Antropologia. La Libertad

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ANTROPOLOGÍA BÁSICA.

SEMANA 4: LA LIBERTAD
La libertad es uno de esos términos que parecen apelar a lo más íntimo de todas las personas. En las
películas, por ejemplo, supone uno de esos motivos recurrentes que mueven al espectador a conectar
con los protagonistas de una determinada historia, personajes que aluden a su capacidad de no ser
dominados por nadie. En torno a la libertad se han compuesto poemas o realizado obras artísticas de
gran valor, hay personas que han dado su vida por ella y, otras que, en nombre de su propia libertad,
han buscado someter a pueblos y naciones en su totalidad. Poniéndolo en palabras de Albert Camus:
«cada vez que un hombre en el mundo es encadenado, nosotros estamos encadenados a él. La
libertad debe ser para todos o para nadie».

La libertad es todo lo anterior y más. En este sentido, una primera aproximación al término nos
sugiere autonomía, independencia, no estar condicionados a la voluntad arbitraria de otra persona,
no estar atados a ninguna cadena, hipotética o no. Somos libres porque estamos abiertos e
interaccionamos con nuestro mundo, porque podemos elegir entre una serie de opciones y, en
función de las decisiones que tomemos a lo largo de nuestra vida y las acciones que desempeñemos,
también estaremos diciendo algo sobre nosotros mismos.

Pero, nuevamente, la libertad es lo ya señalado y mucho más. Por ello, el objetivo de este módulo
es el de analizar las dimensiones anteriores para, a continuación, desarrollar cuál es la estructura
fundamental de la libertad, es decir, analizar dónde reside ese núcleo que nos permite ser libres y, en
definitiva, ser abiertos al mundo, a los demás y a aquello que nos trasciende.

Una primera reflexión: ¿la libertad es únicamente la capacidad de elegir entre una serie de
determinadas opciones o es algo más profundo? Si sus decisiones y acciones se orientan en una
determinada dirección —elegir el bien, por ejemplo—, ¿piensa que, así, usted como persona también
se estará predisponiendo en esa misma dirección?

¿Qué es la libertad?
En uno de los manuales recomendados se le plantean dos de las preguntas que debemos hacernos al
abordar cualquier estudio sistemático sobre la libertad: ¿el ser humano está predeterminado para
elegir qué debe hacer? ¿La libertad es pura capacidad de elección?

Para responder a las preguntas anteriores, autores como Juan Manuel Burgos (2010, p. 86-92)
introducen tres conceptos que nos ayudarán a contextualizar el término libertad desde la apertura y
relación que tiene la persona: autodeterminación, elección y decisión. 

La libertad como elección:


La capacidad que tenemos de elegir entre varias opciones seguramente sea la primera dimensión de la
libertad que acuda a nuestra cabeza cuando buscamos analizar el término. Al elegir lo estoy haciendo
sobre un «algo», es decir, que esta dimensión de la libertad implica una intencionalidad e
independencia con respeto a lo que elijo. 

En este sentido, al elegir realizo una acción que se dirige hacia aquello que elijo y, por lo tanto, tengo
responsabilidad con respecto a las decisiones y acciones que realizo. Como se desarrollará en el punto
4.2., «libertad y responsabilidad son, por tanto, dos caras de la misma moneda» (Burgos, 2010,
p.90).

La libertad como autodeterminación:


La autodeterminación implica que, al elegir entre una serie de opciones, también estoy tomando una
decisión sobre mí mismo. La autodeterminación tiene una serie de cualidades que remiten, en primer
lugar, a la autoposesión y al autodominio, es decir, a entender a la persona como independiente y
autónoma, sin estar sometida de forma completa a la voluntad de nada ni nadie. Autoposesión y
autodominio implican un espacio íntimo y personal —somos dueños de nosotros mismos—; un espacio
que únicamente puede violentarse mediante actos como la tortura o la violencia.

La libertad como decisión:


La autodeterminación y la elección no actúan de forma autónoma, aislada, sino que se encuentran en
íntima relación: la libertad únicamente es posible por la existencia simultánea de ambas. 

Burgos (2010, p.90), de esta forma, proporciona una de las claves para el estudio de la libertad, al
plantear el término desde el sentido y dirección con el que la persona se orienta hacia la consecución
de los valores que persigue:

1. Elijo una opción posible entre muchas otras (elección, dimensión intencional);

2. Al elegir, dispongo de mí mismo en relación a esa opción concreta y me autodetermino en una dirección
determinada.

Planteemos en este momento la primera de las preguntas destacadas: ¿el ser humano está
condicionado, predeterminado, para actuar en una determinada dirección? — Reflexione su
respuesta antes de avanzar en el estudio del módulo.

