El Parsifal Develado
El Parsifal Develado
El Parsifal Develado
Bien saben las Musas que esa obra diamantina del gran maestro, es algo aparte
y excepcional en la dramática wagneriana.
El verbo del maestro va fluyendo allí deliciosamente como un río de oro bajo la
selva espesa del sol.
Don Mario Roso de Luna, el insigne escritor teosófico, ha dicho: "En el Parsifal,
el pensamiento de Wagner parece velado de intento; en efecto, y para entresacar el
sentido de determinadas alusiones filosóficas, cuando se logra, tenemos que hacer
gran fuerza de trabajos de adivinación y de reconcentración mental, porque en esa
obra, como en una pesadilla, hallamos confundidos los elementos más diversos: altas
cuestiones de filosofía, recuerdos bíblicos y orientales, misticismos, ortodoxia, vestigios
de culto católico, rituales paganos, nigromancia, sonambulismo o hipnotismo, prácticas
de la caballería medieval, éxtasis, ascetismos, piedad, redención, afinidades de la
naturaleza material con el alma humana, amor en su acepción más torpe, amor en su
acepción más pura...".
A todas luces resalta con entera claridad meridiana, que Wagner fue un gran
iniciado, un esoterista de fondo, un auténtico iluminado.
Nuevo Doctor fausto, este gran músico parece haber escudriñado antiquísimas
escrituras religiosas.
Es obvio que el límite de la luz son las tinieblas; la sombra de todo Santuario de
gloria es siempre un antro tenebroso.
No es pues en modo alguno algo extraño el que por ahí mismo, en la vertiente
meridional del mismo monte, mirando hacia la España árabe se encuentre también el
castillo encantado del nigromante Klingsor.
Don Mario Roso de Luna, el insigne escritor teosófico, dice: "Las vestiduras de
los caballeros del Grial y de sus escuderos son túnicas y mantos blancos, semejantes
a las de los templarios, pero en vez de la roja tau de éstos, ostentan una paloma en
vuelo cernida en las armas y bordada en los mantos".
Cualquier iluminado puede ver hacia la izquierda, el doloroso camino que llega
hasta el castillo del Santo Grial.
Conviene saber con entera claridad que de las tales aguas estáticas,
espermáticas, genesíacas o lacustres, viene el espléndido jeroglífico substancial del
cero eternal.
El evangelio habla claro y nos dice que al iniciar Jesús su misión, fue a
Cafarnaúm, ciudad marítima de la Galilea, de la que el profeta Isaías había dicho
sabiamente:
"El pueblo asentado en tinieblas, vio gran luz; y a los sentados en región
de sombra de muerte, luz les esclareció". (Isaías 9, 2; y Mateo IV, 16).
Yendo entonces el gran Kabir por la ribera del mar de Galilea, tomó como
primeros discípulos a los pescadores Pedro y Andrés, "para hacerles pescadores de
hombres".
Sería pues algo más que imposible que en los dominios del castillo de
Por el lado vetusto y solariego del castillo del Grial, resuena poderosa la
solemne diana de trompetas que con sus formidables notas saluda victoriosa al grato
amanecer.
Al llegar a esta parte sublime del presente capítulo conviene recordar aquel
hermoso poema de Don Ramón del Valle Inclán:
ROSAS ASTRALES
Con paso majestuoso llegan del Grial dos caballeros que, de vanguardia, vienen
explorando cautelosos el áspero sendero que va a seguir Amfortas, el rey de tan
preciada joya.
Bien saben los divinos y los humanos sobre Klingsor y sus nefastas artes
tenebrosas.
¡Ah! ¡Si las gentes entendieran todo esto! ¡Si comprendieran el hondo
significado de la lanza! En todo esto es ostensible que existe sexualidad pura, falismo
trascendente, erotismo.
Un gran sabio dijo: "Hasta cierto punto, los troncos o tablas de la ley, donde
moisés escribiese por mandato de Jehová los preceptos del decálogo, no son sino una
doble lanza de las runas, sobre cuyo significado fálico no nos podemos detener, pero
que al por menor puede verse en el segundo tomo de Isis sin Velo".
¿Enigmas? ¡Sí!, y muchos. Tan graves como los del Santo Grial, el yoni
femenino, la copa, los órganos sexuales de la mujer.
¡Son tantas las tradiciones del Santo Grial! Por ahí entre los libros viejos
medievales existe una estrofa lírica que dice:
Se nos ha dicho que el gran cáliz estuvo en poder de Abraham. Se nos informa
que Melkisedek, el genio de la tierra, Changam ─como también se le llama─ lo llevó
del país de Semíramis a la tierra fecunda de Canaan; esto sucedió en aquella época
en que nuestro regente planetario empezó algunas fundiciones, en el bendito lugar
No está demás asegurar que esta veneranda reliquia fué llevada a Egipto y que
Moisés la poseyó.
Estaba hecha de una materia muy singular, compacta como la de una campana
y francamente no tenía el aspecto de haber sido trabajada como los metales; más bien
parecía ser el producto de una especie de vegetación.
Muchos años después, José de Arimatea, ya libre, portando las santas reliquias
se fué a roma en busca de cristianos, mas viendo las persecuciones que allí existían,
continuó su camino por las regiones del Mediterráneo.
Dicen las escrituras antiguas, que una noche en sueños fué visitado el viejo
senador por un ángel quien le dijo:
"Ese vaso tiene un poder magnético muy grande, pues en él está contenida la
sangre del redentor del mundo, entiérrala allá". "Entonces aquel anciano vio el templo
de Monserrat en Cataluña, España".
