Paracelso - Reflexiones
Paracelso - Reflexiones
Paracelso - Reflexiones
En una planta hay más virtud y energía que en todos los gruesos libros
que se leen en las universidades, a los que no ha sido concedida larga
vida (De las cosas naturales, 1526)
Así pues, el que la Medicina y los médicos sean obra de Dios explica
porqué una y otros han sido creados del fuego y en el fuego. El médico
por otra parte existe no por sí mismo, sino por la medicina; razón por la
cual resulta necesario que se someta al examen de la naturaleza del
mundo y de todo cuanto ella contiene. En semejantes condiciones todo
cuanto aprenda de la naturaleza debe confiarlo a su sabiduría, sin
pretender al contrario interpretar la naturaleza desde las especulaciones
de su inteligencia (Opus Paramirum Libro I cap. 1)
Así podéis juzgar, según este principio, cómo en todas las enfermedades
hay una ciencia en el médico y otra en la naturaleza del Microcosmos.
Ello quiere decir que entre el hombre y las cosas externas hay siempre
un cierto acuerdo o similitud que hace que se convengan y ayuden entre
sí, y que sólo cuando el hombre ha percibido, admitido y conocido la
naturaleza de las cosas, puede llegar a poseer verdaderamente el
conocimiento de la anatomía. Pues siendo el Limbo la totalidad del
Mundo (Universus-Mundus) y estando el hombre formado en él, se
puede establecer que todo debe acordarse con lo que le es semejante.
(Opus Paramirum)
El poder del astro es siempre superior al poder del médico (Libro de las
Entidades)
Visible e invisible, mitad del cielo.
Antes que nada, el médico tiene que saber que debe entender al hombre
en esa otra mitad que concierne a la astronomicam philosophiam, y que
ha de transferir el hombre a ella y transferir los cielos al hombre. De otro
no podrá curar a los hombres, los cielos retienen dentro de su esfera la
mitad de todos los cuerpos y los males. ¿Quién puede ser un médico y no
conocer las enfermedades de otra mitad?... ¿Qué es un médico que no
sea experto en cosmografía? Es un tema en el que debiera estar
especialmente versado... puesto que todo conocimiento se origina en la
cosmografía, y sin él nada ocurre" (Liber Paragranum)
Cuando nos hallemos ante enfermedades cuyo origen no nos sea posible
conocer por medio del cuerpo visible, debemos encender la luz que nos
permita hablar, pues si no, las obras que esas enfermedades representan
nos exhortarán a callar, por más que esto nos parezca en todo caso un
tanto incomprensible. Si nos guiamos por esa luz podremos reconocer
que ésa otra mitad invisible del hombre existe realmente y que su cuerpo
no es sólo carne y sangre, sino una cosa demasiado brillante para
nuestros groseros ojos. En esa parte están pues las enfermedades
invisibles de todas las enfermedades (Opus Paramirum, Libro V,
prefacio, 309)
Por eso nos conviene buscar siempre la causa por la que cada obra ha
sido hecha tal cual es y por eso, si su razón visible no nos convence,
debemos buscar inmediatamente la invisible. Lo invisible puede así
hacerse visible igual que lo que no posee esa propiedad, siempre que esté
presente su propia luz y sepamos buscarlo bajo su resplandor. Esas
enfermedades están escondidas en las grandes iniciales (Versahlen) y
pueden subsistir en nosotros como enfermedades espirituales... En el
caso de las enfermedades, el espíritu es visible a su luz, por cuanto
constituye la mitad del hombre. (Opus Paramirum, Libro V, Prefacio)
Porque como por fuera, así por dentro; lo que no está fuera, tampoco está
dentro del hombre. Lo exterior y lo interior son UNA sola cosa, UNA
constelación, UNA influencia, UNA concordancia, UNA duración... UN
fruto. (Liber Paragranum)
Así como el cielo existe según sus atributos, por él y para él mismo, así
el hombre aparece en su interior constelado de astros. Y al igual que el