Entender al ser humano como determinado en una u otra dirección —bien desde una adaptación al
medio basada en la dimensión biológica, o en una explicación de las transformaciones sociales desde
el control de los medios materiales—, tiende a negar la dimensión de autodominio de la persona: si la
persona estuviera determinada, su voluntad dependería totalmente de ese «aquello» que
elige. Por lo tanto, no sería libre de elegir opciones alternativas y, simultáneamente, no
tendría autoposesión. Por ello, el medio sociocultural, económico, político, etc. en el que nos
enculturamos puede condicionar o limitar nuestro abanico de posibilidades pero, en ningún caso, las
determinará.

Analicemos entonces la segunda pregunta: ¿libertad equivale exclusivamente a capacidad de


elección? — Reflexione su respuesta antes de avanzar en el estudio del módulo.

Piense en las acciones que ha realizado el día de hoy, desde que se ha levantado hasta el momento en
el que se encuentra leyendo esta página. Por supuesto, usted ha tenido que tomar decisiones y ha
realizado acciones que podrían haber sido otras. Recuerde entonces la dimensión de
autodeterminación ya señalada: al tomar una decisión y no otra también estoy diciendo algo sobre mí
mismo, sobre cómo soy y sobre quién soy.

Por lo tanto, ser libre es algo más profundo que entender el término como ausencia de límites u
obligaciones (ser libre de), ya que también la persona se autodermina en función de sus decisiones y
acciones. Pero, desde su responsabilidad y acción, la persona siempre puede aspirar a la práctica
de las más altas virtudes, puede buscar unirse a aquello que considere lo más noble o bello,
dignificándose (o también puede no hacerlo). 

Esta es, precisamente, aquella dimensión desde la que partimos para caracterizar integralmente el
término: 

La libertad es una función o capacidad que tenemos para unirnos a lo más noble.
En este punto nos encontramos en disposición de definir cuál es la estructura de la libertad. Como se
recoge en el manual recomendado, «nuestra libertad es unitiva, pues su acto propio es unirse, y por
otro lado, es capacidad de discernir y elegir lo mejor debido a la potestad que tiene nuestro espíritu de
actuar conscientemente». En otras palabras, el interés reside en analizar cuál es la función que
desarrolla el espíritu, en tanto que capacidad de unión y comunicación con el Sujeto Absoluto.

Como se desarrolló en el Módulo 3, el espíritu asume y unifica las funciones contempladas en los
niveles del ser humano, dándoles unidad, dirección y sentido; y, junto con ello, posibilita la
comunicación con el Sujeto Absoluto.

La libertad, entonces, se definiría como la capacidad de actuar en el sentido al que nos


predispone nuestro patrimonio ontológico de dones y virtudes. El acto libre es el que se basa en
esta riqueza espiritual que está presente en nuestra interioridad, en el sentido de que escogemos
aquello a lo que nos dispone (sin determinaciones mecanicistas) nuestra riqueza interior.

En segundo lugar, el acto de la libertad ejerce responsabilidad. Esto es claramente observable de


acuerdo con la definición de libertad dada en el párrafo anterior, de lo cual se deduce, ¿cómo será la
respuesta que dé el espíritu humano a esta capacidad de comunicación? La respuesta,
nuevamente, se recoge en el manual recomendado cuando introduce el concepto de acto
teantrópico: el espíritu creado en la persona humana, al no permanecer pasivo ante el
Sujeto Absoluto, produce una respuesta activa, sinérgica y relacional, partiendo de la
iniciativa del Sujeto Absoluto.

Nuestro espíritu está capacitado, más aún, inclinado, a dar una respuesta afirmativa, asertiva, a la
acción del Sujeto Absoluto en nosotros gracias a la divina presencia constitutiva. ¿Y a dónde nos
quiere llevar el Sujeto Absoluto con su acción en nosotros?

A la verdad, bondad y belleza que Él es. La libertad es ACCEDER, ACEPTAR ese acto de Dios en
nosotros que nos inspira y nos mueve siempre a lo mejor. Libertad será entonces con nuestra
inteligencia buscar y creer en la verdad; con nuestra voluntad, desear siempre el bien; y con
nuestra facultad unitiva unirnos a lo bello, hermoso y noble. En estas acciones se concreta la
comunicación que estamos invitados a mantener con el Sujeto Absoluto. Comunicación quiere
decir escucha, aceptación, colaboración con lo que me sugiere el Sujeto Absoluto (González
Portela, 2016).

4.2 Condicionantes o límites de la libertad. La responsabilidad

En los módulos anteriores usted analizó cómo la naturaleza humana, desde un punto de vista formal,
es la de un espíritu que asume las funciones anímicas de la sique y las funciones orgánicas del cuerpo,
haciéndose presente en ellas. Desde esta aproximación formal, sabemos que en el sicosoma se
encuentran condicionantes que, en mayor o menor medida, suponen un límite en el ser humano.