En el rincón exótico del valle acogedor, muy cerca de la tierra sagrada de los
mahometanos, dicen las leyendas que vivió Klingsor, el mago malo, en terrible soledad.
Ignoro ciertamente -dice el viejo Titurel-, cuáles fueran sus pecados, pero él allí
quiso ser penitente y santo.
Cuenta el piadoso héroe Titurel, quien conociera muy bien a Klingsor y sus
tenebrosas artes, que el infeliz penitente del mal extendió luego sus ensangrentadas
manos suplicantes hacia el Grial; pero es obvio que fué entonces rechazado con
indignación por el guardián.
¿Sentirse repudiado por los caballeros del Santo Grial, y después de haberse
mutilado con el "sano" propósito de eliminar las pasiones animales? ¡Qué horror, Dios
mío!
Titurel, la voz del pasado, dice que el tenebroso transformó entonces aquel
yermo de penitente frustrado, en un jardín hechicero de voluptuosos deleites sexuales
y que en él vivieron hermosas mujeres exquisitamente malignas.
Mujer preciosa para lo mejor nacida; mujer diablesa para el abismo hallada.
Perla del solio del señor caída; inefable rosa de fuego en el edén crecida y por manos
infernales deshojada; cisne encantador de cuello alabastrino en impúdico bacanal
cantando... ¡Cuánto bien habéis hecho, y cuánto mal! ¡Oh, Dios mío!
Pero, y es lo mejor, hablemos ahora un poco sobre el rey Amfortas, sucesor del
viejo Titurel, quien burló con tanto acierto las astucias del demonio.
Dice la leyenda de los siglos y esto lo saben nuestros abuelos, que el buen rey
tuvo que sufrir lo indecible.
Y ¡válgame Dios! todo por ellas o por ella, la diablesa originaria, el prototipo de
la perdición y de la caída, a la que ni el propio Amfortas, señor del Grial, pudo resistir.
Y dicen las gentes que andan por ahí, que el buen señor también cayó en
brazos de una rubia borrascosa que llamaban Herodías, Kundry, Gundrigia y no sé qué
más.
El maligno, que por cierto no ha sido jamás una mansa oveja, supo sacar buen
partido de tan maravillosa oportunidad y acercándose muy quedito hasta la lujuriosa
pareja que se revolcaba en su lecho de placeres, arrebató la lanza sagrada y con ella
hirió espantosamente el costado de Amfortas, luego se alejó riendo.
¡Oh, tú, lanza divina, maravillosa en tus heridas y que a todos está vedado
buscar! -sigue diciendo el viejo Gurnemanz─ ¡Fueron mis ojos, mis propios ojos, los
que te vieron esgrimida por la más sacrílega mano!
El rey en su retirada fue escoltado por el anciano Gurnemanz; mas ardía una
llaga en su costado: ¡Es la herida del remordimiento que jamás querrá sanar!
ROSA DE ORIENTE
En esos instantes llega procedente del castillo del Grial, el desdichado cortejo
que conduce al rey hacia el baño santo.
¡Mujer!, exclama Amfortas, ¿eres demonio acaso que vomitó el infierno para
abrirme esta herida?
¿Eres tal vez un ángel que descendiera de Urania para velar por mi existencia
infortunada?
Su traje es montaraz y rudo, recogido en alto con un cinturón del que cuelgan
largas pieles de culebra.
Hermes trismegisto dijo: "Te doy amor en el cual está con tenido todo el
¿Amar? ¡Cuán bello es amar!... Solamente las grandes almas pueden y saben
amar.
Un matrimonio perfecto es la unión de dos seres, uno que ama más, y otro
que ama mejor.
En esto, ¡oh dioses!, dice la leyenda de los siglos, que se produjo un gran
escándalo entre las gentes del Santo Grial, porque del lado del lago sagrado, en el
fondo del bosque solitario, fué sorprendido un ignorante muchacho que, errante por
aquellas riberas, hiriera seguro con su arco, a un cisne muy hermoso, símbolo perfecto
del Espíritu Santo.
¡Oh bendito Hamsa milagroso; fuerza sexual del Tercer Logos; Ibis inmortal;
blanca paloma del Grial!
A las diversas preguntas que con tanto énfasis se le hace guarda silencio, es
obvio que lo ignora todo, ha eliminado el yo, ni siquiera recuerda el nombre de su
progenitor terrenal, ha reconquistado la inocencia edénica...
Sólo sabe que su madre se llamó Herzeleide y que el bosque más profundo era
su morada.
Empero, un día cualquiera, aquel mancebo de heroico linaje vio llamas humanas
en el bosque...
Protegido con las armas de Vulcano, aquel rapaz combatió a las bestias del
abismo, viles representaciones de sus antiguos errores y las redujo a polvareda
cósmica.
Así avanzó el muchacho hasta los dominios del Grial. Así debemos avanzar
nosotros.
Instante espantoso éste; se precipita sobre la Hetaira como loco, luego cae
desfallecido y ésta le socorre de inmediato con el agua deliciosa del manantial.
Después viene la hora tremenda: la Gundrigia dice cosas terribles; para todo
existe su día y su hora.
Es conveniente ahora recordar aquel hermoso poema de Don Ramón del Valle
Inclán, titulado:
Es la hora de la paloma:
sigue los vuelos la mirada
de una niña. Tarde rosada,
musical y divina coma.