firmamento, que está en el cielo en su propio poder (pro se), libre de toda
dependencia, el firmamento del hombre está en él libre también de toda
obediencia, poderoso e independiente de las influencias de todas las
criaturas. De lo cual debéis concluir que hay en verdad dos clases de
seres: una, el cielo y la tierra (Macrocosmos) y otra, el hombre
(Microcosmos) (Libro de las Entidades)
Tan grande como la diferencia entre los dos cuerpos -el visible y el
invisible, el material y el etéreo- en forma y figura es la que distingue su
esencia entre sí... Son como un matrimonio, que es uno en la carne, pero
doble en esencia... Y como esto es así, en el hombre habita una
contradicción... A saber, que el astro en él tiene otra índole, otro ánimo,
otra intención que los elementos inferiores; y por otra parte estos
elementos tienen a su vez otra sabiduría y otra índole que el astro del
hombre. De ello se sigue que sean contrapuestos entre sí. Por ejemplo; el
cuerpo elemental, material, quiere exuberancia, concupiscencia; el astro,
en cambio, estudiar, aprender, practicar las artes, etc. De ahí surge una
contradicción en el hombre mismo. El cuerpo visible, material, quiere lo
uno, el invisible, etéreo, lo otro, y ninguno quiere lo mismo. Por eso cada
uno de estos cuerpos vive el impulso de superar lo que le ha sido dado, y
ninguno quiere mantenerse en el centro y actuar con medida. Ambos
quieren desbordar sus límites y el uno quiere desplazar al otro; así surge
la enemistad entre ellos. Porque todo lo que supera su medida trae la
perdición (Astronomia Magna)
La Luna emite una luz, pero a ella no se advierten los colores; pero en
cuanto se alza el Sol es posible distinguirlos a todos entre sí. Así pues, la
Naturaleza tiene una luz que brilla como el Sol; e igual que la luz del Sol
respecto a la de la Luna, así la luz de la Naturaleza brilla más allá de la
fuerza de los ojos. A su luz se hace visible lo invisible; por ello, tened
siempre presente que una luz eclipsa a la otra (Opus Paramirum)
Sabed que hay dos filósofos, los filósofos del cielo y los de la tierra. Y
del mismo modo cada esfera es sólo una cara del médico, y cada uno por
sí no es aún un médico completo. El que tiene el conocimiento de las
esferas inferiores es un filósofo, el que lo tiene de las superiores un
astrónomo. Pero ambos tienen un solo entendimiento y un solo arte, y
ambos participan del secreto de los cuatro elementos... Igual que en el
cielo hay un Saturno de naturaleza ígnea, hay uno en la Tierra de
naturaleza terrenal; e igual que hay un Sol en el agua, hay uno en el
cielo. Y cada uno está por cuadruplicado en el hombre. Incluso lo que
está en el más apartado rincón de la tierra arroja su sombra sobre el
hombre, que también está impregnado de lo que yace en las
profundidades del mar... ¿Cuál es la diferencia entre Sol, Luna,
Mercurio, Saturno y Júpiter en el cielo y en el hombre? Sólo en la figura
se fundamenta. Por eso no hay cuatro Arcana, sino sólo uno, pero en
cuádruple orientación, igual que una torre está orientada a los cuatro
vientos. Y del mismo modo que a la torre no le puede faltar una esquina,
tampoco puede un médico prescindir de una de esas partes. Porque una
parte no hace un médico entero, ni dos partes ni tres, sino las cuatro
partes. Como los Arcana constan de cuatro partes, su integridad precisa
también de los cuatro. (Liber Paragranum)
Debéis saber pues que el hombre ha sido colocado entre estas tres
substancias y un cuerpo intermediario que es el "cuerpo vivo", "entidad
viviente", "soplo vital" o "ánima", razón de ser de los médicos y de las
enfermedades, siendo primera materia todo lo que está antes de esta vida,
y última materia todo lo que está después (Opus Paramirum, Libro 1 cap.
