La Inteligencia Espiritual
La Inteligencia Espiritual
La Inteligencia Espiritual
ellos.
(Mateo 3:16-17)
En una sociedad llena de información y de múltilpes distracciones, siempre será difícil
mantener la conexión espiritual, la cual nos mantiene concentrados y avanzando. Todos
queremos ver que se “abran los cielos” sobre nuestras vidas, para así poder alcanzar lo
que anhelamos, pero esto solo es posible cuando en el caminar diario hacemos lo que es
conveniente y agradable a los ojos de nuestro Padre, de lo contrario solo nos limitamos a
imitar lo que hacen los demás sin tener claridad de lo que realmente nos satisface
plenamente.
● Elegir lo conveniente (1 Cor. 6:12): todos los días somos presionados para
decidir aquello que agrada a la mayoría: Ser diferente y mantenerse concentrado
en lo correcto requiere un gran esfuerzo y mucha dedicación para no perderse
en el camino; lo que realmente nos conviene nos mantiene enfocados, fuertes y
siempre mejorando.
● La máxima prioridad (Luc. 12:29-31): Hemos crecido en una sociedad que valora en
extremo lo material como la meta de toda la existencia, pero la verdad es que los logros
materiales deben ser el resultado de lo que pasa en el espíritu; por eso es necesario
primero crecer en esta área para poder obtener los resultados que tanto anhelamos.
● Integrando los principios (2 Pedro 1:8): una persona que madura desarrolla una serie
de rutinas espirituales que lo fortalecen diariamente; quien no desarrolla hábitos
edificantes, lamentablemente termina desarrollando vicios.
Quien deja de entrenar se debilita, por lo que es necesario mantener una rutina de
ejercicios continua que nos lleve a seguir mejorando cada día. Quien se ejercita para
desarrollar toda su inteligencia espiritual, se esfuerza para rendir continuamente su vida a
Dios, ya que de otra forma no es posible alcanzar la meta, y como cualquier disciplina, se
debe tener un plan que conduzca al objetivo.
● Vencerse a sí mismo (Fil. 3:12): las victorias más grandes que todos podemos obtener
siempre serán con nosotros mismos, ya que ser capaces de doblegarnos, someternos o
impulsarnos depende única y exclusivamente de nosotros, sin importar el entorno o las
circunstancias.
La vida espiritual es más que una serie de actividades que se realizan de manera
repetitiva, es más bien la capacidad de integrar principios espirituales, con el fin de
desarrollar un proyecto de vida en donde se use todo el potencial. Quien se ejercita para
desarrollar su inteligencia espiritual, puede tener la certeza de que al agradar al Padre
podrá ver literalmente los cielos abiertos sobre sí.
En oración, llevar a los asistentes a presentar la píldora roja delante de Dios, la cual
representa su decisión de vivir la vida espiritual de manera inteligente, conociendo realmente
a Dios, y estableciendo disciplinas espirituales. En algún momento, les pedimos que tomen la
píldora azul, que representa la vida espiritual insípida, sin sentido, la que se vive por inercia, y
arrugarla, como símbolo de que renunciamos a ella totalmente.
Dividir el grupo en 5, y asignarles un día de la semana, para que envíen por el grupo de
whatsapp una enseñanza de la biblia, que hayan aprendido.
Iniciaremos la actividad con la técnica del buzón, el cual puede representarse con un cofre
de madera, una caja organizadora, o una caja de cartón forrada elegantemente. Al ingreso
le entregaremos a cada uno de los asistentes 2 trozos de papel de diferente color (blanco y
azul, por ejemplo). Les pedimos que en un papel (blanco) anoten la bebida que más usan
para calmar la sed e hidratarse, y en el otro (azul) escriban el nombre de la bebida que
menos recomiendan para el mismo efecto.
Todos los papeles se colocan en el buzón, luego se abre y se separan los colores, y se leen
las respuestas (o algunas de ellas, si el grupo es muy grande).
Proyectar el siguiente video, hasta el segundo 50, evitando que salga la invitación del final.
Se recomienda cortarlo previamente.
https://www.youtube.com/watch?v=LAZa64YL0Oo
Al final proyectamos el siguiente versículo, y se debate en la relación que tiene con el video.
“Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”
Juan 4:13-14
Del mismo modo, a nivel espiritual necesitamos experimentar que el agua viva
nos sacia permanentemente, y esto es posible cuando estamos llenos del Espíritu
Santo, porque ahí es cuando corren esos ríos de agua viva que hacen que no
tengamos más sed.
