El Sacramento de La Eucaristía
El Sacramento de La Eucaristía
El Sacramento de La Eucaristía
1. ¿Qué es la Eucaristía?
La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él
instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz,
confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad,
vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de
gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.
Jesucristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo, «la noche en que fue entregado» (1 Co
11, 23), mientras celebraba con sus Apóstoles la Última Cena.
Después de reunirse con los Apóstoles en el Cenáculo, Jesús tomó en sus manos el pan,
lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo
que será entregado por vosotros». Después tomó en sus manos el cáliz con el vino y les
dijo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la
Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para
el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía».
La inagotable riqueza de este sacramento se expresa con diversos nombres, que evocan
sus aspectos particulares. Los más comunes son: Eucaristía, Santa Misa, Cena del
Señor, Fracción del Pan, Celebración Eucarística, Memorial de la Pasión, Muerte y
Resurrección del Señor, Santo Sacrificio, Santa y Divina Liturgia, Santos Misterios,
Santísimo Sacramento del Altar, Sagrada Comunión.
Los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el
vino de vid.
La fracción del pan no divide a Cristo: Él está presente todo e íntegro en cada especie
eucarística y en cada una de sus partes.
La Iglesia establece que los fieles tienen obligación de participar de la Santa Misa todos
los domingos y fiestas de precepto, y recomienda que se participe también en los demás
días.
La Iglesia recomienda a los fieles que participan de la Santa Misa recibir también, con
las debidas disposiciones, la sagrada Comunión, estableciendo la obligación de hacerlo al
menos en Pascua.
21. ¿Qué se requiere para recibir la sagrada Comunión?
La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y
renueva la vida de la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer
en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales
y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.
La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición
del cielo, nos fortalece en la peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la
vida eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la Iglesia del cielo, a
la Santísima Virgen y a todos los santos.
1. ¿Qué es la Eucarístía?
Jesús, antes de su Pasión y Muerte, al celebrar con los sus apóstoles la Pascua, les dijo:
"Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os
digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios" [...]
Y tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo que va a ser
entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío". De igual modo, después de cenar,
tomó el cáliz, diciendo: "Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser
derramada por vosotros". Son varios los relatos evangélicos que recogen esta verdad
central de nuestra fe: San Lucas 22,7-20; San Mateo 26,17-29; San Marcos 14,12-25; 1
y San Pablo en la epístola a los Corintios 11,23-26).
Cada vez que el sacerdote en la Santa Misa reza las palabras de la Consagración, se
realiza el milagro de la Eucaristía; lo que antes era pan y vino ahora, bajo esa
apariencia, está en Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Como enseña el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, "Jesucristo está
presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de
modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su alma y su
divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera
sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino" (n. 282).
Textos de san Josemaría para meditar
El Creador se ha desbordado en cariño por sus criaturas. Nuestro Señor Jesucristo, como
si aún no fueran suficientes todas las otras pruebas de su misericordia, instituye la
Eucaristía para que podamos tenerle siempre cerca y —en lo que nos es posible
entender— porque, movido por su Amor, quien no necesita nada, no quiere prescindir de
nosotros. Es Cristo que pasa, 84
Por amor y para enseñarnos a amar, vino Jesús a la tierra y se quedó entre nosotros en
la Eucaristía. Es Cristo que pasa, 151
2. ¿Cómo se produce esa transformación? ¿Cuándo sucede la
transubstanciación?
Mediante la transubstanciación, es decir por la conversión del pan y del vino en su
Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. San Ambrosio dice
respecto a esta conversión: «Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la
naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la
bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma
resulta cambiada.
La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura
todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente
en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la
fracción del pan no divide a Cristo (cf Concilio de Trento: DS 1641). Catecismo de la
Iglesia Católica, 1375-1377
Textos de san Josemaría para meditar
Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor. Jesucristo, perfecto Dios y perfecto
Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda El mismo. Irá al Padre, pero
permanecerá con los hombres. No nos legará un simple regalo que nos haga evocar su
memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como la fotografía que
pronto aparece desvaída, amarillenta y sin sentido para los que no fueron protagonistas
de aquel amoroso momento. Bajo las especies del pan y del vino está El, realmente
presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. Es Cristo que pasa, 83
3. ¿Cómo está presente Jesús en la Eucaristía?
Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía. En el Santísimo Sacramento de la
Eucaristía están contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre
junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo
entero. Esta presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las otras
presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella
Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente.
