Transexualidad Psicoanalisis y Genero
Transexualidad Psicoanalisis y Genero
Transexualidad Psicoanalisis y Genero
Pero ¿Por qué existe tanta controversia hacia los individuos transexuales? ¿En
qué concepción se les puede tener para que suceda esta discriminación? ¿será
posible que la transfobia se sostente en diagnósticos psiquiátricos que pueden
quebrar la voluntad de las personas a quienes le son impuestos?
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Estudiante de Octavo Semestre en la Facultad de Psicología UANL.
Además la comunidad médica y psicológica durante mucho tiempo mantuvo las
“Categorías medicas patologizantes como “transexualismo” o “travestismo” [que]
operan como productoras y reguladoras de la “verdad” de género” (Soley-Beltran,
2014), con esta cosmovisión la transexualidad fue observada como una patología
basada en un supuesto sufrimiento por la discordancia de los individuos
transexuales entre su sexo de asignación y su identidad de género o identidad
sexual. Es por eso que Soley-Beltran atribuye lo siguiente “El impulso que movió
un sector de la clase médica a acuñar la distinción sexo/género como parte de los
protocolos de tratamiento y etiología de la denominada disforia de género fue
considerada por este mismo sector como una acción inspirada por una ética
humanista pues su fin era aliviar el sufrimiento de los pacientes que declaraban
sentir un doloroso desacuerdo entre su identidad -masculina o femenina- y su
morfología física”(Soley-Beltran, ibídem)
Judith Butler define el género por otro lado como “El resultado de un proceso
mediante el cual las personas recibimos significados culturales, pero también los
innovamos” (Butler, 1999) y Lamas (2002) destaca que Butler en “El género en
Disputa” hace más que escribir un texto fundador de la teoría Queer o de la teoría
feminista sino también se pregunta en qué medida la en que se puede elegir el
género, además de soltar la provocadora idea de que el género es un proyecto
para renovar la historia cultural en nuestros propios términos corpóreos.
Sin embargo para que los y las transexuales puedan acceder a la operación de
reasignación de sexo, deben pasar por la comunidad médica-psiquiátrica o
psicológica y ser sometidos al diagnostico de trastorno de identidad de género
recibiendo de antemano no solo la psicoterapia anterior y posterior a la cirugía,
sino también una etiqueta diagnostica. (Rubio, 2008)
Referente a esto Butler menciona “Si la condición debe ser establecida por
profesionales psicológicos o médicos para ser necesaria, es decir si se estipula no
someterse a la transición de sexo produce angustia, falta de adaptación y otras
formas de sufrimiento, entonces podría deducirse que escoger la transición se
concibe cono una elección que aprueban y ratifican los profesionales médicos que
procuran el bienestar de la persona. El “diagnostico” puede funcionar de diversas
formas pero una de las formas en las que puede y de hecho funciona
especialmente entre aquellos que son transfóbicos, es como instrumento de
patologización. Recibir el diagnostico de Gender Identity Disorder (GID) o
Trastorno de Identidad de Género, es considerado malo, enfermo, descompuesto,
anormal y sufrir cierta estigmatización como consecuencia del diagnostico” (Butler,
ibídem).
¿Qué implica realmente la etiqueta diagnostica? Butler refiere que los y las
transexuales son afectados por fuerzas que no entienden del todo, como la
perspectiva de que ciertas normas de género no han sido encarnadas
apropiadamente, que han tomado el lugar del error y el fracaso, estas son
presunciones sobre lo que debe ser una vida normal. Asimismo el diagnostico de
trastorno de identidad de género apoya las normas de género que se consideran
normales y tiende a patologizar cualquier intento de producir el género de formas
que no se conforman con las normas actuales, o lo que es la fantasía de las
normas actuales. Es importante recalcar que mayoritariamente es un diagnostico
pronunciado en contra de la voluntad de los y las transexuales, además que
efectivamente en algunos casos ha quebrado la voluntad de mucha gente,
llegando hasta el suicidio. (Butler, 2006).
Quizás una pregunta más importante es ¿Qué pueden decirnos los individuos de
la comunidad transexual sobre lo que implica ser transexuales en sus propias
opiniones? Tal vez no cuenten con el léxico y conocimiento académico para
argumentar su sentir intelectualizándolo pero su sincera opinión podría ser justo lo
que la comunidad médica-psicológica y la perspectiva de género necesitan.
Sin embargo conviene aclarar que las proposiciones o conclusiones a las que se
llegan dependen del autor y la óptica desde la cual interprete la teoría
psicoanalítica, como por ejemplo, la antropóloga y activista feminista Marta Lamas
toma fragmentos de la teoría psicoanalítica desde una perspectiva freudiana (con
terminología mas lacaniana) para complementar las nociones culturales,
identificadoras y constructivas de la dicotomía feminidad-masculinidad y el género.