¡Es la hora de la paloma!
Es la hora de la culebra:
el diablo se arranca una cana,
cae del árbol la manzana
y el cristal de un sueño se quiebra.
¡Es la hora de la culebra!
Es la hora de la gallina:
el cementerio tiene luces,
se santiguan ante las cruces
las beatas, el viento agoniza.
¡Es la hora de la gallina!
Es la hora de la doncella:
lágrimas, cartas y cantares,
el aire pleno de azahares,
la tarde azul, sólo una estrella.
¡Es la hora de la doncella!
Es la hora de la lechuza:
descifra escrituras el viejo,
se quiebra de pronto el espejo,
sale la vieja con la alcuza.
¡Es la hora de la lechuza!
Es la hora de la raposa:
ronda la calle una vihuela,
porta la vieja a la mozuela
un anillo con una rosa.
¡Es la hora de la raposa!
"Yo nunca hago el bien; sólo el descanso quiero... ¡Sólo el descanso para esta
mísera extenuada!
Da en seguida un grito sordo, todo su cuerpo tiembla como una brizna de hierba
agitada por la tempestad, hasta que, impotente contra el maleficio, deja caer inerte los
brazos, inclina la cabeza y dando unos pasos vacilantes, cae hipnotizada entre la
maleza, gimiendo.
¡Tu cuerpo delicioso parece haber sido amasado con las delicadas rosas de la
orilla de la campiña que hace Uad al Kebir feraz!
Las frondas taciturnas plateadas por la luna pálida, han dado dulce sombra a tus
pestañas.
Tus párpados de exótico encanto fueron creados con hojas divinas de azahares.
Esencia de nardos sublimes se esconde en tus entrañas.
Tus fascinantes trenzas parecen más bien cascadas de noche cayendo sobre
tus núbiles hombros.
El cielo estrellado se abre como una rosa: ¡Tú duermes, Kundry, envenenada
por un exótico misterio que nadie entiende!
Duermes ¡sí!, lo sé... El bosque de las mil y una noches me presta sus follajes
Mas ¡oh, dios mío! ¿Qué idea terrífica en sueños te acosa? ¿Qué es aquello
que queriendo no hacer, haces?
De regreso ya del baño tan delicioso y agradable, se ve pasar la litera del rey
rumbo al castillo de Monsalvat.
"Apenas marchamos y siento, sin embargo, que hemos andado ya lejos", dice
Parsifal.
El viejo, encanecido en la sabiduría, respóndele con gran acierto: "Ya lo ves, hijo
mío: el tiempo es aquí, espacio".
Dentro del mundo tridimensional en que vivimos existe siempre una cuarta
vertical y ésta, en sí misma, es el tiempo.
¿Habéis oído hablar de eso que está más allá del tiempo y de la eternidad? Es
claro que existe la sexta dimensión.
¿Y qué diremos de la dimensión cero desconocida? ¿Espíritu puro? ¡Si! ¡Si! ¡Sí!
En el fondo se abren dos anchas puertas llenas de gloria por donde entran los
caballeros del Grial.
Los varones de la luz se van colocando ordenadamente ante dos largas mesas
enmanteladas, paralelas, entre las que queda en medio un espacio libre.
Estas criaturas traen una arca cubierta con tela purpúrea, dentro de la cual se
esconden los misterios del sexo.
La sublime comitiva coloca al rey Amfortas en un lecho del fondo, bajo un dosel
y sobre la mesa de mármol que está delante del arca sagrada.
La congregación de la luz entona así, dichosa, desde los diversos lugares del
templo, el himno del Grial, que dice:
"Día por día, dispuesto para la última cena del amor divino, el festín será
renovado, cual si por última vez hubiese hoy de consolarle para quien se haya
complacido en las buenas obras. Acerquémonos al ágape para recibir los
dones augustos.
"Así como entre dolores infinitos corrió un día la sangre que redimió al mundo,
sea mi sangre derramada con corazón gozoso por la causa del héroe salvador.
En nosotros vive, por su muerte, el cuerpo que ofreció para nuestra salvación.
"Viva por siempre nuestra fe, pues que sobre nosotros se cierne la paloma,
propicia mensajera del Redentor. Comed del pan de la vida y bebed del vino
que para nosotros manó."
Iba toda desnuda la visión estupenda con blancores de nardo, atrayente y fatal.
Exótico misterio...
"¡No, dejadlo sin descubrir! ¡oh! ¿Será posible que nadie sea capaz de apreciar
esta tortura que sufro al contemplar lo que a vosotros embelesa?
"¡Oh castigo, castigo sin igual que me envía el Todopoderoso a quien ofendí
terriblemente!
"Por él, por el Señor, por sus bendiciones y mercedes he de suspirar con ansia
vehemente.
"Sólo por la penitencia, sólo por la más honda contricción del alma, he de llegar
hasta él.
"La hora se acerca, un rayo de luz desciende para iluminar el santo milagro; el
velo cae...
"Y ahora, de esta herida mía, en el más santo lugar, custodio yo de los bienes
divinos, guardián del bálsamo de redención, brota la hirviente sangre del pecado,
renovada siempre en la fuente de mis ansias, que ninguna expiación puede, ¡ay!,
extinguir ya.
"No sé quién soy realmente en esta llama cruenta de angustia, de dolor, de goce
y llanto, en que nace el misterio de un encanto que destruye mi vida y la alimenta, mas
presiento algo terriblemente divino.
