Nosotras, La Cancha y El Futbol

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NOSOTRAS, LA CANCHA Y EL FÚTBOL

La participación de las mujeres en el ámbito deportivo no es diferente a su propia historia


en la sociedad. En este ámbito, al ser un espacio público disponible para los varones, la
inclusión de las mujeres ha sido claramente tardía, y salvo algunas honrosas excepciones,
inequitativa.

Si entendemos al deporte como un medio de desarrollo del cuerpo, la salud, la expresión y a


la vez como un canal vital de relación y comunicación con los demás, debiéramos concluir
entonces que se trata de un derecho humano básico del cual las mujeres no pueden estar
excluidas ni discriminadas en su acceso.

En la actualidad siguen existiendo barreras que dificultan una participación integral,


cualquiera sea el grupo etario que analicemos. Para entender las dificultades que afrontan
las niñas y mujeres en la práctica deportiva, deben tomarse en cuenta diversos aspectos
socioculturales y educativos: los patrones que afianzan y mantienen estereotipos. Que, a su
vez, se suman a las demandas femeninas sobre qué tipo de actividad física y deportiva les
interesa y cómo desean desarrollarla.

Es preciso partir de una reflexión inicial por parte de todos los actores y profesionales
intervinientes en la educación física y el deporte, acerca de cómo se ha desarrollado su
propia práctica deportiva y cuál es su experiencia como mujer o como varón que vive de su
trabajo dentro del deporte o la actividad física. Partir de esa experiencia permite llegar a un
“darse cuenta” más allá de las cifras, de los datos de participación de niñas y niños en la
actividad deportiva y comprender mejor la actitud que manifiestan niñas y jóvenes en las
clase de educación física.

Intentamos demostrar que muchas de las supuestas imposibilidades que se les plantean a las
niñas y a las mujeres en el deporte y la actividad física están basadas en aspectos
discriminatorios y sexistas que no tienen apoyatura en estudios científicos ni en el
resguardo de las posibilidades de desarrollo de las mismas. En otras ocasiones, es la propia
concepción del deporte la que debe abrirse a nuevas prácticas y reglas que persigan más el
bienestar, la salud y el placer que la pura competición. Y en ese proceso, es preciso tener en
cuenta el conocimiento de las mujeres sobre su propio cuerpo, sus experiencias y sus
necesidades de desarrollo corporal.

Se intenta aportar, también, algunas propuestas que podrán implementarse en los diferentes
ámbitos que tienen relación con la participación de niños y niñas, en el mundo físico-
deportivo, para abordar las diferencias sin anularlas, porque las diferencias, que no deben
confundirse con las desigualdades, constituyen una riqueza y borrarlas sería empobrecer en
este caso el hecho de ser varón o mujer.

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¿QUÉ ES EL DEPORTE?

En sentido amplio el deporte es un conjunto de actividades físicas que ayudan a tener un


cuerpo más modelado, más ágil, más equilibrado y estimulado, más vívido y comprendido,
más sano y querido. El deporte incluye prácticas que permiten satisfacer necesidades de
desarrollo corporal, de experimentar actividad, de juego, de comunicación, de expresión, de
superación, de experimentar nuevas sensaciones, de disfrutar de la compañía de otras
personas, de ocupar nuestro tiempo libre, de acercarse a la naturaleza.

De esta manera el deporte incluye todas las actividades físicas y recreativas desde las más
libres y simples hasta las más regladas y competitivas, desde el trotar hasta la obtención de
un record atlético.

Sin embargo en nuestra sociedad la palabra deporte connota de manera ineludible a la


imagen competitiva del podio y la medalla, del héroe y el reconocido por los medios y la
sociedad toda, reduciendo al deporte a esa instancia de alto rendimiento y toda la
escenografía que a su alrededor se monta, quedando así oculto el deporte por el placer del
movimiento y el deseo de práctica fuera de estos parámetros.

Este concepto del deporte para unos elegidos es el que las instituciones que se ocupan del
bienestar de la población deben modificar, para así abrir el espectro deportivo, de tal
manera que todos y todas lleguen a su práctica a partir de sus gustos, capacidades y
necesidades. Esta tarea debe ser desarrollada en forma conjunta por las familias,
establecimientos educativos, entidades deportivas y por el propio Estado.