En el manual recomendado se presenta una prolija variedad de ejemplos en torno a los limitantes del
sicosoma, los cuales pueden ser complementados con el desarrollo del nivel somático y síquico en el
manual de Fernando Rielo (2012, p. 47-8). En todo caso, una importante conclusión del apartado es
que
los límites que poseemos debido a nuestra sicosomaticidad no pueden ser entendidos
como impedimento sino como finitud abierta a la infinitud de la divina presencia
constitutiva del Sujeto Absoluto, presente en nuestro espíritu, y que nos capacita
para actuar con un amor que rompe barreras y prejuicios. Esto es así porque no es la
finitud lo que nos define como personas sino la infinitud, es decir, esa capacidad de
amar a semejanza del Amor Absoluto.

Asimismo, la libertad se asienta significativamente no solo en la naturaleza formal de la persona, sino


también en su capacidad de unión apertura a la trascendencia. De esta forma, como señala Rielo
(2012, p.51-2):

Lo finito está presente como límite formal, limitándonos; el infinito está presente como límite
trascendental, potenciándonos. Por ello, ni somos ni finitos ni infinitos, antes bien, finitos abiertos al
infinito.

Estimado estudiante realice la siguiente actividad no calificada en el foro académico:

El ser humano es finito, ya que en él pesan los condicionamientos que le afectan en su vivencia cotidiana, así como
las transformaciones de su dimensión corporal y la ineludible certeza de la muerte. Pero, por otro lado, el ser
humano se siente abierto a la infinitud, dada la relación y unión a la realidad trascendente y la comunicación con el
Absoluto. De esta forma, Rielo indica que el ser humano no es finito ni infinito, sino un finito abierto al infinito del
Absoluto: «El ser humano no es finito ni infinito, sino un finito abierto al infinito del Absoluto». En un
máximo de 300 palabras, explique la cita anterior mediante un comentario personal, vinculando los contenidos
teóricos estudiados en el módulo con su vivencia y experiencia personal.

INGRESE AL FORO

NORMAS PARA EL FORO


Sé respetuoso con tus compañeros. En beneficio de todos te pedimos que seas respetuoso con las
opiniones y comentarios de tus compañeros. Cuando escribas tus propios comentarios, hazlo de forma
cortés. Algunos temas del curso pueden provocar controversia y debate, pero debemos respetar y
tener en consideración las opiniones de los demás.

Revisa los mensajes del foro antes de escribir. Antes de subir un comentario o pregunta al foro,
comprueba que ninguno de tus compañeros haya planteado ya la misma cuestión. Puedes marcar
aquellas preguntas similares a las tuyas o que también te interesan, en vez de crear un nuevo hilo de
discusión.  Es una manera de atraer rápidamente la atención del equipo de profesores hacia aquellos
temas y preguntas de mayor interés.

Utiliza el foro solo para temas relacionados con el curso. Aunque animamos a nuestros
estudiantes a presentarse y conocerse (únicamente en el foro de presentación), te pedimos que
únicamente utilices el foro para conversaciones relacionadas con el contenido del curso, y no para
mensajes personales ni debates que no tengan relación con el curso.
4.3 El mal o degradación de la libertad

Una de las conclusiones destacadas del Módulo es que el amor es lo más propio del ser humano, una
característica que da forma y sentido a todos sus actos. Por otro lado, se había señalado que la
libertad es la capacidad que todos tenemos de aceptar el acto que el Absoluto realiza en nosotros,
encaminado a la consecución de los más altos valores que Él representa. 

Partiendo de las dos reflexiones anteriores, el mal únicamente puede proceder del propio acto
humano, no de fuentes externas a él. Junto a lo anterior, si la libertad es la facultad que nos permite
unirnos a lo bello, hermoso y noble, el mal consiste en apartarse de esos valores mediante acciones
que se opongan a los mismos, es decir, acciones que se opongan al amor (ya que estamos
constituidos por el amor y para el amor). En otras palabras, al apartarse del bien, el mal procede del
propio egoísmo humano, degradando su libertad.

La reflexión que cabría plantear en este momento es, si estamos constituidos para realizar el
bien, ¿por qué hacemos el mal en lugar de amar a los demás? Fernando Rielo introduce el
concepto de acto egotizador, aquel que hace que despleguemos nuestras capacidades tomando
como referente a nosotros mismos, en lugar de tomar como referente al Absoluto. 

Al ser la libertad síntesis de la inteligencia y la voluntad, un acto egotizador desemboca en que la


inteligencia se emplee como forma de evasión del Absoluto, en lugar de una unión con la Verdad; la
voluntad egotizada, por su parte, desembocará en una unión con lo efímero, lo pasajero, aquello que
busca satisfacer nuestras necesidades temporalmente, sin colmarlas.

Recordemos que todo acto libre tiene una dimensión de responsabilidad. ¿Qué consecuencias
concretas, piensa, tienen los actos de egoísmo? Plantee su reflexión en base a su experiencia
cotidiana y su entorno social más cercano.

Una vez trabajados los contenidos principales del Módulo 4, le invito a que realice la evaluación
propuesta.

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