Es así, como con otro ejemplo podemos esclarecer que autores, como Eugenia
Vega en su artículo “Aspectos psicoanalíticos sobre el transexualismo” propone
función, motivación psicosexual y metas sexual del “transexualismo”, travestismo”
y “homosexualidad” (Vega,2013) , que aunque están basadas su elucidaciones en
la experiencia clínica de otros los autores Doctor Charles Socarides y el Doctor
VamikVolkan, rayan en la perspectiva de “verdad” de género que dictaba la
comunidad médica antes de las contribuciones feministas al termino género.
En este mismo artículo la autora menciona que los autores le esclarecieron dudas
como “… ¿es [el ‘transexualismo’] trastorno, perversión, psicosis?, ¿en qué etapa
se gesta este trastorno?, ¿qué pasa antes y después de la operación?, ¿qué
líneas habría que tener en cuenta para trabajar con un paciente así?” (Vega,
ibídem), como se observa la preocupación sobre la etiología de la transexualidad
es meramente diagnostica, por lo que la óptica que expone en su artículo roza en
una heteronormatividad que podría o no rayar en estereotipos, prejuicio y
“verdades” de género sustentadas en los mismos.
Por otro lado también acepta que “Freud no inventó una terminología particular
para diferenciar los dos dominios principales de la sexualidad: por un lado, la
determinación anatómica, y por el otro, la representación social o subjetiva. Pero
con su nueva concepción demostró que la sexualidad era tanto una
representación o una construcción mental como el lugar de una diferencia
anatómica. En consecuencia, su doctrina transformó totalmente la mirada que la
sociedad occidental posaba sobre la sexualidad y sobre la historia de la
sexualidad en general. La diferencia de los sexos, en el sentido biológico o
anatómico, no decide entonces necesariamente la reivindicación de una identidad
sexual conforme al sexo anatómico o biológico, ni da cuenta de las modalidades
inconscientes según las cuales cada uno, hombre o mujer, negocia la cuestión de
la diferencia de los sexos y su posición subjetiva como ser sexuado, y por lo tanto
su relación con un otro sexuado. Estas son cuestiones que Lacan retorna, sobre
todo con el concepto de sexuación”. (Ramírez, 2010).
Al reconocer el retorno o retomo de Lacan sobre la sexuación, también Ramírez
reconoce sin darse cuenta que Freud nunca observo de primera mano las
problemáticas de la transexualidad ni les dispuso diagnostico y aunque esto no
ceja la intención de los autores pos freudianos de patologizar esta identidad de
género, abre la puerta a cuestionarse mas allá de esta cosmovisión
heteronormativa que propone “verdades” de género como la comunidad médica lo
hizo y hace actualmente.
Posteriormente Fridman además propone que “El ideal del yo será vivenciado
como algo externo normativo que se tendría que satisfacer. El no cumplimiento
con estos valores produciría efectos para el psiquismo, en muchos casos ligados a
sentimientos de fracaso, culpa o miedo”(Fridman, ibídem), siendo que en una
lógica del desarrollo psicosexual este ideal del yo, será inalcanzable, aunque por
otro lado muestra las concepciones teorías que comparten las perspectivas
normativas-pedagógicas del psicoanálisis norteamericano y el psicoanálisis de
orientación lacaniana.
Al igual que Vega (2013), Fridman utiliza el trabajo de otros autores con
transexuales, para las bases de su trabajo, por lo cual hace una distinción teórica
entre la cuestión del ideal del yo que menciono antes y las propuestas que retoma
exponiendo que “En otra línea de análisis, Stoller y Herdt , a través del análisis de
los síndromes hemafrodíticos y del estudio de la transexualidad, han llegado a la
conclusión de que para los pequeños varoncitos el proceso de construcción de
identidad genérica se transmite como un costoso pasaje desde una identificación
primigenia con la madre, seguida de la desidentificación de esta figura tan
poderosa, culminando con la identificación con el padre” (Fridman,2000) , por
supuesto hablado de una identificación masculina heteronormativa sentada como
la media.
Al plantear una identificación primigenia con la madre, podría surgir la pregunta
¿Por qué la transexualidad tendría que ser vista diagnósticamente como
“perversión” o “psicosis” en vez de otra forma de identificación sexual?, cuestión
que aunque no es planteada directamente por Fridman en su artículo, es retomada
en sus bases al citar a Freud, quien describe el pasaje identificatorio de Arpad en
su libro Tótem y Tabú, “El pequeño Arpad se cuidó por sí mismo de no dejar la
menor duda sobre el sentido de su singular actitud. En ocasiones sabia traducir el
deseo del lenguaje totémico al vulgar. ‘Mi padre es gallo-dijo un día. Ahora soy
pequeño y soy pollito; pero cuando sea mayor seré una gallina, y cuando sea más
mayor seré un gallo” Freud (1912)
Sin embargo Fridman formula una crítica teórica y social, retomando fragmentos
de su proposición sobre el desarrollo psicosexual al afirmar que “Si los padres
estuvieran mucho más disponibles para el proceso de identificación, si los deseos
amorosos con respecto al padre no tuviesen que quedar sepultados para ser
‘hombres’, si las vivencias de afectividad no quedasen solamente del lado de la
pasividad, y si la misma fuera narcisizada por la cultura, bien podríamos tener
varones más seguros de su masculinidad (lo que quiera que esto implique
culturalmente) y con menos horror a quedar presos del amor de otro hombre”
(Fridman, 2000).
