientes
( Gradient T heory), que trata de sustituir un esquema de
masiado ideal por algo capaz de encontrar una base em
pírica. Mediante este sistema se analiza el grado de una
variante social cualquiera en relacióv a un centro de do
De estas zonas, acaso la más interesante es la segunda, minación: por ejemplo, el grado de pobreza, de mortali
la que está inmediata al centro comercial de la ciudad, dad, de delincuencia, de desorganización social, etc., según
la zona de transición. Es, por decirlo así, una zona in su mayor o menor alejamiento de este centro. Se trata,
estable donde florece el vicio y la delincuencia y viven pues, de una visión semejante a la de la teoría concéntrica,
los parias de la ciudad. Es la zona de la prostitución, de en la que se sustituyen las zonas netamente diferenciadas
los garitos, de los fuera de la ley, del underworld. Es el
Chueca Goitia, 8
226 Lección 10 Ecología urbana 227
entre sí por una continua y gradual transformación. Existe tiene una lustrosa apariencia con la médula emponzo
la misma diferencia que entre un dibujo de tintas corta ñada.
das y otro en que se pasa del negro al blanco mediante Es un hecho que indudablemente se presta a no po
desvanecidos. Si la teoría de los gradientes es cierta, las cas consideraciones. ¿Qué circunstancias se han tenido
líneas que separan las zonas carecen de realidad o son que dar para que se haya producido en el Nuevo Conti
franjas irisadas en las que gradualmente se produce la nente una ciudad al revés? Al revés al menos para nos
transformación. De todas maneras, la teoría de Burgess otros, que partimos de las nuestras como de un hecho
sigue teniendo su valor como esquema simplificado de natural.
una realidad urbana americana. Qué duda cabe que en
una forma u otra las ciudades tienen un centro comercial
alrededor del cual suele existir un área deteriorada e in
cierta, y que las zonas residenciales tienden a localizarse
hasta la periferia. Aunque sólo sea por esto y por el estí
mulo que produjo en los estudios de ecología urbana, la
teoría de Burgess debe conocerse.
Es muy interesante comparar, desde el punto de vista
ecológico, la estructura de la ciudad americana, sensu lato,
con el de la ciudad europea. Tomando como base la vi
sión sintética de Burgess apreciamos que inmediatamente
alrededor de un centro comercial y de negocios, relativa
mente restringido con respecto al área de la ciudad, apa
rece la zona deteriorada, donde viven las clases inferiores
de la sociedad, donde existe los slums más miserables;
después los barrios obreros; y, por último, las zonas de
la clase media y alta. Es algo semejante a lo que ocurriría
si en torno al centro de Madrid, de una manera casi brus
ca, nos encontráramos con los suburbios del Puente de
Vallecas o de Tetuán de las Victorias, y que luego poco
a poco, al irnos alejando del centro, el escenario empezase
a mejorar, hasta encontrar en lo que nosotros llamamos
suburbios las zonas residenciales más distinguidas. De he
cho, en la diferente significación que en Europa y América Fig. 79. Esquema geométrico expresivo de la estructura ecológico-social
tiene la palabra suburbio reside la gran disparidad que de Madrid, según F. Chueca. 1.—Centro comercial dominante. 2.—Clase
alta. 3.—Clase media. 4.—Clase alta. 5.—Clase media. 6.—Viviendas
apuntamos. Para los Estados Unidos, la palabra suburbio humildes. R.—Retiro. S.—Puerta del Sol. P.—Palacio Real.
equivale a zona residencial, respetable, tranquila, quieta,
cuando no opulenta y señorial. En Europa, la mayoría de Las ciudades europeas se han ido formando a lo largo
las veces es sinónimo de pobreza y miseria. La ciudad de los siglos por un proceso de decantación muy lento.