El Espíritu Santo es el agua que calma toda sed: Las personas vivimos
acostumbradas a tratar de saciar la sed que hay en el alma con una cantidad de
recomendaciones y “recetas” que tratan de aliviar el vacío del corazón, ignorando
que mientras más nos tardemos en ir a la fuente verdadera, slo aumentará la sed.
Debemos buscar a Dios, anhelando su llenura: (Como el ciervo brama por las
corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo. Salmo 42:1-2)
Cuando bebo cada día del Espíritu Santo, experimento al Señor en mi vida y la
alegría de saber que la presencia de Dios está conmigo.
Cristo es el agua viva que necesita todo ser humano para no tener sed jamás.
Cuando no vivo la experiencia de la llenura del Espíritu de Cristo en mi vida, termino
experimentada sequedad, la cual tendrá consecuencias fatales para mi vida. Es
necesario que tomemos la decisión de vivir pegados a la fuente de agua,
conociendo cada vez más y más al único que puede hacer que independiente de
nuestra sequedad, calmemos nuestra sed, y podamos reverdecer (Job 14:7-9)
Proponerles que estudien Juan 4:1-29. La siguiente semana pueden dar el tema en células
País, y ahí aprovechar para hablar de las enseñanzas.
Se sugiere que alguien recuerde por el grupo de whatsapp el día antes de la reunión.
Hablar con los asistentes sobre Juan 4, el pasaje que se propuso al finalizar el tema de la
semana anterior. Sacar enseñanzas y enlazarlo con el tema de esta semana, mostrando que
recibir a Cristo, y beber de su agua, es el comienzo de una vida llena de poder.
Presente el siguiente video, y pídales que comenten en parejas lo que opinan al respecto.
https://www.youtube.com/watch?v=s-QqB-z1F8Y
Termine el ejercicio haciendo una conclusión con las opiniones expresadas por los
participantes.
El problema de muchos hijos de Dios es que piensan que conocen la ruta que
conduce a los afluentes de agua, porque creen que lo que sacia su sed es poder
satisfacer sus más grandes deseos, y por qué no decir, sus más grandes pasiones.
Ciertamente, es posible que en esos lugares encuentre algún tipo de agua, pero no
será aguan provechosa, y pronto volverá a tener la misma sed, la sed que solo
puede saciar el autor de la vida.
Hay desiertos que Dios permite para formar el carácter de Cristo, pues de otra forma
no se lograría (Oseas 2:14); por medio de su Espíritu Dios transforma estos
desiertos en tierra fértil y en humedales, es decir, es cambiado por la primavera del
Espíritu de Dios.
Independientemente de las circunstancias por las que atraviese un hijo de Dios, El
promete darle de beber. “…porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad,
para que beba mi pueblo, mi escogido” (Isaías 43:20b).
La pregunta que nos surge aquí, es: ¿el desierto puede secar a un hijo de Dios?
¿Las circunstancias, las adversidades y el entorno lo pueden secar? En sana lógica
la respuesta es sí, porque el hombre es un ser social y el entorno lo afecta positiva
o negativamente; pero el profeta Isaías nos dice que, en el plano sobrenatural de
Dios, ninguna situación nos seca. Dios nunca nos prometió que no íbamos a
atravesar desiertos, lo que sí nos prometió es que cuando los atravesáramos nos
daría ríos de agua viva.
Hay desiertos que son fatigantes, que causan sufrimiento y dolor, que son muy
arduos, golpean muy fuerte. Por ejemplo, está el desierto de la enfermedad, el cual
doblega al más erguido de todos. También está el desierto de la escasés, el de la
soledad, de la crisis familiar, de la falta de comunicación con un hijo, de una adicción
o una atadura, etc. Cualquiera que sea este desierto, Él nos da a beber agua viva;
luego lo que nos seca no es el desierto sino el hecho de no beber el agua que nos
quita la sed.
Es en el desierto, precisamente, donde más tenemos que beber del Agua que viene
de Dios, que es su Santo Espíritu. “y todos bebieron la misma bebida espiritual;
porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Corintios
10:4). Si el hijo de Dios deja de beber en el desierto, se llena de amargura, y su
corazón se levanta contra Dios, lleno de reproche y enojo. Si no estamos bebiendo
del Espíritu, comenzamos a beber la hiel, el vinagre y la simpleza que el mundo nos
ofrece. En cambio, si a lo largo del desierto bebemos, cuando este queda atrás,
saldremos más fortalecidos en nuestra fe.