"No sé quién soy en esta red fatal de mi propia existencia que contempla con
asombro místico, peces de espuma en vértigos de espanto, y un venero de siglos que
levanto para saciar inútilmente esta sed insaciable que me atormenta.
"En este mundo vano de tinieblas y amarguras infinitas, me interrogo con voz
desconocida que parece una voz ajena y grave.
Desde arriba, del cielo, de Urania, desciende un purísimo rayo de luz que al caer
sobre el cáliz le hace brillar con un esplendor purpúreo infinito, inagotable.
El pan y el vino es repartido por las mesas, a las que todos se sientan, excepto
Parsifal que permanece en pie en éxtasis, del que sale al fin tan sólo por los lamentos
de Amfortas, por los que sufre el joven mortal espasmo. Gurnemanz creyéndole
Con mucho acierto ya dijimos que habiéndose cumplido el plazo legal, fue
conocido el Parsifal en todos los teatros de Europa.
Cuentan las gentes que andan por ahí, que esta sobredicha obra fue cantada
antes de 1914 en el Teatro Metropolitano de New York, saltando para ello por encima
de todo género de obstáculos legales.
Resulta patético, claro y definido, que la empresa pagó multa con infinito placer,
pues es obvio que le quedaron pingües ganancias.
Vamos a transcribir ahora con gran cuidado un artículo periodístico por cierto
muy interesante:
"Parsifal obtuvo un éxito enorme que arrancó lágrimas a aquel genio tan
avezado a la lucha. Wagner, emocionado, abrazó con entusiasmo a la Materna y a
Scaria, que interpretaron los papeles de Kundry y Gurnemanz, respectivamente, así
como al gran maestro Hermann Levi, que dirigió la orquesta, y a quien conocimos y
ovacionamos hace doce o catorce años en Madrid, en aquellos conciertos famosos del
Príncipe Alfonso, en que hubo tan eminentes directores alemanes.
"Dos días después, los restos mortales del glorioso creador del drama lírico eran
trasladados a Bayreuth, donde reposan en el jardín de la casita de Wahnfried, bajo un
bloque de mármol sin adorno ni inscripción alguna."
MERCURIO
Dicen las antiguas leyendas que ostentaba radiantes alas de fuego, como para
manifestar que asistía al Cristo─Sol en su viaje eterno. Con justa razón se le llamó en
otros tiempos nuncio y lobo del sol: solaris luminis particeps.
Como secuela y corolario, debemos afirmar que era el jefe y el evocador de las
almas; el archimago y el hierofante.
Recordad que el emperador Juliano oraba todas las noches al sol oculto, por la
intercesión de Mercurio.
Con justa razón dice Vossius: "Todos los teólogos aseguran que mercurio y el
sol son uno".
Después del radiante sol y sus lenguas de fuego ardiente que chisporrotean
entre la orquestación inefable de las esferas, es el mercurio de la filosofía secreta el
ens seminis, el agua caótica del primer instante, el elemento femenino eterno, la Gran
Madre o Vaca nutridora, el fundamento mismo de toda vida cósmica.
Escrito está y con caracteres de fuego en el gran libro de la vida, que en la cruz
jaina o jina se esconde milagrosamente el secreto indecible del gran arcano; la clave
maravillosa de la transmutación sexual.
Entre el éxtasis delicioso del alma que anhela, podemos y hasta debemos
ponernos en contacto místico con Jano, el austero y sublime hierofante jina que otrora
enseñara en nuestro mundo la ciencia de los jinas.
Razón tenía esa gran mártir del siglo pasado H. P. Blavatsky, al decirnos que
la swástika de las fusarolas es el símbolo más sagrado y más místico. Brilla ella, en
efecto, sobre la cabeza de la gran serpiente de Vishnú, la Shasvati Ananta de las mil
cabezas que en el Patala o región inferior habita.
Bienaventurado el sabio que amando a una mujer se sumerja dichoso entre los
sacros misterios eróticos de Minna; las pavorosas tinieblas de un verdadero amor que
es de la muerte hermano, le permitirá sublimar y transmutar el mercurio de la filosofía
secreta.
Transmutar el agua en vino tal como lo enseñó el gran Kabir Jesús en las bodas
de Canaán, eso es más amargo que la hiel.
La blanca paloma del Espíritu Santo cernida en las armas y bordada en los
mantos de los caballeros del Santo Grial, el cisne sagrado, el Hamsa milagroso, el ave
fénix del paraíso, y el Ibis inmortal, resplandecen maravillosamente sobre las aguas
profundas de la vida.
Es pues de saber, que esa sobredicha leyenda maravillosa del Santo Grial
ciertamente es muy conocida en Francia.
Si con tesón de clérigo en la celda, escudriñamos con ansia infinita todos esos
polvorientos manuscritos de caballería medieval, podremos evidenciar entonces
muchas tradiciones relacionadas con el Santo Grial.
Los bretones, que por cierto buena fama tienen con la leyenda céltica, llamaron
siempre graal a la sagrada copa.
A todas luces resulta bien fácil comprender que el olvido radical de los principios
crísticos esotéricos, mal nos llevaría al confuso laberinto de tantas etimologías incohe-
rentes, que en verdad nada tienen que ver con la ebúrnea copa, delicia de los misterios
arcaicos.
El verbo delicioso de Isis surge de entre el seno profundo de todas las edades
aguardando el instante de ser realizado.