europea es una fruta cuya corteza está corrompida, pero Han sido primero núcleos pequeños, muchas veces arti
que conserva el corazón sano y, en cambio, la americana ficialmente apretados por un cerco de murallas que ¡m-
228 Lección 10 Ecología urbana 229
pedía la expansión. Dentro de estos cinturones pétreos bieron anegadas por esta marea y las clases pudientes,
han ido ganando en esplendor y magnificencia. El centro como recurso, emigraron a la periferia, donde una natu
se ha llenado de venerables monumentos y ha adquirido raleza favorable les brindaba lugares incontaminados
un prestigio y un sentido simbólico, que ha tenido su donde poder rehacer una vida bucólica a la que estaban
parte en la consiguiente valoración social del espacio. acostumbrados. Así se inició esa vertiginosa movilidad
Por el contrario, las clases débiles, las industrias eno de la ciudad americana, siempre en busca de una adap
josas (curtidores, tintoreros, alfareros, pañeros, etc.), han tación social al espacio. El centro iba siendo expoliado
tenido que refugiarse en la periferia, en los arrabales. sistemáticamente por el comercio, por la industria, por
La menor movilidad de la ciudad histórica europea ha los medios de comunicación (puertos, vías fluviales, fe
mantenido a través de los años esta estructura, que no rrocarriles), por los emigrantes y clases pobres, y las
puede desarraigarse totalmente. clases altas se iban alejando al mismo ritmo rápido y
Hemos dicho que no puede desarraigarse totalmente, paralelo. Si en la mayoría de las ciudades puede dibu
porque al menos parcialmente la influencia de Norte jarse la traslación de las clases elevadas, que en París
américa cada vez va pesando más. Qué duda cabe que lleva la dirección Este-Oeste y en Madrid sensiblemente
el tipo de suburbio elegante típicamente americano va la S.O.-N.E., en las ciudades americanas esta traslación
imponiéndose también en muchas ciudades europeas. En se convierte en una apresurada carrera. Lo que en Euro
el Madrid de la posguerra hemos visto surgir suburbios pa se mide por siglos, en América por años. Claro está
residenciales periféricos de alto nivel social muy seme que el ritmo de tal traslación es función del ritmo de
jantes a los de los Estados Unidos. Colonias como las crecimiento. Si el crecimiento decae, el ritmo será más
de Puerta de Hierro, la Florida, Somosaguas o la Mora pausado y puede producirse una cierta inmovilidad si se
leja, así lo testifican. Los agobios de la congestionada llega a una estabilización demográfica. De todas maneras,
vida urbana, la falta cada vez mayor de espacios libres, hoy por hoy, incluso en ciudades cuyo crecimiento se ha
el ambiente enrarecido de la aglomeración, las dificul estabilizado, la emigración a la periferia y la despobla
tades funcionales de aparcamiento, etc., hacen que las ción del centro sigue siendo un hecho2.
clases pudientes, siguiendo el ejemplo de las sociedades Como un intento para tratar de superar las anomalías
industriales de los países más desarrollados, incidan en que demostraba la teoría de las zonas concéntricas, Ho-
soluciones semejantes. mer Hoyt desarrolló la teoría sectorial. Según ella, la
De todas maneras el proceso americano fue previo y ciudad se expansiona también de una manera circular
más radical. Cuando llegó la Revolución Industrial y el desde un centro, que es el número comercial y de los
vertiginoso crecimiento de la población, en la segunda negocios. Pero en lugar de hacerlo por anillos, lo realiza
mitad del siglo xix, América se encontró con unas ciu por sectores de círculo, correspondiendo a cada sector
dades apenas implantadas y que todavía tenían el carác distritos especialmente caracterizados desde el punto de
ter casi provisional de establecimientos coloniales. No vista social. El fundamento de esta teoría estriba en que
existían monumentos notables, ni verdadera riqueza in una determinada zona residencial (por ejemplo, resi
mueble, ni zonas de prestigio secular. Eran cuerpos frá dencia de clase elevada) se encuentra aprisionada entre
giles incapaces de resistir ni la acometida furiosa de la otras zonas de diferente condición y, por consiguiente,
industria ni el crecimiento brutal de la población, que
2 Véase, New York City. A Study of its populútions ehanges. Julio,
llegaba en oleadas de emigrantes. Las ciudades sucum
230 Lección 10 Ecología urbana 231
no tiene otra posibilidad de expansión que la salida al justo en la línea de marcha, porque, previniendo la ten
exterior. dencia, los especuladores la han reservado, elevando su
Así explica Hoyt su teoría: «Los barrios residen valor hasta un grado que lo hace inaccesible a los otros
ciales de renta elevada deben casi necesariamente mover grupos. De aquí la tendencia natural de las zonas de
se hacia la periferia de la ciudad. Los ricos, rara vez vuel
ven sus pasos atrás en busca de las casas deterioradas
que antes dejaron. A cada lado de ellos suele existir un rentas altas a trasladarse a la periferia de la ciudad eir el
área de rentas intermedias, de modo que no pueden mismo sector en el cual comentó la localización»3.