3)
Por eso importa mucho constituir una Medicina tal que encierre en ella el
firmamento universal, tanto el de la esfera superior como el de la
inferior. Y por eso la Naturaleza, llamando en su ayuda al cielo, a la
tierra y a todas sus virtudes y potencias, puede resistir a la muerte con
tanta intensidad (Opus Paramirum)
Dios que está en el cielo, está a la vez en el hombre. ¿Dónde está el cielo
sino en el hombre? Lo cierto es que la mejor manera que podemos tener
de servirnos del cielo es tener el cielo en nosotros mismos. Gracias a ese
cielo que tan íntimamente nos conoce puede Dios saber directamente
nuestros deseos y llegar así más cerca de nuestros corazones, de nuestros
pensamientos y de nuestras palabras. Con ello impregnará nuestro cielo
con su cielo, haciéndolo según su semejanza, más espacioso, agraciado,
noble y excelente, ya que no hay duda de que Dios está en el cielo y por
ende en el hombre (Opus Paramirum, Libro IV, cap. 17)
El ser humano. Macrocosmos/microcosmos
Los sentidos no son corpóreos sino que son del espíritu así como las
estrellas son del espíritu. El hombre entonces atrae por el espíritu de su
astro, en quien ese espíritu es concebido y nace. Pues el espíritu del
hombre se nutre tanto como el cuerpo... El hombre está dividido en dos
partes; un cuerpo elemental, es decir, carne y sangre, por lo que ese
cuerpo debe nutrirse; y en espíritu, de donde está obligado a mantener su
espíritu del espíritu del astro. El hombre mismo es polvo y cenizas de la
tierra. Tal, entonces, es la condición del hombre, viendo que él mismo
está formado de ese modo (Astrología Magna)
De dos gemelos que son idénticos, ¿cuál lo ha tomado del otro, de modo
que pueda parecerse? Ninguno, ¿Por qué, entonces, nos llamamos
criaturas de Júpiter y de la Luna, cuando de hecho somos a ellos como
los gemelos el uno del otro? (Liber Paragranum)
Porque hay que saber que el hombre posee dos clases de vida: la vida
"animal" y la "sideral"... Así también el hombre tiene un cuerpo "animal"
y otro "sideral"; y ambos forman una unidad y no están separados. Ello
ocurre de este modo: el "cuerpo animal", el cuerpo de carne y sangre,
está siempre muerto por sí mismo. Sólo el "cuerpo sideral" hace que a
ese cuerpo llegue el movimiento de la vida. El "cuerpo sideral" es fuego
y aire; pero también está unido al cuerpo animal del hombre. Así que el
hombre mortal consiste en agua, tierra, fuego y aire (Volumen Primum
de la Philosophia Magna)
Porque como por fuera, así por dentro; lo que no está fuera, tampoco está
dentro del hombre. Lo exterior y lo interior son UNA sola cosa, UNA
constelación, UNA influencia, UNA concordancia, UNA duración... UN
fruto. (Liber Paragranum)
Por más que nuestros ojos vean físicamente, estamos ciegos en realidad
ante la luz de la Naturaleza... Bajo esta luz de la Naturaleza expondré
ahora, pues, lo que hay en las cosas de invisible y que es tan admirable
por cierto como lo visible. En verdad os digo que la luz de la Naturaleza
hace visibles muchas cosas que espontáneamente no lo son... La
percepción del Macrocosmos nos conducirá a la Filosofía del Gran
Mundo (Opus Paramirum, Libro V, Prefacio)
¿Qué ha recibido el hombre de su padre y su madre de lo que pueda
vanagloriarse? En su esencia y sus propiedades, no es sino lo que ellos
fueron, nada más que un estómago hambriento y una burda y mísera