“Me salí de casa de mis padres a los ocho años de edad, huyendo de otra golpiza
de mi padre que decía que me iba a matar por joto. Empecé a trabajar a esa edad
vendiendo periódicos y limpiando parabrisas. A los 13 años trabajaba de
lavaplatos pero me despidieron, me dijeron: “eres demasiado joto, rúmbale a la
verga” y en todos los sitios en que intenté trabajar después, fue lo mismo. A esa
edad comencé a hacer trabajo sexual. Me di cuenta que para mí no hay
oportunidades laborales más que de costurera, peluquera, hechicera, y
trabajadora sexual. Costurera no se me da, así que aprendí a cortar el pelo para
sobrevivir y combinarlo con el trabajo sexual. El corte de cabello es el plus que
ofrezco a los clientes, pues hay mucha competencia.” Responde Sandra cuando
se le pregunta como ha sido su vida en Monterrey y describe parte de la
discriminación hacia lo que no es considerado normativo del género, Butler (1999),
quizás con las violencia y estigmatización que describe Rubio (2008).
De esta manera Sandra al ser marginada por una sociedad que mantiene
“verdades” de género estigmatizantes y heteronormativas, Soley-Beltran (2014),
además que busca mantener un ideal de belleza que se sostiene en otro ideal de
desprecio hacia su elección de ser Transexual.
Por otro lado describe otro trabajo que es también una labor social “Trabajo
también voluntariamente en una asociación civil, salgo a repartir condones entre
compañeras que se dedican a lo mismo que yo y aprovecho para darles
información, sobre todo del trato con los clientes, las posiciones que no se deben
practicar por seguridad, para no exponernos más”
Además refiere otra cuestión que podría ser aborda de manera diagnóstica sería
que ¿la mala calidad de vida que viven los y las transexuales en Monterrey los
orilla al suicidio?, al mencionarse como bombas de tiempo o posibles al asesinato
se acercan a problemáticas como la violencia de género y/o la depresión que
podría provocar el temor a tener VIH.
Sandra habla con optimismo sobre las vivencias de las nuevas generaciones al
responder la pregunta ¿Hay diferencias entre lo que tú viviste en las calles de
Monterrey y lo que viven las nuevas generaciones? “Principalmente la policía ha
cambiado mucho, ya el acoso es menos, si te ven en la calle a altas horas de la
noche se acercan a preguntar “¿Cómo estás?”, o si necesitas algo. Ya son mucho
menos los que te piden lana o sexo oral. Eso sí, cuando no lo haces te llevan a la
cárcel, argumentan que te estabas prostituyendo, drogando, robando, miles de
excusas, siempre va a ser su palabra contra la de una transexual. La frecuencia
de estos incidentes es mucho menor, antes era diario. Otro cambio es, por
ejemplo, con las chicas transgénero, ellas ahora tienen más posibilidad, como no
están moldeadas del cuerpo, encuentran trabajos en los que les dicen que se
vistan del sexo que su credencial indica. Aunque tienen que aguantar que les
hablen con un nombre que no quieren e ir al baño que les imponen en referencia a
su sexo biológico, lo mismo pasa con las que están estudiando carreras
universitarias, pero por lo menos ya tienen acceso.”
Por otro lado muestra como los estereotipos establecidos por el sistema de género
que son perpetrados día con día por hombres y mujeres y que están basados en
fantasías sobre la normatividad del género afectan a los individuos que no aplican
dentro de los cerrados criterios de esta normatividad. Lamas (2002), Butler (1999).
¿Cómo podría ser que alguien como Sandra o cualquier persona Transexual
tuviese opción de mejorar su calidad, de trabajar comúnmente en el Seven, si se
siguen manteniendo e imponiendo “verdades” de género que marginan a
individuos de la sociedad?
Sandra hablo con optimismo sobre las oportunidades de las nuevas generaciones
y las chicas transgénero, aunque considere que los y las transexuales no pasan
de los 55 años, podría ser que con ese optimismo nuevas soluciones y apoyos
podrían llegar para las personas en su situación, esperando que se creen más
políticas a favor y no como menciona ella que se asuma solo vive de aplausos.