moverse hacia los costados. Como representan el grupo En la teoría sectorial encontramos el mismo determi-
más alto no existen casas superiores abandonadas por nismo que caracteriza la teoría de Burgess, la misma falta
otro grupo y deben construir unas nuevas en lugares 1 Homer Hoyt, The Structu re and Growth o f Residential Neigh
vacantes. En general, el terreno disponible suele estai borhords in American C ities. Washington, 1939.
232 Lección 10 Ecología urbana 233
de flexibilidad para adaptarse al complejo mecanismo poco los que así piensan encerrar la que pudiéramos
social que mueve la ciudad. Parece que las cosas deben llamar figura social de la ciudad en un esquema geomé
producirse fatalmente de una determinada manera. Si trico rígido. Por consiguiente, corresponde al grupo de
existen algunos factores modificativos, como los acciden teorías esquemáticas el máximo empirismo por un lado
tes naturales, éstos, por ser perfectamente ajenos al pro y el máximo determinismo por otro, privando a la vo
ceso social, no implican inadecuación de la teoría. Estas luntad individual y colectiva de toda participación cons
teorías a base de esquemas descriptivos ideales, como ciente.
las teorías en general de base económico-racionalista, ado Este determinismo, bien radical o mitigado, se explica
lecen del defecto de menospreciar aquellos valores cul si consideramos la ecología como un proceso biótico más
turales, simbólicos, ideales, etc., que la sociedad adscribe que cultural, un proceso que corresponde al plano de la
a determinados lugares y que nada tienen que ver con comunidad, con sus contactos impersonales e interaccio
la condición física de los mismos. Precisamente el afán nes subsociales, más que al plano de la sociedad. Esta
de destacar estos valores y la volición humana en el ha sido la postura clásica en materia de ecología y que
juego de factores que condicionan la ecología de una sólo modernamente se comienza a revisar.
ciudad, es lo que ha movido a Walter Firey a realizar Pero, como decimos, existe otra tendencia que trata
su estudio sobre el uso del suelo en la ciudad de Bos de superar tal determinismo expresado en patrones geo
ton 4. métricos rígidos. Los que así piensan han sido denomi
Tanto la teoría de las zonas concéntricas como la de nados por Walter Firey como empírico-racionalistas;
los sectores de círculo, enfocan el problema ecológico quiere decir esto que, sin perder del todo el enfoque
desde un punto de vista excesivamente determinista. Se empírico de la cuestión, los teóricos de esta tendencia
gún sus propugnadores, estos esquemas manifiestan cier introducen un factor racionalista desde el momento que
tas fuerzas naturales, según las cuales la sociedad se se admiten la existencia de ciertos principios reguladores
grega y se ajusta al espacio. Frente a estas fuerzas natu que se aplican a la ordenación espacial de las actividades
rales, al hombre no le queda más que la sumisión. Sin humanas.