Las palabras inefables de la diosa Neith han sido esculpidas con letras de oro
"Yo soy la que ha sido, es, y será, y ningún mortal ha levantado mi velo."
Escrito está con carbones encendidos en el libro de la vida que durante la edad
de oro del Lacio y de la Liguria, el rey divino Jano o Saturno (Iao, Baco, Jehová),
imperó sabiamente sobre aquellas santas gentes, tribus arias todas, aunque de muy
diversas épocas y orígenes.
Dentro del inefable idilio místico comúnmente llamado "Los encantos del
viernes santo", sentimos en el fondo de nuestro corazón que en nuestros órganos
sexuales existe una fuerza terriblemente divina, que lo mismo puede liberar que
esclavizar al hombre.
Esos maestros de compasión son los fieles custodios del Santo Grial, o de la
piedra iniciática, es decir, de la suprema religión-síntesis, que fue la primitiva de la
humanidad.
Como regla, pauta, guía a seguir, conviene saber que lo corriente y habitual es
el fluir de la energía sexual desde arriba hacia abajo, desde adentro hacia afuera.
Hacer retornar la energía creadora del Tercer Logos hacia adentro y hacia
arriba, significa de hecho entrar en el camino bendito de la regeneración; ésa es
precisamente la buena ley del Santo Grial.
El venerable Amfortas, gran señor, rey del Grial, sucesor del viejo Titurel, otrora
herido por el sexo, phalo o lanza, cuando cayó víctima de la seducción sexual, sólo
pudo ser sanado con la misma asta que le hirió.
Por consecuencia lógica podemos deducir que aquel buen señor de tantas
amarguras, hubo de trabajar intensamente en la fragua encendida de Vulcano.
Ahora y con estas insólitas afirmaciones, podrán nuestros muy amados lectores
gnósticos, comprender el motivo por el cual los héroes eran premiados con una
pequeña asta o lanza de hierro.
Hastapura era el nombre de tal asta; esto nos recuerda a la ciudad sagrada de
Hastinapura símbolo viviente de la Jerusalem celestial.
¡Oh, casto clérigo! cantaban los bardos evocadores del Gaedhil o de la Galicia
prehistórica irlandesa, al hablar de sus gloriosas tradiciones milenarias a los sacerdotes
católicos que iban a evangelizarlos.
Si el Santo Grial es una piedra preciosa traída a la tierra por los ángeles o devas
inefables y puesta bajo celosa custodia de una fraternidad secreta, eso no es óbice
para que tal gema celeste asuma la espléndida forma del vaso de Hermes.
Henos aquí ya, pues, con la piedra cúbica de Jesod, situada por los kabalistas
hebreos en nuestros mismos órganos sexuales.
"Esos héroes están animados por una piedra. ¿No conocéis su augusta
y pura esencia? Se llama lapis-electrix (Magnes). Por ella puede realizarse
toda maravilla (magia). Ella, cual el Fénix que se precipita en las llamas, renace
de sus propias cenizas, pues que en las mismas llamas remoza su plumaje y
brilla rejuvenecida más bella que antes. Su poder es tal, que cualquier hombre,
por infeliz que en su estado fuera, si contempla esta piedra, en vez de morir
como los demás ya no conoce la edad, ni por su color, ni por su rostro; y sea
Jesús el gran Kabir dijo: "La piedra (el sexo) que desecharon los que
edificaban (religiosos), ésta fue hecha cabeza del ángulo: Por el Señor es hecho
esto, y es cosa maravillosa en nuestro ojos" (Mateo XXI, 42).
Allende el tiempo y la distancia, Klingsor el mago malo la diputó y tuvo por tabú
o pecado.
Mas Maese Klingsor, melindroso y llorón cual ninguno después de tan tremendo
desatino, extendió sus ensangrentadas manos suplicantes hacia el Grial.
Cuentan las gentes de otros tiempos que allá muy lejos, donde comienza la
tierra voluptuosa de los paganos, Klingsor, el señor de las tinieblas aprendió a odiar el
sexo.
Ínclito varón venido de remotos lugares, notable caballero, eximio señor extraño
y contradictorio.
Adoró a Shiva, el Tercer Logos, el Espíritu Santo, y sin embargo escupió toda su
baba difamatoria en la novena esfera (el sexo).
Se vistió con inmundos harapos de mendigo; echó ceniza sobre su cabeza; llevó
silicios sobre su cuerpo mortificado.
Como secuela y corolario, cabe aquí aseverar, con mucho énfasis, lo siguiente:
El estéril trabajo de Mimo en su forja; el fracaso rotundo de los poderes
creadores devienen cuando se apaga el fuego.
El ardiente crepitar del fuego elemental de los sabios bajo el crisol alquimista, es
un axioma de la filosofía hermética.
Así pues, es incuestionable que la semblanza superior de ese vil gusano que
atraviesa el corazón del mundo es Ioan, Swan, Chohan, Juan, el Verbo, el Ejército de
la Voz, el Logos.
Bien saben los Siete Señores del Tiempo (los siete Crónidas), que a Lucifer
Sabaoth le han sido encomendadas la espada y la balanza de la Justicia cósmica,
pues que él es la norma del peso, la medida y el número; el Horus, el Ahura Mazda,
etc., etc.
El coro observa muy pertinentemente: “¡Gran beneficio fue el que a los mortales
otorgaste!"
Empero, es fácil comprender que con las artes que auto-enaltecen y dignifican
al hombre, el fuego luciférico recibido se ha tornado en la peor de las maldiciones.