La participación de las mujeres en el deporte ha sido y aún sigue siendo menor que la de los
varones. Esa realidad también se verifica en los diferentes ámbitos socioculturales y
políticos, en especial en aquellos lugares que implican mayor nivel en la toma de decisión y
elaboración de políticas concretas para la población en general. Esta situación se va
revirtiendo en la actualidad, merced a legislaciones y acciones que fueron implementándose
en nuestro país desde la recuperación del estado de derecho en 1983.

Sin embargo, a pesar de este último dato, el deporte parece tener mayores resistencias de
género para cambiar, ya que siguen rigiendo antiguos patrones de afianzamiento de
masculinidades y feminidades forjados hace siglos, inscriptos en la cultura y que aún pesan
en los cuerpos y deseos femeninos a la hora de decidirse por la elección de una disciplina
deportiva.

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ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

Desde la infancia es habitual que se estimule en los varones el deporte en general, y el


fútbol particularmente, en nuestra cultura; inicialmente se la trata como una actividad
recreativa, un juego donde el niño incorpora valiosos elementos para su desarrollo psico
social.

En primer lugar, se trata de una actividad necesariamente grupal, rasgo que favorece la
internalización de vínculos, la comprensión de la relación social, la organización interna, la
incorporación de valores tales como la solidaridad y el compañerismo; se trata de un
aprendizaje temprano de tolerancia a la frustración y a las dificultades inexorables, siempre
implicadas al integrar un colectivo, y el ensayo de modos de resolución de las mismas.
Desde pequeños se les anuncia que vivirán en un espacio social, que deberán compartir: se
los prepara para participar de lo público.

A su vez la experiencia deportiva estimula en ellos el empleo del cuerpo y sus vastas
posibilidades de movimiento como fuente de experiencias placenteras, los incentiva a
atribuirle una serie de aptitudes a ese cuerpo, a representárselo como algo propio valorable
cuyo ejercicio es efectivamente valorado por el entorno.

Por último, al integrarlos a una de las actividades más profundamente arraigadas en


nuestras costumbres, se les ofrece desde el espacio cultural – social un importante referente
identificatorio, constitutivo de la identidad, del “ser argentino”, de un modo atractivo y
protagónico.

Si la cultura ofrece experiencias y espacios destinados a la recreación y el aprendizaje, el


acceso a los mismos debería estar garantizado para todos sus integrantes. Por el contrario,
parece insólito pensar a una niña llevando a cabo estas prácticas, integrando estos espacios.
El deporte en general, y el fútbol en particular, resultan ejemplos válidos para analizar la
inequidad de género arraigada en las prácticas más cotidianas y difundidas, permiten
entrever cómo, tempranamente, a mujeres y varones les están reservados lugares dispares,
pre delimitados por pautas culturales estereotipadas.

Es habitual el estereotipo de la mujer incapaz de compartir con sus pares, individualista,


envidiosa, no apta para participar de proyectos grupales, menos aún si éstos implican la
interacción con otras mujeres. Esta concepción de la mujer oculta tras el velo de lo natural
y originario aquello que es construcción social ¿Acaso es habitual que se estimule en las
niñas el ejercicio de actividades que impliquen una organización de grupo, con un objetivo
común que implique el esfuerzo de un trabajo conjunto con sus pares, como las prácticas
deportivas? El fútbol femenino está aislado como fenómeno social, no está contemplado
como posibilidad de expresión válida para las mujeres, resulta difícil encontrar un lugar que
nos permita concebir que no sea malo que las mujeres se junten para hacer lo que les gusta.

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Tempranamente y, en este caso, por omisión –factor que contribuye a la invisibilidad-
obstaculizando el aprendizaje y la construcción de recursos subjetivos, se desalienta la
participación en la esfera de lo público y se alienta el vuelco a lo privado doméstico como
espacio de pertenencia.