embargo, apenas nada nos dicen los autores de cuáles Los teóricos de este grupo empiezan también por sen
son estas fuerzas y cuál es su modtis operandi. Se trata tar la existencia de un núcleo o corazón urbano donde
de la simple constatación de un hecho por vía completa se cortan las líneas principales de comunicación. Este es
mente empírica. Por consiguiente, si la realidad contra el lugar que llaman de «mayor accesibilidad», donde el
dice estos esquemas, no de una forma accidental, sino mayor número de individuos se relacionan para la satis
sustancial, pierden toda validez, incluso teórica. facción de sus deseos. Pero luego, en lugar de buscar
Por su parte las teorías racionalistas tratan de expli esquemas geométricos en torno a este núcleo para tratar
car aquellas fuerzas que condicionan la adaptación de la de explicar la ordenación espacial, acuden a determinados
sociedad al espacio físico por medio de motivos estric principios universales reguladores. Estos principios se fun
tamente económicos. Los grupos sociales se apropian damentan en lo que pudiéramos llamar proceso automá
del espacio que mejor favorece a sus fines con un costo tico de competencia y selección económica.
mínimo. Existe, pues, en estas teorías una explicación A cada persona o grupo se les considera empeñados
del problema, aunque sea unilateral. No pretenden tam- en una lucha por conseguir el punto de máxima accesi
bilidad. El resultado de esta lucha es un proceso selectivo
< Walter Firey, Land U se b i Central B oston . Harvard University
Press. 1947. en que cada persona y cada grupo buscan la colocación
234 Lección 10 Ecología urbana 235
que mejor se acomoda a su capacidad de competencia. El suelo, según estas doctrinas, es un agente produc
Según esto, se produce una distribución «natural» en el tivo que, unido a otros agentes, puede ser aplicado a
espacio de todas las funciones, de tal manera que se ob diversos usos o fines. ¿A qué uso será aplicado? Esto
tenga el máximo rendimiento del mismo. depende del grado de productividad que pueda extraer
Estas teorías de los racionalistas parten, por consi se de tal agente, conjuntamente con otros, según los
guiente, de considerar la ecología como un proceso ex usos. Aquel uso que obtenga al mayor beneficio de este
clusivamente económico. Un problema de costos y de particular agente será el preferido. Por ejemplo, el co
capacidad para abordarlos; es decir, un problema de mercio al por menor es el que puede convertir mejor
competencia. Según MacKenzie, «bajo todas las formas la accesibilidad (es decir, los emplazamientos céntricos)
de segregación urbana encontramos factores de beneficio en fuente de beneficios. La industria, en cambio, no ob
y renta (incom e and ren t.)» . Cada persona o cada siste tiene ningún beneficio particular de esta accesibilidad,
ma social busca el punto de máxima accesibilidad, aquel por lo cual este agente productivo (el suelo de las zonas
en que a la gente le es más fácil reunirse para traficar céntricas) se reserva para otros usos. En cambio, la indus
entre sí. Ahora bien, como la disponibilidad de este es tria puede obtener un máximo beneficio de los lugares
pacio óptimo está necesariamente limitada, estas perso bien provistos de medios de comunicación (puertos, vías
nas o sistemas pueden alcanzarlo en la medida de su fluviales, nudos ferroviarios, etc.) y usar de ellos.
capacidad económica. Según estos racionalistas, el resultado de este proceso
Estos sitios resultan ventajosos en la medida en que es un orden natural y estable. Ahora bien, para llegar
facilitan una mayor diferencia entre el beneficio que pro a esta consecuencia, sería necesario probar que la conve
ducen y el costo que suponen para un determinado niencia de las partes coincide con la conveniencia del
propósito. Si esa diferencia existe, con relación a tal todo, ya que estos racionalistas lo único que nos han
función, actividad, empresa, etc., éste será el lugar me probado es que en la libre competencia los diversos sis
nos costoso y, por consiguiente, el que vendrá a ocupar temas sociales procurarán su máximo de utilidad como
tal función, actividad, empresa, etc. El espacio cumplirá, entidades independientes y que su relación mutua es
pues, sus fines idóneos con la mayor eficacia. Cada sis simplemente contractual. Mientras otra cosa no se prue
tema social, por tanto, está luchando por conseguir el be (y el probarlo pertenece a otra esfera de cuestiones
emplazamiento menos costoso. económicas y políticas que excede de los estudios ecoló
Este proceso lo explica Ratcliffe en los siguientes tér gicos que ahora nos interesan), no podrá asegurarse que
minos: «El proceso de ajuste de la estructura urbana de la libre competencia nazca una estructura ecológica
con vistas a una eficiente utilización del suelo se produce natural y estable.