sinrazón, nada más que una imagen desnuda, expuesta a la Muerte. ¿Qué
va hacer de sí el hombre, o qué hacer consigo mismo, cuando no es más
que un cuerpo desnudo? Sólo posee en realidad lo que le fue dado aparte
de éste, nada más. Sólo lo que Dios depositó en él y lo que está
contenido en ese don es lo que sabe y lo que es. (Un opúsculo De
Generatione Hominis, 1520)
Pues el alma (Gemüt) del hombre es algo tan grande que nadie puede
expresarlo. Y así como Dios mismo, y la materia prima y el cielo son los
tres eternos e inmutables, así también lo es el alma humana. Por esa
razón, el hombre encuentra la felicidad a través de y con su alma. Y si
conociéramos adecuadamente nuestras almas, nada nos sería imposible
sobre esta tierra (Liber de imaginibus 12)
El cuerpo es la casa del alma, pero el alma es la cassa de los buenos y los
alos espíritus que habitan en el hombre. (Astronomia Magna)
Quien nada sabe nada ama. Quien nada sabe nada entiende... Pero quien
entiende, quien ama, quien nota, quien vie... Cuanto más conocimiento
haya en una cosa, tanto mayor el amor... Todo estriba en el
conocimiento. De él viene todo fruto... Cada cual cree en aquello que
conoce
Sabe que en el astro hay muchas esencias, esto es, no un astro, sino
muchos. También sabe que existe una estrella que es superior a todo el
resto. Esta es la estrella Apocalíptica. La segunda estrella es aquella del
ascendente. La tercera es la de los elementos, y de estas hay cuatro; así
se establecen seis estrellas. Además de éstas hay aún otra estrella, la
imaginación, que gesta una nueva estrella y un nuevo cielo (Astronomía
Magna)
En el "astro" están ocultas todas las capacidades, todas las artes, todos
los oficios y también toda sabiduría, toda razón y también la locura y lo
que a ella pertenece; porque no hay nada en el hombre que no afluya a él
desde la luz de la Naturaleza; pero lo que está en la luz de la Naturaleza
está sometido a la acción del astro. El astro es para nosotros la escuela de
la que hay que aprenderlo todo. (Volumen Primum de la Philosophia
Magna)
El hombre tiene un cuerpo astral o sideral, que está asociado con el astro
exterior, y los dos "fabulan" (fabulieren) el uno con el otro, de modo que
el cuerpo sideral se despreocupa de los elementos. Como en el sueño, el
cuerpo elemental se calma, así está el cuerpo sideral en su operación: así
entonces vienen los sueños, como maneja el astro, así se encuentran
(Erklärun der Gantzen Astronomey, vol. X: so der Mensch ein
Synderischn Leib in ihm hatt, der vereignigt ist mir dem ausserlichen
Gestirn, un die zwey Fabulieren mit einander, so der Syderich Leib
unbekümmert ist von elementischen. Als im Shcalaff so der Elementische
Leib ruhet, so ist der Syderische Leib in seiner Operation: als dann
kommen die Traum, wie das Gestirn operieret, also begegnets)
Todos nuestros sufrimientos, todos nuestros vicios no son nada más que
imaginación... Y esta imaginación es tal que penetra y asciende en el
cielo superior, y pasa de astro en astro. Vence y modera a este mismo
cielo... Lo que en nosotros haya de inmoderado e inhumano, es una
naturaleza imaginativa, que puede imprimirse en el cielo y, hecho esto,
el cielo tiene el poder de devolver por otra parte esa impresión (De Peste,
Additamente in Lib. 1., Prol.)
También es necesario saber cómo opera la Fe en la Naturaleza. La Fe da
imaginationem , la imaginatio da un Sydus (astro), el Sydus da Effectum.