Así mismo nuestra cultura suele concebir a la mujer no como sujeto sino como objeto de
deseo; idea que se ve plasmada en una postura vacilante respecto al ejercicio del derecho de
la mujer sobre su propio cuerpo. Proliferan de un modo alarmante los casos de maltrato,
abuso e incesto cometidos sobre la mujer. El núcleo del conflicto no radica en la búsqueda
de placer por parte del perpetrador, sino en el ejercicio de un poder sobre el otro, sobre el
cuerpo del otro, vulnerando así su objeto más propio e íntimo. El trabajo sobre estos casos
suele chocar con un obstáculo prácticamente insalvable y es que se trata de emergentes,
producto de concepciones culturales fuertemente arraigadas, nuevamente, por omisión.

No es habitual que se estimule a una niña a experimentar placer en actividades relacionadas


con la acción, el ejercicio y el uso de su propio cuerpo o, peor aún, suele descalificarse su
disfrute en el movimiento considerándolo algo propio del varón. Valga como ejemplo una
disciplina ideada especialmente para ser practicada por mujeres: “pelota al cesto”. Se trata
de un deporte fuertemente limitado en cuanto a los movimientos (sectores de juego
demarcados para cada jugadora, pelota que no pica, sólo se toma, se lanza y se "cachetea"
cuando se pierde el control). Si el ejercicio sobre el cuerpo está vedado como algo
placentero, éste se transforma en objeto para el disfrute de otro; éstas son marcas
tempranas, difíciles de erradicar posteriormente.

Pensar una sociedad igualitaria en las oportunidades que brinda y el trato que prodiga a
varones y mujeres requiere de acciones gubernamentales positivas destinadas a corregir
versiones de género estereotipadas para la construcción de roles equitativos en su
participación y pertenencia.

El fútbol, como la disciplina deportiva más arraigada en nuestra cultura, debe ser integrado
como actividad pensable para mujeres. No se trata de copiar los parámetros del fútbol
masculino. Es necesaria la promoción de espacios y recursos con el objeto de propiciar en
las mujeres la construcción de una identidad característica para el fútbol femenino, la
elaboración de una imagen y un lenguaje propios que permita a las futbolistas verse a sí
mismas como deportistas.

Es prioritario entonces, atender a esta demanda generando un espacio en el cuál se contenga


y se albergue a las futuras jugadoras de fútbol. El primer desafío lo afrontarán las mismas
mujeres, que deberán aprender a convivir desde sus diferentes ideas, deseos y capacidades,
para contribuir de esta manera a la construcción de nuevas representaciones sociales acerca
de las costumbres y los modos de ser de las mujeres en la cultura.

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En plena zona norte del conurbano bonaerense, a escasos 2 kilómetros de la Av. General
Paz, esa enorme y prolongada cinta asfáltica que divide la provincia de Buenos Aires de la
Capital Federal, límite cargado de significancias, se extiende el barrio de Villa Martelli.

Un conglomerado de fábricas, galpones, casas y como en muchas partes la cada vez más
grande, franja de casillas con techos de chapa, levantadas en forma desordenada
conformando un laberinto de pasillos. Estos últimos barrios ya son linderos con el partido
de San Martín. Los habitan los pobres de Vicente López. Los que también viven en el
municipio más rico de Sudamérica. Son los que sobreviven a la dura realidad cotidiana.
Esa que habla de la nulidad de los proyectos y los sueños y grita injusticia y desesperanza.

En el año 1994, un grupo de estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la UBA, luego


de un estudio de campo en la zona, comprueba la escasa oferta deportiva existente para
mujeres jóvenes. Se elige al fútbol como actividad convocante y se inicia el programa de
prevención en salud para mujeres jóvenes. El deporte más popular argentino servía como
factor aglutinante de las adolescentes que entusiastas llegaban por fin a un lugar donde
podían jugar a lo que más les gustaba sin la mirada crítica del mundo que las rodeaba.

Las adolescentes que concurren puntualmente los martes y los jueves a las tres de la tarde a
la Sociedad de Fomento Gaynor, no dejan de de jugar y disfrutar de un espacio y un tiempo
libre del cual se han adueñado como esos equipos que entienden que por lo general en el
fútbol prevalece aquel que posee la mayor cantidad de tiempo posible la pelota.