a través de la competencia de los diversos usos para los Estos estudiosos, como acabamos de ver, han hecho
diversos emplazamientos. El uso que pueda extraer el de la adaptación espacial un fenómeno estrictamente eco
mayor beneficio de un sitio dado será el más afortunado nómico. El suelo no tiene para ellos más significación
postor. El desarrollo de esta actividad competitiva pro que el de su valor pecuniario y el de sus posibilidades
duce una configuración espacial de los usos del suelo, como agente productivo. En todo esto subyace una idea
organizada para realizar de la manera más eficiente las estrictamente biótica. Todo este proceso se supone que
funciones económicas que caracteriza la vida urbana»5. opera automáticamente en un nivel subsocial, es decir,
subcultural.
5 «The Problem of Retail Site Selection». Michigan B usin ess Btu-
dies, vol. 9, núm. 1 (Ann Arbor: 1939), p. 60. He aquí lo que dice James A. Quinn a este respecto:
236 Lección 10 Ecología urbana 237
«Los procesos ecológicos se producen en un nivel dis secuencia de la ignorancia, el error o la inercia, sino
tinto que la verdadera interacción social. Las relaciones que dependen del área de lo social. Se otorga, pues, a lo
humanas sociales suponen consensus, cambio de ideas social una función por lo menos modificativa. Se acepta
a través de símbolos de comunicación y supuestos ima la eficacia causativa de estos factores no racionalistas,
ginativos sobre el papel de los otros. Los procesos eco aunque no por ello se altera el esquema racionalista
lógicos, en cambio, sólo envuelven una inmediata e im mismo. Es decir, todos estos factores se incluyen en una
personal forma de mutua modificación por la cual cada categoría distinta y se les coloca la etiqueta de factores
hombre influye en otros, aumentando o disminuyendo limitativos, modificativos, complicativos, etc. En esta ca
la aportación de factores ambientales de que los otros tegoría se pueden incluir «costumbres», actitudes mora
dependen. La interacción ecológica no puede concebirse les, tabúes, tendencias culturales, esquemas tradicionales,
como social, excepto en el sentido de que influye la disposiciones políticas o administrativas, etc.
interacción social»6. Todo esto complica, modifica, perturba, limita el ver
Según esto, en los procesos ecológicos no intervienen dadero proceso económico, y por eso los ecólogos más
como agentes causales ni la volición humana, ni los realistas lo aceptan como causas en este sentido secun
propósitos deliberados, ni los factores espirituales que darias, no como causas principales y últimas.
corresponden al nivel cultural. Sin embargo, sucede que McKenzie tipifica esta segunda postura de compromi
la realidad de las ciudades se separa muy a menudo de so en los siguientes términos:
estos principios económicos-racionalistas. Frente a esto «La comunidad humana, lo mismo que la de los orga
— nos apoyamos en el análisis de W . Firey— los ecolo nismos inferiores, es fundamentalmente el producto de
gistas han tomado dos posturas. Unos, los racionalistas fuerzas bióticas y ambientales. El hombre, sin embargo,
estrictos, consideran que las desviaciones que en la rea es un animal cultural y, por consiguiente, capaz de mo
lidad se producen de ningún modo modifican la validez dificar su medio (control del medio) y de crear dentro
de la teoría. No es que existan otros factores no eco de limitaciones su propio habitat»7.