Luego la Fe en Dios da imaginationem en Dios ("Nun ist aauch sochs zu
wissen, wie der Glauben in die Natur handel un wirket, un das also. Der
Glauben gibt imaginationem, die imaginatio gibt ein Sydus; das Sydus
gibt Effectum. Also Glauben in Gott gibt imaginationem in Gott"
Erklärung der gantzer Astronomey)
Sal, azufre y mercurio. Alquimia. Ojos de fuego.
¿Quién entre los profanos será capaz de ver aceite en la madera o agua
en la piedra? Nadie sin duda. Nadie, excepto el médico, el cual buscará a
la inversa, la madera en el aceite y la piedra en el agua. Lo que
constituye la adopción de la más sutil filosofía (Philosophia Sagax).
(Opus Paramirum, Libro III)
Los ojos no deben sólo ver, sino también sentir y las cosas deben
instituirse según la naturaleza de la anatomía, es decir, deducidas del
fundamento verdadero y natural, resueltas (consequi) las unas de las
otras según sus propias bases, y no guiadas solamente por nuestra
opinión o juicio. De este modo alcanzaremos a ver y percibir lo invisible
como lo visible (Opus Paramirum, Libro IV)
La razón por la cual ninguna nueva vida puede perdurar está justamente
en su fragilidad, lo cual es a la vez el motivo y fundamento de la muerte.
Todo el fundamento de esto está por consiguiente en que el hombre
considere que sólo cuando se exponga y separe el cuerpo medio, han de
manifestarse las cosas primeras. Sólo aquel que las reconozca para la
vida nueva (ex nova vita) conocerá verdaderamente el objeto de esta
vida.
Sobre esto existen dos partes (subjecta): una constituída por el enfermo,
a solas, con su vida media vegetativa y cuya nueva vida, o sea la salud,
se le ha escapado transitoriamente; y otra, en la que está la Medicina, que
trata de proteger la vida media a través de la nueva vida. Por eso los
Arcanos están en la vida nueva y no en la primera ni en la media. (Opus
Paramirum, Libro I, cap. 6)
Las enfermedades extrañas requerirán así que el médico las estudio con
métodos extraños, aplicándoles las concordancias que correspondan,
preparando y separando las cosas visibles y reproduciendo sus cuerpos a
su última materia con ayuda del arte espagírico o de la Alquimia... El
médico, en efecto, sólo debe serlo de las enfermedades que conozca,
pero no de las que ignore. Por eso no debe preocuparse como no nos
preocupamos nosotros, de ser influidos por los árabes, bárbaros o
caldeos. Y no creer en nada de los otros que no haya sufrido la prueba
del fuego, pues eso no es verdadera Medicina, ya que como hemos dicho
repetidamente, el fuego crea al médico. Aprended pues la Alquimia,
también llamada Espagiria, y ella os enseñará a discernir lo falso de lo
verdadero. Con ella poseeréis la luz de la Naturaleza y con ella por tanto
podréis probar todas las cosas claramente, discurriéndolas de acuerdo a
la lógica y no por la fantasía. (Opus Paramirum, Libro I, cap. 3)
Así pues es preciso que abramos bien los ojos en este arte a fin de que
distingamos las cosas no sólo médicamente sino con la verdadera mirada
del fuego y no con la sencilla contemplación de los rústicos y los
profanos. Este ha de ser el fundamento desde el que acometeremos el
estudio del tratamiento médico, a la vez que el motivo que nos haga
separarnos definitivamente de las complexiones y de los cuatro
humores... La verdad es que toda enfermedad tiene que ser caliente o
fría. ¿Cuál podría carecer de estos "colores"? Diremos que ninguna; y sin
embargo ésos no son más que signos y no enfermedades propiamente
dichas. De modo que aquel que tome los signos por la materia se
engañará fatalmente (Opus Paramirum, Libro I, cap. IV)
Nota
Estos fragmentos han sido tomados de distintas obras de Paracelso, así
como de citas hechas por estudiosos en sus obras sobre Paracelso,
como Cassirer, Koyré, Jung, etc.
Bibliografía