No hay justificación para estar en un desierto espiritual, el Espíritu Santo acaba con
la sequedad de nuestra vida, acaba con la dureza de corazón, y con la amargura.
Pida a los participantes que piensen en un desierto que hayan vivido o estén viviendo en este
momento y escriban cuáles han sido los aciertos y cuáles los desaciertos que han tenido
durante esta etapa.
Luego, en la parte final deberán escribir qué acciones deben tomar para corregir esos
desaciertos, y poder crecer integralmente.
https://www.youtube.com/watch?v=-b9W7xXZtYg
Entregar a cada asistente un sobre con 7 trozos de papel, y pedirle que durante la semana
escriba cada día un versículo con el que sienta que Dios sacia su sed. Traerlo en la próxima
reunión para obsequiarlo a alguno de los compañeros de célula.
Se sugiere recordar el día antes por el grupo del whatsapp, que deben llevar el sobre con
las promesas.
Se propone que la reunión se maneje después de la alabanza, por células País,
donde cada líder esté a cargo del desarrollo del tema.
Antes de reunirse por células le pedimos a cada uno que saque el nombre de un asistente,
y le entregue el sobre como regalo. Es el fruto de su perseverancia esa semana en la
búsqueda de Dios.
(Debemos tener sobres adicionales con promesas para entregar a los asistentes que van por
primera vez, y otros con papelitos, para quienes olviden sus sobres).
Pedir a los integrantes de las células que digan qué milagro de los que hizo Jesús le
llama más la atención.
Después del debate, el líder aclara que lo hizo porque tenía al Espíritu Santo (Mateo 3:16).
No hizo ningún milagro antes de ese momento.
Al igual que el Señor Jesucristo, hoy nosotros tenemos al Espíritu Santo, y esto
nos otorga un poder maravilloso para vivir una vida a plenitud (Hechos 1:8). Tener
una vida de poder es posible para quien decide someterse a Dios haciendo su
voluntad, lo cual implica entregar el control total al Señor, y dejar que nos use de
la manera en que él quiera.
La pregunta para un hijo de Dios, no es, ¿ya recibió al Espíritu Santo?, sino, ¿está
lleno de Él? Hay que distinguir dos términos: recibir y llenar. Cuando recibimos a
Cristo recibimos también al Espíritu de Dios. Lo que debemos preguntarnos ahora
es si estamos o no llenos de Él. Al Espíritu lo recibimos una vez y para siempre,
pero la llenura de Él debe ser diaria.
Ahora bien, alguien podría decir que ya pidió la llenura la semana pasada o la pidió
ayer ¿Para qué pedirla nuevamente si se supone que está rebosando? La respuesta
es sencilla, todos los días debo apropiarme de esa llenura, para poder vivir la
plenitud que ella me da.
Esta vida de unción y poder la vimos en el ministerio terrenal del Señor Jesús.
Cuando la mujer del flujo de sangre tocó su manto, el Señor le contestó: “Alguien
me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mi” (Lucas 8:46) Es
evidente entonces que cuando un hijo de Dios ejercita la vida en el Espíritu, poder
sale de él, pero eso solo será posible si permanecemos en el Padre, tal como lo
hacía Jesús (Marcos 1:35).
Desafortunadamente, la mayoría de los hijos de Dios ignoran que el Espíritu les fue
dado, y los que lo saben, no son conscientes del tesoro que representa, y lo
menosprecian y subestiman el poder que otorga; aunque no podemos olvidar que,
por supuesto, es un poder que se manifiesta cuando actuamos conforme a su
voluntad.
Los fariseos oraban más que los discípulos de Jesús, pero la vida en el Espíritu no
se trata de orar y orar por muchas horas, sino de rogar por la llenura del Espíritu,
bebiendo cada mañana el agua fresca que calma toda sed. De esta manera,
descubriremos que el Espíritu Santo no es tedioso ni una experiencia repetitiva.
Cuando no tenemos su plenitud, comenzamos a enfriarnos y a secarnos
espiritualmente, y ahí es donde viene el reproche de Dios: “...Y has trabajado
arduamente por amor a mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que
has dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2:3-4)
Nuestra mayor necesidad como hijos de Dios es que el Espíritu Santo se derrame
sobre nuestra vida y nos renueve, de tal manera que ya no lo podamos contener y
poder salga de nosotros.
Entregar a cada discípulo la siguiente imagen en media hoja de block, pedirle que
la completen en relación a lo hoy aprendieron.
Pedirles que memoricen y mediten Hechos 1:8.