nómicos con los que hay que contar, sino que la igno Park lo expresa de la siguiente manera: «La ecología
rancia y el error son la única causa de la desviación que humana tiene, sin embargo, que enfrentarse con el hecho
se produce en el uso racional del suelo. Según estos de que en la sociedad humana la competencia está limi
racionalistas estrictos, muchas veces la falta de una fuerte tada por la costumbre. La superestructura cultural se
competencia es responsable de una mala ocupación del impone como un instrumento de dirección y control
suelo, con lo cual revalorizan su teoría como fuente de sobre la subestructura biótica.»
orden en la adaptación espacial. Es evidente que carac Pero luego el mismo Park afirma que este control
terísticas físicas del terreno, peculiaridades de los siste complica el proceso social, aunque no lo altera funda
mas de transporte y otros factores del mismo tipo pue mentalmente, o si lo altera, los efectos de la compe
den influir considerablemente en la estructura espacial, tencia biótica se vuelven a producir en el orden sucesivo
pero ello no implica ninguna rectificación teorética. y en el subsiguiente curso de los acontecimientos ®.
Pero la mayoría de los racionalistas empíricos no tie Hasta aquí las teorías empírico-r idonalistas en mate
nen a este respecto una postura tan purista y consideran ria de ecología urbana. Ahora nos toca, para acabar con
que existen factores modificativos que no son sólo con-
7 McKenzie, «Human Ecology», en Encyclopedia of Ihe Social Scien-
* Quinn, «Human Ecologv and Interactional Ecology», en American
Sociotogicaí R eview , 5, 713-722 (octubre. 1940). • Park, Human Ecology.
238 Lección 10 Ecología urbana 239
la exposición de las principales tendencias, tratar de las ricamente una localización consiste en dejar un solo
teorías metodológico-racionalistas. factor variable y considerar constantes los otros dos. Este
La diferencia entre unas y otras es que mientras se llama método de aislamiento. Si consideramos, por
aquéllas aplican sus conceptos racionalistas a determina ejemplo, que el valor de la mano de obra es constante
das agrupaciones y, por consiguiente, interviene en ellas y que el mercado consumidor es el mismo, tendremos
un factor descriptivo, en las segundas lo descriptivo con como variable sólo el factor transporte. ¿De dónde de
creto es puramente accidental; lo fundamental en ellas berá estar más cerca de la industria, de la fuente de
es sentar unas bases metodológicas que permitan univer- materias primas o del lugar del consumo? Esto depen
salizar lo más posible los postulados racionalistas. derá de lo que Weber llama el índice material, que no
Estas teorías no persiguen, pues, una exactitud des es sino la relación que existe entre el peso de la materia
criptiva de los procesos, sino que éstos se toman en prima y la del producto elaborado. Si el peso de la
abstracto o como simbólicos. materia prima es enorme con relación al producto aca
El principal representante de este grupo de teorías es bado, es lógico que la industria se localice junto a la
Alfred Weber, que sentó sus principios en su obra fuente de materia prima. Aislando otros factores se pro
Teoría de la localización d e las industrias. Weber dis cede de la misma manera para, en cada caso, definir la
tingue una teoría «pura» de una teoría «realista». La variable en condiciones óptimas.
teoría pura persigue un sistema deductivo cuyas leyes En conexión con estos factores existen otros secun
de localización sean válidas para todos los regímenes darios, como son las fuerzas aglomerantes y las fuerzas
socioculturales. En otras palabras: sus leyes son inde desaglomerantes. Es indudable que una industria puede
pendientes de un período histórico particular. obtener beneficios de su contacto con otras; pero si este
En el planteamiento de la teoría pura se excluyen los contacto o aglomeración es muy buscado, la carestía del
factores sociales y culturales que el análisis de la reali terreno puede no compensar las ventajas de la concen
dad revela y que pertenecen a nuestra civilización de hoy. tración, y entonces se produce una desaglomeración.
