Angulo de Declinación

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Angulo de declinación

El ángulo de declinación, denotado por δ, varía estacionalmente debido a la


inclinación de la Tierra sobre su eje de rotación y a la rotación de la Tierra
alrededor del sol. Si la Tierra no se inclinara sobre su eje de rotación, la
declinación siempre sería 0 °. Sin embargo, la Tierra está inclinada 23,45 ° y el
ángulo de declinación varía negativa o positivamente alrededor de esa cantidad.
Sólo en los equinoccios de primavera y otoño el ángulo de declinación es igual a 0
°. La rotación de la Tierra alrededor del Sol y el cambio en el ángulo de declinación
se muestra en la siguiente animación.

La declinación del sol es el ángulo entre el ecuador y una línea trazada desde el
centro de la Tierra al centro del sol. La variación estacional del ángulo de
declinación se muestra en la siguiente animación.

A pesar del hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol, es más sencillo pensar
que el sol gira alrededor de una Tierra estacionaria. Esto requiere una
transformación de coordenadas. Bajo este sistema de coordenadas alternativo, el
sol se mueve alrededor de la Tierra.
el ángulo de declinación se puede calcular con la ecuación

donde d es el día del año con el 1 de enero como d = 1

La declinación es cero en los equinoccios (22 de marzo y 22 de septiembre),


positivos durante el verano del hemisferio norte y negativo durante el invierno del
hemisferio norte. La declinación alcanza un máximo de 23,45 ° en 22 de junio
(solsticio de verano en el hemisferio norte) y un mínimo de -23,45 ° el 22 de
diciembre (solsticio de invierno en el hemisferio norte).

¿Cuál es la naturaleza de la luz?


La luz emitida por las fuentes luminosas es capaz de viajar a través de materia o
en ausencia de ella, aunque no todos los medios permiten que la luz se propague
Desde este punto de vista, las diferentes sustancias materiales se pueden
clasificar en opacas, traslúcidas y transparentes. Aunque la luz es incapaz de
traspasar las opacas, puede atravesar las otras. Las
sustancias transparentes tienen, además, la propiedad de que la luz sigue en su
interior trayectorias definidas. Éste es el caso del agua, el vidrio o el aire. En
cambio, en las traslúcidas la luz se dispersa, lo que da lugar a que a través de
ellas no se puedan ver las imágenes con nitidez. El papel vegetal o el cristal
esmerilado constituyen algunos ejemplos de objetos traslúcidos.
En un medio que además de ser transparente sea homogéneo, es decir, que
mantenga propiedades idénticas en cualquier punto del mismo, la luz se propaga
en línea recta. Esta característica, conocida desde la antigüedad, constituye una
ley fundamental de la óptica geométrica.
Dado que la luz se propaga en línea recta, para estudiar los fenómenos ópticos de
forma sencilla, se acude a algunas simplificaciones útiles. Así, las fuentes
luminosas se consideran puntuales, esto es, como si estuvieran concentradas en
un punto, del cual emergen rayos de luz o líneas rectas que representan las
direcciones de propagación. Un conjunto de rayos que parten de una misma
fuente se denomina haz. Cuando la fuente se encuentra muy alejada del punto de
observación, a efectos prácticos, los haces se consideran formados por rayos
paralelos. Si por el contrario la fuente está próxima la forma del haz es cónica.
La naturaleza de la luz ha sido objeto de la atención
de filósofos y científicos desde tiempos remotos. Ya en la antigua Grecia se
conocían y se manejaban fenómenos y características de la luz tales como la
reflexión, la refracción y el carácter rectilíneo de su propagación, entre otros. No
es de extrañar entonces que la pregunta: ¿qué es la luz?, se planteara como una
exigencia de un conocimiento más profundo. Los griegos primero y los árabes
después sostuvieron que la luz es una emanación del ojo que se proyecta sobre el
objeto, se refleja en él y produce la visión. El ojo sería, pues, el emisor y a la vez el
receptor de los rayos luminosos.

La refracción es la variación brusca de dirección que sufre la luz al cambiar de


medio. Este fenómeno se debe a que la luz se propaga a diferentes velocidades
según el medio por el que viaja. El cambio de dirección es mayor cuanto mayor es
el cambio de velocidad, ya que la luz recorre mayor distancia en su
desplazamiento por el medio en que va más rápido. La ley de Snell relaciona el
cambio de ángulo con el cambio de velocidad por medio de los índices de
refracción de los medios.
Como la refracción depende de la energía de la luz, cuando se hace pasar luz
blanca o policromática a través de un medio con caras no paralelas, como
un prisma, se produce la separación de la luz en sus diferentes componentes
(colores) según su energía, en un fenómeno denominado dispersión refractiva. Si
el medio tiene las caras paralelas, la luz se vuelve a recomponer al salir de él.
Ejemplos muy comunes de la refracción es la ruptura aparente que se ve en un
lápiz al introducirlo en agua o el arcoíris
Al incidir la luz en un cuerpo, la materia de la que está constituido retiene unos
instantes su energía y a continuación la reemite en todas las direcciones. Este
fenómeno es denominado reflexión. Sin embargo, en superficies ópticamente
lisas, debido a interferencias destructivas, la mayor parte de la radiación se pierde,
excepto la que se propaga con el mismo ángulo que incidió. Ejemplos simples de
este efecto son los espejos, los metales pulidos o el agua de un río (que tiene el
fondo oscuro).
La luz también se refleja por medio del fenómeno denominado reflexión interna
total, que se produce cuando un rayo de luz, intenta salir de un medio en que su
velocidad es más lenta a otro más rápido, con un determinado ángulo. Se produce
una refracción de tal modo que no es capaz de atravesar la superficie entre ambos
medios reflejándose completamente. Esta reflexión es la responsable de los
destellos en un diamante tallado.
En el vacío, la velocidad es la misma para todas las longitudes de onda del
espectro visible, pero cuando atraviesa sustancias materiales la velocidad se
reduce y varía para cada una de las distintas longitudes de onda del espectro, este
efecto se denomina dispersión. Gracias a este fenómeno podemos ver los colores
del arcoíris. El color azul del cielo se debe a la luz del sol dispersada por
la atmósfera. El color blanco de las nubes o el de la leche también se debe a la
dispersión de la luz por las gotitas de agua o por las partículas de grasa en
suspensión que contienen respectivamente.
El espectro electromagnético está constituido por todos los posibles niveles
de energía que la luz puede tener. Hablar de energía es equivalente a hablar
de longitud de onda; así, el espectro electromagnético abarca también todas las
longitudes de onda que la luz pueda tener, desde miles
de kilómetros hasta femtómetros. Ese es el motivo de que la mayor parte de las
representaciones esquemáticas del espectro suelan tener escala logarítmica.
El espectro electromagnético se divide en regiones espectrales, clasificadas según
los métodos necesarios para generar y detectar los diversos tipos de radiación.
Por eso estas regiones no tienen unos límites definidos y existen algunos
solapamientos entre ellas.
Espectro visible
De todo el espectro, la porción que el ser humano es capaz de ver es muy
pequeña en comparación con las otras regiones espectrales. Esta región,
denominada espectro visible, comprende longitudes de onda desde los 380 nm
hasta los 780 nm. El ojo humano percibe la luz de cada una de estas longitudes de
onda como un color diferente, por eso, en la descomposición de la luz blanca en
todas sus longitudes de onda, por prismas o por la lluvia en el arco iris, el ojo ve
todos los colores.

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