San Juan en su Evangelio recoge otras palabras de Jesús : "Yo soy el pan vivo, bajado
del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre El que come mi Carne y bebe mi
Sangre, tiene vida eterna permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51.54.56).
El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la
Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la
vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos. Catecismo de la Iglesia
Católica, 1374
Textos de san Josemaría para meditar
El amor de la Trinidad a los hombres hace que, de la presencia de Cristo en la Eucaristía,
nazcan para la Iglesia y para la humanidad todas las gracias. Este es el sacrificio que
profetizó Malaquías: desde la salida del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las
gentes; y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación
pura. Es el Sacrificio de Cristo, ofrecido al Padre con la cooperación del Espíritu Santo:
oblación de valor infinito, que eterniza en nosotros la Redención, que no podían alcanzar
los sacrificios de la Antigua Ley. Es Cristo que pasa, 86
Él se abaja a todo, admite todo, se expone a todo —a sacrilegios, a blasfemias, a la
frialdad de la indiferencia de tantos—, con tal de ofrecer, aunque sea a un hombre solo,
la posibilidad de descubrir los latidos de un Corazón que salta en su pecho
llagado. Homilía Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973
4. ¿Cómo se puede estar convencido de que Dios mismo está presente bajo las
especies del pan y el vino?
La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este
sacramento, "no se conoce por los sentidos, sino sólo por la fe, la cual se apoya en la
autoridad de Dios: Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente
en su Iglesia de esta singular manera.
Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su
presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación,
quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin",
como dice San Juan en el capítulo 13,1 de su Evangelio, hasta el don de su vida.
En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros
como quien nos amó y se entregó por nosotros, y se queda bajo los signos que expresan
y comunican este amor. Catecismo de la Iglesia Católica, 1380-1381
Textos de san Josemaría para meditar
“Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al
juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con
firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta
Palabra de verdad. En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde
también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió
aquel ladrón arrepentido. No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres
mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame. ¡Memorial de
la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva
y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí,
inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al
mundo entero. Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto
ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén”. Oración de
Santo Tomás recogida en el Catecimo de la Iglesia 1381
Es toda nuestra fe la que se pone en acto cuando creemos en Jesús, en su presencia real
bajo los accidentes del pan y del vino. Es Cristo que pasa, 153
Señor, yo creo firmemente. ¡Gracias por habernos concedido la fe! Creo en Ti, en esa
maravilla de amor que es tu Presencia Real bajo las especies eucarísticas, después de la
consagración, en el altar y en los Sagrarios donde estás reservado. Creo más que si te
escuchara con mis oídos, más que si te viera con mis ojos, más que si te tocara con mis
manos. San Josemaría, Carta 28-III-1973, n. 7. Recogido en la Carta del Prelado del
Opus Dei sobre el Año de la Eucaristía, 6-X-2004.
5. ¿Cómo se manifiesta la fe en Jesús sacramentado?
En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las
especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos
profundamente en señal de adoración al Señor.
Pero además La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se
debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de
su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas,
presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en
procesión en medio de la alegría del pueblo.
El sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la
Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por
la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó
conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies
eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno
de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de
la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento. Catecismo de la Iglesia Católica,
1378-1379
Textos de san Josemaría para meditar
Nuestro Dios ha decidido permanecer en el Sagrario para alimentarnos, para
fortalecernos, para divinizarnos, para dar eficacia a nuestra tarea y a nuestro
esfuerzo. Es Cristo que pasa, 151
¡Qué prisa tienen todos ahora para tratar a Dios! (...). Tú no tengas prisa. No hagas, en
lugar de una genuflexión piadosa, una contorsión del cuerpo, que es una burla (...). Haz
la genuflexión así, despacio, con piedad, bien hecha. Y mientras adoras a Jesús
sacramentado, dile en tu corazón: Adoro te devote, latens deitas. Te adoro, mi Dios
escondido.
San Josemaría, Apuntes tomados en una tertulia, octubre 1972. Recogido en la Carta del
Prelado del Opus Dei sobre el Año de la Eucaristía, 6-X-2004.
¿Cómo es posible que se desprecie ese milagro perpetuo de la presencia real de Cristo
en el Sagrario? Se ha quedado para que lo tratemos, para que lo adoremos, para que,
prenda de la gloria futura, nos decidamos a seguir sus huellas. El fin sobrenatural de la
Iglesia, 12
6. ¿Qué es la Visita al Santísimo Sacramento?
Ya que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar es preciso honrarlo con
culto de adoración. "La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un
signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor ". Catecismo de la Iglesia
Católica, 1418