Así surge la responsabilidad del libre albedrío: las pasiones titánicas que
representan a la humanidad en su aspecto más sombrío.
¡Ah! Si Amfortas el rey del Grial, eximio sucesor del viejo Titurel, hubiese
aprovechado el instante regio, el momento terrible de la pasión sexual, si en esos
momentos de suprema voluptuosidad hubiese empuñado su lanza sagrada con
firmeza, el mago malo no habría podido arrebatarle el asta santa.
¡Oh, dioses santos! ¿Cuándo podremos romper estas cadenas que nos atan al
abismo del misterio?
¿En qué época de la historia del mundo resurgirá el brillante Titán libre de
antaño, en el corazón de cada hombre?
Seth, el ego animal, con todos sus siniestros agregados subjetivos, suele en
verdad ser terriblemente maligno.
Escrito está con carbones encendidos en el tremendo libro del misterio, que el
don luciférico ─terrible cual ninguno─ se tornó más tarde, para desgracia nuestra y de
todo este afligido mundo, si no en la causa principal, en el único origen del mal.
No ignoran los pocos sabios que en el mundo han sido, que Lucifer─Prometeo,
Maha Asura, el "dador del fuego y de la luz", encadenado horriblemente al monte
Cáucaso y condenado a la pena de vivir, representa también a los devas rebeldes que
cayeron en la generación animal en el amanecer de la vida.
No está de más citar en este libro algunos de esos titanes caídos al rayar el
alba:
Cuenta la leyenda de los siglos que Salomón, hijo de David, rey de Sión, levantó
un templo a Moloch en el monte del oprobio.
Dicen los Siete Señores del Tiempo que posteriormente el viejo sabio dedicó a
tal ángel caído un bosque sagrado en el dulce valle de Hinnom, fecunda tierra
perfumada que por motivo tan fatal, cambiara desde entonces su nombre por el de
Tophet y la negra Gehenna, verdadero tipo del infierno.
Desde allí, este Elohim caído entre los rojos incendios luciferinos, astutamente
extendió sus lascivas orgías tenebrosas hasta el mismo monte del escándalo, muy
cerca del bosque del homicida Moloch.
Y cuando la noche obscurece las calles, entonces vagan los hijos de Belial
llenos de insolencia y de vino.
Testigos de ello son las calles de Sodoma y aquella noche horrible en que en
una puerta de Gaaba se expuso una matrona para evitar el rapto más asqueante.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Cuánto dolor! Esta criatura tan excelente también cayó en la
generación animal. ¡Qué terrible es la sed de la lujuria sexual!
Él fue el primero que enseñó a los habitantes de la tierra a saquear el centro del
mundo, como así lo hicieron extrayendo de las entrañas de su madre unos tesoros que
valdría más que quedasen ocultos para siempre.
La fábula clásica refiere cómo fue precipitado desde el Olimpo, arrojado por el
irritado Júpiter por encima de los cristalinos muros divinales. De nada le sirvió
entonces haber elevado altas torres en el cielo.
Y para concluir con esta pequeña lista de deidusos fulminados por el rayo de la
Justicia cósmica, es necesario decir que de ninguna manera faltan en el
Pandemonium, la gran capital de Satanás y de sus Pares, Andramelek, del que tanto
hemos hablado en nuestros pasados libros gnósticos, y Asmodeo su hermano.
Nefasta fue para la humana especie la caída sexual de los divinos titanes que
no supieron usar el don de Prometeo y rodaron al abismo.
Si aquel buen señor Amfortas, rey del Santo Grial, hubiese sabido usar
atinadamente el don luciférico en el instante supremo de tentación sexual, es
ostensible que habría entonces pasado por una transformación radical.
Amfortas, el ínclito varón del Santo Grial, con urgencia pide un bálsamo precioso
para sanar su adolorido corazón.
Concomitancia cristalina en este caso es la del gran Kabir Jesús ungido por la
bella del palacio de Magdalo.
Levantad bien vuestra copa en el festín del amor y cuidaos de verter ni siquiera
una sola gota del precioso vino.
Con cuánto dolor ¡oh dioses! he leído por ahí en cierto libro que no menciono,
un párrafo que a la letra dice: "La hueste que encarnó en una parte de la humanidad,
aunque inducida a ello por Karma o Némesis, prefirió el libre albedrío a la esclavitud
pasiva; el dolor y hasta la tortura intelectual consciente, `durante el transcurso de
miríadas de tiempos', a la beatitud instintiva, imbécil y vacía".
Esto nos trae obviamente al mito por excelencia de todas las antiguas
Teogonías, al de la rebeldía celeste o de los ángeles caídos, esos titanes que se
atreven a luchar hasta con los dioses santos.
¡Vana cosa es confundir una caída con una bajada! Estos deidusos no bajaron,
¡cayeron!, y eso es diferente.
Por eso y con justa razón las Teogonías nos pintan como castigados a esos
Logoi divinos.
El mito universal los considera por eso como fracasados, castigados y caídos, al
verse obligados a vivir con sus legiones tenebrosas en esa región inferior, infierno, que
se llama el interior de nuestro organismo planetario tierra (Véase capítulo XVIII del
presente libro).
En vez de los vehículos paradisíacos que el animal intelectual cree tener, sólo
existe dentro de cada criatura racional el ego, el mi mismo, Mefistófeles.