Como población respiramos fútbol en todos los rincones. Forma parte de conversaciones,
de identidad, de pasión y de juego. Sin embargo a las mujeres se nos asigna el rol de
espectadoras. Despegar de este prejuicio en un contexto social particular ha constituido
nuestra lucha. A la vez, estos encuentros nos han ayudado a descubrir las formas de
exclusión a la que las jóvenes son sometidas a diario. Con todo podemos decir que, si bien
no está a nuestro alcance presentar soluciones a todos los problemas, si hemos avanzado en
propiciar un espacio del cual las chicas se han hecho dueñas y lo siguen construyendo con
su lenguaje, costumbres y presencia.

Encuestas diversas efectuadas en España, revelan que las mujeres acumulan un déficit de
62 minutos diarios respecto a los varones en relación al tiempo libre que incluye al deporte,
aficiones y juegos, medios de comunicación, vida social y diversión. También se confirma
que las tareas domésticas y el cuidado de niños y ancianos sigue siendo una tarea
eminentemente femenina. Todo esto enmarcado en mujeres de extracción social humilde,
las carencias de tiempo dedicado a actividades deportivas se extrema.

En la última década se ha hablado a menudo de la feminización de la pobreza. Estos


procesos son fruto de cambios estructurales de un alto impacto social sea en el campo de la
economía, del trabajo o de la familia. Existen algunos cuya confirmación empírica está hoy
ya acreditada: las dificultades de ingresos que acarrean el cese o los empleos de bajos

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salarios, muy abundantes entre las mujeres; el crecimiento de las rupturas familiares, que
genera una fuerte debilidad económica y una fuerte sobrecarga de responsabilidades para la
mujer; las bolsas de pobreza en las edades avanzadas; las desigualdades económicas ligadas
a factores étnicos. También se pueden mencionar otras formas de pobreza, generadoras de
exclusión como el uso desigual del tiempo y los desequilibrios en la distribución del trabajo
doméstico; la violencia de género o la explotación sexual, que, en este caso, empobrecen la
identidad personal de las mujeres.

DIVERSIDAD

“Todo sistema social es una manera de ordenar el mundo. El ordenamiento


que nos rodea y la manera en que nos ordena….no es arbitrario o casual.
No surge por generación espontánea ni es natural. Es un ordenamiento
interesado, histórico, es decir sujeto a las fuerzas históricas y a sus variables y
cultural…”; “La gran trampa en la que se cae es las instituciones sociales generadas
por ese ordenamiento aparecen como naturales…el sistema capitalista y patriarcal ha
utilizado esta naturalización para sostener, justificar y controlar un ordenamiento que
contiene profundas desigualdades. Así aparecen las lógicas dicotomicas y jerárquicas.
Hombre es superior a mujer. Blanco es superior a negro…la heterosexualidad es
superior a la homosexualidad” (Equipo Desalambrando Bs. As. Argentina).

De esta manera, el componente inferior queda ubicado en “la diferencia” mientras que el
componente superior se encuentra en la “normalidad” se naturaliza en los modelos que se
tienen para organizar a las sociedades, no se lo cuestiona y forman parte de las distintas
realidades confundiendo a los sujetos con ellas mismas. Es la causa de la alineación de los
individuos por lo cual no permite ver que la mujer siempre queda en lugar de la
subordinación como normal y natural frente al varón considerado superior. Dentro de esta
realidad, no permite cuestionar que “todos somos heterosexuales” sin dar espacio a la
plasticidad y diversidad que existen.

Dentro de esta normalización el fútbol es solo reconocido como campo del poder
masculino, rudo, fuerte y varonil de la sociedad. Invisibilizando a las mujeres que eligen ser
participes de este deporte donde se destaca la destreza, la habilidad, el juego, demás
dominios pertenecientes al varón. Existe en el discurso social legitimado, en cuanto a esta
superioridad deportiva.

El programa de “Nosotras, Mate y Fútbol” aparece como un cuestionador real dentro del
discurso ordenado patriarcal en un contexto social donde los estereotipos y roles de genero
son exclusivo dominio de este.