Se logrará así descubrir el proceso de adaptación del En su teoría pura Weber tiene que partir de que exis
espacio físico en función de los sistemas sociales, cuando ten por lo menos unas plazas de consumo. Parte, pues,
este proceso no es perturbado por la volición humana de una población agrícola fijada. (Es una limitación a la
o por factores socioculturales. O incluso se podrá com pura teoría, porque para que exista fijada esta población
prender el proceso que subyace, bajo la adaptación real, agrícola han tenido que intervenir variables culturales,
al espacio que vemos en cada caso. técnicas-agrícolas, etc.) Una vez fijada, quedan localiza
Weber titula factor de localización a la ventaja que das las industrias primarias de acuerdo con el índice
una actividad económica obtiene de estar situada en un material. Estas, a su vez, crean nuevas plazas de con
determinado punto. Para una industria, el producir en sumo, etc. Queda otro factor más difícil de manejar, que
ese lugar a menos costo que en otro distinto. es el de los costos de la mano de obra. Estos costos son
El factor de localización es consecuencia de tres cir afectados por sistemas económicos particulares; por con
cunstancias: (a), puntos de consumo; (b), costo de trans siguiente, hay que abandonar la teoría pura por la rea
porte — que a veces se reduce a (b ’ ), peso de los produc lista o práctica, y así lo reconoce el propio Weber.
tos y materias primas, y (b ” ), distancia del recorrido— y Para Weber, la manera de operar los factores socio-
(c), valor de la mano de obra en diferentes lugares. culturales en la localización de las industrias se realiza
El método seguido por Weber para determinar teó sólo a través de la variable de la mano de obra. Reco
Ecología urbana 241
240 Lección 10 Todos estos procesos de ecología urbana están, como
se ve, fundados en la existencia de la ciudad capitalista,
noce que hoy en día que el transporte se ha abaratado donde operan las fuerzas de la libre empresa. Han par
tanto y son tantos los centros de consumo, el factor
tido del análisis de la ciudad americana de nuestros días,
mano de obra es primordial. Por consiguiente, la locali
consecuencia apenas transformada de lo que fue la urbe
zación se ha emancipado de la pura teoría y tiene que
paleotécnica, la que hemos llamado ciudad industrial.
colocarse de acuerdo con estas imposiciones de tipo
Sin embargo, queda fuera de esta sistemática la ordena
sociocultural. Localidades que se han hecho prósperas
ción ecológica de las ciudades de régimen socialista, don
por ventajas históricas atraen un excedente de población
de no existe la libre especulación del suelo. Por tanto,
que a la vez buscan los industriales que necesitan mano
ni es aplicable al pasado, al inmenso pasado urbano de
de obra. Otras veces, las masas trabajadoras se sitúan
las civilizaciones pretéritas, que hemos tratado de inter
también por sentimientos patrióticos, localistas o irra
pretar a la luz de la Historia, ni va a ser enteramente
cionales.
aplicable a la ciudad del porvenir, que tanto en las áreas
Otros autores que pertenecen al mismo grupo son
socialistas, como en las social-demócratas, camina cada
Oskar Englander y Andreas Predohl. El primero consi
vez más hacia una planificación intensiva, con participa
dera que los factores socioculturales influyen también a
través del sistema de cambios, de la organización de la ción predominante del Estado previsor.
producción y de la estructura de la población. En su
análisis intervienen más los conceptos de economía fa
miliar, principalmente la demanda marginal, y el prin
cipio de sustitución; es decir, que ro se utilizarán deter
minados medios de producción a un fin que produce
menos beneficios que otros.
Así, dado el lugar de producción, la capacidad de de
manda marginal producirá la extensión del mercado, y
a la inversa, dado el lugar de consumo, el principio
de sustitución determinará la situación económica del lu
gar de producción.
En otras palabras, para un lugar de producción deter
minado, el lugar de consumo se definirá de acuerdo
con esa demanda marginal y sus límites alcanzarán a
aquel lugar donde los gastos de transporte no hagan
imposible la demanda marginal.
En cambio, para un mercado dado el lugar de pro
ducción vendrá fijado por el principio de sustitución. Es
decir, será aquel que resulte más productivo para el
empresario entre todos los posibles, pues caso de existir
otro más favorable se produciría la sustitución.
El sistema de Predohl no se separa del de Weber sino
en que acentúa más la importancia del principio de sus
titución.
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