En nombre de las cien mil vírgenes del misterio inefable que se oculta en el
fondo de todas las edades, conviene ahora hablar un poco sobre el famoso papa-
purusha indostánico (el yo).
Cada idea, cualquier sentimiento, una y otra sensación, "yo amo", "yo no amo",
es fuera de toda duda un yo diferente, distinto.
Esos yoes múltiples no están ligados entre sí, ni coordinados en modo alguno.
Cada uno de ellos depende realmente de los variados cambios exteriores.
Tal "yo" sigue fatalmente a tal otro y algunos hasta se dan el lujo de aparecer
acompañados de otros, pero es obvio que no hay en ello ni orden ni sistema.
Es ostensible que cada una de estas fracciones del horrible papapurusha, cada
uno de estos agregados psíquicos o yoes, no representa, en un instante dado, mas
que una ínfima parte de todas nuestras funciones psicológicas; empero, es
incuestionable el que en lo particular cualquier tipo de "yo" cree muy sinceramente
representar el todo.
Es obvio que la conciencia embutida entre todos estos agregados psíquicos que
constituyen el papapurusha, se procesa fatalmente en función de su propio embote-
llamiento.
¡Abrid los ojos y alcanzad el pleno y absoluto conocimiento de Atman (El Ser)!
"El despierto tiene por suprema penitencia el ser paciente, por el supremo
Nirvana, el ser sufrido; porque él es no un anacoreta que dé de golpes a los demás; no
es un asceta que injurie a los demás.
"Hasta los dioses envidian a aquellos que son despiertos: no son olvidadizos, se
dan a la meditación, son sabios, y se deleitan en el sosiego del alejamiento del mundo.
"No cometer pecado alguno, hacer el bien y purificar la propia mente, tal es la
enseñanza de todo aquél que es despierto.
"En verdad que vivimos felices si no odiamos a aquellos que nos odian, si entre
hombres que nos odian habitamos libres de rencor.
"En verdad que vivimos felices, si nos guardamos de afligir a quienes nos
afligen; si, viviendo entre hombres que nos afligen, nos abstenemos de afligirlos.
"En verdad que vivimos felices, si estamos libres de codicia entre los codiciosos;
moriremos libres de codicia entre hombres que son codiciosos.
"En verdad que vivimos felices aunque a ninguna cosa la llamemos nuestra.
Seremos semejantes a los dioses resplandecientes, que se nutren de felicidad.
"Aquellos que permanecen siempre vigilantes, que estudian noche y día, que se
esfuerzan por llegar al Nirvana, acabarán por extirpar sus propias pasiones."
Cuando uno quiere extirpar pasiones debe apelar a un poder superior; quiero
referirme al poder serpentino solar, sexual, que se desarrolla en el cuerpo del asceta.
La mística nota, la "S" mágica, le confería al viejo hierofante el poder para salir
conscientemente en cuerpo astral.
La "S" tiene en verdad cierta similitud con la letra hebraica Tsad. Mientras la
Sigma griega triforme se relaciona con la primera y con Shin y Samek; esta última
quiere decir "sostén" y tiene el valor cabalístico de 60.
Se nos ha dicho ─y esto lo sabe cualquier cabalista─, que Shin tiene el valor de
300 y significa "diente".
La suma de estas dos letras equivale por consiguiente, a los 360° del círculo y a
los días siderales del año solar.
Empero, nosotros los gnósticos debemos ir más lejos, inquirir, indagar, buscar,
descubrir la íntima relación existente entre la serpiente y la cruz.
La conexión sexual del phalo y del útero forma cruz. El Kundalini, la "S" mágica,
la culebra, se encuentra íntimamente relacionada con esa cruz o tau. El fuego
serpentino despierta con el poder de la santa cruz eso es ostensible.
Resulta fácil comprender que la vocal "U" es letra moderna derivada de "V",
como la "G" de "C", por la urgente necesidad de distinguir claramente entre los dos
Quien quiere subir debe primero bajar, esa es la ley. Toda exaltación va
precedida siempre por una humillación.
El descenso a la novena esfera (el sexo), fue desde antiguos tiempos la prueba
máxima para la suprema dignidad del hierofante. Hermes, Buddha, Jesús, Dante,
Zoroastro, etc., tuvieron que pasar por esa terrible prueba.
El círculo perfecto con el punto mágico, símbolo sideral y hermético del astro rey
y del principio substancial de la vida, de la luz y de la conciencia cósmica, es fuera de
toda duda un emblema fálico maravilloso.
La serpiente bíblica nos presenta la imagen del Logos creador o fuerza sexual
que empieza su manifestación desde el estado de potencia latente.
Conexión del lingam-yoni (phalo-útero) sin eyacular nunca el ens seminis (la
entidad del semen), porque en esa sobredicha substancia se encuentra latente todo el
"ens virtutis" del fuego.
Hemos llegado, pues, al caduceo de Mercurio con las alas del espíritu siempre
abiertas.
Estos son los dos testigos del Apocalipsis, las dos olivas y los dos candeleros
que están delante del Dios de la tierra, y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la
boca de ellos, y devora a sus enemigos.
En la sagrada tierra de los Vedas este par de nervios son conocidos con los
nombres de idá y pingalá; el primero se relaciona con la fosa nasal izquierda y el
segundo con la derecha.
La fisiología esotérica enseña que en el sexo femenino los dos testigos parten
de los ovarios.
Es incuestionable que en las mujeres el orden de este par de olivas del templo
se invierte armoniosamente.