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Objetivos del Programa de Fútbol Femenino

1-Difundir el Programa de Fútbol Femenino del Centro de la Mujer y Políticas


de Género “Diana Stauli” hacia todo el partido de Vicente López

2-Establecer relaciones con los otros efectores del municipio para replicar el programa de
fútbol femenino

3- Sostener la práctica deportiva y lúdica como recurso para la inserción social

4-Fortalecer el trabajo de escucha y reflexión fuera del barrio Las Flores para que las
mujeres jóvenes y adolescentes puedan apropiarse del espacio institucional

5-Promover que las mujeres jóvenes y adolescentes, que se encuentran participando


comiencen a trabajar para la replica el programa de fútbol femenino dentro del municipio

6-Articular con el municipio la asignación de becas rentadas para las mujeres jóvenes y
adolescentes que participan en el programa de fútbol

Por eso, con el fin de promover la igualdad entre varones y mujeres en todos los ámbitos, se
decide abrir grupos para mujeres jóvenes y adolescentes donde el fútbol es una parte de la
tarea propuesta desde la institución, como primera estrategia de abordaje y complementarla
con los grupos de reflexión sobre la violencia de género y todas aquellas temáticas que
hacen a la población destinada. Se busca promover la prevención inespecífica de las
situaciones de emergencia o de riesgo que puedan sufrir.

El trabajo grupal se propone ofrecer un espacio para la reflexión de la vida cotidiana, donde
las mujeres jóvenes y adolescentes comparten experiencias, saberes, inquietudes y deporte.
Buscando la consolidación de los lazos afectivos y sociales basados en el compañerismo y
la solidaridad entre las participantes que sirven de base a la confianza para que puedan
hablar de las situaciones que les afectan y resolverlas.

De esta manera, el debate, la exposición, la afectividad, el intercambio y la reflexión


conjuntan que permitan abrir el camino de la creatividad y la participación. El Centro de la
Mujer y Políticas de Género, mediante la continuidad de este programa de fútbol femenino
trabaja con los grupos de mujeres adolescentes, tiene como finalidad promover su
desarrollo integral, desde el cuidado de su cuerpo y el desarrollo de todas sus
potencialidades, así como contener las situaciones problemáticas de la población, buscando
generar el intercambio entre pares y de la creación de los lazos solidarios apuntando a que
puedan elegir y desarrollar libremente sus planes de vida y proyectos de futuro en un marco
de respeto e igualdad.

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Población Destinataria

Las mujeres jóvenes y adolescentes de los Barrios de Las Flores, La Loma y Munro.

Actividades

De acuerdo a los objetivos planteados se proponen las siguientes actividades

1-Difundir el Programa de Fútbol Femenino del Centro de la Mujer y Políticas de Género


“Diana Stauli” hacia todo el partido de Vicente López (Objetivo)

 Charlas en las escuelas de los barrios propuestos a cargo del equipo profesional y
las participantes del programa de fútbol femenino

 Foro sobre “la Mujer y el Deporte” invitando a las mujeres ligadas al deporte con
Perspectiva de Género

 Crear un blog del Programa de Fútbol Femenino y una revista

2-Establecer relaciones con los otros efectores del municipio para replicar el programa de
fútbol femenino (Objetivo)

 Armar un cronograma de reuniones con la Dirección de Atención primaria,


Deportes , Desarrollo Humano y Secretaria de Educación para coordinar
encuentros en las escuelas y difundir el programa

3- Sostener la práctica deportiva y lúdica como recurso para la inserción social (objetivo)

 Hacer encuentros con otros equipos de fútbol femenino interbarriales e


intermunicipales

4-Fortalecer el trabajo de escucha y reflexión fuera del barrio Las Flores para que las
mujeres jóvenes y adolescentes puedan apropiarse del espacio institucional (objetivo)

 Se proyectaran películas que den lugar al cine debate cuestionando los


estereotipos de Género

 Charlas a cargo de invitadas/os al deporte con Perspectiva de Género

 Talleres sobre Violencia de Género

5-Promover que las mujeres jóvenes y adolescentes, que se encuentran participando


comiencen a trabajar para la replica el programa de fútbol femenino dentro del municipio
(objetivo)

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 Gestión de pasantias rentadas para las jóvenes de la primera promoción del
programa de fútbol

6-Articular con el municipio la asignación de becas rentadas para las mujeres jóvenes y
adolescentes que participan en el programa de fútbol (objetivo)

 Gestión de becas para todas las jóvenes y adolescentes que participan del
Programa de Fútbol Femenino

Equipo Profesional a cargo:

Coordinadora de Asistencia: Lic. Liliana Cura

Prof. Tec. Mónica Santino

Lic. Natalia Rigamonti

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