Viejas tradiciones que surgen de la noche profunda de todas las edades dicen
que cuando los átomos solares y lunares del sistema seminal hacen contacto en el
tribeni cerca del cóccix, entonces por inducción eléctrica despierta una tercera fuerza
mágica; quiero referirme al Kundalini, el fuego místico del arhat gnóstico.
Escrito está en los viejos textos de la sabiduría antigua, que el orificio inferior del
canal medular en las personas comunes y corrientes se encuentra herméticamente
Tal retorno fatal, tal descenso hasta el cóccix, sólo es posible cuando el iniciado
derrama el semen; entonces cae fulminado bajo el rayo terrible de la Justicia cósmica.
Es bueno saber que cuando Hadit, la serpiente alada de la luz, despierta para
iniciar su marcha a lo largo del canal medular espinal, emite un sonido misterioso muy
similar al de cualquier víbora que es azuzada con un palo. Esto viene a recordarnos la
"S" mágica.
Amfortas, el venerable señor del Santo Grial, entre los brazos impúdicos de
Escrito está con letras de oro en el libro del misterio oculto, que el famoso tatwa
Shiva-Shakti gobierna el Sahasrara (la iglesia de Laodicea).
En el magisterio del fuego siempre somos asistidos por los Elohim; ellos nos
aconsejan y ayudan.
Kundalini es la diosa de la palabra adorada por los sabios; sólo ella puede
conferirnos la iluminación.
El sistema fuelle con todos sus variados pranayamas; las diversas asanas y
formas del hatha yoga, los mudras, bhaktis, bandhas, etc., jamás podrán poner en
actividad el fuego serpentino.
"Y el Gran Sacerdote dijo: Apartad la vista de esa gran luz y mirad hacia el
otro lado. Entonces vieron un gran fuego y agua y vino y sangre (Aquí la
bendición del pan y del vino).
"He traído el fuego y el agua del lugar de la luz, del depósito de la luz, de
allí donde la luz se encuentra.
"Y dijo: tomad y bebed. Porque ésta es mi sangre, que va a ser vertida en
la remisión de los pecados.
"Y desde ahora no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que lo
beba con vosotros en el reino de mi Padre.
"Y llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar
el cordero pascual.
"Y Jesús envió a Pedro (cuyo evangelio es el sexo), y a Juan (cuyo evangelio
es el Verbo), diciendo: Id preparadnos la pascua para que la comamos." (Lucas
XXII, 7 y 8).
El nombre secreto de Pedro es "Patar" con sus tres consonantes que en alto
esoterismo son radicales:
Pedro muere crucificado en una cruz invertida con la cabeza hacia abajo y los
pies hacia arriba como invitándonos a bajar a la forja de los cíclopes, a la novena
esfera, para trabajar con el agua y el fuego, origen de mundos, bestias, hombres y
dioses. Toda auténtica iniciación blanca comienza por allí. Juan el inefable recuesta
su cabeza en el corazón del gran Kabir Jesús como declarando: El amor se alimenta
con amor.
A todas luces resulta muy fácil comprender que el Verbo creador en acecho
místico aguarda, acurrucado en el fondo del arca, el instante preciso de ser realizado.
"En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios, el Verbo era
Dios."
Escrito está con palabras de fuego en el gran libro de la existencia cósmica, que
primero debemos recorrer con plena firmeza el camino de Pedro.
El Verbo que yace oculto en el fondo profundo y misterioso de todas las edades,
enseña claramente que después, es necesario caminar por la senda de Juan.
El Logos solar con su vida pujante y activa hace germinar la simiente para que
la espiga crezca de milímetro en milímetro, y luego queda encerrado, como en un cofre
precioso, dentro de la prieta dureza del grano.
Esos átomos solares, esas vidas ígneas, esos agentes secretos del Adorable,
trabajan silenciosos dentro del templo-corazón, invitándonos una y otra vez a hollar la
senda que nos ha de conducir al nirvana. A todas luces resalta la misteriosa ayuda de
los átomos crísticos.
Y resplandece la luz en las tinieblas y aparecen sobre el Ara los doce panes de
la proposición, manifiesta alusión a los signos zodiacales o distintas modalidades de la
substancia cósmica.
El cuerpo de oro del hombre solar, el famoso "to soma heliakon" (síntesis
completa de los vehículos crísticos) es carne, sangre y vida del Logos Creador o
Demiurgo.
Einstein, una de las grandes lumbreras del intelecto, escribió un sabio postulado
que a la letra dice: "La masa se transforma en energía. La energía se transforma en
masa."
Desde arriba, del cielo, de Urania, desciende como por encanto un purísimo
rayo de luz que al caer sobre la divina copa, la hace resplandecer con purpúreo color.
Escrito está con carbones encendidos en el libro de todos los misterios, que el
lanú o discípulo debe preguntar si es que en realidad anhela con todas las fuerzas de
su alma la auto-realización íntima.
Bien saben los divinos y los humanos que Parsifal como chela o discípulo, no
llegó a ser rey del Grial porque no preguntó el por qué de los dolores de Amfortas.
El adolescente aquél de la primera parte del drama, nada sabe todavía sobre la
mansión de las delicias y el rincón del amor con sus mujeres-flores peligrosamente
bellas, ni sobre esa Kundry, Herodías, Gundrigia, exquisitamente pecadora; es todavía
el aprendiz de la masonería oculta.
El señor de las tinieblas clama con gran voz desde el fondo del abismo, invoca y
llama.